109 Ma 18STO MT 14, 22-36 Animo Soy Yo No Temais Hombre de Poca Fe Num 12, 1-13
109 Ma 18STO MT 14, 22-36 Animo Soy Yo No Temais Hombre de Poca Fe Num 12, 1-13
✞ ✞ ✞ Padre, en Tus manos abandono mi vida y todo mi ser, para que me vacíes de todos
los pensamientos, palabras, obras, deseos e imágenes que me separan de Ti.
Calma mi sed y sacia mi hambre, lléname de Ti. Con humildad te entrego mi intención
de consentir tu Presencia y acción en mí, sáname, transfórmame, hazme de nuevo.
Ahora mismo anhelo y te pido a nombre de tu Hijo Jesús que me des al Espíritu Santo;
pues ya dispuesta mi alma, por tu gracia y misericordia; espera la luz que abra mi
mente y mi corazón para escucharte y ahí en mi meditación dejarme encontrar,
sorprender, seducir, tocar, y guiar por Ti.
Dime lo que quieres de mi para hacer Tu voluntad y no la mía. Dame el don de la
contemplación y la gracia para ver, aceptar y perseverar sin apegos, en este camino
hacia la Gloria.
✞ ✞ ✞ Señor Jesús, que tu Espíritu, nos ayude a leer las Sagradas Escrituras en el mismo
modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús.
Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de
Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía
ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los
acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren.
Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús,
podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú
estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo
pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu.
Amén
✞✞✞
Jesús, enséñame a gustar la infinitud del Padre. Háblame, Señor Jesús, acerca del
Padre. Hazme niño para hablarme de Él como los padres de la tierra conversan con sus
pequeños; hazme amigo tuyo para hablarme de Él como hablabas con Lázaro en la
intimidad de Betania; hazme apóstol de tu palabra para decirme de Él lo que
conversabas con Juan; recógeme junto a tu Madre como recogiste junto a ella a los doce
en el Cenáculo..., lleno de esperanza para que el Espíritu que prometiste me hable
todavía de Él y me enseñe a hablar de Él a mis hermanos con la sencillez de la paloma y
el resplandor de la llama (G. CANOVAI, Suscipe Domine).
“JESÚS: EN MIS DUDAS Y POCA FE, ANÍMANOS”
«Betsaida. Jesús mandó los discípulos a la otra orilla, y despedía la
gente».
«Después de orar, al final de la noche, Jesús se acercó a ellos caminando
sobre el lago. Y al verlo se asustaron: Es un fantasma. Y gritaban de
miedo».
«Jesús: ¡Ánimo! Soy yo, no temáis. Pedro: Si eres tú, mándame ir a ti
sobre las aguas. Jesús: Ven. Pedro saltó y andaba hacia Jesús. Al ver
violencia del viento se asustó y al empezar a hundirse, gritó: ¡Señor,
sálvame!».
«Jesús lo agarró y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?
Subieron a la barca y el viento se calmó. Y se postraron ante Jesús,
diciendo: Verdaderamente, eres Hijo de Dios».
1 RITOS INICIALES
✞ ✞ ✞ Antífona de entrada: Sal 104, 3-4
Que se alegren los que buscan al Señor. Recurrid al Señor y a su poder, buscad
continuamente su rostro.
Monición de entrada
Celebramos la muerte en Cristo de nuestros hermanos. La fe nos asegura que el que
cree en Cristo, aunque haya muerto, vivirá. Que el Misterio pascual de Cristo, que nos
disponemos a celebrar, aliente en nosotros esta fe y esta esperanza. Y puesto que
nuestros hermanos profesaron esta misma fe, les encomendamos a las manos
misericordiosas de Dios para que alcancen la gloria y la vida para siempre que
esperaron.
Nos reunimos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
✞ ✞ ✞ Saludo al altar y pueblo congregado
Misa de Feria. Martes de la XVIII semana del Tiempo Ordinario, feria (o misa por los
difuntos). 03 de Agosto 2021
• La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté
siempre con nosotros.
• Nos ponemos en tu presencia Espíritu Santo, ilumínanos con tu luz, abre nuestros
corazones para ser dóciles a tus inspiraciones.
• ¡Creo Señor, pero aumenta mi fe! Quédate conmigo en este espacio de encuentro
contigo. Que pueda confiar cada vez más en Ti, para que a semejanza de San Pedro,
pueda ir creciendo en la certeza de que contigo no hay nada que perder.
Uno de los pecados más graves que existen es la murmuración, pues ésta es causa de
muchas desventuras. Cuando hablamos mal de las personas, esto en general, no ayuda
a la persona, pues ésta será la última en saberlo mientras que en su alrededor se va
creando la "difamación".
Evangelio. El simbolismo de la narrativa del evangelio es muy fuerte. El agua
embravecida del mar representa al mal, que traga a la gente. Jesús, el Señor, es más
fuerte. Él invita a los discípulos y a la Iglesia entera a arriesgarse, desde la fe, a
seguirle. La fe es insegura por sí misma; tenemos que pasar a través de las tormentas
de la vida entre la fe y el temor. Pero el Señor está ahí, invisible, asegurándonos: “Soy
yo; Yo estoy con ustedes. No teman.”
✞ ✞ ✞ Acto penitencial
El Señor Jesús, que nos invita a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, nos llama ahora
a la conversión. Reconozcamos nuestra indignidad, debilidad, y nuestros pecados e
invoquemos con esperanza la misericordia de Dios.
Jesucristo, el justo, intercede y nos reconcilia con el Padre. Abramos, pues, nuestro
espíritu al arrepentimiento. … Un poco de silencio…
• Perdóname Señor por todos los momentos en que me quedo centrado en mí mismo y
me olvido de mirarte. Sé que tu amor es más fuerte y que con tu misericordia me
ayudas a levantarme una y otra vez de cada caída.
¡Señor, ten piedad! ¡Cristo, ten piedad! ¡Señor, ten piedad!
✞ ✞ ✞ Gloria a Dios.
Se canta o se recita los domingos, fuera de los tiempos de Adviento y Cuaresma, en las
solemnidades y en las fiestas y en algunas peculiares celebraciones más solemnes.
✞ ✞ ✞ Oración Colecta:
• Dios todopoderoso y eterno, Señor de vivos y muertos, que derramas sobre todos tu
misericordia, humildemente te suplicamos que aquellos por quienes oramos, consigan,
en tu bondadosa clemencia, el perdón de sus pecados, y, felices, gocen contigo
alabándote siempre. Por nuestro Señor Jesucristo.
Señor Dios nuestro: Estamos constantemente tensos entre el miedo y la fe mientras
peleamos con el viento y con las olas que amenazan nuestra fidelidad al evangelio.
Señor, danos la gracia de saber aceptar que la fe nunca es humanamente segura ni
adquirida de una vez para siempre. Hazla crecer en nosotros día a día, para que no
seamos pusilánimes y timoratos sino que sigamos resuelta y coherentemente a tu Hijo,
Jesucristo, nuestro Señor.
2 LITURGIA DE LA PALABRA
✞ ✞ ✞ Primera lectura: Números 12, 1-13
No hay otro profeta como Moisés ¿cómo os habéis atrevido a hablar contra él?
En aquellos días,
1 María y Aarón murmuraban contra Moisés a causa de la mujer cusita que éste había
tomado por esposa.
2 Decían: -¿Acaso ha hablado el Señor sólo con Moisés? ¿No ha hablado también con
nosotros? El Señor lo oyó.
3 Moisés era el hombre más humilde y sufrido del mundo.
4 El Señor dijo a Moisés, a Aarón y a María: -Id los tres a la tienda del encuentro. Así lo
hicieron.
5 El Señor descendió en la columna de nube y se detuvo a la entrada de la tienda. Llamó
a Aarón y a María, y ambos se acercaron.
6 El Señor les dijo: -Oíd mis palabras: Cuando hay entre vosotros un profeta, yo me
revelo a él en visión y le hablo en sueños.
7 Pero con mi siervo Moisés no hago esto, porque él es mi hombre de confianza.
8 A él le hablo cara a cara, a las claras y sin enigmas. Moisés contempla el semblante
del Señor. ¿Cómo os habéis atrevido a hablar contra mi siervo Moisés?
