EL ENSAYO EN LOS SIGLOS XVIII Y XIX
La prosa del siglo XVIII. El ensayo
El género literario más importante de la prosa del siglo XVIII es el ensayo; la
novela, en cambio, se cultivó menos y, salvo algunas excepciones, no produjo
obras de gran calidad. La prensa va adquiriendo importancia a lo largo del siglo
como vehículo de las nuevas ideas y contribuyó a la creación de una prosa suelta
y ágil que abrió el camino al auge periodístico del siglo XIX.
El ensayo es un género de longitud y estructura muy variada, que recibe distintos
nombres: memoria, carta, discurso… Se utiliza para exponer, desde una
perspectiva personal y sin carga erudita, temas científicos o de pensamiento.
Los ensayistas elaboraron una prosa directa y precisa, a medio camino entre la
disertación científica y la conversación, reflejo de la lengua culta y animada que se
utilizaría en las tertulias y que no excluye el tono vehemente cuando la polémica lo
requiere.
CARACTERÍSTICAS
Sus características generales serán las siguientes:
El racionalismo domina la cultura y la ciencia: sólo el uso sistemático de la razón
permitirá el avance de las ciencias y la sociedad.
El ser humano será protagonista de su futuro. Su vida ya no estará sólo en manos
de Dios, sino también de su esfuerzo y valía.
El objetivo de la política será la felicidad y el progreso de los pueblos.
La educación es la clave de la cultura y de la felicidad.
La utilidad es la finalidad de las ciencias, las letras y el arte.
La aplicación de estos principios, con características distintas según países
europeos, significó en España una nueva literatura y una concepción de la
literatura distinta de los intelectuales y escritores:
El objetivo de las obras literarias es el didáctico, de ahí la desaparición durante el
siglo de las novelas y las obras de ficción. El género en prosa preferido es el
ensayo, que aparece en forma de artículo periodístico, informes, memoriales, etc.
La literatura de ideas domina toda la producción.
La razón y la utilidad dirigen toda la actividad cultural. La poesía también
responderá a esta llamada, y desaparece lo sentimental e íntimo para dejar paso a
lo útil. La belleza se enmarca en la elegancia de la forma y lo decoroso de los
contenidos.
El teatro es contemplado como la gran oportunidad para educar al pueblo llano. Se
proponen reformas importantes tanto en el contenido como en la estructura de las
obras teatrales. La propuesta no tendrá éxito hasta muy avanzado el siglo.
AUTORES
Durante un largo período del siglo existe una gran preocupación doctrinal que se
manifiesta en caminos nuevos de pensamiento, de reflexión y de crítica. Empieza
entonces a desarrollarse un género que por entonces se denominaba discurso y
que pasaría pronto a llamarse ensayo. Este género facilita la difusión de los
nuevos ideales. El sentido moderno, amplio y tolerante con el que se acometían
los temas, el enfoque analítico de los trabajos y la responsabilidad que sienten los
ilustrados en las reformas sociales dan lugar a obras con objetivos definidos por la
didáctica y la orientación colectiva.
Las figuras más representativas fueron:
– Benito Jerónimo Feijoo:
El monje benedictino se sirvió de la razón y de la experiencia como criterios para
la elaboración de sus opiniones. Su labor fue eminentemente crítica. En su obra
Teatro crítico universal abordó temas como las falsas creencias, la confusión entre
ciencia y superstición, asuntos de física, economía, metafísica, moral, literatura,
medicina, etc. que dejan clara la intención enciclopédica que le da a su obra. La
intención didáctica lo llevó a huir de la prosa cargada de retórica, a la que tan
aficionados eran los eruditos de su tiempo.
– Gaspar Melchor de Jovellanos:
Fue un hombre reflexivo, perfecto conocedor de los males que aquejaban España
y preocupado por solucionarlos. Vivió en los momentos en los que la herencia
ilustrada de Carlos III está en plenitud, pero el freno impuesto por Carlos IV para
impedir el desarrollo de las ideas revolucionarias que llegaban de Francia corta
muchas iniciativas anteriores.
Jovellanos saboreó las mieles del poder como ministro de justicia bajo el reinado
de Carlos IV y las hieles del fracaso; la ilusión de acometer con empeño ideales
ilustrados y la frustración de ver sus planes descartados por las presiones más
conservadoras. Su obra en prosa se enmarca dentro de los moldes ensayísticos y
didácticos. En ellas aborda los problemas del país y propone reformas. Estas son
las obras más representativas del autor y de la prosa del momento.
-Informe sobre la ley Agraria. Es un estudio sobre las causas políticas, ideológicas
y materiales que motivan el hundimiento de la agricultura nacional, acompañada
de una serie de reformas para modernizarla.
