Crisis Del Feudalismo y Centralización Monárquica
Crisis Del Feudalismo y Centralización Monárquica
PnnsrNrecróu
fuan Trías Vejarano
Pourrcres
["rs socrrolons tvrs»rrrnRÁNEAs y EL rMpERro RoMANo:
DTvERsTDAD n rurrcnecróN DE Los srsrEMAs rcouóprrcos
Domingo Plácido
["a cnrsrs DEL sIGLo rrr: REALTDAD rrrsrónrce y DISToRsroNEs 25
xrsroruocnl,rrces
Iosé Fernández Ubiña
Lns rn¡usroRMAcloNEs socrAlEs EN Iá, pERTFERTA DBL MUNDo 53
RoMANo: ¿uNA NUEVA FonrvrecróN DEL FEUDALISMo?
Carlos Estepa
I¿ rne¡srcró¡¡ Eu Onrnrur¡ 69
Iohn Haldon
I"e rn¡Nsrcróu nu OccrorNrr 83
ChrisWickham
corrlcspto DE FEUDALTSMo:
Er, 91
cÉursIs, worucróru y srcrrlrrrcecróN ACTUAL
Alain Guerreau
¿Rnvor,ucróu o tuur¡cróu FEUDAL? Urue cnírrce rL7
Dominique Barthélemy
Er rruoer¡suo nrspÁrvrco EN rlr RECTENTE HrsroRrocnerÍ¡, 131
I ANDERSoN, P. El Estado absolutista, Siglo )O(I, Madrid, 1979, pp. 14-15, entre otras; Transiciones
de Ia Antigüedad al feudalismo, Siglo )O(I, Madrid, 1979. Respecto a otras referencias, uid., enfre
ellas, las obras de HrrroN, R.H. (ed.). La transicíón d.el feudalismo al capitalismo, Barcelona,
Crítica, l97B (2.a ed.); KRTEDTE, P. Feudalismo tardío y capital mercantil, Barcelona, lg82; panalx,
CH.; VImn, P y ornos. El feudalismo, Ayuso, Madrid,1972; uíd. en concreto de esta última las opi-
niones de Hn¡crun, F. «Contribución a la discusión sobre la transición del feudalismo al capita-
lismo: la monarquía absoluta francesa», pp. 89-96.
Crisis del feudalismo y centralización monárquica castellana... 141
2 BoIs, G. Crise du
feudalisme. Economie rurales et demographie en Normandie orientale d.u début
xw síécle au milier xtt siécle, Ehess, París, 1976; HrLroN, R. A Medieual society. The west Midlands at
the End of the Thirteenth C,entury, Cambridge, 1966; de este autor pueden encontrarse en castella-
no, en un caso en una precoz edición, sus obras Sieruos liberados. Los mouímientos campesinos
medieuales y eI leuantamiento inglés de 1381, Siglo )O{I, Madrid, l97B (ed. inglesa, 1973) y ConJtitto
de clases y crisis del feu^dalismo (colección de artículos entre 1949-1982), Crítica, Barcelona, lg88.
3 BRENNER, R. «Estructura de clases agraria y desarrollo económico en la Europa preindustrial»,
1976 y «Las raíces agrarias del capitalismo europeo», 1982, ambos en AsroN, TH.; pHrLprN, c. H. E.
(eds.). El«Debate Brenner». Estructurade clases agraríay desarrollo económico enlaEuropaprein-
dustrial, crítica, Barcelona, 1988, pp.2l-81,253-386. otro texto importante del auto¡ que mos-
traba claramente sus posiciones en relación con las polémicas sobre la formación del capitalis-
-en este caso ftente a I. Wallerstein- y relanzaba los debates de la transición en una línea
mo
Dobb-Hilton, pero renovada, era su trabajo de lg77i «Los orígenes del desarrollo capitalista: crí-
tica del marxismo neosmithiano», traducido entre nosotros en.En Teoríqn."3,1929, pp.57-166.
t42 José M3 Monsaluo Antón
que rara vez se ha abordado esta problemática de forma directa, miáxime entre
medievalistas. Pero al menos pÍra un sector del medievalismo han servido de re-
ferencia. Por lo demás, algunas de los posnrlados teóricos que se han mencio-
nado no chocaban en algunos aspectos con otras tradiciones académicas, porlo
que ha sido más sencillo armonizar puntos de üsta. En concreto, toda una línea
de trabajo que es ajena a la teoización marxista havenido defendiendo en Eu-
ropa una cronología de fortalecimiento del estado monárquico en la que los si-
glos xv-xvhabrían resultado decisivos. En este punto las ideas de Guenée, autor
de un célebre libro general sobre estas cuestiones, por poner el ejemplo de una
obra de considerable difusión universitaria,4 no tenían por qué chocar con las
interpretaciones marxistas, por lo menos en la ubicación temporal de los fenó-
menos. Únicamente que los historiadores influidos por el marxismo, y aquí ya
no estarían de acuerdo tantos, vendrían a insistir con diferentes énfasis en los
problemas de las rentas señoriales, de las clases y sus luchas o en el manteni-
miento del feudalismo «en sentido amplior, pero no había por qué cuestionar los
apartados que Guenée, o cualquier otro, dedicaba en su libro a los progresos de
la fiscalidad moniárquica en los siglos xv-xv, los poderes del príncipe o la apari-
ción de la burocracia, la diplomacia o la opinión pública. Por otra parte, los his-
toriadores españoles de las instituciones y del derecho tradicionalmente solÍan
dar también mucha importancia a las transformaciones de los siglos :av y )v en
lo que, en sus fpicas explicaciones, venía rubricado como la superación de las
formas de poder «feudovasalláticas» yla aparición del nuevo estado modemo.
Por otra parte, clásicos estudios sobre la nobleza trastamarista en sus pugnas di-
násticasypolíticas duranteelxv-nosreferimos, porejemplo, alaobradeL. Suá-
rez- podían fácilmente someterse a una relectura en clave de trance necesario
en el advenimiento del estado.
