EL POBLAMIENTO DE LA EDAD DEL COBRE
EN LA TIERRA LLANA DE HUELVA
JUAN AuRELio PiREz MAClAs
JUAN MANUEL CAMPOS CARRASCO
FRANcisco GÓMEz Tosco
RESUMEN
Se presentan en este trabajo los resultados del Proyecto Tierra Llana de Huelva referi-
dos a la ocupación de la Edad del Cobre. Proponemos una permanencia del sistema del
poblamiento durante el Calcolítico y Bronce Pleno, y su ruptura hacia el Bronce Final,
período en el que se estructura el territorio en tomo a centros hegemónicos.
PALABRAS CLAVE: Hábitats. Edad del Cobre. Explotación de recursos. Territorio. Fenóme-
no urbano.
ABSTRACT
They are presented in this work the results of the project Flat Earth of Huelva referred
to the occupation of the Copper Age. We propose a permanency of the system of the
settlement during the Calcolithic time and Middle-Bronze Age, and their rupture toward the
Final Bronze Age, in the one that the territory appears structured to hegemonic centers.
KEY WORDS: Habitats. Copper Age. Exploitation of resources. Territory. Urban phenomenon.
I. INTRODUCCIÓN
Hasta la década de los años setenta, la investigación arqueológica en la provincia de
Huelva estuvo dirigida principalmente al catálogo de los monumentos megalíticos. Esta
labor, iniciada por D. Carlos Cerdán Márquez, reveló los distintos conjuntos megalíticos de
Huelva y el amplio desarrollo de este fenómeno en el ámbito provincial (CERDÁN y LEISNER,
1952 y 1975).
Los hallazgos que se produjeron en el casco urbano de Huelva a partir de esa fecha y
la espectacularidad de los ajuares de la necrópolis de La Joya, marcaron un cambio en las
directrices de la investigación, que se interesará más en la definición de lo Tartésico,
aunque se dieron a conocer nuevos monumentos como el tholos del Moro en Niebla
(GARRIDO y ORTA, 1967).
HUELVA EN SU HISTORIA - 2 ÉPOCA. VOL. 9, 2002, [9-341. ISSN 1136-68770 Universidad de Huelva
Universidad de Huelva 2009
10 Jur Aui uo PEiu z MACIAS • JuArr MANUEL. CAStpos CARRAsco • Fiasco GÓ z ToscANo
El fenómeno megalítico seguiría ocupando un lugar destacado en la Investigación ar-
queológica de la provincia de Huelva gracias a los trabajos de F. Piñón (PIÑÓN VARELA,
1986) y R. Cabrero (CABRERO GARCÍA, 1978), quienes ensayaron la delimitación cronológica
de estas construcciones funerarias. Partiendo de los trabajos de C. Cerdán y G. y V. Leisner,
se revisó toda la documentación y se propuso un esquema de evolución que hacia hinca-
pié en la importancia del substrato neolítico (PIÑÓN VARELA,1987), el desarrollo de las
distintas áreas megalíticas (PIÑÓN VARELA, 1988), y los ajuares y la arquitectura (CABRE-
RO GARCÍA, 1988).
Bajo la perspectiva de nuestro trabajo, este análisis adolecía de una labor de campo que
identificara los asentamientos correspondientes a cada uno de los monumentos inventaria
pues es evidente que los ajuares de estos enterramientos permitían sostener un perío--dos,
do de utilización desde, al menos, el Neolítico Final hasta la Edad del Cobre (FERRER
PALMA, 1981).
Uno de los asentamientos de estas poblaciones pudo ser conocido después de los
trabajos de F. Piñón en la zona de La Zarcita en Santa Bárbara de Casa (PIÑÓN VARELA,
1989), donde se localizó y excavó un poblado fortificado relacionado con la necrópolis.
Otro hábitat, localizado en Papa Uvas (Aljaraque), fue excavado y dado a conocer
extensamente por Martín de la Cruz (1985 y 1986a), que lo sitúa en la transición del Neolítico
a la Edad del Cobre; sus ajuares domésticos, en especial los ídolos placa y las puntas
foliáceas de base cóncava, eran un primer referente con relación a construcciones dolménicas.
Por otro lado, la periodización propuesta para este importante yacimiento, ofrecía una
nítida etapa de la Edad del cobre (MARTÍN DE LA CRUZ, 1986b).
No obstante, a pcsar de estar perfectamente delimitadas las diferentes áreas megalíticas,
el poblamiento de este momento carecía de sistematización, pues, salvo los poblados de La
Zarcita, Papa Uvas y El Rincón (GARRIDO, 1971 y 1975), poco más se conocía.
Los trabajos de prospección desarrollados por uno de nosotros en la zona de la Sierra
de Huelva (PÉREZ MACÍAS, 1994), contribuyeron a la delimitación temporal y espacial de
este poblamiento en relación al denominado Grupo de Aroche (PIÑÓN VARELA,1988), y la
amplia dispersión de zonas de hábitat contrasta con la parquedad de los datos de los
grupos del Andévalo (NOCETE, ORIHUELA, PERAMO, ESCALERA, LINARES, LIZCANO,
OTERO, y ROMERO, 1997) y Tierra Llana. En este sentido, los últimas prospecciones desa-
rrolladas en la zona de Pozuelo (NOCETE, ORIHUELA y PEÑA, 1993), no han aportado
descubrimientos de interés y el sistema de poblamiento continúa virtualmente
desconocido.
Por tanto, actualmente conocemos con bastante exactitud el poblamiento de la Edad
del Cobre en algunas zonas provinciales, como los Llanos y Picos de Aroche, y se encuen-
tran suficientemente excavados y publicados algunos hábitats, como Papa Uvas y la Zarcita,
pero el panorama general es desolador en lo que se refiere al Andévalo, donde se encuen-
Universidad de Huelva 2009
EL POBIAMIENTO DE LA EDAD DEL COBRE EN LA TIERRA LLANA DE HUELVA 11
tran las importantes necrópolis de la Rivera de Valverde (Pozuelo y Gabrieles) y la Tierra
Llana, en las que se destacan los conjuntos dolménicos de Soto (LEISNER, 1959) y Cumbres
del Cano (PIÑÓN VARELA, 1987).
