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Tempore Belli

Este himno fue compuesto para ser cantado al despedir a un ejército que sale de campaña y durante la campaña. Pide protección divina para los líderes y el pueblo, y que guíe al ejército con seguridad. También pide fuerza para el ejército para derrotar a los enemigos bárbaros, así como que destruya las huestes y armas enemigas. Recuerda cómo Dios protegió a su pueblo en el pasado, como a Moisés y a David.
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Tempore Belli

Este himno fue compuesto para ser cantado al despedir a un ejército que sale de campaña y durante la campaña. Pide protección divina para los líderes y el pueblo, y que guíe al ejército con seguridad. También pide fuerza para el ejército para derrotar a los enemigos bárbaros, así como que destruya las huestes y armas enemigas. Recuerda cómo Dios protegió a su pueblo en el pasado, como a Moisés y a David.
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Los visigodos. Historia y civilización. ANTIGÜEDAD Y CRB'nANISMO (Mnrela) ! 1 , 1986.

NOTICIAS HISTÓRICAS EN DOS HIMNOS

M.C. Díaz y Díaz


Universidad de Santiago.

Entre los tesoros literarios que nos ha legado la época visigótica figura acaso
como el más valioso la colección de himnos litúrgicos, compuestos por autores
diferentes en épocas distintas, que, a pesar de las investigaciones de algunos
estudiosos, no ha retenido todavía en la forma debida la atención de los filólo-
gos. Y con mayor razón ha sido ignorada por los historiadores que habrían po-
dido recoger en ella preciada cosecha tanto en lo que hace a mentalidades e in-
tereses sociopolíticos como en datos históricos de mayor o menor trascenden-
cia.
En esta colección, que como tal figura organizada sólo en unos pocos ma-
nuscritos litúrgicos(i) se han agrupado más de doscientos poemas, debidos a
autores de los primeros tiempos cristianos, o sus escuelas (además de himnos
ambrosianos e hilarianos, Prudencio fue aprovechado de forma sistemática en
la antigua liturgia hispánica'J)) y otros, que constituyen una masa notable co-
mo obras de distinto carácter y condición, elaboradas exprofeso o adaptadas
de unas u otras fuentes para celebrar festividades del ciclo temporal y sobre
todo del santoral, muchos de los cuales provienen del propio siglo VII después
que a los himnos les abrió las puertas de la liturgia el concilio IV de ToiedoíS).
Esta multiphcidad de piezas y autorías es, sin duda, una de las razones de las
n o pocas dificultades que plantea el estudio de tales composiciones, a menudo
de una excelente calidad literaria dentro de los cánones, gustos y técnicas del
tiempo. Porque existen razones que la sostienen, nadie puede ya mostrarse asom-
brado de la atribución, por ejemplo, de! himno en honor de San Millán a Brau-
lio de Zaragoza o del de San Hipólito a Eugenio de Toledo.Otras atribuciones,
en cambio, no pueden hacerse a autores concretos teniendo que contentarnos
con adscribirlos a una escuela o ambiente: tal sería el caso del himno de Santa
Justa y Rufina que se debe probablemente ya que no al propio Isidoro de Sevi-
lla, en todo caso sí a algún clérigo de su escuela; o el del himno de Santa Eula-
lia de Barcelona, compuesto ciertamente en esta ciudad hacia la segunda mitad
del siglo V i l , acaso, pero sólo acaso, obra del obispo Quirico. Aun prescin-
diendo de la dificultad de establecer una autoría, se encuentran problemas in-
cluso para fijar de modo aproximado la data de composición. A este respecto

