FACULTAD DE TEOLOGIA
JOSE MIGUEL ODERÒ
CRISTO Y EL
ESPÍRITU SANTO
(Esbozo de una Cristologia pneumatológica)
Extracto de la Tesis Doctoral presentada en la Facultad
de Teología de la Universidad de Navarra
PAMPLONA
1982
Ad normam Statutorum Facultatis Theologiae Universitatis
Navarrensis, perlegimus et adprobavimus
Pampilonae, die 12 mensis Decembris anni 1981
Dr. Antonius ARANDA Dr. Fcus. L. MATEO SECO
Coram Tribunali, die 17 mensis Iunii anni 1980,
hanc dissertationem ad Lauream Candidatus
palam defendit
Secretarius Facultatis
Dr. Ioseph Emmanuel ZUMAQUERO
Imprimatur: P. M . ZABALZA, Pro Vicario General
Pampilonae, l-X-1982
Excerpta e Dissertationibus in Sacra Theologia
Vol. VI, n.° 2
PROLOGO
La Cristología y la Pneumatología han sido estudiadas hasta
ahora como tratados sustancialmente independientes. Sin embargo,
es dado observar en la literatura teológica contemporánea una cier-
ta preocupación por poner de relieve la unidad entre la misión del
Hijo y la del Espíritu Santo. Esta preocupación se ha manifestado
en el ámbito de la Eclesiología al considerar que la Iglesia, Esposa
de Cristo, es también un Cuerpo Místico unido a su Cabeza y uni-
ficado todo él por el Espíritu Santo, Alma de la Iglesia.
Pero, fuera de la Eclesiología, son menos frecuentes las refe-
rencias a esa unidad entre la misión Cristo y la acción del Espíritu
Santo. No existen aún estudios de conjunto sobre este tema que pro-
porcionen una visión comprehensiva y lo sitúen con claridad. En
este punto, por desgracia, parece haberse perdido el impulso teoló-
gico de los Santos Padres, que tan insistentemente habían hollado
la senda de la Cristología pneumatológica, espoleados por acucian-
tes problemas pastorales y doctrinales.
Una cristología pneumatológica, que estudie las relaciones en-
tre Cristo y el Espíritu Santo, debe construirse sobre el fundamen-
to de la revelación trinitaria, inspirándose en las luces que ya ha arro-
jado la especulación teológica sobre el misterio de la Trinidad y el
misterio de Cristo.
En esta línea investigadora se ha orientado la presente Tesis
Doctoral, que trata de abordar algunos de esos puntos de contacto
entre Cristología y Pneumatología; o, lo que es lo mismo, intenta
estudiar algunos de los principales temas cristológicos desde una cla-
ve pneumatológica.
Entre esos lugares de interconexión se encuentra la designación
del Verbo encarnado como el Cristo, el Ungido. El nombre Cristo
significa, precisamente, la Unción con el Espíritu Santo, según in-
terpretación muy tradicional de la Escritura.
¿Cuándo se produjo esa unción espiritual? Algunos exégetas
contemporáneos relacionan estrechamente Unción y Bautismo. La
3
JOSE MIGUEL ODERÒ
teofanía de la tercera Persona en el Jordán podría interpretarse co-
mo unción del Siervo de Yahvé por el Espíritu, para impulsar los
inicios mismos de su misión pública entre los hombres (cfr. Le 4).
Sin embargo, la tradición patrística retrotrae la Unción al mo-
mento mismo de la Encarnación, como una exigencia de la fontal
perfección del alma y potencias de Cristo. También en la Encar-
nación hallamos íntimamente asociados al Hijo y al Espíritu San-
to, que vendrá sobre Santa María para formar de Ella un cuerpo
perfectísimo, uniendo a ese cuerpo un alma nobilísima y santifi-
cada ab initio; pues alma y cuerpo debían ser asumidos en el mismo
instante por el Verbo divino.
La Unción de Cristo fue objeto de un estudio de exégesis bí-
blica, muy citado posteriormente, de I. de la Potterie . A él remite l
A. Feuillet en su monografía sobre el Bautismo de Jesús —también
escrita desde la perspectiva exegética— para todo lo relativo a la
unción y a la misión de Cristo . De la Potterie y Feuillet, sin em-
2
bargo, no operan sobre un entendimiento definitivo de la doctrina
patrística acerca de la Unción de Cristo, aunque aludan a ella.
A. Orbe, en uno de los volúmenes que dedica a estudiar las doc-
trinas valentinianas, se centra precisamente en el análisis de la Un-
ción del Verbo . Aun sin ser objeto propio de su monografía, re-
3
coge el final de ésta la doctrina eclesiástica respecto a la Unción tal
como se encuentra en S. Atanasio, S. Ambrosio, etc., bien que mo-
vido por intereses marcadamentes históricos y no dogmáticos.
También H. Mühlen recoge en dos de sus obras más conocidas 4
algunas referencias patrísticas a la temática que nos interesa. Cier-
tamente, es patente su interés por la Pneumatología, pero —apar-
te de otras deficiencias debidas a planteamientos de fondo— sólo
relaciona al Espíritu Santo y a Cristo con miras a construir una Ecle-
siología, y no más bien una Cristología.
En cambio, este trabajo se propone principalmente dibujar en
líneas generales la doctrina patrística sobre el tema de la Unción de
Cristo, centrándose en aquellos Padres que se han detenido más
atentamente en el estudio de las relaciones entre Cristo y el Espíri-
1. I. DE LA POTTERIE, L'Onction du Christ. Etude de théologie biblique, en NRT
80 ( 1 9 5 8 ) , pp. 2 2 5 - 2 5 2 .
2. A . FEUILLET, Le Baptême de Jésus, en RB 7 1 ( 1 9 7 4 ) pp. 321-352.
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4 . H . M Ü H L E N , Der Heilige Geist als Person. In der Trinität, bei der Inkarnation
und im Gnadebund (Münster 1 9 6 6 ) ; Una mystica persona. Eine Person in vielen Per-
sonen (Padeborn 1 9 6 4 ) .
4
CRISTO Y EL ESPÍRITU SANTO
tu Santo. Entre ellos, se encuentran en un primer puesto S. Cirilo
de Alejandría y S. Atanasio; luego han de mencionarse S. Justino,
S. Ireneo, S. Basilio, S. Gregorio de Nisa, S. Ambrosio y S. Agustín.
Además de la Unción, también hemos encontrado y explotado
otra veta pneumatológica abundantemente utilizada por los Padres:
la «apropiación» del Espíritu al Hijo, categoría que proponen al in-
terpretar aquellas expresiones de la Escritura que nombran al Espí-
ritu Santo Espíritu del Hijo.
Quiero agradecer aquí el eficaz asesoramiento del Prof. Dr. D.
Antonio Aranda Lomeña que ha hecho posible la realización de
esta monografía, inspirada en algunas ideas que el Dr. Aranda desa-
rrollara a lo largo de su conferencia «El Espíritu Santo en la obra
salvadora de Jesús», pronunciada en Madrid en mayo de 1978.
5
ÍNDICE DE LA TESIS*
Págs.
INTRODUCCIÓN 1
CAPITULO I: ESPÍRITU DEL H I J O Y ESPÍRITU DE CRISTO: ANÁLISIS PRELI-
MINAR DE FUENTES 9
1. Espíritu del Hijo 12
a) Espíritu de Verdad 13
b) Espíritu del Padre y del Hijo 14
2. La Encarnación, obra del Espíritu Santo 16
3. La unción de Cristo con el Espíritu Santo 20
4. La unción con el Espíritu Santo en el Salmo 44 26
5. El Espíritu que reposa sobre Cristo 34
6. Otras denominaciones del Espíritu de Cristo 40
a) XpiCLia 41
b) Xapax-rf)p 42
c) Amor de Cristo 45
d) Plenitud de Cristo 46
e) Noüe, 46
f) Costilla de Cristo 47
7. Cristo y el Espíritu 48
CAPITULO II: E L ESPÍRITU SANTO COMO ESPÍRITU DEL H I J O : TEOLO-
GÍA TRINITARIA 52
1. El Espíritu es propio del Hijo 55
2. El Espíritu del Hijo es consustancial al Hijo 62
3. La circumincesión entre el Hijo y el Espíritu 64
4. El Espíritu del Hijo procede del Hijo 67
5. Conclusión: sentido de la expresión «Espíritu del Hijo» 76
C A P I T U L O I I I : E L ESPÍRITU SANTO C O M O ESPÍRITU DE CRISTO. L A UNCIÓN
DE CRISTO CON EL ESPÍRITU SANTO EN LA TRADICIÓN PA-
TRÍSTICA 81
1. La Unción Eterna del Verbo 83
a) La unción según S. Justino 86
2. El tema de la unción en los arríanos 94
(*) La paginación corresponde al original de la Tesis, que se conserva en la
Secretaría de la Facultad.
7
JOSE MIGUEL ODERÒ
3. La unción respecto a la eficiencia de las divinas Personas (S. Basilio de
Cesárea) 98
4. La unción según S . Gregorio de Nisa 102
5. La unción del Verbo en la carne ( S . Atanasio) 107
6. La unción según S. Cirilo de Alejandría 112
a) La polémica antinestoriana 113
b) La unción y el Verbo 115
c) Unción y Encarnación 119
CAPITULO IV: UNCIÓN Y ENCARNACIÓN 124
1. La Unción y la Encarnación 127
2. El oscurecimiento de la unción 133
3. La santidad sustancial de Cristo 136
4. La doble unción de Cristo 141
5. Algunos testimonios de la Tradición sobre la Unción en la Encarnación ... 147
a) S. Ireneo 148
b) S . Ambrosio 152
c) S . Agustín 155
d) S . Cirilo de Alejandría 162
6. Desarrollos posteriores 172
7. Conclusión: la unión hipostática y la Unción con el Espíritu Santo 188
C A P I T U L O V : E L BAUTISMO DE CRISTO Y EL DESCENSO DEL ESPÍRITU SANTO 207
1. La Unción en el Bautismo 208
2. Argumentos a favor de una Unción en el Bautismo 231
3. Argumentos en contra de una Unción en el Bautsimo 251
4. El sentido eclesiológico del Bautismo del Señor 260
5. La venida del Espíritu Santo en el Bautismo de Cristo 276
CONCLUSIONES 292
BIBLIOGRAFÍA 300
8
BIBLIOGRAFIA D E LA TESIS
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9
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A) Siglas utilizadas para las referencias y citas de las obras de Cirilo Alejandrino:
AdD Oratio ad Arcadiam et Marinant augustas de fide, PG 76, 1201-
1336; ACO, 1,1,5, pp. 62-118.
AdM Epistuìa 1, Ad monachos Aegypti, PG 77,9-40; ACO 1,1,1, pp.
10-23.
ATh Apologia XII anathematismorum contra Theodoretum, P G 76,
385-452; ACO 1,1,6, pp. 110-146; ed. PUSEY (Oxford 1874),
voi. 6, pp. 384-497.
9,10 DAd De adoratione et cultu in spiritu et ventate, libros I X y X , PG
68, 133-1125.
DI De incarnatione unigeniti, ed G. M. DURAND, Deux dialogues
christologiques, en SC 97 (París 1964), pp. 118-301; PG 75,
1189-1253.
6,7 DT De sancta trinitate dialogi, diálogos V I y V I I , PG 75, 1001-1124;
cfr. G. M. de D U R A N D , Cyrille d'Alexandrie. Dialogues sur la
Trinité, I I I , en SC 246 (Paris 1978).
17 Ep Epistula 17, Ad Nestorium (una cum synodo Alexandrina), PG
77, 105-121; ACO 1,1,1, pp. 33-42.
50 Ep Epistula 50, Ad Valerianum episcopum Iconii, PG 77, 256-277;
ACO 1,1,3, pp. 90-101.
55 Ep Epistula 55, Ad Anastasium, Alexandrum, Martinianum, lohan-
nem, Paregorfium presb. et Maximum diac. ceterosque monachos
Orientales, PG 77, 289-320; ACO, 1,1,4, pp. 49-61.
Exp Explanatio XII capitulorum, P G 76, 293-312; ACO 1,1,5, pp. 15-
25.
4 G Glaphyra in Pentateuchum, libro IV, PG 69, 9-678.
8 Horn Homilía paschalis VIII, P G 77, 553-577.
HEB Fragmenta in epistula ad Hebreos P G 74, 953-1006; cfr. P. E.
PUSEY, S.P.N. Cyrilli archiepiscopi Alexandrini in D. Ioannis evan-
gelium, III (Oxford 1872; Bruselas 1965 ), vol. 5, pp. 362-423.
2
2,3,5,11 10 Commentarti in lohannen, libros II,III,V y X I , P G 73-9, PG
74,756; cfr, P. E. PUSEY, S.P.N. Cyrilli archiepiscopi Alexandrini
in D. Ioannis evangelium (3 vol.), (Oxford 1872; Bruselas 1965 ). 2
5 IS Commentarius in Isaiam prophetam, libro V, PG 70, 1.144-1.449.
1.449.
LC Commentarii in Lucam: Scholia in catenis, P G 72, pp. 476-950;
cfr. J. SICKENBERGER, Fragmente der Homilien des Cyrill von Ale-
xandrien zum Lukasevangellium, en TU 34 Ib (Leipzig 1909), pp.
65 ss.
MT Commentarii in Mattheum, P G 72, 365-474; cfr. J. REUSS, Mat-
thäus-Kommentare aus der griechischen Kirche, en TU 61 (Berlín
1957), pp. 143-269.
15
JOSE MIGUEL ODERÒ
2,3,4 N Libri contra Nestorium, libros 11,111 y IV, PG 76, 57-208; ACO
1,1,6, pp. 32-91.
44 PS Expositio in Psalmos, 44, PG 69, 1.025-1.045.
QBV Contra eos qui Theotocon nolunt confiten, P G 76, 256-292; ACO
1,1,7, pp. 19-32.
QUX Quod unus sit Christus, ed G. M . de D U R A N D , Deux dialogues
christologiques, en SC 97 (París 1964), pp. 302-514; PG 75,
1.253-1.361.
Sch Scholia de incarnatione unigeniti, PG 75, 1.369-1.412; ed. PU-
SEY (Oxford 1874), vol, 6, pp. 498-579; ACO 1,5,1, pp. 219-231.
TT Thesaurus de Sancta et consubstantiali trinitati, PG 75, 9-565.
En principio, para facilitar su consulta, se citarán por la edición de Migne todas
las obras del Alejandrino, excepto QUX y DI, que se citarán por la edición de
DURAND (SC 97); Sch y ATh se citarán por la edición de Pusey (P6). Estas obras
DURAND (SC 97); Sch HEB y ATh se citarán por la edición de PUSEY. Estas cinco
últimas obras serán citadas con el n,° de la página y el n.° del renglón según la
numeración que figura al margen de la edición.
B) Siglas de revistas:
MSR Mélanges de Sience Religieuse.
NRT Nouvelles Revue Théologique.
RB Revue Biblique.
RHE Revue d'Histoire Ecclésiastique.
RSR Revue des Sciences Religeuses.
RT Revue Thomiste.
16
LA UNCIÓN DE CRISTO EN SAN CIRILO DE ALEJANDRÍA
Pocos entre los Padres poseerán una doctrina sobre la Unción
de Cristo tan desarrollada como Cirilo Alejandrino.
Constante de su concepción cristológica es la relación estrechí-
sima —casi identificación— entre Unción ( X P " " ? ) y Santificación
(aYia.oTj.oc,) de la naturaleza humana de Jesucristo. A este respecto,
la teología de Cirilo tendrá posteriormente una trascendencia teoló-
gica singular, en cuanto su especulación había logrado asignar defini-
tivamente un sentido claro y concreto al tema bíblico de la Unción.
Las consecuencias de esta labor teológica se harían sentir en cualquier
investigación posterior sobre el tema, porque éste ya aparecería, en
principio, situado.
Con todo, a lo largo de su extensa actividad literaria, cabe apre-
ciar una cierta evolución en el tratamiento que Cirilo aplica a la Un-
ción. El hito fundamental en esa evolución vendrá marcado por su
controversia con el nestorianismo. Cirilo verá entonces la necesidad
de investigar el sentido del nombre Cristo y las relaciones entre la
Unción y «la economía de la Encarnación».
Específico de la teología ciriliana sobre la Unción de Cristo
es acoger y destacar la dimensión pneumatológica de este tema cris-
tológico: Cristo está ungido por Dios Padre con el Espíritu Santo , 1
que es el Espíritu propio de Cristo. La humanidad de Jesucristo re-
cibe el Espíritu Santificador como primicia de aquella efusión pro-
fetizada para los tiempos mesiánicos. Por ello la Unción se cons-
tituye en hito fundamental dentro de la entera Historia de la Sal-
vación, pensada también por S. Cirilo en clave pneumatológica.
1. Sobre el tema del momento de la Unción, cfr. ODERO, J. M., La Unción y el
Bautismo de Cristo en S. Cirilo de Alejandría, en Actas del III Simposio Internacional
de Teología, ed. Univ. de Navarra (Pamplona 1 9 8 2 ) , pp. 5 1 9 - 5 4 0 .
17
JOSE MIGUEL ODERÒ
I. STATUS QUAESTIONIS
¿Cuáles son las coordenadas más generales para situar el tema
de la Unción en la teología del Alejandrino? D. Petau percibe ya 2
que S. Cirilo, como la mayoría de los Padres, relaciona indisoluble-
mente la Unción con el Espíritu Santo.
En cuanto acción que santifica, unción implica santidad y gra-
cia, así como también la existencia de una sustancia que deba ser
santificada —es decir, que no sea santa por esencia—. En con-
clusión, la Unción y el nombre Cristo (Ungido), se asocian natural-
mente con tres realidades: el Espíritu Santo, la gracia y la natura-
leza humana . 3
El análisis etiológico del proceso por el cual es santificada la
naturaleza humana concluye en la Divina Trinidad y, particularmen-
te, en el Espíritu Santo que inhabita en las almas . S. Cirilo, por4
esto, recalcará que el nombre Cristo se refiere directamente a la san-
tificación de la naturaleza humana asumida por el Verbo, y así Cris-
to cosignifica esa naturaleza humana. Por tanto, no es propio ni
exacto denominar Cristo al Verbo antes de su Encarnación.
Pero la Unción de Cristo —añade Petau— resulta ser una pe-
culiarísima santificación. En primer lugar, porque supone la unión
hipostática, de modo que Jesucristo se santifica a sí mismo. En Cris-
to, la misma unión hipostática con la divinidad en el Verbo (cúvoSoc,
cpuíHxf), imo<rzaxwi\) debe entenderse ya como santificación. A la
¡
vez —sin embargo—, Cirilo habla de otra unión intencional y no
sustancial, que debe aún relacionar la humanidad asumida con el
Verbo y con el Padre por el Espíritu Santo: la svwox O-XETUCV) . 5
S. Tromp , por su parte, contemplando en Cirilo esta estructu-
6
ra diádica de la Unción de Cristo, propone caracterizarla como una
doble unción: la Unción del alma de Cristo es, en primer lugar,
unción de la naturaleza humana por el Verbo, y, simultáneamente,
2. PETAU, D., Dogmata theologica VI. De Incarnatione Verbi, cc. VI-VIII (Paris
1867), pp. 440-458.
3. Ibid., cfr. c. V I I I , pp, 450-458.
4. Ibid., cfr. c, V I I , pp. 443-450. «Igitur, divinitate ipsa, et ejus applicatione,
humanam Christi naturam sanctificatam fuisse, luculenter docet... Cyrillus Alexandri-
nus» (p. 443). El editor anade al margen: «causa formalis sanctitatis Christi, est Di-
vinitas».
5. Ibid., cfr. p. 449.
6. TROMP, S., De Spiritu Christi anima (Roma 1966).
18
CRISTO Y EL ESPÍRITU SANTO
unción del theandros por el Espíritu Santo . Así, el alma humana
1
de Jesús se convertiría en instrumento apto para la Salvación, ca-
paz de merecer por nosotros y de ser utilizada como vehículo efi-
caz de la gracia. Esa segunda unción por el Espíritu fundamenta-
ría que el Espíritu Santo pudiera ser denominado Espíritu de Cris-
to, en el sentido de que el Espíritu Paráclito es propio de Cristo
(t5íov) aunque sea adventiciamente (ÉTOMITOI;) .
j
8
A. Orbe, en su monografía sobre los Valentinianos, plantea a
S. Cirilo esta pregunta: ¿qué efectos produce el Espíritu Santo en
la Humanidad de Cristo? La cuestión es tremendamente interesan-
te, aunque Orbe sólo la contempla luego en una de sus dimensiones:
en su relación con la Filiación . 9
J. Mahé, que ha estudiado magistralmente la santificación en
Cirilo, podría responderla más ampliamente : los mismos efectos
10
que en nosotros produce la gracia pueden aplicarse analógicamente
a la Unción de la Humanidad de Cristo.
La Soteriología ciriliana —dice Mahé— viene toda entera a con-
testar un interrogante: ¿cómo se podía restituir el Espíritu Santo
a la naturaleza humana, una vez que en Adán pecador el Espíritu
divino la hubiera abandonado? Como respuesta, Cirilo dibuja con
trazos claros y sugestivos toda la economía de salvación en clave
pneumatológica. Los planes salvadores de Dios tienen su centro en
Cristo, el Verbo encarnado. El Verbo asume la humanidad y le co-
munica aquel Espíritu Santo que puede denominarse suyo propio.
