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Actividad Fisica en La Enfermedad

Este documento trata sobre el papel de la actividad física en la salud y la enfermedad. Explica conceptos como actividad física, salud, enfermedad y sedentarismo. También describe las recomendaciones de actividad física para la salud y los componentes de la prescripción de ejercicio físico.

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Actividad Fisica en La Enfermedad

Este documento trata sobre el papel de la actividad física en la salud y la enfermedad. Explica conceptos como actividad física, salud, enfermedad y sedentarismo. También describe las recomendaciones de actividad física para la salud y los componentes de la prescripción de ejercicio físico.

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Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte

Actividad Física en la Enfermedad

Unidad didáctica 1. El papel de la actividad física en la salud


UD 1. El papel de la actividad física en la salud ................................................................... 4

1. Desarrollo del contenido ............................................................................................... 5

1.1. Conceptos fundamentales: actividad física, salud y enfermedad ................................... 5

Conceptos fundamentales: actividad física, salud y enfermedad (II) .................................... 6

Conceptos fundamentales: actividad física, salud y enfermedad (III) .................................. 7

1.2. Problema actual del sedentarismo y su alcance .......................................................... 9

1.2.1. Cambios en el estilo de vida ............................................................................... 9

1.2.2. El papel de la genética en la evolución ............................................................... 10

1.2.3. Sedentarismo e inactividad física ...................................................................... 11

1.2.4. Repercusiones de la inactividad física ................................................................ 13

1.2.5. Algunos datos sobre la inactividad física ............................................................ 14

1.3. Actividad física como herramienta de salud ............................................................. 15

1.3.1. Importancia y beneficios de la actividad física en la salud .................................... 16

1.4. Recomendaciones de actividad física para la salud .................................................... 17

1.4.1. Recomendaciones de actividad física para la población general ............................. 17

Recomendaciones mundiales sobre la actividad física para la salud (OMS) .................... 19

Recomendaciones nacionales sobre actividad física para la salud, reducción del sedentarismo
y del tiempo de pantalla ......................................................................................... 20

Recomendaciones nacionales sobre actividad física para la salud, reducción del sedentarismo
y del tiempo de pantalla (II) ................................................................................... 20

1.5. Prescripción de ejercicio físico ................................................................................ 23

1.5.1. Objetivos de la prescripción de ejercicio ............................................................. 24

1.5.2. Componentes ................................................................................................. 24

1.5.3. Prescripción de ejercicio físico en la enfermedad ................................................. 25

1.5.4. Evaluación de salud previa a la participación en un programa de ejercicio .............. 25

Evaluación de salud previa a la participación en un programa de ejercicio (II) ................. 27

Examen discriminatorio autogestionado .................................................................... 27

Evaluación de salud previa y clasificación de riesgo de ECV ......................................... 29

Estratificación de riesgos ........................................................................................ 29

Estratificación de riesgos (II) .................................................................................. 31

Prueba de esfuerzo previa a la participación en un programa de ejercicio físico ............. 32

1.5.5. Algunas consideraciones .................................................................................. 34

2. Resumen .................................................................................................................. 35

2
3. Mapa conceptual ....................................................................................................... 36

4. Recursos bibliográficos ............................................................................................... 36

3
UD 1. El papel de la actividad física en la salud

En esta primera unidad didáctica se presenta un enfoque general acerca de la importancia de la


actividad física sobre el estado de salud. Su diseño pretende presentar las ideas básicas de la
relación entre los principales conceptos sobre los que se desarrollará la asignatura: salud,
actividad física y enfermedad. En esta unidad didáctica se estudiarán contenidos como el papel
de la actividad física en la salud, los conceptos de sedentarismo e inactividad física y sus
repercusiones, las características básicas de la prescripción del ejercicio físico en personas con
enfermedad, así como la importancia de la evaluación de salud previa a la participación en un
programa de ejercicio. Con esta primera introducción a la asignatura se asentarán las bases para
poder comprender los factores específicos de la influencia del ejercicio físico en las enfermedades
más comunes en la actualidad y sus principales características, las cuales se irán estudiando a lo
largo de la asignatura.

4
1. Desarrollo del contenido

1.1. Conceptos fundamentales: actividad física, salud y enfermedad

Se ha demostrado que la práctica de actividad física supone un medio indispensable para la


mejora de la salud y la rehabilitación para un cierto número de enfermedades. Diversos estudios
epidemiológicos han mostrado de forma consistente la relación entre el nivel de actividad física
y la reducción del riesgo de morbimortalidad por enfermedades coronarias, diabetes mellitus,
cáncer de colon o hipertensión arterial. Pero antes de profundizar en el papel que juega la
actividad física sobre las diferentes enfermedades, dedicaremos en esta primera unidad didáctica
un breve apartado a la definición de términos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la actividad física como cualquier movimiento
corporal producido por los músculos esqueléticos, con el consiguiente consumo de energía. Ello
incluye las actividades realizadas al trabajar, jugar y viajar, las tareas domésticas y las actividades
recreativas.

La expresión actividad física no debe confundirse con ejercicio físico, que es una subcategoría
de actividad física que se planea, está estructurada, es repetitiva y tiene como objetivo mejorar
o mantener uno o más componentes del estado físico. En este punto es importante destacar que
la actividad física, tanto moderada como intensa, es beneficiosa para la salud.

Salud

Según la OMS, la salud «es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no
solamente la ausencia de afecciones o enfermedades».

La salud no se mantiene estable en el transcurso del tiempo y puede variar, en un desarrollo


continuo, desde un funcionamiento fisiológico óptimo (alto nivel de bienestar) hasta situaciones
próximas a la muerte (mala salud).

5
Calidad de vida

El concepto de calidad de vida es multidimensional, aunque puede limitarse a la calidad de vida


referente a la salud (CVRS). Desde esta perspectiva, la CVRS se define actualmente como la
evaluación subjetiva de la influencia del estado de salud, los cuidados sanitarios y la promoción
de la salud, sobre la capacidad del individuo para tener un nivel de funcionamiento que le permita
seguir aquellas actividades que le son importantes y que afectan a su bienestar.

Conceptos fundamentales: actividad física, salud y enfermedad (II)

Enfermedad

Según la OMS, la enfermedad es «la alteración o desviación del estado fisiológico en una o varias
partes del cuerpo, por causas en general conocidas, manifestada por síntomas y unos signos
característicos, y cuya evolución es más o menos previsible».

La enfermedad es un proceso que se desarrolla en un ser vivo, caracterizado por una alteración
de su estado normal de salud. El estado o proceso de enfermedad puede ser provocado por
diversos factores, tanto intrínsecos (internos) como extrínsecos (externos) al organismo enfermo.

Otro concepto extenso de enfermedad es «la pérdida de la salud, cuyo efecto negativo es
consecuencia de una alteración del estado fisiológico o morfológico (funcional o estructural)
considerados como normales, de un órgano o un sistema a cualquier nivel».

La salud y la enfermedad son parte integral de la vida, del proceso biológico y de las interacciones
medioambientales y sociales.

6
Enfermedades no transmisibles (ENT) o enfermedades crónicas

La OMS define las enfermedades no transmisibles (ENT) como «afecciones de larga duración
con una progresión generalmente lenta».

A diferencia de las enfermedades agudas, este tipo de enfermedades se caracterizan por su


naturaleza no infecciosa, y por ser recurrentes y degenerativas.

La literatura científica sigue demostrando que la enfermedad crónica es generalmente la


consecuencia de diversos factores ambientales que actúan junto con un perfil genético
vulnerable; es decir, estas enfermedades normalmente se adquieren por medio de estilos de
vida inapropiados, aunque siempre hay que considerar que existen factores genéticos que
pueden originar tales trastornos.

Algunos ejemplos de las principales enfermedades crónicas son las enfermedades


cardiovasculares (por ejemplo, los infartos de miocardio o accidentes cerebrovasculares), el
cáncer, las enfermedades respiratorias crónicas (por ejemplo, la neumopatía obstructiva crónica
o el asma) o la diabetes.

Otro adjetivo que describe la complicación de algunas enfermedades crónicas que inducen un
deterioro paulatino de los tejidos del organismo humano se identifican como enfermedades
crónico-degenerativas (Bhopal, 2002).

Las enfermedades crónicas representan con diferencia la causa de defunción más importante
en el mundo. Según datos de la OMS (abril de 2017), las ENT causan 40 millones de muertes al
año, lo que representa un 70 % de las muertes que se producen en el mundo.

Conceptos fundamentales: actividad física, salud y enfermedad (III)

Factor de riesgo

Un factor de riesgo es cualquier rasgo, característica o exposición de un individuo que aumente


su probabilidad de sufrir una enfermedad o lesión.

Los factores de riesgo implican que las personas afectadas por dicho factor de riesgo presentan
un riesgo sanitario mayor al de las personas sin este factor.

En relación con los factores de riesgo asociados al desarrollo de enfermedades crónicas o ENT, se
establecen los factores de riesgo comportamentales y los factores de riesgo metabólicos
o fisiológicos, que se derivan de los primeros.

Factores de riesgo comportamentales (modificables)

• El consumo de tabaco: mata a más de 8 millones de personas cada año (OMS, 2019),
incluidos los efectos de la exposición al humo ajeno y se prevé que esa cifra seguirá en
aumento en los próximos años (Forouzanfar et al., 2016).
• La inactividad física: aproximadamente 3,2 millones de defunciones anuales pueden
atribuirse a una actividad física insuficiente (OMS, 2009).
• Las dietas inadecuadas: la ingesta excesiva de sal/sodio causa 4,1 millones de
muertes (Forouzanfar et al., 2016).

7
• El consumo nocivo de alcohol: aumenta el riesgo de padecer ENT. El alcohol causa
más de 3 millones de muertes al año (OMS, 2018), en su mayoría hombres. Más de la
mitad de los 3,3 millones de muertes anuales que se producen por uso nocivo del alcohol
se deben a ENT.

Debido a estos factores de riesgo comportamentales incluidos en los hábitos de vida, se


producen ciertos cambios metabólicos/fisiológicos en el organismo, y se derivan los factores
de riesgo metabólicos/fisiológicos que aumentan el riesgo de padecer enfermedades
crónicas.

Factores de riesgo metabólicos/fisiológicos

Entre otros, encontramos los siguientes:

• Hipertensión arterial.
• Sobrepeso/obesidad.
• Hiperglucemia (niveles elevados de glucosa en sangre).
• Hiperlipidemia (niveles altos de lípidos en la sangre).

El principal factor de riesgo metabólico de las ENT en el mundo es el aumento de la presión


arterial (19 % de las defunciones mundiales) (Forouzanfar et al., 2016), seguido por el
sobrepeso y la obesidad y el aumento de la glucosa en sangre.

Viaja

Las nueve metas mundiales para prevenir y controlar las ENT para el año 2025: Set of 9
voluntary global NCD targets for 2025.

Según el informe de la OMS (2014), la mayor parte de las defunciones prematuras por ENT son
prevenibles. De los 38 millones de vidas perdidas en 2012 por ENT, 16 millones, es decir, el
42 %, fueron defunciones prematuras y evitables (un aumento respecto a los 14,6 millones de
2000).

8
Asimismo, la OMS establece que el número de defunciones por ENT se puede reducir
significativamente mediante políticas gubernamentales orientadas a restringir el consumo de
tabaco, el consumo nocivo de alcohol, las dietas malsanas y la inactividad física, y a
proporcionar cobertura sanitaria universal. Por ello, publicó el Plan de acción mundial para la
prevención y el control de las enfermedades no transmisibles 2013-2020, destinado a reducir
el número de defunciones prematuras por estas enfermedades en un 25 % para 2025.

En este plan se presentan nueve metas mundiales voluntarias que abordan los factores de
riesgo de las ENT, en particular el consumo de tabaco, la ingesta de sal, la inactividad física, la
hipertensión y el consumo nocivo de alcohol. Pero en el año 2017 la OMS publicó un informe
que analizaba las medidas tomadas por los países para cumplir las metas propuestas y
demostró que los progresos registrados en todo el mundo estaban siendo desiguales e
insuficientes.

1.2. Problema actual del sedentarismo y su alcance

1.2.1. Cambios en el estilo de vida

Uno de los hechos fundamentales que ha propiciado el sedentarismo y la inactividad física son los
cambios en los estilos de vida. En este sentido, el hombre moderno se ha convertido en hombre
tecnológico y ha olvidado su condición biológica. El predominio de tejido muscular estriado no
es casualidad, sino un claro indicativo de la importancia que tiene el movimiento.

El ejercicio y la actividad física han sido determinantes en la evolución del ser humano como
entidad biológica. Hasta no hace muchos años, la actividad física del hombre suponía más del
80 % de la energía ingerida con los alimentos y, sin embargo, hoy en día no llega al 5 %.

9
Con los nuevos descubrimientos y avances tecnológicos, nuestra sociedad se ha vuelto cada vez
más automatizada, lo que ha supuesto que muchas actividades y tareas del día a día requieran
menor esfuerzo físico. Esto ha contribuido a un mayor sedentarismo que, unido a otros factores
como una inadecuada alimentación, el sobrepeso, el estrés, el tabaquismo, etc., facilita la
debilidad del sistema cardiovascular, el aumento de la grasa corporal y la disminución de la
condición física.

El descenso de la actividad física se debe parcialmente a la inacción durante el tiempo de ocio y


al sedentarismo en el trabajo y en el hogar. Por otro lado, en los países desarrollados el
sedentarismo y la abundancia de alimentos y la peor calidad de la dieta causan la aparición de
situaciones patológicas. Todo ello ocasiona la manifestación de diversos problemas de salud que
van a favorecer todavía más el sedentarismo, y se cierra así un círculo vicioso de problemas de
salud que derivan en un mayor sedentarismo y este, a su vez, en mayores problemas de salud.

1.2.2. El papel de la genética en la evolución

A lo largo de los cuatro mil millones de años de evolución de la vida en nuestro planeta, el material
genético se ha ido especializando extraordinariamente, y ha desarrollado una adaptación al medio
ambiente que se ha mantenido prácticamente estable.

El ser humano está diseñado para realizar altos niveles de actividad física desde el punto de vista
tanto evolutivo como fisiológico, y la falta de esta supone una evidente contradicción con nuestra
adaptación genética. Se podría afirmar, por lo tanto, que el hombre no está genéticamente
adaptado a una inactividad física crónica, lo cual ha derivado en la aparición de las enfermedades
no transmisibles (también denominadas enfermedades de la civilización).

Nuestros antepasados se movían para conseguir alimentos, y para ello su metabolismo tenía que
reservar una parte de esa abundancia para los momentos de escasez. El almacenamiento de esta
energía sobrante tenía que suceder con rapidez, por lo que genéticamente se desarrolló la
peculiaridad metabólica denominada «genotipo ahorrador», que incluye numerosas
modificaciones genéticas y, entre ellas, una «sensibilidad diferencial a la acción de la insulina».
Estas adaptaciones metabólicas producidas por la expresión de ciertos genes aseguraban un
eficiente almacenamiento de triglicéridos intramusculares y glucógeno durante el periodo de
abundancia, mientras que durante el ayuno se producía una conservación de glucógeno y la
oxidación de ácidos grasos como fuente metabólica de energía.

10
Se estima que el gasto de energía por unidad de masa del cuerpo en los adultos contemporáneos
es aproximadamente de un 38 % del de nuestros ancestros.

La combinación de una abundancia continua de alimentos y la falta de actividad física anula los
ciclos bioquímicos programados evolutivamente, y se crea un desequilibrio entre nuestro genotipo
y el medio ambiente en el que vivimos.

Por lo mencionado anteriormente, en los últimos años los estudios científicos han realizado un
cambio de paradigma; han aparcado estudios intrínsecamente genéticos y se han centrado más
en aspectos no genéticos, como son los medioambientales, centrados en el estudio de la dieta y
de la actividad física con el objetivo de encontrar no solo tratamiento, sino también prevención
para estas enfermedades.

La actividad física es, además, un elemento importante en la expresión de muchos genes; y


aunque los factores genéticos determinan la susceptibilidad de un individuo a una enfermedad,
son los factores medioambientales los que determinan quién de los genéticamente
susceptibles la acabará desarrollando. Por lo tanto, está claro que el estilo de vida puede ejercer
una fuerte presión selectiva sobre nuestro genoma.

1.2.3. Sedentarismo e inactividad física

El término sedentarismo (del latín sedere, que significa sentarse) describe distintos tipos de
actividades que se desarrollan en estado de vigilia, que requieren bajos niveles de gasto
energético en el rango de 1,0 a 1,5 MET y que incluyen el estar sentado durante los
desplazamientos, en el lugar de trabajo, en el ambiente doméstico y durante el tiempo de ocio.

Se puede ser físicamente activo, es decir, cumplir las recomendaciones de los organismos
internacionales sobre la práctica de actividad física, pero el resto del tiempo (ya sea en el trabajo,
durante el tiempo de ocio, transporte, etc.) comportarnos de manera sedentaria. Sedentarismo,
por tanto, no significa lo mismo que «no ser lo suficientemente activo» y no puede ser considerado
como la simple falta de cumplir las recomendaciones de actividad física moderada y vigorosa.

11
Los periodos sedentarios son aquellos periodos de tiempo en los que se llevan a cabo
actividades que consumen muy poca energía, por ejemplo, estar sentados durante los
desplazamientos, en el trabajo o la escuela, en el ambiente doméstico y durante el tiempo de
ocio.

Para la OMS, una persona no es suficientemente activa cuando no cumple las recomendaciones
de actividad física moderada y vigorosa sobre práctica de actividad física. Sin embargo, hoy en
día no existe consenso sobre los puntos de corte utilizados para categorizar a una persona como
sedentaria o no, por lo que es necesario una estandarización de estos.

Se ha mostrado que el sedentarismo es un factor de riesgo asociado a todas las causas de


mortalidad independientemente de la actividad física practicada (González-Gross, 2014). Se ha
demostrado que este riesgo de muerte aumenta con el tiempo que se permanece sentado
(Ekelund et al., 2016). Por otro lado, se ha observado que sujetos que cumplían las
recomendaciones mínimas sobre actividad física, pero luego permanecían más tiempo sentados
tenían mayor riesgo de mortalidad (por todas las causas) que aquellos que no cumplían las
recomendaciones mínimas, pero permanecían menos tiempo sentados (González-Gross, 2014).

Viaja

Lee el siguiente artículo publicado en el año 2016, donde se muestra que altos niveles de
actividad física diaria eliminan el aumento del riesgo de mortalidad asociado al tiempo
sentado. Además, también se muestra que aquellos individuos con altos niveles de actividad
física que se sentaban más de 8 horas diarias tenían un menor riesgo que aquellos que
pasaban sentados menos de 4 horas, pero se englobaban en el grupo de menor realización
de actividad física diaria (alrededor de 5 min/día).

Otro factor que se ha de tener en cuenta son las interrupciones del tiempo empleado en conductas
sedentarias que deben diferenciarse del tiempo total empleado en conductas sedentarias. El
hecho de interrumpir más veces el tiempo de sedentarismo se asocia a un perfil metabólico más
favorable, menores valores de perímetro de cintura, índice de masa corporal, triglicéridos, insulina
y glucemia posprandial, independientemente del tiempo total en conductas sedentarias.

12
1.2.4. Repercusiones de la inactividad física

La inactividad física es actualmente el cuarto factor de riesgo de mortalidad más importante


en todo el mundo (OMS), y provoca el 6 % de todas las muertes. Solo se ve sobrepasado por la
hipertensión arterial (13 %) y el consumo de tabaco (9 %), y supone el mismo nivel de riesgo
que la hiperglucemia (6 %). Esto se traduce en que 3,2 millones de personas mueren cada año
por tener un nivel insuficiente de actividad física. La OMS señala que una persona que no sea
suficientemente activa incrementa en un 20 a 30 % el riesgo de morir por cualquier causa,
comparada con aquellos sujetos activos que al menos cumplen con 30 minutos de actividad física
moderada todos o casi todos los días de la semana.

Además, determinadas conductas sedentarias y modificables, por ejemplo, el tiempo viendo la


televisión, parecen estar asociadas positivamente con el incremento en la frecuencia de consumo
de snacks de alta densidad energética, bebidas con alto contenido en azúcar, consumo de comida
rápida y un incremento de la ingesta calórica total.

Figura 1. Gráfico de la mortalidad asociada a los factores de riesgo en el mundo. Fuente: WHO.

Existen claras evidencias de que la inactividad física y el incremento del sedentarismo


causan un gran deterioro de las funciones físicas. Los estudios epidemiológicos apuntan a que
este estado se asocia a un elevado riesgo de enfermedades crónicas como las siguientes:

• La cardiopatía coronaria.
• Los accidentes cerebrovasculares.
• La diabetes.
• La hipertensión arterial.
• El cáncer de colon.

Estas han sido relacionadas directa o indirectamente con la ausencia de actividad física.

13
El conocimiento científico actual ha establecido que el problema tiene una doble vertiente; por un
lado, no practicar ejercicio conlleva que no se obtengan los beneficios que se asocian a su
práctica y, por otro, los efectos fisiológicos de la inactividad física sobre el organismo no son
meramente el reverso de los efectos positivos que ocasiona realizar ejercicio. Por tanto, hay que
combatir la inactividad física y el exceso de sedentarismo como dos factores diferentes.

1.2.5. Algunos datos sobre la inactividad física

Sabías que:

Las personas con un nivel insuficiente de actividad física tienen entre el 20 % y el 30 % más
de riesgo de muerte que las personas que realizan al menos 30 minutos de actividad física
moderada la mayoría de los días de la semana.

• La inactividad física supone el cuarto factor de riesgo de mortalidad en el mundo.


• Se producen 3,2 millones de muertes anuales a causa de la inactividad física.
• Supone uno de los principales factores de riesgo de padecer enfermedades crónicas.
• Contribuye a la prevención de aparición de enfermedades crónicas.
• Uno de cada tres adultos no cumple con los requisitos mínimos de realización de actividad
física establecido por la OMS.
• Debido al problema actual de las enfermedades crónicas, se ha desarrollado un plan de
políticas para reducir la inactividad física en el que participa el 56 % de los Estados
miembros de la OMS.
• El objetivo de reducción de la inactividad física para 2025 por parte de los Estados
miembros de la OMS es de un 10 %.
• El 80 % de los Estados miembros de la OMS han elaborado políticas y planes para reducir
la inactividad física, aunque estos solo están operativos en el 56 % de los países.
• La inactividad física es responsable de un 21-25 % de cáncer de mama y colon, un 27 %
de diabetes y un 30 % de enfermedad cardiovascular.

14
Las políticas de los Estados miembros de la OMS, con el objetivo de aumentar la actividad física,
tienen como meta promover lo siguiente:

• Transporte activo: moverse caminando y en bici, facilitar la seguridad y la accesibilidad.


• Fomentar la actividad física en el trabajo a través de políticas laborales.
• Espacios e instalaciones seguros en las escuelas que faciliten la realización de actividades
durante el tiempo libre.
• Asegurar una educación física de calidad que fomente una vida activa mantenida a lo largo
de la vida junto con la oportunidad para todos de hacer deporte en instalaciones deportivas
y recreativas.

1.3. Actividad física como herramienta de salud

El avance del conocimiento científico nos ha llevado a saber que el ejercicio físico no solo es
beneficioso para la salud cardiovascular, sino que prácticamente todos los órganos y sistemas,
incluido el sistema nervioso, se benefician de la práctica regular de ejercicio físico si se es lo
suficientemente activo. Esto va a repercutir en una reducción del riesgo de padecer enfermedades
crónico-degenerativas (que son las más prevalentes y las causantes de mayor morbimortalidad
en países desarrollados). Existe una gran evidencia científica de que el ejercicio físico, tanto
aeróbico como de resistencia, es la estrategia más efectiva para mejorar la salud física y mental,
sin los efectos secundarios asociados a muchos de los tratamientos farmacológicos. De ahí que
hoy en día cada vez se utilice más el mensaje «el ejercicio, tu mejor medicina».

La actividad física se ha convertido, por lo tanto, en una herramienta básica de salud y en un


asunto de salud pública prioritario.

15
En las dos últimas décadas han ido identificándose muchos mecanismos biológicos responsables
de las adaptaciones anatómicas, fisiológicas y metabólicas a la actividad física, las cuales
dependen del tipo, intensidad, frecuencia y duración del desarrollo del ejercicio. Incluso
enfermedades o pérdidas de funcionalidad achacables a la vejez se deben de manera prioritaria
a la falta de actividad.

Los efectos del ejercicio físico sobre la salud de la población en general resultan todavía más
trascendentes cuando nos referimos a poblaciones con características especiales, como son las
enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión, la obesidad, etc. La mayoría de las
personas con diferentes enfermedades pueden beneficiarse de la práctica de ejercicio físico,
adaptando la intervención a las circunstancias personales de cada individuo y evitando un
deterioro funcional progresivo que agrava la evolución de los procesos y empeora la calidad de
vida.

Por otro lado, las políticas de estrategias para la salud pública por parte de los países deben
adoptarse desde edades muy tempranas si se quiere revertir esta tendencia y evitar el rápido
desarrollo de enfermedades crónicas e incapacitantes en un futuro muy próximo.

Viaja

El Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) ha lanzado la aplicación El


círculo de la salud con el objetivo de enseñar a controlar los factores de riesgo
cardiovascular a través de las nuevas tecnologías. ¡Echa un vistazo a su aplicación!

De todo lo anteriormente expuesto, surge la reflexión sobre la necesidad de la inclusión de la


actividad física en atención primaria como herramienta preventiva y terapéutica en nuestro país,
ya que contribuye a un mejor estado de salud y a una mayor calidad de vida. Los autores señalan
la importancia de que los profesionales de las ciencias del deporte deban formar parte del equipo
multidisciplinar encargado de supervisar los programas de actividad física y de entrenamiento
para los distintos sectores de la población (González-Gross et al., 2014).

1.3.1. Importancia y beneficios de la actividad física en la salud

La actividad física regular y en niveles adecuados, entre otras cosas, contribuye a:

• Mejorar el estado muscular y cardiorrespiratorio.


• Mejorar la salud ósea y funcional.
• Reducir el riesgo de hipertensión, cardiopatía coronaria, accidente cerebrovascular,
diabetes, osteoporosis, cáncer de mama y colon, depresión...
• Reducir el riesgo de caídas y de fracturas vertebrales o de cadera en personas mayores.
• Es fundamental para el equilibrio energético y el control del peso.

Hoy por hoy, el estado actual del conocimiento no deja lugar a dudas sobre la relación entre
actividad física y salud, pero sus mecanismos fisiopatológicos no están del todo integrados en
la sociedad actual.

16
De modo general, la actividad física contribuye a lo siguiente:

• Una mejora en la función cardiaca.


• La circulación sanguínea (captación y utilización de O 2).
• La reducción de la presión arterial sistólica y diastólica.
• La reducción de los niveles plasmáticos de proteínas inflamatorias, lípidos y lipoproteínas
de baja densidad (LDL).
• El aumento de las lipoproteínas de alta densidad (HDL) con un efecto beneficioso en la
prevención de placas de ateroma.

1.4. Recomendaciones de actividad física para la salud

En este apartado se recordarán las recomendaciones de actividad física para la población general
con el objetivo de asentar el conocimiento fundamental desde el cual se ha de partir para adaptar
posteriormente las recomendaciones de actividad física para las personas con una determinada
enfermedad.

Hasta no hace mucho tiempo, la creencia común era que el ejercicio era perjudicial y acortaba la
vida, y era habitual recomendar terapia de reposo ante cualquier alteración de la salud. Debido
al actual conocimiento de los efectos negativos de la inactividad física sobre el organismo, esta
situación se ha ido modificando.

1.4.1. Recomendaciones de actividad física para la población general

Es importante señalar que las recomendaciones de actividad física proponen el mínimo necesario
para obtener beneficios para la salud; por otro lado, aumentar el nivel por encima de lo
recomendado también puede producir mayores beneficios. Incrementar el nivel de actividad física
para las personas que son inactivas, aunque no se alcancen los mínimos recomendados, puede
producir beneficios sobre la salud. El objetivo será continuar aumentando estos niveles hasta
alcanzar los recomendados.

17
Población infantil (de 0 a 17 años)

Aunque en esta asignatura no profundizaremos en las características de la edad infantil en


relación con la actividad física, sí que es necesario recordar algunos puntos que se han de tener
en cuenta en esta primera unidad didáctica, ya que todo hábito de vida saludable y el
mantenimiento de la salud a lo largo de la vida comienza desde la infancia. Es, por lo tanto,
uno de los momentos más influyentes a la hora de convertirse en un futuro adulto sano.

La realización de actividad física durante la edad infantil hará que los niños se sientan
competentes en sus habilidades físicas y, probablemente, hará que sean más activos durante
la edad adulta. Ser activo físicamente durante la infancia y adolescencia no solo es importante
para la salud de ese periodo vital, sino también para mantener una buena salud durante todo
el curso de la vida.

Población adulta

Un estilo de vida activo aumenta el bienestar y mejora tanto la esperanza como la calidad de
vida. Es decir, vivir más y mejor. En la actualidad, la evidencia científica ha demostrado que la
realización de actividad física de manera regular tiene un gran número de beneficios; de modo
general, los más destacables son los siguientes:

• Aumenta la fuerza muscular y mejora la capacidad funcional.


• Previene la osteoporosis.
• Mejora el bienestar mental.
• Reduce la ansiedad y el estrés.
• Mejora el sueño y reduce el riesgo de padecer depresión.
• Tiene un efecto positivo sobre el bienestar y la satisfacción con el propio cuerpo.
• Mejora la función cognitiva.
• Mejora el bienestar social, la autonomía y la integración social.
• Aumenta la calidad de vida.
• Cumple una importante función sobre el control del peso.
• Previene la obesidad.
• Reduce el riesgo de desarrollar enfermedades (diabetes mellitus tipo 2, hipertensión
arterial, enfermedades cardiovasculares, cáncer de mama y colon...).
• Mejora el diagnóstico de enfermedades no transmisibles (diabetes, hipertensión,
hipercolesterolemia y obesidad).

Las recomendaciones generales de actividad física están elaboradas para toda la población,
aunque en algunos grupos de población especial (embarazadas, tercera edad...) o en presencia
de alguna enfermedad (hipertensión, diabetes...) estas recomendaciones necesitarán ser
ajustadas para cada caso en particular siguiendo las pautas que se desarrollarán a lo largo de la
asignatura.

18
Las recomendaciones más utilizadas mundialmente son aquellas que propone la OMS.

Recomendaciones mundiales sobre la actividad física para la salud (OMS)


Recomendaciones mundiales sobre la actividad física para la salud

Jóvenes Adultos Adultos mayores


(5 a 17 años) (18 a 64 años) (+ de 65 años)

Al menos 60 minutos Acumular un mínimo de 150 Acumular un mínimo de 150 minutos


diarios en actividades de minutos semanales de actividad semanales de actividad física aeróbica
intensidad moderada a física aeróbica moderada, o bien moderada, o bien no menos de 75 minutos
vigorosa. un mínimo de 75 minutos semanales de actividad aeróbica vigorosa,
semanales de actividad aeróbica o bien una combinación equivalente de
vigorosa, o bien una combinación actividad física moderada y vigorosa.
equivalente de actividad
La actividad aeróbica se desarrollará en
moderada y vigorosa.
sesiones de 10 minutos como mínimo.
La actividad aeróbica se realizará
Para obtener aún mayores beneficios, los
en sesiones de 10 minutos, como
adultos de este grupo de edades deberían
mínimo.
aumentar hasta 300 minutos semanales
Para obtener mayores beneficios, su actividad física mediante ejercicios
los adultos deberían incrementar aeróbicos de intensidad moderada, o bien
esos niveles hasta 300 minutos practicar 150 minutos semanales de
semanales de actividad aeróbica actividad aeróbica vigorosa, o bien una
moderada, o bien 150 minutos de combinación equivalente de actividad
actividad aeróbica vigorosa cada física moderada y vigorosa.
semana, o bien una combinación
equivalente de actividad
moderada y vigorosa.

Importancia de los ejercicios Dos o más días por semana de Tres o más días de ejercicios para
aeróbicos y al menos tres ejercicios de fortalecimiento aumentar coordinación y equilibrio y
veces por semana de muscular. disminuir caídas, dos o más días de
ejercicios vigorosos de fortalecimiento muscular.
refuerzo óseo-muscular. Potenciar estilo de vida activo.

Tabla 1. Recomendaciones de actividad física según la Organización Mundial de Salud. Fuente: OMS, 2010.

19
Recomendaciones nacionales sobre actividad física para la salud, reducción del
sedentarismo y del tiempo de pantalla
Por otro lado, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad en colaboración con el
Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, en el marco de la Estrategia de Promoción de la Salud
y Prevención del Sistema Nacional de Salud publicaron en el año 2015 un documento con «Las
recomendaciones nacionales sobre actividad física para la salud, reducción del
sedentarismo y del tiempo de pantalla» (Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad,
2015), las cuales se basan en las recomendaciones internacionales ya existentes anteriormente
(Organización Mundial de la Salud, Agencia de Salud Pública de Canadá, Departamento de Salud
de EE. UU., Sistema Nacional de Salud del Reino Unido, etc.), adaptadas a la realidad poblacional
de nuestro entorno.

Viaja

Aquí podrás echar un vistazo al documento nacional de las recomendaciones nacionales sobre
actividad física para la salud, reducción del sedentarismo y del tiempo de pantalla:
Recomendaciones actividad física, sedentarismo y tiempo de pantalla.

Hasta ahora no existían unas recomendaciones nacionales y se utilizaban principalmente las de


la OMS, aunque estas no incluyen a los menores de 5 años. Las recomendaciones nacionales que
se proponen a continuación incluyen todos los grupos de edad. Además, en estas
recomendaciones se incluyen también recomendaciones de reducción del tiempo de pantalla
debido al aumento del tiempo sedentario que ello ocasiona.

Recomendaciones nacionales sobre actividad física para la salud, reducción del


sedentarismo y del tiempo de pantalla (II)

GRUPO DE EDAD RECOMENDACIONES DE OBSERVACIONES REDUCIR EL LIMITAR EL


ACTIVIDAD FÍSICA SEDENTARISMO TIEMPO DE
PANTALLA

Menores Varias veces al día. Minimizar el tiempo < de 2 años: no


de que pasan sentados o se recomienda
Todavía Cualquier intensidad.
sujetos en sillas o pasar tiempo
5 años no
carritos, cuando están delante de una
andan.
despiertos, a menos pantalla.
de una hora seguida.

Ya Al menos 180 minutos al De 2-4 años: el


andan. día. tiempo de pantalla
deberá limitarse a
Cualquier intensidad.
menos de una
hora al día.

20
5 a 17 años Al menos 60 minutos al Incluir al menos tres Reducir los periodos Limitar el tiempo
día. días a la semana sedentarios de uso de pantallas
actividades de prolongados. con fines
Intensidad de moderada a
intensidad vigorosa, de recreativos a un
vigorosa. Fomentar el
fuerza muscular y máximo de dos
transporte activo y
mejora de masa ósea. horas al día.
las actividades al aire
libre.

Personas adultas Al menos 150 minutos de Realizar al menos dos Reducir los periodos Limitar el tiempo
actividad moderada* a la días a la semana sedentarios delante de una
semana, o 75 minutos de actividades de prolongados de más de pantalla
actividad vigorosa** a la fortalecimiento dos horas seguidas, (televisión,
semana, o una muscular y mejora de realizando descansos tabletas, consolas,
combinación la masa ósea y activos cada una o teléfonos u
equivalente*** de las actividades para dos horas con ordenadores).
anteriores. mejorar la flexibilidad. sesiones cortas de
estiramientos o dando
un breve paseo.
Estas recomendaciones Los mayores de 65
Fomentar el
pueden alcanzarse años, especialmente
transporte activo
sumando periodos de al aquellos con
(caminar, bici…).
menos 10 minutos dificultades de
seguidos cada uno. movilidad, al menos
tres días a la semana,
pueden realizar
Para obtener todavía actividades de
más beneficios: fortalecimiento
muscular y actividades
Al menos 300 minutos de
de mejora de
actividad física
equilibrio.
moderada*, o bien 150
minutos de actividad
vigorosa**, o bien una
En aquellas personas
combinación
que por su capacidad
equivalente*** de
física o mental no
actividad moderada y
puedan alcanzar los
vigorosa.
mínimos
recomendados,
cualquier aumento de
actividad física, aunque
sea leve, producirá
beneficios para su
salud.

Tabla 2. Resumen de las recomendaciones nacionales sobre actividad física para la salud, reducción del sedentarismo y
del tiempo de pantalla. Fuente: Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, 2015.

*Actividad física aeróbica de intensidad moderada: incrementa la frecuencia cardiaca y respiratoria. Posibilidad de
mantener una conversación sin la sensación de que falta el aire. Caminar a más de 6 km/h, o montar en bici a unos 16‐
19 km/h.

**Actividad física aeróbica de intensidad vigorosa: frecuencia cardiaca más elevada. Es difícil mantener una
conversación mientras se realiza la actividad. Correr o montar en bici a unos 19‐22 km/h.

*** 1 minuto de actividad vigorosa corresponde a 2 minutos de actividad física moderada.

21
Nota

• Lo que produce más beneficios para la salud es realizar actividad física regularmente,
es decir, distribuirla a lo largo de toda la semana. Por ejemplo, 30 minutos de actividad
moderada cinco días o más a la semana. Cuantos más días, mejor.
• Las recomendaciones de actividad física también se pueden alcanzar sumando
periodos más cortos; estos periodos deben ser de al menos 10 minutos cada uno.

Viaja

Lee detenidamente el siguiente artículo: «Detección del sedentarismo y recomendaciones en


atención primaria».

En el siguiente vídeo se expone la conferencia impartida por la doctora Valtueña (diciembre


de 2016) en la que explica la importancia de la actividad física sobre la salud y los campos
de actuación en el futuro como profesionales de la actividad física y del deporte.

Conferencia de la Dra. Jara Valtueña. Actividad física y salud.

Hay que tener en cuenta lo siguiente:

• Si un individuo no cumple las recomendaciones mínimas aconsejadas, se deberá aumentar


gradualmente la actividad física en su día a día.
• Si ya cumple las recomendaciones, deberá mantener el nivel de actividad física, e ir
aumentando la frecuencia y la intensidad.
• Si la persona supera las recomendaciones, deberá mantener el nivel de actividad e intentar
combinar diferentes actividades.

22
1.5. Prescripción de ejercicio físico

El conocimiento de la fisiología del ejercicio ha tenido como consecuencia la incorporación del


ejercicio como terapia adicional para los seres humanos. Esto supone que el ejercicio físico, en
muchos casos, es utilizado como estrategia terapéutica para la prevención o la rehabilitación de
algunas enfermedades.

Una de las competencias específicas del Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte es
la de evaluar la condición física y prescribir actividad físico-deportiva orientada hacia la salud.

El profesional de la actividad física y el deporte debe conocer las bases de una correcta
prescripción, siendo consciente de lo que esta implica, qué objetivos persigue y, sobre todo, cómo
se administra, recordando que, cuando hablamos de prescripción de ejercicio físico en personas
con enfermedad, nos estamos refiriendo a un concepto que busca la individualización y el control
pormenorizado de la actividad física.

Sin embargo, como profesionales del ámbito de la actividad física y del deporte, debemos velar
por que esta práctica se desarrolle bajo condiciones de control, seguridad y eficacia, que reporte
los beneficios deseados a cada persona. Será importante que el participante conozca qué ejercicio
físico debe realizar, en función de sus condiciones individuales, y en qué dosis debe ser realizado.

El término prescripción del ejercicio es definido como «el proceso mediante el cual un
profesional de la actividad física y del deporte recomienda un régimen individualizado de actividad
física que es diseñado respetando los principios científicos y clínicos sobre el control y la práctica
de ejercicio físico; su finalidad es ser aplicado de manera sistemática para lograr uno o varios
objetivos, obteniendo el máximo beneficio posible para la salud y reduciendo los riesgos sobre
esta» (Abellán et al., 2010; ACSM, 2000).

Siguiendo a Serra Majem et al. (1994) y las recomendaciones expuestas por el American College
of Sports Medicine (ACSM, 2014), la prescripción de ejercicio físico debe ser la siguiente:

• Simple.
• Atractiva.
• Segura.
• Individualizada (edad, sexo, estado de salud).
• Adaptada a las circunstancias y limitaciones de la propia persona.

En este sentido, además de lo anterior, será importante conocer las preferencias del sujeto
practicante, sus posibilidades personales y la accesibilidad a medios e instalaciones donde llevar
a cabo el entrenamiento con el fin de facilitar la participación regular en la actividad de forma
indefinida (ACSM, 2014).
23
1.5.1. Objetivos de la prescripción de ejercicio

Según el ACSM (2014), los propósitos de la prescripción de ejercicio son los siguientes:

1. Promover la salud y prevenir enfermedades crónicas de naturaleza hipocinética.


2. Mejorar los componentes de la aptitud física relacionados con la salud.
3. Garantizar la seguridad durante la participación en el programa de ejercicio.
4. Rehabilitación.

Los objetivos específicos de la prescripción de ejercicio varían en función de los intereses


individuales, el estado de salud y el entorno de la persona.

En la mayoría de los casos, estos objetivos incluyen lo siguiente:

• La mejora de la forma física.


• La mejora de la salud mediante la reducción de los factores de riesgo para padecer
enfermedades crónicas.
• La realización de un ejercicio más sano y seguro.

Nota

En cuanto a los objetivos específicos, es necesario resaltar que la cantidad de ejercicio


necesario para reducir significativamente el riesgo de padecer enfermedades crónicas parece
ser considerablemente menor que la que se necesita para desarrollar y mantener niveles
elevados de forma física.

Para conseguir niveles de actividad física óptima, el ACSM recomienda mantener un gasto calórico
semanal cercano a las 2000 kcal, siempre que la salud y la forma física lo permitan. No hay que
olvidar que, sin embargo, para la reducción de grasa o para la consecución de otros objetivos la
cantidad de kcal será diferente.

La relativa contribución de la actividad física regular al estado de salud y al control de los factores
de riesgo cardiovasculares es mayor en las personas que padecen enfermedades crónicas que en
las personas sanas.

1.5.2. Componentes

Los componentes esenciales para una prescripción sistemática e individualizada del ejercicio
incluyen lo siguiente:

• Modo o tipo de ejercicio más apropiado.


• Frecuencia.
• Duración.
• Intensidad.
• Ritmo de progresión de la actividad física.

24
1.5.3. Prescripción de ejercicio físico en la enfermedad

El ejercicio físico se considera una de las principales estrategias en el manejo de las enfermedades
crónicas. Estas enfermedades, por norma general, reducen el nivel de actividad física de la
persona, lo que induce efectos adversos en la capacidad funcional. Por ello, un incremento en los
niveles de actividad física puede ayudar a prevenir el empeoramiento de los síntomas y los efectos
negativos sobre su calidad de vida.

Se ha demostrado que los beneficios del ejercicio sobre la mortalidad son similares a algunas
intervenciones farmacológicas para la prevención secundaria de enfermedad coronaria, la
rehabilitación del ictus, tratamiento para la insuficiencia cardiaca y la prevención de la diabetes.
Por otro lado, los grandes beneficios del ejercicio sobre otro tipo de enfermedades no mortales
como son el dolor de espalda y la osteoartritis son sustanciales.

Aunque los beneficios específicos del ejercicio físico sobre las diferentes enfermedades más
extendidas en la población se estudiarán a lo largo de la asignatura en futuras unidades didácticas,
se destacan las siguientes consideraciones generales:

• El ejercicio físico es beneficioso para muchas condiciones crónicas y puede ofrecer


beneficios comparables a las intervenciones farmacológicas.
• Al igual que la medicación y la cirugía, el ejercicio no es una entidad única y debe estar
adaptado a cada condición. El ejercicio debe ser aplicado adecuadamente para lograr los
resultados coherentes con los presentados en los ensayos de intervención.
• Para la prescripción adecuada de ejercicio físico en personas con enfermedad, los
graduados en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte deben conocer con detalle las
características de la enfermedad, las contraindicaciones existentes, así como los ejercicios
más apropiados y eficaces para cada condición.

1.5.4. Evaluación de salud previa a la participación en un programa de ejercicio

La participación en un programa de actividad física proporciona numerosos beneficios fisiológicos,


psicológicos y metabólicos para la salud/condición física como se ha venido demostrando a lo
largo de la unidad didáctica. Sin embargo, existen riesgos documentados y asociados con la
actividad física. A pesar de que pueda existir el riesgo de lesiones musculoesqueléticas agudas
asociadas a la realización de ejercicio físico, la principal preocupación es un mayor riesgo de
muerte cardiaca súbita e infarto a veces asociados con el esfuerzo físico de intensidad vigorosa.

25
Uno de los objetivos sanitarios de salud debe ser lograr una mayor práctica de actividad física
regular de intensidad moderada a vigorosa. Para la consecución de este objetivo es necesario
incluir un proceso de identificación de aquellas personas que puedan presentar un mayor riesgo
de episodios graves relacionados con el ejercicio. Este proceso no debe suponer un obstáculo
para la participación en un programa de ejercicio físico.

Los principales objetivos de la evaluación de salud previa a la participación en un programa de


ejercicio son los siguientes:

• Evaluar el estado actual de salud y detectar los factores de riesgo para las posibles
enfermedades de naturaleza cardiovascular, pulmonar o metabólica.
• Garantizar que la persona puede formar parte de un programa de ejercicio o realizar
actividad física de un modo seguro para que el riesgo de una lesión o evento médico
peligroso se considere mínimo.

Para ello, hay una variedad de métodos de evaluación. Los tipos de pruebas de evaluación pueden
depender del enfoque del programa de actividad física, de la entidad donde se realice dicha
evaluación, del personal disponible o de la instalación, equipo y material que posee dicha
instalación.

A menudo, muchas personas que comienzan un programa de ejercicio físico no son conscientes
del riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular o de cómo otros problemas de salud pueden
agravarse por el ejercicio físico realizado de una forma no individualizada.

Debemos recordar que el ejercicio físico puede alterar el organismo en el ámbito cardiovascular
en personas con patologías anteriores y se debe revisar el riesgo, así como otros aspectos que
tengan relación con otras enfermedades conocidas.

Por ello, el profesional de la actividad física y del deporte debe conocer diversos aspectos a la
hora de diseñar un programa de ejercicio físico para las personas con factor de riesgo o con
enfermedad diagnosticada.

Según las indicaciones del ACSM (2014), las razones por las que se establece la evaluación de
la salud previa a la participación en el programa de actividad física o prueba de aptitud física son
las siguientes:

• Identificar a aquellos individuos con contraindicaciones médicas que requieren exclusión


de los programas de ejercicio, a no ser que esas condiciones disminuyan o sean
controladas.
• Identificar a aquellos individuos considerados de alto riesgo de enfermedad cardiovascular
que, debido a su edad, síntomas u otros factores de riesgo deben ser sometidos a una
evaluación médica antes de empezar un programa de ejercicio físico.
• Identificar a los individuos con enfermedades significativas y que deberían participar en
programas de ejercicio bajo supervisión médica.
• Identificar a individuos con otras necesidades especiales.
• La detección de las personas que deben someterse a una evaluación médica o prueba de
esfuerzo como parte del proceso de examen de salud previo a la participación antes de
iniciar un programa de ejercicio o a un aumento de la frecuencia y la intensidad de su
programa actual.

26
Evaluación de salud previa a la participación en un programa de ejercicio (II)

Las técnicas para la estratificación de riesgo principalmente tienen en cuenta si las personas
realizan actividad física por su cuenta o si están bajo la supervisión de un profesional del ejercicio
físico. El profesional del ejercicio físico debe seguir una secuencia lógica y práctica para recabar
y evaluar la información sobre la salud del individuo y poder valorar los riesgos y hacer las
recomendaciones apropiadas sobre las técnicas de detección sanitaria y de actividad física.

El proceso de evaluación de salud previa para la actividad física es un proceso que, dependiendo
de las circunstancias, podrá estar compuesto de diferentes componentes:

1. Examen discriminatorio autogestionado para la actividad física.


2. Evaluación de salud previa y clasificación de riesgo de enfermedad cardiovascular.
3. Evaluación médica que incluye un examen físico y pruebas de esfuerzo por un profesional
médico cualificado.

La evaluación previa a la participación en un programa de ejercicio debe distinguirse de la


examinación de salud periódica médica, la cual debe formar parte del mantenimiento de salud
rutinario y detectar las condiciones médicas no relacionadas con el ejercicio.

Examen discriminatorio autogestionado


Un examen discriminatorio autogestionado para la actividad física está indicado y dirigido
tanto a individuos que participarán en un programa de ejercicio físico bajo la supervisión de un
profesional del ejercicio como a aquellos individuos con poca o ninguna información ni supervisión
por un profesional del ejercicio. En el caso de este último grupo, estas herramientas pueden
responder de un modo rápido y sencillo a las posibles cuestiones que el participante tenga acerca
de si es apropiado y seguro empezar a realizar un programa de ejercicio.

Todos aquellos individuos sin información/autorización previa debido a su estado de salud que
deseen iniciar un programa de actividad física deben ser evaluados como mínimo por alguna
herramienta que detecte la presencia de contraindicaciones para la realización de ejercicio físico,
como es el caso de las siguientes:

Cuestionarios autorreportados

Viaja

Aquí podrás encontrar un ejemplo de los cuestionarios más utilizados; el desarrollado por
la Sociedad Canadiense de Fisiología del Deporte, cuestionario PAR-Q and You, y el
cuestionario de AHA/ACSM salud/fitness para detectar la presencia de factores de riesgo,
desarrollado por la American Heart Association (AHA) y la American College of Sports
Medicine (ACSM).

27
Los cuestionarios autorreportados sirven para alertar a las personas con riesgo elevado y
se utilizan con el fin de que consulten a un médico antes de su participación en un programa
de ejercicio físico. Entre los más utilizados y recomendados se encuentran los siguientes:

• Cuestionario de aptitud para la actividad física (PAR-Q and You).


• Cuestionario discriminatorio de la AHA/ACSM de preparticipación en un
programa de actividad física para la salud.

Estos cuestionarios sirven para detectar la presencia de factores de riesgo para diferentes
enfermedades cardiovasculares, pulmonares, renales y enfermedades metabólicas, así como
otras condiciones (por ejemplo, embarazo, cirugía ortopédica) que requieren una atención
especial en el desarrollo de los programas de ejercicio físico y permiten la identificación de una
forma rápida de los principales síntomas de las cardiopatías y de posibles problemas musculares
o esqueléticos que deberán ser evaluados antes de comenzar un programa de ejercicio físico.