443
es de recordar aquí que puede darse por sentado que la mayor parte de los li-
bros litúrgicos hispánicos alcanzaron su forma estable en el último cuarto de
siglo Vil, probablemente por obra, y desde luego bajo la vigilancia, de Julián
de Toledo<4) lo que no impidió que se continuaran produciendo en todos ellos
enriquecimientos tanto de oficios como de himnos y pasiones a lo largo de los
siglos V111 al X. Pues bien, y por lo que toca a los himnos, en tanto que se
han hecho esfuerzos notables para estudiar críticamente ciertas piezas de indu-
dable época mozárabe<5) o asturiana»), y a pesar de intentos como el de Malosro
nos faltan análisis serios de la producción himnográfica de épocaí») visigótica.
La falta de atención filológica al himnario litúrgico hispánico se deja tam-
bién ver en la carencia de estudios sobre los manuscritos especiales que contie-
nen estas piezas poéticas. En este sentido, sé que muchos han mostrado su ex-
trañeza por las conclusiones que se derivan del hecho de que el manuscrito que
conserva la más importante colección himnológica, el códice Madrid Bibl. Nac.
10.001, del siglo X. comúnmente denominada colección toledana por la prove-
niencia de este manuscrito, tenga a mi modo de ver un origen en la región leo-
nesa oriental, probablemente al Sur del Duero, en un medio fuertemente mo-
zárabe, en que fue escrito por un copista con ciertos hábitos toledanos o sure-
ños. De esta manera quedaba excluido el punto de vista tradicional que lo con-
sideraba sin más originario de Toledora. Se ha de plantear así bajo nuevas
perspectivas su propia estructura y, por descontado, su relación interna con el
excelente manuscrito silense editado íntegro por Giison que ahora para en Lon-
dresno), y que representa muy bien a fines del siglo XI lo que eran estos códi-
ces litúrgicos.
Tales estudios tienen sumo interés para comprender en nuestro caso la di-
fusión particular de cada himno y para ayudar indirectamente a afianzar la cro-
nología que para cada pieza pueda establecerse.Pues uno de los problemas que
más han envenenado y siguen adulterando las consideraciones sobre el origen,
época y autoría de los distintos himnos litúrgicos es, precisamente, el de su pre-
sencia en la tradición manuscrita. Encontrar piezas litúrgicas de cualquier clase
en manuscritos originarios de Híspanla ha llevado a tener por evidente, o a acep-
tar como seguro, el origen español de las mismas; por el contrario, las piezas
trasmitidas sólo en manuscritos ultrapirenaicos provocan sombras de duda, a
menudo injustificadas, sobre el origen hispano de las fórmulas correspondien-
tes. En realidad de verdad, la cuestión de la difusión está íntimamente conecta-
da con el vario papel desempeñado por la Pem'nsula, especialmente en el siglo
VII, y su repercusión exterior. No debe, desde luego, atribuirse a este hecho
una importancia mayor que la que tiene. No podría ni puede prescindirse en
buena crítica del origen hispano de un texto, si tal origen es verosímil o está
comprobado por razones o indicios convincentes, por el hecho de que haya cir-
culado de preferencia Fuera de la Península o nos sea conocido exclusivamente'
por testimonios ultrapirenaicos, entre otras razones porque no es de descartar
una expansión antigua a partir de la Narbonense, región integrante del reino
visigodo.
Dos himnos, de los llamados de communi, en la singular distribución que
les dio Blume, y que no se corresponde del todo con la forma real de los códi-
ces, me han llamado la atención. Algunos de sus aspectos me han animado a
presentarlos en esta ocasión como ilustración de las posibilidades, en este caso
históricas y Uterarias, que pueden aún deducirse del himnario, cuando se estu-
die con el debido rigor crítico. Se trata de dos himnos de ambiente militar: u n o ,
elaborado para ser cantado en la ceremonia de despedida de un ejército que
sale a campaña (de profectione exercitus) y mientras dura ésta; otro, escrito
después de una cruenta guerra, como petición al cielo de paz para los espíritus
y para la sociedad (de tempore belli). Antes de empezar los comentarios que
bos textos me sugieren, querría recordar que el primero se nos trasmite sola-
mente por el llamado Himnario de Toledo de que antes hice mención; el segun-
do, en cambio, no se trasmite en ningún manuscrito hispano, sino solamente
en un manuscrito Vaticano de origen centroeuropeo. Es posible, con todo, que
este segundo himno haya figurado en unos folios perdidos del Silense de Lon-
dres, como puede deducirse de una serie de detalles en que no quiero entrar ahora.
Este es el primero de los himnos que me propongo comentar, en nueva
ediciónni):

Ymnus de profectione exercitus qui usque in reiiersioiie diceiidus


diebus leíaniaruní

O nerum regimen, Christe, fidelium,


qui uita, uia es ac pia ueritas,
lustrans conspicuo lumine crédulos,
obscurans quoque pérfidos.
5 Tu es unigeria alma redemtio,
tu uerus genitor nosque clientuli:
tantis (dum) lacriinis pectora tundimus,
intende pie supplices.
Rectores, humiles quesumus, patrie
10 cum cunctis sibimet plebibus creditis
recto itinere, inclite, ducito,
dans pacis bona omnibus,
Moysi qui famulo ad precem intuens.
ponti purpurea equora diuidens,
15 traducís cuneos Israheliticos
siccato maris alueo,
et qui ad nicilum principis illius
Faraonis opus calle potissimo
calcando rediens impium ilico
20 mergis lini fa superfluens,
eiiis quique pius questibus annuens,
frendens praeualide mox truculentior
diuinis Amalee plectitur hictibus
consumtis suis omnibus:
25 dux esto placid us his tuis seruulis,
uirtus angelica illis adereat,
custos inuigilet his tua gloria,
qui es sum ma benignitas.

445
Ut tanqiiam uituli, plebs tua commeans
30 ex grege fi dei ausibus liberis
gentes barbáricas cornibus uentilet
ac pianta terat inpios.
Hostiles acies telaque bellica,
que frustra minitat turba S a t e l l i t um
35 in necem populi tendere acrius,
euerte, Deus, funditus,
cuius presidio inclitus belliger
Dauid opilio mente tirannidem
Gol i am subigens saxseo ini pet u
40 laetus muñere redditur,
post hunc qui etiam tempore postero
ludain miinificum efficis prelio,
Clemens saluifica castra fidclium
depellens cito tedium.
45 Nostrorum gem i tus aspice principum
uulgi funerea murmura contuens
et insto iugulo deseca émulos,
tu regum pater omnium.
Non nostris noceat pugio finibus,
50 set firmes animo principes incliti
in cunctis uigeant robore gratie
facti un dique compotes.
Defende populum ni n di ce dextera,
quem sacro preti o sanguinis emtus es,
55 ac nero labacri gurgitc abluens
toth sacra tibi milites.
Victricern tribue, Christe, de hostibus
palmain christicolis celitus regibus
ex totis uiribus te redamantibus
60 noto, uita et actibus.
Nunc cepta peragant gressibus prosperis,
cum pace redeant sedibus propriis
pactumque recinant hymnum in aetheris
huiusce tibi uocibus.
65 Sit trino Domino gloria unico,
regnum perpetuum, aucta perennitas,
qui semper farnulis comta corona es,
regnans seculis omnibusd?).

