Pérez-Liñán, Aníbal y Scott Mainwaring. 2014.
“La supervivencia de la democracia
en América Latina (1945-2005)”.
AÑO: 2014
Para comenzar a hablar del texto, se puede decir que los autores lo que se proponen es poder
entender, de forma innovadora, cómo es que han sobrevivido o se quiebran las democracias,
particularmente en el contexto de América Latina, entendiendo la dinámica de los regímenes
en términos de los actores históricos concretos. Es decir, para ellos, la supervivencia o caída
de los regímenes competitivos depende del comportamiento de los líderes y partidos
políticos, los militares y otros actores claves.
En la misma línea, afirman que las democracias tienen mayores probabilidades de sobrevivir
cuando los actores políticos poseen fuertes preferencias normativas por este régimen y
cuando los actores muestran moderación en sus opciones de política.
La evidencia empírica también muestra que los regímenes democráticos son menos
vulnerables a las quiebras cuando el entorno político regional contribuye a la proliferación de
valores democráticos a nivel local.
Asimismo, enuncian la perspectiva de otro autor, Guillermo O` Donnell, en la cual sostiene
que cuando los actores valoran normativamente (es decir, intrínsecamente) la democracia en
tanto que régimen político, sus chances de supervivencia se ven fortalecidos.
En lo puntual, hablarán sobre regímenes competitivos, desde el año 1945 hasta el 2005, y
detallan que durante este periodo, veinte países de A.L vivieron en total 664 años bajo
regímenes competitivos ( aunque también se incluye el análisis de “semidemocracias”...
nombrados por ellos como democráticos) y durantes estos años-régimen se sufrieron 26
quiebres. El análisis explora por que ( y cuando) se quiebran los regímenes competitivos o, a
la inversa, que factores contribuyen a su supervivencia.
● Clasificación de los regímenes políticos en America Latina, 1945-2010.
Lo que harán es agrupar las democracias y semidemocracias en una categoría amplia de
regímenes competitivos, y autoritarismos.
Esta clasificación parte de una definición de democracia que abarca cuatro dimensiones:
Primero: el jefe de de gobierno y la legislatura deben ser elegidos a través de elecciones
abiertas, justas y competitivas . Las elecciones deben ofrecer la posibilidad de alternancia en
el poder, incluso si esa alternancia no se produce efectivamente durante un período
prolongado, como en el caso de Japón.
Segundo, hoy en día la definición de ciudadanía debe incluir a la gran mayoría de la
población adulta. Para el período contemporáneo, esto significa que debe existir algo
aproximado al sufragio universal para las personas adultas. Tercero, las democracias deben
proteger los derechos civiles y políticos, como la libertad de prensa, de expresión, de
organización, el derecho al hábeas corpus, etc. Si el gobierno es elegido en elecciones libres y
justas con un alto nivel de participación electoral, pero no se garantiza efectivamente la
protección de los derechos civiles y políticos, el régimen no es democrático.
El componente liberal –la protección de las libertades individuales– es un elemento necesario
de toda democracia contemporánea. Cuarto, las autoridades electas deben ejercer
efectivamente el poder, lo cual no ocurre cuando los funcionarios elegidos son eclipsados por
los militares o por cualquier otra figura política no electa (J. S. Valenzuela 1992). Si las
elecciones son libres y justas pero resultan en un gobierno incapaz de controlar las principales
políticas, entonces el gobierno no es democrático.
A partir de estas cuatro dimensiones, se clasifican los gobiernos como competitivos
(democráticos y semi democráticos) o autoritarios usando una simple regla de agregación.
Cuando los gobiernos no cometen ninguna violación importante de ninguno de los cuatro
criterios, son codificados como democráticos. Cuando violan de manera parcial pero no
flagrante alguno de los principios, los tratamos como semidemocracias. Por último, se
consideran autoritarios cuando violan de manera evidente uno o más criterios.
