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Breve Reseña Crítica de Ética de Urgencia (Fernando Savater)

Esta reseña crítica sintetiza los temas expuestos en el libro Ética de urgencia, de Fernando Savater, y valora brevemente la estructura de la obra, comparándola con otras más del autor.

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Esta reseña crítica sintetiza los temas expuestos en el libro Ética de urgencia, de Fernando Savater, y valora brevemente la estructura de la obra, comparándola con otras más del autor.

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Lucas Armando Alonso Vázquez Aula 134-Q

Taller de análisis valorativo de textos.


Trabajo sobre el libro Ética de urgencia, de Fernando Savater.

Contenido y estructura.

El libro, Ética de urgencia, de Fernando Savater (Ariel, 2012), es la transcripción de


tres pláticas mantenidas con alumnos y profesores en tres institutos españoles, las cuales
giran en torno a temas y preocupaciones éticas y sociales que los jóvenes tienen
actualmente, desde el internet y la piratería, hasta los derechos de los animales o la
felicidad. Savater abre un tema exponiendo su postura y, consecuentemente, sus
interlocutores le formulan preguntas, comentarios u objeciones, a lo que él responde
desarrollando sus ideas.
El libro está dividido en tres partes, según los temas que en cada una de ellas se
tratan: El mundo que viene, Cuestiones imperecederas y, Pensar lo público; partes que a su
vez, se subdividen en diálogos casi monotemáticos.

En la primera parte, El mundo que viene, se explica y cuestiona el papel y el


impacto que las nuevas tecnologías , sobre todo internet, han tenido en nuestra vida y cómo
seguirán transformándola. Así, Savater da cuenta de la ocasional dificultad para distinguir la
realidad de la mentira que los medios de comunicación ha generado. Ahora es más fácil que
nunca crear y difundir noticias falsas. Además, estamos tan acostumbrados a los
programas de televisión, que si oímos un grito espantoso en la casa de al lado, pensamos
que lo más seguro es que sea el televisor. Por otro lado, internet facilita el robo de libros,
canciones y películas, e incluso permite tanto ocultarse bajo un alias o anónimo, como
usurpar una identidad.
Otro tema sobre el que se pronuncia es el de la educación. Nunca en ningún otra
época de la historia, fue tan fácil el acceso a la información, y definitivamente nunca se
había tenido acceso a tanta información. La información está ahí, de hecho no espera a que
nosotros la busquemos, constantemente somos bombardeados con ella. Por esto es que la
tarea del educador ya no puede ser facilitar información, sino orientar a través de ella, guiar
al alumno para que encuentre las mejores informaciones, las más útiles y veraces, y
enseñarlo a jerarquizarla, distinguiendo la importancia y la calidad.
Internet y los nuevos avances tecnológicos nos abren un mundo de posibilidades,
donde podemos confundir, herir, mentir y engañar, robar y usurpar, y donde podemos
distraernos y entorpecer el aprendizaje y el ánimo de investigación; pero también es donde
nos facilitan el acceso a la información, a ser escuchados, y a poder comunicarnos con las
otras personas más fácilmente. Es por eso que para aprovechar estas oportunidades
debemos actuar reflexiva y responsablemente.

En Cuestiones imperecederas, el coloquio adquiere un cariz más filosófico, aunque


