Obesidad y existencialismo: Conciencia, intención y diseño de vida.
José Martín Maturana, Psicólogo.
Resumen:
El artículo presenta una aproximación terapéutica desde la terapia existencial al problema de la
obesidad, mostrando en perspectiva las ventajas y desventajas que tiene en comparación a los
modelos ya clásicos que se ocupan para trabajar dificultades alimentarias. Se describen las cuatros
motivaciones fundamentales de Alfried Längle y se ejemplifica en cada una como puede ser
trabajado en el espacio clínico, existe también descripción de la adicción a la comida como
categoría autónoma y algunos alcances socioculturales que son importantes de considerar al
momento de hacer terapia con las dificultades alimentarias.
Introducción:
La obesidad es una epidemia a nivel mundial y en nuestro país afecta al 74,2% de los chilenos/as
incluyendo personas con sobrepeso (Vio Del Rio, 2018). En un principio era un problema que
afectaba a los países desarrollados o en vías de desarrollo, sin embargo, esto se acrecentó de
forma global (Leon, 2020). La obesidad no sólo se considera como un factor de riesgo en salud,
sino que también en los años de vida saludables y en las vivencias de los pacientes que acuden a
psicoterapia en búsqueda de auto-comprensión sobre algo que se transformó en problema (Elgart,
2010).
La discusión sobre cómo abordar la obesidad son múltiples y no exentas de tensiones, desde
miradas que buscan lograr una mayor aceptación de las personas con su cuerpo como BODY
POSITIVE, acompañadas de una crítica a los estereotipos de belleza que resaltan la delgadez como
salud y una suspicacia a cierta intencionalidad de los equipos de salud sobre incidir sobre la
corporalidad sin necesariamente un fundamento médico (Sánchez, 2020). También hay miradas
que buscan irrestrictamente que las personas mantengan un peso dentro de rangos normales 1
para evitar problemas de salud o de movilidad existe fundamentación teórica sobre el riesgo del
exceso de peso a desarrollar enfermedades (Gutiérrez, 2006).
1
En Chile se ocupa el índice de Masa Corporal como una medida para evaluar el rango de peso.
Desde el punto de vista psicoterapéutico existen diversos abordajes. Desde la perspectiva
psicoanalítica se busca purgar el origen de la dificultad o distorsión de la alimentación, también se
busca en los vínculos explicaciones que pueden orientar sobre las dificultades orales (Bilbao,
2016). La mirada cognitiva conductual goza de mayor aceptación en los equipos de salud por ser la
de mayor respaldo empírico y estructurada su forma de proceder (Lafuente, 2012). En la mirada
sistémica existe un abordaje más amplio en el sistema familiar buscando encontrar a que
responde la disfuncionalidad de la obesidad. En las terapias existenciales ¿qué se puede decir al
respecto?
La mirada existencial tiene ventajas y desventajas, lo primero es devolverle protagonismo al
paciente, lo cual es positivo en cuanto a la adherencia y al largo plazo generar autonomía en su
proceso de cambio. En la desventaja, el escaso desarrollo teórico, investigación y preocupación
por las personas que sufren a causa de la obesidad, siendo desplazada por la abundante literatura
que existe sobre la anorexia y bulimia. En el artículo se busca desarrollar alcances que pueden
servir de marco referenciales para quienes trabajen desde la mirada existencial.
Es relevante observar cómo la obesidad puede tener la misma dinámica que una adicción, desde
una dependencia o relación conflictiva con algo, por lo tanto, tener un tratamiento similar al abuso
de sustancias. Esta argumentación es muy resistida en algunos equipos, debido a que considerar
adicción a una necesidad biológica presenta contradicciones. En general se prefiere abordar desde
una manía o un problema de impulsos, sin embargo, se piensa que es una forma muy
reduccionista de acceder a este fenómeno. En el aspecto más social hay condiciones que
promueven o estimulan comer en exceso, las podemos observar en una escasa regulación de la
publicidad alimentaria, largas jornadas laborales, costo de la alimentación en Chile, poca
regulación de los alimentos procesados y la inactividad (Petermann-Rocha, 2020).
