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Posar para Un Retrato. La Fotografía en Mérida (1860-1930)

Este artículo describe la historia de la fotografía y el retrato fotográfico en la ciudad de Mérida entre 1860 y 1930. Explica que la fotografía llegó a Mérida en la década de 1860 con la apertura del primer estudio fotográfico. Inicialmente, solo las élites podían costear retratarse debido a los largos tiempos de exposición requeridos. El retrato se convirtió en uno de los géneros más populares, donde las personas posaban formalmente para reflejar su estatus social. Con el

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Posar para Un Retrato. La Fotografía en Mérida (1860-1930)

Este artículo describe la historia de la fotografía y el retrato fotográfico en la ciudad de Mérida entre 1860 y 1930. Explica que la fotografía llegó a Mérida en la década de 1860 con la apertura del primer estudio fotográfico. Inicialmente, solo las élites podían costear retratarse debido a los largos tiempos de exposición requeridos. El retrato se convirtió en uno de los géneros más populares, donde las personas posaban formalmente para reflejar su estatus social. Con el

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Presente y Pasado. Revista de Historia. ISSN: 1316-1369. Año 13. Nº 26. Julio-Diciembre, 2008.

Posar para un retrato: La fotografía en Mérida (1860-1930). Rivas S., Luis F., pp. 341-356.

Posar para un retrato.


La fotografía en Mérida (1860-1930)

Luis Felipe Rivas S.**

Resumen Abstract
Se muestra un panorama histórico A historical and visual outlook is
y visual sobre el desarrollo del presented about the development of
retrato en la ciudad de Mérida the portrait in Mérida from 1860 to
desde el año de 1860 hasta 1930. Se 1930. Some of the most important
destaca los aspectos más resaltantes, aspects are: the techniques, the
como lo son: las técnicas, los most representative exponents, and
exponentes más representativos y the meaning that this photographic
el significado que tuvo éste género genre had in a society that dared to
fotográfico en una sociedad que, perpetuate its image through the
durante el transcurrir del tiempo, lens during the years.
se atrevió a perpetuar su imagen a
Key Words: Mérida, Society,
través del lente.
Photography, Photos, Portrait.
Palabras Clave: Mérida, sociedad,
fotografía, fotos, retrato.

*
Este trabajo fue terminado en diciembre de 2007, entregado para su
evalución en marzo de 2008 y aprobado en junio de ese mismo año.
**
Tesista de la Escuela de Letras, mención Historia del Arte. Facultad de
Humanidades y Educación de la Universidad de Los Andes.

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Presente y Pasado. Revista de Historia. ISSN: 1316-1369. Año 13. Nº 26. Julio-Diciembre, 2008.
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1. Introducción
La fotografía es aquel arte que imita la realidad. Es considerada
como un proceso de conocimiento del mundo y de autoconocimiento,
objeto de recuerdo y de creación artística, sin olvidar, su función como
testimonio y denuncia. Es la imagen fotográfica, un discurso visual
de una realidad que era transmitida vía oral, escrita y pictóricamente.
Desde tiempos remotos, el hombre ha intentado retener la imagen del
mundo que lo rodea. Manifestándose en cierto modo desde la era de
las cavernas, en que los artistas prehistóricos plasmaban las escenas
de su vida cotidiana, sus tradiciones y sus creencias. Sin embargo,
habría que esperar mucho tiempo para que este anhelo se convirtiera
en realidad, específicamente hasta mediados del siglo XIX cuando en
Francia se muestra la primera fotografía.
Mientras que en Europa el tema de conversación era la invención
de Daguerre, en Venezuela y particularmente en la capital, comenzaba
a circular un artículo en el diario El Correo de Caracas en el que se
mencionaba un invento atribuido a un francés de nombre Louis Jacques
Mande Daguerre al igual, de un nuevo modo de dibujar a través de
la luz, el cual era llamado dibujo fotogénico por su creador el inglés
William Fox Talbot, quiene se disputaba el perfeccionamiento de
lo creado por Nicephore Niepce. Faltaron pocos días luego de este
anuncio, para que Daguerre mostrara su invención a Francia el 14
de agosto de 1839. Nuestro país recibiría la novedad un año después
es decir, a principios de 1840, a través del periódico El Eco Popular
que anunciaba en sus páginas la llegada de una vista del Louvre sobre
una plancha de cobre bañada en plata que llegaría a manos del cónsul
francés en el país, donde supuestamente, causó gran admiración en
aquellos que tuvieron la fortuna de verlo.1 A partir de este momento
comienza a proliferarse el oficio fotográfico en Venezuela.
El presente artículo se enfoca en la investigación acerca de la
historia de la fotografía, particularmente sobre sus inicios en la ciudad
de Mérida. También, como una necesidad en respondernos muchas
preguntas en torno a este medio visual de masas. Si recorremos las
calles, las avenidas, los parques y muy en especial nuestras plazas;
siempre observaremos a la gente retratándose y fotografiando

