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111 Ju 18STO MT 16, 13-23 Jesus Dice A Pedro Ponte Detras de Mi Satanas Num 20, 1-13

Este documento contiene tres oraciones. La primera invoca al Espíritu Santo para vaciar al hablante de todo lo que lo separa de Dios y llenarlo con su presencia. La segunda ora para que Jesús ayude a leer las Escrituras como lo hizo con los discípulos de Emaús. La tercera pide a Jesús enseñar al hablante a conocer al Padre.

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111 Ju 18STO MT 16, 13-23 Jesus Dice A Pedro Ponte Detras de Mi Satanas Num 20, 1-13

Este documento contiene tres oraciones. La primera invoca al Espíritu Santo para vaciar al hablante de todo lo que lo separa de Dios y llenarlo con su presencia. La segunda ora para que Jesús ayude a leer las Escrituras como lo hizo con los discípulos de Emaús. La tercera pide a Jesús enseñar al hablante a conocer al Padre.

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Jueves – 18 semana T. Ordinario Ciclo B.

Año I (Num 20, 1-13; Mt 16, 13-23)


Dedicación de la Basílica de Santa María.
INVOCACION DEL ESPIRITU SANTO

✞ ✞ ✞ Padre, en Tus manos abandono mi vida y todo mi ser, para que me vacíes de todos
los pensamientos, palabras, obras, deseos e imágenes que me separan de Ti.
Calma mi sed y sacia mi hambre, lléname de Ti. Con humildad te entrego mi intención
de consentir tu Presencia y acción en mí, sáname, transfórmame, hazme de nuevo.
Ahora mismo anhelo y te pido a nombre de tu Hijo Jesús que me des al Espíritu Santo;
pues ya dispuesta mi alma, por tu gracia y misericordia; espera la luz que abra mi
mente y mi corazón para escucharte y ahí en mi meditación dejarme encontrar,
sorprender, seducir, tocar, y guiar por Ti.
Dime lo que quieres de mi para hacer Tu voluntad y no la mía. Dame el don de la
contemplación y la gracia para ver, aceptar y perseverar sin apegos, en este camino
hacia la Gloria.

✞ ✞ ✞ Señor Jesús, que tu Espíritu, nos ayude a leer las Sagradas Escrituras en el mismo
modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús.
Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de
Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía
ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los
acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren.

Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús,
podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú
estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo
pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu.
Amén

✞✞✞
Jesús, enséñame a gustar la infinitud del Padre. Háblame, Señor Jesús, acerca del
Padre. Hazme niño para hablarme de él como los padres de la tierra conversan con sus
pequeños; hazme amigo tuyo para hablarme de él como hablabas con Lázaro en la
intimidad de Betania; hazme apóstol de tu palabra para decirme de él lo que
conversabas con Juan; recógeme junto a tu Madre como recogiste junto a ella a los doce
en el Cenáculo..., lleno de esperanza para que el Espíritu que prometiste me hable
todavía de él y me enseñe a hablar de él a mis hermanos con la sencillez de la paloma y
el resplandor de la llama (G. CANOVAI, Suscipe Domine).
“JESÚS: QUE MI PENSAMIENTO TE DEJE SER DIOS”
 «Cesarea de Filipo. Jesús pregunta ¿Quién dice la gente que soy yo?».

 «Simón Pedro respondió: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».

 «Yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el


poder del abismo no la hará perecer».
 « ¡Ponte detrás de mí, Satanás! Tus pensamientos no son como los de
Dios, sino como los de los hombres».

1 RITOS INICIALES
✞ ✞ ✞ Antífona de entrada

Salve, Madre Santa, Virgen, Madre del Rey que gobierna cielo y tierra por los siglos de
los siglos.
Monición de entrada
Recordamos en esta celebración el aniversario de la Dedicación de la basílica de Santa
María, en Roma, construida en el monte Esquilino hacia el año 434 y ofrecida por el
papa Sixto III al pueblo de Dios como recuerdo del Concilio de Efeso, en el que la Virgen
María fue proclamada Madre de Dios.

Nos reunimos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
✞ ✞ ✞ Saludo al altar y pueblo congregado

Misa de Feria o de la Memoria. Jueves de la XVIII semana del Tiempo Ordinario, feria o
Dedicación de la Basílica de santa María, memoria libre. 05 de Agosto 2021
La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté
siempre con nosotros.

✞ ✞ ✞ Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

• Señor, dame la gracia para poder descubrir quién eres para mí.
• Señor Jesús, en este momento de oración quiero poner toda mi confianza en Ti. Sé
que me conoces hasta lo más profundo de mi ser y que me entiendes, y quieres que yo
escuches tus palabras de vida. Ayúdame a hacer silencio en mi interior para escuchar tu
voz y así acogerla en mi corazón.

✞ ✞ ✞ Introducción por el Celebrante.

Tú eres el Mesías, el Cristo.


El agua es una necesidad de vida, altamente apreciada, especialmente por hombres que
viven en un país árido, como los judíos, o como ellos experimentaron en el desierto en
su fatigoso camino hacia la Tierra Prometida. El agua se convierte en el símbolo de Dios,
quien es al mismo tiempo dos cosas: una roca firme y de fiar, y agua vivificadora. Se
exige fe en esta roca.

✞ ✞ ✞ Acto penitencial

El Señor Jesús, que nos invita a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, nos llama ahora
a la conversión. Reconozcamos nuestra indignidad, debilidad, y nuestros pecados e
invoquemos con esperanza la misericordia de Dios.
Jesucristo, el justo, intercede y nos reconcilia con el Padre. Abramos, pues, nuestro
espíritu al arrepentimiento. … Un poco de silencio…
• Señor, soy consciente que muchas veces opto por alejarme de Ti, que muchas veces
las ocupaciones que tengo en mi vida me distraen de lo más importante. Y algunas
veces también siento que mis pecados son como una carga pesada que tengo que llevar.
Perdona mis pecados y ayúdame a confiar más en Ti para que no traicione nunca tu
amor.
¡Señor, ten piedad! ¡Cristo, ten piedad! ¡Señor, ten piedad!

✞ ✞ ✞ Gloria a Dios.

Se canta o se recita los domingos, fuera de los tiempos de Adviento y Cuaresma, en las
solemnidades y en las fiestas y en algunas peculiares celebraciones más solemnes.

✞ ✞ ✞ Oración Colecta:

• Perdona, Señor, los pecados de tus siervos y, ya que no podemos complacerte con
nuestras obras, concédenos la salvación por intercesión de la Madre de tu Hijo, nuestro
Señor. Él, que vive y reina contigo.
Oh Dios, fuente de vida: También nosotros profesamos que Jesús es tu Hijo, que vino de
ti y regresó a ti. Te damos gracias por nuestra fe, que hemos recibido como
incomparable regalo tuyo. Pero perdónanos cuando nos resulta difícil seguir siempre a
Jesús en su camino de sufrimiento y de muerte, aun cuando creemos que ése
precisamente es el camino hacia la felicidad y la gloria. Ayúdanos a pensar y a vivir
según tu voluntad, siguiendo fielmente a nuestro único modelo, Jesucristo tu Hijo,
nuestro Señor.

2 LITURGIA DE LA PALABRA
✞ ✞ ✞ Primera lectura: Números 20,1-13

Brotó agua abundante.


En aquellos días,
1 la comunidad de Israel en su totalidad llegó al desierto de Sin el primer mes, y el
pueblo acampó en Cades. Allí murió María, y allí fue sepultada.
2 No había agua para la comunidad, y ésta se amotinó contra Moisés y Aarón.
3 El pueblo se quejaba contra Moisés diciendo: -¡Ojalá hubiéramos muerto con nuestros
hermanos ante el Señor!
4 ¿Por qué habéis traído a la asamblea del Señor a este desierto, para que muramos
nosotros y nuestros ganados?
5 ¿Por qué nos sacasteis de Egipto para traernos a este lugar maldito, donde no hay
semillas, ni higueras, ni viñas, ni ganados, ni siquiera agua para beber?
6 Moisés y Aarón se apartaron de la comunidad hacia la entrada de la tienda del
encuentro. Cayeron rostro a tierra y se les manifestó la gloria del Señor.
7 El Señor dijo a Moisés:
8 -Toma el bastón y reúne a la comunidad. Cuando esté reunida, ordenad a la roca tú y
tu hermano Aarón que dé agua, y harás brotar para ellos agua de la roca, y les darás de
beber a ellos y a sus ganados.
9 Moisés tomó el bastón que estaba ante el Señor, como él le había ordenado,
10 convocó, junto con Aarón, a la comunidad delante de la roca y les dijo: -¡Oíd,
rebeldes! ¿Podremos nosotros hacer brotar agua de esta roca?
11 Entonces Moisés alzó el brazo y golpeó dos veces la roca con el bastón. Brotaron de
ella aguas en abundancia, y bebieron todos, junto con sus ganados.
12 El Señor dijo a Moisés y a Aarón: -Por no haber creído en mí, por no haber
reconocido mi santidad en presencia de los israelitas, no seréis vosotros quienes
introduzcan a este pueblo en la tierra que yo le doy.
13 Éstas son las aguas de Meribá (es decir, de la Querella), donde los israelitas se
querellaron con el Señor y él les mostró su santidad.
PALABRA DE DIOS. R/TE ALABAMOS, SEÑOR
www.evangelizacion.org.mx

Meditatio
El episodio de hoy nos presenta de nuevo los tres elementos que se repiten en la vida
del pueblo de Dios: inseguridad y reclamo a Dios; intercesión de Moisés y Aarón; acción
salvadora de Dios por medio de un intermediario.
Si analizamos nuestra propia historia y la historia de la misma Iglesia, veremos que esto
se repite y, de alguna manera, forma parte de nuestra naturaleza fragmentada por el
pecado. El hombre, aun el cristiano, frecuentemente se siente inseguro (por la situación
económica, la enfermedad, la violencia) y, no obstante, el conocer que tiene como aliado
y Señor a Dios, siente que no podrá salir adelante y en ocasiones, cuando la situación es
muy grave, incluso le reclama a Dios.
Es entonces cuando acude en busca de ayuda, la cual se expresa, generalmente, en un
reclamo hacia los líderes de la comunidad (sacerdotes, ministros, consagrados), quienes,
oran al Señor pidiendo la bendición de Dios. Finalmente, Dios, valiéndose de nuevo de
instrumentos, manifiesta su acción salvadora (desafortunadamente, no siempre de la
manera en que la persona lo esperaba), lo cual trae la paz de nuevo al corazón.
Hermanos, Dios nos ha mostrado cientos de veces su santidad y su amor. Clamemos a
él en nuestras necesidades, pero hagámoslo con confianza, con paz en nuestro corazón;
pidamos a nuestros hermanos que se unan a nuestras intenciones y oraciones, pero no
como quien reclama sino con alegría, sabiendo que Dios tiene un plan para nosotros y
finalmente estemos atentos, Dios manifestará siempre su salvación.
Oratio
Señor, gracias por tu siervo Jesús, el enviado que nos has dado para que sea nuestro
Mediador y puente entre Dios y los hombres; ayúdanos a ser agradecidos de todo
corazón, para que merezcamos de tu gracia, la bendición de su mediación salvadora. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén
Actio
El día de hoy haré oración por aquellos que me han sido encomendados: padres,
cónyuge, hijos, hermanos y amigos.
www.santaclaradeestella.es

• Prosiguiendo el camino del pueblo de Israel por el desierto, según la narración


sacerdotal del libro de los Números, nos encontramos con un conocido episodio del que
también se habla en Ex 17,1-17. Es diferente el lugar: aquí se trata de Cades, donde fue
sepultada María; según la versión del libro del Éxodo, fue Masa y Meribá, literalmente el
lugar de la murmuración y de la prueba. Los dos caudillos, Moisés y Aarón, tienen que
vérselas con las murmuraciones del pueblo ésta vez después de aquella otra relacionada
con el maná. La murmuración está relacionada con la subsistencia del pueblo por la falta
de agua, cosa obvia en el largo trayecto que recorrieron por el desierto. De nuevo
aparecen lamentaciones y maldiciones, la insoportable acusación contra los dos jefes
que les llevaron al desierto, aunque en realidad la protesta va dirigida contra YHWH.
También esta vez se dirigen Moisés y Aarón al Señor, presente en la tienda del
encuentro, lugar visible de la presencia y la proximidad de Dios. También esta vez el
Dios condescendiente y compañero de viaje ofrece un remedio milagroso a la sequía:
ordena a Moisés que golpee la roca con el bastón y brota de ella agua en abundancia
tanto para el pueblo como para el ganado. Pero, esta vez, al episodio de Ex 17,1-17 se
le añade un detalle: la duda de Moisés y de Aarón al ejecutar la orden del Señor
(aunque el texto no lo diga de una manera explícita).
Se habla, en efecto, del castigo por su incredulidad y se anticipa ahora la suerte futura
de Moisés y de Aarón: no entrarán en la tierra prometida. La conclusión de este
episodio, señalada por el texto en el v. 13, es importante: los israelitas se han atrevido
a contender con su Dios, pero éste es un Dios santo y fiel.
Pablo recuerda la lección enlazando el episodio del maná y el del agua de la roca, y los
aplica a la vida cristiana: «Todos comieron el mismo alimento espiritual y todos bebieron
la misma bebida espiritual; [...] Sin embargo, la mayor parte de ellos no agradó a Dios y
fueron por ello aniquilados en el desierto» (1 Cor 10,3-5). Se trata de una invitación a
permanecer fieles al Señor hasta el final.
www.Dioscadadía.Bastin,Pinkers,Teheux

Su nombre. Números 20, 1-13. En conjunto, el relato de Nm 20 es sacerdotal. Según el


versículo 1, la protesta del pueblo, que provocó la muerte de Aarón, tuvo lugar en
Cades; pero esta precisión es secundaria, pues las recriminaciones del pueblo no
concuerdan con la rica vegetación característica del oasis. Probablemente, la profetisa
Myriam (María, la hermana de Moisés) murió también allí, y la mención de su muerte, al
mismo tiempo que el relato de la de Aarón, confiere al conjunto un tono siniestro. No fue
solamente la generación del desierto la que no entró en la Tierra Prometida; ni siquiera
sus jefes pudieron hacerlo.
La culpa de Moisés no aparece clara en el texto. Según el "doblete" de Ex 17, no fue
Moisés quien pecó, sino el pueblo que se atrevió a desafiar a Dios. La relectura
sacerdotal habría achacado la culpa a Moisés, y tal vez con algún fundamento, pues en
Nm 20 se pueden observar indicios de que algunos clanes le reprochaban su error de
estrategia. H. Cazelles supone que la culpa de Moisés consistió en su negativa a seguir
al grupo de Caleb cuando éste subió al Hebrón. Sea como fuere, el relato de Nm 20 se
presenta como un litigio entre Moisés y la comunidad de los hijos de Israel. Los
versículos 8 y 10-11 se esfuerzan por dilucidar la falta: en el v. 8, Moisés recibe la orden
de hablar a la roca, mientras que en el v. 10 Moisés decide hablar al pueblo, en lugar de
dirigirse directamente a la roca, y en el v. 11 golpea la roca con el cayado por dos
veces. Es posible que la tradición sacerdotal reprochase a Moisés un resto de mentalidad
mágica: habría golpeado la roca con su cayado en lugar de dirigirse a Dios por medio de
la oración.
El v. 13 da el nombre de Meribá (meribáh) al lugar donde se produjo la disputa. Hay que
ver en ello un intento de explicar el topónimo. Según R. de Vaux, el nombre de Meribá
fue atribuido sin duda a una fuente, cerca de la cual se solventaban los litigios entre
individuos, y esta fuente tuvo sin duda un carácter sagrado. Ahora bien, en hebreo,
Cades significa "sagrado", y es denominado Eyn Mishpat (la fuente del juicio) en Gn
14,7. Se comprende, pues, fácilmente la relación, tanto más autorizada si el lugar había
conservado el recuerdo de una querella entre Moisés y Caleb.
El salmo 94 mezcla los primeros versículos de un salmo de peregrinación con un
fragmento de requisitoria por la ruptura de la alianza. Quizá se cantaba yendo hacia el
lugar en que Yahvé pronunciaba dicha requisitoria.
www.fraynelson.com

