NOVENA DE LA DIVINA MISERICORDIA
PLEGARIA DE UNIÓN AL SACRIFICIO DE CRISTO JESÚS
(Oración primera para todos los días)
¡Señor, Dios, Padre Todopoderoso! Por medio del Corazón Inmaculado de María, yo te ofrezco a Jesús,
tu Hijo muy amado, abrasado por el fuego del Espíritu Santo, con las alabanzas que te tributa, su acción
de gracias, peticiones y expiaciones; para que el mismo Jesús sea mi alabanza ante el trono de tu
majestad, mi acción de gracias por los beneficios que tu mano derrama, mi petición del auxilio necesario
para no sucumbir a la tentación y hacer siempre tu santa voluntad, y mi expiación por todos mis
pecados, negligencias y omisiones. No mires, Señor, mi gran indignidad, sino el precio infinito de lo que
te ofrezco: tu mismo Hijo abrasado por el fuego del Espíritu Santo, y el medio por el que te lo ofrezco, el
Inmaculado Corazón de María. Amén
DÍA PRIMERO
Palabras de Nuestro Señor
“Hoy, tráeme la humanidad entera, especialmente a los pecadores y sumérgelos en el océano de mi
Misericordia. Así endulzarás la amargura que tengo por la pérdida de las almas”
Contemplación
Oh, Misericordioso Jesús, cuyas principales prerrogativas son la Misericordia y el Perdón, no mires
nuestros pecados sino la esperanza que tenemos en tu infinita bondad; tómanos bajo la protección de
tu Misericordioso Corazón a todos y no rechaces a ninguno. Te lo rogamos por el amor que te une al
Padre y al Espíritu Santo, en la unidad de la Santísima e inescrutable Trinidad.
Y tú, Oh Padre Eterno, mira con los ojos de tu Misericordia a toda la humanidad y, sobre todo, a los
pobres hijos tuyos, cuya única esperanza es el Corazón Misericordioso de tu Hijo y Señor Nuestro,
Jesucristo. Por los méritos de su dolorosa Pasión, derrama sobre nosotros tu misericordia, a fin de que
glorifiquemos por todos los siglos tu bondad y tu omnipotencia. Amén
(Se reza una coronilla)
ACTO DE CONSAGRACIÓN A JESÚS MISERICORDIOSO
(Se termina la novena con esta oración)
Oh, Jesús Misericordioso, tu bondad es infinita y los tesoros de tu gracia son inagotables. Me abandono
a tu Misericordia que sobrepuja a todas tus obras, me consagro enteramente a Ti, para vivir bajo los
rayos de tu gracia y de tu Amor, que brotaron de tu Corazón traspasado en la Cruz. Quiero dar a conocer
tu Misericordia por medio de las obras de misericordia corporales y espirituales, especialmente con los
pecadores, consolando y asistiendo a los pobres afligidos y enfermos. Más, tú me protegerás como cosa
tuya, pues todo lo temo de mi debilidad y todo lo espero de tu Misericordia. Que toda la humanidad
comprenda el abismo insondable de tu Misericordia, a fin de que poniendo toda su esperanza en ella,
pueda ensalzarla por toda la eternidad. Amén
DÍA SEGUNDO
Palabras de Nuestro Señor
“Hoy tráeme las almas de los sacerdotes y religiosos y sumérgelos en mi insondable Misericordia.
Fueron ellos los que me dieron fuerza para soportar mi Dolorosa Pasión. Por medio de ellos, como a
través de canales, mi Misericordia fluye sobre la humanidad.”
Contemplación
Oh, Misericordioso Jesús, fuente de todo bien acrecienta la gracias en las almas de los sacerdotes y
religiosos, a fin de que puedan cumplir con decoro y con frutos sus deberes en tu viña. Haz que ellos con
la palabra y con el ejemplo conduzcan a todos los hombres a honrar a tu Divina Misericordia.
Y tú, Oh Padre Eterno, mira con ojos de misericordia las filas de aquellos que trabajan en la viña, las
almas de los sacerdotes, de los religiosos y religiosas que son objeto de la predilección especial de tu
Hijo y Señor Nuestro, Jesucristo. Protégelos con la fuerza de tu bendición y concédeles tu luz, de manera
que llenos de celo guíen a los fieles por el camino de la salvación y les trasmitan tu Misericordia. Amén
(Se reza una Coronilla & el Acto de Consagración a Jesús Misericordioso)
DÍA TERCERO
Palabras de Nuestro Señor
“Hoy tráeme todas las almas fieles y piadosas; sumérgelas en el océano de mi Misericordia. Ellas me han
consolado a lo largo de la vía del Calvario; ellas fueron una gota de consuelo, en medio de un océano de
amarguras”
Contemplación
Oh, Misericordioso Jesús, que derramas sobre todos los hombres copiosas gracias que proceden del
tesoro de la Divina Misericordia, acoge a todos los fieles cristianos bajo la protección de tu Corazón
Misericordioso y no rechaces a ninguno. Te lo rogamos por el Amor que te une con el Padre y el Espíritu
Santo en la unidad da la Santa e Inescrutable Trinidad.
Y tú, Oh Padre Eterno, mira con los ojos de tu Misericordia las almas de los fieles y, por la dolorosa
Pasión de tu Hijo, dales tu bendición sosteniéndolos con tu constante protección. Haz que no pierdan
jamás tu amor y el tesoro de la santa fe, sino que exalten tu Divina Misericordia, juntamente con el
ejército de Angeles y Santos. Amén
(Se reza una Coronilla & el Acto de Consagración a Jesús Misericordioso)
DÍA CUARTO
Palabras de Nuestro Señor
“Hoy tráeme a los que no creen en mí y a los que no me conocen todavía. En mi amarga Pasión he
pensado también en ellos y su futuro fervor consolaba mi Corazón. Sumérgelos ahora en el océano de
mi Misericordia.”