Desarrollo:
El Análisis Existencial se entiende como: “una psicoterapia fenomenológica-personal cuyo objetivo
es ayudar a la persona a alcanzar un vivenciar libre (mental y emocional), tomas de posición
auténticas y un trato auto-responsable consigo y con el mundo” (Längle, 2015, p.4). La
psicoterapia busca un acceder fenomenológico que lo abordado emerja desde sí mismo y se
muestre ante uno, buscando la pureza del fenómeno en su esencia. En cuanto a los niveles se
busca fortalecer al paciente en su capacidad de auto distanciarse para mirar lo que acontece,
pueda aceptar lo vivenciado y que busque la forma de trascender a través de su acción o toma de
posición logrando una confrontación con el problema de la alimentación.
El tratamiento de la obesidad ha sido un terreno abordado principalmente por la medicina y
nutrición, lo que es entendible desde la relación con las enfermedades y el asesoramiento que
deben tener los pacientes en sus decisiones alimentarias (Cordella, 2020). Desde el punto de vista
psicológico como ya fue mencionado, los abordajes son directivos en función de seguir
indicaciones, o purgativos desde el punto de vista psicoanalítico de encontrar el origen del
conflicto. La terapia analítico existencial al buscar un vivenciar libre emocional y mental, busca que
la persona pueda volver a sentirse libre en su relación con la comida. Lograr un auto
distanciamiento entre sus ganas de comer y el hacerlo, donde la persona pueda alcanzar su
decisión y pueda mirar con perspectiva algo que se ha transformado en problema.
Desde la terapia analítico existencial se busca la posición del paciente respecto al tema que lo
interpelo a consultar, por lo tanto, si para un paciente no es tema su exceso de peso o forma de
alimentación podríamos decir que no hay tierra fértil terapéutica. Es fundamental que para el
paciente sea un tema a trabajar su relación con la comida y desde ahí iniciar un trabajo dialógico
para poder comprender que pudo incidir en la forma de alimentación, que opciones existen en la
actualidad y como se quiere vivir este tema hacia el futuro.
Lograr una responsabilidad tanto consigo como con el mundo es un tema complejo en la obesidad,
debido a que desde el punto de vista individual puede afectar a otros como la familia o los equipos
de salud que muchas veces no pueden ayudar cuando el problema se ha vuelto agudo. Desde el
punto de vista social existe una irresponsabilidad del Estado por la escasa prevención, promoción y
acceso a tratamiento efectivos para personas con dificultades con su peso (Urzúa, 2011). También
hay escasa regulación de alimentos procesados y pocas medidas reales para revertir este
problema de salud en la población, considerando que Chile se encuentra entre los 5 países del
mundo con mayor obesidad infantil (Lobos, 2013).
¿Cuál es la relación entre las motivaciones fundamentales y las posibilidades de ayudar a personas
con dificultades con la alimentación?
La terapia analítico existencial se estructura en base a cuatro motivaciones fundamentales: Poder
ser, gustar de la vida, ser uno/a mismo/a y hallar sentido en el mundo, para que esas motivaciones
se puedan desarrollar se necesitan condiciones. En el caso del poder ser se necesita espacio,
protección, y sostén. En el gustar vivir se necesita tiempo, relación y cercanía. En el permitirse ser-
si mismo/a es necesario consideración, aprecio y trato justo. En hallar un sentido en el mundo es
necesario contexto de acción, un valor en el futuro y campo valorado. En caso de que aquellas
motivaciones y sus condiciones se vean impedidas puede surgir sufrimiento psicopatológico como
angustia, depresión, histeria y vacío existencial, entre otras más. En el presente artículo se quiere
dar una aproximación de cómo estas motivaciones pueden relacionarse con las dificultades
alimentarias en la obesidad.
