Garrido Las - Fuentes - Del - Genero - Poscolonial
Garrido Las - Fuentes - Del - Genero - Poscolonial
Gloria Anzaldúa
Beatriz Garrido
Graciela Hernández
1
Publicado en Esta Puente mi Espalda. Voces de mujeres tercermundistas en los EEUU. (1988) Editado por Cherre
Moraga Ana Castillo traducido por Ana Castillo Norma Alarcón. San Francisco. ISM Press.
del colonialismo, de alguna manera al anticolonialismo2, pero muy especialmente al
poscolonialismo, decolonialismo en relación con el género.
Podríamos sintetizar que el poscolonialismo, es un conjunto de teorías filosóficas y de
críticas literarias que ponen en cuestión el legado de la colonización europea, en especial la
británica, formó parte de las herramientas analíticas y críticas de la década del ’70. El filósofo
Edward Said fue uno de los principales referentes de este paradigma preocupado por las
consecuencias de la colonización en los colonizados en todas sus aristas, desde la complejidad de
constituir una identidad nacional, lograr una producción literaria que la celebre, hasta identificar los
mecanismos que utilizaba el colonialismo para crear poderosas representaciones que desvaloricen
a los colonizados. Said fue militante de la “causa Palestina” y adquirió reconocimiento
especialmente a partir de su obra “Orientalismo” (1978), donde denuncia los prejuicios
eurocéntricos contra los pueblos árabes-islámicos y su cultura, señala que las imágenes falsas y
romantizadas de Asia y el Medio Oriente que creó occidente han servido de justificación implícita
al colonialismo y al imperialismo, tanto de Europa como de Estados Unidos.
El paradigma postcolonial se desarrolló en la India y en su origen tuvo mucha importancia el
grupo de estudios subalternos dirigido por Ranajit Guha. El primer volumen de South Asian
Subaltern Studies se publicó en 1982. Poscolonialismo y subalternidad se entrelazaron en sus
análisis, que desde los años ochenta en adelante se focalizaron en las clases rurales en la India
con el objetivo de recuperar la voz de los sujetos colonizados, que habían quedado invisibilizados
por la historiografía hegemónica. Entre sus más destacadas figuras encontramos a Gayatri Spivak
y Homi Bhabha, quienes han trabajado y trabajan para poder hacer visibles sus propias
experiencias de vida y sus búsquedas intelectuales desde un espacio marcado por la colonización
inglesa. La obra de ambos es muy estudiada y son referentes ineludibles para pensar la diversidad
y las nuevas perspectivas filosóficas. En los trabajos que compilamos en este libro veremos citados
con mucha frecuencia los trabajos de Spivak, debido a sus aportes sobre la enunciación y escucha
de las voces subalternas.
Por su propio origen los estudios postcoloniales nos remiten a una mirada interdisciplinaria,
en primer lugar por la importancia que tuvo la literatura, la crítica literaria y luego los estudios
culturales. A partir de los años 70 se inició la crítica a la construcción de Occidente como categoría
conceptual, opuesta al Oriente y van a ser muy importantes los análisis históricos sobre el peso del
colonialismo y la necesidad de una nueva ciencia que lo permitiera ver, en general desde
perspectivas filosóficas cercanas a la deconstrucción.
2
El poscolonialismo y decolonialidad se han diferencian del anticoloniasmo fundamentalmente por las perspectivas
teóricas que los sustentan. El Anticolonialismo ha sido básicamente estructuralista, la teoría poscolonial está muy
influenciada por el post-estructuralismo y la deconstrucción, mientras que la teoría decolonial incorpora también
perspectivas teorías menos sistematizadas surgidas a la luz del reconocimiento de las luchas de los pueblos originarios,
los afrodescendientes, los movimientos sociales, etc. A pesar de las diferencias epistemológicas, los trabajos del
anticolonialismo siempre son una antecedente importante para los estudios poscoloniales, entre las obras más citadas se
encuentran las de Frank Fanon con “Los condenados de la tierra” y “Piel negra. Mascara Blanca”
Desde la literatura se cuestionó que la “literatura inglesa” no era toda “inglesa”, mucha se
había producido en las antiguas colonias británicas. Desde la historia se focalizó en las
experiencias comunes acerca de un pasado colonial que han tenido muchas de las naciones
modernas, Guha habló de la desilusión hacia la modernidad, del “sentimiento de fracaso” que
expresó también en forma de cuestionamiento académico a la narrativa histórica que se manifestó
en la historiografía del nacionalismo hindú, articulada por una alianza entre la elite colonial y la
elite nacional burguesa. Consideraba que la práctica del colonialismo británico produjo una
profunda fisura política que dio lugar al surgimiento de dos esferas de circulación de la política: la
de la elite colonial hegemónica y la de las clases subalternas trabajadoras y campesinas
excluidas.
