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Biografía y Apología de Sócrates

Este documento resume la vida y obra de Sócrates. Explica que Sócrates no dejó escritos propios y que lo que se sabe proviene de Platón, Jenofonte y Aristóteles. Describe el contexto político y cultural de Atenas en el siglo V a.C., la acusación y condena a muerte de Sócrates en 399 a.C., y resume los puntos principales de la Apología de Sócrates escrita por Platón.

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Biografía y Apología de Sócrates

Este documento resume la vida y obra de Sócrates. Explica que Sócrates no dejó escritos propios y que lo que se sabe proviene de Platón, Jenofonte y Aristóteles. Describe el contexto político y cultural de Atenas en el siglo V a.C., la acusación y condena a muerte de Sócrates en 399 a.C., y resume los puntos principales de la Apología de Sócrates escrita por Platón.

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Sócrates

Primero, hablaré de la vida de Sócrates y el entorno en el que vivió, para que podamos
contextualizar política, cultural e intelectualmente su acusación, su defensa, y su condena. Luego
hablaré de la Apología como tal.

Antes que nada, es preciso aclarar que Sócrates no dejó nada escrito; él creía en el diálogo
a viva voz como método para alcanzar la verdad, y es por esta razón que se sabe tan poco de su
pensamiento y de su vida. Lo que sabemos de su figura se debe principalmente a Platón,
Jenofonte, y Aristóteles. Platón y Jenofonte fueron discípulos directos de Sócrates, y Aristóteles a
pesar de no haberlo conocido, sí conoció bien a sus alumnos. Por un lado, Platón escribió sus
famosos Diálogos, protagonizados por Sócrates y que narran sus aventuras, en donde se la pasaba
interrogando a los atenienses por el significado de las cosas. Ya sea estando en un banquete,
paseando por la calle, o esperando la muerte, Sócrates siempre estaba dispuesto a filosofar, es
decir, a examinar lo que creían saber sus conciudadanos. Por otro lado, Jenofonte evoca a su
maestro en sus Recuerdos de Sócrates, y Aristóteles habla de él en varios de sus libros. Hay un
desacuerdo, entre los historiadores modernos de la filosofía, de hasta qué punto Platón
representa en sus diálogos el pensamiento de su maestro y no el suyo propio, si Jenofonte,
principalmente historiador, habrá comprendido a fondo el significado filosófico de las enseñanzas
de Sócrates, o si Aristóteles tubo suficiente conocimiento de él y sus ideas. Lo importante es
señalar que estas fuentes coinciden en varios conceptos, y que indiscutiblemente significó un
antes y un después en la filosofía griega, pues con él se inaugura la reflexión moral. Sócrates
abandona el estudio de la naturaleza y pone al hombre y sus acciones en el centro de su reflexión
filosófica; pero sobre todo, que el Sócrates que pasó a formar parte de la historia Occidental es el
de los primeros diálogos de Platón.

Otros más hablaron de Sócrates, como Aristófanes, que lo hace pasar por un sofista en su
sátira Las Nubes, lo cual sirve para entender la falsa opinión que muchos atenienses tenían de él.
Antístenes, discípulo de Sócrates, escribió algunos diálogos, como Platón, pero en la actualidad no
se conservan más que dos fragmentos. Por otra parte, Diógenes Laercio, más de quinientos años
después de la muerte de Sócrates, recoge en Vidas y opiniones de los filósofos más ilustres,
información de la vida de Sócrates, a su vez ofrecida por otros historiadores y filósofos (que en su
mayoría no conocieron a Sócrates y nacieron siglos después que él).

Hecha esta aclaración sobre el dudoso testimonio que se tiene sobre su vida y
pensamiento podemos continuar.

Nació en el año 470 a. C. en Alópece, una colonia de Atenas; su padre, Sofronisco, era
cantero, y su madre, Fenáreta, partera. Se cuenta que Sócrates tuvo sus primeros estudios
infantiles en letras, y que en su juventud se ejercitó en el arte de la discusión; así mismo, en esta
etapa fue discípulo de Anaxágoras, y cuando este fue condenado, se convirtió en discípulo de
Arquelao, con la intención de indagar las causas naturales de las cosas. Es posible que también en
su juventud se dedicara a la escultura y que esculpiera las Gracias, una obra que se encontraba
situada a la entrada de la Ácropolis de Atenas, y que un día, admirado por su inteligencia y
agudeza, llegara Critón, lo instara a abandonar el taller y lo instruyera.

Cuando estalló la Guerra del Peloponeso, conflicto causado por el descontento ante la
hegemonía ateniense, que enfrentó a Esparta y sus aliados contra Atenas y los suyos, por casi
treinta años, Sócrates se convirtió en soldado y salió de su ciudad por única ocasión, para luchar
en tres batallas; la de Potidea, donde Sócrates rescata a Alcibíades, uno de sus más famosos
discípulos, en 429 a. C., la de Delión, donde Sócrates rescató a Jenofonte y fue salvado por
Alcibíades, en 424 a. C., y la de Anfípolis, batalla naval que ocurrió en 422 a. C.