1. Agua de la roca
1.1 La primera lectura nos deja ver una de las escenas más impactantes del caminar de
los israelitas por el desierto. Desfallecidos de sed, todos dudan en su corazón, hasta
Moisés y Aarón.
1.2 Y aquí hay un hecho interesante: mientras que la rebeldía del pueblo es patente, la
de estos líderes es latente, y sólo visible ante los ojos de Dios; pero unos y otros reciben
de algún modo reproche de parte de Aquel que escruta los corazones.
1.3 Otra cosa para notar: el mismo bastón o vara que había servido para alejar el agua,
dividiendo el mar para que pasaran los israelitas y fueran castigados los egipcios (Éx
14,16), ahora divide la roca para que el agua llegue al pueblo de Dios sediento (Núm
20,11). Dios hace los caminos por donde parece imposible: el mar dividido o la roca
convertida en fuente son señales del poder divino (cf. Éx 4,17), frente al cual las
murallas ceden y los obstáculos caen.
2. Cuidar la gloria de Dios
2.1 Uno puede preguntarse aún cuál fue exactamente la falta de Moisés y Aarón, sobre
todo a la vista del castigo que reciben. Las palabras con que les reconviene el Señor
son: "por no haber reconocido mi santidad en presencia de los israelitas". Otra
traducción dice: "porque vosotros no me creísteis a fin de tratarme como santo ante los
ojos de los hijos de Israel".
2.2 El punto parece estar en cuál es la primera reacción de estos hombres cuando se
ven confrontados con la incredulidad del pueblo como un todo. Abrumados por las
acusaciones "se apartaron de la comunidad", nos dice la lectura que hemos oído. Esto
significa que no sintieron fortaleza para dar la cara por Dios y por su plan; no cuidaron,
pues, de la gloria divina.
2.3 Si su fe hubiera sido perfecta, habrían permanecido ante los hijos de Israel y habrían
defendido el Nombre de Aquel que los había liberado. Pero su reacción fue más de temor
que de valor. Tal vez no renegaban como los demás, pero tampoco tenían como
contestar a las quejas y a la incredulidad de sus hermanos.
2.4 La sanción nos parece fuerte: "no serán ustedes quienes introduzcan a esta
comunidad en la tierra que les he prometido", pero en realidad es lógica. Es como si
Dios les dijera: "si la fe de ustedes no es mejor que la de aquellos a quienes pretenden
guiar, ustedes en realidad no son guías para ellos".
2.5 De aquí aprendemos qué clase de fe ha de buscar y cultivar el que está delante del
pueblo, es decir, el misionero, el catequista, el predicador, el pastor. Su fe debe ir más
allá de resistir la tentación que padece él mismo, pues hasta eso parece que tenían
Moisés y Aarón, dado que fueron a orar; su fe debe ser capaz de reparar la fe fracturada
de otros. No basta con que sepan dónde queda la "Tienda de Reunión"; deben de algún
modo VIVIR en ella, llevarla consigo, ser ellos mismos "Tienda" donde el pueblo perciba
la presencia del Dios vivo.
http://www.caminando-con-jesus.org

El descubrimiento de un pozo de agua es considerado por los nómadas como una


bendición, y los corazones, incluso rebeldes, se vuelven hacia Dios para agradecerle. El
pueblo entero sediento protestó como queriendo exigir cuentas a Dios. Moisés y Aarón
flaquearon en la fe, golpeando dos veces la roca y no cumplieron el precepto de
santificar el nombre de Dios y aceptar su voluntad soberana. La santidad de Dios está
por encima de todo cálculo de oportunismos humanos.

✞ ✞ ✞ Salmo

Sal 94,1-2.6-7.8-9
R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»
Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su
presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»
Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es
nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»
Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de
Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron,
aunque habían visto mis obras.»
R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»

✞ ✞ ✞ Aleluya

Aleluya Mt 16, 18
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la
derrotará.
R. Aleluya, aleluya, aleluya.

✞ ✞ ✞ “Padre, dame tu bendición”: “El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies
dignamente su Evangelio en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”

✞ ✞ ✞ Lectura del Santo Evangelio según: Mateo 16,13-23

Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos.


En aquel tiempo,
13 de camino hacia la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: -
¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?
14 Ellos le contestaron: -Unos que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que
Jeremías o uno de los profetas.
15 Jesús les preguntó: -Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
16 Simón Pedro respondió: -Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.
17 Jesús le dijo: -Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque eso no te lo ha revelado
ningún mortal, sino mi Padre, que está en los cielos.
18 Yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder del
abismo no la hará perecer.
19 Te daré las llaves del Reino de los Cielos, y lo que ates en la tierra quedará atado en
el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.
20 Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
21 Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a
Jerusalén y que tenía que sufrir mucho por causa de los ancianos, los jefes de los
sacerdotes y los maestros de la Ley; que lo matarían y al tercer día resucitaría.
22 Entonces Pedro, tomándolo aparte, se puso a recriminarle: -Dios no lo quiera, Señor;
no te ocurrirá eso.
23 Pero Jesús, volviéndose, dijo a Pedro: -¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí un
obstáculo, porque tus pensamientos no son como los de Dios, sino como los de los
hombres.
PALABRA DEL SEÑOR. R/ GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS.

✞ ✞ ✞ “Que por el Evangelio sean perdonados nuestros pecados veniales”

Papa Francisco, Homilía 29-junio-2017


Jesús nos hace también hoy a nosotros esta pregunta esencial, la dirige a todos, pero
especialmente a nosotros pastores. Es la pregunta decisiva, ante la que no valen
respuestas circunstanciales porque se trata de la vida: y la pregunta sobre la vida exige
una respuesta de vida. Pues de poco sirve conocer los artículos de la fe si no se confiesa
a Jesús como Señor de la propia vida. Él nos mira hoy a los ojos y nos pregunta:
«¿Quién soy yo para ti?». Es como si dijera: «¿Soy yo todavía el Señor de tu vida, la
orientación de tu corazón, la razón de tu esperanza, tu confianza inquebrantable?».
Como san Pedro, también nosotros renovamos hoy nuestra opción de vida como
discípulos y apóstoles; pasamos nuevamente de la primera a la segunda pregunta de
Jesús para ser «suyos», no sólo de palabra, sino con las obras y con nuestra vida.
Lee este breve texto del que te ayudará a profundizar el sentido del Evangelio:
Es un don de Dios: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado
ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos”. Tiene su origen en la
iniciativa de Dios, que nos desvela su intimidad y nos invita a participar de su misma
vida divina. La fe no proporciona solo alguna información sobre la identidad de Cristo,
sino que supone una relación personal con Él, la adhesión de toda la persona, con su
inteligencia, voluntad y sentimientos, a la manifestación que Dios hace de sí mismo. Así,
la pregunta de Jesús: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”, en el fondo está
impulsando a los discípulos a tomar una decisión personal en relación a Él. Fe y
seguimiento de Cristo están estrechamente relacionados. Y, puesto que supone seguir al
Maestro, la fe tiene que consolidarse y crecer, hacerse más profunda y madura, a
medida que se intensifica y fortalece la relación con Jesús, la intimidad con Él. También
Pedro y los demás apóstoles tuvieron que avanzar por este camino, hasta que el
encuentro con el Señor resucitado les abrió los ojos a una fe plena.
Jesús es el Cristo
¡Ya puedes decirlo!: ¡Jesús es el Cristo!, ya no hay motivo de silencio, todo se cumplió,
¡Jesús resucitó!
Y tú, ¿qué piensas hacer con tu vida de pecado; piensas cambiar esto?; ya sería hora de
que le dieras una oportunidad a la FELICIDAD, sí, porque la felicidad está en saber tú,
¡tú!, que eres bueno, que haces el bien y vives lo correcto, porque tú eres el juez de ti
mismo; tu conciencia te acusa, y ya va siendo hora de que cambies de conducta.
Te lo vengo diciendo hace años: ¡Dios te ama!
Y te pregunto ahora, ¿a qué esperas tú a amarle?; ¿cuánto más piensas tardar en vivir
lo que Dios Padre quiere de ti?
Es hora de que cambies de vida, es hora de que hagas algo para ser FELIZ.
¡Todo depende de ti!, porque Dios, ya sabes que te ama; ahora sólo falta saber si tú lo
amas a Él. ¿Le amas?….
P. Jesús

.1 Contexto. La palabra se ilumina.


www.sanJeronimo.Brown,Fitzmyer,Murphy

La confesión de Pedro (16,13-20). Cf. Mc 8,27-30; Lc 9,18-21. Esta unidad


constituye la cima del evangelio de Marcos, junto con 8,31-9,13. Mateo añade los w.
16b-19, que vienen a ser un famoso complemento eclesiológico a la confesión de Pedro.
El escenario de esta conversación es la vecindad de Cesárea de Filipo, la moderna
Baniyas, poco más de treinta kilómetros al norte del mar de Galilea, cerca de las fuentes
del Jordán. La ciudad fue fundada por el tetrarca Filipo, hermano de Herodes Antipas;
era una comunidad completamente gentil. Las variantes que presenta Mt con respecto a
Mc se cuentan entre las más interesantes de todo el evangelio. La pregunta de Jesús se
refiere al Hijo de hombre en lugar del «mí» de Mc; Hijo de hombre se entiende
normalmente como título mesiánico, como sugerencia más que como afirmación
explícita. A las respuestas de que es Juan Bautista (cf. 14,2) y Elias o uno de los
profetas, Mt añade Jeremías. La creencia en el retorno de Elias derivaba de Mal 3,23-24;
cf. Eclo 48,10; Mt 17,3.10-13. Puede que la adición de Jeremías no carezca de relación
con la creencia expresada en 2 Mac 15,13-16. La pregunta se dirige luego directamente
a los discípulos; la construcción del pasaje no deja lugar a dudas de que se trata de una
prueba. «Simón Pedro» responde por todos confesando que Jesús es el Mesías; sólo Mt
añade «el hijo del Dios vivo». Este título adicional, que va más allá de la confesión de
mesianidad, refleja con toda probabilidad la fe, más desarrollada, de la primitiva
comunidad cristiana; Mc ha conservado la frase original. Al hablar de la fe más
desarrollada de la comunidad no queremos dar a entender que ésta comprendiera
plenamente la filiación de Jesús, sino que profesaba su fe en la relación absolutamente
única de Jesús con el Padre (cf. 11,27; T. de Kruijf, Der Sohn des lebendigen Gottes
[AnalBib 16; Roma, 1962]).
Los vv. 17-20 no tienen paralelo en Mc y Lc; puede que no haya otra explicación de que
se omitieran excepto que Mc y Lc no conocían estas palabras. Algunos escritores han
sugerido que los versículos han sido sacados de su contexto original, posterior a la
resurrección, y que pueden compararse con Jn 21,15-19, donde se atribuye a Pedro una
posición peculiar en la narración de los sucesos posteriores a la resurrección (cf. R. E.
Brown, CBQ 23 [1961], 159). Los argumentos a favor de esta hipótesis no son
convincentes; en el contexto de Mt, estas palabras son dichas a Simón Pedro como
respuesta a su fe.
13-16. Sobre estos versículos, que contienen la importante confesión de fe de Pedro en
Jesús, véase el comentario sobre Mc 8,27-30 (→ Mc, 41:55). Pero tengamos en cuenta
los siguientes elementos característicos de Mateo.
13. el Hijo del hombre: Sustituye al pronombre «yo» que encontramos en Marcos.
Mateo ha heredado de Q la identificación del Jesús terreno con el Hijo del hombre (cf.
Dn 7,13).
14. Jeremías: Mateo menciona a este profeta porque, por su rechazo y sufrimiento,
anunciaba el rechazo y sufrimiento del Mesías (M. J. J. Menken, ETL 60 [1984] 5-24).
16. el Hijo del Dios vivo: Mateo añade esta frase (cf. 14,33) al escueto «el Cristo» que
hallamos en Marcos, interpretándolo en el sentido de la consciencia de filiación exclusiva
de Jesús (1 1,27). Al invocar la relación Padre-Hijo, Mateo aleja nuestra atención de las
connotaciones político-militares del título «mesías».
17-19. La versión marcana no presenta una respuesta satisfactoria de Jesús a la
confesión de Pedro, sino solamente un mandato de silencio. Mateo intenta dar una
respuesta que procede, probablemente, de una fuente anterior. Desde el punto de vista
de su forma literaria, el v. 17 es un macarismo, mientras que los w. 18.19 podrían
considerarse como una leyenda etiológica que explica el cambio de nombre de Pedro.
Conjuntamente, los w. 17-19 ofrecen un relato del fundamento de la autoridad
pospascual en la Iglesia y del encargo del liderazgo.
17. te lo ha revelado: Posiblemente contra la afirmación de Pablo en Gál 1,15.16 (J.
Dupont, RSR 52 [1964] 41 1-20).
Sino mi Padre, que está en los cielos: La confesión de mesianidad que acaba de
hacer Simón se atribuye a una revelación divina; no podía proceder de su propia
observación o de lo que pudieran haberle enseñado otros. Esto mismo es un interesante
testimonio de la forma en que la Iglesia primitiva pensaba que había sido reconocida la
mesianidad de Jesús.
18. piedra: Juego de palabras con el nombre de Pedro (Petros, petra); en arameo
ambos se dicen kipü' (cf. 1s 28,14-22; 51,1.2; 1QH 3,13-18; 6,25-27; cf. J. A. Fitzmyer,
TAG 112-24).
Tú eres Pedro: Jesús da entonces a Simón bar-Joña un nombre nuevo y le encomienda
una misión, que es proclamada en el pasaje más enérgicamente discutido del evangelio.
(Para una exposición completa, cf. O. Cullmann, Peter l'ed. rev.; Londres, 1962]; O.
Karrer, Peter and the Church [QD 8; Nueva York, 1963]). Simón recibe el nombre por el
que habitualmente se le conoce en el NT; los que dudan de que Jesús pronunció estas
palabras olvidan que el NT no tiene ningún otro pasaje en que se explique este cambio
de nombre. Esto no implica que Mt haya conservado «las mismísimas palabras» de
Jesús, lo cual raramente podría afirmarse de ningún pasaje de los evangelios. «Pedro»
procede del griego Petros, forma masculinizada del nombre femenino petra, «roca», que
equivale al arameo Képhá. El nombre arameo aparece al principio en la forma grecizada
Képhas en Jn 1,43; 1 Cor 1,12; 3,22; 9,5; 15,5; Gal 1,18; 2,9.11.14; Pablo usa Petros
sólo en Gal 2,7.8.
Iglesia: El término ekklesia se encuentra solamente aquí y en 18,17 en los cuatros
evangelios. Se refiere a la asamblea del pueblo de Dios.
Sobre esta roca: Queda claro que Pedro es la roca sobre la que habrá de edificarse la
ekklésia, pero no lo está en qué sentido es él el fundamento. El término ekklésia se
utiliza solamente aquí y en 18,17 a lo largo de todos los evangelios; es muy dudoso que
Jesús en persona utilizara este término, que es la forma corriente de designar a la
comunidad cristiana en las epístolas. Que Jesús lo usara o no nada tiene que ver con la
cuestión de si la comunidad primitiva le entendió correctamente al pensar que era
intención suya crear una comunidad permanente. En este contexto, la razón de que a
Pedro se le llame roca es la fe que acaba de demostrar en su confesión. Ha dado voz a
la fe de los discípulos; el grupo que Jesús ha formado permanecerá sobre la base de la
fe en Jesús como Mesías. Pedro es el portavoz y el modelo de esa fe. Mientras esta fe se
mantenga, «las puertas del Seol» nada podrán contra el grupo.
Puertas del infierno: La traducción corriente puede resultar desorientadora; la frase se
refiere no al poder del mal, sino al de la muerte, pues el Seol es la morada bíblica de los
muertos. cf. 1s 38,10; Job 38,17; Sal 9,14; Sab 16,13.
19. las llaves del reino: Conferir las llaves es una clara afirmación de que se pone a
alguien en posición de jefe dotado de autoridad. La frase es un eco de Is 22,22, donde
Sebná recibe las llaves del palacio real. La llave era el símbolo del cargo de jefe del
palacio, el más alto entre los dignatarios de la corte israelita; de esta forma se declara a
Pedro jefe de palacio en la ekklésia. La expresión «reino de los cielos» no se utiliza aquí
en su significado habitual de «reinado», sino prácticamente como sinónimo de ekklésia,
la comunidad establecida por ese reinado, todo lo que ates... desates: El significado del
cargo conferido se especifica más con la entrega del poder de atar y desatar. Esta
expresión es oscura; carece de trasfondo en el lenguaje bíblico, y en el judaísmo
rabínico se refiere a las sentencias rabínicas; atar es emitir una sentencia que impone
una obligación, y desatar significa sentenciar levantando una obligación. Si es éste el
sentido en que se usa la frase, no quiere decir que Pedro pase a ser el rabino principal
en la Iglesia, porque es en el cielo donde se aceptan sus decisiones. La misma frase se
utiliza, aplicándola a la Iglesia en conjunto, en 18,18; en este caso se refiere a la
expulsión de la Iglesia. La frase ciertamente significa el ejercicio de la autoridad, pero no
se especifican la naturaleza y el uso de la misma. De otros pasajes del NT se desprende
claramente que Pedro ocupa una posición especial en la Iglesia primitiva; cf. Le 22,31-
32; Jn 21,15-19; Act 1-12. 1s 22,22.23: Job 12,14; 1 Hen 1-16 (G. W. E. Nickelsburg,
JBL 100 [1981] 575-600).
Reino: Mateo relaciona aquí a la Iglesia con el reino: la Iglesia es una disposición
interina que media la salvación en el tiempo entre el ministerio terreno de Jesús y la
futura llegada del reino.
Será atado: Este verbo y su paralelo «será desatado» son pasivos teológicos (ZBG 3
236); Dios atará y desatará lo que Pedro ate y desate. Este versículo da una enorme
autoridad a Pedro. ¿Cuál es la naturaleza de esta autoridad? Atar y desatar son términos
técnicos rabínicos que pueden referirse a atar al diablo en un exorcismo (R. H. Hiers, JBL
104 [1985] 233-50), a los actos jurídicos de excomunión o de la toma de una decisión
definitiva (una forma de enseñanza a través de la legislación en el ámbito político). Cf. J.
Jeremias, TDNT 3.744-53. La autoridad de atar y desatar se da a los discípulos en
18,18, pero es solamente a Pedro a quien se concede la revelación, la función de roca-
fundamento (Ef 2,20) y, especialmente, las llaves. En EvTom 12, la función clave se
concede a Santiago, el dirigente de los judeocristianos. Para los cristianos gentiles, el
candidato preferido habría sido Pablo. Pedro representa de este modo un compromiso
que puede sostener, en difícil síntesis, las dos tendencias de la Iglesia primitiva. Mateo
muestra aquí su buen sentido ecuménico. Puede también estar implícito el recuerdo
histórico de la función de Pedro como portavoz de los discípulos durante el ministerio de
Jesús. En su conjunto, los w. 17-19 representan una mezcla de imágenes poéticas del
AT y de legislación institucional. Tal combinación no es rara en la literatura rabínica,
pero aquí adquiere una notable densidad.
20. Al insertar los vv. 17-19, Mateo ha quitado algo de fuerza a la ordenación de Mc,
pero conserva todo lo que se halla en él. En Mc, la pregunta lleva de una confesión de
mesianidad a una instrucción sobre los sufrimientos del Mesías. Esto constituye una
crisis en el relato evangélico, pues tal idea era totalmente ajena al judaísmo de los
tiempos del NT. El Cristo [o el Mesías]: La confesión va seguida de una prohibición de
revelar la mesianidad; Mt la explícita añadiendo «el Mesías». Si la fe de los discípulos es
firme, es que ya están preparados para esta instrucción.
Primera predicción de la pasión y dichos sobre el discipulado (16,21-28). Cf. Mc
8,31-9,1; Lc 9,22-27. Las otras dos predicciones se harán en 17,22-23; 20,17-19; cf.
26,1-2.
21. desde entonces: Con esta frase, Mateo, a diferencia de Marcos, separa la
predicción de la pasión de la confesión.
Donde Mc dice «el Hijo de hombre» (9,31), Mt dice «él», con «Jesús Mesías» como
sujeto. También añade Mt Jerusalén como lugar de los acontecimientos. Los evangelios
describen muy brevemente lo que debió de ser una de las más grandes desilusiones
para los discípulos; pero aquella primera desilusión ya había sido olvidada hacía tiempo.
Jerusalén: Ciudad donde mueren los profetas (23,29-39).
Ancianos, jefes de los sacerdotes, escribas: Estos tres grupos de dirigentes
componen el sanedrín; los ancianos eran dirigentes laicos. Notemos que no se menciona
a los fariseos.
El día tercero: Alusión a Os 6,2. Es improbable que Jesús hablase en términos tan
precisos de su destino (aunque no dice nada sobre la crucifixión y los gentiles). En este
sentido, es una profecía exeventu. Pero sí es altamente probable que Jesús reflexionara
sobre su futura muerte a manos de las autoridades y sobre el significado que tendría en
el plan salvífico de Dios (H. Schürmann, Jesu ureigener Tod [Friburgo 19751).
22. reprender: Pedro quiere únicamente una teología de la gracia y de la gloria, es
decir, separar a Cristo de su cruz.
Pedro... empezó a reconvenirle: Sin embargo, lo que no se olvidó fue la respuesta de
Pedro; Le deja tranquilo a Pedro omitiendo el pasaje. Mc añade que Jesús se fijó en los
discípulos que estaban presentes, lo que aumenta la humillación de Pedro.
23. Satanás: A esta dura apelación añade Mateo «eres para mí un obstáculo», que
resulta claramente irónico tras 16,18.
Eres para mí un escándalo: No menos humillante es la frase que añade Mt.
escándalo: Cf. comentario a 11,6. A Pedro se le llama obstáculo, adversario, enemigo; la
situación de este versículo inmediatamente después de la confesión, de la imposición del
nombre y del encargo de una misión resulta verdaderamente chocante. En contra de su
práctica habitual, Mateo hace más viva la conversación citando en directo las palabras
de Pedro. La revelación de Jesús como Mesías fue recibida con más facilidad que la
revelación de que el Mesías tenía que sufrir, morir y resucitar.
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• Este fragmento evangélico contiene el conocido e importante texto de la confesión de