-Memoria sobre espectáculos y diversiones públicas.Propone reformas para las
diversiones populares y el teatro.
-Elogio a Carlos III. Es un discurso en el que defiende la política reformista, que
había propiciado el rey.
-Memoria sobre educación pública. En esta obra expone sus ideas pedagógicas
para conseguir la prosperidad de la nación.
El ensayo en el Siglo XIX
En El ensayo, al igual que el artículo periodístico, el autor expone libremente sus
opiniones acerca de temas de interés político, histórico, filosófico, literario o
científico. Se trata de un género cuya difusión en España se ha visto
enormemente favorecida por la agitada y convulsa historia de nuestro país en los
siglos XIX y XX y que refleja la situación del país y las inquietudes de sus
pensadores.
A lo largo del siglo XIX, El ensayo, siempre vinculado a los problemas sociales, fue
el vehículo de expresión de los debates ideológicos de la época. En España fue
especialmente intensa la confrontación entre tradición y modernidad, condicionada
por las luchas políticas. Los intelectuales españoles se alinearon en estos dos
grandes bandos, por lo que sus textos a menudo tienen un carácter apologético y
polémico.
En cuanto a la expresión, se acrecienta la influencia de la oratoria frente al estilo
divulgativo y directo característico dEl ensayo en el siglo XVIII. Como en los
discursos, predominan las frases largas, el tono elevado y retórico así como las
referencias cultas. En el siglo XIX El ensayo perdió parte de su entidad como
género propio al quedar situado entre el periodismo, que experimentó un
desarrollo extraordinario, y los estudios más extensos y profundos. Así, buena
parte del mejor periodismo, como el de Larra, puede considerarse dentro del
género ensayístico.
– Los pensadores tradicionalistas
Entre los ideales de los pensadores tradicionalistas o carlistas destacan el apoyo
al absolutismo real y el mantenimiento del Antiguo Régimen y de los privilegios de
la Nobleza y de la Iglesia. Proponían como rey al pretendiente Carlos, hermano de
Fernando VII y su lema era: “Dios, Patria, Fueros, Rey.”
El apoyo estaba localizado en zonas geográficas concretas: Navarra, País Vasco,
Aragón, Cataluña y el Maestrazgo y era liderado fundamentalmente por la
población rural y el pueblo llano, además de ciertos elementos clericales y la
pequeña nobleza campesina, opuestas a la población urbana, mayoritariamente
liberal y burguesa.
Entre los autores que podemos adscribir a la corriente tradicionalista destacan
Marcelino Menéndez Pelayo, Jaime Balmes y Juan Donoso Cortés.
A) Marcelino Menéndez Pelayo (1856-1912)
Marcelino Menéndez Pelayo (1856 – 1912) nació en Santander en 1856, donde
comenzó sus estudios en los que destacó como niño prodigio. Licenciando en
filosofía y letras en Barcelona y doctorado en Madrid amplió sus estudios en
Portugal, Francia e Italia, dedicó su vida al estudio, lo que le permitió llevar a cabo
una obra extensa y erudita, especializada sobre todo en temas literarios.
A los 21 años obtuvo una cátedra en la Universidad Central de Madrid. Ingresó en
la Real Academia Española a los 25 y en la de Historia un año después; fue
diputado conservador por Mallorca (1884) y senador por la universidad de Oviedo
(1892). Desde 1898 fue director de la Biblioteca Nacional.
Menéndez Pelayo contribuyó a la formación de la conciencia nacionalista
burguesa en el período de la Restauración, con el que se identificó plenamente; a
partir de ahí, su obra pudo ser la bandera intelectual de movimientos
conservadores. Su ideología aúna el nacionalismo con el catolicismo
tradicionalista, por lo que polemizó con los intelectuales progresistas.
Murió en su ciudad natal en 1912 dejando tras de sí una ingente cantidad de obras
que abarcan todos los campos de la cultura española (el Consejo Superior de
Investigaciones Científicas publicó sus Obras completas en 1940, en 65
volúmenes, sin tener en cuenta sus epistolarios y notas) y legando a la ciudad
toda su biblioteca, compuesta por más de 40.000 volúmenes.
Entre su obra destaca la monumental Historia de las ideas estéticas en España,
que inauguró la moderna crítica literaria española. La ciencia española (1876) y la
Historia de los heterodoxos españoles (1882) son dos de los trabajos también muy
importantes de Menéndez Pelayo.En La ciencia española intentódemostrar que
España había realizado importantes contribuciones a la ciencia moderna. Con ello
trataba de refutar la tesis de que la defensa de la ortodoxia católica en los siglos
XVI y XVII había provocado el atraso científico del país. En la Historia de los
heterodoxos españoles defendió que “el genio español es eminentemente católico;
la heterodoxia es entre nosotros accidente y ráfaga pasajera”. Su erudito rastreo
de las herejías en España desde los orígenes del cristianismo hasta el siglo XIX le
sirve para sostener que los escasos herejes españoles actuaron siempre bajo
influencia extranjera, por lo que no lograron extenderse y arraigar.