Al regreso de la guerra, se dedica a los estudios morales, ¿y por qué?, ¿por qué abandona
la investigación sobre la naturaleza? Este rechazo por las cuestiones físicas sigue una tendencia
que se había ido generando en los últimos tiempos, caracterizada por un sentimiento de lejanía e
incomprensibilidad que tenía el hombre corriente por el mundo tal y como lo concebían los físicos.
Y es que todo en el siglo V a. C. conducía a interesarse principalmente por el hombre: por ejemplo,
la escultura clásica idealiza la figura humana, y en las tragedias de Sófocles y Eurípides se le da al
hombre una importancia capital como en ninguna otra.

En este mismo sentido, dice Cicerón que habiendo Sócrates escuchado las teorías de
Arquelao y leído detenidamente los libros de Anaxágoras, y habiéndose cansado de estudiar las
cosas grandes y altísimas, se dedicó a la ética. Rechazó el estudio de la naturaleza porque este en
nada le servía para tener una feliz y buena vida humana. Extrajo del cielo la filosofía y la colocó en
las ciudades, y la metió en las casas, y forzó a indagar acerca de la vida y de las costumbres buenas
y malas, como dice Cicerón. Ahora el objeto de investigación no se encontraba arriba, entre los
cuerpos celestes, sus órbitas y su origen, sino que se hallaba entre los mismos atenienses. Ellos
mismos, los hombres y sus acciones, eran el objeto de la reflexión socrática.

La figura de Sócrates se contrapone a la de los sofistas. Ellos, que cobraban por enseñar,
que enseñaban la retórica, es decir el arte de persuadir, y que se fijaban más en la forma de los
argumentos que en su contenido, representaban el opuesto de Sócrates, que discutía no por
discutir, ni para ganar, sino para encontrar la verdad.

Discípulos tuvo muchos, entre ellos Platón, Critón, Alcibíades y Apolodoro. Algunos de
ellos aparecen como interlocutores de Sócrates en distintos diálogos.

Sócrates tuvo dos mujeres y se casó a una edad avanzada. Una era Jantipa, y la otra, Mirto.
Con Jantipa tuvo su primer hijo llamado Lamprocles, y con Mirto, a Sofronisco y a Menexéno. Se
cree que pudo tener dos mujeres porque la ciudad necesitaba repoblarse debido a las plagas y las
guerras. De sus hijos, ninguno siguió el camino de su padre

La Guerra del Peloponeso terminó en el 404 a. C., con el asedio prolongado y la rendición
de Atenas ante Esparta, ciudad que instauró una tiranía en la polis ateniense, la cual duró menos
de una año y fue derrocada por Trasíbulo.
La Apología de Sócrates

Es el año 399 a. C. y Sócrates, con 70 años de edad, es acusado formalmente por Meleto
de corromper a la juventud y de creer en otros dioses distintos a los que en la ciudad se cree.
Sócrates hace su defensa, consistente únicamente en decir la verdad mostrando que las
acusaciones son falsas, y no en mentir o suplicar ante los jueces buscando su absolución. Sin
embargo, el tribunal condena a muerte a Sócrates y después de unos días en la cárcel, muere al
beber la cicuta.

Estos acontecimientos los narran Platón y Jenofonte en su respectiva Apología de


Sócrates; Platón, que estuvo en el juicio, lo hace de una manera mucho más detallada,
pretendiendo presentar todo lo que Sócrates dijo en su defensa; y Jenofonte, al no haber estado
presente, describe a grandes rasgos lo que sucedió y cómo Sócrates procedió.

La Apología de Sócrates, escrita por Platón, puede dividirse de acuerdo al contenido del
discurso de Sócrates, de la forma que sigue:

a) proemio;

Donde Sócrates les advierte a los jueces que dirá la verdad y les pide que ellos consideren si es
justo o no lo que dice.

b) presentación de los primeros acusadores y defensa;

En esta parte, Sócrates alude a sus primeros acusadores, que son anónimos y que por muchos
años han construido la falsa opinión que de él se tiene, sobre la cual se basan las acusaciones
actuales. Enuncia una acusación ficticia resumiendo lo que de él se pensaba y decía, que afirma
que: «Sócrates comete delito y se mete en lo que no debe al investigar las cosas subterráneas y
celestes, al hacer más fuerte el argumento más débil y al enseñar estas mismas cosas a otros».
Podemos ver en la acusación, elementos que llevarían a confundirlo con un filósofo natural y un
sofista. Sócrates niega haber saber sobre estos conocimientos y pide que alguien de los que le han
oído dialogar, diga si le ha oído hablar alguna vez de estos asuntos. Nadie lo hace. A su vez, se
distingue de los sofistas aclarando que ni educa a los hombres, ni cobra por ello.