De esta forma, la Humanidad comienza de nuevo a ser santificada
7. «In oecenomia Novi Testamenti prima missio Spiritus Sancti ad extra fuit
illa missio, qua uñeta fuit anima Christi hora incarnationis oleo Spiritus. (...) Notan-
dum in die Incarnationis in thalamo Virginis duplicem unctionem accidisse, non qui-
dem tempore sed natura distinctam. Natura prior erat illa, qua natura humana un-
gebatur verbo Dei; natura posterior altera, qua ipse Theandros oblinebatur unctione
Spiritus Sancti. Hanc alteram unctionem intendit S. Cyrillus Alexandrinus... (cfr. Itt
loh. cap. 17, 20-21; PG 74, 559; TD 61).» (Ibidem, pp. 236-237).
8. El Espíritu Santo es propio del Verbo encarnado también en otro sentido. En
cuanto Cristo es Dios, el Espíritu es suyo (puobKtbç,.
9. Cfr. ORBE, A., Estudios valentinianos III. La Unción del Verbo (Roma 1961),
pp. 335-337. El interés de Orbe por S. Cirilo es sólo indirecto, en cuanto pueda
hallar en él analogías con los valentinianos. Cirilo afirma que la filiación divina de
Cristo no es una consecuencia de la Unción con el Espíritu. Orbe interpreta entonces
la soteriología pneumatológica de Cirilo de un modo que el mismo S. Cirilo quizás
rechazaría; en concreto, parece extraña a la teología de Cirilo la asimilación que Orbe
realiza del concepto acostumbramiento del Espíritu (cfr. 2 10, I, P G 73, 208 A) a
una progresiva transformación del Espíritu. Según Orbe, en S. Cirilo se aprecia cómo
Cristo transforma al Espíritu Santo en Espíritu de Adopción.
10. M A H É , J , La sanctification d'après saint Cyrille d'Alexandrie, en RHE 10
(1909), pp, 30-40 y 469-492. De hecho, Mahé no plantea directamente la pregunta,
pero recoge los elementos necesarios para contestarla en parte.
19
JOSE MIGUEL ODERÒ
en Cristo. Y, desde ese momento, cada hombre que se adhiere a
Cristo recibe también el Espíritu Santo para que le santifique.
Dentro de este esquema la Unción de Cristo —diríamos— de-
be situarse en ese recibir Cristo en su Humanidad el Espíritu Santo
que El mismo se otorga —es suyo propio— en cuanto es Dios. El
sentido de la Unción es esencialmente económico: «habituar» el Es-
píritu Santo a que repose en la naturaleza humana y luego comuni-
carlo a los hombres. La santidad de Cristo es esencialmente santidad
soteriológica: es la santidad del segundo Adán, que recibe el Espí-
ritu Santo por nosotros, para nosotros.
Peculiar en el misterio de Cristo es que puede hablarse de santi-
dad por dos títulos: por naturaleza y por participación, y ello si-
multáneamente. De una parte, es El mismo quien se santifica me-
diante su Espíritu, en razón de la unión hipostática; de otra, tam-
bién es necesario suponer en su humanidad una santidad creada, ya
que ninguna cosa creada —como es creada la humanidad asumida—
puede ser santa sin ser santificada.
El Espíritu Santo, que es el XP"T*a derramado en la Unción de
Cristo, produciría en esa Humanidad que santifica efectos semejan-
tes a los que causa en los cristianos: fortificar contra los obstáculos
que se oponen al cumplimiento de la vocación (de la misión); ilumi-
nar, señalando el fin sobrenatural de modo que se evite cualquier
ilusión mundana; fecundar, infundiendo las virtudes sobrenatura-
les; embellecer, conservando aquel primitivo esplendor de la cria-
tura recién salida de las manos de su Señor; sellarla como imagen
de la Trinidad, deificando esa naturaleza humana. El único efecto
que en Cristo resultaría impedido es la filiación adoptiva. En cuanto
la filiación divina es una relación personal o hipostática, en Cristo no
puede ser una consecuencia de la Unción con el Espíritu Santo. Por
ello no existe en Cristo ninguna filiación adoptiva.
•k * *
Aunque los autores que hemos analizado hayan abordado ya con
acierto el estudio de la Pneumatología ciriliana, no existía un es-
tudio monográfico sobre Unción en S. Cirilo. El tema ha sido siem-
pre tratado desde otras instancias teóricas, con posible perjuicio
de la originalidad del planteamiento ciriliano.
En las páginas siguientes se intenta cubrir ese hueco, con la
pretensión de analizar todos los textos relevantes del Alejandrino
20
CRISTO Y EL ESPÍRITU SANTO
sobre este punto y dibujar así su Teología de la Unción en toda su
riqueza.
En la exposición ordenada de esos textos podrá vislumbrarse
cuál fuera el itinerario histórico del pensamiento de S. Cirilo sobre
este lugar. Para analizarlo, seguiremos este orden: 1.°) Escritos exe-
géticos; 2.°) Obras antiarrianas (Aquí incluiremos también el estudio
de una obra exegética: los Comentarios al Evangelio de San ]uan.
Por su carácter polémico y por su más precisa datación, considera-
mos que conviene analizarlos en este apartado); 3.°) Escritos anti-
nestorianos.
El estudio que se emprende soslaya intencionadamente un as-
pecto que, en el futuro, será ineludible: el análisis de las fuentes
de la teología ciriliana y sus citas implícitas de otros Padres y escri-
tores eclesiásticos. Cuando se hayan completado monografías sobre
la Unción en Orígenes, Atanasio, Gregorio de Nisa, Eusebio de Ce-
sárea, etc., podrá coronarse ese análisis de fuentes.
II. LA UNCIÓN DE CRISTO EN LOS ESCRITOS EXEGÉTICOS
DE S. CIRILO
Las alusiones más interesantes a la Unción se encuentran en las
Glaphyra, en De adoratione et cultu in Spiritu et veritate y en los
Comentarios exegéticos a Isaías, al Evangelio de S. Mateo, al Evan-
gelio de S. Lucas y a la Epístola a los Hebreros . 11
a) Glaphyra
El libro I V de las Glaphyra interpreta tipológicamente la un-
ción de Betel (Gen 28,18), viendo en la piedra que Jacob ungiera
un tipo del mismo Jesucristo: «porque el Enmanuel fue ungido por
Dios Padre con el óleo de la alegría por encima de sus compañeros (Ps
44,8)» . n
Jacob ungía la piedra después de erigirla, distinguiéndola así do-
blemente como algo sagrado. Esta solemne ceremonia anticipaba tí-
picamente el contenido esencial de la predicación apostólica : «el 13
11. Citaremos todas estas obras por la edición de Migne, excepto un Comentario
a la Epístola a los Hebreos que sólo ha editado Pusey.
12. 4 G, P G 69, 189 C.
13. Cfr. Act 10, 38.
21
JOSE MIGUEL ODERÒ
Señor nuestro Jesucristo, en cuanto ungido por el Padre en el Es-
píritu Santo y surgido de entre los muertos» . 14
Cirilo se refiere al Ungido con una fórmula trinitaria: xsxpwLiévoe;
itapá naxpó.; év kyl(¿ IIVEULIGCTI^ fórmula que poco antes resumía más
sintéticamente: Jtéxpwnai itapa t°ü ®EOÜ " a i Ilaxpói;.
El sujeto de la unción es el Enmanuel o el Señor Jesucristo.
b) De adoratione
En los libros IX-XII de la obra De adoratione et cultu in spiritu
et vertíate continúa comentando el Pentateuco. En varios lugares
del Éxodo se incluyen prescripciones sobre la confección del óleo
santo (Xpíc^a áy(ov) y sobre unciones con ese óleo, tanto para con-
sagrar objetos de culto como a las personas de los sacerdotes . Ciri- 15
lo también interpreta tipológicamente dichas unciones. El sentido
de la Unción de Cristo queda, pues, fijado por analogía con las un-
ciones mosicas: la unción es un rito de consagración y santificación . 16
El óleo santo significa la santificación de los cristianos, que se
realiza en Cristo mediante el Espíritu Santo: xaTra<m.Liif)VE(,Ev . . . TÓV IV
Xpio-tcJ) 8iá IIvEÚnaTO<; á.yi.at.cp.óv . 17
Pero la unción del Arca de la Alianza, del Altar de los Sacrifi-
cios, los candelabros y el Altar del Incienso prefiguraba y tipifi-
18
caba la misma Unción de Cristo: áva-ruitoÚLiEvov TÓV 'Eu^avouriX, . I9
Cirilo menciona también aquí el Ps 44,8 y Heb 11,11 , para 10
enseñar que el Emmanuel es santificado de algún modo:
«El mismo que otorga a todos los otros la santificación y,
siendo Dios, la distribuye a una con Dios Padre, se san-
tifica como nosotros según su humanidad; y esto es lo
que se llama la kénosis. Pues quien es santo por naturale-
za siendo Dios, se dice que necesita que Dios le santifi-
que... (cfr. Act 10,38). Por tanto, la unción afecta a la
humanidad y también la santificación de la carne ( . . . ) » . 21
14. 4 G, P G 69, 189 D.
15. Cfr. Ex. 30, 23-24; 10, 15-29; 29, 19.
16. Cfr. Ex. 30, 30: XpíffEi?, x a l á^iáffen;.
17. 9 DAd, P G 68, 645 B.
18. Cfr. Ex 10, 25-29.
19. 10 DAd, P G 68, 689 D .
20. Heb 11,11: «El que santifica y los santificados, proceden todos de uno».
21. 10 DAd, P G 68, 689-D-692A. Aparece aquí el concepto de Kénosis, que tanta
importancia tiene en la doctrina ciriliana de la Unción. Cirilo explica que el misterio
de la santificación de la humanidad de Cristo sólo puede entenderse como una secuela
de ese abajamiento que supone la Encarnación.
22
CRISTO Y EL ESPÍRITU SANTO
Es sensible la identidad entre unción y santificación, desde el
momento en que se concluye la necesidad de la santificación a par-
tir de un testimonio escriturístico sobre la Unción con el Espíritu
Santo (Act 10,38).
El tema de la unción queda planteado en Cirilo como una exi-
gencia de la fe: la S. Escritura viene a decir que Cristo fue santifi-
cado. A la vez, es clara la fe de la Iglesia en que el mismo Cristo es
santificador. Se hace preciso buscar una solución teológica que
resuelva esa aparente contradicción. La propuesta ciriliana con-
siste en distinguir expresamente las dos naturalezas de Jesucris-
to: Cristo santifica en cuanto es Dios ®thc) y es santificado
según esa naturaleza humana que tiene en común con nosotros
rpwv ártáÍETGti x a T á T6 áv&púmvov). En consecuencia, la Unción sólo
es padecida por la humanidad de Cristo: rapl t ° ávdpwmvov r\ xplcic,,
Cirilo nombra esa misma unción con la expresión bíblica santi-
ficación de la carne (° á.yiaaiibc, trie, aa.px.6c); fórmula muy expresiva,
por mentar aquello que manifiesta radicalmente la absoluta diferen-
cia entre Dios y el hombre: la carne, la materia. La carne, el cuer-
po, es señal inconfundible de la condición creatural del hombre cu-
ya entera naturaleza es denominada metonímicamente carne . La 22
carne, el hombre como ser corpóreo, es obviamente criatura y no
puede ser naturalemnte, por sí mismo, santa, «sion por cierta par-
ticipación de la divinidad; pues la santificación viene a las criatu-
ras desde fuera (frúpedtev) y consiguen la gracia adventiciamente
(EÍOTÍOITJTWÍ;) d Dios» .
e
23
La Unción de Cristo exigía también del teólogo una pregunta
por su sentido, por su necesidad. El Alejandrino dirá que la carne
de Cristo —su humanidad— no podía sustraerse a esta necesidad
de ser santificada, comoquiera que no podía ser santa por esencia.
Debió en consecuencia ser ungida y santificada adventiciamente,
recibiendo «desde fuera de ella» —desde Dios— esa gracia (y\ xáp<4)
que la divinizase (&<i év ns&á|Ei Tfj n a p a dsoü).
Concluye Cirilo contraponiendo esa Unción de Cristo a la un-
22. S. Cirilo utiliza los términos ffápC y vaóc en el sentido que reciben en
las Escrituras, como sinónimos de avQpWTtoc, para significar la entera naturaleza hu-
mana (cfr. G . JOUASSARD, Saint Cyrille d'Alexandrie et le schéma de l'incarnation
Verbe-chair, en RSR 4 4 ( 1 9 5 6 ) , 2 3 5 ) .
La naturaleza humana de Cristo no es para Cirilo una verdadera persona, una
naturaleza independiente; por eso la designa con las palabras: crápi;, Í5ía crápi;, crwu.a,
avBpwTCÓTTK, TÔ xa8' Tiuâç (cfr. M , JUGIE, La terminologie christologique de Saint
Cyrille d'Alexandrie, en Echos d'Orient 1 5 ( 1 9 1 2 ) , p. 2 6 ) .
23. 10 Dad, P G 6 8 , 6 9 2 A .
23
JOSE MIGUEL ODERÒ
ción de los cristianos realizada por Cristo, «(...) que es en verdad
el Santo de los Santos, pues santifica en cuanto Dios, ungiendo con
su propio Espíritu a los que llegan a estar en participación con él
mediante la fe» . Queda apuntada la íntima unión entre Cristo y
24
el Espíritu Santo en la tarea de la santificación, pues Cristo no un
ge a los cristianos sino con ese Espíritu que puede llamarse propio
suyo ( Ф £5'ф xaxaxpícúv irvsúuaTi),
Т
c) Comentario a Isaías (Is 61)
Cirilo vuelve а preguntarse cómo puede ser santificado (яыс, o5v
el Unigénito, siendo Dios por naturaleza y el Santo de los
•i^iáXfixo)
santos que santifica toda criatura . 25
Como respuesta, ofrece una definición de la Unión:
«Siendo El mismo a la vez Dios y hombre, otorga el Es
píritu a las criaturas de modo divino, pero lo recibe a su
vez de Dios Padre en razón de su humanidad. Esto es lo
que llamamos Unción» . 26
Ser santificado o ungido es tanto como recibir el Espíritu San
to (Séx^at), que es enviado por el Padre ( т о р а той ®eo0 xod Пестрое,).
Por otra parte, ese recibir el Espíritu sólo puede acontecer al
Unigénito t a t a t ó v áv&pcbrcivov. Sólo en cuanto el Verbo sufrió el
abajamiento de la Encarnación (vw ярое, Tfpócc. óu.oiWiv fareXitóv, xcri
xaMc, éauTÓv sic. xévcocw), puede predicarse de El Is 11,2: El Espíri
tu del Señor está sobre mí . 11
d) Comentario al Ev. de San Mateo
Cirilo da razón del nombre Cristo que el hagiógrafo hace apare
cer en Mt 1,1:
«Dice Cristo, porque (8ia) los antiguos reyes y sacerdotes
eran ungidos con óleo envasado en un cuerno». Pero Je
sucristo no es Cristo porque alguien le ungiera con ese
óleo material, «sino por ser ungido con el Espíritu divi
24. Ibid., PG 68, 692 B.
25. 5 Is, 5, PG 70, 1349 D.
26. Пыс, oöv ^уьа^ето; ©yoc, yàp úrcápxiov opioü xod avSpumoe, è aÙTÒc,,
8£8ы<п uiv OEÍXUC , ТО тоейиа Tfj XTÚTEI, 8¿XETai 8è aùcò mapa той веоО
x a l Патрос,, х а т а т о ávGptímvov, TaÚTTjv eívaí <pau.ev TT)V XP4O"I>V (Ibid., PG
70, 1349 D1352 A ) .
27. Ibid. PG 70, 1349 D.
24
CRISTO Y EL ESPÍRITU SANTO
no; porqué él poseyó verdadera y propiamente al Espíri
tu Santo» . 28
Desde la perspectiva del Nuevo Testamento aparece antes el te
ma del nombre de Cristo que el tema de la Unción, causa propia de
ese nombre. Cirilo da razón del nombre Cristo especificando que
su motivo es la Unción con el Espíritu Santo. Consecuencia caracte
rística de esa Unción de Cristo es poseer el Espíritu de un
modo peculiarísimo: с с Ь $ ы ? x a i xupíu<;.
e) Comentario al Evangelio de S. L ucas
Cirilo relaciona la universal efusión del Espíritu divino profe
tizada por Joel y L e 4,1: Jesús regresó del Jordán lleno del
29
Espíritu Santo (ITveú[xaTo<; áyiou яХ^ртк) :
«Observa aquí conmigo la naturaleza humana ungida en
Cristo como en sus primicias con la gracia del Espíritu
Santo. (...) Lo profetizado se cumple en Cristo, como en
el primero, para nosotros» . M
Cristo es Cabeza de la segunda humanidad y camino por el que
nos llega la salvación. Esa salvación consiste en participar del Espí
ritu Santo para obtener la regeneración y la filiación divina . 31
El Primogénito debía recibir ese Espíritu, aunque de modo sin
gular: ° 7срытос, . De hecholo recibe, a pesar de ser El mismo dador
32
del Espíritu (той Шейиатос, 8от/)р). A pesar de ser santificador
(áyiá^wv) de toda criatura, desea como nosotros ser santificado
(&yiáX,tiai u,sd' T p ñ v ) , con el fin de ser en todo semejante a nosotros.
La razón de ello es estrictamente soteriológica: porque a través
de El debían llegar a nosotros la dignidad y la gracia propias de
la comunión con el Espíritu divino . 33
La Unción de Cristo tiene una finalidad esencialmente salva
dora. Es Unción de toda la naturaleza humana, naturaleza realmen
te poseída por Cristo. Existe una misteriosa solidaridad entre Cris
to y todos los hombres, compatible con una real distinción entre
nuestras sustancias individuales. Ambos aspectos están significados
28. MT, PG 72, 365 A.
29. Ioel 2, 29.
30. 1С, 4, PG 72, 525 B.
31. C fr. ibid., PG 72, 525 C .
32. Ibidem.
33. C fr. ibid., PG 72, 525 D527 A.
25
JOSE MIGUEL ODERÒ
en tres expresiones cirilianas sobre la unción de Cristo: ÉV áinapxíi
XpiffTy^ ele, Tjna? üe, év TcpÚTCp XpiffTÍj^ 7tpwTto<;.
Al comentar Le 4 , 1 8 insistirá en lo mismo: xáxpunrca itapa TOO
©EOO xai, LTaTpóe, ele, aw-irripíav -ríjc, ÜTCÓ oüpavóv . La unción tiene lugar
M
para nuestra salvación, manteniendo estrecha semejanza con la mis-
ma Encarnación: ambas tienen el mismo fin. Además la Unción su-
pone la Encarnación, porque Jesucristo recibe el Espíritu xati TÓ
ávdptiravov 3 5
,
¿Para qué la Unción? Para lo mismo que era necesaria la
Kénosis: «recibe también el nombre de Cristo y asume esa función
( T í p a r n a ) por causa nuestra (Si' rpac,)» . 3S
f) Comentario a la Epístola a los Hebreos
Poseemos algunos fragmentos donde S. Cirilo comenta la Epís-
tola a los Hebreos (concretamente Heb 1 , 9 donde explícitamente
37
está citado Ps 4 4 , 8 ) . Las palabras del Salmo 4 4 se interpretan refe-
ridas al misterio de la Encarnación . Cirilo combate la opinión de
38
quienes ven dirigidas esas palabras no al Unigénito sino a un puro
hombre, itpóe, avdpwitov á i t X w ^ . Es preciso —dice— confesar la
39
unidad verdadera del Hijo de Dios que se ha hecho hombre. Y ar-
gumenta con un resumen de su soteriología pneumatológica, que
muestra el auténtico sentido de la Unción aludida en Ps 4 4 , 8 . El
Verbo se hace hombre para salvarnos:
(«...) por eso se dice que es ungido mediante el Espíritu
Santo; no recibiéndolo para sí mismo, pues en cuanto
Dios ya es santo por naturaleza, sino para conducirnos a
la gracia por medio de sí mismo ( . . . ) » . 40
En los párrafos siguientes Cirilo se enfrenta con la doctrina
arriana de la Unción del Lógos previa a la Encarnación. Con lógica
inexorable va mostrando los supuestos de esa teoría: que el Hijo
necesitaría como tal ser santificado, y también el Padre. Así demues-
tra el error de esta hipótesis, reduciéndola al absurdo.
34. lbü., P G 72, 536 A.
35. Iba., PG 72, 536 C.
36. Iba., PG 72, 535 D.
37. Cfr. Volumen 5 de la edición PUSEY, pp. 376-382.
38. HEB, p, 376, 18-19.
39. Iba., p. 376, 22 ss. La misma expresión se atribuye a Nestorio en 2 AN, 1,
PG 76, 72 A .
40. HEB, p. 378, 13-22.
26
CRISTO Y EL ESPÍRITU SANTO
La verdadera doctrina católica enseña más bien que la unción
santificadora sólo tiene lugar después de la Encarnación y que es
santificación x a T a o-ápxa 41
:
«Después de hacerse carne, él mismo (el Verbo) unge su
templo con su propio Espíritu (...). Por tanto se dice que
recibe el Espíritu OÍXOVOLUKWC, n cuanto hombre ( . . . ) » .
e
42
La Unción de Cristo tiene un carácter fundamentalmente sal-
vífico, en cuanto es el medio determinado por la Trinidad para
hacer llegar la gracia y la salvación a todos los hombres. Adquiere
así un valor de universalidad.
