ISSN digital 2707-0107
Hilda Baltodano El valor humóristico de los disfemismo. pp. 1-5
El valor hu[ CITATION MarcadorDePosición4 \l 19466 ] morístico
de los Hilda María Baltodano Reyes
Universidad Nacional Autónoma de
Nicaragua, Managua.
https://orcid.org/0000-0001-5223-5272 defectos físicos en el habla
© UNAN-Managua
nicaragüense
Recibido: marzo 2019
Aprobado: junio 2019
RESUMEN
SUMMARY
Los estudios sobre el disfemismo están relacionados
con el tabú lingüístico. Se considera que es una Studies on dysfemism are related to the linguistic
expresión grosera, peyorativa e irrespetuosa, opuesta taboo. It is considered to be a rude, pejorative and
completamente al eufemismo; pero constituye un disrespectful expression, completely opposed to
aporte extraordinario para la riqueza del habla euphemism; but it constitutes an extraordinary
nicaragüense. Porque este pueblo nunca elude lo feo y contribution to the richness of Nicaraguan speech.
asqueroso; dentro de la gran variedad que le brinda la Because this people never elude the ugly and
lengua, prefieren los términos ásperos, si es posible disgusting; Within the great variety that the language
malsonantes y directos, sin maquillar la verdad offers, they prefer the rough terms, if possible
“aunque duela”. Esa es parte de la esencia del malsonant and direct, without putting on the truth
disfemismo ofender al oyente; sin embargo el humor y “even if it hurts”. That is part of the essence of
la jocosidad inherentes al ingenio de los nicaragüenses dysfemism offending the listener; nevertheless the
son características esenciales para la creación de humor and the jocosidad inherent to the ingenuity of
expresiones disfemística que tienen como intención the Nicaraguans are essential characteristics for the
del autor reírse de los defectos de los demás y de los creation of dysfemistic expressions that have as
propios. intention of the author to laugh at the defects of the
others and of the own ones.
Palabras clave: eufemismo, habla, disfemismo,
lingüística, nicaragüense Keywords: euphemism, speech, dysfemism,
DOI: https://doi.org/10.5377/rll.v5i2.8977
linguistics, Nicaraguans.
Nadie es perfecto y todos, de alguna manera, tenemos nuestros defectos, pues como dicen “el que no lo tiene
a la vista, lo tiene escondido”. Si no lo cree, pregúntele a un nicaragüense cuál es el defecto de alguien y verá
que es especialista en encontrarlo; pero no solo eso, prepárese para escuchar las formas más ingeniosas que
encuentra para nombrar esa supuesta imperfección de los demás. Mientras unos, preocupados por no
incomodar a una persona, usarán una expresión suave o delicada; el nica se da gusto empleando las formas
más groseras, malsonantes; pero, eso sí, muy divertidas para ese defecto.
Ya lo afirmaba Cuadra (1997), “El nicaragüense casi nunca elude lo feo, lo asqueroso o lo indecente (…) es
el pueblo más mal hablado del mundo. No que hable mal (al contrario, suele hablar con bastante dominio de
su lengua) sino que jamás esquiva las asperezas y dice sin eufemismos, las cosas por su nombre,
manifestando más bien un goce en ‘mentar’ la mala-palabra y no rehuirla” (p. 47).
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Esas “malas palabras” que suelen ser irrespetuosas son llamadas disfemismos. Se han realizado amplios
estudios sobre el disfemismo como un elemento opuesto al eufemismo, que se considera una palabra más
delicada, suave o decente y ambos relacionados particularmente con el tabú. Se convierte en tabú lingüístico
esa palabra que no se debe decir por razones sociales, supersticiosas, religiosas y demás; según Quillis
(1990) el tabú “es la prohibición de pronunciar una palabra” y por lo tanto, otro término se debe utilizar en su
lugar (p. 502). También plantea Ullman en Moreno (2008) que un tipo de tabú lingüístico es el de la
delicadeza en el que se evitan los nombres de las cosas desagradables e incómodas como los defectos físicos.
