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109 Ma 18STO MT 14, 22-36 Animo Soy Yo No Temais Hombre de Poca Fe Num 12, 1-13

El documento presenta un resumen de la lectura del día de la semana 18 del Tiempo Ordinario, Ciclo B. La primera lectura narra cómo María y Aarón murmuraban contra Moisés por haber tomado una mujer cusita como esposa. El Señor se enoja con ellos y castiga a María con lepra. Aarón pide perdón por su pecado. Moisés ruega a Dios que sane a María.

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109 Ma 18STO MT 14, 22-36 Animo Soy Yo No Temais Hombre de Poca Fe Num 12, 1-13

El documento presenta un resumen de la lectura del día de la semana 18 del Tiempo Ordinario, Ciclo B. La primera lectura narra cómo María y Aarón murmuraban contra Moisés por haber tomado una mujer cusita como esposa. El Señor se enoja con ellos y castiga a María con lepra. Aarón pide perdón por su pecado. Moisés ruega a Dios que sane a María.

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Martes – 18 semana T. Ordinario Ciclo B.

Año I (Num 12, 1-13; Mt 14, 22-36)

INVOCACION DEL ESPIRITU SANTO

✞ ✞ ✞ Padre, en Tus manos abandono mi vida y todo mi ser, para que me vacíes de todos
los pensamientos, palabras, obras, deseos e imágenes que me separan de Ti.
Calma mi sed y sacia mi hambre, lléname de Ti. Con humildad te entrego mi intención
de consentir tu Presencia y acción en mí, sáname, transfórmame, hazme de nuevo.
Ahora mismo anhelo y te pido a nombre de tu Hijo Jesús que me des al Espíritu Santo;
pues ya dispuesta mi alma, por tu gracia y misericordia; espera la luz que abra mi
mente y mi corazón para escucharte y ahí en mi meditación dejarme encontrar,
sorprender, seducir, tocar, y guiar por Ti.
Dime lo que quieres de mi para hacer Tu voluntad y no la mía. Dame el don de la
contemplación y la gracia para ver, aceptar y perseverar sin apegos, en este camino
hacia la Gloria.

✞ ✞ ✞ Señor Jesús, que tu Espíritu, nos ayude a leer las Sagradas Escrituras en el mismo
modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús.
Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de
Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía
ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los
acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren.

Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús,
podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú
estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo
pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu.
Amén

✞✞✞
Jesús, enséñame a gustar la infinitud del Padre. Háblame, Señor Jesús, acerca del
Padre. Hazme niño para hablarme de Él como los padres de la tierra conversan con sus
pequeños; hazme amigo tuyo para hablarme de Él como hablabas con Lázaro en la
intimidad de Betania; hazme apóstol de tu palabra para decirme de Él lo que
conversabas con Juan; recógeme junto a tu Madre como recogiste junto a ella a los doce
en el Cenáculo..., lleno de esperanza para que el Espíritu que prometiste me hable
todavía de Él y me enseñe a hablar de Él a mis hermanos con la sencillez de la paloma y
el resplandor de la llama (G. CANOVAI, Suscipe Domine).
“JESÚS: EN MIS DUDAS Y POCA FE, ANÍMANOS”
 «Betsaida. Jesús mandó los discípulos a la otra orilla, y despedía la
gente».
 «Después de orar, al final de la noche, Jesús se acercó a ellos caminando
sobre el lago. Y al verlo se asustaron: Es un fantasma. Y gritaban de
miedo».
 «Jesús: ¡Ánimo! Soy yo, no temáis. Pedro: Si eres tú, mándame ir a ti
sobre las aguas. Jesús: Ven. Pedro saltó y andaba hacia Jesús. Al ver
violencia del viento se asustó y al empezar a hundirse, gritó: ¡Señor,
sálvame!».
 «Jesús lo agarró y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?
Subieron a la barca y el viento se calmó. Y se postraron ante Jesús,
diciendo: Verdaderamente, eres Hijo de Dios».

1 RITOS INICIALES
✞ ✞ ✞ Antífona de entrada: Sal 104, 3-4

Que se alegren los que buscan al Señor. Recurrid al Señor y a su poder, buscad
continuamente su rostro.
Monición de entrada
Celebramos la muerte en Cristo de nuestros hermanos. La fe nos asegura que el que
cree en Cristo, aunque haya muerto, vivirá. Que el Misterio pascual de Cristo, que nos
disponemos a celebrar, aliente en nosotros esta fe y esta esperanza. Y puesto que
nuestros hermanos profesaron esta misma fe, les encomendamos a las manos
misericordiosas de Dios para que alcancen la gloria y la vida para siempre que
esperaron.

Nos reunimos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
✞ ✞ ✞ Saludo al altar y pueblo congregado

Misa de Feria. Martes de la XVIII semana del Tiempo Ordinario, feria (o misa por los
difuntos). 03 de Agosto 2021
• La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté
siempre con nosotros.

✞ ✞ ✞ Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

• Nos ponemos en tu presencia Espíritu Santo, ilumínanos con tu luz, abre nuestros
corazones para ser dóciles a tus inspiraciones.
• ¡Creo Señor, pero aumenta mi fe! Quédate conmigo en este espacio de encuentro
contigo. Que pueda confiar cada vez más en Ti, para que a semejanza de San Pedro,
pueda ir creciendo en la certeza de que contigo no hay nada que perder.

✞ ✞ ✞ Introducción por el Celebrante.

Uno de los pecados más graves que existen es la murmuración, pues ésta es causa de
muchas desventuras. Cuando hablamos mal de las personas, esto en general, no ayuda
a la persona, pues ésta será la última en saberlo mientras que en su alrededor se va
creando la "difamación".
Evangelio. El simbolismo de la narrativa del evangelio es muy fuerte. El agua
embravecida del mar representa al mal, que traga a la gente. Jesús, el Señor, es más
fuerte. Él invita a los discípulos y a la Iglesia entera a arriesgarse, desde la fe, a
seguirle. La fe es insegura por sí misma; tenemos que pasar a través de las tormentas
de la vida entre la fe y el temor. Pero el Señor está ahí, invisible, asegurándonos: “Soy
yo; Yo estoy con ustedes. No teman.”

✞ ✞ ✞ Acto penitencial

El Señor Jesús, que nos invita a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, nos llama ahora
a la conversión. Reconozcamos nuestra indignidad, debilidad, y nuestros pecados e
invoquemos con esperanza la misericordia de Dios.
Jesucristo, el justo, intercede y nos reconcilia con el Padre. Abramos, pues, nuestro
espíritu al arrepentimiento. … Un poco de silencio…
• Perdóname Señor por todos los momentos en que me quedo centrado en mí mismo y
me olvido de mirarte. Sé que tu amor es más fuerte y que con tu misericordia me
ayudas a levantarme una y otra vez de cada caída.
¡Señor, ten piedad! ¡Cristo, ten piedad! ¡Señor, ten piedad!

✞ ✞ ✞ Gloria a Dios.
Se canta o se recita los domingos, fuera de los tiempos de Adviento y Cuaresma, en las
solemnidades y en las fiestas y en algunas peculiares celebraciones más solemnes.

✞ ✞ ✞ Oración Colecta:

• Dios todopoderoso y eterno, Señor de vivos y muertos, que derramas sobre todos tu
misericordia, humildemente te suplicamos que aquellos por quienes oramos, consigan,
en tu bondadosa clemencia, el perdón de sus pecados, y, felices, gocen contigo
alabándote siempre. Por nuestro Señor Jesucristo.
Señor Dios nuestro: Estamos constantemente tensos entre el miedo y la fe mientras
peleamos con el viento y con las olas que amenazan nuestra fidelidad al evangelio.
Señor, danos la gracia de saber aceptar que la fe nunca es humanamente segura ni
adquirida de una vez para siempre. Hazla crecer en nosotros día a día, para que no
seamos pusilánimes y timoratos sino que sigamos resuelta y coherentemente a tu Hijo,
Jesucristo, nuestro Señor.

2 LITURGIA DE LA PALABRA
✞ ✞ ✞ Primera lectura: Números 12, 1-13

No hay otro profeta como Moisés ¿cómo os habéis atrevido a hablar contra él?
En aquellos días,
1 María y Aarón murmuraban contra Moisés a causa de la mujer cusita que éste había
tomado por esposa.
2 Decían: -¿Acaso ha hablado el Señor sólo con Moisés? ¿No ha hablado también con
nosotros? El Señor lo oyó.
3 Moisés era el hombre más humilde y sufrido del mundo.
4 El Señor dijo a Moisés, a Aarón y a María: -Id los tres a la tienda del encuentro. Así lo
hicieron.
5 El Señor descendió en la columna de nube y se detuvo a la entrada de la tienda. Llamó
a Aarón y a María, y ambos se acercaron.
6 El Señor les dijo: -Oíd mis palabras: Cuando hay entre vosotros un profeta, yo me
revelo a él en visión y le hablo en sueños.
7 Pero con mi siervo Moisés no hago esto, porque él es mi hombre de confianza.
8 A él le hablo cara a cara, a las claras y sin enigmas. Moisés contempla el semblante
del Señor. ¿Cómo os habéis atrevido a hablar contra mi siervo Moisés?
9 El Señor se irritó contra ellos y se fue.
10 Apenas había desaparecido la nube de encima de la tienda, María apareció cubierta
de lepra, blanca como la nieve. Aarón se volvió hacia María y la encontró cubierta de
lepra.
11 Aarón dijo a Moisés: -Perdón, mi Señor. No nos hagas responsables del pecado que
neciamente hemos cometido.
12 No dejes a María como un aborto, que sale ya medio consumido del vientre de su
madre.
13 Moisés clamó entonces al Señor diciendo: -¡Oh Dios, sánala, por favor!
PALABRA DE DIOS. R/TE ALABAMOS, SEÑOR
www.evangelizacion.org.mx

Meditatio
Uno de los pecados más graves que existen es la murmuración, pues ésta es causa de
muchas desventuras. Cuando hablamos mal de las personas, esto en general, no ayuda
a la persona, pues ésta será la última en saberlo mientras que en su alrededor se va
creando la "difamación". La difamación está unida a la murmuración y requiere
reparación para que sea perdonada en el sacramento de la reconciliación, pues la gente
tiene derecho a su fama, no importa cuál sea la realidad que uno conozca de ella.
Difamar no es decir cosas falsas de la persona, sino decir cosas verdaderas que ponen
en mal a la persona. Moisés había tomado una mujer que no era del pueblo lo cual era
algo verdadero; sin embargo, el Señor había pedido que no emparentaran con los
pueblos vecinos. Esto lo debían de haber visto con Moisés directamente y no entre los
hermanos. Todos somos seres falibles, débiles que comentemos un sinnúmero de
errores. Sin embargo, estos no tienen por qué ser publicados. Esos errores deben ser
tratados por el confesor.
Ahora bien, si realmente queremos ayudar al hermano, si de veras lo amamos, debemos
de tener valor para corregirlo, para decirle en qué falta ha incurrido y de esta manera
ayudarle a salir de esta falta o de este error. Comentarlo con otra persona en nada
beneficia al hermano, al contrario, la desprestigia creando a su alrededor mala fama, por
un error que puede ser corregido cuando se le hace saber. No demos rienda suelta a
nuestra lengua. Atémosla al amor y a la razón.
Oratio
Señor, no permitas que murmure de mi hermano sino que, por el contrario, enséñame a
practicar la corrección fraterna para que ayude a mi hermano a salir de su pecado y a mí
me ayude a ser un buen cristiano.
Actio
Trabajaré para no hablar mal de alguien, sino que le corregiré si yerra.
www.santaclaradeestella.es

El presente fragmento del libro de los Números introduce a los tres personajes clave del
éxodo: Moisés, Aarón y María, su hermana. En medio de ellos está presente Dios como
juez, amigo y protector de Moisés.
Tampoco entre los grandes hombres faltan piedras de tropiezo, habladurías y envidias.
Éste es el caso de Aarón y María, incapaces de considerar a Moisés en toda su grandeza,
como elegido de Dios, por el simple hecho de que había tomado como esposa a una
mujer etíope. Quieren ser como él, tal vez más que él; ser investidos también ellos de
un poder profético como el del caudillo de Israel. Pero Dios viene en ayuda de su siervo,
le defiende y realiza un juicio solemne. El lugar de esta teofanía de YHWH es la «tienda
del encuentro», lugar de la presencia (Shehinah) del mismo Dios, donde está presente
con su gloria (kabod), simbolizada por la columna de nube y por la nube misma, que
marca la presencia y el ausentarse de Dios (cf. w. 5.10).
Allí tiene lugar un juicio tan severo como sincero. Dios toma la defensa de Moisés. Entre
la multitud de profetas presentes en el pueblo, es Moisés el profeta por excelencia; más
aún, es el amigo y confidente de Dios. Las palabras con las que YHWH toma la defensa
de Moisés son emotivas y ponen de manifiesto su singular elección como amigo y
confidente: «A él le hablo cara a cara, a las claras y sin enigmas. Moisés contempla el
semblante del Señor» (v. 8). El texto transmite la convicción del pueblo sobre la
grandeza de Moisés, el amigo de Dios, del mismo modo que se revela en otros
fragmentos del Pentateuco.
El castigo infligido a María nos parece excesivo. Sin embargo, se trata de un signo. Y, de
nuevo, la oración confiada de Moisés, la audacia que muestra al pedir a Dios la curación,
manifiesta de verdad que habla a Dios con la audacia confiada de un amigo.
www.Dioscadadía.Bastin,Pinkers,Teheux

Entre el viento y la tempestad. Números 12, 1-13. Para muchos autores, Números
12 ha fusionado dos tradiciones. La primera, yahvista, sólo ha dejado algunas huellas y
cuenta las críticas de que fue objeto el matrimonio de Moisés con una mujer madianita,
sin que se sepa exactamente el motivo de la crítica. María, la hermana de Moisés, fue
castigada con la lepra a causa de estas críticas, y sólo debió su curación a la
intervención de aquel a quien había criticado.
La segunda fuente, que es elohísta, resulta particularmente interesante. En efecto, por
encima del debate suscitado por la supremacía de Moisés con respecto a Yahvé, aparece
todo el conflicto entre los profetas de vocación y los profetas de oficio. Este conflicto
apasionó al reino del Norte en el siglo VIII.
Por una parte, existen los profetas de oficio; por otra, los carismáticos. A los primeros,
Yahvé sólo les habla en visiones o en sueños; sus medios de interpretación no se
diferencian de los de los profetas extranjeros, como Balaam, por ejemplo (cfr Nm 22-
23). A estos profetas que sólo conocen a Dios "como a tientas" (J. de Vaux, citando Hch
17,27), el autor elohísta opone la autoridad de Moisés y, a través de ella, la de los
profetas de vocación, que están en contacto directo con el espíritu de Yahvé. Este
carisma está, por otra parte, ligado a su misión misma, pues lo que les es confiado es
nada menos que toda la "casa" del Señor.
El salmo 50 responde al conflicto surgido entre Moisés y sus colaboradores; es el
conflicto del pueblo con Yahvé.
www.fraynelson.com

1. Hasta envidias soportaba


1.1 Parecería lo más lógico que cuando Dios suscita a un líder para bien de todos, todos
lo acojan y vean en él un regalo que la Providencia les concede. Pero el mundo de los
humanos no está hecho de manera lógica, y por eso lo más común no es lo más lógico
ni lo más frecuente es lo verdaderamente natural.
1.2 Hoy tenemos en la primera lectura una escena bochornosa de envidias de familia.
Uno a veces se siente tentado de preguntarse por qué un texto así está en la Biblia.
1.3 Y sin embargo, es una fortuna que la Biblia nos hable de todas esas cosas que están
en la vida humana y que, si no estuvieran en la Escritura, quedarían sin ser aclaradas,
iluminadas, saneadas y, en últimas, bendecidas.
1.4 El pecado ocupa mucho espacio del Libro Santo por excelencia, precisamente porque
toda la revelación bíblica es un relato estupendo de cómo el pecado no tiene la última
palabra.
1.5 Pero lo que aparece en primer lugar es cómo el pecado trae consecuencias y cómo
esas consecuencias recaen sobre el mismo pecador, como le sucedió a esta María,
celosa del puesto de privilegio de su hermano Moisés en los planes de Dios.
1.6 Luego viene la parte del arrepentimiento. El que siente su propia fealdad, se aterra,
se asusta, pero ese disgusto es bueno en la medida en que invita a conversión y mueve
a pedir ayuda, como hemos visto también en el relato de hoy. Y así, una historia de
pecado no es una aburrida historia de fracaso sino, en último término, una preciosa
historia de gracia.
http://www.caminando-con-jesus.org

El autor de este texto nos habla claramente de una preferencia de Dios hacia Moisés. Así
lo ha entendido siempre la tradición del pueblo de Dios. Moisés ha vivido una intimidad
con Dios incomparable con la de cualquier otro profeta. No ha sido Moisés quien se
arrogó este privilegio, por eso no se lo puede cuestionar, sino al mismo Dios. Por esta
razón, Aarón se arrepintió de sus murmuraciones.

