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La Educacion Musical en Morelia 1869 191

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LA EDUCACIÓN MUSICAL

EN MORELIA 1869-1911
En este libro se hace un examen particular de tres instituciones Alejandro Mercado Villalobos
decimonónicas que, en Michoacán, se encargaron de la enseñanza de la
música. Se trata de las academias musicales del Colegio de San Nicolás
de Hidalgo, la Escuela de Artes y Oficios y la Academia de Niñas de
Morelia.
A lo largo del trabajo, el lector podrá conocer los intereses que
originaron la creación del área de música de las instituciones señaladas,
y los pormenores de la enseñanza. Así, se observará para su examen,
planes de estudio, horarios de práctica musical, métodos musicales
empleados, instrumentos que se enseñaron y grupos artísticos que
paulatinamente fueron formados, así como el impacto que estos
tuvieron en la sociedad michoacana.
Puede decirse que La educación musical en Morelia,
1869-1911, es en realidad un homenaje a aquellos y aquellas que
durante el porfiriato cultivaron el precioso arte de Euterpe (diosa griega
de la música). Los honores en este caso, son para los alumnos y alumnas
que hicieron de la música una parte fundamental en sus vidas
académicas, y especialmente a profesores insignes, como Luis I. de la
Parra, Ramón Martínez Avilés, Juan B. Fuentes, Eustorgio Peñalosa,
Estanislao Romero o Encarnación Payén, entre otros, y un
reconocimiento por sus esfuerzos y apoyo, a los gobiernos en turno,
principalmente durante el porfiriato (1876-1911), para quienes la
enseñanza de la música significó una asignatura importante.

Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo


Centro de Estudios Sobre la Cultura Nicolaita / Archivo Histórico
Universidad Michoacana
de San Nicolás de Hidalgo

Dr. Medardo Serna González


Rector

Dr. Salvador García Espinosa


Secretario General

Dr. Jaime Espino Valencia


Secretario Académico

Dr. Oriel Gómez Mendoza


Secretario Administrativo

M.C. Orlando Vallejo Figueroa


Secretario de Difusión Cultural
y Extensión Universitaria

Lic. Ana Teresa Malacara Salgado


Abogada General

Mtro. Adolfo Ramos Álvarez


Tesorero

Dr. Héctor Pérez Pintor


Secretario Auxiliar

Dr. Sergio García Ávila


Director del Centro de Estudios
sobre la Cultura Nicolaita / Archivo Histórico
La educación musical en Morelia
1869-1911
La educación musical en Morelia
1869-1911

Alejandro Mercado Villalobos

Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo


Centro de Estudios sobre la Cultura Nicolaita / Archivo Histórico
La educación musical en Morelia, 1869-1911
de Alejandro Mercado Villalobos

© 2015, Universidad Michoacana


de San Nicolás de Hidalgo
© Centro de Estudios sobre
la Cultura Nicolaita / Archivo Histórico
Gral. Francisco J. Múgica s/n
Col. Felicitas del Río
58030 Morelia, Michoacán

Impreso en Morelia, Michoacán, México

ISBN: 978-607-8116-50-8
Índice

Dedicatoria 9

En gratitud 11

Preámbulo 13

Introducción 15

I. Instruir al ciudadano 21
¡Hay república! 21
Intentos de Reforma 35
El Estado educa 40
A enseñar la música 46

II. Habemus Música: el Colegio de San Nicolás 53


Una Academia de Música en la casa de Hidalgo 53
¡Que suene la música Don Porfirio! 60
Y llegó el siglo XX 85

III. La cantera musical de Morelia 93


Falló el intento 93
La Escuela de Artes y Oficios 98
En honor a Porfirio Díaz 108
IV. La mujer y la música 127
El antiguo Colegio de Santa Rosa María de Valladolid 127
La Academia de Niñas de Morelia 131

Conclusiones 159

Fuentes consultadas 161


A la memoria de mi padre:

Ramón Octavio Mercado Mendoza


(1946-2010)
En gratitud

E ste trabajo es de mi autoría porque aparece mi nombre en la


portada, yo investigué y escribí cada línea, pero en realidad, este
libro es producto del esfuerzo de todo un grupo de personas
que han estado alrededor mío, formándome en términos académicos y
humanos, haciendo observaciones preciosas sobre el texto, y apoyándome
incluso en lo afectivo, es por esto que quiero decir que este es un libro
producto de todos ellos, quienes han hecho posible que este sea una
realidad.
Mi eterna gratitud primero, al Dr. Sergio García Ávila, quien fue
asesor de la tesis que origina este trabajo, y a quien se debe principalmente
el apoyo en la edición del libro. Y en todo caso, debo estar agradecido
a mi alma mater, la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo,
institución donde me formé como historiador y a la que debo tanto.
Al respecto, quiero agradecer al Dr. Miguel Ángel Gutiérrez López,
quien en su momento, fue lector de aquella tesis que ahora es libro, y quien
comparte conmigo la pasión por el arte de la música.
En el mismo sentido va un agradecimiento especial a los doctores
Raúl Heliodoro Torres Medina y a Felipe Canuto Castillo. Ambos revisaron
y me asistieron en las observaciones pertinentes para mejorar el texto.

11
Preámbulo

L a cultura son todos aquellos valores espirituales y materiales creados


por los hombres y mujeres en una época determinada y en una
sociedad en concreto. La dependencia universitaria que me honro
en presidir, tiene como uno de sus objetivos la difusión de la cultura,
particularmente la nicolaita. En esta ocasión ponemos a consideración
de todos los interesados la obra de Alejandro Mercado Villalobos: La
enseñanza musical en Morelia 1869-1911. Este trabajo, como bien lo señala en
su introducción, lo presentó en el año 2004 como su tesis de licenciatura,
en la hoy Facultad de Historia de la Universidad Michoacana de San
Nicolás de Hidalgo. No obstante que en aquella ocasión se recomendó su
publicación, atendiendo las sugerencias realizadas en el examen recepcional;
el interés de Mercado Villalobos por continuar con sus estudios de
maestría y doctorado lo llevaron a postergar esa tarea. Luego de casi una
década, finalmente concluyó con todas y cada una de las observaciones
realizadas, para presentarnos el día de hoy este valioso material que será
sin lugar a dudas una aportación importante al conocimiento cultural de
nuestra ciudad. Desde el punto de vista historiográfico, los académicos
interesados en abordar el estudio de esta etapa, tradicionalmente lo habían
hecho desde la perspectiva económica o política, de ahí la trascendencia de
este libro donde se analiza la cuestión educativa, en particular la vinculada
a la enseñanza de la música.
El tema objeto de estudio no podía ser otro, ya que el autor de este
trabajo ha dedicado parte de su vida a la música, destacándose en varios

13
La educación musical en Morelia 1869-1911

grupos de Morelia y del país. Las raíces de esa atracción encuentran su


lugar en un pueblito cercano a Morelia, localizado en la parte norte del
lago de Cuitzeo: Santa Ana Maya. Es allí donde siendo un niño, Alejandro
se inclinó por la tocadera de instrumentos sonoros, recibiendo la influencia
de su abuelito, quien acompañaba al pequeño en sus presentaciones y lo
motivaba para seguir adelante. Esa fascinación por el arte de Euterpe lo llevó
precisamente a investigar en la licenciatura, acerca de los establecimientos
dedicados a esa enseñanza.
A reserva de una mejor opinión de los lectores, considero que el
titular de este libro ha logrado de manera extraordinaria el cometido de
mostrar los esfuerzos realizados por las autoridades de ese momento,
en aras de que los jóvenes tuvieran una oportunidad de acceder a otro
tipo de conocimientos que no fueran los que comúnmente se aprendían
en los establecimientos de educación primaria. Luego de un panorama
muy general que nos presenta remitiéndose al régimen virreinal y a los
primeros dos tercios del siglo XIX, se ocupa de tres de las instituciones
más representativas en cuestiones de la música: la Escuela de Artes y
Oficios, el Antiguo Colegio de Santa María de Valladolid y la Academia
de Niñas de Morelia, por medio a las cuales nos entera de la forma en
que fue evolucionando la enseñanza de la música. Efectivamente como
bien lo concluye Mercado Villalobos la educación musical respondió a
la inquietud de alcanzar una formación más integral entre los jóvenes de
Michoacán.
Finalmente debo comentar que este trabajo cuenta con el respaldo
académico de los doctores: Raúl Heliodoro Torres Medina, profesor e
investigador de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y Felipe
Canuto Castillo, de la Universidad de Guanajuato, Campus León, quienes
amablemente dispensaron parte de su valioso tiempo para elaborar un
dictamen de esta obra, que avaló su publicación.

Dr. Sergio García Ávila

14
Introducción

E ste trabajo significa una investigación de más de tres años, en lo


que fue mi primer ejercicio profesional de historia, que culminó
por allá en el año 2004, cosa que me permitió obtener el grado de
licenciatura. Al retomar el proyecto, en el 2015, debí (re) trabajar el texto
mejorando la redacción y actualizando A la bibliografía, y debo reconocer
que, a la distancia, tuve que hacer severos cambios en torno a la versión
original, sobre todo a la luz de mi propio desarrollo académico y del avance
historiográfico en los temas de historia de la música.
Como músico de oficio que soy, cuando debí iniciar un proyecto
indagatorio de tesis, la música fue por supuesto, el tema inmediato. Y luego
de no pocas jornadas de lecturas sobre lo general del arte de Euterpe1 y su
devenir histórico en México, pude percibir los enormes vacíos existentes,
tanto temáticos particulares como temporales y geográficos, en los estudios
sobre historia de la música, toda vez que noté las posibilidades para
examinar ese arte y desde distintos enfoques. En efecto, en comparación,
digamos, con la historia política o económica, son en realidad pocos
trabajos los que dan cuenta de la música en su acontecer pasado, lo cual
es extraño teniéndose en cuenta de que el arte, precisamente, es de hecho
una de las actividades más antiguas del hombre, y ha crecido a la par del
propio desarrollo de las sociedades. Esta situación es atribuible quizás, a
una moda en los estudios históricos, que hasta hace algunos años tenían

1
  Diosa griega de la música.

15
La educación musical en Morelia 1869-1911

orientaciones hacía lo económico y político. Por fortuna esta situación ha


cambiado y temas como la música —y en general la vida cotidiana— han
sido incorporados al estudio social, y la tendencia indica que se continúe
buscando conocer estas y otras facetas del desarrollo humano.
Atendiendo a los vacíos, fijé mi atención en un caso particular. Así,
las fuentes a mi alcance me impulsaron a elegir como espacio de estudio
del tema la ciudad de Morelia. Desde la primera indagatoria en varios
repositorios documentales y hemerográficos que se conservan en aquella
ciudad, que es la capital del Estado de Michoacán de Ocampo, noté dos
cosas. Una fue el hecho de que en la historia de Morelia, la música se
desarrolló de forma extraordinaria durante el porfiriato, lo que coincide
en general con otras ciudades similares en el país. Aquella fue una época
donde se erigió una sociedad enteramente festiva, producto esto, de las
necesidades de convivencia y sociabilidad propias de una etapa de (re)
construcción nacional y de identidades. La otra cosa que percibí fue la
manera en que la sociedad moreliana se divertía.
Así, durante la época de don Porfirio se hacía fiesta prácticamente
por todo. En ocasión del festejo patrio por ejemplo, ya fuese por la
conmemoración del inicio de la independencia o el festejo de aniversario
por la fundación de la ciudad; por entrega de premios en las escuelas
públicas; por la visita de personajes distinguidos, como Porfirio Díaz, o de
las letras o la música, como cuando visitó Morelia Jaime Nunó; o se hacía
fiesta en honor a los santos del ceremonial católico; incluso, fue motivo
de festejo también el plantar árboles, que fue una iniciativa de Aristeo
Mercado —que gobernó el estado por veinte años— para revitalizar los
bosques aledaños a la ciudad.
Al conocer el entramado festivo no pude sino sorprenderme pues
el catálogo era extenso y, prácticamente todo el año, se tenían eventos
culturales comunitarios donde la música fue el elemento indispensable.
De esta forma, las músicas amenizaban los eventos cívicos desde el acto
político, que se llevaba a cabo por costumbre en la Plaza Mayor —conocida
también como de los Mártires—, el desfile y las consabidas audiciones y
serenatas, que ocurrían en diversos espacios públicos urbanos. También,
había música en las ceremonias de entrega de premios en las escuelas o

16
Introducción

en las cotidianas funciones literarias o de ópera y zarzuela que ocurrían


en el histórico Teatro Ocampo. Y por supuesto, hubo siempre música
en cada fiesta patronal religiosa, en ocasión del onomástico de santos y
vírgenes del calendario católico. Incluso, había bailes públicos —llamados
jamaicas— que se organizaban en un espacio del antiguo Hotel Oseguera,
en el centro de la ciudad, donde la música por supuesto fue la protagonista.
En este panorama al menos dos grupos musicales destacaron: la
orquesta y la banda de música de viento. La primera provenía de la tradición
colonial y fue una herencia europea que llegó al México novohispano
vía los españoles. Su conformación instrumental fue principalmente de
cuerdas: violines, violas, chelos y contrabajos, que fueron incorporados a
la vida musical moreliana entre los siglos XVII y XVIII, y también algunos
instrumentos de aliento: flauta, clarinetes, trombones y trompetas naturales.
El segundo grupo se consolidó en la época de la República Restaurada
(1867-1876) con el auge que en México tuvieron los instrumentos de
aliento-metales a partir del invento del pistón, un sistema que potenció la
transformación de aquellos instrumentos a una conformación moderna,
cosa que permitió la organización de la música de viento. Tanto la orquesta
como la banda de viento contaban con instrumentos de percusión.
Ahora bien, una pregunta permeo en mi mente al conocer el
panorama festivo y las posibilidades musicales del porfiriato moreliano:
¿Dónde se aprendía la música en Morelia? La pregunta se valida de hecho,
ante la necesidad de la época, de que existiese un espacio de formación
musical donde se formaran los músicos que luego se reunieron en grupo,
ya fuese en una orquesta o en una banda de viento, para ejecutar. Más
aún, me intrigó el papel del Estado en el asunto. En la época colonial,
gracias a los estudios pioneros de Francisco Javier Rodríguez-Erdmann,
sabía que la música se había estudiado en la catedral de Morelia, es decir,
la Iglesia se había encargado de la instrucción artística, y tal actividad
estaba dedicada, en su conjunto, a cubrir los actos litúrgicos.2 Pero en el
México republicano, ya en el porfiriato, ¿Qué función tuvo el gobierno

2
  Francisco Javier Rodríguez-Erdmann, Maestros de capilla vallisoletanos: estudio sobre la
capilla de la catedral de Valladolid-Morelia, México, El Autor, 2007.

17
La educación musical en Morelia 1869-1911

en el apoyo a la educación musical? Supuse de inmediato que debía haber


tenido un papel relevante, en principio por la idea venida de las influencias
doctrinarias del liberalismo y el positivismo, muy tenidas en cuenta en
el México decimonónico, en torno a la instrucción como garante del
desarrollo correcto de las sociedades, y de la inclusión del principio
entonces novedoso de la educación integral, a partir de lo que se buscaba la
formación completa del individuo en todas los aspectos incluyéndose por
supuesto, el arte, siendo la música una y muy importante actividad en este
sentido.
Me quedó claro en la indagatoria inicial la existencia de academias
de música particulares donde se instruía en el solfeo, el piano y el violín,
aunque estas pudieron solo enseñar a un sector minoritario de la sociedad
moreliana: las élites. Entonces, supuse que habrían de existir centros de
estudios públicos, sostenidos por el Estado. En efecto, pronto conocí la
existencia de tres instituciones donde se cultivó el precioso arte de Euterpe.
Estas fueron: el Colegio de San Nicolás, la Escuela de Artes y Oficios y la Academia
de Niñas; las dos primeras para varones, la tercera para mujeres.
Precisamente, este trabajo se trata del examen minucioso del
funcionamiento de aquellas instituciones en lo general, y en lo concreto,
de la fundación en su interior, de sus academias de música en todos los
aspectos de desarrollo, por lo que el lector conocerá de reglamentos de
funcionamiento de la clase de música, en tanto a horarios de estudio y
práctica artística, materias y materiales —métodos de estudio y piezas de
música—, instrumentos ejecutados y el resultado cualitativo de las clases,
reflejado esto en las calificaciones obtenidas, y finalmente, la consecuencia
de la práctica artística, me refiero a los grupos musicales creados por
alumnos y su vinculación con la sociedad, esto a partir de su participación
en eventos sociales morelianos.
El trabajo entonces, se centra en la atención de estos tres extraordinarios
proyectos de Estado, dirigidos a la educación de la sociedad en modelos
educativos novedosos, que incorporaron un área musical pues se consideró
que tal actividad era elemental en la formación correcta de la juventud. La
música, debo decir, se pensó como una actividad accesoria, es decir, sin el
carácter de asignatura obligada sino más bien, complementaria. Podría de

18
Introducción

esto pensarse, que el arte entonces habría sido una actividad que cubriría
el ocio de los estudiantes, por lo que nada profundo habría de quedar de la
escoleta musical. No fue así de hecho, ya que a pesar de esta determinación
de materia accesoria, la música se estudió con tal profundidad que lograron
formarse artistas de calidad, mismos que fungieron luego como músicos de
fila en grupos de cuerda, orquestas y músicas de viento, e incluso, se sabe
de composiciones musicales por alumnos, lo que indica una bien lograda
instrucción musical. No podría haber sido de otra manera, teniendo en
consideración que en las tres instituciones se tuvo a los mejores profesores
de música de la entidad, afamados por su calidad en ejecución de su
instrumento, como compositores y directores de músicas.
Así pues, invito a que se conozcan al interior, las instituciones que en
el Morelia porfiriano, se encargaron de instruir en el bello arte de Euterpe.

19
Instruir al ciudadano

¡Hay República!

D urante trescientos años, la Corona española organizó la vida


política y económica de la Nueva España. Se crearon estructuras
sociales muy particulares que fueron determinadas, en medida
importante, por la Iglesia católica, la cual influyó en la construcción de
la conciencia colectiva de la sociedad novohispana. En este sentido, la
educación no escapó de la tutela eclesiástica y su dirección fue siempre
la dictada por los cánones religiosos.
Con el triunfo del movimiento de independencia, parecía que de tajo se
acabarían con los dogmas religiosos, y el país accedería a un nuevo sistema
político y económico. Lo cierto es que tres siglos de colonialismo no se
borrarían de inmediato, y difícilmente serían sustituidas las instituciones
erigidas durante la colonia. A este respecto, en la construcción del México
independiente, la política y los otros aspectos de la organización de Estado, se
debatieron desde 1821 y al menos hasta la mitad del siglo, entre dos órdenes,
el colonial, que no solo perduró sino que sobrevivió y fue evidente además
en la economía, la educación y la cultura en general, y otro, el republicano,
que a decir de algunos estudiosos del periodo y las circunstancias del mismo,
puede definirse como “secularizante, moderno, laico, democrático, liberal”,1

  Isidro Castillo, México: sus revoluciones sociales y la educación, México, Gobierno del
1

Estado De Michoacán, tomo II, 1976, p. 146.

21
La educación musical en Morelia 1869-1911

mismo que se fue consolidándose desde el periodo conocido como


República Restaurada (1867-1876).
Como nación independiente, en México se enfrentaron serios
problemas relacionados con la organización del nuevo Estado, uno
de estos fue la educación. En este sentido, en la primera Constitución
mexicana, la de 1824, aunque se afirmaba la necesidad de crear colegios
donde se aprendieran las ciencias y las artes (fracción I, artículo 50),
se dejaba de lado una organización educativa de fondo y se enfocaba
a otros menesteres —lo político y económico—, que de momento
aparecían como más urgentes. Y aunque en la Carta Magna se establecía
la responsabilidad del Estado por prestar especial atención al tema
educativo, eran tantos los problemas del país que una reforma profunda
en ese sentido fue de hecho imposible. Es por esto que se dejó a los
estados de la república, la libertad de crear programas de estudio de
acuerdo a sus necesidades particulares.2 Esto no garantizó sin embargo,
un avance sustancial en la instrucción en el país, ya que en la mayoría
de los casos, especialmente a nivel de gobiernos regionales o locales,
se dictaron disposiciones que poco se aplicaron, escribió Daniel Cosío
Villegas, por tres razones fundamentales: “...la mala situación económica,
la pésima organización administrativa y la falta de estabilidad de las
comisiones encargadas de planearla”.3
En efecto, lo anterior fue común en varias partes del país, en
Michoacán, aunque en la Constitución local, promulgada en 1825, se
demandaba la atención al ramo educativo, poco se pudo hacer en la práctica
en comparación con las intenciones. No obstante, se trabajó y avanzó en
la enseñanza de primeras letras, incluyéndose le lectura y la escritura como
materias fundamentales, así como a “...contar, el catecismo de la religión

  Raúl Bolaños Martínez, “Orígenes de la educación pública en México”; en:


2

Fernando Solana, Raúl Cardiel Reyes y Raúl Bolaños (coordinadores), Historia de la


educación pública en México, México, SEP, FCE, 1997, p. 19. Roberto Heredia Correa, “Tres
reformas educativas en torno a 1833”, en: Relaciones, Revista de historia y sociedad, Núm.
16, Zamora, Michoacán, El Colegio de Michoacán, otoño de 1983, p.19.
3
  Daniel Cosío Villegas, Historia Moderna de México. La República Restaurada, México,
Editorial Hermes, 1993, pp. 635-636.

22
Instruir al ciudadano

católica, los principios de urbanidad, y cuanto pueda contribuir a una


buena educación”.4 Es evidente el carácter “confesional” de la instrucción
a este tiempo, lo que refleja no solo la inmadurez del naciente Estado
mexicano, sino la fuerza de la tradición católica, además, era la Iglesia
la institución con mayor infraestructura educativa e influencia política y
económica, prerrogativas heredadas de la colonia.
Es cierto que los líderes del México republicano adoptaron teorías
de construcción del Estado, en boga por entonces en Europa. Estas
establecían el principio laico, la supremacía poder civil en todos los ramos
de la administración pública, y entre otras cosas, la importancia de la
educación para “adoctrinar” a los ciudadanos en ciertos principios, no ya
confesionales sino modernizantes, siguiendo al respecto las ideas de la
Ilustración y en consecuencia, el uso de la razón y no el dogma, como eje de
análisis de la realidad. Los intelectuales y políticos mexicanos contaban con
antecedentes al respecto, uno foráneo y otro local, que aparecían como
referentes de lo que la instrucción —tema que me ocupa— debía ser. Por
ejemplo, en la Constitución de Cádiz, que tuvo vigor en Nueva España
—desde el 30 de septiembre de 1812—, se establecía una educación
liberal, dirigida exclusivamente por el Estado. El otro ejemplo proviene
de la Constitución de Apatzingán de 1814, texto donde se afirmaba la
instrucción como una necesidad que debía ser favorecida con todo el
poder, a favor del desarrollo del individuo y sin prohibición alguna de la
actividad cultural.5
Es evidente la necesidad, como decía antes, de “adoctrinar” al
ciudadano bajo preceptos del Estado como rector de la vida política y
económica, y en la Constitución de 1824 hay un intento serio por lograr
esto, no obstante, la disputa entre lo viejo y lo nuevo no solo fue compleja

4
  Amador Coromina, Recopilación de leyes, decretos, reglamentos y circulares expedidas en el
Estado de Michoacán, Morelia, Imprenta de los hijos de I. Arango, tomo I, pp. 129-131.
5
  Tanto la Constitución de Cádiz como la Constitución de Apatzingán no tuvieron
aplicación en todo el territorio, sin embargo, fueron referentes jurídicos de los mexicanos
que construyeron las leyes durante el México independiente. Raúl Bolaños Martínez,
“Orígenes de la educación..., pp. 16-17. Véase la Constitución de 1814 en: Dublán y
Lozano, Legislación Mexicana, México, Imprenta del comercio, tomo I, 1876, pp. 433-445.

23
La educación musical en Morelia 1869-1911

sino también álgida, con marcador favorable para los elementos coloniales
durante toda la primera mitad del siglo XIX, auspiciado todo esto, por la
Iglesia,6 y no fue sino con la reforma de Benito Juárez y el grupo de los
liberales —al tomar estos el poder hacía finales de la década de 1850—,
que el Estado mexicano apareció en vías de controlar en su totalidad las
cosas de la administración pública.
No obstante los problemas, hubo avances en el ramo educativo de
cierta manera, sobre todo en la intención como decía antes, del Estado
por hacerse de su control. Pero qué hay de la educación musical en aquél
complicado panorama. ¿Dónde se ubica en general la práctica de la música?
¿Dónde se aprendía el arte de Euterpe durante la primera mitad del siglo
XIX?, ¿Existían instituciones donde se enseñara la música o el arte musical
se aprendía como en la época colonial, en espacios clericales y en algunos
privados, reservados exclusivamente a sectores de elite?
Ahora sabemos que la música en México a partir de la independencia
se cultivaba en dos espacios, uno, el tradicional clerical, y uno novedoso: el
seno familiar, es decir, eran los padres, los abuelos o los parientes cercanos
los encargados de enseñar la música a niños y jóvenes.7 En algunos casos,
principalmente en sectores sociales de elite, la música se enseñaba en
contadas academias, donde se impartía generalmente el solfeo, el canto y
el piano; cabe decir que este último instrumento, por su carácter de difícil
adquisición, estaba dedicado en exclusiva a jóvenes provenientes de las
altas familias mexicanas.
Pero en lo formal, la música se estudió en el país desde 1824. En
marzo de aquél año, José Mariano Elízaga, un músico nacido en la

  Daniel Cosío Villegas dice que la Iglesia presentó incompatibles el catolicismo y el


6

liberalismo, haciendo inseparables el sentimiento religioso y la filiación política. Daniel


Cosío Villegas, La Constitución de 1857 y sus críticos, México, Fondo de Cultura Económica,
1998, pp. 70-72.
7
  Véase al respecto el trabajo de Yael Bitrán, “La buena educación, la finura y el
talento. Música doméstica en las primeras décadas del México independiente”, en:
Ricardo Miranda y Aurelio Tello (coordinadores), La música en los siglos XIX y XX, México,
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, colección El patrimonio histórico y cultural
de México (1810-2010), tomo IV, 2013, pp. 112-153.

24
Instruir al ciudadano

antigua Valladolid,8 creó la primera asociación filarmónica del México


independiente, la cual contaba desde sus inicios con algunos de los
miembros más destacados de la labor artística de entonces, como el
violinista francisco Delgado, el maestro de música Vicente Virgen y el que
tiempo después sería afamado director de orquesta, el músico Quirino
Aguiñaga; además, la asociación contó con el apoyo de varios de los más
importantes políticos y funcionarios mexicanos, entre los que figuran
Antonio López de Santa, Anna, Miguel Barragán (quinceavo presidente
de México), José María Jáuregui (abogado de la Audiencia de México y
miembro de la Junta Soberana de 1821), entre otros. El objetivo de la
asociación fue el promover la música y la enseñanza del arte a los jóvenes

8
  José Mariano Elízaga nació en Valladolid de Michoacán el 27 de septiembre de
1786, en lo que es en la actualidad la calle de Aquiles Serdán. Desde su infancia, en que
estuvo inscrito en el Colegio de Infantes, presentó dotes especiales para la música, que le
valieron una beca para estudiar en la ciudad de México en el Colegio de la Asunción de María
Santísima de Infantes de Coro de la Santa Iglesia Catedral, en este lugar Elízaga no obtuvo los
conocimientos suficientes y regresó a Morelia, en donde recibió la instrucción musical de
manos del joven músico y maestro José María Carrasco. Tiempo después, Elízaga marchó
nuevamente a la ciudad de México a instruirse con el maestro Soto Carrillo, profesor
este de Carrasco. A su regreso a Morelia, en 1799, Mariano Elízaga ocupó el puesto de
tercer organista de Catedral, y al poco tiempo, se colocó en el primer puesto. Su actividad
musical fue constante después de que casó a los 18 años con María Eduviges Álvarez de
los Ríos, y a principios del siglo XIX era ya un consumado ejecutante, considerado como
virtuoso, cosa que le valió que el cabildo eclesiástico encargara especialmente a la ciudad
de México, un clavicordio para que el insigne músico enseñara los secretos de la música
a los miembros de la alta burocracia vallisoletana. De entre las alumnas más importantes
del maestro, figura Ana María Huarte, que sería más tarde, esposa de Agustín de Iturbide,
esto le valió el que en el año de 1822, José Mariano Elízaga formara en Morelia, con
el apoyo del Emperador, una orquesta sinfónica, que se ubicaba como la primera de
este tipo en el país, ya que las que existían en la capital no cubrían, por decirlo así, los
requisitos de un grupo musical de este tipo de acuerdo a los cánones musicales europeos.
En 1824, fundó la primera asociación filarmónica de México y un año después, creó una
academia de música, de la cual fue su director aunque se separó de esta en 1828, luego
que aceptara un puesto de músico en la capital del Estado de Jalisco. Su vida transcurrió
entre partituras y escoletas, y se le considera hasta el día de hoy, el creador del primer
conservatorio de música del país, murió el 2 de octubre de 1842 en Morelia. Jesús C.
Romero, José Mariano Elízaga, México, Ediciones del Palacio de Bellas Artes, 1934, 155 pp.

25
La educación musical en Morelia 1869-1911

mexicanos, bajo la idea de que la falta de una enseñanza formal en tal


actividad artística, había limitado el surgimiento en el pasado, de músicos
profesionales.9
Un año después de que José M. Elízaga fundara la asociación, amplió
la perspectiva de desarrollo del arte de Euterpe al fundar, el 17 de abril de
1825, la primera escuela formal, laica, de educación musical en México.
La academia fue un espacio dedicado a la enseñanza musical de nivel
superior para ambos sexos, donde se enseñaba a partir de “...un método
claro y sencillo a cantar y tocar, explícanosles oportunamente las reglas de
armonía y melodía, la estructura de las composiciones de capilla, teatrales
y de cámara con la parte filosófica de este arte”.10
El proyecto de Elízaga entonces, puede considerarse como el inicio de
la educación musical laica en México, sirviendo el ejemplo para intenciones
similares, aunque el tránsito de lo clerical al laicismo no fue ni sencillo
ni inmediato. En la antigua Valladolid, que había sido durante la colonia
también un centro cultural, la música se cultivaba, como ocurría de hecho
en el resto del territorio novohispano, en el exclusivo espacio clerical y el
arte se destinaba en particular, al culto católico. Así, en el Colegio de Santa
Rosa María de Valladolid, fundado en 1743, se impartían clases de música
a niñas internas, las cuales recibían la enseñanza musical todos los días,
principalmente de solfeo y canto. Durante los primeros años del México
independiente y hasta bien entrado el siglo XIX, el colegio se mantuvo
funcionando casi de manera normal siendo uno de los pocos lugares
donde se difundía y enseñaba la música en Morelia.11

  A pesar del apoyo de varios personajes de la vida política del país, como Lucas
9

Alamán, el gobierno no ayudó la causa artística de la asociación, quizá por falta de


recursos debido a las luchas intestinas que por ese entonces asolaban al país. Ibíd., p.8.
10
  Las clases se daban de 12 a 2 de la tarde para las señoritas, y de 7 a 9 de la noche
para los varones. Además, el intelecto musical de José M. Elízaga proyectó la creación
de una orquesta filarmónica compuesta por los mejores músicos de la época. Ibíd., p. 10.
11
  Miguel Bernal Jiménez, La música en Valladolid de Michoacán, Morelia, Ediciones de
Schola Cantorum, 1962, pp. 6-15. José Luis Torres, “Conservatorio de las Rosas”, en:
Álvaro Ochoa Serrano (coordinador), Michoacán. Música y músicos, México, El Colegio de
Michoacán, 2007, pp. 153-185.

26
Instruir al ciudadano

Por otra parte, en el Colegio de Infantes de Morelia, institución clerical


de antecedentes coloniales —fundada el 8 de enero de 1769—, se impartían
clases de música al momento del establecimiento de la república, y su
funcionamiento continuó durante toda la primera mitad del diez y nueve.
En aquella escuela, la cantidad de instrumentos y materias era considerable
en relación al alcance de la instrucción musical que en general, se ofrecía
en el ámbito urbano, ocupando el primer escalón en importancia el canto
llano, seguido del solfeo, tanto vocal como instrumental y la materia de
conjuntos instrumentales y vocales. La asistencia a estas asignaturas era
obligada, así como el estudio de algún instrumento, en este sentido, varias
eran las opciones que tenían los educandos, ya que podían escoger entre
7 instrumentos, entre otros el arpa, la trompa12 (trompeta),13 y el órgano.14
La importancia del Colegio de Infantes en el estudio de la música fue
importante, ya que favoreció el desarrollo del arte y la permanencia de
toda una tradición al respecto, no obstante, el alcance social era en suma
limitado ya que, por reglamento, sólo se aceptaban al año doce estudiantes.
Pero el espacio más importante fue la catedral de Morelia. En su
interior funcionó una capilla musical de alcance importante. De acuerdo
con Oscar Mazín, desde 1630 se cultivó ahí la enseñanza del arte, y hacia
mediados del siglo XVIII, en su espacio se desarrollaron “conjuntos
vocales e instrumentales” bajo influencia de músicos italianos; para 1773
funcionaba una orquesta de veinticinco músicos.15

12
  Antecedente de la trompeta moderna. Era un instrumento cuyo sonido era semejante al
corno. Deriva de la llamada trompeta natural que en Europa, desde el siglo XVII, se había puesto
en boga y era objeto de atención por parte de compositores como Bach, quien compuso su
segundo concierto de Brandemburgo a tal instrumento. Sobre el origen de la trompeta, puede
verse el trabajo de J. M. Núñez Quintanilla, Trompeta Piccolo. Evolución y repertorio. Oviedo,
España, Conservatorio Superior de Música Eduardo Martínez Torner, 2009.
13
  Tal instrumento fue posible hasta 1818 en que se inventó, en Alemania, el sistema
de pistón, un artilugio que eliminó las limitantes técnicas propias de la trompeta natural.
14
  Miguel Bernal Jiménez, La música en Valladolid..., pp.15-32.
15
  Oscar Mazín, “La música en las catedrales de la Nueva España. La capilla
de Valladolid de Michoacán (siglos XVI-XVIII)”, en: Lucero Enríquez y Margarita
Covarrubias (editoras), Música, catedral y sociedad, México, Universidad Nacional
Autónoma de México, 2006, pp. 208-216.

27
La educación musical en Morelia 1869-1911

Como puede verse, en la antigua Valladolid la música se estudió en


el exclusivo espacio clerical, cosa común al resto del territorio durante el
periodo colonial, pero a diferencia de la ciudad de México, allá no hubo
proyectos tempranos de instrucción musical laica sino hasta bien entrado
el siglo XIX, toda vez que la necesidad social impulsaba por cuenta
propia, el surgimiento de iniciativas de Estado para crear no solo espacios
de educación artística, sino todo un panorama artístico que incluía la
organización de grupos musicales variados. Y es que, siguiendo la tesis
que el destacado compositor neoyorkino Elie Siegmeister, desarrolló en
su breve pero extraordinario libro Música y sociedad, la aparición en Europa
—y en consecuencia en México por aculturación—16 de nuevas formas
musicales, mayor nivel de ejecución musical y nuevos enfoques en la
composición, sucedieron a partir de la exigencia del público, el cual fue y
ha sido el motor del desarrollo de la música en la historia del hombre, lo
que define por consiguiente la función social de la música.17
A partir de tal postulado puede también, explicarse los esfuerzos del
Estado por arreglar el ramo de educación incluyendo el arte del Euterpe.
En Morelia por ejemplo, ya desde mediados de 1831, las autoridades de la
entidad, presididas por el Gobernador Diego Moreno, habían decretado la
primera Ley de Instrucción Pública (30 de mayo). Se organizaba así el ramo
educativo en el territorio michoacano a partir de varias acciones ejecutivas.
Entre otras, se determinó la creación de algunas escuelas primarias para niños
y niñas en varios lugares del estado, y al menos, de dos escuelas normales
en Morelia. Para efectos prácticos y de dirección, se creó además la Junta
Inspectora de Instrucción Pública, que funcionaría como órgano máximo
de vigilancia, sustituyendo el reglamento de la añeja sociedad lancasteriana.18

  Esto es, recepción y adopción de elementos culturales por parte de una cultura
16

respecto de otra. Real Academia de la Lengua. Consultado el 31 de marzo del 2015 en:
http://lema.rae.es/drae/?val=aculturaci%C3%B3n
17
  Elie Siegmeister, Música y Sociedad, México, Siglo veintiuno editores, 1999.
18
  En esta Ley de mayo de 1831, no se aborda de la educación musical como
complemento en ninguna de las materias de la instrucción. Lo que si se menciona es
la inclusión en las primeras letras, del catecismo religioso y civil. Amador Coromina,
Recopilación de Leyes..., tomo IV, pp. 107-114.

28
Instruir al ciudadano

A primera vista, parece que la intención se dirigía a una educación


controlada por el Estado, sin embargo, de entre los miembros de la Junta
se encontraban representantes de la Iglesia, lo que indica el propósito
monacal de seguir manteniendo su tradicional influencia en este sentido.
De cualquier manera, es evidente el intento por organizar un ramo de
la administración pública carente de leyes federales encaminadas a la
organización educativa.
Pero en el México republicano, el intento mayor hacia el laicismo
educativo lo impulsó Valentín Gómez Farías en lo que se conoce hasta
ahora, como la Reforma liberal de 1833. Se trató sin duda, de un interesante
ensayo por hacer de la educación una actividad en estricto control del
Estado, y extendida a hombres y mujeres, a niños y adultos.19
Se examinaron entonces los planteles educativos existentes para
ajustarlos al ideal laico, se creó la Dirección de Instrucción Pública con
el fin de organizar y vigilar la educación, y se propuso la reorganización
del establecimiento de las bellas artes. José María Luis Mora escribió
más tarde que lo que se hizo durante la administración de Valentín
Gómez Farías, respondió a un plan bien elaborado y basado en ocho
puntos, de los cuales, dos son los más importantes en el sentido de éste
trabajo: el primero se relaciona a la necesidad de abatir los privilegios
del clero y milicia; y el segundo, en el sentido de la “...mejora del estado
moral de las clases populares por la destrucción del monopolio del clero
en la educación pública, por la difusión de los medios de aprender,
y la inculcación de los deberes sociales, por la formación de museos,
conservatorios de artes y bibliotecas públicas, y por la creación de
establecimientos de enseñanza para la literatura clásica, de las ciencias
y la moral”.20
Al interés por conformar un Estado laico le siguió la firme creencia
del poder de la educación como garante de la libertad del individuo. Sin
embargo, hubo fuerte rechazo a las medidas impuestas por Valentín

19
  Además de esto, la reforma propuso la creación de escuelas normales. Raúl Bolaños
Martínez, “Orígenes de la educación...”, pp. 19-20.
20
  Roberto Heredia Correa, “Tres reformas…”, pp. 20-21.

29
La educación musical en Morelia 1869-1911

Gómez Farías y su grupo, especialmente por parte del clero nacional. 21


El 31 de julio de 1834, un decreto firmado por Antonio López de
Santa Anna echó por tierra los planes liberales, encaminados a poner
al Gobierno de la República al volante de la formación intelectual de
los mexicanos y quitar al clero del monopolio educativo. Con esto se
daba fin al mayor intento liberal hasta el momento, por separar a la
Iglesia del Estado, con lo que la reforma de Valentín Gómez Farías se
quedó en el papel, dando origen para nuevos enfrentamientos entre
los diversos grupos políticos en el país; mientras esto sucedía, en el
norte, en el territorio de Texas se daba un movimiento separatista
territorial, lo que agravaba las condiciones del contexto nacional en
todos sentidos.
A pesar de todo, como acotaba Siegmeister, la sociedad se organizó
y favoreció el desarrollo del arte de la música, tanto en la organización
de grupos musicales como en la apertura de espacios de instrucción
musical. En efecto, del gremio de músicos mexicanos surgieron iniciativas
al respecto, prueba de ello es la aparición de la Escuela Mexicana de la
Música, dirigida por los músicos Joaquín Beristáin y Agustín Caballero,22
la cual se encargaría de difundir la educación musical en la capital del país;
la segunda, llamada Academia de Música de la Gran Sociedad Filarmónica de
México, creada el 15 de Diciembre de 1839 y dirigida por José Antonio

  En Michoacán por ejemplo, el capitán Ignacio Escalada se levantó en armas en


21

respuesta a las medidas anticlericales federales, movimiento iniciado en Morelia que duró
poco más de un mes y fue auspiciado por grupos conservadores, antagónicos del régimen
en turno.
22
  Joaquín Beristáin fue considerado un músico superdotado. Formó parte de la
Orquesta de la Ópera y de la Orquesta de la Colegiala de Guadalupe, a los 17 años
dirigió la Orquesta de la Ciudad de México y murió a los 22 años, siendo un consumado
ejecutante del Violonchelo y un prolífico compositor. Por su parte, Agustín caballero
figuró en la actividad musical mexicana como un pedagogo y violonchelista, su mayor
logro fue la fundación de una escuela profesional de música en la ciudad de México,
en 1838, de la cual surgiría en 1866 como Conservatorio de Música de la Sociedad
Filarmónica Mexicana, y en 1877 como el actual Conservatorio Nacional de Música.
Simón Tapia Colman, Música y Músicos en México, México, Panorama Editorial, 1991,
p. 23.

