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Mujeres de Qallwa - Haydée Quiroz Malca

Mujeres de qallwa es el resultado de una investigación realizada en la provincia de San Miguel de Cajamarca, cuyas protagonistas son las artesanas del telar de cintura, conocido como qallwa. En este libro la antropóloga Haydée Quiroz Malca se centra en las tejedoras de este pueblo, en torno al cual entrelaza los hilos de la arqueología, la historia, la lingüística y la etnografía, para presentarnos un complejo proceso hist rico-social de esta región norte.

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Mujeres de Qallwa - Haydée Quiroz Malca

Mujeres de qallwa es el resultado de una investigación realizada en la provincia de San Miguel de Cajamarca, cuyas protagonistas son las artesanas del telar de cintura, conocido como qallwa. En este libro la antropóloga Haydée Quiroz Malca se centra en las tejedoras de este pueblo, en torno al cual entrelaza los hilos de la arqueología, la historia, la lingüística y la etnografía, para presentarnos un complejo proceso hist rico-social de esta región norte.

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Mujeres de qallwa

Saberes del arte textil de San Miguel de Pallaques (Cajamarca)


Mujeres de qallwa
Saberes del arte textil de San Miguel de Pallaques (Cajamarca)

Haydée Quiroz Malca

FOTO 1 Nélida Cueva Villoslada. Fotógrafo: Miguel Ugaz. Sayamud, 2015. FONDO EDITORIAL DEL CONGRESO DEL PERÚ
Biblioteca del Congreso del Perú
746.1404
Q72
Quiroz Malca, Haydée
Mujeres de qallwa. Saberes del arte textil de San Miguel de Pallaques (Ca-
jamarca) / Haydée Quiroz Malca.– Lima: Fondo Editorial del Congreso del
Perú, 2021.
454 pp.: il. col.; 24 cm.
ÍNDICE
ISBN: 978-612-4329-66-1
xxx

ARTE TEXTIL / ARTESANÍA TEXTIL / USOS Y COSTUMBRES / CULTURA / IDENTI-


DAD CULTURAL / PATRIMONIO CULTURAL / ANTROPOLOGÍA,CULTURAL Y SO-
CIAL / CAJAMARCA (DEP.) / PERÚ
Presentación de Mirtha Vásquez Chuquilin 13
Haydée Quiroz Malca
MUJERES DE QALLWA Prólogo de Luis Millones 17
Saberes del arte textil de San Miguel de Pallaques (Cajamarca)

Agradecimientos 21
CARÁTULA
de Haydée Quiroz Malca.
GUARDAS Fotografía de Óscar Chambi. Un aperitivo para el camino: ño algodón y ña lanita 25
Las fotos de interiores que no tienen crédito fueron tomadas por la autora. Por ello, solo
se indica el año. Introducción 31

Entretejiendo la historia con la escritura 33


CORRECCIÓN DE ORTOGRAFÍA Y ESTILO Jorge Coaguila
DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN Ángela Kuroiwa
PRODUCCIÓN EDITORIAL Flor de María Gómez Capítulo 1. Cajamarca, génesis de la región 43
EDICIÓN GENERAL Juan Paredes Iparraguirre

Matilde Fernández Florez, presidenta del Fondo Editorial del Congreso del Perú 1.1. Ocupaciones prehispánicas 47
© Congreso de la República
Fondo Editorial del Congreso del Perú La tradición cajamarca, rasgos de una identidad 53
Jr. Huallaga 364, Lima
Teléfonos: 311-7735 / 311-7846 La presencia huari 55
[email protected]
www.congreso.gob.pe/fondoeditorial El extraño caso del reino de Tantarica 58

Publicado en julio de 2021 / Impreso en xxx 1.2. Los reinos o señoríos en Cajamarca 61
xxx
Lima, primera edición, julio de 2021 1.2.1. Del reino Cuismanco al cacicazgo de las Siete Guarangas:
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° xxx
de la evidencia arqueológica a la lingüística 68
Tiraje: 500 ejemplares

1.2.1.1. Agua, lenguas y saberes en «territorialidades


portada, sea cual fuere el medio, sin la autorización expresa del titular de los derechos. discontinuas» 84
1.2.2. Cuismanco se reconoce como Cajamarca 93 3.2.1. La provincia de Hualgayoc: entre la ganadería y la minería 183

1.2.2.1. , particulares formas norteñas 3.2.2. Campesinos y artesanos 189


de organización étnica 96
3.3. Los tejidos: una expresión de resistencia 193
1.2.2.2. Artesanos especialistas: ¿singularidades norteñas? 98
204

Capítulo 2. Encuentros y desencuentros en los territorios de 3.5. Brüning, etnógrafo y fotógrafo del norte 205
Cajamarca 111 3.6. Trenzando un nuevo siglo 210

2.1. Cuismanco: dioses, ritos y lenguas 115


Capítulo 4. Los tejidos multicolores de San Miguel 213
Entre deidades y huacas 116
4.1. Una madeja de hilos y colores 214
La muerte y sus prendas 118
4.1.1. Revisión de algunos aspectos históricos 216
2.2. Su relación con el reino Chimor y los incas 119
4.1.2. San Miguel como eje prismático 218
2.3. La administración colonial de Cajamarca y los nuevos «amos» 121
4.1.3. Usos ceremoniales del tejido 221
2.3.1. Indígenas y españoles 124
4.2. San Miguel en la historia: los ovillos listos para el urdido 224
2.3.2. Los franciscanos y el monopolio evangelizador 126
4.2.1. Chondal, la guaranga madre 230
2.3.3. Miradas de los cronistas a la agricultura, ganadería,
4.2.2. Una antigua pachaca con especialistas textiles 234
textilería y minería 129
4.2.3. Consideraciones para urdir su historia 242
2.4. Cajamarca colonial 135
268
2.4.1. Los registros de cronistas y viajeros 138
4.3. Otras voces sobre su origen 279
2.4.2. 142
4.4. Cambios de pertenencia política 285
2.4.3. Visitas y tributos, mutaciones y permanencias 147
4.5. Breve revisión histórica de la población del distrito y provincia de
2.4.4. Las habilidades indígenas observadas por los cronistas 156
San Miguel 286
2.5. El gran cambio: la minería 158
Capítulo 5. La artesanía textil en San Miguel 291
Capítulo 3. Cajamarca en los siglos XIX y XX 169
5.1. Categorías analíticas 295
3.1. La Independencia, ¿para quién o para quiénes? 170
5.2. San Miguel ante los grandes cambios coloniales 297
3.2. Consideraciones contemporáneas a la segunda mitad del siglo XIX y
5.2.1. Los tejidos 301
primera del XX 177
5.3. Los pañones sanmiguelinos: una hebra importante de la historia 306

5.3.1. Los circuitos comerciales de los paños 330

5.4. De la Virgen del Arco al patrón San Miguel 336

5.5. El proceso de producción de los tejidos 339

5.5.1. Materias primas: la lana y el algodón 341


5.5.2. Las herramientas del telar de cintura o qallwa 346

5.6. Las etapas del tejido en qallwa 358

5.6.1. Condiciones de trabajo 373


5.7. Tejidos entre la vida y la muerte: intercambio ritual 383

5.7.1. El casorio 383


5.7.2. Los tejidos de los santos 386
5.7.3. La muerte y sus rituales: la lava o el quinto 388

5.8. Destino de los tejidos 389

5.8.1. Diseños 396


5.8.2. La ruta de los hilos y tejidos 396
Los comerciantes y las materias primas 403

Los ingresos de los tejidos 406

409

Bibliografía 417

Anexos
Anexo 1: La Virgen del Arco 433

Anexo 2: El casorio 439

Anexo 3: Técnicas textiles 443

Resolución viceministerial 447


13

PRESENTACIÓN

Mirtha Vásquez Chuquilin


Presidenta a. i. del Congreso de la República

Mujeres de qallwa es el resultado de una investigación


realizada en la provincia de San Miguel de Caja-
marca, cuyas protagonistas son las artesanas del telar
de cintura, conocido como qallwa. En este libro la
antropóloga Haydée Quiroz Malca se centra en las
tejedoras de este pueblo, en torno al cual entrelaza
los hilos de la arqueología, la historia, la lingüística y
la etnografía, para presentarnos un complejo proceso
histórico-social de esta región norteña. En su reco-
rrido, la autora nos muestra las formas singulares de
manejo del territorio, la diversidad de sustratos lin-
güísticos, fuentes históricas y los saberes ancestrales
de las grandes protagonistas, quienes han manteni-
do incólumes sus complejas tradiciones textiles como
muestra de una herencia resilente que proviene del
periodo preínca.
El intercambio de saberes generó la posibilidad
FOTO 2 Artesana satisfecha. Fotógrafo: Óscar Chambi. San Miguel, 2006. del manejo de una diversidad de técnicas de tejido y
14 Fondo Editorial del Congreso del Perú PRESENTACIÓN 15

creó un paisaje cultural que les facilitó una integración en los mode- La valoración del trabajo y la dignidad de estas mujeres ar-
los coloniales con relativa ventaja. Es probable que, para cubrir los tesanas tendría que llamarnos a reflexionar sobre sus actividades y
tributos que les exigían los encomenderos, utilizaran los ingresos que saberes, porque solo conociendo la historia escondida en estos tejidos
obtenían por la venta de sus productos textiles, evitando así tener podremos darles su justa dimensión y sentirnos más identificados con
que insertarse en los obrajes o haciendas, donde la explotación era nuestro país.
extrema. Con el tiempo, cubrieron también la necesidad de transpor- Por las consideraciones expuestas, los tejidos de San Miguel
tar sus productos y lo más importante es que, a lo largo de los años, de Cajamarca recibieron en 2019 el merecido reconocimiento de Pa-
hicieron los ajustes necesarios frente a los cambios —muchas veces trimonio Cultural de la Nación*, del que Haydée Quiroz Malca ha
adversos— que les planteaba la modernidad. En la actualidad, sus sido su mayor impulsora. Ello agrega un valor adicional a la presente
tejidos se mantienen como una producción asociada a los cada vez publicación del Fondo Editorial del Congreso del Perú que me com-
más escasos modelos campesinos, en que la artesanía textil genera place presentar, esperando contribuir con ella a la apreciación de esta
particular, rica y ancestral artesanía cajamarquina y, en general, de las
una parte significativa de ingresos monetarios.
mujeres artesanas del Perú.
Otro elemento importante del estudio son las evidencias de
singulares formas de presencias étnicas, vinculadas a las «territoria-
lidades discontinuas» de la región norte, que son aún visibles en una
diversidad de sustratos lingüísticos del habla local, apellidos y topó-
nimos. Resulta interesante que, como una expresión de integración
poética, el telar de qallwa de San Miguel de Cajamarca combina, en
los nombres de cada instrumento del telar de cintura o qallwa, len-
guas como el den, muchick, quechua y culle en una suerte de tejido o
tramado cultural inclusivo.
Además, la autora propone valorar la cultura portada por las
mujeres y sus expresiones artísticas, así como resaltar sus expresiones
estéticas, la destreza matemática y la alta abstracción que conlleva la
producción textil. Tanto los tejidos que elaboran para las vírgenes y
santos como los ponchos, las alforjas y las frazadas que se que hacen
para los matrimonios se asocian a la cultura ancestral, en que juga-
ban una diversidad de roles, entre los que destacan los económicos,
didácticos y simbólicos. * Ver página 447.
17

PRÓLOGO

Luis Millones

Mujeres de qallwa es un libro que trata de esconder la


nostalgia de su origen con la erudición que al mismo
tiempo despliega su autora. Felizmente fotografías
como la de Celina, anciana tejedora, que se muestra
«hillahuando la técnica cuchiñahui», nos dicen que
el regreso a San Miguel de Pallaques en 2014, luego
de casi cuarenta años, ha debido levantar emociones
que se traslucen, sobre todo, hacia el final del libro.
Pero no nos adelantemos, Haydée nos promete
un tejido como escritura, lo que nos hace pensar en
los quipus, que es justamente un tejido con intención
de comunicar, cuyo saber aún no logramos descubrir.
Naturalmente no es difícil adivinar que para tras-
ladar las palabras a nudos, cordones y colores quienes
lo hicieron conocían forma de tejido, que finalmente
tomó el rol de nuestra escritura.
Quiroz Malca empieza tratando de ubicar
FOTO 3 Felipa Suárez Hernández tejiendo. Fotógrafo: Óscar Chambi. Jangalá, 2006. San Miguel en el contexto de las sociedades que
18 Luis Millones PRÓLOGO 19

precedieron la llegada de los españoles. En un principio fue tentada en una de las ocupaciones más importantes de las niñas y jóvenes
por los escritos de Fernando Silva Santisteban, historiador cajamar- albergadas en los acllahuasis.
quino que echó mano a todas la disciplinas sociales para construir Lo dicho hasta ahora, si pensamos como determinantes en
lo que pensó que sería el transcurrir de una «provincia cultural» de épocas diferentes en el tiempo o en el espacio, reduciría los tejidos a
larga continuidad, poseedora de lo que llamó «ethos cajamarquino», la condición de mercancía y dádivas que los señores otorgaban a sus
pero la cercanía que tiene Haydée con la arqueología y la lingüís- aliados en señal de alianza, recuérdese que Atahualpa envió entre sus
tica, de la mano de nuestro recordado Alfredo Torero, hizo que regalos muchos tejidos finísimos a los españoles. Pero Quiroz Malca
ponga en duda muchos de los patriotismos o regionalismos de Silva va mucho más allá cuando afirma que «nos inducen a la cosmovi-
Santisteban. Investigadores de la costa y sierra norte, como Watanabe sión». Esta perspectiva nos lleva a fijarnos en los materiales (vestido o
o Seki, la llevaron a ver las interacciones de sitios como Huacaloma, adornos) de lujo que acompañaron a miembros de la nobleza norteña,
Kuntur Wasi y Pacopampa con la costa, y ampliar la «provincia de como el ajuar funerario de la Señora de Chornancap, a la que Haydée
Cajamarca» a formas de gobierno que no constituían unidades polí- llama «tejedora de la vida».
ticas de largo alcance, pero que estaban unidas por intercambios de La autora se refiere al resultado de las excavaciones desarro-
productos y personas cuando era necesario. lladas en las temporadas de 2011 y 2012 en la huaca Chornancap,
Es así como San Miguel se une a los pueblos que tienen «fron- situada al norte del distrito de San José, provincia y departamento de
teras porosas» con grupos multiétnicos y se deja de lado la búsqueda Lambayeque.
de un Estado soberano al que se le ha llamado Cuismanco, entre otros La Señora de Chornancap, a la que se refiere Haydée, no es la
muchos nombres. Apoyándose en María Rostworowski, la autora única tumba precolombina en la que el tejido es relevante. Ignacio
toma sus distancias con la premisa de considerar que, ya en periodo Alva Meneses evidenció a «una mujer tejedora sepultada con un
incaico, las ciudades «estatales» son serranas frente a las costeñas que ajuar que constaba de más de 214 husos de madera muy fino, 22 de
serían «comerciales», y centra su interés en el intercambio, actividad los cuales se hallaban con hilo de algodón de color blanco y negro,
en que los tejidos tienen un papel preponderante. Son artículos fáciles 6 ovillos de algodón, 52 agujas de cobre, 6 cayhuas, 7 porta agujas
de empacar y transportar, incluso a largas distancias, aprovechando de cobre, torteros, mates y cestas conteniendo algodón, fragmentos
la facilidad de tener animales de carga. Además, se trata de un bien de textil, la mujer que estaba sentada tiene como rasgo de pres-
que puede ser calificado con valores distintos fáciles de apreciar: el tigio un cuchillo de cobre y una máscara del mismo material, con
material empleado (algodón, lana de camélidos, etcétera), los colores aplicaciones en los ojos, así como un vaso ceremonial de cobre y
aplicados o naturales, la naturaleza del tramado y otros hacen que tizas de huaca» (Wester, 2016: 336). Este despliegue de instru-
el objeto pueda ser reconocido en lugares y sociedades aun lejanos, mentos y materiales para hilar nos demuestra que el tejido vencía a
apreciando los diferentes valores de intercambio en cada uno de los la muerte y perpetuaba la labor de quien había consagrado su vida
objetos. No en vano, bajo el gobierno de los incas, tejer se convirtió a este arte.
20 Luis Millones 21