En el impedimento del poder ser (1 motivación existencial) y la angustia que eso trae, podemos
ver que muchas personas han encontrado en la comida un refugio para poder sostenerse ante las
dificultades. La comida está más al alcance y que una persona aumente su ingesta puede pasar
más desapercibido que un consumo problemático de alcohol o alguna droga, pero desde el punto
de vista de calmar un dolor la dinámica puede ser muy similar sino idéntica. La sobre ingesta al
igual que las drogas puede generar dependencia y una habitualidad que es complejo desprenderse
posteriormente (Längle, 2015).
Las personas que por diferentes motivos han sido impedidas en el gustar la vida y su acceso,
podemos encontrar diferentes dificultades como un comer sin conexión emocional que puede ir
llevando a un descontrol alimentario. También la comida puede ser un sucedáneo de gustar la
vida, donde esa sensación genera un placer y bienestar, pero muy fugaz y que rápidamente
desaparece ante lo que tengo que repetirlo reiteradas veces para no perder la sensación
placentera, lo que lleva con el tiempo a la dependencia y compulsión con el alimento (Längle,
2006).
El impedimento de ser-sí-mismo/a puede llevar a una inhibición de la expresión del ser, dudando
mucho de las propias posiciones referentes a una manera autentica de alimentarse y un trato
hacia el propio cuerpo, el que responde a mí como ser singular y no a la norma o lo que la
sociedad dicte sobre el cuerpo. Esta falta de definición o posición, puede llevar al paciente a
migrar por múltiples tratamientos o equipos, debido a que busca afuera lo que tiene que ser
definido desde adentro. Esta búsqueda de lo propio, por supuesto que debe ir acompañada de un
equipo que brinde las mejores herramientas para cumplir ese proceso, pero debe nacer y
mantenerse desde el paciente mismo.
Otro punto importante en el impedimento de ser-sí-mismo/a es que las dificultades no sólo
generaron inhibición de ser, sino que también pueden existir heridas en relación a la conformación
de lo propio y auténtico, por lo tanto, antes de ocuparse en la expansión del ser-sí-mismo/a
también es importante cicatrizar las heridas y dolores que pueden alojarse en la biografía, para
poder hacer un proceso completo de encontrar auto-estima de forma completa (Längle, 2016).
El cambio debe ser planteado como una proyección y nuevo diseño de vida, dado que se busca
una forma diferente de abordar las dificultades alimentarias y con la responsabilidad de
mantenerlo en el tiempo. Sin un diseño de vida que permita establecer estos cambios es muy
difícil que exista una maduración en este aspecto y finalmente una nueva posición, por eso es
fundamental revisar todos los aspectos para indagar que impide una nueva forma de entender la
obesidad y el cuidado de la alimentación.
Formas terapéuticas de abordar la obesidad en terapia:
En la primera motivación fundamental poder-ser-en-el-mundo, entendemos que hay condiciones
que posibilitan esa motivación como percibir la protección, espacio y sostén. En el espacio clínico
un paciente relata que ante una crisis de angustia no puede salir de buscar comida como alivio,
desde lo racional entiende que ésta conducta es dañina para su vida sin embargo no puede dejar
de hacerla.
En su contexto biográfico aparece un padre no disponible en las necesidades emocionales del
paciente y una familia muy disfuncional. Este contexto de desprotección y estar expuesta va
generando un miedo o ansiedad basal. En el espacio clínico la comida aparece como regulador de
angustia y se va quedando como algo que sí está disponible a diferencia de su familia. Desde ese
punto de vista su forma de abordar la desprotección y temor es efectiva logrando sobrevivir a la
situación.
La pregunta importante en el espacio clínico es ¿Qué posición quiere tener el paciente en relación
a ocupar la comida como regulador de su angustia? Esta pregunta nos abre espacio terapéutico
para poder comprender que muchas conductas son para poder sobrevivir en una situación y que
las posibilidades (posiblemente) eran escasas en aquel momento, sin embargo, en la vida adulta
puede existir otras formas de abordar su miedo o situaciones de estrés emocional. En este punto
es clave que la terapia sea una comprensión de la biografía del paciente y un esfuerzo por
encontrar nuevas formas de enfrentar el temor o ansiedad.