Pedro. Se desarrolla en cuatro momentos, con una fuerte tensión entre ellos. El primero
está constituido por la pregunta de Jesús; el segundo, por las respuestas de los
apóstoles y de Pedro, que se erige en portavoz de los discípulos con su acto de fe en
Cristo, el Hijo de Dios vivo. Viene, a continuación, la solemne promesa hecha a Pedro y,
en él, a quien le suceda a la cabeza de la Iglesia. Todo concluye con un episodio de lo
más enigmático: al oír las palabras de Jesús referentes a su suerte futura, Pedro, al que
poco antes Jesús le había dirigido palabras de revelación de gran honor y
responsabilidad, quiere disuadir al Maestro de ese destino y recibe de éste un reproche
con palabras duras: «¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí un obstáculo» (v. 23).
He aquí algunas indicaciones para realizar una lectura fructuosa de este conocido pasaje.
El marco en el que se desarrolla este episodio es, según muchos exégetas, Baniás, lugar
situado en las fuentes del Jordán, donde se encuentra una gran roca, evocada por Jesús
en la frase que dirige a Pedro. Este último aparece aquí, tal como ocurre en otros
episodios del evangelio, como el «corifeo», como el portavoz de la fe de los apóstoles.
Las palabras de la confesión son esenciales, y contienen los títulos de Jesús: Mesías e
Hijo de Dios (cf. v. 16). Las palabras de la respuesta de Jesús, que son fruto de la gracia
del Padre, son solemnes: expresan el aprecio de la confesión del jefe de los discípulos y
el cambio del nombre: de piedra, «Pedro». Y, sobre todo, contienen una serie de
promesas expresadas con palabras constitutivas: sobre Pedro y sobre la roca de su fe
edifica Jesús la casa, el templo de su asamblea o Iglesia (qahal en hebreo, ekklesía en
griego). Hay aquí una referencia al nuevo templo {«edificaré»: v. 18) donde se reúne la
nueva asamblea del Señor. Por consiguiente, Pedro es el fundamento y centro de la
unidad y la comunión. Ahora bien, Pedro, a su vez, tiene como fundamento a Cristo,
pues es Cristo el centro de la comunión eclesial.
El teólogo ortodoxo S. Boulgakov, muy cercano a la Iglesia católica, decía de este texto
que su significado pleno se encuentra en la Iglesia católica, y la única razón que
garantiza de hecho la existencia de la Iglesia católica es este texto. Ahora bien, a Pedro,
en su confesión de fe, Jesús le pide fidelidad y la aceptación de su destino de cruz y de
gloria.
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El episodio ocupa un lugar central en los evangelios sinópticos. Mateo da un relieve
particular a la identidad de Jesus y al papel de Pedro. Jesus se identifica aquí con el Hijo
del hombre, el Juez universal esperado para el final de los tiempos: una figura gloriosa,
humano-divina (cf. Dn 7,13s), que no se presta a esperanzas políticas, como la del
Mesías/Cristo. Por lo demás, el sondeo de opiniones (v. 14) atestigua que la gente duda
a la hora de proyectar sobre Jesus esperanzas de ese tipo: la respuesta de Pedro no es,
por consiguiente, algo previsible. Jesús lo confirma solemnemente, constituyendo al
apóstol en jefe de la nueva comunidad mesiánica e imponiéndole un nombre nuevo,
signo de una nueva identidad y misión.
El mesianismo de Jesus, sin embargo, difiere radicalmente del sentir humano: la gente
no está preparada para acogerlo (v. 20), ni siquiera Pedro lo está, a pesar de la
revelación del Padre. En efecto, manifiesta toda su debilidad frente al primer anuncio de
la pasión, en el que Jesus parece identificarse con el Siervo sufriente más que con el
Cristo. Llegados ahí, Jesus emplea una expresión durísima dirigida a Pedro, le llama
«Satanás», dado que le presenta las mismas tentaciones mesiánicas que ya le había
insinuado el demonio en el desierto.
Con todo, Jesus no revoca la misión que le había confiado a Pedro: de ahí que debamos
reconocer que la Iglesia, desde la «roca» de su fundamento, aunque está constituida por
hombres frágiles, permanecerá firme e inmortal en virtud de la presencia del mismo
Cristo (v. 18b). Sin embargo, el camino de los discipulos debe calcar las huellas del
Maestro: deberán compartir sus sufrimientos, humillaciones, aparentes fracasos, para
compartir también la victoria.
Jesus lo asegura a través de la revelación implícita que en el realizan y unifican tres
figuras proféticas de la Escritura tan diferentes que parecen antitéticas: la escatológica
del Hijo del hombre, la real del Mesías y la misteriosa del Siervo sufriente.
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Contexto.
Mateo 16:13-20:
Este texto tiene dos núcleos. El primero es el atrevido anuncio de Pedro de que Jesús es
“el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (v. 16). El segundo es la bendición y habilitación de
Pedro. No solamente es una hermosa historia sino que representa un punto crucial en
este evangelio. No solamente deja en claro que Jesús es el Mesías, sino que el contenido
de los versículos 21-28 también fuerza a los discípulos a entender el mesianismo de
Jesús de una manera distinta.
Desafortunadamente, la iglesia está perversamente dividida sobre la interpretación de
este hermoso texto, particularmente con respecto a los versículos 17-19. Los
protestantes y los católicos los interpretan de forma bastante diferente. Haremos lo
posible para respetar las diferentes tradiciones al mismo tiempo que arrojaremos luz
sobre el texto. Podemos pensar que nosotros pudiéramos resolver una controversia que
ha durado siglos, pero no. En lugar de esperar que apoyemos su tradición, use sus
recursos denominacionales para que le ayuden a articular esa tradición.
Mateo 16:21-28
Esta lectura está unida muy estrechamente con los vv. 13-20, de la lectura del Evangelio
de la semana pasada. En el versículo 16, Pedro confesó su fe de que Jesús era el Mesías,
el Hijo de Dios. Ahora Jesús le muestra lo que ser el Mesías y el discipulado significan.
Previo al capítulo 16, Jesús usó mucho de su tiempo hablando a las multitudes, haciendo
milagros, y verbalmente discutiendo con escribas y fariseos. Con la excepción de 16:1-4,
en los capítulos 16-18 Jesús usa su tiempo instruyendo a sus discípulos preparándolos
para Jerusalén y su cruz. Luego, en 19:1 deja Galilea y se va a Judea –a Jerusalén– para
su muerte.
2 Reflexión. ¿Qué nos dice Dios en el Texto? La palabra me ilumina.
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Mateo 16:13-14: ¿quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?
Cesara de Filipo, cerca del monte Hermón a unos treinta kilómetros del Mar de Galilea,
está en la frontera con el mundo gentil, y es la principal ciudad gentil. En tiempos
pasados, la ciudad fue conocida por el culto a Baal y Pan que allí se efectuaba. En el
tiempo de Jesús, había un templo dedicado al César. Parece ser que Jesús va ahí para
escapar de las multitudes de Galilea y poder preparar a sus discípulos para la jornada
hacia Jerusalén, que comienza en Mateo 19:1; una jornada que terminará con su muerte
y resurrección.
Jesús escoge este lugar gentil para revelarse más completamente a sus discípulos, tal
vez dándonos una pista de su preocupación por todo el mundo que después hará
explícito en la Gran Comisión (28:19-20). Más que decirles a los discípulos su identidad,
les pide que le digan quién cree la gente que sea el Hijo del Hombre. Hijo del Hombre es
el título que Jesús usa más frecuentemente para identificarse a sí mismo (8:20; 9:6;
10:23; 11:19; 12:8, 32; 13:37,41; 16:13, 27; 17:9, 12, 22; 19:28; 20:18, 28; 24:27,
30, 37, 39; 25:31; 26:2, 24, 45, 64). Su significado no es claro. Puede ser que Jesús lo
prefiere porque no lleva algo del “bagaje” asociado con el título de Mesías.
Los discípulos (no solamente Pedro) le dicen a Jesús que la gente piensa que él es:
• Juan el Bautista, que fue asesinado por Herodes. Juan tenía una presencia tan
poderosa que la gente no se sorprendería de verlo otra vez. De hecho, Herodes cree que
Jesús puede ser Juan resucitado (14:2).
• El profeta Elías, que se esperaba que reaparecería “antes que venga el día de Jehová,
grande y terrible” (Malaquías 4:5).
• El profeta Jeremías, que experimentó un gran rechazo y que lloró sobre la ciudad de
Jerusalén.
• Alguno de los profetas.
Es claro que la gente pensaba bien sobre Jesús y lo había considerado como profeta. Sin
embargo, cuando ellos lo trataron de identificar, lo que hicieron fue ver hacia su pasado
y no hacia su futuro. Sí, Jesús es un profeta, pero es más que un profeta. Él los
desafiaría como lo haría un profeta, pero también los llevaría en direcciones que ellos
nunca podrían anticipar.
Es interesante conocer las opiniones de la gente sobre Jesús, pero la primer pregunta de
Jesús simplemente prepara el terreno para que haga la segunda, la pregunta más
importante (v. 15).
Mateo 16:15-16: y vosotros, ¿quién decís que soy?
La pregunta real es lo que los discípulos piensan sobre Jesús. Cuando les dice “Y
vosotros, ¿quién decís que soy?”, el vosotros es tanto enfático como plural: se dirige a
todos los discípulos más que solamente a Pedro (Boring, 344). El pueblo es libre de
creer cualquier cosa que quieran respecto a Jesús, pero Jesús ha estado preparando
cuidadosamente a estos discípulos para continuar con su obra. Han escuchado sus
enseñanzas y han sido testigos de sus milagros. Lo que piensan sobre él es crítico. Lo
que nosotros contestamos también es crucial. A estas alturas la incertidumbre es igual a
la falta de fe. Ser cristiano significa creer que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Creer algo más –o algo menos— es ser religioso, pero no es algo cristiano.
Pedro sirve como el vocero del grupo. “Tú eres el Cristo” (griego = Christos). “La
palabra Mesías y la palabra Cristo son la misma; una es hebreo y la otra griego para
designar al Ungido. Los reyes fueron separados para este cargo al ungirlos, tal y como
hasta ahora. El Mesías, el Cristo, el Ungido es el Rey Divino de Dios” (Barclay, 151).
No nos sorprende escuchar que Jesús es el Mesías. Este evangelio comienza con las
palabras, “Libro de la generación de Jesucristo” (1:1), y a estas alturas del evangelio
Mateo ya ha usado la palabra Mesías varias veces. No podemos saber exactamente lo
que pensaron los discípulos cuando al principio dejaron todo para seguir a Jesús.
Posiblemente habían crecido en su entendimiento al seguirlo día con día. Esta, sin
embargo, es la primera vez que un discípulo reconoce que Jesús es el Mesías.
Pedro también dice que Jesús es “el Hijo del Dios viviente”. “Jesús no solamente es el
juez del futuro (el Hijo del Hombre), ni tampoco solamente el por tanto tiempo esperado
Mesías del pasado (el Cristo); él es, como el Verdadero Hijo de Dios, la persona más
importante en el presente” (Bruner, 571). Primero escuchamos que Jesús es el Hijo de
Dios en su bautismo cuando Dios mismo anunció “Este es mi Hijo amado” (3:17); y
Jesús se ha referido a sí mismo como el Hijo (11:27). Los discípulos llamaron a Jesús el
Hijo de Dios cuando caminó sobre el mar hacia la barca y detuvo la tormenta (14:33).
“…el Dios viviente” contrasta dramáticamente con los ídolos sin vida de un lugar como
Cesarea de Filipo.
Una declaración como la de Pedro requiere compromiso. “Cuando uno ha dicho ‘Cristo’,
uno está ligado a seguir al Cristo, sin importar a dónde pueda guiar ese seguimiento”
(Leuking, 95).
Mateo 16:17: bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás
Pedro ha identificado a Jesús como el Hijo del Dios viviente. Ahora Jesús responde
reconociendo a Simón como el hijo de Jonás al mismo tiempo que le da su bendición. En
el evangelio de Juan, el padre de Pedro es identificado como Juan y no como Jonás
(Juan 1:42; 21:15). Notemos que Jesús lo llama Simón, el nombre por el que su Padre
lo reconocería, más que con el nuevo nombre que Jesús está por darle.
“Porque no te lo reveló carne ni sangre, mas mi Padre que está en los cielos.” Pedro no
llegó a su discernimiento por una astucia espiritual. Dios le ha dado este entendimiento
sobre Jesús. Este discernimiento de Pedro llega por revelación, por deducción. Esto
también es para nosotros. No tenemos ninguna razón para ser orgullosos si sucede que
estamos más despiertos espiritualmente que otros. Nuestra fe, igual que la de Pedro, es
un don de Dios.
Mateo 16:18: sobre esta piedra edificaré mi Iglesia
La gente estaba acostumbrada a pensar en Dios como una roca (Gn. 49:24; Dt. 32; 1
Sa. 2:2; 22; Salmos 18, 28, 31, 42, 62, 71, 78, 89, 92, etc., etc., etc.). Isaías también
se refiere a Abraham y Sara como una roca: “Mirad a la piedra de donde fuisteis
cortados, y á la caverna de la fosa de donde fuisteis arrancados. Mirad a Abraham
vuestro padre, y á Sara que os parió” (Isaías 51:1-2). Dadas estas asociaciones con la
palabra, Jesús le hace un gran honor a Pedro cuando lo identifica con una Roca. Al
mismo tiempo pone sobre él una gran carga de responsabilidad.
“…sobre esta piedra.” ¿Qué piedra? ¿Es la de que Jesús es el Hijo de Dios? ¿O es la fe
que Pedro muestra cuando hace esta confesión? ¿O es Pedro mismo?
Los católicos y protestantes se han dividido agudamente en la interpretación de estas
palabras. Los católicos las han entendido para establecer que Pedro es la roca sobre la
que Jesús construiría su iglesia. Ellos creen que Pedro fue el primer obispo de Roma y el
primero de una inquebrantable sucesión de Papas.
Los protestantes han entendido que la roca es la confesión de Pedro y la realidad que
está detrás de ella: que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Ellos señalan la
distinción entre las dos rocas que Jesús menciona: “tú eres Pedro (Petros = masculino),
y sobre esta piedra (petra = femenino) edificaré mi iglesia.” Ellos han entendido que
Jesús hace una distinción entre la Roca que es Pedro y la roca sobre la que se construirá
su iglesia. Sin embargo, aunque el Nuevo Testamento fue escrito en griego, lo más
seguro es que Jesús dijo la palabra aramea, Cephas, que se presta menos a ese tipo de
distinción.
Ha existido un movimiento hacia el centro en años recientes. Los protestantes son
menos rehacientes a reconocer el lugar especial de Pedro:
• “No habrá provecho en negar que Jesús honra realmente a Pedro aquí y lo hace el líder
de la iglesia” (Bruner, 574).
• “el significado de Jesús es claro: Pedro es la roca, el cimiento, sobre el que va a erigir
su iglesia… [Sin embargo,] esta no es una historia sobre el papado; es la historia sobre
Pedro y Jesús, y la interpretación más plausible del pasaje es que Jesús es, en verdad,
señalando a Pedro como la piedra angular, el líder principal, de este nuevo pueblo de
Dios” (Long, 185-186)
Los protestantes señalan que Jesús ofrece su bendición a Pedro, pero sin sugerir que la
bendición puede pasarse a otros; ni que se intenta una sucesión de cualquier tipo. Ellos
señalan que Pedro la Roca, casi inmediatamente se convierte en Pedro la Piedra de
Tropiezo (16:22-23). Ellos dicen, “Conceder autoridad a Simón Pedro es obviamente
simbólica para todos los apóstoles (v. 19), porque en otras partes de Mateo (18:18) y
Juan (20:23) esta concesión de poder es sobre todos ellos” (Craddock, 417). Resaltan la
prohibición de Jesús en contra de dar a la gente honores que justa y solamente
pertenecen al Padre y el Hijo (23:8-12). Ellos señalan a 1 Corintios 3:11, que dice
“Nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo”. Ellos
hacen notar que, mientras que Efesios reconoce que la iglesia está edificada “sobre el
fundamento de los apóstoles y profetas” (plural, no limitado a Pedro), Cristo Jesús es “la
principal piedra del ángulo” (Efesios 2:20). Ellos dicen que Pedro es “la piedra inicial del
cimiento de toda la iglesia,…el primer hombre que da un salto de fe que vio en Cristo
Jesús al Hijo del Dios viviente,…el primer miembro de la iglesia, y, en ese sentido, toda
la iglesia está edificada sobre él” (Barclay, 155).
“…edificaré mi iglesia.” Es Jesús quien edifica la iglesia. La iglesia le pertenece a él. Los
apóstoles y otros cristianos tienen funciones de apoyo, y esas funciones son
importantes. Sin embargo, Jesús tiene la función principal.
La palabra “iglesia” es una piedra de tropiezo para algunos estudiosos, que
correctamente señalan que no hay iglesia (griego = ekklesia) en el tiempo en que Jesús
dice estas palabras. Sin embargo, ekklesia es una palabra común que se puede referir a
cualquier asamblea, y no hay razón para asumir que Jesús no usaría esa palabra, o de
que no tendría una visión de la comunidad de creyentes que surgiría después de su
ascensión.
“…y las puertas del infierno no prevalecerán.” El infierno es el lugar de los muertos. Aquí
tenemos “una metáfora para el poder del submundo o de lo demoníaco (ver, Isaías
38:10)” (Senior, 191). Las imágenes de Jesús funcionan desde cualquier lado de la
puerta. Las puertas del Hades no dejan que los de dentro salgan y que los de fuera
puedan entrar. Esas puertas encierran a los muertos, previniendo que escapen, y no
dejan entrar a quienes pueden redimir a los muertos. Sin embargo, Jesús romperá el
poder de la muerte con su propia resurrección, que solamente será el primero de los
frutos de todos los fieles que se levantarán de la muerte (1 Corintios 15:23). Las
puertas del Hades no resistirán la arremetida de Cristo sobre ellas. No solamente él, sino
todos los redimidos de entre los muertos, se levantarán otra vez y confiadamente
cruzarán las destruidas puertas. “La promesa no es que los cristianos no atravesarán por
el infierno; la promesa es que el infierno no tiene la carta ganadora y que los poderes de
la muerte no tienen la última palabra” (Long, 186).
Mateo 16:19: te daré las llaves del Reino de los Cielos
Estas frases tienen su raíz en Isaías 22:22, “Y pondré la llave de la casa de David sobre
su hombro (de Eliaquim); y abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá.” Así Eliaquim
se convierte en el mayordomo de la casa, responsable de abrir la casa en la mañana,
cerrarla por la noche y controlar el acceso a la presencia real. En este papel, Pedro
abrirá la puerta para tres mil personas el día del Pentecostés (Hechos 2). Aunque
inicialmente se resistirá a abrir la puerta a los gentiles, Dios lo persuadirá de admitir al
centurión gentil (Hechos 10), y Pedro se convertirá en el vocero durante el Concilio de
Jerusalén para mantener las puertas abiertas a los gentiles (Hechos 15).
Atar y desatar también tienen que ver con reglas respecto a la doctrina y conducta ética.
“En el lenguaje rabínico ligar y desatar es declarar ciertas acciones prohibidas o
permitidas…Después la tradición cristiana extenderá este principio para incluir el poder
de perdonar o retener ciertos pecados (18:18); Juan 20:23), pero este no era su
significado original” (Johnson, 453). “Desatar” también implica la autoridad para
controlar la entrada a la iglesia: excluir o admitir basados en el cumplimiento con reglas
doctrinales y éticas. “Aquí Mateo designa a Pedro como el rabino principal del
cristianismo” (Hare, 192), la persona que hará las decisiones difíciles con respecto a la
doctrina y conducta. “No se le convierte en un pequeño Dios, pero su fe significa que
está cargado con el poder de Dios para hacer la voluntad de Dios” (Soards). “Pedro es
un paradigma para quienes enseñan e interpretan con autoridad de tal manera que
abren el reino de los cielos a otros” (Martin). En Mateo 18:18, Jesús extenderá esta
autoridad a todo el grupo de discípulos, diciendo “De cierto os digo que todo lo que
ligareis en la tierra, será ligado en el cielo; y todo lo que desatareis en la tierra, será
desatado en el cielo.” Una vez más este es un lugar donde los católicos y protestantes
van por caminos separados. Los católicos creen que la autoridad de Pedro pasó de Pedro
al papado. Los protestantes enfatizan la autoridad dad a todo el grupo de discípulos, y
creen que cualquier autoridad singular dada a Pedro terminó con su muerte.
“Las ‘llaves’ se convierten en armas de guerra en la lucha contra las fuerzas de la
muerte. La muerte es un poderoso enemigo,… [Pero] la muerte lucha con una mano
atada a su espalda. No tiene acceso al reino de Dios. Cualquier cosa que la iglesia ata, la
muerte no lo puede desatar, y cualquier cosa que la iglesia desata, la muerte no lo
puede atar” (Brueggemann, 460).
Mateo 16:20: mandó a sus discípulos que a nadie dijesen
Jesús todavía no está listo para que sus discípulos le digan al mundo su secreto. El
mundo no está listo todavía para escuchar el secreto, y los discípulos todavía no están
listos para revelar el secreto correctamente. Entienden que Jesús es el Mesías, pero
entienden al Mesías en los términos convencionales de un rey guerrero. En los versículos
21-28 (el pasaje del evangelio para la próxima semana), Jesús les dice a los discípulos
lo que deben esperar de su mesianidad –su muerte y resurrección— y Pedro protesta en
grande, recibiendo una fuerte reprimenda de Jesús. Jesús no permite a los discípulos
que revelen su identidad como Mesías hasta que ellos entiendan lo que esto involucra.
No lo entenderán realmente hasta que vean al Cristo resucitado. Eso sucederá bastante
pronto. Jesús comenzará su jornada hacia Jerusalén y la cruz el 19:1.
www.ocarm.org