Pero tal como nos anticipó la doctora Quiroz Malca, el valor


del tejido como símbolo va más allá de la vida. Así lo muestra la
comparación que hace el autor citado entre el diseño de la corona de
oro de la Señora de Chornancap y uno de los vasos de plata existentes
en el Museo de Arte de Denver. La iconografía que se distingue en
ambos casos permite reconocer al «personaje femenino que presenta AGRADECIMIENTOS
en las manos y los pies cabeza de felinos estilizados, junto a su mano
derecha el telar en cruz y de su cabeza un penacho que remata en
forma circular y trapezoidal» (Wester, 2016: 354).
La representación de una divinidad como tejedora es una carac-
terización de un poder sobre la vida y la muerte, que conocemos en
muchas sociedades. De esta alegoría tenemos noticia en culturas tan Este libro me ha enseñado mucho sobre el tema,
lejanas a la nuestra como Grecia y Roma. Tal es el caso de las moiras pero también de la vida y los afectos. Por eso, voy a
(parcas para la mitología romana), las tres diosas que controlaban el dedicarlo a mis seres queridos que he podido valorar
destino de los hombres, con un poder superior al del propio Zeus. Así mejor. He logrado reconocer a tres mujeres que mar-
nos dice la Ilíada, cuando Átropos (una de las moiras) cortó el hilo caron mi vida: mi mamá, Amparo Malca Benites(†);
de Sarpedón (hijo del rey de los dioses), el troyano cayó en manos de mi abuela paterna, Clotilde Caballero(†); y mi hermana
Patroclo, que lo mató sin dudar en el campo de batalla, y a Zeus solo Estela Quiroz Malca, honestas y generosas luchadoras
le quedó enjugar las lágrimas (Lefkowitz, 2003: 70). por la vida y las de sus hijos. La imagen de mi papá,
La diosa tejedora de la cultura Lambayeque ¿era una expresión Juan Antonio Quiroz Caballero (†) y la presencia de
equivalente de poderes sobre la vida y la muerte? Estoy seguro de que mi abuelo materno, Secundino Malca Castañeda (†),
en algún otro libro Haydée nos dará luces sobre este tema. siempre me han acompañado.
Y también agradezco el privilegio de nacer
en San Miguel de Pallaques, pueblo ancestral de
BIBLIOGRAFÍA arañitas creadoras de vida. Es decir, de mujeres
hilanderas y tejedoras, de personas valiosas que
LEFKOWITZ, Mary (2003). Greek Gods, Human Lives. New Haven: Yale
han luchado y continúan haciéndolo de diversas
University Press.
maneras. La lista de amigos y familiares que me han
WESTER LA TORRE, Carlos (2016). Chornancap. Lima: Ministerio de Cultura
y Museo Bruning. ayudado en mi tarea es muy grande, y seguramente
siempre será incompleta, pero igual lo intentaré.
22 Haydée Quiroz Malca AGR ADECIMIENTOS 23

En Lima, debo agradecer a Luis Millones, Renata Mayer, Arcángel San Miguel, así como de todas las asociaciones que existen
Aníbal Quijano (†), Julio Mejía Navarrete, los colegas de San Marcos en San Miguel y varios distritos y caseríos vecinos. También quiero
y de la Cátedra Colonialidad del Saber, que fueron mis anfitriones reconocer a los amigos Esperancita Díaz y Jorge César Díaz y Teresa
académicos durante mi estancia sabática donde básicamente trabajé Córdova Cruzado, que mostraron piezas antiguas de sus colecciones
y discutí este texto. A Laly Guerra, con quien compartimos la etapa personales y facilitaron las fotografías correspondientes.
original de este libro durante nuestra formación como antropólogas. A las mujeres hilanderas y tejedoras de Sayamud, Santa Rosa,
También a jóvenes colegas que han contribuido en el Perú y México: El Cedro, Jangalá, Llapa, que aparecen en el libro a través de sus
Natali López Aldave, Carlos Reyes, Everardo Martínez Paco, voces y que siempre me brindaron sus sabios conocimientos con sen-
Angélica Ayala Galván, Miriam Muñoz, que me apoyaron a lo largo cillez y afecto, matizadas con las risas, a veces tristezas y también
de esta investigación de distintas maneras. comidas que compartieron de una manera muy generosa conmigo.
Esta tarea empezó hace muchos años, en 1977. En esa ocasión También debo agradecer en Lambayeque y Trujillo el inva-
me apoyaron muchas personas en San Miguel. Es imposible olvidar luable apoyo de Lady Vinces, que me contactó con las artesanas de la
a la tía Elisa Caballero Malca (†), al tío Fortunato Rojas (†), a Imelda región. Lo mismo la amabilidad y el cariño de colegas como Mario
Rojas y a Antonio Goicochea, quien hizo los dibujos de la tesis de Millones, Carlos Wester, Carlos Elera, Ricardo Morales, Santiago
esa época y que volvió a ajustarlos para la versión actual. Además nos Uceda (†), Juan Castañeda y María del Carmen Espinoza.
recibieron en su casa. Gracias a Óscar Chambi, que desde 2006 hizo un hermoso
En las etapas subsecuentes, agradezco a Sarita, Víctor Hugo levantamiento fotográfico para este libro. Y a los jóvenes fotó-
y los hermanos Alvítez Moncada. ¿Qué decir del doctor Hugo grafos Miguel Ugaz Montenegro, Antonio Goicochea Rojas y Sofía
Montenegro; su esposa, Yolanda Alvarado, y sus hijos y nietos? Velázquez Núñez, quienes con mucho cariño me acompañaron
En especial, Víctor Hugo Montenegro Alvarado y Miguel Ugaz durante mis últimas visitas con las artesanas.
Montenegro, y su casa, que ha sido uno de los espacios más gratos, Los yanasos, como cariñosamente nos llamamos, Ana Quiroz
entre recuerdos de mi niñez y los cariños del presente. En Cajamarca Rojas, Víctor Hugo Velásquez Cabrera y Daniel Sáenz More han
siempre me sentí en casa con mis primos Ángel Rosalino Quiroz (†), soportado con entusiasmo y paciencia mis primeros manuscritos. Los
Flor de Quiroz Ascurra, Aurea y Jorge Burga, lo mismo Rosita hemos discutido y comentado ampliamente. Me han hecho correc-
Casteñeda y José Rodríguez Villa y los sobrinos y sobrinas. ciones y sugerencias valiosas y han sido un soporte muy importante
De las artesanas tendría que colocar los nombres de todas. en esta minga de saberes que hubiera sido imposible sin su paciencia
Como esto es imposible, pondré algunos: Barbarita Hernández (†), y cariño.
Iris Huangal, Marina Quiroz, Lorena Medina Díaz y las artesanas
de la Asociación Sabine Wess, lo mismo que Juanita Díaz Villate,
Martina Hernández Correa y las integrantes de la asociación
25

Un aperitivo para el camino:


ño Algodón y ña Lanita1

—Comadre Silvita... ¡Cuénteme, pue’, la his-


toria de los tejius!, ¡cuénteme, pue’!
—¡Ay, comadre Juanita! ¿Cómo puede olvi-
darlo que contaban nuestros abuelos?
—Es que yo, pué’, soy desmemoriada.
—Descanse, pue’, y recuerde que hace tantí-
simo tiempo, como decían nuestros mayores, por
estas tierras se hilaba y tejía algodón, que traían los
costeños pa’ cambialo con nuestras mashuas, ollucos
y papas, pero recuerdesté que aquí también se traba-
jaba la lana de las llamas y alpaquitas que vivían por

1 Esta historia contemporánea reproduce la oralidad local. Es una construcción elabo-


rada para este libro. En épocas prehispánicas, la producción de lana no fue exclusiva
de la sierra ni el algodón de la costa. Se producía, y continúa produciéndose, en
valles interandinos y en el oriente peruano, en Amazonas, en la zona del viejo reino
de los Chachapoyas. En esta narración ambos elementos se usan con un sentido

de exclusión entre la sierra y la costa que son producto de la pervivencia de una


FOTO 4 Doris Cruzado Quispe torciendo. Fotógrafo: Miguel Ugaz. Santa Rosa, 2015. construcción ideológica colonial.
26 Mujeres de qallwa UN APERITIVO PAR A EL CA MINO 27

estos lares, pero desaparecieron cuando los españoles trajeron las Unos subían y los otros bajaban, o al revés. Ellos tenían lugares de
wishas y, miresté, ahora no hay llamas ni alpacas... Solo wishas nomá encuentro bien escondidos, porque les habían prohibido juntarse y
tenemos. La historia de los hilos y los tejíus es muy linda, escuchesté: hasta los castigaban juertazo si lo hacían. Imagínese pue’, qué malos
«Hace muchos, muchos años en el camino de Saña a San eran esos conquistadores maldiciaos. Pero, pa’ alegría nuestra, ño
Miguel se encontraron don Algodón y doña Lanita, uno costeño y Algodón y ña Lanita se querían mucho y continuaron tejiendo y ense-
la otra serrana, y pronto se enamoraron de tanto encontrarse. Ño ñando a tejer todos esos siglos que estuvieron los invasores. Porque
Algodón subía pa’ la los cerros pa’ visitar a ña Lanita y, otras veces, dicen que no solo tejían hilos, sino también los recuerdos de nuestros
ella bajaba pa’saludalo y contale sus querencias. Así, pué’, en una de abuelos».
las fiestas de la Mamapacha se casaron y continuaron estas idas y —Así es, pue’, la historia como me la contaron, doña Juanita.
venidas por los caminos. Algunos de sus hijos se jueron quedando Y créame que en algunos pueblos que conozco aún escucho decir que
en la costa y otros en la sierra. Cada quien sabía lo que hacía. Ño porai se escondieron los hijos de ño Algodón y ña Lanita.
Algodón, finos tejidos de colores pal cálido clima costeño; ña Lanita, —Ay, doña Silvita..., ¡qué bonito cuentasté! Y saber que no
en cambio, tejidos más gruesos pal clima frío y coloreaos con tintes solo las mujeres trabajaban con hilos, sino también los varones... ¡Qué
de hierbas y cochinilla. Y así siguieron hilando, tiñendo y tejiendo orgullosa me hace sentir de mis mayores!
sus prendas de amor, y atrajeron a muchos paisanos serranos y cos- —Sí, pue’, doña doña Juanita. A pesar de todo, nuestros
teños con los que cambiaban sus tejius, técnicas y saberes. Pero un abuelos llevaron sus tejidos por todos los caminos de la costa, la
día llegaron unos extraños con caballos, espadas y pelos en la cara sierra y la montaña. Dicen que como los colores del arcoíris, siete téc-
que trajeron una gran destrucción y se adueñaron de toditito. Como nicas tenían. Hasta de Ecuador llegaban. ¿No recuerdasté que desde
un gran terremoto jue. Y las amistades viejas se rompieron por tantas Cuenca y Loja venían a comprarnos los tejidos?
guerras y por las injusticias que generaron. Muchos destos amigos se —Sí, pue’, ¿di? ¿Acaso todos seremos familia de ño Algodón
pelearon porque algunos tomaron partido por los encaballados. Esos y ña Lanita?
malintencionados les hicieron creer que ña Lanita y ño Algodón se —De seguro, pue’. Ya me alegró usté, comadrita... Celebremos
habían peleao y que eran enemigos, que no se necesitaban, hasta que con esta chichita, ¿digasté?
se habían divorciao, decían. Y así por 500 años hicieron creer que —Gracias, comadrita... ¡Salucito, pue’!
estaban separados. Pero por suerte no todo quedó así. Ellos se nece-
sitaban muchísimo. Ño Algodón, ña Lanita y sus hijos creciditos,
costeños con sus tejidos de algodón y serranos con sus tejidos de lana,
casi a escondidas, buscaban y encontraban la ocasión pa’ verse y com-
partir alegrías, trabajos y tristezas. Unas veces bajo el sol y otras en la
oscurana y otras usando el pretexto de las fiestas de los nuevos santos.
«Si es mujer, se le ha de preguntar: ¿Adoras a alguna huaca pidiéndole
que te haga experta en tejer, hilar, torcer y doblar el hilo?
¿Crees en la eficacia de tu rezo? ¿Has adorado a algunas huacas
porque te hagan buena hilandera y tejedora 2?»

