2005 CÁTEDRA Liturgia, Poesía y Teatro
2005 CÁTEDRA Liturgia, Poesía y Teatro
CÁTEDRA
LITURGIA, POESÍA
Y TEATRO
EN LA EDAD MEDIA
HIBI o W , l h ~\ flCA
LITURGIA, POESÍA Y TEATRO
EN LA EDAD MEDIA
BIBLIOTECA ROMÁNJCA HISPÁNICA
FUNDADA POR
DÁMASO ALONSO
11. ESTUDIOS Y ENSA VOS, 444
C PEDRO M. CÁTEDRA
O EDITORIAL GREDOS, 2005
Sánchez Pacheco, 85, 28002 Madrid
www.editorialgredos.com
1
Pennítaseme encabezar el aparato de notas con una referencia a las consideraciones
que sobre la historia de la literatura española medieval traza Alan D. Deyennond en «¿Es
posible escribir la historia de la literatura medieval española?», en el monográfico Penser
la littérature espagno/e, ed. Nadine Ly, Bulletin Hispanique, 106 (2004), 7-21, con la zaga
de David Perkins, ls Literary History Possible?, Baltimore: Johns Hopkins University
Press, 1992.
Introducción 11
Más detallada, sin embargo, debe ser la segunda parte de este primer
capítulo 2• La presencia del libro y su uso en el ámbito de las comunidades
religiosas en la Edad Media y primeros decenios del siglo XVI puede ser en-
focada desde variadas perspectivas y acudiendo también a testimonios do-
cumentales de distinta categoría. Dos son los tipos que vamos a utilizar a lo
largo de esas páginas, intentando integrarlos en lo que es una inquisición so-
bre determinadas fuentes y el uso de éstas, vale decir unos modos para la
lectura en ámbitos culturalmente cobesionados. Nos basarnos en una serie de
inventarios de libros que pertenecieron a conventos femeninos para percibir
el surtido y su tipología. No son tantos en España los inventarios de bibliote-
cas monásticas a disposición de los investigadores como para poder elegir,
ni, acaso, para poder sacar conclusiones indiscutibles o extrapolables. Pero
la muestra, variada por lo que se refiere a su reparto geográfico, a la consti-
tución y tipología de esas bibliotecas, y a las órdenes religiosas, pienso que
ayuda mucho para delimitar instrumentos y tendencias de la lectura, que
considero un mantillo indispensable del sistema literario en el que nos
zambulliremos en los capítulos siguientes. Las fuentes, de distinta tipología,
abarcan desde inventarios de un monasterio cisterciense del siglo x1v y de un
convento de monjas concepcionistas de principios del siglo xv1, ambos tole-
danos, hasta los de monjas santiaguistas salmantinas del último decenio del
siglo xv, pasando por el de una comunidad de clarisas madrileña, redactado
con motivo de su fundación en los momentos de mayor auge de la observan-
cia femenina y en plena vorágine de Jos cambios de las prácticas culturales y
espirituales que madurarán en los años siguientes. La circunstancia de que,
muy probablemente, ese convento sea el mismo para el que un poeta de Ma-
drid escriba un texto teatral a fmales del siglo xv, por adelantar parte de lo
que tratamos en el último capítulo, nos permite constatar en qué medida el
compartir mantillos bibliográficos y una determinada actitud ante el signifi-
cado y la práctica de leer, pueden ser no sólo circunstancias culturales, sino
desencadenantes de nuevos sistemas y prácticas literarios.
2
Avancé hace años en este terreno, de lo que es resultado las consideraciones prelimi-
nares recogidas en «Lectura femenina en el claustro (España, siglos xrv-xYI)», en Domi-
nique de Courcelles & Carmen ValJulián, Des Femmes et des livres: France et Espagnes,
XlVe-XVlle siecle, actes de lajournée d'étude..., Paris: École des Chartes, 1999, 7-53. Lo
que se contiene en la segunda parte del primer capítulo es el resultado de una revisión pro-
funda y, sobre todo, del ajuste con nuevo enfoque de perspectivas más amplias.
14 Introducción
3
Según la formulación de Brian Stock, textual communities son «microsocieties orga-
nized around the common understanding ofa script», con la mediación necesaria de un in-
terpres y considerando a éste como el intermediario entre el colectivo, que puede ser ile-
trado y por tanto estar desvinculado de lo escrito, y los textos normativos («History,
Literature, and Medieval Textuality», Ya/e French Studies, 70 [1986), 12; también en Lis-
teningfor the Text. On the Uses ofthe Past, Philadelphia: Pennsylvania University Press,
1990, 23). En la evolución, sin embargo, del concepto, en la obra de Stock, quizá nuestro
ámbito de comprensión se ajusta más al empleado en su libro anterior The lmplications of
Literacy: Written Language and Models of lnterpretation in the Eleventh and Twelfth
Centuries, Princeton: Princeton University Press, 1983. Para la comunidad normativa,
como un sistema social permanente, una subcultura o un grupo que intenta promover y
conservar las relaciones de lo que él llama la comunidad espontánea sobre una base más o
menos estable, véase Victor Turner, Del rito al teatro [1982], Bolonia: 11 Mulino, 1986,
94-95.
Introducción 15
4
«The textual community introduces a new level of ritual into every day live»; «We
would arrive at a rather different notion of ritual, one that involves interaction with a script
in a group attempting to achieve a new balance between inherited written and creative oral
traditiom> {«Textual Communities: Judaism, Christianity, and the Deffinitional Problerm>,
en Stock 1990, 140-158, esp. 153- 154).
16 Introducción
gico queda perfectamente clara para los historiadores del libro y de la misma
liturgia; no obstante, fuera de todos aquellos que responden a tal categoria,
podríamos hablar de una contaminación litúrgica de otros libros que no
siempre estamos dispuestos a equiparar a los litúrgicos.
Y, sin embargo, examinando las disponibilidades bibliográficas de algu-
nos conventos y sus prácticas de lectura, advertirnos la importancia ritual de
los libros a ella destinados que acaban configurando una cultura y una ima-
gen del mundo y, sobre todo, de la historia que se vive representada diaria-
mente en el monasterio de acuerdo con el rito de la liturgia - horas y misa-
y con la homogeneización espiritual que condiciona desde la propia organi-
zación del horario, hasta los espacios concretos de vida, pasando por las pro-
pias actividades, incluso las más creativas, como las artísticas. Pero, además,
se concentra la atención sobre otro tipo de libros que son el instrumento o
medio de esas manifestaciones, como algunas tipologías de !os litúrgicos, en
especial los de más dificil supervivencia y que nos van a dar sorpresas abun-
dantes en los capítulos siguientes.
Establecida en este primer capítulo una a modo de cabeza de puente con
fundamento en la primera práctica cultural, la lectura de textos religiosos,
por un lado, con un soporte lingüístico específico, en latín primero y luego
casi exclusivamente en lengua vulgar, y, por el otro, con una técnica que ca-
racterizaré por su faceta ' ritual', intentaré concretar en el segundo capítulo
algunos de esos aspectos. En cierto modo el análisis a lo ancho que implican
documentos como los distintos inventarios de libros, desperdigados en espa-
cios geográficos diferentes y en el seno de varias órdenes religiosas, requiere
una atención que conjure continuamente el centrifuguismo o la desviación
generalizadora. Para evitar eso - y a pesar de asumir un cierto centripetismo
monográfico y hasta quisquilloso con el análisis de unidades textuales- ,
volvemos sobre un texto que, aunque conocido ya desde hace mucho tiempo,
apenas ha sido atendido desde su perspectiva literaria y desde la que se deri-
va de una inquisición de su sentido y de su práctica. Las Estorias responso-
rías de las fiestas de Santo Tomás, que se custodian aún en la misma comu-
nidad dominica para la que se compusieron, no formarán parte de ningún
canon literario - a Dios gracias-, pero me conformaria con que mi análisis
textual y contextua! sirviera para percibir su probable condición de punta del
iceberg de una de las facetas culturales femeninas de la Edad Media. Su
plasmación material, su puesta en página, nos plantea no pocas dudas sobre
el uso de ese texto, que quizá sobrepase los limites de la lectura con fines in-
Introducción 17
un manuscrito como el mencionado, sino que acaso pueda servir también pa-
ra hacer una etapa más de este viaje, que ahora ya nos permitiría la 'recolo-
cación' de los documentos en un espacio en el que se perciben con más
claridad un conjunto de particularidades de la vida cultural, ritual y represen-
tativa de esas comunidades textuales.
Quizá llegue ya demasiado tarde para captar la benevolencia de los lec-
tores con respecto a algo que sea ya percibido como otro defecto o carencia
más, ingenuidad teórica incluso. Se me puede achacar abuso de la familia
semántica del sustantivo rito, un uso impropio y contra el contenido concep-
tual y especialización en el terreno de la antropología o de la teoría literaria.
Ligerezas como la mía han contribuido a su desprestigio en el terreno de la
historia, literaria o politica 6 • Pero, al menos, sí que nos queda el de la liturgia
para seguir imaginando su fuerza reproductiva, en aras de la representación,
entendida en los términos generalísimos que implica.
Más útil y elástica en nuestro contexto es la idea creativa de ritual como un
«comportamiento formal y prescrito por circunstancias no dependientes de la
rutina tecnológica, y referido a creencias en entidad o poderes místicos consi-
derados causa primera y última de todos los efectos», como el que propone
Tumer, declarándose en deuda con A. Comte, entre otros, frente a Leach y
seguidores, que eliminaban el componente religioso. Como Turner mismo se-
ñala, en esa definición - y a partir de su propia experiencia en el terreno an-
tropológico- quedan claras ciertas características de Jo ritual, sobre todo con-
cebido como performance, representación y no sólo como conjunto de reglas
o rúbricas 7 • Si, además, concebirnos el teatro como <<Uila hipertrofia, una exa-
geración de procesos jurídicos y rituales», y no como una «simple repetición
de la natural estructura procesual total del drama social» 8 , entendiendo drama
social en el sentido antropológico del propio Turner, es tanto más necesario
investigar esos fragmentos o relieves de la liturgia que pueden ser resultado de
una cierta hipertrofia de la misma liturgia latina gracias también a una necesi-
6
Veáse, por ejemplo, la revisión de Richard F. Hardin, <<Ritual in Recen! Criticism: The
Elusive Sense of Community>>, Pub/ications of Modem Languages Association, 98 (1983),
846-862, especialmente 852-854. Incluso las exageraciones de Philippe Buc en su Dange-
reux rituel: de /'histoire médiévale aux sciences sociales, París: PUF, 2003, son hasta cierto
punto justificadas si las restringimos a su ámbito de estudio.
7
Tumer 1986, 145; la definición de lo ritual, sin embargo, la toma el mismo Tumer de
su propio trabajo The Forest ofSymbols; Aspects of Ndembu Ritual [ 1967].
8
Tumer 1986, 34.
Introducción 19
9
Es pertinente, en el contexto litúrgico en el que estamos, y en el teatral al que nos
abocamos, recordar que la liturgia y el teatro religioso, como cualquier otro rito, eran tanto
más eficaces cuanto menos innovadores y más arcaizantes, como podemos interpretar la
vieja ley de Baumstark («Das Gesetz der Erhaltung des Alten in liturgisch hochwertiger
Zeib>, Jahrbuch jür Liturgiewissenschaft, 7 [ 1927], 1-23).
20 Introducción
10
Para la distinción heideggeriana de documento y obra, véase Stock 1986, 8, & 1990,
17.
11
Adelanté el interés del descubrimiento en el curso de la ponencia plenaria de litera-
tura medieval que la junta directiva de la Asociación Internacional de Hispanistas y los
miembros de la comisión organizadora me confiaron en el curso del décimo tercer congre-
so («Liturgia, poesía y la renovación del teatro medieval», en Actas del XIII Congreso de
la Asociación Internacional de Hispanistas. Madrid, 6-11 de julio de 1998, Madrid: Cas-
talia, 2000, 1, 3-28).
Introducción 21
turalidad con los poemas en lengua romance del cancionero, que se inscriben
en el ciclo de la Navidad.
Antes de la necesaria edición de los textos, que se arrostra en el capítulo
cuarto, con un complemento en forma de facsímile completo en la cuarta
parte de este libro, era inevitable empezar a plantearse cuestiones básicas, re-
lacionadas con los problemas de autoría, de composición, de ejecución, que
ya permean de forma natural ante los avatares de conservación del manuscri-
to, de su misma fisionomía, con todo lo referente a la tipología codicológica,
a la mise en texte.
El contexto procesional, por ejemplo, ya está apuntando el mísmo uso li-
túrgico de esos textos navideños en romance. Pero, por añadidura, la sor-
prendente presencia en el cancionero de una nueva versión de uno de los
poemas que sobrevivían como un fósil en el 0./ficium pastorum toledano del
siglo XVI, nos aconsejaba situar estos nuevos textos en esa órbita litúrgica,
una órbita que es también principio del despegue del teatro religioso de la
Navidad, vale decir del teatro religioso moderno. Poco a poco se ha ido
acentuando la certeza de que estos cuadernos nos conservan también los
elementos - reitero el tecnicismo litúrgico-- apropiados para una celebra-
ción nocturna del 0./ficium pastorum o 'representación' del Nacimiento en el
mismo ámbito monástico que se desarrolla el primer teatro religioso caste-
llano tout court, el de Gómez Manrique, el del Auto de la huida a Egipto, el
de las contemplafiones de Juan Álvarez Gato, que atendemos en el capítulo
octavo.
La falta de homologación de estos cuadernos en relación con la produc-
ción manuscrita cancioneril de la primera época nos pone sobre el tapete tan-
to su rareza tipológica cuanto su arcaísmo, y nos obliga a preguntamos no
sólo sobre la función, a la que se atenderá a caballo de los capítulos quinto y
séptimo, sino también sobre el lugar de la producción y sobre la misma auto-
ría. No alcanzo a resumir las minucias a las que de hecho habría que atender
en esta inquisición, pero, de entrada, es posible que este corpus de uso inter-
no en un monasterio clarisano haya sido escrito y, total o parcialmente, com-
puesto por mujeres. Total o parcialmente, porque el análisis material que se
hace en este capítulo y el de contenidos en el quinto, muestra, por un lado, la
intervención de varias manos en la escritura; y, por el otro, diferencias en la
inspiración y quizá en los orígenes de los textos, alguno de los cuales debe
ser popular y otros responder a una tradición cerrada, concepto fundamental
a lo largo de este libro cuyo sentido enseguida resumiré.
22 Introducción
12
Como se puede ver en la antología de Miguel Ángel Pérez Priego, Poesía femenina
en los cancioneros, Madrid: Castalia, 1989. Y, además, AJan D. Deyerrnond, «Spain's
First Women Writers», en B. Miller, ed., Women in Hispanic Literature: lcons and Fallen
ldols, Berkeley: University ofCalifornia Press, 1983, 27-52; Pilar Lorenzo Gradín, «Vo-
ces de mujer y mujeres con voz en las tradiciones hispánicas medievales», en Iris M. Za-
vala, coordinadora, Breve historia feminista de la literatura española (en lengua castella-
na), Barcelona: Anthropos, 1997, 55 y siguientes.
Introducción 23
voz. Pero he preferido, en este caso, el método que valora los datos externos:
dónde se ha conservado el códice, quiénes posiblemente lo han producido, a
qué va unido como un elemento complementario, etc., etc.
Este capitulo quinto es una suerte de comentario que quiere ir más allá
del literal, después de las paradas y fondas del viaje hasta ahora realizadas,
comentario literal que a estas alturas me parece el único instrumento efectivo
para historiadores o filólogos; el alegórico y aún el tropológico o 'figural'
de otrora se han vestido de teoría, que es cambiante como lo fueron esos
sentidos con relación a la realidad, no siempre según el conocimiento, sino
atendiendo a la res, a veces a la moda, a la ruina de las ideologías, a la impo-
sición de los medios o al avatar académico-profesional. La letra no siempre
mata.
Hace algunos meses, al narrar a un conocido maestro medievalista espa-
ñol qué era lo que quería plantear en este libro, o, en todo caso, dar a cono-
cer, fruncia el ceño y dejaba caer algunas dudas sobre la calidad de algunos
de los textos ya conocidos y que se emparentarían con los nuevos que aquí
se sirven. Se extrañaba de la abundancia de reliquias poéticas de distintas
épocas cuya función religiosa o, en algunos casos y más concretamente, li-
túrgica era tan paralela a su existencia y uso efectivo, cuanto estéticamente
desdeñable. La cosa empezaba a ser más llamativa cuando se advierte que
poetas del canol'l con capacidades artísticas y calidad innegables, como Ber-
ceo o, sobre todo, Juan Ruiz, y, en el siglo xv, Pérez de Guzmán, Santillana
o Encina, eran fieles cultivadores de géneros religiosos que, sencillamente y
desde la perspectiva poética cortesana, por ejemplo y si se quiere concretar,
eran sólo aceptables o, en la mayor parte de los casos, deleznables y guiados
por una estética y poética propias de copleros.
Quien me hacía esta rica consideración quizá veía el corpus al que nos
referimos inquietante por su configuración y, sobre todo, por su función;
corpus que removía cánones poéticos desde una perspectiva histórica, pero
que - tal como se nos conserva- parecia también, más que un mar con ice-
bergs que sólo muestran una punta limpia, un verdadero cenagal histórico-
literario, en el que afloran cabeceantes y a la busca de su espacio real y lite-
rario textos que, perdida su función y anulado por la historia el ámbito en el
que la cumplían, quedan sueltos y sin ninguna justificación ideológica o lite-
raria.
Soy de los que piensan que también la 'extravagancia' -en su sentido
puramente etimológico- es un elemento que hay que calibrar a la hora de
24 Introducción
circunscribir los textos. Es cierto que la rareza, y aun la calidad, de los que
he ido mencionando en esta introducción es suficiente para situarlos al mar-
gen del canon, incluso lo inquietante de su persistencia podría colocarlos
también al margen de la propia historia literaria. Su usufructo y, quizá, auto-
ría femeninas, por un lado, y el hecho de tratarse de una tipología textual in-
opinada o nada común en los dos casos apunta también a su marginalidad en
el panorama literario de la Edad Media, como si ocuparan un recoveco que
pudiera ser, en efecto, un interesante capitulo de la expresión literaria no ofi-
cial, no canónica, no impuesta.
El comentario que se va desgranando poema a poema en este capítulo
quinto pienso que nos da numerosos datos sobre la dependencia de un siste-
ma literario y el destino utilitario de los textos que lo componen. Si el con-
cepto de poesía útil, al que he invocado en otras ocasiones, no nos delimita
bien los márgenes de esta producción al margen, el de tradición cerrada le
hace más justicia. Quizá no haya tradición poética alguna que se pueda con-
siderar abierta, un suponer muy generoso de una escuela folclórica para la
que pueblo sigue teniendo no pocos de los ingredientes herderianos y román-
ticos sobre los que se basó la primera ciencia del folklore . La nuestra es una
tradición que está delimitada, definida en su sentido aristotélico, por aspec-
tos topográficos, funcionales y formales en general; y que incluso tiene liga-
zones o conexiones temáticas y formales de carácter internacional. Formales
nuevamente en su sentido filosófico, pues - aún a riesgo de ser tachados
de neo-estructuralistas- estamos refiriéndonos al conglomerado de esti-
lemas, motivos, temas y poética - formal y musical- que se reconocen en
la facturación de un corpus que tiene una función concreta. La especializa-
ción litúrgica, oracional o hagiográfica, por ejemplo, serían categorías de un
mismo tipo de poesía. El cerramiento de la tradición está muy lejos de ser
impermeable; incluso casi sería más apropiado imaginar la cosa como una
representación gráfica de órbitas de tradiciones cerradas que pueden cruzarse
o rozarse y, en ocasiones, desplazarse en virtud del contacto. Una tradición
poética cortesana puede modificar o ser modificada por el contacto con otra
tradición cerrada como la de la poesía religiosa. De hecho, como en el caso
del universo, el de poesía en la Edad Media depende también de un cierto
equilibrio de relación entre fuerzas y los contactos o desplazamientos de las
órbitas son en determinadas circunstancias necesarias para ese equilibrio o
para sustituirlo.
Introducción 25
13
Una versión preliminar de esa parte del capítulo octavo se publica en homenaje al
mejor conocedor del poeta madrileño, se trata de «La renovación del teatro castellano a fi-
nales de la Edad Media», en «Dejar hablar a los textos». Hom enaje al prof Márquez Vi-
/lanueva, ed. Pedro M. Piñero, Sevilla: Universidad, 2005, I, págs. 203-225.
14
Cátedra 2000, 3-5.
28 Introducción
LECTURA Y LITURGIA
1
VIDA, LECTURA Y TRASFONDO INTELECTUAL
l . EL ENTRAMADO MONÁSTICO
razones. Priman, sin duda, las espirituales, a las que habrá que referirse le-
vemente más adelante, pero no tienen menor importancia las de carácter po-
lítico-religioso y, por supuesto, económico. Verbigracia, es básica la volun-
tad de garantizar la supervivencia de las mujeres de la familia, solteras o
viudas, en tiempos de poca seguridad, mujeres que, a su vez, cumplen desde
el claustro con la función de velar por la memoria y la salud post mortem de
los miembros del linaje, que en muchas ocasiones acabarán descansando en
las iglesias monásticas por ellos mismos fundadas o patrocinadas.
El hecho es que, en Castilla y España en general, va progresando poco a
poco un a modo de entramado bajo el patrocinio de familias de la alta y me-
dia nobleza, muchas de ellas encumbradas a partir de los primeros años de la
dinastía Trastárnara y otras ennoblecidas a lo largo del primer tercio del siglo
xv. Algunas de éstas se articulan en el seno de la burocracia cortesana, te-
niendo, incluso, en sus orígenes famosos conversos. Desde .esta perspectiva,
una fundación monástica es también un marchamo de legitimación.
Habrá que situar estas consideraciones en dos vertientes reales. Por un
lado, los condicionamientos históricos, sociológicos, económicos y de patro-
nazgo que repercuten a lo largo de su historia en las propias agrupacio-
nes monásticas femeninas. Algunos de éstos han sido expuestos desde hace
tiempo para épocas fundacionales, y más concretamente de los siglos XIJ y
XIn por Murray, y, más tarde y entre otros, por Jacques Leclercq. Señala és-
te, por ejemplo, que, a pesar de los fmes evangélicos de las agrupaciones
monásticas, éstas no dejaban de estar condicionadas por la «reacción nobilia-
ria», que es principalmente una reacción de defensa, de atrincheramiento,
que a lo largo de la historia del monaquismo femenino no cesa de darse en
variadas facetas y, casi siempre, de prevalecer como marca de vida y de ac-
ción. «Los monasterios ligados a familias nobles -sostiene- cumplen una
función social y también polftica: la de orar por los que detentan el poder» 1•
Esta situación implica una serie de circunstancias institucionales, como,
por ejemplo, que los patronos influyeran de forma decisiva en el nombra-
miento de los superiores del monasterio, nombramiento que dependerá de
ciertas afinidades familiares o de cualquier otra índole. Por ello la vida mo-
1
A. Murray, ReilSon and Society in the Middle Ages, Oxford: University Press, 1978,
317-415; Jacques Leclercq, <<ll monachesimo femminile nei secoli xn e XJID>, en Moví-
mento religioso femminile e francescanesimo nel seco/o XIII (Atti del VII Convegno inter-
naziona/e, Assisi, 11-13 ottobre 1979), Asís: Societa di Studi Francescani, 1980, 63-69; la
cita en pág. 80.
Lectura y liturgia 33
nástica estaba por lo común reservada a la nobleza, hasta el punto de que al-
gunos monasterios se especializaban según niveles jerárquicos: nobleza im-
perial, real, elevada, media o baja. Asi, cuando nos referirnos a esos siglos de
institucionalización del monaquismo femenino, se puede hablar de mona-
quismo de clase. Incluso ocurria así en las nuevas órdenes que empiezan a
remontar en esos dos siglos: «Fundadas con criterios de reforma espiritual, la
mayoria de las monjas parece que pertenecían a la nobleza y que muchas de
ellas no habian venido al monasterio libremente» 2 •
Reforma espiritual y nobleza quedarán vinculadas ineludiblemente a lo
largo de estos siglos; y habrá que añadir - por ir llevando desde ya el agua a
nuestro molino- que a esa nobleza femenina se vinculará también la verda-
dera 'reforma' intelectual que implica la participación de la mujer en los
procesos de generación directa o indirecta de textos en lengua vulgar, trátese
de originales o de traducciones 3. El proceso iría en aumento a lo largo de los
siglos hasta llegar al Xll, acorde también con el multiplicarse cuantitativa y
cualitativamente de las órdenes monásticas y sus variedades. Florecen insti-
tuciones como la peculiar de Fontevrault, merced a la fundación de Robert
d'Arbrissel (1100), en la que, bajo la autoridad de una abadesa, conviven se-
paradamente monjas (viudas y doncellas), 'recogidas' convertidas, monjes y
enfermos de lepra. Otra orden monástica con gran implante cultural es la de
Paráclito, la fund~ción de Pedro Abelardo en la que fue abadesa - mejor ca-
nóniga- Eloísa, confrrmada en 1131. Las gilbertinas, las certosinas, las
premonstratenses y otras muchas florecieron en esos años de la primera mi-
tad del siglo Xll, algunas de ellas en monasterios dobles, participando de la
vida monástica en paralelo con hombres.
Tenían éstos, sin embargo, muchas reticencias por lo que respecta a las
monjas, y el proceso de asimilación jurídica y unión a las grandes órdenes
monásticas, como las cistercienses, duró mucho 4 • Sólo andando el tiempo se
produjo una verdadera fusión entre las ramas masculinas y femeninas de la
orden. A ello contribuyó bastante el proceso de hQmogeneización del orbe
católico romano por parte de los papas de fmales del siglo Xl1 y primera mi-
2
Leclercq 1980, 82.
3
Véase, por ejemplo, el caso inglés, tratado por Mary C. Erler, Women, Reading, and
Piety in Late Medieval England, Cambridge: Cambridge University Press, 2002, quien
ademas ofrece un repaso a los aspectos sociales y jurídicos mencionados en una veintena
de apretadas páginas.
4
Fuera de otras numerosas cosas, véase Leclercq 1980, 73-76.
34 Vida, lectura y trasfondo intelectual
tad del xm, con la organización de la república cristiana que suponen los
grandes concilios reformadores, el m y IV de Letrán, principalmente.
No se suele insistir con mucha claridad sobre la cara y cruz de esos mo-
vimientos ecuménicos, pues, si la cara es la gran renovación cultural para esa
república cristiana, la cruz es el proceso de empobrecimiento del monaquis-
mo medieval clásico, su regularización, su progresiva austeridad, su pérdida
de protagonismo social y, desde luego, cultural. En términos espirituales, se
explica así el nacimiento de ciertas heterodoxias. «Se manifestó entonces
-propone Leclercq- una ley que se verifica en todos los grandes periodos
espirituales de la historia de la Iglesia: no se puede domeñar el Espiritu; si
las instituciones impiden manifestar la propia inagotable fecundidad de nue-
vas formas de vida, emerge por canales imprevistos, a veces 'salvajes', y
suscita fuera de las instituciones nuevas formas de vida» 5 • Estas nuevas for-
mas de vida femenina espiritual e intelectual son las que s~ canalizaron en la
dirección de la vida solitaria y de los beguinajes, sin olvidar, naturalmente,
las manifestaciones heréticas de cualquier laya, que, en todo caso y en virtud
de su activación como comunidades textuales, contribuyeron también a crear
espacios culturales propios y muy efectivos.
Pero, en contrapartida, este a modo de movimiento centrifugo, señalado
por Jos historiadores católicos para explicarse el desarrollo de movimientos
'irregulares' en su sentido etimológico, quizá tenga también su contrapeso
con un movimiento centrípeto en el seno de las órdenes monásticas femeni-
nas. Condicionaría este movimiento el desarrollo de las comunidades regu-
lares y permitiría canalizar la fecundidad hacia el interior de la orden o, in-
cluso, de la comunidad, acentuando sus tendencias propias, propiamente
femeninas incluso, que darán solventes peculiaridades y también prestarán a
la diferencia una suerte de condición consuetudinaria e institucional.
Como se ha sugerido, por ejemplo, al estudiar las fundaciones madri-
leñas de fmales del siglo xv, acaso las razones de la fundación de un conven-
to femenino, así como de su existencia, sean distintas que las de los masculi-
nos. Mientras que éstos <<respondían a la dinámica expansiva de sus
respectivas órdenes y al deseo que las animaba a difundir su religión en nue-
s «Si manifestó aHora una legge che si verifica in tutti i grandi periodi spirituali della
storia de la Chiesa: non si puó spegnere lo Spirito; se gli instituzioni gli impediscono di
manifestare la propria inesauribile fecondita di nuove forme di vita, egli emerge, per cosi
dire, da! terreno cristiano attraverso canali imprevisti, tal ora 'selvaggi', e suscita, al di fuo-
ri delle istituzioni esistenti, nuove forme di vita» (Leclercq 1980, 76).
Lectura y liturgia 35
6
Ángela Muñoz Femández, Acciones e intenciones de mujeres en la vida religiosa de
los siglos XV y XVI, Madrid: Comunidad de Madrid, 1995,49.
36 Vida, lectura y trasfondo intelectual
7
Penelope D. Johnson, Equal in Monastic Profession. Religious Women in Medieval
France, Chicago: University ofChicago Press, 1991 .
8
Véase, para estos asuntos, Antonio García y Garcla, «La legislación de las clarisas.
Estudio histórico-jurídico», en Las clarisas en España y Portugal, actas del Congreso In-
ternacional (Salamanca, 20-25 de septiembre de 1993), Madrid, 1994, II-1, 193-197. Para
los textos de la legislación, véase Regulre el constitutiones generales monialium ordinis
Sanctre Clarre, Roma: Curia Generalitia, 1941.
Lectura y liturgia 37
peñarán Jos franciscanos como capellanes de las monjas, así como también
la definitiva cesación de los últimos elementos de la regla de san Benito, se
autoriza, en cambio y reglamentariamente, la posesión de bienes comunes
para el sostenimiento de los monasterios.
Contra esto, naturalmente, estaban las seguidoras más cercanas a Clara
de Asís, en cuyos monasterios se mantenía un modo de vida más estricto,
con la pobreza como bandera, según quedará recogido en la regla que la
misma santa acabaría de redactar poco antes de su muerte. Desde este mo-
mento y a lo largo de varios siglos, hasta las reformas definitivas del xv, será
posible encontrar una doble fisionomía de la orden, en la que convivían la
tendencia de las llamadas pobres y ricas claras, que en algunos sitios tenía
incluso sus matices propios, como en las comunidades francesas regidas por
la regla de la beata Isabel de Francia o de Longchamp, hermana del rey san
Luis, que elaboró una «síntesis ecléctica de las reglas anteriores» 9, admi-
tiendo la propiedad común de forma aún más explícita que las reglas anterio-
res más liberales en esto.
En una bula de Inocencio IV (1247), se ordena que todos los conventos
de la orden franciscana femenina se regulen por la regla inocenciana, que,
entre otras cosas, también consagra la independencia de la orden femenina
con relación a la masculina, por medio de la existencia del cardenal protec-
tor. La expansión. de la orden en España coincide con la aplicación de las re-
glas normalizadoras, y se concreta, así, la existencia de una verdadera orden
monacal, dueñas de santa Clara, que, en virtud de la relativa relajación de la
pobreza, tendrán una fisionomía señorial y monástica indudable, con auto-
nomía económica y ministerial, así como también con una «quiebra mani-
fiesta de la igualdad comunitaria» 10. Esto quedará plenamente consagrado
por la regla urbaniana, redactada por el cardenal Gaetano y aprobada por Ur-
bano IV en 1263, en la que se transfiere la responsabilidad más alta de la or-
den desde el Ministro General de los menores al Cardenal Protector, además
de perfilar otros aspectos que nos interesarán desde la perspectiva litúrgica, a
los que más abajo me refiero.
9
García y García 1994, 196.
10
José García Oro, «Orígenes de las clarisas en España», en Las clarisas en España y
Portugal, actas del Congreso Internacional (Salamanca, 20-25 de septiembre de 1993),
Madrid, 1994, 11-1 , 182.
38 Vida, lectura y trasfondo intelectual
11
Véase, para las tendencias generales, lo expuesto por Gregoria Cavero Domínguez,
«Monarquía y nobleza: su contribución a las fundaciones de clarisas en Castilla y León
(siglos xm-xv)», Archivo Ibero-americano, 54 (1994), 257-279; lo mismo que se expone
en «Monarquía y nobleza: su contribución a las fundaciones de clarisas en Castilla y León
(siglos xm-xv)», en Las clarisas en España y Portugal, actas del Congreso Internacional
(Salamanca, 20-25 de septiembre de 1993), Madrid, 1994, II-1, 257-279.
12
Introducción a los orígenes de la Observancia en España. Las reformas de los si-
glos XIV y XV. número especial de Archivo ibero-americano, 17 (1957), 49-56.
Lectura y liturgia 39
13
Véase A. Uribe, «Primer ensayo de reforma franciscana en España. La congrega-
ción de Santa Maria la Real de Tordesillas», Archivo Ibero-americano, 45 (1985), 217-
347; Cavero Dominguez 1994a, 271-272.
14
José García Oro, Cisneros y la reforma del clero español en tiempos de los Reyes
Católicos, Madrid: C.S.I.C., 1971 , 241; la frase que se cita es de fray Bemardino de
Aquila.
40 Vida, lectura y trasfondo intelectual
ral que a la intervención inmediata de los frailes menores» 15, quizá debiéra-
mos pensar que esto sucedía en los primeros decenios de la Observancia,
pues, de hecho, algunos de sus frailes inspiraron la reforma de monasterios
femeninos.
Conventos históricos y de fundación más reciente irán uniéndose a la
nueva línea. Santa María de la Bretonera, en Belorado (Burgos), por ejem-
plo, fue restaurado en los años cincuenta del siglo xv por los señores de la
villa, el condestable don Pedro Femández de Velasco y su mujer doña Bea-
triz Manrique, hermana de Gómez Manrique, bajo la dirección del observan-
te Lope de Salinas 16 • Allí se recogerían mujeres de la familia, como doña
María de Velasco, nieta de los fundadores 17, que llegaría al monasterio des-
pués de abandonar la corte, donde tuvo un lugar muy importante al lado de
Isabel la Católica. Con ella entró en la Bretonera una interesante colección
artística y una biblioteca de uso propio y, luego, de sus henpanas de claustro,
a alguno de cuyos libros me habré de referir más abajo. Otros miembros fe-
meninos de la familia gobernarían también el monasterio.
El movimiento observante pudo ser el estribo de la fundación de algunos
conventos, como el de Aguilar de Campoo, que arranca del eremitorio
próximo de Santa María de Camesa, donde en 1473 se habían refugiado siete
monjas en desacuerdo con la vida relajada de sus conventos, asumiendo to-
das los riesgos de la ilegalidad canónica ---{<apostasía, excomunión, inhabili-
tación, infamia y otras censuras y penas» 18- . Lograrían establecerse como
u Ignacio Omaechevarría, Las clarisas a través de los siglos, Madrid: Cisneros, 1972,
100.
16
Justo García Morales, ed., Auto de la huida a Egipto, Madrid: Joyas Bibliográficas,
1968, XVI & XXITI. Véase lo que el propio Salinas dice a propósito de las monjas que se
unían al movimiento, respondiendo a las acusaciones de cercanía y de otro tenor que se le
hacían desde medios observantes de la custodia de Valladolid, en Introducción a los orí-
genes de la Observancia en España, 862, 924.
17
Era hija de doña Mencia de Mendoza, hija del Marqués de Santillana, y del segundo
conde de Haro, Pedro Femández de Velasco; fue sucesivamente duquesa de Escalona, por
su matrimonio con Juan Pacheco (1472), y duquesa de Alburquerque, por el segundo, con
don Beltrán de la Cueva (1482). Desempeñó un importante papel en el ámbito de la corte
de Isabel la Católica. La identificación de García Morales en el libro citado en la nota an-
terior pienso que no es correcta.
18
Melquiades Andrés Martín, <<El convento de santa Clara de Aguilar de Campoo (Pa-
lencia). Historia y vida», en Las clarisas en España y Portugal, actas del Congreso Inter-
nacional (Salamanca, 20-25 de septiembre de 1993), Madrid, 1994, ll-1, 319.
Lectura y liturgia 41
19
Véase Rosa María Montero Tejada, Nobleza y sociedad en Castilla: el linaje Man-
rique (siglos XIV-XVI), Madrid: Caja Madrid, 1998, 340-341.
20 Juan Meseguer Femández, «El capitulo custodia) de Cuéllar (1472) nombra un visi-
tador con facultades especiales para los monasterios de Calabazanos y Segovia>>, Archivo
Ibero-americano, 8 ( 1948), 240; Manuel de Castro, La provincia franciscana de Santiago.
Ocho siglos de historia, Santiago de Compostela: Liceo Franciscano, 1984, 239-240; véa-
se también Andrés Martin 1994, 323.
42 Vida, lectura y trasfondo intelectual
21
Véase, para este convento, Pedro M. Cátedra, «Fundación y dote del convento de la Visi-
tación de Madrid de monjas clarisas», Archivo Ibero-americano, 47 (1987), 307-329. Para otros
casos, la bibliografia citada. De la misma procedencia burocrática es la familia del contador
Diego López de Toledo, hermano de Femán Álvarez de Toledo, maestrescuela de la catedral y
fundador de la futura universidad de Santa Catalina, cuya viuda, Maria de Santa Cruz -nótense
los apellidos conversos- funda y dota un beaterio bajo la regla franciscana ante el custodio ob-
servante de Toledo, fray Diego de Valcárcel, y el de Guadalajara, fray Miguel de Busto (Archi-
vo Histórico Nacional, Clero, libro 15660).
22
Cátedra 1987, 310.
23
Véase Omaechevarria 1972, 102-103.
Lectura y liturgia 43
esas oligarquías que, por una u otra razón, no opten por la vida matrimonial,
aunque en el caso de que las tuvieran, una vez liberadas de ellas, los conven-
tos servían como espacio, jurídicamente regulado incluso, para la acogida y
la protección de las mujeres de la familia 24 •
La mención de Bretonera, Calabazanos o del primer convento de Ma-
drid, como ejemplo, no es inoportuna tampoco en el contexto de este libro.
Podríamos decir que en estos casos las circunstancias sociales, espirituales o
económicas vienen a manifestarse también 'literariamente', en forma de re-
lación con escritores que estaban vinculados por razones familiares y de
amistad al convento y que aportaban a éste una cierta 'poesía dramática', si
así empezamos a llamarla. Me refiero, naturalmente, a Gómez Manrique o a
Juan Álvarez Gato, sin olvidar el posible autor o autora del Auto de la huida
a Egipto.
Fines políticos, espirituales y socio-económicos como los aludidos más
arriba son evidentes en la responsabilidad que la nobleza adquirió con res-
pecto a las fundaciones nuevas y viejas y, en cierto modo, en los movimien-
tos de patronazgo y cambios estructurales de estos conventos, según las cir-
cunstancias políticas y las nuevas dependencias de las ciudades o villas
donde estaban enclavados. Esta nobleza se planteó también la fundación, la
responsabilidad de la dotación o el fortalecimiento de las rentas atendiendo a
objetivos políticos y de representación social, como el engrandecimiento de
las villas propias recientemente adquiridas por donación regia. Estos objeti-
vos cuadran a la perfección con los de índole espiritual, como la necesidad,
ya aludida, de crear un espacio para enterramiento familiar y de garantizar
además la salvación por medio de un cuerpo de oradoras activas y profesio-
nales. No es menos importante otra razón de índole socio-económica, la de
asegurar la estabilidad de vida de una parte del estamento familiar: solteras,
muchas veces destinadas desde la cuna al convento, viudas e, incluso, divor-
ciadas podrán sobrevivir en un espacio suficientemente seguro.
Todo esto llevará a la nobleza a fortalecer sus lazos de dependencia con
los conventos y a procurar que no se perdiera en ellos el poder temporal de
la casa; y ello sin escatimar medio alguno, como, por ejemplo, la remoción
de determinadas mujeres enclaustradas de la familia en el caso de que se
perdiera influencia o cambiaran las circunstancias de patronazgo, como se
24
Muñoz Fernández 1995, 28-34.
44 Vida, lectura y trasfondo intelectual
25
Véase el testamento completo, transcrito con leves errores, por Anacleto Orejón
Calvo, Historia del Convento de Santa Clara de Astudillo, Palencia: Imprenta de la Casa
de Expósitos, 1919 (reedición revisada y corregida por M". Valentina Calleja González,
Palencia: Institución TeUo de Meneses, 1983), Il, 111-125. Extractó partes Antonio Paz y
Melia, ed., Gómez Manrique, Cancionero, Madrid, 1886 (reimpresión en facsímile con
adiciones de Manuel Carrión Gútiez, Palencia: Diputación Provincial, 1991 ), Il, 320-326.
A él se refiere ahora Montero Tejada 1998, 350-351 , a partir de otra de las copias manus-
critas que se conocen.
Lectura y liturgia 45
tadas con los monarcas, como doña Marina de Henestrosa o lnestrosa, tía de
la reina doña Catalina de Lancaster y perteneciente a un linaje que propor-
cionará otras hijas al convento 26 • A lo largo del siglo xv, por no salir del
marco de compilación del cancionero al que dedicamos los capítulos centra-
les de este libro, Astudillo es testigo de la presencia de los Reyes; en 1430,
por ejemplo, celebran en Santa Clara las memorias funerarias de don Fadri-
que Enriquez 27 •
Los nombres de sus abadesas nos recuerdan lo más granado de la noble-
za; durante este siglo lo fueron, por ejemplo, doña Mayor Rodriguez de Se-
dano, doña Mayor López de Villandrando, doña Catalina González de la
Vega o doña Beatriz Enriquez, entre otras cuyo nombre no se nos ha conser-
vado. Y, en general, los apellidos de monjas lo suficientemente señaladas
como para que aparezcan relacionadas como testigos en un documento nos
hablan bien de sus origenes familiares y de las relaciones que, con seguridad,
estaban manteniendo con sus parientes nobles. Una larga lista de donaciones
y de documentos emanados en casos de disputa o de reclamaciones de com-
promisos adquiridos o por cumplir también lo atestigua 28 • Verbigracia, en la
carta de venta en 1437 de una aldea, Quintana de Balbás, comparecen apelli-
dos bien conocidos en el ámbito de la nobleza local y castellana, como la
abadesa doña Juana Sánchez de Burgos, la vicaria Catalina González de la
Vega o doña Aldonza Manrique, que encabeza la lista de las monjas que
habían de tener influencia en el seno del convento 29 . La repetición de apelli-
dos, fuera de lo genéricos que son en esas fechas, nos muestra el carácter ce-
26
Orejón Calvo 1983, 1, 257; Castro 1984,234-236.
27
Juan de Mata Carriazo, ed., Lope de Banientos, Refundición de la crónica del Hal-
conero, Madrid: Espasa Calpe, 1946, 94-95.
21
Orejón Calvo 1983, l, 221-251.
29
Beatriz Martínez, Elvira González de Castañeda, Mayor Díaz de Balbás, Mari Diez
de Vallejera, Mari García de Támara, Juana Femández de Hinestrosa, Elvira Femández,
Mari Fernández de Trasmiera, Mari Sánchez de Balbás, Marina García de Astudillo, San-
cha Femández de Astudillo, Mari Alfonso de Torre, Maria García de Vallejera, Mayor
Garcia de Palencia, Sancha Alfonso de Astudillo, Mari Femández de Santoyo, Maria Sán-
chez de Balbás, Maria Diez de Támara, Marina Alfonso de Quintana, Sancha García de
Astudillo, María García de Bárcena, Marina Femández de Astudillo, Elvira Diez de Astu-
dillo, Marina Garcia de Palenzuela, Catalina García de Valladolid, Mari Alfonso de San-
toyo, Marina García del Alcor, Maria Femández de Mata, Sancha Sánchez de Astorga,
Marina Álvarez de Astudillo, Marina Rodríguez de Piña, Beatriz de Orozco, Juana García
de Frómista y Mari García de Canión (Orejón Calvo 1983, 1, 251 n).
46 Vida, lectura y trasfondo intelectual
sean sólo cobertura para justificar la salida legal de sus hijas, ya profesas y ne-
cesarias para que se reconociera canónicamente el convento de Amusco, que
también pudiera ser visto como competencia por su vecino de Astudillo.
Los intereses de esta señora coincidirían, desde luego, con los de otras
damas a las que más arriba nos hemos referido y que se relacionaban fami-
liarmente con ella, como la fundadora de AguiJar de Campoo o la patrona de
la Bretonera, entre otras. La creación del espacio propio para la pervivencia
espiritual del linaje coincidía ya en estos tiempos con la necesidad de una re-
forma que, además, quintaesenciaba los fines de la comunidad y la hacía por
añadidura más factible, juódica y económicamente. El convento de Astudi-
llo, sin embargo, a pesar de los intereses bien patentes que tenían los Manri-
que, no era un espacio propio, pues fue fundación real y de su patrocinio de-
pendía aún.
En todo caso, la salida de las dos hijas Manrique en 1446 y la fundación
de Amusco no fue más que la coronación de un deseo que venía gestándose
desde antes, cuando la propia sor Aldonza había solicitado en 1437 poder sa-
lir del monasterio, donde no encontraba «sosiego para su espíritu>>, según el
breve que obtuvo de Eugenio IV y en el que se le autoriza la busca de un
convento de la misma orden en compañía de otra religiosa 32 . Los desasosie-
gos espirituales abundaban en el seno de la orden, como hemos visto; sin
llegar a la categorja de monja rebelde, la hija de los Mendoza intenta lo que
por las mismas fechas procuraba Teresa de Cartagena, como vemos ensegui-
da, y seguramente otras damas que se van situando en círculos propicios pa-
ra el desarrollo de una espiritualidad de nuevo cuño y, con ella, de una cierta
cultura específica de las monjas observantes.
Porque es posible también que el afán de doña Aldonza respondiera aún
entonces a un deseo espiritual, a la vista de la situación del monasterio, que
no parecía un modelo de convivencia o de espiritualidad. De hecho, en 1444
las religiosas de Astudillo, «deseosas de mayor observancia», pidieron aco-
gerse a la reforma de Tordesillas y aceptaron como visitador a fray Sancho
de Canales, heredero en el oficio del fray Fernando de Illescas más arriba re-
ferido. La casi coincidencia entre esta opción de la comunidad de Astudillo y
la salida de las Manrique quizá tenga algo que ver. Y, así, frente a lo ocurri-
do con la definitiva sede de Amusco en Calabazanos, no tengo constancia de
que el convento de Astudillo se haya plegado voluntariamente a la reforma
32
El breve Humilibus sacrum, de 18 de agosto de 1435. Véase Castro 1984, 236.
48 Vida, lectura y trasfondo intelectual
que implicaría, por ejemplo, la opción por los observantes más estrictos de la
custodia de Santoyo y con la influencia viJLacreciana, a pesar de que el con-
vento fundado por Pedro de Santoyo en Villasilos lo denomina el propio Vi-
llacreces en su rótulo sobre la reforma «heremitorium [... ] apud Astude-
1/um» 33.
En cualquier caso, no duró mucho la fundación de Amusco, pues que
pronto, en 1458, la comunidad se trasladó a la nueva construcción de Cala-
bazanos, dotada por la familia después de que los benedictinos que la habi-
taban, también protegidos por los Manrique, se establecieran de nuevo en
Zamora, de donde procedian 34 • Como más arriba hemos visto, Gómez Man-
rique fue uno de los patronos más generosos de Calabazanos. Madre y her-
manas, por su parte, acapararán los cargos de importancia del convento en
sus primeros pasos, y las primeras serán sucesivamente abadesas, función casi
naturalmente vinculada a la familia de los patronos de un convento en el que
otras integrantes de la familia, como su propia madre, doña· Leonor, la hija y
algunas sobrinas morirán retiradas 35 . Sabemos que doña Maria fue quien
instó al poeta a que compusiera la Representación del Nacimiento para las
monjas que gobernaba.
Considero indudable que la formación en Astudillo, incluso las viejas
prácticas que suponen los textos incluidos en este libro, debieron ser funda-
mentales en la nueva fundación y decisivas para el desarrollo y la renovación
que tienen lugar merced, precisamente, a la intervención de un poeta corte-
sano prestigioso como don Gómez.
Tales relaciones sociales, económicas y culturales entre comunidad mo-
nástica femenina y el mundo laico cortesano se habrían dado igualmente en
Astudillo, sobre todo teniendo en cuenta la movilidad de mujeres como doña
Maria Manrique, que habla formado parte del grupo de laicas influyentes du-
rante su matrimonio. Es posible que, muchos años antes que en Calabazanos,
33
Introducción a los orígenes de la Observancia en España, 658. El rótulo está fecha-
do en Constanza, durante el concilio, al que acudió Villacreces para defender sus posturas
ante el Papa.
34
Para los avatares de las fundaciones de Amusco y de Calabazanos, véase Cayetano
Sánchez Fuertes & María Femanda Prada Camin, Reseña histórica de los monasterios de
clarisas de España y Portugal, l, Ávila: Hermanas Clarisas de España, 1996, 363-374;
también, Montero Tejada 1998, 342-343.
35
Para muchos de estos aspectos, véase, además de lo ya citado, Montero Tejada
1998, 318-320.
Lectura y liturgia 49
esa relación se hubiera concretado también en Astudillo. Quién sabe si, por
añadidura, todo este entramado familiar tiene algo que ver con los cuaderni-
llos con poemas religiosos para la celebración de la noche de Navidad, que,
claro está, no tenemos ninguna prueba de que dependan de la familia Manri-
que. Sí podemos, sin embargo, relacionarlos con la vida literaria común en la
que participaran las clarisas de AstudiUo y la sociedad nobiliaria o cortesana
de la que provenían muchas de ellas.
Fuera de esto y aunque, como digo, no parece tener nada que ver don
Gómez o cualquier otro Manrique con unos textos compuestos y utilizados
en Astudillo quizá desde antes de su madurez literaria, éste, como hemos re-
petido, no dejó de tener contactos, incluso obligaciones, con el monasterio
de Astudillo. Quizá la copia de su testamento se conserva aún en el archivo
porque las monjas fueran beneficiarias de unas mandas que remontaban a
obligaciones por él adquiridas o por sus ascendientes. En todo caso, nos
muestran también los contactos del generoso don Gómez con esta casa 36.
Pocas líneas -{}icho sea entre paréntesis-, antes de referirse a Santa
Clara de Astudillo, aparece en el testamento el nombre de Pedro de Cartage-
na, seguramente el amigo y regidor de Burgos, hijo de Pablo de Santa María,
al que Manrique había comprado el lugar de Cordovilla. Pero de otro Pedro
de Cartagena se guarda en el mismo archivo testamento. Debía ser hijo del
anterior; lo deduc.imos porque aparece mencionado ahí su hermano Gonzalo
de Cartagena, quien reclamaba la apertura del testamento y copia de éste en
abril de 1483, después que el testador hubiera muerto en la guerra de Grana-
da. Había otorgado éste el testamento en 1472, y lo había confirmado en
1482, seguramente antes de incorporarse a las actividades militares, que
constituían su profesión --«yo, Pedro de Cartajena, considerando cómo la
vida del ombre es tan breve y la muerte tan cierta e quánto los que las armas
seguimos mayormente la devemos themer... >>- 37 . Al testamento acompaña
una cédula de la reina Juana traspasando a las monjas dos mil maravedíes de
juro que habían sido de don Pedro de Cartagena, no sabemos si de éste o del
padre, que en todo caso acabaron en poder del hijo.
36 Legajo lll, caja n•. 4 de testamento. Véase también publicado por Orejón Calvo
40
Cristina Cuadra Garcia, «Leer, escribir y enseñar: la experiencia de las religiosas en
los siglos v al X», en Cristina Segura Graíño, ed., De leer a escribir, l. La educación de
las mujeres: ¿Libertad o subordinación?, Madrid: Asociación Cultural AI-Mudayna,
1996, 37, que tiene en cuenta la edición y estudio de Antonio Linage Conde, Una regla
monástica femenina del siglo X: el «Libellus a regula sancti Benedictis subtractus», Sa-
lamanca: Universidad de Salamanca, 1973.
Lectura y liturgia 53
dizaje de los textos sagrados por parte de las monjas fue decayendo en la
mentalidad de los legisladores monásticos» 41 .
Las reglas monásticas, sin embargo, nos ofrecen muchas veces generali-
dades sobre lo que aquí interesa, como tendremos la oportunidad de ver más
abajo, y constituyen un marco que habrá que rellenar por medio de otras
fuentes que pongan de manifiesto la ordenanza, sí, pero sobre todo la realidad.
Quizá los textos directivos dedicados a mujeres religiosas cumplan mejor la
función informativa que ahora necesitamos. Desde san Jerónimo, basta los
maestros de las grandes escritoras de los siglos XVI y xvn, han surtido a los
monasterios una porción de textos 'comportamentales' donde hoy espigamos
con fruto muchos datos sobre la práctica intelectual. A un caso español voy a
prestar mi atención al final de este capítulo, que, si no es tan detallado y con-
sistente como la ratio studiorum que brinda Abelardo a Eloísa en un par de
sus cartas, sí nos abre unas cuantas perspectivas sobre el repertorio y la prác-
tica de la lecturas.
Quizá el capítulo más rico para lo que nos interesa lo constituya el aba-
nico de inventarios de libros de monjas que conservamos. Es muy probable
que, por lo que a España se refiere, nunca podamos reunir tantos como se
han agavillado recientemente para Inglaterra, o hallemos uno tan precioso
como el que se nos ha conservado del monasterio dominico de Santa Catali-
na de Nuremberg :-véase más abajo-, que tantas interioridades sobre la vi-
da intelectual de la comunidad nos da a conocer. Se han exhumado, sin em-
bargo, unos pocos inventarios de libros que pueden cimentar algunas
conclusiones. El reducido número, la distancia cronológica entre algunos de
ellos y la diferencia tipológica de estos inventarios no tiene que ser un esco-
llo insalvable a la hora de extraer consecuencias generales. Salvadas las dis-
tancias entre unas órdenes religiosas y otras, superadas también las distan-
cias cronológicas --de las dos dan buena cuenta las diferencias entre los
inventarios de libros aquí comentados- , salvadas también las que se deri-
van de la variación tipológica de los documentos, podría decirse que estos
inventarios son representativos de una realidad de longue durée en el ámbito
monástico femenino 42 •
41
Cuadra García 1996, 38.
42
Véase, para la Edad Media, la oferta ya clásica de Charles B. Faulhaber, Libros y
bibliotecas en la España medieval. Una bibliografía de fuentes impresas, Londres: Grant
& Cutler Ltd, 1987 (un índice de instituciones religiosas, con indicación expresa de su ca-
rácter masculino o femenino y de la orden hubiera sido muy útil en esta excelente catálogo
54 Vida, lectura y trasfondo intelectual
de catálogos). M". Isabel Hemández González [ahora De Páiz Hemández], «Suma de in-
ventarios de bibliotecas del siglo XVI (150 1- 1560)», en M". L. López-Vidriero, Pedro M.
Cátedra y M". l. Hemández González, eds., El Libro Antiguo Español. IV. Coleccionismo
y bibliotecas (Siglos XV-XVI/[), Salamanca & Madrid: Sociedad Española de Historia del
Libro & Universidad de Salamanca & Patrimonio Nacional, 1998, 375-416, ha continuado
la revisión de los catálogos de la primera mitad del siglo xv1. Sintéticas son las páginas de
Ronald E. Surtz, Writing Women in Late Medieval and Early Modem Spain. The Mothers
of Saint Teresa of A vi/a, Philadelphia: Uoiversity of Pennsylvania Press, 1995, 13-14; ri-
cas, como siempre, las de Isabel Beceiro Pita, «La relación de las mujeres castellanas con
la cultura escrita (siglos xm - inicios del xv1)», en Antonio Castillo Gómez, Libro y lectu-
ra en la Península Ibérica y América (siglos XIII a XVII), Valladolid: Junta de Castilla y
León, 2003, 15-52. Desde otra perspectiva, y para tiempos más modernos, arrostran el
asunto, entre otros, Trevor J. Dadson, Libros, lectores y lecturas. Estudios sobre bibliote-
cas particulares españolas del Siglo de Oro, Madrid: Arco Libros, 1998. Para aspectos ya
más recientes, pero que se dejan proyectar en virtud de su larga duración hacia el pasado
no tan remoto que aquí tratarnos, puede verse Pedro M. Cátedra & Anastasio Rojo, Biblio-
tecas y libros de mujeres (Siglo XVI), Salamanca: Instituto de Historia del Libro y de la
Lectura, 2004.
Lectura y liturgia 55
43
Éric Palazzo, «Le livre dans les trésors du Moyen Áge. Contribution a l'histoire de
la Memoria médiévale», Annales, 52 (1997), 96.
44
Inevitable el recuerdo de la biblioteca del convento de Las Huelgas, cuyo inventario
ha sido realizado con cuidado por personal de la Real Biblioteca de Madrid y en donde se
puede ver cómo la biblioteca de lectura ha sobrevivido mal y es muy poco representativa,
en comparación con los tesoros litúrgicos que aún se conservan alli.
45
Albert Derolez, Les Catalogues de Bibliotheques, Turnhout: Brepols, 1979, 27-51.
56 Vida, lectura y trasfondo intelectual
46
Citaré de ahora en adelante la documentación de Maria Echániz Sanz, Las mujeres
de la Orden Militar de Santiago. El monasterio de Sancti Spiritus de Salamanca (1 268-
1500), tesis doctoral, Universidad de Barcelona, 1990; esta visita en el vol. IV, 1072-1129.
47
Echániz 1990, 1072; se refiere al canto de la antífona Pretiosa in conspectu Domini,
basada en el salmo 115, que se canta en la misa.
58 Vida, lectura y trasfondo intelectual
fueran pocos o que se limitaran a un breviario, libro de horas y nada más, pe-
ro, en todo caso, sí parece claro que el espacio privado quedaba excluido de
este tipo de documentos. Más adelante podremos rellenar alguna laguna a es-
te respecto sobre la base de las recomendaciones de Hernando de Talavera,
pero, tomados con la cautela conveniente, los inventarios de los conventos
femeninos pueden revelamos alguna cosa sobre la cultura, la lectura y sus
características en el interior del claustro.
Los datos más antiguos que poseemos sobre bibliotecas de órdenes fe-
meninas no son muchos; pocos son los que podemos espigar hoy por lo que
a la corona de Castilla se refiere. Una paciente búsqueda en la ya citada
compilación más solvente y actual sobre la materia no nos permite encontrar
algo verdaderamente significativo anterior a la primera mitad del siglo XIV.
Pero en 1331 don Vasco Ferrández o Femández, deán de Toledo y futuro ar-
zobispo, rendía visita preceptiva en nombre del Papa al monasterio cister-
ciense de san Clemente de Toledo 48 y, entre otras cosas, inspeccionó los li-
bros que estaban .al cargo y bajo la custodia de la capiscola doña Urraca
López. Capiscola o maestra, también de capilla, que, por lo que se ve, ejer-
cía además las funciones de bibliotecaria, porque es ella la que no sólo
muestra al visitador la porción de libros litúrgicos de que disponen la monjas
para su uso en la iglesia y en el coro y que le había confiado «la Señora
Abadesa cuando me dio el Oficio», sino también la que da cuenta de los de-
más, los reservados del coro para el canto colectivo y los que se leían en el
refectorio. Prestamos un poco de atención al acta de la visita, donde se enu-
meran los siguientes volúmenes 49 :
48
Para algunos aspectos de la vida de este monasterio, primero benedictino y cister-
ciense a partir de 1175, véase Damián YAñez Neira, El monasterio cisterciense de san
Clemente de Toledo, Toledo: Provincia, 1977, y Balbina Martinez Caviró, Conventos de
Toledo. Toledo, castillo interior, Madrid: Ediciones del Viso, 1990.
49
PUede verse el acta completa, datada según la era en 1369, publicada por Ramón
Femández Pousa, «Catálogo· de una biblioteca española del año 133 1: el monasterio de
san Clemente, de Toledo», Revista de Bibliografía Nacional, 1 (1940), 49-50, tomándola
de los papeles de Burriel, Biblioteca Nacional de Madrid, Ms. 13058, fols. 158-159, y otra
60 Vida, lectura y trasfondo intelectual
Enumera después otros libros con la indicación expresa que «estos libros
son del choro»:
[14] Un Dominical
[ 15] e un Sentenario, en que leen cada noche las dolientes en el cabildo.
[ 16-19] Quatro libros de «Aspiciens»
[20-21] y dos «Ecce ego». Éstos son de las responsurias de todo el año.
[22-24] Tres libros de ignos de todo el año.
[25-26] Dos Co/etarios.
[27-29] Tres Reglas, la una romanzada.
[30-33] Quatro libros de Costumbres de nuestra Orden, las unas romanza-
das.
[34-36] Tres quademos <<De corpore Christi», el uno de sus lecciones.
[37] Un libro de Santa Justa Rofina.
[38-40] Tres libros de la fiesta de la Corona.
[41-42] Dos quademos e un Lecionario de la fiesta de Santa Húrsula.
[43-47] Cinco quademos de sant Climent, uno de su vida e otro de sus ser-
mones e tres de la estoria.
copia en fols. 2-3. La tiene en cuenta, por supuesto, Faulhaber 1987, n•. 608. No he sabi-
do, en la actualidad, encontrarlo entre la documentación del monasterio, bien catalogada
por Carmen Torroja Menéndez, Catálogo del archivo del monasterio de San Clemente de
Toledo (1141-1900), Toledo: Diputación Provincial, 1973; pudo perderse en alguno de los
incendios que dañaron la casa. En la copia del documento: «Estos son los libros que yo
Urraca López rrecebi por mandado de mi señora el Abadesa quando me dio el oficio e di-
los en cuenta al deán don Vasco Ferrández». Regularizo en mi edición la ortografla y con-
sidero como unidades independientes aquellos cuadernos que, en realidad, deblan repre-
sentar fragmentos menores de un oficio mayor o partes fragmentadas para su uso o
exposición simultánea en el facistol, cantorales, en todo caso, sin una encuadernación uni-
taria, sino con la perentoria en pergamino como aún se pueden ver en archivos conventua-
les femeninos.
50
Es posible que en el documento original se leyera officieros u officiarios, como más
comúnmente se conocen estos libros en la documentación antigua.
Lectura y liturgia 61
Para acabar con los libros que se dicen del re.fitor, el refectorio:
(48) Uno libro de las Geremías.
(49) Un libro que dizen Apocalipsi.
[50] Mora/ie Jop.
[51] La Biblia.
[52] El Humiliar.
(53-54] Dos libros de sermones.
[55] El Libro de Johachín.
[56] La Vida de sant Alifonso.
(57) Tres libros que leen en la colación, el uno de los Miraglos de Sanc-
ta María, que leen en el Adviento,
[58] el otro en la Quaresma, que dizen Vitas patrum,
[59] en el tiempo de la Pasión leemos Gestas Salvatoris.
[60] Un libro de la Vida de sant Benito.
(61-65] Seis libros de nuestra Orden.
[66-70] Cinco quademos de la Processión.
[71] Un libro Cantica Canticorum.
[72] Un libro que dizen Ugonis.
[73] Libro de Dialogorum.
[74] Libro de sumum bonum.
SI Véase Éric Palazzo, Histoire des livres liturgiques. Le Moyen Áge. Des origines au
Xll/esiec/e, París: Beauchesne, 1993, 174-178.
Lectura y liturgia 63
s2 Véase Louís J. Lekaí, The White Monks. A History of the Cistercian Order,
Okauchee, Wisc.: Cistercian Fathers, 1953, 150-151.
64 Vida, lectura y trasfondo intelectual
53
Jean Leclercq, L 'Amour des lettres et le désir de Dieu. lnitiation aux auteurs mo-
nastiques du Moyen A"ge, Parls: Les Éditions du Cerf, 19632, 160.
54
Véase Rodrigo A. Molina, «Gonzalo de Berceo y el lenguaje oral», Quaderni Jbero-
Americani, 37 (1969), 11, quien no explota en el contexto de la collatio el alcance de las
palabras de Berceo.
Lectura y liturgia 65
ss Para la vida de san Ildefonso, véanse las referencias incluidas en los volúmenes ci-
tados en la nota siguiente de F. Baños; para las varias versiones en prosa y en verso, Ma-
nuel Alvar Ezquerra, ed., Beneficiado de Úbeda, Vida de san lldefonso, Bogotá: Instituto
Caro y Cuervo, 1975, y Leonardo Romero Tobar, «La Vida de san lldefonso del Benefi-
ciado de Úbeda: dos versiones inéditas», Revista de Filología Española, 60 (1978-1980),
. 285-318.
s9 Véase Fernando Baños Vallejo, La hagiografía como género literario en la Edad
Media. Tipologia de doce «vidas» individuales castellanas, Oviedo: Departamento de Fi-
lologia Española, 1989, 243 y siguientes; del mismo, Las vidas de santos en la literatura
medieval española, Madrid: Laberinto, 2003.
Lectura y liturgia 67
genérica que tienen en el catálogo (n°. 52, 53-54), sino por textos planos de
carácter espiritual y didáctico. Compilaciones como las Sententire de Isidoro
de Sevilla (74) circulaban en romance ya desde el siglo XIV y algunos ma-
nuscritos conservados presentan trazas de su utilización en el ámbito monás-
tico 60 . La persistencia de los Mora/ia in Job (54) como uno de los textos
exegéticos de impacto espiritual es notable durante la Edad Media.
Apenas hallarnos un par de autores más modernos. Como no cabía espe-
rar otra cosa en un monasterio cisterciense, hay algunas obras de san Ber-
nardo muy significativas. Si esos sermones a los que antes me refería no son1
suyos, sí parece que las monjas tenían la serie In Cantica canticorum, proba-
blemente en latín, aunque circularon un par de traducciones muy antiguas en
castellano 61 • De san Bernardo podría ser la colección de sentencias que pa-
recia estar tras de la palabra sentenario. No creo que fuera obra del Abad de
Claraval el libro que dizen Ugonis (72), por más que a Hugo, el maestre de
los templarios, esté dedicado el De nova militia, que poco serviría a las mon-
jas de Toledo; más probablemente se trataría de una de las obras espirituales
de Hugo de San Víctor o de Hugo de Saint Chair.
Figuran, sin embargo, algunos títulos en este inventario más problemáti-
cos, que, de ser identificados e interpretados en uno de los varios sentidos
posibles, nos presentarían una novedad extraordinaria en el panorama de las
bibliotecas monást~cas en general, no ya sólo femeninas. ¿Qué hay tras del
título El libro de Joachín (55)? Por fortuna no son muchos los autores me-
dievales que llevan ese nombre, si se trata de un autor, y surge de inmediato
el del Abad de Fiore. Al lector se le ocurrirá que hay otras explicaciones pa-
ra ese título, menos llamativas o quizá más complicadas, pero no por eso
menos interesantes. Verbigracia, entre los libros de los beguinos de Valencia
figura uno que empieza: En l 'ayn terfer de Joachim, que sus editores han
identificado correctamente con una traducción catalana del Libro de Daniel,
pues así empieza este libro profético 62•
60
Véase Pablo A. Cavallero, ed., «Del soberano bien». Romanceamiento castellano
medieval de las «Sententiae» de San Isidoro, Buenos Aires: SECRIT, 1991.
61
Véanse los manuscritos 6936 de la Biblioteca Nacional de Madrid y el códice 101
de la Academia de la Historia.
62
Joaquin Rubio Vela & Mateu Rodrigo Lizoodo, «Els beguins de Valencia en el se-
gle XIV: la seua casa-hospital y el seus llibres», en Aotoni Ferrando, ed., Miscef.lania San-
chis Guamer, Ill, Montserrat & Valencia: Abadia & Universitat, 1992, o•. 11 del inventa-
rio de libros, 219.
68 Vida, lectura y trasfondo intelectual
63
Véanse los inventarios procedentes de Aviñón, estudiados por Juana Mary Arcelus
Ulibarrena, introd. a José M•. Pou y Martí, Visionarios, beguinos y fraticelos catalanes
(siglos XIII-XV), Madrid: Colegio Cardenal Cisneros, 1991, XC.
64
Marjorie Reeves, The lnjluence of Prophecy in the Later Middle Ages. A Study in
Joachinism, Oxford: Clarendon Press, 1969, 150-158; para la relación con los cistercien-
ses, 152-153, y el botón de muestra que tomo de la pág. 153: «Civitas autem solis, que est
in terra Egypti, una vocabitur Cisterciensis re lig io, que et in Claravalle claruit, et respectu
aliarum quattuor ecclesiarurn, clericorurn, canonicorurn, nigrorurn et aliorum ordinum
more solis refulsit». Para la propuesta de la fecha de composición, entre 1238 y 1243, véa-
se también Reeves 1969, 37, 56, etc.
Lectura y liturgia 69
franciscanos en su última y más extensa versión, que es la más difundida y la
única impresa 65 . Aunque con contradicciones, la importancia de la orden cis-
terciense en el cuerpo de la obra es muy evidente; se la califica, entre otras
cosas, de refugio de los hombres espirituales, con duración hasta el fin de
los tiempos.
Algún interés, así, tendría el hecho de que el gran libro profético de la
Edad Media, la exposición sobre Jeremías, figurara al lado de, quizá, la Ex-
positio in Apocalypsim, uno de los textos auténticos más difundidos y la más
larga, mejor estructurada y cuidada de las obras del Abad. Contiene la per-
fecta formulación de su teología trinitaria de la historia con una complica-
ción simbólica también extraordinaria 66 .
A pesar de la bandera del libro de Joachín, no será fácil al lector conce-
der que tras de la vida de sant Benito (64) pueda estar De vita sancti Bene-
dicti et de officio divino secundum eius doctrinam, texto menor de la pro-
ducción del de Fiore, pero no ajeno a sus ideas, y en el que san Benito
alcanza una representación mesiánica - la misma que los espirituales fran-
ciscanos atribuirán, basándose también en el Abad, a san Francisco-, y en
el que primero la corriente benedictina y luego la cisterciense se presentan
como partes significantes del modelo cósmico de la historia y como repre-
65
R. Moyniham, «The Development of the Pseudo-Joachim Commentary super Hie-
remiam: New Manuscript Evidence», Mé/anges de l'École Franfaise de Roma, 98 (1986),
109-142, con las apostillas de Gian Lucca PotestA, <<Gioacchino riformatore monastico nel
Tractatus de vita sancti Benedicti e nella coscienza dei primi florensi», Florensia, 6
(1992), 89-90. De la versión intermedia se conservan menos manuscritos, pero, precisa-
mente, uno español de la Biblioteca Nacional, Ms. 59.
66
Véase, para la Expositio, Bernard McGinn, L 'abate calabrese. Gioacchino da Fiore
11tl/a storia del pensiero occidentale, Génova: Marietti, 1990, 159-172; y, en su contexto
exegético, Bernard McGinn & Robert K. Emmerson, The Apocalypse in the Middle Ages,
ltbaca & Londres: Cornell University Press, 1992. Hay otras obras sobre la materia, comq
el Enchiridion super Apoca/ypsim, de menor difusión (véase Kurt Víctor Selge, «Elenco
delle opere di Gioacchino da Fiore», Florensia, 3-4 [ 1989-1990], 28-29). De ninguna
de las dos obras se cita manuscrito en bibliotecas españolas (para esta última, la edición de
Edward K. Burger, ed., Joaquín de Fiore, Enchiridion super Apoca/ypsim, Toronto: Ponti-
ficallnstitute of Mediaeval Studies, 1986, 2-6), aunque sí circuló y se conservan algunos
en bibliotecas peninsulares (Arcelus 1991, LXXXVI-XClU).
70 Vida, lectura y trasfondo intelectual
67
Para una edición del texto, Cebria Baraut, ed., «De vita sancti Benedicti et de officio
divino secundum eius doctrinam», Analecta Sacra Tarraconensia, 24 (1951}, 42- 118; para
la lectura me beneficio de los juicios de Reeves 1969, 25-26 y 137-138. Por lo que se re-
fiere a la más reciente interpretación reformista de este texto, véase el articulo reseña de
Potesta 1992, citado en la nota anterior.
68
Véase, por ejemplo, el clásico libro de Henry de Lubac, La posteridad espiritual de Joa-
quín de Fiore, l. De Joaquín a &helling, Madrid: Encuentro, 1989, 1, 69-150, y Herbert
Grundmann, Studi su Gioacchinc da Fiore, Genova: Marietti, 1989, 169-204. Para la Península
Ibérica, aparte lo citado más arriba, José Adriano de Freitas Carvalho, <<Joachim de Flore au
Portugal: xmeme - XVIetne siecles. Un itinéraire possible», en //profetismo gioachimita Ira
Quattrocento e Cinquecento. Atti del Uf Congresso lnternazi()fl(l/e di Studi Gioachimiti, ed.
Gian Luca Potesta, Génova: Marietti, 1992, 415-432.
Lectura y liturgia 71
69
Véase David N. Bell, What Nuns Read: Books and Libraries in Medieval English
Nunneries, Kalamazoo, MI, & Spencer, Mass: Cistercian Publications, 1995, 45-46, quien
añade: <<But although there are plenty of armaria still to be seen in the ruin of men's
bouses, the archeological remains of the English nunneries are so fragmentary that, so far
as l arn aware, no trace of a book-cupboard has yet been founcb>.
70
No sólo en comunidades femeninas, sino que también en las masculinas el respon-
sable de dirigir las actividades en el coro era en muchas ocasiones el guardián de los libros
(véase Bell 1995, 45 y 54n). En la lista de oficios de las monjas de san Bernardo de Ávila,
al fin de las disposiciones que para su reforma da fray Hernando de Talavera, a las que
luego me referiré, es cargo de la sacristana atender al recaudo de ornamentos, ropa y li-
bros para la liturgia.
72 Vida, lectura y trasfondo intelectual
71
Véase, en concreto, Cuadra García 1996,23-44, especialmente 40.
n Muñoz Femández 1995, 48.
Lectura y liturgia 73
73
Sobre esa función del libro, véase Cátedra & Rojo 2004, 185-186, y las referencias a
la tradición medieval ahí incluidas.
74 Vida, lectura y trasfondo intelectual
74
Lucio M". Núñez, «Descriptio breviarii manuscripti S. Catharinae bononiensis O. S.
CL.», Archivum Franciscanum Historicum, 4 (1911 ), 732-747.
15
José Adriano de Freitas Carva1ho, «Nobres leteras... fermosos volumes... >> Inventó-
ríos de bibliotecas dos franciscanos observantes em Portugal no século XV: Os trafOS de
uniiio das reformas peninsulares, Oporto: Centro lnter-Universitário de História da Espiri-
tualidade e do Instituto de Cultura Portuguesa-Faculdade de Letras, 1995,2-4. Este trabajo
es versión corregida y aumentada de «Libros e leituras de espiritualidade franciscanos na
segunda metade do século xv em Portugal e Espanha», Carthaginensia, 7 (1991), 127-
228.
Lectura y liturgia 75
en pargamino de cameros», que harán cuerpo con otros cinco libros dona-
dos por el arcediano Miguel Díaz 76•
No obstante, la propia historia de la evolución de la segunda orden de
san Francisco en España y el proceso de reforma de los conventos femeni-
nos, que cada vez en mayor número empiezan a optar por una jurisdicción de
la observancia, como hemos señalado más arriba, debieron condicionar tam-
bién el perfil de la formación y de la lectura de las monjas. No obstante, en
virtud de las relaciones de dependencia para con la sociedad laica de las que
hemos hablado, es posible que en alguna medida se aminoraran las actitudes
'anti-intelectuales' de los observantes, que, desde luego, tenían mucho me-
nos sentido en el ámbito de la orden femenina que en el de los conventuales.
Y, por otro lado, las disposiciones reglamentarias no nos ayudan dema-
siado; como las de otras órdenes, a alguna de las cuales me seguiré refirien-
do, no nos dejan entrever cuál era el papel y el espacio para la formación
intelectual o la lectura en la comunidad. Cierto que la impagable reglamen-
tación de Hernando de Talavera que comentaré hay que referirla a unos
tiempos en los que la homogeneización de la vida espiritual en el ámbito de
las reformas de la segunda mitad del siglo xv fue también expresiva en el
campo de la lectura, tanto por lo que se refiere al repertorio como a los as-
pectos técnicos. Su Suma y breve compilación nos puede servir también para
otros espacios femeninos distintos de los cistercienses, como veremos más
abajo; pero no tenemos más remedio que seguir acudiendo a algunos inven-
tarios para percibir las tendencias en la orden que más nos interesa en el con-
texto de este libro.
No obstante, en la regla clarisa promulgada por el papa Urbano e inspi-
rada por la beata Isabel de Francia (1263), efectiva en los conventos hasta las
reformas de la primera mitad del siglo xv, se preceptuaba también algo sobre
76
José Garcla Oro, San Francisco de Asís en la España Medieval, Santiago: C.S. I.C.
& Liceo Franciscano, 1988, 228; María del Mar Graña Cid, «Las primeras clarisas anda-
luzas. Franciscanismo femenino y reconquista en el siglo xum, en Las clarisas en España
y Portugal, actas del Congreso Internacional (Salamanca, 20-25 de septiembre de 1993),
Madrid, 1994, 11-2, 701-702, de donde tomo la relación de libros; citado por Beceiro Pita
2003, 32. Para otras posibilidades, enunciadas genéricamente y sin datación, véanse los
párrafos sobre la actividad cultural en el monasterio de Santa Clara la Real de Toledo de
María Luisa Pérez de Tudela y Bueso, o<EI convento del monasterio de Santa Clara la Real
de Toledo (1247-1993)», en Las clarisas en España y Portugal, actas del Congreso Inter-
nacional (Salamanca, 20-25 de septiembre de 1993), Madrid, 1994, ll-1 , 490-491.
Lectura y liturgia 77
Véase también Jo más arriba señalado sobre las caracterlsticas de esta fundación.
78 Vida, lectura y trasfondo intelectual
[3] Otro libro de sant Jerónimo, escripto en papel, con unas coberturas colora-
das e una camisa de lie~. que vale quinientos maravedís.
[4] Otro libro que se llama de Josep Abarimatea, estoriado e escripto en
papel, con unas coberturas coloradas, con unos bollones de latón e
unos texillos colorados, que vale tres mili maravedís.
[5] Un Salterio que mi señora mandó fazer, escripto en pergamino, que
costó ~inco mili maravedís.
[6] Otro libro que se llama Responsorio santural e dominical, que costó dos
mili maravedís, el qualla dicha señora mandó conprar en sant Fran~is
co de Segovia.
[7] Un libro que se llama Flor santorum, escripto en papel, que fue de doña
Men~ía, que Dios aya, e cupo a doña Juana, su fija, la qual le dio a la
dicha sefiora para que nos lo diese, que vale mili maravedís.
79
Una comparación con alguna biblioteca masculina observante no dejaría tan mal pa-
rada a la mínima de las monjas de Madrid; dieciséis eran los libros que figuran en el in-
ventario de la del portugués san Clemente das Penhas, la mitad litúrgicos (Carvalbo 1995,
103-104).
80 Vida, lectura y trasfondo intelectual
del espacio femenino de la lectura, compartido por laicas y por monjas, mer-
ced también a la mayor dependencia de esos conventos - por lo general pe-
queños- de un organigrama patriarcal nobiliario y laico que, entre otras co-
sas, facilita un intercambio continuo entre las patronas y su 'corte' y las fun-
daciones clarisas, dependencia e interferencia que también afecta a las
lecturas y al propio orden de la vida espiritual femenina. El caso de la reina
Católica es emblemático de estas relaciones 80 : su mecenazgo bibliográfico,
del que se nos han conservado tantas briznas en las cuentas del tesorero
Gonzalo de Baeza y en los inventarios, tiene en muchas ocasiones las mis-
mas facetas que el de doña Catalina Núñez de Toledo, la fundadora de la Vi-
sitación y amiga de la Reina o de doña Mencía [¿Manrique?] y su hija Juana,
a quienes perteneció el F/os sanctorum que llega a manos de las monjas de
la Visitación.
Todos los volúmenes de la Visitación se pueden enclavar en la vida mo-
nástica, aun teniendo en cuenta las salvedades que he hecho: Llaman la aten-
ción los dos primeros, un tomo de Vita Christi e Jnfanfia Sa/vatoris, que nos
atañen especialmente por la materia de este libro. Ante el primero de los títu-
los podriamos dudar si nos las habemos con la compilación del Cartujano o
con la de Francesc Eiximenis. Caso de ser la primera, tendríamos una dema-
siado tempranera difusión de este texto, en los últimos años de la vida de su
autor; además, habría que suponer que se trataría de la versión latina origi-
nal, quizá inasequible para las monjas, pues sólo unas decenas más tarde
empezará a circular impresa la versión de Ambrosio Montesino, que, por
cierto, Cisneros procuró llegara a todos los conventos femeninos y sirviera
para las lecturas colectivas. Parece seguro, en cambio, que se trataba de un
volumen de la obra de Eixirnenis, que circuló ampliamente en castellano.
Los testimonios manuscritos, la edición granadina con el texto antiguo caste-
llano revisado, promocionada por Hernando de Talavera, y los abundantes
ecos que conocemos de la Vida de nuestro Señor Jesucristo creo que nos
permitiría considerarlo como uno de los libros más influyentes en la espiri-
80
Véase, a este respecto, el clásico artículo de Juan Meseguer Femández, «Francisca-
nismo de Isabel la Católica», Archivo Ibero-americano, 19 (1959), 153- 195; el imprescin-
dible libro de Garcla Oro 1971; Elisa Ruiz García, «Los libros de Isabel la Católica: una
encrucijada de intereses», en Antonio Castillo Gómez 2003, 53-77; y, ahora, de la misma,
Los libros de /sabe/ la Católica. Arqueología de un patrimonio escrito, Salamanca: Insti-
tuto de Historia del Libro y de la Lectura, 2004.
Lectura y liturgia 81
tualidad del siglo xv y una nueva fuente real y no supuesta de la literatura re-
ligiosa de ese mismo siglo 81 •
Y esto es tanto más evidente cuanto que la reiterada lectura de este libro,
junto con algunos otros clásicos de la contemplación cristocéntrica, debió
dejar un poso fecundo a la hora de diseñar el plano cultural y el mundo ima-
ginativo -literario y espiritual- de las monjas de la Edad Media. Es evi-
dente cómo repercute en obras como la Vita Christi de sor Isabel de Villena
o, de forma más sutil, en el Libro del conorte de sor Juana de la Cruz. Pero
constituye, además, una especie de subtexto que funciona como referente
común de autores y receptores -a lo largo de buena parte de este libro, re-
ceptoras- en obras materializadas en otros géneros, como la Vita Christi de
fray Íñigo de Mendoza, o de la Representa~ión del Nas~imiento de nuestro
Señor de Gómez Manrique, como veremos en el capítulo octavo, destinados
a quienes seguramente fueron lectoras diarias de este libro de Eixirnenis, ca-
ro a los ambientes monásticos femeninos 82 •
Lo mismo podría decirse de la lnfan~ia Salvatoris -en adelante /S-,
que es otra de las fuentes fundamentales de la tradición meditativa cristocén-
trica franciscana. Figura también en otras bibliotecas franciscanas tardías 83 .
Más que una versión del apócrifo Evangelium Thomce de lnfantia Salvatoris,
se trata del mismo texto que circulará impreso hacia 1493: «Aquí comien~a
el libro que se diz~ infancia Saluatoris. El qual compuso sant Bernardo abbad
de Carauaca. El qual tracta desde el nascimiento de nuestra Señora fasta que
subió a los cielos». En fuentes varias se atribuye a otros autores, como, por
ejemplo, al dominico Bartolomé de Trento. Si no fuera suficiente el conteni-
do, la vida de Cristo desde el nacimiento de la Virgen hasta su Asunción con
81
Para la difusión de la Vida de Jesucrist en castellano, para la que utilizaré también
el acrónimo VJC, véase Albert Hauf, <<fr. Francesc Eiximenis, OFM, De la predestinafiÓn
de Jesucristo, y el consejo del Arcipreste de Talavera 'a los deólogos que mucho fundados
non son'», Archivum Franciscanum Historicum, 76 (1983), 239-295, y D'Eiximenis a Sor
Isabel de Villena. Aportació a /'estudi de la nostra cultura medieval, Montserrat: Abadía,
1990, 47-50.
82
Precisamente para facilitar la lectura de las partes dedicadas al nacimiento de Cristo,
que nos interesarán sobre todo en el cuerpo de este volumen, la edito como apéndice 2,
según la versión del que parece el manuscrito más autorizado, París, Bibliotheque de
!'Arsenal, Ms. 8321 , a juicio de Albert Hauf, a quien agradezco la paciencia que he tenido
con mis muchas preguntas.
83
Véase, por ejemplo, Carvalho 1991, 170, & 1995, 94, n•. 38.
82 Vida, lectura y trasfondo intelectual
sus meditaciones sobre cada paso importante, lo fuera la clara distinción que
entre este texto y el evangelio apócrifo establece la tradición medieval, re-
presentada, por ejemplo, en un libro espiritual de tan gran influencia como la
Vida de Jesucrist de Eiximenis, a la que acabo de referirme: «E comoquier
que el libro que se llama De la infan~ia del Salvador diga lo contrario, enpe-
ro el dicho libro es sin toda auctoridad e contiene muchas falsedades e por
tanto la santa lgleia lo tiene por apócrifo, esto es que non ha auctoridad, se-
gúnt que pare~e en la distin~ión XXVI en el Decreto. Nota aquí sin el dicho
libro ay otro libro que se llama eso mesmo De la infan~ia del Salvador, el
qual, segúnt el mesmo dize aquí, lo tizo a grant instan~ia de los obispos, que
non nonbra aquí, e en el dicho libro se contienen muchas cosas muy devotas
de la infan~ia de la Gloriosa e de su Fijo, e de aquel libro yo he puesto aqui
algunas cosas que me han plazido mucho. E este libro se falla en los monas-
terios antiguos de los monjes negros; e si lo quisieres fallar, lo has en el su
monasterio que es dicho de sant Martín, el qual es en el monte de Amigó» 84.
Si los orígenes sugeridos por el catalán y la errónea atribución del incu-
nable a san Bernardo, abad de Caravaca [ = Claraval, Clairvaux], delimitan
bien la vena espiritual monástica y cisterciense más profunda de algunos de
los grandes temas tratados en ese texto, la !S está indudablemente en directa
dependencia de una de las obras mejor conocidas e influyentes gestada en
ambientes franciscanos, las Meditationes vitce Christi -en adelante, MVC-,
de Juan de Caulibus, atribuidas a San Buenaventura, entre otros, obra que,
como la /S, podemos considerar un cierto soporte para las briznas teológicas
de las monjas del siglo xv y, por supuesto, también de las que utilizaban o
compusieron el cancionero de Astudillo 85. Sin necesidad de entrar en las
11-4 VJC, fol. 75v. Albert Hauf, que me ha facilitado reproducción del texto castellano,
me confirma que este fragmento se halla prácticamente idéntico en la versión original ca-
talana, a excepción del erróneo Amigó, que en catalán es, naturalmente, Canigó, aunque
otro manuscrito castellano configura en sorprendente síntesis Clunigó. Para el contexto de
esta cita eixirneniana, veáse el apéndice 2.
83
Referencias sueltas de su presencia en la bibliografia española y de su influencia en
España se pueden ver en Atanasio López, San Buenaventura en la bibliografia española,
Madrid: lmp. de la Viuda de López del Horno, 1921, 9-18; Manuel de Castro & Alvaro
Huerga & Melquíades Andrés Martín, San Buenaventura. Conferencias pronunciadas en
la Fundación Universitaria Española los días 4 febrero y 11 y 13 de marzo de 1975, Ma-
drid: F.U.E., 1976, 128-134; y, sobre todo, Keith Whinnom, «El origen de las compara-
ciones religiosas del Siglo de Oro: Mendoza, Montesino, Román», Revista de Filología
Española, 46 (1963), 263-285 (también en su Medieval and Renaissance Spanish Litera-
Lectura y liturgia 83
ture Selected Essays, ed. A. D. Deyermond, W. F. Hunter & J. T. Snow, Exeter: Univer-
sity of Exeter Press, 1994, 72-95); y, del mismo, «The Supposed Sources of Inspiration of
Spanish Fifteenth-Ce.ntuJy Narrative Religious Verse», Symposium, 11 (1963), 268-291
(en Medieval and Renaissance Spanish Literature Selected Essays, 46-71).
86 Véase M. Stallings Jordan, ed., Meditationes de Passione Christi olim Sancto
Bonaventurae attributae. Edited from tire Manuscripts with lntroduction and Commen-
tary, Washington: Catholic University of America Press, 1965, 3-14; y el estudio y
edición más reciente de la misma autora M. Stallings-Taney, ed., lohannes de Cau/ibus
meditaciones vite Christi olim S. Bonauenturo attributce, Tumhout: Brepols, 1997 (Corpus
Christianorum, Continuatio Mediceualis, 153). También Hauf 1982, 6-7. En términos gene-
rales, John Fleming, An /ntroduction to Franciscan Literature of the Middle Ages, Chi-
cago: Franciscan He raid Press, 1977, 241-25 l. Para más detalles sobre los manuscritos es-
pañoles y su difusión, remito a mi Poesía de Pasión en la Edad Media. El «Cancionero»
de Pedro Gómez de Ferro/, Salamanca: Seminario de Estudios Medievales y Renacentis-
tas, Sociedad de Estudios Medievales y Renacentistas, Sociedad de Historia del Libro,
2001, 206 y siguientes.
87 Véase para la versión italiana, Anne Jacobson Schutte, Printed lta/ian Vernacular
Christi rightfully belongs to the Meditationes Vitre Christi and that de work is in no way
that ofSt. Bonaventure»), frente a quienes atribuían la parte pasional de la obra al santo y
84 Vida, lectura y trasfondo intelectual
ced a las claves que también les prestan estas fuentes narrativas básicas son
susceptibles de descodificación en los ambientes que estudiamos, como po-
dremos ver con algunos ejemplos en los capítulos séptimo y octavo.
El Flos sanctorum de la Visitación había pertenecido a dos grandes se-
ñoras de la nobleza castellana, y empezaba a ser ya uno de los libros canóni-
cos de las bibliotecas femeninas, en una tendencia que quedará consagrada
con las varias versiones impresas durante el siglo xVI 91 . También prestaba a
las monjas del siglo xv un repertorio amplio para la lectura diaria en el re-
fectorio e, incluso, en otros ámbitos, como el del recreo. La parte navideña
nos interesa especialmente; solía encabezar los códices dentro de la vida de
Cristo y constituye una representación mucho más teológica y abstracta que
la de las obras anteriormente comentadas. Monjas clarisas más modernas,
como sor Juana de la Cruz, no dejan de tener en cuenta las descripciones po-
pulares de algunas de las compilaciones básicas, como las contenidas en la
VJC, la JS o la MVCc, aunque a menudo se apoyan y desarrollan la teología
de la Redención y del Nacimiento a partir de la Legenda aurea de Varazze 92 •
A primera vista, un libro con miniaturas como el Josep Abarimatía es di-
ficil situarlo sólo en el ámbito de la lectura comunitaria. Precisamente, la
imagen y, en especial, la ilustración del libro está íntimamente ligada a lo
contemplativo, a lo personal más que a lo colectivo. Este esqueje del Roman
de Graa/ post- Vulgata 93 , que es lo que habían recibido de su fundadora estas
monjas de la Visitación, permitía una lectura y una contemplación-visión
91 Véase José Aragüés Aldaz, «Para el estudio del Flos sanctorurn renacentista (1). La
confonnación de un género», en Marc Vitse, ed., L 'Hagiographie entre Histoire et Litté-
rature (Espagne, Moyen Age et Siecle d'Or). Acles du Colloque lnternational organisé
par LEMSO (FIUMESPA) (Université de Toulouse) et GRJSO (Universidad de Navarra)
(Toulouse, 10-12 octobre 2002), en prensa; y, para el implante del libro en las bibliotecas
femeninas desde principios del siglo XVI, Cátedra & Rojo 2004,passim.
92
Para la tradición codicológica española, véase Baños Vallejo 2003, 228-231, 240-
246; la parte dedicada al Nacimiento puede leerse tan hermosa como voluntariosamente
editada por Manuel Trens, ed., lacopo da Varazze, La nascencia del Salvador, Barcelona:
Columba, a costa de José Feliu Prats, para los socios de la Asociación de Bibliófilos de
Barcelona, 1950, valiéndose del manuscrito h.lll.22 de la Biblioteca de El Escorial.
91
Para el enclave en el entramado de la literatura a.rtúrica de este libro, véase Harvey
Sharrer, A Critica/ Bibliography of Hispanic Arthurian Material, Londres: Grant and Cu-
tler, 1977, 33 y siguientes. El gran fragmento conservado de la versión castellana antigua
fue publicado por Karl Pietsh, Spanish Grail Fragments, Chicago: University of Chicago
Press, 1924, 1, 3-54.