9 El Señor se irritó contra ellos y se fue.
10 Apenas había desaparecido la nube de encima de la tienda, María apareció cubierta
de lepra, blanca como la nieve. Aarón se volvió hacia María y la encontró cubierta de
lepra.
11 Aarón dijo a Moisés: -Perdón, mi Señor. No nos hagas responsables del pecado que
neciamente hemos cometido.
12 No dejes a María como un aborto, que sale ya medio consumido del vientre de su
madre.
13 Moisés clamó entonces al Señor diciendo: -¡Oh Dios, sánala, por favor!
PALABRA DE DIOS. R/TE ALABAMOS, SEÑOR
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Meditatio
Uno de los pecados más graves que existen es la murmuración, pues ésta es causa de
muchas desventuras. Cuando hablamos mal de las personas, esto en general, no ayuda
a la persona, pues ésta será la última en saberlo mientras que en su alrededor se va
creando la "difamación". La difamación está unida a la murmuración y requiere
reparación para que sea perdonada en el sacramento de la reconciliación, pues la gente
tiene derecho a su fama, no importa cuál sea la realidad que uno conozca de ella.
Difamar no es decir cosas falsas de la persona, sino decir cosas verdaderas que ponen
en mal a la persona. Moisés había tomado una mujer que no era del pueblo lo cual era
algo verdadero; sin embargo, el Señor había pedido que no emparentaran con los
pueblos vecinos. Esto lo debían de haber visto con Moisés directamente y no entre los
hermanos. Todos somos seres falibles, débiles que comentemos un sinnúmero de
errores. Sin embargo, estos no tienen por qué ser publicados. Esos errores deben ser
tratados por el confesor.
Ahora bien, si realmente queremos ayudar al hermano, si de veras lo amamos, debemos
de tener valor para corregirlo, para decirle en qué falta ha incurrido y de esta manera
ayudarle a salir de esta falta o de este error. Comentarlo con otra persona en nada
beneficia al hermano, al contrario, la desprestigia creando a su alrededor mala fama, por
un error que puede ser corregido cuando se le hace saber. No demos rienda suelta a
nuestra lengua. Atémosla al amor y a la razón.
Oratio
Señor, no permitas que murmure de mi hermano sino que, por el contrario, enséñame a
practicar la corrección fraterna para que ayude a mi hermano a salir de su pecado y a mí
me ayude a ser un buen cristiano.
Actio
Trabajaré para no hablar mal de alguien, sino que le corregiré si yerra.
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El presente fragmento del libro de los Números introduce a los tres personajes clave del
éxodo: Moisés, Aarón y María, su hermana. En medio de ellos está presente Dios como
juez, amigo y protector de Moisés.
Tampoco entre los grandes hombres faltan piedras de tropiezo, habladurías y envidias.
Éste es el caso de Aarón y María, incapaces de considerar a Moisés en toda su grandeza,
como elegido de Dios, por el simple hecho de que había tomado como esposa a una
mujer etíope. Quieren ser como él, tal vez más que él; ser investidos también ellos de
un poder profético como el del caudillo de Israel. Pero Dios viene en ayuda de su siervo,
le defiende y realiza un juicio solemne. El lugar de esta teofanía de YHWH es la «tienda
del encuentro», lugar de la presencia (Shehinah) del mismo Dios, donde está presente
con su gloria (kabod), simbolizada por la columna de nube y por la nube misma, que
marca la presencia y el ausentarse de Dios (cf. w. 5.10).
Allí tiene lugar un juicio tan severo como sincero. Dios toma la defensa de Moisés. Entre
la multitud de profetas presentes en el pueblo, es Moisés el profeta por excelencia; más
aún, es el amigo y confidente de Dios. Las palabras con las que YHWH toma la defensa
de Moisés son emotivas y ponen de manifiesto su singular elección como amigo y
confidente: «A él le hablo cara a cara, a las claras y sin enigmas. Moisés contempla el
semblante del Señor» (v. 8). El texto transmite la convicción del pueblo sobre la
grandeza de Moisés, el amigo de Dios, del mismo modo que se revela en otros
fragmentos del Pentateuco.
El castigo infligido a María nos parece excesivo. Sin embargo, se trata de un signo. Y, de
nuevo, la oración confiada de Moisés, la audacia que muestra al pedir a Dios la curación,
manifiesta de verdad que habla a Dios con la audacia confiada de un amigo.
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Entre el viento y la tempestad. Números 12, 1-13. Para muchos autores, Números
12 ha fusionado dos tradiciones. La primera, yahvista, sólo ha dejado algunas huellas y
cuenta las críticas de que fue objeto el matrimonio de Moisés con una mujer madianita,
sin que se sepa exactamente el motivo de la crítica. María, la hermana de Moisés, fue
castigada con la lepra a causa de estas críticas, y sólo debió su curación a la
intervención de aquel a quien había criticado.
La segunda fuente, que es elohísta, resulta particularmente interesante. En efecto, por
encima del debate suscitado por la supremacía de Moisés con respecto a Yahvé, aparece
todo el conflicto entre los profetas de vocación y los profetas de oficio. Este conflicto
apasionó al reino del Norte en el siglo VIII.
Por una parte, existen los profetas de oficio; por otra, los carismáticos. A los primeros,
Yahvé sólo les habla en visiones o en sueños; sus medios de interpretación no se
diferencian de los de los profetas extranjeros, como Balaam, por ejemplo (cfr Nm 22-
23). A estos profetas que sólo conocen a Dios "como a tientas" (J. de Vaux, citando Hch
17,27), el autor elohísta opone la autoridad de Moisés y, a través de ella, la de los
profetas de vocación, que están en contacto directo con el espíritu de Yahvé. Este
carisma está, por otra parte, ligado a su misión misma, pues lo que les es confiado es
nada menos que toda la "casa" del Señor.
El salmo 50 responde al conflicto surgido entre Moisés y sus colaboradores; es el
conflicto del pueblo con Yahvé.
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El autor de este texto nos habla claramente de una preferencia de Dios hacia Moisés. Así
lo ha entendido siempre la tradición del pueblo de Dios. Moisés ha vivido una intimidad
con Dios incomparable con la de cualquier otro profeta. No ha sido Moisés quien se
arrogó este privilegio, por eso no se lo puede cuestionar, sino al mismo Dios. Por esta
razón, Aarón se arrepintió de sus murmuraciones.
✞ ✞ ✞ Salmo
✞ ✞ ✞ Aleluya
Jn 1, 49b
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
✞ ✞ ✞ “Padre, dame tu bendición”: “El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies
dignamente su Evangelio en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”
• El evangelio de hoy nos presenta otra jornada de la vida de Jesús. En este pasaje se
narran aspectos de su vida diaria que la tradición sinóptica ha recogido. Nos referimos a
los momentos de oración y de soledad que pueblan la vida del Maestro. «Después de
despedirla [a la muchedumbre], subió al monte para orar a solas. Al llegarla noche
estaba allí solo» (v. 23). La semejanza con la perícopa referida a Moisés, como orante y
amigo de Dios, nos sugiere la aproximación de ambos personajes.
Ahora bien, aquí se trata de Jesús; no de un amigo, sino del Hijo mismo orando. Una
oración intensa, que dura toda una noche. Un fragmento paralelo de Lucas (6,12), en el
que se alude a que Jesús pasó una noche en oración antes de la elección de los
discípulos, confirma esta costumbre del Señor, una costumbre que despertaba
admiración en los discípulos.
Sobre el fondo de esta presentación del Maestro, que vive el misterio de su relación
orante con Dios, se manifiesta asimismo su trascendencia divino-humana, caminando
sobre las aguas. Las palabras del Maestro tranquilizan a los discípulos, que están llenos
de miedo. El instintivo Pedro, acostumbrado a su mar de Galilea, quiere caminar sobre
las aguas como Jesús. Prueba a hacerlo, pero está a punto de hundirse. El miedo a la
muerte hace brotar de él una oración sentida y profunda, una oración en la que implora
la salvación: « ¡Señor, sálvame!» (v. 30). Con su reacción, Jesús, que reprocha a Pedro
su miedo y denuncia su falta de fe (v. 31), se presenta a nuestros ojos como Salvador, a
la luz de la revelación de su superioridad divina.