Crespo (2005), por su parte, presenta una clasificación por temáticas en la que considera el respeto como una
causa fundamental del tabú sobre las diferencias físicas para evitar los conflictos sociales. Agregamos a estos
planteamientos que si se ve con los ojos de “mama zorra”, que mira lindos a sus zorritos, obviamente, se
disimulará el defecto de una persona con la que se tiene simpatía para quedar bien con esta, empleando un
eufemismo que maquille un poco la realidad.
Pero siempre hay alguien que dice “la verdad aunque duela” y prefieren usar expresiones más directas,
sustituyen las palabras tabuizadas por otras más groseras: los disfemismos. Zamora (1998) plantea que estos
son “palabras o locuciones intencionalmente peyorativas e insultantes” (p. 151). El Diccionario de la Real
Academia Española define que tienen la intención de rebajar algo de categoría. Para Crespo (2007) una
palabra para ser un verdadero disfemismo debe, realmente, causar desagrado y ofender al receptor; pero
expone que otros autores no siempre lo asocian con el lenguaje malsonante, por esto plantea que el
disfemismo se actualiza en el contexto y “refuerza los matices más ofensivos o inaceptables que se establecen
entre el tabú y su referente” (p. 136).
Sin embargo, continúa planteándose este autor si el disfemismo puede ser una sustitución sinonímica, en este
caso de una palabra tabuizada, en la que el hablante selecciona, entre una serie de vocablos que significan lo
mismo, un solo elemento correspondiente con su intención, la cual Moreno, citado por él mismo, determina
como un factor extralingüístico importante en la comunicación junto con la interpretación del oyente y el
estilo del emisor; además el mismo Moreno distingue a la sinonimia como un fenómeno que los estudiosos
han ubicado más en el plano del habla. En todo caso, el disfemismo es una elección que realiza el hablante
entre una extensa variedad de posibilidades que le brinda la lengua, compuesta por palabras cultas, comunes,
estándares, coloquiales, técnicas, vulgares, malsonantes, etc.
Sobre el aspecto sinonímico, Cuadra (1997) afirma que “cuando existen dos sinónimos para una misma cosa
el nicaragüense escoge el más áspero” (p.47). Ejemplifíquese este caso el léxico para designar a una persona
con libras de más en su peso, se le llama apropiadamente obesa, gorda, o los eufemismos gordita sexy,
rellenita, entradita en carne, pasadita de rica; pero son más comunes los divertidos términos disfemísticos
como albóndiga con patas, bolsa de pedo, muñeco de atol, tripuda, más si es blanca es un chancho de
granja o cainsa. Por el contrario, si tiene las libras de menos además de ser delgada o flaca, se prefiere la
varilla de cohete, cacastuda, cuento de la cripta, quirina seca y si es mujer, seguramente es una
chimagüevo.
Asimismo, Medina en Crespo (2007) destaca que si existen diversas opciones, entonces el uso de
disfemismos es parte del “estilo” del hablante. . Para Díaz (2012), ese estilo proyecta la inteligencia, el
ingenio, además el humor del autor.
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Agrega que el uso del disfemismo no va a depender del nivel cultural, sino de la ya aludida intención con que
es empleado, y cita a Montero en que uno de los motivos puede ser “dar colorido y verosimilitud a lo
emitido” (p. 55). Colorido, producto de la inteligencia de los nicaragüenses, que Cuadra (1997) logró destacar
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como amigo de la risa “cuando libre de ciertos pesos y acumulaciones morales y culturales, se enamora de la
leve chispita que produce el ingenio al roce con el humor…” (p. 45).
