0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos) 123 vistas32 páginasCuenta Cuentos SALVAT Fasciculo 19
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Es una produccién de la
DIVISION DE PUBLICACIONES INFANTILES,
Y PEDAGOGICAS DE SALVAT.
«ORGANIZACION MUNDO DE LOS NINOS»
Direceién: Juan Salvat
Direceién de la Divisién: Ramén
Edicién y Grabacién: José Gaya
Direceidn Antistica: Francese Espluga
Equipo Editorial: Isabel Gortazar, Camila Batlles,
Jose Lis Sanchez, Edistudio
Canciones: Rosa Leén
Sonorizacisn: Gritos y Susurros, S.A.
Publicado por:
SALVAT EDITORES, S.A.
Mallorca, 41-49. Barcelona, 29. Espaita,
(© SALVAT EDITORES, S.A.. Barcelona, 1983
© MARSHALL CAVENDISH, London, i983
Impreso por:
Cayfosa
‘Sta, Perpetua de Moguda (Barcelona)
Depasito legal: B. 2.956-1983
ISBN: 84-345-6148-4
Printed in Spain
Distribucién:
Marco Ibérica, Distribucién de Ediciones, S. A.
Carretera de Irtin, Km. 13,350
Variante de Fuencarral ~ Madrid (34)
Direceién en Argentina:
Salvat Editores Argentina, S.A.
Corrientes, 2777. BUENOS AIRES,
Distribuidor para la Capital Federal y ef Gran Buenos Aires:
Distribuidora RUBBO,
ray, 4226, Distribuidor para
el interior: Distribuidora S
DYE, S.A. Belgrano, 35
Titulo
Juan y la planta de habichuclas
éPor qué no puede hablar la jirafa?
Simbad y las islas maravillosas
El libro de los animales
El sefior Juan Sebastin (cancién)
Heidi. (En casa del abuelo)
El Arbol del matorral
Direecién en Colombia
Salvat Editores Colombiana, S.A.
Carrera, 10, N° 19-65, 4.° piso, Edificio Camacol
Apartado aéreo 6552. BOGOTA.
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Salvat Editores Venezolana, S.A.
Gran Avenida, Edificio Arauca, CARACAS,
CUENTA CUENTOS se publica en forma de 26 libritos,
de aparicién quincenal, cada uno de los cuales consta de
36 paginas, incluidas las cubiertas y un encarte de 4 paginas
para colorear. Con cada librito se distribuye una cassette,
de unos 45 minutos de duracién, en donde se reproducen los
‘uentos y canciones de la serie, convenientemente sonorizados,
Mlustrador Narrador
Peter Dennis Rafael Turia
Joanna Troughton Marta Angelat
Mark Copeland José Gaya
Susan Moxley Tosep M. Angelat
Miguel A. Pacheco Vor: Rosa Leon
Lynne Willey M. Sola
Malcolm Livingstone Marta Martorell
Administracién de suscripciones:
Salvat, S.A. de Distribucién,
Arrieta, 25 - Pamplona (Navarra)JUAN%PLANTA
*"HABICHUELAS
rase una vez una pobre viuda que
tenia un unico hijo llamado Juan.
Juan apenas ayudaba a su madre, no
ganaba dinero alguno y ambos eran muy
pobres. Un dia, su tinica y vieja vaca
dejé de dar leche.
—No hay nada que hacer —dijo la
madre de Juan—. Tendremos que venderla.
Asi que Juan llevé la vaca al mercado
e intent obtener por ella la mayor
cantidad de dinero posible. Pero como
el viaje era largo y aburrido, se entretuvo
sofando con todo lo que compraria si
fuera rico.
Por el camino se encontré a un
curioso hombrecillo con una enorme
cabeza y un cuerpo diminuto, que le
propuso comprarle la vaca.
—Damela y te prometo que serds
rico hasta el fin de tus dias —dijo el
hombrecillo, que sostenia una bolsita.
Juan apenas daba crédito a lo que oia.
Mas al abrir la bolsita, ien lugar de
monedas de oro comprobé que s6lo
contenia cinco arrugadas habichuelas!
—Esas habichuelas son magicas —dijo
el enano-—. Plantalas y creceran hasta
tocar el cielo.
Y antes de que Juan pudiera decir
nada, desaparecié jurito con la vaca.
Juan regresé a casa corriendo,
preguntindose qué pasarfa cuando plantara
las habichuelas magicas.
—Qué rapido has ido —dijo su madre
al ver a Juan—. éCuanto te han dado
por la vaca?
—He hecho un estupendo negocio
—dijo Juan. iMira esto!
Cuando su madre miré dentro de
la bolsa, se puso furiosa y exclamo:Habichuelas! iSi no son mds que
habichuelas! iEres un majadero, un
holgazAn, un inutil! Es que pretendes que
nos muramos de hambre?
Juan intent6é decirle que las
habichuelas eran mégicas, mas ella se neg6
a escucharle. Las arrojé por la ventana,
dio a Juan una buena azotaina y le envid
a la cama sin cenar.