En el caso de aquellos individuos que deseen participar en un programa de actividad física


supervisado por un profesional, será el profesional del ejercicio el que deberá facilitar el
cuestionario para que el participante lo cumplimente antes de comenzar un programa de
ejercicio.

Encuestas autocumplimentadas

Las encuestas autocumplimentadas son otro tipo de herramienta que se puede incorporar
al proceso de detección sanitaria previo al ejercicio, un ejemplo son las siguientes:

a. Información del historial médico.


b. Información facilitada en los procedimientos de inscripción en centros donde
se desarrollen programas de ejercicio para la salud/condición física.

Si a un participante, tras completar este tipo de formularios, debido a los resultados obtenidos,
se le ha recomendado una autorización médica, deberá consultar a su médico y obtener dicha
autorización antes de participar en un programa de ejercicio/actividad física.

28
Evaluación de salud previa y clasificación de riesgo de ECV
Este proceso implica la evaluación clínica y la valoración de la condición física por parte de un
equipo multidisciplinar cualificado compuesto por personal médico y por profesionales de ciencias
de la actividad física y del deporte.

Este proceso consigue mayor detalle sobre factores de riesgo de EC y posibles signos/síntomas e
identifica un amplio abanico de enfermedades/afecciones crónicas que necesitan especial atención
antes de la participación en un programa de ejercicio.

Este proceso está compuesto por lo siguiente:

• La revisión de información más detallada sobre los antecedentes personales patológicos y


la estratificación de riesgos específicos.
• Recomendaciones detalladas para la actividad física/ejercicio.
• Exploración médica o prueba de esfuerzo y supervisión médica.

Además, al comienzo de este proceso es recomendable incluir también uno de los cuestionarios
autogestionados expuestos anteriormente.

Estratificación de riesgos
Las recomendaciones para el reconocimiento médico, la prueba de esfuerzo, el ejercicio/actividad
física y la supervisión médica se basan en el proceso de estratificación de riesgo, que clasifica a
los participantes en riesgo bajo, moderado, alto o muy alto.

Clasificación y evaluación del riesgo

El ACSM expone la clasificación de riesgo basada, en parte, en la identificación de la presencia


o ausencia de los factores de riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV) para identificar a
aquellas personas que deben someterse a una exploración médica y a una prueba de esfuerzo
antes de comenzar un programa de ejercicio físico.

El proceso de clasificación se basa en la identificación de los siguientes factores de riesgo:

• Enfermedades cardiovasculares, pulmonares o metabólicas.


• Signos y síntomas de enfermedad.
• Antecedentes conocidos de alguna enfermedad.

Factores de riesgo de enfermedad arterial coronaria

La evaluación de factores de riesgo de ECV proporciona a los profesionales de la salud y del


ejercicio físico información importante para el adecuado desarrollo de un programa de ejercicio.

La clasificación de riesgo del ACSM ha sido recientemente actualizada e incluye factores como
la edad, la prediabetes y la exposición ambiental al humo del tabaco.

29
FACTORES DE RIESGO DE ENFERMEDAD CARDIOVASCULAR (ACSM/AHA)

FACTORES DE RIESGO CRITERIOS EXPLÍCITOS


POSITIVOS

Edad Hombres ≥45 años Mujeres ≥55 años

Antecedentes familiares Infarto de miocardio, revascularización coronaria o muerte súbita <55


años del padre u otros parientes varones de primer grado, o <65 años
de la madre u otras parientes de primer grado.

Tabaquismo Fumador activo o que ha dejado de fumar en los últimos seis meses,
o exposición a humo de tabaco ambiental.

Estilo de vida sedentario Menos de 30 minutos de actividad física de intensidad moderada.

40-60 % VO2 máx. (al menos tres días por semana).

Obesidad IMC ≥30 kg/m2 o circunferencia de la cintura hombres >102 cm y


mujeres >88 cm.

Hipertensión PAS ≥140 y/o PAD ≥90 (confirmada en al menos dos mediciones).

Dislipemia Colesterol total ≥200 mg/dL o LDL ≥130mg/dL o HDL<40 mg/dL.

Prediabetes Glucosa en ayunas ≥100 mg/dL, pero <126 mg/dL.

Glucosa oral (2 horas) ≥140 mg/dL, pero <200 mg/dL.

* Si HDL ≥60 mg/dL, se resta un factor de riesgo.


Tabla 3. Factores de riesgo de enfermedad cardiovascular. Fuente: ACSM, American College of Sports Medicine.

30
Estratificación de riesgos (II)
Modelo de estratificación de riesgo

Una vez comprendida la clasificación de factores de riesgo, a continuación, se expone el modelo


de la estratificación de riesgo a través del cual podemos clasificar el nivel de riesgo de enfermedad
cardiovascular que tiene una persona antes de la participación en un programa de ejercicio:

Figura 2. Gráfica para la estratificación de riesgo de enfermedad previa a la prescripción de ejercicio.

* Enfermedad cardiovascular: cardiopatía, arteriopatía periférica o enfermedad cerebrovascular. Enfermedad pulmonar:


EPOC, asma, enfermedad pulmonar intersticial o fibrosis quística. Enfermedad metabólica: diabetes tipo I y II, trastornos
tiroideos, nefropatías y hepatopatías.

** Prediabetes: si se desconoce →asumir que no si no hay factores de riesgo por edad u obesidad. Hay que considerar
que sí en presencia de obesidad.

Recomendaciones para el examen médico y prueba de esfuerzo en función de la


clasificación del riesgo

Una vez clasificado el nivel de riesgo, se deberá establecer la realización o no de un examen


médico junto con una prueba de esfuerzo previos al comienzo del programa de ejercicio en
relación con la incorporación de la persona a un programa de ejercicio físico de intensidad
moderada o intensidad vigorosa.

31
Evaluación de la necesidad de examen médico y prueba de esfuerzo en función del
riesgo

Figura 3. Ilustración de la necesidad de evaluación médica según la clasificación de riesgo y la intensidad de ejercicio.

Leyenda

I. Mod. (ejercicio de intensidad moderada): 40-60 % VO2 reserva o FC reserva; 3-5,9 MET;
«intensidad apropiada para la capacidad individual, que se pueda mantener cómodamente
durante un periodo de tiempo prolongado» (45 min aprox.).

I. Vig. (ejercicio de intensidad vigorosa): >60 % VO2 reserva o FC reserva; > 6 MET;
«ejercicio de suficiente intensidad como para plantear un reto cardiorrespiratorio sustancial».

Necesario: refleja la noción de que sin una exploración médica previa o la realización de una
prueba de esfuerzo supervisada médicamente la realización del ejercicio no sería segura.

Prueba de esfuerzo previa a la participación en un programa de ejercicio físico


El riesgo de un evento relacionado con el ejercicio como la muerte súbita cardiaca o infarto agudo
de miocardio es mayor en aquellas personas que realizan actividad física y no acondicionadas y
es mayor durante intensidades vigorosas.

Sin embargo, el riesgo de enfermedad cardiovascular en actividades de intensidad leve a


moderada es similar al que se tiene en estado de reposo. En consecuencia, los individuos
físicamente desentrenados que inicien un programa de actividad física deben comenzar con los
niveles de intensidad de ejercicio de ligera a moderada y el progreso debe ser gradual a medida
que su estado físico mejora. En la mayoría de los estudios científicos de ejercicio relacionado con
eventos de enfermedad cardiovascular es definido como una actividad que requiere de 3 a 6 MET,
pero la intensidad de cualquier actividad específica varía en función del estado físico y la edad del
sujeto.

Examen médico y prueba de esfuerzo previos a la participación en un programa de


ejercicio físico

Aunque una evaluación médica general previa a la programación del ejercicio es deseable para
todo el mundo, no todas las personas deben someterse a ella. Se ha demostrado que una
evaluación médica previa a la programación del ejercicio en una población supuestamente sana
no reduce los riesgos médicos asociados con el ejercicio.

32
Por estos motivos, se han establecido las directrices o recomendaciones que determinan quién
debe realizarse una evaluación médica previa a la participación en un programa de ejercicio.

Prueba de esfuerzo (electrocardiograma de esfuerzo)

Esta prueba se realiza mientras se hace ejercicio, generalmente sobre una cinta ergométrica o
sobre un cicloergómetro. El electrocardiograma (ECG) se controla a medida que se va
progresando desde un ejercicio de baja intensidad hasta un ejercicio de intensidad máxima.

El ECG de esfuerzo es una parte extremadamente importante de la evaluación médica previa, ya


que un pequeño pero significativo porcentaje de la población adulta tiene irregularidades en los
ECG tomados durante o a continuación del ejercicio, incluso teniendo ECG normales en reposo.

Estas anormalidades frecuentemente señalan la presencia de enfermedades en las arterias


coronarias.

Aunque las pruebas de esfuerzo se justifican también en los siguientes casos:

• Cuando el profesional de la salud o del ejercicio consideren la posible existencia de riesgo


de enfermedad cardiovascular.
• Cuando el participante tenga alguna preocupación antes de comenzar un programa de
ejercicio de cualquier intensidad y aunque no tenga pruebas que indiquen la presencia de
algún factor de riesgo.
• Si se requiere información adicional para diseñar un programa de entrenamiento.

Objetivos de la prueba de esfuerzo:

• Descartar patologías y ver respuesta ECG ante el ejercicio.


• Determinar la condición física de base.
• Prescribir intensidades de entrenamiento.
• Detectar la presencia de isquemia.
• Realizar un seguimiento del progreso en el proceso de rehabilitación.

33
1.5.5. Algunas consideraciones

Contraindicaciones absolutas para el ejercicio

• Un cambio significativo reciente en el electrocardiograma en reposo (ECG), lo que sugiere


isquemia significativa, infarto de miocardio reciente (dentro de dos días) u otro evento
cardiaco agudo.
• Angina inestable.
• Arritmias cardiacas incontroladas que causan síntomas o compromiso hemodinámico.
• Estenosis aórtica severa sintomática.
• Insuficiencia cardiaca sintomática no controlada.
• Embolia pulmonar aguda o infarto pulmonar.
• Miocarditis aguda o pericarditis.
• Se sospecha o se sabe de aneurisma disecante.
• Infección sistémica aguda, acompañada de fiebre, dolores en el cuerpo o inflamación de
ganglios linfáticos.

Relativas

• Estenosis de la arteria coronaria.


• Enfermedad cardiaca valvular estenótica moderada.
• Anomalías electrolíticas (por ejemplo, hipopotasemia o hipomagnesemia).
• Hipertensión arterial severa (es decir, la presión arterial sistólica (PAS) de > 200 mmHg o
una presión arterial diastólica (PAD) de > 110 mmHg) en reposo.
• Taquiarritmia y bradiarritmias.
• Miocardiopatía hipertrófica y otras formas de obstrucción del tracto de salida.
• Trastornos neuromotores, musculoesqueléticos o trastornos reumatoides que se
exacerban por el ejercicio.
• Bloqueo auriculoventricular de alto grado.
• Aneurisma ventricular.
• Enfermedad metabólica no controlada (por ejemplo, diabetes, hipertiroidismo...).
• Enfermedad infecciosa crónica (por ejemplo, VIH).
• Enfermedad mental o física que conduce a la incapacidad para ejercer adecuadamente la
prueba de ejercicio.

34
2. Resumen

La inactividad física es el cuarto factor de riesgo de mortalidad más importante en todo el mundo
e influye considerablemente en la prevalencia de enfermedades crónicas y en la salud general de
la población mundial.

Por este motivo, un estilo de vida activo y la práctica de ejercicio físico son considerados de gran
importancia en la reducción del impacto del sedentarismo y de las patologías asociadas; aumenta
el nivel de salud y el bienestar de la población.

El ejercicio físico se considera una de las principales estrategias en el manejo de las enfermedades
crónicas. Se ha demostrado que los beneficios del ejercicio sobre la mortalidad son similares a
algunas intervenciones farmacológicas para la prevención secundaria de enfermedad coronaria,
la rehabilitación del ictus, el tratamiento para la insuficiencia cardiaca y la prevención de la
diabetes. Por otro lado, los grandes beneficios del ejercicio sobre otro tipo de enfermedades no
mortales (dolor de espalda y la osteoartritis) son sustanciales.

Estas enfermedades, por norma general, reducen el nivel de actividad física de la persona, lo que
induce efectos adversos en la capacidad funcional. Por ello, un incremento en los niveles de
actividad física puede ayudar a prevenir el empeoramiento de los síntomas y los efectos negativos
sobre su calidad de vida (CDV).

A través de la evaluación del estado de salud previo a la participación en un programa de ejercicio


se conocerá el estado actual de salud y se podrán detectar los factores de riesgo para las posibles
enfermedades de naturaleza cardiovascular, pulmonar o metabólica, y de este modo asegurar
que la persona pueda formar parte de un programa de ejercicio y realizar actividad física de un
modo seguro con el fin de mejorar su salud.

35
3. Mapa conceptual

36
4. Recursos bibliográficos

Bibliografía básica

Ekelund, U., Steene-Johannessen, J., Brown, W. J., Fagerland, M. W., Owen, N., Powell, K. E.
y Lancet Sedentary Behaviour Working, G. (2016). Does physical activity attenuate, or even
eliminate, the detrimental association of sitting time with mortality? A harmonised meta-
analysis of data from more than 1 million men and women. The Lancet, 388(10051), 1302-
1310.

Forouzanfar, M. H., Alexander, L., Anderson, H. R., Bachman, V. F., Biryukov, S., Brauer, M. y

Cohen, A. (2016). Global, regional, and national comparative risk assessment of 79


behavioural, environmental and occupational, and metabolic risks or clusters of risks in 188
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Otros recursos

Imágenes

Recuperadas de http://www.freedigitalphotos.net

Vídeos

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Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=_WH2xgJ3Gxg

38
Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte

Actividad Física en la Enfermedad

Unidad didáctica 2. Actividad física y enfermedad cardiovascular


UD 2. Actividad física y enfermedad cardiovascular .............................................................4

1. Desarrollo del contenido ..............................................................................................5

1.1. Hipertensión arterial y ejercicio físico .......................................................................5

1.1.1. Conceptos y características generales .................................................................5

Conceptos y características generales (II) ....................................................................6

Conceptos y características generales (III) ...................................................................7

1.1.2. Efectos del ejercicio físico sobre la presión arterial ................................................8

Efecto agudo del ejercicio sobre la presión arterial (ajuste fisiológico) ............................9

Efecto crónico del ejercicio sobre la presión arterial (adaptación) ................................. 11

Respuestas anómalas de la presión arterial en el ejercicio físico .................................. 11

1.1.3. Prescripción del ejercicio en personas con hipertensión........................................ 12

Recomendaciones de ejercicio físico en personas con HTA .......................................... 13

1.2. Ejercicio físico y cardiopatía isquémica. Conceptos generales ..................................... 15

Ejercicio físico y cardiopatía isquémica. Conceptos generales (II) ..................................... 16

1.3. Prescripción de ejercicio físico en enfermedades cardiovasculares, insuficiencia cardiaca y


trasplante de corazón................................................................................................. 18

1.3.1. Seguridad en los programas de rehabilitación cardiaca ........................................ 19

Indicaciones y contraindicaciones en los programas de rehabilitación cardiaca ............... 20

Clasificación del paciente ....................................................................................... 21

Clasificación del paciente (II) ................................................................................. 22

Clasificación del paciente (III) ................................................................................ 22

1.3.2. Directrices generales de la prescripción de ejercicio en pacientes con ECV .............. 23

Fase I ................................................................................................................. 24

Fase II ................................................................................................................ 24

Fase III ............................................................................................................... 26

Entrenamiento de fuerza ....................................................................................... 28

Entrenamiento de fuerza (II) .................................................................................. 30

Ejemplos de progresión de ejercicio en un programa de ejercicios para pacientes con ECV


......................................................................................................................... 30

Consideraciones especiales de los programas de ejercicio físico en pacientes con ECV .... 32

Recomendaciones de seguridad durante la realización de la sesión de ejercicio físico en


personas con ECV ................................................................................................. 33

2
1.3.3. Prescripción del ejercicio en pacientes con insuficiencia cardiaca ........................... 33

1.3.4. Trasplante cardiaco ........................................................................................ 34

2. Resumen ................................................................................................................ 35

3. Mapa conceptual ...................................................................................................... 36

4. Recursos bibliográficos .............................................................................................. 37

3
UD 2. Actividad física y enfermedad cardiovascular

El ejercicio físico se ha convertido en uno de los pilares fundamentales para el tratamiento de la


hipertensión y de la gran mayoría de las enfermedades cardiovasculares. Gracias a la evidencia
científica actual, se sabe que el tratamiento farmacológico por sí solo no es suficiente.

En esta unidad didáctica se desarrollarán los conceptos básicos relacionados con la hipertensión
arterial, las causas y las características de la producción del infarto de miocardio, así como las
directrices generales para la prescripción de programas de ejercicio físico en personas con
enfermedad cardiovascular (ECV).

En primer lugar, se expondrán de manera detallada los efectos del ejercicio físico sobre la presión
arterial, y se detallarán las generalidades y las indicaciones específicas que deben regir un
programa de ejercicio físico adecuado para esta población. En segundo lugar, se estudiarán los
conceptos generales en relación con la cardiopatía isquémica y se abordarán las características
generales de los programas de rehabilitación cardiaca, además de los aspectos que se han de
tener en cuenta para la prescripción de ejercicio físico en pacientes con enfermedad
cardiovascular. Finalmente, se abordarán los contenidos de seguridad y las contraindicaciones
generales que se deben tener en cuenta en los programas de ejercicio físico para la rehabilitación
cardiaca.

4
1. Desarrollo del contenido

1.1. Hipertensión arterial y ejercicio físico

1.1.1. Conceptos y características generales

Según la Organización Mundial de la Salud (2013), el 50 % de las personas mayores de 60 años


sufren de esta enfermedad. Además, la hipertensión arterial causa alrededor de un 45 % del
total de las muertes por cardiopatías y un 51 % de las muertes por accidente
cerebrovascular.

El crecimiento de la prevalencia de hipertensión en la población se atribuye al crecimiento


demográfico, al envejecimiento y a los diferentes factores de riesgo comportamentales, los cuales
se han estudiado en la Unidad didáctica 1.

5
Presión arterial

La presión arterial es un parámetro cardiovascular que refleja las variaciones del gasto cardiaco,
la frecuencia cardiaca, las resistencias vasculares periféricas y la volemia.

Su valoración nos facilita el conocimiento acerca de cómo funciona el corazón y de la resistencia


que ejerce el árbol vascular periférico. Cualquier trastorno que dilate o contraiga los vasos
sanguíneos, afecte a su elasticidad o cualquier enfermedad cardiaca que interfiera con la función
de bombeo del corazón afectarán a la presión arterial.

La presión arterial normal en un adulto se define como una presión arterial sistólica (PAS) de
120 mmHg y una presión arterial diastólica (PAD) de 80 mmHg. Sin embargo, los beneficios
cardiovasculares de la presión arterial normal se dan incluso por debajo de estos niveles (por
ejemplo, una presión de 105/60 mmHg).

Hipertensión arterial

La hipertensión arterial (HTA) es una enfermedad en la cual la presión en los vasos sanguíneos
es continuamente alta.

La hipertensión arterial se define como una PAS igual o superior a 140 mmHg y una PAD igual
o superior a 90 mmHg.

Las consecuencias negativas de la hipertensión sobre la salud son complejas, debido a que los
individuos con hipertensión suelen tener, además, otros factores de riesgo que aumentan la
probabilidad de infarto de miocardio, accidente cerebrovascular e insuficiencia renal.

Cuanto más alta es la presión arterial, más tiene que trabajar el corazón para bombear la sangre.
Si no se controla, la hipertensión puede provocar infarto de miocardio, hipertrofia ventricular y,
finalmente, insuficiencia cardiaca. Además, la presión en los vasos sanguíneos puede causar
accidentes cerebrovasculares, insuficiencia renal, ceguera, rotura de los vasos y deterioro
cognitivo.

Conceptos y características generales (II)

Clasificación de la presión arterial en adultos

Categoría PAS (mmHg) PAD (mmHg)

Óptima <120 y <80

Normal 120-129 y/o 80-84

Normal alta 130-139 y/o 85-89

Hipertensión de grado 1 (leve) 140-159 y/o 90-99

Hipertensión de grado 2 (moderada) 160-179 y/o 100-109

6
Hipertensión de grado 3 (grave) ≥180 y/o ≥110

Hipertensión sistólica aislada ≥140 y <90

Tabla 1. Clasificación de la presión arterial en adultos según las guías de la European Society of Hypertension (ESH) y
la European Society of Cardiology (ESC). Fuente: Mancia et al., 2013.

Actualidad de los valores de referencia

Recientemente, la Asociación Americana del Corazón (AHA) y el Colegio Americano de Cardiología


(ACC) han modificado los valores de presión arterial para el diagnóstico de hipertensión arterial.

En las nuevas guías, con la actualización de los valores, se establecen para el diagnóstico de HTA
cifras que superen los 130 mmHg de presión sistólica o que igualen o superen los 80 mmHg de
presión diastólica.

Otra de las modificaciones es la eliminación de la categoría prehipertensión que anteriormente se


diagnosticaba con valores de 120-139 mmHg de PAS o con 80-89 mmHg de PAD. Así, las nuevas
categorías para la lectura de la presión arterial son las siguientes:

• Tensión arterial (PA) normal: PAS <120 mmHg y PAD <80 mmHg.
• Tensión arterial elevada PAS >120-129 mmHg y PAD <80 mmHg.
• Hipertensión estadio 1: PAS 130-139 mmHg o PAD 80-89 mmHg.
• Hipertensión estadio 2: PAS ≥140 mmHg o PAD ≥90 mmHg.

La actualización de estos valores es actualmente un tema en debate; hasta que se llegue a un


consenso, en España se continúan utilizando los valores de hipertensión antiguos para el
diagnóstico clínico.

Conceptos y características generales (III)

Factores de riesgo comportamentales

Existen numerosos factores comportamentales que contribuyen a la aparición de hipertensión.


Entre los principales, se encuentran los siguientes:

• Consumo de alimentos con alto contenido en sal y grasa, precocinados…, además de un


consumo insuficiente de frutas y verduras.
• Sedentarismo e inactividad física.
• Consumo de alcohol.
• Estrés.

Cambios en el estilo de vida que reducen la PA

• Evitar el estrés emocional y ambiental.


• Reducción de peso y mantenimiento del peso ideal.
• Restricción moderada de sal.
• Limitar la ingesta de alcohol.
• Aumento del consumo de frutas y verduras.
• Reducción del consumo de grasa total y saturada.

7
• No consumir determinadas sustancias como esteroides anabolizantes, anticonceptivos
orales, algunos antiinflamatorios no esteroideos o algunos descongestionantes nasales.
• Realizar ejercicio físico regular de intensidad moderada.

Cambios en el estilo de vida que reducen el riesgo de enfermedad cardiovascular

• Abandono del tabaco.


• Dieta baja en grasas e inclusive dieta hipocalórica.
• Aumento del consumo de frutas y verduras.
• Realizar ejercicio físico regular de intensidad moderada.

Síntomas

Una de las grandes características de la hipertensión es que habitualmente no causa ningún


síntoma. Este es el caso de la mayoría de las personas con niveles moderados de hipertensión,
aunque en fases más avanzadas pueden aparecer dolores de cabeza, mareos, palpitaciones, fatiga
o sangrados por la nariz.

1.1.2. Efectos del ejercicio físico sobre la presión arterial

Existe suficiente evidencia científica acerca del efecto beneficioso del ejercicio físico sobre la
mejora de los valores de presión arterial en personas con hipertensión (Ghadieh y Saab, 2015).
Algunos estudios científicos han demostrado que el ejercicio físico aeróbico puede reducir en torno
a 5-10 mmHg la PAS y 4-8 mmHg la PAD, y el entrenamiento de fuerza, en torno a 2 mmHg y
3 mmHg respectivamente (Pescatello et al., 2004).

Se ha demostrado que incluso la práctica de ejercicio físico aeróbico ligero puede producir una
disminución de la PA. De este modo, el ACSM (2014) establece que los beneficios para la salud
del ejercicio físico, acompañados con el bajo riesgo que supone tanto en morbilidad como en
mortalidad, hacen que la recomendación de su práctica sea una parte fundamental del
tratamiento en pacientes con HTA leve o moderada.

Un dato importante es que una reducción de la PA de 2 mmHg en la PAS y la PAD disminuye


el riesgo de infarto de miocardio en torno a un 14-17 % y el riesgo de enfermedad arterial
coronaria en un 9-6 %, por lo que el aumento de la actividad física como medida de intervención
primaria tiene una gran importancia para la prevención y la estrategia de tratamiento en los
pacientes con prehipertensión e HTA de grado 1 y de grado 2 (ACSM, 2014).

8
Efecto agudo del ejercicio sobre la presión arterial (ajuste fisiológico)

Sabías que:

Un fuerte predictor de desarrollo de hipertensión es el aumento de la PAS de más de


7 a 10 mmHg por cada MET, o el descenso de la PAD de más de 15 mmHg durante el
ejercicio físico aeróbico. Los pacientes con esta característica tienen una mayor tasa de
eventos cardiovasculares fatales.

El efecto agudo del ejercicio físico produce una respuesta de los mecanismos neurohormonales e
hidrostáticos. Las presiones arteriales sistólica y diastólica tienen diferentes respuestas y
varían en función de las contracciones realizadas, es diferente el efecto de un ejercicio de
resistencia respecto al ejercicio de fuerza.

Respuesta de la PA al ejercicio físico aeróbico

Nota

Si se detecta un aumento significativo (PAD >115 mmHg) en respuesta a un ejercicio


aeróbico, este cambio se considera una respuesta no fisiológica. Esta respuesta es una de
las indicaciones absolutas para la detención de una prueba de esfuerzo o de la realización de
ejercicio.

Durante el ejercicio físico aeróbico, se aumentan el volumen sistólico y la frecuencia cardiaca.


De este modo, la PAS aumenta debido al aumento del gasto cardiaco, mientras que la PAD
apenas tiene variación o incluso disminuye como resultado de la disminución en la resistencia
vascular periférica, facilitando la perfusión de los grupos de músculos grandes.

Durante el ejercicio físico aeróbico, el cual implica grandes grupos musculares, la PAS aumenta
de manera proporcional a la intensidad del ejercicio y puede alcanzar valores de más de
200 mmHg durante el ejercicio (Chicharro y Mojares, 2008).

9
Nota

Debido a que la presión arterial puede disminuir a valores inferiores a los de reposo, se
recomienda no detener de manera inmediata el ejercicio, ya que en personas hipotensas esto
puede producir un efecto de secuestro sanguíneo hacia los músculos activos por
vasodilatación, provocando una reacción hipotensa que podrá producir malestar, vértigos o
lipotimias.

Durante los ejercicios aeróbicos de intensidad constante, la presión arterial se modifica en función
de lo siguiente:

• La intensidad.
• El nivel de entrenamiento.
• Las características individuales.

Si la intensidad del ejercicio se mantiene constante, se producirá una estabilización de la presión


arterial. Al finalizar el ejercicio, se producirá un descenso rápido de la presión arterial como
consecuencia del descenso del gasto cardiaco, de la vasodilatación y del retorno venoso
(Chicharro y Mojares, 2008).

Efecto posejercicio: tras el ejercicio físico aeróbico, la PA se recupera de manera rápida, al igual
que el gasto cardiaco y la frecuencia cardiaca, incluso puede llegar a valores inferiores a los de
reposo (respuesta hipotensiva del ejercicio) que pueden durar hasta 22 horas.

Respuesta de la PA a los ejercicios de fuerza

El ejercicio físico de fuerza aumenta tanto la PAS como la PAD debido a que, durante la contracción
muscular, la presión arterial se eleva para superar la resistencia a la perfusión del músculo
causada por la elevada presión intramuscular.

Una inadecuada realización de ejercicio físico de fuerza puede causar aumentos en la PAS y la
PAD de hasta 320 mmHg y 250 mmHg, respectivamente, durante una sola repetición con carga
máxima. La magnitud de la respuesta de la presión arterial depende de la fuerza generada y de
la cantidad de masa muscular activada (Chicharro y Mojares, 2008).

Trabajo muscular de miembros superiores

Otro aspecto importante que recordar en la presente unidad didáctica es que tanto el porcentaje
de VO2 máx. como la frecuencia cardiaca y las presiones arteriales sistólica y diastólica se elevan
más cuando se trabaja con miembros superiores que con miembros inferiores. Esto se debe al
menor tamaño de los grupos musculares y de los vasos de los miembros superiores respecto a
los inferiores, así como a su localización, lo cual provoca una mayor resistencia al flujo de sangre
y, por lo tanto, un aumento de la presión arterial para poder superar dicha resistencia.

Será importante tener estas consideraciones en cuenta a la hora de realizar la prescripción del
ejercicio en personas con alguna patología cardiovascular.

10
Efecto crónico del ejercicio sobre la presión arterial (adaptación)

Ejercicio físico aeróbico

De manera general, el entrenamiento de resistencia aeróbico, siempre y cuando no esté


contraindicado, ha demostrado reducir los valores de PA en reposo en personas con HTA y está
prácticamente exento de efectos secundarios adversos (ACSM, 2014). Además, se han
demostrado valores más bajos de PA ante factores estresantes en la vida diaria gracias al
entrenamiento de ejercicio aeróbico.

Entrenamiento de fuerza

La realización de ejercicios de fuerza dinámicos, realizados de manera correcta y segura,


contribuye a la disminución de los valores de la presión arterial tanto sistólica como diastólica.
Sin embargo, hasta la fecha no hay suficiente evidencia científica acerca de la seguridad en la
realización de ejercicios de fuerza isométricos, por lo que estos últimos no están recomendados
(Del Valle et al., 2015).

Respuestas anómalas de la presión arterial en el ejercicio físico

Sabías que:

Hoy en día, gracias al avance en las tecnologías, existen aplicaciones de salud que pueden
ser muy beneficiosas tanto para el control de numerosas variables sanitarias por parte de los
profesionales como para lograr una mayor adherencia a un programa de salud por parte de
los pacientes o tener un mayor acceso a la información relacionada con su enfermedad,
aunque no se debe olvidar que la mayoría de ellas no están validadas y pueden dar
información poco sensible debido a los sensores y las técnicas utilizados por los terminales.
Te invito a realizar una búsqueda en tu móvil de las diferentes aplicaciones existentes que
registren datos cardiovasculares, realicen la estratificación de riesgo de ECV estudiada en la
Unidad didáctica 1 o den información en relación con el ejercicio físico y la enfermedad
cardiovascular.

Hipertensión sistólica: como norma general, valores superiores a 230 mmHg en la PAS deben
ser controlados para descartar una respuesta hipertensa al ejercicio. Debido a la gran variedad
de respuesta en función de la intensidad y del nivel de entrenamiento de la persona, será
importante la interpretación en función de las características individuales: la edad, la capacidad
funcional del individuo, la intensidad realizada, el consumo de oxígeno, etcétera.

11
Play

Presta atención al siguiente vídeo, donde el doctor Vivencio Barrios Alonso expone en su
conferencia algunos datos acerca de la respuesta de la presión arterial al ejercicio: Ejercicio
físico e hipertensión.

Hipertensión diastólica: como norma general, un aumento significativo de la PAD durante el


ejercicio dinámico será considerado como una respuesta hipertensa al ejercicio. Un aumento
superior a 115 mmHg en la PAD es una indicación absoluta para detener el ejercicio.

Hipotensión sistólica: una respuesta hipotensiva sistólica durante el esfuerzo indica una
alteración grave en la contractilidad del ventrículo izquierdo, es decir, detecta el mal
funcionamiento del corazón como bomba (por ejemplo, insuficiencia cardiaca avanzada). Si el
ejercicio de alta intensidad finaliza de manera brusca, puede producirse un descenso también
brusco de la PAS.

Hipotensión diastólica: la PAD puede disminuir de manera significativa tras ejercicios


extenuantes. Hasta cierto límite se considera una respuesta fisiológica.

Presión arterial inalterable: como se ha mencionado anteriormente, es habitual que la PAD no


se modifique durante el ejercicio; sin embargo, en caso de que la PAS no se modifique, puede
indicar una situación patológica.

1.1.3. Prescripción del ejercicio en personas con hipertensión

Consideraciones importantes de la prescripción de ejercicio

• El ejercicio aeróbico se recomienda como tratamiento inicial en pacientes con


hipertensión de grado 1, sin otros factores de riesgo coronario y sin evidencia de
enfermedad cardiovascular (ECV), así como en pacientes con otros factores de riesgo,
pero no diabetes.
• En pacientes con diabetes, enfermedades cardiovasculares o hipertensión de grado 2 o
3, el tratamiento farmacológico debe iniciarse antes de comenzar un programa de ejercicio
físico.
• Se recomienda la realización de un examen médico completo previamente a la
participación en un programa de ejercicio físico en el que se incluya una prueba de esfuerzo
clínica, si no existe contraindicación para su realización, a todas aquellas personas con
hipertensión arterial, independientemente del grado y el tratamiento.

12
Recomendaciones de ejercicio físico en personas con HTA
Ejercicio físico aeróbico

Tipo: principalmente, ejercicios de resistencia aeróbica

Se recomienda la realización de ejercicios de componente aeróbico, como pueden ser caminar,


correr, montar en bici, nadar, etc.; aunque la recomendación general es realizar cualquier
actividad que implique grandes grupos musculares, que pueda ser mantenida de manera
continua, sea rítmica y de naturaleza aeróbica. Es muy importante tener en cuenta las
preferencias de cada individuo, lo cual maximizará la adherencia del paciente al programa de
ejercicio a largo plazo.

Frecuencia: cuanto más, mejor; preferiblemente todos los días de la semana

Se ha demostrado que el entrenamiento de 3-5 días por semana reduce la PA en reposo. Aunque
algunos estudios han estipulado que incluso 7 días de sesiones pueden ser más efectivos, no
existe consenso a este respecto. Sin embargo, debido a que una sola sesión de ejercicio puede
reducir la presión arterial hasta varias horas después de esta, se considera que lo recomendable
es hacer ejercicio físico a diario para conseguir estos beneficios.

Intensidad: moderada (40-70 % del VO2 máx.)

Se ha demostrado que las intensidades moderadas son las más adecuadas para la reducción de
los valores de PA. Una intensidad del 40-70 % del VO2 máx. (3-6 MET) es la más recomendada
para maximizar los beneficios y minimizar los riesgos. Esta intensidad se corresponde con
aproximadamente los valores de 12-13 en la escala de esfuerzo percibido de Borg (RPE).

Sabías que:

Aunque la participación en programas de ejercicio físico de intensidad vigorosa puede ser


beneficiosa y apropiada para ciertos individuos con hipertensión, el riesgo de complicaciones
cardiovasculares y ortopédicas es mayor y la adherencia más baja.

Duración: 30 minutos o más

Es recomendable realizar 30 minutos o más de ejercicio continuo o intermitente al día (mínimo


sesiones de 10 minutos de ejercicio intermitente acumulado a lo largo del día hasta alcanzar los
30-60 minutos totales de ejercicio).

Los estudios científicos sugieren que generalmente es mejor realizar ejercicio continuo que
intermitente, con duraciones de 30 a 60 minutos por sesión.

13
Control de la intensidad

Llega más lejos

Pincha en este enlace para acceder a la Guía para la prescripción de ejercicio físico en
pacientes con riesgo cardiovascular elaborada por la Sociedad Española de Hipertensión, la
Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial y las Sociedades Autonómicas de
Hipertensión.

En este tipo de pacientes, la RPE o EEP es un método muy adecuado, debido a que la respuesta
hemodinámica del ejercicio puede verse afectada por los medicamentos antihipertensivos, los
betabloqueantes, etcétera.

Entrenamiento de fuerza

El entrenamiento de fuerza es también un componente importante de un programa de ejercicio


bien estructurado.

Aunque los datos sugieren que el entrenamiento de fuerza tiene un efecto favorable sobre los
valores de la PA en reposo, los beneficios de la reducción de la presión arterial son menores que
en los ejercicios de resistencia aeróbica.

En general, la evidencia sugiere que los ejercicios de fuerza dinámicos pueden disminuir la presión
arterial de manera modesta, sobre todo en personas con grado 1 de hipertensión sin evidencia
de daño, eventos cardiovasculares durante el ejercicio o empeoramiento de la PA.

La recomendación general es que el entrenamiento de fuerza no se realice de modo aislado, sino


que sea un complemento al ejercicio físico aeróbico en el programa de ejercicio.

Además, se recomienda que su inicio se realice cuando existe cierto grado de entrenamiento
aeróbico previo.

De forma general, los ejercicios recomendados son aquellos ejercicios de fuerza dinámicos, como
levantamiento de pesas o circuito de máquinas, realizando 2-3 sesiones a la semana con una
carga del 30-40 % de 1RM para los ejercicios del tren superior y del 50/60 % de 1RM para
los ejercicios del tren inferior. Se aconseja realizar 3 series de 10-15 repeticiones.

Indicaciones del entrenamiento de fuerza

Nota

La maniobra de Valsalva debe evitarse durante la realización de ejercicio, ya que produce


elevación de la presión arterial. Enseñar al paciente a respirar durante el esfuerzo es muy
importante para una práctica correcta y sin complicaciones.

14
• Evitar la maniobra de Valsalva.
• Si durante el entrenamiento de fuerza aumenta la PAD más de 20 mmHg sobre la PAD de
reposo o esta se eleva por encima 120 mmHg, el programa de entrenamiento debe ser
revisado.
• El entrenamiento de fuerza dinámica tiene las mismas contraindicaciones que el ejercicio
aeróbico. Los pacientes con hipertensión de grado 2 deben ser tratados
farmacológicamente antes de comenzar el entrenamiento.

1.2. Ejercicio físico y cardiopatía isquémica. Conceptos generales

La cardiopatía isquémica es la enfermedad más común del corazón ocasionada por la


arterioesclerosis de las arterias coronarias.

La arterioesclerosis coronaria es un proceso lento de formación de colágeno y acumulación de


lípidos (grasas) y células inflamatorias (linfocitos). Estos tres procesos provocan el
estrechamiento (estenosis) de las arterias coronarias (Fundación Española del Corazón).

El proceso tiene su origen en las primeras décadas de la vida, pero es asintomática hasta que el
estrechamiento (estenosis) de la arteria coronaria es muy grave y se comienza a producir un
desequilibrio entre el aporte de oxígeno al miocardio y sus necesidades.

Figura 1. Comparación arterial normal y arteria con estrechamiento por arterioesclerosis.

Cuando esto sucede, se produce una isquemia miocárdica (angina de pecho estable) o una
oclusión súbita por trombosis de la arteria, lo que provoca una falta de oxigenación del miocardio
que da lugar al síndrome coronario agudo (angina inestable e infarto agudo de
miocardio).

15
Ejercicio físico y cardiopatía isquémica. Conceptos generales (II)

Factores que causan la cardiopatía isquémica

• Edad avanzada.
• Existe mayor prevalencia en hombres que en mujeres.
• Historial familiar de cardiopatía isquémica prematura.
• Altos niveles de colesterol LDL.
• Bajos niveles de colesterol HDL.
• Consumo de tabaco.
• Hipertensión arterial.
• Diabetes mellitus.
• Obesidad.
• Sedentarismo.
• Presencia de otros factores de riesgo.

Tipos de cardiopatía isquémica

1. Infarto agudo de miocardio.


2. Angina de pecho estable.
3. Angina de pecho inestable.

Infarto de miocardio: el infarto de miocardio aparece como consecuencia de la necrosis o


muerte de las células del músculo cardiaco, la cual se produce por una falta de riego sanguíneo
debido a una obstrucción o estenosis en la arteria. Comúnmente, se le llama infarto al infarto
agudo de miocardio (músculo cardiaco), pero puede ocurrir en cualquier órgano.

Figura 2. Necrosis en las células del músculo cardiaco.

Cómo se produce el infarto de miocardio

1. Por un estrechamiento en las arterias coronarias.


2. El oxígeno no llega al miocardio.
3. El miocardio, al no recibir oxígeno, no puede producir energía para moverse.
4. Mueren las células del tejido que no reciben sangre (necrosis).

16
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En este vídeo explicativo podrás observar de manera visual los mecanismos por los que se
produce un infarto de miocardio: Cómo se produce un infarto de miocardio.

Síntomas del infarto de miocardio

En la mayoría de los casos, el infarto de miocardio no presenta todos los síntomas, sino una
combinación variable de los siguientes:

• Dolor (presión) intenso en la zona del centro del tórax que dura más de 15-20 minutos,
que no se modifica con el reposo, al realizar movimientos o con la respiración, y se puede
irradiar hacia otras zonas como la mandíbula, el cuello, la espalda, el brazo izquierdo y,
en algunos casos, el derecho.

Figura 3. Sensación de presión en el pecho como síntoma de infarto de miocardio.

• Se puede asociar a sudor frío y mareo.


• Dolor en la parte alta del abdomen.
• Dificultad para respirar.
• Ganas de vomitar.
• Pérdida de conocimiento.

17
Consecuencias de un infarto agudo de miocardio

Nota

La angina de pecho se desencadena del mismo modo que un infarto, pero en este caso no
existe una oclusión completa de la arteria coronaria por el trombo y no llega a producir muerte
de células cardiacas. Los síntomas aparecen en reposo y son iguales que los del infarto de
miocardio, aunque generalmente con menor dolor e intensidad.

Dependiendo de la cantidad del músculo cardiaco afectada y de la extensión del infarto agudo de
miocardio, las consecuencias pueden ser muy variadas y diferentes:

• El infarto es habitualmente un evento inesperado. Se puede presentar en personas


aparentemente sanas, pero generalmente es más frecuente en personas que tienen
factores de riesgo o en enfermos que ya han padecido otra manifestación de CI.
• La necrosis del territorio que se queda sin riego sanguíneo es un proceso progresivo, el
daño aumenta según pasa el tiempo. Una vez que la zona del músculo cardiaco muere, no
se puede recuperar su función. Sin embargo, el daño se puede interrumpir si el miocardio
vuelve a recibir sangre.
• Actualmente existen procedimientos para poder disminuir las consecuencias de un infarto
de miocardio, por lo que es muy importante que la persona llegue a un centro sanitario
lo antes posible.
• Si el infarto agudo de miocardio es muy extenso, es posible sufrir de por vida insuficiencia
cardiaca y, en algunos casos, congestión pulmonar.
• Si el infarto agudo de miocardio es de pequeña extensión, en muchos casos se podrá
continuar con una vida normal, controlando los factores de riesgo para evitar que suceda
de nuevo.
• Tras sufrir un infarto agudo de miocardio, algunas personas pueden presentar arritmias
ventriculares o bloqueos en el corazón y, en otras ocasiones, puede aparecer angina
inestable que se considera un signo de riesgo muy alto de infarto agudo de miocardio o
muerte súbita.

1.3. Prescripción de ejercicio físico en enfermedades cardiovasculares,


insuficiencia cardiaca y trasplante de corazón

El ejercicio físico es la piedra angular del tratamiento no farmacológico, junto con una dieta
cardiosaludable. El ejercicio supone un factor fundamental en la rehabilitación de los pacientes
con cualquier tipo de cardiopatía, incluidos los que han sufrido infartos. Es necesario que se
cumplan los principios fundamentales de la prescripción del ejercicio y que se adapte la intensidad
para cada caso particular.

Beneficios del ejercicio físico en pacientes con cardiopatía isquémica

• Reducción de la presión arterial.

18
• Reducción de la frecuencia cardiaca (FC) en reposo y en esfuerzos submáximos.
• Incremento del VO2 máx.
• Aumento de la capilaridad, el volumen sistólico y el volumen de sangre circulante
(volemia).
• Aumento del tamaño del corazón.
• Reducción en los valores de triglicéridos.
• Reducción del porcentaje de grasa corporal y aumento de la masa muscular.
• Aumento de la tolerancia a la glucosa.
• Aumento del colesterol HDL.
• Aumento del tiempo de coagulación.

Además, los programas de entrenamiento en estos pacientes se asocian con otro tipo de
beneficios, como son los siguientes:

• Menor frecuencia de trastornos psíquicos posinfarto.


• Facilitan el retorno a las actividades cotidianas.
• Mayor tasa de abandono del tabaquismo.

1.3.1. Seguridad en los programas de rehabilitación cardiaca

La práctica de ejercicio físico es segura y eficaz para la mayoría de los pacientes con enfermedad
cardiaca; sin embargo, todos los pacientes deben ser evaluados y estratificados en función del
riesgo de ocurrencia de un evento cardiovascular durante el entrenamiento.

Evaluación médica previa

De manera general, se deberán conocer previamente los siguientes puntos:

• Estado clínico.
• Categoría de la estratificación del riesgo.
• Capacidad de ejercicio.
• Umbral de isquemia/angina.
• Limitaciones del aparato locomotor.
• Deterioro cognitivo/psicológico que podría dar lugar a la no adherencia o incapacidad para
cumplir con las pautas de ejercicio.

19
Antes de comenzar un programa de ejercicio físico, cualquier individuo con enfermedad
cardiovascular diagnosticada necesitará la valoración de un cardiólogo en la cual se incluyan una
anamnesis completa, los antecedentes personales y familiares del paciente y una analítica de
sangre, para valorar y controlar los factores de riesgo cardiovasculares.

Además, para poder ser incluido en un programa de ejercicio físico aeróbico y fuerza muscular,
es necesaria la realización de una prueba de esfuerzo clínica realizada por un cardiólogo con
control electrocardiográfico (ECG), que evaluará lo siguiente:

• La capacidad funcional.
• La respuesta de la frecuencia cardiaca y la presión arterial.
• La aparición de arritmias e isquemia miocárdica.
• Los parámetros clínicos de intolerancia al ejercicio físico.

Previamente a la prescripción del ejercicio físico, será necesario conocer si la prueba de esfuerzo
se ha realizado con la medicación que toma crónicamente el paciente coronario, así como la
estratificación del riesgo cardiovascular del paciente coronario para presentar diversos eventos
adversos durante la realización del programa de ejercicio físico (bajo, medio, alto), con el objetivo
de prevenirlos. Esta estratificación debe ser realizada por un cardiólogo.

Indicaciones y contraindicaciones en los programas de rehabilitación cardiaca


Indicaciones y contraindicaciones para programas de rehabilitación cardiaca en pacientes
hospitalizados y sin hospitalizar.

Indicaciones

• Clínicamente estable después de un infarto de miocardio (IM).


• Angina de pecho estable.
• Tras cirugía de revascularización coronaria (baipás).
• Angioplastia coronaria transluminal percutánea (ACTP).
• Insuficiencia cardiaca estable causada por cualquier disfunción sistólica o diastólica
(miocardiopatías).
• Trasplante de corazón.
• Cirugía valvular cardiaca.
• Enfermedad vascular periférica.
• En situación de riesgo para cardiopatía isquémica: con diabetes mellitus diagnosticada,
dislipidemia, hipertensión u obesidad.

Contraindicaciones

• Angina inestable.
• Hipertensión no controlada (PAS >180 mmHg y/o PAD >110 mmHg en reposo).
• Caída ortostática de PA de 20 mmHg.
• Estenosis aórtica significativa (área valvular aórtica <1 cm²).
• Arritmia auricular o ventricular no controlada.

20
• Taquicardia sinusal no controlada (>120 lpm).
• Insuficiencia cardiaca descompensada.
• Bloqueo arterioventricular de 3.er grado sin marcapasos.
• Pericarditis o miocarditis activa.
• Embolia reciente.
• Tromboflebitis aguda.
• Enfermedad sistémica aguda o fiebre.
• Diabetes mellitus no controlada.
• Condiciones ortopédicas severas que prohíban el ejercicio.
• Otras condiciones metabólicas, como la tiroiditis aguda, la hipopotasemia, la
hiperpotasemia o la hipovolemia (hasta que sea tratado adecuadamente).

Tabla 2. Indicaciones y contraindicaciones en los programas de rehabilitación cardiaca. Fuente: ACSM, 2014
(adaptación).

Clasificación del paciente


Clasificación de riesgo para pacientes con enfermedad cardiovascular, según la
Asociación Americana de Rehabilitación Cardiovascular y Pulmonar (AACVPR)

Paciente de bajo riesgo Indicaciones

• Pueden realizar ejercicio físico sin


Características: se requiere que todas estén
necesidad de monitorización cardiaca.
presentes.
• Supervisión médica periódica con
Resultados o hallazgos prueba de esfuerzo.
Prueba de esfuerzo:

• Ausencia de arritmias ventriculares


complejas durante la prueba de esfuerzo
y su recuperación.
• Ausencia de angina de pecho u otros
síntomas significativos (por ejemplo,
disnea poco común, percepción de la
cabeza liviana o mareo durante la
prueba ergométrica y su recuperación).
• Presencia de hemodinámicas normales
durante las pruebas de esfuerzo y
recuperación (es decir, elevaciones y
disminuciones adecuadas de la
frecuencia cardiaca y la presión arterial
sistólica conforme se incrementen las
cargas de la potencia ergométrica y
recuperación).
• Capacidad funcional ≥7 equivalentes
metabólicos (MET).

21
No asociados con la prueba de esfuerzo:

• Fracción de eyección en reposo ≥50 %.


• Infarto de miocardio o procedimiento de
revascularización sin complicaciones.
• Ausencia de arritmias ventriculares
peligrosas en reposo.
• Ausencia de fallo cardiaco congestivo.
• Ausencia de signos y síntomas de
circunstancias isquémicas, posterior al
incidente o procedimiento.
• Ausencia de depresión clínica.

Clasificación del paciente (II)

Paciente de riesgo moderado Indicaciones

• Pueden desarrollar complicaciones


Una o cualquier combinación de las siguientes
durante el esfuerzo.
características:
• Deben realizar ejercicio bajo
• Presencia de angina de pecho u otros monitorización electrocardiográfica y de
síntomas significativos (por ejemplo, presión arterial durante un periodo de 6
una inusual falta de aliento, sensación a 12 sesiones hasta que se establezca
de mareo o vértigo que solo se una intensidad de ejercicio idónea para
producen durante altos niveles de su cardiopatía.
esfuerzo [>7 MET]).
• Leve a moderado nivel de isquemia
silenciosa durante la prueba de
esfuerzo o durante la recuperación.
• Capacidad funcional <5 MET.

No asociados con pruebas de esfuerzo


progresivo:

• Fracción de eyección en reposo del


40 % al 49 %.

Clasificación del paciente (III)

Paciente de riesgo alto Indicaciones

• Pacientes con tolerancia al ejercicio


Características: una o cualquier combinación de
limitada.
las manifestaciones descritas a continuación.
• El umbral de isquemia es bajo, con
Resultados o hallazgos inestabilidad eléctrica que puede
provocar la aparición de arritmias.

