“El Aborto, la Peor solución”
Coutiño Hernández Edith Virginia, Del Valle Hernández
Evelyn Margarita, Dzul Cabahug Cesar Francisco y Gaeta
Nucamendi Jorge Emilio
Universidad Autónoma de Baja California
Facultad de Contaduría y Administración
Comunicación Oral y Escrita
11 de Mayo del 2021
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Introducción
El presente trabajo es un ensayo reflexivo sobre el problema del aborto en México, a
partir de la revisión del contexto histórico actual del país, así como un planteamiento crítico
desde la perspectiva de género y bioética.
El aborto es un tema muy controvertido en la sociedad ya que es uno de los problemas
que se enfrentan en nuestro país y en todo el mundo. El aborto se da por la falta de
información que se debe obtener desde casa y en la escuela, se recibe información de otro
tipo que no beneficia en nada a los jóvenes y aun así, sabiendo que no deja nada relevante en
la juventud se sigue enseñando eso en las aulas y en casa sigue existiendo una incomodidad al
hablar de sexualidad con los jóvenes lo que lleva a una mala educación sexual y las
consecuencias de esta se pagan con el aborto en millones de jovencitas que por miedo a ser
juzgadas por su misma familia o por la falta de recursos toma la decisión de abortar pues le
parece la salida más “fácil”.
El tema del aborto genera importantes polémicas debido a que involucra aspectos
relacionados con los derechos humanos, sexuales y reproductivos de las mujeres; con las
leyes y la política; con los valores éticos, morales y religiosos; con las condiciones
socioeconómicas de las mujeres; y con las ideas que predominan en nuestro contexto cultural
respecto a la feminidad y la maternidad.
Este trabajo está realizado con el fin de dar a conocer el verdadero significado del
aborto, cuales son las causas que originan a este, las consecuencias que el aborto ocasiona y
como se puede buscar más opciones para no llegar a tomar la terrible decisión de abortar. Por
último, se presentan, a modo de reflexión, algunas de las tensiones existentes así como las
interrogantes para posibles investigaciones.
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¿Qué es un aborto?
El aborto es la pérdida del embarazo "en un momento en el que el feto o embrión no
es viable, es decir, que no es capaz de sobrevivir fuera del útero materno". Según la
definición que hace la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, pérdida de la
gestación de un embrión o feto que tenga menos de medio kilo o 500 gramos o hasta la
semana 22. En caso de que sea otra semana más avanzada u otro peso, pero totalmente
incompatible con la vida también se consideraría aborto. Se puede producir tanto de forma
espontánea como inducida. Sea cual sea el caso, el aborto concluye con la expulsión del feto
a través del canal vaginal.
Aborto espontáneo
El aborto espontáneo es aquel que no se da de forma intencionada, sino a causa de una
serie de complicaciones en el feto o en la madre. Generalmente ocurre durante las 12
primeras semanas de gestación y no precisa de ningún tipo de intervención quirúrgica, pero a
partir de la semana 20 pasa a denominarse muerte fetal. Las causas de un aborto espontáneo
pueden ser varias, aunque lo más común es que se deba a problemas en los cromosomas de
los embriones. "Esto es que el embrión tiene algún problema en su dotación cromosómica o
en su contenido genético que permite su implante en el útero, pero no su desarrollo final".
También existen otros factores como niveles hormonales anómalos, diabetes no controlada,
incompetencia del cuello uterino o algunos medicamentos. Otro tipo de causas pueden ser
infecciones, obesidad, problemas físicos en los órganos reproductores de la madre, problemas
con la respuesta inmunitaria o enfermedades graves. La edad también puede ser un factor
determinante: a mayor edad, mayor es la probabilidad de sufrir un aborto espontáneo,
especialmente a partir de los 40 años. El haber sufrido un aborto espontáneo anteriormente
también puede aumentar las posibilidades de volver a sufrirlo. Las mujeres que tienen abortos
de repetición o que tienen varios abortos, "con cierta probabilidad pueden tener problemas de
coagulación de la sangre o trombofilia". Otras causas establecidas son anomalías
estructurales del útero, trastornos endocrinos como el hipotiroidismo, y autoinmunes como
anticuerpos anti tiroideos.
Muerte fetal
Cuando el aborto ocurre con posterioridad a las 20 primeras semanas de gestación se
conoce como muerte fetal y en estos casos siempre se requiere de cirugía para extraer el feto
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del útero. Es un caso extraordinario, pues sólo ocurre en menos del 1% de los embarazos. Los
primeros síntomas de una muerte fetal se suelen mostrar al detectar un menor movimiento del
bebé o espasmos y dolores en la pelvis, la espalda o el vientre. Factores como el tabaquismo,
la hipertensión arterial o la diabetes pueden aumentar las probabilidades de que esto ocurra,
pero también se puede producir por preclampsia y eclampsia, enfermedades infecciosas,
anomalías congénitas graves, pos madurez o lupus, entre otras patologías.