Contemplación
Oh, Misericordioso Jesús, que eres la luz del mundo, coge bajo la protección de tu Corazón
Misericordioso las almas de los paganos y de los infieles que todavía no te conocen. Haz que un rayo de
tu gracia los ilumine, para que con nosotros, también ellos exalten las maravillas de tu Misericordia por
toda la eternidad.
Y tú, Oh Padre Eterno, mira con ojos de misericordia las almas de los paganos e infieles que no conocen
aún el Corazón Misericordioso de tu Hijo y Señor Nuestro, Jesucristo. Ilumínalas con la luz del Santo
Evangelio, a fin de que comprendan la felicidad que es amarte y exaltar tu Misericordia por toda la
eternidad. Amén
(Se reza una Coronilla & el Acto de Consagración a Jesús Misericordioso)
DÍA QUINTO
Palabras de Nuestro Señor
“Hoy tráeme las almas de los hermanos separados y sumérgelas en el océano de mi Misericordia. Son
aquellas que en mi amarga agonía desgarraron mi Cuerpo y mi Corazón, es decir, mi Iglesia. Pero a
medida que se reincorporan a ella, sanan mis heridas, y de este modo sirven de bálsamo a mi Pasión.”
Contemplación
Oh, Misericordioso Jesús, que eres la misma bondad y no rehúsas tu luz a quien confiado en ti la
implora; toma, bajo la protección de tu Misericordioso Corazón, las almas de los herejes y cismáticos,
dales la luz de tu gracia a fin de que se incorporen al seno de la santa Iglesia para que junto con nosotros
exalten tu liberalísima Misericordia por toda la eternidad.
Eterno Padre, mira con ojos de Misericordia las almas de aquéllos que están lejos de la verdadera fe y
viven en el error, obstinándose en sus errores. No mires, Señor, su malicia; recuerda el amor de tu Hijo y
su dolorosa Pasión, en el cual con tanto fervor te pedía: “Que sean todos una sola cosa …” (Jn 17, 12).
Haz que estas almas vuelvan pronto a la Santa Unidad, para que juntamente con nosotros glorifiquen tu
Misericordia por los siglos de los siglos.
(Se reza una Coronilla & el Acto de Consagración a Jesús Misericordioso)
DÍA SEXTO
Palabras de Nuestro Señor
“Hoy tráeme las almas de los niños y de los mansos y humildes como ellos; sumérgelos en mi
Misericordia. Se asemejan a mi Corazón y ellas son las que me dieron fuerza en mi dolorosa agonía. Las
he visto entonces como ángeles terrestres, velando junto a mis altares. Sobre ellas derramo los ríos de
mis gracias, ´porque sólo el alma humilde es capaz de recibir mi gracia. Honro a las almas humildes con
mi Confianza.”
Contemplación
Oh, Misericordioso Jesús, tú que me has dicho: “aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón”,
acoge bajo la protección de tu Misericordiosísimo Corazón las almas de los niños, y de aquellos que,
hechos mansos y humildes, se asemejan a ellos. Florezcan ante el Padre Celestial como flores
perfumadas que alegren el cielo. Haz que estas almas permanezcan firmes en tu Corazón y exalten tu
Misericordia por toda la Eternidad.
Y Tú, Oh Padre Eterno, mira con ojos de Misericordia a los niños y a las almas mansas y humildes que
son más semejantes a tu amado Hijo y que con el perfume de sus virtudes alegran tu torno. Te rogamos,
por el gozo que ellas te dan, les concedas tu bendición, extendiéndola al mundo entero, para así poder
exaltar tu Misericordia por toda la eternidad. Amén
(Se reza una Coronilla & el Acto de Consagración a Jesús Misericordioso)
DÍA SÉPTIMO
Palabras de Nuestro Señor
“Hoy tráeme las almas que honran y glorifican de manera particular mi Misericordia. Estas almas
participan de los sufrimientos de mi Pasión y penetran más profundamente en mi Espíritu. Ellas son vivo
reflejo de mi Corazón Misericordioso. En la eternidad estas almas brillarán con un resplandor particular
y ninguna de ellas irá al infierno. Cada una tendrá mi asistencia en la hora de la muerte.”
Contemplación
Oh, Jesús Misericordioso, tu Corazón lleno de compasión es el mismo Amor. Acoge bajo la protección de
tu Misericordioso Corazón a las almas que se han dedicado particularmente a la adoración de la Divina
Misericordia, exaltando sus grandezas. Asiste a las almas que toman todas sus fuerzas de la gracia
divina, y que unidas a ti, en el dolor en la prueba quieren llevar sobre sus débiles hombros el enorme
peso del mal que ha afligido a la humanidad entera. Concédeles el don de la perseverancia, de la
fortaleza y de la paciencia.