22
Prueba de esfuerzo progresivo: • Se debe intentar estabilizar la
enfermedad y, una vez conseguido, que
• Presencia de arritmias ventriculares
el paciente entre en el grupo de riesgo
complejas durante la prueba
moderado.
ergométrica o su recuperación.
• Presencia de angina pectoral u otros
síntomas significativos (por ejemplo,
disnea poco común, percepción de la
cabeza liviana o mareo a niveles bajos
de ejecución [<5 MET] o durante su
recuperación).
• Alto nivel de isquemia silente durante la
prueba de esfuerzo o su recuperación
(depresión del segmento ST ≥2 mm de
la línea basal).
• Presencia de hemodinámicas anormales
durante las pruebas de esfuerzo y
recuperación. Esto es, incompetencia
cronotrópica o presión arterial sistólica
sin cambios, o disminuyendo, conforme
se incrementen las cargas de la potencia
ergométrica, o recuperación, es decir,
hipotensión posejercicio severa.

No asociados con pruebas de esfuerzo


progresivo:

• Fracción de eyección en reposo <40 %.


• Historial de paro cardiaco o muerte
súbita.
• Arritmias cardiacas peligrosas en reposo.
• Infarto de miocardio o procedimiento de
revascularización con complicaciones.
• Presencia de fallo cardiaco congestivo.
• Presencia de signos y síntomas de
circunstancias isquémicas posteriores al
incidente o procedimiento.
• Presencia de depresión clínica.
Tabla 3. Clasificación de riesgo en pacientes con ECV. Fuente: Asociación Americana de Rehabilitación Cardiovascular y
Pulmonar.

1.3.2. Directrices generales de la prescripción de ejercicio en pacientes con ECV

Siguiendo los consejos de la OMS, los programas de rehabilitación cardiaca suelen estar divididos
en tres fases:

• Fase I: movilización precoz. Hospitalaria, hasta el alta del paciente.

23
• Fase II: mejora de la condición física. Desde el alta hospitalaria (día 8-10 del episodio
agudo) hasta los 2-3 meses.
• Fase III: mantenimiento. Desde final de la fase II, de por vida.

Fase I
En esta primera fase, el paciente se encuentra ingresado en el hospital como consecuencia de un
episodio agudo. Esta etapa debe iniciarse a las 48 horas del episodio si no hay complicaciones o
una vez que estas hayan desaparecido.

Objetivo: prevenir los efectos negativos que se producen en el organismo debido a la


permanencia de un periodo prolongado en posición tumbada y que el paciente pueda empezar a
realizar sus actividades cotidianas diarias.

Fase I. Recomendaciones de acondicionamiento aeróbico para pacientes hospitalizados.

Frecuencia: movilización (3 a 4 veces al día, mínimo 2 veces) durante los 3-5 primeros días de
la estancia en el hospital.

Intensidad: >20 lpm de la FC de reposo en posición sentada o de pie para los pacientes con
un infarto de miocardio y >30 lpm para los pacientes que se recuperan de una cirugía de
corazón; límite superior = 120 lpm, que corresponde a un RPE ≤13 en una escala de 6-20.

Duración: comenzar con paseos intermitentes de 3-5 minutos de duración, según la tolerancia
de cada paciente, y aumentar la duración con las series de ejercicios progresivamente. El periodo
de descanso puede ser un paseo lento (o reposo absoluto, según requiera el paciente) con un
periodo más corto que la duración de la sesión de ejercicio. Se debe tratar de lograr una
proporción de 2:1 ejercicio/reposo.

Tipo de ejercicio: caminar y movilidad articular.

Progresión: cuando la duración del ejercicio continuo llegue a 10-15 minutos, aumentar la
intensidad según la tolerancia dentro de los límites del RPE y de la FC recomendados.

Indicaciones que se han de tener en cuenta en la fase I.

• Restringir actividades en las primeras 48 horas tras un infarto agudo de miocardio o


intervención quirúrgica cardiaca.
• Debe comenzar a las 48 horas si el paciente no presenta complicaciones desde el ingreso
tras un infarto agudo de miocardio.

Tabla 4. Recomendaciones de acondicionamiento aeróbico para pacientes con ECV en fase I.

Fase II
Esta fase se inicia inmediatamente después del alta hospitalaria y tiene una duración de 2-3
meses, aunque existen estudios que demuestran los mismos beneficios con solo 4 semanas.

24
El objetivo de esta fase es la mejora de la condición física del paciente y suele llevarse a cabo en
el hospital a través del programa de rehabilitación cardiaca al que el paciente se incorpora tras el
alta hospitalaria, aunque en algunos casos puede llevarse a cabo en otros centros distintos del
hospital y destinados a este fin.

Viaja

En siguiente enlace podrás acceder a la visualización de un reportaje en el que se muestran


la importancia y las características de la fase II de rehabilitación cardiaca en el hospital.

Es importante que todos los miembros de un equipo multidisciplinar de rehabilitación cardiaca


conozcan las pautas de seguridad y las indicaciones que se han de tener en cuenta para la
participación de los pacientes con ECV en este tipo de programas. El graduado en Ciencias de la
Actividad Física y del Deporte podrá formar parte de un equipo multidisciplinar con personal
médico en el que su función será llevar a cabo la planificación, la estructuración y el desarrollo
de las actividades físicas en programas de rehabilitación cardiaca, siempre bajo la aprobación del
responsable del equipo médico.

Prueba de esfuerzo

Al comienzo de esta fase, el paciente debe realizar una prueba de esfuerzo. La prueba de esfuerzo
deberá realizarse en el hospital bajo supervisión médica entre los días 10 y 14 tras haber sufrido
el infarto. Esta prueba sirve para determinar el pronóstico, comprobar si aparecen o no
complicaciones durante el esfuerzo y determinar la capacidad funcional del paciente, lo que
servirá́ para programar la intensidad del ejercicio físico que se ha de realizar. Una vez obtenidos
los datos de la prueba de esfuerzo, el paciente puede comenzar su programa de entrenamiento
para la rehabilitación cardiaca.

Fase II. Recomendaciones de acondicionamiento aeróbico para pacientes tras el alta


hospitalaria.

Frecuencia: 3-5 sesiones por semana.

Intensidad: conviene alcanzar una intensidad que corresponda a una FC entre un 75-85 %
de la FC máx. obtenida en la prueba de esfuerzo. Una intensidad mayor puede aumentar el
riesgo de problemas cardiacos.

Duración: se comenzará con sesiones de 15 minutos y se irán aumentando hasta llegar a


sesiones de 30-45 minutos.

Tipo de ejercicio: ejercicio aeróbico.

Progresión: cuando la duración de la sesión llegue a 20 minutos, aumentar la intensidad según


la tolerancia dentro de los límites de FC recomendados.

25
Indicaciones que se han de tener en cuenta en la fase II.

• Es preferible que el paciente se integre en sesiones de entrenamiento colectivas con otros


de las mismas características; lo ideal es que sea en grupos de diez. De esta manera, se
aumenta la adherencia al programa y mejora su bienestar social.
• Antes de finalizar esta fase, el paciente deberá realizar una prueba de esfuerzo.

Tabla 5. Recomendaciones de acondicionamiento aeróbico para pacientes con ECV en fase II.

Fase III
Fase de mantenimiento. Esta fase comienza al finalizar la fase II y debe mantenerse de por vida.
Comprende el periodo de rehabilitación cardiaca fuera del hospital y por cuenta propia del
paciente. El objetivo de esta fase será mejorar y mantener la condición física conseguida en la
fase II.

Tras los controles físicos y psicológicos de las fases anteriores, el paciente deberá integrarse de
nuevo de forma completa en sus actividades cotidianas, regresar a su trabajo o a un nuevo puesto
acorde a sus condiciones.

En esta fase, el paciente deberá haber recibido un informe médico completo (se realiza
normalmente al final de la fase II) en el que se especifican los datos obtenidos en la prueba de
esfuerzo. En este informe aparecerá la carga de trabajo máxima a la que puede realizar ejercicio,
así como las complicaciones que puedan derivarse de la práctica de ejercicio físico y los especiales
cuidados que debe tener en cuenta.

Evaluación inicial

Al inicio del programa, es necesario asegurarse de que el paciente proporciona la siguiente


información:

• Historia clínica: antecedentes médicos y quirúrgicos, incluyendo el evento cardiovascular


más reciente.
• Examen físico: con énfasis en los sistemas musculoesquelético y cardiopulmonar.
• Revisión de las pruebas cardiovasculares recientes: electrocardiograma de doce
derivaciones (ECG), angiografía coronaria, ecocardiograma, prueba de esfuerzo
(ergometría o estudios).
• Nivel de estratificación de riesgo de enfermedad cardiovascular.
• El consumo de medicamentos actuales, incluyendo la dosis, la vía de administración y la
frecuencia.
• Los factores de riesgo de ECV.

Además de la evaluación inicial, se debe realizar una evaluación de riesgo previa al ejercicio físico
de manera rutinaria antes, durante y después de cada sesión del programa de rehabilitación,
según se considere apropiado por el personal cualificado, que deberá incluir lo siguiente:

• Registro de FC y PA.
• Peso corporal (semanalmente).

26
• Detectar si existen síntomas o evidencia de algún cambio en su estado de salud (no tiene
por qué estar directamente relacionado con el ejercicio). Por ejemplo, disnea durante el
reposo, dolor de cabeza ligero, palpitaciones o pulso irregular, molestias en el pecho.
• Síntomas o signos de intolerancia al ejercicio.
• Cambios en sus medicamentos y adherencia al régimen de medicamentos prescritos.

Sabías que:

Ejercicio aeróbico interválico: se ha demostrado que este tipo de entrenamiento con una
duración de 40 minutos, 3 veces por semana, tiene una mayor mejora en los niveles de
VO2 máx. en pacientes con insuficiencia cardiaca y mayores mejorías a largo plazo en los
valores de VO2 máx. en pacientes tras un baipás en comparación con el ejercicio continuo de
intensidad moderada, aunque todavía no se puede recomendar universalmente debido a la
falta de datos acerca de su seguridad y eficacia. La recomendación sería alternar periodos de
3-4 minutos de ejercicio a alta intensidad (90-95 % de la FC máx.) con ejercicios de
intensidad moderada (60-70 % de la FC máx.).

Es muy importante no abandonar esta fase, puesto que diversos estudios demuestran que 2 o 3
meses de entrenamiento no son suficientes para obtener aumentos importantes de la condición
física, y que para ello se necesitan periodos de tiempo superiores a 1 año.

Fase III. Recomendaciones de acondicionamiento aeróbico para pacientes en fase III con ECV.

Frecuencia: 3-5 días a la semana (mínimo 3 días/semana). Ideal: el mayor número de días a
la semana. La frecuencia del ejercicio depende de varios factores:

• Intensidad: basándose en el resultado de la prueba de esfuerzo, 40-80 % de la FC


de reserva o consumo de oxígeno de reserva (VO2r), lo que equivale a una RPE de 11
a 16 en una escala de 6-20.
• Duración: 20 a 60 minutos por sesión. Después de un evento cardiovascular, los
pacientes pueden comenzar con 5-10 minutos de acondicionamiento aeróbico con un
aumento gradual en el tiempo de ejercicio aeróbico de 1-5 minutos por sesión o un
aumento en el tiempo por sesión del 10-20 % por semana.

Tipo de ejercicio: ejercicio aeróbico (actividades rítmicas que involucren grandes grupos
musculares).

Se prestará especial atención al aumento del gasto energético para el mantenimiento del peso
corporal debido a los numerosos beneficios asociados a la salud. Además, se recomienda incluir
ejercicios de acondicionamiento que incluyan las extremidades superiores e inferiores, gran
variedad en los ejercicios aeróbicos, así como la incorporación de diferente material de
entrenamiento.

27
Progresión: cuando la duración de la sesión llegue a 20 minutos, aumentar la intensidad según
la tolerancia dentro de los límites de FC recomendados.

Indicaciones que se han de tener en cuenta en la fase III.

• Para los pacientes con capacidades muy limitadas de ejercicio, se pueden prescribir
múltiples sesiones diarias cortas (1-10 min).
• FC por debajo del umbral de isquemia; por ejemplo, –10 latidos si dicho umbral se ha
determinado para el paciente.
• Es preferible que los individuos tomen los medicamentos que les han sido recetados a su
hora habitual, según lo recomendado por sus médicos. Los individuos que tomen
betabloqueantes pueden tener una respuesta disminuida de FC al realizar ejercicio y una
capacidad máxima de ejercicio aumentada o disminuida. Para los pacientes en los que la
dosis del betabloqueante haya sido alterada después de una prueba de esfuerzo o
durante el programa de rehabilitación cardiaca, sería recomendable realizar una nueva
prueba de esfuerzo.

Tabla 6. Recomendaciones de acondicionamiento aeróbico para pacientes con ECV en fase III.

Entrenamiento de fuerza

Nota

Hasta la fecha, no hay suficientes datos científicos que aporten evidencia sobre el efecto del
entrenamiento de fuerza en pacientes con insuficiencia cardiaca congestiva, arritmias
incontroladas, enfermedad valvular severa, hipertensión no controlada y síntomas inestables.

Todos los pacientes que participan en un programa de rehabilitación cardiaca deben, además,
complementarlo con ejercicios de fuerza, especialmente aquellos que necesitan mejorar sus
niveles de fuerza para llevar a cabo las actividades de la vida diaria, el trabajo o las actividades
de ocio, y aquellos con insuficiencia cardiaca controlada, obesidad y diabetes.

Figura 4. Entrenamiento de fuerza.

28
Hoy en día el entrenamiento de fuerza es una parte importante de los programas generales de
entrenamiento para la mayoría de los pacientes con enfermedad cardiovascular. Dicho
entrenamiento produce muchos y los siguientes beneficios:

• Mejora la fuerza muscular y la resistencia.


• Disminuye las demandas cardiacas de trabajo muscular durante las actividades diarias.
• Previene y mejora otras enfermedades y condiciones, tales como la osteoporosis, la
diabetes mellitus tipo 2 y la obesidad.
• Aumenta la capacidad de realizar actividades de la vida diaria.
• Mejora la autoconfianza.
• Ayuda a mantener la independencia.
• Disminuye el declive de la masa muscular y la fuerza asociado a la edad.

Recomendaciones de entrenamiento de fuerza para pacientes con ECV en fase III.

Tipo: realizar 8-10 ejercicios de los principales grupos musculares.

Ejercicio de grandes grupos musculares antes que de pequeños grupos musculares.

Incluir ejercicios multiarticulares o ejercicios compuestos que afectan a más de un grupo


muscular.

Frecuencia: 2-3 días a la semana con al menos 48 horas de separación entre sesiones de
entrenamiento para el mismo grupo muscular. Se pueden entrenar todos los grupos musculares
en una misma sesión o dividir las sesiones por grupos musculares diferentes. El entrenamiento
de fuerza debe realizarse después de parte del entrenamiento aeróbico, lo que permitirá un
mejor calentamiento para su comienzo.

Intensidad: la carga inicial debe permitir realizar sin esfuerzo 10-15 repeticiones (30-40 % de
1RM para el tren superior y 50-60 % para el tren inferior).

Progresión: aumentar lentamente a medida que el paciente se adapta al programa: 1-2 kg a


la semana para el tren superior y 1-4,5 kg a la semana para el tren inferior.

Indicaciones que se han de tener en cuenta en el entrenamiento de fuerza para pacientes con
ECV en fase III.

• Técnicas apropiadas:
o Movimientos lentos y controlados en toda su extensión.
o Mantener el patrón de respiración regular y evitar contener la respiración.
o Un RPE de 11-14 en una escala de 6-20 puede utilizarse como guía subjetiva de
esfuerzo.
o Detener el ejercicio si aparecen signos o síntomas como mareos, arritmias, inusual
falta de aire o malestar anginoso.
• La dosis de ejercicio se puede aumentar mediante el aumento de la carga, el aumento del
número de repeticiones o disminuyendo el periodo de descanso entre las series o ejercicios.

29
• Aumentar las cargas con incrementos del 5 % cuando el paciente puede alcanzar
cómodamente el límite superior del intervalo de repetición prescrito (por ejemplo, 12-15
repeticiones).
• Los pacientes de riesgo bajo pueden llegar a 8-12 repeticiones con una resistencia del 60-
80 % de 1RM.
• Al inicio, el entrenamiento se realizará con una sola serie para cada uno de los grandes
grupos musculares. Se harán múltiples series más adelante según aumente el nivel de
tolerancia.

Tabla 7. Recomendaciones de entrenamiento de fuerza para pacientes con ECV en fase III.

Entrenamiento de fuerza (II)


Consideraciones especiales del entrenamiento de fuerza en pacientes con ECV

• Evaluación médica previa y aprobación por el equipo médico.


• Supervisión de la sesión de entrenamiento de fuerza muscular.
• Valoración de la fuerza con 15-20 RM para la estimación de la fuerza máxima.
• Elegir aquellos ejercicios en los que intervengan grandes grupos musculares.
• Monitorización de la frecuencia cardiaca con pulsómetro después de realizar cada serie y
no superar el 75 % de la frecuencia cardiaca máxima de la prueba de esfuerzo.
• Enseñar a evitar la maniobra de Valsalva durante la ejecución de los ejercicios.
• Evitar los ejercicios isométricos.
• Evitar realizar repeticiones hasta el fallo o agotamiento.
• Se recomienda esperar 2-3 semanas después de un infarto de miocardio para iniciar un
entrenamiento de fuerza de intensidad muy suave (0,45-1,36 kg).
• La Asociación Americana de Rehabilitación Cardiopulmonar (AACVPR) recomienda iniciar
un entrenamiento de fuerza de intensidad moderada del 50 % de 1RM a la quinta semana
de un infarto de miocardio si se han realizado sin complicaciones 4 semanas de
entrenamiento de resistencia aeróbica y 3 meses después de la cirugía cardiovascular.
• Se recomienda hacer el entrenamiento de fuerza muscular después del entrenamiento
aeróbico.

Ejemplos de progresión de ejercicio en un programa de ejercicios para


pacientes con ECV
Progresión de ejercicio comenzando con ejercicio intermitente en enfermos con ECV

Capacidad funcional ≥ 4 MET

Semana % CF Tiempo total Periodo de Periodo de Número de


de ejercicio ejercicio descanso ejercicios/periodos de
(min) (min) (min) descanso

1-2 50-60 15-20 3-10 2-5 3-4

30
3-4 60-70 20-40 10-20 Opcional 2

Capacidad funcional < 4 MET

Semana % CF Tiempo total Periodo de Periodo de Número de


de ejercicio ejercicio descanso ejercicios/periodos de
(min) descanso

1-2 40-50 10-20 3-7 3-5 3-4

3-4 60-60 15-30 7-15 2-5 2-3

5 60-70 25-40 12-20 2 2

Tabla 8. Ejemplos de progresión de ejercicio en un programa de ejercicios para pacientes con ECV. Fuente: ACSM,
2014.

Continuar con dos repeticiones de ejercicio continuo y un periodo de descanso hasta realizar
únicamente ejercicio continuo. CF= capacidad funcional.

Nota

No dejes de informar y archivar el siguiente documento de consenso sobre las


contraindicaciones en pacientes atletas. Se trata de un reciente documento de consenso
publicado por la Sociedad Europea de Cardiología en el que se establecen las indicaciones y
contraindicaciones para la participación en los diferentes tipos de actividades de aquellos
pacientes atletas diagnosticados con enfermedad coronaria.

Ejemplo de una sesión de ejercicio continuo para enfermos en la fase III de rehabilitación
cardiaca.

Calentamiento (10 minutos)

Ejercicios de movilidad articular: 5 minutos.

Caminar en cinta rodante: 5 minutos.

31
Parte principal (40 minutos)

Trabajo aeróbico (25 minutos):

• Correr en cinta rodante 10 minutos a una intensidad del 65 % de la FC de reserva.


• Bicicleta estática: 15 minutos al 65 % de la FC de reserva.

Ejercicios isotónicos de fuerza muscular (15 minutos):

• Circuito de máquinas: trabajo de grandes grupos musculares, 3 series, 10 repeticiones.


• Intensidad de la carga: tren superior, el 30 % de 1RM; tren inferior, el 50 % de 1RM.

Vuelta a la calma/enfriamiento (10 minutos).

• Caminar en círculos (2 minutos).


• Técnicas de relajación (8 minutos).

* Las sesiones deben individualizarse al máximo.

Tabla 9. Ejemplo de una sesión de ejercicio continuo para enfermos de ECV en fase III de rehabilitación cardiaca.

Consideraciones especiales de los programas de ejercicio físico en pacientes


con ECV
Situaciones en las que no se recomienda iniciar la sesión de ejercicio físico:

• Si no ha tomado la medicación.
• Infección aguda (vías respiratorias, urinarias, fiebre, gripe o en otros sistemas).
• Si la presión arterial sistólica es mayor de 160 mmHg o la presión arterial diastólica es
mayor de 100 mmHg en reposo.
• Náuseas, vómitos o diarrea.
• Hipoglucemia (temblor, aumento de sudoración, hambre o palidez).
• Mareo y síncope.
• Síntomas de angina y aparición de taquicardia en reposo (FC >120 lpm en reposo).
• Aumento de peso corporal de 2 kg en los 1-3 días previos.
• Aumento súbito de disnea en reposo.
• En caso de diabetes mellitus, con glucemia superior a 250 mg/dl y si hay cuerpos cetónicos
en la orina o la glucemia es superior a 300 mg/dl.
• No realizar ejercicio en ayunas. Esperar un mínimo de 2 horas entre el final de una comida
y el inicio del ejercicio.
• Cualquier otra circunstancia conocida que pueda ser una contraindicación para la práctica
de ejercicio físico.

32
Recomendaciones de seguridad durante la realización de la sesión de ejercicio
físico en personas con ECV
1. Durante el ejercicio físico, en caso de presentar alguno de los siguientes signos y síntomas de
un proceso adverso, se debe suspender la sesión de ejercicio físico y acudir a su médico:

• Aparición de dolor torácico u opresión torácica.


• Latidos arrítmicos.
• Aparición o aumento súbito de disnea.
• Mareo, síncope o vértigo.
• Náuseas o vómitos.
• Aturdimiento.
• Descoordinación.
• Cambios en la coloración (palidez o cianosis).
• Piel húmeda o sudoración fría.

2. Si la presión arterial sistólica desciende más de 10 mmHg por debajo de los niveles de reposo
a pesar de aumentar la intensidad de ejercicio, el ejercicio debe detenerse.

3. Si la presión arterial sistólica disminuye más de 10 mmHg durante el ejercicio físico, el ejercicio
debe detenerse.

4. Llevar el tratamiento que se le haya recetado para los momentos en que tenga sensación de
angina u opresión torácica.

1.3.3. Prescripción del ejercicio en pacientes con insuficiencia cardiaca

La rehabilitación cardiaca en pacientes con insuficiencia cardiaca es fundamental. Los pacientes


que tienen esta enfermedad a menudo sienten una sensación continua de agotamiento. Parte de
esta sensación es debida a la propia enfermedad, dado que les llega menos sangre a los músculos
y, por lo tanto, reciben menos oxígeno y nutrientes, y parte debido a la falta de acondicionamiento
físico.

Los síntomas principales que manifiestan estos pacientes son los siguientes:

• Falta de aire/dificultad para respirar.


• Cansancio y fatiga.
• Piernas o tobillos hinchados.
• Aumento de peso por retención de líquidos.

Debido a que la inactividad física hace que la enfermedad se vea empeorada, el ejercicio físico en
estos pacientes es fundamental.

Los beneficios de la actividad física en pacientes con insuficiencia cardiaca son los mismos que
los expuestos anteriormente en pacientes con enfermedad coronaria conocida.

En estos pacientes, la individualización es el principal aspecto que se debe tener en cuenta. Se


pondrá especial atención en la duración de los ejercicios al comienzo del programa, ya que estos
enfermos sienten agotamiento a la hora de realizar cualquier actividad.

33
Comienzo del programa. Duración de las sesiones: se comenzará con sesiones de tiempo
cortas (10-20 minutos), aumentando progresivamente (30-60 minutos) siempre que sea posible.
Los ejercicios comenzarán con duraciones muy cortas, alternando ejercicio aeróbico y periodos
de descanso. Por ejemplo, se podrá comenzar con 5 minutos caminando a ritmo ligero, seguidos
de descansos de 5 minutos caminando a ritmo lento. Se irá aumentando gradualmente la duración
de los ejercicios según el paciente vaya aumentando el nivel de tolerancia y, finalmente, se
realizarán las sesiones de ejercicio siguiendo las recomendaciones generales expuestas
anteriormente para pacientes con ECV conocida en fase III.

La práctica de ejercicio en pacientes con insuficiencia cardiaca, en general, es segura y tiene un


grado alto de tolerancia. Aunque el ejercicio aeróbico sigue siendo el más seguro y aplicado de
los programas de rehabilitación cardiaca, el entrenamiento de fuerza ha demostrado aumentar
las capacidades físicas, reducir los síntomas y mejorar la calidad de vida.

1.3.4. Trasplante cardiaco

La prescripción de ejercicio físico para los pacientes con trasplante cardiaco ofrece un conjunto
de grandes desafíos. Durante los primeros meses tras la operación, el corazón trasplantado no
responde con normalidad a la estimulación nerviosa simpática. Durante este periodo, el equipo
de rehabilitación cardiaca debe tener en cuenta las siguientes consideraciones:

1. La FC de reposo es elevada.
2. La FC tiene una respuesta diferente al ejercicio. El incremento de la FC durante el ejercicio
se produce con retraso y la FC máx. es inferior a lo normal.

En la prescripción de ejercicio para pacientes de trasplante cardiaco no se debe incluir como


objetivo alcanzar un nivel de FC determinado durante la práctica de este; se deberá tener en
cuenta la escala de esfuerzo percibido para medir la intensidad del ejercicio.

Durante los programas de rehabilitación cardiaca, en estos pacientes es necesario realizar lo


siguiente:

• Un calentamiento y vuelta a la calma prolongados, según la tolerancia del paciente y su


nivel de condición física.
• Usar RPE para controlar la intensidad del ejercicio, con el objetivo de un RPE de 11-16 en
una escala de 20.
• Estiramientos y ejercicios de movilidad.

Sin embargo, pasado un año de la cirugía, aproximadamente un tercio de los pacientes muestran
una respuesta de la FC generalmente normalizada durante el ejercicio, y se puede comenzar a
prescribir sobre la base de los resultados de FC obtenidos en la prueba de esfuerzo, siguiendo las
pautas generales para los pacientes con ECV estudiadas anteriormente.

34
2. Resumen

El ejercicio físico es fundamental para la prevención y el tratamiento de las enfermedades


cardiovasculares.

Hoy en día se sabe que los programas de ejercicio físico llevados a cabo con seguridad y eficacia
disminuyen la aparición de nuevos eventos cardiacos, así como el número de ingresos
hospitalarios; asimismo, mejoran la calidad de vida de las personas en los aspectos físico, mental
y psicológico, y son una parte fundamental para el tratamiento de la mayor parte de las
enfermedades cardiovasculares.

Los programas de ejercicio físico mejoran los valores basales de presión arterial en personas que
padecen hipertensión arterial. Estos programas deben basarse fundamentalmente en el
entrenamiento de ejercicio físico aeróbico acompañado del entrenamiento de fuerza muscular.
Por otro lado, las personas que han padecido un evento cardiaco o con presencia de alguna
enfermedad cardiovascular conocida deben incorporarse a un programa de rehabilitación
cardiaca, que se compone de tres fases. Estos programas deben comenzar lo antes posible tras
la hospitalización y deben llevarse a cabo siguiendo las directrices de seguridad establecidas.

35
3. Mapa conceptual

36
4. Recursos bibliográficos

Bibliografía básica

American College of Sports Medicine. (2013). ACSM's guidelines for exercise testing and
prescription. Filadelfia: Lippincott / Williams & Wilkins.

Chicharro, J. L. y Mojares, L. M. L. (2008). Fisiología clínica del ejercicio. Madrid: Editorial


Médica Panamericana.

Del Valle Soto, M., Marqueta, P. M., De Teresa Galván, C., Bonafonte, L. F., Luengo, E. y
Aurrekoetxea, T. G. (2015). Prescripción de ejercicio físico en la prevención y tratamiento de
la hipertensión arterial. Documento de consenso de la Sociedad Española de Medicina del
Deporte (SEMED-FEMEDE). Archivos de Medicina del Deporte: Revista de la Federación
Española de Medicina del Deporte y de la Confederación Iberoamericana de Medicina del
Deporte, 32(5), 281-313.

Estable Díaz, A. (2006). Rehabilitación cardiaca en cardiopatía isquémica. Revista de


Fisioterapia, 5(1), 34-42.

Fernández Luque, F., Mora Robles, J., Cantador Hornero, M. y Soto Sánchez, J. (2014). Guía
de ejercicios para pacientes con enfermedad cardiovascular. Sevilla: Servicio Andaluz de Salud.

Ghadieh, A. S. y Saab, B. (2015). Evidence for exercise training in the management of


hypertension in adults. Canadian Family Physician, 61(3), 233-239.

Mancia, G., Fagard, R., Narkiewicz, K., Redon, J., Zanchetti, A., Böhm, M.…, Dominiczak, A.
(2013). Guía de práctica clínica de la ESH/ESC para el manejo de la hipertensión arterial.
Hipertensión y Riesgo Vascular, 30(3), 4-91.

Martín Escudero, P. (2010). Ejercicio físico en HTA y patologías concomitantes: hipertrofia


ventricular izquierda, obesidad, diabetes y síndrome metabólico. Madrid: Stada.

Montero, J. M. M., Ramírez, R. A., Durán, M. D. M., De Pablo Zarzosa, C. y Abraira, V. (2005).
Rehabilitación cardiaca en pacientes con infarto de miocardio. Resultados tras 10 años de
seguimiento. Revista Española de Cardiología, 58(10), 1181-1187.

Moraga Rojas, C. (2008). Prescripción de ejercicio en pacientes con hipertensión arterial.


Revista Costarricense de Cardiología, 10(1-2), 19-23.

Organización Mundial de la Salud. (2013). Información general sobre la hipertensión en el


mundo. Ginebra: World Health Organization.

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37
Bibliografía complementaria

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rehabilitation in the inpatient and transitional setting (4.ª ed.). En American Association of
Cardiovascular and Pulmonary Rehabilitation (ed.), Guidelines for cardiac rehabilitation and
secondary prevention programs (pp. 31-52). Champaign: Human Kinetics.

Recursos online

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Clinical Exercise Physiology Association. (s. f.). Recuperado de http://www.acsm-cepa.org

Fundación Española del Corazón. (s. f.). Recuperado de


http://www.fundaciondelcorazon.com/ejercicio/para-enfermos/983-hipertension-arterial-y-
ejercicio.html

Otros recursos

Fundación Ramón Areces. (s. f.). Ejercicio físico e hipertensión. [Vídeo]. Recuperado de
http://www.fundacionareces.tv/watch/50cb8ed2c319970b170a0000

PlusEsMas. (29 abril de 2014). Así se produce un infarto de miocardio. [Vídeo]. Recuperado de
https://www.youtube.com/watch?v=r06y8AkfHEk

38
Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte

Actividad Física en la Enfermedad

Unidad didáctica 3. Ejercicio físico y enfermedades metabólicas


UD 3. Ejercicio físico y enfermedades metabólicas ............................................................... 4

1. Desarrollo del contenido ............................................................................................... 5

1.1. Síndrome metabólico: definición .............................................................................. 5

Síndrome metabólico: definición (II) ............................................................................... 6

1.1.1. Prevalencia del síndrome metabólico ................................................................... 7

1.1.2. Resistencia a la insulina ..................................................................................... 8

1.2. Diabetes ............................................................................................................... 9

1.2.1. Definición......................................................................................................... 9

1.2.2. Factores de riesgo de la diabetes mellitus .......................................................... 10

1.2.3. Diagnóstico de diabetes ................................................................................... 11

1.2.4. Tipos de diabetes ............................................................................................ 12

1.2.5. Ejercicio físico y diabetes ................................................................................. 13

Ejercicio físico y diabetes (II) ..................................................................................... 13

1.2.6. Ejercicio físico y regulación de la glucemia ......................................................... 14

1.2.7. Respuestas al ejercicio en personas diabéticas.................................................... 14

1.2.8. Ejercicio físico en la diabetes tipo 1 ................................................................... 15

1.2.9. Ejercicio físico y diabetes mellitus tipo 2 ............................................................ 17

Ejercicio físico y diabetes mellitus tipo 2 (II) ................................................................ 18

1.2.10. Consideraciones especiales ............................................................................. 20

1.3. Obesidad ............................................................................................................. 22

1.3.1. Definición y diagnóstico de obesidad ................................................................. 23

Definición y diagnóstico de obesidad (II) ..................................................................... 24

Definición y diagnóstico de obesidad (III) .................................................................... 26

1.4. Causas de la obesidad .......................................................................................... 27

Causas de la obesidad (II) ........................................................................................... 29

1.5. Perfil metabólico alterado ...................................................................................... 30

1.6. Balance energético ............................................................................................... 31

1.7. Ejercicio físico en el sobrepeso y la obesidad ........................................................... 31

Ejercicio físico en el sobrepeso y la obesidad (II) ............................................................ 33

1.8. Actualización científica: tratamiento de la obesidad a través de programas de pérdida de


peso ......................................................................................................................... 34

1.8.1. Dieta y ejercicio físico ...................................................................................... 34

1.8.2. Entrenamiento con ejercicio aeróbico y sin restricción calórica .............................. 35

2
1.8.3. Entrenamiento aeróbico, entrenamiento de fuerza y entrenamiento combinado
(aeróbico + fuerza) .................................................................................................. 36

Entrenamiento aeróbico, entrenamiento de fuerza y entrenamiento combinado (aeróbico +


fuerza) (II) .............................................................................................................. 37

1.8.4. Mantenimiento del peso perdido ....................................................................... 38

1.8.5. Mecanismos de recuperación del peso perdido .................................................... 39

1.8.6. El tratamiento de pérdida de peso debe ser un trabajo multidisciplinar .................. 39

1.8.7. Otros factores que influyen en el control del peso: sueño y estrés ......................... 39

1.9. Prescripción de ejercicio físico en personas con sobrepeso y obesidad ......................... 40

1.9.1. Indicaciones de un programa de pérdida de peso en pacientes con sobrepeso y obesidad


.............................................................................................................................. 40

2. Resumen .................................................................................................................. 43

3. Mapa conceptual ....................................................................................................... 44

4. Recursos bibliográficos ............................................................................................... 45

3
UD 3. Ejercicio físico y enfermedades metabólicas

Durante los últimos 50 años, la humanidad ha sufrido grandes cambios en su entorno,


comportamiento y estilo de vida. Debido a los malos hábitos alimentarios y a la inactividad física,
en los últimos años han aumentado los niveles de sobrepeso y obesidad. El exceso de grasa
corporal supone un factor de riesgo para el desarrollo de diferentes enfermedades metabólicas,
como son el síndrome metabólico, la diabetes mellitus tipo 2, el sobrepeso o la obesidad. La
evidencia epidemiológica y experimental sitúa a la actividad física regular como un mecanismo
de prevención y tratamiento indispensable sobre el desarrollo de estas enfermedades y sus
complicaciones asociadas.

A lo largo de la presente unidad didáctica se estudiarán las complicaciones metabólicas más


comunes en la sociedad, como son el síndrome metabólico, la resistencia a la insulina, la diabetes
mellitus y la obesidad. Se describirán las características fundamentales y los procesos por los que
se desarrollan. Finalmente, se expondrán de manera detallada los efectos beneficiosos que el
ejercicio físico ejerce sobre cada una de estas complicaciones, la prescripción de ejercicio físico
en personas que presentan las enfermedades mencionadas y las consideraciones que hay que
tener en cuenta.

4
1. Desarrollo del contenido

1.1. Síndrome metabólico: definición

El síndrome metabólico (SM) es un término que engloba un conjunto de problemas de salud


de origen metabólico considerados como factores de riesgo para desarrollar enfermedad
cardiovascular y diabetes.

Estos factores de riesgo son causados principalmente por la combinación de factores asociados al
estilo de vida y factores genéticos.

La definición de síndrome metabólico surgió hace 30 años para definir y agrupar una situación
que empezó a observarse con gran frecuencia en la consulta clínica, la presencia conjunta de
varios factores de riesgo de origen metabólico: obesidad visceral, dislipidemia, hiperglucemia e
hipertensión arterial. Desde entonces, y hasta el día de hoy, el SM ha sido un concepto
controvertido.

Los criterios diagnósticos propuestos para el síndrome metabólico son diversos. El Dr. Gerald
Reaven, en el año 1988, describió el síndrome como «una serie de anormalidades que incluyen
hipertensión arterial, diabetes mellitus y dislipidemia», que denominó «síndrome X», en el cual
la resistencia a la insulina constituía el principal mecanismo fisiopatológico (Lizarzaburu Robles,
2013). En la actualidad no existe una definición universal para el SM. Los criterios y
parámetros para su diagnóstico han sido definidos por diferentes guías y consensos, y varían en
función de la organización o de la fuente de la que provienen. En la presente unidad didáctica se
tendrán en cuenta los criterios diagnósticos propuestos por la National Cholesterol Education
Program-Adult Treatment Panel III (NCEP ATP III) y la International Diabetes
Federation (IDF) (Alberti, Zimmet y Shaw, 2006; «Third Report of the National Cholesterol
Education Program [NCEP] Expert Panel on Detection, Evaluation, and Treatment of High Blood
Cholesterol in Adults [Adult Treatment Panel III] final report», 2002) debido a su amplia
aceptación internacional.

5
CRITERIOS DIAGNÓSTICOS DE SÍNDROME METABÓLICO

Según la NCEP-ATP III Según la IDF

Diagnóstico de SM si se dan tres o más criterios: Diagnóstico de SM: Obesidad central


Hombre ≥94 cm
• Obesidad abdominal: perímetro Mujer ≥80 cm
abdominal
Más dos de los siguientes cuatro factores:
Hombre >102 cm
Mujer >88 cm

• Hipertrigliceridemia: triglicéridos >150 • Hipertrigliceridemia: triglicéridos


mg/dL ≥150 mg/dL o tratamiento
específico para esta anormalidad
lipídica

• Nivel bajo de colesterol HDL: • Nivel bajo de colesterol HDL:


Hombre: <40 mg/dL Hombre: HDL <40 mg/dL
Mujer: <50 mg/dL Mujer: HDL <50mg/dL
O tratamiento específico para esta
anormalidad lipídica

• Hipertensión arterial: presión arterial • Hipertensión arterial: presión


>130/85 mmHg o tratamiento específico arterial >130/85 mmHg o
tratamiento específico

• Glucemia en ayunas: >110 mg/dL • Glucemia en ayunas >100mg/dL


o diagnóstico previo de diabetes
mellitus tipo 2

Tabla 1. Criterios diagnósticos para el síndrome metabólico según el NCEP-ATPIII y la IDF.

Síndrome metabólico: definición (II)

La presencia de los siguientes componentes puede contribuir de tres maneras diferentes en el


síndrome metabólico, como causa, consecuencia o factor:

• Obesidad visceral.
• Dislipidemia.
• Resistencia a la insulina.
• Hipertensión arterial.
• Estado proinflamatorio.
• Estado protrombótico.

6
Figura 1. Imagen esquemática de los factores implicados en el síndrome metabólico. Fuente: imagen obtenida de
«Ejercicio físico y salud en poblaciones especiales» (Casajús y Vicente-Rodríguez (2011).

1.1.1. Prevalencia del síndrome metabólico

Viaja

Accede a este interesante artículo en el que se profundiza en las controversias del síndrome
metabólico: ¿Existe el síndrome metabólico? Además, repasarás y afianzarás desde una
perspectiva global los contenidos que se acaban de estudiar.

El aumento de la obesidad y del sobrepeso en los países desarrollados, el sedentarismo, los malos
hábitos nutricionales y la inactividad física hacen que el aumento de la incidencia del SM sea cada
vez mayor.

El SM está directamente relacionado con el estilo de vida occidental, aunque la globalización ha


hecho que se extienda incluso a países en vías de desarrollo, lo que lo convierte en uno de los
problemas sanitarios más importantes del siglo XXI.

En España hasta hace pocos años no existían datos de la prevalencia del síndrome metabólico,
pero recientemente el estudio Enrica reveló que la prevalencia de síndrome metabólico entre los
años 2008-2010 era del 22.7 % y la del síndrome metabólico premórbido (sin tener en cuenta a
individuos con diabetes mellitus o enfermedad cardiovascular diagnosticada) del 16.9 % (Guallar-
Castillón et al., 2014).

A nivel mundial, se sabe que las cifras de incidencia del síndrome metabólico están aumentando
con el paso de los años, pero lo más alarmante es que cada vez la edad en la que se presenta es
menor.

7
1.1.2. Resistencia a la insulina

La resistencia a la insulina es la incapacidad que tiene el organismo para utilizar de forma eficiente
la insulina.

La obesidad es el factor de riesgo más importante para el desarrollo de la resistencia a la insulina,


y concretamente la acumulación de grasa visceral; esto se debe a que el tejido adiposo
visceral es resistente a la insulina.

En una situación en la que el organismo funciona de manera normal, cuando se producen altas
concentraciones de glucosa en sangre (hiperglucemia), el páncreas libera insulina; a continuación,
la insulina se une a los receptores de insulina localizados principalmente en células del hígado,
músculo esquelético y tejido adiposo. La unión de la insulina con los receptores de insulina en la
célula actúa como «puerta» y hace posible la entrada de glucosa desde el torrente sanguíneo a
la célula para la producción de energía (Soca, 2009).

En personas con sobrepeso y obesidad, debido a la resistencia a la insulina que presenta el


tejido adiposo, la función de la entrada de glucosa en la célula está disminuida, lo que provoca
un aumento de la glucemia y conllevará la aparición de hiperglucemia y diabetes mellitus tipo 2
(resistencia a la insulina).

Este proceso, a su vez, provoca un mecanismo de compensación, en el cual, al haber un alto nivel
de glucosa en sangre, las células ß del páncreas aumentan la secreción de insulina, lo que provoca
que aumenten temporalmente los niveles de insulina en sangre o hiperinsulinemia para ayudar a
mantener los niveles de glucemia dentro de valores normales.

Si esta situación se mantiene durante años, podrá aparecer una disfunción de las células ß del
páncreas debido a la incapacidad de mantener la hipersecreción de insulina, lo que conllevará la
disminución de la secreción de insulina y el desarrollo de diabetes mellitus tipo 2 (disfunción en
la secreción de insulina).

Uno de los mejores indicadores de la medición de insulinorresistencia es el índice HOMA (Redondo,


González, Moreno y García, 2010). Este índice refleja la glucemia media de un individuo durante
los tres o cuatro meses previos a la muestra de sangre (Campuzano-Maya y Latorre-Sierra, 2010),
lo que lo hace un método esencial para la prevención de la diabetes mellitus tipo 2.

Sobrepeso y obesidad como favorecedores de la resistencia a la insulina y la diabetes


mellitus tipo 2

• El aumento de la lipólisis (degradación de triglicéridos) en el tejido adiposo visceral


aumenta el flujo de ácidos grasos al hígado, e incrementa de este modo la síntesis hepática
de triglicéridos y la formación de lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL). Este aumento
de síntesis de lipoproteínas favorece a su vez su acumulación en el hígado, lo que provoca
el «hígado graso», otra característica del síndrome metabólico.
• En personas con sobrepeso y obesidad, la actividad de la enzima lipasa lipoproteica
encargada de la eliminación de las lipoproteínas VLDL está disminuida, lo que provoca un
aumento de estas lipoproteínas en la circulación (hipertrigliceridemia).

8
• La resistencia a la insulina se relaciona con un estado de inflamación crónico favorecido
por el alto número de adipoquinas secretadas por el tejido adiposo. Estas adipoquinas
aceleran la aterosclerosis y, por lo tanto, favorecen la posibilidad de padecer infarto agudo
de miocardio, causa frecuente de muerte en el síndrome metabólico y en la diabetes
mellitus tipo II.

1.2. Diabetes

1.2.1. Definición

La diabetes mellitus es un grupo de enfermedades metabólicas caracterizadas por la


hiperglucemia (niveles de glucosa altos en sangre), ocasionada como consecuencia de defectos
en la secreción y/o en la acción de la insulina.

La OMS define la diabetes como «una grave enfermedad crónica que se desencadena cuando el
páncreas no produce suficiente insulina, o cuando el organismo no puede utilizar con eficacia la
insulina que produce».

Más del 90 % de los diabéticos padecen diabetes mellitus tipo 2. Según la OMS, el número de
personas afectadas en todo el mundo por esta enfermedad se ha triplicado en los últimos 20 años
y la previsión es que esta tendencia siga aumentando, de modo que en un futuro prácticamente
el 30 % de la población podrá presentar resistencia a la insulina y sus complicaciones asociadas
(Ríos y Angosto, 2015).

La hiperglucemia crónica se asocia a largo plazo con el daño, la disfunción y la insuficiencia de


diferentes órganos, especialmente de los ojos, riñones, nervios, corazón y vasos sanguíneos.

9
Algunos datos de la diabetes:

• En 2014 la prevalencia mundial de la diabetes fue del 9 % entre los adultos mayores de
18 años (OMS, 2014).
• En el año 2012 fallecieron 1.5 millones de personas como consecuencia directa de la
diabetes.
• Más del 80 % de las muertes por diabetes se registra en países de ingresos bajos y medios.
• Según proyecciones de la OMS, la diabetes será la séptima causa de mortalidad en 2030.
• La diabetes afecta en España a seis millones de personas y es la responsable de 25 000
muertes cada año, además de estar detrás de 7 de cada 10 amputaciones no traumáticas
de las extremidades inferiores y de ser la responsable del 16 % de los casos de ceguera.
• En España, se han publicado resultados del mejor estudio epidemiológico realizado en
nuestro país hasta la fecha, el Estudio di@betes. El 13,8 % de los españoles mayores de
18 años tiene diabetes tipo 2. De ellos, casi 3 millones ya estaban diagnosticados, y el
43 % del total desconocía que padecía la enfermedad.
• La dieta saludable, la actividad física regular, el mantenimiento de un peso corporal normal
y evitar el consumo de tabaco pueden prevenir la diabetes de tipo 2 o retrasar su aparición.

1.2.2. Factores de riesgo de la diabetes mellitus

• Antecedentes familiares de diabetes.


• Obesidad.
• Edad superior a 45 años.
• Ciertos grupos étnicos (particularmente afroamericanos e hispanoamericanos).
• Diabetes gestacional.
• Presión arterial alta.
• Niveles de colesterol (LDL) altos en sangre.

10
Clasificación de los valores de glucosa en la sangre:

55 mg/dL o menos.

Hipoglucemia Se comienza a tener síntomas de niveles de


glucosa bajos.

De 60-70 mg/dL a 100 mg/dL en ayunas.

Normoglucemia Hasta 140 mg/dL dos horas después de las


comidas.

Hiperglucemia Por encima de 100 mg/dL en ayunas*.

*El nivel de glucemia después del ayuno nocturno se llama glucosa basal.

Tabla 2. Clasificación de los valores de glucosa en sangre según la Fundación para la Diabetes.

Figura 2. Persona analizando sus niveles de glucosa a través de un glucómetro electrónico.

1.2.3. Diagnóstico de diabetes

Nivel de glucosa en sangre en ayunas: glucemia >126 mg/dl.

Nivel de glucosa en sangre aleatoria (sin ayuno): glucemia >200 mg/dl + síntomas.

Prueba de tolerancia a la glucosa oral: glucemia >140 mg/dl (después de 2 h de sobrecarga).

Figura 3. Valores para el diagnóstico de diabetes según la American Diabetes Association (2015).

11
1.2.4. Tipos de diabetes

Fundamentalmente se diferencian tres tipos de diabetes: diabetes mellitus tipo 1, diabetes


mellitus tipo 2 y diabetes gestacional.

Diabetes mellitus tipo 1. Insulinodependientes

La diabetes mellitus tipo 1 es una enfermedad autoinmune en la cual las células beta del
páncreas productoras de insulina se destruyen por procesos autoinmunes o debido a otros
procesos y, por lo tanto, se produce una incapacidad total de producir insulina. Este tipo de
diabetes presenta un componente genético, que se desencadena generalmente por una infección
vírica. El tratamiento consiste en la administración de insulina.

Este tipo de diabetes representa solo el 10 % de los enfermos de diabetes mellitus. Principalmente
sus inicios comienzan en la infancia, la insuficiencia renal crónica es la principal causa de muerte.

El ejercicio físico puede tener un efecto beneficioso en este tipo de pacientes, siempre y cuando
se tengan en cuenta algunas consideraciones fundamentales en relación con el efecto del ejercicio
físico en este tipo de pacientes.

Diabetes mellitus tipo 2

La diabetes mellitus tipo 2 se desarrolla debido a factores de riesgo comportamentales y a


factores genéticos. Suele aparecer generalmente durante la edad adulta y representa el 90 % de
los enfermos de diabetes mellitus. Un dato alarmante es que el número de enfermos de diabetes
mellitus tipo 2 está aumentando; además, se presenta cada vez en edades más tempranas.

La diabetes mellitus tipo 2 se caracteriza por una hiperglucemia resultante de defectos tanto en
la acción de la insulina (resistencia a la insulina) como en su secreción (déficit de
insulina) (Novials, 2006).

La resistencia a la insulina en la diabetes mellitus tipo 2 se asocia a la hipertensión arterial, a la


hiperlipoproteinemia y a la obesidad. La mayoría de los enfermos de diabetes presentan
sobrepeso y obesidad (90 %), acompañado del síndrome metabólico y moderado o alto riesgo
cardiovascular.

Estos enfermos tienen de tres a cuatro veces mayor riesgo de presentar complicaciones por
aterosclerosis que la población normal, la causa principal de muerte es el infarto agudo de
miocardio.

En estos pacientes la actividad física supone un factor fundamental para su tratamiento, el cual
debe formar parte del estilo de vida junto con unos hábitos de alimentación saludables.

Diabetes gestacional: intolerancia a la glucosa durante el embarazo

La diabetes gestacional se define como la intolerancia a la glucosa en el transcurso del


embarazo, periodo en el cual los cambios hormonales pueden hacer que el organismo sea menos
sensible al efecto de la insulina. Estos cambios pueden llevar a la presencia de niveles altos de
glucosa en sangre y a la diabetes.

La diabetes gestacional puede desaparecer al término del embarazo, o continuar como


intolerancia a la glucosa o como diabetes mellitus tipo 2.