El pensamiento decolonial se centró en el análisis de la situación de Nuestra América,
colonizada por distintos países europeos, con un fuerte peso del colonialismo hispánico que dio
lugar a la inscripción occidental que abarca a todas las Américas. Colonialismo y occidentalismo
tienen particularidades específicas en América Latina: marginalidad de los pueblos originarios,
esclavitud de los africanos y el surgimiento de intelectualidades afincadas en y desde la diferencia
colonial. Desde este punto de partida el pensamiento decolonial busca un camino para saldar el
ocultamiento y olvido que sufrieron las opciones históricas e epistemológicas americanas para
recuperar las voces y las luchas no hegemónicas.
A pesar de los múltiples puntos en común entre poscolonialismo y decolonialismo, hay que
destacar que el primero tiene un fuerte anclaje en los desarrollos post-estructuralistas, mientras
que el segundo se sitúa en una variada gama de prácticas resistentes y divergentes de las
modernidad hegemónica que articula tanto a pensadore/as como las expresiones de distintos
movimientos sociales y culturales de los pueblos originarios, afrodescendientes, el Foro Social de
las Américas, el Foro Mundial y otros espacios similares. Sus representantes parten de la premisa
de que la historia de las Américas, de todas las Américas y del Caribe, está atravesada e
interconectada por el colonialismo entendido en el sentido tradicional del término, pero también lo
están por un sistema que produce teorías desde los centros coloniales, por lo que Aníbal Quijano
identificó como la "colonialidad del poder"3. Afirma que este predominio colonial del occidentalismo
genera una serie de estrategias cognitivas ligadas al poder y reproducen relaciones asimétricas de
poder.
Como dijimos antes, las teorías poscolonial y decolonial se encuentran en cierta cercanía con
las perspectivas teóricas de los estudios culturales. Los estudios culturales, muy denostados en
muchos ambientes intelectuales, muchas veces confundidos con los estudios de la cultura o con el
estudio de los medios de comunicación, son también un paradigma más que cercano a nuestra
3
Quijano, Aníbal, (2000), “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina”, en Edgardo Lander (comp.) La
colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas Latinoamericanas., Buenos Aires CLACSO.
propuesta4. Surgieron entre los ´50 y ´60 y se ubicaron teóricamente en una línea de pensamiento
marxista heterodoxa y posestructuralista –aunque tuvieron un período estructuralista-, pero más
adelante se fueron aproximando a los estudios poscoloniales y de la subalternidad.
Según Catherine Walsh a mediados de los años 90 los estudios culturales entraron en una
etapa de transición en el hemisferio Sur, donde comienzan a surgir los estudios culturales
alternativos en los que van a confluir intelectuales de diversos orígenes disciplinares e incluso los
que provienen de movimientos sociales que luchan contra las desigualdades producidas por la
colonialidad. (Walsh, 2003: 24)5. El filósofo argentino radicado en Estados Unidos, Walter Mignolo,
ha realizado trabajos en los que nos ayuda a reflexionar sobre las relaciones entre estudios
culturales y teoría poscolonial y nos recuerda algunos hitos de esta relación, señala que en los
momentos de reflexión y crítica marxista de los ’60, en el contexto de posguerra y
descolonización6, estuvo en Inglaterra el historiador hindú Guha, pero tenía otros objetivos
diferentes al de los intelectuales del CCCS y continuó por otro camino.
Si bien Guha, en tanto marxista, no puede ignorar los trabajos de E.P. Thompson, Richard
Hoggart, Raymond Williams y Stuart Hall, su proyecto no es exactamente el de estos pensadores.
A Guha no le interesa la renovación del pensamiento marxista en Inglaterra, sino la situación
política y la escritura de la historia de la India pos 1947. Guha tiene preocupaciones similares a las
del grupo que fundara el CCCS pero, al mismo tiempo tiene que cocinar otra sopa, la suya, la de
la descolonización de la India más que la de la desimperialización de Inglaterra. (2003: 42)7
Dirá Mignolo en otros trabajos que la historia de las Américas es la historia local de la
construcción del occidentalismo, desde el siglo XVI al siglo XX. Mientras que las historias locales
de África y Asia se generaron a partir del siglo XVIII y correspondieron a la segunda etapa de la
constitución del mundo moderno/colonial, la de Inglaterra y Francia, pero fundamentalmente de
Inglaterra.
