Actividad Fisica en La Enfermedad
Actividad Fisica en La Enfermedad
Recomendaciones nacionales sobre actividad física para la salud, reducción del sedentarismo
y del tiempo de pantalla ......................................................................................... 20
Recomendaciones nacionales sobre actividad física para la salud, reducción del sedentarismo
y del tiempo de pantalla (II) ................................................................................... 20
2. Resumen .................................................................................................................. 35
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3. Mapa conceptual ....................................................................................................... 36
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UD 1. El papel de la actividad física en la salud
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1. Desarrollo del contenido
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la actividad física como cualquier movimiento
corporal producido por los músculos esqueléticos, con el consiguiente consumo de energía. Ello
incluye las actividades realizadas al trabajar, jugar y viajar, las tareas domésticas y las actividades
recreativas.
La expresión actividad física no debe confundirse con ejercicio físico, que es una subcategoría
de actividad física que se planea, está estructurada, es repetitiva y tiene como objetivo mejorar
o mantener uno o más componentes del estado físico. En este punto es importante destacar que
la actividad física, tanto moderada como intensa, es beneficiosa para la salud.
Salud
Según la OMS, la salud «es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no
solamente la ausencia de afecciones o enfermedades».
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Calidad de vida
Enfermedad
Según la OMS, la enfermedad es «la alteración o desviación del estado fisiológico en una o varias
partes del cuerpo, por causas en general conocidas, manifestada por síntomas y unos signos
característicos, y cuya evolución es más o menos previsible».
La enfermedad es un proceso que se desarrolla en un ser vivo, caracterizado por una alteración
de su estado normal de salud. El estado o proceso de enfermedad puede ser provocado por
diversos factores, tanto intrínsecos (internos) como extrínsecos (externos) al organismo enfermo.
Otro concepto extenso de enfermedad es «la pérdida de la salud, cuyo efecto negativo es
consecuencia de una alteración del estado fisiológico o morfológico (funcional o estructural)
considerados como normales, de un órgano o un sistema a cualquier nivel».
La salud y la enfermedad son parte integral de la vida, del proceso biológico y de las interacciones
medioambientales y sociales.
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Enfermedades no transmisibles (ENT) o enfermedades crónicas
La OMS define las enfermedades no transmisibles (ENT) como «afecciones de larga duración
con una progresión generalmente lenta».
Otro adjetivo que describe la complicación de algunas enfermedades crónicas que inducen un
deterioro paulatino de los tejidos del organismo humano se identifican como enfermedades
crónico-degenerativas (Bhopal, 2002).
Las enfermedades crónicas representan con diferencia la causa de defunción más importante
en el mundo. Según datos de la OMS (abril de 2017), las ENT causan 40 millones de muertes al
año, lo que representa un 70 % de las muertes que se producen en el mundo.
Factor de riesgo
Los factores de riesgo implican que las personas afectadas por dicho factor de riesgo presentan
un riesgo sanitario mayor al de las personas sin este factor.
En relación con los factores de riesgo asociados al desarrollo de enfermedades crónicas o ENT, se
establecen los factores de riesgo comportamentales y los factores de riesgo metabólicos
o fisiológicos, que se derivan de los primeros.
• El consumo de tabaco: mata a más de 8 millones de personas cada año (OMS, 2019),
incluidos los efectos de la exposición al humo ajeno y se prevé que esa cifra seguirá en
aumento en los próximos años (Forouzanfar et al., 2016).
• La inactividad física: aproximadamente 3,2 millones de defunciones anuales pueden
atribuirse a una actividad física insuficiente (OMS, 2009).
• Las dietas inadecuadas: la ingesta excesiva de sal/sodio causa 4,1 millones de
muertes (Forouzanfar et al., 2016).
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• El consumo nocivo de alcohol: aumenta el riesgo de padecer ENT. El alcohol causa
más de 3 millones de muertes al año (OMS, 2018), en su mayoría hombres. Más de la
mitad de los 3,3 millones de muertes anuales que se producen por uso nocivo del alcohol
se deben a ENT.
• Hipertensión arterial.
• Sobrepeso/obesidad.
• Hiperglucemia (niveles elevados de glucosa en sangre).
• Hiperlipidemia (niveles altos de lípidos en la sangre).
Viaja
Las nueve metas mundiales para prevenir y controlar las ENT para el año 2025: Set of 9
voluntary global NCD targets for 2025.
Según el informe de la OMS (2014), la mayor parte de las defunciones prematuras por ENT son
prevenibles. De los 38 millones de vidas perdidas en 2012 por ENT, 16 millones, es decir, el
42 %, fueron defunciones prematuras y evitables (un aumento respecto a los 14,6 millones de
2000).
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Asimismo, la OMS establece que el número de defunciones por ENT se puede reducir
significativamente mediante políticas gubernamentales orientadas a restringir el consumo de
tabaco, el consumo nocivo de alcohol, las dietas malsanas y la inactividad física, y a
proporcionar cobertura sanitaria universal. Por ello, publicó el Plan de acción mundial para la
prevención y el control de las enfermedades no transmisibles 2013-2020, destinado a reducir
el número de defunciones prematuras por estas enfermedades en un 25 % para 2025.
En este plan se presentan nueve metas mundiales voluntarias que abordan los factores de
riesgo de las ENT, en particular el consumo de tabaco, la ingesta de sal, la inactividad física, la
hipertensión y el consumo nocivo de alcohol. Pero en el año 2017 la OMS publicó un informe
que analizaba las medidas tomadas por los países para cumplir las metas propuestas y
demostró que los progresos registrados en todo el mundo estaban siendo desiguales e
insuficientes.
Uno de los hechos fundamentales que ha propiciado el sedentarismo y la inactividad física son los
cambios en los estilos de vida. En este sentido, el hombre moderno se ha convertido en hombre
tecnológico y ha olvidado su condición biológica. El predominio de tejido muscular estriado no
es casualidad, sino un claro indicativo de la importancia que tiene el movimiento.
El ejercicio y la actividad física han sido determinantes en la evolución del ser humano como
entidad biológica. Hasta no hace muchos años, la actividad física del hombre suponía más del
80 % de la energía ingerida con los alimentos y, sin embargo, hoy en día no llega al 5 %.
9
Con los nuevos descubrimientos y avances tecnológicos, nuestra sociedad se ha vuelto cada vez
más automatizada, lo que ha supuesto que muchas actividades y tareas del día a día requieran
menor esfuerzo físico. Esto ha contribuido a un mayor sedentarismo que, unido a otros factores
como una inadecuada alimentación, el sobrepeso, el estrés, el tabaquismo, etc., facilita la
debilidad del sistema cardiovascular, el aumento de la grasa corporal y la disminución de la
condición física.
A lo largo de los cuatro mil millones de años de evolución de la vida en nuestro planeta, el material
genético se ha ido especializando extraordinariamente, y ha desarrollado una adaptación al medio
ambiente que se ha mantenido prácticamente estable.
El ser humano está diseñado para realizar altos niveles de actividad física desde el punto de vista
tanto evolutivo como fisiológico, y la falta de esta supone una evidente contradicción con nuestra
adaptación genética. Se podría afirmar, por lo tanto, que el hombre no está genéticamente
adaptado a una inactividad física crónica, lo cual ha derivado en la aparición de las enfermedades
no transmisibles (también denominadas enfermedades de la civilización).
Nuestros antepasados se movían para conseguir alimentos, y para ello su metabolismo tenía que
reservar una parte de esa abundancia para los momentos de escasez. El almacenamiento de esta
energía sobrante tenía que suceder con rapidez, por lo que genéticamente se desarrolló la
peculiaridad metabólica denominada «genotipo ahorrador», que incluye numerosas
modificaciones genéticas y, entre ellas, una «sensibilidad diferencial a la acción de la insulina».
Estas adaptaciones metabólicas producidas por la expresión de ciertos genes aseguraban un
eficiente almacenamiento de triglicéridos intramusculares y glucógeno durante el periodo de
abundancia, mientras que durante el ayuno se producía una conservación de glucógeno y la
oxidación de ácidos grasos como fuente metabólica de energía.
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Se estima que el gasto de energía por unidad de masa del cuerpo en los adultos contemporáneos
es aproximadamente de un 38 % del de nuestros ancestros.
La combinación de una abundancia continua de alimentos y la falta de actividad física anula los
ciclos bioquímicos programados evolutivamente, y se crea un desequilibrio entre nuestro genotipo
y el medio ambiente en el que vivimos.
Por lo mencionado anteriormente, en los últimos años los estudios científicos han realizado un
cambio de paradigma; han aparcado estudios intrínsecamente genéticos y se han centrado más
en aspectos no genéticos, como son los medioambientales, centrados en el estudio de la dieta y
de la actividad física con el objetivo de encontrar no solo tratamiento, sino también prevención
para estas enfermedades.
El término sedentarismo (del latín sedere, que significa sentarse) describe distintos tipos de
actividades que se desarrollan en estado de vigilia, que requieren bajos niveles de gasto
energético en el rango de 1,0 a 1,5 MET y que incluyen el estar sentado durante los
desplazamientos, en el lugar de trabajo, en el ambiente doméstico y durante el tiempo de ocio.
Se puede ser físicamente activo, es decir, cumplir las recomendaciones de los organismos
internacionales sobre la práctica de actividad física, pero el resto del tiempo (ya sea en el trabajo,
durante el tiempo de ocio, transporte, etc.) comportarnos de manera sedentaria. Sedentarismo,
por tanto, no significa lo mismo que «no ser lo suficientemente activo» y no puede ser considerado
como la simple falta de cumplir las recomendaciones de actividad física moderada y vigorosa.
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Los periodos sedentarios son aquellos periodos de tiempo en los que se llevan a cabo
actividades que consumen muy poca energía, por ejemplo, estar sentados durante los
desplazamientos, en el trabajo o la escuela, en el ambiente doméstico y durante el tiempo de
ocio.
Para la OMS, una persona no es suficientemente activa cuando no cumple las recomendaciones
de actividad física moderada y vigorosa sobre práctica de actividad física. Sin embargo, hoy en
día no existe consenso sobre los puntos de corte utilizados para categorizar a una persona como
sedentaria o no, por lo que es necesario una estandarización de estos.
Viaja
Lee el siguiente artículo publicado en el año 2016, donde se muestra que altos niveles de
actividad física diaria eliminan el aumento del riesgo de mortalidad asociado al tiempo
sentado. Además, también se muestra que aquellos individuos con altos niveles de actividad
física que se sentaban más de 8 horas diarias tenían un menor riesgo que aquellos que
pasaban sentados menos de 4 horas, pero se englobaban en el grupo de menor realización
de actividad física diaria (alrededor de 5 min/día).
Otro factor que se ha de tener en cuenta son las interrupciones del tiempo empleado en conductas
sedentarias que deben diferenciarse del tiempo total empleado en conductas sedentarias. El
hecho de interrumpir más veces el tiempo de sedentarismo se asocia a un perfil metabólico más
favorable, menores valores de perímetro de cintura, índice de masa corporal, triglicéridos, insulina
y glucemia posprandial, independientemente del tiempo total en conductas sedentarias.
12
1.2.4. Repercusiones de la inactividad física
Figura 1. Gráfico de la mortalidad asociada a los factores de riesgo en el mundo. Fuente: WHO.
• La cardiopatía coronaria.
• Los accidentes cerebrovasculares.
• La diabetes.
• La hipertensión arterial.
• El cáncer de colon.
Estas han sido relacionadas directa o indirectamente con la ausencia de actividad física.
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El conocimiento científico actual ha establecido que el problema tiene una doble vertiente; por un
lado, no practicar ejercicio conlleva que no se obtengan los beneficios que se asocian a su
práctica y, por otro, los efectos fisiológicos de la inactividad física sobre el organismo no son
meramente el reverso de los efectos positivos que ocasiona realizar ejercicio. Por tanto, hay que
combatir la inactividad física y el exceso de sedentarismo como dos factores diferentes.
Sabías que:
Las personas con un nivel insuficiente de actividad física tienen entre el 20 % y el 30 % más
de riesgo de muerte que las personas que realizan al menos 30 minutos de actividad física
moderada la mayoría de los días de la semana.
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Las políticas de los Estados miembros de la OMS, con el objetivo de aumentar la actividad física,
tienen como meta promover lo siguiente:
El avance del conocimiento científico nos ha llevado a saber que el ejercicio físico no solo es
beneficioso para la salud cardiovascular, sino que prácticamente todos los órganos y sistemas,
incluido el sistema nervioso, se benefician de la práctica regular de ejercicio físico si se es lo
suficientemente activo. Esto va a repercutir en una reducción del riesgo de padecer enfermedades
crónico-degenerativas (que son las más prevalentes y las causantes de mayor morbimortalidad
en países desarrollados). Existe una gran evidencia científica de que el ejercicio físico, tanto
aeróbico como de resistencia, es la estrategia más efectiva para mejorar la salud física y mental,
sin los efectos secundarios asociados a muchos de los tratamientos farmacológicos. De ahí que
hoy en día cada vez se utilice más el mensaje «el ejercicio, tu mejor medicina».
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En las dos últimas décadas han ido identificándose muchos mecanismos biológicos responsables
de las adaptaciones anatómicas, fisiológicas y metabólicas a la actividad física, las cuales
dependen del tipo, intensidad, frecuencia y duración del desarrollo del ejercicio. Incluso
enfermedades o pérdidas de funcionalidad achacables a la vejez se deben de manera prioritaria
a la falta de actividad.
Los efectos del ejercicio físico sobre la salud de la población en general resultan todavía más
trascendentes cuando nos referimos a poblaciones con características especiales, como son las
enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión, la obesidad, etc. La mayoría de las
personas con diferentes enfermedades pueden beneficiarse de la práctica de ejercicio físico,
adaptando la intervención a las circunstancias personales de cada individuo y evitando un
deterioro funcional progresivo que agrava la evolución de los procesos y empeora la calidad de
vida.
Por otro lado, las políticas de estrategias para la salud pública por parte de los países deben
adoptarse desde edades muy tempranas si se quiere revertir esta tendencia y evitar el rápido
desarrollo de enfermedades crónicas e incapacitantes en un futuro muy próximo.
Viaja
Hoy por hoy, el estado actual del conocimiento no deja lugar a dudas sobre la relación entre
actividad física y salud, pero sus mecanismos fisiopatológicos no están del todo integrados en
la sociedad actual.
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De modo general, la actividad física contribuye a lo siguiente:
En este apartado se recordarán las recomendaciones de actividad física para la población general
con el objetivo de asentar el conocimiento fundamental desde el cual se ha de partir para adaptar
posteriormente las recomendaciones de actividad física para las personas con una determinada
enfermedad.
Hasta no hace mucho tiempo, la creencia común era que el ejercicio era perjudicial y acortaba la
vida, y era habitual recomendar terapia de reposo ante cualquier alteración de la salud. Debido
al actual conocimiento de los efectos negativos de la inactividad física sobre el organismo, esta
situación se ha ido modificando.
Es importante señalar que las recomendaciones de actividad física proponen el mínimo necesario
para obtener beneficios para la salud; por otro lado, aumentar el nivel por encima de lo
recomendado también puede producir mayores beneficios. Incrementar el nivel de actividad física
para las personas que son inactivas, aunque no se alcancen los mínimos recomendados, puede
producir beneficios sobre la salud. El objetivo será continuar aumentando estos niveles hasta
alcanzar los recomendados.
17
Población infantil (de 0 a 17 años)
La realización de actividad física durante la edad infantil hará que los niños se sientan
competentes en sus habilidades físicas y, probablemente, hará que sean más activos durante
la edad adulta. Ser activo físicamente durante la infancia y adolescencia no solo es importante
para la salud de ese periodo vital, sino también para mantener una buena salud durante todo
el curso de la vida.
Población adulta
Un estilo de vida activo aumenta el bienestar y mejora tanto la esperanza como la calidad de
vida. Es decir, vivir más y mejor. En la actualidad, la evidencia científica ha demostrado que la
realización de actividad física de manera regular tiene un gran número de beneficios; de modo
general, los más destacables son los siguientes:
Las recomendaciones generales de actividad física están elaboradas para toda la población,
aunque en algunos grupos de población especial (embarazadas, tercera edad...) o en presencia
de alguna enfermedad (hipertensión, diabetes...) estas recomendaciones necesitarán ser
ajustadas para cada caso en particular siguiendo las pautas que se desarrollarán a lo largo de la
asignatura.
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Las recomendaciones más utilizadas mundialmente son aquellas que propone la OMS.
Importancia de los ejercicios Dos o más días por semana de Tres o más días de ejercicios para
aeróbicos y al menos tres ejercicios de fortalecimiento aumentar coordinación y equilibrio y
veces por semana de muscular. disminuir caídas, dos o más días de
ejercicios vigorosos de fortalecimiento muscular.
refuerzo óseo-muscular. Potenciar estilo de vida activo.
Tabla 1. Recomendaciones de actividad física según la Organización Mundial de Salud. Fuente: OMS, 2010.
19
Recomendaciones nacionales sobre actividad física para la salud, reducción del
sedentarismo y del tiempo de pantalla
Por otro lado, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad en colaboración con el
Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, en el marco de la Estrategia de Promoción de la Salud
y Prevención del Sistema Nacional de Salud publicaron en el año 2015 un documento con «Las
recomendaciones nacionales sobre actividad física para la salud, reducción del
sedentarismo y del tiempo de pantalla» (Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad,
2015), las cuales se basan en las recomendaciones internacionales ya existentes anteriormente
(Organización Mundial de la Salud, Agencia de Salud Pública de Canadá, Departamento de Salud
de EE. UU., Sistema Nacional de Salud del Reino Unido, etc.), adaptadas a la realidad poblacional
de nuestro entorno.
Viaja
Aquí podrás echar un vistazo al documento nacional de las recomendaciones nacionales sobre
actividad física para la salud, reducción del sedentarismo y del tiempo de pantalla:
Recomendaciones actividad física, sedentarismo y tiempo de pantalla.
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5 a 17 años Al menos 60 minutos al Incluir al menos tres Reducir los periodos Limitar el tiempo
día. días a la semana sedentarios de uso de pantallas
actividades de prolongados. con fines
Intensidad de moderada a
intensidad vigorosa, de recreativos a un
vigorosa. Fomentar el
fuerza muscular y máximo de dos
transporte activo y
mejora de masa ósea. horas al día.
las actividades al aire
libre.
Personas adultas Al menos 150 minutos de Realizar al menos dos Reducir los periodos Limitar el tiempo
actividad moderada* a la días a la semana sedentarios delante de una
semana, o 75 minutos de actividades de prolongados de más de pantalla
actividad vigorosa** a la fortalecimiento dos horas seguidas, (televisión,
semana, o una muscular y mejora de realizando descansos tabletas, consolas,
combinación la masa ósea y activos cada una o teléfonos u
equivalente*** de las actividades para dos horas con ordenadores).
anteriores. mejorar la flexibilidad. sesiones cortas de
estiramientos o dando
un breve paseo.
Estas recomendaciones Los mayores de 65
Fomentar el
pueden alcanzarse años, especialmente
transporte activo
sumando periodos de al aquellos con
(caminar, bici…).
menos 10 minutos dificultades de
seguidos cada uno. movilidad, al menos
tres días a la semana,
pueden realizar
Para obtener todavía actividades de
más beneficios: fortalecimiento
muscular y actividades
Al menos 300 minutos de
de mejora de
actividad física
equilibrio.
moderada*, o bien 150
minutos de actividad
vigorosa**, o bien una
En aquellas personas
combinación
que por su capacidad
equivalente*** de
física o mental no
actividad moderada y
puedan alcanzar los
vigorosa.
mínimos
recomendados,
cualquier aumento de
actividad física, aunque
sea leve, producirá
beneficios para su
salud.
Tabla 2. Resumen de las recomendaciones nacionales sobre actividad física para la salud, reducción del sedentarismo y
del tiempo de pantalla. Fuente: Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, 2015.
*Actividad física aeróbica de intensidad moderada: incrementa la frecuencia cardiaca y respiratoria. Posibilidad de
mantener una conversación sin la sensación de que falta el aire. Caminar a más de 6 km/h, o montar en bici a unos 16‐
19 km/h.
**Actividad física aeróbica de intensidad vigorosa: frecuencia cardiaca más elevada. Es difícil mantener una
conversación mientras se realiza la actividad. Correr o montar en bici a unos 19‐22 km/h.
21
Nota
• Lo que produce más beneficios para la salud es realizar actividad física regularmente,
es decir, distribuirla a lo largo de toda la semana. Por ejemplo, 30 minutos de actividad
moderada cinco días o más a la semana. Cuantos más días, mejor.
• Las recomendaciones de actividad física también se pueden alcanzar sumando
periodos más cortos; estos periodos deben ser de al menos 10 minutos cada uno.
Viaja
22
1.5. Prescripción de ejercicio físico
Una de las competencias específicas del Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte es
la de evaluar la condición física y prescribir actividad físico-deportiva orientada hacia la salud.
El profesional de la actividad física y el deporte debe conocer las bases de una correcta
prescripción, siendo consciente de lo que esta implica, qué objetivos persigue y, sobre todo, cómo
se administra, recordando que, cuando hablamos de prescripción de ejercicio físico en personas
con enfermedad, nos estamos refiriendo a un concepto que busca la individualización y el control
pormenorizado de la actividad física.
Sin embargo, como profesionales del ámbito de la actividad física y del deporte, debemos velar
por que esta práctica se desarrolle bajo condiciones de control, seguridad y eficacia, que reporte
los beneficios deseados a cada persona. Será importante que el participante conozca qué ejercicio
físico debe realizar, en función de sus condiciones individuales, y en qué dosis debe ser realizado.
El término prescripción del ejercicio es definido como «el proceso mediante el cual un
profesional de la actividad física y del deporte recomienda un régimen individualizado de actividad
física que es diseñado respetando los principios científicos y clínicos sobre el control y la práctica
de ejercicio físico; su finalidad es ser aplicado de manera sistemática para lograr uno o varios
objetivos, obteniendo el máximo beneficio posible para la salud y reduciendo los riesgos sobre
esta» (Abellán et al., 2010; ACSM, 2000).
Siguiendo a Serra Majem et al. (1994) y las recomendaciones expuestas por el American College
of Sports Medicine (ACSM, 2014), la prescripción de ejercicio físico debe ser la siguiente:
• Simple.
• Atractiva.
• Segura.
• Individualizada (edad, sexo, estado de salud).
• Adaptada a las circunstancias y limitaciones de la propia persona.
En este sentido, además de lo anterior, será importante conocer las preferencias del sujeto
practicante, sus posibilidades personales y la accesibilidad a medios e instalaciones donde llevar
a cabo el entrenamiento con el fin de facilitar la participación regular en la actividad de forma
indefinida (ACSM, 2014).
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1.5.1. Objetivos de la prescripción de ejercicio
Según el ACSM (2014), los propósitos de la prescripción de ejercicio son los siguientes:
Nota
Para conseguir niveles de actividad física óptima, el ACSM recomienda mantener un gasto calórico
semanal cercano a las 2000 kcal, siempre que la salud y la forma física lo permitan. No hay que
olvidar que, sin embargo, para la reducción de grasa o para la consecución de otros objetivos la
cantidad de kcal será diferente.
La relativa contribución de la actividad física regular al estado de salud y al control de los factores
de riesgo cardiovasculares es mayor en las personas que padecen enfermedades crónicas que en
las personas sanas.
1.5.2. Componentes
Los componentes esenciales para una prescripción sistemática e individualizada del ejercicio
incluyen lo siguiente:
24
1.5.3. Prescripción de ejercicio físico en la enfermedad
El ejercicio físico se considera una de las principales estrategias en el manejo de las enfermedades
crónicas. Estas enfermedades, por norma general, reducen el nivel de actividad física de la
persona, lo que induce efectos adversos en la capacidad funcional. Por ello, un incremento en los
niveles de actividad física puede ayudar a prevenir el empeoramiento de los síntomas y los efectos
negativos sobre su calidad de vida.
Se ha demostrado que los beneficios del ejercicio sobre la mortalidad son similares a algunas
intervenciones farmacológicas para la prevención secundaria de enfermedad coronaria, la
rehabilitación del ictus, tratamiento para la insuficiencia cardiaca y la prevención de la diabetes.
Por otro lado, los grandes beneficios del ejercicio sobre otro tipo de enfermedades no mortales
como son el dolor de espalda y la osteoartritis son sustanciales.
Aunque los beneficios específicos del ejercicio físico sobre las diferentes enfermedades más
extendidas en la población se estudiarán a lo largo de la asignatura en futuras unidades didácticas,
se destacan las siguientes consideraciones generales:
25
Uno de los objetivos sanitarios de salud debe ser lograr una mayor práctica de actividad física
regular de intensidad moderada a vigorosa. Para la consecución de este objetivo es necesario
incluir un proceso de identificación de aquellas personas que puedan presentar un mayor riesgo
de episodios graves relacionados con el ejercicio. Este proceso no debe suponer un obstáculo
para la participación en un programa de ejercicio físico.
• Evaluar el estado actual de salud y detectar los factores de riesgo para las posibles
enfermedades de naturaleza cardiovascular, pulmonar o metabólica.
• Garantizar que la persona puede formar parte de un programa de ejercicio o realizar
actividad física de un modo seguro para que el riesgo de una lesión o evento médico
peligroso se considere mínimo.
Para ello, hay una variedad de métodos de evaluación. Los tipos de pruebas de evaluación pueden
depender del enfoque del programa de actividad física, de la entidad donde se realice dicha
evaluación, del personal disponible o de la instalación, equipo y material que posee dicha
instalación.
A menudo, muchas personas que comienzan un programa de ejercicio físico no son conscientes
del riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular o de cómo otros problemas de salud pueden
agravarse por el ejercicio físico realizado de una forma no individualizada.
Debemos recordar que el ejercicio físico puede alterar el organismo en el ámbito cardiovascular
en personas con patologías anteriores y se debe revisar el riesgo, así como otros aspectos que
tengan relación con otras enfermedades conocidas.