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cualquier motivo de su interés con sus cámaras, que van desde las
más convencionales hasta las más sofisticadas tecnológicamente,
situaciones que nos llevan a preguntarnos del cómo y cuándo hizo su
aparición en nuestra región este medio visual, cuál fue su evolución
técnica y concernientemente al acto de retratarse.
Este trabajo se basó en la historiografía y en la compilación
de material bibliohemerográfico, así como en otras fuentes escritas,
tales como documentos, correspondencias, hojas sueltas de la época
(Biblioteca Nacional, Biblioteca Febres Cordero, Biblioteca Gonzalo
Picón Febres de la Facultad de Humanidades de la Universidad de
Los Andes) y las colecciones fotográficas públicas y privadas de la
ciudad de Mérida que sirvieron como referencias para el análisis de
las imágenes y de sus contextos históricos, para así, intentar crear un
panorama histórico de uno de los géneros visuales más apreciado por
las masas hoy día y más hacia la construcción de la memoria colectiva
merideña.
Sobre la introducción de la técnica fotográfica en la ciudad
de Mérida se manejan dos fechas: la primera señala al año de 1855
cuando, según el Gabriel Pilonieta afirma la existencia de algunas
fotografías que están en su mayoría, son retratos de personalidades de
la sociedad merideña, quienes a través de su estatus social y proyección
económica, tuvieron el privilegio de retratarse en estudios fotográficos
de lugares como: Caracas, Francia, Curazao, Nueva York, entre otros.2
Por su parte, Tulio Febres Cordero en su obra Clave Histórica de
Mérida indicaba que “…para 1867 ya existía un taller fotográfico en
ejercicio”.3
Generalmente desde que salió a la luz el invento fotográfico,
el retrato se ha constituido en uno de los géneros de la fotografía de
mayor predilección en la sociedad merideña del siglo XIX. En éste,
se refleja la estética a través de la imagen como: “…una manera de
estar en las fotos, de vestirse, de usar el tiempo…”4 o una forma de
alimentar el loco interés de conocer su propio rostro, es decir, “…verse
así mismo (de otro modo que en un espejo)”.5
Retratarse en aquella época era todo un suplicio tanto para el
cliente y como para el fotógrafo. Mantenerse estático y soportar la

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intolerable incomodidad de las largas poses durante un tiempo de


exposición de más de ocho minutos, era uno de los costos requeridos
para inmortalizarse por medio de tan novedoso invento como lo
era el daguerrotipo. Los estudios fotográficos eran acondicionados
para obtener toda la luminosidad posible en los que utilizaban
los espejos para reflejar los rayos del sol, debido a que aún no
se había inventado una luz artificial lo suficientemente potente.6
Entre los ejemplos de retratos en daguerrotipos y ambrotipos
existentes en la ciudad de Mérida, en colecciones privadas, se
aprecia que este privilegio al principio estaba al alcance de sólo
de una élite, quienes utilizaban este medio visual como una forma
de reflejar su personalidad y su importancia dentro de la sociedad
decimonónica.
Los retratados solían ser parejas matrimoniales y en otras
ocasiones, aquellas personas que tenían algún vínculo familiar. Así,
como aquellos que se retrataban individualmente. A través de estas
imágenes se visualiza como “...las damas se vestían con aquellos
vaporosos trajes de linón y tenían la cintura delgadita, de fresco
junco, que recomendaban las modas de mil ochocientos sesenta.”7 Sin
olvidar, aquellos elaborados peinados y las prendas que enriquecían
sus atuendos y que, del mismo modo, enaltecía algún motivo familiar.
Por otra parte, los caballeros se engalanaban con sus trajes formales
acompañados de su estilo formal. Portaban casi siempre entre sus
manos un bastón y un reloj de oro como significado de poder y
categoría.
Algunas de las constantes en éstas representaciones, es la
disposición de los personajes sentados en una silla, quienes adoptaban
una pose señorial y en otras ocasiones adquirían una “postura
napoleónica”. El permanecer sentado, pudiera tener un fin estético
o quizás, como un modo de evitar el cansancio, debido a que el
tiempo de exposición ante el objetivo era considerablemente largo
y tedioso, hasta llegar al punto de manifestarse en los rostros de los
fotografiados.
Imaginémonos el momento en que las familias vestían sus
mejores trajes hechos a la medida por los sastres Francisco Valero y