4
El nombre “estudios culturales” deriva del Centre for Contemporary Cultural Studies (CCCS) de la Universidad
de Birmingham –una universidad periférica de Inglaterra- en la década del ‘60. Los fundadores de CCCS surgieron en
un contexto histórico y social particular, momento en el cual se sufrían las consecuencias de la Segunda Guerra
Mundial. Después de la guerra las condiciones de Gran Bretaña habían cambiado, por un lado se habían ampliado las
posibilidades educativas, pero por otro lado se mantenían muchas ideas y prácticas de la política de clases que hacía que
no se reconocieran estos cambios. Además se estaba dando la invasión de la cultura norteamericana que resaltó el
carácter clasista de la vida cultural inglesa. Teniendo en cuenta todos estos aspectos coyunturales que dieron lugar a los
Estudios Culturales es fácil identificar que el foco de sus trabajos estaba dado en estudiar cómo la cultura se practica y
como los diferentes grupos y clases luchan por la dominación cultural. Richard Hoggart, Raymond Williams, Edward
Thompson, fueron los fundadores del CCCS, luego se sumó Stuart Hall, nacido en Jamaica, con un origen diferente de
los fundadores ingleses y le dio otra cara a los Estudios Culturales al posestructuralismo y a la teoría crítica. En esta
dirección, de las relaciones de clase y cultura –diferente de los estudios comunicacionales norteamericanos- se
encuentran las propuestas de los “estudios culturales latinoamericanos”.
5
Walsh, Catherine (2003) Estudios Culturales Latinoamericanos, Retos desde y sobre la región andina,
Universidad Andina Simón Bolivar, Quito.
6
Mignolo, Walter (2007) “El pensamiento decolonial: desprendimiento y apertura. Un manifiesto”. En
Santiago Castro-Gómez y Ramón Grosfoguel. El giro decolonial: refl exiones para una diversidad epistémica más
allá del capitalismo global . Bogotá: Siglo del Hombre Editores. 25-46.
7
Guha, Ranajit (2002) Las voces de la historia y otros estudios subalternos. Barcelona, Crítica.
II- La base empírica de las investigaciones: textos escritos y orales, imágenes e
investigación acción
8
Mohanty, Chandra (2008) “Bajo los ojos de Occidente: academia feminista y discursos coloniales”, en Suárez
Navaz, L. y Hernández, R. Descolonizando el feminismo. Teorías y prácticas desde los márgenes, Madrid, Cátedra.
9
Estanislao Zeballos ocultó el origen del manuscrito del cautivo Santiago Avendaño (1842-1849) para publicarlo y
adjudicarse conocimientos detallados de los mapuche, “araucanos” en su clasificación, llegó a crear un personaje de
ficción, el ex cautivo Liberato Pérez y nunca mencionó al verdadero autor. Decía que había hallado un curiosísimo
manuscrito en un medano en 1879, cerca de lo que hoy es General Acha. Este documento estuvo en el Museo de Luján,
oculto entre los papeles de Zeballos, hasta que fue descubierto por el Dr. Jorge Rojas Lagarde, quien lo cedió al
sacerdote Meinrado Hux para su publicación, ya finalizando el siglo XX.
los registros originadas en entrevistas etnográficas, observación participante y grupos focales. El
principal eje de articulación es que la antropología –la ciencia que hace de la otredad su principal
razón de ser- tiene un sesgo fuertemente eurocéntrico, según Trinchero: “los antropólogos no
hacemos otra cosa que mirarnos en un espejo que refleja imágenes de y hacia nuestra sociedad”
(2007: 29).10 Tal como este autor lo plantea consideramos que la metáfora del espejo condensa
significados que tienen muchas potencialidades para pensar las relaciones entre colonialismo,
poscolonialismo y género.
Si el “espejo de Occidente” nos señala los sesgos en la mirada para poder ver y
aprehender aquello que no es Occidente -aunque no necesariamente es su opuesto Oriente- el
estadio del espejo de Lacan -el lugar donde surgió esta imagen- ha sido también acusado de
ocultar a las mujeres y dar cuenta sólo de la subjetividad femenina, tal como lo señaló Lucy
Irigaray.11
Si la metáfora del espejo ocultó a las mujeres europeas, los problemas aumentan cuando
queremos hacer visibles a las mujeres de los pueblos originarios, las afrodescendientes, las
mestizas, las que interpelan a la heteronormatividad, las que formaron parte de los ejércitos de la
independencia, que trabajaban en la clandestinidad, las que proponen miradas
contrahegemónicas que interpelan a la hegemonía en los centros de poder político, económico,
cultural y científico.