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El episodio narrado tiene un claro valor simbólico y contiene un mensaje teológico que
no es difícil identificar. La barca que atraviesa, con los discípulos a bordo, las aguas
agitadas por el viento es imagen de la Iglesia sacudida por los acontecimientos
tumultuosos de la historia. Del mismo modo que ya en el Primer Testamento YHWH
había sacado de Egipto al pueblo elegido y lo había guiado por el desierto hasta la tierra
prometida, así también ahora Jesús socorre al pequeño núcleo que constituirá el
comienzo de las comunidades del nuevo Israel, de la humanidad entera redimida por su
sangre.
Mateo subraya ulteriormente el sentido eclesial del episodio refiriendo -sólo él- el asunto
de Pedro: asegurado por Jesús, camina sobre las aguas, pero inmediatamente después,
preso de la duda, empieza a hundirse; mientras siente que se lo tragan las aguas -de la
muerte- invoca la salvación, y la mano de Cristo le salva (vv. 28-31); el Maestro y el
discípulo suben, por fin, a la barca; vuelve la bonanza, que asegura una navegación
tranquila y segura. Por lo que respecta al género literario, podemos hablar de un «relato
de epifanía»: Jesús, al mostrar su soberanía sobre los elementos naturales
desencadenados -símbolo del mal-, parece anticipar la manifestación de su victoria
pascual sobre la muerte. Las palabras « ¡ánimo! Soy yo, no temáis» (v. 27) revelan la
identidad divina del Nazareno; la expresión «Soy yo» retorna, en efecto, la fórmula del
nombre de Yinvil (cf. Éx 3,14).
Los vv. 28-31, referidos a Pedro, aluden después a la función primacial del apóstol en la
Iglesia. Pedro puede caminar sobre las fuerzas del mal como el Maestro, aunque su fe es
insuficiente -e hombre de poca fe» (v. 31), y necesita la ayuda de Jesús. El v. 33 -propio
de Mateo concluye el relato con una profesión coral de fe en Cristo: «Y los que estaban
en ella se postraron ante Jesús, diciendo: "Verdaderamente eres Hijo de Dios"».
Leyendo el episodio en clave pascual, esta «confesión» de los discípulos corresponde al
acto de adoración que ellos mismos realizaron cuando le encontraron en Galilea después
de la resurrección (Mt 28,17).
El fragmento va seguido de un resumen que pone de relieve el poder salvífico de Jesús
(vv. 34-36). Llega por vez primera junto a Genesaret, pueblo situado en la fértil llanura
de la ribera noroccidental del lago de Galilea, y enseguida le traen «todos los enfermos»
y él los cura a «todos»: es el Salvador de cada hombre, y cada hombre, gracias a él,
puede volver a esperar en la salvación.
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El contexto:
La historia de Jesús caminando sobre el mar sigue a la historia de la alimentación de los
cinco mil. “Por segunda ocasión, los discípulos enfrentan una situación con la que ellos
deben lidiar por sí solos inicialmente, pero Jesús una vez más ‘viene en su rescate’ y los
salva a través de un acto soberano de autoridad” (Martin).
Aunque Marcos 6:45-52 y Juan 6:16-21 también relatan la historia, Mateo es el único
que incluye el suceso sobre Pedro intentando caminar sobre el mar para encontrarse con
Jesús. A pesar de que Mateo usa a Marcos como una de sus fuentes, su final es bastante
diferente. En Marcos, la historia concluye con los discípulos pasmados, sin entender, y
endureciendo sus corazones. En Mateo, los discípulos alaban a Jesús y reconocen que es
el Hijo de Dios.
Esta historia es similar a la de Mateo 8:23-27, donde una tormenta amenazaba con
hundir la barca mientras Jesús dormía. En esa historia, Jesús reprende a los vientos y al
mar, y estos le obedecen. En ambas historias:
• Los discípulos están en la barca.
• En un sentido Jesús está ausente de los discípulos. En Mateo 14, Jesús manda que sus
discípulos se adelanten solos. En Mateo 8, Jesús estaba en la barca, pero estaba
dormido.
• Los discípulos son atrapados por la tormenta y tienen miedo.
• Jesús usa la palabra oligopistos (“de poca fe”) para reprender a sus discípulos.
• Los discípulos se asombran del poder de Jesús. En el relato de Mateo 8, ellos
preguntan “¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y la mar le obedecen?” En el
relato de Mateo 14, ellos dicen “Verdaderamente eres Hijo de Dios”.
Mateo está escribiendo su evangelio cuando los cristianos están siendo perseguidos.
Para ese tiempo, lo más seguro es que Pedro ya fue crucificado. Las historias sobre la
tormenta en el mar, está abordando los asuntos del peligro, el miedo y la fe. En ambas
historias “la barca parece representar a la iglesia, golpeada por las tentaciones, pruebas
y persecuciones. En ambas [historias], Jesús aparece como el defensor de la iglesia, que
es suficientemente fuerte como para salvar a aquellos que claman a él en fe” (Hare,
169). Este pasaje dio mucho consuelo a los primeros cristianos. Mientras que no se les
ahorraba el sufrimiento y la muerte, ellos estaban confiados en que Cristo los salvaría
incluso si tuvieran que morir.
Van Harn describe esto como “tres historias… arregladas de manera concéntrica
alrededor de la persona de Jesús” –siendo la más larga la del Evangelio de Mateo, la
mediana la de los discípulos enfrentando la tormenta, y la más pequeña la de Pedro y
Jesús (Van Harn, 87).
2 Reflexión. ¿Qué nos dice Dios en el Texto? La palabra me ilumina.
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Oración inicial
Ven, Señor, en ayuda de tus hijos; derrama tu bondad inagotable sobre los que te
suplican, y renueva y protege la obra de tus manos en favor de los que te alaban como
creador y como guía. Por nuestro Señor.
Del Evangelio según Mateo 14,22-36
Reflexión
• El evangelio de hoy describe la travesía difícil y cansada del mar de Galilea en un
barco frágil, empujado por el viento contrario. Entre el Sermón de las Parábolas (Mt 13)
y el de la Comunidad (Mt 18), está, de nuevo, la parte narrativa (Mt 14 hasta 17). El
Sermón de las Parábolas llamaba nuestra atención hacia la presencia del Reino. Ahora,
la parte narrativa muestra cómo esta presencia acontece provocando reacciones a favor
y en contra de Jesús. En Nazaret no fue aceptado (Mt 13,53-58) y el rey Herodes
pensaba que Jesús fuera una especie de reencarnación de Juan Bautista, asesinado por
él (Mt 14,1-12). La gente pobre, sin embargo, reconocía en Jesús el enviado de Dios y le
seguía en el desierto, donde aconteció la multiplicación de los panes (Mt 14,13-21).
Después de la multiplicación de los panes, Jesús despide a la multitud y manda a los
discípulos a que hagan la travesía, descrita en el evangelio de hoy (Mt 14,22-36).
• Mateo 14,22-24: Iniciar la travesía a petición de Jesús. Jesús obligó a los
discípulos a subir a la barca y a ir al otro lado del mar, donde estaba la tierra de los
paganos. El mismo subió a la montaña para rezar. La barca simboliza la comunidad.
Tiene la misión de dirigirse a los paganos y de anunciar a ellos también la Buena Nueva
del Reino que da vida a una nueva manera de convivir en comunidad. Pero la travesía es
cansada y se demora. La barca es agitada por las olas, pues el viento es contrario. A
pesar de estar remando toda la noche, falta mucho para llegar a tierra. Faltaba mucho
para que las comunidades hiciesen la travesía hacia los paganos. Jesús no fue con los
discípulos. Ellos debían aprender a enfrentarse a las dificultades, unidos y fortalecidos
por la fe en Jesús quien los envió. El contraste es grande: Jesús en paz junto a Dios
rezando en lo alto de la montaña, y los discípulos medio perdidos abajo, en el mar
revuelto.
• La travesía para el otro lado del lago simboliza también la difícil travesía de
las comunidades del final del primer siglo. Ellas tenían que salir del mundo cerrado
de la antigua observancia de la ley, para la nueva manera de observar la Ley del amor,
enseñada por Jesús; salir de la conciencia de pertenecer al pueblo elegido, privilegiado
por Dios entre todos los pueblos, para la certeza de que en Cristo todos los pueblos
estaban siendo fundidos en un único Pueblo ante Dios; salir del aislamiento de la
intolerancia para el mundo abierto de la acogida y de la gratuidad. También nosotros
hoy estamos en una travesía difícil para un nuevo tiempo y una nueva manera de ser
iglesia. Travesía difícil, pero necesaria. Hay momentos en la vida en que el miedo nos
asalta. No falta la buena voluntad, pero no basta. Somos como una barca que se
enfrenta al viento contrario.