12
1.2.5. Ejercicio físico y diabetes

Actualmente existe un gran número de estudios científicos que evidencian la importancia de


realizar actividad física regular como medio para la prevención del desarrollo de diabetes tipo
2 y como parte fundamental para su tratamiento en personas que ya la padecen (Novials,
2006).

Tradicionalmente, la principal función del ejercicio físico en pacientes con diabetes tipo 2 ha sido
la mejora del control glucémico. Sin embargo, se ha observado un gran número de beneficios
asociados a la prescripción de ejercicio físico en estos pacientes:

• Control del peso.


• Mejora de niveles de presión arterial.
• Mejora del perfil lipídico.
• Mejora de la osteoartritis.
• Disminución del riesgo de enfermedad vascular periférica.
• Mejora de la condición física y capacidad funcional.
• Aumento del bienestar.
• Disminución de depresión y ansiedad.

La práctica regular de ejercicio también puede prevenir o retrasar la transición de las personas
que presentan prediabetes hacia el desarrollo de diabetes mellitus (Knowler et al., 2002).

Ejercicio físico y diabetes (II)

El mecanismo general por el cual el ejercicio físico actúa en esta enfermedad se debe
fundamentalmente a dos acciones:

• La capacidad del ejercicio físico para la disminución en los niveles de glucemia.


• El efecto de aumento de la sensibilidad a la insulina (o disminución de la resistencia a la
insulina), que puede durar hasta 12-72 horas.

El ejercicio físico reduce la resistencia a la insulina mediante la estimulación de los


transportadores de glucosa a la membrana celular del músculo esquelético (GLUT 4) a través de
mecanismos independientes a los de los receptores de insulina (Caro et al., 2013). De este modo,
el ejercicio físico regular tiene un efecto similar al de la función de la insulina en personas con
insulinorresistencia.

Debido a que el efecto de una sesión de ejercicio aislada desaparece a los pocos días, la
recomendación en estos pacientes es la de realizar actividad física de manera regular.

Además de los beneficios que el ejercicio físico ocasiona en relación con el gasto energético, se
produce una variedad de modificaciones metabólicas en el organismo que mejoran la salud
general de la persona.

13
Entre los beneficios metabólicos que proporciona la realización de actividad física moderada
de manera regular, además, se destacan los siguientes (Cordero, Masiá y Galve, 2014):

• Reduce la resistencia a la insulina.


• Favorece la asimilación de la glucosa por el músculo esquelético.
• Aumenta la actividad de la lipoproteinlipasa.
• Mejora el perfil lipídico (aumento de los niveles de colesterol HDL y disminución de los
niveles de colesterol LDL y de triglicéridos).

1.2.6. Ejercicio físico y regulación de la glucemia

En personas sanas el ejercicio físico regula la glucemia de la siguiente manera (Murillo, 2012):

• Durante la realización de ejercicio físico, la actividad muscular necesita la utilización de


glucosa como combustible, una vez se ha agotado el glucógeno muscular disponible en la
célula.
• La glucosa sanguínea circulante se transporta al interior de las células.
• Este paso de entrada desde el torrente sanguíneo al interior de la célula requiere la acción
de la insulina. Durante el ejercicio físico esta acción se ve aumentada debido a diversos
mecanismos, de modo que el ejercicio consume una gran parte de la glucosa sanguínea y
facilita que disminuyan los niveles de glucemia.
• Al iniciar una actividad física, el organismo detecta un aumento en el consumo de glucosa,
por lo que obra disminuyendo la producción de insulina. En este sentido, el ejercicio y la
insulina actúan del mismo modo, permitiendo la entrada de la glucosa desde el torrente
sanguíneo al interior de las células.
• Si el ejercicio es de larga duración, a pesar de la reducción en los niveles de insulina en
sangre, los niveles de glucosa seguirán disminuyendo debido a la alta demanda muscular.
• Si los niveles de glucosa siguen disminuyendo, el hígado, que es capaz de producir glucosa,
comenzará a liberarla a la sangre como consecuencia de la disminución de glucemia
ocasionada por el ejercicio físico.

1.2.7. Respuestas al ejercicio en personas diabéticas

Diabético bien controlado:

• Descenso progresivo de la glucemia.


• Mayor riesgo de hipoglucemia → aumento del metabolismo de los lípidos → aumento de
la producción de cuerpos cetónicos.
• Aumento del glucagón y hormona del crecimiento.

Diabético mal controlado:

• Hiperglucemia.
• Cetosis.
• Mayor aumento del glucagón y hormona del crecimiento.

14
1.2.8. Ejercicio físico en la diabetes tipo 1

En individuos con diabetes mellitus tipo 1, el papel del ejercicio físico y del entrenamiento regular
en la mejora del control de la glucemia no ha sido totalmente clarificado.

El aumento de la sensibilidad a la insulina tiene poco impacto en la función pancreática, por lo


que a nivel metabólico los beneficios en esta población se basan en la reducción de las
necesidades de insulina exógena (ACSM, 2013).

Indicaciones

Para un adecuado nivel glucémico durante el ejercicio físico, se debe imitar el funcionamiento
normal de la insulina en personas sanas, por lo que la dosis de insulina deberá reducirse a la
hora de realizar ejercicio físico (Márquez Rosa, Rodríguez Ordax y Abajo Olea, 2006).

Principales aspectos que se han de tener en cuenta

• Estos pacientes tienen tendencia a padecer hipoglucemia durante y después del


ejercicio.
• El ejercicio físico estará especialmente indicado en aquellos pacientes que no tengan
tendencia a la hipoglucemia.
• La realización de ejercicio reduce las complicaciones de la diabetes, especialmente la
enfermedad coronaria.
• El control minucioso de la glucemia es importante para adecuar la dieta y las dosis de
insulina.
• Es importante prevenir las complicaciones de los miembros inferiores (neuropatías,
enfermedades vasculares, úlceras...).

Estrategias para evitar hipo o hiperglucemias

Si se realiza ejercicio con exceso de insulina en sangre → posible hipoglucemia, debido a


la reducción de glucemia que causa el ejercicio.

Si se realiza ejercicio con déficit de insulina en sangre → posible hiperglucemia, debido a


que el organismo siempre necesita la presencia de cierto nivel de insulina en la sangre para
facilitar la entrada de glucosa en la célula. Si el déficit de insulina es muy alto, se producirá la
liberación de glucosa hepática.

1. Ajustar la administración de insulina:

• Administrar insulina al menos una hora antes del ejercicio. Si el tiempo es menor,
inyectar en lugares no activos.
• Disminuir la dosis de insulina antes del ejercicio.
• Alterar, si es necesario, el esquema diario de administración.

2. Ingesta de comidas y suplementos:

• Comer 1-3 h antes del ejercicio, y valorar la glucemia antes de comenzar el ejercicio.
• Tomar hidratos de carbono durante el ejercicio, al menos cada 30 min, si el ejercicio es
intenso y de larga duración.

15
• Valorar la glucemia durante el ejercicio, si es necesario, para ajustar la frecuencia y
cantidad de alimento que se ha de ingerir.
• Aumentar el consumo de alimentos hasta 24 h después del ejercicio (dependiendo de la
intensidad y de la duración) para evitar la hipoglucemia posejercicio.

3. Controlar la glucemia y las cetonas en orina:

• Controlar la glucemia antes, durante y después del ejercicio para determinar la


necesidad de posibles cambios en la dosis de insulina y en el esquema de la
alimentación.
• Retrasar el inicio del ejercicio si la glucemia es <100 mg/dl o >250 mg/dl, o las cetonas
están presentes.
• Utilizar suplementos o insulina para corregir la glucemia y el control metabólico antes
de comenzar el ejercicio.

4. Determinar las respuestas metabólicas individuales:

• Aprender las respuestas individuales de la glucosa al ejercicio para diferentes


intensidades, modalidades y duraciones.
• Determinar los efectos del ejercicio en diferentes momentos del día (mañana, tarde,
noche).

Consideraciones especiales

• Si se reduce o se elimina alguna dosis de insulina, los niveles de glucosa sanguínea


pueden incrementarse incluso si no se ingiere ningún alimento.
• En cualquier caso, el ejercicio físico nunca supone un sustitutivo de la insulina. Se deberá
reducir la dosis, nunca eliminarla.
• Si durante el ejercicio físico no hay suficiente insulina, no entrará suficiente glucosa en
la célula. De este modo, la célula no será capaz de producir energía a través de la
glucosa y necesitará la utilización de más grasas de lo normal para poder producirla.
Durante este proceso se producen los llamados «cuerpos cetónicos» o «cetonas», que
provocan acidificación de la sangre y producen cetoacidosis.
• Si se produce un alto nivel de cetonas en sangre, aparecerán algunos síntomas como
falta de apetito, náuseas y/o vómitos, sensación de debilidad o dolor abdominal...
• Si se presentan niveles de hiperglucemia (por encima de 300 mg/dL) y/o síntomas de
cetonas en sangre, se deberá realizar una prueba de cetonas en sangre antes de
comenzar el ejercicio físico.
• En caso de que el resultado sea positivo en presencia de cetonas, se debe retrasar el
ejercicio hasta que estos niveles se normalicen a través de la administración de insulina
y la ingesta de hidratos de carbono para facilitar la entrada de glucosa en la célula. Esta
pauta se denomina «dieta de cetosis».

Beneficios de la práctica regular de ejercicio físico en personas con diabetes mellitus tipo I

- Disminuye la glucemia durante y después del ejercicio.

- Aumenta la sensibilidad de la insulina, disminuyendo los requerimientos de la hormona.

16
- Mejora el perfil lipídico:

• Descienden los triglicéridos.


• Disminuyen ligeramente las LDL-colesterol.
• Aumentan las HDL-colesterol.

- Mejora la hipertensión ligera y moderada.

- Aumenta el gasto de energía:

• Contribuye junto con la dieta a la reducción del peso.


• Aumenta la pérdida de grasa.
• Previene la pérdida de masa magra.

- Mejora la función cardiovascular.

- Aumenta la fuerza y la flexibilidad.

- Aumenta la sensación subjetiva de «estar bien» y la calidad de vida.

1.2.9. Ejercicio físico y diabetes mellitus tipo 2

El ejercicio físico supone un tratamiento eficaz para el control de la diabetes tipo 2. Tanto el
ejercicio aeróbico como el entrenamiento de fuerza o una combinación de ambos pueden resultar
beneficiosos para la mejora del control glucémico, siempre y cuando estén bien estructurados,
planificados y se realicen de forma individualizada y supervisada.

Antes de realizar un programa de ejercicio físico dirigido a personas con diabetes, es necesario
tener en cuenta:

• Evaluación médica previa que asegure que la enfermedad está compensada.


• Historia clínica del paciente, donde conste si la persona tiene factores de riesgo
cardiovascular y metabólico, así como otras complicaciones posibles.
• Estado general de salud del paciente: peso, condición física, hábitos alimentarios,
tratamiento médico y estado psicológico.

Un programa de ejercicio para enfermos de diabetes deberá contar con un programa inicial de
ejercicio físico aeróbico de 24 semanas. Este periodo ha demostrado aportar grandes
adaptaciones fisiológicas crónicas al ejercicio y, por lo tanto, beneficios sobre la salud global.

Posteriormente, se elaborará un nuevo programa de ejercicio adaptado a las condiciones de vida,


preferencias y estado nuevo de condición física que se deberá mantener de por vida para el mejor
control de esta enfermedad.

17
Viaja

En el siguiente enlace podrás encontrar un artículo de revisión del ACSM con más información
sobre los efectos y los beneficios del ejercicio físico en personas con diabetes tipo 2. ACSM
diabetes tipo 2.

Tanto el ejercicio aeróbico como el entrenamiento de fuerza han demostrado ser beneficiosos
sobre la diabetes mellitus tipo 2. Algunos estudios basados en intervenciones con entrenamiento
combinado de resistencia y de fuerza también han demostrado resultados positivos en el control
de la glucemia.

Tanto el entrenamiento individual como el colectivo son eficaces, aunque la pertenencia a un


grupo del mismo colectivo a menudo es el mejor medio para asegurar una mayor adherencia al
programa de ejercicio. Los pacientes con otras enfermedades asociadas podrán requerir una
planificación del ejercicio más individualizada.

Ejercicio físico y diabetes mellitus tipo 2 (II)

Los principales beneficios de un programa de ejercicio físico en personas con diabetes mellitus
tipo 2 son (Canadian Diabetes Association, Sigal et al., 2013; Steinberg et al., 2014):

• Aumento del fitness cardiorrespiratorio.


• Mejora en el control glucémico.
• Descenso de la resistencia a la insulina.
• Mejora del perfil lipídico.
• Reducción de la presión arterial.
• Descenso del peso corporal (% grasa).
• Descenso del nivel de depresión y ansiedad.
• Menos apnea del sueño.
• Menos medicación.
• Mejora de la calidad de vida.

18
PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO FÍSICO AERÓBICO

Tipo de actividad Frecuencia Intensidad Duración Progresión

Ejercicio aeróbico: De 3 a 7 - Moderada: entre Deberá ser El objetivo


sesiones por el 40 % y el 60 % superior a los 30 prioritario es el
Actividades que
semana. de la VO2r (11-13 min. de aumento del
impliquen grandes
en una escala de 6 gasto calórico,
grupos musculares Según el Objetivo:
a 20 de la EEP). por lo que se
y que favorezcan la ACSM, se acumular mínimo
deberá
adherencia (p. ej.: desaconseja - Vigorosa: 60- 150 min totales a
aumentar
pedalear, nadar, realizar 85 % de la FCr o la semana de
progresivamente
correr, remar, entrenamientos 70-89 % VO2r, 14- actividad física
la duración del
bailar…). aeróbicos más 16 en una escala de moderada o 75
ejercicio (ya sea
de dos días 6 a 20 de la EEP. min de actividad
continuado o
consecutivos física vigorosa.
- Mejor control de acumulado). A
para lograr un
la glucemia a Se conseguirán medida que la
correcto
mayores beneficios persona mejore
control
intensidades de adicionales si se su condición
glucémico.
ejercicio (>60 % superan los 300 física, se
VO2r). min a la semana aumentará la
Recomendado en de intensidad intensidad para
personas moderada a garantizar
entrenadas. vigorosa. beneficios
*No sobrepasar el adicionales.
75 % de la FC máx.

PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO FÍSICO DE FUERZA

Tipo de actividad Frecuencia Intensidad Volumen Descanso

De 5 a 10 Tres días por Entre el 50 % y el De 3 y 4 series de Alrededor de 2


ejercicios, grandes semana. 80 % de 1RM. trabajo. Las minutos entre
grupos musculares, repeticiones en series.
tanto de la función de la
extremidad actividad (entre 6
superior como y 15).
inferior.
Tabla 3. Prescripción de ejercicio físico en pacientes con diabetes mellitus tipo 2.

19
• El ACSM recomienda que estos pacientes no realicen más de dos días consecutivos
de inactividad física (ACSM, 2013).
• Si el principal objetivo es la disminución de factores de riesgo, se deberá poner especial
atención a la realización de ejercicios de intensidad vigorosa, siempre y cuando el paciente
ya haya alcanzado la adaptación a esta intensidad. Por otro lado, si el objetivo principal
es la pérdida de peso, además, habrá que poner especial atención en el objetivo del gasto
de 2000 kcal/semana (ACSM, 2013).

1.2.10. Consideraciones especiales

Control de la diabetes durante el ejercicio

Viaja

En este enlace podrás observar una infografía explicativa acerca de los síntomas de la
hipoglucemia.

En este enlace encontrarás una infografía de cómo actuar ante una hipoglucemia.

En este enlace podrás acceder a una infografía con información y consejos sobre cómo
adaptar la diabetes a la práctica deportiva, de la Fundación para la Diabetes.

Es necesario prescribir de forma segura el entrenamiento, por lo que, al comenzar un programa


de ejercicio físico en personas con diabetes mellitus, será necesario tener en cuenta algunas
consideraciones y contraindicaciones asociadas a la enfermedad. Habitualmente, estos riesgos no
suponen una contraindicación para realizar ejercicio físico, pero será necesario conocerlos y
tenerlos en cuenta (Hordern et al., 2012).

- Controlar la glucemia antes, durante y después del ejercicio para prevenir la hipoglucemia.
Especial atención en pacientes con bajo tratamiento médico (insulina o con antidiabéticos orales).

• Inferior a 100 mg/dl: tomar un suplemento de unos 5-15 g de hidratos de carbono y


retrasar el ejercicio 10-15 minutos.
• Entre 100 y 250 mg/dl: iniciar el ejercicio con normalidad.
• Superior a 250 mg/dl: comprobar niveles de cetonas en sangre u orina. Si son positivos,
retrasar el ejercicio hasta que se normalicen.

- No iniciar el ejercicio o interrumpirlo en estado de hiperglucemia:

• Si la glucemia en ayunas es mayor de 250 mg/dL y hay cetoacidosis presente.


• En ausencia de cuerpos cetónicos o cetoacidosis, pero siendo la glucemia mayor de 300
mg/dL (Márquez Arabia, Ramón Suárez y Márquez Tróchez, 2012).

- En caso de que existan patologías asociadas, se deberán tener en cuenta y adaptar el tipo de
ejercicio a las posibilidades de cada individuo.

20
- Hipertensión: debido a que la hipertensión se presenta a menudo en estos pacientes, el ejercicio
se deberá ajustar a los criterios descritos en las recomendaciones para pacientes con
hipertensión.

- Los pacientes controlados con dieta no tienen que tomar alimentos durante y después del
ejercicio, excepto si este es muy intenso y de larga duración.

- El problema más grave para las personas con diabetes mellitus que hacen ejercicio es la
hipoglucemia, principalmente en aquellos individuos que necesitan insulina o hipoglucemiantes
orales para aumentar la secreción de insulina.

• Ajustar la ingesta de carbohidratos/medicación antes y después del ejercicio según los


niveles de glucosa e intensidad del ejercicio para prevenir la hipoglucemia asociada al
ejercicio.
• Controlar los niveles de ingesta de carbohidratos/insulina requeridos para ir ajustándolos
a cada sesión con mayor seguridad.

Contraindicaciones y situaciones que requieren especial atención

• Glucosa sanguínea por encima de 250 mg/dL (iguales o superiores a 13.7 mmol/L) y
presencia de cetonas.
• Glucosa sanguínea entre 80 y 100 mg/dL con alto riesgo de hipoglucemia.
• Estados de descompensación de la enfermedad.
• Enfermedad o infección.
• Hemorragia retiniana.

Aumento del nivel de glucemia debido al ejercicio físico

• Durante ejercicios de alta intensidad, ejercicios anaeróbicos o entrenamientos de fuerza,


aumenta la producción de catecolaminas, glucagón y cortisol. Estas hormonas facilitan la
liberación de glucosa hepática y estimulan la producción de más glucosa. El estrés es otro
factor que puede hacer que los niveles de glucemia aumenten debido a este proceso.
• El glucógeno hepático acumulado suele agotarse a los 60 minutos de actividad física
aeróbica, aunque varía según las condiciones individuales. En ejercicios superiores a los
60-90 minutos existe mayor probabilidad de la aparición de hipoglucemia.

Cetonas elevadas debido al ejercicio físico

Cuando se realiza ejercicio físico de larga duración, al utilizar grasas como vía metabólica para la
producción de energía, el cuerpo puede producir más cantidad de cetonas. Cuando el nivel de
cuerpos cetónicos se eleva por efecto del ejercicio físico, al finalizar, estos niveles volverán a
disminuir a valores normales. Este descenso no se produce cuando el aumento de cetonas viene
dado por la falta de insulina.

Cómo medir los niveles de cetonas en sangre:

• A través de glucómetros preparados para ello.


• A través de tiras de orina (menos precisión que en sangre).

21
Niveles de cetonas en sangre:

Niveles de cetonas en sangre

Menos de 0.6 mmol/L: normal

Entre 0.6 y 1.0 mmol/L: ligeramente elevado

Entre 1.0 y 3.0 mmol/L: riesgo de cetoacidosis

Más de 3.0 mmol/L: acudir a un servicio médico

Tabla 4. Niveles de cetonas en sangre.

Tras la realización de ejercicio físico:

• El efecto de la reducción de niveles de glucosa en la sangre se mantiene varias horas


después de la realización de ejercicio físico.
• Durante el ejercicio físico aeróbico se consume parte del glucógeno muscular almacenado
en los músculos (alrededor de 400 g) y glucógeno hepático procedente del hígado
(alrededor de 100 g), por lo que las reservas de glucógeno muscular también disminuyen.
• Después del ejercicio físico, debido a la necesidad de utilización de hidratos de carbono
para la producción de energía, estos pasan al torrente sanguíneo y aumentará el nivel de
glucemia, pero únicamente de manera temporal, ya que la glucosa sanguínea pasará a los
músculos y al hígado para reponer el glucógeno muscular y glucógeno hepático utilizados
anteriormente, por lo que puede tener lugar una hipoglucemia.
• Para evitar la hipoglucemia posejercicio, se debe aumentar el consumo de hidratos de
carbono después de la realización de ejercicio físico o reducir la dosis de insulina.
• Si se finaliza un ejercicio con hiperglucemia, lo más indicado es esperar a que los niveles
vuelvan a la normalidad. En el caso de que el nivel glucémico sea muy elevado y se
administre insulina para corregirlo, se deberá tener en cuenta que, debido al resultado
posejercicio, el efecto de esta dosis de insulina hará que los niveles de glucosa disminuyan
más rápidamente de lo habitual.

1.3. Obesidad

La obesidad hoy en día representa un importante problema de salud, tanto en países social y
económicamente desarrollados como en los que se encuentran en vías de desarrollo (Redondo et
al., 2010).

Debido a esta situación, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado la obesidad


como una epidemia de ámbito global y la considera como uno de los problemas de salud más
importantes (epidemia del siglo XXI), debido no solo a la enfermedad en sí misma, sino también
a las graves consecuencias para la salud que origina, tanto a corto como a largo plazo (Redondo
et al., 2010).

22
Según se estima, en España la obesidad es la responsable del 80 % de los casos de diabetes
mellitus tipo 2, del 55 % de los casos de hipertensión arterial y del 35 % de los casos de la
enfermedad coronaria en adultos.

Según el último informe de la OMS con datos del año 2010, España se sitúa entre los países
europeos con mayor índice de sobrepeso y obesidad, con aproximadamente un 30 % de obesidad
y un 70 % de sobrepeso.

La obesidad aumenta los principales factores de riesgo de un buen número de enfermedades


crónicas y problemas de salud. El riesgo de padecer diabetes tipo 2, enfermedad cardiovascular,
ciertos tipos de cáncer e incluso la mortalidad es directamente proporcional al grado de obesidad.

En el año 2010, el Ministerio de Sanidad informó de que uno de cada cuatro niños españoles
presentó sobrepeso u obesidad como consecuencia de malos hábitos de alimentación y de
inactividad física.

Tal y como se expuso en la Unidad didáctica 1, existe una estrecha relación entre la obesidad en
la edad pediátrica y el riesgo de presentar obesidad en la edad adulta. Se estima que del 50 %
al 80 % de los adolescentes que presentan obesidad serán igualmente obesos en su edad adulta
(Redondo et al., 2010).

Por otro lado, en una revisión que incluyó 37 estudios se demostró que un índice de masa corporal
elevado durante la infancia se relaciona con una mayor incidencia de diabetes, enfermedad
coronaria y diversos tipos de cáncer en la edad adulta (Llewellyn, Simmonds, Owen y Woolacott,
2016).

Se ha demostrado que una adecuada intervención primaria en niños y adolescentes que presentan
sobrepeso reduce de manera significativa la obesidad y la diabetes mellitus tipo 2 en edades
adultas y, por lo tanto, también el riesgo cardiovascular (Redondo et al., 2010).

1.3.1. Definición y diagnóstico de obesidad

La obesidad es una enfermedad crónica multifactorial causada por una interacción genético-
ambiental, caracterizada por un exceso de tejido adiposo y con graves consecuencias para
la salud por su asociación con otras enfermedades crónicas o comorbilidades como diabetes,
artrosis, hipertensión arterial, insulinorresistencia o dislipidemia, además de la alta tasa de
mortalidad que genera (Sánchez Ortega, Sánchez Juan y Alfonso García, 2014).

La OMS define el sobrepeso y la obesidad como una acumulación anormal o excesiva de grasa
que puede ser perjudicial para la salud (OMS, 2016).

Algunos datos

A nivel mundial, según datos de la OMS, en 2016 más de 1900 millones de adultos tenían
sobrepeso, de los cuales, más de 650 millones eran obesos.

En España el 53 % de la población adulta está por encima de su peso (un 36 % sobrepeso y un


17 % obesidad), una prevalencia que ha aumentado en todo el mundo, pero que en España se
ha estabilizado en los últimos años (OCDE, 2017).

23
La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) ha publicado
recientemente el informe Obesity Update 2017 (actualización sobre la obesidad 2017); en él se
muestran los datos relativos a la situación del sobrepeso y la obesidad en los países miembros
de esta organización. Estados Unidos encabeza, junto a México y Nueva Zelanda, el ranking de
países con mayor tasa de obesidad; en el lado opuesto se encuentran Japón, Corea e Italia, que
son los países con menor prevalencia de la obesidad entre la población adulta.

En relación con la obesidad infantil, los últimos datos (2015-17) de la Iniciativa de vigilancia
de la obesidad infantil de la Organización Mundial de la Salud (OMS) muestran que los
países del sur de Europa tienen la tasa más alta de obesidad infantil. En Italia, Chipre, España,
Grecia, Malta y San Marino, aproximadamente, uno de cada cinco niños (entre el 18 % y el 21 %)
son obesos.

La Iniciativa de vigilancia de la obesidad en la infancia europea de la OMS es un nuevo estudio,


el más extenso realizado en Europa hasta la fecha, un sistema único que durante más de 10 años
ha medido las tendencias del sobrepeso y la obesidad entre alrededor de 250 000 niños de 6 a 9
años edad en la Región Europea de la OMS, proporciona datos representativos a nivel nacional
para los países participantes, así como un gran conjunto de datos para el análisis de los
determinantes de sobrepeso y obesidad infantil.

Diagnóstico:

% de grasa corporal

Uno de los mejores indicadores para valorar la obesidad es a través del porcentaje de grasa, el
cual hace referencia a la cantidad de grasa presente en el cuerpo respecto a la masa corporal
total. Este método es más fiable para determinar sobrepeso u obesidad que el IMC. El principal
inconveniente es que es menos sencillo de valorar que el IMC y requiere de material más
específico y costoso.

El porcentaje de masa grasa se puede valorar mediante bioimpedancia eléctrica, a través de


básculas, o mediante la realización de una densitometría ósea (DXA).

Los valores de % de masa grasa adecuados en personas adultas se sitúan en hombres entre el
12 % y el 20 %, y en mujeres entre el 20 % y el 30 % (SEEDO 2007). La obesidad según este
marcador vendría definida por un porcentaje de masa grasa superior al 25 % en hombres y al
33 % en mujeres.

Definición y diagnóstico de obesidad (II)

IMC

El índice de masa corporal (IMC) es el indicador más aceptado y utilizado para detectar los niveles
de obesidad, debido a que, tras numerosas investigaciones (y aunque se ha puesto en duda en
numerosas ocasiones y es un indicador muy criticado), sigue siendo el método más sencillo y con
un gran valor de predicción del exceso de % de grasa.

Siguiendo este método, se define obesidad cuando el IMC es ≥30 kg/m2 en adultos, tanto en
mujeres como en hombres.

24
El IMC se calcula a partir de la fórmula: peso (kg)/talla (m 2).

IMC Clasificación

<18.5 Peso insuficiente

18.5-24.9 Normopeso

25-26.9 Sobrepeso grado I

27-29.9 Sobrepeso grado II (preobesidad)

30-34.9 Obesidad de tipo I

35-39.9 Obesidad de tipo II

40-49.9 Obesidad de tipo III (mórbida)

>50 Obesidad de tipo IV (extrema)

Tabla 5. Clasificación de sobrepeso y obesidad según el IMC.

Para la mayoría de los individuos, el IMC proporciona una buena estimación de la grasa corporal.
Sin embargo, tiene algunos inconvenientes. Recientes investigadores destacan que el IMC no
informa de la distribución de la grasa corporal, no diferencia entre masa magra y masa grasa, y
es un mal indicador en sujetos de baja estatura, edad avanzada, musculados, con retención
hidrosalina o gestantes. No se considera útil medir el peso corporal cuando el IMC ≥35 (Lecube
et al., 2017).

Nota

El IMC no mide directamente la grasa corporal, por lo que algunas personas, como
determinados deportistas, pueden presentar un índice de masa corporal en la categoría de
obesos a pesar de que no tienen exceso de grasa corporal.

En niños se utilizan las curvas de crecimiento hasta los 18 años. Se recomienda usar los
estudios percentiliares de la OMS.

25
El problema del IMC es que tiene buena especificidad, pero baja sensibilidad, debido a que en la
edad pediátrica se correlaciona más con la masa magra y menos con la masa grasa, por lo que
en determinadas ocasiones surge la necesidad de estimar la masa grasa corporal con técnicas
antropométricas o con otros métodos más complejos (bioimpedancia eléctrica, DXA, etcétera).

Figura 4. Análisis de la composición corporal a través de la densitometría ósea. Fuente: Depositphotos.com

Definición y diagnóstico de obesidad (III)

Distribución del tejido adiposo

Dependiendo de dónde se localice el exceso de tejido adiposo, las complicaciones médicas son de
diferente magnitud. Las complicaciones relacionadas con la enfermedad cardiovascular, la
hipertensión, la dislipidemia, la diabetes y la muerte prematura son más altas en individuos
obesos en los que el exceso de tejido adiposo se deposita en el área del abdomen (obesidad
intraabdominal o visceral) en comparación con el área femoral y de la cadera (segundo
extraabdominal o subcutáneo). Es decir, los riesgos para la salud son mayores en aquellas
personas con obesidad localizada en la extremidad superior que en la extremidad inferior, lo que
se denomina obesidad androide y obesidad ginoide.

Figura 5. Imagen gráfica de la grasa subcutánea. Fuente: Wikipedia.

26
Un modo de medir este tipo de obesidad es mediante el índice cintura-cadera (ICC). Este índice
tiene una alta correlación con la grasa visceral y es una medida complementaria al índice de masa
corporal (IMC).

ICC: este cociente predice la mayor parte de las complicaciones derivadas de la obesidad.

La OMS establece los siguientes niveles normales para el ICC aproximados:

ICC mujeres: 0.8.

ICC hombres: 1.

Valores superiores indican obesidad visceral.

Algunos hábitos del estilo de vida están relacionados con la grasa abdominal. Por ejemplo, fumar,
el consumo de alcohol y los altos cambios de peso aumentan el almacenamiento de grasa
abdominal, mientras que el ejercicio físico los disminuye.

1.4. Causas de la obesidad

De modo general, los factores que determinan el origen de la obesidad son tres:

• Los factores hereditarios.


• Los hábitos alimentarios.
• El sedentarismo y la inactividad física.

Viaja

En este enlace podrás acceder al mapa de la obesidad. Podrás observar todos los factores
implicados en el balance energético y su interrelación. Después de navegar por el mapa,
¿crees que la obesidad es una enfermedad sencilla de combatir?

Aunque existen causas relacionadas con las alteraciones endocrinas y el consumo de


medicamentos, el porcentaje de personas que padecen sobrepeso y obesidad debido a estos
factores es muy pequeño (Redondo et al., 2010).

Play

En este vídeo se explica de un modo ilustrado el problema de la obesidad y algunos de los


factores que influyen en ella: Obesity.

Debido al gran problema de salud pública que supone la obesidad, en los últimos años se ha
puesto un especial énfasis en el estudio de los procesos responsables de su desarrollo.

27
Hoy en día se acepta que la obesidad tiene un origen multifactorial (Zapico et al., 2012). La
obesidad suele ser resultado de una combinación de causas y factores contribuyentes, los cuales
incluyen:

Genética

Los genes afectan tanto en la cantidad de almacenamiento de grasa corporal como en su


distribución. Además, los genes juegan un papel importante en la utilización de la energía en
el metabolismo.

Estilo de vida familiar

La obesidad tiende a reproducirse en las familias. Si uno o ambos padres son obesos, el riesgo
de ser obeso es más alto. Eso no es solo debido a la genética; los miembros de una misma
familia tienden a compartir los hábitos de alimentación y de actividad física.

Inactividad física

Mantener un estilo de vida activo, realizar ejercicio físico y reducir los tiempos sedentarios
aumentan el gasto energético.

Mala alimentación

Una alimentación alta en calorías y falta en frutas y verduras contribuye al exceso de peso.

Problemas médicos

Diversos problemas médicos como la artritis, obesidad u otras enfermedades contribuyen a la


disminución de estas actividades y, por lo tanto, contribuyen al aumento de peso.

Ciertos medicamentos

Algunos medicamentos pueden favorecer el aumento de peso, especialmente si no se compensa


con una adecuada dieta o con la realización de ejercicio (antidepresivos, medicación para la
diabetes, betabloqueantes...).

Asuntos sociales y económicos

Diversos estudios han demostrado que los factores sociales y económicos están estrechamente
ligados a la obesidad. Por ejemplo, los recursos económicos influyen en la posibilidad y decisión
de elegir determinados alimentos, así como el modo en que se preparan. Por otro lado, el
entorno social influye a la hora de elegir el tipo de alimentos.

28
Edad

La obesidad puede darse a cualquier edad, incluso en edad infantil. Pero debido a cambios
hormonales y al estilo de vida, con la edad se incrementa el riesgo de obesidad. El metabolismo
disminuye al igual que las necesidades energéticas; sin embargo, si no se modifican los hábitos
de consumo de alimentos y de actividad física, el peso tenderá a aumentar.

Embarazo

El aumento de peso por encima del recomendado durante el embarazo se asocia positivamente
con el desarrollo de obesidad después del embarazo en mujeres.

Dejar de fumar

A menudo se asocia con un aumento de peso. Aunque el beneficio de abandonar el tabaco es


más saludable que continuar el hábito tabáquico, en algunos casos, si la persona aumenta de
peso durante esta fase, aumenta el riesgo de desarrollar obesidad.

Falta de sueño

Se ha demostrado que durante las horas de sueño se liberan ciertas hormonas que contribuyen
al consumo energético; además, la falta de horas de sueño contribuye a cambios hormonales
que aumentarán el apetito.

Causas de la obesidad (II)

Riesgos de salud asociados a la obesidad

Viaja

Accede al siguiente artículo recientemente publicado para obtener más información sobre la
actualidad de la obesidad. Prevención, diagnóstico y tratamiento de la obesidad.
Posicionamiento de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad de 2016.

El mayor aumento de factores de riesgo en sujetos obesos en comparación con personas con un
peso normal se debe a un conjunto de factores que se manifiestan debido al perfil metabólico
alterado, por el cual la obesidad se asocia a un gran número de riesgos y problemas para la salud,
entre los que se resumen los siguientes:

• Insulinorresistencia.
• Diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial, dislipidemia, síndrome metabólico.
• Cardiopatía isquémica, insuficiencia cardiaca congestiva, enfermedad cerebrovascular,
enfermedad vascular periférica.
• Disfunción respiratoria, enfermedad vesicular, esteatosis hepática.

29
• Artrosis, dificultades en el aparato locomotor.
• Disfunción sexual, infertilidad.
• Incremento de riesgo de algunos tipos de cáncer.
• Infecciones, sobre todo a nivel de la piel.
• Complicaciones trans y posoperatorias.
• Problemas psicológicos: sentimiento de culpa, depresión, ansiedad y baja estima.
• Aumenta el riesgo de muerte prematura.

Figura 6. Descripción de las complicaciones de la obesidad.

1.5. Perfil metabólico alterado

• En una persona obesa, la lipólisis en el tejido adiposo se encuentra aumentada y se liberan


ácidos grasos libres (AGL).
• Debido al exceso de grasa, particularmente a nivel visceral, el tejido adiposo segrega
cantidades mucho más elevadas de adipoquinas pro y antiinflamatorias, con lo que se crea
un «ambiente inflamatorio».
• Las adipoquinas están relacionadas con la patogénesis de la resistencia a la insulina y a la
inflamación en obesos y, por lo tanto, estas sustancias favorecen las manifestaciones
clínicas de esta patología, como son la diabetes, la hipertensión arterial o la enfermedad
cardiovascular. En una primera fase, el tejido adiposo de la persona obesa se vuelve
resistente a la acción de la insulina debido a la acción de alguna de estas adipoquinas,
como el factor de necrosis tumoral α (TNF-α) o la interleucina-6 (IL-6).
• En una segunda fase esta resistencia comienza a aparecer en otros tejidos y se produce
un aumento tanto en los niveles de glucosa como de insulina. Estos aumentos, junto con
los altos niveles de adipoquinas, producen el desarrollo de distintos efectos adversos, entre
los que se encuentran: aumento del estrés oxidativo, disfunción endotelial, aumento de la
presión arterial y alteraciones del metabolismo lipoproteico, todos ellos perjudiciales para
la salud (Sánchez Ortega et al., 2014).

30
1.6. Balance energético

Fundamentalmente, la obesidad se produce cuando se da un desbalance positivo crónico entre la


ingesta y el consumo de energía. Es decir, se ingieren más calorías de las que se gastan, de tal
manera que el cuerpo almacena el exceso de calorías en forma de tejido adiposo.

Los componentes del consumo energético son:

1. Tasa metabólica de reposo o metabolismo basal (MB): 60-75 %. Energía necesaria


para mantener las constantes fisiológicas. Se debe calcular a primera hora de la mañana,
después de 10-12 h de reposo y, al menos, 36 h tras el ejercicio físico. Depende de la
composición corporal, edad, sexo, genética, actividad física, estado nutricional y actividad
hormonal. El MB disminuye con la edad (1-2 % por década).

2. Efecto térmico de los alimentos: 10 %. Energía necesaria para la transformación,


transporte y absorción de los alimentos.

3. Efecto térmico de la actividad física: 15-20 %. Energía consumida por la realización


de actividad física general. Es el factor energético más variable. La actividad física puede
modificar el MB incrementando el gasto posejercicio en reposo.

1.7. Ejercicio físico en el sobrepeso y la obesidad

Efectos del ejercicio físico sobre la obesidad

La realización de actividad física diaria permite un adecuado control del peso y de la masa grasa
al ser un componente del consumo energético. Pero además del evidente efecto sobre el gasto
energético, el ejercicio físico ofrece otros efectos positivos que mejoran el perfil metabólico
alterado de la persona obesa.

A nivel metabólico

Efectos del ejercicio físico aeróbico en el perfil metabólico obeso

• A pesar de que el ejercicio aeróbico estimula la lipólisis, esta respuesta aparece debilitada
en personas obesas en comparación con sujetos no obesos de la misma edad (Horowitz,
2001).
• En individuos con obesidad se observan disfunciones endocrinológicas durante los
esfuerzos aeróbicos. Entre ellas se destacan la liberación de grandes cantidades de
cortisol, así como de insulina, junto a una disminuida liberación de adrenalina y hormona
de crecimiento (GH) (Hansen, Meeusen, Mullens y Dendale, 2012).
• La hormona de crecimiento, fuertemente vinculada a la lipólisis en ejercicios aeróbicos, se
ve severamente reducida en sujetos obesos.
Esto se observó en trabajos en bicicleta y en caminatas, en hombres y mujeres, así como
también en ejercicios de carrera continua a intensidades de entre el 50 % y el 70 % del
VO2máx y en pruebas de esfuerzo hasta el agotamiento (Roig, 2013).

La realización de ejercicio físico, junto con una dieta equilibrada, ejerce cambios a nivel
metabólico en la persona con sobrepeso u obesidad, y mejora su perfil metabólico.

31
Este resultado va más allá del efecto sobre el gasto energético en sí, y lo convierte en una parte
fundamental para la mejora del funcionamiento metabólico y, por lo tanto, del estado de salud a
largo plazo en personas con obesidad, debido a las razones expuestas a continuación.

El ejercicio físico regular

• Favorece el metabolismo de los AGL en las mitocondrias, evitando su almacenamiento y


reduciendo la lipotoxicidad.
• Mejora la resistencia a la insulina.
• Mejora los niveles de adipoquinas.

A nivel cardiorrespiratorio

Uno de los objetivos de los programas de ejercicio físico en personas con sobrepeso y obesidad
es la mejora de la condición física cardiorrespiratoria. Los principales beneficios que aporta la
mejora de la condición física cardiorrespiratoria en personas con sobrepeso y obesidad son los
siguientes:

• Disminución del % de grasa corporal y disminución de la obesidad visceral (abdominal).


• Mejora de los valores hemoquímicos sanguíneos del metabolismo de los hidratos de
carbono, lípidos y proteínas, disminuyendo la insulinorresistencia y mejorando el perfil
lipídico.
• Disminución del riesgo de enfermedad cardiovascular y del riesgo de diabetes mellitus tipo
2.
• Disminución de incidencia de enfermedad crónica y sus complicaciones.

A nivel de gasto energético

El principal objetivo del tratamiento de la obesidad es el aumento del gasto energético por encima
del consumo para conseguir un balance negativo. El ejercicio físico supone un aumento del gasto
energético, aunque esta realidad fisiológica debemos situarla en su medida justa: el ejercicio
físico consume muy pocas kilocalorías en proporción a las que aportan los alimentos (Novials,
2006).

El gasto energético que ofrece la realización de ejercicio físico y actividad física es fundamental
para la prevención y el mantenimiento de la pérdida de peso en la obesidad. Sin embargo,
en cuanto al tratamiento a través de un programa de pérdida de peso para personas con
obesidad, la función principal del ejercicio físico no debe ser aportar la principal vía de gasto
energético, sino ejercer los efectos metabólicos y cardiovasculares anteriormente explicados, a
la vez que aporta un gasto energético extra al conseguido a través de una dieta con restricción
calórica.

Aunque existe evidencia científica que confirma que el ejercicio físico contribuye al gasto
energético total, el ejercicio físico con el objetivo de pérdida de peso debe ir acompañado de una
dieta de restricción calórica, ya que la pérdida de peso que se consigue únicamente a través de
la realización de ejercicio puede ser muy pequeña (alrededor de 0.1 kg/semana) (Slentz et al.,
2004), lo cual conllevará una frustración del paciente y el abandono de la actividad física.

32
Ejercicio físico en el sobrepeso y la obesidad (II)

Paradigma fat but fit y fenotipo MHO

Existe una gran evidencia científica que confirma que el fitness cardiorrespiratorio o condición
física cardiorrespiratoria (generalmente expresado en términos de consumo máximo de oxígeno)
es un potente marcador de salud cardiovascular a cualquier edad, sexo o estado de salud (Ortega,
Lavie y Blair, 2016).

Debido a esta evidencia, en los últimos años diferentes investigaciones han determinado un nuevo
perfil de obesidad, el llamado fat but fit, el cual se refiere a aquellas personas que, a pesar de
presentar obesidad, tienen un nivel relativamente bueno de fitness cardiorrespiratorio.

Aunque en la actualidad este término continúa siendo controvertido, e incluso descartado por
algunos autores, en la reciente revisión realizada por Ortega et al. (2016), los autores concluyen
que la obesidad se asocia con un aumento significativo del riesgo de mortalidad por enfermedades
cardiovasculares únicamente cuando se combina con un bajo nivel de fitness cardiorrespiratorio;
por el contrario, esto no ocurre cuando la obesidad se combina con un nivel moderado-alto de
fitness cardiorrespiratorio.

Por lo tanto, de esta situación se puede concluir que el hecho de ser normopeso en sí puede no
suponer necesariamente mantener un óptimo nivel de salud.

Otro término reciente que surge en relación con este paradigma es el denominado MHO
(Metabolically Healthy but Obese).

En general, se considera MHO a los individuos que cumplen los siguientes requisitos: 1) ser
obeso y 2) estar metabólicamente sano.

Viaja

Definición armonizada del término MHO: accede al artículo original de Ortega et al. (2016).

A lo largo de los últimos años ha crecido el número de investigaciones que incluyen el término
MHO, por lo que surge una necesidad de realizar una definición estandarizada para su
clasificación. En Ortega et al. (2016) se propone la armonización y clasificación de esta definición
basada en una revisión exhaustiva de la literatura y las opiniones de los principales grupos
expertos en el tema.

33
1.8. Actualización científica: tratamiento de la obesidad a través de
programas de pérdida de peso

1.8.1. Dieta y ejercicio físico

Las investigaciones demuestran que el ejercicio físico y la realización de actividad física


diaria son parte fundamental para cualquier programa de pérdida de peso en combinación
con una dieta de restricción calórica.

Existen estudios que han comparado ambos métodos; en un metaanálisis reciente (Verheggen et
al., 2016) se concluye que tanto el ejercicio físico como la dieta por separado son métodos
eficaces para la reducción de tejido adiposo abdominal.

En esta revisión los autores señalan que la restricción calórica a través de la dieta produce un
efecto mayor que el ejercicio físico en la pérdida de peso corporal total; sin embargo, el
ejercicio parece tener un mayor efecto sobre la reducción de tejido adiposo visceral.

En las investigaciones, a menudo, se utiliza el peso corporal total para medir los efectos de la
intervención en la pérdida de peso.

Los autores de esta revisión recuerdan que el peso total corporal no refleja necesariamente
cambios en el tejido adiposo abdominal; por lo tanto, el peso corporal total representa un
marcador insuficiente a la hora de evaluar la mejora de la salud en las diferentes intervenciones.

34
Figura 7. Libro de receta cómo perder peso.

Importancia de la intervención dietética

Los programas de pérdida de peso dirigidos a personas con sobrepeso y obesidad deben contener
una intervención dietética. Según diferentes recomendaciones, las personas con sobrepeso u
obesidad tipo con dos o más factores de riesgo deben reducir su ingesta energética en 500
kcal/día, y las personas con obesidad tipo 2 y 3 deben reducir su dieta en 500-1000 kcal/día.
Con una reducción de 500 kcal/día se puede alcanzar una reducción de peso de 0.5 kg a la semana
(Fock y Khoo, 2013). En la actualidad científica se ha demostrado la eficacia de las dietas a través
de la restricción calórica:

• Dietas con restricción calórica y/o medicamentos: pérdida de peso de hasta 5-8.5 kg (5-
9 %) durante los primeros 6 meses y un mantenimiento del peso perdido de 3 a 6 kg,
(3-6 %) a los 4 años.
• Estudios que han comparado diferentes tipos de dietas con restricción calórica con
composiciones de macronutrientes diferentes han encontrado similares respuestas en
todas ellas en la pérdida de peso y en el mantenimiento a los 2 años.
• Debido a que el principal determinante para el mantenimiento del peso perdido con
restricción calórica es la adherencia a la dieta, se debe elegir una dieta con una
composición de macronutrientes acorde con las preferencias de cada paciente, dentro de
lo posible, para favorecer la adherencia y, por lo tanto, el éxito del mantenimiento de peso
a largo plazo.

1.8.2. Entrenamiento con ejercicio aeróbico y sin restricción calórica

Las actuales recomendaciones del ACSM para la pérdida de peso establecen que se deben superar
los 250 min/semana con el fin de inducir una posible pérdida de peso clínicamente significativa
(ACSM, 2013).

Algunos programas de entrenamiento supervisados de diferentes estudios han demostrado una


pérdida de peso significativa a través únicamente del entrenamiento con ejercicio físico aeróbico
(sin restricción calórica), pero estas intervenciones han superado con creces los niveles mínimos
de las recomendaciones generales de actividad física para la población (ACSM, 2013).

En un estudio (Ross et al., 2000) se observó una pérdida de peso del 8 % en los hombres obesos
después de 12 semanas de entrenamiento físico aeróbico sin alteraciones en los hábitos
alimentarios (sesiones diarias de ejercicio de 700 kcal).

35
En un estudio diferente (Ross et al., 2004) se observó una pérdida de peso del 6.8 % en mujeres
premenopáusicas (IMC >27) después de 14 semanas de entrenamiento físico aeróbico con un
gasto energético de 500 kcal por sesión. Por otro lado, otra investigación observó una pérdida de
peso del 5.3 % (Donnelly et al., 2013) en hombres después de 10 meses de entrenamiento físico
aeróbico con aproximadamente entrenamientos de 400 y 600 kcal por sesión durante 5 días a la
semana.

De estos resultados se podría concluir que es posible una pérdida de peso a través del
entrenamiento físico aeróbico, pero esta sucede cuando se realizan altos volúmenes de
entrenamiento. Teniendo en cuenta las posibilidades de aplicación de este tipo de entrenamientos
en población con sobrepeso u obesidad, estos volúmenes de entrenamiento pueden ser poco
prácticos e insostenibles a la hora de conseguir la adherencia al entrenamiento físico.

1.8.3. Entrenamiento aeróbico, entrenamiento de fuerza y entrenamiento


combinado (aeróbico + fuerza)

Play

Visualiza este vídeo en el que el Dr. Pedro J. Benito habla acerca de los programas de pérdida
de peso en personas con sobrepeso y obesidad: La opinión del experto. Dr. Pedro J. Benito.

A pesar de la inmensa cantidad de investigaciones que afirman que la mejor elección para
adelgazar son los ejercicios aeróbicos de baja intensidad y larga duración, hoy por hoy se ha
demostrado que tanto el ejercicio de resistencia aeróbica como el de fuerza son eficaces para la
reducción de peso (grasa corporal) en personas con sobrepeso y obesidad, y sitúan el
entrenamiento de fuerza como un componente indispensable para la pérdida de peso a través del
ejercicio físico.

Uno de los errores más comunes que se suelen cometer al tratar la obesidad es partir del principio
de igualdad, lo que significa aceptar que el obeso y el no obeso tienen la misma capacidad de
respuesta a un estímulo de entrenamiento. Sin embargo, como se ha ido explicando a lo largo de
la presente unidad didáctica, la evidencia muestra que el sujeto obeso sufre una serie de
trastornos que afectan tanto al tejido adiposo como al muscular, y que, además, sus sistemas
encargados de la utilización de ácidos grasos están alterados.

El proyecto español Pronaf (Programas de Nutrición y Actividad Física) mostró resultados en los
que personas con obesidad obtuvieron una pérdida de peso, masa grasa total y IMC similar en
los diferentes grupos de entrenamiento (entrenamiento aeróbico, entrenamiento de fuerza,
entrenamiento combinado y recomendaciones de actividad física) junto con el seguimiento de
una dieta hipocalórica, realizado durante 22 semanas (Benito et al., 2015).

36
Este estudio ha sido el primer estudio de intervención controlado aleatorio realizado en España
en adultos con sobrepeso y obesidad sin ninguna otra enfermedad asociada, con el objetivo de
perder peso y mejorar varios parámetros relacionados con la salud por medio de la combinación
de programas de ejercicio físico y restricción calórica controlados.