10
Trinchero, Héctor Hugo (2007) Aromas de lo exótico. (Retornos del objeto), Colección Complejidad Humana,
Buenos Aires
11
Lucy Irigaray en una de las obras pioneras del feminismo europeo de la llamada “segunda ola del feminismo”. En
1974 publicó su tesis de doctorado Espéculo, de la otra mujer donde criticó el pensamiento de Freud y de Lacan sobre la
sexualidad femenina. La referencia al “espéculo” (en contraposición al “espejo”) es una crítica a Lacan, y a su estadio
del espejo como formador de la función del yo en la infancia, desde una perspectiva que excluye a las mujeres desde el
lenguaje, la teoría psicoanalista, de la política y de la ciencia. En esta ideología la mujer sería algo así como espejo para
el hombre; éste la mira como inferior y se ve superior, se ve como algo existente, mientras que la mujer es sólo una
falta, una ausencia, un agujero.
comportamiento racista como herencia del patriarcado blanco 12. A partir de la crítica sobre la
complicidad del feminismo con el racismo, el colonialismo y el heterosexismo, De Laurentis
comenzó a hablar del feminismo de la época postcolonial en donde el sujeto del feminismo ocupa
posiciones múltiples distribuidas a lo largo de diversos ejes de diferencia y atravesado por
discursos y prácticas que pueden ser y, a menudo lo son, recíprocamente contradictorios 13.
El feminismo postcolonial14 indaga en las relaciones de género, clase, raza, expansión colonial,
etc., centrándose en los mecanismos de dominación y las estrategias de resistencia.
Los caminos recorridos tanto por la teoría feminista como por la teoría postcolonial, han
transitado prácticamente en un paralelismo, aunque las intersecciones entre éstas se han
remarcado en la última década (Ashcroft, 1995: 249) generando una crítica mutua en términos de
un ejercicio conceptual que hizo a ambas teorías más reflexivas sobre las carencias del discurso
propio y la necesidad de contrastarlo y aprender del otro. “Entre las voces feministas más
influyentes se encuentran …las indias Chandra Mohanty, Sara Suleri y Gayatri Spivak. Todas ellas
escriben desde los Estados Unidos, haciendo visible esa contradictoria posición como
“traductoras” del tercer mundo ante el mundo occidental a la vez que personas privilegiadas por el
neocolonialismo estadounidense… Sin duda la autora más influyente de la teoría postcolonial es
Gayatri Chakravorty Spivak, cuyas intervenciones en el mundo académico estadounidense han
desafiado el mundo de la teoría contemporánea” (Carrera Suarez).
Estas propuestas teóricas se enmarcaron en un proceso de transformación y crisis del
feminismo que dio lugar a la emergencia del postfeminismo, la teoría queer y los estudios
transgénero. La raza, el género, la clase, la orientación sexual se reconfiguran recíprocamente
constituyendo “un mosaico que solo puede ser entendido en su multidimensionalidad. De acuerdo
con el punto de vista feminista, por tanto, no existe una identidad única, pues la experiencia de ser
mujer se da de forma social e históricamente determinada (Bairros, 2000).
.Desde los aportes que hiciera Aníbal Quijano se abrió el debate feminista sobre colonialidad y
género, dado que el género junto a la raza y el trabajo son parte de los ámbitos de existencia
social que son disputados para su control y constituyen formas de clasificación de los seres
humanos que va a instaurar el proceso de colonización.
María Lugones advierte que Quijano no toma conciencia de su propia aceptación del
significado hegemónico del género, por ello en su propuesta de análisis de la colonialidad del
poder se orienta a difundir y complejizar el enfoque de Quijano al que considera medular dentro de
lo que denomina el sistema de género moderno/colonial. Indica que Quijano entiende que el poder
está estructurado en relaciones de dominación, explotación y conflicto entre actores sociales que
12 Cit. Por Oliva Portolés, Asunción (2004). Feminismo postcolonial: la crítica al eurocentrismo del feminismo occidental.
Cuadernos de Trabajo Nº 6.
13 Ibid.
14
Spivak …elabora una fuerte crítica al feminismo occidental por construir a las mujeres del Tercer Mundo como un grupo
homogéneo y como una categoría "de análisis de la cual se suprimen los contextos culturales, históricos y económicos específicos"
(Sarup, 1999:39). Según esta autora, ciertas prácticas feministas podrían considerarse formas contemporáneas del discurso colonial
…El grupo de estudios subalternos surgido en la India a mediados de los 80 es considerado uno de los aportes más influyentes en la
teorización postcolonial. Cf. Arreaza Catalina y Arlene B. Tickner. “Postmodernismo, postcolonialismo y feminismo: manual para
(in)expertos”. Colombia Internacional 54.
se disputan el control de «los cuatro ámbitos básicos de la existencia humana: sexo, trabajo,
autoridad colectiva y subjetividad/ intersubjetividad, sus recursos y productos»… para Quijano, las
luchas por el control del “acceso sexual, sus recursos y productos” definen el ámbito del
sexo/género y, están organizados por los ejes de la colonialidad y de la modernidad … [pero] su
alcance es limitado. La mirada de Quijano presupone una comprensión patriarcal y heterosexual
de las disputas por el control del sexo y sus recursos y productos15.