A la mafiana siguiente, Juan,
muerto de hambre, se
desperté muy tempran:
Por lo meno
él, pues la habitacié
estaba a oscu:
Pero al volver:
vio junto a la
ventana una
inmensa planta
habichuel
Rapido como el rayo, Juan salié a
gatas por la ventana y se encaramé
‘a la planta de habichuelas
tan slo para despedirse con la mano
de su madre, que se hallaba en el jardin
mirdndole asombrada, Juan comenzé a
lar la planta gigante.
Trepé y trepd hasta atragre
2. pronto, vio un
largo y ancho camino que se
extendia frente a sus ojos.
Juan anduvo durante horas, y
cuando ya pensaba en regresar,
divisé un gran castillo.
Cansado y hambriento, llamé a la
puerta.
> Le abrié una gigantesca mujer, que
se quedo mirandole.
—Por favor, épodria darme un poco de
comida? —pregunté Juan—. Estoy
(~ desfallecido.
—Vete de aqui. Mi marido no tardaré y
es capaz de devorarte para cenar.
Pero tanto le rogé Juan, que al fin
la mujer le dejé entrar y le dio un poco de
pan y fruta. Casi se lo habia terminado
cuando, de repente, oy6 por el pasillo unas
fuertes pisadas.
—iAy, madre mia! —exclamé la esposa
del gigante—. Es mi marido. Rapido,
escondete en el horno.
Juan apenas tuvo tiempo de meterse
en el horno antes de que la puerta de la
cocina se abriera violentamente y entrara
un gigante enorme y calvo. Este olfateé el
aire'y dijo:
Fi, fa, fo, fum.
Huelo la sangre de un inglés.
Esté vivo 0 muerto,
machacaré sus huesos y me lo comeré.
—No, no, no, querido —dijo su esposa
sin perder la calma—. Estas equivocado.
Anda, siéntate a cenar.
Cuando el gigante hubo dado buena
cuenta de su colosal cena, sacé una caja
llena de bolsas y se puso a contar su
dinero. Juan, asomdndose por la puerta del
horno, ise quedo sin aliento al ver
tanto oro!Al poco rato, el gigante empez6 a dar
cabezadas y se quedé dormido. Entonces
Juan salté del horno, se carg6 una de las
bolsas y salié corriendo del castillo.
Recorrié el camino a toda velocidad; luego
dejo caer la bolsa al suelo y bajo por la
planta de habichuelas hasta llegar a
su casa.
Durante meses Juan y su madre
vivieron a cuerpo de rey, mas al cabo
de ese tiempo slo les quedaban unas
pocas monedas de oro. Un dia, cuando
entro su madre a despertarle, comprobé
que Juan habia subido por la planta
de habichuelas en busca de mas oro.
—iConque eres tu! —exclam6 la esposa
del gigante al abrirle la puerta del castillo—.
La Ultima vez que te presentaste aqui
mi marido eché en falta una bolsa de oro.
—tDe veras? —contesto Juan—. iQué
raro! Quizd pueda ayudarle a encontrarla.
Como soy pequefio puedo meterme
en los rincones donde ustedes, por ser
gigantes, no consiguen meterse.
Y la necia esposa del gigante ded
entrar a Juan nuevamente en el castillo y
hasta le dio un poco de pan con chocolate.
Juan todavia simulaba andar buscando
la bolsa de oro cuando percibid las pisadas
del gigante que llegaba a casa. Se
escondié en el horno y el gigante exclamé:
Fi, fa, fo, fum.
Huelo la sangre de un inglés.
Esté vivo 0 muerto,
machacaré sus huesos y me lo comeré.
—No, no, no, querido. Creo que
estas en un error. Aqui no hay nadie.
Siéntate a cenar.
El gigante sostenia en la mano una
gallina pequefia y blanca, que deposité
sobre la mesa, y dij
—Gallinita, gallinita, pon un huevo
de oro para mi —y la gallina puso el huevo
mas extrafio que Juan habia visto en
su vida. iEra de oro macizo! El gigante
solté una carcajada de satisfaccién y
6
se qued6 dormido, sosteniendo en la mano
el huevo de oro.
Juan salié del horno sigilosamente,
agarro a la gallina por el pescuezo y
salié corriendo del castillo. Recorrié el
camino a toda velocidad y bajé por la
planta de habichuelas.
Con la gallina magica correteando
por el jardin, Juan y su madre se crefan
por fin ricos y se las prometian muy
felices. Pero una mafiana, cuando su
madre entré a despertar a Juan, ivio
que éste habia desaparecido nuevamente!
Esta vez, cuando Juan Ilegé a la
puerta del castillo después de trepar por la
planta de habichuelas, no se atrevié a
llamar, sino que se colé dentro
aprovechando que la esposa del gigante
habia ido a recoger la ropa tendida. Y
en lugar de esconderse en el horno, lo hizo
en la bafiera.