Estas imágenes nos recuerdan la importancia de las mujeres hilanderas


representadas por una coya y una virgen, asociadas con la sacralidad.
Se podría pensar que esta actividad era simbólicamente tan importante
que, a pesar de ser perseguida como vemos en el epígrafe superior, se
la integró en el panteón de las divinidades religiosas coloniales.

2 Estas preguntas, formuladas para el uso de los sacerdotes extirpadores de idolatrías,


son reproducidas por Gerald Taylor (2007) y recalcan la importancia del hilado y tejido
en las sociedades andinas de los siglos XVI y XVII. Son evidencia de la existencia de
deidades asociadas a esta habilidad tendencialmente femenina, porque las preguntas
se dirigían especialmente a las mujeres, cuyas capacidades y habilidades para desa-
FOTO 5 Virgen hilandera, siglo XVIII. Anónimo. Cortesía del Museo Pedro de Osma. rrollar estas labores eran valoradas por los mismos extirpadores. Incluyo estos textos
IMAGEN 1 El hilado como actividad femenina en Guamán Poma (1980). a sugerencia del antropólogo y amigo José Rodríguez Villa.
31

FOTO 6 Familia de artesanos. Fotógrafo: Óscar Chambi. San Miguel, 2006.

INTRODUCCIÓN

La narración que inicia este libro usa como pretexto


la lana y el algodón para incidir en las complejas
y a veces conflictivas relaciones entre la sierra y la
costa peruanas —se podría incluir también a la selva
alta—, a través de los años de dominación hispana
y su proyección a tiempos actuales. Esta dicotomía
es, en gran medida, resultado de una serie de prejui-
cios coloniales alimentados, en más de cinco siglos,
por medio de un tramado ideológico que buscó el
enfrentamiento entre ambas regiones, incluso con
ideas de superioridad de una sobre otra. En este
libro se recordará que el algodón y la lana han sido
y son las materias primas utilizadas en la confección
de tejidos en la costa y sierra 3 del Perú.
A partir de los tejidos como «eje analítico»,
pretendo explicar viejos procesos y relaciones entre
los pueblos de la región septentrional del Perú y,
en especial, exponer mis planteamientos sobre los

3 Las unidades domésticas producen artículos que pueden servir para el autoconsumo
o para el intercambio y/o venta.
32 Haydée Quiroz Malca INTRODUCCIÓN 33

sentidos y significados de la producción artesanal de textiles. que en esta región se manejan y conocen por lo menos siete técnicas
Propongo así el uso de los tejidos como una herramienta de obser- textiles asociadas al telar de cintura. Estas dos grandes preguntas,
vación de la complejidad cultural, social, económica y aun política aparentemente simples, se enlazaron y originaron un complejo tejido
de una región más amplia, aunque toma la provincia de San Miguel arqueológico, histórico, lingüístico y etnográfico que me condujo por
(Cajamarca), su capital, y parte de sus distritos y caseríos, como varios caminos. Unos hacia la costa, en especial a Lambayeque, Eten,
espacio donde se enfocan un conjunto de relaciones e intercambios. Ferreñafe y Monsefú, y otros hacia Chota, Tacabamba e incluso más
La pregunta acerca de por qué los tejidos de telar de cintura o lejos, hasta el sur de Ecuador, a la región de Cuenca, como explicaré
qallwa, como los llamamos en San Miguel, son el núcleo del acer- en los siguientes capítulos. Una evidencia que se observará a lo largo
camiento y tienen sustentos importantes. Desde la evidencia etno- del texto es que cada componente del telar de qallwa es muestra de
gráfica, estos continúan teniendo vigencia en al menos tres espacios presencias culturales diversas que se integran en los sustratos lin-
de la vida de un significativo grupo de personas. En primer lugar, güísticos. Pero a diferencia de los arqueológicos, todos están en un
generan ingresos económicos a las artesanas que los producen, y a mismo plano horizontal, cuando el telar se pone en acción.
comerciantes tanto de materia prima como de prendas terminadas. Un punto muy importante a considerar es la presencia de las
En segundo lugar, son un conjunto de elementos simbólicos que se mujeres en las actividades textiles. Ellas han sido y continúan siendo
mantienen desde viejas épocas asociados a intercambios rituales en las principales protagonistas de los tejidos, desde tiempos remotos
el nacimiento, bautizo, matrimonio y muerte. También los tejidos hasta la actualidad, sin que esta realidad excluya a los hombres que,
son portadores de una serie de códigos, bien sea por los colores y sus eventualmente, participan en algunas etapas del proceso.
combinaciones, por los diseños o por las letras y frases que colocan
en los mismos, asociados a pertenencias étnicas. Y en tercer lugar, Entretejiendo la historia con la escritura
y no por ello menos importante, son los saberes y conocimientos Este trabajo se reinició en el lugar donde realicé mi primera experiencia
relacionados con la química y los complejos cálculos matemáticos etnográfica, con dos colegas, Gladys Guerra y Elena Rivas. Las tres, en
que se deben hacer para la producción del tejido más sencillo al más 1976, hicimos el trabajo de campo para nuestra tesis de licenciatura, en
complejo. Razones que sustentan la importancia de su registro y Antropología Social por la Universidad Nacional de Trujillo (UNT),
reconocimiento y valoración. titulada «Artesanía textil en San Miguel de Pallaques», que para la
Una de las razones motivadoras más específicas de este trabajo época y la región constituía un tema poco frecuente.
de investigación surgió al intentar responder por qué en San Miguel, Desde esos años hasta nuestros días, se han producido muchos
zona de sierra, se usa el algodón para confeccionar tejidos artesanales cambios como es de suponer. Cuando reinicié este trabajo 4 en
que venden fuera de la región. Por el clima, la tendencia sería uti-
4 Conté con el apoyo de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos y del Consejo
lizar exclusivamente lana (para cubrir las demandas locales y el auto- Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), México, para la investigación en mi es-
consumo). Y la otra gran cuestión era entender las razones por las tancia sabática de agosto de 2014 a julio de 2015.
34 Haydée Quiroz Malca INTRODUCCIÓN 35

agosto de 2014, más de tres décadas después, encontré una amplí- categorías que ayuden a responder de nuevas maneras las compleji-
sima producción bibliográfica, la cual he revisado hasta donde me dades de nuestra realidad.
ha sido posible. Pude volver a San Miguel para entrevistar a las En esta ocasión pretendo también cumplir los «compromisos»
artesanas, promotoras y comerciantes del pueblo, distritos y caseríos contraídos que se tornaron en deudas que asumí. Estos nunca fueron
cercanos. También pude hacer breves visitas de campo a Tacabamba de índole monetaria, sino afectiva, de respeto, lealtad y reciprocidad
(provincia de Chota, Cajamarca) y a los poblados de Monsefú, a la tierra que me vio nacer y a sus laboriosos y creativos pobla-
Mórrope, San José, Ciudad Eten y Puerto Eten (Lambayeque). dores por los aprendizajes y las experiencias que recibí de ellos y
En todos estos lugares corroboré el uso tendencial del algodón ellas en especial. El privilegio de nacer en un pequeño pueblo de la
como materia prima para la elaboración de los tejidos (ver mapa 1). sierra de Cajamarca, de vivir entre hilos multicolores, de aprender
Asimismo, constaté que, en la mayoría de estos lugares, el telar de jugando a bordar y a tejer desde niña con un telar pequeño, estar
cintura sigue vigente, como continuación de una práctica que tiene muy cerca de mi madre, de su máquina de coser y de muchas telas,
larga data, según las evidencias arqueológicas 5 . También me dirigí me dieron las orientaciones que se ref lejan en mi manera de mirar y
a la ciudad de Cuenca (sur de Ecuador) y al cercano poblado de comprender este mundo. Sin embargo, este hecho me hizo asimilar
Bulcay en Gualaceo. El propósito de todas estas visitas fue conocer las experiencias que percibí e integré como «naturales». Así —mi
in situ los procesos de producción y circulación de los tejidos elabo- etnocentrismo— «impidió» que en el primer trabajo pudiera registrar
rados en el norte del Perú y corroborar sus antiguas relaciones 6 con algunos elementos importantes, de los que tomé conciencia cuando
el sur ecuatoriano. viví en otros lugares, y del constante entrenamiento de la mirada
Regresé entonces con añoranzas al pueblo donde nací, San antropológica.
Miguel de Pallaques, y a mi primera experiencia etnográfica. Estos En mi trayectoria profesional, mis sorpresas empezaron
fueron mis primeros pasos en el transcurso de mi formación antro- en Pariamarca, comunidad campesina cercana de la ciudad de
pológica, en que contamos con el valioso apoyo de nuestro querido Cajamarca, la capital de la región. Allí observé con sorpresa que
profesor Nyler Segura de la UNT. Si bien mi proceso continúa al eran los hombres quienes tejían en los telares, tanto en el de cintura
enfrentar los retos que conlleva encontrar las soluciones a las interro- como en el colonial, llamado «de pie» o fijo. Mi mirada se afinó
gantes, y las nuevas dudas y problemas que surgen inevitablemente, con mis experiencias en las comunidades de Uramasa y Huayllapa
el desafío es seguir buscando respuestas y revisar los materiales y en Cajatambo (sierra de Lima), luego en la misma ciudad de Lima y
después con artesanos en la ciudad de México, así como los pobla-
5 Estas evidencias se mostrarán en el primer capítulo en especial.
dores de la Costa Chica de Guerrero y la zona Yokot’an en el estado
6 En el trabajo de campo de 1976 constaté que una parte importante de la producción
textil era destinada a la venta fuera de los lugares de producción. Se comercializaba de Tabasco.
en la costa de los departamentos de Lambayeque, La Libertad y algunas veces en He querido escribir este texto como si fuera un tejido. Uno de
Lima. También se tuvo noticias de que una parte se vendía en el sur de Ecuador.
Lugares que en ese momento nos fue imposible visitar. los primeros pasos es acomodar la materia prima (algodón o lana),
36 Haydée Quiroz Malca INTRODUCCIÓN 37

limpiarla, lavarla y secarla, para luego hilarla y preparar los hilos. diversas fases de su elaboración. Si bien desde 2005 estuve reinten-
Después teñir las madejas, una vez listas hay que ovillar, urdir, enta- tando hacerlo, nunca había tiempo suficiente. Esto cambió cuando
blar, escoger y tejer. El acabado dependerá del tipo de tejido que se la Universidad Autónoma del Estado de Morelos México, a la que
planee hacer. Algunas peculiaridades surgen cuando las dimensiones estoy adscrita, me dio la posibilidad de gozar de un año sabático
de la prenda que se tejerá son mayores que las dimensiones del telar para dedicarlo por entero a la presente investigación. Asimismo,
de cintura. Otras cuando, además de coser o unir las partes, se debe cuando el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt)
rematar con f lecos, o con croché. También dependerá de los diseños me confirió una beca para mi estancia sabática. Los otros soportes
y requerimientos del consumidor final, e incluso si es un pedido provinieron de mi familia más cercana en Lima y de toda la paren-
para una venta especial o el autoconsumo. tela, amistades y colegas, en San Miguel, Cajamarca, y en el norte
Los equivalentes a la lana y el algodón, las materias primas peruano, quienes en una gran minga, o trabajo colectivo, ayudaron
para tejer este libro, fueron las valiosas fuentes recogidas. Me refiero a lograr que los hilos de este telar se muevan, crucen y este texto
a las investigaciones arqueológicas, lingüísticas e históricas del norte avance.
del Perú, donde se ubica San Miguel de Cajamarca. El siguiente Un trasfondo al que volveré hacia el final es entender que los
paso fue tender las guías de mi diseño de investigación sobre estas conocimientos complejos asociados a los tejidos y las mujeres que los
fuentes. A continuación, empecé a incorporar el complejo entramado producen han ido circulando en la región nororiente. Probablemente
de hilar evidencias históricas, culturales y sociales, considerando los los movimientos se han hecho con sus pertenencias culturales, que
contextos económicos, políticos y lingüísticos. Tejer es una labor conocemos como tradiciones, lo mismo con sus historias. Estos f lujos
ardua y hay que aprender a desenredar las madejas de preguntas y de personas y productos convirtieron a esta región en un espacio
profundizar en sus matices. Al principio, en agosto de 2014, tuve la intercultural de múltiples presencias. Aunque mi tema sean los
ingenua pretensión de terminar mi tejido en un telar pequeño y en un tejidos, es probable que no se limite solo a esa actividad, sino a varias
corto tiempo, pero solo cuando me percaté de los valiosos materiales, especialidades por las que ciertos grupos étnicos eran reconocidos,
diseños y madejas que tenía (bibliografía, entrevistas, observaciones por ejemplo, la cerámica y la metalurgia.
de campo, conversaciones con amigos) fui tomando conciencia de la A continuación presento un mapa que permitirá formarnos
dimensión que podría alcanzar este producto y me vi obligada a hilar una idea de la conformación de la región en épocas anteriores con la
más fino, destejer algunas de las hipótesis iniciales para volverlas a actual división por países. Luego ubicaré a San Miguel en la región,
integrar en un telar más grande que me permitiera ampliar mi visión que siempre formó parte de territorios más amplios desde épocas
con nuevos enfoques. preíncas y ahora se encuentra bajo la jurisdicción del departamento
Este es el sentido figurado de cómo se fue haciendo el libro de Cajamarca, pero tiene estrechas relaciones, de diversa índole, con
del cual soy responsable, pero no me considero única autora, los vecinos: La Libertad, Lambayeque, Piura y Amazonas. Así como
porque comparto este privilegio con muchos apoyos recibidos en las con el sur de Ecuador.
38 Haydée Quiroz Malca INTRODUCCIÓN 39

Este libro puede ser leído de muchas formas. Puede leerse como Mapa 1
una joijona 7 simbólica en la cual se han servido como potajes los El Tahuantinsuyo y el Perú actual
aportes de varias disciplinas convocadas a esta celebración. Sobre sus
hojas, la arqueología ha servido en tradicionales platos de caolín la
importancia milenaria de la región cajamarquina en el devenir de las
civilizaciones andinas; la historia ha compartido las singularidades
organizativas y autonomías territoriales de los antiguos pobladores,
señoríos y guarangas cajamarquinos y su resiliencia ante la domi-
nación inca e hispánica; la lingüística ha vertido sus estudios sobre
la pervivencia de términos de antiguas lenguas en la región y en la
nomenclatura del telar; la etnohistoria ha compartido sus ponderadas
interpretaciones de las relaciones entre pueblos y gobernantes de las
regiones de la costa y la sierra; la geografía ha servido las interpreta-
ciones del hombre frente a la naturaleza; la religión ha ofrecido los
cálices simbólicos para beber de lo sagrado y lo mundano; la socio-
logía ha puesto como ají su reclamo para dejar de lado los enfoques
eurocentristas y colonialistas, y la antropología ha colocado con muy
buena sazón las especializaciones artesanales ancestrales junto a las
relaciones laborales y productivas.
Estas ciencias y las mujeres artesanas han hillahuado los hilos
de este tejido, de este libro que está en sus manos.