Para solucionar en parte esta carencia de datos sobre el poblamiento de la Edad del
Cobre en la Tierra Llana de Huelva, vamos a presentar en este trabajo una serie de yaci-
mientos descubiertos en el transcurso del proyecto de investigación Dinámica de
asentamientos y evolución de sistemas naturales: la Secuencia Holocena del Litoral y Prelitoral
entre el Guadiana y Guadalquivir, al que nos referiremos en adelante como Proyecto Tierra
Llana (CAMPOS, CASTIÑEIRA, GARCIA y BORJA, 1991; CAMPOS, BORJA, GÓMEZ,
CASTIÑEIRA y GARCIA, 1993).
El análisis diacrónico del poblamiento desarrollado en este proyecto y el diferente nivel
de prospección efectuado en las distintas áreas naturales, impide, por ahora, unas conclu-
siones generales para toda la zona en lo que respecta al poblamiento del III milenio a.C.,
pero, dado el vacío de testimonios de habitación de la Edad del Cobre en la bibliografía
sobre la zona, no ha parecido interesante presentar estos poblados y establecer a partir de
ellos unas pautas de ocupación del territorio, que esperamos que futuros trabajos de cam-
po puedan definirlas con mayor precisión.
Nuestro interés se centra, en definitiva, en ofrecer una primera aproximación a este
poblamiento con respecto a lo que conocemos para etapas posteriores, sin menoscabo de
que la continuidad de los trabajos de prospección iniciados por nosotros puedan matizarla
por la ampliación del registro arqueológico.
Aunque el estudio de estos hábitats puede realizarse desde distintos puntos de vista,
nos limitaremos a presentar sus materiales de superficie, a realizar una primera aproxima-
ción cronológica, y a reflexionar sobre su significación de cara a la cristalización del fenó-
meno urbano, tema que ha centrado nuestra línea de investigación a través del proyecto
Niebla: Análisis de la Implantación y Evolución del Fenómeno Urbano en las Campiñas
Onubenses.
I1. EL PROYECTO TIERRA LLANA
El proyecto Tierra Llana, desarrollado desde 1990 a 1994, contempló el estudio diacró-
nico del territorio a partir de la prospección superficial y la caracterización territorial (CAM-
POS, CASTINEIRA, GARCIA, y BORJA, 1991; CAMPOS, BORJA, GÓMEZ, CASTIÑEIRA y
GARCÍA, 1993). Se definieron para ello una serie de unidades territoriales sobre las que
estratificar las prospecciones.
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12 JUAN Auxuuo PÉRez MActls • Juwrr MANUEL CAm os CAIu sco • Fwuvctsco GbmEz ToscANo
Dentro de la Tierra Llana de Huelva se distinguieron tres unidades lito-estratigráf cas:
1.- Unidad Hercínica. Reborde Sur de Sierra Morena, piedemontes controlados por las
estructuras falladas, formada por pizarras arcillosas alternando con grauvacas del Carbonífero.
2.- Unidad Mio-Pliocena. Arranca con fases detríticas de carácter continental y continúa
con bancos calcáreos muy fosilíferos (calcarenitas de Niebla), pasando a potentes facies
margoarcillosas (Margas azules), arenas ricas en fauna (Arenas de Huelva) para terminar
con las últimas arenas con gravas a techo (Arenas de Bonares), sobre las que termina la
sedimentación marina.
3.- Unidades Cuaternarias. Constituyen formaciones continentales aluviales rojas, terra-
zas fluviales, y formaciones arcillosas de carácter fluvio-mareal en las desembocaduras y
medios litorales.
La evolución de estas unidades han definido las comarcas naturales de la Campiña, El
Condado y la Tierra Llana, compuestas por un piedemonte sobre pizarras y calizas, una
campiña arenoso-limosa con prolongación hacia las terrazas del Tinto y Odiel, un prelitoral
sobre formaciones detríticas o arenales, y un litoral formado por acantilados fósiles o acti-
vos, playas arenosas y complejos marismeños (Abalario, Asperillo y Doñana).
En el área occidental, con predominio de piedemontes hercínicos, se distinguieron el
lnterf uvio Guadiana-Piedras, dividido en sectores litoral, prelitoral y piedemonte, el interfluvio
Odiel-Piedras, y la Ribera Baja del Tinto, en la que se organiza el principal sistema de
drenaje de la Tierra Llana de Huelva.
En primer lugar, la prospección se abordó atendiendo a completar la investigación
sobre aquellas zonas poco conocidas, para de este modo homogeneizar todo el territorio
en estudio. A este criterio respondió el estudio del Interfluvio Guadiana-Piedras y Arenales
del Condado.
En segundo lugar se orientó el proyecto a la investigación de sectores concretos, entre
los que se incluyeron los Arenales y Acantilados del El Abalario y las Playas y Formaciones
de Doñana, en las que sólo se documentaba ocupación de fines del IV milenio a.C. y la
primera mitad del III milenio a.C.
En las áreas mejor conocidas, la Campiña Oriental y la Ribera Baja del Tinto, se realiza-
ron prospecciones generales para completar la ocupación poblacional, y se programaron
varias prospecciones microespaciales de yacimientos de interés, como el Cerro de la Ma-
tanza, Aznalcóllar, Tejada la Nueva y Mesa del Castillo.