Otro reciente estudio realizado (Skrypnik et al., 2015) comparó los efectos de un entrenamiento
de resistencia aeróbica con los efectos de un entrenamiento combinado de resistencia aeróbica y
de fuerza en mujeres con obesidad. Los autores concluyeron que tras tres meses de
entrenamiento realizando 1 hora de ejercicio durante 3 sesiones a la semana, ambos tipos de
entrenamiento fueron eficaces en la disminución del % de grasa corporal, IMC y de los
perímetros de cintura y cadera.

Aunque hoy en día sigue siendo un campo de investigación en constante evolución y avance,
parece ser que ambos tipos de entrenamiento resultan efectivos para modificar la composición
corporal y, por lo tanto, para mejorar la salud de personas con sobrepeso y obesidad.

Entrenamiento aeróbico, entrenamiento de fuerza y entrenamiento combinado


(aeróbico + fuerza) (II)

James E. Clark (2015), en un reciente metaanálisis, comparó diferentes tratamientos para la


pérdida de grasa corporal con el objetivo de determinar cuál era el método más eficaz. Tras
analizar 162 estudios científicos, en relación con el tipo de entrenamiento, una vez más, se
destaca la importancia de combinar el entrenamiento de resistencia aeróbica con el
entrenamiento de fuerza para la obtención de mejores resultados en este tipo de población (Clark,
2015).

En cuanto al entrenamiento aeróbico de alta intensidad, en esta misma revisión se obtuvo que,
de modo general, el entrenamiento de resistencia aeróbica por sí solo consiguió resultados
inferiores en diferentes componentes en comparación con el entrenamiento de fuerza o la
combinación de ambos, y que los resultados del entrenamiento de resistencia aeróbica fueron
más eficaces cuando se realizó a altas intensidades (por encima del 70 % del VO2 máx.) de 3
a 4 veces por semana con una duración de 30 minutos, o con un entrenamiento interválico
realizado de forma similar.

Las conclusiones de este metaanálisis indican que el tratamiento para modificar la composición
corporal en individuos con obesidad debe enfocarse en la producción de un gran estrés metabólico
inducido por el ejercicio físico, en lugar de basarse únicamente en un desequilibrio energético.

En diversas investigaciones se ha demostrado que el entrenamiento aeróbico de intensidad


vigorosa puede contribuir a una mayor pérdida de peso con una misma duración de sesión en
comparación con intensidad moderada debido a que el gasto total de energía es mayor.

37
Viaja

Visita la entrada de este blog para obtener más información sobre la importancia del ejercicio
físico en combinación con una dieta para la pérdida de peso. Actividad física en el sobrepeso
y obesidad: recomendaciones para iniciarse.

A pesar de que, como se ha mencionado anteriormente, estos volúmenes de entrenamiento


pueden resultar poco prácticos por la posibilidad de abandono, este tipo de entrenamientos puede
ofrecer beneficios adicionales para la salud y potenciar el aumento del gasto de energía, siempre
y cuando el individuo presente interés y afinidad por este tipo de entrenamiento, teniendo en
cuenta la adaptación y la ausencia de contraindicaciones.

1.8.4. Mantenimiento del peso perdido

El mantenimiento del peso perdido tras un programa de intervención es un reto que hoy por hoy
continúa siendo objetivo de constante investigación y debate.

Como se ha mencionado, existen numerosos estudios científicos que han demostrado una exitosa
pérdida de peso tras la participación en programas de intervención tanto a través de ejercicio
físico como con dieta o una combinación de ambos.

Sin embargo, la mayoría de las intervenciones muestran una tendencia a la recuperación de peso
en los meses posteriores al tratamiento, independientemente de la modalidad inicial que se haya
utilizado para la pérdida de peso. En la actualidad existen pocos estudios que demuestren el éxito
en el mantenimiento del peso perdido a largo plazo (Ramage, Farmer, Apps Eccles y McCargar,
2013).

La adherencia de las dietas hipocalóricas a largo plazo se hace difícil debido a que la reducción
en el gasto calórico crea cambios en las señales hormonales periféricas que aumentan el apetito
(Strasser y Fuchs, 2016). Por lo tanto, la mayoría de las personas que hacen dieta,
posteriormente, recuperará una gran parte o la totalidad del peso perdido. Según el ACSM, el
peso promedio recuperado después de un año tras la finalización de programas de intervención
se sitúa en torno al 33-50 % de la pérdida de peso inicial (ACSM, 2013).

A pesar de que el avance en el conocimiento científico en este campo es cada vez más conciso,
las cifras de obesidad siguen en aumento a nivel mundial año tras año. Entonces, ¿cuál es el
problema? Aunque se conozca la «receta exacta» para la consecución de una pérdida de peso,
las intervenciones nunca serán exitosas si no se logra mantener el peso perdido a largo plazo.
Para ello, es necesario un cambio de comportamiento persistente que debe permanecer de
por vida.

38
Este comportamiento se basará en adquirir nuevos hábitos de vida saludables, que incluyen
una alimentación saludable, la modificación en la elección de alimentos y la forma de cocinarlos,
la realización de actividad física diaria, la forma de desplazarse, la modificación del tiempo
dedicado a actividades sedentarias y, por último, un seguimiento motivacional y psicológico para
lograr mantener y afianzar estos nuevos hábitos de vida.

1.8.5. Mecanismos de recuperación del peso perdido

La pérdida de peso conlleva unos cambios compensatorios en los procesos homeostáticos que
incluyen alteraciones en el gasto energético, en el metabolismo y en las vías hormonales
relacionadas con la regulación del apetito, lo que produce un aumento del hambre y del
almacenamiento energético, así como favorece la reganancia de peso (Strasser y Fuchs, 2016).

Durante la pérdida de peso, el metabolismo basal disminuye debido a la pérdida de masa corporal,
la reducción del consumo de alimentos y el aumento de la eficiencia metabólica de los tejidos
periféricos. Las señales neuroendocrinas transfieren un mensaje de agotamiento energético y de
baja disponibilidad energética al hipotálamo, centro de control principal para la regulación del
balance energético. En respuesta a este proceso el apetito aumenta y el gasto de energía
disminuye. Es el nombrado «efecto rebote» (Strasser y Fuchs, 2016).

1.8.6. El tratamiento de pérdida de peso debe ser un trabajo multidisciplinar

El control del sobrepeso y la obesidad es una intervención del estilo de vida que consiste en la
intervención dietética, ejercicio y terapia conductual para la adquisición de nuevos hábitos de vida
y la modificación de conductas que deberán ser mantenidos de por vida.

Establecer un objetivo de pérdida de peso es el primer paso en la planificación de un programa


de pérdida de peso. El paciente tiene que aceptar un objetivo razonable, realista y alcanzable. Se
puede lograr una pérdida de peso inicial del 5-7 % del peso corporal inicial en los primeros seis
meses.

1.8.7. Otros factores que influyen en el control del peso: sueño y estrés

Algunos factores de comportamiento como el estrés o el sueño desempeñan un papel clave en el


control de peso. Lograr un equilibrio en estos factores puede suponer un punto clave para la
mejora de los objetivos de prevención, pérdida y mantenimiento del peso a largo plazo.

El sueño tiene un impacto hormonal responsable de las sensaciones de hambre y saciedad.


Cuando el sueño se altera, puede tener efectos negativos en nuestra forma de comer. La gestión
de la calidad del sueño puede ayudar a tener más energía, comer menos y, en general, sentirse
mejor.

El estrés afecta al estado de ánimo, la concentración, la productividad, el nivel de actividad, la


presión arterial y la calidad de vida. Los altos niveles de estrés pueden hacer a una persona más
propensa a desear alimentos azucarados, grasos y salados. La reducción de los niveles de estrés
se asocia con efectos positivos en el control de peso.

39
1.9. Prescripción de ejercicio físico en personas con sobrepeso y
obesidad

El tratamiento de la obesidad requiere un equipo multidisciplinar que conste de


endocrinólogos, dietistas-nutricionistas, enfermeras, graduados en Ciencias de la Actividad Física
y del Deporte, psiquiatras, psicólogos y cirujanos. Debe basarse en una mejora en los hábitos
alimentarios, un incremento de la actividad física, un apoyo conductual y la administración
de fármacos y/o cirugía cuando sea aconsejable.

Es muy importante que los objetivos terapéuticos se planteen de forma realista en función del
grado de obesidad y de los factores de riesgo asociados.

Los objetivos principales del tratamiento de la obesidad son la pérdida de peso (% de grasa
corporal) y el mantenimiento de esta pérdida de peso en el tiempo para reducir las
comorbilidades asociadas, reducir la morbimortalidad y mejorar la calidad de vida de la persona
(Sánchez Ortega et al., 2014).

El paciente obeso puede presentar limitaciones físicas que le impidan sumarse a programas
convencionales de ejercicio. Por ello, será recomendable la monitorización personalizada, incidir
en la motivación del paciente, hacerlo consciente de sus posibilidades y evitar la probabilidad de
lesiones.

Como se ha explicado anteriormente, muchos de los individuos que presentan exceso de grasa
también presentan otros factores de riesgo cardiometabólicos, por lo que la prescripción de
ejercicio físico deberá adecuarse a las características individuales de la persona.

De modo general, tal y como establece el ACSM (2013), una persona con sobrepeso u obesidad
que desee reducir su peso corporal debe conseguir que el gasto energético sea superior al de la
ingesta de energía.

Una pérdida de peso inicial del 5 % al 10 % del peso total proporciona beneficios significativos
para la salud, y estos beneficios podrán mantenerse a lo largo de la vida si se sigue manteniendo
la pérdida de peso y la continuidad en la participación de actividad física diaria.

1.9.1. Indicaciones de un programa de pérdida de peso en pacientes con


sobrepeso y obesidad

1. Historial médico. Categorización de riesgo.


2. Reconocimiento médico y prueba de esfuerzo: estudiar el nivel de partida del sujeto y
valorar su capacidad funcional.
3. Fomentar la comunicación entre los profesionales de la salud, dietistas y nutricionistas,
profesionales del ejercicio físico y el paciente, antes, durante y después del programa de
pérdida de peso.
4. Establecer el objetivo de una reducción de peso mínima de al menos el 5 % y el 10 %
del peso corporal inicial durante 3-6 meses.
5. Comenzar con actividades de la vida diaria y vida laboral en las que el sujeto sea capaz
de desplazar sin problema su propia masa corporal.

40
6. Establecer los objetivos de cambio en el comportamiento alimentario y de actividad
física diaria, ya que son los comportamientos que más influencia tienen sobre la pérdida
de peso a largo plazo.
7. Establecer el objetivo de reducir la ingesta actual de energía en unas 500-1000 kcal/diarias
para lograr una pérdida de peso. La reducción de esta ingesta debe realizarse en
combinación con una reducción de la ingesta de grasas de <30 % de la ingesta de energía
total.
8. Iniciar un aumento progresivo de actividad física diaria hasta alcanzar un mínimo de 150
minutos/semana de actividad física de intensidad moderada para optimizar los beneficios
de la salud.
9. Conseguir una progresión de mayores cantidades de actividad física (es decir, 250 min a
la semana) para conseguir el control de peso a largo plazo.
10. Incluir ejercicios de fuerza, como un suplemento a la combinación de ejercicio aeróbico y
una modesta reducción en la ingesta de energía para bajar de peso.
11. Incorporar estrategias de modificación de conducta para facilitar la adopción y el
mantenimiento de los cambios comportamentales deseados.

Tras haber analizado los efectos de los diferentes programas de ejercicio físico, podemos concluir
lo siguiente:

• Tanto el ejercicio físico aeróbico de intensidad moderada o vigorosa como el entrenamiento


de fuerza o el entrenamiento combinado tienen efectos positivos a la hora de aumentar el
gasto energético para la consecución de pérdida de peso.
• Tanto el ejercicio cardiovascular como el entrenamiento de fuerza son fundamentales en
cualquier programa de ejercicio.
• El principal determinante del éxito de la pérdida de peso y el mantenimiento a largo plazo
es la adherencia al programa de ejercicio, a la dieta y el cambio permanente de los hábitos
de vida.

Tipo: aeróbico, fuerza y ejercicios de flexibilidad.

Frecuencia: 5 días a la semana para maximizar el gasto calórico.

Intensidad: de moderada a vigorosa. Comenzar con una intensidad moderada (ejercicio físico
aeróbico 40-60 % VO2r o FCr) e ir aumentando progresivamente hasta conseguir realizar
ejercicios de intensidad vigorosa (>60% VO2r o FCr), ya que esta intensidad ofrecerá mayores
beneficios para la salud y la condición física de la persona.

Duración: mínimo 30 min al día (150 min a la semana). Conseguir una progresión para llegar a
realizar 300 min a la semana, con un mínimo de 60 min al día de actividad física moderada.

*Incorporar ejercicios de intensidad vigorosa al volumen total de ejercicio producirá mayores


beneficios para la salud. Sin embargo, el ejercicio de intensidad vigorosa debe fomentarse en
aquellos individuos que lo deseen y que estén capacitados. Además, deberán ser conscientes de
que el ejercicio de intensidad vigorosa se asocia con una mayor probabilidad de lesiones.

*La acumulación de ejercicio físico intermitente de al menos 10 min es una alternativa eficaz al
ejercicio físico continuo y puede ser una forma particularmente útil para iniciar el ejercicio.

41
Consideraciones especiales

• Las personas con obesidad presentan un peor acondicionamiento al calor; por lo tanto, no
deben realizar ejercicio en condiciones de altas temperaturas, ya que pueden ser más
propensos a golpes de calor.
• Estos pacientes, a menudo, presentan disnea: el contenido de tejido celular subcutáneo
en el tórax puede producir en algunos obesos dificultad para la expansión del tórax. Es
importante complementar con ejercicios que involucren los músculos respiratorios.
• Tienen restricción mecánica: por su exceso de peso, los movimientos corporales se hacen
más difíciles. Se deberá tener en cuenta en el momento de escoger el tipo de ejercicio.
• Presentan más lesiones osteomusculares debido a que generalmente son personas
sedentarias, con una musculatura más débil y acortada. Es importante mejorar la fuerza
y la flexibilidad de los músculos de la persona con obesidad antes de someterlo a ejercicio
aeróbico prolongado.
• Suelen presentar niveles más altos de ansiedad debido a su necesidad de bajar peso
corporal para mejorar su estado de salud.

42
2. Resumen

En la actualidad existe un aumento en la prevalencia del sobrepeso y la obesidad tanto en niños


y jóvenes como en la población adulta, de tal manera que la OMS lo ha calificado como la
«epidemia del siglo XXI». A su vez, la obesidad abdominal está relacionada estrechamente con
el desarrollo de resistencia a la insulina, la presencia de síndrome metabólico, el desarrollo de
obesidad y del riesgo de enfermedad coronaria y muerte prematura.

La realización de ejercicio físico, junto con unos hábitos de vida saludables, ejerce importantes
beneficios sobre la salud global. A través de los mecanismos de regulación del balance energético
y metabólico se ha observado cómo el ejercicio físico puede ejercer importantes efectos sobre las
personas con enfermedades metabólicas: mejora el perfil lipídico, disminuye la resistencia a la
insulina, disminuye los niveles de glucemia, favorece el control del peso corporal, reduce los
niveles de grasa corporal (específicamente la grasa visceral) y es una herramienta indispensable
para el mantenimiento de la pérdida de peso.

Las personas con enfermedad metabólica como el síndrome metabólico, diabetes mellitus tipo 2,
sobrepeso y obesidad presentan un perfil metabólico alterado que, a través del ejercicio físico y
la adquisición de hábitos de vida saludables, pueden mejorar su salud, calidad de vida global, y
prevenir el desarrollo de enfermedades asociadas y el riesgo de mortalidad.

Las recomendaciones de actividad física serán diferentes dependiendo de la patología metabólica


que el individuo presente, es muy probable en muchos de estos pacientes la presencia de varias
complicaciones al mismo tiempo. Por ello es indispensable la individualización de los programas
de ejercicio físico siguiendo las pautas descritas y teniendo en cuenta las consideraciones
especiales de cada una de las patologías descritas.

43
3. Mapa conceptual

44
4. Recursos bibliográficos

Bibliografía básica

ACSM. (2013). ACSM's guidelines for exercise testing and prescription. Lippincott Williams &
Wilkins.

Alberti, K. G., Zimmet, P. y Shaw, J. (2006). Metabolic syndrome—a new world‐wide definition.
A Consensus Statement from the International Diabetes Federation. Diabetic Medicine, 23(5),
469-480.

Benito, P. J., Bermejo, L. M., Peinado, A. B., López-Plaza, B., Cupeiro, R., Szendrei, B. y Gómez-
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La opinión del experto Pedro J Benito. Recuperado de


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Otros recursos

Imágenes:

http://www.freedigitalphotos.net.

http://www.pixabay.com.

(Casajús y Vicente-Rodríguez, 2011).

48
Grado en Ciencias de la Actividad Física
y del Deporte

Actividad Física en la Enfermedad

Unidad didáctica 4. Actividad física, afecciones respiratorias

y enfermedad renal
UD 4. Actividad física, afecciones respiratorias y enfermedad renal .......................................4

1. Desarrollo del contenido ..............................................................................................5

1.1. Enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) .....................................................5

1.1.1. Definición .......................................................................................................5

1.1.2. Evaluación de la EPOC ......................................................................................6

1.1.3. Mecanismos limitantes de la EPOC......................................................................7

1.1.4. EPOC y ejercicio físico ......................................................................................7

Respuesta al ejercicio físico en pacientes con EPOC .....................................................8

Intolerancia al ejercicio ...........................................................................................8

Beneficios del ejercicio físico en pacientes con EPOC ....................................................9

Indicaciones y contraindicaciones para la realización de ejercicio físico en EPOC estable


(Miravitlles et al., 2014) ........................................................................................ 10

Evaluación previa a la prescripción de ejercicio físico ................................................. 10

Evaluación previa a la prescripción de ejercicio físico (II)............................................ 11

Programas de entrenamiento para pacientes con EPOC .............................................. 12

Programas de entrenamiento para pacientes con EPOC (II) ........................................ 12

Prescripción de ejercicio físico y EPOC ..................................................................... 14

Prescripción de ejercicio físico y EPOC (II) ................................................................ 15

Consideraciones especiales de la EPOC .................................................................... 16

1.2. Asma ................................................................................................................ 17

1.2.1. Definición ..................................................................................................... 17

1.2.2. Clasificación .................................................................................................. 17

1.2.3. Evaluación de la gravedad del proceso asmático ................................................. 18

1.2.4. Asma y ejercicio físico .................................................................................... 18

Beneficios del ejercicio físico en pacientes con asma .................................................. 19

Factores limitantes ............................................................................................... 19

Evaluación previa al ejercicio.................................................................................. 20

Prescripción de ejercicio físico y asma (ACSM, 2014) ................................................. 21

Qué hacer en un ataque de asma............................................................................ 22

Consideraciones especiales (ACSM, 2014) ................................................................ 22

1.3. Enfermedad renal ............................................................................................... 22

1.3.1. Sistema renal ................................................................................................ 23

Clasificación de la enfermedad renal crónica ............................................................. 25

2
Clasificación de la enfermedad renal crónica (II) ....................................................... 26

Tratamiento para la enfermedad renal crónica terminal (estadio 5) .............................. 27

Evaluación previa al ejercicio en ERC ....................................................................... 28

Prescripción de ejercicio físico en personas con ERC .................................................. 29

Consideraciones especiales .................................................................................... 30

1.3.2. Ejercicio físico y enfermedad renal crónica terminal ............................................ 31

Objetivo de los programas de actividad física en ERC terminal .................................... 31

Ejercicio físico y hemodiálisis .................................................................................. 31

Ejercicio físico y hemodiálisis (II) ............................................................................ 32

2. Resumen ................................................................................................................ 34

3. Mapa conceptual ...................................................................................................... 35

4. Recursos bibliográficos .............................................................................................. 36

3
UD 4. Actividad física, afecciones respiratorias y enfermedad
renal

Las enfermedades respiratorias son unas de las enfermedades más frecuentes y que generan
mayor incapacidad entre la población. Dos de las enfermedades respiratorias más comunes son
el asma y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), las cuales ocupan un importante
lugar en la atención primaria médica. El ejercicio físico ha demostrado ser una de las partes más
importantes del tratamiento no farmacológico en ambas enfermedades, ya que produce mejoras
en la tolerancia al ejercicio, descenso en las demandas de ventilación y una reducción en los
síntomas de las personas que las padecen.

Por su parte, la enfermedad renal crónica es una enfermedad que disminuye la capacidad
funcional considerablemente a medida que se desarrolla la enfermedad y se prolonga su
tratamiento, por lo que uno de los aspectos más importantes será la mejora de la capacidad
funcional y del estado físico a través de un programa de ejercicio, lo que conllevará la prevención
y/o modificación de los factores de riesgo asociados y la mejora de la calidad de vida de los
pacientes. Además, el ejercicio físico es capaz de minimizar los efectos adversos de los factores
de riesgo asociados a esta enfermedad y reducir los cambios homeostáticos que se producen
durante las sesiones de diálisis.

En esta unidad se estudiarán con detalle los factores limitantes de dichas enfermedades, los
programas de ejercicio físico más adecuados y sus indicaciones para la mejora de la calidad de
vida de las enfermedades mencionadas.

4
1. Desarrollo del contenido

1.1. Enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC)

Las enfermedades pulmonares crónicas son una causa importante de morbilidad y mortalidad. El
ejercicio físico supone un aspecto determinante en la rehabilitación pulmonar. En la presente
unidad se estudiarán las dos principales enfermedades pulmonares más prevalentes, que son la
enfermedad obstructiva crónica (EPOC) y el asma.

La mayoría de las investigaciones que establecen el ejercicio físico como un tratamiento


complementario para pacientes con enfermedades respiratorias se han llevado a cabo en
pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC); sin embargo, la evidencia
científica demuestra que el ejercicio físico es beneficioso en las siguientes enfermedades:

• Bronquiectasia.
• Enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
• Fibrosis pulmonar.
• Asma.
• Cáncer de pulmón.
• Fibrosis quística.

1.1.1. Definición

La EPOC es un trastorno cuya característica fundamental es la reducción persistente del flujo de


aire. Se caracteriza por una combinación de enfermedad de la vía aérea y del parénquima
pulmonar, y viene definida por una reducción del flujo espiratorio máximo y una hiperdistensión
pulmonar.

5
Se trata de una enfermedad crónica, de evolución lenta y progresiva que altera la respiración
normal y no es totalmente reversible. La EPOC incluye dos procesos: la bronquitis crónica y el
enfisema.

Bronquitis crónica

Presencia de tos productiva durante al menos tres meses al año durante más de dos años
consecutivos.

Enfisema

Aumento anormal y permanente de los espacios aéreos distales al bronquiolo terminal, con
destrucción de sus paredes y sin existencia de fibrosis.

En España, la prevalencia de la EPOC es del 11,8 % de la población (14,6 % en varones y 9,4 %


en mujeres) de entre 40 y 80 años, según el estudio EPI-SCAN II (Epidemiologic Study of COPD
in Spain 2) realizado en el año 2019, siendo el gran estudio epidemiológico realizado sobre esta
enfermedad en nuestro país.

Datos de este estudio afirman, además, que la EPOC se caracteriza por un importante
infradiagnóstico (un 74 % en la población española).

La prevalencia de la EPOC se incrementa notablemente por encima de los 60 años,


independientemente del tabaquismo acumulado. Además, este estudio revela que la EPOC afecta
a casi uno de cada tres individuos mayores de 80 años.

• La EPOC se asocia a un envejecimiento acelerado de los pulmones y a una serie de defectos


de reparación del ciclo celular que acontecen durante el declive fisiológico del organismo.
• También se relaciona con una reducción de moléculas antienvejecimiento, como las
sirtuinas y el klotho, lo que aún precipita más los efectos del avance de la edad en las
células.
• Se asocia, además, a otras enfermedades relacionadas con el envejecimiento precoz,
como las cardiopatías y las alteraciones metabólicas, puesto que todas ellas comparten
las mismas vías etiopatogénicas.

1.1.2. Evaluación de la EPOC

Los signos físicos de la limitación del flujo de aire apenas se observan hasta que la función
pulmonar está significativamente afectada.

Función pulmonar

La espirometría es el procedimiento más utilizado y reproducible para determinar el grado de


limitación de flujo de aire y para confirmar el estadio de la enfermedad.

6
Una limitación del flujo de aire que no es totalmente reversible se confirma cuando, después de
la administración de un broncodilatador, el FEV1 es inferior al 80 % del valor previsto, en
combinación con FEV1/CVF* < 70 % (Woolf-May, 2008).

• FEV1: volumen espiratorio forzado en 1 s (volumen de aire espirado en el primer segundo


con una espiración forzada desde una inspiración completa [litros]).
• CVF: capacidad vital forzada (volumen espirado durante la espiración forzada,
habitualmente durante un periodo de alrededor de 6 s).

1.1.3. Mecanismos limitantes de la EPOC

El síntoma más indicativo de la EPOC es la disnea o la dificultad en el acto de respirar. La disnea


es progresiva y llega a convertirse en uno de los factores que limita las actividades cotidianas del
paciente. Como consecuencia, se produce una pérdida de la condición física, haciendo que los
pacientes con EPOC que sufren disnea, incluso a niveles leves de esfuerzo, limiten aún más su
actividad. Este bucle adverso puede ocasionar un deterioro funcional e incluso discapacidad.

Escala de disnea modificada

0: disnea solo ante actividad física muy intensa.

1: disnea al andar muy rápido o al subir una cuesta poco pronunciada.

2: incapacidad de andar al mismo paso que otras personas de la misma edad.

3: disnea que obliga a parar antes de los 100 m, a pesar de caminar a su paso y en
terreno llano.

4: disnea al realizar mínimos esfuerzos de la actividad diaria como vestirse o que


impide al paciente salir de su domicilio.

Tabla 1. Escala de disnea modificada. Fuente: Medical Research Council (mMRC).

1.1.4. EPOC y ejercicio físico

7
Respuesta al ejercicio físico en pacientes con EPOC
La respuesta al ejercicio en los pacientes con EPOC se caracteriza por lo siguiente:

• Un nivel de esfuerzo bajo (VO2 máx.)


• Una ventilación máxima elevada en relación con el esfuerzo alcanzado
(VE máx./VO2 máx.).
• Un incremento del espacio muerto (Vd/Vt) y de la capacidad residual funcional.
• Un aumento de la diferencia alveoloarterial de oxígeno.
• Una reducción de la presión parcial de O2 (PO2) (valores normales: 95-100 mmHg).
• Una FC alta para un nivel de esfuerzo determinado y baja al esfuerzo máximo.
• Aumento de la producción de ácido láctico a bajos niveles de esfuerzo.

Intolerancia al ejercicio
Por ello, la intolerancia al ejercicio en estos pacientes es multifactorial; los factores más
importantes que intervienen en esta limitación son los siguientes:

Limitación ventilatoria

Se debe a dos aspectos: el aumento de la demanda ventilatoria y la disminución de la


capacidad ventilatoria.

• El aumento de la demanda ventilatoria se debe al aumento del espacio muerto, a las


alteraciones de la relación ventilación/perfusión y a la hipoxemia de las áreas mal
ventiladas.
• La disminución de la capacidad ventilatoria se debe a la obstrucción de las vías aéreas
y al incremento del trabajo respiratorio.
• La disnea se produce por el desequilibrio entre el aumento de la demanda y la
disminución de la capacidad ventilatoria.

Limitación de los músculos ventilatorios

Los pacientes con EPOC tienen disminuida la capacidad de ejercer presión de los músculos
ventilatorios, debido a la debilidad muscular y al aumento del volumen pulmonar durante el
ejercicio. Durante el ejercicio físico, ocurre un desequilibrio entre la capacidad de los músculos
ventilatorios y el trabajo que deben realizar, lo que favorece la fatiga.

Limitación cardiovascular

La hipertensión arterial pulmonar (HTP) es la principal complicación cardiovascular en los


pacientes con EPOC, que se desarrolla produciendo una hipertrofia del ventrículo derecho y una
insuficiencia cardiaca derecha. Estos pacientes tienen alteraciones cardiovasculares periféricas
frecuentemente, lo cual agrava y aumenta la intolerancia al ejercicio.

8
Limitación muscular periférica

La disnea da lugar a una mayor inmovilidad en estos enfermos, lo que conlleva una atrofia
muscular y, por lo tanto, una pérdida de la capacidad funcional. La atrofia muscular provoca
una disminución en el número de mitocondrias y de los sistemas enzimáticos de la célula, así
como alteraciones en la microcirculación. Todo ello provoca una dificultad en el intercambio de
gases en la fibra muscular y disminuye la capacidad metabólica, favoreciendo la aparición de
la fatiga muscular. Diversos estudios han demostrado que los pacientes con EPOC desarrollan
una acidosis metabólica precoz durante el ejercicio físico debido a las altas concentraciones de
ácido láctico plasmático durante intensidades bajas de esfuerzo.

Factores psicológicos

Además de lo mencionado, estos pacientes suelen experimentar situaciones de ansiedad y


depresión que favorecen la percepción individual de la disnea, aumentando el efecto de fobia a
la realización de ejercicio físico.

Otros factores

Otros factores como la obesidad aumentan las demandas cardiopulmonares del ejercicio y las
alteraciones de la mecánica ventilatoria. La anemia, por su parte, disminuye la capacidad de
transporte de oxígeno y favorece la aparición de acidosis metabólica a baja intensidad de
ejercicio. Por otro lado, el hábito tabáquico reduce el contenido arterial de oxígeno, aumenta
la FC y la PA, y agrava las alteraciones en la respiración.

Beneficios del ejercicio físico en pacientes con EPOC


Se ha demostrado que el ejercicio físico es un medio de intervención eficaz que disminuye el
desarrollo del deterioro funcional y la discapacidad en todos los pacientes con EPOC,
independientemente de la gravedad de la enfermedad (ACSM, 2014).

Los efectos beneficiosos del ejercicio físico se producen principalmente a través de las
adaptaciones en los sistemas musculoesqueléticos y cardiovasculares, que a su vez
reducen el estrés en el sistema pulmonar durante el ejercicio.

Entre los grandes beneficios que ejerce el ejercicio físico en pacientes con EPOC, destacan los
siguientes:

• Alivio de la disnea. • Aumento de la fuerza muscular.


• Reducción de la fatiga. • Mejora de la capacidad funcional.
• Reducción de las agudizaciones. • Mejor calidad de vida.
• Aumento de la tolerancia al ejercicio físico.

9
Indicaciones y contraindicaciones para la realización de ejercicio físico en EPOC
estable (Miravitlles et al., 2014)

Indicaciones Contraindicaciones

• Ausencia de motivación y/o no adherencia


• Escala de disnea mMRC ≥ 2.
al tratamiento.
• Baja tolerancia a la actividad física.
• Comorbilidad inestable.
• Bajo nivel de acondicionamiento físico por
• Hipoxemia grave (saturación de O2 < 88 %)
exacerbación o comorbilidad reciente.
no corregible.
• Paciente con EPOC con motivación para
• Patología asociada que impida la realización
iniciar el programa de ejercicios.
de ejercicio.

Tabla 2. Indicaciones y contraindicaciones para la realización de ejercicio físico en pacientes con EPOC estable.

Evaluación previa a la prescripción de ejercicio físico


Como en cualquier paciente, es importante llevar a cabo una evaluación médica previa a la
realización de ejercicio físico. Las personas con EPOC muestran una gran variabilidad en el
desarrollo de la enfermedad y muchas de ellas muestran otras comorbilidades como
complicaciones cardiacas.

Evaluación previa

Clínica:

• Síntomas respiratorios (disnea, tos, expectoración y fatiga).


• Valoración antropométrica y estado nutricional.
• Número de exacerbaciones en el año anterior.

Funcional:

• Capacidad de esfuerzo máxima (prueba de esfuerzo cardiopulmonar) o submáxima (test


de 6 minutos de la marcha).
• Fuerza y resistencia de musculatura periférica y respiratoria.

Calidad de vida:

• Cuestionarios de calidad de vida.

10
Selección del protocolo de entrenamiento:

Se deberá tener en cuenta lo siguiente:

• La edad.
• La actividad laboral.
• Las actividades de ocio.
• Comorbilidades.
• Preferencias y habilidades.
• Recursos disponibles.

Tabla 3. Evaluación previa a la prescripción de ejercicio físico.

Evaluación previa a la prescripción de ejercicio físico (II)

Viaja

En el siguiente enlace podrás acceder a un vídeo con información precisa y las indicaciones
de realización de la prueba de 6 minutos de la marcha o 6 Minute Walking Test.

Consideraciones especiales:

• Evaluación a través de prueba de esfuerzo. La evaluación de la función fisiológica debe


incluir lo siguiente:
o La función cardiorrespiratoria.
o La función pulmonar.
o Determinación de gases o la saturación de oxihemoglobina arterial (SaO2) mediante
métodos directos o indirectos.
• La percepción de la disnea se deberá medir durante la prueba de esfuerzo utilizando la
escala de Borg modificada (entre 0 y 10 puntos).
• Se podrá realizar una prueba de esfuerzo submáxima dependiendo de la razón de la
realización de la prueba y el estado clínico del paciente.
• En los últimos años, la prueba de los 6 minutos de la marcha se ha convertido en la prueba
más utilizada para la evaluación funcional de la capacidad de ejercicio en los individuos
con enfermedad pulmonar grave o cuando se carece de equipo necesario para la prueba
de esfuerzo con ergómetro.
• Las modalidades más apropiadas para la realización de la prueba de esfuerzo son
caminando o en bicicleta estática, aunque los protocolos de caminar pueden resultar más
adecuados en personas que presentan enfermedad pulmonar grave, debido a que pueden
carecer de la fuerza muscular suficiente para superar la creciente resistencia de los
cicloergómetros. Por otro lado, se debe tener en cuenta que el uso de los ergómetros de
brazo puede dar lugar al aumento de la disnea, lo que limitará la intensidad de la prueba
y la duración.

11
• Al ser una enfermedad progresiva, es necesario revisar de manera regular cualquier
cambio en la condición física del paciente y realizar los ajustes necesarios a su prescripción
de actividad física.
• Se aconseja conocer la saturación de oxígeno durante la realización de la prueba de
esfuerzo.

Programas de entrenamiento para pacientes con EPOC


El entrenamiento físico es una parte fundamental de los programas de rehabilitación pulmonar,
el cual forma parte del tratamiento no farmacológico de la EPOC estable. La rehabilitación
pulmonar se debe plantear a todos aquellos pacientes con EPOC que presentan disnea u otros
síntomas respiratorios y tolerancia al ejercicio reducida que compliquen el desarrollo de las tareas
de la vida cotidiana (Marín, Laude y Morales, 2008).

Los objetivos del entrenamiento en estos pacientes son los siguientes:

• Favorecer una respuesta ventilatoria más adecuada (disminuyendo la hiperinsuflación y la


hiperventilación).
• Mejorar la eficacia del transporte de oxígeno (mejor adaptación cardiovascular).
• Alcanzar una mejor capacidad de extracción de oxígeno en el músculo periférico (mayor
número y tamaño de los capilares musculares).
• Aumentar la fuerza y la resistencia muscular tanto de los músculos ventilatorios como
esqueléticos.
• Aumentar la motivación del paciente y reducir los síntomas de depresión y ansiedad.

Nota

El objetivo prioritario de la participación en los programas de ejercicio físico es aumentar la


tolerancia del participante a la realización de las actividades de la vida diaria, aliviando los
síntomas de disnea, mejorando su capacidad funcional y su calidad de vida.

En personas con EPOC moderada y grave, la prescripción de ejercicio físico debe realizarse con
un equipo multidisciplinar en el que la colaboración del equipo de rehabilitación pulmonar es
indispensable. El programa de rehabilitación pulmonar debe estar compuesto por entrenamiento
físico, educación, nutrición, soporte psicológico y terapia ocupacional (Miravitlles et al., 2014).

Programas de entrenamiento para pacientes con EPOC (II)


Indicaciones de los programas de entrenamiento en la EPOC

1. Duración, intensidad y carga

• Para que se produzcan los cambios estructurales y bioquímicos en el músculo debidos al


ejercicio, se deberá llevar a cabo el estímulo adecuado de entrenamiento en términos de
frecuencia, intensidad y duración.

12
• La mayor parte de los programas de ejercicio incluyen sesiones de 30 minutos o más,
de 2 a 5 sesiones por semana durante 6-12 semanas de entrenamiento. Aunque 2
sesiones a la semana son aceptables desde el punto de vista de las mejoras fisiológicas,
la frecuencia óptima sería de 3 veces por semana durante mínimo 8 semanas, ya
que se logra un buen equilibrio entre el costo del programa y los beneficios alcanzados.
• En cuanto a la relación entre severidad de la enfermedad y duración del entrenamiento,
se ha observado que los pacientes con EPOC severa se podrán beneficiar de la
rehabilitación con programas de duración de al menos 6 meses, mientras que en
pacientes con EPOC leve a moderada los beneficios se pueden alcanzar con programas de
rehabilitación más cortos, de 2 o 3 meses.
• En relación con la intensidad de ejercicio necesaria para alcanzar la respuesta esperada al
entrenamiento, para los pacientes con capacidad ventilatoria limitada, los criterios basados
en la frecuencia cardiaca máxima o VO2 máx. para seleccionar la intensidad del
entrenamiento son inadecuados.

Se recomienda determinar la carga del entrenamiento basándose en un porcentaje de la carga


máxima alcanzada por el paciente durante una prueba de esfuerzo incremental en ergómetro
(cinta rodante o cicloergómetro), debido a que es una prueba sencilla que se puede realizar las
veces que sean necesarias durante el programa de rehabilitación tanto para evaluar el avance del
paciente como para ajustar las cargas de entrenamiento a medida que mejora su condición física.

2. Tipo de entrenamiento más adecuado

Actualmente, no se ha determinado el tipo de entrenamiento óptimo en estos pacientes.


Numerosos estudios han demostrado los efectos beneficiosos de diferentes tipos de
entrenamiento y, en general, la mayor parte de ellos han demostrado beneficios en diferente
medida.

• El entrenamiento de resistencia aeróbica: se ha demostrado que tanto las actividades


físicas aeróbicas de alta intensidad como las de baja intensidad son eficaces para la mejora
de la capacidad cardiovascular.
• El entrenamiento combinado suele ser un tipo de entrenamiento bien tolerado por estos
pacientes y supone una alternativa válida.
• El entrenamiento intermitente: es adecuado para aquellos pacientes que no puedan
tolerar una sesión de ejercicio físico continuo.

3. Etapa de la enfermedad

En cuanto a la etapa de la enfermedad en la cual se debe comenzar el entrenamiento, se ha


observado que en todos los estadios de la enfermedad los pacientes con EPOC se benefician
con los programas de rehabilitación pulmonar, tanto los pacientes hospitalizados como los
ambulatorios o en ámbito domiciliario.

Sin embargo, según el grado de severidad de la enfermedad, se deberán tener en cuenta las
siguientes consideraciones:

• Los pacientes con un grado ligero o moderado de obstrucción (FEV1 > 40 % del
valor de referencia) podrán realizar ejercicios de intensidad alta, ejercicios de brazos y
piernas con la utilización de ergómetros.

13
• Los pacientes con un grado alto de obstrucción (FEV1 < 40 % del valor de
referencia) deberán realizar ejercicios de intensidad ligera como caminar, subir
escaleras o ejercicios generales de tonificación muscular, aunque, en caso de tolerarlo,
podrán realizar ejercicios en ergómetros a niveles de intensidad bajos.
• Los pacientes que incrementan la hipoxemia al esfuerzo (enfisema pulmonar severo,
enfermedades que alteran la difusión o la hipertensión pulmonar grave) deben realizar el
entrenamiento con administración de oxígeno.

Prescripción de ejercicio físico y EPOC

Nota

Se debe detener el ejercicio físico si se da alguno o varios de los siguientes síntomas: aumento
significativo de disnea, tos intensa, opresión o dolor en el pecho, palpitaciones, mareo…

Se distinguen dos tipos de recomendaciones en estos pacientes: personas con EPOC leve y
personas con EPOC moderada a grave (ACSM, 2014).

Personas con EPOC leve: ejercicio para la mejora de la capacidad cardiovascular.

Prescripción de ejercicio físico - EPOC leve

Frecuencia: al menos 3-5 días/semana. Mínimo de 6-12 semanas.

Intensidad: aunque hasta la fecha no existe consenso en cuanto a la intensidad óptima, la


recomendación en estos pacientes es la misma que para adultos sanos mayores.

Tiempo: 20-60 minutos de ejercicio físico continuo o intermitente.

Tipo: ejercicio aeróbico continuo. Pacientes incapaces de tolerarlo: ejercicio interválico,


cualquier actividad aeróbica que tolere bien el sujeto y pueda realizar durante el tiempo
solicitado (por ejemplo, caminar, bicicleta estática, nadar, bailar, etc.). Además, se deberán
incorporar ejercicios de entrenamiento resistido y ejercicios de flexibilidad.

Progresión: el aumento de la capacidad funcional de estos pacientes es lento. Se deberá


aumentar la intensidad/duración del ejercicio a medida que el paciente vaya incrementando su
tolerancia al ejercicio.

Tabla 4. Prescripción de ejercicio físico en pacientes con EPOC leve.

14
Personas con EPOC moderada a grave: ejercicio para la mejora de la capacidad
cardiovascular.

Prescripción de ejercicio físico - EPOC moderada a grave

Frecuencia: al menos 3-5 días/semana. De 6 a 12 semanas.

Intensidad: hasta el 60-80 % del pico de la cadencia de trabajo, equivalente a una percepción
de esfuerzo entre 11 y 14 (escala de Borg).

Tiempo: 20-60 minutos de ejercicio físico continuo o intermitente. Se aconseja no superar la


hora de duración.

Se aconseja entrenamiento intermitente en aquellas personas que no puedan sostener un


esfuerzo continuo o intenso.

Tipo: comenzar con pocos minutos a una intensidad específica, según la tolerancia del paciente.
Ejercicio aeróbico continuo en aquellos pacientes que lo toleren. Pacientes incapaces de
tolerarlo: ejercicio interválico (caminar, montar en bicicleta…). Además, se deberán incorporar
ejercicios de entrenamiento resistido y ejercicios de flexibilidad.

Progresión: el aumento de la capacidad funcional de estos pacientes es lento. Se deberá


incrementar la intensidad/duración del ejercicio a medida que el paciente vaya incrementando
su tolerancia al ejercicio.

Tabla 5. Prescripción de ejercicio físico en pacientes con EPOC moderada a grave.

Prescripción de ejercicio físico y EPOC (II)


Entrenamiento de fuerza

Se recomienda incluir de manera complementaria el entrenamiento de fuerza para prevenir la


atrofia muscular y para la mejora de la condición física.

• Las recomendaciones siguen los mismos principios de la prescripción de ejercicio para


adultos sanos (frecuencia, intensidad, tiempo, tipo): el formato recomendado para
ejercicios de entrenamiento de resistencia incluye el uso de la resistencia igual al 40 % y
el 50 % de 1 repetición máxima (1RM) durante 1 a 4 series de 10 a 15 repeticiones por
serie más de 2 días por semana.
• Algunos pacientes serán capaces de progresar hasta el entrenamiento de resistencia de
intensidad moderada realizando del 60 % al 70 % de 1RM. Los ejercicios de fuerza deben
involucrar los principales grupos musculares. Se puede utilizar la escala del esfuerzo
percibido para la intensidad (RPE): 5-6 de 10 (moderada) y 7-8 de 10 (vigorosa).

15
Entrenamiento de alta intensidad (HIIT)

Viaja

Artículo de revisión de prescripción de ejercicio en la rehabilitación pulmonar. «Pulmonary


rehabilitation exercise prescription in chronic obstructive pulmonary disease: review of
selected guidelines» (Garvey et al., 2016).

En cuanto al entrenamiento de alta intensidad, recientemente, un grupo de investigación (grupo


GENUD) ha publicado resultados de los efectos a corto y largo plazo de un programa concurrente
de HIIT y fuerza en octogenarios con EPOC de leve a severa (Guadalupe-Grau et al., 2016). El
entrenamiento tuvo una duración de 9 semanas, con 2 sesiones/semana, realizando el
entrenamiento de HIIT en cicloergómetro mediante sprints de hasta el 80-90 % de la FCR,
seguidos de periodos de 1 minuto de recuperación activa al 50-60 % FCR. El programa fue
aumentando las repeticiones y la duración de forma progresiva. En este estudio se observó que
la combinación de HIIT y entrenamiento de fuerza fue efectiva y bien tolerada por los pacientes,
ya que mejoró la fuerza máxima dinámica e isométrica, la agilidad, la velocidad de la marcha y
la capacidad cardiorrespiratoria, y no produjo efectos adversos de interés. Por tanto, parece ser
que la combinación de HIIT y entrenamiento de fuerza es una herramienta terapéutica muy
efectiva en octogenarios con EPOC, ya que, además de mostrarse segura, mejora parámetros
relacionados de la enfermedad y reduce los efectos que se producen de forma natural como
consecuencia del envejecimiento.

Consideraciones especiales de la EPOC


• El ejercicio debe ser interrumpido si el paciente manifiesta o se detecta un aumento
importante de sensación de falta de aire, tos intensa, dolor en el pecho u opresión,
palpitaciones, mareo y/o síncope.
• El paciente con EPOC no alcanza la frecuencia cardiaca máxima teórica para su edad; por
tanto, no se aconseja estimar este valor para prescribir el ejercicio.
• Es importante monitorizar la frecuencia cardiaca del participante durante la realización del
entrenamiento aeróbico. Además, en algunos casos, también puede resultar de interés
comprobar la saturación de oxígeno; se aconseja que esta sea superior al 88 %.
• Se aconseja evitar ejercicios isométricos, así como la maniobra de Valsalva.
• Si el paciente dispone de medicación de rescate (por ejemplo, para combatir situaciones
de falta de aire), es importante que esta siempre esté disponible durante la práctica de
ejercicio físico.

16
1.2. Asma

1.2.1. Definición

El asma es una enfermedad pulmonar que afecta a los bronquios, a las vías aéreas. El término
asma procede del griego y significa «dificultad para respirar». Se define como un proceso
inflamatorio de las vías aéreas. Su acción produce una obstrucción al paso del aire que es de tipo
reversible, ya sea de forma espontánea o por la acción de ciertos fármacos broncodilatadores.

Los bronquios de los pacientes asmáticos muestran una hipersensibilidad a la acción de diferentes
sustancias inhaladas de forma específica (neumoalérgenos) o inespecífica (irritantes).

1.2.2. Clasificación

• Asma infantil: la mayor parte del asma infantil se considera alergénico. Se desarrolla
más en niños que en niñas. El tabaquismo materno puede irritar el tracto respiratorio y
hace que bebés y niños sean más propensos a padecer asma alérgica.
• Asma alérgica: se desencadena por sustancias capaces de provocar una reacción alérgica
(alérgenos). El 90 % de los asmáticos presentan asma alérgica.
• Asma intrínseca: suele darse después de los 40 años. Las posibles causas son los
irritantes respiratorios, tales como productos de limpieza, productos químicos o perfumes.

17
• Asma inducida por el ejercicio (AIE): afecta a alrededor del 4 % de las personas que
no presentan síntomas de asma en reposo. Además, el 80-90 % de los asmáticos son
sensibles al AIE. Los asmáticos de este grupo pueden realizar actividad física. Dependiendo
de la gravedad del proceso asmático, los individuos de este grupo deberán realizar
actividad física de intensidad ligera (asma grave o moderada) o actividades y deportes
extenuantes y de competición (asma ligera), siempre y cuando se lleven a cabo las
medidas y cuidados oportunos (utilización de broncodilatadores, ambiente climático donde
se realiza la actividad…).

1.2.3. Evaluación de la gravedad del proceso asmático

Asma ligera

• Síntomas leves u ocasionales que no limitan la actividad física.


• Capacidad ventilatoria normal durante la intercrisis (medida mediante el FEV1).
• Necesidad de tratamiento broncodilatador de forma ocasional (no más de 4 inhalaciones
a la semana).

Asma moderada

• Síntomas leves, pero que se presentan frecuentemente (2-3 días a la semana).


• Síntomas ocasionales, pero de gran intensidad u ocasionados muy fácilmente por
estímulos poco intensos (ejercicio de intensidad ligera, risas, irritantes, etc.).
• Capacidad ventilatoria ligeramente disminuida durante las intercrisis (FEV1 entre el 60 %
y el 80 % del valor de referencia).
• Necesidad diaria de tratamiento broncodilatador (más de 2 inhalaciones al día).

Asma intensa

• Síntomas constantes, especialmente nocturnos o a primeras horas de la mañana, con


agudizaciones frecuentes e intensas que limitan la capacidad del paciente.
• Capacidad ventilatoria moderadamente disminuida durante las intercrisis (FEV1 inferior
al 60 % de su valor de referencia).
• Necesidad constante de tratamiento broncodilatador (6 o más inhalaciones al día).

Tabla 6. Clasificación del grado del proceso asmático.

1.2.4. Asma y ejercicio físico

De modo general, las personas con asma llevan estilos de vida sedentarios, lo que conlleva una
menor capacidad física comparada con personas de su edad. Además, debido al miedo a sufrir
episodios de disnea por esfuerzo y episodios de crisis asmática, estos pacientes suelen evitar la
realización de actividad física, lo cual incrementa los problemas respiratorios.

18
Los síntomas del asma se pueden provocar o agravar por el ejercicio físico, lo que contribuye a
una reducción en la participación en actividades físicas y, por lo tanto, al empeoramiento de la
condición física cardiorrespiratoria. Como consecuencia de esta pérdida de condición física, incluso
durante la realización de actividades físicas de intensidad leve pueden aparecer síntomas de asma
provocados por el ejercicio, lo que conlleva un empeoramiento de la tolerancia al ejercicio en
estos pacientes.

Además de la autolimitación por parte del enfermo, tradicionalmente se ha tendido a


sobreproteger a estos pacientes tanto en el entorno familiar como en el entorno médico
prohibiendo la realización de actividad física, con el consiguiente empeoramiento de la
enfermedad y de la calidad de vida (Casajús y Vicente-Rodríguez, 2011). Sin embargo, este
enfoque ha ido cambiando y actualmente se ha aceptado que la actividad física es totalmente
recomendable en este tipo de pacientes, lo que demuestra que, en personas con esta afección,
el nivel de condición física depende en mayor medida del nivel de actividad que de los índices de
severidad de su enfermedad.

Beneficios del ejercicio físico en pacientes con asma


Los programas de rehabilitación pulmonar para la mejora de la tolerancia al ejercicio se
recomiendan tanto en pacientes con asma ligera como en individuos con asma persistente de
moderada a severa, a pesar de la necesidad del tratamiento farmacológico, el cual previene la
broncoconstricción inducida por el ejercicio y los síntomas asociados.