Y tú, Oh Padre Eterno, mira con ojos de misericordia las almas de aquéllos que con especial celo la
adoran, y que, con palabras y obras, te glorifican e imitan siendo misericordiosos con sus pobres
hermanos; te rogamos concedas a estas almas, que, llenas de esperanza recurren a ti, la inmensa gracia
de tu Misericordia, según tu promesa de “protegerlos en todas partes como tu propia gloria, siempre y
especialmente en la hora de la muerte”. Amén
(Se reza una Coronilla & el Acto de Consagración a Jesús Misericordioso)
DÍA OCTAVO
Palabras de Nuestro Señor
“Hoy tráeme las almas que se encuentran en el Purgatorio y sumérgelas en el abismo de mi
Misericordia, para que los torrentes de mi Sangre alivien sus sufrimientos. Todas estas pobres almas
están en mi Corazón mientras satisfacen a la Justicia Divina. Vosotros tenéis la posibilidad de llevar a
ellas un alivio. Saca todas las indulgencias del tesoro de mi Iglesia y ofrécelas por ellas. ¡Oh! Si vosotros
conocierais sus tormentos, no dejaríais de ofrecer a ellas la limosna de vuestras oraciones y de pagar sus
deudas que llenen con mi Justicia”
Contemplación
Oh, Misericordioso Jesús, que has dicho “Sed misericordiosos como lo es mi padre que está en los
cielos”; toma bajo la protección de tu Corazón Misericordioso a las almas del Purgatorio. Que los
torrentes de Sangre y Agua que brotaron de tu Corazón Misericordiosos apaguen las llamas del
Purgatorio, a fin de que también allí sea alabada la infinita potencia de tu Misericordia.
Y tú, Oh Padre Eterno, mira con ojos de Misericordia a las pobres almas del Purgatorio; por la dolorosa
Pasión de Jesucristo nuestro Salvador y por la amargura que en aquellas horas lleno su Sacratísimo
Corazón demuestra tu Misericordia con aquéllos que están sujetos a tu justa cólera. Te rogamos mires a
estas almas sólo a través de las llagas de tu amadísimo Hijo y Señor Nuestro, Jesucristo, cuya
Misericordia sobrepuja a la Justicia. Amén
(Se reza una Coronilla & el Acto de Consagración a Jesús Misericordioso)
DÍA NOVENO
Palabras de Nuestro Señor
“Hoy tráeme las almas tibias y sumérgelas en el océano de mi Misericordia. Estas almas hieren más
dolorosamente mi Corazón. En el Jardín de los Olivos, éstas me inspiraron la más grande repugnancia y
me arrancaron este lamento: ¡Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad
sino la tuya! (Lc 22, 24). Para ellas la última tabla de salvación es recurrir a mi Misericordia.”
Contemplación
Oh, Misericordiosos Jesús, que eres la Bondad misma, acoge bajo la protección de tu Corazón
Misericordiosos a todas las almas tibias, que, semejantes a cadáveres en putrefacción, te llenaron de
horrores en Getsemaní. Derrite el hielo de estas almas con el fuego de tu purísimo Amor, para que
puedan ellas exaltar tu Misericordia por toda la eternidad.
Y tú, Oh Padre Eterno, mira con ojos de misericordia las almas tibias, que en Getsemaní arrancaron al
piadosísimo Corazón de tu Hijo el doloroso lamento: “Pase de mí este cáliz”. Por la amarga Pasión de tu
muy amado Hijo y Señor nuestro, Jesucristo, y por su agonía en la Cruz, te rogamos las inflames con
nuevo celo por tu gloria; derrama en sus corazones el verdadero amor, para que, haciendo obras de
misericordia aquí en la tierra, puedan exaltar tu Divina Misericordia por toda la eternidad. Amén
(Se reza una Coronilla & el Acto de Consagración a Jesús Misericordioso)
LETANÍAS DE LA DIVINA MISERICORDIA
Señor, ten Misericordia de nosotros Señor, ten Misericordia de nosotros
Oh Cristo Jesús, ten Misericordia de nosotros Oh Cristo Jesús, ten Misericordia de nosotros
Señor, ten Misericordia de nosotros Señor, ten Misericordia de nosotros
Oh Cristo Jesús, óyenos Oh Cristo Jesús, óyenos
Oh Cristo Jesús, escúchanos Oh Cristo Jesús, escúchanos
Dios, Padre Celestial, Ten Misericordia de nosotros
Dios Espíritu Santo, Ten Misericordia de nosotros
Santísima Trinidad, un solo Dios, Ten Misericordia de nosotros
Jesús, Rey de Misericordia, por quien fueron creadas todas las cosas: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, que has redimido al mundo: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, que nos has santificado: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, que nos has revelado el misterio de la Santísima Trinidad: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, que nos has manifestado la Omnipotencia de Dios: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, que has creado los Ángeles: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, que de la nada nos has llamado a la existencia: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, que abarcas todo el universo: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, que nos has dado la vida inmortal: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, que nos proteges de las penas merecidas: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, que nos libras de la miseria del pecado: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, que nos has confiado a la Santísima Virgen, Madre de Misericordia:
Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, motivo por el cual te encarnaste y sufriste pasión y muerte: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, que asistes siempre y en cualquier parte a todos los hombres: Confiamos en
Ti
Jesús, Rey de Misericordia, que nos previenes con tus gracias: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, que nos has revelado los divinos misterios: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, que nos has dado los Santos Sacramentos: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, por el cual nos socorriste con los sacramentos del Bautismo y de la
Penitencia: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, por la cual nos sostienes con los Sacramentos de la Eucaristía y del
Sacerdocio: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, que la manifiestas en la conversión de pecadores: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, que la patentizas iluminando a los infieles: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, que la haces resplandecer en la santificación de los justos: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, que brota de tus Santísimas Llagas: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, que nace de tu Santísimo Corazón: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, alivio de los enfermos y de los que sufren: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, consuelo de los afligidos: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, esperanza de los que desesperan: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, refugio de los moribundos: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, refrigerio de las almas del purgatorio: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, corona de Todos los Santos: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, alegría de los bienaventurados: Confiamos en Ti
Jesús, Rey de Misericordia, fuente inexhausta de milagros: Confiamos en Ti
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: Perdónanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: Escúchanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: Ten Misericordia de nosotros
V/: Las Misericordias del Señor se extienden sobre todas sus criaturas
R/: Por esta causa cansaré eternamente sus Misericordias.