Esa libertad que Crespo (2007) reconoce en algunos disfemismos cuando recurren al humor para “quebrantar
las normas morales o sociales que pesan sobre ciertas realidades” (p. 143); aunque para este autor, el
disfemismo no es un elemento propiamente humorístico por su carácter insultante y dañino. Por esto, es
posible que Arellano (2007) en el Diccionario del español nicaragüense reconozca entre las marcas
sociolingüísticas el constituyente despectivo para algunos defectos físicos, señalando que “el uso de la
acepción tiene una connotación de desprecio” (p. 19) presente en los términos disfemísticos como biscoreto
para la persona que padece de estrabismo, carepiña, persona que tiene el rostro lleno de hoyuelos por las
espinillas, patechicle o punto y coma para alguien que renquea y hasta en macetudo para el que tiene la
cabeza grande. Matus (2002) ejemplifica en Nicaragua los disfemismos, reconoce que mentar a la madre es
una de las expresiones disfemísticas más “bajas e injuriosas”, pero el oyente debe identificar el componente
extralingüístico de la entonación y los gestos para considerar, verdaderamente, un insulto esa y otras voces.
Por lo tanto, no debe olvidarse que son diversas las motivaciones de una persona para usar un disfemismo en
lugar de una palabra considerada apropiada o delicada, se mencionan entre ellas el nivel cultural, el lugar, los
individuos con los que se comunica y, especialmente, el contexto. En el estudio que realiza Díaz (2012)
plantea que, aunque no sea siempre ese el resultado, cuando se unen lo grosero y lo humorístico lo que se
persigue es suavizar la realidad aludida y en su estudio sobre el tono humorístico de los comentarios
disfemísticos en las redes sociales, descubre que, además de ser una ofensa, desempeñan la función lúdica al
buscar la risa en complicidad con el receptor.
Así que no se debe dejar de lado una de las intenciones principales del uso de los disfemismos en el habla
nicaragüense, la cual es hacer reír al oyente. Cuanto más chistosa sea la expresión, más popular será e irá
difundiéndose como lo han hecho algunos apodos originados por algún defecto físico como los que Peña
(2008) menciona en el Folklore de Nicaragua: panza de tibio para la persona gorda y lecheburra, la
persona negra.
La verdad es que no hay lugar en el país donde no exista esa gente que es experta en encontrar los defectos de
los demás; esa gente que como el mico “solo mira el rabo ajeno” y son capaces de crear las formas más
irrespetuosas y groseras para los defectos del prójimo; pero que, no se sabe cómo, siempre “dan en el clavo”
y uno se “muere uno de la risa” al escucharlas, especialmente cuando el ofendido no es el oyente o este no
está presente, y si lo está, ni modo, porque el lenguaje nicaragüense ya lo dijo Cuadra (2007) es “por el
contrario, un lenguaje directo cuando no hiriente, que tira la piedra y proclama la mano” (p. 47) y dicen: sí,
yo fui quien lo dijo y te lo digo en tu cara sos así, así y así…Por lo tanto, ya más de uno aprendió a disimular
o no “ponerle mente” a esas palabras y, mejor aún, contestan astutamente esa ofensa. Por eso, le pueden
decir a la persona baja de estatura que es un pedo contra el suelo, tapón de corcho, minimí y hasta
mediopolvo y esta dirá que “la esencia no viene en barriles”.
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Pero, eso sí, Dios nos guarde de caer en las “tapas” de alguien “pone nombre”, ya que siempre habrá un
defecto en los demás, pues si se indican más ejemplos de los disfemismos en el habla nicaragüense,
tendremos que si alguien tiene mayor estatura que otros es un semáforo de avión; si no tiene pelo en la
cabeza es una cabeza de bolar de billar, pero si tiene más, es un pelo de muñeca abandonada o el tío cosa.