Por ello, el profesional de la actividad física y del deporte debe conocer diversos aspectos a la
hora de diseñar un programa de ejercicio físico para las personas con factor de riesgo o con
enfermedad diagnosticada.
Según las indicaciones del ACSM (2014), las razones por las que se establece la evaluación de
la salud previa a la participación en el programa de actividad física o prueba de aptitud física son
las siguientes:
26
Evaluación de salud previa a la participación en un programa de ejercicio (II)
Las técnicas para la estratificación de riesgo principalmente tienen en cuenta si las personas
realizan actividad física por su cuenta o si están bajo la supervisión de un profesional del ejercicio
físico. El profesional del ejercicio físico debe seguir una secuencia lógica y práctica para recabar
y evaluar la información sobre la salud del individuo y poder valorar los riesgos y hacer las
recomendaciones apropiadas sobre las técnicas de detección sanitaria y de actividad física.
El proceso de evaluación de salud previa para la actividad física es un proceso que, dependiendo
de las circunstancias, podrá estar compuesto de diferentes componentes:
Todos aquellos individuos sin información/autorización previa debido a su estado de salud que
deseen iniciar un programa de actividad física deben ser evaluados como mínimo por alguna
herramienta que detecte la presencia de contraindicaciones para la realización de ejercicio físico,
como es el caso de las siguientes:
Cuestionarios autorreportados
Viaja
Aquí podrás encontrar un ejemplo de los cuestionarios más utilizados; el desarrollado por
la Sociedad Canadiense de Fisiología del Deporte, cuestionario PAR-Q and You, y el
cuestionario de AHA/ACSM salud/fitness para detectar la presencia de factores de riesgo,
desarrollado por la American Heart Association (AHA) y la American College of Sports
Medicine (ACSM).
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Los cuestionarios autorreportados sirven para alertar a las personas con riesgo elevado y
se utilizan con el fin de que consulten a un médico antes de su participación en un programa
de ejercicio físico. Entre los más utilizados y recomendados se encuentran los siguientes:
Estos cuestionarios sirven para detectar la presencia de factores de riesgo para diferentes
enfermedades cardiovasculares, pulmonares, renales y enfermedades metabólicas, así como
otras condiciones (por ejemplo, embarazo, cirugía ortopédica) que requieren una atención
especial en el desarrollo de los programas de ejercicio físico y permiten la identificación de una
forma rápida de los principales síntomas de las cardiopatías y de posibles problemas musculares
o esqueléticos que deberán ser evaluados antes de comenzar un programa de ejercicio físico.
Encuestas autocumplimentadas
Las encuestas autocumplimentadas son otro tipo de herramienta que se puede incorporar
al proceso de detección sanitaria previo al ejercicio, un ejemplo son las siguientes:
Si a un participante, tras completar este tipo de formularios, debido a los resultados obtenidos,
se le ha recomendado una autorización médica, deberá consultar a su médico y obtener dicha
autorización antes de participar en un programa de ejercicio/actividad física.
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Evaluación de salud previa y clasificación de riesgo de ECV
Este proceso implica la evaluación clínica y la valoración de la condición física por parte de un
equipo multidisciplinar cualificado compuesto por personal médico y por profesionales de ciencias
de la actividad física y del deporte.
Este proceso consigue mayor detalle sobre factores de riesgo de EC y posibles signos/síntomas e
identifica un amplio abanico de enfermedades/afecciones crónicas que necesitan especial atención
antes de la participación en un programa de ejercicio.
Además, al comienzo de este proceso es recomendable incluir también uno de los cuestionarios
autogestionados expuestos anteriormente.
Estratificación de riesgos
Las recomendaciones para el reconocimiento médico, la prueba de esfuerzo, el ejercicio/actividad
física y la supervisión médica se basan en el proceso de estratificación de riesgo, que clasifica a
los participantes en riesgo bajo, moderado, alto o muy alto.
La clasificación de riesgo del ACSM ha sido recientemente actualizada e incluye factores como
la edad, la prediabetes y la exposición ambiental al humo del tabaco.
29
FACTORES DE RIESGO DE ENFERMEDAD CARDIOVASCULAR (ACSM/AHA)
Tabaquismo Fumador activo o que ha dejado de fumar en los últimos seis meses,
o exposición a humo de tabaco ambiental.
Hipertensión PAS ≥140 y/o PAD ≥90 (confirmada en al menos dos mediciones).
30
Estratificación de riesgos (II)
Modelo de estratificación de riesgo
** Prediabetes: si se desconoce →asumir que no si no hay factores de riesgo por edad u obesidad. Hay que considerar
que sí en presencia de obesidad.
31
Evaluación de la necesidad de examen médico y prueba de esfuerzo en función del
riesgo
Figura 3. Ilustración de la necesidad de evaluación médica según la clasificación de riesgo y la intensidad de ejercicio.
Leyenda
I. Mod. (ejercicio de intensidad moderada): 40-60 % VO2 reserva o FC reserva; 3-5,9 MET;
«intensidad apropiada para la capacidad individual, que se pueda mantener cómodamente
durante un periodo de tiempo prolongado» (45 min aprox.).
I. Vig. (ejercicio de intensidad vigorosa): >60 % VO2 reserva o FC reserva; > 6 MET;
«ejercicio de suficiente intensidad como para plantear un reto cardiorrespiratorio sustancial».
Necesario: refleja la noción de que sin una exploración médica previa o la realización de una
prueba de esfuerzo supervisada médicamente la realización del ejercicio no sería segura.
Aunque una evaluación médica general previa a la programación del ejercicio es deseable para
todo el mundo, no todas las personas deben someterse a ella. Se ha demostrado que una
evaluación médica previa a la programación del ejercicio en una población supuestamente sana
no reduce los riesgos médicos asociados con el ejercicio.
32
Por estos motivos, se han establecido las directrices o recomendaciones que determinan quién
debe realizarse una evaluación médica previa a la participación en un programa de ejercicio.
Esta prueba se realiza mientras se hace ejercicio, generalmente sobre una cinta ergométrica o
sobre un cicloergómetro. El electrocardiograma (ECG) se controla a medida que se va
progresando desde un ejercicio de baja intensidad hasta un ejercicio de intensidad máxima.
33
1.5.5. Algunas consideraciones
Relativas
34
2. Resumen
La inactividad física es el cuarto factor de riesgo de mortalidad más importante en todo el mundo
e influye considerablemente en la prevalencia de enfermedades crónicas y en la salud general de
la población mundial.
Por este motivo, un estilo de vida activo y la práctica de ejercicio físico son considerados de gran
importancia en la reducción del impacto del sedentarismo y de las patologías asociadas; aumenta
el nivel de salud y el bienestar de la población.
El ejercicio físico se considera una de las principales estrategias en el manejo de las enfermedades
crónicas. Se ha demostrado que los beneficios del ejercicio sobre la mortalidad son similares a
algunas intervenciones farmacológicas para la prevención secundaria de enfermedad coronaria,
la rehabilitación del ictus, el tratamiento para la insuficiencia cardiaca y la prevención de la
diabetes. Por otro lado, los grandes beneficios del ejercicio sobre otro tipo de enfermedades no
mortales (dolor de espalda y la osteoartritis) son sustanciales.
Estas enfermedades, por norma general, reducen el nivel de actividad física de la persona, lo que
induce efectos adversos en la capacidad funcional. Por ello, un incremento en los niveles de
actividad física puede ayudar a prevenir el empeoramiento de los síntomas y los efectos negativos
sobre su calidad de vida (CDV).
35
3. Mapa conceptual
36
4. Recursos bibliográficos
Bibliografía básica
Ekelund, U., Steene-Johannessen, J., Brown, W. J., Fagerland, M. W., Owen, N., Powell, K. E.
y Lancet Sedentary Behaviour Working, G. (2016). Does physical activity attenuate, or even
eliminate, the detrimental association of sitting time with mortality? A harmonised meta-
analysis of data from more than 1 million men and women. The Lancet, 388(10051), 1302-
1310.
Forouzanfar, M. H., Alexander, L., Anderson, H. R., Bachman, V. F., Biryukov, S., Brauer, M. y
Jiménez, A. y García, O. (2011). Actividad física y ejercicio, una inversión segura. Physical
activity and exercise, a profitable investment. Madrid: Universidad Europea/Sanitas.
Kenney, W. L., Wilmore, J. y Costill, D. (2015). Physiology of sport and exercise (6.ª ed.).
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Andrews, K. G. (2013). A comparative risk assessment of burden of disease and injury
attributable to 67 risk factors and risk factor clusters in 21 regions, 1990-2010: A systematic
analysis for the Global Burden of Disease Study 2010. The Lancet, 380(9859), 2224-2260.
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(2014). Global sodium consumption and death from cardiovascular causes. New England
Journal of Medicine, 371(7), 624-634.
Palacios, G., Pedrero-Chamizo, R., Palacios, N., Maroto-Sánchez, B., Aznar, S., González-Gross,
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Hospitalaria, 31(sup. 3), 237-244. doi:10.3305/nh.2015.31.sup3.8771
37
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attributable to selected major risks. Ginebra: WHO.
Otros recursos
Imágenes
Recuperadas de http://www.freedigitalphotos.net
Vídeos
Valtueña, J. (2016). 50 Aniv INEF Foro 4. Actividad física y salud: 50 años de avance. [Vídeo].
Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=_WH2xgJ3Gxg
38
Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte
Efecto agudo del ejercicio sobre la presión arterial (ajuste fisiológico) ............................9
Fase I ................................................................................................................. 24
Fase II ................................................................................................................ 24
Consideraciones especiales de los programas de ejercicio físico en pacientes con ECV .... 32
2
1.3.3. Prescripción del ejercicio en pacientes con insuficiencia cardiaca ........................... 33
2. Resumen ................................................................................................................ 35
3
UD 2. Actividad física y enfermedad cardiovascular
En esta unidad didáctica se desarrollarán los conceptos básicos relacionados con la hipertensión
arterial, las causas y las características de la producción del infarto de miocardio, así como las
directrices generales para la prescripción de programas de ejercicio físico en personas con
enfermedad cardiovascular (ECV).
En primer lugar, se expondrán de manera detallada los efectos del ejercicio físico sobre la presión
arterial, y se detallarán las generalidades y las indicaciones específicas que deben regir un
programa de ejercicio físico adecuado para esta población. En segundo lugar, se estudiarán los
conceptos generales en relación con la cardiopatía isquémica y se abordarán las características
generales de los programas de rehabilitación cardiaca, además de los aspectos que se han de
tener en cuenta para la prescripción de ejercicio físico en pacientes con enfermedad
cardiovascular. Finalmente, se abordarán los contenidos de seguridad y las contraindicaciones
generales que se deben tener en cuenta en los programas de ejercicio físico para la rehabilitación
cardiaca.
4
1. Desarrollo del contenido
5
Presión arterial
La presión arterial es un parámetro cardiovascular que refleja las variaciones del gasto cardiaco,
la frecuencia cardiaca, las resistencias vasculares periféricas y la volemia.
La presión arterial normal en un adulto se define como una presión arterial sistólica (PAS) de
120 mmHg y una presión arterial diastólica (PAD) de 80 mmHg. Sin embargo, los beneficios
cardiovasculares de la presión arterial normal se dan incluso por debajo de estos niveles (por
ejemplo, una presión de 105/60 mmHg).
Hipertensión arterial
La hipertensión arterial (HTA) es una enfermedad en la cual la presión en los vasos sanguíneos
es continuamente alta.
La hipertensión arterial se define como una PAS igual o superior a 140 mmHg y una PAD igual
o superior a 90 mmHg.
Las consecuencias negativas de la hipertensión sobre la salud son complejas, debido a que los
individuos con hipertensión suelen tener, además, otros factores de riesgo que aumentan la
probabilidad de infarto de miocardio, accidente cerebrovascular e insuficiencia renal.
Cuanto más alta es la presión arterial, más tiene que trabajar el corazón para bombear la sangre.
Si no se controla, la hipertensión puede provocar infarto de miocardio, hipertrofia ventricular y,
finalmente, insuficiencia cardiaca. Además, la presión en los vasos sanguíneos puede causar
accidentes cerebrovasculares, insuficiencia renal, ceguera, rotura de los vasos y deterioro
cognitivo.
6
Hipertensión de grado 3 (grave) ≥180 y/o ≥110
Tabla 1. Clasificación de la presión arterial en adultos según las guías de la European Society of Hypertension (ESH) y
la European Society of Cardiology (ESC). Fuente: Mancia et al., 2013.
En las nuevas guías, con la actualización de los valores, se establecen para el diagnóstico de HTA
cifras que superen los 130 mmHg de presión sistólica o que igualen o superen los 80 mmHg de
presión diastólica.
• Tensión arterial (PA) normal: PAS <120 mmHg y PAD <80 mmHg.
• Tensión arterial elevada PAS >120-129 mmHg y PAD <80 mmHg.
• Hipertensión estadio 1: PAS 130-139 mmHg o PAD 80-89 mmHg.
• Hipertensión estadio 2: PAS ≥140 mmHg o PAD ≥90 mmHg.
7
• No consumir determinadas sustancias como esteroides anabolizantes, anticonceptivos
orales, algunos antiinflamatorios no esteroideos o algunos descongestionantes nasales.
• Realizar ejercicio físico regular de intensidad moderada.
Síntomas
Existe suficiente evidencia científica acerca del efecto beneficioso del ejercicio físico sobre la
mejora de los valores de presión arterial en personas con hipertensión (Ghadieh y Saab, 2015).
Algunos estudios científicos han demostrado que el ejercicio físico aeróbico puede reducir en torno
a 5-10 mmHg la PAS y 4-8 mmHg la PAD, y el entrenamiento de fuerza, en torno a 2 mmHg y
3 mmHg respectivamente (Pescatello et al., 2004).
Se ha demostrado que incluso la práctica de ejercicio físico aeróbico ligero puede producir una
disminución de la PA. De este modo, el ACSM (2014) establece que los beneficios para la salud
del ejercicio físico, acompañados con el bajo riesgo que supone tanto en morbilidad como en
mortalidad, hacen que la recomendación de su práctica sea una parte fundamental del
tratamiento en pacientes con HTA leve o moderada.
8
Efecto agudo del ejercicio sobre la presión arterial (ajuste fisiológico)
Sabías que:
El efecto agudo del ejercicio físico produce una respuesta de los mecanismos neurohormonales e
hidrostáticos. Las presiones arteriales sistólica y diastólica tienen diferentes respuestas y
varían en función de las contracciones realizadas, es diferente el efecto de un ejercicio de
resistencia respecto al ejercicio de fuerza.
Nota
Durante el ejercicio físico aeróbico, el cual implica grandes grupos musculares, la PAS aumenta
de manera proporcional a la intensidad del ejercicio y puede alcanzar valores de más de
200 mmHg durante el ejercicio (Chicharro y Mojares, 2008).
9
Nota
Debido a que la presión arterial puede disminuir a valores inferiores a los de reposo, se
recomienda no detener de manera inmediata el ejercicio, ya que en personas hipotensas esto
puede producir un efecto de secuestro sanguíneo hacia los músculos activos por
vasodilatación, provocando una reacción hipotensa que podrá producir malestar, vértigos o
lipotimias.
Durante los ejercicios aeróbicos de intensidad constante, la presión arterial se modifica en función
de lo siguiente:
• La intensidad.
• El nivel de entrenamiento.
• Las características individuales.
Efecto posejercicio: tras el ejercicio físico aeróbico, la PA se recupera de manera rápida, al igual
que el gasto cardiaco y la frecuencia cardiaca, incluso puede llegar a valores inferiores a los de
reposo (respuesta hipotensiva del ejercicio) que pueden durar hasta 22 horas.
El ejercicio físico de fuerza aumenta tanto la PAS como la PAD debido a que, durante la contracción
muscular, la presión arterial se eleva para superar la resistencia a la perfusión del músculo
causada por la elevada presión intramuscular.
Una inadecuada realización de ejercicio físico de fuerza puede causar aumentos en la PAS y la
PAD de hasta 320 mmHg y 250 mmHg, respectivamente, durante una sola repetición con carga
máxima. La magnitud de la respuesta de la presión arterial depende de la fuerza generada y de
la cantidad de masa muscular activada (Chicharro y Mojares, 2008).
Otro aspecto importante que recordar en la presente unidad didáctica es que tanto el porcentaje
de VO2 máx. como la frecuencia cardiaca y las presiones arteriales sistólica y diastólica se elevan
más cuando se trabaja con miembros superiores que con miembros inferiores. Esto se debe al
menor tamaño de los grupos musculares y de los vasos de los miembros superiores respecto a
los inferiores, así como a su localización, lo cual provoca una mayor resistencia al flujo de sangre
y, por lo tanto, un aumento de la presión arterial para poder superar dicha resistencia.
Será importante tener estas consideraciones en cuenta a la hora de realizar la prescripción del
ejercicio en personas con alguna patología cardiovascular.
10
Efecto crónico del ejercicio sobre la presión arterial (adaptación)
Entrenamiento de fuerza
Sabías que:
Hoy en día, gracias al avance en las tecnologías, existen aplicaciones de salud que pueden
ser muy beneficiosas tanto para el control de numerosas variables sanitarias por parte de los
profesionales como para lograr una mayor adherencia a un programa de salud por parte de
los pacientes o tener un mayor acceso a la información relacionada con su enfermedad,
aunque no se debe olvidar que la mayoría de ellas no están validadas y pueden dar
información poco sensible debido a los sensores y las técnicas utilizados por los terminales.
Te invito a realizar una búsqueda en tu móvil de las diferentes aplicaciones existentes que
registren datos cardiovasculares, realicen la estratificación de riesgo de ECV estudiada en la
Unidad didáctica 1 o den información en relación con el ejercicio físico y la enfermedad
cardiovascular.
Hipertensión sistólica: como norma general, valores superiores a 230 mmHg en la PAS deben
ser controlados para descartar una respuesta hipertensa al ejercicio. Debido a la gran variedad
de respuesta en función de la intensidad y del nivel de entrenamiento de la persona, será
importante la interpretación en función de las características individuales: la edad, la capacidad
funcional del individuo, la intensidad realizada, el consumo de oxígeno, etcétera.
11
Play
Presta atención al siguiente vídeo, donde el doctor Vivencio Barrios Alonso expone en su
conferencia algunos datos acerca de la respuesta de la presión arterial al ejercicio: Ejercicio
físico e hipertensión.
Hipotensión sistólica: una respuesta hipotensiva sistólica durante el esfuerzo indica una
alteración grave en la contractilidad del ventrículo izquierdo, es decir, detecta el mal
funcionamiento del corazón como bomba (por ejemplo, insuficiencia cardiaca avanzada). Si el
ejercicio de alta intensidad finaliza de manera brusca, puede producirse un descenso también
brusco de la PAS.
12
Recomendaciones de ejercicio físico en personas con HTA
Ejercicio físico aeróbico
Se ha demostrado que el entrenamiento de 3-5 días por semana reduce la PA en reposo. Aunque
algunos estudios han estipulado que incluso 7 días de sesiones pueden ser más efectivos, no
existe consenso a este respecto. Sin embargo, debido a que una sola sesión de ejercicio puede
reducir la presión arterial hasta varias horas después de esta, se considera que lo recomendable
es hacer ejercicio físico a diario para conseguir estos beneficios.
Se ha demostrado que las intensidades moderadas son las más adecuadas para la reducción de
los valores de PA. Una intensidad del 40-70 % del VO2 máx. (3-6 MET) es la más recomendada
para maximizar los beneficios y minimizar los riesgos. Esta intensidad se corresponde con
aproximadamente los valores de 12-13 en la escala de esfuerzo percibido de Borg (RPE).
Sabías que:
Los estudios científicos sugieren que generalmente es mejor realizar ejercicio continuo que
intermitente, con duraciones de 30 a 60 minutos por sesión.
13
Control de la intensidad
Pincha en este enlace para acceder a la Guía para la prescripción de ejercicio físico en
pacientes con riesgo cardiovascular elaborada por la Sociedad Española de Hipertensión, la
Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial y las Sociedades Autonómicas de
Hipertensión.
En este tipo de pacientes, la RPE o EEP es un método muy adecuado, debido a que la respuesta
hemodinámica del ejercicio puede verse afectada por los medicamentos antihipertensivos, los
betabloqueantes, etcétera.
Entrenamiento de fuerza
Aunque los datos sugieren que el entrenamiento de fuerza tiene un efecto favorable sobre los
valores de la PA en reposo, los beneficios de la reducción de la presión arterial son menores que
en los ejercicios de resistencia aeróbica.
En general, la evidencia sugiere que los ejercicios de fuerza dinámicos pueden disminuir la presión
arterial de manera modesta, sobre todo en personas con grado 1 de hipertensión sin evidencia
de daño, eventos cardiovasculares durante el ejercicio o empeoramiento de la PA.
Además, se recomienda que su inicio se realice cuando existe cierto grado de entrenamiento
aeróbico previo.
De forma general, los ejercicios recomendados son aquellos ejercicios de fuerza dinámicos, como
levantamiento de pesas o circuito de máquinas, realizando 2-3 sesiones a la semana con una
carga del 30-40 % de 1RM para los ejercicios del tren superior y del 50/60 % de 1RM para
los ejercicios del tren inferior. Se aconseja realizar 3 series de 10-15 repeticiones.
Nota
14
• Evitar la maniobra de Valsalva.
• Si durante el entrenamiento de fuerza aumenta la PAD más de 20 mmHg sobre la PAD de
reposo o esta se eleva por encima 120 mmHg, el programa de entrenamiento debe ser
revisado.
• El entrenamiento de fuerza dinámica tiene las mismas contraindicaciones que el ejercicio
aeróbico. Los pacientes con hipertensión de grado 2 deben ser tratados
farmacológicamente antes de comenzar el entrenamiento.
El proceso tiene su origen en las primeras décadas de la vida, pero es asintomática hasta que el
estrechamiento (estenosis) de la arteria coronaria es muy grave y se comienza a producir un
desequilibrio entre el aporte de oxígeno al miocardio y sus necesidades.
Cuando esto sucede, se produce una isquemia miocárdica (angina de pecho estable) o una
oclusión súbita por trombosis de la arteria, lo que provoca una falta de oxigenación del miocardio
que da lugar al síndrome coronario agudo (angina inestable e infarto agudo de
miocardio).
15
Ejercicio físico y cardiopatía isquémica. Conceptos generales (II)
• Edad avanzada.
• Existe mayor prevalencia en hombres que en mujeres.
• Historial familiar de cardiopatía isquémica prematura.
• Altos niveles de colesterol LDL.
• Bajos niveles de colesterol HDL.
• Consumo de tabaco.
• Hipertensión arterial.
• Diabetes mellitus.
• Obesidad.
• Sedentarismo.
• Presencia de otros factores de riesgo.
16
Play
En este vídeo explicativo podrás observar de manera visual los mecanismos por los que se
produce un infarto de miocardio: Cómo se produce un infarto de miocardio.
En la mayoría de los casos, el infarto de miocardio no presenta todos los síntomas, sino una
combinación variable de los siguientes:
• Dolor (presión) intenso en la zona del centro del tórax que dura más de 15-20 minutos,
que no se modifica con el reposo, al realizar movimientos o con la respiración, y se puede
irradiar hacia otras zonas como la mandíbula, el cuello, la espalda, el brazo izquierdo y,
en algunos casos, el derecho.
17
Consecuencias de un infarto agudo de miocardio
Nota
La angina de pecho se desencadena del mismo modo que un infarto, pero en este caso no
existe una oclusión completa de la arteria coronaria por el trombo y no llega a producir muerte
de células cardiacas. Los síntomas aparecen en reposo y son iguales que los del infarto de
miocardio, aunque generalmente con menor dolor e intensidad.
Dependiendo de la cantidad del músculo cardiaco afectada y de la extensión del infarto agudo de
miocardio, las consecuencias pueden ser muy variadas y diferentes:
El ejercicio físico es la piedra angular del tratamiento no farmacológico, junto con una dieta
cardiosaludable. El ejercicio supone un factor fundamental en la rehabilitación de los pacientes
con cualquier tipo de cardiopatía, incluidos los que han sufrido infartos. Es necesario que se
cumplan los principios fundamentales de la prescripción del ejercicio y que se adapte la intensidad
para cada caso particular.
18
• Reducción de la frecuencia cardiaca (FC) en reposo y en esfuerzos submáximos.
• Incremento del VO2 máx.
• Aumento de la capilaridad, el volumen sistólico y el volumen de sangre circulante
(volemia).
• Aumento del tamaño del corazón.
• Reducción en los valores de triglicéridos.
• Reducción del porcentaje de grasa corporal y aumento de la masa muscular.
• Aumento de la tolerancia a la glucosa.
• Aumento del colesterol HDL.
• Aumento del tiempo de coagulación.
Además, los programas de entrenamiento en estos pacientes se asocian con otro tipo de
beneficios, como son los siguientes:
La práctica de ejercicio físico es segura y eficaz para la mayoría de los pacientes con enfermedad
cardiaca; sin embargo, todos los pacientes deben ser evaluados y estratificados en función del
riesgo de ocurrencia de un evento cardiovascular durante el entrenamiento.
• Estado clínico.
• Categoría de la estratificación del riesgo.
• Capacidad de ejercicio.
• Umbral de isquemia/angina.
• Limitaciones del aparato locomotor.
• Deterioro cognitivo/psicológico que podría dar lugar a la no adherencia o incapacidad para
cumplir con las pautas de ejercicio.
19
Antes de comenzar un programa de ejercicio físico, cualquier individuo con enfermedad
cardiovascular diagnosticada necesitará la valoración de un cardiólogo en la cual se incluyan una
anamnesis completa, los antecedentes personales y familiares del paciente y una analítica de
sangre, para valorar y controlar los factores de riesgo cardiovasculares.
Además, para poder ser incluido en un programa de ejercicio físico aeróbico y fuerza muscular,
es necesaria la realización de una prueba de esfuerzo clínica realizada por un cardiólogo con
control electrocardiográfico (ECG), que evaluará lo siguiente:
• La capacidad funcional.
• La respuesta de la frecuencia cardiaca y la presión arterial.