✞ ✞ ✞ Salmo

Sal 50, 3-4. 5-6. 12-13


R. Misericordia, Señor, hemos pecado.
V. Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava
del todo mi delito, limpia mi pecado.
R. Misericordia, Señor, hemos pecado.
V. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado. Contra ti, contra ti
solo pequé, cometí la maldad que aborreces.
R. Misericordia, Señor, hemos pecado.
V. Mira, en la culpa nací. En la sentencia tendrás razón, en el juicio resultarás inocente.
Pecador me concibió mi madre.
R. Misericordia, Señor, hemos pecado.
V. Oh, Dios, crea en mi un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme. No
me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu.
R. Misericordia, Señor, hemos pecado.

✞ ✞ ✞ Aleluya

Jn 1, 49b
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.
R. Aleluya, aleluya, aleluya.

✞ ✞ ✞ “Padre, dame tu bendición”: “El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies
dignamente su Evangelio en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”

✞ ✞ ✞ Lectura del Santo Evangelio según: Mateo 14, 22-36

Mándame ir a ti sobre el agua.


En aquel tiempo, después de haber saciado a la gente,
22 mandó a sus discípulos que subieran a la barca y que fueran delante de él a la otra
orilla, mientras él despedía a la gente.
23 Después de despedirla, subió al monte para orar a solas. Al llegar la noche estaba allí
solo.
24 La barca, que estaba ya muy lejos de la orilla, era sacudida por las olas, porque el
viento era contrario.
25 Al final ya de la noche, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el lago.
26 Los discípulos, al verlo caminar sobre el lago, se asustaron y decían: -Es un
fantasma. Y se pusieron a gritar de miedo.
27 Pero Jesús les dijo en seguida: -¡Ánimo! Soy yo, no temáis.
28 Pedro le respondió: -Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti sobre las aguas.
29 Jesús le dijo: -Ven. Pedro saltó de la barca y, andando sobre las aguas, iba hacia
Jesús.
30 Pero al ver la violencia del viento se asustó y, como empezaba a hundirse, gritó: -
¡Señor, sálvame!
31 Jesús le tendió la mano, lo agarró y le dijo: -¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has
dudado?
32 Subieron a la barca y el viento se calmó.
33 Y los que estaban en ella se postraron ante Jesús, diciendo: -Verdaderamente, eres
Hijo de Dios.
34 Terminada la travesía, tocaron tierra en Genesaret.
35 Al reconocerlo los hombres del lugar, propagaron la noticia por toda aquella comarca
y le trajeron todos los enfermos.
36 Le suplicaban que les dejara tocar siquiera la orla de su manto, y todos los que la
tocaban quedaban sanos.
PALABRA DEL SEÑOR. R/ GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS.

✞ ✞ ✞ “Que por el Evangelio sean perdonados nuestros pecados veniales”


Del Papa Benedicto XVI, Ángelus 7-agosto-2011
Pedro camina sobre las aguas no por su propia fuerza, sino por la gracia divina, en la
que cree; y cuando lo asalta la duda, cuando no fija su mirada en Jesús, sino que tiene
miedo del viento, cuando no se fía plenamente de la palabra del Maestro, quiere decir
que se está alejando interiormente de él y entonces corre el riesgo de hundirse en el
mar de la vida. Lo mismo nos sucede a nosotros: si sólo nos miramos a nosotros
mismos, dependeremos de los vientos y no podremos ya pasar por las tempestades, por
las aguas de la vida. El gran pensador Romano Guardini escribe que el Señor "siempre
está cerca, pues se encuentra en la razón de nuestro ser. Sin embargo, debemos
experimentar nuestra relación con Dios entre los polos de la lejanía y de la cercanía. La
cercanía nos fortifica, la lejanía nos pone a prueba" (Accettare se stessi, Brescia 1992,
p. 71).
Evangelio del día: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”
Pedro, hombre rudo, pescador de profesión, hoy experimenta lo impensable. Tiene
miedo de estar en el mar que tantas veces había atravesado y en el que había pasado
horas trabajando. ¡Como si no supiera nadar! Muchas veces nos pasa lo mismo. Tantas
situaciones que hemos atravesado en la vida. Pero todavía tenemos miedo. Dice la
lectura que Pedro sintió el viento y se llenó de temor. No sintió las aguas, sino del
viento. Cuántas veces un pequeño vientecito nos tambalea, las cosas más pequeñas nos
hacen dudar. En realidad qué pequeños y frágiles somos. Nuestras fuerzas qué
insuficientes son para ser santos.
No nos olvidemos nunca de esa frase tan importante que Pedro gritó hoy: ¡Sálvanos,
Señor! Sólo con la mirada fija en Jesús podemos seguir adelante. Mientras Simón tiene
los ojos fijos en Jesús, camina sobre las aguas con paz. Pero cuando, desconfiado, mira
hacia abajo y clava su mirada en las olas, se hunde. ¿Dónde tienes puesta la mirada? A
veces en nuestro combate espiritual estamos muy centrados en los problemas, pecados
y dificultades y así nos hundimos. La mirada no tiene que estar tan centrada en los
obstáculos, porque el objetivo no es ser perfectos, sin tacha ni error. La mirada tiene
que estar puesta en la meta, que es Cristo. Solo con los ojos en la meta vivimos con
esperanza, y así tiene sentido la vida cristiana. Que el deseo de estar con Cristo, que
nos acepta así como somos, sea lo que nos mueva a seguir adelante con valentía.
¡Señor, sálvame!
“¡Señor, sálvame!” Eso gritan muchos casados, muchos que contrajeron matrimonio en
medio de la tormenta de un noviazgo inseguro y plagado de infortunios, pero la pasión
de la tormenta en el mar, les hizo querer nadar sobre las aguas, y sin Dios, ¡se
hundieron!
Amigos, hijos de Dios, este mes, tal y como os anuncié, las meditaciones del evangelio
son oportunas para hablar del matrimonio, de los que quieren casarse bien, sin
naufragar, sin tener que gritar llenos de dolor, cuándo ya es tarde: “¡Señor, sálvame!” Y
sí, expresamente lo he puesto en masculino, porque es el hombre, aun hoy, quien
propone con firmeza el matrimonio. Puede la mujer querer casarse, pero si el hombre no
cede; no hay boda; así que también es el hombre el más responsable del fracaso
matrimonial, y a él van dirigidas mis siguientes palabras: Sé de Cristo y navega en el
mar de la confianza puesta en Aquel que te salva de todo mal, si navegas con Él; si
sales a la mar, a la vida, con Él, no naufragarás. Dios debe de ser tu Rey, y la Virgen
María, tu Reina.
Muchos fracasan en el matrimonio porque no aman a la Virgen María, porque no han
confiado a Ella la intercesión de su vida.
Claro que hay mujeres que engañan, porque en la debilidad está la mentira, pero
además de las palabras, uno tiene que ver, que observar la vida real de la mujer: ¿qué
hace?, ¿qué ha hecho?
Sí, también hay hombres que mienten, y también una mujer debe de preguntarse si las
obras, si la historia de este hombre en cuestión, tienen en su haber la práctica de sus
palabras; ¡hay muchos charlatanes, hijas de María!
Ambos, a los dos os pido, que busquéis ante todo en el otro LAS OBRAS DE SU FE; así
no tendréis que pedir socorro.
“¡Señor, sálvame!”; y Jesús responde: “-Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?” Uno
no puede dudar de que con Dios todo lo bueno lo ha de lograr en este mundo, incluso el
caminar sobre las aguas.
Con Dios todo se puede, incluso hacer una buena boda. El matrimonio es otra cosa;
primero hay la boda, luego vendrán los días del matrimonio, que serán mejores o
peores, depende de cómo haya sido la boda. Mañana te lo explico, mi querido hijo, mi
querida hija. Estoy convencido de que este mes, muchos más vendrán a leerme para
saber y comprender. Que todo sea para mayor gloria de Dios, al que amamos, el que
salva al náufrago.
P. Jesús

1 Contexto. La palabra se ilumina.


www.sanJeronimo.Brown,Fitzmyer,Murphy

Caminando sobre el agua (14,22-36). Cf. Mc 6,4552; Jn 6,15-21.