Hasta el momento hemos ganado en la reflexión conjunta con el paciente en varios aspectos;
validar que la comida jugó un rol protector en la infancia y adolescencia, entender que como
regulador de angustia en la vida adulta posiblemente no sea de las mejores opciones y que existe
motivación por encontrar nuevas formas de manejar sus crisis de angustia. En este ejemplo del
espacio clínico podemos apreciar que las experiencias de desamparo o poca protección en la
infancia y adolescencia pueden generar mayor ansiedad, la cual puede ser regulada a través de los
alimentos y con el tiempo generar dependencia a la comida como regulador.
En la segunda motivación en el gustar vivir podemos encontrar dos aspectos clínicos muy
relevantes. El primero hace alusión a los duelos no vividos y el segundo a personas que desde muy
pequeños se les dificulto el gustar vivir. El bloqueo de los duelos es muy común en problemas de
obesidad, un paciente refiere perder a su padre hace 3 meses y subir 20 kilos desde la perdida, en
ese caso cuando el duelo no puede ser vivido la comida funciona como tierra que tapa algo que no
se quiere enfrentar.
El trabajo clínico es acercar al paciente a la vivencia de aquel duelo, logrando conectar con la
ausencia física del ser querido. El paciente comenta que su padre era muy importante y que ese
apoyo era fundamental en su vida, al expresarlo en sesión caen lágrimas en su rostro. En la
siguiente sesión comenta que siente que se quitó literalmente un peso y que sus ansías de comer
han disminuido. Podemos ver en este caso que se suelta el nudo del comer para tapar o evadir el
duelo, logrando evitar el problema alimentario a futuro. Un pequeño detalle a aclarar es que los
duelos no siempre deben llevar a un sobre ingesta pues pueden también generar una inhibición
del apetito.
Cuando un paciente comenta que sus padres cumplieron muy deficientemente su rol y que tuvo
que cuidar a sus hermano menores, se puede apreciar escasa posibilidad de gustar la vida. En el
espacio terapéutico agrega el paciente que intento ser el mejor estudiante y nunca dar problema
(sobre adaptación).
El paciente presenta una obesidad grado 3, al conversar sobre la conducta alimentaria y pedirle
que describa cómo se alimenta nos revela significativos detalles. Comenta que come
extremadamente rápido, cantidades muy grandes y sin saborear la comida. En este punto
podemos percatarnos que el gustar del comer se encuentra bloqueado y la biografía juega un rol
importante, ya que no tuvo la posibilidad de acceder a algo tan natural como el gustar.
La perturbación del gustar puede jugar un papel significativo en la compulsión y la saciedad.
Cuando uno gusta de algo debe conectarse y detenerse, desde la sensación del alimento, olor,
textura, gusto y su presentación. Sin esta conciencia al momento de comer es fácil engullir y caer
en una alimentación enajenante, la cual con el tiempo puede traer problemas para la salud.
El gustar es un punto clave para acceder a las cosas o personas que le otorgan valor a la vida. En
este punto el trabajo con el paciente es lograr comprender que el gustar estuvo bloqueado, pero
que en el presente y futuro, sí está la posibilidad, logrando poder disfrutar genuinamente la
comida y salir de la compulsión, a los dos meses el paciente podría describir con mucha exactitud
que sabor le gustaba más al momento de escoger su comida.
En la tercera motivación, permitirse ser sí mismo/a se encuentran tres grandes dificultades en el
espacio clínico: Problema con el autoconcepto, experiencias de críticas constantes de las figuras
significativas y un camino pedregoso a la autenticidad. En relación al autoconcepto para los
pacientes es muy complejo responder a preguntas sobre intereses, gustos o que opinión tienen de
sí mismos. Se puede ver un dificultad de acceder a lo propio lo que provoca muchas veces migrar a
la norma social o quedarse en la inhibición. Una paciente posterior una cirugía bariátrica comenta
que se siente incómoda al ser más visible y que se sentía imperceptible previo a la cirugía, esto nos
confronta con el autoconcepto que tiene hoy una oportunidad para la paciente de desarrollarse y
estabilizarse ¿Por qué algunos pacientes se sienten o viven como invisibles? Muchas veces los
pacientes han sido anulados en sus propios límites o desconsiderados profundamente, ante estas
vivencias en la infancia y adolescencia queda una huella de que para sobrevivir la invisibilidad es
necesaria. Esta actitud de desaparecer o pasarse por alto puede ser muy eficaz para sobrevivir a
espacios de poca contención y severa disfuncionalidad, sin embargo pueden ser sumamente
nocivos de mantenerse en la vida adulta.