• La aparición de arritmias e isquemia miocárdica.
• Los parámetros clínicos de intolerancia al ejercicio físico.
Previamente a la prescripción del ejercicio físico, será necesario conocer si la prueba de esfuerzo
se ha realizado con la medicación que toma crónicamente el paciente coronario, así como la
estratificación del riesgo cardiovascular del paciente coronario para presentar diversos eventos
adversos durante la realización del programa de ejercicio físico (bajo, medio, alto), con el objetivo
de prevenirlos. Esta estratificación debe ser realizada por un cardiólogo.
Indicaciones
Contraindicaciones
• Angina inestable.
• Hipertensión no controlada (PAS >180 mmHg y/o PAD >110 mmHg en reposo).
• Caída ortostática de PA de 20 mmHg.
• Estenosis aórtica significativa (área valvular aórtica <1 cm²).
• Arritmia auricular o ventricular no controlada.
20
• Taquicardia sinusal no controlada (>120 lpm).
• Insuficiencia cardiaca descompensada.
• Bloqueo arterioventricular de 3.er grado sin marcapasos.
• Pericarditis o miocarditis activa.
• Embolia reciente.
• Tromboflebitis aguda.
• Enfermedad sistémica aguda o fiebre.
• Diabetes mellitus no controlada.
• Condiciones ortopédicas severas que prohíban el ejercicio.
• Otras condiciones metabólicas, como la tiroiditis aguda, la hipopotasemia, la
hiperpotasemia o la hipovolemia (hasta que sea tratado adecuadamente).
Tabla 2. Indicaciones y contraindicaciones en los programas de rehabilitación cardiaca. Fuente: ACSM, 2014
(adaptación).
21
No asociados con la prueba de esfuerzo:
22
Prueba de esfuerzo progresivo: • Se debe intentar estabilizar la
enfermedad y, una vez conseguido, que
• Presencia de arritmias ventriculares
el paciente entre en el grupo de riesgo
complejas durante la prueba
moderado.
ergométrica o su recuperación.
• Presencia de angina pectoral u otros
síntomas significativos (por ejemplo,
disnea poco común, percepción de la
cabeza liviana o mareo a niveles bajos
de ejecución [<5 MET] o durante su
recuperación).
• Alto nivel de isquemia silente durante la
prueba de esfuerzo o su recuperación
(depresión del segmento ST ≥2 mm de
la línea basal).
• Presencia de hemodinámicas anormales
durante las pruebas de esfuerzo y
recuperación. Esto es, incompetencia
cronotrópica o presión arterial sistólica
sin cambios, o disminuyendo, conforme
se incrementen las cargas de la potencia
ergométrica, o recuperación, es decir,
hipotensión posejercicio severa.
Siguiendo los consejos de la OMS, los programas de rehabilitación cardiaca suelen estar divididos
en tres fases:
23
• Fase II: mejora de la condición física. Desde el alta hospitalaria (día 8-10 del episodio
agudo) hasta los 2-3 meses.
• Fase III: mantenimiento. Desde final de la fase II, de por vida.
Fase I
En esta primera fase, el paciente se encuentra ingresado en el hospital como consecuencia de un
episodio agudo. Esta etapa debe iniciarse a las 48 horas del episodio si no hay complicaciones o
una vez que estas hayan desaparecido.
Frecuencia: movilización (3 a 4 veces al día, mínimo 2 veces) durante los 3-5 primeros días de
la estancia en el hospital.
Intensidad: >20 lpm de la FC de reposo en posición sentada o de pie para los pacientes con
un infarto de miocardio y >30 lpm para los pacientes que se recuperan de una cirugía de
corazón; límite superior = 120 lpm, que corresponde a un RPE ≤13 en una escala de 6-20.
Duración: comenzar con paseos intermitentes de 3-5 minutos de duración, según la tolerancia
de cada paciente, y aumentar la duración con las series de ejercicios progresivamente. El periodo
de descanso puede ser un paseo lento (o reposo absoluto, según requiera el paciente) con un
periodo más corto que la duración de la sesión de ejercicio. Se debe tratar de lograr una
proporción de 2:1 ejercicio/reposo.
Progresión: cuando la duración del ejercicio continuo llegue a 10-15 minutos, aumentar la
intensidad según la tolerancia dentro de los límites del RPE y de la FC recomendados.
Fase II
Esta fase se inicia inmediatamente después del alta hospitalaria y tiene una duración de 2-3
meses, aunque existen estudios que demuestran los mismos beneficios con solo 4 semanas.
24
El objetivo de esta fase es la mejora de la condición física del paciente y suele llevarse a cabo en
el hospital a través del programa de rehabilitación cardiaca al que el paciente se incorpora tras el
alta hospitalaria, aunque en algunos casos puede llevarse a cabo en otros centros distintos del
hospital y destinados a este fin.
Viaja
Prueba de esfuerzo
Al comienzo de esta fase, el paciente debe realizar una prueba de esfuerzo. La prueba de esfuerzo
deberá realizarse en el hospital bajo supervisión médica entre los días 10 y 14 tras haber sufrido
el infarto. Esta prueba sirve para determinar el pronóstico, comprobar si aparecen o no
complicaciones durante el esfuerzo y determinar la capacidad funcional del paciente, lo que
servirá́ para programar la intensidad del ejercicio físico que se ha de realizar. Una vez obtenidos
los datos de la prueba de esfuerzo, el paciente puede comenzar su programa de entrenamiento
para la rehabilitación cardiaca.
Intensidad: conviene alcanzar una intensidad que corresponda a una FC entre un 75-85 %
de la FC máx. obtenida en la prueba de esfuerzo. Una intensidad mayor puede aumentar el
riesgo de problemas cardiacos.
25
Indicaciones que se han de tener en cuenta en la fase II.
Tabla 5. Recomendaciones de acondicionamiento aeróbico para pacientes con ECV en fase II.
Fase III
Fase de mantenimiento. Esta fase comienza al finalizar la fase II y debe mantenerse de por vida.
Comprende el periodo de rehabilitación cardiaca fuera del hospital y por cuenta propia del
paciente. El objetivo de esta fase será mejorar y mantener la condición física conseguida en la
fase II.
Tras los controles físicos y psicológicos de las fases anteriores, el paciente deberá integrarse de
nuevo de forma completa en sus actividades cotidianas, regresar a su trabajo o a un nuevo puesto
acorde a sus condiciones.
En esta fase, el paciente deberá haber recibido un informe médico completo (se realiza
normalmente al final de la fase II) en el que se especifican los datos obtenidos en la prueba de
esfuerzo. En este informe aparecerá la carga de trabajo máxima a la que puede realizar ejercicio,
así como las complicaciones que puedan derivarse de la práctica de ejercicio físico y los especiales
cuidados que debe tener en cuenta.
Evaluación inicial
Además de la evaluación inicial, se debe realizar una evaluación de riesgo previa al ejercicio físico
de manera rutinaria antes, durante y después de cada sesión del programa de rehabilitación,
según se considere apropiado por el personal cualificado, que deberá incluir lo siguiente:
• Registro de FC y PA.
• Peso corporal (semanalmente).
26
• Detectar si existen síntomas o evidencia de algún cambio en su estado de salud (no tiene
por qué estar directamente relacionado con el ejercicio). Por ejemplo, disnea durante el
reposo, dolor de cabeza ligero, palpitaciones o pulso irregular, molestias en el pecho.
• Síntomas o signos de intolerancia al ejercicio.
• Cambios en sus medicamentos y adherencia al régimen de medicamentos prescritos.
Sabías que:
Ejercicio aeróbico interválico: se ha demostrado que este tipo de entrenamiento con una
duración de 40 minutos, 3 veces por semana, tiene una mayor mejora en los niveles de
VO2 máx. en pacientes con insuficiencia cardiaca y mayores mejorías a largo plazo en los
valores de VO2 máx. en pacientes tras un baipás en comparación con el ejercicio continuo de
intensidad moderada, aunque todavía no se puede recomendar universalmente debido a la
falta de datos acerca de su seguridad y eficacia. La recomendación sería alternar periodos de
3-4 minutos de ejercicio a alta intensidad (90-95 % de la FC máx.) con ejercicios de
intensidad moderada (60-70 % de la FC máx.).
Es muy importante no abandonar esta fase, puesto que diversos estudios demuestran que 2 o 3
meses de entrenamiento no son suficientes para obtener aumentos importantes de la condición
física, y que para ello se necesitan periodos de tiempo superiores a 1 año.
Fase III. Recomendaciones de acondicionamiento aeróbico para pacientes en fase III con ECV.
Frecuencia: 3-5 días a la semana (mínimo 3 días/semana). Ideal: el mayor número de días a
la semana. La frecuencia del ejercicio depende de varios factores:
Tipo de ejercicio: ejercicio aeróbico (actividades rítmicas que involucren grandes grupos
musculares).
Se prestará especial atención al aumento del gasto energético para el mantenimiento del peso
corporal debido a los numerosos beneficios asociados a la salud. Además, se recomienda incluir
ejercicios de acondicionamiento que incluyan las extremidades superiores e inferiores, gran
variedad en los ejercicios aeróbicos, así como la incorporación de diferente material de
entrenamiento.
27
Progresión: cuando la duración de la sesión llegue a 20 minutos, aumentar la intensidad según
la tolerancia dentro de los límites de FC recomendados.
• Para los pacientes con capacidades muy limitadas de ejercicio, se pueden prescribir
múltiples sesiones diarias cortas (1-10 min).
• FC por debajo del umbral de isquemia; por ejemplo, –10 latidos si dicho umbral se ha
determinado para el paciente.
• Es preferible que los individuos tomen los medicamentos que les han sido recetados a su
hora habitual, según lo recomendado por sus médicos. Los individuos que tomen
betabloqueantes pueden tener una respuesta disminuida de FC al realizar ejercicio y una
capacidad máxima de ejercicio aumentada o disminuida. Para los pacientes en los que la
dosis del betabloqueante haya sido alterada después de una prueba de esfuerzo o
durante el programa de rehabilitación cardiaca, sería recomendable realizar una nueva
prueba de esfuerzo.
Tabla 6. Recomendaciones de acondicionamiento aeróbico para pacientes con ECV en fase III.
Entrenamiento de fuerza
Nota
Hasta la fecha, no hay suficientes datos científicos que aporten evidencia sobre el efecto del
entrenamiento de fuerza en pacientes con insuficiencia cardiaca congestiva, arritmias
incontroladas, enfermedad valvular severa, hipertensión no controlada y síntomas inestables.
Todos los pacientes que participan en un programa de rehabilitación cardiaca deben, además,
complementarlo con ejercicios de fuerza, especialmente aquellos que necesitan mejorar sus
niveles de fuerza para llevar a cabo las actividades de la vida diaria, el trabajo o las actividades
de ocio, y aquellos con insuficiencia cardiaca controlada, obesidad y diabetes.
28
Hoy en día el entrenamiento de fuerza es una parte importante de los programas generales de
entrenamiento para la mayoría de los pacientes con enfermedad cardiovascular. Dicho
entrenamiento produce muchos y los siguientes beneficios:
Frecuencia: 2-3 días a la semana con al menos 48 horas de separación entre sesiones de
entrenamiento para el mismo grupo muscular. Se pueden entrenar todos los grupos musculares
en una misma sesión o dividir las sesiones por grupos musculares diferentes. El entrenamiento
de fuerza debe realizarse después de parte del entrenamiento aeróbico, lo que permitirá un
mejor calentamiento para su comienzo.
Intensidad: la carga inicial debe permitir realizar sin esfuerzo 10-15 repeticiones (30-40 % de
1RM para el tren superior y 50-60 % para el tren inferior).
Indicaciones que se han de tener en cuenta en el entrenamiento de fuerza para pacientes con
ECV en fase III.
• Técnicas apropiadas:
o Movimientos lentos y controlados en toda su extensión.
o Mantener el patrón de respiración regular y evitar contener la respiración.
o Un RPE de 11-14 en una escala de 6-20 puede utilizarse como guía subjetiva de
esfuerzo.
o Detener el ejercicio si aparecen signos o síntomas como mareos, arritmias, inusual
falta de aire o malestar anginoso.
• La dosis de ejercicio se puede aumentar mediante el aumento de la carga, el aumento del
número de repeticiones o disminuyendo el periodo de descanso entre las series o ejercicios.
29
• Aumentar las cargas con incrementos del 5 % cuando el paciente puede alcanzar
cómodamente el límite superior del intervalo de repetición prescrito (por ejemplo, 12-15
repeticiones).
• Los pacientes de riesgo bajo pueden llegar a 8-12 repeticiones con una resistencia del 60-
80 % de 1RM.
• Al inicio, el entrenamiento se realizará con una sola serie para cada uno de los grandes
grupos musculares. Se harán múltiples series más adelante según aumente el nivel de
tolerancia.
Tabla 7. Recomendaciones de entrenamiento de fuerza para pacientes con ECV en fase III.
30
3-4 60-70 20-40 10-20 Opcional 2
Tabla 8. Ejemplos de progresión de ejercicio en un programa de ejercicios para pacientes con ECV. Fuente: ACSM,
2014.
Continuar con dos repeticiones de ejercicio continuo y un periodo de descanso hasta realizar
únicamente ejercicio continuo. CF= capacidad funcional.
Nota
Ejemplo de una sesión de ejercicio continuo para enfermos en la fase III de rehabilitación
cardiaca.
31
Parte principal (40 minutos)
Tabla 9. Ejemplo de una sesión de ejercicio continuo para enfermos de ECV en fase III de rehabilitación cardiaca.
• Si no ha tomado la medicación.
• Infección aguda (vías respiratorias, urinarias, fiebre, gripe o en otros sistemas).
• Si la presión arterial sistólica es mayor de 160 mmHg o la presión arterial diastólica es
mayor de 100 mmHg en reposo.
• Náuseas, vómitos o diarrea.
• Hipoglucemia (temblor, aumento de sudoración, hambre o palidez).
• Mareo y síncope.
• Síntomas de angina y aparición de taquicardia en reposo (FC >120 lpm en reposo).
• Aumento de peso corporal de 2 kg en los 1-3 días previos.
• Aumento súbito de disnea en reposo.
• En caso de diabetes mellitus, con glucemia superior a 250 mg/dl y si hay cuerpos cetónicos
en la orina o la glucemia es superior a 300 mg/dl.
• No realizar ejercicio en ayunas. Esperar un mínimo de 2 horas entre el final de una comida
y el inicio del ejercicio.
• Cualquier otra circunstancia conocida que pueda ser una contraindicación para la práctica
de ejercicio físico.
32
Recomendaciones de seguridad durante la realización de la sesión de ejercicio
físico en personas con ECV
1. Durante el ejercicio físico, en caso de presentar alguno de los siguientes signos y síntomas de
un proceso adverso, se debe suspender la sesión de ejercicio físico y acudir a su médico:
2. Si la presión arterial sistólica desciende más de 10 mmHg por debajo de los niveles de reposo
a pesar de aumentar la intensidad de ejercicio, el ejercicio debe detenerse.
3. Si la presión arterial sistólica disminuye más de 10 mmHg durante el ejercicio físico, el ejercicio
debe detenerse.
4. Llevar el tratamiento que se le haya recetado para los momentos en que tenga sensación de
angina u opresión torácica.
Los síntomas principales que manifiestan estos pacientes son los siguientes:
Debido a que la inactividad física hace que la enfermedad se vea empeorada, el ejercicio físico en
estos pacientes es fundamental.
Los beneficios de la actividad física en pacientes con insuficiencia cardiaca son los mismos que
los expuestos anteriormente en pacientes con enfermedad coronaria conocida.
33
Comienzo del programa. Duración de las sesiones: se comenzará con sesiones de tiempo
cortas (10-20 minutos), aumentando progresivamente (30-60 minutos) siempre que sea posible.
Los ejercicios comenzarán con duraciones muy cortas, alternando ejercicio aeróbico y periodos
de descanso. Por ejemplo, se podrá comenzar con 5 minutos caminando a ritmo ligero, seguidos
de descansos de 5 minutos caminando a ritmo lento. Se irá aumentando gradualmente la duración
de los ejercicios según el paciente vaya aumentando el nivel de tolerancia y, finalmente, se
realizarán las sesiones de ejercicio siguiendo las recomendaciones generales expuestas
anteriormente para pacientes con ECV conocida en fase III.
La prescripción de ejercicio físico para los pacientes con trasplante cardiaco ofrece un conjunto
de grandes desafíos. Durante los primeros meses tras la operación, el corazón trasplantado no
responde con normalidad a la estimulación nerviosa simpática. Durante este periodo, el equipo
de rehabilitación cardiaca debe tener en cuenta las siguientes consideraciones:
1. La FC de reposo es elevada.
2. La FC tiene una respuesta diferente al ejercicio. El incremento de la FC durante el ejercicio
se produce con retraso y la FC máx. es inferior a lo normal.
Sin embargo, pasado un año de la cirugía, aproximadamente un tercio de los pacientes muestran
una respuesta de la FC generalmente normalizada durante el ejercicio, y se puede comenzar a
prescribir sobre la base de los resultados de FC obtenidos en la prueba de esfuerzo, siguiendo las
pautas generales para los pacientes con ECV estudiadas anteriormente.
34
2. Resumen
Hoy en día se sabe que los programas de ejercicio físico llevados a cabo con seguridad y eficacia
disminuyen la aparición de nuevos eventos cardiacos, así como el número de ingresos
hospitalarios; asimismo, mejoran la calidad de vida de las personas en los aspectos físico, mental
y psicológico, y son una parte fundamental para el tratamiento de la mayor parte de las
enfermedades cardiovasculares.
Los programas de ejercicio físico mejoran los valores basales de presión arterial en personas que
padecen hipertensión arterial. Estos programas deben basarse fundamentalmente en el
entrenamiento de ejercicio físico aeróbico acompañado del entrenamiento de fuerza muscular.
Por otro lado, las personas que han padecido un evento cardiaco o con presencia de alguna
enfermedad cardiovascular conocida deben incorporarse a un programa de rehabilitación
cardiaca, que se compone de tres fases. Estos programas deben comenzar lo antes posible tras
la hospitalización y deben llevarse a cabo siguiendo las directrices de seguridad establecidas.
35
3. Mapa conceptual
36
4. Recursos bibliográficos
Bibliografía básica
American College of Sports Medicine. (2013). ACSM's guidelines for exercise testing and
prescription. Filadelfia: Lippincott / Williams & Wilkins.
Del Valle Soto, M., Marqueta, P. M., De Teresa Galván, C., Bonafonte, L. F., Luengo, E. y
Aurrekoetxea, T. G. (2015). Prescripción de ejercicio físico en la prevención y tratamiento de
la hipertensión arterial. Documento de consenso de la Sociedad Española de Medicina del
Deporte (SEMED-FEMEDE). Archivos de Medicina del Deporte: Revista de la Federación
Española de Medicina del Deporte y de la Confederación Iberoamericana de Medicina del
Deporte, 32(5), 281-313.
Fernández Luque, F., Mora Robles, J., Cantador Hornero, M. y Soto Sánchez, J. (2014). Guía
de ejercicios para pacientes con enfermedad cardiovascular. Sevilla: Servicio Andaluz de Salud.
Mancia, G., Fagard, R., Narkiewicz, K., Redon, J., Zanchetti, A., Böhm, M.…, Dominiczak, A.
(2013). Guía de práctica clínica de la ESH/ESC para el manejo de la hipertensión arterial.
Hipertensión y Riesgo Vascular, 30(3), 4-91.
Montero, J. M. M., Ramírez, R. A., Durán, M. D. M., De Pablo Zarzosa, C. y Abraira, V. (2005).
Rehabilitación cardiaca en pacientes con infarto de miocardio. Resultados tras 10 años de
seguimiento. Revista Española de Cardiología, 58(10), 1181-1187.
Pescatello, L., Franklin, B., Fagard, R., Farquhar, W., Kelley, G. A. y Ray, C. A. (2004). American
College of Sports Medicine position stand. Exercise and hypertension. Medicine and Science in
Sports and Exercise, 36(3), 533-553.
Soriguer, F., Martínez, G. R., Esteva, I., De Adana, M. S. R., Catalá, M., Merelo, M. J. y Cuesta,
A. L. (2003). Actividad física y factores de riesgo cardiovascular y metabólico en la población
general. Medicina Clínica, 121(15), 565-569.
37
Bibliografía complementaria
Recursos online
American Association for Cardiovascular and Pulmonary Rehabilitation. (s. f.). Recuperado de
http://www.aacvpr.org
Otros recursos
Fundación Ramón Areces. (s. f.). Ejercicio físico e hipertensión. [Vídeo]. Recuperado de
http://www.fundacionareces.tv/watch/50cb8ed2c319970b170a0000
PlusEsMas. (29 abril de 2014). Así se produce un infarto de miocardio. [Vídeo]. Recuperado de
https://www.youtube.com/watch?v=r06y8AkfHEk
38
Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte
1.2.1. Definición......................................................................................................... 9
2
1.8.3. Entrenamiento aeróbico, entrenamiento de fuerza y entrenamiento combinado
(aeróbico + fuerza) .................................................................................................. 36
1.8.7. Otros factores que influyen en el control del peso: sueño y estrés ......................... 39
2. Resumen .................................................................................................................. 43
3
UD 3. Ejercicio físico y enfermedades metabólicas
4
1. Desarrollo del contenido
Estos factores de riesgo son causados principalmente por la combinación de factores asociados al
estilo de vida y factores genéticos.
La definición de síndrome metabólico surgió hace 30 años para definir y agrupar una situación
que empezó a observarse con gran frecuencia en la consulta clínica, la presencia conjunta de
varios factores de riesgo de origen metabólico: obesidad visceral, dislipidemia, hiperglucemia e
hipertensión arterial. Desde entonces, y hasta el día de hoy, el SM ha sido un concepto
controvertido.
Los criterios diagnósticos propuestos para el síndrome metabólico son diversos. El Dr. Gerald
Reaven, en el año 1988, describió el síndrome como «una serie de anormalidades que incluyen
hipertensión arterial, diabetes mellitus y dislipidemia», que denominó «síndrome X», en el cual
la resistencia a la insulina constituía el principal mecanismo fisiopatológico (Lizarzaburu Robles,
2013). En la actualidad no existe una definición universal para el SM. Los criterios y
parámetros para su diagnóstico han sido definidos por diferentes guías y consensos, y varían en
función de la organización o de la fuente de la que provienen. En la presente unidad didáctica se
tendrán en cuenta los criterios diagnósticos propuestos por la National Cholesterol Education
Program-Adult Treatment Panel III (NCEP ATP III) y la International Diabetes
Federation (IDF) (Alberti, Zimmet y Shaw, 2006; «Third Report of the National Cholesterol
Education Program [NCEP] Expert Panel on Detection, Evaluation, and Treatment of High Blood
Cholesterol in Adults [Adult Treatment Panel III] final report», 2002) debido a su amplia
aceptación internacional.
5
CRITERIOS DIAGNÓSTICOS DE SÍNDROME METABÓLICO
• Obesidad visceral.
• Dislipidemia.
• Resistencia a la insulina.
• Hipertensión arterial.
• Estado proinflamatorio.
• Estado protrombótico.
6
Figura 1. Imagen esquemática de los factores implicados en el síndrome metabólico. Fuente: imagen obtenida de
«Ejercicio físico y salud en poblaciones especiales» (Casajús y Vicente-Rodríguez (2011).
Viaja
Accede a este interesante artículo en el que se profundiza en las controversias del síndrome
metabólico: ¿Existe el síndrome metabólico? Además, repasarás y afianzarás desde una
perspectiva global los contenidos que se acaban de estudiar.
El aumento de la obesidad y del sobrepeso en los países desarrollados, el sedentarismo, los malos
hábitos nutricionales y la inactividad física hacen que el aumento de la incidencia del SM sea cada
vez mayor.
En España hasta hace pocos años no existían datos de la prevalencia del síndrome metabólico,
pero recientemente el estudio Enrica reveló que la prevalencia de síndrome metabólico entre los
años 2008-2010 era del 22.7 % y la del síndrome metabólico premórbido (sin tener en cuenta a
individuos con diabetes mellitus o enfermedad cardiovascular diagnosticada) del 16.9 % (Guallar-
Castillón et al., 2014).
A nivel mundial, se sabe que las cifras de incidencia del síndrome metabólico están aumentando
con el paso de los años, pero lo más alarmante es que cada vez la edad en la que se presenta es
menor.
7
1.1.2. Resistencia a la insulina
La resistencia a la insulina es la incapacidad que tiene el organismo para utilizar de forma eficiente
la insulina.
En una situación en la que el organismo funciona de manera normal, cuando se producen altas
concentraciones de glucosa en sangre (hiperglucemia), el páncreas libera insulina; a continuación,
la insulina se une a los receptores de insulina localizados principalmente en células del hígado,
músculo esquelético y tejido adiposo. La unión de la insulina con los receptores de insulina en la
célula actúa como «puerta» y hace posible la entrada de glucosa desde el torrente sanguíneo a
la célula para la producción de energía (Soca, 2009).
Este proceso, a su vez, provoca un mecanismo de compensación, en el cual, al haber un alto nivel
de glucosa en sangre, las células ß del páncreas aumentan la secreción de insulina, lo que provoca
que aumenten temporalmente los niveles de insulina en sangre o hiperinsulinemia para ayudar a
mantener los niveles de glucemia dentro de valores normales.
Si esta situación se mantiene durante años, podrá aparecer una disfunción de las células ß del
páncreas debido a la incapacidad de mantener la hipersecreción de insulina, lo que conllevará la
disminución de la secreción de insulina y el desarrollo de diabetes mellitus tipo 2 (disfunción en
la secreción de insulina).
8
• La resistencia a la insulina se relaciona con un estado de inflamación crónico favorecido
por el alto número de adipoquinas secretadas por el tejido adiposo. Estas adipoquinas
aceleran la aterosclerosis y, por lo tanto, favorecen la posibilidad de padecer infarto agudo
de miocardio, causa frecuente de muerte en el síndrome metabólico y en la diabetes
mellitus tipo II.