• Mateo 14,25-27: Jesús se acerca y ellos no lo reconocen. Y a la cuarta vigilia de
la noche, esto es entre las tres y las seis de la madrugada, Jesús se fue al encuentro de
los discípulos. Andando sobre las aguas, llega cerca de ellos, pero ellos no lo reconocen.
Gritan de miedo, pensando que fuese un fantasma. Jesús los calma diciendo: “¡Animo!
¡Soy yo! ¡No temáis!” La expresión "¡Soy yo!" es la misma con la que Dios trató de
superar el miedo de Moisés cuando le envió para que libertara al pueblo de Egipto (Ex
3,14). Para las comunidades, tanto las de ayer como las de hoy, era y es muy
importante escuchar de nuevo: "¡Animo! ¡Soy yo! ¡No temáis!"
• Mateo 14,28-31: Entusiasmo y flaqueza de Pedro. Sabiendo que es Jesús, Pedro
pide para poder caminar sobre las aguas. Quiere experimentar el poder que domina la
furia del mar. Un poder que, en la Biblia, es exclusivo de Dios (Gén 1,6; Sal 104,6-9).
Jesús permite que él participe de ese poder. Pero Pedro tiene miedo. Piensa que se
hunde y grita: "¡Señor! Sálvame!" Jesús lo asegura y reprende: "¡Hombre de poca fe!
¿Por qué dudaste?" Pedro tiene más fuerza de lo que se imagina, pero tiene miedo ante
las olas contrarias y no cree en el poder de Dios que existe en él. Las comunidades no
creen en la fuerza del Espíritu que existe en ellas, y que actúa mediante la fe. Es la
fuerza de la resurrección (Ef 1,19-20).
• Mateo 14,32-33: Jesús es el Hijo de Dios. Ante la ola que avanza sobre él, Pedro
se hunde en el mar por falta de fe. Después de salvarse, él y Jesús, entran en la barca y
el viento amaina. Los otros discípulos, que estaban en el barco, se quedan maravillados
y se arrodillan ante Jesús, reconociendo en él el Hijo de Dios: "Verdaderamente eres
Hijo de Dios". Más tarde, Pedro también va a profesar la misma fe en Jesús: “Tu eres el
Mesías, el Hijo del Dios vivo” (Mt 16,16). Así, Mateo sugiere que no es sólo Pedro el que
sustenta la fe de los discípulos, sino que la fe de los discípulos sustenta la fe Pedro.
• Mateo 14,34-36: Le presentaron todos los enfermos. El episodio de la travesía
termina con este final bien bonito: “Terminada la travesía, llegaron a tierra en
Genesaret. Los hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia
por toda aquella comarca y le presentaron todos los enfermos. Le pedían que tocaran
siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron salvados”.
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Decir que se tiene fe cuando todo marcha sobre ruedas, cuando la economía florece,
cuando la salud no se quebranta, cuando el mundo abre sus flores para nosotros,
ciertamente es fácil. Sin embargo, la verdadera fe se prueba desafiando el mar,
confiando ciegamente en el poder, el amor y la misericordia de Dios.
La verdadera fe es la que nos hace permanecer de pie en medio del mar cuando las olas
y el viento se embravecen; cuando se pierde la salud, los negocios se tambalean, la
fama y el honor se deterioran y se pone en juego todo lo que tenemos. El evangelio de
hoy nos hace ver lo que significa creer que Jesús es verdaderamente, como lo
reconocerán al final los demás, “el Hijo de Dios”. Pedro desafía el mar y el viento, se
dispone a hacer lo que parecería imposible para un hombre, pero confiado en la palabra
de Jesús que le ha dicho “ven”, se lanza a la aventura de la fe.
La prueba es fuerte y la fe se debilita, sin embargo, Jesús está cerca de él y jamás
permitirá que su intento fracase. En medio de nuestras pruebas, de nuestros
hundimientos y naufragios, Jesús está ahí, para darnos una mano y llevarnos de nuevo
al puerto. Jesús nos llama a hacer lo que parece ser imposible para el hombre: ser
santos. Baja de la barca de tu seguridad y camina hoy hacia Él.
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Hay una especie de hilo de oro que acomuna a los personajes perfilados en el fragmento
evangélico propuesto: la fe. Se requiere la fe a los discípulos, que, por orden de Jesús,
deben subir solos a la barca, mientras que su Maestro despide a la muchedumbre
entusiasmada por haber sido saciada de pan en el desierto. Una fe-obediencia dura y
probada por las largas horas de travesía en medio de olas agitadas, con el tormentoso
pensamiento de que ha sido precisamente Jesús quien les ha abandonado en la noche,
en la dificultad, en el desconcierto. Se vuelve a pedir de nuevo la fe a los discípulos
cuando le ven avanzar -¡como un fantasma!- sobre las aguas agitadas por el viento. Por
consiguiente, es otra vez él quien les pone en dificultades, en vez de socorrerles.
También se pone a prueba la fe de Pedro. Es el quien pide: «Senor, si eres tú, mándame
ir hacia ti sobre las aguas., pero, ciertamente, no le resulta fácil despegarse de la barca
de los compañeros para aventurarse, en medio de la tempestad, al encuentro del
misterioso personaje que le ha animado a no tener miedo. Su fe se revela
verdaderamente escasa, como la de los discipulos, como la de todos nosotros; sin
embargo, en el momento de mayor peligro, ese «poco de feo -no más grande que un
grano de mostaza- le hace brotar del corazón el grito de una autentica oración gracias a
la cual encuentra ayuda de inmediato.
El verdadero problema de los discipulos y también el nuestro es precisamente el de ser
capaces de postrarnos ante Jesus y decirle con todas nuestras fuerzas:
«Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios. Si, verdaderamente, tú eres el Senor de lo
imposible, que has venido a hacerte nuestro imprevisible compañero de camino en el
arduo viaje de la vida. Dios Altísimo y, sin embargo, sumamente próximo. Precisamente
porque es Dios, sus pensamientos superan nuestros pensamientos, sus caminos no son
nuestros caminos; el camino que elige para nosotros no es nunca el que nosotros nos
esperaríamos, no es nunca el más obvio. Por lo general, el hombre se siente presa del
temor frente a lo imprevisto, y a menudo se siente incluso paralizado por el miedo y la
angustia. Ahora bien, cuando lo imprevisto viene de Dios, tiene una marca inequívoca:
trae consigo una paz profunda, porque es fruto del amor.
Eso es lo que importa comprender, como habían intuido los pobres enfermos de
Genesaret, que acudieron todos a Jesus sin miedo. Su deseo era tocar siquiera la orla de
su manto para obtener la salvación. Creer es precisamente la humilde certeza de quien
no desea otra cosa que encontrar a Jesus, poner ante el su propia pobreza y miseria con
la seguridad de que será sanado por Él.
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Tener una fe firme. La vida que Cristo nos invita a vivir siempre estará marcada por
un vaivén de momentos de claridad y momentos de sombras. Habrá días en que nos
deleitaremos viendo las multiplicaciones de los panes y tantos milagros del maestro,
pero otros en los que el actuar de Dios nos parecerá misterioso y desconcertante,
porque los caminos de Dios no son los caminos de los hombres.
Por ello, Jesús nos ha querido dejar una gran lección en este pasaje a todos los hombres
de poca fe de todos los tiempos, cuando dice: «Tranquilícense y no teman. Soy yo».
Jesús quiere que nuestra fe sea firme a pesar de la luz o la oscuridad que se vaya
presentando en nuestra vida. Nuestra fe debe ser tan fuerte que debemos saber que los
momentos de prueba u oscuridad pasarán, y es una oportunidad para crecer en nuestra
santificación y confianza en Dios.
El Papa Francisco ha repetido la importancia de hacer memoria. Es común que nosotros,
hombres de poca fe, nos dejemos inquietar por rachas de la vida, o dar demasiada
importancia a cosas que no lo son. Cuando recordamos la obra de Dios en nuestra vida y
vemos el todo, se desvanecerán tantos fantasmas que rondan nuestra barca. Hacer
memoria es ver las cosas desde una óptica desde la que nos ve Dios, es ver el actuar de
su providencia que jamás nos ha dejado, ni nos dejará.
