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Immanuel Wallerstein - El Moderno Sistema Mundial Vol. I-Siglo XXI (2011)
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IMMANUEL WALLERSTEIN EL MODERNO SISTEMA MUNDIAL La agricultura capitalista y los orfgenes de la economia-mundo europea en el siglo xviEL MODERNO SISTEMA MUNDIAL / I La agricultura capitalista y los orfgenes de la economfa-mundo europea en el siglo xvt Frente ala historiograffa tradicional, que se mueve en el ambito de sociedades nacionales 0, cuando més, de Areas continentales 0 subcontinentales, Ell moderno sis- tema mundial constituye un muy ambicioso intento de reconstruit la historia de la actual sociedad capitalista partiendo, desde sus mismo orfgenes, de una perspec- tiva global. Para el autor, la dnica unidad valida de andlis Semejante investigacién son los sistemas mundiales. debiéndose abandonar todo intento de conceptualizar el desarrollo de la sociedad actual a partir de menores. Igualmente, la cuestién de caracte tao no de una sociedad sdlo tiene s plantea al nivel de un sistema mundial, En este primer volumen de su obra, ‘que eubte el sen islemas apitalis- ntido cuando se periodo 1450-1640, Wallerstein traza la aparieién en Europa de lo que denomina una “economia-mundo” ca- pilalista, basada en una tinica divisién (internacional) del trabajo: y es esta economia-mundo lo que constitu ye el moderno sistema mundial, cuya evolucién hasta conyertirse en € istema mundial s tudiar en los sucesivos voltimenes de za del trabajo de Wallerstein se deriva de su voluntaria ruptura con los tradicionales Ifmites interdisciplina- rios y de su andlisis integrado de los distintos sectores (“centro”, “periferia” y “semiperiferia”) de la economfa- mundo (por ejemplo, la Europa occidental y la América hispana), en sus relaciones mutuas y también con los sectores exteriores (“la arena exterior”: por ejemplo, el océano fndico). retende es- 1a obra. La fuer- tinico 978-007-03-0337- 9l'78607 0l30337"Traduccién de Pitan Lopez MAXez EL MODERNO SISTEMA MUNDIAL I La agricultura capitalista y los origenes del la economia-mundo europea en el siglo xvi por IMMANUEL WALLERSTEIN x siglo veintiuno editores MExIco ARGENTINAgrupo editorial siglo veintiuno siglo xxi editores, méxico siglo xxi editores, argentina CERRO DEL AGUA 248, ROMERO DE TERREROS GUATEMALA 4824, C 1425 BuP, 04310 MEXICO, OF BUENOS AIRES, ARGENTINA salto de pagina biblioteca nueva anthropos AUMAGRO 38, 28010, AUAAGRO 38, 28010, DIPUTACION 266, BAJOS MADRID, ESPARA MADRID, ESPANA BARCELONA, 08007 ESPARA ‘Wallerstein, Immanuel Maurice El moderno sistema mundial / por Immanuel Wallerstein. — 2* ed. aum. — México : Siglo XXI, 2011- 3v. Traduccién de: The modem world system Contenido: v. 1. La agricultura capitalista y los origenes de la economia- mundo europea en el siglo xvi / traductor Antonio Resines. —v. 2. E] mercantilismo y la consolidaci6n de la economfa-mundo europea, 1600-1750 / traductor Pilar Lopez |. Manez. -v. 3. La segunda eva de gran expansién de la economia-mundo capitalista, 1730-1850 /traductor Jess Albores ISBN-13: 978-G07-03-0337-1 (volumen 1) 1, Historia econémica - 1600-1750. 2. Europa - Condiciones econémicas — Siglo XVII. 3. Sistema mercantil - Historia. I. Resines, Antonio, taductor. Il. Lépez Manez, Pilar, waductora. III. Albores, Jestis, waductor. I. t. primera edicién en espaiiol, 1979 undécima reimpresi6n, 2007 segunda edicién aumentada, nuevo prélogo, 2011 © siglo xxi editores, s.a. de c.v. isbn 978-G07-03-0333-3 (obra completa) isbn 978-607-03-0337-1 (volumen 1) primera edici6n en inglés, 1980 © academic press, inc., nueva york titulo original: the modern world-system, capitalist agriculture and the origins of the european world-economy in the sisteenth century derechos reservados conforme a la ley impreso en programas educativos, s.a. calz. chabacano 65 local a 06850 méxico, d.f, Para TKH‘oadoimesuen O1s9WO2 Jap or]UED syueIoeIO[y UN viavpo) ‘SioquioINN ap Japeoseul uN ap wsed VI Eqe-NSM[! t0/1]) aisq ‘«sonsse SOUaNbag» SO[ ap oun any A BraquioinN ue ‘(lesT-6eST) Wey Isqoe ap e1OpeUT Us Opeqgess ‘«O[21aWI02 [ep PFINDICE PROLOGO A LA EDICION DE QOL. oe ee soe INTRODUCCION: SOBRE EL ESTUDIO DEL CAMBIO SOCIAL ... « eecexaniomienmmanen (i T. PRELUDIO MEDIEVAL. ae ses cee see eee oe ‘ 21 2. La nueva pivisiOn EUROPEA DEL TRANAJO: ca, 1450-1640. 