7 La joijona, llamada «mantel de cocina», es un tejido largo que se extiende sobre

Las etapas de la vida como el nacimiento, el bautizo, el corte de pelo (landaruto) y


el matrimonio son celebraciones que se comparten colectivamente desde tiempos
ancestrales. Las etapas tristes de la vida, como las defunciones o lavado de prendas,
se compartirán también sobre este largo manto de lana de ovino, que ha sido hilado
y tejido por las mismas campesinas. Como la vida misma, el manto tiene variadas
extensiones y anchuras. Sobre la joijona, los asistentes a una celebración van colo-
cando los potajes campesinos que cada quien ha preparado con esmero. Sobre el

con papa picante, la cancha de maíz, los chicharrones con mote, el frito, el arroz
de trigo, el ají y la sal, la harina de maíz, los panes, el chupe verde... todos servidos
en cóncavos mates de calabaza seca que hacen las veces de platos. Alrededor, los
participantes bailan y cantan al compás de la música que nace desde el fondo de los
clarines, violines, quenas, tambores o tinyas y del rasgado de las cuerdas de alguna
alegre guitarra. La joijona es una verdadera celebración del carácter comunitario de
la gente del campo
FOTO 7 Grupo de artesanas en plena labor. Fotógrafo: Óscar Chambi. Sayamud, 2006.
43

Capítulo 1
Cajamarca, génesis de la región

Empezaré por citar algunos investigadores de las


ciencias sociales que se han referido a esta área
desde diversas perspectivas. Los pioneros estudios
de Fernando Silva Santisteban (1985: 9) refieren:
«Cajamarca fue el punto de encuentro [y desen-
cuentro 8] de dos mundos diferentes, de dos civi-
lizaciones extrañas la una para la otra [...], que
tuvieron por resultado la desestructuración del
imperio de los incas y la dominación española del
Perú».

Esta cita recuerda el inicio de la cruenta conquista


del territorio que abarcaba el Tahuantinsuyo. Y tam-
bién avisora los cambios de todo el «sistema mundo»
que luego dieron paso a la modernidad. Sobre este
tema se ha escrito mucho y seguirá escribiéndose
más. Los hechos que sucedieron son una referencia
que no se puede dejar de mencionar, pero no es el

FOTO 8 María Fernanda Paredes Medina. Fotógrafo: Miguel Ugaz. San Miguel, 2015. 8 Esta palabra es un agregado mío a sugerencia de Ana Quiroz Rojas.
44 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 45

objetivo de este texto. Otra sugerente ref lexión de Silva Santisteban heterogeneidades inestables, tienen un sedimento. Son a su vez posi-
(1985: 9-10) señala que en nuestra nación se han establecido diversas bilidades y limitaciones para enfrentar el poder y la construcción de
maneras de relaciones entre los grupos humanos y sus territorios, hegemonías, en un cambio constante, expresado en pugnas sociales
lo que origina lo que él sugiere nombrar como «provincias cultu- y políticas, que algunas veces son claras y otras muy sutiles. Así,
rales», que se ref lejan en ciertas constantes en los modos de ser, quienes nacemos o vivimos en una región llegamos a habitar una
en este caso de los cajamarquinos. Se asocian a las expresiones configuración cultural que nos constituye, pero en la que también
de sus valores culturales cristalizados en un ethos cajamarquino, podemos intervenir en luchas simbólicas permanentes.
«Provincias culturales» sería una categoría analítica que señala Este marco metodológico es mucho más f lexible y explica-
las particularidades identitarias locales del desarrollo histórico y tivo, ya que toma en cuenta el movimiento constante de la realidad,
regional, que marcan los rasgos característicos de la comunidad caja- la diversidad de poderes y símbolos que se van resignificando en
marquina actual reflejados en la gastronomía, música, artesanía y encuentros y desencuentros de grupos sociales con intereses diversos,
formas de hablar, entre otros. Este conjunto de singularidades histó- desde una mirada menos colonial.
ricas y culturales configura el contexto general de la vida cajamarquina Las tejedoras, sus tejidos y las comerciantes, que algunas veces
y de las actividades que en ella se desarrollan. Estas particularidades suelen ser artesanas, son una parte de los actores que van cobrando
serían la expresión de su ethos. sentido desde sus historias recuperadas en este complejo social, eco-
En este mismo sentido, con matices más contemporáneos, nómico, histórico y cultural de Cajamarca. Como muchas regiones
Alejandro Grimson (2011: 45) propone la idea de «configuración», del país, Cajamarca ha sido un territorio que desde épocas preíncas
que se puede aplicar en varias escalas: locales, nacionales y transte- estuvo ocupado por una diversidad de grupos llamados «etnias» o
rritoriales, y a su vez nos permite una suerte de observación y com- «culturas», que —como veremos a lo largo del texto— se encon-
prensión caleidoscópica. Así, en palabras del autor, ‘configuración’ traron en interrelación y movimiento constante desde sus asenta-
implica que allí donde las partes no se ignoran completamente entre mientos más tempranos. Cada uno tenía expresiones propias, y se
sí, allí donde integran alguna articulación, hay un proceso de cons- relacionaban a través de complejos lazos de intercambios, encuen-
titución de hegemonía». tros, alianzas, identificaciones, separaciones y conf lictos.
Esta sería la categoría analítica que sirve para explicar parte Esto se constata en los avances de las investigaciones arqueo-
de mis argumentos, en particular los referidos a las singularidades lógicas, lingüísticas e históricas. Presentaré a continuación una
identitarias locales/regionales al interior del país, y nos llevaría a breve secuencia de culturas que se asentaron en esta región, según la
enriquecer nuestras miradas sobre Cajamarca. Al tomar como refe- información arqueológica de las zonas que han sido estudiadas y que
rente a Grimson (2011: 190-194), es su apartado interculturalidad, ayudan a entender la diversidad de los asentamientos, su singularidad
comunicación y configuración. Nos propone entender los pro- y también los elementos compartidos desde hace mucho tiempo.
cesos como suturas que se reconstruyen y, aunque aparezcan como Todavía queda una gran cantidad de lugares y zonas arqueológicas
46 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 47

que solo han sido registradas —y otras todavía desconocidas—, que ha ido cambiando. Para mí, fue una grata sorpresa encontrar gran
están pendientes de estudiar y relacionar. cantidad de material bibliográfico publicado, en varias disciplinas,
En el área núcleo de esta investigación, es decir, San Miguel, que ha enriquecido mis perspectivas. Ello ha creado nuevas interro-
aún no se ha realizado ninguna prospección arqueológica importante. gantes y enfoques.
Sin que eso signifique que no existan asentamientos arqueológicos,
entre los que podemos mencionar: Jangalá, Castillo de Cochán y 1.1. Ocupaciones prehispánicas
Miravalles, por citar los más conocidos. Con excepción de Nanchoc9, A continuación, se presentan los trabajos de algunos arqueólogos
distrito sanmiguelino, considerado la cuna del primer horticultor sobre la región que son un panorama general de los asentamientos y
de América y donde se hallaron f ibras de algodón que datan del de las relaciones que mantenían sus antiguos pobladores.
4163 a. C. La más cercana y que ha sido ampliamente estudiada Según Peter Kaulicke (2010: 405), a partir del registro arqueo-
es la de Kuntur Wasi, en la vecina provincia de San Pablo. Esta lógico, se ha podido identificar hasta el momento que las ocupa-
referencia sirve para contextualizar a toda esta área. ciones más tempranas en el área datan del periodo Formativo (ver
Si bien la región en la que se enfoca este trabajo abarca casi todo tabla 1). Este se caracteriza por la creación de sitios ceremoniales
el territorio de la actual provincia de San Miguel, nuestra mirada es en diversas zonas del territorio, así como por el uso de la cerámica
un poco más amplia pensando en una configuración cultural, pues es y la construcción de obras hidráulicas. Un punto central es que los
imposible circunscribirla a los actuales límites geográficos. Además,
diversos sitios, tanto en el periodo que lo precedió (Arcaico Final)
porque es difícil entender los procesos de producción y circulación
como en el Formativo, presentaban «amplias redes de interacción».
de tejidos, si no partimos desde las investigaciones arqueológicas,
Algunos de los sitios que corresponden a este periodo, en la región
lingüísticas e históricas de los varios grupos aquí asentados. Esto
de Cajamarca, son Huacaloma, Layzón, Kuntur Wasi, Cerro Blanco,
había sido producto del modelo de desarrollo de las ciencias sociales,
Pacopampa y Cumbemayo, la mayoría de los cuales fueron investi-
en general, y de la historia, arqueología, lingüística y etnografía,
gados de manera intensiva por la Misión Japonesa10 , que arrojó datos
en particular, disciplinas que centraron la visión colonial de un
cronológicos, una secuencia constructiva y el análisis de los contextos
país estandarizado en la civilización inca, con un enfoque o filtro
funerarios.
«cuzcocéntrico».
Debido a los intereses de este texto, solo presentaré de manera
Todo, sumado a la escasez de información de las otras regiones
resumida la información obtenida para los casos de Huacaloma,
y disciplinas, contribuyó al sesgo en la construcción de la historia o
Kuntur Wasi y Pacopampa. Enfatizaré las relaciones de estas socie-
de las historias. Sin embargo, para el norte del Perú, esta tendencia
dades con otras áreas.
9 En las quebradas de Nanchoc (500 metros de altitud), zona del Alto Valle del río Saña,
el arqueólogo estadounidense Tom Dillehay estableció en 1977 la cuna del primer 10 Kaulicke (2010: 215) recuerda que las investigaciones en Huacaloma las realizó la
horticultor de América con una antigüedad de 8000 años a. C. Sin embargo, estos Misión Japonesa en 1979, 1982, 1985, 1988 y 1989. La dirección estuvo a cargo de
trabajos no han tenido continuidad. Kazuo Terada y, después de su fallecimiento en 1987, por Yoshio Onuki.
48 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 49

En la descripción de Huacaloma, Yoshio Onuki (2010: 44)


señala que es un sitio de la actual ciudad de Cajamarca, a 2.700
metros de altitud y cuya mayor parte ha sido invadida y destruida.
Sin embargo, en tiempos no muy lejanos el lugar presentaba «una
depresión rodeada por tres montículos y una parte poco inclinada
alrededor de ellos».
Uno de los primeros en trabajar en esta región fue Ryoso
Matsumoto (1994), quien señala para el periodo Huacaloma Tardío
—con base en los estudios de Pacopampa, Kuntur Wasi, Tembladera
y Chavín de Huántar— que compartían una «ideología religiosa»
expresada en el culto al poder mágico de dioses felinizados, a pesar
de grandes diferencias en la temporalidad y la duración de estas cul-
turas regionales. Estos elementos son la evidencia de la interconexión
que tenían estos sitios ceremoniales con otras áreas, mantienendo
siempre su singularidad e independencia.
Yuji Seki (1994: 160) sostiene que en este periodo se habría
producido también un intercambio de ideologías entre la sierra y la
costa en un contexto armónico. Por lo tanto, sobre la base de estas
evidencias, puedo apuntar que si bien Huacaloma era uno de los cen-
tros ceremoniales del área de Cajamarca, con su propia autonomía, a
la vez mantenía una serie de relaciones con diversos centros ceremo-
niales del área y con otros espacios más alejados.
FOTO 9 Kuntur Wasi. San Pablo, 2015.
El complejo Kuntur Wasi se ubica en la provincia de San
Pablo, a 2.300 metros de altitud, y antes de la llegada de la Misión
Japonesa (1988, 2012) fue estudiado por discípulos de Julio C. Tello
(Pablo Carrera, Cirilo Huapaya, René Candela y José Casafranca,
1946) y después por Michael Tellenbach (1982 y 1983).
Kaulicke (2010: 263) sostiene que fueron las investiga-
ciones realizadas por la Misión Japonesa en temas de arquitectura,
50 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 51

iconografía, cerámica, camélidos y fechados radiocarbónicos las otras zonas debido a la importancia de estos camélidos andinos
que permitieron definir una secuencia constructiva clara, así como para el transporte. Es importante mencionar que la domesticación
conocer el tipo de población y las actividades que realizaban los también se produjo en Pacopampa y en Huacaloma. En síntesis, la
habitantes del lugar. También se observan recintos, monolitos, cerámica, la iconografía y la domesticación de camélidos son las evi-
escaleras, patios y canales. A lo largo de las ocupaciones, el sitio dencias de que Kuntur Wasi mantuvo contacto con sitios de la costa
ceremonial tuvo una serie de remodelaciones en que se agregaron y de la sierra.
estructuras, las cuales fueron posteriormente selladas y, en algunos Otro espacio relevante es Pacopampa, ubicado 11 en la pro-
casos, se destruyeron antes de ser cubiertas. Estas se hicieron de vincia de Chota a 2.500 metros de altitud, al igual que Kuntur
manera paulatina en sus respectivas fases de ocupación: Ídolo, Wasi. También fue un importante centro ceremonial constituido
Kuntur Wasi, Copa y Sotera. por un edificio principal, plataformas, terrazas, plaza (cuadrangular
Kinya Inokuchi (1998: 161-162) afirma que en estas fases se hundida), canales, recintos (que se cubrieron y renovaron durante
encuentra la evidencia de que Kuntur Wasi tuvo contacto con otras las fases de Pacopampa I, II y III).
áreas. En la fase Ídolo, la cerámica es similar a la de Huacaloma Según los datos obtenidos, Seki (1994: 159) afirma que Paco-
Tardío y Pacopampa, mientras que en la fase Kuntur Wasi hay una pampa tuvo también interacción con los sitios del valle de Cajamarca.
clara interacción con la costa por la evidencia de rasgos en común Para sostener su afirmación, este arqueólogo se basa en el análisis ico-
con la cerámica Cupisnique. Yasutake Kato (1994: 2003) señala, nográfico y sostiene que los habitantes de Pacopampa y Huacaloma
no obstante, que en la fase Copa se pueden observar semejanzas «posiblemente poseían la ideología religiosa en común».
con la cerámica de la fase Layzón Temprano (EL) de Huacaloma y A manera de resumen de los sitios de Huacaloma, Kuntur
Janabarrio. Asimismo, Inokuchi (1998: 165-173), para la fase Sotera, Wasi y Pacopampa, se ha pretendido mostrar que, aun cuando
afirma que la inf luencia proviene del valle de Cajamarca. Del mismo cada sitio representa una formación determinada, también tienen
modo, Onuki (2008: 217) encuentra que los rasgos iconográficos de elementos en común. En palabras de Kaulicke (2010: 37), para el
Kuntur Wasi y de otros sitios del Formativo serían resultado de la periodo Formativo Medio, estos sitios «si bien exhiben variantes más
difusión. o menos destacadas en arquitectura, arte asociado y cultura mate-
Un elemento confirma que los pobladores de Kuntur Wasi rial, todos comparten un estilo generalizado, de modo que se puede
estuvieron en contacto con otros pobladores de la sierra, según lo
explica Kazuhiro Usawa (2008: 252) en su trabajo sobre el proceso 11 Pacopampa fue estudiado por Rosas y Shady (1970 y 1974), Fung (1975), Morales
(1980 y 1998) y Seki (de 2005 a la actualidad). Entre los aportes de los investiga-
de domesticación de los camélidos en el sitio. En la fase Kuntur
dores destaca la elaboración de una secuencia cronológica basada en los análisis
Wasi se encuentra la primera evidencia de la domesticación de la de cerámica y arquitectura. No obstante, son los estudios realizados por Seki y los
miembros de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos los que brindan mayor
llama y la alpaca, proceso que generó un mayor intercambio con información (incluso se ha llegado a definir otra secuencia cronológica).
52 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 53