• «La corrupción, la soberbia, el exhibicionismo de los dirigentes aumenta el
descreimiento colectivo, la sensación de desamparo y retroalimenta el mecanismo del
miedo que sostiene este sistema inicuo. Quisiera, para finalizar, pedirles que sigan
enfrentando el miedo con una vida de servicio, solidaridad y humildad en favor de los
pueblos y en especial de los que más sufren. Se van a equivocar muchas veces, todos
nos equivocamos, pero si perseveramos en este camino, más temprano que tarde,
vamos a ver los frutos. E insisto, contra el terror, el mejor antídoto es el amor. El amor
todo lo cura». (Homilía de S.S. Francisco, 5 de noviembre de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con
Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees
que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Ir a una capilla y pedirle al Señor la gracia de jamás dudar y de ser un hombre de
mucha fe.
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23. Jesús se retiraba cada vez que podía (véase Mc. 1, 35; Lc. 5, 16; 6, 12; 9, 18, y 28;
Jn. 6, 3, etc.) para darnos ejemplo y enseñarnos que el hombre que quiere descubrir y
entender las cosas de Dios tiene que cultivar la soledad. No porque sea pecado andar en
tal o cual parte, sino que es simplemente una cuestión de atención. Porque no se puede
atender a un asunto importante cuando se está distraído por mil bagatelas (cf. Sb. 4,
12). No es otro el sentido de la semilla que cae entre abrojos (Mt. 13, 22). Cualquiera
sabe y comprende, por ejemplo, que el que tiene novia necesita una gran parte de su
tempo para visitarla, escribirle, leer sus cartas, ocuparse de lo que a ella le interesa, etc.
Si pretendiésemos que esto no es lo mismo y que hay otras cosas más importantes, o
que nos apremian más que nuestra relación con Dios, no entenderemos jamás la
verdad, ni sabremos defender nuestros intereses reales, ni gozar de la vida espiritual, ni
aprovechar de los privilegios en los cuales Dios, que todo lo puede, da por añadidura
todo lo demás a quien le hace el honor de prestarle atención a Él (Mt. 6, 33). Pues Él
nos enseña a poner coto a nuestros asuntos temporales, porque al que maneja muchos
negocios le irá mal en ellos (Si. 11, 10 y nota), y además caerá en los lazos del diablo (1
Tm. 6, 9). Las maravillas de Dios, que consisten principalmente en el amor que nos
tiene, no pueden verse sino en la soledad interior. Compárese el azul diáfano del cielo
en el cenit con el color grisáceo que tiene más abajo, en el horizonte, cuando se acerca
a esta sucia tierra.
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Jesús hace un, diagnóstico a la fe de sus discípulos. En lugar de examinar lo que saben o
no saben, quiere ver si aún confían en Él. Y esta confianza en Él debemos mostrarla a
nuestros hermanos. Por tanto, no busquemos otras seguridades fuera de Cristo. Jesús
está cerca, para tendernos la mano con prontitud y firmeza.
Jesús nos da seguridad de que estará siempre con nosotros. Quizá tengamos la
experiencia de hundirnos o de no ver sus proyectos claramente, pero, aun en medio de
las tormentas, su voz sigue sonando: “No temas”. Él nos tiende su mano para
mostrarnos su presencia.
1. Si está un alma en toda la tribulación
Si está un alma en toda la tribulación y alboroto interior que queda dicho y oscuridad del
entendimiento y sequedad; con una palabra de éstas que diga solamente: no tengas
pena, queda sosegada y sin ninguna, y con gran luz, quitada toda aquella pena con que
le parecía que todo el mundo……y si esta toda llena de temor: y con una palabra que se
le diga sólo: Yo soy, no hayas miedo, se le quita del todo, y queda consoladísima, y
pareciéndole que ninguno bastará a hacerla creer otra cosa….( Castillo Int. O Las
Moradas 6, 3, Santa Teresa de Jesús)
2. Jesús no deja nunca de orar
Relata el Evangelio, (Mt 14, 22-36), que después de la multiplicación de los panes, Jesús
obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla,
mientras él despedía a la multitud. Después, subió a la montaña para orar a solas.
Jesús no deja nunca de orar, los Evangelios nos muestran muchas situaciones donde Él
se retira a orar, y busca la soledad para hacerlo.
Muchas veces hablamos mucho, somos inquietos, queremos hacer muchas cosas, pero
la actividad más importante es orar, es la mejor forma de utilizar el tiempo, y no se
puede considerar como algo secundario.
Cuando planifiquemos la actividad del día, incluyamos unos minutos para la oración, y
dejemos esos instantes para dedicarnos con constancia a comunicarnos con nuestro
Padre y que nada nos aparte de esta intención.
3. Doce íntimos amigos del Señor, avanza entre las dificultades
Después de navegar casi toda la noche, la barca donde navegan los Doce íntimos
amigos del Señor, avanza entre las dificultades ocasionadas por la violencia de las olas y
el viento en contra, podemos imaginar la fatiga que llevaban al remar así.
Es como le sucede hoy a nuestra Iglesia, que avanza por Cristo en una mar de
dificultades, remando contra la irreverencia y el descaro de aquellos que imponen leyes
contrarias a las enseñanzas del Señor.
4. “Tranquilícense, Soy yo; no teman”.
A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, al verlo
caminar sobre las aguas, se asustaron. “Es un fantasma”, dijeron, y llenos de temor se
pusieron a gritar. Sin embargo la palabra de Nuestro Señor Jesucristo viene a
tranquilizar a sus almas y les dice: “Tranquilícense, soy yo; no teman”. De todos ellos,
Pedro es el más audaz, ya es el líder entre sus amigos, y le dice a Jesús: “Señor, si eres
tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua” y lo hace porque él no duda de que el
Señor tiene ese poder y a una palabra “Ven”, baja de la barca y camina sobre las aguas.
Pero a causa de la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó:
“Señor, sálvame”. La reacción del Apóstol es muy humana, es un contraste entre la fe y
su intuitivo temor.
5. Frente a las tormentas por la cual la Iglesia pasa, todos tenemos que
animarla
Quizás distinto hubiera sido si sus amigos desde la barca le hubieran entre todos
animados, “Pedro, avanza con confianza”, “Pedro si se puede, ten fe”, y es posible
pensar que entre tanto ánimos de sus amigos él no hubiera tenido el normal temor de
hundirse. Esto nos enseña, comparando este suceso, que la barca es como nuestra
Iglesia y Pedro como nuestro Papa, es decir, frente a las tormentas por la cual la Iglesia
pasa, todos tenemos que animarla a que siga adelante al encuentro con el Señor.
6. “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”.
Pedro, esta colmado de entusiasmo y ardor por su Maestro, pero también expuesto a los
miedos, al cansancio, por cuanto necesita que el Señor venga en su ayuda para
sostenerlo. Caminando sobre las aguas turbulentas, el Dios de Jesucristo, se muestra
como persona humana y divina, él se hizo hombre y fue hermano para sus discípulos, es
parte de la familia de sus amigos, El los ánima pero también los reprende, el calma sus
tormentas, pero al mismo tiempo les tiende su mano. Frente al peligro, EL se hace
presente para salvarlos. Así es como en seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo,
mientras le decía: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”. En cuanto subieron a la
barca, el viento se calmó. Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo:
“Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios”.
7. Su presencia nos protege del peligro
El encogimiento de la fe, nos hace temer frente al peligro, como también nos hace sentir
desanimado en las dificultades, y parece que naufragamos. Pero donde la fe es viva, es
cuando no dudamos del poder de Jesucristo, por cuanto su presencia nos protege del
peligro y nuestra Iglesia estará por siempre a salvo, la mano del Señor se extenderá
amorosamente para salvarla de cualquier tormenta.
Y cuando estemos solos, o cuando nos veamos solo, aprendamos a sentir la presencia
del Señor, Él siempre quiere estar con nosotros, lo hemos visto que no deja de
preocuparse por sus apóstoles y esta justamente ahí, donde el peligro asecha, para
animarnos y darnos confianza. Es lógico asustarse si no tenemos a Jesús junto a
nosotros, es normal que nos sintamos solo si no tenemos su compañía. Pero ahí está
Jesús diciéndonos "Tranquilícense, soy yo; no teman".