Universidad de Huelva 2009
EL POBLAMIEwro DE LA EDAD DEL COBRE EN LA TIERRA LLANA DE HUELVA 13
III. EL POBLAMIENTO DE LA EDAD DEL COBRE EN LA TIERRA LLANA
En lo que a la ocupación holocena se refiere, los asentamientos más antiguos conoci-
dos en la Tierra Llana de Huelva se establecen en las inmediaciones de playas, sobre dunas
costeras, como sucede en los yacimientos de Mazagón-Poblado III y Asperillo-Vértice, en
los que únicamente se ha recogido industria lítica de tradición epipaleolítica.
La continuidad de este poblamiento hasta el IV milenio a.C. está atestiguado por la
existencia de algunos asentamientos en ese sector, en los que sigue predominando la
industria lítica de tradición epipaleolítica, pero en los que hacen aparición algunos frag-
mentos cerámicos que pueden situarse en el Neolítico Final (GARCÍA, GÓMEZ, CAMPOS,
BORJA y CASTIÑEIRA, 1996).
A un momento anterior correspondería el yacimiento de Neolítico Medio de la Dehesa
en Lucena del Puerto (PIÑÓN y BUENO, 1985) y el Neolítico Final de Casa del Río (GARCÍA,
GÓMEZ, CAMPOS, BORJA y CAS1TNEIRA, 1996) y Papauvas (MARTIN DE LA CRUZ, 1994a),
a través de los cuales puede resolverse la evolución del poblamiento en ambientes litorales
y prelitorales desde el Neolítico hasta la transición al Calcolítico. La mayor ocupación del
prelitoral por estas poblaciones abogan por una economía con fuerte peso de las activida-
des relacionadas con el marisqueo, aunque los yacimientos prelitorales, como Papa Uvas,
confirman que a finales del Neolítico la extensión de la ganadería y la agricultura (MARTÍN
DE LA CRUZ, 1994a), lo que provocará el abandono de los establecimientos litorales y el
aumento de los pequeños poblados situados en los estuarios y arenas prelitorales, en los
que la ganadería y la agricultura se fue imponiendo aun sin perder su lugar el marisqueo y
la pesca, cuya diversificación es patente en yacimientos como el de Matalascañas (FRANCO
ARIAS, 1992). La situación de estos poblados en terrenos blandos del prelitoral pudo favo-
recer el desarrollo agrícola, pero hasta ahora los testimonios anuncian un predominio de la
ganadería (ovicápridos, suidos y bóvidos) y la caza, mientras la agricultura sólo está atesti-
guada por elementos indirectos como los molinos de mano (MARTÍN DE LA CRUZ, 1994a).
Por todo ello, puede establecerse que desde un substrato epipaleolítico que ocupa el
litoral, durante el Neolítico las poblaciones se extienden por el prelitoral y estuarios del
Tinto y Odiel (Dehesa, Judío, Casa del Río, Papa uvas, etc), donde se produce un fuerte
impulso agro-ganadero, aunque en algunos poblados se mantiene en nivel importante el
marisqueo. Si comparamos los datos de los yacimientos de Casa del Río y Papa Uvas, en el
Neolitico Final se asiste a un avance de la ganadería frente a la agricultura, y por esto puede
resultar sintomático que este tipo de ocupación no se haya detectado todavía en la Campi-
ña, la comarca de mayor capacidad agrícola.
Antes de nuestros trabajos de prospección, a lo largo del desarrollo de otros proyectos
de investigación se han localizado e incluso excavado algunos poblados de la Edad del
Cobre, que a continuación pasaremos a comentar siquiera brevemente.
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14 JuAiv Auxuuo PEz MAcfws • Ju M^vuEI. Cziipos CA1EUsco • Fi cisco GOi z Tosco
El primero de ellos se sitúa en el estuario del río Tinto, próximo a Huelva, en el lugar
denominado E Rincón. Las primeras noticias de este yacimiento se deben a Juan Pedro
Garrido (1970 y 1975). Aunque se encuentra virtualmente destruido por la construcción de
una zona industrial, la descripción se detiene en su ubicación en una pequeña elevación
sobre las marismas del estuario, donde se recogieron materiales arqueológicos de manchas
negruscas, que se interpretaron como fondos de cabaña, en las que abundaban los dese-
chos de malacofauna.
Los materiales que se presentan en esta publicación se reducen a varios vasos cerrados
de perfil globular u ovoide con gollete incipiente, y algunas láminas de clara adscripción
calcolítica.
En una publicación posterior de Ruiz Mata (1975) sobre los platos del yacimiento sevi-
llano de Valencina de la Concepción, se dibujan algunos paralelos del yacimiento de El
Rincón, lo que permite certificar su cronología en el Calcolítico avanzado por la ausencia
de formas más antiguas como las fuentes carenadas.
Otro de los yacimientos que demuestra una fuerte densidad de población desde el
Neolítico Final en el estuario del Tinto-Odiel es el poblado de Papa Uvas en Aljaraque . De
las fases propuestas para este yacimiento (MARTÍN DE LA CRUZ, 1986b), se deduce su
perpetuación como lugar de hábitat a lo largo del Calcolitico, siendo abandonado antes de
la etapa campaniforme dada la ausencia de este tipo de cerámica.
El elenco de yacimientos conocidos en la Ría de Huelva se completa con los niveles de
la Edad del Cobre excavados por Juan Pedro Garrido en la calle Puerto de Huelva (GARRI-
DO ROIZ, 1983), pero desconocemos el contexto cerámico exacto. De todas formas, cono-
cemos que del vaciado de algunos solares de la ciudad proceden platos de borde reforza-
do, fuentes carenadas, cuencos y diverso material lítico que confirman esta primera ocupa
que hasta ahora sólo teníamos constancia por un ídolo aparecido en-cióndeHulva,
la zona de El Conquero (ALMAGRO GORBEA, 1973).
