Los Niños de Brasil
Los Niños de Brasil
Un libro que describe la terrible idea de manipular la vida de un niño cuyo perfil sirviera
para engendrar odio y muerte. La obra rebasa los límites de la imaginación. Manteniendo la
expectación a lo largo de la historia absorbe la atención e interés del lector. Bien escrita y
rápida de leer, genera un cierto rechazo ante la terrible idea de revivir al más despiadado
hombre de la historia moderna. Sin embargo, es un recordatorio de la ferocidad de sus
seguidores, los neonazis, quienes manipulan a la juventud actual para revivir las prácticas
discriminatorias de sus ancestros, convirtiendo jóvenes de todas las razas y de todos los
países en potenciales asesinos. La conclusión más obvia es que no estamos lejos de la
ficción. Aunque en la realidad esta manipulación no discrimina ni racial ni socialmente,
sino que utiliza a cualquiera en su favor manejando sus mentes al antojo. Es también un
recordatorio de la historia reciente, y de la necesidad de estar alertas ante la demencia de
algunos. El libro es bueno; sin embargo, queda la sensación de que el tema es elegido por el
autor porque en algún recóndito lugar de su mente pudiera admirar al dictador; más todavía
cuando el hecho de que los "buenos" de la historia son norteamericanos, cruenta
binominalidad que olvida por completo a los latinoamericanos, cuyo único papel es
engendrar a los niños para el terrible experimento. […]
Un buen libro de ficción, con un argumento original que se sale del tema manido de los
años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Se lee rápido y tiene unas buenas bases para
poder pensar que lo que leemos puede ser cierto en algún tiempo. Esperemos que no.
Fernando Martínez
Argumentativo
Informativo
Expositivo
Explicativo
Desinterés
Ignorancia
Desconfianza
La sociedad de Brasil
Literatura contemporánea
Examiné el sobre. Si era falso, la ejecución resultaba admirable. Una máquina americana de
sellar había realizado el franqueo, estampado con un sello iraquí. Pero lo que le daba más
autenticidad era la caligrafía: esa letra americana básica, simple y estereotipada, que tantas
veces había visto en el transcurso de mis estancias en los Estados Unidos. Y aquel tono
directo, de una irrefutable legitimidad. Cuando dejé de dudar sobre la autenticidad de la
misiva, me impactó la increíble dimensión de aquel mensaje: si bien no era nada
sorprendente que un soldado norteamericano que vivía aquella guerra desde el principio y
desde dentro estuviera sufriendo «como un perro», sí resultaba alucinante que me lo contara
a mí.
¿Cómo había oído hablar de mí? Cinco años antes, se habían traducido algunas de mis
novelas al inglés y en los Estados Unidos habían gozado de una acogida más bien
confidencial. Sin sorprenderme, ya había recibido otras cartas de militares belgas o
franceses que casi siempre me pedían una fotografía dedicada. Pero un soldado de segunda
clase del ejército norteamericano destinado en Irak, eso me superaba.
¿Sabía quién era yo? Aparte de la dirección de mi editor, correctamente escrita en el sobre,
nada dejaba entrever que así fuera. «Necesito un poco de comprensión y sé que usted me
comprenderá.» ¿Cómo podía saber que yo le comprendería? Suponiendo que hubiera leído
mis libros, ¿acaso eran el ejemplo más evidente de la comprensión y la compasión
humanas? Puestos a convertirme en madrina de guerra, la elección de Melvin Mapple me
dejaba perpleja. (…)
La libertad
El sentimentalismo.
La ejecución admirable.
2. “¿Cómo había oído hablar de mí? ¿Cinco años antes, se habían traducido algunas de
mis novelas al inglés y en los Estados unidos habían gozado de una acogida más
bien confidencial?”. Lo anteriormente citado, corresponde a uno de los elementos
de la literatura contemporánea, el cual es:
a. Trabajo autobiográfico
b. Trabajo social
c. Conflictos raciales
d. Eventos históricos
Libertad
(…) En la taberna, como había una guitarra, mucho vino y suficiente buen humor,
estábamos todos como radiantes y alborozados, dedicados a lo nuestro y tan ajenos al
mundo que, entre el cantar y el beber, se nos iban pasando los tiempos como sin sentirlos.
(…) Es una pena que la alegría de los hombres nunca se sepa dónde nos han de llevar,
porque de saberlo no hay duda que algún disgusto que otros nos habríamos de ahorrar; lo
digo porque la velada en casa del Gallo acabó como el rosario de la aurora por eso de no
sabernos ninguno parar a tiempo. La cosa fue bien sencilla, tan sencilla como siempre
resultan ser las cosas que más vienen a complicarnos la vida.