Oración
Oh, Dios clementísimo, Padre de las Misericordias y Dios de toda consolación, que no quieres que
perezca ninguno de los que creen en Ti. Inclina tu mirada sobre nosotros y multiplica tus Misericordias
según la grandeza de tu compasión, a fin de que en las grandes calamidades de la vida jamás
desesperemos, antes bien, con gran confianza, nos sometamos a tu Voluntad que es tu misma
Misericordia.
Por los méritos de Jesucristo Nuestro Señor, Rey de la Misericordia, que con el Padre y el Espíritu Santo
nos la dispensa por los siglos de los siglos. Amén
PLEGARIA A LA DIVINA MISERICORDIA
(Para alcanzar una gracia por mediación de Santa María Faustina Kowalska)
Oh, Dios, cuya Misericordia sobrepuja todas tus obras, te doy gracias por los favores extraordinarios que
concediste a tu Sierva Faustina. Nos has manifestado de un modo particular el abismo de tu
Misericordia, que en estos calamitosos tiempos quieres derramar abundantemente sobre la humanidad
extraviada y dolorida. Señor, te ruego con gran confianza que también conmigo manifiestes tu
Misericordia, concediéndome la gracia que te pido y tanto necesito … (pedir la gracia), si no es contraria
a la salvación de mi alma. Te lo pido por los méritos e intercesión de Santa Faustina, pero, sobre todo,
por la dolorosa pasión de tu amadísimo Hijo y Nuestro Señor Jesucristo, Rey de Misericordia, que
contigo y con el Espíritu Santo nos la dispensa por toda la eternidad. Amén
(Rezar esta oración por nueve días seguidos, recibiendo al menos una vez en estos días los Santos
Sacramentos de la Confesión y Eucaristía)
CONSAGRACIÓN A LA SANTA VIRGEN MADRE DE MISERICORDIA
¡Oh, Madre mía y mi Reina!, yo te doy en custodia mi alma y mi cuerpo, mi vida, mi muerte y mi
eternidad. Pongo todo en tus manos, Oh buena Madre, cubre con tu manto virginal mi alma y
concédeme la gracia de obtener la pureza de alma y cuerpo y la de tener un corazón humilde y generoso
en el amor. Protégeme, con tu poder, de toda clase de enemigos y en especial de aquéllos que esconden
su malicia bajo la máscara de la virtud.
¡Oh Lirio amable; que seas siempre para mi el modelo de toda virtud!
Madre de Dios y Madre nuestra, Santísima Virgen María, Tú eres para mí una Madre muy especial,
porque Jesús en la cruz nos dio a tu como Madre. Nosotros somos entonces tus hijos. Por tu Hijo, Tú nos
amas María, madre mía tan querida. Sé ahora la guía de mi vida espiritual, de manera que pueda
siempre agradar a tu Divino Hijo. Madre dulcísima, continúa instruyéndome en la vida interior; que la
espada del sufrimiento no me abata nunca: ¡Oh, Virgen Pura derrama valor en mi corazón y custódialo!
Amén
ORACIONES SELECTAS DEL DIARIO DE SANTA MARÍA FAUSTINA KOWALSKA
ORACIONES DE UNA MADRE A JESÚS MISERICORDIOSO
Misericordioso Corazón de Jesús, te entrego a mis hijos. Tu comprendes mejor que nadie mis
preocupaciones y mis necesidades; nadie puede ayudarme más eficientemente que Tu.
Concédeme generosamente las gracias necesarias para su educación. Sé que mis esfuerzos serán vanos
si no me ayudas con tu gracia. Guía mis acciones, ilumina e inspira mis palabras para el bien de mis
queridos hijos. Presérvalos de todo pecado y corrupción, y enséñales a progresar por la vía del bien:
protégelos contra los malos ejemplos y líbralos de todo mal.
Que ellos vivan y crezcan en el estudio, en la sabiduría en la gracia y en la salud: que sean gozo y el
consuelo de sus padres que sean útiles a la sociedad y busquen los bienes del Cielo.
Cuando me llames a ti, Juez Supremo, te pido que encargues a tu Madre, el cuidado y la protección de
mis hijos. Sé que esta buena Madre cumplirá este encargo mejor que yo.