Oración inicial
Ven, Señor, en ayuda de tus hijos; derrama tu bondad inagotable sobre los que te
suplican, y renueva y protege la obra de tus manos en favor de los que te alaban como
creador y como guía. Por nuestro Señor.
Del Evangelio según Mateo 16,13-23
Reflexión
• Estamos en la parte narrativa entre el Sermón de las Parábolas (Mt 13) y el Sermón de
la Comunidad (Mt 18). En estas partes narrativas que enlazan entre sí los cinco
Sermones, Mateo acostumbra seguir la secuencia del Evangelio de Marcos. De vez en
cuando, cita otras informaciones, conocidas también por Lucas. Y aquí y allá, trae textos
que aparecen sólo en el evangelio de Mateo, como en el caso de la conversación entre
Jesús y Pedro, del evangelio de hoy. Este texto recibe interpretaciones diversas y hasta
opuestas en las diversas iglesias cristianas.
• En aquel tiempo, las comunidades cultivaban un lazo afectivo muy fuerte con los
líderes que habían dado origen a la comunidad. Por ejemplo, las comunidades de
Antioquia en Siria, cultivaban su relación con la persona de Pedro. Las de Grecia, con la
persona de Pablo. Algunas comunidades de Asia, con la persona del Discípulo Amado y
otras con la persona de Juan, en el Apocalipsis. Una identificación con estos líderes de su
origen ayudaba a las comunidades a cultivar mejor su identidad y espiritualidad. Pero
podía ser también motivo de disputa, como en el caso de la comunidad de Corinto (1 Cor
1,11-12).
• Mateo 16,13-16: Las opiniones de la gente y de los discípulos respecto de
Jesús. Jesús hace preguntas para saber qué piensa la gente respecto a su persona, el
Hijo del Hombre. Las respuestas son variadas. Juan Bautista, Elías, Jeremías, algún
profeta. Cuando Jesús pregunta la opinión de los discípulos, Pedro se vuelve portavoz y
dice: “¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo!” La respuesta no es nueva.
Anteriormente, los discípulos habían dicho lo mismo (Mt 14,33). En el Evangelio de Juan,
la misma profesión de fe la hizo Marta (Jn 11,27). Significaba que en Jesús se realizan
las profecías del Antiguo Testamento.
• Mateo 16,17: La respuesta de Jesús a Pedro: "¡Bienaventurado eres Simón!"
Jesús proclama Pedro “¡Bienaventurado!”, porque recibió una revelación del Padre. Aquí
también la respuesta de Jesús no es nueva. Anteriormente, Jesús había alabado al Padre
porque había revelado el Hijo a los pequeños y no a los sabios (Mt 11,25-27) y había
hecho la misma proclamación de dicha a los discípulos por estar viendo y oyendo cosas
nuevas que, antes que ellos, nadie conocía ni había oído hablar (Mt 13,16).
• Mateo 16,18-20: Las atribuciones de Pedro: Ser piedra y tener las llaves del
Reino.
(a) Ser Piedra: Pedro debe ser piedra, esto es, debe ser fundamento firme para la
iglesia para que pueda resistir contra las puertas del infierno. Con estas palabras de
Jesús a Pedro, Mateo anima las comunidades perseguidas de Siria y de Palestina a que
vean en Pedro al líder destacado de su origen. A pesar de ser débil y perseguida, la
comunidad tiene un fundamento firme, por la palabra de Jesús. La función de ser piedra
como fundamento de la fe evoca la palabra de Dios al pueblo en exilio: “Escúchenme
ustedes, que anhelan la justicia y que buscan a Yavé. Miren la piedra de que fueron
tallados y el corte en la roca de donde fueron sacados. Miren a Abraham, su padre, y a
Sara que los dio a luz; él, que era uno solo cuando lo llamé, se multiplicó luego que lo
bendije”. (Is 51,1-2). Indica que en Pedro existe un nuevo comienzo del pueblo de Dios.
(b) Las llaves del Reino: Pedro recibe las llaves del Reino. El mismo poder de ligar y
desligar es dado a las comunidades (Mt 18,18) y a los otros discípulos (Jn 20,23). Uno
de los puntos en que el evangelio de Mateo más insiste es la reconciliación y el perdón.
Es una de las tareas más importantes de los coordinadores y coordinadoras de las
comunidades. Imitando a Pedro, deben atar y desatar, esto es, hacer el que haya
reconciliación, aceptación mutua, construcción de fraternidad, hasta setenta veces siete
(Mt 18,22).
• Mateo 16,21-22: Jesús completa lo que falta en la respuesta de Pedro, y éste
reacciona. Jesús empieza a decir: “que él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte
de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer
día”. Al decir que debía ir y que debía morir, o que era necesario sufrir, indicaba que el
sufrimiento estaba previsto en las profecías. El camino del Mesías no era sólo de triunfo
y de gloria, sino también ¡de sufrimiento y de cruz! Si Pedro acepta a Jesús como Mesías
e Hijo de Dios, debería aceptarlo también como Mesías Siervo que va a morir. Pero
Pedro no acepta la corrección de Jesús y trata de disuadirlo. Tomándole aparte Pedro, se
puso a reprenderle diciendo «Lejos de ti, Señor, De ningún modo te sucederá eso»
• Mateo 16,23: La respuesta de Jesús a Pedro: piedra de tropiezo. La respuesta
de Jesús es sorprendente. Pedro quería orientar a Jesús tomando la delantera. Jesús
reacciona: "« ¡Quítate de mí vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus
pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!"
Pedro tiene que seguir a Jesús, y no el contrario. Es Jesús quien da la dirección. Satanás
es aquel que desvía a la persona del camino trazado por Dios. De nuevo aparece la
expresión piedra, pero ahora en el sentido opuesto. Pedro, ahora es la piedra de apoyo,
ahora es la piedra de tropiezo. Así eran las comunidades de la época de Mateo,
marcadas por la ambigüedad. Así somos todos nosotros y así es, según lo dicho por Juan
Pablo II, el papado mismo, marcado por la misma ambigüedad de Pedro: piedra de
apoyo en la fe y piedra de tropiezo en la fe.
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Los dos episodios bíblicos de los que hemos intentado realizar una breve lectura
exegética se desarrollan entre la murmuración, el acto de fe y la duda. Sin embargo, su
lectura suscita reflexiones, meditaciones, contrastes, acercamientos. Por una parte,
encontramos un pueblo decididamente en rebelión contra Moisés, pero también contra
Dios.
La prueba y la murmuración, la tentación y la sublevación afectan asimismo a los
sentimientos más humanos y se difunden como un contagio, como una peste, entre la
población. Con todo, Dios es siempre paciente con nosotros y deja que la tentación nos
pruebe y nos provoque, por eso pedimos en el Padrenuestro que no caigamos en la
tentación y, en última instancia, que Dios no nos someta a la prueba, que es también un
momento de verdad. También esta vez nos da Dios una respuesta válida, aunque
pasajera, como hace en nuestra vida. No permite que seamos tentados por encima de
nuestras fuerzas.
Por otra parte, la confesión de fe de Pedro nos coloca en la dirección apropiada de
nuestra adhesión a Cristo, hijo del Dios vivo. En torno a la fe de Pedro y a la de sus
sucesores nos convertimos en Iglesia, asamblea de Dios, fundamentada en la fe en
Cristo. Debemos creer en la Iglesia y no sólo a la Iglesia. Creer en la Iglesia es acogerla
como un don de Cristo y amarla; sentir con la Iglesia es también sentirla como algo
nuestro, como algo vivo. A través de las vicisitudes del tiempo, debemos sufrir por la
Iglesia y, si hiciera falta, sufrir a causa de la Iglesia. Sin perder nunca de vista al Señor
de la Iglesia, sin poner como prioridad sólo a la Iglesia del Señor.
www.Dioscadadía.Bastin,Pinkers,Teheux