¿Y de dónde viene esta fama, pues? De cierta sabiduría, dice. Cuenta que en cierta ocasión,
Querefonte, amigo suyo, le preguntó al oráculo de Delfos si había alguien más sabio que Sócrates,
a lo que la pitonisa le respondió negativamente. Sócrates, quedó intrigado por esta respuesta,
porque si bien él no se consideraba sabio, ni mucho ni poco, el dios no podía mentir. Sólo
hallando a un hombre más sabio que él, podría refutar la sentencia del oráculo, en caso de no
encontrarlo, la apoyaría. Es así que asume la tarea de buscarlo ¿y cómo va lograr encontrarlo?
Preguntando por el significado de las cosas que supuestamente no conoce, si el otro conoce lo que
son, entonces será más sabio que él. Pero resulta que cuando se encamina con hombres que se
tienen por sabios, y empieza a preguntarles, se da cuenta que no saben lo que creen saber, y por
intentar hacerles ver que no saben lo que creen saber, es que Sócrates se gana numerosas y muy
duras enemistades.

Así Sócrates se da cuenta de algo; frente a la ignorancia de los que no saben que no saben, su
sabiduría consiste en saber que no sabe. Y continuará a lo largo de su vida, yendo de un lado a
otro, obedeciendo al dios, examinando si es que acaso hay algún hombre que sepa más que él.

c) Presentación de los segundos acusadores e interrogatorio a Meleto;

Sócrates aquí presenta a sus segundos acusadores, los recientes, Meleto, Ánito, y Licón, cuya
acusación jurada es: «Sócrates delinque corrompiendo a los jóvenes y no creyendo en los dioses
en los que la ciudad cree, sino en otras divinidades nuevas.» A continuación, examina punto por
punto la acusación.

Para ello, interroga a Meleto, y llevándolo a la contradicción, hace ver que este ni se preocupa por
los jóvenes, ni él los corrompe.

Posteriormente empieza a defenderse por la acusación de impiedad para con los dioses de la
ciudad, pero enseguida lleva a Meleto a admitir que de lo que realmente lo acusa, es de no creer
en ningún dios, cosa que Sócrates fácilmente refuta respondiendo que si cree que hay cosas
divinas, no puede no creer en la divinidades.

d) Discurso sobre el deber moral de defender las convicciones;

Platón escribe en el 28b: Quizá alguien diga: «¿No te da vergüenza, Sócrates, haberte dedicado a
una ocupación tal por la que ahora corres peligro de morir?» A éste yo, a mi vez, le diría unas
palabras justas: «No tienes razón, amigo, si crees que un hombre que sea de algún provecho ha de
tener en cuenta el riesgo de vivir o morir, sino el examinar solamente, al obrar, si hace cosas justas
o injustas y actos propios de un hombre bueno o de un hombre malo.

Es decir, a Sócrates la muerte le importa un bledo, como dice después. A él le preocupa ser justo y
bueno, y no cometer actos injustos ni malos. Y puesto que desobedecer al que es mejor, sea dios u
hombre, y cometer injusticia, es malo y vergonzoso, Sócrates se cuida de no hacerlo; por lo tanto
no debe tomar en cuenta el peligro que corre de morir a la hora de realizar una acción, sino
simplemente si es justa o no.

También podemos ver esta obediencia hacia el dios, cuando afirma que en caso de que los
atenienses lo absolvieran con tal de que no filosofara más, este no los dejaría en paz, y seguiría
examinándolos, por mandato del dios, aún a riesgo de muerte.

Concluye esta parte argumentado que su muerte, más que un mal para él, será un mal para la
ciudad, pues nunca encontrarán a alguien como él, que los despierte y los cuestione.

e) Discurso que justifica la no participación de Sócrates en la vida pública;


Aquí Sócrates habla del demonio, esa cosa divina que hay junto a él, y que mediante una voz, lo
disuade de hacer cosas, por ejemplo a que ejerza la política. Cosa que a Sócrates le parece
acertada, pues en la política no sobrevive mucho quien trata de impedir tantos actos injustos e
ilegales que suceden en las ciudades.

Habla también del peligro que corrió cuando por seguir la ley, se opuso al Consejo porque este
quería juzgar a en un solo juicio a diez generales que no habían recogido a los náufragos de un
combate naval.