En relación con la tolerancia al ejercicio, los principales efectos que ofrece el ejercicio físico en
estos pacientes son los siguientes (Ram, Robinson, Black y Picot, 2005):

• El aumento de la condición física cardiorrespiratoria.


• El aumento de la capacidad de trabajo.
• La disminución de la disnea de esfuerzo.

En cuanto al desarrollo de la enfermedad, la evidencia científica sugiere que el ejercicio físico


ejerce las siguientes mejoras (ACSM, 2014):

• Reducción de la inflamación de las vías respiratorias.


• Disminución de la gravedad del asma.
• Disminución del número de días con síntomas.
• Disminución del número de visitas al servicio de urgencias.
• Disminución de los síntomas de ansiedad y depresión.
• Mejora de la calidad de vida relacionada con la salud.

Factores limitantes
El ejercicio físico, la hiperventilación o la exposición a ambientes fríos y secos producen un
aumento de la resistencia al paso del aire por las vías respiratorias en aproximadamente un 75-
80 % de los asmáticos (Grima y Calafat, 2004). Este proceso alcanza un máximo a los 5-
15 minutos de finalizar el estímulo y cede a las 1-3 horas. A continuación, se produce un periodo
refractario durante un tiempo de 1-4 horas.

Este proceso se denomina broncoconstricción inducida por el ejercicio.

19
Nota

Respirar aire frío o seco aumenta la respuesta obstructiva, mientras que los ambientes cálidos
y húmedos reducen su intensidad.

En la mayoría de los casos, la realización de ejercicio físico en condiciones climáticas adecuadas,


la respiración nasal y la administración de fármacos necesarios permiten la realización de ejercicio
físico con total normalidad.

Evaluación previa al ejercicio


La evaluación de la función fisiológica en pacientes con enfermedades pulmonares debe incluir lo
siguiente:

• La capacidad cardiopulmonar.
• La función pulmonar (antes del ejercicio y después del ejercicio).
• La saturación de oxihemoglobina mediante métodos no invasivos.

Consideraciones especiales de la prueba de esfuerzo en asmáticos:

• Generalmente, la prueba de esfuerzo se realiza en una cinta o tapiz rodante (ergómetro),


o en un cicloergómetro.
• Antes de la prueba, la persona puede hacer uso de broncodilatador inhalado para prevenir
la broncoconstricción inducida por el ejercicio.
• Se deberá evaluar la broncoconstricción inducida por el ejercicio a través de la realización
de una prueba de esfuerzo alcanzando una intensidad vigorosa (es decir, al 80 % de la FC
máx. estimada o al 40-60 % de la ventilación voluntaria máxima real o estimada), con
una duración de 4-6 minutos en una cinta rodante o cicloergómetro. Se podrá facilitar la
inhalación de aire frío y seco. Esta prueba debe ir acompañada de una espirometría que
se realizará antes y 5, 10, 15 y 20 minutos después de la prueba de esfuerzo.
• Los criterios de finalización de la prueba de esfuerzo que se tendrán en cuenta serán,
además de los criterios estándar, la presencia de la saturación de oxihemoglobina menor
o igual al 80 %.
• La medida de disnea de esfuerzo se podrá realizar mediante la adaptación de la escala de
Borg (10 ítems). Se deberá instruir a los individuos en la relación de la escala con su nivel
de dificultad respiratoria, informándoles de que el 0 corresponde a nada en absoluto o con
ninguna molestia en su respiración, mientras que el 10 corresponde a la máxima
incomodidad o más grave en la respiración que alguna vez haya experimentado o pueda
imaginar experimentar.
• Cuando no se precise de equipo para la prueba de esfuerzo, también podrá realizarse el
test de 6 minutos de la marcha en personas con asma persistente de moderada a severa.

20
Prescripción de ejercicio físico y asma (ACSM, 2014)
Los objetivos principales del tratamiento a través del ejercicio físico en pacientes asmáticos
son los siguientes:

• Prevenir los signos y los síntomas derivados de la enfermedad.


• Mejorar la funcionalidad del sistema respiratorio.
• Disminuir la ingesta de medicamentos.
• Mejorar la calidad de vida del paciente.

Asma ligera

Indicaciones:

• La prescripción de ejercicio seguirá las mismas pautas que para un adulto sano.
• Se recomienda la realización de ejercicio físico aeróbico de manera regular, a ser posible,
el mayor número de días de la semana.
• Se deberán realizar revisiones periódicas para evaluar el progreso del paciente.
• En la medida de lo posible, el deporte o la actividad física deberán realizarse en un lugar
no contaminado, no excesivamente frío ni seco y se procurará la respiración nasal.
• Se recomienda la práctica de natación.

Prescripción de ejercicio físico - Asma moderada a intensa

Frecuencia: 2-3 días a la semana.

Intensidad: al menos un 60 % del VO2 pico, determinada mediante un test de esfuerzo


progresivo con analizador de gases o al 80 % de la velocidad máxima determinada en el test de
6 minutos de la marcha.

Tiempo: mínimo de 20-30 minutos/sesión hasta 60 minutos.

Tipo: actividades aeróbicas que incluyan grandes grupos musculares, como caminar, correr,
bici, etc. Las actividades aeróbicas acuáticas (preferentemente en una piscina clorada) son una
modalidad aconsejable.

Progresión: después del primer mes, si el programa de ejercicio se ha tolerado bien, se podrá
aumentar la intensidad en torno al 70 % del VO2 pico, el tiempo de cada sesión de ejercicio a
40 minutos y la frecuencia a unos 5 días a la semana, para conseguir mayores beneficios para
la salud.

Tabla 7. Prescripción de ejercicio físico en pacientes con asma de moderada a intensa.

• Entrenamiento de fuerza: los programas de entrenamiento de fuerza y flexibilidad para


estos individuos deberán seguir los mismos principios que para adultos sanos.

21
• Actividades en el medio acuático: la natación o el ejercicio aeróbico acuático en piscina
climatizada suponen un ejercicio apropiado y recomendado en estos pacientes, debido a
que se desarrolla en un ambiente húmedo y caliente, lo cual inhibe el broncoespasmo
(Casajús y Vicente-Rodríguez, 2011).
• Relajación: debido a que el estrés emocional puede exacerbar las crisis asmáticas, las
técnicas de relajación muscular ayudan a mejorar la función pulmonar en estos pacientes
(Casajús y Vicente-Rodríguez, 2011).

Qué hacer en un ataque de asma


Si una persona presenta un ataque de asma durante el reposo o durante la realización de actividad
física, se debe mantener la calma para evitar una situación de ansiedad adicional que empeorará
el ataque. Además, hay que animar al paciente a que adopte una posición en la que se encuentre
cómodo e instarle a que se centre en el ritmo de su respiración mediante la técnica de respiración
con los labios fruncidos. El asmático debe respirar de manera normal, pero debe espirar
activamente el aire con los labios fruncidos. Muchos de los asmáticos conocen esta técnica. La
causa de la dificultad respiratoria durante un ataque de asma es la dificultad de espirar el CO₂
por los conductos bronquiales constreñidos. La expulsión activa del aire ensancha los conductos
bronquiales y permite espirar el CO₂ (Woolf-May, 2008).

Consideraciones especiales (ACSM, 2014)


• En los casos en los que los individuos presenten asma aguda, no deben realizar ejercicio
hasta que los síntomas y la función pulmonar hayan mejorado.
• Para prevenir o tratar la broncoconstricción inducida por el ejercicio, podrá ser necesario
el uso de broncodilatadores de acción corta antes o después del ejercicio físico.
• Los individuos que sigan un tratamiento prolongado con corticosteroides orales pueden
experimentar pérdida de masa muscular periférica, por lo que será aconsejable incluir el
entrenamiento de fuerza en su programa de ejercicios.
• En los individuos más vulnerables se debe limitar la realización de ejercicio físico en
ambientes fríos o aquellos con alérgenos en el aire o contaminantes, para evitar que se
desencadene la broncoconstricción. La broncoconstricción inducida por el ejercicio también
puede producirse por una duración prolongada del ejercicio o por sesiones de alta
intensidad.
• Hasta el momento no hay evidencia suficiente que apoye el beneficio clínico del
entrenamiento muscular inspiratorio en individuos con asma.

1.3. Enfermedad renal

Debido al crecimiento y al envejecimiento de la población en los países desarrollados, la


enfermedad renal crónica (ERC) se ha convertido en una enfermedad con gran prevalencia en el
mundo.

22
La enfermedad renal crónica (ERC) es la pérdida permanente de la función de los riñones debido
a un daño en los glomérulos, lo que hace que no puedan filtrar la sangre de manera óptima,
acumulándose los productos de desecho en el organismo y causando problemas de salud. Esta
enfermedad se define como la disminución de la función renal, expresada por un filtrado
glomerular (FG) < 60 ml/min/1,73 m² o como la presencia de daño renal de forma persistente
durante al menos 3 meses (Arroyo, Martínez y González, 2008).

En presencia de enfermedad renal, las nefronas presentan una disminución o pérdida en su


capacidad de filtración. Este daño puede ocurrir rápidamente, como resultado de una lesión
concreta, o de forma progresiva y lenta, que suele ser la forma más habitual de desarrollo de la
enfermedad del riñón.

La ERC se desarrolla y aumenta progresivamente en el tiempo provocando una serie de


complicaciones que afectan a los principales sistemas del organismo y que producen alteraciones
musculoesqueléticas, lo que limita la capacidad funcional y afecta, por lo tanto, negativamente a
la calidad de vida. La mayor parte de las afecciones asociadas a la enfermedad renal están
relacionadas con el sistema cardiovascular, lo cual aumenta el riesgo de mortalidad en el paciente
con ERC.

• La ERC, además de estar causada por las enfermedades del riñón, habitualmente viene
acompañada de otras enfermedades, entre las que se encuentran las siguientes:
• Hipertensión.
• Diabetes mellitus.
• Dislipemia.
• Insuficiencia cardiaca.

A medida que la función renal empeora, el riñón se lesiona gradualmente, lo que desencadena la
incapacidad para realizar su trabajo y puede dejar de funcionar.

Si los dos riñones fallan, el cuerpo comenzará a retener líquidos y a producir sustancias nocivas
y tóxicas, dando lugar a cambios en las concentraciones en el líquido extracelular, por lo que se
pierde el control de la homeostasis y la regulación del equilibrio ácido-básico.

1.3.1. Sistema renal

Llega más lejos

Cálculo de la función renal: la función renal se calcula a través de una fórmula que determina
la tasa de filtración glomerular estimada (eGFR) en una muestra sanguínea que corresponde
al porcentaje disponible de función renal.

23
La función principal del riñón es filtrar la sangre; por lo tanto, en términos clínicos, el término
función renal se refiere a la eficiencia que tiene el riñón para filtrar la sangre. La cantidad de
sangre diaria que procesa cada riñón en una persona sana es de aproximadamente 190 litros. El
riñón elimina alrededor de 2 litros de productos de desecho y de exceso de agua en forma de
orina.

El riñón tiene dos funciones principales:

Función glomerular

El glomérulo actúa a modo de filtro, manteniendo las proteínas y las células normales en el
torrente sanguíneo al mismo tiempo que deja pasar los productos de desecho y el exceso de
agua.

Función tubular

Actúa manteniendo el equilibrio del medio interno mediante la reabsorción y la excreción. A


través de la reabsorción, el riñón es capaz de devolver a la circulación aquellas moléculas que,
por su tamaño y sus características fisicoquímicas, puedan haber pasado el filtrado glomerular.
Igualmente, el riñón es capaz de realizar el proceso inverso, la excreción; es decir, pasar
moléculas de la sangre hacia el líquido tubular para eliminarlas por la orina.

Además de eliminar desechos, los riñones tienen, entre otras, tres importantes funciones:

• Producción de eritropoyetina (EPO), que estimula la medula ósea para producir


glóbulos rojos. Cuando el riñón está afectado, se produce un déficit en la producción de
eritropoyetina.
• Liberación de renina, que regula la presión arterial. Debido a la hipertensión arterial que
presentan las personas con enfermedad renal crónica, se produce una hiperproducción de
renina que lleva al aumento de la angiotensina y la aldosterona.
• Producción de calcitriol, la forma activa de la vitamina D, que ayuda a mantener el
calcio necesario para los huesos y para el equilibrio químico normal en el cuerpo. En
pacientes con ERC existe una falta de producción de calcitriol, que es la forma más activa
de la vitamina D, la cual se encarga de la absorción de calcio en el intestino y de la
reabsorción y el depósito en los huesos. Esto conlleva que la ERC dé lugar a una pérdida
de densidad ósea, provocando debilidad ósea, fragilidad e incluso fracturas.

24
Clasificación de la enfermedad renal crónica
Según la National Kidney Foundation-Kidney Disease Outcomes Quality Initiative (NKF-KDOQI) y
la organización Kidney Disease: Improving Global Outcomes (KDIGO), la enfermedad se divide
en cinco estadios en función de la tasa de filtrado glomerular (TFG):

Clasificación de la enfermedad renal crónica según la tasa de filtración glomerular


(TFG)

Estadio de ERC Descripción TFG

ml/min/1,73 m²

1 Daño renal con disminución discreta de la ≥90


TFG.

2 Daño renal con disminución discreta de la 60-89


TFG.

3 Disminución moderada de la TFG. 30-59

4 Disminución severa de la TFG. 15-29

5-5D Insuficiencia renal. <15 (o diálisis)

Tabla 8. Estadios de la enfermedad renal crónica. Fuente: Arroyo et al., 2008.

*Estas alteraciones deben confirmarse durante al menos tres meses.

Nota

Se considera que una persona tiene ERC cuando presenta una TFG por debajo de 60 durante
tres meses o más. A medida que disminuya la función renal, aumenta el riesgo de que
aparezcan las complicaciones asociadas a la enfermedad.

• Estadio 1: disminución lenta de la función glomerular. Sin manifestaciones clínicas ni


bioquímicas específicas de la insuficiencia renal. Existe una alteración de la absorción
intestinal de calcio y un déficit en la excreción de fósforo.
• Estadio 2: pérdida del 50-20 % de TFG. Aumentan ligeramente los niveles de urea y
creatinina sérica, con incapacidad de concentrar orina.
• Estadio 3: disminución de la función renal entre el 20 % y el 5 % de lo normal, con
manifestación de anemia importante.

25
• Estadio 4: función renal inferior al 5 % de lo normal. Aparecen manifestaciones de todos
los órganos del cuerpo, viéndose alterada la tensión arterial, la frecuencia cardiaca, la
bioquímica, etcétera.
• Estadio 5: los riñones pierden su funcionalidad. Es necesario el tratamiento de diálisis o
trasplante de riñón.

Clasificación de la enfermedad renal crónica (II)


Factores de riesgo y complicaciones

La velocidad con la que la ERC evoluciona viene determinada por la presencia de otros factores
de riesgo, como los factores de riesgo no modificables (edad, sexo, raza, grado de función renal
inicial, factores genéticos…) o factores de riesgo modificables (hipertensión arterial, obesidad,
tabaquismo, dislipidemia, proteinuria…); estos últimos se pueden controlar y/o modificar, lo que
permitirá retrasar la progresión de la enfermedad.

Muchas de las complicaciones que se dan en la ERC se pueden prevenir con la detección precoz,
el cambio en los hábitos de vida y un adecuado tratamiento. Como se ha mencionado
anteriormente, la principal causa de muerte entre los enfermos de ERC son las afecciones
cardiovasculares; se trata del índice de mortalidad más alto entre los pacientes que se
encuentran entre los estadios 3 y 5.

Entre los sistemas más comunes afectados por la ERC se encuentran los siguientes:

Alteraciones cardiovasculares

Son la causa más común de mortalidad en estos pacientes.

Alteraciones del sistema respiratorio

El edema pulmonar es la manifestación más común.

26
Infecciones respiratorias

Se producen como consecuencia de la debilidad del sistema inmunológico.

Alteraciones del sistema musculoesquelético

Atrofia muscular; alteraciones del metabolismo óseo-mineral que disminuyen progresivamente


la masa muscular, la fuerza y la flexibilidad y, por lo tanto, aumentan el riesgo de caídas y
fracturas, lo que genera una importante pérdida en la capacidad funcional del paciente.

Alteraciones del sistema nervioso

Menor capacidad de concentración, insomnio o depresión, entre otras. En el comienzo del


tratamiento de diálisis es muy frecuente la aparición de neuropatía periférica, que genera una
pérdida de la capacidad sensorial, que generalmente es distal y simétrica en las extremidades
inferiores, favoreciendo la pérdida de la masa muscular.

Tratamiento para la enfermedad renal crónica terminal (estadio 5)


Los posibles tratamientos de la ERC terminal (o de estadio 5) son la diálisis o el trasplante. Las
dos formas principales de diálisis son la hemodiálisis y la diálisis peritoneal.

La hemodiálisis se realiza a través de un filtro llamado dializador que realiza la función de un


riñón artificial, el cual depura la sangre del paciente filtrando los productos de desecho y la sangre
regresa de nuevo limpia al paciente.

Los tratamientos de hemodiálisis se llevan a cabo en un centro de diálisis o en el centro


hospitalario. En condiciones normales, de forma general, el tratamiento suele realizarse 3 días a
la semana durante 3 o 4 horas, aunque existen otros tratamientos diarios en el hogar o diálisis
nocturna.

27
La diálisis peritoneal consiste en la administración de una solución de diálisis a través de un
catéter; esta solución limpia y drena, de modo que mientras la solución de diálisis está en la
cavidad peritoneal, se produce la diálisis: el exceso de líquidos y los productos de desecho pasan
desde la sangre, a través de la membrana peritoneal, al fluido de diálisis. Este proceso puede
llevarse a cabo de forma ambulatoria o de forma domiciliaria nocturna.

Evaluación previa al ejercicio en ERC


Debido a que los pacientes con ERC suelen padecer otras enfermedades asociadas, se tendrán en
cuenta, además, las consideraciones necesarias en cada caso particular a la hora de realizar la
evaluación inicial y la prueba de esfuerzo (ACSM, 2014).

• Los individuos en estadios 1-4 de ERC podrán realizar un protocolo estándar de prueba
gradual de esfuerzo. Sin embargo, con pacientes en hemodiálisis, la prueba de esfuerzo
debe programarse en un día de no diálisis y la presión arterial debe ser monitorizada en
el brazo que no contiene la fístula arteriovenosa.
• Los pacientes que reciban diálisis peritoneal ambulatoria deben realizar la prueba de
esfuerzo sin el fluido de diálisis en el abdomen.
• Para pacientes que hayan sido trasplantados, se seguirán los procedimientos estándar de
la prueba de esfuerzo.
• Los protocolos de prueba de esfuerzo tanto en cinta rodante como en cicloergómetro se
utilizan para pacientes con ECR; la más popular es la cinta rodante.
• Debido a la capacidad funcional de estos pacientes, los protocolos más populares, como
el protocolo de Bruce, Balke o Naughton, son apropiados.
• Si se realiza la prueba de esfuerzo en un cicloergómetro, el calentamiento inicial debe
contener una carga de 20-25 W, con un incremento de trabajo de 10-30 W cada 1-3
minutos.
• En pacientes que estén recibiendo hemodiálisis, la frecuencia cardiaca pico es
aproximadamente el 75 % de la frecuencia cardiaca máxima.
• Debido a que la FC no siempre es el mejor indicador de la intensidad de ejercicio en
personas con ERC, la RPE deberá ser monitorizada siempre.
• El test de fuerza isotónica debe realizarse utilizando una carga de 3 RM o mayor (por
ejemplo, 10-12 RM), dado que el test de 1RM está generalmente contraindicado en
pacientes con ECR debido al riesgo de posibles fracturas.

28
• Aquellos enfermos que, por su bajo nivel de capacidad funcional, no sean capaces de
realizar las pruebas tradicionales de valoración de la condición física podrán realizar
aquellos test destinados a otros grupos de población, como pueden ser los test de
valoración de la condición física para la tercera edad.

Prescripción de ejercicio físico en personas con ERC


Aunque en la actualidad es necesaria más evidencia científica acerca de los principios del
entrenamiento ideales para este grupo de población, de forma general, los programas deberán
contener una combinación de ejercicio aeróbico y de ejercicio de fuerza.

El ejercicio físico está recomendado en pacientes con enfermedad renal en cualquiera de los
estadios.

Se ha observado que el tiempo mínimo de intervención de un programa de ejercicio físico para la


consecución de beneficios en pacientes de ERC es de 12 semanas.

Parece ser que la mejor indicación en este grupo de población es comenzar con una intensidad
de ligera a moderada y aumentarla gradual y progresivamente en el tiempo, basándose en la
tolerancia del individuo.

Ejercicio físico aeróbico

Ejercicio aeróbico en enfermos con ERC

Tipo: ejercicio aeróbico continuo. Pacientes incapaces de tolerarlo: ejercicio interválico.

Están recomendados ejercicios como caminar, bici y nadar, o cualquier actividad aeróbica que
tolere bien el sujeto y pueda realizar durante el tiempo solicitado. Si el ejercicio se realiza
durante la sesión de hemodiálisis, el uso de una pedalina es una buena opción, debido a la
posición de sedestación que debe mantener el paciente.

Frecuencia: 3-5 días a la semana.

Intensidad: ejercicio aeróbico de intensidad moderada (40-60 % VO2 R), lo que corresponde
con una RPE de 11-13 en una escala de 6-20.

Duración: 20-60 minutos de ejercicio continuo. Si el paciente no es capaz de tolerar esta


duración, podrá realizar 3-5 minutos de ejercicio intermitente con el objetivo de acumular 20-
60 minutos.

Progresión: antes de incrementar la intensidad, la duración de la actividad física debe


incrementarse 3-5 minutos semanalmente hasta que los pacientes lleguen a completar
30 minutos de ejercicio físico continuo.

Tabla 9. Prescripción de ejercicio físico en pacientes con enfermedad renal crónica.

29
Ejercicio de fuerza

Ejercicio de fuerza en ERC

Tipo: ejercicios de trabajo que impliquen a los grandes grupos musculares realizados con pesos
libres, bandas elásticas, máquinas…

Frecuencia: 2-3 días a la semana.

Intensidad: del 70 % al 75 % 1RM.

Duración: mínimo una serie de 10-15 repeticiones, eligiendo de 8 a 10 ejercicios.

Progresión: se considerará incluir una segunda serie cuando el individuo pueda completar sin
dificultad 15 repeticiones de un peso específico en los ejercicios realizados.

Tabla 10. Prescripción de ejercicio de fuerza en pacientes con enfermedad renal crónica.

Consideraciones especiales
• Los enfermos de ECR deben realizar una progresión gradual del entrenamiento,
incrementando el volumen a lo largo del tiempo.
• Dependiendo del estado clínico y de la capacidad funcional del individuo, la intensidad
inicial seleccionada para el ejercicio físico aeróbico deberá ser ligera (30-40 % del VO2 R)
y, como mínimo, de 10-15 minutos de ejercicio físico continuo o, en su lugar, cualquier
cantidad de ejercicio que pueda tolerar el paciente.
• Antes de incrementar la intensidad, la duración del ejercicio físico aeróbico debe
incrementarse 3-5 minutos semanalmente hasta que los pacientes lleguen a completar
con éxito 30 minutos de ejercicio continuo.
• Algunos individuos con ECR son incapaces de realizar ejercicio físico continuo, por lo que
deberán realizar ejercicio intermitente con intervalos cortos (1:1); por ejemplo, 3 minutos
de ejercicio y 3 minutos de descanso. Según el individuo se vaya adaptando al
entrenamiento, la duración de los intervalos de trabajo podrá incrementarse o se podrá
disminuir el tiempo de descanso.
• En cuanto a los ejercicios de fuerza, los individuos con ERC deberán realizar al menos una
serie de 10 repeticiones al 70 % de 1RM, 2 días a la semana, considerando una segunda
serie cuando el individuo pueda completar sin dificultad 15 repeticiones de un peso
específico de la primera serie.
• Los enfermos que hayan sido trasplantados podrán iniciar el entrenamiento, como pronto,
ocho días tras la operación.

30
1.3.2. Ejercicio físico y enfermedad renal crónica terminal

En la actualidad, se han demostrado los numerosos beneficios fisiológicos, funcionales y


psicológicos que ejerce el ejercicio físico en personas que padecen ERC terminal.

Entre algunos de los efectos, el ejercicio físico ayuda a disminuir la retención de líquidos en
los tejidos producida por la acumulación de los desechos metabólicos en la fibra muscular
en el paciente en tratamiento con hemodiálisis. Además, el ejercicio físico favorece un mejor
control de la homeostasis y el equilibrio ácido-base sanguíneo.

A pesar de ello, de forma general, existen muy pocos centros en nuestro país donde se realice
ejercicio físico durante las sesiones de hemodiálisis, por lo que es necesario continuar dando
visibilidad a la importancia de la realización de ejercicio físico en estos pacientes.

Objetivo de los programas de actividad física en ERC terminal


La capacidad funcional de las personas que padecen ECR terminal disminuye considerablemente
a medida que se prolonga el tratamiento, por lo que uno de los aspectos más importantes será
la mejora de la capacidad funcional y del estado físico a través de un programa de ejercicio,
lo que posibilitará la mejora de la calidad de vida relacionada con la salud. A través del
ejercicio físico se pretende, por lo tanto, minimizar los efectos adversos de los factores de riesgo
asociados a esta enfermedad y reducir los cambios homeostáticos que se producen
durante las sesiones de diálisis.

Beneficios del ejercicio físico aeróbico y de fuerza en estos pacientes enfermos con ERC:

• El aumento en el VO2 máx.


• Aumento de la capacidad de trabajo.
• Aumento de la tolerancia al ejercicio físico.
• Aumento de la condición física.
• Prevención de la disminución de la masa muscular.
• Aumento de la masa muscular.
• Aumento de los niveles de fuerza.
• Aumento de la capacidad funcional del paciente.
• Aumento de la calidad de vida.

Ejercicio físico y hemodiálisis


El tratamiento de hemodiálisis afecta a todos los sistemas del cuerpo; además, unido al estilo de
vida sedentario que comúnmente suelen llevar estos pacientes, da lugar a una alteración
significativa en los sistemas cardiovascular y musculoesquelético.

Debido a que el sistema cardiovascular es el sistema más afectado en estos pacientes, el


ejercicio físico aeróbico será la principal modalidad que trabajar para la mejora de la función
cardiovascular. Además, este tipo de ejercicio no produce una gran cantidad de sustancias de
desecho metabólicas, lo que lo convierte en un ejercicio seguro y eficaz. Por otro lado, durante el
ejercicio físico aeróbico las células son capaces de captar mayor cantidad de oxígeno, el cual es
necesario para el buen funcionamiento del riñón, incluso cuando disminuye el número de nefronas
funcionales.

31
Parece ser que se producen mayores adaptaciones cuando la sesión de ejercicio se realiza durante
los días de no diálisis, aunque las sesiones realizadas durante las sesiones de diálisis pueden dar
lugar a una mayor tasa de adherencia en estos enfermos. En este caso, el ejercicio físico debe
realizarse dentro de las dos primeras horas del tratamiento de diálisis.

Durante la hemodiálisis:

Los ejercicios de fuerza deben adaptarse a la posición que debe mantener el paciente durante la
sesión de hemodiálisis, que es en posición de sedestación. Algunas de las recomendaciones son
la utilización de bandas elásticas, tobilleras lastradas, mancuernas o pesos libres.

Fuera de la hemodiálisis:

Si el entrenamiento de fuerza se realiza fuera de la sesión de diálisis, pueden llegar hasta un 70-
75 % de 1RM, realizando como mínimo una serie de 10-15 repeticiones de 2 a 3 días a la semana.
En este caso, los pacientes pueden utilizar pesos libres, máquinas, máquinas isocinéticas, bandas
elásticas, etc. Se pueden incluir ejercicios monoarticulares y poliarticulares, y se deberá prestar
especial atención a la implicación de los grandes grupos musculares en cada sesión de
entrenamiento.

Ejercicio de flexibilidad

Aunque hasta la fecha no existen estudios en relación con los beneficios de los ejercicios de
flexibilidad durante la sesión de hemodiálisis, esta es una capacidad que se ve negativamente
afectada según evoluciona la enfermedad, por lo que se recomienda realizar estos ejercicios en
los días de no diálisis como una parte fundamental de los programas de ejercicio al inicio y final
de cada sesión. Los ejercicios de flexibilidad se deberán realizar siguiendo las guías de
recomendación para adultos sanos.

Ejercicio físico y hemodiálisis (II)


Consideraciones especiales del ejercicio físico en pacientes con tratamiento de
hemodiálisis

Hemodiálisis:

• Días de no diálisis: el ejercicio puede realizarse en los días de no diálisis.


• Durante la diálisis: si el ejercicio se realiza durante la diálisis, este debe realizarse durante
la primera parte del tratamiento, para evitar episodios hipotensivos. Si se realiza el día de
la diálisis, pero fuera de ella, los ejercicios no deben realizarse inmediatamente después
del tratamiento.
• Se deberá poner mayor énfasis en la utilización de la RPE.
• Se deberá medir la presión arterial en el brazo que no contiene la fístula.

Diálisis peritoneal:

• Los pacientes con diálisis peritoneal ambulatoria deberán realizar ejercicio físico sin el
fluido de diálisis en el abdomen.

32
Riesgos de la práctica de ejercicio físico en pacientes con ERC en tratamiento de
hemodiálisis

• Está desaconsejado realizar ejercicio físico inmediatamente después del tratamiento


sustitutivo de hemodiálisis, debido a los cambios en las concentraciones electrolíticas
durante el proceso.
• Si se realiza ejercicio durante las horas del tratamiento de hemodiálisis, se aconseja
realizarlo en las fases del inicio del tratamiento, para la prevención de la hipotensión.
• Los pacientes con ERC tienen un riesgo elevado de sufrir una fractura como consecuencia
de las alteraciones del metabolismo óseo; además, tienen un riesgo aumentado de
mortalidad por accidente cardiovascular. Por esta razón, es fundamental conocer el grado
de la enfermedad y la situación del paciente en relación con las complicaciones asociadas
por si hubiera que tener en cuenta otras consideraciones antes de prescribir ejercicio físico.

Contraindicaciones

• Anormalidades electrolíticas: especialmente hipo/hiperpotasemia.


• Cambios recientes en el electrocardiograma, especialmente arritmias sintomáticas o
bradiarritmias.
• Exceso de ganancia de peso durante el tratamiento de diálisis de más de 4 kg desde la
última diálisis o sesión de ejercicio.
• Tratamiento de diálisis inestable o cambios en el régimen de medicamentos.
• Congestión pulmonar.
• Edema periférico.

33
2. Resumen

EPOC:

• La EPOC se caracteriza por una limitación al flujo de aire en los pulmones y presenta
elementos de bronquitis crónica y enfisema.
• La intervención de la actividad física o el ejercicio físico mejora la tolerancia al ejercicio y
reduce las demandas de ventilación y los síntomas de la enfermedad, incluso en personas
con EPOC grave, y provoca grandes cambios en la calidad de vida de la persona que la
padece.
• Aunque todavía no existe consenso en cuanto al mejor programa de ejercicio en esta
enfermedad, parece ser que tanto el ejercicio continuo —si el paciente es capaz de
tolerarlo— como el intermitente ofrecen mejoras en la capacidad funcional y en la
tolerancia al ejercicio físico.
• Debido a que la EPOC es una enfermedad progresiva, los pacientes requerirán
evaluaciones regulares para el ajuste de los programas de ejercicio a su nivel de tolerancia
y a su capacidad de trabajo.

Asma:

• El asma es una enfermedad multifactorial compleja que da lugar a hipersensibilidad de las


vías aéreas a irritantes y alérgenos inhalados, produciéndose una broncoconstricción de
las vías aéreas.
• El ejercicio físico ayuda a las personas asmáticas a mejorar su calidad de vida y a reducir
la ventilación pulmonar a cargas de trabajo similares. Dependiendo de la gravedad del
grado de asma y de la forma física, la persona asmática podrá realizar ejercicio físico desde
niveles bajos hasta alta competición.

Enfermedad renal crónica:

• El ejercicio aeróbico, de forma aislada o combinado con ejercicios de fuerza, mejora la


tolerancia al ejercicio y la capacidad de esfuerzo del paciente con ERC.
• El ejercicio de fuerza mejora la capacidad funcional, la fuerza y la calidad de vida en
pacientes con ERC.
• La intervención con ejercicio aeróbico, combinado con ejercicios de fuerza y flexibilidad,
es la que mayor beneficio produce en la condición física y en la capacidad funcional.
• Cualquier tipo de ejercicio físico obtiene beneficios psicológicos con la mejora de la
sintomatología depresiva.
• En pacientes con enfermedad crónica terminal, los ejercicios que se realizan en los días
de no diálisis producen más beneficios que el ejercicio intradiálisis, aunque este último sea
el que más éxito tiene en el paciente por la mayor participación y adherencia.
• El tiempo mínimo de intervención para conseguir mejoras significativas tiene que ser, al
menos, de 3 meses.

34
3. Mapa conceptual

35
4. Recursos bibliográficos

Bibliografía básica

ACSM. (2014). Manual ACSM para la valoración y prescripción del ejercicio (3.ª ed.). Zaragoza:
Editorial Paidotribo.

Serra Grima, J. R. y Begur Calafat, C. (2004). Prescripción de ejercicio físico para la salud (vol.
1). Zaragoza: Editorial Paidotribo.

Woolf-May, K. (2008). Prescripción de ejercicio: fundamentos fisiológicos. Barcelona: Elsevier-


Masson.

Bibliografía complementaria

Arroyo, R. A., Martínez, L. O. y González, A. O. (2008). Enfermedad renal crónica avanzada.


Nefrología (supl. 3), 3-6.

Casajús, J. A. y Vicente Rodríguez, G. (2011). Ejercicio físico y salud en poblaciones especiales.


Exernet. Colección ICD. Recuperado de
http://www.naos.aesan.msssi.gob.es/naos/ficheros/investigacion/Ejercicio_y_salud_
en_poblaciones_especiales.pdf

Garvey, C., Bayles, M. P., Hamm, L. F., Hill, K., Holland, A., Limberg, T. M. y Spruit, M. A.
(2016). Pulmonary rehabilitation exercise prescription in chronic obstructive pulmonary
disease: review of selected guidelines. An official statement from the American Association of
Cardiovascular and Pulmonary Rehabilitation. Journal of Cardiopulmonary Rehabilitation and
Prevention, 36(2), 75-83.

Guadalupe Grau, A., Aznar Laín, S., Mañas, A., Castellanos, J., Alcázar, J., Ara, I.…, García
García, F. J. (2016). Short and long term effects of concurrent strength and HIIT training in
octogenarian COPDs. Journal of Aging and Physical Activity, 1-32.

Marín, K., Laude, R. y Morales, C. (2008). Entrenamiento físico y educación como parte de la
rehabilitación pulmonar en pacientes con EPOC. Revista Chilena de Enfermedades
Respiratorias, 24(4), 286-290.

Miravitlles, M., Soler Cataluña, J. J., Calle, M., Molina, J., Almagro, P., Quintano, J. A.…,
Simón, A. (2014). Guía española de la EPOC (GesEPOC). Actualización 2014. Arch
Bronconeumol, 50(supl. 1), 1-16.

Moreno Zabaleta, R., Martos, N. y Arvelo, L. (2014). Actividad física en EPOC. Revista de
Patología Respiratoria, 17(4).

Ram, F. S., Robinson, S., Black, P. N. y Picot, J. (2005). Physical training for asthma. The
Cochrane Library.

36
Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte

Actividad Física en la Enfermedad

Unidad didáctica 5. Actividad física y trastornos reumatológicos y


osteoarticulares
UD 5. Actividad física y trastornos reumatológicos y osteoarticulares ..................................... 3

1. Desarrollo del contenido ............................................................................................... 4

1.1. Artritis. Definición y conceptos ................................................................................. 4

1.1.1. Artritis reumatoide ............................................................................................ 4

1.2. Actividad física y artritis reumatoide ......................................................................... 6

1.3. Artrosis. Definición y conceptos ................................................................................ 7

1.3.1. Factores de riesgo de la artrosis ......................................................................... 9

1.3.2. Clasificación de la artrosis .................................................................................. 9

Clasificación de la artrosis (II) ................................................................................... 10

Clasificación de la artrosis (III) .................................................................................. 11

1.3.3. Manifestaciones clínicas de la artrosis ................................................................ 12

1.4. Actividad física y artrosis ....................................................................................... 13

1.5. Prescripción de ejercicio físico en pacientes con artritis reumatoide y artrosis .............. 14

1.5.1. Consideraciones de la prueba de esfuerzo .......................................................... 15

1.5.2. Prescripción de ejercicio físico........................................................................... 15

1.5.3. Consideraciones especiales .............................................................................. 16

1.6. Osteoporosis. Definición y conceptos ...................................................................... 17

1.6.1. Fisiopatología de la osteoporosis ....................................................................... 17

1.6.2. Factores de riesgo de la osteoporosis ................................................................ 18

1.6.3. Diagnóstico .................................................................................................... 19

1.7. Actividad física y osteoporosis ................................................................................ 20

1.7.1. Consideraciones de la prueba de esfuerzo (ACSM, 2014) ..................................... 21

1.7.2. Prescripción de ejercicio físico en personas con osteoporosis ................................ 22

1.7.3. Otras propuestas de entrenamiento orientadas a mejorar la masa ósea ................. 23

1.7.4. Otras consideraciones ...................................................................................... 24

2. Resumen .................................................................................................................. 25

3. Mapa conceptual ....................................................................................................... 26

4. Recursos bibliográficos ............................................................................................... 27

2
UD 5. Actividad física y trastornos reumatológicos y
osteoarticulares

Las enfermedades osteoarticulares y reumáticas suponen en la actualidad una de las


principales causas de gastos de salud y de problemas médicos. Dentro de este grupo, en la
presente unidad didáctica estudiaremos algunas de las principales enfermedades que afectan al
sistema musculoesquelético, como son la artritis reumatoide, la artrosis o la osteoporosis.

Estas enfermedades, aunque son muy diferentes entre sí y tienen orígenes y desarrollos
diferentes, se caracterizan por el deterioro y disfunción del sistema óseo y articular del cuerpo
humano con la afección de sus estructuras internas y adyacentes. Estos trastornos se caracterizan
por la incapacidad funcional creciente de alguna parte del aparato locomotor, en especial, la de
las articulaciones.

En la presente unidad didáctica se estudiará el papel que juega la actividad física sobre la
prevención y/o tratamiento de las enfermedades mencionadas, así como las consideraciones que
se deben tener en cuenta a la hora de prescribir un programa de ejercicio físico en estas
poblaciones.

3
1. Desarrollo del contenido

1.1. Artritis. Definición y conceptos

1.1.1. Artritis reumatoide

El término artritis se refiere a una inflamación de las articulaciones. Se caracteriza por lo


siguiente:

• Dolor.
• Hinchazón.
• Calor.
• Enrojecimiento.
• Limitación del movimiento.

Aunque existen numerosas manifestaciones de la artritis, la principal es la artritis reumatoide


(AR) y sus variantes, como la artritis juvenil idiopática.

La AR está causada por fenómenos autoinmunes. Esta enfermedad puede afectar a cualquier
articulación del cuerpo y su manifestación principal es la inflamación de la articulación, que
afecta al cartílago y a la membrana sinovial alrededor de las uniones de los huesos.

4
El tratamiento farmacológico se basa en la administración de fármacos antiinflamatorios,
corticoides e inmunosupresores, dependiendo de la gravedad del cuadro.

La AR puede afectar a varias articulaciones a la vez, las más comunes son los dedos, las
rodillas, las caderas y los tobillos. Sin embargo, debido a las características inflamatorias de
la AR, las personas que la sufren pueden ver afectados muchos tejidos y órganos y a menudo son
más propensas a presentar problemas cardiacos y respiratorios.

La AR es el trastorno más común del tejido conectivo y se da con diferentes grados de gravedad
y discapacidad.

Etiología

Aunque se desconoce la causa exacta de la AR, las respuestas inmunológicas juegan un


papel muy importante. La AR parece surgir de una reacción autoinmune del sistema
inmunológico a los componentes corporales normales, posiblemente desencadenados por una
infección bacteriana o vírica.

El sistema inmunológico es capaz de reconocer y defender al organismo de moléculas


ambientales extrañas o nuevas como los microorganismos denominados inmunógenos. Entre
estos microorganismos se encuentran virus, bacterias, crecimiento tumoral, parásitos,
trasplante de células y tejidos y alérgenos. La respuesta del sistema a cualquiera de estos
factores implica una compleja coordinación entre células, tejidos y moléculas mensajeras a lo
largo del organismo.

En un individuo sano, la respuesta inmune se inicia cuando un antígeno (sustancia extraña que
provoca una respuesta inmune) rebasa las barreras químicas y físicas de protección del
organismo. Generalmente, este patógeno es envuelto por un fagocito que lo digiere y procesa
la proteína extraña. La aparición de esta proteína extraña estimula la aparición de los linfocitos
T helper, que posteriormente estimulan a otras células inmunes a la proliferación y segregación
de sustancias para que combatan al microorganismo. Después de este proceso, las células B
maduras producen anticuerpos contra estas proteínas extrañas.

En individuos sanos, estas respuestas inmunológicas son beneficiosas para combatir la


enfermedad y mejorar la inmunidad. Sin embargo, en personas con AR algunas de estas

5
reacciones se ven alteradas, de tal manera que se produce un proceso de autoinmunidad en el
que el propio organismo no distingue o reconoce las moléculas propias de las no propias, con
lo que se convierte el sistema inmunológico en parte del proceso patológico de la enfermedad.

Factores reumatoides

Los factores reumatoides desempeñan un papel importante en el proceso fisiopatológico de


esta enfermedad. La mayor parte de las personas presentan anticuerpos de las clases IgG e
IgM de las gammaglobulinas. Se ha establecido que en personas con AR se producen
anticuerpos frente a una proteína propia cuando esta cambia su estructura, lo que confunde al
sistema inmunológico. Este cambio en la configuración puede estar provocado por una infección
vírica, una reacción metabólica anormal y una reacción previa antígeno-anticuerpo.

Los propios factores reumatoides pueden provocar lesiones en el tejido, con lo que dan lugar a
vasculitis (inflamación de los vasos sanguíneos), liberación de histamina y activación de la
cinina, que puede ocasionar constricción del músculo liso visceral y vasodilatación. Los fagocitos
también aumentan o se reducen en esta patología contribuyendo al proceso patológico. Sin
embargo, este proceso autoinmune puede que sea el resultado del proceso patológico de la AR,
no su inicio. No obstante, independientemente de la causa inicial de la aparición de la AR, una
vez iniciado el proceso parece autoperpetuarse (Woolf-May, 2008).

1.2. Actividad física y artritis reumatoide

En un individuo sano, la cavidad sinovial posee una presión negativa y, cuando se mueve la
articulación, se mantiene la permeabilidad en los vasos, lo que posibilita la nutrición del cartílago
articular, que no posee ningún vaso propio. En un individuo con artritis reumatoide, con el
movimiento, la presión puede exceder la presión de perfusión capilar y colapsar los vasos
sanguíneos, con lo que da lugar a la llamada lesión de perfusión hipóxica, que provoca especies
reactivas de oxígeno que podrán resultar en posteriores lesiones en la cavidad sinovial. Estas
especies reactivas de oxígeno pueden aumentar los factores reumatoides y alterar la respuesta
autoinmune. Todo ello induce a pensar que el ejercicio físico puede resultar nocivo para la
progresión de esta enfermedad. Sin embargo, a lo largo de los últimos años, diferentes

6
investigaciones han demostrado que la realización adecuada y segura de ejercicio físico no solo
no acelera la enfermedad, sino que produce diferentes beneficios en los pacientes con AR.

En la actualidad se conoce que los ejercicios dinámicos pueden incrementar la tasa de flujo de
sangre sinovial en articulaciones con derrames beneficiando la articulación inflamada con hipoxia
crónica a la isquemia crónica sinovial.

Aunque también existen estudios que no han revelado ningún efecto del ejercicio físico sobre la
progresión de la enfermedad, hay que señalar que no se han reportado efectos nocivos tras la
realización de programas de entrenamiento, por lo que se puede confirmar que, aunque puede
existir un riesgo por el sobreuso de la articulación afectada por la AR con la realización de ejercicio
físico, actualmente se piensa que, gracias a los efectos adicionales positivos
fisiológicos/bioquímicos/físicos y psicológicos que ejerce el ejercicio físico sobre la salud, es mejor
su realización que no realizarlo en estos pacientes.

Respuesta inmune y ejercicio

Aquellos individuos sanos que practican actividad física de manera regular muestran poca
variación en sus parámetros inmunológicos pre- y posejercicio. Durante y después de la práctica
de ejercicio físico se produce un aumento de las citocinas proinflamatorias IL-1, IL-6 y TNF-α,
pero estos valores tienden a volver a valores basales tras el ejercicio. De manera parecida, la
respuesta inmune parece mantenerse poco variable en reposo tras la práctica regular de ejercicio
físico en pacientes con AR, efecto contrario al que sucede en deportistas sometidos a frecuentes
y altas intensidades de ejercicio, en los que la respuesta inmunológica se ve reducida y pueden
llegar a ser más propensos a infecciones.

1.3. Artrosis. Definición y conceptos

A diferencia de la AR, la artrosis es una enfermedad articular degenerativa y crónica de


etiología multifactorial que se caracteriza por la pérdida gradual de cartílago articular con
una repercusión en el hueso subcondral e inflamación sinovial.

• Es uno de los trastornos musculoesqueléticos más comunes en la población, y se convierte


en la patología articular más prevalente. Esta enfermedad está asociada al proceso de
envejecimiento.
• El 70 % de la población mayor de 50 años presenta alteraciones radiológicas típicas de
artrosis en alguna localización.
• La artrosis representa la causa más común de dolor y discapacidad en adultos mayores.

La artrosis también es denominada osteoartritis, debido a que existe un componente


inflamatorio en algún momento del desarrollo de la patología.

7
Nota

La artrosis implica todo el conjunto articular: se produce una degeneración y deterioro del
cartílago, así como una proliferación de los márgenes articulares y del hueso subcondral, con
presencia de sinovitis o derrame articular.

Etiología, causas y factores de riesgo

La artrosis se produce por una alteración genética, metabólica, mecánica e inflamatoria.


Además, los factores genéticos, la deficiencia de estrógenos relacionados con la menopausia y el
envejecimiento juegan un papel crucial en el proceso de destrucción del cartílago y del daño
articular y, por lo tanto, en el desarrollo de la artrosis.

Las posibles causas de la artrosis se han atribuido a desequilibrios en los procesos


catabólicos y anabólicos del cartílago, lo que provoca cambios morfológicos, a su
destrucción y a un grado de inflamación sinovial, aunque hoy en día no está claro si estos
procesos son una consecuencia o un proceso secundario a cualquier lesión o son la causa primaria
del inicio del proceso de artrosis. No obstante, este desequilibrio se atribuye a una red compleja
de factores bioquímicos que afectan al cartílago, a la membrana y al hueso, los cuales
favorecen el proceso de destrucción de estos compartimentos. Estos factores producen un
desequilibrio metabólico que conlleva un aumento del catabolismo y desencadena la producción
de mediadores proinflamatorios (IL-1, citoquinas, óxido nítrico, prostaglandinas y
metaloproteasas) que originan la degradación del cartílago y alteran el tejido sinovial.

8
1.3.1. Factores de riesgo de la artrosis

Existen algunos factores de riesgo modificables y no modificables que contribuyen a iniciar o


empeorar el proceso de lesión de la articulación:

Factores de riesgo de la artrosis

1. Factores de riesgo no modificables:


• Sexo.
• Edad.
• Raza.
• Factores genéticos.

2. Factores de riesgo modificables:


• Obesidad.
• Enfermedades sistémicas (sistema endocrino, metabólicas, etc.).
• Factores hormonales.
• Menopausia.
• Debilidad muscular.
• Factores nutricionales.
• Densidad mineral ósea (a mayor densidad mineral ósea, mayor riesgo).
• Factores locales:
o Anomalías articulares previas (traumatismos y fracturas, malformaciones o
displasia).
o Inestabilidad y laxitud articular (meniscopatías).
o Artropatías neuropáticas.
o Sobrecarga articular (actividad física y laboral).

Tabla 1. Factores de riesgo de la artrosis.

1.3.2. Clasificación de la artrosis

Hay diferentes formas de clasificación de la artrosis. La más extendida hoy por hoy es la
clasificación etiológica, aunque también se utilizan la topográfica y la de Kellgren y
Lawrence.

9
1. Clasificación etiológica: primaria o idiopática y secundaria.

Clasificación etiológica de la artrosis

Artrosis primaria o idiopática:

• Localizada o generalizada (oligoarticular o poliarticular).


• Formas con características diferenciales:
o Artrosis erosiva de articulaciones interfalángicas distales.
o Artrosis de rodilla y manos en mujeres obesas.
o Artrosis de cadera en varones.

Artrosis secundaria:

• Postraumática.
• Enfermedades congénitas, displasias y trastornos del desarrollo.
• Enfermedades metabólicas (enfermedad de Wilson, enfermedad de Gaucher,
hemocromatosis, ocronosis).
• Enfermedades endocrinas (acromegalia, diabetes, hipotiroidismo, hiperparatiroidismo).
• Enfermedades por depósito de cristales (condrocalcinosis).
• Enfermedades óseas (enfermedad de Paget, osteonecrosis).
• Enfermedades articulares inflamatorias (artritis reumatoide, espondiloartropatías, artritis
séptica, artropatía neuropática).

Tabla 2. Clasificación etiológica de la artrosis.

Clasificación de la artrosis (II)

2. Clasificación topográfica: localizada y generalizada.

Según la localización de las articulaciones afectadas, la artrosis puede clasificarse en formas


típicas, que habitualmente corresponden a formas primarias, y formas atípicas, que
habitualmente corresponden a formas secundarias.

Clasificación topográfica de la artrosis

Localizaciones típicas:

• Mano (interfalángica, trapeciometacarpiana).


• Rodilla.
• Caderas.
• Columna.
• Articulación acromioclavicular.
• Articulación esternoclavicular.
• Primera articulación metatarsofalángica.

10
Localizaciones atípicas:

• Articulación metacarpofalángica.
• Carpo.
• Codo.
• Articulación escapulohumeral.
• Tobillo.
• Tarso.

Tabla 3. Clasificación topográfica de la artrosis.

