Gomez Hernandez-La Biblioteca Universitaria
Gomez Hernandez-La Biblioteca Universitaria
El modo en el que se han organizado en España las bibliotecas para apoyar los fines de la Univer-
sidad, especialmente docencia e investigación, y dar los servicios antes enumerados, ha dependi-
do de diversos factores, que configuran su organización actual. Entre ellos cabe señalar:
1) La financiación. Hasta hace pocos años, las bibliotecas universitarias españolas contaban
con muy escasa financiación. Sólo tenía presupuesto propio la biblioteca general, es decir, la
biblioteca heredera del fondo histórico de las Universidades y de algunos servicios centrales. En-
tretanto, el profesorado debía adquirir con sus propios recursos las colecciones bibliográficas de
su interés. Ello daba lugar a la existencia de múltiples colecciones, dispersas entre los despachos
del profesorado que las había seleccionado y adquirido.
2) La escisión entre estudio-enseñanza e investigación. La práctica de la educación de los
nuevos científicos se ha entendido por la comunidad científica como una introducción, en cierto
sentido dogmática, en el paradigma vigente, a través de manuales y obras sintéticas y sistemáti-
cas dedicadas a ello. No se trataría de presentar modelos alternativos, sino de adiestrar en los
métodos aceptados, los modos típicos de resolver problemas y desarrollar la lógica propia del mo-
delo teórico establecido. La justificación sería que la naturaleza es muy compleja para su explo-
ración al margen de un paradigma que señale el camino. Según esto, hasta llegar a la licenciatu-
ra, cuando se supone ya al alumno preparado para integrarse en la comunidad científica, no se le
darían las claves de la comunicación en la ciencia, de la documentación especializada en su cien-
cia: el conocimiento de las publicaciones periódicas, las publicaciones no convencionales, el acce-
so y uso de las bases de datos de la especialidad, etc. Simplemente podría aprender con los
apuntes y los manuales. Por eso muy pocos estudiantes de primer ciclo conocen las revistas de
su especialidad, o las posibilidades de la Documentación.
Este modelo de educación científica ha contribuido también a la estructura bibliotecaria típica de
las bibliotecas universitarias basada en la separación entre las bibliotecas generales de los cen-
tros, consideradas "para los alumnos", con los manuales recomendados por el profesor repetidos
para que todos puedan estudiar los mismos libros de texto, y las bibliotecas de investigación del
profesor o del alumno de tercer ciclo, con las fuentes especializadas, la bibliografía extranjera
más al día, etc.3. En estas colecciones, ubicadas en los seminarios y departamentos, los profeso-
res han dispuesto muy a la mano de los documentos que les ponían en contacto con la ciencia
vigente y la comunidad científica. Este modelo, aunque pueda considerarse cómodo para el pro-
fesor del departamento, cuya accesibilidad es máxima, es poco eficaz para el conjunto de los
usuarios, pues se producen pérdidas, duplicaciones, y dificultades de acceso para los interesados
ajenos al departamento (pues en esas minibibliotecas no hay personal que las atienda, el profesor
frecuentemente pasa temporadas trabajando fuera de la Universidad, durante las cuales no se
puede acceder a los libros). Además, resulta muy antieconómico, y parte de que se pueden ges-
tionar bibliotecas sin bibliotecarios.
3) El enfoque pedagógico del est dio y la enseñanza en la Universidad. Además del enfoque
de la educación científica descrito, afecta al lugar de la biblioteca en la Universidad el que su uso
por los estudiantes no sea lo bastante estimulado por el enfoque pedagógico que el profesorado da
a la enseñanza y el estudio. A su vez, este enfoque es consecuencia de algunos factores como el
enorme crecimiento del número de estudiantes que requiere un lugar en las aulas, y de la enorme
presión que el profesorado tiene para investigar. La masificación favorece una teorización excesi-
va que provoca la pasividad del alumno, que se hace un "oyente", con poca iniciativa para el
aprendizaje independiente y activo mediante el uso intenso y variado de las bibliotecas. En cuan-
to a la presión para investigar, hace que disminuya el interés y el tiempo dedicado por el profesor
a la formación de los alumnoS4. Si unimos a estas afirmaciones que el modelo de examen suele
primar la capacidad de reproducir fielmente lo trasmitido y la memoria a corto plazo del alumno,
se explica que el uso de las bibliotecas no se demande en exceso (salvo como sala de estudio). La
Universidad, en lugar de enseñar a hacer ciencia a los alumnos, meramente se la está divulgan-
do, reduciendo la necesidad del estudiante de utilizar las bibliotecas como recurso de aprendizaje
del conocimiento vigente y de los modos de acceder a él.
Todos los problemas que estamos reseñando inciden en la configuración de la bibliotecas univer-
sitarias. Es cierto que cada vez se usan más -principalmente por el crecimiento cuantitativo de
los usuarios, que se ha multiplicado en los últimos años-, y que han mejorado enormemente las
colecciones y los servicios, especialmente para posibilitar la investigación -acceso a bases de da-
tos, creación de hemerotecas científicas, automatización, servicios centrales, etc.-. Pero necesitan,
para el despegue que las haga auténticamente el corazón de la universidad, por un lado, que el
estilo docente5 haga su uso imprescindible. Y por otro, que los bibliotecarios se impliquen en
conseguirlo dando servicios muy eficaces y atractivos, volcados sobre los usuarios, e intervinien-
do activamente en la política universitaria.
Las normas se pueden entender como un modelo, como una medida de valoración, como un es-
tímulo para el desarrollo y la mejora, o como un instrumento para ayudar a la decisión y la ac-
ción.
Reconociendo que hay una gran diversidad entre las instituciones universitarias y situaciones
muy variadas, lo que hace difícil y peligroso fijar normas precisas y cuantificables, debe haber
unas normas mínimas que nos indiquen lo que caracteriza a una biblioteca para que efectiva-
mente lo sea en cuanto a colecciones, instalaciones, personal y servicios. Y unas normas proyec-
tivas que orienten sobre el futuro desenvolvimiento de la biblioteca.
La IFLA publicó en 1986 unas Normas para Bibliotecas Universitarias destinadas a los países en
desarrollo. De esta normas destaca la importancia que dan a algo muy elemental, pero que a
veces se olvida en algunas bibliotecas universitarias españolas: definir claramente sus objetivos
particulares, recogiéndolos por escrito para que se puedan fácilmente consultar, revisar y eva-
luar. Del mismo modo que debe hacerse con la estructura, los procedimientos, las normas de
accesibilidad y los programas concretos de actuación. Igualmente, estas normas sientan el prin-
cipio de la orientación primaria hacia los servicios al usuario, que determinarán la organización, e
incluirán información, orientación y formación en el uso de los recursos documentales.
Estas normas también señalan la necesidad de realizar políticas de gestión de la colección que
aseguren su suficiencia y diversidad, para que se puedan desarrollar los planes de estudio y los
proyectos de investigación. La colección debe ser revisada periódicamente con objeto de asegurar
su vigencia, de acuerdo a las necesidades de la Universidad, y deben darse de baja de la colección
los materiales que carezcan de actualidad o interés. Finalmente, destacan la importancia de que
las bibliotecas universitarias participen en redes que aseguren la complementación de sus recur-
sos, con objeto de satisfacer las necesidades de investigación, de contar con las instalaciones
adecuadas, y con un presupuesto suficiente en relación con los objetivos básicos de la universi-
dad, los programas académicos y el número de estudiantes.
Casi simultáneamente, la Association for College & Research Libraries redactó unas normas para
bibliotecas de instituciones académicas, que daban algunas recomendaciones cuantitativas en
materias como la colección y el personal:
- Colección básica
85.000 volúmenes
En este caso se enumeraban también unos factores adicionales para ajustar el tamaño de la
plantilla. Estos dependían de los servicios dados por la biblioteca, como por ejemplo el tener for-
mación de usuarios, servicios de referencia, servicios de audiovisuales y electrónicos, o de la ins-
titución: el número de titulaciones ofertadas, el tamaño de la plantilla docente, la existencia de
programas de formación continua o el volumen de la investigación.
Por su parte, otro grupo de la American Library Association especializado en bibliotecas universi-
tarias redactó en 1989 unas normas9 muy novedosas y acertadas, orientadas a facilitar la eva-
luación de su eficacia. Su punto de partida es que cada biblioteca es única, y que por ello debe
determinar individualmente sus propios criterios de actuación y evaluación, marcados por los
objetivos de la Universidad. Se renuncia, por tanto, a marcar unos indicadores de rendimiento
cuantitativos y generales. El gasto en la biblioteca se considera como la principal inversión en
capital de la Universidad, a la que proporcionará un valor añadido. Se afirma igualmente que la
biblioteca debe ser dinámica y orientada al futuro, reconociendo la rápida transformación de la
información en la era tecnológica, y que muchos de los recursos están fuera de la propia Univer-
sidad. Por ello, sin abandonar el rol tradicional de reunir y conservar colecciones, se afirma que
las bibliotecas añadirán nuevas misiones que habrá que recoger en el proceso de actuación y eva-
luación.
Se debe planificar haciendo posible el libre acceso, y sistemas remotos o compactos de almace-
namiento para los materiales menos usados, pero evitando que en que pueda llegar a ser difícil el
acceso a los usuarios.
Sobre los servicios, estas normas insisten en que debe asegurarse la accesibilidad óptima tanto a
la propia colección como a la información externa, en soporte impreso o electrónico, y realizarse
instrucción en el uso de los recursos y servicios, orientación y referencia. El objetivo es desarro-
llar las habilidades de información de los usuarios de todos los niveles.
También se destaca la necesidad de que la biblioteca tenga sensibilidad ante los cambios en el
campo de la información, anticipándolos para llamar la atención a los usuarios y procurar ade-
cuarse a ellos. Por último, se marcan unos criterios para la evaluación de las bibliotecas en las
universidades, que recogemos en detalle porque permiten vislumbrar los aspectos fundamentales
que debemos perseguir en su funcionamiento:
1) Planificación
a) ¿Cuenta la institución con la biblioteca para su proceso de planificación?
b) ¿Existen planes para el desarrollo futuro de la biblioteca?
c) ¿Son adecuados los mecanismos para llevar a cabo dichos planes?
d) ¿Reflejan estos planes que se han llevado a cabo las consultas pertinentes dentro
de la Universidad?
e) ¿Participa el personal de la biblioteca en el planeamiento y toma de decisiones de
una manera adecuada?
f) ¿Existen estrategias definidas para alcanzar las metas establecidas?
g) ¿Son realistas los objetivos y programas?
4) Adecuación de la colección
a) ¿Hay una política escrita de gestión de la colección?
b) ¿Incorpora esta política aspectos de satisfacción de los usuarios?
c) ¿Se tiene en cuenta la posibilidad de cambio en las necesidades académicas?
d) ¿Qué criterio se usa para determinar el nivel y tamaño de las colecciones'
e) ¿Se sabe si hay áreas infradotadas?
f) ¿Se sabe si hay áreas excesivamente dotadas?
g) ¿Reflejan las adquisiciones en curso un apoyo suficiente a los docentes?
h) ¿Hay suficiente dedicación a la evaluación de las colecciones?
i) ¿Está prevista la transferencia y reubicación de las colecciones o sus partes
cuando se considere necesario?
j) ¿Se tienen en cuenta las posibles relaciones de cooperación?
6) Acceso y disponibilidad
a) ¿Están claramente definidas y son disponibles fácilmente las medidas que
organizan el acceso y uso de las colecciones?
b) ¿Están las colecciones bien ubicadas?
c) ¿Están las colecciones, de hecho, accesibles y disponibles?
d) ¿Son los registros bibliográficos adecuados?
e) ¿Es suficiente el personal dedicado a la automatización, a los servicios técnicos o a
otras funciones relacionadas con la colección?
f) ¿Con qué rapidez puede proveer la biblioteca los materiales que no posee?
g) ¿Qué tipo de programas cooperativos existen?
h) ¿Es adecuado el nivel de apoyo del personal?
7) Preservación y conservación
a) ¿Tiene la biblioteca apropiados controles mediambientales?
b) ¿Tiene la biblioteca un plan de emergencias?
c) ¿Provee el presupuesto los recursos adecuados para preservación y reparación de
los libros dañados, deteriorados por el tiempo o estropeados?
d) ¿Tiene la biblioteca las medidas adecuadas de seguridad contra pérdidas,
mutilaciones o robos?
Normas españolas
En la actualidad, estas normas se encuentran algo envejecidas en sus propuestas respecto del
personal, pues no recogen la figura de los auxiliares de biblioteca, sino sólo a los de administra-
ción, y también en lo referido a estructura, pues no prevén las bibliotecas de área, el modelo que
se ha impuesto en los años noventa. Engloban servicios tan importantes como la formación de
usuarios en la llamada "extensión bibliotecaria", y prescriben unos estándar mínimos de carácter
cuantitativo basados en el número de usuarios, no en los servicios ofrecidos o el perfil de los pro-
gramas académicos de cada institución. Estos mínimos serían los siguientes:
2) Fondos. Se aconsejan 130 monografías por estudiante (cifra, por otro lado, inalcanzable
con el crecimiento del número de alumnos), con un incremento anual de 0,5 volúmenes (propor-
ción que sí es plausible). Y una suscripción a revistas científicas por cada diez estudiantes. Con
estos documentos se supone cubierto el 40% de las necesidades, debiendo el 60 % restante ser
atendida por el préstamo interbibliotecario v por presupuestos extraordinarios.
