ENSAYO:
LA EVALUACIÓN EN LOS APRENDIZAJES
NOMBRE DEL ALUMNO:
JESÚS AMADO PETRIKOWSKI TRINIDAD
PLAYAS DE ROSARITO, B.C., 09 DE SEPTIEMBRE DE 2021
La evaluación se constituye en uno de los elementos fundamentales del proceso
educativo, es decir, no es un componente aparte del proceso educativo, ni su función
primordial es la de emitir una calificación, sino que debe tener un carácter formativo, lo
que implica que informa a los involucrados, docente y alumno, acerca de su progreso,
siendo esta mejor manera para corregir errores o superar dificultades en el proceso de
enseñanza y aprendizaje, así como reconocer y estimular el esfuerzo realizado.
La evaluación está presente casi en toda actividad de la vida cotidiana, cuando nos
formamos una opinión de las actividades que realizamos, emitiendo un juicio de valor si
algo nos parece más o menos adecuado. Éstas son evaluaciones informales, porque no
necesariamente se basan en información suficiente y adecuada, ni pretenden ser
objetivas y válidas. Pero cuando se trata de evaluar servicios o actividades profesionales
o técnicas debe recurrirse a formas de evaluación sistemática que tienen garantía de
validez y fiabilidad.
En el ámbito educativo la evaluación es un proceso sistemático, bien estructurado,
donde no se trata de opiniones, sino que requiere rigor porque implica definir qué evaluar,
por qué evaluar, cuál es el momento apropiado, y cómo se ha de realizar esa evaluación
para que cumpla su función. A través de la evaluación a los alumnos estamos valorando
también la calidad de la propia práctica docente y su efecto en el aprendizaje de los
alumnos (Careaga, 2021).
En el marco del proceso educativo, a la evaluación tradicionalmente se le ha
concebido como aquella que tiene la misión de certificar el nivel de aprendizaje
alcanzado por el alumno, a través de una calificación. Sin embargo, no siempre hay
correspondencia entre la calificación obtenida y el aprendizaje real de los alumnos, por
lo que no basta calificar, examinar, medir, clasificar y este enfoque tradicional no
representa la acción principal de la evaluación.
El proceso educativo persigue y sirve a un fin, e igualmente ocurre con el proceso
de evaluación, que se ha de orientar hacia el mismo fin que sirve, por lo que es una
herramienta que responde a las necesidades de alumnos y docentes ofreciendo
información detallada sobre el desarrollo del proceso educativo; es decir, la evaluación
está al servicio del aprendizaje y por eso debe ayudar a los alumnos a aprender y a ser
capaces de valorar su progreso académico y el desarrollo de sus capacidades
personales (Fernández, S. 2017).
La evaluación es un proceso complejo orientado a recoger evidencias acerca del
aprendizaje de los alumnos, de manera sistemática, para emitir juicios con la intención
de mejorar tanto la enseñanza como del aprendizaje (Foronda, 2007).
La evaluación permite al docente organizar el aprendizaje, planificar las actividades
de evaluación, y el contenido, todo con el propósito de poder tomar decisiones asertivas
para el aprendizaje.
Así, se advierte como la actividad de evaluar tiene que ver con acciones diversas,
tales como:
• Comprobar la eficacia de los métodos de enseñanza utilizados.
• Diseñar y aplicar los instrumentos apropiados de acuerdo con lo que se pretende
evaluar.
• Valorar tanto el proceso de aprendizaje como el resultado de este.
• Brindar a los alumnos información clara y precisa sobre el resultado de su
actividad educativa.
• Revisar la práctica docente a fin de cumplir con su propósito, mejorando el
proceso educativo en su conjunto.
Una vez definido el concepto, hay que revisar la función, la forma y el tiempo; es
decir, qué, cómo y cuándo hacerlo.
Primeramente, debe establecerse la relación entre los objetivos que se pretenden
alcanzar (los qué), los modos de evaluación más apropiados para estimar los logros de
los alumnos (los cómo) y los momentos oportunos para obtener los datos importantes
para la evaluación de ese aprendizaje (los cuándos).
El interés principal de la evaluación, como lo venimos exponiendo, es orientar a los
alumnos sobre el progreso de su aprendizaje, de tal forma que conozcan aquellos
aspectos que ya han sido integrados, las dificultades encontradas, así como la manera
en que podrían resolverse, y las estrategias más adecuadas para aprender los
contenidos (Serrano de Moreno, 2002). De aquí que la actuación del docente es crucial
ya que evalúa los objetivos del aprendizaje, utiliza los métodos adecuados según lo que
se desea, y evalúa a los alumnos en las situaciones cotidianas en el aula (Soto,2001).
Al evaluar los objetivos del aprendizaje, no es tarea fácil elegir el método más
adecuado de evaluación en cada caso, corregir siguiendo determinados criterios, realizar
las observaciones precisas para que los alumnos conozcan la calidad de su trabajo, así
como hacer los cambios que sean necesarios para mejorar la evaluación. Sin embargo,
lo que siempre debe quedar claro es ¿qué se debe evaluar?, ya que partiendo de los
objetivos establecidos se desprende el proceso de enseñanza – aprendizaje, y las
acciones que se implementen deberán encaminarse hacia esta finalidad, en
consecuencia, siempre han de evaluarse los objetivos de aprendizaje establecidos para
ser alcanzados por los alumnos. La evaluación debe abarcar diversos aspectos,
conceptuales y procedimentales que se puedan concretar en conductas observables en
los alumnos, pero también deben evaluarse los métodos de enseñanza, la pertinencia
de las actividades planteadas en clase, la participación de los alumnos y todos aquello
que incida en el proceso de aprendizaje.