1.2. Diabetes
1.2.1. Definición
La OMS define la diabetes como «una grave enfermedad crónica que se desencadena cuando el
páncreas no produce suficiente insulina, o cuando el organismo no puede utilizar con eficacia la
insulina que produce».
Más del 90 % de los diabéticos padecen diabetes mellitus tipo 2. Según la OMS, el número de
personas afectadas en todo el mundo por esta enfermedad se ha triplicado en los últimos 20 años
y la previsión es que esta tendencia siga aumentando, de modo que en un futuro prácticamente
el 30 % de la población podrá presentar resistencia a la insulina y sus complicaciones asociadas
(Ríos y Angosto, 2015).
9
Algunos datos de la diabetes:
• En 2014 la prevalencia mundial de la diabetes fue del 9 % entre los adultos mayores de
18 años (OMS, 2014).
• En el año 2012 fallecieron 1.5 millones de personas como consecuencia directa de la
diabetes.
• Más del 80 % de las muertes por diabetes se registra en países de ingresos bajos y medios.
• Según proyecciones de la OMS, la diabetes será la séptima causa de mortalidad en 2030.
• La diabetes afecta en España a seis millones de personas y es la responsable de 25 000
muertes cada año, además de estar detrás de 7 de cada 10 amputaciones no traumáticas
de las extremidades inferiores y de ser la responsable del 16 % de los casos de ceguera.
• En España, se han publicado resultados del mejor estudio epidemiológico realizado en
nuestro país hasta la fecha, el Estudio di@betes. El 13,8 % de los españoles mayores de
18 años tiene diabetes tipo 2. De ellos, casi 3 millones ya estaban diagnosticados, y el
43 % del total desconocía que padecía la enfermedad.
• La dieta saludable, la actividad física regular, el mantenimiento de un peso corporal normal
y evitar el consumo de tabaco pueden prevenir la diabetes de tipo 2 o retrasar su aparición.
10
Clasificación de los valores de glucosa en la sangre:
55 mg/dL o menos.
*El nivel de glucemia después del ayuno nocturno se llama glucosa basal.
Tabla 2. Clasificación de los valores de glucosa en sangre según la Fundación para la Diabetes.
Nivel de glucosa en sangre aleatoria (sin ayuno): glucemia >200 mg/dl + síntomas.
Figura 3. Valores para el diagnóstico de diabetes según la American Diabetes Association (2015).
11
1.2.4. Tipos de diabetes
La diabetes mellitus tipo 1 es una enfermedad autoinmune en la cual las células beta del
páncreas productoras de insulina se destruyen por procesos autoinmunes o debido a otros
procesos y, por lo tanto, se produce una incapacidad total de producir insulina. Este tipo de
diabetes presenta un componente genético, que se desencadena generalmente por una infección
vírica. El tratamiento consiste en la administración de insulina.
Este tipo de diabetes representa solo el 10 % de los enfermos de diabetes mellitus. Principalmente
sus inicios comienzan en la infancia, la insuficiencia renal crónica es la principal causa de muerte.
El ejercicio físico puede tener un efecto beneficioso en este tipo de pacientes, siempre y cuando
se tengan en cuenta algunas consideraciones fundamentales en relación con el efecto del ejercicio
físico en este tipo de pacientes.
La diabetes mellitus tipo 2 se caracteriza por una hiperglucemia resultante de defectos tanto en
la acción de la insulina (resistencia a la insulina) como en su secreción (déficit de
insulina) (Novials, 2006).
Estos enfermos tienen de tres a cuatro veces mayor riesgo de presentar complicaciones por
aterosclerosis que la población normal, la causa principal de muerte es el infarto agudo de
miocardio.
En estos pacientes la actividad física supone un factor fundamental para su tratamiento, el cual
debe formar parte del estilo de vida junto con unos hábitos de alimentación saludables.
12
1.2.5. Ejercicio físico y diabetes
Tradicionalmente, la principal función del ejercicio físico en pacientes con diabetes tipo 2 ha sido
la mejora del control glucémico. Sin embargo, se ha observado un gran número de beneficios
asociados a la prescripción de ejercicio físico en estos pacientes:
La práctica regular de ejercicio también puede prevenir o retrasar la transición de las personas
que presentan prediabetes hacia el desarrollo de diabetes mellitus (Knowler et al., 2002).
El mecanismo general por el cual el ejercicio físico actúa en esta enfermedad se debe
fundamentalmente a dos acciones:
Debido a que el efecto de una sesión de ejercicio aislada desaparece a los pocos días, la
recomendación en estos pacientes es la de realizar actividad física de manera regular.
Además de los beneficios que el ejercicio físico ocasiona en relación con el gasto energético, se
produce una variedad de modificaciones metabólicas en el organismo que mejoran la salud
general de la persona.
13
Entre los beneficios metabólicos que proporciona la realización de actividad física moderada
de manera regular, además, se destacan los siguientes (Cordero, Masiá y Galve, 2014):
En personas sanas el ejercicio físico regula la glucemia de la siguiente manera (Murillo, 2012):
• Hiperglucemia.
• Cetosis.
• Mayor aumento del glucagón y hormona del crecimiento.
14
1.2.8. Ejercicio físico en la diabetes tipo 1
En individuos con diabetes mellitus tipo 1, el papel del ejercicio físico y del entrenamiento regular
en la mejora del control de la glucemia no ha sido totalmente clarificado.
Indicaciones
Para un adecuado nivel glucémico durante el ejercicio físico, se debe imitar el funcionamiento
normal de la insulina en personas sanas, por lo que la dosis de insulina deberá reducirse a la
hora de realizar ejercicio físico (Márquez Rosa, Rodríguez Ordax y Abajo Olea, 2006).
• Administrar insulina al menos una hora antes del ejercicio. Si el tiempo es menor,
inyectar en lugares no activos.
• Disminuir la dosis de insulina antes del ejercicio.
• Alterar, si es necesario, el esquema diario de administración.
• Comer 1-3 h antes del ejercicio, y valorar la glucemia antes de comenzar el ejercicio.
• Tomar hidratos de carbono durante el ejercicio, al menos cada 30 min, si el ejercicio es
intenso y de larga duración.
15
• Valorar la glucemia durante el ejercicio, si es necesario, para ajustar la frecuencia y
cantidad de alimento que se ha de ingerir.
• Aumentar el consumo de alimentos hasta 24 h después del ejercicio (dependiendo de la
intensidad y de la duración) para evitar la hipoglucemia posejercicio.
Consideraciones especiales
Beneficios de la práctica regular de ejercicio físico en personas con diabetes mellitus tipo I
16
- Mejora el perfil lipídico:
El ejercicio físico supone un tratamiento eficaz para el control de la diabetes tipo 2. Tanto el
ejercicio aeróbico como el entrenamiento de fuerza o una combinación de ambos pueden resultar
beneficiosos para la mejora del control glucémico, siempre y cuando estén bien estructurados,
planificados y se realicen de forma individualizada y supervisada.
Antes de realizar un programa de ejercicio físico dirigido a personas con diabetes, es necesario
tener en cuenta:
Un programa de ejercicio para enfermos de diabetes deberá contar con un programa inicial de
ejercicio físico aeróbico de 24 semanas. Este periodo ha demostrado aportar grandes
adaptaciones fisiológicas crónicas al ejercicio y, por lo tanto, beneficios sobre la salud global.
17
Viaja
En el siguiente enlace podrás encontrar un artículo de revisión del ACSM con más información
sobre los efectos y los beneficios del ejercicio físico en personas con diabetes tipo 2. ACSM
diabetes tipo 2.
Tanto el ejercicio aeróbico como el entrenamiento de fuerza han demostrado ser beneficiosos
sobre la diabetes mellitus tipo 2. Algunos estudios basados en intervenciones con entrenamiento
combinado de resistencia y de fuerza también han demostrado resultados positivos en el control
de la glucemia.
Los principales beneficios de un programa de ejercicio físico en personas con diabetes mellitus
tipo 2 son (Canadian Diabetes Association, Sigal et al., 2013; Steinberg et al., 2014):
18
PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO FÍSICO AERÓBICO
19
• El ACSM recomienda que estos pacientes no realicen más de dos días consecutivos
de inactividad física (ACSM, 2013).
• Si el principal objetivo es la disminución de factores de riesgo, se deberá poner especial
atención a la realización de ejercicios de intensidad vigorosa, siempre y cuando el paciente
ya haya alcanzado la adaptación a esta intensidad. Por otro lado, si el objetivo principal
es la pérdida de peso, además, habrá que poner especial atención en el objetivo del gasto
de 2000 kcal/semana (ACSM, 2013).
Viaja
En este enlace podrás observar una infografía explicativa acerca de los síntomas de la
hipoglucemia.
En este enlace encontrarás una infografía de cómo actuar ante una hipoglucemia.
En este enlace podrás acceder a una infografía con información y consejos sobre cómo
adaptar la diabetes a la práctica deportiva, de la Fundación para la Diabetes.
- Controlar la glucemia antes, durante y después del ejercicio para prevenir la hipoglucemia.
Especial atención en pacientes con bajo tratamiento médico (insulina o con antidiabéticos orales).
- En caso de que existan patologías asociadas, se deberán tener en cuenta y adaptar el tipo de
ejercicio a las posibilidades de cada individuo.
20
- Hipertensión: debido a que la hipertensión se presenta a menudo en estos pacientes, el ejercicio
se deberá ajustar a los criterios descritos en las recomendaciones para pacientes con
hipertensión.
- Los pacientes controlados con dieta no tienen que tomar alimentos durante y después del
ejercicio, excepto si este es muy intenso y de larga duración.
- El problema más grave para las personas con diabetes mellitus que hacen ejercicio es la
hipoglucemia, principalmente en aquellos individuos que necesitan insulina o hipoglucemiantes
orales para aumentar la secreción de insulina.
• Glucosa sanguínea por encima de 250 mg/dL (iguales o superiores a 13.7 mmol/L) y
presencia de cetonas.
• Glucosa sanguínea entre 80 y 100 mg/dL con alto riesgo de hipoglucemia.
• Estados de descompensación de la enfermedad.
• Enfermedad o infección.
• Hemorragia retiniana.
Cuando se realiza ejercicio físico de larga duración, al utilizar grasas como vía metabólica para la
producción de energía, el cuerpo puede producir más cantidad de cetonas. Cuando el nivel de
cuerpos cetónicos se eleva por efecto del ejercicio físico, al finalizar, estos niveles volverán a
disminuir a valores normales. Este descenso no se produce cuando el aumento de cetonas viene
dado por la falta de insulina.
21
Niveles de cetonas en sangre:
1.3. Obesidad
La obesidad hoy en día representa un importante problema de salud, tanto en países social y
económicamente desarrollados como en los que se encuentran en vías de desarrollo (Redondo et
al., 2010).
22
Según se estima, en España la obesidad es la responsable del 80 % de los casos de diabetes
mellitus tipo 2, del 55 % de los casos de hipertensión arterial y del 35 % de los casos de la
enfermedad coronaria en adultos.
Según el último informe de la OMS con datos del año 2010, España se sitúa entre los países
europeos con mayor índice de sobrepeso y obesidad, con aproximadamente un 30 % de obesidad
y un 70 % de sobrepeso.
En el año 2010, el Ministerio de Sanidad informó de que uno de cada cuatro niños españoles
presentó sobrepeso u obesidad como consecuencia de malos hábitos de alimentación y de
inactividad física.
Tal y como se expuso en la Unidad didáctica 1, existe una estrecha relación entre la obesidad en
la edad pediátrica y el riesgo de presentar obesidad en la edad adulta. Se estima que del 50 %
al 80 % de los adolescentes que presentan obesidad serán igualmente obesos en su edad adulta
(Redondo et al., 2010).
Por otro lado, en una revisión que incluyó 37 estudios se demostró que un índice de masa corporal
elevado durante la infancia se relaciona con una mayor incidencia de diabetes, enfermedad
coronaria y diversos tipos de cáncer en la edad adulta (Llewellyn, Simmonds, Owen y Woolacott,
2016).
Se ha demostrado que una adecuada intervención primaria en niños y adolescentes que presentan
sobrepeso reduce de manera significativa la obesidad y la diabetes mellitus tipo 2 en edades
adultas y, por lo tanto, también el riesgo cardiovascular (Redondo et al., 2010).
La obesidad es una enfermedad crónica multifactorial causada por una interacción genético-
ambiental, caracterizada por un exceso de tejido adiposo y con graves consecuencias para
la salud por su asociación con otras enfermedades crónicas o comorbilidades como diabetes,
artrosis, hipertensión arterial, insulinorresistencia o dislipidemia, además de la alta tasa de
mortalidad que genera (Sánchez Ortega, Sánchez Juan y Alfonso García, 2014).
La OMS define el sobrepeso y la obesidad como una acumulación anormal o excesiva de grasa
que puede ser perjudicial para la salud (OMS, 2016).
Algunos datos
A nivel mundial, según datos de la OMS, en 2016 más de 1900 millones de adultos tenían
sobrepeso, de los cuales, más de 650 millones eran obesos.
23
La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) ha publicado
recientemente el informe Obesity Update 2017 (actualización sobre la obesidad 2017); en él se
muestran los datos relativos a la situación del sobrepeso y la obesidad en los países miembros
de esta organización. Estados Unidos encabeza, junto a México y Nueva Zelanda, el ranking de
países con mayor tasa de obesidad; en el lado opuesto se encuentran Japón, Corea e Italia, que
son los países con menor prevalencia de la obesidad entre la población adulta.
En relación con la obesidad infantil, los últimos datos (2015-17) de la Iniciativa de vigilancia
de la obesidad infantil de la Organización Mundial de la Salud (OMS) muestran que los
países del sur de Europa tienen la tasa más alta de obesidad infantil. En Italia, Chipre, España,
Grecia, Malta y San Marino, aproximadamente, uno de cada cinco niños (entre el 18 % y el 21 %)
son obesos.
Diagnóstico:
% de grasa corporal
Uno de los mejores indicadores para valorar la obesidad es a través del porcentaje de grasa, el
cual hace referencia a la cantidad de grasa presente en el cuerpo respecto a la masa corporal
total. Este método es más fiable para determinar sobrepeso u obesidad que el IMC. El principal
inconveniente es que es menos sencillo de valorar que el IMC y requiere de material más
específico y costoso.
Los valores de % de masa grasa adecuados en personas adultas se sitúan en hombres entre el
12 % y el 20 %, y en mujeres entre el 20 % y el 30 % (SEEDO 2007). La obesidad según este
marcador vendría definida por un porcentaje de masa grasa superior al 25 % en hombres y al
33 % en mujeres.
IMC
El índice de masa corporal (IMC) es el indicador más aceptado y utilizado para detectar los niveles
de obesidad, debido a que, tras numerosas investigaciones (y aunque se ha puesto en duda en
numerosas ocasiones y es un indicador muy criticado), sigue siendo el método más sencillo y con
un gran valor de predicción del exceso de % de grasa.
Siguiendo este método, se define obesidad cuando el IMC es ≥30 kg/m2 en adultos, tanto en
mujeres como en hombres.
24
El IMC se calcula a partir de la fórmula: peso (kg)/talla (m 2).
IMC Clasificación
18.5-24.9 Normopeso
Para la mayoría de los individuos, el IMC proporciona una buena estimación de la grasa corporal.
Sin embargo, tiene algunos inconvenientes. Recientes investigadores destacan que el IMC no
informa de la distribución de la grasa corporal, no diferencia entre masa magra y masa grasa, y
es un mal indicador en sujetos de baja estatura, edad avanzada, musculados, con retención
hidrosalina o gestantes. No se considera útil medir el peso corporal cuando el IMC ≥35 (Lecube
et al., 2017).
Nota
El IMC no mide directamente la grasa corporal, por lo que algunas personas, como
determinados deportistas, pueden presentar un índice de masa corporal en la categoría de
obesos a pesar de que no tienen exceso de grasa corporal.
En niños se utilizan las curvas de crecimiento hasta los 18 años. Se recomienda usar los
estudios percentiliares de la OMS.
25
El problema del IMC es que tiene buena especificidad, pero baja sensibilidad, debido a que en la
edad pediátrica se correlaciona más con la masa magra y menos con la masa grasa, por lo que
en determinadas ocasiones surge la necesidad de estimar la masa grasa corporal con técnicas
antropométricas o con otros métodos más complejos (bioimpedancia eléctrica, DXA, etcétera).
Dependiendo de dónde se localice el exceso de tejido adiposo, las complicaciones médicas son de
diferente magnitud. Las complicaciones relacionadas con la enfermedad cardiovascular, la
hipertensión, la dislipidemia, la diabetes y la muerte prematura son más altas en individuos
obesos en los que el exceso de tejido adiposo se deposita en el área del abdomen (obesidad
intraabdominal o visceral) en comparación con el área femoral y de la cadera (segundo
extraabdominal o subcutáneo). Es decir, los riesgos para la salud son mayores en aquellas
personas con obesidad localizada en la extremidad superior que en la extremidad inferior, lo que
se denomina obesidad androide y obesidad ginoide.
26
Un modo de medir este tipo de obesidad es mediante el índice cintura-cadera (ICC). Este índice
tiene una alta correlación con la grasa visceral y es una medida complementaria al índice de masa
corporal (IMC).
ICC: este cociente predice la mayor parte de las complicaciones derivadas de la obesidad.
ICC hombres: 1.
Algunos hábitos del estilo de vida están relacionados con la grasa abdominal. Por ejemplo, fumar,
el consumo de alcohol y los altos cambios de peso aumentan el almacenamiento de grasa
abdominal, mientras que el ejercicio físico los disminuye.
De modo general, los factores que determinan el origen de la obesidad son tres:
Viaja
En este enlace podrás acceder al mapa de la obesidad. Podrás observar todos los factores
implicados en el balance energético y su interrelación. Después de navegar por el mapa,
¿crees que la obesidad es una enfermedad sencilla de combatir?
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Debido al gran problema de salud pública que supone la obesidad, en los últimos años se ha
puesto un especial énfasis en el estudio de los procesos responsables de su desarrollo.
27
Hoy en día se acepta que la obesidad tiene un origen multifactorial (Zapico et al., 2012). La
obesidad suele ser resultado de una combinación de causas y factores contribuyentes, los cuales
incluyen:
Genética
La obesidad tiende a reproducirse en las familias. Si uno o ambos padres son obesos, el riesgo
de ser obeso es más alto. Eso no es solo debido a la genética; los miembros de una misma
familia tienden a compartir los hábitos de alimentación y de actividad física.
Inactividad física
Mantener un estilo de vida activo, realizar ejercicio físico y reducir los tiempos sedentarios
aumentan el gasto energético.
Mala alimentación
Una alimentación alta en calorías y falta en frutas y verduras contribuye al exceso de peso.
Problemas médicos
Ciertos medicamentos
Diversos estudios han demostrado que los factores sociales y económicos están estrechamente
ligados a la obesidad. Por ejemplo, los recursos económicos influyen en la posibilidad y decisión
de elegir determinados alimentos, así como el modo en que se preparan. Por otro lado, el
entorno social influye a la hora de elegir el tipo de alimentos.
28
Edad
La obesidad puede darse a cualquier edad, incluso en edad infantil. Pero debido a cambios
hormonales y al estilo de vida, con la edad se incrementa el riesgo de obesidad. El metabolismo
disminuye al igual que las necesidades energéticas; sin embargo, si no se modifican los hábitos
de consumo de alimentos y de actividad física, el peso tenderá a aumentar.
Embarazo
El aumento de peso por encima del recomendado durante el embarazo se asocia positivamente
con el desarrollo de obesidad después del embarazo en mujeres.
Dejar de fumar
Falta de sueño
Se ha demostrado que durante las horas de sueño se liberan ciertas hormonas que contribuyen
al consumo energético; además, la falta de horas de sueño contribuye a cambios hormonales
que aumentarán el apetito.
Viaja
Accede al siguiente artículo recientemente publicado para obtener más información sobre la
actualidad de la obesidad. Prevención, diagnóstico y tratamiento de la obesidad.
Posicionamiento de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad de 2016.
El mayor aumento de factores de riesgo en sujetos obesos en comparación con personas con un
peso normal se debe a un conjunto de factores que se manifiestan debido al perfil metabólico
alterado, por el cual la obesidad se asocia a un gran número de riesgos y problemas para la salud,
entre los que se resumen los siguientes:
• Insulinorresistencia.
• Diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial, dislipidemia, síndrome metabólico.
• Cardiopatía isquémica, insuficiencia cardiaca congestiva, enfermedad cerebrovascular,
enfermedad vascular periférica.
• Disfunción respiratoria, enfermedad vesicular, esteatosis hepática.
29
• Artrosis, dificultades en el aparato locomotor.
• Disfunción sexual, infertilidad.
• Incremento de riesgo de algunos tipos de cáncer.
• Infecciones, sobre todo a nivel de la piel.
• Complicaciones trans y posoperatorias.
• Problemas psicológicos: sentimiento de culpa, depresión, ansiedad y baja estima.
• Aumenta el riesgo de muerte prematura.
30
1.6. Balance energético
La realización de actividad física diaria permite un adecuado control del peso y de la masa grasa
al ser un componente del consumo energético. Pero además del evidente efecto sobre el gasto
energético, el ejercicio físico ofrece otros efectos positivos que mejoran el perfil metabólico
alterado de la persona obesa.
A nivel metabólico
• A pesar de que el ejercicio aeróbico estimula la lipólisis, esta respuesta aparece debilitada
en personas obesas en comparación con sujetos no obesos de la misma edad (Horowitz,
2001).
• En individuos con obesidad se observan disfunciones endocrinológicas durante los
esfuerzos aeróbicos. Entre ellas se destacan la liberación de grandes cantidades de
cortisol, así como de insulina, junto a una disminuida liberación de adrenalina y hormona
de crecimiento (GH) (Hansen, Meeusen, Mullens y Dendale, 2012).
• La hormona de crecimiento, fuertemente vinculada a la lipólisis en ejercicios aeróbicos, se
ve severamente reducida en sujetos obesos.
Esto se observó en trabajos en bicicleta y en caminatas, en hombres y mujeres, así como
también en ejercicios de carrera continua a intensidades de entre el 50 % y el 70 % del
VO2máx y en pruebas de esfuerzo hasta el agotamiento (Roig, 2013).
La realización de ejercicio físico, junto con una dieta equilibrada, ejerce cambios a nivel
metabólico en la persona con sobrepeso u obesidad, y mejora su perfil metabólico.
31
Este resultado va más allá del efecto sobre el gasto energético en sí, y lo convierte en una parte
fundamental para la mejora del funcionamiento metabólico y, por lo tanto, del estado de salud a
largo plazo en personas con obesidad, debido a las razones expuestas a continuación.
A nivel cardiorrespiratorio
Uno de los objetivos de los programas de ejercicio físico en personas con sobrepeso y obesidad
es la mejora de la condición física cardiorrespiratoria. Los principales beneficios que aporta la
mejora de la condición física cardiorrespiratoria en personas con sobrepeso y obesidad son los
siguientes:
El principal objetivo del tratamiento de la obesidad es el aumento del gasto energético por encima
del consumo para conseguir un balance negativo. El ejercicio físico supone un aumento del gasto
energético, aunque esta realidad fisiológica debemos situarla en su medida justa: el ejercicio
físico consume muy pocas kilocalorías en proporción a las que aportan los alimentos (Novials,
2006).
El gasto energético que ofrece la realización de ejercicio físico y actividad física es fundamental
para la prevención y el mantenimiento de la pérdida de peso en la obesidad. Sin embargo,
en cuanto al tratamiento a través de un programa de pérdida de peso para personas con
obesidad, la función principal del ejercicio físico no debe ser aportar la principal vía de gasto
energético, sino ejercer los efectos metabólicos y cardiovasculares anteriormente explicados, a
la vez que aporta un gasto energético extra al conseguido a través de una dieta con restricción
calórica.
Aunque existe evidencia científica que confirma que el ejercicio físico contribuye al gasto
energético total, el ejercicio físico con el objetivo de pérdida de peso debe ir acompañado de una
dieta de restricción calórica, ya que la pérdida de peso que se consigue únicamente a través de
la realización de ejercicio puede ser muy pequeña (alrededor de 0.1 kg/semana) (Slentz et al.,
2004), lo cual conllevará una frustración del paciente y el abandono de la actividad física.
32
Ejercicio físico en el sobrepeso y la obesidad (II)
Existe una gran evidencia científica que confirma que el fitness cardiorrespiratorio o condición
física cardiorrespiratoria (generalmente expresado en términos de consumo máximo de oxígeno)
es un potente marcador de salud cardiovascular a cualquier edad, sexo o estado de salud (Ortega,
Lavie y Blair, 2016).
Debido a esta evidencia, en los últimos años diferentes investigaciones han determinado un nuevo
perfil de obesidad, el llamado fat but fit, el cual se refiere a aquellas personas que, a pesar de
presentar obesidad, tienen un nivel relativamente bueno de fitness cardiorrespiratorio.
Aunque en la actualidad este término continúa siendo controvertido, e incluso descartado por
algunos autores, en la reciente revisión realizada por Ortega et al. (2016), los autores concluyen
que la obesidad se asocia con un aumento significativo del riesgo de mortalidad por enfermedades
cardiovasculares únicamente cuando se combina con un bajo nivel de fitness cardiorrespiratorio;
por el contrario, esto no ocurre cuando la obesidad se combina con un nivel moderado-alto de
fitness cardiorrespiratorio.
Por lo tanto, de esta situación se puede concluir que el hecho de ser normopeso en sí puede no
suponer necesariamente mantener un óptimo nivel de salud.
Otro término reciente que surge en relación con este paradigma es el denominado MHO
(Metabolically Healthy but Obese).
En general, se considera MHO a los individuos que cumplen los siguientes requisitos: 1) ser
obeso y 2) estar metabólicamente sano.
Viaja
Definición armonizada del término MHO: accede al artículo original de Ortega et al. (2016).