86 Vida, lectura y trasfondo intelectual
94
Véase Sandra Penketh, «Women and Books of Hours», en Jane H. M. Taylor &
Lesley Smith, eds., Women and the Book. Assessing Visual Evidence, Londres & Toronto:
The British Library & University of Toronto Press, 1996, 280, que concluye su estudio:
«Books of hours with female owner portraits provide us with evidence not only of a strong
fe male patronage but al so of an active participation in personal worship on the part of their
owners». Otros aspectos, tratados en el mismo libro de Taylor & Smith 1996.
Lectura y liturgia 87
95
En la actualidad, el tomo tiene la signatura R-31133 . García Morales publicó edi-
ción y reproducción en facsímile de las partes manuscritas; el volumen ha perdido la en-
cuadernación original, descrita por García Morales en 1968.
96
Tiene la signatura actual R-3020 1 y debo su noticia a la impecable generosidad de
Mercedes Femández Valladares. El ex-libris manuscrito reza en esta ocasión: «este lybro
perten~e a este monestery[o] de Bretonera tráxole la s• doña Maria de Velasco año de
d.xij». Es evidente la contradicción entre la fecha de edición del libro, consignada en su
colofón, y la supuesta fecha de entrada. Lo más probable es que el ex-libris, cuya forma fi-
ja es evidente si se examinan las dos recurrencias mencionadas, haya sido puesto años
después de la entrada real en el convento de doña Maria, la cual podría haber seguido ad-
quiriendo volúmenes en los años siguientes. Es posible que exista un documento de archi-
vo donde se detalle el inventario de bienes aportados en esta especie de dote.
88 Vida, lectura y trasfondo intelectual
podrían dar algunos detaJies más sobre la biblioteca de doña María de Velas-
coy de las monjas de Belorado, junto con evidencias de su uso 97•
Los libros de que disponía la comunidad del convento de la Concepción
de Toledo nos pueden servir como complemento y como contrapunto de lo
dicho sobre la Visitación madrileña, aunque date su inventario de 1510-
1515, porque ya hemos aludido a la larga duración de las lecturas espiritua-
les femeninas.
Los orígenes de la orden concepcionista de Santa Clara han sido desbro-
zados en varias ocasiones. La fundadora de la Concepción Francisca de To-
ledo, la portuguesa doña Beatriz de Silva, ingresó como monja seglar en el
convento toledano de Santo Domingo el Real, de la orden dominica, después
de una vida como dama de honor de la reina doña Isabel de Portugal. Deci-
dió luego fundar una nueva congregación propia, con el apoyo de Isabel la
Católica, a medias concedida por el Papa (1489), pues obliga a las nuevas
monjas a acogerse a la regla cisterciense. Con el tiempo, Alejandro VI expi-
de nueva bula y concede en 1494 una independencia a las monjas concep-
cionistas de Toledo y les permite someterse a la regla de Santa Clara, convir-
tiéndose desde entonces en una especie de casa matriz 98 . El éxito llevó a una
expansión muy rápida, protegida por Isabel la Católica. La orden iba, poco a
poco, a convertirse en el paradigma básico franciscano femenino; muchos
conventos abrazarían la regla reformada, una nueva creación para reactivar
la vida espiritual, más aJiá de la observancia, con particularidades especificas
que hasta ahora conservan las clarisas.
97
La distancia entre las signaturas del primero de los volúmenes mencionado y del se-
gundo, caso de que se hubieran adquirido de por junto, se podría deber a un retraso cons-
ciente de la disponibilidad en tanto que personal de la biblioteca preparaba la edición y es-
tudio del Auto. Quién sabe si la encuadernación original con la que ingresó (véase García
Morales 1968, XXXII) se dañó en el proceso de edición y reproducción y hubo de ser sus-
tituida por la actual. Pese a los buenos oficios de la dirección de la sección y de su perso-
nal, no ha sido posible arbitrar un medio para intentar una busca visual por personal auto-
rizado, ni tampoco se sabe si se dispone de datos de archivo que permitieran comprobar
las condiciones de la compra y el número de volúmenes reales que entraron en mayo de
1944 procedentes originalmente de la Bretonera (véase García Morales 1968, XI).
98
Véase un estudio general sobre la creación de las concepcionistas y sobre su expan-
sión por Ignacio Omaechevarrla, Las monjas concepcionistas. Notas históricas sobre la
Orden fundada por Beatriz de Silva, Burgos: Imprenta Aldecoa, 1973.
Lectura y liturgia 89
100
LiBROS PARA LEER A LA MESA
99
Al sentir de Ornaecbevarría, quien publica el inventario (Orígenes de la Concepción
de Toledo, Burgos: Imprenta Aldecoa, 1976, 168 y 207); compárese Surtz 1995, 13.
100
Esta anotación está al margen y parece de distinta mano, que, según Omaecbeva-
rria, podrla ser de fray Juan de Écija.
90 Vida, lectura y trasfondo intelectual
101
Véase Amalia Prieto Cantero, Casa y descargos de los Reyes Católicos, Valladolid:
Instituto Isabel la Católica de Historia Eclesiástica, 1969, 98, 233 y 242; y Ruiz Garcia
2004, 204-205.
102
Véase ahora Manuel Cadafaz de Matos, ed., Evangelhos e epistolas con suas expo-
sifOes en romoce (Porto, na oficina de Rodrigo Alvares, 1497) edi~o em fac-simile do
inc•. da Biblioteca Nacional, Lisboa, n~ 533, Lisboa: Edi~ Távola Redonda, 1997, 18-23.
103
Para la presencia de san Buenaventura, véase el aun útil trabajo de López 1921 , con
el que se cita en la nota siguiente.
104
En esa línea, seguramente, piensan Castro & Huerga & Andrés 1976. La traducción
que Alonso de Palencia hizo del Espejo de la cruz se editó en Sevilla, 1486 y 1492.
Lectura y liturgia 91
C) ÜTRAS ÓRDENES
10
~ Véase Echániz Sans 1992, 247-252, en donde se elaboran conclusiones a partir de
los documentos publicados en Echániz Sans 1992 y, sobre todo y por lo que se refiere a lo
que más me interesa hoy, en el cuerpo de su tesis Echániz Sans 1990, parte de cuya docu-
mentación puede verse en El monasterio femenino de Sancti Spíritus de Salamanca. Co-
lección diplomática (1 268-1400), Salamanca: Ediciones de la Universidad de Salamanca,
1993.
106
Tomo estos fragmentos de la regla adaptada para las monjas santiaguistas de Sala-
manca en 1480, siendo maestre de Santiago Alonso de Cárdenas, publicada por Echániz
1990, IV, 681-695; la cita en 684. Los reformadores que visitan el monasterio en noviem-
bre de 1500 indican a este propósito: «Por quanto ay de costumbre que en los monesterios
de monjas se críen niñas, de las quales muchas vezes salen buenas religiosas, y en el esta-
do de su niñez aprendan a leer y cantam ( 1060), de acuerdo con una inveterada tradición
de educación femenina en el seno de las comunidades religiosas.
107
Echániz 1990, IV, 1053; 1992,251.
Lectura y liturgia 93
108
Lo tomo ahora de la versión que, quizá procedente del propio monasterio, se con-
serva en la Biblioteca Universitaria de Salamanca, Ms. 2236, fol. 44r.
109
ldem, fol. 43v.
110
No se explicita en la regla, pero, al referirse a la educación de las novicias, ordena:
(<A la noche quando veniere a la cola~;ión o en la mafiana al cabildo lo que y oyere de la
lec~;ión con grand remembran~;a lo tenga» (992-993).
94 Vida, lectura y trasfondo intelectual
muchas, pues puede hacerlo cualquiera que no cenare o comiere sin estar en-
ferma (1058).
Por lo que se refiere a la lectura personal, la regla sólo insiste en el uso
del libro para la educación de novicias: «Sea apartada a una parte de la
claustra, donde conveniblemente pueda estar e leer e pensar en Dios e non
fable con ninguno ni ninguna» (692). Estas lecturas personales se centrarían
sobre el libro solitario litúrgico, para litúrgico o espiritual -el libro familiar
que veremos dice Hernando de Talavera- , concepto con el que designo no
tanto el libro único poseído, que muchas veces también lo era, cuanto el li-
bro cotidiano, el que acompañaba el ritmo oracional diario, el libro, por
ejemplo, «aforrado en carmesí pelo en que rre~aba de contino su Alteza» la
reina Isabel la Católica 111 • Una de las freilas legas, es decir una de esas seño-
ras residentes en el monasterio, Isabel de Nurueña, hace un legado testamen-
tario de libros, en el que manda se entregue «mi brebiario de pergamino» al
monasterio, junto con «un Salterio» que guarda en un arca junto con una se-
rie de ornamentos religiosos; «mi brebiario de molde», es decir impreso, des-
tina a su capellán Pedro Berna! (956); y, en fin, «mi libro de rezar, guarneci-
do de un terciopelo carmesí» a una sobrina, Beatriz de Sotelo (957).
Como en el caso de la biblioteca del convento franciscano de la Visita-
ción, también la de Sancti Spiritus se alimenta de donaciones femeninas re-
lacionadas patrimonialrnente con la comunidad. Destaco en cursiva lo explí-
cito de la posesión del campo solitario del libro femenino, la liturgia: dos
breviarios, uno manuscrito y otro más moderno y actualizado impreso, con
un libro de oraciones, quizá de horas. Isabel utilizaba los breviarios para se-
guir las canónicas en el coro, mientras que el libro de horas o de rezo, como
el de doña Constanza de Castilla al que más abajo me refiero, servía para la
lectura privada no reglamentaria. Interesa el hecho del traspaso del libro per-
sonal a otra mujer, su sobrina, de modo que este tipo bibliográfico queda
afincado en su propio espacio femenino más allá de la primera propieta-
ria 112 • Libros como éstos y como los que más arriba pasan a propiedad de las
clarisas madrileñas se incorporan a la biblioteca comunitaria y la configuran
111
Ruiz Garcia 2004, 175.
112
Susan H. Cavanaugh, A Study of Books Privately Owned in England 1300-1450,
Ano Arbor, Michlgan: UMI Dissertation Services, 1980; tesis doctoral de la University of
Pennsylvania, 1980, 347 (cit. por Penketh 1996) constata esa línea femenina de transmi-
sión, que, por lo que a nosotros se refiere, se extiende también a las órdenes religiosas, in-
corporándose asi los libros a la biblioteca comunitaria.
Lectura y liturgia 95
LmRos
[1-2] Otrosy, los dichos vezinos pecheros dieron, que compraron de los
dineros de las capellanías, dos Misales mistos dominicales e santo-
rales de pargamino, de mano, que syrven todo el año.
[3] Otrosy, dieron los dichos vezinos pecheros, que compraron de los
dineros de las capellanías, un Bautysterio de pargamino de mano
para administrar todos los sacramentos.
[4-5] Otrosy, los dichos vesinos pecheros dieron, que conpraron de los
dineros de las capellanías, un salterio de pargarnino de mano e un
libro de la estorya del Nas~imiento de nuestro Señor, con el ofi~io
de la Semana Santa.
113
Editadas sus actas al completo por Echániz Sans 1990, 1072-1128, procedentes de
AHN, Órdenes Militares, Santiago, libro 1090C.
114
Es decir, un Te igitur, según comienza el cánon de la misa; se trataría de un misal.
96 Vida, lectura y trasfondo intelectual
LmRos
[1] Primeramente, un Santural de letura e cantoria.
[2] Yten, otro Santural de letura y cantoria, anbos buenos.
[3] Yten, un Dominical de letura e cantoria.
[4] Otro Dominical pequeño, responsorio, syn letura, de punto muy
menudo.
[5-6] Otro libro Oraf ionario e un quademo de pergamino de letura e can-
toria de la fiesta del Corpus Christi.
[7] Otro libro Manual de misas votivas, viejo 117.
[8] Otro Salterio bueno que dieron los perrochianos.
118
Intercala: «Yten, dos vistimentas de lienco, de los perrochianos».
Lectura y liturgia 99
[51) Otro quademo de papel del Juyzio.
[52) Otro quademo de las quatro Pasyones.
[53) Otro quademo del mandato del Jueves de la Cena.
[54] Otro de la estoria de san Grabiel.
[55) Otro quademo de papel para las pr~esiones.
[56-58) Otro libro de la Regla e otro de Establefimientos e otra Regla del
coro.
[59) Yten, otro libro pequeño Diurna/, con los salmos penitenciales y le-
tanía.
[60) Otro libro de Fro santorum en papel en romance.
[61) Otro Flor santorum viejo.
[62) Otro libro Vergel de consolafiÓn en pergamino en romance.
[63) Otro libro de papel de fiestas.
[64) Otro libro de la Brivia.
[65) Otro quadernillo de la Pasyón.
respecto, esas quatro passiones podrían haber sido uno de los libritos impre-
sos durante todo el siglo xv que contienen los extractos de los cuatro evan-
gelios relativos a la Pasión 119 y, por lo que se refiere a los otros cuadernos,
no debe perderse de vista la existencia de textos contemplativos en ocasiones
iluminados como el Speculum animce de uso en el convento de la Trinidad
de Valencia de monjas clarisas 120 • Aunque, como digo, estos parecen ser
cuadernos litúrgicos e, incluso, con la música para su práctica durante la
Semana Santa.
Desde cualquier punto de vista que se mire y a juzgar por los inventarios
de los libros de uso colectivo --<>tra cosa será lo privado-, la oferta para la
lectura en el seno de las monjas santiaguistas de Salamanca no era extraordi-
naria. Si en el caso de las monjas franciscanas de la Visitación se podía
apreciar un escoramiento claro hacia la piedad cristocéntrica y meditativa
propia de esa orden y, por extensión, participada también por sus laicas afi-
cionadas, en el caso de estas monjas de Salamanca no se ·advierte la menor
tendencia a primera vista. Sus libros para la lectura son de una genérica espi-
ritualidad, en la que la hagiografia y la monición ejemplar es más importante
que la meditación cristocéntrica. Giraba sobre un gozne poco variado para la
lectura comunitaria (Biblia y Flos sanctorum o Vergel de la consolación,
con pocos textos pasionales en prosa o en verso para Cuaresma), y mucho
más solitario para la lectura privada, que descansaba sobre libros de horas o
de oraciones.
Poco más puede conjeturarse a partir de los documentos que conocernos.
Pero el hecho de tratarse de libros viejos manuscritos, algunos sobre perga-
mino, en tiempos de triunfo de la letra impresa, nos está diciendo también
bastante del inmovilismo de las lecturas comunitarias de las monjas santia-
guistas de Salamanca.
119
Véase una edición de principios del siglo siguiente descrita por Frederick J. Nor-
ton, A Descriptive Catalogue of Printing in Spain and Portugal 1501-1520, Cambridge:
University Press, 1978, n•. 342).
120
Albert Hauf & Daniel Benito Goerlich, eds., Speculum animae. Manuscrito Es-
pagnol 544 de la Bibliotheque Nationale de París, Madrid: Edilán, 1992.
Lectura y liturgia 101
121
Ha tratado la cuestión José A. de Freitas Carvalho, «0 Orto do Esposo: um livro e
urna leitora>>, ponencia leída en el curso de coloquio Lecturas femeninas en el ámbito ibé-
rico (siglos XVI-XVIII), tenido en Salamanca, febrero de 1999; y, además, del mismo
«Lecturas de príncipes y aristócratas», lnsula, 675 (marzo, 2003), 2-7. Para tiempos mo-
dernos, naturalmente, la bibliografia sobre guías de lecturas explicitas o incluidas en libros
espirituales se dispara.
122
Véase Cátedra & Rojo 2004.
123
La obrita fue editada hace años por Olegario González Hernández, (<Fray Hemando
de Talavera. Un aspecto nuevo de su personalidad», Hispania Sacra, 13 (1960), 143-174.
Una nueva edición crítica de este texto será publicada por el SEMYR en su serie Docu-
menta, que tendrá en cuenta la base del manuscrito ¿autógrafo? a.IV.29 de El Escorial y el
códice salmantino de la Biblioteca Universitaria, Ms. 2236. Para otra obra, que también
102 Vida, lectura y trasfondo intelectual
interesa, de Hemando de Talavera, De cómo se ha de ordenar el tiempo para que sea bien
expedido, dedicado a una mujer, doña Maria Pacbeco, condesa de Benavente, véase lo ex-
puesto en Cátedra & Rojo 2004, 120-121, 198-199.
124
Aunque tengo en cuenta el texto mode.rnizado de González Hemández 1960 (este
pasaje en pág. 15 1), edito el texto a partir del manuscrito escurialense citado, fol. Sr, base
de la edición mencionada en la nota anterior.
Lectura y liturgia 103
12
' Ruiz Garcia 2003, 61.
104 Vida, lectura y trasfondo intelectual
Sin embargo, fray Remando pone mayor cuidado y un tono más regla-
mentario en el capítulo séptimo de la obra, dedicado a «De cómo se han de
dar a lectión y quándo y qué libros han de leen> 126, que reza así:
Mucho y más que mucho aprovecha, devotas hijas, la sancta lectión para
acquirir y conservar la devotión y para que por ella seáis avisadas de todo lo
que conviene para vuestra salvación. Por esso amad la lectión y dadvos a ella
quanto más pudierdes. En todo tiempo haya lectión quando tomáys la refec-
tión corporal, assi a la cena como a la yantar y, en los dias de ayuno, a la co-
lat;ión.
Sea una hermana diputada para esto cada semana y sea de las que más
saben y meior leen y con meior gratia y meior boz. Provea con mucho studio
la lectión que allí ha de leer. Léala de vagar, bien entonada, bien pausada y
pronunciada, como se dize en el choro quando más sollennemente cantáis los
maytines. Descanse entre pausa y pausa y más entre capítulo y capítulo. Y
por que no le sea penoso esperar que vós acabés de comer, estando ella ayu-
na, podrá tomar algúnd poco de refectión antes que suba a leer, aunque sea
dia de ayuno.
Sea siempre la lectión en romance, porque la lectión que no se entiende
ni se lee ni se oye como deve, ni aprovecha mucho leerse.
Sea la lectión de los sanctos Evangelios y aun de todo el Testamento nue-
vo. Sea de los t;inco libros de Salomón; sea de Thobías, de Hester y de la
sancta ludie. Sea de las Vidas de los sanetos. Sea de los Morales de sant Gre-
gorio y de sus Diálogos. Sea de la Vida de nuestro señor Ihesuchristo que
compuso fray Francisco Ximénez, sancto frayre menor, patriarcha que fue de
Hierusalem. Sea De natura angélica y De las donas, que escrivió el mesmo.
Sea del libro que escrivió sant lohán Buenaventura De cómo los novicios han
de ser enseñados en la sancta religión; sea del libro que enseña cómo se han
de aver los religiosos en todo lugar y en todo tiempo y en toda occupación;
127
sea del libro que enseña cómo se ha de guardar el corat;ón, que es libro
muy provechoso. Sea de la Regla que escrivió mi glorioso padre sant Hieró-
nimo a la sancta virgen Eustochio y la epístola que le escrivió de cómo se ha
de guardar la castidad y de su sancta muerte y muy devoto passamiento desta
vida y de los milagros que nuestro Seilor hizo por él. Sea del libro que escri-
vió vuestro dulce padre sant Bernardo a su sancta hermana Florentina; del li-
bro que escrivió sant Augustin de la vida del cristiano; iten, del Espeio del
126
Fols. 15r-17r. En el titulo que acabo de transcribir, después de han de dar tacha
muy humildes de corafon y de palabra y de obra.
127
Escribe han, pero puntea la n. Se refiere al Enseñamiento del corazón, que circuló
impreso y manuscrito.
Lectura y liturgia 105
129
Véase, para esto, Cátedra & Rojo 2004, 60-61.
130
Puede verse reproducida por Jeffrey F. Hamburger, Nuns as Artists. The Visual
Culture of a Medieval Convent, Berkeley, Los Ángeles & Londres: University of Califor-
nia Press, 1997, 187. Véanse también las referencias a este tipo de representación en Les-
ley Smith, «Scriba, Femina: Medieval Depictions ofWomen Writing», en Taylor & Smith
1996, 22.
131
Echániz Sans 1990, IV, 683.
Lectura y liturgia 109
132 Véase Marie-Luise Ehrenschwendtner, «A Library Collected by and for the Use of
Nuns: St Catherin's Convent. Nuremberg», en Taylor & Smith 1996, 123-132. Véase más
adelante algo más sobre este asunto.
110 Vida, Lectura y trasfondo intelectual
133
El capítulo XX, «De cómo todas han de comer en común refectorio y de la manera
y disciplina y honestad que allí se ha de guardar» (fols. 29r-31 v), merece una atención más
pormenorizada que la que parece conveniente dedicarle aquí.
134
Véase, a este respecto, Caroline Walker Bynum, Holy Feast and Holy Fast: The
Religious Significance of Food to Medieval Women, Berkeley: University of California
Press, 1987.
135
Véase Alberto Manguel, Una historia de la lectura, Madrid: Alianza, 1996, 203-
205; ténganse en cuenta el éxito de esta imagen, de Ezequiel y del Apocalipsis, en medios
apocalípticos de la Edad Media, como los de Joaquín de Fiore. Si se estima oportuno, añá-
dase lo anecdótico de Pedro M. Cátedra, Historia y prophetía de la sibilla Erithrea de la
noche de la Natividad)) por Toribio Ruiz (Orense, 1544) ahora publicada por Pedro M.
Cátedra con motivo de la celebración del JV Congreso de «Lyra minima)), cuyo programa
Lectura y liturgia 111
137
Vida de san Millán, copla 482; y Vida de santo Domingo de Silos, copla 752.
Lectura y liturgia 113
138
Señala la particularidad Derolez 1979, 44, a partir de Paul Ruf, Mittelalterliche Bi-
bliothekskataloge Deutschlands und der Schweiz, Ill-2, Munich: C. H. Beck'sche, 1932.
Véase también Ehrenschwendtner 1996, 124-1 25, quien nos recuerda también que la par-
tición fue trabajo de una de las bibliotecarias y copistas del convento, Kunigunde Niklasin.
El ejemplo que cito, en página 124, tomándolo del catálogo incluido en Ruf 1932, 570-
670; para lo que se anota aquí, 604-606.
114 Vida, lectura y trasfondo intelectual
139
Estas anotaciones se encuentran en el manuscrito C, actualmente de la Biblioteca Na-
cional de Madrid, Ms. 18465, de la edición de José M". Mohedano Hernández, ed., El «Es-
péculo de los legOS)) texto inédito de l siglo XV, Madrid: c.s.r.c., 195 1, 17 y 285.
Lectura y liturgia 115
espirituales afines; esa línea, digo, que explica esta lista de textos bíblicos
también, se verá truncada en la vida misma de Hemando de Talavera, cuyo
entusiasmo por las prácticas litúrgicas en lengua vulgar es bien conocido.
La hagiografía está representada en todas las variedades disponibles en-
tonces en romance, desde las Vitce patrum hasta la Legenda aurea, el Flos
sanctorum, de Varazze, con todas las variedades capitales en las narraciones
hagiográficas de la Edad Media. La serie de obras de san Buenaventura o a
él atribuidas coincide a la perfección con los libros espirituales más editados
por la imprenta española y, desde luego, algunos de ellos están en las biblio-
tecas conventuales, como la de las concepcionistas de Toledo. Lo mismo
puede decirse de los textos de san Jerónimo. Personal interés tuvo Talavera
en la promoción de las obras de Francesc Eixirnenis, en especial de la Vita
Christi, cuya traducción antigua mandó adaptar y publicar en Granada poco
después de salir de Á vila para ocupar su arzobispado.
Llama la atención la exclusión de algunos géneros, como los sermones o
los homiliarios y todos los exegéticos con contenido teológico. Fíjase, así, un
repertorio de libros para la lectura femenina marcados por una espiritualidad
de amplio espectro y especialmente meditativa, en donde la línea franciscana
predomina sobre cualquier otra, línea de la que se beneficiaba también la je-
rónima.
Pero, como lc:<íamos, la lectura comunitaria se extiende a otros momentos
del día. Recomienda que la misma monja encargada en el refectorio lea la
regla antes de vísperas conventualmente, es decir en la sala capitular, y algún
fragmento de cualquiera de los libros mencionados antes de ir a dormir, en el
mismo dormitorio de las monjas. Era un mandato de algunas de ellas la reite-
rada lectura de la regla a lo largo del año. Las dominicas tenían la obligación
de leerlas en el curso de una semana 140• Las monjas santiaguistas de Sala-
manca tenían la obligación de leer toda la regla en el curso de un mes, así
como también el documento de reforma. En las abadías masculinas, no sólo
la regla era leída cada día, sino también comentada por el abad o el respon-
sable por él designado. Quizá las disposiciones que fray Hemando da sobre
el modo de pronunciar las lecturas en esas ocasiones --«distintas y pausa-
das, pero no así entonadas como a la mesa»-- puedan ser interpretadas como
140
Marie-Luise Ehrenschwendtner, <<Puellre litterata: The Use of the Vemacular in
the Dominican Convents of Southem Gerrnany», en Diane Watt, Medieval Women in their
Communities, Cardiff: University ofWales Press, 1997, 49.
116 Vida, lectura y trasfondo intelectual
141
«En las fiestas dobles e en las fiestas de los apóstoles e algunos otros días en los
quales el Abadesa toviere por bien e viere que conviene, en ~ierto logar e señalado pueden
fablar con li~enc;ia del Abadesa en Dios, desde ora de nona fasta en bísperas [es decir entre
las tres y cuatro y media de la tarde, aproximadamente] o de alguna otra ora conveniente,
e deven fablar de nuestro Señor Ihesú Christo e de la fiesta que bien (sic] e de los buenos
enxenplos de los sanctos e de otras cosas convenientes e onestas» (Regla urbanista,
fol. 8r).
Lectura y liturgia 117
la misma Maria y sus hijas adoran a la Virgen con el Niño, escena de la igle-
sia que hace también las funciones de retablito para la contemplación, el
mismo que la monja puede tener en su espacio privado 142 •
En todo caso, lo que fray Hemando nos dice sobre la lectura privada no
es demasiado innovador, si tenemos en cuenta los casos que conocemos de
otros conventos europeos del siglo xv, aunque sí nos hace pensar en la situa-
ción española, a juzgar por los inventarios comentados. Así, por ejemplo, de
tener en cuenta el mermado número de libros no rigurosamente Litúrgicos
que se enumeran en los inventarios, es imposible que todas las monjas de
una comunidad pudieran disponer de un volumen de la biblioteca del monas-
terio. Quizá fuera casi posible en San Clemente de Toledo, pero, desde lue-
go, no en los otros conventos cuyos inventarios he comentado más arriba.
Desde luego, si Talavera no insiste más en la lectura privada de las mon-
jas y, prácticamente, rellena todo el espacio temporal disponible, si descon-
tamos el dedicado a oración, trabajo, etc., es seguramente porque no habla
previsión de un espacio privado para la lectura, que quedaba al arbitrio de la
religiosa y concentrado casi exclusivamente en la oración. Es llamativo, a
este respecto, cómo Talavera ordena que Las monjas se ocupen después de la
comida de los domingos en una lectura colectiva o en recitar oraciones,
cuando en la misma ocasión las monjas dominicas de Nuremberg se dedica-
ban a la lectura privada de libros espirituales para fortalecer su formación re-
ligiosa. Incluso algunas de las monjas tenían su propia biblioteca que, a su
muerte se incorporaba a la conventual 143, lo que será muy común ya en el si-
glo xv1 en toda Europa.
Pero, aunque ese convento alemán tenía a finales del siglo xv una biblio-
teca de entre quinientos y seiscientos volúmenes, incluyendo la relación de
los que se podían considerar personales, no parece que fuera lo más nonnal
en muchos conventos europeos. De entre todos los estudiados por Bell sólo
tres o cuatro podrían cumplir con el reparto de libros para la lectura privada
en tiempo de Pascua que recomienda la regla benedictina. Así, del Ordinale
de la abadía benedictina de Barking, en donde había una librería (armarium)
y una bibliotecaria, parece deducirse que babia un reparto anual de libros: el
142
Véase el comenlario a propósito de esta famosa miniatura de Penketh 1996, 266.
Para otros numerosos casos, véanse las láminas del volumen de Cátedra & Rojo 2004 y lo
escrito en 183-211.
143
Ehrenschwendtner 1996, 124.
118 Vida, lectura y trasfondo intelectual
144
La excepcionalidad del caso justifica su ponnenorización aquí (véase Bell 1995,
41-42).
14
s Biblioteca Universitaria de Salamanca, Ms. 2236, fol. 10v.
146
Figura también en el manuscrito que acabo de citar, fols. 15r-3lr.
Lectura y liturgia 119
147
Y con muchas otras facetas de la representación gráfica o no. La cultura visual de
las monjas concretada en los llamados Nonnenarbeiten durante la Edad Media ha sido es-
tudiada, basándose en el caso del monasterio de santa Walpurga en Eichstiitt, por Ham-
burger 1997.
148
Véase sólo Hamburger 1997, 181-182.
149
Ehrenschwendtner 1996, 124; en el catálogo, figurarían entre los volúmenes priva-
dos de las monjas (Ruf 1932, lll-2, 579-596).
ISO Véase, además de la monografla citada de Hamburger 1997, Gertrud Jaron Lewis,
By Women, for Women, about Women. The Sister-Books ofFourteenth-Century Germany,
Toronto: Pontifical lnstitute of Mediaeval Studies, 1996.
120 Vida, lectura y trasfondo intelectual
una monja dominica, por ejemplo, doña Constanza de Castilla, que va sem-
brando su propio devocionario, por y para ella compilado en el monasterio
de Santo Domingo el Real de Madrid, comunidad que nos dará qué hablar en
el siguiente capitulo. La propia presencia de la autora, si así puede llamárse-
la, en ese devocionario tiene varias facetas, a cuál más interesante, como, por
ejemplo, cuando se menciona expresamente su nombre en las oraciones o en
los oficios por ella organizados, incorporando asf el sujeto de manera que,
pese a la virtualidad litúrgica de algunos de esos textos, condiciona la propia
autoridad del trabajo. Véase esta súplica dirigida a Dios, de la que podríamos
encontrar en el libro otras variantes:
Señor, yo, Costant;a, tu esclava, conosco que mi simpleza es grande e la gro-
seria mfa es fuerte; por que confiesso ser mucho inorante e sin vi.r tud. Creo
mis obras ser defectuosas: omilmente suplico a la tu clernen¡;ia que, si en lo
que yo he compuesto escripto en este libro, así en la oraqión de tu vida de
passión, como en las oras de los clavos, como en la ordenat;ión de las oras
de la tu encarnat;ión, como en los quinze gozos e siete angustias e letania de
nuestra Señora, que Tú, Señor, non acates salvo mi deseo, que fue de te loar e
servir. Yo confiesso que mi entendimiento non es elevado para lo especular,
nin mi corat;ón capaz para lo retener, nin mi lengua es digna para lo pronut;iar
por el mi grand defecto. Por ende, Señor, si alguna razón o palabra puse non
bien dicha o en qualquiera manera yo erré, yo lo atribuyo a la ynoran¡;ia e
ynadverten¡;ia que en mí tiene grant logar. Pero si así es lo qual al presente
non viene a mí notit;ia que alguna cosa menos de bien dixese, yo asy como
fiel e católica de agora para siempre lo revoco e lo anulo e sométome a la co-
repyión de la santa Igleia. E suplico a Ti, en cuya memoria de tu encarnat;ión
e pasión yo compuse las cosas sobredichas, que me faga part;ionera en los
méritos de las personas que lo rezaren, por que en este mundo de todos seas
alabado e en el otro seamos consolados con la gloriosa visión tuya. Amén ISI.
151
Madrid, BN, Ms. 7495; en Constance WiUcins, ed., Constanza de Castilla, Book of
Devotions-Libro de devociones y oficios, Exeter: University Press, 1998, 90 (hago alguna
corrección pertinente a la vista del manuscrito). Para el devocionario de sor Costanza, véa-
se Ana Maria Huélarno de San José, «El devocionario de la dominica Sor Constanza», Bo-
letín de la Asociación Española de Archiveros, Bibliotecarios, Museólogos y Documenta-
listas, 42 (1992), 133-147; Surtz 1995, 41-67; la edición del devocionario por Wilkins
1998.
Lectura y liturgia 121
153 Trataré esta cuestión en el libro «Una letra de vos res~ebí». Estudios y textos del
IS<I Véase el texto en Dorothy S. Severin, «Two Letters of Devotional Advice to Nuns
in the Cancionero de Egerton (Dutton LB3)», en Ann L. Mackeozie, ed., Spain and its
Literature: Essays in Memory of E. Allison Peers, Liverpool: LUP & MHRA, 1997, 72-
73. También en su edición del cancionero incluida en Two Spanish Songbooks. The «Can-
cionero Capitular de la Colombina» (SV2) and the «Cancionero de Egerton» (LB3), Li-
verpool: University Press & Institución Colombina, 2000, 316-317.
155
Cátedra & Rojo 2004, 138-139.
Lectura y liturgia 125
1
~ Estas cartas destinadas a personas enclaustradas, con apéndices 'literarios' y reli-
giosos no eran raras. Consuelo para la dureza del claustro y aleccionadoras indicaciones
para la vida religiosa contiene la carta que Hemando de Pulgar envía a su hija monja, pro-
bablemente acompañada también de una traducción del Pater Noster, con la exposición
atribuida a san Agustín, para que la muchacha supiera cómo había de orar (Paola Elia, ed.,
Fernando del Pulgar, Letras, Pisa: Giardini, 1982, 82-94).
126 Vida, lectura y trasfondo intelectual
157
Parte de la obra fue publicada hace mucho tiempo por Luis G. Alonso Getino, ed.,
Concepción y nascencia de la Virgen por el P. Mro. Fr. Juan López, Madrid: Biblioteca
Clásica Dominicana, 1924; para una nueva edición, véase Pedro M. Cátedra & Arturo Ji-
ménez Moreno, eds., Juan López de Salamanca, Libro de las estorias de la vida de nuestra
Señora, Salamanca: Seminario de Estudios Medievales & Sociedad de Estudios Medieva-
les y Renacentistas, en prensa.
11
LECTURA, LITURGIA EN LENGUA VULGAR
Y 'REPRESENTACIÓN'
Alguno de los casos referidos en el curso y, sobre todo, al final del capí-
tulo anterior nos parece verdaderamente llamativo, pero creemos que no ex-
cepcional, sobre todo en el terreno de las comunidades femeninas. Con la
perspectiva de la lectura, quizá sea pertinente ahora concretar y profundizar
un poco más en el análisis de alguno de los textos que no sólo formaron par-
te de bibliotecas monásticas femeninas, sino que, además de ser utilizados en
ellas, nos pueden abrir algunas perspectivas interesantes en el terreno de las
prácticas de lectura y representación. El principal cuerpo de textos que en es-
te capítulo vamos a comentar - las Estorias responsorias de las fiestas de
santo Tomás de Aquino, de la biblioteca de un convento dominico femeni-
no- es claramente litúrgico; y no sólo ha sido traducido a la lengua vulgar,
sino que también su facturación escrita se realiza con unos medios gráficos
poco comunes en el panorama de los manuscritos del siglo xv, al menos es-
pañol. En virtud de la traducción cabe preguntarse, de entrada, si hay un es-
pacio propio para la lengua vernácula en la liturgia o en su entorno. Por las
características especiales de la traducción, y atendiendo a la mise en texte,
me parece que sería una aventura muy interesante contestar también a esa
pregunta.
Cierto que, además de en ese contexto litúrgico, tendríamos que poner la
mirada en otro contexto ¿bien lejano?, el de nuestro primer teatro religioso
del siglo xv, al que nos referiremos en capítulos posteriores. La puesta en
práctica de la lectura, tal como veíamos que se hacía al final del capítulo an-
128 Liturgia en lengua vulgar y representación
terior; o la práctica litúrgica del modo que ocurría en los claustros y otras ca-
tegorías de representación, como es cualquier tipo de interpolación en len-
gua vulgar, tal la que se realiza en determinados oficios diarios en fiestas se-
ñaladas, la Navidad por ejemplo; y, en fin, el mismo teatro desarrollado o
renovado a partir de lo anterior son, con ser diferentes, fenómenos afmes.
Alguno de los documentos que analizamos en este capítulo acaso nos
pueda servir por sus peculiares características para abroquelar las observa-
ciones anteriores y, al tiempo, para dar cuerpo al último apartado del capítulo
anterior, dando un paso adelante. En efecto, la lectura 'ritualizada' a la que
alude Talavera, siguiendo una tradición del ars lectoría monástica, en la que
también la importancia de la liturgia en los ámbitos jerónimos era muy im-
portante, puede convertirse en una práctica para-litúrgica en la que, de algu-
na manera, la lectio remanse en performance, y, a la larga, si el autor de es-
tas líneas fuera hábil para evidenciarlo, incluso en repres_entación. Cierto,
los textos son el referente básico, pero en tomo a ellos, con su sostenimiento,
la lectura se embebe de otras acciones complementarias en virtud de las
peculiaridades propias del texto en cuestión, a causa de las circunstancias fí-
sicas, materiales o cronológicas de su puesta en práctica, o, simplemente, se-
gún hábitos enraizados en modos que caracterizan también la cultura deve-
nida práctica o representación en los espacios monásticos femeninos que
nos interesan 1•
Incluso, en ejemplares tan tardíos como los del monasterio clarisano de
la Bretonera podemos percibir la tensión evidente entre los textos para ser
leídos y los que servían de soporte para una vida litúrgica, para una práctica
comunitaria, e, incluso, para una representación. Y hasta podíamos afirmar
que importaban en la vida cultural más esos relieves que los mismos textos
con los que compartían espacio.
Y es que, así, en esas bibliotecas monásticas se han elaborado y han resi-
dido libros en lengua romance cuyo contenido o tipología nos está invitando a
mirar hacia fuera, hacia la utilización más allá de la lectura, incluso formando
parte de la lectio pedagógica y litúrgica. El estatuto y la función del texto que
atiendo en este capítulo quizá pueden ser aclarados no sólo por su tema y sus
propias circunstancias, sino también a partir del estudio de la misma forma e,
incluso, materialidad.
1
Véase la citada Berger 1999.
Lectura y liturgia 129
2
James M. Ure, ed., The Benedictine Office: an 0/d English Text, Edimburgo: Edin-
burgh University Pub1ications, 1957,57.
3
Véase S. J. P. van Dijk, «The Bib1e in Liturgical Use», en G. W. H. Lampe, ed., The
Cambridge History of the Bib/e, 2. The West from the Fathers to the Reforma/ion, Cam-
bridge: University Press, 1987,244 y sigs.
132 Liturgia en lengua vulgar y representación
tica, opuesta a las formas seculares de devoción de las horas de nuestra Se-
ñora, que por entonces empieza a desarrollarse, y advertía también que no
figura versión de las partes correspondientes a los oficios nocturnos y de
maitines, y que las seis horas se dan en su forma más simple 4• En recientes
revisiones de este raro texto, se ha llegado a proponer su función pedagógi-
ca, sirviendo de medio para que clérigos regulares aprendieran de monjes
cómo recitar «sorne fonn ofthe secular Office» 5 .
No obstante, hay que tener en cuenta que las citas del principio de los
salmos se suelen dar en latín e, inmediatamente, en inglés; y, además, que
esos principios pueden poner en relación estas versiones de los salmos con
algunas que circulaban en salterios litúrgicos independientes, como el salte-
rio de Paris, y que, en todo caso, ofrecen una evidencia de la existencia de un
salterio métrico en antiguo inglés, al que remiten los incipit incluidos en este
oficio 6 •
Tales evidencias, si no prestan virtualidad práctica a esta traducción, sí
que nos obligan a pensar de nuevo en su función, que sería pedagógico-
litúrgica en el ámbito de una cultura religiosa en proceso de ampliación, que,
desde luego, por medio de este tipo de desplazamientos, fortalece el valor
cultural de la lengua vulgar, en un ámbito tan exclusivamente latino como la
liturgia diaria de las horas, aunque sea como mero puente.
Estas tendencias podrían haber sido especialmente fructíferas en el terre-
no femenino. En principio, la necesidad de un conocimiento del sentido del
oficio acabaría por precipitar explicaciones del mismo y traducciones, leídas
en voz alta. Obraria esto como una cuña que afianzará lecturas y prácticas
propias de los laicos en su lengua vernácula. El testimonio del convento do-
minico femenino de Nuremberg, aducido en el capítulo anterior, es bastante
elocuente de los varios frentes de asedio a la liturgia del día, que se sirven de
traducciones del canon de la misa o textos de especialistas como Durando y
otros.
4
ldem, 62-63.
5
Christopher A. Jones, «The Book of the Liturgy in Anglo-Saxon England», Specu-
lum, 73 (1998), 694; a ésta y a las siguientes páginas remito para una revisión de las ideas
de Ure. Jones pone de manifiesto el contexto de este texto y su condición de texto medial,
como la expositio missce en el ámbito de estudio anglosajón y en un terreno de reformas
religiosas educativas.
6
Jdem, 19-24.
Lectura y liturgia 133
7
Véase Stewart Gregory, «The Twelfth Century Psalter Commentary in french for
Laurette d'Alsace», en W. Lourdaux & D. Verhelst, eds., The Bible and Medieval Culture,
Lovaina: University Press, 1979, 108-126.
134 Liturgia en lengua vulgar y representación
8
Por lo que se refiere a estos aspectos pedagógico-litúrgicos del salterio en lengua
vulgar, véase Geoffrey Shepherd, «English Versions of the Scriptures before Wycliff>>,
Lampe 1987, 370-371; y, especialmente, por lo que refiere al importante salterio bilin-
Lectura y liturgia 135
A) EL MANUSCRITO
El manuscrito que contiene esta versión de los oficios latinos para las
fiestas de santo Tomás ha sido descrito en varias ocasiones y se han publica-
do algunas de sus partes, aunque sólo en algún caso satisfactoriamente 9 . Es
güe castellano-latino primitivo desconocido, del que adelantamos aqui noticia, Pedro
M. Cátedra & José A. Pascual, El salterio primitivo español bilingüe, en prensa.
9
En el pasado, por quien lo monopolizó, el P. Luis G. Alonso Getino, editor de algu-
nos de los textos que contiene, «Los nueve modos de orar de señor santo Domingo», La
136 Liturgia en lengua vulgar y representación
imprescindible, sin embargo, dar cuenta del contenido del conjunto, al objeto
de hacemos una idea cabal del sentido y acaso de la razón de su compila-
ción. No se trata de un volumen uniforme, sino que, a juzgar por las varias
manos que intervienen en la escritura, es el resultado de la reunión de varias
unidades independientes, que quizá estaban ya unidas antes del siglo xvn,
aunque en la actualidad las protege una excelente encuadernación con super-
libris real de ese siglo.
Un primer grupo contiene los legenda de santo Domingo de Guzmán,
empezando por la Vida, siguiendo con la relación de sor Cecilia, las declara-
ciones de los testigos en el proceso de canonización; y, además, los Nueve
modos de orar de santo Domingo, acabando con los milagros de éste (fols.
l-98v) 10 • Aunque algunos de estos materiales pueden ser considerados de
uso también litúrgico, como la leyenda, cuya recitación se reducía fragmen-
tándola en las nueve lectiones del oficio de maitines, el de~tino de estas tra-
ducciones parece, en principio, ser fundamentalmente el de la lectura, indi-
vidual o colectiva. Sigue después la sección relacionada con santo Tomás, de
la que doy más detalles enseguida. En fm, el manuscrito se completa con la
historia en prosa de san Pedro Mártir (175r-190v),junto con una canción de-
dicada a la Virgen, en forma métrica de danza copiada acaso más tardíamen-
te 11 , y una versión del Diálogo entre el hombre y el alma de Hugo de San
Víctor.
Ciencia Tomista, 70 (1921), 10-11; «El primer manuscrito castellano sobre la vida y obras
de Santo Tomás de Aquino», La Ciencia Tomista, 74 (1922), 161-164; Leyenda de santo
Tomás de Aquino (siglo XIV), Madrid: Tipografia de Archivos 1924, 7-12. Más reciente-
mente ha sido analizado y descrito por M". Teresa Barbadillo de la Fuente, también editora
de una de sus partes, Vida de Santo Domingo de Guzmán. Edición y estudio, tesis doctoral
leída en la Universidad Complutense, Madrid: Editorial de la Universidad Complutense,
1985, 1, 2-13; a esta descripción remito al lector para algunos de los aspectos materiales. A
la zaga de los estudios de Alonso Getino, se expresó sobre una de las partes del códice
Warren F. Manning, «An Old Spanish Life of Saint Dominic: Sources and Date», en Me-
dieval Studies in Honor of J. D. M. Ford, Cambridge, Mass.: Harvard University Press,
1948, 139- 158; y «Les vies médiévales de saint Dorninique en langue vulgaire», Cahiers
de Fanjeaux, 1 (1966), 48-67.
10
Véase para estas secciones y la diferenciación de las varias manos que se distinguen
Barbadillo de la Fuente 1985, 1, 5-9.
11
Publicada en varias ocasiones, la editamos de nuevo en el capítulo sexto, donde se
pueden encontrar algunas referencias a ediciones anteriores.
Lectura y liturgia 137
La segunda sección del códice es la que ahora nos interesa aquí. La parte
del texto propiamente dicha ha sido escrita toda ella por el mismo copista,
mano claramente distinta de las otras que han copiado el resto del códice.
Esta parte está constituida por a) un romanceamiento de los legenda de santo
Tomás de Aquino (fols. 10lr-134r); b) traducción de los oficios para la fiesta
de la traslación del santo, que se celebraba el 28 de enero (134v-138v); e)
sección sobre la fama post mortem, con relación de sus escritos, los milagros
y la canonización (140r-167v); d) un par de párrafos en romance (fragmento
del texto antes transcrito) y en latín (versículo 45 del capítulo 11 del Levíti-
co) (168v); e) traducción de los oficios para la fiesta principal del santo, que
se celebra el día 7 de marzo, y su octava (l69r-l7lv); f) índice de lo conte-
nido en esta sección (fols. 172r-173r). Más adelante volveré sobre esa es-
tructura.
El primer editor por partida doble de los oficios 12 llevaba la copia al se-
gundo tercio del siglo XIV. Es probable, sin embargo, que no podamos ir más
atrás de los primeros decenios del xv, pues que el pezzo de la sección que
aquí más nos interesa, escrita con una gótica cursiva de factura aragonesa,
podría datarse entre 1390 y 1425. Fuera de los autores conocidos de las
obras originales, apenas tenemos en el manuscrito indicios de responsabili-
dad. Pero es, precisamente, la parte que aquí más nos interesa la que sí los
lleva. Por un lado, la parte e, que contiene los legenda, se cierra con un colo-
fón en verso, encuadrado y que agrupa cada una de las cuatro lineas de que
consta con llaves dos a dos, a su vez relacionadas por otra que une estos dos
grupos resultantes (fol. 167v):
Flagilis 1: ineptus }
cum gaudeat uestris precibus }
sc~iptor filius ve~. }
cwus nomen manm petrus
Y, por otro lado, al final del oficio de la fiesta principal de santo Tomás
hay dos rúbricas formadas distintas en su solución, una en tinta oscura, más
elaborada, y luego adornada en colorada, al pie del texto, y otra de trazo sen-
12 Luis G. Alonso Getino, «El primer manuscrito castellano sobre la vida y obras de
Santo Tomás de Aquino», La Ciencia Tomista, 74 (1922), 147-158; Alonso Getino 1924,
177-197. Agradezco a Elisa Ruiz sus generosas precisiones paleográficas, que tengo en
cuenta aquí.
138 Liturgia en lengua vulgar y representación
13
Véase Pedro M. Cátedra, Los sermones atribuidos a Pedro Marín. Van añadidas al-
gunas noticias sobre la predicación castellana de san Vicente Ferrer, Salamanca: Univer-
sidad, 1990. El manuscrito es el 9433 de la Biblioteca Nacional. Es más bien imposible,
atendidas razones cronológicas y también por la divergencia de la orden religiosa y, por
ende, de pensamiento teológico - no tanto por lo que respecta a los sermones, pero más
en atención a la otra pieza del manuscrito-, que se trate de fray Pere Mari, el ministro
franciscano de Aragón que tenia excelentes relaciones con Castilla y donde estuvo en cali-
dad de embajador en los primeros años del siglo xv (Isaac Vázquez, «Franciscanos espa-
ñoles pretridentinOS)), en Repertorio de Historia de las Ciencias Eclesiásticas en España,
111, Salamanca: Universidad Pontificia, 1971, 303-304).
Lectura y liturgia 139
14
El códice del Escorial fue enviado por el inquisidor general Quiroga a Felipe ll, se-
gún se ve en el recto del primer folio; debió ser requisado o entregado por sus poseedores
en el ámbito del Arzobispado de Toledo. Es indemostrable la posibilidad de que esta biblia
romanceada haya salido del mismo scriptorium - no digo la misma mano- que el nues-
tro, afincado en este arzobispado. Véanse algunas reproducciones en Mark G. Littlefield,
ed., Biblia romanceada 1.1.8. The 1 3th-Century Spanish Bible Contained in Escorial MS.
J.J.8, Madison: Hispanic Seminary ofMedieval Studies, 1983.
15 El Pere Mari, citado en la nota 13 de este mismo capítulo, dirige una larga carta de
1393 al infante Martín, recomendándole que pida ayuda a su sobrino el rey de Castilla y a
Fernando de Antequera para resolver los problemas de Sicilia, e incluso él se ofrece per-
sonalmente a ir hasta eUos (Antoni Rubió y Lluch, Documents per /'historia de la cultura
catalana mig-eva/, II, Barcelona: lnstitut d'Estudis Catalans, 1921, 335-336).
16
El caso de Alfonso Martínez de Toledo es bien significativo; en tierras aragonesas
es probable que se ganara la vida copiando manuscritos y allí se empapó de una cultura
distinta que hubo de plasmar en su obra.
140 Liturgia en lengua vulgar y representación
17
Todas las referencias se refieren a la edición que, como se ha señalado, constituye el
apéndice 1 al fmal del libro; 1 es la fiesta de la traslación de los restos de santo Tomás, que
ocupa el primer lugar en el manuscrito, la 11 la fiesta principal del santo; añado entre cor-
chetes y en cuerpo menor bajo el número de orden de la pieza, que se corresponde también
con su lugar litúrgico.
Lectura y liturgia 141
códice, se ha colocado un trazo bajo por, expresando acaso una opinión so-
bre la bondad de esta lectura.
Aunque es posible que quizá no fuera una sola persona la que intervinie-
ra en el proceso de elaboración de la parte del códice que ahora nos interesa,
prefiero, atendiendo a la rúbrica antes descrita y al parecido de la letra, se-
guir pensando que la misma mano ha trabajado en dos tiempos, como era
común entonces, teniendo la oportunidad de proponer correcciones en el se-
gundo. Se distingue, así, una mano básica, que escribe con tinta oscura -en
adelante, m.n.- el texto principal, con sus elementos fundamentales de or-
dinatio, como buena parte de la puntuación y las llaves que agrupan los 'ver-
sos'. Este trabajo es completado con la incorporación de iniciales y litterre
notabiliores con tinta colorada, así como también de ciertos adornos que
realzan el texto y su puntuación, en un proceso de rubricación que lleva tam-
bién a modificar o corregir en ocasiones a la m.n., todo ello en el curso de un
verdadero trabajo de ordinatio litúrgica y textual que denota una cierta segu-
ridad o, cuando menos, un conocimiento profesional de la representación li-
túrgica de estos textos, incluso aunque se utilizara para la corrección un mo-
delo, un códice litúrgico latino. Utilizo para denominar esta mano o, caso de
ser la misma, este proceso la abreviación m.r. Es posible, sin embargo, que
algunas de las correcciones o adición de tal o cual llave al margen de los tex-
tos se haya reali4ado en un tercer proceso de corrección.
Adelanto que, en todo caso, lo que más nos interesa aquí es saber si esta
ordinatio pudiera responder a una intención de dotar al texto de otras fun-
ciones que van más allá de la informativa o de comprensión elemental de
unos originales latinos que justificarla normalmente la traducción de un texto
litúrgico como éste en un ámbito monástico femenino. Si hubiera algo más,
salvando las distancias temáticas, cronológicas y lingüísticas, las unidades
de este manuscrito serían equiparables a los cuadernos paralitúrgicos con le-
genda de santos concretos relacionados con la orden, que más arriba hemos
visto poseían las monjas de San Clemente de Toledo o tendrán a finales del
siglo xv las santiaguistas de Salamanca, o, por llevar las cosas más lejos, los
cuadernos con canciones en romance que, para la celebración de las fiestas
de Navidad guardaban las clarisas de Astudillo, en un contexto tan litúrgico,
material y funcionalmente hablando, como el que nos entretendrá en el capi-
tulo siguiente.
Las dos fiestas de santo Tomás traducidas eran dobles y, aunque después
de la reforma del breviario los textos leídos y cantados fueron prácticamente
142 Liturgia en lengua vulgar y representación
los mismos para ambas celebraciones, desde fmales del siglo XIV cada una
de ellas tenía su propia letra. Por lo que se refiere a la primera fiesta, la de la
traslación, las reliquias del santo fueron defmitivamente trasladadas a Tolosa
de Francia en 1368; y con motivo de esta traslación el dominico Aldobrandi-
ni compuso el oficio 1 aqui traducido 18 • Tanto este oficio de la segunda mi-
tad del siglo XIV, como el de la fiesta principal, compuesto en la primera mi-
tad del mismo siglo con motivo de la canonización del santo, forman parte
de la categoóa de los llamados oficios rítmicos, es decir, que se ajustan a
unas formas poéticas nuevas, distintas de las tradicionales del repertorio gre-
goriano, y que menudean ya desde el siglo xn, cada vez con más éxito 19 .
Lo que nuestro manuscrito nos conserva es traducción de todas las partes
variables del oficio o expresamente compuestas para la fiesta, a excepción de
las nueve lectiones en prosa que se leían o salmodiaban en el oficio de mai-
tines, el más ceremonioso y extenso del dia, repartidas a raz(m de tres en ca-
da uno de los tres nocturnos en que se divide ese oficio. No obstante, aunque
las lecturas no figuran en esta parte, sí que se están en el manuscrito como
narración en el cuerpo de los legenda de santo Tomás, que, fragmentados,
constituían el texto de esas lectiones. Otros elementos invariables, como la
parte, al cabo, fundamental constituida por los salmos, o determinadas ora-
ciones y doxografias, sólo están, como mucho, citadas en el lugar en el que
han de ser cantadas o rezadas.
Como en seguida veremos, lo interesante de nuestra versión es, de una
parte, la mise en texte, que no renuncia, a pesar de ser una traducción, a los
indicadores litúrgicos. No se puede considerar esto como algo normal en el
panorama de nuestros códices romances medievales, bastante homogéneo
sobre todo si lo miramos desde la perspectiva de la función de textos para la
lectura. Y, de otra parte, es excepcional porque se trata del único caso de
18
Véase Josef S:zOvérffy, Die Annalen der lateinischen Hymnendichtung. Ein Hand-
buch, Il. Die lateinischen Hymnen vom Ende des JI. Jahrhunderts bis zum Ausgang des
Mittelalters, Berlin: Erich Schmidt, 1965, 344; concretamente, la serie de himnos de la
fiesta de la tralación (1) y de la fiesta principal (ll) han sido analizados brevemente en 344-
345. Para el autor, véase Thomas Kaeppeli, Scriptores Ordinis Praedicatorum Medii Ae-
vii, I, Roma: Santa Sabina, 1970, 1, 38-39. Para el texto latino, véase la nota introductoria
al apéndice l.
19
Véase David Hiley, Western Plainchant. A Handbook, Oxford: University Press,
1993, 273-279.
Lectura y liturgia 143
20
Maleo 1m B. Parkes, Pause and Effect. An Introductio to the History of Punctuation
m the West, Aldershot: Scolar Press, 1992, 35.
144 Liturgia en lengua vulgar y representación
21
Véase la bibliografia citada por Parkes 1992, 129.
22
Pedro M. Cátedra, ed., Enrique de Vi llena, Traducción y glosas de la «Eneida», Sa-
lamanca: Diputación, 1989, 1, 33-35.
Lectura y liturgia 145
jo, la transcripción exacta que incluimos como ejemplo n°. 3 o la primera lí-
nea del n°. 1).
En este mismo momento o con posterioridad se han trazado las llaves
que, como veremos, podrían ser indicadoras o no de una práctica antifonal.
Las adiciones de puntuación son perceptibles, sobre todo, en los primeros fo-
lios, en los que se advierte que, aunque había un plan específico, éste no está
aún perfectamente trazado cuando se comienza la puesta en limpio. Así, por
ejemplo, se notan algunos casos de incorporación de las positurre que sepa-
ran los versos en lugares en los que no se babia previsto lugar alguno para su
colocación. Además, se advierte también la duda con relación a la formali-
zación final del manuscrito en la copia de la primera antífona, en la que se
han dejado espacios suficientes para incorporar una littera notabilior, lo que
la m.r. ha aprovechado para completar con ese tipo de letra y algún adorno
complementario en rojo. Sin embargo, a partir de la sección inmediata del
invitatorio de maitines, la m.n. ya ha dejado los huecos, con letras guía en
los márgenes del texto. Es en este mismo espacio en el que se advierte la
adición de la positura de separación de verso.
En fin, el último proceso ha consistido en la rubricación sistemática del
texto, incorporando las /ifterre notabiliores, según la guía trazada en los
márgenes, así como también párrafos o calderones y elementos 'embellece-
dores' de alguna~ letras mayúsculas o minúsculas que atienden más que a
aspectos gramaticales o métricos, a estructuras de las composiciones 23 • La
misma mano que rubrica ha realizado también alguna que otra corrección de
la puntuación de la mano o las manos anteriores: aunque las pausas con tres
puntos triangulares se señalan en negro, en el proceso de rubricación se han
corregido algunas de éstas, muy pocas, y se han añadido nuevas pausas ver-
sales no indicadas por la persona que estaba poniendo en limpio el texto, se-
guramente a partir de un original algo ambiguo desde la perspectiva gráfica
y litúrgica. Estas pausas se indican en rojo con un solo punto o, en ocasio-
nes, con tres.
Atendamos ahora a la tipología de la puntuación con un poco más de de-
talle. Añado transcripción lo más fiel posible al original para representar las
distintas formas y funciones.
§l. 'Positura ' de tres puntos. Se utilizan varias modalidades('·:' ':.' ': .'
'.: ') que no parecen depender de una voluntad de diferenciarlas, sino más
bien del resultado de la cursividad o de la disponibilidad de espacio 24• El uso
de esta positura en códices litúrgicos es antiguo, incluso como uno de los
neumas gregorianos, el trigon, en la escuela de San Galo. Como signo de
puntuación figura, por ejemplo, en su forma más antigua ': .' cerrando partes
de texto o completando en sucesión algunas lineas en un evangeliario irlan-
dés del siglo IX 25 . Se halla también extendida con esta misma función en
manuscritos hebreos del siglo xm 26 • En España se puede ver también desde
muy pronto, verbigracia en el leccionario visigótico de la catedral de León o
en la biblia gótica de Madrid 27 , alternando con elpunctus elevatus y el punto
normal. Los tres puntos, que se presentan en una forma tan variable como en
nuestro códice, sirven para marcar una pausa de sentido, equivalente al pun-
to seguido o aparte actual, separando sentencias o partes bi.e n diferenciadas,
mientras que el p. elevatus y el punto son pausas menores. Igualmente, figu-
ra en manuscritos emilianenses, con la misma alternancia, y en otros manus-
critos visigóticos con una función de pausa final, al igual que en textos pos-
teriores, como el nuevo salterio bilingüe de la primera mitad del siglo xrn
del que ya hemos hablado, en el que, cerrando un salmo, sirve para abroque-
lar la rúbrica del siguiente, cerrando también ésta 28 .
En nuestro caso, el uso es sistemático y puede señalar la separación entre
partes de sentido o fracturas fuertes, como, por ejemplo, al final de las rúbri-
cas (compárese fol. 138v). Nos recuerda, también, una modalidad quemen-
ciona algún dictator, equiparándola, como pausa útil para todo, al punto me-
24
Incluso, en alguna ocasión, se añade, a falta de espacio, el grupo de tres puntos
puestos entre palabras en sucesión vertical o transversal(':' ···.').
25
Véase una muestra reproducida por Ángel Canellas López, Exempla scripturarum
/atinarum in usum scholarum, Zaragoza: Libreria General, 1967, 1, lám. XVII. Para otras
variedades de esta pausa, véase, por ejemplo, n•. XX, XLI.
26
Véase, por ejemplo, Henri-Jean Martin & Jean Vezin, dirs., Mise en page et mise en
texte du livre manuscrit, Paris: Éditions du Circle de la Librairie, 1990, lám. 116, la cara
de un folio del Midrash ha-Hokhma de Judá Salomón ha-Cohen.
27
Zacarias García Villada, Paleografia española, Barcelona: El Albir, 1974, 11, lám.
41; y Agustín Millares Carló, Tratado de paleografia española, Madrid: Libreria General
Victoriano Suárez, 1932, láminas XXIII, XXXV.
28
Véase, por ejemplo, en un Cuadragesimal toledano Canellas López 1967, 11, lám.
XX, alternando con las otras positurre en textos sin notación musical.
Lectura y liturgia 147
dio o bajo('·'), que se utilizaría en todos los casos menos al final, que queda
reservado a '·,-'29 .
En nuestro manuscrito sirve sobre todo para la separación de unidades
métricas, que generalmente podemos llamar versos. Esta positura se usa,
evidentemente, para marcar esa pausa que no implica, desde luego, un final
del sentido, pero sí una unidad independiente desde el punto de vista prosó-
dico, a efectos de pronunciación y de lectura. Parece funcionar como los
puntos que señalan el fmal del verso en textos latinos y romances de la Edad
Media, por ejemplo en nuestro Auto de los Reyes Magos, entre otros 30. A
falta, podría decirse, del uso de las litterce notabiliores encabezando cada
verso, como es bastante normal en la escritura de la poesía latina y romance,
se utiliza este signo para separar esas unidades. Aunque, como veremos más
abajo, el copista va tendiendo en ocasiones a utilizarlo para indicar el límite
de un verso en el caso de que dos hayan sido escritos en contigüidad, y deja
sin puntuación o sólo usa un punto o el equivalente al punctus e/evatus
cuando es evidente por cambio de línea la pausa métrica y, por tanto, que ahí
acaba de hecho el verso.
La escritura poética tiene sus propias marcas y desarrolla una serie de
medios para, por un lado, aislar las unidades métricas y, por el otro, no gene-
rar confusión en el sentido. A pesar de que se trate de un texto del último
tercio del siglo xv, no carece de interés para el nuestro de hoy el Arte de
poesía castellana que Encina incluye a modo de prólogo en su Cancionero
publicado en 1496. Atendiendo a una urgencia de regularidad en la escritura
del verso, a la que no se habría atendido demasiado hasta entonces, trata la
escritura del verso y su pronunciación en el brevísimo último capítulo del
tratadillo. Pone de manifiesto, en primer lugar, el uso del espacio en blanco
con cambio de línea como el primer indicador de pausa métrica y prosódica,
que sirve para aislar los pies, los versos según la terminología actual («dé-
vense escrevir las coplas de manera que cada pie vaya en su renglón})). Dis-
tingue después, dentro de La estrofa castellana, cualquiera que sea su compo-
sición, dos partes diferenciadas, llamadas versos, para cuya separación ha de
utilizarse una «coma, que son dos puntos, uno sobre otro ':'}), mientras que
las estrofas se separan por medío de «colon, que es un punto solo» 31 • Varía
nuestro Encina la terminología e invierte la representación de Jos signos, pe-
ro, en todo caso, es evidente la funcionalidad de estos signos de puntuación,
fundamentalmente métrica y prosódíca, pues, enseguida, justifica la buena
puntuación desde la perspectiva de la lectura del verso: «Hanse de leer de
manera que entre pie y pie se pare un poquito, sin cobrar aliento; y entre ver-
so y verso parar un poquito más; y entre copla y copla un poco más, para
tomar aliento». El uso de verso para indicar una semi-estrofa no puede dejar
de relacionarse, aunque se reconozca también un desplazamiento de la defi-
nición isidoriana, con el ámbito litúrgico, como cuando llamamos así a una
de las partes del responsorio o a una sección independíente que requiere res-
puesta y por tanto no está completa.
La conciencia métrica y prosódíca es, en todo caso, común en la escritu-
ra del verso romance en los mismos tiempos en los que se prepara un ma-
nuscrito como el nuestro. En el Cancionero de Baena, por ejemplo, es regla,
como en la mayoría, la escritura en la que cada verso ocupa su linea, por tan-
to la pausa está indicada por ese cambio y el blanco correspondíente. Ade-
más, tiende en determinadas secciones a usar una puntuación que enfatiza
los hemistiquios, incluso en versos líricos de seis y ocho silabas, por medío
de punto o de vírgula suspensiva. La uniformidad del sistema se aprecia en
algunas secciones, como, verbigracia, los folios 109-11 O32, donde se copian
algunas cantigas del Arcediano de Toro, en las que el punto sirve para sepa-
rar en versos octosilábicos la construcción rítmica de cada uno, formada por
dos grupos de 3 + 5 con ritmo siempre idéntico, grupos que seguramente se
corresponden con la secuencia del fraseo musical.
Teniendo en cuenta, pues, que nos las habemos con un texto que copia
en una sola linea dos o más unidades métricas, que generalmente en el siglo
xv se indicaban por el blanco que supone el cambio de linea, nuestro orde-
nador ha utilizado una positura que vemos tenía una función técnica en el
pasado, señalando una transición importante, separadora, que afectaba a una
31
Francisco L6pez Estrada, Las poéticas castellanas de la Edad Media, Madrid: Tau-
ros, 1984, 93. Quizá fuera bueno, a la hora de detectar autógrafos de Encina, intentar re-
conocer en ellos también este programa de puntuación que tan seguramente propone, ra-
zonablemente no sólo para los textos impresos.
32
Henry R. Lang, ed., «Cancionero de Baena)) reproduced in Facsímile from the
Unique Manuscript in the Bibliotheque Nationale, Nueva York: Hispanic Society of Ame-
rica, 1926.
Lectura y liturgia 149
33
Parkes 1992, 36.
34
Citaré las distintas antífonas, responsorios e himnos con un número en romano, que
se corresponde a cada una de las fiestas (l = Traslación; 11 = Fiesta principal), y con un
número arábigo en subíndice, coincidente con la secuencia tal como la edito y numero en
el texto normalizado que figura como apéndice número 1 de este libro.
35
La C en negro ha sido retocada en rojo por la mano que rubrica, indicando el princi-
pio de lapressa del responsorio (véase más arriba).
36
La D aparece reforzada con adornos de la m.r.
150 Liturgia en lengua vulgar y representación
37
La A reforzada con adornos de color.
38
Tradicionalmente, cada uno de estos periodos era dicho por solista y coro, respecti-
vamente, y se recitaba y concluía con un melisma, a veces sobre la misma nota o con dis-
tintas para cada uno (Juan Carlos Asensio, El canto gregoriano. Historia, liturgia, formas,
Madrid: Alianza, 2003, págs. 294-296). Agradezco a J. C. Asensio su paciencia ante mis
consultas.
Lectura y liturgia 151
Gloria y el versículo final que cierran el himno de las vísperas del Santo (11 3 ,
fol 169r, véase texto n°. 7).
Es llamativo, no obstante, el relativo poco uso del punto en este manus-
crito, siendo como era en la baja Edad Media el más común y variado en su
significado de los signos. Y, al tiempo, es muy interesante el uso sistemático
en el terreno que se ha señalado. Quizá ello sea un indicio de arcaísmo o de
especialización de este trabajo en el ámbito ritual, mucho más conservador
en la plasmación escrita.
§3 . Los dos puntos se utilizan también como signo propiamente gramati-
cal y, al tiempo, como positura que estructura una composición. Aparece en
el interior de un verso, como indicando una jerarquía inferior a los tres punti-
llos, en forma de aposición, como se lee en la primera de las antífonas trans-
critas (I 1):
[4] E por estas follenpnidades ·: o tu bien auenturada : cibdad de tholofa
·:gozo por fienpre oujfte ·: 11 ·: laudate
La misma función tiene, por ejemplo, cuando se cierra con dos puntos un
himno (Il3, fol. 169r), que va inmediatamente seguido del Gloria. En la sec-
ción II, es normal que se utilice en himnos y algunas antífonas distinguiendo
bien grupos concretos, tal como se utilizaba el punetus elevatus en manuscri-
tos antiguos de carácter litúrgico; no debe olvidarse, desde esta perspectiva,
que los dos puntos pueden ser también resultado de una evolución del pune-
tus elevatus 39 • He aquí un ejemplo (II,):
39
Véase, por ejemplo, la evolución gráfica hacia una representación parecida a los dos
puntos en Parkes 1992, lárn. 22, 198-199, y lo que dice en página 42.
152 Liturgia en lengua vulgar y representación
Es evidente que aquí se utiliza como punctus elevatus para delimitar co-
rrectamente la forma del verso latino de diez sílabas proparoxítono (4 + 6),
que se agrupaba para formar estrofas monorrímicas de cuatro versos, el más
utilizado en estos oficios rítmicos (Scandit doctor, civis crelestium, 1 Orbis
decor, lux, dux fidelium, f Norma, limes, /ex morum omnium, 1 Vas virtutum,
ad vitre bravium), mientras que la positura de tres puntos indica la pausa mé-
trica con referencia al texto romance. El punto medio tiene la misma función
separadora que hemos visto antes, entre dos unidades musicales diferentes y
acaso alternas.
En un caso como este y en la vacilación o variación de la puntuación se
nota la tensión entre la métrica del texto original, cuatro estrofas con rima
leonina, y la que adquiere en la versión romance, mucho más lírica. Lo mis-
mo ocurre con las varias antífonas copiadas en este primer nocturno de mai-
tines de II, que se rigen por un sistema parecido de puntuación. En cualquier
caso, como se ha dicho, en esta sección 11 el sistema de la separación entre
versos se complica por el uso de pausa medial de verso con positura de tres
puntillos, pausa final correspondiente a una frase musical con dos puntos.
Ciertamente, las cosas no están siempre claras en el uso, ni por lo que se
refiere a lo sistemático ni siempre al sentido de las pausas. No obstante, en
los himnos de 11 se advierte una cierta coincidencia en la práctica de la pun-
tuación como la hemos visto más arriba. He aquí la transcripción de los dos
himnos en cuestión (fol. 169r & 169v; Il3 & IIJ :
[7] Enxal~ada es la conpaña · deJos fieles · } hympno
alabando adios con nueuo canto · }
alanyo la niebla deJos errores · }
el nueuo fol con el fu rayo ·
Thomas en la fin del mundo:.theforos de gracia derramo : . }
pleno de tflt9 dones del ~ielo: .de coftunbres l:fciencia que enfeño·:
Dela fuente del qua! muy luminofa · }
deftellan f~entellas con gran dul~or ·
de fcriptura fanta t: vrtuofa · }
reglas de uerdad t: de sancto amor ·
Lectura y liturgia 153
una pausa final. Es utilizada, sobre todo, por la m.r., aunque también por la
m.n. con la misma función. La virgula suspensiva, aparte su función de pa-
rágrafo, en su variante doble ('1 / ') la utiliza la m.r. como pausa final. La
misma función y por la misma mano tiene la variante ' ./', que en muchas
ocasiones fortalece la pausa final de la positura '·:'.
§6. A lo largo del manuscrito aparecen en numerosas ocasiones las llaves o
abrazaderas señalando la condición antifonal de las unidades que agrupan, al
principio del texto (fols. 134v, 169r; véase más arriba ejemplo n°. 2 & 6), o bien
enlazando el principio del salmo que sigue al canto de la antífona con ésta, cuan-
do se dispone el texto a dos columnas, una para la antífona, otra a la derecha para
el principio de~ salmo (fol. l37r). El uso más sistemático se da en los himnos,
seguramente para indicar la alternancia antifonal de la práctica del canto o de la
salmodia, en dos coros o dos grupos (fol. 136v). En éstos y en otras ocasiones,
incluso en partes no rítmicas, se utilizan también para indicar una especie de se-
cuencia, pues que se van enlazando de forma sucesiva los versos, lo que pienso
señala la no separación en forma antífona!, proponiendo una lectura, recitación o
canto de todos los participantes en el oficio.
§7. Las iniciales y littera! notabiliores cumplen también su función or-
ganizativa y su uso es muy sistemático. Por lo general, a partir del primer fo-
lio de texto, el copista ha indicado en el margen izquierdo las letras de guía
para la m.r. Ésta traza iniciales de mayor tamaño, al principio de cada una de
las piezas, y de menor tamaño en sus partes, lo que es especialmente visible
en los responsorios. Como el copista no ha sido siempre sistemático a la
hora de decidir qué capitales trazaba de. propia mano y cuáles dejaba para
rubricar, la m.r. ha repasado algunas de las de la m.n., siempre que fueran
indicio de una función 'performativa'.
Es notable la consistencia de la puntuación como elemento que guía,
descomponiéndola, la propia estructura musical de las piezas e, incluso, co-
mo medio de diferenciación métrica según el original latino. Por ejemplo, en
casos como el del responsorio 1116 (fol. 170r), no se usan determinadas pau-
sas si no es en los momentos del versillo, y se consigue también en la tra-
ducción una cierta regularidad de verso largo que sustituye a la regularidad
que se advierte en el texto latino. Lo mismo ocurre en antífonas de esta sec-
ción, en fas que la frase musical es delimitada por medio de una positura de
tres puntillos y et final de verso real no se señala o sólo se presenta con dos
puntos o uno volaru,.
156 Liturgia en lengua vulgar y representación
40
Véase, por ejemplo, la versión incluida en una de las biblias escurialenses, en Oliver
H. Hauptmann & Mark G. Littlefield, eds., Escorial Bible I.J.4, Madison: Hispanic Semi-
nary ofMedieval Studies, 1987,219 & 220.
41
Véase Cátedra & Pascual en prensa, y, más arriba, pág. 136.
42
No será necesario encarar el texto romance, tal como lo edita Alonso Getino 1924,
126-131, con el latino que se puede ver en cualquier breviario dominicano anterior a la re-
forma de estos oficios.
Lectura y liturgia 159
parte del manuscrito no hay indicios de partición u otros indicadores que nos
permitan pensar en un uso real fragmentado de estas lecturas.
43
Véase Charles B. Faulbaber, «The Date of Stanzas 553 and 1450 of the Libro de
buen amor in MS 9589 of the Biblioteca Nacional, Madrid>>, Romance Philology, 27
(1974), 31-35; y, sobre todo, «Medieval Spanish Metrical Tenninology and MS 9589 of
the Biblioteca Nacional, Madrid>>, Romance Phi/ology, 33 (1979), 43-61.
162 Liturgia en lengua vulgar y representación
44
Véase Tomás Navarro Tomás, Métrica española, Madrid: Guadarrama, 1973, 68.
Lectura y liturgia 163
4
s Asensio 2003, 283, para el responsorio, 283-287; y Hiley 1993, 69-76.
46
Margit Sahlin, Étude sur la caro/e médiévale. L 'origine du mot et ses rapports avec
/'Église, Uppsala: Almqvist & Wiksells, 1940.
47
De ahora en adelante, emplearé figura/ como adjetivo relacionado configura en su
sentido teológico y exegético.
164 Liturgia en lengua vulgar y representación
48
Véase Margit Frenk, «Los romances-villancico», en De los romances villancico a la
poesía de Claudia Rodríguez... Homenaje a Gustav Siebemann, Madrid: Castalia, 1984,
141 -156.
49
Pertinentes son, a este respecto, las referencias a los trabajos de los profesores Sobe-
jano, Dutton, Gybbon-Monypenny y Joset, entre otros.
50
Dorothy Clotelle Clarke, Morphology of Fifteenth Century Verse, Pittsburg: Du-
quesne University Press, 1964, 19-22.
166 Liturgia en lengua vulgar y representación
Una estrofa latina formada por seis versos proparoxítonos de diez síla-
bas, más otros dos de las mismas características para el versículo, y la vuelta
de dos versos que constituyen la presa, se pueden leer en vulgar del mismo
modo, pero con una rima consonante, aunque la escritura del verso invita a
organizar una especie de composición como la anterior, de versos predomi-
nantemente octosilábicos en los que riman los pares, a excepción del ver-
sículo con rima consonante, apartándose mucho más del original latino. La
misma recomposición métrica en otros lugares, como h4·
La regularidad se acentúa aún más en composiciones invariables del ofi-
cio, como el Te Deum (~3), que en la versión romance adquiere una fisono-
mía métrica completamente distinta de la latina, con una regularidad notable
en el octosílabo, con el uso de los recursos, como el hiato, la dialefa o la si-
néresis, que no desdice de los momentos de ajuste a los que me he referido.
Es posible que esta composición tenga una tradición romance anterior, quien
sabe si en un corpus litúrgico iniciado ya por los primeros poetas narrativos,
como Berceo, traductor de tres himnos quizá útiles en el oficio litúrgico
monástico, Veni, creator, Ave maris stel/a y Christe qui luxes et dies.
Un vistazo a los esquemas métricos que figuran como sección C del
apéndice primero nos permite comprobar también cómo, sea cual sea el mo-
delo latino, hay una cierta tendencia a centrar la regularidad sobre la base del
octosílabo romance, incluso en el caso de versos libres, como los del Te
Deum, o de otro tipo. Las estrofas latinas rítmicas pueden servir de ejemplo,
pero en ocasiones pierden toda la fisonomía incluso cuando se pretende un
calco (véase, por ejemplo, 1113 o n.J.
Lectura y liturgia 167
Buena parte de las consecuencias de todo esto han ido goteando en las
páginas anteriores, pero, en realidad, la perspectiva que nos van a dar en los
próximos capítulos otros textos tan importantes como desconocidos contri-
buirá a dar realce al sentido de esta versión de los oficios de las fiestas de
santo Tomás, tal como la rezaban, en su sentido etimológico, en un convento
dominico de principios del siglo xv.
S EGUNDA PARTE
TEXTOS Y CONTEXTOS
DEL CANCIONERO MUSICAL DE ASTUDILLO
III
EL CONTEXTO MATERIAL Y LITÚRGICO
DEL CANCIONERO MUSICAL DE ASTUDILLO
l . EL MANUSCRITO
No hay que volver a repetir que el códice que nos interesa se conserva en
el archivo Real Monasterio de Santa Clara de Astudillo. Es éste aún bastante
172 El contexto material y litúrgico
2
Expreso mi agradecimiento a Elisa Ruiz y a Francisco Gimeno, amigos, por su ayuda
de expertos codicólogos.
3
En el repertorio de Charles M. Briquet, Les Filigranes. Dictionnaire historique des
marques du papier, Hildesheim, etc.: Georg Olms, 1984, la más próxima es la n•. 10706
( 1440-1446), acaso también la n•. 11159 (1483), pero no se trata de la misma filigrana ni
de la misma posición.
174 El contexto material y litúrgico
2. EL PROCESIONARIO LATINO
4
Véase R. H. Robbins, <<Middle English Carols as Processionals Hymns», Studies in
Philo/ogy, 56 (1959), 559-582; tesis admitida y ajustada en un clásico sobre la materia,
como es el libro de Rosemary Woolf, The English Religious Lyric in the Middle Ages, Ox-
ford: Clarendon Press, 1968, 332 y siguientes.
5
Más perceptible, claro, antes de la restauración reciente a la que me he referido.
178 El contexto material y litúrgico
6
Como no es el caso de transcribir todas y cada una de las antífonas, responsorios u
oraciones que sean bien conocidas, remito a CAO = Renatus-Joannis Hesbert, Corpus an-
tiphonalium officii, lll. lnvitatoria et antiphonce, Roma: Herder, 1968; y Corpus antipho-
nalium officii, IV. Responsorio, versus, hymni et varia, Roma: Herder, 1970, donde se
compilan las antífonas y los responsorios, entre otros componentes litúrgicos. Sólo en el
caso de que haya una variación importante o bien se trate de piezas no recogidas en el
Corpus las transcribo completas. Indico también la localización dentro del manuscrito, di-
ferenciando sus grandes secciones en apartados y subapartados.
7
Véase, por ejemplo, Processionarium secundum morem almi ordinis prcedicatorum,
Salamanca: Matías Gast, 1563, fol. 35r.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 179
8Final del evangelio propio del dla de la Purificación, que sirve también de antifona al
empezar a distribuir las candelas en la ceremonia de bendición.
9
Naturalmente, el canto del Gloria sólo se indica con su principio.
180 El contexto material y litúrgico
10
Es el himno para la procesión de las Palmas, que no copia entero, sino sólo las pri-
meras estrofas con indicación de repetición del versículo. Véase completo en, por ejemplo,
Guido Maria Dreves & Clemens Blume, Ein Jahrtausend lateinischer Hymnendichtung,
Leipzig: O. R. Reisland, 1909, 71.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 181
Un diácono con una cruz toca en la puerta, que se abre y, mientras van
entrando, entonan el responsorio, también propio de los maitines del mismo
día:
3.6. 30v-32r. Ingrediente in sanctam ciuitatem [... ] V. Cumque audissent
quod lhesus [... ] (CAO, IV, n•. 6961).
4.1. 32r-33v. Hodie nata est beata Virgo Maria [... ]. V. Natiuitatem beate
Maria uirginis cum gaudio celebremus, per quam [...] 11 •
4.2. 33v-35r. Beatissime Virginis Marie natiuitatem deuotissime [ ... ].V. Cum
iocunditate natiuitatem [ ...] 12•
4.3. 35r-36v. Natiuitas gloriase Virginis [... ] V. Hodie nata est Virgo Maria
[ ...] 13.
4.4. 36v-38v. Felix namque es, sacra [...]. V. Ora pro populo, interueni pro
clero[... ] 14 .
11
Es también el responsorio de la primera lectura dell nocturno de maitines de la fies-
ta (CAO. IV, n•. 6854).
12
También es el responsorio de la segunda lectura del 1 nocturno de maitines de la
fiesta (CAO, IV, n•. 6184).
13 Había servido también como responsorio de la cuarta (o sexta) lectura en elll noc-
5.3. 42r- 43v. Que est ista que processit [...]V. Et sicut dies verni [... ] 17 •
18
5.3. 43v-44r. Virgo prudentissima quo progrederis [... ] •
17
También responsorio para la tercera lectura de maitines en el 1 nocturno del día de la
fiesta (CAO, IV, n•. 7455).
18
Servirá también como antífona ad Benedictus para la octava y para todos los días de
la semana (CAO, III, n•. 5454).
19
Quizá es el principio de algún responsorio para una fiesta mariana, como la de la
Anunciación.
2
° Carl Young, The Drama ofthe Medieval Church, Oxford: Clarendon Press, 1933, II,
250-255.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 183
21
William Coleman, ed., Phi/ippe de Mézieres' Campaign for the Feast of Mary Pre-
senta/ion, Toronto: Pontifical lnstitute of Medieval Studies, 1981 ; citado por Meg Twy-
cross, «Sorne Approaches to Dramatic Festivity, especially Processions», en Meg
Twycross, ed., Festive Drama. Papers from the Sixth Triennial Colloquium ofthe lntema-
tional Society for the Study ofMedieval Theatre, Lancaster, 13-19, july, 1989, Cambridge:
D. S. Brewer, 1996, 5. Para éstos y otros aspectos de la procesión desde la perspectiva del
sentido y la significación social, véase Éric Palazzo, Liturgie el société au Moyen Age, Pa-
rís: Aubier, 2000.
184 El contexto material y litúrgico
cipiens Symeon ... Acabado, Sirneón entonaba el Nunc dimitís sin el Gloria y
el coro responde: Sicut erat, para inmediatamente volver todos a la sacristía
en procesión.
Ningún dato tenemos para pensar que las monjas de AstudilJo represen-
taban una ceremonia tan complicada como ésta, por más que, como dicen los
textos devotos, se trataba de una <<pro¡;:isión la qual oy se presenta por todo el
mundo» 22 • Pero el número de antífonas conservadas y el hecho de que tam-
bién se cantaba la que servía para abrir y dar pie a la complicación ceremo-
nial de Padua: «Aue gratia plena Dei genitrix virgo, ex te enim ortus est sol
iusticie, illuminans que in tenebris sunt, letare tu, senior iuste, suscipiens in
ulnis liberatorem animarum nostrarum donantem nobis et resurrectionem»
(14r-l5r), podría ser indicio ya de una cierta complicación ceremonial. La
salutación que cantaban los dos ángeles destacados del coro, situados en la
escalera frente a él, va dirigida a la Virgen, implicando, asl, una presencia de
un tipo físico, que, en nuestro caso, podría estar representada por una monja
o por un elemento iconográfico que pudiera servir de referente y destinatario
de la salutación 23 •
Otros testimonios de la ceremonia, incluso alguna representación concre-
ta, se pueden detectar durante la Edad Media, ora sea autónoma, ora incluida
en los grandes ciclos drarnáticos 24 • Mayores complicaciones e, incluso, una
autonomía dramática que facilita la asociación de la Presentación en el tem-
plo a las representaciones del Nacimiento, por tanto una independencia del
puro acto litúrgico con desplazamiento cronológico incluido, se detectan
también en diversos momentos, como en la colección de Chester (s. xv),
vinculada a la celebración del Corpus Christi 25 , justamente como en Toledo
por las mismas fechas, donde aparece reiteradamente entre 1495 y 151 O el
22
MVCc, capitulo Xlll.
23
Y todo esto sin necesidad de mencionar la impronta 'femenina' que tiene desde sus
origenes y en su desarrollo; véase Marina Warner, Tú sola entre las mujeres. El mito y el
culto de la Virgen María, trad. española de José Luis Pintos, Madrid: Taurus, 1991 , 103-
104.
24
A finales del siglo XJV también está documentada una ceremonia un tanto compli-
cada con motivo de esta procesión en lnglaterra (Young 1933, U, 252-253). Antes, en
Amiens habria una representación de la Purificación (Grace Frank, The Medieval French
Drama, Oxford: Clarendon Press, 1954, 67).
25
Véase Hardin Craig, English Religious Drama ofthe Midd/e Ages, Oxford: Ciaren-
don Press, 1955 166-168; 196-197. Para otros casos, véase ldem, 200, 207,250,287,293.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 185
26
Carmen Torroja Menéndez & Maria Rivas Palá, Teatro en Toledo en el siglo XV.
«Auto de la PasiÓn>) de Alonso del Campo, Madrid: RAE, 1977,45-47 y 61.
27
Véase Julio Rodriguez Puértolas, Fray lñigo de Mendoza y sus «Coplas de vita
Christi)), Madrid: Gredos, 1968, 456-468; Marco Massoli, ed., Frey [sic) Íñigo de Mendo-
za, Coplas de vita Christi, Mesina & Florencia: Casa Editrice d'Anna, 1977,217-224.
186 EL contexto material y Litúrgico
28
«¿Quién no saliera por ver 1 hombre Dios sin padre hombre?)), etc. (Massoli 1977,
217).
29
Las tradiciones contemplativas sobre la vida de Cristo, como, por ejemplo, la /S, ed.
cit., fol. 11r-12r, o las MVCc, capitulo citado, insisten en los aspectos precisamente más ce-
remoniales, con leves diferencias para con la narración de Mendoza, que también tendria
en cuenta esa tradición.
30
Young 1933, 1, 94-97.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 187
31
Véase Mary C. Erler, <<Palm Sunday Prophets and Processions and Eucharistic Con-
troversy», Renaissance Quarterly, 48 (1995), 58-81, señalado porTwycross 1996,5.
32
Véase, para uno de estos sermones, Pedro M. Cátedra, «El taller del predicador, a
propósito de un sermón castellano para el Domingo de Ramos (RAE, Ms 294)», en Pen-
samiento Medieval Hispano. Homenaje a Horacio Santiago-Otero, coord. por José ~
Soto Rábanos, Madrid: C.S.I.C., 1998, 1, 291-320.
33
Véase Young 1933, ll, 224-245. Está, como hemos señalado más arriba, vinculada a
la voluntad de Felipe de Mézieres de importar la fiesta de la Iglesia oriental. Sin embargo,
la magrisima tradición posterior del teatro de la Presentación expresa bien lo poco que
arraigó en occidente esta fiesta.
34
Véase Cátedra & Jiménez Moreno, en prensa. Hasta la salida de esta edición, se
puede ver la edición parcial de Alonso Getino 1924, 131 y sigs. Para ésta obra y su lugar
en la producción de Juan López de Salamanca, deberá ser tenida en cuenta la monografía
de Arturo Jiménez Moreno, Vida y obra de Juan López de Zamora, un intelectual caste-
llano del siglo XV. Antología de textos, Zamora: Ayuntamiento de Zamora & Centro de la
U.N.E.D. de Zamora, 2002.
188 El contexto material y litúrgico
35
Julio Rodríguez Puértolas, ed., Cancionero de fray Ambrosio Montesino, Cuenca:
Diputación Provincial, 1987, 214-217.
36
Téngase en cuenta el trabajo poco frecuentado de Enrique Bayerri Bertomeu, in-
cluido en su Viaje literario bibliográfico mariano por las diócesis de España, Comillas:
Universidad, 1968, 229-254; Richard B. Donovan, The Liturgical Drama in Medieval
Spain, Toronto: Pontifical lnstitute of Medieval Studies, 1958, 96-97, 137-138; Eduardo
Juliá Martinez, «La Asunción de la Virgen y el teatro primitivo español», Boletín de la
Real Academia Española, 41 (1961), 326-334; Torroja & Rivas 1977, 46, 66; Jesús Fran-
cesc Massip, Teatre religiós medieval als Paisos Catalans, Barcelona: Edicions 62, 1984,
64-65; Luis Quirante Santacruz, Teatro asuncionista valenciano de los siglos XV y XVI,
Valencia: Dirección General de Cultura, 1987.
37
Véase Juliá 1961, 326-334.
38
Ronald E. Surtz, EL «Libro del conorte>>, Barcelona: Puvill, 1982, 29.
39
Véase Young 1933, II, 256.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 189
40
Para el papel desempeñado por estas secuencias del tiempo de Pascua, véase Youog
1933, I, 203-204; O. B. Hardison, Christian Rite and Christian Drama in the Middle Ages.
Essays in the Origin and Early History of Modern Drama, Baltimore: The Johns Hopkins
Press, 1965, 178 y sigs.; y, en general, el ya clásico de Johann Drumbl, ((Quem qureritis».
Teatro sacro de//'alto medioevo, Roma: Bulzoni, 198 1, que, entre otras cosas, recuerda
que el tropo Quem qureritis bacía también las veces de canto procesional, como nuestros
reponsorios. Para España, Donovan 1958; Víctor Garcia de la Concha, <<Dramatizaciones
litúrgicas pascuales en Aragón y Castilla en la Edad Media», en Homenaje a José María
Lacarra de Miguel en su jubilación del profesorado, Zaragoza, 1982, V, 153-175; Ángel
Gómez Moreno, El teatro medieval castellano en su marco románico, Madrid: Taurus,
1991 , 49-54; y las aportaciones de Eva Castro Caridad, Tropos y troparios hispánicos,
Santiago: Universidad de Santiago, 1991; e Introducción al teatro latino medieval. Textos
y públicos, Santiago de Compostela: Universidad, 1996.
190 El contexto material y litúrgico
más o menos definitiva del papa Urbano IV (1263), refrendada por Bonifa-
cio VIII, se intenta poner orden en toda esta situación y se autoriza el canto
en los oficios litúrgicos, según se practicaba en la orden masculina, así como
también la preparación musical en el convento de las monjas que hubieren
aptitudes para ello. En una versión antigua de esta regla, la misma segura-
mente que se aprendía y cumplía en Astudillo en la primera mitad del siglo
xv, se puede leer así el capítulo Qualiter sorores divinum celebran! officium:
«Aparéjense en el divinal ofi-;;io tanbién en el día como en la noche e en tal
manera sea aguardado, que las que lo sopieren leer e cantar -;;elebren el divi-
nal ofi-;;io segund la costunbre de los frayles menores, con seso e con aten-
plamiento e con honesta manera. E las que non fueren letradas digan veynte
e quatro pater nostres por maytines, por laudes -;;inco, e por prima e ter-;;ia e
sexta e nona por cada una ora digan syete, por bísperas doze, por completas
syete. E otros tantos pater nostres digan por las horas de santa María; e por
las bísperas de los muertos digan syete pater nostres con Requiem eternam; e
por maytines doze. E esto quando las sorores letradas fazen el ofi-;;io de los
muertos. E las letradas que por ocasión magnifiesta non pudiesen dezir el di-
vinal ofi-;;io leyendo por alguna cosa razonable, convyénesles dezir pater
nostres así como las que non son letradas» 44•
La referencia a las prácticas de la orden masculina es justa, porque, co-
mo hemos visto más arriba, las primeras franciscanas cordobesas se hacían
con libros exactos a los de sus hermanos de orden; y, además, nos centra en
los modelos de la liturgia franciscana. Primero, nos apunta cierto cuidado en
la celebración de los oficios, que, aunque no equiparables a la tradición mo-
nacal de las órdenes contemplativas o, incluso, de otras mendicantes, como
los dominicos, tenía buen desarrollo, el suficiente como para que su rechazo
sea uno de los puntos fundamentales de las facciones observantes más estric-
tas.