30
Instruir al ciudadano

Gómez, acusaba el mismo objetivo que la primera, educar a los jóvenes en


el arte de la música.23 Estas dos escuelas representan intentos significativos
por institucionalizar la música en México, no obstante lo limitado de los
recursos, además, eran algunos de los espacios “profesionales” donde se
enseñaba el arte, ya que en la capital del país, la educación musical poco
o nada se aprendía en escuelas de carácter público, a lo más, los espacios
familiares fueron el único recurso académico para los jóvenes aspirantes
a músico.
Este modelo fue común también en el resto del territorio. Ricardo
Miranda ha descubierto la creación y funcionamiento de sociedades
musicales —o asociaciones musicales—, en varios lugares de México, durante
la segunda mitad del siglo XIX. Así, en Jalisco se hizo música en el
Ateneo Jalisciense, en Puebla fue la Sociedad Filarmónica Ángela Peralta, en
Campeche, la Sociedad Filarmónica Campechana, otra del mismo nombre
en Mérida, en Veracruz, la Sociedad Filarmónica El Progreso, y la Sociedad
Literaria, Dramática, Filarmónica y de Baile El Edén. Y varias asociaciones
Santa Cecilia en las ciudades de México, Guadalajara, Oaxaca y
Guanajuato.24 En Morelia en específico, funcionó la Sociedad Filarmónica
“Santa Cecilia”, Socorros Mutuos, desde la década de 1860 y, prácticamente
el resto del porfiriato, tuvieron a cargo la difusión de la música de
concierto a través de la Orquesta “Santa Cecilia”, y de Euterpe, una revista
que se publicó de marzo de 1892 a mayo de 1804, que recoge no solo
la vida musical de Morelia y en general, del país, sino la historia de la
música occidental.25
Volviendo a la época de la reforma de Gómez Farías, importa decir
que para el caso de Morelia fue un periodo de “oscurantismo musical”, ya

23
  Jesús C. Romero, José M. Elízaga..., p. 70.
24
  Ricardo Miranda, “Identidad y cultura musical en el siglo XIX”, en: Ricardo
Miranda y Aurelio Tello (coordinadores), La música en los siglos XIX y XX…, p. 22.
25
  La publicación, completa, se conserva en la Hemeroteca Pública Universitaria de la
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, y puede localizarse con la siguiente
referencia: Euterpe. Revista quincenal de música, literatura y variedades, órgano de la Sociedad
Filarmónica Sta. Cecilia, Socorros Mutuos, dedicada el bello sexo michoacano, Morelia, Imprenta
del Gobierno en la Escuela de Artes, 1892-1894.

31
La educación musical en Morelia 1869-1911

que a no ser por el Colegio de Santa Rosa o el de Infantes, la enseñanza


de la música se limitaba a los ya señalados espacios familiares, de hecho, ni
siquiera aparecen en las fuentes al respecto, academias particulares como
sucedió con cierta cotidianeidad a partir de los años de 1870. Así, durante
la primera mitad del siglo XIX, en los pocos periódicos que circularon con
cierta regularidad en la ciudad, prácticamente no hay referencias respecto
a espacios privados de instrucción musical, y solo pueden verse escasos
anuncios de escuelas particulares de “primeras letras”, donde el énfasis
e interés era enseñar a leer y escribir y, al menos, las operaciones básicas
aritméticas; de la música, nada.26
Lo anterior puede explicarse si se atiende el contexto nacional,
extremamente polarizado por disímiles proyectos de gobierno. Pese al
entorno y con los llamados centralistas27 en el poder, en 1843 se creó un
plan general de instrucción primaria, estableciéndose una junta directiva
de instrucción superior, que trabajó en la meta de construir un modelo
educativo que permitiera maximizar el aprendizaje, todo regido por las
llamadas Leyes orgánicas,28 que era el documento constitucional rector de
aquél momento político. La meta entonces era la organización a detalle de
la educación en el país, incluyendo la división de los estudios preparatorios
y las materias que en cada ramo de la instrucción debían llevar los alumnos,
no obstante, en este plan no se incluía la música ni siquiera como actividad
recreativa.29
Esto no es del todo extraño si se piensa en el momento que vivía el
país, que era de construcción de leyes e instituciones, sin olvidar el proceso
de consolidación del control del Estado, donde la Iglesia se presentaba
como el rival a vencer debido a sus tradicionales fueros y privilegios, que
alcanzaban la educación desde luego. Esto explica que los pocos proyectos
educativos se dieran en el ámbito regional, y que algunos estados de la

  Ver a manera de ejemplo: El Michoacano Libre, Morelia, 1 de diciembre de 1830.


26

  Por centralistas se dice de un sector político de la sociedad mexicana, que apoyaban


27

el modelo de gobierno sustentado en un poder central, desde donde se debía controlar en


general, el país. Bajo ese modelo se condujo al país desde 1835 y hasta 1846.
28
  Raúl Bolaños Martínez, “Orígenes de la educación...”, pp. 22-23.
29
  Dublán y Lozano, Legislación Mexicana…, tomo 4, pp. 514-523.

32
Instruir al ciudadano

república se ocuparan de decretar disposiciones en torno educación


popular. 30
Hasta este momento, la postura hacía una educación laica estaba
indefinida. La separación entre las cosas del Estado de las religiosas estaba
lejos de ocurrir, no obstante, en Morelia, Melchor Ocampo,31 sabedor de los
límites de una instrucción monopolizada y dogmática, abogó por cambios
en la administración educativa, que liberaron de la tutela eclesiástica la
máxima casa de estudios de Michoacán. El 17 de enero de 1847, la reapertura
del Colegio de San Nicolás se hizo oficial con el nombre de Primitivo y
Nacional de San Nicolás de Hidalgo,32 con la característica de que a
partir de este momento, no sería el cabildo eclesiástico el encargado de su
vigilancia, sino el Estado. Para el caso particular de Michoacán, el hecho
fue trascendental en el proceso de secularización social, y sin duda, puede
considerarse como el inicio formal en lo educativo, de la reforma que a
la postre habrían de realizar los liberales, que se extendería a todos los
aspectos de la vida social, económica y cultural de los mexicanos.
La educación musical, entonces, durante la primera mitad del siglo
XIX tuvo un exiguo desarrollo, siendo una actividad llevada a cabo

30
  En Michoacán por ejemplo, al finalizar la tercera década del siglo XIX, algunas
disposiciones, como el decreto del 28 de noviembre de 1839, iban llenando los huecos
de la administración educativa estatal. Este decreto establecía cuestiones como sueldos y
recaudaciones de fondos de instrucción, entre otras cosas, y mandaba además que, en caso
de carencia de profesores, se seleccionara a estos de entre sujetos de “regulares luces”.
Años después, en mayo de 1845, un acuerdo establecía la obligación de un examen para
aquellos que quisieran ingresar a las escuelas normales. Amador Coromina, Recopilación de
leyes..., tomo VIII, pp. 40 y 173 respectivamente.
31
  Es sin duda, el liberal mexicano por antonomasia. Forma parte de la generación de
Benito Juárez y del grupo de los liberales radicales que promovieron, a mediados del siglo
XIX, la reforma que transformó las estructuras políticas del país. Abogado notabilísimo,
tuvo varios encargos políticos de carácter ejecutivo y legislativo. Fue, en el gabinete de
Juárez, ministro. Sobre Ocampo se ha publicado bastante. Un clásico sobre su vida y obra
es el excelso trabajo de Raúl Arreola Cortés, Obras completas de Melchor Ocampo, Morelia,
Gobierno del Estado de Michoacán, cinco tomos, 1992.
32
  María del Rosario Rodríguez Díaz, “La educación y los institutos de enseñanza”;
en: Enrique Florescano (Coordinador), Historia General de Michoacán, Morelia, Gobierno
del Estado de Michoacán, Instituto Michoacano de Cultura, vol. III, 1989, p. 314.

33
La educación musical en Morelia 1869-1911

casi de forma total por músicos, o que aprendieron la música de forma


medianamente estructurada, esto es, al interior de iglesias, en las llamadas
capillas musicales, o en espacios privados siguiendo generalmente el proceso
de aprendizaje uno a uno, es decir, maestro—discípulo.33 Pocos datos se
tienen al respecto del desarrollo de la música en Morelia en cuanto al
alcance de la educación, no obstante, si se atiene a los hechos, muy pocos
eran los que podían estudiar el arte, ya fuese en el Colegio de Infantes
—donde se aceptaban solo 12 alumnos por año—, o en el Colegio de
Santa Rosa María de Valladolid, donde hacían música alrededor de 50
niñas.34 Tomando en cuenta de que para 1840 la población de Morelia era
de 21, 218 habitantes,35 la cifra de aprendiz a músico no era suficiente, ni
para cubrir las necesidades básicas de esparcimiento de una sociedad en
continuo crecimiento.
La otra opción de enseñanza musical, la de maestro-discípulo, llevada
a cabo en el entorno particular, familiar, que sabemos existió por algunos
datos consignados en la prensa de la época, parece que rindió frutos puesto
que desde la década de 1840, algunas asociaciones filarmónicas —como se les
denominaba genéricamente a las agrupaciones musicales— ejecutaban en
Morelia, tal es el caso de una orquesta que actuó entre los años de 1846 y
1848, formada por 14 músicos y dirigida por Antonio Botello, y otra, que
hizo lo propio en 1849. Formada por Antonio Rendón con 11 músicos,

  Ver al respecto: Otto Mayer Serra, Panorama de la música mexicana, México, el Colegio
33

de México, 1941, pp. 15-93.


34
  Gerardo Sánchez Díaz, “La casa de las Rosas en los siglos XIX y XX”, en:
Napoleón Guzmán Ávila (Coordinador), El Conservatorio de las Rosas, Morelia, Fernández
Cueto Editores, 1993, p. 55. De hecho, en el supuesto caso de que la leyes estatales
hubieran incluido la música en el currículo de materias de las escuelas de primeras letras,
sólo un pequeño porcentaje de niños morelianos hubieran tenido acceso a la instrucción
musical ya que para 1842, en las 4 escuelas de primeras letras que existían en la antigua
Valladolid asistían 100 alumnos entre niños y niñas, los cuales, en comparación a los
posibles infantes en edad escolar de los más de 20 mil habitantes de Morelia en esos años,
hubiera sido poco la enseñanza de la música. La Voz de Michoacán, Morelia, 27 de marzo
de 1842.
35
  La Voz de Michoacán, Morelia, 27 de marzo de 1842.

34
Instruir al ciudadano

amenizó las principales fiestas morelianas de mediados de siglo.36 Debido a


los pocos espacios de instrucción musical, estos mismos músicos serían los
encargados de la actividad musical durante los años de 1850 y mediados de la
década de 1870; a partir de entonces, comenzaron a aparecer algunos nuevos
músicos, y para los años de 1880 en adelante, toda una generación de ellos.
Pero antes de que esto sucediera, el país debió experimentar una
verdadera revolución en las ideas hacia la década de 1850, en lo que fue un
doloroso proceso de emancipación de lo colonial. Y es que, como escribió
el agudo pensador mexicano Daniel Cosío Villegas, por aquellos años
ningún partido político se encontraba en condiciones de tomar las riendas
del país, de proponer un liderazgo que marcara los designios nacionales, y
aunque al paso del tiempo se definían cada vez más, partidos y tendencias,
ningún grupo político se aventuraba a proponer un nuevo marco legal,37
aunque para entonces comenzaban a destacar un grupo de liberales,
encabezados por Benito Juárez, quienes darían pie a lo que Octavio Paz
señalaría como la verdadera revolución de independencia,38 con lo que se
construyó una nueva sociedad.

Intentos de Reforma

La Constitución Federal de 1857, que emanó del proyecto de los liberales,


significó el intento más elaborado y ambicioso de organización política
en la historia del México decimonónico, consiguiéndose con tal ejercicio,
reunir las opiniones de los más importantes intelectuales del país en un
debate dado “plena luz del día”.39

36
  Mariano de Jesús Torres, Diccionario histórico, biográfico, geográfico, estadístico, zoológico,
botánico y mineralógico de Michoacán, Morelia, Tipografía particular del autor, tomo I, 1915,
pp. 184-185, y 252-253.
37
  Cosío Villegas escribió, una tanto exagerado, que aquél ejercicio sirvió de ejemplo
a otras naciones del mundo, Daniel Cosío Villegas, La Constitución…, pp. 74-75.
38
  Octavio Paz, El laberinto de la soledad, México, Fondo de Cultura Económica, 2012,
pp. 135-141.
39
  Daniel Cosío Villegas, La Constitución..., pp. 16-20.

35
La educación musical en Morelia 1869-1911

Como ocurrió con los demás ramos de la administración pública,


se otorgó al Estado el pleno manejo de la dirección educativa,
estableciéndose el principio laico en la educación; además, se
prohibieron los monopolios de cualquier clase;40 había antecedentes
de esto, pues desde el 15 de mayo de 1856, a partir de un documento
denominado Estatuto Orgánico promulgado ya en la presidencia
de Ignacio Comonfort, se había decretado la prohibición de los
monopolios también en el ramo de la educación. Y siguiendo la ya
evidente tendencia liberal, para entonces se había creado en el Distrito
Federal, un colegio de nivel secundaria para niñas, con la novedad de
que al interior del plan de estudios de la escuela se incluía, junto con las
materias de dibujo y nociones de pintura, una clase de música, lo que
representa el antecedente más antiguo en México de la inclusión de la
música en un plantel educativo oficial.41
En Michoacán mientras tanto, con la Constitución Estatal promulgada
en 1858 —siguiendo la política de la Federal— quedó en evidencia que la
instrucción pública sería objeto de “gran” atención por parte del Estado.
Siguiendo tal intención, se manifestaron leyes a favor de una educación
gratuita, suprimiéndose la obligación de enseñar la cartilla religiosa en
instituciones dedicadas a la enseñanza. Asimismo, se favoreció la creación
de escuelas de artes y oficios para el apoyo de la industria.42 Es importante
resaltar el decisivo papel que se dio al Ejecutivo respecto a la dirección y
control en el ramo, lo que es síntoma del momento histórico, donde era

  Dublán y Lozano, Legislación..., tomo 8, pp. 385-398.


40

  Ibíd., pp. 145-146 y 169-181. Algunos días después de creado el colegio de educación
41

secundaria, el 18 de abril de 1856 apareció, también en el Distrito Federal, una Escuela de


Artes y Oficios, en la cual sin embargo, no se incluyó la clase de música, como fue común
en ejercicios posteriores en regiones del país, como en Morelia según veremos a detalle
en su momento. Ibíd., pp. 149-151.
42
  Ma. del Rosario Rodríguez Díaz, “La educación..., p. 317. Véase también: Felipe
Tena Ramírez, Michoacán y sus Constituciones, México, Imprenta Arana, S. A., 1968, pp.
71-109. Estas leyes están contenidas en los artículos: 30, apartados XIII y XVI, que
se refieren a las facultades del Congreso; y en los artículos 121 y 122 principalmente.
Amador Coromina, Recopilación de leyes…, tomo XIV, 1886, pp. 36-65.

36
Instruir al ciudadano

mayormente viable que un individuo tomara decisiones en un contexto de


luchas políticas e incluso, guerra.
Producto de los conflictos entre las dos facciones políticas
divergentes: liberales y conservadores, se vivió en el país las que es
quizás, la conflagración bélica más complicada por sus alcances políticos
y económicos, ya que por el equilibrio de las fuerzas militares en pugna,
fue una guerra que aunque de solo tres años, desgastó en todos sentidos
al país. Y como es lógico pensar, fue imposible atender con suficiencia
el ramo educativo salvo por algunas disposiciones generales, como la
dictada por Juárez en torno a la unificación del plan de estudios a nivel
de instrucción elemental.43
La entrada triunfal de Benito Juárez el 11 de enero de 1861 a la ciudad
de México marcó el fin de la guerra de tres años, pero no la paz nacional
pues sobrevino enseguida la intervención francesa y el denominado
imperio de Maximiliano. Resulta significativo en el proceso aquí planteado,
las importantes disposiciones en el ramo educativo implementadas por el
emperador.
Maximiliano propuso, el 27 de diciembre de 1865, un reglamento
relativo a la educación nacional, con el título de Ley de Instrucción Pública.
Este reglamento, a la letra, se apegaba más a preceptos liberales que al
ideal conservador.44 De entre lo más significativo de los 172 artículos
que conforman la propuesta del emperador, quedaba garantizada la
gratuidad y obligatoriedad de la instrucción primaria, bajo vigilancia de
los ayuntamientos respectivos y bajo el control de un organismo llamado
Ministerio de Instrucción Pública; se afirmaba la educación en el país como
gratuita para aquél que no pudiera pagarla; y algo en suma significativo,
se estableció el hecho de que debía ser el Estado el encargado del control
de la educación, para lo cual, los prefectos serían los celosos vigilantes
de la instrucción nacional. Este control no sólo se aplicaría, se asevera
en el reglamento, a la educación elemental, sino también a la instrucción

43
  Raúl Bolaños, “Orígenes de la educación...”, p. 22.
44
  Esto se refiere principalmente, a la “conservación” de las estructuras coloniales,
destacando en todo esto, la preeminencia de añejos fueros y privilegios de la Iglesia.

37
La educación musical en Morelia 1869-1911

secundaria y de nivel superior, con esto, la educación toda, a nivel nacional,


se subordinaba al Estado.45
Esto no tiene precedentes, ya que, si bien, los grupos conservadores
pretendían que Maximiliano hiciera valer sus intereses, basados en la
conservación de fueros y privilegios corporativos, el emperador pronto
les hizo ver la necesidad de constituir un sistema educativo democrático,
bien establecido y libre de dogmas, además de la incorporación del mayor
número de niños y jóvenes a la instrucción, cosa que sólo podía darse
mediante una educación gratuita. De esta manera, educando al pueblo,
era como el emperador quería hacer que la nación mexicana entrara al
ritmo de desarrollo de otros países del mundo, una idea compartida,
paradójicamente, por los liberales.
Y no obstante la intención de Maximiliano y disposiciones anteriores,
el ramo educativo se mantenía en un estanco, debido esto principalmente,
a los conflictos políticos que derivaron en guerras y que provocaron como
es lógico pensar, un pobre desarrollo también en el tema en cuestión. No
obstante, la inclusión de leyes a favor de una educación laica, obligatoria
y gratuita, iban transformando la idea en torno al adoctrinamiento de la
juventud mexicana con base en determinados principios, permeando al
respecto el pensamiento liberal donde el sustento eran los principios o
axiomas libertad e igualdad, y el análisis de la realidad en uso de la razón; de
ahí la desincorporación en el modelo, del dogma religioso en las aulas.
En estados como Michoacán, aunque los problemas políticos que
aquejaban al país, le afectaban por igual, se hicieron varios intentos por
arreglar la instrucción de un modo consciente, siguiendo siempre los
designios de las leyes federales, como la Constitución de 1857. Desde
mediados de la década de 1850, el insigne general Epitacio Huerta, en
calidad de Comandante del Estado de Michoacán, proclamaba un estatuto
orgánico en el cual, y de acuerdo al Plan de Ayutla,46 establecía en sus

  Raúl Bolaños, “Orígenes de la educación...”, pp. 27-29.


45

  Se trató de un documento firmado en el pueblo de Ayutla, Guerrero, el 1 de marzo de


46

1854, donde se establecían las razones del levantamiento que el general Juan Álvarez, cacique
regional de aquellos lares, hizo en contra del dictador Antonio López de Santa Anna.

38
Instruir al ciudadano

artículos más importantes que el gobernador estaba facultado para arreglar,


entre otras cosas, la instrucción pública, nombrando y removiendo a
funcionarios de acuerdo a las necesidades propias de la educación en la
entidad.47 Años después, en 1860, se creaba el Inspector General de Instrucción,
que no era otra cosa que un funcionario encargado de vigilar la educación
en Michoacán. En esta persona descansaría la responsabilidad de la
instrucción a nivel estatal, que incluía no sólo la educación elemental sino
también la instrucción a nivel medio y superior.48 De este modo, el control
del gobierno sobre el ramo educativo era evidente. Todo esto, no obstante
la guerra de los tres años, la cual, extendida hasta 1861, no impidió decretos
liberales que, como el de Michoacán de 14 de enero de 1860, reafirmaba al
gobierno como juez y parte en cuanto a educación se refiere.
La educación a nivel nacional escapaba de homologación hasta estos
años, pese al intento de Juárez al respecto, y cada estado se las arreglaba
para dictaminar divisiones, grados, nombramientos y estatutos educativos,
y aunque cada vez más se establecía un ideal laico, la instrucción sufría
de los errores de la falta de liderazgo en el país. Sobre todo en lo que se
refiere a la forma en que la educación llegaba al “pueblo”, ya que, si bien las
leyes se encaminaban particularmente, a la atención de sectores populares,
desprotegidos, en la idea liberal de igualdad, lo cierto es que eran aun pocos los
que asistían a clase en función del total de habitantes y entre estos, los niños y
niñas en edad escolar. Mientras tanto, las escuelas privadas existentes, aquellas
imposibles para la mayoría de los jóvenes mexicanos, utilizando las leyes a su
favor, favorecían de acuerdo a sus intereses, como señalaba la Constitución
de 1857, la educación libre, en beneficio de una ideología acorde a preceptos
antagónicos al gobierno liberal. Es por esto que hombres como Justo Sierra
o Emilio Rabasa, criticaron la Constitución de 1857, por ser desacorde en
muchos aspectos, como el que se enuncia, a las necesidades del país.

47
  Amador Coromina, Recopilación de leyes..., tomo XIII, p. 31.
48
  El Inspector General de Instrucción sobrevivió poco, ya que la intervención francesa
hizo que sus funciones se disolvieran, por esto, la responsabilidad de la educación en
el estado, recayó en la figura del regente del Colegio de San Nicolás desde 1863. Esto
sucedía en la capital, Morelia, mientras tanto, en las regiones, la educación era organizada
por las autoridades municipales, de acuerdo a sus necesidades y recursos.

39
La educación musical en Morelia 1869-1911

Todo esto sucedía a inicios de 1867, año que marca un periodo


importante en la historia de México, por ser el inicio de la época de oro
del pensamiento liberal. La constitución de 1857 tuvo, en este tiempo,
su mayor aplicación, y la actividad educativa en el país, vio de nueva
cuenta, un intento de organización, no obstante que luego de nueve años,
Porfirio Díaz diera cuenta de leyes y decretos, y aplicara los preceptos
constitucionales de acuerdo a sus intereses, aunque, como veremos más
adelante, el ramo educativo durante el porfiriato fue atendido de manera
significativa, creándose escuelas y academias que, como en Morelia, dieron
espacio a una educación seria y responsable.

El Estado educa

Para llegar al objeto de estudio de este libro, ha sido necesario hacer un


recuento, de lo general, de la educación a nivel nacional, a lo particular, la
educación en Michoacán, a partir de la Constitución de 1824. Ahora, para
abordar el tema central, la educación musical en Morelia, es preciso, de
igual manera que en los apartados anteriores, afrontar el tema de las leyes y
decretos que fundamentaron la dirección de la educación en el país, a partir
de 1867. Esto dará las condiciones para entender claramente, la manera en
que la música se enseñaba y aprendía en la ciudad de Morelia, para llegar
luego, al examen concreto de las instituciones que se encargaron de ello.
Por lo tanto observaremos, aunque de manera general, los lineamientos
de las leyes educativas que surgieron en el país, tanto a nivel nacional
como estatal, para a continuación, tomar tierra en la educación musical en
Morelia, y hacer examen de las instituciones encargadas de ella.
A partir del regreso de Benito Juárez a la ciudad de México, en mayo
de 1867, y de la toma de posesión que hizo del Ejecutivo, ahora de forma
definitiva, en diciembre del mismo año, el país se vio envuelto en una paz
relativa, la cual permitió la reorganización paulatina de los ramos de la
administración pública.
El 2 de diciembre de 1867, apareció la Ley Orgánica de Instrucción Pública.
En ésta ley no se aduce a nada nuevo en cuanto a educación se refiere,

40
Instruir al ciudadano

ya que sólo reafirma lo ya establecido con anterioridad, sin embargo, es


importante por el hecho de ser una de las primeras disposiciones del nuevo
régimen, libre de ataduras conservadoras, lo que le atañe una importancia
significativa.
Con la ley se estableció, entre otras cosas, que su aplicación sería
en el Distrito Federal y los territorios,49 también quedó dispuesto que los
Estados quedaban con la libertad de crear leyes similares. Se pretendía
organizar la educación a nivel nacional, unificando la instrucción primaria,
haciéndola desde luego, gratuita y obligatoria, y además, se dispuso
construir reglamentos y crear una escuela secundaria para señoritas y
una escuela nacional preparatoria, considerada esta última, a partir de
entonces, como el más firme cimiento de la enseñanza superior. Dos años
después surgió una ley similar, que sostenía a la letra los señalamientos
de la de 1867, especialmente en el asunto de la educación laica; además,
la enseñanza quedó sujeta a un Ministro de Instrucción Pública, el cual debía
asegurar la educación tanto a hombres como mujeres; se seguía con esto
un principio elemental del liberalismo: la igualdad. En cuanto a la educación
superior, en otra ley promulgada en 1869, se estableció la libertad de ejercer
la instrucción a nivel superior, y se apoyó la creación y sostenimiento de
escuelas de artes y oficios.50
Hasta este momento, la aplicación de leyes a favor de una organización
educativa consciente y racional, representa parte del triunfo liberal de
separar los asuntos del Estado de la tradición religiosa. Hasta aquí, se
reacomodaron las estructuras sociales y se previó un futuro en donde los
individuos pudieran participar en la formación de una nueva sociedad,
delineada por la modernidad de ideas y pensamiento, eminentemente
liberales.

49
  Para la fecha, Michoacán formaba parte del país como estado constituido, por lo
que la ley Orgánica de instrucción Pública no tenía efecto, aunque de cualquier manera,
fue base que inspiró las leyes educativas que surgieron posteriormente en el estado. Véase
al respecto de la división territorial en México a: Edmundo O’ Gorman, Historia de las
divisiones territoriales de México, México, Editorial Porrúa, Colección “Sepan Cuantos”,
núm. 45, 1997, pp. 139-143.
50
  Raúl Bolaños, “Orígenes de la educación...”, pp. 31-33.

41
La educación musical en Morelia 1869-1911

Benito Juárez murió en julio de 1872, suceso que incentivó la


efervescencia política por la lucha por el poder. Sebastián Lerdo de
Tejada, quien le sucedió en el Ejecutivo prácticamente por un periodo
de gobierno, elevó a rango constitucional las Leyes de Reforma y promulgó
además, una ley educativa en 1874, donde se reafirmó el carácter laico en
la instrucción nacional, al prohibir la enseñanza de cualquier religión en
planteles oficiales. Un dato interesante de aquella época, es la intención
del encargado de dirigir la educación en el país, José Covarrubias, por la
formación de profesores, como medio para llegar a la mayor cantidad de
jóvenes mexicanos, sobre todo porque el analfabetismo era muy alto, tan
alto que dos décadas después, en el censo de 1895, casi el 90 por ciento de
los mexicanos no sabían leer.51
En los años que duró la República Restaurada, se reformaron los planes
educativos, los métodos de enseñanza, incluyéndose la enseñanza objetiva,
basada en la puesta en juego de las facultades del individuo, proponiendo
su participación activa en clase; fue la época de implementación formal de
la llamada educación integral, consistente en ampliar las posibilidades de
instrucción, incluyendo actividades deportivas y artísticas, entre ellas por
supuesto, la música. Además, se ratificó una instrucción laica, obligatoria
y gratuita, se favoreció la creación de escuelas de artes y oficios y se apoyó
la educación a nivel superior, dejando la libertad de impartir ésta a aquellas
escuelas que pudieran hacerlo. La Constitución de 1857 fue el centro
inspirador de las leyes y decretos que aparecieron durante la época de la
República Restaurada, y aunque para algunos, como a Daniel Cosío Villegas,
en varios sentidos era inadecuada a las necesidades del país, cierto es que la
Carta Magna incentivó la separación necesaria del Estado con respecto a la
Iglesia, promoviendo la evolución del país. En este sentido, la aplicación de
planes y programas educativos laicos e incluyentes de materias formativas
y prácticas como la música, sentaron las bases del futuro México porfirista.

  Según el censo de 1895, de los 12 millones 631 mil 558 mexicanos que pudieron
51

contabilizarse con los medios de la época, 10 millones 445 mil 620 no sabían leer, y 328
mil 007, sólo sabían mal leer. Salvador Moreno y Kalbtk, “El porfiriato. Primera etapa
(1876-1901)”; en: Fernando Solana (coord.), Historia de la educación..., p. 80.

42
Instruir al ciudadano

A partir de noviembre de 1876, Porfirio Díaz encabezó el gobierno


de la República. Durante su mandato de tres décadas, la educación a nivel
nacional vio cambios importantes, sobre todo en lo que se refiere a la
creación de escuelas y en concreto, a la consolidación de un plan educativo
nacional. En general, la época del porfiriato observo un interés especial
por la educación, esto por dos razones: la primera, la paz que vivía el
país permitió la reorganización de la instrucción pública; y segundo, por
considerarse que la educación era una manera indiscutible para conseguir
el pleno desarrollo social.
La educación a nivel nacional en el periodo porfirista, estuvo
dirigida por personajes importantes. Los dos primeros, Ignacio Ramírez
y Protasio P. de Tagle, abogaron por una instrucción para hombres
y mujeres, y pusieron atención especial en la incursión de la mujer al
proyecto educativo, específicamente en lo que se refiere a su papel como
profesoras. Especialmente, de Tagle transformó la escuela secundaria de
niñas en una institución que acudía a métodos de enseñanza basados en
la pedagogía moderna, que favorecía la educación integral del individuo,
dejando atrás, se decía en ese momento, al ya inadecuado y superado
modelo lancasteriano. Posteriormente, en 1881, Ezequiel Montes tomó
las riendas de la responsabilidad de la instrucción. Este funcionario hizo lo
posible por quitar el positivismo como teoría fundamental de las escuelas,
principalmente a nivel preparatorio, ya que afirmaba que éste ponía en
peligro la libertad del individuo, de hecho, en abril de 1881, lanzó un
proyecto de ley que invalidaba la ley de instrucción pública de mayo de
1869, la cual contenía alto grado de ideología positivista.52
Poco tiempo después, en 1882, acudió al cargo de Secretario de
Justicia e Instrucción Pública, Joaquín Baranda, uno de los más conspicuos
hacedores de la educación en la historia de México. Este hombre estableció
normas, principios y leyes sobre la instrucción a nivel nacional, a él se deben
dos congresos nacionales de instrucción pública, de los cuales surgieron,
como nunca antes, las ideas más concretas y útiles sobre la organización
de la educación en México. En el discurso inaugural del primer congreso

  Salvador Moreno y Kalbtk, “El porfiriato…”, p. 51.


52

43
La educación musical en Morelia 1869-1911

(1889-1890), Baranda afirmó la necesidad de hacer de la educación “...el


factor originario de la unidad nacional, que los constituyentes de 1857
estimaban como base de toda prosperidad y todo engrandecimiento”,
todo bajo la premisa de una educación laica, gratuita y obligatoria. A todo
esto, se agregó la organización de la instrucción primaria, dividiéndola
en elemental y superior, en ambos niveles, se anexó la música, el canto
principalmente, como materia dentro del currículo oficial. 53
Un año después, se llevó a cabo el Segundo Congreso Nacional de
Instrucción Pública (1890-1891), de entre lo más importante de los resultados
de este congreso destaca, y por mucho, la inclusión de la mujer en el
proyecto educativo nacional. A decir de esto, se estableció la creación de
escuelas normales para profesores y profesoras de instrucción primaria,
proyecto que inspiró la conversión de la Academia de Niñas de Morelia
en normal para profesoras; la de niñas fue, como se verá en el capítulo
correspondiente, el mayor proyecto del gobierno porfirista michoacano.
Además, el congreso puso especial atención en la educación especial, tanto
la técnica, como las escuelas de artes y oficios, así como las escuelas para
personas con discapacidades físicas, como ciegos y sordomudos.54
En conclusión, la obra de Joaquín Baranda fue significativa, ya que
muchos de sus proyectos y propuestas para mejorar la educación en el
país, se convirtieron en leyes y decretos oficiales, tales como la división
de la instrucción primaria en elemental y superior y la inclusión de la clase
de música en ambas, la búsqueda por la uniformidad en la instrucción, o
aquella iniciativa de ley que facultaba al ejecutivo a legislar sobre educación,
entre otras cosas. Su labor al frente de la Secretaría de Justicia e Instrucción
Pública fue por demás importante, no es de extrañar que haya estado en el
cargo diez y ocho años.
Posteriormente, se designó como Secretario de Instrucción Pública y
Bellas Artes a Justo Sierra. Este personaje, antiguo colaborador de Baranda,
supo incentivar el ramo educativo apoyando en especial la educación
superior, de hecho, Justo Sierra fue uno de los promotores del proyecto

  Ibíd., pp. 58-68.


53

  Ídem.
54

44
Instruir al ciudadano

que creó la actual Universidad Autónoma de México.55 Durante su gestión,


se favorecieron de manera significativa, las artes como la música, además
del apoyo a las escuelas de artes y oficios.
La educación en México, a partir de la emancipación de España, vivió
todo un proceso durante el siglo XIX. Los reacomodos necesarios en el
ramo educativo se dieron poco a poco, de repente radicales como en 1833,
o con marcada oposición, como en 1857; no obstante, la apertura hacia
sectores sociales no alcanzados antes, permitió a finales del siglo XIX
y principios del XX, que una nueva generación de intelectuales buscara
espacios en la cultura y en la política nacional.
Algunos autores señalan que la educación en México durante el
periodo de gobierno de Don Porfirio, fue incipiente y se mantuvo en
condiciones lamentables, aun cuando se afirmaba que la educación era la
regeneradora de la patria, además, los centros de enseñanza no contaban
con las herramientas necesarias para su desarrollo.56 Esto es cierto a medias,
ya que si bien, los recursos económicos no era suficientes para hacer llegar
la instrucción a todo el país y sólo se circunscribían al ámbito urbano y a la
clase media principalmente, “...la nueva escuela que se propuso como ideal
sustantivo de los amores a la patria, al orden, a la libertad y al progreso”, se
duplicó para 1887 en referencia al inicio del periodo porfirista, y además,
el número de alumnos se cuadruplicó, y las escuelas de enseñanza media
y superior conocieron una buena época, apoyándose sobre todo las artes
y los oficios, necesarios estos para reactivar una economía productora.57
El empuje porfirista ocurrió bajo el lema orden y progreso, alcanzándose
importantes avances en la educación nacional. En la música, en la capital
del país se lograban proyectos como la erección del Conservatorio Nacional de
Música, y en las provincias, siguiendo la tendencia, se abrían posibilidades

55
  Al respecto de la obra educativa de Justo Sierra, ver: Luis Álvarez Barret, “Justo
Sierra y la obra educativa del porfiriato, 1901-1911”; en: Fernando Solana (coord.),
Historia de la educación..., pp. 83-115.
56
  José López-Portillo y Rojas, Elevación y caída de Porfirio Díaz, México, Biblioteca
Porrúa, número 63, 1975, pp. 338-341.
57
  Luis González, “El liberalismo triunfante”, en: Historia General de México, México,
El Colegio de México, 2000, p. 668.

45
La educación musical en Morelia 1869-1911

de instrucción musical como se verá a continuación y el resto del trabajo,


en la ciudad de Morelia.

A enseñar la música

En términos generales, la educación en México durante la época de don


Porfirio fue un ramo correctamente atendido. Las leyes educativas le dieron
el control al Estado por sobre la iglesia y grupos particulares, y adecuaron
la instrucción, o al menos pretendieron hacerlo, a las necesidades del país
en ese momento. Y no obstante las intenciones de control, el gobierno
fue tolerante y permitió que escuelas y academias particulares, tanto
aquellas establecidas años antes del porfiriato, como las instituidas en ese
periodo en especial, siguieran funcionando bajo la consigna de acatarse a
las disposiciones del Ejecutivo y los decretos y leyes que éste dictase; para
esto, se conformó la Junta de Instrucción, órgano del Estado para la vigilancia
del ramo educativo.58
Así, se establecía con rigor que el Estado era el que controlaba los
destinos educativos de la juventud, haciendo más riguroso el establecimiento
de escuelas particulares, aunque no eran pocas las escuelas y academias
de este tipo que había en ciudades como Morelia. En 1851, Benito Ortiz,
quien es quizás uno de los primeros músicos versátiles morelianos, apoyado
por Luis Gonzaga y Ramón Silva, abrieron una escuela de música en la
antigua Valladolid; luego, en 1869, Ramón Martínez Avilés hacía lo propio
y establecía su escuela de música; por su parte, en 1870, aparece en la
escena musical la academia filarmónica Santa Cecilia, fundada por la señora
María Gonzáles de Silva, Jesús Pérez de Lerin y la Señorita Carmen García
Granados, en la que se daban clases de piano y canto para niñas y señoritas.59

  Amador Coromina, Recopilación de leyes..., tomo XVIII, pp. 11-12 y 114.


58

  El progresista, Morelia, 23 de Noviembre de 1876. También, ver al respecto de


59

escuelas y academias particulares de música: Mariano de Jesús Torres, “Historia de la


Música en Michoacán”, en: El Odeón Michoacano, redactado por Mariano de Jesús Torres,
Morelia, Imprenta particular del redactor, 1900, pp. 185-186.

46
Instruir al ciudadano

También por estos años, en el Colegio Seminario de Morelia se daban


clases de solfeo y piano y llegó a existir una estudiantina de instrumentos
de cuerda.
A lo largo del periodo porfirista aparecieron en la ciudad varias
escuelas particulares, en ellas, además de la instrucción de primeras letras,
se incluía la enseñanza del solfeo, canto y piano. A mediados de 1890, el
profesor Francisco de P. Lemus, abrió una academia de solfeo y piano
para jóvenes de ambos sexos, la escuela llegó a contar con una importante
cantidad de alumnos y alumnas debido a su fama de excelente, tanto, que
se decía que a los cuatro meses de estudio el alumno ejecutaba el Stabat
Mater de Rossini.60 Esta academia del Sr. Lemus llegó a contar con hasta
cuarenta señoritas y treinta y ocho varones, los cuales pagaban 50 centavos
por lección y 2 pesos mensuales por utilizar el piano del profesor. Los
lunes, miércoles y viernes, de 5 a 6 de la tarde, se daban las clases para
niñas; y los martes, jueves y sábados a la misma hora, para los niños;
entonces, la educación no era mixta. También, había una clase de armonía
que se impartía diariamente de 7 a 8 de la noche, esto último para 1895.
Los alumnos pagaban un peso mensual por las clases de solfeo, 2 pesos
por la de piano y 2 por la de armonía, clase dedicada al aprendizaje de las
reglas y leyes musicales en cuanto a composición se refiere. La escuela
del Sr. Lemus se mantuvo funcionando y los periódicos de la época la
anunciaban continuamente en su gacetilla.61
En 1898, por su parte, la señora María del Río fundó una academia
de canto y piano en la calle de la Flor número 33,62 las clases se impartían
por la noche de 6 a 7, dando oportunidad a los alumnos de terminar con
las labores del día antes de asistir a la escoleta musical. Luego, en 1905, con

60
  La afirmación se trataba más de una propaganda exagerada debido a que la obra
en cuestión, es más bien complicada de ejecutar por los requerimientos tanto técnicos
instrumentales, como de interpretación. Seguramente, el maestro hacía que sus estudiantes
ejecutaran una adaptación sencilla del Stabat Mater.
61
  Mariano de Jesús Torres, Diccionario..., tomo I., pp. 22-25.
62
  La calle de “La Flor” se ubica actualmente entre Pino Suárez y Álvaro Obregón,
es la actual calle Emiliano Zapata. Arturo Carranza Arróniz, Nomenclatura de Morelia. 2
Épocas, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1995, p. 26.

