UNA MIARDA REFLEXIVA SOBRE EL DISEÑO CURRICULAR
A lo largo del tiempo la educación ha pasado por diversos momentos que han marcado de
alguna u otra forma el proceso educativo, a través de un amplio recorrido histórico desde
diferentes puntos de vistas como: familiares, culturales, políticos y sociales. Que dejaron
huellas y de igual manera contribuyeron en el cambio de la educación tradicional hasta
llegar a este modelo educativo actual, trayendo consigo una reconfiguración en la práctica
pedagógica que nos lleva a considerar los diferentes contextos para este ejercicio, donde
nuestro rol como docente pasa a otro plano para darle el protagonismo a nuestros
estudiantes, donde ellos se convierten en nuestra razón de ser como educadores. Es así que
nos vemos en la obligación de acrecentar y nutrir nuestro conocimiento con el propósito de
darles las herramientas suficientes para la transformación de nuevos conocimientos e
impulsándolos a enfrentarse a los retos que trae consigo el cambio.
Por otra parte, vale la pena precisar nuevamente que la mayor motivación de la labor
docente es proporcionar los elementos necesarios para nuestros educandos, lo cual debemos
estimular e incentivar y darles ese reconocimiento que merecen desde su papel como
estudiantes, aun cuando ellos creen que no son capaces de lograr alcanzar los objetivos que
trazamos desde la planeación curricular, que son diseñadas por cada plantel educativo, con
el fin satisfacer las necesidades más próximas desde los diferentes contextos.
De manera que los fundamentos y elementos del diseño curricular deben ser diseñados
desde la intencionalidad pedagógica ya que es allí donde se debe hacer los aportes
correspondiente desde el punto de vista etnográfico, geográfico y de esa multiculturalidad
del territorio donde estemos ejerciendo nuestra labor como docentes pedagogos; sin
embargo resulta complejo poder enmarcar toda una estrategia para el diseño de un
currículo, pero no es imposible si, se busca considerar los elementos de nuestro entorno
social y ese reto en el cual estamos llamados a edificar bajo unas bases sólida, establecidas
por el sistema educativo que permita ser modificado de forma flexible y dinámica.
Todo los que se planifica en un diseño curricular debe tener unos componentes claros para
su ejecución como los contenidos que se van a desarrollar durante el periodo escolar, cuyas
temáticas puedan ser transversales para así no limitarnos en la ejecución de los contenidos
de forma lineal; de tal modo que sean más atractivos para los alumnos, además planearlos
en periodos establecidos tentativamente y estas puedan someterse a cambios. Seguidamente
se debe planear las estrategias metodológicas para llevar a cabo las temáticas y dar
respuestas de cómo serán abordadas pensado siempre en las habilidades que queremos que
nuestros estudiantes alcancen, posteriormente pasamos a la evaluación donde ésta debe ser
permanente, y al hablar de evaluación esta puede ser variable reconociendo que su
significado es bastante amplio y que ha cambiado la manera de cómo se evalúa siguiendo
las indicaciones del Ministerio de Educación Nacional (MEN).
Hay que decir que toda medición es un proceso evaluativo, pero no toda evaluación es una
medición o está reducida a ella, debido a que la evaluación implica una mirada más amplia
sobre los sujetos y sus procesos porque incluye valoraciones y juicios sobre el sentido de
las acciones humanas, por tanto, toma en cuenta los contextos, las diferencias culturales y
los ritmos de aprendizaje, entre otros. Una mirada sobre la evaluación con este matiz exige
entonces que se desarrollen e incorporen diferentes métodos, técnicas e instrumentos para
evaluar y tomar cualquier decisión especialmente si estamos hablando de aquellas que se
refieren al aula.
En ese orden de ideas expresadas anteriormente se puede afirmar que el currículo es
diseñado bajo unos componentes fundamentales que lo integran lo cual deben estar
conectados de forma armónica pasando así por diferentes fases las cuales son: el contexto,
finalidades, contenido de secuencias, estrategias metodológicas y por último evaluación.
En consecuencia, sumando todo lo anterior éste sería el producto del trabajo que debe dar
respuesta a los requerimientos sociales en la formación de profesionales, diseñando un
proyecto educativo, que sirva de modelo y condicione en el desarrollo del proceso.
Por ende toda entidad o establecimiento educativo debe proveer y visionar en un periodo
determinado los objetivos alcanzar en su diseño curricular que viene siendo éste la columna
vertebral para el ejercicio pedagógico que serán ejecutadas por los docentes y que en el
transcurso académico logren cumplirse todo lo diseñado en él, más sin embargo se hace un
revisión periódica para evaluar que este proceso se lleve a cabalidad, se puede añadir
además que todo los que se planea aquí debe amoldarse alrededor de cada contexto en la
que se encuentra la comunidad educativa y valorar la parte psicoafectiva y emocional de
nuestros alumnos ya que cada uno de ellos hacen parte de contextos culturales diferentes,
sin trasegar su identidad propia.
Toda esta reflexión nos lleva a pensar que es necesario que toda entidad educativa haga su
aporte respectivo anualmente para analizar, si es necesario incorporar temáticas diferentes y
estrategias metodológicas que vallan acorde a la intencionalidad que tiene la comunidad
educativa, e ir cambiándolas de forma paulatina según los nuevos retos que surjan en
nuestra sociedad. Muestra de ello en estos tiempos donde estamos planeando nuestras
clases desde la virtualidad y sacándonos de esa zona de confort llamadas clases
presenciales, de hecho, nos hemos obligados a darle más uso a los recursos tecnológicos
que ya existían, pero no hacíamos uso constante de ellos.
Estamos llamados a innovar con estrategias pedagógicas que beneficien a nuestros alumnos
en su formación académica llevándolos a explorar nuevos conocimientos para enfrentarlos
a la resolución de conflictos de esa sociedad que cada día se mueve a pasos agigantados
gracias a las herramientas tecnológicas.
De tal manera se busca a través del diseño curricular forjar acciones participativas que sean
más activas y significativas, que no sólo se centren en una planeación de temáticas a
desarrollar, sino que debe ir más allá del ejercicio en las aulas bien sea virtuales o
presenciales, debido a que educamos desde la individualidad de cada sujeto; pero con el
objetivo de un pensamiento colectivo de todo un contexto social, por consiguiente no
podemos pretender que el currículo sea un plan de estudio de diferentes disciplinas y
contenidos de nosotros como docentes porque este debe estar sujeto a un desarrollo de
acción, un objeto de acción representativo e importantes para docentes y estudiantes.
Así como señala Stenhouse donde define que el currículo es un proceso educativo que
lleva una secuencia de procedimientos que solo puede comprenderse y comprobarse en una
clase. En estas ideas fundamentadas expresadas por él no queda más que concluir que todo
currículo debe someterse a una revisión como ya se había mencionado anteriormente, de
eso que es diseñado de forma hipotética en su contenido y que no puede centrarse en repetir
contenidos sino en resolver procesos de construcción por parte de docentes y estudiantes
sin dejar a un lado los contextos que se encuentran en nuestro entorno.