A lo largo de los últimos años ha crecido el número de investigaciones que incluyen el término
MHO, por lo que surge una necesidad de realizar una definición estandarizada para su
clasificación. En Ortega et al. (2016) se propone la armonización y clasificación de esta definición
basada en una revisión exhaustiva de la literatura y las opiniones de los principales grupos
expertos en el tema.
33
1.8. Actualización científica: tratamiento de la obesidad a través de
programas de pérdida de peso
Existen estudios que han comparado ambos métodos; en un metaanálisis reciente (Verheggen et
al., 2016) se concluye que tanto el ejercicio físico como la dieta por separado son métodos
eficaces para la reducción de tejido adiposo abdominal.
En esta revisión los autores señalan que la restricción calórica a través de la dieta produce un
efecto mayor que el ejercicio físico en la pérdida de peso corporal total; sin embargo, el
ejercicio parece tener un mayor efecto sobre la reducción de tejido adiposo visceral.
En las investigaciones, a menudo, se utiliza el peso corporal total para medir los efectos de la
intervención en la pérdida de peso.
Los autores de esta revisión recuerdan que el peso total corporal no refleja necesariamente
cambios en el tejido adiposo abdominal; por lo tanto, el peso corporal total representa un
marcador insuficiente a la hora de evaluar la mejora de la salud en las diferentes intervenciones.
34
Figura 7. Libro de receta cómo perder peso.
Los programas de pérdida de peso dirigidos a personas con sobrepeso y obesidad deben contener
una intervención dietética. Según diferentes recomendaciones, las personas con sobrepeso u
obesidad tipo con dos o más factores de riesgo deben reducir su ingesta energética en 500
kcal/día, y las personas con obesidad tipo 2 y 3 deben reducir su dieta en 500-1000 kcal/día.
Con una reducción de 500 kcal/día se puede alcanzar una reducción de peso de 0.5 kg a la semana
(Fock y Khoo, 2013). En la actualidad científica se ha demostrado la eficacia de las dietas a través
de la restricción calórica:
• Dietas con restricción calórica y/o medicamentos: pérdida de peso de hasta 5-8.5 kg (5-
9 %) durante los primeros 6 meses y un mantenimiento del peso perdido de 3 a 6 kg,
(3-6 %) a los 4 años.
• Estudios que han comparado diferentes tipos de dietas con restricción calórica con
composiciones de macronutrientes diferentes han encontrado similares respuestas en
todas ellas en la pérdida de peso y en el mantenimiento a los 2 años.
• Debido a que el principal determinante para el mantenimiento del peso perdido con
restricción calórica es la adherencia a la dieta, se debe elegir una dieta con una
composición de macronutrientes acorde con las preferencias de cada paciente, dentro de
lo posible, para favorecer la adherencia y, por lo tanto, el éxito del mantenimiento de peso
a largo plazo.
Las actuales recomendaciones del ACSM para la pérdida de peso establecen que se deben superar
los 250 min/semana con el fin de inducir una posible pérdida de peso clínicamente significativa
(ACSM, 2013).
En un estudio (Ross et al., 2000) se observó una pérdida de peso del 8 % en los hombres obesos
después de 12 semanas de entrenamiento físico aeróbico sin alteraciones en los hábitos
alimentarios (sesiones diarias de ejercicio de 700 kcal).
35
En un estudio diferente (Ross et al., 2004) se observó una pérdida de peso del 6.8 % en mujeres
premenopáusicas (IMC >27) después de 14 semanas de entrenamiento físico aeróbico con un
gasto energético de 500 kcal por sesión. Por otro lado, otra investigación observó una pérdida de
peso del 5.3 % (Donnelly et al., 2013) en hombres después de 10 meses de entrenamiento físico
aeróbico con aproximadamente entrenamientos de 400 y 600 kcal por sesión durante 5 días a la
semana.
De estos resultados se podría concluir que es posible una pérdida de peso a través del
entrenamiento físico aeróbico, pero esta sucede cuando se realizan altos volúmenes de
entrenamiento. Teniendo en cuenta las posibilidades de aplicación de este tipo de entrenamientos
en población con sobrepeso u obesidad, estos volúmenes de entrenamiento pueden ser poco
prácticos e insostenibles a la hora de conseguir la adherencia al entrenamiento físico.
Play
Visualiza este vídeo en el que el Dr. Pedro J. Benito habla acerca de los programas de pérdida
de peso en personas con sobrepeso y obesidad: La opinión del experto. Dr. Pedro J. Benito.
A pesar de la inmensa cantidad de investigaciones que afirman que la mejor elección para
adelgazar son los ejercicios aeróbicos de baja intensidad y larga duración, hoy por hoy se ha
demostrado que tanto el ejercicio de resistencia aeróbica como el de fuerza son eficaces para la
reducción de peso (grasa corporal) en personas con sobrepeso y obesidad, y sitúan el
entrenamiento de fuerza como un componente indispensable para la pérdida de peso a través del
ejercicio físico.
Uno de los errores más comunes que se suelen cometer al tratar la obesidad es partir del principio
de igualdad, lo que significa aceptar que el obeso y el no obeso tienen la misma capacidad de
respuesta a un estímulo de entrenamiento. Sin embargo, como se ha ido explicando a lo largo de
la presente unidad didáctica, la evidencia muestra que el sujeto obeso sufre una serie de
trastornos que afectan tanto al tejido adiposo como al muscular, y que, además, sus sistemas
encargados de la utilización de ácidos grasos están alterados.
El proyecto español Pronaf (Programas de Nutrición y Actividad Física) mostró resultados en los
que personas con obesidad obtuvieron una pérdida de peso, masa grasa total y IMC similar en
los diferentes grupos de entrenamiento (entrenamiento aeróbico, entrenamiento de fuerza,
entrenamiento combinado y recomendaciones de actividad física) junto con el seguimiento de
una dieta hipocalórica, realizado durante 22 semanas (Benito et al., 2015).
36
Este estudio ha sido el primer estudio de intervención controlado aleatorio realizado en España
en adultos con sobrepeso y obesidad sin ninguna otra enfermedad asociada, con el objetivo de
perder peso y mejorar varios parámetros relacionados con la salud por medio de la combinación
de programas de ejercicio físico y restricción calórica controlados.
Otro reciente estudio realizado (Skrypnik et al., 2015) comparó los efectos de un entrenamiento
de resistencia aeróbica con los efectos de un entrenamiento combinado de resistencia aeróbica y
de fuerza en mujeres con obesidad. Los autores concluyeron que tras tres meses de
entrenamiento realizando 1 hora de ejercicio durante 3 sesiones a la semana, ambos tipos de
entrenamiento fueron eficaces en la disminución del % de grasa corporal, IMC y de los
perímetros de cintura y cadera.
Aunque hoy en día sigue siendo un campo de investigación en constante evolución y avance,
parece ser que ambos tipos de entrenamiento resultan efectivos para modificar la composición
corporal y, por lo tanto, para mejorar la salud de personas con sobrepeso y obesidad.
En cuanto al entrenamiento aeróbico de alta intensidad, en esta misma revisión se obtuvo que,
de modo general, el entrenamiento de resistencia aeróbica por sí solo consiguió resultados
inferiores en diferentes componentes en comparación con el entrenamiento de fuerza o la
combinación de ambos, y que los resultados del entrenamiento de resistencia aeróbica fueron
más eficaces cuando se realizó a altas intensidades (por encima del 70 % del VO2 máx.) de 3
a 4 veces por semana con una duración de 30 minutos, o con un entrenamiento interválico
realizado de forma similar.
Las conclusiones de este metaanálisis indican que el tratamiento para modificar la composición
corporal en individuos con obesidad debe enfocarse en la producción de un gran estrés metabólico
inducido por el ejercicio físico, en lugar de basarse únicamente en un desequilibrio energético.
37
Viaja
Visita la entrada de este blog para obtener más información sobre la importancia del ejercicio
físico en combinación con una dieta para la pérdida de peso. Actividad física en el sobrepeso
y obesidad: recomendaciones para iniciarse.
El mantenimiento del peso perdido tras un programa de intervención es un reto que hoy por hoy
continúa siendo objetivo de constante investigación y debate.
Como se ha mencionado, existen numerosos estudios científicos que han demostrado una exitosa
pérdida de peso tras la participación en programas de intervención tanto a través de ejercicio
físico como con dieta o una combinación de ambos.
Sin embargo, la mayoría de las intervenciones muestran una tendencia a la recuperación de peso
en los meses posteriores al tratamiento, independientemente de la modalidad inicial que se haya
utilizado para la pérdida de peso. En la actualidad existen pocos estudios que demuestren el éxito
en el mantenimiento del peso perdido a largo plazo (Ramage, Farmer, Apps Eccles y McCargar,
2013).
La adherencia de las dietas hipocalóricas a largo plazo se hace difícil debido a que la reducción
en el gasto calórico crea cambios en las señales hormonales periféricas que aumentan el apetito
(Strasser y Fuchs, 2016). Por lo tanto, la mayoría de las personas que hacen dieta,
posteriormente, recuperará una gran parte o la totalidad del peso perdido. Según el ACSM, el
peso promedio recuperado después de un año tras la finalización de programas de intervención
se sitúa en torno al 33-50 % de la pérdida de peso inicial (ACSM, 2013).
A pesar de que el avance en el conocimiento científico en este campo es cada vez más conciso,
las cifras de obesidad siguen en aumento a nivel mundial año tras año. Entonces, ¿cuál es el
problema? Aunque se conozca la «receta exacta» para la consecución de una pérdida de peso,
las intervenciones nunca serán exitosas si no se logra mantener el peso perdido a largo plazo.
Para ello, es necesario un cambio de comportamiento persistente que debe permanecer de
por vida.
38
Este comportamiento se basará en adquirir nuevos hábitos de vida saludables, que incluyen
una alimentación saludable, la modificación en la elección de alimentos y la forma de cocinarlos,
la realización de actividad física diaria, la forma de desplazarse, la modificación del tiempo
dedicado a actividades sedentarias y, por último, un seguimiento motivacional y psicológico para
lograr mantener y afianzar estos nuevos hábitos de vida.
La pérdida de peso conlleva unos cambios compensatorios en los procesos homeostáticos que
incluyen alteraciones en el gasto energético, en el metabolismo y en las vías hormonales
relacionadas con la regulación del apetito, lo que produce un aumento del hambre y del
almacenamiento energético, así como favorece la reganancia de peso (Strasser y Fuchs, 2016).
Durante la pérdida de peso, el metabolismo basal disminuye debido a la pérdida de masa corporal,
la reducción del consumo de alimentos y el aumento de la eficiencia metabólica de los tejidos
periféricos. Las señales neuroendocrinas transfieren un mensaje de agotamiento energético y de
baja disponibilidad energética al hipotálamo, centro de control principal para la regulación del
balance energético. En respuesta a este proceso el apetito aumenta y el gasto de energía
disminuye. Es el nombrado «efecto rebote» (Strasser y Fuchs, 2016).
El control del sobrepeso y la obesidad es una intervención del estilo de vida que consiste en la
intervención dietética, ejercicio y terapia conductual para la adquisición de nuevos hábitos de vida
y la modificación de conductas que deberán ser mantenidos de por vida.
1.8.7. Otros factores que influyen en el control del peso: sueño y estrés
39
1.9. Prescripción de ejercicio físico en personas con sobrepeso y
obesidad
Es muy importante que los objetivos terapéuticos se planteen de forma realista en función del
grado de obesidad y de los factores de riesgo asociados.
Los objetivos principales del tratamiento de la obesidad son la pérdida de peso (% de grasa
corporal) y el mantenimiento de esta pérdida de peso en el tiempo para reducir las
comorbilidades asociadas, reducir la morbimortalidad y mejorar la calidad de vida de la persona
(Sánchez Ortega et al., 2014).
El paciente obeso puede presentar limitaciones físicas que le impidan sumarse a programas
convencionales de ejercicio. Por ello, será recomendable la monitorización personalizada, incidir
en la motivación del paciente, hacerlo consciente de sus posibilidades y evitar la probabilidad de
lesiones.
Como se ha explicado anteriormente, muchos de los individuos que presentan exceso de grasa
también presentan otros factores de riesgo cardiometabólicos, por lo que la prescripción de
ejercicio físico deberá adecuarse a las características individuales de la persona.
De modo general, tal y como establece el ACSM (2013), una persona con sobrepeso u obesidad
que desee reducir su peso corporal debe conseguir que el gasto energético sea superior al de la
ingesta de energía.
Una pérdida de peso inicial del 5 % al 10 % del peso total proporciona beneficios significativos
para la salud, y estos beneficios podrán mantenerse a lo largo de la vida si se sigue manteniendo
la pérdida de peso y la continuidad en la participación de actividad física diaria.
40
6. Establecer los objetivos de cambio en el comportamiento alimentario y de actividad
física diaria, ya que son los comportamientos que más influencia tienen sobre la pérdida
de peso a largo plazo.
7. Establecer el objetivo de reducir la ingesta actual de energía en unas 500-1000 kcal/diarias
para lograr una pérdida de peso. La reducción de esta ingesta debe realizarse en
combinación con una reducción de la ingesta de grasas de <30 % de la ingesta de energía
total.
8. Iniciar un aumento progresivo de actividad física diaria hasta alcanzar un mínimo de 150
minutos/semana de actividad física de intensidad moderada para optimizar los beneficios
de la salud.
9. Conseguir una progresión de mayores cantidades de actividad física (es decir, 250 min a
la semana) para conseguir el control de peso a largo plazo.
10. Incluir ejercicios de fuerza, como un suplemento a la combinación de ejercicio aeróbico y
una modesta reducción en la ingesta de energía para bajar de peso.
11. Incorporar estrategias de modificación de conducta para facilitar la adopción y el
mantenimiento de los cambios comportamentales deseados.
Tras haber analizado los efectos de los diferentes programas de ejercicio físico, podemos concluir
lo siguiente:
Intensidad: de moderada a vigorosa. Comenzar con una intensidad moderada (ejercicio físico
aeróbico 40-60 % VO2r o FCr) e ir aumentando progresivamente hasta conseguir realizar
ejercicios de intensidad vigorosa (>60% VO2r o FCr), ya que esta intensidad ofrecerá mayores
beneficios para la salud y la condición física de la persona.
Duración: mínimo 30 min al día (150 min a la semana). Conseguir una progresión para llegar a
realizar 300 min a la semana, con un mínimo de 60 min al día de actividad física moderada.
*La acumulación de ejercicio físico intermitente de al menos 10 min es una alternativa eficaz al
ejercicio físico continuo y puede ser una forma particularmente útil para iniciar el ejercicio.
41
Consideraciones especiales
• Las personas con obesidad presentan un peor acondicionamiento al calor; por lo tanto, no
deben realizar ejercicio en condiciones de altas temperaturas, ya que pueden ser más
propensos a golpes de calor.
• Estos pacientes, a menudo, presentan disnea: el contenido de tejido celular subcutáneo
en el tórax puede producir en algunos obesos dificultad para la expansión del tórax. Es
importante complementar con ejercicios que involucren los músculos respiratorios.
• Tienen restricción mecánica: por su exceso de peso, los movimientos corporales se hacen
más difíciles. Se deberá tener en cuenta en el momento de escoger el tipo de ejercicio.
• Presentan más lesiones osteomusculares debido a que generalmente son personas
sedentarias, con una musculatura más débil y acortada. Es importante mejorar la fuerza
y la flexibilidad de los músculos de la persona con obesidad antes de someterlo a ejercicio
aeróbico prolongado.
• Suelen presentar niveles más altos de ansiedad debido a su necesidad de bajar peso
corporal para mejorar su estado de salud.
42
2. Resumen
La realización de ejercicio físico, junto con unos hábitos de vida saludables, ejerce importantes
beneficios sobre la salud global. A través de los mecanismos de regulación del balance energético
y metabólico se ha observado cómo el ejercicio físico puede ejercer importantes efectos sobre las
personas con enfermedades metabólicas: mejora el perfil lipídico, disminuye la resistencia a la
insulina, disminuye los niveles de glucemia, favorece el control del peso corporal, reduce los
niveles de grasa corporal (específicamente la grasa visceral) y es una herramienta indispensable
para el mantenimiento de la pérdida de peso.
Las personas con enfermedad metabólica como el síndrome metabólico, diabetes mellitus tipo 2,
sobrepeso y obesidad presentan un perfil metabólico alterado que, a través del ejercicio físico y
la adquisición de hábitos de vida saludables, pueden mejorar su salud, calidad de vida global, y
prevenir el desarrollo de enfermedades asociadas y el riesgo de mortalidad.
43
3. Mapa conceptual
44
4. Recursos bibliográficos
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Bibliografía complementaria
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Otros recursos
Imágenes:
http://www.freedigitalphotos.net.
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48
Grado en Ciencias de la Actividad Física
y del Deporte
y enfermedad renal
UD 4. Actividad física, afecciones respiratorias y enfermedad renal .......................................4
2
Clasificación de la enfermedad renal crónica (II) ....................................................... 26
2. Resumen ................................................................................................................ 34
3
UD 4. Actividad física, afecciones respiratorias y enfermedad
renal
Las enfermedades respiratorias son unas de las enfermedades más frecuentes y que generan
mayor incapacidad entre la población. Dos de las enfermedades respiratorias más comunes son
el asma y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), las cuales ocupan un importante
lugar en la atención primaria médica. El ejercicio físico ha demostrado ser una de las partes más
importantes del tratamiento no farmacológico en ambas enfermedades, ya que produce mejoras
en la tolerancia al ejercicio, descenso en las demandas de ventilación y una reducción en los
síntomas de las personas que las padecen.
Por su parte, la enfermedad renal crónica es una enfermedad que disminuye la capacidad
funcional considerablemente a medida que se desarrolla la enfermedad y se prolonga su
tratamiento, por lo que uno de los aspectos más importantes será la mejora de la capacidad
funcional y del estado físico a través de un programa de ejercicio, lo que conllevará la prevención
y/o modificación de los factores de riesgo asociados y la mejora de la calidad de vida de los
pacientes. Además, el ejercicio físico es capaz de minimizar los efectos adversos de los factores
de riesgo asociados a esta enfermedad y reducir los cambios homeostáticos que se producen
durante las sesiones de diálisis.
En esta unidad se estudiarán con detalle los factores limitantes de dichas enfermedades, los
programas de ejercicio físico más adecuados y sus indicaciones para la mejora de la calidad de
vida de las enfermedades mencionadas.
4
1. Desarrollo del contenido
Las enfermedades pulmonares crónicas son una causa importante de morbilidad y mortalidad. El
ejercicio físico supone un aspecto determinante en la rehabilitación pulmonar. En la presente
unidad se estudiarán las dos principales enfermedades pulmonares más prevalentes, que son la
enfermedad obstructiva crónica (EPOC) y el asma.
• Bronquiectasia.
• Enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
• Fibrosis pulmonar.
• Asma.
• Cáncer de pulmón.
• Fibrosis quística.
1.1.1. Definición
5
Se trata de una enfermedad crónica, de evolución lenta y progresiva que altera la respiración
normal y no es totalmente reversible. La EPOC incluye dos procesos: la bronquitis crónica y el
enfisema.
Bronquitis crónica
Presencia de tos productiva durante al menos tres meses al año durante más de dos años
consecutivos.
Enfisema
Aumento anormal y permanente de los espacios aéreos distales al bronquiolo terminal, con
destrucción de sus paredes y sin existencia de fibrosis.
Datos de este estudio afirman, además, que la EPOC se caracteriza por un importante
infradiagnóstico (un 74 % en la población española).
Los signos físicos de la limitación del flujo de aire apenas se observan hasta que la función
pulmonar está significativamente afectada.
Función pulmonar
6
Una limitación del flujo de aire que no es totalmente reversible se confirma cuando, después de
la administración de un broncodilatador, el FEV1 es inferior al 80 % del valor previsto, en
combinación con FEV1/CVF* < 70 % (Woolf-May, 2008).
3: disnea que obliga a parar antes de los 100 m, a pesar de caminar a su paso y en
terreno llano.
7
Respuesta al ejercicio físico en pacientes con EPOC
La respuesta al ejercicio en los pacientes con EPOC se caracteriza por lo siguiente:
Intolerancia al ejercicio
Por ello, la intolerancia al ejercicio en estos pacientes es multifactorial; los factores más
importantes que intervienen en esta limitación son los siguientes:
Limitación ventilatoria
Los pacientes con EPOC tienen disminuida la capacidad de ejercer presión de los músculos
ventilatorios, debido a la debilidad muscular y al aumento del volumen pulmonar durante el
ejercicio. Durante el ejercicio físico, ocurre un desequilibrio entre la capacidad de los músculos
ventilatorios y el trabajo que deben realizar, lo que favorece la fatiga.
Limitación cardiovascular
8
Limitación muscular periférica
La disnea da lugar a una mayor inmovilidad en estos enfermos, lo que conlleva una atrofia
muscular y, por lo tanto, una pérdida de la capacidad funcional. La atrofia muscular provoca
una disminución en el número de mitocondrias y de los sistemas enzimáticos de la célula, así
como alteraciones en la microcirculación. Todo ello provoca una dificultad en el intercambio de
gases en la fibra muscular y disminuye la capacidad metabólica, favoreciendo la aparición de
la fatiga muscular. Diversos estudios han demostrado que los pacientes con EPOC desarrollan
una acidosis metabólica precoz durante el ejercicio físico debido a las altas concentraciones de
ácido láctico plasmático durante intensidades bajas de esfuerzo.
Factores psicológicos
Otros factores
Otros factores como la obesidad aumentan las demandas cardiopulmonares del ejercicio y las
alteraciones de la mecánica ventilatoria. La anemia, por su parte, disminuye la capacidad de
transporte de oxígeno y favorece la aparición de acidosis metabólica a baja intensidad de
ejercicio. Por otro lado, el hábito tabáquico reduce el contenido arterial de oxígeno, aumenta
la FC y la PA, y agrava las alteraciones en la respiración.
Los efectos beneficiosos del ejercicio físico se producen principalmente a través de las
adaptaciones en los sistemas musculoesqueléticos y cardiovasculares, que a su vez
reducen el estrés en el sistema pulmonar durante el ejercicio.
Entre los grandes beneficios que ejerce el ejercicio físico en pacientes con EPOC, destacan los
siguientes:
9
Indicaciones y contraindicaciones para la realización de ejercicio físico en EPOC
estable (Miravitlles et al., 2014)
Indicaciones Contraindicaciones
Tabla 2. Indicaciones y contraindicaciones para la realización de ejercicio físico en pacientes con EPOC estable.
Evaluación previa
Clínica:
Funcional:
Calidad de vida:
10
Selección del protocolo de entrenamiento:
• La edad.
• La actividad laboral.
• Las actividades de ocio.
• Comorbilidades.
• Preferencias y habilidades.
• Recursos disponibles.
Viaja
En el siguiente enlace podrás acceder a un vídeo con información precisa y las indicaciones
de realización de la prueba de 6 minutos de la marcha o 6 Minute Walking Test.
Consideraciones especiales:
11
• Al ser una enfermedad progresiva, es necesario revisar de manera regular cualquier
cambio en la condición física del paciente y realizar los ajustes necesarios a su prescripción
de actividad física.
• Se aconseja conocer la saturación de oxígeno durante la realización de la prueba de
esfuerzo.
Nota
En personas con EPOC moderada y grave, la prescripción de ejercicio físico debe realizarse con
un equipo multidisciplinar en el que la colaboración del equipo de rehabilitación pulmonar es
indispensable. El programa de rehabilitación pulmonar debe estar compuesto por entrenamiento
físico, educación, nutrición, soporte psicológico y terapia ocupacional (Miravitlles et al., 2014).
12
• La mayor parte de los programas de ejercicio incluyen sesiones de 30 minutos o más,
de 2 a 5 sesiones por semana durante 6-12 semanas de entrenamiento. Aunque 2
sesiones a la semana son aceptables desde el punto de vista de las mejoras fisiológicas,
la frecuencia óptima sería de 3 veces por semana durante mínimo 8 semanas, ya
que se logra un buen equilibrio entre el costo del programa y los beneficios alcanzados.
• En cuanto a la relación entre severidad de la enfermedad y duración del entrenamiento,
se ha observado que los pacientes con EPOC severa se podrán beneficiar de la
rehabilitación con programas de duración de al menos 6 meses, mientras que en
pacientes con EPOC leve a moderada los beneficios se pueden alcanzar con programas de
rehabilitación más cortos, de 2 o 3 meses.
• En relación con la intensidad de ejercicio necesaria para alcanzar la respuesta esperada al
entrenamiento, para los pacientes con capacidad ventilatoria limitada, los criterios basados
en la frecuencia cardiaca máxima o VO2 máx. para seleccionar la intensidad del
entrenamiento son inadecuados.
3. Etapa de la enfermedad
Sin embargo, según el grado de severidad de la enfermedad, se deberán tener en cuenta las
siguientes consideraciones:
• Los pacientes con un grado ligero o moderado de obstrucción (FEV1 > 40 % del
valor de referencia) podrán realizar ejercicios de intensidad alta, ejercicios de brazos y
piernas con la utilización de ergómetros.
13
• Los pacientes con un grado alto de obstrucción (FEV1 < 40 % del valor de
referencia) deberán realizar ejercicios de intensidad ligera como caminar, subir
escaleras o ejercicios generales de tonificación muscular, aunque, en caso de tolerarlo,
podrán realizar ejercicios en ergómetros a niveles de intensidad bajos.
• Los pacientes que incrementan la hipoxemia al esfuerzo (enfisema pulmonar severo,
enfermedades que alteran la difusión o la hipertensión pulmonar grave) deben realizar el
entrenamiento con administración de oxígeno.
Nota
Se debe detener el ejercicio físico si se da alguno o varios de los siguientes síntomas: aumento
significativo de disnea, tos intensa, opresión o dolor en el pecho, palpitaciones, mareo…
Se distinguen dos tipos de recomendaciones en estos pacientes: personas con EPOC leve y
personas con EPOC moderada a grave (ACSM, 2014).
14
Personas con EPOC moderada a grave: ejercicio para la mejora de la capacidad
cardiovascular.
Intensidad: hasta el 60-80 % del pico de la cadencia de trabajo, equivalente a una percepción
de esfuerzo entre 11 y 14 (escala de Borg).