B) Jaime Balmes (1810-1848)
El sacerdote catalán Jaime Balmes Urpía (1810-1848) nació en la ciudad de Vich,
Barcelona; y movido por un interés particular realizó sus estudios en un seminario
de la ciudad, obteniendo un doctorado en teología por el año de 1834, en la
Universidad de Cervera.
La habilidad de escribir, gracias a la vida disciplinada y dedicada a los estudios, le
permitió registrar uno de sus primeros ensayos: "El celibato del clero" a una
convocatoria lanzada por el diario "El madrileño católico"; con el que obtiene el
primer premio y la publicación del mismo, que fue exitosamente criticado. Al
considerar que tenía grandes dotes de escritor se instala en Barcelona, y al poco
tiempo publica un folleto con el nombre de "Consideraciones políticas sobre la
situación" colocándose en el gusto de los lectores y a partir de entonces sería un
publicista activo. Es tan grande su atracción por las costumbres morales que
decide viajar por Inglaterra y Francia, estudiando de ellas, las Instituciones
políticas; consolidando su investigación en una de sus obras relevantes: "El
protestantismo comparado con el catolicismo", que lleva plasmado el objetivo de
defender la religión cristiana?
En 1843 es nombrado director y redactor de la revista "La Sociedad" que lo
muestra protector, cooperativo, descentralizado y partidario de la clase obrera,
ganándose un lugar de distinción entre los pensadores de Europa. Balmes viaja a
Madrid en 1845 para fundar el periódico monárquico "El Pensamiento de la
Nación", que se regía por verdaderos principios morales, pero además
introduciendo su pensamiento político intentando reunir en una sola sociedad a la
familia de los Borbones, para restablecer la paz en España.
Jaime Balmes fue el pensador católico más destacado de su época, no tanto por
la originalidad de sus ideas como por su afán de divulgarlas, de influir en la
sociedad con ellas. Escribió multitud de artículos periodísticos sobre temas
religiosos, sociales y políticos. Ante las turbulentas luchas políticas que vivía
España, Balmes se sitúa en una postura moderada, que trata de conciliar el
liberalismo y el carlismo. En sus obras doctrinales defiende la filosofía escolástica
de la iglesia confrontándolas con las ideologías del siglo. Entre las obras que
escribió Jaime Balmes encontramos: La religión demostrada al alcance de los
niños, Cartas a un escéptico, Observaciones sobre los bienes del clero, El
protestantismo comparado con el catolicismo en sus relaciones con la civilización
europea, Consideraciones políticas sobre la situación de España, El criterio,
Filosofía elemental, Filosofía fundamental y algunos otros artículos sobre diversos
temas publicados en diferentes periódicos. Las obras El criterio y El
protestantismo comparado, permitieron claramente difundir las ideas políticas y
religiosas de Balmes, que incluso fueron traducidas a varios idiomas.
A los treinta y siete años de edad, el 9 de julio de 1848, Jaime Balmes Urpía,
encontrándose en sus mejores años de fecundidad, muere enfermo de
tuberculosis.
C) Juan Donoso Cortés (1809-1853)
Juan Donoso Cortés (1809-1853), filósofo, literato, político y diplomático español,
nació en el Valle de la Serena (Badajoz).
Se dio a conocer políticamente en 1832 con una Memoria actual de la monarquía,
en la cual propugnaba un institucionalismo moderado al estilo de la Carta
Otorgada francesa, y que por su oportunidad le llevó al Ministerio de Gracia y
Justicia. Más ligado a la corona que al liberalismo, se opuso a las ideas
progresistas, en especial después del motín de La Granja y de la promulgación de
la Constitución de 1837.
Parlamentario moderado del grupo de Narváez, los intentos revolucionarios de
1848 provocaron su renuncia pública al liberalismo y defensa apasionada de una
posición antiliberal y reaccionaria, expuesta en su Ensayo sobre el catolicismo, el
liberalismo y el socialismo (1851) después de su primera estancia en Francia, en
contacto con el ultramontanismo de Bonald y De Maestre. En esta obra presenta
el liberalismo y el socialismo como amenazas contra la familia, la propiedad
privada y la moral católica, y propone una monarquía fuerte basada en el
cristianismo. Expone que la secularización de la sociedad y el liberalismo son obra
del orgullo humano; el castigo de este pecado es la revolución, evitable mediante
la sumisión al cristianismo y a la Iglesia católica. Fue muy elogiado por los
pensadores políticos alemanes precursores del nazismo.