Este himno in profectione exercitus presenta la estructin-a usual en himnos


deprecatorios, A una invocación extensa, dirigida a Cristo, en que figuran los
temas de Juan 14,6, el recuerdo de su papel redentor y una peculiar versión
de los temas de Fifesios 1, 7 y Colosenses 3, sigue una primera oración en que
se ruega por los rectores patriae. Viene a continuación una exposición de ante-
cedentes de la intervención divina en favor de los reyes y los pueblos que les
están encomendados, para entrar en la verdadera oración a Dios ahora, que
se articula en tres puntos: los dos primeros recogen los deseos de los reyes y
del pueblo respectivamente antes del combate, en tanto que el tercero solicita
para todos los beneficios de la victoria, y como secuela de ésta, de la paz. Ten-
dríamos el siguiente esquema:
Invocación a Cristo (1-40)
Oración previa a la campaña (9-12)
Ejemplos bíblicos de protección bélica (13-24)
Oración por el éxito de la campaña (25-36)
Ejemplo: David rey victorioso (37-40)
Oración circunstanciada (41-64)
Protección al ejército regio y a los reyes (41-48)
Protección al pueblo no combatiente (49-56)
Petición de victoria concreta y permanente (57-64)
Doxología (65-68)
Es precisamente la mención de reyes (9 rectorespatriae, 45 nostrorumprin-
cipum, 50principes incliti, 58 christicolis regibus) la que me interesa ahora. En
medio de fórmulas y adjetivaciones que se encuentran a menudo en textos de
toda clase, litúrgicos, canónicos o históricos, aplicados a los reyes visigodos pos-
teriores a Recaredoíu), destaca el hecho de que en las tres ocasiones en que se
les recuerda, aparece el plural al hablar de los reyesd"). P a r a explicar este plu-
ral ni cabe pensar en una licencia poética, impropia, ni puede imaginarse un
uso complexivo del plural que aluda a la propia institución monárquica en los
reyes sucesivos: se trata de una patente alusión a un período de corregencia.
L o extraño de esta situación política en la monarquía visigótica ha dado lugar
a esta curiosa insistencia, por lo demás justificable. En dos ocasiones principa-
les se dio esta situación: la bien conocida de Chindasvinto y su hijo Recesvindo
entre 649 y 653, corregencia acreditada, entre otras fuentes, por la inscripción
de Acci editada por Hübnerds), por otro epígrafe publicado por Vivescfi), y por
monedas de Toledo, Sevilla y Méridaí"), así como por una pizarra recientemen-
te publicadaiisi; la segunda corregencia, la de Egica y su hijo Viti/.a, tuvo lu-
gar en torno al año 700(i9). Trataremos a continuación de justificar por qué nos
decidimos por una de las dos situaciones, que aunque no muy alejadas, supo-
nen un cambio importante en la verdadera situación.
Si se trata como pienso del correinado de Chindasvinto y Recesvinto, ca-
bría que encontráramos en el poema, además de la mención de la corregencia,
una doble alusión a la sublevación de Froya y a la violenta y extensa ocupación
por parte de los vascones de una buena zona de la región del Ebro hasta llegar
al asedio de Zaragozai:»'. Precisamente podría pensarse como tema y ocasión
del himno en la dura expedición que para dominarlos tuvo lugar en el verano
de 653. A propósito de esta sublevación es posible que se aluda a ella en 45
(iusto iugulo deseca émulos), porque la presencia del sustantivo aemulus se ex-
plica en el caso de un usurpador o traidonzo. Los vascones, que tradicional-
mente eran considerados enemigos natos del reino visigodo, y de los que se su-
brayaba comúnmente la " f e r o c i d a d " ( 2 2 ) , pueden estar aludidos en 31-32 (gen-
tes barbáricas cornibus uentilet / acplanta terat inpios). A una invasión, resul-
tado probable de tal levantamiento, se alude sin ningún género de dudas en 49