María Lugones sostiene que para comprender los rasgos históricamente definidos de la
organización del género en el sistema moderno/colonial es fundamental una comprensión de la
organización diferencial del género en términos raciales. “El dimorfismo biológico, la dicotomía
hombre/mujer, el heterosexualismo, y el patriarcado están inscriptos con mayúsculas y
hegemónicamente en el significado mismo del género”. Para Lugones16 la lucha de las feministas
blancas estuvo orientada contra las posiciones, roles, estereotipos, rasgos y deseos impuestos a
la subordinación de las mujeres blancas burguesas. No se consideraba ningún otro género de
opresión. Entendían a las mujeres como dotadas de un cuerpo blanco pero no llevaban esa
cualificación racial a una articulación o a una conciencia clara. Es decir, no se comprendían a sí
mismas en términos interseccionales, en una intersección de raza, de género y de otras señales
fuertes de sujeción o de dominación.
Lugones entiende la colonialidad del género a la introducción con la Colonia de un sistema
de organización social que dividió a las “gentes” entre los seres humanos y las bestias. Los seres
humanos, europeos y europeas burgueses/burguesas, fueron pensados como humanos, y una de
las marcas de la humanidad es una organización social que instituye al hombre europeo blanco
burgués como el ser humano racional por excelencia, en tanto la mujer burguesa europea blanca
es humana por ser su compañera, la reproductora de la raza superior, pero que en sí es inferior
mental y emocionalmente pues no ha desarrollado la razón.
Los racializados, por su parte, como no-humanos, son seres inferiores como las bestias, no
tienen género y son para el uso del ser humano. Son instrumentos de la naturaleza, seres que
tienen que ser guiados por los seres de razón para ser productivos en una economía racional.
Como seres racializados, como inferiores, pueden ser usados de manera justificada de cualquier
manera concebida por el hombre. Es decir, la colonialidad del género significa que los
colonizados, los racializados como no humanos en la Colonia -y después- son pensados como
bestias, sin género. El género es una dicotomía jerárquica. No un par sino una dicotomía, los dos
separados, uno superior y otro inferior 17.
Por su lado, Rita Segato, va a señalar que los datos aportados por diversas fuentes
documentan que en los pueblos nativos existían estructuras reconocibles de diferencia, similares a
lo denominado relaciones de género en la modernidad, incluyendo jerarquías de prestigio entre la
15
Lugones, María (2008). Colonialidad y género. Tabula Rasa. Bogotá - Colombia, No.9: 73-101, julio-diciembre.
16
Lugones, María (2005). “Multiculturalismo radical y feminismos de mujeres de color”. RIFP / 25. pp. 81-7
17
Lugones, María (2012). Pensando los Feminismos en Bolivia. Politizar la diferencia étnica y de clase: feminismo
de color. CONEXION
masculinidad y la feminidad, simbolizados por figuras que pueden ser interpretadas como hombres
y mujeres. Pueden observarse también en ese mundo “pre-intrusión” prácticas transgenéricas y
las dimensiones de una construcción de la masculinidad “que ha acompañado a la humanidad a lo
largo de todo el tiempo de la especie, en lo que he llamado “pre-historia patriarcal de la
humanidad”, caracterizada por una temporalidad lentísima, es decir, de una longue-durée que se
confunde con el tiempo evolutivo”18.
Para Segato esto significa que el género existe, aunque se expresa de manera distinta que
en la modernidad y que, cuando la colonial modernidad se aproxima al género de la aldea, lo
transforma de manera amenazadora al intervenir en la estructura de relaciones, pues mantiene
una apariencia de continuidad pero modifica los sentidos cuando inserta un orden regido por
normas diferentes. “La superinflación de los hombres en el ambiente comunitario, en su papel de
intermediarios con el mundo exterior, es decir, con la administración del blanco; la emasculación
de los hombres en el ambiente extra-comunitario, frente al poder de los administradores blancos;
la superinflación y universalización de la esfera pública, habitada ancestralmente por los hombres,
con el derrumbe y privatización de la esfera doméstica; y la binarización de la dualidad, resultante
de la universalización de uno de sus dos términos … constituido como público, en oposición a otro,
constituido como privado”.
En su análisis Segato muestra cómo las mujeres, al igual que la aldea, se van a volver
parte de una externalidad objetiva para la mirada masculina, contagiada, por contacto y mímesis,
del mal de la distancia y exterioridad propias del ejercicio del poder en el mundo de la colonialidad.
La posición de los hombres transmuta simultáneamente interior y exterior, con la exterioridad y
capacidad objetificadora de la mirada colonial, simultáneamente administradora y pornográfica.
Así, la sexualidad se transforma, al introducirse una moralidad antes desconocida, que reduce a
objeto el cuerpo de las mujeres y al mismo tiempo introduce la noción de pecado, crímenes
nefandos y todos sus correlatos. A la exterioridad colonial moderna –exterioridad de la
racionalidad científica, administradora, expurgadora del otro de la diferencia-, le corresponde la
atribución de ese carácter pornográfico de la mirada colonizadora.