Aborto inducido
El aborto inducido es aquel que se realiza por propia voluntad de la mujer. Hay dos
formas de interrumpir un embarazo:
Aborto médico
Se toma un medicamento para llevar a cabo el aborto. Sólo se puede hacer durante las
nueve primeras semanas de embarazo. El más común es la mifepristona, una hormona que
bloquea la progesterona. Este y otros medicamentos se toman durante tres sesiones en una
clínica bajo la supervisión de un médico, y pueden surgir algunos sangrados vaginales a
causa de los medicamentos. Otros efectos secundarios de este tratamiento son cólicos, diarrea
o malestar estomacal, y en raras ocasiones, fiebre alta. El aborto médico tiene una efectividad
aproximada del 97 por ciento.
Aborto quirúrgico
Se realiza una cirugía para extraer el feto. Existen dos métodos frecuentes de aborto
quirúrgico por aspiración con vacío manual, que se puede hacer durante las 12 primeras
semanas de embarazo y consiste en la extracción de todo el tejido que contiene el útero con
un instrumento succionador de manera manual y la dilatación y evacuación. Este tipo de
aborto quirúrgico se puede practicar tras el primer mes de embarazo, pero siempre antes de la
semana 13. Consiste también en la extracción del tejido que reviste el útero, pero se realiza a
través de una máquina. En ambos casos, se dilata el cuello del útero y se introduce un tubo a
través del cual se succiona todo aquello a eliminar para completar el aborto. Tras esta
operación pueden surgir algunos sangrados, así como cólicos menstruales. La efectividad del
aborto quirúrgico es cercana al cien por cien. En abortos mayores de 14 semanas "se usará
siempre sedación y/o analgésicos o anestesia epidural, según la técnica. El aborto
farmacológico puede ser también doloroso en el proceso de expulsión, para aliviarlo se
pueden usar analgésicos".
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Después de un aborto
Una vez el aborto se ha llevado a cabo, se suele realizar un examen del útero adicional
para determinar si queda tejido fetal en el útero. También se estudia si los restos expulsados
correspondían a un feto o a una mola hidatiforme, una masa de células que son el resultado de
un óvulo no desarrollado correctamente. En caso de que queden restos, se recurre a un
legrado.
¿Cuáles son los posibles riesgos de realizarse un aborto?
Desde el punto de vista de riesgo, los abortos son similares a otros procedimientos
ginecológicos que se realizan en consultorios médicos a diario. Sin embargo, como en todo
procedimiento médico, existen riesgos. Las posibilidades de tener problemas aumentan
cuanto más avanzado esté el embarazo en el momento de realizarte un aborto y según recibas
sedación o anestesia general.
Entre estas se incluyen las siguientes:
El aborto no funciona y el embarazo no se interrumpe.
Quedan restos de tejido del embarazo en tu útero.
Coágulos de sangre en tu útero.
Sangrado muy abundante.
Infección.
Lesiones en tu cuello uterino, útero o en otros órganos.
Reacción alérgica a los medicamentos.
Ley No. 27.610 del 30 de diciembre de 2020 establece que el aborto inducido es legal y
gratuito, en los casos ya habilitados desde 1921 (aborto terapéutico y en caso de violación), o
en todos los demás casos cuando la gestación no supere la semana catorce, incluida. El aborto
inducido es delito cuando fuera causado luego de la semana catorce, salvo los casos de
violación, aborto terapéutico o circunstancias que hicieren excusable la conducta; en este
caso la pena es de tres meses a un año de prisión. El Código Penal también castiga el aborto
intencional sin consentimiento de la persona gestante, con una pena de prisión de tres a diez
años y el aborto sin intención, cuando el embarazo fuera notorio y hubiera actuado con
violencia, con prisión de tres meses a un año.
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Razones para decir no al aborto.
1. Aborto por la libertad y los derechos de la mujer.
El argumento central que sostiene el aborto es el derecho de la mujer a decidir libremente
sobre su cuerpo. Una de las máximas injusticias que amparan las leyes de aborto en el
mundo, es degradar a una segunda categoría la existencia de un individuo de la especie
humana por el solo hecho de que su supervivencia depende de la madre. Ella es,
efectivamente, dueña de su cuerpo, pero su propiedad no se extiende al territorio corporal de
otra persona. La libertad de hombres y mujeres a decidir sobre su vida sexual y reproductiva
no está en cuestión, sino hasta el momento en que su ejercicio anula la libertad y la dignidad
de otro.