447
(non nostris noceat pugio finibus) recalcado por 53-56, en que se desarrolla una
especie de derecho a la victoria de los cristianos corno redimidos por la sangre
de Cristo y regenerados por el bautismo frente a sus enemigos(2').
Si se dudara de la conveniencia de fijarse en este momento histórico, n o
tendríamos más solución que volver nuestra mirada a la segunda de las corre-
gencias recordadas arriba. Y no es menester justificar por qué algunas de las
particulares tensiones sociales y políticas que se rastrean en el poema no pue-
den ser explicadas si se supone que los dos príncipes mencionados en él son Egica
y Vitiza, toda vez que en torno al 700 no cabría hablar, simultáneamente con
el hecho insólito del correinado, de sucesos políticos interiores de tanta rele-
vancia como los que parece reflejar el himno que estudiamosiz-t). Teniendo en
cuenta, pues, los indicios positivos antes aducidos, y los aparentemente negati-
vos que se extraen del estudio de la época de Egica-Vitiza, creo poder afirmar
que este himno ha sido compuesto en una ocasión muy especial, la de la cam-
paña contra Froya en los últimos tiempos de Chindasvinto, cuando éste ya ha-
bía asociado al trono a su hijo Recesvinto, en el verano de 653.
No me atrevo, en cambio a atribuir el poema a Eugenio de Toledo que
parece haber compuesto su carmen 36 como acción de gracias y muestra de su
tranquilidad después de haber sido liquidada la sublevación de Froyaf^s). Aún
prescindiendo de esta atribución, hay que afirmar que ha sido escrito por un
entendido, con bastante destreza para realizar una elaboración poética de cier-
ta calidad. Cabría imaginar que hubiera sido Zaragoza el punto de redacción
a juzgar por la tensión con que se suplica que no alcance su tierra el ataque
enemigo; pero no parecería normal cantar allí la salida de los reyes a campaña.
Razones comprensibles me impiden, por otra parte, analizar en esta ocasión
detalles de su elocución que probarían a la vez la calidad literaria del himno
y su, según entiendo, indudable, atribución al siglo VIL
Pero es hora de que pasemos al segundo himno, cuyo texto es el siguien-
tep-«):
Tempore belli
Tristes nunc populi, Christe redemptor,
pacem suppliciter cerne rogantes,
threnos et gemitus, cerne dolorem,
mestis auxilium desuper adfer.
5 Dire namque fremens en furor atrox
gentis finitime arua minatur
seue barbarico murmure nostra
uastari, perimens ut lupus agnos.
Defensor quis erit, ni plus ipse
10 succurras miserans, auctor Olympi,
h u m a n o generi crimina parcas,
adfectos uenia dones amare?
A b r a m presidio pertulit olim
reges quinqué tuo, conditor eui,
15 haud multis pueris nempe parentem
prostratis reducens hostibus atris.
Moyses gelidi equora ponti
confidens populum torrida carpens
deduxit, refluens undaque hostem
20 extemplo rapiens occulit omnem;
tereentisque uiris Amalecitas
deiecit Gedeon iussus adire,
oppressum populum gente feroci
liberauit ope frétas opima.
25 Hec tu, cunctipotens, omnia solus,
in cuius manibus sut uniuersa,
in te nostra salus, gloria in te,
occidis iterum uiuificasque.
Maior quippe tua gratia, lesu,
30 quam sit flagitii copia nostri,
contritos nec enim mestaque corda,
clemens uel liumiles s per nere nosti.
Salua ergo tua morte redemptos,
salua suppliciter pacta pctentcs,
35 disrumpe frameas, spicula frange,
co II fringe clipeos bella uolentum;
i am celum gemitus scandât amarus,
i ani nubes penetre! uox lacrimarum
uatum, contritio plebis anhela;
40 saluator placidus, iam miserere.
Semis bella serit barbarus horreiis,
frendens bella furor semper aceruat
ac respergit ouans cede recenti
multa strage super Ictus anhelans.
45 Terrei continuo feruida bello
gens effrena, suis uasta cateruis
findens innumeris equora ponti,
perturbai rigidis aruaque telis.
Vert it terga suis hostibus, ecce,
50 diris ipsa cohors chrislicolarum
ac per prona tremens iniiia perqué
turpi pulsa fug il fessa paiiore.
Gens impune ferox mi lia ucxat
et crude lacerans milia truncal;
55 limphis loia sacris corpora fedis
passim nuda iacent tradita coruis.
Edes inde sacras, templa dicata,
aras atque Deo sanctificatas,
exsultans ualido cuneta triumpho
60 inuadit spolians predo superbus.

Urbes urit edax barbarus ignis,

449
communesque domos urit et almas;
uinctos predo senes ducit, ephebos,
nuptas et uiduas at que puellas.
65 Casum uirgo ferum, ulrgo sacrata,
casum uirgo su urn deflet amarum,
amissumque dolet uirgo pudorem
leti l'erre nolens uirgo laborem.
Hoc peccata malum grande merentur
70 uere nostra, Deus, plurima, sánete;
sed nunc supplicitcr poscimus omnes,
i am clemens fámulos aspice tristes.
Immcnsus penetret fletus Olympum
ascendatque pias clamor ad aures,
75 Moysi nam meritis Amalecitas
les US strauit agens nomine clarus.
lesu, nate Dei cunctipotentis,
uirtus nera, salus summa labore,
pax et certa quies ac decus omne,
80 tu nunc esto tuis fautor alumnis.
Emptis parce tua morte, rogamus,
instaurans ánimos pelle timorem,
host es comminuens sparge fúgalos,
pacis perpetue muñera confer.
85 Laus et perpes honor, gloria patri,
laus eterna tibi, gloria, fili,
una spiritu¡ gloria sancto,
sicut semper erat, nunc et in euum(27).

En este himno el ambiente cambia por completo. Desde el punto de vista


métrico, ya Biume señaló el parentesco total de esta pieza con otros tres him-
nos, el de las lluvias torrenciales, el de la sequía y el precioso himno, distribui-
d o en varios tiempos litúrgicos, que lleva el título de pro uaria cladeo-*). Tam-
bién Pérez de Urbel, en su ingenioso y agudo trabajo de hace 60 años sobre
los himnos hispánicos, había expresado su opinión de que todas estas piezas,
pese a su parcial tradición manuscrita extrahispana, eran muy probablemente
originarias de la Península'-'". Por razones que ahora no puedo detallar los ten-
go actualmente a todos ellos por hispanos, aunque en su día, movido por cier-
tos recelos y sin haberlos estudiado de cerca, no me resolví a considerarlos pro-
ducto hispánico en mi Index^M)^ que así corrijo ahora con sumo gusto.
Aunque bien escrito y con variada expresión, la calidad literaria de este
poema no alcanza la del que comentamos en primer lugar. También aquí, lle-
gado el momento, se acude a evocaciones bíblicas similares a las del primero.
Destacan las menciones de A b r a h a m , Moisés, Gedeón y Josué. A pesar de que
el poema aparece en el manuscrito dividido en dos partes, parece muy probable
que se trate de una pieza única que, completa, adoptaría la forma que presen-
tamos. Sorprenden no pocas conexiones entre la primera y la segunda parte,
con auténticos dúplices (2-4 con 84; 1 con 72; 10 con 73; 16-21 con 75, por citar