Dentro de este panorama de captación del género pre-intrusión por el género moderno,
señala Segato, hay que advertir que los vínculos propios que tenían entre las mujeres, que
orientaban a la reciprocidad y a la colaboración solidaria tanto ritual como en las tareas
productivas y reproductivas, se ven desgarrados en el proceso del encapsulamiento de la
domesticidad como “vida privada”. El encierro en el espacio doméstico, así como el rompimiento
de los lazos entre las mujeres las van a hacer cada vez más vulnerables a la violencia masculina,
que al mismo tiempo va a estar potenciada por el estrés causado por la presión que sobre ellos
ejerce el mundo exterior. Estas consecuencias, advierte la autora, son plenamente modernas y
producto de la modernidad, pues el proceso de modernización en permanente expansión es
18
Segato, Rita (2011). “Género y colonialidad: en busca de claves de lectura y de un vocabulario estratégico
descolonial”. En Bidaseca, Karina y Vanesa Vazquez Laba (comp) Feminismo y postcolonialidad. Descolonizando el
feminismo desde y en América latina. Buenos Aires. Edic. Godot
también un proceso de colonización en permanente curso. Así como las características del crimen
de genocidio son, por su racionalidad y sistematicidad, originarias de los tiempos modernos, los
feminicidios, como prácticas casi maquinales de extermino de las mujeres son asimismo una
invención moderna. “Es la barbarie de la colonial modernidad. Las mujeres se transforman en
meros restos, en el margen de los asuntos considerados de relevancia universal y perspectiva
neutra”.
La crítica de la caída de la esfera doméstica y del mundo de las mujeres desde una
posición de plenitud ontológica al nivel de resto o sobra de lo real tiene consecuencias
gnoseológicas importantes. Segato señala que, “entre ellas la dificultad que enfrentamos cuando,
a pesar de entender la omnipresencia de las relaciones de género en la vida social, no
conseguimos pensar toda la realidad a partir del género dándole un estatuto teórico y epistémico
como categoría central capaz de iluminar todos los aspectos de la vida. A diferencia de esto, en el
mundo pre-intrusión, las referencias constantes a la dualidad en todos los campos simbólicos
muestran que este problema de la devaluación gnoseológica del sistema de género allí no existe”.
Es importante notar aquí que, en este contexto de trasformación, se protegen los repertorios y
ocurre un espejismo, una ilusoria sensación de continuidad de la vieja ordenación, con un sistema
de nombres, formalidades y rituales que aparentemente perdura, pero que ahora está prescrito por
otra estructura. Este pasaje es sutil, y la ausencia de nitidez sobre los cambios acontecidos
determina que las mujeres se sometan sin saber cómo contestar la repetida frase de los hombres
del “siempre fuimos así”, y a su reivindicación de la salvaguarda de una costumbre que suponen o
afirman tradicional, con la jerarquía de valor y prestigio que le es propia. A esto se suma el
chantaje permanente a las mujeres que las amenaza con el supuesto que modificar este orden, la
identidad, como capital político, y la cultura, como capital simbólico y referencia en las luchas por
la continuidad como pueblo, se verían afectadas, erosionando así las demandas por territorios,
recursos, y derechos.
Lo que ha ocurrido, afirma Segato, es que se han agravado internamente, dentro del
espacio de la aldea, la distancia jerárquica y el poder de los que ya tenían poder - ancianos,
caciques, hombres en general. La autora dice: “… si bien es posible decir que siempre hubo
jerarquía y relaciones de género como relaciones de poder y prestigio desigual, con la intervención
colonial estatal y el ingreso al orden de la colonial modernidad esa distancia opresiva se agrava y
magnifica. Ocurre una mutación bajo el manto de una aparente continuidad. Es, por eso, necesario
ensayar una habilidad retórica considerable para hacer comprender que el efecto de profundidad
histórica es una ilusión de óptica, que sirve para solidificar las nuevas formas de autoridad de los
hombres y otras jerarquías de la aldea. Porque nos encontramos aquí frente a un culturalismo
perverso… que no es otra cosa que el fundamentalismo de la cultura política de nuestra época,
inaugurado con la caída del muro de Berlín y la obsolescencia del debate marxista, cuando las
identidades, ahora politizadas, se transformaron en el lenguaje de las disputas”.
Silvia Rivera Cusicanqui, reconociendo su doble origen aymara y europeo, se considera “ch’ixi,
la mezcla abigarrada que somos las y los llamados mestizas y mestizos”. Realiza fuertes críticas a
la academia “gringa” que plantea un nuevo estereotipo de lo indígena en donde conjuga la idea de
una continuidad de ocupación territorial (rural) que localizan las conductas y construyen
escenarios para una exhibición casi teatral de la alteridad. “No puede haber un discurso de la
descolonización, una teoría de la descolonización, sin una práctica descolonizadora”.