3) Presupuesto. Deberá ser el 5 % del presupuesto ordinario de la Universidad, sin contar
los vastos de personal. Se dividirá en las siguientes partidas: (i) adquisición de fondos; b) cursos,
conferencias, viajes o exposiciones; c) material inventariable; y (1) material fungible.
4) Personal. Un bibliotecario por cada quinientos estudiantes, un facultativo por cada tres
ayudantes, un subalterno por ayudante. Un auxiliar administrativo por cada dos ayudantes y
dos informáticos por Universidad.
Además de esas propuestas tenemos únicamente el Real Decreto 12-99 sobre creación y recono-
cimiento de Universidades y Centros, que señaló una serie de requisitos materiales mínimos para
la creación de Universidades en España, entre los que mencionaba, en relación con la biblioteca,
lo siguiente:
"El edificio o los correspondientes servicios de biblioteca universitaria deberán permitir en su con-
junto la a utilización simultánea de al menos, un 10 Por ciento del número total de alumnos pre-
vistos. Contará con salas de lectura, archivo Y Sistema de préstamo, garantizando el uso de, al
menos, cincuenta y cinco horas semanales. Igualmente quedará garantizado el número de volú-
menes necesario para el correcto desarrollo de las enseñanzas que imparta y su uso en soporte
no convencional, así como el de las principales revistas científicas de cada campo del saber, en el
ámbito de dichas enseñanzas."
Las breves referencias anteriores nos dan cuenta de la dificultad de tener un marco normativo
para las bibliotecas universitarias españolas. Se carece de indicaciones basadas en estudios fia-
bles de cuántos volúmenes debe haber por estudiante en las distintas áreas de conocimiento, o
de cuantos bibliotecarios deben formar las plantillas, o de las necesidades documentales e infor-
mativas del profesorado de diversas materias. Junto a esto, tampoco existen estadísticas globales
de la situación en España que se constituyan en referencia y orientación de la evolución de las
bibliotecas, ni se utilizan los mismos modelos de recopilación de datos para sus Memorias anua-
les. Por ello, cada biblioteca universitaria está desarrollando modelos y estructuras diferentes,
tanto resultado del análisis particular de sus propias necesidades como de las propias tradiciones
de la institución.
Los usuarios
Si algo hace específica la gestión de la biblioteca universitaria es la atención que da a sus usua-
rios, cuyas necesidades debemos conocer muy bien. Se pueden dar algu~ nas orientaciones ge-
nerales, pero cada biblioteca deberá estudiar estas necesidades de modo aplicado a sus propios
usuarios, las titulaciones que se impartan, etc. La gran diferencia de intereses y niveles de cono-
cimiento que hay entre estudiantes -Y profesores, y las peculiaridades de la comunicación cientí-
fica en los distintos campos del conocimiento, hacen que en las bibliotecas universitarias coinci-
dan a veces tareas de documentación científica especializada con actuaciones de carácter general,
educativo, divulgativo, cultural, etc.
En general, puede hacerse una primera distinción de los usuarios de las bibliotecas universita-
rias por su condición de alumnos de primer, segundo o tercer ciclo, o por ser profesor. Podríamos
decir que los alumnos de primer ciclo necesitan obras más homogéneas e introductorias. Los de
segundo van comenzando a interesarse por monografías especializadas y ocasionalmente por otro
tipo de fuentes. Y que el profesorado y los estudiantes de doctorado requerirán ya todo tipo de
fuentes documentales de investigación. Esta clasificación obligará a diferenciar las colecciones,
los servicios y las normas de acceso. Las colecciones de alumnos de primer ciclo suelen incluir
un alto porcentaje de obras de las que se poseerán ejemplares múltiples, y que deberán tener
períodos de préstamo externo cortos, pues hay una gran presión de demanda sobre las mismas
obras. Al mismo tiempo, debe haber una parte importante de la colección, cuyo uso sea más di-
ferenciado y autónomo' formado por monografías que se demandan para trabajos de curso o pro-
fundizaciones en la materia. Estas se deberán prestar durante al menos quince días, pues re-
quieren lecturas más sosegadas y la presión sobre ellas será menor.
Por último, los usuarios de tercer ciclo y los profesores quieren de la biblioteca préstamos múlti-
ples, para consultar simultáneamente varias obras ne-cesarias en su investigación, períodos am-
plios de préstamo - que se autorizarán siempre que no se pidan obras de carácter no especializa-
do-, y sobre todo, colecciones de revistas que contengan las aportaciones más novedosas en el
conocimiento. Para ellos es fundamental también el rápido acceso al documento original, cuando
localizan referencias que no están en su Universidad.
Una segunda distinción que cabe hacer para diferenciar las necesidadades de los universitarios
es por su área de especialización. En efecto, las demandas de informa-cion son diferentes en
cada titulación: ni se buscan por igual las publicaciones, ni las bases de datos, ni se demandan
los mismos tipos de servicios, etc., por parte de los especialistas de los diversos campos.
Por otro lado, la literatura científica en las ciencias sociales y las humanidades tiene una mayor
vida media, hay un bajo índice de envejecimiento de la información, del que se deriva un aumento
del volumen de información que se demanda, pues se debe mantener en la colección obras muy
antiguas pero aún vigentes.
A diferencia de las ciencias, en que las que los investigadores sólo buscan normalmente informa-
ción de los últimos años, en las humanidades los investigadores consideran útiles trabajos de un
período muy dilatado de años. De hecho, en ocasiones un tra bajo sobre una época o suceso his-
tórico, o un estudio filosófico hecho hace decenas de años es todavía base de la investigación, un
enfoque clásico que el historiador o el filósofo de hoy utilizan. En humanidades la dispersión de
fuentes de información es mayor porque, además de que se demandan documentos de muy dis-
tintas clases, la interdisciplinariedad es muy grande, debiéndose buscar en diversas bibliotecas,
bases de datos ( archivos las fuentes). Todo esto debe saberlo una biblioteca universitaria del
área de humanidades, para aplicar correctamente la política de la colección y la normas para es-
tos usuarios. Por ejemplo, la diversidad de intereses puede hacer posibles período! de préstamo
más largos, que además se necesitan por la extensión de las obras a consultar.
Por otro lado, es evidente también que en las humanidades y en algunas ciencias sociales hay
todavía inseguridad conceptual, un vocabulario caracterizado por la ambigüedad y por variacio-
nes que dependen del entorno cultural, contexto geopolítico, de la pertenencia a diversas escue-
las, etc. Esto lleva a problemas de los lenguajes de recuperación, dificultando las búsquedas de
información, su exactitud, exhaustividad y pertinencia. Los usuarios de la información humanís-
tica y social suelen formular sus necesidades de modo distinto a como se hace en las ciencias
naturales, en las que es fácil llegar a una serie de términos que determinarán la búsqueda. Es
posible que acudan a un servicio documental requiriendo una información poco concreta para
reconstruir cada realidad a través de la elaboración discursiva. Para ello requerirán, por el "con-
texto" lingüístico, histórico, sociológico o político, y tienen que ir precisando por sí mismos sus
demandas. La dificultad de esta tarea les puede llevar a cierto escepticismo respecto de la ex-
haustividad de las fuentes de información que les pueden proporcionar las bibliotecas y los servi-
cios de Documentación. En muchas s tienen una cultura de autoabastecimiento, basada en el
contacto personal y la intuición, acudiendo al profesional solo en último extremo, y con pocas
expectativas, y utilizando menos que los científicos de áreas experimentales los servicios de in-
formación secundaria. Por otra parte, cuando la investigación está vinculada a la realidad donde
se genera, al ámbito geográfico propio, la información relevante estará publicada normalmente y
accesible en el ámbito local, -al menos en principio-, y por ello son menos relevantes las bases de
datos internacionales a las que se puede acceder, como Historial Abstracts, Art&Hiímanities Cita-
tion Index, Social Scietice Citation Index, etc.
Todo esto creemos que explica por qué los investigadores de humanidades y los de ciencias re-
quieren cosas distintas de las bibliotecas universitarias que tienen a su servicio, y consideren
buena una biblioteca en la medida en la que satisfaga sus expectativas. Como ha explicado Li-
ne'7, una biblioteca universitaria de humanidades producirá seguramente satisfacción a sus
usuarios si:
a) Dispone de una colección bibliográfica muy grande, pues sus intereses pueden ser muy diver-
sos, y por ello los documentos potencialmente necesarios.
b) Tiene un alto elevado porcentaje de nuevas adquisiciones, sobre todo bibliográficas.
c) Posibilidad de hojear directamente los libros, para encontrar por cualquier rincón una informa-
ción de interés. El investigador prefiere encontrar y analizar por sí mismo antes que se lo den
todo hecho.
d) Buenos catálogos, que le permitan localizar la bibliografía al máximo.
e) Si es posible encontrar información valiosa, aunque el tiempo consumido sea mucho o la velo-
cidad de acceso sea lenta. El factor tiempo no es determinante.
Frente a los usuarios, alumnos o profesores, de las áreas científicas y tecnológicas, que requerirí-
an, para considerar buena una biblioteca de su materia: a) Un buen acceso a bases de datos ex-
ternas, que permitan recuperar por materias. Las bases de datos le importan más que los catálo-
gos de los fondos propios. b) Acceso a las revistas científicas más importantes de su especialidad,
y sobre todo a los últimos números. No suele ser de interés para él hojear directamente fondos
extensos de revistas, o volúmenes de años ya pasados. c) Rápido acceso al documento original,
esté o no en el depósito de la biblioteca. d) Una biblioteca que sea de fácil uso y acceso, con fon-
dos vivos que no requieran una formación bibliotecaria grande en el manejo de catálogos para
encontrar lo que les interese entre los laberintos de un gran fondo documental desfasado. e) Ser-
vicios de información listos para servirle, aunque no los valore hasta que no los use. Prefiere ser
servido a buscar por sí mismo. Deja que le hagan la consulta, a diferencia del investigador de
humanidades, que prefiere cerciorarse si algo que podría ser de su interés no se recupera con el
sistema de clasificación de la biblioteca.
Aunque haya que introducir matices a esta imagen de las necesidades informativas y biblioteca-
rias en las distintas materias, (por ejemplo, en el caso de los científicos sociales, que se están
acercando al modelo de los investigadores experimentales), esta aproximación de Line permite
apreciar cómo las características de la comunicación científica afectan a las demandas de los
usuarios, y por ello, al funcionamiento de los servicios bibliotecarios de la Universidad.
Si los años ochenta dieron lugar a las bibliotecas de centro, fruto del crecimiento del número de
estudiantes, los años noventa han dado lugar a las bibliotecas de área. La reforma de los Planes
de Estudio, y el aumento del número de titulaciones ha roto el sentido de la biblioteca de facul-
tad, porque cada centro puede impartir varias carreras, alojar departamentos y titulaciones dife-
rentes, etc. En un contexto de profesionalización de la gestión de las bibliotecas universitarias,
en donde se pretende un buen aprovechamiento de los recursos personales, económicos y docu-
mentales, ya n tiene sentido una pequeña biblioteca para los estudiantes de cada título. La res-
puesta este problema, tanto en las nuevas Universidades, que habitualmente ya con modelos
centralizados, como en las históricas, ha sido crear bibliotecas de grandes áreas temáticas, o a
veces bibliotecas que han reunido los servicios para conjuntos de titulaciones cercanas físicamen-
te en los campus.
Además, la automatización de los procesos técnicos permite potenciar los servicio centrales, que
se van haciendo cargo de coordinar todas las adquisiciones - recogiendo las demandas de profe-
sores y alumnos- la gestión de publicaciones periódicas, el proceso técnico -catalogación y clasifi-
cación centralizada, unificación de encabezamientos y otra autoridades, catalogación retrospecti-
va-. La biblioteca ha procedido a una centralización de la gestión, que debe ir acompañada de un
aumento de la accesibilidad a la colección a la información desde cualquier lugar.
El debate más fuerte se ha producido en las Universidades históricas cuando, además de la cen-
tralización de la gestión, se ha intentado unir físicamente la colección, concentrando las bibliote-
cas departamentales y las de centro que habían ido surgiendo por los campus. Aunque objetiva-
mente este modelo sea mejor -facilita el control de los fondos, permite el acceso a los usuarios de
distintos centros, y conduce a la construcción d nuevos edificios bibliotecarios-, debe implantarse
de modo que se eviten problema que afecten a la eficacia e imagen de las bibliotecas. Creemos
que la centralización ni es un objetivo es sí misma, sino un medio, que debe utilizarse de modo
eficiente, pero distinto en cada caso, a la luz de consideraciones como las siguientes:
E1 buen funcionamiento de la biblioteca universitaria requiere una buena comunicación entre los
agentes implicados en ellas, que favorezca su integración y evite su aislamiento. Esta comunica-
ción abarca:
1) La comunicación a través de las comisiones de biblioteca entre los profesores, los alum-
nos, los bibliotecarios y los responsables de la Universidad. Sin un buen funcionamiento de estas
comisiones, que logre la integración de los interesados con los objetivos de la política de la biblio-
teca universitaria, suelen fracasar los intentos de cambio, los proyectos de reglamentos, etc.
3) La comunicación con los usuarios: debe haber instrumentos que hagan frecuente y natu-
ral el que los usuarios -especialmente los estudiantes- realicen observaciones sobre los servicios.