Pero la peculiaridad de esa Unción no reside sólo en esa fina-
lidad soteriológica. Es que, además, esa Unción se lleva a cabo de
un modo enteramente singular. Cirilo tiene ya acuñada una fórmula
precisa para expresarlo: 6 AC-YOC, -ry íSúp nvsúu.aTi, xaTa/pia TÓV iavtov
vaóv , 43
En la Unción de Cristo hay, pues, una doble reflexividad que la
distingue a priori de la unción de los cristianos: sólo Cristo se
unge a sí mismo y se unge con su propio Espíritu.
III. LA POLÉMICA ARRIANA
Antes de la controversia nestoriana, S. Cirilo redacta tres obras
importantes —una exegética y dos de carácter dogmático— que
tienen una característica común: la argumentación polémica entra
el arrianismo.
Esas obras, fechadas con seguridad antes de 429, son: el Tesoro
sobre la Trinidad santa y consustancial, el Diálogo sobre la Trinidad
y el Comentario al Evangelio de S. Juan.
En las tres desarrolla Cirilo el tema de la Unción de Cristo,
dentro de un contexto antiarriano que en estas fechas resultaría
quizá anacrónico . 44
41. Ibid., p. 379, 10-13.
42. Ibid., p. 379, 18-25.
43. Ibid., p. 380, 26-27.
44. Cfr. LIÉBAERT, L'Incarnation I. Des origines au Concile de Chalcédoine (Pa-
ris 1966), p. 188; L'évolution de la christologie de Saint Cyrille d'Alexandrie à partir
de la controverse nestorienne, en MSR 27 (1970) 38; La doctrina cbristologique de
27
JOSE MIGUEL ODERÒ
a) El Tesoro sobre la Trinidad
Trata incidentalmente la cuestión de la Unción en la Assertio
XIII y también en la X X . 4 5
La Assertio XIII se limita a recoger el uso arriano de Ps 44,8,
paralelo al de Phil 2,910. Si es ungido como Dios —decían los
arrianos— porque amó la justicia y aborreció el pecado (Ps 44,8),
entonces hay una causa de la unción y de la exaltación. Pero si hay
un proceso causal, hay también alguna mutación y entonces el Un
gido no es Dios Inmutable ni Hijo de Dios por naturaleza . 46
Cirilo hace ver que, en ese tratamiento de la Unción, el Hijo
no sería en absoluto distinto de nosotros, que al ungirnos partici
pamos de la naturaleza divina y de la filiación; porque también en
él la Unción sería un don (nwfrás). Además, tras extraer con toda ló
gica de la interpretación arriana otras conclusiones absurdas ', la 47
descalifica de plano por ser antikenótica: ¿dónde estaría su abaja
miento si el Verbo fuera radicalmente exaltado y ungido y hecho
Hijo? . 48
S. Cyrile d'Alexandrie avant la querelle nestorienne (Lille 1 9 5 0 ) . Al describir segui
damente las tesis amanas sobre la Unción sólo tratamos de precisarlas en cuanto
Cirilo las caracterizó, sin entrar en la cuestión histórica de la exactitud de esa carac
terización.
45. C fr. también la Assertio X X I , P G 7 5 , 3 6 4 C.
46. Парос Sé т ф ФаХцыбф уеуратстаь rcáXiv ' A i a TOÜTO Expicé ce 6
©EÓC; erou eXaiov ауаХХьасЕи*; тиара TOÚC ; IAETÓXOUC ; сои'. Е 1 т а Хауоиот, та
р т р а т а oocpi^ÓLiEvoi, OTI, т о , 5iá, x a l Sia TOÜTO, ataíav T i v á crrpaívEí, 6V rjv
итарифеЬбт), x a i Éxapío"0T) а й т ф т о OVOLUX то итар itav ovo[aa, x a l £Xpío"9rj т ф
ÉXaiy TTJC ; ауаХХгасгЕыс;. E í 5E a i T Í a т ц TOÚTWV а й т ф yáyovE Tcpó^svoc;,
т]ХХомл)8г| 8r)XovÓTb x a i ц.ЕтабЕбХт)та1, тоОто yzyovihc, отар oúx upó TOÚ
TOIT x a i EÍ 8OT6V EV aÚTio то a|¿wy,a, s a r a i x a i ácpatpETÓv. Tó 8E ÉV TOUXÚTTI
хатасгтасгЕЬ tuyxávov, ituc; á v EETJ х а т а cpúcnv т ф атретсты SLIOIOV, x a i тоО
áEÍ úcaÚTC Jí; EXOVTO? EÍXIÜV ( Т Г а. X I I , P G 7 5 , 2 1 3 AB).
47. Ibid., P G 7 5 , 2 1 7 G D .
48. El mismo argumento de los arrianos está expuesto en la Assertio XX:
'Í2<; í\ ávTi0éo"EW<; aipETixcov.
Геуратстаь cpacrív «'Нуатгпо'ас; SbxaiocrúvTiv, x a i é[j,¿o"T)o"a<; ávouiav, 8 i á
тоОто Éxpicé C E ó ©EÓ<;, 6 ©EÓ<; <rou». Oúx av o3v 8Xco<; XEXp£o"8at TÓV Kúpwv
ScbcrouEV, EÍ (JLT) Sixaiooúvriv fiYáiíTicrE, x a i é[j,£or]0"EV áSixiav. ' O y á p oúvo*£opi,o<;
ó aÍTioXoyixóc;, TOUTÉOTI, 8 i á тоОто, uETaíjú XEÍLIEVOC ;, [xtcrBóv ucntEp ápETfjc;
то ХР'°"ДО SEIXVÚEI. Ei 5é 5 i a TOÜTO xpíexai, OTI Stxaiocrúvriv áyaitqi,, xai
áStxiav UUTEÍ, S&pov EXEI TÓV ayiaabióv. 'O 5é itpoo"8r)xr)<; TIVÓC ; 8ET)0EI<;,
атЕХт|<; av EÍT), x a i oúx 8u,ow<; т ф TEXEÍC O Патр£, ( Т Г , а. X X , P G 7 5 , 3 3 6 А ) .
Cirilo replica encuadrando Ps 4 4 , 8 en el marco de la historia de la Salvación:
sólo el Verbo inmutable podría dar a la naturaleza humana esa inmutabilidad en la
virtud, capaz de impedir la triste eventualidad del pecado y de la esclavitud del diablo.
Por eso fue ungido (cfr. ibid., BC).
28
CRISTO Y EL ESPÍRITU SANTO
La Assertio XX recoge diversos comentarios sobre la Encar
nación como Kénosis, al hilo también de Phil 2,9 y Ps 44,8 . 49
La doctrina ortodoxa interpreta la exaltación del Verbo encar
nado (Phil 2,9) como autoexaltación, en cuanto el Padre realiza
todo 8i' Ytoü. Al recibir «el templo deificado que ha asumido», el
Hijo es exaltado en cuanto se hizo hombre. La gracia y la exalta
ción se refieren, pues, al «...propio templo», que el Verbo hace
suyo con todo lo que la humanidad conlleva ffuuPaívovxa) . 50
Los arríanos veían la unción de Ps 44,8 como unción regia y
santificadora (&Ч РаогЫа xpkzai xal атчафтаь). Por eso, si el Verbo
fuera ya eternamente Rey y Santo —objetarían los arríanos—,
¿cómo entonces es ahora ungido y santificado?
La respuesta de Cirilo es clara: 8wx evcrapxov oíxovoy.íav es ;
decir, 8ь' Tinai;: «Para que la gracia llegase a todos por medio de
El, como que ya está dada a la naturaleza y concedida a todo el
género» . 51
Por lo tanto, puede decirse rotundamente que el Verbo no recibe
la santificación para sí (°úx еаитф), sino estrictamente por la funda
mental razón soteriológica. Aunque precisamente por esa razón el
Verbo encarnado debe recibir en sí la santificación, constituyéndose
en vía y principio activo (óSoc. ucrrcep xai ápxif)) del Espíritu Santo
y de sus dones . 52
Fin de la Unción de Cristo es la glorificación de su humani
dad ; pero, sobre todo, poder recibir y dar el Espíritu para nuestra
53
santificación : si se santifica a sí mismo (Is 17,19) quien es
54
xúpioc, той áy\Á &.v es para cumplir en sí lo que a nosotros nos be
r
>
neficia . 55
b) El Dialogo sobre la Trinidad
También en un contexto polémico antiarriano , Cirilo hablará 56
49. C fr. 7/7/, a. X X , PG 75, 332 B ss.
50. C fr. ibid., PG 75, 333 A.
51. Ibid., PG 75, 333 B.
52. C fr. ibid., P G 75, 333 BC .
. 53. C fr. ibid. C : i v a So^acOf).
54. En último término la Humanidad de C risto recibe el Espíritu para darlo a los
demás hombres: E í aÚTÓe, £¡>v TOÜ IrvEÚ[xaToi; Xopr\ybc„ x a x a TÓ rapi. aíiioü
XEYÓUEVOV «Aá6ET£ ITv£Ü[xa & y i o v » t ó nveOua Xau6ávei.v XéyeTai. %zpi TTIV
ávGpwreÓTTiTa, x a l TJ SÓCIC, x a t TÓ A,au6ávEiv ÓLIOLC OC ;. (Ibid, PG 75, 333 D ) .
Nótese cómo en este importante texto se atribuye a la Humanidad de C risto una
cierta eficiencia (í) 8ó(n<;) a la hora de transmitirnos el Espíritu Santo.
55. C fr, ibid. PG 75, 333 D336 A.
56. C fr. 6 DT, PG 75, 1004 AB.
29
JOSE MIGUEL ODERÒ
aquí de la Unción y santificación de Cristo, demostrando que no es
incompatible con la natural inmutabilidad del Verbo. Analizando la
argumentación arriana , Cirilo aplica el método de «demostración
51
geométrica por reducción al absurdo» , y muestra que de las hipó- 5S
tesis arrianas iniciales podrían deducirse lógicamente tesis patente-
mente contrarias a la fe: que el Padre no es santo o que el Hijo 59
es menor que el Espíritu Santo . Así descalifica como erróneas 60
esas hipótesis.
En el curso de su razonamiento ofrece también los elementos
para una recta intelección de la Unción de Cristo.
En primer lugar, distingue diversos modos de ser santificado
(oí TOO rJYiácrfra!, T p ó i t o i , ) r predestinado ; ser movido a cumplir
: s e
61
un mandato divino, aun sin estar unido al Espíritu Santo —el 62
caso de Ciro y los Medos—; ser consagrada una cosa en sacri-
ficio ; y ser santificado alguien verdaderamente por el Espíritu
63
(áXndwc, Sioc IIvEÚLiaTo<;) como son santificados los santos .
;
64
A Cristo debe aplicársele una santidad que sea contemporánea
con su misión . Sólo puede, por tanto, ser santificado por el
6S
Padre como son santificados los hombres santos, es decir: * TOÜ 5l(
áyiov IIvEÚLiaTO<; .
66
Pero esa santificación no puede consistir en recibir por primera
vez el Espíritu, porque ya lo poseía . Es decir, no recibe entonces 67
algo nuevo y más elevado que le sea otorgado (xcavrjv . . . Xau/rcpav
á-rcoxExépSaxE xápiv), porque en tal caso no habría kénosis . 68
Si recibe el Espíritu Santo cuando se ha hecho semejante a
nosotros es « . . . para que, por fin, el Espíritu inhabitara y des-
57. " O T I TOÍVUV, cpatrlv, áyiocíTLioü U.ETÓX0C, ó Yíóe, {Ibid., P G 75, 1004 C).
58. En realidad se trata de una aplicación de la función sapiencial de la Teología.
Ante quien niega un dogma pero admite otros, puede demostrarse la necesaria conexión
de todos, de modo que negando uno solo se haga imposible conservar cualquier otro
(cfr. S. T O M Á S DE AQUINO, I, q. 1, a. 8).
59. 6 DT, P G 75, 1017 C.
60. Ibid., P G 75, 1020 D.
61. Cfr. Rom 8,29-30; ler 1,5.
62. Cfr. Is 13,3.
63. Cfr. Os 2,13.
64. Cfr. 6 DT, P G 75, 1003 D-1005 B .
65. 'ATOO'TEXXWV yocp ó líavqp TOV Y Í O V , áyíccom, XáyETOU, x a i ovxi "^pi
Tíjc. áitoa-roX.ífc (Ibid., P G 75, 1005 B ) .
66. Ibid., P G 75, 1005 C.
67. ...Év uiEdé^Ei Uve^na-zoc, f¡v ó Aóyoc- (Ibid., P G 75, 1005 C).
68. Cfr ibid., P G 75, 105 D.
30
CRISTO Y EL ESPÍRITU SANTO
cansara en él —que era y es impecable—, como en las primicias
de la raza y como en la segunda raíz...» . 69
Naturalmente esa santificación sólo alcanza eficazmente a su
naturaleza humana . Únicamente en ese sentido el Hijo llega a ser
70
santo y no porque antes careciese de santidad, sino por ser santifi-
cada la carne que ahora es asumida por E l . 71
lo 17,19 pone de manifiesto esta verdad de forma paradójica:
Yo me santifico a mí mismo por ellos. Comenta Cirilo: «es santi-
ficado como nosotros en cuanto hombre, siendo santo por natu-
raleza en cuanto Dios, porque El mismo es quien unge el templo
que habita con su propio Espíritu» . 72
En esa unción es toda la Trinidad quien interviene: 8TI mávTa
•rcapá IlaTpóc, 6Y YíoO év ÜVE^U-OC-U.
c) El libro II del Comentario al Evangelio de San Juan
También aquí se enfrenta S. Cirilo con los conocidos plantea-
mientos arríanos. Ahora el (ptXEYxX.rip.cov alpe-rucóe, concreta aún más
su postura: el Hijo recibió el Espíritu Santo al ser ungido en el
Bautismo del Jordán, siendo ya hombre. Luego no poseía el Es-
píritu antes de la Encarnación, y no puede ser consustancial con
el Padre 0
TEXEÍOC, xai 6tá TOÜTO xprápevoe, , 73
Cirilo entiende que esa exégesis apresurada de Ps 44,8 y lo
1,32-33 no es sino necedad de los poco instruidos arríanos, porque
no entienden lo que leen . Les reprocha fundamentalmente leer
74
las Escrituras al margen de la analogía fidei, de modo que sus
hipótesis desembocan tarde o temprano en serios errores dogmáti-
cos: introducir la mutabilidad en la naturaleza divina , negar la 75
santidad del H i j o , la consustancialidad Hijo-Espíritu Santo y, fi-
76
nalmente la misma santidad del Padre . Sobre todo, la teoría arriana
17
69. " E S E I Y °U£vov ävöpcoTtov TÓ HvE\jp.a XGC6EÍV, I V émÍTCp fjv TE xai
EV
EVTIV oúx EtScbc, ápapTiav, Eu.cpiXoxtopoÍTi Xoiiwv év aÚTco TÓ UvEOna, xai
ávaTTaÚT|Tai xaGáitEp év áuapxfí TOO yívovc, xai p££[] ÖEVTEpa. (Ibid., P G 75,
1008 C).
70. Cfr. ibid., P G 75, 1008 D y 1021 A .
71. En ese mismo sentido es constituido rey según Ps 2,6: cfr. ibid., PG 7?
1008 C.
72. Ibid., PG 75, 1017 A .
73. Cfr. 2 lo, 1, P G 73, 196 C.
74. Cfr. ibid., PG 73, 201 C-D.
75. Cfr. ibid., PG 73, 196 G 1 9 7 C.
76. Cfr. ibid., P G 73, 197 C-200 A.
77. Cfr. ibid., P G 73, 200 D-201 B.
31
JOSE MIGUEL ODERÒ
de la Unción del Hijo es incompatible con la kénosis que enseñan
las mismas Escrituras; porque la Encarnación y sus secuelas deben
entenderse siempre como abajamiento, nunca como perfecciona-
miento . 78
La doctrina ortodoxa sobre la Unción debe asentarse, según
Cirilo, en dos soportes: el misterio de la Trinidad y la economía
de la Salvación. Más en concreto, debe asentarse sobre la profunda
unidad que asocia al Hijo con el Espíritu Santo y sobre una So-
79
teriología pneumatológica. En este libro II del Comentario joánico
traza Cirilo su exposición más completa de esa Soteriología . 80
De alguna forma, todos los elementos doctrinales en este trata-
miento de la Unción, estaban ya apuntados en las obras cirilianas
que ya se han comentado, pero algunos están revestidos de una di-
versa formulación.
La cuestión nuclear de la Soteriología viene expresada en es-
tos términos: tras el pecado de Adán, que aleja al Espíritu Santo
del hombre desfigurando sus caracteres divinos, «¿cómo insertar en
nosotros la gracia inviolada, o cómo volver a radicar de nuevo en
el hombre el Espíritu ( i ^ ? Éppi£<W)T| -rcáXiv ¿v ávdpi¡>itoi<; tó ITvEÜLia;)(
o cómo reformar la naturaleza según su estado primitivo?» . 81
Con esa precisa clave debe entenderse el sentido de la Encar-
nación y de la Unción:
«Una vez que el Verbo de Dios se ha hecho hombre, re-
cibe del Padre el Espíritu, como uno de nosotros, sin re-
cibir algo para sí en especial —ya que él mismo era el da-
dor del Espíritu—, sino para, recibiéndolo como hombre,
conservarlo en beneficio de la naturaleza (humana) y pa-
ra enraizar de nuevo en nosotros la gracia que se había
perdido ( . . . ) » . 82
La finalidad intrínseca de la Unción de Cristo es conservar y
enraizar (Eva Staa-tbor) x a i p i ^ f f T ) ) J Espíritu en nuestra naturaleza;
e
no hay que pensar en ninguna necesidad personal que la Unción
viniera a subvenir.
Un poco más adelante Cirilo abunda en esto mismo:
«se hizo como uno de nosotros aquel que no conocía el
78. Cfr. ibid., PG 73, 201 C-204 C.
79. Cfr. ibid., P G 73, 209 G 2 1 2 B.
80. Cfr. ibid., P G 73, 203 D-205 D.
81. Ibid. P G 73, 205 B-C.
82. Ibid., P G 73, 205 D-208 A.
32
CRISTO Y EL ESPÍRITU SANTO
pecado, para acostumbrar al Espíritu a permanecer en
nosotros de modo que en él no tuviera motivos de aparta-
miento ni de abatimiento. Por eso recibe el Espíritu para
nosotros en si mismo» .
Y agrega en fin:
«de este modo recibe el Espíritu por causa nuestra, para
santificar a toda la naturaleza (humana)» . 84
La Unción de Cristo se orienta a objetivos eminentemente sote-
riológicos: recibe el Espíritu para «acostumbrarlo» a la naturaleza
humana (Eva •KpoatUufi UÍVEIV iv r p í v ) , a enraizado en ella, para
p a r
conservarlo perpetuamente en ella y, así, poder santificar a todos
los hombres. Obviamente ese proceso de acostumbramiento y enral-
zamiento debe entenderse metafóricamente. Significa, de modo pro-
pio, la necesidad de la mediación del Hombre-Dios en la economía
de la Salvación. Una mediación que determina también un peculiar
hiato cronológico en la historia de la Salvación, porque antes de
que se aplicasen universalmente los frutos de la Redención, el
fruto de la Cruz —el Espíritu Santo— comenzó a inhabitar ya
durante ün lapso de tiempo sólo en Cristo, como primicia de los
futuros cristianos.
El Espíritu Santo, pues, está en el Verbo oíi<nw8wc, Exracpuxóc., del
mismo modo que está en el Padre . En los hombres está sólo
85
uíflexTÓv, xctToc uíde^iv . Y tras encarnarse el Verbo, Jesucristo po-
86
see al Espíritu de ambos modos:
«Así, aunque tenga sustancialmente a su propio Espíritu
en sí mismo, se dice que lo recibe en cuanto hombre, por-
que conserva el orden conveniente a la humanidad y, por
nuestra causa, vive con ella todas las circunstancias pro-
pias de ella» . 87
De modo que, además del Bautismo, la misma esencia de la
Unción ha de entenderse como signo: cnuEíov x a i Yvcopíay.a. La Un-
ción que acontece en Cristo, marcándole como el Ungido, significa
83. Ibid., P G 73, 208 A.
84. Ibid., PG 73, 208 B.
85. Ibid., Cfr. P G 73, 208 C.
86. Ibid., P G 73, 208 C D .
87. ( . . . ) E"XWV ouffitoowe. áv éau-rio TÓ ESIOV LTveOu-a, Xay.6ávEi,v ¿be. avOpwrcoe.
XéyETai., Siactb^wv Tfj ávOptoitÓTn-ti, TTJV aüxfi Táíjiv, x a t crüv aÚTfj Ta
aÚTf) Tipéiíovta Si* íjuicc, OÍXEIOÜLIEVOC,. (Ibid., P G 73, 209 C).