22. ir delante de él a la otra orilla: Los discípulos cruzan hacia el territorio gentil.
23. para orar a solas: La oración nocturna solitaria de Jesús es modelo para los
cristianos, que, junto a la oración en común, en ocasiones necesitan también períodos
de silenciosa oración personal en contacto con la naturaleza.
La geografía resulta vaga; no hay «montañas» en la inmediata vecindad del lago a las
que Jesús pudiera retirarse, pero el término quizá se aplica con cierta libertad.
Para rezar: Esta es una de las pocas ocasiones en que Jesús se retira para rezar a solas
(cf. 26,36-46).
24. el viento estaba contra ellos: En esta escena idealizada, el viento representa las
fuerzas hostiles del mundo.
Muchos estadios: Donde Mc dice que la barca estaba en medio del mar, Mt puntualiza
«muchos estadios»; el stadion equivalía a unos 185 metros.
25. caminando sobre el mar: En los mitos cananeos y en el AT, el Señor domina las
olas de la muerte (Sal 77,19; Job 9,8; 38,16a; 1s 43,16; Eclo 24,s-6).
La cuarta vigilia: La última de la noche, un período de unas tres horas antes de
amanecer.
26. un fantasma: En Mc, el viento deja de soplar y los discípulos se asombran; Mt,
como de costumbre, omite la observación de Mc en el sentido de que los discípulos no
comprendían aún. En su lugar pone una confesión muy explícita, que no sólo anticipa
16,16, sino que casi hace que 16,16-18 resulte sin sentido. El episodio resulta tan
singular en la narración de los sinópticos, que muchos comentaristas proponen que su
contexto original sería después de la resurrección de Jesús. Tanto si es éste su contexto
original como si no lo es —y parece probable que lo sea—, este relato, al igual que el
anterior, tiene un significado simbólico. Con este capítulo se inicia la parte de Mt que ha
sido llamada eclesiástica. Los discípulos en la barca representan, de manera no
demasiado sutil, a la Iglesia, de la que Jesús nunca está lejos, aun cuando la situación
sea amenazadora y a él no se le vea.
27. soy yo: Jesús comparte el poder divino de salvar (Sal 18,17-18; 144,7; Ex 3,14; 1s
43,10; 51,12).
28. sobre el agua: Solamente Mt añade el incidente de Pedro, que intenta caminar
sobre el agua. Esta adición aumenta el significado simbólico del relato. Pedro adquiere
un puesto de mayor relieve en el libro cuarto de Mt. Se afirma claramente su posición
entre los Doce; aquí se sugiere que Pedro tiene unas responsabilidades que no son
compartidas por los otros. Para hacer frente a estas responsabilidades habrá de tener fe.
La fe de Pedro es también un tema prominente en el relato de la confesión de Pedro
(16,13-23).
29. Pedro... caminaba sobre las aguas: Mateo inserta cuatro versículos (28-31) en
su fuente marcana para dar un puesto de relieve a la figura de Pedro, como también lo
hacen sus otras dos tradiciones especiales (16,17-19; 17,24-27). El comportamiento de
Pedro no tiene sentido sino como combinación de un amor impulsivo y una fe debilitada
por la duda. Se interconectan aquí elementos típicos de una personalidad singular (cf. Jn
20,28.29).
33. tú eres el Hijo de Dios: En contraste con la conclusión marcana, los discípulos, en
este caso, comprenden y creen; anticipan en parte la confesión de Pedro en 16,16. El
relato en su conjunto narra un milagro de la naturaleza, clasificado en el género de las
epifanías de salvación marítima. Tiene similitudes con 8,18-27, la tempestad calmada,
en cuanto parábola de la Iglesia asediada y símbolo de una fe valiente que avanza hacia
lo desconocido, aunque es vulnerable. (Heil, J. P., Jesus Walking on the Sea [AnBib 87,
Roma 19811.)
Curación de enfermos en Genesaret (14,34-36). Cf. Mc 6,35-56. Se trata de un
sumario que Mateo resume a partir del original marcano. Es una breve perícopa que
generaliza la actividad curativa de Jesús como acontecimiento social y ofrece una
transición a la posterior discusión sobre la pureza ritual.
Mateo ha hecho un resumen de Mc (6,53-56); retiene el orden de Mc, pero abrevia el
material omitiendo algunos detalles gráficos.
34. Genesaret: La fértil llanura entre Cafarnaún y Tiberias. La llanura situada al
noroeste del mar de Galilea, mencionada también por Josefo y considerada como un
territorio fértil y sano.
36. tocar la orla: cf. 9,20. Las orlas del manto de oración de Jesús. Al tocarlas, la
gente realizaba un acto implícito de fe, pero al mismo tiempo, desde una perspectiva
farisea, transferían su impureza a Jesús.
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• El evangelio de hoy nos presenta otra jornada de la vida de Jesús. En este pasaje se
narran aspectos de su vida diaria que la tradición sinóptica ha recogido. Nos referimos a
los momentos de oración y de soledad que pueblan la vida del Maestro. «Después de
despedirla [a la muchedumbre], subió al monte para orar a solas. Al llegarla noche
estaba allí solo» (v. 23). La semejanza con la perícopa referida a Moisés, como orante y
amigo de Dios, nos sugiere la aproximación de ambos personajes.
Ahora bien, aquí se trata de Jesús; no de un amigo, sino del Hijo mismo orando. Una
oración intensa, que dura toda una noche. Un fragmento paralelo de Lucas (6,12), en el
que se alude a que Jesús pasó una noche en oración antes de la elección de los
discípulos, confirma esta costumbre del Señor, una costumbre que despertaba
admiración en los discípulos.
Sobre el fondo de esta presentación del Maestro, que vive el misterio de su relación
orante con Dios, se manifiesta asimismo su trascendencia divino-humana, caminando
sobre las aguas. Las palabras del Maestro tranquilizan a los discípulos, que están llenos
de miedo. El instintivo Pedro, acostumbrado a su mar de Galilea, quiere caminar sobre
las aguas como Jesús. Prueba a hacerlo, pero está a punto de hundirse. El miedo a la
muerte hace brotar de él una oración sentida y profunda, una oración en la que implora
la salvación: « ¡Señor, sálvame!» (v. 30). Con su reacción, Jesús, que reprocha a Pedro
su miedo y denuncia su falta de fe (v. 31), se presenta a nuestros ojos como Salvador, a
la luz de la revelación de su superioridad divina.
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El episodio narrado tiene un claro valor simbólico y contiene un mensaje teológico que
no es difícil identificar. La barca que atraviesa, con los discípulos a bordo, las aguas
agitadas por el viento es imagen de la Iglesia sacudida por los acontecimientos
tumultuosos de la historia. Del mismo modo que ya en el Primer Testamento YHWH
había sacado de Egipto al pueblo elegido y lo había guiado por el desierto hasta la tierra
prometida, así también ahora Jesús socorre al pequeño núcleo que constituirá el
comienzo de las comunidades del nuevo Israel, de la humanidad entera redimida por su
sangre.
Mateo subraya ulteriormente el sentido eclesial del episodio refiriendo -sólo él- el asunto
de Pedro: asegurado por Jesús, camina sobre las aguas, pero inmediatamente después,
preso de la duda, empieza a hundirse; mientras siente que se lo tragan las aguas -de la
muerte- invoca la salvación, y la mano de Cristo le salva (vv. 28-31); el Maestro y el
discípulo suben, por fin, a la barca; vuelve la bonanza, que asegura una navegación
tranquila y segura. Por lo que respecta al género literario, podemos hablar de un «relato
de epifanía»: Jesús, al mostrar su soberanía sobre los elementos naturales
desencadenados -símbolo del mal-, parece anticipar la manifestación de su victoria
pascual sobre la muerte. Las palabras « ¡ánimo! Soy yo, no temáis» (v. 27) revelan la
identidad divina del Nazareno; la expresión «Soy yo» retorna, en efecto, la fórmula del
nombre de Yinvil (cf. Éx 3,14).
Los vv. 28-31, referidos a Pedro, aluden después a la función primacial del apóstol en la
Iglesia. Pedro puede caminar sobre las fuerzas del mal como el Maestro, aunque su fe es
insuficiente -e hombre de poca fe» (v. 31), y necesita la ayuda de Jesús. El v. 33 -propio
de Mateo concluye el relato con una profesión coral de fe en Cristo: «Y los que estaban
en ella se postraron ante Jesús, diciendo: "Verdaderamente eres Hijo de Dios"».
Leyendo el episodio en clave pascual, esta «confesión» de los discípulos corresponde al
acto de adoración que ellos mismos realizaron cuando le encontraron en Galilea después
de la resurrección (Mt 28,17).
El fragmento va seguido de un resumen que pone de relieve el poder salvífico de Jesús
(vv. 34-36). Llega por vez primera junto a Genesaret, pueblo situado en la fértil llanura
de la ribera noroccidental del lago de Galilea, y enseguida le traen «todos los enfermos»
y él los cura a «todos»: es el Salvador de cada hombre, y cada hombre, gracias a él,
puede volver a esperar en la salvación.
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El contexto:
La historia de Jesús caminando sobre el mar sigue a la historia de la alimentación de los
cinco mil. “Por segunda ocasión, los discípulos enfrentan una situación con la que ellos
deben lidiar por sí solos inicialmente, pero Jesús una vez más ‘viene en su rescate’ y los
salva a través de un acto soberano de autoridad” (Martin).
Aunque Marcos 6:45-52 y Juan 6:16-21 también relatan la historia, Mateo es el único
que incluye el suceso sobre Pedro intentando caminar sobre el mar para encontrarse con
Jesús. A pesar de que Mateo usa a Marcos como una de sus fuentes, su final es bastante
diferente. En Marcos, la historia concluye con los discípulos pasmados, sin entender, y
endureciendo sus corazones. En Mateo, los discípulos alaban a Jesús y reconocen que es
el Hijo de Dios.
Esta historia es similar a la de Mateo 8:23-27, donde una tormenta amenazaba con
hundir la barca mientras Jesús dormía. En esa historia, Jesús reprende a los vientos y al
mar, y estos le obedecen. En ambas historias:
• Los discípulos están en la barca.
• En un sentido Jesús está ausente de los discípulos. En Mateo 14, Jesús manda que sus
discípulos se adelanten solos. En Mateo 8, Jesús estaba en la barca, pero estaba
dormido.
• Los discípulos son atrapados por la tormenta y tienen miedo.
• Jesús usa la palabra oligopistos (“de poca fe”) para reprender a sus discípulos.
• Los discípulos se asombran del poder de Jesús. En el relato de Mateo 8, ellos
preguntan “¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y la mar le obedecen?” En el
relato de Mateo 14, ellos dicen “Verdaderamente eres Hijo de Dios”.
Mateo está escribiendo su evangelio cuando los cristianos están siendo perseguidos.
Para ese tiempo, lo más seguro es que Pedro ya fue crucificado. Las historias sobre la
tormenta en el mar, está abordando los asuntos del peligro, el miedo y la fe. En ambas
historias “la barca parece representar a la iglesia, golpeada por las tentaciones, pruebas
y persecuciones. En ambas [historias], Jesús aparece como el defensor de la iglesia, que
es suficientemente fuerte como para salvar a aquellos que claman a él en fe” (Hare,
169). Este pasaje dio mucho consuelo a los primeros cristianos. Mientras que no se les
ahorraba el sufrimiento y la muerte, ellos estaban confiados en que Cristo los salvaría
incluso si tuvieran que morir.
Van Harn describe esto como “tres historias… arregladas de manera concéntrica
alrededor de la persona de Jesús” –siendo la más larga la del Evangelio de Mateo, la
mediana la de los discípulos enfrentando la tormenta, y la más pequeña la de Pedro y
Jesús (Van Harn, 87).
2 Reflexión. ¿Qué nos dice Dios en el Texto? La palabra me ilumina.
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Mateo 14: 22-23, subió al monte a orar apartado