Debe haber buzones de sugerencias, reuniones con los representantes de profesores y alumnos,
etc. Un medio de comunicación preferente será el de la formación de usuarios, que debe abarcar:
a) Visitas de orientación inicial a la biblioteca para grupos de estudiantes recién ingresados, que
les acerquen a las materias, secciones y servicios, normas de consulta y préstamo de la colección,
complementadas con guías de uso y proyecciones.
b) Explicaciones sobre los instrumentos básicos, los catálogos, tanto impresos como automatiza-
dos. Los OPACS.
f) Uso de las bases de datos en CD-ROM que pueden consultarse de modo libre en las bibliotecas,
por red local.
Cooperación y redes
La automatización de los catálogos que ya están completando las bibliotecas universitarias permi-
te la integración en redes, pues se da el medio básico para los intercambios y la cooperación, es
decir, la existencia de catálogos colectivos, o al menos la posibilidad de conocer los fondos de las
diversas bibliotecas.
NOTAS AL CAPÍTULO 21
Se trata de una imagen recurrente para describir la función de la biblioteca. Así, el University
Granis, órgano de la Administración inglesa para la Universidad, ya en 1921, afirmaba que "El
carácter y eficacia de una Universidad puede medirse por el tratamiento que da a su órgano cen-
tral, la biblioteca. Consideramos la dotación para el mantenimiento de la biblioteca como la ne-
cesidad primaria y más vital del equipamiento de una Universidad. Una biblioteca adecuada no
sólo es la base de todo estudio y enseñanza, es la condición esencial para la investigación, sin la
cual no se puede añadir nada a la suma del conocimiento humano" (Cit. por THOMPSON, J. y
CARR, R.: La biblioteca universitaria. Madrid: Germán Sánchez Ruipérez, 1990, pp. 17-18). En
1966, Cartter, desde el punto de vista norteamericano, insistía: La biblioteca es el corazón de la
Universidad. No hay otro factor material más estrechamente ligado a la calidad de la Educación
Superior. Unas pocas universidades con escasos medios bibliotecarios han logrado un desarrollo
importante en algunas áreas, porque los recursos de laboratorio pueden ser más importantes que
la biblioteca en algún campo particular, o en otros casos porque las universidades estén situadas
junto a otras colecciones de grandes bibliotecas (... ) Pero las instituciones que destacan en todas
las disciplinas tiene invariablemente las mejores bibliotecas de investigación del país". (Cit. en
CLAVEL, J. P. (dir): L'Evaliation des bibliotliéqiíes universitaires, Montreal: AUPELF, 1984, pp.
295-296). 0 el Itifonze Atkinson, en 1976: "La biblioteca es el corazón de una universidad. Ocupa
el lugar central y básico, como un recurso que es, porque sirve a todas las funciones de una uni-
versidad -enseñanza e investigación, la creación de nuevo conocimiento y la transmisión a la pos-
teridad de la ciencia y la cultura del presente y del pasado" (THOMPSON, J., CARR, R.: op. cit, p.
20) Esta idea que ha sido recogida en el ámbito latinoamericano por Buonocore, en su Dicciotia-
rio: "no se concibe una enseñanza sin el libro, y de ahí que la biblioteca sea el centro vital, el ner-
vio y el corazón que impulsan el dinamismo fecundo de la Universidad".
16 El desarrollo de las fuentes de información en soportes electrónicos es, por estas razones,
mucho menor en las Humanidades que en las Ciencias. Así, se ha comprobado que menos del 10
% de] total de los registros de las bases de datos accesibles por Dialog son de campos humanísti-
cos y sociales, marcando una enorme desproporción con el tratamiento que reciben las áreas ex-
perimentales. Y del total de ba-ses de datos existentes, unas 9.000, analizadas por materias, sólo
un 6 % es de Ciencias Sociales, un 4 % de Humanidades, y un 1 1 % de materias jurídicas y le-
gislación. Dado el carácter privado y comercial de los principales servicios internacionales de
bases de datos, especialmente en el ámbito norteamericano, se deriva que incluyan preferente-
mente las publicaciones que por su ámbito cultural e idiomático puedan ser más rentables para
la mayor parte de sus clientes. Por eso, la literatura europea está poco contemplada, perdiendo
mucha exhaustividad para el universitario español. V. VÁZ QUEZ, M. «Las bases de datos. Pano-
rama actual y perspectivas». Boletín de Anabad, 1994, XLIV, 1.
17 Cf. LINE, M. B.: «The concept of'library goodness': user and library perception oí quality
and valuc». En LINE, M. B. (ed.): Acadenzic Library Management. London: Library Ass, 1990, pp.
185-188.
22
En efecto, el volumen de la documentación se ha visto tan incrementado que la for-ma más eficaz
de almacenar, tratar y difundir la información que los documentos contienen es haciéndolo a tra-
vés de núcleos pequeños que limiten sus fondos a los que tratan de un tema concreto.
Parece que, según la expresión utilizada con frecuencia, la especialización es la cla-ve de la efica-
cia, y esto, que puede referirse a distintos ámbitos sociales, también tiene su reflejo en el ámbito
de la información y la documentación.
En el primer decenio del siglo xx los norteamericanos dieron el primer paso para reconocer la
existencia de las bibliotecas especializadas y crearon la Asociación de Bi-bliotecas Especiales
(Special Libraries Association) con el fin de favorecer el estudio y la reflexión sobre este nuevo tipo
de bibliotecas. Más tarde aparecieron asociaciones similares en el Reino Unido (Aslib-Association
of Special librarianship) y en Francia (Adbs-Asociation des Documentalistes et Bibliothecaires
Specialises).
Como vemos, la denominación anglosajona utiliza el término "especiales" para referirse a lo que
aquí estamos llamando "especializadas". En la actualidad el término "especiales" suele utilizarse
en relación con bibliotecas que poseen determinadas características sin que estas tengan que ver
necesariamente con su contenido temático (por ejemplo, bibliotecas de hospitales, para ciegos, de
instituciones penitenciarias); también, en ocasiones, se llaman "especiales" las bibliotecas que
contienen determinado tipo de documentos (publicaciones periódicas, grabaciones sonoras, pelí-
culas, etc.), pero en estos casos resulta más conveniente utilizar las denominaciones particulares
de cada uno de ellos (hemerotecas, fonotecas, videotecas, etc.).
Para completar algo más esta definición, podemos señalar algunas de las características que dife-
rencian este tipo de bibliotecas de otros:
Una de las características que hemos mencionado anteriormente son los fondos que constituyen
la colección de una biblioteca especializada. ¿En qué estriba esta peculiaridad? Podemos estable-
cer varios aspectos, referidos a la composición y tipología de sus fondos y a su tratamiento.
Generalmente se admite que en la mayor parte de las bibliotecas especializadas la colección tiene
tres principales componentes:
1) Información publicada: publicaciones periódicas, monografías, normas, patentes, obras de
referencia
2) Información generada internamente por la institución en que se ubica: literatura gris
(papeles de trabajo, correspondencia), informes, estudios, proyectos, etc.
3) Información disponible a través de fuentes externas a la institución u organización:
bases de datos y catálogos de otras instituciones.
Paralelamente a estos componentes, podemos detallar los tipos de documentos que más frecuen-
temente contienen las colecciones de las bibliotecas especializadas.
Estos son:
- Literatura gris: documentos que contienen información no comercializada pero que suele ser
muy especializada. Se trata de tesis, proyectos, informes, actas de
conferencias y congresos, etc.
- Publicaciones oficiales
- Enciclopedias, repertorios, anuarios, y, en general, obras de referencia especializadas.
- Normas, patentes.
- Monografías.
Por supuesto esta tipología contempla simultáneamente la inclusión de documentos no sólo bi-
bliográficos sino en múltiples formatos (sonoros, visuales).
En cuanto a la temática de los documentos es importante reseñar que aunque el hecho de ser
una biblioteca especializada ya hace referencia a contenidos específicos, sin tener embargo
es frecuente que la temática de los documentos que contienen no sea demasiado específica ya que
las necesidades de información de sus usuarios puede no ceñirse tanto a un área concreta y pre-
cisar la consulta de temas relacionados o más o menos próximos al de la especialidad.
Otro de los aspectos más relevantes referidos a la colección de los fondos de las bibliotecas
especializadas es el tratamiento a que se someten. Al citar las características de estas
bibliotecas hemos hecho mención de un "tratamiento exhaustivo" de los documentos. En
efecto, mientras que en otras bibliotecas el tratamiento hace referencia a la descripción
bibliográfica y a una mención de su contenido a través de un término o encabezamiento de
materia, en las bibliotecas especializadas se presta especial atención a la precisión en este
último aspecto y también a realizar un tratamiento del contenido de los fondos que
permiten proporcionar mayor orientación al usuario sobre el interés o no
de consultar determinado documento. Para ello es frecuente utilizar el resumen como
instrumento de selección de información. Se trata de facilitar el trabajo a los usuarios
proporcionándoles una información ya elaborada que les permita seleccionar o rechazar los
documentos con un mayor acierto y un menor esfuerzo.
También la representación del contenido a través de palabras clave se pretende realizar en una
biblioteca especializada con una mayor precisión. Para ello, se suelen utilizar listas de términos o
tesauros especializados que permitan una mayor concreción y delimitación de la información de
los documentos y cuya comunicación esté más acorde con la formación de los usuarios. Muchas
bibliotecas especializadas desarrollan sus propios sistemas de clasificación adaptando algunos
sistemas ya existentes (CDU, Dewey) o creando otros totalmente nuevos. En relación con la se-
lección y descarte de documentos, este se realiza sobre todo teniendo en cuenta la actualidad de
las informaciones y el interés potencial de los usuarios. En las bibliotecas especializadas se pres-
ta especial atención a la selección de documentos que suponen novedad, aportan datos recientes
o investigaciones en curso. Aunque estos documentos quedan almacenados durante algún tiem-
po, se hace necesario revisarlos y en cuanto quedan desfasados o aparece una nueva publicación
que los incluye y actualiza, se procede a relegarlos de la colección (expurgo) disponiéndolos para
donaciones o intercambios con otras instituciones o almacenándolos en un depósito si se piensa
que pueda interesar esporádicamente. Es frecuente que las colecciones de bibliotecas especiali-
zadas no sean muy numerosas, muy extensas. Esto es debido, por una parte, a la actualización
constante de los documentos y, por otra, a la cooperación o intercambio de información con otros
centros. Ello, por lo tanto, no significa que sean más limitados en cuanto a la información que
puedan proporcionar, sino todo lo contrario, que la información puede localizarse y disponerse
según las necesidades puntuales.
Por lo tanto nunca se debe pretender encontrar una gran colección en una biblioteca especializa-
da, sino una pequeña pero precisa colección y numerosas y fluidas comunicaciones con otras
bibliotecas e instituciones.
Otra de las características que distinguía las bibliotecas especializadas de las restantes son los
usuarios. Desde el momento en que una biblioteca especializada se crea para satisfacer las nece-
sidades de información de una institución, ya estamos acotando o restringiendo el tipo de usua-
rios que van a utilizarla.
La información que reúne una biblioteca especializada está dirigida fundamentalmente a las per-
sonas que trabajan o colaboran con la entidad o institución a que se vincula a la biblioteca.
La mayor parte de estos usuarios va a poseer una formación de nivel alto referente a estudios y a
desarrollo profesional, lo que va a provocar que en sus requerimientos de información exijan efi-
caces respuestas. Frecuentemente, estos usuarios estarán acostumbrados a utilizar la biblioteca
como un instrumento dentro de su trabajo, por eso también exigirán que ese instrumento funcio-
ne adecuadamente.
En otras ocasiones, los usuarios pueden ser personas que se dirigen a esa biblioteca sin estar
vinculados a la institución, pero que manifiestan interés por la temática, si se encuentran reali-
zando alguna investigación relacionada con ella. También a estos usuarios casuales la biblioteca
debe poder suministrar la información que desean.
En otras ocasiones, puede realizar consultas sin concretar y será el bibliotecario el que las irá
delimitando.
Así pues, tenemos que el usuario de bibliotecas especializadas va a ser un usuario exigente, que
busca soluciones rápidas y adecuadas a sus demandas y que desea tener información constante
sobre las novedades informativas que se producen en su ámbito profesional y de estudio. No obs-
tante, cada biblioteca deberá realizar estudios de usuarios para tener un conocimiento lo más
real posible a cerca de las necesidades de sus lectores y así poder diseñar y adecuar sus servicios
de manera que respondan a dichas necesidades
Generalmente, los servicios que las bibliotecas especializadas pueden prestar a sus usuarios son
variados. Algunos de ellos son comunes a los de otras bibliotecas (préstamo, lectura en sala, in-
formación, etc.), y otros. aunque también pueden darse en otro tipo de biblioteca, adquieren en
las especializadas un carisma distinto.
Así, el servicio de información y referencia cumple un papel fundamental en estas bibliotecas de-
bido a que las demandas más importantes por parte de los usuarios son resueltas a través de
este servicio.
La difusión de información que se realiza a él, puede ser previa petición del usuario, es decir, con-
testando a preguntas realizadas por él, o puede ser la biblioteca la que tome la iniciativa, antici-
pándose a las peticiones de los lectores y suministrando información que puede resultar de inte-
rés para ellos.