8. Nos cuesta mucho reconocer su presencia
En muchas ocasiones perdemos la tranquilidad, y tenemos a nuestro alrededor una
tormenta de preocupaciones y nos sucede que no identificamos la voz de calma que nos
da el Señor o nos cuesta mucho reconocer su presencia, seguramente esto es porque
estamos algo alejados de Dios, y entonces no hundimos en la inseguridad que está bajo
nuestros pies. Cuando esto suceda busquemos tomar la mano salvadora de Jesús que se
extiende hacia nosotros, y hagámoslo poniendo mucho de nuestra parte.
9. ¡Señor sálvame!,
En efecto tenemos que poner mucho de nosotros y hacerlo en forma habitual cada día,
ya que Jesús no pide esfuerzo, y si damos todo de sí, podemos confiar en la ayuda de
Jesús, y como ante el grito angustioso de Pedro ¡Señor Sálvame!, Él nos extenderá
cariñosamente las manos para hacerlo, pero no hará ver la poca fe, nos echará en cara
que si estuvimos en peligro y tuvimos miedo fue por no confiar en El o porque no hemos
distanciados de Él.
Todo volvió a la calma en el momento que Jesús tomo la mano de Pedro, y todo es
distinto cuando nosotros no tomamos de Jesús, es cuestión de fe, esa fe que debe guiar
nuestra vida, nuestro propósitos, nuestros planes, fe que debe mantenerse viva para
que ilumine y la fuente de energía que permite que no se apague está en la oración.
10. ¡Oh, qué bueno eres Dios mío, diciéndole a ellos y a nosotros esas
palabras!,
“Tranquilícense, soy yo; no teman”, le dice el Señor a sus discípulos, ¡OH, qué bueno
eres Dios mío, diciéndole a ellos y a nosotros esas palabras! Qué débil soy, qué
miserable, qué pecador, qué agitado estoy de continuo por el viento de la tentación y
cómo estoy a punto de anegarme... Porque no es tanto que la tentación sea fuerte
cuanto que yo soy débil... Sí reconozco; tú no dejas que yo sea muy tentado; siento
mano sin cesar sobre mí para protegerme y cualquier tentación grave... Qué bueno eres,
Dios mío, diciéndome a mí que bogo sin avanzar un paso, a mí que me siento juguete de
las olas e impotente para continuar: No teman. ... iQué bueno eres, no sólo diciéndome
esa palabra, sino también dejándome entrever que la esperanza de que algún día tú
mismo subirás a mi barquita. (Carlos de Foucauld)
3 Para la reflexión personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
5.- En tu vida, ¿hubo alguna vez un viento así de contrario? ¿Cómo y qué hiciste para
vencerlo? ¿Ya aconteció alguna vez en la comunidad? ¿Cómo lo superasteis?
6.- ¿Cuál es la travesía que hoy están haciendo las comunidades? ¿De dónde y hacia
dónde? ¿Cómo nos ayuda todo esto a reconocer hoy la presencia de Jesús en las olas
contrarias de la vida?
7.- En los momentos de oscuridad y tormenta interior ¿cómo reacciono? La ausencia y la
presencia del Señor ¿cómo las integro en mí? ¿Qué puesto tiene en mí la oración
personal, el diálogo con Dios? ¿Qué pedimos al Señor en la noche obscura? ¿Un milagro
que nos libre? ¿Una fe más grande? ¿En qué me asemejo a Pedro?
8.- En nuestra vida cristiana, ¿dónde tenemos puesta nuestra mirada? ¿En Jesús? ¿En
nuestros problemas y dificultades?
9.- Cuando sentimos miedo por el viento y las aguas turbulentas, ¿nos dirigimos a Jesús
como lo hizo Pedro?
4 Oración. ¿Qué le decimos a Dios? La palabra se convierte en Oración.
1 Concédele a tu Iglesia, Dios Todopoderoso, que busque sin cesar tu rostro. Que se
arriesgue a andar sobre las olas y se atreva a pronunciar el nombre que engendra la
paz: "¡Eres tú, el Señor!"
Concédele a nuestro mundo, Dios y Padre nuestro, que sepa resistir en la tempestad.
¡Que se arriesgue a inventar su futuro y que no sucumba a la fatalidad!
¡Concede a nuestra asamblea, Padre de ternura, que viva la aventura de la fe! ¡Que
cesen en ella el temor de la noche, el temor de la duda, y la huida del silencio!
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2 Señor, nos gustaría vivir en tu presencia, como Moisés, tu siervo amigo; como Jesús,
tú Hijo amadísimo. Sabemos que, para Moisés, la tienda era el lugar del encuentro. Mas
para Jesús, también el cosmos era la tienda cubierta por la bóveda celeste, iluminada
por las estrellas brillantes, lugar de la presencia de nuestro inmenso Padre y Creador.
Concédenos experimentar en la oración, prolongada también algunas veces durante la
noche, tu viva participación en los acontecimientos de nuestra vida cotidiana;
concédenos sentir que siempre estás despierto para escuchar y acoger nuestra súplica.
Queremos ser como Moisés, que hablaba contigo como un amigo habla con su amigo.
Más aún, como Jesús, inmerso en tu corazón de Padre.
Concédenos la sabiduría de una oración de súplica como la de Pedro: « ¡Señor,
sálvame!». Pero también la generosa intercesión de la oración de Moisés por todas
aquellas personas a las que amamos y queremos que se salven en el cuerpo y en el
espíritu: « ¡Oh Dios, sánalas, por favor!». www.santaclaradeestella.es
3 Señor Jesús, a veces estamos llenos de entusiasmo y olvidamos que eres tú la fuente
de nuestro gozo. En los momentos de tristeza no te buscamos o queremos que
intervengas milagrosamente. Ahora sabemos que no nos abandonas nunca, que no
debemos tener miedo. La oración es también nuestra fuerza. Aumenta nuestra fe,
estamos dispuestos a arriesgar nuestra vida por tu Reino. www.ocarm.org
4 ¡Padre Santo! Tú que por medio de tu Hijo Jesucristo nos inundas de Agua Viva,
permítenos caminar sobre ella por tu fuerza, por tu poder, por tu palabra. Concédenos la
gracia necesaria; tu Espíritu Santo, para caminar tras de ti, a pesar de nuestras
tormentas, desafíos, e injusticias de la vida. Que nuestra pobreza sea aún mayor,
nuestra humildad creciente; para solo confiar en Ti, y saber a ciegas que tú nos ofreces
tus manos para decirnos ¡No temas, Ven!, e ir sin vacilaciones hacia ti Señor, aún sobre
las aguas, sobre el fuego, sobre los obstáculos que se nos presenten. Gracias Padre en
el Nombre Santo de Jesús, verdaderamente el Hijo de Dios, por asistirnos en nuestras
miedos hacia tu Reino. Amen. www.dario.res
5 Oh Jesús, nuestro único Señor, nos postramos humildemente ante ti y te renovamos
nuestra adhesión total: haz que siempre seamos capaces de acoger con fe lo que
preparas para nosotros momento a momento. Tus caminos no son nuestros caminos, tu
sabiduría choca a menudo con nuestros cálculos avaros: danos sencillez de corazón e
impulso de amor para ser capaces de seguirte siempre y a todas partes, incluso en
medio de la tormenta. Con frecuencia nos sentimos desfallecer por nuestra debilidad y
miseria: no permitas que caigamos en el desánimo, sino sostennos y cúranos con la
fuerza de tu Espíritu, a fin de que a través de nuestra pobreza se manifieste el poder de
tu amor. Amen. www.evangeliodeMateo.GiorgioZevini
5 Contemplación. ¿Cómo interiorizamos la palabra de Dios? La palabra en el
corazón de los Padres.
Y Jesús subió a la montaña, a orar en un lugar apartado. ¿A orar por quién? Por las
muchedumbres, a fin de que, después de haber comido los panes de la bendición, no
hicieran nada contrario a la despedida que habían recibido de Jesús; y también por los
discípulos, a fin de que, obligados por él a subir a la barca y a precederle en la orilla
opuesta, no tuvieran que sufrir ningún mal en el mar, ni por parte de las olas que
sacudían la barca, ni por parte del viento contrario.