Jesús hace (griego = enankasen, obliga) a los discípulos entrar en la barca e ir a la otra
ribera. Aquí los discípulos no estaban rebelándose o temerarios, sino obedientes. Las
dificultades que experimentan en el mar no son provocadas por ellos, sino que surgen
del cumplimiento del mandato de Jesús.
Jesús despide a la multitud y se va al monte a orar. Estar en el monte señala que este
es un momento importante para Jesús. Ya antes trató de buscar un momento de
soledad, pero la multitud lo interrumpió (14:13). Ahora encuentra la oportunidad para
orar. Mateo nos dice que estaba “apartado” y “solo” enfatizando la naturaleza solitaria
de su oración.
Solamente aquí y en el huerto de Getsemaní (26:36) es que Mateo nos dice que Jesús
estaba en oración. Ambos eran momentos difíciles. Aquí, Herodes ha puesto su atención
en Jesús de una manera no favorable (14:1-12). En Getsemaní, Jesús se preparaba para
morir.
Juan 6:15 nos dice que Jesús se retira porque la multitud venía “para arrebatarle, y
hacerle rey.” Es posible que hace que sus discípulos se adelanten para que no caigan en
el mismo asunto del esfuerzo por hacerlo rey (Morris, 380-381).
Mateo 14:24-27: ¡confiad, Yo soy, no tengáis miedo!
La barca ya estaba lejos de la costa (griego = studious pollous, muchos estadios). Un
estadio mide cerca de 180 metros, y Juan nos dice que los discípulos ya estaban a
veinticinco o treinta estadios, cerca de seis kilómetros, de la costa (Juan 6:19). Esto los
colocaba casi en medio del mar. Estar en un bote, lejos de la costa, en medio de una
tormenta en una pequeña barca es algo muy atemorizante; pero ni Mateo ni Juan nos
dicen que los discípulos tienen miedo por la tormenta. Tal vez estaban exhaustos, sin
embargo, ya que era temprano por la mañana (griego= tetarte de phulake tes nuktos,
en la cuarta vigilia de la noche). La cuarta vigilia es entre las tres y seis de la mañana, y
los discípulos han ido de un gran día con la multitud (la alimentación de los cinco mil)
directamente a la barca en medio de la tormenta. No solamente habían estado
despiertos por muchas horas, sino que también es un trabajo desgastante mantener una
pequeña barca a flote y en curso en el mar y en medio de una tormenta.
“En la literatura bíblica, el mar frecuentemente es representado como el lugar donde
habitan las fuerzas demoníacas y hostiles a Dios. En el Apocalipsis, el reinado final de
dios significa que el mar ya no existirá (21:1)” (Craddock, 400). Tener dominio sobre el
mar es la prerrogativa de Dios. Las Escrituras Hebreas (el Antiguo Testamento) nos
dicen sobre Dios caminando sobre las aguas o abriendo camino a través de las aguas
para los israelitas (Job 9:8; 38:16; Salmo 77:19; Isaías 43:16; 51:9-10; Habacuc 3:5),
pero nunca de un hombre caminando sobre las aguas. Al caminar sobre las aguas,
“Jesús hace lo que solamente Dios puede hacer, y habla con la voz de Dios, ‘Yo soy’”
(Boring, 328).
Jesús viene caminando sobre el mar hacia donde están los discípulos. Mateo ha
identificado a Jesús como Emmanuel, Dios con nosotros (1:23); y esta historia refuerza
ese papel. Como ya se notó antes, en el tiempo en que se escribió este evangelio, la
iglesia de Mateo está luchando con la tormenta de la persecución. Estos cristianos no se
están rebelando, pero están temerosamente sirviendo a Dios. La historia de los
discípulos en el mar, por lo tanto, refleja exactamente la situación de la iglesia de
Mateo. Mantiene la promesa de que Jesús viene a los cristianos en medio de la
tormenta, de que la tormenta no es la última palabra, que Cristo está presente con
nosotros en medio de la tormenta y nos redime, nos salva de ella.
Los estudiosos de la Biblia se han preguntado si esta historia es verdadera
históricamente. Algunos han propuesto que Jesús estaba caminando sobre un banco de
arena cerca de la costa. Sin embargo, esta historia claramente coloca a Jesús bastante
alejado de la costa, y estos hombres, experimentados en el mar, no podían ser
fácilmente engañados. Otros han propuesto que esta historia está mal colocada, y en
realidad es una historia acontecida después de la resurrección. Estas personas se
sienten más cómodas con la idea de que un Jesús resucitado podía caminar sobre el
agua, más que un Jesús de antes de la resurrección. Esa distinción, sin embargo, no
parece muy apelante.
La verdadera pregunta es si Jesús realmente obraba milagros. Si podía sanar a los
enfermos sin medicinas y alimentar a la hambrienta multitud con solamente un poco de
comida, entonces no hay razón para creer que no podía caminar sobre el agua. Si los
milagros no son verdaderos, entonces tenemos que cuestionar la resurrección. Si la
resurrección es falsa, el centro mismo de la fe está hueco y entonces lo único que nos
queda es cerrar las iglesias. Nos ponemos a nosotros mismos en un terreno resbaladizo
cuando negamos la realidad de los milagros.
No hay manera de probar definitivamente que Jesús realizó milagros; creer en los
milagros y la resurrección es asunto de fe y no de pruebas. La mejor evidencia de los
milagros es de experiencia. Es decir, el efecto que estos milagros, particularmente la
resurrección, tuvo en la vida de los primeros discípulos y los cambios que vemos en
nuestras vidas y las vidas de otros como resultado de su/nuestra relación con Cristo.
Cuando los discípulos ven a Jesús experimentan temor. La tormenta, aunque peligrosa,
es algo familiar. Los discípulos saben qué esperar de una tormenta y qué hacer para
mantener la barca a flote. Pero no saben nada de hombres caminando sobre el mar y
lejos de la costa, y tienen miedo de que estén viendo un fantasma. La amenazante
presencia de Herodes fue mencionada justo antes de la alimentación de los cinco mil
(14:1-12). De hecho, se deben estar preguntando si, en las pocas horas desde que se
hicieron a la mar en la barca, Herodes haya podido asesinar a Jesús. Eso concuerda bien
con su comentario de que a quien ven es al fantasma de Jesús.
Jesús responde con una declaración triple: “¡Confiad, yo soy, no tengáis miedo!”
• Aquí Jesús utiliza la primera frase “Tened ánimo” (griego = tharseite, tener valor,
tener ánimo) en otras partes de este evangelio para alentar al paralítico (9:2) y a la
mujer con hemorragia (9:22). Usada aquí no es una reprimenda sino una palabra de
aliento
• La segunda frase, “yo soy” (griego = ego eimi, literalmente “yo soy”) es el nombre de
Dios (Éxodo 3:14). “Las palabras, ‘yo soy’ en la historia de Mateo están exactamente en
el medio de la obra de dos actos,…con más o menos noventa palabras prediciéndolas y
más o menos noventa palabras griegas siguiéndole (dependiendo de las variantes
textuales)” (Bruner, 534). También parecen estar cerca del centro de este evangelio
(capítulo 14 de 28), y tratan con el asunto central de este evangelio: la identidad de
Jesús. Él es el Hijo de Dios (4:3, 6; 8:29; 14:33; 26:63; 27:40, 54). Él es Emmanuel,
Dios con nosotros (1:23).
• En este Evangelio, un ángel usa la tercera frase, “no tengáis miedo” (griego = me
phobeisthe) para afirmar a José (1:20) y a las mujeres en la tumba vacía (28:5, 10).
Jesús las usa para afirmar a los Doce cuando los envía a su misión (10:26, 8, 31) y a los
discípulos en el Monte de la Transfiguración (17:7). Una vez más, estas palabras son de
aliento y no de reprensión.
Esta historia reafirma a la iglesia de Mateo que, incluso en medio de la persecución, no
tienen por qué temer, Jesús está presente en medio de ellos. A nosotros nos ofrece la
misma seguridad en tiempos de enfermedad, muerte, persecución, o cualquier otro
problema. Nos prepara para los tiempos cuando las cosas están yéndose mal o no van
bien. La adversidad no es una señal del disgusto de Dios ni la prosperidad lo es del favor
de Dios. La riqueza no es igual al favor de Dios, ni la pobreza a su disgusto. La
enfermedad no es una señal de una fe pobre o inadecuada, ni la salud de una gran fe.
Jesús dice que Dios “hace que su sol salga sobre malos y buenos, y llueve sobre justos e
injustos” (5:45). Paradójicamente, las tormentas de la vida pueden ser señal de
bendición. Cuando las cosas van marchando mal, nuestros corazones están más
receptivos a Jesús. Un corazón quebrantado frecuentemente es una puerta a través de
la cual Cristo puede entrar. Él continúa viniendo a nosotros en medio de nuestros
problemas diciendo, “¡Confiad, yo soy, no tengáis miedo!”
Mateo 14:28-31: hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?
Este es el único Evangelio que cuenta la historia de Pedro y Jesús:
• Esta es, en parte, la historia de Pedro, un impetuoso hombre cuya espontaneidad no
se iguala a su estabilidad. Como la semilla sembrada en suelo pedregoso, él brota
rápidamente, pero muere igual de rápido. El salta antes de mirar, inesperadamente se
da cuenta del peligro, y entonces vacila. Debemos hacer notar que ver a Jesús
resucitado pronto transformará a Pedro. Después de la resurrección, Pedro dejará de ser
una piedrecilla y se convertirá en una roca, como su nombre lo sugiere.
• Es, en parte, la historia de un hombre probando a Dios. Pedro comienza diciendo
“Señor, si tú eres,” haciendo eco a la tentación demoníaca “Si eres Hijo de Dios, manda
que yo vaya a ti sobre las aguas” (4:3, 6). El discípulo le está diciendo al maestro qué
hacer, si, en verdad, es el maestro y no un fantasma.
• Es, en parte, la historia de un discípulo pidiendo permiso del maestro. Pedro pide un
mandato, y actúa solamente una vez que el maestro le da ese mandato.
• Es, en parte, una historia que tiende un puente entre la desesperación de los
temerosos discípulos de versículo 26, y la fe de los discípulos que adoraban de versículo
32.
• En su contexto más amplio es la historia de la iglesia de Mateo, temerosa y
confundida, buscando algo de donde sostenerse en medio de su sufrimiento.
• En su contexto más amplio es la historia de cada cristiano – la nuestra también —
cuando nos balanceamos entre la duda y la fe, algunas veces viendo la tormenta, y
otras viendo a Jesús.
Para Pedro, este es un momento tanto de debilidad como de fortaleza. Duda, pero
quiere creer. Teme, pero sale de una muy buena barca a enfrentar la tormenta.
Comienza a caminar, pero se distrae por los fieros vientos. Cuando comienza a hundirse
grita “¡Señor, sálvame!”, y con ello expresa su fe incluso a pesar de su miedo.
Ninguno de los Evangelios nos dice qué tanto avanzó Pedro caminando sobre el agua,
pero cuando flaquea, está lo suficientemente cerca de tal forma que Jesús puede
estirarse y sostenerlo. Jesús le dice “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” Este es el
único lugar en que Jesús aplica lo de “poca fe” a uno de sus discípulos más que a todo el
grupo. Notemos que Jesús primero salva a Pedro, y solamente después lo reprende.
Mateo 14:32-33: los que estaban en la barca lo adoraron
Cuando se metieron a la barca, el viento cesó. Al interpretar esto como una parábola de
la iglesia perseguida de Mateo, que cesen los vientos es una promesa de que la
persecución eventualmente también se detendrá.
Los discípulos adoran a Jesús diciendo “Verdaderamente eres Hijo de Dios”. “El misterio
de la persona de Jesús está comenzando a filtrarse” (Bruner, 535). En este evangelio
escuchamos proclamar la relación filial de Jesús por una voz del cielo (3:17), en la
confesión de Pedro (16:16), y por el centurión romano junto a la cruz (27:54). La
identidad de Jesús es una preocupación mayo de este Evangelio.
Como ya se hizo notar antes, el final de esta historia es muy diferente al del Evangelio
de Marcos, donde los discípulos terminan confundidos y con el corazón endurecido.
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Oración inicial
Ven, Señor, en ayuda de tus hijos; derrama tu bondad inagotable sobre los que te
suplican, y renueva y protege la obra de tus manos en favor de los que te alaban como
creador y como guía. Por nuestro Señor.
Del Evangelio según Mateo 14,22-36
Reflexión
• El evangelio de hoy describe la travesía difícil y cansada del mar de Galilea en un
barco frágil, empujado por el viento contrario. Entre el Sermón de las Parábolas (Mt 13)
y el de la Comunidad (Mt 18), está, de nuevo, la parte narrativa (Mt 14 hasta 17). El
Sermón de las Parábolas llamaba nuestra atención hacia la presencia del Reino. Ahora,
la parte narrativa muestra cómo esta presencia acontece provocando reacciones a favor
y en contra de Jesús. En Nazaret no fue aceptado (Mt 13,53-58) y el rey Herodes
pensaba que Jesús fuera una especie de reencarnación de Juan Bautista, asesinado por
él (Mt 14,1-12). La gente pobre, sin embargo, reconocía en Jesús el enviado de Dios y le
seguía en el desierto, donde aconteció la multiplicación de los panes (Mt 14,13-21).
Después de la multiplicación de los panes, Jesús despide a la multitud y manda a los
discípulos a que hagan la travesía, descrita en el evangelio de hoy (Mt 14,22-36).
• Mateo 14,22-24: Iniciar la travesía a petición de Jesús. Jesús obligó a los
discípulos a subir a la barca y a ir al otro lado del mar, donde estaba la tierra de los
paganos. El mismo subió a la montaña para rezar. La barca simboliza la comunidad.
Tiene la misión de dirigirse a los paganos y de anunciar a ellos también la Buena Nueva
del Reino que da vida a una nueva manera de convivir en comunidad. Pero la travesía es
cansada y se demora. La barca es agitada por las olas, pues el viento es contrario. A
pesar de estar remando toda la noche, falta mucho para llegar a tierra. Faltaba mucho
para que las comunidades hiciesen la travesía hacia los paganos. Jesús no fue con los
discípulos. Ellos debían aprender a enfrentarse a las dificultades, unidos y fortalecidos
por la fe en Jesús quien los envió. El contraste es grande: Jesús en paz junto a Dios
rezando en lo alto de la montaña, y los discípulos medio perdidos abajo, en el mar
revuelto.
• La travesía para el otro lado del lago simboliza también la difícil travesía de
las comunidades del final del primer siglo. Ellas tenían que salir del mundo cerrado
de la antigua observancia de la ley, para la nueva manera de observar la Ley del amor,
enseñada por Jesús; salir de la conciencia de pertenecer al pueblo elegido, privilegiado
por Dios entre todos los pueblos, para la certeza de que en Cristo todos los pueblos
estaban siendo fundidos en un único Pueblo ante Dios; salir del aislamiento de la
intolerancia para el mundo abierto de la acogida y de la gratuidad. También nosotros
hoy estamos en una travesía difícil para un nuevo tiempo y una nueva manera de ser
iglesia. Travesía difícil, pero necesaria. Hay momentos en la vida en que el miedo nos
asalta. No falta la buena voluntad, pero no basta. Somos como una barca que se
enfrenta al viento contrario.
• Mateo 14,25-27: Jesús se acerca y ellos no lo reconocen. Y a la cuarta vigilia de
la noche, esto es entre las tres y las seis de la madrugada, Jesús se fue al encuentro de
los discípulos. Andando sobre las aguas, llega cerca de ellos, pero ellos no lo reconocen.
Gritan de miedo, pensando que fuese un fantasma. Jesús los calma diciendo: “¡Animo!
¡Soy yo! ¡No temáis!” La expresión "¡Soy yo!" es la misma con la que Dios trató de
superar el miedo de Moisés cuando le envió para que libertara al pueblo de Egipto (Ex
3,14). Para las comunidades, tanto las de ayer como las de hoy, era y es muy
importante escuchar de nuevo: "¡Animo! ¡Soy yo! ¡No temáis!"
• Mateo 14,28-31: Entusiasmo y flaqueza de Pedro. Sabiendo que es Jesús, Pedro
pide para poder caminar sobre las aguas. Quiere experimentar el poder que domina la
furia del mar. Un poder que, en la Biblia, es exclusivo de Dios (Gén 1,6; Sal 104,6-9).
Jesús permite que él participe de ese poder. Pero Pedro tiene miedo. Piensa que se
hunde y grita: "¡Señor! Sálvame!" Jesús lo asegura y reprende: "¡Hombre de poca fe!
¿Por qué dudaste?" Pedro tiene más fuerza de lo que se imagina, pero tiene miedo ante
las olas contrarias y no cree en el poder de Dios que existe en él. Las comunidades no
creen en la fuerza del Espíritu que existe en ellas, y que actúa mediante la fe. Es la
fuerza de la resurrección (Ef 1,19-20).
• Mateo 14,32-33: Jesús es el Hijo de Dios. Ante la ola que avanza sobre él, Pedro
se hunde en el mar por falta de fe. Después de salvarse, él y Jesús, entran en la barca y
el viento amaina. Los otros discípulos, que estaban en el barco, se quedan maravillados
y se arrodillan ante Jesús, reconociendo en él el Hijo de Dios: "Verdaderamente eres
Hijo de Dios". Más tarde, Pedro también va a profesar la misma fe en Jesús: “Tu eres el
Mesías, el Hijo del Dios vivo” (Mt 16,16). Así, Mateo sugiere que no es sólo Pedro el que
sustenta la fe de los discípulos, sino que la fe de los discípulos sustenta la fe Pedro.
• Mateo 14,34-36: Le presentaron todos los enfermos. El episodio de la travesía
termina con este final bien bonito: “Terminada la travesía, llegaron a tierra en
Genesaret. Los hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia
por toda aquella comarca y le presentaron todos los enfermos. Le pedían que tocaran
siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron salvados”.
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Los dos fragmentos de la Escritura ponen el acento en la presencia y en la intervención


de Dios en la vida cotidiana. Es una presencia fuerte, que podríamos definir muy bien
como teofánica, «manifestadora de Dios».
Una presencia majestuosa en la que nos demuestra que él se encuentra situado en el
centro de la vida y de la historia y que le alcanzamos, siempre a una equidistancia entre
su presencia y su trascendencia, a través del diálogo de la oración. Moisés aparece, en
la primera lectura, como el confidente de Dios. La tienda aparece como el lugar visible
donde Dios viene al encuentro de su pueblo y se deja encontrar. El Dios afable,
dialogante, que toma la defensa de Moisés, manifiesta también su calidad de Dios
amigo, dispuesto a defender a su elegido. Y también solícito a la hora de escuchar su
oración.
Jesús, el Hijo predilecto, más grande que Moisés, es también un orante; más aún, es el
lugar de la oración, la nueva tienda del encuentro donde Dios se hace presente, el nuevo
templo donde Dios se reúne con los hombres. Jesús, mientras ora durante la noche, se
convierte en la tienda del encuentro, misteriosamente iluminada por la columna de
nube, por la gloria del Señor. Una gloria que le envuelve, aunque sea en pocos
momentos -como en la Transfiguración-, y en la que se manifiesta a los ojos de sus
discípulos en toda su grandeza. El Jesús que camina sobre las aguas es el Dios del
éxodo liberador, el Creador que domina sobre su criatura. Y es también el Dios que se
manifiesta con el realismo de un hombre, no de un fantasma, a pesar del estupor que
despierta verle caminar sobre las aguas del lago. De ahí que Jesús, ante esta revelación,
pida fe en él, confianza en su persona. En la oración de Moisés se manifiesta nuestra
oración de intercesión, que nos hace amigos y confidentes. En la oración de Pedro se
manifiesta nuestra necesidad de salvación.
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Entre el viento y la tempestad. Mateo 14, 22-36 ¿Es para frenar el entusiasmo de los
discípulos por lo que Jesús les hace subir en una barca? Él, en todo caso, se refugia en
la soledad para orar. ¿En quién piensa, sino en aquellos a quienes la tempestad
amenaza? Están en gran peligro, pues se ha levantado el viento y les es contrario.
Saliendo de su soledad, Jesús va hacia ellos y los tranquiliza. Pero ¿quién es
exactamente Jesús? En un lenguaje que recuerda el de las teofanías del Antiguo
Testamento, este episodio evoca el paso del Mar Rojo. Detrás del "fantasma" de Jesús,
se perfila el Dios del Éxodo, que tiene poder sobre el mar y protege a su pueblo. En
cuanto a los discípulos que ocupan la barca, ¿no representan a la Iglesia? El papel de
Pedro es muy destacado, y cuando grita: "¡Señor, sálvanos!", toda la comunidad grita
con él.
¿Hacia qué tierra prometida navega esta barca? La duda de Pedro, la profesión de fe de
los discípulos y su gesto de adoración, todo sugiere una aparición pascual. Es, pues, al
Señor de la Iglesia al que Pedro invoca, y la tempestad que sacude la barca evoca los
dramas que jalonarán la historia de la Iglesia, quizá la última tribulación antes del
retorno de Cristo. Entonces se comprobará la fe de la comunidad, saciada de dones
eucarísticos, y reconfortada por la presencia de su Señor.
• Una barca sacudida por los vientos... A la Iglesia no le falta humor para reconocerse
en esa cascara de nuez a la deriva. ¿Quiénes somos nosotros, en efecto, sino hombres y
mujeres dominados por el miedo? ¡Dios existe! Por supuesto que sí, pero la duda puede
anidar en lacerantes problemas que brotan en el fondo de nosotros mismos: el
sufrimiento y la injusticia que afectan a tantos hombres, la desesperanza que renace
siempre en nuestro mundo, seres desgarrados por la vida, abrumados por la existencia,
tantas protestas de Dios, tantos testimonios aportados por la acusación en el tribunal de
la vida... ¿Acaso Dios ha muerto?
Una barca puede, sin duda, escapar de los vientos y de las tempestades; por mucho que
sepamos que "las potencias de la muerte no tendrán poder" contra la Iglesia, cada
"crisis" nos hace temblar hasta el punto de impedirnos afrontar lúcidamente los
problemas reales y poner remedio oportuno. Heridos por la historia y por la vida de
todos los días, estamos prisioneros de nuestros miedos y somos víctimas de nuestras
incertidumbres. La condición del discípulo es estar dividido entre la duda y la fe. El
discípulo de Jesús atraviesa el desierto en solidaridad con sus hermanos, los hombres
que habitan un mundo destruido, martirizado, inquietante, asombroso y maravilloso a la
vez. Entonces, ¿quiénes somos nosotros para levantarnos y afirmar, contra viento y
marea, que Dios conducirá a la historia a buen puerto? ¿Con qué derecho se levanta la
Iglesia, pese a sus interrogantes, sus dudas y hasta sus temores, para declarar a los
hombres: ¡No tengáis miedo!"?
Podemos hacerlo. La Iglesia debe hacerlo, porque Jesús viene de noche; camina sobre
las olas y viene a nuestro encuentro en medio de la tormenta. ¿Habéis observado cuánto
le gusta a Dios venir de noche? Por ejemplo, la noche del Éxodo: Yahvé liberaba de
noche a su pueblo de la servidumbre egipcia. O la noche del nacimiento en Belén, ante
el asombro de los pastores. O la noche que cayó sobre el Gólgota cuando el Hijo puso su
vida en manos del Padre. O la noche del sepulcro, cuando el grano arrojado en tierra
echó sus raíces para mover la pesada piedra... “¡Soy yo!"... Jesús no da ninguna señal
de reconocimiento, no pronuncia ningún nombre; él sólo puede decirlo de esa manera:
"¡Soy yo!". Jesús viene en medio de la tempestad para arrastrar a los suyos hacia la
orilla y la paz.
El Dios que buscamos no se nos impone; no nos fuerza a base de argumentos o de
pruebas. El Dios que buscamos viene de noche, en medio de la tempestad y entre las
tribulaciones de la historia. Apenas ha sido reconocido, escapa de nuevo, como el viento
que se niega a ser apresado.
“¡Ven, soy yo!" Entonces la Iglesia no solamente puede agarrar la barra del esquife
traqueteado, sino que incluso puede arriesgarse a andar sobre las mismas olas. No teme
mojarse, pues allí donde los hombres se enfrentan con la tempestad de la vida, allí es
donde tiene ella su existencia. ¡El lugar normal de la fe es la aventura y el riesgo!
www.fraynelson.com