De manera que el contexto historiográfico favorecía, de algún modo, que
el juego de correlaciones sobre centralización, crisis bajomedieval y noble-
za señorial arraigara en nuestro país. Al menos entre los historiadores in-
fluidos por el marxismo, o cuando menos no doctrinalmente antimarxis-
tas, este juego explicativo no era cuestionado. El eco alcanzado en el me-
dievalismo hispánico durante los años setenta y ochenta, y aún después,
por la obra de |. Valdeón, desde su temprana defensa de una concepción
«amplia» del feudalismo hasta la conexión de la monarquía centralizada
con la salida a la crisis del xw,s pone de manifiesto el éxito historiográfico
4 GUENÉE,E.Occidentedurantelossiglosxvyxv.l,osEstados,Labor(NuevaClío),Ba¡celona,1973;
uid. asimismo Srnevrn, J. R. Soáre los orígenes medieuabs delEstadoModerno, Ariel,Barcelona, lgSl
(la ed. en inglés, 1970).
s Vi.d.elp¡ólogo,escritoporVetDEóN,J.enlgTl,alaediciónespañoladelcitadolibrodeP¡n¡lrv,
CH. VIran, Pyornos. Elfeudalismq pp.9-19; VALDuóN,1. lns conflictos sociales en elreino de Castilla
durante los siglos xN y xv, Siglo )Oil, Madrid, 1975, pp. 32-33; foel,r. «El feudalismo ibérico.
Interpretaciones y métodos», en Estudios de Historia de España. Homenaje aM. Tuñón de Lara,I,
Madrid, 1981, pp.79-96; IDEM. Elfeudalismo, Ed. Historia 16, Madrid, 1992, p. 118.
Crisis del feudalismo y centralización monfuquica castellana... r43
6 DIos, S. os. «Sobre la génesis y caracteres del estado absolutista en Castilla», en Studía Historica.
Historia Modern4 III,3, 1985, pp. ll-46, en concreto, p. 15; ÍDEM. «El Estado Moderno, ¿un cadáver
historiográfico?», en Ruceuro, A. (coord.). Realidad e inuigenes del pod,er kpaña afines de la Edad
Media. Áúrrbito,Valladolid, 1988, pp. 389-408, la cita concretamente en p. 393.
z Moxs¡rvo, J. M." «Poder político y aparatos de estado en la Castilla bajomedieval. Consideraciones
sobre su problemáfic»», en StudiaHístorira. Histori.aMedieual,lV,ns 2,19S6, pp. f01-167.
a l¿onno QuEs¡¡¡, M. A. «La Corona de Castilla: transformaciones y crisis políticas, 1250-1350», en
Europa en los umbrales de la crisis, Estella, 1994, pp.275-321.
s IBÍDEM, pp.276-279.
r44 José M." MonsalwAntón
ce que no hay duda sobre los enfoques históricos a los que apunta su crí-
tica. Aunque haya alguna ligera referencia al malthusianismo, parece que
son los conceptos y explicaciones de los marxistas las que han resultado
más comprometidos por esa «teoría previamente elaborada», «previa a la
investigación» *como también se dice-, que condiciona la labor de es-
tos historiadores según el autor. No es nuestro propósito refutar el fun-
damento epistemológico de estas críticas del profesor Ladero el
-sobre
papel de las teorías en las ciencias sociales, sobre hipótesis de trabajo
previas, sobre investigación, empirismo y conocimiento histórico- ni
tampoco cuestionar, en modo alguno, su obra, ciertamente importante
y de todos conocida. Es más, incluso podemos coincidir con algunas de
sus opiniones también recientes sobre el estado bajomedieval, en con-
creto algunos conceptos que interpretamos como progresivos en la tra-
yectoria de este historiador.l0 No se trata de nada de esto. Se trata de acla-
rarnos sobre los procesos y sus cronologías. Y en este sentido, lo que de-
fiende el autor en su trabajo sobre Castilla entre 1250-1350 a propósito
de los orígenes medievales del estado moderno choca frontalmente con
ese bagaje interpretativo que, como hemos señalado, nos parecía muy
arraigado en nuestro país. Se dice en ese trabajo del profesor Ladero que
antes de la crisis económica y social habría cambiado ya la estructura po-
lítica. Esta transformación, ya acaecida antes, podía en todo caso afectar
al desarrollo mismo de la crisis, pero no sería su salida o consecuencia
de la misma. Es más, habría que remitirse a fenómenos acaecidos entre
cien y doscientos años antes de mediados del xv-en Castilla, los reina-
dos de Alfonso MII y de Alfonso X son citados como claves- para expli-
car la génesis del «estado modernor. El punto de vista es nÍtidamente ex-
presado: «A mi entender, la génesis del estado moderno monárquico es
resultado de una evolución posible de la realidad histórica europea des-
to Sin ir más lejos, al principio del artÍcrlo de l¡orno Qu¡s¡oa, M. A «Poder y administración en Españo),
en ElTfatado de Tordesillasy suépom,vol.I, pp.63-89, sorprendentemente, ya que no es la concep-
ción del estado que se defendía hace años, leemos el segundo y tercer piárrafo de este artículo de tadero
---el resto yaes otra cosa- y nos idenüficamos perfectamente con unas ideas que, ¡ingenuos de noso-
tros!, nos parecen el fruto de arduos y diffciles combates teóricos propios personales por supues-
-perc,
to, de otros muchos también- acerca del poder y acerca del estado... aceptados aquí sin mayor pro-
blema supuesto, tácitamente- en una especie de preiímbulo introductorio: la idea de que el
-por
poder político y las formas de dominio socieconómico están ligadas üsiblemente; la superposición y
la multiplicidad devarios poderes sobre los mismos espaciosypoblaciones; la idea de que los medios
de administración del poderpolítico no siempre transcurrenpormedios institucionales... Calificamos
estas ideas de «progresivas», porque resultada absurdo aüibuir a una especie de criptomanrismo silen-
te al autor y sería también injusto y tremendo achacar estos puntos de üsta teóricos a una especie de
eclecticismo voraz, un eclecticismo conceptual que es verdad que resulta caracteístico del modus
operandi de ciefios historiadores actuales, pero no de un historiador como el profesor Iadero. Otro
trabajo reciente del autor no contiene estas declaraciones de principios, ÍDEM. rcAlgunas reflexiones
generales sobre los orígenes del "Estado modemo"r,en HomerwjeAcadémimaD. Emilia GarcíaGómez,
RAH, Madrid, 1993, pp.433-448.