Su nombre. Mateo 16, 13-23. Jesús se consagra a sus discípulos. La empresa es


importante, pues se trata de mostrarles la naturaleza exacta de su misión. La primera
pregunta de Jesús da el tono de la narración: "¿Quién decís vosotros que soy yo?". La
respuesta centra, en efecto, su atención en una precisión esencial: "el Hijo del Hombre";
esta denominación era comprendida generalmente en su acepción gloriosa. Pero quizás
aparece aquí con la intención de provocar a los discípulos, que deben elegir entre un
Mesías glorioso y el Siervo doliente. En efecto, algunos piensan que Jesús es Juan el
Bautista o Elias; otros, que Jeremías o uno de los profetas. La multitud se volvía hacia el
pasado, y nadie imaginaba que Jesús pudiera ser el cumplimiento de las promesas
divinas.
En Cesárea de Filipo es donde Pedro debe confesar su fe: "Tu eres el Cristo, el Hijo de
Dios Vivo," Esto ya lo había afirmado cuando vio a Jesús andando sobre las aguas, pero
aquí la afirmación es no sólo más solemne, sino también más profunda, más completa,
como lo indica la repetición del artículo. Lo que Pedro proclama, en efecto, es la fe de la
Iglesia en la divinidad de Jesús de Nazaret. Y Jesús subraya el acierto del discípulo: lo
que Pedro acaba de expresar es su fe, o, mejor dicho, la fe que el Padre le ha dado y
que él ha recibido de buen grado, porque todo es gracia. Pedro es quizá un hombre de
fe corta (oligopistos), pero Jesús hace de él una roca en la que fundamentar sólidamente
a su Iglesia. Así como la lluvia, los torrentes o la tempestad no han podido derribar la
casa (7, 24-25), tampoco el poder de la Muerte (los judíos situaban la entrada de la
estancia de los muertos precisamente en Cesárea, cerca de las fuentes del Jordán)
podrá nada contra la Iglesia. Sin embargo, aunque Pedro es la roca, es también una
piedra que hace tropezar. Pero ¿quién acabará tropezando?: ¿Jesús, al que nada podrá
librar de su destino, o Pedro, que ahora mismo se opone a su Maestro? Cesárea de Filipo
es la hora de la prueba de la fe.
"¿Quién eres tú?" En el desierto del encuentro, Moisés había preguntado: "Si me
preguntan tu nombre, ¿qué les diré?" Y Dios había respondido evocando a la historia de
un amor: "Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de tus Padres." Sólo
el amor de todo un pueblo podrá, a pesar de las vicisitudes de su historia, repetir a lo
largo de las edades: “ Tú eres nuestro Dios, tú que nos has hecho salir de Egipto"
¿Quién eres tú? Los hijos de Israel tendrán que vivir aún largo tiempo la Alianza para
descubrir en verdad el nombre de su Dios, larga historia de desencuentros y de
reconciliaciones, de engaños y de perdones, de exilios y de éxodos repetidos.
"¿Quién eres tú?" "Para unos, eres Juan Bautista; para otros, Elias; para otros Jeremías
o uno de los profetas". En una palabra, eres el que anuncia el tiempo de Dios, la llegada
de su Luz. "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" La respuesta no viene dada por el
catecismo secular, sino por la mirada ardiente de unos hombres que se reconocen entre
sí: "¡Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo...! ¡Tú eres Pedro!"..."¿Quién eres tú?" Se
responde a esta pregunta dando un nombre. La pregunta provoca un verdadero cara a
cara; obliga a decir "yo" y "tu", a existir uno para otro, uno por otro. La interrogación no
busca ya un saber, si no que compromete dos vidas.
"¿Quién eres tú?" Cerca de Cesárea de Filipo, cerca de las fuentes del Jordán, el río de la
Alianza y de la entrada en la Tierra Prometida, allí donde la tradición judía situaba la
entrada en el más allá, la Iglesia de todos los tiempos asegura que Dios responde a la
pregunta tomando el nombre de un hombre: será el Dios, Padre de Jesús, del mismo
modo que decimos: "Andrés, el padre de Alberto". Con su confesión de fe, Pedro permite
a la Iglesia acceder a la Nueva Alianza. En Meribá, en el desierto, el pueblo había
protestado y Moisés había quizá dudado. Y se dio a las aguas el nombre del juicio:
"Acusación". En Cesárea, Pedro, nuevo Moisés, conduce al pueblo de Israel hasta la
tierra de la salvación, y en la profesión de fe del antiguo pescador se esboza, como en
un eco, el balbuceo de hombres y mujeres que construyen su vida sobre la palabra de
gracia.
"¿Quién eres tú?" La respuesta va implícita en el intercambio de miradas, pero ¿quién
podría encerrar una mirada y reducir el misterio de un rostro? La pregunta brotará
siempre, y la respuesta será siempre una relación renovada, un misterio que renace.
"¿Quién eres tú?" Se nos pide que confesemos, es decir, no que veamos, ni repitamos,
ni sepamos. Se nos pide adivinar, dejarnos conducir, dejarnos moldear por una mirada
misteriosa, arriesgarnos por un camino donde es posible descubrir un rostro que sólo se
revelará plenamente en la eternidad.
www.fraynelson.com

3. La voz del Cielo. La voz del mundo.


3.1 Pedro habla dos veces en el evangelio de hoy. Una vez su voz es enseñada por el
Cielo; otra vez, en cambio, habla según el modo del mundo. Las dos voces, de estas dos
veces que habla Pedro, nos enseñan por lo menos dos cosas.
3.2 Aprendemos hoy, por lo pronto, que nadie es dueño de la inspiración que viene de lo
alto. Haber recibido inspiración celestial es cosa grande y bella, pero no nos hace
"inspirados para siempre". Nadie es "para siempre" mientras va caminando por esa vida,
y por consiguiente todos hemos de vigilar, porque la misma boca que ayer proclamó la
gloria de Dios hoy puede traicionarlo.
3.3 Y aprendemos también que la victoria de Dios no es "obvia". A ver, examinemos qué
dice el Señor a Pedro, habiendo oído su profesión de fe. Le dice: "sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia; los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella". ¡Pero Pedro,
sólo unos momentos después, da espacio a esos "poderes del infierno" porque resulta
hablando no según el querer de Dios sino en contra de ese querer!
3.4 Esto no debe decepcionarnos ni confundirnos, sino enseñarnos algo profundo: la
victoria de Dios no es obvia; no es una escalada de triunfos o un desfile de maravillas.
Participa, más bien de la ambigüedad de todo lo humano, así duela decirlo. Pedro, que
trastabilla y cae nos enseña que Dios vence no brincando sobre las sinuosidades de
nuestro caminar sino a través de cada curva, lodazal y pradera.
www.elmisericordioso.me-Pildorasdefe.net

Conversando con el amor


Jesús, gracias por tu amor y tu paz. Quiero pedirte hoy protección para librarme de las
trampas de aquellos que quieren verme caer. Abrígame y consuélame en medio de esta
prueba. Que solo haga el bien que Tú quieres. Amén
Evangelio del día: Confesar con los labios y el corazón que Jesús es el Señor. Tú
eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.
Reflexión del Papa Francisco
Todo el Evangelio busca responder a la pregunta que anidaba en el corazón del Pueblo
de Israel y que tampoco hoy deja de estar en tantos rostros sedientos de vida: "¿Eres tú
el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?" (Mt 11,3). Pregunta que Jesús retoma
y hace a sus discípulos: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?".
Pedro, tomando la palabra en Cesarea de Filipo, le otorga a Jesús el título más grande
con el que podía llamarlo: "Tú eres el Mesías", es decir, el Ungido de Dios.
Me gusta saber que fue el Padre quien inspiró esta respuesta a Pedro, que veía cómo
Jesús ungía a su Pueblo. Jesús, el Ungido, que de poblado en poblado, camina con el
único deseo de salvar y levantar lo que se consideraba perdido: "unge" al muerto, unge
al enfermo, unge las heridas, unge al penitente, unge la esperanza.
En esa unción, cada pecador, perdedor, enfermo, pagano, allí donde se encontraba,
pudo sentirse miembro amado de la familia de Dios. Con sus gestos, Jesús les decía de
modo personal: "tú me perteneces".
Como Pedro, también nosotros podemos confesar con nuestros labios y con nuestro
corazón no solo lo que hemos oído, sino también la realidad tangible de nuestras vidas:
hemos sido resucitados, curados, reformados, esperanzados por la unción del Santo.
Todo yugo de esclavitud es destruido a causa de su unción (cf. Is 10,27). No nos es
lícito perder la alegría y la memoria de sabernos rescatados, esa alegría que nos lleva a
confesar:
"Tú eres el Hijo de Dios vivo". (Mt 16,16).
Y es interesante, luego, prestar atención a la secuencia de este pasaje del Evangelio en
que Pedro confiesa la fe: "Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos
que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos
sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día". (Mt
16,21).
[...] Ante este anuncio tan inesperado, Pedro reacciona:
"¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte" (Mt 16,22),
Y Pedro se transforma inmediatamente en piedra de tropiezo en el camino del Mesías; y
creyendo defender los derechos de Dios, sin darse cuenta se transforma en su enemigo
(lo llama "Satanás").
Contemplar la vida de Pedro y su confesión, es también aprender a conocer las
tentaciones que acompañarán la vida del discípulo.
Como Pedro, como Iglesia, estaremos siempre tentados por esos "secreteos" del
maligno que serán piedra de tropiezo para la misión. Y digo "secreteos" porque el
demonio seduce a escondidas, procurando que no se conozca su intención, se comporta
como vano enamorado en querer mantenerse en secreto y no ser descubierto". (Homilía
en la Plaza de San Pedro, 29 de Junio de 2018)
Oración de sanación
Señor, Tú eres la llave que trae la felicidad a mi vida y me lleva por caminos seguros.
Quiero mantenerme fuerte ante esas confusiones que vendrán a mi vida.
Tú eres el Dios de las maravillas, el Dios de los gratos excesos, El que nos sostiene y
nos prepara un lugar apacible en el Reino de los Cielos.
Quiero agradarte Señor, con palabras y acciones y poder entrar para siempre en tu
Santuario Divino. Colma mi vida de tu gracia para que mi corazón se mantenga puro y
recto, dirigido por tu amor.
Tú, el Dios de los imposibles, has venido a mi vida para darme vida verdadera, para
fortalecerme y hacerme parte de los que disfrutarán los consuelos eternos. Amén.
Propósito para hoy
Ora al Espíritu Santo y pedir sabiduría para saber lo que hay que decir en esos
momentos del día en el que se necesitan momentos de paz.
Frase de reflexión
"Señor, desarma la lengua y las manos, renueva los corazones y las mentes, para que la
palabra que nos lleva al encuentro sea siempre hermano, y la paz se convierta en el
estilo de nuestra vida". Papa Francisco
www.evangelizacion.org.mx

Este riquísimo pasaje tendría muchos elementos para nuestra reflexión (el primado de
Pedro, el reconocer a Jesús como Mesías personal, la respuesta de Jesús a Pedro), sin
embargo, quisiera centrar nuestra meditación en un elemento que a veces pasa
desapercibido y es la relación que hay entre la misión de Cristo y la cruz.
El evangelista nos dice que después de que Jesús se les descubre ya abiertamente como
el Mesías, el Hijo de Dios, "Jesús comenzó a anunciar que tenía que sufrir mucho y
morir". De acuerdo a la mayoría de los exégetas, Jesús buscaba con esto, quitar de la
mente de sus discípulos, la idea triunfalista que el judaísmo tenía en relación al Mesías.
El Mesías no sería un Rey que gobierna desde un palacio, sino un Rey que reina desde
una Cruz, y sus discípulos, si querían pertenecer al reino de este rey, deberían aceptarlo
como tal.
La reacción de Pedro manifiesta, no sólo el amor por el Maestro, sino la actitud errónea
de los cristianos, de buscar un paraíso sin cruz, un Mesías sin pasión. Por ello, Jesús los
invita a reflexionar y a no pensar como los demás, sino a entrar en su corazón y aceptar
el misterio de la Cruz. Es, pues, importante que nosotros, en medio de este mundo que
nos invita al confort y a evitar a toda costa el sufrimiento, aceptemos que el seguimiento
de Jesús, forzosamente pasa por la Cruz.
Los falsos paraísos propuestos por el mundo terminan siempre en desilusión; el camino
de la resurrección pasa siempre por el dolor, por el dolor redentor. No tengas miedo de
caminar detrás de Jesús, su amor te sostendrá a cada paso.
www.evangeliodeMateo.GiorgioZevini

Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo? Hoy nos somete Jesus al examen de la fe.
Como hizo Simón Pedro, tal vez pudiéramos superar la parte teórica con una respuesta
exacta, fruto de la gracia de Dios que trabaja en nosotros. «Tú eres el Mesías», la
realización de las mejores esperanzas, «el Hijo de Dios vivo». La afirmación de Pedro
brota del corazón, no, a buen seguro, de sus nociones de teología, y suscita la
igualmente cordial exclamación del Señor. Quisiéramos responder con el mismo ardor a
Jesus.
Con todo, eso no bastaría para superar el examen: hemos comprendido que Jesus es
Dios, pero debemos comprobar también nuestro concepto de Dios y de su obrar. En
efecto, nuestro vínculo con Él requiere la imitación, el seguimiento del Hijo: ésta es la
prueba práctica, la comprobación de la fe. Nosotros creemos en el Dios omnipotente,
pero no hemos comprendido aún de manera suficiente que su omnipotencia es
misericordia infinita, llegada hasta el sacrificio del Hijo. Por eso nos quedamos
desconcertados o decepcionados frente a las oposiciones y a los fracasos: nos falta la
conciencia de que Cristo está presente entre nosotros como Crucificado-Resucitado, para
salvarnos, abriéndonos por delante su mismo camino.
Si queremos ser discípulos suyos, no hay otro camino. Ese camino conduce a la plenitud
de la vida, aunque a costa de renuncias y de fatigas: para avanzar es preciso rechazar
los falsos valores propuestos por la mentalidad mundana. El Hijo de Dios vivo es
también verdadero hombre: sólo él puede enseñarnos a ser personas auténticas,
capaces de realizar aquella humanidad que corresponde a las expectativas del Padre. Si
siguiéramos con confianza la enseñanza y el ejemplo del Maestro, podríamos superar
también el examen definitivo que el evangelio nos deja entrever hoy, puesto que «el
Hijo del hombre está a punto de venir con la gloria de su Padre y con sus ángeles.
Entonces tratará a cada uno según su conducta» (v. 27).
www.catholic

No separar la gloria de la cruz. Cuando invertimos estos minutos a la oración con la