93 3. La MONARQUIA ABSOLUTA YEL ESTATISMO ... «. 187 4. De Sevan Amstierpam: Et. rRacASO DEL IMrERIO 233 5. Los Estapos rurrtes DEL CENTRO: FORMACION DE CLASE YCOMERCIO INTERNAGIONAL, sss s1e ssc ss ste cae ae » 319 6. LA ECONOMIA-MUNDO FUROPEA: LA PERIFERIA FRENTE A LA ARENA EXTERIOR. «425 7. REPASO TEORICO.. won soe see vor one ener . 489 BiBLiocRAria.. ... 503 INDICE DE ILUSTRACIONES see eee rane a 545 INDICE DE NOMBRES. 547PROLOGO A LA EDICION DE 2011* El moderno sistema mundial se publicd en 1974. En realidad fue escrito en 1971-1972. Me cost6 bastante encontrar un editor. El libro trataba sobre el siglo xvi y se ocupaba de un tema practi- camente desconocido: una economia-mundo, deliberadamente escrita con gui6n. Era largo y tenia una cantidad considerable de notas al pie. Cuando aparecié, un revisor no muy amistoso se quejé de que las notas trepaban por las paginas. Por fin Academic Press y quien era entonces su erudito asesor editorial, Charles Ti- lly, decidieron correr el riesgo de incluirlo en su nueva coleccién de ciencias sociales. Cuando salié, su recepcién sorprendié a todos, y muy en es- pecial tanto al editor como el autor. Obtuvo resefas favorables en el New York Times Sunday Book Review (en la primera plana) y en el New York Review of Books. En 1975 recibid el premio de la American Sociological Association ala mejor publicacién erudita. En ese momento un gran reconocimiento era el premio Sorokin. Fue algo tan inesperado que yo ni siquiera estaba presente en la sesién en la que se lo anunci6. El libro se tradujo rapidamente a una gran cantidad de otros idiomas. Se vendido notablemente bien por tratarse de una monografia académica. Desde todo punto de vista, era un éxito. Pero también result6, de inmediato, que era un libro suma- mente controvertido. Recibié extraordinarios elogios pero fue sujeto asimismo de enérgicas denuncias, que provenian de mu- chos campos diferentes. Ahora, mientras escribo 37 aos después de Ja publicaci6n inicial, creo que vale la pena pasar revista a las criticas. ¢Cu4les eran sus fuentes? ¢Qué tal han sobrevivido? ;Qué pienso hoy de la validez de las mismas? ;Cémo influyeron esas criticas en los siguientes volimenes? Desde el primer momento tengo que sefialar un subtexto par- ticular de Jas criticas. Yo, por profesién, era sociélogo. Este li- * Traduccién de Victoria Schussheim._xul Immanuel Wallerstein bro les dio a muchos la impresién de ser una obra de historia econdmica. No se suponia, por lo menos no a principios de los setenta, que los socidlogos se interesasen por escribir respecto al siglo xvi o sobre temas de los que se ocupaban los historiadores de la economia. Por otro lado, los historiadores desconfiaban de los intrusos provenientes de otras disciplinas universitarias, so- bre todo si se basaban, como hice yo, casi exclusivamente en las denominadas fuentes secundarias. Ademas, el libro se ocupaba, de manera central, de relaciones espaciales globales, y se suponia que ése era el dominio de los geografos. Y por ultimo, entre los primeros entusiastas del libro habia un grupo inesperado: algu- nos arquedlogos. Asi que daba la impresién de estar desafiando las categorias que definian en ese momento el trabajo académico y de no encajar en las habituales divisiones enaltecidas en las estructuras del saber. Debo empezar este comentario con mi propia percepcion en el momento en el que escribi el libro. En la introducci6n explicaba cémo llegué escribirlo. Iba en pos de una mala idea: que podria entender mejor las trayectorias de las «nuevas naciones» del siglo xx si estudiaba cémo habian llegado a «desarrollarse» las nacio- nes que fueron «nuevas» en el siglo xvi. Era una mala idea porque asumia que todos los estados seguian sendas paralelas e indepen- dientes hacia algo llamado «desarrollo». No obstante, esta mala idea tuvo ventajas inesperadas. Me puso a leer sobre Europa oc- cidental en el siglo xvi e hizo que dirigiesen mi atenci6n hacia realidades que no habia previsto. En ese momento yo consideraba que estaba discutiendo pri- mordialmente con los socidlogos weberianos; no con el mismo Max Weber sino con el uso de sus