33
JOSE MIGUEL ODERÒ
fundamentalmente nuestra salvación: yéyovzv oixovop,ixG¡; 8ia TTJV
TÍÍC ávdpamÓTTjToe, xpííav 8 8
.
d) L ibro III del Comentario al Evangelio de San Juan
En el cap. 5 interpreta lo 6,27: TOUTOV yap ó Постер k<T<f>páyittv
6 ©EÓC ,. Cirilo hace sinónimos sellado por el Padre y ungido, porque
la unción es sello y signo que revela el misterio latente en el que
es ungido, a saber, que es consustancial al Padre, es decir, que es
Dios. Este es el sentido de la Unción visiblemente conferida a
Jesucristo.
«Porque, aunque aparezca como uno de nosotros, eviden
temente hombre de carne y hueso, fue ungido sin embar
go, siendo sellado por Dios Padre para una total seme
janza, como la del que está junto a El» . 89
Más adelante aclarará que el Hijo, характер del Padre, no precisa
ser sellado para asemejársele:
«Por eso no es el Verbo desnudo y no encarnado que pro
cede de su sustancia quien es sellado por el Padre, sino
más bien son selladas a través de El todas las cosas que
son llamadas a una semejanza tal como la del que está
junto a Dios, en cuanto eso es posible» . 90
El Verbo encarnado es sellado o ungido —podemos decir—
para deificar la naturaleza humana (también la que El asumiera,
en cuanto que es deificable por ser verdaderamente humana).
En este sentido puede entenderse Ps 4,7: 'Eotiusicbdrí éq>" трас, тб
еры? той itpootímou oou KúpiE. Nos has señalado con la luz de tu rostro,
j
porque el «rostro» de Dios Padre es su харахттар (Heb 1,3), el Hijo;
y la luz que procede del Hijo es el Espíritu Santo, que otorga la
gracia a las criaturas reformándolas en conformidad con el Hijo
88. Ibid., PG 73, 212 D y 213 A.
89. (...) fj то 'Еочорауьабои icáXiv dcvxi той KEXpío"9ai TEBEIXUX;, хата
Сфрау^Етаь yo\p ó xpió^voe,, riyouv 8TI [ЛЕиорфытаь фиочхос, itpòe, TÒV
Патера SEUC VÚC ,. (...) Ei ykp xal орйит хабатор eie, í% ù|j,uv, ävOpamoc,
5T)XOVÓTI ц£та oapxòe,, afck' кхР^тР' хаткгфрауЫН^ пара той ©EOU
xal Патрас, de, àrcapaXXaxTov ои0(.отт|та, TTJV Ы<; irpòe, aÚTÓv. (3 IO, 5, PG 73,
481 D484 A).
90. Eeppayi^ETai TOÍVUV itapà той Патрос,, oú yvpyòe,, ¥\ &capxoe, é EX
TTJC, oùaL ae, айтой Aóyoe,, àXkà uäXXov Si' айтой т а тсре:; ouoiwciv ávayó
u.Eva TTJV (he, крое, ®EÒv хата то EVSEXÓUEVOV... {Ibid., PG 73, 485 В).
34
CRISTO Y EL ESPÍRITU SANTO
{Rom 8,29) . De modo que, sin duda, el Verbo encarnado es el
91
sello con el que Dios nos señala al ungirnos: aÜTÓc. xat ó xapax-cTjp
ÉV ¿5 o-<ppaYÍi£ei ©EÓC, 9 2
,
e) Libro V del Comentario al Evangelio de San Juan
Comentando Jo 7,39, Cirilo se pregunta en el cap. 2 de este
libro de qué modo iban a recibir los creyentes el Espíritu; es decir,
en qué sentido la recepción del Espíritu Santo es exclusiva de los
cristianos. La otra cara de esa misma pregunta viene a ser: ¿de
qué modo no estaba ya en los profetas? . 93
La Soteriología ciriliana es la base teorética para resolver con-
cienzudamente esta investigación. Tras el pecado de Adán, el hom-
bre pierde irremediablemente el Espíritu divino que le había sido
donado con el fin de asegurar su incorruptibilidad y permanencia
en la virtud . Al trazar Dios los planes de la Redención, «define
94
el tiempo del descenso (xocdóSoc.) del Espíritu sobre nosotros: el de
la llegada de Cristo» . Y en efecto, cuando aparece en el tiempo
95
el Verbo encarnado, «Dios Padre dio de nuevo el Espíritu, y el
Ungido fue el primero en recibirlo como primicia de la naturaleza
renovada» . 96
9 1 . Cfr. Ibid., P G 7 3 , 4 8 5 B-C. La unción con el «sello» del Espíritu es conce-
bida como conformación a la divinidad, como divinización; pero en esa divinización
hay un orden: el hombre accede por el Espíritu al Hijo y por éste al Padre.
Cirilo habla del Espíritu Santo como appayíc;, y también como óuoítoO"ii; del
Hijo ( 7 DT; P G 7 5 , 1 0 8 9 A ) . Sin embargo, parece reservar el término ELKWV para el
Hijo ( 2 lo, 1 ; P G 7 3 , 1 9 7 C), de acuerdo con Col, 1 , 1 5 .
El efecto propio de un sello es imprimir sobre la materia sellada la figura y carac-
terísticas que porta; produce así una semejanza de esa figura-tipo. La consideración del
Espíritu Santo como sello tiene una amplísima tradición patrística: Cfr. p.ej.: CLEMENTE
ALEJANDRINO, Excerpta Theodoti, 8 6 , PG 9 , 6 9 7 B ; HIPÓLITO ROMANO, Demostrado
de Christo et antichristo, 5 9 , P G 1 0 , 7 8 0 A ; D Í D I M O ALEJANDRINO, De Trinitate, 2 , 1 ,
P G 3 9 , 4 5 2 C; S. JUAN CRISÓSTOMO, Homilía 3.7 in 2 Corinthios, P G 6 1 , 3 8 1 ss.;
EUSEBIO ALEJANDRINO, Sermo 5 , P G 8 6 , 3 4 9 A ; S. JUAN DAMASCENO, Epistula de
confessione, 3 , P G 9 5 2 8 5 B .
Muchos Padres griegos gustan también de denominar Imagen del Hijo a su Espíritu;
cfr.: S. GREGORIO TAUMATURGO, Symbolum, P G 1 0 , 1 9 8 A ; D Í D I M O , Contra Ettno-
mium, 5 , P G 2 9 , 7 2 4 C; S. GREGORIO NAZIANZENO, Oratío 3 7 , P G 3 6 , 2 8 1 ; S. JUAN
DAMASCENO, De fide orthodoxa, 1 , 1 3 ; P G 9 4 , 8 5 6 B . Pero el nombre imagen no quiere
expresar entonces sino la perfecta semejanza entre el Hijo y el Espíritu Santo; no es
nombre propio del Espíritu Santo.
Estas figuras tienen una base escriturística, sobre todo en el N T ; <r<ppocY¿<; en
Epb 1 , 1 3 , puesto en relación con Gal 4 , 1 9 ; SÍKCÍ>V en Rom 8 , 2 9 .
92. 3 10, PG 7 3 , 4 8 5 C.
93. Cfr. 5 10, 2 , PG 7 3 , 7 5 2 A - B .
9 4 . Ibid., PG 7 3 , 7 5 2 C.
9 5 . Ibid., P G 7 3 , 7 5 2 D .
96. Ibid., PG 7 3 , 7 5 2 D 7 5 3 A.
35
JOSE MIGUEL ODERÒ
Cirilo se extiende en explicar cómo lo recibió: no como si no
lo poseyera ya °vx 2xwv) ni tampoco adventiciamente como lo
;
poseemos ahora nosotros (£|WUEV); porque estaba ya en El natural-
mente: ÉvuTtápxEi (puo-ixcoc, aviTco. «Sin embargo, se dice que lo recibe,
en cuanto se hizo hombre y en cuanto era conveniente para el
hombre recibirlo»
La causa de la Unción no es ninguna indigencia del Hijo res-
pecto del Espíritu, «...sino porque, al hacerse hombre, poseía en
él a toda la naturaleza (humana), para así repararla y reformarla
según su origen» . Por esta razón recibe en él el Espíritu, no
98
para él, sino para nosotros por él.
La exégesis de Ps 44,8 confirma esta hipótesis. Cirilo interpreta
la conexión entre santidad y unción que establece el Salmo, de
modo antitético a la exégesis arriana: como quiera que por natu-
raleza el Hijo ya amaba la justicia y aborrecía la iniquidad, no ne-
cesitaba la Unción para El y por eso sólo la recibe en sí mismo «en
cuanto se hizo hombre, para conservar el crisma santo de Dios Pa-
dre —esto es, el Espíritu— en favor de la naturaleza humana»
Cristo queda así constituido en segundo Adán, porque en él so-
mos renovados «al dársenos el Espíritu Santo renovador, causa
100
de la vida eterna» . Pero si Cristo debía ser la primicia y la
101
raíz primera, nosotros debíamos esperar aún un tiempo a que se
nos comunicase el Espíritu, justamente hasta después de su Resu-
rrección , cuando Cristo mismo nos lo dio .
102 103
97. EíXT)<pévoa Si XévETai, xaGó yéyovev avGpcoitoc,, x a í íjv avGpioitw
TtpéTiov TÓ Xa6EÍv. (Ibid., PG 73, 753 A ) .
Nótese la frecuencia con que Cirilo atribuye al Verbo la Unción sólo verbalmente:
se dice que recibe el Espíritu en cuanto que... Cfr. 753 B : oütw xcd t o '¿Siov
EXCOV Ilvsüpa, 8i8óvoa rcáXiv OCUTÓ XÉYEToa Ttp yiC?, Eva fpEÍc, EV auTco TÓ
liveOiia xEp8ávLi£v.
98. Cfr. ibid., 753 C: AáxETai TOÍVUV oúx éauTtp TÓ üveOy-a TÓ áyiov ó
MovoyEvíie,- aÚToO y a p ÉO*TI, xai, év aÜTtjJ, x a l Si' aÚTOÜ TÓ Hv£Üu.a, xaGáitsp
r)8lQ •KpOEÍTTOLlEV ' áXX' ETCÍTOp avGpCOTCOC, yiyOVW^, 8XT)V EÜXSV ÉV ¿aUT({) TT)V
epúmv, i v a irao-av áitavop6(¿o~r] [XETaoTCEuácrac; EÍC, TÓ ápxaíov.
99. Ibid., PG 73, 756 A .
100. Cfr. 2 Cor 5,17.
101. 5 10, 2, PG 73, 756 B . Cristo es el segundo Adán, pero entre Adán y Cristo
existe una diferencia esencial que caracteriza la específica principalidad del Salvador
en la economía divina: sólo Jesús posee por naturaleza el Espíritu. Por eso el pri-
mado de Cristo tiene por efecto propio asegurar la estable posesión del Espíritu en
su Reino, la Iglesia (cfr. B . FRAIGNEAU-JULIEN, L'efficacité de l'humanité du Christ
selon S. Cyrille d'Alexandrie, en RT 55 (1955), 626).
102. Cfr. lo, 20, 22.
103. 5 10, 2, PG 73, 756 C, ss.
36
CRISTO Y EL ESPÍRITU SANTO
El Espíritu Santo, que antiguamente tan sólo iluminaba a los pro
fetas, se da ahora de un modo distinto a los hombres, «comenzando
primero en Cristo cuando se hace hombre» . Porque en los cris
M
tianos no es sólo iluminador (SaSou/ícc), sino que inhabita (xacoixeiv,
évauXtt&rdaí) 105
.
La inhabitación del Espíritu Santo es el don característico del
Reino de Dios . 106
f) L ibro XI del Comentario al Evangelio de San Juan
En el cap. 10 de este volumen comenta lo 17,1819: Yo me
santifico a Mí mismo por ellos, para que sean santificados en la
verdad.
Cirilo había utilizado ya esta cita en su Tesoro sobre la Tri
nidad para ilustrar las peculiaridades de la Unción.
Ahora, antes de entrar en materia, introduce algunas conside
raciones previas sobre la necesidad que tenía la Humanidad de
recibir el Espíritu Santo.
En efecto, la santificación de los discípulos que Jesucristo im
plora es santificación «realizada por el Padre Santo, que hace habi
tar en ellos, mediante el Hijo, al Espíritu Santo» . 107
Más adelante aclarará que sólo Dios puede santificar y que santifi
ca mediante la participación del Espíritu Santo : Sia y.Erou<ríae, той
108
IIv£Úu.aT0<; 5 i a TÍÍC . év той Пл>Еии.атое, xoivwviac,.
)
Por eso los tiempos mesiánicos fueron señalados proféticamente
por la efusión del Espíritu (Ioel 2,28) y el mismo Cristo prometió el
Jueves Santo enviarlo (lo 16,1213 y 16). Y es que debía ser el Hi
jo quien enviase el Espíritu: porque es suyo propio y porque me
diante el Hijo lo entrega el Padre a las criaturas . 109
Existen además razones históricas para ilustrar esa necesidad
del Espíritu: en los comienzos mismos de la historia de la Salva
ción le fue entregado el Espíritu a Adán, porque sólo mediante el
Espíritu Santo el hombre podía participar en la vida trinitaria . 110
104. (...) évoixí^EToa Sé vüv 8 i á Xpiocoü roíc. raffTEÚoutn,, xat ÉV OIÚTW
•rcpwTOV á p ^ á ^ E V O V YEYOVEV &v0pwn:o<;. (Ibid., PG 73, 760 A).
105. C fr. ibid., P G 73, 757 A.
106. C fr. ibid., P G 73, 757 B, Por eso —dirá C irilo— Juan Bautista, el mayor
de los profetas, era el menor en el Reino de los C ielos (Mt 11,11).
107. 11 10, 10, PG 74, 540 A.
108. C fr. ibid., P G 74, 544 C y 544 D545 A.
109. C fr. ibid., PG 74, 450 C D.
110. C irilo aplica doblemente la categoría del EÍK(¿V al Espíritu y al Hijo, para
37
JOSE MIGUEL ODERÒ
Por eso la restauración de nuestra santidad sólo puede efectuarse
«por la participación del Espíritu» : «Esta es la vida espiritual,
111
ésta es la fuerza de la adoración en el Espíritu» . 112
Esa restauración debía iniciarse en el Primogénito , que por 113
la semejanza que tiene con nosotros, debe poseer como primicias
todos los frutos de esa nueva vida, «siendo para nosotros principio,
puerta y camino de todo bien» . 114
Trazadas ya las líneas centrales de la Soteriología, Cirilo está en
condiciones de plantear la exégesis de lo 17,18, un pasaje «cier
tamente difícil de entender» . 115
En primer lugar, puede suponerse que Cristo se santifica a sí
mismo en cuanto se ofreció por nosotros:
«Si se entiende santificar (Ayiáaai) como consagrar (Ava
Mvaí) y ofrecer (áitopíom), decimos que el Hijo se santi
ficó a sí mismo por nosotros. Porque se ofreció a sí
mismo como sacrificio y víctima santa ante Dios Padre,
reconciliando el mundo con El y llamándole a la amistad
que perdió» . 116
Cristo, destruyendo el pecado, remueve el obstáculo que impe
día al Espíritu Santo venir a la naturaleza humana , por ello «nues
m
tra conversión a Dios no se debe entender que queda consumada
sino por la salvación de Cristo y por la comunión y santificación en
el Espíritu» . Cristo y el Espíritu Santo consiguen que sea posible
118
la unión del hombre con Dios.
Resta aún por explicar el punto más espinoso de la cuestión:
«¿cómo se santifica quien es santo por naturaleza, para que seamos
nosotros santificados?» . 119
explicar así la profunda unidad que existe en la operación santificadora de las tres
divinas Personas 'ETOIST) y&p taxi t í f e той MOVOYEVOUC , obélete, EÍX&V <bcpaiq>VT)<;
то IIveuu.a айтой, х а т а то YEYpauyivov 8ia той ПайХои : «Ove, y&p про
ÉYVCO, xod TipoupioE, отлиорфоис, trie, EÍXÓVOC , той Tiou айтой • той? o l a r e p
av EVUTiáp¡;ai оиицорфоие, ATZOTSXEZ TXÍ той Патрое, EÍXÓVI, тойт' 'éozi ты YiQ,
ойты Т Е т а T t á v T a Si Tíou крЬе, TÓV обтар ¿ o r í Патера 5 i á ШЕйиатое,
ÉitavárETai. (Ibid., P G 74, 541 CD).
111. Ibid., P G 74, 541 D .
112. Ibid., P G 74, 544 A .
113. Ibid., C fr. Rom. 8,29; Col 18.
114. 11 10, 9, P G 74, 514 A .
115. Ibid., P G 74, 514 B.
116. Ibid., P G 74, 514 D.
117. C fr. ibid., P G 74, 545 B.
118. Ibid., P G 74, 544 D.
119. Ibid., PG 74, 545 C.
38
CRISTO Y EL ESPÍRITU SANTO
Las Escrituras nos enseñan que el Unigénito se anonadó y se
hizo hombre, asumiendo todo lo humano, excepto el pecado , pa 120
ra, mediante esa unión inefable, reformar nuestra naturaleza en su
primitiva belleza. Esa reforma se lleva a cabo ordenadamente: év
ácanw TE T J P ¿ T W xai Si' EGC UTOÜ. De modo que Cristo es el primero y
)
la primicia de la nueva raza santificada mediante el Espíritu . 121
Por eso era preciso que, siendo santo, fuera también santifica
do , pero pecuHarísimamente:
122
«es santificado por nuestra causa en el Espíritu Santo,
sin que le santifique algún otro, sino actuando sobre sí
mismo (a¿ToupoüvTo<;) n lo que se refiere a la santificación
e
de su propia carne. Pues recibe el Espíritu que es suyo y
lo acepta en cuanto que era hombre, pero se lo da a sí
mismo en cuanto que es Dios»» . 123
Cirilo recalca que la Unción es de todo punto incomprensible
«si sólo se considera al Verbo desnudo y como separado de la hu
manidad santificada» . Pero, supuesta la Encarnación, no hay mo
124
tivo para rechazar todo lo que convenga a la humanidad asumida;
porque toda acción o pasión del HombreDios se atribuye a la per
sona del Verbo que asume. Aparece, pues, el tema de la comunica
ción de idiomas. En virtud de esa communicatio, análogamente a
la pasión y la muerte padecidos por el Verbo en su carne , tam 125
bién la santificación puede decirse de la única Persona divina en
razón de la humanidad . La Unción, por tanto, sólo se predica del
126
Verbo por razón de la unión hipostática con la humanidad . 127
120. C fr. Phil 2 , 6 ; Gal 4 , 6 .
121. C frr 11 10, 1 0 , P G 7 4 , 5 4 8 A.
122. C fr. ibid., P G 7 4 , 5 4 8 B.
1 2 3 . Ibid., P G 7 4 , 5 4 8 B. Hay que señalar que es también el Padre quien da
el Espíritu a la humanidad de Cristo: KaTaxpíovTOc; yap TOO Tíoü TÓV íSiov vaóv,
6 Патт)р XéyETai TÓÜTO Spqcv. 'EvEpyEÍ yäp oúx Ётаршс;, r\ Si' Yíoü. (PG 7 4 ,
549 D 5 5 2 A).
124. Ibid., P G 7 4 , 5 4 8 D .
125. C fr. ibid., P G 7 4 , 5 4 9 A .
126. (...) ETtáv LiávToi ©аицасгпс; TT)V áTOpivóriTov Evcooav, JC OU TTJV EÍC ; cra
pxa cúvoSov, xaí ímoiticrT) т ы vñ х а в ' трас; yEvÓLiEVoc; avBpajitoc; ó cpúffEi © E Ó ? ,
|EVicr0T)crr| LIEV oúxáTi, navTa Sé 0ópu6ov Ttjc; crf)c; Siavoiac; E£EX¿)V, OTO0EÍI;
TE TOÍC ; ОЕырткласп, ©EÓV EV т а и т ф xal UvOpcoitov SVTGC TÓV T Í Ó V , OÚX áitó
6XrjTa Xoyifj т а т ^ áv0p8bmÓTriTi itpéTOVTa, xäv EÍC ; ТО évóc; той х а т а cpúcriv
TíoO cpéprjTai Ttpócrwitov, фТ)р,1 Sr¡ Хрьсттой. {Ibid., P G 7 4 , 5 4 8 D ) .
127. C fr. ibid.: i] evcocnc;, T) sie, crápxa crúvoSoc;.
39
JOSE MIGUEL ODERÒ
Además, la concreta humanidad asumida por Cristo, en cuanto
criatura, exigía esa necesaria santificación:
«Como la carne no es santa por sí misma, por ello fue
santificada en Cristo —cuando el Verbo habitó en ella—
mediante el Espíritu Santo, santificando (el Verbo) ese
templo que habitaba...» . 128
Como resultado de esa Unción con el Espíritu, el Templo del
Verbo —su Humanidad Santísima—, es radicalmente transforma
do, de modo que adquiere una dinamicidad divina: k ÉvépYEíav £
aúróv TTJC , íSíae, u.Ecaitoioüvcoc. <DÚOEW<;. Mediante esa singular partici
pación en la energía divina, la Humanidad de Cristo posee una vir
tualidad santificadora. La Unción con el Espíritu no sólo santifica
la carne de Cristo sino que la hace santificante: ayiov yap 8 i a TOÜTO
voEÍToa x a l áYuxarucóv TÓ awLia Xpioroü 1 2 9
.