El segundo punto es las críticas que se reciben en la juventud o infancia, las cuales se van alojando
en la persona y queda una inseguridad sobre sus propias acciones. Esta inseguridad puede
dificultar la fuerza para encontrar lo propio, debido a que siempre fue dificultado por constantes
comentarios negativos sobre la forma de hacer las cosas, ante está inseguridad basal es muy fácil
migrar hacia la norma social o generar una actitud hostil ante cualquier encuentro con otro/a.
La hostilidad que han recibido algunos pacientes les dificultan encontrar su autenticidad y lograr
levantar un puente hacia la propia vida. Muchas veces dudan categóricamente de sus ideas o
capacidades, el espacio clínico de re encuentro con la propia corporalidad y una nutrición
consciente puede colaborar en que el paciente vuelva a recuperar auto-estima y atreverse a
aparecer más en el mundo. Una paciente al sanar su relación con la comida y lograr su objetivo
comenta su proceso como volver a nacer, con pleno entendimiento de que no merece relaciones
que exista un mal trato hacia ella. Lamentablemente sin la confianza y fuerza interior no podía
percibir vínculos insanos y patrones que generaban sufrimiento, por lo que es clave que el
paciente pueda volver a tomar el timón de su propia vida.
Hemos revisado aplicaciones clínicas en las tres primeras motivaciones; poder ser, gustar vivir y
permitirse ser. Ahora vamos a revisar el hallazgo de sentido cómo puede afectar en la obesidad y
la forma de abordarlo en terapia. La falta de sentido es uno de los sufrimientos más terribles para
el ser humano, perder el horizonte o sentir que cada paso son acciones incoherentes sin destino.
En pleno 2021 la falta de sentido parecer ser una pandemia y sus repercusiones también, no es
coincidencia que el abuso de marihuana y alcohol sean de los más altos del mundo en Chile
(Cazenave, 2017). Al parecer el no tener un para qué vivir va generando un nihilismo importante y
una apatía ante cualquier proyecto, en ese estado existencial es muy fácil caer en el abuso de algo
y en el caso de la comida, en un consumo que afecta la salud y pone en riesgo la propia vida. En
crisis de falta de sentido y apatía el trabajo clínico es más complejo, debido a que el paciente no
encuentra en el mundo algo que valga la pena ser vivido.
En ese espacio un paciente refiere estar durante años en diferentes tratamientos para lograr un
peso razonable, pero ante las recomendaciones se siente una resistencia desde lo verbal y su
actitud. Posterior varias sesiones se logran captar que el paciente nunca ha hecho propio el tema
del peso y que sin esa definición probablemente todo tratamiento sea poco eficaz. Posterior de
mucho tratamiento psicoterapéutico paciente configura desde si misma el comer saludable como
algo valioso, lo cual construye un camino hacia la solución genuina de un tema que ha perseguido
por año pero de forma tangencial. Hoy vivir saludable y realizar actividad física es configurado por
el paciente como algo valioso y digno de ser vivido, configurado como un sentido de vida o un para
que vivir es mucho más fácil caminar junto con el paciente hacia una definición sobre formas
plenas de vida.
¿La terapia existencial puede aportar algunos otros alcances al momento de abordar la
obesidad?