2. Caminando sobre el agua


2.1 Es una buena descripción de la fe la que surge del pasaje del evangelio de hoy:
creer es como caminar sobre el agua. No por propia fuerza, así se tratara de la fuerza de
la mente, sino por virtud de esa mirada sostenida en los ojos de Jesús y por vigor de su
palabra que nos llama a avanzar hacia él.
2.2 Caminar sobre el agua es sentir que nada podría sostener nuestras más firmes
opciones, y nada podría llevar a término nuestras mejores luchas, y nada podría darle
alas a nuestros más queridos sueños: nada, sino sólo Jesucristo.
2.3 Sólo cuando sentimos que nuestras certezas son "agua" y nuestros grandes aliados
son "agua" y nuestros mejores planes se vuelven "agua" y sobre esa "agua" ninguna
ilusión podrá construirse en serio, sólo cuando ello descubrimos entendemos también
que hay Uno, que se llama Jesús, que va delante de nosotros, y con su voz fuerte y
serena puede guiarnos en medio del lago y de la tormenta.
www.elmisericordioso.me-Pildorasdefe.net

Conversando con el amor


Señor, busco tu Palabra y en ella me dices: "Así como la cierva busca las corrientes de
agua, así mi alma suspira por Ti, mi Dios" (Salmo 41) Así estoy yo, sediento de ti, de tu
amor que es el único que sana y da sentido a mi vida. Sé mi esperanza para siempre.
Amén.
Reflexión del Papa Francisco
"Con fe puedes caminar en la oscuridad y en la dificultad".
En la lectura del Evangelio de hoy, nos situamos después de la multiplicación de los
panes y de los peces, Él invita a los discípulos a subirse en una barca y a esperarlo en la
otra orilla, mientras Él despide a la gente y luego se retira a rezar en la montaña hasta
la noche.
Mientras tanto en el lago se desata una fuerte tormenta, y es ahí, en medio de la
tormenta que Jesús llega a la barca de los discípulos, caminando sobre las aguas del
lago.
Cuando lo ven, los discípulos se asustan, piensan que es un fantasma, pero Él los
tranquiliza: "¡Animo, soy yo, no tengan miedo!" Pedro, con su típico impulso, le pide casi
una prueba: "Señor, si eres tú, ordéname de ir hacia ti caminado sobre las aguas"; y
Jesús le dice: "¡Ven!".
Pedro baja de la barca y se pone a caminar sobre las aguas; pero el fuerte viento lo
embiste y comienza a hundirse. Entonces grita: "¡Señor, sálvame!", y Jesús le tiende la
mano y lo saca.
Esta narración es una bella imagen de la fe del apóstol Pedro. En la voz de Jesús que le
dice: "¡Ven!", él reconoce el eco del primer encuentro sobre la orilla de ese mismo lago,
y luego, una vez más, deja la barca y va hacia el maestro. Y camina sobre las aguas.
La respuesta confiada y rápida a la llamada del Señor hace realizar siempre cosas
extraordinarias. Pero, Jesús mismo nos decía que nosotros somos capaces de hacer
milagros con nuestra fe, fe en Él, fe en su palabra, fe en su voz. En cambio, Pedro
comienza a hundirse en el momento que deja de mirar a Jesús y se deja envolver por
las adversidades que lo rodean. Pero el Señor está siempre ahí, y cuando Pedro lo llama,
Jesús lo salva del peligro.
En el personaje de Pedro, con sus impulsos y sus debilidades, es descrita nuestra fe:
siempre frágil y pobre, inquieta y todavía victoriosa, la fe del cristiano camina al
encuentro del Señor resucitado, en medio de las tormentas y los peligros del mundo.
También es muy importante la escena final. "apenas subieron en la barca, el viento
cesó". Aquellos que estaban en la barca se postraron delante de Él, diciendo: "¡de
verdad tu eres el Hijo de Dios!".
En la barca están todos los discípulos, acomunados por la experiencia de la debilidad, de
la duda, del miedo, de la poca fe. Pero cuando sobre aquella barca sube Jesús, el clima
cambia en seguida: todos se sienten unidos en la fe en Él. Todos los pequeños y
atemorizados se hacen grandes en el momento en el cual se arrojan de rodillas y
reconocen en su maestro que es el Hijo de Dios.
Cuántas veces también a nosotros nos sucede lo mismo, sin Jesús, lejos de Jesús nos
sentimos temerosos, inadecuados a tal punto de pensar que no podemos salir adelante,
¡falta la fe! Pero Jesús está siempre con nosotros, tal vez escondido, pero siempre
presente y listo para socorrernos. Esta es una imagen clara de la Iglesia: una barca que
debe afrontar la tormenta y a veces parece que va a ser hundida.
Lo que la salva no es la calidad o el valor de sus hombres, sino la fe, que le permite
caminar incluso en la oscuridad, en medio de las dificultades. La fe nos da la seguridad
de la presencia de Jesús siempre al lado, que nos tiene de la mano para alejarnos del
peligro. Todos nosotros estamos sobre esta barca, y aquí nos sentimos seguros no
obstante nuestros límites y nuestras debilidades.
Estamos seguros sobre todo cuando sabemos ponernos de rodillas y adorar a Jesús,
¡adorar a Jesús!, el único Señor de nuestra vida. A esto nos llama siempre nuestra
Madre, la Virgen. A ella nos dirigimos con confianza. (Reflexión del Evangelio de hoy.
Ángelus, 10 de agosto de 2014).
Oración para el Evangelio de hoy.
Mi Señor, te doy gracias al despertar y celebro con gozo la dicha de haberte encontrado,
pues tu presencia ha llenado de estabilidad y seguridad mi vida. En cada nuevo
amanecer me brindas posibilidades infinitas de alcanzar mis sueños si me dejo guiar por
la fuerza y el poderío de tus Palabras.
Lléname de tu fuerza para que en mi vida abunde la esperanza. Ayúdame a liberarme de
todas las heridas de mi pasado. Llévate esos miedos de mí que evitan que yo pueda
seguir avanzando con paso firme. Ayúdame a confiar en Ti, porque cuando lo hago
siento que puedo caminar sobre las aguas violentas de la oscuridad, de la enfermedad o
sufrimiento.
Pongo todo en tus manos, la barca de mi vida es tuya. Toma el timón de mi corazón. Tú
eres mi Dios, mi seguridad, por quien me declaro en victoria. No quiero valerme de mis
propias fuerzas, porque al hacerlo dejo de recibir tu apoyo y podría hundirme al mínimo
destello de inseguridad.
Contigo, hasta el fin del mundo. Dame fe, esperanza y valentía para enfrentar toda
tempestad y toda fuerza oscura que parece dominar al mundo. Sé que, si Tú me
acompañas, tus gracias y bendiciones me harán caminar con firmeza hacia tu Patria
celestial. Amén.
Propósito para hoy.
Durante el día de hoy, tener breves momentos de oración para decir: "Señor, yo creo.
Ayúdame en mi incredulidad". Recurre a la oración en momentos de crisis.
Frase de reflexión.
"Aprendamos a llamar a las personas por su nombre, como el Señor hace con nosotros,
y a renunciar a los adjetivos.". (Papa Francisco, 24.9.2019)
www.evangelizacion.org.mx

Decir que se tiene fe cuando todo marcha sobre ruedas, cuando la economía florece,
cuando la salud no se quebranta, cuando el mundo abre sus flores para nosotros,
ciertamente es fácil. Sin embargo, la verdadera fe se prueba desafiando el mar,
confiando ciegamente en el poder, el amor y la misericordia de Dios.
La verdadera fe es la que nos hace permanecer de pie en medio del mar cuando las olas
y el viento se embravecen; cuando se pierde la salud, los negocios se tambalean, la
fama y el honor se deterioran y se pone en juego todo lo que tenemos. El evangelio de
hoy nos hace ver lo que significa creer que Jesús es verdaderamente, como lo
reconocerán al final los demás, “el Hijo de Dios”. Pedro desafía el mar y el viento, se
dispone a hacer lo que parecería imposible para un hombre, pero confiado en la palabra
de Jesús que le ha dicho “ven”, se lanza a la aventura de la fe.
La prueba es fuerte y la fe se debilita, sin embargo, Jesús está cerca de él y jamás
permitirá que su intento fracase. En medio de nuestras pruebas, de nuestros
hundimientos y naufragios, Jesús está ahí, para darnos una mano y llevarnos de nuevo
al puerto. Jesús nos llama a hacer lo que parece ser imposible para el hombre: ser
santos. Baja de la barca de tu seguridad y camina hoy hacia Él.
www.evangeliodeMateo.GiorgioZevini

Hay una especie de hilo de oro que acomuna a los personajes perfilados en el fragmento
evangélico propuesto: la fe. Se requiere la fe a los discípulos, que, por orden de Jesús,
deben subir solos a la barca, mientras que su Maestro despide a la muchedumbre
entusiasmada por haber sido saciada de pan en el desierto. Una fe-obediencia dura y
probada por las largas horas de travesía en medio de olas agitadas, con el tormentoso
pensamiento de que ha sido precisamente Jesús quien les ha abandonado en la noche,
en la dificultad, en el desconcierto. Se vuelve a pedir de nuevo la fe a los discípulos
cuando le ven avanzar -¡como un fantasma!- sobre las aguas agitadas por el viento. Por
consiguiente, es otra vez él quien les pone en dificultades, en vez de socorrerles.
También se pone a prueba la fe de Pedro. Es el quien pide: «Senor, si eres tú, mándame
ir hacia ti sobre las aguas., pero, ciertamente, no le resulta fácil despegarse de la barca
de los compañeros para aventurarse, en medio de la tempestad, al encuentro del
misterioso personaje que le ha animado a no tener miedo. Su fe se revela
verdaderamente escasa, como la de los discipulos, como la de todos nosotros; sin
embargo, en el momento de mayor peligro, ese «poco de feo -no más grande que un
grano de mostaza- le hace brotar del corazón el grito de una autentica oración gracias a
la cual encuentra ayuda de inmediato.
El verdadero problema de los discipulos y también el nuestro es precisamente el de ser
capaces de postrarnos ante Jesus y decirle con todas nuestras fuerzas:
«Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios. Si, verdaderamente, tú eres el Senor de lo
imposible, que has venido a hacerte nuestro imprevisible compañero de camino en el
arduo viaje de la vida. Dios Altísimo y, sin embargo, sumamente próximo. Precisamente
porque es Dios, sus pensamientos superan nuestros pensamientos, sus caminos no son
nuestros caminos; el camino que elige para nosotros no es nunca el que nosotros nos
esperaríamos, no es nunca el más obvio. Por lo general, el hombre se siente presa del
temor frente a lo imprevisto, y a menudo se siente incluso paralizado por el miedo y la
angustia. Ahora bien, cuando lo imprevisto viene de Dios, tiene una marca inequívoca:
trae consigo una paz profunda, porque es fruto del amor.
Eso es lo que importa comprender, como habían intuido los pobres enfermos de
Genesaret, que acudieron todos a Jesus sin miedo. Su deseo era tocar siquiera la orla de
su manto para obtener la salvación. Creer es precisamente la humilde certeza de quien
no desea otra cosa que encontrar a Jesus, poner ante el su propia pobreza y miseria con
la seguridad de que será sanado por Él.
www.catholic

Tener una fe firme. La vida que Cristo nos invita a vivir siempre estará marcada por
un vaivén de momentos de claridad y momentos de sombras. Habrá días en que nos
deleitaremos viendo las multiplicaciones de los panes y tantos milagros del maestro,
pero otros en los que el actuar de Dios nos parecerá misterioso y desconcertante,
porque los caminos de Dios no son los caminos de los hombres.
Por ello, Jesús nos ha querido dejar una gran lección en este pasaje a todos los hombres
de poca fe de todos los tiempos, cuando dice: «Tranquilícense y no teman. Soy yo».
Jesús quiere que nuestra fe sea firme a pesar de la luz o la oscuridad que se vaya
presentando en nuestra vida. Nuestra fe debe ser tan fuerte que debemos saber que los
momentos de prueba u oscuridad pasarán, y es una oportunidad para crecer en nuestra
santificación y confianza en Dios.
El Papa Francisco ha repetido la importancia de hacer memoria. Es común que nosotros,
hombres de poca fe, nos dejemos inquietar por rachas de la vida, o dar demasiada
importancia a cosas que no lo son. Cuando recordamos la obra de Dios en nuestra vida y
vemos el todo, se desvanecerán tantos fantasmas que rondan nuestra barca. Hacer
memoria es ver las cosas desde una óptica desde la que nos ve Dios, es ver el actuar de
su providencia que jamás nos ha dejado, ni nos dejará.
• «La corrupción, la soberbia, el exhibicionismo de los dirigentes aumenta el
descreimiento colectivo, la sensación de desamparo y retroalimenta el mecanismo del
miedo que sostiene este sistema inicuo. Quisiera, para finalizar, pedirles que sigan
enfrentando el miedo con una vida de servicio, solidaridad y humildad en favor de los
pueblos y en especial de los que más sufren. Se van a equivocar muchas veces, todos
nos equivocamos, pero si perseveramos en este camino, más temprano que tarde,
vamos a ver los frutos. E insisto, contra el terror, el mejor antídoto es el amor. El amor
todo lo cura». (Homilía de S.S. Francisco, 5 de noviembre de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con
Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees
que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Ir a una capilla y pedirle al Señor la gracia de jamás dudar y de ser un hombre de
mucha fe.
www.BibliaStraubinger