47
La educación musical en Morelia 1869-1911

el nombre de Santa Cecilia, se fundó otra academia dirigida por el profesor


Francisco A. Buitrón, en la cual se ofrecían, al igual que la de la Sra. Del
Río, clases de canto y piano.63
El funcionamiento de espacios de éste tipo remite a conclusiones
interesantes. Entre otras cosas, el establecimiento de academias privadas
respondía a una necesidad de clase, ya que por el costo de la instrucción,
difícilmente un campesino o un obrero mandaría a sus hijos a educarse
en una escuela de este tipo, además, de esta manera, la clase alta moreliana
mantenía sus espacios privados, cerrados, en los que educaba a sus hijos
lejos de la influencia de la plebe. Frente a todo esto, se hace más evidente
la diferencia entre la dualidad que la actividad musical tuvo durante la
época porfirista: por un lado, mero pasatiempo; por otro, alternativa
laboral. La clase alta moreliana aprendía la música como pasatiempo,
mientras la media y baja, lo hacía quizá con la esperanza de mejorar el
nivel de vida.
Ya desde el triunfo de la República, se hizo notable la reorganización
de instituciones encaminadas a instruir a los jóvenes en las artes y los
oficios, necesarios estos para el desarrollo económico del estado. La plena
aplicación de las leyes que permitieron la educación laica en Morelia,
favorecieron también que grupos antes relegados a la instrucción pudieran
acceder a esta. En especial la formación musical, la cual observó de pronto
numerosos discípulos, deseosos de aprender el arte que antes estaba
destinado sólo a espacios religiosos y a determinados círculos sociales.
Para esto, tres instituciones impulsadas y dirigidas por el gobierno se
encargaron de instruir al ciudadano en el precioso arte de Euterpe.
En primer término, el Colegio de San Nicolás se presentó como un
importante escenario en Morelia donde los alumnos recibieron instrucción
musical, misma que aunque de carácter complementario —esto es, sin
obligatoriedad—, representó para los jóvenes michoacanos la posibilidad
de aprender un oficio que bien pudiera ofrecer alternativas laborales futuras.
De esta manera, la Academia de Música del colegio se inauguró en 1869 con
las “cátedras” de piano, solfeo, violín, flauta, sax horn y bombardones; el

  Ibíd., p. 22.
63

48
Instruir al ciudadano

encargado de la dirección musical fue el afamado maestro Don Luis I. de


la Parra.64
Surgieron también en ésta época algunos proyectos educativos
importantes, ejemplo de esto fue la propuesta del Ayuntamiento de Morelia
de crear una Escuela de Artes, cuyos antecedentes están en un plan de
desarrollo económico regional, relacionado con el plantío de la morera.
Así, el Congreso de Michoacán aprobó, el 10 de agosto de 1868, la creación
de una escuela especial dedicada a fomentar la cría del gusano de seda65 y
con esto, la industria textil. El proyecto inicial funcionó pocos años, cerca
de cuatro, debido a malos manejos y falta de recursos, y fue hasta 1886 que
finalmente la escuela se desarrolló de forma extraordinaria.66
Otro proyecto educativo surgido también en 1868, proponía la
creación de una escuela para niñas pobres que incluía un internado. Este
proyecto pretendía responder a la necesidad de proveer educación a la
mujer mediante un programa que no sólo incluyera las cátedras inherentes
a la educación elemental, sino algunos oficios propios del el sexo femenino

64
  Miguel Ángel Gutiérrez López, Los estudios musicales en la Universidad Michoacana,
1917-1940, Morelia, Archivo Histórico, 2002, pp. 30-31. Luis I. De la Parra nació en
Pátzcuaro en 1831, desde niño mostró dotes para la música que le valieron el que sus
padres le proporcionaran los medios necesarios para su preparación artística; a los 18
años era ya un consumado músico y posteriormente fue nombrado maestro de capilla y
organista de la Catedral de Morelia por muchos años hasta su jubilación. El maestro Parra
era muy apreciado por las familias ricas de la ciudad y su “gran” calidad como maestro y
pianista le llevaron a ser profesor de música de no pocas señoritas de la alta sociedad. Fue
también por años, director de la Academia de Música del Colegio de San Nicolás y de la
Academia de Niñas logrando fama de puntual al grado de que se decía en aquél entonces,
“llueva o truene, Parra viene”. Fue un compositor sobresaliente y en su haber figuran
obras de calidad indiscutible: marchas triunfales, varias composiciones religiosas y su
intitulada obertura “La tempestad” engloban su creativo currículum. También, durante
la gestión del General Mariano Jiménez, fue diputado suplente en 1885 y propietario en
1887. Murió en la Ciudad de México en 1892. Mariano de Jesús Torres, El odeón…, p. 146.
Véase también: Mariano de Jesús Torres, Diccionario…, tomo III, pp. 69-70.
65
  El lepidóptero se alimenta, precisamente, de la morera.
66
  Algunos datos de los antecedentes de la Escuela de Artes pueden serse con Xavier
Tavera Alfaro, Morelia en la época de la República Restaurada, 1867-1876, Morelia, Michoacán,
Instituto Michoacano de Cultura, El Colegio de Michoacán, vol. I., 1988, pp. 166-167.

49
La educación musical en Morelia 1869-1911

como costura y manualidades;67 al igual que la de artes, el proyecto de la de


escuela para niñas fructificó hasta la época del porfiriato. Comoquiera, es
posible que esta propuesta respondiera a la necesidad de llenar el hueco que
había dejado a mediados de 1861 el antiguo Colegio Santa Rosa María de
Valladolid, cerrado debido a las leyes de Reforma, aplicadas enérgicamente
en Michoacán por el general Epitacio Huerta.68
En estas tres instituciones se cultivó la enseñanza de la música. En
este sentido, el Colegio de San Nicolás fue, si no el principal espacio de
instrucción musical en Morelia, debido a lo restringido de la cantidad de
instrumentos que se impartían, el escenario más importante de instrucción
musical por la continuidad de los estudios que ahí se realizaron. La práctica
del violín, del piano y del solfeo, además de algunos otros instrumentos
que en menor medida se impartían, representó la posibilidad de fomentar
el estudio de la música en Morelia en un espacio público institucional, el
cual ofrecía la escoleta musical a todo aquél interesado en aprehender los
secretos del arte de Euterpe.
Por su parte, la Escuela de Artes se convirtió en el modelo de orden
y progreso del régimen porfirista en Michoacán, ya que la productividad
y calidad de sus estudiantes estuvo a la altura del contexto que le toco
existir. Hacia 1886 se estableció la clase de música y el resultado superó
las expectativas del gobierno, pues de aquella institución surgieron los
músicos que formaron filas en las principales bandas de música del país,
incluyendo por supuesto, las de la ciudad de Morelia.
En cuanto a la escuela para niñas, el proyecto no consolidado en 1868
fructificó a mediados de la década de 1880, estableciéndose una verdadera
escuela (1886) e internado (1892) donde la instrucción musical fue una
de las cátedras de carácter obligado. Muchas de las alumnas egresadas
de esta institución figurarían luego en diversas regiones de Michoacán,
principalmente haciendo labor como profesoras de primeras letras, en
cuya actividad incluyeron por supuesto, la música.

  Ídem.
67

  Sobre el general, la siguiente referencia. Raúl Arreola Cortés, Epitacio Huerta: soldado
68

y estadista liberal, México, Gobierno del Estado de Michoacán, 1979.

50
Instruir al ciudadano

Tanto en la Academia de Niñas como en la Escuela de Artes y Oficios,


la instrucción se daba mediante pensiones, otorgadas por autoridades
estatales o municipales a jóvenes de escasos recursos; esto favoreció la
amplitud de los estudios a sectores poco atendidos en el pasado. Con
esto, la educación estaba al alcance de jóvenes de clase social marginada
con la limitante, claro, de que de cualquier manera, la instrucción no
alcanzaba a las mayorías. De cualquier manera, la educación musical que
se daba en ambas instituciones hizo surgir músicos con nivel de ejecución
suficiente para la música occidental, los cuales siguieron con la tradición
musical michoacana, permitiendo el desarrollo de la música en la entidad,
adaptando formas y estilos musicales en función de los requerimientos de
la sociedad moreliana.
En resumen, el apoyo que el Estado le dio a la educación musical
en Morelia fue importante y respondió a las necesidades de su sociedad,
relacionadas estas con la diversión y esparcimiento, actividades inherentes
a grupos humanos que (con) viven en un espacio determinado. En el
entramado de estas relaciones aparecieron en consecuencia, exigencias
respecto a la música, la cual era —en la tradición heredada— el elemento
básico y central en la construcción de la sociabilidad. En palabras de
Rose Tremain, quien noveló en Música y silencio, la historia de un grupo de
músicos de la corte de Cristian IV de Dinamarca, en la primera mitad del
siglo XVIII:

…cierto es que no sabemos de dónde procede la música, por qué ni


cuándo surgió le primera nota. Puede que nunca lo sepamos. Está
dentro del alma de los hombres y nos habla sin palabras. Incluso, y es
un hecho comprobado, nos alivia de nuestros males.69

En efecto, la sociedad moreliana requirió de músicos que aliviaran


los males que décadas de luchas políticas y guerras internas y por
invasiones extranjeras, habían dejado en el alma de los mexicanos, por
eso, eran necesarios grupos musicales que amenizaran los momentos

  Rose Tremain, Música y silencio, Barcelona, España, Salamandra, 2003, p, 17.


69

51
La educación musical en Morelia 1869-1911

de esparcimiento social, además porque la música era necesaria como


elemento de unión y de fortalecimiento social, sobre todo para los
mexicanos del siglo XIX, que buscaban en el arte de Euterpe —y en la
literatura también—, una forma de construir la identidad del mexicano.
Así, el Estado michoacano respondió a esta necesidad apoyando los
proyectos musicales de las instituciones señaladas donde, en palabras de
un periodista moreliano quien en la época de esplendor del porfiriato,
escribió que en ellas se cultivaban valores como el respeto, la disciplina,
la moralidad y el trabajo.70 Precisamente, de ellas me ocuparé enseguida.

  La Libertad, Morelia, 8 de enero de 1895.


70

52
Habemus Música: el Colegio de San Nicolás

Una Academia de Música en la casa de Hidalgo

E l Colegio de San Nicolás es una de las instituciones educativas


más antiguas de México. Su fundación se remonta al año
de 1540 y se debe aquello, al insigne Vasco de Quiroga.
Primero, la institución funcionó en la entonces capital de Michoacán:
Pátzcuaro, pero al determinarse la ciudad de Valladolid1 como capital
del Obispado, el colegio fue trasladado a tal lugar. En sus aulas se
prepararon importantes figuras de la historia de México, destacando
entre estas a Miguel Hidalgo, quien estudió en San Nicolás y fue
Regente —director— del colegio hacia finales del siglo XVIII; otro
personaje que estudió en la institución fue José María Morelos.
Desde su fundación el clero controló la institución, encaminándose
los estudios llevados a cabo ahí a la carrera eclesiástica, no obstante
que en los albores del siglo XIX, se pensaba en un cambio educativo
siguiendo las influencias de la Ilustración; el propio Hidalgo habría de
proponer, en una disertación por demás elogiosa, un avance en la
estructura curricular del colegio,2 cosa que se interrumpió con el inicio
del proceso de independencia.

1
  En 1828, en honor de José María Morelos, la ciudad recibió el nombre de Morelia.
2
  Miguel Hidalgo y Costilla, Disertación sobre el verdadero método de estudiar teología
escolástica, Morelia, UMSNH, 1958.

53
La educación musical en Morelia 1869-1911

La lucha insurgente afectó San Nicolás al grado de que sus puertas


cerraron. En efecto, al llegar Hidalgo a Valladolid el 17 de octubre de
1810, las clases se suspendieron, en tanto que el edificio, que albergara a
estudiantes, fue dispuesto como cárcel para los enemigos de la insurgencia.3
Luego, en 1811, los realistas lo ocuparon como recinto de sus huestes
militares y así estuvo, deteriorándose y perdiendo valiosos objetos de arte
e importantes libros, así como el inmobiliario; por fortuna, algo de lo poco
en buen estado que quedaba, fue resguardado en el ex convento jesuita.4
Durante varios años, la máxima casa de estudios de Michoacán
mantuvo sus puertas cerradas, y no obstante los intentos para lograr su
reapertura,5 no fue sino hasta el 17 de enero de 1847, siendo gobernador
del estado Melchor Ocampo, que se reabrió el colegio, con Onofre Calvo
como Regente, y con Santos Degollado como secretario. La institución
inició labores con la noticia de que ya no sería el Cabildo Eclesiástico —
órgano legislativo de la Iglesia— el encargado de dirigir las riendas de la
institución, sería ahora el gobierno el que definiría los rumbos que la casa
de Hidalgo debía seguir; para la corriente liberal michoacana, esto era un
aliciente en su lucha por instaurar un Estado laico.6
Los años siguientes a la reapertura vieron un desarrollo importante
en los estudios del Colegio de San Nicolás, llegándose a decir que el nivel
académico alcanzado podía equipararse con el de la Universidad de México,
sin embargo, en 1863, producto de la intervención francesa, el colegio de
clausuró por segunda ocasión, obligando a los estudiantes a terminar el

  Raúl Arreola Cortés, Historia del Colegio de San Nicolás, Morelia, Coordinación de la
3

Investigación Científica, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1982, pp.


199-200.
4
  Pablo G. Macías, Aula Nobilis, Monografía del Colegio de San Nicolás de Hidalgo,
México, Ediciones Vanguardia Nicolaita, 1940, p. 87.
5
  En 1832, el 8 de noviembre para ser exactos, Diego Moreno, gobernador del estado,
expidió un decreto en el cual mandaba el restablecimiento del colegio, sin embargo, los
problemas políticos creados por la reforma de Valentín Gómez Farías, impidieron que
esto se llevara a cabo. Ibíd., p. 92.
6
  Ya desde 1845, el destacado político José Ugarte había hecho gestiones para reabrir
el colegio. Ibíd., p. 94-95. Juan de la Torre, Bosquejo histórico de la ciudad de Morelia, Morelia,
Universidad michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1986, pp. 137-138.

54
Habemus Música: el Colegio de San Nicolás

año de manera prematura y por consiguiente, la totalidad de sus estudios.


Así pues, desde el 30 de noviembre de 1863 hasta el 13 de febrero de
1867, la ciudad de Morelia estuvo ocupada por las fuerzas militares leales a
Maximiliano, cosa que impidió todo movimiento educativo Nicolaita, aun
a pesar de que el mismo emperador abogaba por una educación pública y
laica en el país.
Con el triunfo de Benito Juárez y el restablecimiento de la República
en 1867, el Licenciado Justo Mendoza, que fungía como Gobernador
del Estado de Michoacán, mandó se reabriera nuevamente el colegio, no
obstante, debido a que el edificio se encontraba prácticamente en ruinas,
la instalación del plantel se llevó a cabo en las antiguas casas consistoriales,
donde funcionaba el Ayuntamiento moreliano y el Colegio de San
Rafael. Para este efecto, por medio del denominado Inspector General
de Instrucción Pública, se llevó a cabo una convocatoria para formar la
plantilla de maestros. La buena respuesta social permitió la pronta marcha
de la institución, que inició labores con diez materias y 143 alumnos.7
Para este momento, no se contemplaba todavía la inclusión de clases
de música, y pese a que ya existían en la ciudad algunas orquestas y bandas
de música de viento. Estas estaban compuestas por unos pocos músicos
morelianos y otros foráneos, es decir, se importaban músicos ante la falta
de estos en Morelia. Desde finales de la década de 1840 hasta la de 1860,
los grupos musicales, o la mayoría de ellos, se formaban casi siempre de
un mismo grupo de músicos, que por carácter propio del oficio, sólo se
intercambiaban de una orquesta a otra. Algunos de estos provenían de
lugares cercanos como Cuitzeo, o más alejados, como Salvatierra, allá en
Guanajuato.8
Tenemos entonces, que el músico moreliano, o al menos el que
trabajaba en la ciudad, acudía al llamado de la sociedad, no obstante, la
falta de un espacio educativo musical que alcanzara a los jóvenes y cubriera

7
  Raúl Arreola Cortés, Historia del Colegio..., pp. 280-281.
8
  Mariano de Jesús Torres, Diccionario..., tomo I., p. 185. Este asunto lo abordo en mi
libro titulado Los músicos morelianos y sus espacios de actuación, 1880-1911, Morelia, Gobierno
del Estado de Michoacán, 2009.

55
La educación musical en Morelia 1869-1911

las necesidades en el sentido social de la música, era evidente. Hasta 1868,


la música se aprendía, como señalamos en el capítulo anterior, en espacios
cerrados, en escuelas y academias particulares, las cuales impartían el arte
de la música a un puñado de niños y niñas de familias privilegiadas, que
veían en el arte un pasatiempo que no trascendía más allá de los hogares
burgueses. El creciente desarrollo de la ciudad de Morelia, pese a los
problemas nacionales, obligaba la atención del músico hacia su público, éste
sin embargo aparecía a cuentagotas y no cubría la demanda de diversión
que demandaba la sociedad; en este contexto apareció la academia de
música del Colegio de San Nicolás.
En 1867, las materias que se enseñaban en la casa de Hidalgo
aparecían acordes a las necesidades de la época: gramática castellana,
etimología latina, sintaxis, francés, matemáticas, física, derecho natural y
de gentes, público eclesiástico y civil, botánica y dibujo. Luego, en 1868
se abrieron las de química, farmacia, pintura, teneduría de libros, y los
idiomas inglés e italiano, además de instaurarse una Academia de Derecho.
Un año después, en 1869, se creó la cátedra de literatura y alemán, y ese
mismo año apareció la Academia de Música.9 La dirección de ésta última
estuvo a cargo, decía antes, del excelente músico y maestro Luis I. De la
Parra, quien comenzó actividades con las clases de piano, violín, solfeo
—el lenguaje de la música—, flauta, sax horn y bombardones, el curso lo
iniciaron 108 alumnos y al final, sólo 52 terminaron la enseñanza.10
Las clases de música ofrecieron una opción interesante: aprender un
oficio sin descuidar los estudios preparatorios y de carrera. Esto, además
de favorecer una educación más completa, le daba al alumno la posibilidad
de aprender un oficio que pudiera aplicar de manera práctica y obtener,
si se daba el caso, un ingreso económico en favor de una mejor calidad
de vida. Esta fue la intención para incluir el estudio del arte aunque por

  Julián Bonavit, Fragmentos de la historia del Colegio Primitivo y Nacional de San Nicolás de
9

Hidalgo, Morelia, Talleres de la escuela Industrial Militar “Porfirio Díaz”, 1910, p. 159.
Pablo G. Macías, Aula Nobilis, pp.117-119. Raúl Arreola Cortés, Historia del Colegio..., pp.
283-284.
10
  Ángel Gutiérrez, Los estudios musicales..., pp. 30-32.

56
Habemus Música: el Colegio de San Nicolás

desgracia, se provocó un límite al desarrollo del mismo. Y es que a partir


de la idea de incluir clases de música que complementaran los estudios
en el colegio, se determinó también el carácter accesorio de instrucción
musical, a partir de entonces, la música fue un complemento de formación
académica, lo que impidió la profesionalización de la educación musical en
el Colegio de San Nicolás.11
El año de 1869 no sólo fue importante por la creación de la Academia
de Música, sino también por el cambio de edificio, pues provisionalmente
el colegio se instaló en el antiguo ex convento de los Jesuitas, llamado “de
la Compañía”, esto mientras se terminaba la reconstrucción del histórico
recinto, que por entonces estaba en marcha.12
Mientras tanto, a la espera de una Ley de Instrucción Pública
que definiera el rumbo correcto de la educación pública en el estado,
el Ejecutivo se encargó de establecer y/o suprimir las cátedras que se
llevaban en el Colegio de San Nicolás.13 De esta forma, se aprobaron
para la clase de música, varios métodos de estudio para el desarrollo
del instrumento, incluyendo la voz; todos eran autoría de prominentes
músicos europeos.14
Entonces, para el piano se eligió el método compuesto por Auguste
Bertini (1780-1830). Aquél fue un afamado compositor francés cuya
procedencia familiar era de músicos. En su haber, figuran 36 Fantasías,
tres sonatas dedicadas a Haydn. Además, creó en Londres en 1830, el
New Sistem for Learning and Acquiring Extraordinary Facility on all Musical
Instruments, un sistema de enseñanza y práctica de la música para todos
los instrumentos, años después, en 1855, escribiría su famoso método de

11
  Años después las clases de música se abrirían a todo público, es decir, se estableció
que no era necesario estar inscrito de manera regular en el Colegio para asistir a la clase
del Sr. Parra, bastaba con que el joven interesado se presentase para que el profesor le
enseñara los secretos del arte musical. Ibíd., p. 33.
12
  Julián Bonavit, Fragmentos de la historia..., p. 159. El traslado se hizo el 20 de marzo,
y al día siguiente, se llevó a cabo una fiesta donde participaron músicos y cantantes. Raúl
Arreola Cortés, Historia del Colegio..., p. 283.
13
  Amador Coromina, Recopilación de leyes..., tomo XIX, pp. 305-306.
14
  Ángel Gutiérrez, Los estudios musicales..., p. 32.

57
La educación musical en Morelia 1869-1911

piano: Bertini´s Self-teaching Catechism or Music for the Piano Forte.15 Para canto
y solfeo, los estudiantes de San Nicolás estudiarían el sistema de estudio
creado por José Melchor Gomis y Colomber (1791-1836). Este músico y
compositor español, a los siete años figuraba en el coro de la Catedral de
Valencia y a los catorce, era ya asistente de maestro de canto. Entre otras
cosas, fue director de bandas militares en Valencia y Barcelona (1811 y
1817 respectivamente); su Méthode de solfége et de chant, salió a la luz en 1825.16
Para violín quedó determinado el método de Delfinalar, y para el pistón17
el de Bernoy. Para flauta, se eligió el sistema de aprendizaje construido por
el afamado flautista francés Jean-Louis Tulou, quien en 1835 escribió su
Méthode de flúte.18
Para inicios de la década de 1870 se suprimieron algunos instrumentos,
quedando sólo dos: piano y violín, y la clase de solfeo. La razón del recorte
puede estar en la falta de alumnos que aprendieran los instrumentos
suprimidos de la clase de música, o en la falta de tiempo de atención por
parte del profesor Parra. Las dos opciones son posibles, sin embargo,
es más probable que, debido a que en esos años la clase de música se
destinaba de manera exclusiva a los estudiantes regulares del Colegio de
San Nicolás, es posible que estos se inclinaran más por instrumentos de
tradición burguesa como el piano y el violín, dejando de lado aquellos
ligados a la música de banda de viento, de corte, digamos, popular.
A partir de 1876, año en que Porfirio Díaz gobernó el país, el discurso
político fue en torno al orden y progreso, frase de origen positivista que
significó el centro de la política nacional, llevada a la práctica de manera más
significativa a partir del avance de la ciencia basada en la instrucción.19 Los
planteles educativos tuvieron entonces un apoyo especial, en concreto, se

  The new Groves Dictionary of music and Musicians, London, McMillan Publishers
15

Limited, 1980, vol. II, p. 639.


16
  Ibíd., vol. VII, p. 520.
17
  Los instrumentos a pistón, que es un sistema de émbolos que conducen el aire por
los tubos del aparato de aliento, son, para el caso de los que se estudiaban en San Nicolás:
trompeta, sax horn y bombardones —o bombardino—.
18
  The new Groves Dictionary..., vol. XIX, p. 251.
19
  Raúl Arreola Cortés, Historia del Colegio..., pp. 288-289.

58
Habemus Música: el Colegio de San Nicolás

fomentó la enseñanza de los oficios. Sin embargo, el acceso a la educación


estaba más bien restringido para la mayoría de los mexicanos, la razón era
la posición de clase, pues el conjunto eran campesinos y obreros pobres.20
Carreras como Jurisprudencia o Medicina, impartidas en el Colegio de
San Nicolás, que requerían de los alumnos estabilidad económico-familiar,
entre otras cosas, imposibilitaba que jóvenes de clases sociales bajas
incursionaran en tal aventura educativa, lo cual les relegaba de manera
significativa, imponiéndolos en el grupo de alto porcentaje de población
sin estudios académicos.
El 2 de Julio de 1877 se promulgó la Ley de Instrucción Pública
del Estado, que sirvió de sustento legal y marco de organización para el
Colegio de San Nicolás.21 En este sentido, la instrucción preparatoria se
dividió en cinco cursos, en los cuales se debía llevar, en los dos últimos,
el aprendizaje de algún arte u oficio, entre los cuales se encontraba la
música.22 Entre otras cosas, en la citada ley se declaraba la autonomía en
la enseñanza, es decir, la libertad de que los alumnos pudieran asistir a
clases de oficios como la música sin necesidad de estar en la matrícula de
la institución, es decir, con sólo asistir a la escoleta del Sr. Parra, cualquier
persona que acreditara sus dotes musicales, podía aprender el arte de
Euterpe.23
Pese a que el panorama jurídico apuntaba hacía una reorganización
de la enseñanza en el Colegio de San Nicolás, esta ley de Junio de 1877
se derogó un mes después sin saberse con exactitud la razón de esto. Y
no obstante el vacío en cuanto al marco jurídico-educativo, la instrucción
musical se impartió regularmente en el colegio durante toda la década de
1870, siendo la clase del Sr. Parra una de las que más apoyo recibió por
parte de las autoridades educativas, ejemplo de ello es la partida de 600
pesos anuales, recurso que el director de la academia de música recibió a

20
  Ídem.
21
  Julián Bonavit, Fragmentos de la historia..., p. 162.
22
  Se incluía también la imprenta, telegrafía o encuadernación. Capítulo VII, Artículo
33 de la Ley de Instrucción Pública del Estado de Michoacán. Amador Coromina,
Recopilación de Leyes..., tomo XXIV, pp. 84-85.
23
  Ibíd., pp. 77- 78.

59
La educación musical en Morelia 1869-1911

finales de la década de 1860 y principios de 1870.24 Este ingreso es más


alto que el de cualquier otro profesor del colegio, cuyos sueldos fluctuaban
entre los 400 y 450 pesos anuales.25 Sin embargo, cabe decir que el maestro
de música tenía que pagar, de su sueldo, algún ayudante para que lo apoyara
con las clases, esto en función de la cantidad de alumnos. Años después,
se abrió una partida de 200 pesos extra, que habrían de destinarse para un
asistente de violín, libres estos del ingreso que el director de la academia
recibía.
Hasta finales de 1870 la academia de música del Colegio de San
Nicolás, funcionó sin mayores problemas que los ocasionados por algunas
limitantes, como la falta de textos de música suficientes e instrumentos,
no obstante, la apertura de esta opción educativa fue aceptada por los
estudiantes del colegio, quienes asistieron siempre en número significativo
a las clases del Sr. Parra.

¡Que suene la música Don Porfirio!

Porfirio Díaz gobernó por tres décadas entre 1876 y 1911,26 y durante
ese tiempo, el país experimentó una serie de transformaciones políticas,
económicas y sociales, que hicieron que en el extranjero se hablara del
milagro mexicano. Esto se debió a la recuperación económica que se
observó en el periodo, al desarrollo de la industria —México se convirtió
en el principal productor de cobre en mundo—, y a otros aspectos
determinantes del progreso nacional que permitían señalar que el país
ingresaba al grupo de países considerados modernos. Para entonces, la
modernidad se medía por avance industrial, por la ampliación de medios de
comunicación, por ejemplo, en torno al tendido de vías férreas, de telégrafo

  Ibíd., tomo XIX, pp. 305-306.


24

  Raúl Arreola Cortés, Historia del Colegio..., p. 284.


25

26
  Entre 1880 y 1884 fue presidente de México Manuel González, quien había sido
gobernador de Michoacán. Se sabe que en realidad, quien mandaba era precisamente,
Porfirio Díaz, quien en 1884 tomó de nuevo el poder, para no dejarlo hasta que la
revolución le obligó a ello; se exilió en Paris en 1911, y allá murió en 1915.

60
Habemus Música: el Colegio de San Nicolás

y teléfono, la luz eléctrica, por la instalación de bancos internacionales y el


desarrollo de la banca local, y hasta por la llegada de elementos novedosos,
como el cinematógrafo, que formaban parte de los adelantos tecnológicos
de Occidente. Todo esto fue común en la época de don Porfirio, cosa
que pudo verse principalmente en las capitales de los estados o ciudades
importantes del país, como Morelia, donde la modernidad podía palparse in
situ.
En el proceso, la educación fue un elemento indispensable para el
desarrollo del país, lo cual explica el enorme apoyo a proyectos como el que
se dio con la Academia de Música del Colegio de San Nicolás y en general,
con los estudios de aquella histórica institución.
Desde su creación en 1869, los estudios musicales en la casa de
Hidalgo se habían dado con regularidad y ya en el porfiriato, era evidente
el desarrollo del área tomando en cuenta por ejemplo, la participación
social de los jóvenes músicos de la academia, en los eventos culturales de
la ciudad. Es por esto que en los reglamentos y leyes normativas estatales
donde se incluía a San Nicolás, desde entonces se hizo mención a la clase
de música y el arreglo a sus necesidades.
En 1880 apareció el Reglamento del Colegio de San Nicolás. En la
norma, quedó establecido que la música debía enseñarse en horarios
“extraordinarios”, que no interviniesen con las otras actividades de los
alumnos inscritos de manera regular, con objeto esto, de que pudiesen
terminar sus estudios teniendo la música un carácter de complemento
como ya se ha señalado. Se reafirmó además, la facilidad de ingreso a la
Academia de Música pues no había requisitos especiales, estableciéndose
incluso, el hecho de que los estudiantes no estaban obligados a aprobar el
curso. Evidentemente, Esto atraía a los alumnos y fomentaba el desarrollo
del arte de Euterpe, y se hacía cumplir el propósito de que el arte musical
hiciera migas entre los jovenes, con objeto de que estos aprehendieran los
conocimientos musicales, cuyo uso sería un complemento ideal para los
alumnos de la casa de Hidalgo.
Mientras esto sucedía con las clases de música, la nombrada Junta
de Superiores del colegio, se había reunido desde 1880 con objeto de crear
un nuevo Plan de Estudios, muy necesario, según afirma Pablo Macías,

61
La educación musical en Morelia 1869-1911

para adecuar la instrucción al contexto del momento.27 El proyecto fue


presentado al gobernador, y éste, a su vez, al poder Legislativo del estado;
el resultado fue una ley de educación promulgada en diciembre de 1881.
De lo más importante en cuanto a lo que me ocupa: la música, se quiso
frenar la deserción escolar, que era muy alta entonces, por lo que se optó
por crear estudios especiales, que más que carreras, eran cursos prácticos
que prepararían al estudiante para el trabajo a corto plazo. Dentro de este
plan estaba la academia de música, además de otras opciones, entre las que
se encontraban: teneduría de libros y correspondencia, lecciones orales,
derecho mercantil y geografía descriptiva.28 Al interior de la academia de
música se creó además, junto con la cátedra de solfeo, una clase de canto
superior que ampliaba el alcance de las clases de música,29 y a partir de
1881, el acceso a la academia se amplió a jóvenes ajenos al colegio, es decir,
no inscritos de manera regular.
Hasta aquí, la academia de música no sólo se conservaba dentro del
organigrama de la casa de Hidalgo, sino que sus estudios se ampliaron
en sentido social, logrando que la instrucción musical estuviera a
alcance de jóvenes de baja condición económica, es decir, entre otros,
hijos de artesanos, campesinos u obreros.30 Sin embargo, es importante
afirmar que, pese a la idea de hacer llegar el arte musical a sectores,
digamos, marginados de la sociedad moreliana, lo cierto es que aparecen
mayormente en las listas de exámenes durante la década de 1880,31
alumnos que estudiaban otra carrera al interior del colegio, por lo que
es probable que las clases de música no eran del todo aprovechadas por

  Pablo G. Macías, Aula Nobilis…, p. 119.


27

  Raúl Arreola Cortés, Historia del Colegio..., pp. 289-290.


28

29
  Memoria de Gobierno de 1884, anexos, número 5, Morelia, Imprenta del Gobierno,
1884. Además, esta cátedra de solfeo, cuyo estudio siempre había estado junto con la de
piano, se separó en enero de 1882 para establecerse de manera independiente. Julián
Bonavit, Fragmentos de la historia..., p. 170.
30
  Ibíd., p. 165.
31
  Ver al respecto: Archivo Histórico de la Universidad Michoacana (en adelante
AHUM), fondo gobierno, sección instrucción pública, serie Colegio de San Nicolás,
subserie Academia de Música, libro 18, fs. 4-25.

62
Habemus Música: el Colegio de San Nicolás

jóvenes de escasos recursos. No obstante, hay que tomar en cuenta de


que, por reglamento, al menos desde 1881, en la academia de música
no era obligatorio hacer examen, por lo que es posible que sí hayan
asistido a recibir instrucción alumnos no inscritos de forma regular, que
al final de año, no fueron examinados, y por tanto, no quedó un registro
de ellos. En concreto, las clases de música se estructuraron a partir de
la década de 1880 como complemento para dos tipos de alumnos: los
inscritos de manera regular y los externos, es decir, aquellos no inscritos
en alguna carrera. Estos últimos pudieron ser jóvenes de baja condición
social, aunque su paso por el plantel esté oculto o desaparecido en algún
registro, lo interesante del caso es que pese a la intención de cubrir al
mayor número de michoacanos, lo cierto es que las clases de música
fueron aprovechadas principalmente por alumnos inscritos de manera
regular.
La restauración del antiguo edificio del Colegio de San Nicolás llegó
a término el 21 de mayo de 1882 y fue excelente pretexto para llevar
a cabo, como se acostumbraba en aquella época, un evento cultural-
artístico, donde participaron por supuesto, varios alumnos de la clase del
Sr. Parra.32
La velada musical estuvo presidida por el gobernador de
Michoacán, Pudenciano Dorantes; su presencia en el evento era señal
de la importancia que para el Estado, era la educación y el logro
que en consecuencia, significaba reinaugurar la casa de estudios más
importante de la entidad. El programa general se llevó a cabo en
tres partes, contándose como era ya costumbre, piezas selectas de la
tradición musical de Occidente.
En la primera, una orquesta dirigida por Luis de la Parra, ejecutó
la obertura Semiramis; luego, una señorita de nombre Luisa Mesa cantó la
fantasía Aurora; enseguida, el gobernador dictó el discurso oficial alusivo
al momento y, luego de la respuesta al mismo, se ejecutó con gallardía

32
  Ibíd., p. 292. En 1882 se terminó el primer patio del edificio del colegio, la
construcción del segundo se terminó en Septiembre de 1883. Julián Bonavit, Fragmentos
para la historia..., pp. 170-171.

63
La educación musical en Morelia 1869-1911

el Himno Nacional Mexicano, que para entonces era la pieza obligada en


todo evento oficial.33 Otra dama, Pilar Briz, cantó el fragmento de la ópera
Mariano Failero; y a continuación, el alumno José Carranza ejecutó al piano,
las variaciones de la ópera Belisario; y finalmente, Francisca Bernal cantó la
Aria Ah por lui I´anima.
La segunda parte de la velada comenzó con la Obertura de Campanone,
tocada por el alumno Antonio Verduzco y María Ojeda; en seguida, al
violín, el Lic. Felipe Rivera, ex alumno de San Nicolás, acompañado al
piano por el alumno José Gómez, interpretó la fantasía D´Aland. Siguió
la cavatina Viene f´ af afrenta de la ópera Macbeth, que fue cantada por
Luisa Monge acompañada por dos pianos; luego una oda, recitada por el
alumno de Jurisprudencia, Agustín Martínez; y en seguida se ejecutó un
vals para concierto obra de Tito Mallet, ejecutado por María Gutiérrez; a
continuación se escuchó una poesía interpretada por el polígrafo Mariano
de Jesús Torres; y para finalizar la segunda parte del evento, un paso
brillante sobre motivos del Trovador, ejecutados por los alumnos Manuel
Guerrero y José Gómez.
La tercera y última parte se compuso de cuatro intervenciones. La
primera fue la cavatina Come por me sereno de la Sonámbula, cantada por
Luisa Monge; luego, una parte de la ópera I Masda nieri Tu el mio Carlo del
Seno Volasti, cantado por la señorita Ortiz de Bernal; a continuación, el
Éxtasis y el Beso, cantados, el primero por la señorita Monge, y el segundo
nuevamente por la señorita Ortiz de Bernal; y para finalizar el magno
evento, la orquesta dirigida por el Sr. Parra ejecutó el Himno Nacional
Mexicano dando por terminada la velada que inauguraba el tradicional
edificio del Colegio de San Nicolás.34

  No siempre fue así. Cuando fue inaugurado y tenido como pieza oficial en época
33

de Antonio López de Santa Anna, el Himno Nacional Mexicano no fue aceptado por el
grueso de la sociedad mexicana según ha descubierto Ricardo Miranda, siendo la Marcha
Zaragoza, que Aniceto Ortega compuso en honor al triunfo del Ejército Mexicano en
1862 sobre las tropas francesas, la que se tomaba como canción de la patria. Pero la letra
de Bocanegra con la música de Nunó se impuso finalmente. Ricardo Miranda, “Identidad
y cultura musical…”, pp. 23-24.
34
  Julián Bonavit, Fragmentos para la historia..., pp. 170-171.

64
Habemus Música: el Colegio de San Nicolás

La participación en el evento de algunos alumnos que asistían a la


academia de música del colegio no fue de hecho, fortuita ni casual. La
intención fue hacer patente el apoyo del Estado en la educación pública,
particularmente en lo relacionado con el arte de la música. El evento es
muestra además, de que se seguía en San Nicolás, la tendencia general en
México, de favorecer el desarrollo de la música de concierto occidental,
pues fue norma durante el siglo XIX el fundar artísticamente la sociedad
mexicana, tomando como ejemplo el romanticismo musical europeo,
especialmente la ópera y un grupo en particular de compositores, que
representaban, a decir de los impulsores de tal cosa en el país, lo mejor de
la música de Europa.35
La música además, era desde entonces, una actividad sumamente
atrayente, y para un estudiante con aspiraciones de clase, significaba un
escaparate fundamental. Precisamente, las calificaciones obtenidas en la
clase de música de Lic. Parra permiten comprobar esto en cierta medida.
De entrada decir que, en lo general, las notas obtenidas por los alumnos
fueron casi siempre superiores al de otras carreras impartidas en el colegio.
En este sentido, en los tres primeros años de la década de 1880 las
notas son de buenas a modestas, con la característica de que no hay registro de
la cátedra de violín porque no había maestro de este instrumento en esos
momentos, ya que el Sr. Parra, si bien era un muy buen maestro de música
y sumamente experimentado, o no ejecutaba el violín o simplemente
no enseñaba tal instrumento. En 1880, la clase de piano contó con 15
alumnos quienes lograron notas de regulares a buenas, y sólo dos de
ellos se distinguieron con calificaciones inferiores, la mayoría pasó con
cierta regularidad sin alcanzar la excelencia.36 En años posteriores, casi
desaparecerán las calificaciones ínfimas, repuntando, en general, los niveles
de los alumnos que en ocasiones obtuvieron premios más importantes, en
comparación de otras carreras.
El año 1881 fue mayormente prolífico en cuanto a asistencia se refiere.
Hicieron examen en aquella oportunidad 21 jóvenes en la cátedra de piano,

  Cfr. Ricardo Miranda, “Identidad y cultura musical…”.


35

  Ídem.
36

65
La educación musical en Morelia 1869-1911

de los cuales, la gran mayoría obtuvo calificaciones supremas, y seis de


ellos lograron mención honorífica; en solfeo, en el mismo año, 17 alumnos
presentaron examen obteniendo calificaciones regulares y buenas sin llegar
ninguno a la suprema ni a la mención honorífica37. Un año después, sólo
8 alumnos en piano y 10 en solfeo fueron examinados, y aunque pocos,
sus calificaciones aparecen de buenas a supremas, obteniendo sólo dos
de ellos, de la cátedra de solfeo, la calificación regular.38 Los alumnos más
destacados, de 1880 a 1882, fueron, por mucho, José Gómez, Miguel Mesa
Ochoa, y Daniel, Carlos y Manuel Guerrero.
El motivo de mencionar las calificaciones, es dar una idea del desarrollo
de la academia en cuanto al desempeño intelectual de los alumnos. Puede
verse entonces, cómo en los primero años de existencia de la clase de
música, los registros de calificaciones son malos a regulares, y con el paso
del tiempo, aparecen las notas de excelencia, y como he dado prueba
en mi libro Los músicos morelianos y sus espacios de actuación, publicado en el
2009,39 varios de los alumnos mencionados, fueron actuantes comunes
en los eventos importantes de la ciudad de Morelia, comprobando que el
aprendizaje del arte de Euterpe se hacía con calidad en San Nicolás.
En 1883, con objeto de incentivar aún más la actividad musical, el
profesor Parra presentó un proyecto donde proponía varias cosas. Una
de ellas era la creación de un cuarteto de cuerdas compuesto por violín,
viola, violonchelo y contrabajo; el plan además, contemplaba un curso
de armonía, composición, instrumentación y discurso melódico, y para
la clase se solfeo, se sugería incluir un profesor que diera a la vez clase
de canto superior. Pese a la importancia de la propuesta, el gobierno de
Pudenciano Dorantes, mediante un decreto, fechado el 24 de diciembre de
aquél año, estableció sólo la cátedra de solfeo con la única novedad de que
un profesor adjunto daría la clase de canto superior.40

  Ibíd., f. 2.
37

  Ibíd., f. 3.
38

39
  Alejandro Mercado Villalobos, Los músicos morelianos y sus espacios de actuación, 1880-
1911, México, Gobierno del Estado de Michoacán, Secretaría de Cultura, 2009.
40
  Ángel Gutiérrez, Los estudios musicales…, p. 34.