Es, precisamente, un representante de éstas, fray Lope de Salazar, discí-
pulo de fray Pedro de Villacreces, quien, en uno de los escritos que en de-
fensa de sus posturas y de las de sus seguidores redacta, da algún detalle del
desarrollo y de las particularidades del uso de la liturgia ordinaria y extraor-
dinaria, así como también de la música, en el ámbito conventual español de
la orden. Recuerda cómo el mismo Villacreces era bien sensible a la liturgia
elaborada cuando, de paso por Valladolid, visitaba a los claustrales y partici-
44
Regla urbanista de Santa Clara, fol. 6.
192 El contexto material y litúrgico
paba con ellos en los oficios, «e alzaba mucho el espíritu en la éxtasi maravi-
Llosa, cuando tañían los órganos devotamente e distintamente; e placíale mu-
cho de los oír, mayormente si el tañer era religioso, e non mundano, nin de
obra seglar. E esta mesma devoción e alzamiento de corazón vi e sentí en él
que había cuando el ciego famoso e devoto músico le tañía el su instrumen-
to. E asimesmo, le noté haber señalada devoción e alzamiento de mente
cuando algunos cantores cantaban en el coro devotamente, e modulaban la
voz al espíritu respondiente» 4 s.
Quizá no sea improcedente la referencia a este ambiente cuando pensa-
mos en la 'conventualidad', si se me permite llamarla así, de la mayor parte
de los monasterios femeninos anteriores a la reforma de Tordesillas y, luego,
dependientes de su visitador durante la primera mitad del siglo xv. Pero
también, andando el tiempo, monasterios de clarisas se acogerán a prácticas
observantes más estrictas que acaso tengan sus puntos de CQntacto con las li-
túrgicas que conocemos por los llamados escritos villacrecianos. En éstos se
advierte una notable insistencia en los modelos culturales más elementales
para la formación de los futuros frailes, en términos que permitirían hablar
de confluencia con las raras hermanas de orden que mantenían los ideales de
santa Clara antes de la Observancia, y de forma más evidente después, con la
extensión de ésta, si es que atendemos a la perentoriedad de las bibliotecas
franciscanas femeninas.
En el Memoria/e religionis, al hablar de las obligaciones del enformador
o maestro de novicios, se señala «que las letras que les debe enseñar deben
ser solamente aquellas, como dicho es, que pertenecen a saber bien leer e en
ordenar y regir bien el Oficio divinal del coro e del altar, costriñéndoles e fa-
ciéndoles entender los vocablos e las significaciones del oficio lo más lla-
namente que pudiere, sin otro estrépito nin disturbio del arte gramatical nin
de otra arte alguna liberal» 46 . Supongo que la relación que se diera entre
miembros de la Observancia y conventos salidos del ámbito de influencia de
45
Responsiones o satisfaciones hechas en Linares (1457), en Introducción a los orí-
genes de la Observancia en España, 879. No sé quién puede ser el virtuoso ciego que de-
leitaba a ViUacreces en los primeros decenios del siglo xv, a no ser que se refiera al músi-
co y poeta ciego Martin el tañedor que aparece en el Cancionero de Baena y en otros,
cuya devoción no queda demasiado bien parada en los pocos testimonios poéticos suyos
que se nos han conservado.
46
Apud «Escritos villacrecianos», en Introducción a los orígenes de la Observancia,
691.
Detalle del sepulcro de María de Molina en el monasterio de Santa María la Real de las Hue lgas (Valladolid)
Estorias responsorias de las fiestas de Santo Tomás, fol. 171 v (Biblioteca de
Santo Domingo el Real de Madrid).
Estarías responsarías de las fiestas de Santo Tomás, fol. 169r (Biblioteca de
Santo Domingo el Real de Madrid).
Estorias responsorias de las fiestas de Santo Tomás, fol. 169v (Biblioteca de
Santo Domingo el Real de Madrid).
Estorias responsorios de las fiestas de Santo Tomás, fol. l35r (Biblioteca de
Santo Domingo el Real de Madrid).
Estorias responsorias de las fiestas de Santo Tomás, fol. 136r (Biblioteca de
Santo Domingo el Real de Madrid).
Estorias responsorias de las fiestas de Santo Tomás, fol. 136v (Biblioteca de
Santo Domingo el Real de Madrid).
Filigrana del Procesional de Astudillo (Archivo del Real Monasterio de Santa Clara de Astudillo).
Procesional, fol. 13r (Archivo del Real Monasterio de Santa Clara de Astudillo).
Procesional, fo l. 13v (Archi vo del Real Monasterio de Santa Clara de Astudillo).
Encuadernación original del códice de Astudillo, siglo xv1 (Archi vo del
Real Monasterio de Santa Clara de Astudillo).
Encuadernación tras la restauración moderna (Archivo del Real
Monasterio de Santa Clara de Astudillo).
Planta de la catedral de Toledo, según el Libro de la Fundación de la S. l. de Toledo (Archivo
Capitular de Toledo).
Detalle de la planta del coro, según el Libro de la Fundación de la S. l. de
Toledo (Archivo Capitular de Toledo).
li
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p
__.....___... _
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. . . . . . . 'lo _ _ _
.._
47
Jdem, 711-712, 713-714. También en el Memorial de la vida y ritos de la custodia
de Santa María de los menores, en ldem, 723, 745.
48
ldem, 126. En las Constituciones de la custodia de santa Maria de los menores, se
pennite que, en tanto que durare la pobreza de libros de coro, «se puedan rescebir de los
novicios el libro, o libros salterios, o misales, o lecionarios, o breviarios, o capitularios, o
oficiarios que los tales novicios de sus faciendas quisieren dar graciosamente por limosna
e non por conveniencia alguna» (758). En la segunda serie de satisfacciones de fray Lope
de Salazar ante los custodios observantes se insiste en la penuria de libros en su provincia
y sugiere que ellos, que se estaban haciendo cargo de los monasterios conventuales, les
diesen o prestasen los duplicados, pues que esa seguía siendo la causa del mal cumpli-
miento del oficio (Responsiones o satisfacciones hechas en Linares, en Introducción a los
orígenes de la Observancia, 866). Para este asunto, véase Carvalho 1995, 14.
194 El contexto material y litúrgico
tener que ser los mismo frailes los que se escribieran los libros litúrgicos era
la raíz de los errores que deslucían la liturgia y que, por ejemplo, invitaban a
prescindir de un rito rico de estirpe contemplativa. Así se explica, por ejem-
plo, la falta de testimonios bibliográficos de esta primera época, testimonios
que debían ser perentorios y provisionales, por demás escritos sobre malos
papeles y, como se dice en las primeras constituciones de la provincia, «es
forzado que de mala letra o buena, los fraires que pudieren escribir escriban,
e procuremos el papel o pergamino que pudiéremos, e los nuestros subceso-
res añadan lo que pudieren» 49 .
Más tarde, según la observancia se fuera extendiendo, hubo de ser más
fácil el acceso a libros litúrgicos de calidad, especialmente si mediaban pa-
tronos generosos, como en el caso de algunas fundaciones de monjas, como
la de Madrid, en cuya pequeña biblioteca había los libros corales suficientes
al menos para arrostrar perentoriamente el Oficio diario. No obstante, como
hemos señalado, son extraordinariamente escasos los testimonios hasta ahora
detectados de libros litúrgicos manuscritos con música polifónica de la orden
franciscana femenina que se pueden localizar a partir del RJSM, ninguno de
ellos, desde luego español.
Pero, por lo que se refiere al uso de la música, también la observancia era
estricta: <<Acostumbramos en este oficio divino de cantar algunas pocas cosas
e señaladas en días señalados por despertar la devoción entorpecida. E a este
solo fin usamos algunas veces de órganos en cosas cantadas e señaladas del
Oficio divino. E por esta mesma razón habemos en costumbre non cantar todo
el Oficio por guardar mejor la devoción e la entención, e la atención en lo que
decimos, lo cual no se puede decir así en los muchos músicos [e] cantos músi-
cos que de cada día se usan e usamos en aqueste Oficio de aquellas cerimonias
que son en ayuda de la devoción; e non curamos de aquellas que son en estor-
bo e en turbación>> (726). En efecto, había un escrito de fray Lope de Salazar
en el que se recogia todo lo referente a estas prácticas, siguiendo el modelo de
san Bernardo y del propio Villacreces, como se refiere en otro de los escritos
observantes, las Constituciones de la custodia de santa María de los menores
(1457). En ellas se detallaba «cerca de los puntos e pausas, e viveza decora-
zón que se debe guardar, especialmente en lo que se ha de decir en voz alta a
sotono, sin nota de puntos del arte del cante; pues, está ordenado e contado to-
do lo que se ha de cantar e rezar a sotono, e lo que se ha de cantar en los órga-
49
ldem, 768.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 195
nos, por manera que non se atreva ninguno, Presidente nin súbdito, añader, nin
menguar, nin mudar alguna cosa de la forma que él dexa ordenada e mandada
por escripto [... ]trabajando siempre de más correr e diligencia poner en ir tras
la devoción del corazón e ferviente oración, gustando e hobiendo sabor en el
sentimiento de la letra que trae la cerimonia corporal, por manera que se ante-
ponga la devoción a la ceremonia, e non la ceremonia a la devoción» (756-
757).
«Dezir en voz alta a sotono» equivale a texto recitado, la ' cantilación' a
la que nos hemos referido en el capítulo primero, que se opone al cantado 50.
Es ésta, acaso, la misma línea que santa Clara quería para sus monjas, a juz-
gar por su renuencia al oficio cantado. Lo excepcional era, precisamente, la
inclusión en algunas fiestas señaladas de algunos «cantos especiales» como
se dice en las Constituciones. En alguna medida -se podría concluir- el
desprecio de los primeros franciscanos, de las primeras clarisas y de los hijos
de la reforma en pleno siglo xv castellano por los oficios ceremoniosos -lo
que se llama en este mismo documento «la corteza de las cerimonias, de
ornamentos, e cantos secos, e órganos chiflantes, e campanas sonantes, per-
dido el meollo de la devoción»-, abre, paradójicamente, la espita a prác-
ticas complementarias de indole espiritual o litúrgica tendentes a acentuar la
devoción: en ellas se incluyen determinados cantos en fiestas señaladas
- suponemos que. una de ellas sería la Navidad- y también una reglada
contemplación dramática, en forma de procesiones claustrales o de recrea-
ción de la Pasión cada día durante tres cuartos de hora en el «oratorio priva-
do» sobre la base de «los pasos que tenemos ordenados de la Pasión de sant
Anselmo» 51 • Se refiere, naturalmente, al Dialogus beata! Maria! et Anselmi
de Passione Domini, que fecundó los lamentos de la Pasión en las iglesias
medievales y que, por lo que se ve, también servía a esos primeros observan-
tes para una meditación mentalmente dramatizada, y reglamentada en un de-
terminado tiempo diario 52 • El empobrecimiento o, por usar una figura, la di-
fracción de la liturgia en estos ambientes franciscanos de la observancia,
so Para la distinción entre tono alto y tono bajo, que se encuentra en otros lugares, véa-
se Carvalho 1995, 17.
51
Memorial de la vida y ritos, 727.
52
Me pasó inadvertido este testimonio al estudiar la tradición pasional del Dialogus
(Cátedra 2001), dato que, sin embargo, abroquela aún más la importancia de la liturgia pa-
ralela pasional en este ámbito franciscano, en el que, además, se solían «decir de gracia en
el coro las horas de la Cruz» después del oficio diario (Memorial de la vida y ritos, 727).
196 El contexto material y litúrgico
53
Kreitner 2004,40-41.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 197
$-4 Reclama este tipo de denominaciones para lo que generalmente Uamanos ' cancione-
ros musicales' Pepe Rey, «Música coral vernácula entre el Medievo y Renacimiento», Na-
sarre, 17 (2001), 33-34.
198 El contexto material y litúrgico
Fuera de nombres, sin embargo, es evidente por lo que sigue que estos
cuadernos que hoy identificamos con un cancionero son, desde la perspecti-
va de ayer, algo más o menos que eso. Funcionalmente destinados a un uso
en el ámbito de la celebración navideña, comparten destino con un códice
claramente litúrgico y, desde esta perspectiva, constituyen también cuader-
nos de uso o preparación litúrgicos o, para los más escépticos, para-litúr-
gicos. Aún en romance, como las Estorias responsorias del capítulo anterior,
formarían parte en un sentido lato del tipo de manuscrito que se integraba en
las bibliotecas monásticas o, más bien, entre los libros para la liturgia -que
no siempre formaban parte del mismo depósito- de los conventos, como
algunas de las piezas de San Clemente de Toledo, los cuadernos de uso
común que contenían textos y a veces música para determinadas fiestas
extravagantes que no entraban en los libros normalizados (véase capítulo
primero) por constituir elementos litúrgicos nuevos o bien por tratarse de
conmemoraciones locales, incorporadas a la memoria de ·la comunidad, o,
sencillamente, sustitutivas o complementarias de otras anteriores.
Como estos manuscritos, el CMA es también un elemento de los que
prestan cohesión a la comunidad textual monástica femenina de la Edad Me-
dia, con el ingrediente de la ritualidad litúrgica que no hemos segregado
desde las primeras páginas de este trabajo. Por ello es especialmente signifi-
cativo el hecho de que el códice se conserve en el archivo del Real Monaste-
rio de Santa Clara de Astudillo y que, propiamente hablando, se componga
de dos unidades diferenciadas, o, si se quiere, de dos 'manuscritos'. Éstos no
parecen haber sido unidos por razones azarosas, sino que ya desde el siglo
xv1 se habían convertido en un instrumento al servicio de la comunidad, para
el coro o para la preparación de determinadas ceremonias que se desarrolla-
ban en fiestas de las llamadas dobles y con tradición litúrgica procesional e,
incluso, dramática. Tenemos, pues, unidos el que llamamos cancionero y un
procesionario de uso franciscano, que no se deben desvincular funcional-
mente, aunque aquí dediquemos la atención primordial al CMA .
He señalado más arriba que éste está formado actualmente por dos duer-
nos; y que, sin embargo, es posible que, merced a la restauración, su estruc-
tura hubiera cambiado con respecto a la forma original. El examen previo a
la restauración mencionada permitió comprobar que el daño causado por los
insectos en el lomo hacía imposible el reconocimiento de la estructura de los
cuadernos. Como la destrucción venia de antiguo, los bifolios habían sido re-
forzados con tiras de papel añadidas durante el siglo XVI, lo que ya pudo sig-
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 199
Actual
13
¡ - .-=::::!=~ 1
5r-5v 6r-6 v 7r-7v 8r-8v
Posible original
13 y
1
1 1
5r-5v 6r-6v 7r-7v 8r-8v
ss Como me señala Elisa Ruiz. Parece posterior, como me indica Francisco Gimeno,
gráficamente, al manuscrito de París, Bibliotheque Nationale, Esp. 220 (1429), aunque
claramente anterior a París, Bibliotheque Nationale, Esp. 39 (1477); parece muy cercano
al Esp. 227, de hacia 1450. Un manuscrito de c. 1445, los Estatutos de la Catedral de Sa-
lamanca, podría servir de punto de referencia bastante ajustada, por el parecido general.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 201
Para los grupos en ur, que la primera mano abrevia con trazo superior
( - ), se encuentra. también oo en la composición m, en la que nos parece una
segunda mano,figado por figurado (III, 29). La forma compuesta con f (s al-
ta) y un trazo en el centro en medio caracol, para indicar ser en seraphines,
por ejemplo. Las formas comunes para con son 9 (' 9uerso', converso, por
ejemplo), pero también se encuentra la misma abreviatura en forma de bucle
con trazo de sentido derecha-izquierda.
Hay, en algunas composiciones de la segunda y acaso tercera mano, usos
poco profesionales. Por ejemplo, el consistente en abreviar superponiendo
una sola letra antepuesta o pospuesta, que en ocasiones se halla al final de
verso y acabando la línea, por lo que se puede considerar como una especie
de compresión para no salir excesivamente de caja: bueñ y bñ por buena (III,
5, y X, 1O, respectivamente); di6 por dios; encánar por encarnar (ll, 5); aifa
por, seguramente, agila (lll, 13). Y en otros casos, la segunda o la tercera
mano traza abreviaturas atípicas, que se transcriben según el sentido, pero no
en virtud de una tradición asentada, como, por ejemplo: fñr por morir (III,
82), que en ocasiones también están causados por la falta de espacio.
202 El contexto material y litúrgico
56 Véase Smith 1996. Para aspectos del trabajo artístico y manual relacionado con la
escritura y la pintura de manuscritos devotos, así como también una manera especial de
vivir la entrega y la oración, Hamburger 1997.
208 El contexto material y Litúrgico
57
Véase Katherine Gill, «Women and the Production of Religious Literature in the
Vemacular, 1300-1500», en E. Ann Matter & John Coakley, eds., Creative Women in Me-
dieval and Early Modern Ita/y: A Religious and Artistic Renaissance, Philadelphia: Uni-
versity of Pennsylvania Press Publication, 1994, 68-69. Aporta también datos interesantes
Jeryldene M. Wood, «Breaking the Silence: The Poor Ciares and the Visual Arts in Fif-
teenth-Century Italy», Renaissance Quarterly, 48 (1995), 262-286.
58
Véase, para la biblioteca, Clara Augusta Lainati, ed., Memoria/e di Monteluce:
Cronaca del monastero del/e clarisse di Perugia da/1448 a/1838, Asís: Santa Maria de-
gli Angeli, 1983, xxn-xxxv1. Por lo que se refiere al scriptorium y a su actividad, Ugolino
Niccolini, <<1 Minori Osservanti di Monteripido e lo scriptorium delle clarisse di Montelu-
ce in Perugia nei secoli xv e xvm, Picenum Seraphicum 9 ( 1971 ), 100-130; citado por
Omaechevarria 1972, 97-98.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 209
59
Véase Gill 1994, 91 , n. 25, citando el trabajo de Virginia Brown, «The Survival of
Beneventan Script: Sixteenth-Century Liturgical Codices from Benedictine Monasteries in
Naples», en Monastica: Scritti raccolti in memoria del XV centenario de la nascita di S.
Benedetto (480-1980), Montecassino, 1981 (Miscellanea Cassinese, 44, 1), 237-355.
210 El contexto material y litúrgico
en consonancia con una poética distinta, y en último término que, por sus ca-
racterísticas y, sobre todo, su función, pertenecen a un mundo bien distinto
del propio de los cancioneros cortesanos, el de la liturgia o de los textos con
ella relacionados. Pareciera, pues, un manuscrito realizado al margen de la
tendencia generalizada, aunque las circunstancias de su conservación puede
ser nos inviten a pensar en la necesaria pérdida de otros cancioneros de con-
vento o libros de cantores del mismo tenor, que representarían un género
bastante antiguo, con el que acabaron los cambios litúrgicos, el desgaste del
tiempo y, por supuesto, en el caso de que compitieran en el mismo espacio
con los cancioneros cortesanos, su propia provisionalidad y pérdida de valor
en comparación con los tipos de éstos. Carecemos, en todo caso, de muestras
con seguridad anteriores a 1440 tanto de cancioneros como de soportes in-
termedios, cuadernos poéticos como los que hay que suponer en el proceso
de fijación del corpus de la poesía cancioneril 60 • El testin!onio de nuestro
cancionerillo seria también fundamental desde esta perspectiva, sobre todo
porque nos presenta un tipo de soporte cancioneril inédito, relacionado con
los cuadernos litúrgicos, que no debía de ser raro en el ámbito religioso. In-
cluso, seria un modo de difusión fragmentada de algunas obras de poetas
como Gómez Manrique o Álvarez Gato, cuando se trataba de hacerlas llegar
a una comunidad de monjas como la de Calabazanos o Madrid, respectiva-
mente, según desarrollaremos en el capítulo octavo 61 .
Entre tanto, daré el texto, aunque una edición moderna le haga perder
todos estos marcadores de género y de ejecución y lo desarraigue, por ende,
de este contexto.
60
Véase, al propósito de la cuestión, rememorando los tipos Liederbliittern, Liederbü-
cher y Liedersammlungen de Grober, la revisión de Vicente Beltrán, «Tipología y génesis
de los cancioneros. Las grandes compilaciones y los sistemas de clasificación», Cultura
Neolatina, 55 (1995), 233-265.
61
No se trata del mismo ámbito, desde luego, pero sí tienen finalidades en alguna me-
dida rituales los dos posibles cuadernos de Encina, que estudia Vicente Beltrán, «Dos Lie-
derbliitter quizá autógrafos de Juan del Encina y una posible atribución», Revista de Lite-
ratura Medieval, 7 (1995), 41-91 , cuyos aspectos religiosos fueron puestos de manifiesto
por M". Isabel [Hemández] de Páiz, «El viaje y el descubrimiento: hacia una lectura devo-
cional de la Tribagia de Juan del Encina», en Javier Guijarro Ceballos, ed., Humanismo y
literatura en tiempos de Juan del Encina, Salamanca: Universidad, 1999, 367-378. En
cualquier caso, tampoco entre los cancioneros perdidos podemos hallar algo equivalente al
CMA (véase Alan Deyermond, «¿Una docena de cancioneros perdidos?», Cancionero Ge-
neral, 1 [2003], 29-49).
IV
EL CANCIONERO MUSICAL DE ASTUDILLO
No son pocas las preguntas que quedan por contestar después de exami-
nados los aspectos materiales del pequeño manuscrito que nos conserva
CMA. La lectura del texto que intento en este capítulo y en el comentario
que contiene el siguiente quizá contribuyan a responder algunas de ellas y
dejen sembrados algunos granos para desarrollar la tercera parte del libro.
1
Parto de lo ya expuesto con más detalle en Cátedra 200 1, 26-28.
212 Los textos del «Cancionero musical de Astudillo»
en texte -y 'en verso' y 'en música', habría que decir- , de nuestro cancio-
nero no sólo lo individualiza en el panorama de los del siglo xv y, como
hemos dicho, lo acerca a otras tipologías de manuscritos, sino que también
dificulta cualquier edición que se pretenda acorde con unas normas estable-
cidas sobre la base de reconocimientos lingüísticos o métricos.
Esta circunstancia está tras de las consideraciones que preceden sobre el
manuscrito, y va a estar también tras de la edición, que no se puede hurtar,
sin embargo, a una serie de convenciones, desde la presentación gráfica a la
métrica.
Varias de las correcciones antiguas, sobre todo en forma de adición, mues-
tran acaso no tanto el descuido de la copia cuanto lo accesorio en estos textos
musicales de una regularidad métrica. Hemos atendido con prudencia a ésta,
respetando y señalando las situaciones de hipometría o hipermetría, irregulari-
dades muy regulares por otro lado en determinados terrenos poéticos del siglo
xv en los que la norma del arte no es imperativa. Por ello damos de lado a la
tentación de la regularización, si no es en casos de total seguridad o que nos
han parecido claramente erróneos. Para los aspectos relacionados con las op-
ciones métricas, sin embargo, remito a lo que expongo en los comentarios a
cada una de las canciones que se contienen en el capítulo siguiente.
Por lo que a la presentación gráfica se refiere, apenas he intervenido: se
regulariza el uso de v/u e i/j en posición consonántica y vocálica; separo las
palabras aglomeradas (ala, de/a, etc.) y agrupo otras que tradicionalmente se
escribían separadas (adverbios en -mente, u otros como tan bien). En estos y
en Jos demás casos que se da, he respetado la alternancia gráfica de la n/m
antes b o p, sin ninguna regularización. La conjunción copulativa aparece
como y frecuentemente a partir de la composición III, en 1-II se halla exclu-
sivamente el signo tironiano; en los demás casos, hay alternancia. Varias son
las formas de signo tironiano: la más común, -r; un tipo más simplificado del
mismo (V, 9); y otras como, por ejemplo, el punto rodeado por un bucle
- III, 33; parecido al que se encuentra, por ejemplo, en manuscritos realiza-
dos en letra de origen aragonés, como la del manuscrito de los oficios de
Santo Tomás ya analizado-, o un trazo como un -r pequeño (111, 133), am-
bos propios de la mano segunda.
Por lo que se refiere a las abreviaturas, más arriba, al examinar su tipo-
logía, ha quedado constancia de la variedad y también de la solución adopta-
da; quede señalado, no obstante, que la tineta o trazo que indica elisión de
nasal ante p o b (por ejemplo, 1perial), se transcribe siempre por n (inperial),
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 213
*
* *
El estudio lingüístico del texto mereciera más sabiduría y detenimiento,
por más que el interés actual sea sólo el de contextualizar la edición. Inte-
resa, sin embargo, la constatación de algunas particularidades directamente
relacionadas con el peculiar estatuto de estas canciones, al objeto de señalar
tanto su condición en ocasiones conservadora o arcaizante, siempre en direc-
ta relación con el almacén lingüístico litúrgico, del que veremos dependen y
del que se descolgarán con el tiempo determinado léxico y numerosos esti-
lemas, que pasarán a la lírica religiosa de los siglos xv y XVI. O, en fin, pare-
ciera pertinente llamar la atención sobre aspectos concretos, vinculados con
el espacio ceremonial y espectacular en el que se han utilizado estas piezas,
que se hallan enclavadas en esta tradición cerrada de la poesía navideña,
como, por ejemplo, la que es dable llamar habla rústica o estilo humilde
pastoril.
Algunas particularidades que afectan al sistema consonántico son indicio
de la tendencia arcaizante, al menos gráfica, o bien de una cierta alternancia
muy propia de la lengua de la primera mitad del siglo xv. Verbigracia, y por
lo que se refiere a la presencia de la f- inicial, es ésta bastante sistemática y
preferente, frente a h- o a nada, aunque a veces alternan, como fezistes y
hazer en VIII, 14-15. En este caso, es evidente, incluso, que la h- no es aspi-
rada, pues que permite la sinalefa y, quizá, por ello se utiliza. Esta tendencia
a la pérdida de aspiración de la h se aprecia en otras composiciones, como en
I, 7 y 8, donde, por un lado la medida, nos aclara en el segundo que no nos
las habemos con una h que obligue la dialefa (que Dios tomaseuher-
mandat), y en el primero la frase musical nos obliga a admitir una diéresis, y
no la dialefa (Con nüestra uhumanidat).
No obstante, se aprecia que el origen variado de las composiciones po-
dría explicar diferencias, pues que algunas, como pensamos, no estaban de-
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 215
2
Recabo, en esta ocasión, testimonios del CORDE de la Real Academia.
3
Véase al respecto Amado Alonso, «Trueques de sibilantes en antiguo español», Nue-
va Revista de Filología Hispánica, 1 ( 1947), 1-12, especialmente 7-8. Como me señala Jo-
sé A. Pascual, a quien agradezco la ayuda prestada en estas páginas, no es extraño que
también aparezcan estos trueques en palabras de evolución culta, de ámbito eclesiástico
(véase su trabajo «De fonética histórica», en prensa). Virsen es la lectura que se encuentra
en una de las canciones marianas de Encina recogidas en el Cancionero musical de Pala-
cio (José Romeu Figueras, La música en la corte de los Reyes Católicos, IV. Cancionero
musical de Palacio (siglos XV-XVI), Barcelona: C.S.I.C., 1965, n•. 406), frente a Virgen
del texto impreso del Cancionero (Salamanca, 1497 [Emilio Cotarelo, ed., Cancionero de
Juan del Encina, edición en facsími le de la de Salamanca, 1496, Madrid: Real Academia
Española, 1928]), fol. 98v.
216 Los textos del «Cancionero musical de Astudillo»
4
Para algunos de los avatares de la introducción y espacio de estos cultismos, véase
José A. Pascual, La traducción de la «Divina commedia» atribuida a D. Enrique de Ara-
gón. Estudio y edición del Infierno, Salamanca: Universidad, 1974, 173.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 217
[1]
- ¿E con quién?
-Con nüestra humanidat,
que Dios tomase hermandat 8
e nos diese alegria,
10 que parida es María.
- En el alto consistorio 9 •
- ¿Qué fizieron?
- Fizieron un oratorio.
-¿Para qué?
15 -Que en el vientre virginal
el Thesoro divinal
paresciese en este día,
que parida es María.
- En la Trinidat sagrada.
20 - Di, ¿qué fue?
- Fue tratada enbaxada.
- ¿Para qué?
menta en textos antiguos: <<E el rrey felipe de fran"ia fijo del rrey sant luys enbiara mouer
por muchas vezes pleitesía al rrey don alfonso que quisiese catar alguna manera por que
oujese alguna cosa eil que biujese don alfonso fijo del jnfante don femando» (Crónica de
Alfonso X. fol. 55r, apud ADMYTE, CD-0); «& don ferrand perez pon~ que era adelantado
mayor dela frontera llego y a el Rey don sancho con pleitesía del rrey de granada que que-
ria abenjrse conel Rey don sancho & ser su vasallo & dar le sus parias (Crónica de Sancho
IV. fol. 74v, apud ADMYTE, CD-0). A juzgar por estos dos últimos textos y algunos más,
que no vale la pena acumular, pleitesía puede ser el acto de intentar un acuerdo mucho
más fuerte (véase en el estudio lo dicho a propósito del sentido teológico de esta copla, en
los preliminares de la Redención).
8 En relación con el sentido que figura en las Partidas: «La tercera es hermanda! que
auiene entre el fijo spirital & los hijos carnales delos padrinos & de las madrinas» (Siere
partidas, fol. 254v; apud ADMYTE, DC-0). Es más extraña la construcción tomar herman-
da!, que no alcanzo a documentar más que en una ocasión con la ayuda del CORDE de la
Real Academia Española, y en donde se comprueba bien el sentido que aqui tiene, plan-
teándolo en términos de formar parte de una cofradía: «E nos, el dicho abbad e prior e
convento, vos recebirnos a todos los clerigos que en esta santa hermandat e confradria to-
maredes, en todos los officios e beneficios que se fazen e se faran fasta la fm del mundo
en este santo logam (Ordenanzas de la hermandad de Silos (1439]).
9
Véase más abajo para el sentido de estos versos y de los tecnicismos que incluyen,
consistorio y oratorio.
220 Los textos del «Cancionero musical de Astudillo»
NOTAS TEXTUALES
1-1 O El estribillo y la primera estrofa están copiados al pie del pentagrama, que
ocupa los fols. 1v y 2r.
1O Este verso de vuelta se copia dos veces, en su lugar correspondiente bajo el
pentagrama de la primera voz en el fol. 1v y en el de la segunda en 2r; en la
primera ocasión se escribe que parida es maria, y en la segunda pues pari-
daes maria.
20 Antes de di escribe F.
40 No hay ninguna duda por lo que se refiere a la abreviatura de qui (véase Jo
más arriba indicado a este propósito).
41 Repongo día, porque me parece detectar aquí un error en la secuencia, con
un verso hipométrico que, además, rompería el esquema rímico.
10
Atendiendo al esquema métrico y musical, faltan aquí dos versos, que muy bien po-
drían ser los mismos del estribillo.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 221
[ll]
11
Referencia al pasaje evangélico de Le 2, 14 («Gloria in altissimis Deo, et in terra
pax hominibus bonre voluntatis») y a su forma antífona! dentro de las horas del día de Na-
vidad. Se sugiere más abajo que quizá se eche en falta una estrofa que introduzca ésta, con
explícita referencia a los ángeles, que serían el sujeto de denunfiaron; de otro modo,
hemos de invocar al anclaje litúrgico para explicamos la falta (véase lo dicho en el comen-
tario a esta canción en el siguiente capítulo).
12
En relación con otro pasaje de Le 2, 10-11 («Nolite timere: ecce enim evalgelizo
vobis gaudium magnum, quod erit omni populo: quia natus est vobis hodie Salvator, qui
est Christus Dominus, in civitate David»), la segunda parte de Jo cual constituye la antifo-
na navideña por excelencia.
13
Verso hipométrico, que quizá habría que enmendar¿ Y la Virgen qué sentía?
222 Los textos del «Cancionero musical de Astudillo»
NOTAS TEXTUALES
[lll]
14
Si tenemos en cuenta lo que más abajo se propone sobre las relaciones de este estri-
billo con otros de parecida oportunidad festiva o litúrgica relativos al Evangelista, y, ade-
más, las consideraciones sobre la forma métrica de esta composición, seria pos1ble recons-
truir esta copla así: Virgen digno de loar 1 ~ierto eres tú, señor, 1amigo del Redenptor, 1
evangelista sant Juan», cuadrando rima de estribillo y rima de verso de vuelta al final de
las octavas. No obstante, como se verá, tanto honor como loar serian posible, atendiendo a
las fuentes litúrgicas y a otras manifestaciones romances.
15
Es una lección gramaticalmente dudosa - no documento tempranamente tomar
suerte-, que invitarla a enmendar en toviste; podria ser, así, que el antigrafo tuviera difi-
cultades de lectura.
16
Se echaría de menos para el mejor sentido una conjunción copulativa, que permita
percibir la idea de amar e ser amado.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 223
mismo que más abajo en el v. 30. No se deja de documentar; por ejemplo, en el CORDE de
la Academia se incluye un fragmento de la Atalaya de las crónicas de Martínez de Toledo;
no he podido, sin embargo, examinar el manuscrito. La comparación con el águila, insig-
nia del evangelista, es común y obligatoria en muchos de los himnos y prosas a él dedica-
dos (Thesaurus himnologico, n•. 434, v. 6b) y en la literatura romance (cf Foulché-
Delbosc & Massó Torrens 1912, 25)
20
águila y el epiteto volante dan sustento al entramado de una de las composiciones
de Montesino sobre san Juan (Rodríguez Puértolas 1987, 260-267).
21
Es verso hipermétrico (+1) y, además, con una rima suelta.
22
Ésta y la estrofa siguiente están dedicadas a san Juan en la Última Cena, en la que se
dice que se adormeció en el costado de Cristo, a partir de la breve referencia evangélica
(Io 13, 23), de donde el sueño 9elestial del v. 22. Según la tradición piadosa, san Juan era
sobrino de la Virgen y primo hermano de Cristo (véase Can9oner sagrat de vides de sants,
vv. 13-20 [Foulché-Delbosc & Massó Torrens 1912, 23]; y el Cancionero de Montesino
[Rodríguez Puértolas 1987, 144, v. 601, y 255, v. 105]).
224 Los textos del «Cancionero musical de Astudillo»
a do tu humano sentydo
alcan9ó tanto saber,
que en tu lengua y grand sonido
20 comen9aste a flores9er.
Tú quedaste tan replecto
de aquel sueño 9elestial
que tu sentido, ardiendo
en el fuego divinal,
25 alcan9aste a tu vista
la muy alta Trinidat 23,
denun9iaste a maravilla
la Palabra de verdad 24 .
Tú nos eres figurado
30 por el ágila caudal,
que volaste en lo más alto
del altura divinal 25 ;
e ansy fueste inflamado
en tu dezir y fablar,
35 que, diziendo Verbum caro 26 ,
23
Es, según otros testimonios, una de las consecuencias de la dilección de Cristo. Cf.
Canfoner sagrat de vides de sants, vv. 81-84 (Foulché-Delbosc & Massó Torrens 1912,
25). En otros lugares se afirrna que lo que, concretamente, percibió san Juan en ese sueño
fue el misterio de la Trinidad: «E' solo fu dilecto 1di Cristo norninato,l ch'a la cena, in sul
pecto, lli fu adorrnentato; 1 allora fu beato: 1 vide la Trinitade, 1 onde di caritade 1 fu pieno
)'evangelista» (Concetto del Popolo, ed., Laudefiorentine, l. Il/audario del/a compagnia
di San Gilio, Florencia: Leo S. Olschki, 1990, II, 550-551); la misma composición en Erik
Staaff, Le «Laudario>> de Pise du Ms. 8521 de la Bibliotheque de / 'Arsenal de Paris. Étu-
de linguistique, Uppsala & Leipzig: Almqvist & Otto Harrassowitz, 1931, 213).
24
Tómase como referencia el principio del evangelio de san Juan (véase más abajo,
capitulo octavo, a propósito de las 'verdades de san Juan' que menciona Juan Álvarez
Gato).
25
Nuevamente se invoca la metáfora del águila, en los mismos términos que en otra li-
teratura de gozo, como el Canfoner sagrat de vides de sants, vv. 77-80 (Foulché-Delbosc
& Massó Torrens 1912, 25); y, por supuesto, la himnica (Iñesaurus hymnologicus, n•. 82),
o la de las laude (Del Popolo 1990, 1, 358).
26
lo 1, 14: <Nerbum caro facturn est et habitavit in nobis», texto que constituye, ade-
más, una de las antífonas de maitines del dia de Navidad y responsorio en el curso del ter-
cer nocturno.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 225
nos mostraste la verdad.
Tú dexiste que in prín~ipio
la palabra era Dios
y Dios era la palabra,
40 y la 27 palabra ~erca Dios 28•
¡0, muy alto cognoscer,
qué sentido fue aquél
que se pudo rrebolver
en tan alto contenplar!
45 Verdadero testimonio 29
tú nos diste del Señor;
los letrados y maestros
a ti todos dan honor 30,
deziendo que ya sabemos
50 tu palabra ser verdad,
pr~ediendo del altura 3 1
de aquel Verbo divinal.
[Jv] Previllegio te fue dado
de amor 32 y castidad,
27
La supresión de la regularizaría la hipermetría del verso y también la secuencia rlt-
mica.
28
Cita del principio del evangelio de San Juan: «In principio erat Verbum, et verbum
erat apud Deum, et Deus erat Verburro>.
29
El cambio de orden de las palabras de esta copla puede permitir recomponer su uni-
dad estrófica, pues se recupera la rima asonante que cuadra con el tercer verso; asi, podria
editarse: testimonio verdadero.
30
Independientemente de lo genérico de este patronazgo, téngase en cuenta que la
fiesta de san Juan Evangelista era la de los sacerdotes, mientras que la del día siguiente, el
28 de diciembre, era la de los estudiantes y niños de coro.
31
La inversión de las palabras de este verso podrla facilitar la regularidad rimica que
requerirla la estrofa. Así, podria editarse: del altura profediendo.
32
«Privilegium (...] amoris», como reza la antífona que se repite a lo largo de la fiesta
de san Juan. Por lo que se refiere al privilegio de la castidad, también se incluye en una de
las antifonas de los oficios: «Diligebat autem eum Ihesus quem specialis prerrogativa cas-
titatis ampliori dilectionefecerat dignum>>.
226 Los textos del «Cancionero musical de Astudillo»
55 confirmado e ssellado
con flor de virginidad 33 .
¡0, qué mano tan rreal,
que tales gracias te dio
y sobre todos te amó
60 de amor muy syngular!
¡Tú eres el escogido
y de Dios mucho amado;
tú eres evangelista
sant Juan bienaventurado!
65 ¡Tú eres el que de grado
fasta la muerte seguiste
Aquél que en la cruz viste
con gemido espirar 34!
Al tienpo de la Passyón
70 tu coracón fue rronpido
de tormento tan esquivo
que al Señor viste passar 35 ;
tus sentidos y tus fuercas
se perdieron con pesar,
75 tus entrañas fueron llenas
de muy amargo manjar.
Non tan solamente viste
a Dios vivo padescer,
mas a par de ti la viste
so a su Madre amortecer.
¡Ay, dolores syn rremedio 36,
33
Entre los cuatro privilegios -<:<>n el mismo término que aqui- con los que san
Juan fue distinguido se enumera el de la castidad en la Leyenda áurea (Varazze 1982, 65).
34
Una posible enmienda para evitar esta rima suelta: espirado en vez de espirar. Espi-
rado concordaria naturalmente con Aquél.
35
La asonancia se recupera si invertimos el orden de palabras: que viste passar al Se-
ñor, pero perdemos la regularidad métrica.
36
No sé si fuera posible proponer una posible enmienda ¡Ay, dolor sin remediar!, que
solventarla el problema de la rima. Recuerda el grito del planto de la Semana Santa, que
aquí subyace (véase más abajo en el siguiente capitulo).
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 227
37
Se refiere, naturalmente, a la Virgen.
228 Los textos del «Cancionero musical de Astudillo»
361 ). Hemando de Talavera, en su Breve tratado de loores del bienaventurado san Juan
Evangelista, Ms. 332 de la Biblioteca Lázaro Galdiano, fols. 26r-129r, se ocupa del asunto y
babia de las opiniones de unos, que defienden la incorrupción del cuerpo de san Juan, basán-
dose en la Leyenda áurea, y otros que hablan de una dorrnición del santo hasta que sea lleva-
do en cuerpo y alma al paraiso terrenal. Los predicadores populares, como san Vicente Fe-
rrer, difunden el pensamiento de santo Tomás que en suma plantea que, una vez muerto el
santo, resucitó y en cuerpo y alma subió al paralso celestial, para ocupar su cátedra a los pies
de Cristo y de la Virgen (cf. Vicente Ferrer, Sermones solemnitatum sanctorum [tomo ID de
la edición de sus sermones], Valencia, 1695, 71), tal como parece sugerirse en nuestro texto.
Vé3Sé, también, la referencia de Jesús Menéndez Peláez, «Rivalidad hagiográfica en la litera-
tura española medieval y renacentista: los dos santos Juanes», Studium Ovetense, 29 (2002),
315-317.
43
El verso, con la enmienda incorporada, es hipermétrico, a no ser que leamos non
acatando tú mis obras o, mejor, non catando...
230 Los textos del «Cancionero musical de Astudillo»
NOTAS TEXTUALES
La rúbrica del texto va en rojo, añadida por cima del primer verso en el margen
superior; no se había dejado espacio para la rúbrica.
1 honor está tachado y sobrescrito loar por una mano distinta. Parece que se
trata simplemente de un error o un intento de arreglar la secuencia de la ri-
ma (véase la nota al texto).
2 la -r- de fierto ha sido superpuesta entre lineas; no se trata, claro, de una
abreviatura.
21 Antes de quedaste tacha nos, error de salto de igual a igual (véase el princi-
pio de la copla siguiente) que ha sido percibido a tiempo.
24 Después de divinal tacha al
25 El rasgo inferior de la f parece haberse añadido después, porque no se co-
rresponde con el tipo de esta segunda letra.
35 diziendo está añadido al margen con una llamada para -ser intercalado en el
texto
51 Antes de del tacha de verdad
81 Escribe aydores e interl. lo
82 morir está escrito con una abreviatura atipica: tñr
87 Había escrito pate y superpone una r
89 Antes de -te tacha al con
94 Al margen, después de espirar, escribe y tacha amen
98 Antes de dolor tacha amo, quizá eliminando una lectura amor del antigrafo
más que apropiada
99 Escribe Ayy
114 Tacha y bondat y otra mano añade al margen de amor
129 La -a- de mueras parece raspada o quizá afectada accidentalmente
139 eres añadido entre lineas
144 hechos acabado está añadido de otra mano algo más moderna, completan-
do un hueco que ha dejado la anterior
147 ganado al margen con llamada en el lugar donde ha de insertarse
151 Escribe acando e interl. ta
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 231
[IV]
44
Este verso es hipermétrico, contrastando con la reguJaridad de esta composición.
Quizá podría leerse stoviste o incluso soviste, pero también fuera posiblefoiste.
232 Los textos del «Cancionero musical de Astudillo»
NOTAS TEXTUALES
4 tu añadido entre líneas, me parece que no por la misma mano; seria posible
prescindir de la adición leyendo qüando, virgen donzella, algo forzada-
mente.
11 Antes de quien tachaj.
12 dezir añadido al margen con una llamada.
14 La tilde de señor es de una mano distinta més tardía.
17 Antes de de tacha que.
22 Antes de sosteviste tacha sostviste.
25 María añadido entre líneas.
45 Me parece que bajo la 11 de mantequilla se incorpora un punto.
[V]
[VI]
ALIA CANTICA
48
Es probable que esta composición esté incompleta, pues se detectarla la pérdida de
un estribillo, aunque me inclino a pensar que hacía las veces de estribillo la pregunta
Quem vidistis pastores?, del responsorio y antífona navideña, que subyace en el conglo-
merado de la celebración navideña (v~ más abajo, capitulo séptimo).
49
Los tres versos siguientes, como se indica en el estudio métrico, son heptasilabos,
pero, a poca costa, podriamos reconocer el tercero como un octosllabo, con una escansión
con dialefa.
234 Los textos del «Cancionero musical de Astudillo»
NOTAS TEXTUALES
Antes de la rúbrica, la misma mano que ha trazado ésta tacha con una linea
roja Dios vos salue la parida. Véase, para este asunto, lo dicho más abajo.
7 Reitera venidos.
11 Parece que se habia escrito soy y se añade la s como ligeramente volada en-
tre lineas, una manera no desusada de escribirla, pero que aqui parece rara
porque no hay espacio entre soy y m ... Ha empezado a escribir ma y sigue
con -ucho, cancelando -a-
18 fijo se copia al margen con llamada en el texto.
21 Tacha la -i- última de tarliritañia, que prefiero respetar.
25 En el manuscrito se lee tariryra, quizá error a juzgar por la lectura del v. 21
y la hipermetría de éste si respetamos esta otra.
30 es está añadido entre lineas.
[VII]
NOTAS TEXTUALES
[VIII]
ALIA CANTICA
NOTAS TEXTUALES
[IX]
NOTAS TEXTUALES
[X]
[7r] ANUNTIATIÓN
53
El verso es claramente hipermétrico, y quizá se aplique el pie perdido, en su regula-
rización métrica.
54
Véase, más arriba, 1, v. 11 ; y lo que se dice más abajo al respecto.
55
Para este motivo de la Virgen en contemplación, veáse más abajo, en el comentario.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 241
NOTAS TEXTUALES
En la rúbrica se había escrito Anuntion y corrige sobreponiendo ati
21 -va de demandava añadido entre líneas
31 La que parece la misma mano corrige luengo en largo.
35 Antes de de tacha tu
58 Hay una rotura en el folio que ha eliminado esta palabra
64 Escribe sirerua y corrige.
66 fue está interlineado.
72 Antes de diziendome tacha p.
[XI]
ALIA CANTICA
51
El verso es hipermétrico; si se enmienda llamava en llama se conseguiría la regula-
ridad métrica y rúnica.
58 Para entendedor como amante, véase más abajo en el comentario a la canción. En
esta copla y en las siguientes ya no se repite al margen con una llave el principio del estri-
billo.
59 Verso hipermétrico, quizá enmendable en sy era bien que callase.
244 Los textos del «Cancionero musical de Astudillo»
NOTAS TEXTUALES
60
Verso hipermétrico, que ten<iria fácil enmienda con la pronunciación apocopada
dixo -1. No obstante, como se puede notar, la rima no sigue la secuencia esperable, por lo
que seguramente hay un error. Habría que pensar en una propuesta distinta para este verso,
como, por ejemplo: dixo·l: ¿Por qué estas tristado, que, naturalmente, no tiene por qué
convencer a nadie.
V
CONTEXTO POÉTICO, DOCTRINAL Y FUNCIONAL
DEL CANCIONERO MUSICAL DE ASTUDILLO
1
Facilitaré entre paréntesis el esquema según la fonnulacióo que sigue Ana María
Gómez-Bravo, Repertorio métrico de la poesía cancioneril del siglo XV. Alcalá: Univer-
sidad, 1998.
2
Remito a Clarke 1964, así como también a las conclusiones de Pierre Le Gentil, La
a
poésie lyrique espagnole et portugaise la fin du Moyen-Áge, Rennes: Plihou, 1949-1953,
II, 324-330.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 247
dad, aunque quizá haya que reconocer diéresis en los versos 7; hiato en el v.
21 , 40 y 41.
Alternan versos oxítonos y paroxítonos en todas las coplas; las rimas agu-
das son las mismas a lo largo de toda la composición y caen en los versos de
pie quebrado, como es bastante común, que a su vez son demandas con una
melodía que acaba en ascenso y parada abrupta. Hay una inestabilidad eviden-
te, pues las rimas consonantes perfectas alternan con alguna imperfecta (fue 1
quién, gerarchia 1pletesia) e incluso asonante (verbo 1 seno), no excesivamen-
te extraña en textos musicados.
Atendiendo a la estructura, hay un par de situaciones que la condicionan,
la primera es la de su puesta en práctica musical. Parece que estamos ante
una estructura melódica algo complicada, evolucionada con respecto a los
esquemas más simples del vire/ai, que vamos a encontrar en otra pieza del
CMA, con varias frases musicales distintas:
a~llrSJySJ&Tlla~
aa be be dd aa
que nos obliga a proponer una práctica en la que se diferencia un coro, que
canta el estribillo y dos solistas o semicoros, que cantan altemadamente los
cuatro primeros versos de la mudanza, que además se estructuran como pre-
gunta -<ielimitada por el pie quebrado- y respuesta, y en conjunto los tres
siguientes, incluyendo la vuelta, que convoca de inmediato al resto de canto-
res para unirse todos en el último verso, que es retronx del segundo del es-
tribillo, con variantes para su ajuste al sentido (cambio de la conjunción que
que lo encabeza por otras partículas 3). Y esto es así excepto en la última co-
pla, irregularidad que nos la podemos explicar porque, en realidad, aquí se
han compuesto dos versos de vuelta, cantados por los solistas a dúo, que
convocan a todo el coro para el canto por entero del estribillo, que cerraría la
composición.
Es, en cualquier caso, evidente la necesidad de crear formas bien estruc-
turadas en paralelo porque, además del retronx del verso entero, se usa de
forma peculiar y alternada el de palabra: en las coplas primera, segunda y,
3
La confusión, sin embargo, señalada a propósito del v. 10, que, al ser copiado dos
veces al pie de cada uno de los pentagrarnas, varía que en pues, puede indicarnos que se
trata de una variación ad libitum poco rigurosa y, desde luego, propia en un ámbito poéti-
co poco estricto.
248 Contexto poético, doctrinal y funcional
• Gómez-Bravo 1998, n°. 1026-1028. Tiene el aire de una letra de Álvarez Gato (n°.
695), que podrla representar el esquema de una de nuestras mudanzas, sin el verso de
vuelta y con inversión de los tres últimos de la mudanza (a b a b e' d d~. Más abajo, en
1 4 1 4 1
el capítulo VII, señalamos el parecido con las canciones incluidas por Hemando de Tala-
vera en su revisión de la Vida de Jesucrist de Eiximenis.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 249
5
Para Adán, aparte los grandes misterios franceses de la Edad Media, ténganse en
cuenta las Vitae Christi, como la de sor Isabel de Villena (Ramon Miquel y Planas, ed.,
Isabel de Villena, Vita Christi, Barcelona: Biblioteca Catalana, 1916, 1, 82 y siguientes).
6
Craig 1955,70.
7
Georges Duriez, La Théologie dans le drame religieux en Allemagne au Moyen Áge,
París-Lille: René Giard & J. Tallander, 1914, 187 y sigs.; Lynette R. Muir, The Bíblica/
Drama ofMedieval Europe, Cambridge: University Press, 1995, 83-88.
250 Contexto poético, doctrinal y funcional
8
MVCc, fol. 4r. En versión latina: «Cum longissima tempora ultra spatium quinque
milium annorum miserabilitera iaceret •genus humanum et nullus pmpter peccatum primi
hominis ascendere posset ad patriam beatissimi spiritus conpatientes tante ruine ac de sua
restauratione solliciti...taliter Domino supplicaverunt et procidentes in facies suas ante
thronum eius omnes simul congregati dixerunt: 'Domine, placeat maiestati tue nobilem et
rationalem creaturam, scilicet hominem, propter tuam solam bonitatem facere, ut sit ipsi
salus hic nobiscum et nobis ex ipsa nostrarum contingat restauratio ruinarum... '» (Vita
Christi edita a sancto Bonaventura, Parls: De Mamef, s.f. [c. 1515-1520], sign. A1v-A'r).
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 251
Son, en efecto, los ángeles los que insisten cerca del Padre, tanto en la
VJC de Francesc Eiximenis, como en otras narraciones de los preliminares
de la Redención, verbigracia la de Juana de la Cruz, que en su Libro del co-
norte detalla las idas y venidas de éstos para conseguir convencer a Dios 9 •
Es, por otro lado, uno de los temas del teatro medieval 10 •
A la vista de todo esto, quizá se puede decir que «la sancta gerarchía» de
nuestra primera copla (v. 3) sea referencia a la jerarquía angélica, que nego-
cia la <<pletesía» 11 o el pacto para que Dios «tomase hermandat>> con el géne-
ro humano. En una canción catalana, que desarrolla el mismo asunto, se can-
taba:
No y basta homa sol
a la ofensa divina,
ni ningun sperit
de la alta geraxia 12 ,
1949 (Eis nostres clássics, n•. 65), n•. XXIX, 136; y en la más reciente edición del mismo,
Corpus d'antiga poesía popular, Barcelona: Barcino, 2000 (Els Nostres Cltissics, col. B,
n•. 18), n•. 160, 190.
252 Contexto poético, doctrinal y funcional
13
Véase Duriez 1914, 188 y sigs.
14
Romeu Figueras 1949, n°. XXIX, 136; Romeu Figueras 2000, n°. 160, 190. El senti-
do de ' iglesia' o capilla, con fines religiosos, se encuentra desde pronto Gran conquista de
Ultramar(«& entraron enla uilla que dios les auie dado. & metieron la uera cruz en la mas
noble eglesia, que era oratorio de los Griegos, a onrra de sant Paulo & fizieron y sus ora-
ciones>> [BNM, Ms. 1187, fol. 72r; apud ADMITE, CD-0]).
IS «Tabernaculum. Ji. oratorio o ygleia de qualquier materia que sea o tienda de cam-
po. et corripit. pe. psalrno .xiiij. et .ij. pe ..j. quandiu sum in hoc tabemaculo .i. eneste
cuerpo, que es morada e receptaculo e cubierta del anima. ponese metaphorice» (s. v.; apud
ADMYTE, CD-1).
16 Véase, por ejemplo y sin ir más lejos, Bersuire, Repertorium mora/e, s. v. ( 1589,
364-365).
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 253
culada de la Virgen para que sea receptáculo del Hijo de Dios como medio
ejecutor de la Redención. Oratorio, así, vendría a identificarse con el vientre
virginal del v. 15. Este es, además, el sentido de «el sacro oratorio 1 a Dios
conteniente» de Ambrosio Montesino, en un poema que, como veremos más
abajo, tanta relación podría tener con otro de nuestro cancionerillo y en el
que, además, se encuentra oratorio rimando con consistorio, como aquí 11 , lo
que es indicio, más que de una relación directa, de lo que a lo largo de estas
páginas vamos a ir llamando tradición ce"ada de la poesía religiosa de uso
devoto o litúrgico.
Si me entretengo en la relativa 'profundidad' doctrinal de estos versos es
porque, tras de una aparente sencillez, me parece que yace una justa preci-
sión teológica que tiene sus consecuencias, por lo que a nosotros se refiere,
si intentamos evaluar los fines y los usos de estos versos. Así, en la copla
tercera es certera la referencia a la Trinidad, pertinente desde la perspectiva,
por ejemplo, de que «excelsum incamationis opus fuit totius Trinitatis», co-
mo recalca Juan de Caulibus 18 , pero también porque, como se expresa en la
misma obra, el asunto de la Anunciación, la «enbaxada», del que se ocupa
esta copla, es movido por la Trinidad y sigue en el orden de los aconteci-
mientos a la decisión de la Encarnación y a la preparación de la persona idó-
nea donde realizarla 19 . Que este tipo de conocimientos era una cosa relati-
vamente normal ~n el claustro se puede comprobar con el examen del Libro
del conorte de sor Juana de la Cruz, la monja clarisa que a principios del si-
glo XVI consignó en sus sermones las visiones interpretativas de los aconte-
cimientos celestiales en las fiestas importantes 20•
17
Rodriguez Puértolas 1987,242.
18
MVC, fol. sign. A'v. Curiosamente en la versión castellana hay una cierta modera-
ción del pasaje: «Porque, aunque la santa Trenidad está en todo logar, más agora has de
pensar que está aqul por una singular manera, porque es la obra singulam (MVCc, fol. 9r).
19
«Postquam autem venit plenitudo temporis quo ordinavit beatissima et summa Tri-
nitas generi humano providere per incamationem verbi propter nimiam cbaritatem suam
[...) vocavit Deus omnipotens Gabrielem archangelum et dixit ei [...))) (MVC, A' r), que en
MVCc se lee: «Siendo ya el tiempo conplido en que la santíssima e ex~elentíssirna Trinidad
avla ordenado de proveer al linaje humano por la Encarna~ión del su Hijo por su muy
grand caridad [...] llamó Dios todopoderoso al arcángel Gabriel, e dlxole [...)))(fol. 8v).
20
Dice en el primero de ellos, dedicado por entero a la Encarnación: «E enton~es fabló
toda la Trinidad en una voz, diziendo: ' Pues llamen a Gabriel e venga luego acá'. E yendo
los mensajeros a llamarle con grandes estrumentos y canciones diziendo: 'Ven acá, ven
acá, que te llama la Magestad, que te llama la Trinidad, que te Llama la Potestad, que te
254 Contexto poético, doctrinal y funcional
llama el alto Dios» (Garcia Andrés 1996, anexo 1, 10; esta edición del Conorte es cuasi
paleográfica, por eso en nús citas puntúo para facilitar la lectura).
21
Dreves & Clemens 1909, II, 18.
22
Vincenzo De Bartholomaeis, ed., Laude drammatiche e rapresentazioni sacre, Flo-
rencia: Felice Le Monnier, 1943, m, 311, V. 154.
23 Maxim P. A. M. Kerkhof, «Le Tresenario de contenplafiones por estilo rrimado,
texte expagnol anonyme du x:v• siecle», Gesammelte Aufsátze zur Kulturgeschichte Spo-
niens, 31 (1984), c. 65.
24
María Teresa Herrera, ed., Historia de los Reyes Magos. Manuscrito 2037 de la Bi-
blioteca Universitaria de Salamanca, Salamanca: Universidad, 1993, 21 .
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 255
mitad del siglo xvr. Gómez Manrique habla de celeste consistorio para refe-
rirse al cielo. Encina nos ofrece un buen repertorio en su poema sobre la
Asunción (consistorio [v.510], consistorio divinal [v. 886], alto consistorio
[vv. 341, 882]) 25 • Montesino, al describir el pesebre, dice que es «mayor
consistorio 1 que de emperador>> 26, y nos da una clave en la rima para, acaso,
columbrar el origen de este texto en un ámbito narrativo o poético latino,
pues consistorio rima con diversorio, el diversorium del portal evangélico
(Le 2, 7), y oratorio, en secuencia parecida al nuestro. También villancicos
de Navidad del mismo siglo varían sobre parejo motivo: consistorio divino o
consistorio sagrado [ .. .] del alto cielo sirven como circunloquio del consejo
en donde se toma la decisión de la Redención en una pieza del Cancionero
de Nuestra Señora 27 . «Lo qual fue assí ordenado 1 en el alto consistorio 1 y
en la tierra effectuado», se lee en la Obra del santíssimo Nacimiento de
nuestro señor Jesu Christo llamada del Peccador de Bartolomé Aparicio,
una complicada pieza navideña, alguna referencia a la cual se impondrá más
abajo 28• En la Obra llamada los desposorios de Christo, recopilada por Juan
Timoneda en su Segundo ternario, Dios, caracterizado como el rey de las
bodas en la parábola de san Mateo, dice, en el mismo contexto teológico de
la Redención: «Mándate mi consistorio» 29 •
El poema se cierra con otra estrofa para el Nacimiento y el consiguiente
gozo celestial que _desencadena. Se destaca el canto de los ángeles, «al tienpo
de los maytines», como indicio del Nacimiento. Da la sensación que, como
abundantes testimonios basados en el evangelio del Pseudo-Mateo y en
obras contemplativas como las que he referido, nuestro villancico da por su-
puesto que los ángeles estuvieron presentes en el Nacimiento y fueron ado-
radores inmediatamente después de la Virgen; en tanto que, en los evange-
lios canónicos, los ángeles entonan la alabanza después, ya en el anuncio a
los pastores (véase más abajo sobre este asunto). En la última estrofa, se
convoca a participar en la alegría de la Encarnación y Nacimiento a todos los
asistentes, cristianos, con un final de carácter contemplativo y participativo,
integración que es habitual en las laude italianas.
El equilibrio, concentración y concatenación de misterios y acontecimien-
tos asienta bien con la perfecta organización del poema. Cada una de las es-
trofas se divide en dos partes, bien diferenciadas por la forma métrica y mu-
sical: en los cuatro primeros versos, merced a la alternancia del pie quebrado
y la intervención de dos cantoras o cantores o coros que dialogan, hay inter-
rogaciones de carácter pedagógico y catequismal, en las que se dilucidan las
circunstancias externas de la Encarnación por medio de un sistema graduado
de interrogaciones que recuerdan el hábito escolástico de estructurar el dis-
curso según las causas: dónde una cosa, dónde otra, cuándo todo, para qué,
etc. Mientras que en la segunda parte de cada estrofa se incorpora lo doctri-
nal y teológico del poema, recalcando el equilibrio y homógeneidad del rit-
mo de la composición. merced a la ausencia del pie quebrado y a la reunión
de las dos voces cantoras en polifonía.
En la misma línea de la tradición literaria abierta o cerrada, hay que te-
ner en cuenta que quizá el primer verso del estribillo responda a un grito ri-
tual de publicación de noticias, que parece tradicional en el ámbito navideño,
o, acaso, esta canción y las que de inmediato recuerdo no sólo se valen de
ese motivo, sino también de temas musicales comunes. No es el caso de
Buenas nuevas de alegría del Cancionero de la Colombina 30 , cuya melodía
es distinta. Tampoco de otros remakes del motivo, que, sin embargo y como
la pieza Colombina, tienen funciones - la prologal, por ejemplo- y temas
- los redentoristas- comunes, como algunos villancicos del siglo xv1.
«Buenas nuevas, buenas 1 Perucho y Antón, 1 que oy es nacida 1 nuestra sal-
vación», incluido en el Cancionero de Francisco de Ocaña, se cantaba al to-
no de la cancioncilla erótica «No me le digáys mal, 1 madre, a fray Antóm>31•
30
Miguel Querol Gavaldá, ed., Cancionero musical de la Colombina, Barcelona:
C.S.I.C., 1971, n°. 65. Habrá que tener en cuenta sobre esta y otras ediciones de este can-
cionero el cavet de Rey 2001 , 37-39. Por eso es mucho más fiable la edición de Brian Out-
ton, que aqui se utiliza (El cancionero castellano del siglo XV c. 1360-1520, Salamanca:
Universidad, 1990-1993, IV, 298).
31
Antonio Pérez Gómez, ed., Francisco de Ocaiia, Cancionero para cantar la noche
de Navidad, y las fiestas de Pascua (A lcalá, 1603), Valencia:«... la fonte que mana y co-
rre ...», 1956, 18-21.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 257
32
Pérez Gómez 1952, 11.
33
Véase para la cuestión lo que se expone en el capitulo VII.
J.4 Maria Josefa Canellada, ed., Lucas Femández, Farsas y églogas, Madrid: Castalia,
1976, 178, v. 361; v. 375 en la cómoda edición reciente de Juan Miguel Valero Moreno,
ed., Lucas Fernández, Farsas y églogas, JI. Sacras, Salamanca: Ediciones de la Universi-
dad de Salamanca, 2004,43.
35
Con respecto a los vv. 7-8 de nuestra canción, compárese también, en Égloga o far-
sa del Nas~imiento, vv. 323-324, poco antes de la cita de Nuevas nuevas, explicando Ma-
cario qué es Encamación: «La sancta diuinidad 1 tomar nuestra humanidad 1 para nuestra
saluación» (Canellada 1976, 177; Valero Moreno 2004,41, vv. 336-338).
36 Recogido en el Cancionero General de la Doctrina Cristiana y continúa en el mis-
mo contexto de la Redención que nuestra canción: «Oy el baston de valia 1 es echado 1 en-
tre el primero peccado 1 del hombre y su redempcion, 1 y vna virgen fue el baston 1 questa
riña ha apaziguado. 1 Oy es el hombre mostrado 1 irnmortal, 1 por hacerse Dios mortal 1
Dios al suelo descendio, 1 por donde luego subio 1 al cielo el hombre humanal» (Antonio
258 Contexto poético, doctrinal y funcional
37
Véase, por ejemplo, Le Gentill949-1953, U, 211-213; y, del mismo, Le virelai et le
villancico. Le probleme des origenes arabes, París: Les Belles Lettres, 1954, 8-1 O.
38
Gómez Bravo 1998, n•. 219.
39 Ana M•. Álvarez Pellitero, ed., Cancionero de Palacio. Ms. 2653 Biblioteca Univer-
40
Imprescindible aún Ernst H. Kantorowicz, Laudes Regiae. A Study in Liturgical Ac-
clamations and Mediaeval Ruler Worship, Berkeley & Los Angeles: University of Cali-
fornia Press, 1946,71-76.
41
Ramón Menéndez Pida1, «Sobre primitiva lírica española», en De primitiva lírica
española y antigua épica, Madrid: Espasa Calpe, 19682, 112-115; y «Cantos románicos
andalusíes», en España, eslabón entre la cristiandad y el Islam, Madrid: Espasa Calpe,
2
1968 , 75-77, tradición conservada en su espacio lírico a Jo largo de los siglos (véanse
también los comentarios de Dámaso Alonso & José M. Blecua, Antología de la poesía es-
2
pañola. Poesía de tipo tradicional, Madrid: Gredos, 1969 , XLrv-XLv). Uno de los últimos
testimonios medievales fehacientes del género es la canción en honor de Fernando el Ca-
tólico: «Bien venga l'altesa del muy prosperado 1 Rey, prínr,:ipe digno de gran poderío»,
del cancionero parisino PN11 (BNP, Ms. Esp. 305, fols. 105v-109v; cf Dutton 1990-1993,
lll, 437).
42
Margit Frenk, Corpus de la antigua lírica popular hispánica (siglos XV a XVII),
Madrid: Castalia, 1987, n•. 1226-1234; y Nuevo corpus de la antigua lírica popular his-
pánica (siglos XV a XVII), México: F.C.E., 2003, n•. 1226-1235 quattuor, y 1347-1349bis.
Canciones de enhorabuena las llama Pedro Henríquez Ureña, La versificación española
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 261
2
i"egular, Madrid: Centro de Estudios Históricos, 1933 , 149, 184; y llega hasta Lope de
Vega en sus Pastores de Belén (Romeu Figueras 1965, en su comentario a la canción n•.
273 del Cancionero musical de Palacio).
43
CAO, TV, n•. 6250.
44
Facilito el esquema completo del oficio de la noche de Navidad, según un breviario
romano de uso franciscano, en el apéndice 5, que, por otro lado, también puede seguirse
en el esquema de las fiestas de santo Tomás, apéndice l.
45
«Der alte Weihnachtshymnus wird spiirlicher vertreten sein, weil an diesen Feste
meist Lieder bekannter altchristlicher Dichter in Brauch waren: das Veni, redemptor gen-
tium des Ambrosius, welches ursprünglich Weihnachtslied (mit dem Anfange /ntende, qui
regis Israel), spater zum Adventsliede gemacht wurde» (Dreves & Blume 1909, U, 14;
donde también se puede leer el himno completo al que nos estamos refiriendo, que tam-
bién reproducimos más abajo, al facilitar el esquema mencionado en la nota anterior).
262 Contexto poético, doctrinal y funcional
el órgano tañerá y los cantores tomarán a dezir desde prin~ipio Veni, re-
demptor jentium; y tañerá otro poco>> 46.
Si el aire apantético de Christe, redemptor omnium viene prestado por la
propia función y sus relaciones con otras composiciones latinas, nuestra can-
ción tiene el mismo argumento que el himno latino: los primeros versos se
refieren a la Encarnación en y al Nacimiento del seno virginal; los siguientes
(15-23) coinciden también con el himno: <<Prresepe iam fulget tuum, 1 lu-
menque nox spirat 1 [ ... ) per quem nec ales exurib>; hay, además, coinciden-
cias en algunos detalles, como la referencia a los cantos de los ángeles en el
momento del parto 47 •
La misma fusión entre los elementos narrativos de Christe, redemptor
omnium y los apantéticos, más claros en esas otras composiciones latinas utt-
lizadas en el mismo contexto, se aprecia en otras composiciones parecidas a
la nuestra, en las que es sustancial la función de cantos de.bienvenida al re-
cién nacido. Sin salir del corpus de Greene, encontramos una porción de
cancioncillas, en las que se aprecia, por un lado, la enjundia de temas profa-
nos de las bienvenidas estacionales y su aplicación a la Navidad o al tiempo
de Adviento enumerando episodios y fiestas principales. Pero alguna de ellas
es clave para lo que aquí estamos constatando, como la que a continuación
transcribo en parte:
Welcum, welcum, welcwn,
Christe, redemptor omnium .
Now ys cwn owre Sauewore,
and now hathe Mare borne a flowre,
to all this wordill a grete soccowre,
ce/i te"eque Dominum 48 .
46
Reproducimos como apéndice 3 varios textos procedentes de ceremoniales toleda-
nos; de ahi procede este fragmento, donde se pueden recabar también más precisiones bi-
bliográficas.
47
Sobre la luz extraordinaria como tema de la Navidad añado algo más abajo, al co-
mentar la canción VI. La discusión sobre su funcionalidad dramática la remito a la tercera
parte de este volumen.
48
Richard Leighton Greene, The English Carols, Oxford: Clarendon Press, 1935, 0 °.
9. O bien: «0 rex noster Enmanue/, 1thou art welcum with us to dwell» (o0 • 92); etc. Véa-
se también la doble versión de 9a-b, que transfieren a la Navidad canciones de bienvenida
a las estaciones.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 263
49
Véase el texto incluido en su Cancionero (Ángel González Palencia, ed., El Can-
cionero de George de Montemayor, Madrid: Sociedad de Bibliófilos Españoles, 1932,
246-280; también en la reciente edición de Juan Bautista Avalle Arce & Emilio Blanco,
eds., Jorge de Montemayor, Poesla completa, Madrid: Biblioteca Castro, 1996, 297-329);
para una edición de sólo los autos, véase Florence Whyte, «Three Autos de Jorge de Mon-
temayom, PMLA, 43 (1928), 953-989. Se ha referido a ellos, vinculándolos a la princesa
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 265
doña Juana, Francisco Miguel Ruiz Cabello, «Sobre Jorge de Montemayor, poeta y cantor
en la corte española», Philologia Hispalensis, 14 (2000), 139-140.
50
Véase Wbyte 1928, 959, 968, 969, 975 (forma métrica como nuestro primer poe-
ma), 988-989 (con canto salmódico también parecido a nuestra primera pieza).
51 Wbyte 1928, 959, 968, 975.
52
Véase Aurelio Roncaglia, «Laisat estar lo gazel. Contributo alla discussione sui
rapporti fra lo zagal e la rítmica romanza», Cultura Neolatina, 9 (1949), 67-99; insiste en
la cuestión métrica Vicente Beltrán, «Las formas con estribillo en la lirica oral del me-
dioevo», Anuario Musical, 57 (2002), 52-53. Para los aspectos procesionales y su difu-
sión, véase lo que expone Robbins 1959, 577-580.
266 Contexto poético, doctrinal y funcional
El texto de Verbum caro factum est / In hoc anni ciriulo fue, como se
ve, muy popular y, desde luego, extensión de la liturgia. En la representación
que se hacía después de la misa del Gallo en la cofradía de Santa Caterina
della Notte en Siena, durante el siglo xv, en la escena del Nacimiento en que
se fajaba al Niño antes de que los pastores llegaran a adorar, con la presencia
de los ángeles, se señala: «E 1' Angelo che ha annunziato a' pastori si parta
da loro e vengane alla campanna cogli altri; e cantisi quattro stanze del Ver-
hum Caro, mentre che si fascia el fanciullo» 54 • Es evidente que se canta en
un momento culminante de la adoración y sirve como tiempo de espera. En
razón de esta función, hay que entender una canción del Cancionero de Up-
sala, que empieza, justamente, con el engarce litúrgico y un recuerdo en la
música polifónica a cuatro:
' 3 Romeu Figueras 1949, apendix n°. ID, 168-169; Romeu Figueras 2000, n°. 169,
202-204.
54 De Bartholomaeis 1943, ll, 209. Para el carácter poco literario de esta representa-
ción y de los orígenes florentinos, véase del mismo autor Le origini del/a poesia dramma-
tica italiana, Bolonia: Nicola Zanichelli, 1924, 439-440. Esta situación de la preparación
del Niño como cualquier recién nacido da pie en otras situaciones a incorporar cantos an-
gélicos; por ejemplo, en la Passione de Revello hay una acotación en la que se indica que,
en tanto que María alimenta al Niño, los ángeles que están en una zona superior de la es-
cena (in Paradiso) han de cantar «Gloria in excelsis cun aliquo pulchro cantu»; después
lo faja y lo devuelve al pesebre (338).
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo;; 267
Verbum caro factum est,
porque todos os salvéys.
Y la Virgen le dezía:
«Vida de la vida mía,
Hyo mío, ¿qué os haría
que no tengo en qué os hechéys?».
O, riquezas temporales,
¿no daréys unos pañales
a Iesú, qu'ent[r]e animales
es nascido, según veys? 55 .
51
Véase una provisional descripción en Juan Carlos Conde & Víctor Infantes, «Nótula
sobre medio pliego gótico incunable desconocido. Las Coplas navideñas de Antón San-
ches de Ayalla (Valladolid, Pedro Giraldi y Miguel de Planes, 1496)», Pliegos de Bibliofi-
lia, 20, 4 (2002), 3-6. Agradezco a Juan Carlos Conde el haberme facilitado fotocopia del
pliego.
58
El texto lo cito según la edición incluida en Eva Belén Carro Carbajal & Pedro M.
Cátedra, Corpus de la poesía popular impresa del siglo XVI. l . Poesía religiosa del ciclo
de Navidad, Salamanca: Seminario de Estudios Medievales y Renacentistas & Sociedad
de Estudios Medievales y Renacentistas, en prensa, pliego n•. J.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 269
las palabras rituales de la Virgen en la adoración. Será oportuno insistir más
en el capitulo siguiente en las consecuencias de esto.
Algunos de los testimonios teatrales y poéticos aquí aludidos cuadran
con otros narrativos de raigambre meditativa. En un texto de esta categoria,
familiar en los conventos, la /S, se narra así la reacción de la Virgen, inme-
diatamente después del parto: «E Ella con muy grand reverencia tomolo en
los bra~os e adorolo devotisimamente e dixo estas propias palabras que se
siguen: 'Bien seas Tú venido, Dios mío e Señor mio e Fijo mio'», nada leja-
no, desde luego, del arranque de nuestra canción:
¡Bien sea venido,
Jhesú niño!
59
Compárese Romeu Figueras 1949, n•. XV, 95-96; y 2000, n•. 146, 163: «La Verge ax1
plorant, 1 com tot nuu lo mirava, 1sabia haquest infant 1tot lo món governava», etc.
60
Alan Deyermond, «Historia sagrada y técnica dramática en la Representación del
nacimiento de nuestro Señor de Gómez Manrique», en R. Beltrán, J. L. Canet & J. L. Sire-
ra, eds., Historias y ficciones: Coloquio sobre la literatura del siglo XV. Valencia: Univer-
sidad, 1992, 291-305. No obstante, véase en el octavo capituJo algunos aspectos de los
orígenes y la supervivencia de los motivos dramáticos manríqueños.
61
«For he was God, mon, and Kyng, 1 mirra morte retulit; 1 he hus all to heuyn
bryng 1 qui mortero cruce voluit», concluye una canción navideña de la colección de
Greene 1935, 17. Véanse también las dos composiciones contemplativas que figuran
dentro de la colección navideña catalana, una de las cuales empieza con un estribillo
navideño («De verge sóu nat, 1 Jesús, rey sagrat>>) y narra en realidad la Pasión (Romeu
Figueras 1949, n•. XVI, 97-98, y n•. XIX, 104-107; Romeu Figueras 2000, n•. 147, 164-
165, y n•. 150, 168-171). Esta canción, que tiene un enclave litúrgico con un fragmento
de Isaías y que se puede poner de manifiesto la relación entre ella y la liturgia, con la
unión de nacimiento y muerte.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 271
62 Véase, a este respecto, Rooald Surtz, «TheFranciscan Connection in the Early Cas-
tilian Theatem, Bulletin ofthe Comediantes, 35 (1983), 143-144, y lo que más abajo se
añade.
63 Compárese con un fragmento contemplativo de la versión castellana de las M VC:
4<Contempla, alma devota, cómo está la Reina del cielo e de la tierra, asentada en tan pobre
estrado, guardando con el rostro e con los ojos afmcadamente al lnfante, Fijo de Dios. E,
para que diga la verdad, tanta era la su necesidad, que no sé en qué manera lo diga. Ca era
menguada de toda buena cosa temporal» (MVCc, fol. 7v).
272 Contexto poético, doctrinal y funcional
todo, a lo largo del siglo xv y cuyo uso es sobre todo poético, documentán-
dose también como palabra rimante, verbigracia, en Bias contra Fortuna de
Santillana 64 • Silla inperial, más concretamente, es un sintagma culto, y lo
vemos utilizado en un ámbito poético de ambición artística como el que tie-
ne los Loores de los claros varones de Femán Pérez de Guzmán: «Es su silla
inperiall estable e perpetuada» (vv. 266-267) 65 • Del mismo modo, virginal
es latinismo bastante común en medios teológicos, hasta el punto de conver-
tirse de un epiteto de vientre o útero, el lugar de la Encamación; en poesia
entrará gracias a las resonancias litúrgicas, como se puede ver en el elabora-
do Himno a san Lucas de Femán Pérez de Guzmán: «Del vulto precioso mi-
ro, 1 virginal, sotil pintom 66 . Sinus virginalis dará lugar a las mismas formas
que la nuestra en poetas religiosos como Montesino. También son poco 'po-
pulares' algunos términos de esta misma segunda estrofa, como el verbo de-
nun~iar. .
Si el espíritu de yuxtaposición litúrgica y ceremonial se echa de ver en
otras tradiciones poéticas navideñas como la inglesa en las abundantes citas
latinas de fragmentos de himnos, antífonas, tropos, etc.67 ; o si la tradición
italiana, sustentada sobre la poesia franciscana de las laude, se justifica y de-
sarrolla gracias a la práctica litúrgica en el seno de las compañías o cofra-
dias; también una voluntad de estilo poético como el que tienen estas can-
ciones nuestras --que, por cierto, no desdice de una métrica común a estas
tradiciones, como veremos más abajo-- las deja ancladas en el contexto li-
túrgico.
68
No, desde luego, según Daniel Devoto por lo que se refiere al pie de romance
(«Humanisme, musicologie et histoire littéraire: Nebrija ( 1492) et Salinas ( 1577)», en Au-
gustin Redondo, ed ., L 'Humanisme dans les lettres espagnoles, Paris: Vrin, 1979, 177-
191).
69
Gómez Bravo 1998, n°. 212.
274 Contexto poético, doctrinal y funcional
70
Greene 1935, n•. 35. Esta cancioncilla tiene muchos más elementos de raigambre
himnica en su texto, verdadero compuesto de citas.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 275
en algún caso se dice que no se cante ni el himno ni capítulo, sino sólo Glo-
ria in excelsis Deo et in terra pax hominibus. Es posible, también, que esta
canción fuera una especie de comodín para los distintos momentos en los
que se canta el Gloria; me parece, a juzgar por lo que decimos sobre las si-
guientes canciones, más dificil. Una de estas posibilidades, sin embargo, es
que sirviera para cerrar el invitatorio, tras del himno ya mencionado Christe,
redemptor omnium, que, como hemos visto, se canta antes del primer noc-
turno y que se cerraba no con el gloria más común que aparece como estrofa
en algunos himnarios 71 , sino, en tiempo de Navidad, con el Gloria tibi, Do-
mine, qui natus es de virgine, cum Patre et sancto Spiritu in sempiterna
sacu/a.
Ahora bien, si hay algo de razón en lo que más arriba se ha dicho sobre
la interpretación del sistema de puntuación, en concreto sobre el uso de la
doble linea y de las llaves en el margen derecho de las estrofas, la canción se
podría interpretar como si fuera un himno cantado antifonalmente, con la re-
petición del Gloria tras cada dos coplas, con lo que la función podría ser so-
bre todo hírnnica, y estariamos ante un caso de interpolación en el oficio,
que, a lo que parece en testimonios recordados en el capítulo séptimo, era un
modo bastante practicado en fiestas populares como la de Navidad.
El espíritu de esta canción no desdice mucho del que tienen los intere-
santes invitatorio& que añade fray Hemando de Talavera en su versión de la
Vida de Jesucrist de Eiximenis para que sean cantados por los fieles en la
adoración del pesebre, sobre lo que se añadirá algo más abajo. Esa comple-
mentariedad se da también en los episodios devotos que no resultan aludidos
en parte alguna de la liturgia, pero sí en la tradición navideña más teatral de
raigambre franciscana, según lecturas contemplativas como las MVC 12 , con-
virtiéndose en un memorándum de los resultados del Nacimiento: la presen-
cia de san José en el parto (vv. 7-10), que se encuentra, por ejemplo, en el
misterio navideño del manuscrito de la carmelita Catherine Bourlet, como
luego recordaré; la introducción de la contemplación por medio de una in-
terpelación a los oyentes y el uso de la primera persona (vv. 17-18) 73 ; la
71
Dreves & Blume 1909, Il, 14.
72
Véase en el apéndice de textos MVCc, de la !S y de la VJC, en los que se destacan ca-
da uno de estos pasos contemplativos.
73
El modelo, sin embargo, puédese rastrear en tradiciones contemplativas más anti-
guas combinando soliloquio e interpelación. En una ((der schonsten Weihnachttssequen-
zen» de la Edad Media, la que empieza Lux est orta gentibus, considerada del círculo de
276 Contexto poético, doctrinal y funcional
Quizá este engarce litúrgico sea el mismo que subyace a nuestra canción,
un gloria completo que proclama los aspectos maravillosos y misteriosos del
Nacimiento. Es, evidentemente, una canción previa a la adoración de los
pastores, que están ya irrumpiendo en el CMA.
Adán de San Víctor (cf, para los problemas de atribución y la originalidad de la poco li-
túrgica «lch-fornm, Szoverffy 1965, 11, 105-106), se encuentran estos elementos parcial-
mente desarrollados (véase el texto en Dreves & Blume 1909, 19).
74
Miguel Á. Pérez Priego, ed., Juan del Encina, Teatro, Madrid: Cátedra, 1991, 114.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 277
que no hay duda de la forma lírica, rara canción de versos hexasílabos con
forma parecida a la dansa provenzal. Pareciera, según veremos más abajo,
incompleta. No obstante, aunque principia el segundo cuaderno del cancio-
nerillo y no es rara la pérdida de hojas externas, sea cual sea la ordenación
por la que optemos a la hora de replanteamos la estructura - véase más ade-
lante-, sólo estaría incompleta si suponemos la falta de todo un cuaderno
anterior entre el primero y este segundo actual.
La forma actual invita a suponer que la canción estribaba sobre un vi-
llancico de tres versos, no sabemos si efectivamente copiado en el manuscri-
to, con rimas -ores 1 -ía 1 -ores, retomadas en los versos de vuelta de las dos
6 6 6 6 6 6 6 6 6 6
coplas que conservamos, según este esquema: [a6 b a ] 11 c d d c a b a (a
6 6 6 6 6
b b a c d' c ). Se reconocerla así, como se ha dicho, en las dos estrofas
de esta composición la misma estructura rimica sencilla de la canción de
dansa que se difunde por Europa, aunque, como es normal en la evolución
del género, perdiendo la forma fija compuesta por estribillo, tres coplas de
mudanzas y una más breve de tomada. Son pocos los esquemas métricos
homólogos a este nuestro en castellano 75 , verbigracia la serranilla Mo~ue/a
de Bores de Santillana; la pieza del Cancionero de Herberay que figura co-
mo deshecha de otra composición, n°. 5, consta de una sola estrofa, pero sólo
figura un verso de vuelta y se vale de retronx de dos versos. La ausencia,
precisamente, de .la repetición parcial o total del estribillo como vuelta es
también un indicio de pureza y, quizá, antigüedad de la forma tal como apa-
rece en nuestra composición. Variante de la misma estructura se encuentran
también en otra serranilla de don Íñigo, la de Lozoyuela, con otro orden de
rima en el estribillo.
Atendiendo a la forma métrica y a los contenidos religiosos, se imponen
dos observaciones. Estas apariciones nos trasladan, de un lado, a un universo
de especialización rural, al menos en la poesía del siglo xv, en la tradición
de la pastorela 76 , un género quizá soterrado, caído en desuso o que no pudo
levantar cabeza en el ámbito cortesano, precisamente por sus temas y refe-
rentes, cultivado por poetas de generaciones anteriores a la de Santillana
-entre ellos, sus propios abuelo y padre- y de la que él mismo podría
77
«Aunque las serranas fueron el género con que se inició poéticamente Santillana,
como resultado de sus lecturas infantiles y juveniles, las consideró una tarea menor y no
las tuvo en demasiado aprecio, de manera que sólo volvió a las mismas en muy pocos ca-
sos y en circunstancias muy esporádicas, lo que explica su escasa circulación y su nula in-
fluencia en poetas posteriores», como, tras de observaciones cronológicas y codicológicas,
concluye Nicasio Salvador Miguel, «Las serranillas de don lñigo López de Mendoza>>, en
Juan Casas Rigall & Eva M". Dlaz Martinez, eds., «Iberia Cantal». Estudios sobre poesía
hispánica medieval, Santiago de Compostela: Universidad, 2002, 303.
78
En el Prohemio e carta, cuando se refiere a los escritos del abuelo, don Pero Gonzá-
lez de Mendoza: «Vsó vna manera de dezir cantares asi com(m)o ~nicos plautinos e te-
re(n)~ianos, tanbién en estrinbotes com(m)o en serranas» (Ángel Gómez Moreno, El
«Prohemio e carta» del Marqués de Santillana y la teoría literaria del s. XV. Barcelona:
PPU, 1990, 61).
79
Como señaló Amadeu Pages, «La dansa proven~le et les goigs en Catalogne», en
Homenatge a Antoni Rubió i Lluch. MisceUania d 'estudis literaris, histories i /ingüístics,
Barcelona: lnstitut d'Estudis Catalans, 1936, 1, 201; el mismo señala que la primera dansa
dedicada a la Virgen fue obra de un rey catalán, Jaume 11. Véase, para un estado de la
cuestión, Vicente Beltrán, La canción de amor en el otoño de la Edad Media, Barcelona:
PPU, 1988, 65-71.
80
Lola Badia, Poesia catalana del segle XIV. Edició i estudi del «Can~oneret de Ri-
poll», Barcelona: Quadems Crema, 1983, en donde también hay una variante en alabanza
de la Virgen, n°. X, 219-220, con la estructura fija de estribillo, tres coplas de mudanzas y
una de tomada.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 279
también en zonas más occidentales de la Península Ibérica. Y es evidente
tanto la longue durée como la especialización en la canción religiosa de esta
septina en épocas tardías en las que, sin embargo, se percibe su aire 'laudato-
rio', como en el Cancionero de Ocaña 81 • O bien, sobrevive la forma en el
ámbito dramático como interpolación musical, incluso en el específicamente
navideño, en cantarcillos líricos con villancicos popularizantes, como en la
Comedia a lo pastoril para la noche de Navidad 82 •
Por todo ello, con la canción número Vll, este poema es uno de los que
mejor representa Jo que he dado llamar 'tradición cerrada' de este tipo de
poesía religiosa útil. Si prestamos atención tanto al argumento y la posible
función, cuanto a los ecos que ha dejado --esta canción o un su modelo--
en la tradición posterior navideña, y al implante de esta estrofa hasta la poe-
sía populru: impresa del siglo XVI, debemos reconocer la ritualidad y la tradi-
cionalidad de la misma.
Tanto en el cancionero de 1487 (Coplas {. .] sobre diversas devociones y
misterios de nuestra sancta Fe cathólica), como en el de 1508 (Cancionero
de diversas obras de nuevo travadas), de Ambrosio Montesino, encontramos
ecos de una canción que probablemente es la nuestra, por tanto ya tradicio-
nalizada en el ámbito cerrado de las celebraciones navideñas castellanas.
Trátase de dos versiones de la misma composición sobre la adoración de los
Magos con distinto destino, extensión e, incluso, inspiración. He aquí la
primera estrofa de ambas, encaradas con la de nuestra canción V:
CMA 1508 1485
Vimos la donzella, Vimos una estrella Vimos una estrella
madre del Infante clara y relumbrante clara y rutilante
estar rrelunbrante y en el medio della y en el medio della
más que la estrella. un divino infante, un divino infante,
La Flor de las flores en brazos estante de dama excelente
al Niño enbolvía de dama excelente, en brazos estante,
81
Aunque la edición más antigua que conocemos es de 1603, habrá habido otras ante-
riores, a juzgar por el arcaísmo persistente de las canciones incluidas. Véase Pérez Gómez
1956, 83-84 (septina con versos hexasílabos), 64-76 (con versos octosllabos).
82
Versos 188-211; 824-854 (J. P. Wickersham Crawford, «Comedia a lo pastoril para
la Noche de Navidad», Revue Hispanique, 24 [ 1911 ], 510-511, 523), el segundo caso una
verdadera serranilla, en la que se utiliza la técnica de retronx o represa del último verso
del estribillo.
280 Contexto poético, doctrinal y funcional
83
con grandes honores. con cruz en la frente con cruz en la frente .
de luz radiante.
83
Rodríguez Puértolas 1987, 236 & 239, respectivamente.
114
Cierto que, si tomamos uno a uno todos los elementos, es posible comprobar en qué
medida se trata de estilemas gastadlsimos en el terreno oracional y poético de la Edad Me-
dia; por ejemplo, estrella relumbrante, reluciente, fuera de las letanías, es utilizado como
epíteto para cualquier santo, quizá partiendo del lat[n litúrgico. Véase, además, Rainer
Hess, El drama religioso románico como comedia religiosa y profana (siglos XV y XVI),
Madrid: Gredos, 1976, 87-88, 271. Santa Catalina de Bolonia había anotado en su brevia-
rio privado oraciones que empiezan como ésta dedicada a san Juan Bautista: «Ü Batista
gratioxo, stella relucente» (Núñez 1911 , 741).
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 281
vn asna y vn buey;
ambos le adorauan
al muy Sancto Rey,
el Dador de ley
sentimos Él ser
en su parescer.
Fin
Ángeles del cielo
y las gerarchias
nos dauan gran consuelo
con sus melodias.
Cient mili alegrías
le vimos hazer
con gloria y plazer 85 .
15 Alfredo Hermenegildo, ed., Teatro selecto clásico de LuCilS Fernández, Madrid: Es-
celicer, 1972, 263-264; y en Canellada 1976, 209-210; Valero Moreno 2004, 80-82. Sobre
la impronta litúrgica de toda la composición, hay que tener en cuenta lo anotado por Álva-
rez Pellitero 1994,95.
86
Los párrafos que siguen se retoman de las expresadas a la pror. Margit Frenk, en
Pedro M. Cátedra, ed., Postilla in «Corpus» Margit Frenk. Homenaje del SEMYR, Sala-
manca: Sociedad de Estudios Medievales y Renacentistas & Seminario de Estudios Me-
dievales y Renacentistas, 2001-2002, 20-25.
17
Giorgio Varanini, Luigi Banfi & Anna Ceruti Burgio, eds., Laude cortON!Si da/ se-
colo XIII al XV. Florencia: Leo S. Olschki, 1981-1985, 1, 165.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 283
88
Dreves& Btume 1909, ll, 1909, entre otros muchos (ldem, n, 236, 267).
89
Joseph E. Gillet, «Perolópez Ranjel, Farfa a honor & Reuerencia del Glorioso
Nascimiento», Publicatio!IS of the Modem Language Association of America, 41 ( 1926),
878. Según Norton 1978, D0 • 339, el impreso que conservamos podría haber salido con
dudas de la imprenta de Melgar de Burgos; Jaime MoU propone la imprenta de Junta,
1535-1540 (Dram03 litúrgicos- Siglo XVI. Madrid: Taurus, 1969, 14); Femández Valla-
dares, es pn:n.sa. mmtiene con dudas la propueslal de Norton. Es interesante el villancico
de base, que se apoya quizá en un tono de danza pastoril saltada (véase Frenk 2003, 1, n°.
1294, para algunas de sus apariciones).
90 Autos, comedias y farsas, I, 23 & 25, respectivamente.
284 Contexto poético, doctrinal y funcional
91
Como antologia lírica ha sido considerado (Hess 1976, 63, 87 y siguientes).