450
los más llamativos); en esta duplicación la segunda parte se presenta, en medio
de tópicos usuales, como una más concreta y verdadera rctractatio de la prime-
ra lo que podría hacernos sospechar que al tiempo de su composición única
ya se había planeado su división en dos horas litúrgicas, acaso Tercia y Nona,
como cabe juzgar a partir de otros ejemplos conocidos en el himnario visigótico.
Desde el punto de vista de la estructura observamos la siguiente presentación:
Invocación general a Cristo (1-4)
Situación actual (5-8)
Confianza en solo Dios (9-12) ,,' .
Ejemplos de ayuda (13-24)
Esperanza en Dios y en su Cristo (25-32)
I*rimera súplica (33-40) I '
Situación concreta (41-68) ' ,,
Furor enemigo (41-48)
Derrota cristiana (49-52)
Ensañamiento pagano (53 68) 1,
Reacción de los fieles: Arrepentimiento (69-72)
Segunda súplica reiterada (73-84)
Doxología (85-88) i
Tratándose como se trata aquí de una guerra, por demás violenta, no deja
de sorprender que se aluda solamente a sus consecuencias y no al desarrollo
de la misma. A diferencia del primer poema en que el ejército se dispone a salir
a campaña, aquí no se ruega por los soldados, vencidos, ni se alude para nada
al rey o a los jefes militares.
Tiene mucho más interés repasar rápidamente las condiciones de la situa-
ción actual en él descrita, a que nos hemos referido al narrar la estructura del
poema. Se trata de una lucha feroz, que está causando estragos singulares, lle-
vada a cabo por una gente implacable, effrena, ardorosa en el ejercicio bélico,
continuo feruida bello, que ha traído sus grandes contingentes a través del mar.
Este pueblo que ejerce su furor sin réplica posible ha obligado con su violencia
a las fuerzas cristianas a volver la espalda y emprender una huida despavorida.
En su venganza el ejército vencedor mata a miles, y miles y tiñe de sangre las
aguas, dejando los cadáveres expuestos a las aves carroñeras; saquea los tem-
plos y las casas, incenda las ciudades y encadena a viejos y jóvenes, a mujeres
y niñas, violando a las doncellas y causando un terror indescriptible. N o pode-
mos, sin embargo, dejar de pensar que en esta acumulación de desgracias se
utilizan tópicos literarios relacionados con las descripciones de guerras. Por li-
mitarnos a la segunda mitad del siglo Vil, querría recordar que ya Tajón de
Zaragoza nos ofrece una muestra muy cumplida de todos estos tópicos aludiendo
a la sublevación de Froya y a la incursión de vascones que hemos mencionado
a propósito del primer himno. En su carta a Quirico de Barcelonaoo pondera
la tragedia vivida en aquella ocasión mencionando los heridos, la innumerable
cantidad de cautivos, los inmensos despojos realizados, la profanación y des-
trucción de templos y altares, el asesinato de clérigos, y los cadáveres insepul-
tos expuestos a la voracidad de perros y aves(«). A similares tópicos, aimque
de m o d o más pobre, se acude en la descripción de la conquista árabe de Híspa-
nla en la Crónica de 754o^). Comparando tales descripciones no puede por me-
nos de notarse un mayor realismo en el himno, que lleva a una mayor tristeza

451
y desesperanza. Pero no es este aspecto el que querría subrayar, porque de tal
paralelismo no podríamos obtener ningún resultado positivo.
Fuera de todos estos lugares comunes queda, sin embargo, un detalle úni-
co y a mi entender significativo: después de haber mencionado la vecindad de
los atacantes, se señala específicamente que han pasado sus numerosas tropas
por mar, lo que excluye, aun suponiendo cierto sentido retórico a tales versos,
que se pudieran apHcar a los usuales enemigos de la monarquía visigoda. Ten-
go, en consecuencia, la impresión de que este himno es un testimonio poético
y patético de la invasión árabe, compuesto poco después de la derrota del ejér-
cito godo(M) y de que las distintas columnas musulmanas recorran el país im-
poniendo su nueva ley a las comunidades cristianas. Apunta a ello la oposición
entre bárbaros y cristícolas, y no menos la confesión de la culpa que pudo ha-
ber movido a Dios a permitir tal ensañamiento sobre el pueblo fiel.
Si fuera segura, como parece, esta interpretación, el himno habría sido es-
crito a comienzos del siglo VIII y tendríamos en él una prueba, por muy transi-
da de tópicos líricos que se la suponga, del impacto de la conquista árabe. Y
estaríamos ante la primera (?) interpretación de la caída de Híspanla como con-
secuencia de los múltiples pecados del pueblo, que luego constituirá la clave
misma de la justificación del fin del reino visigodo en la historiografía asturia-
na. El conjunto de estas calamidades puede compararse favorablemente con
cuanto escribe el clérigo autor de la Crónica Mozárabe de 754 en sus capítulos
54 y 55(35).
D e esta manera, y por todos estos indicios me decido a presentar este him-
no como un producto de la Hispania posterior a Guadalete, que recoge el cla-
mor del pueblo vencido por los invasores musulmanes, probablemente com-
puesto en los mismos años en que todavía se están desarrollando las últimas
secuelas de la ocupación. Por eso en la súplica final se alude repetidamente al
deseo de paz, de tranquilidad, de dispersión del enemigo y se confía en una ayuda
celestial en favor de quienes, discípulos de Cristo, profesan una fe que es vio-
lentamente pisoteada. Esta datación es tanto más verosímil cuanto que el him-
no de uaria elude, literariamente muy próximo a éste, alude preferentemente
a pestes, sequías y despoblamiento que podrían ser las conocidas catástrofes
del tiempo de los últimos reyes godos^s). Y quizás permitiría explicar la razón
de que se haya conservado fuera de Hispania y no en la Península, acaso difun-
dido desde la Tarraconense o la Narbonense, provincias a las que sólo en un
segundo momento llegaron los conquistadores árabes.