66
Habemus Música: el Colegio de San Nicolás

Es posible que con éste proyecto, el señor Parra pretendiera no


sólo el aumento de asignaturas, lo cuál sería de por sí importante en esos
momentos, sino el desarrollo de la academia de música hacía su virtual
elevación como carrera, lo cual resulta lógico con base en el desarrollo
que la academia iba teniendo, en tanto a la asistencia regular de alumnos, la
apertura de las clases de música a jóvenes ajenos a la matrícula regular del
colegio, la participación cada vez más constante en programas culturales,
de jóvenes músicos provenientes de San Nicolás. No obstante, las clases de
música continuaron como hasta ese momento, como un complemento, a
los estudios de los alumnos regulares, y una opción para jóvenes externos,
que quisieran aprender la música.
No obstante el revés en el proyecto académico del Sr. Parra, la
academia siguió ofreciendo resultados, se dice en este sentido, que de
ella salieron jóvenes muy aventajados que figuraron dentro de las listas
de ejecutantes, compositores y directores de orquesta de los principales
grupos de la entidad.41 Sin embargo, hizo falta el apoyo al proyecto del
Sr. Parra, sobre todo para que la instrucción musical ascendiera de nivel
académico en beneficio de los grupos musicales que actuaban en la ciudad
de Morelia, quizá siguiendo el ejemplo de lo que sucedía en la capital del
país, con el funcionamiento del Conservatorio Nacional de Música.
Lo que es importante destacar en el proceso de desarrollo de la
academia, fue la compra material para la clase de música, que incluía
la compra periódica de composiciones musicales para la práctica artística,
en especial, se adquirían piezas para piano, libros de teoría musical o
algunos otros materiales relacionados.42 En junio de 1884, por ejemplo,
se recibieron varios ejemplares del opúsculo Principios elementales de música,
y obras como Romeo y Julieta, la obertura Guillermo Tell, la ópera Carmen, de
Bizet, entre otras, así como diversas piezas bailables incluso, entre estas
algunas polkas, schottisch y mazurcas.43 Los títulos, autores y géneros

41
  Mariano de Jesús Torres, Diccionario…, p. 25.
42
  Julián Bonavit, Fragmentos para la historia…, pp.172-173.
43
  Memoria de gobierno de 1885, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexos, número
15, 1885.

67
La educación musical en Morelia 1869-1911

ejemplifican el tipo de música cultivada en el México decimonónico, y las


preferencias, decía antes, por la música europea, destacando por mucho,
autores como Rossini y Bizet, entre otros, que se hicieron famosos por
la composición de óperas, que fue por mucho, el género preferido de los
mexicanos del siglo XIX.44
Hasta aquí, la clase de música de la casa de Hidalgo se distinguió
por proveer a sus alumnos la capacidad técnica e interpretativa necesaria,
lo que les permitió la ejecución de música de todo tipo, desde piezas
sencillas como una polka, hasta obras de difícil ejecución, desde oberturas
hasta una ópera o una fantasía. Con esto, se comprueba que la línea de
enseñanza de aquella academia, aunque al parecer simple y de carácter
accesoria, pretendía la enseñanza musical de una manera correcta, que
alcanzara para la difícil ejecución de la música europea, abogando a que sus
alumnos, algunos de ellos de probable ascendencia humilde —hablando
en el sentido social—, aprendieran el arte de Euterpe sin las limitantes
de una enseñanza superficial, es decir, aquella que no va más allá del
conocimiento musical, empírico, lo que en el argot musical se denomina
lírico, esto es, sin nociones técnicas de música, ni conocimiento profundo
o de cierta profundidad en solfeo, armonía, composición o dirección
musical.
En el plan general del gobierno porfirista se incluía hacer partícipe a
la sociedad mexicana en el desarrollo del país, para esto, la educación era
básica, por tanto, se abrieron oficios artesanales en escuelas públicas, en el
Colegio de San Nicolás por su parte, dos fueron las posibilidades en este
sentido.
La primera fue abrir clases prácticas, sin el carácter de carrera, sobre
alguna actividad propia del contexto local, que sirviera como preparación
para el trabajo a corto plazo; dentro de estas opciones estaban, como ya
hemos visto, la música; y entre otras: dibujo, pintura y teneduría de libros,
aunque esta última fue luego incluida como materia obligatoria para algunas

  Véase al respecto: Aurea Maya, “La herencia cultural de la ópera mexicana del siglo
44

XIX”, en: Ricardo Miranda y Aurelio Tello (coordinadores), La música en los siglos XIX y
XX…, pp. 81-111.

68
Habemus Música: el Colegio de San Nicolás

carreras. Además, como ya se ha señalado, para facilitar el acceso a estas


clases, se eliminaron los requisitos de ingreso, que permitía, al menos en
el papel, el que jóvenes de escasos recursos económicos tuvieran acceso a
la educación;45 incluso se dio oportunidad a jóvenes del interior del estado
para que se instruyeran en las aulas del colegio.
Aquí se desprende la segunda opción de acceso al colegio, que era el
apoyo económico mediante una pensión a jóvenes sin medios económicos
suficientes para asistir a una escuela, aunque esta fuera pública. En el caso
de los municipios, el apoyo dependía de lo holgado de sus recursos, ya
que era del propio erario municipal que salía la pensión. De esta manera,
algunos alumnos se vieron favorecidos y tuvieron la oportunidad de
acceder a la educación formal de carácter superior. En este sentido, es
menester señalar que no sólo en el colegio se dio esto de las pensiones,
también en otras instituciones de enseñanza que abrió el gobierno se
dieron, o se promovieron apoyos de este tipo, tal es el caso de la Academia
de Niñas o de la Escuela de Artes y Oficios.
En general, las pensiones se otorgaban siguiendo reglas específicas,
contenidas en un reglamento dictado por supuesto por el gobierno. A este
respecto, se mandó escoger a un alumno o alumna por cada distrito del
estado, los cuales debían cubrir algunos requisitos, entre los que destacan:
edad de 9 a 14 años, obligadamente de familia de escasos recursos, con
conocimientos de instrucción primaria, mostrada aptitud, capacidad y
buena salud.46 Con estos requerimientos, la intención era clara: favorecer
al más alejado de la educación superior por un lado, y aumentar las
probabilidades de que el alumno concluyera sus estudios. En realidad,
fueron muy pocos los que tuvieron el beneficio de la educación con esto
de las pensiones, en función de la cantidad de jóvenes en edad escolar que

45
  Ídem. Memoria de gobierno de1889, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexos,
número 16, 1889. Esto no fue así en realidad, ya que fueron generalmente los jóvenes
de clase media los que se beneficiaron con la educación práctica, y aunque la posibilidad
estaba abierta, y la intención del gobierno era favorecer a las clases sociales bajas, lo cierto
es que, en casos como la música, pocos fueron los jóvenes de escasos recursos los que
asistieron a recibir instrucción.
46
  Amador Coromina, Recopilación de leyes..., tomo XXXII, pp. 290-292.

69
La educación musical en Morelia 1869-1911

había en el estado, pero sin duda el proyecto pretendía dar una oportunidad
de superación al menos a algunos michoacanos, en función del alcance del
erario estatal.
En el Colegio de San Nicolás en especial, se daban las pensiones a
alumnos que las merecían por su desempeño escolar, mediante las cuales
estos podían emigrar a hacer estudios en otras instituciones del país. En
estos apoyos, a diferencia de los otorgados directamente por el gobierno,
sí se incluyeron a alumnos de música y de otras carreras accesorias,
ejemplo de esto es la joven María Villarreal, a la que se otorgaron 182
pesos 50 centavos anuales, recurso que le permitió hacer estudios en el
Conservatorio de Música en la ciudad de México; otro ejemplo, aunque
no en el área de música, lo tenemos con Espiridión Domínguez, quien
recibió a principios de 1890, 300 pesos anuales para estudios en la Escuela
de Bellas Artes de la capital del país.47
Además de ellos, en los registros de pensiones que hemos consultado,
se mencionan en la última década del siglo XIX y principios del XX,
apoyos económicos a por lo menos treinta alumnos, entre los cuales se
incluyen los citados María y Espiridión y a otros, de los que no se hace
mención más que sólo en número, tal es el caso de “...cuatro alumnos que
hacen sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes, Escuela Normal
de Profesores, Conservatorio Nacional de Música y Escuela Nacional de
Agricultura”, esto con fecha del año de 1900.48
Si bien, es cierto que las clases de música eran accesorias y
complementarias, y se daban en horarios extraordinarios para que no

  Raúl Arreola Cortés, Historia de Colegio…, p. 304.


47

  De estos cuatro, suponemos que dos son los ya mencionados María y Espiridión
48

ya que los registros varían año en año en cuanto al formato, es decir, mientras en algunos
casos se mencionan los nombres de los pensionados, en otros sólo se señala el número de
ellos. Espiridión Domínguez por ejemplo, aparecen registros de él desde 1893 hasta 1899.
Mientras tanto, de María Villarreal, el registro comienza también en 1893 y de extiende
hasta 1898, también en cuanto a su nombre, porque el dato de los cuatro alumnos, donde
suponemos que está incluida María, es del año de 1900. Amador Coromina, Recopilación de
Leyes..., tomo XXXII, pp. 122 y 264-265; tomo XXXIV, pp. 186 y 346-347; tomo XXXV,
pp. 48 y 228-229; tomo XXXVI, pp. 124-124 y 145; tomo XXXVII, pp. 80 y 329.

70
Habemus Música: el Colegio de San Nicolás

afectaran a los alumnos que cursaban carreras y la música al mismo


tiempo, estos ejemplos demuestran que el arte de la música atraía tanto
a los estudiantes que estos tomaban muy en serio la escoleta musical, lo
suficiente como para lograr la excelencia, misma que muchas veces se vio
reflejada en las fiestas morelianas, en las que participó el músico egresado
de la casa donde se instruyó Hidalgo. Por cierto, se menciona que por
allá, en ésta época, el Colegio de San Nicolás contaba con una buena
orquesta, compuesta por alumnos que asistían a la academia de música de
la institución.49 No obstante, son pocas las noticias de dicho grupo que
aparecen en la prensa de la época, quizá por la falta de actividad musical
de la misma o por una efímera vida.
Mientras tanto, la cátedra de violín, que había estado desde 1880 a
1883, sin maestro ni alumnos, vio, en este año de 1883, la reincorporación
de un profesor. Este año fue bueno, no sólo de violín, sino de toda la
academia de música y aunque pocos, 21 alumnos en piano, 12 en solfeo
y solamente 7 en violín, presentaron un aprovechamiento notable y las
calificaciones fueron más que aceptables, lo que denota el avance cualitativo
de aquella área artística del colegio.50
Para los años de 1884 a 1886, las calificaciones fueron en general
buenas, estando la matrícula de alumnos de 10 a los 18 jóvenes por
clase. El primero de estos tres años presenta muy buenas calificaciones,
por ejemplo, de los once alumnos que cursaron piano, ninguno
obtuvo la calificación más baja, es decir, la “ínfima”, aunque sólo uno
pudo conseguir mención honorífica. Igual sucedió en las cátedras
de “música”51 y violín, ya que ningún alumno bajó de calificación

49
  Xavier Tavera Alfaro, Morelia. La vida cotidiana durante el porfiriato. Alegrías y sinsabores,
Morelia, Morevallado editores, 2002, p. 76.
50
  AHUM, fondo gobierno, sección instrucción pública, serie Colegio de San Nicolás,
subserie Academia de Música, libro 18, fs. 4 y 5. Memoria de gobierno de 1884, Morelia,
Imprenta del Gobierno, anexo, número 5, 1884. En esta memoria, el número de alumnos
no coincide con los registros de calificaciones habidos en el AHUM, esto se repite en los
siguientes años, en los cuales, la diferencia de alumnos es común.
51
  Esta designación de “música” aparece en los registros de esta manera, suponemos
que es la clase de solfeo a la que se refiere.

71
La educación musical en Morelia 1869-1911

“buena”; de estos dos grupos, siete obtuvieron la mayor mención, la


honorífica.52
1885 fue un año considerablemente bueno, entre otras cosas, debido
a lo excelente de las notas, por lo que puede decirse que fueron las
mejores en la corta historia de la academia; superaron incluso, las del
año siguiente. Fueron 15 los alumnos que asistieron a la clase de solfeo
en el año referido, 11 en violín y 9 en piano. De estos, la clase de piano
resultó ser magnifica, las calificaciones fueron excelentes, seis alumnos
con nivel de “suprema”, cuatro de estos con mención honorífica y sólo
tres en escala de “muy bien”. Sin embargo, las clases de solfeo y violín
no fueron la excepción, por lo que las notas obtenidas fueron excelentes.
En ambas cátedras, la mínima calificación fue “buena” y, aunque sólo un
alumno obtuvo mención honorífica en las dos, ese año fue el mejor, en
este sentido, hasta ahora.53
Seis alumnos en piano, nueve en solfeo y sólo tres en violín es el
registro de calificaciones del año de 1886. Un año raquítico en cantidad
de alumnos examinados, y modesto en relación a sus calificaciones, pese
a esto, no hay una sola calificación “ínfima”, todas van de “regular”
a “suprema” y una sola mención honorífica que enmarca este año
escolar.54
Mientras tanto, los últimos años de la década de 1880 presentaron
un panorama de alumnos examinados en cantidad modesta. La cátedra de
violín fue la que menos alumnos tuvo; sólo alcanzó en promedio los cuatro
estudiantes por año, ocho de 1887 a 1889. Mientras tanto, las cátedras de
piano y solfeo fueron las más concurridas, y entre estas, la segunda obtuvo el
mayor número de estudiantes que presentaron examen sin llegar tampoco
a sobrepasar los catorce alumnos. En cuanto a calificaciones, estas fueron

  AHUM, fondo gobierno, sección instrucción pública, serie Colegio de San Nicolás,
52

subserie Academia de Música, fs. 7, 8 y 9. Memoria de gobierno de 1885, Morelia,


Imprenta del Gobierno, anexo, número 12, 1885.
53
  Memoria de gobierno de 1886, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexo, número
23, 1886. AHUM, fondo gobierno, sección instrucción pública, serie Colegio de San
Nicolás, subserie Academia de Música, f. 10.
54
  Ibíd., f. 11.

72
Habemus Música: el Colegio de San Nicolás

de “buena” a “suprema”, resultando catorce menciones honoríficas en


tres años, en los que solamente un alumno obtuvo la calificación “regular”
y dos “más que regular”. De ahí en adelante, la “suprema” se impuso
logrando que la cartilla de calificaciones fuera la carta de presentación de
la academia, justificando los recursos a ella destinados.
A partir de la década de 1880, la Academia de Música experimentó
un desarrollo más importante que en la década de 1870. Este avance se
hace evidente sobre todo por las noticias periodísticas de la época, que dan
cuenta de la participación de alumnos nicolaitas en eventos públicos. En
1883 por ejemplo, en la entrega de premios a los alumnos destacados del
Colegio de San Nicolás, en la parte artística se distingue la participación
de una orquesta dirigida por Luis de la Parra, en la cual figuran algunos
alumnos de la clase de música del colegio. Entre ellos, Rómulo Valenzuela,
Rafael Zamora, Alberto Silva, Ramón Santoyo, José Monge, Luis Acha,
Carlos Guerrero, Bernabé Carrillo, Benjamín Ojeda, José maría Rodríguez
y Jesús Zamora, entre otros. Estos alumnos lucieron sus adelantos
musicales en esa ocasión ejecutando piezas de dificultad considerable,
como la fantasía a ocho manos (dos pianos), sobre el tema de las óperas
Ernani y Lombardi, entre otras.55
Lo anterior fue común durante toda la década de 1880 y prácticamente
el resto del periodo porfirista, ya que los alumnos de la clase de música
destacaron siempre que hubo ocasión, como la entrega de premios de
escuelas oficiales o ceremonias cívicas, entre otras. Mientras tanto, como
muestra de su inmersión al plano laboral, los jóvenes estudiantes de música
del Colegio de San Nicolás también aparecen en eventos no oficiales,
como audiciones y conciertos. Ejemplo de esto es el concierto que se
llevó a cabo en el Teatro Ocampo —el más antiguo de la ciudad—56 en

55
  Periódico Oficial, Morelia, 7 de noviembre de 1883, p. 2.
56
  El Ocampo se construyó en 1828 con el nombre de Coliseo. Fue el espacio
preferido de los morelianos para las expresiones artísticas durante el porfiriato. Sobre su
historia, véase a: Raúl Arreola Cortés, Breve Historia del teatro Ocampo, Colección Nuestras
Raíces número 8, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Instituto
de Investigaciones Históricas, Instituto Michoacano de Cultura, Morevallado Editores,
2001.

73
La educación musical en Morelia 1869-1911

noviembre de 1885, en honor de la banda de música del 8º Regimiento. En


este evento destacaron los nicolaitas José Gómez, Benigno Gómez y José
Monge, al lado de músicos de renombre como Ramón Martínez Avilés y
Encarnación Payén.57 Esto nos permite afirmar la correspondencia entre
la enseñanza en el aula y la práctica, en el aspecto de la actividad musical
como tal.
En 1890, el número de alumnos examinados fue modesto, diez en
solfeo, nueve en piano y seis en violín. Los alumnos con mejores notas
de estos últimos años de 1880 fueron Felipe Martínez, Antonio Arias,
Carlos Murguía, Roque Macouzet y Donato Ponce de León, todos con
calificación suprema y mención honorífica.58 Es interesante observar la
forma en que un grupo de estudiantes destacaron en sus clases y luego,
figuraron en eventos importantes de la ciudad, lo que es muestra además,
de la dinámica social del momento, que aducía la (re) construcción social
en un periodo de consolidación de identidades, y la música fue una y muy
importante herramienta de reafirmación de vínculos entre los miembros
de la sociedad moreliana, lo cual no es, sin embargo, exclusivo de aquellos,
ya que el proceso fue similar sin duda, en el resto del país, lo que puede
verse principalmente, en ciudades capital o en urbes comerciales de
regiones importantes.59

  Gaceta oficial, Morelia, 29 de noviembre de 1885, p. 1.


57

  Calificaciones y registro de alumnos para 1887: AHUM, fondo gobierno, sección


58

instrucción pública, serie Colegio de San Nicolás, subserie Academia de Música, libro 18,
f. 12. Memoria de gobierno de 1887, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexo, número 29,
1887. Calificaciones y registro de alumnos para 1888: AHUM, fondo gobierno, sección
instrucción pública, serie Colegio de San Nicolás, subserie Academia de Música, libro 18,
f. 13. Calificaciones y registro de alumnos para 1889: AHUM, fondo gobierno, sección
instrucción pública, serie Colegio de San Nicolás, subserie Academia de Música, libro 18,
fs. 14, 15 y 16. Memoria de gobierno de 1890, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexos,
número 10, 1890. Registro de alumnos para 1890: Ibíd., anexos, número 11.
59
  El panorama mexicano al respecto no es diferente del resto de Latinoamérica.
Diversos estudios sobre la cultura musical dan prueba de ello. Véase como ejemplo a:
Consuelo Carredano y Eli Victoria, Eli (editoras), Historia de la música en Hispanoamérica en
el siglo XIX, México, Fondo de Cultura Económica, número 6, 2006.

74
Habemus Música: el Colegio de San Nicolás

Tabla I.
Asistencia de alumnos a la clase de música del Colegio de San Nicolás

Año Materia Alumnos Alumnos


inscritos examinados
1880 Piano 15
1880 Solfeo 9
1881 Piano 21
1881 Solfeo 17
1882 Piano 10
1882 Solfeo 8
1883 “música” 15
1883 Piano 21 21
1883 Solfeo 11
1883 Violín 7
1884 Piano 13 11
1884 Solfeo 18 18
1884 Violín 19 10
1885 Piano 23 10
1885 Solfeo 25 15
1885 Violín 11 11
1886 Piano 19
1886 Solfeo 25
1886 Violín 16
1887 Piano 6
1887 Solfeo 11
1887 Violín 3
1888 Piano 9 8
1888 Solfeo 14 14
1888 Violín 5 4
1889 Piano 9 7
1889 Solfeo 10 18
1889 Violín 6 4

75
La educación musical en Morelia 1869-1911

1890 Piano 12 8
1890 Solfeo 25 10
1890 Violín 4
Nota: la lista de anterior incluye cantidades de alumnos que corresponden
a los años de 1880 a 1890. Recordemos, para entender la tabla, que la clase
de música era una materia accesoria, por lo que los asistentes a ella no
hacían examen más que por iniciativa propia. Las casillas vacías se deben
a la falta de datos en las fuentes.
Fuentes: Memorias de Gobierno de 1883 a 1904; AHUM, fondo
gobierno, sección instrucción pública, serie Colegio de San Nicolás,
subserie Academia de Música, libro 18.

Hasta aquí, lo que resulta del examen de las calificaciones nos remite a
mirar el caso particular de la clase de solfeo, la cual fue la que más alumnos
contaba año con año. Esto se explica por el hecho de que el solfeo es
la materia fundamental de la música: su lenguaje, por tanto, es posible
que algunos alumnos asistieran a la clase de música del colegio sólo para
aprender a leer las partituras, las notas musicales, lo que puede ser el caso
de músicos de banda de viento en particular. En este sentido, es posible que
durante el periodo se haya dado la enseñanza de instrumentos inherentes a
un grupo musical de alientos en espacios familiares, en escoleta patriarcal
y, por tanto, queda abierta la posibilidad de que algunos jóvenes de escasos
recursos asistieran a San Nicolás para recibir la enseñanza del solfeo, con
objeto de aplicar estos conocimientos en la práctica, con algún instrumento
de aliento, por desgracia, la falta de registros imposibilita ser más objetivos
en este sentido, no obstante, está asentado en documentos oficiales,
aunque de manera general, la asistencia de alumnos no sólo inscritos de
forma regular al colegio, sino también de “...artesanos y alumnos de las
escuelas municipales”.60
Mientras tanto, aunque la dirección de la academia, como ya hemos
señalado, estuvo dirigida por el maestro Luis I. de la Parra desde 1869 y hasta
su muerte en 1892, no fue de hecho, el único encargado de la preparación

  Memoria de Gobierno, 1887, anexo, número 29, p. 219.


60

76
Habemus Música: el Colegio de San Nicolás

de los alumnos que a ella asistieron, hubo otros profesores que influyeron
para que los alumnos de dicha institución aprendieran los secretos del arte
musical. Pues bien, algunos de estos maestros fueron músicos importantes
cuya trayectoria trascendió, en ocasiones, las fronteras del país.
Entre ellos está el excelente músico y compositor Ramón Martínez
Avilés, quien fue uno de los mejores músicos de la época porfirista en
Morelia, tanto por sus composiciones como por la ejecución del piano y del
violín, principalmente en éste último instrumento;61 también, dio clases en
la academia un director de bandas militares reconocido internacionalmente,
el capitán Encarnación Payén, quien entre cosas, dirigió la banda de música
del 8º Regimiento y la banda del batallón Morelos de la Escuela Industrial
militar Porfirio Díaz. Este músico logró, al mando de la del 8º Regimiento,
presentarse en varias ciudades de los Estados Unidos y Europa recibiendo
numerosos elogios y premios.62 Además de estos maestros, hubo otros,

61
  Ramón Martínez Avilés, nacido en Tacámbaro el 31 de Agosto de 1837, aprendió
música en Colegio de Infantes bajo la dirección del maestro Benito Ortiz, estudió la
abogacía en el Seminario de Morelia, sin embargo, tuvo que irse a la capital del país
a terminar los estudios de derecho y en 1864, regresó para crearse una fama artística
muy merecida. Fue maestro de capilla y organista de la Catedral de Morelia. Lic. Avilés
formó diversos grupos musicales de los cuales destaca la asociación filarmónica Santa
Cecilia que llegó a amenizar fiestas y conciertos en todos los escenarios morelianos. Fue
profesor también del Colegio Civil del Estado y del antiguo Colegio de las Rosas hasta
que éste último fue cerrado por Epitacio Huerta a mediados de 1861. El maestro Avilés
cuenta con diversas composiciones, entre ellas, himnos, marchas, oberturas, valses,
polkas, mazurcas, danzas y canciones, incursionando en variados géneros musicales
siendo un compositor versátil. Mariano de Jesús Torres, El Odeón Michoacano, Periódico
exclusivamente musical y literario, Morelia, Imprenta particular del redactor, 1900, pp.
90-91. Mariano de Jesús Torres, Diccionario…, tomo III, pp. 192 y 242.
62
  Encarnación Payén nació en la ciudad de México el 25 de Marzo de 1843. La
instrucción primaria la hizo en colegios particulares, a los nueve años de edad, ingresó al
convento de San Francisco, donde inició sus estudios de música y canto llano. Aprendió
a tocar el trombón, lo que ya indicaba sus tendencias a la música de banda de viento;
entró entonces en la “...música de Granaderos de la Guardia”. Desde entonces, sirvió
en las músicas del ejército hasta 1899, habiendo pasado por las músicas: Artillería de
Mina, 1er. Archivo de Celaya, 9º de Caballería, 6º de Infantería, 3er Ligero de Toluca, 3er
Ligero de Querétaro, 3er Ligero de Colima, 16 de Infantería y 14 de la misma arma. A

77
La educación musical en Morelia 1869-1911

no tan famosos pero si de trayectoria musical importante, entre estos


están: León Girón, Francisco Guzmán, Teodoro Arrillaga y Francisco de
P. Lemus. Estos últimos, eminentes músicos y profesores, de los buenos
filarmónicos de la ciudad, en especial, Arrillaga y Lemus, quienes aparecen
constantemente en la prensa moreliana del periodo, dirigiendo grupos
musicales que amenizaron las fiestas morelianas.
En el aspecto económico, el recurso que se destinaba a la Academia
de Música era, a fines de 1860 y principios de 1870, de 600 pesos anuales,
cantidad que equiparaba el área de música con otras asignaturas en los
recursos destinados. Para 1890, el presupuesto para el maestro era de
800 pesos, anuales también, sin embargo, de este sueldo, el profesor de
música se encargaba de buscar ayudante para las clases, es decir, era el
maestro Parra “...quien por su cuenta expensará los de violín, solfeo y
canto superior, nombrándolos á satisfacción de la Regencia”.63 Este apoyo
de los 800 pesos anuales estuvo vigente de los años 1890 a 1992 64 ya que a
partir de 1893, el sueldo anual del profesor se redujo nuevamente a los 600
pesos, pero con la característica de que el ayudante ya tendría sueldo fijo

Morelia vino en 1876 con tiradores de Matamoros, bajo las órdenes del coronel Sebastián
Villarreal. Luego pasó al 8º Regimiento en 1879, que estuvo bajo las órdenes del entonces
coronel Sr. Epifanio Reyes. Ya encargado de la música del 8º se presentó en Nueva
York en 1883, obteniendo mucho éxito, lo mismo que en Nueva Orleáns, donde actuó
en la exposición algodonera. En gira por los Estados Unidos, se presentó en San Luis
Missouri, nuevamente en Nueva Orleáns en 1891, en Minneapolis y luego en Atlanta.
En 1892 Payén fue designado para representar musicalmente a México en los festejos
del cuarto centenario del descubrimiento de América, en esta ocasión, la misma reina
española escuchó a la música y condecoró al Payén con la Cruz de Caballero de Isabel
la católica y el Diploma de Caballero de la Real Orden. Este premio fue uno de los
muchos importantes que el insigne maestro recibió a lo largo de su vida. En 1893, 1894
y 1898 fue nuevamente la música a los Estados Unidos obteniendo nuevamente mucho
éxito. Cubierto de laureles, finalmente, el maestro se retiró en 1901 habiendo pasado su
vida entre instrumentos de viento, muchos de los cuales, fueron ejecutados por músicos
morelianos que el Sr. Payén incluyó en algunas de sus bandas, como la del 8º o la del
Batallón Morelos. Mariano de Jesús Torres, El Odeón Michoacano…, pp. 90-91.
63
  Amador Coromina, Recopilación de leyes..., tomo XXX, p. 79.
64
  Ibíd., tomo XXXI, pp. 163-164.

78
Habemus Música: el Colegio de San Nicolás

de 200 pesos anuales,65 y no del salario del profesor de música sino de uno
propio, el cual iba a variar de año en año. El ayudante tenía la obligación,
además de ayudar con el solfeo, de encargarse exclusivamente de la clase
de violín, dejando la de piano en manos del profesor titular en turno.
Mientras tanto, con otros dineros se apoyaba la práctica musical,
mediante la compra de materiales didácticos como métodos y otras
herramientas. Para esto, existía año con año, en la partida de gastos del
colegio, un recurso económico destinado en forma directa en “...útiles
para la cátedra de física, academias de música y dibujo y laboratorio de
química”. En 1890, este fondo fue de 500 pesos, y para 1894, ascendió
a los 1,000 siendo un gesto de apoyo por parte del gobierno, incluir a
cátedras complementarias como música y dibujo.66
El Colegio de San Nicolás siguió funcionando normalmente a inicios
de la década de 1890. En esta época gobernó en Michoacán Aristeo
Mercado, quien estaría en el poder hasta que la revolución le hizo dejar la
dirección del gobierno. Su política se alineó con la del Centro por supuesto,
incentivando, entre otras cosas, el desarrollo educativo y San Nicolás fue
una de las instituciones mayormente apoyadas, al considerarse, junto con la
Escuela de Artes y Oficios y la Academia de Niñas —dos establecimientos
creados en el porfiriato—, ejemplos del apoyo del Estado en el ramo de
instrucción.
La última década del siglo XIX fue de cambios necesarios en diversas
áreas. El más importante sin duda, fue la separación de la escuela de
medicina y la de jurisprudencia del edificio central de San Nicolás, cosa
que habla del desarrollo que el colegio estaba teniendo.67 En cuanto a
la academia de música, ésta no observó cambios importantes, las clases
siguieron curso adelante observando los alumnos que a ellas asistían, una
asistencia en promedio regular. El solfeo, el piano y el violín, fue el orden

65
  Exactamente, el sueldo del maestro de música era de 602 pesos y 25 centavos
anuales y el del ayudante, de 200 pesos con 75 centavos anuales. Ibíd., tomo XXXII, pp.
120-122. Para 1896, las condiciones eran las mismas y la academia funcionaba un poco
más holgada, con más atención por parte de los profesores. Ibíd., tomo XXXIII, p. 307.
66
  Ibíd., tomo XXX, p. 79.
67
  Julián Bonavit, Fragmentos de la Historia..., pp. 174 y 177.

79
La educación musical en Morelia 1869-1911

de asistencia a las clases, siendo desde luego el piano el instrumento más


popular, aunque de más difícil adquisición.
Es interesante el hecho de que, en comparación con otras carreras
de San Nicolás, los alumnos de la clase de música destacaron en sus notas
de calificaciones, lo que indica el gusto por el arte y el empeño que en
consecuencia dedicaban al área. Ejemplo de esto es que los alumnos de la
escuela de Jurisprudencia en el año de 1892 —que fueron 23—, obtuvieron
menciones inferiores a la catalogada como “buena”, es decir, en la escala
del uno al cinco, no lograron superar el tres; mientras tanto, en la academia
de música, los alumnos de piano, que eran nueve, dos lograron calificación
“buena” y siete obtuvieron la “suprema”, es decir, en la mencionada escala
del uno al cinco, lograron los dos más altos niveles en el año referido.
Otro ejemplo lo tenemos con el año de 1893 en relación también a
los alumnos de Jurisprudencia, que era la carrera más popular y de mayor
afluencia de San Nicolás; los alumnos del tercer curso, que eran ocho, dos
estuvieron del nivel uno al tres y seis del cuatro al cinco, de estos últimos,
tres lograron calificación “buena” y tres la “suprema”; mientras tanto, la
cátedra de violín, en el mismo año, a la cual los registros muestran a cinco
examinados, tres obtuvieron evaluación “buena” y dos la “suprema”.68
Esto indica la seriedad con que se tomaban sus clases los alumnos que
ingresaban a la academia de música el colegio. Además, las aulas donde se
daba la instrucción musical siempre estuvieron concurridas, en ocasiones
de forma modesta y en otras, en número considerable. En 1892, por
ejemplo, la clase de música contó con 24 alumnos, mientras que otras
carreras, la asistencia de jóvenes fluctuaba entre los 28 y 32 educandos.69
La comparación se sustenta en los alumnos examinados en la clase
de música, recordemos a este respecto que no todos los que asistían a ella
se sometían a examen, sólo aquellos que por voluntad propia lo pedían.
Así, parece que la comparación que hacemos no es del todo justa, por
aquello de que los que hacían examen eran sólo los mejores, eximidos por

  Memoria de gobierno de 1894, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexo, número


68

50, 1894.
69
  Ídem.

80
Habemus Música: el Colegio de San Nicolás

consecuencia los de menor capacidad; no obstante, los jóvenes que asistían


a la clase de música estudiaban el arte musical a la par que otros estudios,
lo que eleva el grado de dificultad la obtención de una calificación alta, por
tal motivo, las condiciones entre los alumnos examinados de la clase de
música y, en este caso, los de la clase de jurisprudencia eran, si no iguales,
de similar condición, lo que valida en mucho nuestra comparación.
En cuestión de leyes y reglamentos, la Ley Orgánica de Instrucción
Secundaria y Profesional del Estado de Michoacán de 15 de Diciembre
de 1894, aunque separó los estudios preparatorios de los profesionales,
no cambió en nada el funcionamiento de la academia de música de San
Nicolás, es más, reafirmó el carácter de no obligatoriedad de las clases,
a la letra, se especificó: “...continuarán abiertas en el colegio referido [el
de San Nicolás], aunque sin carácter obligatorio, las academias de música
y pintura; así como la cátedras de teneduría de libros, cuyo estudio sólo
obliga para la profesión de corredor”, con esto, se reafirmaba el hecho de
que a nadie obligaba la asistencia a las clases de música y que los que a ella
asistían era por verdadero interés.70
Esta Ley, como muchas otras, fue derogada poco tiempo después, dos
años para ser exactos, mediante una similar de 15 de diciembre de 1896.
En ella, nuevamente se habla poco del área de música, sólo se reafirma que
la citada academia seguiría abierta con clases de carácter complementario.71
En diciembre de ese mismo año de 1896 surgió un nuevo Reglamento
del Colegio Primitivo y Nacional de San Nicolás de Hidalgo. En tanto
a la clase de música, se fijaron cuestiones como horarios, exámenes
e inscripciones. En cuanto al horario, se estableció el que las clases
accesorias, incluida la música por supuesto, no podrían darse en horas
que coincidieran con otras materias, para lo cual, las de música deberían
impartirse por las tardes, no obstante, dado el carácter complementario del
área, el horario de la escoleta bien podía modificarse con anuencia de las
autoridades del colegio. Y respecto a los exámenes, quedó claro el que los

70
  Amador Coromina, Recopilación de leyes..., tomo XXXIII, pp. 53-54.
71
  Memoria de gobierno de 1900, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexos, número 1,
1900, p. 2. Amador Coromina, Recopilación de leyes..., tomo XXXIV, p. 44.

81
La educación musical en Morelia 1869-1911

alumnos que asistieran a la academia de música estaban exentos de este,


al menos en tiempo regular, y que aquellos que se sometieran a prueba,
serían examinados a fin de año por una junta de tres personas, las cuales,
por unanimidad, los aprobaría o reprobaría, según el caso, asignándoles
la respectiva calificación.72 En el reglamento no se especificaron fechas
estrictas para la inscripción de los alumnos, por lo que durante todo el
periodo escolar, cualquier interesado podía acudir y anotarse para asistir
a la escoleta musical; además de todo esto, se dejó libre la posibilidad
de admitir “...personas extrañas al establecimiento” —jóvenes ajenos al
colegio, sin inscripción como alumno regular— y se ordenó al profesor de
música que llevara un listado de estos alumnos, a los que sólo se pediría
como requisito, seguir la disciplina de la casa de Hidalgo.73
Del examen del reglamento se desprenden dos cuestiones para el
área de música: la primera, no muy buena creo, es en cuanto al desarrollo
mismo de la actividad musical al interior del colegio, es decir, no existía la
intención de elevar la clase de música al grado de carrera, ni mucho menos
aumentar, ni el número de materias74 ni el de profesores. Esto representó
una limitante para los jóvenes músicos, sobre todo para aquellos interesados
en estudiar la música a niveles más altos que los que se daban en la casa de
Hidalgo. La otra cuestión, en relación a los horarios, presenta la facilidad
de estudiar el arte sin problema de entrecruzamiento con alguna carrera,
esto para asegurarse de que el que estudiara la preparatoria o alguna carrera
en especial, pudiera asistir a la clase de música sin que ambas actividades
se interrumpieran.
Las dos décadas finales del siglo XIX, presentaron una asistencia
regular, y en ocasiones modesta, a las clases de música de la academia. Las

  Ibíd., pp. 83 y 90.


72

  Ibíd., p. 93.
73

74
  Al hablar del aumento de materias, nos referimos al desarrollo mismo de la academia
de música del colegio, es decir, el estudio del solfeo y un instrumento musical no es
suficiente para hacer surgir músicos de alto nivel, es necesario a este respecto, la inclusión
de un programa completo, que aborde asignaturas como el estudio de la armonía, estilos
y formas musicales, un taller de composición musical, entre otras, además de la creación
de grupos musicales y talleres de práctica musical que apoyen el desarrollo artístico.

82
Habemus Música: el Colegio de San Nicolás

calificaciones fueron, en general buenas, predominando los niveles 4 y 5, es


decir, las evaluaciones “buena” y suprema”, se lograron cuatro menciones
honoríficas en 1891, siete en 1892, tres en 1893 y dos en 1894, año éste
último hasta que se tiene registro en el Archivo Histórico de la Universidad
Michoacana y por desgracia, también en las memorias de gobierno.75 Los
alumnos más destacados de finales de siglo fueron: Francisco Navarro,
Ramón Baquero, Rafael D. Yturbide, José Socorro Yturbide y Juan
Ortega; todos ellos por hacer logrado la calificación “suprema” y mención
honorífica”. Estas calificaciones sólo fueron posibles gracias al apoyo de
los profesores, que para la década de 1890, aparte de Don Luis de la Parra,
fueron Eduardo Ortiz y Francisco Guzmán.76

Tabla II.
Relación de asistencia de alumnos a la clase de música del Colegio de San Nicolás

Año Materia Alumnos Alumnos


Inscritos Examinados
1891 Piano 12 8
1891 Solfeo 14 12
1891 Violín 6 2
1892 Piano 9 9
1892 Solfeo 11 8
1892 Violín 4 2
1893 Piano 10 10

75
  Hasta el año de 1894 aparecen en detalle registro de alumnos y calificaciones, y a partir
de ese año, el formato de las memorias de gobierno es distinto y en sus páginas sólo aparecen
datos y cifras generales, lo que no nos ha ayudado para dar un seguimiento como lo hemos
hecho hasta ahora, de calificaciones y otros elementos que permiten analizar el desarrollo de
las clases de música.
76
  AHUM, fondo gobierno, sección instrucción pública, serie Colegio de San Nicolás,
subserie Academia de Música, libro 18, fs. 17-25 y una última foja sin número. Memoria
de gobierno de 1892, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexos, números 21 y 21, 1892.
Memoria de gobierno de 1892-1894, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexos, números
51 y 52, 1894.

83
La educación musical en Morelia 1869-1911

1893 Solfeo 7 7
1893 Violín 6 6
1894 Piano 12 7
1894 Solfeo 39 7
1894 Violín 6 4
1910 Piano 34
1910 Solfeo 43
1910 Violín 27
Nota: Las cifras que aquí exponemos, al igual que en la tabla I, tienen
objeto de dar una idea más clara de la asistencia a la clase de música
del colegio. En este sentido, no podemos presentar los datos de manera
gráfica porque estos son incontinuos. Esto es así porque la información
contenida en las fuentes es dispar, es decir, los datos sobre el número de
alumnos —tanto inscritos como examinados— difieren de una fuente
a otra. Mientras que en la memoria de gobierno se establecen por decir,
25 alumnos en solfeo, en los registros de calificaciones contenidas en
datos contenidos en el AHUM se afirman 18 los alumnos. Esta disparidad
nos remite a la señalización de los datos como los presentamos aquí. Es
notable la diferencia entre los alumnos inscritos de los que presentaron
examen, debido a que como ya hemos dicho, la clase de música era materia
accesoria y por reglamento, los asistentes a ella se examinaban sólo si
el alumno así lo quería —generalmente los que se sometían a prueba
de conocimientos musicales eran jóvenes inscritos en otra carrera en el
colegio—. Las casillas vacías se deben a la falta de datos en las fuentes.
Fuentes: Memorias de gobierno 1883-1904; AHUM, fondo gobierno,
sección instrucción pública, serie Colegio de San Nicolás, subserie
Academia de Música, libro 18.