Un último yacimiento conocido se excavó en San Bartolomé de Almonte, en el mismo
emplazamiento en el que se encuentra el yacimiento metalúrgico tartésico (RUIZ y
FERNÁNDEZ,1986; GARCÍA y FERNÁNDEZ,1999). Los fondos de cabaña correspondientes
a este momento son el X-B, donde predominan los platos de borde almendrado y los platos
carenados, los cuencos ovoides de borde entrante, los vasos globulares de gollete incipien-
te y las pesas de telar, y el fondo XXXII-XXXIII, con platos de borde simple y elementos de
cobre, que muestran la extensión de este yacimiento en el Calcolítico Final e incluso en el
Bronce Antiguo.
El panorama de la Edad del Cobre apenas estaba iniciado, y salvo la zona de la Ría de
Huelva, donde las noticias del poblado de El Rincón y las excavaciones en Papa Uvas
ofrecían un panorama suficientemente conocido (MARTÍN DE LA CRUZ, GÓMEZ, ÁLVAREZ
Y CHAVES, 1985), el resto de la Tierra Llana de Huelva carecía de referencias a este perío-
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EL POBLAMIENTO DE LA EDAD DEL CUBRE EN LA TIERRA LLANA DE HUELVA 15
do, aunque algunos materiales de superficie de la zona de Paterna del Campo (RUFETE,
GARCÍA y GARCÍA, 1989; FERNÁNDEZ, GARCÍA y RUFETE, 1990), permitían extender
estas primeras evidencias a otros ámbitos de la campiña.
Algunos de los yacimientos estudiados en el transcurso del proyecto Tierra Llana eran
ya conocidos por trabajos anteriores, aunque las referencias sobre los mismos no matiza
ocupación de la Edad del Cobre, como sucedía en el caso del Cerro de la Matanza-banl
(RUIZ MATA,1981) y la Atalayuela (CASTINEIRA SÁNCHEZ,1988).En otro caso, como en el
Tejar, el material permanecía en los fondos del Museo Provincial de Huelva hasta que la
fase de estudio de materiales del museo del Proyecto Tierra llana ha permitido su catalo-
gación.
N EL TEJAR (figura 2)
El yacimiento se encuentra en los alrededores del casco urbano de Gibraleón, junto a la
carretera local que se dirige a Trigueros, en las proximidades de la fábrica de "Cerámicas
Santa Isabel". Los materiales fueron recogidos por Mariano del Amo durante la campaña de
excavaciones en el sepulcro de El Tejar (BELÉN y DEL AMO, 1985), con el que debe estar
relacionado.
Entre los materiales depositados en el Museo de Huelva, hemos seleccionado los
siguientes:
- Plato de borde engrosado. A mano. Rojiza. Rodada (figura 2,1).
- Cuenco de borde engrosado y borde saliente. A mano. Rojiza. Alisada al interior (figura 2,2).
- Plato de borde engrosado. A mano. Rojiza. Rodada (figura 2,3).
- Plato de borde saliente. A mano. Rojiza. Alisada al interior (figura 2,4).
- Plato de borde triangular con pestaña al interior. A mano. Rojiza. Rodada (figura 2,5).
- Plato de borde engrosado. A mano. Rojiza. Rodada (figura 2,ó).
- Cuenco de labio indicado al interior. A mano. Rojiza. Rodada (figura 2,7).
- Cuenco de borde biselado al interior. A mano. Grisácea. Alisada al interior (figura 2,8).
- Cuenco de borde biselado al interior. A mano. Rojiza. Alisada al interior (figura 2,9).
- Cuenco de borde biselado al interior y labio indicado al exterior. A mano. Rojiza.
Alisada al interior (figura 2,10).
- Cuenco de borde engrosado y labio saliente. A mano. Rojiza. Engobe negrusco. Alisada
al interior (figura 2, 11).
- Cuenco de borde entrante. A mano. Rojiza. Rodada (figura 2,12).
- Cuenco ovoide de borde entrante. A mano. Siena. Alisada al exterior (figura 2,13).
- Cuenco en forma de casquete hemisférico. A mano. Siena. Rodada (figura 2,14).
- Cuenco en forma de casquete esférico. A mano. Rojiza. Alisada al interior (figura 2,15).
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16 JuAN AuR uo PEz MActAs • Jtw Mwcvuet. C v i os C*it sco • Fi u asco GÓi z Tosco
- Cuenco en forma de casquete esférico. A mano. Negrusca. Alisada al interior (figura 2,16).
- Cuenco de borde biselado al interior y saliente al exterior. A mano. Rojiza. Alisada al
interior (figura 2,17).
- Cuenco peraltado de labio plano. A mano. Rojiza. Rodada (figura 2,18).
- Cuenco hemisférico. A mano. Castaño oscura. Alisada (figura 2,19).
Junto a estos materiales se recuperaron también algunas pellas de escoria de sílice libre,
con composición de residuo argentífero (PÉREZ MACÍAS,1996), que pueden relacionarse
con algunos fragmentos de cerámicas de barniz rojo y una posterior ocupación protohistórica
documentada por el Proyecto Tierra llana (GÓMEZ, CAMPOS, BORJA, CASTIÑEIRA y
GARCÍA, 1994).
Tanto los materiales del sepulcro (BELÉN y DEL AMO, 1985), con la significativa ausen-
cia de microlitos y la probable estructura de falsa cúpula, como los de este hábitat son
comunes en yacimientos de Calcolítico Pleno Precampaniforme, dentro de la segunda
mitad del III milenio a.C. _
V. LA ATALAYUEIA (figura 4)
El yacimiento se encuentra junto al cauce del río Tinto, en término municipal de La
Palma del Condado. Se asienta sobre margas del Terciario, en el contacto con reborde
Paleozoico.