categorias tal como se daba en la sociologia estadunidense (y hasta cierto punto mundial) en el periodo posterior a 1945. Imperaba la impresién general de que el libro de Weber sobre la ética protestante significaba que la existencia de ciertos tipos de valores constitufa un requisito pre- vio necesario para lo que en el periodo posterior a 1945 solia lla- marse modernizacion o desarrollo (econémico). En ese tiempo el procedimiento especializado habitual consistia en examinar, pais por pais, la existencia o el surgimiento de tales valores. El resultado fue la creacién de una especie de orden jerarquico de la marcha del progreso. ¢Qué pais fue el primero? :Cu4l vino des- pués? ¢Yahora cual seria el siguiente? Y, como pregunta derivada, - équé tenia que hacer ahora un pais para poder ser el siguiente? Yo traté de cuestionar esa narrativa de varias maneras. En primer lugar, insistia en que este proceso no podia examinarse pais por pais sino sélo dentro de una categoria mas amplia que denominé Prélogo a ta edicién de 2011 XUI sistema-mundo (donde la palabra mundo no es sindnimo de global): un mundo, no el mundo, como lo expresaria Fernand Braudel. Segundo, sugeria que los valores en cuestién seguian, no prece- dian, a las transformaciones econémicas que estaban producién- dose. Sugeria que sélo si ubicabamos a los diversos estados en sus . relaciones con los demas podriamos comprender por qué algu- nos llegaron a ser lideres de la eficiencia productiva y la acumu- lacién de riqueza. Y, tercero, rechazaba la principal antinomia de los weberia- nos posteriores a 1945: la de lo moderno y lo tradicional. Antes bien, compartia los argumentos —que estaban desarrollando- se— de los dependistas, como Samir Amin y Andre Gunder Frank, en cl sentido de que lo «tradicional» era tan reciente como lo «moderno», que ambos aparecian juntos, por lo cual podriamos hablar, como en la famosa frase de Frank, «del desarrollo del subdesarrollo».! Yo esperaba ser denunciado por los weberianos posteriores a 1945. Si bien se inclinaban por no aceptar lo que estaba soste- niendo, se inclinaban también en general a recibir mis argumen- tos educadamente, pese alo que parecian pensar era mi resurrec- cién de los argumentos marxistas (que ellos creian que ya habian sido abandonados, o que tendrian que haber sido abandonados, por los estudiosos serios). Me parece que estaban sorprendidos ante el hecho de que yo realmente me hubiera zambullido en la historia del siglo xvi, mientras que muchos de ellos se habian limi- tado a basarse en una sintesis abreviada (y a veces distorsionada) de las teses weberianas para poder discutir el material del siglo xx. Ademas, como observamos poco después Terence Hopkins y yo en un articulo conjunto, gran parte de los denominados anili- sis comparativos efectuados por los adeptos de la modernizacién involucraba la comparacién de datos contemporaneos sobre un pais no occidental con datos presuntos (pero no estudiados em- Ppiricamente) acerca de Estados Unidos (o tal vez de otro pais de Europa occidental).? De cualquier manera, los peores golpes vinieron de otro lado. Habia tres variedades principales de criticas. Estaban las que yo considero las grandes criticas. Eran las que rechazaban el anilisis de los sistemas-mundo como modo de anilisis sobre la base de ' Andre Gunder Frank, «The development of underdevelopment», Monthly” Review, xvii, 4, septiembre de 1966, pp. 17-31. ? Terence Hopkins e Immanuel Wallerstein, «Patterns of development of the modern world-system», Review, 1, 2, otofio de 1977, pp. 111-146 (reproducido en T. K. Hopkins, Immanuel Wallerstein et al., World-system analysis: Theory and methodology, Beverly Hills, Sage, 1982, pp. 41-82).xiv Immanuel Wallerstein que no estaba en concérdancia con su modo de anilisis que, én, su opinion, era evidentemente superior. Luego estaban las que para mi eran las criticas menores, las de aquellas Personas que aceptan la legitimidad del andlisis de los sistermas-mundo, Por lo menos hasta cierto punto, pero que no estan de acuerdo con mis detalladas descripciones historicas pues consideran que me equi- voco al reportar o interpretar ciertos datos empiricos importan- tes, o que omiti algunos tipos fundamentales de datos. ¥ después habia una