La noción de “mestizaje” constituyó un eje crucial dentro del imaginario progresista, como
afirma la autora, contribuyendo a un largo proceso de encubrimiento de los conflictos racistas y
culturales que continuaron irrumpiendo subterráneamente en la historia contemporánea de Bolivia,
pues la mayoría de las comunidades y de territorios étnicos fueron atravesados desde muy
temprano por las instituciones estatales y fueron incorporando los valores y los modelos culturales
dominantes.
Silvia Rivera, en sus análisis enlaza la cultura originaria y el papel del patriarcado en los
Andes:
Los sistemas de parentesco del tiempo incaico eran bilaterales… había una esfera
masculina y una esfera femenina del poder, también del poder estatal… que estaba basada
en asimetrías. Era una simetría basada en asimetrías complementarias, lo cual indica que el
equilibrio de género es un ideal, no es una realidad. La esfera paralela de la ritualidad
femenina es la que más ha sobrevivido porque los más controlados en la época colonial
eran los varones, con los tributos…Además, la visión patriarcal de los colonizadores,
justamente al hacer invisible a la mujer y al pensar que sólo hay un representante de la
familia, que es el varón, de algún modo dejó que las mujeres hagan sus cosas. De ahí que
hubo una capacidad de resistir al patriarcado mediante este ideal de complementariedad.
Ahora, eso se ha ido deteriorando paulatinamente… creo que el sindicalismo y las visiones
territorialistas de la cuestión indígena son las que están reforzando de algún modo esa
estructura patriarcal. Las mujeres se casan dentro de la unidad del patrilinaje y salen de su
comunidad. Por definición las mujeres tejen relaciones interculturales con otras
comunidades, en tanto que el varón y su lectura de la identidad es una lectura basada en el
territorio. La mujer es la que saca y mete cultura, es un tejido. La metáfora que usamos para
entender esto es el hombre guerrero y la mujer tejedora. Entonces el tejido intercultural de la
mujer es lo que permite esas alianzas panindígenas y también populares e indígenas, no
sólo corporativas de la comunidad. Pero ese patriarcado es muy fuerte en el sindicato y los
sindicatos ahora mismo son muy fuertes en el Gobierno…19
Es más fácil ser indio que ser mujer, asevera Rivera Cusicanqui, pues en las organizaciones
populares, en las juntas vecinales, en los sindicatos, el machismo está incrustado y no hay
lugar para mujeres solas. Una mujer puede ser dirigente sólo si es la mujer de un dirigente. En
contrapartida, dentro de las comunidades la historia es otra pues, al nivel de la base, hay
mujeres que ocupan el cargo de mallku, el cargo de autoridad máxima, aunque hace la
salvedad que a nivel de las cúpulas eso ya no se produce. El tema del patriarcado, señala la
autora, es muy profundo y está muy enlazado con el colonialismo; de allí que la
19 Entrevista a la socióloga Silvia Rivera Cusicanqui “Evo Morales se ha visto con su límite; se acabó la luna de miel”
20
Ibidem
21
Rivera Cusicanqui Silvia (2010). Ch’ixinakax utxiwa : una reflexión sobre prácticas y discursos descolonizadores -
1a ed. - Buenos Aires: Tinta Limón, 2010 y Rivera Cusicanqui Silvia (2006). Descolonizar el género.
En internet: http://www.lostiempos.com/noticias/20-06-06/20_06_06_pv1.php
22
Espinosa, Y, Gómez, D., Lugones, M. y Karina Ochoa (2013). “Reflexiones pedagógicas en torno al feminismo
descolonial”. En Walsh, Catherine (edit) (2013) Pedagogías decoloniales. Prácticas insurgentes de resisir, (re) existir y
(re) vivir. T. 1. Serie e Pensamiento decolonial. Ediciones Abya Yala Quito, Ecuador
occidental/ androcréntrico. En Borderlans (La Frontera) reúne algunas de las identidades que se
cruzan en las fronteras físicas y simbólicas integrando múltiples discursos.
Anzaldúa pudo crear así un espacio como mujer, lesbiana, chicana y feminista viviendo en los
E.U. Hizo sentir su voz y la reflejó en su escritura, a veces en inglés, otras en español,
experimentando con creaciones narrativas audaces. Redefine su identidad mestiza, y la identidad
americana en general. Relacionó la liberación feminista a los lenguajes mestizos que emergen en
las fronteras, en la efervescencia de las zonas de contacto. Consideró la movilidad de éstas y los
artefactos simbólicos que irrumpen en los espacios liminales. Las fronteras de Anzaldúa convocan
a lxs rebeldes a derribar los centros de poder y a despojar a Occidente del áurea de centro de la
historia. Su rebeldía le costó muy cara, "acalambrada con desvelos y dudas", sintiéndose inútil,
"estúpida" e impotente. Se rebela cuando alguien, se llame padre, madre, marido, iglesia o
gringos, le dicen haz tal cosa sin considerar sus deseos (Anzaldúa, 1999: 37). Ella asume la
potencialidad de la frontera recuperando los mestizajes de las lenguas, las razas y los territorios.