Crisis del feudalismo y cenüalización moniárquica castellana... t45
de los siglos Kr-xrrr, y sólo dentro de ella, a partir de las estructuras y for-
mas feudalesrr de organización social y política, de la misma presencia
anterior de reyes y reinos, y de las concepciones doctrinales, jurídicas e
institucionales sobre el pode¡ donde confluyen desde la Alta Edad Me-
dia diversas corrientes: germanismo, pensamiento eclesiástico cristiano,
romanismo intensificado desde el siglo xrr, recuperación de la filosofía
aristotélica y, en algunos casos mediterráneos, influjos de origen bizan-
tino e islámico.»tz Aunque no queda absolutamente borrada de la expli-
cación, puesto que se le reserva algún breve comentario, con estas ase-
veraciones, corroboradas en otros pasajes del artÍculo, la noción de «cri-
sis del feudalismo» implÍcito en clave marxista o afín-
-y lo que lleva
queda totalmente descalificada en la explicación sobre los orígenes del
estado moderno. La crisis estructural del xtv, o las transformaciones so-
ciales de los siglos xv-xv
-por incluir
mos llamar «reacción señorial»,
también eso que muchos acepta-
«salidas a la crisis», etc.-, nos parece que
se perciben en esa propuesta explicativa como no necesarias, 13 como fe-
nómenos que, en el mejor de los casos, habrían sido accesorios y tan-
genciales, que pudieron afectar algo al desarrollo de las monarquÍas cen-
tralizadas, sí, pero no funcionar causalmente, porque los fundamentos
de éstas estarían ya construidos antes, incluso bastante antes.
Con estas posiciones explicativas citadas, para el caso de la monarquía cas-
tellana centralizada en concretq queda desdibujada --como no se había hecho
hasta ahora- la trascendencia histórica de los ultimos reinados medievales, de-
cisivamente el reinado de los Reyes católicos pero tambiénla épocaTlastámara
en general, adelant¿índose en el üempo considerablemente el nudo gordiano de
la aparición del estado modemo: se desplaza del sigloxvalos siglosxr-xl. Toda
esta nueva interpretación necesariamente emerge, se quiera o no, no ya sólo con-
üa quienes han defendido la correlación «crisis del feudalismo-crisis de la no-
bleza señorial-centralización», que en el medievalismo hispiánico es un sector
concreto de historiadores, sino contra toda una tradición de historiadores del de-
recho y de las instituciones y también de medievalistas y modemistas no nece-
1l Me permito entender que se refiere a «feudalidad» más que a «feudalismo, en un sentido amplio.
tz «[¿ Corona de Castilla: transformaciones...», op. cit.,p.2Bl.
13 IBÍDEM, p.322.
1a
Que era la época en que se ponían los énfasis en el nacimiento del estado moderno. Así, práctica-
mente toda la tradición de historiadores del derecho españoles todo estudiosos de la Corona
-sobre
de Castilla- subrayaba las postrimerías medievales como decisivas en la superación por el estado
moderno del orden feudovasalláüco o estamental, caracteústicos ambos de la Edad Media. En un tra-
bajo anterior, el propio Ladero, como si se acoplase exactamente en ese caso aI enunciado del colo-
quio correspondiente, venÍa también a considerar decisivas las postrimeías medievales, sobre todo
el úlümo cuarto del xv, en el alumbramiento del estado moderno, uid. «La genése de l'Etat dans les
royaumes hispaniques médiévaux (1250-f 450)», en HERMANN, C. (coord.). Ic premier áge d.e l'Etat en
kpagne (1450-1700),Pais,1989, pp. 9-65. Sobre algunos autores que han opinado acerca del momen-
to histórico de aparición del estado modemo y las etapas que lo han precedido, uld. las primeras pági-
r46 José M." Monsaluo Antón
sariamente implicados con los ejes teóricos del marxismo.la Nos parece que las
opiniones recientes delprofesorladero se inscriben enunnuevo paradigmahis-
toriogláfico sobre la aparición del estado modemo, perfilado en la última déca-
da sus raíces son más antigUas- al calor de los coloquios del progra-
-aunque
ma Genése de l'Etat Moderne- Acción Temática Programada coordinada por I. Ph.
Genet con el epicentro enel CNRS francésylacolaboraciónde múltiples centros
de investigación, universidades e historiadores europeos. Un programa que, en-
tre Otros efectos, aparte de consagrarse pronto, a buen Seguro' Como un topos
universita¡io muy seguido y plasmado en manuales, ha servido ya de guía o re-
fuerzo contextual a las obras de algunos historiadores. ts El programa dela Gené-
sq a pesar del título general, abarcaba cuestiones de los siglos xl-xu[. Se desa-
rrolló entre 1985 y principios de los años noventa, pero ha seguido luego con oÚas
iniciativas. Abarca temas dispares de la Edad Media y Modema y algunos traba-
jos de sociedades extraeuropeas. Una iniciativa tan amplia-cerca de cuarenta
equipos de trabajo paralelos y unos cuantos coloquios y libros centrales- ha de
recogerun mínimo de heterogeneidad, como es lógico, sobre todo porque pre-
domina, en concreto en los equipos palalelos, lo interdisciplina¡ ---o más bien,
layuxtaposición de disciplinas, pero no siempre integradas con el conocimien-
to histórico-, o bien aspectos muy puntuales y especializados,16 que -aunque
sean muyinteresantes por símismos-poco tienen que ver con un debate serio
sobre el estado modemo. Pero nos parece que sí hay una línea marcada, una eS-
pecie de cuerpo doctrinario de síntesis, de paradigma oficial, concretada no tan-
to en esa aludida adición de equipos de investigación y trabajos puntuales para-
lelos, sino sólo en algunos de éstos y sobre todo en los eies salidos de las confe-
nas de nuestro trabajo «Poder político y aparatos de estado...», op. cit Vi'd tarnbién, en este senüdo,
los trabajos de Dros, S. oe. nsobre la génesis y los caracteres del Estado absolutista en Castilla»» y «El
estado moderno, ¿trn cadáver historio$áfico?».