92
Uno de los numerosos ejemplos de respuesta métrica a la antífona de laudes que po-
driamos cosechar en el amplísimo sembrado del siglo xvJ con la misma métrica que el
nuestro forma parte de un ciclo de canciones que tiene todo el aire de ser el armazón tex-
tual de un Officium pastorum, incluidas en el Cancionero de nuestra Señora (Pérez Gó-
mez 1952, 54-56).
93
Autos. 1, 155; también en la ed. de GiJlet 1926.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 287
El estilema madre del infante, un octosílabo perfecto, se encuentra tam-
bién en fray Íñigo de Mendoza, en el contexto navideño, antes de que la Vir-
gen dé comienzo a su canción adoratoria inmediatamente después del par-
to94. O bien flor de las flores es un apelativo mariano muy generalizado,
cuyo origen mediato está en el responsorio del dia de la Asunción, que co-
mienza: Flos florum, salve, qui crimina destruis Evce 95 • En la poesía religio-
sa, menudea; por ejemplo, en una de las canticas marianas de Juan Ruiz, en
un par de poemas de Pérez de Guzmán, en Encina o en varios de Montesino.
En algún caso de éste, el contexto es el mismo y también los referentes bási-
cos (luz, cara, etc.), por lo que no sería extraña una relación con un modelo
común de la liturgia:
La luna ni dos mil soles
no lucían
como ciertos resplandores
que salian de ti, Virgen,
flor de las flores,
aquel día
que a Dios pudiste parir.
La preciosa hermosura
de tu cara
de la noche muy escura
hizo clara;
¿quién fuera de tal ventura
que dejara
mil mundos por te seguir? 96.
114
Rodríguez Puértolas 1968, 331, copla 81, v. 6 («Y la madre del infante, 1 con gozoso
co~n, 1antes que ninguno cante 1ella comien~ delante lla su syguiente can~ión»).
95
Véase CAO 1970, n•. 6737.
96
Rodríguez Puértolas 1987, 161 , 233, 245.
288 Contexto poético, doctrinal y funcional
Podría tratarse de un uso profano, como el que hacen algunos poetas del
Cancionero de Baena, como Villasandino o el precitado Pérez de Guzmán,
pero, en cualquier caso, esa utilización es, sin duda, una hipérbole sacro-
profana más de las estudiadas por María Rosa Lida, al asociar ' figuralmente'
la verdaderaflor de las flores con la de carne y hueso, sea la amada o la des-
tinataria de las alabanzas. Por más que, si miramos este dlstico en un contex-
to religioso y aunque reconozcamos la construcción en una tradición romá-
nica, la oposición flor de las flores y castillo de dolores podría invitamos a
pensar en una asociación original entre las dos facetes de la María contem-
plativa sincrética del gozo y el dolor, en el ámbito de la compassio.
Luego, al rubricar, tacha con tinta roja el primer verso y titula hacia la dere-
cha sobre con tu fijo el saluador entre lineas Alia cantica con la misma tinta
colorada. Esto implica, naturalmente, una ordenación del texto. Merece al-
guna consideración todo esto.
En primer lugar, podría pensarse que ese primer verso era el principio de
otro villancico, que no se ha copiado, quizá al advertir que coincidia temáti-
camente con el que sigue después o porque dificultades materiales del anti-
grafo le quitan la idea de copiarlo, continuando con la canción Dios te salve
nuestra ama y no con la que empezaria Dios vos salue la parida. Extraña,
sin embargo, que no sea el mismo copista el que cancele ese verso copiado
por error. Otra posibilidad es que Dios vos salve la parida sea continuación
de la canción anterior, que el copista ha dejado de lado por la misma razón;
97
Frenk 2003, l, n•. 858A.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 289
pero está en contra la métrica, hexasílabos de la canción n°. 5, frente a octo-
sflabo. Puede acontecer también que el nuestro fuera un estribillo de tres
versos, que adelantaba el paralelismo consiguiente; lo que, en principio, no
sería extraño en una canción de por sí rara, como ésta, pero -si es que
hemos de conceder tres rimas para un estribillo atípico--, llama la atención
que se haya escrito el segundo verso con una inicial mayor, del tamaño acos-
tumbrado para el primero de estos poemas. En fm, si interpretamos cíclica-
mente este cuaderno como unos apuntes para la celebración navideña, la co-
pia de un primer verso de una composición podría ser sólo una llamada de
atención para que se cante entonces el villancico que así empezara.
Una última y sugerente posibilidad nos queda, la de que este verso indi-
cara un tono sagrado o profano por el que debiera cantarse Dios te salve
nuestra ama 98• Sería una cancioncilla de las entonadas en bautizos o en fies-
tas relacionada con la purificación de la recién parida, de las que se conser-
van una representación muy corta y tardía en la lírica tradicional 99 • La forma
arcaica del saludo, documentada sobre todo en los siglos XIII y xrv, con al-
gunos textos del xv, acaso de la primera mitad, debe también hacemos pen-
sar en esta posibilidad. Lo que podría haber ocurrido es que la mano que co-
piaba el texto haya incorporado una indicación de tono profano que tuviera
en su antígrafo, y la encabeza con una letra inicial; ha seguido copiando el
primer verso del «:stribillo según el antfgrafo, e incorpora también la inicial.
Posteriormente, la mano que ha revisado los textos y ha rubricado u orna-
mentado, cancela ese primer verso que no formaba parte, propiamente, del
estribillo de la versión a lo divino.
Hay otra posibilidad, la que más dudas nos dejaría planteadas, a la que
me refiero más abajo al apuntar algo sobre el contexto coreográfico. Y es
que la canción, sin embargo, es harto interesante desde variados puntos de
vista, entre ellos su forma. Aludir a tradiciones y usos poéticos 'guadiana' es
98
Dobles versiones de una canción, profana una y religiosa otra, precisamente navide-
ña, se pueden ver copiadas con la misma música en el Cancionero de la Colombina (Que-
rol Gavaldá 1971, o•. 2 y 2a, 22 y 22bis; es preferible la transcripción de Dutton 1989-
1991 , IV, 288 & 292).
99
V~ la sección de Frenk 1987 & 2003, o•. 1426. Son más numerosos los poemasju-
deo- españoles vinculados a la purificación y a la circuncisión (véase Arcadio Larrea Palacín,
Canciones rituales hispano-judías. Celebraciones familiares de tránsito y ciclo festivo anual,
en Cancionero judlo del norte de Marruecos, m , Madrid: Idea, 1954, 123-128; y Paloma 01-
az-Mas, ed., Poesía oral sefardí, Ferro!: Esqulo, 1994, 50-52).
290 Contexto poético, doctrinal y funcional
tanto más oportuno al toparse con una composición como la VI, rara desde
varios puntos de vista. En el manuscrito se han agrupado los versos en líneas
que, normalmente, abarcan dos, excepto en los casos en los que quien copia
ha advertido que el siguiente era demasiado largo y ha preferido dejar uno
por línea (fol. 5r-v). Son ocho coplas cuya estructura básica es la de la can-
ción en trísticos monorrimos sin vuelta más elemental: x' A' 11 b' 1' 1 b7181 b7111
A' (a7111 a7111 a' 1"1 b"). Señalo, sin embargo, que, de aceptarse la posibilidad so-
bre la puesta en práctica de la canción que más adelante planteo, la estructu-
ra de la cabeza - no me atrevería a llamarla sólo estribillo- se modificaría
en sustancia.
Desde el punto de vista métrico, se detecta una irregularidad, pues las
dos primeras mudanzas se componen de versos heptasilabos, mientras que
las restantes son octosilabos. Apenas hay situaciones excepcionales en la
facturación del verso: hiato sólo v. 1 y, quizá, 24; en tanto que es norma ge-
neral la sinalefa. De la alternancia de coplas octosilábicas y heptasilábicas
sólo podríamos sacar conclusiones seguras si conociéramos la música que da
soporte a este texto. Las 'imperfecciones' rúnicas incluso se dejarían exami-
nar desde esta misma perspectiva: es norma la alternancia entre rima conso-
nante y asonante y, aunque predomina la llana, la aguda del verso de estribi-
llo se inserta en todas las coplas, merced al uso retronx. Éste se utiliza en la
misma forma que en alguna canción anterior, que, a la vista de la presente,
habrá que considerar popular y propia de usos poéticos arraigados tanto en el
terreno pastoril, como religioso, tales los que parecen estar tras de esta can-
ción.
En el terreno de la poesía popular, la forma de «zejelismo paralelístico o
de paralelismo zejelesco» 100 la encontramos, como relativa rareza, en compi-
laciones sobre todo del siglo XVI. Pero, si la glosa en forma de trístico sin
vuelta no sólo es una forma más abundante en la tradición, sino que también
sabemos es más antigua y común en Europa 101 , el paralelismo de trísticos
100
En palabras de Antonio Sánchez Romeralo, El villancico (Estudios sobre la lírica po-
pular de los siglos XV y XVI), Madrid: Gredos, 1969, 33, retomado por Fernando Baños Va-
llejo, «La más antigua 1irica popular castellana: otra tipologia», Archivum, 41-42 ( 1991-
1992), 53. Tanto éste, como José M". Alin, incluyen en la categoria de glosa zejelesca la for-
ma pura de zéjel, con verso de vuelta, y el trlstico monorrimo sin vuelta (José Maria Alío, El
cancionero español de tipo tradicional, Madrid: Tauros, 1968).
101
Véase Margit Frenk, «El zéjel: ¿Forma poética popular castellana?», en Estudios
sobre lírica antigua, Madrid: Castalia, 1978,317. Véanse, además, Vicente Beltrán, «De
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 291
zéjeles y dansas: origen y formación de la estrofa con vuelta)), Revista de Filología Espa-
ñola, 64 (1984), 239-266; y Beltrán 2002,39-57. Y, para otras cuestiones disputadas, Ma-
ria Morrás, «¿Zéjeles o formas zejelescas? Observaciones para el estudio de un problema
de historia literaria>>, La Corónica, 17 (1987-1988), 52-75.
102 José Romeu Figueras, «El cosante en la lirica de los cancioneros musicales españo-
les de los siglos xv y XVD>, Anuario Musical, 5 (1950), 15-61; asl como tambi~n «El can-
tar paralelistico en Cataluña. Sus relaciones con el de Galicia y Portugal y el de Castilla>>,
Anuario Musical, 9 (1954), 3-55, en donde respondla a los argumentos de Eugenio Asen-
292 Contexto poético, doctrinal y funcional
sio, incluidos en sus trabajos citados más abajo. Para la referencia a Carolina Michiielis de
Vasconcellos, ed., Cancioneiro da Ajuda, Halle: Max Niemeyer, 1904 (reimpresión de
Hildesheim & Nueva York: Georg Olms, 1980), U, 877-880, comentado por Romeu Fi-
gueras 1959,2 1-22.
103
Romeu Figueras 1965, n°. 431.
104
Véanse los números 116 (una canción en la que se invitaría a una mora, Fátima, a
escapar y ser amante, amiga), 193, 206 (una canción de terna pastoril cortesana, que so-
brevive en versiones de Monternayor y Ocaña,justamente navideña esta última), 273 (otra
canción pastoril, que, además, Gil Vicente aprovecha en su Auto pastoril caste/hano, As
malinas de natal).
lOS Romeu 1950, 52. Son los números LIX-LXlV del repertorio.
106
Romeu 1959, 34-35, n°. VUI.
107
Tomo el primer dictamen de Romeu Figueras de uno de sus comentarios a estas
piezas (1965, 350); el segundo, en Romeu Figueras 1954,40, n°. X y XI, 52-53.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 293
108
Margit Frenk, ed., Cancionero de galanes y otros rarísimos cancionerillos g6ticos,
Valencia: Castalia, 1952. Según Romeu Figueras, que matiza afrrmaciones e Asensio, este
pliego es valenciano de hacia 1530-1535 («La colección Cantares de diversas sonadas y
la serie 'Pus que no·m voleu amar'- 'Pues (que) no me queréis amar', o ' hablar'», Anua-
rio Musical, 22 [1969], 97-143).
109
Frenk 1952, 63-64.
IIO Jdem, XXV-XXVI.
111
Eugenio Asensio, Poética y realidad en el cancionero peninsular de la Edad Me-
dia, Madrid: Gredos, 1970', 200-205.
294 Contexto poético, doctrinal y funcional
cordándonos en parte la técnica del ronde! francés, y retomando los dos res-
tantes al final de cada una de las dos coplas 112 •
Estos testimonios, desde otro punto de vista, venían a confirmar la per-
sistencia, el arcaísmo y consistencia en su estado de conservación de la for-
ma elemental de estribillo y dos coplas de tristicos monorrimos con retronx
de un verso con variación paralelística, «formas primarias y simplicísimas»,
que además pueden ser consideradas «canon y técnica del cantar paralelísti-
co castellano» 113• Otros argumentos aportados ayudaban a naturalizar esta
forma de este paralelismo zejelesco castellano como una de las formas de la
glosa de «estructura regresiva, centrípeta» 114, opuesta a la progresiva de las
cantigas de amigo, que hacía innecesaria la restitución a un «riguroso y
estricto paralelismo», que algunos historiadores de la poesía gallego-portu-
guesa reivindicaron como marca de fábrica, por más que, sin embargo, «ja-
más se guardó semejante canon, ni en los días más artifici~sos del trovado-
rismo». «Mejor será suponer - añade Asensio--, salvo casos contados, que
el imperfecto paralelismo, la disimetría, la alternancia de estrofas eslabona-
das con estrofas exentas, dimanan de una intención estética>> 11 s. Lo que lleva
a distinguir dos formas en el paralelismo castellano: «A) Una sola estrofa
básica se repite con variaciones en otra -más rara vez en dos, tres y hasta
cuatro-- de responsión. B) Las estrofas básicas forman una serie, a la que en
canto amebeo o alternativo, estrofa por estrofa, con un movimiento de vai-
vén, replican las de responsión» 116 •
La canción VI del CMA es de la primera categoría y, si volvemos a leer
la cita anterior de Asensio sobre el imperfecto paralelismo, quizá en menos
palabras no se puede describir mejor el estado de la cantica sexta de nuestro
112
«Dizenme que tengo amiga 1y no lo se 1por sabello morire 1Dizenme que tengo
amiga 1 de dentro de aquesta villa 1 y aun questa en esta baylia 1y no lo se 1por subello
morire 1Dizenme que tengo amada 1 de dentro de aquesta pla~a 1 y que esta en esta bayfa 1
y no lo se 1por sabello morire» (Frenk 1952, 67-68). La misma estructura se encuentra en
otra de las piezas, Pues que no me quereys amar (Idem, 74}, en este caso con un estribillo
de cuatro versos, del que se retoma el primero como primero de la copla de glosa, al final
de la cual y de la siguiente, se repiten los restantes tres versos del estribillo.
113 2
Asensio 1970 ,205 & 83, respectivamente.
114
Margit Frenk, «Historia de una forma poética popular», en Estudios sobre lírica
antigua, Madrid: Castalia, 1978, 262.
11
s Palabras de Eugenio Asensio en su fundamental <<los cantares paralelísticos caste-
llanos. Tradición y originalidad» (1953), recogido en Asensio 1970', 180.
116 2
Asensio 1970 , 193.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 295
117
«Cancioncillas de amigo mozárabes (Primavera temprana de la lirica europea)»
(1949), en Obras completas, U. Estudios y ensayos sobre literatura, Madrid: Gredos,
1972.
296 Contexto poético, doctrinal y funcional
118 2
Asensio 1978 , 195-196.
119
Frenk 1978, 262n.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 297
120 Francisco Rico, «<;orraquin Sancho, Roldán y Oliveros: un cantar paralelistico cas-
tellano del siglo xm>, Homenaje a la memoria de Don Antonio Rodríguez-Moñino, Ma-
drid: Castalia, 1975, 557.
298 Contexto poético, doctrinal y funcional
121
Young 1933, Il, 16-17.
122
Louis Gougaud, «La danse dans les églises», Revue d 'Histoire Ecclésiastique, 15
(1914), 5-22 & 229-245; Sahlin 1940, 137-192; Eugene Louis Backman, Religious Dan-
ces in the Christian Church and in the Popular Medicine, Londres: Alteo & Unwin, 1952;
Gerar van der Leeuwn, Vom Heiligen in der Kunst, Gütersloh: Carl Bertelsmann, 1957,
23-88; Higini Angles, «La danza sacra y su música durante el Medioevo», Medium Aevum
Romanium: Festschriftfiir Hans Rheinfelder, Munich 1963, 1-20 (en Scripta musicologi-
ca, ed. de l. López Calo, 1, Roma: Edizioni di Storia e Letteratura, 1975, 351-373); Janine
Horowitz, «Les danses cléricales dans les églises», Le Moyen Age, 95 (1989), 279-292;
Jean-Claude Schmitt, La raison des gestes dans /'occident médiéva/, París: Gallimard,
1990, 86-92; y Francesc Massip, «Teatre i dansa en els carnins de pe1egrinaci6 a 1'Edat
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 299
Danzas del tiempo de Adviento y Navidad, como las de la fiesta de los ino-
centes, el día 28 de diciembre, fiesta dedicada a los subdiáconos, la circunci-
sión (1 de enero) o Epifanía; o pascuales, como la fiesta de la pelota en
Amiens -<:uya descripción incluye Durando en su Rationale divinorum ofi-
ciorum (VII, 42)-, en el curso de la cual los canónigos, el domingo de Re-
surrección, de la mano, danzan siguiendo el simbólico laberinto del suelo y
cantando el himno Victima! pascali laudes y se pasan una pelota que simbo-
liza el sol, costeada por uno de ellos; danzas como la bergerette de Besan-
~n, también atendida por Durando, entre otras muchas, que formaban parte
de la liturgia festiva capitular, especialmente en la iglesia galicana.
También en otros ámbitos menudean las advertencias sobre las danzas
extra-litúrgicas de los clérigos en festividades en sínodos locales o provin-
ciales, sobre todo cuando constituían costumbres de contaminación profana,
en participación con los laicos en determinadas ceremonias como misas nue-
vas u otras fiestas 123 • No son intrigantes desde esta perspectiva las referen-
cias de la Crónica del Condestable Miguel Lucas de /ranzo a las danzas or-
ganizadas en su palacio en Navidad, en el curso de las cuales, después de
haber danzado, «mandava que cantasen rondeles et cosantes, en los quales él
y la señora condesa y las otras damas, y los señores de la yglesia mayor et
todos los conbidados andavaro>, en donde parece evidente que Jos canónigos
de la catedral de Jaén intervenían en esa especie de «diversión coral y coreo-
gráfica» 124 siempre realizada tras de la danza cortesana instrumental, la baxa
danza, a la que solía seguir la alta.
Mitjamm, en M". Teresa Ferrer & Pere Verdés, El Camí de Sant Jaume i Catalunya. Actes
del Congres Internacional celebra/ a Barcelona, Cervera i Lleida /'octubre de 2003, en
prensa. En el terreno femenino y monástico, Gertrud Jaron, <<Music and Dancing in the
Fourteenth-Century Sister-Books», Anne Clark Bartlett, Thomas H. Bestul, Janet Goebel,
and William F. Pollard, eds., Vox Mystica: Essays on Medieval Mysticism in Honor of
Professor Valerie M. Lagorio, D. S. Brewer, 1995, 159-169. Para la fuente mencionada,
Martial Gerbert, De cantu et musica sacra a primo ecclesia afate usque ad prasens tem-
pus, Typis San-Blasianis (Abadla de San Bias, Selva Negra), 1774, 2 vols.
123
Antonio García y García, «Religiosidad popular y festividades en el Occidente pe-
ninsular (s. x:m-xvt», en Fiestas y Liturgia. Actas del coloquio celebrado en la Casa de
Velázquez, Madrid: Universidad Complutense, 1988, 42.
124 2
Asensio 1970 , 185, 216-229. Para un análisis musicológico del espectáculo, hay
que tener en cuenta las atinadas observaciones de Tess Knighton, <<Spaces and Contexts
for listening in 15th-century Castile: the Case ofthe Condestable's Palace in Jaén», Early
Music, noviembre 1997, 661-677.
300 Contexto poético, doctrinal y funcional
12
s «La quale, in realta, era la sola forma, metrica e musicale, largamente diffusa e ac-
cetta dalla popolazione d 'ogni grado, che praticamente potesse fare una concorrenza effi-
cace alla cantilena profana lizenziosa»; «1 Flagellanti sustituirono alla ruota de' danzatori
l'assamblea de' Devoti: alla ruota del diavolo, la ruota di Dio» (De Bartholomreis 1924,
243 & 245, respectivamente). Para otros ámbitos de las cofradías y su relación con la dan-
za, Sahlin 1940, 152-153, y, sobre flagelantes, 165-166.
126
Jaime Villanueva, Viage literario a las iglesias de España, XXII. Viage a Mallor-
ca, Madrid: Real Academia de la Historia, 1852, 37-38. Citado también por Joseph E. Gi-
llet, «Danza del santíssimo nacimiento, A Sixteenth-Century Play by Pedro Suárez de Ro-
bles», Pub/ications ofthe Modern Language Association ofAmerica, 43 ( 1928), 620n. En
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 301
esa ocasión, la de la misa nueva, los clérigos se disfrazaban, danzaban, cantaban cantares
deshonestos, y aún representaban momerlas o hacían sermones burlescos, tanto dentro
como fuera de las iglesias, como se puede apreciar no sólo en las Constituciones sinodales
de los siglos xv y XVI (véase Jaime MoJI, «Música y representaciones en las constitucio-
nes sinodales de los Reinos de Castilla del siglo xvm, Anuario Musical, 30 [1977], 214-
217), sino también e11las narraciones de obras de enjundia reformista, como El Crota/ón.
127
José Sanchis Sivera, ed., Dietari del Cape//á d'Anfós el Magnanim, Valencia: Ac-
ción Bibliográfica Valenciana, 1932 (reimpresión, con facsímil del manuscrito, Valencia:
Ayuntamiento, 2001), 182. TomW!dolo del mismo manuscrito, entonces en manos de Ma-
yans, refiere la especie Francisco Cerdá y Rico, ed., Gaspar Gil Polo, La Diana enamora-
da, Madrid: Antonio de Sancha, 1778,491, como señala Manuel Milá y Fontanals, «Orí-
genes del teatro catalán», en Obras completas, VI, Barcelona: Álvaro Verdaguer, 1895,
259-260.
121
Véase Francesc Massip & Lenice Kovács, <<La Danse macabre dans le Royaume
d'Aragon: iconographie et spectacle au Moyen Áge et survivances traditionnelles», Revue
des Langues Romanes, 105 (2002), 202-228; y Francesc Massip, «La dansa macabra a
l'antiga Corona d'Aragó: orlgens espectaculars i plastics i pervivencies tradicionals>>, en
Josep Lluis Sirera, ed., La Mort com a personatge, 1'Assumpció com a tema. Acles del VI
Seminari de Teatre i Música Medieva/s d'Elx 2000, Elche: Institut Municipal de Cultura,
2002, 279-302.
129
Véase, más abajo, alguna referencia a los e)(cesos de los frailes menores en la cele-
bración de maitines de Navidad, que sorprenden a un extranjero. Además, consúltese Pepe
Rey, <<La tradición del risus pascha/is navideño», en La Navidad en los conventos. Ciclo
de conciertos con motivo de la exposición «Vida y arte en las clausuras madrileñas», Ma-
drid: Museo Municipal de Madrid, 1996, 36-42.
302 Contexto poético, doctrinal y funcional
130
Gougaud 1914, 232; Schmitt 1990, 90.
131
Concretamente, en el monasterio de Ysfiia (Israel), según Horowitz 1989, 283n &
285 (citado por Massip, en prensa). Para Cathérine Bourlet, véase más abajo, en el capitu-
lo octavo.
132
García Andrés 1999, 1, 246.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 303
phona dicimus: 'Quem vidistis, pastores'» 133• Con la expresión choream du-
cimus se aprecia no sólo el movimiento que implica el 0./ficium pastorum,
como más abajo veremos, sino que acaso también se vincula a la danza, pues
que chorea es deflnida en el Catholicon como «ludicris cantilena vel salta-
tia». El posible aire de danza en el ámbito litúrgico, ya en el siglo xm, no
desdice nada del carácter de las interpolaciones de los juegos de los escola-
nos en la catedral de Toledo que se pueden percibir en ceremoniales del si-
glo XVI, describiendo una flesta que estoy convencido ha perdido buena par-
te de los elementos que, sin embargo, aún conserva en el ámbito monástico
femenino.
Como poco común se presenta el Weihnachtsspiel de Hesse, en la que se
incluyen algunos bien conocidos himnos de Navidad. «Cuando nace el Niño,
José trae una cuna y Maria le pide que la ayude a mecerla. José con un sir-
viente danza alrededor de la cuna cantando In dulce jubilo; los ángeles can-
tan Sunt impleta, seguidos de Cristo Niño, que canta Virgo deum genuit.
Canta Maria una nana, invitando a los elementos y a los cuerpos celestes,
sol, luna y estrellas, para que se gocen con ella. Un grupo de doncellas da la
bienvenida al Niño cantando en latin y en alemán, terminando el concierto
con Jesús, José y el criado bailando mientras cantan Trinitatis speculum, si-
guiendo por un corto diálogo entre Maria y el Niño, quien le pregunta:
'¿Habré de sufril: mucho dolor por los judíos?'. Ella le canta nanas para que
duerma con palabras confortantes y cantos en latín y alemán de los ánge-
les» 134 • Esta especie de pantomima danzada, en la que intervienen varias
mujeres, podría tener unos orígenes monásticos o, al menos, podría represen-
tar, incluso con su fmal de referencia a la Pasión, una especie de modalidad
parecida a la que estaría en la base de la celebración de Astudillo o de
Calabazanos.
La danza pastoril tiene una importancia en las representaciones emana-
das en determinadas cofradías medievales. Hay una extraña pieza, más bien
una colección de apuntes, procedentes del laudario de Santa Caterina della
Notte, de Siena, que data del siglo xv. En la primera acotación, con la que se
abre, se indica que se preparen «pecorai, pecore e cani e comamusse» y todo
lo que sea necesario. La pieza, como se ha señalado, se celebraba inmedia-
tamente después de la misa del Gallo, antes, pues, de laudes, quién sabe si
133
Rationale divinorum officiorum, VI, 13.
134
Muir 1995, 101-102 .
304 Contexto poético, doctrinal y funcional
135
En algún villancico español, también hay referencia a estas danzas angélicas, quizá
a partir de las fuentes narrativas de raigambre franciscana a las que nos vamos refiriendo
en el curso de estas páginas: «Ángeles venían 1 al pobre portal, 1 cantar celestial 1 al
niño dezlan, 1 baylavan, tañían, 1 yo baylé mejor 1 delante el Redemptom (Pérez Gómez
1952, 56).
136
De Bartholomaeis 1943, IJ, 208-214.
137 2
Asensio 1970 , 301.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 305
138
Frenk 1978, 320.
139
Beltrán 1984, 255-256; Morrás 1988, 64-66.
140
No creo que sea una perogrullada recordar que en algunas pastoradas leonesas mo-
dernas la danza de los pastores se acompaña con el bordón, según señala Maximiano Tra-
pero, Pervivencia del antiguo teatro medieval castellano: la pastorada leonesa, Madrid:
Fundación Juan March, 1981 , 25; del mismo «Tradicionalismo en el primitivo teatro cas-
tellano: Los autos del ciclo del Officium Pastorum», en Luciano García Lorenzo, ed., Cal-
derón: Actas del congreso internacional sobre Calderón y el teatro español del Siglo de
Oro, Madrid: C.S.I.C., 1983.
306 Contexto poético, doctrinal y funcional
irrumpe el pastor Gil en una escena en la que habrá que suponer una Maria
silenciosa, en estos términos rústicos:
¡Dios mantenga a Vuestra Gloria!
Ya veis que estamos acá,
muy allegres, ¡soncas ha!
de vuestra ñueble vitoria 141 •
Este tipo de acotación interna (estamos acá) nos sorprende aún incluso
en algunas pastoradas modernas, en las que entran los pastores del mismo
modo que los nuestros: «Aqui estamos los pastores 1 reunidos en la sierra»,
cantaban mientras entraban en la iglesia los de Terradillos de Templarios, en
tierras de Palencia, en las mismas en que pudiera haberse por escrito por
primera vez una tradición espectacular 142 •
Ante una pieza como ésta, variada y sin modelos conocidos, se tiene la
tentación de explicarla desde modelos y perspectivas consagrados, imagi-
nando algunas posibilidades que van desde la sospecha de fusión de géneros
o facturaciones métricas, hasta la propia descalificación formal. En el terreno
en que estamos, el de la tradición literaria abierta o cerrada, una golondrina
sí puede hacer primavera. Así, si corregimos a la mano que, al repasar rubri-
cando, tachó un verso y recomponemos el estribillo
(¡Dios vos salve, la parida!
¡Dios te salve, nuestra ama,
con tu fijo, el Salvador!),
141
Manuel Calderón Calderón, ed., prólogo de Stephen Reckert, Gil Vicente, Teatro
castellano, Barcelona: Crítica, 1996, 24, vv. 293-296.
142
Joaquín Dlaz & José Luis Alonso Ponga, Autos de Navidad en León y Castilla,
León: Santiago García, 1983, 146, y, además, compárense otros casos menos parecidos,
112& 120.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 307
música, y que desde luego no carecería de parecidos, como los que se apun-
tan al comentar la canción siguiente. Esta formalización explicaría la anoma-
lía de los versos sueltos, alternados en boca de dos pastores.
Toda la composición constituiría una construcción coreográfica perfec-
tamente orgánica en la que dos pastores protagonistas cantan y o danzan in-
dividual y altemantemente en una secuencia de tres pares de mudanzas. La
parte que contiene los efectos de virtuosismo pastoril rústico, con baile, sal-
tos y si/vos, realizados con golpes de cayada o bordón golpeando el suelo
para formar una dan~a o un son, y que recurre a las palabras vacías en un
efecto de 'musicación' aliterativa, son, precisamente, las dos secuencias pa-
ralelísticas, que es posible que dieran sostén a la danza más rústica 143 y estu-
vieran dirigidas a una esfera amplia de espectadores. El resto de coplas no
paralelísticas se dirigen a la Virgen y es posible que o no fueran danzadas, se
danzaran de otro modo o concentraran su atención en ella. Esta variación en
el planteamiento de la estrofa, la alternancia entre desarrollo centrípeto y
centrífugo, por adaptar los términos de Margit Frenk, es un mestizaje que
más arriba hemos constatado en canciones de uso religioso inglesas que re-
mitían a una tradición popular, alternancia que es posible se deba a una su-
cesión de mudanzas coreográficas, a la alternancia de danza y canto o a la
mezcla de dos tipos de danza.
Desde esta última posibilidad, tendría interés el final de la canción, con
una abertura espectacular más complicada. Llama la atención el hecho de
que el pastor que cierra pide la mano en nombre de todos a la Virgen (Seño-
ra, dadnos la mano). Dar la mano era sinónimo de darla a besar, en señal de
vasallaje - lo que cuadra con el reconocimiento inmediato de su reinado en
el v. 33- y despedida, pero también podría ser una invitación a la danza.
En esta pieza, y en virtud de la necesaria 'representación' que requiere,
estribaría el elemento de comicidad, la vis comica, que caracteriza al Offi-
cium pastorum más y menos evolucionado 144, en nuestro caso tal como se
practicaba entre las clarisas castellanas, antes de haber sido depurado espiri-
tual y hasta 'corporalmente' por un Gómez Manrique o Álvarez Gato, si-
143
Pueden verse este tipo de didascalias internas en otros ejemplos, como los mencio-
nados por Asensio 1970', 20 1, de francés y de castellano, y despues en 226, al hablar del
sentido de andar en cosaute.
144
Como, por su parte, ha señalado Víctor García de la Concha, «Teatro medieval en
Aragóro>, en Aurora Egido, ed., La literatura en Aragón, Zaragoza: Caja de Ahorros y
Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y Rioja, 1984,39.
308 Contexto poético, doctrinal y funcional
145
Hess 1976, 16.
146
Es normal, como se sabe, encontrar prohibiciones genéricas de estas prácticas en
documentación canónica de los siglos xv y xv1; en el sínodo de Ávila ( 1481), se veda «fa-
zer ~aharrones e vestir ábitos contrarios a su profesión, los omes trayendo vestiduras de
mugeres e de frayles e de otros diversos ábitos, e pónense otras caras de las que nuestro
Señor les quiso dar, faciéndose homarraches» (Moll 1977, 227). Aunque muchas de estas
prohibiciones se transmiten casi literalmente de sinodo a sínodo, en ocasiones se aprecia la
particularización de que esas prácticas se realizaban en iglesias y monesterios, como en
Córdoba, 1520 (ldem, 229).
147
Cátedra & Jiménez Moreno, en prensa. Es este un ejemplo más por añadir a una
larga lista. Según Nebrija, Vocabulario español-latino, s. v., «moharrache o homarrache.
personatus .a .um», y se relaciona con los momos. Fuera de recurrencias de otros contex-
tos, como las rescatadas por Menéndez Pida! en sus estudios sobre la juglaria, en el epíto-
me de Martín Pérez se mencionan «los estriones e moharraches que se transforman en
otras semejan~as» (Gómez Moreno 199la, 142). Así se citan en el Sinodo de Ávila
(148 1), homarraches: «pónense otras caras de las que nuestro Señor les quiso dar, fazién-
dose homarraches» (Gómez Moreno 199la, 143; Ronald E. Surtz, «Masks in tbe Med.ieval
Peninsular Theatre», en Meg Twycross, ed., Festive Drama. Papersfrom the Sixth Trien-
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 309
nial Colloquium of the Intemational Society for the Study of Medieval Theatre, Lancaster,
/3-19,july, 1989, Cambridge: D. S. Brewer, 1996, 81).
148
Valgan muestras de dos recopilaciones, en el Cancionero de Ocaiú:J, por ejemplo
(Pérez Gómez 1957, 18-21 ; o bien el final de la siguiente, que acontecería en el pesebre,
28, 38); o en el Cancionero de nuestra Señora (Pérez Gómez 1952, 56 o 58). Véase, tam-
bién, Juan Bautista Rael, The Sources and Diffusion of the Mexican Shepherds' Plays,
Guadalajara, México: Librería La Joyita, 1965.
149
Bruce W. Wardropper, Cancionero espiritual (Valladolid, 1549), Valencia: Casta-
lia, 1954, 76.
ISO Hay varias ediciones de la Danza, la primera de las cuales la de Gillet 1928. Véase,
entre otros, Bruce W. Wardropper, Historia de la poesla lírica a lo divino en la cristian-
dad occidental, Madrid: Revista de Occidente, 1958, 205-232, así como también las inte-
resantes noticias que, al respecto, facilita Jesús Menéndez Peláez, «Máscaras quijotescas,
310 Contexto poético, doctrinal y funcional
danzas y otras representaciones en el teatro escolar del Siglo de Oro español», Archivum
50-51 (2000-2001 ), 451-484, en donde también se puede leer una edición del texto de
Suárez de Robles.
151 2
Como ha recordado Asensio 1970 ,222.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 311
152
Véase, también, la solución editorial de Frenk 1987 ó 2003, D0 • 1315.
153 Fernando Lázaro Carreter, ed., Teatro medieval, Madrid: Castalia, 1970', 28-29.
154
«De la Razón de amor a un sueño anónimo del siglo XVD>, en Studia in honorem
Prof M. de Riquer, IV, Barcelona: Quaderns Crema, 1991 , 155; por lo que se refiere a la
especialidad dramática de los dísticos pareados, véase del mismo Alberto Blecua, «Sobre
la autoría del Auto de la Pasión», Homenaje a Eugenio Asensio, Madrid: Gredos, 1988,
79-112.
312 Contexto poético, doctrinal y funcional
155
Agradezco la noticia a Beatriz Marcotegui, de la Universidad de Navarra, que tra-
baja actualmente sobre los manuscritos de sermones de la Catedral de Pamplona, cuyo es
éste que se cita, concretamente el códice 89. El fragmento citado puede leerse en el fol.
34v y me permito editarlo proponiendo una partición para lo que se pueden reconocer co-
mo versos, que en el manuscrito están copiados a linea tirada. Véase, más abajo, para otras
intercalaciones en verso de este códice.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 313
Por más que, en cualquier caso, la forma de distico monorrimo con re-
frán está muy generalizada en ámbitos litúrgicos latinos y romances, como
nos recordó Spanke en su estudio sobre la métrica de las Cantigas de Alfon-
so X, y puede comprobarse con el examen de las cantigas 160, 190 y, sobre
todo, 260, entre otras. Son, al cabo, los mismos espacios que en el siglo xv
comparte esta canción Vll y que seguirá compartiendo hasta el xvm su
homóloga toledana, que, por ende, nos garantiza el uso de la nuestra en el
curso del Officium pastorum 156 •
El aspecto lírico del poema, con repetición del último verso del estribi-
llo, es, sin embargo, fundamental. Una porción de dísticos con retronx de un
verso, que figuran en el Cancionero musical de Palacio, y que fueron consi-
derados restos deturpados de cosautes, como En Ávi/a, / dentro en Ávila,
quizá lo sean más bien de alguna de las modalidades de paralelismo elemen-
tal de dos dísticos, parejo al de tres que hemos podido comprobar en la ante-
rior canción. De hecho, en nuestra versión de Bien vengades se advierte una
laguna fundamental, consistente en la pregunta a los pastores, que desenca-
denaría la narración de su testimonio. En la versión toledana, que publica-
mos completa en el cuerpo del apéndice 3, no se echa en falta la pregunta y,
además, hay un cierto desarrollo paralelístico en su formulación:
¡Bien bengades, pastores,
hé, que bien vengades!
Pastores del ganado,
dezidnos buen mandado.
¡Que bien vengades!
Pastores, do andubistes
dezínos lo que vistes.
¡Que bien vengades!
1
~ Véase (d)ie Metrik der Cantigas, Abhandung von Hans Spanke», en Higinio An-
glés, ed., La música de las «Cantigas de Santa María» del rey Alfonso el Sabio, llJ-1 ,
Barcelona: Diputación Provincial, 1958, 193-198; y por lo que se refiere a la cantiga 160,
212, cuya reconstrucción de la repetición del estribillo se ajusta mejor a la versión toleda-
na de nuestra canción que la que propone Mettmann con la repetición completa del estribi-
llo (Walter Mettmann, ed., Alfonso X el Sabio, Cantigas de santa Maria, ll, Coimbra:
Universidad, 1961, 157-158).
314 Contexto poético, doctrinal y funcional
rimicas son pobres, como en los demás casos, predominando también la rima
llana, con tres series de mudanzas de rima aguda. Es notable la regularidad
en el metro; sólo se advierte diéresis en v. 44 y 49, en ambos casos en ia, y
en ambos también cuando la i del diptongo está en la tercera silaba del verso
que, como ocurre en el octosílabo menos evolucionado, suele ser la primera
fuerte.
Nuevamente la técnica de retronx aparece con la forma que ya hemos
visto en otras composiciones, modificando el segundo verso del estribillo
según las necesidades sintácticas a partir del v. 37. Se trata de una fluctua-
ción y variabilidad del verso de vuelta que hemos de considerar un rasgo
propio de canciones populares, quién sabe si representando un modo de evo-
lución intermedio en la elaboración independiente de los versos de vuelta.
En todo caso, no es raro encontrar esta variación gramatical en composicio-
nes del mismo género idénticas o parecidas, como una mariana y otra amo-
rosa del Cancionero musical de Palacio (n°. 14 & 92) y, desde luego, lo va-
mos a encontrar en todas las piezas de nuestro cancionero que se valen de
retronx.
En el ámbito religioso y popular se pueden enclavar algunos de los raros
ejemplos antiguos de este esquema métrico 157 ; por ejemplo, el poema de
Juan Tallante contenido en el Cancionero general 158, que se presenta como
un villancico por dessecha de un romance en memoria de la Passión. Habla
en él la Virgen, desarrollando, entre otros, uno de los motivos pasionales
más conocidos que constituye un verdadero estilema de la tradición poética,
el de la pérdida de la belleza del Hijo crucificado. Jesús le contesta en la
deshecha explicando las razones de su deterioro. Tanto formal como temáti-
camente- nos recuerdan algunos ciclos pasionales de las colecciones de lau-
de. El otro ejemplo es una de las versiones de las Tres morillas.
Desde la perspectiva de la escritura del verso (véase fol. 5v-6r), nueva-
mente, y aparte el estribillo, que se escribe a línea tirada sin separación de
versos, los de mudanza se alinean uno tras otro a la izquierda, mientras que a
la derecha quedan el verso de vuelta y el del estribillo sin separación -¿in-
dicando una sola frase musical o dos idénticas?-, unidos por llaves a los de
mudan2a. Es posible que, como en casos anteriores, esta imposición nos in-
dique las alternancias de voces; aunque también podría ser una solución grá-
159
Cotarelo y Mori 1928, fol. 91r; Dutton 1991-1992, V, 64.
160
Jenaro Artiles, ed., Obras completas de Juan Alvarez Gato, Madrid: C.I.A.P., 1928,
159.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 317
161
Gómez Bravo 1998, n•. 617, excepto para la primera estrofa, en donde se reproduce
el esquema n•. 718.
162
Charles V. Aubrun, ed., Le Chansonnier espagnol d 'Herberay des Essarts (XV'
siec/e), Burdeos: Féret et Fils, 1951, 41 , n•. IX; ha pasado el esquema a Gómez Bravo
1998, n•. 569. No así a Alín 1968, 312-313, n•. 22, que editó el texto con el mismo es-
quema que se utiliza para la composición de nuestro cancionerillo, y que recuerda algunos
de zéjel con vuelta y versos largos de las Cantigas de Santa María.
318 Contexto poético, doctrinal y funcional
Sponsus 163, cuya música, característica de estas formas arcaicas (aaal3), está
en relación con ciertos modelos de la poesía gallego-portuguesa, de las Can-
tigas de Santa María 164 y también de algunas laude y de poesía popular na-
videña más moderna 165 .
La forma fija que sobrevive en el caldo de cultivo de la tradición cerrada
religiosa no desdice de la facturación métrica, que es accidentada y tiene un
aire arcaico, si la comparamos con otras de esta compilación. Se detectan
numerosos casos de dialefa o hiato que no siempre coinciden en cesura
hemistiquial (vv. 4, 8, 19, 20, 23, 24, 33, 37, 60, 63, 65, 72, 75); se impone
la consideración de la diéresis en numerosas ocasiones, que se han indicado
gráficamente en la edición; incluso, la regularidad métrica permite invocar
en un par de ellas la licencia de pie perdido (vv. 13 & 52); y, en ocasiones, la
h- inicial rompe la sinalefa (v. 15). Fuera de las coplas l, 7, 11, 17-19, en
que se encuentra una rima consonante más o menos perfec~, en las demás es
la asonancia la tónica, aunque se advierte en demasiados casos como para
considerar casual la consonancia entre los dos primeros versos y asonancia
del tercero con ésos (ce. 5, 8-10, 13, 16), manera de resolver que ya hemos
visto en otra de las composiciones más irregulares de este cancionero. En los
dos casos de rima idéntica, en estrofas sucesivas, podemos invocar el desali-
ño o el error (vv. 56-57, 59-60), pero quizá no debamos olvidar el patrón de
rima única en estructuras litánicas que también adoptan esta forma estrófica.
Y, por acabar con esta apresurada revisión, cabe notar el único caso de enca-
balgamiento abrupto que encuentro en toda la serie (vv. 71-72).
No se disimulan, sin embargo, algunos despuntes de estilo poético que
reflejan un aire cortesano, quizá distinto de algunas de las inmediatas can-
ciones comentadas, aunque con ciertas coincidencias con la primera. Y, por
recordar la anterior, si en la danza pastoril comicidad y situación se factura-
ban merced a un tipo como el pastor y era su voz la que condicionaba tanto
la rudeza o comicidad como la función de la pieza, el protagonismo que en
163
«Üiet, virgines, aiso que vos dirum! 1 Aiseet presen que vos comandarum! 1Atendet
Sponsum! Ihesu salvaire a nom 1 (Gaire noi dormet!) f aisel espos que vos hor atendet»
(Lucien-Paul Thomas, Le «Sponsus», mystere des vierges sages et des vierges folles suivi
des trois poemes limousins et farcis, París: Presses Universitaires de France, 1951 , 176).
164
Véase, al respecto, la revisión de Beltrán 2002, 42-44.
16
s Para las laude, véase, en la colección de Cortona, Varanini & Bangi & Burgio Ce-
ruti 1981-1983, 1, n°. 5, 11, piezas dedicada a la Virgen; la otra forma en Romeu Figueras
2000, 175-176, n°. 153, un villancico navideño que invoca a la Virgen también.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 319
de la diócesis de Valencia, que parece recortada 166 • La relación con estas dos
canciones y con otros aspectos del drama navideño, como el terna de los ce-
los de José, me anima a incluir una versión más amplia como apéndice nú-
mero 6 de este libro. Algunas de las consecuencias dramáticas, por otro lado,
del asunto las dejo para el final del capitulo séptimo, al objeto de concentrar
más la atención en la construcción de estos dos poemas últimos del CMA.
A pesar del mencionado aire cortesano de la composición, no podemos
perder de vista el marco de alabanza a la Virgen en una suerte de tradición
'laudística' . Es perceptible en el v. 3, que, aunque funde advocaciones de le-
tanía mariana ya agrupadas en textos de uso litúrgico u oracional («Regina
cadí 1Domina mundi) 161 , quizá sea una cita de parte de una canción devenida
fórmula o estribillo en la tradición cerrada de la poesía mariana. De Ambro-
sio Montesino conservamos dos versiones de una canción de loor mariano
que se basan en el estribillo: <<Reina del cielo, 1 del mund~ señora, 1 sey mi
valedora», la segunda de las cuales lleva una rúbrica, que empieza: «Las de
reyna del cielo, a pedimiento [ ... ]», de donde se podría deducir el carácter
tradicional del estribillo, que no pasaría de ser una deprecación fosilizada 168 •
En el mismo tono suenan los vv. 6-7, con uso de epítetos corno abogada
y procuradora, que nos remiten a esa misma esfera de los apelativos propios
de letanías. En tanto que el primero es muy común, -forma parte incluso de
los formularios notariales y de la burocracia de corte desde el siglo XIJJ, que
lo utilizan en los diplomas y en los documentos reales en los que se invoca el
auxilio de la Virgen-, el segundo lo es menos. Encina incluyó en su Can-
cionero una pieza que nos recuerda la nuestra Vlll 169• Tampoco conviene
ignorar los elementos doctrinales o teológicos que se van desgranando de
forma natural, como, en vv. 11-14, Maria ya concebida en la idea de Dios
antes de la creación del mundo, que circula también en textos de divulgación
teológica y espiritual; por ejemplo, Maria dice a la Condesa de Plasencia en
la obra de López de Salamanca ya citada: <<El mi Señor me poseyó en prin-
cipio de sus carreras, esto es, en prin~ipio de sus criaturas; enantes que nada
166
Donovan 1959, 112-114.
167
Véase el llamado The Bunrett Psalter de la Universidad de Aberdeen, fol. 12lv:
<<Ave et gaude virgo, Maria mater dei et dornini nostri Ihesu Christi. Regina celi, domina
mundi, imperatrix inferni, mater casti consilii, miserere mei et tocius populi Christiani et
ne permittas me mortaliter peccare sed tuam sanctissimam voluntatem adirnplere. Amero>.
168
Rodriguez Puértolas 1987, 131 & 133.
169
Dutton 1990-1993, V, 64, v. 42.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 321
feziesse de princ¡:ipio sin princ¡:ipio só ordenada» 170. Por cierto que, en este
contexto, el siempre guardada (v. 13) quizá sea una referencia inmaculista,
semper servata.
Lo apócrifo en sus realizaciones narrativas, dramáticas o iconográficas
también deja su huella en una poesía como ésta enmarcada por elementos
' figurativos'. En los vv. 19-22, se podría percibir un desajuste historiográfi-
co, porque pareciera que María se adelanta a los acontecimientos y es sabe-
dora del anuncio angélico antes, incluso, de sentirse sorprendida por la apa-
rición, que se narra después. En realidad, estos versos se explican no sólo
desde la lectura de maitines antes aludida, sino también desde la perspectiva
de las narraciones de la Anunciación en las que María estudia o contempla
las profecías del Antiguo Testamento, y así se presenta incluso la iconografia
con el libro abierto en el pasaje de Isaías 7, 14 («Propter hoc dabit Dominus
ipse vobis signum ecce virgo concipiet et pariet fi/ium et vocabitis nomen
eius Emmanuhel»).
El esmero ya aludido, y ese aire cortesano, se deriva tanto del cuidado de
la facturación poética, como del punto de vista; y, acaso, se deba también a
un interés en impostar en términos cortesanos la escena, dotando de un cierto
sentido 'erótico' algo ambiguo a la escena de la Anunciación, que, por ejem-
plo, se puede reconocer en las tradiciones narrativas, iconográficas y teatra-
les 171 • Así, por eje¡nplo hay que leer como un alarde formal la figura deriva-
tiva en el v. 23, que se completa con el asíndeton intencionado del v. 25, en
donde se gradúa la aparición del ángel, que además se describe desde el pun-
to de vista anímico y fisico como si de un joven caballero dotado de las vir-
tudes cortesanas se tratara («cortés, mesurado, fermoso, manc¡:ebo»). Todo
esto nos sitúa en un mundo poético y literario que también nos hace plan-
teamos el sentido real y traslaticio de ventura, no sólo como suerte, sino
también como aventura. Es evidente aquí el desplazamiento hermenéutico
170 Cátedra & Jiménez Moreno, en prensa. Cf Pérez de Guzmán, Himno a los gozos:
desde el contexto litúrgico latino a una nueva situación que se pretende re-
crear dramáticamente desde una perspectiva actual, pues en esa figura ele-
gante se convierte el tísico y la acción del ángel, que en la lectura litúrgica
mencionada se presenta «facie rutilans, veste coruscans, incessu mirabilis,
aspectu terribilis».
Se acentúa esta especie de recreación cortesana en el parlamento de Ga-
briel, con su elocución arcaica desde el punto de vista lingüístico, empezan-
do por la estrofa siguiente, vv. 27-30. En el capítulo anterior se ha señalado
la tendencia mayor que en otras piezas de la f- inicial (cf vv. 27-28), que
ahora deviene incluso aliteración; es evidente también la preferencia por
formas algo desusadas entrado el siglo xv, como fincó los finojos (v. 28), o
la construcción continente fermoso en catar, que sigue con la descripción fi-
sica y anímica en un proceso también que hace verosímil la reacción inme-
diata de la Virgen 172, narrada en vv. 47-50.
Tal reacción y otros aspectos de la copla forman parte de una táctica de
construcción de la voz femenina, en donde partiendo de la única referencia a
la turbación de María después del saludo del ángel, que se halla en Le 1, 19
(«turbata est in sermone eius») -o de la adaptación «perturbavit me» de la
lectura mencionada- , se amplía la situación a una serie de cambios fisioló-
gicos: pierde el color, se turba, que son motivos propios de la literatura de la
Anunciación. En una lauda que se encuentra en las colecciones de Pisa, Cor-
tona, Arezzo, etc., se recrea a lo largo de tres estrofas la reacción de Maria
ante la intromisión del extraño; deviene «pauorosa>>, empieza a temblar,
avergonzándose de la compañía, preguntándose cómo era posible que hubie-
ra entrado este desconocido; «abbracciaua la colonna 1 perla paura c'auea»,
lloraba y está a punto de desmayarse, incluso teme por su honestidad: «La
dolcissirna maria 1 pensauasse ingannata», hasta que el ángel la tranquiliza
172
Glosando los versos 480-485 de la Eneida, Enrique de Villena cuenta el nacimiento
de la pasión de Aquiles por la linda Policena en términos que permiten contextualizar bien
no sólo el sentido, sino también explicar la reación de Maria, pues es el fennoso continen-
te de la infanta de Troya el que la enamora: «Puli~ena, hermana del dicho Écthor, quitóse
las argollas de oro que traía en los bra~os e lan~ólas en el peso. De cuyo piadoso conJinen-
te efermosura e blancura de bra~os fue tancto enamorado Accbiles que dixo le plazia dar
el cuerpo de Écthor e la contia de oro que por él dieran si por muger a Poli~ena le diesen»
(Cátedra 1989b, 1, 185, glosa 286).
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 323
poco a poco 173 • Las tensiones de una situación como esta, de violación del
espacio virginal, eran susceptibles de ser desarrolladas también en las fuen-
tes narrativas que comparten el caldo de cultivo de las narraciones apócrifas
y de las lecturas litúrgicas, como es, por ejemplo, el caso de Juan López de
Salamanca, que amplifica con el recurso de la evidentia y la sermocinatio,
según su costumbre, los textos litúrgicos y narrativos de los que depende 174•
El pavor de la Virgen, así como también aspectos propios del convictus y
de la psicología ·femenina como sexo débil según la imagen naturalista clási-
ca y medieval, eran utilizados en términos negativos, tanto en textos científi-
cos como de polémica y literarios 175 • Pero en el terreno de la literatura espi-
ritual narrativa y 'técnica' los elementos psíquicos considerados propiamente
femeninos y despreciables en otros contextos cobran una función positiva, al
constituir el fundamento psicológico del sexo devoto y de la relación con
Dios. La compasión y la emotividad en todas sus facetas es el fundamento de
la compassio como instrumento de identificación con Cristo por la parte
173
Staaff 1931, 8-9; para Cortona y Arezzo y el laudario del manuscrito Trivulziano,
Baranini & Banfi & Ceruti Burgio 1981-1985, 1, 376 (versión breve), U, 179, y III, 44-45.
Hay dos versiones de esta lauda, una de ellas que reduce al mínimo esta escena, depurán-
dola. Descabala seguramente el contexto de la narración David Linton, «Reading the Vir-
gin Readem, en Albrecht Classen, The Book and the Magic of Reading in the Middle
Ages, Nueva York & Londres: Garland, 1998, 253-276; a este propósito, véase lo que
hemos dicho en Cátedra & Rojo 2004, 185.
174
Un solo ejemplo: «Responde la gloriosa Virgen: 'Sepas, Condessa mía devota, que
las vírgines castas que a Dios dan sus amores mucho se asconden de la vista de los hon-
bres e han sobresaltos e pavores si solas se fallan con los varones. E como yo viesse al án-
gel en semblante tan grac;:ioso, de gesto mucho fermoso, de ropas tan relunbroso, poner tan
humilde rodillas en tierra, sólo comigo, creas que huve pavor e arredreme con temor, e fuy
turbada de su fabla e callé con discrec;:ión, acabada su razón. E pensé en el loor que de par-
te del Señor me <lixo quando así me bendixo por alta salutac;:ión; e no temiera de su pre-
senc;:ia ni pavoresc;:iera de su reluzenc;:ia si no me fablara con tal reverenc;:ia ni me loara con
tal bendic;:ión, ca el ángel muchas vezes visitava e comigo a vezes fablava, el ángel me mi-
nistrava, con el ángel bien conversava, no empero con tan clara presenc;:ia ni me servía con
tal reverenc;:ia, ni me saludava de tal eminenc;:ia. Mas la novedat del tracto secreto e solep-
nidat del vic;:io discreto e la dignidat e loor tan perfecto» (Cátedra & Jirnénez Moreno, en
prensa).
m La abrumadora bibliografia sobre la materia apenas me deja entresacar algunos tí-
tulos, aunque en mi contexto pienso que sigue siendo pertinente por los textos que nos
reúne el de August Wulf, Diefrauenfeindlichen Dichtungen in den romanischen Literatu-
ren des Mitte/alters bis zum ende des Xlll. Jahrhunderts, Halle: Max Niemeyer, 1914.
324 Contexto poético, doctrinal y funcional
176
Véanse, respectivamente, los vv. 57-60 de la composición 8, y vv. 49-51 de la ver-
sión 8A (Rodríguez Puértolas 1987, 237 & 239). Los dolores o cuchillos quedan todavía
más explícitos en los versos 55-56 de la segunda versión.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 325
m Para estos aspectos pasionales, remito a Cátedra 2001; por lo que se refiere a Mar-
tín de Herrera, a la edición y estudio del texto en Pedro M. Cátedra, Juan Miguel Valero,
Francisco Bautista & María Sánchez Pérez, eds., Martín de Herrera, lstorias de la divinal
vitoria y nueva adquisición de la muy insigne cibdad de Orán, Salamanca: Sociedad de
Estudios Medievales y Renacentistas & Seminario de Estudios Medievales y Renacentis-
tas, en prensa.
326 Contexto poético, doctrinal y funcional
178
Garcia Andrés 1999, 244 & 259, respectivamente. Surtz 1995, 114 y siguientes.
Nada parecido a esto se halla en otras fuentes narrativas, como las clásicas sobre las que se
apoya aquí sor Juana, o en descripciones anteriores femeninas, como la de sor Isabel de
Villena (Miquel y Planas 1916, 1, 364).
Textos y contextos de/ «Cancionero musical de Astudillo» 327
179
El texto en romance se haya copiado por la misma mano al pie del fol. 24r, donde
empieza el sermón del tercer domingo de Adviento, que precede al del dia de Navidad
(fols. 31 r-32v).
328 Contexto poético, doctrinal y funcional
180
Véase, por ejemplo, las clásicas monografías de Sigfried Wenzel, Verses in Ser-
mons: «Fasciculus morum» and its Middle English Poems, Cambridge, Mass., 1978; y,
sobre todo, Preachers, Poets, and the Early English Lyric, Princeton: Princeton University
Press, 1986.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 329
181
Citamos más por extenso la pieza en el capítulo VIl, donde comentamos algunos
aspectos funcionales de este pliego suelto.
182
Querol Gavaldá 1971, n°. 90; Duton 1990- 1993, IV, 30 l. Esta estructura simple
con antecedentes litúrgicos estará en la base también de algunas composiciones religiosas
dialogadas, como la de Juan Álvarez Gato, en la que va preguntando a María, «a la sonada
de Nuevas te traigo carillo» (Artiles 1928, 103-161 ).
330 Contexto poético, doctrinal y funcional
183
Véase Wardropper 1954,73-74.
184
Autos, comedias y farsas, l, 29-30.
18
~ De Bartholomaeis 1943, 11, 125- 126.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 331
186
Con versos octosílabos y tetrasilabos es la de Gómez-Bravo 1998, n°. 929; la que se
presenta con versos octosílabos como 930 se corresponde con el esquema 1074, a excep-
ción de la primera estrofa.
332 Contexto poético, doctrinal y funcional
187
«Crueldat e troquarniento 1 con tristeza me conquiso, 1 pues me lexa quien me priso,
1ya non sey anparamento» (Miguel Ángel Pérez Priego, ed., Marqués de Santillana, Poe-
sías completas, Madrid: Alhambra, 1983-1991, 1, 153). El propio Santillana se vale de
prender en ese mismo sentido en una de sus canciones: «Que me priso su donaire 1 e
dexóme así ferido 1que tarde seré guarido» (ldem, 105).
188
«Uñas de puro coral 1 entre sus manos tratava 1 e los pechos demostrava 1 más alvos
que un cristal; 1 cuello de garr;a reall es el suyo blanco e liso, 1 cuyo resplandor me priso 1
con senblante angelical» (Brian Dutton & Joaquín González Cuenca, eds., Cancionero de
Baena, Madrid: Visor, 1993, 470).
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 333
implante popular, donde perder las colores, como las morillas de Jaén, tiene el
mismo sentido alusivo 189 .
Y, ya que estamos en estas, no extraña la materialización de una causa
imaginada también en la lectura de maitines: «Heu! heu! quid contigit? quid,
putas, evenit? per quem Maria sic cecidit? quem sibi plus quam me adulan-
tero invenit?». El adulador amoroso o adulescens, si es que hubiera un error
en el monólogo del anciano José, deviene, nuevamente con un desplaza-
miento que vuelve a contextualizarlo en el terreno poético, el entendedor (v.
24), término especializado para amante joven más o menos furtivo, que, fue-
ra de una documentación del último tercio del siglo xv del arcaizante Lope
García de Salazar, hay que pensar en los testimonios a lo divino de Berceo
en el xm 190 y en el mismo sentido que aquí en el XIV 191 . Las dudas de José,
en consecuencia, son también sospechas, con un tratamiento de affaire. Las
preocupaciones del José evangélico sobre las situación jurídica de Maria,
que sería condenada a muerte en caso de que él la repudiara públicamente
-{<cum esset iustus, et nollet eam traducere» (Mt 1, 19}-, se mantienen,
pero se añade, a la zaga de la lectura de maitines, la propia situación jurídica
del marido consentidor o encubridor de un adulterio, susceptible de ser con-
denado a vergüenza pública, «como a ombre malfechom (36). Es esto una
adición de la narrativa más tardía que sólo en parte depende de la tradición
de los evangelios. apócrifos, pues, por ejemplo, en el Pseudo-Mateo, también
José sospecha de alguien que, haciéndose pasar por ángel, haya seducido a
Maria 192 , pero las razones de su preocupación tanto en este apócrifo como en
el de Santiago no son, precisamente, por la situación jurídica de María, que
no sería irregular, sino de la suya propia, irregular o vergonzosa en la medi-
1
~ Véase Pilar Lorenzo Gradín, La canción de mujer en la lírica medieval, Santiago de
Compostela: Universidad, 1990, 184-195; Alan Deyennond, «Sexual Initiation in the Wo-
man's-Voice Court Lyric», en Keith Busby & Erik Kooper, eds., Courtly Literature. Culture
and Context, Amsterdarn & Philadelphia: John Benjamins Publishing Co., 1990, 125-158.
190
Gonzalo de Berceo, Laores de nuestra Señora, ce. 20Sd, 232b.
191
Alberto Blecua, ed., Juan Ruiz, Libro de buen amor, Madrid: Cátedra, 1992, 126 &
355; Diego Catalán, ed., Gran/ Crónica de Alfonso XI, Madrid: Gredos, 1977, JI, 397.
192
Ante la insistencia de las muchachas que acompañan a María por disculpar su pre-
ñez, José les contesta: «Ut quid me seducitis ut credam vobis quía angelus Domini
imprregnavit eam? Potest enim fieri ut quisquam se fmxerit angelum Domini et deceperit
eam?» (Aurelio Santos Otero, Las evangelios apócrifos, Madrid: Biblioteca de Autores
Cristianos, 1956, 216).
334 Contexto poético, doctrinal y funcional
da que podría ser acusado de haber poseído a su esposa María contra la pro-
mesa que había hecho a los sacerdotes de custodiar su virginidad.
Todos estos elementos, en fin, forman parte de la construcción de un
episodio central en la literatura narrativa y dramática del Nacimiento, los ce-
los de José, que, por lo general, servía para encabezar las representaciones
navideñas, como en la de Gómez Manrique, y también para dar el contrapun-
to cómico imprescindible en el teatro religioso de tradición medieval, como
más abajo tendremos la oportunidad de insistir.
Una sola pieza, la III, Cantica de sant Juan Evangelista («Virgen digno
de honom) sale del ciclo de la festividad de Navidad, aunque sí que se debió
utilizar para un día del tiempo navideño, el 27 de diciembre, día del Evange-
lista. Como otras de ese mismo periodo, verbigracia la de san Esteban, la del
evangelista era una festividad que daba entrada, como la de Navidad, a prác-
ticas en las que la lengua vulgar era interpolada en la liturgia. Así, por ejem-
plo, el canto de la epístolafarcida de la misa del día del santo, en la que se
alternaban texto latino y glosa romance tropada, cantado o salmodiado el
primero por un lector o diácono y la segunda por otro u otros cantores del
coro con la música de un himno. Era un día que se celebraba con procesión
en las vísperas del santo. Aunque, como señaló Angles, no hay el más míni-
mo resto de un texto en gradualia castellanos, hay que tener en cuenta que
desde principios del siglo Xlv menudean prohibiciones en directrices y síno-
dos del canto de la epístola interpolada en vulgar, que en algún caso, como
en Vic, se la califica de representatio 193 . Es posible que, si existió el uso en
Castilla, interpolaciones festivas como nuestra cántica, ya desplazadas a un
momento o lugar de la liturgia menos central, acaso en el curso de una pro-
193
Véase Higini Anglés, La música a Catalunyafins al segle XIII, Barcelona: fnstitut
d'Estudis Catalans, 1935, 284-285, 308-311; Josep Romeu Figueras, ed., Teatre hagiogra-
fic, Barcelona: Barcino, 1957, 1, 18-20, 23; Il, 11 - 15. Como señala Anglés, la epístola de
san Esteban en su versión catalana se entonaba con una melodía prácticamente idéntica a
la del Veni Creator Spiritus. Para la versión francesa antigua de la epístola de san Juan,
véase Th. Link, «Aitfranzosisches aus Handschriften. l. Fünf Epitres Jarcies», Zeitschrift
fiir romanische Philologie, 11 (1887), 30-33.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 335
cesión o, como veremos, en algún lugar del oficio de las horas, sean el susti-
tuto más moderno de esa práctica.
Hay que decir que ésta es una de las canciones con más problemas for-
males de la colección. En el manuscrito los versos están copiados en grupos
de cuatro, encabezados por el estribillo en forma de dístico (véase fols. 3r-
4r). Estos grupos a simple vista, y prescindiendo del dístico inicial, parecen
estrofas de cuaderna vía o de los llamados versetes de antiguo rimar por Pe-
ro López de Ayala. El sistema de la rima, caso de considerar estrofas de
ocho versos, flaquea continuamente y --dada la falta de separación hemisti-
quial o puntuación explicita separadora de versos- se podría reconocer co-
mo tal una estructura métrica dominante de versos largos como la más perti-
nente (8+8), tal la de textos litúrgicos medievales, con cesura a veces
marcada por una rima interna 194 .
Chocamos aquí de nuevo con otra carencia fundamental, la ignorancia de
la música que comandaba la puesta en práctica del texto, por un lado, y la
existencia del estribillo, que si se admite la enmienda que trae el manuscrito
entre líneas, sería una cuarteta de rima alternante: a8 b' a' b8 con dominante
en -ó(r). No obstante, desde la primera copla es evidente que si alguna rima
de vuelta se repite es -á con variadas terminaciones -al, -ar, -ad, -al, etc. Es
posible que esta primera copla, como hemos propuesto en nota al texto, ten-
ga descabalado Sl;l orden y hubiera que leerla:
Virgen digno de loar
-rierto eres tú, señor,
amigo del Redenptor,
evangelista sant Juan,
con una rima abrazada, como en algunos ejemplos de piezas del género de
las primeras generaciones del Cancionero de Baena, que sí cuadra con la
irregular vuelta de muchas de las octavas, consonante o asonantemente, per-
fecta o imperfectamente.
Por otro lado, este estribillo no es más que la versión rimada de una antí-
fona latina para la fiesta de san Juan -que descansa también en muletillas de
las cantigas de loor marianas- , que puede ser tuviera versiones métricas en
latín y, desde luego, dio lugar a no pocas canciones de loor en diversas lenguas
europeas, como veremos, con estructuras o estilemas parecidos a los que aquí
hallamos. A la luz de las diferentes formas en que se sustancian esos elemen-
tos latinos en romance, es posible recomponer la estrofa como se propone o
aceptarla corno está. En este caso, la falta de consecuencia rímica entre estribi-
llo y versos de vuelta es un rasgo que nos habría de hacer pensar no sólo en si-
tuaciones de detwpación, baja elaboración literaria, sino también en una fonna
muy popularizada del género de la cantiga de loor mariana o hagiográfica.
Sería posible, así, que desde el punto de vista funcional ni siquiera exista
una vuelta sistemática corno tal, y que, corno en el caso de pressa de los res-
ponsorios litúrgicos, se repita el estribillo en los lugares convenientes, al final
de la estrofa o no, según una forma prevista o según las necesidades concretas
del momento. A este respecto, si atendemos a la escritura del verso, percibi-
mos la irregular presencia en dos ocasiones de toscas llaves que abrazan dos de
las coplas de vuelta, la tercera y la quinta. ¿Sería posible, así, q1;1e no se repitie-
ra el estribillo antifonal después de cada una de las coplas, sino sólo en los lu-
gares indicados o cada dos estrofas? Desde luego, esto, si cuadra con algunas
prácticas litúrgicas, no parece que con las musicales que, por ejemplo, se apre-
cian en piezas de la misma tradición como, por no remontarnos más, las de
López de Ayala incluidas en su Libro rimado de Palacio, en cuyos manuscri-
tos se repiten los estribillos tras de cada copla de mudanza 195 •
Pero, al hablar de la autonomía del estribillo y de las imperfecciones rí-
micas, hay que notar también la falta de un verso de vuelta en -á en alguna
que otra estrofa, lo que nos permite preguntarnos si no estamos ante el resul-
tado de una adaptación de una cantiga de loor sin estribillo, a la que se ha
forzado esa cabeza en un nuevo contexto. El estado perentorio o descuidado
podría ser resultado del proceso de ajuste, y, así, se explicarían las rimas
idénticas en varias ocasiones: vv. 76-78, 85-86 (quizá el único caso que pue-
de considerarse recurso artístico), 113-114. No niego la tentación de una re-
construcción hipotética, pero la ahorro, ya que se trata de una más de las po-
sibilidades para explicar este extraño producto de la poesía religiosa sin más
ambiciones de uso corriente.
No obstante, un momento de atención a la secuencia rimica acaso nos
permita aclarar alguna duda o acumular más hipótesis. Frente a la forma estric-
ta de la canción religiosa con vuelta en tradiciones románicas, desde Galicia a
195
Michel Garcia, ed., Pero López de Ayala, ((Libro de poemaS)) o «Rimado de pala-
cio», Madrid: Gredos, 1978, 1, 30 1-303, 325-326, 329-331, 334-335.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 337
Italia, desde las laude a los gozos con forma de danza, e incluyendo los ejem-
plos castellanos del fmales del siglo x1v y principios del xv, advertimos, en
primer lugar, que en esta pieza alternan rimas consonantes y asonantes, perfec-
tas e imperfectas, con repetición incluso de varias de ellas de una copla a otra
-contra la norma más común de la canción cortesana de no repetir rimas en
estrofas sucesivas- , con predominio de la rima aguda imperfecta en -á (-al,
-ar, -at, -ad), que, como hemos dicho, es posible que retome la dominante del
estribillo tal como lo recomponemos. Todo ello contribuye a crear una sensa-
ción de inestabilidad, irregularidad y amalgama oral a lo largo de la composi-
ción, en la que, de conocer la música, podríamos acaso concretar el modelo
superviviente de la cantiga de loor más popular.
Es, por ello, imposible proponer un esquema invariable; las excepciones
son casi tantas como coplas. Las formas que encontramos se dejan agrupar se-
gún los siguientes modelos, en los que se diferencia la rima asonante y conso-
nante con letras minúsculas y mayúsculas, respectivamente, así como también
las rimas idénticas en mayúscula cursiva. Parto de la supuesta dependencia ri-
mica del estribillo, en su forma recompuesta, ABBA, y al tiempo considero
siempre como coincidente la rima dominante imperfecta en -á, cualquiera que
sea su terminación:
1) CACA ADDA 7 1O) CDCD eEEa 10
2) cAcA cAcA 4
3)CACA DADA 13 11) cDDA aAAA 11
4)cAcA dAdA 1,3 12) CDDC Ceea 17
5) cAcAcDcD 16 13)cddA fAf 9
6) cAdAAAef 14
7) cAdA AffA 12 14) cDeD eAfA 6
15) cdeD fDDa 18
8) cadAeAeA 19 16) cded DFDF 2
17) cDeD DFFa 8
9) cdcd DAdA 15 18)cDeD FtFa 5
pla décima, de aceptar la enmienda que propongo en nota al verso 71, pre-
sentaría una estructura a cuatro rimas, frente a la de tres rimas o, incluso, dos
que presentan las cuartetas anteriores: a-b-b-a/c-d-c-d; o la undécima, tam-
bién a cuatro rimas: a-b-a-b/c-d-d-c (caso de admitir la enmienda propuesta
para el verso 80). Algunas hemiestrofas, como se ve, tienen rimas abrazadas,
otras alternas.
Errores en la copia o puro descuido son buenas razones para explicarse
este estragamiento, que, no obstante, se podría achacar también a la transmi-
sión y a los cambios obligados por el uso real. De hecho, la poesía oracional
-así la llamo para distinguirla de otros géneros líricos- de uso litúrgico o
para-litúrgico está sujeta, por un lado, a la presión de la oralidad y, por el
otro, a la evolución o a los reajustes según los cambios de gusto. Si exami-
namos, por ejemplo, el estado en el que nos han llegado algunas oraciones
en verso recogidas en manuscritos de devoción, como los Gozos de la Vir-
gen u otras composiciones pasionales, podemos observar ei desgaste por el
uso y por el soporte de la memoria 196 • Indudablemente, lo que se cantaba en
las iglesias o ermitas de la Edad Media no siempre eran textos de Juan Ruiz,
de Pero López de Ayala, o de Pero Vélez de Guevara, el abuelo de Santillana.
En el ejercicio de reducción de unas formas fijas a otras se pueden reca-
bar sorprendentes regularidades, porque la métrica y la música tienen refe-
rentes numéricos que, en aumento, tienden a regularizarse más o menos, co-
mo se reducen juntándose en pares las ramas en ascenso del arbor mirabi/is
que es el stemma. Aún a sabiendas de esto, me parece que puede resultar una
circunstancia no del todo desdeñable la de que, reducidos los esquemas ante-
riores tan diferentes y anárquicos a la forma en la que la Cántica de sant
Juan evangelista se presenta en el manuscrito, es decir, a grupos de cuatro
versos, se podría percibir una cierta regularidad en la medida que predomi-
IQ6 Véase Ángel Gómez Moreno, «Nuevas reliquias de la cuaderna vía», Revista de Li-
teratura Medieval, 2 ( 1990), págs. 9-34; del mismo, «Los Gozos de la Virgen en el ma-
nuscrito 9/5809 de la Real Academia de la Historia», en Studia in honorem Prof M. de
Riquer, IV, Barcelona: Quadems Crema, 1991 , 233-241. Véase José Luis Pensado,
«fragmento de un gozo medieval», Homenaje a Alvaro Galmés de Fuentes, lll, Madrid -
Oviedo: Gredos & Unversidad de Oviedo, 1987, 525-534. Para la fortuna, véase Marg-
herita Morreale, «Los Gozos de la Virgen en el Libro de Juan Ruiz», Revista de Filología
Española, 63 (1983), 223-290, y 64 ( 1984), 1-69; para una edición del texto, véase tam-
bién Fernando Gómez Redondo, ed., Poesía española, l. Edad Media: juglaría, clerecía y
romancero, Madrid: Crítica, 1996, 580-584.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 339
nan los esquemas A' 6 A16A 16A 16 y A' 6 A' 6 B'6 B' 6 • ¿Es posible que esta pieza re-
monte a una estructura métrica más o menos perfecta de tetrástico monorri-
mo como tantas oraciones latinas y romances de la Edad Media y que su es-
tado actual sea intermedio entre dos regularidades más o menos
sistemáticas? ¿Se podria pensar que este tipo de poesía eminentemente útil y
de soporte oral relaje sus esquemas con el tiempo, adaptándose a una música
nueva y a las consiguientes formas renovadas o, simplemente, se ajuste a las
propias de esta poesía hagiográfica y para-litúrgica, parecidas a la ballata
italiana adaptada en los laude y a los modelos utilizados en los gozos de ám-
bito catalano-provenzal? Si se acepta la posibilidad antes aludida de que el
estribillo haya sido impuesto a una pieza que no lo llevaba, el esfuerzo por
llegar a este término tan deturpado ha sido mucho mayor y no requiriría la
existencia de una cantiga de loor sin el estribillo. En cualquier caso, se trata-
ría de un interesante proceso de desplazamiento métrico y de recauchutaje, si
se me permite decirlo así, de la gastada rueda de la canción piadosa.
Sea por restos de un texto adaptado o por origen, se aprecia más que en
otras composiciones de la colección el recurso al hiato y a la dialefa - vv. 6,
25, 33, 54, 55, 60, 61, 62, 63, 65, 67, 68, 76, 88, 109, 113, 11 7 (doble), 119,
120, 123, 125, 132, 134 (doble), 136, 139, 140, 141 - y no es necesario re-
cordar que ambas licencias son efectivas en la cuenta silábica del verso de la
cuaderna vía, y resultan también fundamentales en la configuración del octo-
sílabo durante la segunda mitad del siglo XIV y aún principios del xv. Tam-
bién acaso en el v. 110 se pueda reconocer o diéresis en Rreyna o una aspi-
ración en humildad que rompe la sinalefa; aspiración que es indiscutible en
v. 144. Y la deriva octosilábica de las últimas muestras de poemas en cua-
derna vía es un hecho, que se comprueba con el Libro de buen amor, con el
Libro de miseria de omne o con la curiosa doble aparición de esos rudos
«versetes de antiguo rimaT» que cita López de Ayala, tomándolos de su Ri-
mado, en un poema recogido en el Cancionero de Baena, quedando sistema-
tizada esta última aparición en versos de 8+8, frente a la anterior de su Ri-
mado, más cercana al canónico 7+7 197 • ¿Cabe pensar que la calificación de
rudos y el diminutivo despectivo versetes, aparte la modestia irónica, más
que falsa, de don Pero López de Ayala, se deba a que éste materializaba
mentalmente una lectura en hemistiquios octosílabos? Sólo con examinar la
primera copla de la versión del Cancionero de Baena se advierte que las ri-
197
Véase el análisis de Clarke 1964, 33-38.
340 Contexto poético, doctrinal y funcional
198
Número 518"", en Dutton & González Cuenca 1993, 368-369.
199
Véase el n•. 128, y el comentario de Romeu Figueras 1965, 308.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 341
dos últimos mencionados no hacen más que atender de un modo u otro a una
demanda insistente de oraciones, laudes, gozos, etc., en lengua romance, a
esas alturas perfectamente integradas en la liturgia canónica y en la liturgia
piadosa o paralela de los hábitos devotos.
Esa producción, como señalamos en el capítulo siguiente, la podemos
ver refugiada también en los devocionarios y en los libros de horas, aunque
se ha percibido más claramente gracias al hecho de conservarse mejor, des-
membrada de su contexto e integrada en cancioneros personales, en obras
con voluntad unitaria, en muchas oraciones 'poesía de conversión' caso más
arriba citado de Juan Martínez de Burgos 200, Fernán Pérez de Guzmán o,
mucho antes, de Berceo y Juan Ruiz, respectivamente, o como materiales
accesorios en misceláneas. Pero menos llamativos han sido los testimonios
conservados en su propio contexto, como los libros para uso litúrgico o de-
voto. Recientemente vamos disfrutando de un corpus significativo, si no por
su número, sí por lo variado, temáticamente hablando, y por sus caracteristi-
cas formales. Gozos de la Virgen, como los citados más arriba, o de la Mag-
dalena, rescatada por Gómez Moreno 201 , nos sorprenden con sus peculiari-
dades lingüísticas o métricas, que no son tan raras cuando relacionamos ese
tipo de oraciones o alabanzas con sus congéneres italianos de las laude o con
el corpus oracional románico medieval, formalmente bastante conservador y
unitario, por cierto.
He caracterizado estos textos como una extensión o, mejor dicho, una inter-
polación de la liturgia. Pero pienso, además, que un estudio pormenorizado del
lugar que cada uno ocuparía en las festividades concretas para las que parecen
estar diseñados y de su relación con las oraciones, con las antífonas o los himnos
latinos del día, justificaría más mi atribución de complemento litúrgico.
Atendiendo a nuestra Cántica de san Juan Evangelista, la relación con
textos de la liturgia de vísperas o del día de la fiesta del santo es innegable.
La estrofa que sirve de introducción o anclaje litúrgico tiene como arranque
200
Véase en su cancionero los gozos de san Juan Bautista (Dorothy Severin, ed., The
«Cancionero>> de Martínez de Burgos. A Description of its Contents, with and Edition of
the Prose and Poetry ofJuan Martínez de Burgos, Exeter: University Press, 1976, 43-45).
Para la 'poesía de conversión' véase ahora Michel Zink, Poésie et conversion au Moyen
Age, Paris: PUF, 2003.
201
Véase, recientemente, el florilegio de textos que ofrece Gómez Moreno 1990b. Una
edición cómoda de esta pieza y de las que acabamos de citar puede leerse en Gómez Re-
dondo 1996, 585-589.
342 Contexto poético, doctrinal y funcional
textos de la liturgia, como, por ejemplo, una antífona que se canta desde el
primer nocturno de maitines del día de san Juan, que reza: «Joannes aposto-
lus et evangelista, virgo est e/ectus a Domino, atque ínter ceteros magis di-
lectus» 202; o, sin prestar atención ahora a otras manifestaciones antifonales
para la fiesta del Evangelista 203, el versillo que se repite y cierra el tercer
nocturno de maitines es: «Yl. Va/de honorandus est beatus Iohannes. R.. Qui
supra pectus Domini in cena recubuit». He ahí posibles anclajes litúrgicos
que quizá localicen la cántica al final de maitines o como himno procesional
tomando el punto de partida desde el responsorio. En los libros de horas ro-
mances antífona y versillo aparecen traducidos en la sección de memorias de
los santos, que se intercalan en las canónicas, con su versillo correspondien-
te: «Sant luan apóstol y evangelista, virgen del señor escogido y entre los
otros d'Él más amado, ruega por nos. Y!. Mucho es de honrar el bienaventu-
rado sant luan, que sobre el pecho del Señor en la cena dormió» 204 • Cual-
202
Puede verse en CAO, Ill, n•. 3494.
203
Otras antífonas para esta fiesta toman como argumento otros pasos de su vida, como
en nuestros gozos: «lste est discipulus qui dignus fuit esse ínter secreta Dei; ipse solus meruit
divina inspiratione dicere: In principio erat Verbum, et Verbum erat apud Deum, et Deus erat
Verbum; hoc erat in principio apud Dewm> (CAO, m, n•. 3421); «Iste est Joannes, cui Chris-
tus in cruce Matrem virginem virgini commendavit» (n•. 3423); «lste est Joannes, qui supra
pectus Domini in cena recubuit, quem diligebat Jeswm> (n". 3424); «lste est Joannes qui su-
pra pectus Domini recubuit: beatus apostolus, cui revelata sunt secreta coelestia», a la que en
algún manuscrito se añade la prosula: «lustus virginitate, c/arus ut palma, Joannes omatus
pudicitia floruit, et ideo sicut cedrus paradisi nectare irrigatus undique mundo plene eructa-
vil arcana theoriae, quae ange/i vis valent percipere. Quapropter ejus honore gaudet proles
Ecclesiae, quae doctrina ejus multiplicabitur. Supra pectus Domini» (n•. 3425). En el códice
de Las Huelgas se encuentra también como tropo del Benedicamus: <<lste est Iohannes, qui
supra pectus Domini in cena recubuit. Beatus apostolus cui revelata sunt secreta celestia: Be-
nedicamus Domino. lste est discipulus qui dignus fuit esse inter secreta [ilegible ¿ipse solus
meruit divina inspiratione dicere?]. ln principio erat Verbum, et Verbum erat apud Deum, et
Deus erat Verbum: Deo gracias» (Higini Angles, El cOdex musical de Las Huelgas (Música
a veus deis segles XIII-XIV), Barcelona: lnstitut d'Estudis Catalans & Biblioteca de Catalun-
ya, 1931 , n•. 179; véase también el n•. 182).
204
Las horas de nuestra Señora según el uso romano, en las qua/es son añadidas mu-
chas oraciones muy devotas. Y de nuevo el rosario de nuestra Señora y son ad longum si-
ne require, Lyon: Matías Bonhome, 1551, fol. 177v. Figura también en ediciones mucho
más antiguas, como Las horas de Nuestra señora con muchos otros ofi~ios e ora~iones, s.
i. t., Bibliotheque Nationale de París, sin fecha, que lleva estampadas en su primera página
3
las armas de los Reyes Católicos, sign. Vélins 1501 , fol. sign. o v. Desde luego, no puede
considerarse oración del siglo xv1, como hace Pierre Rézeau, ed., Les prieres au.x saints en
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 343
franyais a la fin du M oyen Age, Ginebra: Droz, 1982- 1983, 272-273, pues figura en anti-
fonarios antiguos.
205
Foulché-Delbosc & Massó Torrens 1912, 22.
206
Wardropper 1954, 199.
207
Compárense estas introducciones tan parecidas con la cierta libertad de que gozan
otros textos narrativos dedicados a san Juan Evangelista, como los que más abajo iré ci-
tando de la tradición de las laude italianas o de la tradición hispana, representada por los
extensos poemas de Montesino.
344 Contexto poético, doctrinal y funcional
gozos marianos 208, y las cantigas de loor, como la de López de Ayala (Vir-
gen digna de honor, c. 9l2c del Rimado de Palacio) o la incluida al fmal del
códice de los oficios de santo Tomás y que edito nuevamente en el capítulo
siguiente, probablemente copiada por una monja dominica:
Virgen digna de onor,
de ti nasyió el Salvador;
213
Son cuatro las piezas sobre san Juan, dos de ellas explícitamente dedicadas a la Re-
ina (Rodríguez Puértolas 1987, 135-146, 201, 253-268), cada una de ellas con una función
distinta, unas para ser utilizadas en la lectura contemplativa y otras para ser cantadas, en
metro de romance o de canción lírico-narrativa, con ese peculiar modo de utilizar varios
géneros para un mismo tema cuando hay que atender distintas situaciones y fines a finales
del siglo xv. Véase un análisis de estas composiciones por Michel Darbord, La Poésie re-
ligíeuse espagnole des Roís Catholiques a Philippe 1/, París: Centre de Recherches de
I'Institut d'Études Hispaniques, 1965, 217-225.
214
Dice Montesino «que san Juan dejó su esposa 1 por otra más gloriosa, 1 que fue la
virginidad» (Rodríguez Puértolas 1987, 137). En los gozos catalanes se puede leer: «En
les vostres bodes santes 1 fon Jesus ab gran plaer; 1 y en aquelles festes tantes 1 no us curas
de la muller, per seruir lo sens obstacle, lverge y pur fins a la fi; 1 y a~o fes perlo miracle, 1
quant de l'aygua feu ell vi» (Foulché-Delbosc & Massó Torrens 1912, 23).
215
Como, por ejemplo, exponen los gozos catalanes: «En la sancta sepultura 1 de la
Verge singular, 1 vos portas la palma pura 1 que li feu Deu presentar 1 en senyal de la victo-
ria 1 qu'en lo mon Ella tingue, 1 per la qual hague la gloria 1 que Aquella mereixque»
(Foulché-Delbosc & Massó 1912, 24). En los dramas asuncionistas, alternan el ofreci-
miento de la palma los apóstoles san Pedro y san Juan (véase Massip 1984, 59-176).
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 347
216
Foulché-Delbosc & Massó Torrens 1912, 23-24. El núcleo evangélico es el pasaje
de lo 19,26-27.
217
Véase Miguel Ángel Pérez Priego, Teatro medieval, 2. Castilla, Barcelona: Crítica,
1997, 65-66; y, para otros muchos testimonios, lo expuesto en los capítulos III y IV de Cá-
tedra 2001.
218 Jean Sonet, Répertoire d'incipit de prieres en ancien jran9ais, Ginebra: Droz,
1956, n•. 332, 933, 1475. Rézeau publica una oración de principios del s. XJV en versos
348 Contexto poético, doctrinal y funcional
alejandrinos que tiene como punto de partida la oración O intemerata ( 1982-1983, 274-
275).
219 Véase André Wilmart, «La priere O intemerata», en su Auteurs spirituels et textes
dévots du Moyen Áge Latin. Études d'histoire lilléraire, París: Études Augustiniennes,
1971 , 474-504; para alguno de los textos ampliados, en especial 501-503.
220 Quizá no sea impertinente transcribir aquí la versión más antigua de Horas s.f.,
1
fol. sign. n'v-n v, con las variantes de Horas 1551, fols. 189-190, que indico entre corche-
tes: «Síguese una otra oración muy devota a nuestra Señora e a sant Juan apóstol e evan-
gelista [Síguese otra oración muy devota de nuestra Señora, que se dize O intemerata]. O,
entera e por siempre bendita, sola e sin comparación Virgen e Madre de Dios santa María,
gloria [templo)de Dios, sagrario del Espíritu Santo, puerta del cielo, por la cual Señora
[om. Señora], después de Dios, todo el mundo bive, Señora, inclina las orejas de la tu pie-
dad a las mis preces, maguer que no son dignas, e sei a mí, pecador, misericordiosa e ayu-
dadora [om. e ayudadora]. O, sant Juan bienaventurado, familiar e amigo de lesuchristo,
virgen eres e escogido entre todos los otros amado, et sabes los secretos del cielo más que
los otros; eres apóstol suyo e evangelista claro [claramente], a ti llamo con la Madre del
Salvador que me des [deis] ayuda. Dios vos salve ambos a dos, piedras preciosas celestia-
les ante Dios, Virgen santa María e sant Juan; Dios vos salve, dos lumbreras luzientes ante
Dios, tirad el ñublo [nublo] de los mis pecados con vuestros rayos. Vós sois aquellos dos
en que Dios Padre por el su Hijo tizo [hizo] su casa, en los cuales confirmó muy dult;:e
privilegio del su amor, cuando eslava en la cruz a la Virgen [om. a la Virgen] dixo [e
dixo] : 'Cata aí tu hijo'; después d1xo al otro: 'Ves aí tu madre' . Por esta tan grande dulce-
dumbre que la boca de Dios entre vos puso, vos ruego que le roguéis que me perdone y
encomiéndovos mi ánima e mi cuerpo en todas las horas e momentos dentro e fuera. Sed
vós mis guardas piadosas, rogadores por mí a Dios. Creo firmemente sin dubda [duda] que
el vuestro querer es querer de Dios, donde soy bien [om. bien] cierto que cualquier cosa
que le demandáredes que la avréis. Pues demándovos yo, Señora, por esta tan grand virtud
que avedes [aveis] que roguéis a Dios por mí, que Él por los vuestros ruegos me dé salud
del cuerpo e del ánima. Pues, señores [señora), fazed (hazed) que el mi cora((ón sea digno
[dinno] de ser alumbrado de la gracia del Espíritu Santo e me alimpie de toda suziedad de
los mis pecados e me frncha [hincha) de vertudes [virtudes] e me faga [haga] estar en el su
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 349
amor e de mis próJtimos; e me faga [haga] perseverar en estas cosas, assí que después de
la mi muerte me lieve a su santo Paralso [al su Paraíso santo], amen. E ruégovos por aque-
lla palabra, santa Madre e Hija [y hijo], que por la boca del Señor sois ayuntados, e afin-
cadamente [ahincadaffiente) vos ruego que querades [queráis] acorrer a las mis menguas e
angustias; e que pueda aver en mi cuerpo castidad e humildad e limpieza de coracón e que
aya espacio de fazer [hazer] fructuosa penitencia e me ganéis perdón de mis pecados e me
querades valer a la hora de la muerte e recebir la mi ánima en las vuestras santas manos e
defendérmela de los ángeles malignos e de las tinieblas e presentarla al muy glorioso Hijo
e muy dulce lesuchristo, porque ruegue [huelgue] e goze siempre con vosotros en el reino
del Cielo. Amero>.
221
Véase el abanico de ejemplos que aporto en Pedro M. Cátedra, «De sermón y tea-
tro. Con el enclave de Diego de San Pedro», en Alan Deyermond y lan Macpherson, The
Age ofthe Catholic Monarchs, 1474-1516. Literary Studies in Memory of Keith Whinnom,
número especial de Bulletin ofHispanic Studies, Liverpool: University Press, 1989, 12-1 4;
y con más detalle en Cátedra 2001, 420-424.
222
En el Laudario de la Compagnia de San Cilio de Florencia, la queja de la Virgen,
todo y presente, se modera bastante: «La madre, poi, vegendo 1 Jo suo figlo sepolto, 1 con
grande doglia et pianto 1 (et percotéasi il volto) 1 dicea: 'Chi mi t'a tolto? 1 Figlo, a cui m 'ai
lasciata! 1 Or sono acompagnata 1 pur dall 'evangelista'. 1 Adunque, veracemente 1 solo di
lui si puo dire 1 ched e' fu fonte surgente 1 d'amoroso disire: 1 non temea di morire, 1 tanto
era d'amore acceso!» (Del Popolo 1990, 552). Permítaseme recordar en este punto el caso
de un justador poético del siglo xvt incondicional de san Juan, cuando, en tiempos en los
350 Contexto poético, doctrinal y funcional
que fácilmente llegaban a las manos los partidarios de uno u otro san Juan, los bautistas y
los evangelistas, viene a recamar la figura solitaria de san Juan ante el Crucificado con es-
te tono polémico y chulesco que adelanta las conceptuosidades de Ledesma: «Si quando
christo espiró 1sant Juan allí no llegara lla madre que lo parió 1 no se a quien la encomen-
dara» (Santiago Montoto, ed., Justas poéticas sevillanas del siglo XVI (1531-1542), Va-
lencia: Castalia, 1955, 69). Esta justa por el evangelista es un buen ejemplo de laguna de
tópicos evangelistas, en la que han remansado los ríos de las tradiciones litúrgicas, oracio-
nales y devotas. Véase también Menéndez Peláez 2000-2001.