siempre atento a las preocupaciones de los jóvenes. ¿Qué es un problema de filosofía?, es
el título de uno de sus diálogos, y en él nos dice que una pregunta filosófica es aquella que
se interesa en un tema que podría interesar a cualquiera. Es decir, que las preguntas que
se hace la filosofía son preguntas que cualquier ser humano podría hacerse, y que de
hecho se hace, sólo que no con la misma insistencia. Además, las preguntas y las
respuestas propuestas por la filosofía no tienen una utilidad práctica concreta. Sea lo que
sea el tiempo, no va ayudarme a llegar temprano a la escuela, porque al preguntarme sobre
lo que es el tiempo, me pregunto sobre el significado de vivir en él, de que despierte cada
mañana y de saber que voy a morir, es decir, me pregunto por el significado de ser
humano . Las respuestas propiamente filosóficas no repercuten sobre mi vida diaria porque
no se interesan por algo concreto que yo quiera hacer, sino que se interesan por lo que uno
es. En este sentido, las preguntas filosóficas sirven para conocernos más, para saber
quiénes somos, y no para saber qué hacer.
Se habla también de la felicidad, aspiración un tanto ambiciosa, según Savater, que
deberíamos sustituir por la conservación de la alegría. La felicidad absoluta es imposible,
pues sabemos que tarde o temprano acabará, y esa conciencia de su término ya
imposibilita la felicidad absoluta. En cambio, es más sano pretender una satisfacción de
cosas concretas, en vez de aspirar y buscar esa Felicidad irrealizable. Respondiendo a una
pregunta hecha por sus interlocutores, Savater explica que el dinero es una “felicidad
abstracta”, porque contar con él nos permite conseguir cosas que “nos hacen felices”, lo que
pasa es que al canjear ese dinero por esas cosas, el asunto se complica, y nos damos
cuenta que no todo es tan sencillo. Así mismo habla de que no se necesita de mucho
dinero para disfrutar de la vida. Basta tener aquél que nos permita salir a dar un paseo,
tener una charla, o leer un buen libro.
El tercer diálogo de esta segunda parte se centra en la libertad de los individuos y la
autenticidad de ser ellos mismos. Aquí, como en otros diálogos del libro, los jóvenes
muestran su inquietud por la libertad de actuar y de pensar, comentando que la sociedad
determinaba su manera de pensar y que coartaba su libertad para actuar según sus deseos
y para ser ellos mismos. Savater, contundente como siempre, responde que la libertad
consiste en la capacidad de elección, no en la omnipotencia. Es decir, que podemos elegir
entre intentar hacer una cosa u otra, pero no podemos lograr todo lo que intentamos, todo lo
que queremos. Siempre se es libre frente a un estado de cosas que nos viene
condicionando desde el día en que nacimos, lo único que podemos hacer es decidir entre
aquellas posibilidades que se nos presentan. ¿Y cómo ser y pensar por uno mismo si
siempre nos están diciendo como ser y qué pensar? preguntan; a lo que el filósofo contesta,
que por naturaleza, el ser humano imita a los demás. Si le dejan libre para que haga lo que
haga, imita a los demás. Todos necesitan un modelo que seguir o sobre el cual inventarse.
Por otra parte, siempre pensamos cosas de fuera. Nuestros pensamientos están llenos de
contenidos ajenos: los que son acerca del mundo y los demás individuos. Y esto ocurre
desde que somos niños. De la misma manera, siempre se educa en una dirección, se
enseñan contenidos específicos que condicionan nuestra manera de pensar y ser, pero
para nada esto supone una fatalidad, simplemente demuestran que no podemos vivir
humanamente sin ser educados, y que para pensar por nosotros mismos, antes debemos
tener algo sobre lo que pensar. Nunca se piensa en vacío. Por lo tanto, no somos libres de
elegir nuestras circunstancias ni de hacer lo que queramos, pero sí somos libres de elegir
qué querer, y que hacer frente a esas circunstancias, así como sólo cuando tengamos una
base sobre la que pensar, podemos pensar por nuestra cuenta.

Es en Pensar lo público, donde, como su título indica, el autor trata temas que
conciernen a la vida pública, en sociedad. Desarrolla su concepción de la democracia,
según la cual todos los ciudadanos son políticos. Esto quiere decir que en una democracia
los asuntos políticos nos conciernen a todos, y desentenderse de ellos sólo puede llevar al
desastre. La democracia no es un régimen estático, a donde se llega para quedarse
cómodo, sino todo lo contrario. La democracia es un sistema de elección, una herramienta
para organizar la convivencia social, que se estropea si no trabajamos y luchamos por ella.
También se habló del terrorismo y la violencia, la justicia y la igualdad, la crisis
económica, y finalmente, sobre el capitalismo. Sobre este último tema declaró que el
modelo de capitalismo que él “prefería” era aquél en que el Estado es el mediador entre el
individuo y el mercado. El Estado protege a los individuos más vulnerables, redistribuyendo
de alguna manera las riquezas. Ejemplo de ello es la seguridad social o la educación
pública. Lo que debería inculcarse, es la responsabilidad social que tienen los que se han
hecho ricos, porque se han hechos ricos dentro de una sociedad dispuesta a apoyar sus
iniciativas. Es decir, ha sido un entramado de personas y relaciones sociales las que han
contribuido al enriquecimiento de esa otra persona, por lo que ésta última debe asumir
ciertas responsabilidades sociales, para empezar, como el pago de impuestos.