ls Sin ir más lejos, y por referirnos al caso español, creo que se conecta bastante con la aparición de
algunos libros. Por ejemplo, los de NrEro Soru,c ,1. M. Ceremonias dc la Realeza. Propaganda y legiü-
mación enlaCastillaTfasuimara.Madrid, 1993, o Íor»r. lglesia, génesis delEsnda Modemo en Castilla
(136g-1480),Univ. Complutense, Madrid, 1993. O bien, convergiendo las cuestiones de la Genésecon
el ya conocido y trabajado desde hace tiempo campo de especialización del autor, l¿o¡no QuEs¡¡n,
M. A. Físcatidad.y poder real en Castílla (1252-1369), Univ. Complutense, Madrid, 1993.
16 No voy a citar aquí todas las secciones, en las que han participado medievalistas, modernistas, teó-
logos, historiadores del arte, filósofos, sigilógrafos, paleógrafos, codicólogos, historiadores del dere-
cho, de la Iglesia, de la literatura, antropólogos, etc. Parala época más propiamente medieval, he aquí
unas pinceladas sobre algunos de los temas de estos equipos «interdisciplinares»: canónigos medie-
vales; profecías y sus expresiones escritas; impuesto de la sal, la moneda,laraznay el botín en socie-
dades diferentes a la medieval, los descubrimientos medievales, Ias prácticas simbólicas, las doctri-
nas polÍticas, iconografia, orígenes teológicos del estado, guerra y diplomacia, etc. Aparte de algunos
volúmenes sobre los que los ftanceses no dejan de ver como sus periferias, lo reconozcan o no: la géne-
sis medieval del estado en la península Ibérica, o sobre el mundo mediterriáneo. Vid. de toda esta acti-
üdad un resumen en el Anexo de GsNEr, l. PH. (eds.) . Ef¿ t ModeflIe: Gen¿se, Bilan et perspectiues, Mitions
du CNRS, París, 1990, aunque todavía incluía proyectos que estaban en curso'
t7 Culture et ld.eologíe dans la Gen¿se de l'Etat Modern e, Bibliothéque de l'Ecole Frangaise de Rome,
Roma, 1985; Gr¡¡er, J. PH.;VTNCEñ, B. (eds.). EtatetEglise danslaGenésedel'EtatModeme, Bibliothéque
Crisis del feudalismo y centralización moniárquica castellana... 147
rencias plenarias y sus nueve volúmenes centra]es.lT Aparte de ello, este cuerpo
doctrinario también se concreta perfectamente en los balances o conclusiones
que el propio Genet presenta como propuestas destiladas de la acción cientÍfica
combinada, en la medida --él lo recuerda- en que se pueden sintetizar traba-
jos de historiadores mrmerosos y diversos. ta noción de esta.do modemoltabria
aparecido, según Genet, en Occidente: Francia, Escocia, Inglaterra sobre todo,
pero también castilla, Portugal yAragón. Sus componentes seían los siguientes:
la instauración de una relación no feudal del rey y el súbdito, el desarrollo de
asambleas representativas, el surgimiento de una fiscalidad de estado, la inter-
vención del estado en el dominio de la justicia y la guerra; habrÍa tenido como
corolarios la aparición de una ideología específica del estado y una autonomía
del campo de la políüca a úavés de conceptos nuevos como territorio o nación.
Así formr¡lados sus rasgos definitorios, éste serí4 a juicio de Genet, el estado mo-
derno y su ap ariciín en pleine lumiére sehabría producido entre 1270 y 1360, fe-
chas que en la conclusión final fija entre 1280 y 1360. ra riles conclusiones no se
apoyan en elvacío y a nosotros nos parecen bien fundamentadas.
El programa Genése permitimos llamarlo así- ha permitido am-
pliar los conocimientos -nos
en algunos temas, a nuestro juicio en cuatro gran-
des campos, que en una opinión personal vislumbramos como ras priorida-
des del programa: primero, el binomio guerra-impuesto, con el surgimien-
to en el siglo xrr de la llamada «fiscalidad de estado», no basada en el vasallaje
sino en el impuesto legítimo, cuyo motor era la guerra, una guerra que ya no
era vista sólo bajo el ángulo típico de la Guerra de los cien Años, sino que
por el contrario se enfatizan ahora las guerras del último tercio del xn y prin-
cipios del xv; en segundo lugar, las bases de la legitimidad del nuevo esta-
do, en especial del tema de la aparición del concepto de nación y
-aparte
del surgimiento de las asambleas legislativas, ya de más solera- en lo que
se refiere al papel de la Iglesia y sus relaciones con el estado; en tercer lugar,
lo que podríamos llamar las dimensiones culturales del estado moderno,
concretado en las abundantes contribuciones sobre teología política me-
dieval, el papel de la escritura y el lenguaje jurídico o político, o ra iconogra-
fía sobre el príncipe o las ideas de justicia, ley, etc.; en cuarto luga¡ las rela-
ciones del estado con la sociedad, pero no tanto lo que entendemos en otra
de la casa de Veláaquez, Madrid, 1986; Aurnao, E (ed.). prosopographie et Genése d.e I'Etat Moderne,
Presses de l'Ecole Normale Supe¡ieure de Ieunes Filles, parÍs, I9g6; GENE! J. pH.; LE MrNÉ, M. (eds.).
Genbse de I'Etat Moderne. Préleuement et Redistr¿bution, Editions du GNRS, parís, 1987; Bursr, N.;
G¡rvEr, J. P (eds.). La Ville, la Bourgeoisie et la Genése de I'Etat moderne (nr-xwa siécles). Colloque de
Bielefeld Q,985), Editions du CNRS, París, l98B; CoNrenrNr, Ph. (ed.). llEtat et les Aristocraties, xu-xmt
siécle (France, AngLaterre, Escosse), Pens, París, lgBg; CouLEr, N.; Gnrvrr, I. p (eds.). IjEtat moderne:
territoires, droit, systéme polítí4ue,Editions du GNRS, París, 1990; GrNrr, l. pu.; T[lrarrr, J. y. (eds.).