Tipo: comenzar con pocos minutos a una intensidad específica, según la tolerancia del paciente.
Ejercicio aeróbico continuo en aquellos pacientes que lo toleren. Pacientes incapaces de
tolerarlo: ejercicio interválico (caminar, montar en bicicleta…). Además, se deberán incorporar
ejercicios de entrenamiento resistido y ejercicios de flexibilidad.
15
Entrenamiento de alta intensidad (HIIT)
Viaja
16
1.2. Asma
1.2.1. Definición
El asma es una enfermedad pulmonar que afecta a los bronquios, a las vías aéreas. El término
asma procede del griego y significa «dificultad para respirar». Se define como un proceso
inflamatorio de las vías aéreas. Su acción produce una obstrucción al paso del aire que es de tipo
reversible, ya sea de forma espontánea o por la acción de ciertos fármacos broncodilatadores.
Los bronquios de los pacientes asmáticos muestran una hipersensibilidad a la acción de diferentes
sustancias inhaladas de forma específica (neumoalérgenos) o inespecífica (irritantes).
1.2.2. Clasificación
• Asma infantil: la mayor parte del asma infantil se considera alergénico. Se desarrolla
más en niños que en niñas. El tabaquismo materno puede irritar el tracto respiratorio y
hace que bebés y niños sean más propensos a padecer asma alérgica.
• Asma alérgica: se desencadena por sustancias capaces de provocar una reacción alérgica
(alérgenos). El 90 % de los asmáticos presentan asma alérgica.
• Asma intrínseca: suele darse después de los 40 años. Las posibles causas son los
irritantes respiratorios, tales como productos de limpieza, productos químicos o perfumes.
17
• Asma inducida por el ejercicio (AIE): afecta a alrededor del 4 % de las personas que
no presentan síntomas de asma en reposo. Además, el 80-90 % de los asmáticos son
sensibles al AIE. Los asmáticos de este grupo pueden realizar actividad física. Dependiendo
de la gravedad del proceso asmático, los individuos de este grupo deberán realizar
actividad física de intensidad ligera (asma grave o moderada) o actividades y deportes
extenuantes y de competición (asma ligera), siempre y cuando se lleven a cabo las
medidas y cuidados oportunos (utilización de broncodilatadores, ambiente climático donde
se realiza la actividad…).
Asma ligera
Asma moderada
Asma intensa
De modo general, las personas con asma llevan estilos de vida sedentarios, lo que conlleva una
menor capacidad física comparada con personas de su edad. Además, debido al miedo a sufrir
episodios de disnea por esfuerzo y episodios de crisis asmática, estos pacientes suelen evitar la
realización de actividad física, lo cual incrementa los problemas respiratorios.
18
Los síntomas del asma se pueden provocar o agravar por el ejercicio físico, lo que contribuye a
una reducción en la participación en actividades físicas y, por lo tanto, al empeoramiento de la
condición física cardiorrespiratoria. Como consecuencia de esta pérdida de condición física, incluso
durante la realización de actividades físicas de intensidad leve pueden aparecer síntomas de asma
provocados por el ejercicio, lo que conlleva un empeoramiento de la tolerancia al ejercicio en
estos pacientes.
En relación con la tolerancia al ejercicio, los principales efectos que ofrece el ejercicio físico en
estos pacientes son los siguientes (Ram, Robinson, Black y Picot, 2005):
Factores limitantes
El ejercicio físico, la hiperventilación o la exposición a ambientes fríos y secos producen un
aumento de la resistencia al paso del aire por las vías respiratorias en aproximadamente un 75-
80 % de los asmáticos (Grima y Calafat, 2004). Este proceso alcanza un máximo a los 5-
15 minutos de finalizar el estímulo y cede a las 1-3 horas. A continuación, se produce un periodo
refractario durante un tiempo de 1-4 horas.
19
Nota
Respirar aire frío o seco aumenta la respuesta obstructiva, mientras que los ambientes cálidos
y húmedos reducen su intensidad.
• La capacidad cardiopulmonar.
• La función pulmonar (antes del ejercicio y después del ejercicio).
• La saturación de oxihemoglobina mediante métodos no invasivos.
20
Prescripción de ejercicio físico y asma (ACSM, 2014)
Los objetivos principales del tratamiento a través del ejercicio físico en pacientes asmáticos
son los siguientes:
Asma ligera
Indicaciones:
• La prescripción de ejercicio seguirá las mismas pautas que para un adulto sano.
• Se recomienda la realización de ejercicio físico aeróbico de manera regular, a ser posible,
el mayor número de días de la semana.
• Se deberán realizar revisiones periódicas para evaluar el progreso del paciente.
• En la medida de lo posible, el deporte o la actividad física deberán realizarse en un lugar
no contaminado, no excesivamente frío ni seco y se procurará la respiración nasal.
• Se recomienda la práctica de natación.
Tipo: actividades aeróbicas que incluyan grandes grupos musculares, como caminar, correr,
bici, etc. Las actividades aeróbicas acuáticas (preferentemente en una piscina clorada) son una
modalidad aconsejable.
Progresión: después del primer mes, si el programa de ejercicio se ha tolerado bien, se podrá
aumentar la intensidad en torno al 70 % del VO2 pico, el tiempo de cada sesión de ejercicio a
40 minutos y la frecuencia a unos 5 días a la semana, para conseguir mayores beneficios para
la salud.
21
• Actividades en el medio acuático: la natación o el ejercicio aeróbico acuático en piscina
climatizada suponen un ejercicio apropiado y recomendado en estos pacientes, debido a
que se desarrolla en un ambiente húmedo y caliente, lo cual inhibe el broncoespasmo
(Casajús y Vicente-Rodríguez, 2011).
• Relajación: debido a que el estrés emocional puede exacerbar las crisis asmáticas, las
técnicas de relajación muscular ayudan a mejorar la función pulmonar en estos pacientes
(Casajús y Vicente-Rodríguez, 2011).
22
La enfermedad renal crónica (ERC) es la pérdida permanente de la función de los riñones debido
a un daño en los glomérulos, lo que hace que no puedan filtrar la sangre de manera óptima,
acumulándose los productos de desecho en el organismo y causando problemas de salud. Esta
enfermedad se define como la disminución de la función renal, expresada por un filtrado
glomerular (FG) < 60 ml/min/1,73 m² o como la presencia de daño renal de forma persistente
durante al menos 3 meses (Arroyo, Martínez y González, 2008).
• La ERC, además de estar causada por las enfermedades del riñón, habitualmente viene
acompañada de otras enfermedades, entre las que se encuentran las siguientes:
• Hipertensión.
• Diabetes mellitus.
• Dislipemia.
• Insuficiencia cardiaca.
A medida que la función renal empeora, el riñón se lesiona gradualmente, lo que desencadena la
incapacidad para realizar su trabajo y puede dejar de funcionar.
Si los dos riñones fallan, el cuerpo comenzará a retener líquidos y a producir sustancias nocivas
y tóxicas, dando lugar a cambios en las concentraciones en el líquido extracelular, por lo que se
pierde el control de la homeostasis y la regulación del equilibrio ácido-básico.
Cálculo de la función renal: la función renal se calcula a través de una fórmula que determina
la tasa de filtración glomerular estimada (eGFR) en una muestra sanguínea que corresponde
al porcentaje disponible de función renal.
23
La función principal del riñón es filtrar la sangre; por lo tanto, en términos clínicos, el término
función renal se refiere a la eficiencia que tiene el riñón para filtrar la sangre. La cantidad de
sangre diaria que procesa cada riñón en una persona sana es de aproximadamente 190 litros. El
riñón elimina alrededor de 2 litros de productos de desecho y de exceso de agua en forma de
orina.
Función glomerular
El glomérulo actúa a modo de filtro, manteniendo las proteínas y las células normales en el
torrente sanguíneo al mismo tiempo que deja pasar los productos de desecho y el exceso de
agua.
Función tubular
Además de eliminar desechos, los riñones tienen, entre otras, tres importantes funciones:
24
Clasificación de la enfermedad renal crónica
Según la National Kidney Foundation-Kidney Disease Outcomes Quality Initiative (NKF-KDOQI) y
la organización Kidney Disease: Improving Global Outcomes (KDIGO), la enfermedad se divide
en cinco estadios en función de la tasa de filtrado glomerular (TFG):
ml/min/1,73 m²
Nota
Se considera que una persona tiene ERC cuando presenta una TFG por debajo de 60 durante
tres meses o más. A medida que disminuya la función renal, aumenta el riesgo de que
aparezcan las complicaciones asociadas a la enfermedad.
25
• Estadio 4: función renal inferior al 5 % de lo normal. Aparecen manifestaciones de todos
los órganos del cuerpo, viéndose alterada la tensión arterial, la frecuencia cardiaca, la
bioquímica, etcétera.
• Estadio 5: los riñones pierden su funcionalidad. Es necesario el tratamiento de diálisis o
trasplante de riñón.
La velocidad con la que la ERC evoluciona viene determinada por la presencia de otros factores
de riesgo, como los factores de riesgo no modificables (edad, sexo, raza, grado de función renal
inicial, factores genéticos…) o factores de riesgo modificables (hipertensión arterial, obesidad,
tabaquismo, dislipidemia, proteinuria…); estos últimos se pueden controlar y/o modificar, lo que
permitirá retrasar la progresión de la enfermedad.
Muchas de las complicaciones que se dan en la ERC se pueden prevenir con la detección precoz,
el cambio en los hábitos de vida y un adecuado tratamiento. Como se ha mencionado
anteriormente, la principal causa de muerte entre los enfermos de ERC son las afecciones
cardiovasculares; se trata del índice de mortalidad más alto entre los pacientes que se
encuentran entre los estadios 3 y 5.
Entre los sistemas más comunes afectados por la ERC se encuentran los siguientes:
Alteraciones cardiovasculares
26
Infecciones respiratorias
27
La diálisis peritoneal consiste en la administración de una solución de diálisis a través de un
catéter; esta solución limpia y drena, de modo que mientras la solución de diálisis está en la
cavidad peritoneal, se produce la diálisis: el exceso de líquidos y los productos de desecho pasan
desde la sangre, a través de la membrana peritoneal, al fluido de diálisis. Este proceso puede
llevarse a cabo de forma ambulatoria o de forma domiciliaria nocturna.
• Los individuos en estadios 1-4 de ERC podrán realizar un protocolo estándar de prueba
gradual de esfuerzo. Sin embargo, con pacientes en hemodiálisis, la prueba de esfuerzo
debe programarse en un día de no diálisis y la presión arterial debe ser monitorizada en
el brazo que no contiene la fístula arteriovenosa.
• Los pacientes que reciban diálisis peritoneal ambulatoria deben realizar la prueba de
esfuerzo sin el fluido de diálisis en el abdomen.
• Para pacientes que hayan sido trasplantados, se seguirán los procedimientos estándar de
la prueba de esfuerzo.
• Los protocolos de prueba de esfuerzo tanto en cinta rodante como en cicloergómetro se
utilizan para pacientes con ECR; la más popular es la cinta rodante.
• Debido a la capacidad funcional de estos pacientes, los protocolos más populares, como
el protocolo de Bruce, Balke o Naughton, son apropiados.
• Si se realiza la prueba de esfuerzo en un cicloergómetro, el calentamiento inicial debe
contener una carga de 20-25 W, con un incremento de trabajo de 10-30 W cada 1-3
minutos.
• En pacientes que estén recibiendo hemodiálisis, la frecuencia cardiaca pico es
aproximadamente el 75 % de la frecuencia cardiaca máxima.
• Debido a que la FC no siempre es el mejor indicador de la intensidad de ejercicio en
personas con ERC, la RPE deberá ser monitorizada siempre.
• El test de fuerza isotónica debe realizarse utilizando una carga de 3 RM o mayor (por
ejemplo, 10-12 RM), dado que el test de 1RM está generalmente contraindicado en
pacientes con ECR debido al riesgo de posibles fracturas.
28
• Aquellos enfermos que, por su bajo nivel de capacidad funcional, no sean capaces de
realizar las pruebas tradicionales de valoración de la condición física podrán realizar
aquellos test destinados a otros grupos de población, como pueden ser los test de
valoración de la condición física para la tercera edad.
El ejercicio físico está recomendado en pacientes con enfermedad renal en cualquiera de los
estadios.
Parece ser que la mejor indicación en este grupo de población es comenzar con una intensidad
de ligera a moderada y aumentarla gradual y progresivamente en el tiempo, basándose en la
tolerancia del individuo.
Están recomendados ejercicios como caminar, bici y nadar, o cualquier actividad aeróbica que
tolere bien el sujeto y pueda realizar durante el tiempo solicitado. Si el ejercicio se realiza
durante la sesión de hemodiálisis, el uso de una pedalina es una buena opción, debido a la
posición de sedestación que debe mantener el paciente.
Intensidad: ejercicio aeróbico de intensidad moderada (40-60 % VO2 R), lo que corresponde
con una RPE de 11-13 en una escala de 6-20.
29
Ejercicio de fuerza
Tipo: ejercicios de trabajo que impliquen a los grandes grupos musculares realizados con pesos
libres, bandas elásticas, máquinas…
Progresión: se considerará incluir una segunda serie cuando el individuo pueda completar sin
dificultad 15 repeticiones de un peso específico en los ejercicios realizados.
Tabla 10. Prescripción de ejercicio de fuerza en pacientes con enfermedad renal crónica.
Consideraciones especiales
• Los enfermos de ECR deben realizar una progresión gradual del entrenamiento,
incrementando el volumen a lo largo del tiempo.
• Dependiendo del estado clínico y de la capacidad funcional del individuo, la intensidad
inicial seleccionada para el ejercicio físico aeróbico deberá ser ligera (30-40 % del VO2 R)
y, como mínimo, de 10-15 minutos de ejercicio físico continuo o, en su lugar, cualquier
cantidad de ejercicio que pueda tolerar el paciente.
• Antes de incrementar la intensidad, la duración del ejercicio físico aeróbico debe
incrementarse 3-5 minutos semanalmente hasta que los pacientes lleguen a completar
con éxito 30 minutos de ejercicio continuo.
• Algunos individuos con ECR son incapaces de realizar ejercicio físico continuo, por lo que
deberán realizar ejercicio intermitente con intervalos cortos (1:1); por ejemplo, 3 minutos
de ejercicio y 3 minutos de descanso. Según el individuo se vaya adaptando al
entrenamiento, la duración de los intervalos de trabajo podrá incrementarse o se podrá
disminuir el tiempo de descanso.
• En cuanto a los ejercicios de fuerza, los individuos con ERC deberán realizar al menos una
serie de 10 repeticiones al 70 % de 1RM, 2 días a la semana, considerando una segunda
serie cuando el individuo pueda completar sin dificultad 15 repeticiones de un peso
específico de la primera serie.
• Los enfermos que hayan sido trasplantados podrán iniciar el entrenamiento, como pronto,
ocho días tras la operación.
30
1.3.2. Ejercicio físico y enfermedad renal crónica terminal
Entre algunos de los efectos, el ejercicio físico ayuda a disminuir la retención de líquidos en
los tejidos producida por la acumulación de los desechos metabólicos en la fibra muscular
en el paciente en tratamiento con hemodiálisis. Además, el ejercicio físico favorece un mejor
control de la homeostasis y el equilibrio ácido-base sanguíneo.
A pesar de ello, de forma general, existen muy pocos centros en nuestro país donde se realice
ejercicio físico durante las sesiones de hemodiálisis, por lo que es necesario continuar dando
visibilidad a la importancia de la realización de ejercicio físico en estos pacientes.
Beneficios del ejercicio físico aeróbico y de fuerza en estos pacientes enfermos con ERC:
31
Parece ser que se producen mayores adaptaciones cuando la sesión de ejercicio se realiza durante
los días de no diálisis, aunque las sesiones realizadas durante las sesiones de diálisis pueden dar
lugar a una mayor tasa de adherencia en estos enfermos. En este caso, el ejercicio físico debe
realizarse dentro de las dos primeras horas del tratamiento de diálisis.
Durante la hemodiálisis:
Los ejercicios de fuerza deben adaptarse a la posición que debe mantener el paciente durante la
sesión de hemodiálisis, que es en posición de sedestación. Algunas de las recomendaciones son
la utilización de bandas elásticas, tobilleras lastradas, mancuernas o pesos libres.
Fuera de la hemodiálisis:
Si el entrenamiento de fuerza se realiza fuera de la sesión de diálisis, pueden llegar hasta un 70-
75 % de 1RM, realizando como mínimo una serie de 10-15 repeticiones de 2 a 3 días a la semana.
En este caso, los pacientes pueden utilizar pesos libres, máquinas, máquinas isocinéticas, bandas
elásticas, etc. Se pueden incluir ejercicios monoarticulares y poliarticulares, y se deberá prestar
especial atención a la implicación de los grandes grupos musculares en cada sesión de
entrenamiento.
Ejercicio de flexibilidad
Aunque hasta la fecha no existen estudios en relación con los beneficios de los ejercicios de
flexibilidad durante la sesión de hemodiálisis, esta es una capacidad que se ve negativamente
afectada según evoluciona la enfermedad, por lo que se recomienda realizar estos ejercicios en
los días de no diálisis como una parte fundamental de los programas de ejercicio al inicio y final
de cada sesión. Los ejercicios de flexibilidad se deberán realizar siguiendo las guías de
recomendación para adultos sanos.
Hemodiálisis:
Diálisis peritoneal:
• Los pacientes con diálisis peritoneal ambulatoria deberán realizar ejercicio físico sin el
fluido de diálisis en el abdomen.
32
Riesgos de la práctica de ejercicio físico en pacientes con ERC en tratamiento de
hemodiálisis
Contraindicaciones
33
2. Resumen
EPOC:
• La EPOC se caracteriza por una limitación al flujo de aire en los pulmones y presenta
elementos de bronquitis crónica y enfisema.
• La intervención de la actividad física o el ejercicio físico mejora la tolerancia al ejercicio y
reduce las demandas de ventilación y los síntomas de la enfermedad, incluso en personas
con EPOC grave, y provoca grandes cambios en la calidad de vida de la persona que la
padece.
• Aunque todavía no existe consenso en cuanto al mejor programa de ejercicio en esta
enfermedad, parece ser que tanto el ejercicio continuo —si el paciente es capaz de
tolerarlo— como el intermitente ofrecen mejoras en la capacidad funcional y en la
tolerancia al ejercicio físico.
• Debido a que la EPOC es una enfermedad progresiva, los pacientes requerirán
evaluaciones regulares para el ajuste de los programas de ejercicio a su nivel de tolerancia
y a su capacidad de trabajo.
Asma:
34
3. Mapa conceptual
35
4. Recursos bibliográficos
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Ram, F. S., Robinson, S., Black, P. N. y Picot, J. (2005). Physical training for asthma. The
Cochrane Library.
36
Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte
1.5. Prescripción de ejercicio físico en pacientes con artritis reumatoide y artrosis .............. 14
2. Resumen .................................................................................................................. 25
2
UD 5. Actividad física y trastornos reumatológicos y
osteoarticulares
Estas enfermedades, aunque son muy diferentes entre sí y tienen orígenes y desarrollos
diferentes, se caracterizan por el deterioro y disfunción del sistema óseo y articular del cuerpo
humano con la afección de sus estructuras internas y adyacentes. Estos trastornos se caracterizan
por la incapacidad funcional creciente de alguna parte del aparato locomotor, en especial, la de
las articulaciones.
En la presente unidad didáctica se estudiará el papel que juega la actividad física sobre la
prevención y/o tratamiento de las enfermedades mencionadas, así como las consideraciones que
se deben tener en cuenta a la hora de prescribir un programa de ejercicio físico en estas
poblaciones.
3
1. Desarrollo del contenido
• Dolor.
• Hinchazón.
• Calor.
• Enrojecimiento.
• Limitación del movimiento.
La AR está causada por fenómenos autoinmunes. Esta enfermedad puede afectar a cualquier
articulación del cuerpo y su manifestación principal es la inflamación de la articulación, que
afecta al cartílago y a la membrana sinovial alrededor de las uniones de los huesos.
4
El tratamiento farmacológico se basa en la administración de fármacos antiinflamatorios,
corticoides e inmunosupresores, dependiendo de la gravedad del cuadro.
La AR puede afectar a varias articulaciones a la vez, las más comunes son los dedos, las
rodillas, las caderas y los tobillos. Sin embargo, debido a las características inflamatorias de
la AR, las personas que la sufren pueden ver afectados muchos tejidos y órganos y a menudo son
más propensas a presentar problemas cardiacos y respiratorios.
La AR es el trastorno más común del tejido conectivo y se da con diferentes grados de gravedad
y discapacidad.
Etiología
En un individuo sano, la respuesta inmune se inicia cuando un antígeno (sustancia extraña que
provoca una respuesta inmune) rebasa las barreras químicas y físicas de protección del
organismo. Generalmente, este patógeno es envuelto por un fagocito que lo digiere y procesa
la proteína extraña. La aparición de esta proteína extraña estimula la aparición de los linfocitos
T helper, que posteriormente estimulan a otras células inmunes a la proliferación y segregación
de sustancias para que combatan al microorganismo. Después de este proceso, las células B
maduras producen anticuerpos contra estas proteínas extrañas.
5
reacciones se ven alteradas, de tal manera que se produce un proceso de autoinmunidad en el
que el propio organismo no distingue o reconoce las moléculas propias de las no propias, con
lo que se convierte el sistema inmunológico en parte del proceso patológico de la enfermedad.
Factores reumatoides
Los propios factores reumatoides pueden provocar lesiones en el tejido, con lo que dan lugar a
vasculitis (inflamación de los vasos sanguíneos), liberación de histamina y activación de la
cinina, que puede ocasionar constricción del músculo liso visceral y vasodilatación. Los fagocitos
también aumentan o se reducen en esta patología contribuyendo al proceso patológico. Sin
embargo, este proceso autoinmune puede que sea el resultado del proceso patológico de la AR,
no su inicio. No obstante, independientemente de la causa inicial de la aparición de la AR, una
vez iniciado el proceso parece autoperpetuarse (Woolf-May, 2008).
En un individuo sano, la cavidad sinovial posee una presión negativa y, cuando se mueve la
articulación, se mantiene la permeabilidad en los vasos, lo que posibilita la nutrición del cartílago
articular, que no posee ningún vaso propio. En un individuo con artritis reumatoide, con el
movimiento, la presión puede exceder la presión de perfusión capilar y colapsar los vasos
sanguíneos, con lo que da lugar a la llamada lesión de perfusión hipóxica, que provoca especies
reactivas de oxígeno que podrán resultar en posteriores lesiones en la cavidad sinovial. Estas
especies reactivas de oxígeno pueden aumentar los factores reumatoides y alterar la respuesta
autoinmune. Todo ello induce a pensar que el ejercicio físico puede resultar nocivo para la
progresión de esta enfermedad. Sin embargo, a lo largo de los últimos años, diferentes
6
investigaciones han demostrado que la realización adecuada y segura de ejercicio físico no solo
no acelera la enfermedad, sino que produce diferentes beneficios en los pacientes con AR.
En la actualidad se conoce que los ejercicios dinámicos pueden incrementar la tasa de flujo de
sangre sinovial en articulaciones con derrames beneficiando la articulación inflamada con hipoxia
crónica a la isquemia crónica sinovial.
Aunque también existen estudios que no han revelado ningún efecto del ejercicio físico sobre la
progresión de la enfermedad, hay que señalar que no se han reportado efectos nocivos tras la
realización de programas de entrenamiento, por lo que se puede confirmar que, aunque puede
existir un riesgo por el sobreuso de la articulación afectada por la AR con la realización de ejercicio
físico, actualmente se piensa que, gracias a los efectos adicionales positivos
fisiológicos/bioquímicos/físicos y psicológicos que ejerce el ejercicio físico sobre la salud, es mejor
su realización que no realizarlo en estos pacientes.
Aquellos individuos sanos que practican actividad física de manera regular muestran poca
variación en sus parámetros inmunológicos pre- y posejercicio. Durante y después de la práctica
de ejercicio físico se produce un aumento de las citocinas proinflamatorias IL-1, IL-6 y TNF-α,
pero estos valores tienden a volver a valores basales tras el ejercicio. De manera parecida, la
respuesta inmune parece mantenerse poco variable en reposo tras la práctica regular de ejercicio
físico en pacientes con AR, efecto contrario al que sucede en deportistas sometidos a frecuentes
y altas intensidades de ejercicio, en los que la respuesta inmunológica se ve reducida y pueden
llegar a ser más propensos a infecciones.
7
Nota
La artrosis implica todo el conjunto articular: se produce una degeneración y deterioro del
cartílago, así como una proliferación de los márgenes articulares y del hueso subcondral, con
presencia de sinovitis o derrame articular.
8
1.3.1. Factores de riesgo de la artrosis
Hay diferentes formas de clasificación de la artrosis. La más extendida hoy por hoy es la
clasificación etiológica, aunque también se utilizan la topográfica y la de Kellgren y
Lawrence.
9
1. Clasificación etiológica: primaria o idiopática y secundaria.
Artrosis secundaria:
• Postraumática.
• Enfermedades congénitas, displasias y trastornos del desarrollo.
• Enfermedades metabólicas (enfermedad de Wilson, enfermedad de Gaucher,
hemocromatosis, ocronosis).
• Enfermedades endocrinas (acromegalia, diabetes, hipotiroidismo, hiperparatiroidismo).
• Enfermedades por depósito de cristales (condrocalcinosis).
• Enfermedades óseas (enfermedad de Paget, osteonecrosis).
• Enfermedades articulares inflamatorias (artritis reumatoide, espondiloartropatías, artritis
séptica, artropatía neuropática).
Localizaciones típicas:
10
Localizaciones atípicas:
• Articulación metacarpofalángica.
• Carpo.
• Codo.
• Articulación escapulohumeral.
• Tobillo.
• Tarso.