Tabla III.
Porcentaje de asistencia a la clase de música del Colegio de San Nicolás

Año Número de alumnos en el Total de alumnos Porcentaje de


registro de asistencia a la inscritos al Colegio de asistencia a la
Academia de Música San Nicolás clase de música
1880 24
1881 38 366 10.3 %

84
Habemus Música: el Colegio de San Nicolás

1882 18
1883 36
1884 50 466 10.7 %
1885 59
1886 60 692 8.6 %
1887 30 614 4.3 %
1888 28 626 4.4 %
1889 25 614 4%
1890 41 526 7.7 %
1891 32
1892 24 569 4.2 %
1893 23 470 4.8 %
1894 57 438 13 %
1910 114 892 12.7 %
Nota: Las cantidades presentadas en esta tabla, son en función de la
cantidad de alumnos inscritos a la clase de música del colegio. En base a
esto, establecemos porcentajes de asistencia a la academia de música en
relación a la matrícula general de alumnos del Colegio de San Nicolás.
Debemos recordar, para entender mejor los datos, que no todos
los alumnos se inscribían a la clase del maestro Parra ni todos hacían
examen —dado que la música era una materia accesoria—, por lo que las
cantidades son relativas, no obstante, nos dan una idea de la afluencia de
alumnos a la academia de música y del poder de convocatoria que tenía el
arte de Euterpe para con los jóvenes nicolaitas. Las casillas vacías se deben,
como en los casos anteriores, a la falta de datos en las fuentes.
Fuentes: Memorias de gobierno de 1883-1904. AHUM, fondo gobierno,
sección instrucción pública, serie Colegio de San Nicolás, subserie
Academia de Música, libro 18.

Y llegó el siglo XX

El inicio del siglo XX coincide con la consolidación de la clase media


como grupo fuerte y representante de un sector social significativo para
el desarrollo del país, misma que reclamaba para sí espacios en la vida

85
La educación musical en Morelia 1869-1911

política y cultural del Estado. En el caso de Michoacán, esta clase media


había sido educada principalmente en los colegios civiles, siendo el de San
Nicolás el más importante.
La década de 1900 presentó algunos cambios en la administración
del colegio, y aunque no hubo modificaciones significativas en el área
de música en lo general, se anexaron diversas materias y se compraron
algunos materiales; varios de estos se destinaron a la academia de música.
Así, en diciembre del año de 1900 apareció la Ley Orgánica de Instrucción
Preparatoria y Profesional, en la cual se hace mención la academia de música
sólo para reafirmar que continuaría abierta en el colegio. En esta Ley se
estableció que para la enseñanza preparatoria a profesores de instrucción
primaria, que se impartía en el Colegio de San Nicolás, la clase de música
era obligada. Esto mismo ocurrió dos años después, en 1902, con otra
ley de instrucción pública, que igual a la anterior, sólo se reafirmó la
permanencia de los estudios musicales con el mismo carácter de antaño,
sin mejora académica sustancial.77
El marco jurídico de la educación en Michoacán a inicios del siglo
XX, limitaba la educación musical a un plano meramente técnico. Si bien
es cierto que la creación de la academia de música del colegio, respondió
a requerimientos del contexto de los años de 1870, para la década de 1900
las necesidades eran diferentes, por lo que se antojaba preciso, ampliar las
posibilidades académicas en lo musical. Por aquellos años ya funcionaba en
la capital del país, el Conservatorio Nacional de Música, que ya era entonces el
centro más importante en la profesionalización de los estudios de música
en México.
Siguiendo el ejemplo, los cambios ocurridos en la sociedad moreliana
hacía el siglo XX, obligaban a las instituciones educativas públicas a
reordenar sus planes y programas de estudio, así como a ampliar y mejorar
la propuesta académica hacía la juventud michoacana, y no obstante, la
clase de música se quedó como en el pasado inmediato, en el sentido de
que no se extendió ni se mejoró la propuesta académico-musical, sino que
se mantuvo como al momento de su aparición en la escena educativa del

  Amador Coromina, Recopilación de leyes..., tomo XXXVI, pp. 58-70 y 388-417.


77

86
Habemus Música: el Colegio de San Nicolás

plantel. En concreto, durante todo el periodo porfirista, se escucharon en


la ciudad serenatas presididas por músicos morelianos, que ejecutaron en
muchos casos, piezas musicales de compositores locales, como de Ramón
Martínez Avilés,78 Eustorgio Peñalosa, Luis I. de la Parra, entre otros, pero
no aparece en la prensa de la época, algún registro de jóvenes compositores
o directores de orquesta,79 es decir, parece que la falta de un espacio de
formación musical de más alcance, ocasionó la no aparición de nuevo
talento creativo, y aunque las clases de música del colegio eran impartidas
por buenos músico, algunos de ellos compositores, no existía un proyecto
de instrucción que incluyera la enseñanza musical a nivel superior.
Lo que sí cambió en el área de música, fue el director de esta.
Para el año de 1900, aparece Juan B. Fuentes80 como profesor titular de
música de la academia, con un solo ayudante, que durante la primera
mitad de año, fue Eduardo Ortiz, y a partir del mes de julio, apareció
Juan González en escena, quien habría de mantenerse en el cargo
algunos años.81 El puesto de director estaba vacante desde la muerte
del querido Luis I. de la Parra acaecido en 1892, a partir de ese fecha,
varios profesores de música, como Antonio Aulet, José Franco, Rafael
D. Yturbide, entre otros ya mencionados, desfilaron por la academia
aunque con cierta eventualidad.

78
  Sobre la vida del maestro Avilés publiqué un estudio hace tiempo, aquí la referencia.
Alejandro Mercado Villalobos, “Ramón Martínez Avilés. Músico-director y periodista”,
en: Álvaro Ochoa Serrano, Michoacán. Música y músicos…, pp. 255-274.
79
  Existen sin embargo, algunas composiciones musicales hechas por jóvenes
morelianos, pero no egresados de la academia de música del Colegio de San Nicolás sino
de la Escuela de Artes. Archivo particular de Gerardo Sánchez Díaz.
80
  Oriundo de Guadalajara, Jalisco (1869), el profesor Fuentes se desarrolló como un
músico influido de la escolástica francesa del siglo XIX. Como compositor, varias fueron
sus obras que le han permitido traspasar los límites del tiempo, entre estas, la “Sinfonía
Mexicana” sobre temas folklóricos, es su principal obra. Compuso obras para canto y
piano y publicó varios manuales de solfeo y armonía. Simón Tapia Colman, Música y
Músicos…, p. 31.
81
  El Sr. Fuentes, tenía un sueldo de 1.65 pesos diarios, mientras el ayudante, 82cvs. al
día. AHUM, fondo gobierno, sección instrucción pública, serie Colegio de San Nicolás,
subserie nóminas, 1900.

87
La educación musical en Morelia 1869-1911

Las noticias del funcionamiento de la Academia de Música aparecen


continuamente en diversas fuentes históricas. En la prensa pueden verse
con cierta regularidad, menciones respecto al devenir del colegio y a su
academia de música. En 1903 por ejemplo, se destacó la participación de
alumnos de San Nicolás, en un evento del 8 de mayo, fecha significativa
por el natalicio de Miguel Hidalgo. En el festejo, la orquesta dirigida por el
entonces titular de la academia, el Sr. Juan B. Fuentes, contó entre sus filas,
a Rafael Santibáñez, que al violonchelo, tocó una pieza de difícil ejecución
según puede verse en la nota periodística, por su parte, Ignacio Bremontz
y Luis Mier, tocaron al piano un concierto de Mozkovwki, que a decir de las
páginas de La Libertad, fue ejecutada de manera correcta. En noviembre de
ese mismo año, Ignacio Bremontz y Luis Mier, participaron en el evento
de entrega de premios de la Escuela Práctica Pedagógica, con el mismo
resultado en tanto a la excelencia musical.82
Un año después, aparece una noticia que nos permite asegurar
nuevamente, la inclusión de los jóvenes músicos del colegio al plano
artístico moreliano, ya que en noviembre de ese año, en la ceremonia de
clausura del año escolar de 1904 de instrucción primaria en el estado,
encontramos la participación de un grupo musical llamado Sexteto
Michoacano, formado por Juan B. Fuentes, José Rodríguez Collado, Federico
Nieto, Ignacio Mier, y Teodoro e Ignacio Bremontz. Lo interesante de
esto, es que éste último había sido formado como músico en la trinchera
artística del Colegio de San Nicolás.83 Esto es importante por el hecho de
que podemos comprobar, que la aplicación de los conocimientos teórico-
musicales adquiridos en la casa de Hidalgo, eran llevados a la práctica,
al plano laboral, y además, servirse de ellos como fuente de trabajo. Es
un tanto aventurado afirmar que con uno sólo de los jóvenes músicos
del colegio, se esté en condiciones de hacer comprobaciones de cualquier
tipo, lo cierto es que son indicadores de los caminos que otros muchos
pudieron seguir, según hemos podido descubrir en la prensa de la época,

  La Libertad, Morelia, 15 de mayo de 1903, p. 2.; La Libertad, Morelia, 6 de noviembre


82

de 1903, p. 2.
83
  La Libertad, Morelia, 18 de noviembre de 1904, p. 1.

88
Habemus Música: el Colegio de San Nicolás

donde aparecen comúnmente, nombres de músicos nicolaitas84 en activa


participación en eventos artísticos.
El 20 de octubre de 1908, apareció la Ley orgánica de instrucción preparatoria
y profesional. En realidad, esta ley no cambió en mucho la organización
administrativa de la academia de música del Colegio de San Nicolás.
Entre otras cosas, la ordenanza reafirma que la instrucción primaria,
tanto la elemental como la superior seguiría dándose en el colegio, con
la característica de que en ambas ramas de la educación básica, la música
era materia obligada. La carrera para profesor de instrucción primaria
elemental, que duraba tres años, incluía el solfeo en los dos primeros años
de estudio, y una clase de Armónium —órgano a base de aire manejado
con los pies— que se cursaba en el segundo y tercer año. Mientras tanto,
para profesor de instrucción primaria superior, era obligatoria la clase de
música en los cinco años que duraba la carrera. El solfeo de llevaba en los
dos primeros años de estudio, el piano se estudiaba del segundo al quinto
año, en este último se llevaba además, el estudio del Armónium.85
En la ley se estableció el requisito indispensable de aprobar la
instrucción primaria elemental para poder ingresar al colegio, sin embargo,
se eximió de tal obligación a la academia de música, por ser esta de carácter
accesorio. En relación a los exámenes, se excusó también a los alumnos
de la academia de música de llevar a cabo evaluaciones a su desempeño
académico, reafirmando la opción de examen como decisión personal
de educando.86 Hasta aquí, en la ley se determinó lo ya establecido con
anterioridad. Se reafirmó el carácter accesorio de la clase de música,
eximiendo de exámenes y de requisitos para su ingreso. Esto, por un lado,
ampliaba la posibilidad de que los jóvenes, fueran o no alumnos del colegio,
estudiaran en la casa de Hidalgo; y por otro lado, dejaba a la academia de
música en un halo de limitación académica, es decir, la clase de música
nunca llegaría a ver la profesionalización durante el funcionamiento del
Colegio de San Nicolás.

84
  El título alude a los profesores o estudiantes del Colegio de San Nicolás.
85
  Amador Coromina, Recopilación de leyes..., tomo XL, pp. 12-15.
86
  Ibíd., pp.19-28.

89
La educación musical en Morelia 1869-1911

Un mes después de que se publicó la Ley de instrucción, apareció una


reforma a la misma. De lo más significativo en cuanto a lo que me interesa,
se estableció la exención de examen a aquellos alumnos que por carencia
de Armónium, no pudieran cursar esta materia, de ahí en más, el resto de los
artículos de la reforma acusa a cuestiones alejadas de la actividad musical
en el colegio.87
Para 1910, en el edificio que albergaba el Colegio de San Nicolás,
había espacios importantes destinados a la academia de música. En la
planta baja se dedicaban dos salones para el estudio del arte de Euterpe,
uno para el violín y español y otro para las cátedras de solfeo y piano.
Mientras, en la planta alta, cinco salones estaban habilitados como cuartos
de estudio para la práctica del piano y había de seis a ocho pianos para tal
efecto. La clase de violín era impartida para esta fecha por Antonio Aulet,
que utilizaba para las lecciones, el método de Beriot reformado; mientras
tanto, para el solfeo y el piano, era el profesor Juan B. Fuentes el encargado
de enseñar ambas cátedras. Para solfeo, el maestro Fuentes utilizaba los
métodos de Papín, Lemoine et Caroulle, Eslava88 y las Tablas de Batiste; para el
piano, los métodos de el Leber y Stark, el pianista virtuoso, por L. G. Hanon
y estudios de Chopin.89 El número de alumnos de San Nicolás para 1910
eran 43 en solfeo, 34 en piano, 10 en armonía y 27 en violín; y el total de
alumnos del colegio ascendía a 892.90
El 20 de noviembre estalló la lucha armada en el país, como
consecuencia de la política nacional del presidente Díaz. El descontento
por las condiciones sociales económicas en las que se encontraba la
mayoría de la población, junto al requerimiento de nuevos actores políticos
que pedían su participación en la administración pública, hicieron que la
lucha por el poder iniciara una revolución cuya bandera principal fue la
igualdad social. En este contexto, los estudios musicales en el Colegio de

  Ibíd., p. 358.
87

  Aun actualmente, tal método sigue utilizándose en la enseñanza del solfeo en las
88

músicas tradicionales y populares en Michoacán y Guanajuato y puedo dar fe de eso.


89
  Julián Bonavit, Fragmentos para la historia..., pp. 183-214.
90
  Ibíd., p. 222. Recordemos que muchos alumnos asistían a varias clases al mismo
tiempo por lo que el número total es relativo

90
Habemus Música: el Colegio de San Nicolás

San Nicolás continuaron, con la premisa de que en cualquier momento la


lucha armada llegaría a las aulas de la casa de Hidalgo. En diciembre de
1910, apareció una nueva ley de instrucción secundaria y profesional, esta
ley no aduce a nada nuevo en cuanto a la academia de música del colegio,
solamente reafirma que “…continuaran abiertas en el Colegio de San
Nicolás las academias de dibujo, pintura y música...”.91 De aquí en adelante,
las clases de música continuarían sin grandes cambios, con intentos por
introducir mejoras en el nivel académico musical pero sin lograr eliminar
el carácter accesorio que la instrucción musical tuvo a lo largo de cuatro
décadas, y no fue hasta la creación de la Universidad Michoacana de San
Nicolás de Hidalgo, que la educación musical logró ascender en el plano
académico con la creación de la Academia de Bellas Artes, que abogaba
por la enseñanza profesional de la música.
Decir finalmente, que la aparición de la Academia de Música del
Colegio de San Nicolás, respondió a la necesidad de complementar la
formación académica de los alumnos inscritos en la casa de Hidalgo. La idea
del gobierno era crear individuos capaces de incorporarse a una sociedad
cuya característica principal venía siendo la desigualdad. La música en
este sentido, le proveía al sujeto una herramienta con la cual expresarse y
ayudar en la manutención familiar. Durante todo el periodo porfirista, la
ciudad de Morelia se distinguió por ser un espacio de convivencia social,
un escenario donde confluyeron diversas clases sociales, un contexto
donde se insertaron los egresados del colegio, cuyos estudios musicales
les permitieron participar en eventos artísticos, que favorecieron la
conservación de una identidad cultural común. Las entregas de premios
de escuelas oficiales, ceremonias cívicas en conmemoración de fechas de
importancia nacional y/o local, audiciones o conciertos privados y públicos,
entre otros, fueron los espacios donde se le vio al músico egresado de la
trinchera musical de la casa de Hidalgo.
La idea de incorporar la música como complemento a una formación
profesional se cumplió entonces al pie de la letra, no obstante, la intención
de incluir a jóvenes ajenos al colegio, para que hicieran estudios en la

  Recopilación de leyes..., tomo XLI, pp. 30-31.


91

91
La educación musical en Morelia 1869-1911

academia de música, fue un precepto que no se practicó con la severidad


requerida, ya que si bien, a partir de 1881 se establece de manera
institucional, la apertura de las clases de música a todo aquél interesado,
sin trabas ni requisitos, lo cierto es que la mayoría de los alumnos que
acudieron a la escoleta musical, eran jóvenes que estudiaban otra carrera
en el colegio, es decir, eran alumnos regulares quienes quizás, nada tenían
que ver con aquellos de escasos recursos, a los cuales las leyes educativas
invitaban a instruirse. No obstante, aquella fue una idea pionera que seguía
la intención liberal de ofrecer al individuo los medios suficientes para su
desarrollo.
La Academia de Música de la casa de Hidalgo, no obstante las
limitantes, cumplió el cometido de acercar la música a los jóvenes nicolaitas,
y ayudó de manera substancial a formar individuos conscientes de su lugar
en la sociedad moreliana. Las clases de música fueron fundamentales a
la hora de incentivar al alumno al estudio, y separarlo de los “vicios y
la vagancia” según se publicitaba entonces. El carácter accesorio de
la escoleta musical y lo limitado de los instrumentos que se impartían,
fueron parte del proyecto del gobierno, el cual, contemplaba otro espacio
de formación musical, encaminado a la enseñanza de la música de viento,
de alcance popular, de manufactura suprema, es decir, la Escuela de Artes
y Oficios de Morelia.

92
La cantera musical de Morelia

Falló el intento

U no de los proyectos educativos más importantes que se


desarrollaron durante el periodo porfirista en Michoacán, sin
duda, fue el de la Escuela de Artes y Oficios. Aquella institución,
cuya característica principal fue la enseñanza técnica, significó un ejemplo
concreto del apoyo del gobierno dado a la educación en la entidad.
Los antecedentes de una escuela de ese tipo, empero, se remontan al
año de 1868 cuando, en un intento por incentivar el desarrollo la industria
de la seda, el ayuntamiento de Morelia propuso un proyecto —aprobado
por el congreso estatal el 10 de agosto de ese año—, que establecía una
escuela cuya intención sería fomentar la cría del gusano de seda y la
fabricación de cáñamo y el lino, todo con la finalidad de activar la industria
textil en la ciudad.1 Con éste proyecto se pretendió establecer una escuela
especial que enseñara en sus aulas conocimientos teórico-prácticos del
ramo textil, lo que en otras palabras, significaba el impulso a un nuevo
modelo de instrucción.
1
  Ya en 1842 había funcionado en Morelia una fábrica de tejidos de seda, misma
que habría de ser dirigida por franceses. Jesús Romero Flores, Historia de Michoacán,
México, Gobierno de Michoacán, tomo I, 1946, pp. 804-805. Un trabajo reciente sobre la
industria de la seda en México es el de Rebeca Vanessa García Corzo, Entramados de la seda
en México. Actores y estrategias para la consolidación de esta industria durante el porfiriato, México,
Universidad de Guadalajara, 2014.

93
La educación musical en Morelia 1869-1911

Aducimos que la instalación de aquella escuela fue el antecedente de


la posterior de artes y oficios, porque en el proyecto de ley de agosto se
especificó lo siguiente:

...cursaran esta escuela; primero, los individuos que lo soliciten;


segundo, los jóvenes calificados de vagos; tercero, los jóvenes que por
delitos leves fueran condenados a penas correccionales: y cuarto, los
alumnos que designe la Inspección General de Instrucción Pública de
los que asistan a los establecimientos de primeras letras de esta capital
espensados (sic) por el Estado.2

Como puede verse en la cita, queda patente el carácter correccional,


lo que identificaría a la futura Escuela de Artes y Oficios además de una
férrea disciplina militar.3
Aunque en el caso de la escuela textil no se incluyó la música, ya que el
objetivo era cimentar una educación técnica basada en aquél ramo particular
de producción. De esta manera, el gobierno nombró como director al Sr.
Luis Brutieaux, o Brutio, de origen francés, quien no hizo mucho por la
institución ya que esta cerró sus puertas poco tiempo después de puesta
en funcionamiento, debido, tal parece, a la falta de recursos económicos;
el Sr. Brutio murió en 1869, dejando el establecimiento a la deriva. Un año
después, con Ramón Silva como director, el plantel inició labores de nueva
cuenta, sin embargo, para mediados de 1872 la situación económica hizo
que, nuevamente, la escuela clausurara actividades por segunda ocasión en
poco más de cuatro años.4
El fracaso parecía el destino final de la escuela textil, y no obstante los
muchos tropiezos, el proyecto se mantenía presente. Así, a finales de 1872,
un empresario de nombre José Orozco Varón, mediante un documento

  Amador Coromina, Recopilación de leyes..., tomo XIX, pp. 127-129.


2

  La primer Escuela de Artes que hubo en México se fundó el 18 de abril de 1856,


3

en la capital del país, en este proyecto no se incluyó la música, solamente se establecieron


talleres sobre diversas ramas de la producción artesanal. Dublán y Lozano, Legislación
mexicana..., tomo 8, pp. 149.151.
4
  Xavier Tavera Alfaro, Morelia en la época..., pp. 166-167.

94
La cantera musical de Morelia

dirigido al gobierno afirma la necesidad de que crear, dice, “...una escuela


de artes que enseñe a la juventud desvalida y le dé medios de subsistencia
con los cuales puedan acrecer la riqueza pública.” Esto mediante una
concesión que se pedía incluyera lo siguiente: primero, la creación de
la escuela mediante donativos; segundo, la dotación de un lugar donde
establecer la institución referida —que se pedía fuera el ex convento de
San Diego—; y tercero, el establecimiento de una lotería con mil pesos
mensuales de fondo y la condonación del impuesto sobre los productos
del plantel. Para todo esto, Orozco Varón se comprometía a sostener en un
inicio hasta 40 niños huérfanos de padre y madre, aumentando el número
en función del desarrollo de la escuela.5
La respuesta del gobierno fue positiva, dándose entonces —al citado
Orozco— el permiso para que estableciera la escuela en el ex convento
de San Diego, bajo las siguientes condiciones: cinco años sin renta del
edificio en cuestión, reconstrucción de la parte útil del inmueble cuyos
gastos correrían por parte del Sr. Orozco, el establecimiento allí de un
asilo de huérfanos, el cual sería sostenido en conjunción con el gobierno,
además, se aprobó la lotería no con mil sino con mil 500 pesos de fondo
como ayuda al sostenimiento de la escuela. De esta manera, se apoyaba el
proyecto de Orozco casi en su totalidad, sin embargo, no se le eximió de
impuestos sobre los productos de la escuela —como éste había pedido—,
pues se argumentó que esto podría ser una competencia desigual para los
productores particulares.6

5
  Archivo General e Histórico del Poder Ejecutivo de Michoacán, (en adelante:
AGHPEM), fondo secretaría de gobierno, sección instrucción, serie Escuela de Artes y
Oficios, c. 8, exp. 1, fs. 2-3.
6
  AGHPEM, fondo secretaría de gobierno, sección instrucción, serie Escuela de
Artes y Oficios, c. 8, exp. 1, fs. 4-7. La lotería se aprobó mediante la ley número 87 del
2 de marzo de 1873, y aunque este proyecto se había aprobado originalmente en 1971,
fue en el ´73 cuando finalmente se llevó a cabo. Ibíd., fs. 31-32. Amador Coromina,
Recopilación de leyes..., tomo XX, pp. 121-125. En esto último no se puso bien de acuerdo el
gobierno ya que al final de cuentas si se eximió de impuesto los materiales empleados en
la escuela y por tanto también los productos creados en esta durante los cinco años que
duraría la concesión. AGHPEM, fondo secretaría de gobierno, sección instrucción, serie
Escuela de Artes y Oficios, c. 8, exp. 1, fs. 2-3.

95
La educación musical en Morelia 1869-1911

Se designó entonces el primero de febrero de 1873 como fecha de


la apertura de la institución, con los talleres de zapatería, carpintería
y herrería además de veinte telares entre los que se encontraban: de
hilados, de reboso de seda, de mantas, entre otros.; al mismo tiempo,
el Ejecutivo dispuso una estricta vigilancia del funcionamiento de la
escuela, y esto quedó estipulado en una de las cláusulas de convenio,
estableciéndose el derecho de las autoridades estatales para hacer
inspecciones al plantel cuando y como quisiera, con objeto de comprobar
su correcto desarrollo.7
Se formó entonces un reglamento, que funcionaría como principio
rector de la escuela. Aparte de crear los talleres mencionados, se establecía
el cupo máximo de 40 niños de 12 años en adelante, se especificaba
también, la apertura de una escuela nocturna de instrucción primaria para
niños y adultos costeada por el ayuntamiento, en la que se enseñarían las
materias inherentes a la instrucción de primeras letras.8
Se definieron también cuestiones relacionadas con los horarios,
vestuario, ganancias sobre productos producidos por lo alumnos y se
establecieron también los castigos y premios.9 En relación a las ganancias
que en consecuencia habrían de generarse, estas se comenzarían a dar a los
estudiantes sólo a partir de haber cursado el primer año escolar, de aquí en
adelante, la distribución del excedente serviría como estímulo al alumno
para que este aplicara todo su esfuerzo en sus estudios.
En esta segunda oportunidad tampoco se incluyó la música, y
aunque ya funcionaba la academia de música del Colegio de San Nicolás,
cuyo ejemplo era notorio en este sentido, no se incluyó una clase de
música, ni tampoco dos años después, en un ambicioso proyecto de
desarrollo que presentaron al gobierno los señores José María Celso
Dávalos, Macedonio Gómez y Juan B. Rubio. En esta propuesta, se
incluyó el aumento de materias, tales como dibujo lineal, teoría de las
artes y manufacturas, teneduría de libros, historia, geografía, moral

7
  Ibíd., fs. 4-7.
8
  Ibíd., fs. 9-13.
9
  Ídem.

96
La cantera musical de Morelia

y urbanidad y aquellas inherentes a las matemáticas como álgebra y


aritmética, sin inclusión de la música por supuesto. La respuesta del
gobierno al citado proyecto fue negativa argumentándose la falta de
recursos. Las autoridades estatales propusieron entonces que sólo se
dieran materias relacionadas con las matemáticas, dibujo lineal, moral y
urbanidad y que la teoría de las artes y manufacturas la podrían dar los
maestros de taller en las horas de asistencia al mismo, sin incluir desde
luego, la música.10
Las propuestas para el desarrollo de la escuela tienen su origen en
el mal funcionamiento de esta, y es que la institución, en vez de ser un
espacio de formación técnica, se había convertido en un taller donde
no se hacía otra cosa que producir. Era visto entonces, que los jóvenes,
si bien aprendían un oficio, no se preparaban del todo para el futuro
pues dedicaban su tiempo al trabajo en el taller, sin prepararse como era
deseable, en otras asignaturas, como aquellas inherentes a una educación
acorde a la adolescencia. Es quizá por esto que aparecieron propuestas
de desarrollo para la escuela, que en un futuro incluirían la formación
artística.
De cualquier manera, el plantel no caminó de manera correcta,
siendo muy probable en este sentido, que la intención del Sr. Orozco
no fuera la ayuda a la juventud michoacana sino la suya propia. De
hecho, existieron no pocas quejas respecto al incumplimiento de las
responsabilidades de éste para con el arreglo pactado con el gobierno,
y fue por esto que se clausuró el convenio entre ambos. La escuela
entonces, cambió de manos directivas y entro al relevo el abogado
Pedro Menéndez, quien intentó reactivar el proyecto aunque sin mucho
éxito; en marzo de 1877, en el periódico local La Sibila se publicaba
que los jóvenes de la escuela textil, en vez de estudiar “...no hacen
otra cosa que destruir a toda prisa lo poco que se reedificó con tanto
sacrificio”.11

10
  AGHPEM, fondo secretaría de gobierno, sección instrucción, serie Escuela de
Artes y Oficios, c. 8, exp. 2, fs. 34-40.
11
  La Sibila, Morelia, 15 de marzo de 1877.

97
La educación musical en Morelia 1869-1911

La Escuela de Artes y Oficios

1876 fue un año importante por el inicio del periodo conocido como
porfiriato. Desde ese momento y hasta 1911, la nación fue gobernada por
Porfirio Díaz, el cual, con mano firme, reestructuró las roídas bases de la
economía mexicana y pudo, poco a poco, dar cauce y orden al país.
Don Porfirio apoyó de manera consciente varios aspectos de
la administración pública, uno de estos fue la educación como ya se
ha mencionado. En este sentido, en los programas de estudio se hacía
hincapié en la necesidad de encaminar a los jóvenes en el aprendizaje de
algún oficio. Esta intención se explica de manera sencilla si se toma en
cuenta el interés de entonces, por emular el desarrollo de países como los
Estados Unidos, Inglaterra o Francia por citar algunos, en el sentido de
encaminar a México a un proceso de industrialización, para lo cual haría
falta una clase trabajadora calificada.
Es en este contexto que se ubica el apoyo al tipo de escuelas de artes
y oficios. A decir de Mídala Bazant, estas se fundaron con la esperanza de
formar en ellas, precisamente, a esos jóvenes técnicos necesarios para el
desarrollo que tanto necesitaba el país.12
Bajo estas condiciones se inserta el proyecto de la Escuela de Artes
y Oficios de Morelia, iniciado de manera incipiente en 1868 y cristalizado
finalmente en 1885. El decreto de su fundación se promulgó el 12 de
agosto de 1882. En sus postulados, a la letra, puede leerse que “…se
faculta al Ejecutivo para que establezca a la mayor brevedad posible una
escuela de artes y correccional, en el edificio conocido con el nombre de
la Compañía”, un año antes, mediante una carta enviada al director del
Colegio de San Nicolás, el Ejecutivo había solicitado la aprobación del
congreso local para que se estableciera la escuela de artes en el edificio
en cuestión —recordemos que el Colegio de San Nicolás se encontraba
funcionando en el citado edificio de la Compañía porque el inmueble
histórico de la casa de Hidalgo estaba en reconstrucción—. Siendo la

  Mídala Bazant, Historia de la educación durante el porfiriato, México, El Colegio de


12

México, 1996, pp. 17-18.

98
La cantera musical de Morelia

respuesta satisfactoria, la de artes funcionó en el antiguo recinto de los


jesuitas.13
El Ejecutivo tendría así, la responsabilidad de disponer lo necesario en
cuanto a las normas de la escuela mientras no estuviera listo un reglamento,
además, sería él mismo, el encargado de erogar los gastos sobre útiles y
herramientas necesarios para el establecimiento de dicha institución. La
escuela la inauguró el 15 de septiembre de 1885 el gobernador en turno,
de nombre Pudenciano Dorantes, en lo que sería su último acto como
Ejecutivo pues al día siguiente del hecho terminó su gestión, entrando al
relevo el oaxaqueño Mariano Jiménez.
En el proyecto de fundación no se incluyó en un primer momento la
educación musical. El plantel comenzó labores con los talleres de herrería,
carpintería, hojalatería y encuadernación, además de una clase de dibujo
y una escuela primaria.14 Hasta aquí, la que sería la cantera musical más
importante del estado excluía la música, no obstante, esto cambió poco
tiempo después. El 7 de octubre de 1886, se instituyó la educación musical
con un objetivo claro: dar una alternativa de preparación académica a los
alumnos del plantel. En todo caso, se instituyó una instrucción basada en
los principios básicos de la ejecución musical, dirigiéndose el programa a
formar músicos instrumentistas con especialidades en aliento y percusión;15
desde un inicio se habló de una preparación en cuya base descansarían los
valores del trabajo y la disciplina.
En las circunstancias en que quedó establecida la escuela en agosto
de 1885, se incluyeron las artes de imprenta y fotografía, que se cursaban
en las oficinas de gobierno establecidas de manera acertada al interior
del plantel. En cuanto a los alumnos, los hubo de dos tipos. Los presos

13
  AGHPEM, fondo secretaría de gobierno, sección instrucción, serie Escuela de
Artes y Oficios, c. 8, exp. 5, fs. 2, 4 y 12.
14
  AGHPEM, fondo secretaría de gobierno, sección instrucción, serie Escuela de
Artes y oficios, c. 8, exp. 5, fs. 22-24.
15
  Al decir “aliento”, nos referimos a instrumentos para cuya ejecución se requiere
el aire producido en conjunción de los pulmones y el diafragma. Están en éste tipo de
instrumentos: la trompeta, el trombón, el clarinete, el saxofón, entre otros. La percusión
es aquél instrumento de golpe, como tambor, tarola, platillos o timbales.

99
La educación musical en Morelia 1869-1911

en primer lugar, quienes eran aquellos jóvenes recluidos en la escuela


con objeto de que cumplieran alguna sanción penal por delito cometido.
Los reclusos por su parte, eran los confinados por petición de padres
o tutores con objeto de corregir malas conductas. Aparte de estos se
permitía también que cualquier persona de no más de 20 años pudiera
ingresar al plantel a fin de aprender algún oficio.16 En cuanto a fondos, el
gobierno sería el encargado de cubrir los requerimientos de la institución
a este respecto, siendo canalizadas las ganancias de la venta de los
productos fabricados en la escuela, a la tesorería del estado. Por último,
la plantilla de maestros incluía a un director, que fue en un inicio el Dr.
Rafael Miranda, 7 maestros —uno por taller—, uno de dibujo, uno de
primaria y un portero.17
Así, la Escuela de Artes y Oficios inició esta etapa con bríos
renovados y con el grande objetivo de que sus estudiantes tuvieran una
buena instrucción en el arte u oficio a que se consagraran, adquiriendo
buenos hábitos de trabajo además de un buen comportamiento. El
objeto del gobierno para con los alumnos fue claro: se pretendía que
estos adquirieran “…costumbres irreprensibles y bien arraigadas, por
una conducta calcada en la más estricta moralidad...”.18 Y esto habría de
complementarse con una dura disciplina de trabajo que, con apoyo de
premios y castigos, obligaba al alumno al estudio y dedicación al taller y
oficio. La escuela comenzó labores en un contexto mucho más favorable
que en el pasado con la escuela textil, con la inclusión de mayor variedad
de actividades y oficios y además, del impulso ofrecido a los jóvenes a
partir de la creación de la academia de música, la cual fue base de toda
una tradición formativa de músicos de banda de viento todo el periodo
porfirista michoacano. El prestigio de la academia de música de la Escuela
de Artes y Oficios lo comenzó su primer director, un profesional de la
música, el capitán Encarnación Payén, el cual tuvo el primer año, a 72

  Ídem.
16

  Véase el detalle completo del establecimiento de la Escuela de Artes en: Amador


17

Coromina, Recopilación de leyes…, tomo XXVII, pp. 97-99.


18
  Memoria de gobierno de 1886, Morelia, Imprenta del Gobierno, 1886, pp. 55-57.

100
La cantera musical de Morelia

alumnos dispuestos a adentrarse en el difícil pero romántico mundo de


Euterpe.19
Hasta el momento de la creación de la academia de música de la de
artes, las disposiciones reglamentarias del plantel en general las definía
el Ejecutivo del estado, pero a partir de 1887 debieron seguirse los
lineamientos del Reglamento Oficial de la Escuela de Artes y Oficios, publicado
en diciembre de ese año y cuyos artículos comenzarían a regir a partir de
enero de 1888. En tanto al área de música respecto al tipo de instrucción,
se estableció el que “...el director de la academia de música dará a los
alumnos que a ella concurran, instrucción teórico-práctica”.20 Tal cosa
tiene que ver con una instrucción musical aplicada al trabajo de campo, es
decir, a la práctica musical inmediata. Para el caso de la música, a diferencia
de otras áreas de la actividad humana, no es posible incursionar en la
ejecución de algún instrumento con sólo la teoría musical, es necesario la
aplicación inmediata de los conocimientos musicales en la práctica. En este
sentido, la enseñanza musical comienza siempre con el estudio del solfeo,
y si el plan de estudios es amplio, entre otros, se estudia la armonía, a la
par que la práctica obligada de algún instrumento. Es en este sentido que
entendemos esto de instaurar una instrucción teórico-práctica, es decir, la
aplicación inmediata de la teoría en el trabajo musical propiamente dicho,
a favor por supuesto, de un aprendizaje rápido y eficiente.
Sobre los alumnos, quedó establecido que “...serán admitidos en la
academia de música los alumnos de la escuela, que a juicio del profesor
tengan aptitud y condiciones físicas necesarias para la enseñanza”.21 Esto
importa y mucho puesto que para la música son necesarias al menos
dos cosas: sentido musical como elemento fundamental, y actitud para
el estudio del arte. Lo primero se relaciona con la sensibilidad natural a
captar los sonidos y el ritmo, lo cual también evoluciona con estudio pero
no se aprehende, lo segundo aparece en función de identificar a aquellos

19
  Gaceta Oficial, Morelia, 14 de octubre de 1886.
20
  Véase reglamento completo: AGHPEM, fondo secretaría de gobierno, sección
instrucción, serie Escuela de Artes y Oficios, c. 8, exp. 5, fs. 120-130.
21
  Ídem.

101
La educación musical en Morelia 1869-1911

que pudieran comprometerse al estudio continuo de un instrumento


musical. Finalmente, un elemento importante del reglamento citado son
los horarios, estableciéndose el que “...la academia de música se abrirá de
la 1 a las 3 de la tarde pudiendo variarse la hora de acuerdo con el director
para conciliar las demás ocupaciones de los alumnos”.22 De esta forma, las
actividades musicales no interferirían con las demás clases, lo que resultaba
útil para los aspirantes a músico.
El examen del reglamento nos permite observar que la característica
de las clases de música es la dualidad de la enseñanza, es decir, la instrucción
musical tanto teórica, que incluye la enseñanza del solfeo y conocimientos
de armonía, ambas materias impartidas por el profesor en turno; y práctica,
es decir, la enseñanza aplicada en la ejecución de algún instrumento, que
en el caso de la escuela, fueron en su totalidad de aliento y percusión. De
aliento: cuya característica principal radica en el aire como elemento básico
para producir el sonido y percusión: instrumentos de golpe directo sobre
un parche.
Es importante dejar en claro que el tipo de enseñanza musical
pretendido respondía a una necesidad acorde al contexto del momento,
es decir, una actividad tan noble y práctica como la música se presentaba
como complemento ideal para los jóvenes que acudían a la escuela a
aprender algún oficio, es así que un carpintero, un herrero o un hojalatero,
que además ejercieran la música como actividad secundaria, habría de
permitir una mejora de la calidad de vida al aplicar los conocimientos
musicales en el plano laboral. La gran mayoría de los alumnos de la
Escuela de Artes y Oficios asistieron en años posteriores a la clase de
música, algunos aprendieron el arte musical con facilidad, y así mismo
lo aplicaban, y otros, simplemente acudieron a la práctica artística a
sabiendas de que sus dotes eran pobres en la actividad artística. El arte
de Euterpe se dispuso entonces como actividad complementaria básica,
de gran popularidad en la escuela, además, la designación de un horario
flexible hizo que los alumnos asistieran a la escoleta sin descuidar sus
tareas en los talleres.

  Ídem.
22

102
La cantera musical de Morelia

A dos años de su apertura asistían a la escuela cerca de cien alumnos,


muchos de estos a la clase de música, dirigida por supuesto, por el genial
maestro Encarnación Payén. Aquí se desprende otra característica de
la instrucción musical. Al igual que con el Colegio de San Nicolás,
las clases en la academia de música de la de artes eran opcionales, no
tenían el carácter de obligatorias ni contaban con un horario riguroso,
y aunque el reglamento establecía de 1 a 3 de la tarde para la escoleta
musical, este podía variarse de acuerdo a las actividades de los alumnos
en los talleres. Todo esto hacía fácil la asistencia a la clase de música, la
cual tuvo como un atractivo importante, la dirección del capitán Payén,
quien para entonces contaba con la fama de ser uno de los mejores
directores de bandas militares de viento en el país;23 por aquellos años
fue siempre muy concurrida y ningún alumno llegaba tarde o faltaba a
sus deberes en sus respectivas actividades.24
La calidad en la enseñanza musical no está en duda debido al nivel
de excelencia del Sr. Payén, más por si acaso, las páginas de la prensa de
la época son prueba de ello ya que registran los eventos artísticos en que
los jóvenes músicos de la de Artes participaron. Esto no es de extrañarse
con lo riguroso, en esto sí, que eran las escoletas en cuanto al estudio de
la música, ya que apenas los jóvenes cumplían tres meses de instrucción,
el maestro los presentaba en público, lo que significaba una meta de
excelencia que debían cumplir los educandos.
La Escuela de Artes y Oficios funcionó los primeros años de su
creación sin contratiempos y su fama como institución de prestigio se
refleja en la demanda de alumnos de nuevo ingreso. En este sentido, de
los casi cien alumnos que se inscribieron en marzo de 1887, para enero
de 1888 el número había aumentado a 138, incrementándose a poco

23
  Sobre las bandas de música en México, vale la pena revisar el trabajo de Georgina
Flores Mercado (coordinadora) Bandas de viento en México, México, Instituto Nacional de
Antropología e Historia, 2015.
24
  Memoria de gobierno de 1887, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexos, número
46, 1887. Las inscripciones a la escuela se daban cada dos meses con lo que la posibilidad
de ingreso era continuo.