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Nº1. Ricardo Fonseca Uzcátegui y Domitila Delgado,


ca. 1865. Anónimo Ambrotipo. (Réplica Fotográfica)
Colección: Museo de Arte colonial de Mérida.

Nº 2. Señorita Palma y señorita, ca. 1865.


Anónimo / Ambrotipo. (Réplica Fotográfica)
Colección: Museo de Arte colonial de Mérida.

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Manuel Picón8, para luego acudir hacia la galería de los Parra Picón9 o
de Pedro Pablo Romero González10 para tomarse una foto. Cada quién
ocupaba su sitio dependiendo de su jerarquía en el núcleo familiar, en
el centro: los padres sentados –o en otros casos, el hombre de pie y la
mujer sentada en una silla–, rodeados por los niños. Seguidamente, los
hijos mayores se ubicaban detrás de ellos. Tal cual como lo exigían
las convencionales reglas del “decorum”: “Los hombres debían
demostrar gallardía y las mujeres tenían que expresar gestos delicados
y una mirada tierna y complaciente”.11 Todos prestaban su mejor pose,

Nº 3. Retrato del General Avelino Briceño Dávila, ca. 1880.


Galería Parra & Picón/ Tarjeta de Visita. Colección: General Gustavo
Pardi Dávila.

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Nº 4. Familia Rojas Malena, ca. 1895.


Pedro Pablo Romero González.
Colección: Museo de Arte Colonial de Mérida.

sumándose a la espera de que su imagen fuera tomada por el fotógrafo,


porque todos quieren “…una fotografía donde luzcan mejor que nunca.
Se sienten rechazadas cuando la cámara no les devuelve una imagen
más atractiva de lo que realmente son”.12
Si observamos estos retratos familiares y, particularmente sus
rostros, surge la pregunta del por qué no sonreían. Varias son las
conjeturas que rodean en torno a esta pregunta, una de ellas era la
costumbre de ritualizar el momento de fotografiarse más aún, si ésta
iba a ocupar un lugar en el álbum familiar. Así, como en el resto de
Latinoamérica, las representaciones fotográficas de la élite resolvían las
“…necesidades sociales concretas al servir al proyecto de construcción
de la conciencia nacional y del ‘buen ciudadano’…”13 En este sentido,
“mandarse hacer el retrato” era uno de esos actos simbólicos mediante

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los cuales los individuos de la clase social ascendiente manifestaban su