Viaja
11
1.3.3. Manifestaciones clínicas de la artrosis
Uno de los orígenes del dolor es la sinovitis (inflamación en la membrana sinovial), presente
en más del 50 % de los pacientes con artrosis de rodilla y que puede darse desde el comienzo de
la aparición de esta patología. Este proceso inflamatorio puede agravar la destrucción del cartílago
y dar lugar a una degradación progresiva que acelerará la progresión de la condropatía en los
últimos estadios de esta patología (Rodríguez Bonnín, 2016).
Por último, la rigidez suele ser de corta duración y se limita a la articulación afectada. Suele
aparecer tras un periodo de inactividad. En estados más avanzados de la enfermedad, aparecerán
la limitación de la movilidad y la incapacidad funcional.
En esta patología es frecuente que pacientes poco sintomáticos puedan padecer una limitación
funcional importante, lesiones radiológicas avanzadas y gran deformidad articular y, al contrario,
pacientes muy sintomáticos sin lesión estructural (disociación clínico-radiológica). La artrosis no
presenta manifestaciones sistémicas (Casals Sánchez, Giménez Basallote, Martínez García y
Möller Parera, 2011).
Artritis Artrosis
12
6. El dolor empeora con el reposo. 6. El dolor empeora con la movilidad.
c) Práctica continuada y repetitiva durante años de ciertos deportes con un alto grado de
carga articular, la cual favorece la aparición de lesiones.
Parece ser que, independientemente de que el efecto del ejercicio físico sobre el cartílago es
limitado, el cartílago se adapta a las cargas de forma similar al resto de tejidos biológicos como
el hueso y el músculo. Las cargas moderadas son útiles para el tratamiento y la prevención de la
artrosis, mientras que las cargas demasiado elevadas o demasiado bajas reducen el contenido de
proteoglucanos del cartílago.
El ejercicio físico de alto impacto puede agravar la artrosis; sin embargo, los programas de
ejercicio dinámicos como la bicicleta y la marcha aumentan el flujo de sangre sinovial en las
articulaciones inflamadas que presentan hipoxia crónica.
• Parece ser que el riesgo de artrosis de rodilla debido a la realización de ejercicio físico se
incrementa en personas con lesiones previas de rodilla, con un índice de masa corporal
elevado o con trabajos laborales anteriores con una alta demanda de carga articular
(Woolf-May, 2008).
• Hay que destacar que la participación repetitiva en deportes con alta carga e impacto
articular y rotacional, como el fútbol, el tenis, el salto de obstáculos, el balonmano y el
baloncesto, sí que puede aumentar el riesgo de degeneración articular inducida por
lesión y, por lo tanto, el riesgo de artrosis (Woolf-May, 2008).
• De manera general, el tipo de ejercicio recomendado como terapia para la artrosis de
múltiples localizaciones es tanto el ejercicio aeróbico como el de fuerza y el de
flexibilidad, aunque hay que destacar que la mayoría de la evidencia científica existente
se ha realizado en artrosis de rodilla y de cadera.
13
• En cuanto a las recomendaciones acerca del beneficio sobre la artrosis de cadera, existe
cierta controversia, dado que de forma general se propone el ejercicio aeróbico
(incluyendo el acuático), el de fuerza y el de flexibilidad para disminuir el dolor,
mejorar la función y la calidad de vida de los pacientes, basándose en los efectos del
ejercicio sobre la artrosis de rodilla. Hoy en día, es necesaria más evidencia científica que
demuestre los beneficios y las recomendaciones más adecuadas para la mejora de la
artrosis de cadera con el fin de corroborar estas recomendaciones.
• Una reciente revisión sistemática con el objetivo de identificar el programa de ejercicio
físico más adecuado para reducir el dolor de los pacientes con artrosis de rodilla ha
establecido que tanto el ejercicio físico aeróbico como el de fuerza tienen los mismos
efectos. Esta revisión establece que los programas de ejercicios óptimos para la artrosis
de rodilla deben tener objetivos específicos y estar centrados en la mejora de la
capacidad aeróbica, de la fuerza muscular del cuádriceps, junto con una menor carga
en las extremidades. Además, para la consecución de mejores resultados, debe realizarse
tres veces a la semana. Aquellos pacientes que tengan una menor capacidad
cardiovascular y fuerza muscular deberán realizar los ejercicios aeróbicos y de fuerza en
días diferentes para la consecución de mayores efectos. Además, destacan la importancia
de que el programa sea supervisado y tenga una duración de al menos doce sesiones.
• Dichos programas parecen tener un efecto similar, independientemente de las
características del paciente, incluyendo la gravedad radiológica y dolor basal.
Por lo tanto, los objetivos principales de la intervención con ejercicio físico para personas con
artrosis de rodilla y cadera son los siguientes:
La actividad física o el ejercicio físico es una intervención terapéutica importante en todos los
tipos de artrosis, ya que previene el deterioro de los músculos, mantiene la estabilidad de las
articulaciones aumentando su flexibilidad y su función y reduciendo el dolor, mejora la forma
física y disminuye el riesgo de caídas (Woolf-May, 2008).
La reducción de peso, por su parte, puede ser uno de los resultados secundarios de un programa
de actividad física, lo que conlleva un mecanismo de mejora de esta enfermedad.
Hasta no hace muchos años se pensaba que el ejercicio físico era perjudicial para las personas
con AR. Se basaba la explicación en que los ejercicios dinámicos podrían causar más lesiones en
las articulaciones afectadas por la enfermedad; sin embargo, las investigaciones han demostrado
lo contrario.
Todos los pacientes con artrosis y artritis reumatoide deben realizar una evaluación previa donde
se deberán identificar las posibles comorbilidades existentes para realizar una adecuada
prescripción de ejercicio físico lo más personalizada y segura posible.
14
1.5.1. Consideraciones de la prueba de esfuerzo
La mayoría de pacientes puede realizar una prueba de esfuerzo limitada por los síntomas. A
continuación se exponen las consideraciones especiales que se han de tener en cuenta en estos
pacientes:
Duración: se recomiendan periodos cortos de 5 a 10 minutos hasta completar los 20-30 minutos
de acumulación, según la tolerancia del individuo, hasta completar 150 minutos/semana de
actividad física moderada.
Intensidad: intensidad moderada. Hay que aplicar las recomendaciones de actividad física para
la población general de actividad física; sin embargo, este nivel estará condicionado por el dolor.
Tipo de actividad: ejercicio físico aeróbico (actividades que ejerzan poca tensión en las
articulaciones, como caminar, montar en bici o nadar).
Tabla 6. Prescripción de ejercicio físico aeróbico en pacientes con artritis reumatoide y artrosis.
15
PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO FÍSICO DE FUERZA – ARTRITIS REUMATOIDE Y
ARTROSIS
Intensidad: hay que comenzar con intensidades bajas (10 % del máximo individual), progresar
a un ritmo máximo de incremento de un 10 % a la semana según la tolerancia hasta sentir dolor
y/o con una intensidad baja (40-60 % de 1 RM). De 10 a 15 repeticiones por ejercicio.
Tipo de actividad: las personas que tengan dolor articular significativo y debilidad muscular
podrán beneficiarse de ejercicios con contracciones isométricas voluntarias máximas en la
articulación afectada para progresar y llegar a realizar un entrenamiento dinámico. El programa
de entrenamiento de fuerza debe incorporar todos los principales grupos musculares al igual que
se recomienda para adultos sanos.
Tabla 7. Prescripción de ejercicio físico de fuerza en pacientes con artritis reumatoide y artrosis.
• Los programas de ejercicio para personas con artritis y artrosis no deben incluir actividades
de alto impacto o actividades con un grado alto de lesión.
• Se deben evitar los ejercicios que impliquen movimientos rápidos y excesivos.
• Durante las exacerbaciones artríticas agudas, se debe evitar por completo la actividad
física/ejercicio.
• En algunos pacientes con artrosis de rodilla, el cuádriceps presenta una alteración en la
propiocepción, particularmente cuando la rodilla adopta una posición de máxima
extensión, lo que da lugar a una reducción en la capacidad de controlar correctamente la
fuerza submáxima y la potencia excéntrica. Se deben considerar estos aspectos a la hora
de diseñar un programa de ejercicio en estos pacientes.
1. Se debe evitar el ejercicio vigoroso durante las exacerbaciones agudas y los periodos de
inflamación, aunque es apropiado mover las articulaciones con suavidad en toda su
amplitud en estos periodos.
2. Se ha de dar prioridad a la progresión en la duración de la actividad sobre la intensidad.
3. Se deben respetar los periodos adecuados de calentamiento y recuperación activa (5-10
min) para la reducción del dolor. Estos periodos deben incluir movimientos lentos de las
articulaciones en toda su amplitud.
4. Artritis: se recomienda la realización de ejercicio dinámico y de bajo impacto, una
modalidad muy adecuada es la realización de ejercicios en el medio acuático, ya que
soportan el peso corporal, ayudan a prevenir la velocidad de movimientos y la temperatura
del agua parece que ayuda a reducir el dolor de las personas con AR.
16
5. Se debe informar a los pacientes con artritis de que pueden experimentar molestias
durante o inmediatamente después del ejercicio, lo que no significa necesariamente que
estén sufriendo más daño. Sin embargo, si el dolor articular persiste más de dos horas
tras la realización de ejercicio y supera la intensidad del dolor antes del ejercicio, habrá
que reducir la duración y/o la intensidad en futuras sesiones.
6. Se debe animar a las personas con artritis a realizar ejercicio físico en los días en los que
el dolor es menos grave y/o junto con el pico de acción de analgésicos.
7. Es fundamental la utilización de un adecuado calzado que amortigüe y aporte estabilidad
en personas con artritis.
8. Se debe potenciar la pérdida de peso hasta niveles saludables a través del programa de
ejercicio, dado que muchas de las personas con artrosis en las extremidades inferiores
tienen sobrepeso o son obesas.
9. Se deben incorporar ejercicios funcionales que repliquen las actividades de la vida diaria,
como ponerse en pie, subir escaleras…, según la tolerancia del individuo.
De manera general, esta enfermedad se caracteriza por que el hueso se vuelve más poroso, con
más aire en su interior, aumentando el número y el tamaño de las cavidades o celdillas que
existen en su interior, de tal modo que los huesos se hacen más frágiles, soportan peor los golpes
y se rompen con mayor facilidad (Sociedad Española de Reumatología, 2015).
Básicamente, hay tres tipos de células que contribuyen a la homeostasis del hueso: osteoblastos
(células formadoras de hueso), osteoclastos (reabsorben o descomponen el hueso), osteocitos
(células óseas maduras), y dos tipos de tejido óseo: compacto y esponjoso.
17
Remodelado óseo: el hueso es un tejido extremadamente activo y dinámico que está sometido a
un constante remodelado en función del estrés al que esté expuesto para poder cumplir con su
principal función, que es la de soporte.
La remodelación ósea, entre otros factores, está también regulada por diferentes hormonas
circulantes, incluidos estrógenos, andrógenos, vitamina D y hormona paratiroidea (PTH), entre
muchos otros. Estos factores modulan la velocidad con que se activan nuevos sitios de
remodelación en el hueso, lo que tiene como resultado un periodo de reparación durante el cual
los osteoblastos sintetizan tejido óseo nuevo.
Con la osteoporosis se produce una disfunción de las unidades de remodelación ósea debido a
dos tipos de alteraciones:
Nota
Aunque existen factores de riesgo que no se pueden modificar, como el sexo o la edad, la
osteoporosis es una enfermedad que se puede prevenir mediante el cambio de variables como
el estilo de vida y la realización de actividad física, los cuales estimulan una mayor
acumulación de masa ósea.
18
• Una fractura osteoporótica previa (incluyendo fracturas vertebrales clínicas y
asintomáticas).
• Densidad ósea mineralizada del cuello femoral.
• Bajo IMC.
• Tratamiento glucocorticoide (oral durante tres meses o más).
• Toma de tres o más dosis de alcohol al día.
• Tabaquismo.
• Historia familiar de fractura de cadera.
• Artritis reumatoide.
• Osteoporosis secundaria: diabetes mellitus tipo 1, malnutrición o malabsorción,
enfermedad hepática crónica, hipertiroidismo, hipogonadismo, osteogénesis imperfecta en
adultos.
1.6.3. Diagnóstico
La OMS ha establecido, en función de los resultados de la DMO obtenidos con el sistema DEXA,
las categorías que se encuentran reflejadas en la siguiente tabla:
1. Se considera que una persona tiene osteoporosis si los valores de densidad mineral ósea
(DMO) en el cuello del fémur son inferiores a −2,5 desviaciones estándar (DE).
2. Si los valores de DMO se sitúan entre −1 y −2,5, la persona padece osteopenia.
19
Personas que requieren el diagnóstico mediante DXA:
Sabías que:
Se ha observado que aquellos deportistas que realizan deportes aeróbicos de bajo impacto
(por ejemplo, ciclistas y nadadores) presentan una menor densidad mineral ósea que aquellos
que participan en deportes de mayor impacto (deportes colectivos, carrera…), lo que induce
a pensar que la carga gravitatoria (impacto) es muy relevante para la estimulación ósea.
20
• Caminar es la actividad física más común y accesible entre las personas mayores, que son
las más susceptibles de padecer osteoporosis. Una revisión mostró que el impacto
promovido por esta actividad podría mejorar la densidad mineral ósea del fémur en
mujeres posmenopáusicas; sin embargo, no se demostraron efectos beneficiosos en la
densidad mineral ósea de la columna (Martyn-St James y Carroll, 2008). Esos resultados
van en concordancia con los de otro estudio que confirmó que caminar no tiene efectos
significativos sobre la densidad mineral ósea de la columna lumbar ni sobre el radio, pero
sí reportó efectos beneficiosos significativos sobre la densidad mineral ósea del cuello del
fémur (Velez et al., 2008). Por el contrario, en otro estudio sí observaron ganancias
significativas en la densidad mineral ósea de la región lumbar en mujeres mayores con
osteopenia u osteoporosis tras un entrenamiento aeróbico de doce meses de duración
(Yamazaki, Ichimura, Iwamoto, Takeda y Toyama, 2004).
• Por tanto, se podría decir que caminar no produce importantes beneficios para el
tratamiento de la osteoporosis en determinadas regiones corporales y puede resultar
menos eficaz que otras formas de intervención de ejercicio físico. Sin embargo, en
determinadas regiones corporales como el cuello del fémur puede ayudar a frenar la
pérdida de masa ósea y, por tanto, se recomienda tenerlo en cuenta para la prescripción
de ejercicio en pacientes con reducida masa ósea, especialmente porque caminar es una
de las formas más accesibles de ejercicio aeróbico en el adulto mayor (Gómez-Cabello et
al., 2012).
En lo que respecta a las personas que padecen osteoporosis, no hay circunstancias especiales
más allá de las indicadas para la población general, siempre y cuando esté previamente prescrita
clínicamente. A pesar de ello se deberán tener en cuenta algunas consideraciones (ACSM, 2014):
21
• Los aplastamientos verticales que causan pérdida de altura y deformación de la columna
pueden deteriorar la capacidad ventilatoria y conllevar una desviación anterior del centro
de gravedad. Esto último afecta a veces al equilibrio durante la prueba de caminar en cinta
ergométrica.
• La prueba de fuerza muscular máxima puede estar contraindicada en pacientes con
osteoporosis grave, aunque no hay pautas establecidas sobre contraindicaciones para esta
prueba.
Intensidad: alta, es decir, en torno al umbral láctico (>70 % de la FC máx.; 70-90 VO2máx.).
La marcha debe ser rápida y exigente sin que cause dificultad para respirar.
Tipo de actividad: se aconsejan actividades que requieran cierto impacto, como caminar a alta
intensidad, subir escaleras, bailar…
Tabla 9. Prescripción de ejercicio físico de fuerza en pacientes con artritis reumatoide y artrosis.
Entrenamiento de fuerza
22
Sabías que:
La respuesta del hueso a la carga mecánica suele ser local y no generalizada en todo el
esqueleto, de modo que las actividades que incluyen un soporte del propio peso corporal y
que suponen una mayor implicación del tren inferior tienen una mayor repercusión sobre la
columna lumbar y la cadera. Por otro lado, las actividades que implican de forma específica
el tren superior o la extremidad y/o lado dominante obtienen beneficios solo en estas
localizaciones.
Tipo de actividad: se aconseja realizar ejercicio con pesas tanto en la extremidad inferior como
en la superior.
23
a la mejora de la capacidad aeróbica, la fuerza, la flexibilidad o el equilibrio dentro del programa
de entrenamiento.
• El entrenamiento en plataforma vibratoria parece ser más eficaz que caminar en mujeres
posmenopáusicas y produce efectos similares al entrenamiento de fuerza. Es importante
señalar que las investigaciones hoy por hoy son escasas y se necesita más investigación
para comprobar el efecto en hombres.
• En cuanto a la intensidad de trabajo y a la amplitud, parece ser que los niveles bajos son
más adecuados para las personas que tienen un mayor riesgo de fracturas. Se necesitan
más estudios que corroboren la dosis ideal de vibración, la frecuencia, la postura y el
tiempo óptimos en este tipo de ejercicios para la obtención de una mayor respuesta en la
densidad mineral ósea.
• Este tipo de ejercicios está contraindicado en las siguientes enfermedades:
o Cáncer, piedras en el riñón o vejiga, enfermedad cardiovascular grave, arritmias,
marcapasos, trombosis aguda o hernia, epilepsia, convulsiones, cirugía reciente,
implantes recientes, artritis reumatoide aguda o migrañas.
24
2. Resumen
25
3. Mapa conceptual
26
4. Recursos bibliográficos
Bibliografía básica
American College of Sports Medicine. (2014). Manual ACSM para la valoración y prescripción
del ejercicio (3.ª ed.). Zaragoza: Editorial Paidotribo.
Bocalini, D. S., Serra, A. J., Dos Santos, L., Murad, N. y Levy, R. F. (2009). Strength Training
Preserves the Bone Mineral Density of Postmenopausal Women without Hormone Replacement
Therapy. Journal of Aging and Health, 21(3), 519-527.
Casals Sánchez, J., Giménez Basallote, S., Martínez García, F. y Möller Parera, I. (2011). Guías
clínicas. Artrosis. Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria.
De Matos, O., Lopes da Silva, D. J., Martinez de Oliveira, J. y Castelo-Branco, C. (2009). Effect
of Specific Exercise Training on Bone Mineral Density in Women with Postmenopausal
Osteopenia or Osteoporosis. Gynecological Endocrinology, 25(9), 616-620.
Kerr, D., Morton, A., Dick, I. y Prince, R. (1996). Exercise Effects on Bone Mass in
Postmenopausal Women are Site‐Specific and Load‐Dependent. Journal of Bone and Mineral
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Márquez Arabia, J. J. y Márquez Arabia, W. H. (2014). Artrosis y actividad física. Revista Cubana
de Ortopedia y Traumatología, 28(1), 83-100.
Nelson, M. E., Fiatarone, M. A., Morganti, C. M., Trice, I., Greenberg, R. A. y Evans, W. J.
(1994). Effects of High-Intensity Strength Training on Multiple Risk Factors for Osteoporotic
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Svedbom, A., Hernlund, E., Ivergård, M., Compston, J., Cooper, C., Stenmark, J.…, Kanis, J.
(2013). Osteoporosis in the European Union: a Compendium of Country-Specific Reports.
Archives of Osteoporosis, 8(1-2), 1-218.
Velez, N., Zhang, A., Stone, B., Perera, S., Miller, M. y Greenspan, S. (2008). The Effect of
Moderate Impact Exercise on Skeletal Integrity in Master Athletes. Osteoporosis International,
19(10), 1457-1464.
27
Woolf-May, K. (2008). Prescripción de ejercicio: fundamentos fisiológicos. Madrid: Elsevier-
Masson.
Yamazaki, S., Ichimura, S., Iwamoto, J., Takeda, T. y Toyama, Y. (2004). Effect of Walking
Exercise on Bone Metabolism in Postmenopausal Women with Osteopenia/Osteoporosis. Journal
of Bone and Mineral Metabolism, 22(5), 500-508.
Bibliografía complementaria
Chicharro, J. L. y Mojares, L. M. L. (2008). Fisiología clínica del ejercicio. Madrid: Ed. Médica
Panamericana.
Otros recursos
28
Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte
1.3.1. Efectos del ejercicio físico en los trastornos de la conducta alimentaria .................. 21
2. Resumen .................................................................................................................. 30
2
UD 6. Actividad física en el embarazo, otras enfermedades y
trastornos
En la presente unidad didáctica se dará paso al estudio de otras situaciones y patologías, aunque
algunas de ellas no se caracterizan por ser enfermedades crónicas, como se ha venido estudiando
hasta el momento, son situaciones que requieren una atención especial y conocimiento por parte
del futuro graduado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte.
3
1. Desarrollo del contenido
La realización de ejercicio físico durante el embarazo se ha convertido en una actividad cada vez
más habitual en la mujer. En la actualidad existe suficiente evidencia científica que demuestra los
diferentes beneficios de la realización de ejercicio físico durante el embarazo y que sostiene que
esta práctica no genera riesgos de carácter materno-fetal durante el desarrollo del embarazo
(Reoyo, Santaella, Mateos y Carballo, 2015).
Desde el inicio del embarazo, la mujer experimenta una serie de cambios fisiológicos y anatómicos
provocados y regulados por cambios hormonales que afectan prácticamente a todos los órganos
del cuerpo humano. Estos cambios tienen como fin cubrir las necesidades maternas y las del feto,
así como la preparación para el parto y el posterior periodo de lactancia materna.
A continuación, se detallan los cambios más importantes del cuerpo materno, muchos de los
cuales podrán estar relacionados con las demandas que produce el ejercicio físico.
4
Cambios cardiovasculares
Cambios respiratorios
Durante el embarazo, con el ejercicio físico aumenta el volumen respiratorio por minuto y el
consumo de oxígeno para satisfacer la mayor demanda de oxígeno.
Cambios metabólicos
Desde el comienzo del embarazo se producen una serie de adaptaciones metabólicas que
pueden dividirse en dos etapas:
Aumento de peso. Las recomendaciones del American College of Obstetrics and Gynecology
recomiendan un aumento de peso normal de entre 10,8 a 12,5 kg. El ritmo de incremento de
peso recomendado es aproximadamente de 0,9 a 1,8 kg totales durante el primer trimestre y
0,36 a 0,45 kg por semana a partir de entonces para mujeres de peso normal. A pesar de ello,
esta recomendación debe ser individualizada, en relación con el peso previo al embarazo y al
estado nutricional de cada mujer.
5
Aumento excesivo de peso gestacional → mayor riesgo de mantener el exceso de peso
después del parto.
Mujeres con sobrepeso con aumento excesivo de peso gestacional → mayor riesgo de
convertirse en obesas tras el parto.
Aumento excesivo de peso gestacional → mayor riesgo de hipertensión gestacional,
preeclampsia y diabetes gestacional.
Aumento excesivo de peso gestacional → mayor riesgo de obesidad infantil, diabetes e
hipertensión en niños.
Metabolismo basal. Debido a las mayores necesidades del feto, del útero y la creación de
nuevos tejidos, el metabolismo basal está aumentado entre un 20 y un 35 % pero una gran
parte, alrededor de un 10 %, depende de las necesidades del feto. Por este motivo, en el
embarazo existe además un ligero aumento también de la temperatura. Debido a este aumento
en el metabolismo basal, tradicionalmente se ha recomendado la necesidad de incrementar el
consumo energético a través de la dieta en unas 300 kcal/día durante los dos últimos trimestres
del embarazo y 500 kcal/día durante la lactancia. Sin embargo, aunque esta recomendación
sigue estando a la orden del día, actualmente se viene estableciendo una mayor importancia a
la calidad de la dieta que a la cantidad.
Cambios musculoesqueléticos
Centro de gravedad
Pelvis
Suelo pélvico: el embarazo y el parto han sido considerados como factores de riesgo en la
disfunción del suelo pélvico. Durante la gestación, el incremento de peso que debe soportar
el útero, más el efecto relajante de las hormonas mencionadas anteriormente, puede favorecer
la aparición de disfunciones en el suelo pélvico.
Debido a la presión intraabdominal generada por el crecimiento del útero, así como por la
tensión mecánica impuesta por este proceso, puede aparecer la denervación parcial de la
musculatura que compone el suelo de la pelvis y lesión en el músculo y en los tejidos conectivos.
6
Varios factores como el aumento excesivo de peso materno, la macrosomía fetal, el parto
instrumental o el trabajo de parto prolongado han sido tradicionalmente los factores
predisponentes para la lesión del suelo pélvico, siendo la disfunción más común la
incontinencia urinaria(Barakat, Perales, Garatachea, Ruiz y Lucia, 2015).
El embarazo también puede ser un momento de cambio emocional importante. Muchas mujeres
sufren alteraciones en el estado de ánimo e incluso depresión prenatal. Según la OMS (2002),
el 22 % de las mujeres en edad fértil ha sufrido depresión en algún momento, el embarazo las
hace más vulnerables en comparación con otros momentos de su vida. Estudios recientes han
estimado que la prevalencia de depresión durante el embarazo se sitúa entre el 10 % y el
30 %, siendo superior a la registrada durante el periodo posparto (Barakat et al., 2015).
Como se ha indicado en el apartado anterior, el embarazo conlleva una gran serie de cambios en
el cuerpo de la gestante los cuales pueden variar la percepción de la salud de la mujer en este
periodo de la vida.
Debido a los numerosos beneficios que aporta la realización de ejercicio físico, se debe
continuar con el nivel de actividad que se realizaba antes del embarazo (adaptando los
componentes de la carga a la nueva situación) o comenzar su práctica en caso de no haberlo
hecho con anterioridad (Artal y O'Toole, 2003) de forma gradual y comenzando con actividades
consideradas de bajo riesgo como caminar, natación moderada, etc.
Sin embargo, hoy en día, muchas mujeres continúan con la creencia de que el ejercicio físico
puede resultar perjudicial para el embarazo y desconocen los beneficios derivados de su
realización.
La mayoría de las embarazadas son sedentarias e incluso algunas mujeres que realizaban ejercicio
físico antes del embarazo tienden a reducir su actividad cuando se quedan embarazadas (Salazar,
2016).