2. Quien no ha nacido, no es persona.
Los defensores del aborto han resuelto una forma simple y categórica de desconocer la
vida y los derechos de un ser humano en gestación: negar su condición de persona. Más allá
de las miles de páginas que han escrito científicos, filósofos y juristas para demostrar el inicio
biológico, constitucional y social de la persona, ¿Algún conocido suyo, tuvo la posibilidad de
llegar hasta este momento de su vida sin haber pasado por el útero de su madre? ¿Conocemos
a algún ser humano que se haya saltado la etapa de gestación?
Aclarando conceptos sobre el aborto:
• No es interrupción. Interrumpir es detener la continuidad de una acción, o sea, que luego
se reanuda. En el aborto podríamos hablar de frenar, liquidar, finiquitar, sacrificar, extirpar,
truncar, tronchar, erradicar, triturar… pero de interrumpir, ni por asomo.
• No es voluntaria. Un 75% de las mujeres que abortan no lo hacen por decisión libre, sino
obligadas por presiones insoportables de sus parejas, de sus familias y de su trabajo, frente a
las que no ven otra salida. Si no se dan opciones, si no se facilitan alternativas, la decisión no
es voluntaria, es obligatoria.
• No es feminista. La activista gay Beatriz Gimeno afirma que «en el fondo del debate sobre
el aborto late el miedo milenario a que las mujeres controlen sus cuerpos y su sexualidad sin
permiso de los hombres». La realidad es que las feministas fundamentalistas odian hasta tal
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punto ser ellas las embarazadas en lugar de los hombres, que prefieren matar esa vida antes
que reconocerse diferentes al género masculino. Y antes que ayudar a las mujeres que sí
quieren tener esa vida.
• No es un derecho. Ninguna mujer tiene derecho a matar una vida. Aunque viva dentro de
su cuerpo. Es esa vida la que tiene derecho a ser protegida. Igual que es el niño el que tiene
derecho a ser adoptado, no sus futuros padres quienes tienen derecho a adoptar.
• No es socialista. Más bien lo contrario, es absolutamente capitalista. Las clínicas abortistas
son un negocio millonario amparado por el Estado y los Gobiernos Autonómicos, cuyo único
fin es el lucro (por 3.200 € son capaces de abortar a un no nacido sano de 26 semanas). El
camino hacia un centro abortista es más conocido y facilitado que el camino hacia los
ginecólogos que defienden la vida. Por algo será.
• No es salud. Los centros de aborto no informan a la mujer sobre los detalles de este tipo de
intervención, las consecuencias físicas y psicológicas que tiene. Desde perforaciones uterinas,
pérdidas y prematuridad del siguiente hijo hasta alteraciones del deseo sexual, esterilidad y
graves alteraciones psiquiátricas. El síndrome postaborto es una traumática y dolorosa
realidad que siempre se ha tratado de ocultar.
• No es constitucional. «La vida del nasciturus, en cuanto éste encarna un valor fundamental
—la vida humana— garantizada en el artículo 15 de la Constitución, constituye un bien
jurídico cuya protección encuentra en dicho precepto fundamento constitucional» (sentencia
53/1985 del Tribunal Constitucional).
• No es solidaria. Si tomamos la solidaridad como sinónimo de apoyo, respaldo, ayuda o
defensa, el aborto es justo lo contrario. Porque ni apoya a la mujer embarazada, ni respalda su
situación, ni la ayuda a superarla ni, desde luego, defiende la vida que lleva dentro. Frente a
los valores de entrega, caridad y amor al otro, los partidarios del aborto transmiten conceptos
puramente egoístas: mi cuerpo, mi derecho, mi bienestar, mi comodidad, mi vida… yo, mí,
me, conmigo.
• No es un logro de la sociedad. Todos los expertos coinciden: el aborto es un fracaso de la
sociedad. Existe una reveladora carencia de recursos e interés, por parte del Estado, en la
asistencia, la formación y la información. Algo que, según el doctor Jesús Poveda, evitaría 3
de cada 4 abortos. Eso sí que sería un logro de la sociedad.
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• No defiende a la mujer. Defender a la mujer es informar de las opciones y ofrecer los
apoyos necesarios para que puedan, si quieren, tener a su hijo y atenderlo. Y eso no lo hacen
ni las asociaciones proabortistas ni las feministas ni, desde luego, el Estado. Sí
organizaciones pro-vida, como Fundación Madrina, que ya ha atendido a 140.000 mujeres en
ocho años.
• No es progresista. No dejar nacer a un ser humano es matar todo su futuro. No dejar nacer
cientos de miles de seres humanos es matar el futuro de una sociedad. Y, de paso, envejecer
considerablemente la población. ¿Es eso progreso? ¿Ésta es la evolución que queremos?