El tiempo tiene un valor importante en este tipo de terapias, dado que el ser humano responde a
una estructura temporal, lo cual nos define como ser en el tiempo (Wicky, 2013). Esto es
fundamental, ya que la condición de finitud del ser humano es la que confiere valor y sentido a lo
que hacemos, sin ésta condición pierde la urgencia cualquier proyecto por ser posible en todo
momento. En las adicciones existe una pérdida o perturbación de la temporalidad, ya la persona
solo se vive desde el presente y sus acciones no responden a un pasado o un futuro posible,
quedando cristalizado en el presente en función del placer del acto adictivo generando una
dinámica que se auto conserva.
Los motivos de una relación compleja con la comida pueden ser variados, pero podemos ver en el
ejercicio clínico que muchas veces responde a un (…)” carácter de substituto, de sucedáneo de
dimensiones de la existencia no vividas, de tareas no asumidas, de decisiones no tomadas” (Dörr,
1995, p. 463).
En este aporte podemos ver todo proceso adictivo (en gran medida) como una evitación al propio
proyecto de vida, lo cual apoya este disturbio de la temporalidad que imposibilita planes a futuro
o acciones coordinadas hacia algo más allá que el presente. La adicción tiene también un efecto
inmediato, lo cual va perturbando los circuitos naturales de la saciedad y con el tiempo (a través
de su repetición) generando dependencia, por ese motivo los tratamientos son más prolongados
porque existe un acoplamiento de nuestro sistema nervioso a esta conducta.
El punto de considerar la sobre ingesta como una adicción es algo controversial en el debate actual
sobre trastornos de conducta alimentaria, sin embargo, nos parece fundamental argumentar que
sí puede ser considerada una adicción y que puede servir para poder brindar una atención
oportuna al paciente. El abordarlo como un proceso adictivo puede ayudar a darle la real
complejidad que tiene el tema y entender que son tratamientos más prolongados como los que ya
se ocupan en general en otras adicciones.
Conciencia e intención:
En relación a la conciencia la ocupamos en dos planos; conocimiento de y como experiencia
originaria (Stein, 2004). El tener conocimiento de algo enriquece mi experiencia y reflexión,
también podemos afirmar que tengo mayor información al momento de discernir. La conciencia al
momento de alimentarnos es fundamental, debido a que si no tengo conocimiento sobre las
propiedades de los alimentos o sobre que ingresa a mi propio cuerpo, es muy probable que los
alcances de mis acciones se encuentren fuera de mí.
El tener conocimiento de, puede ser fundamental para gestionar el riesgo y evitar problemas a
futuro. Si conozco que el alimento X trae problemas inminentes a mi propia salud es probable que
no lo consuma o intente evitarlo, sin embargo este punto es importante recalcar que el tener
conocimiento de, no es sinónimo de no hacerlo y podemos encontrar profesionales de la salud
que a pesar de conocer los riesgos de la conducta A de toda formas lo realizan.
Este punto ya mencionado nos coloca en el problema de la intencionalidad, piedra angular de todo
tratamiento que empuja hacia un cambio o mejorar de la situación actual. La intención es lo que el
motor es a la lancha, no podemos concebir el cambio si no existe intención como no podríamos
encontrarle utilidad a la lancha sin su motor. En este punto la conciencia con la intencionalidad
participan de forma dialéctica debido a que se necesitan mutuamente, sin conocimiento es como
avanzar a 120 kilómetros por hora pero sin idea a donde y la conciencia sin intención es como
tener el mejor mapa pero jamás apretar el pedal del auto.
La experiencia originaria tiene que ver con que solo la persona puede ver aparecer su
conocimiento sobre el tema alimentario y cómo eso podría ser un problema para él o ella, sin esa
experiencia es muy difícil que el paciente transite por un camino hacia el cambio. Por ese motivo
es tan fundamental que los procesos médicos, psicológicos, deportivos y nutricionales busquen
que el paciente sea activo y consciente ya que él será beneficiado de estos cambios.
El tener conocimiento y perspectiva de la propia vida abre caminos nuevos de desarrollo, es
fundamental la intención que empuja con mi acción-decidida hacia mi realización en el mundo
sobre lo que encuentro valioso. El punto de la intencionalidad es fundamental, ya que en muchos
procesos terapéuticos existe un gran conocimiento sobre las dificultades y las formas en que nos
protegemos, pero a veces cuesta mucho el paso a la responsabilidad y gestión de soluciones.