ascenso, tanto de cara así mismos como ante los demás, y se situaban
entre aquellos que gozaban de la consideración social”.14
De igual modo, el acto de fotografiarse propiciaba un momento
íntimo y trascendental. El estudio fotográfico se convertía en el espacio
que rompía con la cotidianidad, creando un momento de trance y de
alegoría en aquellos que, quisieron de alguna manera perpetuarse
dentro de una imagen, obteniendo posteriormente un valor material
considerable dentro del círculo familiar, quizás hasta llegar a quedar
en el olvido.
En los primeros años del siglo XX se perciben algunos cambios a
nivel técnico – como la invención de la película fotográfica –; las poses
mantienen el mismo canon y se le daba más importancia al personaje
retratado, como se aprecian en los retratos de gabinete o “cabinet”.
Los retratos que se conocen para la época son de orden social, es
decir, como aquellos personajes que cumplieron un rol específico en
la ciudad merideña, sin olvidar aquellas fotografías de grupo, donde
todos se conglomeraban en filas con sus trajes formales para participar
en una foto. Algunos, con sus rostros de cansancio, otros con alguna
distracción, y sin dejar de lado aquellos que adoptan una pose y una
actitud de gallardía, autoridad e intelectualidad.
En gran parte de Venezuela se desarrollaba el “gran estudio” y al
mismo tiempo “…proliferaban fotógrafos ambulantes, estables y aun
aficionados, en grandes o pequeñas ciudades y pueblos. La fotografía
accedía a las capas sociales y las personas buscaban su imagen”.15 En
la ciudad de Mérida se encontraban en ejercicio algunos fotógrafos
como: Luis Ramírez16 y Lorenzo Sardi quién ofrecía los retratos más
artísticos “…para dejar satisfecho al más exigente”.17 Al igual que
las postales coloreadas a mano y de tonos pasteles, se comenzaba
a extender el uso del iluminado en los retratos elaborados por los
fotógrafos que al mismo tiempo eran pintores “…o se aliaban con
ellos para desempeñar su oficio coloreando fotografías y procurarse
ingresos económicos más fáciles”.18
Para los años de 1920 el ámbito de la fotografía comienza a
presentar algunos cambios significativos. Recordemos pues, el proceso

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Nº 5. Instalación de la Asamblea Legislativa, 1910.


Anónimo. Colección: Museo de Arte Colonial de Mérida.

de masificación que comenzó a gestarse con la comercialización de


las cámaras portátiles, junto con el perfeccionamiento técnico “…en
síntesis, una verdadera apertura que pone al alcance de las masas de
lo que hasta entonces en Venezuela había resultado ser un curioso
privilegio”.19
Como producto de esta masificación, el retrato fotográfico
se convirtió en un referente visual que ilustraba el contenido de
algunos diarios, revistas de la ciudad y algunas correspondencias
que eran enviadas a algún destinatario. Antonio Febres Cordero le
envía una carta a su hermano Tulio Febres Cordero, la cual estaba
acompañada de dos fotografías en la que describe a un niño,
…bien parecido, y así en la primera estampa donde se ve en
camisa, reclinado sobre un almohadón, como en el segundo
retrato, en que aparece de pie, con sombrero de fieltro y camisa
marina en combinación con calzones azules, deja ver que

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está muy bien criado, por su ostensibles robustez cuanto por


su hermosa talla, que lo hacen digno de lucir, cual luce allí
garbosamente el elegante traje masculino.20
El hieratismo en las poses va perdiendo fuerza y paulatinamente
va resultando más espontáneo, inclusive, las visitas a las galerías
fotográficas comienzan a dejar de ser un requisito para tomarse una
foto y se emplea el uso de los espacios naturales o urbanos como
escenarios para retratarse, donde ya la utilería escenográfica pasa
a un segundo plano, es decir, “…la fotografía salía cada vez más
del estudio, y comenzaba a recorrer las calles con quien tuviese una
cámara en mano”.21 En este sentido, se propicia una etapa en que la
fotografía se centra más al estudio del hombre. En algunos casos,
…regirá predominantemente la búsqueda de la belleza a través
de la forma. Los retratos aquí pueden representar grupos de
personas en alguna actividad, aunque siempre será privilegiada
la descripción del ser antes que la acción.22
Como se observa en una fotografía de una excursión a la
Sierra Nevada (Colección Privada: General Gustavo Pardi Dávila) y
un retrato grupal en el Acueducto de Mérida (Colección Biblioteca
Nacional-Biblioteca Febres Cordero) que combinan el entorno
natural y el urbano; aunque también se utilizaron los espacios
de algunas edificaciones de importancia, como lo era el patio
principal del Rectorado de la Universidad de Los Andes (Colección
Fundación Museo de Arte Colonial de Mérida).
En la urbe merideña de los años de 1930, se encontraban en
ejercicio dos fotógrafos que marcaron pauta en el ámbito del retrato,
nos referimos a Marcos León Mariño y Clímaco Carmona. El primero,
procedente de Colombia, llegó a nuestra ciudad presumiblemente el
22 de septiembre de 192323 y no será hasta el año siguiente cuando
decide abrir su estudio de fotografía, donde posaran todas las damas
de la ciudad.24 Los retratos de Marcos León Mariño se caracterizaban
por sus ambientaciones:
…con flores naturales como los lirios y las azucenas, símbolos
de la pureza, en grandes jarrones de mármol, fondos pintados
por él mismo con elementos del paisaje merideño, mantienen

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Nº 6. Retrato de personas en el Acueducto de Mérida (alrededor de 1920).