Y me atrevería a decir que, gracias a la oración de Jesús, dirigida al Padre por sus
discípulos, éstos no sufrieron ningún mal, a pesar de la furia del mar, de las olas y del
viento que soplaba en contra suya [...]. Si un día tenemos que debatirnos en medio de
pruebas ineludibles, recordemos que fue Jesús quien nos obligó a subir a la barca
porque quería que le precediéramos en la otra orilla. No es posible, en efecto, llegar a la
otra orilla sin sostener las pruebas de las olas y de los vientos contrarios. Después,
cuando nos veamos rodeados de muchas y penosas dificultades y estemos cansados de
navegar entre ellas durante tanto trecho con nuestras modestas fuerzas, deberemos
pensar que nuestra barca está, precisamente en ese momento, en medio de la mar,
agitada por olas que quieren hacernos naufragar en la fe o en cualquier otra virtud [...].
Y cuando veamos que se nos aparece el Logos, nos sentiremos turbados hasta que
hayamos comprendido claramente que el Salvador ha venido a nosotros [...].
Él nos hablará enseguida y nos dirá: « ¡Animo! Soy yo, no temáis». Inmediatamente
después, mientras Pedro esté todavía hablando y diciendo: « ¡Señor, sálvame!», el
Logos extenderá su mano, le ayudará, lo cogerá en el momento en que empieza a
hundirse y le reprenderá por su poca fe y por haber dudado. Con todo, observa que no
dice: «Incrédulo», sino: « ¡Hombre de poca fe!», y que añade también: « ¿Por qué has
dudado y, aun teniendo la fe, te has inclinado hacia el lado contrario? (Orígenes,
Commento al vangelo di Matteo I, Roma 1998, pp. 194-197, passim). www.santaclaradeestella.es
Esta el mar, está la tempestad. No te queda más que gritar: «Señor, que perezco» (Mt
14,30). Que te presente la mano aquel que camina intrépido sobre las olas; que te
levante en tu ansiedad; que, uniéndote a él, consolide tu seguridad. Que te hable en lo
íntimo y te diga: Mira hacia mí; ¿ves lo que he soportado? Tú soportas tal vez a un
hermano malvado o a un enemigo exterior, ¿y acaso no los he soportado yo? Se
estremecían en el exterior los judíos, y en el interior me traicionaba el discípulo.
¿Enfurece, pues, la tempestad? Porque es el quien salva del miedo y de la tempestad.
Tal vez tu barca está siendo sacudida violentamente porque él duerme en ti. El mar se
volvía cada vez más violento; la navecilla en la que viajaban los discipulos se veía
sacudida, y Cristo dormía. Por fin, se acuerdan de que dormía entre ellos el dominador y
el creador de los vientos. Y entonces se acercaron a Cristo y despertaron. El dio órdenes
a los vientos y se produjo una gran bonanza (cf. Mt 8,23-26).
Es natural que tu corazón se turbe si te olvidas de aquel en quien crees. Tus
sufrimientos te parecen intolerables porque no vuelves a pensar en lo que Cristo soportó
por ti. Si Cristo no te viene a la mente, es que duerme para ti. Despierta a Cristo,
recupera la fe. Cristo duerme en ti si te has olvidado de los padecimientos de Cristo;
Cristo vela en ti cuando te acuerdas de ellos. Y cuando hayas contemplado con todo el
corazón lo que sufrió, ¿acaso no soportarás también tú de buen ánimo -y hasta
alegrándote- tus dolores, al encontrar cierta semejanza entre lo que sufres tú y lo que
tuvo que sufrir tu rey? Así pues, cuando empieces a consolarte y a alegrarte con estos
pensamientos, será serial de que él se ha despertado, de que ha dado órdenes a los
vientos y se ha producido la bonanza (Agustín de Hipona, Comentarios a los Salmos, 54,
10). ). www.evangeliodeMateo.GiorgioZevini
6 Acción. ¿A qué me comprometo con Dios? Para custodiar y vivir la palabra.
Repite a menudo y vive esta Palabra: « ¡Señor, sálvame!» (Mt 14,30).
Repite a menudo y vive esta Palabra: « ¡Señor, sálvame!» (Mt 14,30).
7 Para la lectura espiritual. Caminar con la palabra.
Practicamos con una gran frecuencia la intercesión; oramos por nuestros padres, por
aquellos que nos aman. Sin embargo, nuestra intercesión se limita, con excesiva
frecuencia, a una llamada dirigida a Dios, aunque se trate de una llamada afligida y
sincera: « ¡Mira, Señor!», « ¡Señor, ten piedad!», « ¡Señor, ayúdanos! ¡Ven en ayuda de
los que están necesitados!» [...]. Lo que hacemos es una especie de recordatorio,
dirigido a Dios, de lo que sigue siendo imperfecto en este mundo. Pero cuántas veces
estamos dispuestos a hablar como hace Isaías cuando oye preguntar a Dios: « ¿A quién
enviaré?» (Is 6,8) Cuántas veces estamos dispuestos a levantarnos y a decir: «Aquí
estoy, Señor, envíame». Sólo de este modo puede convertirse nuestra intercesión en lo
que es por naturaleza.
Interceder no quiere decir hablar al Señor en favor de aquellos que se encuentran en
necesidad; significa dar un paso, un paso que nos lleva al corazón mismo de una
situación, que nos leva allí de una manera definitiva y hace que no podamos echarnos
atrás de ninguna manera, porque ahora nos hemos entregado y pertenecemos a esta
situación. En una situación de máxima tensión, el corazón es el punto donde el choque
se vuelve más violento y el tormento más cruel: ahí es donde se sitúa el acto de
intercesión. Todo compromiso que se vuelve intercesión implica una solidaridad de la
que ya no queremos prescindir.
Esta solidaridad la encontramos en Dios: él se compromete en el mismo instante en que
nos llama con su Palabra a la existencia, sabiendo que le abandonaremos, que le
perderemos y que será él quien deba encontrarnos de nuevo no allí donde él está, sino
allí donde nos encontremos nosotros, con todo lo que eso implica (de una conferencia
del metropolita A. Bloom, citado en E. Bianchi [ed.], Letture per ogni giorno, Leumann
1980, pp. 412ss). www.santaclaradeestella.es
Evangelio de miedo, Evangelio de gritos. Humanísimo Evangelio. Primero Jesús está
ausente, después aparece como un fantasma, a continuación como una mano firme que
te coge. Un crescendo de fe. Tres experiencias de Dios dentro de una liturgia cósmica,
de olas, de viento, de noche, de violencia. Se trata de nuestra liturgia existencial, de la
historia de nuestros días, de nuestros miedos y de los milagros invocados. Y de los
hundimientos y de manos que te atrapan. «Ya al final de la noche», sólo tras una larga
noche de lucha viene Jesús hacia los suyos. Y nosotros querríamos que viniera
enseguida, a las primeras señales de fatiga, a los primeros signos de peligro. ¿Tal vez
estamos abandonados? ¿Es posible que los discípulos estén abandonados a sí mismos?
No. No pidamos milagros al Señor, sino energías para la noche; la barca avanza no por
el amainar del viento, sino por el prodigio de los remeros que no se rinden porque saben
que al final de la noche está el Señor, como resurrección, como pacificación, como
atracadero. Quiero dar las gracias a Pedro por su humanísima oscilación entre la fe y la
duda: « ¡Señor, ayúdame!». Porque toda duda puede ser redimida, incluso sólo por una
plegaria, gritada en la noche, o en la tempestad, o en el viento. Porque el problema no
es Dios; somos nosotros y nuestra corta fe. El milagro no sirve para creer: sirve el
encuentro con el Señor, sentir su mano.
Porque el milagro primero no es la tempestad calmada; el milagro es la fuerza para
continuar remando en medio de la borrasca, con el viento en contra, escrutando lo que
falta para que acabe la noche (E. M. Ronchi, Dietro i mormorii dell'arpa, Sollo il Monte -
Bérgamo 1999, 243, passim). www.evangeliodeMateo.GiorgioZevini
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La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en
contra.
A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar.
Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. “Es un fantasma”, dijeron, y
llenos de temor se pusieron a gritar.
Pero Jesús les dijo: “Tranquilícense, soy yo; no teman”.
Entonces Pedro le respondió: “Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el
agua”.
“Ven”, le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en
dirección a él.
Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó:
“Señor, sálvame”.
En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: “Hombre de poca fe,
¿por qué dudaste?”.
🙋 Siguiendo este texto, ¿Cuáles son las palabras o frases o actitudes que atraen tu
atención, tu interés?
Señor, soy débil en mi fe, porque desde pequeño no aprendí a dejarla, a cultivarla firme
y fuerte en mi corazón, en mi mente, en mi voluntad. Problemas, miedos siempre hay,
pero he aprendido que son fantasmas tan pequeños o tan grandes, que, con la
tranquilidad, la paz y la luz de tu amor siempre desaparecerán, por favor Señor nunca
dejes de darme tu mano, siempre la necesito porque solo contigo doy paso firme con fe.
🙋 Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la palabra o frase o párrafo o actitud que
te ayuda a recordar este texto?
✞ ✞ ✞ Profesión de Fe
3 LITURGIA EUCARISTICA
Sacerdote: Orad hermanos para que este sacrificio, mío y vuestro, sea
agradable a Dios, Padre todopoderoso.
Todos: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria
de su Nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia. (→ Este es el
Compendio de la Misa)
*** Se llevan al altar los dones; el pan y el vino. *** Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro
espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios
nuestro. *** Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.
Oh, Dios, aceptada la ofrenda de este sacrificio, concede a tus siervos [N. y N.] [Todos
los difuntos] participar en las abundantes riquezas de tu Hijo Jesucristo, para que
puedan resucitar con Él y ser colocados a su derecha. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Señor Dios nuestro: Tú quieres cerciorarnos de que estás tan cercano a nosotros por
medio de Aquél que es nuestro alimento y bebida, tu Hijo Jesucristo. Por Él danos poder
para caminar por el tormentoso camino de la fe y asumir los riesgos del amor, para que
sepamos superar nuestros miedos y hacer de su palabra consoladora el fundamento de
nuestra vida y de nuestro trabajo, ahora y hasta el fin de los tiempos.
Introducción a la plegaria eucarística
Centro y el culmen de toda la celebración. Es una plegaria de acción de gracias y de consagración. El
sentido de esta oración es que toda la congregación de fieles se una con Cristo en el reconocimiento de
las grandezas de Dios y en la ofrenda del sacrificio.
a) Acción de gracias
El Señor esté con vosotros. R/ Y con tu espíritu. Levantemos el corazón R/ Lo tenemos
levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/ Es justo y necesario.
Prefacio V de Difuntos. Nuestra resurrección por medio de la victoria de Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque el ser llamados de nuevo a la vida es obra de tu amor y gracia, ya que, habiendo
muerto a causa del pecado, los redimidos por la victoria de Cristo hemos sido llamados
con él a la vida.
• Gracias Señor por este encuentro contigo. Gracias por hablarme a lo profundo de mi
corazón y mostrarme cuánto necesito de Ti. Ayúdame a vivir la confianza en Ti no solo
en los momentos buenos sino también en aquellos momentos en que permites pruebas y
tribulaciones. Amén.
(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Por eso, con las virtudes del cielo te aclamamos continuamente en la tierra alabando tu
gloria sin cesar:
b) Santo: con esta aclamación toda la asamblea, uniéndose a las jerarquías celestiales, canta
o recita las alabanzas a Dios.
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu
gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el
cielo.
c) Epíclesis Se implora el poder divino para que los dones se conviertan en el Cuerpo y la
Sangre de Cristo, y para que la víctima inmaculada que se va a recibir en la comunión sea para
salvación de quienes la reciban.
Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por
Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas
todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin
mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso. Por eso, Padre, te suplicamos que
santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera
que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que
nos mandó celebrar estos misterios.
d) Narración de la institución y consagración. Con las palabras y gestos de Cristo, se
realiza el sacrificio que Él mismo instituyó en la última cena. Momento más solemne de la Misa;
es la transubstanciación: pan y vino desaparecen al convertirse en el Cuerpo, Sangre, Alma y
Divinidad de Cristo. Dios se hace presente ante nosotros con todo su amor. ¡Bendito Jesus en el
Santísimo sacramento del Altar!
Porque Él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y dando gracias te
bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen y coman todos de él,
porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes".
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dando gracias te bendijo, y lo pasó a
sus discípulos, diciendo: "Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi
Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por
muchos para el perdón de los pecados. Hagan esto en conmemoración mía".
e) Anámnesis. La Iglesia, al cumplir este encargo que, a través de los Apóstoles, recibió de
Cristo Señor, realiza el memorial del mismo Cristo, su Reactualización, recordando
principalmente su bienaventurada pasión, su gloriosa resurrección y la ascensión al cielo.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia, en el
domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida
inmortal. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el
mundo.
A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor
nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Padre eterno, te ofrecemos la Preciosísima Sangre de Jesús, con todas las
Misas celebradas en el mundo en éste día, por las benditas Almas del
Purgatorio. Y Concédeles, Señor, el descanso eterno y brille para ellas la luz
perpetua. Amén.
h) Doxología final. Se expresa la glorificación de Dios y se concluye y confirma con el amen
del pueblo.
Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del
Espíritu Santo, todo Honor y toda Gloria por los siglos de los siglos. Amén
✞ ✞ ✞ Rito de la comunión
Significa "común unión". Al acercarnos a comulgar, además de recibir a Jesús dentro de
nosotros y de abrazarlo con tanto amor y alegría, nos unimos a toda la Iglesia en esa misma
alegría y amor.
a) Introducción al Padrenuestro
Con las palabras de Jesús nuestro Señor oremos al Padre de todos para que su reino venga a
cada persona de la tierra.
Líbranos, Señor.
Líbranos, Señor de todos los males, y concédenos la paz en nuestros días, para que
ayudados por tu misericordia, vivamos libres de pecado y protegidos de toda
perturbación, y aguardando la venida gloriosa de Jesucristo, nuestra esperanza.
R. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya
bastará para sanarme.
c) El gesto de la fracción del pan: Significa que nosotros, que somos muchos, en la
comunión de un solo pan de vida, que es Cristo, nos hacemos un solo cuerpo (1 Co 10,17)
d) Inmixión o mezcla: el celebrante deja caer una parte del pan consagrado en el cáliz.
Antífona de comunión Sal 30, 17-18
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia, Señor, no quede yo
defraudado tras haber acudido a ti.
Escucha, oh, Dios, a tus hijos que han sido alimentados con el sacramento de salvación
y, ya que has resucitado de entre los muertos a Cristo tu Unigénito por el Espíritu Santo,
concede a tus fieles [N. y N.] [Todos los fieles difuntos] la alegría de la vida inmortal.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Dios todopoderoso: Tú nos invitas por medio de Jesús, tu Hijo, a abandonar nuestra
tímida seguridad y a caminar con Él a través de las aguas en entrega generosa a ti y a
nuestro prójimo. Aun cuando no veamos su mano tendida hacia nosotros y agarrando la
nuestra, danos la suficiente fe para estar seguros de que con Él venceremos y
construiremos tu futuro en nuestro mundo tan humano, hasta que nos lleve, a través de
las dificultades, hacia ti, Dios nuestro por los siglos de los siglos.
4 RITO DE CONCLUSION
Consta de saludo, bendición sacerdotal, y de la despedida, con la que se disuelve la asamblea,
para que cada uno vuelva a sus honestos quehaceres alabando y bendiciendo al Señor.
✞ ✞ ✞ Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos. R/ Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! R/ ¡Venga tu Reino!
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Santa María, Madre del Señor Jesús y nuestra, obtennos la presencia vivificante del
Espíritu, y la gracia de andar siempre por los caminos de Dios.
✞ ✞ ✞ Bendición
Hermanos: El Señor nos ha dicho: “¡Ánimo, soy yo! No tengan miedo”. Él está con
nosotros en nuestras luchas; nunca nos va a abandonar.
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre
nosotros y nos acompañe siempre.
R/ Amén.
Podemos ir en paz. R/. Demos gracias a Dios.
✞ ✞ ✞ Abba Padre, gracias te doy por enseñarme a Cristo histórico. Y ahora, por tu gracia
y Espíritu Santo concédeme fortalecer la fe, para caminar con Cristo, por Cristo y en
Cristo, ya no histórico, sino Pan vivo bajado del cielo.
«Tú eres Cristo, el Hijo de Dios Vivo» Mt 16, 16