Con el fin de confirmar la existencia del yacimiento, del que sólo se tenían breves
noticias (CASTIÑEIRA SÁNCHEZ, 1988), en 1990 se realizó una primera recogida aleatoria
de materiales de superficie (CAMPOS, BORJA, CASTIÑEIRA, GÓMEZ y GARCÍA,1992). En
1992 se intensificó la prospección, recogiéndose en esta ocasión una pequeña muestra de
materiales para delimitar la extensión del yacimiento y conseguir una cronología más ajus-
tada de la ocupación, funcionalidad y procesos postdeposicionales que le habían afectado.
A partir de los materiales recuperados puede confirmarse la existencia de dos momen-
tos de ocupación, uno de la Edad del Cobre y otro de época Turdetana (GUERRERO
CHAMERO, 1996). Próximo al yacimiento se encuentra el dolmen del Cabezo de la Sepul-
tura (CERDÁN y LEISNER, 1975).
Entre los materiales calcolíticos merecen describirse los siguientes:
- Fuente carenada con el labio indicado al exterior. A mano. Rojiza. Alisada al interior (figura 3,1).
- Plato carenado de borde engrosado al interior. A mano. Siena. Alisada al interior (figura 3,2).
- Plato de borde engrosado al interior con arista. A mano. Siena. Alisada al interior (figura 3,3).
- Plato de borde engrosado. A mano. Siena. Alisada al interior (figura 3,5).
- Plato de borde almendrado con arista interior. A mano. Rojiza. Rodada (figura 3, 6).
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EL POBLAMIENro DE LA EDAD DEL COBRE EN LA TIERRA LIANA DE HUELVA 17
- Plato carenado de borde saliente. A mano. Siena. Alisada al interior (figura 3,7).
- Fuente carenada. A mano. Rojiza. Alisada (figura 3,8).
- Plato de borde almendrado. A mano. Siena. Engobe de almagra al interior (figura 3,9).
- Cuenco en forma de casqucte esférico. A mano. Siena. Rodada (figura 3,10).
- Cuenco hemisférico con mamelones bajo el borde. A mano. Negrusca (figura 3,11).
- Vaso bicónico con gollete. A mano. Rojiza. Alisada (figura 4,1).
- Vaso hemisférico de labio indicado al exterior. A mano. Rojiza. Alisada (figura 4,2).
- Cuenco hemisférico. A mano. Siena. Engobe de almagra al exterior. Alisada al exterior
(figura 4,3).
- Cuenco peraltado. A mano. Rojiza. Rodada (figura 4,4).
- Cuenco globular de borde entrante. A mano. Rojiza. Rodada (figura 4,5).
- Cuenco ovoide. A mano. Rojiza. Decoración incisa (figura 4,ó).
La cronología de este pequeño poblado podría situarse en los comienzos del Calcolítico
Pleno, sobre la mitad del III milenio a.C., como nos lo indica el predominio de platos de
borde engrosado y almendrado, pero con testimonios todavía de la perduración en peque
cantidades de la fuente carenada. Son elementos a destacar también los vasos bicónicos-ñas
con gollete, los cuencos ovoides y globulares de borde entrante.
VI. CERRO DE LA MATANZA (figura 5)
El Cerro de la Matanza está situado en la Campiña de Tejada, en término municipal de
Escacena del Campo. Dentro de la penillanura de la campiña, el yacimiento se encuentra
enclavado en un tell formado por erosión diferencial y por la acumulación de formaciones
antrópicas a lo largo de la ocupación del mismo (BARRAL y GÓMEZ, 1993).
El yacimiento se publicó por primera vez con relación a una ocupación protohistórica,
que serviría de conexión en la vía de salida del mineral desde Aznalcóllar a través de
Tejada la Vieja y San Bartolomé de Almonte (RUIZ MATA, 1981). La prospección efectuada
dentro del Proyecto Tierra Llana pudo diferenciar dos momentos de ocupación, uno de los
siglos VI-IV a.C. (GUERRERO, 1996), y otro de la Edad del Cobre, cuyos materiales pasare-
mos a describir.
- Cuenco en forma de casquete esférico. A mano. Negrusca. Decoración exterior a la
almagra. Alisada (figura 5,1).
- Pequeño cuenco ovoide. A mano. Cocción irregular. Alisada (figura 5,2).
- Cuenco de perfil en S. A mano. Decoración a la almagra. Alisada al interior (figura 5,3).
- Cuenco hemisférico de borde plano. A mano. Cocción irregular. Alisada (figura 5,4).
- Pequeño cuenco de borde engrosado. A mano. Castaña. Alisada al interior (figura 5,5).
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18 JuAN AuREuo P6uz MAcJAs • Jug MArvuEi. CAMPos Cwiu sco • FmNcisco GÓMz Tosco
- Plato de borde engrosado. A mano. Rojiza. Alisada al interior (figura 5,6).
- Plato de borde engrosado. A mano. Rojiza. Alisada al interior. (figura 5,7).
- Cuenco en forma de casquete esférico. A mano. Rojiza. Rodada (figura 5,8).
- Plato de borde almendrado. A mano. Castaña. Alisada al interior (figura 5,9).
- Plato de borde engrosado. A mano. Castaña. Alisada al interior (figura 5,10).
- Cuenco en forma de casquete esférico. A mano. Castaña. Alisada (figura 5,11).
- Plato de borde engrosado. A mano. Grisácea. Alisada al interior (figura 5,12).
- Cuenco hemisférico. A mano. Grisácea. Rodada (figura 5,13).
- Cuenco hemisférico. A mano. Grisácea. Rodada (figura 5,14).
- Cuenco peraltado. A mano. Siena. Alisada (figura 5,15).
- Cuenco peraltado de borde recto. A mano. Castaña. Alisada (figura 6,16).
- Cuenco de borde engrosado. A mano. Siena. Rodada (figura 6,17).
- Pequeño cuenco hemisférico. A mano. Castaña. Rodada (figura 6,18).