Por todo esto, Oh Misericordioso Señor, que tanto has amado a los niños, te prometo un servicio fiel,
una vida verdaderamente piadoso y así con la oración y el trabajo poderte alabar y propagar tu
insondable Misericordia poniendo durante el transcurso de mi vida y en el momento de mi muerte toda
mi confianza en Ti. Amén
ORACIÓN POR UNA PERSONA QUERIDA
¡Oh, Jesús Misericordioso!, tu que tuviste en la tierra ser discípulo predilecto por el cual su Corazón
Divino ardía con un amor especial, acuérdate que yo también tengo una persona particularmente
querida y amada. Por el afecto que tuviste hacia S. Juan y hacia María Madre del Amor Hermoso, y por
su infinita Misericordia, guía a esta persona amada a un conocimiento mejor de ti y a que ame
ardientemente tu Corazón Misericordioso; consérvala durante toda la vida en gracia y en salud;
bendícela, ilumínala en sus proyectos y en sus decisiones con el fin de que este ser querido y yo seamos
siempre fieles el uno al otro y participemos juntamente en las alegrías y en las penas, en el amor y la
amistad. Que siempre tengamos una confianza sin límites en su Infinita Misericordia y la propaguemos y
alabemos en la tierra y en la Eternidad. Amén
ORACIÓN POR LOS ENEMIGOS
Jesús Misericordioso, tú que has sufrido tanto aquí en la tierra por tus enemigos verdaderos y ocultos y,
condenado por la más absurda injusticia, oraste con mayor empeño desde la cruz por tus perseguidores
diciendo: “Señor, perdónalos porque no saben lo que hacen”, dame la fuerza de perdonar siempre con
todo mi corazón, según el ejemplo de tu Infinito Amor y Misericordia, a todos aquéllos que me hacen el
mal: perdónalos como yo también los perdono, sana sus debilidades y las mías, sumerge nuestros
corazones en el océano infinito de tu Amor Divino y llénalos de tu Misericordia. Así el mundo reconocerá
que te pertenecemos; también té nos reconocerás por tuyos en el Juicio Final y nos pondrás a tu
derecha. Te lo pido por los méritos de tu pasión y dolorosa muerte, por la intercesión de la dolorosa y
muy amada Madre tuya y Madre nuestra. Amén
ACTO DE CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA AL CORAZÓN MISERICORDISOS DE JESÚS
Corazón Misericordioso de Jesús, confiando infinitamente en tu Misericordia, consagramos a ti total e
incondicionalmente nuestra familia. Que seas tú el Señor, el Rey y el Amigo de nuestra familia. Toma
todo aquello que tenemos y en particular nuestros corazones bajo tu exclusivo dominio. Ilumina nuestra
mente, refuerza nuestra voluntad y bendice nuestras acciones. Comparte con nosotros las alegrías y las
penas, perdónanos siempre nuestras debilidades y nuestras culpas, ayúdanos y consuélanos, y, en la
hora de la muerte, no seas para nosotros Juez sino el Salvador Misericordioso. Y tú, Virgen Santísima,
Madre de Dios y Madre nuestra Celestial, enseña a tus hijos a amar, servir, alabar por siempre el
Corazón Misericordioso de tu Hijo Divino. San José, Custodio de la Sagrada Familia, toma la nuestra bajo
tu poderosa protección. Amén
ORACIÓN DE CONFIANZA
¡Oh, Divina Misericordia!, yo estoy convencido de que tú vigilas sobre los que confían en ti, y que nada
les puede faltar a los que esperan de ti. Abandono todas mis preocupaciones, miserias e inquietudes y
desde ahora viviré en paz porque Tú me has confirmado tu Misericordia. Tú que tienes y tendrás
siempre Misericordia de nosotros. Mis hermanos pueden irse en contra mía; las enfermedades pueden
quitarme la fuerza y los medos de servirte como es mi deseo; yo puedo perder tu misma gracia con el
pecado, pero nunca perderé la confianza en tu Misericordia; la conservaré hasta el último respiro de mi
vida. Inútilmente los demonios se esforzarán en robármela; no habrá nada que pueda impedir mi
constancia.
Muchos esperan obtener su felicidad en las criaturas humanas: en sus bienes y talentos; otros se apoyan
en la fortaleza de su vida; unos en los sacrificios de su penitencia; otros en el número de sus buenas
obras y en el fervor de sus oraciones; en cuanto a mí, toda mi confianza se apoya sobre tu Misericordia,
Oh, Señor, que eres mi Dios y mi Salvador, mi Santificador y mi Juez. Todas mis palabras y todas mis
oraciones expresan solamente la confianza y no moriré, eternamente porque yo espero de tu Infinita
Misericordia, ¡Oh, Señor!
Lamentablemente sé por experiencia cuan débil e inconstante soy; sé cuándo las tentaciones prevalecen
con facilidad sobre la más firme virtud; he visto caer a aquellos que pensaba eran columnas de la vida
religiosa; yo mismo he caído por mi fragilidad humana; por eso, espero solamente de la Misericordia de
mi Dios y no moriré eternamente.
En fin, estoy seguro de que nunca estará por demás confiar absolutamente en Ti y que nunca tendré
menos de aquello que espero de Ti. Sé que tú me ayudarás a dominar mis malas inclinaciones. Tu me
protegerás en las luchas y dificultades y harás triunfar mi debilidad con tu fuerza; por tanto, mi alma se
queda en paz. Tú me darás la fuerza, el heroísmo y yo te amaré con todo mi corazón. Tu serás mi Todo y
yo te exaltaré por toda la eternidad. Divina Misericordia, confío en Ti. Amén
ACTO DE INTENSO AMOR DEL ALMA TODA VUELTA HACIA EL ETERNO PADRE, PERDIDA EN EL
SACRATÍSIMO CORAZÓN DE JESÚS MISERICORDIOSO
Oh, Eterno Padre, ¡infinitamente Santo… Dios infinitamente Bueno y Misericordioso … yo te adoro!...
Dios, escucha el gemido del alma que se abandona en Ti.
Quisiera reparar todos los ultrajes que recibes de los pecadores esparcidos en todo el mundo, pecados
que son cometidos a cada instante, de día y de noche.
Unida a todas las almas que te aman, mi alma te ofrece muchos actos de adoración y reparación, por las
amarguras que recibes de las ingratas criaturas que te ofenden.
De una manera especial, te ofrecemos el Holocausto perpetuo de tu Hijo que se inmola en el Santo
Sacrificio de la Misa celebrado en todo lugar y a toda hora. ¡Oh, Padre infinitamente Bueno y
Compasivo!, recibe aquella Sangre Purísima en reparación infinita de todos los ultrajes de los hombres;
borra sus culpas y ten por ellos Misericordia!