103
La educación musical en Morelia 1869-1911

más de 150 para mediados de ese año, cifra que se mantendría casi hasta
finalizar la década en cuestión.25
Un dato interesante es el hecho de que el presupuesto otorgado a
la academia de música —recién creada—, era el mayor que el gobierno
otorgaba a cualquier área de la escuela. A este respecto, a la clase de
música se le asignó la cantidad de 2,571 pesos, al taller de carpintería 1,974
pesos, al de herrería 1,912, al de hojalatería 201, al de zapatería 445 y al de
fotografía 353 pesos.26 Estas cantidades ejemplifican el apoyo que se daba a
la educación musical en la de artes, no obstante, hay que tener cuidado con
el manejo de estas cifras, ya que aunque representan mayores cantidades
que en el resto de los talleres del plantel, es posible que la compra de
instrumentos y demás herramientas, necesarias para la escoleta musical,
hayan hecho que el apoyo económico fuera mayor, más aun, considerando
que 1887 era apenas el segundo año de funcionamiento de la academia
de música de la escuela, por lo que deben contar aquí las adquisiciones de
insumos y demás materiales, necesarios para un buen inicio.
Al respecto de herramientas e instrumentos, el inventario oficial de la
clase de música era el siguiente: 2 flautines rosa cinco llaves, 20 clarinetes, 2
cuartetos de saxofones, 6 pistones, 3 trompetas, 8 sax horns, 9 trombones,
4 barítonos, 7 bajos (4 en si b y 3 en mi b), 5 contrabajos, 3 flautas, una
en cinco llaves y dos el do, 2 requintos, 4 bugles, 1 tambor, 2 pares de
platillos, 1 caja de guerra, 1 triángulo, 4 panderetas, 4 pares de castañuelas,
varias cajas de cañas para las maderas, papel pautado y diversos métodos
musicales, entre los que se encontraban, el Arban, el Eslava y el Romero.27

25
  Memoria de gobierno de 1889, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexos, número
25, 1889.
26
  Memoria de gobierno de 1887, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexos, número
44, 1887.
27
  Ídem. De los instrumentos referidos, para aclarar la función de algunos de ellos,
principalmente de los menos conocidos, lo siguiente. Cuando se menciona el instrumento
a pistón se refiere a aquél emparentado a la trompeta, de sonido y cuerpo físico similar; los
sax horn, son instrumentos de tesitura musical media a los que se les llama coloquialmente
armonías o charchetas, en las actuales bandas de música michoacanas; los requintos son
instrumentos que ejecutan generalmente notas agudas; los bugles son trompetas de

104
La cantera musical de Morelia

La Escuela de Artes y Oficios complementó sus estudios a partir de la


inclusión de una clase de música. Esta actividad aparece como una manera
de incentivar al individuo a aprehender un conocimiento práctico a la par
del taller elegido, lo cual permitía una instrucción amplia y compleja, que
significaba además una opción laboral futura.
El apoyo económico a la clase de música de la escuela, puede explicarse
también por la afluencia de alumnos, sobre todo si se observa que la
cantidad de jóvenes inscritos en esta área de la enseñanza del plantel fue
siempre considerable. Para 1889 por ejemplo, asistían a la escoleta musical
70 practicantes,28 un año después la cifra llegó a casi los 150 educandos
29
y mientras que en 1890 y 1891, la cantidad de practicantes era de 70 en
promedio, para 1892, la matrícula ascendió a poco más del ciento.30
En 1889, se anexaron a los bienes de la clase de música algunas
herramientas y música impresa, entre las que figuran 14 atriles, 2 boleros,
7 danzas, 9 fantasías, 12 marchas y pasos dobles, 8 mazurcas, 6 polkas, 4

sonido pastoso y suave. En relación a la denominación maderas, nos referimos a los


instrumentos que son de madera —aquí se incluye el saxofón aunque sea de estructura
metálica— y que utilizan caña de carrizo en la boquilla para producir el sonido; y por
último, de los métodos referidos, el Eslava es uno de los más tradicionales y se utiliza en la
actualidad en las bandas de música michoacanas y en otros puntos del país; el Arban por
su parte, es hasta hoy uno de los mejores y más completos métodos para instrumentos
de boquilla circular , es decir, para instrumentos como trompeta, pistón, trombón y
sax horn, entre otros. Este método ha sido adoptado en la actualidad por las mejores
instituciones en el mundo, en México, se estudia en los Conservatorios de la Capital del
país y en el de Guadalajara para dar un ejemplo, además, es el método de cabecera de la
clase de trompeta de la Facultad Popular de Bellas Artes de la Universidad Michoacana de
San Nicolás de Hidalgo, institución heredera de la calidad musical del histórico Colegio
de San Nicolás.
28
  Memoria de gobierno de 1890, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexos, número
18, 1890.
29
  Memoria de gobierno de 1889, Morelia, Imprenta del Gobierno, 1889, pp. 77-
78. Cabe destacar que para 1889 sólo la academia de dibujo de la escuela superaba en
número a la de música. Mientras tanto, de entre los talleres más concurridos estaban el de
carpintería, herrería y zapatería, además de la clase de instrucción primaria. Ídem.
30
  Memoria de gobierno de 1892, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexos, número
38, 1892.

105
La educación musical en Morelia 1869-1911

schottisch y 4 valses.31 En este sentido, lo más probable es que ya para este


año, los alumnos de música estaban lo suficientemente avanzados para
poder ejecutar en conjunto, piezas musicales de cierto grado de dificultad,
por lo que la adquisición de material a este respecto, es sinónimo del
avance de los jóvenes euterpianos.
A principios de la década de 1890, 22 alumnos de la clase de música
de la de artes terminaron sus estudios incorporándose de inmediato al
plano laboral, prueba de esto se encuentra en las páginas de la Memoria
de Gobierno de 1892, donde se afirma que muchos de los egresados de
la escuela “...prestan ahora sus servicios en las bandas militares de esta
ciudad [Morelia] y en algunas de la capital de la República”. De estos, 8
ingresaron a la famosa banda del 8º Regimiento, dirigida por Encarnación
Payén, 12 pasaron a servir a la banda del 1er. Batallón de Michoacán,
mejor conocida como la Banda del Estado de Michoacán, y los restantes,
en distintas músicas del país.32
Ahora, si algo es signo de desarrollo de una escuela, es la calidad de sus
egresados, calidad que les permite obtener buenos trabajos. Si bien, es cierto
que 22 alumnos graduados en poco más de seis años (de fines de 1886 a
mediados de 1892), no son muchos, lo cierto es que este número representa
seguramente a los más destacados, lo que no significa que muchos otros no
hayan encontrado acomodo dentro de algún grupo musical local o nacional.
Además, la calidad de los alumnos de la academia de música de la Escuela
de Artes y Oficios, no se puede discutir, ya que el nivel musical adquirido
en la institución les permitió formar parte de una de las mejores bandas de
música del país y del mundo en la década de 1890, la del 8º Regimiento.33

31
  Memoria de gobierno de 1889, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexos, número
27, 1889.
32
  Memoria de gobierno de 1892, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexos, número
38, 1892.
33
  Esta banda llegó a presentarse con mucho éxito en varios lugares de los Estados
Unidos y Europa, así como en los escenarios musicales más importantes de México;
compitió con las mejores bandas de música del mundo en su tiempo logrando siempre
lugares de honor, así lo señala la prensa de la época, la cual elogió siempre a la banda del
8vo. y a su director, el maestro Encarnación Payén. Véase un ejemplo en: La Libertad,
Morelia, 10 de marzo de 1894.

106
La cantera musical de Morelia

La década de 1890 trajo para la escuela una transformación que se


veía venir desde hace tiempo. El cambio comenzó con un nuevo nombre,
además de la instalación de una disciplina militar formal, un carácter
de correccional, la inclusión de alumnos pensionados y la creación del
llamado Batallón Morelos y una banda de música de viento, que vino a
complementar el cuadro de excelencia. La metamorfosis que envolvió la
escuela fue a partir de 1894, antes de esto, la clase de música observó una
asistencia de no menos de cien alumnos en los primeros años de la década
de 1890, sobrepasando los 200 para 1893.34 Hasta aquí, la clase de música
de la Escuela de Artes y Oficios fue la actividad más solícita y popular, en
ocasiones sólo por debajo de la clase de dibujo y pintura.
Para 1894, la transformación anunciada se llevó a cabo, y bajo el
nuevo nombre de Escuela Industrial Militar “Porfirio Díaz”, la institución
continuó su labor educativa, abasteciendo a los jóvenes morelianos de
conocimientos y valores fundamentales para su futuro inmediato.

Gráfica I

34
  Memoria de gobierno de 1894, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexos, número
57, 1894.

107
La educación musical en Morelia 1869-1911

Nota: el total relativo de los alumnos que asistieron a la Escuela de Artes


fue de 1,647 de los años referidos en la gráfica, de estos, 1199 asistieron a
la academia de música de la escuela, que representan el promedio general
señalado en la imagen.
Fuente: Memorias de Gobierno.

En honor a Porfirio Díaz

Ya en noviembre de 1892 se tenía la intención de consolidar el carácter


de correccional a la Escuela de Artes y Oficios, con objeto de que con
esto se podría corregir de una manera más estricta a los alumnos, además
de prever la delincuencia en los individuos desde niños, ofreciéndoles al
mismo tiempo el aprendizaje de un arte u oficio que les incluyera en el
proceso de producción. Se trató en todo caso, de un cambio importante
que habría de darle un impulso fundamental a la institución hacía su
consolidación educativa, como referente del apoyo del Estado en el ramo.
Así, el 14 de diciembre del 1892 se promulgó el decreto que transformó
la Escuela de Artes y Oficios por la Escuela Industrial “Porfirio Díaz”.35
En esencia, se ajustó el programa educativo para dirigirlo en exclusiva
a los jóvenes y su preparación de carácter militar, ampliándose la oferta

  AGHPEM, fondo secretaría de gobierno, sección instrucción, serie Escuela de


35

Artes y Oficios, c. 8, exp. 5, fs. 134-136. Amador Coromina, Recopilación de leyes...,


tomo XXXII, pp. 16-17.

108
La cantera musical de Morelia

a estudiantes del interior de la entidad. En cuanto al arte de Euterpe, “...


se mejoró la clase de música con la compra de instrumentos de la mejor
calidad para la banda militar y orquesta, muchos de los cuales aún no
se ponen en uso en espera de mayor número de alumnos”,36 además se
siguió con la política académica anterior, en el sentido de que habría de
permitirse que mediante horarios flexibles, los alumnos acudiera a las
clases de música una vez que hubieran atendido de manera correcta las
demás actividades. Todo esto ejemplifica la importancia de la instrucción
musical, sobre todo por el hecho de que con esta actividad, los alumnos
podrían “...aprovechar el tiempo que de otra manera sería perdido y dando
al estudio algún atractivo, se realiza en cierto modo el propósito de ampliar
la actividad del educando a mayor campo de acción. Por eso se dedica a
los jóvenes cualquiera que sea el taller a que asistan, al estudio de la música
que a la vez que entretiene su ánimo en ejercicios de lícita recreación, les
ofrece un nuevo medio de futuro sostenimiento”.37
Inherente al cambio de nombre se creó un nuevo reglamento, el cual
no difiere en mucho del anterior. Lo más característico en éste es el carácter
militar que se le dio a la escuela y la creación en este sentido, del llamado
Batallón Morelos, que tanto luciría en los desfiles cívicos de la ciudad de
Morelia y el cual estaría formado por dos compañías, la primera, compuesta
por 33 individuos y la segunda por 23, con un total de 56 elementos de tropa.38

36
  Memoria de gobierno de 1892-1894, Morelia, Imprenta del Gobierno, pp. 128-143.
El señalamiento de “banda militar y orquesta” puede confundir al lector. Al decir “banda
militar”, la cita se refiere a la banda de guerra; mientras tanto, al señalar “orquesta”, se remite
a la banda de música de viento. Afirmamos esto porque no fue sino hasta el año de 1901
que se formó, en toda la extensión de la palabra, una orquesta al interior de la academia de
música de la escuela. Esta orquesta sería dirigida por el Sr. Román Guerrero y compuesta
por 60 instrumentos. La Libertad, Morelia, 26 de julio de 1901. La diferencia entre banda de
música y orquesta son el tipo de instrumentos que cada una contiene. La banda de música
se compone solamente de alientos y percusiones, mientras que la orquesta incluye, además
de alientos, instrumentos de cuerda como violines, chelos y contrabajos, entre otros.
37
  Memoria de gobierno de, Morelia, Imprenta del Gobierno, 1896, pp. 206-222.
38
  Véase reglamento completo en: Amador Coromina, Recopilación de leyes..., tomo
XXXIII, pp. 3-44. AGHPEM, fondo secretaría de gobierno, sección instrucción, serie
Escuela Militar Industrial “Porfirio Díaz”, c. 11, exp. 3, fs. 4-7.

109
La educación musical en Morelia 1869-1911

El reglamento establecía la división de la instrucción primaria en


dos: la elemental y la superior, en ambas, el estudio de la música era
materia obligada. Quedaron reafirmados también los talleres anteriores
al cambio: carpintería, hojalatería, encuadernación, herrería, fotografía,
dibujo y música por supuesto, y se anexaron los de zapatería, fundición,
carrocería, litografía y tipografía. Los requisitos de admisión eran simples
y posibilitaban el ingreso sin problema en la mayoría de los casos. La edad
de ingreso se estableció de 8 a 10 años de edad, que luego se amplió de los
10 a los 14; se requería también buena salud y aptitudes por parte de los
aspirantes a nuevo ingreso, y mantuvo la política de dividir los alumnos en
dos grupos, los corrigendos por un lado, y los pensionados por el otro. La
diferencia entre estos es que los primeros estaban recluidos en la escuela
por algún delito, y los segundos se inscribían en la matrícula por petición
de padres o tutores.39 Ambos grupos, aunque con diferencias cualitativas,
se unían en la escoleta musical, espacio donde el contraste de condición
tutelar se borraba al compás de la batuta y el compás. El nuevo reglamento
favoreció la educación musical en toda la extensión de la palabra, y entre
otras cosas, hizo obligatorio su estudio a nivel elemental y estableció la
designación de dos profesores para el área de música, uno para la banda
y otro para la orquesta. El director y profesor titular de la clase de música
fue, a partir del año de 1894, el músico Estanislao Romero, el cual contó a
partir de 1895-1895 con un ayudante para la orquesta, el cual se encargaría
de la clase de violín.40

39
  Amador Coromina, Recopilación de leyes..., pp. 3-44.
40
  Ídem. La inclusión de un profesor para orquesta, cuya responsabilidad incluía la
clase de violín, nos remite a la afirmación de que se tenía la intención, como finalmente
sucedió años después, de crear una orquesta a la par de la banda de música de viento.
Los ayudantes que figuraron durante la segunda mitad de la década de 1890 y principios
de la de 1900 fueron Juan B. Fuentes y Román Guerrero. Estanislao Romero fue un
renombrado músico nacido en Pátzcuaro el 13 de noviembre de 1864. Las primeras
lecciones de música las recibió por parte del flautista Jesús Martínez, que le enseño
algunos secretos de la música. A partir de la venida a Morelia de Encarnación Payén,
Estanislao Romero se unió a su trinchera artística, y con él logró formarse por completo
en el arte de la música, viajando con el Sr. Payén por los Estados Unidos y España. A su
regreso a Morelia, se encargó al ya profesor Romero la dirección de la Banda del Estado,

110
La cantera musical de Morelia

La posibilidad de estudiar en la escuela industrial —aunque en la


prensa se le siguió llamando Escuela de Artes y Oficios—, se ampliaba
con el hecho de que los alumnos podían ingresar a ella en calidad de
pensionados, ya fuera por el gobierno o por particulares. Para esto, la cuota
de doce pesos mensuales que se cobraba hacía años, se disminuyó a ocho,
además, se mandó una circular a todos los ayuntamientos del estado, para
que al igual que en la Academia de Niñas, según veremos, se seleccionara
un alumno para hacer sus estudios en la escuela.41 Esto permitió la
ampliación de la instrucción técnica a mayor número de jóvenes, ahora
no sólo de la capital, Morelia, sino del interior del estado, no obstante el
apoyo al proyecto, la capacidad de la escuela era limitada y sólo algunos
privilegiados tuvieron la escuela de artes.
Acudiendo a la convocatoria del Ejecutivo estatal, para el año de 1894
y 1895, varios municipios mandaron a un joven a hacer estudios en la
escuela. Entre estos: Pátzcuaro, Santa Clara, Zacapu, Taretan, Uruapan,
Tingambato, Nahuatzen, Cherán, Paracho, Charapan, Los Reyes Salgado,
Periban, Tancítaro, Maravatío, Tlalpujahua, Ario de Rosales, La Huacana,
Nuevo Urecho; Jiquilpan, Sahuayo, Tinguindín, Guarachita, La piedad,
Numarán, Penjamillo, Zináparo y Ecuandureo, Puruándiro, Huango,
Huaniqueo, Coeneo, Panindícuaro y Angamacutiro.42 La intención del
gobierno era hacer extensiva la instrucción pública a una mayor cantidad
de michoacanos posibles, no obstante, lo limitante de los espacios
disponibles era real y bien sabido por las autoridades, es por esto que se
afirmaba que aunque pocos, los afortunados podrían prepararse bien en
las artes y los oficios, para luego volver a su lugar de origen a “...a propagar
los conocimientos adquiridos”.43

y tuvo el cargo también, la de la escuela industrial. Murió el 8 de junio de 1908. Entre


sus composiciones figuran valses, oberturas, marchas, piezas de carácter histórico (aires
nacionales y fantasías), polkas, mazurcas y danzas. Mariano de Jesús torres, Diccionario
Histórico..., tomo III, pp.189-190.
41
  Ídem. Esto de acordó mediante la circular número 9 de 23 de septiembre de 1894.
Amador Coromina, Recopilación de leyes..., tomo XXXIII, pp. 45-46.
42
  AGHPEM, fondo secretaría de gobierno, sección instrucción, serie Escuela Militar
Industrial “Porfirio Díaz”, c. 11, exp. 2, fs. 2-123.
43
  Ibíd., f. 2.

111
La escuela caminó bien partir del nuevo orden administrativo. El 20
de mayo de 1896 se realizó una reforma al reglamento, la cual no cambió
en nada las funciones de la academia de música, aunque sí se estableció
un control más rígido de los alumnos, en el sentido de que el profesor de
música estaba obligado a dar noticia por escrito de los adelantos y atrasos
de cada alumno. En general, la reforma de 1896 tuvo como objetivo hacer
ajustes necesarios sobre todo, en lo referente a la disciplina y el control
de los alumnos. Un año después, en 1897, la academia de música se vio
favorecida nuevamente con la compra de 17 instrumentos para la banda
y orquesta, estos fueron especialmente traídos desde Alemania y su costo
ascendió a la muy considerable suma de 2,261 pesos con 80 centavos,
cantidad que muestra una vez más el gran apoyo que se daba a la clase de
música.44
Caducando el siglo XIX, se reafirmó el fin de la escuela como creadora
de valores, además de su labor como instituidor del conocimiento manual
y artístico aunado a una estricta disciplina militar. En este contexto se
inserta la música como “...medio para adquirir recursos pecuniarios”,
aparte, se afirma que la actividad musical ponía a los jóvenes en “...buenas
condiciones para hacer de ellos hombres útiles y honrados ciudadanos”.45
Esto aparece en documentos oficiales como corolario del ideal de
la escuela para con su labor educativa en vísperas de un nuevo siglo, en
el cual se presentaban síntomas serios de una creciente oposición que
comenzaba en las aulas de instituciones como el Colegio de San Nicolás.
En este contexto, era necesario e importante reafirmar que la intención del
gobierno para con el pueblo era el apoyo a las clases bajas de la sociedad,
mediante el acceso a la educación, sin embargo, las críticas, aunque
reprimidas, fueron constantes, en especial por parte de nuevos actores
que pugnaban por un lugar en la administración pública. Mientras tanto,

44
  Memoria de gobierno de 1900…, pp. 150-159. Se sabe que en México habían
casas de comercio que se encargaban de importar instrumentos musicales para las
músicas mexicanas. Rafael Antonio Ruiz Torres, Historia de las bandas militares de Música en
México: 1767-1920, México, Tesis de posgrado, Universidad Autónoma Metropolitana,
2002, p. 181.
45
  Memoria de gobierno de 1900…, pp. 150-159.

112
la escuela industrial siguió su marcha de producción de novo-técnicos,
que luego figuraban en los empleos estatales. A este respecto, algunos
egresados de la academia de música que se graduaron entre 1900 y 1903,
—se mencionan a seis individuos de entre algunos más—, se insertaron
en el plano laboral a formar parte de las fuerzas del estado, en la banda
de música del Primer Batallón de Infantería.46 Para estos años se amplió
el salón de música de la escuela, anexándole una parte de la cárcel de
mujeres, con esto, los alumnos de música tenían más espacio disponible
para sus actividades.47
Hasta aquí, la actividad de la educación musical al interior de la escuela
es constante y los resultados concretos de la calidad de la instrucción se
comprueban al examinar el devenir de su banda de música, la cual fue
creada partir de la transformación de 1894. Esta banda formó parte del
Batallón Morelos, que figuró en los principales eventos artísticos llevados a
cabo en Morelia en años posteriores. Para 1894, fue su director el maestro
Estanislao Romero y dos años después, la responsabilidad directiva de la
banda recayó en la figura del músico y compositor Eustorgio Peñaloza,
ambos fueron a su vez, en años diferentes por supuesto, directores de la
banda de música del primer batallón del Estado.48
Ya con el encargo de la música, el maestro Peñaloza dirigió a sus
alumnos el 1º de enero del año de 1896, a una presentación en el paseo de
Santa María. La audición, en la que se ejecutaron piezas de compositores
locales, fue muy aplaudida por el público asistente, y a decir de la prensa
de la época, se mostraron adelantos sorprendentes. Ese mismo año, en

46
  Al respecto de las bandas de música en Morelia, véase mi trabajo: Alejandro
Mercado Villalobos, “Las bandas de música en Morelia, un acercamiento a la música de
las mayorías, 1882-1911”, en: Georgina Flores Mercado (coordinadora), Bandas de viento
en México…, pp. 71- 108.
47
  La ampliación del espacio de escoleta era parte de las mejoras hechas al área de
música que venían llevándose a cabo con anterioridad en el edificio que albergaba a la
escuela, ya tiempo atrás se había dotado a la clase de música un entarimado necesario para
la escoleta de todos los días. Memoria de gobierno de 1900-1904…, pp. 96-100.
48
  La Libertad, Morelia, 30 de Junio de 1894. La Libertad, Morelia, 18 de agosto de
1896.

113
La educación musical en Morelia 1869-1911

diciembre, con motivo de los festejos por la reelección de Porfirio Díaz,


la banda del batallón Morelos participó en tres ocasiones, el jueves 3, el
domingo 6 y el sábado 12, en el kiosco de la plaza principal, conocida
como de los Mártires. La intervención de la banda fue en conjunto con
la del estado, la cual se convertía para este tiempo, en la rival a vencer en
términos artísticos para los jóvenes de la academia de música de la escuela
industrial.49 De hecho, a finales de siglo, se decía que la banda de la escuela
industrial superaba a la del estado, cosa que dista mucho de la idea de
que la educación musical en la escuela fuera superficial, como afirmaban
algunos periodistas de la época siguiendo la idea de que la música era un
área complementaria.
En las fiestas de septiembre de 1898 se organizó una audición, la
cual fue calificada de “grandiosa” por la prensa de la época. Para este
evento, se reunieron tres bandas de música: la del 6to. Regimiento, la del
primer batallón de las fuerzas del Estado y la citada banda de la antigua
escuela de artes. La actuación tuvo lugar en la Plaza de los Mártires bajo
la batuta general del profesor Juan B. Fuentes. El programa fue variado
e interesante, el cual puede darnos idea del nivel musical de los jóvenes
músicos de la escuela industrial, o al menos, ubicar los avances que los
jóvenes filarmónicos habían alcanzado, que por el hecho de haber sido
invitados a participar al lado de las mejores bandas que existía en el estado
en ese momento, ejemplifica la calidad musical que para entonces habían
alcanzado.
El primer número corrió a cargo de la banda del 6to. Regimiento, la
cual interpretó, bajo la batuta de su director, el teniente Daniel Camarena,
la marcha “Porfirio Díaz”; en seguida, el profesor Eustorgio Peñalosa, con
mano firme y seguido por los músicos de la banda de música del batallón
Morelos, dirigió “Silvia”, para luego dar lugar a Estanislao Romero y la
banda del estado, que deleitaron al pueblo con las fantasías “Enrique VIII”
y “Fausto”, a continuación, el Sr. Profesor Juan B. Fuentes, al mando de
las tres bandas, dirigió el tercer acto de una obra de Puccini titulada “La
Bohemia”. El evento culminó con un nutrido aplauso del público, el cual

  La Libertad, Morelia, 1 de diciembre de 1896.


49

114
La cantera musical de Morelia

reconoció la calidad de los músicos morelianos. Por la noche, las tres


bandas acudieron nuevamente y en el mismo lugar, para gozo del pueblo
moreliano, y tocaron en conjunto; a decir de las crónicas periodísticas
aquello fue una verdadera gala musical. 50
Está bien registrado sobre todo en las notas periodísticas de la segunda
mitad del siglo XIX, continuos elogios a la banda de música de la escuela
industrial. Es cierto que la mayoría de los periódicos de la época, como La
Libertad o el Periódico Oficial, entre otros, eran oficiales y en sus páginas se
intentaba favorecer al gobierno, elogiando los logros de la administración
y por supuesto a las instituciones que este sostenía, no obstante, es
evidente que establecimientos como la Escuela Industrial “Porfirio Díaz”
funcionaban muy bien, por lo que la participación de sus egresados en
eventos culturales citadinos, eran muestra de los conocimientos adquiridos
en la escoleta musical del plantel.
En consecuencia, ésta activa participación de los jóvenes músicos
de la antigua Escuela de Artes y oficios en eventos artísticos de sobrada
importancia, nos permite afirmar que la enseñanza musical cultivada
respondía a los requerimientos del contexto del momento, y aunque la
instrucción no sobrepasaba el nivel técnico-práctico, es decir, el nivel
de mero músico ejecutante, sin llegar al plano de la composición,51 la
enseñanza musical era la suficiente como para que a los músicos egresados
de la industrial se les viera luego en las principales bandas del país, de
hecho, en Morelia, la banda del 8º Regimiento, una de las mejores de
México, tuvo en sus filas desde mediados de la década de 1890, a varios
músicos salidos de la trinchera artística de su academia.
En 1901, como ejemplo del desarrollo de la clase de música de la
escuela se formó una orquesta, la cual funcionaria a la par que la banda
de música, sin menoscabo de la calidad de esta última. La orquesta

50
  La Libertad, Morelia, 20 de Septiembre de 1898.
51
  En este sentido hemos encontrado algunas piezas musicales compuestas por
alumnos de la escuela industrial, lo que nos remite a una necesaria clase de armonía y
composición. Esto alude a un esfuerzo por parte del profesor de música para enseñar los
secretos de la composición musical a aquellos alumnos cuyo interés en la música iba más
allá de la mera ejecución. Archivo Particular, Gerardo Sánchez Díaz.

115
La educación musical en Morelia 1869-1911

desde un inicio fue programada para ser grande, ya que se formó con
60 instrumentos, número bastante mayor que los requerimientos de un
grupo musical de este tipo. Esta orquesta no estuvo dirigida por el maestro
Peñaloza sino por un profesor de nombre Román Guerrero. No obstante,
Eustorgio Peñaloza seguía al frente de la banda del batallón Morelos, es
más, a mediados del año de 1901, el Sr. Peñaloza se encontraba preparando
un método de solfeo, con objeto de simplificar el aprendizaje para los
novatos en el arte de Euterpe, un aporte digno de su investidura musical. 52
La cotidiana actividad de la banda de música y orquesta permitieron
al pueblo de Morelia darse cuenta del desarrollo de la institución, prueba
de ello es que en las páginas de la prensa de la época se menciona que la
escoleta musical de la escuela industrial, se había convertido en “...una
magnifica academia de música en la que teórica y prácticamente se enseña
harmonía [sic], composición, orquestación y todo lo que puede hacer de
un discípulo con disposiciones, un verdadero genio. La banda del propio
plantel está formada por filarmónicos que han aprendido allí mismo y
dotado de instrumentos modernos que permiten interpretar las partituras
más difíciles, hace la delicia de Morelia en las adiciones de la plaza de los
mártires o del bosque de San Pedro”.53
La cita remite a dos cosas. Una es la participación activa de los jóvenes
a los eventos culturales urbanos, otra, la inclusión en el terreno de la
armonía y la composición, no obstante, lo cierto es que la clase de música se
centraba en la ejecución del instrumento, no obstante, el maestro Peñaloza
era un compositor consumado, y estaba dispuesto siempre a enseñar los
secretos de la armonía a aquellos alumnos cuyos dotes musicales así lo
permitieran. De cualquier manera, se hacía más énfasis en la ejecución que
a la enseñanza de teoría musical, y no obstante lo limitado que esto parece,
el nivel de las clases de música no se discute, ya que los programas de los
eventos donde participaba la banda y la orquesta de la escuela industrial, no
deja lugar a dudas, ya que generalmente, se ponían piezas de compositores
europeos —y algunos locales— de dificultad considerable.

  La Libertad, Morelia, 26 de abril de 1901.


52

  La Libertad, Morelia, 31 de mayo de 1901.


53

116
La cantera musical de Morelia

El principio de siglo fue de alegrías y sinsabores para la clase de música,


la cual se mantuvo, en promedio, arriba del ciento en cantidad de alumnos.
En 1901 se reformó el reglamento, a partir de lo cual se restringió el acceso a
la clase de música a los alumnos que no tuvieran tres años de haber ingresado
al plantel, esto, se decía, era porque muchos jóvenes dedicaban más tiempo a
la música que a las demás actividades, desatendiendo de manera importante
las labores de taller.54 Esto confirma la demanda y convocatoria que la clase
de música tenía para con los alumnos, y es que la actividad musical es tan
práctica, que en pocos meses el músico podía incorporarse al trabajo, cosa
que presentaba un atractivo especial a los jóvenes.
A inicios del año de 1902, la fama de excelencia de la escuela industrial
fue mayúscula en todo el Estado de Michoacán, para enero de ese año, la
gran cantidad de solicitudes de ingreso no dejan la menor duda de que los
padres de familia estaban convencidos de que sus hijos iban a encontrar
el mejor camino en las aulas de la institución, así mismo, la academia
de música hacía completo el escenario de excelencia de la escuela. En
este contexto, constantemente se hacían mejoras al establecimiento, con
objeto de mantener el buen funcionamiento de las instalaciones, además
de facilitar el aprendizaje de los alumnos.
A partir de la creación de la orquesta el protagonismo musical cambió
un poco, en el sentido de que, al menos durante la primera mitad de la
década de 1900, la banda de música del Batallón Morelos perdió lugar en
las noticias culturales de las páginas periodísticas de la época, sin que por
supuesto desapareciera de los escenarios musicales citadinos.
La orquesta en cuestión se componía de cuatro secciones, de entre
las cuales destacan varios jóvenes músicos, que aparecen continuamente
en la Gacetilla cultural de los periódicos de la época. Entre estos, figuran
Jesús Mendoza, Samuel Pineda, Rafael Cortés, de la orquesta; y Enrique
Villaseñor, Jesús Solórzano, Buenaventura Zárate, Arturo Sánchez, Samuel
Pineda, Jesús Mendoza e Ignacio Villegas, de la banda de música.55 En el

54
  AGHPEM, fondo secretaría de gobierno, sección instrucción, serie Escuela Militar
Industrial “Porfirio Díaz”, c. 11, exp. 2, f. 147.
55
  La Libertad, Morelia, 24 de enero de 1902. Algunos jóvenes músicos aparecen
actuando tanto en la orquesta como en la banda.

117
La educación musical en Morelia 1869-1911

sentido propiamente dicho de la actividad musical, es probable que existiera


alguna rivalidad entre los dos grupos musicales, que les llevara a disputarse
los espacios de actuación musical, lo cierto es que para las autoridades de
la escuela, la demanda de los jóvenes por la música les llevaba a dotar a la
academia del arte de Euterpe de las herramientas necesarias para su estudio;
en 1903, se apoyó a la clase de música de un entarimado para la escoleta
musical, seguramente con objeto de ensayar los programas musicales que
aplicaban la banda y orquesta en sus presentaciones.56
En general, la escuela fue creciendo año con año, aumentando sus
talleres de vez en cuando. Para 1904, se contaba con los nuevos espacios
para la enseñanza del fotograbado, fundición y el vaciado de yeso, los
cuales junto a los ya establecidos, hacían más atractiva la escuela para los
jóvenes michoacanos. En el área de música, este mismo año se reafirmó
a la clase de Euterpe como un espacio de formación excelente, que
permitía al alumno la inmersión al plano laboral de manera pronta, así
pues, se dijo que no era “...raro encontrar en las bandas y orquestas de
la ciudad, en el ejército, en las tipografías y donde quiera, trabajadores
salidos de la escuela Porfirio Díaz que ahora están ganando los medios
de subsistir honradamente”.57 Este señalamiento refuerza lo dicho en
páginas anteriores, al respecto de que la escuela marchaba como ejemplo
de buen funcionamiento del gobierno en turno; era la institución, en este
sentido, la carta de presentación con la que el gobernador presumía su
obra educativa.
A partir de la creación de la orquesta la plantilla de profesores del área
de música aumentó. En los primeros años de la década de 1890, para la
clase de música figuraba un solitario profesor encargado de la enseñanza
en general del arte de Euterpe, a partir del año de 1895, se contó con un
ayudante, esto a partir de la conversión de la escuela a industrial militar.
El sueldo del profesor de música, para 1893, era de 1 peso 50 centavos

56
  Memoria de Gobierno de 1900-1904…, pp. 96-98. Para 1903, la banda de música
seguía bajo la dirección de Eustorgio Peñaloza, y la orquesta se subordinaba a la batuta
de Juan B. Fuentes. La Libertad, Morelia, 13 de noviembre de 1903.
57
  La Libertad, Morelia, 1 de enero de 1904.

118
La cantera musical de Morelia

por día, este salario no cambió sino hasta 1898, que el mismo aumentó a
1.65. Mientras tanto, el ayudante de música tenía un sueldo de 50 centavos
diarios. Para 1902, la plantilla de maestros del área de música aumentó
en uno más, ahora se contaba con el tradicional profesor de música, un
profesor de orquesta y un ayudante de música. El primero tenía un sueldo
de 1 peso con 75 centavos diarios y se encargaba de la banda de música, el
segundo por su parte, ganaba 2.60 y se encargaba de la clase de cuerdas; y
el tercero los ya señalados 50 centavos y tenía la obligación de ayudar de
manera general en la atención a la enseñanza musical de los alumnos. Estos
salarios serían los mismos, prácticamente durante el resto del periodo
porfirista, no obstante, el sueldo del ayudante aumento paulatinamente, de
50 centavos, cantidad registrada desde 1893, a 1 peso con 30 centavos para
los años de 1909 y 1910.58
Esto ejemplifica la partida que se destinaba al personal docente de
la escuela, no obstante, los datos nos remiten a conclusiones importantes
sólo mediante la comparación, en este caso, de profesores de otras
instituciones. A estas alturas de la investigación, resulta lógico el análisis
de la clase de música de la escuela de artes con su similar del Colegio de
San Nicolás. A este respecto, en la primera partida de egresos que aparece
desglosada en la Recopilación de leyes..., formada por Amador Coromina,
para 1888, al profesor de música de la Escuela de Artes, se le asignó un
sueldo anual de 720 pesos, mientras que a su homólogo del Colegio de
San Nicolás, el sueldo ascendía a 800 pesos anuales, con la diferencia que
este último debía pagar con su salario, a un ayudante —que generalmente
ganaba entre 180 a 200 pesos anuales—.
Para 1894, con el cambió de nombre de la escuela de artes por
industrial militar, el sueldo del profesor de música bajo a los 547 pesos 50
centavos por año, mientras que el del Colegio de San Nicolás se mantuvo
en poco más de 600, con un ayudante que ganaba la cantidad de 200
pesos con 75 centavos. Un año después, se anexó a la clase de música

58
  Véase al respecto de los salarios de profesores: Recopilación de leyes, de Amador
Coromina, Recopilación de Leyes…, tomos XXXII al XL, específicamente en la parte que
respecta a los egresos de la administración pública.

119
La educación musical en Morelia 1869-1911

de la de artes el ya mencionado ayudante, el cual con un sueldo de 146


pesos anuales, tenía la obligación de atender a los alumnos en el ramo de
orquesta; por su parte, al director de la academia se destinaron 306 pesos
con 60 centavos por año, sueldo muy disminuido de los 720 que se daban
en 1888; por otro lado, el profesor de música del colegio seguía igual que
antes, con 602 pesos 25 centavos anuales, y el ayudante con 200 pesos 75
centavos.
Para el periodo de 1898-1899, los sueldos se homologaron, y
los profesores de música de la escuela de artes y del Colegio de San
Nicolás ganaron a partir de ese entonces, 602 pesos 25 centavos por
año, además de contar ambas academias con un ayudante, que para la
escuela industrial se destinaba para la orquesta, y en la casa de Hidalgo,
para el violín.59
Los datos nos refieren a una diferencia de salario entre profesores de
las dos instituciones analizadas, y a una paga comparativamente mayor para
el profesor de música de la escuela de artes que su similar del Colegio de
San Nicolás, lo que puede entenderse como un compromiso más profundo,
por parte de las autoridades estatales, para con la academia de música y
en general, para la escuela industrial. En este sentido, el presupuesto de
egresos que el gobierno estatal destinó durante los años que abarca nuestra
investigación, le otorga mayores recursos económicos a la escuela de artes
que a cualquier otra institución en el Estado, incluyendo al Colegio le San
Nicolás y a la Academia de Niñas.
Para ejemplificar esto acudimos nuevamente a los presupuestos de
egresos, ahora de manera general: para el periodo de 1888-1889, se destinó
para la escuela de artes el monto de 14 mil 869 pesos, cantidad que creció
poco los siguientes años. Para el periodo de 1893-1894, el aumento en la
partida de egresos para la escuela fue de casi 50%, es decir, se destinaron

  Los ayudantes en promedio, ganaban entre 180 y 240 pesos por año. Amador
59

Coromina, Recopilación de leyes..., tomos XXIX al XXXVI, en la parte destinada a egresos,


esto para los años de 1888 a 1903. De aquí en adelante, los datos están contenidos en la
Recopilación de Leyes..., formada en el Archivo General..., tomos XXXVII al XL, de igual
forma, en la parte destinada a egresos.

120
La cantera musical de Morelia

31 mil 423 pesos. Esto es en consecuencia al cambió institucional que


sufrió la escuela, lo que le dotó de mucho más talleres y personal docente.
La cifra de los 30 mil pesos se mantendría con algunas variantes, hasta
finalizar el periodo de estudio, no obstante, de 1896 a 1900, la partida de
egresos para la escuela industrial ascendió a más de 40 mil pesos anuales,
para volver a ubicarse a partir del periodo de 1901-1902, y hasta 1910, en
el promedio de los 30 mil por año.60
Estas cifras ejemplifican el desarrollo y devenir de la escuela, los
datos continuos y en clara evolución son el mejor ejemplo del apoyo del
Ejecutivo para con la educación técnica, y en comparación con el Colegio
de San Nicolás61 y otras instituciones educativas, el soporte económico fue
mayor para la escuela industrial, que por sí sola abarcaba gran parte de la
partida de egresos destinada a la educación en el estado.

Gráfica II. Comparativa del presupuesto destinado


al Colegio de San Nicolás y la Escuela de Artes ( I )

Fuente: Amador Coromina, Recopilación de Leyes…, varios tomos.

60
  Ídem.
61
  El presupuesto del Colegio de San Nicolás nunca ascendió arriba de los 25 mil
pesos anuales, de hecho, a partir de la separación de algunas carreras, como sucedió con
Jurisprudencia y medicina durante el gobierno mercadista, el egreso destinado al colegio
se ubicó entre los 15 mil y los 18 mil pesos por año. Ídem.

121
La educación musical en Morelia 1869-1911

Gráfica III. Comparativa del presupuesto destinado


al Colegio de San Nicolás y la Escuela de Artes ( II )

Nota: es notable observar a finales de la década de 1890, la disminución


del presupuesto de egresos destinado al Colegio de San Nicolás, esto es
porque durante el periodo de gobierno de Aristeo Mercado, se separó
las escuelas de Jurisprudencia y Medicina, esto repercutió también en la
cantidad general de alumnos inscritos al Colegio.
Fuente: Amador Coromina, Recopilación de Leyes…, varios tomos.

En el sentido de la asistencia, la matrícula general de alumnos de la


escuela de artes pocas veces superó la cantidad de 200 educandos, y la del
Colegio de San Nicolás por su parte, rebasaba siempre los 400; a todo esto, la
academia de música de la escuela industrial mantuvo una asistencia constante
de entre 50 a 90% de la matrícula general; mientras que la asistencia a la
clase de música de la casa de Hidalgo, en relación a la matrícula general, no
supero el 25% en promedio. El examen de todo esto nos permite afirmar
que la música se estudiaba en la escuela de artes con fines más prácticos y
de opción laboral que de ornato y pasatiempo. Además, el constante apoyo
a los músicos de la escuela, representado, como ya hemos señalado en
páginas anteriores, en materiales e instrumentos, no nos deja lugar a dudas
de que el Ejecutivo estaba convencido de que la música era una actividad
indispensable en la preparación de los jóvenes, por esto los apoyos y elogios
se sucedían en los medios de comunicación oficiales de la entidad.