Palabra, lo hacemos porque estamos en búsqueda, porque tenemos el anhelo de
profundizar y conocer realmente quién es Jesús en nuestra vida.
Todos tenemos una experiencia diferente de Dios. Algunos han sido católicos desde
siempre, otros hemos redescubierto la fe, otros hemos tenido una conversión reciente,
otros creen en Dios sólo como un ser superior. Sin importar cuál ha sido nuestro camino
para buscar a Dios, hoy Jesús nos dice ¡Alto! Si dices que me conoces, ¿quién soy yo
para ti? En una verdadera relación no valen las respuestas prefabricadas o los tópicos de
lo que dicen los demás. Podríamos parar nuestra meditación aquí y dedicar unos
minutos a la contemplación de esta pregunta que quizás nos lleve un tiempo responder;
sin embargo, el Evangelio nos da unas luces para poder buscar una mejor respuesta.
En nuestra historia, con nuestros actos buenos y caídas nos puede suceder algo muy
similar a Pedro. En ocasiones nos sentimos muy cerca de Dios y somos capaces de decir
desde el corazón ¡Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo! Esta respuesta interiorizada,
aunque con otras palabras quizás, nos hacen vivir un pedazo de cielo en la tierra; es la
revelación del Espíritu Santo en nuestra propia historia después de algún momento
fuerte de oración, retiro o apostolado donde tocamos la carne de Cristo en el necesitado.
Por otro lado, debido a nuestra debilidad humana, también podemos tener una
respuesta como Pedro cuando se lleva aparte a Jesús; le queremos huir a la cruz y al
sufrimiento; nos escuchamos más a nosotros mismos que a Dios. La cruz tiene una
razón de ser en nuestra historia de vida, porque ella nos permite ser uno con Cristo, y
ayudar en el sacrificio de salvación para que nuestros seres más queridos y muchos más
lleguen al cielo.
El cristiano que busca el rostro de Dios, conocer a Cristo profundamente, está afianzado
en roca firme y los poderes del infierno no lo podrán vencer.
• Pedro reacciona: "¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte", y se transforma
inmediatamente en piedra de tropiezo en el camino del Mesías; y creyendo defender los
derechos de Dios, sin darse cuenta se transforma en su enemigo (lo llama "Satanás").
Contemplar la vida de Pedro y su confesión, es también aprender a conocer las
tentaciones que acompañarán la vida del discípulo. Como Pedro, como Iglesia,
estaremos siempre tentados por esos "secreteos" del maligno que serán piedra de
tropiezo para la misión. Y digo "secreteos" porque el demonio seduce a escondidas,
procurando que no se conozca su intención, "se comporta como vano enamorado en
querer mantenerse en secreto y no ser descubierto". (Homilía de S.S. Francisco, 29 de
junio de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con
Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees
que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Dedicaré un tiempo a la reflexión de cómo afronto las cruces en mi vida y qué lugar
ocupa Cristo en ella.
www.BibliaStraubinger

13. Cesarea de Filipo, hoy día Baniás, situada en el extremo norte de Palestina, cerca de
una de las fuentes del Jordán.
18. Pedro (Piedra) es, como lo dice su nombre, el primer fundamento de la Iglesia de
Jesucristo (véase Ef. 2, 20), que los poderes infernales nunca lograrán destruir. Las
llaves significan la potestad espiritual. Los santos Padres y toda la Tradición ven en este
texto el argumento más fuerte en pro del primado de S. Pedro y de la infalible autoridad
de la Sede Apostólica. “Entretanto, grito a quien quiera oírme: estoy unido a quienquiera
lo esté a la Cátedra de Pedro” (S. Jerónimo).
20. Como señala Fillion, las palabras de este pasaje marcan “un nuevo punto de partida
en la enseñanza del Maestro”. Cf. Jn. 17, 11; 18, 36. Desconocido por Israel (v. 14), que
lo rechaza como Mesías-Rey para confundirlo con un simple profeta, Jesús termina
entonces con esa predicación que Juan había iniciado según “la Ley y los Profetas” (Lc.
16, 16; Mt. 3, 10; Is. 35, 5 y notas) y empieza desde entonces (v. 21) a anunciar a los
que creyeron en Él (v. 15 s.) la fundación de su Iglesia (v. 18) que se formará a raíz de
su Pasión, muerte y resurrección (v. 21) sobre la fe de Pedro (v. 16 ss.; Jn. 21, 15 ss.;
Ef. 2, 20), y que reunirá a todos los hijos de Dios dispersos (Jn. 11, 52; 1, 11-13),
tomando también de entre los gentiles un pueblo para su nombre (Hch. 15, 14) ; y
promete Él mismo las llaves del Reino a Pedro (v. 19). Éste es, en efecto, quien abre las
puertas de la fe cristiana a los judíos (Hch. 2, 38-42) y luego a los gentiles (Hch. 10, 34-
46). Cf. 10, 6 y nota.
23. Así como los apóstoles en general, tampoco San Pedro llegó a comprender entonces
el pleno sentido de la misión mesiánica de Jesús, que era inseparable de su Pasión.
Vemos así que el amor de Pedro era todavía sentimental, y continuó siéndolo hasta que
recibió al Espíritu Santo el día de Pentecostés. Esto explica que en Getsemaní
abandonase a Jesús y luego lo negase en el palacio del pontífice.
http://www.ciudadredonda.org

Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia


Si habéis visitado la basílica de San Pedro en el Vaticano habréis observado que
alrededor de la cúpula, por su parte interna, están escritas en latín las palabras
centrales del evangelio de hoy: "Tu es Petrus et super hanc petram aedificabo ecclesiam
meam" (Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia). Hace falta subir al
deambulatorio para caer en la cuenta del descomunal tamaño de estas letras hechas en
mosaico. No es necesario decir por qué se han puesto estas palabras en este preciso
lugar. Pero lo que sí nos interesa es preguntarnos qué pueden significar para nosotros
hoy.
Caigamos en la cuenta de que estas palabras que Jesús dirige a Pedro sólo se
encuentran en el evangelio de Mateo. En ellas se ha fundamentado bíblicamente la
autoridad del Papa en cuanto sucesor de Pedro. Según el Código de Derecho Canónico,
esta autoridad es "suprema, plena, inmediata y universal" (canon 331). Estas palabras
resultan tan solemnes que cuesta relacionarlas con el apóstol Pedro, hombre vulnerable.
Por eso necesitamos una y otra vez beber en el sentido más genuino de lo que el
evangelio nos quiere transmitir.
Lo primero que me llama la atención es que Jesús no elige a Pedro en virtud de sus
cualidades personales sino por su fe en Él como Hijo de Dios. Pero se trata de una fe
que Pedro no se puede adjudicar como una conquista "porque eso no te lo ha revelado
ningún mortal sino mi Padre que está en el cielo". Por tanto, Pedro es, sobre todo, un
hombre agraciado con el don de la fe. Sobre este don reposa el sentido de su ministerio
en la comunidad. Sin esa fe, la autoridad se convierte en mera dominación.
Pero hay un segundo aspecto que quiero subrayar. La potestad de "atar y desatar"
consiste en la potestad de "interpretar la ley" para adaptarla a las nuevas situaciones.
De hecho, Pedro así lo hizo. Pensemos en las decisiones que tomó en la asamblea de
Jerusalén, tal como se nos narra en el capítulo 15 de los Hechos de los Apóstoles.
¿No sería deseable que esto sucediera hoy de una manera más audaz, de una manera
parecida a como Jesús interpretaba la ley? Él siempre buscaba liberar a las personas,
encontrar salidas donde la rigidez sólo veía puertas cerradas. Si el ministerio de Pedro
fuera más en esta línea, ¿no sería un punto de encuentro en el camino ecuménico más
que un obstáculo como, de hecho, lo es hoy para muchos hermanos de otras iglesias?
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Las puertas del Hades – Mateo 16,13-23


Queremos detenernos hoy, de modo muy especial, a meditar en esta promesa de
Jesucristo, de quien Pedro, inspirado por Dios Padre, da este testimonio excepcional,
probablemente sin comprender el alcance de sus palabras: «Tú eres el Cristo, el Hijo de
Dios vivo.»
La promesa del Señor reviste una importancia muy grande, porque nos deja muy en
claro que podemos pasar por lugares oscuros y tenebrosos, por ataques violentos y
despiadados, como los venimos sufriendo a lo largo de la historia, pero no debemos
temer, porque el Demonio no podrá jamás contra la Iglesia.
¿Qué mayor garantía podemos tener para depositar nuestra plena confianza en este
“Cuerpo de Cristo” instituido por Él mismo, con Pedro a la cabeza? Esta constatación
debe servir para renovar cada día nuestra confianza en ella y orar perseverantemente
para que sea siempre el Señor quien inspire al sucesor de Pedro.
Desde aquel entonces, por más de 2 mil años, se han sucedido decenas de Papas a la
cabeza de este Cuerpo Místico y por más que hemos pasado dificultades de todo tipo,
incluyendo rupturas y herejías internas, la Iglesia sigue en pie, tal como el mismo
Jesucristo lo prometió.
Pero en esta promesa también podemos ver implícita la advertencia del enemigo
descomunal, contra cuyas amenazas permanentes tendremos que luchar. Aun sabiendo
que no podrá contra nosotros, no debemos caer en la tentación de subestimarlo.
El Demonio constantemente está al acecho, desde que tentó exitosamente a nuestros
primeros padres. El conoce nuestras debilidades y se renueva constantemente,
cambiando su apariencia, para seducirnos. ¡Solo la Gracia de Dios nos salva de su
asedio!
Eso lo sabe de sobra el Señor, por eso nos deja los Sacramentos, siendo el centro de la
vida cristiana el de la Eucaristía, en el que Él mismo se nos da como verdadera comida y
verdadera bebida, para alimentarnos cotidianamente y fortalecernos contra todo ataque.
Esta Gracia Infinita es la que tenemos a nuestro alcance a través de la Iglesia y
lamentablemente muchos no llegamos a comprender y por ello no la vivimos, dejando
que ella misma nos vaya transformando de tal modo que no haya forma que el Demonio
nos tiente.
La Santa Comunión con Cristo, nuestro Rey y Salvador, nos hace invencibles, no por
nuestra capacidad, sino por Su Gracia. Esto es lo que tenemos que meditar e
interiorizar. Solo entonces seremos capaces de saborear la Gracia Infinita que Jesucristo
nos ha dejado en la Comunión.
La Comunión es eso: ¡Vida en comunión con Jesucristo y con toda la Iglesia! Es decir,
una unidad, en una misma Voluntad. Como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo están
unidos en una misma Voluntad y Persona, nosotros, a través de Jesucristo con ellos.
La solidez de nuestra unión, la naturaleza de la misma y su trascendencia sobrenatural,
tiene muy poco que ver, si algo, con nuestra fuerza, capacidad y voluntad. ¡Es Gracia
Divina! A nosotros solo se nos pide Perseverar.
Volver e insistir, una y otra vez, como Pedro, que después del pasaje que estamos
reflexionando, negó hasta en tres oportunidades a Jesús y sin embargo después tendría
la fortaleza para dar su propia vida por Cristo, muriendo crucificado de cabeza.
Tenemos muchos recursos que el Señor ha puesto a nuestro alcance precisamente para
suplir nuestra debilidad inundándonos de Su Gracia. Uno de estos es la oración, que
debe ser una constante en nuestras vidas, en todo momento y ocasión, en todas sus
formas, a tiempo y a destiempo.
Otra es la reflexión y meditación de la Palabra de Dios, que es una forma privilegiada de
oración. Se trata del mismo Dios hablándonos en relación a nuestra vida cotidiana. Aquí
el consejo es muy simple: sigamos las lecturas que la misma Iglesia nos propone día a
día en el Calendario Litúrgico.
Finalmente, y no por ello menos importante, no podemos dejar de tener en cuenta
nuestra permanente invocación al Espíritu Santo, que Dios Padre ha enviado por
intercesión de Jesucristo para que nos defienda y guíe hasta la Verdad Completa.
¡Qué misión la del Espíritu Santo de Dios! ¡No podemos dejar de aprovecharla ni un
segundo! Sería de necios. ¡Tenemos todo a nuestro favor! Lo que el Demonio
contrapone para tentarnos son puras MENTIRAS. ¡Humo, tinieblas! ¡Nada frente a las
promesas de Jesucristo!
Por último, no podemos dejar de mencionar en esta relación, porque sería una omisión
imperdonable, que tenemos como intercesora a la mismísima Madre de Jesús, a la
Virgen María, la Mujer que Dios eligió para ser Madre de Jesús y, por lo tanto, Madre de
la Iglesia.
Como dice el Papa Francisco: ¡No somos huérfanos! ¡Tenemos una Madre en el Cielo,
que está constantemente presentando nuestras necesidades a Jesucristo. Siendo una
Madre, no nos abandona jamás y responde a cuantas advocaciones inspira entre
nosotros por Gracia de Dios.
Cada una de estas advocaciones constituye un amoroso saludo a Su Excelentísima
Majestad. ¡Qué menos podemos decir de la Madre de Dios! Madre de Cristo, Madre
Purísima, Madre Castísima, Madre Inmaculada, Madre Admirable, Madre del Creador,
Madre del Salvador, Virgen del Pilar, Virgen de Fátima, Virgen de Lourdes, Virgen de
Guadalupe, Virgen de las Nieves, Virgen del Carmen, Virgen de Chapi…
Oración: Padre Santo, no permitas que caigamos en la tentación del Demonio, de
sentirnos desolados, ni tristes, ni abandonados de ningún modo y en ninguna
circunstancia, ya que mientras perseveremos en el Camino que Jesucristo nos ha
señalado, en la Iglesia, en los Sacramentos y en la Oración, nadie podrá arrebatarnos de
Tus manos. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.
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¿Quién es Jesús? Es una pregunta capital cuya respuesta condiciona la manera de