23. Jesús se retiraba cada vez que podía (véase Mc. 1, 35; Lc. 5, 16; 6, 12; 9, 18, y 28;
Jn. 6, 3, etc.) para darnos ejemplo y enseñarnos que el hombre que quiere descubrir y
entender las cosas de Dios tiene que cultivar la soledad. No porque sea pecado andar en
tal o cual parte, sino que es simplemente una cuestión de atención. Porque no se puede
atender a un asunto importante cuando se está distraído por mil bagatelas (cf. Sb. 4,
12). No es otro el sentido de la semilla que cae entre abrojos (Mt. 13, 22). Cualquiera
sabe y comprende, por ejemplo, que el que tiene novia necesita una gran parte de su
tempo para visitarla, escribirle, leer sus cartas, ocuparse de lo que a ella le interesa, etc.
Si pretendiésemos que esto no es lo mismo y que hay otras cosas más importantes, o
que nos apremian más que nuestra relación con Dios, no entenderemos jamás la
verdad, ni sabremos defender nuestros intereses reales, ni gozar de la vida espiritual, ni
aprovechar de los privilegios en los cuales Dios, que todo lo puede, da por añadidura
todo lo demás a quien le hace el honor de prestarle atención a Él (Mt. 6, 33). Pues Él
nos enseña a poner coto a nuestros asuntos temporales, porque al que maneja muchos
negocios le irá mal en ellos (Si. 11, 10 y nota), y además caerá en los lazos del diablo (1
Tm. 6, 9). Las maravillas de Dios, que consisten principalmente en el amor que nos
tiene, no pueden verse sino en la soledad interior. Compárese el azul diáfano del cielo
en el cenit con el color grisáceo que tiene más abajo, en el horizonte, cuando se acerca
a esta sucia tierra.
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“Soy yo, no tengáis miedo”


El Evangelio de hoy empieza y termina con el encuentro de Jesús con las multitudes. Al
principio, Jesús se queda con la gente a la que ha dado de comer “para despedirla”. Se
ve que no se trataba de una despedida “al por mayor”, sino personal y que requería su
tiempo, por lo que retrasa su partida y envía por delante a los apóstoles. Al final, Jesús
vuelve a encontrarse con las masas que acuden a Él cargadas de enfermedades. En
medio de estos dos encuentros se sitúa, por un lado, su oración en soledad, y, por el
otro, el episodio de los discípulos en la barca con viento contrario.
Podemos entender este enmarque como una llamada a la Iglesia, la barca de los
discípulos de Jesús: al trato personalizado, a la oración, y también a que no se cierre en
sí misma ante los vientos contrarios que la zarandean. Es verdad que esta barca tiene
muchos problemas, con frecuencia navega en medio de las olas encrespadas,
amenazada con irse a pique. Pero si está en medio del mar y afrontando esos peligros es
porque Jesús la ha enviado. La Palabra de Cristo es siempre una llamada a salir de sí,
ponerse en camino, afrontar riesgos. Pero, en medio de la tempestad, existe la tentación
de centrarse sólo en sí, en la propia salvación, viendo fantasmas que nos hacen gritar de
miedo. A veces las tempestades son internas, como las envidias, los celos y las luchas
por el poder, de que nos habla la primera lectura: son lepras que desfiguran el rostro de
la Iglesia y requieren una oración de sanación. Entonces es fácil olvidar que, pese a los
peligros, estamos en misión, enviados por el Señor, y asistidos y acompañados por Él.
Jesús, retirado en la soledad de la oración, nos enseña con su ejemplo que el valor para
afrontar los vientos contrarios se adquiere en el trato con Dios, que fortalece nuestra fe.
“Tener fe” no es un estado inamovible. La fe es una dimensión viva que puede crecer o
disminuir, fortalecerse y debilitarse. Pedro tuvo la fe para lanzarse al mar encrespado,
pero no la suficiente para caminar por las aguas: le pudo más el temor que la confianza.
Su fe necesitaba crecer y fortalecerse de la mano del Maestro, el que nos salva de las
tormentas y los fantasmas, amaina los vientos y nos lleva a buen puerto. La peligrosa
travesía, en todo caso, no ha sido en vano: nos ha recordado, en primer lugar, que
debemos estar siempre en camino, asumiendo riesgos; en segundo lugar, que ese estar
en camino tiene un sentido de misión y de servicio: el Señor nos manda por delante
para dar de comer a los hambrientos, anunciar el Reino de Dios (la presencia de Cristo)
y sanar a los enfermos; por fin, el mismo camino y los peligros afrontados han
fortalecido la fe de los discípulos, que en la calma tras la tempestad pudieron confesar
“realmente eres Hijo de Dios”. Esa confesión de fe es la respuesta a las palabras de
Jesús, el centro de toda la narración, y que debemos aprender a escuchar
continuamente: “¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!”
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De miedo se pusieron a gritar – Mateo 14,22-36


En nuestra reflexión de hoy, queremos centrarnos en un aspecto que con frecuencia
pasamos por alto y sin embargo nos sitúa de modo inobjetable en la emoción de aquél
momento. Y es que, no es para menos. ¡No es usual ver a gente caminando sobre el
agua!
Esta historia está narrada precisamente por que sorprendió y dejo embobados a los
discípulos que seguramente hablaron de este episodio por el resto de sus días. Es que
no había día que Jesús no los dejara perplejos y admirados.
No es solamente lo que hacía, de por sí sorprendente y sin explicación lógica alguna, a
no ser que se reconociera que se trataba de Dios o del Hijo de Dios, tal como Él lo venía
diciendo. A ello había que agregar lo que decía, lo que enseñaba.
Habla con autoridad, lo registran sus discípulos en varias ocasiones. Es decir, era
sumamente persuasivo y sorprendente. Era totalmente creíble, porque hablaba con la
verdad. Entendemos que era imposible no empatizar con Él. Claro, sencillo y preciso.
No se andaba con rodeos y contrariamente a la fama que le han querido crear sus
detractores y enemigos, hablaba para los más pobres y sencillos. Eran ellos los que lo
entendían con mayor facilidad. Muy lejos de ser enredados y complejos los discursos de
Jesús.
Por eso tenemos que dudar de todos aquellos supuestos seguidores que nos vienen con
fórmulas secretas, con ritos ocultos y palabras extrañas. ¡Nada más alejado del modo de
hablar de Jesús! Sus enseñanzas fueron y son sorprendentemente claras.
Solo son oscuras y difíciles, para quienes quieren enredarlas, porque no se ajustan a sus
intereses. Solo son duras para aquellos que tienen mucho y no están dispuestos a
perder su riqueza, su poder, su prestigio o su comodidad.
Diríamos, pues, que tan sorprendente como los muchos milagros que presenciaron sus
discípulos, fueron sus enseñanzas. Y es que Su Palabra tiene el poder de transformar y
salvar la vida del que lo escucha. Esa es una característica ÚNICA.
Se trata de la PALABRA DE DIOS, no lo perdamos de vista. De ello no hay la menor
duda, no solo porque los discípulos han testificado y escrito lo que oyeron de sus labios,
habiendo comprobado por sus milagros que era Hijo de Dios, tal como decía, sino por el
poder intrínseco y único que tienen sus palabras, de lo que podemos dar fe los
cristianos.
No hay nadie que se pueda resistir a Su Palabra. Por eso no podemos dejar de
recomendar la lectura y reflexión diaria de los Evangelios, siguiendo el Plan que propone
la Iglesia en el Calendario Litúrgico. Estos son el Camino de la Salvación.
Tal como dice Pedro: Señor a quién iremos; solo Tú tienes Palabras de Vida Eterna.
¡Prestemos atención a lo que nos dice Pedro! No se trata de palabras huecas y sin
sentido. No es adulación barata y mucho menos una exclamación por salir del paso.
La Palabra de Dios, la Buena Noticia, los Evangelios, tienen poder para Salvarnos. ¡No es
poca cosa lo que estamos diciendo! Escuchemos al Señor y hagamos lo que nos manda.
De eso trata la fe cristiana. Eso es todo lo que tenemos que hacer. Nada más.
De esto que estamos diciendo tenemos decenas y aun centenas de ejemplos muy
conocidos y registrados en la historia. Son los santos, algunos de los cuales, los más
selectos y escogidos, según nuestros criterios, la Iglesia tiene por costumbre celebrar
cada día del año. Pero hay muchísimos más que no por no ser tan conocidos son menos
santos.
Empecemos, entonces, por aproximarnos a los evangelios. Si abrimos nuestro corazón,
es decir que si nos acercamos sin prejuicios y buscando con sinceridad al Señor, Él
saldrá a nuestro encuentro y nos sorprenderá la claridad con la que nos hablará directo
al corazón.
Si perseveramos un mes, tres meses, dos años, 10 años…nuestra vida no volverá a ser
nunca más la misma. En muy poco tiempo empezará una transformación tal, que tú
serás el primero en notar y los demás te lo harán saber. ¡Este es el Camino de Santidad
al que todos estamos llamados! Camino que, por supuesto, molesta al tentador.
Todo está en comenzar. La transformación se dará, a veces de modo imperceptible y
otras con grandes saltos y profunda consolación. ¡No tengamos miedo! ¡Jesucristo ha
vencido al mundo, al pecado, la oscuridad, la muerte, la mentira y al demonio!
Oración: Padre Santo, danos la perseverancia necesaria para no abandonar el Camino
de la oración –nuestro Rosario diario, de ser posible-, la reflexión diaria del Evangelio y
la Eucaristía frecuente, tanto como el alimento del cuerpo. Te lo pedimos por Jesucristo
nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los
siglos de los siglos…Amén.
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Jesús hace un, diagnóstico a la fe de sus discípulos. En lugar de examinar lo que saben o
no saben, quiere ver si aún confían en Él. Y esta confianza en Él debemos mostrarla a
nuestros hermanos. Por tanto, no busquemos otras seguridades fuera de Cristo. Jesús
está cerca, para tendernos la mano con prontitud y firmeza.
Jesús nos da seguridad de que estará siempre con nosotros. Quizá tengamos la
experiencia de hundirnos o de no ver sus proyectos claramente, pero, aun en medio de
las tormentas, su voz sigue sonando: “No temas”. Él nos tiende su mano para
mostrarnos su presencia.
1. Si está un alma en toda la tribulación
Si está un alma en toda la tribulación y alboroto interior que queda dicho y oscuridad del
entendimiento y sequedad; con una palabra de éstas que diga solamente: no tengas
pena, queda sosegada y sin ninguna, y con gran luz, quitada toda aquella pena con que
le parecía que todo el mundo……y si esta toda llena de temor: y con una palabra que se
le diga sólo: Yo soy, no hayas miedo, se le quita del todo, y queda consoladísima, y
pareciéndole que ninguno bastará a hacerla creer otra cosa….( Castillo Int. O Las
Moradas 6, 3, Santa Teresa de Jesús)
2. Jesús no deja nunca de orar
Relata el Evangelio, (Mt 14, 22-36), que después de la multiplicación de los panes, Jesús
obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla,
mientras él despedía a la multitud. Después, subió a la montaña para orar a solas.
Jesús no deja nunca de orar, los Evangelios nos muestran muchas situaciones donde Él
se retira a orar, y busca la soledad para hacerlo.
Muchas veces hablamos mucho, somos inquietos, queremos hacer muchas cosas, pero
la actividad más importante es orar, es la mejor forma de utilizar el tiempo, y no se
puede considerar como algo secundario.
Cuando planifiquemos la actividad del día, incluyamos unos minutos para la oración, y
dejemos esos instantes para dedicarnos con constancia a comunicarnos con nuestro
Padre y que nada nos aparte de esta intención.
3. Doce íntimos amigos del Señor, avanza entre las dificultades
Después de navegar casi toda la noche, la barca donde navegan los Doce íntimos
amigos del Señor, avanza entre las dificultades ocasionadas por la violencia de las olas y
el viento en contra, podemos imaginar la fatiga que llevaban al remar así.
Es como le sucede hoy a nuestra Iglesia, que avanza por Cristo en una mar de
dificultades, remando contra la irreverencia y el descaro de aquellos que imponen leyes
contrarias a las enseñanzas del Señor.
4. “Tranquilícense, Soy yo; no teman”.
A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, al verlo
caminar sobre las aguas, se asustaron. “Es un fantasma”, dijeron, y llenos de temor se
pusieron a gritar. Sin embargo la palabra de Nuestro Señor Jesucristo viene a
tranquilizar a sus almas y les dice: “Tranquilícense, soy yo; no teman”. De todos ellos,
Pedro es el más audaz, ya es el líder entre sus amigos, y le dice a Jesús: “Señor, si eres
tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua” y lo hace porque él no duda de que el
Señor tiene ese poder y a una palabra “Ven”, baja de la barca y camina sobre las aguas.
Pero a causa de la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó:
“Señor, sálvame”. La reacción del Apóstol es muy humana, es un contraste entre la fe y
su intuitivo temor.
5. Frente a las tormentas por la cual la Iglesia pasa, todos tenemos que
animarla
Quizás distinto hubiera sido si sus amigos desde la barca le hubieran entre todos
animados, “Pedro, avanza con confianza”, “Pedro si se puede, ten fe”, y es posible
pensar que entre tanto ánimos de sus amigos él no hubiera tenido el normal temor de
hundirse. Esto nos enseña, comparando este suceso, que la barca es como nuestra
Iglesia y Pedro como nuestro Papa, es decir, frente a las tormentas por la cual la Iglesia
pasa, todos tenemos que animarla a que siga adelante al encuentro con el Señor.
6. “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”.
Pedro, esta colmado de entusiasmo y ardor por su Maestro, pero también expuesto a los
miedos, al cansancio, por cuanto necesita que el Señor venga en su ayuda para
sostenerlo. Caminando sobre las aguas turbulentas, el Dios de Jesucristo, se muestra
como persona humana y divina, él se hizo hombre y fue hermano para sus discípulos, es
parte de la familia de sus amigos, El los ánima pero también los reprende, el calma sus
tormentas, pero al mismo tiempo les tiende su mano. Frente al peligro, EL se hace
presente para salvarlos. Así es como en seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo,
mientras le decía: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”. En cuanto subieron a la
barca, el viento se calmó. Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo:
“Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios”.
7. Su presencia nos protege del peligro
El encogimiento de la fe, nos hace temer frente al peligro, como también nos hace sentir
desanimado en las dificultades, y parece que naufragamos. Pero donde la fe es viva, es
cuando no dudamos del poder de Jesucristo, por cuanto su presencia nos protege del
peligro y nuestra Iglesia estará por siempre a salvo, la mano del Señor se extenderá
amorosamente para salvarla de cualquier tormenta.
Y cuando estemos solos, o cuando nos veamos solo, aprendamos a sentir la presencia
del Señor, Él siempre quiere estar con nosotros, lo hemos visto que no deja de
preocuparse por sus apóstoles y esta justamente ahí, donde el peligro asecha, para
animarnos y darnos confianza. Es lógico asustarse si no tenemos a Jesús junto a
nosotros, es normal que nos sintamos solo si no tenemos su compañía. Pero ahí está
Jesús diciéndonos "Tranquilícense, soy yo; no teman".
8. Nos cuesta mucho reconocer su presencia
En muchas ocasiones perdemos la tranquilidad, y tenemos a nuestro alrededor una
tormenta de preocupaciones y nos sucede que no identificamos la voz de calma que nos
da el Señor o nos cuesta mucho reconocer su presencia, seguramente esto es porque
estamos algo alejados de Dios, y entonces no hundimos en la inseguridad que está bajo
nuestros pies. Cuando esto suceda busquemos tomar la mano salvadora de Jesús que se
extiende hacia nosotros, y hagámoslo poniendo mucho de nuestra parte.
9. ¡Señor sálvame!,
En efecto tenemos que poner mucho de nosotros y hacerlo en forma habitual cada día,
ya que Jesús no pide esfuerzo, y si damos todo de sí, podemos confiar en la ayuda de
Jesús, y como ante el grito angustioso de Pedro ¡Señor Sálvame!, Él nos extenderá
cariñosamente las manos para hacerlo, pero no hará ver la poca fe, nos echará en cara
que si estuvimos en peligro y tuvimos miedo fue por no confiar en El o porque no hemos
distanciados de Él.
Todo volvió a la calma en el momento que Jesús tomo la mano de Pedro, y todo es
distinto cuando nosotros no tomamos de Jesús, es cuestión de fe, esa fe que debe guiar
nuestra vida, nuestro propósitos, nuestros planes, fe que debe mantenerse viva para
que ilumine y la fuente de energía que permite que no se apague está en la oración.
10. ¡Oh, qué bueno eres Dios mío, diciéndole a ellos y a nosotros esas
palabras!,
“Tranquilícense, soy yo; no teman”, le dice el Señor a sus discípulos, ¡OH, qué bueno
eres Dios mío, diciéndole a ellos y a nosotros esas palabras! Qué débil soy, qué
miserable, qué pecador, qué agitado estoy de continuo por el viento de la tentación y
cómo estoy a punto de anegarme... Porque no es tanto que la tentación sea fuerte
cuanto que yo soy débil... Sí reconozco; tú no dejas que yo sea muy tentado; siento
mano sin cesar sobre mí para protegerme y cualquier tentación grave... Qué bueno eres,
Dios mío, diciéndome a mí que bogo sin avanzar un paso, a mí que me siento juguete de
las olas e impotente para continuar: No teman. ... iQué bueno eres, no sólo diciéndome
esa palabra, sino también dejándome entrever que la esperanza de que algún día tú
mismo subirás a mi barquita. (Carlos de Foucauld)
3 Para la reflexión personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
5.- En tu vida, ¿hubo alguna vez un viento así de contrario? ¿Cómo y qué hiciste para
vencerlo? ¿Ya aconteció alguna vez en la comunidad? ¿Cómo lo superasteis?
6.- ¿Cuál es la travesía que hoy están haciendo las comunidades? ¿De dónde y hacia
dónde? ¿Cómo nos ayuda todo esto a reconocer hoy la presencia de Jesús en las olas
contrarias de la vida?
7.- En los momentos de oscuridad y tormenta interior ¿cómo reacciono? La ausencia y la
presencia del Señor ¿cómo las integro en mí? ¿Qué puesto tiene en mí la oración
personal, el diálogo con Dios? ¿Qué pedimos al Señor en la noche obscura? ¿Un milagro
que nos libre? ¿Una fe más grande? ¿En qué me asemejo a Pedro?
8.- En nuestra vida cristiana, ¿dónde tenemos puesta nuestra mirada? ¿En Jesús? ¿En
nuestros problemas y dificultades?
9.- Cuando sentimos miedo por el viento y las aguas turbulentas, ¿nos dirigimos a Jesús
como lo hizo Pedro?
4 Oración. ¿Qué le decimos a Dios? La palabra se convierte en Oración.
1 Concédele a tu Iglesia, Dios Todopoderoso, que busque sin cesar tu rostro. Que se
arriesgue a andar sobre las olas y se atreva a pronunciar el nombre que engendra la
paz: "¡Eres tú, el Señor!"
Concédele a nuestro mundo, Dios y Padre nuestro, que sepa resistir en la tempestad.
¡Que se arriesgue a inventar su futuro y que no sucumba a la fatalidad!
¡Concede a nuestra asamblea, Padre de ternura, que viva la aventura de la fe! ¡Que
cesen en ella el temor de la noche, el temor de la duda, y la huida del silencio!
www.Dioscadadía.Bastin,Pinkers,Teheux