● El radicalismo y las preferencias normativas por la democracia de los actores
En este apartado dirán que la estabilidad o caída de un régimen competitivo depende de dos
causas relativamente próximas: si los actores muestran una preferencia por las políticas
radicales y si tienen lo que se denomina preferencias normativas por la democracia. Las
preferencias de políticas de los actores van desde la moderación hasta el radicalismo, y
algunos también desarrollan preferencias normativas por la democracia. El radicalismo o la
moderación en las preferencias de políticas públicas y las normativas sobre el régimen son
componentes clave, razonablemente específicos, y empíricamente medibles de las creencias
políticas de los actores. Estos no responden automáticamente a su ambiente: sus creencias
afectan sus respuestas ante una determinada situación en un determinado ambiente (aunque
generalmente tienden a ser estables).
La primera hipótesis afirma que la presencia de actores radicales poderosos dificulta el
sostenimiento de los regímenes competitivos. El nivel de radicalización y el poder de estos
jugadores determina cuán amenazados se sienten otros actores arraigados en el sistema
político por el establecimiento de la democracia política. Algunos actores poderosos están
dispuestos a subvertir el régimen competitivo para proteger sus intereses en caso de un nivel
elevado de radicalización, ya sea que esta se produzca en el gobierno o en la oposición.
Los actores son radicales cuando sus objetivos de política pública están ubicados en uno de
los polos del espectro político y cuando expresan urgencia para alcanzar estos objetivos o
defienden esas posiciones de manera intransigente. En otras palabras, se trata de preferencias
intensas: los actores radicales no están dispuestos a negociar o a esperar para alcanzar sus
objetivos de política pública.
Por otro lado, explayaran que una preferencia normativa por la democracia significa que un
actor valora intrínsecamente la democracia, más allá de las políticas públicas que esta genere.
Estos actores tienen un compromiso ideológico con la democracia por considerarla el mejor
tipo de régimen político, y este compromiso se expresa en su disposición a incurrir en costos
políticos para defender el régimen competitivo. (Son diferentes de los comportamientos de
tipo estratégico, coyuntural u oportunista según el cual un actor apoya el régimen
dependiendo de los resultados de las políticas implementadas).
El reconocimiento de la derrota electoral, en lugar del cuestionamiento del resultado adverso,
es uno de los indicadores de compromiso con los principios del régimen democrático.
La segunda hipótesis se centra en que una fuerte preferencia normativa por la democracia
fortalece a los regímenes competitivos. Una fuerte preferencia normativa por la democracia
limita la forma de perseguir objetivos políticos: si los actores valoran el régimen de manera
intrínseca, entonces tendrán mayor propensión a tolerar políticas que perjudiquen sus
intereses porque las perciben como decisiones vinculantes y legítimas. Asimismo, tendrán
una mayor propensión a rechazar políticas que los beneficien si estas no son implementadas
por un régimen legítimo.
Aunque muchos trabajos han enfatizado la importancia de las preferencias normativas de los
actores, la demostración empírica de este argumento resulta compleja cuando se estudia una
gran cantidad de países y largos períodos de tiempo. No existe un análisis cuantitativo previo
en esta línea debido a problemas de conceptualización, medición, recolección de datos y
endogeneidad.
● La codificación del radicalismo y de las preferencias normativas por la
democracia.
Puntualmente, los investigadores codificaron a los actores políticos como radicales cuando
satisfacían alguna de las siguientes condiciones: (1) el actor expresaba una preferencia
inflexible por las políticas de izquierda o de derecha en el corto plazo, o por preservar estas
políticas extremas cuando ya hubieran sido adoptadas; o (2) expresaba su deseo de subvertir
el orden legal para alcanzar sus objetivos de política pública. El gobierno también fue
codificado como radical si: (3) implementó políticas que polarizaron a la sociedad y que
impusieron costos significativos a otros actores de manera deliberada (por ejemplo, las
expropiaciones sin compensación, o las normas laborales represivas para aumentar la oferta
laboral). Los actores no gubernamentales fueron codificados como radicales si: (4)
emprendieron acciones violentas destinadas a imponer o impedir un cambio significativo en
las políticas públicas.