Droit et Théologie dans la Science Politi4ue de I'Etat Moderne, Bibliotheque de l'Ecole Franqaise de
Rome, Roma, 1990; GENET, J. PH. (ed.). Etat Moderne: Genése, bilan et perspectiues... op. cit.
te Estas ideas conclusivas se encuentran en la conclusión de GtNsr aI libro I¡t Vílle, la bourgeoisie...,
op. cit.,p.339; asimismo, en E ¿2, Moderne: Genése, bilan et perspectiues,p.262, enfreotras referencias.
148 José M." Morxaluo Antón
clave como las relaciones clase/estado, sino más bien en otros dos aspectos:
uno, la actitud de la nobleza hacia la monarquía menor medida, se han
-en
abordado las relaciones con las ciudades y por su parte el campesinado ha
interesado poco-, con el tema de las relaciones de los nobles con los prín-
cipes o la corte, y otro, el problema del personal del estado, concretado en
la prosografía, la composición de los órganos de la corte, etc., subcampo es-
te concretamente que dio en la Genésemuchos menos resultados de las ex-
pectativas que se habÍan trazado los organizadores. De estos cuatro grandes
campos, el último es el único que incorpora preocupaciones del siglo xv en
adelante, pero no afecta a la génesis del estado moderno, sino que se anali-
za la composición de éste o cómo era percibido y sentido por algunos gru-
pos sociales, en concreto la nobleza. Los otros tres campos del programa
Genésesonlos que han abordado más directamente la cuestión de la géne-
sis. Y es significativo que las cronologías parciales que se han ido desgra-
nando en las diferentes aportaciones de cada uno de estos campos justifi-
can situar el epicentro de la aparición del estado en el xlI y no después: la
fiscalidad de estado nace en la segunda mitad de ese siglo, todos los princi-
pios de legitimidad jurídica, nacional y doctrinal los típicos prin-
-incluidos
cipios de plenitudo potestatis, quod omnes tangit..., utilitas publica, etc.-,
habían cuajado ya hacia 1250, el lenguaje de la política o las imágenes de su-
perioridad de los príncipes y la simbología de las monarquías habían surgi-
do asimismo en los siglos xI-xIII... Si a todo esto se une lo ya más conocido
sobre los momentos históricos de aparición de instituciones claves
-asam-
bleas legislativas y representativas, reconocimiento de la soberanía regia, bu-
rocracia en la corte, etc.-, resulta más que probado que parecen correctas
las fechas que se proponen en las conclusiones del programa Genése: se-
gunda mitad del xu y primera del xrv. En ese sentido, se trata de una aporta-
ción historiográfica congruente. Y es a esta propuesta a la que se podría an-
clar la opinión sobre el caso castellano expuesta por el profesor Ladero en el
trabajo antes citado.
Son diversas las objeciones que podrían ponerse a este programa. Podría
apuntarse la falta de novedad teniendo en cuenta que conceptualmente no
hace sino complementar caminos ya trazados desde atrás, que no le desme-
recen en modo alguno: ahí están las obras clásicas de Bloch, de Kantorowicz,
de Guenée, de Straye¡ de Ullmann. Podrían también hacerse preguntas acer-
ca de por qué no se ha valorado adecuadamente el trabajo de algunos histo-
riadores, no ya como participantes se sabe lo que es el mercado de los
-ya
congresos y la universidad-, sino simplemente como referencias: llama la
atención que autores como Anderson, Brenner, los debates sobre el feudalis-
mo o la transición al capitalismo no existan, o que a la obra de un historiador
como G. Bois, salvando ligeramente el volumen coordinado por Contamine,
no se le saque ningún provecho, y ello a pesar de ser francés, ámbito historio-
gráflco, cómo no, mucho más contemplado que los demás. Llama la atención
también la ausencia de referencias a la historiografia italiana, poniéndose por
Crisis del feudalismo y centralización monárquica castellana... r49
otro lado en eüdencia que los países donde la monarquía no articuló la vida
políüca también el caso alemán- poca conexión tenían, a ojos de los
-sería
organizadores de la Genése, con la problemática del estado, proposición ésta
que habría sin duda que fundamentar y no dar por implícita. podría también
objetarse, sobre todo a los proyectos de los equipos paralelos, la fragmenta-
ción de objetivos, el empirismo, la dispersión, el minimalismo, quizás en grÍrn
parte debido a algunos lastres que arrastra esa corriente que se llama «nueva
historia políticar. Pero tampoco se puede generalizar aquí. subrayemos que
el programa Genése, a pesar de estas y otras objeciones que subjetivamente
podríamos hacer, resulta en conjunto una aportación interesante. pero lo es,
insistamos en esta idea, sólo en los temas o campos analizados, incluyendo
las minúsculas parcelas de saberes tan heterogéneos, y en ro que éstos hayan
podido significar en la edad media. Ahora bien, ¿está en ellos la explicación
del origen del estado moderno o la monarquía centralizada? Es aquí donde
más flaquean las explicaciones dela Genése, por tres carencias esenciales que,
a nuestro juicio, impiden contraponer es que alguien lo pretende- esta
propuesta con otras, como por ejemplo, -silas explicaciones de tipo marxista. Es-
tas últimas, en su variedad y teniendo en cuenta que no son unívocas y que
son discuübles, sÍ se proponen como globales y como causales.
La primera carencia del programa Genése es que no se contemplan ni
se recogen como argumentos en la explicación final temas cuya posible
influencia en la aparición del estado moderno debería cuando menos ser
evaluada, máxime cuando existen otras corrientes historiográficas que
han dado funcionalidad causal a estas cuestiones: el régimen señorial, el
mundo campesino, las ciudades, las rentas, la organización de los grupos
sociales, las formas políticas no monárquicas, la dinámica del feudalismo,
la crisis... Podríamos seguir, pero no es necesario porque Genet se encar-
ga de precisar que el programa de investigación que ha coordinado «ne
rend par example pas compte de structures historiques comme celle de
crise, de mode de production ou de transition, qui n,en jouent pas moins
un role capital dans l'histoire de cette "forme', politique qu,est l,Etat mo-
derner.rg ¿Cómo soslayar nosotros- unas temáticas, unos
problemas históricos nada -pensamos
banales sin haberlos siquiera analizado y pon-
derado?, ¿cómo no encontrar parcial en las propias temáticas unas pro-
puestas de esta índole?