tercera variedad, que solo aparecio en los anos noven- ta: la de quienes querian revisar el anlisis de los sistemas-mundo eliminando el guidn y el plural, es decir, insistiendo en que en el curso de los Gltimos cinco mil afios siempre hay y hubo un solo «sistema mundial». Pasemos revista a cada una de estas variedades y subvariedades. LAS GRANDES CRITICAS Si los weberianos posteriores a 1945 pensaban que yo era dema- siado marxista, los marxistas «ortodoxos» pensaban que yo no Fa marxista para nada, sino todo lo contrario: «neosmithiano». Lo que entiendo por marxista ortodoxo es lo que considero un mar- xista de los partidos: el marxismo tal como lo definia el Partido Socialdemécrata aleman, como lo definia el Partido Comunista de la Union Soviética y, de hecho, como lo definian la mayoria de los partidos trotskistas. . Aunque esos grupos diferian de manera muy radical en sus estrategias politicas y en sus interpretaciones de lo que habia ocu- rrido politicamente en diversos paises en el siglo xx, tenian en comin ciertas premisas fundamentales. La primera era la natu- raleza de la lucha de clases bajo el capitalismo, la que definian como la que se daba fundamentalmente entre el proletariado ur- bano emergente y los productores capitalistas (primordialmente los empresarios industriales). La segunda era la primacia de una base econémica en relacién con una superestructura politica y cultural. La tercera era la primacfa de factores internos (es decir, endégenos de un pais) sobre los externos (es decir, exogenos a un pais) en las explicaciones causales. La cuarta era la inevita- > Robert Brenner, «The origins of capitalist development: A critique of neo- Smithian Marxism>, New Left Review, mim. 104, julio-agosto de 1977, pp. 25-93 («Los origenes del capitalism», En Teoria, nim. 3, Madrid, 1979]. Maurice Zeitlin, The civil wars in Chile, or, The bourgeois revolutions that never were, Princeton, Prince- ton University Press, 1988, Prélogo a la edicién de 2011 xv bilidad del progreso en términos de una secuencia de lo que se denominaban diferentes modos de produccién. La imputaci6n de los marxistas ortodoxos era que el anilisis de los sistemas-mundo violaba de una u otra manera todas estas pre- misas. En realidad, esta imputacion estaba justificada hasta cierto punto. Al hablar del volumen 1 de El moderno sistema mundial estos criticos sostenian que yo habia presentado lo que llamaban un ar- gumento «circulacionista», y que tendria que haber explicado las cosas en términos de lo que ocurria en la esfera de la producci6n. Vale decir, cuando analizaba las relaciones entre el centro y la periferia estaba ignorando la lucha de clases dentro de Inglaterra como explicacién del desarrollo capitalista para optar por darle crédito a un factor considerado externo, como la naturaleza yel flujo del comercio entre América y el noroeste de Europa. Por supuesto, la pregunta que surge de inmediato es interno o externo con respecto a qué. Para los marxistas ortodoxos interno se definié siempre como interno en relacién con las fronteras politicas de un pais. La «economia» era un constructo nacional. Las clases eran nacionales. Eran los paises los que podian deno- minarse o no capitalistas. Este debate era fundamental. Yo estaba desarrollando una visi6n alterna del capitalismo. En mi vision el capitalismo era Ja caracteristica de un sistema-mundo, de la varie- dad especifica que denominé una «economia-mundo>. Las clases eran clases de este sistema-mundo. Las estructuras sociales exis- tian dentro de este sistema-mundo. Mis oponentes de este campo eran sumamente intransigentes respecto a su visién. No obstante, con el paso de los-aiios su nt- mero fue reduciéndose mas y mas. Eso tuvo que ver menos con el impacto de mis obras que con la evolucién de la situacién en el moderno sistema-mundo. Los movimientos politicos que habian sostenido sus puntos de vista todavia hasta la década de 1960 fue- ron profundamente cuestionados por las fuerzas que constituye- ron la revolucién-mundo de 1968. Lo que los hizo ponerse a la defensiva fue la aparicién de fuertes movimientos que insistian en la importancia del género, la raza, la etnicidad y las sexuali- dades en el anilisis de la realidad social. Fue la contraofensiva politica neoliberal de los ochenta y la generalizada aceptaci6én de un concepto llamado globalizacion. Como consecuencia de ello, hoy son relativamente pocos los que sostienen ja visién analitica tradicional de los marxistas ortodoxos de los sesenta. También hubo criticas de parte.de quienes proponian lo que yo consideraba el iltimo baluarte intelectual del modo de anilisis marxista. Se encontraba en la escuela de pensamiento, muy vigo- rosa en el decenio de 1970, conocida como «articulacién de losXVI Immanuel Wallerstein modos de produccién».