Algunos de los beneficios más destacables del ejercicio físico durante el embarazo son los
siguientes (Salazar, 2016):
7
Beneficios a nivel cardiovascular y metabólico:
Beneficios psicológicos:
1. Existe una relación inversa entre la realización de ejercicio y los síntomas depresivos en
las mujeres embarazadas.
2. El ejercicio físico mejora el estado de ánimo de la mujer y su salud mental, sobre todo
en el tercer trimestre.
3. Estabilización del humor de la madre y una mejora de la tolerancia al estrés.
8
1.1.3. Efectos fisiológicos del ejercicio físico agudo en el embarazo
Tabla 1. Respuestas fisiológicas al ejercicio agudo durante el embarazo en comparación con antes del embarazo(ACSM,
2014).
9
1.1.4. Recomendaciones de actividad física durante el embarazo
Play
Actividad física moderada. El Dr. Rubén Barakat nos explica el porqué de esta intensidad
como la más adecuada durante el periodo del embarazo: «Consideraciones especiales durante
el embarazo».
Se deben tener en cuenta tanto las características de la actividad que se va a realizar como las
del entorno en el cual se realiza con el fin de lograr los mayores beneficios y asegurar el mínimo
riesgo.
Una mujer embarazada sana con una gestación de bajo riesgo debería trabajar a una
intensidad suficiente como para producir una mejora cardiovascular, aunque la frecuencia
cardiaca no deberá superar las 140 pulsaciones por minuto.
Tipo de actividad:
Algunas de las actividades más recomendables, muy tolerables y con grandes beneficios son
caminar, bicicleta estática o en su lugar paseos en bici sobre superficies planas y seguras (si la
mujer realizaba anteriormente este tipo de ejercicio), o la natación (Artal y O'Toole, 2003). En
general existe una amplia gama de actividades deportivas que han demostrado una práctica
segura para esta etapa.
10
Entorno e indumentaria:
La ropa y el calzado deberán ser adecuados al ejercicio que se va a realizar, evitando que estos
sean incómodos o puedan producir caídas o lesiones. El entorno ha de tener la humedad y la
temperatura adecuadas, permitiendo a la gestante la disipación del calor corporal que genere
en la actividad.
Se deberá tener especial cuidado con aquellas articulaciones y estructuras que han sido
modificadas en el embarazo o que se puedan ver modificadas en el parto, de manera preventiva
se llevarán a cabo los siguientes cuidados:
11
Realizar la actividad con la vejiga vacía.
Recordar la importancia de una buena ingesta hídrica y una dieta adecuada a su
estado.
El objetivo del diseño de un programa de actividad física para embarazadas debe ser la mejora
de la condición física, asegurando en todo momento la realización de la actividad dentro de
unos márgenes ampliamente seguros, para posteriormente ir adaptándolos al grado óptimo para
cada mujer.
Hemorragia vaginal.
Disnea previa al esfuerzo.
Mareo, vértigo.
Dolor de cabeza.
Dolor torácico.
Dolor o edema en la parte trasera e inferior de las piernas (pantorrillas).
Debilidad muscular.
Hinchazón significativa.
Dinámica uterina susceptible de producir un parto prematuro.
Descenso de movimientos fetales.
Fuga del líquido amniótico.
Relativas:
Anemia grave.
Arritmia cardiaca materna sin evaluar.
Diabetes mellitus tipo I mal controlada.
Obesidad mórbida extrema.
Delgadez extrema.
Historial de estilo de vida sedentario.
Restricción del crecimiento intrauterino en el embarazo.
Hipertensión mal controlada.
Limitaciones del aparato locomotor.
Trastorno convulsivo mal controlado.
Hipertiroidismo mal controlado.
Alta adicción al tabaco.
12
Absolutas:
1. Las mujeres embarazadas sedentarias o con baja actividad deben aumentar de forma
gradual sus niveles de actividad diaria a los anteriormente citados.
2. Las mujeres embarazadas con obesidad mórbida y/o diabetes gestacional deben
consultar a su médico antes de participar en un programa de ejercicio físico y obtener una
prescripción ajustada a su enfermedad, síntomas y capacidad funcional.
3. Las mujeres embarazadas deben evitar deportes de contacto y actividades que puedan
causar la pérdida del equilibrio o traumatismos en la madre o el feto.
4. Todo deporte competitivo, el entrenamiento intenso y las dietas rigurosas deben
abandonarse durante la gestación o como máximo practicarse hasta el cuarto mes del
embarazo.
5. Las mujeres embarazadas no deben practicar submarinismo, ya que el feto no está
protegido para la descompresión y embolismo gaseoso.
6. Se deben evitar deportes como el esquí o deportes en la nieve que requieran velocidad
de bajada, así como los deportes de raqueta, debido a que el cambio del centro de
gravedad puede causar problemas de equilibrio.
7. No están recomendados los ejercicios en altas alturas. Se deberá prestar especial
precaución en la realización de ejercicios a más de 2500 m de altura, siendo conscientes
de los signos de mal de altura.
8. Las mujeres embarazadas deben evitar durante el ejercicio físico la posición de decúbito
supino después del primer trimestre, debido al riesgo de obstrucción venosa.
9. Las embarazadas deben evitar durante el ejercicio físico la maniobra de Valsalva.
10. No realizar movimientos bruscos, saltos, ni giros, prevaleciendo siempre el control
del movimiento con una velocidad de ejecución constante, evitando movimientos
balísticos.
11. Las embarazadas deben realizar ejercicio en un entorno térmico neutro, estar bien
hidratadas para evitar el estrés térmico.
12. Durante el embarazo, aumenta la demanda metabólica en torno a unas 300 kcal al día.
Las mujeres embarazadas deben aumentar su ingesta calórica para cubrir el coste
calórico del embarazo y del ejercicio.
13. Las mujeres embarazadas pueden participar en programas de ejercicio físico de fuerza
en el que se ejerciten todos los grupos musculares si anteriormente los realizaban. La
principal recomendación es que sean ejercicios de múltiples repeticiones (de 12-15
13
repeticiones) hasta experimentar fatiga moderada. Se evitarán las acciones
musculares isométricas, la maniobra de Valsalva y la posición decúbito supino
después del 1.er trimestre.
14. Si no está acostumbrada con anterioridad al ejercicio con cargas, se deberá realizar un
adecuado entrenamiento en la técnica de ejecución y evitar las cargas altas que
favorezcan la maniobra de Valsalva, ya que esto puede generar fuerzas descendentes
indeseables sobre el útero y el suelo de la pelvis.
15. Se deben evitar posturas incómodas, así como estiramientos exagerados, debido
a la relajación del tejido conectivo (ligamentos) pudiendo provocar dolor en la parte
inferior de la pelvis y probablemente de las piernas.
16. De manera general, en el posparto se puede comenzar a realizar ejercicio físico 4-6
semanas después del parto.
17. Se ha de evitar realizar sobreesfuerzos que aumenten la presión intraabdominal y
ejercicios de cualquier tipo que impliquen traumatismo abdominal, incluso leves.
La prueba de esfuerzo máxima no debe realizarse con embarazadas, a menos que haya una
necesidad médica que lo justifique. En el caso de que sea así, siempre se realizará bajo
supervisión médica.
Se puede optar por una prueba de esfuerzo submáxima (< 75 % de FCr) para predecir el
consumo máximo de oxígeno con la finalidad de realizar una prescripción de ejercicio físico lo
más exacta posible.
Cualquier mujer sedentaria antes del embarazo o que tenga alguna enfermedad diagnosticada
deberá obtener la autorización de su médico antes de participar en cualquier programa de
ejercicio físico.
Viaja
La prescripción de ejercicio físico para embarazadas coincide con las recomendaciones generales
para la población adulta sana. Sin embargo, es importante controlar y ajustar el ejercicio físico
de acuerdo a los síntomas, molestias y capacidades de la mujer embarazada, además de tener
en cuenta las contraindicaciones del ejercicio físico durante esta etapa.
14
PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO FÍSICO AERÓBICO – EMBARAZO
Tipo de actividad: actividades rítmicas y dinámicas que empleen los grandes grupos
musculares. (Es necesario tener en cuenta las consideraciones especiales descritas en la
presente unidad didáctica).
Play
En mujeres con altos niveles de entrenamiento hoy por hoy no se ha llegado a establecer cuál es
el límite de intensidad considerado totalmente seguro; por lo tanto, se debe recomendar que no
se alcancen los niveles previos durante el periodo gestacional y se le ha de hacer consciente de
que su rendimiento disminuirá conforme avanza el embarazo.
En los últimos años, se ha puesto de manifiesto un creciente interés sobre los efectos
psicológicos del ejercicio físico y su aplicación para la prevención y tratamiento de diferentes
trastornos psicológicos. Se estima que alrededor del 25 % de la población puede sufrir en algún
momento de su vida estados moderados de depresión, ansiedad y otros trastornos emocionales.
15
Los resultados de un amplio número de investigaciones científicas permiten afirmar que el
ejercicio físico es una herramienta completa de factores motivacionales y que los beneficios
del ejercicio físico a corto y largo plazo contribuyen significativamente a la salud mental en
diferentes poblaciones clínicas y no clínicas.
El tratamiento de la depresión viene determinado en parte por la gravedad del trastorno, siendo
las terapias más habituales la psicoterapia y el tratamiento farmacológico (Beck y Alford, 2009).
Los beneficios de la práctica de ejercicio físico (EF) en la ansiedad y la depresión han sido
ampliamente estudiados. Existen numerosos estudios que avalan el efecto beneficioso del
ejercicio físico en la depresión, tanto en los casos clínicos como en los no clínicos y tanto en
población adulta como en la población mayor.
Cada día existe más evidencia científica del papel potencial de la actividad física en la
prevención y el tratamiento de los síntomas depresivos. Aunque existen pocos
estudios que determinen la dosis exacta de actividad física en cuanto a frecuencia,
duración e intensidad.
En la literatura científica se encuentran estudios que han demostrado una asociación
inversa entre la realización de actividad física y la depresión.
Diferentes estudios han demostrado los efectos beneficiosos del ejercicio aeróbico como
la modalidad de ejercicio con más efectos positivos en sujetos depresivos. Además, el
ejercicio aeróbico ha demostrado ser más efectivo que el placebo o el no
tratamiento, pudiendo llegar a ser tan efectivo como la psicoterapia individual o de
grupo o como la relajación/meditación (Casajús y Vicente-Rodríguez, 2011).
16
El ejercicio también ha demostrado ser una terapia eficaz para la depresión en personas
mayores. Se han reportado descensos en los niveles de depresión con respecto a
antes del inicio del programa, en personas con edades comprendidas entre los 60 y los
80 años que realizaban ejercicio dos veces por semana durante nueve meses.
Entrenamiento de fuerza: aunque la mayor parte de estudios y beneficios se han
encontrado en los efectos del entrenamiento aeróbico, hasta la fecha, poco conocidos eran
los efectos del entrenamiento de fuerza sobre la depresión o sobre la salud mental. Sin
embargo, un nuevo metaanálisis (Gordon et al., 2018), compuesto de 33 ensayos clínicos
aleatorizados y 1877 participantes, ha concluido que el entrenamiento de fuerza se asocia
con una importante reducción de los síntomas depresivos (un efecto moderado),
independientemente del estado de salud, del volumen de entrenamiento y de las mejoras
en los niveles de fuerza. Aunque ambas modalidades parecen ser efectivas, se necesitan
más estudios que indiquen qué niveles de entrenamiento de fuerza son los más
recomendados.
Algunos de los beneficios más destacados del ejercicio físico sobre la depresión son:
Algunos autores han identificado una serie de factores que explicarían los efectos
antidepresivos (Casajús y Vicente-Rodríguez, 2011):
17
1.2.3. Recomendaciones para la realización de ejercicio físico en personas con
depresión
Las siguientes pautas y sugerencias podrán ser aplicadas tanto en el tratamiento de la depresión
como en su prevención (Hays, 1994; Sime, 1984):
Las manifestaciones más características de la ansiedad van desde una excitación extrema o
hiperactividad a un estado de indiferencia. Otros síntomas muy frecuentes son niveles
elevados de actividad en el sistema nervioso autónomo o quejas psicosomáticas como
miedo, nerviosismo, irritabilidad, náuseas, fatiga y dolor muscular.
18
Beneficios del ejercicio físico sobre la ansiedad
En cuando a los beneficios del ejercicio físico sobre la ansiedad, se ha demostrado que el
ejercicio por sí solo puede ser eficaz en la reducción de la ansiedad, sin la necesidad de la
combinación de ejercicio con alguna otra forma de tratamiento.
Para que el ejercicio reduzca efectivamente los síntomas de ansiedad debe implicar una
alta demanda respiratoria sin llegar al agotamiento y debe tener una duración de mínimo
20 minutos hasta una hora o incluso más. Se recomienda la realización de actividad física
mínimo tres días por semana dependiendo de los síntomas de la ansiedad.
Por otro lado, actividades de intensidad leve podrían resultar también beneficiosas, así como el
entrenamiento de fuerza o ejercicios de flexibilidad, aunque faltan más investigaciones que
estudien el efecto de estos tipos de ejercicios.
Duración: de 20 a 60 minutos.
Tiempo: duración del tratamiento hasta que disminuyan los síntomas. Se tratará de que la
persona continúe con la realización de ejercicio físico a lo largo de su vida como medio de
prevención de recaídas.
19
1.3. Trastornos de la conducta alimentaria
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son los trastornos psiquiátricos más
comunes que afectan a las mujeres jóvenes y contribuyen a grandes perjuicios en la salud
psicológica, social y física (Cook et al., 2016).
La prevalencia de los TCA ha ido en aumento en los últimos años, especialmente en países
desarrollados o en vías de desarrollo. La mayoría de los estudios epidemiológicos establecen que
el 90 % de las personas afectadas por estos trastornos son mujeres (Tornero, Bustamante y
Jódar, 2014). En cuanto a la edad, por lo general suele situarse entre los 13 y los 18 años, aunque
este intervalo está creciendo progresivamente tanto a edades más tempranas como a edades
más avanzadas (Tornero et al., 2014).
Los TCA se definen como «síndromes en los que existe una alteración grave de la conducta
alimentaria, fundamentalmente como consecuencia de los dramáticos intentos que los pacientes
hacen por controlar su peso y su cuerpo» (Salvador y Heliodoro, 2004). Son trastornos muy
complejos debido a que se ven afectados por múltiples factores biológicos y psicosociales
que intervienen en toda psicopatología, se añaden las alteraciones somáticas y fisiológicas fruto
de la malnutrición y desnutrición, que complica su curso y pronóstico (Tornero et al., 2014).
Dentro de los TCA se encuentran la anorexia nerviosa, bulimia nerviosa y otros trastornos
denominados trastornos de la conducta alimentaria no especificados.
1. El rechazo a mantener el peso corporal igual o por encima del valor mínimo normal
considerando edad y talla.
2. El miedo intenso a ganar peso o a convertirse en obeso (incluso estando por debajo del
peso normal).
3. La alteración de la percepción del peso o la silueta corporal.
4. La exageración de su importancia en la autoevaluación o negación del peligro que
comporta el bajo peso corporal.
5. Presencia de amenorrea en mujeres pospuberales.
20
Consecuencias de los TCA:
Suele ser muy variable, tanto en la anorexia como en la bulimia; la detección y el tratamiento
precoz juegan un papel importante para conseguir que el pronóstico sea lo mejor posible
(Tornero et al., 2014):
Aunque el ejercicio es una intervención eficaz para muchos problemas de salud psicológica (por
ejemplo, ansiedad, depresión), a menudo se deja de lado como un tratamiento potencial de los
TCA.
La idea de incluir el ejercicio en el tratamiento de los TCA puede resultar polémica. Sin embargo,
hay una creciente evidencia que sugiere que un estrecho seguimiento del ejercicio, con un
apoyo y supervisión nutricional, es seguro y puede transmitir múltiples beneficios en personas
que padecen TCA.
21
Reduce la insatisfacción corporal.
Mejora la autoestima, favoreciendo la imagen positiva de su propio cuerpo.
Facilita el aumento de peso en la anorexia nerviosa.
Aumenta la fuerza.
Mejora la calidad de vida.
Mejora los vínculos sociales y las relaciones interpersonales en distintos ámbitos (familia,
amigos, trabajo…).
Parece ser que toda forma independiente de ejercicio es segura para todas las variantes de TCA
siempre que se satisfagan las necesidades nutricionales.
Por otro lado, se advierte que el ejercicio físico no es apropiado para todas las personas que
padecen TCA; es importante que los médicos y el personal clínico profesional establezcan los
protocolos y las pautas que se han de tener en cuenta para la posible prescripción de ejercicio
físico en personas con trastornos de la conducta alimentaria. Cualquier intervención con ejercicio
debe ser adaptada y estudiada individualmente teniendo en cuenta los cambios fisiológicos y
psicológicos durante toda la intervención.
Se deben tener en cuenta las contraindicaciones, el estado nutricional, las actitudes sobre
el ejercicio (por ejemplo, comportamientos compulsivos, dependencia y las actitudes de
obligación) antes del inicio en un programa de tratamiento.
Viaja
El programa de ejercicio debe acordarse con los profesionales de salud mental y con los
nutricionistas para establecer los objetivos, el programa más idóneo y las posibles
contraindicaciones.
Las recomendaciones de ejercicio para personas con TCA son similares o podrán estar basadas
en aquellas para la población general.
Estimular el cuidado corporal y una imagen corporal saludable. La actividad física debe
ser utilizada como un medio de recompensa.
Introducir la enseñanza de cuidados posturales y su relación con la autoestima.
Aumentar el % de peso correspondiente a masa magra, disminuyendo la cantidad de
tejido graso en zonas de mayor acúmulo (punto clave para disminuir el miedo al
aumento de peso). Este punto debe ser consensuado con los profesionales de salud
mental y nutrición.
22
Incrementar la buena forma física.
Fomentar la participación en actividades deportivas grupales/sociales como una
alternativa deseable a las actividades físicas realizadas en solitario.
Contribuir a reducir el estrés.
Corregir creencias irracionales y equivocadas respecto a la salud y el ejercicio.
Se ha demostrado una dependencia al ejercicio físico asociada a los TCA (Bamber, Cockerill,
Rodgers y Carroll, 2003). Más allá de los beneficios que pueda aportar el ejercicio físico es
importante señalar que la obsesión por el ejercicio físico puede desencadenar y/o mantener
un TCA, pero también la existencia de un TCA puede desembocar en una adicción al ejercicio
físico, debido a que el excesivo ejercicio y los TCA representan conductas parejas hacia la
preocupación del control del cuerpo (García y Díaz, 2014).
Varios autores señalan la importancia de que, aunque el ejercicio físico tiene efectos
psicológicos positivos en los TCA, antes y durante la prescripción del programa de ejercicio
físico, se debe monitorizar la evolución de los síntomas del trastorno y asegurar que la
motivación para realizarlo no sea patológica (García y Díaz, 2014).
Existe una incidencia elevada de la aparición de TCA dentro del ámbito deportivo. El deporte de
competición parece estar relacionado con los factores de riesgo de estos trastornos, por lo que
las posibilidades de enfermar parecen aumentar.
23
En el artículo que se adjunta a continuación se establecen los factores dentro del ámbito
deportivo que se relacionan con un mayor riesgo de padecer TCA entre los deportistas.
La mayor parte de los cánceres se clasifican por el tipo de célula de la que se originan:
Tratamiento:
El tratamiento del cáncer viene constituido por la cirugía, radiación, quimioterapia, hormonas e
inmunoterapia. De manera general, durante el tratamiento (proceso de destrucción de células
cancerosas) también es destruido parte del tejido sano de la persona, por lo que los pacientes
experimentan una variedad de efectos secundarios que limitan su capacidad para la realización
de ejercicio físico durante y después del tratamiento.
En aquellos supervivientes de cáncer, cinco años o más tras el tratamiento, más de la mitad
afirma tener una mayor limitación del rendimiento físico en ciertas actividades de la vida
diaria como puede ser levantarse y agacharse, permanecer más de dos horas de pie, llevar peso
y realizar largos paseos.
Prueba de esfuerzo
Aunque no existe consenso entre los expertos ni un punto de vista congruente en cuanto a la
seguridad en la prueba de esfuerzo en los pacientes de cáncer, el ACSM (2014) establece unas
pautas de seguridad que se han de tener en cuenta para esta población, basada en hallazgos
existentes y en experimentos clínicos (tabla mostrada en el apartado de contraindicaciones).
Estas pautas no tienen por qué aplicarse necesariamente a todos los pacientes de cáncer, ya que
este tipo de población es muy diverso; sin embargo, pueden resultar de gran ayuda para los
profesionales de la salud y el ejercicio físico a la hora de realizar la prescripción de ejercicio físico.
24
Los métodos generales de la prueba de esfuerzo son de manera habitual apropiados para
pacientes con cáncer que cuenten con autorización médica para la realización de la prueba de
esfuerzo. Se deberán tener en cuenta las comorbilidades asociadas y los efectos secundarios para
realizar las modificaciones oportunas.
Hasta la fecha, los estudios indican que la actividad física puede tener efectos beneficiosos para
diversos aspectos de supervivencia al cáncer, específicamente, aumento de peso, calidad de
vida, recurrencia o evolución del cáncer y pronóstico (probabilidad de supervivencia)
(Rock et al., 2012; Speck, Courneya, Mâsse, Duval y Schmitz, 2010). La mayor parte de los
posibles beneficios de la actividad física en los supervivientes de cáncer proviene de estudios
realizados en personas diagnosticadas con cáncer de pecho, cáncer de próstata o cáncer de colon
(Schmid y Leitzmann, 2014).
1. Control del peso. Tanto la disminución de la actividad física como los efectos
secundarios del tratamiento de cáncer pueden contribuir al aumento de peso después de
un diagnóstico de cáncer. La actividad física en los supervivientes de cáncer puede
contribuir al control del peso corporal.
2. Calidad de vida. La actividad física puede tener efectos beneficiosos en la calidad de vida
en general relacionada con la salud y en cuestiones específicas de calidad de vida,
incluyendo la imagen corporal y la autoestima, el bienestar emocional, la sexualidad, las
perturbaciones del sueño, el funcionamiento social, la ansiedad, la depresión, la fatiga, el
dolor y el funcionamiento físico general (Fong et al., 2012; Mishra et al., 2012).
3. Recurrencia, evolución y supervivencia. Realizar actividad física después de un diagnóstico
de cáncer está asociado a mejores resultados específicos de cáncer para varios tipos de
cáncer (Arem et al., 2014).
Cáncer de próstata. Existen estudios que muestran una posible asociación entre la
actividad física y mejores resultados (menor riesgo de mortalidad) entre los
hombres diagnosticados con cáncer de próstata (Bonn et al., 2014; Kenfield,
Stampfer, Giovannucci y Chan, 2011).
25
1.4.1. Prescripción de ejercicio físico en pacientes de cáncer
Aunque no existen suficientes datos para realizar recomendaciones precisas sobre los
componentes de una adecuada prescripción de ejercicio físico para cada tipo de cáncer, los
componentes actualmente recomendados para un programa de ejercicio destinado a pacientes
de cáncer coinciden con los principios generales del ACSM sobre la prescripción de
ejercicio físico aeróbico, de fuerza y de flexibilidad para personas adultas sanas.
Tiempo: duración del tratamiento hasta que disminuyan los síntomas. Se tratará de que la
persona continúe con la realización de ejercicio físico a lo largo de su vida como medio de
prevención de recaídas.
Tipo de actividad: ejercicio físico aeróbico, actividades rítmicas que impliquen grandes grupos
musculares (caminar, pedalear, nadar).
26
PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO FÍSICO DE FUERZA - CÁNCER
Frecuencia: 1-3 series de 8-12 repeticiones por ejercicio. Máximo 15 rep. por ejercicio en
personas frágiles, fatigadas o con una baja condición física.
Tipo de actividad: pesas, ejercicios en máquinas, tareas funcionales con carga, trabajando los
principales grupos musculares.
Hematológicos Plaquetas < 50 000 Plaquetas > 50 000-150 000: evitar pruebas
que aumenten el riesgo de sufrir
Glóbulos blancos < 3000
hemorragias.
Hemoglobina < 10 g*dl-1
Glóbulos blancos > 3000-4000: garantiza la
correcta esterilización del equipamiento.
27
Cualquier dolor o calambre: estudiarlo.
Musculoesqueléticos Dolor de huesos, espalda
Osteopenia: evita el esfuerzo con
o cuello de origen
muchos impactos si hay riesgo de
reciente.
fractura.
Debilidad muscular
Miopatía inducida por esteroides.
inusual.
Caquexia: método multidisciplinario
Caquexia grave.
respecto al ejercicio.
Fatiga extrema inusual.
Fatiga leve o moderada: monitoriza
Estado funcional
estrechamente la respuesta al ejercicio.
deficiente: evitar la
prueba de esfuerzo si el
tanteo del nivel funcional
de Karnofsky ≤ 60 %.
28
Cambios cognitivos leves: garantizar que
Nefrológicos Declive significativo del
el paciente entienda y siga las
estado cognitivo.
instrucciones.
Mareos, aturdimiento.
Equilibrio deficiente/neuropatía sensitiva
Desorientación.
periférica: emplear posturas bien
Visión borrosa.
apoyadas para el ejercicio.
Ataxia (incapacidad para
Disnea leve a moderada: evitar las
coordinar movimientos
pruebas de esfuerzo máximas.
voluntarios).
Consideraciones especiales
29
2. Resumen
30
3. Mapa conceptual
31
4. Recursos bibliográficos
Bibliografía básica
ACSM. (2014). Manual ACSM para la valoración y prescripción del ejercicio (3.ª ed.). Editorial
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Bibliografía complementaria
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Paidotribo.
Grima, J. R. S. y Calafat, C. B. (2004). Prescripción de ejercicio físico para la salud (vol. 1).
Editorial Paidotribo.
Otros recursos
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Manual ACSM para la valoración y prescripción del ejercicio (3.ª ed.). Editorial Paidotribo.
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