122
La cantera musical de Morelia

Durante la segunda mitad de la década de 1910, la academia de


música de la escuela continuó dando de qué hablar en términos sociales
por su labor como formadora de músicos. Al respecto, no existe algún
evento público —ceremonia cívica, entregas de premios, audiciones,
etcétera—, donde los músicos de la escuela industrial no estuvieran
presentes. Estos, al igual que sus análogos de la academia de música del
Colegio de San Nicolás, se encargaban de amenizar las fiestas morelianas,
y a la vez, legitimar el apoyo que por parte del gobierno recibían para sus
respectivas instituciones. En 1906, en las festividades del 5 de mayo, la
banda del batallón Morelos tuvo una participación especial. Era común
que en este tipo de eventos el programa abarcara distintas actividades,
en las cuales se ubicaban los grupos musicales que había en la ciudad.
Lo más frecuente era que la banda de música de las fuerzas del Estado
se ubicara en los principales escenarios durante los festejos, no obstante,
para este año, la banda de música de la escuela de artes figura como
el grupo principal en el festejo cívico. La Plaza de los Mártires, la más
importante de la ciudad, fue el espacio donde la banda hizo muestra del
dominio del arte de Euterpe.62
En los últimos años de la escuela industrial, como institución porfirista,
hubo algunos cambios en el personal docente que mantenía funcionando
la clase de música, en este sentido, para 1906, aparece un presupuesto para
la clase de música que superó los 1500 pesos anuales, repartidos entre
el profesor de música (985 pesos 50 centavos ), el ayudante de música y
orquesta (657 pesos ), y una partida de 480 pesos por año para “gastos
menores”, doce meses después, y hasta el término del periodo de estudio,
la partida se mantendría en poco más de los 1500 pesos anuales, con la
disminución del profesor de música a 912 pesos 50 centavos, el ayudante
474 pesos 50 centavos, y la partida para gastos menores con 240 por año.
A la llegada del aniversario número cien de la independencia nacional, la
Escuela Industrial Militar “Porfirio Díaz” funcionaba en el mismo edificio
que la vio nacer, el inmueble que había albergado a la Compañía de Jesús
durante la época colonial. Los talleres, las academias de dibujo y pintura y

  Periódico Oficial, Morelia, 3 de mayo de 1906.


62

123
La educación musical en Morelia 1869-1911

las demás actividades productivas que allí se realizaban vieron el comienzo


de la Revolución Mexicana. La escuela industrial por su parte, siguió
funcionando más allá del periodo porfirista, con otro nombre pero con
los mismos preceptos hasta su clausura en la década de 1960.
En suma, la Escuela de Artes y Oficios fue un ejemplo de buen
funcionamiento. Su creación respondió a la necesidad de formar técnicos
especializados que ayudaran en el aumento de la producción a nivel nacional,
además de fomentar en el individuo el autoempleo bajo un régimen de
estricta disciplina. El 7 de octubre de 1886, se instituyó la educación
musical en la escuela con un objetivo claro, dar una segunda opción de
preparación académica a los alumnos del plantel, una educación artística
basada en los principios básicos de la ejecución musical, una instrucción
dirigida a formar filarmónicos instrumentistas con especialidades en
alientos, cuerdas y percusiones, con el ideal de una preparación en cuya
base descansarían los valores del trabajo y la disciplina. La afluencia de
estudiantes a la academia de música de la escuela fue siempre considerable
en función a la matrícula general, en este sentido, el promedió de asistencia
fue de 80%, lo que representa la mayoría del alumnado en franco interés
por la música.
En este sentido, varios egresados de la trinchera musical de la escuela
se incorporaron a asociaciones musicales de la entidad y del país, y aunque
su actuación fue discreta, por actuar estos en grupo y no en calidad
de solistas, como sucedía con los músicos del Colegio de San Nicolás,
el actuar de los músicos de artes está en la prensa de la época como
testimonio de que la música se aprendía, y bien, en sus aulas. Y aunque la
educación musical al interior de la escuela era importante y de buen nivel, la
instrucción no pasaba de ser teórico práctica, sin un programa de estudios
que permitiera profesionalizar la enseñanza musical, lo que convertía a los
músicos en meros ejecutantes, no obstante, algunos alumnos, pocos en
verdad, lograron composiciones musicales propias, lo cual nos remite a
un interés por educarse un paso más allá de la instrucción impartida en la
escuela. A este respecto, lo más probable es que fuera el mismo profesor
de música de la escuela el que ofreció la orientación educativa a estos
alumnos para lograr su avance más allá de los límites institucionales.

124
La cantera musical de Morelia

Al final, la Escuela de Artes y Oficios de Morelia cumplió su objetivo,


formó maestros herreros, carpinteros, zapateros, fotógrafos, impresores,
etc., y además de esto, les dotó otro oficio, tan viejo como la historia
humana, la música. La enseñanza en las artes y los oficios no se limitó
al ámbito de Morelia, ya que con la inclusión de alumnos pensionados
del interior del estado, se abrió la posibilidad de que estos, al egresar del
plantel, difundieran y aplicaran sus conocimientos por toda la entidad, y
en el caso de la instrucción musical, por todo el país.
Hasta aquí, el examen de la institución más sobria del gobierno
michoacano. Nos deja la certeza de que no hubo una institución durante
el porfirismo en Morelia —ni en todo el estado—, donde se enseñara la
música con la calidad y disciplina que en las aulas en la de Artes, no porque
los profesores de ella superaran en un sentido estricto, al del Colegio de
San Nicolás, sino porque los preceptos institucionales del plantel, aducían
a una instrucción basada en la más estricta disciplina militar y excelencia
académica, es por esto que los músicos egresados figuraron siempre en las
mejores bandas de música del país.

125
La mujer y la música

El antiguo Colegio de Santa Rosa María de Valladolid

C omo ya se ha visto, las leyes mexicanas relacionadas a la


educación, principalmente aquellas emanadas del pensamiento
liberal, abogaron por una instrucción libre de dogmas religiosos.
El conjunto de leyes educativas que surgieron durante la conformación
del Estado mexicano paulatinamente quitaron el monopolio educativo a
la Iglesia católica, y no obstante, ésta continuó manteniendo escuelas y
academias, en algunas de las cuales se impartía la música; tal fue el caso del
Colegio de Santa Rosa María de Valladolid.
Se fundó como institución de la Iglesia en 1743. En sus aulas se
educaron solo mujeres de origen español —cosa que debía comprobarse
mediante fe de bautismo— y de legítimo matrimonio.1 Desde la apertura
del colegio se abogó por la enseñanza de la música. En este sentido, y
bajo un régimen estrictamente católico, se preparó a las jóvenes en la
ejecución del órgano, el canto llano, violín, arpa y piano, ofreciéndose
además nociones generales de la música. Las clases entonces, obedecieron
a la clara intención de complementar la educación de la mujer —que
abarcaba las materias de: doctrina cristiana, labores propias de la mujer

1
  Gloria Carreño A., El Colegio de Santa Rosa María de Valladolid, 1743-1810, Colección
Historia Nuestra, México, Departamento de Investigaciones Históricas, Universidad
Michoacán de San Nicolás de Hidalgo, 1979, pp. 127-129

127
La educación musical en Morelia 1869-1911

(como costura y bordado), rudimentos de lectura, escritura, aritmética,


moral y conducta—, además de prepararlas para el servicio clerical, es
decir, asegurar la existencia de músicos para el coro de la iglesia.2 En suma,
la enseñanza de la música en Santa Rosa se ofreció como una opción de
ornato, sin el ánimo de crear más que ejecutantes, que sirvieran al servicio
religioso más que a las alumnas mismas, lo que es común tratándose de la
enseñanza musical en la época colonial.
El funcionamiento del colegio siguió su curso casi normal a partir de
1821, en el sentido de que las leyes educativas del México independiente
tardaron años en reorganizar las instituciones encargadas de la instrucción
en el país, tanto las públicas como las privadas. A partir de 1857 comenzaron
a sentirse los efectos del proceso de laicización producto de las medidas
reformistas liberales, por lo que los bienes del colegio fueron amenazados
por el proceso de desamortización de bienes civiles y eclesiásticos. La
institución fue perdiendo poco a poco los capitales necesarios para su
funcionamiento, y para principios de la década de 1860, no se contaba con
recursos para la alimentación de las alumnas, por esta razón, las autoridades
en turno pusieron en marcha medidas urgentes para mantener el colegio
a flote, a este respecto, las colegialas debieron contribuir al sostenimiento
del plantel con la venta de algunos productos que ellas mismas fabricaban,
como flores de papel, bordados y dulces. A mediados de 1861, por órdenes
del general Epitacio Huerta —un destacado liberal michoacano, jefe
militar y gobernador de Michoacán en varias ocasiones—,3 el colegio fue
clausurado y su edificio destinado a un fin distinto de la importante labor
de educar, ya que las aulas se habilitaron como dormitorios para hombres y
mujeres, esto a pesar de las protestas por parte de las autoridades del colegio
y algunas personas relacionadas con la escuela, quienes enviaron una carta
de protesta tanto a Sebastián Lerdo de Tejada —entonces presidente de
la república—, como al gobernador michoacano —el general Huerta—,

  Ibíd., pp. 131-133.


2

  Sobre el personaje, véase: Raúl Arreola Cortés, Epitacio Huerta. Soldado y estadista liberal,
3

México, Gobierno del Estado de Michoacán, 1979. Ma. Guadalupe Cedeño Peguero, Epitacio
Huerta y su hacienda de Chucándiro, 1860-1882, México, Instituto Michoacano de Cultura, 1990.

128
La mujer y la música

haciéndoles ver la necesidad de mantener en funciones aquella escuela,


sobre todo, por ser el único espacio de instrucción para la mujer más allá
de las primeras letras. El colegio no obstante, fue clausurado y su edificio
convertido en hospicio para hombres y mujeres.4
Con la intervención francesa y el relativo triunfo de los conservadores,
que ocuparon la ciudad de Morelia con apoyo de fuerzas militares franco-
belgas, el colegio de Santa Rosa reabrió sus puertas; la evidente simpatía
de la Iglesia mexicana al bando conservador hizo esto posible. Entonces,
el plantel recibió nuevos capitales que le permitieron normalizar sus
actividades, entre ellas la clase de música, que había sufrido la falta de
maestro en el pasado por falta de fondos. Sin embargo, con el triunfo
republicano y el restablecimiento del gobierno liberal ocurrido en 1867, se
arremetió nuevamente con las instituciones eclesiásticas, y para 1870, se
ordenaba el cierre definitivo del colegio de Santa Rosa, entre otras cosas,
en la intención del Estado por controlar también la educación, y quitar el
monopolio en el ramo, a la Iglesia.5
Con todo esto, se daba por terminado aquél primer proyecto de
educación para la mujer. Mientras tanto el edificio quedó bajo la custodia
de la Dirección de Bienes nacionales de la Secretaría de Hacienda, siendo
destinado a diversos usos durante años, ninguno dedicado a la enseñanza
hasta el periodo de gobierno de Miguel Alemán Valdés, por allá en la
década de los años de 1940, en que éste dio el permiso para establecer
en Morelia un conservatorio de música, el actual Conservatorio de las Rosas.6

4
  Gerardo Sánchez Díaz, “La casa de las Rosas..., p. 59-61.
5
  Gerardo Sánchez Díaz, “La casa de las Rosas..., p. 61-63.
6
  Ídem. En la actualidad se designa al Conservatorio de las Rosas de Morelia como el
primero en su clase en América vinculando su fundación en 1743, fecha que corresponde
a la creación del colegio de Santa Rosa. El lazo que une la idea es precisamente, los
estudios de música. No obstante, el de Santa Rosa no fue un conservatorio en el sentido
moderno del término, esto es, una escuela de enseñanza profesional de la música, ya que
el arte de Euterpe se estudiaba entonces como parte de la formación de las alumnas. Así,
la difusión que se hace respecto a la antigüedad del actual Conservatorio de las Rosas
de Morelia, es solo un asunto de mercado. Sobre la historia de esta institución, puede
consultarse a: José Luis Torres, “Conservatorio de las Rosas”, en: Álvaro Ochoa Serrano,
Michoacán. Música y músicos…, pp. 153-185.

129
La educación musical en Morelia 1869-1911

El caso particular del colegio de Santa Rosa simboliza la actitud del


Ejecutivo en pro de aplicar las leyes emanadas del pensamiento liberal,
antagónico de todo dogma religioso. En este sentido, el control del Estado
era evidente y necesario ya entrada la segunda mitad del siglo XIX, sobre
todo en lo referente a la educación, en especial porque de esta depende la
legitimidad del orden político establecido. Instituciones como el colegio
de Santa Rosa fueron clausuradas porque aparecían como resabios de
la época colonial, antagónica en todos sentidos a los políticos liberales
mexicanos. De cualquier manera, la labor del colegio fue importante ya
que en sus aulas se preparó a la mujer para la vida en sociedad, además, se
les instruyó en las artes como la música, asignatura común en la matrícula
de los estudios de primeras letras, que en el caso específico del colegio, se
llevaba a cabo de manera consciente y profesional de manos de profesores
tan capaces como Ramón Martínez Avilés, durante los últimos años de su
funcionamiento.
El cierre del Colegio de Santa Rosa María de Valladolid, dejó un espacio
vacío en la educación de la mujer en Morelia, y aunque en realidad fueron
pocas las jóvenes beneficiadas —del conjunto total de mujeres en edad
escolar en ese momento—, la escuela representó una opción de enseñanza
de la música en Morelia, y aunque de alcance limitado, fue quizás uno de
los pocos lugares en la ciudad y en todo el estado en donde se aprendió el
arte de Euterpe. En este sentido, sólo las academias particulares citadinas
quedaron como sitios posibles de enseñanza musical, muy limitadas en su
alcance numérico, y muy lejanas para el grueso de la población.
Para la década de 1880, surgió en Morelia la Academia de Niñas,
una institución que hizo realidad las aspiraciones de muchas jóvenes
michoacanas, ofreciendo un espacio de formación educativa, con
asignaturas apropiadas para el sexo femenino. La educación musical se
instaló en el currículo de la escuela desde un inicio, y su nivel musical se
mantuvo a la par de otras instituciones como el Colegio de San Nicolás
o la Escuela de Artes y Oficios, por lo que las alumnas de la Academia
de Niñas figuraron en participaciones musicales a lo largo del porfiriato,
en grupo o como solistas, que las ponía a la par, en el sentido artístico, al
de los alumnos de otras escuelas públicas. Es por esto que la de niñas se

130
La mujer y la música

convirtió, a partir de 1886, en el espacio más importante de educación


musical para la mujer, a lo largo de las dos últimas décadas del porfirismo
en Morelia.
A continuación, el examen de su devenir histórico y la importancia de
su actividad en el contexto educativo moreliano, que trascendió los límites
de la ciudad de Morelia.

La Academia de Niñas de Morelia

La instrucción musical en la ciudad de Morelia se hizo posible para la


mujer con la creación de la Academia de Niñas, escuela que aunque no
fue de estudios exclusivamente musicales, sí fue una institución en donde
el arte de Euterpe formó parte integral del plan de estudios, a diferencia,
digamos, de otras escuelas. Así, no fue la música una materia accesoria
como ocurrió en el Colegio de San Nicolás por ejemplo, ya que en el caso
de la de niñas, la clase de música tuvo un carácter de asignatura formal.
El decreto que creó la escuela apareció el 6 de octubre de 1885.7 En este
inicio, se pensó en una escuela de nivel secundario y de perfeccionamiento,
siendo el Ejecutivo estatal el encargado de la vigilancia y protección de
la academia. Éste designó como directora y subdirectora el plantel a dos
mujeres extraordinarias, la señora Josefa Ortiz y su hija, la señorita María
Alvírez; ambas formaban parte de la alta sociedad moreliana, siendo ellas
la esposa e hija respectivamente de quien fuera un destacado magistrado,
me refiero al Lic. Luis. G. Alvírez.8
Las cátedras establecidas aparecen acordes al momento y al sector
femenino. Así, las niñas habrían de cursar: moral, urbanidad, economía

7
  Hubo un proyecto en 1868, propuesto por el ayuntamiento de la ciudad que
pretendía la creación de una escuela para niñas que por diversas razones no se llevó a
cabo. Amador Coromina, Recopilación de leyes..., tomo XXVIII, pp.27-28.
8
  Ídem. Carmen Edith Salinas García, Los estudiantes en la universidad michoacana, 1917-
1939. La integración de la mujer al proyecto académico universitario, Tesis para obtener el título de
Licenciado en Historia, Morelia, Facultad de Historia de la Universidad Michoacana de
San Nicolás de Hidalgo, Septiembre del año 2002, pp. 24-26.

131
La educación musical en Morelia 1869-1911

doméstica, lectura —donde se incluían recitación de prosa y verso—,


gramática castellana —aplicando aquí análisis lógico y principios de
gramática general—, pedagogía, aritmética razonada y principios de álgebra
y geometría, dibujo y pintura, francés, inglés, música —instrumental
y vocal—, geografía, historia patria, costura, bordados, flores y otros
trabajos de mano.
La importancia de la Academia de Niñas radica en que fue un espacio
donde la mujer —la moreliana en un primer momento—, podía hacer sus
estudios de enseñanza media, adquiriendo conocimientos en ejercicios
manuales y en las “bellas artes”, con lo que, a decir de las autoridades de
la época, “...contribuirán a suministrarle otros medios compatibles con
su sexo, para que puedan en caso necesario, lograr la satisfacción de sus
necesidades a costa de menores afanes y sacrificios”.9 Esta afirmación revela
el sentido de la creación de la Academia de Niñas, como un plantel dedicado
a incorporar a la mujer al plano laboral, sobre todo para que no estuvieran
confinadas como hasta ese momento, a las labores de la casa, y aún en el
caso de que esto sucediera, estuvieran preparadas a sobrellevar un hogar,
participando en caso necesario, en el mantenimiento económico de este.
En suma, la Academia de Niñas se creó como institución dedicada
a la formación de profesoras de primeras letras, que ayudarían en años
posteriores, a expandir el conocimiento de instrucción primaria en gran
parte del estado. Mientras tanto, inherente a la creación de la escuela,
surgió el reglamento, que completaba el escenario para que la institución
funcionara a partir del 5 de mayo de 1886, en la parte posterior del edificio
que albergaba para esa fecha, al Colegio de San Nicolás.10

9
  Memoria de gobierno de 1886, Morelia, Imprenta del Gobierno, 1886, pp. 47-49.
10
  Julián Bonavit, Historia del Colegio..., p. 185. Juana Martínez Villa, Fiestas cívicas y
diversiones públicas en Morelia, 1891-1910, Tesis para obtener el título de Licenciado en
Historia, Facultad de Historia de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo,
Morelia, Invierno de 2002, p. 57. Luego, en 1888, el gobierno compró un inmueble
ubicado frente a la plazuela de las rosas que designaría como edificio para la academia. Es
el actual Museo Michoacano. Silvia Figueroa Zamudio, “La Academia de Niñas de Morelia”,
en: Ziranda Uandani (papel que habla), Publicación de los Archivos del Poder Ejecutivo,
Morelia, Gobierno del Estado de Michoacán, no. 25, 2001, p. 31.

132
La mujer y la música

Como era costumbre en la época, con motivo de la inauguración


de la academia, se llevó a cabo un concierto en el mejor escenario de la
ciudad para estos casos, el Teatro Ocampo. El evento, programado con
16 intervenciones musicales fue excelente y los participantes destacados,
según notas de la prensa de la época; algo muy característico de la velada
fue la muy adecuada participación femenina, que hizo especial la noche.
De entre las mujeres que actuaron, figuran dos alumnas de la recién abierta
escuela, Natalia Flores y Luisa Mesa, quienes entre otras féminas, lucieron
sus dotes musicales entre fantasías y motivos de óperas.
Un hecho que sobresale del programa de aquella noche, es la
participación de Luis Acha y Rómulo Valenzuela, dos alumnos de
la academia de música del Colegio de San Nicolás, además, a mitad de la
velada participó una de las mejores bandas de música del país, la del 8º
Regimiento, la dirigida por Encarnación Payén, la cual ejecutó la fantasía
Fausto, obra bella de ejecución difícil. El final del concierto de inauguración
fue soberbio al compás de las notas del Himno Nacional Mexicano, que
dio cabida —escribió un periodista— al más puro sentimiento nacionalista,
que en ese momento se hacía evidente en la alegría de inaugurar un espacio
dedicado de manera exclusiva a la enseñanza de la mujer, muy limitada en
el pasado y en ese presente aún, a la educación pública.11
En el reglamento de la academia, que apareció el 1º de mayo de
1886, se especifican cuestiones como: edad mínima de ingreso, 7 años,
instrucción primaria terminada, y duración de los estudios hasta por un
lustro, durante el cual la educación musical sería materia obligada; en este
sentido, “...el curso de música se concluirá en cinco años, repartidos de
la manera siguiente: en el primer año, solfeo; en el segundo, solfeo y
primero de piano; en el tercero, vocalización y segundo de piano; en el
cuarto año, primero de canto superior y tercero de piano; y en el quinto,
segundo de canto superior y cuarto de piano”. En cuanto a los métodos
de estudio de la música, en el artículo 16 del reglamento se estableció que
se abordarían de la siguiente manera: el de solfeo (método de Hilarión
Eslava), en dos años, el de vocalización en uno, el de canto superior (para

  Gaceta Oficial, Morelia, 9 de mayo de 1886.


11

133
La educación musical en Morelia 1869-1911

ambos el método de Asioli), en dos años, y el de piano (método de Bertini),


en tres.12
De esta manera, las jóvenes tuvieron lo necesario para llevar a buen
término una educación completa, la cual por supuesto incluía la música.
No obstante, el arte de Euterpe se estudiaba bajo la limitante que implica el
estudio de sólo dos instrumentos: el piano y la voz humana. En relación a
esto, considerando la ampliación de la ejecución musical, en el artículo 18
del reglamento se dejó abierta la posibilidad de que cualquier alumna que
quisiera —y reuniera la aptitud musical necesaria— podría estudiar algún
otro instrumento, siempre bajo la observancia y aprobación del profesor.13
Esto, si bien no era garantía de que la educación musical se ampliara en
la escuela, daba la libertad de que alguna alumna incursionara en algún
instrumento diferente del piano, de hecho así fue, ya que a mediados del
periodo porfirista se escuchó en Morelia una estudiantina formada por
las alumnas de la Academia de Niñas, quienes aparecieron ejecutando
guitarras, mandolinas y panderetas.
La academia abría sus puertas de ocho de la mañana a doce del día,
y de tres a cinco de la tarde. En este sentido, los horarios de escoleta
musical establecidos en el reglamento fueron: para las alumnas de primer
año, se ensayaría de nueve a diez de la mañana, mientras que para el resto
de los grados, es decir, del segundo al quinto, el horario de práctica sería
de ocho a nueve, por la mañana también. A todo esto, las clases de música
se darían terciadas, es decir: lunes, miércoles y viernes, de 8 a 9 a.m., para
las alumnas de segundo año de solfeo, primero y segundo de piano y
vocalización, y los martes, jueves y sábados, para las de tercero y cuarto
de piano y segundo de canto superior, dándose las clases de solfeo para
primer grado todos los días.14
Hasta aquí, la fundación de la Academia de Niñas respondía a las
necesidades de la mujer moreliana, la cual necesitaba un lugar propio en

12
  Amador Coromina, Recopilación de leyes..., tomo XXVIII, pp. 29-34. AGHPEM,
fondo secretaría de gobierno, sección instrucción, serie Academia de Niñas, c. 1, exp. 1,
fs. 22 y 77-89.
13
  Ídem.
14
  Ídem.

134
La mujer y la música

la sociedad michoacana, que le permitiera incluirse en la vida académica


y laboral. La designación de dos mujeres como directoras del plantel,
demuestra la capacidad femenina por llevar por buen camino un rubro de
la administración pública estatal de no fácil catadura, lo que representa la
intención del gobierno de incluir a la mujer como directora de la enseñanza
en las aulas, extendiendo la educación que esta había impartido siempre
en el hogar, al salón de clase. La administración del oaxaqueño Mariano
Jiménez, gobernador de Michoacán entonces, a sabiendas de las carestía
educativa de la entidad y del potencial femenino no explotado en este
sentido, favoreció la creación de la Academia de Niñas, incluyendo a la
mujer en el plan pedagógico del gobierno, ubicándola como pieza clave
en el proceso de enseñanza de la juventud michoacana, cosa bastante
novedosa en una época que restringía a la mujer, por lo general, al trabajo
doméstico.
En tanto a las asignaturas establecidas, se pretendía que con estas
la educación impartida estaría acorde a la realidad de las necesidades del
entorno de las alumnas, siendo las actividades manuales, las inherentes a la
mujer, las que caracterizaban la línea de estudio, no obstante, se pretendió
preparar a las jovencitas para el trabajo en la enseñanza, pero también para
que supieran llevar a bien la economía en el hogar, actividad que presentaba
a la mujer como directora de la casa. Esto, claro, teniendo en cuenta que
los tiempos estos del porfiriato no eran todavía espacios de emancipación
femínea del todo y es por eso que el plan de estudios de la academia se
incluían asignaturas propias del sexo femenino, las cuales pretendían que
la mujer estuviera preparada de mejor manera para el trabajo, tanto en la
enseñanza como en el hogar.
La cátedra de música se inserta en este contexto, un escenario
donde el arte de Euterpe aparece muy acorde para la mujer, especialmente
por la ejecución de piano, un instrumento que desde la época colonial
y durante todo el siglo XIX, fue el preferido —o el impuesto— de las
féminas morelianas.15 El objeto de la inclusión de una cátedra de música

15
  Otto Mayer-Serra, Panorama de la música mexicana, México, El Colegio de México,
1941, pp. 38-39.

135
La educación musical en Morelia 1869-1911

en este sentido, fue distinto al del antiguo Colegio de Santa Rosa María
de Valladolid, ya que en aquél se enseñó la música como una cuestión que
tenía que ver más con valores de la época —los religiosos eran los más
importantes a este respecto—, que con la importancia de esta actividad
en la vida de las jóvenes; mientras que en la Academia de Niñas, la música
fue parte de la formación integral, cosa que les permitió a las infantas
michoacanas, una liberación de espíritu a la vez que un sustento económico
posible. Esto sin embargo, no significa necesariamente que las jóvenes
egresadas de la academia se integraban a algún grupo musical y vivían
de la práctica de la música, no fue así en realidad, pero sí puedo asegurar
que muchas de ellas dedicaron su tiempo libre a la enseñanza del solfeo y
piano, difundiendo el arte de Euterpe, y favoreciendo un mejor nivel de vida
para las familias por ellas formadas, esto por el ingreso económico que les
representaba la actividad musical, de hecho, años después de creada la
academia, cuando se pensionaron alumnas del interior del estado, fueron
común las clases privadas en distintas zonas de Michoacán, impartidas por
egresadas, precisamente, de la Academia de Niñas de Morelia.
Ahora bien, de la plantilla de profesores destacó el ínclito músico
Luis I. de la Parra, quien habría sido nombrado profesor de música de
la academia, quien a trabajaría con las niñas sin descuidar su labor en el
Colegio de San Nicolás.16
El primer año de la academia transcurrió sin contratiempos. La
asistencia a la clase de música fue notoria así como las calificaciones
obtenidas por las alumnas de la cátedra del Sr. Parra. 167 alumnas fueron
las que asistieron a la escuela el primer año, de estas, 87 lo hicieron a la
academia de música, lo que representa poco más del 50 por ciento del
total.17 Aquí se desprende una contradicción ya que hemos afirmado que la
cátedra de música era obligatoria y ahora afirmamos que no todas asistieron
a la citada clase. Lo que sucede es que los exámenes sólo se practicaban a las

  AGHPEM, fondo secretaría de gobierno, sección instrucción, serie Academia de


16

Niñas, c. 1, exp. 1, fs. 22 y 27.


17
  Carmen Edith Salinas García, Las estudiantes..., pp. 24-27. Memoria de gobierno de
1886, Morelia, Imprenta del Gobierno, 1886, pp. 47-49.

136
La mujer y la música

aquellas alumnas consideradas aptas para tal prueba, es decir, el escrutinio


sólo se practicaba a las educandas más avanzadas, que eran designadas por
el profesor, en este caso, por el Sr. Parra. Esta afirmación se sustenta en el
hecho de que en los registros oficiales que hemos consultado, la cantidad
de alumnas examinadas es menor casi siempre, al número de educandas
que aparecen como asistentes a la clase de música, además de que algunos
ensayos al respecto, comprueban nuestras conclusiones.18
La educación musical, aunque inserta en el currículo de la escuela,
fue de cualquier manera una actividad, si se nos permite el término, semi-
obligatoria, es decir, aunque la cátedra de música estaba contemplada en el
plan de estudios como una asignatura obligatoria para aprobar el año, en la
práctica, se dejaba la libertad para que sólo aquellas alumnas con aptitudes
musicales aplicaran examen, eximiendo de este a las no dotadas de sentido
musical,19 aunque estas últimas debían de cualquier manera, asistir a la clase
de música, con objeto de complementar su instrucción.
Para llevar a cabo los exámenes, en el reglamento se estableció que estos
debían efectuarse públicamente del 15 al 30 de noviembre de cada año,20
mediante sinodales que verificaran el aprovechamiento de las educandas.
Para el de música del año referido de 1886, se propuso por parte de la
dirección de la academia, a tres distinguidos músicos morelianos: Teodoro
Aguiñaga (pianista), Encarnación Payén (director consumado de músicas
de viento), y Francisco Lemus (compositor).21 Este último debió rechazar
el ofrecimiento debido un compromiso que le hizo salir de la ciudad de
improviso, por tal motivo entró en suplencia el Sr. Rafael Guerrero,22
músico de sobrada experiencia.
La curiosidad por saber el tipo de exámenes de música que se hacían
en la Academia de Niñas, nos ha llevado a investigar cualitativamente su

18
  Silvia Figueroa Zamudio, “La Academia de Niñas…, p.29.
19
  Entendiendo sentido musical como dote natural de afinación y entonación que
debe tener el aspirante a músico.
20
  Silvia Figueroa Zamudio, “La Academia de Niñas..., p. 29.
21
  Las mesas sinodales deberían tener un presidente y dos vocales. Ídem.
22
  AGHPEM, fondo secretaría de gobierno, sección instrucción, serie Academia de
Niñas, c. 1, exp. 1, fs. 95 y 156.

137
La educación musical en Morelia 1869-1911

contenido, por fortuna, un escrito, a manera de cuadernillo y al parecer


elaborado por puño y letra del Sr. Parra, da respuesta a nuestra curiosidad.
A decir de este documento, titulado: catálogo de preguntas posibles para el
examen de música, aparecen varios cuestionamientos musicales, mismos que
nos permiten dar cuenta del nivel de instrucción que las clases artísticas
tenían en la escuela. Las preguntas se refieren a los aspectos teórico-básicos
del solfeo, como el conocimiento de las notas, la rítmica y la métrica, del
compás, los silencios, símbolos especiales, como grupetos y apoyaduras,
claves o llaves musicales, entre otros.23
El examen, que corresponde al primer año de instrucción musical
en la academia, es acorde a los requerimientos básicos que todo aspirante
a músico debe tener, además, al analizar a detalle el documento y lo
cualitativo de su contenido, puedo afirmar —aparte como músico que
he sido por 29 años— que los estudios musicales que se llevaban a cabo
en la academia, no eran improvisados ni estaban cerca de ser incipientes,
por el contrario, si para el primer año se estudiaban casi en su totalidad las
bases musicales, es lógico pensar que en los años restantes de educación
artística, el desarrollo teórico-musical era más alto, lo que nos deja razón
para afirmar de manera concreta, que los estudios musicales destinados a
la mujer para la época en cuestión, estaban a la altura de otras instituciones
donde se aprendía el arte de Euterpe, como las academias de música del
Colegio de San Nicolás, y la de la Escuela de Artes y Oficios. Por desgracia,
los registros exámenes y otros detalles del devenir de la clase de música
de la academia son limitados, no obstante, lo que existe nos permite llegar
a algunas conclusiones del actuar de la mujer en la educación musical.
Además, resulta significativo que el programa de estudio de la academia
en el aspecto musical, no estuviera por debajo del nivel de calidad de otras
instituciones de educación pública, lo que es indicativo de la importancia
que era para el contexto del momento, que la mujer se incluyera en la
instrucción, sobre todo como guía de la sociedad michoacana, recordando
al respecto, que de la Academia de Niñas egresaron no pocas profesoras

  AGHPEM, fondo secretaría de gobierno, sección instrucción, serie Academia de


23

Niñas, c. 1, exp. 1, fs. 126-136.

138
La mujer y la música

de instrucción primaria, quienes no solo difundieron sus conocimientos


en primeras letras sino también hicieron lo propio con el arte de la música.
Por cierto, el resultado de los exámenes realizados en el primer año
de existencia de la escuela es interesante, pues se demuestra la calidad
de las futuras profesoras. Así, Catalina Robles destacó obteniendo
entonces una mención honorífica por su desempeño en la materia de
solfeo al igual que Elodia Palacios. En la de piano, fue Natalia Flores
quien destacó obteniendo un accésit —que era una distinción especial
aunque inferior a la mención honorífica—. Aunque de manera general
las primeras calificaciones fueron significativas, ya que del total de las
alumnas: 24 recibieron mención honorífica, 109 suprema, 89 buena, 17 más que
regular y 41 terminaron el año con calificación regular.24 De las alumnas
mencionadas, las tres últimas aparecieron en años posteriores en diversos
eventos públicos, tales como ceremonias públicas de entrega de premios,
audiciones o eventos privados, entre otros, según se registra en la prensa
de la época, además, los elogios fueron siempre buenos, cosa que resalta
de manera significativa la excelencia de las clases de música que se llevaban
a cabo en la escuela.
Los exámenes significaron un primer augurio positivo pues, en
comparación con los resultados al respecto del Colegio de San Nicolás o la
Escuela de Artes y Oficios, las niñas también lograron notas de excelencia.
De hecho, las dos décadas siguientes, la academia habría de recibir el
beneplácito del pueblo moreliano por los logros que aparecían a la vista,
siendo uno de ellos la creación de un “conjunto de cuerdas” formado por
algunas de las jóvenes estudiantes, quienes habrían de participar en no
pocas ocasiones en las fiestas morelianas porfiristas, según descubrió el
incansable investigador moreliano Xavier Tavera Alfaro.25
Enero de 1887 fue un mes importante para la academia, esto debido a
que se llevaría a cabo la primera entrega de premios a las mejores alumnas
del plantel, acto que en años posteriores, iba a ocurrir a principios de

24
  AGHPEM, fondo secretaría de gobierno, sección instrucción, serie Academia de
Niñas, c. 1, exp. 1, fs. 163-165 y 181-182.
25
  Xavier Tavera Alfaro, Morelia en la época..., p. 76.

139
La educación musical en Morelia 1869-1911

año. El día 15 se celebró el evento en el Teatro Ocampo y para esto, se


hicieron algunos gastos para el mayor lucimiento del programa, así pues, se
invirtieron 63 pesos en varios rubros, como piezas de música, el traslado y
afinación de dos pianos, la iluminación del teatro para ensayos por cuatro
noches, y la gratificación a dos músicos, un violinista y un pianista, entre
otras cosas.26 En años posteriores, fue común ver en este tipo de eventos
la participación de las mismas alumnas del plantel, las cuales demostrarían
en cada oportunidad sus adelantos, de hecho, este tipo de programas
de entrega de premios —comunes en aquella época— fueron marco
idóneo para la aplicación de los conocimientos musicales que las niñas
adquirieron en la escuela, fue en estos eventos y en algunos otros, que la
mujer instruida en escuelas oficiales, daba cuenta del desarrollo del arte
musical que aprendían en las instituciones como la Academia de Niñas.
El plan de estudios presentado para el inicio del año escolar de 1887
no difería en nada del año anterior, al menos en lo referente a la cátedra
de música. Luis I. de la Parra presentó un proyecto de clase formado por
los ya sabidos métodos de música: Eslava, Bertini y Asioli, con lo que se
pretendía la continuación del objetivo inicial impuesto por el profesor.27 Lo
que sí cambió para bien de la clase de música fue el presupuesto asignado,
ya que se aumentaron 240 pesos anuales como salario para un ayudante,
el cual debía auxiliar al profesor titular en las clases, debido a la creciente
demanda de alumnas. El ayudante, que resultó ser del sexo femenino, fue
una joven inscrita en la misma academia y de sobrada capacidad, prueba de
ello es el premio obtenido por ella en piano, apenas en enero de ese mismo
año de 1897, así, Natalia Flores se convertiría en la auxiliar del maestro
Parra para la cátedra de música y además, contribuiría al prestigio que la
institución se estaba formando.28

26
  AGHPEM, fondo secretaría de gobierno, sección instrucción, serie Academia de
Niñas, c. 1, exp. 1, f. 184. El señalamiento que hacemos a la manera de organizar estos
eventos, tiene origen en la necesidad de que el lector de cuenta de la importancia de un
acto de este tipo, de la trascendencia que representaba la entrega de premios a las alumnas
de la Academia de Niñas.
27
  Ibíd., f. 208.
28
  Ibíd., fs. 69-73.

140
La mujer y la música

En los últimos años de la década de 1880 se presentó una buena


asistencia a la clase de música toda vez que continuaron notas de excelencia
en los resultados de los exámenes. En 1887 por ejemplo, hubo 116 alumnas
en solfeo y 6 en piano, obteniéndose en general calificaciones supremas
y menciones honoríficas.29 1888 fue un año de asistencia mayor que el
anterior, donde 132 alumnas estudiaron solfeo y 25 lo hicieron en piano,
sin embargo, el número de alumnas que hicieron examen fue inferior. Es
probable que como los exámenes los hacían sólo aquellas capacitadas para
tal prueba, este año no hubiera jóvenes cuyo nivel musical les alcanzara
para lograr una nota aprobatoria, no obstante, las calificaciones de las
pocas examinadas fueron excelentes.30
1889 y 1890 fueron años en los cuales disminuyó la asistencia a la
clase de música: el primero contó con 88 niñas en solfeo y 23 en piano y el
segundo, con 68 en solfeo y 20 en piano.31 Este último año se examinaron
sólo 21 alumnas en solfeo, de las cuales 5 obtuvieron Mención Honorífica,
16 Suprema y 5 buena; en piano se examinaron 17 alumnas, las cuales
terminaron con calificación Suprema.32 En total, este año de 1890 terminó
con 19 alumnas premiadas en la clase de música, esto, más que números,
representa un dato importante a la hora de analizar la calidad de la
instrucción musical que se impartía en la academia, sobre todo porque en
muchos casos, las calificaciones de las alumnas —de igual manera como
sucedía en las clases de música del Colegio de San Nicolás, así como en la
Escuela de Artes y Oficios—, eran mayores que en las de otras materias,
signo este que nos permite reafirmar nuevamente, que la actividad musical
llamaba mucho la atención de la mujer, y se le dedicaba el tiempo necesario
como para desarrollar la actividad artística de manera correcta.

29
  Para este tiempo, la clase de música contaba con un piano de cola, uno vertical, un
atril de fierro y un metrónomo, entre otras cosas. Memoria de gobierno de 1887, Morelia,
Imprenta del Gobierno, anexos, números 36 y 39, 1887.
30
  Memoria de gobierno de 1889, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexos, número
19, 1889.
31
  Ibíd., anexos, número 21. Memoria de gobierno de 1890, Morelia, Imprenta del
Gobierno, anexos, número 14, 1890
32
  Memoria de gobierno de 1892, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexos, número
29, 1892.

141
La educación musical en Morelia 1869-1911

Entre las alumnas más destacadas están: María Cortés, María Iturbide,
Dolores Nava, María Jacobo, Rosa Zavala, Elvira Castro, Concepción y
Josefina Alvírez, Carlota Breña, Concepción Olvera y Elodia Palacios,
algunas de estas obtuvieron premio y otras el accésit. Otras terminaron el
año con el más alto galardón, la mención honorífica, tal es el caso de: Jesús
Aguirre, María Cortés, Jesús Ruiz, María Iturbide, Rosa Zavala, Carlota
Breña, Josefina y Concepción Alvírez, Concepción López Aguado y Elodia
Palacios.33 Los nombres de algunas de estas aparecen en las páginas de la
prensa de la época como participantes de eventos artísticos citadinos, lo
que nos remite a la aplicación de los conocimientos musicales en el plano
práctico, incluso laboral. A inicios de la década de 1890, se presentaron un
total de 90 alumnas en la clase de música, de estas, 26 de las que presentaron
examen, obtuvieron premio al final de año por su desempeño escolar, y 15
de ellas terminaron con mención honorífica.34
Para 1890, el creciente aumento de alumnas en la clase de piano y
la disminución del número de jóvenes examinadas era común, y aunque
los datos que hemos obtenido no son muy extensos ni concluyentes al
respecto, me permiten afirmar que la afluencia constante a la clase de
piano, se debió con toda probabilidad, al aumento en la capacidad de
ejecución y lectura musical que las niñas habían alcanzado. Este interés
musical de la citada clase puede explicarse también en función de dos
posibilidades: una que el profesor Parra disponía de más tiempo para
atender a las educandas gracias a la ayudante que para la clase de música se
nombró en abril de 1887; y otra, es posible que los resultados del Primer
Congreso Pedagógico Nacional realizado en 1889, que reglamentaba las
escuelas normales del país, y que obligaba, entre otras cosas, al estudio
más extensivo de “...la enseñanza musical hasta el estudio del piano y el
melodio o armonio”,35 favorecieran por sistema el que que más alumnas
se inscribieran en la clase de piano en los primeros años de la década de
1890, o por otro lado, simplemente, el desarrollo natural de la música en la

33
  Ibíd., anexos, número 31.
34
  Ibíd., anexos, números 26 y 32.
35
  Silvia Figueroa Zamudio, “La Academia de Niñas..., pp. 32-33.