En el primer caso, las solicitudes de información de los usuarios pueden ser de varios tipos:
- Preguntas sobre datos concretos, para resolver cuestiones puntuales (fechas, nombres, térmi-
nos, datos estadísticos, etc.) y que el bibliotecario puede resolver previa consulta de las obras de
referencia. Este tipo de cuestiones suele ser parte del trabajo cotidiano.
- Preguntas de tipo bibliográfico: para obtener un documento concreto; para ver los documentos
de que pueden disponer referidos a un tema determinado; sencillamente, para conocer las nove-
dades bibliográficas sobre un asunto.
En el segundo caso, el servicio de difusión de la información que anticipa la biblioteca puede rea-
lizarse de forma periódica o esporádica. Los instrumentos habitualmente utilizados para ello son:
- Boletines de novedades.
- Boletines de resúmenes.
- Boletines de sumarios.
- Listados que contienen referencias bibliográficas específicas relativas a un perfil de-
terminado previamente (difusión selectiva de la información).
- Conferencias, coloquios, presentaciones, etc.
Otro servicio que es común a todas las bibliotecas pero que tiene peculiaridades en las especiali-
zadas es el servicio de formación de usuarios. La formación de los usuarios siempre tiene como
objetivo que éstos dispongan de mayor autonomía en la búsqueda de la información y que la rea-
licen con la mayor efectividad y menos pérdida de tiempo.
En general, los servicios de las bibliotecas especializadas tienden a compartiese cada vez más: los
planes de adquisición cooperativa, la catalogación y el tratamiento cooperativos y el préstamo
interbibliotecario son algunos de los aspectos en los que se pone de manifiesto la colaboración.
Además, el alto grado de automatización permite disponer de las informaciones que almacenan
en distintas unidades.
Las bibliotecas especializadas en España son de reciente creación; se estima que un gran número
de ellas no superan los cincuenta años de existencia, y más de la mitad de las existentes han sido
creadas en las dos últimas décadas. También la mayor parte dependen de organismos oficiales, y
sólo un pequeño porcentaje se vincula a instituciones privadas. En relación a las áreas temáticas
objeto de la especialización, son más frecuentes en áreas de Humanidades, aunque también son
numerosas las relativas a ciencias médicas, naturales y matemáticas.
Destacan, de manera especial, dos bibliotecas vinculadas al CSIC pero con unos servicios muy
extendidos, un mayor volumen de fondos y una actividad informativa y documental notoria en los
campos que abarcan. Éstas son:
Los dos institutos a que se vinculan estas bibliotecas forman, desde 1991, el denominado Centro
de Información y Documentación Científica (CINDOC). Esta institución se establece como un
centro de información que desarrolla su actividad investigadora en el campo documental, elabora
diversos productos de información (publicaciones, bases de datos, etc.) y mantienen unos servi-
cios bibliotecarios variados y de gran alcance.
Aunque no todas las bibliotecas o centros que recoge el directorio son especializados (algunos son
generales y muchos son universitarios), sin embargo constituye una referencia insustituible para
conocer el panorama de las bibliotecas especializadas en España. Recientemente, algunos datos
que refleja el Directorio han sido actualizados por el Ministerio de Cultura en el "Mapa de Infraes-
tructuras, Operadores y Recursos Culturales MIOR", publicado en 1995.
En la actualidad, muchas empresas o instituciones privadas están formando sus propias bibliote-
cas, lo que está provocando un desarrollo importante del sector de bibliotecas especializadas.
23
LA BIBLIOTECA PÚBLICA
En la exposición del concepto actual de biblioteca pública, es imprescindible que nos refiramos a
la UNESCO (United Nations Educational Scientific and Cultural Organization), agencia especiali-
zada de la ONU, creada en 1946 como medio para contribuir a la paz y bienestar social a través
de la colaboración entre las naciones en el ámbito de la educación, la ciencia y la cultura.
A partir de su creación, ha jugado un papel muy importante en la promoción y desarrollo de las
bibliotecas públicas en el mundo, concebidas como un instrumento para la expansión de la cul-
tura, la democracia y el fomento de la paz.
Su doctrina sobre bibliotecas públicas se halla contenida en el universalmente conocido Manifies-
to de la UNESCO, publicado por primera vez en 1949 y revisado por la IFLA, a petición de la
UNESCO, en 1972. A causa de los cambios habidos en el seno de las bibliotecas públicas, conse-
cuencia a su vez de los cambios sociales y tecnológicos, que hacían necesaria la revisión del texto,
la Sección de Bibliotecas Públicas de la IFLA elaboró un nuevo texto aprobado por la UNESCO en
1994, que reproducimos a continuación.
Este manifiesto proclama la fe de la UNESCO en la biblioteca pública como una fuerza viva para
la educación, la cultura y la información y como un agente esencial para el fomento de la paz y
del bienestar espiritual a través del pensamiento de hombres y mujeres.
Así pues, la UNESCO alienta a las autoridades nacionales y locales a dar soporte y comprometer-
se activamente en el desarrollo de las bibliotecas públicas.
* La biblioteca pública
La biblioteca pública es un centro local de información que facilita a sus usuarios todas clases de
conocimiento e información.
Los servicios de la biblioteca pública se presentan sobre la base de igualdad de acceso para todas
las personas, sin tener en cuenta su edad, raza, sexo, religión, nacionalidad, idioma o condición
social. Deben ofrecerse servicios y materiales especiales para aquellos usuarios que por una u
otra razón no pueden hacer uso de los servicios y materiales ordinarios, por ejemplo, minorías
lingüísticas, personas con discapacidades o personas en hospitales o en prisión.
Todos los grupos de edad han de encontrar material adecuado a sus necesidades. Las coleccio-
nes y los servicios han de incluir todo tipo de soportes adecuados, tanto en modernas tecnologías
como en materiales tradicionales. Son fundamentales su alta calidad y adecuación a las necesi-
dades y condiciones locales. Los materiales deben reflejar las tendencias actuales y la evolución
de la sociedad, así como la memoria del esfuerzo y la imaginación de la humanidad.
Ni los fondos ni los servicios han de estar sujetos a forma alguna de censura ideológica, política o
religiosa, ni a presiones comerciales.
1) Crear y consolidar los hábitos de lectura en los niños desde los primeros años.
2) Prestar apoyo a la educación, tanto individual como autodidacta, así como a la educación
formal en todos los niveles.
3) Brindar posibilidades para el desarrollo personal creativo.
4) Estimular la imaginación y creatividad de niños y jóvenes.
5) Fomentar el conocimiento del patrimonio cultural, la valoración de las artes, de los lo-
gros e innovaciones científicos.
6) Facilitar el acceso a las experiencias culturales de todas las manifestaciones artísticas.
7) Fomentar el diálogo intercultural y favorecer la diversidad cultural.
8) Prestar apoyo a la tradición oral.
9) Garantizar a los ciudadanos el acceso a todo tipo de información de la comunidad.
10) Prestar servicios adecuados de información a empresas, asociaciones y agru-paciones de
ámbito local.
11) Facilitar el progreso en el uso de la información y su manejo a través de medios in-
formáticos.
12) Prestar apoyo y participar en programas y actividades de alfabetización para todos los
grupos de edad y, de ser necesario, iniciarlos.
· Funcionamiento y gestión
- Ha de formularse una política clara que defina objetivos, prioridades y servicios en rela-
ción con las necesidades de la comunidad local. La biblioteca pública ha de organizarse eficaz-
mente y mantener normas profesionales de funcionamiento.
- Los servicios han de ser físicamente accesibles a todos los miembros de la co-munidad.
Esto requiere que los edificios de las bibliotecas públicas estén bien situados, con buenas condi-
ciones de lectura y estudio, tecnologías adecuadas y un horario suficiente y apropiado a los usua-
rios. Supone, asimismo, servicios de extensión para quienes no pueden acudir a la biblioteca.
- Los servicios de la biblioteca han de adaptarse a las necesidades de las distintas comuni-
dades en áreas rurales y urbanas.
- El bibliotecario es un intermediario activo entre los usuarios y los recursos. Es indispen-
sable su formación profesional y permanente para que pueda ofrecer servicios adecuados.
Se insta a quienes toman las decisiones a nivel nacional y local y a la comunidad bibliotecaria en
general, en todo el mundo, a que apliquen los principios expuestos en este Manifiesto'.
Del texto anterior queremos destacar tres aspectos que por sí mismos pueden de-finir la bibliote-
ca pública:
El estudio de las normas existentes para bibliotecas públicas es también muy importante
a la hora de perfilar el concepto sobre la misma.
Las primeras normas fueron dadas por la American Library Association (ALA) en los años 30. En
1973 la IFLA publica las Normas para Bibliotecas Públicas, y en 1977, lleva a cabo una nueva
edición. Estas normas, de tipo cuantitativo, representaron en su momento un avance importan-
te, sirviendo de guía en la evaluación y desarrollo de las bibliotecas públicas. Recogemos aquí, de
forma sucinta, su contenidos
Cuando el 25-30 % de la población está constituido por menores de 14 años, los libros infantiles
deben representar 1/3 de la colección total.
Los libros de consulta deben suponer 100 volúmenes en las unidades administrativas menores y
un 10 % de la colección total en circunstancias generales. Este porcentaje se elevará cuando se
trate de unidades administrativas muy grandes. El número de publicaciones periódicas en uni-
dades administrativas de hasta 5.000 habitantes deberá ser, al menos, de 50. En unidades ad-
ministrativas de entre 5.000 y 10.000 habitantes, la dotación será de 10 cada 1.000 habitantes.
En cuanto a discos y cintas, en poblaciones de hasta 20.000 habitantes, la colección para usar
dentro de la biblioteca será de 2.000.
En las colecciones en depósito para uso de pequeñas comunidades deberán hacerse, al menos,
cuatro cambios anuales en las mismas. En cada ocasión, el cambio afectará como mínimo a 200
volúmenes.
En cuanto al espacio dedicado a actividades recreativas infantiles, de todo tipo, se estima conve-
niente 3 M2 por plaza. Si se trata de actividades en que los niños van a escuchar, la proporción
es de 1,5 M2 por plaza. Para despachos y oficinas destinadas al personal que trabaja en la biblio-
teca, se establecen 10/12 M2 por persona. Cuando se trate de zonas de descanso, la proporción
oscila entre 2 y 4 M2 por persona, siguiendo las siguiente escala:
2 8 M2
10 40 M2
20 60 m2
50 120 M2
100 220 M2
200 400 M2
A medida que las bibliotecas públicas se han ido desarrollando, y dado que la si-tuación de di-
chas bibliotecas varía mucho de unos países a otros, ha habido una evolu-ción de las normas -de
tipo más rígido y cuantitativo- hacia las pautas - menos rígidas y de tipo cualitativo -. Así se hace
constar en el prólogo de las Pautas publicadas por la IFLA que señala: "Cuando las necesidades y
medios son tan variados, no se puede es-tablecer unas normas comunes para los servicios. Por
esta razón a este trabajo le hemos dado el nombre de 'pautas' y no el de 'normas'. No ofrecemos
reglas, sino consejos basados en la experiencia de muchos países y susceptibles de aplicación
general"5. Las Pautas publicadas por la IFLA recogen orientaciones sobre los siguientes puntos:
1) Los servicios de la biblioteca pública, que trataremos en el apartado siguiente de este ca-
pítulo.
2) Los distintos soportes documentales que deben integrar las colecciones de las bibliotecas
públicas, constituidas fundamentalmente por libros y publicaciones periódicas, pero con
una presencia cada vez más importante de nuevos soportes documentales como audiovi-
suales, documentos legibles por ordenador, etc.
Así mismo, en este apartado las Pautas hacen referencia al desarrollo, gestión y
mantenimiento de las colecciones.
Además de la enumeración del personal que puede trabajar en una biblioteca pública las Pautas
recogen otros aspectos sobre el mismo co-mo el número, gestión, etc.
4) El capítulo cuarto trata de temas relacionados con los puntos de servicio de un sistema de
biblioteca pública: número y distribución de los mismos, condiciones de ubicación, etc.
5) El último capítulo está dedicado al tema de la gestión de bibliotecas públicas.
Basadas en estas pautas generales para bibliotecas públicas, se han ido editando otras más es-
pecíficas para distintos servicios especiales como los destinados a pacientes de hospitales y lecto-
res discapacitados, a personas privadas de libertad, a niños, etc. De ellas queremos destacar las
Pautas sobre servicios en las bibliotecas para niños y las Pautas para servicios bibliotecarios para
prisioneros, editadas en 1993.
Antes de pasar a hablar de los servicios propiamente dichos es preciso hacer algunas considera-
ciones:
- Con el desarrollo bibliotecario general, ayudado a su vez por un mejor desarrollo tecnoló-
gico, las bibliotecas en general, y las públicas en particular, están en mejores condiciones para
atender todas las necesidades de los usuarios, lo que incide también en una cada vez mayor va-
riedad de servicios.
Sin embargo este espíritu del Manifiesto se ha enfrentado en los últimos tiempos con dificultades,
ya que algunos servicios, y más concretamente los relacionados con el suministro de información
al usuario, en los que cada vez es más frecuente la necesidad de acceder a bases de datos, gene-
ran costes muy altos, y las administraciones no disponen de medios ilimitados.