De esta manera dos himnos litúrgicos nos ponen en contacto con la reali-
dad de la Hispania visigótica. Uno de ellos es compuesto en un momento de
tensión interna, marcada por la singular circunstancia de una corregencia; el
segundo aparece caracterizado por la situación dramática que describe, en que
coinciden la falta de un poder vigoroso y unificador y la presencia cruel de un
enemigo que ya se reconoce que ha logrado desmantelar todas las estructuras
vigentes.
Los dos himnos que acabamos de comentar, diferentes en su presentación
formal, distintos en las circunstancias y tiempo de composición y testigos de

452
una situación radicalmente diversa, nos sirven para comprobar cómo, a pesar
de todas las dificultades que conlleva una redacción hímnica, y del hecho indis-
cutible de un cierto divorcio entre su elevada calidad literaria y la escasa capa-
cidad para comprender lengua y estilo por parle de la mayoría de los fieles,
ofrecen la curiosa e interesante particularidad de mostrar una relación viva en-
tre el ambiente real en que se mueven los escritores y el producto estilizado que
componen para incorporar a la liturgia. Esta profunda relación no puede por
menos de sorprendernos y maravillarnos, pudiendo servir de aliento a quienes
se decidan a perseguir con criterios filológicos e históricos las fases y modos
de la elaboración de muchas de las piezas litúrgicas, sean resultado de la labor
de depuradas escuelas eucológicas, sean producto entusiasta de devotos atraí-
dos por el brillo de un culto o las posibilidades pastorales de una devoción.
A pesar de que la liturgia hispánica se caracterizó siempre, incluso en los
pobres partos de los siglos IX al XI, por una lata realización literaria, que la
hacía inalcanzable para el pueblo fiel y que estaba preferentemente orientada
a la formación e información del clero»'), nunca dejó de mostrar atisbos de
realismo y de compromiso con las situaciones vivas de la iglesia hispana. Ojalá
llegue un día en que a la vez podamos descubrir las exigencias técnicas a que
se veían sometidos sus autores, pero también las huellas de sus peculiares cir-
cunstancias que afloran repetidamente en estos textos tan variados y ricos.

NOTAS

1. Parece haber existido originariamente textos bíblicos o de antiquísima tradi-


c o m o tal colección si se tiene en cuenta ción eclesiástica. Precisamente en el
que desde pronto los himnos figuran C o n . IV Toledo se basa la apertura en
agrupados con el Salterio y los Cánti- esta tradición y sus ejemplos, sanos de
cos bíblicos en manuscritos especiales, herejía como mostraba el Gloria in ex-
ya mencionados en inventarios desde el celsis deo, y otras piezas de similar an-
siglo IX (Díaz, Códices visigóticos en tigüedad.
la monarquía leonesa, León, 1983, 178- 4. Creo haber a p o r t a d o indicios internos
190). Actualmente se conservan con es- suficientes para datar esta puesta a pun-
ta estructura muy escasos manuscritos, t o y regulación en el a ñ o 681 en mi tra-
algunos de los cuales serán citados lue- bajo " L a fecha de implantación del
go. Oracional festivo visigótico", Boletín
2. Para no complicar excesivamente estas Arqueológico (Tarragona), 113-120
referencias remito a la edición de C. (1971-1972) 215-243. La fecha concuer-
Blume, Hymnodia Gothica (Analecta d a con una tradición, apoyada en cier-
H y m n i c a Medii Aevi, XXVII) Leipzig tos datos antiguos, de que la regulación
1897 ( = Frankfurt 1961), 34 ss., así co- y uniformación litúrgica fue obra de .íu-
m o al estudio de Pérez de Urbel, cit. lián de Toledo, de acuerdo con la línea
n o t a 8; para Prudencio séame permiti- establecida básicamente en el Concilio
d o remitir a mi n o t a en Corona gratia- X I de Toledo, de 675, 3 (Concilios cit.
rum II, Brugge 1975, 61-70. n o t a 3, 356).
3. Concilio IV Toledo, 13 (J. Vives - T. 5. B. Thorsberg, Etude sur l'hymnologie
M a r í n - G. Martínez, Concilios visigó- mozárabe, Estocolmo 1962.
ticos e Hispano-romanos, Barcelona 6. M . C . Díaz y Díaz, De Isidoro al siglo
1963, 196-197). La oposición a su uso XI, Barcelona 1976, 235-288.
venía de atrás y era fortísima en medios 7. A . de Almeida Matos, Minos do tem-
fervorosos: el t e m o r a resabios prisci- poral hispánico, C o i m b r a 1977. Es de
lianistas, medio en que desde el s. V se lamentar que haya quedado inédita u n a
habían multiplicado estas composicio- tesis doctoral sobre himnos visigóticos
nes, llevaba a rechazar estas obras de del ciclo temporal sostenida en la Uni-
hombres limitando la liturgia a solos versidad Pontificia de Salamanca en