Los temas que seleccioné para resumir el contenido de los diálogos, además de ser
los más representativos, son los que mejor ilustran la manera en que Savater entiende la
ética. Según él, nuestra vida no está hecha, y ante nosotros se abre un mundo de
posibilidades, entre las cuales debemos elegir unas y rechazar otras. Podemos elegir bien y
disfrutar, o podemos elegir mal, equivocarnos y afrontar las consecuencias; así como
podemos actuar bien y beneficiar a los demás, podemos actuar mal y herirlos, es por eso
que para actuar mejor debemos fijarnos en este asunto de la reflexión ética. El sujeto libre
es irremediablemente el sujeto responsable, el que está sujeto a las consecuencias de sus
acciones. Es por esto que en cada uno de los temas tratados en las pláticas - el internet, las
descargas ilegales, la educación, la justicia, la igualdad, la democracia, el capitalismo, etc.-
Savater remarca la responsabilidad del individuo de procurar que las cosas marchen bien; la
responsabilidad de hacernos cargo de nuestra propia vida y de preocuparnos por cómo nos
relacionamos con los demás.

Valoración.

Debemos recordar que Fernando Savater es un escritor español, profesor de


filosofía jubilado, cuyo principal -o más famoso- esfuerzo intelectual, se ha centrado en la
ética, así que no es de sorprender, además de por el título, que en esta obra, como en Ética
para Amador, Politica para Amador , Las preguntas de la vida, obras suyas, y en otras
charlas y conferencias que ha llevado a cabo, refuerce dos de sus ideas principales sobre
la ética: la que entiende a ésta como la reflexión que hacemos de nuestra libertad, es decir,
la práctica de reflexionar sobre lo que vamos a hacer y porque vamos a hacerlo; y la de que
la ética se fundamenta en la obligación de atender a los deberes que los seres humanos
tenemos hacia los demás seres humanos. Este es el hilo conductor de los coloquios, el
lente con el cual aborda los problemas. Además, cabe mencionar que sus propuestas e
ideas siempre van acompañadas de una argumentación racional, requisito sin el cual -mas
no el único- un razonamiento no puede ser filosófico. De esta manera no solo es justo decir
que la obra es coherente, pues todas sus partes se nutren de un tema general: la ética;
sino que se puede decir que posee un contenido filosófico mínimo.

También es necesario, para hacerse una idea más completa del libro, debe tenerse
en cuenta que ésta obra originalmente fue un coloquio, por lo que a gran parte de las ideas
resumidas en este trabajo, antecede una pregunta por parte de los jóvenes, sólo que por
cuestiones prácticas resumí e integre los contenidos suprimiendo la mayoría de las
preguntas. Menciona Savater en la presentación del libro que su propósito fue el de recoger
y dar voz a las inquietudes de los adolescentes sobre distintos temas morales y atenderlos
desde una perspectiva ética. Así, en vista del cumplimiento de la función -explícita- que el
autor le asignó, podemos decir que Ética de urgencia es un buen libro. Sin embargo, habría
de hacer la siguiente anotación: es un libro relativamente corto y ligero de leer, con
ejemplos y con explicaciones breves, que aborda la mayoría de los temas de forma general,
sin ahondar mucho en ellos, y es precisamente por esta ligereza e inmediatez, que me
parece que no es una obra enteramente filosófica -como quizá a Ética para Amador sí se
tendría más chance de considerar así-, o cuando menos, “relevante” académicamente.
Poco valor podrá tener en las facultades de filosofía, aunque también es cierto que ese no
era su propósito, sino el de dar voz a las inquietudes de los jóvenes, darles respuesta, y
motivar la reflexión ética, no sólo en sus interlocutores directos, sino en todos los posibles
lectores.

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