223
Ha señalado este aspecto de la obra de Montesino Ana M". Álvarez Pellitero, La
obra lingüística y literaria de fray Ambrosio Montesino, Valladolid: Universidad, 1976,
153. Téngase en cuenta, sin embargo, que no todos los poemas de Montesino sobre el
Evangelista desarrollan este aspecto de la compas16n. Por ejemplo, en la vida en décimas
dedicada a la reina Isabel le interesa más desarrollar la dignificación que supuso la enco-
mienda de la Virgen que los padecimientos sufridos durante la Pasión (Rodríguez Puérto-
las 1987, 138-139). Pero en las dos versiones de la oración o himno en loor de san Juan se
acentúan esos elementos compasionales.
224
Véase Franco Mancini, «Temi e stilemi della Passio umbra», en Le Úludi dramma-
tiche umbre del/e origini (A tti del V Convegno del Centro di Studi su/ Teatro Medioevo/e e
Rinascimentale), Viterbo: Centro di Studi sul Teatro Medioevale e Rinascimentale, 1981,
141-164; y, para España, Cátedra 2001.
225
Para las esenciales, véase Wilmart 1971, 505-536.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 351
226 Véase alguna referencia en Cátedra 1989, 11; y, sobre todo, Cátedra 2001 , 398 y
sigs.
227
Acerca de la disputa monji! sobre los dos juanes, hay momentos notables desde El
Crotal6n al Buscón, recorridos recientemente por Menéndez Peláez 2002, 322-333.
VI
LA 'TRADICIÓN CERRADA' EN LA POESÍA RELIGIOSA
Una revisión de la poesía del siglo xv, a partir de los re}>ertorios y de los
cancioneros más y menos conocidos, realza el carácter extravagante de un
manuscrito y un corpus como el que acabamos de leer en los capítulos ante-
riores. No es poca la poesía religiosa que, en el monto total de los cancione-
ros del siglo xv, podemos recabar, pero muchas menos son las canciones
con un uso como el que parecen tener las del CMA, y apenas un puñado las
que, dentro de esta categoría, están destinadas a la Navidad.
Estas canciones no formaban parte de un canon poético y sólo excepcio-
nalmente quedaron integradas en cancioneros personales, en algunos casos
después de haber sufrido una purga. Numerosas piezas de esta categoría que
se nos han conservado en las recopilaciones datan del último tercio del siglo
xv y la mayor parte figura en cancioneros personales que pretenden agrupar
toda la producción de su autor, como es el caso de Gómez Manrique o Juan
Álvarez Gato, y parece reconocerse en esas piezas un destino relativamente
ajeno al itinerario normal de la circulación poética en general y en particular.
Este carácter extravagante de la conservación y de la circulación se podría
percibir también en algunos casos extraordinarios de verdaderos cancioneri-
llos devotos, como la serie oracional e hírnnica - podríamos hablar de 'para-
litúrgica'- de Fernán Pérez de Guzmán.
Si apartamos del corpus cancioneril este tipo de poesía con destino muy
concreto, a veces individualizando sus receptores, apenas nos quedamos con
nada realmente parecido a lo que es objeto de los capítulos anteriores. Te-
nemos que dar un salto hacia atrás y llegar hasta el siglo XUJ y la corte de Al-
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 353
fonso X el Sabio con sus Cantigas de Santa Maria, pasando por esas cancio-
nes de Juan Ruiz, que a veces nos parecen poco dignas de un poeta de tomo
y lomo como él era, o del menos afortunado Pero López de Ayala. Y, no
obstante, como hemos visto, hay también aires formales y hasta temáticos en
la poesía del primer siglo xv de los que quedan bien contaminadas canciones
como las nuestras.
El mismo espíritu, el mismo sermo humilis, la misma función, la misma
fortuna y, seguramente, la protección que da una tradición literaria cerrada
es lo que une a estas puntas de un iceberg literario al que quizá mereciera la
pena atender en virtud de su significación y uso. Es reconocible el lugar que
ocupan también en las recopilaciones poéticas desde el siglo xni determina-
das muestras de poesía, sólo útil al principio como elemento para-litúrgico y,
con posterioridad, casi abiertamente litúrgica, susceptible de ser interpolada
en determinadas ceremonias, incluso necesaria en algunas festividades. Es
éste un hecho, una evidencia, que abriría el camino para el afloramiento en
cancioneros de poesía litúrgicamente útil, como algunos manuscritos e im-
presos de fmales del siglo xv, en relación con los cuales hay que poner nues-
tros cuadernos.
En todo caso, hemos visto cómo eran muchos los elementos formales y
temáticos de las composiciones del CMA que nos remiten a una 'tradición ce-
rrada' de ámbito hi.spánico y europeo, empezando, verbigracia, por la forma
métrica, en La órbita internacional de la estrofa con vuelta con una base estruc-
tural xx 1/aaax, que abunda en la poesía Lírica religiosa europea de La Edad
Media; y siguiendo con otros muchos aspectos temáticos y funcionales. Alber-
go alguna esperanza de que la sola lectura del comentario incluido en el capí-
tulo anterior permita al lector hacerse una idea de la vitalidad con la que tradi-
ciones poéticas y funciones religiosas integran una determinada tradición
cerrada.
La vitalidad de la poesía religiosa o, mejor, el afloramiento manuscrito o
impreso y la homologación con otros géneros poéticos en el último cuarto
del siglo xv es un hecho que, desde variados puntos de vista, ha merecido la
atención de la crítica. Han interesado mucho más los aspectos de fondo que
de práctica y forma, quizá porque el afloramiento coincide con una serie de
cambios drásticos en la espiritualidad que van a tener consecuencias para el
mismo diseño de la vida religiosa en la sociedad de la Edad Moderna. Sin
embargo, la vida de determinada poesía religiosa ha vivido en tradición ce-
rrada como la que docurnentaria nuestro cancionerillo.
354 La 'tradición cerrada ' en la poesía religiosa
1
Antología de poetas líricos castellanos, Madrid-Santander: C.S.I.C., 1944, 111, 63.
En términos generales, había afirmado antes: <<Aunque venido en época tan adelantada y
culta, Fr. Ambrosio Montesino parece un eco de los franciscanos del siglo xiii, y espe-
cialmente del Beato Jacopone de Todi, cuyos Cantos espirituales conocía seguramente, y
a quien se parece, sobre todo., en el enérgico realismo de sus pinturas satíricas» (61).
2
Rodríguez Puértolas, 1987, 62-63, quien da una lista de los opositores a la teoria de
la influencia directa, encabezada por Bataillon, Berndt, Darbord, Álvarez Pellitero, Scu-
dieri Ruggieri y Keith Whinnom. En cambio, si intenta mantener a una prudente distancia
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 355
s Véase Varanini & Banfi & Ceruti Burgio 1981 -1985, 1, 17-2 1, y III, 5-8; Del Popolo
1990, l, 13-18.
6 José Adriano de Freitas Carvalho, Nas origens dos jerónimos na Península Ibérica:
a
Do franciscanismo ordem de S. Jerónimo. O itinerario de Fr. Vasco de Portugal, Porto:
Universidade, 1984, 39, quien también nos proporciona una bibliografia exhaustiva sobre
el primer desarrollo de la Orden de San Jerónimo en España, con sus justas indicaciones
de ascendencia espiritual. Para otros aspectos de la proliferación del eremitismo y de los
principales impulsores, véase Mario Sensi, <<Alfonso Pecha e l'eremitismo italiano di fme
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 357
ellos, ya por ser naturales de allí o, aunque hispanos, por haber residido, em-
piezan a organizarse en grupos que, andando el tiempo y merced a bulas pa-
pales, consiguen constituirse en orden monástica (1373). Buena parte de esos
espirituales franciscanos serán también el origen de la revisión de los ideales
de la orden y contribuirán a la precipitación de otras reformas, como la ob-
servante, con su actitud indómita y en favor del ideal franciscano primitivo.
Uno de Jos elementos formales, aparte los aludidos en el capítulo tercero de
la pobreza y la desconfianza para con los grados académicos, era también el
retiramiento a lugares poco accesibles y a la acentuación de una cierta clau-
sura, elementos que también están en la base de Jos primeros observantes es-
pañoles y que, como hemos visto más arriba, serán caracterizadores de los
discípulos más extremistas de Villacreces.
Algunos de aquellos ermitaños fueron discípulos del famoso espiritual,
visionario y profeta fray Tommaso Unzio, llamado Tomasuccio de Foligno 7 •
Jacopone da Todi no estaba lejos de las posturas más extremas de los fran-
ciscanos llamados espirituales que, como nuestros observantes más estrictos,
querían guardar la regla pure et simpliciter, sine glosa. Sufrió los avatares de
Jos mismos en los años setenta y ochenta del siglo xm, vivió con alguna es-
peranza la tregua que significó para el movimiento el papado de Celestino V,
y, tras la renuncia de éste y la prohibición del movimiento espiritual por el
nuevo papa, no ce.s ó de denunciar con sus poemas la dudosa legitimidad y
comportamiento de Bonifacio VIII, y de alinearse con el bando de los Co-
lonna, que se mantuvieron rebeldes en sus posesiones hasta que cayó la 'roe-
ca Pallestrina'. Aquí fue aprisionado Jacopone, suspendido, excomulgado y
juzgado a prisión perpetua; sólo con la llegada de Benedicto XI fue perdona-
do y por propia voluntad se retiró a un convento de clarisas, donde acabó sus
dfas (1306) 8 • Su vida, sin embargo, se convirtió en un modelo y las biogra-
del secolo XIV», Rivista di Storia del/a Chiesa Italiana, 47 (1993), 55-80; y Ame
Johnsson, Alfonso ofJaén . His Life and Works with Critica/ Editions ofthe «Epístola soli-
tarii», the «lnformationes», and the «Epístola servi Christi», Lund: University Press,
1989.
7
Para fray Tomasuccio, sus andanzas, anhelos de reforma y hábitos espirituales, véase
Mario Sensi, Le observanze francescane ne/1 '/ta/ia Centra/e, Roma: lstituto Storico dei
Capuccini, 1985, en especial el capítulo Ill.
8 Enrico Menestó, ed., Le vite antiche di lacopone da Todi, Florencia: La Nuova Italia
9
Pedro de la Vega, Crónica de los fray/es de la orden del bienaventurado sant Hiero-
nymo, Alcalá: Juan de Brócar, 1539, fol. 35r.
10
José de Sigüenza, Segunda parte de la historia de la Orden de San Gerónimo, Ma-
drid: Imprenta Real, 1600, 255-282, al hilo de la narración de la vida de fray Vasco (tam-
bién en Juan Catalina Garcia, ed., fray José de Sigüenza, Historia de la Orden de san Je-
rórtimo, Madrid: Bailly-Bailliere, 1907, 1, 186-205); como ha demostrado Carvalho,
Sigüenza traduce a términos de su tiempo el carácter y el uso de las laudas tal como corrí-
an entre los primerosjer6nimos (1984, 98-104).
11
<<Hasta agora se conservan en aquel convento, y las traen entre manos los religiosos,
por la memoria dd santo padre fray Vasco[...] Tuve ganas de ver estas laudes o hymnos
de Jacobo, entendiendo que una cosa que estimava en tanto varón tan espiritual, no dexa-
ria de ser muy buena. Fuy a nuestro convento de C6rdova, y hallé en la librerla un libro en
que estavan escritas estas laudes, que son ochenta hymnos y mas. La letra y el papel mues-
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 359
cribe un par de esas ochenta y tantas y traduce una tercera. He aquí los pri-
meros versos de las composiciones que él cita:
O, bon lesu, poi che me ai enamorato,
del ultimo stato me dona certenza.
2 Vita de lesu Christo,
spechio immaculato,
lo tuo perfeto stato,
mostra la mia viltade.
3 El tiempo pierde todo quien no te OJ1Ul,
sobre todo otro amor, /esu amoroso 12•
Sería muy útil poder localizar este manuscrito del convento jerónimo de
Córdoba, que, según hemos visto, habría sido copiado en España a partir del
canto de fray Vasco, pero, por más que lo he procurado, no he tenido la suer-
te de fray José de Sigüenza y ni siquiera tengo trazas de su conservación en
Córdoba después de la desamortización. Y, por otro lado, tampoco el intento
que he hecho para localizar un manuscrito que contenga exactamente estas
composiciones con esas lecturas ha tenido mucho éxito. La revisión de inci-
pitarios de poesía italiana medieval permite, en efecto, localizar las tres
composiciones en algún que otro laudario. Según el viejo inventario de Ten-
neroni, la segunda· y la tercera, cuyo íncipit es Troppo perde'l tempo Id ben
non t'ama 13 , figuran en algunos laudarios atribuidas a Jacopone y a otros
poetas; en tanto que la primera sólo la localizaba en un par de códices, uno
de Florencia y otro, precisamente, que anduvo en el comercio en la segunda
mitad del siglo XIX, y que a la vista de lo que sabemos hoy no parece salido
de España 14•
tran antigüedad de más de dozientos años. La poesía es italiana y la lengua mal limada y
corrompida con palabras portoguesas)) (Sigüenza 1600, 256). No me merece mucha con-
fianza el olfato lingüístico del historiador jerónimo.
12
Véase la t:ranscripci6n completa en Sigüenza 1600, 273-282.
13
Una edición moderna con variantes a partir del códice de Cortona en Varanini &
Banfi & Ceruti Burgio 1981, 1, 217-234.
14
Anru'bale Tenneroni, lnizii di antiche poesie religiose e morali con prospetto dei co-
dici che le contengono e introduzione al/e laude spirituali, Florencia: 01schki, 1909, 30,
168, 249 y 262. No he sabido sacarle más partido a Marco Santagata, lncipitario unificato
del/a poesia illúiana, Modena: Panini, 1988, 3 vols. Por lo que se refiere al segundo códi-
ce, que contiene las tres composiciones que incluye Sigüenza, dio cuenta Tobler después
360 La 'tradición cerrada' en la poesía religiosa
de que fuera adquirido, con otros manuscritos venidos de Italia, de insegura procedencia
sin embargo, por la Koniglichen Bibliothek de Berlín de manos del librero Spithover, y
que dató en los últimos años del siglo xrv. Posteriormente, Monaci, que había tenido el
códice en sus manos en Italia con la intención de que ingresara en los fondos de la Nacio-
nal de Roma, comunicaba a Tobler que quizá debiera ser retrasada algo la fecha de com-
posición. Véase A. Tobler, «Vita del beato fra Jacopone da Todi», Zeitschriftfiir romanis-
che Philologie, 2 ( 1878), 4; del mismo, «Eine Sammlung der Dicbtungen des Jacopone da
Todi», Zeitschriftfiir romanische Philologie, 3 (1879), 20-34.
15
Véase, por ejemplo, la versión incluida en la Franceschina, editada por Nicola Ca-
vanna, «Del beato Frote Jacopone da Tode». Vito e laude contenu/e nella «Franceschina»
del P. Giacomo Oddi. Codice inedito del sec. XV. Asis (Santa María de los Ángeles): Ti-
pografia Porziuncola, 1926, 19 (O Vito), 52 (I'roppo); o bien en la biografía de Mariano
de Florencia (Livario Oliger, <<Pel VI Centenario della morte del B. Jacopone da Todi (t
1306). Vita inedita di Fra Jacopone, scritta da Fra Mariano da Firenze», Luce e amore, 4
[1907], 425 [O Vito], 480 [Troppo]).
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 361
16
Responsiones o satisfaciones hechas en Linares (1457), en Introducción a los orí-
genes de la Observancia en España, 879.
17 Véase una descripción incompleta del códice por Atanasia López, & Lucio M." Nú-
Pero, aparte del que han hecho mérito los historiadores de la Orden de
san Jerónimo, el episodio más llamativo de la relación entre las prácticas
poético-espirituales de Italia y la Península Ibérica es el que protagonizó otro
portugués, André Dias de Lisboa. A lo largo de una dilatada vida de más de
cien años, André pasó por el claustro de los dominicos, con los que acaso se
formara, de los clérigos regulares y de los benedictinos; su experiencia en el
terreno de las prácticas litúrgicas y musicales no debía ser nada desdeñable.
Y los versos que de él conservamos demuestran también la familiaridad con
las tradiciones y poetas franciscanos de Italia. Disfrutó, entre otros, de bene-
ficios en Sevilla y en Toledo; obispados de Ajaccio, Ciudad Rodrigo, Méga-
ra; abaciado de Alpendurada; etc. En 1435, estando en Florencia, tradujo y
adaptó al portugués una colección de laude bastante extensa, que abarca
composiciones para los tiempos litúrgicos del año, de carácter místico, mo-
ral, etc.; en suma, un repertorio muy cercano a los laudario~ de fraternidades
tuteladas por los mendicantes. El manuscrito que nos lo conserva detalla
bien su contenido en la rúbrica inicial: Laudas e cantigas spirituaaes e oraf-
oes contemplatiuas do muyto sancto e boom Deus lhesu, Rey dos feeos e da
terra e da muyto alta e gloriosa sua madre 18• Supónese que adaptó un lauda-
rio florentino y lo destinó a una de esas cofradías, fundada por el propio An-
dré en Lisboa bajo la advocación del Buen Jesús, quizá como una variante de
la devoción del nombre de Jesús que se extendía cada vez gracias a la predi-
cación de los franciscanos observantes. A los cofrades convoca al principio
del códice:
Viinde ora e viinde todos vos outros confrades e servos da confrarya do boo
Jhesu, e commygo estes melodyosos cantares, hyrnnos, prosas e laudes, que
aquy en este Iivro compiley e escrevy aa honrra do boom Jhesu, [com] altas
vozes cantade, baylade, dan¡;ade, orade, tangede, em orgoons, em atabaques,
con trombas, com anafiis, com guytarras, com ataudes, e com arrabiis, ante o
seu altar 19 .
18
Una edición parcial, al hilo de el único estudio de conjunto sobre este texto que co-
nozco, puede hallarse en Mário Martins, ed., Laudes e cantigas espirituais de Mestre An-
dré Dias, Roriz- Negrelos: Monasterio de Singeverga, 1951; nuestra cita en página 8.
19
Martins 1951 , 17.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 363
20
Véanse las consideraciones del mismo Martins en su estudio sobre las relaciones de
las lAudes de André Dias de Escobar con ellaudario de Pisa («Raizes comuns entre o lau-
dário de Mestre André Dias e o lAudario de Pisa», en sus Estudos de cultura medieval,
m, Lisboa: Brotéria, 1983, 259-287); y, sobre todo, el trabajo de Manuel Calderón Calde-
rón, «Las Cantigas espirituais de André Dias y la herencia trovadoresca>>, en O Canwr
dos Trobadores, Santiago: Xunta de Galicia, 1993, 373-385; y <<Para un itinerario del tea-
tro medieval: las lAudes e ora;oens contemplativas de André Dias», en Actas del VIII
Congreso Internacional de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval, ed. de Mar-
garita Freixas & Silvia Iriso, Santander: Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria -
Año Jubilar Lebaniego - Asociación Hispánica de Literatura Medieval, 2000, 441-45 l.
21
Véase, por ejemplo, la referencia a una cofradía organizada en el siglo XIV en la ca-
tedral de Oporto «de laude B. Marie virginis», que nos recuerda Gilles Gérard Meersse-
man, Ordo fraternikltis. Confraternite e pietá dei laici nel medioevo, en col. con Gian Pie-
ro Pacini, Roma: Herder, 1977, m, 979, que acaso sólo fuera capitular, como otras, y que
resumia su actividad litúrgica en un cuidado mayor de las fiestas marianas, sin especiales
interpolaciones vulgares.
364 La 'tradición cerrada' en la poesía religiosa
22
Recuerdo en los párrafos que siguen lo ya escrito en Cátedra 2001,295 y siguientes.
23
Véase, a este respecto, las conclusiones de D. McMillan, «Juan Ruiz's use oftbe es-
tribote», en Frank Pierce, ed., Hispanic Studies in Honour ofl. González Llubera, Oxford:
Dolphin Co., 1959, 191-192; y lo apuntado por Beltrán 1988, 31-33, quien señala que gran
parte de las composiciones con vuelta de Juan Ruiz «nos acercan más a las fuentes de Al-
fonso el Sabio que a su escuela» (31).
24
Véase De Bartholomreis 1924,237-238. Pone las cosas en su punto Giorgio Varani-
ni, Cantari religiosi senesi del Trecento, Bari: Laterza, 1965, xii y siguientes.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 365
25
Véase, por lo que respecta a la primera floración de la lauda, Franco Mancini, fl
tempo del/a gioia. Un 'interpretazione del «Laudario di Cortona» con appendice di note
esegetiche, Roma: Archivio Guido lzzi, 1996.
26
Wilkins 1998,3.
366 La 'tradición cerrada' en la poesía religiosa
claras, también lo está el destino de los textos, que quedarla implícito no tan-
to en el ámbito de una advocación especial, la de la Virgen de Santa María
del Vado, sino, sobre todo, en el de una organización social mínimamente
estructurada -«una societa organica», por emplear las palabras del clásico
especialista11--, una cofradia radicada en esa iglesia en cuyo seno quizá se
reglamentaban algunos actos devotos acostumbrados, como las procesiones
de los cofrades, orando o cantando loores de la Virgen 28 • Juan Ruiz describe
Santa Maria del Vado como «lugar onrado, 1 muy santo e muy devoto», en el
que pasa una vigilia, «como es acostumbrado», y dedica a la Virgen un dita-
do, ofreciéndole cuerpo y alma (copla 1044).
El honor de un edificio sagrado es resultado no de una apreciación o pre-
ferencia personal, sino de un reconocimiento público, casi siempre autentifi-
cado por el reconocimiento oficial de la autoridad eclesiástica; la santidad y
la devoción son el resultado de la práctica religiosa colectiva y generalizada;
esas prácticas eran acostumbradas no como resultado de la Iniciativa priva-
da, sino de la liturgia organizada y reglamentada -no debe pasar inadverti-
da la acepción de ley o reglamento que también tiene costumbre--. Si Santa
Maria del Vado era, como se ha sugerido, la ermita que estaba aliado de El
Vado y que teni~tcomo advocación la Virgen de las Angustias, es posible in-
terrogarse si había radicada alH una cofradía reconocida en el ámbito jurídi-
co del arzobispado de Toledo; e, incluso, derivar de ahí que esa cofradía, a
juzgar por el contenido de los poemas de Juan Ruiz, era pasional ya enton-
ces, tuviera o no la misma advocación. Hoy, desde luego, no lo podemos
comprobar en los archivos toledanos, pues no alcanza la documentación so-
bre cofradías a esas fechas.
Desde esa perspectiva tienen todavía más interés los poemas de Juan
Ruiz que comentamos y algunos otros del Libro de buen amor. Los dos pa-
sionales ofrecidos a santa Maria del Vado serian canciones que podrfan
cumplirluna función en el canto público de las devociones de los fieles que,
cofrades o no, acudieran a la ermita, como las que, por ejemplo, siglos des-
pués escribirá de encargo Encina para otros santuarios. Serían ambos pasio-
nales en razón de su destino, pero también atendiendo a los modelos de los
cantos marianos antes rememorados.
27
Meersseman 1977, 10.
28
Véase, para estas prácticas sencillas, Meersseman 1977,949-968.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 367
Las de Juan Ruiz son dos cantigas narrativas de tema pasional, en una
de las cuales el loor de la Virgen descansa sobre una narración de la Pasión
de Cristo que tiene como objeto recordar a la Virgen la redención del géne-
ro humano y la posible personal del poeta, así como también su condición
de co-redentora. La segunda pieza es de otra categoría; frente a la indivi-
dualidad y relación personalizada de la primera, en la que yo es una pre-
sencia desde el primero al último verso, ésta se expresa con un colectivo
nos desde el primero, y declara una fmalidad penitencial y memorial desde
el estribillo: «Los que la Ley avernos 1 de Christos a guardar 1 de su muerte
devemos 1 dolernos e acordan). La estructura métrica y, por ende, musical
es la de la danza, y como canto coral sólo tiene sentido si un solista o un
coro cantara las estrofas narrativas y otro entonara el estribillo. Modo, na-
turalmente, de los cantos de las laude en las cofradías más antiguas, tanto
penitenciales como marianas. Pues bien, en uno de los laudarios más anti-
guos, figura un Dicto de Passione, que empieza con una de las variantes de
la tópica convocatoria: «La passion de Christo 1 piangiarn cum gran dolore,
29
1 per noi fu crucifixo 1 lesu nostro signore» • Además, geminaba Juan
Ruiz el tema no sé si por un virtuosismo poético y teológico, como se ha
sostenido que subyace en el acto de composición, o bien al efecto de dar
dos posibilidades al repertorio de los cantos penitenciales, según una cos-
tumbre equiparab.le a la que podemos comprobar en el ámbito de las cofra-
días de penitencia más antiguas, en las que a lo largo de una ceremonia o
devoción, se cantaban o recitaban varias laude con un mismo motivo cua-
resmal, aunque no fuera en tiempo de Pascua. Las de Juan Ruiz, sin briz-
nas de drarnaticidad, son canciones como las de la modalidad más arcaica
en el ámbito de las cofradías centro-italianas.
A este respecto, me gustaría recordar que lo más común es encontrar
laude, sobre todo pasionales, como la segunda de Juan Ruiz, evolucionadas
luego dramáticamente de modo que la Virgen asumiera el papel de filtro de
narradora y convocante de los cofrades para que oigan, contemplen y lloren
al hilo de su narración pasional. La alabanza de la Madre, que a su vez es
marco para la narración de pormenores de la vida, el Nacimiento o la Pasión
del Hijo, es la forma que adoptan algunas de las laude narrativas del siglo
xm, como, por ejemplo, la que empieza Ave Maria, gratia plena, la conocida
Pasión lombarda, que es en realidad una l~ga <<lauda-ballata mariana}) escri-
29 Mario Pelaez, «Un detto di Passione», Scritti Monaci, Roma: Forzani, 1901, 111 .
368 La 'tradición cerrada ' en la poesía religiosa
30
Véase, para su edición y estudio lingüístico, Maria Corti, «Una Passione lombarda
inedita del sec. XDD>, en Rivísta dí Cultura Classica e Medievale, 7 (1965), 347-363.
31
Varanini & Banfi & Ceruti Burgio 1981-1985, 59-63.
32
Giu1io Bertoni, ed.,l//audarío deí battuti dí Modena, Halle: Max Niemeyer, 1909,
72-76. En la primera estrofa el poeta se presenta declarando su servicio.
33
Como ya señalara Humberto López Morales, Tradición y creación en los orígenes
del teatro castellano, Madrid: Ediciones Alcalá, 1968; Luis García Montero, El teatro me-
dieval: polémica de una existencia, Granada: Don Quijote, 1985, 106.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 369
34
Véase, sobre todo, y por lo que se refiere a las cofradías de advocación pasional, Jo-
sé Sánchez Herrero, <<El origen de las cofradías de Semana Santa o de Pasión en la Penín-
sula Ibérica», Temas Medievales, 6 (1996), 31-79, así como también los varios estudios
incluidos en Guía de los Archivos de las cofradías de Semana Santa de Sevilla. Otros es-
tudios, Madrid: Deimos, 1990.
35
Muir 1995, 5-6.
370 La 'tradición cerrada' en la poesía religiosa
buen espécimen de colección devota que reúne los grandes asuntos y los te-
mas que comparecen en muchos laudarios 36 . Si el alto funcionario que fue
acabó retirándose al convento dominico de Bemfica de Lisboa poco después
de la publicación de las lAudes de André Días y vio cómo profesaban en el
convento de clarisas de Zamora su mujer e hija, no será extraño que sus
poemas después de la conversión estén totalmente teñidos de los grades te-
mas de contemptu mundi, de La meditatio mortis, de la última venida de Cris-
to al Juicio, motivos de los que se apropió, además de los predicadores, la
devoción comunitaria para completar penitencialmente los grandes temas
pasionales.
Así lo vemos en los laudarios más famosos, como la serie contenida en
uno de los cortoneses, que empieza con una l.Avoda del Giudicio, sigue con
la la famosa l.Avoda de' morti jacopónica, que ha inspirado seguramente no
pocas piezas dialogadas con la muerte y hasta representaciones gráficas de
danza macabra, como la que actualmente se puede ver en laS ruinas del con-
vento franciscano de Morella 37 , y se completa el ciclo con una l.Avoda de la
Morte y l.Avoda del Giudicio, antes de una serie de laude sobre la Pasión de
Cristo, que a su vez se cierran de nuevo con otras sobre la muerte 38•
Martinez de Burgos nos ofrece también coincidencias de tipo formal que
no creo que haya que desdeñar: entre sus poemas, se han conservado unas
«Coplas a sant Juan Baptista», que no son otra cosa que un gozo de este san-
to con la estructura típica de danza, con un estribillo y versos de vuelta que
tiene este mismo tipo de composiciones en los laudarios 39 o como la compo-
sición dedicada a san Juan Evangelista en el CMA .
Sin duda estos registros tonales y métricos son los mismos que sorpren-
demos en ejemplos desperdigados, que en muchas ocasiones se han agarrado
por milagro en las páginas de guardas de manuscritos con textos litúrgicos,
como es el caso de la Ora~ión devotíssima de Señora Santa María Madale-
na, que empieza: «Salue, santa Madalena, 1 contricta, casta, serena, 1 plégate,
36
Véase la edición de sus obras en Severin 1976.
37
Véase, para esto, Massip 2002 & 2005.
38
Véase la serie en las Laude cortonesi, Varanini & Banfi & Ceruti Burgio 1985, m,
232-270. También, la lauda dramática del Juicio incluida en Franco Mancini, ed., !1/au-
dario «Frondini» dei disciplinati di Assisi (sec. XIV), Florencia: Olschki, 1990,201 -2 18.
39
Ya desde Jacopone (véase, por ejemplo, la dedicada a san Francisco, en Franco
Mancini, ed., lacopone da Todi, Laude, Bari: Laterza, 1974, 11 3- 114) y, por supuesto,
desde las Cantigas de Alfonso el Sabio.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 371
de gracia llena, 1 a mí, pecador, oYr>>, etc. 40• A pesar de la variante que supo-
ne sobre una forma zejelesca esencial (aaax 1 bbbx 1 cccx' 1 dddx' 1 eeex" 1
jJJx", etc.), permite ser homologada con composiciones sobre la misma santa
que hoy podemos leer en algunos laudarios 41 • Estos poemas religiosos per-
tenecen, sin duda, a una categoría internacional en cuyo seno se comparten
no sólo tonos literarios, sino también formas y motivos y quién sabe si tam-
bién una cercanía musical litúrgica.
Desde esta perspectiva, quizá sea pertinente, en el ámbito hispánico en el
que me vengo moviendo, recordar que Eugenio Asensio, después de un fmo
estudio, calificaba el Auto dos quatro tempos de Gil Vicente de «laude esce-
nificada», considerándola «la más bella quizá de las laudes» 42 .
Una monja dominica de las que recitaban en voz alta, o incluso canta-
ban, los oficios de las fiestas de santo Tomás traducidos en el monasterio de
santo Domingo el Real de Madrid, completó una página de guardas del códi-
ce con la siguiente canción:
Virgen digna de onor,
de ti nas~ió el Salvador.
De ti, Virgen. este día
nas~ió el nuestro Mexía,
que el mundo salvar venía
por el nuestro muy grrant error.
Virgen [digna de onor,
de ti nas~ió el Salvador].
En Beleem te acae~ió,
quando el tu Fijo na~ió,
elluzero apare~ió,
a los trres Rreyes fue guyador.
Virgen [digna de onor,
de ti nDSfiÓ el Salvador].
Por estrella 43 se guyaron
El CMA nos servía una canción sobre san Juan Evangelista con parecida
cabeza, y algunas de las canciones del ciclo navideño son parejas desde el
punto de vista formal, temático y en virtud de su uso litúrgico y quizá sepa-
mos de su música a partir de la versión que se conserva en el Cancionero de
la Colombina 46 • Homólogas todas, a su vez, son aquellas canciones a algu-
nas de las que nos conserva el corpus navideño de los manuscritos ingleses
con carols o, por supuesto, de los laudarios italianos -<<Gloria in cielo e pa-
ce in terra: 1 nato e nostro salvatore! 11 Nato e Cristo glorioso, l l'alto Dio ma-
raveglioso: 1 fact'e huomo desideroso l lo benignio creatore!», etc., se lee en
uno de ellos 47- .
44
Aunque se copia el estribillo cerrando el poema, al fmal de este verso figura la lla-
mada Vir, como en el anterior.
4
s Alonso Getino 1924, 16-17; reproducido por José Fradejas Lebrero, «Poemas des-
conocidos de fray Hernando de Talavera>>, en Homenaje al profesor José María Fórneas
Besteiro, Granada: Universidad, 1995, 139.
46
Querol Gavaldá 1971, n•. 74. Sólo se conserva el estribillo, idéntico al nuestro, y
una primera copla que nada tiene que ver con éstas.
47
Varanini & Bangi & Cerutti Burgio 1985, 107, pieza que se repite en otras colec-
ciones.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 373
48
De acuerdo con A. Rotzetter, «Poesie und Ritual als E1emente der Franziskanischen
Spiritualitiit», Franziskanische Studien, 71 (1989), 18-28.
374 La 'tradición ce"ada ' en la poesía religiosa
49
Una versión corregida de ésta, así como de la anteriormente citada, se puede
ver en Chiara Augusta Lainati, ed., Temi spirituali dagli scritti del secondo ordine fran-
cescano, Asís: S. Maria degli Angeli, 1970, 924-929. Tomo, sin embargo, la edición del
corpus de textos de procedencia ferraresa que se puede ver en http://infouma.
di.unipi.it/ricerca, 191. Véase Omaechevarria 1972, 123; Serena Spanó, «Per uno studio su
Caterina da Bologmm, Studi Medieva/i, serie O, 12 (1971), 719 & 744-745.
Textos y contextos del «Cancionero musical de Astudillo» 375
tas que sostenian para casi todas las manifestaciones del espectáculo religio-
so una derivación litúrgica pura y dura 1•
Una de esas arterias está relacionada con las prácticas devotas de rai-
gambre franciscana en tomo a la celebración de la Navidad. Nuestro CMA
constituirla, a la larga, una derivación de esa tradición franciscana de la cele-
bración navideña; y, al tiempo, hay que enclavarlo en otras costumbres prac-
ticadas en la celebración eclesiástica, en la que las canciones en lengua vul-
gar han adquirido no sólo un papel ornamental, sino estructural, merced a la
interpolación en o yuxtaposición a los textos o cantos litúrgicos. Y, en fin,
ese mismo fenómeno de la interpolación litúrgica implicarla una cierta 're-
presentación' que acabará dando a textos como los nuestros una virtualidad
dramática mayor o menor. Se podria sostener, a la vista de textos como los
del CMA y los demás de tradición europea que han ido aflorando a la zaga de
los nuestros, que el corpus musical de las celebraciones nav\deñas en lengua
vulgar contribuyó a la inflación dramática del oficio para, por derivación, dar
lugar a un teatro navideño -como el nuestro del siglo xv y xvi- que sólo
cobrarla sustancialidad dramática al ser evacuado del oficio en un proceso de
censura y economia litúrgica.
Pero la tradición poética cerrada ha dejado muestras evidentes en el tea-
tro de los siglos xv y xvi, hasta el punto de que el Officium pastorum con
implantes en lengua vulgar haya sido uno de los filones no sólo para el tea-
tro navideño propiamente dicho, que se mantuvo en tradiciones populares o
rústicas como la que representa la pastorada, sino para contribuir a la madu-
ración del teatro tout court. Pero, al tiempo de servir para este brote, la poe-
sía navideña de uso litúrgico continuó enraizada en su propio espacio y ahí
evolucionó, quizá siempre achatada su virtualidad dramática por el rito. De
eso quizá pueda ser considerada muestra el corpus poético-musical de uso li-
túrgico que se nos ha conservado, en ocasiones estructurado como ciclo, en
1
Véanse la consideraciones siempre frescas del citado Hardison, 1965, 1-34. No sé,
realmente, qué seguimiento han tenido en los últimos años las propuestas de Warning en
el famoso número de The New Literary History dedicado a la Edad Media y a la teoria
contemporánea; ni si su hipótesis sobre las dificultades del desarrollo de un teatro medie-
val como consecuencia de una fuerza implícitamente castradora del teatro litúrgico ha te-
nido muchos adeptos (Rainer Warning, «On the Alterity of Medieval Religious Drama»,
en New Literary History, JO (1978], 265-292). Para otros enfoques, véase Cario Cibien,
«Teatro e liturgia», Ephemerides Liturgicce, 1O1 ( 1987), 215-228; el lector español puede
beneficiarse del estado de la cuestión que hace Castro Caridad 1996, 9-30.
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 381
2
David L. Jeffrey, The Early English Lyric and Franciscan Spirituality, Lincoln:
University of Nebraska Press, 1975; y, más en concreto, «Franciscan Spirituality and the
Rise of Early English Drama», Mosaic. A Journal for the /nterdisciplinary Study of Lite-
rature, 8:4 (1975), 17-46, especialmente 17-19. Para el ámbito femenino de todos los
tiempos, véase también Ignacio Omaechevarria, «Belén y el Calvario en la espiritualidad
franciscana de las clarisas», Verdad y Vida, 31 (1973), 255-259.
382 El «Officium pastorum»
3
<<Contigit autem anno tertium ante obitum suum, ut memoriam nativitatis pueri lesu ad
devotionem excitandam apud castrum Graecii disponere agere, cum quanta maiori solemnita-
te valeret Ne vero hoc novitate posset ascribi, a Summo Pontífice petita et obtenta licentia,
fecit praeparare praesepium, apportari foenum, bovem et asinum ad locum adduci. Advocan-
tur fratres, adveniunt populi, personat silva voces [sic] , et venerabilis illa nox luminibus co-
piosis et claris laudibusque sonoris et consonis et spende.ns efficitur et solemnis. Stabat vir
Dei coram praesepio pietate repletus, respersus lacrymis et gaudio superfusus. Celebrantur
Missarum solemnia super praesepe, levita Christi Francisco sacrum Evangelium decantante.
Praedicat deinde populo circumstanti de nativitate pauperis Regis, quem, cum nominare vel-
let, puerum de Bethlehem prae amoris teneritudine nuncupabab> (Buenaventura, Legenda
dua de vita S. Francisci Seraphici, X, 7, en la edición de Quaracchi, Colegio de San Buena-
ventura, 1898, 111 ).
4
Lucas Wadding da cuenta del suceso al narrar la historia de la orden en el año de
1223, pero habla no de novedad, sino de ligereza cuando da las razones por las que se so-
licitó el permiso papal («nevero hoc levitati posset adscribi» [Annales minorum seu trium
ordinum a S. Francisco institutorum, 11, Quaracchi, 1931, 82]). Sobre la discutible nove-
dad de la ceremonia franciscana hay, por supuesto, numerosas opiniones, en las que no
nos interesa entrar ahora. VU5e, por ejemplo, Joan Amades, El Pessebre, Barcelona: Les
BeBes Edicions, s.f. (¿19357), 15- 17.
Liturgia, poesía y teatro afines de la Edad Media 383
hecho de que a esa ceremonia asistiera todo tipo de fieles convocados nos
lleva a concluir que esas nuevas músicas eran en lengua vulgar, como, por
otro lado, sabemos que se cantaba la piedad en medios franciscanos desde el
principio de su andadura. La adoración del Pesebre queda vinculada al mo-
mento central de la liturgia cristiana, La misa, pues Las varias del día de Navi-
dad se dice explícitamente que se celebraban super prresepe; y, en fin, aparte
el simbolismo teológico tradicional del adviento del Rey triunfante y el co-
mienzo de la Redención, en la ceremonia franciscana se destacan matices es-
pecialmente contemplativos, tal la pobreza como signo distintivo de la hu-
manidad de Dios 5 , a la que se incorporará el ciclo de la Redención completa
con la misma Pasión.
Es indudable que estamos ante una renovación o legitimación de prácti-
cas entonces al uso en la Iglesia: el afán pastoral, cristocéntrico y afectivo, de
san Francisco y sus colaboradores les llevaba a procurar hacer más accesible,
lingüística y ceremonialmente, para un público más amplio o más desacos-
tumbrado el primer paso de La Redención, rehuyendo las ceremonias de La al-
ta liturgia latina, que en la mayor parte de las ocasiones requería personal y
espacio apropiado, como el de las grandes catedrales y abadías, o, en muchas
otras, podia resultar inasequible a los que no eran miembros de una comuni-
dad monástica o pertenecientes a determinados niveles sociales 6•
s El tal signo figuraba en las tradiciones contemplativas que sirven de base a los fran-
ciscanos para configurar su personal teología cristocéntrica, como, por ejemplo, en la cis-
terciense. Estos aspectos de pobreza extrema del Nacimiento fueron ligeramente mitiga-
dos por predicadores y exponedores, incluso pertenecientes a la orden franciscana.
Véanse, incluso, las largas explicaciones de Eiximenis en la VJC sobre lo coyuntural del
nacimiento de Cristo, en nuestros apéndices.
6 Las horas de celebración y las propias reglas por las que se regían estas comunidades
Esta nueva liturgia navideña, que tenía como centro la adoración del Pe-
sebre y sus elementos dramáticos y simbólicos, hubo de estar desde muy
pronto vinculada también a los conventos de la segunda orden franciscana, la
femenina. Sin salir de España, prácticamente todos los testimonios de teatro
religioso de convento que conservamos se vinculan a comunidades de clari-
sas, lo que ha permitido hablar de una Jranciscan connection del teatro reli-
gioso castellano de fmales de la Edad Media. Por eso su conjunto ha sido
considerado como representante de una corriente dramática más, paralela a
otras que florecieron en la España de la segunda mitad del siglo xv, como,
por ejemplo, el teatro o espectáculo teatral cortesano, la llamada escuela de
Salamanca o las tradiciones litúrgicas de algunas catedrales 7•
Pero en la mayor parte de los casos esos testimonios españoles se presen-
tan en un estado textual muy evolucionado, en donde la andadura litúrgica
podría ocupar un lugar secundario. De hecho, la ceremonia original de hacia
1223 debió evolucionar posteriormente, ora dando como resultado una fosili-
zación litúrgica e incrustación en los oficios horarios de las comunidades re-
ligiosas, ora perfeccionándose y beneficiándose de formas más teatrales; o,
simplemente, entremezclando los ingredientes dramáticos y litúrgicos, reno-
vándose - y rescribiéndose- de vez en vez por medio de la incorporación
de elementos varios, como alguna modalidad del espectáculo juglaresco o ru-
ral -evidente en la danza pastoril con estructura doble paralelística del
CMA-, o de la homologación con formas cortesanas, como, en el caso de la
Península Ibérica, el momo; o, incluso, recuperando algunos aspectos de la
alta liturgia. Ni que decir tiene que la vivísima tradición franciscana también
pudo contribuir a humanizar la fiesta navideña en otros ámbitos, como los ca-
tedralicios, inundando de sus presupuestos técnicos y simbólicos la vieja li-
turgia.
Precisamente, lo que san Francisco y luego sus hermanos de orden hicie-
ron es interpolar en el curso de un oficio litúrgico de tipo monástico tanto
elementos iconográficos o escenográficos cuanto líricos. Esta es, acaso, la
clave que permitirá el desarrollo entre las clarisas de un Officium pastorum
tan interpolado como podría ser el que hemos de suponer ante el CMA, a juz-
gar por las alusiones que hemos ido haciendo en el capítulo anterior a la po-
sible funcionalidad de estas piezas. Conviene adentrarse algo en la celebra-
ción litúrgica, para, si es posible, ajustar más esa función.
7
Véase Surtz 1983, 141- 142.
Liturgia, poesía y teatro afines de la Edad Media 385
Si atendemos a testimonios como los que más abajo deta11amos, las cele-
braciones de la noche de Navidad constituían un conglomerado no siempre
fijo, que va desde la representación del Officium pastorum, más o menos fo-
silizado, más o menos evolucionado, según el tiempo y el lugar, hasta la in-
terpolación en los oficios de vísperas, maitines o laudes de elementos ajenos,
e incluso la representación de un ciclo navideño en forma de auto o misterio
en diferentes estados de desarrollo. Podemos hablar de consuetudines concre-
tas, pero no es fácil diseñar una práctica única si no es a fuerza de simplifi-
car. La misma condición excepcional de las fiestas navideñas que, por ejem-
plo, hace posible que Francisco de Asís consiga permiso para interpolar en el
oficio una práctica extravagante; o la misma libertad que conllevaba la ale-
gría canalizada por el risus paschalis debieron beneficiar una notable movili-
dad y libertad a la hora de planificar no tanto la práctica de la liturgia tradi-
cional como los complementos adheridos.
La propia evolución de la fiesta, así como también las progresivas susti-
tuciones a lo largo de los siglos en los que, en virtud de las actitudes refor-
mistas y contrarreformistas, se da la más fuerte renovación de la liturgia y el
más cuidadoso expurgo de lo que no parecía conveniente al opus Dei, nos
servirian para ver cómo las fiestas navideñas han cambiado mucho para que
nada, en el fondo, cambie. La tradición de la representación y canto de los vi-
llancicos en las iglesias desde finales del siglo xvt hasta el siglo XIX, por
ejemplo, es una buena muestra de cómo la alegría pascual estaba enraizada y
se transformaba 8 e, incluso, podía desbocarse, como ocurria en el convento
8
Véase, para un estado de la cuestión, Alejandro Luis Iglesias, La colección de vi-
llancicos de Joiio IV. rey de Portugal, Mérida: Editora Regional de Extremadura, 2002.
La depauperación del género empezaba a alcanzar ya a finales del siglo XV1 también a las
formas; Lucas Gracián Dantisco en su Galateo español (1593) hablando de los poetas de
poca gracia natural menciona, precisamente, a copleros de villancicos, y descalifica la su-
pervivencia hasta del paralelismo popularizante: «Sepa v.m. que entre las otras cosas que
Nuestro Señor comunica con los hombres, a mí, aunque indigno, me ha hecho gracia de
danne vena, y assí yo siento en mí que vienen los consonantes de poesía a borbollones,
con tanta abundancia que se atropellan unos con otros, y traigo algunos villancicos a lo
divino para esta sancta iglesia. Y comen~ dolos a leer dezía el primero: 'Alegrémonos,
alegrémonos, 1 justo es que nos alegremos, 1 alegrémonos, a.legrémonos'. Otras muchas
dixo a este tono que hizieron risa y donaire ver con las veras y confian~a que las dezía.
Corno también otro buen hombre, noche de Navidad, que se ponía a cantar éste: 'Ay, dé-
desme la mano, pecadores he, 1 y salvaros he', y la letra dezía: 'Ay pecadores del cuerpo
386 El «Officium pastorum»
la misa de medianoche en los franciscanos, donde me consolé de la pérdida que había hecho de
no estar en Madrid para ver las comedias que los frailes representan en su convento, en el coro
de su iglesia, esa noche, para regocijarse del nacimiento de Nuestro Señor. Me costaba trabajo
creer lo que un librero, en cuya casa compré libros, me dijo, que había dado la comedia el maris-
cal de Biron, en versos burlescos a un fraile que la debía representar en su convento, y que su
mujer había prestado su vestido a uno de ellos para eso. En efecto, vi alguna cosa que valía bien
la pena; porque en cuanto abrieron las puertas de la iglesia, donde esperaba una multitud de pue-
blo, vi los tamboriles vascos que se ponían acordes con los órganos que tocaban una chacona.
Fue aquello la preparación de los maitines, después de los cuales vi un fraile que llevaba un so-
brepelliz, y que después de haber hecho lo que tenia que hacer en el altar, se quitó ese sobrepe-
lliz y se fue a la sacristía para mostrar una casaca de traje de máscaras que llevaba debajo. Poco
después abrieron la puerta de abajo en la iglesia, por donde siguiendo a la cruz y los candeleros
de la procesión, entraron multitud de frailes con disfraces tan ridículos, como los de los días de
carnaval de Paris, grandes narices, barbas postizas, trajes grotescos, bailando y saltando con
tamboriles vascos y violines que se acordaban con los órganos. Hubo entre ellos algunos que lle-
vaban dos imágenes bien vestidas, la una de la Virgen y la otra de San José, a las que hacían bai-
lar; después venía otro que llevaba una cuna donde estaba el Niño Jesús, y después de haber
hecbo locuras, colocaron al Niño sobre los escalones del altar, donde todos los franciscanos,
unos tras otros, le fueron a adorar; luego las máscaras se fueron. Pusieron al Niño con San José
sobre el altar, y comenzaron la misa. Creía fuese aquello todo, pero antes del prefacio vi desde lo
alto de la tribuna del coro, que está en alto en todas las iglesias de los frailes de España, un fran-
ciscano con su traje de máscara y un antifaz de Gautier Garguille, que se puso a cantar con una
guitura un villancico de una mula que coceaba, y el pueblo gritaba V'u:ror a cada momento, y tan
alto, que yo casi no podía oir nada. Con trabajo lo pudieron hacer callar con la campanilla, mien-
tras el sacerdote decía el Per omnia» (J. García Mercadal, ed., Viajes rk extranjeros por España
y Portugal desde los tiempos más remotos, hasta fines del siglo XVI, Valladolid: Junta de Casti-
lla y León, 1999, m, 459-460).
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 387
10
No se conservan, sin embargo, textos tan antiguos, pero figura Quidnam vidistis in-
terpolado en un Ordo ste/lce, una representación de Epifanía, con los pastores también, de
Freising, datada en el s. XI (Young 1933, ll, 92-97; Dono van 1958, 17).
11
Son las obstetrices del evangelio del Pseudo-Mateo, 13, 3, Zelomi y Salomé (San-
tos Otero 1956, 222).
12
Donovan 1958, 15-16, a partir de Young 1933, ll, 9-20. «Las versiones más intere-
santes proceden de Ruán, porque en realidad las de las otras dos iglesias se limitan a re-
producir el texto del tropo de Navidad con algunas antlfonas adicionales como Iam uere
scimus» (Eva Castro Caridad, ed., Teatro medieval, l. El drama litúrgico, Barcelona: Crí-
tica, 1997, 54).
13
Texto editado por Donovan 1958, 57.
14
Se llega a proponer la existencia de un pesebre centrando una acción dramática, que
no es mencionado en documentos consuetudinarios tan antiguos como éste, sino mucho
más recientes (Garcia de la Concha 1984, 41 ).
15
Donovan 1958, 92-93; Castro Caridad 1997,268-271.
388 El «Officium pastorum»
res se retiran --«abscondant se>)- detrás del altar, mientras que los otros dos
se quedan delante, de cara a éste. Los escondidos empiezan con el tropo:
Quem queritis in presepe, pastores, dicite?
Entonces los otros dos, los pastores, se vuelven «ad populum», cantando:
Alle/uia, al/eluia!
/am uere scimus Christum natum in te"is,
de quo canite omnes cum propheta, dicentes:
PUER NATUS EST [NOBJS],
como se ve, enlazando el final del tropo con la antífona Puer natus est nobis,
que principiaba la misa de Navidad.
Vemos, así, que los mismos cantores que van a ocuparse de las partes
musicales de la misa mayor son los que participan en la ceremonia. Ningún
complemento permite imaginar signos externos de caracterización; y, así, to-
do se remite a un mundo simbólico abstracto, con espacios referenciales ab-
solutos, como el altar o el paño sacramental del mismo, que, fuera de aso-
ciaciones naturalistas sobre la virginidad de María, tanto simboliza a Cristo
nacido como resucitado, según se puede deducir también de la práctica de los
mismos gestos en celebraciones pascuales 16 • Al final, la unión litúrgica del
16
Véase en Donovan 1958, 76, la ceremonia pascual de Vich, en el curso de la cual
quienes hacen de ángeles levantan «pallium altaris», diciendo: <<Non est bic; surrexit»,
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 389
mismo oficio 19• Todo lo cual explicaría también que, según autores del Corpus
troporum, el enriquecimiento progresivo de la liturgia dramática navideña lati-
na viniera más por la parte de los tropos del Gloria, mucho más variados y más
abundantes, por añadidura 20. Hay quien, desde una perspectiva escéptica con
respecto al exceso de teatralidad que se tendía a reconocer en cualquier liturgia
o rito a partir del libro de Hardison, y atendiendo a la poca abundancia de
ejemplos o a la forma de conservación de algunos de ellos, pone de manifiesto
el carácter fosilizado del Officium pastorum y afirma que nunca tuvo como
«propósito dramatizar o crear tipos, sino servir de memoria del acontecimiento
histórico para beneficio de los asistentes)) 21 •
No obstante, podríamos comprobar con casos concretos la elasticidad de
los usos, asi como también una evolución clara, y no debemos pasar por alto
que los textos fundamentales que se troparon desempeñaban también otras
funciones responsoriales o antifonales a lo largo del oficio que podríamos
considerar enclaves o islas para la ampliación, yuxtaposicíón o interpolación
de otras modalidades de juegos, si prestamos, por ejemplo, atención a las
descripciones que más abajo siguen.
Parece, verbigracia, que la primera vez que aparece en el oficio de maiti-
nes el responsorio Quem vidistis o sus variantes, según Young, es como res-
ponsorio de la tercera lectura de maitines, al final del primer nocturno 22 ; y
ahí se localiza, entre otros 23, en el breviario romano de uso franciscano que
hemos utilizado, y cuyo esquema se inserta como apéndice número 5 de
19
Donovan 1958, 17. Más abajo retomamos la cuestión, a propósito de las considera-
ciones de Gibson y de los resultados de la investigación de los autores del Corpus tropo-
rum.
20
Gunilla Bjorkvall & Gunilla Iversen & Ritva Jacobsson, «Les tropes refletent-ils
une importance croissante de la tete de Noel?», en P. DeCierck & É. Palazzo, eds., Ri-
tuels. Mélanges offerts a Pierre Marie Gy, París: Cerf, 1990, 171-172.
21
J. M. Gibson, «Quem quaeritis in presepe: Christmas Drama or Christmas Lit-
urgy?», Comparative Drama, 15 (1981-1982), 343-365. Estos cavet han sido razonados,
por lo que a España se refiere, sobre todo por López Morales 1968; y, del mismo, «Sobre
teatro medieval castellano: status quaestionis», Boletín de la Academia Puertoriqueña de
la Lengua Española, 14 (1986), 99-122.
22
Véase Young 1933, 1,57 y 65.
23
Véase también cerrando la primera lectura del segundo nocturno, la cuarta del or-
den general en el Breviarium [secundum consuetudinem ordinis fratrum predicatorum],
Venecia: Franciscus de Hailbrun & Petrus de Bartua, s. f.
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 391
este libro. Por más que en otras órdenes, e incluso en breviarios capitulares,
este responsorio cerraba la lectura cuarta, primera del segundo nocturno. He
aqui la forma del responsorio según el breviario citado, que coincide natu-
ralmente con el romano:
R. Quem vidistis, pastores, dicite, annuntiate nobis in terris quis apparuit.
• Natum vidimus et choros angelorum • collaudantes Dominum.
V Dicite quidnam vidistis et anuntiate Christi nativitatem.
• Natum vidimus et choros angelorum • col/audantes Dominum .
V Gloria tibi, Domine, qui natus es de Virgine. ~
24
• Col/audantes Dominum • \
24
Véase, para otras variantes, CAO, IV, 7470.
25
Donovan 1958,98, 110-119.
392 El «Officium pastorum»
26
Young 1933, II, 12; mejor en Donovan 1958, 16-17, quien además anota: «In the
manuscript before us, no express provision is made for impersonation>>.
27
Donovan 1958, 34-35.
28
ldem, 36.
29
Donovan 1958, 44.
30
Véase Young 1933, II, 34-35.
394 El «Officium pastorum»
31
CAO, n•. 4225.
32
CAO, n•. 4221 .
33 Véase el texto completo del ceremonial como apéndice 2'.
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 395
40
Donovan 1958, 11 O.
41
l. S. Révah, «Manifestations théatrales pré-vicentines: les momos de 150<h>, Bulle-
/in d 'Histoire du Théátre Portugais, 3 ( 1952), 94; Gómez Moreno 1991, 145.
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 397
42
Tal es la importancia del recinto que, en Gerona, parece deducirse de la consueta
que el sepulcro para la representación de las Marias estaba colocado en el interior del co-
ro, donde de hecho se cerraba la representación; no obstante, parte de ésta tenía lugar fue-
ra del coro y los personajes se dirigian hasta él de forma procesional hasta alcanzar el co-
ro, en donde se celebraba la parte más litúrgica de la representación, lo que estaba en la
base, a partir del tropo Quem quaritis? o Die nobis, Maria (Donovan 1958, 99).
43
Ramón Gonzálvez Ruiz & Felipe Pereda, La catedral de Toledo 1549 según el doc-
tor Bias Ortiz. «Descripción Graphica y Eleganlissima de la S. Iglesia de Toledo», Tole-
do: Antonio Pareja, 1999, 175-182.
398 El «Officium pastorum»
44
Chaves de Arcayos extracta, en el fol. 18 del citado manuscrito, la decisión del ca-
bildo de prohibir el acceso de los laicos al coro el 6 de noviembre de 1557.
45
Para el orden, descrito por Ortiz, véase Gonzá1vez & Pereda 1999, 180.
46 Jdem, 182-183.
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 399
ante las cuales debía haber unos escaños para que se sentaran los cuatro ca-
peros de cada uno de los dos coros, que eran los encargados del canto del ofi-
cio, cambiaban semanalmente y se distinguían de los demás por las capas que
portaban.
Tal como se conserva actualmente la sillería del coro, ésta tiene dos an-
dares, el superior, cubierto, para los canónigos y beneficiados, y el inferior
donde se colocaba el resto de las personas vinculadas al clero o al servicio
del coro, como racioneros, capellanes, músicos cantores e instrumentistas,
clerizones, etc. El número de todos éstos era grande, y el espacio, como se
puede apreciar sólo en una inspección visual, relativamente reducido. Cuatro
escaleras, dos en el lado derecho y otras dos en el izquierdo, permitían el ac-
ceso a ambos coros, además de la del Arzobispo, que era exclusiva para éste
y para las dos primeras dignidades. Las dos escaleras más cercanas al coro
permitían, además, acceder directamente desde las naves exteriores, asi como
también alcanzar la parte superior del coro, que era y sigue siendo practica-
ble. Hasta hace poco se la denominaba las tribunil/as y se aprecia todavía en
la parte delantera de estos andares un espacio delimitado por rejas, diferen-
ciado del resto.
Si, por otro lado, volvemos sobre la representación de 1519, veremos cómo
numerosas personas, clérigos y laicos, se arraciman en esa parte superior, en las
tribunillas, en donQe, además, se distingue un atril que sobresale y que tenia su
función en la liturgia. En la reforma del coro, despareció ese atril, pero no el
espacio al efecto, que aún se puede percibir; y como en cada uno de los andares
superiores de los coros actuales se puede ver un atril sobresaliente, es posible
que sustituyera a los dos superiores del coro antiguo. Quizá éstas sean las lla-
madas tribunicas en los documentos que comentamos.
De éstos empiezan a interesamos algunos detalles concretos relativos al
oficio de maitines, en el que podemos percibir particularidades que nos intere-
san especialmente en este contexto. Tras del invitatorio, comenzaba la serie de
tres nocturnos, cada uno de los cuales, como se ha podido ver más arriba y se
aprecia en el apéndice lA y 5, incluía como cuerpo principal, simétricamente,
tres salmos con sus correspondientes antífonas, seguídos de tres /ectiones rela-
cionadas con la fiesta, y un responsorio al final de cada una, que retomaba mu-
sicalmente aspectos de las lecturas. A juzgar por los ceremoniales del siglo XVI,
lo excepcional de los maitines de Navidad estribaba en la interpolación de un
villancico en el curso de cada una de las lecturas, a excepción de la primera.
Según R, «a cada una lectión cantarán los cantores un villan<;:ico de la fiesta;
400 El «0./ficium pastorum»
salvo a la primera, que la dirá un clerizón mucha parte deUa, a todas las demás
sy. Y tener se a el borden siguiente: qu'aviendo dicho dos o tres cláusulas de
cada lectión, comenr,:arán los cantores el villanr,:ico sentados en las gradas de la
silla arr,:obispal; e en las del águila el que dize la lectión no cantará más, syno
estar se a quedo en el mesmo lugar, leyendo en eUa y sin bolver la caber,:a a par-
te alguna. En aviendo dicho el villanr,:ico, dirá otras dos o tres cláusulas de la
lectión. Y acabar se a diziendo: Hec dicit Dominus: convertimini ad me et salvi
eritis. El coro responderá: Deo gratias. Todas estas tres lectiones se acabarán
ansy y las que restan con Tu autem, Domine».
Si interpreto bien el texto, tras de las primeras cláusulas de la lectura la-
tina, y en tanto que se interpreta el villancico en romance, el lector seguía
salmodiando y para sí la lectura desde el águila, y, una vez acabada la can-
ción, volvería a recobrar el protagonismo para ir acabando el nocturno con
las dos o tres cláusulas fmales. Así pues, no sólo estamos ante un caso de in-
terpolación evidente de vaóas canciones a lo largo del oficio~ sino además de
una clara sustitución de la liturgia latina por la romance, en el mismo coro.
Esta sustitución podóa implicar, por ejemplo, que los viUancicos estuvieran
temáticamente relacionados con las lecturas. Y, por otro lado, la cesión de
protagonismo se percibe hasta en los cambios espaciales y de localización de
los protagonistas: en la etiqueta de una celebración litúrgica, que, desde lue-
go, no carece de sentido simbólico en cada uno de sus detalles ni tampoco en
ninguno de los espacios del coro, no es de desdeñar el hecho de que los cleri-
zones estuvieran sentados en las gradas de la silla arzobispal, circunstancia
que había de ser excepcional en Navidad a juzgar por el hecho de que sólo el
Arzobispo podía utilizarlas para acceder a su puesto. El villancico se inter-
pretaba en el curso de cada una de las lecturas que corren entre la segunda y
la novena, con lo que habremos de suponer el canto de nueve piezas distintas;
y, aunque no se dice, a cada una de las lecturas seguiría su correspondiente
responsorio, que obviamente perdía protagonismo musical por la yuxtaposi-
ción de la música polifónica en romance.
Nada detalla T con respecto a esta interpolación o sustitición, aunque sí
concuerda en el protagonismo infantil en la primera lectura, a cargo de «un
niño de muy buena voz», mientras que las demás ya corren de cuenta del
lector. En Ch, sin embargo, se anota que tras de cada responsorio «dizen vi-
Uanr,:icos muy grar,:iosos desta fiesta por los cantores» 47 . ¿Hemos de interpre-
47
Donovan 1958, 184.
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 401
48
Las notas las publica Robert Stevenson a partir del Libro de gastos del año de 1418
de Toledo, Ms. 14033 de la Biblioteca Nacional (Spanish Music in the Age o[Columbus,
La Haya: Martinus Nijhoff, 1960, 120). Citado también por Luis Iglesias 1998, 18.
49
Antonio Garcia y Garcla, et cols., Synodicon hispanicum, 11. Portugal, Madrid: Bi-
blioteca de Autores Cristianos, 1982, 90; Luis Iglesias 2002, 19.
402 El «Officium pastorum>>
riables del oficio y, por supuesto, temáticamente más alejadas del contenido
lógico de los villancicos del siglo xv. Se requerirían, por otro lado, más o
menos nueve piezas de canciones, chan~onetas o villancicos, como queramos
llamarlos, una para cada una de las lecturas.
Una de las razones que antes velamos se blandían para disminuir la im-
portancia dramática de maitines, la inflación profética de los mismos, dizque
impropia para ambientar el Nacimiento, no era, sin embargo, óbice para que
la lirica navideña en lengua vulgar --con lo mucho que conllevaba, como se
echa de ver en las prohibiciones- se injertara no ya en las transiciones entre
las diversas partes de los oficios o las secciones de las mismas, sino incluso
en el cuerpo de las mismísimas lecturas. Esta circunstancia es, a mi parecer,
fundamental para explicar desarrollos dramáticos en el curso de maitines,
como veíamos ocurría en Gerona y en otras partes; incluso para que, andando
el tiempo, también el teatro se hiciera un hueco en el mismo ámbito de mai-
tines, sin esperar a laudes.
Es en maitines cuando Encina injerta su primera égloga de Navidad. Pero
es mucho más llamativo el caso de los Tres autos de Montemayor, acaso re-
presentados en 1547 ante el príncipe Felipe mientras con su corte se entrega-
ba en Valladolid a la celebración de «los maytines de la noche de Nauidad, a
cada nocturno vn auto». Cada uno de los cuales es una verdadera exégesis de
los contenidos teológicos de las lecturas de maitines, cuya cercanía se aprecia
perfectamente por la integración sucesiva en cada uno de los nocturnos, lo
que parece un paso intermedio en el proceso de segregación de las piezas
romances en el ámbito de la liturgia: de por sí éste que se me antoja un fósil
o una evolución del teatro romance litúrgico insertado en el oficio de maiti-
nes, y no sólo de laudes, puede representar también una derivación del en-
tramado poético paralelo a la liturgia que hemos visto, primero, interpolado
en el curso de las /ectiones y luego segregado al final de ellas, donde segu-
ramente tenia más libertad para desarrollarse y articularse de modo más 'po-
lifónico' en sentido dramático 52 . Las posibilidades de acercar formal y temá-
52
El desplazamjento del teatro al exterior es un hecho realizado, según la conveniencia,
también en otros ámbitos. En la representación navideña en octava rima de Siena, que, al pa-
recer, viene o torna modelo de las homólogas de Florencia, la primera escena tiene lugar in-
mediatamente después dellte missa est de la del Gallo. Es curioso el detallado esquema de la
ceremonia que la encabeza, en el que, entre otras cosas, se nos dice que ya, durante la misa,
habrá de estar todo preparado; se adelantará como anuncio algún aspecto de la representa-
ción, insertándola. Al tiempo del Gloria, por ejemplo, un ángel, que luego esperará el final de
404 El «Officium pastorum»
la misa para anunciar la representación, aparecerá con «lume in mano» y entonará «la Gloria
in excelsis DeO)> (De Bartholomaeis 1943, II, 208).
53
En otras ocasiones, como en la Comedia a lo pastoril para la Noche de Navidad, una
pieza que se conserva manuscrita en la Biblioteca Nacional de hacia 1550-1575, hay una or-
denación litúrgica, con referencias, por un lado, a tres estancias en las que se divide la pieza,
que Crawford, su editor, propuso sean referencias expresas a espacios eclesiales donde se re-
presentaría, y a dos nocturnos (J. P. Wickersbam Crawford, «Comedia a lo pastoril para la
Noche de Navidad», Revue Hispanique, 24 [1911], 497-541 , la referencia en 498). «Fin del
tercer nocturno» es Jo que precede, precisamente, al anuncio a Jos pastores (531 ), que sigue
con un cuarto [sic] nocturno, donde se narra el nacimiento de Cristo ya en el Portal, empe-
zando con un diálogo entre Maria y José (533), que da pie a la introducción de una hermosa
canción de la Virgen, después de la adoración de ésta del recién nacido. La adoración de los
pastores, en el curso de este cuarto nocturno, empieza con una canción y sigue con la entrega
de los presentes. Véase el panorama del mismo Crawford, Spanish Drama before Lope de
Vega, Philadelphia: University of Pennsylvania Press, 1967; y Beatrice P. Patt, The develop-
ment of the Christmas Play in Spain, from the origins to Lope de Vega, Ann Arbor & Lon-
don: University Microfilms Intemational, 1977.
54 Hiley 1993, 1995, 263-264.
Liturgia, poesía y teatro afines de la Edad Media 405
Leídas dos o tres cláusulas de la sexta lectura, que, según el ceremonial más
antiguo, ha de correr de cuenta del Arcediano de Toledo o de la más antigua dig-
nidad de su coro tras de él, se interpola, como en los demás casos, el villancico.
Tras de varias cláusulas más, el mismo lector dirá el acostumbrado «Die tu, Sibi-
le» -que es la entrada que figura en la /ectio y se utilizaba en el Ordo propheta-
rum para cada una de las voces de los profetas, cuando se leía ceremonialmente
esta parte-, al objeto de dar paso al canto del clerizón que representa la Sibila.
Lo entonan éste y los coristas, es decir, desde el coro, cantando el estribillo Juizio
foerte será dado / y muy cruel de muerte en forma polifónica, en cantol/ano, en
tanto que los Juicios parece que se limitaban a golpear las espadas una contra otra
después del estribillo. Al fin, se termina la lectura y la Sibila abandona el altar por
el mismo camino que había hecho al entrar.
En el curso de la octava lectura, el socapisco! manda al encargado de leer el
evangelio del final de maitines, antes mencionado, que vaya ~ prepararse; ves-
tido con dalmática blanca, lo mismo que sus dos acompañantes, y con el incen-
sario, precedidos todos por el pertiguero, hacen su aparición en el coro por la
puerta del Deán y van hasta el facistol del Evangelio. Acabado el último res-
ponsorio de maitines, que era Verbum caro factum est... , tomará la bendición
del Arzobispo si alli se encontrara; si no, empezará a salmodiar el evangelio
hasta el final, con la posibilidad de callar algunos nombres de la genealogía, si
su estado o edad lo aconsejara. Acabado, después de dar a besar el libro de los
evangelios al prelado, si estuviera en la ceremonia, el lector y su acompaña-
miento abandonan el altar, siguiendo el mismo camino por el que entró.
Mientras se canta el himno final de maitines, Te Deum /audamus, se pre-
paran y suben al altar mayor los sacerdotes encargados de decir la Misa del
Gallo, que sigue inmediatamente después de maitines. En el curso de la misa,
se van a insertar un par de profecías, dos tropos en realidad. Canta una el
diácono; y la otra, «a manera de prosa puntada», que empieza Laudem Dei
dicamus, la dirán desde la tribunica los clerizones con su maestro antes de la
lectura de la Epístola 60 .
Inmediatamente después de acabada la misa, comienza el oficio de laudes,
que se inicia con la antífona Natus est nobis hodie Sa/vator, qui est Christus
dominus in civitate David (CAO, 3857), que corre a cargo de los caperos, en el
ceremonial antiguo «los dos cantores que tienen las capas». En el mismo cere-
60
La misma que aparece en ellecionario, códice 28, de la catedral de León, transcrita
por Rairnundo Rodriguez, «El canto de la Sibila en la catedral de León», Archivos Leone-
ses, 1 ( 1947), 27.
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 407
monial, se cita como primera esta antífona, y también así figura en breviarios
romanos de otras diócesis, como la de Braga, aunque en órdenes monásticas,
como la dominica y la franciscana, se cantaba como primera antífona de laudes,
precisamente, Quem vidistis pastores (CAO, 4445) 61 .
Es ahora cuando se va a preparar el Officium pastorum propiamente dicho.
Puede verse en el cuadro de la página siguiente el movimiento según los más anti-
guos ceremoniales, entre los que se advierten algunas diferencias. Mientras se
canta la antífona Natus est nobis, la mayoría de los clerizones salen de su puesto
para ir a disfrazarse con un capote pastoril. Subirán después al altar mayor y allí
harán tiempo <<riendo y saltando de una parte a otra>>, se supone que durante buena
parte de la duración del oficio de laudes, pues, según R, la intervención de éstos, el
Officium pastorum propiamente dicho, se irá interpolando cuando se canta el úl-
timo salmo del oficio (la serie de los tres últimos salmos del salterio, 148-150).
Así, tras de los dos primeros salmos, los caperos se ponen en el banco del
coro de los semaneros, los que tienen el encargo en esa semana de llevar las
capas de cantores, y dan principio a la antífona Pastores, di~ite, quitnam vidistis
et anun~iate Cristi nativitatem; contestarán los clerizones disfrazados de pas-
torcillos desde el medio del coro mayor --«en la grada más alta del altar ma-
yom, según el ceremonial antiguo-: Infantem vidimus panis involutum et cha-
ros angelorum laudantes Salvatorem. Sigue después el coro ~dos que rigen el
coro con las capas», según el mismo ceremonial- con el primer versículo del
salmo 150 Laudate Dominum in sanctis eius, tras del cual los caperos repiten la
antífona, ahora desde el coro al que no corresponde la semana; y los niños pas-
tores, que se han aproximado «entre los dos coros» ~<a la puerta del coro del
Ar9obispo», según el ceremonial antiguo-, responden lnfantem vidimus... El
coro - los caperos, según el mismo- sigue con el siguiente versículo del sal-
mo anterior; al terminar con este versículo, los caperos, que habrán cambiado
de sitio al coro de la semana, vuelven a entonar la pregunta, a la que contestan
los clerizones que se han aproximado hasta la puerta del coro del Arzobispo y
van entrando en él mientras cantan la respuesta ~<dentro en el coro>>, senci-
llamente, según el ceremonial más antiguo-. Continúa el coro con el resto del
salmo y el Gloria, cerrando con la antífona Parvulus Filius hodie natus est no-
bis, et vocabitur Deus, Fortis, alle/uia, a//e/uia 62 .
61
Para el breviario de Braga, véase Breviário Bracarense de 1494, ed. en facsímile,
introd. de Pedro Romano Rocha, Lisboa: Imprensa Nacional- Casa da Moeda, 1987, 195;
para el dominico utilizo el citado Breviarium, s. f., fol. sign. g7r.
62
CAO, III, n•. 4221.
B T R
Coro: Laudate Dominum de ca/u [Ps 148,1) -. un Coro: Laudate Dominum de calis [Ps 148,1 -. ut Coro: Lauda/e Dominum de calis [Ps 148,1) -. ut
Jaciant in eis iudicium [Ps 129,9) faciant in eis iudicium [Ps 149,1) faciant in eis iudicium [Ps 149,1)
Cantores (capas): Pastores, dicite... Cantores (capas): Pastores, dicite... Cantores (capas): Pastores, die/te...
o en el banco del coro de la semana
Pastores: lnfantem vidumus... o ad altere Pastores: /nfantem vidumus... Pastores: lnfantem vidumus...
o grada alta altar mayor o el altar mayor al 'medio del coro mayor'
Coro: Laudate Dominum in sanctis eius.. [Ps 150,1) Coro: Laudare Dominum in sanctis eius.. [Ps 150,1) Coro: Laudate Dominum in sanctis eius .. [Ps 150,1)
Cantare.. (capas). Pa:.tures, dicite... Cantores (capas): Pastores, dtctte... Cantores (capas): Pastores, dictte...
o' coro donde no es la semana'
Pastores: lnfantem vidumus... o sin loe. Pastores: lnfantem vidumus... Pastores: lnfantem vidumus...
o puerta coro Arzobispo o 'entre los dos coros
Coro: Laudate Dominum in sanctis eius.. [Ps 150,2) Coro: Laudate Dominum in sanctis eius.. [Ps 150,2) Coro: Laudate Dominum in sanctis eius .. [Ps 150,2)
Cantores (capas): Pastores, dicite... Cantores (capas): Pastores. dicitL Cantores (capas): Pastores, die/te...
o banco del coro de la semana
Pastores: lnfantem vidumus... o sin loe. Pastores: lnfantem vidumus... Pastores: lnfantem vidumus...
o dentro del coro o puerta del coro del Arzobispo y ~ dentro
Coro: Laudate eum in sano tuba [Ps 150,3) Coro: Resto del salmo más Gloria.
Cantores (capas): Pastores, dicite... Cantores (capas): Pastores. dicite...
Pastores: lnfantem vldumus... O sin loe. Pastores: [Vimos que en Belén, señores)
Coro: Laudare eum in sano tuba [Ps 150,4) Pastores «baylaru> y cantan un poco Parvulis filius
Cantores (capas): Pastores, dicite... Coro: Parvu/usfilius...
Pastores: lnfantem vidumus... o sin loe.
Coro: Laudate eum in sano tuba [Ps 150,5) Cantores (capas): Bien vengades... y primera estrofa...
Cantores (capas): Pastores, dicite... o grndas del águila
Pastores: lnfantem v/dumus... O sin loe. Coro canta el estribillo: Que bien vengades.
Cantores: segunda estrofa
Gloria in excelsis Deo... Preste: Gloria in excelsis Deo ... Coro: Que bien vengades.
Benedictus Benedictus Pastores: primen eslrofa de la respuesta I"UMS que en
Belén, señores o grndas del águila
des, pastores, incluso el hecho de ser la única pieza en romance, con el canto
de la Sibila, que se transcribe explícitamente en casi todos los ceremoniales
toledanos que conocemos, indica la fosilización de un texto romance antiguo,
que ahora sobrevive desplazado al final, pero que acaso sustentaba, con otros,
el Officium pastorum en perjuicio, incluso, de los textos latinos, tal como
ocurre con el solapamiento de las lectiones por parte de los villancicos que,
después de las reformas del siglo xvt, quedarán relegados a un lugar en el
que no produzcan tal solapamiento.
La aparición del CMA y la presencia en él de la misma canción, entre
otras relacionadas con la representación de los pastores, sería prueba paralela
de esto y, al tiempo, nos permite abrir un portillo sobre el estatuto teatral de
estas canciones que habrían ido ganando terreno a la liturgia latina. Se palia-
rían, así, muchas de las dificultades que tenemos en la actualidad para perci-
bir el verdadero papel de los cantos en lengua vulgar en el curso de la liturgia
medieval, como elemento no sólo estructurador, sino también precipitante de
virtualidades dramáticas en la misma liturgia.
Desde la perspectiva dramática y temporal, aunque la representación
acabará desplazándose al final del oficio de laudes, después de la misa del
Gallo, tal como acabamos de ver en el Toledo del siglo xvr, antes de 1500 las
representaciones pastoriles alemanas, por ejemplo, tenían lugar inmediata-
mente después de maitines, en el introito de la misa, como nos recuerda Do-
novan al comprobar que también en Valencia c. 1440 se hacía la representa-
ción en esta misma hora, y de esa tradición parece beneficiarse el teatro
romance castellano, tal como se percibe en acotaciones internas de las églo-
gas de Encina 63 • Hemos visto que, en efecto, el oficio de maitines venía abo-
nado ya desde antiguo por una tendencia a la interpolación musical, con tex-
tos latinos al principio y luego romances. Perdemos de vista la virtualidad o
apertura 'dramática' del oficio y, por ende, de la Noche de Navidad por el
desplazamiento, depuración o reestructuración de los materiales musicales
romances que hemos visto hubo de producirse a lo largo del siglo XVI hasta
llegar a la fosilización de alguna pieza en romance del Officium pastorum.
Sin salir de Toledo, por ejemplo, a día 5 de noviembre de 1557, el cabil-
do, seguramente pensando ya en las próximas fiestas, acuerda que «la Noche
de Navidad no aya farsas, ni entremeses ni máxcaras, ni se quiten las sobre-
pelli~Ves, sino solamente villan~Vicos, y las dan~Vas no entren en el choro a bis-
63
Donovan 1958, 145.
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 411
peras, hasta dicha la ora~ión» 64• La falta de legislación anterior sobre esto es,
pienso, una certificación de estas mismas prácticas teatrales prohibidas. Y,
así, muchos años después, en 1633, tras de un silencio bastante elocuente so-
bre la fiesta navideña - aunque sí hay repetidas referencias a la del obispillo
y de los Inocentes, que también son censuradas tarde o temprano, la primera
suprimida directamente en 1551 , aunque parece que continuó 65- , encontra-
mos un dato relativo a ésta en unas ordenaciones para los niños de coro, en
donde se establece que «para la fiesta de Navidad se han de proveer villanci-
cos y otras cosas de música, que el maestro de capilla sea obligado de avisar
a todos los cantores quince o veinte días antes, o antes, si le paresciere, para
que vengan a proveerlas a la capilla encerrados, o en casa del maestro de ca-
pilla, si oviere aparejo, porque han de estar secretos fasta que se hayan de
cantar» 66 •
En todo caso, a principios del siglo XVI y a las puertas de la renovación
litúrgica, con más o menos complicación, más o menos riqueza, se celebra el
oficio, auto, representación o remembranza de los pastores. En la catedral de
León, por ejemplo, se celebraba un officium pastorum: «Itero, que se dieran
en aguinaldo a los pastores que hizieron la remembranza de nuestro Señor la
Noche de Navidat, un ducado. Ítem, al que tañió el salterio la vispra de Na-
vidat quando yvan los señores a hazer cola~ión al cabildo, dos reales». Aun-
que es dificil saber en qué consistía la remembranza, el hecho de satisfacer
como aguinaldo unas cantidades a ciertas personas pudiera hacemos suponer
que éstas no eran personal de la propia catedral, es decir, clerizones o escola-
nos, como los toledanos que hacían en el siglo XVI el Officium pastorum 61 .
Sin embargo, las costumbres acordes con una catedral, como la de Tole-
do o la de Zaragoza a la que más abajo me refiero, y la práctica que conoce-
mos en ambientes de carácter cortesano, nos dicen mucho de la riqueza o vir-
tualidad 'dramática' del Officium pastorum y sus elementos añadidos en
lengua romance. No hay que recordar el ambiente cortesano en el que inter-
preta Encina sus églogas de Navidad, umbilicalmente unidas a la liturgia
porque constituyen anuncio o interpolación en la misma, si interpretamos
correctamente las acotaciones internas de carácter temporal. En este mismo
64
Chaves de Arcayos, ms. cit., fol.l2v.
65 ldem, 103 y 105.
66
ldem, 68.
67 Rodríguez 1947, 28; A. López Santos, <<Autos del Nacimiento leoneses», Archivos
68
Como señala Pérez Priego 1997, quien también nos facilita los textos de la narra-
ción (231-239). Compárense situaciones homólogas en otros ámbitos: Peter H.
Greenfield, «Festive Drama at Christrnas in Aristocratic Households», en Twycross 1996,
34-40.
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 413
sentación que se ovo fecho de los pastores e otras cosas a los maitines de Na-
vidad, en que se fizo grand turbación a las horas e divinales oficios por la
mucha gente que a cabsa dello recreció, de manera que no dexaron estar a los
señores y beneficiados do habían de estar, e como debían, para los dezir; e
ordenaron e mandaron que de aquí adelante ninguno sea osado a faser ningu-
na representación, en el coro ni fuera dél, en toda la iglesia, sin licencia es-
pecial del Cabildo para ello, so pena que el que lo tal fiXere incurra e caya en
pena de diez mil maravedises, en los cuales agora para estonces le dieron por
condepnado» 69 . Por un lado, se advierte la libertad de que disfrutaban perso-
nas particulares ajenas al cabildo para invadir el terreno de éste y organizar
representaciones en el mismo espacio en el que se desarrollaban los oficios.
La prohibición, por el otro, es más bien un intento de poner orden y de recu-
perar el espacio de la iglesia o, mejor, del coro -{X)mo se advierte en Toledo
y otras catedrales a lo largo del siglo xv1 70- , pero, al tiempo, tendrá conse-
cuencias en la propia fiesta, y, así, será ésta una de las primeras ocasiones en
las que asistimos a una separación, efectiva decenios después, de los distintos
espectáculos que se podían desarrollar en la noche de Navidad.
De otro orden parece ser la inflación dramática del oficio navideño que
se puede apreciar en el espacio catedralicio de otros ámbitos. La importancia
que el aparato escenográfico, la técnica, tenia en zonas orientales de la Pe-
nínsula, en la corona catalano-aragonesa, apoca quizá otros desarrollos, faci-
lita que se mantengan en el tiempo determinadas tradiciones dramáticas y
también presenta aspectos que no documentamos con tanta riqueza no ya en
los ambientes monásticos, sino incluso catedralicios. Pudiera pensarse que,
en realidad, tales diferencias fueran más bien una distorsión historiográfica
más que estribara en el uso de documentos de distinta categoría, ceremonia-
les en el caso de Toledo, actas capitulares en el de otras ciudades castellanas
y libros de cuentas en el que será objeto de los párrafos siguientes. Sin em-
bargo, si comparamos los datos que esta última categoría documental nos fa-
cilita para la «representación de la Natividat de nuestro Redentor en la noche
de Nadal de 1487, que se fizo por servicio y contemplación de los señores
Reyes Católicos, del infante don Juan y de la infanta doña Isabel» en la cate-
69
José López-Calo, La música en la catedral de Burgos, Ill. Documentario musical
(/), Burgos: Caja de Ahorros del Circulo Católico, 1996, 34-35, n•. 53, documento corres-
pondiente al Reg. 28 de las actas capitulares, fol. 105, de 29-12-1486.
70
En 1543 ya se prohíbe en Burgos el acceso al coro de los laicos por el impedimento
que causan para celebrar los oficios con bien (ldem, 80).
414 El «0./ficium pastorum»
dral de Zaragoza 71 , y los que por las mismas fechas podemos ver, por ejem-
plo, consignados en las anotaciones de Alonso del Campo para Toledo, o en
las capitulares de León que han servido para reconstruir el canto de la Sibila,
advertiremos que, en realidad, estamos ante dos desarrollos técnicos del es-
pectáculo bien distintos.
En Zaragoza, el maestro Just, que hacia las veces, por decirlo de algún
modo, de meneur de jeu de la Seo 72 , se había encargado de organizar el «en-
tremés de los pastores», como sin duda se llama en el documento 73 • Los per-
sonajes que intervenían eran, al menos: la Virgen Maria, José y un niño Je-
sús, en realidad una familia completa contratada <q>or que el misterio y
representación fuese más devotamente». Se situaban éstos en un pesebre, con
los dos animales de bulto, pues que vemos se compraron «testas del buey y
del asno». Habia siete ángeles enguantados y con cabelleras de mujer. Ade-
más, comparecían los profetas, con «cabelleras de cerdas», cuyo número no
se indica, pero que acaso respondía al de la serie canónica del Ordo prophe-
tarum. Figuraba también un Dios Padre enguantado. No sabemos cuántos,
pero si sabemos que ministriles de la Capilla de los Reyes adobaban musi-
calmente la fiesta. El maestro Papham se ocupó de componer la música, y
cobra por unos «quinternos notados para cantar a los Profetas, a la Maria y
Jesús». Los personajes y los datos nos permiten imaginar una representación
que abarcara desde el arranque de la Redención con la Anunciación, hasta la
adoración de los ángeles y el anuncio a los pastores.
Es dificil, sin embargo, una reconstrucción de ese argumento y también
de la verdadera actuación de esos personajes. Pero da la sensación de que en
71
José M.• Quadrado, España, sus monumentos y artes, su naturaleza e historia.
Aragón, Barcelona: Cortezo, 1886, 442n; Milá y Fontanals 1895, 216-217; N. D. Sher-
gold, A History of the Spanish Stage from Medieval Times un ti/ the End of the Seven-
teenth Century, Oxford: University Press, 1967, 15-16; García de la Concha 1984, 42-43;
Aurora Egido, «Bosquejo para una historia del teatro en Aragón hasta finales del siglo
xvnm, Cuadernos de Aragón, 20 (1987), 91-151; Gómez Moreno 1991, 73; Massip 1997,
165-166.
n Véase Egido 1987, 97, que recuerda que a él habla encargado los entremeses para la
fiesta del Corpus el arzobispo don Juan de Aragón.
73
Es acertada la corrección de Shergold 1967, 15, a A. F. de Sback, Historia de la li-
teratura y del arte dramático en España, Madrid: Colección de Escritores Españoles,
1885-1887, 1, 266-268n, que creía, en virtud de la ambigüedad del texto, que la partida
«por desazer los cadalsos del entremés de los pastores para la fiesta de los lnnocentes» se
destinaba a una fiesta de éstos con pastores.
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 415
74
Son numerosas los restos documentales del uso de aparatos de este tenor también
en otras catedrales del reino de Aragón; véase, por ejemplo, para las de Valencia en 1437,
1440 y 1449 (Massip 1997, 140-143).
15 Para estos mecanismos, véase Massip 1997, especialmente el tomo, el eje con repi-
nes, la Virgen esconde de espaldas al Niño, y son hechos patentes los dos por
medio de un giro en la escena, que coincide con la bajada de los ángeles por-
tando antorchas, que no sólo representan la luz celestial a la que se alude en
las narraciones y en los textos 76 , sino que también cumple con las funciones
de iluminación complementaria para concentrar la atención en una escena
concreta del espacio dramático.
Más arriba hemos mencionado la fiesta de la corte según se celebraba en
1500, detallada en la relación que Ochoa de Yságaga envió a los Reyes Cató-
licos. Los reyes de Portugal estuvieron en vísperas y, a las ocho de la tarde,
después de hacer colación, se dirigieron a maitines, <<y oyeron los maytines
solepnemente, con hórganos y chan9onetas y pastores, que entraron a la sa-
zón en la capilla dan9ando y cantando gloria in e~elsis Deo; y dixo la misa
del gallo pontifical el obispo de Fez; y en acabando los maytines, a las dos
oras después de la media noche, el rey y la reyna se bolvieron a su aposenta-
miento» 77 • Evidentemente, la ceremonia fue muy larga; se empieza pronto y
hay misa, pero no sermón, que sí se pronunciará al día siguiente, fiesta de
Navidad. La mayor parte del tiempo se la habría de llevar la liturgia del día y
el auto de pastores, supongo que también la adoración del pesebre. Los datos
son, sin embargo, mínimos por lo que se refiere a la representación. No sa-
bría decir, en primer lugar, si la mención de la Misa del Gallo tras de los pas-
tores indica que el oficio pastoril propiamente dicho se celebraba en el espa-
cio de maitines, y no en el de laudes, o bien como introito a la misa, como en
los orígenes. De la fiesta portuguesa genérica, de ese auto de pastores, quizá
se pudiera derivar el Auto pastoril castellano de Gil Vicente, que tantos ele-
mentos tiene que se prestan a ser contextualizados en ese mismo espacio
dramático y litúrgico.
Fuera de soluciones y espacios dramáticos completamente distintos, do-
cumentos de las características de los anteriores nos ponen de manifiesto la
existencia de una cierta autonomía textual en el espacio litúrgico, ora de can-
ciones compuestas al efecto, como en Zaragoza, ora sea de las propias de los
pastores que invaden la iglesia, como en Portugal y en tantos otros sitios. Del
silencio de Ocboa sobre el desarrollo de la Liturgia dramática y de las interpo-
laciones pastoriles y de los datos sobre figurantes en Zaragoza derivamos la
76
La Luz del mundo, que alumbra su obscuridad (Muir 1995, 101).
n La relación figura completa y bien transcrita en Révah 1952, 94. Cf G6mez More-
no 1991 , 144-151.
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 417
78
Véase para todo esto Ch. Richardson, «The Mediaeval English and French She-
pherds Plays», en Twycross 1996, 259-260.
19
Muir 1995, 102.
418 El «Officium pastorum»
80
Véanse los textos editados y comentados por Milagros de Torres, El ceremonial de
Granada y Guadix y los espectáculos religiosos en Castilla a finales del medievo, tesis
doctoral de la Universidad Complutense, Madrid, 2004; y, concretamente, 203-204.
Agradezco a la autora el haberme permitido consultar su trabajo antes de la defensa pú-
blica.
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 419
tan devotas, que eran más duros que piedras los que no echaban lágrimas de
devoción» 81 • Por las consecuencias emotivas, quizá estas representaciones
sean, precisamente, las de Semana Santa.
Los biógrafos de Talavera, incluyendo a Sigüenza, se basan, por lo que
se refiere a la supuesta sustitución de los responsorios por textos en romance,
en lo que él mismo o sus colaboradores dejan escrito en varias interpolacio-
nes que se añaden a la revisión que de la traducción antigua castellana de la
Vida de Jesucrist de Eiximenis hizo publicar en Granada, 1496.
La primera tiene lugar al narrar los preliminares del parto, en donde
Eiximenis se limitaba a dar detalles sobre los cantos angélicos, únicos testi-
gos del Nacimiento, como se puede ver en la traducción castellana antigua:
«E dizen que todos, non lo entendiendo la otra gente, comen~aron a cantar
con grant dul~or: '¡Para mientes, mundo, que agora verná el Deseado de to-
das las gentes e serás todo lleno de gloria e de onra! ', esto por la presen~ia de
tu Dios e Señor. E después dize que cantavan por orden siete antífonas, que
fueron inspiradas a la santa Igleia para cantar ante de la Natividad de Ibe-
sucbristo» 82 . Pero en la revisión granadina se añade: «E aun es de creer que
cantassen alli algunas canciones deziendo unos y respondiendo todos los
otros, como se canta el inuitatorio a los maytines, e que en esta manera can-
tarían esta canción e otras semejantes»; y se inserta un villancico con forma
1 1 1 1 1 1 1 1 1
parecida al primer9 de los del CMA (A A' 11 b e' b c d d a' 11 A A' ),
compuesto de un estribillo (<<Marauíllase natura 1 ver hecho a Dios criatura>>),
que, como se explicita en la entrada más arriba transcrita y en el mismo texto
por medio de la llamada responsio antes de cada una de las repeticiones del
estribillo, habría de ser cantado por todos los ángeles -¿todo el coro?- tras
de cada una de las cinco mudanzas de que se compone la pieza, que correría
a cargo sólo de los solistas 83 . El texto del poema retoma los motivos princi-
pales de la Encarnación, que, por ejemplo, comparecen en el himno del invi-
81
En la Breve suma de la santa vida del reverendísimo y bienaventurado fray Hemando
de Talavera, apud José López-Calo, Lo música en la catedral de Granada en el siglo XVI,
Granada: Fundación Rodriguez Acosta, 1963, l, 254; también en Luis Iglesias 2002, 16.