Gloria Anzaldúa fue quizás la primera en reflexionar sobre la relación entre frontera, cuerpo y
género en el poema que abre su libro Borderlands. Las personas que viven en las fronteras siguen
siendo vulnerables, por que soportan el racismo de los demás, el odio, el miedo a la diferencia y la
agresión sexual23.
Se suele enmarcar la obra de Anzaldúa dentro de lo que se denomina feminismo postcolonial,
pero ella marcó las diferencias entre los estudios chicanos y los estudios postcoloniales, en donde
los primeros atienden al exilio interior de quienes nacieron en los E.U de padres y madres
mexicanxs.
23
Prieto Stambaugh Antonio (2008). “Identidades (trans) fronterizas: la puesta en escena poscolonial del género y la
nación”.
Araucanía desde una perspectiva poscolonial/decolonial que le permite internarse en los
mecanismos de construcción de la imagen de “la mujer mapuche”.
3- María Jorgelina Ivars, en su trabajo Mirando imágenes de mujeres de los pueblos originarios
del Gran Chaco (1930-1970) indaga desde la teoría poscolonial en la construcción de la
corporalidad de las mujeres de este espacio en distintos corpus fotográficos, diferenciando
especialmente la mirada de la fotógrafa alemana Grete Stern de la producción fotográfica de los
antropólogos de la década del ’30.
4- Valentina Pucci y Francisco Wainziger Friedheim, en su trabajo Rostro algo blanco, corazón
indio. Reflexiones desde la (de) colonidad y el género en la narrativa de José María Arguedas
proponen incluir al citado escritor como productor de una narrativa que hoy podríamos denominar
decolonial, en tanto productora de conocimiento y práctica emancipadora que también atiende la
dimensión de género.
5-Claudia A. Gotta y Patricia L. Luján, en su trabajo Poseer los cuerpos y domesticar las almas
de las mujeres andinas: Una invitación a revisitar las fuentes tempranas de la conquista del
Tawantinsuyu desde el género decolonial realizan un abordaje decolonial a crónicas del siglo XVI
y XVII para analizar y visualizar el lugar de las mujeres andinas.
6- Beatriz Garrido, en Consideraciones acerca del género, la clase y la raza en los escritos de
Gloria Anzaldúa, analiza la obra de la autora a partir de rescatar un feminismo construido desde
una triple mirada: ser mujer, ser chicana y ser lesbiana, para construir una identidad móvil, múltiple
y, fundamentalmente que incluya a las identidades no reconocidas o “re-conocidas como
identidades negativas” dentro de un sistema colonial/ androcréntrico.
a- Desde comienzos de siglo XIX hasta comienzos del siglo XX: las mujeres en las guerras
de la independencia y en el “informe Bialet Masse”
10-Néstor Fabián Egea, en su trabajo Masculinidades en crisis. Un recorrido histórico analiza las
consecuencias de la crisis del modelo neoliberal de principios del presente siglo en las
concepciones tradicionales de la masculinidad y las formas en las que los nuevos arreglos
familiares y sociales repercuten sobre varones y mujeres.
11- Melisa Selva Andrade y Nicolás Ulloa, en su trabajo ¡Sí (No), acepto! La ley de Matrimonio
Igualitario como fuente histórica: aproximaciones y reflexiones sobre las identidades sexuales en
la Argentina contemporánea (2010-2012) se internan y discuten los discursos sobre la diversidad
cultural que han surgido con los debates sobre la identidad de género en Argentina, a partir de las
leyes de Matrimonio Igualitario (2010) desde la teoría de la lógica multicultural de Slavoj Zizek.
12.- Gustavo Nicolás Salvatierra, en Subalternos/as y subalternidades. Los/as “Heavys” en
Tucumán. Una mirada subalterna sobre una manera (buscada) de ser subalternos/as estudia el
Heavy Metal como estilo musical y a sus cultores/as intentando romper con las dicotomías
masculino/femenino o público/privado, dicotomías que omiten cruzar la categoría género con
generación, etnia, clase, etc., tratando de mirar desde un punto subalterno un recorte de la
realidad marcado por su identidad subalterna.
13.- Priscila Paola Suárez, en su trabajo Los mecanismos de sociabilidad fuera del aula, pero
dentro de la institución educativa: el recreo busca comprender como se desarrollan en el ámbito
del patio escolar, las relaciones de género y las de autoridad-poder y su influencia en la
apropiación de este espacio, tratando de deconstruir la mirada sustentada en la lógica del
colonialismo y los binarismos de género.