2 Señor, nos gustaría vivir en tu presencia, como Moisés, tu siervo amigo; como Jesús,
tú Hijo amadísimo. Sabemos que, para Moisés, la tienda era el lugar del encuentro. Mas
para Jesús, también el cosmos era la tienda cubierta por la bóveda celeste, iluminada
por las estrellas brillantes, lugar de la presencia de nuestro inmenso Padre y Creador.
Concédenos experimentar en la oración, prolongada también algunas veces durante la
noche, tu viva participación en los acontecimientos de nuestra vida cotidiana;
concédenos sentir que siempre estás despierto para escuchar y acoger nuestra súplica.
Queremos ser como Moisés, que hablaba contigo como un amigo habla con su amigo.
Más aún, como Jesús, inmerso en tu corazón de Padre.
Concédenos la sabiduría de una oración de súplica como la de Pedro: « ¡Señor,
sálvame!». Pero también la generosa intercesión de la oración de Moisés por todas
aquellas personas a las que amamos y queremos que se salven en el cuerpo y en el
espíritu: « ¡Oh Dios, sánalas, por favor!». www.santaclaradeestella.es
3 Señor Jesús, a veces estamos llenos de entusiasmo y olvidamos que eres tú la fuente
de nuestro gozo. En los momentos de tristeza no te buscamos o queremos que
intervengas milagrosamente. Ahora sabemos que no nos abandonas nunca, que no
debemos tener miedo. La oración es también nuestra fuerza. Aumenta nuestra fe,
estamos dispuestos a arriesgar nuestra vida por tu Reino. www.ocarm.org
4 ¡Padre Santo! Tú que por medio de tu Hijo Jesucristo nos inundas de Agua Viva,
permítenos caminar sobre ella por tu fuerza, por tu poder, por tu palabra. Concédenos la
gracia necesaria; tu Espíritu Santo, para caminar tras de ti, a pesar de nuestras
tormentas, desafíos, e injusticias de la vida. Que nuestra pobreza sea aún mayor,
nuestra humildad creciente; para solo confiar en Ti, y saber a ciegas que tú nos ofreces
tus manos para decirnos ¡No temas, Ven!, e ir sin vacilaciones hacia ti Señor, aún sobre
las aguas, sobre el fuego, sobre los obstáculos que se nos presenten. Gracias Padre en
el Nombre Santo de Jesús, verdaderamente el Hijo de Dios, por asistirnos en nuestras
miedos hacia tu Reino. Amen. www.dario.res
5 Oh Jesús, nuestro único Señor, nos postramos humildemente ante ti y te renovamos
nuestra adhesión total: haz que siempre seamos capaces de acoger con fe lo que
preparas para nosotros momento a momento. Tus caminos no son nuestros caminos, tu
sabiduría choca a menudo con nuestros cálculos avaros: danos sencillez de corazón e
impulso de amor para ser capaces de seguirte siempre y a todas partes, incluso en
medio de la tormenta. Con frecuencia nos sentimos desfallecer por nuestra debilidad y
miseria: no permitas que caigamos en el desánimo, sino sostennos y cúranos con la
fuerza de tu Espíritu, a fin de que a través de nuestra pobreza se manifieste el poder de
tu amor. Amen. www.evangeliodeMateo.GiorgioZevini
5 Contemplación. ¿Cómo interiorizamos la palabra de Dios? La palabra en el
corazón de los Padres.
Y Jesús subió a la montaña, a orar en un lugar apartado. ¿A orar por quién? Por las
muchedumbres, a fin de que, después de haber comido los panes de la bendición, no
hicieran nada contrario a la despedida que habían recibido de Jesús; y también por los
discípulos, a fin de que, obligados por él a subir a la barca y a precederle en la orilla
opuesta, no tuvieran que sufrir ningún mal en el mar, ni por parte de las olas que
sacudían la barca, ni por parte del viento contrario.
Y me atrevería a decir que, gracias a la oración de Jesús, dirigida al Padre por sus
discípulos, éstos no sufrieron ningún mal, a pesar de la furia del mar, de las olas y del
viento que soplaba en contra suya [...]. Si un día tenemos que debatirnos en medio de
pruebas ineludibles, recordemos que fue Jesús quien nos obligó a subir a la barca
porque quería que le precediéramos en la otra orilla. No es posible, en efecto, llegar a la
otra orilla sin sostener las pruebas de las olas y de los vientos contrarios. Después,
cuando nos veamos rodeados de muchas y penosas dificultades y estemos cansados de
navegar entre ellas durante tanto trecho con nuestras modestas fuerzas, deberemos
pensar que nuestra barca está, precisamente en ese momento, en medio de la mar,
agitada por olas que quieren hacernos naufragar en la fe o en cualquier otra virtud [...].
Y cuando veamos que se nos aparece el Logos, nos sentiremos turbados hasta que
hayamos comprendido claramente que el Salvador ha venido a nosotros [...].
Él nos hablará enseguida y nos dirá: « ¡Animo! Soy yo, no temáis». Inmediatamente
después, mientras Pedro esté todavía hablando y diciendo: « ¡Señor, sálvame!», el
Logos extenderá su mano, le ayudará, lo cogerá en el momento en que empieza a
hundirse y le reprenderá por su poca fe y por haber dudado. Con todo, observa que no
dice: «Incrédulo», sino: « ¡Hombre de poca fe!», y que añade también: « ¿Por qué has
dudado y, aun teniendo la fe, te has inclinado hacia el lado contrario? (Orígenes,
Commento al vangelo di Matteo I, Roma 1998, pp. 194-197, passim). www.santaclaradeestella.es
Esta el mar, está la tempestad. No te queda más que gritar: «Señor, que perezco» (Mt
14,30). Que te presente la mano aquel que camina intrépido sobre las olas; que te
levante en tu ansiedad; que, uniéndote a él, consolide tu seguridad. Que te hable en lo
íntimo y te diga: Mira hacia mí; ¿ves lo que he soportado? Tú soportas tal vez a un
hermano malvado o a un enemigo exterior, ¿y acaso no los he soportado yo? Se
estremecían en el exterior los judíos, y en el interior me traicionaba el discípulo.
¿Enfurece, pues, la tempestad? Porque es el quien salva del miedo y de la tempestad.
Tal vez tu barca está siendo sacudida violentamente porque él duerme en ti. El mar se
volvía cada vez más violento; la navecilla en la que viajaban los discipulos se veía
sacudida, y Cristo dormía. Por fin, se acuerdan de que dormía entre ellos el dominador y
el creador de los vientos. Y entonces se acercaron a Cristo y despertaron. El dio órdenes
a los vientos y se produjo una gran bonanza (cf. Mt 8,23-26).
Es natural que tu corazón se turbe si te olvidas de aquel en quien crees. Tus
sufrimientos te parecen intolerables porque no vuelves a pensar en lo que Cristo soportó
por ti. Si Cristo no te viene a la mente, es que duerme para ti. Despierta a Cristo,
recupera la fe. Cristo duerme en ti si te has olvidado de los padecimientos de Cristo;
Cristo vela en ti cuando te acuerdas de ellos. Y cuando hayas contemplado con todo el
corazón lo que sufrió, ¿acaso no soportarás también tú de buen ánimo -y hasta
alegrándote- tus dolores, al encontrar cierta semejanza entre lo que sufres tú y lo que
tuvo que sufrir tu rey? Así pues, cuando empieces a consolarte y a alegrarte con estos
pensamientos, será serial de que él se ha despertado, de que ha dado órdenes a los
vientos y se ha producido la bonanza (Agustín de Hipona, Comentarios a los Salmos, 54,
10). ). www.evangeliodeMateo.GiorgioZevini
6 Acción. ¿A qué me comprometo con Dios? Para custodiar y vivir la palabra.
Repite a menudo y vive esta Palabra: « ¡Señor, sálvame!» (Mt 14,30).
Repite a menudo y vive esta Palabra: « ¡Señor, sálvame!» (Mt 14,30).
7 Para la lectura espiritual. Caminar con la palabra.
Practicamos con una gran frecuencia la intercesión; oramos por nuestros padres, por
aquellos que nos aman. Sin embargo, nuestra intercesión se limita, con excesiva
frecuencia, a una llamada dirigida a Dios, aunque se trate de una llamada afligida y
sincera: « ¡Mira, Señor!», « ¡Señor, ten piedad!», « ¡Señor, ayúdanos! ¡Ven en ayuda de
los que están necesitados!» [...]. Lo que hacemos es una especie de recordatorio,
dirigido a Dios, de lo que sigue siendo imperfecto en este mundo. Pero cuántas veces
estamos dispuestos a hablar como hace Isaías cuando oye preguntar a Dios: « ¿A quién
enviaré?» (Is 6,8) Cuántas veces estamos dispuestos a levantarnos y a decir: «Aquí
estoy, Señor, envíame». Sólo de este modo puede convertirse nuestra intercesión en lo
que es por naturaleza.
Interceder no quiere decir hablar al Señor en favor de aquellos que se encuentran en
necesidad; significa dar un paso, un paso que nos lleva al corazón mismo de una
situación, que nos leva allí de una manera definitiva y hace que no podamos echarnos
atrás de ninguna manera, porque ahora nos hemos entregado y pertenecemos a esta
situación. En una situación de máxima tensión, el corazón es el punto donde el choque
se vuelve más violento y el tormento más cruel: ahí es donde se sitúa el acto de
intercesión. Todo compromiso que se vuelve intercesión implica una solidaridad de la
que ya no queremos prescindir.
Esta solidaridad la encontramos en Dios: él se compromete en el mismo instante en que
nos llama con su Palabra a la existencia, sabiendo que le abandonaremos, que le
perderemos y que será él quien deba encontrarnos de nuevo no allí donde él está, sino
allí donde nos encontremos nosotros, con todo lo que eso implica (de una conferencia
del metropolita A. Bloom, citado en E. Bianchi [ed.], Letture per ogni giorno, Leumann
1980, pp. 412ss). www.santaclaradeestella.es
Evangelio de miedo, Evangelio de gritos. Humanísimo Evangelio. Primero Jesús está
ausente, después aparece como un fantasma, a continuación como una mano firme que
te coge. Un crescendo de fe. Tres experiencias de Dios dentro de una liturgia cósmica,
de olas, de viento, de noche, de violencia. Se trata de nuestra liturgia existencial, de la
historia de nuestros días, de nuestros miedos y de los milagros invocados. Y de los
hundimientos y de manos que te atrapan. «Ya al final de la noche», sólo tras una larga
noche de lucha viene Jesús hacia los suyos. Y nosotros querríamos que viniera
enseguida, a las primeras señales de fatiga, a los primeros signos de peligro. ¿Tal vez
estamos abandonados? ¿Es posible que los discípulos estén abandonados a sí mismos?
No. No pidamos milagros al Señor, sino energías para la noche; la barca avanza no por
el amainar del viento, sino por el prodigio de los remeros que no se rinden porque saben
que al final de la noche está el Señor, como resurrección, como pacificación, como
atracadero. Quiero dar las gracias a Pedro por su humanísima oscilación entre la fe y la
duda: « ¡Señor, ayúdame!». Porque toda duda puede ser redimida, incluso sólo por una
plegaria, gritada en la noche, o en la tempestad, o en el viento. Porque el problema no
es Dios; somos nosotros y nuestra corta fe. El milagro no sirve para creer: sirve el
encuentro con el Señor, sentir su mano.
Porque el milagro primero no es la tempestad calmada; el milagro es la fuerza para
continuar remando en medio de la borrasca, con el viento en contra, escrutando lo que
falta para que acabe la noche (E. M. Ronchi, Dietro i mormorii dell'arpa, Sollo il Monte -
Bérgamo 1999, 243, passim). www.evangeliodeMateo.GiorgioZevini
*****
www.fundacionpane.org

📕 Lectura, ¿Qué dice el texto?