Anónimo. Colección: Biblioteca Febres Cordero.

Nº 7. Autoridades civiles y militares en el Patio del Rectorado (alrededor


de 1920). Anónimo. Colección: Museo de Arte Colonial de Mérida.

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Nº 8. Isaura Beroes, Elvia Hortensia y


Edelmira Febres, 1924. Marcos León
Mariño. Tomado de: Revista Bigott,
abril-mayo- junio de 1997, Nº 42, p.
37.

Nº 9. Galanda Inés Rojas Febres,


1924. Marcos León Mariño. Tomado
de: El Retrato en la Fotografía
Venezolana, 1993, p. 19.

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una atmósfera creada con efectos de luz. Copias tamaño carta


postal viradas al sepia constituirán la presentación formal de
sus trabajos que normalmente no firmaba.25
La influencia de lo neoclásico en sus retratos quizás ayudó a que
enfatizara más por el tratamiento estético en cuanto a los escenarios,
la cuidadosa disposición de los personajes en la escena y, por último,
el producto que era: la imagen fotográfica.
Del fotógrafo Clímaco Carmona se sabe muy poco, su
importancia reside en el trabajo fotográfico realizado durante el proceso
de embellecimiento que sufrió la ciudad. Luego participaría, el 17 de
diciembre de 1930, en el marco de la conmemoración del Centenario
de la muerte del Libertador, cuando su trabajo se destacaría, al igual
que el de otros fotógrafos en ejercicio para esa época, como lo eran
Pedro Febres Cordero, Manuel María Villet y el propio Mariño.
En los retratos realizados por Clímaco Carmona se nota la
influencia de Marcos León Mariño, la cual podría estar vinculada a
la estrecha relación que mantenía como discípulo y socio en el oficio
fotográfico desde 1928.26 Observamos en los escenarios algunas
similitudes como lo es el pilar adornado con volutas, un fondo en el
que se ubica una ventana que da con el paisaje de la Sierra Nevada,
las cortinas y las alfombras que simulaban un palacio de líneas
muy clásicas. A diferencia de Marcos León Mariño, en sus retratos
fotográficos da la impresión de que el cliente tenía más libertad a la hora
de posar y ser fotografiado, generando así un toque de espontaneidad
y frescura, e inclusive, picardía a la imagen que firmaba a través de
un sello en relieve que decía: “Fotografía Carmona, Mérida”.
Estos dos fotógrafos en gran parte influirían en generaciones
posteriores que se dedicarían al ejercicio fotográfico: Rodrigo Vera,
Horacio Herrera, Andrés Beltrán, E. Ramírez, entre otros, quienes
permanecieron en el anonimato.

Consideraciones finales
Como hemos visto, a través de este pequeño panorama de la
fotografía en la ciudad de Mérida, el hecho de mirar una foto nos abre

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una ventana de infinidad de visiones, es la prueba de la existencia de


alguien que fue y ha sido. El retrato es un puente que nos permite “…
entrar en contacto con elementos que permanecen: la esencia humana
compartida, la exhibición de valores e identidades, es la construcción
de una estética y un lenguaje”.27
Imágenes que en la actualidad, nos han ayudado a conocernos
y a conocer nuestro pasado del que quedan muchas páginas por
escribir, y darle a este arte el lugar que se merece, debido a que es
fuente con un sin fin de informaciones, que según para la mayoría
de los autores dedicados al tema, son aplicadas modestamente en el
trabajo histórico, por lo que es pertinente un estudio más profundo
sobre el papel e impacto de la fotografía en el contexto de la historia
socio-cultural.

Nº 10. Retrato de damas con atuendos propios del carnaval, ca. 1930.
Clímaco Carmona. Colección: Luigi López.