O de cuando se negó a acatar la orden de traer a Atenas a León de Salamina para darle muerte,
por considerarlo un acto injusto, sin importar las consecuencias que eso pudiera tener.

f) Discurso complementario sobre la supuesta corrupción a los jóvenes;

Sócrates argumenta que en caso de ser cierto que corrompiera a los jóvenes, debería haber, dado
el tiempo que lleva filosofando, jóvenes corrompidos. Como no hay, llama a Meleto mentiroso.

g) Exhortación antes de la primera votación;

Antes de que se produzca la primera votación, que decidirá si es culpable o no, Sócrates defiende
su manera de actuar en el juicio, y se excusa de rogar, aludiendo a su reputación, la de la ciudad, y
sobre todo, estimando que sería un acto injusto que los jueces le absolvieran por otra razón que
no fuera la verdad.

h) Contrapropuesta a la pena exigida por los acusadores;

Han declarado culpable a Sócrates. Meleto propone la pena de muerte. Se pregunta él qué
propondría como su castigo, él, que había dedicado su vida a hacer mejores a los atenienses,
instándolos a no preocuparse de ninguna de sus cosas antes de preocuparse de ser él mismo lo
mejor y más sensato posible, ni que tampoco se preocupara de los asuntos de la ciudad antes que
de la ciudad misma y de las demás cosas según esta misma idea, ¿qué pues, merece por ser así?
Algo bueno, responde: Ser alimentado diariamente en el Pritaneo, un honor muy estimado por la
ciudad, y que le resultaría muy útil.

Negando cualquier otra alternativa, argumenta que si él está convencido de no hacerle daño a
nadie, menos se hará daño así mismo, por lo tanto, ¿cómo va proponer para sí algo que, con
certeza sabe que es un mal, con el fin de evitar algo que no sabe si incluso es un bien?

i) Discursos finales después de la segunda votación que lo condena a muerte.

Dirige primero unas palabras a los que votaron contra él, y después otras a los que votaron a su
favor. Increpa a los primeros que por no haber esperado más tiempo, Atenas tendrá la fama de
haber matado a Sócrates, un sabio. Y esto será usado por sus enemigos para desprestigiar a la
ciudad. Recuerda que ha sido condenado por no querer actuar injustamente, diciendo cosas
indígnas, lamentándose o llorando, y no por faltarle las palabras.
Sócrates cree adquirir capacidades proféticas y predice un castigo mucho más duro a aquellos que
lo condenaron. Además, dice que los atenienses están en un error si creen que matándolo se iban
a librar de dar cuentas de su modo de vida, pues serán más los que les pidan cuentas, y serán más
molestos.

Luego se dirige a los jueces que votaron a favor de él, y les comunica que aquél espíritu divino, que
usualmente le advertía, oponiéndose aun a cosas muy pequeñas, si iba a obrar de forma no recta,
esta vez no lo había hecho. La señal de dios no se le había opuesto ni al salir de casa en la mañana,
ni al subir al tribunal, ni en ningún momento durante la defensa. Así, era posible para Sócrates
considerar la muerte como un bien, pues de otro modo, la señal se le hubiera opuesto en distintos
momentos del día.

Y reflexiona, o estar muerto es ausencia de toda sensación, o es una transformación, un cambio de


morada para el alma de este a otro lugar. Si es como esas noches en las que no soñamos ni somos
conscientes de nada, es un bien, pues el tiempo entero no es más que una noche. Y si, según se
dice, allá abajo están todos los que han vivido, ¿no conllevaría esto a una felicidad inexplicable?
Encontrarse con semidioses, los jueces del Hades; conversar con Orfeo, con Hesíodo y con
Homero ¿Qué arrebato de alegría experimentaría al hablar con Palamedes, Ayante, y con
cualquier otro antiguo que haya muerto a causa de un juicio injusto?

Y dice: <<¿Cuánto se daría, jueces, por examinar al que llevó a Troya aquel gran ejército, o bien a
Odiseo o a Sísifo o a otros infinitos hombres y mujeres que se podrían citar? Dialogar allí con ellos,
estar en su compañía y examinarlos sería el colmo de la felicidad. En todo caso, los de allí no
condenan a muerte por esto. Por otras razones son los de allí más felices que los de aquí,
especialmente porque ya el resto del tiempo son inmortales, si es verdad lo que se dice>>.

Para Sócrates, no hay mal alguno para el hombre bueno, y en este sentido afirma que ya era
mejor para el morir y librase de los trabajos de la vejez que seguir vivo. Por eso la señal divina no
lo ha detenido.

Al final, les pide una cosa a los atenienses: que cuando sus hijos sean mayores, los hostiguen si ven
que se preocupan del dinero o de cualquier otra cosa antes que de la virtud , y que les reprochen,
como él a los atenienses, que creen ser algo sin ser dignos de nada. Y se despide diciendo:

<< Pero es ya hora de marcharnos, yo a morir y vosotros a vivir. Quién de nosotros se dirige a una
situación mejor es algo oculto para todos, excepto para el dios.>>

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