La segunda carencia, también expresamente remarcada por er coordina-
dor general, es que no se ha utilizado ningún concepto teórico de «estado».
Hay una especie de vanagloria en defender que l'Etat Modernederque se ha-
bla en le Genése es un modelo empírico, no teórico, un modelo nacido «d,une
forme historique observée, et non un modéle conceptuel construit», cantine-
rs GeNrrr, I. PH. «uEtat moderne: un modéle opératoire?», en Gen¿se de l'Etat Modeme, bilan et pers-
pectiues, p.262.
150 José M.a Monsalw Antón
20 IsÍosN4.
z1 De hecho, el propio Genet se cubre inteligentemente las espaldas mencionando en una breve
nota a pie de página en su conclusión general que él piensa que la forma de estado que correspon-
de al estado moderno du¡ante su génesis es de «feudalismo de estado». Pero es algo que ha queda-
do deliberadamente fuera de las aportaciones dela Genése, rBlDEM, n.o 3, p.262. Lo mismo el pro-
blema de cómo el estado moderno puede tener sus raíces en el feudalismo, rBiDEM, p. 261, que aun
siendo cuestiones que interesan personalmente a Genet, se han dejado también fuera de las preo-
cupaciones de la Genbse.
22 Vid.noÍaafÍerior.Seplanteadirectamenelapreguntaensutrabajo«l,edéveloppementdesmona¡-
chies d'Occident est-il une consecuence de la crise?>», en Europa, en los umbrales de la cr¿s¿s, Estella,
1994, pp. 247-273. El autor no se decanta claramente, pero, tras hacer un breve recorrido a través de
ciertos datos conocidos sobre varios países, apunta en algunas direcciones, sólo esbozadas en alguno
de los trabajos que componen el libro coordinado por CoN'rAMrNE. ¿E at et las Aristocraties, op. cít.Para
J. Ph. Genet la fiscalidad de nuevo tipo habría sido decisiva, pero también la remodelación ya clara-
mente bajomedieval de la aristocracia ---el caso inglés es en el que apoya mejor su argumentación- y
el nuevo sistema de poder al que quedó ligada. la nueva fiscalidad habría permitido crea¡ un estado
moniárquico regulador y garante de un tejido complejo de distribución de prebendas, cargos y dinero.
El dinero y no la tierra sería el fundamento de esta estado donde la nobleza se sintió a gusto y conve-
nientemente recompensada como para depositar en la monarquía el control del sistema. Naturalmente,
Genet no hace sino evocar el tema del «feudalismo bastardo» e intentar ensamblarlo en una explica-
ción del estado moderno que, aquí sí, tiene una cierta ambición causal.
Crisis del feudalismo y centralización moniárquica castellana... 15r
23Hay otros enfoques sobre el estado que no tenemos ocasión de comentar aquí. Entre ellos, exis-
te toda una corriente muy de moda, apoyada en la antropología polÍtica, que niega que pueda
hablarse de estado en etapas preliberales. Clavero es su principal impulsor. A expensas de pres-
tarle la debida atención en su momento, puesto que es una de las interpretaciones más rigurosas
que existen, nos remitimos a algunas reflexiones que hacemos en nuestro trabajo «Historia de los
poderes medievales, de Derecho a la AntropologÍa (el ejemplo castellano: monarquía, concejos y
señoíos en los siglos xr-xv)», en Bannos, c. (ed.). Historia a Debate, Medieval, santiago de compostela,
199s, pp.81-149, esp. pp.94-96y 111-112.
r52 José M." MonsaluoAntón
sis como fundamento del estado moderno y sitúan la clave de éste en los si-
glos xt-xn, o los que insisten en las relaciones clase/estado, valoran como
esencial la reacción de la nobleza señorial y consideran necesario lo ocurri-
do en los siglos xv-xv?». Las preguntas esta¡Ían mal planteadas si se presen-
tan así, no caben respuestas excluyentes y por eso nos resultaba llamativo y
curioso que algunos historiadores antes un ejemplo en concreto,
-citamos
que nos dio pie a las reflexiones que acabamos de hacer- hayan pretendido
tomar las conclusiones del programa Genése como baluarte contrapuesto y
alternativo a los tradicionales estudios marxistas sobre el estado.