Escasa valoración del simbolismo de comer:
El último punto que encuentro necesario mencionar es la oposición de paradigmas que existen
entre oriente y occidente en relación al acto de comer. En la sociedad oriental logramos ver una
riqueza en simbolismos y rituales al momento de comer, desde un respeto irrestricto al momento
y espacio para comer hasta un fuerte componente cultural. En relación a occidente los procesos
productivos han despojado la importancia de alimentarse relegándolo a algo funcional o practico,
lo que ha llevado a un desprecio de la actividad alimentaria lo cual creo tiene directa relación con
los índices de obesidad.
El predominio de la producción y generación de dinero por sobre la vida familiar junto a la
recreación deja poco espacio para el cuidado de la alimentación. Largas jornadas laborales y poco
respeto en los trabajos a los horarios de alimentación, no contar con los espacios para comer y las
precarias condiciones de vida inciden considerablemente en una relación más funcional con el
alimento, por eso no es de extrañar encontrar personas comiendo de pie o que puedan pasar 8
horas sin comer por mirarlo como algo prescindible, finalmente atentando contra los ritmos
biológicos y una sana satisfacción de necesidades físicas.
Realizo este alcance porque creo es fundamental las oportunidades psicoterapéuticas ocuparlas
pero siempre considerando el contexto y como lo socio-cultural juega un rol importante en los
problemas que tenemos en la actualidad, entre uno de ellos la obesidad en nuestro país.
Conclusión:
La obesidad es una dificultad que involucra nuestra dimensión biológica, psicológica y social. El
presente artículo busca complementar y profundizar como la terapia existencial podría aportar a
esta epidemia que proyecta profundizarse. Las terapias existenciales tienen una gran oportunidad
de responder y ser muy necesaria para el tipo de problemas de la actualidad (Maturana, 2018). En
las ventajas se puede encontrar un marco teórico o conceptual que puede generar mayor
involucramiento del paciente, logrando una mayor adherencia y posicionamiento genuino sobre
su dificultad.
El abordaje es distinto (no mejor) que la terapia psicoanalítica, cognitiva y sistémica, lo cual puede
ampliar las oportunidades de atención del paciente, cubriendo otras necesidades y oportunidades
de tratamiento. La obesidad al ser una enfermedad compleja y multicausal debe ser tratada por un
equipo multidisciplinar, por lo que la terapia existencial por sí sola no es suficiente. A pesar de su
oportunidad sería un reduccionismo abordar algo tan complejo sólo desde una dimensión.
Las nuevas miradas sobre la obesidad y la terapia existencial es un aporte a ganar espacio en los
equipos multidisciplinarios y aportar al trabajo conjunto, la obesidad sigue siendo un terreno
predominantemente médico y muchas veces esto impide que los pacientes puedan acceder a un
tratamiento psicológico por desconocimiento o prejuicio.
La obesidad o dificultades alimentarias está en un espacio académico y social de tenso debate,
desde críticas al control de la corporalidad y abordajes normativos que restringen como las
personas quieren vivir sus vidas hasta críticas al costo que genera las enfermedades asociadas a la
obesidad al Estado y el sufrimiento que puede provocar en las personas y sus familias.
El abordaje psicológico y en el presente artículo existencial, es una oportunidad de ampliar el
conocimiento de las personas sobre su alimentación, formas y tipos de vida. Sobre todo, desde la
escasa preocupación del Estado en esta temática ante lo cual es fundamental capacitar a las
personas a que puedan discernir mejor sobre que alimentación puede brindar una mejor calidad
de vida.
El artículo es una aproximación desde la terapia existencial a las dificultades actuales en los
tratamientos de obesidad, buscando ser un complemento o un espacio de aporte a los nuevos
trabajos que se pueden realizar en la escasa investigación que existe actualmente. Siempre
buscando brindar una mayor variedad y oportunidad a las personas para que puedan mejorar sus
vidas y encontrar herramientas pertinentes a su necesidad o sufrimiento.
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