El pez muere por la boca, dicen, y dicen también que quien mucho habla mucha yerra, y
que en boca cerrada no entran moscas, y a fe que algo de cierto para mí tengo que debe de
haber en todo ello, porque si Zacarías se hubiera estado callado como Dios manda y no se
hubiese metido en camisas de once varas, entonces se hubiera ahorrado un disgustillo y
ahora el servir para anunciar la lluvia a los vecinos con sus tres cicatrices. El vino no es
buen consejero.
Zacarías, en medio de la juerga, y por hacerse el chistoso, nos contó no sé qué sucedido, o
discurrido, de un palomo ladrón, que yo me atrevería a haber jurado en el momento -y a
seguir jurando aún ahora mismo- que lo habla dicho pensando en ml; nunca fui susceptible,
bien es verdad, pero cosas tan directas hay -o tan directas uno se las cree- que no hay forma
ni de no darse por aludido ni de mantenerse uno en sus casillas y no saltar.
(…) Me levanté, me fui hacia él, y antes de darle tiempo en facha, le arreé tres navajazos
que los deje como temblando. Cuando se lo llevaban, camino de la botica de don
Raimundo, le iba manando la sangre como de un manantial…
La miseria económica
Castizo y poético.
Basado en refranes.
Un héroe social.
Un don Juan.
El último párrafo.
El primer párrafo
El tercer párrafo.
El sexto párrafo.
La puerta se abrió. Pero se abrió de par en par, como si alguien la empujase con energía y
resolución. Entró un hombre. A este hombre lo conocemos ya. Era el viajero a quien hemos visto
vagar buscando asilo. Entró, dio un paso y se detuvo, dejando detrás de sí la puerta abierta. Llevaba
el morral a la espalda; el palo en la mano; tenía en los ojos una expresión ruda, audaz, cansada y
violenta. Era una aparición siniestra. La señora Magloire no tuvo fuerzas para lanzar un grito.
Se estremeció y quedó muda a inmóvil como una estatua. La señorita Baptistina se volvió,
vio al hombre que entraba, y medio se incorporó, aterrada. Luego miró a su hermano, y su
rostro adquirió una expresión de profunda calma y serenidad. El obispo fijaba en el hombre
una mirada tranquila. Al abrir los labios sin duda para preguntar al recién llegado lo que
deseaba, éste apoyó ambas manos en su garrote, posó su mirada en el anciano y luego en
las dos mujeres, y sin esperar a que el obispo hablase dijo en alta voz:
-Me llamo Jean Valjean: soy presidiario. He pasado en presidio diecinueve años. Estoy
libre desde hace cuatro días y me dirijo a Pontarlier. Vengo caminando desde Tolón. Hoy
anduve doce leguas a pie. Esta tarde, al llegar a esta ciudad, entré en una posada, de la cual
me despidieron a causa de mi pasaporte amarillo, que había presentado en la alcaldía, como
es preciso hacerlo. Fui a otra posada, y me echaron fuera lo mismo que en la primera. Nadie
quiere recibirme. He ido a la cárcel y el carcelero no me abrió. Me metí en una perrera, y el
perro me mordió. Parece que sabía quién era yo. Me fui al campo para dormir al cielo raso;
pero ni aun eso me fue posible, porque creí que iba a llover y que no habría un buen Dios
que impidiera la lluvia; y volví a entrar en la ciudad para buscar en ella el quicio de una
puerta. Iba a echarme ahí en la plaza sobre una piedra, cuando una buena mujer me ha
señalado vuestra casa, y me ha dicho: llamad ahí. He llamado: ¿Qué casa es ésta? ¿Una
posada? Tengo dinero. Ciento nueve francos y quince sueldos que he ganado en presidio
con mi trabajo en diecinueve años. Pagaré. Estoy muy cansado y tengo hambre: ¿queréis
que me quede? (…)
El pasaporte amarillo.
El personaje principal del fragmento anterior los podemos describir de la siguiente manera:
En la primera parte del párrafo dos encontramos una situación vivida por el personaje
principal, de la cual podemos inferir que:
Los habitantes del pueblo rechazan a Jean por llevar el pasaporte amarillo.
Buscar una nueva vida que le permita luchar contra la opresión y la injusticia.
Buscar a su familia.