No podemos estar satisfechos con pensar que unos historiadores y otros
hablan lenguajes diferentes e incomunicados. Sin embargo, será bueno re-
cordar que existen distintos registros científicos a la hora de entender las cues-
tiones sobre el estado. Abuen seguro que la falta de entendimiento nace mu-
chas veces por no saber en qué registro se mueve una explicación o una te-
mática determinada, porque la realidad histórica, que se presta por supuesto
a ser interpretada y no sólo descrita, es cualquier cosa menos plana. Hay un
registro hondo de conocimiento que afecta ala naturaleza del estado en el
feudalismo, entendiendo el feudalismo en su sentido más amplio de «modo
de producción» o de sociedad global en la larga duración. Al feudalismo, así
entendido, corresponde un tipo de estado que, pese a que a algunos les pa-
rezca demasiado genérico, debe tenerse en cuenta, ya que las sociedades his-
tóricas donde fue dominante el feudalismo presentan una estructuración del
poder específica.24 Hay un segundo registro que corresponde a la forma de
estado en las formaciones sociales concretas. Aquí se encuadran los proble-
mas referidos a los cambios sociales, la organización social, las crisis, las cues-
tiones de la renta, las relaciones clase/estado, el régimen señorial, etc. Hay
un tercer registro, el régimen político, que afecta a los desarrollos institucio-
nales, las relaciones fácticas nobleza/monarquía, los atributos de la sobera-
nía real, el surgimiento de algunos órganos administrativos, etc. Nos parece
importante tener esto en cuenta para no confundir cuestiones.2s En alguna
24 Hacemosalgpnasreflexionessobreelloen«Poderpoliticoyaparatosdeestado»,p.106-l14.Pese
a lo que algunos puedan pensar, las cuestiones relativas al modo de producción feudal y la articu-
lación del poder político en él no costituyen un cuerpo cerrado, raquÍtico y unívoco de conoci-
mientos. Que existe un amplio margen de tratamiento cuando menos teórico, y ciertamente polé-
mico, sobre el modo de producción feudal lo demuestra, por ejemplo, el reciente trabajo de pEñA
PÉnsz, E I. «El modo de producción feudal: algunos problemas», en Cuadernos Burgaleses de Historia
Medieual,3, 1995, pp. ll-82.Vid. tambiénKucr¡NBUCH, L.; MrcHAxL, B. «Estructuraydiniámicadel
modo de producción en la Europa preindustrial», e¡ Stud.ia Historica. Historia Medieual, N,lg86,
pp.7 -57 (t¡aducción del orig. alemrín). De todos modos, como ya hemos expuesto en otras ocasio-
nes, a nuestro juicio más que el modo de producción son las formaciones económico-sociales feu-
dales el registro que resulta más sugestivo en un tratamiento sobre el poder político y el estado desde
una perspectiva estructural.
25 Explicamos un poco más estos registros en «Historia de los poderes medievales, del Derecho a la
Antropología», pp. I l4-l 15, y en «Poder político y aparatos de estado», a lo largo de todo el artículo.
Crisis del feudalismo y centralización monárquica castellana... 153
i
Er uooEro cAsrElraNo DE cENTRALTzACIóN. UN nsqunnae cAUSAL
z0 los detalles de estos desarrollos del régimen, en «Poder político y aparatos de estado», pp. I 14- 126. A
resalta¡, en todo caso, dos aspectos que no conüene olvidar. El primero es que estos progresos admi-
nistrativos, burocráticos y el propio ideario autoritario regio no se consumaron hasta los siglos xv y xv,
de modo que no podrlamos afirmar que el estado modemo estabayaprácticamente generado en el siglo
anterior, pero bien es verdad que ya a mediadios del siglo xv el impulso de la centralización ---entendi-
dacomo centralimciónformal-eratal que no podía atribuirse alos efectos de la crisis delxv, todavía
por incidir: está expuesta esta ultima consideración en el artículo citado, p. 126. En este senüdo, sí ten-
dría algúnvalorla opinión de GenetaplicadaaCastilla, pero la cronologÍapropuestaporélparalaGenése
sólo podrÍa aplicarse forzando bastante las cosas, puesto que al régimen moniárquico
-1280-1360-
castellano aún le faltaban todas las transformaciones de la época Tlastiímara. to segundo es que, a pesar
de la enorme absorción por parte del estado central de funciones polfücas, el peso de los señoúos y con-
cejos, que eran sistemas de poder no heterodeterminados por la monarquía centralizada, todavía resul-
taba considerable en el sistema poftico global, todavía podemos hablar de un estado basado en la frag-
mentación de soberanías, caracterÍstica del poder polÍüco en el feudalismo, mioura, pp. I55-167, donde
se habla de estos poderes descentralizados.
2z En este sentido, puede hablarse para el perfodo bajomedieval de «monarquía feudal centraliza-
da», si se prefiere poner el énfasis en el adjetivo intermedio «feudal» aquí «en senti-
-entendiendo
do ampliorl-, o simplemente, y es más cómodo, puede hablarse de «monarquía centralizada», para
distinguirla en este caso de la «monarquía feudal», la existente hasta el siglo xrr, pero teniendo en
cuenta que aquí «feudal» se refiere a un tipo de relaciones rey-vasallos y a un estadio de fragilidad
de las instituciones centrales que luego, desde el siglo xrr en adelante, cambiarán con la centraliza-
ción, sin que, como decimos, ni la sociedad ni el poder deiaran entonces de ser feudales en sentido
amplio.
Crisis del feudalismo y centralización monárquica castellana...
155
2s Por no entrar en los detalles de estos progresos prodigiosos de la monarqula francesa remitimos
a algunas obras esenciales: Lrt{Anrcrvrrn, J.F. La France médiéuale. Institutions et société, A. Colin,
París,1970; Pacaur, M. Les estructures politíques de I'Occident Médiéual, A. Colin, Parls, 1969, tam-
bién sobre otros ámbitos; PoLy, J. P; BoURNAZEL, E. El cambio feudal giglos x-xu), Labo¡ Barcelona,
1983; Barowx, l.W. The Gouernment of Philip Augustus. Foundatíans of French Royal Power in the
Middle Ages, Univ. of California Press, Berkeley, Londres, 1986; y una de las más recientes aporta-
ciones, LB Gorr,l. «La France monarchique: le MoyenAge», en BuRGUTERE, A.; RE!TL,J. @ds.). Hktoire
de la France. LEtat et les pouuoir¡ Seuil, París, 1989, pp. 19-180.
30 Este concepto de autonomÍa relativa del estado central requiere algunas precisiones más. Para
ello, remitimos a nuestro «Poder político y aparatos de estador, pp. 142-155.