Oh, Eterno Padre, mira a todas las almas bañadas por la Sangre del Dilectísimo Hijo tuyo Jesús
Misericordioso. Es de su Corazón Sacratísimo, abierto en la Cruz, de donde sale el gemido suplicante de
Misericordia y de perdón… el gemido, Oh, Padre Bueno, de aquella Víctima que a Ti se ofrece
incesantemente por todas las almas redimidas por su Sangre Preciosísima.
Por tanto, Oh, Padre Celestial, Dios de Misericordia y de Consuelo, no permitas que estas almas se
pierdan, sálvalas, te lo ruego, por Jesús Misericordioso … Sálvalas… con el fin de que luego ellas te
bendigan en el Cielo con Él y glorifiquen eternamente tu Divina Misericordia. Amén
SUB TUUM PRAESIDIUM (BAJO TU AMPARO) A LA MISERICORDIA DIVINA
Acudo a tu Misericordia, Oh, Dios clementísimo, porque sólo Tú eres Bueno (Mt 19,17). A pesar de mi
gran miseria y mis innumerables culpas, tengo confianza en tu Misericordia, porque tú eres “Padre de la
Misericordia y Dios de toda consolación”. Nunca se ha oído decir en la historia de los siglos, ni en el cielo
ni la tierra recuerdan, que te hayas negado al ruego de un alma que, confiada, haya recurrido a ti.
Oh, Dios de piedad, sólo Tú puedes justificarme, Tú no me rechazarás cada vez que me dirija arrepentido
a tu Corazón Misericordioso, de donde nadie ha sido rechazado, por más pecador que fuere, porque tu
Hijo nos aseguró: “Los cielos y la tierra volverán a la nada antes que faltar mi Misericordia a la llamada
de un alma que en mí ha depositado su confianza”. Amén (Diario VI, 39, 54)
SUSPIROS DE UN ALMA MISERICORDIOSA
Oh, Jesucristo: mi delicia más grande es ver que Tú seas amado, que la gloria y el honor de tu nombre
resuenan y, sobre todo, la gloria de tu Misericordia. Oh, Jesús: hasta el último instante de mi vida no
cesaré de glorificar tu Bondad y tu Misericordia. Cada gota de sangre, cada latido de mi corazón
glorifican tu Misericordia. Deseo ser enteramente un himno que te glorifique. Y cuando esté sobre mi
lecho de muerte, haz que el último latido de mi corazón sea un himno de amor que glorifique tu Infinita
Misericordia. Amén
ORACIÓN DE ADORACIÓN
Te adoro, Creador y Señor, en el Santísimo Sacramento. Te adoro por todas las obras de tu mano, en las
cuales veo tanta Sabiduría, Bondad y Misericordia. Señor tu has esparcido sobre la tierra tantas bellezas,
éstas me hacen pensar en la tuya, mas no son sino pálidos reflejos de tu esplendor, de tu inconcebible
belleza.
A pesar de que tú has escondido y velado tu belleza, mi ojo, iluminado por la Fe, te reencuentra y mi
alma descubre al Señor, su Bien Supremo; mi corazón se sumerge en una plegaria de adoración.
Oh, mi Creador y Señor, por tu belleza he osado hablarte. Por tu Misericordia, desaparece el abismo que
separa al Creador de su criatura; hablar contigo, Señor, es la delicia de mi corazón: en Ti encuentro todo
aquello que mi corazón puede desear. Tu luz aclara mi espíritu, permitiendo conocerte más
íntimamente. Sobre mi corazón las gracias bajan a torrentes, mi alma toma de allí la vida eterna. Amén
ORACIÓN DE OFRECIMIENTO
Te agradezco Señor, Dios Eterno, por las gracias y por los innumerables beneficios con los cuales me
colmas. Dios mío, quisiera que cada latido de mi corazón fuera para Ti un nuevo cántico de
agradecimiento; que cada gota de mi sangre circule para Ti, Señor; que mi alma no deje de glorificar tu
Misericordia. Te amo, Oh, mi Dios, te amo únicamente a Ti. A pesar de que mis sufrimientos son
continuos y grandes, los recibo de tus manos como un don precioso. Los acepto todos con gusto,
también aquellos que las otras almas no quieren soportar. Tú puedes, Jesús, cargarme con todas las
cruces: no rechazo ninguna. No pido más que una cosa: la fuerza de soportarlas y hacerlas meritorias. Te
ofrezco todo mi ser; haz de mi lo que quieras. Amén (Diario VI, 58)
ORACIÓN DE INVOCACIÓN PARA SER FIELES A LA VOLUNTAD DE DIOS
Oh, Jesús, tendido sobre la Cruz: te ruego me concedas siempre y donde quiera que me encuentre, la
gracia de cumplir fielmente la Santa Voluntad de tu Padre. Aún cuando esto me sea penoso y difícil te
imploro, Jesús, que de tus llagas hagas fluir la fuerza y el poder necesarios, y mis labios repitan sin cesar:
“Señor, que se haga tu voluntad” Oh, Redentor del género humano, que nos has amado hasta morir por
nuestra salvación y que, en los sufrimientos y tomentos de la agonía, olvidaste todo para pensar sólo en
la salvación de nuestras almas. Oh, Misericordioso Jesús, concédeme la gracia de olvidarme de mí
mismo, y vivir para los demás, ayudándote así en la Obra de la Redención según la Santísima Voluntad
de tu Padre Celestial. Amén (Diario IV, 9)
ORACIÓN PARA IMPLORAR CONFIANZA EN MEDIO DEL SUFRIMIENTO
Oh, Jesús, no me dejes solo en los sufrimientos. Tú, Señor, conoces mi debilidad; no soy más que un
abismo de miseria; no soy más que una nada, ¿Qué extraño es, entonces, que si Tú me dejas solo me
caiga? Soy como un recién nacido. Soy impotente, Señor; no sé valerme por mí mismo, mas en el
abandono tengo confianza. A pesar de lo que siento, conservo la confianza y concentro todos mis
sentimientos en un entera y absoluta confianza en ti.