Cuando la persona es de piel blanca es un mayate, berrejo, yuca pelada, gusano de queso; pero si al
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contrario es negro es una orilla de boyo, tizón o morongudo. Si alguien tiene los ojos pequeños es ojos de
alcancía, pero son más divertidos los disfemismos para quien tiene los ojos grandes que van desde chibolón,
ojos de faros de tren, caricatura japonesa, ojos de vaca loca, ojos de chivo ahorcado y hasta ojos de
tracatraca. Si tiene la nariz es pequeña es ñato, pero si la tiene grande, es nariz de chimbomba, nariz de
puñal o nariz de pito de policía. Quien no tiene dientes es un chintano, pero si los tiene grandes es diente
de peineta o dientes de caballo. Si la mujer tiene las mamas grandes es una tetanic, unas tetas de vaca;
aunque si no los tiene, es chichas de gata. Si las nalgas son grandes la persona tiene culo de piñata, pero si
las nalgas son pequeñas tiene el culo pacho. Y para terminar, el que tiene las piernas muy rectas es pata de
breque, al contrario cuando las tiene muy abiertas es corneto, cornailan, chacueco, gancho de tiradora e
incluso montatoro.
Los disfemismos son característicos del habla nicaragüense, son groseros, irrespetuosos, pero muy divertidos
para el receptor; por eso se debe destacar que en la creación de ellos, la intención del autor es fundamental y
no se debe negar que el humor es característico de esta. Están relacionados con el tabú lingüístico y se
prefieren antes que una palabra más delicada o eufemística, esto es parte del estilo que nos exponen los
estudiosos para dar más colorido a la expresión y es importante ubicarlos dentro de un contexto para apreciar
su valor.
La selección de esta pequeña muestra de términos difemísticos, si no alcanzaría para un libro completo, se
realizó con la consulta de textos sobre el habla nicaragüense y, muy especialmente, con la colaboración de
jóvenes y adultos que valoraron la marca humorística de estos. Obviamente, es más divertido cuando
conocemos a quien nos referimos en ellos y mejor todavía, si ese quien “no soy yo”. Quizá el lector pueda
recordar algunos términos más que algún familiar decía y se divertía con ellos. Lo importante es destacar que
parte de la riqueza del habla nicaragüense se debe a ese ingenio, creatividad de las personas para sacar una
sonrisa al oyente, para reír de las penas ; pues si limones nos da la vida, hacemos limonada, por eso el
ingrediente jocoso y humorístico. No hay que perder la paciencia ni “botar gorra” con los disfemismos: se
debe estar seguro de que ese defecto es parte de la belleza de cada quien.
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REFERENCIAS
Arellano Oviedo, F. (2007) Diccionario del español de Nicaragua. Managua: PAVSA.
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Crespo Fernández, E. (2005). El eufemismo, el disfemismo y los procesos mixtos: la
manipulación del referente en el lenguaje literario inglés desde mediados del siglo XIX hasta
la actualidad. Tesis doctoral. Universidad de Alicante.
Cuadra, P. (1997). El nicaragüense. (13.a ed.). Managua: Hispamer.
Díaz Pérez, J. (2012) Pragmalingüística del disfemismo y la descortesía. Los actos de habla
hostiles en los medios de comunicación virtual. Tesis doctoral. Universidad Carlos III de
Madrid.
García, Reina. Diccionario de fraseologismos usados en Nicaragua. Managua: PAVSA. 2003.
Mántica, Carlos. (1998). El habla nicaragüense y otros ensayos. Managua Hispamer.
Matus Lazo, R. (2002). Estudios sobre el español nicaragüense. Managua: Matus Lazo
Ediciones.
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Barcelona: Editorial Ariel.
Quillis, A. y Fernández, C. (1990). Lingüística aplicada a la terapia del lenguaje. Madrid:
Gredos, S.A.
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Zamora Munné, J. y Guitarte J. (1988). Dialectología hispanoamericana (2.a ed.). Salamanca:
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Publicaciones de la autora:
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Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua)
“Diccionario de americanismos: conociendo a nuestra familia hispanoamericana” en Revista
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“El empleo de la w, uve doble, y los préstamos lingüísticos” en Revista Lengua N.o 36.
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“El valor de la x en la lengua española” en Revista Lengua N.o 37. (Agosto, 2013). Academia
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“El fantasma del Convento de San Francisco” en Alice Año 3, N.o 3. (Febrero 2013)
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