La IFLA, a través del Grupo de Trabajo sobre el Impacto de la Tecnología en las Bibliotecas Públi-
cas, se dedicó al estudio de este tipo de problemas, mostrándose partidaria de restringir las tasas
lo más posible6. En los últimos tiempos este problema se ha atenuado por la introducción en las
colecciones de las bibliotecas de las bases de datos en CD-ROM, cuya mayor o menor consulta no
genera un mayor gasto que el producido ya por su adquisición. Lo mismo ocurre con la suscrip-
ción por parte de las bibliotecas a redes de comunicación que suponen gastos fijos pero que no se
ven incrementados por el número de consultas realizadas.
- La IFLA al referirse a los servicios de la biblioteca pública menciona los siguientes: servi-
cios relacionados con el acceso al documento (consulta y préstamo); servicios de información y
referencia; servicios para niños; actividades culturales; atención a personas discapacitadas; ser-
vicios a personas que por su situación especial no pueden acudir a la biblioteca (personas hospi-
talizadas, soldados residentes en acuartelamientos, personas confinadas en instituciones peni-
tenciarias, etc.); servicios a minorías étnicas y lingüísticas y servicios a escuelas'.
- No todos los servicios, en principio posibles, son igualmente necesarios en cualquier co-
munidad, ni todas las bibliotecas públicas están en condiciones de darlos, aunque, hoy día, las
posibilidades se multiplican al existir una mayor cooperación interbibliotecaria. En el campo de
las bibliotecas públicas se impone cada vez más la creación de sistemas y redes para atender
todas las necesidades.
- Existen unos servicios que pueden considerarse básicos, y que deben ser ofrecidos
por todas la bibliotecas públicas, y otros que, por determinadas circunstancias son menos fre-
cuentes y están menos generalizados.
La biblioteca pública debe permitir por medio de sus servicios el acceso no sólo a los documentos
integrantes de sus colecciones y a la información en ellos contenida, sino también a documentos
e información pertenecientes a las colecciones de otras bibliotecas. Esto es posible gracias a los
avances tecnológicos a los que no son ajenas las bibliotecas públicas.
Las Pautas enumeran una serie de funciones y servicios que la biblioteca debe cumplir respecto a
la colección local, relacionados todos ellos con el suministro de información y la preservación de
dicha colección.
Las Pautas sobre servicios en las bibliotecas para niños, lo entienden así también al decir que el
servicio para niños asegura la continuidad de la biblioteca, ya que los que la utilizan tiende a
seguir siendo usuarios cuando crecen. El objetivo básico de las bibliotecas para niños queda
también expuesto: "la biblioteca para niños deberá ofrecer estímulos culturales y educativos de
tal clase que permita a los niños convertirse en adultos activos y espontáneos"
Para niños y jóvenes los límites de edad varían de unos países a otros de 3 a 14 años, de 4 a
13, etc. Las edades entre 5 y 14 años suelen ser las más frecuentes.
Pero los usuarios de las bibliotecas o secciones infantiles no sólo son niños y jóvenes, incluyen
también adultos, como docentes, padres de familia, tutores de guarderías infantiles, de clubes
juveniles, editores, bibliotecarios, etc.
Dentro del marco de la biblioteca pública, la biblioteca infantil presenta una serie de peculiarida-
des en aspectos tales como la colección, el personal, el marco físico, etc. en orden a una mejor
adaptación a las circunstancias especiales de dicho grupo de usuarios.
En cuanto a la ubicación aunque existen otros modelos organizativos, lo más habitual es incluir
los servicios para niños como una de las secciones de la biblioteca general.
En cuanto a personal, se necesita también una formación específica que permita resolver situa-
ciones generadas por las propias necesidades y la psicología especial de los niños. Estas situa-
ciones están relacionadas en algunas ocasiones por hechos tales como:
2) Las preguntas formuladas por los niños suelen ser imprecisas y con frecuencia ha-cen
eferencia a ciertos libros para niños, por lo que el bibliotecario debe leerlos.
3) Dentro de la biblioteca infantil juegan un papel muy importante las actividades ela-
cionadas con la animación a la lectura y al uso de la biblioteca: charlas, narra- iones, lecturas,
actividades prácticas, veladas de pasatiempos y competiciones, etc. Por a frecuencia con
que deben darse, si se quiere observar cierta calidad en los mismos, mplica mayores recursos
de personal que las secciones de adultos.
4) La selección de libros infantiles implica muchas veces la lectura de muchos libros por arte
de los bibliotecarios.
5) El tratamiento técnico de los fondos debe ser básicamente el mismo utilizado en otras ec-
ciones, pero adecuándolo a la edad, lenguaje, etc., de los niños. Muchas veces es ecesario
abreviar o simplificar estos sistemas.
La IFLA, a través de sus Pautas propone una estrecha colaboración entre la biblioteca pública y
las bibliotecas escolares con la finalidad de dar un servicio más completo a la comunidad escolar.
Por otra parte algunos autores han señalado que la escuela y la biblioteca pública comparten
unos objetivos comunes, como son los de poner en relación a los niños con los libros, promovien-
do el gusto y dominio por la lectural.
Existe una dilatada experiencia acerca de la colaboración entre la biblioteca pública y la bibliote-
ca escolar, variando de unos países a otros tanto el modo de establecer dicha colaboración como
las líneas de actuación.
Refiriéndonos al primer aspecto hay que decir que en muchos países, generalmente los más des-
arrollados desde el punto de vista bibliotecario, las relaciones se establecen formalmente, por
medio de disposiciones legislativas. En Dinamarca, por ejemplo, en 1964 la legislación establece
la creación de bibliotecas escolares, distintas de la biblioteca pública. La colaboración entre am-
bas se establece por medio de distintos mecanismos como son: la creación de un comité de selec-
ción de libros común, la inclusión de las disposiciones sobre bibliotecas escolares dentro de la
legislación de bibliotecas públicas, la creación de un Servicio de Bibliotecas Públicas con la fun-
ción específica de promocionar la colaboración entre ambos tipos de bibliotecas.
En España, sin embargo, no sólo no existen disposiciones dirigidas a desarrollar esta colabora-
ción, sino que en el Real Decreto 582/1989, de 19 de mayo, por el que se aprueba el Reglamento
de Bibliotecas Públicas del Estado y del Sistema Español de Bibliotecas (BOE de 31 de mayo) las
bibliotecas escolares quedan excluidas expresamente del Sistema.
Las líneas de colaboración entre ambas bibliotecas también varía según los países. En Dinamar-
ca existe una Oficina Central de Bibliotecas, que entre otras actividades tiene la de elaborar bi-
bliografías destinadas a diversos tipos de usuarios, tanto propios de bibliotecas públicas como de
bibliotecas escolares. La Central de Encuadernación atiende igualmente a las necesidades de las
bibliotecas públicas como de las escolares. En Alemania, durante los años setenta se crearon
servicios de asesoramiento por parte de las bibliotecas públicas dirigidos atender a las escuelas
que no estaban dotadas de personal bibliotecario. Otras veces la colaboración consiste en la ad-
quisición, por parte de la biblioteca pública, de fondos documentales para escuelas que no dispo-
nen de biblioteca escolar, etc.
23.3.4. Servicios a personas discapacitadas. Servicios a personas que no pueden acudir a la bi-
blioteca. Servicios a minorías étnicas y lingüísticas
La biblioteca pública actual, en su compromiso de estar abierta a todo tipo de usuarios, se plan-
tea una serie de servicios que van dirigidos a grupos minoritarios. A veces, a este tipo de servi-
cios se los ha denominado especiales, denominación dudosa, que convendría desterrar, ya que
dichos servicios deben ser tan habituales como cualquier otro.
Van dirigidos a lectores que padecen algún tipo de minusvalía, a aquéllos que no pueden acudir a
la biblioteca (ancianos, soldados, enfermos, personas confinadas en instituciones correccionales,
etc.) y a las minorías étnicas y lingüísticas.
Entre las personas discapacitadas, las Pautas hacen especial mención a las personas ciegas o con
dificultades de visión, haciendo constar que la biblioteca pública debe ofrecerles materiales espe-
ciales para posibilitar la lectura, papel muy importante si tenemos en cuenta que estos materiales
son más bien escasos, ya que de la producción impresa, sólo una décima parte es accesible a los
ciegos.
En el caso de los servicios a personas ciegas o con importantes dificultades de visión, la biblioteca
pública en muchos casos, debido a la falta de recursos, lo que hace sobre todo es prestar su cola-
boración a las organizaciones, generalmente importantes, que atienden a este tipo de usuarios.
Es el caso de la ONCE en España.
Sin embargo, hay bibliotecas, que disponiendo de más medios, no sólo se plantean esta colabora-
ción sino que han desarrollado los servicios bibliotecarios para invidentes, como, por ejemplo, la
BPI Centre Georges Pompidou de París que ha destinado una sala especial para este tipo de
usuarios, en la que pueden leer en voz alta. Además ha creado la infraestructura necesaria tanto
de personal especializado como de aparatos, para permitir el acceso a la información contenida
en todo tipo de documentos, así como a otros servicios propios de la biblioteca pública (activida-
des culturales, etc.).
Muchas veces, los lectores no pueden acudir a la biblioteca pública, por lo que ésta debe acercar-
se a ellos. Es el caso de los ancianos confinados en el hogar o en residencias; enfermos ingresa-
dos en hospitales, reclusos, etc. La biblioteca pública tiene la obligación de acercarse a ellos por
distintos métodos: reparto a domicilio, préstamo colectivo, etc.
Dentro de este colectivo heterogéneo, los usuarios recluidos en instituciones peni-tenciarias reú-
nen unas características muy especiales siendo quizá los que generalmente han tenido menos
contacto con la biblioteca, por lo que este grupo resulta uno de los más difíciles para la acepta-
ción por parte de la biblioteca pública.
La existencia de este servicio en el marco de la biblioteca pública está recogida en el espíritu del
Manifiesto de la UNESCO y reúne una serie de características que han sido formuladas por la
Pautas para servicios bibliotecarios para prisioneros'5 y que aquí reproducimos:
1) Los prisioneros tienen el mismo derecho que otros ciudadanos a acceder a la información
y por lo tanto, a facilidades bibliotecarias apropiadas. Tienen derecho a acceder a material de
lectura del mismo modo que tienen derecho a participar en actividades deportivas o a asistir a
cursos para mejorar su educación.
2) Las facilidades bibliotecarias deben estar situadas dentro de las instituciones, dado que es
virtualmente imposible para los prisioneros asistir a bibliotecas fuera de ella.
3) Las bibliotecas en prisiones están situadas en una posición especial (después de la televi-
sión) como única fuente de información y por ende, tienen la responsabilidad de coleccionar y
ofrecer tal información a sus clientes presos. Debemos aclarar, sin embargo, que el objetivo pri-
mordial debe ser el de proveer acceso igualitario para todos los programas y servicios de los cua-
les se puede también disfrutar en bibliotecas externas.
4) Los servicios bibliotecarios, como parte de las actividades sociales y culturales deberán ser
considerados ampliamente en la programación de las actividades carcelarias. Se dará a los pri-
sioneros suficiente tiempo para usar la biblioteca.
5) Como factor integral en el desarrollo de los programas socioculturales, una biblioteca car-
celaria será un centro completo de información y de recursos. La biblioteca estimulará el desa-
rrollo intelectual, social y cultural de los prisioneros.
La existencia de minorías étnicas y lingüísticas en todos los países es una constante histórica,
aunque sea por causas distintas en cada uno de ellos. Unas veces esta presencia responderá a
causas políticas, otras causas económicas, otras, las más, a ambas a la vez.
La biblioteca pública puede jugar también en este caso, un importante papel en la integración de
estos colectivos en la sociedad entendiendo dentro de la integración la conservación de sus señas
de identidad cultural. La biblioteca pública puede también actuar como un canal de comunica-
ción entre los grupos mayoritarios y los minoritarios. La existencia de servicios distintos para
minorías étnicas y lingüísticas dentro de la biblioteca pública, se justifican por ser estas minorías
incapaces de utilizar al máximo los servicios dirigidos a los usuarios en general, por varias razo-
nes:
La biblioteca pública debe plantearse dar servicios completos a estos grupos y no quedarse, por
ejemplo, sólo en la formación y mantenimiento de las colecciones adecuadas, ya que esto debe ser
únicamente un primer paso. Los niños deben ser atendidos, como ocurre siempre en la biblioteca
pública, con especial cuidado.
Para poder llevar a cabo este tipo de servicio es preciso contar con colecciones en lenguas minori-
tarias, que frecuente han de obtenerse en los países de origen, así como con personal especializa-
do con conocimiento de idiomas. La cooperación con otras bibliotecas, con determinadas institu-
ciones de los países de origen, asociaciones de inmigrados, etc., es fundamental.
Los servicios aquí enumerados no son suficientes. La biblioteca pública debe abrirse cada vez
más a todo tipo de usuarios y estar presente cada día en más foros, por lo que debe salir fuera de
su recinto físico. Esta tendencia se manifiesta en su presencia cada vez más frecuente en lugares
que hasta hace poco resultaban impensables: la piscina, el parque, etc.
Del reiterado Manifiesto de la UNESCO destacamos dos ideas: 1) Todos los habitantes de un país
tienen derecho a disfrutar de los servicios de biblioteca pública sin ningún tipo de discriminación,
incluidos aquéllos que pudieran estar generadas por causa del lugar de residencia de cada ciuda-
dano. De ahí que el Manifiesto insista en que "la biblioteca pública es un centro local de informa-
ción..." 2) Es indispensable la cooperación entre bibliotecas para rentabilizar al máximo los recur-
sos nacionales. Al respecto la UNESCO señala que "para lograr la coordinación y cooperación
bibliotecaria a nivel nacional la legislación y los planes estratégicos han de definir y promover
también, una red nacional de bibliotecas basada en normas de servicio convenidas". Más adelan-
te insiste en que "la' red de bibliotecas públicas ha de ser concebida en relación con las bibliote-
cas regionales, especializadas y de investigación, así como con las bibliotecas escolares, de insti-
tutos y universitarias".