postularla existencia de lo que podría llamarse Gran Cupisnique»12 . La tradición cajamarca, rasgos de una identidad
Lo más resaltante de esta gran área es el alto nivel de interacción
Como hemos visto, los datos arqueológicos para esta región pre-
entre los sitios mencionados, que, no obstante, muestran que son
sentan una clara continuidad de la tradición ritual que se originó
lugares autónomos que funcionan paralelamente y con una clara pre-
durante el periodo Formativo, a la que siguió el desarrollo de la
sencia de élites.
cultura cajamarca con su peculiar producción de cerámica elaborada
Kaulicke (2010: 402-403) explica que en el Formativo Tardío
en caolín, práctica que continuó hasta la conquista española, como
se podría hablar de sociedades diversas que en algunos casos mantu-
lo han señalado Reichlen y Reichlen (1949), Terada-Matsumoto
vieron elementos del periodo anterior, pero que también introdujeron
(1985) y Julien (1988 y 2010).
nuevos elementos, mientras que en el periodo Formativo final las
Matsumoto (1994: 189-190) af irma que si en el periodo
sociedades ya estarían más nucleadas. Esto se observa en la tabla 1,
donde se presenta un resumen de la cronología. Formativo hubo una serie de centros ceremoniales con «autonomía»
y con semejanzas en ciertos aspectos (iconografía), para inicios de lo
Tabla 1
que conocemos como tradición Cajamarca se produjo un cambio en
Cronología del Formativo y de algunos sitios del área de Cajamarca
el sentido que hubo una unificación a nivel regional. La evidencia
Cronología Huacaloma Kuntur Wasi Pacopampa es, como ya se dijo, la cerámica en caolín, con diseños pintados. Sin
Temprano Huacaloma Temprano Pacopampa embargo, sitios como Huacaloma y otros cambiaron de tener una
(1700-1200 a. C.) (1500-1000 a. C.) I-A y I-B (1200-900) función ceremonial a una de carácter doméstico. Además, surgieron
Medio Huacaloma Tardío Fase Ídolo Pacopampa otros centros ceremoniales, como Rumicucho y Coyor (Cajamarca
(1000-600 a. C.) (1000-450 a. C.) (950-800 a. C.) II-A y IIB (900-500)
Temprano).
Formativo

Final Layzón Temprano Fase Kuntur Wasi


En esta misma orientación, Watanabe (2010: 222) propone
(500-400 y 200 a. C.) (EL) (450-250 a. C.) (800-550 a. C.)
tratar el caso de Cajamarca desde el 250 a. C. al 1532 d. C. como
Fase Copa
(550-250 a. C.)
una «tradición». Además de la cerámica caolín, sobre todo, por
el hecho de que durante este lapso con los cambios que se habían
Epiformativo Layzón Sotera
(200 a. C.-100/200 d. C.) (250-100 a. C.) (250-50 d.C.) registrado al interior de esta sociedad y, a pesar de la presencia de
grupos poderosos como los huaris, chimus e incas, se mantuvo un
Elaborada sobre la base de Kaulicke, 1998: 11; Kaulicke, 2010: 219-404; Inokuchi, 2008: 221;
Matsumoto, 1994: 168; y Seki, 1994: 155. «sello singular» que formaría la «identidad de los Cajamarca». Una
fuerte evidencia de ello es que no se encuentra fusión en la cerá-
12 Este Gran Cupisnique forma, según el autor, un área extendida hasta el Alto Piura (si-
tio de Ñañañique), Jaén (que excavó Yamamoto) y Bagua (sitio estudiado por Olivera). mica. Lo que sí se puede identificar en los diversos trabajos es que
También incluiría complejos como Pacopampa, Huacaloma, y el área de Kuntur Wasi
(Cerro Blanco y fase Ídolo de Kuntur Wasi).
había una relación y que no obstante la presencia de las sociedades
54 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 55

huari e inca, que ocuparon parte de esta región, los cajamarquinos Matsumoto (1994: 186-193) afirma que esta tradición empezó con la
mantuvieron «autonomía» en la ejecución de ciertos productos13 . cerámica Cajamarca Inicial (250 a. C.-200 d. C.) encontrada sobre
Al menos, en dos momentos de la historia la tradición Cajamarca los estratos de la fase Layzón en sitios como Huacaloma, Layzón y
se extendió más allá de sus límites geográficos regionales, en parti- Rumicucho como centros ceremoniales. La siguiente fase se ubicaría
cular en el sur hasta Huamachuco y la región meridional del callejón asociada a los sitios de Huacaloma, Layzón, Kolguitín, Amoshulca,
de Huaylas. Hacia el oeste, «dominó» las partes altas y medias de Rumicucho y Coyor. Esta fase fue def inida como Cajamarca
los valles de Lambayeque, Saña y Moche. Por las manifestaciones Temprana (200-450 d. C.), caracterizada por un incremento de
arqueológicas y principalmente por el estilo de su cerámica, se trata figuras iconográficas, así como por la aparición de las bases anu-
de un proceso cultural autónomo original y de gran vitalidad, proceso lares. En este periodo se produjo un mayor contacto e intercambio
que comienza a desarrollarse sobre la base de las transformaciones con otras zonas, pero se mantuvo siempre la autonomía.
realizadas en etapas anteriores a partir del segundo o tercer siglo de En cuanto a la tradición de Cajamarca Media (450-900 d.
nuestra era, prolongándose hasta la conquista inca. C.), Watanabe (2010: 223) la identifica con sitios como Huacaloma,
De las investigaciones realizadas en la región para este lapso, Amoshulca, Baños del Inca, Coyor y El Palacio, entre otros. Lugares
denominado «tradición Cajamarca» o «civilización Cajamarca», se donde se puede observar que, tanto a nivel de organización espacial
debe recordar que los trabajos pioneros de los Reichlen la definieron como de política, se siguió manteniendo el patrón anterior. Es decir,
y establecieron en cinco fases: Cajamarca Inicial, Temprana, Media, entre los sitios no hubo uno que tuviera el control predominante
Tardía y Final (ver tabla 2). sobre los demás, sino que todos funcionaban paralelamente con una
Tabla 2 tradición ritual común que se evidencia en el uso de su cerámica.
Cronología de la «tradición Cajamarca»
Por ende, el caso de la región Cajamarca para este periodo es
Cajamarca Inicial 250 a. C.-200 d. C. Subfases A y B claramente singular. Si se tiene en cuenta que en el Horizonte Medio
Cajamarca Temprana 200-450 d. C. Subfases A y B la influencia de los Huari fue muy notoria en otras áreas del territorio
Cajamarca Media 450-900 d. C. Subfases A y B
y que el sitio de El Palacio, estudiado por Watanabe, fue un asenta-
miento con elementos característicos Huari. Sin embargo, El Palacio
Cajamarca Tardía 900-1200 d. C.
presenta como particularidad que es, hasta el momento, el único sitio
Cajamarca Final 1200-1532 d. C.
de la región con elementos arquitectónicos y cerámicos huaris. La
Tabla elaborada sobre la base de Matsumoto (1994: 185).
tabla 2 ilustra las etapas de esta tradición.
13 No siempre es fácil pensar en cómo se organizarían estas presencias huari e inca con
el tipo de dominación que ejercieron en la región, a pesar de lo cual los cajamarqui- La presencia huari
nos continuaron con sus trayectorias de técnicas productivas y estilos singulares.
Muchas veces se tienen que usar categorías actuales como «dominio» o «domina- Si bien hay indicios que Cajamarca estuvo bajo control directo por
-
rales asociados a la producción, en este caso, de cerámica. parte del Estado Huari, su cultura material, como la cerámica, parece
56 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 57

haber persistido sin sufrir grandes cambios. Si se acepta que hubo pues ceramios cajamarcas hechos de caolín han sido hallados en sitios
algún paralelismo entre la cultura material y la lengua, entonces es huaris, en Ayacucho. Pero esta presencia no se debe a intercambios,
posible postular —según el autor— que durante el Horizonte Medio sino al movimiento de grupos de gente, a manera de mitimaes15 , bajo
en Cajamarca se dio una situación de concomitancia de lenguas la autoridad huari, siguiendo una idea postulada originalmente por
múltiples o un sistema bilingüe en el que coexistieron un idioma de Menzel (1964: 72).
carácter autóctono y, por parte de Huari, una lengua oficial. Ello Watanabe (2010: 234) analiza el sitio arqueológico El Palacio,
pese a que Watanabe (2010: 222) refiere que desde la arqueología es que probablemente haya sido sitio huari, donde se encuentra un pos-
imposible reunir evidencias para la reconstrucción de una determi- terior patrón de asentamiento similar al inca. Aunque hace falta más
nada lengua. Lo que es posible es advertir presencias, desde el aná- evidencias, afirma que Cajamarca estuvo bajo el dominio huari. A
lisis de los objetos materiales que dejan las gentes en su movimentos, pesar de ello, la cerámica local, que pasó de un periodo a otro, no
ya que las lenguas andinas se mueven con sus portadores, es decir incorporó ningún elemento huari.
Watabane (2010) explica que se dio una continuidad en la
hablantes.
cerámica hecha a base de caolín en el periodo huari al igual que
Watanabe (2010: 223) cita a Menzel, para señalar la inexis-
en el periodo inca. No se elaboró una cerámica de fusión. Es decir,
tencia de un señorío centralizado:
formada por productos híbridos, que pudieron haberse denominado
«Mi idea está más cercana al modelo de Menzel, el que presupone
Cajamarca-Huari o Cajamarca-Inca. Esta situación difiere de otras
que Huari tenía un sistema sociopolítico semejante al de los incas,
ya que existen muchos puntos en común entre ambas sociedades en regiones de la costa sur y norte, donde sí se tienen evidencias de
la región de Cajamarca, independientemente de que sea adecuado, estos procesos. Con estas bases, asumiendo paralelismos entre la cul-
o no, utilizar el término ‘imperio’». tura material y las lenguas, Watanabe plantea la hipótesis de que el
Agrega Watabane (2010) que sería adecuado recordar que el dominio idioma de los cajamarquinos no se reemplazó con otro, como el de
inca no tuvo como objetivo un control territorial permanente, sino los huaris o el de los otros grupos trasladados, sino que coexistieron
solo captar la mano de obra humana cuando se requería. La prueba en un escenario bilingüe para las comunidades comprometidas. La
sería la presencia de múltiples centros administrativos, lo que originó persistencia de la cerámica caolín después del término del dominio
una hegemonía propia, que habría tomado la forma de un territorio huari indicaría una continuidad de la lengua, con lo que se infiere
discontinuo o formado por «enclaves»14 . que el idioma de los cajamarquinos no fue reemplazado por la lengua
Watanabe (2010) continúa con la discusión sobre la presencia oficial de Huari durante su hegemonía.
huari en la región de Cajamarca, y si estuvo bajo el dominio directo Watanabe (2010) aclara que no se sabe qué lengua se hablaba
de dicho Estado expansivo. Sin embargo, sí hay pruebas indirectas en Cajamarca en el periodo inca, ni existe una evidencia arqueológica
que indican la existencia de un posible centro administrativo huari,
15 Este sería un antecedente de lo que más adelante Remy y Rostorowski denominarán
14 Lo resaltado es mío. «territorialiedades discontinuas».
58 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 59

al respecto. Más bien, nos propone interrogantes, ya que queda pen-


diente conocer qué sucedió en el encuentro entre la lengua autóc-
tona y el quechua. Pudo este haber reemplazado a la lengua nativa
o continuaron como poblaciones bilingües. La arqueología no tiene
respuestas todavía, ya que se basa en evidencias materiales. Lo cierto
es que las lenguas pueden sufrir cambios de manera independiente.
Insiste en que la cultura Cajamarca presentó signos de continuidad
cultural asociados con la cerámica.
Todas estas argumentaciones desde la arqueología nos per-
miten retomar y ampliar los señalamientos de la singular identidad
cajamarquina y pensarla como una suerte de configuración cultural,
donde se presentan varios matices en el ejercicio del poder, la expan-
sión de lenguas e ideologías asociadas. Ello da cuenta de sociedades
en movimiento y, a la vez, muestra persistencia de las poblaciones
originarias.