82
Véase el texto completo de la VJC en el apéndice 2, capítulo V .
83
Véase el texto de esta pieza en Fradejas Lebrero 1995, 140-141; y en Luis Iglesias
2002, 19-20; a partir de Vita Christi, añadido, Granada: Ungut & Pegnitzer, 1496, fol. 90r.
420 El «Officium pastorum»
84
Por ejemplo, es innegable la relación entre: «Nasce en aquesta noche 1 de vna pobre
donzella 1 aquel que hizo la noche, 1 sol, luna y toda estrella. 1 O inmensa caridad, 1 o inef-
fable piedad, dobra de gran altura» (Fradejas Lebrero 1995, 140); con: <dfunc ca:lurn, te-
rra, hunc rnare, 1 hunc omne, quod in eis est, 1 auctorem adventus tui 1 laudat exsullalll
cantico» (véase el texto completo del himno en el apéndice 5). Desde luego, las referen-
cias a María y la salutatio que contiene la última mudanza forman parte de la convención
de las canciones navideñas, como más arriba hemos visto.
85
En el capítulo XVUI, al fin del apéndice número 2.
Liturgia, poesía y teatro afines de la Edad Media 421
lación con el himno del invitatorio de maitines o con el de laudes (A solis or-
tu cardine), con el que hay relaciones de carácter temático.
La verdad es que no tenemos testimonio alguno de terceros para mantener
que estas piezas hubieran quedado insertadas en el invitatorio o en otro lugar de
los oficios navideños granadinos, y que su inserción en una obra narrativa y
contemplativa como la de Eiximenis no sea más que el resultado de un enrique-
cimiento de la situación, un uso de la evidentia típico de esta literatura espiri-
tual. Veíamos, además, que el ceremonial no conservaba referencia alguna a la
incorporación de piezas como éstas. Pero tampoco sabemos, en caso de que así
hubiera sido, nada sobre la pervivencia de otras interpolaciones litúrgicas de
Talavera, que no fueron demasiado bien admitidas por una parte del clero, si
hemos de creer a sus biógrafos. Lo que si es evidente es que esas tres piezas di-
flcilmente pueden ser consideradas elementos interpolados en el curso de las
/ectiones, como sugeria uno de ellos, o que sustituyeran a los responsorios que
les seguían, sino que, en términos generales, son villancicos para completar al-
gún momento de los oficios o para iniciarlos en el invitatorio con una alegría
nueva. No obstante, los antecedentes reseñados de interpolaciones en varias ca-
tedrales, los recuerdos o citas explicitarnente hfmnicos de sus versos, y aque-
llos otros que nos traen del CMA e, incluso, la oportunidad de incorporar las
dos últimas composiciones en un contexto de censura de un modo de celebra-
ción excesivamente.alegre, quizá nos permita sostener que en las adiciones de
Talavera desempeña también un papel importante la corriente de censura que
vemos bastante generalizada a finales del siglo xv. ¿Quería acaso segregar de
la liturgia navideña elementos poco decorosos, adheridos tradicionalmente y
que la invadían? Se tratarla, así, de un caso más de depuración o reforma, un
tipo de renovación que no deja de estar fuera de las corrientes espirituales del
reinado de los Reyes Católicos, y que desde muy pronto tuvo sus consecuen-
cias sobre el oficio litúrgico monástico femenino, tal como más abajo seguire-
mos viendo.
En todo caso, serían los de Talavera los textos en verso que hasta ahora
hemos de considerar objetivamente más antiguos (antes de 1495) para ser
cantados en el curso de un oficio de Navidad ora en función sustitutiva, o in-
terpolada, ora como resultado de una renovación o aligeramiento de los tex-
tos adheridos al oficio, sin contar, naturalmente, el CMA o tal o cual pieza
suelta, como la que cierra el manuscrito de santo Domingo el Real de Madrid
a la que me he referido antes.
422 El «Officium pastorum»
86
Véase Querol Gavaldá 1971,56-58, 60-61; Dutton 1990-1993, IV, 297-298.
87
N". 63; cf. Dreves & Blurne 1909, 31. Es posible, sin embargo, que esta serie pudie-
ra alargarse más ya que en el manuscrito se echa en falta un folio, indicado por la folia-
ción antigua.
Liturgia, poesía y teatro afines de la Edad Media 423
nes. La primera empieza con una referencia temporal nada original: «A los
maytines era 1 enantes era del alua 1 que la virgen parida 1 ell virgo fincara>>-, y
podría haberse cantado interpolada o completando una de las primeras lectu-
ras del oficio; como enseguida señalaré, esta composición figura en el can-
cionerillo navideño impreso de Antón Sánchez de Ayala mucho más extensa.
La segunda composición de esta serie es el principio del canto de la Sibila,
quizá entonado aquí tras de la tercera lectura; la cuarta, n°. 75, nos remite al
parto, la presencia de los ángeles y al momento adoratorio de Maria, con re-
ferencia al cantar de bienvenida, con lo que podremos situarla en el ámbito
de las lecturas propiamente relacionadas con el Nacimiento, en el tercer noc-
turno; enclave litúrgico constituye la doxografla transcrita en el n°. 77.
Se trataría de dos series, pues, que se podrían haber utilizado en diferen-
tes años o en el mismo, una en el espacio propio del Officium pastorum, a
laudes, con sus motivos dramáticos incluso, y la segunda en el curso del ofi-
cio de maitines. En fin, la tercera serie, formada sólo por dos composiciones,
números 90-91, contiene una canción prologal que se remite a la concepción
y está emparentada, según ya hemos visto, con los monólogos dramáticos en
los que la Virgen, a la demanda de un tercero, narra los acontecimientos, en
este caso empezando por la concepción, como las últimas composiciones del
CMA. Y, en la lógica del discurso, no es extraño encontrar de nuevo el apun-
te del canto de la Sibila, que seguiría en otro momento del oficio de maitines
a la canción anterio~ 88 .
No voy a poner más ejemplos de cancioneros musicales o libros de mi-
nistriles, aunque podríamos llegar hasta los impresos en el siglo XVI, como el
de Uppsala, pasando por algunos manuscritos, como el de Segovia, en los
que también se encuentran posibles secuencias de canciones susceptibles de
ser utilizadas en un espacio litúrgico o teatral. Será cuestión que pienso des-
arrollar en un futuro próximo. Del mismo modo, sin embargo, llamo la aten-
ción sobre la otra categoría textual, los impresos de villancicos navideños en
pliego suelto.
Quizá las más arriba mencionadas Coplas de Antón Sánchez de Ayala
nos plantean problemas de carácter material y textual, y también funcional,
que no constatamos en otros pliegos menos tempranos que éste. Es el más
88 Rey 200 1 ha insistido en que otras composiciones del cancionero son apuntes de
89
Varias tachaduras de errores y algún desplazamiento quizá podria indicarnos que
estamos en realidad ante una prueba de imprenta o ante un pliego que iba a ser reeditado
corregido por el tipógrafo.
Liturgia, poesía y teatro afines de la Edad Media 425
Todo un reto este texto para cualquier editor e historiador, para el que no
estoy preparado y al que no voy a responder 90 • Señalaré sólo algunos pe-
queños detalles que nos hacen pensar en el hecho de que, más allá del des-
cuido que ya hemos visto como propio de una poesía útil de soporte musical
y oral, o el deleznable genio del poeta herbolario y, acaso, la impericia del
9Q Al que no voy a responder estando como estamos a la espera del estudio y edición
completa del pliego prometida por parte de su descubridor, Juan Carlos Conde, al que
vuelvo a reconocer la deuda por haberme facilitado copia y permitirme utilizarla en este
estudio. Se incluye, naturalmente, corno n•. 1 dentro del corpus editado por Carro Carba-
jal & Cátedra. en prensa.
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 427
tipógrafo, puede haber algo más que nos interesa especialmente en nuestro
contexto. De entrada, y por lo que se refiere a la andadura narrativa en gene-
ral, esta es bastante cercana al relato evangélico de Lucas, con las interpola-
ciones propias de las versiones meditativas menos exageradas. La coinciden-
cia general y a la letra de algunos fragmentos permiten pensar que buena
parte del poema se construye a la vista del texto de la Infancia Salvatoris,
que publico en el apéndice 2. Esta categoría textual de texto narrativo en pro-
sa como referente, sin embargo, no sirve para explicar ni el caos formal, ni la
variedad lingüística, ni tampoco otros detalles, que quizá nos inviten a pensar
en que, aparte ésta, hay otra impostación literaria tras de esos versos.
Veíamos, por ejemplo, que en la tercera copla de mudanza parecía forza-
da como para encorsetar en metro un fragmento en prosa. Aunque también es
posible que quizá estemos ante la supervivencia de una acotación dramática,
como ya hemos sugerido más arriba, si leyéramos así:
La Virgen sagrada,
quando vio el Niño nacido,
las rodillas hincadas,
ella le adorara.
Estas palabras la Virgen dixere:
«Bien seáis venido,
Dios mío, señor mlo,
hijo mio», le dixera.
92
Véase Torroja Méndez & Rivas Palá 1977, así como también lo expuesto Blecua
1988,79-112. Para lo demás, Cátedra 1989,6-35, y 2001.
93
El estribillo repetido al final, que precede al explicit, está tachado en el origmal.
430 El «0./ficium pastorum»
94
La datación, bastante precisa, «c. 1535» por Mercedes Femández Valladares, «Indi-
cios y evidencias para la asignación tipobibliográfica de los pliegos sueltos burgaleses del
siglo XVD>, en Pedro M. Cátedra, dir., La literatura popular impresa (siglos XV-XAJ: géne-
ros, fonciones y teoría, Salamanca: Seminario de Estudios Medievales & Sociedad de Estu-
dios Medievales y Renacentistas, 2005, n•. 6 1; y, de la misma autora, el trabajo sobre la im-
prenta en Burgos, en prensa. El pliego lleva el número 403 en Antonio Rodríguez-Moñino,
Nuevo diccionario bibliográfico de pliegos sueltos poéticos (Siglo XVI), edición corregida y
actualizada por Arthur L.-F. Askins y Víctor Infantes, Madrid: Castalia & Editora Regional
de Extremadura, 1997; es datado en « 1530-1550?» por William Pettas, A History and Bi-
bliography ofthe Giunti (Junta) Printing Family in Spoin 1526-1628, New Castle, Delawa-
re: Oak Knoll Press, 2005, n•. 63. El texto completo en Carro Carbajal & Cátedra en prensa,
111-3a.
Liturgia, poesía y teatro afines de la Edad Media 431
mática canción VI del CMA. Podría ser ésta una modalidad primitiva que de-
rivara en la representada en estas otras de Oliva y en los elementos pastoriles
del teatro de finales de la Edad Media. Además, la unión umbilical entre la
canción religiosa de alabanza y una deshecha seguramente danzada, y ambas
cantadas con tonos profanos, explica bien el efecto, primero, de las denuncias
de los moralistas y, luego, la prohibición de este género de coplas en el curso
de las celebraciones de maitines de Navidad en las catedrales e iglesias,
prohibición, a decir verdad, muchas veces más formal que real. Citaré, por
ejemplo, la segunda y la tercera composición doble del pliego, entonadas con
música de picante canción profana, como las deshechas que les siguen.
En la dos canciones básicas, nos encontramos de nuevo el tema de la
pregunta a María para que dé noticias de su fortuna, como en el CMA, o de
su gloria, como aqui. En la primera deshecha, en forma de zéjel como la me-
jor tradición de la danza, el humor pastoril se configura no sólo por los tér-
minos especializados, sino incluso hasta con la inclusión del género de dispa-
rates; la segunda tiene una estructura métrica parecida a alguna de Astudillo,
idéntica a la canción navideña del códice de sermones de Pamplona antes
transcrita, y en el flujo formal de las piezas de Lucas Femández o Montesino
que se imbrican en una tradición cerrada religiosa. Helas aquí:
[2a] embuelto en tu mantilla;
quién se hiziera savanilla
OTRAS SUYAS AL TONO DE
o, a lo menos, cobertor,
ENEMIGA LE SOY, MADRE. quando pariste al Señor!
¡Quién entrara por tu puerta, ¡Quién viera aquella beldad
Virgen digna de loor, que contino en ti hallavas,
quando pariste al Salvador! quién viera la humildad
¡Quién, entrando, os saludara: con que a tu Hijo miravas; 112'1
«0, Virgo, Dei genitris»! quién viera lo que hablavas,
Y después os preguntara: quién viera tu grand dulc;:or,
«Señora, ¿cómo os sentís?». quando pariste al Señor!
¡0, sagrada Flor de lis, ¡Quién viera tu requebrar
que no sentiste dolor de regalo glorioso,
quando pariste al Señor! quién viera el negociar
¡0, quién viera tu semblante, de Josephe, tu esposo!
hermosa a maravilla, ¡0, quién viera tu reposo,
quién viera tu dulce Infante, tu gesto y resplandor,
432 El «Officium pastorum>>
95
José Romeu y Figueras, «La canción popular navideña, fuente de un misterio dra-
mático de técnica medieval», Anuario Musical, 19 (1964), 167-184; y, en versión catalana
con adiciones, «La canr;:ó popular nadalenca, font d'un misteri dramatic de técnica medie-
val», en Poesía popular i literatura, Barcelona: Curial, 1974, 73-1 OO.
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 435
96
Obvio, conscientemente, la debatida cuestión de la dramaticidad de la poesía del si-
glo xv, aunque claro es que en el terreno religioso es donde más podría correr la tinta y
aún la fantasía.
436 El «Officium pastorum»
guna medida, 13 podría constituir una unidad si situamos todas Las composi-
ciones en la órbita del Officium pastorum.
Las composiciones de a tienen ciertas caracterlsticas materiales propias,
como, por ejemplo, una estructura marcada por la música, especialmente la 1,
que, al ser a dos voces, se copia dejando en blanco la primera cara del folio.
Como he dicho, el hecho de anotar la música podría implicar que se trataba
de piezas menos comunes, menos tradicionales o, sencillamente, de más re-
ciente adquisición o incorporación, lo que no desdice del aire cortesano de la
polifonía de la primera pieza. Por supuesto, la Cántica del Evangelista, que
se podia insertar en el oficio de vísperas de la fiesta del santo o en la misma
fiesta durante la misa, es autónoma y acaso por eso se ha copiado en este
cuadernillo a la vista del espacio disponible, lo mismo que el Gloria, suscep-
tible de ser utilizado a lo largo de un periodo más extenso, incluso hasta en
las octavas de la fiesta y en Epifania.
Teniendo en cuenta estos aspectos estructurales, con lo dicho en el capí-
tulo quinto al comentar cada una de las canciones, se podrla proponer un or-
den idóneo, que empezara con las canciones relacionadas con la Anuncia-
ción y la Concepción. No obstante, en compilaciones de poesía en lengua
vulgar de uso litúrgico y ordenadas según ese orden, como el Laudario de Pi-
sa, se halla, primero, una lauda general de tema redentorista en la que se re-
capitula sobre lo porvenir con ciertos detalles narrativos; luego, siguen va-
rias laude relativas a La Anunciación, después con el Nacimiento, y siguen
las hagiográficas dedicadas a san Esteban, san Juan Evangelista y los Ino-
centes 97 .
Además de lo expresado al comentarla, la canción 1 tiene ese carácter
prologal y al tiempo anunciador; narra desde los preliminares más lejanos
que desencadenan la Redención hasta el mismo Nacimiento, cuya buena
nueva está in nuce a lo largo de toda la pieza polifónica por ser proclamada
en el estribillo que, naturalmente, se reitera en la ejecución. La referencia
concreta «al tiempo de los maitines» (v. 27), que vemos en otras canciones,
vulgares y latinas, e incluso, en acotaciones internas teatrales como las de las
primeras églogas de Encina, podríamos interpretarla como algo más que un
modo tradicional de referirse al momento del Nacimiento y el simultáneo
anuncio a los pastores, para constituir también un engarce de estas piezas
con el contexto litúrgico para el que han sido compuestas y en el que se can-
97
Staaff l93l , n°. 1,2-4,5- ll , 12.
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 439
tan 98. El uso de este tipo de acotaciones internas no era extraño en otros tex-
tos destinados a la liturgia, e incluso pueden llegar a ser más concretas, como
en algunos villancicos ingleses que tienen su base textual y musical en el Te
Deum Jaudamus, sobre el que se teje una serie de canciones navideñas que
Greene colocó entre las dedicadas a la Trinidad (n°. 295, 297, 300, 301),
aunque parecen más bien canciones que celebran la Navidad al hilo del Te
Deum 99 • En suma, fuera del carácter prologal, coincide con la antífona que
abre el invitatorio de maitines y se canta en otras ocasiones a lo largo de los
oficios, Christus natus est nobis.
Podríamos, incluso, arriesgar localizaciones más concretas; atendiendo a
su tema dominante, podría complementar o insertarse en uno de los noctur-
nos, el primero, cuyas lecturas, procedentes del profeta lsaías, concentran la
atención en el Anuncio y la profecia, si es que privilegiamos ese tema en
nuestra canción. No obstante, quizá sea pertinente recordar ahora los Tres au-
tos de Montemayor, que nos sorprenden de nuevo con un pasaje interesante
que, en virtud de la forma, podría acercarse a nuestra primera pieza. Abrien-
do el auto que cierra el tercer nocturno, cuyas lecturas tienen como tema mo-
nográfico el Nacimiento, uno de los personajes, Tiempo, dialoga con los can-
tores, en términos parecidos especialmente por la estructura de preguntas y
respuestas:
Tiempo. Gloria in exce/sis Deo
Cantores. Di por quién.
Tiempo. Por el que nasció en Belén,
el que en Virgen encamó,
quedando virgen donzella;
nasciendo esta noche della,
madre y virgen la dexó:
grande bien se os concedió.
98
Por ejemplo, en la ya citada «A los maytines era, 1 antes era del alba, 1 que la Virgen
para ella 1 verificara» (Cancionero de la Colombina, n•. 72); pero también en la himnodia,
con la que se relaciona nuestro corpus: «Moratus est fletus 1 ad vesperum, 1 matutinurn 1
ante luciferum 1 castitatis 1 egressus uterurn 1 nost:rre camis 1 surnpsit mortalia» (Dreves &
Blurne 1909, 11, 18).
99
Woolf 1968, 306 («Which celebrate de Nativity by means ofthe Te Deum»).
440 El «Officium pastorum»
Este, quizá, sea el espacio más apropiado para esa primera canción si la
hacemos seguir de la segunda, la canción de bienvenida y adoración al Re-
cién Nacido.
El cuadernillo B contenía, como veíamos, el cuerpo principal del Offi-
cium pastorum. Su primera composición, la IV, la hemos localizado en ese
espacio y como contestación a un estribillo perdido, o, lo que sería mucho
más interesante, al propio texto latino. Porque, al fin y desde el cabo, las dos
estrofas de nuestro cancioneríllo y el villancico bailado y «escripto en canto
de órgano» de Lucas Femández son contestación unas y desarrollo otro de
una pregunta reiterada en los oficios del día de Navidad, en forma de antífo-
na que preludia el Officium pastorum. Como más arriba se ha señalado, son
dos las más generalizadas en los antifonarios, la más cercana a nuestro texto
es la que hace referencia al Niño envuelto en pañales: «Pastores, dicite quid-
nam vidistis, et annuntiate Christi nativitatem: Infantem vidimus, pannis in-
volutum, et choros angelorum laudantes Salvatorem» 101 •
La posibilidad de la mezcla de texto latino y romance, apuntada por la si-
tuación de Bien vengades en Toledo, podría representar un estado aún ante-
rior de la celebración. Y, además, esa relación umbilical nos permite salvar
un problema narrativo fundamental, que es el hecho de que las danzas pasto-
riles ante la Virgen y el Niño que suponen la composición siguiente (VI) de-
bieran ser anteriores al informe de los pastores sobre qué vieron. Pero, si te-
nemos en cuenta que la pregunta es lo que, en realidad, da pie y abre la
representación de los pastores en la liturgia tradicional, no es extraño que en-
globe también el resto de pasos incorporados, como la danza de pastores, so-
bre todo si la contestación en romance es introducida por una demanda latina.
Esto nos permitiría comprobar que la lógica diacrónica teatral convive, en el
terreno de la liturgia, con la sincronía temática que la condiciona.
100
Whyte 1928,975.
101
Véanse en CAO, m, n•. 4224; la otra: «Quem vidistis, pastores, dicite; annunciate
nobis in terris quis apparuit. Natum vidimus in choro angelorum, Salvatorem Dominum,
alleluia, al/e/uia» (n•. 4455); también en Donovan 1958, 15; Castro Caridad 1997, 305-
306.
Liturgia, poesía y teatro afines de la Edad Media 441
102
Véase Donovan, 16 y 34-37.
442 El «Officium pastorum»
103
Por citar un caso intermedio, la escena que se centra en la interrogación de los pas-
tores está en el Mystere de la Passion de Troyes arreglada sobre la base de la compare-
cencia de otros pastores que, prácticamente, viven la misma escena que los que adoraron
a Cristo habían representado antes, cantando las alabanzas de la vida pastoril, su libertad
y gozo. Cuando llegan hasta los nuevos aquéllos que se habían desplazado hasta Belén,
contestan a la pregunta de éstos: «Et puis de oouvelles commant? 1 Vous semblez estre
moult joyewm, diciéndoles: «Nous avons veu le roy des cieux, 1 lequel est né nouvelle-
ment>> (Jean-Ciaude Bibolet, ed., Le «Mystere de la Passion» de Troyes, París & Ginebra:
Droz, 1987, 268).
104
No sólo el coro es el lugar apropiado, según la tradición catedralicia, sino también
en virtud de la concepción del espacio litúrgico en los conventos clarisanos, en los que la
actividad se aísla en una clausura que, en muchas ocasiones, ni siquiera permite ver el al-
tar. Véase, al respecto, Caroline A. Bruzelius, «Hearing is Believing: Clarissan Architec-
ture. ca. 1213-1340», Gesta, 31 ( 1992), 83-91. Para las implicaciones en el terreno de un
estudio de mujer y liturgia, véase Berger 1999, 18-19.
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 443
105 Estamos más allá de pensar en la posibilidad de montar un espectáculo sobre la ba-
se de la reconstrucción litúrgica y musical, teniendo en cuenta estos y otros testimonios;
en ello trabajo ya con algunos colegas musicólogos, historiadores del drama medieval y
prácticos del teatro.
444 El «0./ficium pastorum1 L
Juan Babtista se visten como gitanas, pero que no se quitan hábito ni escapu-
lario; y que las que se acuerda que se an vestido son: doña Ana de Luna y
doña Catalina de Castañeda y doña Catalina de Valdevielso y otras muchas
de las más mo~as y todas las novi~ias; y el día de san Pedro se visten como
clérigos; y que aora un año se vistieron doña Madalena de Ayala y doña Ca-
talina de Valdivielso y doña Ysabel Hurtado y otras de las mo~as y que ésta
es la verdad)) 1•
Muchos años nos remite a tiempos pretéritos en los que se representaban
farsas, no sé si sólo religiosas, en la abadía, con numerosas monjas tomando
parte en ellas. Debían ser del bando bautista en Las Huelgas 2 y el día del
Precursor se disfrazaban de gitanas, y quizá cantaban villancicos, pues es és-
te tipo inevitable ya entonces en las fiestas del Corpus, de Navidad o particu-
lares de las iglesias, de donde habrán pasado desde muy pronto también en el
teatro 3.
En alguna medída, una tradición cerrada teatral que podiamos reconocer
lírica en el CMA, con sus conexiones internacionales, habría de suponerse en
lo referente a la celebración de algunas fiestas extraordinarias, como la Na-
vidad, en las que lo dramático, de la mano y en el contexto de la liturgia,
afloraría en la forma más simple, como interpolación en romance, o más
compleja, en forma de piezas dramáticas destinadas a ser representadas en el
entorno de la celebración litúrgica o en el curso de ésta. La dificil o casual
conservación de textos como los que configuran el CMA nos permite hablar
de esa escondida senda que canalizaría unas prácticas de representación y
que, por su misma condición, dificulta mucho la reconstrucción del más
1
Archivo General de Simancas, CC, 2744, 4, fols. 36v, 51 r y 77r, respectivamente.
Para las prácticas lectoras y la posesión de libros vedados, véase Cátedra & Rojo 2004,
159-160.
2
V~e. por ejemplo, para las banderias evangelistas y bautistas Menéndez Peláez
2002.
3
Desde luego, el control del teatro en los conventos es algo que siguió preocupando a
las autoridades, tanto en el siglo xv1 como cuando, en el siglo siguiente, la propia comedia
entrara en ellos. Todavía en 1620 el Rey censura al Arzobispo de México haber permitido
y asistido a «algunas representaciones indecentes por monjas>>, que para ello se han disfra-
zado (Manuel Ramos Medina, Místicas y descalzas. Fundaciones femeninas carmelitas en
la Nueva España, México: Centro de Estudios de Historia de México CONDUMEX, 1997,
261-262). Para el teatro conventual femenino tardío, véase E lecta Arenal & Stacey Schlau,
Unto/d Sísters: Hispanic Nuns in their own Works, 16th-18th Centuries, Alburquerque:
University ofNew Mexico Press, 1989.
Liturgia, poesía y teatro afines de la Edad Media 449
4
Véanse las lineas dedicadas al efecto por Elissa B. Weaver, «Spiritual Fun: A Study
of Sixteenth-Century Tuscan Convent Theatem, en Women in the Middle Ages and Ren-
aissance: Literary and Historical Perspectives, Syracuse University Press, 1986, 173-206;
y, sobre todo, de la misma autora Convent 1ñeatre in Early Modern Ita/y: Spiritual Fun
and Learning for Women, Cambridge: University Press, 2002, 49-52, con abundantes ref-
erencias bibliográficas.
5
Véase la propuesta sobre ese rearme en Laurel Amtower, Engaging Words: 1ñe Cul-
ture ofReading in the Later Middle Ages, New York, Palgrave, 2000.
6
James Wyatt Cook & Barbara Collier Cook, eds., Antonia Pulci, Florentine Drama
for Convent and Festival: Seven Sacred Plays, Chicago: University of Chicago Press,
1996; Weaver 2002,97-104.
450 La renovación del teatro religioso
7
Gustave Cohen, Mysteres el Moralités du manuscrit 61 7 de Chantilly, París: Cham-
pion, 1920.
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 451
8
Fuera de las clásicas referencias sobre la materia bien conocidas de Aebischer,
Young, etc., véanse más concretamente detalles en Donovan 1958, 165-167; Castro Cari-
dad 1997,275-281 (de donde procede la cita); Gómez Muntané, 1996; de la misma autora,
el vol. 11, dedicado a Cataluña y BaliUJres, Madrid: Al puerto, 1997. Retomo en estas pági-
nas el apresurado resumen de Cátedra 2004, 42-44.
9
Weaver 2002, 147-148. Véase el texto de la representación clclica de Bolonia en De
Bartholornaeis 1943, lli, 213-217.
452 La renovación del teatro religioso
1
°Castro Caridad 1997, 282-286.
11
Donovan 1958, 124. El manuscrito lo dio a conocer Angles 1935, 298. Véase tam·
bién Gómez Muntané 1997; y, de la misma autora, La música medieval en España, Kas-
se!: Reichenberger, 2001, 81.
Liturgia, poesía y teatro afines de la Edad Media 453
12
Felipe Pedrell, Cancionero musical popular español, Valls: Eduardo Castells, s. f.,
1, pág. 94. Angles 1935, 296 y nota.
13
Angles 1935, 298, quien también da una reproducción en la pág. 415, donde se pue-
de apreciar bien, como señala, Gómez Muntané 1996, y el texto en 34-37.
454 La renovación del teatro religioso
14
Véase la bibliografia citada en la nota 91 del capitulo anterior.
456 La renovación del teatro religioso
15
Apud García Mercadal 1999, l. 466 & 479, respectivamente. Es curioso que nada de
esto diga a propósito de Castilla. Incluso ya en tierras aragonesas transpirenaicas, el Al·
chiduque puede asistir a la representación de misterios en Perpil\án (véase la pormenori·
zada descripción en García Mercada! 1999, 1, 474). Llama la atención el tema elegido por
los franciscanos. ¿Se tratarla, más bien, de un gran misterio al estilo de los franceses, con
el ciclo completo o selecto, desde la Creación al Juicio Final, incluyendo la adoración de
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 457
los Reyes, y que fuera, precisamente, esta parte la que más interesó a la comitiva princi-
pesca por su aparato?
16
Véase ahora Jaime Lara, City, Temple, Stage: Eschatological Architecture and Li-
turgical Theatrics in New Spain, Notre Dame, Indiana: University Notre Dame Press,
2004, a donde remito para una bibliografía anterior.
458 La renovación del teatro religioso
nable y susceptible de refonna, como toda sociedad laica en todos los tiem-
pos, si juzgada por predicadores de la refonna y del evangelio 17 •
Como en la obra de fray Íñigo de Mendoza, también el anónimo autor
del Trecenario de contemplaciones se vale de los mismos elementos, que
han tenido desarrollo teatral previo, simultáneo o posterior. Los pastores, por
ejemplo, comparecen en situación de espera, de discusión -en este caso
también política- , con denuncia de la realidad del reinado de Enrique IV,
para seguir después el anuncio y la decisión de ponerse en marcha, camino
del portal para adorar al Niño, cosa que efectivamente hacen. No hay alusio-
nes a aspectos más tradicionalmente dramáticos, como la danza ante Jesús y
su Madre, sin embargo. Se trata de una lectura política del Nacimiento, 're-
trofigural', en la medida que se desvirtúa la historia contemporánea al objeto
de presentarla como paradigma de la situación equivalente a la de la huma-
nidad 1400 años antes, asociándola a la humanidad por redimir. Hay, sin du-
da y corno en Mendoza, un cierto refinamiento en el uso de la técnica de la
figura, de la que sabemos, gracias al prof. Deyennond, que está transida toda
la Representa9ión de Gómez Manrique, que puede leerse como un mystere
en miniatura. Por otro lado, los del Trecenario son pastores contemplativos,
17
La cita proviene de Adolfo BoniUa y San Martín, lAs bacantes o el origen del tea-
tro, Madrid: Sucesores de Rivadeneyra, 1921 ,89. Como tal ha seguido siendo considerada
la escena pastoril por Crawford, analizada técnicamente por Shergold y en un ensayo ilu-
minador de Charlotte Stem, «Fray Íñigo de Mendoza and Medieval Drarnatic Ritual»,
Hispanic Revíew, 33 (1965), 197-245, con los trabajos clásicos de Rodríguez Puértolas
que se han ido desgranando en estas páginas. Últimarnente enriquece la unidad de la sec-
ción pastoril Ana M.• Álvarez Pellitero, dando detalles sobre los limites genéricos y reales
dentro del poema, con ideas sobre la posible circulación independiente de las secciones
pastoriles («Indicios de un auto de pastores en el siglo XV», en Actas del /JI Congreso de
la Asociación Hispánica de Literatura Medieval (Salamanca, 3 al 6 de octubre de 1989),
Salamanca: Biblioteca Española del Siglo xv & Departamento de Literatura Española e
Hispanoamericana, 1994, 91-116; y «Pervivencias e innovaciones en el tránsito del teatro
religioso medieval al del primer Renacimiento», en Evangelina Rodríguez Cuadros, Cul-
tura y representación en la Edad Media. Actas del Seminario celebrado con motivo del «11
Festival de Teatre i Música Medieval d 'ElX» Octubre-Noviembre de /992, Alicante: Ge-
neralitat Valenciana & Ajuntament d'Elx & Instituto de Cultura «.Juan Gil Albert» Dipu-
tación de Alicante, 1994, 89-99).
Liturgia, poesía y teatro afines de la Edad Media 459
18
Véase, aparte la edición ya citada de Kerk.hof, la edición exenta de esta parte profu-
samente anotada por Franciso de B. Marcos Álvarez, «Un primitivo diálogo pastoril caste-
llano mal conocido», Butlletí de la Societat Castellonenca de Cultura, 15 ( 1999), 561-604.
460 La renovación del teatro religioso
19
Deyermond 1992, 298. La tradición critica de la obra de Manrique es fácilmente
asequible, y bastaria con citar por orden algunos nombres de autores que han prestado
atención a la pieza, como Bonilla y San Martín, Lázaro Carreter, López Morales, entre
otros autores de la historia del teatro español de la Edad Media. Un espaldarazo vino a
significar el trabajo de Harry Sieber, «Dramatic Symmetry in Gómez Manrique's Lo Re-
presentación del Nacimiento de Nuestro Señon>, Hispanic Review, 33 (1965), págs. 118-
135, poco aprovechado por la diligente monografia de Stanislav Zimic, «El teatro religio-
so de Gómez Manrique (1412-1491)», Boletín de la Real Academia Española, 57 (1977),
Liturgia, poesía y teatro afines de la Edad Media 461
353-400. La historia más reciente nos brinda trabajos como los de Francisco López Estra-
da, «Nueva lectura de la Representación del nacimiento de nuestro Señor de Gómez Man-
rique», Atti del IV Co/loquio della Société lnternationale pour I'Étude du Thécitre Médié-
val, Viterbo, 1984, y su edición del texto «La Representación del nacimiento de nuestro
Señor, de Gómez Manrique. Estudio textual», Segismundo, 39-40 (1984), págs. 9-30; de
Surtz 1983, y su estudio incluido en la edición antológica del teatro medieval, Teatro me-
dieval castellano, Madrid: Taurus, 1983; como también la de Pérez Priego que venimos
citando; más recientemente, algunas historias de la literatura, de la crítica española y del
teatro hacen justicia a la obra.
20 Gianfranco Contini, Teatro religioso del Medio Evo fuori d'lta/ia, Milán: Bompia-
21
De Bartholomaeis 1943, 1, ~8-60. El mismo Vicenzo De Bartholomaeis 1924, 276,
propone que este texto se haya formalizado con la ayuda de las MVC.
22
La sugerencia sobre la tradición española quedó formulada por López Morales
1968, 358.
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 463
23
Remito, aparte la bibliografia critica tradicional, al análisis actual de AJan Deyer-
mond, «Women and Gómez Manrique», en «Cancionero» Studies in Honour of Jan
Macpherson, Londres: Queen Mary & Westfield Colleges, 1998, 79-82, que señala algu-
nos de estos aspectos; y también a Louise O. Vasvari, <<loseph on the Margin: The Mérode
Tryptic and Medieval Spectacle», Mediaeva/ia, 18 (1995), 163-189.
24
Fragmentos de un contexto más amplio: tras del parto, las vecinas vienen a visitar a
Maria, y, al verla en tal situación y negándose a alimentarse como tradicionalmente se
hacía a la recién parida, prorrumpen: «'Viejo maldito e cruel, ¿non has vergüen¡;a de fazer
tanta crueldad, que tyenes por muger a aquesta tan dul~e e tan cara señora donzella, que
pare~e ángel de Dios, e que te ha parido aquesta noche este niño tan fermoso, que pare~e
que aya un año e nori le das ningúnt conforte? ¡0, malvado, desenpacha e conpra una ga-
llina, que nosotras la pagaremos con grant gozo, e, sy non tienes de qué, nosotras te lo da-
remos, mientra que aquí estovieres'. Eston~ dize que dezía la una vezina de aquellas a la
otra: '¡Tomad marido viejo, e veredes avari~ia e c;elos e rrencura cada dfa! Ciertamente
asy lo ha tomado aquesta bendita man~eba [.. .]'. E dize aquf que, como Josep se escusase,
deziendo que bien le aparejara carne e lo que oviera menester, mas que ella non lo quería,
dize que eston¡;es las vezinas le acometieron más deziendo: '¡0, onbre sin vergüen¡;a e
maldito, ella bien lo quería más véete viejo avariento e perezoso e con poco amor que le
has, e más quiere<s> sofrir su trabajo que tu regaño nin tus mezquindades[ ... ]!'. Dize éste
que estonye él non osava fablar más, nin se podfa escusar antes avía pa~ien~ia e clava mu-
chas gra¡;ias a Dios porque era asy denostado e mal traydo syn rrazón e non aviendo cul-
pa>>. En otra ocasión, después de haberla alimentado, aconsejan a Maria: «Seguramente,
fija, vos sodes mal casada. Agora vos ploguiese de quedar con nosotras e enbiariamos de
aquf al viejo loco e enformarnos yades en la carrera de Dios'. E por non desplazer a ella
non reprehendieron más a Josep delante della, pero en sus corayones querlanle mal e
dolianse, aunque lo callavan. Quando lo veyan comer de la buena yantar que aryan traydo
e aparejado para la Gloriosa e dize que dezía la una a la otra: ' ¡0, mal provecho le faga al
viejo traydor, ca en verdad mal enpleado es en él!'[...)» {VJC, fol. 76r-v, y en apéndice 2).
Al fmal acabarán pidiendo perdón al paciente José.
464 La renovación del teatro religioso
cimiento de un aire teatral, es lo cierto que no siempre este episodio fue pre-
sentado tan ricamente en esas fuentes narrativas. En otras más afinadas para
la contemplación, como el Trecenario de contemplar;iones, pierde todas sus
posibilidades dramáticas, en aras de una remodelación espiritual: el viejo
duda y piensa abandonar a Maria no tanto por desconfianza, cuanto porque
no se consideraba digno de soportar la responsabilidad de asistida, «porque
en ti no cono~iste 1 ni meres~imiento viste 1 de seruir lo que sentiste 1 en
aquel seno morar» 25 . Hay ya implícita una reivindicación teológica y huma-
na de un personaje poco afortunado en el santoral, a pesar de ser padre puta-
tivo de Cristo: «Asi que varon dottado 1 de conplida honestidad 1 tu solo por
señalado 1 meres~es ser rrenonbrado 1 y alcan~ar feli~idad 1 ca si tu justo no
fueras 1 ni te guiara virtud 1 ni pecador te sintieras 1 no creo que te mouieras 1
ni arredrar te presumieras 1 de la castajuuentud» (c. 133). Las dudas de José,
que en esta obra forman parte i:le una contemplación sobre la fiesta de los
Desposorios de la Virgen, quedan paliadas y depuradas de casi todo elemen-
to dramático.
No es, me parece, el mismo tratamiento que del tema hace Juan López
de Salamanca en su Libro de la vida de nuestra Señora. El libro, como es
sabido, se basa en una ficción conversacional entre doña Leonor Pimente~
Condesa de Plasencia y Duquesa de Béjar, que fue protectora e hija espiri-
tual del dominico, y la Virgen, quien le va solventando dudas al hilo de la
narración de aspectos principales de su vida, o, mejor dicho, de sus fiestas.
Era entonces la dama muy joven y acababa de dar a luz al que sería el famo-
so Juan de Zúñiga, por lo que la obra de López de Salamanca no debe ser
posterior a los primeros años sesenta, más o menos cuando Gómez Manrique
componía también su Representar;ión 26 .
2$ Kerkhof 1984, c. 129. Es posible, sin embargo, que aqullas dudas de José vuelvan a
recobrar un canal más acorde con los apócrifos (véase más arriba, capítulo quinto, y nota
192).
26
Tomaré los textos de la edición en prensa de Cátedra & Jiménez Moreno. Véase, pa-
ra más particularidades, así como también datos históricos, Arturo Jiménez Moreno, Vida
y obra de Juan Lépez de Zamora, un intelectual castellano del siglo XV. Antología de tex-
tos, prólogo de Pedro M. Cátedra, Zamora: Ayuntamiento de Zamora & Centro de la
U.N.E.D. de Zamora, 2002; y, del mismo autor, Los «Evangelios moralizados» de Juan
Lépez de Salamanca, Salamanca: Universidad, 2005. Para doña Leonor me permito remi·
tira mi monografia La «Historia de la Casa de Zúñiga», otrora atribuida a mosén Diego
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 465
27
Gaston Paris & Gaston Raynaud, Le Mystere de la Passion, Parls, 1878 (reimpre-
sión de Ginebra: Slatk.ine, 1970), vv. 4035-4038. En la de Troyes, vv. 4051-4054 (Bibolet
1987, 175]).
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 467
El encuentro e_ntre los esposos es una situación que se soluciona con fa-
cilidad en el teatro, en forma de entrada. Pero esta situación no se da en una
parte de la tradición narrativa más difundida, pues en las Meditationes vitce
Christi y derivados, como, por ejemplo, la obra de sor Isabel de Villena, José
acompaña a Maria a la casa de lsabel 29 . La narración de López de Salaman-
ca está en la misma línea de las versiones dramáticas, lo cual nos debiera
hacer pensar en su inspiración más o menos mediata.
Pasan los días y José observa el embarazo:
Vido mi vientre cres~er
y vilo entriste~er:
una vez bermeges~er;
otra, amarilles~r.
tanto que noches e días
siempre andava turbado.
28
Texto de Troyes, vv. 4071-4076 (Bibolet 1987, 176-177); en el texto de Greban, vv.
4059-4064 (Paris & Raynaud 1878, 52).
29
Miquel y Planas 1916, I, 252.
468 La renovación del teatro religioso
El tipo del celoso está perfectamente caracterizado por las mismas pala-
bras de José, viejo refranero, por añadidura, que ensarta la serie de prover-
bios sobre el casar viejo con moza, y que parece esconder tras de sus versos
un conglomerado ancho y profundo de tradición misógina bíblica 30 ; condi-
ción de anciano bíblico la de este José de López de Salamanca, con la que
quizá quiera realzar los aspectos paródicos, que, en todo caso, nos permite
volver, por partida doble, a la canción X de Astudillo, al dar entrada a la fi-
30
Varias serían las coincidencias que puede reconocer el lector la serie del manuscrito
aljamiado de Cambridge, que estudia Eleazar Gutwirth, <<A Medieval Manuscript of Gno-
mic Verse in Judeo-Spanish Aljamía>>, en Isaac Benabu, ed., Circa 1492: Proceedings of
the Jerusalem Colloquium: Litterce judeorum in terra hispanica, Jerusalén: The Hebrew
University of Jerusalem & Misgav Yerushalayim, 1993, 98-108.
470 La renovación del teatro religioso
31
LópezEstrada 1984, 12y21-22;PérezPriego 1997,55; sonlosversos25-40.
Liturgia, poesía y teatro afines de la Edad Media 471
y en ti, mi Salvador,
mi spíritu flore~e.
32
«Quo finito, si facturo fuerit ad matutinas Darius incipiat Te Deum laudamus. Si ue-
ro ad uesperas, Magnifica/ anima mea Dominum (Luis Astey V., Los tres dramas de Hila-
rio y otros tres dramas temáticamente afines, México: Universidad Nacional Autónoma
de México, 1995, 144). Véase también Muir 1995,29.
472 La renovación del teatro religioso
deziéndole así: <<Agora, Señor mío, puedo yo dezir e repetir con mayor cora-
<;Ón e esfuerc;o lo que dixe quando vos conc;ebí, que la rru ánima vos engran-
dea e vos adora e glorifica con todo su poder, e el mi spíritu se alegra muy
mucho e vos, que sodes la mi salvac;ión e gloria e corona e esperan<;a rrua, a
la qual veo agora presente» (VJC, fol. 74v, y en apéndice 2).
33
López Estrada 1984b, 12. Lo que digo, naturalmente, fortalece definitivamente la
tesis de que esta acotación debe figurar en el texto original y en una edición crítica, como
en la más reciente de Pérez Priego 1997, 55.
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 473
o miraglosa hondura
tu mi fijo ser mi padre
criador e criatura
ser figurado e figura
ser fijo de tu fechura
ser plamador de tu madre
tu dios hombre te feziste
porqu'el ombre fuese dios
tu del 9ielo des9endiste
nuestra carme te vestiste
para ser egual de nos
mortal te plaze nas9er
commo seas inmortal
porqu'el ombre pueda ser
inmortal y mere59er
alcan9ar y poseer
tu gloria 9elestial 34.
34
Kerkhof 1984, ce. 142 & 143.
474 La renovación del teatro religioso
MARJE.
O sire, que grant grasce fait m'aueis,
de moy auoir esleut vostre mere.
Mon Dieu et mon createur vus estez
et mon chire fils tresameis 37 .
37
Cohen 1920, 4; los versos J e vos adore ... se vuelven a repetir después prácticamente
iguales en boca de José, lo que les da un aire de estribillo, y, además nos recuerda la situa-
ción que velamos en el pliego de Sánchez de Ayala referido en el capítulo anterior.
38
«Je sents en moy de tes biens telle somme, 1 que mon povoir tu absorbe et assomme
1 [ ... ) Or sus, mon ame, l loue ton Dieu; qui a moy povre femme 1fait te) honneur, que cha-
cun me dit Dame» (vv. 325-326, 340-342 [F. E. Schnéegans, ed., Oeuvres de Marguerite
de Navarre. Comedies, Estrasburgo: Heitz, 1923, 11-13; Barbara Marczcuk, ed., Marg-
herite de Navarre, Les comédies bibliques, Ginebra: Droz, 2000, 87)).
476 La renovación del teatro religioso
39
De Bartholomaeis 1943, II, 211.
40
Lo que se dice en el capítulo XVIII de la obra de Eximenis, que se puede leer en el
apéndice 2, no debe ser echado en saco roto a la hora de percibir cómo se hace de la con-
tradicción figura o sincretismo: «Este tan grande gozo e beneficio de Dios non lo tomes a
gozos locos e disolutos; e los cantos que los ángeles fezieron quando el Salvador nació a ti
non los buelvas tú a contra aquella noche santa en que nació el Salvador, que no cantes
cantos disolutos e vanos que provocan a riso e burla a aquéllos que los oyen, ca el gozo
desta santa fiesta se faze porque el Salvador te es nacido, el qua! te entiende salvar si le
presentas goco de tu coracón e le dieres gracias porque te ha venido salvar. El qual gozo
deves pensar con grant conpasión e lloro, porque el Salvador, veniente a ti, llorando ha en-
trado en este mundo, veyendo el grant peligro de tu salvación, si non te ayudas poderosa-
mente. Deve aun el tu gozo ser mezclado con lloro e conpasión, parando mientes cómo el
tu grande e caro Amigo e Señor anoche, ya acotado por frlo, yaziendo humillado en el pe-
sebre, aconpañado con las bestias e farto de mucha pobreza e de mucha aspereza e de mu-
chos dolores sin cuento, los quales trala la su ánima, aparejándose ya a la tu redención».
Liturgia, poesía y teatro afines de la Edad Media 477
41
Bibolet 1987, 21 3-214
478 La renovación del teatro religioso
ferido antes, presenta otra secuencia. Se hacía tras de la misa del Gallo e in-
cluía también la adoración de los Reyes Magos, por lo que se podría repre-
sentar en varios momentos del tiempo de Navidad, quizá ya desde finales del
siglo XIV. Se ha preparado de antemano la presencia de pastores con sus re-
baños, perros e instrumentos musicales. En el Gloria de la misa, un ángel se
incorpora a la ceremonia con luz en la mano y se coloca en una situación su-
perior, cantando el Gloria de Navidad, al que responde el coro de ángeles
que se encuentra también colocado en una posición superior tras de un palco.
Acabada la misa, un ángel aparece y anuncia la fiesta; y se va a esconder tras
los pastores y sus rebaños. Jesús nace de Maria estando José presente. Al pa-
recer, dos ángeles se encargan de materializar la aparición del Niño Jesús,
levantando un velo, aunque se supone que de antemano la Virgen ha dado a
luz y ha adorado a Jesús, estando san José presente; el ángel escondido hace
acto de presencia de improviso ante los pastores, les anuncia la buena nueva,
y éstos reaccionan haciendo «uno scopietto e un baleno»; van después hasta
el portal y adoran a Jesús y su Madre 42 •
Como más abajo veremos, la representación para la que Juan Álvarez
Gato suministró algunos poemas se regía por este orden en la parte que aquí
nos interesa: Nacimiento con la presencia de María, el Niño en el suelo, y los
ángeles de rodillas que asisten al parto y que luego facilitan las mantillas a la
Virgen para vestir al Hijo; la Madre entonaría después la adoración, seguida
de la de los pastores y otras naciones. Aunque no se dice nada del anuncio a
los pastores, es posible que se realizara tras de la adoración de la Madre y
una supuesta de los ángeles.
Podría ser que el texto de Gómez Manrique se nos hubiera conservado
no en demasiado buen estado, y que el episodio de la adoración angélica (vv.
102-128) esté desplazado con relación al lugar en el que el modelo narrativo
que parece tener en mente sitúa a los ángeles, arcángeles mejor, presentes en
el parto y ayudando a la Virgen. Según testimonios narrativos y dramáticos,
son los ángeles los que en ocasiones acercan al Niño a la Madre; y en la aco-
tación de Manrique a las palabras de adoración de Ésta hay que suponer la
presencia de alguien que le ponga en el regazo la imagen de Jesús, oficio que
en la imaginación de las lectoras de Eixirnenis y la lectura devota correría de
42
Hay algunos pasajes dificiles de interpretar, quizá porque está implícita la posibili-
dad de una ordenación diferente según sea necesario (véase De Bartholomaeis 1943, Il,
208-213).
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 479
cuenta de los propios ángeles. Monjas, disfrazadas como se dice en las aco-
taciones teatrales y en las fuentes narrativas que iban vestidos los ángeles,
podrían hacer ese oficio, incluso seguidas de otras que hicieran buenas las
palabras de Rafael al referirse a las «quadrillas» que los acompañaban (v.
23). Estarían, así, desde el principio acompañando a Maria.
No obstante, y a pesar del testimonio de las Passions francesas, en las
palabras de los ángeles de Gómez Manrique no sólo parece darse por su-
puesto que el parto ha tenido lugar, sino que, además, ellos mismos lo anun-
cian con el Gloria de tres versos (102-104). Sugiero, no obstante y con todas
las cautelas, la posibilidad de que la adoración angélica se sitúe inmediata-
mente después de la de Maria; veremos si eso implica también el desplaza-
miento de la mostración de los instrumentos de la Pasión.
Por cierto, que, al observar la polimetría en la RepresentafiÓn quizá
convenga recordar la posibilidad de que textos como el Gloria angélico que
se acaba de mencionar sea cantado con entonación litúrgica, con lo que el
enclave litúrgico estaría garantizado. Desde luego, en el caso de la sección
pastoril el cambio métrico debe estar en relación con el contexto precisa-
mente rústico que penetra la liturgia de elementos musicales de los que aquí
quizá la métrica nos esté dando una pista, que yo no acierto a concretar más.
El episodio más glosado por la crítica es, claro, el de la contrapartida pa-
sional del misterio. del Nacimiento, en forma de alusiones de la Virgen en su
monólogo y de la presentación de las insignias de la Pasión. Tras de las ex-
plicaciones de Deyermond, no quedan apenas dudas. No obstante añado unas
notas sin más ambición que las de servir para que no perdamos de vista el
contexto narrativo y dramático, doblemente litúrgico y teatral.
Más arriba, al insistir en el tema de la compassio que comparece en la lí-
rica navideña, con sus briznas también en el CMA, he querido ver en ello la
contaminación de una tradición litúrgica que se comprueba tanto en las lec-
turas de Navidad, como en los cantos que figuran en los troparios. No se de-
be pasar por alto el hecho de que en la liturgia navideña puede constatarse ya
la unión de Nacimiento y Pasión en la Cruz, quizá porque, como en los tro-
pos de Pascua, los ternas de la salvación, de la muerte vencida y del triunfo
de la vida están presentes también en el ciclo completo de la economía de la
salvación, incluyendo la cruz y la Pasión, como algunos han puesto de mani-
fiesto, recordándonos, además, un par de tropos en los que se amplían los
textos litúrgicos, como
480 La renovación del teatro religioso
según puede leerse en un par de tropos navideños para el introito de las mi-
sas del día de Navidad 43 . Tal yuxtaposición y equilibrio es, en buena medi·
da, el mismo que podemos encontrar en los juegos simétricos de Gómez
Manrique y también en el teatro medieval, o en las fuentes narrativas. Cierto,
hay un cúmulo de elementos de la pedagogía teológica más elemental de la
Redención que coadyuvan por medios literarios a la asociación de los dos
momentos básicos, en una especie de tipología contrastiva, asimétrica. El
contenido del primero de los tropos aflora en el terreno de la poesía navideña
para ser cantada en el ámbito litúrgico, como, por ejemplo, en uno de los vi-
llancicos que conforman el cancionero navideño de Esteban Martín, donde la
vestidura mortal del Niño va a ser destrozada en la cruz 44 • Tal modo de.figu·
rar asimétricamente es animado también en el ámbito de la literatura con-
templativa.
En ésta, precisamente, comanda la idea de que la vida de Cristo fue, des-
de su nacimiento, una yuxtaposición de padecimientos, todos ellos conduci-
dos por el tema de la sangre, que es también fundamental como guía material
del episodio de la Representa~ión. Eiximenis, en el curso de la narración de
la Navidad, poco después de recomendar el lloro como medio de celebra-
ción, según más arriba hemos visto, y al tratar la circuncisión, lo deja bien
claro: «Penas, dolores, mortificac;:iones, dolores cordiales, lloros, trabajos e
corporales ovieron la su vida e la cubrieron toda e después que fue conc;:ebi-
do fasta que espiró en la cruz»; y hace inventario de éstos por medio de la
efusión de su sangre en el huerto de los olivos - recuerdo del cáliz que
anuncia la Pasión-, en la columna, con la corona, con los clavos, cruz y
lanza.
43
Corpus troporum [R. Jonsson, et al., Corpus troporum, l. Tropes du propre de la
messe, J. Cycle de Noel, Estocolmo, 1976 (Studia Latina Stockholmiensia, 21)], 1, 60; ci-
tados por Bjorkvall & lversen & Jacobsson 1990, 159, de quienes también tomo lo ante-
rior («Les themes du salut, de la mort vaincue, du triomphe de la vie sur la mort, sont aussi
présents dans ceux de N6el. Notons que dans les tropes chantés Ala naissance du Christ,
est incluse toute l'économie du salut; memela croix et la passion y sont présentes»).
44
Autos, 1, 158; Gillet 1926,60.
Liturgia, poesía y teatro afines de la Edad Media 481
45
Vtase, por ejemplo, la relación de regalos (perlas, collar, guantes, chapines, etc.)
que Isabel de Villena dice fueron entregados a la Virgen por los ángeles una vez concreta-
do su embarazo, que responden a costumbres cortesanas del siglo xv, y que ella interpreta
alegóricamente (Miquel y Planas 1906, 1, 179 y sigs.) La lectura alegórica de los regalos
pastoriles es muy común en el teatro del siglo XVI, como se puede ver por ejemplo en la
Obra del pecador de Bartolomé Aparicio, por no citar textos más antiguos, e incluso en
las fuentes narrativas anteriores.
46
García Andrés 1999, I, 263. Los testimonios de Juana de la Cruz han sido tratados
por Surtz 1983, 143 & 150; y Deyermond 1992, 295.
47
Véase Cátedra 2001 , 302 y passim.
482 La renovación del teatro religio.ro
segunda mitad del siglo xv 48 . La escena del Nacimiento debía ser lo sufi.
cientemente tópica y, sobre todo, tradicional como para que no se incluyena
los textos concretos y figure sólo una larga acotación, detallando que, aliado
del anterior escenario, se hará otro edificio con el Nacimiento, en el que esla-
rá la Virgen con Cristo en los brazos y san José; habrá figurados algunos án-
geles que porten una filacteria en la que se escriba: Gloria in altissimis Deo,
texto que también cantarán; estarán también representados el asno y el buey.
Al lado de este edificio figurará uno con la escena de la Epifanía, los trea
Reyes a caballo que se dirigen a presentar las ofrendas, con todo el aparato
de criados que convenga. A continuación está prevista la representación de
san Miguel arcángel con las balanzas y espada, dominando al demonio. Y,
en fm, al lado otra nueva escena representa siete ángeles «li quali abiano iD
mano li signi de la Passione». El texto relacionado con los anteriores carros,
si se nos pennite llamarlos así, no figura, porque, seguramente debía ser bar·
to común en las consuetas de la representación, pero si está el propio de
estos siete ángeles que presentan las enseñas de la Pasión, sendas octavas,
dirigidas a los espectadores, que son, en realidad, una invitación a la con-
templación simultánea de lo que están viendo allí. En realidad, no se puede
decir que esta manifestación coincida con el tiempo del Nacimiento, porque,
evidentemente, muestra el tiempo de la Pasión en el ciclo. Sin embargo, ve-
mos que el espectáculo, como también el arte, rompía con el tiempo crono-
lógico y cedía al tiempo dramático ante los espectadores que han de visuali-
zar simultáneamente las metáforas fundamentales de los puntos claves de la
Redención, Nacimiento y Pasión. De ahí a la facturación de Gómez Manri-
que, o viceversa, hay un paso.
Si existe alguna posibilidad de que sor Juana de la Cruz pudiera tener
conocimiento de las prácticas de Calabazanos, pienso que es más dificil que
eso le ocurra al autor de una pieza menor del teatro del siglo XVI, el Collo-
quio de los divinos amores, impreso en Valencia hacia 1567 y editado por
Juan Timoneda. Poseía éste un interesante archivo o registro de representan-
tes, con piezas de diversa procedencia, que a veces editaba adobándolas mu-
cho o poco. El Colloquio, inédito modernamente, «como la mayoria - y me
cito-- de las religiosas del siglo xvr, se resume en unas pocas lineas. En el
argumento, la obra se presenta como un sutil coloquio pastoril del Nacimien-
to, en el que tres procuradores de la Corte celestial, ángeles de la más alta de
48
De Bartholomaeis 1924 , 489-494; también en De Bartholomaeis 1943, 226-227
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 483
las jerarquías, Trono, Cherub, Seraf, pretenden a María en nombre de sus re-
presentados, respectivamente Dios Padre, Hijo y Espiritu Santo, las tres per-
sonas de la Santísima Trinidad. La acción parece desarrollarse entre los mo-
mentos previos a la Anunciación y el Nacimiento, abarcando así el ciclo
completo, y engarzando razones teológicas para defender la candidatura de
Dios Padre, Hijo y Espiritu Santo. Entra Maria en escena y los tres procura-
dores van presentándole sus razones, y ella muestra su obligación a cada una
de las tres personas, pero es instada por los procuradores para que decida a
cuál de ellos prefiere». Falta aquí algo de texto «por pérdida de algunas
hojas, por lo que no sabemos si es en este preciso momento cuando aparece
san José pretendiendo 'que es su esposa', como dice el argumento. Tampoco
sabemos cómo aparecería san José, si guardaba cierto aire antiguo de viejo
celoso que tenía en el teatro medieval o era ya -lo más probable- el santo
varón, reivindicado espiritual, teológica y litúrgicamente a lo largo del siglo
XVI. No sabemos, tampoco, si en esos folios se incorporaba algún personaje
o escena más, como la Anunciación con Gabriel. Pero, a juzgar por cómo
termina la obra -los mismos ángeles presentan algunas de las armas de la
Pasión en forma de donas al Niño recién nacido--, el fmal habría de ser más
o menos de apoteosis teológica, como en las piezas de Corpus, con mostra-
ción del Pesebre y presentación de las enseñas, simbolizando la Redención
toda>> 49.
He aquí el fragmento que nos interesa:
O.ffresce Throno la cruz.
Aqueste estandarte, Señor, os presento
porque baxo desta tan noble bandera
qualqujera soldado, de gracia sediento,
se escriva y assiente con muy buen intento
por yr a la guerra campal que se espera.
Aquesta es la vara que el buen Moysés
al~ en el desierto por fiel medjcina
y en ella clavado de manos y pies
seréys condenado por falso juez
de la sinagoga, perversa, maJjna.
49
Pedro M. Cátedra, El «Colloquio de los divinos amores» (Siglo XVI), Salamanca:
Seminario de Estudios Medievales y Renacentistas & Sociedad de Estudios Medievales y
Renacentistas, 2005.
484 La renovación del teatro reli 1
ventos toledanos 53, pero considerando que su residencia más continuada fue
madrileña, especialmente en los últimos años; y pues que, según la rúbrica,
compuso esas coplas siendo viejo, y teniendo en cuenta también sus relacio-
nes con la familia que dotó el convento de la Visitación, no tendría nada de
particular que fuera en ese convento donde se celebró la fiesta navideña con
letras de Juan ÁJvarez Gato. En efecto, su más conspicuo biógrafo relaciona
a ÁJvarez Gato con los Núñez de Toledo, en virtud de las afmidades electi-
vas de raigambre conversa, en el ambiente madrileño 54. Hace tiempo dejé
claro que doña Catalina Núñez de Toledo, casada con Alfonso Álvarez de
Toledo, era la patrona de la Visitación de monjas clarisas, a las que dotó de
medios materiales, incluyendo una pequeña pero apropiada biblioteca para la
práctica litúrgica y espiritual, que hemos podido caracterizar en el capítulo
primero. Pero, acaso, esa relación se basaba en otras dependencias más pal-
pables y también espirituales, si relacionamos los intereses toledanos de Al-
fonso Álvarez, él mismo patrono con su primera esposa dei convento cister-
ciense reformado de Montesión de Toledo. Una situación, dicho sea de paso,
homóloga a la de los Manrique de Amusco, que dotaron Calabazanos para
las monjas clarisas, en tanto que los monjes cistercienses que ahí habitaban
antes dejaron el espacio a las franciscanas y refundaron, bajo el mismo pa-
trocinio de los Manrique, el monasterio reformado de Zamora. Esta conexión
socio-espiritual entre bemardos y clarisas reformados en el nudo de grandes
farnilias quizá tenga también un significado para nuestra historia literaria.
El poema de Álvarez Gato narra y glosa aspectos principales de la ce-
lebración navideña del convento, de acuerdo con un guión histórico de la
vida de Cristo parecido al de los textos narrativos de raigambre espiritual a
los que me he referido. Pero la misma rúbrica nos indica que es algo más
que la narración de pasos esenciales para ser meditados o contemplados en
la fiesta de Navidad y alude a textos que Álvarez Gato habla remitido con
anterioridad para que fueran utilizados en el curso de una ceremonia de
adoración en el Pesebre. El mismo autor llama a esos textos contenpla(:io-
nes y quizá alguien pueda pensar que les resta de entrada toda virtualidad
dramática. Pero, aparte del hecho de que en el ambiente conventual la ce-
53
Fue Márquez Villanueva 1974' , 31 y 240, quien apuntó la relación toledana, quizá
dejándose Llevar de la mayor documentación teatral de procedencia toledana que entonces
y aún hoy día tenemos.
54 2
MárquezVillanueva 1974 , 90-92.
Liturgia, poesía y teatro afines de la Edad Media 489
55
No quiero, naturalmente, extenderme sobre otras relaciones más palpables entre la
vida poética de Álvarez Gato y Manrique, cuya vida literaria fue paralela y compartida en
ocasiones, como las atestiguadas por su intercambio de poemas.
490 La renovación del teatro religioso
S6 Como propone Deyermond 1992, 303-304. Por cierto, que habria que planteane
cómo se ponia en práctica esta canción desde el punto de vista musical, si, por ejemplo, se
trataba de una especie de ftnal apoteósico con la participación de todo el coro, o si el estri-
billo era cantado anómalamente sólo por una persona, la Virgen, por ejemplo («Callad, fi-
jo mío, 1chiquito»), como se podria entonar también la canción 11 de Astudillo.
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 493
función dramática. (No creo recordar testimonios que permitan sostener que
este teatro navideño saliera de la clausura de las monjas. Quizá eso hay que
tenerlo en cuenta a muchos efectos de este tipo de representaciones, incluso
para defulirlas tipológicamente). Y se concibe como una especie de exten-
sión de la parte más litúrgica (misa y horas) de la fiesta navideña y ayuda a
exprimir todo el significado contemplativo y teológico de la Navidad, al me-
nos lo suficiente para las destinatarias.
Las referencias de tiempo y espacio que hay a lo largo del poema y su
respuesta nos remiten siempre a la doble lectura de la letra de la acción dra-
mática y de la contemplación de la lectura alegórica de la historia. El orden
de los acontecimientos es el histórico de la historia del Nacimiento, pero de
vez en cuando se utilizan sondas contemplativas que rompen con la secuen-
cia cronológica y, por medio del procedimiento tipológico, da una nueva ex-
tensión redentorista a lo que allí se está celebrando.
Hay que decir, a este respecto, que la propia práctica de la liturgia de las
horas ya prepara para esa doble vía que se materializa en la representación
litúrgica, porque las lecturas y los demás elementos que configuran el
Breviario recalcan los aspectos proféticos y figurales de la Redención en
cualquiera de las fiestas. El Nacimiento se interpreta en ese mismo orden:
«Suscipiamus natum Christum qui nos nascendo, moriendo et resurgendo
redemit et eterne vi!e aditum reseravit», se lee en una de las lecturas para el
día de Navidad, inmediatamente después de los versos de la Sibila sobre el
fin del mundo, fmal que, naturalmente, cerraba -o principiaba, si se quie-
re- en muchas iglesias toda esa «historia humana salvationis».
Lo que a todo este panorama añade la propia representación del Naci-
miento en los conventos de las monjas es el complemento de la contem-
plación de esos pasos esenciales, aumentando la piedad cristocéntrica y
aspectos intimistas relacionados con la filosofia del amor de raigambre fran-
ciscana, especialmente acentuada en tiempos de la reforma a la que acaba-
mos de aludir y en cuyo seno también se fundó el convento madrileño.
Esa aptitud contemplativa no rompe nunca con el contexto de la liturgia
privada y colectiva. No sé si la cita con la que empieza Álvarez Gato nos da-
ría pie a hablar de engarce dramático-litúrgico y afirmar que la de sus mon-
jas la relacionaba él con la representación litúrgica navideña. Así, al empe-
zar: «Señoras, las qu'estovistes 1 al na~er de nuestra Vida, 1 dezidme de lo
que vistes» (v. 3), elude, en primer lugar, todo matiz de pasado, haciendo
presente un suceso cuya celebración, como la de la Eucaristía, lo revive y lo
494 La renovación del teatro religioso
57
López Estrada 1984, 131.
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 495
58 «Et ibi peperit masculum, quem circundederunt angeli nascentem et natum adorave-
runt, dicentes: 'Gloria in excelsis Deo .. .'» (Aurelio Santos Otero, Los evangelios apócri-
fos, Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 221). Para otros aspectos del nacimiento,
véase también Wamer 1991 ,74-76. Y, por supuesto, los detalles de Muir 1995, 100-101.
59
Véase, para la /S y para la CVJC, el texto completo transcrito en apéndice 2. En el li-
bro del Conorte, tan en deuda con estos textos, escribía sor Juana de la Cruz: «E estando
assí nuestra Señora hincada de hinojos e puesta en oración, esperando el sagrado parto, a
desora fue toda encendida e inflamada en gran fervor e ~ia del Espíritu Santo e súpi-
tamente vido el Niño nacido e puesto delante de sí en el suelo, salvo que los ángeles le re-
cogieron en sus manos porque no se hiriese» (lnocente Garcia Andrés, El «Conhorte».
Sermones de una mujer, la sanw Juana (1481-1534), tesis de la Universidad Pontificia de
Salamanca, 1996, anexo 1, 31 ; en la edición modernizada, Garcla Andrés 1999, I, 261).
60
Muir 1995, 101.
496 La renovación del teatro religioso
Y poco más abajo añade que «los dichos prín~ipes an·gelicales tomaron
al Salvador saliendo del pre~ioso cuerpo de la Virgen porque no cayese en
tierra e posiérongelo en las manos» (VJC, fol. 74v). Lo mismo repiten otras
derivaciones piadosas femeninas, como la de sor Isabel de Villena, impaga-
ble portavoz de las tradiciones de su orden, y sor Juana de la Cruz 62 . Estas
61
VJC, fol. 74r Véase el texto completo en el apéndice 2.
62
Dice sor Isabel: «lxque Jo Senyor del ventre virginal de la Mare sua seos dar Ji nen·
guna dolor, Jeixant la verge e pura [...) E sanct Miquel e los altres Prínceps prengueren lo
Senyor prestament per que no caygues en temm (Miquel y Planas 1916, 1, 269). Sor Isabel
depende de Eiximenis, como ha puesto de manifiesto Hauf 1990, 348. Sor Juana narra más
graciosamente el nacimiento: «Estando así nuestra Señora, hincada de hinojos y puesta en
oración, esperando el sagrado parto, a deshora fue toda encendida e inflamada en gran fer·
vor y gracia del Espiritu Santo y súbitamente vio el Niño nacido y puesto delante de sí en
el suelo, salvo que los ángeles le recogieron en sus manos porque no se hiriese» (García
Andrés 1999, 261); la Virgen queda arrobada mirando al Niño, que empieza a temblar con
tanto frfo; Jos ángeles dejan de cantar e interpelan a la Madre: «'¡Dexa ya, Señora, de con-
templar e levántate y presto a tomar al Niño, e abrigale, que pe~ de frío!'. E nuestra
Señora respondía con muy grande humilldad, diziendo: 'Llegad vostros, que yo no soy di·
na de llegar a Él ni de tocarle'», tira y afloja que se prolonga aún un poco hasta que los
ángeles deciden tomar al Niño que se moría de frio en el suelo «e pusiéronle a la Virgen
Maria en las faldas, diziéndole: 'Tómate, Señora, e abrlgale y calléntale, siquiera con el
baho para que tome algún calor y enbuélvele con tu manto o siquiera con tu brial por que
no perezca de frio'. E la Virgen gloriosa tomó el duloe Niño en sus braoos y enpeoóle a
envolber lo mejor que pudo e diole sus virginales tetas a maman> (García de Andrés 1999,
1, 261).
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 497
63
A pesar, sin embargo, de lo que propuso Stem 1965, 197-245.
64
Muir 1995, 100-101.
63
Schnéegans 1923, 11-13; Marczcuk 2000, 83.
66
Muir 1995, 100.
67
Marczuk 2000, 81 ; Garcla Andrés 1999, 1, 260.
498 La renovación del teatro religioso
Era resultado, al cabo, de una creencia que tenía no sólo sus fuentes me-
ditativas, sino también sus referentes rituales en la ceremonia de La adora-
ción, como podemos ver también por La insistencia en este tema de algunos
de Jos poemas del CMA . En el de la Colombina, por ejemplo, hay varias can-
ciones que son indicios también del rito, no sólo porque aluden al tema (n".
64, 74), sino también porque musican polifónicamente letanías de laudes
(n°. 29) o colectivas canciones de adoración (n°. 65) 68•
Aunque todo esto, en última instancia, está aludido también en otros tes-
timonios de la poesía sagrada, como los himnos navideños 69 , no tenernos
más remedio que remitirlo a ese rito de la adoración de los ángeles que se
representaba, si cabe decirlo así, en el curso de la ceremonia del Nacimiento,
un rito que se compadecía bien con esta parte de La liturgia navideña si se
remitía su responsabilidad al coro de monjas, como, por otro lado, deja bien
patente la misma respuesta de La dama o monja, en la que se aprecia una es-
pecie de transformación del coro terreno en coro celeste, con ese proceso de
identificación entre religiosas y ángeles parecido al anteriormente señalado
con los pastores.
En la respuesta, así, añade datos específicos y afirma la presencia y la
participación real y espiritual de las monjas en una escena que, por lo mis-
mo, deviene ceremonia; incluso completa las circunstancias apenas esboza-
das por nuestro poeta: «Grandísima claridad 1 sentimos allí a desora 1 en ver
parir la Señora 1 a la gran Divinidad 1 junta con la umanidad» (vv. 16-20),
gran claridad que no sólo tiene como referente un estereotipo descriptivo de
los autores espirituales mencionados y, a su zaga, de la iconografia tardo-
medieval del Nacimiento, sino que también es una alegoría apantética, si asi
cabe decirlo, y, lo que más me interesa en este momento, un referente técni-
co, escenográfico, usando el término quizá sin demasiado abuso, a estas al-
turas.
Es plenamente significativa, al respecto de la metamorfosis del coro te-
rrestre en celeste, cierta sustitución y actualización que fray Remando de Ta-
68
Además, hay dos versiones distintas para el estribillo del canto de la Sibila, n•. 73 y
91, sin contar con la versión del salmo Laudate eum, el quinto salmo de laudes, tras del
1 cual en algunas ocasiones se representaba el Officium pastorum (cf. Donovan 1958, 48-
49), lo que dice mucho también de la utilidad litúrgica de este cancionero, en la que hemos
insistido en el capítulo anterior.
69
Véase, por ejemplo, Dreves & Blume 1909, I, 30; U, 16; 18 y sigs. Otras versiones
piadosas se encuentran en las laude (véase Staaff 1931, 20-21).
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 499
Dios bivo y uno» (véase apéndice 2). Al referirnos a la escena tal como la
concreta Gómez Manrique, hemos visto cómo posiblemente dependa de
Eiximenis.
La siguiente escena a la que se refiere Álvarez Gato es la adoración de
los pastores: <<y si fuestes al pesebre, 1 adorar con los pastores 1 al Niño,
vuestros amores. 1 Y contáme las na~iones 1 de los c'allí se hallavan, l las
músicas y can~iones, l las altas contenpla~iones 1 qu'en la fiesta se tratavan»
(vv. 19-25). Se refiere, naturalmente, a La adoración de los pastores, con la
particularidad de que, además y más allá de una referencia genérica al salmo
Laudate Dominum omnes gentes, podría testimoniar ya La presencia de va-
rios tipos complementarios, no sé si sólo de pastores, o de varias naciones,
confirmando ya la futura multiplicación en las celebraciones navideñas de
los tipos de canciones y lenguas, con gitanos, gallegos, franceses, guineos,
etc., que solían figurar en los autos del Corpus desde muy pronto 70• Es razo.
nable pensar que esa multiplicidad de adoradores sea una iimovación en lí-
nea con la de las jerarquias angélicas adoradoras.
Lo que pregunta más adelante Álvarez Gato estaria relacionado, como
todo lo demás, con algunas de esas contemplaciones de las que era autor.
Manifestado Dios en su humanidad en el Nacimiento, inquiere si alcanzaron
a penetrar con esa manifestación la divinidad del recién nacido. Y eso lo
hace, primero, con una imagen eucarística directamente relacionada con la
exégesis (<<y si gustastes del pan 1 del Hijo de Dios presente; 1 sé que vistes
claramente llas verdades de san Juan, 1 que por Él dichas están» [vv. 26-
30]) 7 1; recordando, después, la transfiguración («Si vistes del qne nas~ió l su
gloria, su resplandor 1 y el secreto que mostró 1 quando se trasfiguró 1 en el
monte de TaboD> [vv. 31-35]); para acabar rememorando la Pasión («y pagó
lo que pecamos llos por nasyer y na~idos, 1 do fuemos restituidos 1 en la glo-
ria qu'esperamos, 1 si su consejo tomamos» [vv. 36-40]).
10 Véase la reiterada aparición en los documentos que publicó Ricardo Espinosa Mae-
so, <<Ensayo biográfico del maestro Lucas Fernández (¿1474?-1542)», separata de la Re-
vista de Archivos, Bibliotecas y Museos, Madrid: Imprenta de la Rev. de Archivos, 1924,
49-61. Descarto, no sin dudas, que las naciones se refiera a las diferencias de ángeles que,
por ejemplo, distingue Eiximenis y otros autores.
71
Imagen eucaristica no extraña a otras manifestaciones poéticas de la Navidad: «Vás
gustAs la dol~ mel l de !'alta divinitat 1 quant portAs lo pa del cel nou mesos dins vos
tanquat» (Romeu Figueras 1949, 153; & 2000, 118).
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 501
72
Rodríguez Puértolas 1987, 160.
73
Rodríguez Puértolas 1987,254, v. 69.
502 La renovación del teatro religioso
Deum. Die, et qualis erat? Et Deus erat verbum. Et quid agebat? Omnia per
ipsum Jacta sunt. Ubi venit? In propria. Et quare venit? Ut peccata tollerrt
mundi. Et verbum caro factum est et habitabit in nobis.
74
Eugenio Asensio, ed., Pedro Manuel de Urrea, Églogas dramáticas y poesías desco-
nocidas, Madrid: Joyas Bibliográficas, 1950, XLI; la edición, 65-74
Liturgia, poesía y teatro a fines de la Edad Media 503
75 «0, Christo, qu'en horno virgíneo amasado 1 seyendo de massa de Adán sin Adánl
nasyiste en Beleén, qu'es casa de pan, 1 de Madre muy linpia de todo pecado, 1 con~
pue eres el pan a nos dado, 1 debaxo de spe-.ies acá de contino 1 que ansí te comamos ca
este camino, 1 que allá te gustemos después de acabado» (García Morales 1968, h. 9 dd
facsímil; Dutton 1990-1993, 11, 379). Este poema, y los demás que lo acompañan, tienca
todo el aire de haber servido para señalar espacios en una arquitectura efunera en la que
las monjas, en forma de estaciones, pudieran visitar los espacios en los que se desarrolló la
vida de Cristo; varios de ellos son referentes a la Navidad, y no seria extraño que se rela-
cionara la serie con ese tiempo litúrgico.
76
Véase, por ejemplo, en el Auto o farsa de Lucas Fernández, después de la alabanza
de Belén, se transfieren las virtudes salutíferas del pan a Nazaret (vv. 478-481 [Canellada
1976, 205]). La invitación exegética fue aprovechada por muchos otros, como Margarita
de Navarra en su Comédie de la nativité de Jésus Christ: «0 Bethleem, maison de pain
nommée, 1 quelle sera de toy la renomrnée, 1 quand tu seras le coffre du pain vif? 1 Courez
icy, vous la gente affammée, courez icy, vous Ame bien aymée,l et recevez ce pain d'un
coeur naif: 1 povre pecheur, sois y bien ententif; 1 car c'est le pain et de grace et de vie; 1
que crainte et peur ne te facent retif; 1 mais baste toy par une sainte envíe» (vv. 61-70
(Schnéegans 1923, 3; Marczuk 2000, 77]). El éxito de la imagen se mantiene en otros es-
pecímenes paradramáticos, como en los villancicos navideños polifónicos de siglos poste-
riores. En un pliego de 1680, con villancicos compuestos para ser cantados en el convento
de la Encamación de Madrid en los maitines de la noche de Navidad, se arranca uno de
ellos: «A Belen Casa de Pan, 1 hambrientos dos Estudiantes». En otros muchos de mi co-
lección leo la misma imagen (véase, por ejemplo, Manuel García-Plaza & Alejandro Luis
Iglesias, Noticias de una pequeña biblioteca, VI. Literatura popular impresa, 2: Villanci-
cos navideños del siglo XVII, Salamanca: (Seminario de Estudios Medievales y Renacen-
tistas), 2002, n•. 27, 14; 30, 6; 71, 12; 77, 10; etc.).
77 En el Trecenario de contenplaciones, se explica así «la causa por que plogo a nues-
tro saluador nas-.er en bellen»: <<Pan del ~Yielo de-.endido 1 eterna! dios engendrado 1 fijo de
dauit vngido 1 plogote de ser nas-.ido 1 en lugar de pan llamado 1 porque allí te demostrases
1 en tu materia camal 1 para que señor hatases 1 a los que predestinases 1 y mas dignos ser
fallases 1 de ti pan angelical» (Kerkhof 1984, c. 122).
Liturgia, poesía y teatro afines de la Edad Media 505
Así que para lo que acabamos de exponer no tenían que ser expertos
exegetas durante la Edad Media; ni tampoco para percibir la importancia
doctrinal de san Juan (lo 6, 25-58) en todo lo referente a las varias manifes-
taciones de la divinidad, pues, sin salir de la liturgia navideña, Álvarez Gato
y sus monjas disponían de un manojo de textos, incluyendo el principio del
evangelio de san Juan, en los que se desarrollaba, sobre esa base evangélica,
toda la doctrina eucarística y el uso figura] de Belén, en las antífonas y lec-
ciones de maitines cantadas y leidas en el curso del tercer nocturno. Ya he
aludido más arriba al uso que Montemayor hace del responsorio juaniano del
tercer nocturno de maitines, Verbum caro factum est... , y su fortuna parali-
túrgica.
No creo que malinterprete con lo dicho el sentido de las palabras de Ál-
varez Gato y que, en realidad, las verdades a las que se refiere sean, más pre-
cisamente, las manifestaciones de su divinidad que hizo el otro san Juan, el
Bautista. Podría pensarse eso si reconocemos en esos versos la secuencia que
va del nacimiento a la muerte y resurrección, pasando por los otros dos
momentos en los que Dios manifestó la divinidad de Cristo: durante su bau-
tismo y en la transfiguración. Pero, como digo, no pienso eso.
He sugerido más arriba que acaso la representación con textos de Álva-
rez Gato se cerraba también con una apoteosis alegórica y tipológica, al aso-
ciar los dos mome!ltos culminantes de la muestra de la divinidad de Cristo,
la transfiguración en el monte Tabor y la cruciftxión en Calvario, como pa-
rece deducirse de los vv. 34-43. Sería otro modo también de agrupar los pa-
sos esenciales de la Redención.
En todo caso, el entramado tipológico de las contemplaciones de Álvarez
Gato complicaría la exacta interpretación, como complicada es la de textos
homólogos como la RepresenlafiÓn de Gómez Manrique. Pero, a la zaga de
lo visto, es dable pensar que Álvarez Gato jugó con la parte textual del bre-
viario y con las figuraciones eucarísticas de Belén para extenderse en sus
contemplaciones, que, a su vez, como en el caso de las clarisas de Calabaza-
nos, disponían de una tradición que, en buena medida, completaban, sustituí-
an o renovaban. Era una opción esta que se puede considerar paralela a la de
Manrique cuando opta por tomar los aspectos pasionales y extenderse en
ellos contemplativamente, aunque estuvieran también in nuce en las tradi-
ciones monacales de los cantos navideños y de los autores contemplativos
leídos en el claustro, como hemos visto.
506 La renovación del teatro religi
Trázase un esquema de los oficios para las dos fiestas, acorde con el pro-
pio texto, que viene editado, y a la vista también de breviarios dominicos que
nos permiten concretar mejor todas las partes. A esto nos hemos referido más
arriba, págs. 135 y siguientes. Entre corchetes indico aquelJas partes que no
figuran en esta versión castellana 1• Señalo en el margen izquierdo el número
de pieza del texto castellano, que, como se verá, no siempre coincide con el
orden en que se conserva.
1
Para la reconstrucción y la vertebración de los textos traducidos en su espacio litúr-
gico, he seguido el Breviarium según el uso dominicano, Venecia: Franciscus de Hailbrum
y Petrus de Bartua, s. f., pero hacia 1480. Para la esquematización, han sido impagables
Palazzo 1993, 141-142, y Young 1933, 1, 47-74.
530 Apéndices
1, 4 (a) Antífona: O quamfelix mater Italia (Biume 1889, 233 2), que intro<Ju.
ce el
(b) [salmo: Laudatepueri (Ps. 112)) 3.
1}4 5 (a) Capítulo Egrede de terra tua y su correspondiente
1,0 (b) responsorio Corpus da tus in festo Corporis (en este caso, el mismo
que se utiliza luego en los oficios de maitines; Dreves 1889, 233).
1" 6 (a) Himno: Superna mater indita (Dreves 1909, 304).
I,. (b) Gloria: Gloria al Rey del fielo.
(e) [seguido de su versículo: Ora pro nobis ... y respuesta correspoa-
diente).
I, 7 (a) Antífona ad Magni.ficat: Nova tibi, mater Ecc/esia (Dreves 1889,
233), que introduce el canto del
(b) [Magnificat (Le 1, 46-55)).
I), 8 (a) Verso y respuesta: Dominus vobiscum.
I.., (b) con su oración: Deus qui beati Thome.
A. Introducción (invitatorio)
1 [Oraciones: Pater noster, Ave Maria] .
2 [Verslculo y respuesta).
3 Gloria: Gloria al Rey del fielo [y Allel/uia].
11 4 (a) Antífona Laetetur plebs fidelium (Dreves 1889, 233), que introduce el
(b) [salmo Venite, exsultemus Domino (Ps 94)).
117 5 Himno Jubar caelorum prodiens (Dreves 1909, 305).
116 (b) Gloria: Gloria al Rey del fielo.
B. Primer nocturno
r. (a) Antífona /am dudum lux abscondita (Dreves 1889, 233), que introdu-
ce el
(b) [salmo Beatus vir (Ps 1)).
1, 2 (a) Antífona Corpus quod diujacuit (Dreves 1889, 233), que introduce el
Hymnica Medii Aevi, vol. 52, Leipzig: O. R. Reisland, 1909 (reimpresión Frankfurt a. M.:
Minerva, 1961); Guido Maria Dreves, ed., Analecta Hymnica Medii Aevi, vol. 5, Leipzig:
O. R. Reisland, 1889 (reimpresión Frankfurt a. M.: Minerva, 1961).
3
Sólo se indica el principio, como se puede ver indicado en el propio Breviario. Más
abajo explico las razones por las que no se encuentran todos los textos apuntados en su
versión completa. Por otro lado, en las fiestas más importantes, eran cinco las antífonas ia-
troductorias de sus correspondientes cinco salmos las que se cantan en vlsperas.
Las «Estorias responsorias» de Santo Tomás 531
B. Segundo nocturno
111 13 (a) Antífona Coelum hunc glorifica/ (Dreves 1889, 233), que introduce el
(b) [salmo Cum invocarem (Ps 4)].
I, 14 (a) Antífona Matri vitaejam ereptum (Dreves 1889, 233), que introduce
el
(b) [salmo Verbo mea (Ps 5)].
Iu 15 (a) Antífona De vini dispendio (Dreves 1889, 233), que introduce el
(b) [salmo Domine, Dominus noster (Ps 8)).
1,. (e) Versículo Levó el Señor al justo (Hesbert 1970, n°. 7059) [y su res-
puesta].
16 [Paternos ter].
17 [Absolución y respuesta].
18 [Bendición].
19 (a) [Cuarta lectura, que se cierra con el Tu autem], seguida de su corres-
pondiente
I, (b) responsorio Corpus sacrum dum te"ae tollitur (Dreves 1889, 234).
20 [Bendición].
532 Apéndices
C. Tercer nocturno
1,. 25 (a) Antifona Servat ab incursibus (Dreves 1889, 234), que introduce el
(b) [salmo Domine quis (Ps 14)].
1,. 26 (a) Antifona Morbum, famem, proelium (Dreves 1&89, 234), que intro-
duce el
(b) [salmo Domine in virtute (Ps 20)].
110 27 (a) Antífona Redivivum reddit equum (Dreves 1889, 234), que introduce
el
(b) [salmo Domine, est te"a (Ps 23)].
121 28 Versículo Florescerá el justo (Ps 91, 13; Hesbert 1970, n°. 7061) [y su res-
puesta].
29 [Pater noster].
30 [Absolución y respuesta].
31 [Bendición].
32 (a) [Séptima lectura, que se cierra con el Tu autemJ, seguida de su co-
rrespondiente
I, (b) responsorio Laboranti sub mole arceris (Dreves 1889, 234).
33 [Bendición].
34 (a) [Octava lectura, que se cierra con el Tu autem], seguida de su corres-
pondiente
] 2) (b) responsorio O doctoris mira potentia (Dreves 1889, 234).
35 [Bendición].
36 (a) [Novena lectura, que se cierra con el Tu autem], seguida de su co-
rrespondiente
1,. (b) responsorioJoseph duplex doctorem gloria (Dreves 1889, 234).
37 Gloria (véase al fmal del responsorio anterior 12.).
OFICIO DE TERCIA
Los oficios de estas horae minores son mucho más breves; repiten, sim-
plificándola, la estructura de las anteriores. En este caso varía:
134 1 Capitulo Egrede de terra tuam y su respuesta (Gra~ias a Dios).
OFICIO DE SEXTA
1., 1 Capitulo: Dixit Josephfratribus suis y su respuesta (Gra~ias a Dios).
OFIC IO DE NONA
l., 1 Capitulo: Tulit Moyses ossa y su respuesta (Gra~ias a Dios).
OFIC IO DE VÍSPERAS.
In (a) Antífona ad Magníficat: O splendor Ita/ice (Dreves 1889, 235), que
introduce el canto del
(b) [Magníficat (Le 1, 46-55)].
1)9 8 (a) Versículo y respuesta: Dominus vobiscum,
140 (b) con su oración: Deus qui beati Thome.
534 Apéndices
A. Introducción (invitatorio).
1 [Oraciones: Pater noster, Ave Maria].
2 [Versículo y respuesta].
3 Gloria: Gloria al Rey del fielo [y Allelluia].
JI, 4 (a) Antifona Adsunt doctoris coelici (Dreves 1889, 230), que introduce el
(b) [salmo Venite, exsultemus Domino (Ps 94)].
U, 5 Himno Thomas insignis genere (Dreves 1909, 305), con su correspondiente
(b) gloria .Aiabanfa y
(e) Versículo al final: O, señor santo Thomás.
B. Primer nocturno
11, (a) Antífona Doctor Thomas, repletus gratia (Dreves 1889, 231), que in-
troduce el
(b) [salmo Beatus vir (Ps 1)].
II, 2 (a) Antífona Mentis innocentia (Dreves 1889, 231), que introduce el
(b) [salmo Quarefremuerunt (Ps 2)].
Las «Estorias responsarías» de Santo Tomás 535
n, 3 (a) Antifona Ope doctoris coe/ici (Dreves 1889, 231 ), que introduce el
(b) [salmo Domine quid (Ps 3)].
1,. (e) Versículo Amavit eum Dominum (Hesbert 1970, n°. 6080).
4 [Pater noster].
5 [Absolución y respuesta].
6 [Bendición).
7 (a) [Primera lectura, que se cierra con el Tu autem], seguida de su co-
rrespondiente
u,o (b) responsorio Saneti viri verbum propheticum (Dreves 1889, 231 ).
8 [Bendición).
9 (a) [Segunda lectura, que se cierra con el Tu autem], seguida de su co-
rrespondiente
Il, (b) responsorio Christi pia tactus dulcedine (Dreves 1889, 231).
10 [Bendición).
11 (a) [Tercera lectura, que se cierra con el Tu autem], seguida de su corres-
pondiente
u, (b) responsorio O anima sanctissima (Dreves 1889, 231 ).
12 Gloria.
B. Segundo nocturno
Ilu 13 (a) Antífona O munus Dei gratiae (Dreves 1889, 231), que introduce el
(b) [salmo Cum invocarem (Ps 4)].
II,.l4 (a) Antifgna Prece curat socium (Dreves 1889, 231), que introduce el
(b) [salmo Verba mea (Ps 5)].
II , 15 (a) Antifona Stella candens emicat (Dreves 1889, 23 1), que introduce el
(b) [salmo Domine, Dominus noster (Ps 8)).
1,. (e) Versículo Levó el Señor al justo.
16 [Pater noster].
17 [Absolución y respuesta].
18 [Bendición].
19 (a) [Cuarta lectura, que acaba con el Tu autem], seguida de su correspon-
diente
n,. (b) responsorio De excelsisfons sapientiae (Dreves 1889, 231).
20 [Bendición]
21 (a) [Quinta lectura, que se cierra con el Tu autem], seguida de su corres-
pondiente
11 11 (b) responsorio Feli.x doctor, cuius solatio (Dreves 1889, 231).
4
Parece ser que no repite en la traducción los textos comunes; los indico también en el
esquema.
536 Apéndices
22 [Bendición]
23 (a) [Sexta lectura, que se cierra con el Tu autem], seguida de su
correspondiente
II,. (b) responsorio Sidus missum Thomas de superis (Dreves 1889, 231).
II,. 24 Gloria (véase al final del responsorio anterior).
C. Tercer nocturno
11, 25 (a) Antífona Instante vitae termino (Dreves 1889, 231), que introduce el
(b) [salmo Domine quis (Ps 14)].
1120 26 (a) Antífona Seminavit hic largiter (Oreves 1889, 231 ), que introduce el
(b) [salmo Domine in virtute (Ps 20)].
120 27 (a) Antífona Sidus de nube trahitur (Dreves 1889, 234), que introduce el
(b) [salmo Domine, est terra (Ps 23)].
121 28 Versículo (Ps 91, 13) [con su respuesta].
29 [Pater noster].
30 [Absolución y respuesta].
31 [Bendición].
32 (a) [Séptima lectura, que se cierra con el Tu autem], seguida de su co-
rrespondiente
un (b) responsorio Scholas Thomae Paulus ingreditur (Dreves 1889, 232).
33 (Bendición].
34 (a) [Octava lectura, que se cierra con el Tu autem], seguida de su corres-
pondiente
1122 (b) responsorio Beati Thomae gloria (Dreves 1889, 232).
35 [Bendición].