* Desde mi punto de vista, lo que estaba haciendo este grupo era llegar al argumento de que no se podia analizar la realidad social slo dentro de los confines de un pais Unico. Veian que estaba pasando algo en el sistema-mundo, aun- que eludian este término. Su revision consistia esencialmente en sugerir que, mientras un pais podia ser capitalista y otro todavia feudal, de alguna manera se relacionaban entre si de formas espe- cificas e importantes. Decian que ambos modos de produccién se «articulaban» entre si, y que por consiguiente cada uno de ellos era afectado de alguna manera por eLotro. ; Esta posici6n intermedia no me result6 muy convincente ni me parecié que aportase nada importante a Ja capacidad de com- prender la realidad social. En todo caso esta escuela, tras cierto florecimiento durante alrededor de una década, simplemente se desvanecié. No sé de nadie que siga usando hoy este marco de referencia. ; Otra escuela que era muy hostil, casi totalmente hostil, al ana- lisis de sistemas-mundo era la que estaba/integrada por los tradi- cionales economistas y socidlogos nomotéticos. Para ellos lo que yo hacia, si acaso se molestaban en:datse por enterados, era, en el mejor de los casos, periodismo, y en el peor argumentacion ideolégica, En términos generales sometieron al anilisis de los sistemas-mundo al rechazo por el desdén. Raras veces se dignaron siquiera discutirlo, excepto cuando se los convocaba para actuar como criticos anénimos de las propuestas de subsidios. Ese deliberado desinterés ocultaba un temor. Este grupo consi- deraba que el andlisis de sistemas-mundo era desde todo punto de vista tan peligroso como les parecia a los marxistas ortodoxos, aun- que por razones muy diferentes. Apreciaban lo que estaba en jue- go. Stephen Mennell sefialé atinadamente hace poco que mi libro Representa de hecho un enorme intento de refutar histéricamente la «ey de la ventaja comparativa», ley en apariencia intemporal propues- ta por David Ricardo, mostrando cémo en un comienzo las pequefias desigualdades en los vinculos de interdependencia entre sociedades ¥ economias fueron magnificadas a lo largo del tiempo para producir hoy enormes diferencias entre lo que se llama, usando un eufemismo, el «Norte» y el «Sur». 4 Harold Wolpe, Articulations of modes of production, Londres, Routledge & Ke gan Paul, 1980. Véase también Barry Hindess y Paul Q. Hirts, Pre-capilalist modes of production, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1977. * Stephen Mennell, «Sociology», en W. H. MeNeill et al., eds., Berkshire Encycl- pedia of World History, Great Barrington, Ma., Berkshire Publishing Group, 2005, 1v, p. 1746, Prélogo a la edicién de 2011 : XVII Como efectivamente la ley de Ricardo ha representado una pre- misa central y esencial de la corriente principal de la macroeco- nomia, no es sorprendente que mis argumentos fuesen tratados tan negativamente por ese campo. Sin embargo, en la medida en que el anilisis de los sistemas- mundo fue ganando fuerza en las estructuras del saber, algunos integrantes del campo nomotético comenzaron a elaborar anali- sis que tenian el propésito de refutar empiricamente las premisas heréticas propuestas por nosotros. Estos criticos estaban espe- cialmente ansiosos por demostrar que el andlisis de los sistemas- mundo no explicaba por qué, en el mundo contemporaneo, unos paises estaban mas «desarrollados» que otros, ni por qué algunos de los denominados paises subdesarrollados estaban mejorando su situacién nacional mas que otros. La oposicién de este campo es tan inflexible como la de los marxistas ortodoxos. Probable- mente sea mas duradera. Hay una tercera gran critica. Proviene de un grupo a los que llamo