El extraño caso del reino de Tantarica

En cuanto a la tradición Cajamarca Final (1200-1532 d. C.), los


trabajos de Watanabe (2002) en Tantarica nos ofrecen un panorama
interesante de la problemática de esa época. Analiza los materiales
arqueológicos y sobre esta base explica una relación más estrecha
con la costa norte antes que con el valle de Cajamarca. Señala que
existe más bien una heterogeneidad en este reino. Por ello, es razo-
nable —nos dice el autor— pensar que la unidad política del reino
de Cuismancu en forma de siete guarangas se formó bajo el dominio
incaico y que no se remonta al periodo inmediatamente anterior.
Tal vez se pueden retomar las afirmaciones de Watanabe
(2010: 223) sobre el conjunto de elementos relacionados, a manera
de conclusiones momentáneas, respecto de que «en este valle no f lo- FOTO 10 Detalle de la zona arqueológica de Tantarica. Contumazá, 2018.
reció una sociedad centralizada que pudiera denominarse un Estado
60 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 61

organizado. En la cultura Cajamarca no se advierte la presencia de lo que ahora conocemos como la ciudad de Cajamarca. Quedan pen-
un sitio como centro político de gran envergadura ni jerarquía en dientes más investigaciones para entender estos procesos. Aún hay
el ámbito de los asentamientos». Esta es la particularidad de las muchas interrogantes.
diversas ocupaciones prehispánicas del área conocida ahora como Los avances de Watanabe y de los otros autores citados
Cajamarca. intentan también presentar nuevas hipótesis interpretativas acerca de
En un texto más reciente, Watanabe (2012: 105) continúa pro- lo que se ha llamado Cajamarca y las relaciones que estableció con
bando los argumentos que había ido sosteniendo en trabajos previos los grupos expansivos, como los huaris, los mochicas/lambayeques,
y afirma: los chimús y los incas. Insisto en nuestras dificultades para imaginar
«Esta situación compleja durante el Horizonte Medio presu- otras maneras de relación y/o dominación entre las culturas que no
pone la existencia de múltiples grupos con diferentes culturas
en la región Cajamarca. Por otro lado, la cultura Cajamarca es
correspondan con las formas y conceptos asociados a las categorías
una expresión de continuidad que se ref leja en la producción de de imperio, señorío, Estado. Conceptos y palabras que en épocas
su cerámica en caolín que se distribuyó en un área amplia de distintas, tal como insistentemente lo ha señalado Quijano (2014),
dominio huari. Por lo que los cambios culturales no correspon-
derían necesariamente a un dominio político. Una explicación
tendrían, tal vez, sentidos distintos. Por ello, solemos explicar a los
a esta variable condición sería que la sociedad cajamarca no era «otros» a partir de «nosotros» y de nuestras visiones coloniales y
centralizada, por lo tanto tenía f lexibilidad social y pudo coexistir socio y etnocéntricas reiterativas. Necesitamos pensar en otras cate-
con la sociedad imperial».
gorías analítico-conceptuales.
Esta hipótesis contradice muchas de las investigaciones sobre el ya Después de la mirada a los avances arqueológicos, presentaré las
mencionado reino Cuismanco o Guzmango. Nos hace pensar que interpretaciones de la presencia de singulares organizaciones, anali-
los acercamientos previos a los avances arqueológicos tendrán que zadas a partir de la revisión y análisis de las crónicas por parte de los
matizarse para entender, a partir de estas bases las formas de organi- investigadores. Muchos de estos aportes han impactado y cambiado
zación de estas poblaciones. Por todos los argumentos de Watanabe, las visiones que teníamos hace una década. Y se esperan todavía más
tendríamos que relativizar las afirmaciones que se han venido repi- cambios frente a los cotejos y avances desde la arqueología, la historia
tiendo, en algunos casos a partir de las crónicas, que registraron la y la lingüística. Estoy convencida de que el diálogo entre las disci-
organización social con ojos coloniales. Y recordar que los europeos, plinas es cada vez más urgente.
en el momento de la invasión, observaron los ajustes relativamente
recientes hechos por el modelo inca. 1.2. Los reinos o señoríos en Cajamarca
Parte de estas evidencias arqueológicas le darían la razón Como se vio en el apartado anterior, los estudios arqueológicos aún
a Silva Santisteban, en el sentido de la presencia de una estruc- son insuficientes para dar respuesta a múltiples preguntas sobre cómo
tura cultural, política y religiosa fuerte que todos deciden llamar se fueron asentando los grupos en el territorio cajamarquino y qué
«Cajamarca», pero no queda muy claro que esta tuviera como sede formas organizativas tuvieron. Sin embargo, quiero mencionar las
62 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 63

reflexiones de Fernando Silva Santisteban (1985), quien afirmaba que cómo esta propuesta de la mitad de la década de 1980 fue puesta en
la relación entre Cajamarca y Huamachuco podría ser muy significa- duda por la evidencia arqueológica.
tiva en el proceso de desarrollo cultural de la región. Esto se podría A la vista de los avances arqueológicos citados, la hipótesis de
asociar a una vigorosa corriente cultural que habría partido desde este investigador respecto de la capital de Cuismanco parece no ser
Cajamarca hacia el callejón de Huaylas a través de Huamachuco. las más correcta, porque el cronista solo se refería al lugar donde
Toma el estilo de la cerámica cajamarca como probabilidad de una los incas ubicaron el centro administrativo y político, un tampu.
intensa relación de intercambio entre los grupos que dominaban la Esperamos tener en el futuro mejores evidencias al respecto que per-
región. Afirma la existencia de un poderoso Estado Cajamarca, que mitan continuar dilucidando el asunto.
se extendía por los ríos Cajamarquino, Condebamba, Crisnejas y Parte de estas afirmaciones hipotéticas son bastante sugerentes,
Chusgón. Llegaba hasta Huamachuco y pasaba hasta los callejones ya que cuestionan metodológicamente las maneras de referirnos a las
Huaylas y Conchucos. Otro de sus argumentos es la lengua culle, estructuras sociales y su organización. Sin embargo, algunas de las
así como las similitudes en la ropa y patrones de conducta referidos aseveraciones de Silva Santisteban (1985) podrían también replan-
por los cronistas. Concluye que incluso puede pensarse en un corto tearse desde la evidencia arqueológica y los cuestionamientos a los
dominio Cajamarca sobre Huamachuco. centrismos. La primera sería aquella respecto de un centro con fuerte
Cabe señalar que no se encuentran evidencias de topónimos, control militar que, como vimos líneas antes, no ha sido confirmado
fitónimos ni zoónimos en lengua culle o culli en la cuenca del río por los hallazgos más recientes. Otra de sus afirmaciones respecto
Cajamarquino. Sobre este aspecto volveremos cuando veamos los de que la actual ciudad de Cajamarca habría sido el eje central de
estudios lingüísticos de Torero (1974-1985) y otros. este «reino» también podría cuestionarse, porque hay un conjunto de
Silva Santisteban (1985: 20-21) continúa y amplía sus argu- investigaciones etnohistóricas, además de las crónicas, que apuntan a
mentos sobre las formas organizativas anteriores a la llegada de la que si hubiera existido algo como un poblado central este se habría
expansión inca, y nos refiere el reino o señorío de Cuismanco. Cita ubicado en el actual pueblo de Guzmango Viejo, como lo llaman. Un
al cronista Cabello Balboa para señalar una etapa final de desarrollo tercer elemento por considerar se refiere a los centrismos del autor,
cultural autónomo en lo social, político y cultural. Menciona al que nacido en Cajamarca, que supongo ni siquiera se atrevía a pensar
sería su útimo líder, Cuismanco Cápac. Y sobre esta base infiere en cuestionar que la vieja capital se ubicara en el lugar elegido por
que Cuismanco sería el nombre con el que los incas nombraron los incas como eje de confluencia con un tampu o tambo. Pensar en
este reino, pero en la reorganización de la huamani (o provincia) lo que la actual ciudad habría sido la capital del reino sería lo más ade-
nombraron Cassamarca o Cashamarca. Con base en las crónicas de cuado, y no así que este se hubiera ubicado en un pequeño poblado
Sarmiento y Cabello, la capital se ubicaría en la ciudad de Cajamarca de la actual provincia de Contumazá, pero la arqueología y la historia
y Cuisamanco, conocida en la actualidad como Guzmango Viejo, nos irán dando más luces a futuro. Sin embargo, más adelante Silva
seria la guaranga principal y residencia del hatun curaca. Pero veamos Santisteban (1985) afirma que, además de los valles de los ríos ya
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mencionados, este «reino» se expandería también por las partes altas trabajando en terrenos que estaban a dos días de camino de su juris-
de los ríos Saña, Jequetepeque y Chicama. Al respecto, la arqueología dicción, en Túcume. Y el curaca de este lugar también se beneficiaba
cada vez nos da mayores evidencias de las relaciones entre las cuencas con parte del trabajo de los que llegaban a trabajar en sus territorios.
altas y bajas, pero se pone en cuestión un señorío centralizado. Tanto los gobernantes como gobernados conservan derechos y obli-
En la actualidad, a pesar de contar con una diversidad de publi- gaciones con sus lugares de pertenencia original, pero eso corres-
caciones sobre el tema, aún quedan muchas interrogantes respecto pondía no a las fronteras territoriales, sino sociales que se establecían
de las alianzas y arreglos de poderes entre los señores-líderes de las con fidelidades o lealtades diferentes.
zonas, que corresponderían a las culturas Moche y Lambayeque, y al Ramírez (2002: 49-50) recurre a varios casos para ampliar su
reino Chimor, conocidos genéricamente como yungas, con los señores argumento, asociados a distancias mucho más largas, como lo vemos
o líderes de Huamachuco y Cuismanco o de las Siete Guarangas. a continuación:
Por ello, menciono algunos trabajos para lo que ahora se «un curaca declaró tener súbditos ‘en distrito de más de treinta
conoce como costa Norte, por Susan Ramírez (2002: 37-59), quien leguas desde la mar hasta Caxamarca’. Otros curacas con grupos
de súbditos conocidos que vivían a gran distancia de ellos
nos explica que los «derechos de la propiedad» sobre la tierra, el agua incluyen a Copez (Copis), que vivía en la llanura costera y tenía
y demás recursos se «ganaban» a partir del trabajo que se invertía en algunos principales habitando junto a los guambos (en la sierra de
un determinado espacio, bien sea para limpiarlo y volverlo cultivable, Cajamarca); el curaca Controilico, ‘que es de los llanos [...] con
otro principal [Penachi] en la sierra’; y el curaca de Saña, que
o si se construían obras de irrigación, por parte de los caciques y tenía súbditos que vivían en nueve poblados de Cajamarca».
sus súbditos en una suerte de «buen gobierno». Si bien el objetivo
de Ramírez en su texto es otro, podemos ver que existían formas Este modelo les permitía acceder a metales valiosos. En este caso,
de «propiedad» asociadas al trabajo, y que los «pagos» tampoco se al parecer las condiciones de la negociación con la mano de obra era
realizaban con un sentido eurocéntrico. Al parecer, esta lectura se diferente, según Ramírez (2002: 106):
había ido filtrando como una interpretación que habría que ajustar «Los señores permitían y a veces estimulaban y reclutaban acti-
en nuestros días, frente a las nuevas evidencias y avances. vamente a los súbitos de otros señores para que trabajaran estos
recursos a cambio de parte del producto de su trabajo. Esta práctica
Esto hace que Susan Ramírez (2002: 48) afirme que las pre-
creaba un sistema de ‘compartir recursos’, que se aplicaba incluso a
sencias interétnicas o interculturales se daban bajo otras reglas, que los depósitos de minerales y las aguas de regadío. En 1540, los indios
nos cuesta comprender, ya que la práctica de permitir a extraños o de la costa extraían el metal de las minas de plata de Chilete, a pesar
extranjeros el uso de tierras y recursos era de mutuo beneficio. Así de que eran administradas por el señor serrano de Cajamarca».

los curacas tanto locales como los visitantes, a través de sus súb- Incluyo estas citas para cuestionar nuestros parámetros de propiedad
ditos, podían acceder a recursos que ninguno podría controlar de y manejo ecológico territorial, y todo lo que nos falta entender res-
otra manera. Es decir, mano de obra o tierras y sus productos. Como pecto de la complejidad de las relaciones entre los curacas o caci-
ejemplo menciona que el curaca de Jayanca podía tener súbditos ques y las presencias de grupos de poblaciones de señores de otras
66 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 67

regiones, entre los que primaba una diversidad de arreglos y necesi- similar sucede con las críticas que hizo Silva Santisteban desde la
dades, que todavía no hemos descifrado. Esto lo veremos en el caso lingüística. Aquí se mencionan sus argumentos y cómo se han ido
de la guaranga de Chondal y la significativa presencia de yungas, así afirmando y negando dependiendo de los avances de la arqueología,
como de topónimos y apellidos muchick. lingüística e historia.
Para Ramírez (2002: 96), en 1784 —época bastante tardía—, José Dammert Bellido (1997: 202), otro estudioso de la his-
si se observa el mapa de las provincias de Saña, Cajamarca y toria de Cajamarca, señala la presencia yunga en una parte de estos
Huambos. Además, por la información que adjunta, se puede territorios:
«En los procesos judiciales y visitas fueron necesarios los lenguas
suponer que estos grupos tenían unas muy singulares concepciones
o interpretes debido a que los naturales no conocían el castellano.
de la organización espacial de sus territorios, en los que mantenían Los idiomas, aparte del quechua, eran el mochica o yunga de la
todavía fuertes lazos y estrechas relaciones entre ellos, a pesar del costa que se hablaba en las actuales provincias de San Miguel,
dominio español. Si intentáramos entender la presencia de diversos San Pablo, Santa Cruz y el culli desde Huamachuco a Huambos».