El modelo de biblioteca con un funcionamiento individual quedó desterrado hace tiempo en paí-
ses como EEUU e Inglaterra donde pronto se vio la necesidad, sobre todo en las grandes áreas
urbanas, de que una biblioteca central y varias bibliotecas sucursales funcionaran conjuntamen-
te. Esta misma situación, aunque por causas distintas, se daba también en las áreas rurales.
En los últimas tiempos la cooperación interbibliotecaria se ha visto apoyada tanto por el desarro-
llo de todas las bibliotecas en general como por el desarrollo de otro tipo de factores entre los que
hay que citar la informática, las telecomunicaciones, etc.
La cooperación en el campo de las bibliotecas públicas, se ha plasmado en la existencia de redes
y, sobre todo, en la existencia de sistemas. Estos dos tipos de cooperación no son excluyentes, de
manera que cualquier biblioteca puede formar parte de ambos abriendo mayores posibilidades en
este campo. Aquí no nos vamos a ocupar de las redes porque son objeto de estudio de otro capí-
tulo.
La existencia de sistemas de bibliotecas hace más rentables las inversiones, posibi-litando que las
minorías tengan acceso a servicios bibliotecarios completos, lo cual no sería posible en unidades
administrativas muy pequeñas. Los sistemas pueden entenderse como unidades administrativas
o como Sistemas Regionales o Nacionales de Información, en los que intervienen todo tipo de bi-
bliotecas tanto de forma individual como formando parte de redes y sistemas.
Las Pautas definen un sistema de biblioteca pública como un "conjunto de servicios y puntos de
servicio de biblioteca pública administrada colectivamente, con personal y administración com-
partidos y con una dotación de libros y de otros materiales mantenida en común. Un servicio de
biblioteca pública constituirá normalmente una sola unidad administrativa, pero dos o más uni-
dades administrativas pueden estimar conveniente cooperar juntas para proporcionar un solo
sistema de biblioteca pública"16.
Los sistemas se organizan de forma distinta según los casos, ya que la situación social -y por
tanto la situación bibliotecaria- así como la configuración geográfica y la organización administra-
tiva varían según los distintos países, pero hay "modelos" que pueden tomarse como punto de
referencia o como sugerencia. Estos sistemas pueden ser locales o urbanos, comarcales, provin-
ciales y regionales.
- Debe mantener también una biblioteca infantil central que puede presta servicio dentro
del sistema y a otras bibliotecas, instituciones, profesional (psicólogos, pedagogos,
etc.).
El gran crecimiento de este tipo de biblioteca ha tenido como consecuencia que m chas de ellas se
departamentalicen atendiendo a diversos temas. Las ventajas de este si tema es que, debido a la
especialización tanto de fondos como de personal, se alcance una gran calidad en los servicios.
Pero no todas las bibliotecas pueden llevar a cabo dicha departamentalización debido al alto cos-
te. Presentan también otros inconveniente como el riesgo de duplicaciones, una estructura a
veces compleja para los usuarios, etc.
B) Bibliotecas de distrito. Se recomienda que para que el servicio sea eficaz la biblioteca de
distrito atienda a 100.000 habitantes, en un área de 20 a 25 kM2.
Para el buen funcionamiento del sistema, las bibliotecas de distrito deben llevar cabo una serie de
servicios de los que destacan como indispensables:
- El servicio de referencia.
- El servicio de préstamo a adultos.
- El servicio a niños y jóvenes.
- Mantenimiento y explotaciones de colecciones de interés local.
- Mantenimiento y explotación de colecciones de medios audiovisuales.
Los sistemas denominados "rurales" atienden no sólo la población de una ciudad, sino también a
los municipios que dependen de ella. En estos sistemas de bibliotecas públicas podemos incluir
los comarcales, provinciales y regionales.
Tomando como ejemplo un sistema provincial cuya capital de provincia no tuviera una población
de 400.000 ó más habitantes -en cuyo caso habría que aplicar las orientaciones de INTAMEL
mencionadas en los sistemas urbanos-, podría estar formado por los siguientes elementos:
- Biblioteca central del sistema. Que se ocuparía de los servicios propios de las bi
bliotecas centrales de los sistemas urbanos, además de algunos otros relacionados con la
atención a zonas rurales, como son las bibliotecas móviles.
- Bibliotecas de barrio. Sería conveniente una biblioteca por cada 15.000 habitantes.
- Bibliotecas municipales fijas. En municipios de 30.000 ó más habitantes, debería haber
una biblioteca central y bibliotecas filiales, éstas últimas manteniendo una proporción de
una cada 15.000 habitantes. En municipios de menos de 30.000 habitantes bastaría una
biblioteca central.
- Bibliotecas móviles. Las bibliotecas móviles no son exclusivas de las zonas rurales. Las
Pautas señalan que en áreas urbanas pueden servir, por ejemplo, a grupos de población aislados
de las principales carreteras y líneas férreas. Sin embargo, se usan más frecuentemente en me-
dios rurales. En cuanto al número, Méndez Aparicio recomienda una cada 15.000 habitantes
para atender a poblaciones menores de 3.000 habitantes, en las que no es recomendable la crea-
ción de bibliotecas fijas.
2) Las Bibliotecas Públicas Provinciales. Dependían del Servicio Nacional de Lectura, ya que
el intento de que éstas fuesen grandes bibliotecas municipales cofinanciadas por los
ayuntamientos respectivos, no llegó a cuajar.
3) Los Centro Provinciales Coordinadores de Bibliotecas. Tienen su origen en una Orden de
18
de noviembre de 1940, por la que se concede carácter oficial al Centro Coordinador de
Bibliotecas creado por la Diputación de Oviedo.
Tomando como modelo Asturias, se decide crear un Centro Coordinador por provincia que
se
ocupará, como órgano delegado del poder central, del desarrollo bibliotecario en la
demarcación. Los Centros Provinciales Coordinadores de Bibliotecas tenían como misión:
A través de todo ello, se creó una organización bibliotecaria nacional, basada en la existencia de
sistemas bibliotecarios provinciales cuya conexión se llevaba a cabo unificando la dirección técni-
ca del Centro Coordinador y de la Biblioteca Pública del Estado correspondiente, que recaía en un
único funcionario del Cuerpo Facultativo de Archivos y Bibliotecas'.
Estas bibliotecas conforman una red de cincuenta y una bibliotecas, generalmente situadas en
las capitales de provincia, algunas de las cuales nacieron para albergar los fondos procedentes de
la Desamortización de Mendizábal. Salvo excepciones han sido receptoras del Depósito Legal
desde su creación. En virtud de lo anterior, algunas poseen un importante fondo antiguo y una
interesante colección local.
La condición de ser de "titularidad estatal" se traduce en que el Estado es propietario de las insta-
laciones y el responsable de las inversiones que se lleven a cabo en las mismas. Es también
quien establece el Reglamento general como ha hecho a través del Real Decreto 58211989, de 19
de mayo (BOE de 31 de mayo de 1989).
Por medio de los convenios de gestión, firmados entre el Ministerio de Cultura y las distintas
CCAA, estas bibliotecas han pasado a ser gestionadas por estas últimaS21. Esto se traduce en
que las CCAA son responsables de la prestación de servicios. Asimismo se encargan de la elabo-
ración de los reglamentos de funcionamiento interno.
Para llevar a cabo lo anterior se ha transferido a las CCAA el personal y el presupuesto que el
Estado gastaba en el mantenimiento de dichas bibliotecas. Los gastos de inversión nueva siguen
figurando en los Presupuestos del Estado. En este último plano hay que citar el Plan de Inver-
siones en las Bibliotecas Públicas del Estado (INVER-CAS), iniciado en 1983 con el objetivo de
construir nuevos edificios o remodelar los existentes. También el Estado está llevando a cabo un
Proyecto de Informatización de la Red de Bibliotecas Públicas del Estado (PROINRED), que co-
menzó en 1987 y que se encuentra en fase muy avanzada.
Consideradas globalmente, a pesar de los avances que en algunos aspectos se han producido en
dichas bibliotecas, en la actualidad presentan algunas carencias. La colección ubicada en estas
bibliotecas está por debajo de las recomendaciones de la IFLA, ya que supone un 21,30 % respec-
to a la dotación óptima aconsejada, representando 0,43 volúmenes por habitante. Lo mismo ocu-
rre con el personal que supone un 23,01 % tam-bién respecto a la dotación óptima aconsejada,
representando un 0,23 por cada 2.500 habitantes. A ello hay que sumar la inadecuación de la
plantilla: 250 bibliotecarios (22,06 %) frente a 873 personal administrativo, subalterno y auxiliar
(77,05 %). Por otra parte se da una importante carencia de personal especializado en informática
(0@88 %)22.
La dependencia de estas bibliotecas del Ministerio de Cultura queda regulada por el Real Decreto
2045/1994, de 14 de octubre, en el que se establece la estructura orgánica básica de dicho Mi-
nisterio (BOE de 20 de octubre de 1994). Dentro del organigrama del Ministerio se menciona la
Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas, y dentro de la misma la Subdirección General
de Coordinación Bibliotecaria, con las siguientes funciones:
La competencia de las CCAA sobre las bibliotecas públicas también aparece señalada en el
artículo 148.1. (15.1): "Las Comunidades Autónomas podrán asumir competencias en las
siguientes materias:... Museos, bibliotecas y conservatorios de música de interés para la
Comunidad Autónoma". Posteriormente, los respectivos Estatutos de Autonomía recogen entre
otras, las competencias sobre bibliotecas transferidas a las CCAA por la Constitución. La
transferencia de las mismas se ha llevado a cabo mediante los denominados Decretos de
Transferencias, a través de los cuales se han traspasado las competencias del antiguo Servicio
Nacional de Lectura, Depósito Legal, etc. Hay que hacer notar que estos traspasos no se han
dado de un modo uniforme para todas las CCAA, variando tanto el momento como la forma de
llevarlos a cabo. Tras ello las CCAA han dictado sus propias normas legales en materia de
bibliotecas conformándose así los distintos sistemas bibliotecarios autonómicos.
Como ya hemos señalado, mediante los decretos de transferencias, las competencias que la Ad-
ministración Central tenía en las bibliotecas públicas municipales, a través de los Centros Pro-
vinciales Coordinadores de Bibliotecas, pasan a las comunidades autónomas. No hay que olvi-
dar, además, que el artículo 26 del la Ley Reguladora de las Bases del Régimen Local establece
que los municipios de más de 5.000 habitantes tienen obligación de dar servicio de biblioteca.
Por otra parte, las distintas CCAA gestionan las bibliotecas públicas de titularidad estatal, me-
diante los convenios de gestión. Sobre la base legal constituida por los Estatutos de Autonomía,
los decretos de transferencias y los convenios de gestión, además de la legislación específica de
bibliotecas - que las distintas comunidades autónomas han desarrollado- se asientan los distin-
tos sistemas bibliotecarios autonómicos. En cuanto al modelo, dichos sistemas bibliotecarios,
aunque con ciertas variantes, suelen ajustarse a un esquema de tipo general, integrado, salvo
excepciones, sólo por bibliotecas públicas. Casi todas las leyes señalan que los correspondientes
sistemas bibliotecarios están compuestos por órganos y centros. Los órganos suelen ser:
2) El Consejo de Bibliotecas, órgano con carácter consultivo y asesor y formado por una serie
de vocales natos o por designación del Consejero de Cultura o equivalente, entre los cuales suele
haber representantes de los diversos tipos de bibliotecas e instituciones bibliotecarias de la co-
munidad en cuestión.
1) La Biblioteca Central25.
2) La Red de Bibliotecas Públicas de titularidad estatal (sólo en cuanto a su gestión).
3) Las bibliotecas públicas municipales que dependen del Servicio de Bibliotecas, a través de
los Centros Coordinadores.
Los actuales sistemas bibliotecarios autonómicos, hablando siempre de forma general, se enfren-
tan a problemas heredados -que en algunos casos han empeorado- y a otros nuevos.
Entre los ya heredados hay que citar la secular falta de medios (insuficiencia de colecciones, de
personal, etc.) y la falta de planificación a la hora de crear bibliotecas públicas municipales, ya
que no siempre se han creado allí donde se necesitaban, sino donde los ayuntamientos las han
solicitado.
Pero dentro de este apartado, dedicado a los sistemas bibliotecarios autonómicos, hay que desta-
car la indefinición en los canales de comunicación entre las bibliotecas pertenecientes a los mis-
mos, y por lo tanto la precariedad de dichos sistemas.
A la desconexión de los antiguos sistemas provinciales, hay que unir la actual des-conexión re-
sultante de la superposición sobre la estructura anterior - basada, como ya hemos señalado, en
la existencia de un Centro Nacional de Lectura, las bibliotecas provinciales y los centros coordi-
nadores- de otra nueva estructura que se basa esta vez en la existencia del servicio de bibliotecas,
la biblioteca central, las bibliotecas públicas del estado y los centros coordinadores de bibliotecas,
pero sin llevar a cabo los ajustes necesarios para intercomunicar todas las bibliotecas.