142
La mujer y la música

academia así lo impulsó. Yo creo que el aumento de alumnas en la clase de


piano se debió más al desarrollo mismo de la actividad musical al interior
de la escuela, es decir, para la década de 1890, las alumnas se encontraban
en un nivel de ejecución musical considerable, lo que seguramente llevó a
que muchas tomaran el paso siguiente, la ejecución en un instrumento, el
piano principalmente.
1892 presenta una disminución notable en cantidad de alumnas en
la matrícula de la clase de música, en este año aparecen 76 alumnas en la
lista de asistencia de dicha cátedra, sin embargo, esto tiene su origen en
un acuerdo a que llegaron las autoridades de la academia, el cual mandó
eximir del estudio del solfeo a las alumnas del primer año, con objeto de
que estas atendieran las otras materias con más cuidado.36 Y es que la clase
de música era tan popular y la asistencia de las alumnas tan numerosa, que
se dio el fenómeno de la desatención de otras asignaturas por atender la
práctica del solfeo.
En abril de 1892 se inauguró la escuela de instrucción primaria anexa
a la academia, con lo que se amplió aún más la instrucción,37 además, ese
año fue importante por dos razones: uno fue la compra de dos pianos
para la clase de música;38 y por otra parte, se llevó a efecto un proyecto de
gran relevancia, aprobado mediante la circular número 43 de fecha de 9 de
diciembre de 1891, mediante el cual se pedía a los ayuntamientos del interior
del estado que pensionaran a una niña con 12 pesos mensuales —con sus
propios recursos— para que hicieran estudios en la Academia de Niñas,
para lo cual sólo tendrían las jóvenes que cubrir algunos requisitos: edad
de 6 a 14 años, “buenas disposiciones para el aprendizaje y de humildes
condiciones sociales”.39 Aparte del apoyo mediante las pensiones, se creó

36
  AGHPEM, fondo secretaría de gobierno, sección instrucción, serie Academia de
Niñas, c. 1, exp. 1, fs. 91-92.
37
  Memoria de gobierno de 1892, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexos, números
27 y 28, 1892. Esto respondió también a lo dispuesto en el Congreso Pedagógico Nacional
en 1889, que definía que las escuelas normales debían tener una escuela primaria anexa.
Silvia Figueroa Zamudio, “La Academia de Niñas..., p.33.
38
  Memoria de gobierno de 1892-1894, Morelia, Imprenta del Gobierno, 1894, p. 110.
39
  Amador Coromina, Recopilación de leyes..., tomo XXXI, pp. 90-92,

143
La educación musical en Morelia 1869-1911

un internado anexo a la academia, que funcionó como hogar para las


jóvenes pensionadas; allí se ofreció alojamiento, comida y buen trato.
Con este proyecto se pretendió alcanzar a una mayor parte del pueblo
michoacano, sin embargo, lo cierto es que el acceso a la educación mediante
este programa fue muy limitado, sobre todo si se tiene en cuenta que muchos
ayuntamientos no contaban con los recursos necesarios para pensionar a
una niña, por esto, la oportunidad de estudiar en la capital de Michoacán
se presentó, para finales del siglo XIX, como una opción sólo para algunas
afortunadas, de hecho, el gobierno eximió a aquellos ayuntamientos pobres
de la obligación de pensionar a una jovencita en la Academia de Niñas, con
lo que se limitó aún más el alcance de tan noble intención.
De cualquier manera, la opción fue válida e importante, por lo que varios
ayuntamientos respondieron a la convocatoria del gobierno, y enviaron a
una afortunada niña, a recibir instrucción en la mejor academia del estado.
Entre los primeros municipios que participaron figuran: Morelia, Acuitzio,
Zinapécuaro, Maravatío, Taximaroa, Tlalpujahua, Contepec, Zitácuaro,
Angangueo, Tuxpan, Tuzantla, Huetamo, Tacámbaro, Nuevo Urecho,
Ario, Pátzcuaro, Zacapu, Uruapan, Apatzingán, Coalcoman, Jiquilpan,
Zamora, Purépero, La Piedad y Puruándiro.40 Si bien, estos municipios
no representan la mayor parte de los que existían en la entidad, responden
a una intención del régimen en tanto a ofrecer un verdadero espacio de
instrucción para la mujer, una oportunidad excelente de obtener un medio
para lograr un mejor nivel de vida.
Como era de esperarse, el apoyo dado por las pensiones municipales
provocó un aumento considerable en la matrícula. Para 1893 y 1894,
ingresaron en total casi trescientas alumnas: 287 y 296 respectivamente.
Mientras tanto, en la clase de música, 116 alumnas asistieron a la escoleta
en 1893 y 145 lo hicieron en 1894, casi el doble en comparación al año de
1892.41 Las calificaciones de estos dos años no fueron menos que en años

  AGHPEM, fondo secretaría de gobierno, sección instrucción, serie Academia de


40

Niñas, c. 1, exp. 7, fs. 1-6.


41
  Memoria de gobierno de 1892-1894, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexos,
número 42, 1894.

144
La mujer y la música

anteriores ya que de las jóvenes examinadas, ninguna obtuvo la mínima


calificación, todas estuvieron de regular a suprema, algunas incluso, como
era ya costumbre, obtuvieron mención honorífica. Para el año de 1893, las
más destacadas fueron, y por mucho: Amalia Zamacona, Encarnación
Marroquín, Aurelia Molina, Cristina Torres, María Iturbe y Jesús Arias,
todas estas lograron un accésit; entre tanto, María Calderón, Jesús Díaz,
Concepción Jiménez, María Rodríguez Alfaro, Luisa Vega, Sahara Calderón
y Cristina Torres, obtuvieron el más preciado reconocimiento, la mención
honorífica, de hecho, cinco alumnas registradas con premio recibieron
también la mención honorífica, estas fueron: Encarnación Marroquín,
Aurelia Molina, Amalia Zamacona, María Iturbe y Jesús Arias.42
Todas ellas accedieron a la lista de las alumnas más destacadas de la
academia, gracias a su esfuerzo y dedicación, y al empeño de un nuevo
profesor de música, el Sr. Juan B. Fuentes, quien sustituyó a don Luis I. de
la Parra, fallecido como ya se señaló, en 1892. De estas señoritas, algunas
se perdieron en el tiempo y sus nombres han quedado sin la huella que
deja el papel, sin embargo, muchas de ellas aparecen en los registros de
la prensa de la época, en especial, en su participación como ejecutantes
de instrumentos musicales en distintos eventos de la misma academia,
así como de otras instituciones oficiales. De esta manera, a finales de la
década de 1890, los nombres de Concepción Jiménez, Amalia Zamacona
y Jesús Díaz, figuraron como distinguidas filarmónicas de Academia de
Niñas en años posteriores, de hecho, estas y otras alumnas, formaron una
“orquesta típica”, la cual aparece a finales de siglo en las ceremonias de
entrega de premios de la academia, ejecutando obras de autores europeos
de dificultad considerable.43
El año de 1894 inició con una crítica en relación a la manera de llevar
a cabo los exámenes en la academia. A mediados del mes de enero, en el
periódico La Libertad se hizo una llamada de atención para las autoridades
de la escuela, en el sentido de que la forma en que hacían los exámenes

42
  Ibíd., anexos, números 43 y 45.
43
  La Libertad, Morelia, 9 de febrero de 1897. La Libertad, Morelia, 7 de febrero de
1899.

145
La educación musical en Morelia 1869-1911

no era, a decir de la nota, la más adecuada para obtener el verdadero nivel


académico de las alumnas, esto debido a que a éstas se les hacían preguntas
previamente preparadas en un catálogo, no obstante a la hora de la prueba,
muchas veces las preguntas diferían de las establecidas en dicho catálogo,
por esto, se dijo que no se llegaba a examinar a fondo a las educandas.44
Lo anterior, al parecer, tenía fundamento de peso ya que un año después,
en octubre de 1895, se realizó una reforma al reglamento de la academia
donde la principal modificación fue en relación al título IV, con relación
precisamente a los exámenes y la forma en que estos se realizaban.45 En esta
reforma nada cambió en lo tocante a la cátedra de música, no obstante, en
diciembre de este año se determinó la división de la educación primaria en
elemental y superior, y a partir de este momento, las alumnas interesadas
en cursar la carrera de profesoras de instrucción primaria elemental, hacían
estudios por tres años y aquellas con aspiraciones a profesoras de nivel
superior de primeras letras, debían estudiar en la escuela por un lustro; la
educación musical tenía mucho que ver en esto, ya que en ambas carreras
su estudio era obligado, aunque con más peso e importancia en el segundo
caso.
La Academia de Niñas recibió muchos elogios desde su creación, no
obstante, hubo críticas en varias ocasiones en relación a su funcionamiento,
sobre todo en cuestiones tan importantes como la forma de evaluación,
que es la manera de asegurarse la calidad de la instrucción que recibían
las niñas. En enero de 1895, en el periódico La Libertad, de tendencia
oficial, aparece otra mención a manera de crítica, para la escuela, ahora en
concreto para la clase de música, más bien, con el contenido cualitativo
de esta. A decir de la nota, las escoletas musicales no resultaban del todo
eficientes por el hecho de que a las jóvenes no se les daba clase de teoría
musical, en relación a esto, se afirma que “...el perfecto conocimiento del
tecnicismo, el de la historia del arte, ó sean los progresos sucesivos que
manifiestan su desarrollo, son otros tantos elementos que en la música

  La Libertad, Morelia, 13 de Enero de 1895.


44

  Véase la reforma al reglamento en: AGHPEM, fondo secretaría de gobierno,


45

sección instrucción, serie Academia de Niñas, c. 1, exp. 3, fs. 1-14.

146
La mujer y la música

[deben] los maestros aprovechar para hacer más ordenados, sólidos y


fecundos los conocimientos que transmiten a sus discípulos”.46
Con esto se manifiesta que para que las alumnas ascendieran al
conocimiento musical completo, llamémosle profesional, debían completar
su instrucción con la enseñanza de la teoría de la música, al menos más
a fondo de lo que hasta el momento se venía haciendo, de hecho, en la
biblioteca de la academia, no figura en ninguna de las seis secciones en que
esta se dividía, algún espacio dedicado a la música, es decir, no había ningún
libro dedicado a la enseñanza teórica profesional de la música,47 salvo
los métodos musicales que desde la creación de la escuela se estudiaban,
probablemente por donación del mismo profesor Parra. Por cierto, para el
ciclo escolar de 1896, los textos para la cátedra de música siguieron siendo
el de Eslava para solfeo, el de Asioli sobre principios elementales de música
—que no debemos confundir con teoría de la música—, y para el piano, el
de Bertini y uno nuevo para este año, el de Le Couppeé.48
Volviendo un poco a la falta de la teoría musical, esto representa una
limitante para el músico en la medida de que el conocimiento de principios
teóricos musicales permiten, obvio, una mejor preparación académica
musical y por consiguiente, una mejor ejecución, ya que además de
proveer herramientas para entender mejor la música, se puede incursionar
incluso, en la composición. A decir de las clases en la Academia de Niñas,
la enseñanza musical era buena en función del objetivo que esta pretendía,
que era la inclusión de la música como un complemento de preparación
académica que permitiera dos cosas: practicar una actividad que resalta
el espíritu y permite un medio de entretenimiento sano y creativo; y/o
proveer a la mujer de una forma de autoempleo.
Desde estas dos posibilidades, la inclusión de una clase teórica
musical hubiese representado el aumento de la tensión y el trabajo para

46
  La Libertad, Morelia, 27 de enero de 1895.
47
  Las seis secciones que conformaban la biblioteca de la Academia de Niñas eran:
instrucción-educación-pedagogía; religión-moral; biografía-historia-geografía; higiene-
física-química; crítica-literatura-poesía; y administración-estadística. AGHPEM, fondo
secretaría de gobierno, sección instrucción, serie Academia de Niñas, c. 1, exp. 6, fs. 7-18.
48
  Ibíd., exp. 4, f. 2.

147
La educación musical en Morelia 1869-1911

las alumnas, las cuales debían cumplir no sólo con la cátedra de música,
sino con la demás materias y actividades de la escuela. Así que es muy
probable que la inclusión de una materia de este tipo, en vez de favorecer
la educación general de las niñas, les hubiera significado peso académico
en demasía, repercutiendo en la atención a las demás cátedras. Por otro
lado, la inclusión de una clase con este carácter pudiera haber resultado
muy importante, especialmente a la hora de identificar a las jóvenes con
talento, con madera para incursionar en la composición musical y en otros
niveles del arte de Euterpe. De cualquier forma, la enseñanza musical se
quedó como se había planeado, en la esfera de lo teórico-práctico, en el
plano de lo complementario, lo que no le resta por supuesto, la importancia
a debida.
Este año de 1895 presentó otras noticias referentes a nuestra Academia
de Niñas. Primero, algo que deja un sabor grato es la participación de dos
señoritas que ya figuraban en el pasado en los registros de calificaciones,
hablamos de Elodia Palacios y Natalia Flores. Ambas fueron parte del
programa de premiación a las mejores alumnas de la academia. La noche
de la entrega de premios, las dos jóvenes ejecutaron obras de Albertini y
Gottschak luciendo los conocimientos heredados por el Sr. Parra, además,
tocó también la orquesta del Sr. Lic. Ramón Martínez Avilés, llenando la
noche de música y diversión. 49
Mientras tanto, los registros de inscripción de este año indican 91
alumnas en la cátedra de música, de estas, resaltan algunas ya registradas en
años escolares anteriores y con buenas calificaciones, están: María Iturbe,
Concepción Baquero, Amalia Zamacona, Rosa Zavala y Elodia Palacios.
Además, figura Encarnación Marroquín, pensionada por el Ayuntamiento
de Ario.50
Otro suceso importante fue la creación de una estudiantina formada
por alumnas de la academia, algo muy bien visto por el pueblo de Morelia,
sobre todo para ejemplificar los adelantos de las jóvenes en el área de

  La Libertad, Morelia, 7 de febrero de 1895.


49

  AGHPEM, fondo secretaría de gobierno, sección instrucción, serie Academia de


50

Niñas, c. 1, exp. 7, fs. 1-6.

148
La mujer y la música

la música, para todo esto, las alumnas recibieron mandolinas, bandurrias,


guitarras, panderetas y otros instrumentos inherentes a un grupo musical
de este tipo.51 Por si fuera poco, el 3 de septiembre de ese año, se llevó
a cabo un baile de gala en el edificio de la academia de niñas en honor
del gobernador por porfirista en turno, Aristeo Mercado. El evento
engrandeció a la escuela, con la presencia del Ejecutivo Estatal, y algunas
de las personalidades más prominentes de la ciudad de Morelia.52
Finalmente, las noticias más sobresalientes de este año, culminaron
con el nombramiento de los sinodales para los exámenes de noviembre,
en este caso, para el de música, se designaron a las señoritas: María Ugarte,
Rosa Zavala y Elodia Palacios para el primer año; para segundo al Sr. Lic.
Ramón Martínez Avilés, y a los Sres. José Rodríguez Sámano y Antonio
Arias. Estos nombres nos dicen mucho, sobre todo los de las señoritas,
ya que estas eran alumnas avanzadas de la misma escuela a las que se les
daba la oportunidad de examinar a las jóvenes estudiantes del primer año
escolar.53
La oportunidad de pensionar a una niña se mantuvo durante el
tiempo de vida de la academia. Para mediados de 1890, este sistema
alcanzaba a varias alumnas y fue creciendo poco a poco en función de
los requerimientos de la sociedad michoacana, que demandaba espacios
para que la mujer accediera a un mejor estatus social, cosa sólo posible
mediante la educación, sobre todo en una época en que a la mujer se le veía
apta sólo para las labores del hogar. En la convocatoria se hacía énfasis en
apoyar a jovencitas de escasos recursos, las cuales tendrían la oportunidad

51
  La Libertad, Morelia, 12 de marzo de 1895.
52
  Al mismo tiempo que se llevaba a cabo la fiesta, un grupo de estudiantes del
Colegio de San Nicolás, protestaban fuera del plantel contra del régimen de don Porfirio
y su ya larga permanencia en el poder. Este indicio remite al descontento popular por las
condiciones políticas que imperaban para ese entonces en el país. La protesta no llegó a
mayores ya que el orden se impuso con la fuerza y el arresto de los inconformes, entre los
que se encontraba el que sería presidente de México, Pascual Ortiz Rubio. Raúl Arreola
Cortés, Historia del Colegio..., p. 305.
53
  AGHPEM, fondo secretaría de gobierno, sección instrucción, serie Academia de
Niñas, c. 1, exp. 5, f. 3.

149
La educación musical en Morelia 1869-1911

de alcanzar dos objetivos claros: mejorar en lo particular su calidad de vida


por un lado, y difundir la educación en sus lugares de origen, participando
en el proceso de enseñanza, cuestión sumamente necesaria en un país de
alto nivel de analfabetas.
Además de las municipales, otro tipo de pensiones funcionaron al
interior de la Academia de Niñas, unas pagadas por particulares y otras
directamente por el ejecutivo estatal mediante el presupuesto del Colegio
de San Nicolás. En 1895 por ejemplo, aparece pensionada la niña Carmen
Gil —a quien puede verse en las listas de inscripción al año referido—54,
además, entre 1895 y 1904 se pensionaron en promedio diez alumnas
por año con un recurso de 120 pesos anuales.55 A inicios del siglo XX, la
cantidad de alumnas pensionadas ascendía a la 71 y para 1904, el número
llegó a las 106.56
El inicio del siglo XX ofreció un buen panorama a la educación en el
estado. La instrucción musical fue favorecida en tres instituciones dirigidas
por el gobierno y esto se veía reflejado en los grupos y bandas musicales
que para entonces figuraban en el contexto cultural moreliano, influyendo
de manera significativa en las costumbres y tradiciones morelianas.
En los últimos años de 1890 y los primeros de la década de 1900 se
observó una asistencia significativa a las clases en la Academia de Niñas, de
hecho, los registros nos permiten afirmar que el promedio de inscripción
anual general, era de 250 alumnas,57 de estas, muchas asistieron a la clase
de música. Mientras tanto, el contexto académico en el que se inscribían
las educandas era, a decir de la memoria de gobierno del año 1900, el
siguiente: había tres clases de alumnas, determinadas por el interés que las
había llevado a hacer estudios en la escuela. Las primeras fueron aquellas

54
  AGHPEM, fondo gobierno, sección instrucción, serie Academia de Niñas, c. 1,
exp. 7, fs. 1-6.
55
  Raúl Arreola Cortes, Historia del Colegio..., p. 305. Véase respecto a las pensiones:
Amador Coromina, Recopilación de leyes..., tomos: XXXIV, p. 186.; XXXV, pp. 48 y 228-
229.; XXXVI, pp. 123-124; XXXVII, pp. 80 y 324.
56
  Memoria de gobierno de 1900 a 1904, Morelia, Imprenta del Gobierno, 1904. pp.
79-81.
57
  Ibíd., pp. 75-76.

150
La mujer y la música

que no pretendían prepararse para el trabajo sino solamente obtener una


correcta educación. Puede ser que se tratase de señoritas de familias de
nivel económico considerable. Las segundas por su parte, fueron quienes
ingresaban a la escuela con objeto de obtener conocimientos que les
permitieran un medio de subsistencia; finalmente, en el tercer grupo
tenemos a aquellas señoritas que le dieron mayor importancia a materias
de carácter práctico sin la necesidad de obtener un título de profesoras.58
Los dos primeros grupos de alumnas podían seguir la carrera e
instrucción primaria elemental o superior, la cual se hacía en tres o
cinco años respectivamente; mientras, el tercer grupo podía dedicarse al
estudio de materias “aisladas” como el dibujo y pintura, costura o labores
manuales, o claro, la música.59 En una opinión personal, agregaría a estos,
un cuarto grupo, conformado este por niñas cuyo objetivo de estudio, o el
de sus padres para con ellas, era el obtener una educación completa, tanto
como referencia académica laboral como social. Este tipo de alumnas
serían aquellas que pretendían emanciparse de la sociedad patriarcal de
la época, accediendo a espacios laborales antes reservados a los hombres
como la profesión de educador, además, algo verdaderamente importante,
este tipo de mujeres habría de tener la oportunidad de influir, mediante la
instrucción, en la niñez michoacana.
El siglo XX comenzó, en cuanto a educación se refiere, con una
reforma basada en el sistema simultáneo. La escuela primaria que se
encontraba anexa a la academia se transformó en la Escuela Práctica
Pedagógica en 1901.60 Luego, en 1902, con la aparición de la Ley Orgánica
de Instrucción de 5 de mayo, se dividió el plan de estudios de la academia
dividiendo la carrera de profesoras de instrucción primaria en tres niveles:
rudimentario, elemental y superior.61 Esta reforma tuvo efecto a partir de
1903, año en que las clases comenzaron con la buena nueva de que la

58
  Memoria de gobierno de 1896 a 1900, Morelia, Imprenta del Gobierno, 1900, pp.
123-133.
59
  Ídem.
60
  Silvia Figueroa Zamudio, “La Academia de Niñas..., p. 35.
61
  Ídem. Amador Coromina, Recopilación de leyes..., tomo XXXVI, pp. 394-398.

151
La educación musical en Morelia 1869-1911

Academia de Niñas era ahora una Escuela Normal para Profesoras, no


obstante, durante toda la década de 1900 siguió siendo conocida como
Academia de Niñas, al menos de esta manera se le refiere en la prensa
de la época. A partir de esto, la carrera para profesora de instrucción a
nivel rudimentario se estudiaba en sólo un año, eliminando del currículum
de asignaturas la clase de música; mientras tanto, para ser profesora de
instrucción elemental, la joven debía cursar tres años en la academia; y dos
más si la alumna pretendía obtener el título de profesora de instrucción
primaria superior. En estos dos últimos casos, la clase de música fue
materia obligada para las aspirantes a profesoras, para lo cual estudiaban
el solfeo, armónium, y piano, en el caso concreto de las alumnas del tercer
grupo.62
A partir de los cambios en la Academia de Niñas, el estudio de la
música se orientó hacia las alumnas que cursaran la carrera de primeras
letras en los dos más altos niveles de su enseñanza, lo que provocó la
difusión de la educación musical en el estado, cuando las egresadas se
integraron al trabajo en las escuelas primarias municipales. En este sentido,
la instrucción musical impartida en la academia cumplió su objetivo, y
sirvió para que no pocas graduadas dedicaran su tiempo libre a la enseñanza
particular de la música. Todo esto justifica la labor del gobierno en pro de
la enseñanza pública, que incluía actividades complementarias como la
música.
La transformación de la Academia de Niñas en Escuela Normal para
Profesoras y la creación de la Escuela Práctica Pedagógica, ofrecieron a
la mujer un espacio educativo de nivel profesional, con esto, el proyecto
inicial de educar a la mujer ascendía al plano profesional y se le daba a
la mujer michoacana a partir de entonces, la infraestructura institucional
necesaria para que se preparara en las artes de la enseñanza, para que
fuera la artífice de la preparación de la niñez michoacana. Estos cambios
sucedían al momento en que a la Academia de Niñas se le tenía en el
más alto concepto de excelencia, prueba de ello son las continuas notas
periodísticas de la época, las cuales generalmente resaltan la labor educativa

  Ídem.
62

152
La mujer y la música

del establecimiento, señalándolo como un ejemplo de la labor del Ejecutivo


para con el fomento de la educación en la entidad.
La propaganda del gobierno estatal en el ramo educativo se
fundamentaba en la calidad que el plantel había alcanzado para ese
momento, y aunque esto no aplicaba del todo, ni al desarrollo ni a la
calidad de la instrucción que se impartía a todos los establecimientos
de instrucción en el estado, la Academia de Niñas fue muestra de buen
funcionamiento, tanto en la teoría como en la práctica. Prueba de esto son
los continuos exámenes recepcionales que se llevaban a cabo año con año,
y a partir de estos, muchas alumnas, algunas de Morelia y otras del interior
del estado en calidad de pensionadas, aparecen luego en el plano laboral,
impartiendo clase en las escuelas de sus municipios.
En este sentido, en el año de 1900 se graduaron varias alumnas de
la academia, siendo varias las que aparecieron tiempo después como
profesoras en escuelas de provincia, tal fue el caso por ejemplo, de Elvira
Ruiz, quien hacia 1901 trabajaba en la escuela primaria de Tuxpan. O Salud
Ponce, de Pátzcuaro, cuyos conocimientos adquiridos en la Academia de
Niñas los aplicaba para ese mismo año en la escuela de Erongarícuaro; u
otras más, cuyo desempeño profesional lo hacían en varias escuelas de sus
localidades, como Sara Nares, de Purépero, y Josefina Mendoza. Todas estas
jóvenes egresaron de la academia con el título de profesora de instrucción
primaria superior. Por su parte, Catalina Armas, de Taximaroa, María
Armas, de Uruapan, María López, de Santa Ana Maya, Lidia Montesinos,
de Zinapécuaro, Enriqueta Estrada, de Tancítaro, y Mariana Rosales, de
Jungapeo, todas con título de profesoras de instrucción elemental, aparecen
impartiendo cátedra de primeras letras en varias escuelas de sus municipios.63
Esto, sin razón de aburrir ni llenar espacio en el papel, representa el hecho
de que la Academia de Niñas funcionaba de acuerdo al proyecto original,
que abogaba por la educación de la mujer y su inclusión como ser social al
contexto del momento, no obstante de lo limitado de su alcance.
Al respecto, es cierto que las pocas alumnas que hemos mencionado
no representan la mayoría de las egresadas, y que esto limita nuestras

  La Libertad, Morelia, 11 de enero de 1901.


63

153
La educación musical en Morelia 1869-1911

conclusiones, pero cierto es también que las jóvenes egresadas, se


encargaron de la instrucción primaria en varios municipios, por lo que el
proyecto de la academia alcanzó no sólo a las poco más de cien alumnas
que regularmente tenía el plantel año con año, sino a muchas más niñas
del interior de la entidad, a las que el conocimiento llegó mediante las
graduadas de la Academia de Niñas de Morelia. De manera inherente, la
música traspasó los límites citadinos, ya que al ser materia dominada por
las egresadas de la academia, los conocimientos musicales se difundían a
donde quiera que estas fueran, reforzando el conocimiento musical de las
diferentes entidades michoacanas, y participando en la conformación de
una identidad cultural común.
Al momento de la transformación de la Academia de Niñas en
Escuela Normal para Profesoras, una estudiantina surgida de la clase
de música, daba muestra de la que la aplicación del arte de Euterpe se
llevaba a cabo en la escuela. Los primeros años del siglo XX son testigos
de la actividad de aquél grupo musical que, formado por poco más de
treinta alumnas, participó en eventos oficiales y en audiciones públicas
morelianas. El grupo contó con instrumentos de cuerda principalmente,
de entre los cuales estaban: guitarras, mandolinas, violines, bandolones,
bajos, violoncelos y bandurrias, además de otros instrumentos inherentes
a un grupo musical de este tipo, que tienen que ver más con percusión, tal
es el caso de panderetas y castañuelas.
La formación y la actividad de la estudiantina de la academia a lo
largo de la década de 1900, nos remite a varias conclusiones, mismas
que tienen que ver directamente con la clase de música. Primero, el que
originalmente se plantearan sólo la clase de solfeo y piano en el programa
de estudios de la escuela, no fue limitante para que se aprendieran otros
instrumentos, de hecho, en el reglamento de la escuela se dispuso la
libertad de estudiar instrumento distinto al piano, todo según el tiempo
y venia del profesor de música de la escuela; segundo, la inquietud por
formar un grupo musical surgió en respuesta al desarrollo mismo de las
jóvenes en el arte de la música, ya que el conocimiento musical sólo es
útil si se le aplica de manera práctica; y tercero, la participación de las
alumnas en la estudiantina resalta de algunas de ellas sus dotes musicales,

154
La mujer y la música

distinguiéndose algunas por su facilidad de ejecución, de hecho, varias de


sus integrantes aparecen en conciertos públicos al lado de importantes
músicos morelianos.64
Continuamente, en las páginas de periódicos de la época, hemos
observado notas en relación a exámenes recepcionales de alumnas de la
academia, el estudio de esto nos remite al dato interesante de que en estas
notas, generalmente aparecen nombres y apellidos de personas de la alta
sociedad moreliana, unas como padres de las alumnas, otras como padrinos
de la misma. La cuestión en sí, nos remite al caso de que la Academia de
Niñas, si en un inicio, se le creó como un espacio de formación donde
se abría la posibilidad de que en sus aulas estudiaran jóvenes de escasos
recursos principalmente, para la década de 1900, la continua aparición de
estas notas sobre exámenes recepcionales, apunta al caso de que la escuela
se convirtió en institución cuya calidad creó una fama de excelencia que
permitió que hijas de familias acomodadas, inscribieran a sus hijas con
la seguridad de que habrían de recibir una correcta enseñanza y buenas
costumbres.
La Academia de Niñas contó con un internado, creado con objeto
de albergar a las alumnas pensionadas por los municipios, en un intento
por hacer más fácil a las niñas provincianas, su educación en Morelia. Para
mediados de 1900, la afluencia de jóvenes pensionadas era tal, que se tuvo
que ampliar el dormitorio del internado, ya que una buena parte de las
más de cien alumnas con las que contaba la Academia para esos años, eran
sostenidas por fondos municipales.

64
  En el periódico La Libertad, de los años 1901 y 1902, se pueden ver noticias de la
estudiantina de la Academia de Niñas. En primer lugar, en un concierto de gala donde
asistió el gobernador del estado, llevado a cabo en el salón Beethoven de los hermanos
Buitrón, se afirma la participación de músicos de la talla de Juan B. Fuentes, Juan B.
Paulín, Ignacio Mier, entre otros; y las señoritas Ernestina Mercado, Josefina Puente,
Ángela Escalante, María Puente, Amalia Tello y Guadalupe Ortega. Lo interesante de
esto, es que de estas jóvenes, algunas eran alumnas de la Academia de Niñas, de hecho,
la primera, Ernestina Mercado, aparece como parte de la estudiantina de la academia
en 1902. La Libertad, Morelia, 15 de febrero y 6 de diciembre de 1901. Para 1902, la
estudiantina contaba con 30 integrantes. La Libertad, Morelia, 7 de febrero de 1902.

155
La educación musical en Morelia 1869-1911

El 29 de octubre de 1908 surgió una nueva Ley Orgánica de


Instrucción Preparatoria y Profesional, la cual en realidad, no modificó
en nada la organización académica de la escuela, solamente se aclaró en el
artículo 3º que ”…la enseñanza profesional de instrucción primaria para
señoritas seguirá dándose en la Academia de Niñas, que tendrá el carácter
de Escuela Normal de profesoras”.65 Además de reafirmar el sentido de la
instrucción normalista de la escuela, se confirmó la convocatoria por parte
del gobierno, para que los ayuntamientos del estado designasen a una niña
para hacer estudios en la academia, en un intento constante para que la
educación llegara a la mujer michoacana del interior.66
A decir de las clases de música, con esta ley se eximió la obligación
del estudio del piano a aquellas alumnas que, a juicio del profesor,
no tuvieran aptitudes musicales.67 Aparte de esto, no se hizo reforma
alguna a las clases de música. Esta ley apareció a tan sólo dos años
antes del comienzo de la Revolución Mexicana, y no obstante el clima
de inseguridad social que imperaba entonces, hubo tiempo para que
hubiera una reforma a la ley de instrucción en el estado. En esta reforma,
del 16 de octubre de 1909, se hizo mención a las clases de música de
la Academia de Niñas, en el sentido de hacer obligado el estudio del
armónium, especialmente las dedicadas al profesorado por un periodo
de tres años, sólo se eximieron de esta obligación las estudiantes de
instrucción primaria rudimentaria.68 Estas dos reformas no dicen mucho
en cuestiones musicales, que pudieran haber modificado de fondo la
escoleta musical, sólo se reafirmó la manera en que se venía estudiando
la música.
Las fiestas patrias del año de 1910 se llevaron a cabo con la prestancia
acostumbrada, sin embargo, la lucha armada iniciada en el Norte del país
en noviembre alcanzó a Michoacán en Santa Clara, en Penjamillo y en la

  Recopilación de leyes, decretos, reglamentos y circulares que se han expedido en el Estado de


65

Michoacán, formada y anotada en las oficinas del Archivo General y público, tomo XL,
Morelia, Talleres de la Escuela Industrial Militar Porfirio Díaz, p. 9.
66
  Ibíd., p. 29.
67
  Ibíd., p. 38.
68
  Ibíd., pp. 356-358.

156
La mujer y la música

sierra de Charapan, lugares donde varios grupos se sublevaron contra el


gobierno de don Porfirio.69
No obstante los problemas políticos apareció un nuevo ordenamiento
educativo, la Ley de Instrucción Preparatoria y Profesional promulgada el 11 de
diciembre de 1910. En la norma, aunque no se modificaba la instrucción
musical en la Academia de Niñas, sí se aseguraba el compromiso de esta
para con la sociedad michoacana, corroborando la institución como el
lugar donde se llevaría a cabo la enseñanza profesional de instrucción
primaria, dentro de la cual la educación musical era una de sus materias.70
El contexto nacional enmarcado por la lucha intestina, afectó
finalmente a la Academia de Niñas —que para 1910 era oficialmente
llamada Normal de Profesoras—, y a pesar del apoyo gubernamental
mediante las pensiones dadas a muchas jovencitas para que hicieran estudios
en la academia, esta tuvo que cerrar sus puertas para el año de 1911.71
En la debacle de la escuela, una circular de las autoridades de la escuela,
fechada en junio del año en cuestión, mandaba que las niñas pensionadas
regresaran a sus lugares de origen, y sólo aquellas que tuvieran algún
pariente en Morelia que se hiciera cargo de ellas, o aquellas oriundas de la
capital michoacana, podían seguir acudiendo a recibir instrucción.72 Esta
medida respondió al hecho de que el gobierno no podía hacerse cargo de
la seguridad de las alumnas, además de que no podía seguir manteniendo
el internado como años antes, ya que los recursos escaseaban. Al final,
cerraría sus puertas de manera definitiva.
La etapa de la Academia de Niñas como institución de formación
de jóvenes michoacanas fue muy importante para la sociedad de la época.

69
  Entre los insurrectos estuvieron: Salvador Escalante, Braulio Mercado y Saúl
Francisco Cano en Santa Clara; y Pedro Aceves en Penjamillo, y Marcos V. Méndez en
Charapan. Silvia Figueroa Zamudio, “La Academia de Niñas..., p. 36.
70
  Recopilación de leyes..., archivo histórico..., tomo XLI, pp. 30-31.
71
  Todavía para finales de la década de 1910 se mantenía una cantidad considerable de
alumnas pensionadas. En 1909 eran 60 las alumnas pensionadas, mientras que para 1910,
la cifra era de 70. Ibíd., Tomo XL, pp. 153-154.
72
  AGHPEM, fondo secretaria de gobierno, sección instrucción, serie Academia de
Niñas, c. 1, exp. 9, fs. 3-4 y 29-30.

157
La educación musical en Morelia 1869-1911

El que a la mujer se le ofreciera un espacio de formación en un contexto


donde el hombre era preponderante, sin duda fue un síntoma seguro de
que la modernidad no sólo había alcanzado la industria sino también las
estructuras sociales, que ahora aceptaban la posibilidad de ver incorporada
a la mujer en actividades productivas, en este caso, en la enseñanza. En este
sentido, la intervención de la mujer en la educación de la niñez significó en
su formación rasgos distintos, mismos que sólo la mujer puede transmitir
según se justificó en tiempos de la fundación de la academia, tales como el
amor a la familia y los valores morales.
En suma, la creación de la Academia de Niñas respondió a la necesidad
de educación de la niñez michoacana, con un fundamento especial desde
el proyecto de 1885, la formación de profesoras de instrucción primaria,
tan necesarias en un contexto de analfabetismo casi total. La preparación
de las alumnas incluyó desde el principio, la educación musical a nivel
teórico-práctico, con la premisa de ser aquella, una materia obligatoria en
el currículo general pero flexible en la práctica. La instrucción musical
se presentó entonces como opción dual: ser complemento de formación
del espíritu académico de las jóvenes, y formar parte de las herramientas
laborales con que ellas apoyarían el gasto familiar en el futuro. A todo esto,
las egresadas de la Academia de Niñas de Morelia se encargarían de difundir
la música en gran parte del estado, especialmente a la niñez michoacana,
hecho que habla por sí mismo de la importancia de la educación musical
impartida al interior de las aulas de la escuela. Y significó sin duda, el
mejor proyecto del gobierno de Michoacán en pro del sector mayoritario:
la mujer.

158
Conclusiones

L a pregunta que generó este libro ha quedado plenamente


respondida según ha podido verse a lo largo del trabajo. Al inicio,
decía que me intrigó conocer el papel del Estado en el apoyo a la
educación musical, teniendo en consideración las necesidades al respecto
de la juventud. Así, ha logrado verse los orígenes, el desarrollo e impacto
social de tres instituciones modelo de educación pública, que en Michoacán
fungieron como los más importantes proyectos de instrucción apoyados
por el gobierno porfirista.
Es posible ahora afirmar, que en efecto, la educación musical respondió
al principio de la educación integral, pues se buscó que el individuo se formara
ampliamente, teniéndose la música como uno de los elementos centrales
de esta formación. Y es destacable el hecho de que en el porfiriato, no solo
el gobierno estuvo atento al desarrollo de la juventud en los tres proyectos
examinados, sino también, la sociedad participó en aquella evolución
artística, ya fuese siguiendo a los y las alumnas músicas y músicos en los
eventos culturales donde participaron, o haciendo críticas en la prensa de
la época, con relación a las fallas que se percibían más allá de los muros de
los edificios donde aquellos jóvenes se educaban. Esto hace que aquellos
hayan sido proyectos de la sociedad michoacana en su conjunto.
Y si la educación musical respondió a la necesidad de conseguir
una mayor y mejor eduåcación, dándosele al individuo una preparación
académica de excelencia pues el arte humaniza escribió cierto gobernador
michoacano porfirista, ha quedado claro que la música en sí, como actividad

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La educación musical en Morelia 1869-1911

artística, supero las expectativas de quienes proyectaron el funcionamiento


de las instituciones, y los jóvenes fueron aprehendidos por el arte y,
aprovechándose del conocimiento vertido por extraordinarios profesores,
no solo obtuvieron las mejores calificaciones, sino que formaron grupos
musicales, más allá del objetivo reglamentario de la clase de música, a
partir de los cuales participaron en no pocos eventos del catálogo festivo
moreliano, que era bastante extenso en aquella época de contrastes pero
de enorme desarrollo artístico. Y ya egresados, varios músicos surgidos de
las aulas, formaron parte de asociaciones musicales importantes.
Así, muchos de los egresados de San Nicolás pudieron verse en
diversos eventos musicales morelianos, destacando a la par con músicos
consagrados, y creando una tradición artística que aun hoy permanece.
Igual ocurrió con las egresadas de la Academia de Niñas. Ellas dieron
el toque femenino a las fiestas morelianas, y más aún, tuvieron mucho
mayor alcance formativo que las otras instituciones, puesto que habrían de
extender el arte en varias regiones del Estado de Michoacán. Dejo al final
la Escuela de Artes y Oficios pues considero que su academia de música
fue la gala musical de Morelia. En efecto, de sus aulas surgieron varios
de los mejores músicos de orquesta y sobre todo, de banda de viento. Y
fue tal la calidad de los estudios musicales que ahí se realizaron, que en
1892, en el cuarto centenario del descubrimiento de América, la banda
del 8º Regimiento, comandada por Encarnación Payén, viajó a Europa
por orden del gobierno para participar en España en los festejos por tal
acontecimiento. Las crónicas se la época señalan el éxito de la música y los
elogios recibidos por la misma reina de España. Y fue grato saber cuando
leí aquella nota, que gran parte de los músicos de la banda del 8º eran
jovencitos egresados de la academia de Música de la Escuela de Artes y
Oficios de Morelia.

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La educación musical en Morelia, 1869-1911
de Alejandro Mercado Villalobos

se terminó de imprimir
el día 15 de diciembre de 2015
en Impresos Gutenberg,
Antonio Alzate esq. Miguel Cabrera,
Col. Centro, en Morelia, Michoacán.
Coordinación editorial: Sergio García Ávila
y Jesús Rosales Saldaña
Formación: Judith Elizabeth Vargas García
Portada: Paco González

200 ejemplares

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