Crisis del feudalismo y centralización monfuquica castellana... r57
:a Se explica esto con más detalle en nuestro trabajo «Ia formación del sistema concejil en la zona de
Burgos (siglo x-mediados del siglo xrt)», en Burgos m la plem Edad Media. III lornadas Burgalesas de
Historia(Btitgos, l99l), Burgos, 1994, pp. 129-210, esp. pp.200-20s. El esquema adjunto muesüapre-
cisamente estas escalas de poder. De los niveles existentes, es el miis alto, eLA, el que apenas había teni-
do consistencia en los siglos x-xl y en cambio se expandió enérgicamente desde el siglo siguiente. por
debajo, o nivel B, estaban las jurisdicciones señoriales particulares --directas sobre las aldeas no orga-
nizadas en sistemas concejiles o mediatizadas por sistemas concejiles de señorÍq poco significativos
hasta la época Tlastiímara- o bien ya el realengo. En este último caso, también cabe distinguir si el rea-
lengo se ejercía directamente por lo oñciales del rey-hasta el )$/, en que prácticamente desapareció,
se puede rastrear esta fórmula en el tercio norte de Castilla- o mediante concejos, o sea, realengo trans-
ferido, que era lo habitual desde que se crearon sistemas concejiles hasta el xrr. Hay que decir, no obs-
tante, que buena parte de estos concejos de realengo medias ypequeñas sobre todo- pasaron
-villas
a la jurisdicción de señores particulares en la época Trastáma¡a conürtieron en «sistemas conce-
jiles bajo señorío» -se
Pero estas pérdidas del realengo en esos momentos no debilitaban al poder regio,
-.
ya que por entonces la escalaA" la perla de la monarquía centralizada, que llegaba a todos los ¡incones,
era ya el verdadero sostén del poder regio.
34 PASroR, R. Resistencias y luchas campesinas en la época del
crecimiento y la consolidación de la
formación feudal. Castilla y León, siglos x-nn, Mad¡id, t980.
ss Nos remitimos a algunos estudios sobre zonas concretas y, por
supuesto, a la información del
Libro Becerro de las Behetrías. Vid Árvenrz Boncr,l. Elfeudalismo castellano y el Libro Becerro de las
Behetrías: Ia Merinda.d de Burgos, universidad de León, León, l9B7; ManrÍNrz so6ra, p La Tierra de
C-ampos Occidental. Poblamiento, poder y comunidad del siglo x al sigtarrn, Universidad de Valladolid,
valladolid, 1985; REcLERo DE rA FuENrE, c. M. Los señoríos de los Montes de Torozos. De la repobla-
ción al Becerro de las Behetrías (siglos x-x¡v), Universidad de Valladolid, Valladolid, 1993; EsrEpA DÍEZ,
C. «Estructuras de poder en Castilla (siglos xr-xtl). El poder señorial en las merindades "burgale-
sas"», en Burgos en la plenaEdad Media. III Jornadas Burgalesas de Historia, pp.24T_2g4.
Crisis del feudalismo y centralización monárquica castellana'..
159
r¡,
SISTEMAS
c P
o
CONCEJILES BAJO
EL REALENGO
E o
I o P
I (t,
o
E
l
rc
ol OJ
o
o
o rJ c
.o
O)
c(lJ o
¡C C 'ú OE
(u o
rI, or'i:
c (! .9
E o co
ou
.o
'ü !
(U .; roc
l o(E
.9 P
! OJ
.6
) C
f§
P
A.- Autoridad monárquica superior. Capacidad imprescriptible e inalienable del poder regio.
c.- Poderes intermedios: sistemas concejiles. Los componentes transferidos (fisco, insti-
tuciones, dominio) 1o son parcialmente. Internamente, hay un ¡eparto de poderes con
unos elementos derivados de las fuerzas locales y otlos adscritos a los poderes supe-
riores.
D.- Todos los habitantes del reino son naturales o súdbitos del rey y sometidos por ello a las
decisiones vinculantes de las instituciones centrales y territoriales intransferibles del esta-
do, sea cual sea su condición ( J ). Además, están sujetos bien a Ia acción directa de los
señores jurisdiccionales o del señorío del rey ( | ), según se trate respectivamente de terri-
torio de señorío o de realengo, o bien a la acción mediatizadora del sistema concejil (
i),
cuando éste existe.
r6o José M." MonsaluoAntón
37 Vid. iota3. Poco antes la revista Debats el su número 5 había traducido el primer artículo de
Brennerylas réplicas fundamentales y, con la iniciativay comentarios de P Iradiel, uno de los intro-
ductores más destacados de este debate en España, la revista preparó un nrlmero con un intere-
sante dossier sobre «Marxismo y desa¡rollo económico en la Europa preindustrialr.
38 En concreto, estábamos aún en una fase de nuestra historiografia en la que estaba ügente lo que
entendemos como «reparto del territorio», académicamente hablando: anquilosada y hasta des-
prestigiada una historia de los acontecimientos de corte tradicional, como referencias potentes exis-
tían los historiadores del derecho y de las instituciones, por un lado, que monopolizaban el estudio
del poder políticq en especial la monarquíaylos poderes priblicos, cuya descripción y aniflisis satu-
raban de mayúsculas, y, por otro lado, los medievalistas socioeconómicos, que estudiaban la agri-
cultura y el mundo rural, los señoríos, las ciudades, las regiones y las comarcas; uid para estas evo-
luciones de nuestra disciplina el trabajo citado en nota 23, esp. pp. 82-91.
3s «Poder político y aparatos de estado», pp. 128-142.
Crisis del feudalismo y centralización monárquica castellana... 163
a2 Exponemos escuetamente este factor en «Poder político y aparatos de estado», pp. 139-140.
Crisis del feudalismo y cenúalización monárquica castellana... r65
43 A este respecto es muy interesante lo que apunta en las últimas páginas de su artÍculo Esrsre, C.
«Propiedadyseñoío en Castilla (siglosrut-xnr)», en Señoríoyfeudalismo mlapenínsulalbérica,Congreso
de diciembre de IgSg, Institución«Femando elcatóbco»,zaragoza, 1993,vol. I, pp.373-425. ytambién,
sobre las crisis de las behetrías: «Estructuras de poder en Castilla (siglos xr-xn) . El poder señorial en las
merindades "burgalesas'), en Bü4gos m Ia plerm Edad Media" III Jornadns Burgalews de Hísari4Bwgos,
1994,pp.247-294.
166 Iosé M.a Monsaluo Anton
sobre las clases y dado que otros sectores importantes de la sociedad con-
tribuyeron también a modelar la estructura y el poder estatales. En cual-
quier caso, debemos dejar para otra ocasión una introspección específica
sobre estos aspectos de la relación clase/estado, con el telón de fondo de
la centralización, puesto que estas páginas han querido centrarse exclusi-
vamente en los problemas de índole causal.