grupos fuera de sus linderos territoriales étnicos con una menta- Como vemos, esta región tiene una larguísima serie de expresiones
lidad occidental, entonces abundarían las dificultades al explicar las culturales y formas organizativas, así lo confirman el conjunto de
peculiaridades regionales, lo que terminaría sesgando erróneamente investigaciones citadas. La tradición cerámica y la existencia o
nuestra comprensión. convivencia de varias lenguas abren líneas de trabajo, que desde la
Después de estos matices, presento otros elementos que arqueología y la lingüística continuarán incrementando nuestros
podrían hacernos pensar en Cajamarca como una región cultural, conocimientos. En cuanto a las tradiciones textiles, la arqueología
según Silva Santisteban (1985: 21-22): con base en crónistas como no ha encontrado aún evidencia de tejidos con características pro-
Pedro de Pizarro, Cieza de León, Sarmiento de Gamboa, Cristóbal pias, que normalmente se constatan en los entierros y envoltorios
de Albornoz y el Padre Arriaga, Cuismanco y Huamachuco com- de momias, pero sí existe información de los nombres actuales, de
partían lengua, vestimenta y religión. Mencionan a Catequil, divi- los componentes del telar, así como el hallazgo de herramientas
nidad venerada por ambos grupos. Pedro Pizarro afirma que las para hilar como parte de contextos funerarios. No obstante algunas
madejas de lana que llevaban en la cabeza era la representación de referencias sobre momias en la región, este sigue siendo un tema
las hondas simbólicas asociadas a Catequil como deidad de los rayos pendiente.
y truenos. Muchas huellas del pasado conviven en el presente como
Es necesario tener presente que Silva Santisteban publicó sus muestra de su persistencia a lo largo del tiempo, las evidencias frag-
textos cuando todavía no se tenían los avances de las investigaciones mentarias de objetos en cerámica caolín —de fases cajamarquinas— y
arqueológicas de la Misión Japonesa, como las de Shinya Watanabe de rasgos de ocupaciones políticas y seguramente religiosas. También
—citadas en el apartado anterior—, que iluminan y matizan muchas hay otros distintivos singulares que se mantienen de alguna manera
de las afirmaciones y presentan nuevos elementos analíticos. Algo hasta nuestros días. Por ejemplo, en la música, la comida y en el
68 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 69

habla cajamarquina actual se constatan muchos sustratos lingüís- En particular, en aquellas zonas en las que pervivían poderosos
ticos que correspondieron a diversos grupos, que en siglos pasados se idiomas regionales, como el mochica o el culle, y en las que el que-
asentaron en esta región. También es importante reconocer y valorar chua general no había pasado de ser una lengua de relación comercial
el conjunto de materiales bibliográficos pioneros, con sólidos análisis o administrativa. Con el asentamiento del poder español, las altas
de fuentes y datos, recabados por reconocidos investigadores, como jerarquías nativas empezaron a utilizar el castellano en forma dual
Waldemar Espinoza (1967), María Rostworowski y Pilar Remy con su idioma regional, y el quechua general fue desapareciendo de
(1992), Jorge Zevallos Quiñones y otros, que se atrevieron a tomar el los lugares donde no se había arraigado durante la preconquista. Este
norte como espacio de investigación y análisis. Así, rompieron con el debió ser el caso de la región o huamani Cuismancu o Guzmango,
centrismo que consideraba que todo lo que pasó en el Cuzco con los que, poco a poco, fue denominada Cajamarca.
incas se podía generalizar en todo el país. Tras largas y acuciosas argumentaciones, Torero (2005: 215-
222) señala que la lengua de la costa norte asociada o vecina de
1.2.1. Del reino Cuismanco al cacicazgo de las Siete Guarangas: de
Cajamarca —región con la que tenían f luidas relaciones— sería la
la evidencia arqueológica a la lingüística
mochica (muchik), cuyo radio de inf luencia abarcaría en la costa
Las relaciones entre la lingüística y la arqueología permiten aguzar desde el valle de La Leche (actual región Lambayeque) hasta los
las miradas para explicar desde nuevas perspectivas las compleji- valles de Pacasmayo ( Jequetepeque) y de Chicama (actual región
dades de los asentamientos prehispánicos. En este sentido, retomo La Libertad). En la sierra, el mochica llegó a San Miguel y San
lo que afirmaba Watanabe (2010), quien afirma que las bases de Pablo (actual región Cajamarca). Al referirse a la lengua mochica,
la identidad cultural compartida en los territorios ahora conocidos este autor cita al padre Fernando de la Carrera, quien había publi-
como Cajamarca serían la cerámica caolín y una lengua (aún no der- cado Arte de la lengua yunga (1644), el más rico testimonio de este
terminada). Esta continuidad se mantuvo a pesar de la llegada de los viejo idioma. Con los informes de este fraile y de algunos cronistas,
huari e inca, como lo señalé en páginas previas. Torero (2005: 219-220) se propuso reconstruir las fronteras y sus
Muchas de las dudas de Watanabe todavía no han sido resueltas características lingüísticas:
desde la arqueología, pero son complementadas por los valiosos «Respecto de las vertientes marítimas correspondientes a la franja
avances desde la lingüística. En este sentido, los aportes de Torero norteña en cuestión —serranías que cabían al corregimiento de
(1985: 203) deben ser considerados como una base para desenredar Cajamarca—, De la Carrera no alude ningún pueblo en la cuenca
alta del río Chicama; nombra a dos en afluentes derechos del río
situaciones y eventos de nuestro pasado. Por ejemplo, este autor sos-
Pacasmayo-Jequetepeque: San Miguel de la Sierra (Pallaques) y San
tenía que, en los momentos iniciales de la conquista, por los propios Pablo; a uno en la cuenca alta del Zaña: Niepos; y a uno situado
intereses coloniales, se prestó especial atención al quechua general y entre nacientes secundarias de los ríos La Leche y Lambayeque-
Chancay: Cachén (hoy Miracosta). Suma a Cachén, pero sin
los idiomas aimara y puquina, pero conforme transcurría el siglo XVI
citarlos nominalmente, ‘otros pueblos’ de la entonces provincia de
fueron percibiéndose las limitaciones de estas propuestas lingüísticas. los Guambos, lindante con la costa del corregimiento de Zaña».
70 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 71

El autor se acoge a la versión del cronista Garcilaso de la Vega acerca La presencia de la lengua yunga en la cuenca alta del Jeque-
de traslados, hechos por los incas, de pobladores costeños al interior tepeque está también corroborada por otras investigaciones y
andino, para explicar la presencia en la sierra de grupos que asume documentos. Al respecto, cuando hice consultas con el lingüista
como hablantes de yunga, «teniendo los serranos la suya natural, que Luis Andrade 19, mencionó que había encontrado en el Archivo
es la que llaman ‘la general del inca’. Añade que los indios trasla- de Cajamarca un expediente en contra de una india de Niepos 20
dados desde los valles ‘conservan su lengua materna’. Y aunque saben que vivía en Chepén. A las autoridades les fue muy fácil encontrar
la serrana, hablan la suya más de ordinario que la otra». un traductor para el proceso que se le seguía. Esto probablemente
Las afirmaciones de Torero en este apartado son muy importantes debido a que la mujer de Niepos hablaba la lengua yunga o mochica.
porque —como lo mostraré, cuando revisemos los trabajos de Espinoza, Según Torero (2005: 221-223), entre el río Jequetepeque-
Rostworowski y Remy sobre las primeras visitas16 hechas para estas Pacasmayo y el río Chicama empezaría una amplia intersección de la
regiones— se constata la presencia de pachacas yungas17 tomando lengua mochica o yunga con el quingnam (lengua del reino Chimor).
como referencia los apellidos y topónimos probablemente yungas, Desde este punto, la influencia del quingnam se prolongaría al sur,
en las mismas poblaciones y áreas mencionadas por De la Carrera18 . hasta el río Santa (actual región de Áncash 21). Para sustentar esta
afirmación, Torero recogió referencias desde el periodo colonial hasta
16 s así: «Las visitas en territorio americano eran inspec-
de la primera mitad del siglo XX, a las que somete a minuciosas y
ciones ordenadas por la autoridad colonial a diferentes niveles de la organización
social para investigar y resolver problemas vinculados a los cargos del gobierno in- críticas lecturas.
De manera complementaria a la ubicación de las lenguas cos-
índole. En última instancia, por medio de ellas se buscaba imponer la autoridad real
teñas, se encuentran las referencias de Torero (2005: 232-236) sobre
sobre el territorio imperial». los idiomas de la sierra norperuana. Para esta reconstrucción, aclara
Para Waldemar Espinoza (1967: 3), en el siglo XVI, se hicieron al menos siete
visitas para la región de Cajamarca. La primera en enero-febrero de 1535 (no se sabe 19 Andrade en la ponencia «La trama lingüística de un expediente criminal lambayecano
quien la ejecutó). La segunda en 1540, hecha por Cristóbal de Barrientos por orden », presentada al III Coloquio Internacional de Lenguas y Culturas
de Francisco Pizarro y el obispo fray Vicente Valverde. La tercera en 1549, por orden Coloniales, setiembre de 2014, Instituto de Investigaciones Filológicas, Universidad
de Pedro de la Gasca. La cuarta en 1567, hecha por Gregorio González de la Cuenca, Nacional Autónoma de México, México, sobre un expediente (1777-1779) ubicado en
el Archivo Regional de Lambayeque (Perú), sobre el asesinato de un «indio serrano»
en virtud de las órdenes de Lope García de Castro. La quinta ordenada por el virrey
en las cercanías del pueblo de Guadalupe (actual provincia de Chepén, La Libertad),
Toledo fue hecha en 1572-1574, por Francisco Álvarez de Cueto y Diego Velásquez.
a manos del amante de su esposa. Ambos, amante y esposa, eran también migran-
De las dos últimas realizadas en la última década de ese siglo, se tienen menos deta- tes de la sierra peruana, aunque de dos localidades distintas: ella de Ñepos (actual
lles. Espinoza señala el interés más importante de esta especie de censo fue estable- Niepos, San Miguel, Cajamarca) y él de Caxabamba (actual Cajabamba, Cajamarca).
cer las tasas de tributos, y que las más extensas y minuciosas fueron las de González El documento es de interés para la historia de las lenguas indígenas norperuanas
de Cuenca y Álvarez de Cueto. principalmente porque la acusada no sabía hablar castellano y, por tanto, debió ser
17
interpretada en su «idioma serrano» para los efectos del juicio.
Que habitaban la región, probablemente, bajo los acuerdos que señalaba Susan
Ramírez en el apartado anterior. 20 Niepos es un distrito de la actual provincia de San Miguel.
18 Estos y otros autores coinciden en que la presencia yunga en estos lugares fue ante- 21 Al respecto, véase también el mapa de las lenguas de la costa norte de los siglos XVI
rior a la llegada de los cuzqueños. y XVII (Torero, 2005: 227).
72 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 73

que por carencia de fuentes se basó solo en la revisión y análisis porque no existe un nombre tradicional, solo se hace en función a los
de la toponimia 22 . Este fue casi su único recurso. Acepta que su topónimos dentro de las provincias cajamarquinas de Contumazá,
investigación requiere ser completada y perfeccionada con trabajos San Miguel, Hualgayoc y Santa Cruz. Así como el extremo noroeste
de campo de diversa naturaleza, tanto en lo etnográfico como en lo de Celendín, una parte de la provincia de Chota y el centro sur de la
archivístico. La sierra norperuana no fue inicialmente una región provincia de Cutervo.
de interés para el modelo colonial. Sin embargo, Torero (2005: 232- Además de esta lengua, Torero también menciona el cat o cot,
233) sostiene: con variantes gat o got. Sus áreas de inf luencia estarían marcadas
«el culle fue una excepción, porque fue el único idioma serrano en las provincias de Cutervo, Cajamarca, Celendín, Contumazá,
—de la región norteña— del que se cuenta con referencias escritas Luya, serranías de Ferreñafe y vertientes marítimas de la provincia
y se tiene algo de material idiomático, si bien solo el análisis topo-
de Chota.
nímico es lo que le permitió realizar el primer deslinde consis-
tente de lo que fue su territorio propio [...] se trata de un idioma Todas estas lenguas estudiadas por Torero (2005: 237) están cla-
distinto del quechua, el aimara o el mochica, pero, como estos, en ramente demarcadas en un mapa que incluye el autor. Mi hipótesis es
pleno uso en el siglo XVI y con fronteras geográficas netamente que estas lenguas correspondieron a los diferentes grupos étnicos que
definibles».
convivieron —temporal, permanentemente, o se sucedieron en una
La descripción geográfica del área culle, según Torero (2005), com- línea de tiempo—, en este territorio, que fungió como una especie de
prendería los territorios de las provincias de Cajabamaba (departa- «frontera porosa», un espacio pluriétnico o una singular configuración
mento de Cajamarca), Otuzco, Santiago de Chuco, Sánchez Carrión cultural, según la propuesta conceptual de Grimson (2015).
(más conocida como Huamachuco, departamento de La Libertad) y La presencia de diversas etnias en esta región en particular
Pallasca, que pertenece a Áncash. Es un área compacta y continua —pero también en otros lugares del actual departamento— es seña-
en la toponimia, y hay referencias históricas de la nación de los hua- lada por María Rostworowski (1992: 11) a partir de la lingüística y
machucos, a excepción de Pallasca que perteneció a la nación de los a base de los documentos de una de las primeras visitas (toledana) a
conchucos. Cajamarca:
Otra referencia importante, rescatada por Torero (2005), es la «se constata la presencia de dos grupos étnicos forasteros, dife-
existencia de dos lenguas, el den y el cat: asociadas al territorio 23 den, rentes entre sí, distintos a los naturales de la región que posi-
blemente se establecieron en la zona en una época anterior a la
22 La sierra norte peruana no fue el eje principal de los intereses coloniales, pero, a di- dominación cuzqueña. Además de ellos hallamos a los mitmaqs
ferencia de la costa que fue rápidamente castellanizada, en la sierra se mantuvieron instalados por la administración cuzqueña [que] desde la aparición
con fuerza los topónimos de origen nativo a pesar de que el castellano terminó por de estos grupos en Cajamarca, habría pasado un periodo lo sufi-
imponerse.
cientemente largo para que no fuesen sindicados como forasteros
23
y se confundieran con la población lugareña. No podemos precisar
empieza un territorio completamente diferente del culle que no ostenta ninguno de los
cuándo arribaron ni los motivos o episodios que se sucedieron
segmentos indicados para este. En cambio, presenta abundantemente el componente
en relación con su instalación en Cajamarca. Lo que sí parece
74 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 75