Este es el sentido de la teofanía bautismal sobre el Jordán: ma
nifestar a Cristo como primicia santificada por el Espíritu, capaz
de santificación . Aunque esa santificación se había producido ya
130
antes del Bautismo: en el seno de S. María, al encarnarse el Verbo . 131
Esa Unción alude al núcleo más íntimo y como a la sustancia
de la misión visible del Verbo encarnado . 132
128. Ibid., P G 74, 549 BC.
129. Ibid., P G 74, 549 C.
130. Aia TOÜTO x á m c n , [xév ÉTC * aÚTÓv í\ oúpavoü т о ITvEÜLia т о a y w v
év EÍSEI тарьотЕрас,. MsuapTÚprixE Sé TOÜTO XéYwv ó crotpóc. 'Icoávvrie/ iva
YV&LiEV TtáXiv 8 T I хабатор év атгархй Trie, ávavEOULiévrie cpúcrEwe, év тсрыты
Хригтф т о LTvEÜLia хатебг), хабо itÉ<pr)VEV оууврьжое ó т о й á.yiát,s.ffQa.i SEXTIXÓC .
(Ibid., P G 74, 549 C).
141. K a l oü STTJ TOU rcáXiv ÉXEÍVÓ <pau.Ev, ото TOTE уеуомгм ауьос ó х а т а
о"арта Хрьотое, 8TE TÓ ITvEuua ТЕЙеатаь xaTa6aívov ó Ваитьотгк.: ауюс.
yap TÍV x a l év ецбриы x a l и.т]тра. Kai, YOOV вкеугто тсрое TTJV u.axaptav
TlapGévov «IIvsüu.a a y w v ЕтеХЕиоЕтаь éгсь o i , x a l Súvatuc 'уфьсгтои émcrxiáoEi
croi». 'AXXa ЗеЗотаь [xév EÍC arpEÍov т ы B a i m o r f j то 8éau.a. (ibid., G D ) . El
Bautismo no fue el momento de la Unción santificadora de Jesús. El pasaje es clarí
simo. Obsérvese que C irilo se refiere expresamente a la Unción de la humanidad
— 6 х а т а ffápxa Xpioróc.— cuando afirma que se produjo ya en el seno de la
Virgen.
132. C fr. ibid., 552 В: 'АтаотаХЭаь 8é «priffiv EÍC TÓV XÓC LIOV, xaÍTOi rapó
Tfíc. Évav8puTrí]crEffcJ &v Év аитф. H v y a p év т ф хоотлы, EÍ x a l 6 ХОРЦОС aÚTÓv
T
o ú x EYVto, х а т а то угчращькчсп, TÓV Tfjc а т о о т о Х й е Tpóicov oúx етерыс
YEvécrOai orpalvwv, TJ 8 T I xéxpwrrai т ф áXlw IIvEÚu.aTi, xaBó YÉY°VEV
ttvOpcúitoe..
40
CRISTO Y EL ESPÍRITU SANTO
g) L ibro XII del Comentario al Ev. de San ]uan
Ahora Cirilo afirmará que los Apóstoles recibieron también el
Espíritu y la gracia aneja como primicias del don que iba a otor
garse a la Humanidad entera en el Butismo. El momento de esa un
ción apostólica fue —según Cirilo— la primera aparición de Cristo
resucitado en el cenáculo: «sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el
Espíritu Santo (lo 20,22).
El día de Pentecostés el Espíritu Santo vendría para el resto de
la Humanidad, pero ese descenso sólo tendría respecto de los Após
toles carácter de signo, manifestando el don que ya poseían . 133
IV. LA POLÉMIC A NESTORIANA
Desde su famosa Carta a los Monjes, redactada después de la
Pascua del 429, la atención pastoral de Cirilo abandona la temática
antiarriana y se orienta hacia otros derroteros: prevenir y atajar
los errores mariológicos y cristológicos del Patriarca constantinopo
litano Nestorio . Ambos se cruzarían algunas cartas seguidamente,
134
fijando sus posiciones y defendiéndolas.
Cirilo incrementa notablemente su producción literaria. Ese mis
mo año —posiblemente— redactaría su Diálogo sobre la Encarna
ción, que a principios del año 430 toma como base para redactar
su memorial De recta fide dirigido al Emperador Teodosio. Simultá
neamente dirige a las mujeres más influyentes de la familia imperial
sendos informes sobre los puntos teológico en liza.
Ya en la primavera del año 430 redacta los cuatro libros Contra
Nestorio, donde comenta y debate párrafos selectos de las obras
nestorianas.
Mientras, mantiene estrecho contacto epistolar con Roma, que
delega en él la ejecución de las medidas jurídicas pertinentes para
poner coto a la herejía. Así, en octubre del 430 Cirilo remite a Nes
133. C fr. ibid., P G 74, 712 В y 717.
134. La cronología de las obras antinestorianas, que aquí se resume brevemente,
se ha tomado de: J, M A H É , Cyrille d'Alexandrie, en DTC 3, col. 24762527 (París
1911 ); cfr. también Deux dialogues christologiques, ed. G. M . DURAND, en SC 97
2
(París 1964), pp. 731.
41
JOSE MIGUEL ODERÒ
torio la Epístola Sinodal donde viene formulada su excomunión, ad-
juntando XII Anatemas que resumen los principales errores del
heresiarca.
La situación se complica cuando Teodoro de Ciro y los Obispos
Orientales redactan enérgicas condenas a los X í í Anatemas cirilia-
nos. Cirilo se verá obligado a defender su ortodoxia y a precisar
el alcance de esas proposiciones en la Apología contra Teodoreto
(430-431), en la Apología contra los Orientales (a principios del
431) y en la Explicación de los XII Anatemas (verano de 431), es-
crita desde la cárcel de Efeso.
Entre tanto, se ha reunido el Concilio Ecuménico de Efeso que
en julio del 431 condena solemnemente a Nestorio. El conocido
incidente que protagonizaron los Obispos antioquenos, capitaneados
por el Patriarca Juan, demorará la total solución de la crisis hasta
que las sedes de Alejandría y Antioquía lleguen al acuerdo dogmá-
tico definitivo en el año 433. Posiblemente Cirilo redactará ese año
los Escolios sobre la Encarnación del Unigénito, para concluir en el
437 su última obra antinestoriana: el Diálogo sobre la Unidad de
Cristo.
A. Errores que combate Cirilo
La doctrina sobre la Unción de Cristo jugó un papel importante
en la controversia nestoriana. Cirilo ya poseía en el año 429 una
teología consistente sobre la Unción. La firmeza de esa construc-
ción teorética se puso de manifiesto precisamente porque Nestorio
formuló sus tesis fundamentales utilizando la categoría de Unción . 135
Como es sabido, la chispa que desató la reacción del Alejandri-
no fue la negación nestoriana del título mariano Madre de Dios.
Nestorio proponía, en cambio, como único verdaderamente adecua-
do el de Madre de Cristo ( X p i c r c o T Ó x o i ; )
1 3 6
:
135. En este trabajo sólo se determinarán cuáles eran las opiniones de Nestorio
y de los nestorianos sobre la Unción según Cirilo. Basta fijar este extremo para averi-
guar cuál era exactamente la posición de Cirilo y qué doctrinas rechazaba como heré-
ticas o falsas. N o entraremos, pues, ahora en el tema de cuál fuera realmente la doc-
trina de Nestorio sobre la Unción, que —al parecer— no deja de ser relevante en
su teología. «Le titre de Christ joue un rôle important dans le language théologique de
Nestorius (...). Cyrille semble avoir remarqué l'importance de l'éxègese du nom du
Christ chez Nestorius»: J. LIÉBAERT, L'évolution de la christologie de Saint Cyrille
d'Alexandrie à partir de la controverse nestorienne, en MSR 27 (1970), 36 y 37; cfr.
también las notas 49, 50, 52 y 60 de este artículo.
136. Cfr. AdM, P G 77, 12 D y 20 A-D.
42
CRISTO Y ЕЬ ESPÍRITU SANTO
«Dondequiera que la S. Escritura hace mención de la eco
nomía del Señor, siempre se atribuye su nacimiento y su
pasión a la humanidad de Cristo y no a la divinidad; por
eso, considerándolo con precisión, hay que llamar a la
S. Virgen Madre de Cristo y no Madre de Dios» . 137
Los argumentos que aduce Nestorio en las Epístolas dirigidas
a Cirilo son preferentemente escriturísticos: la S. Escritura —dice—
aplica selectivamente el nombre Cristo al Verbo encarnado, de acuer
do con ciertos criterios muy restrictivos.
De ahí que la teología nestoriana de la Unción se prosigua co
mo un estudio semántico del término Cristo: ¿Cuál es el significa
do, el sentido y el uso propio del nombre Cristo? Este va a ser uno
de los tópicos centrales de esta polémica teológica.
Nestorio sostendrá que «sólo es ungido y santificado el que na
ció de la S. Virgen, por tanto sólo él debe ser llamado Cristo» . 138
Por esta razón la S. Escritura utiliza el nombre de Cristo para
referirse al sujeto de la Pasión:
« . . . Porque había de hacerse mención de la muerte, no
fuera a ser que alguno dedujese aquí que el Verbo Dios
era pasible, se coloca este nombre Cristo (Phil 2,38), que
significa ambas naturalezas (oúcríai,) — l pasible y la im
a
pasible— en unidad de persona (¿v yovaSxiy itpoocímcp)» . 1 3 9
Del Verbo no puede predicarse la Unción, aunque habitando en
la carne de Cristo como en su cuerpo, por esa unión (rivtopivov
owápeíav) puede decirse que la naturaleza divina hace suyas (OÜC E.
ioü<r&ai) las propiedades del cuerpo («i TTJC , <ruvr|LJiu¿vr)c, oapxóe,
£8i¿TT)Tai) pero sin que realmente puedan aplicársele (itpooTpifkiv) .
>
140
137. Epístola de Nestorio a Cirilo (Ер. V.), P G 77, 53 B, La tesis se quiere
apoyar en la S. Escritura: C fr. 53 BD.
138. ...TÓV ÉX TÍfe ayloic, üapdévou YEYEwrpávov XEXPÍcdaí TE x a i
rrYíácrvat ixóvov, TOC ÚTT] T O I x a l cóvoLiaodaí XpwTÓv {AdM, P G 77, 25 D).
139. Epístola de Nestorio a Cirilo (Ер. V), P G 77, 53 BC.
140. C fr. ibid., 56 A : Eívou p i v oC v TÍfe Yíoü дЕОтг)тое, т о o"u[xa vaóv, x a i
vaóv х а т ' áxpav T i v á xai 0£Íav Tjvcouivov <ruvá(pEiav: cbe, oíxEioüo"0ai то
TOÚTOU TT)V Tfjc, 0EÓTT]TOI; tpúffiv ó|aoX.oYEU70ai,, xaXóv xai T U V EÚaYYeXixcov
TcapaSócEcov b%iov. Tó SE 5TJ т ф TTJC , OÍXEIÓTTJTOI; TcpoffTpí6£iv óvóp,aTi, xai
т а ? TÍJC , <Tuvr)U.pivT)<; crapxóe, íSiÓTrjTae,, Y£VVT)04V XÍYW, xai тса0ос,, xai VEX
pcoaw, TJ TcXavtopévrif; ÉC TÍV áX.T)0Gc, x a 0 ' "EXX/rivac,. kSzktpk, Siavoíae,, r\ т а
той <pp£vo6X.a6oüc, 'AitoXivapiou, xai 'ApEÍou, xai т ы ; aXXwv voffoúorric, aipé
ffscov uaXXov Si, BTI xáxEÍvtov papuTEpov.
Tras analizar la teoría nestoriana de la «apropiación voluntaria», J. Liébaert con
43
JOSE MIGUEL ODERÒ
El nombre de Cristo —decían los nestorianos— sólo conviene
«al que ha nacido de la mujer y de la raza de David, porque ha sido
ungido con el Espíritu Santo» . Aunque entre los ungidos destaque
141
Jesús, el Cristo, en el cual ha tomado carne el Verbo, « . . . sin embar
go el nombre de Cristo no conviene al Verbo nacido de Dios Padre,
por no estar ungido según su propia naturaleza en cuanto Dios (...).
De hecho, no es uno de los nombres que aplicamos por igual al mis
mo Padre o al Espíritu Santo» . El nombre de Cristo es propiedad
142
del descendiente de David y como referido a la pura naturaleza hu
mana ha de entenderse y predicarse . 143
Cirilo atribuye a los nestorianos un triple modo de predicar el
nombre Cristo : lo predican del nacido de la S. Virgen, aunque
144
entendido como ya subsistente en cuanto hombre (únápxwv xaTa
uóvae ETI xal xa»' éauTÓv); en otro sentido le atribuyen también al
Verbo y al hombre juntos en razón de su misión (TOÜ TÍJC ouvacpEÍae
Xóyou), en razón de lo que llaman persona (sí? 2v i t p ó f f w r c o v ) por 145
;
último, también lo aplican al mismo Verbo antes de la Encarnación.
Este último uso del nombre Cristo, no deja de producir notable
perplejidad, en vista de los escrúpulos nestorianos para preservar
la inmutabilidad del Verbo. El mismo Cirilo también afirmará en
el Dialogo sobre la unidad de Cristo que, para los nestorianos, «el
nombre Cristo no conviene al Verbo nacido de Dios Padre» . La 146
doctrina de la triple predicación, sin embargo, se le atribuye tam
bién a Nestorio en el libro I I Contra Nestorio. Nestorio considera
ría Hijo, Cristo y Señor como nombres comunes (xoivá), aplicables
cluye que no se trata de verdadera apropiación en el sentido teológico más técnico
de este término. C fr. L 'Incarnation I. Des origines au Concite de Chalcédoine (París
1 9 6 6 ) , p. 1 9 2 .
141. "EOIXE yap хатауóvac | ты £X yuvaixác xai éx отгЕрцатос той
AauEÍS т о X p w r ó c ovoua, 5 i a т о XEXpío"0ai т ы aylco LTvEÚuaTt.. ДЕТ^ЕЬТ] 5'
av oú5au.65e, T Í Y fjxov EÍC íSíav cpúaiv, 6 ÉX 6 Е О 0 A ó y o c т о й TOWOSE ХР^ ""
e 0
ц а т о е , EÍitEp éorlv a y w e х а т а <púo"i.v. (QUX, 3 4 0 , 1 9 3 4 2 , 2 3 ) .
1 4 2 . QUX, 3 4 2 , 3 5 4 3 . Según Nestorio, decir que la divinidad fue ungida es
caer en herejía (cfr. Sermo V, en Nestoriana, ed. LOOFS, p. 2 3 5 ) .
1 4 3 . C fr. QUX, 3 4 4 , 1 8 2 0 : TExvEVÉLiriTai 5 ¿ y.áXXov ы с йХт^ые т ы Éx
oTtápuaToe той AauEÍS, Icp' оитер av EETJ xai avETrtuXriXTov xoLuSfj то XÉX
pto8ai т ы IIvEÚu.aTi xal VOEÍV xai XéyEiv.
144. AdD, P G 7 6 , 1 2 2 0 B.
1 4 5 . El término TCpóffCOTtov tiene en Nestorio unas connotaciones decididamente
psicológicas, de modo que casi viene a significar lo que hoy denomimanos personalidad:
Cfr. E. A M M Á N , Nestorius, en DTC 1 1 ( 1 9 3 1 ) col. 1 5 2 . El modo de la unión — х а т '
EÚSoxíav— apunta a ese mismo sentido intencional (cfr. ibid. col. 1 5 0 ) .
146. C fr. QUX, 3 5 2 , 3839.
44
CRISTO Y EL ESPÍRITU SANTO
al Verbo y al nacido de m u j e r , aplicados así de hecho por la
w
S. Escritura , aunque Nestorio interpretara ese uso escriturístico
14S
como mera metonimia.
Cuando el término Cristo se aplica al hombre, a la naturaleza hu
mana, se dice de Jesucristo —según Nestorio— en idéntico sentido
que pueda decirse de otros ungidos, como Saúl y Ciro . 149
Nestorio, en consecuencia con esta tesis semántica, utilizaba con
un peculiarísimo sentido la expresión Cristo es Dios: «como si el
Emmanuel fuese llamado Dios, Hijo y Señor sólo por la gracia
(xaxá xápw), por participación o porque hubiese alcanzado esta
150
gloria por progreso o por don (É* TOOXOTTÍC ; ti éiaSóoswc;) «como un
; }
hombre común y santificado como nosotros» . También empleaba 151
147. (...) xoivá cprimv EÍvai. т а óvópvaTa, то те Tibe,, cprpi, x a í XpiCTÓc;
x a í Küpwc; • x a í EÍ y,év slvaí xoivá cpricav ebe; ты Хригты, x a í тют, тар'
aÚTÓv етерок;, 'é%oi a v eíxóc; Xóyo<; аитф. Eí 8é 8IÍOTT)OI,V áuавыс;, о1'ета£
TE lípéusiv a Ú T a x a í íSixwc; тф Aóyw, x a í [irjv тф e x yuvaixbc,, 5úo тои
TiávTWc; TzáXiv x a í ávaLwpiXÓYWc; Xpioroi, x a í Yíoi, x a í Kúptoi ёфт) Y P> A
оть то XpicrTÓc; SvoLia, тоте Liév BeTáov éití BEÓTTITOC ; aÚTfjc;, тоте 5é x a í
éití TTJC ; áv0pwTC ÓTT)TO<;, r\ xaí éir,' éujupoív • ÓVT)O*EIEV 5' a v f¡ ÓLicovuLiía то
crÚLvrcav, oüSév, EÍ'C ; YE TÓ SEÍV iva. voEitrGai, Xpicnróv, x a í Yíóv, x a í Kúpwv,
TáLivovTat 8íxa той xaí аитас; aXkr{k(¿v, тас; йтоатасгЕк; атофелта • x a í
eíc; iSixrjv етеротт)та TC OV ТООСГЫТОУО SiEC Taípivcov. (2 AN, 1, PG 76, 68
D69 A).
El fundamento de esa predicación común del nombre Cristo es, en Nestorio, la
'unión de las esencias divinas y humanas, Cristo significa precisamente dicha unión:
Tfjc; атадоОс; xaí тадтргт)!; oúo"ta<; év [хол/абисф простытш) от)цдлтх1Г) (Nestoria
na, p. 176). «Las naturalezas llevan cada una el •npócrwrcov de la otra naturaleza
como si fuera suya (...). Por eso, después de la unción de la humanidad, la divinidad
es también denominada ungida y de ambas naturalezas ha resultado un sólo C risto,
un EQjo y Señor (L e livre d'Héraclide de Damas, París 1910, p. 266).
148. "Oxav oOv rj Bsía Графт) цеХХт] XÉYEIV, r\ tivvryyiv той ХригтоО
TTjv éx TÍfe naxapía? üapBévou, r\ BávaTov, oú8au.oü фаь^етаь TiBeícra, ©EÓC ;,
áXX' rj Xpi<TTÓ<;, r) Yíóc; r] Kúpwc;. "ETIEIST) тайта т а тр£а T U V 8ÚO tpúffz&v
EÍcri trriLiavTixá : TOTE uiv TaÚTrjc;, TOTE 8' éxEÍvnc;, тоте 8Ё таитт]<; xáxEÍvrjc;
(2 AN, 1, PG 76, 69 A).
149. C fr. 2 AN, 3, PG 76, 76 C D.
150. Jesús participaría de la filiación y de la deificación, sin tener nada de ella
como propio: rfcpücrcávTEc; Y P TTTV TTJC ; UÍÓTTJTOC ; 8ó^av EÍ? LIÓVOV TÓV éx
a
©EOO Патрос; ф\л/та A Ó Y O V , СЬС; Y Í Ó V , érspov TÓV éx еггсер^атос; AautS, x a í
'iEccraí a u v ^ B a í фаоiv айтф, x a í LtETéxeiv UÍÓTTITOC ;, x a í TIUTÍC ; BEOTOETOOC ;,
x a í TÍJC ; EvoixificrEio? айтоО той A Ó Y O U , x a í тол>та LWXXXOV éoxnxévaí тор'
aÚToO, ESwv 8é TOVTEXUC ; oúSév. (55 Ep., PG 77, 317 AB).
151. (...) oúx ойты фа|д^, ebe; éxEtvoi, ©EÓV хата xápiv, r¡ Yíóv, f¡ Kúpiov
covoiaáoBai. TÓV 'ELipiavouT|X, éxTOOxoitfji;,r\ ета8оо"ЕЫ<;, EÍC ; TOOTO SÓ^TIC ;
éXBEiv, (Ьс; iva TÓV хаб' тцлас; xoivóv x a í riYiao'uívov avBptOTOv: (AdD, PG 76,
1220 A).
45
JOSE MIGUEL ODERÒ
Nestorio otra frase: «el Verbo de Dios Padre es el Dios y el Señor
del Cristo» , donde apartaba mejor la Unción de la divinidad.