Clasificación de la artrosis (III)

3. Clasificación de Kellgren y Lawrence.

Según su repercusión radiológica, la artrosis puede clasificarse en cinco grados en la escala de


Kellgren y Lawrence, que contempla el estrechamiento de la interlínea articular, la presencia de
osteofitos, la esclerosis subcondral y la deformidad de los extremos óseos.

Clasificación de la artrosis según la escala de Kellgren y Lawrence

Grado: hallazgos radiológicos

0 - Normal: radiografía normal.

1 - Dudoso: dudoso estrechamiento de la interlínea. Posible osteofitosis.

2 - Leve: posible estrechamiento de la interlínea. Osteofitosis.

3 - Moderado: estrechamiento de la interlínea. Moderada osteofitosis. (Esclerosis leve,


posible deformidad de los extremos óseos).

4 - Severo: marcado estrechamiento de la interlínea. Abundante osteofitosis. (Esclerosis


severa, deformidad de los extremos óseos).

Tabla 4. Clasificación según la escala de Kellgren y Lawrence.

Viaja

Lectura del siguiente artículo: «Definición, etiopatogenia, clasificación y formas de


presentación».

11
1.3.3. Manifestaciones clínicas de la artrosis

Las principales manifestaciones clínicas de la artrosis son las siguientes:

• El dolor, la inflamación y posteriormente la rigidez de la articulación.

El dolor es el síntoma principal de la artrosis. Suele aparecer habitualmente entre la cuarta y


quinta décadas de la vida sin manifestaciones previas y de manera localizada en la
articulación afectada. Este dolor suele aparecer tras el uso articular y desaparece en reposo.
Además, también es característico el dolor tras un periodo de inactividad importante.
Habitualmente no guarda relación con el daño estructural articular, y en procesos más avanzados
el dolor es continuo y suele aparecer en reposo e incluso de noche.

Uno de los orígenes del dolor es la sinovitis (inflamación en la membrana sinovial), presente
en más del 50 % de los pacientes con artrosis de rodilla y que puede darse desde el comienzo de
la aparición de esta patología. Este proceso inflamatorio puede agravar la destrucción del cartílago
y dar lugar a una degradación progresiva que acelerará la progresión de la condropatía en los
últimos estadios de esta patología (Rodríguez Bonnín, 2016).

Por último, la rigidez suele ser de corta duración y se limita a la articulación afectada. Suele
aparecer tras un periodo de inactividad. En estados más avanzados de la enfermedad, aparecerán
la limitación de la movilidad y la incapacidad funcional.

En esta patología es frecuente que pacientes poco sintomáticos puedan padecer una limitación
funcional importante, lesiones radiológicas avanzadas y gran deformidad articular y, al contrario,
pacientes muy sintomáticos sin lesión estructural (disociación clínico-radiológica). La artrosis no
presenta manifestaciones sistémicas (Casals Sánchez, Giménez Basallote, Martínez García y
Möller Parera, 2011).

Principales diferencias entre artritis y artrosis

Artritis Artrosis

1. Ataca a la membrana sinovial. 1. Ataca al cartílago.

2. Su principal síntoma es la inflamación 2. Su principal síntoma es la rigidez y el dolor,


articular, que casi siempre está presente. la inflamación no es común.

3. Se puede dar a cualquier edad, incluso en la 3. Es una enfermedad asociada al


niñez. Es más común entre los 20 y los 40 envejecimiento. Es más común después de los
años. 40 años.

4. Se presentan síntomas extraarticulares. 4. No se presentan síntomas extraarticulares.

5. Rigidez importante. 5. Rigidez poco duradera.

12
6. El dolor empeora con el reposo. 6. El dolor empeora con la movilidad.

7. Enfermedad autoinmune. 7. Enfermedad no autoinmune.

Tabla 5. Tabla explicativa de las principales diferencias entre artritis y artrosis.

1.4. Actividad física y artrosis

Relación entre ejercicio físico y riesgo de artrosis

La influencia de la actividad física en el desarrollo y progresión de la artrosis, particularmente


en articulaciones que soportan peso como la rodilla, ha sido controvertida (Jorge Jaime y William
Henry, 2014). Tradicionalmente, se ha asociado la participación en actividades físico-deportivas
con un aumento del riesgo de desarrollar artrosis. Sin embargo, teniendo en cuenta los diferentes
estudios, parece ser que el riesgo de padecer artrosis no está aumentado en personas que realizan
ejercicio físico o actividad física de manera regular. No obstante, hay que tener en cuenta que el
riesgo de padecer artrosis sí aumenta en las siguientes situaciones:

a) Existencia de una lesión previa en la articulación afectada de artrosis.

b) Índice de masa corporal elevado.

c) Práctica continuada y repetitiva durante años de ciertos deportes con un alto grado de
carga articular, la cual favorece la aparición de lesiones.

Parece ser que, independientemente de que el efecto del ejercicio físico sobre el cartílago es
limitado, el cartílago se adapta a las cargas de forma similar al resto de tejidos biológicos como
el hueso y el músculo. Las cargas moderadas son útiles para el tratamiento y la prevención de la
artrosis, mientras que las cargas demasiado elevadas o demasiado bajas reducen el contenido de
proteoglucanos del cartílago.

El ejercicio físico de alto impacto puede agravar la artrosis; sin embargo, los programas de
ejercicio dinámicos como la bicicleta y la marcha aumentan el flujo de sangre sinovial en las
articulaciones inflamadas que presentan hipoxia crónica.

Ejercicio físico y artrosis de rodilla y de cadera

• Parece ser que el riesgo de artrosis de rodilla debido a la realización de ejercicio físico se
incrementa en personas con lesiones previas de rodilla, con un índice de masa corporal
elevado o con trabajos laborales anteriores con una alta demanda de carga articular
(Woolf-May, 2008).
• Hay que destacar que la participación repetitiva en deportes con alta carga e impacto
articular y rotacional, como el fútbol, el tenis, el salto de obstáculos, el balonmano y el
baloncesto, sí que puede aumentar el riesgo de degeneración articular inducida por
lesión y, por lo tanto, el riesgo de artrosis (Woolf-May, 2008).
• De manera general, el tipo de ejercicio recomendado como terapia para la artrosis de
múltiples localizaciones es tanto el ejercicio aeróbico como el de fuerza y el de
flexibilidad, aunque hay que destacar que la mayoría de la evidencia científica existente
se ha realizado en artrosis de rodilla y de cadera.

13
• En cuanto a las recomendaciones acerca del beneficio sobre la artrosis de cadera, existe
cierta controversia, dado que de forma general se propone el ejercicio aeróbico
(incluyendo el acuático), el de fuerza y el de flexibilidad para disminuir el dolor,
mejorar la función y la calidad de vida de los pacientes, basándose en los efectos del
ejercicio sobre la artrosis de rodilla. Hoy en día, es necesaria más evidencia científica que
demuestre los beneficios y las recomendaciones más adecuadas para la mejora de la
artrosis de cadera con el fin de corroborar estas recomendaciones.
• Una reciente revisión sistemática con el objetivo de identificar el programa de ejercicio
físico más adecuado para reducir el dolor de los pacientes con artrosis de rodilla ha
establecido que tanto el ejercicio físico aeróbico como el de fuerza tienen los mismos
efectos. Esta revisión establece que los programas de ejercicios óptimos para la artrosis
de rodilla deben tener objetivos específicos y estar centrados en la mejora de la
capacidad aeróbica, de la fuerza muscular del cuádriceps, junto con una menor carga
en las extremidades. Además, para la consecución de mejores resultados, debe realizarse
tres veces a la semana. Aquellos pacientes que tengan una menor capacidad
cardiovascular y fuerza muscular deberán realizar los ejercicios aeróbicos y de fuerza en
días diferentes para la consecución de mayores efectos. Además, destacan la importancia
de que el programa sea supervisado y tenga una duración de al menos doce sesiones.
• Dichos programas parecen tener un efecto similar, independientemente de las
características del paciente, incluyendo la gravedad radiológica y dolor basal.

Por lo tanto, los objetivos principales de la intervención con ejercicio físico para personas con
artrosis de rodilla y cadera son los siguientes:

• Mejorar el rango de movilidad articular.


• Recuperar la elasticidad, fortalecer y volver resistente el músculo y el tendón.
• Disminuir el dolor y la carga en la articulación afectada.

Beneficios del ejercicio físico en la artrosis

La actividad física o el ejercicio físico es una intervención terapéutica importante en todos los
tipos de artrosis, ya que previene el deterioro de los músculos, mantiene la estabilidad de las
articulaciones aumentando su flexibilidad y su función y reduciendo el dolor, mejora la forma
física y disminuye el riesgo de caídas (Woolf-May, 2008).

La reducción de peso, por su parte, puede ser uno de los resultados secundarios de un programa
de actividad física, lo que conlleva un mecanismo de mejora de esta enfermedad.

1.5. Prescripción de ejercicio físico en pacientes con artritis reumatoide


y artrosis

Hasta no hace muchos años se pensaba que el ejercicio físico era perjudicial para las personas
con AR. Se basaba la explicación en que los ejercicios dinámicos podrían causar más lesiones en
las articulaciones afectadas por la enfermedad; sin embargo, las investigaciones han demostrado
lo contrario.

Todos los pacientes con artrosis y artritis reumatoide deben realizar una evaluación previa donde
se deberán identificar las posibles comorbilidades existentes para realizar una adecuada
prescripción de ejercicio físico lo más personalizada y segura posible.

14
1.5.1. Consideraciones de la prueba de esfuerzo

La mayoría de pacientes puede realizar una prueba de esfuerzo limitada por los síntomas. A
continuación se exponen las consideraciones especiales que se han de tener en cuenta en estos
pacientes:

• En presencia de inflamación aguda, el ejercicio vigoroso está contraindicado hasta que el


edema, el rubor, el calor y la exacerbación hayan remitido.
• Aunque algunas personas con artritis toleran caminar sobre cinta ergométrica, el uso
exclusivo de un cicloergómetro combinado con ergometría de brazos puede ser menos
doloroso y permite una mejor evaluación de la función cardiovascular. El modo de ejercicio
debe ser el menos doloroso para la persona que se somete a la prueba.
• Se deberá dejar el tiempo suficiente para el calentamiento de baja intensidad antes de
comenzar la prueba de esfuerzo graduado.
• Se controlarán los niveles de dolor durante la prueba mediante la escala modificada de
esfuerzo de Borg.
• Se puede medir la fuerza muscular isotónica, isocinética e isométrica. La prueba de 1 RM
es bien tolerada por muchas personas con artritis, aunque a veces el dolor limite la
contracción muscular máxima de las articulaciones afectadas.

1.5.2. Prescripción de ejercicio físico

PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO FÍSICO AERÓBICO – ARTRITIS REUMATOIDE Y


ARTROSIS

Frecuencia: de 3 a 5 días por semana.

Duración: se recomiendan periodos cortos de 5 a 10 minutos hasta completar los 20-30 minutos
de acumulación, según la tolerancia del individuo, hasta completar 150 minutos/semana de
actividad física moderada.

Intensidad: intensidad moderada. Hay que aplicar las recomendaciones de actividad física para
la población general de actividad física; sin embargo, este nivel estará condicionado por el dolor.

Tipo de actividad: ejercicio físico aeróbico (actividades que ejerzan poca tensión en las
articulaciones, como caminar, montar en bici o nadar).

Ejercicios de flexibilidad: se deben incluir ejercicios de flexibilidad y de movilidad articular


con todos los grupos principales. Todos los días.

Tabla 6. Prescripción de ejercicio físico aeróbico en pacientes con artritis reumatoide y artrosis.

15
PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO FÍSICO DE FUERZA – ARTRITIS REUMATOIDE Y
ARTROSIS

Frecuencia: 2-3 días por semana.

Intensidad: hay que comenzar con intensidades bajas (10 % del máximo individual), progresar
a un ritmo máximo de incremento de un 10 % a la semana según la tolerancia hasta sentir dolor
y/o con una intensidad baja (40-60 % de 1 RM). De 10 a 15 repeticiones por ejercicio.

Tiempo: mínimo una serie de 10 a 15 repeticiones por ejercicio.

Tipo de actividad: las personas que tengan dolor articular significativo y debilidad muscular
podrán beneficiarse de ejercicios con contracciones isométricas voluntarias máximas en la
articulación afectada para progresar y llegar a realizar un entrenamiento dinámico. El programa
de entrenamiento de fuerza debe incorporar todos los principales grupos musculares al igual que
se recomienda para adultos sanos.

Tabla 7. Prescripción de ejercicio físico de fuerza en pacientes con artritis reumatoide y artrosis.

Contraindicaciones de ejercicio en personas con artritis y artrosis:

• Los programas de ejercicio para personas con artritis y artrosis no deben incluir actividades
de alto impacto o actividades con un grado alto de lesión.
• Se deben evitar los ejercicios que impliquen movimientos rápidos y excesivos.
• Durante las exacerbaciones artríticas agudas, se debe evitar por completo la actividad
física/ejercicio.
• En algunos pacientes con artrosis de rodilla, el cuádriceps presenta una alteración en la
propiocepción, particularmente cuando la rodilla adopta una posición de máxima
extensión, lo que da lugar a una reducción en la capacidad de controlar correctamente la
fuerza submáxima y la potencia excéntrica. Se deben considerar estos aspectos a la hora
de diseñar un programa de ejercicio en estos pacientes.

1.5.3. Consideraciones especiales

1. Se debe evitar el ejercicio vigoroso durante las exacerbaciones agudas y los periodos de
inflamación, aunque es apropiado mover las articulaciones con suavidad en toda su
amplitud en estos periodos.
2. Se ha de dar prioridad a la progresión en la duración de la actividad sobre la intensidad.
3. Se deben respetar los periodos adecuados de calentamiento y recuperación activa (5-10
min) para la reducción del dolor. Estos periodos deben incluir movimientos lentos de las
articulaciones en toda su amplitud.
4. Artritis: se recomienda la realización de ejercicio dinámico y de bajo impacto, una
modalidad muy adecuada es la realización de ejercicios en el medio acuático, ya que
soportan el peso corporal, ayudan a prevenir la velocidad de movimientos y la temperatura
del agua parece que ayuda a reducir el dolor de las personas con AR.

16
5. Se debe informar a los pacientes con artritis de que pueden experimentar molestias
durante o inmediatamente después del ejercicio, lo que no significa necesariamente que
estén sufriendo más daño. Sin embargo, si el dolor articular persiste más de dos horas
tras la realización de ejercicio y supera la intensidad del dolor antes del ejercicio, habrá
que reducir la duración y/o la intensidad en futuras sesiones.
6. Se debe animar a las personas con artritis a realizar ejercicio físico en los días en los que
el dolor es menos grave y/o junto con el pico de acción de analgésicos.
7. Es fundamental la utilización de un adecuado calzado que amortigüe y aporte estabilidad
en personas con artritis.
8. Se debe potenciar la pérdida de peso hasta niveles saludables a través del programa de
ejercicio, dado que muchas de las personas con artrosis en las extremidades inferiores
tienen sobrepeso o son obesas.
9. Se deben incorporar ejercicios funcionales que repliquen las actividades de la vida diaria,
como ponerse en pie, subir escaleras…, según la tolerancia del individuo.

1.6. Osteoporosis. Definición y conceptos

La osteoporosis es la enfermedad metabólica ósea más frecuente, se define como una


enfermedad esquelética sistémica silente, caracterizada por una masa ósea baja y
deterioro de la microarquitectura del tejido óseo, con el consiguiente aumento de la
fragilidad del hueso y la proclividad a fracturas.

De manera general, esta enfermedad se caracteriza por que el hueso se vuelve más poroso, con
más aire en su interior, aumentando el número y el tamaño de las cavidades o celdillas que
existen en su interior, de tal modo que los huesos se hacen más frágiles, soportan peor los golpes
y se rompen con mayor facilidad (Sociedad Española de Reumatología, 2015).

• En España, la prevalencia de osteoporosis en el año 2010 fue del 15,4 % en personas


mayores de 50 años. La prevalencia es, además, mayor en mujeres que en hombres
(22,6 % y 6,8 %, respectivamente) (Syedbom et al., 2013).
• Las manifestaciones clínicas más características de la osteoporosis son las fracturas de
cadera, las fracturas de Colles (es una fractura distal del radio) y las fracturas vertebrales.
• Aunque la osteoporosis es asintomática y a menudo se diagnostica tras sufrir la primera
fractura, es una enfermedad prevenible, que se puede diagnosticar y tratar antes de que
suceda la primera fractura.
• La osteoporosis es la consecuencia de la pérdida de hueso debido a los cambios normales
relacionados con el envejecimiento que se producen en la remodelación ósea, así como
por factores intrínsecos y extrínsecos que aceleran este proceso.

1.6.1. Fisiopatología de la osteoporosis

Básicamente, hay tres tipos de células que contribuyen a la homeostasis del hueso: osteoblastos
(células formadoras de hueso), osteoclastos (reabsorben o descomponen el hueso), osteocitos
(células óseas maduras), y dos tipos de tejido óseo: compacto y esponjoso.

17
Remodelado óseo: el hueso es un tejido extremadamente activo y dinámico que está sometido a
un constante remodelado en función del estrés al que esté expuesto para poder cumplir con su
principal función, que es la de soporte.

La remodelación ósea, entre otros factores, está también regulada por diferentes hormonas
circulantes, incluidos estrógenos, andrógenos, vitamina D y hormona paratiroidea (PTH), entre
muchos otros. Estos factores modulan la velocidad con que se activan nuevos sitios de
remodelación en el hueso, lo que tiene como resultado un periodo de reparación durante el cual
los osteoblastos sintetizan tejido óseo nuevo.

Con la osteoporosis se produce una disfunción de las unidades de remodelación ósea debido a
dos tipos de alteraciones:

Balance negativo en la formación ósea

Se produce por una reducción en la formación ósea o por un aumento en la destrucción. La


disminución en la formación ósea está relacionada con el descenso en la actividad de los
osteoblastos. El aumento en la destrucción ósea se debe a un aumento en la actividad de los
osteoclastos, lo que provoca el nacimiento de más unidades de remodelación ósea (conjunto
de células encargadas de destruir pequeñas porciones de hueso).

Aumento del número de unidades de remodelación

Se produce un balance negativo en el que aumenta el número de unidades de remodelación, lo


cual supone un incremento en la pérdida de masa ósea, responsable de la mayor cantidad de
masa ósea perdida en este proceso.

1.6.2. Factores de riesgo de la osteoporosis

Nota

Aunque existen factores de riesgo que no se pueden modificar, como el sexo o la edad, la
osteoporosis es una enfermedad que se puede prevenir mediante el cambio de variables como
el estilo de vida y la realización de actividad física, los cuales estimulan una mayor
acumulación de masa ósea.

El factor de riesgo más destacable de la osteoporosis es la edad. A partir de los 30 años el


cuerpo comienza a perder masa ósea muy lentamente. Otro de los factores más relevantes es la
menopausia, ya que este proceso acelera la pérdida de densidad mineral ósea. Aunque estos son
los más destacables, existen numerosos factores que aumentan el riesgo de padecer
osteoporosis:

• Edad (mujeres posmenopáusicas u hombres mayores de 50 años).


• Sexo femenino.

18
• Una fractura osteoporótica previa (incluyendo fracturas vertebrales clínicas y
asintomáticas).
• Densidad ósea mineralizada del cuello femoral.
• Bajo IMC.
• Tratamiento glucocorticoide (oral durante tres meses o más).
• Toma de tres o más dosis de alcohol al día.
• Tabaquismo.
• Historia familiar de fractura de cadera.
• Artritis reumatoide.
• Osteoporosis secundaria: diabetes mellitus tipo 1, malnutrición o malabsorción,
enfermedad hepática crónica, hipertiroidismo, hipogonadismo, osteogénesis imperfecta en
adultos.

1.6.3. Diagnóstico

Criterios diagnósticos de la Organización Mundial de la Salud

La OMS ha establecido, en función de los resultados de la DMO obtenidos con el sistema DEXA,
las categorías que se encuentran reflejadas en la siguiente tabla:

Normalidad: DMO > −1 DE.

Osteopenia: DMO entre −1 y −2,5 DE.

Osteoporosis: DMO < −2,5 DE.

Osteoporosis establecida: Osteoporosis y fractura por fragilidad.

Tabla 8. Definición densitométrica de la osteoporosis según la OMS.

1. Se considera que una persona tiene osteoporosis si los valores de densidad mineral ósea
(DMO) en el cuello del fémur son inferiores a −2,5 desviaciones estándar (DE).
2. Si los valores de DMO se sitúan entre −1 y −2,5, la persona padece osteopenia.

El diagnóstico de la osteoporosis se basa en conceptos clínicos como factores de riesgo o


antecedentes personales de fracturas sumados a los resultados de la densitometría ósea,
realizada mediante un DXA (dual energy X-ray absorciometry).

19
Personas que requieren el diagnóstico mediante DXA:

• Mujeres mayores de 65 años, varones mayores de 70.


• Hombre o mujer mayor de 50 años con factores de riesgo.
• Adultos que asocien una fractura posterior a los 50 años.
• Adultos con condiciones asociadas a pérdida de masa ósea como el uso de fármacos
(glucocorticoides).
• Personas en control por osteoporosis.

1.7. Actividad física y osteoporosis

Sabías que:

Se ha observado que aquellos deportistas que realizan deportes aeróbicos de bajo impacto
(por ejemplo, ciclistas y nadadores) presentan una menor densidad mineral ósea que aquellos
que participan en deportes de mayor impacto (deportes colectivos, carrera…), lo que induce
a pensar que la carga gravitatoria (impacto) es muy relevante para la estimulación ósea.

• La actividad física es fundamental para la salud ósea y la prevención primaria y secundaria


de la osteoporosis, ya que reduce el número de fracturas osteoporóticas y mejora el pico
de masa ósea alcanzado durante el crecimiento y desarrollo, frenando el ritmo de pérdida
ósea con el envejecimiento y/o reduciendo el riesgo de caídas a través de los beneficios
sobre la fuerza muscular y el equilibrio.
• El tejido óseo es un tejido dinámico que se remodela de manera continua a lo largo de
la vida. Este tejido se adapta y responde a los diferentes estímulos, como son el ejercicio
físico y la vibración mecánica. La actividad física de impacto estimula la formación de tejido
óseo, mientras que la inmovilidad produce una pérdida acelerada. Por tanto, la práctica
de ejercicios físicos, adecuadamente prescritos, puede disminuir, o al menos atenuar, la
pérdida de masa ósea derivada del proceso de envejecimiento (Gómez-Cabello, Ara,
González-Agüero, Casajús y Vicente-Rodríguez, 2012).

20
• Caminar es la actividad física más común y accesible entre las personas mayores, que son
las más susceptibles de padecer osteoporosis. Una revisión mostró que el impacto
promovido por esta actividad podría mejorar la densidad mineral ósea del fémur en
mujeres posmenopáusicas; sin embargo, no se demostraron efectos beneficiosos en la
densidad mineral ósea de la columna (Martyn-St James y Carroll, 2008). Esos resultados
van en concordancia con los de otro estudio que confirmó que caminar no tiene efectos
significativos sobre la densidad mineral ósea de la columna lumbar ni sobre el radio, pero
sí reportó efectos beneficiosos significativos sobre la densidad mineral ósea del cuello del
fémur (Velez et al., 2008). Por el contrario, en otro estudio sí observaron ganancias
significativas en la densidad mineral ósea de la región lumbar en mujeres mayores con
osteopenia u osteoporosis tras un entrenamiento aeróbico de doce meses de duración
(Yamazaki, Ichimura, Iwamoto, Takeda y Toyama, 2004).
• Por tanto, se podría decir que caminar no produce importantes beneficios para el
tratamiento de la osteoporosis en determinadas regiones corporales y puede resultar
menos eficaz que otras formas de intervención de ejercicio físico. Sin embargo, en
determinadas regiones corporales como el cuello del fémur puede ayudar a frenar la
pérdida de masa ósea y, por tanto, se recomienda tenerlo en cuenta para la prescripción
de ejercicio en pacientes con reducida masa ósea, especialmente porque caminar es una
de las formas más accesibles de ejercicio aeróbico en el adulto mayor (Gómez-Cabello et
al., 2012).

Figura 1. Osteoporosis. Autor: BruceBlaus. Fuente: Wikimedia.

1.7.1. Consideraciones de la prueba de esfuerzo (ACSM, 2014)

En lo que respecta a las personas que padecen osteoporosis, no hay circunstancias especiales
más allá de las indicadas para la población general, siempre y cuando esté previamente prescrita
clínicamente. A pesar de ello se deberán tener en cuenta algunas consideraciones (ACSM, 2014):

• Para la evaluación cardiovascular está indicado el uso de un cicloergómetro, en lugar del


tapiz rodante o cinta ergométrica, en pacientes que padecen osteoporosis vertebral grave
a los que caminar les cuesta mucho.

21
• Los aplastamientos verticales que causan pérdida de altura y deformación de la columna
pueden deteriorar la capacidad ventilatoria y conllevar una desviación anterior del centro
de gravedad. Esto último afecta a veces al equilibrio durante la prueba de caminar en cinta
ergométrica.
• La prueba de fuerza muscular máxima puede estar contraindicada en pacientes con
osteoporosis grave, aunque no hay pautas establecidas sobre contraindicaciones para esta
prueba.

1.7.2. Prescripción de ejercicio físico en personas con osteoporosis

PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO FÍSICO AERÓBICO - OSTEOPOROSIS

Frecuencia: de 3 a 5 días por semana (mínimo 3 días/semana).

Duración: entre 40 y 60 minutos.

Intensidad: alta, es decir, en torno al umbral láctico (>70 % de la FC máx.; 70-90 VO2máx.).
La marcha debe ser rápida y exigente sin que cause dificultad para respirar.

Tipo de actividad: se aconsejan actividades que requieran cierto impacto, como caminar a alta
intensidad, subir escaleras, bailar…

Tabla 9. Prescripción de ejercicio físico de fuerza en pacientes con artritis reumatoide y artrosis.

Entrenamiento de fuerza

Se ha demostrado que el ejercicio de fuerza mejora la masa ósea en pacientes con


osteoporosis. Según la bibliografía científica existente, parece ser que el entrenamiento de
fuerza es una intervención segura y eficaz para el aumento y la mejora de la densidad mineral
ósea, especialmente en mujeres posmenopáusicas (Gómez-Cabello et al., 2012). Se ha
comprobado que mujeres posmenopáusicas que siguieron un programa de entrenamiento de
fuerza no perdieron densidad mineral ósea en comparación con el grupo control, en el que sí se
produjeron pérdidas durante el periodo de estudio (Bocalini, Serra, Dos Santos, Murad y Levy,
2009; De Matos, Lopes da Silva, Martinez de Oliveira y Castelo-Branco, 2009).

22
Sabías que:

La respuesta del hueso a la carga mecánica suele ser local y no generalizada en todo el
esqueleto, de modo que las actividades que incluyen un soporte del propio peso corporal y
que suponen una mayor implicación del tren inferior tienen una mayor repercusión sobre la
columna lumbar y la cadera. Por otro lado, las actividades que implican de forma específica
el tren superior o la extremidad y/o lado dominante obtienen beneficios solo en estas
localizaciones.

Además, en otra investigación se comprobó que mujeres posmenopáusicas que realizaron un


programa de entrenamiento de fuerza no solo no perdieron densidad mineral ósea, sino que la
aumentaron en un 1 % en regiones como el cuello del fémur y en la región lumbar, mientras que,
en el grupo de control, las mujeres perdieron un 2,5 % y un 1,8 %, respectivamente (Nelson et
al., 1994). En concordancia con estos resultados, otro estudio observó resultados positivos sobre
diferentes regiones corporales (Kerr, Morton, Dick y Prince, 1996). De este modo, podemos
afirmar que el entrenamiento de fuerza es una herramienta preventiva y eficaz para la mejora de
la osteoporosis.

PRESCRIPCIÓN DE ENTRENAMIENTO DE FUERZA – OSTEOPOROSIS

Frecuencia: 2-3 días por semana, días no consecutivos.

Intensidad: se aconseja trabajar a intensidades altas. El programa de ejercicio se puede iniciar


en cargas de trabajo de intensidad media (40 % de 1 RM) para finalizar con intensidades de
trabajo próximas al 80-85 % de 1 RM, siempre y cuando las características del paciente lo
permitan.

Volumen: 3 series de trabajo con entre 8 y 15 repeticiones. Se aconseja prolongar el


entrenamiento por encima de los 6 meses de duración.

Descanso: entre 1 y 2 minutos.

Tipo de actividad: se aconseja realizar ejercicio con pesas tanto en la extremidad inferior como
en la superior.

Tabla 10. Prescripción de entrenamiento de fuerza en pacientes con osteoporosis.

1.7.3. Otras propuestas de entrenamiento orientadas a mejorar la masa ósea

El entrenamiento multicomponente es otro tipo de entrenamiento que ha demostrado ser eficaz


en esta patología. Este entrenamiento se caracteriza por la combinación de ejercicios orientados

23
a la mejora de la capacidad aeróbica, la fuerza, la flexibilidad o el equilibrio dentro del programa
de entrenamiento.

La combinación de diferentes programas de ejercicio puede mejorar o, al menos, prevenir el


deterioro del hueso en las mujeres posmenopáusicas, aunque, en el caso de los hombres, los
cambios en la masa ósea parecen ser menores debido a que el nivel normal de densidad mineral
ósea es más alto y necesitan un estímulo de mayor intensidad que las mujeres (Gómez-Cabello
et al., 2012).

Por su parte, otro tipo de propuesta que ha resultado beneficiosa en el tratamiento de la


osteoporosis es el entrenamiento en plataforma vibratoria. Para este entrenamiento se deberán
tener en cuenta las siguientes consideraciones (Gómez-Cabello et al., 2012; Moreira et al., 2014):

• El entrenamiento en plataforma vibratoria parece ser más eficaz que caminar en mujeres
posmenopáusicas y produce efectos similares al entrenamiento de fuerza. Es importante
señalar que las investigaciones hoy por hoy son escasas y se necesita más investigación
para comprobar el efecto en hombres.
• En cuanto a la intensidad de trabajo y a la amplitud, parece ser que los niveles bajos son
más adecuados para las personas que tienen un mayor riesgo de fracturas. Se necesitan
más estudios que corroboren la dosis ideal de vibración, la frecuencia, la postura y el
tiempo óptimos en este tipo de ejercicios para la obtención de una mayor respuesta en la
densidad mineral ósea.
• Este tipo de ejercicios está contraindicado en las siguientes enfermedades:
o Cáncer, piedras en el riñón o vejiga, enfermedad cardiovascular grave, arritmias,
marcapasos, trombosis aguda o hernia, epilepsia, convulsiones, cirugía reciente,
implantes recientes, artritis reumatoide aguda o migrañas.

1.7.4. Otras consideraciones

A la hora de prescribir ejercicio en personas con osteoporosis, debemos considerar dos


circunstancias:

• En primer lugar, debemos asegurarnos de que el paciente no presenta ninguna otra


enfermedad que pueda condicionar la práctica de ejercicio físico. No olvidemos que
estamos trabajando con adultos mayores y que, por tanto, el hecho de tener una
enfermedad (por ejemplo, osteoporosis) no les impide tener otras enfermedades que
limiten o impidan la práctica de actividad física.
• En segundo lugar, en personas con riesgo de fractura debemos evitar aquellas situaciones
que comprometan su estabilidad. Por tanto, se propondrán actividades seguras que no
aumenten el riesgo de caídas.

24
2. Resumen

• La actividad física o el ejercicio físico es una intervención terapéutica importante en todos


los tipos de artritis, ya que previene el deterioro de los músculos, mantiene la estabilidad
de las articulaciones aumentando su flexibilidad y su función, reduce el dolor, mejora la
forma física y disminuye el riesgo de caídas.
• Está desaconsejada la actividad física de alto impacto y vigorosa en personas que padecen
AR. En su lugar, las actividades más indicadas son aquellas realizadas en el medio
acuático.
• La osteoporosis se caracteriza por un nivel bajo de densidad mineral ósea (DMO), lo que
lleva a un aumento del riesgo de la fragilidad ósea y proclividad a las fracturas.
• El riesgo de osteoporosis aumenta con la edad y constituye un problema para la salud
pública considerable.
• La actividad física puede retrasar la pérdida de DMO y reducir el riesgo de osteoporosis.
• La actividad física es fundamental para la salud ósea, ya que reduce el número de fracturas
osteoporóticas mejorando el pico de masa ósea alcanzado durante el crecimiento y
desarrollo, frenando el ritmo de pérdida ósea con el envejecimiento y/o reduciendo el
riesgo de caídas a través de los beneficios sobre la fuerza muscular y el equilibrio. La
actividad física desempeña un papel fundamental sobre la prevención primaria y
secundaria de la osteoporosis.

25
3. Mapa conceptual

26
4. Recursos bibliográficos

Bibliografía básica

American College of Sports Medicine. (2014). Manual ACSM para la valoración y prescripción
del ejercicio (3.ª ed.). Zaragoza: Editorial Paidotribo.

Bocalini, D. S., Serra, A. J., Dos Santos, L., Murad, N. y Levy, R. F. (2009). Strength Training
Preserves the Bone Mineral Density of Postmenopausal Women without Hormone Replacement
Therapy. Journal of Aging and Health, 21(3), 519-527.

Casals Sánchez, J., Giménez Basallote, S., Martínez García, F. y Möller Parera, I. (2011). Guías
clínicas. Artrosis. Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria.

De Matos, O., Lopes da Silva, D. J., Martinez de Oliveira, J. y Castelo-Branco, C. (2009). Effect
of Specific Exercise Training on Bone Mineral Density in Women with Postmenopausal
Osteopenia or Osteoporosis. Gynecological Endocrinology, 25(9), 616-620.

Gómez-Cabello, A., Ara, I., González-Agüero, A., Casajús, J. y Vicente-Rodríguez, G. (2012).


Effects of Training on Bone Mass in Older Adults. Sports Medicine, 42(4), 301-325.

Kerr, D., Morton, A., Dick, I. y Prince, R. (1996). Exercise Effects on Bone Mass in
Postmenopausal Women are Site‐Specific and Load‐Dependent. Journal of Bone and Mineral
Research, 11(2), 218-225.

Márquez Arabia, J. J. y Márquez Arabia, W. H. (2014). Artrosis y actividad física. Revista Cubana
de Ortopedia y Traumatología, 28(1), 83-100.

Martyn-St James, M. y Carroll, S. (2008). Meta-Analysis of Walking for Preservation of Bone


Mineral Density in Postmenopausal Women. Bone, 43(3), 521-531.

Moreira, L. D. F., Oliveira, M. L. D., Lirani-Galvão, A. P., Marin-Mio, R. V., Santos, R. N. y


Lazaretti-Castro, M. (2014). Physical Exercise and Osteoporosis: Effects of Different Types of
Exercises on Bone and Physical Function of Postmenopausal Women. Arquivos Brasileiros de
Endocrinologia & Metabologia, 58(5), 514-522.

Nelson, M. E., Fiatarone, M. A., Morganti, C. M., Trice, I., Greenberg, R. A. y Evans, W. J.
(1994). Effects of High-Intensity Strength Training on Multiple Risk Factors for Osteoporotic
Fractures: a Randomized Controlled Trial. Jama, 272(24), 1909-1914.

Rodríguez Bonnín, M. A. (2016). Intervención farmacéutica y educativa en una farmacia


comunitaria para la mejora de la calidad de vida en pacientes con artrosis (tesis doctoral).
Universidad Complutense de Madrid.

Svedbom, A., Hernlund, E., Ivergård, M., Compston, J., Cooper, C., Stenmark, J.…, Kanis, J.
(2013). Osteoporosis in the European Union: a Compendium of Country-Specific Reports.
Archives of Osteoporosis, 8(1-2), 1-218.

Velez, N., Zhang, A., Stone, B., Perera, S., Miller, M. y Greenspan, S. (2008). The Effect of
Moderate Impact Exercise on Skeletal Integrity in Master Athletes. Osteoporosis International,
19(10), 1457-1464.

27
Woolf-May, K. (2008). Prescripción de ejercicio: fundamentos fisiológicos. Madrid: Elsevier-
Masson.

Yamazaki, S., Ichimura, S., Iwamoto, J., Takeda, T. y Toyama, Y. (2004). Effect of Walking
Exercise on Bone Metabolism in Postmenopausal Women with Osteopenia/Osteoporosis. Journal
of Bone and Mineral Metabolism, 22(5), 500-508.

Bibliografía complementaria

Chicharro, J. L. y Mojares, L. M. L. (2008). Fisiología clínica del ejercicio. Madrid: Ed. Médica
Panamericana.

Otros recursos

Artrosis y actividad física. (28 de mayo de 2014). [Presentación Prezi].


https://prezi.com/wwrdhhhf1cu7/artrosis-y-actividad-fisica/

Osteoporosis locations. (s. f.). [Imagen en Wikipedia Commons].


https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Osteoporosis_Locations.png

28
Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte

Actividad Física en la Enfermedad

Unidad didáctica 6. Actividad física en el embarazo, otras


enfermedades y trastornos
UD 6. Actividad física en el embarazo, otras enfermedades y trastornos ................................. 3

1. Desarrollo del contenido ............................................................................................... 4

1.1. Actividad física y del embarazo ................................................................................ 4

1.1.1. Cambios durante el embarazo ............................................................................ 4

1.1.2. Beneficios del ejercicio físico en el embarazo ........................................................ 7

1.1.3. Efectos fisiológicos del ejercicio físico agudo en el embarazo .................................. 9

1.1.4. Recomendaciones de actividad física durante el embarazo ................................... 10

Recomendaciones de actividad física durante el embarazo (II) ....................................... 11

Recomendaciones de actividad física durante el embarazo (III) ...................................... 12

1.1.5. Contraindicaciones de ejercicio físico durante el embarazo ................................... 12

1.1.6. Consideraciones especiales .............................................................................. 13

1.1.7. Prueba de esfuerzo ......................................................................................... 14

1.1.8. Prescripción de ejercicio físico en el embarazo .................................................... 14

1.2. Actividad física y salud mental ............................................................................... 15

1.2.1. Actividad física y depresión .............................................................................. 16

1.2.2. Efectos del ejercicio físico en la depresión .......................................................... 16

1.2.3. Recomendaciones para la realización de ejercicio físico en personas con depresión . 18

1.2.4. Actividad física y ansiedad ............................................................................... 18

1.2.5. Prescripción de ejercicio físico en la depresión y ansiedad .................................... 19

1.3. Trastornos de la conducta alimentaria ..................................................................... 20

1.3.1. Efectos del ejercicio físico en los trastornos de la conducta alimentaria .................. 21

1.3.2. Prescripción de ejercicio físico en personas con trastorno de la conducta alimentaria 22

1.4. Actividad física y cáncer ........................................................................................ 24

Actividad física y cáncer (II) ......................................................................................... 25

1.4.1. Prescripción de ejercicio físico en pacientes de cáncer ......................................... 26

1.4.2. Consideraciones especiales y de seguridad ......................................................... 27

Consideraciones especiales y de seguridad (II) ............................................................ 29

2. Resumen .................................................................................................................. 30

3. Mapa conceptual ....................................................................................................... 31

4. Recursos bibliográficos ............................................................................................... 32

2
UD 6. Actividad física en el embarazo, otras enfermedades y
trastornos

A lo largo de la asignatura se han estudiado algunas de las enfermedades crónicas más


prevalentes y el papel que juega el ejercicio físico como herramienta para su prevención y
tratamiento.

En la presente unidad didáctica se dará paso al estudio de otras situaciones y patologías, aunque
algunas de ellas no se caracterizan por ser enfermedades crónicas, como se ha venido estudiando
hasta el momento, son situaciones que requieren una atención especial y conocimiento por parte
del futuro graduado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte.

En primer lugar se establecerán las características principales, las recomendaciones de ejercicio


y las consideraciones de seguridad en el embarazo. El embarazo es un periodo en el que la mujer
experimenta una serie de cambios fisiológicos y anatómicos provocados y regulados por cambios
hormonales que afectan prácticamente a todos los órganos del cuerpo humano. Debido a estos
cambios, es necesario conocer las recomendaciones y las pautas de seguridad que se han de
tener en cuenta en esta población.

Posteriormente se describirán los efectos, beneficios y recomendaciones de ejercicio físico en


algunos trastornos psicológicos más prevalentes hoy en día en nuestra sociedad, como son la
ansiedad y la depresión. A continuación se detallarán las características y recomendaciones de
ejercicio físico en trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia y la bulimia. Finalmente,
se estudiarán las recomendaciones y las consideraciones que se han de tener en cuenta para la
prescripción de un programa de ejercicio físico en pacientes de cáncer.

3
1. Desarrollo del contenido

1.1. Actividad física y del embarazo

La realización de ejercicio físico durante el embarazo se ha convertido en una actividad cada vez
más habitual en la mujer. En la actualidad existe suficiente evidencia científica que demuestra los
diferentes beneficios de la realización de ejercicio físico durante el embarazo y que sostiene que
esta práctica no genera riesgos de carácter materno-fetal durante el desarrollo del embarazo
(Reoyo, Santaella, Mateos y Carballo, 2015).

1.1.1. Cambios durante el embarazo

Cambios anatómicos y fisiológicos durante el embarazo (Fernández, 2016)

Desde el inicio del embarazo, la mujer experimenta una serie de cambios fisiológicos y anatómicos
provocados y regulados por cambios hormonales que afectan prácticamente a todos los órganos
del cuerpo humano. Estos cambios tienen como fin cubrir las necesidades maternas y las del feto,
así como la preparación para el parto y el posterior periodo de lactancia materna.

A continuación, se detallan los cambios más importantes del cuerpo materno, muchos de los
cuales podrán estar relacionados con las demandas que produce el ejercicio físico.

4
Cambios cardiovasculares

Los principales cambios cardiovasculares se producen en las primeras ocho semanas de


embarazo.

Entre los principales cambios cardiacos destacan:

 Frecuencia cardiaca. Aumenta 15-20 latidos/minuto, alcanzando la frecuencia


máxima en la semana 23-30, para luego disminuir lentamente y normalizarse al final de
la gestación o en los primeros días posparto.
 Gasto cardiaco. El gasto cardiaco aumenta entre un 30-50 %, lo que representa 1,5-
2 l/min. El gasto cardiaco pasa de estar en torno a 4 l/min a 6 l/min.
 Tamaño y posición. El corazón aumenta de tamaño en un 12 % durante la gestación.
Debido a la elevación del diafragma, se desplaza hacia la izquierda, hacia arriba y hacia
delante, rotando su eje longitudinal.

Cambios respiratorios

Durante el embarazo, con el ejercicio físico aumenta el volumen respiratorio por minuto y el
consumo de oxígeno para satisfacer la mayor demanda de oxígeno.

Cambios metabólicos

Desde el comienzo del embarazo se producen una serie de adaptaciones metabólicas que
pueden dividirse en dos etapas:

Primera mitad de la gestación: las necesidades de la unidad feto-placentaria son pequeñas


(el feto alcanza solo el 15 % de su peso total). La energía se destina principalmente a cubrir
las modificaciones del organismo materno destinando las reservas de tejido adiposo para cubrir
las demandas de la segunda mitad de la gestación.

Segunda mitad de la gestación: en este periodo se emplea menor energía en la creación de


depósitos grasos y aumenta la destinada al crecimiento fetal y a las necesidades oxidativas de
la unidad feto-placentaria.

Aumento de peso. Las recomendaciones del American College of Obstetrics and Gynecology
recomiendan un aumento de peso normal de entre 10,8 a 12,5 kg. El ritmo de incremento de
peso recomendado es aproximadamente de 0,9 a 1,8 kg totales durante el primer trimestre y
0,36 a 0,45 kg por semana a partir de entonces para mujeres de peso normal. A pesar de ello,
esta recomendación debe ser individualizada, en relación con el peso previo al embarazo y al
estado nutricional de cada mujer.

Consecuencias de un aumento de peso excesivo o insuficiente durante el embarazo:

 Aumento excesivo de peso gestacional → mayor probabilidad de cesárea.


 Aumento excesivo de peso gestacional → mayor riesgo de bebés grandes y con peso
elevado al nacer.
 Aumento insuficiente de peso gestacional → riesgo de bebé con bajo peso al nacer y un
mayor riesgo de parto prematuro.

5
 Aumento excesivo de peso gestacional → mayor riesgo de mantener el exceso de peso
después del parto.
 Mujeres con sobrepeso con aumento excesivo de peso gestacional → mayor riesgo de
convertirse en obesas tras el parto.
 Aumento excesivo de peso gestacional → mayor riesgo de hipertensión gestacional,
preeclampsia y diabetes gestacional.
 Aumento excesivo de peso gestacional → mayor riesgo de obesidad infantil, diabetes e
hipertensión en niños.

Metabolismo basal. Debido a las mayores necesidades del feto, del útero y la creación de
nuevos tejidos, el metabolismo basal está aumentado entre un 20 y un 35 % pero una gran
parte, alrededor de un 10 %, depende de las necesidades del feto. Por este motivo, en el
embarazo existe además un ligero aumento también de la temperatura. Debido a este aumento
en el metabolismo basal, tradicionalmente se ha recomendado la necesidad de incrementar el
consumo energético a través de la dieta en unas 300 kcal/día durante los dos últimos trimestres
del embarazo y 500 kcal/día durante la lactancia. Sin embargo, aunque esta recomendación
sigue estando a la orden del día, actualmente se viene estableciendo una mayor importancia a
la calidad de la dieta que a la cantidad.

Cambios musculoesqueléticos

Durante el embarazo se producen grandes cambios a nivel morfológico, es importante prestar


especial atención a estos cambios, ya que en ocasiones pueden provocar dolor e incomodidad
e incluso derivar en alguna patología. Estos cambios pueden afectar tanto a la estabilidad como
a la postura.

Centro de gravedad

El centro de gravedad de la mujer embarazada se modifica progresivamente, como


compensación a este cambio se produce una hiperlordosis lumbar. Estas modificaciones
suceden desde el comienzo del embarazo y se hacen más evidentes en el 3. er trimestre. Como
consecuencia de ello, la mujer adopta una modificación de la marcha que hace que pueda
presentar dificultades para permanecer de pie durante periodos prolongados, además de
producir un aumento en la aparición de lumbalgias.

Pelvis

Gracias a la acción de la progesterona y la relaxina, las articulaciones de la pelvis se vuelven


más laxas aumentando la movilidad de la articulación sacroilíaca, sacrocoxígea y pubiana.
Estos cambios se producen con el fin de preparar y facilitar el paso del feto en el momento del
parto.

Suelo pélvico: el embarazo y el parto han sido considerados como factores de riesgo en la
disfunción del suelo pélvico. Durante la gestación, el incremento de peso que debe soportar
el útero, más el efecto relajante de las hormonas mencionadas anteriormente, puede favorecer
la aparición de disfunciones en el suelo pélvico.

Debido a la presión intraabdominal generada por el crecimiento del útero, así como por la
tensión mecánica impuesta por este proceso, puede aparecer la denervación parcial de la
musculatura que compone el suelo de la pelvis y lesión en el músculo y en los tejidos conectivos.

6
Varios factores como el aumento excesivo de peso materno, la macrosomía fetal, el parto
instrumental o el trabajo de parto prolongado han sido tradicionalmente los factores
predisponentes para la lesión del suelo pélvico, siendo la disfunción más común la
incontinencia urinaria(Barakat, Perales, Garatachea, Ruiz y Lucia, 2015).

Cambios psicológicos y emocionales

El embarazo también puede ser un momento de cambio emocional importante. Muchas mujeres
sufren alteraciones en el estado de ánimo e incluso depresión prenatal. Según la OMS (2002),
el 22 % de las mujeres en edad fértil ha sufrido depresión en algún momento, el embarazo las
hace más vulnerables en comparación con otros momentos de su vida. Estudios recientes han
estimado que la prevalencia de depresión durante el embarazo se sitúa entre el 10 % y el
30 %, siendo superior a la registrada durante el periodo posparto (Barakat et al., 2015).

1.1.2. Beneficios del ejercicio físico en el embarazo

La actividad física durante el embarazo se ha vuelto un elemento imprescindible en los programas


de salud.

Como se ha indicado en el apartado anterior, el embarazo conlleva una gran serie de cambios en
el cuerpo de la gestante los cuales pueden variar la percepción de la salud de la mujer en este
periodo de la vida.

Debido a los numerosos beneficios que aporta la realización de ejercicio físico, se debe
continuar con el nivel de actividad que se realizaba antes del embarazo (adaptando los
componentes de la carga a la nueva situación) o comenzar su práctica en caso de no haberlo
hecho con anterioridad (Artal y O'Toole, 2003) de forma gradual y comenzando con actividades
consideradas de bajo riesgo como caminar, natación moderada, etc.

Sin embargo, hoy en día, muchas mujeres continúan con la creencia de que el ejercicio físico
puede resultar perjudicial para el embarazo y desconocen los beneficios derivados de su
realización.

La mayoría de las embarazadas son sedentarias e incluso algunas mujeres que realizaban ejercicio
físico antes del embarazo tienden a reducir su actividad cuando se quedan embarazadas (Salazar,
2016).

El ejercicio físico regular se asocia a la mejora de parámetros fisiológicos y metabólicos


reduciendo el riesgo de enfermedades crónicas y proporcionando numerosos factores de
protección tanto a la mujer como al feto y, posteriormente, en el parto (Gaston y Vamos, 2013;
Melzer, Schutz, Boulvain y Kayser, 2010).

Algunos de los beneficios más destacables del ejercicio físico durante el embarazo son los
siguientes (Salazar, 2016):

7
Beneficios a nivel cardiovascular y metabólico:

1. Reducción de la hipertensión gestacional y preeclampsia.


2. Mejora de la función cardiovascular.
3. Previene la aparición de varices.
4. Mejora el metabolismo de la glucosa.
5. Disminuye la posibilidad de desarrollar diabetes mellitus gestacional.
6. Mejora la vasodilatación dependiente del endotelio.
7. Disminuye la concentración de cortisol, que afecta negativamente a la función inmune
y se relaciona con parto prematuro.

Beneficios físicos y musculoesqueléticos:

1. Menor incidencia de calambres musculares y de inflamación en los miembros inferiores.


2. Disminuyen las molestias musculoesqueléticas como el dolor de espalda.
3. Disminuye la ganancia de peso materno y de masa grasa, reduciendo por lo tanto la
posibilidad de sufrir obesidad.
4. Disminución de la mortalidad materna atribuida a complicaciones relacionadas con el
embarazo.
5. Disminución de parto por cesárea.

Beneficios psicológicos:

1. Existe una relación inversa entre la realización de ejercicio y los síntomas depresivos en
las mujeres embarazadas.
2. El ejercicio físico mejora el estado de ánimo de la mujer y su salud mental, sobre todo
en el tercer trimestre.
3. Estabilización del humor de la madre y una mejora de la tolerancia al estrés.