los neohintzianos, Otto Hintze fue un historiador politico alem4n; se pensaba que sus escritos habian demostrado la auto- nomia de la esfera politica de la realidad de la esfera econdmica. Me vi sometido a dos grandes anilisis criticos,* y ambos invocaban especificamente a Hintze. Los dos decian que yo, de manera falsa, habia desmontado los escenarios de anlisis politico y econédmico para constituir un escenario tinico, dandole primacia, de hecho, al econdmico. Desde luego, yo, en realidad, habia insistido en que las va- riables politicas y econémicas residian en un tnico escenario. Me habia negado a aceptar el argumento de que el arena politi- ca era auténoma 0 el concepto de que estaba regido por reglas diferentes, de alguna manera —antitéticas, incluso— a las que regian el escenario econémico. En mi libro-habia yo insistido en un anialisis holistico, en el cual las instituciones politicas eran simplemente una estructura institucional junto con otras dentro del moderno sistema-mundo. Aunque en los siguientes voliime- nes, sobre todo en el 2, traté de aclarar la falacia de semejante separacioén de ambas esferas, esta critica ha mostrado capacidad de persistir, en el sentido de que todavia hoy muchos consideran 6 Theda Skocpol, «Wallerstein’s world capitalist system: A theoretical and histo- rical critique», American Journal of Sociology, xxxt1, 5, marzo de 1977, pp. 1075-1090 (reproducido en Theda Skocpol, Social revolutions in the modern world, Nueva York, Cambridge University Press, 1994, pp. 55-71). Aristide R. Zolberg, «Origins of the modern world system: A missing link, World Politics, xxxm, 2, enero de 1981, pp. 253-281 (reproducido en Aristide Zolberg, How many exceptionalisms: Explorations in comparative macroanalysis, Filadelfia, Tenmple University Press, pp. 132-157).XVII Immanuel Wallerstein que el analisis de sistemas-mundo es demasiado «economi lo que con frecuencia es una forma de decir que, en su o es demasiado «marxista». Cistas, Pinion, De cualquier manera, los neohintzianos no le eran mas fieles a Otto Hintze que los neoweberianos a Max Weber, los marxistas ortodoxos a Karl Marx o los smithianos a Adam Smith. En el caso de Otto Hintze, termina su ensayo «Economia y politica en la erg del capitalismo» (que aparecié en 1929), con este sumario de sus opiniones: En conjunto, los afios de la guerra y la década transcurrida desde enton. ces no brindan evidencia alguna de un desarrollo econémico auténomo del capitalismo, por entero separado del estado y Ja politica. Muestran mas bien que los asuntos del estado y los del capitalismo-estan inextri- cablemente interrelacionados, que son sdlo dos caras o aspectos de un mismo desarrollo histérico.” Eso, desde luego, era exactamente lo que yo estaba tratando de aseverar. Estan, por ultimo, las criticas procedentes del campo «cultu- ral», que empezé a florecer en la década de 1970. Cuando se ana- liza el ascenso del campo cultural hay que recordar dos cosas. La primera es que el anAlisis tedrico liberal tradicional de la moder- nidad dividia Ja vida en tres esferas: la econdmica, la politica y la sociocultural. Esto se reflejaba en la creacién de tres disciplinas separadas de las ciencias sociales que se ocupaban del mundo moderno: la economia, interesada en el mercado; la ciencia poli- tica, preocupada por el estado, y la sociologia, abocada a todo lo demas (lo que a veces se denominaba la sociedad civil). Esta predilecci6n ideoldgica liberal dio por resultado, necesa- riamente, un debate acerca de la prioridad causal entre las tres esferas. Tanto los marxistas ortodoxos como los economistas no- motéticos de la corriente principal le daban la prioridad causal a la esfera econémica. Los neohintzianos se la daban, implicita- mente, a la esfera politica. Era de esperar que hubiese quienes le concediesen la prioridad causal a la esfera cultural. Un segundo punto que hay que recordar es el impacto de la revolucién-mundo de 1968 en los debates teéricos. Para muchos, lo que habia ocurrido en 1968 fue la debacle final (y por consi- guiente el repudio intelectual) del campo economicista. Daniel ” Otto Hinwe, The historical essays of Otto Hintze, editado y con una introduccién de Felix Gilbert, Nueva York, Oxford University Press, p. 