La mayoría de los actores rinden algún tipo de tributo a la democracia, de modo que el equipo
de investigadores documentó principalmente la ausencia de una preferencia normativa por la
democracia. Los actores fueron codificados como carentes de esta preferencia si mostraban al
menos una de las siguientes características: (1) expresaron ambivalencia acerca de la
democracia o cuestionaron el carácter «burgués», «liberal» o «formal» de la democracia; (2)
expresaron hostilidad hacia las instituciones democráticas (partidos políticos, legislaturas,
cortes de justicia, organismos electorales) en lugar de desafiar sus decisiones concretas; (3)
cuestionaron la validez de los procesos democráticos cuando produjeron resultados
desfavorables; (4) afirmaron ser los únicos representantes del pueblo; (5) cuestionaron la
legitimidad de toda oposición externa a algún movimiento mayoritario nacional; o (6)
constantemente acusaron a los opositores pacíficos de ser enemigos del pueblo o del país. Los
funcionarios del gobierno también fueron codificados como carentes de preferencias
normativas por la democracia cuando: (7) introdujeron programas de adoctrinamiento
partidario en el sistema de educación pública o en los círculos militares y cuando (8)
manipularon frecuentemente las reglas institucionales para obtener ventajas políticas. Los
actores no gubernamentales fueron considerados carentes de preferencias normativas por la
democracia cuando: (9) expresaron su intención de subvertir el orden constitucional; o (10)
cuando aceptaron el uso del fraude, de la exclusión política o de la violencia con objetivos
políticos.
Por otro lado, afirman que los regímenes políticos utilizan las capacidades estatales para
proteger sus valores y eliminar potenciales amenazas. Mientras que los sistemas autoritarios
pueden implementar medidas represivas sobre distintas formas de disenso, los regímenes
competitivos pueden regular las actividades de los grupos radicales e invertir recursos en
políticas de promoción de los valores democráticos. En consecuencia, la naturaleza del
régimen en el poder suele reforzar la orientación de los actores políticos dominantes.
● Explicaciones alternativas sobre la supervivencia y la quiebra de la democracia.
Aquí lo que desarrollan es que además de las variables independientes ya enunciadas, se
consideran tres grupos teóricos de variables explicativas: los factores estructurales (desarrollo
económico, estructura de clases y dependencia de la exportación de bienes primarios) y el
desempeño económico; el diseño institucional (fragmentación del sistema de partidos y los
poderes presidenciales); y las condiciones internacionales (nivel de democracia en el resto de
la región y la política de ee. uu. hacia América Latina).
Con respecto al nivel de desarrollo, uno de los hallazgos más consistentes de la literatura
sobre los procesos de democratización ha sido que el nivel de modernización tiene un
impacto sustantivo en la probabilidad de que prospere la democracia. El nivel de desarrollo se
observa con el pib per cápita en miles de dólares estadounidenses y se emplea una
especificación cuadrática para capturar efectos no lineales.
Para analizar la estructura de clase es necesario recurrir a Diamond, Lipset, Moore y
Rueschemeyer, entre otros, que consideran que las perspectivas futuras de las democracias
dependen de manera significativa de la naturaleza de la estructura de clases.
Para hacerlo lo que se utiliza el porcentaje de la mano de obra en la industria manufacturera
como un indicador general de la fuerza numérica de la clase trabajadora.
La dependencia de recursos resulta de vital importancia dado que algunos académicos han
argumentado que la dependencia nacional de los recursos naturales (como el petróleo) va en
detrimento de la democracia.
Con el desempeño económico, se ha argumentado que es más probable que los regímenes
competitivos se quiebren cuando muestran un desempeño económico pobre. Para medir el
desempeño económico se utilizan los cambios anuales en el ingreso per cápita (es decir, la
tasa de crecimiento económico basada en nuestros valores del pib per cápita).