- Pequeño cuenco en forma de casqucte esférico. A mano. Rojiza. Rodada (figura 6,19).
- Cuenco en forma de casquete esférico. A mano. Decoración exterior de tipo campani-
forme con líneas quebradas paralelas Incisas. Rojiza. Rodada (figura 6,20).
- Cuenco hemisférico. A mano. Castaña. Alisada. Decoración puntillada de tipo campa
borde y superficie exterior con alternancia de tres metopas lineales y-niformel
línea quebrada (figura 6,21).
- Cuenco en forma de casquete esférico con el borde indicado al interior. A mano.
Castaña. Alisada al exterior (figura 6,22).
Los fragmentos campaniformes incisos y puntillados, de clara influencia del grupo de
Palmella/Carmona, y algún otro elemento, como los cuencos de labio plano y los vasos de
perfil en S, permiten situar el comienzo del poblamiento en el Cerro de la Matanza en los
inicios del II milenio a.C., en un momento de Calcolitico Final Campaniforme.
VII. BONARES (figura 7)
Del desfonde de algunos solares del casco urbano de Bonares procede un conjunto de
cerámicas a mano, que permiten asegurar la existencia de un hábitat prehistórico del III
milenio a.C. Entre estos materiales hemos seleccionado los siguientes fragmentos:
- Cuenco peraltado de borde engrosado al interior. Castaña. Alisada (figura 7, 1).
- Cuenco en forma de casquete esférico. Grisáceo-anaranjada. Alisada (figura 7, 2).
- Cuenco en forma de casquete esférico. Grisácea. Alisada (figura 7, 3).
- Plato de borde plano, indicado al interior. Rojiza. Alisado interior (figura 7, 4).
- Plato de borde almendrado. Rojiza. Alisado interior (figura 7, 5).
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EL POBLAMI MO DE LA EDAD DEL COBRE ENV LA TIERRA LLANA DE HUELVA 19
-Plato de borde almendrado. Rojiza. Alisado interior (figura 7, 6).
-Plato de borde almendrado, indicado al exterior. Rojiza. Alisado interior (figura 7, 7).
-Plato de borde engrosado. Grisácea. Alisado interior (figura 7,8).
-Cuenco en forma de casquete esférico. Grisácea. Alisado interior ( figura 7, 9).
-Cuenco hemisférico. Grisácea (figura 7,9).
-Cuenco hemisférico. Grisácea. Rodada (figura 7, 10).
El predominio de los platos, en sus variantes de borde engrosado, almendrado y plano
indicado al interior, caracteriza a los ajuares cerámicos, tanto domésticos como funerarios
de la Edad del Cobre en el mediodía hispano en la 2* mitad del DI milenio a.C., con
paralelos suficientemente conocidos en el Valle del Guadalquivir (RUIZ MATA,1975), pro-
vincia de Huelva (CERDÁN y LEISNER 1952; PÉREZ MACÍAS,1994), Alentejo y Algarve
(LEISNER, 1959; GONCALVES, 1989; TAVARES y SOARES, 1977), y Extremadura española
(ENRÍQUEZ, 1988).
VIII. OTROS YACIMIENTOS
Además de los yacimientos anteriormente citados, se localizan en la campiña de Tejada
otros de menor entidad (El Acebutre, Arroyo del Tamujoso y Carrascalejo Alto), de los que
sólo disponemos de algunos materiales de superficie que pueden situar su cronología
hacia los momentos finales del calcolítico. Consisten en reducidos asentamientos que de-
bieron corresponder a pequeñas comunidades agrícolas que ocuparon pequeñas elevacio-
nes (DÍAZ, CAMPOS y BORLA, 1993).
IX. REFLEXIONES SOBRE LA EDAD DEL COBRE EN LA TIERRA LLANA DE HUELVA
Habida cuenta del escaso número de hábitats de la Edad del Cobre en la Tierra Llana de
Huelva, no se pueden, por ahora, extraer conclusiones con alto grado de fiabilidad. A pesar
de esta circunstancia adversa, estos primeros datos sobre el poblamiento de la Edad del
Cobre en las campiñas onubenses nos indican a nuestro modo de ver unas primeras carac-
terísticas que merecen reseñarse.
Desde los trabajos de Cerdán y Leisner (1975), era evidente que la implantación megalítica
de esta comarca provincial presentaba una menor densidad de monumentos en contrapo-
sición al Andévalo y la Sierra (PIÑÓN VARELA, 1987). Aunque el monumento de mayor
envergadura se encontró en la Tierra Llana, el descubrimiento del Dolmen de Soto no
confirmó una pujanza poblacional como la desarrollada en otras zonas. Sin embargo, en el
mismo marco geográfico de los dólmenes de la finca La Lobita (Soto), el Arroyo de Candón
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20 JuwN Aui uo Perez MActws • Juwiv MANu Ceros CARR sco • Fw*ictsco GÓ,z Tosco
(Ribera Baja del Tinto), se encuentra uno de los conjuntos dolménicos más numerosos en
megalitos, como los situados en El Labradillo (CARRASCO MARTIN, 1987), Cumbres del
Cano (PIÑÓN, 1987) y Niebla (GARRIDO y ORTA, 1967).
Otros testimonios de ocupación sobre la base de la aparición de estructuras funerarias
eran el Dolmen de Aljaraque y el Dolmen de Villablanca (CERDÁN y LEISNER, 1975). Eran
necrópolis con un sólo enterramiento correspondientes un asentamiento de reducida ex-
tensión y corto desarrollo temporal.
Sobre la Campiña de Tejada no se ha documentado todavía ningún monumento
megalítico, lo que no deja de ser significativo, como veremos a continuación.