36 (a) [Novena lectura, que se cierra con el Tu autem], seguida de su co-
rrespondiente
1124 (b) responsorio Sertum gestans cum torque duplici (Dreves 1889, 232).
37 Gloria (véase al final del responsorio anterior).
112, D. Te Deum, que cierra el oficio de maitines.
ÜFICIO DE LAUDES
Ill7 6 (a) Antífona: Alma mater ecc/esia (Dreves 1889, 232), que introduci-
ría el
(b) [salmo Deus, Deus meus (Ps 62)].
n,. 7 (a) Antífona: Pressus vi daemonii (Dreves 1889, 233), que introduciría el
(b) [cántico Benedicite (Dan 3)).
n, 8 (a) Antífona: Tumor gulae pellitur (Dreves 1889, 234), que introduci-
ría el
(b) [salmo Laudate Dominum (Ps 148)).
12 9 Capítulo Elegit eum Dominus (Ecci 45, 4)).
n,. 10 Himno: Lauda, mater ecclesia (Dreves 1909, 304).
11)1 11 (a) Antífona: Viror carnis flore munditiae (Dreves 1889, 232), que intro-
duce el
(b) [cántico de Zacarías Benedictus (Le 1, 68-79)).
llt 12 (a) Versículo y respuesta: Dominus vobiscum,
ll9 (b) con su oración: O, Dios.
13 [Siguen las partes fijas del final de laudes, con las oraciones y los versícu-
los que se repiten].
ÜFIClO DE TERCIA
1, CapítuJo Elegit eum Dominus (Ecci 45, 4).
ÜFIC lO DE SEXTA
1132 Capítulo: lpse tanquam imbres (Ecci 39, 9).
ÜFICIO DE NONA
Un CapituJo: Laetah1s sum (Sap 7, 12).
ÜFICJO DE VÍSPERAS
11, (a) Antífona: O Thoma, laus et gloria (Dreves 1889, 232), que introduci·
ría el canto del
(b) [Magn!ficat (Le 1, 46-55)].
B. TEXTO
Vamos a facilitar a los lectores una nueva edición de los textos que hemos anali·
zado, junto con su correspondiente latino, al objeto de que sea más fácil la compara-
ción. Esta edición intenta ser respetuosa y, como en otras ocasiones, útil para lectores
especialistas en la literatura medieval y en la historia de la lengua. Cierto que, de en-
trada, he dado de lado a una actitud excesivamente conservadora que me llevara a
una edición diplomática. He regularizado lo imprescindible y lo que considero que no
afecta a las particularidades fonéticas, por ejemplo, v/u e i1j en posición consonántica
y vocálica, que siempre transcribiré vlj y u/i, respectivamente. He separado las pala-
bras aglomeradas (ala, de/a, etc.) y agrupado otras que tradicionalmente se escribían
separadamente (adverbios en mente, u otros como tan bien). En estos y en los demás
casos que se da, he respetado la alternancia gráfica de la nlm antes b o e, sin ninguna
regularización; tampoco he dado cuenta de determinados rasgos gráficos inherentes a
palabras o consonantes que en el siglo xv han perdido su condición de abreviaturas
reales (corño o cli). He adoptado la ortografia académica por lo que se refiere a pun-
tuación, uso de mayúsculas y acentuación. En los casos de abreviaturas, se deshacen
sin más indicaciones, aunque hay que decir que se tienen en cuenta, en caso de ambi·
güedad, la forma tradicional que se utiliza en estos cosas o la que es más corriente en
el texto cuando no aparece abreviatu.ra: aña = anJhíphona, ppa = proprio, seto = sanc-
to. No tengo, sin embargo, excesiva seguridad en la necesidad de atender la Jineta en
determinadas palabras con -/-; y, así, encontramos regfa y mirados, que transcribiré
asi. ¿Se tratará, más bien, de un uso que indica un determinado grupo el o gn No
obstante, en algunos casos, la mano que copia duda en las mismas abreviaturas, po-
cos, como en la línea 144 de II, donde había escrito la abreviatura correcta de pares-
fe, pero fortalece el sentido superponiendo a sobre p para evitar confusiones con
presfe, por ejemplo (Í>esve). Me permito utilizar cursiva en algunos versos de los
responsos para que quede mejor declarada su estructura musical, sobre todo teniendo
Las «Estorias responsarías» de Santo Tomás 539
en cuenta, como se ha señalado, que la propia mise en texte y la puntuación nos seña-
lan esa estructura.
[1)
( Jl..4vJ
AQUI COMIENCA LA ESTORIA DE LAS ANTHlPHONAS, RESPONSOS,
YPMNOS, VERSOS DE LA TRASLATIÓN DE SANCTO THOMÁS
A LAS VIÉ[S)PERAS
¡0, qué bien aventurada eres, madre Ytalia, O quam felix mater Italia
quando libre nuevo rayo de sol pariste! Novi solis enixa radium,
¡E assy bien aventurada eres fecha, tierra de Gallia, O quam di ves effecta Gallia
que de aqueste nuevo sol manto te cobriste! Solis hujus adepta pallium,
O Tolosa, festa magnalia
¡E por estas sollempnidades, Tibi reddunt per hWlC gaudiurn5 •
o, tú, bien aventurada cibdad de Tholosa,
gozo por sienbre oviste!
Laudate pueri.
~] ANTÍFONA
Dóblase a ti, madre Ygleia, Nova tibi, mater ecclesia,
nueva causa de alegria, Geminatur cum la:titia:,
de la qual ocro tienpo alegres Cujus olim !reta pra:ludia
juegos diste a la alta curia. Destinasti superna: curia:,
Agora en el mundo~ claras Nunc per orbem clara prodigia
seílales de la celeste gloria dan cosa digna. Dignwn promunt ca:lestis gloria:.
Magnifica/.
AL VITATORIO
Alégrese el pueblo fiel La:tetur plebs fidelium
con dul~ e nuevo cantar, Ex.ultans novo jubilo
que santo Thomás se va al su Padre Thomas ad patris gremium
e dex.a la casa corporal. Relicto redit tumulo.
Venile.
5
Para la procedencia de los tex.tos latinos, véase la descripción del oficio más arriba,
en el estudio.
540 Apéndicu
ENELP~MERONOTURNO
[I.J ANTHÍPHONAS
La luz, que estava ascondida, Jam dudum lux abscondita
ia resplandes~ con nuevos radios; Fulget expansis radiis,
e la piedra p~iosa, que estava soterrada, Et gemma tel'!'lle condita
ia la trahen con miraclos. Effertur cum prodigüs.
Bienaventurado varón.
ANTHÍPHONA
El cuerpo, que estudo ascondido Corpus quod diu jacuit [/ecL var.: latuit)
gran tienpo en la tierra, ln Terracenre loculo,
después se manifestó con mirados Mirandis signis claruit
en Tholosa, en ellogar de la ~ena6 • Post in Tholose patulo.
Quarefremu ...
[IJ ANTHÍPHONA
Corren al santo cuerpo Ocurrunt sacro corpori
la clerizía e todos pueblos, Clerus et turbre populi,
gózanse con tanto p~io Coogaudent tanto muneri
los grandes e los pequeños. Cuocti grandes et parvuli.
Domine, quid.
[17] VERSO
Amólo el Señor Arnavit eum Dominus et omavit eum.
e onrrólo de una corona. Stola glorire induit eum. Et oroavit...
Vestiólo de amor
una stolla de gloria.
6
El texto latino que se utiliza estaba corrupto o bien no se entiende, al traducirlo; en el
breviario citado, la lectura es latuit, en vez dejacuit, como se lee en Dreves; esa lectura es
la que tenía el texto que sirve aquí de original. Por otro lado, la incomprensión de topóni-
mo lleva a esa traducción forzada, glosada o interpretativa.
Las «Estorias responsorias>> de Santo Tomás 541
Éste es Thomás,
luz de los doctores,
de Dios enseñado
en amor divino.
Verso del responso V
Éste es el dulc;e potu Hic est portus hebreorum7
a los judiós rrebellosos, lmber clausus lúe c<elorum
enc;errada lluvia Sub Helia redditus.
en los c;ielos gloriosos, Hic est Thomas...
que con maravillas,
en tienpo de Helias
fuera conoscido.
Éste es Thomás, [etc.]
SEGUNDO RESPONSO
Gózasse el Orden santo, Gaudet sacra religio,
que estava ya privado Qua: spoliata caruit,
del su proprio thesoro, Prius thesauro proprio
que avién criado Dum doctoris, quem aluit
e en el studio bien doctado, Et perfecit in studio,
TERyERO RESPONSO
El sancto cuerpo e amado Corpus datur in festo corporis
a la Orden es otorgado, Christi, cujus grande mysterium
en día, fiesta muy grande, Reseravit ocultum creteris
del Cuetpo e de la Sangre Et dictavit scribens officium
del nuestro señor Thesú Christo. Dono doctore divini muneris.
De la qua! fiesta este sancto
frzo misterio tan alto,
a otros era occultado,
agora es oficio declarado,
7
portus en Dreves, pero en los breviarios antiguos dominicos se encuentra potus, co-
mo en el citado más arriba.
542 Apéndice~
ANTIÚPHONAS
EN EL SEGUNDO NOTURNO
[1 11] Fizo a Ihesú Christo C~lum hunc glorifica!
este cielo glorioso Christo jam fruentem,
con mucha largeza, Quem terra mirificat
el qua! cielo con señales Signis affiuentem.
lizo maravi lioso
con mucha nobleza.
Cum invocarem... Corno yo llamase...
8
Corrijo levemente la lectura de Dreves a la vista del breviario dominicano.
Las «Estorias responsorias» de Santo Tomás 543
Versus V
El doctor sancto aparesció Doctor adstans fratrem alloquitur
al buen frayre e fabló Et oranti res certa panditur.
e toda la dubda le declaró. Nam ...
Este sancto cuerpo, etc.
Versus V
Después que usó el obispo Hic salutis potitus gaudiis
de salud e honor, Se commendat ejus pra:sidiis.
encomendóse a su ayuda Sp e constanti.
e al su buen amor.
Confirme, etc.
544 Apéndices
Versus V
Con los pies e con las manos Sacris tamen vestibus
e con los vestidos sanctos Maní bus ac pedibus
cayó en el lodo de la tierra. Totus como figitur.
Mas en él non queda, etc. lndecorum ...
[II9] ANTHÍPHONA
El cavallero se salvava Morbum, famem, pro:lium
en la pelea e en la fama Miles impetravit,
e en la enfermedad Thoma: per auxilium
por la ayuda del doctor: Vovens ut optavit.
assy puso 111 "'1 el amor
con voto de voluntad.
[120] ANTHÍPHONA
El cavallo sin peligro Redivivum reddit equum
tomó al su señor bivo Hero supplicanti,
quando le vio suplicar. Que:mque surWm, czcum, mutum
Al ciego e al ensordecido Curat virtus sancti.
la virtud del santo vino
e sana al que non pued fablar.
Las «Estorias responsorias» de Santo Tomás 545
Versus V
CrueJment espcravan amos finar, Vi~ spectans utrirnque eKitum
quando han acanc;ado la virtud del santo; lmplorata sancli clementia
luego sintieron la salud tomar, Statim sensit salus reditum.
restituida al con... , etc. Restituta...
9
Falta este verso en la edición de Dreves, pero repongo con la ayuda del breviario
dominicano, lo mismo que en la vuelta final.
546 Apéndicu
Versus V
¡0, muy gra~ible Sume felix, grata Ocania,
e bien aventurada, destinata tibi enca:nia.
a ti son nuevas fiestas, Ossa...
tierra de Oc[i]tania 10 !
Los huesos dan etc.
Al Padre gloria demos, Gloria .. .
al Fijo non olvidemos, Ossa .. .
e al Splritu Santo,
con que nos visitemos.
Los huessos etc. ~·l6<1
10
Incluso la métrica está abogando por reponer la pérdida causada por una sincopa es-
critura! del copista.
11
A juzgar por la traducción, es evidente que en el texto latino que se utilizaba tigura-
bapatribus.
Las «Estorias responsorias» de Santo Tomás 547
12
Excepto para el último verso, se toma el himno de la edición de F. J. E. Raby, ed.,
The Oxford Book ofMedieval Latin Verse, Oxford: University Press, 1959, n•. 14.
548 Apéndices
13
En el texto de Dreves, cre/is, en tanto que se lee ere/o en el breviario dominicano.
Las «Estorias responsorias» de Santo Tomás 549
A LAS BLÉSPERAS
[1:14] ORACIÓN
Sal de la tu tierra e del tu cogni¡¡;imiento e de la
casa de tu padre e ven en la que yo te mostraré.
Fazer te he cres¡¡;er en gran gente e bendezir te he e
magnificm el tu nombre.
Gra~ias a Dios.
14
Falta en la traducción un verso, necesario al sentido, que se correspondería con el de
la antífona latina: corpus sacrum dum notescit.
15
La puntuación de esta antifona previa al Magníficat nos está invitando a organizar el
texto en versos largos, pero iría contra el modelo latino.
550 ApéndiceJ
Dixo loseph a los sus hermanos: «Después de la mi Dixit Ioseph fratribus suis: Post mor-
muerte, Dios vos visitará; levad conbusco 11'""1 los tem meam Deus visitabit vos; asportate
mis huessos de este logam. vobiscum ossa mea de loco i.sto.
552 Apéndices
Levó Moyses los huessos de loseph consigo, Tulit Moises ossa loseph secum,
por que conjuró loseph a los sus hermanos e dixo: eo quod adiurasset fratres fratres suos
«Visitar vos ha Dios; levad los mis huessos con- dicens: Visitabis vos Deus, aufertc
busco». ossa mea bine vobiscum.
A Dios gracias.
NOTAS TEXTUALES
261 El título del Te deum no es rubrica que encabece el texto, sino una anotación
en el margen superior que parece de la misma mano que escribe el texto.
328 La P inicial no ha sido trazada por la mano que rubrica; sólo tiene la letra
de guía al margen, como en los demás casos.
337 El principio del salmo se copia en forma de columna a la derecha, con
una llave.
362 Pudiera dudarse si escribe otorgado u otorgado.
372-373 Estos dos versos están separados sólo por el punto intermedio que, a ve-
ces, separa hemistiquios, pero no por los tres puntillos de pausa de verso.
374-375 Lo mismo que en el caso anterior.
377 Se lee hynpanos.
406 Había escrito boz y corrige.
418 Reitera sancto.
422 Antes de las estrofas que siguen se han raspado tres líneas correspondien-
tes a seis versos, dificiles de leer.
458 Sobre por escribe con.
[II]
,,..,,AQUÍ COMIENvA LA ESTORIA RESPONSORlA DE LA FIESTA
PRINCIPAL DE SANCTO THOMÁS DE AQUINO, DE LA ORDEN DE
LOS PREDICADORES
[II¡] ANTHÍPHONA
Bien aventurado Tbomás, Felix Thomas, doctor ecclesire,
doctor de la Eglesia, Lwnen mWJdi, splendor Italia:,
lumbre de todo el mundo, Candens virgo flore mWJditire,
resplendor de Ytalia, Bina gaudet corona gloria:.
virgen con blancura
e con flores de linpieza,
con dos se goza
coronas de gloria.
Lauda/e pueri, etc.
E/egit eum. Excogi61o el Señor entre todos los Elegit eum ex omni carne et dedit
ombres e diole cora~6n a guardar e enseñar los illu cor ad precepta et legem vitre et
mandamientos e para enseñar a lacob el su testa- disciplina: docere Iacob testamentum
mento e los sus juyzios a Israel. et iudicia sua Israel.
554 Apéndica
[11,) AD VITATORIUM
Del doctor del ~ielo son Adsunt doctoris ccelici
gran sollepnidad e fiesta; Thoma:: festa solemnia,
6
con doblada devoción, Devotione supplici'
alaban~ da la Eglesia. Laudes promat ecclesia.
Venite, exultemus.
16
Es evidente que en el texto latino del traductor se leía duplici.
Las «Estorias responsarías» de Santo Tomás 555
IN PRIMO NOTURNO
[Il¡) ANTHÍPHONA
El doctor Thomás, de gracia conplido Doctor Thomas, repletus gratia,
e demostrado en sanctas ora~;iones, Pra:monstratus sacris oraculis,
de la carne e del mundo es enemigo, Mundi, carnis, nostisque vitia
enxienplo expantable los peccados de los ombres. Fugat, exemplar datus sa:culis.
BeDtus vir.
[11,] ANTHÍPHONA
La ygnocencia de voluntad Mentis innocentia
e la flor de castidad Flosque puritatis
estudieron sienpre adelant Exstiteturunt pra:via
a la luz de la verdad. Luci veritatis.
Quare.
[119] ANTHÍPHONA
Con ayuda del doctor celico Ope doctoris ca:lici
toda se goza la Eglesia, Tota gaudet ecclesia,
respland~ el orden dominico Fulget ordo Dominici
con tanta gloria de riqueza. Peculiari gloria.
Domine.
556 Apéndices
(II,J REsPONSO
La palabra del propheta, Saneó viri verrum propheticum
hermitano varón, Pra:monstratum mundo mirificurn,
maravilloso al mundo, Sanctum Thomam, doctorem co:licwn,
lo fue descobrir Sectaturum patrem Dominicum.
a sancto Thomás,
celestial doctor,
que a santo Domingo
avía de seguir. V
Ca a la madre gravida Nam vir sanctus hunc matri gravida:
el sancto hermitaño, Ducem prompsit doctrinre lucida:.
prlncepe de la doctrina, Sectarum ...
lo ovo declarado,
que a santo Domingo, etc.
[11 11 ) REsPONSO
Tráxolo lhesú Christo Christi pia tactus dulcedine
con un dul~or tan piadoso, Mundum linquens probatur turbine,
provado con torbillino, Pugil fortis raptus de ordine
dexando el mundo peligroso. Vicit prorsus p11lsa libídine.
Robado fue de la orden niño,
venfedor del mal tan poderoso,
de todo en todo ha venfido
al peccado de la mOfa innominioso.
A la auz pintda orava el niño, V
ciñenle las manos del ángel bendicho. Orat pressa cruce mirifica,
Renes cignit manus angelica.
Vencedor, etc.l''"'1 Vicit.. .
IN SEGUNDO NOTURNO
[III)] ANTHÍPHONA
O, gracia de Dios e don O munus Dei gratia:
que ven~ qualquier miraglo, Vincens quodvis miraculum,
nunca consintió aguiión Pestífera: superbia:
de la sobervia del diablo. Nunquam persensit stimulum.
Cum invocarem.
[III.] ANTHÍPHONA
Sanó al frayre con ruego Prece curat socium
que la fiebre pade~ia; Febrem patientem
e a los sus vestidos tañiendo Et in ora vestium
al que fluxo de sangre avía. Sanguinem fundentem.
Verbamea .
la Madre de Dios
lo ha falagado.
Levantado de tierra V
es visto provado; Elevatus a terra cemitur,
assy el cru~ifixo Crucifixus ei colloquitur.
lo avía fablado. Dei mater...
La Madre, etc.
[lll9] ANTHÍPHONA
fJ término de la vida llegado, Instante vitre termino
los regnos del ~ielo vio; Vidit regna c~lestia
por el seíior Dios revelado, Et revelante Domino
sus galardones cono~ió. Novit parata praemia.
Domine quis.
[~] ANTHÍPHONA
Senbró aqul muy largamente Seminavit hic largiter
el doctor tan virtuoso; Doctor virtuosus,
coge allí ya para sienpre Metit illic feliciter
el ven~or glorioso. Víctor gloriosus.
Domine in virtute.
17
Aunque se indica el principio del pneuma aqui, es más bien dos versos más abajo,
como se echa de ver al fmal del gloria al pie del responso.
Las «Estorias responsorias» de Santo Tomás 559
[II2,] ANTHÍPHONA
El rayo de la oove es alanr,:ado Sidus de nube trahitur,
e la flor del feno es levantada; De fceno flos eligitur,
quando al ~lo Thomás es tomado, Adeps de carne toUitur,
la grossura de la carne es olvidada. Dwn Thomas ~lo redditur.
Domine estterra.
(lln] REsPONSO
Las escuelas de Thomás Sdx>las Thoma: Paulus ingn:dilur,
san Paulo entrava; Sacra simul fantur mysteria,
los misterios santos Digne tandem per raptum trahitur
con él los fablava; Vir calestis ad vita pramia.
con tan digno rrebate
al ~ielo lo leva va;
el celestial varón
galardón le enseña va.
Verso V
Un frayre clamando Clamor fratris trinus emittitur:
asy tres bozes da va: Doctor noster a nobis tollitur.
«¡Ay, que el nuestro doctor Vir...
de nos se quitava!».
El celestial varón, etc.
[1123) REsPONSO
La gloria del sancto doctor Beati Thoma: gloria
resplandece con divino miraclo, Divo fulsit miraculo,
quando abaSianr;a de buen olor Dum odoris fraglantia
maravilloso sale del túmulo; Mira lluxit de tumulo,
muy casto resplande9edor Qui nitens pudicitia
sin culpa en este século. Vixit absque piaculo.
Verso V
Éste de gracia rescebtor Hic spcciali gratia
los oios de la volwttad alwtbró; Lustrato mentís oculo
de los altos secretos~. Celso novit mysteria
la oración que fazia le enseñó ~li doctus oraculo.
Muy casto, etc. Qui nitens...
(112. ) REsPONSO
Apare~i6 con una corona Sertlm ge¡tms am ntp: ¡q,Jici,
e con un doblado collar; Caput gemmis omatwn cemiur
una capa con perlas, Et monili, fulgori s crelici
560 ApéndiceJ
Verso V
«A mi en la gloria Thornas mihi par est in gloria,
Thomás es ygual; Virginali prrestans munditia.
gózase agora Augustinus...
con linpieza virginal».
Sant Agostín, etc.
[1125] ANTHÍPHONA
Éste es el día de alegría, Adest dies lretitire,
en él Thomás, doctor tan noble, Quo Thomas, doctor inclitus,
uno de la celestial conpañía, Fit civis cceli curia:
onrrado con corona doble. Bina corona prreditus.
[II26] ANTHÍPHONA
So tierra es ascondido el oro Aurum sub terra tegitur
e la candela so la medida; Et lucerna sub modio,
con rrayo muy maravilloso Sed virtus Dei cernitur
la virtud de Dios es parescida. Miraculorum radio.
[112,] ANTHÍPHONA
¡0, santa Igles ia madre, Alma mater ecclesia,
fundada en sangre del Señor, Christi fundata sanguine,
los sanctos traspassa gozos Sceptra conscendit grandia
con lumbre del nuevo doctor! Novi doctoris lumine.
[1128] ANTHÍPHONA
Premido por el enemigo Pressus vi dremonii
tan a:Yna es librado; Cito liberatur,
el rebatado con fueT9a del rrío Raptu mersus fluvii
a la vida es tornado. Vitre restauratur.
[II29] ANTHÍPHONA
De la gula el mieOO es quitado, Tumor gula: pellitur,
el leproso es sanado, Leprosus sanatur,
Las «Estorias responsorios» de Santo Tomás 561
18
Tanto este capitulo como el siguiente los tomo del breviario dominicano.
562 Apéndica
[ll,.) AD BENEDICfUS
Alabado sea Christus, Collaudetur Christus, rex gloriz,
rey de la Gloria, Qui per Thmam, 1wnen ecclesiz,
que por Thomás, Mundum replet doctrina gratiz.
lumbre de la Eglesia,
el mundo abasta
de doctnna de gracia.
AMÉN.
NOTAS TEXTUALES
C. TABLAS MÉTRICAS
VERSILLOS
6A-6B-6A-6B 6a-7B-6C-7a-6(7)B-6C
7A-6B-7A-6B 6(7)-7a-7-8a ([,)
6A-9B-9A-6(7)B (1,.)
7-7á-7-7á (I,J
7(8)-8Á-9-7Á. (1),)
7(8)a-8B-9a-9( IO}B (11,.}
9A-8A-9A-8A (1129)
564 Apéndices
9á-8á-9á-8á (IIJ
9a-88-ll a-88 (11,.)
&-7A-6B-8-7A-6B (1.,)=13A-6B-15A-
68 (1,)
6(7)a-78-6C-7a-6(7)8-6C (l,J
9a-9a-8B-8é-8é-88 (I,.)
7A-78-7A-7B 8-8á-8-6(7)á (1,.)
7A-88-7A-8B 8(9)A-98-9A-8(9)8 (ll, )
8A-6A-8A-6A 8a-(7)8a-8B-8(9)a-8a-9B ~
8A-68-8A-6B 7-7 A-8-9A (1 29)
8a-8B-8a-7(8)B (IIJ
8A-7B-8A-7B 7(8)-7(8)a-9-9a (I,J
8A-88-8A-8B 7(8)-9Á-8-9Á (0 21)
7a-l O( 11 )a-8a-8a (IJ
8Á-8b-8Á-8b (llJ·
8Á-8B-8Á-88 (ll,J
8(9)A-98-11A-98 (U, )
8-8á-10-l Oá (IJ
8-10a-14-9a (IJ
9-(6)8a-12-lla (1,)
3-6a.-3-6B-3-7a-4-6B = 9a-9B-10a-10B
(IIJ
9( 1O)a-1 08-9( 1O)a-1 OB (II,.)
11A-8(9)B-9A-9B (11,,)
1Oa-8(9}b-l Oa-9b (11,)
llA-108-IOA-128 (11, )
8A-8A-8A-8A
8-5(6)-5-6-5-7 (II,J
lOA-lOA-lOA
9-6(7)a-7-6(7)a-6-8a-5b-6(7)b (ll,)
1OA-IOA-1 OA-1 OA
7(8)Á-7(8)B-7(8)Á-7(8)8-8Á-88-
8Á-88 (IIJ
lla-11(12)b-lla-14b (11,)
1OA-1 08-1 OA-1 08
4Á-4-4B-5-7C-3-8B-7A-7C = llA-
128-llA-138
8-8A-9-8A-9-8A-8-8A-8-9A (Il,,}
lOA-lOA-lOA-lOA-lOA
9A-(8)98-9A-8(9)B-[?]-9b (112)
8A-7B-8A-78-8A-7B 14(14)A-13B-17A-14B-9-14-7B (1,)
IOA-108-lOA-108-lOA-108 8-8a-9-8(9)a9-1 O( 11 )a-5a (1 2}
14( 15)A-14A- 14a-17A (1,,)
Las «Estorias responsorias» de Santo Tomás 565
7A-6B-7A-68-7A-68-7 A-68
RESPONSORIOS
HIMNOS
MODELO l. Estrofa de cuatro versos con MoDEW 6. Estrofa de cuatro versos con
una rima asonante en los pares [-1 x dos rimas, primera asonante y se-
1-1 x]: 6(7)-7a-7-8a (127) ; 7-7á-7-7á gunda consonante [x 1 Y 1 x 1 Y]: 8a-
(I,J; 7-7a-l0-7a (1 2J; 8-8á-8-6(7)á 88-8a-7(8)8 (11,.); 9a-88-ll a-88
(130); 7(8)-7(8)a-9-9a (1,); 8-Sá-1 0- (11 28); 9(1 O)a-1 08-9( 1O)a-1 08 (ll,J.
1Oá (I,); 8-1 Oa-·14-9a (1.); 9-(6)8a- MoDELO 7. Estrofa de cuatro versos con
12-lla (IJ dos rimas consonantes alternadas [X 1
MODELO 2. Estrofa de cuatro versos con una Y 1 X Y]: 6A-98-9A.(¡(7)B (1,.); 8Á-
rima consonante en los pares [-1 X 1-1 88-8Á-88 (11,,); 8(9)A-98-9A-8(9)8
X): 7-7A-8-9A (IJ; 7(8)-8Á-9-7Á ~,); (II,J; 8(9}A-98-11A-98 (llJ; 11A-
7(8)-9A-8-9A (1¡.); 7(8)-9Á-8-9Á cnn> 8(9)B -9A-9B (11,.).
11(12)-7Á-13-7A (1,)
MoDELO 8. Estrofa de arte menor con
MoDELO 3. Estrofa de cuatro versos con
cuatro versos monorrimos conso-
una sola rima asonante en los cuatro
nantes [ X 1 X 1 X 1 X] : 9A-8A-8A-
versos [ x 1x 1x 1x]: 7a-l 0(11 )a-8a-
8A (1129) .
8a (IJ; 9á-8á-9á-8á (H1)
MoDELO 9. Estrofa de cuatro versos de
MoDELO 4. Estrofa de cuatro versos con
arte mayor monorrimos (consonan-
rima asonante alternada [ x 1y 1x 1
y]: 10a-8(9)b-10a-9b (II9). tados o asonantados) [X 1 X 1 X 1 X]:
MoDELO 5. Estrofa de cuatro versos con 14(15}A-14A-14a-17A (In)·
dos rimas, primera consonante y se- MoDELO 1O. Estrofa de cuatro versos de
gunda asonante [X 1 y 1 X 1 y]: 6Á- arte mayor con rima alternada (con-
8(9)b-6Á-8b (1,); 8Á-8b-8Á-8b (JI,); sonantados o asonantados) [X 1 Y 1
7(8)a-88-9a-9( 10)8 (II ,J. X 1 Y] : lla-11 (12)b- ll a-14b (11 1);
568 Apéndice3
Como vino la ora, que fue a la media no- E quando allí allegaron era una noche de
che del domingo, levantóse la Virgen y arri- domingo e posentáronse lo mejor que pudie-
móse a una col una que al esta va. Josep estava ron. E quando vino la media noche, levantá-
asentado triste por venrura, porque non podía ronse a su oración, como avían en uso. E es-
aparejar lo que convenía. Y, levantándose, tando la Madre de Dios de rodillas en su
tomó del feno del pesebre y echólo a los pies oración, llegóse la ora en que avía de nascer
de nuestra Señora y bolvióse a la otra parte. della el Fijo de Dios. E apareció allí una nuve
Luego el Hijo de Dios eterno, sin ninguna pe- tan clara con tan grande resplandor, que se
na nin lisión, en un momento, assí como era non podria dezir, en manera que la candela
en el vientre, assí salió fuera dél sobre el heno que tenlan perdió su claridad e aun la vista de
a los pies de su Madre, la qual se abaxó pres- Josep era cegada. E por la grand vergüen~a e
tamente y apañándolo y abra~ándolo dul~e reverencia, salióse un poco fuera. E en un
mente púsolo en su rega90, ado, enseilada por punto salió el Fijo de Dios del bientre de la
570 Edición en facsímile, apéndices e índices
el Espíritu Santo, comem;:ó de lavarle todo el Virgen gloriosa sin ningún corrompintiento.
cuerpo con su leche, de que estava llena su E recibiólo aquella nuve clara que estava a
teta por virtud de Dios. los pies de la Virgen Maria. E Ella con muy
Esto hecho, enbolviólo en un velo de su grand reverencia tomólo en los bra<;os e ado-
cabe<;a y púsolo en el pesebre. Enton<;e el rólo devotisirnamente e dixo estas propias
buey y el asno pusieron sus bocas sobre el palabras que se siguen: «Bien seas Tú venido,
pesebre, soplando por las narizes como si lo- Dios mio e Señor mio e Fijo mío».
viesen entendimiento y con()\:ieran qu'el Niño E despues enbolviólo en unos pañezuel01
tan pobremente enpañado avía menester ser linpios que traía consigo, mas eran muy po-
calentado en tienpo de tanto frío. Mas la Ma- cos; e diole la su presciosíssirna leche e des-
dre, hincadas las rodillas, lo adorava y, dando pués púsolo en el pesebre entre el buey e el
gra<;ias, dezía a Dios: «Gra<;ias te doy, señor asno, ca non avía otra cuna adornada en que
Padre Santo, porque me diste a tu Hijo; y lo pusiese. E adobólo lo mejor que pudo entre
adórote, Dios eterno; y a Ti, Dios hijo de Dios el feno, mas el buey e el asno conocieron a su
bivo y unm>. Y assí mismo lo adorava Josep, Señor e davan abondosamente el baho sobre
el qual tomó la silla del asno y, sacando della el Infante por la boca e por las narizes, ~
el coxín de lana, púsolo cabe el pesebre por nosciendo que le era menester, veyéndolo tan
que aJif se asentase nuestra Señora sobre él. pobremente cubierto en tiempo de tan granel
Allí se asentó Ella e puso la silla debaxo del frío.
codo. Desta manera estava la Señora del E en este medio entró Joseph e adoró el
mundo, teniendo su rostro sobre el pesebre e Fijo de Dios con mucha e grande devoción e
puestos los ojos e todo su deseo sobre su Hijo con grand ardor del Espíritu Santo. E corrió
muy amado. muy aína e tomó el albarda del asno coo
Hasta aquí es lo de la revela<;ión. Demos- grand caridad e púsola a una parte del pesebre
tradas estas cosas, desapare<;ió la Señora y e tizo de las cubiertas estrado, en que se po-
quedó un ángel, el qual dixo aJU grandes y sase la Virgen.
largas aJaban<;as, las quales tanbién él me Contemplación. Contempla, alma devota,
dixo, mas non tuve aparejo de dezirlas nin cómo está la Reina del cielo e de la tierra
escrevirlas. asentada en tan pobre estrado, guardando con
Aprendido has el nas<;irniento del sacratís- el rostro e con los ojos afincadamente al In-
simo Prin<;ipe; y assí mismo el parto de la Re- fante , Fijo de Dios. E, para que diga la ver-
ina del <;ielo; y quán estrechamente guardaron dad, tanta era la su necesidad, que no sé en
en lo uno y en lo otro el sumo grado de po- qué manera lo diga, ca era menguada de toda
breza. Estos paños le aplazen a Él, en estas buena cosa temporal.
sedas se deleita Él ser enbuelto. Non consue- Piensa tú, otrosí, en la muchedunbrc de
lan la infan<;ia de Christo y sus lágrimas y el los ángeles, cómo vinieron a ver e adorar el
pesebre y el establo a los verbosos y escarni- su señor lhesú Christo. E cómo, luego que lo
dores, nin a los que andan en las escuelas adoraron, se fueron a los pastores, los quales
buscando sus onras y cátredas, mas a los po- estavan í cerca a una milla e anunciáronles el
bres atribulados y trabajados. Como dize sant nascirniento de Christo. E en un punto subie-
Bernardo: «Esta pobreza es la que guardaron; ron al cielo con grandes cantos e fincheron
la Madre virgen y el Hijo de Dios non aborre- toda la corte del cielo destas nuebas. E, ale-
<;ieron el establo, no las bestias, no el feno, no grada toda la corte e fecha la grand fiesta,
las otras cosas viles». Dize más sant Bernal- dieron loor e gracias a Dios Padre.
Textos narrativos sobre el nacimiento 571
do: «0, pobre, o, menguado, o, primero e Estonces vinieron todos los angeles del
postrimero huésped en posada desierta, pobre cielo ordenadamente, cada una orden por si, e
en el pesebre; huye en Egipto, asiéntase en el cantaron solepnlsimos cantos. Conviene sa-
asno, es con los pobres ofres~ido en el templo ber: Gloria in excelsis Deo e cetera, e adorá-
y desnudo es colgado en la cruz. Podiste mirar ronlo con tanta reverencia e otrosí a su Ma-
en la muy dul~e Madre y en el Niño lhesú la dre; e cantaron loores e cánticos de vida
grandíssima afli~ión del cuerpo)). Bernardo: perdurable. ¿Quál seria agora el que fincase
«N~ el Hijo de Dios, en cuyo libre poder en el cielo que no viniese a ver la faz del su
era escoger lo que quisiese: escogó el tiempo Señor, puesto tan humildosamente en tierra?
que más duro y penoso era. Mas, hermanos, Onde sant Pablo dize que, quando Dios Padre
Él es el que antiguamente fue prometido por embió al su Fijo unigénito en el mundo, que
lsaías Niño sabio para desechar lo malo y es- lo adoraron todos los ángeles del cielo. E esto
coger lo bueno. Lo malo es el deleite corpo- abaste quanto a los ángeles.
ral; lo bueno es sin afli~ión del cuerpo. Ésta Después vinieron los pastores e adoraron
escogió e aquélla desechó el Hijo sabio, el a lhesú Christo. Mas la Madre prudentlssima
Niño infante)). sabia retenla en su cora<;6n todo lo que oía
Pues, n~ido el Señor, grand multitud de dezir d'Él.
ángeles que aHí estavan adoraron a su Señor. Contemplación. O, tú, alma devota fmca
Y luego fueron a los pastores que estavan alli otrosi los finojos, meditando, e adora al tu
~rca. pudo ser que por una milla, y magnifes- Señor Dios e saluda reverentemente a aquel
táronles el nas~imiento y el lugar. Dende su- sancto viejo Joseph e besa los pies a aquel
bieron al <;ielo con cantos e alegrías, magni- Jesú pequeñuelo, que yaze en el pesebre; e
festando assf mismo a sus <;ibdadanos, toda la ruega humildosamente a la Madre que te lo
corte ~elestial alegre faziendo grand fiesta. muestre e te lo dexe tener; e mira diligente-
Alabando y dadas gra<;ias a Dios Padre, vinie- mente en la su haz e deléitate, estando con Él
ron todos quantos alli ·esta van y uno en pos de en el tu corayón. Ca seguramente e con fiuza
otro, segúnd sus órdenes, a ver la cara de lo puedes tocar e besarle los pies e las manos,
Dios, su señor. Y adorándolo con toda reve- pues vino por la salud de los peccadores e
ren<;ia; y assf mismo a su Madre dávanle loo- conversó humildosamente connusco e, fmal-
res y cantavan cantares. ¿Quién podiera dellos mente, se nos dexó dar en comer. Ca tanta es
quedar en el <;ielo, oídas las nuevas, que non la su benignidad que con todo amor se te
viniera a vesitar a su Señor, pues tan baxo y dexa palpar a tu santa voluntat; e no lo avrá
tan humilde en la tierra? El Apóstol dize en la en desdén, mas en onra e en devoción. Empe-
epístola Ad Hebreos: «Y quando enbía el Pa- ro todavia sea con reverencia e con temor,
dre a su Fijo primogénito en la tierra dizcn porque Éll es Dios e tú eres peccador. E des-
adórenle todos sus ángeles)). Esto sea dícbo pués que esto hizieres, dalo a su Madre.
de los ángeles. E para bien mientes con quánta diligencia
Vinieron tanbién los pastores y adoráron- e devoción Ella lo goviema. E recuérdate muy
lo, contando lo que oyeran a los ángeles, mas a menudo destas cosas. E con quanto estudio
la Madre muy prudente todas las cosas que pudieres haz que quedes familiar de la Señora
d'Él se dezlan guardava en su corat;ón. Y e del Infante. E mira a menudo en la faz del
ellos bolviéronse alegres. Infante, la qual desean ver los ángeles. Mas
Pues tú, que tanto tardaste, hinca la rodilla siempre, como te dixe, con reverencia e te-
y adora a tu Señor Dios; e después a su Madre mor e amor. E non sufras en ninguna guisa
572 Edición en facsímile, apéndices e índices
y con reverenc;ia al santo viejo Josep. Dende que sea lan,.ado fuera de ti e repútate siempre
besa los pies del Niño Ihesú nac;ido en el pe- non digno de tales cosas.
sebre y ruega a la Señora que lo allegue a ti e Oy es la solempnidad de la nascencia del
te lo dexe tomar. Tómalo y tenlo en tus bra- señor Rey de la vida eterna!, Fijo de Dios e el
c;os. Contenpla con deligen~ia en su rostro y Esposo dela Iglesia salió de su tálamo. E
~salo con reverenc;ia y deléitate en Él con aquél, que es fermoso sobre todas las criatu-
mucha confian~ Esto hazer lo puedes, por- ras, mostrónos la su deseada faz. Oy es com-
que a los pecadores vino y por su salud dellos plida la promissión que Dios hizo a los santos
conversó entre ellos y fmalmente dexóles por padres. Oy por todo el mundo los cielos son
manjar a SI mismo. Y, assl, por su begninidad hechos dulces como miel; oy, otros!, cantaron
bien se dexará tocar como quisieres y non será los ángeles Gloria in excelsís deo; e apares-
atribuido a presun~ión, sino a amor. Mas esto ció Dios en forma humana e es adorado Dios
hazer lo has siempre con temor y reverenc;ia, en semejan,.a de carne. Por lo qua! oy es dla
porque Él es Santo de los Santos. de grand fiesta e gozo.
Hecho esto, buélvelo a su Madre y mira
con deligenc;ia con quánto cuidado y sabiduría
lo goviema Ella y le da a mamar y haze todas
las otras cosas que cunplen a su servi~io. Pues
tú está allí y ayúdala, si puedes. En estas co-
sas te deleita y alegra y acuérdate de pensar
en ellas continuamente y hazer te has quanto
pudieres familiar a la Señora y al Niño Ihesú;
y mira muchas vezes su rostro, en quien de-
sean los ángeles contenplar. Mas sienpre, como
lo he dicho, sea con reveren~ia y temor y assl
mismo con amor, por que non seas desechado
de tal contempla~ión. Has de pensar de ti que
non eres digno de la conversa~ión dellos.
Oy es día del nas~imiento del Rey eterno,
Hijo de Dios. El Niño nos es dado y el Hijo
de Dios nos es dado. E el Sol, que estava añu-
blado, resplandesc;ido ha claramente; salido
ha el Esposo de su cámara, Él hermoso en su
disposi~ión más que todos los omes, mostran-
do a su rostro deseado. Oy pare la Virgen y es
na~ido Dios, notificada la paz a todos y los
~ielos por todo el mundo estilan miel y cantan
los ángeles en la tierra. Par~ida es la miseri-
cordia de Dios, nuestro Salvador, y es adora-
do Dios en semejanr;a de carne subjeta a pe-
cado. Por lo qual dla es oy de canto y de gozo
grande y alegría.
Textos narrativos sobre el nacimiento 573
Pues que avernos dicho primeramente cómo nuestro Salvador e Redentor Ihesuchristo fue
etemalmente presdestinado, segundo avernos enseñado cómo fue tenporalmente revelado e des-
pués, teryero, cómo fue altamente encamado, síguese que veamos cómo fue al mundo na.;;ido e
visto en si e cómo fue criado entre los onbres e entre ellos conversado.
Pues conplidos .;;inco mili e dozientos e diez e ocho años de la cria.;;ión del mundo, según!
que ya posimos, venido el Fijo de Dios en carne humanal, así como de suso dicho es, tanta paz
avía en el mundo, que todo era infinitamente enseñoreado por César Agusto, enperador de Ro-
ma, de la qual paz Isaías e otros prophetas avían ya prophetizado, llamando al Salvador Prín<;ipe
de Paz, porque poma paz entre Dios e el onbre e, finalmente, levaría el onbre al reino de la paz
perdurable.
Pues, veniendo a la istoria desta santa natividad, nota primeramente que, segúnt recuentan
en las istorias e sant Lucas evangelista en el capítulo segundo, César Agusto, enperador de Ro-
ma e señor general del mundo, mandó un general recono9imiento por el qual sopiesen quántos
onbres e .;;ibdades e villas e provin.;;ias avía en el mundo, segúnt que dize el Maestro de las lsto-
rias eclesiásticas; e ordenó que todo onbre fuese al logar donde era natural e que se presentase
aí ante aquél que tenía logar del dicho Enperador; e confesase delante él públicamente cómo era
subjecto al inperio de Roma e después que diese alli un dinero de plata, que valía diez dineros
menudos.
E como Josep, esposo de la Gloriosa, fuese natural de Bethleen, por ende le convenía que
feziese el recono.;;imiento e pagase el dicho tributo en Bethleen. Por lo qual, conpliendo el dicho
mandamiento, fuese de Nazared, donde estava, a Bethleem. E como la Gloriosa fuese ya a9erca
del parto e Josep non sopiese quándo tomaría, queriendo ser personalmente al su parto, por re-
veren.;;ia del Thesoro sagrado que Ella traía, al qual deseava todo tienpo servir personalmente,
deliberó con la Gloriosa que amos a dos se fuesen al dicho logar de Bethleen, ca ya era ella en-
formada por el Espíritu Santo que en Bethleen avía de parir e alll avía de nazer el Salvador, se-
gúnt lo avía profetizado el propheta Micheas, así como ayuso avernos de dezir.
Pues como veniesen al dicho logar e todas las casas estoviesen ocupadas de las gentes que
avían venido a fazer el dicho recono.;;imiento, non podieron fallar ninguna casa en que posasen,
574 Edición en facsímile, apéndices e índices
por lo qua! posaron en un poco de espac;io puesto entre dos casas, en el qua! los que venían al
mercado atavan alli sus vestías, porque avían ende pesebres en que comiesen.
E como fuese dia de domingo, por tal plogo al Seftor que en la media noche del dicho día
la Gloriosa parió al Salvador e lavólo con la su sagrada leche e cubriólo con paftezuelos gruesos
e pobrezillos; e ~iñiólo e ofrec;iólo a Dios Padre por salud del humanal linaje; e echólo en el fe-
no dentro en el pesebre e adorólo. E como allí estoviese un buey e un asno, cada uno dellos fin.
có los finojos en tierra como si lo reconoc;iesen por señor, segúnt lo avía profetizado lsalas. E
después adoró el santo onbre Josep; e después los santos ángeles, que estavan allí muchos.
E después todo el mundo confesó la su reverente señoría, así como pa~e por muchedunbre de
miraglos fechos por Dios todopoderoso en la santa Natividad, ca todo el mundo confesó e glori-
ficó el Señor en tanta novedad como era que Dios etemal tenporalmente nac;iese de muger, traí-
do del c;ielo a la tierra por amor; e por esta manera veniese el onbre a sahac;ión.
E esto sea d1cho quanto a la istoria de la santa Natividad.
Capítulo IJ•. Cómo por fa general señoría de 9ésar Augusto quiso el Señor
que por fa su Natividad fuesen [echos algunos grandes bienes
Sobre la dicha istoria notan los doctores e primeramente dize aquí el giant Alexandre sobre
sant Lucas que la alta providenc;ia del nuestro Señor Dios estonc;e quiso que Él veniese al mun-
do quando el grant prfnc;ipe deste mundo, que es diablo, era más fuerte en todo el mundo, el
qua!, mediante César Augusto, general enperador del mundo, tenia sojudgado quasi todo el
mundo a idolatría. Pues estonc;e plogo al Señor venir a librar los escogidos desta tan terrible ti-
ranía del diablo e del onbre. Pero tan grande era la dicha idolatría, que quasi todo el mundo te-
nia so el dicho error; e por tal que la victoria del nuestro Redentor fuese más ensalc;ada e más
maravillosa, derribó el prínc;ipe del mundo, conviene saber el diablo, a tierra, quitándole el po-
der e señorío tan grande; e después, feriendo el inperio de Roma e sojudgándole con sus apósto-
les a poco de tienpo al inperio de Ihesuchristo, así como Daniel lo avía profetizado, esponiendo
a Nabucodonosor la destruic;ión de la grant estatua que avia visto en sueños. Servió aun la grant
paz general del mundo en quanto los santos apóstoles ante e mejor podiesen andar por el mundo
e predicar el santo evangelio, pues que todo el mundo estava en paz e so un señor. Servió aun lo
terc;ero la dicha general señoría al dicho César Augusto para punir e aterrar inumerables males
de muchos reinos del mundo, los quales Dios atormentó e disipó, mediante el dicho Enperador.
Servió lo quarto la dicha general señoría a exerc;itar los escogidos e las sus virtudes, ca ellos,
non queriendo obedec;er a las leis malas e mandamientos e inperiales a ellos fechos, esto es que
todo onbre oviese de adorar los ídolos, por esto sufrieron muchos escogidos sin cuenta martirio
e merec;ieron que los christianos fueron traidos a la fe de lhesuchristo e fuese fecha lgleia e pue-
blo suyo en espec;1al así como de antes la sinoga de los judíos era el dicho pueblo de nuestro Se-
ñor Dios. Servió lo quinto porque en esto enseñó nuestro Señor Dios el su grant poder e saber,
el qua! asl ensalc;a las señorías quando le plaze e las atierra quando quiere e non dexa bien sin
galardón nin mal sin pena, ca, por quanto los romanos, seyendo idólatras ovieron muchas e
grandes virtudes morales, así como prudenc;ia, onestad, fortaleza e mayormente JUStic;ia, por eso
les dio Dios quinientos años general señoría sobre todo el mundo, como lo dize sant Agostín en
el quinto libro De la f ibdad de Dios.
Textos narrativos sobre el nacimiento 575
Lo segundo nota el dicho doctor sobre la dicha istoria cómo Josep, por razón del dicho re-
con~imiento ovo de ir a Bethleen, que era la su r;:ibdad natural, por quanto era la ordenar;:ión
inperial que cada uno recon~iese la dicha señoria en la r;:ibdat donde era natural. Pues aquí
--dizc éste-- piensa primeramente cómo el bendito viejo Joscp era informado por la Gloriosa
que ella avía de parir en Bethleen e cómo su santa preñez non le agraviase poco nin mucho, non
quiso cavalgar continuamente por el camino, aunque levava un asno para en que la Gloriosa ca-
valgase a las vezes, el qual asno les levava su ropa pobrezilla e en esper;:ial levava un fardelejo
pequeño, en el qual estavan los paños gruesos e pobres e linpios que la Gloriosa avía filado en
los nueve meses que estava preñada; e allí llevava otrosí la sayuela chiquilla que era de color de
mora prieta, en la qual non avía costura alguna, e así como el Salvador crer;:ía, así crer;:ía ella con
Él. E otrosí iva en el dicho fardelejo un pedar;:o de paño de lino que la Gloriosa puso sobre la
caber;:a, assí como en aquella tierra ponían a los niños. E levava aí más la fax.a con que el Señor
andava zeñido quando era infante. Levava aun el dicho asno lo que les era menester para su
mantenimiento en el camino, porque aquella tierra era despoblada e muchas vezes non se fallava
en ella lo que era menester para los caminantes.
En esta materia dize así el contenplativo que la Virgen iva adorando e fablando e manifi-
cando en espíritu con aquel santo Fijo que leva va en el vientre. E después enflamado e informa-
do el su santo esposo Josep sobre la dignidad del Señor que ella levava e tractando con Ella de
la manera cómo lo rer;:ebirla e esto es si lo tañerlan a desora con sus manos o si esperarían que le
feziesen los ángeles aquello que pertener;:ia o si lo adorarían primeramente o qué palabras le di-
rlan. E todo esto dize éste que ivan tractando por el camino e de otras muchas cosas pertene-
r;:ientes a aquella materia, fasta que la Gloriosa fue sobre todas estas cosas enformada largamen-
te e Ella enforrnó después a Josep a fazer todas aquellas cosas que a él pertener;:ían de fazer en
todo el pr~eso del parto de la Gloriosa.
E terr;:ero notan algunos contenplativos e santos doctores sobre la dicha istoria que como la
Gloriosa fue Llegada a Bethleen con Josep, fallaron toda la r;:ibdad llena de gente que era ende
venida a fazer el dicho recon~imiento de señorío, por lo qual non podieron fallar ostal nin casa
en que posasen. E como allí en el camino público estoviese un poco de espar;:io cobierto en el
qua! los que se querían apartar de la carrera se recogían para folgar. Por ende, apartáronse alli. E
aliado del dicho espar;:io avía una pequeña cueva cavada, en la quallos que se aparta van ponían
su feno e yervas para sus bestias.
Pues pensar puedes tanta mucbedunbre de gente como era allí venida que en aquel espar;:io
que la Gloriosa estava que otros muchos eso mesmo posavan alli. E como ella estava apartada
en con grant cuidado e diligenc;ia, la gente que la vela preñada e tan gruesa avía piedat della e
dávanle espar;:io de toda parte. E la Gloriosa, porque entendía poner después del parto el Fijo en
la cueva e pesebre, allegóse quanto pudo a él, así que se puso delante. Dize aquí aquel santo e
contenplativo Odillo De c/emenr,:ia: «0, tú, que eres devoto al parto de la Gloriosa, piensa en es-
576 Edición en facsímile, apéndices e índices
te paso en que Aquélla muy onrada donzella que está cansada del camino cómo está toda ver-
gonzosa entre tanta gente, e cómo quedó allí sola apartada de su conpañia». Ca Josep entró por
la t;:ibdat a buscar por las casas de sus parientes o por los mesones dónde podría posar con la
Gloriosa e todos le dixieron de non, por lo qual fue muy malenconioso. E a la fin, después que
vio que non podía fazer más, compró pan e vino e ya que poca de fruta e sin manteles. E tom65e
a la Gloriosa , que avía quedado con el asno que traxieron. E dada yerva al asno en el dicho pe-
sebre, pósose en tierra alll delante toda la gente e con la Gloriosa, que estava asentada a la luo-
bre de otros muchos que allí ¡;:enavan, ¡;:enaron ellos eso mesmo de su pobre ¡;:ena. E la Gloriosa.
entendiendo que el bendito viejo e5tava todo turbado porque non fallava casa donde posasen.
amonestávale que oviese pa¡;:ient;:ia por amor de Dios. E el buen onbre con grant reveren~ia re-
~ibió las sus amonestat;:iones e todo se bolvia a Dios e lo recebia en pa¡;:ient;:ia. E faze, aquí el di-
cho estando, una dul~e esclaroat;:ión, deziendo así: O, ánima mía, para m1entes a aquella sagrada
¡;:ena, en la qual la Reina de gloria está asentada en tierra con tanta humildad; e cómo estiende
un cabo de un manto en tierra, ca non tenían otras tovajas; e el bendito viejo puso ent;:ima pan
solo sin otra cosa cozinada. E bendicha la mesa, la Gloriosa coment;:ó a comer con mucha pru-
dent;:ia e grant honestad. E sepas que estava ayuna, ca sienpre ayunava, mayormente después
que cont;:ibió el Fijo de Dios.
E cómo estavan maravillados los que posavan en aquel apartamiento, como la velan comer
tan cortésmente e con tanta tenperan~ e mesura. Mas mayormente se maravillavan la grant mu-
chedunbre de los santos ángeles que eran al en su guarda e del su sagrado Fijo que en el vientre
trala. Cómo Ella, estando comiendo, alt;:ava la su alta inteligen¡;:ia a Dios todopoderoso, al qual
rogava con todo su esfuert;:o que la ender~e dignamente parir aquel su Fijo eterna( e tractarlo
con soberana reveren¡;:ia e onor. O, cómo era contra la costunbre de la Gloriosa comer nin bever
nin estar entre gente estraña fuera de casa e en logar de camino donde se fazían e dezían disolu-
t;:iones sin cuenta, así como es costunbre en tales casos. Enpero tanta era la virtud e gra¡;:ia que
Dios avía puesto en Ella, que en medio de aquellas gentes Ella guardava tantas santidades como
quando fablava con los santos ángeles dentro en su oratorio en su cámara.
Pues tú, que la piensas estar en tanta pobreza e apretura e mezquindad de logar e ¡;:crea de
tanta gente e tantas vestías estrañas, ave della conpasión e en tu corat;:ón dile así: «0, Reina de
los ángeles, o, Señora, Madre mía e de todo el mundo, ¿cómo estades así sola pobrezilla? ¡Ay,
vida mía! ¿Cómo non fui yo en aquel tienpo, porque te serviera así como mi corat;:ón desea?
¡Jamás de ti non me partiera! O, Señora, sagrada thesorera de gracia, pues esto agora non se
puede fazer, plégavos de me fazer sentir aquel tan grant dult;:or que la vuestra ánima sentía
quando en tienpo del mayor frío del año estávades mal vestida, esperando la ora del parto con
grant gozo, toda deseosa de contenplar con los vuestros santos ojos al Rey de gloria, vuestro Fi-
jo, nacido e que lo adorásedes e ruéscdes a mamar e que lo serv1ésedes con muy grant onra e
conpañia de aquellos tantos santos ángeles que continuamente estavan con vos». Sepas que esta
orat;:ión le es muy plazible e gana della grant gra¡;:ia e te ayudará en tus ne¡;:esidades, segúnt dize
el dicho santo contenplativo.
Lo quarto nota tú lo que deste sagrado parto contenpla así Filiberto en el sermón de la Na-
tividad del Señor, e dize que, allegándose la ora del santo parto, la Gloriosa por t;:inco oras antes
se puso de rodillas en tierra, alt;:ando las manos e los ojos al t;:ielo. E eston~e la su santa ánima
Textos narrativos sobre el nacimiento 577
entró por el abismo de las consola<;iones <;elestiales e vio en spíritu el fructo de su parto, que era
inestimable e se estendia abondosamente a todos los escogidos. E vio que el dicho fructo seria
muy grande en los gentiles e muy pequeño en el pueblo de los judios, ca eran por sus pecados
reprovados por nuestro Señor Dios. De la qual cosa la su santa ánima ovo a desora grant dolor e
conpasión.
Lo segundo nota aquí el dicho Filiberto que, toda la gente reposada e adormida, la gloriosa
fue <;creada enderredor de lunbre muy grande e ex<;elente, la quallunbre non vio otro alguno si-
non Josep e la Gloriosa e los santos ángeles que allí estavan.
Lo ter<;ero dize que eso mesmo fue alli <;ercada luego de ángeles sin cuenta, ca dize que allí
fue presente al ángel que la guardava con todo su millar de ángeles, del qual suso avernos ya fa-
blado en el ter<;ero libro. Otrosí fue alli presente el prin<;ipe mayor de la sinoga general, convie-
ne a saber señor sant Miguel con la su conpañia, la qua! es de grant nonbre.
Lo quarto dize que fueron allí los doze ángeles que fueron prin<;ipes de los doze tribus de
Israel. Lo quinto dize que fue allí el ángel prin<;ipe de Siria, la qua! es tierra ayuntada con la de
los judios. E por esa mesma razón fue alli el ángel prin<;ipe de Arabia e el ángel prin<;ipe de
Egipto e todos con sus conpañias angelicales. E allegávanse e fazían alta reveren<;ia a la Glorio-
sa, adorando a Ihesuchristo, Dios e Onbre, que estava aún en<;en'ado dentro en Ella.
E dizen que todos, non lo entendiendo la otra gente, comen<;aron a cantar con grant dul<;or:
«¡Para mientes, mundo, que agora verná el Deseado de todas las gentes e serás todo lleno de
gloria e de onra!», esto por la presen<;ia de tu Dios e Señor. E después dize que cantavan por or-
den siete antifonas, que fueron inspiradas a la santa lgleia para cantar ante de la Natividad de
Ihesuchristo.
E, así ellos continuando los cantos, quando vino al punto de la media noche, que era noche
de domingo, en muy grant ardor de caridad e conplimiento de toda virtud, sin todo dolor de pe-
na, mas ante con grant levantamiento de espíritu, metida en las alteza e thesoros <;elestiales, e
parando mientes a la obra presente e divinal, con alegria espiritual e corporal que se non podria
pensar, con muy grant loor e ensal<;amiento de la manifi<;en<;ia divinal, la Gloriosa parió el Fijo
de Dios.
La manera del su sagrado parir dize el grant doctor de Liconia en el quinto sermón de la Nati-
vidad que fue ésta. Primeramente, dize que el Fijo de Dios, pasando e saliendo della, enseñó e usó
de la dote de gracia e gloria que se llamava inpasibilidat, ca pasó por ella asi como la lunbre pasa
por el christal. Lo segundo, que Ella, después del parto, quedó entera e linpia e todos tienpos vir-
gen, así después del parto, como antes del parto e en el parto. Lo ter<;ero, como dize sant Jerónimo
contra el judío ereje, como non fuese nin o viese menester partera, por ende dize aquí que los dichos
prín<;ipes angelicales tomaron al Salvador saliendo del pre<;ioso cuerpo de la Virgen, porque non
cayese en tierra. E posiérongelo en las manos, la qua! eston<;e, segúnt dicho es, estava en tierra de
rodillas, teniendo los ojos e las manos al<;adas contra el <;ielo. E así como la Gloriosa tomó aquel
pre<;ioso Fijo en las manos, acatólo firmemente en la cara con muy grant deleite e ovo el mayor go-
zo que de antes jamás avía avido e adorólo así como a verdadero Dios e Criador suyo, deziéndole
así: «Agora, Señor mio, puedo yo dezir e repetir con mayor cora<;6n e esfueryo lo que dixe quando
vos con<;ebí, que la mi ánima vos engrandea e vos adora e glorifica con todo su poder e el mi espí-
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ritu se alegra muy mucho en vos, que sodes la mi salvru;ión e gloria e corona e esperanl(a mía, a la
qua! veo agora presente».
Las quales adora.;:iones e reveren.;:ias fechas, echólo en su falda e lavólo con su leche. E la-
vado e enxugado, diéronle los ángeles los pañezuelos que ella avía traído, segúnt de suso es di-
cho. E con arte espe.;:ial e angelical escalentáronlos un poco, por escalentar al Salvador, que con
el grant fiio que fazía en el mes de deziembre se avía enfriado en el espa.;:io que fuera mirado e
lavado e adorado por aquella gloriosa partera. E eston.;:e la Gloriosa enbolviólo en aquellos pa-
ñezuelos, así como recuenta sant Lucas; e .;iñiólo con una faxa e cubrióle la cabel(a con un pa-
ñezuelo de Lino. E los ángeles posiéronle en el dicho pesebre apar de mucho feno que ende estava.
E la Gloriosa echó alli al Sefior, teniéndole la cara buelta contra Ella. E luego la Gloriosa
fincó las rodillas otra vez e estando así continuamente fasta el día, quando aquella gente se le-
vantava de dormir, estovo adorando al Señor e acatándole de derecho en derecho. E el glorioso
Señor abrió aquellos sus ojos santificados e ftrmá valos en Ella con grant dul<;or, que allí estava
all(ada la su santa ánima en altas consolal(iones l(elestiales, que le pare~tía que ya fuera en paraí-
so e fuera desta vida. E dize aqul Teofilio que, como quier que aquella prel(iosa ánima del Señor
estovo ante en el vientre de la Gloriosa e oviese grandes e altas e espe¡;iales fablas con la santa
ánima de la Gloriosa, enpero en esta grant solepnidad de la su Natividad, .Él estando en el pese-
bre e Ella estando allí delante de rodillas, le fabló e le reveló misterios e secretos divinales, los
quales jamás no le avía fablado nin revelado con lengua corporal, mas fablándose así como de
antes, conviene a saber ánima con ánima, que es tal fablar que non basta el nuestro entendimien-
to en esta presente vida para lo esplicar.
Gregorio sobre sant Lucas, fablando del santo parto de la Gloriosa, pone estas contenpla-
l(iones que se siguen. La primera es sobre el lloro del Señor e dize así: O, alegría e bienaventu-
ranl(a de los santos ángeles, ¿por qué lloras tanto, que tan alto gritaste quando na.;:iste? O, virtud
infinita, ¿qué sentía ir en este mal mundo la vuestra sabiduría? Ciertamente, los grandes males
que aquí son e las ofensas de nuestro general padre, las quales convenía que sufriésedes Vós.
¡0, Señor, bendita sea la vuestra dul.;:e e piadosa venida e bendito seades en el .;:ielo e en el mar
e en todo el abismo, ca por la vuestra santa Natividad lo avedes alegrado e enfermosado e onra-
do e ensall(ado! Pues, nuevo Señor, yo vos dó alvri.;:ias de amores, conviene a saber todo el mi
cora.;:ón vos manifica de toda voluntad, muy alto e liberal Señor; fenchidlo vos de dolor e lloro,
ca esto deseo e esto demando e ésta es la mi vida e la mi soberana riqueza en aqueste mundo,
que yo sienpre me duela e llore las grandes ofensas e injurias e desconOI(imientos que de cora-
1(6n e de boca e de obra he cometido contra Dios, mi Señor e mi Criador.
Léese del Abbad Malachías que él dixo cómo en espíritu avié visto el parto de la gloriosa e
que vio aí quinze prín.;:ipes de ángeles de diversas provin.;:ias, los quales a onra del Salvador fe-
cho onbre e grant solaz de la Gloriosa ministravan allí a Ella e a Josep e le servían muy gozo-
samente en forma de onbres manl(ebos vestidos de blanco muy bellos e muy resplande.;:ientes,
Textos narrativos sobre el nacimiento 579
que mostravan tanta de alegria e fazían al Salvador tan devotos e tan falagueros e tan dul~s so-
lazes e servi~ios, que ninguno non lo podria recontar. En es~ial dize que, estando el Señor en
el pesebre, cada uno dellos con sus conpañias le cantavan de rodillas delante él algunas de sus
ex~len~ias e de cada una cosa así altas e nuevas, que al dicho Abbat que lo ola le p~la que
esta va en Paraíso.
E primeramente cantó sant Miguel la su dignidat e alta ex~elen~ia, cosas altas no explica-
bles. E porque todos aquellos bienaventurados cantos conprehendamos en suma, dize aqueste
santo Abbat que aiH fue contado conseguientemente por los otros de la su generosidat e reve-
ren~ia, de la su rnagestad e divinidat e obedien~ia, de la su etemidat e durable ex~elen~ia, de la
su inmensidat e general presen~ia, de la su piedat e muy grant clemen~ia, de la su igualdat e per-
fecta justi~ia, de la su liberalidat y larga manificen~ia, de La su profundidad e de La su ~ien~ia ,
de la su caridad e cara amistan~a. de la su verdat e pura senten~ia, de la su dignidad e inestima-
ble poten~ia e de la su entegredat e verdadera in~n~ia, de la su humildat e benigna abstinen-
~ia, de la su santidat e presente providen~ia .
Después de todo esto, a gloria e onra del Señor e consola~ión de la Gloriosa e del bendicho
viejo Josep e aplaziente e gozosa enforrna~ión de aquella conpañia angelical, que era allí venida
con los dichos prin~ipes, fue allí cantado por los dichos santos ángeles e recontado cómo aquel
glorioso infante Lhesú era criador del mundo etemal sin comien~o. redentor de los escogidos,
reparador de los ángeles, destruidor de la muerte, el qual ponía paz entre Dios e los onbres e era
dador de gracia e de toda virtud, arca de toda sabiduria e de todos los thesoros de Dios Padre,
abogado de los onbres ~ del su Padre, esposo de las án.imas, nuestro Salvador, gloria e coro-
na de los santos, juez general, rey perdurable, glorificador de toda la ~ibdat gloriosa.
Dize este santo Abbat: <<Si estovieras alll e vieras este tan grant loor e onra a fiesta e aque-
llos angelicales ofi~ios que los santos espíritus le fazían, p~iérate que ya eslavas en paraíso».
Todas estas cosas fechas, adoraron aquel Señor e, faziendo reveren~ia a la su pr~iosa Ma-
dre, aviendo con Él familiar e muy dul~e fabla e tomada su bendi~ión, tomáronse a sus guardas
en las provin~ias donde avfan venido.
Pone aun el dicho doctor lo segundo en este mesmo logar una contenpla~tión , deziendo:
Piensa, christiano, cómo el tu Dios Criador etemal e señor del mundo e toda natura está humi-
llado fasta la conpañia de las bestias, el qual non tiene casa nin cama nín cobertura e está en-
buelto en paños muy pobres e aconpañado solamente de la Madre e de Josep, puesto en logar
pobre. E todo esto para dar a ti enxienplo de humildad e de pobreza e peniten<;ia, ca destos tres
linajes de armas andovo sienpre vestido fasta la muerte.
Pues ¿qué dirá el christiano?, dize éste, e mayormente aquél que estas tres virtudes ha pro-
metido en su religión, en el qual reina presunc;ión e orgullo e apetito e deseo de ser p~iado e
ensal~do e es inpa~iente, que todos desplaze, asl como un diablo, el qual abonda e quiere
ahondar en dineros e ropas e en hedefi~ios e non quiere sofrir mengua de ninguna cosa e vive
delicadamente en su comer e bever e vestir e yazer e dormir e que es obligado a otras muchas
cosas e non guarda la meitad, nin jamás piensa en sus traspasmientos, nin en su mala vida, antes
as! es <;iego fasta la muerte.
Déste te digo, dize éste, que es en vfa de danac;ión; nin podemos por cosa alguna bien pre-
sumir de la su salvac;ión.
580 Edición en facsímile, apéndices e índice
Ayunta aun el dicho doctor la tervera contenpla<;ión a las susodichas, deziendo así: Pensar
devemos aun aquf la alta pureza virginal de la Gloriosa, de la qua! canta la Igleia, deziendo así:
«0, virginidad santa e sin manzilla, ¿cómo te podré yo sufi<;ientemente onrar e servir, ca Tú as
en<;errado en el tu vientre a Aquél que los <;ielos non pueden en~>. Por lo qual dize sant
Agostín que grant dignidat es de la Virgen gloriosa, que el Fijo de Dios sea fecho su fijo e grant
dignidad de lliesuchristo, nuestro Señor, es que Él sea fijo de vrrginidat.
E aquí nota que, segúnt dize sant Jerónimo en el Libro contra el judío non plega a Dios que
aquella tan alta virginidad aya avido menester testimonio de parteras, ca en aquel santo parto
non fue menester nin de fecho ovo í ninguna partera, como diga sant Lucas que la Gloriosa
mesma lo enbolvió e como diga Gregorio, segúnt suso es dicho, que lo lavó con su leche e lo
<;iñió e Ella fue madre e ama e criadera e partera. N in plega a Dios, dize Gregorio, que señora de
tanta pureza e de tanta onestidad e santidad e pruden<;ia como era la Gloriosa sufriese que mu-
ger del mundo la tañiese en las partes vergoñiosas por ninguna cosa del mundo. E comoquier
que el libro que se llama De la infan~ia del Salvador diga lo contrario, enpero el dicho libro es
sin toda auctoridad e contiene muchas falsedades e por tanto la santa lgléia lo tiene por apócrifo,
esto es que non ha auctoridad, segúnt que pare<;e en la distin<;ión XXVI en el Decreto. Nota aquí
sin el dicho libro ay otro libro que se llama eso mesmo De la infan~ia del Salvador, el qua!, se-
gúnt el mesmo dize aquí, lo f¡zo a grant instan<;ia de los obispos, que non nonbra aquf, e en el
dicho libro se contienen muchas cosas muy devotas de la infan<;ia de la Gloriosa e de su Fijo, e
de aquel libro yo he puesto aquf algunas cosas que me han plazido mucho. E este libro se falla
en los monasterios antiguos de los monjes negros; e si lo quisieres fallar, lo has en el su monas·
terio que es dicho de sant Martín, el qua! es en el monte de Amigó.
Capítulo XJ•. Cómo la ánima de aquel santo Josep eslava arrebatada en las cosas
e novedades que veía fazer enderredor del Salvador
Recuéntase de Cayat, por nonbre Uge, muy devoto a la Natividad del Fijo de Dios, que le
fue revelado que el bendito Josep después que fue antes enformado por el Fijo de Dios de la
santidad de la Gloriosa e sabiendo e veyendo a ojo la su ex<;elente vida, por ende todo lo que fa.
zía quería fazer segúnt su consejo. E como la Gloriosa lo oviese antes apervebido de su parte ca
eston<;e avía de re<;ebir grant mudamiento e nuevo gozo e grado de gracia por contenpla<;ión del
su devoto servi~io, quando él vido a la Gloriosa parir con tan grant miraglo e oyó el Fijo llorar
de un lloro nuevo que traía consigo dul<;or de cora~n que penetrava e atravesava todo pensa-
miento e que era mezclado con amor, que bol vía todo el onbre en alto e lo falagava a dev~ión .
<;ierto, aquel santificado lloro lo al<;ó en tan grant sentimiento de dul<;or perdurable que ya era
quasi fuera de sí mesmo. E después, quando vio alll los ángeles en semejan<;a de onbres, sabien·
do en espíritu que ellos eran prín<;ipes de otros muchos ángeles que no veía e vio el servi<;io que
fazian al Señor e a la Gloriosa así devoto e diligente; e después, parando mientes a los cantos e
loores de Dios que dieron al Salvador nuevamente na<;ido, segúnt de suso es dicho, todo el su
espíritu estava arrebatado fuera de sí mesmo. Por lo qua!, fincadas las rodillas e adorando al
bendito Señor alli, segúnt dize éste, le fue dado el espíritu renovado deleitado e fiimado en tan
grant perfe<;ión e tan alta, que le pare<;ía que ya non fuese aquél que era e que non oviese con la
Textos narrativos sobre el nacimiento 581
presente vida, mas fuese todo del otro mundo. E soberanamente de allí adelante todos tienpos
entendió al servicio del Señor e la Gloriosa.
Capítulo XJJ•. Cómo los vezinos, que estavan ~erca de la Gloriosa, ovieron grant
piedat del/a e del su Fijo e de lo que dezían
Sepas que recuenta aquí un grant contenplativo una cosa de grant consolación e dize que el
logar donde parió la Gloriosa era un pequeño espat;:io cubierto, puesto entre dos casas, que podía
ser dicho placeta o longeta, que a todos servía, por quanto era logar cubierto donde posavan al-
gunos que non podían aver logar nin mesón donde copiesen. Los quales, quando entendieron
que la Gloriosa avía parido, ovieron grant piedat della; e, veniendo la ora del yantar, veyéndola
estar allí sola, que dava de mamar al su Fijo. E vino Josep en aquella ora e sobre un cabo del
manto de la Gloriosa, del qual fazian manteles, puso solamente pan conprado e vino azedo e fi-
gos secos e pasas sin otra cosa alguna, como ge lo avía mandado la Gloriosa. E como comiesen
de aquel pobre manjar, los otros que posavan aí, movidos con piedat, fabla van entre si mesmos,
deziendo que grant piedad era de a ver de Aquélla que avía parido aquella noche e non tenia nin-
guna consolación.
Las quales palabras venieron a las orejas de las vezinas que estavan enderredor e todas ve-
nieron allí e alborocáronse terriblemente contra Josep e los onbres mesmos que estavan allí
otrosí, deziéndole:
- Viejo maldito e cruel, ¿non has vergüenca de fazer tanta crueldad, que tienes por muger
a aquesta tan dulce e tan cara señora donzella, que parec;e ángel de Dios e que te ha parido
aquesta noche este Niño tan fermoso, que parec;e que aya un año e non le das ningúnt conforte?
E aunque tovieses por muger una cativa, devieras aver aparejado una gallina; quanto más que
tienes una tan noble e tan dulc;e criatura por muger como es Ésta. ¡0, maldito! Desenpacha e
conpra una gallina, que nosotras la pagaremos con grant gozo. E si non tienes de qué, nosotras
te lo daremos mientra que aquí estovieres.
Estonce dize que dezía la una vezina de aquéllas a la otra:
- ¡Tomad marido viejo e veredes avaricia e celos e rencura cada día! c;iertarnente así lo
ha tomado aquesta bend!ta manc;eba. Agora ploguiese a Dios que nosotras la podiésemos recebir
en nuestras casas e non fuésemos tanto encargadas de huéspedes.
E dize aquí que como Josep se escusase, deziendo que bien le aparejara carne e lo que
oviera menester, mas que Ella non lo queria, dize que estonc;es las vezinas le acometieron más,
deziendo:
- ¡0, onbre sin vcrgüenc;a e maldito! Ello bien lo querrla, mas véete viejo avariento e pe-
rezoso e con poco amor que le has e más quiere sofrir su trabajo que tu regaño nin tus mezquin-
dades. ¡0, malvado! Aunque Ella diga que non lo quiere, ¿dévesla tú obedeyer en tal caso? ¡0,
malo homicida della e de la Criatura! ¿Cómo podrá vevir la Criatura si Ella non come nin ha le-
che? ¿E cómo abrá leche si non come si non pan e pasas e figos secos? Non me diga qué le da-
ras nin cómo la pensarás en tu casa, pues que agora, estando en el camino e ha nuevamente pa-
rido, curas tan poco della. ¡Por mi fe, más valdria que ge la tomásemos e enbiase onbre a su
padre e a su madre, ca estonc;e ella seria bien pensada e la su Criatura vivirla!
Dize éste que estonce él non osava fablar más, nin se podía escusar, antes avía pac;iencia e
dava muchas grac;ias a Dios porque era así denostado e maltraído sin razón e non aviendo culpa.
E dize que estonc;e la Gloriosa lo escusó mucho; e quanto más lo escusava tanto más aquellas
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vezinas lo denostavan. E por conpasión que ovieron de la Gloriosa e por grant af~ión e devo-
c;:ión que avlan de las sus santas palabras dize éste que en un punto le guisaron e aparejaron biaa
de comer e diéronle de yantar asl como es menester a las paridas. E repartlanse por dlas mientra
la Gloriosa estovo en aquellogar. E la Bienaventurada por quitar escándalo de Josep e por quan-
to querla esconder la alta virtud de Dios, que era en ella e en el su Fijo e eso mesmo que vela
que lo que aquellas mugeres le fazlan era limosna que le davan por amor de nuestro Señor e de
su Fijo, comla de aquello que le tralan. E dize que quando la velan comer con tan grant honesti-
dad e prudenc;:ia e temor de Dios. eran todos e todas provocados a grant devoc;:ión e amor delta e
del su Fijuelo. E dize que le dezlan asl:
- Seguramente, fija, vós sodes malcasada. Agora vos ploguiese de quedar con nosotras e
enbiarlamos de aqul al viejo loco e enformarnos lades en la carrera de Dios.
E por non desplazer a Ella, non reprehendieron más a Josep delante della, pero en sus cora-
c;:ones querlanlo mal e dolíanse, aunque lo callavan. Quando le velan comer de la buena yantar
que avian traldo e aparejado para la Gloriosa e dize que dezla la una a la otra:
- O, mal provecho le faga al viejo traidor, ca en verdad mal enpleado es en él. ¡Agora se
desgañase o afogase con ello! ¡Piuguiese a Dios! A lo menos tomarlamos esta muger tan bendita
e aquel su Fijuelo, que parec;:e ángel de Dios, tanto es de ferrnoso. E, sin dubda, si ella quisiese
con nosotras quedar aquJ, nuestro Señor nos farla muchas grac;:ias por los sus meresc;:imientos e
por su santidad.
E dize éste que la Gloriosa se partió del dicho logar e aconpañávanlas las vezinas e le pre-
sentavan e prestavan manteles e tovajas e todas las otras cosas nesc;:esarias; e le prestaran e pre·
sentaran mucho más, si la Gloriosa lo quisiera rec;:ebir. E dize que la Gloriosa les dixo estonc;:e
cómo Josep era santa persona e lo que fazla que lo avia por revelac;:ión e ordenac;:ión de Dios. E,
a la fin, creyéronla e demandaron perdón a Josep de las injurias que le avlan fecho e dicho e él
perdonólas muy largamente e de buena voluntad.
Slguese aqui sepas que la santidad deste Josep fue muy grande, el qual fue escogido por
Dios para ser espec;:ial servidor e criar al su bienaventurado Fijo rnientra vivió. E quando otro
testimonio non oviésemos de la su santidad, si non tanto tienpo como estovo con el Señor e con
la su santa Madre en una mesma casa, esto es muy sufic;:iente razón para que creamos firmemen-
te que él fue onbre de exc;:elente santidad e de grant perfec;:ión. Nin menos nos devemos provocar
a lo amar e a ver grant afecc;:ión e onra e reverenc;:ia quando sabemos que él traxo al Señor expre-
samente e lo crío corporalmente e luengamente e merec;:ió ser tenido comúnmente de la gente
por padre del Salvador. E por quanto sufrió por el Salvador, merec;:ió ser puesto en el paraíso en-
tre los mayores patriarcas, asl como fue en este mundo rec;:ebido e llamado a los sus grandes se-
cretos e de la su gloriosa Madre.
En este mesmo libro del dicho contenplativo fallarás cómo las dichas vezinas preguntavan
a la Gloriosa si avia menester ofic;:io de partera, el qual se acostunbra fazer a las mugeres des-
pués del parto pues que non lo oviera avido en el parto. E dize que la Bendita les dixo que non
lo avla menester, ca la bondat de nuestro Señor avla al proveído, el qua! ha cuidado de los sus
pobres, enpero que ella les dava muchas grac;:ias por la su buena voluntad. E dize que estonc;:e la
una dezla a la otra:
Textos narrativos sobre el nacimiento 583
- Esta man~eba es muy santa e veed qué miraglo ha Dios fecho por ella, que en el su pri-
mero parto non aya avido menester partera. Ciertamente, toda otra muger peligrara, si non
aquésta; mayormente, que ha avido la criatura tan grande e tan fermosa que pare~e que ha un
año.
E dize que se non podían partir della, antes le toma van el Niño contra su voluntad e leva-
vanselo en su rega~o e catávanle firmemente e derecho en la cara suya; e fa! lavan tan grant de-
leyte en lo acatar, que toda su ánima se alegrava, nin se podfan ende fartar. E después dezlan a
la Gloriosa:
- O, Señora, o, qué Infante vos ha Dios dado tan fermoso e tan gra~ioso: p~e que sea
un ángel. ¡Piega a Dios de le fazer buen onbre e plega a Dios, Señora, que aún le veades con
buena muger e fijos e fijas que le fagan provecho a Él e a vos!
E después bolvíanse al Fijuelo e deziale la una:
- ¡0, mi Fijuelo, Dios te faga buen onbre e tan santo como es tu Madre!
E dezlale la otra:
- ¡Dios le de buen seso e le cunpla de todos bienes e le guarde de mala muerte!
E después dize que dezía la otra:
- ¡Señora, Dios vos lo preste, que vos lo ba dado tan dul~ e tan bello!
E dize éste que, quando la Gloriosa ola e vela estas cosas, glorificava a nuestro Senor Dios,
el qua! tan grandes secretos le avía revelado como eran aquéllos que Ella sabia de la Natividad
del su Fijo encarnado. E lo avía escondido a muchos, asi como a aquellas mugeres que estas co-
sas ola fablar. E con todo esto, soplicávale por ellas, por tanta piedad e bondad como mostravan
al su Fijo e a Ella.
Eusebio de c;:esarea en la epístola que enbió a Cleon~;io, monje, fablando del alteza del
avenimiento del Salvador dize así: Para mientes e contenpla en uno en el nuestro Chiquillo na-
c;ido: grant pequeñez e grandeza, grant pobreza e riqueza, grant menospre~;io e grant valor, grant
dolor con grandes deleytes, grant enfermedad con grant vigor, grant desfalle~imiento en natura
con todo poder. E si quieres ver su pequefiez, abre el ojo e verás a Ihesuchristo, el tu Dios, pues-
to en el feno, aconpailado con las bestias, echado en el pesebre, fijo de una noble infanta texede-
ra e fija de pastor. E todo esto es fecho por ti, por tal que, viviendo aqul en tanta miseria, llame a
ti que seas glorioso en su conpafiero en gloria. Pues piensa quánta grac;ia es ésta e quánto bene-
fic;io tuyo; o si lo conoc;ieres, quánto te aprovechará, ca Él es contra ti parte e juez, del qua! es
escripto que sobre todas na~;iones estabiC~;ido juez, el qua! quebrantará la ca~ a muchos,
conviene a saber dándoles dana~;ión perdurable por su grant desconoc;imiento.
Siguese eso mesmo en la dicha contenpla~;ión, si quieres en el Sefior infante contenplar la
su alteza, para mientes cómo, segúnt la profC~;la de Ageo propheta, Él ha movido el ~;ielo e la
tierra en el su grant Avenimiento e alta Natividad; e se ha demostrado deseable e amable e ma-
ravilloso a todas las gentes. Veed que Él primeramente, ensefiando la su escondida e eterna! vir-
tud, averigua los santos prophetas, ca tizo con~ebir e parir a muger virgen e tizo en oriente pa-
re~;er nueva estrella e ftZO venir los tres Reyes a lo adorar en Bethleen e tizo caer en tierra el
grant tenplo dicho de Paz en Roma la noche que na~ió, del qua! les fuera dicho por Apolo, su
grant ídolo, que duraria fasta que la Virgen pariese. E esa noche fiZO morir a muerte supitaila a
584 Edición en facsímile, apéndices e índices
todos los sodomíticos, ca aborrec;ia que él fuese nacido onbre e ata! e tan aborrecible pecado
fuese fallado en el onbre. E dize sant Agostín que este pecado le provocó que jamás non se en-
camase nin se feziese onbre. En esta santa noche fizo quebrantar e caer la estatua de Rómulo,
cabec;a e dios principal de Roma; e eso mesmo lizo de diversas otras estatuas que eran alli e por
todo el mundo derramadas.
Dél avía profetizado Sevilda que quando en Roma naciese una fuente de olio que esto~
nacerla el Salvador; e en la noche desta santa Natividad una fuente de agua se con vertió en olio
e todo aquel santo día corrió fasta el río que llaman Tíberi. Por Él en este día acaesció que tres
soles aparecieron en oriente, los quales después ayuntándose en uno fezieron un cuerpo solar,
por la qua! cosa entendieron los sabios que Aquél era venido al mundo en el qual tres naturas
eran en una persona. E Éste era lhesuchristo, en el qual era la santa divinidad e la santa ánima e
la carne en una persona.
Por el su poder e virtud apareció aquel día un cerco lunbroso enderredor del sol e en medio
del dicho cerco estava una donzella que tenía en los bracos un infante muy ferrnoso. E como el
Enperador Otoviano viese esto e fuese mucho maravillado, díxole Sevila: «Este Infante mayor
es que tú; e adóralo». E así lo f¡zo e oyó una boz que le dixo así: «Ésta es la ara del cielo». E
después a tienpo fue hedificada allí una solepne igleia, que aún oy es, ~cha santa Maria de
Concepeión, la qua! tienen los fraires menores e allí se muestra la imagen de la gloriosa Madre
de Dios la qua! pintó sant Lucas.
Por Él, otrosí, en aquella noche santa un asno e un buey que esta van atados al pesebre del
Salvador, fincaron las rodillas en tierra, faziendo reverencia, segúnt devían al Salvador, así co-
mo era profetizado por lsaías en el primero capítulo.
Capítulo XV. Qué }uieron los santos ángeles quando el Salvador fue nar;ido
Por Él aun e por la su santa ordenación e poder fue asl fecho que los santos ángeles, de los
quales suso avernos fecho mención, antes que del todo se partiesen dél e se tomasen a sus guar-
das e provincias, denunciaron al Salvador nacido a los pastores que guardavan sus ganados, de-
ziendo que ovíesen grant gozo, que estonye era nacido el Salvador del mundo. De la qua! cosa a
ellos denunciada e allogar e tienpo e a las señales cómo lo fallarían dize sant Lucas que ovieron
grant gozo los ángeles e cantaron todos en uno deziendo: «¡Gloria sea a Dios en los cielos e en
las sus altezas e paz a los onbres de buena voluntad!». E dize que los pastores venieron luego a
Bethleen e fallaron al Infante e a su Madre as! como los ángeles avían dicho e adoráronlo con
muy grant reverencia.
Dize otrosí Orosio que estonce el enperador Otoviano, oyendo muchas destas maravillas,
mandó que ninguno non fuese osado de le llamar dios, ca el pueblo de Roma, como él avía tanto
acrecentado en el inperio e guarda e fecha paz en todo el mundo, quisiéronle fazer dios, la qua!
cosa él non pudo sofrir, veyendo que otro poderlo avía mayor que el suyo.
Gregorio Nazanzeno, fablando desta santa Natividad, dize as!: <<Hermanos míos, grant mis-
terio está aquí escondido; que, quando el Salvador nació, de la su Natividad se manifestó a los
pastores humildes e el enperador de Roma se espantó, ca la grant piedra que vio Daniel aquesta
noche enbiada del alto cielo ha ferido la estatua en la más fuerte parte e, tremiendo, ha sentido
esta noche el su grant decaimiento. Hermanos, [hesuchristo es esta piedra, la qual fue enbiada
sin manos e sin obra camal e fue concebido por obra de Esp!ritu Santo; e esta noche pasada ha
derribado a tierra el tenplo de paz en Roma e quebrantado los sus dioses e ídolos e ha espantado
Textos narrativos sobre el nacimiento 585
a Otoviano e ha fecho saber a los pastores pobrezillos que vengan a él, ca el su pr<X<eso fue to-
dos tienpos tal desde el comien'<O del mundo acá, conviene saber que toda sobervia e presun'<ión
e maldad sea por Él abaxada e la humildad ensal~da en esta vida e en la otra».
Síguese aquí eso mesmo al propósito comen~do, para mientes cómo por esta santa Nativi-
dad ha seldo confondida e aterrada e atormentada la sobervia del diablo, segímt que lo dize
Máximo en el su sermón de la Natividad, que dize que el diablo en aquella ora vio a los santos
padres alegrarse en los infiernos e vio el '<Creo grande e respland~iente que ap~ió quando el
Salvador na'<ió e vio señales nuevamente ser fechas en el ~ielo e vio venir muchos ángeles a
Bethleen por fazer grant solaz a la Gloriosa e vio cómo el ángel llamado grant prín'<ipe de las
potestades angelicales echó de Bethleen los demonios la noche que el Salvador na'<ió; e vio es-
tar todo el mundo maravillado en las grandes señales e novedades que eston'<e eran fechas, por
las quales cosas concluyó que el Salvador era ~ido, por el qua! esperava ser confondido e ate-
rrado e echado de su señorio. ¡0, cómo le fueron a él malas estas nuevas e razón de gran! tristeza!
Del santo Abbat se lee que, él contenplando en la solepnidad del Salvador, vio los demo-
nios ~rca de Bethleen ayuntados e tenían grant consejo entre si mesmos e dezlan algunos:
- Grant fiesta se faze en aqueste logar. Dat, ¿qué será?
Dezlan los otros:
- Creo que María de Nazareth ha parido aí e los ángeles son sus grandes conpadres e son
agora aí venidos para la lisonjar.
Dezlan los otros:
- ¿Por qué non nos entremetemos de saber quién e qué tal será el Infante que ha parido?
E respondieron los otros:
- Non puede ser cosa de bien, ca de Nazared nunca jamás salió cosa de bien nin de recab-
do; e los de Nazared todos son medio infieles, porque están quasi a la fin de la tierra de promi-
sión '<erca de los idólatras e el logar es desaventurado '<erca de sí mesmo e la gente falsa e mal-
dita e endiablada e muy grosera e villana, por lo qua! el infante que de allí fuese jamás non sería
de ningúnt recabdo nin onbre de bien, por lo qua! non vos cale de temer de cosa que de Nazared
sea.
Respondieron los otros:
- Non porfiedes vosotros en eso, ca Dios quando se quiere los sabios derriba a tierra e los
enfermos levan.m en alto. E podédeslo veer, ca por un pecado derribó a nosotros, que éramos
ángeles de paralso, e non nos ha querido perdonar. E Adán e sus fijos, que son fijos de la tierra,
jamás non fazen sinon pecar e a éstos quiere dar las sillas que a nosotros ha quitado. Mas desto
se p~ia el que los grandes e poderosos derriba e a los pobres e enfermos levanta en alto. Por lo
qual, non enbargante que Nazared sea logar de poco bien, algúnt bien podría salir de allí e al-
gúnt grant propheta. E comoquier que Maria de Nazared sea nuestra enemiga, enpero todos sa-
bemos que EUa es santa criatura e que abo~e lisonjas e vanas glorias, ca muchas vezes la
avernos tentado e sienpre quedamos della ven~idos e envergon~dos.
E dize aqueste santo Abbad que eston~ fabló el demonio tentador de la Gloriosa e dixo
así:
586 Edición en facsímile, apéndices e índices
- Dios, como sea Señor justo, non acostumbra por sus ángeles de onrar a las personas pe-
cadoras, mas a las que son santas e perfectas; e todos sabemos que en Bethleen non ay ninguDo
santo nin de grant bondat. Pues que Dios aya enbiado tantos ángeles después que Maria está
aquJ, creed, por c;ierto, que por onrar a Ella e a lo que tiene en el vientre son venidos; e por 111
onra e por que trae en su vientre nos han echados de Bethleen. Por lo qual sepades que Ella ha
parido algúnt señalado infante, al qual jamás non nac;ió semejante, segúnt parec;e por la onra que
Dios le ha dado e por las grandes e muchas señales que avernos visto esta noche, la qual onra ba
seido tan grande que jamás non fue fecha semejante a otra criatura, por lo qual me J>lll"l* -dixo
éste- que devemos esquivar mucho de nos llegar a Ella nin a su Fijo, porque non tome sobre
nuestra cabec;a.
Dize aqul este santo que respondió aquel su prlnc;ipe que tenia el consejo:
- Yo creo que Maria es santa criatura e grant enemiga nuestra; su Fijo será santo e faza
nos ha lo peor que podiere, ca dize el proverbio común 'qual la madre, tal el fijo', e por ende
non me plaze del tu consejo. E quando dizes que nos enlodarán e serán sienpre contra nos, niD
por eso devemos nós c;esar, ca con aquesto podrlan fazer Madre e Fijo todo lo que quisieren e
farán sienpre la voluntad de Dios e la farian fazer a todos los otros e, en tanto, nosotros estarla-
mos como sendas bestias, non les contrariando, ca nuestro ofic;io e propósito éste es, que, pues
Dios nos ha dañado, jamás non averá de nos misericordia, que sienpre p"ugnemos contra Él e
contra su voluntad e fagamos todo nuestro poder que ninguno non le sea obediente, mas todo
onbre faga su desplazer e sienpre fagan o digan contra su voluntad.