¿Cuál será el próximo ´avance´?
• No es moderno. Ganarse los votos de los jóvenes incitando a las adolescentes a realizar un
acto de gran trascendencia disfrazado de bagatela, sin contar siquiera con el consejo de sus
padres, no es ser moderno, es ser miserable. La nueva ley convertirá el aborto no va a hacer
más felices a las adolescentes; sólo las hará más inconscientes y, a la larga, más desgraciadas.
• No es inocuo. Un aborto no es una irrelevante operación de apendicitis o de amígdalas. Es
la muerte y extracción de un ser vivo singular, independiente de la madre que lo cobija. Y es,
en muchos casos, una experiencia traumática que puede provocar secuelas psicológicas
severas cuando la mujer (o la niña) que ha abortado es consciente de que lo que le han
extirpado es a su propio hijo.
• No es libertad. Hoy, abolida la esclavitud, nadie es dueño de nadie; nadie es propiedad de
nadie. Ni siquiera un hijo. La madre no concibe a su hijo como una propiedad suya; es más,
tiene la obligación moral (y natural) de protegerlo hasta que se pueda valer por sí mismo,
dentro y fuera de su cuerpo.
• No es "europeo". Continuamente se nos planta en la cara el ejemplo de países europeos
"legislativamente más avanzados". Lo que nos ocultan es que esos países están reduciendo el
número de abortos precisamente porque ahora están legislando a favor de la prevención, la
información y la asistencia. Países como Alemania, Bélgica y Holanda, que tienen el
porcentaje de abortos más bajo del continente pese a sus leyes más permisivas.
• No es ciencia. En la Declaración de Madrid, más de 2.000 Académicos, médicos y expertos
se han unido para afirmar que «existe sobrada evidencia científica de que la vida empieza en
el momento de la fecundación»; «el cigoto es una combinación nueva y singular», con ADN
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propio. Aunque para la ministra Aído, un feto de 13 semanas sea un ser vivo, pero no un ser
humano, «porque eso no tiene ninguna base científica».
• No es racional. Para la Comisión de expertos de la ministra Aído, el feto no es viable antes
de la semana 22, y por tanto no es ser humano y por tanto es eliminable sin problemas. Pero a
partir de ese tan preciso momento, por arte de magia, el feto ya sí es viable y por tanto se
convierte en ser humano y por tanto ya no es eliminable. Todo muy racional y científico.
• No es una mejora. En los países donde se ha establecido la ley de plazos el resultado es
unánime: más banalización, más embarazos, más abortos, más indefensión, más adolescentes
y más veces. Y eso, sencillamente, no es una mejora.
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Conclusión
Hoy día, el estar a favor del aborto, ha tomado mucha fuerza, mediante movimientos
feministas, las cuales buscan que se legalice el aborto, pues es algo inhumano para la mujer,
el quedar embarazada mediante una violación. Es en este punto donde entra el debate sobre:
¿Debe legalizarse el aborto?
La respuesta es un rotundo NO, ¿Por qué?, hay muchas razones para estar en contra
de un aborto, Ya sea que es asesinato (aunque no lo quieran ver de ese modo), por cuestiones
morales, o religiosas, etc. En esta sociedad, se quiere introducir en el pensamiento, la idea de
que el aborto es un derecho, que las mujeres son libres de hacer con su cuerpo lo que ellas
deseen (y esto es verdad, pero no les da derecho de asesinar a una criatura, que, en muchos de
los casos, no es violación, sino que simplemente no se cuidaron). Se quiere vender la idea de
que es un ‘’logro social’’, que es algo progresista, etc.
Hay demasiadas razones por las que simplemente no debería ser considerado un
‘’derecho’’, porque de derecho, no tiene nada, todos tienen derecho a la vida, incluso estando
dentro de su vientre, la mujer no tiene derecho de asesinar (reitero, es un ASESINATO,
aunque no se le quiera ver de este modo). Y para agregar otro dato, el aborto, NO
DEFIENDE A LA MUJER NI ES ALGO SALUDABLE, pues las consecuencias en la salud
de la mujer pueden ser perforaciones uterinas, alteraciones del deseo sexual, y el síndrome
post-aborto.
Si realmente quiere evitarse el aborto, no se debe andar haciendo protestas ni nada de
eso, defender a la mujer es informar de las opciones y ofrecer los apoyos necesarios para que
puedan, si quieren, tener a su hijo y atenderlo. Y eso no lo hacen ni las asociaciones
proabortistas ni las feministas ni, desde luego, el Estado.
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Referencias.
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¿Son seguros los procedimientos de aborto en una clínica? (2021). Planned Parenthood.
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