152
Nestorio — v i
viene entiende el uso católico
del nombre Cristo porque mantiene un concepto de unión entre el
Verbo y la carne que no es correcto. Postula una cruviipEía que liga el
Verbo con la carne que es su cuerpo; pero esa débil unión no per
mite sino una muy relativa familiaridad (OÍXEIOTT)<;) con las propieda
des (íSióixaxa) de la carne por parte del Verbo, y nunca posibilita
una atribución en propiedad . 153
Nestorio sustancializa la naturaleza asumida . Esa sustancia 154
152. C fr. 17 Ep (Sinodal), P G 7 7 , 1 1 2 C.
1 5 3 . C fr. 5 Ep, P G 7 7 , 5 6 A . Sobre la comunicación de idiomas en S. C irilo,
cfr. G. JOUASSARD, Un problème d'anthropologie et de Christologie chez Saint Cyrille
d'Alexandrie, en RSR, 4 3 ( 1 9 5 5 ) , 3 7 2 , nt. 4 4 .
Cirilo intuye inteligentemente que en C risto sólo existe un único sujeto de atri
bución, un solo principio remoto de subsistencia y operación: el Verbo. Por eso
es el Verbo radicalmente quien es sujeto de la Kénosis y de todas sus consecuencias
(Cfr. LIEBAERT, L 'évolution... en MSR, 27 (1976), 3943). Así, distinguir —aun
sólo lingüísticamente— dos sujetos de atribución, es dividir a Cristo. Este es el con
tenido intencional de su fórmula feliz ivwciç %aù' UTtóo"tao"iv, y también de otras
fórmulas menos precisas: ëvwcriç х а т а cpúciv y \xia cpúcic той Aóyov ОЕСархш
uivï] (C fr. J. LIEBAERT, L 'Incarnation..., cit, pp. 1 9 5 1 9 7 ) . Liebaert señala que C irilo
usa como equivalentes сриочс e й'ПОо'таот.с, pero que ciertamente aceptaba la distin
ción de naturalezas divina y humana en Cristo (p. 1 9 6 ) .
Los equívocos que suscitan algunas expresiones cirilianas no provienen de ninguna
ambigüedad de su pensamiento, sino de lo impreciso de su terminología. S. C irilo
no usa en su teología términos técnicos. Era hombre a quien preocupaba más el
sentido de todo el discurso que el significado de cada palabra o expresión; se
contentó con el significado —vago— de los términos teológicos tal como se usan
en las Escrituras. Su falta de sistematicidad produce a veces la falsa impresión
de que admite contradicciones en su pensamiento (cfr. M . JUGIE, L a terminologie
christologique de Saint Cyrille d'Alexandrie, en Echos d'Orient 1 5 ( 1 9 1 2 ) 1 2 2 7 ,
sobre todo: pp. 1 4 y 1 7 ; G. JOUASSARD, Saint Cyrille d'Alexandrie et le schéma de
Vincarnation Verbechair, en RSR 4 4 ( 1 9 5 6 ) , 239242).
1 5 4 . C fr. 5 Ep, P G 7 7 , ibid. 5 3 BC, cit. Sobre los conceptos de (pucriç que
utilizaban Nestorio y C irilo: cfr. M . JUGÉE, L a terminologie christologique..., cit., en
Echos d'Orient 1 5 ( 1 9 1 2 ) , 2 4 2 7 ; G. JOUASSARD, Un problème d'antropologie..., cit.,
RSR 4 3 ( 1 9 5 5 ) , 3 6 6 nt. 2 4 .
La gran preocupación de Cirilo fue aclarar que la naturaleza humana de Cristo no
tuvo nunca una existencia separada. Aunque lo que está unido por la Encarnación
son realidades (úitóo"Tao"ec) y no meras ideas, el ser de Cristo es uno solo, porque
la unión es verdadera: este sería el sentido de Evcoffiç х а д ' u'rcóffTaoT.v ( M . JUGIE,
os., pp. 1 7 , 2 2 2 3 ) .
Nestorio había debilitado la unidad real de C risto sin justificar adecuadamente
la unidad verbal que nominalmente le seguía atribuyendo (cfr. LIEBAERT, L 'Incarna
tion..., p. 1 9 3 ) .
46
CRISTO Y EL ESPÍRITU SANTO
lización —hipostatización de una persona humana completa uni 155
da al Verbo «de modo peculiar»— se traslucirá siempre que Nes
torio aluda al sujeto de la Unción: «es enviado y ungido el consus
tancial con nosotros» ; «El Padre hizo sentar junto a sí a la hu
1S6
manidad asumida (...). El Espíritu que descendió prolongó la gloria
del asumido» . El Espíritu Santo sería también ajeno al Ungido,
157
cuya unción no dejaría de ser extrínseca, como la unción de cual
quier otro santificado . 158
Al hablar de la Unción deberán siempre connotarse —dice Nes
torio— dos sujetos distintos: «entiende al que fue ungido, confiesa
al que ungió, y adora al templo por el que habita en él» . Sólo es 159
santificado «el hombre asumido por conjunción» que es «un 160
hombre vulgar (avdpwmo.; áitXwc;)... separado del Verbo» . En tér 161
minos de pura lógica, al dividir en dos a Jesucristo, Nestorio podría
haber afirmado —aunque de hecho nunca lo hizo— que en Emma
nuel no es verdaderamente Dios ni es el Hijo Unigénito . 162
Nestorio se esforzará por alejar del Verbo una Unción que con
sidera humillante y despreciable . De ese modo —según él— só
163
155. Occoi y à p toc è ©EÒC Лоуос av0pcoitov Е'Ь'ХТДОЕ TËXEIOV, è x сперцатос
ovTOC 'Абрассц. x a i AauEÍS (QUX, 348, 2325).
156. 'АтастаХт) (è) TJLIÎV ÓLIOOÚC IOC xai xéxpwrat XTJPÚTTWV aîxiiaXwToiç
ácpEeriv xat TucpXoïç егоа(ЗХеф|лг UVEULUX. yàp x u p í o u ÈTC ' âui, o5 EÏVEXEV Expicé
LIE {Capitula ex Nestorio Excerpta a Cyrillo (leídos en Efeso), ACÓ I, I, 6, ed. E.
SCHWARTZ, p. 9, 78; cfr. 3 AN, 2, P G 76, 136 A).
157. C fr. ibid., A C Ó I, I, 6, p. 80, 4481, 10; 4 AN, 2, P G 76 181 AB.
158. C fr. 17 Ep., P G 77, 121 В (Anatema в ' ) : Eï TIÇ фт)сг1 TÒV Ëva Kúptov
Trjcoûv XpiC TÒv 5E5oí;áo0a(, itapà TOÙ ITvEÚuaToc, wç áXXoToía Suvápxi.
159. C fr. Diálogo con Nestorio, P G 76, 253 A : N E E T . «Kúpwc атестаХхЕ
[xE xal то IIvEviu.a аитоО: nv£ûu.a Kupíou ÍTZ' èp.k, o\3 E'ÍVEXEV ÉXP^E LIE » #
xai Sia TOÜTÓ ç r i c i v . «"Exptcá C TE Ó ®EÒC , è ®EOÇ C OU, ËXaiov ауаХХьасЕыс;
Ttapà TOÙÇ ЦЕТохоис cou» VÓEI oOv TÒV xpiaQévxa., óuoXóyEi TÒV х р ' ° " т а , а у
xai TOOC XÚVEI TÒV vaòv Sia TÒV ÈV аитф x a T O i x o û v T a .
Aunque posiblemente C irilo nunca escribiera este Diálogo, sin embargo la obra
parece recoger con fidelidad las posiciones doctrinales enfrentadas en esta polémica
y, en concreto, las afirmaciones de Nestorio.
160. C fr. QUX, 428, 1920: AsiitETai Sr¡ o5v тгуьасбаь Xáysiv TÒV Xï)<p0EVTa
•кар' aÙTOÛ хата cuvácpEíav avOpcorcov. También en QUX, 418, 1723 se utiliza
la misma expresión para responder a la cuestión quién es el que fue ungido.
161. 2 AN, 1, P G 76, 72 A .
162. Ibid., 76 C .
163. 'ETIEIST] 8È û ç Ppaxù xal àvGpwTtivov, xai TTJC TOÜ MOVOYEVOÜC
à|iaç f)TTWLiEVov, áuirpcoc SáxETai TÍJV XPflo™ ЕХР'°™]> фЕр£ та Еьхота
xat EÎÇ TOOVO XéywiJiEV, тас той cxavSáXou XÚOVTEC афоррас. (3 AN, 3, P G
76, 148 A ) .
Nestorio no parece haber captado con radicalidad la realidad de la kénosis: cfr.
J. LIEBAERT, L 'évolution de la christologie de Saint Cyrille, en MSR 27 (1970), 4232.
47
JOSE MIGUEL ODERÒ
lo en un sentido latísimo y absolutamente impropio podría decir-
se que el Verbo fue ungido . 164
En este punto Cirilo le acusará de simulación perversa, por man-
tener sobre el papel una unidad formal de Cristo que realmente re-
suelve en tajante dualidad . Los escrúpulos nestorianos por pre-
165
servar la inmutabilidad del Verbo son —para Cirilo— escándalo
farisaico . 166
En todo caso, puede observarse que el núcleo de la postura de
Nestorio ante la Unción se sitúa en un contexto antiarriano, como
una respuesta —diversa de la que diera Cirilo— a la tesis arriana
de la mutabilidad del Verbo que fue ungido. Nestorio solucionaba
la cuestión, eliminándola: el Verbo —decía— de ninguna manera
fue ungido.
B. Las respuestas de Cirilo
Antes de analizar pormenorizadamente lo que fue su contesta-
ción, ha de hacerse notar que, como ya se ha dicho, en el año 429
el Patriarca de Alejandría había elaborado un sistema teológico su-
ficientemente desarrollado y compacto como para enfrentarse al
nestorianismo sin ningún complejo de inferioridad. Nestorio pare-
ce fundamentar sus tesis en la S. Escritura, mostrándolas como exi-
gencias mismas de los textos sagrados para salvar la divinidad del
Verbo. Cirilo, manejando más amplio aparato escriturístico, se mues-
164. E í 8E ÉVTaüBa TTJV évoíxrjo'iv Evwinv EÍVOU Xáyouo-iv, oüx év t í )
LTapBévtp, á X X a p,s-ca t ó TExOfjvoa i% aú-áje,, <péps x a l OÍÍTCO ib Xs^óp-evov
É|ETdccrcop.EV. E í 8 i á TOÜTO EÍC, t ó TOO Aáyou Ttpótrcoitov xó x P ¿ ° P - Eíp?ío-0ai
a
XéyoucHv, 8 i á TÓ owEivaí, xod TjvwtrOou, toe, aúxoí cpact, T W áv0pioitt¡) xóv
Aóyov, itávTtoc, OTI p.E0' EVCOÍTIV aútóv x£xpío*0ai XáyEiv i% áváYXTjc, oVnecvrT]-
0Tjo-oVTai (QBV, 9, P G 76, 265 A ) .
165. 50 Ep, P G 77, 269 C-D.
166. Cfr. 55 Ep, P G 77, 318 C: T a O r a yap TÍÍ<; ÉXEÍVWV É0EXaxpi6EÍa<; x a
EÚprpaToc, xai r¡ TWV Évvoitov XU8CU,ÓTT)<;.
Cirilo advierte que, bajo las protestas de ortodoxia de Nestorio, late un equívoco
afán de novedad respecto del Evangelio (ibidem, B). Los escrúpulos de Nestorio le
llevan a rechazar con extraña violencia la doctrina ya tradicional sobre el título
©EOTÓXOC,, Liébaert habla de un Nestorio «hipnotisé par le danger d'une confusión
entre les natures et leurs proprietés respectives» [L'lncarnation, p. 191), que trata-
ría de rectificar la Tradición y que no aceptaba la comunicación de idiomas, susti-
tuyéndola por unas concepciones especulativamente insuficientes (ibid., p. 194). De
Nestorio no puede decirse que creara una teología brillante (cfr, E. A M M Á N , Nesto-
rius, en DTC 11, col. 155).
48
CRISTO Y EL ESPÍRITU SANTO
tra capaz de salvar de otra forma esa misma divinidad del Verbo,
gracias a la claridad de una teología sistemática muy elaborada. Las
armas de Nestorio estaban menos afiladas.
Cuatro son las tesis nestorianas que interesan al tema de la
Unción:
1) La unidad entre el Verbo y el hombre asumido es mera
owácpsia,sin que pueda otorgársele mayor eficacia onto-
lógica.
2) El nombre Cristo se predica principal y propiamente del
hombre asumido.
3) El Verbo mismo no es realmente ungido, ni se abaja a la
Unción.
4) La Unción de Cristo, por ser unción del hombre, no di-
fiere esencialmente de la santificación de otros ungidos, sino
sólo en grado.
Estas tesis, antes de ser denunciadas explícitamente en los
años 429-431, podían considerarse respondidas en gran parte, por
las anteriores obras dogmáticas de Cirilo . Con suficiente preci-
167
sión, había afirmado en ellas el Alejandrino que:
1) La unidad del Verbo encarnado puede ser ontológicamente
descrita como Svwcri-e, x a d ' ímóerraoT.v, unidad tan profunda que fun-
damenta la comunicación de idiomas.
2) Por eso, aunque la unción sólo modifique a la humanidad
asumida, es el mismo Hijo quien al encarnarse se llama propia-
mente Cristo, sin que deba aplicarse ese nombre sólo a una parte del
único ser teándrico.
3) En consecuencia, cabe decir con realidad que el Hijo es
ungido; aunque de ningún modo lo sea antes de la Encarnación,
sino que la Unción es uno de los aspectos en la kénosis del Verbo.
Decir que ha tenido lugar la Unción del Hijo sólo es posible afir-
mando con fuerza la realidad de la Kénosis.
167. La anterior teología de Cirilo fundamentaba ya clara y vigorosamente la
unidad de Cristo (cfr. LIEBAERT,-L'incarnation..., p. 194). Sus libros dogmáticos anti-
arrianos contenían ya alusiones críticas a un vago dualismo (ibid., p. 188).
49
JOSE MIGUEL ODERÒ
4) La Unción de Cristo es peculiarísima por el modo de rea-
lizarse y por su finalidad. Sólo la Unción de Cristo es «autoun-
ción», ya que el Verbo se unge a sí mismo en su propio templo
—en su humanidad— con su propio Espíritu. Sólo Cristo es un-
gido no para sí, sino de modo meramente económico: por nosotros,
para subvenir a la necesidad del Espíritu Santo que aquejaba a la
Humanidad caída.
Con todo, resta aún por investigar si Cirilo, una vez adentrado
en el fragor de la polémica con Nestorio, modificó o desarrolló algún
elemento en su teología de la Unción. Para ello, habrá que recorrer,
siquiera sea sumariamente, los lugares de esas obras antinestorianas
donde se contempla el tema de la Unción. Prescindiremos en adelan-
te de las referencias a las afirmaciones de Nestorio, que ya han sido
expuestas sintéticamente.
1) La Epístola a los Monjes
Tras reivindicar el título ©EOTÓXOC para S. María, Cirilo no
discute el problema mariológico planteado por Nestorio, sino que
se sitúa derechamente en el núcleo cristológico que lo motivara.
Con todo, aún no se toca el punctum dolens de la Unción, sino
en su inmediata consecuencia semántica: «al Verbo que procede del
Padre lo entendemos y denominamos Cristo» . Este uso semán- 168
tico —dirá— está avalado por la misma fe católica: por la Escritu-
ra inspirada, por la predicación evangélica y por el Magisterio del
Santo y Gran Concilio de Nicea, donde «denominaron al Verbo de
Dios un único Señor Jesús Cristo. Hay que notar cómo, hablando del
único Hijo y Señor, le llaman también Jesús Cristo» . 169
Cirilo analiza cómo puede justificarse este uso del nombre
Cristo, propio de la fe ortodoxa. Con su acostumbrada metodología
de «demostración por reducción al absurdo», concluye que, de no
caer en el arrianismo y proponer que el Verbo es ungido en cuanto
Dios, sólo resta suponer que el Verbo es ungido cuando se hace
hombre. Parecería, con todo, que existe una tercera posibilidad,
168. Cfr. AdM, ACÓ I, I, 1, p. 17, 1-2.
169. Ibid ACÓ I, I, 1, p. 14, 34 (PG 77, 17 D): WVÓLUX^OV SE -CÓV ÉX &EOÜ
Xóyov, I v a xúpiov 'Irjo-oüv Xpio-cóv.
Cirilo utiliza aquí con acierto una metodología teológica muy completa, argumen-
tando no sólo con las S. Escrituras, sino acudiendo a la autoridad de los Padres y
utilizando por último el recurso sistemático del razonamiento lógico.
50
CRISTO Y EL ESPÍRITU SANTO
justamente la adoptada por los nestorianos: pensar que sólo es
ungido el hombre nacido de la S. Virgen. Pero esta hipótesis choca,
dice Cirilo, con la peculiaridad de la Unción de Cristo, que es diver-
sa por «diferencias incomparables» de cualquier otra unción: sólo el
Cristo que es el Enmanuel es también verdaderamente Dios» , de 170
modo que sólo la Virgen María es llamada a la vez Madre del
Ungido y además Madre de Dios.
«También nosotros somos llamados (dioses) por la gracia de
Dios; pero Dios Hijo de modo distinto, por naturaleza y en ver-
dad, aunque se haya hecho carne» . Por eso, una mera unción
171
humana, por la gracia, no bastaría «para mostrar al que ha sido
ungido, cuya gloria y majestad son iguales a Dios que está por
encima de todo» . 112
Cirilo, en fin, reivindica la Unción para el Verbo, si bien en
razón de la Kénosis.
En este primer contacto con la tesis nestoriana se aprecia cierta
vacilación; aún no están perfilados los argumentos más contunden-
tes. Sin embargo han aparecido los principales elementos que Ci-
rilo manejará en la polémica: la cuestión sobre el nombre de Cris-
to, puesta en relación con la unidad del Verbo encarnado y con la
realidad de la Kénosis.
2) Diálogo sobre la Encarnación
Respecto de la Unción, sólo contiene otra formulación de la
tesis semántica ya propuesta:
«...sin embargo, (el Verbo) ha sido engendrado según la
carne y la humanidad en tiempo reciente, y fue ungido
por Dios Padre para su misión en el mundo. No se llama
Cristo por otro motivo» . 173
3) Ad Dominas
En este memorial dogmático, Cirilo comienza apoyando el título
©EOTÓXOC,on palabras de otros Padres y, antes de pasar al extenso
C
elenco de citas escriturísticas que constituye el núcleo de esta obra,
170. ...u.6vo<; 5E XpiffToe, x a l &EÖC, aXrjdwe, 6 'EupavouifiA,: ibid., ACO, I,
1, I, p. 14, 35 (PG 77, 20 D).
171. Ibid., ACO, 1, 1, 1, p. 15, 5-6 (PG 77, 28 A ) .
172. Cfr. Ibid., ACO 1, 1, 1, p. 17, 24-25 (PG 77, 28 A ) .
173. DI, 292, 33-294, 40.
51
JOSE MIGUEL ODERÒ
resume los puntos conflictivos del nestorianismo: su peculiar inte-
lección de la expresión el Cristo es Dios —es Dios por la gracia,
por progreso del hombre santificado— y el uso de Cristo según una
triple predicación del nombre.
A continuación Cirilo precisa cuál es el sentido católico de
Cristo; el término no conviene al Verbo en sí mismo: vAVQ, xai
iSía, xal xafr' ÉCCUTÓV voouuivy . . . Aóytp . El ser llamado Cristo
174
comienza con la Encarnación . La razón de ese nombre es la
I75
Unción; unción que es impensable necesite el Verbo. El Verbo es
ungido K a t a ™ av&pcbnivov por tanto, «si en algún lugar se
176
;
habla de Cristo, le entenderás ya encarnado (al Verbo)» . 177
4) Ad Augustas
Comentando l o 1,32-34 , precisa el modo como nuestro Se-
178
ñor Jesucristo recibe el Espíritu Santo: áv&pw-rcívw!; . . . 6ia trrv y-e-cá
aapxóc, oíxovoníav. Porque siendo rico, quiso empobrecerse por nues-
tra causa, Si' 'hv-kc, . La peculiaridad de la Unción se revela en
179
que el mismo que lo recibe como hombre, otorga el Espíritu como
Dios.
En otro lugar °, vuelve a analizar el mismo lugar de la Es-
I8
critura insistiendo en las mismas tesis: recibe al Espíritu °úx éauxw
H.aXXov áXX' Tpív ( . . . ) ÚÍC, év ¿CTOXPXTÍ toü -fívovc, Sev-cépa . La Unción
;
181
con el Espíritu se realiza ' í ... xaTaXúo-r] xal ávaitaúcrr)Tai TtáXiv
va
év TILIÜV ese mismo Espíritu . 182
5) Libro II Contra Nestorio
En el capítulo 2, Cirilo expone la doctrina católica sobre la
predicación del nombre Cristo, tras haber descrito en el capítulo 1
la teoría nestoriana de la triple predicación. Piensa que entiende
mejor que Nestorio las Escrituras aducidas por éste.
174. AdD PG 76, 1220 C.
175. Ibid., P G 76 1220 D .
176. Ibid., P G 76, 1221 A ; cfr. 1252 B: x p i " a i SÉ úic, avdpWTOC,, y por eso
la Unción se dirige tic, TÓ Tfjc; otxovofxía? EÚTexvé?.
177. AdD PG 76, 1221 A .
178. Orado ad Pulcheriam et Eudociam augustas de fide, cfr. 1313 D-1316 A ;
ACÓ I, I, 5.