452. Prélogo a la edicién de 2011 XIX Bell habia hablado antes del «fin de la ideologia» en un fuerte ataque sobre la relevancia del marxismo y los movimientos mar- xistas para el mundo posterior a 1945." A partir de 1968 un nuevo grupo se hizo cargo de descartar el marxismo desde un punto de vista diferente, Este grupo exigia una «deconstruccién» con- ceptual y exponia el final (y la inutilidad) de los grand récits 0 «grandes relatos».? Basicamente lo que estaban diciendo era que el campo economicista —en particular los marxistas ortodoxos— habian descuidado la posicién central del discurso en la realidad social en evoluci6n. En ese momento hubo una segunda critica a los marxistas orto- doxos. Se los acus6, muy atinadamente, de haber hecho a un lado las prioridades de quienes se ocupaban del género, la raza, la etni- cidad y las sexualidades, en favor de la prioridad de la lucha de cla- ses y la «revoluci6n», cuyo sujeto histérico era el «proletariado». Ami me reprocharon que no me hubiese unido a este campo.'° Cuando este grupo censuraba los grandes relatos solia arrojar a la misma canasta el analisis de sistemas-mundo, el marxismo or- todoxo y la teoria de la modernizacién weberiana, pese al hecho de que el analisis de los sistemas-mundo habia yenido haciendo practicamente las mismas criticas al marxismo ortodoxo y al gran relato de la modernizacién. Pero, desde luego, el analisis de los sistemas-mundo lo hacia proponiendo un gran relato alternativo. Nos negabamos a tirar la fruta fresca junto con la podrida. E] destino de esta critica culturalista va de la mano con la suerte de todo el movimiento de los «estudios culturales». La coherencia de este campo tenia una falla fatal. La mitad de sus integrantes se interesaban primordialmente por insistir en la prioridad de la cultura... en realidad, en su interés intelectual exclusivo. Pero la otra mitad se interesaba por los «pueblos olvidados», los que habian sido omitidos en los grandes relatos previos. La alianza se desintegré cuando la segunda mitad empezé a darse cuenta de que también le interesaban los grandes relatos, pero unos di- ferentes de los que se estaban usando antes de 1968. Este grupo empez6 a crear una nueva trinidad de intereses: género, raza y clase; o clase, género y raza; o raza, género y clase. Y una vez que esta nueva trinidad llego a usarse de manera generalizada en * Daniel Bell, The end of ideology, Cambridge, Harvard University Press, 2a, ed., 2000 (a. ed. 1960). ° Jean Baudrillard, El espejo de la produccidn, Barcelona, Gedisa, 2002; Gritica de la economia politica det signo, México, Siglo XXI, 1974; The Jean Baudrillard Reader, Steve Redhead y Claire Abel, eds., Nueva York, Columbia University Press, 2008. ” Stanley Aronowitz, «Metatheoretical critique of Immanuel Wallerstein’s The modern world system, Theory & Sociely, X, 4, julio de 1981, pp. 503-520.XX Immanuel Wallerste:, el escenario universitario, algunos de quienes se interesaban Pri. mordialmente por los «pueblos olvidados» dejaron de denunciay el andlisis de sistemas-mundo y empezaron a tratar de encontrar | formas para aprender a aceptarla o para modificarla a fin de to. mar mas en cuenta sus prioridades."! En los afos transcurridos desde 1974 se hicieron ya todas las grandes criticas. Cuando llegamos a los noventa muchos de quie. nes las proponian habian desaparecido de la escena, aunque aj. gunos siguen haciendo las mismas criticas. Pero ahora las grandes criticas ya son bien conocidas y pasaron a segundo plano en la dis. cusi6n relativa al andlisis de los sistemas-mundo, que es visto con creciente frecuencia como un paradigma que compite con otros en la ciencia social del mundo contemporaneo. Las que absorben ahora cada vez mas atencién son las criticas menores. LAS CRITICAS MENORES Las criticas menores se centran en torno a tres cuestiones diferen- tes: los limites espaciales del moderno sistema-mundo, los limites temporales de] moderno sistema-mundo y las variables institucio- nales que deben tomarse en consideracién. El primer volumen de El moderno sistema mundial planteaba muy claramente los limi- tes espaciales y temporales que pretendia establecer. Es probable que fuese menos claro respecto a la gama de variables institucio- nales que