453
1966 por el Dr. Celestino Almazán. 15. Inscriptiones Hispaniae Christianae,
8. Valiosas aportaciones, de importancia Berlín 1875, 175, quizás del año 652,
desigual, en ,1. Pérez de Urbel, Bulle- a u n q u e las fechas plantean ciertas di-
tin Hispanique, 28 (1926), 5-21; ficultades; véase .1. Vives, Inscripciones
113-139; 305-320 y E. Messenger, Tra- cristianas de la España romana y visi-
ditio, 4 (1946) 149-177. En otro orden goda, Barcelona 1942, 307.
de cosas son de m u c h o interés las n o - 16. Vives, cit. nota anterior, 178 (del año
t a s textuales de J. Gil, Habis, 7 (1976) 650).
187-211. 17. G.C. Miles, The Coinage of the Visi-
9. Códices cit. nota 1, 324-325. goths of Spain. Leovigild to Achila II,
10. .I.P. Gilson, The Mozarabic Psalter New York 1952, 348-350. May varios
(ms. British Museum, add. 30.851), tipos.
Londres 1905. 18. M. Gómez M o r e n o , Documentación
11. Anterior edición en Blume, cit. nota 2, goda en pizarra, Madrid 1966, 68, n°
269-271. Ms. Madrid Bibl. Nac. 10001, X X V I I I : cindasuinti et ree ( )indi
fol. CI ( = M en las notas críticas que reg( ) , con lecturas seguras en la
siguen, en que por razones de simplifi- parte que nos interesa; cf. A. Canellas,
cación incluyo la mención de fuentes). Diplomática Hispano-visigoda, Zara-
12. 2 hac M / cf. loann 14, 6 // 1 tantis goza 1979, 199, n° 121.
(dum) Blume: tante M / / 11 recto ego: 19. El gobierno de Galicia que Egica encar-
directo M / / 13 Moysi lege Mosi / / gó a su hijo Vitiza fue el inicio de esta
13-20 cf. Ex 14. 13-31 // 15 Sraheliti- corregencia que d u r ó poco más de dos
cos M / / 20 mergis Blume: mersis M años (cf. Hist, mozar. a. 754, 44), aca-
/ / 21-24 cf. 1 Reg 30 // 27 custus M so entre 698-701. A pesar de su escasa
/ / 32 hac M / / 34 frustra minitat Blu- duración, y de las raras menciones en
me: frustrat minitrat M / / 37-40 cf. I i as descripciones historiográficas de este
Reg 17; 20-50 / / 39 subigiens M / / tiempo, los testimonios monetales son
41-42 cf. I Macch 3, 3-6 // 43 saluiui- muy abundantes y se extienden por to-
ca M / / 46 m u r m u r a M: m u ñ e r a Blu- d o el reino (de N a r b o n a a Tuy, pasan-
me I/ 50 principis M corr. Blume / / 51 d o por Valencia, Toledo, Ilíberis, Se-
uigeat M corr. Blume // 54 cf. Eph 1, villa, Braga, Mérida y Evora, entre
7 / emtus es seruaul cum M: emptus est otras cecas), cf. Miles, cit. nota 17,
Blume // 56 sacras M corr. Blume // 406-430.
60 uoto Blume: ilota M 20. Tajón, sent. 5, pròL: " q u i d a m h o m o
13. Llamo la atención sobre el hecho de que pestifer... Frola tyrannidem adsumens
en la doble titularidad princeps y rex, aduersus ...Recesuinthum ...christia-
princeps se presenta como el título pre- n a m debellaturus adgreditur p a t r i a m .
ferido en toda la literatura de la época H u i u s ita que sceleris causa gens effera
(mientras en las acuñaciones se prefie- Vasconum Pyreneis montibus p r o m o -
re totalmente rex); el epíteto Inclitus se ta diuersis uastationibus Hiberiae pa-
asienta a lo largo del siglo VII, y apa- triam populando crassatur"; Hist, m o -
rece en diversas fuentes aplicado a zar. a. 754, 27: " h u i u s temporibus
Chindasvinto, W a m b a , Ervigio y Egi- eclipsim solis stellis meridie uisentibus
ca; en cuanto a christicola parece u n a omnis Spania territat atque incursatio-
variante poética del adjetivo christianis- nem Vasconum n o n cum modico exer-
simus que se aplica ya a Chintila. Véan- citus d a m n o p r o s p e c t â t " ; cf. además
se mis estudios sobre titulaciones regias Cone. T o l e d a n o V i l i , 2 (Vives-Marín-
respectivamente en Revista Portugue- Martínez, cit. nota 3, 269), y sobre to-
sa de Historia, 16(1978) 133-141, vSíM- do un pasaje de la carta de Tajón de
di Medievali, 19 (1978) 317-333. Zaragoza a Quirico de Barcelona, cita-
! 4. En la forma actual del manuscrito ma- d o abajo notas 31 y 32.
tritense se encuentra en 50-51, como 2 1 . N o deja de ser sorprendente que este
muestra el aparato crítico, una lectura vocablo, que sólo se usa cinco veces en
que podría hacer pensar que en una pri- los textos de los distintos Concilios vi-
m e r a versión se hubiera mencionado sigóticos (uso por benevolencia del
siempre al monarca en singular. P e r o a u t o r el Léxico de los Concilios visigo-
el caso es que en 45 no cabría tal inter- dos Toledanos, tesis Sevilla 1975, de J.
pretación, excluida completamente por Mellado Rodríguez), aparece precisa-
el m e t r o . Dígase otro tanto de 58. mente en el Conc. VIH Toled., del a ñ o