179. Cfr. 2 Cor 8, 9.
180. Oratio ad Pulcheriam..., P G 76, 1380 B-1381 A.
181. Ibid., PG 76, 1380 C.
182. Ibidem.
52
CRISTO Y EL ESPÍRITU SANTO
¿Quién es el Cristo nacido de la Virgen? Sin duda, no un hom-
bre, sino el Verbo del Padre ya encarnado, unido hipostáticamente
a la carne y engendrado según la carne. Por eso « . . . atribuimos
183
el nombre Cristo al uno y único Hijo según naturaleza...» . 184
El Verbo, tras la Kénosis y la Encarnación, JCSXMIO-ETCU. xai, GCÚTÓC,
Siá TÓ x£xpío-frou Xpic-cóc aunque la unción acontezca sobre todo
;
185
;
respecto a la humanidad {'h %pí^ rapi t ° ftvdpcíwtivov). Pero no es
ungido el hombre, sino que «el Verbo unido a la carne... es ungido
humanamente» . 186
El modo de la unción se lee tipológicamente en Gen 28,12-18,
cuando Jacob ungía el ápice de una piedra en Betel. La unción de
quien es «piedra angular» y «cimiento de Sión» (Is 28,16) no afecta
a todo lo que es el Unigénito ni, justamente, a su naturaleza divina,
sino que sólo es ungido É?w<pavwc xocí . . . -rw xocd' EVCÚOXV TTIV «Vodivfiv
;
ESuo o"d)(jiaTi. . 187
Sin embargo, aun siendo Cristo ungido en su humanidad, su
Unción es radicalmente singular; de modo que Jesús no es Ungido
en el mismo sentido que los otros «cristos» de que hablan las Es-
crituras —como afirmaba Nestorio—. Por eso puede decir ahora
Cirilo que Cristo no es ungido «humanamente» . 188
6) Libro III Contra Nestorio
Cirilo critica la exégesis nestoriana de Le 4,19 (cfr. Is 61,1) que
interpretaba la unción mesiánica con el Espíritu para el apostolado
aplicándola «al consustancial con nosotros»: 'ATOo-TáXr] SE Ó irptv
ÓLiooúffioc^ xcu xéxpioTai 189
.
«¿Qué pasa entonces con las palabras de los teólogos que
fueron maestros de toda la tierra? Pues predicaron que el
Verbo mismo que precede de Dios Padre es el Salvador
de todo y el Redentor; no como a través de un hombre me-
diador diverso de El —como Moisés—, sino porque El
183. Cfr. 2 AN, 1, P G 76,69 C: évwdfivou ffapxl x a » ' òizòo-tanv.
184. Ibid., P G 76, 69 C.
185. Ibid., P G 76, 69 D.
186. Ibid., PG 76, 72 C.
187. Ibidem.
188. " í l p a Yàp EtitEÍv u.T)6È Tn*£a<7frai, Xpiff-còv àvdpwrcivwe (Ibid., c. 4, 80 D-
81 A ) .
189. 3N, 3, PG 76, 136 A.
53
JOSE MIGUEL ODERÒ
descendió a nosotros en figura y semejanza corpórea. Es
éste quien resulta ungido como Sacerdote y Apóstol» . 190
Que el mismo Verbo sea sujeto de la Unción, afirma Cirilo
que es sustancia de la fe cristiana, predicada claramente por los
Apóstoles y los Padres. Cirilo rechaza la exégesis de Nestorio por
ser contraria a la Tradición apostólica.
Por eso considera improcedente y exagerado el temor de Nes
torio a empañar con la Unción la gloria del Unigénito: «porque
no puede rechazarse la obra de la Kénosis» . 191
La tesis nestoriana afecta al núcleo del misterio del Verbo en
carnado, pues desconoce la realidad kenótica de la Encarnación. El
misterio late también en el tema de la Unción:
«Luego, cuando le veas ungido con su propio Espíritu, re
cuerda la economía de la carne y piensa en su humanidad;
cuando contemples al que concede el Espíritu, admira a
la vez a Dios en la humanidad» . m
7) L ibro IV Contra Nestorio
El error cristológico de Nestorio se revelaba también en el modo
de concebir las relaciones entre Cristo y el Espíritu Santo. Defen
diendo contra los arríanos la divinidad del Espíritu, que no es
«siervo de Cristo», reconocía por el contrario que el Espíritu glori
ficaba gratuitamente al Ungido (Xpurrip xap<.°"*y.evov 5ó?av) . 1 9 3
Cirilo se ve obligado a precisar que esa glorificación por el
Espíritu no es extrínseca a Cristo (°úx tb<; ftupccdev), porque el Hijo
se glorifica a sí mismo mediante su propio Espíritu. Por eso la
inhabitación del Espíritu en la humanidad de Cristo se produce de
modo singularísimo y en razón de singular motivo: porque esa carne
es propia del Verbo . m
190. Ibid., PG 7 6 , 1 4 1 BC .
191. C fr. ibid., PG 7 6 , 1 4 8 AB.
192. OúxoOvoTOtv ïSxiç aùxèv т ф íSíto x P P
l 0
nveiipum, 5iayiy,vT)0"o
£ v 0 V
Tífe (лета oupxôç oíxovojjiíac;, xat хатаХ.оу£Сои ce àvdpiîmivov: OTOC V ÏSTIÇ ТО
LTvEÜ[Jia SiSóvta, G auptaÇs у.Ета TOÚTOU TÔV xa!, âv av8pwrcÓTT)Ti ® E 6 V . (Ibid.,
148 D).
193. C fr. 4 AN, 2 ; PG 7 6 , 1 8 1 AB.
1 9 4 . Ibid., 1 8 4 D . C irilo acepta que se nombre a la Humanidad de C risto como
vaác той Aóyou; lo que siempre evitará es concebirla meramente como opyavov
TOO ®EoO (cfr. J. LIÉBAERT, L 'évolution..., cit., en MSR 2 7 ( 1 9 7 6 ) , 4 5 ) .
54
CRISTO Y EL ESPÍRITU SANTO
8) La Epístola XVII (Sinodal)
Se toca brevemente el punto doctrinal conflictivo respecto de la
Unción, es decir, la unidad de Cristo:
« . . . sólo conocemos a un único Cristo, que es el Verbo
de Dios Padre con su propia carne. Pues entonces es un-
gido con nosotros humanamente, aunque El mismo sigue
dando el Espíritu a quienes son dignos de recibirle; y lo
da sin medida» . 195
La Epístola se extiende en el fundamento de esa doctrina sobre
la Unción: la unión hipostática. Cirilo propone la fórmula EVWQ-I?
tpuo-ixií), evwo-i? xotTát (púffiv, en lugar de la simple inhabitación (*<*-
Toixiíom ú? év ávdpcámo xoivw) o la simple conjunción (ffuvácpEía
;
« T t X w ? ) o algún tipo de unidad moral (svwo-i? TTÍ? ó^ía?, r\yovv aü.
&£VTÍ<XC,) del hombre con Dios . i %
Los X I I Anatemas que acompañan la Epístola, no mencionan
explícitamente la Unción, sino sólo la glorificación por el Espí-
ritu .
197
9) Las Apologías del año 431
Teodoreto de Ciro había denunciado precisamente el Anatema
IX , como incompatible con las Escrituras . Teodoreto negaba
19S 199
que el Espíritu Santo procediera del Hijo (¿I Yíoü r] Si' Yíoü) por ;
considerarlo blasfemo, aunque reconocía naturalmente la consustan-
cialidad entre ambas Personas divinas . También negaba que el
200
mismo Verbo fuera ungido: XPio^ñvaí, oú TÓV ©EÓV Aóyov . . . áXka
. . . A,T)<pMcrav ávdpwraiav epúo-iv . Pero reconocía que podía em-
201
195. 17 Ep, PG 77, 112 A .
196. Cfr. ibid., P G 77, 112 A-C.
197. Cfr. sobre todo el Anatema © ' : E l T Í ? rpi TÒV EVO. Kúpiov 'IT)0"OÜV
Xpio"TÒv 5o£ó£EO"9ai -rcapà TOÜ IIvEÚLiaTO?, co? áXXoTpía 8uvá[AEi T Í ) í 5 l a
aúxoO x P « l
t
»
)
l TO*P* aÙToO Xa6óvTa TÒ EVEPYEÍV SúvaaSai x a x à TCVEU-
Jievov x a
tiáxwv àxaOapTtov, x a l TÒ TtXripouv EÍ? ávOprintou? ta? 9Eoo"r)u.£Ía? x a i oúxl 8*1
u-àXXou íSiov aùxoO T Ò Ilv£Üu.á q)T)(n, 8 i ' ou x a l íví\pyr¡o-t T a ? BEoorpEÍa? -
ává0Etxa gffTW. (17 Ep, P G 77, 121 B).
198. Ibidem.
199. Le 4,18; Act 10,38; Is 61,1; Mt 12,28; lo 1,33; etc.
200. Cfr. ATh, ed. PUSEY, voi. 6, p. 460, 8-14.
201. Cfr. ibid., p. 460, 5-7.
55
JOSE MIGUEL ODERÒ
plearse la expresión Espíritu propio del Hijo, siempre que esa pro-
piedad sólo significara la consustancialidad Hijo-Espíritu.
En su respuesta a Teodoreto, Cirilo se limita a defender la ne-
cesidad del anatema contra Nestorio y contra cualquiera que con-
sidere al Espíritu como ajeno al Hijo (¿S áXXoTpla Súvau^, aXXÓTpiov
TOO YioG . Concluye, en fin, que tampoco es lícito dividir en dos
202
al único Cristo, como hace Teodoreto: uno el que es glorificado y
otro el que glorifica; uno el Cristo según la carne y otro Cristo
el Verbo de Dios . 203
Mas tarde, en la cárcel de Efeso, explicará el Anatema VIII , 204
mostrando cómo no puede haber alteridad Unigénito/Cristo, ya
que «el mismo Verbo Unigénito de Dios hecho carne, se llama
Cristo» . Esta afirmación es ilustrada allí con un resumen rápido
205
de la teología ciriliana sobre la Unción . 206
10) Escolios sobre la Encarnación
En el comienzo mismo de la obra aparece el tema de la
Unción: T í áo-Ti X p i o T Ó ? ; Cirilo ha adquirido la convicción de que,
para exponer la cristología, ésta es la pregunta clave: ¿Qué es
Cristo?
Y la introducción en esta cuestión es una explicación del tér-
mino Cristo:
«El nombre Cristo no es una definición, ni siquiera una
sustancia o una cualidad sino que muestra más bien
una cosa que se realiza en alguien» . 207
A continuación se alude a las unciones del AT. La unción de
los reyes significaba su reino y era simbólica, realizada con óleo;
los profetas eran también ungidos —al recibir la gracia profética—
VOTJTÜC, T Ü 'Arico IIVEÚU«TI,. Otros hombres eran ungidos en cuanto
202. Cfr. ibid., p. 462, 6-14.
203. Cfr. ibid., p. 462, 23, p. 464, 10.
204. Anatema Z ' : El' T I ? q>T)<nv cbe, avBpWTOV svripYTJffBou ÜTO TOÜ ®EOU
Aöyou TOV 'ITICOÜV, x a l TTJV TOÖ MOVOYEVOÜC, EÜSoSjlav •rcEpi.fjcpOou dx; ETEpy
itap' Ü7tdpxovTi,, dvA0£[xa EVTCO. (17 Ep; P G 77, 121 A ) .
205. Exp, P G 77, 305 D.
206. Ibid., P G 77, 305 C.
207. T O Xpwxbc, övotxa OUTE opou Suvau-iv EXEI, OÜTE UTJV TTTJV T I V O ? oücriav,
8 T I TOTE EO-TI, orpalvEi,, XOCMTCP auiXEi x a l T 4 "AvGpwTOc, t) t/nro? T)
ßoüe, i t p a v p i a T O ? 8E LiäXXov EVEpyouuivou TOpi Tiva TOiEiTat Sf^Xwcnv. (Sch,
-
ed. P U S E Y , vol. 6, p. 498, 1-4).
56
CRISTO Y EL ESPÍRITU SANTO
eran utilizados por Dios para conseguir algún objetivo histórico,
como es el caso de Ciro.
También Cristo Salvador es ungido, pero en sentido muy di-
verso. En breves trazos Cirilo resume ahora su soteriología pneuma-
tológica para ilustrar nuestra indigencia del Espíritu. Cristo es
ungido (Ps 44,8) para hacer posible nuestra salvación: «porque la
gracia se trasvasa hasta nosotros desde su origen: Cristo, el primo-
génito nuestro...» . 208
El Hijo es, pues, ungido xa&'Tpae ávdpwreívwc y l Verbo puede e
ser llamado Cristo porque es verdaderamente hombre 8V rpac; xai
xa»' rpae. Y al mismo que es XPiínevoc ávftpwTtivwc, l vemos luego e
Xpíwv Mxwe T U Í8ÍW nvEÚLia-n 209
.
11) Diálogo sobre la unidad de Cristo
Los principales argumentos nestorianos son repasados con la
mayor perspectiva que da el paso de los años. El curso teórico de
la polémica sobre la Unción se inició alrededor del nombre Xpio-xo.
TÓXOC y de una teoría sobre el uso del término Cristo .
210 2n
Cirilo precisa que la única razón para aplicar el nombre Cristo
es haber recibido una unción . 212
Nestorio rechazaba la expresión Verbo ungido porque esa pro-
piedad de la Unción no podía convenir ni al Padre ni al Espíritu
Santo. En el fondo —dice Cirilo—, la raíz del nestorianismo está
en la incapacidad para entender la Kénosis:
« . . . El nombre de Cristo... como la unción, aconteció al
Unigénito como una de las modalidades de su anonada-
miento; oírlo indica patentemente que se ha producido la
Encarnación, porque explícita perfectamente el hecho de
que el Unigénito ha recibido una unción en su manifesta-
ción humana» . 213
208. Ibid., p. 502, 1-5.
209. Ibid., p. 502, p-16.
210. Cfr. QUX, p. 340, 11.
211. Cfr. ibid., p. 340, 19 ss.
212. Ibid., p. 342, 24-30.
213. ITXií)v, & ßeX,TiCTOi, <pccÍT)v äv, xb Xpio-cóe övoy.a, xod aúxó 8e TO
Xpfpa, TouTÉcmv r) xplaic,, L I E T Í TWV T Í j e XEvGffEwc -cpó | itcov iípoo"YéYovE T W
MOVOYEVEÍ, ÉvapYÍi xfjc Evav6pw7nf)0"Ewc TOÍC; áxpowyivoie EÍOTCOLIÍ^OV TTIV
SVIXCOO-IV. " O T I Y « P xáxpt.o"Tou xa0ó 7téq>r|VEV äv8pQitoe, xaxatrriy.ifiv£tEv &v
E¡3 u-áXa. (Ibid., p. 344, 25-30).
57
JOSE MIGUEL ODERÒ
Existe una relación esencial entre Unción y Encarnación: ~*) XP<¡-
m . . . revoLiévT) itEpi TT)V o-ápxwaiv porque el Verbo «se santifica
214
}
con nosotros cuando se hace como nosotros» , y por eso el Hijo 215
es verdaderamente ungido . Sin dejar de ser Dios ha asumido
216
todas las limitaciones de la humanidad, que hace suyas con todas
sus consecuencias: de ahí la Unción y el nombre Cristo.
El error de Nestorio consistía en separar en la realidad lo que
la Escritura nos enseña a distinguir con la mente . No hay un hom- 217
bre que sea ungido por el Verbo de Dios, aunque en el único ser
de Cristo se distingan la naturaleza humana y la divina.
12) Otras obras
En la Respuesta a Tiberio resume el sentido del término Cristo:
«Por eso quien nombra a Cristo, no significa ni el Verbo
desnudo ni el hombre común, uno más entre nosotros, si-
no que —como dice— significa el Verbo de Dios Padre
encarnado y ungido por el apostolado» . 21S
En la obra sobre la Maternidad divina de la Virgen , se re- 219
chaza la noción de nueva inhabitación como justificación de la
Unción: no puede explicar cómo el Verbo es ungido . Tampoco 220
considerando como crisma a la Persona del Verbo que inhabita,
puede distinguirse Cristo de los santos , cuando nadie «se dice
221
ungido o santificado como éste» y cuando entre los profetas y
222
Cristo existe patentemente una ácrúyxpiTov Siccepopáv . 223
La postura de los nestorianos que admiten para S. María el tí-
tulo Madre de Cristo y a la vez rechazan el de Madre de Dios, pa-
2 1 4 . Ibid., p. 3 4 6 , 3 6 3 7 .
2 1 5 . Ibid., p. 3 4 6 , 4 0 - 4 1 .
2 1 6 . Ibid., p, 3 4 6 , 4 1 - 5 0 .
2 1 7 . Cirilo, leyendo Jo 1 , 3 2 - 3 4 , entiende que tampoco Juan Bautista se atrevió
a realizar esa separación: Cfr. QUX, p. 4 2 8 , 2 8 , p. 4 3 5 , 4 0 .
2 1 8 . Responsiones ad Tiberium diaconum, P G 7 6 , 1 1 1 7 B-C.
2 1 9 . Contra eos qui Theotocon nolunt confiten ACÓ I, I, 1, p. 1 9 - 3 2 ; P G 7 6 ,
2 5 6 - 2 9 2 . G. M . DE DURAND duda sobre la autenticidad de esta obra: cfr. Cyrille d'Ale-
xandrie. Deux dialogues cbristologiques, en SC 9 7 (París 1 9 6 4 ) , pp. 5 2 2 - 5 2 4 .
2 2 0 . Según Ps 4 4 , 8 y Heb 1 , 9 .
2 2 1 . Cfr. Contra eos..., P G 7 6 , 2 6 4 B.
2 2 2 . Ibid., PG 7 6 , 2 6 4 C.
223. Ibidem.
58
CRISTO Y EL ESPÍRITU SANTO
rece antinómica. Si colocan la inhabitación tras el parto, entonces
reducen la evooo-ic mera unión xaxa x*P<-v xaí HETOXTJV TOO ©eoü y
a >
hacen a Cristo uno más entre los santos; además deberían reco-
nocer que sólo entonces —tras el parto— el Verbo unge, porque
para ellos la unción es un correlato de la unión . Pero entonces 224
Jesús no estaba ungido antes del parto y la Virgen tampoco sería
Madre de Cristo . Por el contrario, si los nestorianos colocan la
225
unción antes del parto, la Virgen dio a luz al Ungido que ya estaba
unido al Verbo, y por tanto es también Madre de Dios. Como con-
clusión, en cualquier caso: d SE Xpio-xoxóxox, xcd ©EOTÓXOC . 2 2 6
Al final, se aclara:
«(...) Pero esto lo decimos porque no puede darse verda-
dera unión después de la concepción. Aunque nosotros sa-
bemos que este Cristo es, no el hombre unido a Dios, sino
Dios que asumió la humanidad (...)» . 227
C. Conclusión: La Unción en las obras antinestorianas
La doctrina ciriliana sobre la Unción permanece sustancial-
mente invariable a lo largo de la polémica nestoriana. Antes del
año 429 poseía el Alejandrino una teología de la Unción muy desa-
rrollada, que se mostró capaz de enfrentarse a las tesis de Nestorio,
comprendiéndolas, definiéndolas, analizándolas y rebatiéndolas.
En el tratamiento de la Unción se aprecia, con todo, una nueva
temática: la discusión semántica, alrededor del nombre Cristo.
También puede señalarse que el esfuerzo teológico por caracterizar
ontológicamente el modo de unión entre el Verbo y la naturaleza
humana de Cristo — EVWO-IC xad' íntócrraoiv — proporciona a Cirilo
la clave más honda para entender la peculiaridad de la Unción . 228
224. Cfr. Ibid., PG 76, 265 A-B.
225. Nótese cómo la polémica nestoriana hace decantar también sin titubeos la
respuesta a la cuestión del momento de la Unción, y precisamente bajo la acción
reactiva del problema mariológico que estuviera al inicio de esta polémica: si Jesús
fuese ungido — y hecho así el Cristo— en el momento del Bautismo, la Virgen María
no sería Madre de Cristo.
226. Contra eos..., PG 76, 265 C.
227. Ibid., PG 76, 265 C.
228. Así en 2 N, 4, PG 76 80 D, en contra de su costumbre, llega a hablar de
que la unción no se lleva a cabo «humanamente».
59
JOSE MIGUEL ODERÒ
Gracias a esa unción, Cirilo puede explicar con claridad cómo el
Verbo se dice ungido, aunque sólo lo sea en su humanidad. El tema
de la Unción muestra cómo Cirilo —pese a su terminología, a veces
imprecisa— está lejos de cualquier monofisismo y concibe con dis-
tinción una unión en el Verbo que deja inconfusas las naturalezas
humana y divina.
En este período antinestoriano, Cirilo relaciona, en consecuen-
cia, muy estrechamente Unción y Encarnación como temas insepa-
rables que se explican el uno por el otro, ambos concebidos como
modalidades de la Kénosis del Verbo. Pero, tras haber expuesto la
riquísima teología ciriliana sobre la Unción, sería inconcebible supo-
ner que Cirilo confundiera Unción y Encarnación.