Beneficios a nivel fetal:

1. Parto sin anomalías ni complicaciones (peso al nacer, duración de la gestación o


supervivencia fetal).
2. Reducción del riesgo de complicaciones del embarazo.
3. Menor riesgo de hiperglucemia para el feto.
4. Mejor salud infantil.
5. Disminución del riesgo de parto prematuro.
6. Mejora del crecimiento fetal.

8
1.1.3. Efectos fisiológicos del ejercicio físico agudo en el embarazo

Respuestas fisiológicas al ejercicio físico agudo durante el embarazo respecto a antes


del embarazo

Consumo de oxígeno (durante ejercicio con carga) Aumenta

Frecuencia cardiaca Aumenta

Volumen sistólico Aumenta

Gasto cardiaco Aumenta

Ventilación minuto (VE) Aumenta

Equivalente ventilatorio para oxígeno (VE/VO2) Aumenta

Equivalente ventilatorio para dióxido de carbono (VE/VCO 2) Aumenta

Tensión arterial sistólica Sin cambio/disminuye

Tensión arterial diastólica Sin cambio/disminuye

Tabla 1. Respuestas fisiológicas al ejercicio agudo durante el embarazo en comparación con antes del embarazo(ACSM,
2014).

9
1.1.4. Recomendaciones de actividad física durante el embarazo

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Actividad física moderada. El Dr. Rubén Barakat nos explica el porqué de esta intensidad
como la más adecuada durante el periodo del embarazo: «Consideraciones especiales durante
el embarazo».

Se deben tener en cuenta tanto las características de la actividad que se va a realizar como las
del entorno en el cual se realiza con el fin de lograr los mayores beneficios y asegurar el mínimo
riesgo.

Intensidad, frecuencia y duración:

La intensidad de la actividad deberá ser moderada. Se tendrá en cuenta la intensidad de la


actividad atendiendo a varios factores, como puede ser la frecuencia cardiaca, el estado de
condición física previo de la mujer, así como la edad gestacional en la que se encuentre.

Una mujer embarazada sana con una gestación de bajo riesgo debería trabajar a una
intensidad suficiente como para producir una mejora cardiovascular, aunque la frecuencia
cardiaca no deberá superar las 140 pulsaciones por minuto.

En cuanto a la frecuencia y duración, según el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos


(ACOG, 2003) y las recomendaciones del Colegio Americano de Medicina del Deporte (ACSM,
2014), se recomienda a las mujeres embarazadas sanas y de riesgo bajo la realización de al
menos 30-40 minutos de ejercicio físico diario o mínimo tres días a la semana. Estas
recomendaciones pueden ser modificadas dependiendo de las preferencias y necesidades de
cada mujer, las características de la actividad, etc.

Tipo de actividad:

El tipo de actividad aconsejado durante el embarazo dependerá de la salud actual de la mujer


y de lo activa que era antes de su embarazo.

Se recomienda caminar sobre superficies seguras y la realización de programas supervisados


de actividad física especialmente diseñados para embarazadas.

Algunas de las actividades más recomendables, muy tolerables y con grandes beneficios son
caminar, bicicleta estática o en su lugar paseos en bici sobre superficies planas y seguras (si la
mujer realizaba anteriormente este tipo de ejercicio), o la natación (Artal y O'Toole, 2003). En
general existe una amplia gama de actividades deportivas que han demostrado una práctica
segura para esta etapa.

10
Entorno e indumentaria:

La ropa y el calzado deberán ser adecuados al ejercicio que se va a realizar, evitando que estos
sean incómodos o puedan producir caídas o lesiones. El entorno ha de tener la humedad y la
temperatura adecuadas, permitiendo a la gestante la disipación del calor corporal que genere
en la actividad.

Recomendaciones de actividad física durante el embarazo (II)

Indicaciones para la realización de ejercicio físico durante el embarazo

Se deberá tener especial cuidado con aquellas articulaciones y estructuras que han sido
modificadas en el embarazo o que se puedan ver modificadas en el parto, de manera preventiva
se llevarán a cabo los siguientes cuidados:

 Relajación articular. Durante el embarazo la progesterona y la relaxina favorecen la


laxitud de las articulaciones y ligamentos. El aumento de la laxitud articular aumenta el
riesgo de esquinces y luxaciones. Se deberá tener en cuenta esta consideración y no forzar
los estiramientos máximos.
 Postura corporal. El crecimiento del útero y el aumento del volumen mamario hacen que
se desplace el centro de gravedad corporal en dirección anterior. A partir de las semanas
20-24 de gestación se puede apreciar un aumento de la lordosis lumbar. Este cambio hace
que la mujer intente compensar mediante una rotación progresiva de los huesos pélvicos
sobre el fémur. Por este motivo, aquellos ejercicios que impliquen saltos, arrancadas y
paradas pueden ser peligrosos y una causa de lesiones (tenis, baloncesto, voleibol,
carrera…).
 Posición decúbito supino. Es uno de los factores más importantes que se ha de tener
en cuenta durante esta etapa debido a que esta posición puede favorecer la presión de la
vena cava inferior por el útero grávido. Cuando la mujer adopta esta posición disminuye
el retorno venoso al corazón. Esto modifica, entre otras cosas, el gasto cardiaco y
una serie de parámetros que afectan especialmente al flujo sanguíneo circulatorio en
su fase de retorno al corazón, produciendo una hipotensión arterial y una reducción
de la perfusión de la sangre a las vísceras.
 Esta situación puede verse aumentada por la redistribución preferencial del flujo de
sangre hacia la masa muscular durante el ejercicio. Por lo tanto, se deben evitar
los ejercicios mantenidos en posición decúbito supino después del primer trimestre
de embarazo. En su lugar se propondrán ejercicios en posición decúbito lateral,
cuadrupedia o sedestación.
 Temperatura corporal. En el embarazo existe, además, un ligero aumento también de
la temperatura corporal materna; se debe prestar especial cuidado al aumento de la
temperatura (indumentaria correcta, ventilación e intensidad del ejercicio).
 Suelo pélvico. No deberá realizarse sobrecarga en el suelo pélvico. Se deberá trabajar la
musculatura abdominal y lumbar de manera segura, así como el trabajo de la movilidad
pélvica y de fortalecimiento del suelo pélvico.
 Maniobra de Valsalva. Se deben evitar los ejercicios que impliquen la maniobra de
Valsalva.

11
 Realizar la actividad con la vejiga vacía.
 Recordar la importancia de una buena ingesta hídrica y una dieta adecuada a su
estado.

Recomendaciones de actividad física durante el embarazo (III)

Seguridad del programa

El objetivo del diseño de un programa de actividad física para embarazadas debe ser la mejora
de la condición física, asegurando en todo momento la realización de la actividad dentro de
unos márgenes ampliamente seguros, para posteriormente ir adaptándolos al grado óptimo para
cada mujer.

El diseño vendrá́ acompañado de la preparación de la gestante para reconocer las señales de


alarma que le han de hacer detener el ejercicio físico.

En caso de que se dé cualquiera de las siguientes situaciones, el ejercicio deberá ser


interrumpido:

 Hemorragia vaginal.
 Disnea previa al esfuerzo.
 Mareo, vértigo.
 Dolor de cabeza.
 Dolor torácico.
 Dolor o edema en la parte trasera e inferior de las piernas (pantorrillas).
 Debilidad muscular.
 Hinchazón significativa.
 Dinámica uterina susceptible de producir un parto prematuro.
 Descenso de movimientos fetales.
 Fuga del líquido amniótico.

1.1.5. Contraindicaciones de ejercicio físico durante el embarazo

Relativas:

 Anemia grave.
 Arritmia cardiaca materna sin evaluar.
 Diabetes mellitus tipo I mal controlada.
 Obesidad mórbida extrema.
 Delgadez extrema.
 Historial de estilo de vida sedentario.
 Restricción del crecimiento intrauterino en el embarazo.
 Hipertensión mal controlada.
 Limitaciones del aparato locomotor.
 Trastorno convulsivo mal controlado.
 Hipertiroidismo mal controlado.
 Alta adicción al tabaco.

12
Absolutas:

 Cardiopatía hemodinámica significativa.


 Neumopatía restrictiva.
 Insuficiencia cervicouterina/cerclaje.
 Gestación múltiple con riesgo de parto prematuro.
 Hemorragia persistente en el segundo o tercer trimestre.
 Placenta previa después de 26 semanas de gestación.
 Parto prematuro en el embarazo actual.
 Rotura de aguas.
 Preeclampsia/hipertensión inducida por el embarazo.

1.1.6. Consideraciones especiales

1. Las mujeres embarazadas sedentarias o con baja actividad deben aumentar de forma
gradual sus niveles de actividad diaria a los anteriormente citados.
2. Las mujeres embarazadas con obesidad mórbida y/o diabetes gestacional deben
consultar a su médico antes de participar en un programa de ejercicio físico y obtener una
prescripción ajustada a su enfermedad, síntomas y capacidad funcional.
3. Las mujeres embarazadas deben evitar deportes de contacto y actividades que puedan
causar la pérdida del equilibrio o traumatismos en la madre o el feto.
4. Todo deporte competitivo, el entrenamiento intenso y las dietas rigurosas deben
abandonarse durante la gestación o como máximo practicarse hasta el cuarto mes del
embarazo.
5. Las mujeres embarazadas no deben practicar submarinismo, ya que el feto no está
protegido para la descompresión y embolismo gaseoso.
6. Se deben evitar deportes como el esquí o deportes en la nieve que requieran velocidad
de bajada, así como los deportes de raqueta, debido a que el cambio del centro de
gravedad puede causar problemas de equilibrio.
7. No están recomendados los ejercicios en altas alturas. Se deberá prestar especial
precaución en la realización de ejercicios a más de 2500 m de altura, siendo conscientes
de los signos de mal de altura.
8. Las mujeres embarazadas deben evitar durante el ejercicio físico la posición de decúbito
supino después del primer trimestre, debido al riesgo de obstrucción venosa.
9. Las embarazadas deben evitar durante el ejercicio físico la maniobra de Valsalva.
10. No realizar movimientos bruscos, saltos, ni giros, prevaleciendo siempre el control
del movimiento con una velocidad de ejecución constante, evitando movimientos
balísticos.
11. Las embarazadas deben realizar ejercicio en un entorno térmico neutro, estar bien
hidratadas para evitar el estrés térmico.
12. Durante el embarazo, aumenta la demanda metabólica en torno a unas 300 kcal al día.
Las mujeres embarazadas deben aumentar su ingesta calórica para cubrir el coste
calórico del embarazo y del ejercicio.
13. Las mujeres embarazadas pueden participar en programas de ejercicio físico de fuerza
en el que se ejerciten todos los grupos musculares si anteriormente los realizaban. La
principal recomendación es que sean ejercicios de múltiples repeticiones (de 12-15

13
repeticiones) hasta experimentar fatiga moderada. Se evitarán las acciones
musculares isométricas, la maniobra de Valsalva y la posición decúbito supino
después del 1.er trimestre.
14. Si no está acostumbrada con anterioridad al ejercicio con cargas, se deberá realizar un
adecuado entrenamiento en la técnica de ejecución y evitar las cargas altas que
favorezcan la maniobra de Valsalva, ya que esto puede generar fuerzas descendentes
indeseables sobre el útero y el suelo de la pelvis.
15. Se deben evitar posturas incómodas, así como estiramientos exagerados, debido
a la relajación del tejido conectivo (ligamentos) pudiendo provocar dolor en la parte
inferior de la pelvis y probablemente de las piernas.
16. De manera general, en el posparto se puede comenzar a realizar ejercicio físico 4-6
semanas después del parto.
17. Se ha de evitar realizar sobreesfuerzos que aumenten la presión intraabdominal y
ejercicios de cualquier tipo que impliquen traumatismo abdominal, incluso leves.

1.1.7. Prueba de esfuerzo

La prueba de esfuerzo máxima no debe realizarse con embarazadas, a menos que haya una
necesidad médica que lo justifique. En el caso de que sea así, siempre se realizará bajo
supervisión médica.

Se puede optar por una prueba de esfuerzo submáxima (< 75 % de FCr) para predecir el
consumo máximo de oxígeno con la finalidad de realizar una prescripción de ejercicio físico lo
más exacta posible.

Cualquier mujer sedentaria antes del embarazo o que tenga alguna enfermedad diagnosticada
deberá obtener la autorización de su médico antes de participar en cualquier programa de
ejercicio físico.

1.1.8. Prescripción de ejercicio físico en el embarazo

Viaja

Consulta en el siguiente enlace el cuestionario PARmed-X para el embarazo: Cuestionario.

La prescripción de ejercicio físico para embarazadas coincide con las recomendaciones generales
para la población adulta sana. Sin embargo, es importante controlar y ajustar el ejercicio físico
de acuerdo a los síntomas, molestias y capacidades de la mujer embarazada, además de tener
en cuenta las contraindicaciones del ejercicio físico durante esta etapa.

14
PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO FÍSICO AERÓBICO – EMBARAZO

Frecuencia: al menos 3 días a la semana (preferiblemente todos los días).

Duración: entre 40 y 60 minutos.

Intensidad: moderada (40-60 % del VO2R). Debido a la variabilidad de la FC durante el


embarazo, se recomienda utilizar la escala de esfuerzo percibido (12-14, en una escala de 6-
20) o la prueba de hablar (ser capaz de mantener una conversación durante la actividad).
También se han establecido intervalos de FC adaptados a la edad:

1. < 20 años: 140-155 ppm


2. 20-29 años: 135-150 ppm
3. 30-39 años: 130-145 ppm
4. >40 años: 125-140 ppm

*ppm: pulsaciones por minuto

Tiempo: mínimo 15 min/día aumentando gradualmente hasta alcanzar mínimo 30 min/día de


actividad acumulada de intensidad moderada hasta un total de 150 min/semana.

Tipo de actividad: actividades rítmicas y dinámicas que empleen los grandes grupos
musculares. (Es necesario tener en cuenta las consideraciones especiales descritas en la
presente unidad didáctica).

Tabla 2. Prescripción de ejercicio físico para mujeres embarazadas.

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Programa de ejercicio físico dirigido por el Dr. Rubén Barakat.

En mujeres con altos niveles de entrenamiento hoy por hoy no se ha llegado a establecer cuál es
el límite de intensidad considerado totalmente seguro; por lo tanto, se debe recomendar que no
se alcancen los niveles previos durante el periodo gestacional y se le ha de hacer consciente de
que su rendimiento disminuirá conforme avanza el embarazo.

1.2. Actividad física y salud mental

En los últimos años, se ha puesto de manifiesto un creciente interés sobre los efectos
psicológicos del ejercicio físico y su aplicación para la prevención y tratamiento de diferentes
trastornos psicológicos. Se estima que alrededor del 25 % de la población puede sufrir en algún
momento de su vida estados moderados de depresión, ansiedad y otros trastornos emocionales.

15
Los resultados de un amplio número de investigaciones científicas permiten afirmar que el
ejercicio físico es una herramienta completa de factores motivacionales y que los beneficios
del ejercicio físico a corto y largo plazo contribuyen significativamente a la salud mental en
diferentes poblaciones clínicas y no clínicas.

Se ha demostrado ampliamente que el ejercicio físico es especialmente eficaz en el tratamiento


de la ansiedad y la depresión, en el incremento de los sentimientos de autoestima y en la
mejora de la capacidad para enfrentar el estrés psicosocial.

1.2.1. Actividad física y depresión

La depresión clínica es la mayor causa de enfermedad mental y psicosocial. Esta


enfermedad se caracteriza por la presencia de síntomas que afectan gravemente los estados
emocionales y el funcionamiento diario de las personas.

El tratamiento de la depresión viene determinado en parte por la gravedad del trastorno, siendo
las terapias más habituales la psicoterapia y el tratamiento farmacológico (Beck y Alford, 2009).

Según la Organización Mundial de la Salud, la depresión afecta en el mundo a unos 121


millones de personas. Se calcula que en España el 67,5 % de la población consulta en algún
momento de su vida por un trastorno de ansiedad o del estado de ánimo. Existen evidencias de
que su prevalencia va en aumento, y que para el 2020 la depresión constituirá la segunda causa
de incapacidad junto con los trastornos cardiovasculares (Casajús y Vicente-Rodríguez, 2011).

Cuando se habla de depresión, de forma general, suele hacerse referencia a sentimientos de


tristeza, falta de esperanza y desilusión, baja autoestima, y pesimismo. Los síntomas más
característicos de menor a mayor severidad incluyen la fatiga, la irritabilidad, la indecisión, el
ausentismo social e ideas suicidas. Los síntomas depresivos no clínicos se dan cada vez con más
frecuencia entre la población general.

1.2.2. Efectos del ejercicio físico en la depresión

Los beneficios de la práctica de ejercicio físico (EF) en la ansiedad y la depresión han sido
ampliamente estudiados. Existen numerosos estudios que avalan el efecto beneficioso del
ejercicio físico en la depresión, tanto en los casos clínicos como en los no clínicos y tanto en
población adulta como en la población mayor.

 Cada día existe más evidencia científica del papel potencial de la actividad física en la
prevención y el tratamiento de los síntomas depresivos. Aunque existen pocos
estudios que determinen la dosis exacta de actividad física en cuanto a frecuencia,
duración e intensidad.
 En la literatura científica se encuentran estudios que han demostrado una asociación
inversa entre la realización de actividad física y la depresión.
 Diferentes estudios han demostrado los efectos beneficiosos del ejercicio aeróbico como
la modalidad de ejercicio con más efectos positivos en sujetos depresivos. Además, el
ejercicio aeróbico ha demostrado ser más efectivo que el placebo o el no
tratamiento, pudiendo llegar a ser tan efectivo como la psicoterapia individual o de
grupo o como la relajación/meditación (Casajús y Vicente-Rodríguez, 2011).

16
 El ejercicio también ha demostrado ser una terapia eficaz para la depresión en personas
mayores. Se han reportado descensos en los niveles de depresión con respecto a
antes del inicio del programa, en personas con edades comprendidas entre los 60 y los
80 años que realizaban ejercicio dos veces por semana durante nueve meses.
 Entrenamiento de fuerza: aunque la mayor parte de estudios y beneficios se han
encontrado en los efectos del entrenamiento aeróbico, hasta la fecha, poco conocidos eran
los efectos del entrenamiento de fuerza sobre la depresión o sobre la salud mental. Sin
embargo, un nuevo metaanálisis (Gordon et al., 2018), compuesto de 33 ensayos clínicos
aleatorizados y 1877 participantes, ha concluido que el entrenamiento de fuerza se asocia
con una importante reducción de los síntomas depresivos (un efecto moderado),
independientemente del estado de salud, del volumen de entrenamiento y de las mejoras
en los niveles de fuerza. Aunque ambas modalidades parecen ser efectivas, se necesitan
más estudios que indiquen qué niveles de entrenamiento de fuerza son los más
recomendados.

Beneficios del ejercicio físico en los síntomas de la depresión

Algunos de los beneficios más destacados del ejercicio físico sobre la depresión son:

1. Previene la tendencia a sufrir formas moderadas de depresión.


2. Mejora de la satisfacción corporal.
3. Reduce los síntomas de depresión y los síntomas psiconeuróticos.
4. Efecto antidepresivo en personas con niveles moderados de depresión,
independientemente de si se acompaña o no de mejoras en la forma física.
5. Efecto terapéutico debido al mantenimiento de relaciones sociales y a la diversión.
6. Disminución de síntomas somáticos de depresión, como la pérdida de apetito, el
incremento de la fatiga o las alteraciones del sueño.

Factores implicados en la mejora de los síntomas

Algunos autores han identificado una serie de factores que explicarían los efectos
antidepresivos (Casajús y Vicente-Rodríguez, 2011):

 El incremento del flujo sanguíneo y de la oxigenación que acompaña al ejercicio tiene


efectos beneficiosos en el sistema nervioso central.
 El ejercicio incrementa los niveles de norepinefrina, cuyos niveles bajos pueden ir
asociados a estados depresivos.
 El ejercicio puede provocar sensación de destreza y de autocontrol, ayudando a salir
de estados depresivos.
 Mejoras en la propia imagen corporal y en el autoconcepto asociadas a la práctica
de actividad física de forma regular ayudan a prevenir y salir de estados depresivos.
 Síntomas de alivio o distracción.
 Sustitución de malos por buenos hábitos.

17
1.2.3. Recomendaciones para la realización de ejercicio físico en personas con
depresión

Las siguientes pautas y sugerencias podrán ser aplicadas tanto en el tratamiento de la depresión
como en su prevención (Hays, 1994; Sime, 1984):

Técnicas para incrementar los efectos antidepresivos de la actividad física:

1. Se recomienda realizar actividad física con otras personas.


2. Utilizar recompensas extrínsecas.
3. Informar sobre los beneficios a corto plazo.
4. Anticipar beneficios a largo plazo.
5. Duración de unos veinte minutos.
6. Anotar los progresos.
7. Fomentar la diversión en las actividades.
8. Fomentar los sentimientos de destreza corporal.
9. Ser realista en las metas planteadas.
10. Realización de un diario como fuente de motivación en el que se anoten tanto los progresos
inmediatos como otros aspectos cualitativos, tales como la experimentación de
sentimientos positivos.

1.2.4. Actividad física y ansiedad

Desde el punto de vista psicológico, la definición más aceptada de ansiedad se refiere a un


estado emocional palpable pero transitorio que se caracteriza por sentimientos de
aprehensión junto con una actividad excesiva del sistema nervioso autónomo (Casajús y
Vicente-Rodríguez, 2011).

Las manifestaciones más características de la ansiedad van desde una excitación extrema o
hiperactividad a un estado de indiferencia. Otros síntomas muy frecuentes son niveles
elevados de actividad en el sistema nervioso autónomo o quejas psicosomáticas como
miedo, nerviosismo, irritabilidad, náuseas, fatiga y dolor muscular.

Existen dos dimensiones de la ansiedad, la ansiedad-estado y la ansiedad rasgo, que, aunque


están interrelacionadas entre sí, es necesario diferenciar para comprender sus efectos sobre el
comportamiento (Casajús y Vicente-Rodríguez, 2011):

La ansiedad-estado es un estado emocional transitorio que se caracteriza por sentimientos


de tensión y aprehensión y actividad excesiva del sistema nervioso autónomo. La intensidad
puede variar y fluctuar en el tiempo. De forma general se refiere a una reacción emocional que
ocurre en un momento determinado y en una situación particular. Suele ir acompañada de
algunos síntomas como frecuencia cardiaca elevada, tensión muscular e incapacidad para
concentrarse.

La ansiedad-rasgo se refiere a las diferencias individuales relativamente estables que


predisponen a las personas a considerar las situaciones como amenazantes y a responder con
niveles elevados de ansiedad-estado. Individuos con una puntuación alta en la ansiedad-rasgo
tienen niveles también más elevados de ansiedad-estado, debido a que tienen una tendencia a
considerar una amplia variedad de estímulos como amenazantes.

18
Beneficios del ejercicio físico sobre la ansiedad

En cuando a los beneficios del ejercicio físico sobre la ansiedad, se ha demostrado que el
ejercicio por sí solo puede ser eficaz en la reducción de la ansiedad, sin la necesidad de la
combinación de ejercicio con alguna otra forma de tratamiento.

Se ha demostrado que en comparación con otras formas de tratamiento, el ejercicio puede


resultar igual de eficaz que la psicoterapia y casi tan eficaz como la farmacoterapia (los
dos tratamientos más comunes para los trastornos de ansiedad), lo que confirma el uso del
ejercicio físico como uno de los tratamientos primarios para la ansiedad.

Recomendaciones de actividad física

Para que el ejercicio reduzca efectivamente los síntomas de ansiedad debe implicar una
alta demanda respiratoria sin llegar al agotamiento y debe tener una duración de mínimo
20 minutos hasta una hora o incluso más. Se recomienda la realización de actividad física
mínimo tres días por semana dependiendo de los síntomas de la ansiedad.

La realización de ejercicio físico de intensidad moderada a vigorosa se ha asociado con una


reducción del estado de ansiedad manteniéndose este descenso de dos a cuatro horas tras la
realización de ejercicio físico (Grima y Calafat, 2004).

Por otro lado, actividades de intensidad leve podrían resultar también beneficiosas, así como el
entrenamiento de fuerza o ejercicios de flexibilidad, aunque faltan más investigaciones que
estudien el efecto de estos tipos de ejercicios.

1.2.5. Prescripción de ejercicio físico en la depresión y ansiedad

PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO FÍSICO DEPRESIÓN – ANSIEDAD

Frecuencia: entre 3 y 5 días a la semana.

Duración: de 20 a 60 minutos.

Intensidad: de moderada a vigorosa (60-85 %) de la FC máx.

Tiempo: duración del tratamiento hasta que disminuyan los síntomas. Se tratará de que la
persona continúe con la realización de ejercicio físico a lo largo de su vida como medio de
prevención de recaídas.

Tipo de actividad: principalmente ejercicio físico aeróbico. También recomendado


complemento con entrenamiento de fuerza siguiendo las pautas de recomendaciones generales
para la población adulta sana.

Tabla 3. Prescripción de ejercicio físico en personas con depresión y ansiedad.

19
1.3. Trastornos de la conducta alimentaria

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son los trastornos psiquiátricos más
comunes que afectan a las mujeres jóvenes y contribuyen a grandes perjuicios en la salud
psicológica, social y física (Cook et al., 2016).

La prevalencia de los TCA ha ido en aumento en los últimos años, especialmente en países
desarrollados o en vías de desarrollo. La mayoría de los estudios epidemiológicos establecen que
el 90 % de las personas afectadas por estos trastornos son mujeres (Tornero, Bustamante y
Jódar, 2014). En cuanto a la edad, por lo general suele situarse entre los 13 y los 18 años, aunque
este intervalo está creciendo progresivamente tanto a edades más tempranas como a edades
más avanzadas (Tornero et al., 2014).

Los TCA se definen como «síndromes en los que existe una alteración grave de la conducta
alimentaria, fundamentalmente como consecuencia de los dramáticos intentos que los pacientes
hacen por controlar su peso y su cuerpo» (Salvador y Heliodoro, 2004). Son trastornos muy
complejos debido a que se ven afectados por múltiples factores biológicos y psicosociales
que intervienen en toda psicopatología, se añaden las alteraciones somáticas y fisiológicas fruto
de la malnutrición y desnutrición, que complica su curso y pronóstico (Tornero et al., 2014).

Dentro de los TCA se encuentran la anorexia nerviosa, bulimia nerviosa y otros trastornos
denominados trastornos de la conducta alimentaria no especificados.

Los características principales de la anorexia nerviosa son:

1. El rechazo a mantener el peso corporal igual o por encima del valor mínimo normal
considerando edad y talla.
2. El miedo intenso a ganar peso o a convertirse en obeso (incluso estando por debajo del
peso normal).
3. La alteración de la percepción del peso o la silueta corporal.
4. La exageración de su importancia en la autoevaluación o negación del peligro que
comporta el bajo peso corporal.
5. Presencia de amenorrea en mujeres pospuberales.

Los criterios diagnósticos de la bulimia nerviosa son:

1. Presencia de atracones recurrentes (ingerir gran cantidad de alimento en un espacio


corto de tiempo, con pérdida de control sobre la ingesta del alimento).
2. Conductas compensatorias inadecuadas y repetidas (provocación del vómito, uso de
diuréticos, laxantes, ejercicio compulsivo, etc.) que se llevan a cabo al menos dos veces
por semana durante un periodo de tres meses.
3. Autoevaluación por el peso y la silueta corporal.

20
Consecuencias de los TCA:

Algunas de las posibles consecuencias de estos trastornos son(Tornero et al., 2014):

Alteraciones emocionales y sociales: depresión, ansiedad, obsesión, baja autoestima,


distorsión cognitiva, falta de autocontrol, apatía, irritabilidad, tendencia a enfadarse,
aislamiento social, etc.

Alteraciones cognitivas: disminución de la concentración.

Alteraciones físicas: alteraciones del sueño, debilidad gastrointestinal, aumento de la


sensibilidad al ruido y a la luz, edema, hipotermia, parestesias, etc.

Alteraciones metabólicas y neuroendocrinas: alteración de la función tiroidea, alteraciones


del metabolismo de la glucosa, alteración de la hormona liberadora de la corticotropina.

Transcurso y pronóstico del trastorno:

Suele ser muy variable, tanto en la anorexia como en la bulimia; la detección y el tratamiento
precoz juegan un papel importante para conseguir que el pronóstico sea lo mejor posible
(Tornero et al., 2014):

 Anorexia nerviosa: aproximadamente un 50 % experimenta una remisión completa


de la enfermedad, un 20-30% una remisión parcial, y un 10-20 % tiende a la cronicidad.
 Bulimia nerviosa: un 60 % de los pacientes se considera de buen pronóstico, un 30 %
tiene una recuperación parcial y un 10 % tiene un mal pronóstico.

1.3.1. Efectos del ejercicio físico en los trastornos de la conducta alimentaria

Aunque el ejercicio es una intervención eficaz para muchos problemas de salud psicológica (por
ejemplo, ansiedad, depresión), a menudo se deja de lado como un tratamiento potencial de los
TCA.

La idea de incluir el ejercicio en el tratamiento de los TCA puede resultar polémica. Sin embargo,
hay una creciente evidencia que sugiere que un estrecho seguimiento del ejercicio, con un
apoyo y supervisión nutricional, es seguro y puede transmitir múltiples beneficios en personas
que padecen TCA.

El ejercicio físico, realizado de manera controlada y supervisado correctamente, es de gran


ayuda para el tratamiento terapéutico global. Se han demostrado los diferentes efectos
beneficiosos sobre la anorexia y la bulimia (Tornero et al., 2014):

 Reduce el abuso de sustancias.


 Aumenta la densidad mineral ósea.
 Mejora la composición corporal.
 Disminuye las alteraciones cardiovasculares y previene las anomalías cardiacas graves en
la anorexia nerviosa severa.
 Mejora los trastornos del sueño.
 Modula la sintomatología depresiva.
 Disminuye la ansiedad y el estrés percibido.

21
 Reduce la insatisfacción corporal.
 Mejora la autoestima, favoreciendo la imagen positiva de su propio cuerpo.
 Facilita el aumento de peso en la anorexia nerviosa.
 Aumenta la fuerza.
 Mejora la calidad de vida.
 Mejora los vínculos sociales y las relaciones interpersonales en distintos ámbitos (familia,
amigos, trabajo…).

Parece ser que toda forma independiente de ejercicio es segura para todas las variantes de TCA
siempre que se satisfagan las necesidades nutricionales.

Por otro lado, se advierte que el ejercicio físico no es apropiado para todas las personas que
padecen TCA; es importante que los médicos y el personal clínico profesional establezcan los
protocolos y las pautas que se han de tener en cuenta para la posible prescripción de ejercicio
físico en personas con trastornos de la conducta alimentaria. Cualquier intervención con ejercicio
debe ser adaptada y estudiada individualmente teniendo en cuenta los cambios fisiológicos y
psicológicos durante toda la intervención.

Se deben tener en cuenta las contraindicaciones, el estado nutricional, las actitudes sobre
el ejercicio (por ejemplo, comportamientos compulsivos, dependencia y las actitudes de
obligación) antes del inicio en un programa de tratamiento.

1.3.2. Prescripción de ejercicio físico en personas con trastorno de la conducta


alimentaria

Viaja

«Trastornos de la alimentación y deporte».

El programa de ejercicio debe acordarse con los profesionales de salud mental y con los
nutricionistas para establecer los objetivos, el programa más idóneo y las posibles
contraindicaciones.

Las recomendaciones de ejercicio para personas con TCA son similares o podrán estar basadas
en aquellas para la población general.

Objetivos de los programas de ejercicio físico en pacientes con TCA:

 Estimular el cuidado corporal y una imagen corporal saludable. La actividad física debe
ser utilizada como un medio de recompensa.
 Introducir la enseñanza de cuidados posturales y su relación con la autoestima.
 Aumentar el % de peso correspondiente a masa magra, disminuyendo la cantidad de
tejido graso en zonas de mayor acúmulo (punto clave para disminuir el miedo al
aumento de peso). Este punto debe ser consensuado con los profesionales de salud
mental y nutrición.

22
 Incrementar la buena forma física.
 Fomentar la participación en actividades deportivas grupales/sociales como una
alternativa deseable a las actividades físicas realizadas en solitario.
 Contribuir a reducir el estrés.
 Corregir creencias irracionales y equivocadas respecto a la salud y el ejercicio.

Consideraciones del programa de ejercicio:

1. La participación de los pacientes de TCA en un programa de ejercicio físico siempre debe


ser de carácter voluntario, su inclusión vendrá determinada por el criterio del facultativo
médico responsable del equipo de su tratamiento.
2. El programa de ejercicio debe ser individualizado en función de cada persona, y
establecer los objetivos a corto, medio y largo plazo, establecido por el profesional de
salud mental, nutrición y ejercicio físico.
3. Se deberá registrar el historial de actividad física previa, la motivación ante al ejercicio
y las preferencias personales, e imagen corporal. Se deberá realizar una valoración física
previa que incluya antecedentes de problemas posturales, ortopédicos y
traumatológicos.
4. Se deberá tener en cuenta el estado nutricional previo a la incorporación al programa
de ejercicio, el cual debe garantizar un correcto estado de las funciones físicas y
psicológicas.
5. La realización de ejercicio solo se autorizará bajo la supervisión presencial del personal
cualificado (graduados en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte…).
6. El programa incluirá clases de relajación, de manera individual o en grupo.

Dependencia al ejercicio físico como parte del TCA

Se ha demostrado una dependencia al ejercicio físico asociada a los TCA (Bamber, Cockerill,
Rodgers y Carroll, 2003). Más allá de los beneficios que pueda aportar el ejercicio físico es
importante señalar que la obsesión por el ejercicio físico puede desencadenar y/o mantener
un TCA, pero también la existencia de un TCA puede desembocar en una adicción al ejercicio
físico, debido a que el excesivo ejercicio y los TCA representan conductas parejas hacia la
preocupación del control del cuerpo (García y Díaz, 2014).

Varios autores señalan la importancia de que, aunque el ejercicio físico tiene efectos
psicológicos positivos en los TCA, antes y durante la prescripción del programa de ejercicio
físico, se debe monitorizar la evolución de los síntomas del trastorno y asegurar que la
motivación para realizarlo no sea patológica (García y Díaz, 2014).

En una pequeña parte de la población, el ejercicio excesivo puede desencadenar problemas,


generando un trastorno de la conducta con aparición de comportamientos adictivos y
consecuencias adversas tanto fisiológicas como psicológicas.

Existe una incidencia elevada de la aparición de TCA dentro del ámbito deportivo. El deporte de
competición parece estar relacionado con los factores de riesgo de estos trastornos, por lo que
las posibilidades de enfermar parecen aumentar.

23
En el artículo que se adjunta a continuación se establecen los factores dentro del ámbito
deportivo que se relacionan con un mayor riesgo de padecer TCA entre los deportistas.

1.4. Actividad física y cáncer

El cáncer constituye un grupo de enfermedades que se caracterizan por la proliferación y la


extensión incontroladas de células anormales causadas por daños en el ADN. Estos daños
pueden ser causados por daños internos (p. ej. mutaciones hereditarias) o por daños externos
causados por causas ambientales (p. ej. exposición al humo del tabaco).

Clasificación de los tipos de cáncer:

La mayor parte de los cánceres se clasifican por el tipo de célula de la que se originan:

1. Carcinomas: su desarrollo tiene lugar a partir de células epiteliales de órganos.


Constituyen el 80 % de los cánceres.
2. Leucemias: proceden de células hemáticas.
3. Linfomas: proceden de células del sistema inmunitario.
4. Sarcomas: proceden de células del tejido conjuntivo.

La prevalencia de cáncer es 1:2 en el hombre y 1:3 en la mujer (ACSM, 2014). De manera


general, el cáncer afecta a cualquier edad pero es más habitual en los adultos mayores. Cerca
del 76 % de los cánceres se diagnostican en personas mayores de 55 años, por lo que aumenta
la posibilidad de la presencia de comorbilidades como son la enfermedad cardiopulmonar, la
diabetes mellitus, la osteoporosis o la artritis.

Tratamiento:

El tratamiento del cáncer viene constituido por la cirugía, radiación, quimioterapia, hormonas e
inmunoterapia. De manera general, durante el tratamiento (proceso de destrucción de células
cancerosas) también es destruido parte del tejido sano de la persona, por lo que los pacientes
experimentan una variedad de efectos secundarios que limitan su capacidad para la realización
de ejercicio físico durante y después del tratamiento.

Durante el tratamiento suele perderse capacidad física aeróbica, acompañada de la pérdida


de función física general debido a la pérdida de tejido muscular y de grado de movilidad.

En aquellos supervivientes de cáncer, cinco años o más tras el tratamiento, más de la mitad
afirma tener una mayor limitación del rendimiento físico en ciertas actividades de la vida
diaria como puede ser levantarse y agacharse, permanecer más de dos horas de pie, llevar peso
y realizar largos paseos.

Prueba de esfuerzo

Aunque no existe consenso entre los expertos ni un punto de vista congruente en cuanto a la
seguridad en la prueba de esfuerzo en los pacientes de cáncer, el ACSM (2014) establece unas
pautas de seguridad que se han de tener en cuenta para esta población, basada en hallazgos
existentes y en experimentos clínicos (tabla mostrada en el apartado de contraindicaciones).

Estas pautas no tienen por qué aplicarse necesariamente a todos los pacientes de cáncer, ya que
este tipo de población es muy diverso; sin embargo, pueden resultar de gran ayuda para los
profesionales de la salud y el ejercicio físico a la hora de realizar la prescripción de ejercicio físico.
24
Los métodos generales de la prueba de esfuerzo son de manera habitual apropiados para
pacientes con cáncer que cuenten con autorización médica para la realización de la prueba de
esfuerzo. Se deberán tener en cuenta las comorbilidades asociadas y los efectos secundarios para
realizar las modificaciones oportunas.

Actividad física y cáncer (II)

Realización de actividad física y su relación con el cáncer

Hasta la fecha, los estudios indican que la actividad física puede tener efectos beneficiosos para
diversos aspectos de supervivencia al cáncer, específicamente, aumento de peso, calidad de
vida, recurrencia o evolución del cáncer y pronóstico (probabilidad de supervivencia)
(Rock et al., 2012; Speck, Courneya, Mâsse, Duval y Schmitz, 2010). La mayor parte de los
posibles beneficios de la actividad física en los supervivientes de cáncer proviene de estudios
realizados en personas diagnosticadas con cáncer de pecho, cáncer de próstata o cáncer de colon
(Schmid y Leitzmann, 2014).

Beneficios asociados a la actividad física en personas supervivientes de cáncer


(Instituto Nacional del Cáncer (NIH)

1. Control del peso. Tanto la disminución de la actividad física como los efectos
secundarios del tratamiento de cáncer pueden contribuir al aumento de peso después de
un diagnóstico de cáncer. La actividad física en los supervivientes de cáncer puede
contribuir al control del peso corporal.
2. Calidad de vida. La actividad física puede tener efectos beneficiosos en la calidad de vida
en general relacionada con la salud y en cuestiones específicas de calidad de vida,
incluyendo la imagen corporal y la autoestima, el bienestar emocional, la sexualidad, las
perturbaciones del sueño, el funcionamiento social, la ansiedad, la depresión, la fatiga, el
dolor y el funcionamiento físico general (Fong et al., 2012; Mishra et al., 2012).
3. Recurrencia, evolución y supervivencia. Realizar actividad física después de un diagnóstico
de cáncer está asociado a mejores resultados específicos de cáncer para varios tipos de
cáncer (Arem et al., 2014).

Cáncer de pecho. La realización de actividad física tras el diagnóstico se ha asociado


con mejores resultados para cáncer de pecho: menor riesgo de recurrencia de
cáncer de pecho, de muerte por cáncer de pecho y de muerte por cualquier causa
en comparación con las mujeres más sedentarias (Ibrahim y Al-Homaidh, 2011).

Cáncer de colon. La evidencia de varios estudios epidemiológicos sugiere que la


actividad física después de un diagnóstico de cáncer de colon está asociada con
riesgos menores de morir por cáncer de colon (Ballard-Barbash et al., 2012).

Cáncer de próstata. Existen estudios que muestran una posible asociación entre la
actividad física y mejores resultados (menor riesgo de mortalidad) entre los
hombres diagnosticados con cáncer de próstata (Bonn et al., 2014; Kenfield,
Stampfer, Giovannucci y Chan, 2011).

25
1.4.1. Prescripción de ejercicio físico en pacientes de cáncer

Aunque no existen suficientes datos para realizar recomendaciones precisas sobre los
componentes de una adecuada prescripción de ejercicio físico para cada tipo de cáncer, los
componentes actualmente recomendados para un programa de ejercicio destinado a pacientes
de cáncer coinciden con los principios generales del ACSM sobre la prescripción de
ejercicio físico aeróbico, de fuerza y de flexibilidad para personas adultas sanas.

La Sociedad Americana del Cáncer recomienda la realización de 30-60 minutos de actividad


física moderada a vigorosa al menos cinco días a la semana para los supervivientes de
cáncer.

PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO FÍSICO AERÓBICO - CÁNCER

Frecuencia: de 3-5 días a la semana.

Duración: de 20 a 60 minutos/día. Si fuera necesario se realizarán periodos de tiempo más


cortos hasta acumular los 60 minutos.

Intensidad: de 40-60 % de VO2r o de la FCr.

Tiempo: duración del tratamiento hasta que disminuyan los síntomas. Se tratará de que la
persona continúe con la realización de ejercicio físico a lo largo de su vida como medio de
prevención de recaídas.

Tipo de actividad: ejercicio físico aeróbico, actividades rítmicas que impliquen grandes grupos
musculares (caminar, pedalear, nadar).

Añadir ejercicios de flexibilidad al programa de ejercicios de 2-7 días a la semana.

Tabla 4. Prescripción de ejercicio físico aeróbico en pacientes con cáncer.

26
PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO FÍSICO DE FUERZA - CÁNCER

Frecuencia: de 2-3 días a la semana (48 h de recuperación entre sesiones).

Intensidad: 40-60 % de 1RM.

Frecuencia: 1-3 series de 8-12 repeticiones por ejercicio. Máximo 15 rep. por ejercicio en
personas frágiles, fatigadas o con una baja condición física.

Tipo de actividad: pesas, ejercicios en máquinas, tareas funcionales con carga, trabajando los
principales grupos musculares.

Tabla 5. Prescripción de ejercicio físico de fuerza en pacientes con cáncer.

1.4.2. Consideraciones especiales y de seguridad

Contraindicaciones y precauciones para la realización de la prueba de esfuerzo y la


realización de ejercicio en pacientes con cáncer (ACSM, 2014):

CONTRAINDICACIONES A PRECAUCIONES QUE EXIGEN LA


LA PRUEBA DE ESFUERZO MODIFICACIÓN Y/O EL
Y EL EJERCICIO CONSENTIMIENTO MÉDICO

 Precaución si se sigue tratamiento que


Factores  Nada de ejercicio los días
afecte a los pulmones y/o al corazón: se
relacionados con el de quimioterapia
recomienda que la prueba de esfuerzo y
tratamiento del intravenosa o en las 24
el ejercicio cuenten con la supervisión
cáncer horas siguientes al
médica.
tratamiento.
 Llagas/úlceras bucales: evitar llevar
 Nada de ejercicio antes de
boquillas en las pruebas de esfuerzo
la extracción de sangre.
máximo; usar en su lugar mascarillas.
 Reacción grave del tejido
a la radioterapia.

Hematológicos Plaquetas < 50 000 Plaquetas > 50 000-150 000: evitar pruebas
que aumenten el riesgo de sufrir
Glóbulos blancos < 3000
hemorragias.
Hemoglobina < 10 g*dl-1
Glóbulos blancos > 3000-4000: garantiza la
correcta esterilización del equipamiento.

Hemoglobina > 10 g*dl-1 -11.5/13.5 g*dl-1:


precaución con las pruebas de esfuerzo
máximo.

27
 Cualquier dolor o calambre: estudiarlo.
Musculoesqueléticos  Dolor de huesos, espalda
 Osteopenia: evita el esfuerzo con
o cuello de origen
muchos impactos si hay riesgo de
reciente.
fractura.
 Debilidad muscular
 Miopatía inducida por esteroides.
inusual.
 Caquexia: método multidisciplinario
 Caquexia grave.
respecto al ejercicio.
 Fatiga extrema inusual.
 Fatiga leve o moderada: monitoriza
 Estado funcional
estrechamente la respuesta al ejercicio.
deficiente: evitar la
prueba de esfuerzo si el
tanteo del nivel funcional
de Karnofsky ≤ 60 %.

 Enfermedad o infección sistémica


Sistémicos  Infecciones agudas.
reciente: evita ejercicio hasta que el
 Enfermedad febril: fiebre
paciente sea asintomático > 48 h.
> 38 ºC.
 Malestar general.

 Ingesta comprometida de líquidos y/o


Gastrointestinales  Náuseas intensas.
alimentos: método multidisciplinario
 Vómitos o diarreas en 24-
recomendado/consulta a un
36 h.
bromatólogo.
 Deshidratación.
 Nutrición deficiente:
ingesta inadecuada de
líquidos y/o alimentos.

 Precaución si hay riesgo de cardiopatía:


Cardiovasculares  Dolor torácico.
se recomienda hacer la prueba de
 FC en reposo > de 100
esfuerzo y el ejercicio bajo supervisión
lpm o < de 50 lpm.
médica.
 TAS en reposo > 140
 Si la medicación antihipertensiva afecta a
mmHg y/o TAD > 95
la FC, tal vez no sea posible alcanzar la
mmHg.
FC ideal; evitar sobreesfuerzos.
 TAS en reposo < de 85
 Linfedema: llevar una prenda
mmHg.
compresora en las extremidades cuando
 TA irregular.
se haga ejercicio.
 Edema en los tobillos.

 Disnea leve a moderada: evitar las


Pulmonares  Disnea grave.
pruebas de esfuerzo máximas.
 Tos, respiración sibilante.
 El dolor torácico aumenta
al respirar hondo.

28
 Cambios cognitivos leves: garantizar que
Nefrológicos  Declive significativo del
el paciente entienda y siga las
estado cognitivo.
instrucciones.
 Mareos, aturdimiento.
 Equilibrio deficiente/neuropatía sensitiva
 Desorientación.
periférica: emplear posturas bien
 Visión borrosa.
apoyadas para el ejercicio.
 Ataxia (incapacidad para
 Disnea leve a moderada: evitar las
coordinar movimientos
pruebas de esfuerzo máximas.
voluntarios).

Consideraciones especiales y de seguridad (II)

Consideraciones especiales

1. Se necesita autorización médica para la realización de ejercicio físico de intensidad


vigorosa.
2. Deberá monitorizarse la tensión arterial, la FC y otros signos vitales relevantes, antes,
durante y después de cada sesión de ejercicio. Deberá interrumpirse el ejercicio en
presencia de síntomas inusuales como mareos, náuseas o dolor torácico.
3. De forma general existe una fatiga en los pacientes de cáncer con tratamiento de
quimioterapia y radioterapia, lo que puede impedir o limitar la capacidad para la realización
de ejercicio. La fatiga puede persistir meses o incluso años en algunos casos tras finalizar
el tratamiento.
4. Habitualmente la metástasis de muchos cánceres se da en el hueso. Sobre todo en
cánceres de mama, próstata y pulmón. Se suelen registrar lesiones comunes en las
vértebras, pelvis, fémur y cráneo. Se deberán evitar las actividades de mucho impacto y
los deportes de contacto para evitar el riesgo de fracturas.
5. Los pacientes de cáncer incurable a menudo sufren de atrofia muscular, lo que podrá
limitar la realización de ejercicio físico dependiendo de su extensión.
6. Aquellos pacientes que han sido sometidos a trasplante de médula ósea o que presentan
un bajo recuento de leucocitos deberán evitar realizar ejercicio físico en lugares públicos
donde exista un alto riesgo de infección microbiana.
7. No se prescribirá natación a pacientes con catéteres o sondas permanentes o vías centrales
o con sonda nasogástrica o a quienes sigan un tratamiento de radioterapia.
8. Los pacientes que están en tratamiento de quimioterapia pueden experimentar periodos
fluctuantes de enfermedad y fatiga durante los ciclos de tratamiento que exigirán
modificaciones frecuentes en la prescripción de ejercicio como la reducción de la intensidad
y/o la duración de las sesiones de ejercicio.

29
2. Resumen

 Embarazo. En la actualidad existe suficiente evidencia científica que demuestra los


diferentes beneficios de la realización de ejercicio físico durante el embarazo y que sostiene
que esta práctica no genera riesgos de carácter materno-fetal durante el desarrollo del
embarazo, siempre y cuando se tengan en cuenta las condiciones de seguridad y las
recomendaciones para esta etapa de la vida.
 Depresión y ansiedad. Un amplio número de investigaciones científicas permiten afirmar
que el ejercicio físico es una herramienta completa de factores motivacionales y que los
beneficios del ejercicio físico a corto y largo plazo contribuyen significativamente a la salud
mental en diferentes poblaciones clínicas y no clínicas; las principales investigaciones se
centran en manifestaciones como la depresión y la ansiedad. El ejercicio físico es
especialmente eficaz en el tratamiento de la ansiedad y la depresión, en el incremento de
los sentimientos de autoestima y en la mejora de la capacidad para enfrentar el estrés
psicosocial.
 Trastornos de la conducta alimentaria. La realización de ejercicio físico con un
estrecho seguimiento, apoyo y supervisión nutricional es segura y puede transmitir
múltiples beneficios en personas que padecen trastornos de la conducta alimentaria.
 Cáncer. El ejercicio físico ofrece beneficios físicos, fisiológicos y psicológicos en pacientes
con cáncer. La prescripción de ejercicio físico en pacientes con cáncer y supervivientes de
cáncer debe ser sumamente individualizada debido a la extrema variabilidad de los efectos
y del tratamiento, se deberán tener en cuenta la presencia de otras comorbilidades.

30
3. Mapa conceptual

31
4. Recursos bibliográficos

Bibliografía básica

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Bibliografía complementaria

ACSM. (2014). Manual ACSM para la valoración y prescripción del ejercicio (3.ª ed.). Editorial
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Grima, J. R. S. y Calafat, C. B. (2004). Prescripción de ejercicio físico para la salud (vol. 1).
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Woolf-May, K. (2008). Prescripción de ejercicio: fundamentos fisiológicos. Elsevier-Masson.

Otros recursos

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Manual ACSM para la valoración y prescripción del ejercicio (3.ª ed.). Editorial Paidotribo.

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