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653, celebrado por Recesvinto poco V: reuehens uel redimens uelit Blume
después de la derrota de Froya y de la / / 17 gelidi: solidi scripserim / / 17-20
muerte de su padre y corregente Chin- cf. Ex 14, 9-31 / / 18 confidens uelim,
dasvinto: " n o s autem omnes hanc de- cf. infra 47 / torrida dubium // 21
cretorum nostrorum seriern... orthodo- Amalecitis V corr. Blume 1/ IX-IA cf.
xis omnibus . . . c o m m e n d a m u s obse- Indie 7, 7-24 / / 23 gente feroci Blume:
crantes enixius ut hanc et reuerenter geiitem ferro V gentemque ferro Tho-
adimpleant et a b aemulis benigne de- masius / / 32 humilis V / / 35—36 cf
f e n d a n t " (Vives-Marín-Martínez cit. Mich 4,3 / / 3 9 vatum: votum Thoma-
nota 3, 286); la expresión y el sentido sius / / 45 bella V / / 47 findens Blume:
se repiten en C o n e . Toled. XI1 (ibid. fidens V cf. et 18 // 60 inuadit: incen-
384-385) y Cone. Toled. XV (ib. 517). dit Daniel // 62 cf I Reg 30,3 / / 74
Se usa, aplicado a usurpadores, reales pius Daniel // 75-76 cf Ex 17,9 // 76
o supuestos, también en Lex visig. lesus V /. e. l o s u e ,
12,2,1 (de Recesvinto). 28. Blume, cit. nota 2, 275-278; se leen en
22. Cf. Isid. Hisp. hist. Goth. 54. 63; el único códice Madrid BN 10001, fol.
lulian. Tolet. hist. W a m b a e 9. 10. CIIl-CV.
23. Las determinaciones de impiedad y pa- 29. Pérez de Urbel, cit. nota 8, 235-236:
ganismo excluyen que se piense en al- "creería yo que los tres tienen en Es-
gunas de las frecuentísimas luchas con p a ñ a su o r i g e n " . Recuerdo que ya Be-
los francos; tampoco por estos tiempos da (de arte metrica 19 = P L 90, 172)
puede pensarse en las incursiones ára- cita el himno de la sequía y el de las llu-
bes de comienzos del s. VIII anteriores vias diluviales, atribuyéndolos por cier-
a la gran invasión de 711 que los asen- to a Ambrosio.
tó en Híspanla. 30. Index Scrip to rum Latinorum Medii
24. No tenemos noticias suficientemente se- Aeui Hispanorum, Madrid 1959.
guras sobre las circunstancias de la su- 31. Edición de M . Risco, España Sagrada,
blevación del d u q u e Suniefredo, que 31, Madrid 1776, 171 ( = PL 80, 727).
pudo haber tenido lugar por estos años, 32. "Innoxius quippe multorum christiano-
cf. L. García M o r e n o , Prosoprografi'a rum sanguis effunditur: alii iugulis,
del reino visigodo de Toledo, Salaman- nonnulli missilibus plerique diuersis
ca 1974, 77; pero n o nos consta de nin- iaculis sauciantur, innumerabiles mul-
guna campaña para aplastarlo. La con- t i t u d e captìuorum abducitur, inmensa
jura en que participa el obispo de T o - spolia subtrahuntur; templis dei infaus-
ledo Sisberto tuvo lugar en 693 y, por t u m bellum infertur, sacra altaría des-
t a n t o , antes de la fecha de esta segun- truuntur, plerique ex clericatus officio
da corregencia, cf. García Moreno, cit. ensibus obtruncantur, atque i n h u m a t a
121-122. canibus auibusque multorum exponun-
25. Es el poema que lleva por título pacis tur cadañera o c c i s o r u m " (cit. nota an-
redintegratio (ed. VoUmer, Monumenta terior).
Germ. Hist., auct. antíq. XIV, Berhn 33. Edición de J . E . López Pereira, Cróni-
1905, 255); en el p o e m a no se ofrece la ca mozárabe de 754, Zaragoza 1980,
menor alusión concreta a ningún suce- 70: ' 'non solum ulteriorera Spaniam sed
so, por lo que la atribución a tal cir- etiam et citeriorem... gladio fame et
cunstancia siempre resulta algo insegu- captiuitate depopuiat, ciuitates decoras
ra. iubenes concremando précipitât, senio-
26. Blume, cit. nota 2, 281-283, que lo re- res et potentes s eculi cruci adiudicat,
parte en dos siguiendo el manuscrito de iubenes atque lactantes pugionibus tru-
d o n d e lo toma (v. 1-44. y 45-88), Ro- cidât".
m a Vatic, lat. 82 ( = V en el a p a r a t o ) . 34. Ciertamente la mención de los ejérci-
Figura entre los atribuidos a Ambrosio tos en fuga, vuelta la espalda al enemi-
de Milán en P L 17, 1221-1222. N o pa- g o , es un lugar c o m ú n ; pero de todos
rece necesario recordar que había sido modos sorprende que n o haya en el
publicado antes de Blume en varias co- p o e m a , a diferencia de lo que se en-
lecciones antiguas de himnos. Incluyo cuentra en algún otro h i m n o , ninguna
en el aparato la mención de las fuentes. alusión al rey ni a ninguna otra autori-
27. 12 adfectos uenia Blume. adfectos dad.
ueniam V adfectis uenia Thomasius // 35. Véase arriba una parte de estos pasa-
13-16 cf. Gen 14, 9-16 // 16 reducens jes. Recuerdo que las m á s de las accio-

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nes árabes se llevan a cabo después de Crónica mozárabe a. 754, 37 y 4 1 ; cf.
la muerte del rey Rodrigo, sin que sal- también Conc. XVI Toled., 13 (ed. cit.
g a n a su encuentro más tropas leales. n o t a 3, 515), C o n c . Toled. XVII. 8.
36. Baste citar a fin de cuenta las esquema- 37. Creo haber p r o b a d o esto en "Literary
ticas frases que para los tiempos de Er- Aspects of the Visigothic Liturgy", Vi~
vigio y Egica dedica a una sequía y a sigothic Spain. New Approaches, Ox-
u n a mortífera epidemia bubónica la ford 1980, 61-76.

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