Respecto a la fragmentación del sistema partidario, se ha desarrollado un argumento que se
ha centrado en la naturaleza de los regímenes presidenciales: Linz (1994), Mainwaring
(1993) y Stepan y Skach (1994) sostienen que los sistemas de partidos fragmentados en estos
regímenes favorecen el quiebre democrático.
Para hacer referencia a los poderes presidenciales, Shugart y Carey (1992) sostienen que los
presidencialismos funcionan de modo más efectivo cuando el presidente dispone de poderes
constitucionales más débiles. Una alta concentración de poder en manos del presidente
incentiva al titular del Poder Ejecutivo a soslayar el Poder Legislativo y genera tensiones
institucionales en el régimen. Para evaluar este argumento, utilizamos las medidas de Shugart
y Carey (1992) sobre los poderes presidenciales.
El ambiente político regional es un factor cuya importancia ha aumentado desde la década de
1990. La investigación sobre regímenes políticos se centró fuertemente en los factores locales
(para una excepción, Whitehead 1986). Desde entonces, sin embargo, los investigadores que
analizan los cambios de régimen y su estabilidad han comenzado a prestar mayor atención a
los factores internacionales.
Mientras que un ambiente internacional favorable puede ofrecer ventajas a las democracias,
cuando este es poco propicio, puede perjudicar al régimen democrático. Para explorar esta
posibilidad, se incluye una variable (región) para determinar el impacto del contexto político
de América Latina en la probabilidad de permanencia o cambio de los regímenes. Se mide el
ambiente político regional como la proporción de países democráticos por año, excluyendo al
país analizado.
Otro de los factores decisivos ha sido la política exterior de ee. uu., debido a que es un poder
hegemónico en el continente americano, este país puede afectar la probabilidad de que
ocurran transiciones hacia regímenes competitivos y de su quiebra. Para determinar la
orientación de las administraciones estadounidenses hacia las democracias en América
Latina se crea una escala continua: a partir de fuentes históricas, se respondieron ocho
preguntas dicotómicas sobre la política exterior de ee. uu. Cuatro de estas preguntas capturan
las políticas y actitudes perjudiciales para la democracia , y las cuatro preguntas restantes
destacan los comportamientos dirigidos a apoyar la democracia en América Latina.
● Estimación y resultados
Se estima el riesgo de quiebra democrática utilizando un modelo de supervivencia con
unidades de tiempo discretas. La variable dependiente es un indicador dicotómico con un
valor de 1 en aquellos años en los cuales el régimen competitivo se quebró y fue reemplazado
por uno autoritario, y de 0 en aquellos años en que el régimen sobrevivió. De esta forma, una
regresión que arroja un coeficiente positivo indica una mayor probabilidad de que un régimen
competitivo se quiebre cuando cualquiera de las variables independientes presente un valor
mayor. Además de nuestras variables independientes, radicalismo y preferencia por la
democracia, la ecuación incluye ocho predictores que reflejan los tres grupos de variables
descritas en la sección previa (factores estructurales y desempeño económico, diseño
institucional y condiciones políticas internacionales).
Por otro lado dirán que, para mostrar el profundo efecto sustantivo de la moderación política
y las preferencias normativas por la democracia sobre la supervivencia del régimen, es
oportuno considerar la siguiente estimación. Cuando se mantienen todas las demás variables
en sus respectivas medias, si todos los actores fuesen radicales y ninguno de ellos tuviese
preferencias normativas por la democracia, sería esperable que un régimen competitivo
durará aproximadamente un año. En cambio, si todos los actores abandonaran sus posiciones
radicales, la expectativa de vida del régimen se incrementaría a seis años. Adicionalmente, si
todos los actores asumieran un compromiso normativo con la democracia, la longevidad
predicha para el régimen superaría los doscientos años.
● Otros abordajes: clase, modernización y acción estratégica contingente.
Desde esta perspectiva, la democracia se quiebra cuando ciertos actores poderosos se
movilizan en contra del régimen y derrotan a quienes lo apoyan. En cambio, la democracia
sobrevive cuando la constelación de actores que la respaldan es más poderosa que aquellos
que se movilizan en su contra.