resultaban pertinentes. Empecemos con los limites espaciales. E] argumento del libro €s que existen fronteras reales de lo que debe considerarse den- tro y fuera de la economia-mundo capitalista. Yo afirmaba que dentro de esos limites era posible hablar de centro, periferia y se- miperiferia. No obstante, el capitulo 6 se dedica alo que esta fuera de esas fronteras, lo que denominé la arena externa. Y traté de especificar cémo era posible distinguir entre una zona periférica de la economia-mundo y la arena externa. El argumento basico era que se podia distinguir entre mer- cancias a granel y mercancias preciosas, ya que el primero, pero 4 Ramon Grosfoguel, ed. especial, ntimero especial de Review: Utopian Thin King, xxv, 3, 2002, Walter D. Mignolo, Local histories/global designs. Coloniality, subal- term knowledges, and border thinking, Princeton, Princeton University Press, 2000; The darker side of Renaissance: Literacy, Tervitoriality, & colonization, 2a. ed., con nuevo prélogo, Ann Arbor, University of Michigan Press, 2006. Véase también Etienne Balibar e Immanuel Wallerstein, Race, nation, class: Ambiguous identities, Londres, | Verso, 1991 [Raza, nacién y clase, Madrid, JEPALA, 1991], Prélogo a la edicién de 2011 XXI no el segundo, se basaba en un intercambio desigual. Mas tarde traté de afinar atin mas esta distincién.'? Sugeri limites especifi- cos utilizando esa diferenciacién. Polonia y Hungria eran parte del moderno sistema-mundo en el siglo xvi. Rusia y el imperio otomano no lo eran. Brasil estaba dentro y el subcontinente in- dio afuera. Habia dos maneras de cuestionar estas afirmaciones empiri- cas. Una consistia en sugerir que la distincién entre mercancias a granel y mercancias preciosas era mucho mas difusa de lo que yo proponia, y que esa distincién no podia utilizarse para establecer el limite sistémico. La otra era muy diferente. Implicaba sugerir que algunas de las areas de las que yo afirmaba que estaban afue- ta se dedicaban de hecho al comercio en mercancias a granel con ciertas partes de la economia-mundo capitalista y que por con- siguiente, precisamente sobre la base de mi distincion, deberia considerarse que estaban «dentro» de los limites. En relacién con las que llamo grandes criticas no di cuartel, Sigo negindome a aceptar la legitimidad de esas objeciones al analisis de sistemas-mundo. Acerca de la critica referida a los li- mites espaciales, dije desde el primer momento que estaba dis- puesto a prestar cuidadosa atencién a los argumentos empiricos y, cuando pareciesen sdlidos, a aceptar revisiones del argumento empirico. Hans-Heinrich Nolte sostiene desde hace mucho que Rusia, en el siglo xvi, era parte del moderno sistema-mundo tanto como lo era Polonia." Frederic Lane afirmé lo mismo con respec- to al imperio otomano, tal vez sin precisar muy bien el caso." Sin embargo, mucho mas tarde Faruk Tabak planted razones muy sé- lidas por las que deberia verse todo el Mediterraneo oriental (que basicamente pertenecia al imperio otomano) como parte integral del moderno sistema-mundo durante el siglo xvi.!8 Se hicieron varios intentos por demoler la validez de la distin- cién entre mercancias a granel y mercancias preciosas.'* Desde el * Immanuel Wallerstein, El moderno sistema mundial, 1, EL mercantilisino y a consolidacién de la economia-mundo exroped, 1600-1750, Madrid, Siglo XXI, 1984; El modemo sistema mundial, u1, La segunda eva de gran expansién de la economia-mundo capitalista, 1730-1850, México, Siglo XXI, 1998. " HansHeinrich Nolte, «The position of Eastern Europe in the international system in early modern times», Review, vi, 1, verano de 1982, pp. 25-84. “ Frederic C. Lane, «Chapter 8, Economic growth in Wallerstein's social sys- tems;A review article», Profils from Power: Readings in protection rent and violence controlling enterprises, Albany, State University of New York Press, 1979, pp. 91-107. " Faruk Tabak, The waning of the Mediterranean, 1550-1870: A_geohistorical ap- proach, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 2008. "© Jane Schneider, «Was there a pre-capitalist world-system?», Peasant Studies, v1, 1977, pp. 20-29. (Reproducido en Christopher Chase-Dunn y Thomas Hall,
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