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La Ciudad de Los Cinco Cipreses

Un hombre sigue un sueño sobre encontrar un tesoro en una ciudad de cinco cipreses y emprende un viaje para encontrarla, eventualmente construye una ciudad en el lugar de los cipreses.

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Un hombre sigue un sueño sobre encontrar un tesoro en una ciudad de cinco cipreses y emprende un viaje para encontrarla, eventualmente construye una ciudad en el lugar de los cipreses.

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Curso de Ingres o 2021

Lengua y Literatura – Departamento de Idiomas

La ciudad de los cinco cipreses


M. Colasanti

No era un hombre rico. Tampoco era un hombre pobre. Era un


hombre, simplemente. Y ese hombre tuvo un sueño.
Soñó que un pájaro se posaba en su ventana y le decía: “Hay un
tesoro esperándote en la ciudad de los cinco cipreses”. Pero
cuando el hombre quiso abrir la boca para preguntar dónde estaba
esa ciudad, sus ojos se abrieron y el pájaro levantó el vuelo,
llevándose el sueño en el pico.
El hombre preguntó a los vecinos, a los conocidos, si conocían
aquella ciudad. Ninguno sabía nada. Preguntó a los desconocidos,
a los viajeros que llegaban. Ninguno la había visto ni había oído
hablar de ella. Preguntó por fin a su corazón, y su corazón le
respondió que cuando se quiere lo que nadie conoce, es mejor
buscarlo personalmente.
Vendió su casa y con el dinero compró un caballo, vendió su
huerta y compró los arreos, vendió sus escasos bienes y depositó
las monedas en una bolsita de cuero que se colgó del cuello.
Ya podía partir.
Se dirigiría al sur, decidió, espoleando* el caballo. “Las
tierras del sol son más propicias para los cipreses”, pensó,
apartando la capa del cuello.
Galopó, galopó y galopó. Bebió agua de arroyuelos, bebió agua
de ríos, se tendió de bruces* sobre la orilla de un lago para
beber y vio reflejarse en él su rostro agotado. Pero no tardaba
en reanudar su marcha, porque un tesoro lo estaba esperando.
Parecían cinco torres trazadas a carboncillo sobre el cielo
azul, cuando al final los vio a lo lejos coronando la cima de una
colina. “¡Mis cipreses!”, cantó altísimo su corazón. Y a pesar de
lo cansado que estaba su caballo, le pidió aún un último
esfuerzo. Hoy te daré un establo y paja fresca en mi ciudad,
prometió sin atreverse a clavarle las espuelas.

POLITÉCNICO 1
Curso de Ingreso 2021

Lengua y Literatura – Departamento de Idiomas

Fueron al paso. Sin embargo, conforme se reducía la distancia,


el hombre se dio cuenta de que no podría cumplir su promesa.
Ningún perfil de tejado, ninguna esquina de casa, ningún muro
festoneaba en lo alto de la colina. Subieron lentamente la
pendiente sin caminos. En lo alto, los cinco cipreses reinaban
altaneros y solitarios. No había ciudad alguna.
La noche ya se ovillaba en el valle. “Mejor será dormir”, pensó
el hombre, “mañana veré qué hacer”. Soltó el caballo para que
pastara. Se cubrió con la esclavina*, hizo de su decepción
almohada y se durmió.
Lo despertó la conversación de los cipreses en la brisa. El
aire fresco de la noche todavía coronaba su frente, pero ya un
diluvio de oro en polvo desbordaba el horizonte anegando el
valle, y los insectos hacían temblar las alas, listos para
lanzarse hacia el sol que asumiría pronto el mando del día.
El hombre se levantó; se hallaba en una delicada cima del
mundo. Los sonidos le llegaban desde lejos, suaves, como traídos
en el cuenco de las manos. En lo alto, cinco puntas verdes
ondeaban dibujando el viento.
“He aquí que encontré mi tesoro”, pensó el hombre, lleno de
paz. Y supo que allí construiría su nueva casa.
Una casa pequeña con una buena galería, al principio. Después,
con el pasar de los años, otras casas, la de él, que había
fundado una familia, y las de otras familias y gentes atraídas
por la seducción de aquel lugar. Un poblado en ciernes*,
transformado en una aldea que desciende por la cuesta como rastro
de caracol y que un día sería una ciudad.
A quien pregunta, le responden: es la ciudad de los cinco
cipreses.
En lo alto, olvidado, un baúl lleno de monedas de oro duerme en
el oscuro corazón de la tierra, entrelazado con cinco hondas
raíces.

POLITÉCNICO 2
Curso de Ingres o 2021

Lengua y Literatura – Departamento de Idiomas

Vocabulario:

Espoleando: picando con la espuela a la cabalgadura del caballo para que


ande.
De bruces: con la cara hacia abajo.
Esclavina: pieza sobrepuesta que suele llevar la capa unida al cuello y que
cubre los hombros.
En ciernes: estar muy a sus principios, faltarle mucho para su perfección.

POLITÉCNICO 3

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