Los abordajes de clase suponen la existencia de una relación estrecha entre las posiciones
estructurales de los actores y sus preferencias acerca del régimen político. Desde esta
perspectiva, algunas clases sociales tienen una mayor tendencia a ser prodemocráticas,
mientras que otras tienden a ser claramente pro autoritarias.
Asimismo, en tanto las clases sociales logren resolver problemas de acción colectiva y se
constituyan como actores coherentes, su decisión de apoyar la democracia o el autoritarismo
están históricamente determinadas (Bellin 2000, R. Collier 1999). Las clases sociales no
siempre prefieren la democracia o la dictadura, sino que apoyan uno u otro régimen
dependiendo de las ventajas y desventajas que ofrezca en un momento histórico específico.
Sin embargo, dirán los autores, los abordajes de clase niegan la formación de preferencias de
los actores acerca del tipo de régimen como producto contingente de un contexto histórico
determinado.
Si se acepta la premisa de que los actores políticos determinan la supervivencia o quiebra de
un régimen, entonces de ello se desprende que los factores estructurales (como el nivel de
desarrollo) no tienen un impacto directo en la estabilidad de los regímenes competitivos. En
cambio, estos factores influyen sobre la estructuración de los actores políticos, sus recursos
disponibles, y sus preferencias y elecciones estratégicas.
Por último, si bien no se niega el rol de las fuerzas estructurales (el nivel de desarrollo
económico, los patrones de dependencia, la estructura de clases y la desigualdad social) en la
constitución de los regímenes políticos, el efecto que tienen estas variables es contingente y
difuso, y se manifiesta principalmente en la organización de los actores políticos, en la
distribución relativa de sus recursos y en las preferencias normativas en torno al tipo de
régimen, así como en la moderación/radicalismo de estos actores. Toda explicación sobre la
estabilidad democrática que omita un tratamiento independiente de los valores y las
orientaciones de los actores políticos corre el riesgo de sobrestimar la relevancia de las
fuerzas estructurales, como el desarrollo económico o la desigualdad del ingreso.
En síntesis, se puede decir que el énfasis está puesto en tres hallazgos sustantivos, que
expanden la influyente contribución de Guillermo O’Donnell. Primero, el nivel de desarrollo
no afectó la probabilidad de quiebra de los regímenes competitivos de América Latina en el
período comprendido entre 1945 y 2005. Este resultado nulo confirma el análisis de
Guillermo O’Donnell en Modernización y Autoritarismo.
Segundo, el radicalismo de los actores hace más difícil sostener los regímenes políticos
competitivos. Cuando muchas fuerzas radicales compiten por el poder político, crecen las
chances de que ciertos actores perciban que el costo de tolerar la democracia política es
demasiado alto. Las amenazas radicalizadas fomentan el abandono del apoyo a los regímenes
competitivos. En sentido contrario, una política moderada perseverante reduce el riesgo de la
política democrática.
Tercero, al igual que Berman (1998), Dahl (1971), Linz (1978b), O’Donnell (1986: 15-18),
Ollier (2009), Walker (1990) y Weffort (1984), las actitudes normativas de los actores tienen
un alto impacto en la permanencia o la quiebra de los regímenes competitivos. Algunos
actores valoran intrínsecamente la democracia, que puede soportar crisis severas y un mal
desempeño extendido en el tiempo cuando la mayoría de los actores están comprometidos
normativamente con el régimen. En sentido contrario, este es altamente vulnerable a la
quiebra en épocas difíciles si los actores más poderosos son indiferentes al valor intrínseco de
la democracia liberal. Las preferencias normativas de los actores acerca del régimen no
pueden reducirse a su posición estructural o a patrones socioculturales generales.
Sin embargo, afirman que este análisis es un enorme desafío y sería necio afirmar que se han
resuelto todas las dificultades que este presenta… y lo mas certero seria seguir con una visión
cuantitativa, donde se abarque el radicalismo y las preferencias normativas de los actores
como variables importantes.