La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en
contra.
A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar.
Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. “Es un fantasma”, dijeron, y
llenos de temor se pusieron a gritar.
Pero Jesús les dijo: “Tranquilícense, soy yo; no teman”.
Entonces Pedro le respondió: “Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el
agua”.
“Ven”, le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en
dirección a él.
Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó:
“Señor, sálvame”.
En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: “Hombre de poca fe,
¿por qué dudaste?”.

🙋 ‍Siguiendo este texto, ¿Cuáles son las palabras o frases o actitudes que atraen tu
atención, tu interés?

📗 Meditación, ¿Qué nos dice Dios en el texto?

El texto de hoy nos pone ante los Problemas, el Miedo y la Fe.


Cuando los problemas aparecen es como este escenario de la barca y los apóstoles, que
no tiene estabilidad, nos sentimos solos, los murmullos, los pensamientos nos llegan
como los vientos, por todos lados y tal es nuestra confusión que todo lo vemos negro y
todo esto nos lleva al “Miedo total”, a la pérdida de “Nuestra Confianza”, “Nuestra Fe”,
estos son nuestros fantasmas, que los vemos porque los hemos creado y a veces son
tan grandes como se los permitamos; y siempre tarde que temprano sentimos ese
“Tranquilícense, soy yo; no teman” y entonces la calma, los rayos de luz y la esperanza
empiezan a aparecer, pero estamos tan nerviosos y titubeantes que nuestros primeros
pasos a la estabilidad se hunden y es cuando nos sale con la poca fuerza y fe decir
“Señor, sálvame”. Ante los problemas ¿Es importante compartirlos con los seres
queridos, amigos y con el Señor?, ¿Me doy cuenta que muchos de estos problemas son
fantasmas que yo mismo creo?, ¿Me refugio en el Señor para buscar la tranquilidad, su
ayuda y salvación?, ¿Afirmó que mi fe solo es firme y fuerte cuando el Señor me toma
de la mano y me lleva adelante?

🙋 Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es tu meditación, tu reflexión personal?

📘 Oración, ¿Qué le decimos a Dios?

Señor, soy débil en mi fe, porque desde pequeño no aprendí a dejarla, a cultivarla firme
y fuerte en mi corazón, en mi mente, en mi voluntad. Problemas, miedos siempre hay,
pero he aprendido que son fantasmas tan pequeños o tan grandes, que, con la
tranquilidad, la paz y la luz de tu amor siempre desaparecerán, por favor Señor nunca
dejes de darme tu mano, siempre la necesito porque solo contigo doy paso firme con fe.

🙋 ‍Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es tu oración personal?

Cada uno pone sus intenciones. -Amén-

📙 Contemplación, ¿Cómo interiorizamos la Palabra de Dios?

“¡Soy yo! ¡No tengan miedo!“ (Repetimos)

🙋 Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la palabra o frase o párrafo o actitud que
te ayuda a recordar este texto?

🏃 ⛪Acción, ¿A qué me comprometo con Dios?


Creo es bueno recordar algún problema o miedo que hayamos tenido y recorramos todo
ese camino, todo ese proceso, y nos daremos cuenta que hoy, es un fantasma que ya no
existe más y lo más importante es que el Señor estuvo en el momento más oportuno,
vendrán otros fantasmas, pero recordemos que siempre estará la mano del Señor,
compartamos este recuerdo con alguien y que nos sirva como una experiencia de vida.

🙋 Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la acción concreta que te invita a


realizar?
**********************************************************************

✞ ✞ ✞ Profesión de Fe

Solo los Domingos y Solemnidades.

✞ ✞ ✞ Intenciones (Oracion de los fieles)

Al celebrar estos sagrados misterios, pidamos al Dios de la salvación que escuche


misericordiosamente nuestras plegarias.
- Para que conceda a la Iglesia la libertad y la paz. Roguemos al Señor.
- Para que se digne establecer y conservar la justicia en todas las naciones. Roguemos
al Señor.
- Para que descubra a los poderosos que mandar es servir. Roguemos al Señor.
- Para que dé a los súbditos una obediencia sin servilismo. Roguemos al Señor.
- Para que perdone a los pecadores, proteja a los justos, consuele a los que sufren y dé
la salud a los enfermos. Roguemos al Señor.
- Para que conceda el descanso eterno a nuestros hermanos difuntos. Roguemos al
Señor.
- Para que despierte en nosotros el amor a los pobres y el deseo del cielo. Roguemos al
Señor.
- Por la Iglesia, cuando tiene que pasar por momentos difíciles de persecución, de
ridículo o conflicto interno, para que, a pesar de todo, siga confiando en el Señor,
roguemos al Señor.
- Por los cristianos acosados por dudas interiores o que tienen que afrontar difíciles
decisiones de conciencia, para que vean la mano salvadora que Jesús bondadosamente
les tiende, roguemos al Señor.
- Por la gente que tiene que hacer trabajos peligrosos, para que el Señor los proteja
siempre, roguemos al Señor.
Oh, Dios, que derramas sobre los corazones de tus fieles el don de la caridad; concede a
tus siervos la salud del alma y del cuerpo para que vivan en tu amor, cumpliendo tus
mandatos. Por Jesucristo nuestro Señor.

3 LITURGIA EUCARISTICA
Sacerdote: Orad hermanos para que este sacrificio, mío y vuestro, sea
agradable a Dios, Padre todopoderoso.
Todos: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria
de su Nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia. (→ Este es el
Compendio de la Misa)

✞ ✞ ✞ Oración sobre las Ofrendas

*** Se llevan al altar los dones; el pan y el vino. *** Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro
espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios
nuestro. *** Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.

Oh, Dios, aceptada la ofrenda de este sacrificio, concede a tus siervos [N. y N.] [Todos
los difuntos] participar en las abundantes riquezas de tu Hijo Jesucristo, para que
puedan resucitar con Él y ser colocados a su derecha. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Señor Dios nuestro: Tú quieres cerciorarnos de que estás tan cercano a nosotros por
medio de Aquél que es nuestro alimento y bebida, tu Hijo Jesucristo. Por Él danos poder
para caminar por el tormentoso camino de la fe y asumir los riesgos del amor, para que
sepamos superar nuestros miedos y hacer de su palabra consoladora el fundamento de
nuestra vida y de nuestro trabajo, ahora y hasta el fin de los tiempos.
Introducción a la plegaria eucarística
Centro y el culmen de toda la celebración. Es una plegaria de acción de gracias y de consagración. El
sentido de esta oración es que toda la congregación de fieles se una con Cristo en el reconocimiento de
las grandezas de Dios y en la ofrenda del sacrificio.

a) Acción de gracias
El Señor esté con vosotros. R/ Y con tu espíritu. Levantemos el corazón R/ Lo tenemos
levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/ Es justo y necesario.
Prefacio V de Difuntos. Nuestra resurrección por medio de la victoria de Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque el ser llamados de nuevo a la vida es obra de tu amor y gracia, ya que, habiendo
muerto a causa del pecado, los redimidos por la victoria de Cristo hemos sido llamados
con él a la vida.
• Gracias Señor por este encuentro contigo. Gracias por hablarme a lo profundo de mi
corazón y mostrarme cuánto necesito de Ti. Ayúdame a vivir la confianza en Ti no solo
en los momentos buenos sino también en aquellos momentos en que permites pruebas y
tribulaciones. Amén.
(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Por eso, con las virtudes del cielo te aclamamos continuamente en la tierra alabando tu
gloria sin cesar:
b) Santo: con esta aclamación toda la asamblea, uniéndose a las jerarquías celestiales, canta
o recita las alabanzas a Dios.

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu
gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el
cielo.
c) Epíclesis Se implora el poder divino para que los dones se conviertan en el Cuerpo y la
Sangre de Cristo, y para que la víctima inmaculada que se va a recibir en la comunión sea para
salvación de quienes la reciban.

Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por
Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas
todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin
mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso. Por eso, Padre, te suplicamos que
santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera
que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que
nos mandó celebrar estos misterios.
d) Narración de la institución y consagración. Con las palabras y gestos de Cristo, se
realiza el sacrificio que Él mismo instituyó en la última cena. Momento más solemne de la Misa;
es la transubstanciación: pan y vino desaparecen al convertirse en el Cuerpo, Sangre, Alma y
Divinidad de Cristo. Dios se hace presente ante nosotros con todo su amor. ¡Bendito Jesus en el
Santísimo sacramento del Altar!

Porque Él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y dando gracias te
bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen y coman todos de él,
porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes".
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dando gracias te bendijo, y lo pasó a
sus discípulos, diciendo: "Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi
Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por
muchos para el perdón de los pecados. Hagan esto en conmemoración mía".
e) Anámnesis. La Iglesia, al cumplir este encargo que, a través de los Apóstoles, recibió de
Cristo Señor, realiza el memorial del mismo Cristo, su Reactualización, recordando
principalmente su bienaventurada pasión, su gloriosa resurrección y la ascensión al cielo.

Éste es el sacramento de nuestra fe. R/ Anunciamos tu muerte, proclamamos tu


resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
f) Oblación. La asamblea ofrece al Padre la víctima inmaculada, y con ella se ofrece cada uno
de los participantes.

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su


admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te
ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia y reconoce en ella la Víctima por cuya
inmolación quisiste devolvemos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la
Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un
solo espíritu.
Que Él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto
con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y los mártires, (san
N.: santo del día o patrono) y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener
siempre tu ayuda.
Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al
mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu
servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N., al orden episcopal, a los presbíteros y
diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.
g) Intercesiones. Con ellas se da a entender que la Eucaristía se celebra en comunión con
toda la Iglesia, celeste y terrena, y que la oblación se hace por ella y por todos sus miembros,
vivos y difuntos.

Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia, en el
domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida
inmortal. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el
mundo.
A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor
nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Padre eterno, te ofrecemos la Preciosísima Sangre de Jesús, con todas las
Misas celebradas en el mundo en éste día, por las benditas Almas del
Purgatorio. Y Concédeles, Señor, el descanso eterno y brille para ellas la luz
perpetua. Amén.
h) Doxología final. Se expresa la glorificación de Dios y se concluye y confirma con el amen
del pueblo.

Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del
Espíritu Santo, todo Honor y toda Gloria por los siglos de los siglos. Amén
✞ ✞ ✞ Rito de la comunión
Significa "común unión". Al acercarnos a comulgar, además de recibir a Jesús dentro de
nosotros y de abrazarlo con tanto amor y alegría, nos unimos a toda la Iglesia en esa misma
alegría y amor.

a) Introducción al Padrenuestro
Con las palabras de Jesús nuestro Señor oremos al Padre de todos para que su reino venga a
cada persona de la tierra.

• Oremos a nuestro Padre misericordioso nos conceda la gracia de fortalecer y aumentar


nuestra fe, para cuando Cristo Jesús nos llame, vayamos sobre y en medios de las
aguas hacia Él”.
• Unidos en el amor de Cristo, por el Espíritu Santo que hemos recibido, dirijámonos al
Padre con la oración que el Señor nos enseñó:
R/ Padre nuestro…
b) Rito de la Paz
Los fieles imploran la paz y la unidad para la iglesia y para toda la familia humana y se expresan
mutuamente la caridad antes de participar de un mismo pan.

Líbranos, Señor.
Líbranos, Señor de todos los males, y concédenos la paz en nuestros días, para que
ayudados por tu misericordia, vivamos libres de pecado y protegidos de toda
perturbación, y aguardando la venida gloriosa de Jesucristo, nuestra esperanza.

R/. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.


Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no
tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R/.
Amén.
La paz del Señor esté siempre con ustedes. R/. Y con tu espíritu.
Dense fraternalmente la paz.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Danos la paz.
Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Señor, que nos dice: “Tranquilícense y no teman. Soy yo".
• Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la
cena del Señor.

R. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya
bastará para sanarme.
c) El gesto de la fracción del pan: Significa que nosotros, que somos muchos, en la
comunión de un solo pan de vida, que es Cristo, nos hacemos un solo cuerpo (1 Co 10,17)

d) Inmixión o mezcla: el celebrante deja caer una parte del pan consagrado en el cáliz.
Antífona de comunión Sal 30, 17-18
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia, Señor, no quede yo
defraudado tras haber acudido a ti.

✞ ✞ ✞ Oración después de la Comunión

Escucha, oh, Dios, a tus hijos que han sido alimentados con el sacramento de salvación
y, ya que has resucitado de entre los muertos a Cristo tu Unigénito por el Espíritu Santo,
concede a tus fieles [N. y N.] [Todos los fieles difuntos] la alegría de la vida inmortal.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Dios todopoderoso: Tú nos invitas por medio de Jesús, tu Hijo, a abandonar nuestra
tímida seguridad y a caminar con Él a través de las aguas en entrega generosa a ti y a
nuestro prójimo. Aun cuando no veamos su mano tendida hacia nosotros y agarrando la
nuestra, danos la suficiente fe para estar seguros de que con Él venceremos y
construiremos tu futuro en nuestro mundo tan humano, hasta que nos lleve, a través de
las dificultades, hacia ti, Dios nuestro por los siglos de los siglos.

4 RITO DE CONCLUSION
Consta de saludo, bendición sacerdotal, y de la despedida, con la que se disuelve la asamblea,
para que cada uno vuelva a sus honestos quehaceres alabando y bendiciendo al Señor.

✞ ✞ ✞ Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos. R/ Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! R/ ¡Venga tu Reino!

Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Santa María, Madre del Señor Jesús y nuestra, obtennos la presencia vivificante del
Espíritu, y la gracia de andar siempre por los caminos de Dios.

Oracion a San Miguel Arcángel.


San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad
y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde
súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido,
arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo
para la perdición de las almas. Amén

✞ ✞ ✞ Bendición

Hermanos: El Señor nos ha dicho: “¡Ánimo, soy yo! No tengan miedo”. Él está con
nosotros en nuestras luchas; nunca nos va a abandonar.
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre
nosotros y nos acompañe siempre.
R/ Amén.
Podemos ir en paz. R/. Demos gracias a Dios.

✞ ✞ ✞ Abba Padre, gracias te doy por enseñarme a Cristo histórico. Y ahora, por tu gracia
y Espíritu Santo concédeme fortalecer la fe, para caminar con Cristo, por Cristo y en
Cristo, ya no histórico, sino Pan vivo bajado del cielo.
«Tú eres Cristo, el Hijo de Dios Vivo» Mt 16, 16

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