Es decir, si atendíamos al desarrollo megalítico únicamente la zona de Arroyo Candón/
Ribera Baja del Tinto (Beas y Niebla) parecía haber tenido cierta importancia en la Edad del
Cobre. Además, era en esta zona donde se podría haber producido un fenómeno de per-
manencia de la población hasta los momentos finales de este período, tal como ya se
acusaba por la aparición de cerámicas campaniformes en el Dolmen de Soto (LEISNER,
1959).
Tal como ya hemos apuntado, con unos posibles precedentes epipaleolíticos, las po-
blaciones neolíticas habían optado por el asentamiento en los medios litorales y prelitorales
(Dehesa, Judío, Papa Uvas, Casa del Río, etc), y desde ellos la población se concentra en
poblados de mayores dimensiones en el Prelitoral. A medida que avanza la implantación
de la economía productora, tímidamente en Casa del Río, con predominio todavía de la
caza y la recolección (GARCÍA, GÓMEZ, CAMPOS, BORJA y CASTIÑEIRA, 1996), y de base
fundamentalmente ganadera en el tránsito al Calcolítico, como es patente en el yacimiento
de Papa Uvas (MARTIN DE LA CRUZ, 1994b), el marisqueo como economía de subsistencia
sólo se mantiene como una actividad en retroceso, pero sin perder nunca su importante
papel en las poblaciones de los estuarios.
Esta vocación ganadera pudo consolidarse en los comienzos de la Edad del Cobre,
dando lugar a una mayor concentración de estas poblaciones en zonas más alejadas de las
líneas costeras, de la que serían exponente los grupos del Arroyo Candón y, sobre todo, la
densidad de monumentos megalíticos en el Andévalo y Llanos de Aroche, en suelos duros
y pobres más aptos para la ganadería.
No puede sostenerse que sea la minería y la metalurgia del cobre la responsable de la
implantación megalítica en el Andévalo, la zona minera de Huelva por excelencia, pues
como ya apunto F. Piñón (1987) esa dedicación minero-metalúrgica no se concreta en
yacimiento alguno, ni en las minas, ni en los poblados, ni en los propios ajuares funerarios.
Volviendo a una anotación anterior, en la Campiña de Tejada, la comarca de mayor
capacidad agrícola de la provincia de Huelva, no contamos por ahora con ningún yaci-
miento, enterramiento o poblado de los inicios de la Edad del Cobre. Será por tanto impor-
tante determinar si, como apuntan los datos actuales, esa preponderancia de la ganadería
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EL POB1AMIENTO DE LA EDAD DEL COBRE EN LA TIERRA LLANA DE HUELVA 21
sobre la agricultura detectada en el hábitat de Papa Uvas, fue la causante de ese peculiar
sistema de poblamiento, que se distribuyó en zonas más aptas para la ganadería, como el
Andévalo o aquellos yacimientos situados en terrenos paleozoicos en contacto con los del
terciario (Cumbres del Cano, Cabezo de la Sepultura, dolmen de Villablanca, etc).
Una de las zonas más intensamente pobladas fue el estuario del Tinto-Odiel. Los prece-
dentes neolíticos de los yacimientos de Casa del Río, Cañada Honda y Grillito (GARCÍA,
GÓMEZ, CAMPOS, BORJA y CASTINEIRA, 1996; BORJA, BARRAL y GARCÍA, 1994), con un
fuerte peso de la caza, recolección y marisqueo, continúan en poblados como el Rincón
(GARRIDO ROIZ, 1970 y 1975; RUIZ MATA, 1975), Huelva (GARRIDO ROIZ, 1983; ALMAGRO
GORBEA, 1973) y el yacimiento de El Tejar. Presentan una alta concentración de población
sólo comparable a la ocupación de la campiña de Tejada durante el momento final de la
Edad del Cobre. El marisqueo como base de la economía pudo completarse a partir del
Neolítico Final con la extensión de la ganadería y una incipiente agricultura, y por ello la
situación de estos poblados en el interior del estuario contaba con una ventajosa ubicación
de cara a la explotación de las tierras del interior.
Es probable que este tipo de modelo de poblados en estuarios pueda repetirse en las
marismas del río Piedras y en el Guadiana, aunque hasta el momento no está
documentado.
El modelo que se propone para la evolución de la cabaña doméstica a lo largo de las
distintas fases del poblado de Papa Uvas (MARTÍN DE LA CRUZ, 1994b), enfatiza el
creciente papel de la agricultura a través de su desarrollo, y la creciente desforestación de
las zonas aledañas a causa de la misma. Esto conllevará al dominio de los ovicápridos en la
Edad del Cobre ante la desaparición o disminución del bosque de encinas. Del mismo
modo puede interpretarse la ocupación del Campo de Tejada durante la etapa
campaniforme.
Las poblaciones del Calcolítico Final Campaniforme de la Campiña tienen escasa rela-
ción con las poblaciones asentadas en otras áreas de Huelva, donde esta cerámica es
escasa, y pueden relacionarse con el Valle del Guadalquivir, con estaciones intermedias
como el yacimiento campaniforme de Aznalcázar (SERNA, 1989). Esta mayor dedicación
agrícola de estas poblaciones del Campo de Tejada puede ser también un reflejo de la larga
tradición agrícola de las poblaciones del Guadalquivir frente a las poblaciones megalíticas
de componente ganadero de la provincia de Huelva.
Comoquiera que sea, si por una ocupación de poblaciones procedentes del
Guadalquivir o por ocupación por poblaciones procedentes de otros ámbitos provinciales
en las que su mayor dedicación agrícola les lleva a establecerse en la campiña, lo que
resulta de estos testimonios campaniformes del Campo de Tejada es una mayor impor-
tancia agrícola a fines de la Edad del Cobre.
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22 Juwiv Auiuo Péxuz MAclws • JUAN MANu©. Cupos C,vutisco • Faw►icisco Gbnuz ToscANo
En resumen, a pesar del pobre registro poblacional de la Edad del Cobre conocido hasta
el momento en la Tierra llana de Huelva, pueden ejemplificarse dos modelos económicos.