V. CONCLUSIÓN. LA UNCIÓN DE CRISTO SEGÚN S. CIRILO
Cirilo recoge el tema de la Unción de dos lugares: de la S. Escri-
tura y de la Tradición patrística y conciliar de la Iglesia. Ense-
guida, asume la Unción en su teología trinitaria y soteriológica, inte-
grándola armoniosamente en el conjunto de los misterios cristia-
nos. La Unción aparece así como uno de los puntos de engarce en-
tre el misterio de las tres divinas Personas y el misterio de la eco-
nomía salvadora.
La arquitectura del plan salvífico divino, tanto en su fundación
—la elevación de Adán al estado sobrenatural—, como en su res-
tauración mediante la Encarnación, manifiesta la íntima estructura
de la Trinidad eterna, porque todo se realiza «por el Padre mediante
el Hijo en el Espíritu». Así conocemos mejor la divina intimidad
trinitaria a través de las misiones de las Personas divinas en la
historia de la humana salvación.
La restauración de la naturaleza humana caída, sólo podía con-
sistir en la recuperación del mismo Espíritu Santificador que fue
donado a Adán, para luego perderlo pecando. Pero ¿quién debía
darnos el Espíritu Santo? Aquel de quien es ese Espíritu: el Hijo.
Vemos así que el Hijo viene al mundo para entregar aquel Espíritu
que es «propio» suyo y que va a ser dado ahora de un modo nuevo
a los cristianos: a saber, inhabitando permanentemente en ellos
60
CRISTO Y EL ESPÍRITU SANTO
para destruir eficazmente el pecado. He aquí la razón de la Encar-
nación y del orden con que ésta se lleva a cabo: el Padre envía al
Hijo para que éste nos otorgue su Espíritu —que es también
Espíritu del Padre—. La encarnación del Hijo es la vía conve-
niente para que a los hombres llegue la santificación.
Pero esa santificación de la naturaleza humana también se lleva
a cabo ordenadamente, pues lo que resulta santificado es, en primer
lugar, la naturaleza humana singular asumida personalmente por el
Verbo. Son las Escrituras quienes nos llevan a esta conclusión,
pues inequívocamente afirman que Jesucristo fue santificado, cuan-
do señalan que fue ungido.
El teólogo debe recibir reverentemente este misterio de la fe:
quien es eternamente Santo —el Hijo— fue, sin embargo, santi-
ficado y ungido al tomar nuestra naturaleza. La exégesis bíblica de
Cirilo ve en algunas unciones veterotestamentarias (Betel, El Arca,
el Altar, la unción real de Ps 44,8) las figuras de la antitípica unción
del Cristo, profetizada en Is 61,1 ss. y en Ioel 2,9.
Su teología especulativa se construye entonces como resultado
de la interna tensión del misterio: el Verbo es a la vez Santo y
santificado. Ese esfuerzo intelectual culmina estableciendo una ana-
logía con otro misterio de la fe: la Kénosis. La Unción aparece
así «como una de las modalidades de la Kénosis», de ese misterioso
abajamiento del Verbo en la economía redentora.
Toda la teología ciriliana sobre la Unción gira alrededor de
esta central instancia kenótica. Es de notar que incluso la distin-
ción de naturalezas en la unidad personal del Verbo encarnado, es
mantenida por el Alejandrino en función de la Kénosis, estructura
que hace posible explicar adecuadamente el misterio. Sólo la radi-
cal distinción de naturalezas en una fontal unidad ontológica per-
miten salvar los términos del dogma, para explicar que el único Ver-
bo divino se abaja al hacerse hombre.
¿Cuál será la principal objeción de Cirilo a los arríanos? Que
son antikenóticos; porque si el Lógos no fuese Dios, al recibir el
Espíritu divino no se abajaría, sino que seña exaltado. Y a los nesto-
rianos, ¿qué les reprochará? No respetar la Kénosis, pues si el
Verbo estuviera separado del hombre ungido, entonces no sería
exaltado, pero tampoco se abajaría de ningún modo en la Unción,
sino que el hombre se exaltaría. La Tradición de la Iglesia, sin
embargo, no se ha avergonzado —dirá— de afirmar que «es ungido
el Verbo»; así los Padres de Nicea.
61
JOSE MIGUEL ODERÒ
La obra de Cirilo muestra brillantemente la riqueza dogmática
encerrada en el nombre Cristo. La Unción es una pieza clave en la
Dogmática cristiana, porque en ella se entrecruzan: el tratado De
Deo Trino, la Cristología —pues el nombre mismo de Cristo signi-
fica la unión hipostática—, la Soteriología —Cristo es ungido por
nosotros—, el tratado De Gratia e incluso la Mariología —Santa
María no es sólo Madre de Cristo sino Madre de Dios—.
La Unción de Cristo puede definirse como el recibir el Hijo del
Padre (£? naxpí, napa TOÜ IlaTpóí) l Espíritu
a en razón de su hu-
229
manidad; quien lo recibe es a la vez Dios y hombre —el Hijo encar-
nado— y por lo tanto es quien puede otorgar a su vez el Espíritu a
las criaturas .230
Como consecuencia de la Unción, el Verbo comienza a ser lla-
mado Cristo. Pero los efectos de la Unción sólo se hacen sentir en
la Humanidad asumida, que llega a ser incorporada incomparable-
mente a la obra de nuestra salvación.
Esa Unción de Cristo resulta ser peculiarísima, y por ello tiene
también efectos absolutamente singulares . 231
La peculiaridad de la Unción consiste en ser autounción, auto-
santificación: el Verbo unge con su propio Espíritu su propia hu-
manidad. Además sólo la Unción de Cristo, sobre la glorificación de
su concreta naturaleza humana, no se dirige a subvenir una necesidad
personal del Espíritu —pues Jesucristo ya poseía el Espíritu como
propio, en razón de ser Dios—, sino sólo una necesidad «natural».
El fin último de la Unción es «económico»: la santificación nuestra.
Es en Cristo como el Espíritu Santo va a enraizarse de nuevo en la
Humanidad, acostumbrándose a habitar en ella.
La Humanidad concreta de Cristo, glorificada ya por el Espíritu,
es dadicalmente transformada, adquiriendo una divina dinamicidad
santificadora ; La teofanía bautismal sobre el Jordán tiene preci-
232
samente la finalidad de manifestar que la Humanidad de Jesús es
santificante (áriacrao-jcóv); capaz de sentificar, en cuanto instrumento
y órgano de la divinidad. El Espíritu Santo descansando sobre Jesu-
229. Además del Padre, el Espíritu Santo también santifica activamente, al
igual que el Hijo, que se unge a sí mismo en su Humanidad.
230. Esta definición se encuentra en el Comentario a Isaías de Cirilo.
231. Cirilo reprochará también a los nestorianos que no entendieran la peculiari-
dad de esta Unción.
232. Cfr. el Comentario al libro XI del Ev. de San Juan.
•62
CRISTO Y EL ESPÍRITU SANTO
cristo en forma de paloma, señalaba que éste poseía el Espíritu de
un modo enteramente singular: áXrfiü»; xal xupíwc;.
El Espíritu Santo le es dado a la Humanidad de Cristo de modo
tal, para que resulte congruente con el modo de poseer el Espíritu
que es típico del Hijo: como propio y no como ajeno.
De esta forma Cristo, en su Humanidad, no sólo es ungido
(XPI.OU.EVOC;) sino que unge ( X P ' W V ) . Ambas facetas están reunidas en
el nombre Xpio-róc^ porque sólo este Ungido es el Ungido, capaz
0
de ungir.
La Unción constituye a Cristo en la segunda raíz de la nueva
Humanidad, en primicia de la nueva raza, porque es vía y principio
activo (ápxri) en el descenso del Espíritu durante los tiempos mesiá-
nicos. Cristo queda señalado así como el Primero.
La Teología de la Unción de Cirilo puede, en conclusión, califi-
carse de rica y sugestiva. Y de ningún modo parece aceptable in-
cluirle en el elenco de escritores antiguos que confundieron Unción
y Encarnación. Cirilo relaciona correctamente ambos conceptos, so-
bre todo para explicar a los nestorianos el modo como puede ser
ungido el Lógos. Las expresiones al respecto son variadas : TCEPÍ 233
TTJV évavdpeíMirioav^ Tccpi. TTJV o ápxwcnv
,
) HE^I TÓV á v d p t í ) i t i v o v ) xa-ira TÓV
ávdpv7ttvov ) xa-rá TT]V o - á p x a ; xadó -reiepEvev avdpwrcoc^ xaftó yáyovEv
avdpwrcoc^ OTE y á y o v E v avdpwrcoc^ évwdEVTa o"apxí } Tío x a d ' EVCOCTIV íSíw
Pero si Cirilo relaciona Unción y Encarnación es porque las
0-wu.aTi.
concibe bien distintamente.
Por todo lo cual, la doctrina del Alejandrino puede presentarse
como paradigmática Cristología pneumatológica que, sin velar el
protagonismo salvífico del Espíritu Santo, es fiel en toda su radica-
lidad a la ortodoxa formulación del misterio cristológico.
VI. LA TERMINOLOGÍA CIRILIANA (Apéndice)
Como Apéndice a esta exposición de la Teología de la Unción
en S. Cirilo, puede resultar conveniente clasificar sus expresiones más
características sobre el tema. Las referencias que se aducen tienen
tan sólo carácter ilustrativo, y no pretenden ser índice exhaustivo
para toda la obra de Cirilo.
233. Cfr. el Apéndice, sobre la Terminología ciriliana.
63
JOSE MIGUEL ODERÒ
a) El sujeto pasivo de la Unción
¿Quién resulta ser ungido? ¿Quién es 6 Xpiocóe,? Cirilo respon
de diversamente : 234
ó Лоуое,;
DI; SC 97, 292,37
AdD; PG 76, 1220 D
2 N, 2; PG 76, 69 D; 72 A,B,C.
3 N; PG 76, 142 С
Sch; PG , 502
HEB; P 5, 378,17
8 Нот; PG 77, 568 С
17 Ер; PG 77, 111 A
— 6 'ELi,y.avouriX :
4 G; PG 69, 189 С
9 DAd; PG 68, 962 A
ó MOVOY£VIÍ)¡;:
5 IS; PG 70,1350 D
QUX; SC 97,348,20
_ 6 YE64:
11 IO; PG 74,552 В
Sch 2; P 6, 502,6
7 G P 76,306 С
QUX; SC 97, 346,42
44 PS; PG 69,1038 В
HEB; PG 74, 961 С
HEB; P 5, 380,9
— ó Kupioe,;
4 G ; PG 69, 189 D
— f) áv&pwTtó4r)(;:
HEB; PG 74, 961 С
234. Recuérdese que para los arríanos el sujeto que recibe la Unción era 6 yuijtvóí
A o v o ? ; para Nestorio se trata del ó oiiooúffioc, T^UÍV, pero nunca del Logos. Teo
doreto de C iro también opinaba: oú 6 AÓYO?, áXhÁ x) avfrpwrcÓTric,.
64
CRISTO Y EL ESPÍRITU SANTO
— 6 vaóc, (TíoO Aóyou íSíoc;);
) ;
11 IO, 10; PG 74,599 D
6 DT; PG 75, 1017 A
HEB; P 5, 379,19 y 380,15
b) La Unción respecto del Padre y del Espíritu Santo 235
En general, y aunque en su formulación no siempre aparezca ex-
plícitamente expresado, la Unción es una acción trinitaria. Este ex-
tremo está suficientemente documentado en S. Cirilo. Así resulta
que el Padre es quien unge y que el Espíritu Santo es el XPi°"H« de la
Unción ( 5 10, 2; PG 73,756 A; 7 DT; PG 75, 1101 B; * 44 PS;
PG 69, 1037 D-1040A; * 10 DAd; PG 68, 822).
El Hijo es, pues, ungido:
— •rcapa "TOÜ ©EOÜ xaí LTaTpóc;;
2 IO, 1; PG 73, 196 C
* 5 IO, 2; PG 73, 753 A
DI; SC 97, 292, 36-37
AdD; PG 76, 1220 D
2 N, 2; PG 76, 72 A
50 Ep; PG 77,272 B
LC, 4; PG 72, 536 B
HEB; P 5,1831,1
4 G; PG 69, 289 C y D
* Exp; PG 71,1352 A
— éx LTaTpóc;;
HEB; P 5, 378,17
— 8ia TOÜ 'AyioO ÜVEÚLiaToc;:
55 Ep; PG 77, 317 C.
* 6 DT; PG 75, 1005 C
TT 34; PG 75, 577 A.
MT; PG 72,365 A
HEB; P 5, 378, 17s.
9 DAd, PG 68,692 B
235. Las referencias que corresponden a citas donde sólo indirectamente se
pone de relieve la característica a resaltar, vienen precedidas de un asterisco: *
La edición de PUSEY la citaremos con la letra P seguida del número del volu-
men, página y renglón.
65
JOSE MIGUEL ODERÒ
ico iSíw nvEÚu.aTi,:
3 N; PG 76,148 D
9 DAi, PG 68,692 B
HEB; P 5, 379, 19 y 360,27
6 DT; PG 75, 1017 A
— tw 'Afíio nvEÚu.a-u :
44 PS; PG 69,1040 A
A / M; PG 77,25 B
A / D; PG 76,1220 D
2 Ñ, 4; PG 76, 81 B
50 Ep; PG 77,269 B.
QUX; SC 97, 342,1
— év 'Ayítt IIvEÚtiaTi:
4 G; PG 69, 189 D
El carácter sagrado de la unción viene a veces recalcado con el
uso del término xaT<xxpíco :
11 IO, 10; PG 74,549 D
HEB; P 5, 379,19; 380,27
6 DT; PG 75, 1017 A y 1020 D
9 DAd; PG 68,692 B
El mismo Lógos interviene también en la santificación de su
Humanidad, ungiéndose a sí mismo (cfr. lo 17,19): HEB; P 5, 379,
18 y 380,26; 11 IO; PG 74, 549 B-C y 548 B.
c) Sentido de la Unción como santificación
En multitud de lugares Cirilo pone en relación estrecha Unción
y santificación, hasta poderse concluir que Xp'w y ayid^w e refieren
S
a la misma realidad:
Ai D; PG 76, 1220 D y 1221 A
HEB; P 5; 378,26s
50 Ep; PG 77, 272 B
QUX; PG 76, 264 B
TT 20; PG 75, 333 B
6 DT; PG 75, 1017 A
44 PS; PG 69, 1040 C
9 DAÍ; PG 68, 692 A
66
CRISTO У EL ESPÍRITU SANTO
11 10; 10; PG 74, 549 D
* 2 N, 4; PG 76, 80 D 8 1 A
* QUX; SC 97, 346,3543
* HEB; P 5, 378,27
9 DAd; PG 68, 645 A.
La Unción también se identifica con recibir el Espíritu:
LC, 4; PG 72, 357 В
* 5 10, 2; PG 73, 760 A, 753 A
* 44 PS; PG 69, 1040 A
* 11 IO, 10; PG 74, 549 D
5 IS, 5; PG 70, 1349D 1352 A
* HEB; P 5, 37922.
Para la Unción de Cristo, Cirilo emplea el binomio Xpiónsvoc,/
Xpiwv q e caracteriza al Cristo entre los demás ungidos:
U
2 N, 2; PG 76, 72 С
3 N, 3; PG 76, 148 В
Sch 2; P 6, 502, 1415.
d) Unción y Encarnación. Carácter soteriológico de la Unción
A este respecto, el elenco de expresiones cirilianas es muy ex
tenso. Cristo es ungido:
— 5i' ifpae,
5 IO, 2; PG 73, 760 A
TT 20; PG 75, 333 B
8 Hom; PG 77, 568 C
9 DAd; PG 68, 692 A
LC 4; PG 72, 537 A
* 44 PS; PG 69, 1040 C
* 10 DAd; PG 68, 692 A
6 DT; PG 75, 1017 A
— xad' '/pac,
Sch; P 6, 502
50 E/>; PG 77, 272 B
67
JOSE MIGUEL ODERÒ
itEpt -nf)v ivavdpclmriffiv
2 N, 2; PG 76, 72 A
Ttepl -rè ävöptiravov
2 N, 2; PG 76, 69 D
ßO Ep; PG 77, 272 B
10 Ad; PG 68, 692 A
TOpl TT)V ffàpxwcrtv
QÜX; 5C 97, 346,37
— x a T ä TÒV àvdptlmivov
AdD; PG 76, 1221 A
HEB; P 5, 381,2
2 N, 2; PG 76, 72 C
* Lc 4; PG 72, 536 C.
* 44 PS; PG 69, 1040 C
* 6 DT; PG 75, 1017 B
* 9 DAd; PG 68, 692 A
* 5 IS; PG 70,1392 A
xccTà TT)V ffdcpxa
Sd>; P 6,602
* HEB; P 5, 379,10
àvDpwrcivtoc.
2 N, 2; PG, 72 A
27 Ep; PG 17, 112 A
7 Exp; PG 76, 306 C
Sch; PG 502,6
àvdpwrctvwc y.E&' rpwv
7 Exp; PG 76, 305 C
17 Ep; PG 77, 112 A
* 44 PS; PG 69, 1040 A
— àvdpwitivwc x a d ' ifpäe
3; P 6, 504,20
HEB; PG 74, 961 B
— àvdpwTtivwc x a T à TTJV càpxa
* Sch; P 6, 568,18
68
CRISTO Y EL ESPÍRITU SANTO
¿x; avdpcoTcoe,
HEB; P 5,1,20
7 Exp; PG 76, 305 C
* 2 N, 4; PG 76, 80 D
xaftò Tcácpevev avdpcoToe,
* 50 Ep; PG 77, 272 C
QUX; SC 97, 344,29s.
xadò yáyovEV avdpwrcoc,
* 6 DT; PG 75, 1009 A
* 11 IO, 10; 10, PG 74, 522 B
xadò avdptoTcoc,
6 DT; PG 75, 1017 A y 1009 A
* DI; SC 97,292,37
3 N; PG 76,142 C
eie, PaoaX-EÍa
44 PS; PG 69, 1038 D
ATh 22; PG 76, 1117 C
* HEB; PG 74, 961 B
7 D T ; PG 75, 1101 B
ií><; TpÓTioi; tífe XEVÓCEWÍ
* 11 10; PG 74, 552 B
QUX; SC 97,344,27
— OÍXOVOLUXWC,
7 E*p; PG 76, 305 C
— 8TE Y ¿ Y ° V £ V
avdpwrcoc,
HEB; PG 74, 961 B
— 8TE Y ¿ Y ° v e
ffápi
AdD; PG 76, 1220 C
* HEB; P 5, 1379,19
— 8TE yíyovz x a d ' rpae,
* QUX; SC 97, 346,92
— évco&EVTa aapxí
2 N, 2; PG 76,72 A
69
JOSE MIGUEL ODERÒ
— TW xad' Evwtrtv íSiw O"CÍ)U-GCTI
2 N, 2; PG 76-72 C
— OTE 6 LTaTTip XEXPELiaxixév
HEB; P 5, 380,8
— Sia T?JV évaapxóv oíxovouiav
* TT, 34; PG 75, 333 B
— YEVÓLIEVOC ttvdpwiioc
44 PS; PG 69, 1038 D
— YEvv/)dst,c xcccá TÍJV aápxa xal xó ávfrpcí)ravov
* D I ; SC 97,282,36
— Sta TÓ ávdp&itco upáitov
TT, 21; PG 75, 364 C.
e) Evolución de la terminología
Hay expresiones que son características de las dos épocas fun-
damentales de la vida de S. Cirilo.
De antes del año 429 es típica la expresión xtrcaxpitt y aquellas
otras más complejas donde se dice ungido «el templo del Verbo»,
es decir, su humanidad.
De la época antinestoriana son casi exclusivas:
— la expresión ungido con el Espíritu Santo y similares, aun-
que ya antes Cirilo relacionaba la Unción y el Espíritu (consiste
en recibir el Espíritu; el Espíritu Santo es el Xpío-u-a).
— el adverbio ftvdpwravcoc
— el binomio Xptóu-Evoc/Xpiwv
— XpÍETca EÍC áirocrcoXifiv
— sobre todo, la insistencia en que es ungido el Lógos o el
Unigénito.
En todas sus obras se encuentran algunos elementos invariables:
— el paralelismo xpíw/áY^w, q e revela su identidad de sen-
U
tido;
— la relación Unción/Dios Padre; es el Padre quien unge;
— la relación Unción/Encarnación, fundamentada en el común
contexto kenótico, pero concebida como relación entre dos rea-
lidades diversas e inconfundibles.
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INDICE
PAGINA
PRÓLOGO 3
ÍNDICE DE LA TESIS 7
BIBLIOGRAFÍA DE LA TESIS 9
SIGLAS Y ABREVIATURAS 15
La unción de Cristo en S . Cirilo de Alejandría 17
I. STATUS QUAESTIONIS 18
II. LA UNCIÓN DE CRISTO EN LOS ESCRITOS EXEGÉTICOS DE S . CIRILO ... 21
III. L A POLÉMICA ARRIANA 27
IV. L A POLÉMICA NESTORIANA 41
A) Errores que combate Cirilo 42
B) Las respuestas de Cirilo 48
C) Conclusión: la unción en las obras antinestorianas 59
V. CONCLUSIÓN. LA UNCIÓN DE CRISTO SEGÚN S . C I R I L O ... 60
VI. LA TERMINOLOGÍA CIRILIANA (Apéndice) 63
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