El resultado es la falta de claridad en los nexos de unión entre las distintas bibliotecas que inte-
gran los distintos sistemas bibliotecarios autonómicos.
De todas formas, en aquellas comunidades autónomas en las que se optó por un sistema centra-
lizado con la supresión de los centros coordinadores como es el caso, entre otros, de Aragón, la
situación le os de mejorar, se ha agravado más si cabe".
24
BIBLIOTECAS ESCOLARES
La biblioteca escolar puede entenderse como un servicio de los centros educativos en el que se
reúnen, organizan y usan los recursos documentales necesarios para el aprendizaje de los escola-
res. El que ese servicio sea un pequeño almacén de libros que no merezca el nombre de bibliote-
ca - como ocurre en muchas ocasiones- o un motor de progreso en el aprendizaje de los estudian-
tes, integrado con los objetivos y la metodología curricular, depende de aspectos conceptuales,
económicos y organizativos. Desde el punto de vista pedagógico, como veremos, es imprescindi-
ble en el proceso de enseñanza disponer de una colección documental diversa y accesible. Es
casi superfluo insistir en que en la sociedad de la información todos los individuos deben ser ca-
paces de aprender por sí mismos, de adaptarse a las cambiantes necesidades sociales, laborales y
personales. Y que para ello hay que saber informarse y documentarse, saber acceder, seleccio-
nar, organizar y analizar la información. Y es evidente también que este aprendizaje tiene su lu-
gar idóneo en el sistema educativo, a través del uso de las bibliotecas escolares entendidas como
centros de recursos multimedial.
Pero en la práctica aún subsiste el tipo de enseñanza que hace marginal la biblioteca escolar. El
campo de las bibliotecas escolares es, desgraciadamente, dentro de la Biblio-teconomía, en el que
hay una distancia mayor entre la realidad y las propuestas teóricas. Es un terreno en el que hay
que unir los esfuerzos de maestros y bibliotecarios, junto a las propuestas teóricas y la interven-
ción social, para hacer realidad las bibliotecas escola-res. Aunque son muchos los esfuerzos y las
experiencias realizadas, no puede dejar de remarcarse aquí el papel para el desarrollo de la biblio-
teca escolar en España realizado por Francisco J. Bernal y por la revista cuya creación impulsó,
Educación y Biblioteca.
Creemos que aunque la LOGSE no cita expresamente la biblioteca, su cumplimieno exige tener
bibliotecas escolares que ejerzan las funciones instructivas relaciona con los objetivos, principios
y metodologías prescritos en el nuevo sistema educatl Cómo sin ellas podrá cumplirse el objetivo
señalado para la Educación Secund Obligatoria, según el cual los estudiantes deberán saber uti-
lizar con sentido crítico distintos contenidos y fuentes de información, y ser capaces de adquirir
nuevos con mientos con su propio esfuerzo. Y es igualmente precisa en el Bachillerato, en el cual
alumno (art. 26. d) deberá comprender los elementos fundamentales de la investigaciónes y del
método científico, y adquirir la capacidad para aplicar los métodos apropiados investigación en
cada caso.
Si la LOGSE solamente llega a formular los objetivos y los principios generales la Educación, al-
gunos de los documentos posteriores que la desarrollan demuestra que se atribuye un lugar im-
portante a los recursos documentales y la Biblioteca. Por ello iremos comentando los Decretos de
Currículo (textos de carácter prescriptivo que establecen las principales características de cada
etapa, sus ciclos, los objetivos generales, contenidos -que abarcan conceptos, procedimientos y
actitudes-, los principios metodológicos y los criterios de evaluación). Y, además, los Materiales
para la Reforma, estudios editados por el Ministerio de Educación y Ciencia para guiar la im-
plantación del nuevo sistema educativo y hacer realidad lo señalado en el Currículo.
También se debe dar una aproximación al lenguaje escrito, que se define como medio de comuni-
cación, información y disfrute" cuyos instrumentos son: libro, revista, periódico, cuento, cartel,
etiquetas o anuncios. El niño debe interpretar las imág nes, carteles, grabados, fotografías, etc.,
que acompañan a los textos escritos, y h que lograr la atención y la comprensión de narraciones,
cuentos y otros mensajes 1 dos por un adulto. Se pretende también un acercamiento al libro
como objeto y a la estructura: linealidad, orientación de la lectura, función de la ilustración,
etc. Y entre las actitudes a fomentar se mencionan el gusto y placer por oír y mirar un cuento
que el adulto lee y el deseo de manejar y cuidar los libros.
En los Materiales para la Reforma. Educación Infantil, hay ya numerosas referencias a las biblio-
tecas. Así, el volumen dedicado a las orientaciones didácticas apunta a la utilización de cuentos
y relatos como medio para el estímulo tanto del lenguaje oral como escrito, explicando cómo llevar
a cabo las lecturas. Se menciona que con los más pequeños se deben utilizar cuentos sencillos y
manejables, a base de imágenes simples y atractivas, y que a la hora de organizar los espacios de
clase es interesante pensar en un rincón tranquilo y atractivo donde colocar los libros (libros de
imágenes, cuentos fantásticos, cuentos que se refieren a la realidad de los niños, historias de
animales, libros hechos por los niños a base de ilustraciones o algún texto del profesor). Esta
será la primera biblioteca de aula, donde los niños podrán manipular, mirar e interpretar los li-
bros, así como producir sus propios cuentos y libros. Para ello, se considera que "una alfombra y
unos cojines servirán para delimitar el espacio e invitar a los niños a una actitud relajada y aten-
ta". E, igualmente, se afirma que se podrá disponer de estos ambientes en algún espacio común
del centro, en los que se propicie la comunicación con otros niños de la escuela y otros adultos.
Se refiere a que donde haya biblioteca, se debe prever el uso de la misma por el alumnado de
Educación Infantil.
Los Materiales también incluyen todo un volumen, la Guía Documental y de Recursos, con una
bibliografía para profesores y escolares, en donde se relacionan y comentan cientos de obras ade-
cuadas para conseguir los objetivos y contenidos de la etapa. En ella se considera la biblioteca de
aula o de centro "lugar privilegiado en la Escuela Infantil, con entidad propia de espacio y mate-
riales, puesto que en ambos ciclos de la etapa, la narración y el manejo de cuentos tiene una gran
importancia". Y se explicita que "la biblioteca debe estar situada en un lugar relativamente aisla-
do de otras zonas de juego, decorada de forma que invite a la contemplación, a la lectura de imá-
genes y que transmita tranquilidad. Se puede complementar con una zona de audiciones con
cascos individuales para narraciones y música. Las estanterías es preferible que sean bajas y
accesibles para permitir la colocación frontal de los cuentos y favorecer así la libre elección, la
autonomía y el orden". La conclusión del análisis de todas estas referencias es que se opta por la
biblioteca de aula para la educación infantil, pero abriendo la posibilidad de trabajar en las bi-
bliotecas de centro a los niños, junto con otros mayores.
En la descripción de los objetivos generales y los contenidos de las áreas se encuentran frecuen-
tes observaciones que insisten en el uso de recursos informativos y documentales en el
aprendizaje. Y no sólo en el Área de Lengua y Literatura, sino también en áreas como el Medio
natural, social y cultural, la Educación artística, o las Lenguas Extranjeras. Así, se habla de la
utilización de técnicas de consulta e interpretación de guías y modelos anatómicos para la
identificación de órganos y aparatos, y del uso de técnicas de recogida, archivo y consulta de
imágenes, sonidos, materiales impresos, etc. Respecto del medio social, un procedimiento a
enseñar es la recogida, sistematización e interpretación de informaciones de diversas fuentes
sobre la problemática laboral. Se mencionan los medios de comunicación: prensa, radio,
televisión, cine, vídeo, satélites; de información: noticias y publicidad y el consumo, así como la
información a través de la imagen, el ordenador. En el estudio de los cambios históricos se hace
mención a documentos orales, escritos y visuales. Y en los procedimientos se habla de la
recogida, archivo y clasificación de diversos documentos históricos relativos a la historia personal
y familiar y al pasado histórico, así como del interés de iniciar en la recogida de información sobre
el pasado a partir de restos arqueológicos, obras de arte y textos escritos sencillos. Entre los
criterios de evaluación está ser capaz de obtener información concreta y relevante sobre hechos o
fenómenos previamente delimitados a partir de la consulta de documentos diversos (imágenes,
planos, textos descriptivos, etc.).
En el Área de Lengua Castellana y Literatura, el Currículo sigue implicando actividades
documentales para el aprendizaje. Se considera que el aprendizaje de la lengua escrita debe
permitir al alumnado descubrir las posibilidades que ofrece la lectura (y también la propia
escritura) como fuente de placer y fantasía, de información y de saber. Se deben conocer los
textos literarios de tradición oral: canciones, romances y coplas, cuentos y leyendas populares.
Los niños aprenderán las distintas formas de comunicación escrita, que se encontrarán en la
biblioteca. También explica el Currículo de esta etapa que se deben revisar los textos escritos
utilizando como apoyo diccionarios, obras de consulta, manuales sencillos, etc. Y dentro de las
actitudes a fomentar están el cuidado en el empleo de los libros y otros materiales escritos, ade-
más del interés por el uso de las bibliotecas y respeto por las normas que rigen su utilización.
Por último, entre los criterios de evaluación se menciona especialmente la localización y utiliza-
ción de diferentes recursos y fuentes de información de uso habitual en la actividad escolar - bi-
bliotecas, folletos o libros de consulta- para satisfacer necesidades concretas de información y
aprendizaje.
Los Materiales para la Reforma. Educación Primaria, desarrollan también lo dicho en el Currícu-
lo. Entre las orientaciones didácticas se recoge la necesaria selección de materiales curriculares
diversos. Y al hablar de los espacios, se recomiendan rincones de información, lectura y bibliote-
ca. Hay textos específicos para el funcionamiento en las distintas áreas, tanto curriculares como
transversales, que incluyen orientaciones didácticas para el trabajo y bibliografías especializadas
con referencias documentales tanto para el profesor como para los alumnos.
Así, por ejemplo, entre las orientaciones didácticas generales del Área de conocimiento del medio
se señala que el niño debe utilizar la exploración bibliográfica y la observación como técnicas ge-
nerales de recogida de información, y "se deben aprovechar fuentes diferentes de información que
sean accesibles a los alumnos, tanto procedentes del entorno como vinculadas a las diversas tec-
nologías de la información, sin olvidarla presencia y el uso de la bibliografía variada que no tenga
por recurso primordial el uso de un único libro de texto". Se destaca el uso de la biblioteca, la
consulta de documentos y la elaboración de la información a través del análisis y comprensión de
los diferentes tipos de textos escritos. Se cita el uso de archivos, gráficos y otros medios de repre-
sentación entre las técnicas más importantes. Metodologías documentales para la evaluación son
la elaboración de diarios de clase, memorias de excursiones, resúmenes monográficos, informes
sobre algún tema de actualidad, etc. Y "debe evaluarse también el uso y consulta de fuentes do-
cumentales y de información, tanto en lo que se refiere a la utilización de documentación escrita,
oral o gráfica, observando y extrayendo información de fuentes materiales o demandando infor-
mación de otras personas, como en lo que se refiere a la adquisición de las técnicas para utilizar
dichas fuentes: acceso a bibliotecas, utilización de ficheros, consulta de libros, dic-cionarios, guí-
as, etc." Para ello el maestro observará las citas y reseñas bibliográficas que haga el alumno al
final de sus trabajos o los momentos y situaciones en los que las use.
Lógicamente, las Orientaciones didácticas de este área mencionan tanto la biblioteca de centro
como la de aula, así como las nuevas tecnologías de la información: "así por ejemplo pueden utili-
zarse: libros de lectura, libros de consulta, cuadernos, libretas, ficheros ortográficos, diccionarios,
grabados (... ). Desde el inicio de esta etapa es importante fomentar en los niños el buen uso y
cuidado en la utilización de los materiales. Por otra parte se deberá potenciar la formación de
una biblioteca de centro y bibliotecas de aula. También es importante que los niños aprendan a
manejarse en bibliotecas mas grandes, que se familiaricen con librerías, que conozcan a libreros y
que, poco a poco, vayan construyendo su biblioteca personal Con respecto a la biblioteca del au-
la, no es necesario que sea excesivamente amplia en cuanto al número de volúmenes pero sí es
importante una selección adecuada. También una orientación individual a cada niño para pro-
mover la lectura autónoma." Dentro de la lectura las actividades han de abarcar gran variedad de
textos: progresivamente el alumnado ha de irse familiarizando con diversidad de textos literarios
(poemas, cuentos, etc.), fuentes de información escrita, índices, mapas y gráficos, etc., y en cuan-
to a la escritura es aconsejable trabajar textos que atiendan a diferentes finalidades como: des-
cripciones, poemas, cuentos, resúmenes, informes, fichas de recogida de información, cuestiona-
rios, revistas u otras publicaciones periódicas.