pensar, vivir y esperar. « Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». Es la profesión de fe
de Pedro, tan sencilla en su formulación como profunda en su contenido, expresada bajo
una iluminación del cielo. Simón, el primero de los Doce, y Jesús se dan recíprocamente
sus títulos respectivos. El primero reconoce en Jesús al Mesías, afirmando, al mismo
tiempo, su origen divino. Jesús da a Simón el título de Pedro y hace de él su vicario. Es
la ley de la caridad la que explica la institución de una primacía. Como dijo san Ireneo,
el papel de Pedro es el de «presidir» en la caridad. Es el mismo servicio que llevará
adelante el Papa Francisco, ya que Cristo sigue siendo la Cabeza y el Papa su vicario.
1. ¿quién dice la gente que soy Yo?
Al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: ¿Qué dice la
gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?
Es en este lugar de Cesárea de Filipo, es el momento cuando Jesús, dirigiéndose a los
discípulos, les hace abiertamente esta pregunta: ¿Quién dice la gente que soy yo? Jesús
no lo ignoraba por su conocimiento sobrenatural, pero también lo que pensaba la gente
de Él lo sabía, como los apóstoles, por el rumor popular. ¿Por qué les pregunta
primeramente a ellos lo que piensan de El las gentes?
El contacto de los apóstoles con las muchedumbres a causa de la predicación y milagros
de Jesús les había hecho recibir toda clase de impresiones en torno a esto. Las que
recogieron eran éstas: Jesús, para unos, era Juan Bautista, sin duda resucitado, como
sostenía el mismo Antipas. Pues esta opinión había cobrado cuerpo entre el pueblo, ya
que Lucas mismo dice que Antipas estaba preocupado con la presencia de Jesús, puesto
que algunos decían que era Juan, que había resucitado de entre los muertos (Lc 9:7).
Para otros, Jesús era Elías. Lucas recoge en otro lugar esta creencia popular. Jesús era,
para diversos grupos, Elías, que había aparecido (Lc 9:8). Según la estimación popular,
Elías no había muerto, y debía venir para manifestar y ungir al Mesías.
Otros piensan que fuese Jeremías (Mateo). El profeta Jeremías era considerado como
uno de los grandes protectores del pueblo judío, sobre todo por influjo del libro II de los
Macabeos (2:1-12). Pero no pasaba por un precursor del Mesías. Mateo ya hizo
referencia a él (2:17). Acaso se lo cita por el simple prestigio que tenía en el judaísmo, y
del que se podrían esperar cosas extraordinarias.
Por último, sin saber a ciencia cierta quién sea, para muchos era algún profeta de los
antiguos, que ha resucitado (Lucas). Era el poder milagroso de Jesús el que los hacía
creer en la resurrección de un muerto (Mt 14:2; Mc 6:14).
No deja de extrañar el que los apóstoles no citen, tomado de la opinión de las gentes, el
que El fuese o pudiese ser el Mesías.
Así fue como ellos le respondieron: Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y
otros, Jeremías o alguno de los profetas. Y ustedes, les preguntó, ¿quién dice que soy?
2. Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo
Por eso, después de oír lo que las gentes pensaban de Él, se dirige a los apóstoles para
preguntarles abiertamente qué es lo que, a estas alturas de su vida y de su contacto de
dos años con El, han captado a través de su doctrina, de su conducta, de sus milagros.
Era un momento sumamente trascendental. Si no fuera que Jesús tenía un conocimiento
de todo por su ciencia sobrenatural, se diría que esperaba impaciente la respuesta de
sus apóstoles.
Los tres sinópticos no dicen la respuesta que hayan podido tener éstos. Sólo recogen la
respuesta que le dirigió Pedro. Todos los detalles se acumulan en la narración de Mateo
para indicar no sólo la precisión que interesa destacar, sino con ella acusar la
solemnidad del momento y la trascendencia del acto.
Mientras Marcos y Lucas presentan sin más a Pedro, Mateo lo precisa ya de antemano
como Simón Pedro. En efecto, Pedro tenía por nombre Simón (Mateo 4:18 y par.). En
Juan se lee que Jesús, al ver por vez primera a Simón, le anunció que será llamado
Pedro (Jn 1:42). Ya desde un principio, Jesús puso en Simón la elección para Pedro,
para ser piedra El conservar aquí los dos nombres es sumamente oportuno.
La confesión de Simón Pedro es expresada así: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
Aquí se confiesa por Pedro la mesianidad y la divinidad de Jesús. Al decir que es el
Mesías, indica su relación supereminente de autoridad con Dios — el Padre — que lo
envía.
Pedro, desde su primer encuentro con Jesús, deja al descubierto, por una parte, la
amistad no disimulada del Maestro, y por otra, la entrega sin reservas a su servicio o
compañía, es así como Pedro sabe quién es Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios.
3. Dichoso tú, Simón, hijo de Juan!, porque eso no te lo ha revelado ningún
mortal, sino mi Padre que está en los Cielos.
La respuesta de Jesús tiene dos partes bien marcadas: la primera es una felicitación a
Pedro por la revelación tenida. La felicitación de Jesús a Simón es porque esta confesión
no se la reveló ni la carne ni la sangre, con la que se expresa el ser humano. Tal era la
grandeza de este misterio, que su revelación se la hizo su Padre celestial. Se trata,
pues, de un misterio desconocido a Pedro, y un misterio que no podía, sin revelación,
ser alcanzado por la carne y sangre — el hombre — Entonces, este conocimiento no es
por su capacidad humana, es un don de Dios. En efecto, Pedro alcanzó este
conocimiento por la fe.
Jesús, volviéndose a Simón, le dice: Y yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia. Y Jesús lo eligió como la roca para construir sobre ella su Iglesia y le
confirió los poderes para llevar a la salvación a todos los hombres. Pedro es la roca, en
el sentido de que la fe y los creyentes no pueden tener otra fe que la de los apóstoles y
profetas, que son los que enseñan esa verdad, que está construida sobre la piedra
angular de Jesús, y así es, como luego dice; y el poder de la Muerte no prevalecerá
contra ella. Es decir, no podrá vencer a la Iglesia, pues ésta está firme y estable, porque
está construida sobre la roca firme, que es Jesús.
Dice Jesús: Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del
Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que
desates en la tierra quedará desatado en el cielo. La promesa es que ese atar y desatar
sobre la tierra tendrá su automática ratificación en el cielo. Todo lo relacionado con esta
misión — cuanto permita o prohíba en el reino, todo eso será también ratificado en el
cielo. Y eso garantizado por Jesús.
4. Día especial, para rezar por el Papa
Así, Pedro como Mayordomo de la Casa de Dios, ha recibido el poder para admitir o
excluir, según el Evangelio y de administrar la comunidad, en Pedro recaerán las
responsabilidades de la doctrina y de la moral, el podrá decidir lo que es bueno y licito
para su Iglesia y sus miembros, sentencia que será ratificada Por Dios en lo alto de los
cielos.
Así, como Pedro en épocas de la Iglesia naciente, hoy el Papa, su sucesor, es el
encargado de animar la fe en nuestra comunidad creyente, él es en nombre de
Jesucristo Pastor y guía de la Iglesia.
Como Pedro en los orígenes y ahora le ha correspondido a Benedicto XVI, hasta hace
unos años atrás a Juan Pablo II, fundamento visible de la unidad y de la caridad de la
Iglesia.
A través del Evangelio, podemos comprender como Jesucristo, nos invita a acoger al
sucesor de Pedro, y a mirarlo con los ojos de la fe.
Este es un día especial, para rezar por el Papa y es una buena ocasión para apoyar su
inmensa obra a favor de la comunidad cristiana y de toda la humanidad. Dios le Bendiga
5. Y les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
Los tres sinópticos añadirán, después de esto, que Jesús prohibió a los discípulos que a
nadie dijesen que Él era el Mesías, Dada la efervescencia mesiánica que había, y que se
había ya manifestado en orden a Jesús, hasta querer las multitudes arrebatarlo para
llevarlo a Jerusalén y proclamarle, sin duda en el templo, “Rey,” Mesías (Jn 6:15), se
imponía no contribuir a excitar a las gentes ni precipitar los acontecimientos. Había que
esperar la hora de Dios.
A partir de entonces, comenzó Jesús a anunciar a sus discípulos que tenía que ir a
Jerusalén para padecer allí mucho por parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y
de los escribas; Este entonces no significa en Mateo una contigüidad inmediata, solo que
a partir de esa época es cuando Jesús comienza a anunciarles su muerte. Era un
momento ya oportuno. Había que corregirles el concepto erróneo del medio ambiente.
No era el Mesías político nacionalista que los judíos y ellos esperaban (Hech 1:6).
Era el Mesías profético del dolor: el “Siervo de Yahvé” de Isaías. Por eso les anuncia:
Que éste es el plan de Dios, para esto ha de ir a Jerusalén: “No puede ser que un
profeta muera fuera de Jerusalén” (Lc 13:33), y que allí será condenado por “los
ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas” (Mateos), además allí “sufrirá mucho” y
será “entregado a la muerte.” Pero “al tercer día resucitará. Entonces Pedro se lo llevó
aparte y trató de disuadirlo, diciéndole: No lo permita Dios, Señor; eso no te puede
suceder a ti.
6. ¡Apártate de mí, satanás
Pero Jesús se volvió y le dijo a Pedro: « ¡Apártate de mí, Satanás, y no intentes
hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de
los hombres!»
La respuesta de Jesús a Pedro es que no sea para El un Satanás, el gran enemigo del
reino. Por eso, la proposición de Pedro, nacida de ignorancia y de afecto, era para el
Señor un obstáculo de seguirla, para no cumplir el mesianismo de dolor, que era el plan
del Padre. No es de extrañar en Pedro una dificultad para aceptar aquellas profecías de
Jesús. Pedro conocía y confesaba la mesianidad de Jesús, pero algo deformada por los
prejuicios rabínicos que el antes había oído sobre un Mesías triunfador y nacionalista,
entonces no le era fácil aceptar la imagen de un Mesías doliente, humillado y crucificado
por los jefes de la nación. Así es como Jesús le hace ver que habla al modo humano y,
que elude el dolor.
Jesús debía padecer y morir, ese era el Plan de Dios, pero ese sufrimiento había de ser
la causa de nuestra salvación.
Como a Pedro, nos sucede lo mismo, el no entendía las cosas de Dios, del mismo modo,
por no situarnos en el Plan del Padre, se nos hace difícil entender sus obras. Tenemos
necesidad de despojarnos de los criterios del hombre y adoptar solo y únicamente el de
Jesucristo.
3 Para la reflexión personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
5.- ¿Cuáles son en nuestra comunidad las opiniones que hay sobre Jesús? ¿Estas
diferencias en la manera de vivir y expresar la fe enriquecen la comunidad o la
perjudican en su caminada?
6.- ¿Qué tipo de piedra es nuestra comunidad? ¿Cuál es la misión que resulta de esto
para nosotros?
4 Oración. ¿Qué le decimos a Dios? La palabra se convierte en Oración.
1 Tú eres el camino, y nadie llega hasta el Padre si no cree en Ti; Señor, ten piedad. Tú
eres la verdad, y nadie conoce a Dios si no camina a tu lado; Cristo, ten piedad. Tú eres
la vida, y nadie puede renacer si no se sumerge en Ti; Señor, ten piedad.
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2 Somos con frecuencia, Señor, como el pueblo de Israel en el desierto, dispuestos a


murmurar contra ti, superficialmente nostálgicos respecto a lo que hemos dejado a la
espalda con nuestra conversión, nuestro bautismo, nuestra vocación eclesial. Nos
espanta el futuro y no nos fiamos suficientemente de tus planes de salvación. Sin
embargo, tu Palabra es una palabra que invita no sólo a creer, sino también a esperar,
porque es palabra de promesa.
Concédenos el valor de confesar tu nombre de Mesías e Hijo del Dios vivo. En medio de
las borrascas de la vida, en las incertidumbres, haznos recordar las promesas que hiciste
a tu Iglesia. Una Iglesia que puede ser una barca traqueteada por las olas de las
tempestades, pero siempre roca firme que tiene en ti, Señor de la Iglesia, su
fundamento y su piedra angular. Concédenos, sobre todo, creer en ti incluso cuando te
manifiestas y te proclamas Mesías crucificado y te revelas así en nuestra vida.
Concédenos también saber esperar, con confianza, en tus promesas, hasta ese tercer
día de la vida en el que tú, Señor victorioso, te muestras siempre fiel.
www.santaclaradeestella.es

3 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, renueva en mi interior un espíritu firme; no me


rechaces lejos de tu rostro, no retires de mí tu santo espíritu. (Sal 51,12-13) www.ocarm.org
4 ¡Padre nuestro! Desde niño he escuchado de Ti. He sido bautizado, confirmado, y he
asistido a los sacramentos de mi iglesia católica. A diario recalco «Bendito sea mi Dios».
A Ti suplico que me fortalezcas mi fe, y tú siempre me escuchas. Pero… Tú me
preguntas ¿Quién soy Yo?, y mi vacilante lengua se entumece. Sí, pero tengo mejor esta
respuesta: «si confiara a ciegas en Ti, si mi vida entera te la entregara a Ti, si mi
esperanza estuviera solo en tu corazón,… si mi voluntad, orgullo, deseos y dioses te los
presentara a Ti»; sabría quién eres Tú. En nombre de Jesucristo, la intercesión de Maria
Santísima y de todos los Santos y Ángeles, te suplico por tu gracia y la sabiduría del
Espíritu Santo, me lleves por tus caminos, para abrazarte, sentirte, descansar en tu
regazo, y poder decirte que eres Tú «mi único amigo en quien confiar, mi único refugio
en quien habitar y mi todo en quien saborear las delicias del Cielo. Amen. www.dario.res
5 Señor Jesús, tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo. Haz que, firmemente basados en
la roca de la fe de Pedro, aprendamos a pensar y a sentir según el corazón del Padre y a
seguirte abrazando cada día nuestra cruz, a fin de llegar contigo a la gloria de la
resurrección. www.evangeliodeMateo.GiorgioZevini
5 Contemplación. ¿Cómo interiorizamos la palabra de Dios? La palabra en el
corazón de los Padres.
No debemos sentirnos turbados cuando nos damos cuenta de que estamos sumergidos
en las tinieblas, sobre todo si no sabemos la causa. Considera que esas tinieblas que te
recubren te han sido dadas por la divina providencia, por razones que sólo Dios conoce.
Algunas veces, en efecto, nuestra alma, anegada, es engullida por las olas. Tanto si nos
dedicamos a la lectura de la Escritura como a la oración, hagamos lo que hagamos
estamos encerrados cada vez más en las tinieblas. Ahora mismo el alma está llena de
desesperación y miedo. La esperanza en Dios y el consuelo de la fe han abandonado por
completo el alma. Ahora está llena de vacilación y de angustia.
Pero los que han sido probados por la turbación de una hora como ésta saben que a ella
le sigue, finalmente, un cambio. Dios nunca deja durante todo un día al alma en ese
estado, porque eso destruiría la esperanza [...]. Hay un tiempo para la prueba. Y hay un
tiempo para el consuelo (Isaac de Nínive, Discorsi ascetici, 57, citado en O. Clément,
Alie fonti con i Padri, Roma 1987, p. 184). www.santaclaradeestella.es
La lectura del santo evangelio que habéis acabado de escuchar ahora, hermanos, debe
ser meditada con una gran atención y mantenida bien en la mente por el hecho de que
demuestra la gran fuerza de la fe perfecta contra todas las tentaciones. Si queremos
saber de qué modo debemos creer en Cristo, nada más claro que lo que dice Pedro: «Tú
eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». Si después queremos aprender lo que vale esa fe,
nada es más evidente que lo que dice el Señor sobre la Iglesia: «Y las puertas del
abismo no prevalecerán sobre ella».
Llegado Jesús al territorio de Cesarea de Filipo, interrogaba a los discípulos diciendo: «
¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?». Respondió Simón Pedro: «Tú eres el
Cristo, el Hijo del Dios vivo». Notad la maravillosa distinción por la que, al verse
obligados tanto Jesús como su fiel discípulo a expresar una opinión sobre las dos
naturalezas de nuestro Señor y Salvador, el Señor indica la humildad de la naturaleza
asumida, el discípulo, en cambio, afirma la excelencia de la eternidad divina.
El Señor dice de sí mismo lo que es menor; el discípulo dice de él lo que es mayor. El
Señor dice de sí que ha sido creado para nosotros; el discípulo dice que es él quien nos
ha creado. Así, el Señor acostumbra a llamarse a sí mismo en el evangelio con mucha
más frecuencia Hijo del hombre que Hijo de Dios, para recordarnos la tarea que ha
asumido para nosotros. Por eso es necesario que nosotros con la mayor humildad
veneremos la alteza de su divinidad; si, efectivamente, llevamos siempre en nuestra
mente con una intención piadosa el poder de la divinidad por la que hemos sido creados,
también nosotros como Pedro seremos recompensados con el premio de la
bienaventuranza eterna.
«Y yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». Pedro, que
antes se llamaba Simón, recibe del Señor el nombre de Pedro porque se ha adherido con
un propósito firme y tenaz a aquel de quien se ha escrito: «La piedra era Cristo» (1 Cor
10,4). Sobre esta piedra ha sido edificada la Iglesia, porque solo con la fe y el amor de
Cristo, o sea, gracias a la asunción de los sacramentos de Cristo, gracias a la
observancia de los preceptos de Cristo, es posible conseguir la suerte de los elegidos y
la vida eterna, como dice el apóstol: «Nadie puede poner un cimiento distinto del que ya
está puesto, y este cimiento es Jesucristo» (1 Cor 3,11) (Beda el Venerable, Comentario
al evangelio según Mateo, I, 20).
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6 Acción. ¿A qué me comprometo con Dios? Para custodiar y vivir la palabra.


Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: « ¡Ojalá escuchéis hoy la voz del
Señor!» (De la liturgia).
Repite a menudo y vive esta Palabra: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo» (Mt
16,16).
7 Para la lectura espiritual. Caminar con la palabra.
Abandonarse en Dios proporciona a nuestro corazón el reposo de las angustias del
mundo, nos libera de la agitación del alma y del sufrimiento de los deseos insatisfechos.
Nos da la calma, la tranquilidad y la paz [...]. El abandono en Dios impide al alma vagar
por caminos lejanos, unos caminos que extenúan el cuerpo y abrevian la vida. Por esos
caminos, en efecto, se consuman las fuerzas y el hombre avanza hacia la muerte.
Abandonarse en Dios libera al alma y al cuerpo de las acciones difíciles, de las empresas
fatigosas [...]. El que se ha abandonado del todo en Dios busca, entre os medios que
procuran la subsistencia, sólo lo que puede proporcionarle un mayor reposo al cuerpo, el
honor que se debe a sí mismo, la libertad del espíritu, el espacio necesario para
practicar la religión, con la certeza de que esos medios nada añaden o quitan si no es
por voluntad de Dios. Abandonarnos en Dios nos proporciona, por último, alegría en
todas las situaciones en las que Dios se complace poner al hombre, aunque sean
contrarias a su inclinación natural. Nos brinda la certeza de que Dios no nos hace más
que bien en todas las cosas, como una madre que da el pecho a su hijo y lo lava aunque
chille. Ésta es la imagen que sugiere el rey profeta: «Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros, sino que acallo y modero mis deseos como un niño en brazos de
su madre» (Bahya Ibn Paqüda, Le devoir du cceur, París 1972, pp. 252ss).
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En el evangelio de Mateo (16,13-16) aparece un dialogo entre Jesús y los apóstoles en


el que el Maestro les pregunta: « ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Ellos,
tal vez Pedro, el más locuaz, y en nombre de todos, le responde: «Unos que Juan el
Bautista, otros que Elias, otros que Jeremias o alguno de los profetas. Entonces Jesús
les dirigió una pregunta más directa: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Esta vez,
con más seguridad, respondió Pedro en nombre de todos: «Tú eres el Cristo, el Hijo del
Dios vivo».
Teresa de Calcuta está plenamente de acuerdo con la respuesta de Pedro. Durante una
de sus estancias en la clínica romana Salvator Mundi, donde fue ingresada dos o tres
veces a causa de sus problemas de corazón, la madre Teresa reflexiono sobre quien era
para ella Jesus de Nazaret. Y, tal vez a petición de alguien o por deseo de compartir con
sus hermanas el fruto de aquella meditación, puso por escrito sus conclusiones. Unas
conclusiones que respondían a la pregunta « ¿quién es Jesús para mí?». Y escribió:
«Para mí, Jesús es:
El Verbo hecho carne.
El Pan de la vida.
La victima sacrificada en la cruz por nuestros pecados.
El Sacrificio ofrecido en la santa misa por los pecados del mundo y por los míos propios.
La Palabra, para ser dicha.
La Verdad, para ser proclamada.
El Camino, para ser recorrido.
La luz, para ser encendida.
La Vida, para ser vivida.
El Amor, para ser amado.
La Alegría, para ser compartida.
El Sacrificio, para ser dado a otros.
El Pan de Vida, para que sea mi sustento.
El Hambriento, para ser alimentado.
El Sediento, para ser saciado.
El Desnudo, para ser vestido.
El Desamparado, para ser recogido.
El Enfermo, para ser curado.
El Solitario, para ser amado.
El indeseado, para ser querido.
El Leproso, para lavar sus heridas.
El Mendigo, para darle una sonrisa.
El Alcoholizado, para escucharlo.
El Deficiente Mental, para protegerlo.
El Pequeñín, para abrazarlo.
El Ciego, para guiarlo.
El Mudo, para hablar por Él.
El Tullido, para caminar con Él.
El Drogadicto, para ser comprendido en amistad.
La Prostituta, para alejarla del peligro y ser su amiga.
El Preso, para ser visitado.
El Anciano, para ser atendido.
Para mí, Jesús es mi Dios.
Jesús es mi Esposo.
Jesús es mi Vida.
Jesús es mi único amor.
Jesús es mi Todo»
(J. L. González-Bolado, Madre Teresa, San Paolo, Cinisello B 2003, 285).
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📕 Lectura, ¿Qué dice el texto?

“Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?”.


Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la
Muerte no prevalecerá contra ella.
Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de
los hombres.

🙋 ‍Siguiendo este texto, ¿Cuáles son las palabras o frases o actitudes que atraen tu
atención, tu interés?

📗 Meditación, ¿Qué nos dice Dios en el texto?

Hoy Jesús hace 2 preguntas, hacia afuera y hacia adentro, para hacer ver la
determinación y objetivos de sus acciones. Así veamos, que una vez que han entendido
que Jesús es “El camino y la verdad”, absolutamente todo gira en torno a Él, porque es
el verdadero verbo en acción. Si hoy Jesucristo o alguien me hiciera esta pregunta
acerca de él, “¿quién dicen que soy?”, ¿Qué diría? Veamos a Jesucristo desde muchos
puntos de vista, desde lo espiritual, desde la justicia, como amigo, como maestro, etc.,
¿Mis respuestas son desde lo que yo siento o desde lo que he escuchado?, ¿Estoy
convencido y atento como Pedro a las preguntas, encomiendas y llamados que
Jesucristo me hace?, ¿Me siento como Pedro a quien el Señor se dirige y me dice: que
sobre mi sigue edificando su Iglesia?, ¿De qué forma le ayudó en este mandato?,
veamos nuestro diario vivir y actuar, ¿Soy un obstáculo para Dios?, como son mis
pensamientos, ¿De acuerdo a lo que Dios me pide o a lo que mi ego, mi ambición, a mis
caprichos, a lo que yo creo que debe ser, es decir al pensamiento del hombre?
🙋 Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es tu meditación, tu reflexión personal?

📘 Oración, ¿Qué le decimos a Dios?

Señor Jesucristo gracias por edificar en Pedro nuestra Iglesia, gracias porque le diste la
fuerza, la voluntad, la fe y el amor para dar la cátedra, la enseñanza para extender tu
mensaje, tu Palabra y hoy en día podemos seguir construyendo tu iglesia y decir “Que tú
eres el amor, que tú eres el único camino y la verdad”. Quiero ser el Pedro que siga
edificando y extendiendo tu iglesia, con lo que tú me pides, que me dé cuenta que hay
muchas cosas en mí que no son lo que tú me pides y que tenga el valor, la sinceridad de
no seguir mintiéndote y hacerlo como tú lo deseas, perdóname por esta hipocresía y
ayúdame a retomar el camino.

🙋 ‍Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es tu oración personal?

Cada uno pone sus intenciones. Amén.

📙 Contemplación, ¿Cómo interiorizamos la Palabra de Dios?

“Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia“ (Repetimos)

🙋 Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la palabra o frase o párrafo o actitud que
te ayuda a recordar este texto?

🏃 ⛪Acción, ¿A qué me comprometo con Dios?

1. Hagamos un listado de todo lo que entendemos que es Jesucristo para nosotros y


compartamos esto con algún hermano o un amigo.
2. Sintiendo ese mismo llamado y mandato de Jesucristo a Pedro, con la evangelización
y misión sigamos edificando y extendiendo la Iglesia.
3. Hagamos otro listado y escribamos cuales son las cosas las actitudes por las cuales
me considero obstáculo de Dios y cuáles no, compartamos con nuestros amigos y
pidamos nos ayuden a seguir lo que Dios nos pide

🙋 Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la acción concreta que te invita a


realizar?
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✞ ✞ ✞ Profesión de Fe

Solo los Domingos y Solemnidades.

✞ ✞ ✞ Intenciones (Oracion de los fieles)

Suba nuestra oración a Dios Padre todopoderoso, que quiere iluminar y salvar a todos
los hombres.
- Por nuestro santo padre el papa N y por todos los obispos, para que guíen fielmente al
pueblo de Dios. Roguemos al Señor.
- Por los que rigen los destinos de los pueblos: para que protejan la libertad de los
ciudadanos y gobiernen con rectitud y justicia. Roguemos al Señor.
- Por los hambrientos y los enfermos, por los emigrantes y los que no tienen trabajo, por
todos los que sufren: para que sean aliviados en su necesidad. Roguemos al Señor.
- Por los que estamos aquí reunidos: para que vivamos en amor fraterno y formemos
una comunidad de fe, esperanza y amor en el seno de la Iglesia. Roguemos al Señor.
- Para que nuestro Señor Jesucristo sea y permanezca siempre nuestra piedra angular
sobre la que se construyan nuestras vidas, y para que nosotros construyamos la Iglesia
con nuestro servicio, lleno de afecto y entusiasmo, roguemos al Señor.
- Para que aprendamos de Jesús a entregarnos al servicio de Dios y de los hermanos,
totalmente y sin reservas ni condiciones, roguemos al Señor.
Para que los que le ven poco sentido a la vida descubran en el Señor Jesús y en su
Evangelio qué ricas y llenas de sentido pueden ser sus vidas, roguemos al Señor
Escucha, Dios todopoderoso, las súplicas de tu pueblo; y concédenos lo que te pedimos,
confiados en tu bondad. Por Jesucristo nuestro Señor.

3 LITURGIA EUCARISTICA
Sacerdote: Orad hermanos para que este sacrificio, mío y vuestro, sea
agradable a Dios, Padre todopoderoso.
Todos: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria
de su Nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia. (→ Este es el
Compendio de la Misa)

✞ ✞ ✞ Oración sobre las Ofrendas

*** Se llevan al altar los dones; el pan y el vino. *** Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro
espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios
nuestro. *** Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.

Recibe, Señor, las oraciones de tu pueblo junto con la ofrenda de este sacrificio, para
que, por la intercesión de santa María, Madre de tu Hijo, no quede frustrado ningún
buen deseo ni petición alguna sin respuesta. Por Jesucristo, nuestro Señor.
O bien:
Que la humanidad de tu Unigénito sea nuestro socorro, Señor, y el que al nacer de la
Virgen no menoscabó la integridad de su Madre, sino que la santificó, nos libre del peso
de nuestros pecados y vuelva nuestra ofrenda aceptable para ti. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
Señor Dios nuestro: Con profunda fe profesamos que Jesús, tu Hijo viviente, se hará
presente entre nosotros en estos signos de pan y vino. Que él nos fortalezca con su
Espíritu para seguirle a donde quiera llevarnos, aun a través de dolor y de muerte, para
que podamos compartir con él tu gloria y tu alegría eternas, porque él es nuestro Señor
y Salvador por los siglos de los siglos.
a) Acción de gracias
El Señor esté con vosotros. R/ Y con tu espíritu. Levantemos el corazón R/ Lo tenemos
levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/ Es justo y necesario.
Prefacio I de la Bienaventurada Virgen María. La maternidad de María
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Y alabar, bendecir y proclamar tu gloria en la veneración de santa María, siempre virgen.
Porque ella concibió a tu único Hijo por obra del Espíritu Santo, y, sin perder la gloria de
su virginidad, derramó sobre el mundo la luz eterna, Jesucristo, Señor nuestro.
• Gracias Buen Jesús por acompañarme en mi caminar, gracias por tu presencia de
amigo en esta oración. Sé que Tú no ves mi pecado, sino que tu misericordia puede
mucho más que mi fragilidad. Ayúdame a que como San Pedro pueda yo también decir
que “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Que nunca tema confesar tu nombre, y
siempre tu gracia encuentre un terreno fértil en mí. Amén.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria...
Por Él, los ángeles alaban tu gloria, te adoran las dominaciones, tiemblan las potestades,
los cielos, sus virtudes y los santos serafines te celebran unidos en común alegría.
Permítenos asociarnos a sus voces cantando humildemente tu alabanza:
b) Santo: con esta aclamación toda la asamblea, uniéndose a las jerarquías celestiales, canta o recita
las alabanzas a Dios.

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu
gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el
cielo.
c) Epíclesis Se implora el poder divino para que los dones se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de
Cristo, y para que la víctima inmaculada que se va a recibir en la comunión sea para salvación de quienes
la reciban.

Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por
Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas
todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin
mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso. Por eso, Padre, te suplicamos que
santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera
que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que
nos mandó celebrar estos misterios.
d) Narración de la institución y consagración. Con las palabras y gestos de Cristo, se
realiza el sacrificio que él mismo instituyó en la última cena. Momento más solemne de la Misa; es la
transubstanciación: pan y vino desaparecen al convertirse en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de
Cristo. Dios se hace presente ante nosotros con todo su amor. ¡Bendito Jesus en el Santísimo sacramento
del Altar!

Porque Él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y dando gracias te
bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen y coman todos de él,
porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes".
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dando gracias te bendijo, y lo pasó a
sus discípulos, diciendo: "Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi
Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por
muchos para el perdón de los pecados. Hagan esto en conmemoración mía".
e) Anámnesis. La Iglesia, al cumplir este encargo que, a través de los Apóstoles, recibió de Cristo
Señor, realiza el memorial del mismo Cristo, su Reactualización, recordando principalmente su
bienaventurada pasión, su gloriosa resurrección y la ascensión al cielo.

Éste es el sacramento de nuestra fe. R/ Anunciamos tu muerte, proclamamos tu


resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
f) Oblación. La asamblea ofrece al Padre la víctima inmaculada, y con ella se ofrece cada uno de los
participantes.

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su


admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te
ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia y reconoce en ella la Víctima por cuya
inmolación quisiste devolvemos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la
Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un
solo espíritu.
Que Él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto
con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y los mártires, (san
N.: santo del día o patrono) y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener
siempre tu ayuda.
Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al
mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu
servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N., al orden episcopal, a los presbíteros y
diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.
g) Intercesiones. Con ellas se da a entender que la Eucaristía se celebra en comunión con toda la
Iglesia, celeste y terrena, y que la oblación se hace por ella y por todos sus miembros, vivos y difuntos.

Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia, en el
domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida
inmortal. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el
mundo.
A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor
nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Padre eterno, te ofrecemos la Preciosísima Sangre de Jesús, con todas las
Misas celebradas en el mundo en éste día, por las benditas Almas del
Purgatorio. Y Concédeles, Señor, el descanso eterno y brille para ellas la luz
perpetua. Amén.
h) Doxología final. Se expresa la glorificación de Dios y se concluye y confirma con el amen del
pueblo.
Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del
Espíritu Santo, todo Honor y toda Gloria por los siglos de los siglos. Amén
✞ ✞ ✞ Rito de la comunión
Significa "común unión". Al acercarnos a comulgar, además de recibir a Jesús dentro de nosotros y de
abrazarlo con tanto amor y alegría, nos unimos a toda la Iglesia en esa misma alegría y amor.

a) Introducción al Padrenuestro
Con las palabras de Jesús nuestro Señor oremos al Padre de todos para que su reino venga a cada
persona de la tierra.

• Oremos a nuestro Padre misericordioso nos conceda la gracia de reconocer a Jesús en


nuestro camino, amarlo, adorarlo, y decirle: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
• Unidos en el amor de Cristo, por el Espíritu Santo que hemos recibido, dirijámonos al
Padre con la oración que el Señor nos enseñó:
R/ Padre nuestro…
b) Rito de la Paz
Los fieles imploran la paz y la unidad para la iglesia y para toda la familia humana y se expresan
mutuamente la caridad antes de participar de un mismo pan.

Líbranos, Señor.
Líbranos, Señor de todos los males, y concédenos la paz en nuestros días, para que
ayudados por tu misericordia, vivamos libres de pecado y protegidos de toda
perturbación, y aguardando la venida gloriosa de Jesucristo, nuestra esperanza.

R/. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.


Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no
tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R/.
Amén.
La paz del Señor esté siempre con ustedes. R/. Y con tu espíritu.
Dense fraternalmente la paz.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Danos la paz.
Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Señor, que nos dice: “sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el
poder de la Muerte no prevalecerá contra ella”.
• Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la
cena del Señor.
R. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya
bastará para sanarme.
c) El gesto de la fracción del pan: Significa que nosotros, que somos muchos, en la comunión
de un solo pan de vida, que es Cristo, nos hacemos un solo cuerpo (1 Co 10,17)

Antífona de la comunión Cf. Lc 11, 27


Bienaventurado el vientre de María, la Virgen, que llevó al Hijo del eterno Padre.

✞ ✞ ✞ Oración después de la Comunión

Al recibir estos sacramentos del cielo, imploramos de tu misericordia, Señor, que


cuantos nos alegramos en la memoria de la bienaventurada Virgen María, consigamos
colaborar, a imitación suya, en el misterio de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
Oh Dios de poder y majestad: Tu Hijo Jesucristo se ha hecho presente aquí entre
nosotros sin ningún despliegue de poder, sino más bien como el siervo humilde de sus
hermanos y hermanas. Que los que llevan en la Iglesia el peso de la autoridad lleguen a
ser, cada vez más, como tu Hijo Jesús. Que, indiferentes al prestigio y al poder, reflejen
en sus vidas y en su ministerio la misma actitud de tu Hijo, que vino no a ser servido
sino a servir. Y que sea ése su camino para ser grandes a los ojos de Dios, en Cristo
Jesús, nuestro Señor.

4 RITO DE CONCLUSION
Consta de saludo, bendición sacerdotal, y de la despedida, con la que se disuelve la asamblea, para que
cada uno vuelva a sus honestos quehaceres alabando y bendiciendo al Señor.

✞ ✞ ✞ Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos. R/ Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! R/ ¡Venga tu Reino!

Consagración a María
Termina esta oración rezándole a María.
Madre del Redentor, Virgen fecunda puerta del Cielo siempre abierta, estrella del mar
ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar. Ante la admiración de cielo y
tierra, engendraste a tu Santo Creador, y permaneces siempre Virgen, recibe el saludo
del ángel Gabriel y ten piedad de nosotros pecadores.

Oracion a San Miguel Arcángel.


San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad
y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde
súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido,
arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo
para la perdición de las almas. Amén

✞ ✞ ✞ Bendición

Hermanos: Hemos oído a Pedro proclamar: “Tú eres el Mesías, el Cristo, el Hijo del Dios
vivo”. Esta es también nuestra profesión de fe, y ella cambia toda nuestra vida. A Cristo
pertenecemos, somos sus discípulos.
Ojalá seamos buenos discípulos suyos, con la bendición de Dios todopoderoso, el Padre,
el Hijo ✠ y el Espíritu Santo, y que esta bendición permanezca para siempre.

R/ Amén.
Podemos ir en paz. R/. Demos gracias a Dios.

✞ ✞ ✞ Abba Padre, gracias te doy por enseñarme a Cristo histórico. Y ahora, por tu gracia
y Espíritu Santo concédeme fortalecer la fe, para caminar con Cristo, por Cristo y en
Cristo, ya no histórico, sino Pan vivo bajado del cielo.
«Tú eres Cristo, el Hijo de Dios Vivo» Mt 16, 16

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