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Notas y Bibliohemerografía
1
Armando Duran: Orígenes de la Fotografía en Venezuela. Caracas,
Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y Servicios de Bibliotecas, 1978,
p. 1.
2
Gabriel Pilonieta: “Revelaciones de la Luz Andina sobre Papel”, Revista
Bigott, 42 (Caracas, abril- mayo – junio de 1997), p. 29.
3
Tulio Febres Cordero: Clave Histórica de Mérida. Mérida, Universidad
de Los Andes – Consejo de Publicaciones, 2005, p. 183.
4
Gabriel González: La Fotografía en el Cojo Ilustrado. Caracas, Oasis,
2005, p. 121.
5
Roland Barthes: La Cámara Lúcida. Nota de la Fotografía. Barcelona:
España, Editorial Paidós, 1990, p. 43.
6
Beaumont Newhall: Hitoria del Fotografía. Barcelona: España, Editorial
Gustavo Gili, 2002, p. 29.
7
Mariano Picón Sálas: Viaje al Amanecer / Nieves de Antaño. Mérida,
Edición de la Asamblea Legislativa del Estado Mérida, 1981, p. 58.
8
Biblioteca Nacional Biblioteca Febres Cordero (en adelante BNBFC): El
Comercio. Mérida, 13 de marzo de 1884, p. 4.
9
La galería Parra Picón & Co. fue fundada en Mérida en el año de 1878 por
Caracciolo y Gabriel Parra Picón. Tulio Febres Cordero comenta que la
mayoría de los equipos fueron traídos directamente de París. Tulio Febres
Cordero: Clave Histórica…, p. 183.
10
Pedro Pablo Romero González, proveniente del centro del país, se radica
en la ciudad de Mérida en el año de 1892. Su labor como fotógrafo ha
sido reconocida por sus fotografías del terremoto del 24 de abril de 1894.
Funda una galería fotográfica bajo el nombre de “Fotografía Artística
Cosmopolitana”. Para el año de 1915 partiría hacia la ciudad de San
Cristóbal junto con su hijo Pedro Romero Garrido. Gabriel Pilonieta:
“Romero González, el fotógrafo del terremoto”, Revista Geográfica
Venezolana. Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales, 44 (Mérida,
2003), pp. 145- 147.
11
Alejandro Vásquez: Retrato Fotográfico. Autorretrato y Representación.
Maracaibo, Editorial Astro Data, 2005, pp. 12-13.

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12
Ibíd., p. 72.
13
José A. Navarrete: “Las Buenas Maneras: Fotografía y sujeto burgués
en América Latina durante el siglo XIX”, en Extracámara, 23 (Caracas,
2004), pp. 41-48.
14
Giséle Freund: La Fotografía como Documento Social. España, Editorial
Punto y Línea, 1974, p. 13.
15
María Teresa Boulton: El Retrato en la Fotografía Venezolana. Caracas,
Galería de Arte Nacional, 1993, pp. 12 -13.
16
BNBFC: “Exigencias Mayores”, Albores. Mérida, 1 de octubre de 1918,
p. 14.
17
Ibíd., “Novedad”, Los Andes. Mérida, 21 de noviembre de 1916, p. 11.
18
María Teresa Boulton: El Retrato en la…, p. 11.
19
Josune Dorronsoro: Álbum de Ensayos: Antología de Josune Dorronsoro.
Caracas, Museo de Bellas Artes, 1999, p. 20.
20
BNBFC, Sección Correspondencia: Carta de Antonio Febres Cordero a
Tulio Febres Cordero”. Mérida, 8 de octubre de 1929.
21
María Teresa Boulton: El Retrato en la…, p. 13.
22
Ibíd., p. 9.
23
BNBFC: “Variedades”. Desde La Sierra. Mérida, 22 de septiembre de
1923, p. 5.
24
Ibíd., “Juan Rodríguez Suárez. Mérida”. Desde La Sierra. Mérida, 27 de
junio de 1924, p. 5.
25
Gabriel Pilonieta: “Revelaciones de la Luz Andina sobre Papel”, en Revista
Bigott, 42 (Caracas, abril-mayo-junio de 1997) p. 29.
26
Gabriel Pilonieta, “Imagen de Mérida”…, p. 2.
27
Vall De la Ville, K. Mirar el río que fluye, la invitación a un atrevimiento.
[on line]. Disponible en:http://apolo.uji.es/analisis/PDFxCongreso/
Aurea%20Ortiz.pdf (2007).

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