En los Materiales para la Reforma. Secundaria Obligatoria, se añaden más aspectos que desarro-
llan la concepción que tiene el MEC de la biblioteca escolar para esta etapa. En el volumen dedi-
cado al proceso de elaboración del Proyecto Curricular se comentan, dentro de las decisiones re-
lativas a la organización de los espacios y los tiempos, las del uso de los espacios comunes, los
horarios de la biblioteca. Para la selección y uso de los materiales y recursos didácticos se acon-
seja identificar los distintos tipos de materiales impresos y de recursos que se consideren necesa-
rios, de los cuales el texto cita los "libros de consulta, textos literarios, cartografías, audiovisua-
les, instrumentos musicales, etc." Dado que no se prevé la figura de un bibliotecario escolar, se
cita que la selección de los materiales se debe discutir entre el conjunto del profesorado, así como
los criterios para su uso: dónde están, quién es el responsable de su cuidado, quiénes tendrán
acceso a ellos, cómo se archivan, cómo se difunden, etc., concluyendo que "en este sentido, la
existencia de un centro de recursos y documentación en el que se recojan todos los materiales
que en el centro se van generando, y que permiten que profesores distintos de aquellos que los
han elaborado en un primer momento los utilicen cuando tengan necesidad de ello, en lugar de
volver a realizar la tarea de elaboración, se muestra como uno de los puntos claves en la organi-
zación de un centro, en lo que a este ámbito de recursos materiales se refiere"7.
Entre las distintas áreas que incluyen destrezas documentales, destacaremos la atención que dan
los Materiales a la de Tecnología. En ella se reclama formar a los alumnos en la lectura e inter-
pretación de documentos técnicos sencillos, compuestos de informaciones de distinta naturaleza:
textos, símbolos, esquemas, diagramas, fotografías o dibujos técnicos. La confección de docu-
mentos técnicos sencillos compuestos de información de distinta naturaleza, como texto o símbo-
los. Entre los conceptos se deben enseñar los principios de organización y gestión de la informa-
ción como clasificación, catálogo, índice, fichero, ficha, registro. Y, a lo largo de los ciclos, se irá
enseñando a buscar información en documentos y valorarla en función de su utilidad. Se consi-
dera que el alumnos deben obtener información de los libros, los folletos y catálogos comerciales,
los objetos, sistemas y conjuntos técnicos, así como de museos, ferias, tiendas y exposiciones
comerciales. Deberán aprender a buscar un libro en una biblioteca o en una librería que posi-
blemente contiene la información que busca, o consultar a una persona que sepa de un determi-
nado tema, etc.
Pero lo que más se recomienda de nuevo para este área es la biblioteca de aula: en el "aula-taller"
debe haber una zona para estudio y consulta de documentos, dibujos, elaboración de trabajos
escritos, exposición de un tema por los alumnos. Es una "biblioteca de aula, dotada de libros,
catálogos y folletos comerciales, recortes de prensa, revistas especializadas, ideas y proyectos
elaborados por los propios alumnos, etc. (... ). Otros recursos importantes del aula de Tecnología
son los medios audiovisuales, para la presentación de información previamente elaborada y los
archivos, para clasificar y ordenar los datos e informaciones acumuladas por el desarrollo de la
actividad. También el ordenador con programas adecuados para procesar textos y dibujos".
Para el área de Educación visual y plástica se habla de la Mediateca - aunque otra vez con el ape-
llido de aula-, que estaría compuesta por una biblioteca con libros de consulta, revistas, catálo-
gos, folletos, videoteca, un archivo de imágenes, un archivo de diapositivas y programas de orde-
nador. Debe incluir toda la información visual que pueda despertar el interés de los alumnos,
periódicos, revistas de decoración y diseño, revistas de fotografía, tebeos y cómics.
Entre los recursos didácticos para las Ciencias de la Naturaleza se destacan los biblio-gráficos:
"la creación de una biblioteca de aula adecuada puede resultar de una gran ayuda. En ella puede
haber libros de consulta, de divulgación, guía de campo, libros de expe-riencias, algún diccionario
y enciclopedia y otros materiales que se consideran útiles para el trabajo de los alumnos, y que
sean comprensibles. Fomentar también la colaboración de todos en una biblioteca puede ayudar
a que los alumnos la sientan suya y la cuiden adecuadamente. Es necesario que el alumnado
conozca la estructura de la biblioteca del centro y aprenda a manejarse en ella, así como en otras
exteriores al centro como pueden ser las municipales".
Para la Educación musical se habla de "la conveniencia de dotar el aula de música con una bue-
na fonoteca y biblioteca musical al alcance de los alumnos". Del mismo modo, para las Ciencias
Sociales, se recomienda que las bibliotecas tengan materiales variados, entre los que estarán la
prensa periódica, los materiales audiovisuales, el ordenador y la disposición de videotecas en los
centros de préstamo de documentos en vídeo. En el Área de Lengua Castellanay Literatura, junto
a muchas referencias a las distintas fuentes de información, se aconseja en la orientaciones gene-
rales que se prevean los espacios apropiados - dentro y fuera del aula- como la biblioteca de aula
y de centro, archivos, mediateca, laboratorio de sonido y de imagen, al igual que otros adecuados
para la lectura silenciosa, la creatividad en equipo o individual, la elaboración de materiales, la
grabación de actividades, etc.
Entre las materias optativas que se citan para la Educación Secundaria hay una sobre los proce-
sos de comunicación, entre cuyos contenidos están los principales aspectos relacionados con el
desarrollo de habilidades de información: búsqueda y recepción de fuentes bibliográficas, heme-
rográficas, videográficas, filmográficas, fuentes locales, agencias de noticias, información en so-
porte magnético, información en soporte ópti-co, gestores de bases de datos, CD-ROM, telex, vi-
deotexto, fuentes remotas y telemá-ticas. También, el estudio de la producción y las nuevas téc-
nicas de edición electrónica y difusión. Se habla del acceso y consulta de diversas fuentes de
información en las que intervengan recursos tecnológicos (bases de datos, archivos sonoros ... ) e
incluso de cómo llevar a cabo la interrogación de una base de datos, la programación de una con-
sulta a un banco de datos de acceso telemático. Esta asignatura es literalmente una introduc-
ción a la Comunicación, las fuentes de información y la Documentación.
Por último, reflejar que también en las enseñanzas transversales, respecto de la Secundaria, se
atiende a la biblioteca y las fuentes documentales. Por ejemplo, en el área de Educación para la
paz se dice que la llamada "biblioteca de centro y de aula por la paz" ofertará a los alumnos una
selección de libros de literatura infantil y juvenil que traten o desarrollen temas de paz, y fomen-
tará el placer de la lectura de libros de literatura infantil y juvenil sobre la paz, así como la reali-
zación activa de textos, poemas, obras de teatro que fomenten la paz, bien individual o colectiva-
mente y la creación de una "fototeca por la paz".
De este resumen, incompleto y apretado, sobre los textos que el Ministerio está produciendo para
conducir la Educación, puede concluirse que el nuevo sistema educativo necesita, si no quiere
llevar la reforma al fracaso, la biblioteca escolar. Habrá de estar dotada de todo tipo de recursos
de información, bien organizada y disponible para su uso en todas las áreas, tanto como apoyo
para el aprendizaje de conceptos a través de la consulta bibliográfica, como para la formación de
las destrezas procedimentales requeridas para informarse en la sociedad actual, y como medio
para el desarrollo de actitudes positivas hacia la información y documentación que van a ayudar
durante toda la vida del individuo a ser una persona activa, crítica y creativa.
Debemos estudiar entonces las causas de la pobreza de la biblioteca escolar española, normal-
mente una sala pequeña y con escaso mobiliario, dotada de libros comprados azarosamente a
editoriales, donaciones obsoletas y lotes ministeriales, y ver los problemas que impiden que el
modelo que la Reforma presupone se haga realidad. En primer lugar, se podrían señalar algunos
factores:
2) El vacío legal sobre la biblioteca escolar, excluida tanto de la legislación educativa como de
la cultural en la mayoría de las Comunidades Autónomas, y la desconexión de las administracio-
nes. Los únicos documentos prescriptivos que citan la biblioteca escolar son los Decretos de Cu-
rrículo - que en parte son papel mojado mientras no se doten adecuadamente los medios para su
realización- y algunos decretos sobre espacios mínimos de los centros - que por cierto, señalan
unas dimensiones ínfimas para los espacios bibliotecarios -.
Para superar esta situación y llegar a una educación a la altura de su época, basa-da en el traba-
jo en la biblioteca escolar, subsisten estos problemas:
24.3.1. Objetivos
Se pueden formular numerosísimos objetivos de carácter genérico, que luego habría a adecuar a
las distintas edades, niveles y etapas:
La carencia de personal para las bibliotecas escolares se ha solucionado frecuente mente median-
te la existencia exclusiva de bibliotecas de aula, conteniendo los libros con los que se trabaja bajo
la dirección del profesor. Ello ha relegado la biblioteca escolar, si la había en el centro, a ser un
almacén de los libros sin uso, a veces ocupada por otros servicios. Hoy se considera que la bi-
blioteca de aula y la de centro no son realidades excluyentes, sino que ambas tienen su función.
La biblioteca de aula se inscribe en actividades de enseñanza la escolar, de aprendizaje. La nece-
sidad de ésta última no puede obviarse por la presencia de la primera.
Las ventajas de la biblioteca de aula son la rapidez de consulta, el empleo permanente, el buen
conocimiento del maestro del fondo, pues 61 lo elige, y que no tiene problemas de gestión, pues
normalmente el profesor y los alumnos cuidan, usan y controlan los textos que permanecen el
aula. Los inconvenientes serían: el reducido número de libros -40 ó 50 a lo sumo, la menor ca-
pacidad de atender los distintos niveles de lectura, la dificultad de realizar búsquedas, el que no
hay posibilidad de comparar las fuentes, y que puede quedar reservada a los mejores alumnos o
los más rápidos en completar las tareas. Metodológicamente no favorece que el alumno por sí
mismo se dirija a la biblioteca a buscar lo que más se ajusta a sus intereses o a aprender por sí
mismo. Se le da una pequeña selección de lo que debe leer. En ese sentido, se inscribe en un
modo de funcionamiento tradicional, donde el niño depende de las lecturas que le son marcadas
bajo la tutela del profesor.
Su dificultad estriba en que si no tiene personal, su uso se restringe a un período muy estrecho,
normalmente fuera del horario escolar, y puede haber un menor rendimiento metodológico de los
fondos. Lo idóneo sería disponer de biblioteca escolar con personal cualificado, una colección
variada de materiales documentales, y un local con su equipamiento válido para el uso de los
escolares. Y las bibliotecas de aula recibir préstamos colectivos para los distintos períodos del
curso, que permitieran el uso en clase sin marginar el trabajo en la biblioteca del centro, siendo
un paso intermedio para llegar a la biblioteca mayor del centro.
La colección mínima debe estar entre 8-10 libros por alumno, como se aconseja en Inglaterra, con
una sustitución anual del 10%, pues puede preverse una vida media de los libros de unos 10
años. Una colección debería tener al menos, incluso en las menores escuela rurales, unos 1.500
libros. Pero la calidad del fondo debe anteponerse a la cantidad, debiéndose retirar todo libro
desfasado, y rechazar lotes de saldo, donaciones superfluas y compras determinadas por la pre-
sión comercial.
La colección debe ser variada, de todos los soportes y materias, de interés para alumnos, profeso-
res y padres, adecuado a las necesidades de cada uno, analizándose la calidad material de la obra
(legibilidad tipográfica y lingüística, lecturabilidad - facilitación de la comprensión apoyada en las
características del mensaje -, longitud de las líneas, espaciados entre palabras y líneas, tipo de
tinta y papel) y su contenido: pertinente a la edad y los conocimientos previos del escolar, léxico
adecuado (uso de vocablos comunes, nombres propios, numerales, palabras no demasiado largas)
sintaxis apropiada (frases cortas, puntos y puntos y aparte), integración de texto e ilustración,
etc. Debe constituirse una colección de obras de referencia.
Una de las principales medidas para el desarrollo de la biblioteca escolar, dada 1a carencia de
estructuras que permitan la organización, el asesoramiento y la formación para el desarrollo de
las bibliotecas escolares, es contar con centros coordinadores de estas bibliotecas, que sean apo-
yo para la selección, la catalogación y la automatización de las bibliotecas de cada zona.
Estos centros suponen, una vez comprometió ( los colegios al mantenimiento y explotación de las
bibliotecas, un primer paso para 1ª constitución de colecciones coherentes y para su continuidad.
Su organización puede venir dada desde los Centros de Profesores de cada zona, en los que
habría que incluir un equipo de bibliotecarios con conocimientos pedagógicos que realizara las
tareas, o desde las bibliotecas públicas de la comarca o zona urbana. Una de los mayores apoyos
para las bibliotecas escolares deberían ser las bibliotecas públicas, como ocurre, por otro lado, en
la mayoría de los países desarrollados bibliotecariamente hablando.
La biblioteca escolar debe tener unos servicios básicos - lectura en sala, préstamo a domicilio,
información y referencia- coincidentes con los que se dan en otras bibliotecas. Además de estos
servicios, su utilización dependerá de la implicación de los propios docentes, de la aplicación a
lograr los objetivos del currículo, y de la profesionalidad de su gestión. Una biblioteca escolar
debe permitir el estudio individual, la consulta, el trabajo en grupos pequeños e incluso del grupo
de clase. Apoyar tanto la adquisición de conceptos como la práctica de procedimientos y el fo-
mento de actitudes. Debe utilizarse para el aprendizaje y el desarrollo de habilidades de informa-
ción en todas las áreas, en función del desarrollo de las etapas y los ciclos. Y también como lugar
de ocio, disfrute y socialización. Y todo esto dará lugar a actividades documentales y de dinami-
zación que pueden ser enormemente variadas.