En cuanto a los cómo, es decir, los métodos adecuados en función de lo que se
desea evaluar, los modos de evaluación del aprendizaje de los alumnos son muy
variados, ya que no es lo mismo evaluar un conocimiento, que evaluar el desarrollo de
habilidades, destrezas, las actitudes y valores que ponen en juego los alumnos
(Fernández, S/F). La variedad de aspectos a evaluar significa que deben conocerse y
aplicarse distintos modos de evaluación, por lo que debe quedar claro la finalidad que se
persigue y la forma de evaluación más adecuada para evaluar el aprendizaje en las
distintas áreas, lo que hace concluir que la clave está en saber combinar los distintos
modos de evaluación para fortalecer las distintas formas en que aprenden los alumnos.
El cuándo de la evaluación, puede darse en situaciones cotidianas en el aula, pues
para que el docente y los alumnos obtengan información necesaria para conocer el
estado que guarda el aprendizaje, no es necesario esperar a las momentos formales de
evaluación académica, pues el docente puede crear en las clases cotidianas, los
espacios que se necesitan para realizar evaluaciones sencillas que pueden ofrecer la
información necesaria para conocer el progreso de los alumnos (Soto, 2001): una buena
opcióno es hacer preguntas a los alumnos en clase, lo que le permite saber el grado de
seguimiento, entendimiento, atención, los puntos de vista de los alumnos sobre el tema,
la relación entre los contenidos y la realidad de los alumnos, si el procedimiento es el
adecuado o no, entre otros aspectos. Las respuestas obtenidas a las preguntas permiten
conocer y evaluar el progreso personal de los alumnos. También las preguntas pueden
plantearse por escrito al final de la clase para conocer el aprovechamiento de los
alumnos, y de las respuestas obtenidas hacer explicaciones que permitan comentar y
resolver las dificultades más comunes, así como los aspectos de mayor interés. Estas
acciones no requieren mucho tiempo y son muy útiles para evaluar aspectos del
aprendizaje de los alumnos que, de otra manera quedarían ocultos y que ayudan a
esclarecer la situación real del aprendizaje.
La posición que se ha mantenido durante mucho tiempo es que el papel de los
alumnos es aprender y el de los docentes es el de enseñar y para ello, deben realizar las
evaluaciones oportunas, esto por supuesto que debería ya superarse, pues en la
actualidad se apuesta por la evaluación centrada en el aprendizaje de los alumnos para
favorecer ese aprendizaje que es la finalidad primordial.
El sentido de la evaluación es el de descubrir los métodos más adecuados para que
los alumnos aprendan y no en sí la calificación de los trabajos elaborados. Esta es la
verdadera importancia y significado de la evaluación, pues los profesores pueden
favorecer distintos modos de aprender en función de las prácticas efectuadas en clase.,
en otras palabras, los modos de evaluar inciden sobre los modos de aprender (Pérez, J.
2007).
Como se puede advertir, la función de la evaluación tiene un efecto sobre el
aprendizaje de los alumnos, y depende de alguna manera, que los alumnos desarrollen
algunas competencias.
Algunas ventajas de la evaluación formativa para el docente son:
• Valorar la eficacia de sus métodos de trabajo, lo que le permite identificar
aquellos que son los más apropiados para que sus alumnos aprendan,
cumpliendo así el propósito fundamental de la evaluación.
• Verificar el nivel en que se alcanzan los objetivos de aprendizaje, ya que si éstos
no son alcanzados, habrá que reconocerse las causas y revisar el proceso de
enseñanza – aprendizaje, lo cual es una función primordial de la evaluación.
• Identificar los contenidos más difíciles para los alumnos, donde posiblemente el
método de enseñanza – aprendizaje requiera modificarse, o el proceso no se
ajusta al ritmo que los alumnos necesitan. Pueden ser muy variadas las
circunstancias que lo están dificultando y los ajustes que se requieran.
• Auxiliar oportunamente a alumnos en las dificultades que se les presentan en su
aprendizaje.
• Reforzar del progreso de los alumnos.
• Proporcionar la ayuda diferenciada a cada alumno, en función de sus
necesidades individuales. Una evaluación efectiva es la que permite conocer las
dificultades que cada alumno tiene en su proceso de aprendizaje, por eso la
evaluación es individual.
Algunas ventajas de la evaluación formativa para el alumno son que le permite:
• Identificar las dificultades en su aprendizaje para corregirlas a tiempo.
• Reconocer lo sabe hacer bien y lo que se le dificulta al aprender.
• Conocer de forma continua el progreso en su proceso de aprendizaje, para
reconocer el esfuerzo realizado y motivarlo a continuar aprendiendo.
• Saber en cada momento la realidad de lo que conoce y de lo que desconoce, es
decir conocer su grado de conocimientos.
• Contar con la oportunidad de entrenar previamente para las pruebas o
exámenes de manera que puede corregir errores.
Constantemente somos objeto y sujeto de evaluación, la evaluación forma parte de
todo aprendizaje y de toda persona. Esta es la realidad, y reconociendo los beneficios
de su utilización en la enseñanza, debería tener mejor aceptación y ser valorada, aunque
infortunadamente muchas veces no es así, quizá porque no ha sido utilizada como un
carácter formativo, pues no siempre se ha advertido los efectos que tiene sobre el alumno
la función de ser evaluado.
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