El primero, con precedentes neolíticos, es el que ocupa el estuario del Tinto-Odiel, que
basa su economía en la caza, la recolección y el marisqueo (Casa del Río), aunque a
medida que se inicia la Edad del Cobre cobra importancia la ganadería y la agricultura
(Papa Uvas II y III), para terminar en un momento avanzado de este período con un mayor
desarrollo agrícola (Papa Uvas IV).
No existen pruebas de un tipo de poblamiento similar en los estuarios del Guadiana y
Piedras, pero no pueden descartarse en función de lo que ocurre en otros estuarios del
Golfo de Cádiz (ESCACENA, SÁNCHEZ y BERRIATUA, 1988; MARTÍN DE LA CRUZ, 1994a).
Un segundo modelo es el que se desarrolla a fines de la Edad del Cobre en la Campiña
de Tejada, que viene a significar un mayor desarrollo agrícola.
Además de las implicaciones económicas que pudieran estar detrás del desarrollo de
estos patrones de asentamiento, concentrados en determinadas zonas en función de su
estructura productiva (estuarios y campiña), otro rasgo destacable es que ninguno de los
poblados perviva en el tiempo más de una fase. El mejor conocido y más excavado en Papa
Uvas no ofrece elementos fiables de continuidad entre el Neolítico y el Calcolítico y entre
éste y la última etapa de poblamiento en el Bronce Final. Otro tanto ocurre en La Atalayuela,
de los momentos preliminares del Calcolítico Pleno, El Rincón, de Calcolítico Pleno, y El
Tejar, que se abandonan antes de la etapa campaniforme. Los poblados de la campiña de
Tejada, Peñalosa, Paterna, Cerro de la Matanza, El Acebutre, Arroyo del Tamujoso y
Carrascalejo Alto, no presentan elementos claros de pervivencia en la Edad del Bronce, y
sólo algunos de ellos vuelven a ser ocupados en el Bronce Final y el período Orientalizante.
Se estima generalmente que el tipo de trabajo agrícola de estas poblaciones, que agota
el terreno rápidamente, es el responsable de la necesidad de cambios de localización en
busca de nuevas tierras. Es una opinión que no compartimos, pues ni la capacidad demo-
gráfica de estas poblaciones, de grupos reducidos, ni su sistema económico, que no nece-
sita roturar grandes zonas de terreno para producir excedentes, ni la propia naturaleza del
terreno, que ni aún hoy día con la mecanización llega a un estadio crítico para su recupe-
ración, pudieron provocar el agotamiento de los suelos.
También se ha señalado que el inicio de las actividades metalúrgicas en la Edad del
Cobre, produciría la aparición de calvas por la necesidad de combustible para las fundicio-
nes, pero los sistemas de fundición de la Edad del Cobre (MONTERO RUIZ, 1994) y la
escala de esta producción, contradicen estas supuestas deforestaciones. Por otro lado, ya
hemos indicado que los testimonios de minería y metalurgia del cobre en la provincia de
Huelva durante la Edad del Cobre son escasos (PÉREZ MACÍAS, 1996).
Pero del muestreo superficial de estos yacimientos no pueden obtenerse elementos
para mensurar estas cortas ocupaciones, y sólo podemos concluir por ello que el sistema
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EL POBI.&bIIENro DE LA EDAD DEL COBRE EN LA TIERRA LLANA DE HUELVA 23
de poblamiento no estaba estructurado.
Puede pensarse que estas mismas poblaciones con caracteres epicalcolíticos se mantie-
nen en la zona hasta el Bronce Final, como podría deducirse de la aparición de estratos de
Bronce Final sobre los poblados calcolíticos de Papa Uvas, Peñalosa o San Bartolomé de
Almonte, pero existen elementos claros del Bronce Pleno en toda la Tierra Llana, como las
necrópolis de cistas de los Alférez junto a la Atalayuela, de la Ruiza junto al conjunto
dolménico de Soto, y de Alpízar junto a Peñalosa y Paterna. Por ello no somos partidarios
de extender las características del poblamiento de la Edad del Cobre en el Bronce Pleno,
aunque el patrón de asentamiento sea parecido, es decir ocupaciones cortas y sin elemen-
tos básicos de fijación.
En trabajos anteriores hemos defendido que la aparición de los primeros núcleos urba-
nos en la Tierra Llana, se produce en el Bronce Final, momento en el que comienzan a
establecerse unos lugares centrales (Huelva, Niebla, y Tejada), que en la mayoría de los
casos perduran hasta la actualidad (CAMPOS y GÓMEZ, 1995). Cada uno de estos lugares
de hábitat se mantiene al centralizar la actividad económica de cada una de las comarcas de
la Tierra Llana (Estuario del Tinto-Odiel, Ribera Baja del Tinto, y Campiña de Tejada), pero
a nuestro juicio el elemento fundamental que permitió esta perduración del sistema de
poblamiento fue el nuevo impulso comercial al que se asiste durante el Bronce Final y la
variedad y nivel de producción de cada uno de los ámbitos económicos, que hizo necesa-
ria la existencia de estos centros de acumulación e intercambio. En este momento se ha
otorgado excesiva importancia a la producción metalúrgica (plata), pero debía ser más
importante la producción agrícola, pues de otra forma se hubiera alterado el sistema de
poblamiento cuando cayó la producción de plata, extremo que, como hemos indicado, no
ocurrió.
En definitiva, el sistema de poblamiento de la Edad del Cobre no se mantuvo porque la
producción no estuvo centralizada, ni se favorecieron grandes acumulaciones de exceden
como para propiciar una red comercial estable, que habría mantenido algunos yaci--tes
mientos como lugares de pósito y distribución. Por tanto, sus características son netamente
diferentes con el modelo que conocemos para el Bronce Final y el Período Orientalizante.
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