Slguese en la dicha visión que todo el consejo de los demonios aprovó lo que el dicho ~
pe avia dicho e inpugnaron el consejo del tentador de la Gloriosa En ese punto el dicho prlnc;ipe
enbió su mensajero al Infierno al rey de sobervia, que es Luc;ifer, faziéndole saber todo lo que avla
contec;ido en la Natividad del Señor e lo que avian concluido en el consejo e lo que avla dicho el
demonio tentador de la Gloriosa; e rogáronle mucho que luego proveyese de otro tentador podero-
so a la gloriosa e revocase a aquél que de antes le avia asignado, el qual avla fablado en el consejo
como loco covarde; e eso mesmo que proveyese de otro muy poderoso tentador para el Fijo eston-
c;e nac;ido, ca, segúnt los grandes señales que avia visto, bien lo avia menester, ca sentia que seria
mayor que lohán, fijo de Zacarfas, el qual, estando en el vientre de su madre, usava ya de acabado
seso e alli le fue asignado tentador.
A la qual rnensajerfa Luc;ifer respondió por los puntos que se siguen. El primero fue que
luego vituperosamente el tentador de Maria de Nazared fue revocado por su mal consejo e grant
covardia; e dende adelante non oviese onra entre ellos de prfnc;ipe nin de venc;edor, porque ja-
más nunca la avla podido venc;er en ninguna tentac;ión. Lo segundo que le enbiava a Beelzebub,
prfnc;ipe de los diablos, al qual avia establec;ido por tentador de Maria e avía mandado a él e a
todos los que eran con él de su princ;ipado que sienpre le fuesen as! aquexosos, que non la dexa-
sen reposar sin tentac;iones; e que se repartiesen, que as! como el uno la tentase, los otros tovie-
sen consejo cómo de una manera de tentar le mudasen otra e de otra materia en otra. E que de
presente le proveia de otro demonio que estoviese en la estatua, en la qual estava de antes el di-
cho diablo Beelzebub entre los gentiles.
Lo terc;ero que él avla parado mientes al tienpo del avenimiento del Salvador del mundo e
que era conplido, por lo qual entendia que todas las circustanc;ias entendidas en Él avla oldo del
Textos na"ativos sobre el nacimiento 587
na~imiento del dicho Infante que Éste era el Salvador; e contra Él non podría fazer ningúnt ten-
tador ninguna cosa. Enpero que por desplazer a nuestro Seilor Dios, a quien él tenla por capital
enemigo que él enbiarfa 1un señalado prln~ipe de los mayores del infierno, que a los más tien-
pos lo aquexase por diversas tenta~iones e después que lo feziese perseguir e morir vergon~
samente, prometiendo que él mesmo personalmente saliria del abismo e lo tentarla muy fuerte-
mente e enpacharfa en quanto podiese el fructo de su predica~ión e en la muerte lo inpugnarfa
con todo su esfuer~. E así como lo dixo, asl lo f¡zo, segúnt que diremos de yuso, quando la ma-
teria lo demandare.
Capítulo XYJ/1•. Cómo todo christiano deve ser muy devoto e pensar
en la ex~elen~ia del Niño chiquillo antena~ido
Alcuino en la su omella segunda, fablando desta santa Natividat, nota los seguientes pun-
tos. El primero es que todo christiano deve ser muy devoto en esta santa Natividat, pensando
quién es el Infante ~ido, la qual cosa dize que declaró lsalas en el oc• capítulo, deziendo asl,
puesto el texto con su glosa: El pueblo que andava en teniebras ha visto oy una grant lunbre, ca
el Infante chiquillo nos es n~ido e el Fijo nos ha Dios dado e la su señorla e prin~ipado perdu-
rable le será dado por la humildad de la cruz, la qual puramente levará sobre su onbro quando
irá a la muerte. E será llamado Maravilloso, ca fará infinitos miraglos, e Consejero, porque nue-
vos consejos nos dará que vivamos más altamente que aquéllos que solamente viven en obser-
van~ia de los mandamientos de Dios, ca será Fijo de Dios naturalmente e eternalmente engen-
drado por Dios padre; e Fuerte, ca aterrará el reino del diablo, e quitar le ha toda la captividad
que está en el linbo del infierno; e Padre del Siglo Advenidero, conviene a saber rey del reino de
los escogidos e de todo el paraíso; e Prln~ipe de Paz, e primeramente de paz de con~ien~ia, ca
solamente ha paz en esta vida la con~ien~ia en la quallhesuchristo reina; segundo, será Prln~ipe
de la Paz perdurable, la qual dize sant Pablo que pasa todo entendimiento. Será multiplicado el
su reino e inperio; e esto en tanto que Él nos ha dicho que poderlo le es dado sobre el ~ielo e so-
bre la tierra, como se Ice en el primero capitulo de sant Matheo. E la su paz non averá fm, ca Él
es Rey pa~lfico heredero de paz e de todas las riquezas de Dios padre, las quales poseerá por
sienpre.
Por ende, dize éste que los santos ángeles han anun~iado paz el dla de su Natividad a los
onbres de buena voluntad, esto es a aquéllos que viven en caridat. Por lo qual dize este doc-
tor que el christiano deve aver en grant reveren~ia este santo himno e loor de Dios que los san-
tos ángeles dix.ieron esto~. esto es «Gloria in ~lsis Deo, etc.», que quiere dezir que por aquel
santo Avenimiento e Natividad de Ihesuchristo deviamos todos a Dios glorificar. en quanto nos
eran denun~iadas aquellas tan grandes nuevas, que Dios avla fecho paz a los onbres de buena
voluntad, porque a los tales de alll adelante non los echarla en el infierno, antes después de la
muerte de Aquél que era na~ido los pomla en el reino de la paz perdurable, e esto por amor dél e
de los sus grandes mere~imientos.
E slguese allí en la dicha omella: Guárdate, christiano, que este tan grande gozo e benefi~io
de Dios non lo tomes a gozos locos e disolutos; e los cantos que los ángeles fezieron quando el
Salvador na~ió a ti non los buelvas tú a contra aquella noche santa en que na~ió el Salvador, que
no cantes cantos disolutos e vanos que provocan a riso e burla a aquéllos que los oyen, ca el go-
zo desta santa fiesta se faze porque el Salvador te es na~ido, el qual te entiende salvar si le pre-
sentas g~ de tu cora~ón e le dieres gra~ias porque te ha venido salvar. El qual gozo deves pen-
588 Edición en facsímile, apéndices e índiceJ
sar con grant conpasión e lloro, porque el Salvador, veniente a ti, llorando ha entrado en es11:
mundo, veyendo el grant peligro de tu salva<;ión, si non te ayudas poderosamente.
Deve aun el tu gozo ser mezclado con lloro e conpasión, parando mientes cómo el tu g¡aa.
de e caro Amigo e Señor anoche, ya a<;otado por frio, yaziendo humillado en el pesebre, acoo-
pañado con las bestias e farto de mucha pobreza e de mucha aspereza e de muchos dolores sill
cuento, los quales trata la su ánima, aparejándose ya a la tu reden<;ión.
Pues non te alegres vanamente en esta santa Natividad porque Él non te dé tristeza e dolor
que traspase la tu ánima e quite de ti aquella verdadera paz angelical que nos ha fecho denuo-
<;iar, asl que jamás non la ayamos en esta presente vida nin en la otra. Slguese allí en la dicha
omellla.
3
CELEBRACIONES NAVIDEÑAS EN LA CATEDRAL DE TOLEDO
A) «CEREMONIAL» DE C. 1535.
1
Antes de calenda tacha prefiosa.
2
En el ms.: xxxnarios.
590 Edición en facsímile, apéndices e índiceJ
etc. y proseguir sus bendi~iones 3 de la misma fiesta. A de dezir la primera li~ión un niño de
muy buena boz y la segunda un letor y proseguir los maytines por la orden acostunbrada.
A la quarta le~ión a de salir la Sybila del Sagrario, el pertiguero delante, y luego dos clert.
zones con dos 11''1 hachas y tras eUos otros dos clerizones mayores vestidos de ángeles con SCDo
das espadas desnudas, y tras ellos la Sibila. An de entrar por el coro del Deán y dar la buelta par
el coro hasta la escalera que sube a la tribuna de la Epístola. Y s úbase allá hasta la v1' le~ióa.
Esta sesta l~ión a de leer el ~ediano de Toledo o la más antigua dinidad o canónigo desuco-
ro después dél. Y leyda un poco de la le~ión, diga el ~ano: Die tu. Sibila. Y luego diga la
Sibila lo que a de dez1r, y en tanto que ella dize y los cantores responden, lea el Sr. ~iano
razado hasta que la Sibila acabe. Y acabando la Sibila, lea en boz desde donde está notado en el
li~ionario. Acabado, diga: Tu auten. Y d~iéndase la Sibila y váyase por donde vino a desnudar
al sagrario. 11" 1Hecho esto, al otavo responso venga el diácono que ha de dezir el evangelio ú-
ber generafionis; a de venir del Sagrario, vestido con almática blanca, e a de venir delante dél
el pertigero y dos clerizones vestidos de almáticas y con c;irios. Y sy estuviere presente el perla-
do, a de yr a él a tomar bendición.
Dicho el evangelio, dize el preste Te Deum laudamus y prosigen los órganos y el coro has-
ta el fin.
Acabado Te Deum laudamus, dize el preste: Puer natus est nobis; y responde el coro: Etfi-
Jius datus est nobis. Luego enpi~an los dos ofic;iadores que tienen las capas la misa del Gallo:
Dominus dixit ad me.
En esta misa ay una pro¡ec;ía. Ala de dezir un rac;ionero de los más antiguos del coro del
~obispo con su capa negra , y prosiguese la misa hasta dicho el comenden. 111' 1
Dicho el comenden, enpiec;an los dos cantores que tienen las capas las laudes absolute: No-
tus est nobis, y proc;eden more solito hasta el verso de Laudate Dominum de celis que dize Ul
faciant in eis judicium conscriptum. Acabado este verso, digan los cantores el antifana que en-
pi~a : Pastores, dicite. Y acabada, digan los pastores en la grada más alta del altar mayor: ln-
fantem vidimus. Acabado esto, dizen los que rigen el coro con las capas: Lauda/e Dominum in
santis eius; y acabado, an de tornar a dezir el antlfana: Pastores dicite. Y acabada esta antífana,
dizen los pastores a la puerta del coro del ~obispo: lnfantem vidimus. Luego dizen los canto-
res que tién las capas: Laudate eum in virtutibus eius. E acabado este verso, toman a dezir los
cantores: Pastores dicite. Y acabando, toman a dezir los pastores dentro en el coro: lnfantem Vl·
dimus.
Hecho esto, dizen los dos cantores que tienen las capas: Bien vengades, pastores, etc.; y
responden los 11" 1 pastorc;icos las cosas que vieron. Y baylan y cantan un poco y vanse a des-
nudar.
Acabado esto, dize el coro el a~tlfana: Parvulus filius etc.
Acabada esta antifana, enpiec;a el preste, buelta la cara al pueblo, el diácono a la mano de-
recha y el subdiácono a la siniestra, la antifana de Benedictus [Gloria in exce/sis Deo] y prosiga-
la el coro. E acabada, diga el preste: Benedictus Dominus Deus Israel, y prosiga el coro hasta
acabar el salmo. Y antes que se diga el Gloria Patri, tome otra vez el preste a comencar el antí-
3
Antes de bendifiones tacha maytines.
4
con su capa negra añadido al margen.
s enpiefa escrito sobre diga tachado.
Celebraciones navideñas de la Catedral de Toledo 591
fana y prosiga el coro hasta acabarla. Y acabada, diga el preste: Gloria6 patri et filio; y acábela
el coro. Y acabada, diga el preste: Et in terra pax hominibus y acábela el coro. Y luego tome el
preste otra vez a en~ar el antífana: Gloria in exce/sis Deo etc. Hecho esto, acabe el preste la
misa con: !te, misa est.
Vijilia de la Natividad de nuestro señor lhesú Christo guardar se a el borden que se tiene en
el capitulo, a fojas 1. Lo que ay más será lo que aquí se dirá.
Los qu' estuvieren el la yglesia este dla quando se dixere la calenda ganan yndulgencria ple-
naria, la qua! gracria se concredió a yntercressión de Juan Ruyz de Ribera, canónigo desta santa
yglesia. Dezir la a el canónigo o dignidad que fuere semanero de preste aquella semana. Y si él
no la quisiere dezir, encomendar la ha el deán a otro dignidad o canónigo que tenga buena boz.
Y tendrá cuydado el maestro de cririmonias de acordarlo.
Tañerán prima a las s1ete, como lo an de costunbre. En entretanto que tañen o antes, ten-
r
drán cuidado 1los sacristanes del Sagrario de poner sobre el águila un paño pequefio de ter-
criopelo y sobre todas las gradas una alhonbra que las cubra todas a la larga.
Después de dicha prima, subirá el señor que a de leer la calenda sobre las gradas del águila
en capa de coro. Léese oy antes de la missa de prima a causa de la mucha jente, porque non es-
peren y porque tienen grande apretura; que si esta jente faltase no se leerla hasta después de la
missa de prima, como es costunbre.
En el entretanto que se dize la Capítula y oracrión de prima, acrenderán los clerizones velas
de crera blanca, que da la obra para que tengan los que estovieren presentes, y dárselas an los di-
chos clerizones después de la oracrión. Estarán todos los beneficriados en sus sillas altas y se
pondrán de rodillas. Y dicha la confessión, tañerán los ministriles un poco y luego comencrará el
dicho señor: 11Jube, Domine, benedicere.». Y responderá el capellán que haze el oficrio de menor:
11Dies et actus nostros11, etc. Y proseguirá con la dicha calenda a espacrio y leerá hasta donde di-
ze: «lte sancta Anastasia¡¡ exclusive, que dirá: 11et alibí aliorum sanctorum.», etc. Y baxar se a y
r•..., tañerán otra vez un poco los ministriles. Y subirá el lector y dirá la Prefiosa y luego la mis-
sa de prima.
A la missa mayor ay una profecria, la qual a de dezir un racrionero diácono del choro del
Arcrobispo con titulo en la tribunica. Y conbidar le a el subdiácono quando vaya a dezir la Epís-
tola. Para esto thendrá el socapisco! prevenido al dicho racrionero, porque el subdiácono no ande
de unos en otros, syno que le alle a la subida de la tribunica. Todo se hará como dicho es.
6
Antes de Gloria tacha: et in terra pax hominibus y acabada el coro.
592 Edición en facsímile, apéndices e indica
,,..,,MA YTTNES.
Fuera del orden acostunbrado con que se an de dezir los maytines, esta noche particula·
mente tiene otras cosas espec;iales que se hazen por la grande solemnidad que la fiesta COOSII!IJ
trae. Quatro o 9inco días antes avysará el socapisco( al deán o presidente para que encorrncndl
el ynvytatorio a quatro dignidades o canónigos, dos de cada un choro, por que tengan lugar de
estudiar lo que se a de dezir de memoria, y para que encomiende a un cantor el evangelio «Libtr
generafiOnis».
Tañerán a maytines a las diez. En siendo oras, mandará el socapisco( que hagan señal pan
que dexen de tañer. Y comenyará la antifona, sci/icet «Ave, Regina felorum», y proseguirán ca¡
los maytines, como dicho es, salvo que el himno será de canto de órgano.
Proseguirán con los maytines e a cada una lectión cantarán los cantores un villan9ico de 11
fiesta; salvo a la primera, que la dirá un clerizón mucha parte della, a todas las demás sy. Y te·
ner se a el borden siguiente: qu'aviendo dicho dos o tres cláusulas de cada lectión, comen9arin
los cantores el villanc;ico sentados en las gradas de la silla aryobispal; e en las del águila el que
dize la lectión no cantará más, syno estar se a quedo en el mesmo lugar, leyendo 1 1""1 en ella y
sin bol ver la cabeya a parte alguna. En aviendo dicho el villanc;ico, dirá otras dos o tres cláiJSUo
las de la lectión. Y acabar se a diziendo: «Hec dicit Dominus: convertimini ad me el salvi eri·
lis». El coro responderá: «Deo gralias». Todas estas tres lectiones se acabarán ansy y las que
restan con «Tu aulem, Domine».
Por este borden se leerán todas las lectiones y cantarán los viltanc;icos. Quando dixeren 11
quarta lectión, traerán a la Sibila y entrarán con ella en el choro en esta manera: será un clerizóo
que tenga muy buena boz, vestido de mujer mui ricamente, al qual vestirá el claustrero qu'eSI
su cargo y darle an de la obra por su trabajo un florín .
Entrarán en el choro por la puerta del choro del Deán; delante el pertiguero, luego yrán dos
clerizones de los grandes en sobrepellizes con sendas hachas de c;era ac;endidas; y otros dos ele·
rizones grandes vestidos de ánjeles con sendas espadas desenbaynadas que tengan ricas guarru.
c;iones, la punta bazia arriba; y luego la Sibila y el claustrero detrás. Y a' spac;io yrán por junto a
las sillas baxas y pasarán por entre el fac;istor y las sillas y por entre el vaneo y el águila y por
entre el fac;istor del choro del Arc;obispo y las sillas. Y subirán a la tribunica de la epístola y es·
tar se an quedos hasta 11"''1que sea tienpo de dezirse, que será a la sexta lec;ión.
Comenc;ada la sexta lectión, dirán el viltanc;ico, como en las otras. El qual acabado, dirá el
que dize la lectión otras dos o tres cláusulas, entre las quales dirá: «Verun tomen quit Sibila va·
tifinando etian de ipso clamaverit in medium proferamus». Y dirá luego: «Die tu, Sibile». Y ca·
liará. Entonc;es comenyará la Sibila, puesta en medio de los que representan los ánjeles, y dirá
Celebraciones navideñas de la Catedral de Toledo 593
los versos siguientes. A cabo de cada uno dellos responderán de canto de órgano los cantores es-
te choro:
Entonctes tocarán los ánjeles las espadas una con otra. Y sy oviere mucha jente, subirán con
la Sibila por el andor de las sillas altas por el borden dicho.
7
Al margen se indica: V. 3~
594 Edición en facsímile, apéndices e índice~
Después de la Sibila, din\ el que lee la lectión otras dos o tres cláusulas. Y acabadas, la S,.
bila se baxará y los que con ella subieron se baxarán y saldrán del choro por el borden y por ti
lugar que entraron.
Quando dixeren la otava lectión8 , avisará el socapisco! al que a de cantar el Evangelio, JOo
licet «Líber generationis» para que se vaya a vestir al sagrario y mandará a los dos ctenzo...
que son semaneros que vayan a traer los c;irios y a un lector que trayga el ync;enssario. Y en ti
entre tanto que cantan el nono responso, saldrán los sobredichos, vestidos todos en dalmálica
blancas y el lector en dalmática con el yn<;enssario. Y entrarán en el choro por la puerta del cbo-
ro del Deán, el pertiguero delante. Y si el prelado estoviere presente, demandará el diácono la
bendi<;ión como loan de costumbre. Y subir sean al fa<;istor del evangelio qu'está en las SIÜII
altas. Acabado el responso, si el perlado no estuviere presente, no tomará bendi<;ión, sino abso-
lutamente le comen<;ará y proseguirá con todo el Evanjelio. Súfrese dexar de dezir f""' alj¡~JJQ
nonbres sigún el tienpo o la dispusic;ión de el que dize el Evanjelio.
Dicho el Evangelio, comen<;ará el preste el «Te Deum laudamus». Y baxarse a el diácono y
bol verse a al sagrario por el borden que vinieron. Mas sy alli estoviere el prelado, yrá a darle d
Evanjelio que le bese, como lo a de costumbre.
Después de aver comenc;ado el «Te Deum /audamus», se yrá a vestir el semanero de 11&
missas de prima con el diácono y subdiácono para la missa de el Gallo. Ü>s quales saldrán, cb
pués de vestidos, con homamento blanco y subirán al altar mayor por el portiguillo en el cboro.
Proseguirán con el ((Te Deum laudamus» entre el órgano y los cantores. Y acabado, dirá el~
manero de preste el versico ((Puer natus est nobis. .lt. Filius datus», etc. Y luego el dicho preslt
din\: ((Deus in adjutorium», etc., al qua] responderá el choro. Y el dicho preste se podrá yr a rt-
posar a su casa, si quisiere, syn que pierda cosa alguna, después de aver respondido al KDeus }W
atjutorium».
Ynmediatarnente comenc;ará el of~<;io de la missa del Gallo, en la qual 1".,.1 se tendrá d
borden que en fiestas de seys capas solemnes, salvo que no avrá ofrenda. No avrá más capen~~
de los que ofi<;iaron los maytines. Avrá una profec;la, la qual din\ un ra<;ionero diácono del e~
del Ar<;obispo. Dezir la a en la tribunica. con titulo y con capa de coro y conbidar le a el soca-
pisco!.
Entre tanto que se dicen los «Chiries», después de la profe<;la, cantarán los clerizones y su
maestro con ellos en la tribunica otra profec;ia qu'está puntada a manera de prosa y comie~
(([Audem Dei dicamus». Dirán siete o ocho versos no más y ynmediatamente din\ el subdiácono
la Eplstola en la mesma tribunica.
De aqul proseguirán con la missa sigún dicho es, salvo que la K.AIIeluia» será de canto lla-
no y no avrá ((Teste».
En aviendo dicho la postcomunicanda, comen<;arán los caperos la primera antifona de lau-
des y proseguirán con ellas como es costumbre.
Entre tanto que se dizen, se yrán todos los clerizones, salvo los que syrven a su escuela, y
vestir se an como pastorc;icos. A los quales 11'...1 dará capotes su maestro y subir se an al altar
mayor hasta que sea tienpo. Y alli andarán riendo y saltando de una parte a otra.
1
Al margen: Quando el prelado dixere la nona lectión se dará la bendifiÓn por el
horden siguiente.
Celebraciones navideñas de la Catedral de Toledo 595
El preste y los ministros se sentarán quando dixeren el psalmo, scilicet KLaudate Dominum
de felis»; y aviendo dicho el verso, scilicet KUtfaciam in eys juditium», etc., ~sarán y poner se
an los caperos en el vaneo y comen~ una antlfona, que dize: KPastores, difile, quitnam vi-
distis et anunfiate Cristi nativitatem». La qual se cantará toda en el choro que fuere la semana..
Y yrá allá el capero de aquel coro y los pasto~icos cantarán desde en medio del choro mayor:
Kinfantem vidimus panis involutum et choros angelorum laudantes Sa/vatorem».
Luego dirán en el choro en boz alta el verso, silifel «Laudate Dominum im santis eius»9. Y
otrd vez comencarán los caperos la sobredicha antlphona, silifel «Pastores, difile». Y cantar se
a en el choro donde no es la semana. Y los pasto~icos dirán entre 11' ...1 los dos cboros: KYnfan-
tem vydymus». Y en el choro cantarán el otro verso: «Laudate eum yn virtutibus eius», etc.
Y los caperos comen~ otra vez desde el banco la sobredicha antlphona, ~<Pastores, di-
file», y cantar se a en el choro donde es la semana. Y los pastor~icos desde la puer(ta] del choro
del Af\:obispo y adentro: 1dnjantem vidimus», etc. Y en el choro dirán todos los \'ersos que res-
tan del dicho psalmo con KG/oria Patri». Y bol verán la antlphona, scilicet KParvu/us filius»,
etc.
Entre tanto que se acaba el psalmo, se legarán los pasto~icos ~erca de las gradas del águila
por la parte del choro del ~obispo y los caperos ansy mesmo se llegarán a el.los, y en estando
allí, cantarán los caperos el villam;ico siguiente, a el qual responderá todo el choro:
Y luego los pastorzicos cantarán las coplas siguientes y responderá todo el choro a cada
una dellas «¡Que bien vengades!».
9
Escribe, en realidad, l eyus.
596 Edición en facsímile, apéndices e índice~
En siendo acabadas las coplas, tomarán los caperos por las manos a los dos paston;icos de-
lanteros y traerlos an consigo, siguiéndoles los otros, cantando el cantaJyillo hasta que se po~~
gan en el vaneo y los pasto(\:icos entre el vaneo y las gradas del águila, los quales cantarán y !11
maestro, el claustrero, con eUos un villan~ico de canto de órgano aplicado a la fiesta. Y después
de aver dicho algunas coplas dé!, se saldrán 1''.,.1 cantando por la puerta de el choro del Deán.
Esto hecho, se bolverá el preste hazia el pueblo y entonará la antífona de el «Benedicoo•
por el libro, que le tendrán los ministros, diziendo: «Gloria yn Ufelsis Deo». Y tenerla an en d
choro del Ar\:obispo y cantar la an toda. Y el preste dirá: «Beneditus Dominus Deus Israel» y
tomar le a el hórgano y entre él y los cantores a versos hasta el postrero, que se tomará el p~
a bolver y entonará otra vez la antifona «Gloria yn exfelsis Deo» como la passada. Y cantar la
an en el choro del Deán. Y el preste dirá: «Gloria Patri el Filio» y acabar le a el hórgano; y los
cantores dirán: «Sicul eral». El preste comen~ará desde «El in le"a pax». Y cantar se a lo que
resta en el choro del Ar~obispo. Y otra vez como la primera comen~ la antífona de pri~ipio,
la qua! se cantará en el choro del Deán. Luego dirá el preste: «Dominus vobiscum» y la ora~ióo;
y el diáchono: «Yie, missa esl». Y ansy se acaban maytines y rnissa del Gallo en el altar mayor.
!''""Después de acabada, se podrá yr a reposar, sy quisiere, sin que pierda nada.
Inmediatamente se comen~ará la missa de la Luz, la qual se dirá en el altar del choro por
el preste que fuere semanero de las missas de prima la semana próxima passada. Y thener se a el
borden que en la missa del GaUo, salvo que no avrá prosa de los clerizones (no lo que se fizo en
las laudes; todo lo demás sy, sin que nada falte) .
Tañerán a prima a las seys y media. Dirán prima y te(\:ia y sexta. Guardar se a en todo el
borden dicho.
En la processión a de aver tres s~iones. A la¡rimero, que se haze a la capilla de sant lle-
fonso, será el responsorio a la salida del choro: .R. 1 . El verso dirán quatro dignidades. El versi-
co, que an de dezir los dos clerizones: V 11 . Y la ora~ión: «Confede, quesumus, omnipolens
Deus, nos unigenili tui».
A la sygunda esta~ión, que se haze al Sagrario, será el r'..,
1
responso: «Juslorum anime». El
verso dirán quatro canónygos no dignidades. El versico de los niños será: «Exullenl jusli». La
ora~ión: «Propifiare nobis quesumus, Domine, nobisfamulis Iuis».
10
Deja un espacio en blanco para el responsorio, que no anota.
11
Tampoco anota el versillo y deja un espacio en blanco.
Celebraciones navideñas de la Catedral de Toledo 597
A la tel\)era estac;ión, que se haze delante de la puerta del Perdón, será el responso: «Sancta
et inmacu/ata». El verso será: « Virginibus beatior cumtis». Dezir le an quatro rac;ioneros. El
versico de los niños: «Post partum Virgo». La orac;ión será: «Deus, qui sa/utis eterne».
Para la entrada del choro será la antífona: «0, beata imfan~ia».
Y en todo se guardará el borden que manda en el capítulo VIII y IX, a fojas VIII.
MISS A
A la missa se guardará el horden que manda en el dicho capítulo, a fojas XXXII. Antes qeu
se diga la Epístola, se dirá una profec;ia en la tribuna por un rac;ionero diáchono del coro del Ar-
07
c;obispo 11' ' 1 y con titulo, al qual encomendará el socapisco! para que la diga en comenc;ando los
Chiries. Dezir la a con su capa de choro. Y, acabada, inmediate se dirá la epístola por el subdiá-
cono. La prosa se dirá de canto llano entre el hórgano y el choro. A vrá ofrenda.
La rnissa se acabará, sigúnd dicho es, y nona después de aver dicho «Sanctus». Es costun-
bre dezir villan.,:icos todos Jos dlas desta Pasqua, sigún el maestro de capilla Jo ordenare.
Tañerán a las dos. Avrá quatro capas, las dos primeras serán blancas y tomar las an el so-
capiscol y otro ra.,:ionero del choro que fuere la semana y que sea el más antiguo que pudiere
hallar. Proseguirá sigún lo manda en el dicho capitulo, a fojas treynta y nueve, con las bisperas.
En comenc;ando el quinto psalmo, combydarán los caperos las otras dos capas coloradas a
dos canónigos que non sean dignidades, comen.,:ando de los más 11'0 ' '1 antiguos. Y aviendo a.,:ep-
tado, conbidarán al Alleluia y prosa, como es costumbre, la qual se dirá en la tribunica, i lo de-
más se hará como dicho es. Avrá ministriles como el dia passado al cabo de la Magnifica y no
fabordón. Avrá canto de órgano a la Magnifica.
En comen.,:ando la Magnifica, yrán todos quatro caperos a conbidar capas, y desta manera:
que los caperos canónigos conbides a otros dos, cada uno de su choro, comen.,:ando del que vie-
ne adelante del qu'es menos antiguo; y el ra.,:ionero hará lo mismo; salvo quel socapisco!, por-
que no tiene antigüedad, comenc;ará a combidar desde el racionero menos antiguo del choro
qu'estoviere. En aviendo ac;eptado, se bolverán al vaneo los caperos y los que an aceptado, los
quales se quitarán las capas de choro y esperan a que se diga el verso: «Deposuit potentes de se-
de»; que, en comen.,:ándole, tomarán los que ac;eptaron las capas a los que las tienen de manera
que parezca que hazen alguna resistenc;ia Jos caperos al tiempo que se las quitaren. Y estarán alli
clerizones para poner las capas a los que a la postre las aceptaron. Y los que las thenian tomarán
las suyas de choro y subir se an a sus sillas.
Y proseguirán con las bisperas hasta ser acabadas, como dicho es. Harán conmemoración
de sant Estevan cantada y yrán a soltar las bisperas a la capilla de sant Pedro a un altar de sant
Estevan que alll está, como es costunbre. Y por Benedicamus dirán los señores que dixeron el
verso 11'"''1 del responso: «Verbum Patris hodie», el qua! acabado y respondido tañerán los minis-
triles y luego se bolverán al choro en proc;essión. Y los cantores yrán cantando una antífona, sci-
licet «Ante nativitatis invitemur odie cum /etatur, et concinit ange/orum exseratus», la qua! ten-
drá cuidado de acordar el claustrero. Y acabada, tañerán otra vez los ministriles. Y desta manera
llegarán al choro y dirán completas.
USO DEL LIBRO EN UN MONASTERIO FRANCISCANO
Textos añadidos en las hojas de guarda de una edición del Sac ramental
de Clemente Sánchez de Vercial, Burgos: Fadrique de Basilea, 1516, proce-
dente del Monasterio de Santa María de la Bretonera en Belorado (Burgos).
BNM, R-3020 l. Sobre estas anotaciones y la procedencia femenina del libro,
véase más arriba, lo que señala en el capítulo l.
114
Ihesus, Maria, Franciscus, Clara
Suma de la confradía de los santos Ángeles que hordenaron entre si la madre abadesa y so-
rores de santa Clara del monesterio de nuestra Señora de Bretonera, a gloria de Dios y probecbo
de sus almas.
Primeramente, que afixen en sus corac;ones tres cosas, conbiene a saber: No jurar, no men-
tir, no rnaldezir. Y la que lo contrario hiziere que con dolor de su corac;ón hiera sus pechos y dJ.
ga: Deus propifius esto michi, misera pecalrife.
Item, que cada confrade diga cada día un Pater Noster y una Ave Maria por todos los fieles
christianos bivos y defuntos.
Iten, cada semana dirán una vez la antffona Angeli, arcangeli con el verso Yn conspeclll
angelorum, Responso: Adorabo; y la oración: Deus qui miro ordine in.
Yten, cada mes dirán cada una los psalmos penitenc;iales con su letanla y orac;iones.
lten, cada año, el día de sant Miguel, harán una proc;esión de los ángeles y aquel día cada
una rezc a honor de los nuebe coros de los ángeles nuebe bec;es el Pater Noster con el Ave Ma-
ria. Yten más, el sac;crdote dirá una missa aquel dla o en la otaba de los ángeles.
Yten, que en tiempo de enfermedad todas las confrades visiten a la hermana enferma o en-
fermas; al menos cada día una vez quando pudiere reze el Pater Noster y Ave Maria una vez por
la salud de la que bisitare.
Uso de/libro en un monasterio franciscano 599
Yten, que la que enfermare que dentro de teryero día vaya a la enfermería y que confiesse y
comulgue.
Yten, que por cada hermana desta santa confradía que fales<;iere re<;en las hermanas bivas
un ofi<;io de finados y una corona del Señor y otra de nuestra Señora y otra vez los versos de
sant Gregorio, allende de lo que por la horden fueren obligadas. Y tanbién rezarán la primera es-
ta<;ión que viniere después que supiere la muerte del defunto o defunta, con la qual se saca áni-
ma de purgatorio. Y el sacerdote que fuer cofrade que digan una missa por el ánima de la defun-
ta. Y entre otras que dixere, a de encomendar a Dios a todas las personas de la dicha hermandad
12
así bivas como defuntas y todos doblarán los br(...] .
!ten, ruega toda la congrega<;ión desta ( ... ]hermandad a cada una en particular que con so-
lí<;ito cuidado y con eficaz diligen<;ia ponga por obra todo lo susodicho, a gloria de Dios y bien
de las ánimas de los muertos y de los bibos, tomando por ynter<;esores a los sanctos nuebe coros
de los ángeles.
""' • -:J En un libro antiguo de santa dotrina de la horden de nuestro glorioso padre san
Francisco se halló escrito lo siguiente:
Una vez apare<;ió nuestro Señor a frai Bono y díxole que de tres cosas estaba querelloso de
los fraires; y frai Bono respondió: «Señor, ¿de qué?». El Seí'íor respondió: «La primera, que
heran mucho desconos<;idos ; que, como Él les daba todo lo que abían menester, no le daban
gra<;ias con el cora<;6n puro como debían. La segunda, que se estaban a<;iosos. La ter<;era, que
nunca quedaban de hablar cosas escusadas y escandalosas, mobianse a yra y no se toma van a
recon<;iliam.
Preguntó uno al seráfico dotor sant Buenaventura de qué se confesarla cada día. Respondió
y dixo: «No sé dia en el qua! no te debas confesar del ofi<;io dibino mal dicho y del tiempo mal
espendido y de los mal9s pensamientos y de la poca reberen<;ia a Dios y a los hombres, del ol-
bidamiento de los beneficios de Dios y de las palabras a<;iosas e ynpecibles y de los falsos jui-
<;ios y malas sospechas y de los mobimientos de la saña y de la bana tristeza y bana alegria».
Es de notar que la consolación divinal se alcanca por seis cosas, según dize el Cartujano:
La primera, por el temor de Dios.
La segunda, por debO<;ión de lágrimas.
La ter<;era, por la pa<;ien<;ia en las tribula<;iones.
La quarta, por humildad de cora<;6n.
La quinta, quando se menospre<;ian las cosas del mundo.
La sesta, por contenpla<;ión del reino celestial.
(lv) 111
Las misas de santo Amador:
La primera, de la Annun<;ia<;ión, con siete candelas.
La segunda, de la Natibidad de nuestro Señor lhesuchristo, con vii candelas.
La teryera, de la <;ircun<;isión, con vii candelas.
12
Hay una rasgadura.
600 Edición en facsímile, apéndices e índices
1
' "*-- 1
Este capitulo que aquí se sigue se sacó del librito cuyo título es Cruz de Cris·
to, que toda religiosa debe leer cada día.
Ama a Dios más que a todas las cosas y sobre todas las cosas.
Ten a Dios delante tus ojos en todo tiempo, en todo lugar y en todo negocrio.
Sigue la comunidad, huye de todos, no juzgues a ninguno.
Ama el recogimiento y la ~;el da, de manera que sin nescresidad legitima no salgas della.
No oygas nuebas en ninguna cosa tenporal o negocrio, aunque sea de la religión, te entre-
metas.
Guarda siJen~;io en todo tiempo de tal manera que, si no fueres preguntado, o constreñido
por obediencia o por caridad o por alguna justa nescesidad, no hables.
Quando hablares, de quatro cosas te guardarás: de mentir, de murmurar, de todo propio
loor y de cosas desonestas o que provoquen a risa.
Muestra pa~;ien~;ia en todas las cosas, conbiene a saber: en palabras, en gesto y en obras y
temasla en el corai(Ón, de manera que de ninguna cosa te turbes.
Siendo humil de dentro y de fuera, en palabra y en gesto y en obra, serás humilde, benig-
na 14 y amorosa con todos. Darás obedien~;ia y subje~;ión y reberen~;ia a tus perlados.
Qualquier cosa que hieres o oyeres, júzgala a la mejor parte.
13
En realidad, XVl.
14
Se transforma el género: un desplazamiento.
Uso de/libro en un monasterio franciscano 601
[lv) ~
Un religioso rogó al padre sant Buenaventura que hiziese un tratado y dotrina por regi-
miento del qual todos los días de su bida pudiese loablemente alean~ la bida eterna, al qua!
respondió el santo bienaventurado: «Ü, hijo, si sin mácula en La religión quisieres conservar y
perseverar, estudia con mucha diligenyia de guardar estos seys mandamientos los dlas de tu bida
sin quebrarlos, los quales resyibimos de los santos Padres: el primero es que beles y estés con
abiso ~erca de la ora~ión y sancta leyión y esto pon en esecu~ión de noche y de día y contina la
~ela sobre todas cosas, 'en tal manera que no seas hallado ~ioso fuera della, mas sienpre acaba-
do el ofi~io de la obediencia, sin alguna tardan~a te be a La ~ela, los ojos bajos e ynclinados en
tierra recogidos. El segundo, sey solí~ito ~erca de la guarda del comer y beve y onestidad de to-
dos los ~inco sentidos. Y sobre todas las cosas estudia y esquiba y aparta familiaridad y espe~ia
lidad afeción deshordenada con mancebos e mugeres, mas sei a todos común y aplacible y afa-
ble en manera que alguna no te aparte del modo ya dicho. El tercero, sei muy estudioso sobre La
guarda de la lengua, así que no hables con los otros salvo las cosas nescesaias, conbiene a saber:
lo que pertenece al oficio di vino o edificación del próximo; o si no fueres de alguno otro pre-
guntado, no alabes ni murmures de alguno en presencia nin ausencia, ni cures si los otros hacen
lo contrario. Y si conoscieres la mala lengua, fuye della y con:fúndela. El quano, sei muy abisa-
do que nunca hables lo que a alguno oyste, salvo si fuese cosa que pudiese edificar a ti y a los
otros oydores. El quinto, que siempre se rebuelba en tu coracón la memoria de los beneficios de
Dios, en especial de la tu redención, y esto con hazimiento de gracias y con gran contrición de
tus pecados y deseo de yr a la bida perdurable del paralso y con gran temor de las penas del yo-
fiemo; y ansimesmo habiendo paciencia en las tribulaciones y tentaciones desta vida mezquina.
El sesto, guárdate de enojar a otros por palabras o por coracón, mas júzgate a ti mesmo y repúta-
15
En la primera edición conocida, se lee ayre.
16
Heruor en la primera edición conocida.
602 Edición en facsímile, apéndices e índica
te por menor y más bil y peccador que todos los otros. Nunca esto olbides si quisieres bivir en
paz entre los ñaires y tus hermanos y sosiego de tu spíritu.
117
"' Estas son doze abusiones por las quales son destruydas las religiones, según dize san
Bernardo y Hugo de Santo Bítor, conbiene a saber:
El perlado negligente.
El man,.ebo o,.ioso.
El monje curial.
El hábito curioso.
Nuebas en la claostra.
Disolu,.ión en el coro.
El dis,.ípulo sobervio.
El biejo end~ido.
El religioso abogado.
El manjar delicado.
Contienda en el capitulo.
Poca reberen,.ia ante el altar.
Los grados de la perfecta obedienc;ia, según el mesmo san Bernardo, son siete:
El primero es obede,.er muy de buena voluntad.
El segundo obedec;er sinplemente.
El te~ro obedec;er alegremente.
El quarto obedec;er libremente.
El quinto obedec;er baronilmente.
El sesto obedec;er humillmente.
El sétimo obedec;er asta la muerte.
Los quales quien por ellos se guiare en esta vida a la puerta del paraíso se hallará en la otra;
que así como por la desobedien,.ia de nuestra madre Eva fuimos echados del paralso terenal, así
por la obedienc;ia seremos restituidos al parayso c;elestial.
17
Trátase, en realidad, de la hoja de guardas adherida a la encuadernación.
5
EL OFICIO DE NAVIDAD SEGÚN EL USO FRANCISCANO
A. lnvitatorio.
Verso del invitatorio Christus natus est nobis. Venite, adoremus [CAO, 1055] 19 .
2 Salmo: Venite (Ps 94).
18
Véase Castro 1973, n•. 899, 749-753.
19
Para uno de los modos posibles de ser cantado, véase Young 1933,1,50-51.
604 Edición en facsímile, apéndices e índices
3 Himno Christe, redemptor omnium [CAO, 8277; Dreves & Blume 1909, 11, 13-14]. Trans-
cribo a continuación completo el que, según los breviarios romanos antiguos, se cantaba,
alternando las estrofas entre dos semicoros.
Y sigue el Gloria propio de la Navidad, anejo al himno: Gloria tibi, Domine, qui natus es
de Virgine, cum Patre el sancto Spiritu, in sempiterna srecula. Amen.
B. Primer nocturno.
4 Antífona Dominus dixit ad me: Filius meus es tu; hodie genui te [CAO, 2406).
5 Salmo Quare.fremuerunt [Ps 2].
6 Antífona Tamquam sponsus, Dominus procedens de thalamo suo [CAO, 5101).
7 Salmo Cali enarrant [Ps 18).
8 Anúfona Diffusa est gratia in labiis Iuis, propterea benedixit te Dominus in eternum
[CAO, 2216).
9 Salmo Eructavit cor [Ps 44).
10 Versículo Tamquam sponsus; y su respuesta: Dominus procedens de thalamo suo.
11 Primera lectura, Primo tempore alleviata est terra Zabulon, que procede deIs 9, 1-6. En
Toledo, como hemos visto, esta lectura corria a cargo de un niilo.
12 Responsorio Hodie nobis celorum Rex de Virgine nasci digna tus est [CAO, 6858]:
lt Hodie nobis ca!lorum Rex de Virgine nasci dignatus est,
ut hominem perditum ad regna crelestia revocaret.
Gaudet exercitus angelorum, • quia salus reterna humano generi apparuit.
V Gloria in excelsis Deo, et in terra pax hominibus bonre voluntatis.
• Quia salus ...
Según el breviario franciscano que seguimos, este responsorio se cantaba dos veces: «lte-
rum reincipiatur responsorium»
B. Segundo nocturno.
17 Anúfona Suscepimus Deus misericordiam tuam in medio templi tui [CAO, 5084).
18 Salmo Magnus Dominus [Ps 47].
19 Antlfona Orietur diebus Domini habundantia pacis, el dominabitur [CAO, 4194].
20 Salmo Deus iuditium [Ps 71).
21 Antífona Veritas de /erra orto est, et iustitia de celo prospexit [CAO, 5368).
22 Salmo Benedixisti [Ps 84].
23 Versículo Speciosus forma pra jiliis hominum; y respuesta: Diffusa est gratia in labiis
tuis [CAO, 8203].
24 Cuarta lectura: Salvator noster, dilectissimi, hodie natus est, gaudeamus [Extracto de
León Magno, Ser~no in Nativitate Domini, 1-3 (PL 54, col. 190-193); cf texto en Young
1933, 1, 58; en el breviario franciscano, sin el último párrafo, según el reparto que sigue:]
Salvator noster, dilectissimi, hodie natus est, gaudeamus. Neque enim locum fas est esse
tristitia:, ubi natalis est vita:, qua: consumpto mortalitatis timore, ingerit nobis de promissa
a:temitate la:titiam. Nemo ab huius alacritatis participatione secemitur, una cunctis la:titia:
communis est ratio, quia Dominus noster, peccati monisque destructor, sicut nullum a rea-
tu liberum repperit, ita liberandis omnibus venit. Exultet sanctus, quía propinquat ad pal-
mam. Gaudeat peccator, quia invitatur ad veniam. Anirnetur gentilis, quia uocatur ad ui-
tam.
26 Quinta lectura Dei namquejilius [continuación del texto anterior de san León Magno] :
Dei namque filius, secundum plenitudinem temporis quam divini consilii inscrutabilis alti-
tudo disposuit, reconciliandarn auctori suo naturam generis adsumpsit humani, ut inventor
monis diabolus per ipsam quam vicerat vinceretur. ln quo conflictu pro nobis inito, magno
606 Edición en facsímile, apéndices e índiceJ
et mirabili a:quitatis iure certatum est, dum omnipotens dominus cum srevissimo hosle,
non in sua rnaiestate, sed in nostra humilitate congreditur, obiciens ei eamdem fonnam
eamdem que naturam, mortalitatis quidem nostm: participem, sed peccati totius expertem.
28 Sexta lectura Alienum quippe ab hac nativitate est [continuación de los fiagmentos ante-
riores]:
Alienum qwppe ab hac nativitate est, quod de omnibus legitur: Nemo mundus a sorde, nec
infans cuius unius diei si sit vita eius super terram. Nihil in istam singularem nativitatem de
carnis concupiscentia transiit, nihil de peccati lege manauit. Virgo regia davidica: stirpis
eligitur, qua: sacro gravidanda fetu diuinam humanam que prolem prius conciperet mente
quam corpore. Et ne supemi ignara consilii ad inusitatos paveret effectus, quod in ea ope-
randum eral a spiritu sancto, conloquio discit angelico. Nec damnwñ credit pudoris Dei
Genetrix rnox futura. Cur enim de conceptionis novitate desperet, cui efficientia de altissi-
mi virtute prornittitur? Confinnatur credentis fides etiam praeeuntis adtestatione miraculi,
donatur que Elisabeth inopinata fecunditas , ut qui conceptum dederat sterili, daturus non
dubitaretur et virgini.
C. Tercer nocturno.
30 Antifona lpse invocabit me al/eluia: Pater meus est tu, alleluia [CAD, 3402].
31 Salmo Misericordias Domini [Ps, 88].
32 Antífona Lretentur cczli, et e:xultet terra antefaciem Domini quoniam venit [CAD, 3567].
33 Salmo Cantate [Ps, 95].
34 Antlfona Notumfecit Dominus. al/eluia. salutare sibi, alleluia [CAD. 3964].
35 Salmo Cantare [Ps, 97].
37 Verslculo lpse invocabit me, alleluia; y su respuesta: Pater meus es tu, alleluia [CAO,
8106].
38 Séptima lectura Exit edictum a Cesare [Luc 2, más un fiagmento procedente de una
homilía de san Gregorio, que es el único texto que apuntamos ahora]:
Quia, largiente Domino, Missarwm solemnia ter hodie celebraturi sumus, loqui diu de
Evangelica lectione non possumus; sed nos aliquid vel breviter dicere Redemptoris nostri
Nativitas ipsa compellit. Quid est enim quod nascituro Domino, mundus describitur, nisi
hoc quod aperte monstratur, qui ille apparebat in carne, qui electos suos adscriberet in
Oficio de navidad según un breviario franciscano 607
ztemitate? Quo contra de reprobis per Prophetam dicitur: Deleantur de libro viventium, et
cum justis non scribantur. Qui bene etiam in Bethlehem nascitur: Bethlehem quippe domus
panis interpretatur. lpse namque est qui ait: Ego sum panis vivus qui de ca:lo descendi. Lo-
cus ergo, in quo Dominus nascitur, domus panis antes vocatus est: quia futurum profecto
erat, ut ille ibi per rnateriam carnis appareret, qui electorum mentes interna satietate refice-
ret. Qui non in parentum domo, sed in via nascitur, ut profecto ostenderet, quia per huma-
nitatem suarn, quarn assumpserat, quasi in alieno nascebatur.
En el breviario franciscano que vamos teniendo en cuenta, sigue después otro responsorio
con la nota «Sequens responsorium non dicitur hodie», que es el siguiente: O regem ce/i cui ta-
lio [CAO, IV, 7297], con el V Natus es/ nobis hodie salvator, qui est Christus Dominus in civi-
tate David. • lac. Gloria.
42 Novena lectura In principio erat verbum [Evangelio de Jo, 1; hornilla de san Agustín, el
texto que sigue]:
Ne vi le aliquid putares, quale consuevisti cogitate, cum verba humana soleres audire, audi
quid cogites, Deus eral Verbum. Exeat nunc nescio quis iafidelis Arianus, et dicat, quia
Verbum Dei facturo est. Quomodo potes! fieri ut verbum Dei factum sit, quando Deus per
Verbum fecit omnia? Si et Verbum Dei ipsum factum est, per quod aliud Verbum est? Si
hoc dicis, quia hoc est Verbum Verbi, per quod factum est illud; ipsum dico ego unicum
Filium Dei. Si autem non dicis Verbum Verbi, concede non factum, per quod facta sunt
omnia. Non enim per seipsum fieri potuft, per quod facta sunt omnia. Crede ergo evange-
listz.
608 Edición en facsímile, apéndices e índiceJ
En el brevtario franciscano que seguimos aquí, sigue después la nota: «Post nonam lecti~
nem dicitur Te Deum laudamus. lnterim sacerdos prepa.rat se ad Missam celebrandam. Finito Tt
Deum laudamus, dicitur: Dominus vobiscum».
43 Te Deum, que cierra el oficio de maitines 20.
Oficio de laudes.
20
Véase más arriba, en la edición de los textos de los oficios para las fiestas de santo
Tomás, el texto latino del Te Deum, con su traducción romance de principios del siglo xv
(!,).
6
LECTIO V DEL OFICIO DE MAITINES
Constituye esta lección del oficio de maitines, como más arriba se ha se-
ñalado, el sermón dialogado atribuido a san Agustín o, quizá, de Ambrosio
Autperto, De Annuntiatione, Domínica Ill. En algunos breviarios sólo se ci-
tan los primeros párrafos, en otros más por entero. Aquí se transcribe la ver-
sión completa que se puede encontrar en la Patrología Latina, 39, cols. 2107-
211 O. Nos permitimos sólo algunos cambios de puntuación, al objeto de dar
realce a las diferentes voces.
l. Maria, porta in domo Domini clausa. Castissimurn Maria: virginis uterum, sponsre vir-
ginis clausurn ventris cubiculurn, signaturn pudoris crenaculurn merito plenissirne collaudarem,
si messem meterem quarn non seminarem, de qua sic Apostolus dicit, Qurecumque seminaverit
horno, hrec et mete! (Galat Vl , 8). Verurn est omnino, verurn est hoc omnem hominem metere
quod serninavit: Deus solus potest metere quod non seminavit, sicut ipse Filius Virginis in qua-
darn lectione Evangelii ait, Meto ubi non seminavi, et colligo ubi non sparsi (Luc. XIX, 22). Di-
cat, dicat: solus dicat natus ex Virgine, Filius Maria:, dicat sponsre matri sure, Meto ubi non se-
minavi, el colligo ubi non sparsi. Dicat et Maria:
«Et ego te filium generavi; sed virginitatem mearn non violavi: regnum tenui virginitatis, et
regem genui castitatis: ingredientem et egredientem habui in palatio ventris Filiurn imperatoris,
et de manibus meis non amisi clavem regii pudoris. Porta facta surn creli; janua facta surn Filio
Dei. lila porta facta surn clausa, quarn in visione divina Ezechiel vidit propheta, de qua in me
dicit prophetizans. Vidi portam in domo Domini clausam: et dixit ad me angelus, Porta hrec
quam vides, non aperietur, et horno non transiet per eam; quoniam Dominus solus inlrabit, el
egredietur per eam. et clausa erit in reternum (Ezech. XLIV, 2)».
O mirabilis Prophetre visio; sed mirabilior prophetire adimpletio! Quid est porta in domo
Domini clausa, nisi quod Maria Virgo semper erit intacta? Et quid est, Homo non lransiet
per eam; nisi, Joseph non cognoscet earn? Et quid est, Dominus solus intrabit et egredietur per
eam; nisi, Spiritus sanctus imprregnabit eam, et Angelorurn Dominus nascetur per eam? Et quid
610 Edición en facsímile, apéndices e índices
est, C/ausa erit in retemum, nisi quia erit Maria virgo ante partum, virgo in partu, virgo pos1
partum? Dicat ergo Maria:
«Porta facta sum c~li, janua facta sum Filio Dei: illi facta sum janua clausa, qui pos suam
resurrectionem ingressus est ad discípulos suos per ostia clausa; qui natus de ventre meo, me
matrem dimisit intactam, adimplevit ventrem meum divinitate, et uterum meum non evacuavit
castitate: exivit de ventre meo, giganteo cursu magnificus, et venter meus non est pudore eva-
cuatus, nec in conceptione inventa sum sine pudore, nec in parturitione inventa sum cum do-
lore».
O mira et laudabilis ínter feminas, in qua ab angelo est salutata virginitas, sola imprregnata
nec vitiata, exonerata nec evacuata; quia sic est ab angelo salutata, Ave, inquit, gratia plena.
Dominus tecum! Felix umbilicus castitatis, quem amplexus non tetigit maritalis! Considero con-
ceptum tuum, beata Virgo, et expavesco; intueor partum tuum, et contremisco; adoro Filium
tuum, et revivisco.
2. Angelica sa/utatio. Enarra, obsecro, mihi; quomodo meruisti dici nurus Domini, et spon-
sa Filii Dei? Quod rogo, indica mihi; sed tamen colloquenti tecum ignosce mihi: ignosce, m-
quam, mihi, quod audeam servus, atque utinam vel bonus, et non etiam inutilis et malus servus,
et ideo malus servus, quía non tecum cum tremore loquor ut servus: ignosce ergo mihi, quod
audeam cum sponsa Domini mei confabulari; et tamen indica mihi quomodo potuerit Dei Filius
per te generari. Audite, fratres, audite Mariam nobiscum loquentem; carne absentem et spiritu
pra::sentem; verecundia virginitatis vultum avertentem a collocutore, et indicantem quomodo
irnprregnata sit a Creatore:
«Eram, inquit Maria, in domo mea, puella Judlea, ex semine David regis generala: adulta
facta sum, et desponsata sum conjugi, et placui aheri non interveniente adulterio, sed interce-
dente Spiritu sancto. Desponsata sum homini Judleo, et placui homini Deo: desponsavit me vir
Judleus, et adamavit me Christus Deus. lgnoravit quidem sponsus meus Joseph quod me ada-
masset Deus meus, et putavit quod adulterio irnprregnatus esset ventcr meus. Namquc ignorante
Joseph sponso meo, ven.it ad me quidam magnus Christi paranymphus, non patriarcha primus,
aut propheta egregius; sed Gabriel ille archangelus, facie rutilans, veste coruscans, incessu rru-
rabili, aspectu terribili, visitavit et perturbavit me, salutavit et gravidavit, dixitque mihi: 'Ave,
gratia plena, Dominus tecum. Dominus, inquit, tecum; sed plus quam mccum. Dominus tecum;
sed non sicut mecum. In me enim licet sit Dominus, memetipsum creavit Dominus; per te autem
nasciturus est. Ita est enim, Maria, Dominus tecum, ut sit in corde tuo, sit in utero tuo; adimpleat
mentem tuam, adimpleat ventrem tuum; proceda! fonnosus de utero tuo, tanquam sponsus de
thalamo suo; egrediatur rex ex intimo ventre tuo, tanquam rex de cubículo suo; procedat prin-
ceps ex aula regali; ita ut virginitatem tuam non fac1at violari'».
3. Sequitur de eodem argumento. «Dixi<t>que ei: Quomodo fiet istud, ut utero gravescam
pudico, et immunis sien a marito; quoniam virum penitus non cognosco? Desponsata namque
sum homini justo; si cum illo non convenero, unde erit quod generaba? Sed si potest fieri ut et
concipiam intacta, et generem clausa; indica modum, et paratum invenies animum meum. Om-
nibus enim me modis exopto ego Deo meo; ut et habeam prolem, et non perdam pudorem. Re-
fert angelus Gabnel modum conceptionis, quod in verbo fieret Salvatoris: '0, inquit, Maria vir-
go Dei, sponsa Dei; dilecta Dei, filia Dei, mater Dei, si hunc a me modum requiris, quomodo
virgo concipias, virgo parias, et post partum virgo pennaneas, vel quomodo fiet in te qui fecit
Lectio V del oficio de maitines 611
te; audi me, et ne perturberis in te: Spiritus sanctus superveniet in te, et virtus Altissimi obum-
brabit tibi (Luc. 1, 34, 35). Ita te virtus Altissimi obumbrabit, ut nec a:stum patiaris libidinis, et
mater sis Creatoris'».
4. Joseph turbatur. Nescit interea Joseph Maria: sponsus, quid cum ea egerit angelus. Subi-
to Joseph intuitu familiari et licentia maritali aspicit Mariam conjugem suam: vidit in ea tumes-
centes venas in gutture, et anenuari faciem, postremum vidit eam gressibus gravari; intellexit
Marire uterum gravidari. Turbatur Joseph horno justus, quod Mariam quam de templo Domini
acceperat, et nondum cognoverat, gravidam sentiebat, et quam non meruerat in conjugii honore,
jam haberet in con fusione; secumque diu a:stuans ac disputans, dicit:
«Unde hoc contigit? quid evenit? Non cognovi, non tetigi; si non tetigi, non violavi; si non
violavi, non gravidavi. Heu! heu! quid contigit? quid, putas, evenit? per quem Maria sic cecidit?
quem sibi plus quam me adulantem invenit? ego enim cum licentiam haberem maritalem, ante
thorum nuptiarum puellarem non vexavi pudorem. Timui, multumque pertirnui, quod in illo
Mosaico libro Legis sententiali est verbo pra:fixum: quod qua:cumque virgo patemam domum
f<Maverit adulterio, morienda lapidibus subjacebit: similiter et vir qui pudoris vestimentum patri
non detulerit, coramque testibus replicaverit, pudorisque signaculum non demonstraverit, mo-
riendum et ipsi cum virgine erit. Utrosque ergo libidinarios hac Moyses sententia feriri voluit,
simulque adulteros perire mandavit. Sic namque ait: Auferetis opprobium de domo lsrrel; et om-
nis qui audierit, timebit, et non aget impie (Deut. XXll, 21, 22). Hanc Moysi sententiam pra:ca-
vebam, ipsamque luxuriam in meo corpore refrenabam, maxime quía et David filiam esse, et re-
gali me functum sacerdotio pra:noscebam. Sed quoniam nihil mirum est, nihil novum, nihil
absconsum quod non reveletur, et occultum quod non in publicum veniat, in David regís filia
aliquando recolo historiam. David regem in Bersabee Uria: Cetha:i mulierem audacia extulit re-
galis, nec eum timor terruit maritalis: Mariam David regis filiam cogitatio impulit pueUaris, nec
eam tenuit terror parentalis. Quid ergo faciam? quid agam? Anxior, gemo, doleo, curro, consi-
lium qua:ro, nec plenum invenio. Prodo, aut taceo? Quid faciam penitus nescio. Prodo adulte-
rium, aut laceo propter opprobrium? Si prodidero, adulterium quidem non consentio, sed
na:vum crudelitatis incurro; quia secundum librurn Moysi lapidandam esse cognosco. Si tacue-
ro, malum consentio; et cum adulteris portionem meam pono. Quoniam ergo lacere malum est,
adulterium prodere pejus est; ne per me fiat homicidium, diminam tacite conjugium».
Cogitavit, inquit, Joseph, sicut Evangelium dicit, occulte dimitiere Mariam conjugem suam
(Manh. 1, 19). Cogitavit ut esset alterius, cum jam esset alterius , non mentís refragatione, sed
fidei conceptione.
5. Per Angelum Joseph pacatur. Prophetia! de Maria explicantur. Sed non timeat Mana Da-
vid illius magni regis filia, quoniam sicut in David veniam contulit sermo prophetalis, sic Mariam
liberat angelus Salvatoris. Veni jam, Mater Domini casta, in qua non fuit virilis appetitio, sed Spiri-
tus sancti adimpletio; quarn non violavit Joseph vir Judreus, sed solus impra:gnavit omnipotens
Deus; qua: non es commixta Joseph sponso tuo, nec cognita alicui viro, sed solí omnipotenti Deo.
Invoca, Virgo sancta, Dominum tuum David patrem tuum, non illum David adulterio fuscatum, et
Uria: Cethrei homicidio divulgatum: sed illum dico David forti manu pra:liatum, diu cum diabolo
altercatum. Surgat Deus in adjutorium tuum; minat de ca:lo angelum suum, et v1sitet in somnis
sponsum tuum. Suspendat judicium Moyses suum, ne Joseph vindicet in adulterium tuum. Parat
itaque Joseph animum in tempore, quo Mariam possit occulte diminere.
612 Edición en facsímile, apéndices e índicw
6. Sequitur de eodem argumento. Ecce iterum Virginis ille paranymphus, non horno, a
angelus Gabriel ille conspicuus, creli cursor a:quissimus, medio noctis libramine dicit ad Josqi
in visione:
<<.loseph, inquit, fili David, cur tantum tribularis, quid multum contristaris, cur in so._
cogitando desudas, cur vigilando tristis ambulas, cur de Maria malam tibi ingerís suspici011e11,
cum ipsa tibi generatura sit Salvatorem? Aufer zelotypia: animum; qui nascetur ex ea, ipse 1111
qui impra:gnavit eam. Ideo enim, Joseph, tristis est anima tua, quia qua:cumque legisti in ~
phetia, non intellexisti in Maria. Hinc est omnis tristitia tua, quod sponsarn tuarn nondum co-
gnoveris, et gravidarn sentís, nec a.liud in ea nisi adulterium suspicaris. Joseph, fili David, nabS
ex genere sacerdotali, non solum sacerdotali, verum eliam et regali, fihus Prophetarum, SOCÍIII
Scribarum: ille Deus qui scripsit mirabilia in Lege sua, ipse fecit mirabilia in conjuge tua. Quid
autem sunt Dei mirabilia, nisi qua: hominibus sunt impossibilia? Mirabilia ergo Dei in Lege 1101
legisti? Quod si eliam legisti, quare non intellexisti? lpsa certe, Lex quam quotidie legis, siae
graphio scripta est in tabulis lapideis. Lege el intellige quod panem in eremo terra produxerl,
cujus semen in terra arator nullus induxit. Virga etiam Aaron annis sicca quam plurimis siae
aqua revixit, in templo floruit, nucesque clausa sub tecto produxit. Ergo qui scripsit lapídeas ti-
bulas sine stilo ferreo, ipse gravidavit Mariam Spiritu sancto: el qui prodllXit panem in cremo
sine seminatore, ipse fecundavil Virginem sine corruplione: el qui fecit virgam sine pluvia ger-
minare, ipse fecit filiam David sine semine generare. Postremo, Joseph filius David, filius Pro-
phetarum, non legisti Isaiam eximium Prophetarum quid dixeril, queniadmodum scripseril, Ecct
virgo in utero accipiet, el pariet filium, el vocabitur nomen ejus Emmanuel (lsai. VU, 14)?
Quod ergo legisti in Libris tuis, aspice in Maria oculis tuis: ut digne dicas canticum David patris
tui, Sicut audivimus, ita et vidimus in civitate Domini virtutum, in civitate Dei nostri (Psal.
XL VII, 9). Accipe ergo Mariam conjugem tuam, semper de ea securus, et in nullo sis sollicitus:
quia quod conceptum est in ejus utero, non est de peccalo, sed de Spiritu sancto; et qui nascetur
ex ejus utero, non vocabitur filius Juda:i, sed vocabitur Filius Dei. Ha be ergo, Joseph, cum Ma-
ria conjuge tua communem virginitatem membrorum; quia de virginibus membris Virtus nasci-
tur Angelorum. Sit Maria sponsa Christi camis sua: virginitate servata; sis autem et tu pater
Christi cura castitatis, et honorificentia virginitatis: ut de virginibus membris generetis sreculis
christianis sponsum virginitatis et maritum castitatis, communem singulis virginibus et marita-
tis, in quo nulla sit zelotypia; quía virginitas salutatione impra:gnata est in Maria».
Magnum meritum virginitatis, fralres. Virginitas Maria: angeli salutalione est impra:gnata,
a Joanne de utero est salutata, et generans virginitas Maria: ab Angelis est hodie collaudata, et
lactans virginitas Maria: per stellam de crelo est pra:dicata, et a Magis muneribus honorata.
Gaude itaque, Joseph, nirniumque congaude virginitati Maria:, quia solus meruisti virginale pos-
sidere conjugium: quia per meritum virginitatis ita separatus es a concubitu uxoris, ut paler di-
caris Salvatoris, qui vi vil et regnat in sa:cula sa:culorum. Amen.
7
«DUDAS DE JOSÉ» SEGÚN JUAN LÓPEZ DE SALAMANCA
¡[0], tálamo virginal del Esposo de las castas m<><;uelas, en el qual el Fijo de Dios nuestra
humanidat resc;:ebió por esposa! ¡0, sagrario ,.elestial del templo sagrado, en el qual el soberano
e grand sacerdote salió revest.ido de ropas humanas e vuestra librea! ¡0, palacio e sala imperial,
de la qual el alto señor Rey e Princ;ipe de todas virtudes contra eltirampno e prínc;ipe deste siglo
salió armado e guarnesc;ido de su fuerte arnés de pelea! ¿Cómo contesc;:ió a la vuestra casta vir-
ginidad, como allegó a su casa vuestra tierna honestad? ¿Cómo resc;:ibió a vuestra cansada e fa-
tigada santidat aquel iusto e esposo santo vuestro, aquel casto e limpio marido vuestro, aquel
honesto e virtuoso compañero vuestro? ¿Si vos resc;ibió alegre e gozoso o triste, con c;:eño como
vieio c;:eloso; si plazentero e riyendo o manzillero e riñiendo o rostrituerto e gruniendo?
La compara¡yión e razón segunda: «La mala muger es ladrona e dissipadora de su casa, fur-
ta del marido para dar a su amigo. Ésta noches e dlas trabaia texiendo, filando, taiando, cosien-
do por alcanc;:ar dla e vito.
No es esta propiedat
para me fazer maldat>>.
La ter¡yera conparación e razón: «La mala e carnal muger es glotona e gargantona, embria-
ga e golosa, tragazana e folgazana, es chismera e parlera. Ésta siempre bive en ayuno e absti-
nen¡yia. Sienpre calla, a[ ...)ro fabla. ¿Pues cómo
Quarta razón: «La muger mala siempre está a la puerta e es callegera o corricanera.
fructuosas e meiores,
a las vezes en l~ión,
otras en su oración.
No la veo vagarosa,
ni de manos 09iosa,
mas siempre en sus aferes
sobre todas las mugeres.
¿Quién puede creer tal cosa
que me fuesse alevosa?».
La esposa que dexar quieres es la muger escogida. Sobre todas las tareas fermosas de Aria,
que Dios preparó, criada para el Fijo de tu Señor, ésta es la sobre escogida sobre todas las fem-
bras grat;iosas de tierra de Canaarn, preparada para el Fijo de tu Criador. ¿Por qué te turba?
¿ Por qué te congoxas? ¿Por qué te angustias? Que la esposa tuya no te la dieron para cópula 1111-
ridal, mas para virginal, para que la sirviesses e no que la cono~iesses, para que la guardases e
no que la emprenases. ¿Qué neblina puedes poner a la clarlssima alvorada, ni qué mácula inpo-
ner a tu castíssima desposada, ni qué tacha puedes dezir a la luz de la luna llena ni a la espoa
tuya que nunca subió en cuna agena? ¿Qué puedes tachar al sol e resplandor ni tu culpa a la pre-
ñada del Señor? E si la vees prenada, virgen es e consagrada. Si al vientre sientes e miras, al~
do de lilios e flores está t;ircundado. E si el vientre le vees cret;ido, de su virginidat está ~nido,
de su castidat está guarnido. Fermosa del todo e sin manzilla, virgen por todo maravillosa es la
que quieres dexar, la que quieres apartar, la que dispones embiar con infamia a la su madre.
»Aquel que la tierra honra e la mar predica e adoran los reyes, encerrado está en el vientre
de tu Esposa. Aquel que rige las partidas del mundo en su vientre lo trae clauso tu Esposa.
Aquel a quien el sol e la luna e las estrellas adoran por gracia de Dios omnipotente lo trabe tu
Esposa en el su vientre. Aquel que las plantas e yervas, mares e rios con sus arenas crió, es en
las entrañas de tu Esposa. Aquel se retraxo en las entrañas del vientre virginal de la Esposa tuya
que tiene al mundo sobre la palma suya.
Juan López de Salamanca-«Dudas de José» 619
«[C]omo el esposo oviesse por inpossible que podiesse conc;ebir sin varón, concluyó que
yo le avía errado. E como era varón iusto, no me quiso acusar en juyzio, mas querellóse a mi
señora madre Ana, que me uvo de Joachim, deziéndole cómo era enc;inta e no sabía de quiém>.
CÓMO SANTA ANA VINO MUY LLOROSA A LA VIRGEN SOBRE LA PREÑEZ SUYA
«Muy hornada madre mla, ni de fecho ni desseo ni aun por pensamiento me passó pela'
maldat, mucho menos de fazerla. Nunca tractante me engañó, ni passión me inclinó, ni varón •
fizo fue~ mas esto fue volundat del muy alto Criador e no puedo más decirvos».
E quando esto dezla yo a la mi triste madre, no le podía fablar por las lágrimas fluyentes. E
asl, muy congojoxa, llorava mucho comigo. No pudo más de mí saber e tomó al mi esposo con ai
escura respuesta,
que la prenez que me viera,
de mala parte no era,
mas voluntad del Señor. Por lo qua! el mi esposo comen((ó coger su ropa e ayuntar su fi.
zienda para se yr furtiblemente e dexarme ocultamente.
8
TRANSCRIPCIÓN MUSICAL
por ALEJANDRO Lms IGLESIAS
A. NOTA PRELIMINAR
1
Sobre ese manuscrito véase ahora el estupendo facsímil y los comentarios de Manuel
Pedro Ferreira, Porto 714. Un manuscrito precioso, Porto: Campo das letras, 2001.
622 Edición en facsímile, apéndices e
2
Se puede ver un facslmil de esa hoja en el articulo de Tess Knighton, «Spaces and
Contexts for Listening in 15th-century Casrille: the Case of the Condestable's Palace in
Jaen», Early Music, 25 (1997), 662. De época mucho más reciente son los tres nuevos
ejemplos de temprana notación blanca acompañando textos castellanos, que publica Ángel
Manuel Olmos, «New Polyphonic Fragments from 15th-century Spain: a Preliminary Re-
port», Early Music, 32(2004), 244-251 . Al figurar dos de ellos, por lo que se ve, en las pá-
ginas de guarda de una encuadernación, una aproximación a su datación requeriría un es-
tudio más material de esas cubiertas; en cualquier caso, se trata, en nuestra opinión, de
obras incompletas en los tres casos, la tercera de las cuales, que tiene texto castellano, pa-
rece responder a un estilo de poesla cortesana tardío para nuestros propósitos, y del mismo
modo, a un estilo musical que parece relacionado con la música franco-flamenca de la se-
gunda mitad del xv.
Trascripción musical 623
3
Véase Amold Geering, Die Organa und mehrstimmígen Conductus in den Hand-
schriflen des deutschen Sprachgebietes vom 13. bis 16. Jahrhundert, Berna: Paul Haupt,
1952, 13.
4
Reinhard Strohm, «Neue Quellen zur liturgischen Mehrstimmigkeit des Mittelalters
in ltalien», Rívista Italiana dí Musicología, 1 (1966), 77- 87. En general, sobe este tipo
de repertorios polifónicos, véase ahora Francesco Facchin, ed., Polifonie semplici. .A.tti del
convegno ínternazionale dí studí, .A.rezzo, 28-30 dicembre 2001, Arezzo: Fondazione Gui-
do d'Arezzo & Centro di Studi Guidoniani, 2003.
5
Por primera vez publicados, junto a su facsímil, por John Alexander Fuller Maitland
& William Smyth Rockstro, English Carols of the Fifteenth Century: from a Ms. Rol/ in
the Library ofTriníty Col/ege, Cambridge, Londres: Leadenhall Press, 1891. En general,
para el repertorio inglés de carols del siglo xv, tan cercano a nuestro manuscrito y tan
próximo, también, a las laude italianas con las que tantas concomitancias tienen nuestros
textos, véanse las ediciones de John Stevens dentro de la serie Musíca Brítanníca, el vol.
IV (1952, 2/1958), con una descripción de las cuatro fuentes principales, asl como el vol.
XXXVl (1975).
624 Edición en facsímile, apéndices e índict1
6
Véase al respecto Blake Wilson, «Song Collections in Early Renaissance Florence:
the 'Cantasi come' Tradition and its Manuscript Sources», Recercare, lO (1998), 69-104.
Trascripción musical 625
amplias, siempre vamos a poder encontrar algún tipo de vínculo entre el verso o ver-
sos finales de coplas realizados con la misma música que los versos iniciales del es-
tribillo; a diferencia de esto -digo-- nuestro cancionero tiene, para los dos primeros
versos de la mudanza, una misma música que se repite, al igual que la generalidad de
los demás cancioneros. Pero el aspecto diferencial está en que el tercer verso de la
mudanza. que en los demás cancioneros coincide, como decíamos, con la música que
se había aplicado al primer verso del refrán, aquí es una música totalmente nueva,
que no coincide ni con la que se ha aplicado a los dos primeros versos de la mudanza
ni a la de los versos del refrán. Y ello es así en una estructura zejelesca tan clara co-
mo la de Bien seas venido, pero también en una estructura más compleja, con un diá-
logo intercalado, la de Nuevas nuevas, en donde el tercer pie doble es una música en-
teramente nueva, un par de frases diversas a su vez entre sí, una para cada uno de los
versos de ese pie.
El único vinculo que encontramos de una estructura musical similar está en dos
obras del Cancionero Musical de Palacio: los números 243 Aquella buena mujer,
con música de Triana, y 399 Mi esperanza, vos sois digna, con música de autor anó-
nimo. La manera de copiar la primera de ellas en las dos fuentes que nos la conser-
van, Palacio y Cancionero de la Colombina, nos deja ciertas dudas sobre que poda-
mos estar ante una estructura concordante en todo con el tipo de realización del zéjel
que vemos en nuestro cancionero. Sin embargo, la estructura de Mi esperanza, vos
sois digna si que concuerda completamente con la particularidad del tercer verso de
la mudanza que hemos descrito. Y obsérvese, además, que es una canción mariana,
cuya estructura, qu~ haya llegado hasta Palacio como el último rescoldo de un
primitivo tipo formal al que se ajustarían las primeras chanzonetas romances de las
que ahora contamos con dos testimonios.
Musicalmente, es también del mayor interés lo que ocurre con el verso de vuelta
de Bien sea venido, que es la única de las dos obras que tiene un auténtico verso de
vuelta precediendo a la nueva aparición del estribillo. Ese verso de vuelta no es una
repetición literal, exacta, de la frases musical del segundo verso del refrán, sino que
es una versión ornamentada del mismo, tan breve como un par de compases, pero con
un enorme valor testimonial.
El orden que se ha seguido a la hora de confeccionar el manuscrito de las tres pági-
nas que contienen este par de obras del que venimos tratando es, en primer lugar, la no-
tación musical; a la hora de copiar ésta, no se tuvo en cuenta el espacio que iban a ocu-
par las dos capitulares de las dos primeras páginas ni la de la tercera página, que son los
siguientes elementos en ser copiados; por último, se aplica el texto que corre por debajo
de la música, teniendo para él en cuenta, ya si, el espacio de esas capitulares.
Es importante este orden de copia porque ello explica y justifica la principal du-
da que plantea la transcripción de estas músicas. En Bien sea venido, junto a la clave,
hay un símbolo, en el cuarto espacio del pentagrama que, tanto puede ser una breve
626 Edición en facsímile, apéndices e índica
como un símbolo de compás, y ninguna de las dos soluciones parece tener un sentido
musical coherente. En nuestra opinión, es una breve que vendria precedida por otn,
sobre la nota la, que ha quedado escondida bajo el ornamento de la capitular. El ~
pista olvidó borrar esa breve que ha quedado suelta, que sería la correspondiente a la
segunda nota de la melodla que se queria copiar y luego se reorganizó teniendo ya
presente la capitular. Además, si esa breve fuese funcional, el verso habría de teorr
una silaba más o la música una ligadura más añadida a la que aparece cuatro 110111
más adelante. Y no creemos que se trate de un símbolo de compás, simbolo que a1
cualquier caso estaria ausente de la primera de las composiciones, de Nuevas nuewu,
por cuanto la acentuación del texto pide un compás binario para Bien sea venido, y
no temario, como ese simbolo que nosotros hemos interpretado como breve pareciera
indicar.
No aparece en el manuscrito ningún signo de repetición ni ningún simbolo de si-
lencio, lo que resulta muy relevante en el caso de Nuevas nuevas. La repetición que
nosotros hemos indicado está implícita, sin símbolo expreso, al aparecer dos línea
textuales sobre una misma música. Esa repetición afecta a la sección dialogada de la
canción que, sin símbolos de repetición ni silencio, hace que sea necesario leer unas
cuantas veces el texto para entender su orden y sentido coherentes. Nada que se pue-
da captar de un solo vistazo y cuya coherencia de realización parece lógico que se es-
taba apoyando en el esquema conocido de una tradición conventual que se venía repi-
tiendo año tras año y que contaba con la complicidad de las dos cantoras que ~ el
proceso de aprendizaje o en la puesta en práctica, según decidamos-- tenían que es-
tar cantando muy cerca fisicamente, leyendo del mismo libro, un libro de tamaño
manual que sólo una podía sujetar, por cuanto la disposición de la pieza polifónica en
el manuscrito coloca la voz aguda en la página par y la grave en la impar.
Por lo demás, en nuestra transcripción presentamos los valores originales en la
parte superior del pentagrama, sobre todo interesante por la presencia de las barras de
división, que parecen tener un sentido de pausa evidente. En ambos casos, como
apuntábamos, la elección de compás ha sido nuestra, basada en el sentido rítmico del
texto. El resultado de nuestra transcripción, una vez fijado el compás y establecido el
valor de reducción de la notación del original, no debía ofrecer mayor problema de
resolución; sin embargo, ha sido necesario plantear un ajuste muy interesante desde
un punto de vista paleográfico, como es el de una particular aplicación de la nonna
de la alteratio en Nuevas nuevas.
Se trata de una modificación rítmica que es necesario aplicar en determinados
contextos por la que, ante dos notas de igual valor, la segundaba de ser interpretada
con su valor doblado. El primer punto susceptible de aplicación de la a/teratio son las
dos notas del compás 1, en un contexto, además, asirniliable a uno de los recogidos
por todos los teóricos que se refieren al asunto, como es el de dos notas iguales que
van seguidas por una de valor inmediatamente superior. La segunda presencia rele-
Trascripción musical 627
vante de la a/teratio la encontramos en el compás 8, donde la primera voz tiene una
ligadura en la que la segunda nota ha de ser doblada en su valor, caso que los teóricos
sólo exponen cuando la ligadura o sus dos semibreves equivalentes están situadas en-
tre dos breves blancos, como, por ejemplo, señalaba Domingo Marcos Durán en la
Súmula (c. 1502), capítulo ix: «Si entre dos breves blancos están dos semibreves sin
tener puntillo en medio, porque altera el segundo semibreve». En el caso que nos
ocupa, en esa primero voz, la ligadura de dos semibreves está situada no entre dos
breves, sino entre semibreve y breve, caso por tanto diverso al citado, pero que por
evidente encaje de la segunda voz, implica que ese segundo semibreve de la ligadura
ha de ser doblado en una acepción no contemplada desde el punto de vista teórico 7 •
La propia inestabilidad de esta notación podria, en buena medida, estar justifica-
da por su arcaísmo, de manera que podriamos estar asistiendo a un estado primitivo
de fijación del nuevo estilo de notación mensural blanca que requeriría, también, un
nuevo hábito visual de lectura. Pero, al tiempo, no podemos por menos de expresar
una cierta sensación general de incoherencia en la propia notación que no parece tan-
to motivada por su arcaísmo, como por ser el reflejo de algo que, por una parte, se ha
ido sucesivamente transmitiendo de manera oral, pero que además tampoco encon-
traba, ni quizás necesitaba, una mano con excesiva profesionalidad en la copia de
música. Y es que, como arriba decíamos, una lectura basada solamente en el código
musical no permite una correcta sucesión del orden prefijado por el texto literario si
previamente no se conoce de memoria la estructura prefijada de la obra. Nos referi-
mos, en concreto, a la ya comentada ausencia absoluta de símbolos de silencio, que
resulta principalmente notable en el pasaje dialogado entre las dos voces de Nuevas
nuevas.
Sin salir de este mismo aspecto de la oralidad, es posible detectar algún testimo-
nio más en el cuerpo de este cancionerillo. El más significativo nos parece todo lo
concerniente al compás 8 de Bien sea venido. El manuscrito escribe dos semirninimas
para una frase en la que, tal y como puede verse en nuestra transcripción, lo más
apropiado para esa rítmica sería la solución de una mínima. Sin embargo, esa misma
propuesta rítmica del manuscrito si que es peñectamente válida para el verso 13 («En
el pesebre do estaba»).
Por todo lo que venirnos diciendo, es dificil a partir de las características musica-
les del manuscrito la adjudicación de una fecha, y tanto más dificil cuanto que es un
manuscrito aislado, mínimo y perteneciente a una comunidad cerrada, en la que los
usos musicales bien podían no estar exactamente al dia de las últimas innovaciones.
lativa, de Domingo Marcos Durán, puede consultarse en facsímil (Madrid: Joyas Biblio-
gráficas, 1976). Más recientemente, el texto del tratado se ha incluido como apéndice de la
edición de Lux bella publicada por Maria José Vega et al., Cáceres: Institución Cultural El
Brocense, 1998.
628 Edición en facsímile, apéndices e índi
Pero con todo y con eso, no podemos por menos de llamar la atención con un úl ·
argumento que tiene que ver con la práctica de escritura. con el uso de lectura y,
consecuencia, con la circulación de materiales semejantes conteniendo textos
llanos puestos en música. Ese aspecto es la ausencia de repeticiones musicales ~
frases melódicamente iguales, como la de los compases 7-11 y 12-16 de Bien SeD
nido, algo que en los cancioneros musicales se resuelve con soltura por medio de •
simple signo de repetición; por otra parte, la repetición de frases musicales, en dondl
lo que se utiliza no es una mera repetición, sino un material melódico sólo semej.._
como los compases 1-4 y 16-19 de la obra citada; o repeticiones de una misma
que son merecedoras de reescritura. por cuanto el material melódico es el mismo
una ornamentación sencilla, en el caso de los compases 5-6 y 20-21 de esta mi•
obra, En fin todo esto quizá constituyan indicios a la hora de establecer para m~
manuscrito una fecha temprana, con notación blanca, por lo que no parece que debio
era ser anterior a 1450, pero en la que el sistema de escritura estructural de estas falo
mas estróficas no era. todavía, práctica corriente.
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Trascripción musical 629
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630 Edición en facsímile, apéndices e índices
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Trascripción musical 631
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íNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS ANÓNIMAS
Aragón, Juan de, arzobispo de Zaragoza Baños Vallejo, Fernando 66n, 85n, 290n,
414n 635
Aragüés Aldaz, José 85n, 634 Baraut, Cebria 70n, 635
Arcediano de Toro 148 Barbachano, Pedro 175
Arcelus Ulibarrena, Juana Mary 68n, 69n, Barbadillo de la Fuente, María Teresa
634 136n,636
Arenal, Electa 448n, 634 BARCELONA 456
AREzzo 322, 323n BARKJNG 117
Ars prredicandi aragonensis 160- 161 Barríentos, Lope de 45n
Arti1es, Jenaro 316n, 329n, 487n , 634 Bartolomé de Pisa 84n
Asenjo Barbieri, Francisco 622 Bartolomé de Trento 81
Asensio, Eugenio 122n, 291-292n, 293- Bascuñana, Diego de, 89, 90
297,299n,304,307,310n,355n,371, BASILEA 301
502n,634 Bartlett, Anne Clark 636, 651
Asensio, Juan Carlos 150n, 163n, 635 Bataillon, Maree) 354~, 355n, 636
Askins, Arthur L. F. 430n, 635, 660 Baumstark, Anton 19n, 636
Astey V., Luis471n, 635 Bautista Pérez, Francisco 325n
ASTUDlLLO 28, 44. Véase también SAN- Bayerrí Bertomeu, Enrique 188n, 636
TA CLARA DE AsTUDlLLO Beatriz de Silva, santa 88
Aubailly, Jean-C1aude 383n, 635 Beceiro Pita, Isabel 54n, 76n, 636
Aubrun, Charles V. 317n, 635 Belcarí, Feo 361
Auto de la huida a Egipto 21, 43, 87, 121, Bell, David N. 7 In, 117, 118n, 636
123, 185, 454, 503 Bell, Susan Croag 636
Auto de los Reyes Magos 147 BELORAD040
A valle Arce, Juan Bautista SOn, 264n, Beltrán, Rafael 270n, 643
635,640 Beltrán, Vicente 210n, 266n, 278n, 290n,
Avicena 272n 291n,305n,3 18n,364n,636
Ávn.A 54, 103, 115, 308. Véase también Bembo, Illuminata 74
SAN BERNARDO Benabu, Isaac 469n
AviÑÓN 68n Benedicto XI 357
Ayala, Magdalena de 448 Beneficiado de Úbeda 66
Azáceta, José M". 272n, 32ln, 635 Benito de Nursia, santo 37, 52, 69
Benito Goerlich, Daniel100n, 648
Backman, Eugene L. 298n, 302, 635 Beny, Ana 175
Badia, Lola 278n, 635 Berceo, Gonzalo de, véase Gonzalo
Baeza, Gonzalo de, 80 de ...
Bal y Gay, Jesús 267n, 655 Berger, Samuel 107n, 128n, 636
Balbi, Juan de 303 Berger, Teresa 17n, 442n, 636
Banfi, Luigi 282n, 318n, 323n, 356n, Berna), Pedro, 94
359n,368n,370n,371n,372n,665 Bernardino de Aquila, fray 39n
lndice onomástico y de obras anónimas 669
Bemardino de Bustis, véase Bustis Buenaventura, santo 82, 89, 114, 115,
Bernardo de Claraval, santo 65, 67, 82, 381-383, 637
84, 123, 194, 252 Burger, Edward K. 69, 637
Bernardo de Gordonio 272n BURGOS 49, 51 , 71,412-413,418,430
Bemdt, Ema 354n Burgos, Pablo de, véase Santa Maria
Bersuire, Pierre 252n, 636 Burriel, Andrés Marcos 59n
Berthaut, Fran~ois de, señor de Fréau- Busby, Keith 333n, 643
ville 386 Bustis, Bemardino de 330
Bertoni, Giulio 368n, 636 Busto, Miguel de, véase Miguel de ...
BESANQON 299 Bynum, Caroline W. 110n, 637
Bestul, Thomas H. 299n, 65 1
BEZARES 52 Cadafaz de Matos, Manuel 90n, 637
Bibolet, Jean-Ciaude 442n, 466n, 467n, CALABAZANOS 22. Véase también SAN-
477n,637 TA CLARA DE CALABAZANOS
Bjorkvall, Gunilla 390n, 480n, 637 Calderón Calderón, Manuel 306n, 363n,
Blanco, Emilio 264n, 635 638
Blecua, Alberto 311, 333n, 637 Calleja González, M". Valentina 44n
Blecua, José Manuel 260n, 633 CAMBRAI393
Blume, Clemens 180n, 254n, 26ln, 275n, Campo, Alonso del414, 428, 455
276n, 283n, 422n, 439n, 497n, 530n, Canales, Sancho de, véase Sancho de ...
637 Cancioneiro de Ajuda 291
Boccaccio, Giovanni 324-325 Cancionero de Baena 148, 192, 203, 288,
BOLONlA 451 , 481-482 310,332,335,339
Bonifacio V, papa 72 Cancionero de Egerton (LB3) 123-125
Bonifacio Vlii, papa 191, 357 Cancionero de Herberay des Essarts
Bonilla y San Martín, Adolfo 458n, 460n, 277,3 17
637 Cancionero de Juan Fernández de lxar
BOURGES393 272n
Bourlet, Catherine o Katon 275, 302, Cancionero de nuestra Señora 255, 257,
450, 474 286n,309n
BRAGA 391-392,401,406,407 Cancionero de Palacio 259, 273n, 291,
Breviarium secundum consuetudinem 292,317,340
ordinis sancti Dominici 529n Cancionero de Upsa/a, véase Villancicos
Brey Mariño, Maria 395n, 591, 660 de diversos autores
Brigida de Suecia, santa 70 Cancionero espiritual309, 330, 343
Briquet, Charles M . 173n, 637 Cancionero general 50, 315
Brown, Virginia 209n, 637 Cancionero musical de Astudillo 11 , 20-
BRUSELAS 133 22, 25, 26, 28, 63, 82, 9 1, 171-351 ,
Bruzelius, Caroline A. 442n, 637 436-446, 469, 471, 492n, 498, 503,
Buc, Philippe 18n, 637 506
670 Edición en facsímile, apéndices e índica
Romeu Figueras, José 215n, 251 n, 252n, SAN JERÓNIMO DE V ALPARAÍSO, monas-
26In, 266, 270n, 29ln, 292, 293n, terio de (Córdoba) 358-361, 373
318n, 334n, 340n, 343n, 434-435, SAN JuAN DE LAS ABADESAS (Gerona)
500n,660 388
Roncaglia, Aurelio 266n SAN MARciAL, abadía de (Limoges)
Rotzetter, A. 373n, 660 393,417
RuÁN 297, 301, 387,392,404,444 SAN M!LLÁN DE LA CoooLLA, abadía de
Rubio Vela, Joaquín 67n, 660 64, 112, 146
Rubió y Lluch, Antonio 139n, 661 San Pedro, Diego de 455, 487
Ruf, Paul 113n, 661 San Víctor, véase Adán de ..., Hugo de ...
Rufina, santa 66 Sánchez, Pedro 40 1
Ruiz, Juan, arcipreste de Hita 217, 259, Sánchez de Astorga, Sancha 45n
287, 305, 311-312, 327, 339, 340, Sánchez de Ayala, Antón 268, 328-329,
341, 353, 363-369 423-430, 475n
Ruiz, Toribio 405, 452 Sánchez de Balbás, María 45n
Ruiz Alcoholado, Pedro 395, 396, 591 Sánchez de Burgos, Juana 45
Ruiz Cabello, Miguel 265n, 661 Sánchez de Vercial, Clemente 87, · 122,
Ruiz García, Elisa 80n, 90n, 94n, 103n, 598
137n, 173n,200n,661 Sánchez Fuertes, Cayetano 48n, 661
Rumo, Crescencio 361 Sánchez Herrero, José 369,661
Sánchez Pérez, María 325n, 640
Sabatelli, Giacomo V. 355n, 661 Sánchez Romeralo, Antonio 290n, 661
Sacra religionis, bula 41, 46n Sanchis Sivera, José 301 n, 661
Sahlin, Margit 163n, 300n, 661 Sancho de Canales, fray 47
SAINT GALLE, abadla de 146 SANen SPIRITUS, convento de (Sala-
Saja, Luis de, véase Luis de ... manca) 56, 92-101, 103, 106, 11 8,
SALAMANCA, 449. Véase también SANTA 141
CLARA SANTA CLARA, monasterio de (Córdoba)
Salazar, fray Lope de 39, 191- 192, 193n, 75, 191,207
194,361 SANTA CLARA, monasterio de (Cubas)
Salinas, fray Lope de, véase Lope de ... 481
Salvador Miguel, Nicasio 278n, 661 SANTA CLARA, monasterio de (Salaman-
SAN BERNAJU)(), monasterio de (Ávila) 7ln ca) 449
SAN CLEMENTE DE PENHAS, monasterio SANTA CATALINA DE NVREMBERG, mo-
de (Portugal) 79n nasterio de 53, 109, 117, 118, 119,
SAN CLEMENTE, monasterio de (Toledo) 121, 132
56, 59-76, 89, 91, 106, 113, 117, SANTA CLARA DE AoUILAR DE CAMPOO,
141,198,455 monasterio de 40, 47, 193
SAN DAMIÁN, monasterio de (Asís) 73, SANTA CLARA DE AsruoiLLO, monaste-
190-191 rio de 44-45, 47-49, 87, 141 , 351,
682 Edición en facsímile, apéndices e índices
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
PRIMERA PARTE
LECTURA Y LITURGIA
SEGUNDA PARTE
TERCERA PARTE
CuARTA PARTE
Esta obra ha sido editada con ayuda de la Dirección General del Libro, Ar-
chivos y Bibliotecas del Ministerio de Cultura.