No disminuyas ninguno de mis sufrimientos; dame, simplemente, la fuerza de soportarlos. Haz de mí lo
que Tú quieras. Dame solamente la gracia de saber amarte en todas las circunstancias de mi vida. No
disminuyas, Señor, el cáliz de amargura, sino dame sólo la fortaleza de beberlo todo. Amén (Diario V,
46, 67)
ORACIÓN POR LA IGLESIA Y LOS SACERDOTES
Oh, Jesús, te suplico, concede a tu Iglesia el amor y la luz del Espíritu Santo. Da a tus sacerdotes el amor
y la luz de tu Espíritu, que las palabras de los sacerdotes convenzan a los corazones más endurecidos, se
arrepientan y vuelvan a ti, Oh, Señor.
Señor, danos sacerdotes santos; consérvalos Tú mismo en la santidad. Oh, Divino Sumo Sacerdote, haz
que tu Misericordia los asista en cualquier lugar y los defienda contra las insidias y tentaciones que el
demonio tiende sin cesar al alma de cada Sacerdote.
Que el poder de la Divina Misericordia, Oh, buen Salvador, aplaste y aniquile todo aquello que pudiera
manchar la santidad de un sacerdote, porque Tú lo puedes todo. Te suplico, Jesús que bendigas con una
luz especial a los sacerdotes con los que me confesaré a lo largo de mi vida. Amén (Diario III, 11)
ORACIÓN AL PADRE CELESTIAL
Oh, Dios mío: cuánto deseo volver a ser como un niño, ya que Tú sabes que yo soy pequeño y débil. Por
esto, te suplico, que estés cerca de mí en todo momento de mi vida y sobre todo en la hora de mi
muerte. Oh, Padre Bueno y Misericordioso: yo sé que tu Bondad sin límites supera toda la ternura y
cuidado de las más tierna de las madres, porque “aunque mi padre y mi madre me abandonen, Yahvé
me acogerá” (Sal 27, 10) y me estrecharás sobre tu corazón. Amén (Diario I, 112)
ORACIÓN POR LAS ALMAS QUE NOS HAN SIDO CONFIADAS
Oh, Jesús mío: yo no buscaré otra cosa que aquella de proclamar el honor y la gloria a tu Santo Nombre,
ya sea con la oración, con el trabajo o en la lucha diaria, hasta el día en que Tú me digas: ¡Has cumplido
tu misión! Oh, Misericordioso Salvador: con la oración y el sacrificio buscaré socorrer a cada una de las
almas que me has confiado, para que puedas hacer fructificar tus gracias. Oh, Jesús mío, gran amigo de
las almas: te agradezco la confianza que mie tienes el haberte dignado confiar estas almas a mi cuidado.
Estos días de trabajo y de monótona vida cotidiana, cuán preciosos son para mi cada instante, en efecto,
a cada instante me traes nuevas gracias y me das la posibilidad de hacer el bien a todos los hombres de
buena voluntad. Oh, querido Jesús, haz que no se pierda ninguno de aquellos que me han sido
confiados. Amén
ORACIÓN DEL ALMA EN LA SOLEDAD
Oh, Jesús, que eres el amigo de mi corazón, Tú eres mi único refugio y descanso. Tú eres mi salvación en
medio de las tempestades de la vida, mi tranquilidad en medio de las perturbaciones del mundo. Tú eres
mi calma en las tentaciones; mi sustento en las horas de desesperación; mi victoria en la lucha por el
advenimiento de tu Reino. Eres el rayo vivo que aclara mi vida; el calor que hace derretir el hierro de mi
indiferencia. Eres Tú, Oh, Seño, sólo Tú eres capaz de comprender al alma que permanece callada y
sufre sin decir una palabra. Tú conoces muy bien nuestras debilidades y nuestro pecados que, sin tregua
“cual médico y Buen Pastor” nos perdonas, nos curas y nos levantas, para que nosotros podamos
siempre amarte más. Amén (Diario I, 114)
PALABRA DE ORDEN
Oh, Jesús mío, consérvame a tu lado y no permitas que me aleje de Ti. Mira mi debilidad; sin Ti no puedo
dar un solo paso. Es necesario entonces, Jesús, que Tú estés siempre cerca de mí, como una madre que
no deja nunca a u niño pequeño …. (Diario I, 119)
ACTOS DE ADORACIÓN A JESUCRISTO EN LA EUCARISTÍA
Te adoro, Oh, Amor Invisible, que eres la vida de mi alma. Te adoro, Jesús, las sutiles especies del pan.
Te adoro, Oh, Dulce Misericordia que expandes sobre todas las almas. Te adoro, Oh, Bondad Infinita,
que expandes a tu alrededor los rayos de gracia. Te adoro, Oh, Luz resplandeciente, Luz de las almas. Te
adoro, Manantial Inagotable de Misericordia. El más puro de los Manantiales desde donde brotan para
nosotros la vida y la santidad. Te adoro, delicia de los corazones puros. Te adoro, única esperanza de las
almas pecadoras. Amén
ANTE EL SAGRARIO
“Oh, Jesús Mío, Divino prisionero del Amor: cuando medito en el amor que me tienes a pesar de mis
pecados y en los sufrimientos que has padecido para expiarlos, mis sentidos desfallecen. Calladamente
ocultas tu inconcebible majestad y te dignas humillarte hasta una criatura tan miserable como yo… Oh
Rey de la Gloria, aunque disimulas tu grandeza, los ojos de mi alma te penetran rasgando el velo de este
misterio y veo los coros de los Ángeles que te rinden sin descanso un perpetuo homenaje y oigo a las
potencias celestiales glorificarte sin cesar, cantando: ¡Santo, Santo, Santo!
¿Quién es capaz de entender el Amor y la Misericordia Infinita que nos demuestras? Oh, prisionero del
amor, encierro en este Tabernáculo mi pobre corazón, para adorarte sin cesar noche y día. Nada me lo
impedirá, aunque físicamente esté lejos, mi corazón estará siempre cerca de ti. No existe obstáculo ni
impedimento al amor.
Por eso te consolaré, oh, mi buen Jesús, de las blasfemias pronunciadas por tus enemigos, del odio que
te tienen los ateos, de la frialdad que te demuestran tus amigos, y, también, de los sacrilegios cometidos
por tus almas elegidas. Oh, Jesús invisible, deseo consumirme delante del Trono de tu Misericordia
como se quema y se consume el aceite puro de la lámpara, que ilumina en la oscuridad.
Te consuelo en el abandono; calienta los corazones helados que te olvidan de una manera tan ingrata…
Oh, Indivisible y Santa Trinidad, Dios único, deseo de todo corazón que seas bendecido y alabado
eternamente por este gran regalo de Amor sacramental que nos ha dejado tu inagotable Misericordia.
Oh, Jesús, que eres el Pan de Vida (Jn 6,35): por todos los insultos hechos a ti y para obtener el perdón
de tu Majestad, sujetándome a la voluntad Divina, sufriré sin murmurar las amonestaciones, las
pruebas, las cruces y las humillaciones, para poder así, al menos en parte, compensar la ingratitud que
te demuestran tantos corazones humanos. En el fondo del ama no dejaré nunca de cantar un himno de
agradecimiento de alabanza y de amor a la gloria de mi Creador, Salvador y Benefactor. Amén
ORACIÓN PARA IMPLORAR LA MISERICORDIA DE DIOS
Demuéstrame tu Misericordia, oh, Padre, por la infinita bondad del Corazón de Jesucristo; presta oídos
atentos a las oraciones que te elevo desde mi corazón contrito.
II
Oh, Omnipotente y Misericordioso Padre: sabiendo que tu divina bondad no tiene límites, aunque yo no
sea más que un abismo de miseria, tengo plena confianza en tu Misericordia.
III
Oh, Santa Trinidad, mi Señor y mi Dios puesto que es inmensa e infinita tu bondad me confió a tu
Misericordia y sé que tú, Señor, estarás siempre cerca de mí.
IV
Que te gran Misericordia y que su canto no cese jamás: que se propague a través del mundo entero,
Señor. Implórala, oh, alma mía, con todo el fervor.
(Diario IV, 17)
DESEOS DE UN ALMA IMPREGNADA DE LA DIVINIA MISERICORDIA
Deseo con todo el corazón que cada respiro de mi vida, que cada latido de mi corazón, que cada
palpitación mía alaben tu Misericordia, Oh, Santísima Trinidad. Señor, quiero transformarme todo
entero en tu misericordia y ser un vivo reflejo de ti. Oh, Señor, que el más grande de los atributos
divinos, el de tu Misericordia infinita, pase por mi alma y mi corazón hacia mi prójimo.
Ven en mi ayuda, Señor, con el fin de que mis ojos estén llenos de misericordia, de manera que jamás
juzgue ni sospeche de nadie según las apariencias externas, sino que mire la belleza en el alma de mi
prójimo y acuda a socorrerlo. Haz que mi oído esté lleno de misericordia para que pueda inclinarme
sobre las necesidades del prójimo y que no quede indiferente a sus males y a sus lamentos.
Socórreme, Señor para que mis labios rebosen de Misericordia, para no hablar mal de mi prójimo, sino
que tenga para cada uno palabras de consuelo y de perdón.
Ayúdame, Señor, para que mis manos sean caritativas y llenas de buenas acciones, de manera que no
deje de hacer el bien a mi prójimo y que coja los compromisos más pesados y comprometedores.
Haz, Oh, Señor, que mis pies sean misericordiosos, de manera que lleven siempre auxilio a mi prójimo,
dominando mi cansancio y fatiga. Que mi verdadero descanso sea servir a mi prójimo. Haz, Oh, Señor,
que mi corazón esté lleno de misericordia, de manera que los sufrimientos de mi prójimo sean como
míos. No negaré mi corazón a nadie, antenderé sinceramente también a aquellos que, lo sé, abusarán
de mi bondad. Y me encerraré yo mismo confiadamente en el Corazón Misericordioso de Jesús. Callaré
mis propios sufrimientos.
Que tu Misericordia descanse en mí, Oh, mi Dios. Eres tú mismo quien me ordenas ejercitarme en los
tres grados de la misericordia. El primero es el acto de misericordia de cualquier género. El segundo, es
la palabra de misericordia, pues si no puedo llevar a cabo con la obra, ayudaré con la palabra. El tercero,
es la oración, ya que, si no puedo demostrar la misericordia ni con hechos ni con palabras, puedo
siempre hacerlo con la oración; porque ella llega allá donde no puedo entrar físicamente. Oh, Jesús mío,
transfórmame en ti, puesto que tú eres Omnipotente. (Diario I, 70-71)
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