evidente es que sus procedencias eran totalmente distintas; mien- las pachacas cuyos patronímicos contienen una significativa presencia
tras unos mostraban antecedentes costeños, los otros pertenecían
de la consonante «f» son Pongomarca, Polloques y Nipos. También
a grupos de pobladores de extracción serrana, llegados desde el
sur a lo largo de la cordillera. La administración estatal inca los menciona Payaca, nombrada algunas veces como Paiay, todas perte-
halló en Cajamarca y a estos antiguos forasteros añadió toda una necían a la guaranga de Chondal.
guaranga de mitmaq, oriundos de distintos lugares». A manera de hipótesis, se podría pensar que estos viejos nom-
Rostworowski (1992) explica que tal parece haber sido la composi- bres se habrían ido transformando poco a poco, como ha sucedido
ción étnica de Cajamarca por los años 1571-1572. Esta base sustenta, con muchos términos. Cada escribano colonial registraba como los
su definición de «territorialidades discontinuas». Para esto, analiza entendía y no siempre coincidían. Pudiera ser que Paiay pasara a
la presencia de la consonante «f» en los patronímicos de varias gua- Payac o Payaca y luego nombrar como payaques a aquellos que habi-
rangas. Ella afirma que, en larga lista de la nomenclatura de los taban ese lugar, modelo de uso frecuente en la época. También pudo
naturales registrados en la visita, se constata la presencia de personas haber sido una manera de señalar que estos grupos se dedicaban
de ambos sexos en cuyos nombres figura esta letra. Explica que los a la elaboración de tejidos pallay, que eran muy finos y singulares
diversos idiomas y variantes quechuas, incluidos el de Cajamarca —similares a los cumbis—, razon demás para pensar que podrían
(Quesada 1976) y las lenguas del grupo Aru, no poseen en su alfabeto ser mujeres yungas expertas en tejidos finos. Todo esto implicaba
la consonante «f». Lo mismo podemos decir del escaso vocabulario un complejo sistema de comunicación y codificación en símbolos y
del idioma culle hablado en Huamachuco (Martínez Compañón, colores, como lo afirman Solari (1982), Silverman (1998) y Gisbert
siglo XVIII, 1985, tomo II). Esta letra solo se halla presente en y otros (2010). Evidentemente, habría que continuar investigando
los idiomas de la costa norte de la región Chimor, Lambayeque y sobre esta afirmación hipótetica.
Jayanca. Esto es evidente si se revisa la visita de Sebastián de la Rostworowski (1992) coteja los nombres de los pueblos de
Gama a Jayanca en 1540 (Espinoza, 1975), la de Ferreñafe en 1568 la guaranga de Chondal con la toponimia actual, para constatar
(Zevallos Quiñones, 1975), y la gramática yunga de Fernando de la que geográficamente esta guaranga se situaba en la sierra vecina a
Carrera de 1644. Con el argumento de la presencia de la letra «f», Chiclayo y a Jequetepeque. Además, entre los pueblos mencionados,
que singulariza la lengua yunga o mochica, Rostworowski (1992: en la visita a Cajamarca encuentra una aldea llamada San Joseph de
13) señala que en la visita a Cajamarca se encuentran patronímicos Chanchán y otra San Gregorio de Mochique. Sobre esta base con-
cuyo origen señala, sin duda, la presencia de habitantes de la costa cluye que las personas registradas en estas pachacas de la guaranga de
norte y remarca entre sus pobladores a 89 hombres y 171 mujeres 24 Chondal, provendrían de la costa norte. Y nos llama la atención que,
cuyos nombres registran la letra mencionada. Aquí nos refiere que a pesar de ser yungas, no se los consideraba mitimaes. Es decir, eran
24 Las razones de esta abrumadora presencia femenina son también explicadas por
tratados como locales. Y no podía ser una confusión, porque había
Rostworowski. El argumento de que las mujeres suelen conservar más peculiarida- otra guaranga denominada mitimaes que abarcaba cuatro pachacas de
des de la lengua, apellidos y nombres de atuendos también fue considerado por
Andrade para estudiar los nombres de las herramientas de los telares. diversos orígenes: quechua, cañari, guayacondor y collasuyu.
76 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 77

Por todas estas razones, la investigadora afirma que surge una hubo una identidad idiomática marcada por fronteras lingüís-
marcada diferencia entre los miembros de la guaranga de Chondal ticas. La recopilación de esta nomenclatura la desarrolló en varios
«totalmente» asimilados a la región y tratados como naturales de la poblados de las provincias de los departamentos de La Libertad y
zona, a diferencia de la guaranga de los mitimaes. Por ello, sostiene Cajamarca. Sobre las «fronteras» de las lenguas —prehispánicas—,
que el establecimiento de los costeños en Cajamarca tenía un origen en Cajamarca y La Libertad, Andrade (2010) señala que para el
muy antiguo. El tiempo transcurrido era suficiente para olvidar culle o culli estaba claramente delimitada la frontera sur, debido
que fueron forasteros, su presencia en Cajamarca fue anterior a la a la contundente presencia del quechua en Corongo y Sihuas. La
conquista inca, mientras la guaranga de mitimaes (con diversidad preocupación, entonces, serían las otras fronteras, la septentrional y
de orígenes) fue compuesta durante el dominio cuzqueño. Por estas la occidental. La segunda, en especial, por la relación entre costa y
razones, es posible que tuvieran identificaciones, derechos y obliga- sierra norte, espacios descuidados por la lingüística histórica andina.
ciones diferentes a los mitmas incas. Y señala que, según la documentación etnohistórica, es posible
Rostworowski (1992: 14-15) utiliza también los argumentos afirmar relaciones más estrechas, entre ambas regiones, de las que se
lingüísticos mencionados en los apartados previos, cita a De la habían sugerido hasta el momento 25 .
Carrera, quien, en 1644, menciona los territorios de Santa Cruz, Andrade (2010: 166) recoge los nombres de los elementos del
Niepos, San Pablo, algunas doctrinas del Balsas en el Marañón y telar de cintura usados en Agallpampa, provincia de Otuzco (La
Cachen de los Guambos, como espacios de habla yunga. Y afirma Libertad), y los compara con los de Cajamarca. A partir de esto,
que en la época de apogeo yunga necesitaron dominar tierras propone como hipótesis que en el valle de Cajamarca hubo una ocu-
situadas en las cabeceras de sus valles y ríos. Esta última afirmación pación lingüística diferenciada en temporalidades, en una suerte de
podríamos matizarla con los razonamientos de Susan Ramírez, ya estratos, previos al arribo del quechua. Menciona también estudios
citados. arqueológicos sobre la diversidad cultural. Su hipótesis sostiene la
A los trabajos pioneros de Torero y Rostworowski de las pre- existencia de un periodo entre lo que denomina hegemonía del culle
sencias yungas les siguieron otros más recientes, que citaré para y las lenguas den y cat, niega la coexistencia señalada por Torero
ampliar la comprensión de la complejidad lingüística de la región. (1989), concretamente para el valle de Cajamarca.
Luis Andrade (2010, 2011, 2014) es uno de los pocos investi-
gadores que ha dedicado, después de Torero, artículos especializados 25 En una nota Andrade (2010: 175), inserta una referencia al mito huamachuquino
a los sustratos de lenguas norteñas, en especial al culle. Un aporte que alude a los huachemines «pescadores» como enemigos de los fundadores de
Huamachuco. Agrega que la pacarina de los huamachuquinos se sitúa en las cerca-
significativo —relacionado con mi eje de interés— es que en varios nías de la cuenca del Santa («en el cerro i puna llamado Guacat»). También menciona
de sus artículos toma como elemento de estudio la nomenclatura la similitud «entre el nombre del dios costeño Con y la palabra culle homónima, que

de los instrumentos del telar de cintura o qallwa para sustentar que


de este argumento, con un sentido ligeramente diferente, fue referido también por
en esta región —hasta donde han avanzado las investigaciones— no Torero en una publicación de 2005.
78 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 79

También se menciona la existencia de toponimias que ter- estas palabras como pertenecientes a distintos estratos lingüísticos
minan en -den y -don, así como las partículas cat y gat/gad. Esto (yungas, den, culles y quechuas). He constatado que se mantienen en
sería discutible porque, según Torero (2005), topónimos con estas el habla local regional de San Miguel, San Pablo, Chota y Cutervo,
terminaciones serían la evidencia de otros idiomas de los que solo en cada lugar con ciertos matices. Seguramente nos hace falta seguir
se conservan nombres como Quindén, Llagadén, Sunudén, Tongod, trabajando para obtener nuevas pistas de presencias y viejas rela-
Quilcate, Payac, que coincidirían con varios de los sustratos lingüís- ciones entre los habitantes de estos lugares. Ello ayudaría a clarificar
ticos señalados primero por Torero y luego revisados por Andrade. cuestiones de si estos estratos lingüísticos fueron superpuestos, para-
Para agregar más elementos a esta polémica, quisiera señalar que lelos o cruzados, dependiendo de los territorios.
el colega José Rodríguez Villa 26 paliografió un documento de 1609 A partir del trabajo de Luis Andrade, se pueden señalar coin-
sobre un conf licto de tierras en que los indígenas del aillu de Payac 27 cidencias en el habla de los habitantes de San Miguel, San Pablo y
se reconocían como den. Sin embargo, habrá que seguir trabajando Cutervo 28 , que nombran de manera similar a la mayoría de los ins-
levantando más evidencias y revisando archivos. trumentos del telar, como cungalpos, putij 29, illahuas y qallwas. Solo
Andrade (2010: 167-168), más adelante, menciona palabras los dos últimos procederían del quechua, según el autor. Algunos
reconocidas en el vocabulario culle, como shambar, amballe, caisha, son compartidos también en varias provincias de la sierra norte, a
amballento, ambaliento, lambaque y chucaque, lo mismo la expre- excepción de ciertas zonas de la sierra de La Libertad, como Otuzco,
sión das-das (rápido-rápido). Aquí solo me gustaría señalar que las donde ubicó nombres culles para los elementos que componen el
palabras chucaque y das-das están presentes también en el habla de telar. Con este estudio va confirmando las fronteras lingüísticas
la región de San Miguel. Además agregaría como muestra de la de la lengua culle que no estaban totalmente aclaradas, el mismo
diversidad —no necesariamente culle— topónimos vigentes en la Torero señalaba la necesidad de continuar investigando. Como
actual provincia de San Miguel, como Canchán, Paiaj, Lauchamud, hemos visto, también en el actual territorio de la provincia de San
Tauliz, Tanón, Yamalán, Cochán, Llapa, Lives, Quindén, Pencayo, Miguel se encuentran palabras de sustrato culle, lo que posiblemente
Chiapón, Oshindú, y algunos sustantivos como shingo (gallinazo), conlleve a establecer que, en algún momento de su historia, fue,
chungo (piedra), chamba (la soga que se divide en dos y que sirve para más bien, una región de presencia multiétnica o con asentamientos
amarrar el telar del extremo contrario de donde se ubica la teje- paralelos o sucesivos. En este caso, la presencia de diversos sustratos
dora), llalla (tejido ralo), munyo (ombligo), chiuche (o chiclayo, que es lingüísticos constatada en el habla actual y los topónimos usados
una calabaza usada en la gastronomía y repostería regionales; no el hasta ahora serían otra evidencia de la diversidad. Podría tratarse
nombre de la ciudad). Los especialistas han clasificado algunas de de una zona de «fronteras porosas» con presencias étnicas diversas

26 Comunicación personal. 28 De trabajos de campo en 2017 y 2018.


27 Que luego de las reducciones formaron lo que ahora se conoce como San Miguel de 29 Las palabras cungallpo y putij provendrían del léxico indígena cajamarquino recono-
Pallaques. cido como den. Comunicación personal de Luis Andrade.
80 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 81

o de «territorialidades discontinuas» y varias lenguas en una misma lingüística y cultural entre ambas regiones (Cieza de León, 1984
[1553]: 235-236; Pizarro, 1986 [1571]: 73) habrían sido testigos
temporalidad 30 .
de los últimos momentos de un estadio relativamente largo de
Gracias a la sugerencia de Luis Andrade (septiembre de 2014),
unidad idiomática y cultural entre Huamachuco y Cajamarca, en
pude planear visitar algunos pueblos de la costa de Lambayeque 31, la fase Cajamarca Final —y no se habrían referido al quechua
zonas de sustrato mochica, en los que se mantiene vigente el uso del IIA, como piensa Torero (1989: 244)—, pero no habrían dado
telar de cintura. Región donde la mayoría de las denominaciones noticia del estrato lingüístico cajamarquino más antiguo. Este
estrato, correspondiente al fondo den, se habría mantenido vigente
contemporáneos, de los elementos del mencionado telar, provienen
en regiones más occidentales del actual territorio cajamarquino,
—probablemente— de la lengua yunga o mochica. También pude posibilidad que va de la mano con la hipótesis de trabajo sobre
confirmar que las artesanas que usan telares de cintura, tanto en una dinámica cultural heterogénea entre el valle de Cajamarca y
San Miguel como en Lambayeque, nombran chana 32 a un carrizo el territorio del actual Contumazá» (Watanabe, 2003).

que se usa para mantener un ancho constante del tejido. Lo inte- La conclusión de Andrade (2010: 175) resulta valiosa, pues en un
resante es que en San Miguel casi todos los nombres del telar de
diálogo entre la arqueología, historia y lingüística f lexibiliza las
cintura provienen del quechua, den y culle, a excepción de la chana,
fronteras idiomáticas. Acepta diversidad en la presencia y superpo-
que provendría de la lengua yunga, dato que al parecer no había
siciones de las lenguas. Por ello, sugiere una compresión más cuida-
sido registrado antes. Con lo cual este telar se convierte en una evi-
dosa y profunda, dadas las evidencias sobre complejas relaciones y
dencia contemporánea de la diversidad cultural en la región y como
las concepciones de fronteras para idiomas tendrían que matizarse
ejemplo de integración de culturas en diálogo. A estas coincidencias
mucho más.
lingüísticas en el telar de cintura, podrían sumarse otras evidencias
Presenté y discutí ampliamente los planteamientos más signi-
toponímicas y antroponímicas de la cuenca alta del Jequetepeque.
ficativos de Andrade (2010), porque considero acertada la propuesta
Esto se complementa con los señalamientos de Andrade (2010:
metodológica de usar la nomenclatura del telar de cintura —nombres
174-175), respecto a la diversidad lingüística:
reproducidos tendencialmente por las mujeres— como una manera
«en el valle de Cajamarca, el culle habría constituido el estrato
idiomático previo a la llegada del quechua y también del caste-
de valorar y precisar la diversidad lingüística, que evidentemente
llano, tal como lo fue en la antigua ‘provincia’ de Huamachuco. surge asociada a las distintas formas de nombrar los instrumentos del
Así, los cronistas que dejaron testimonio de la identidad telar de cintura o qallwa de Cajamarca y La Libertad. En particular,
para San Miguel, solíamos preguntarnos el motivo de la presencia
30 Aunque tal vez en tiempos más remotos existiera cierta homogeneidad lingüística,
en ciertos núcleos no es posible entender esto, sino en movimiento. de esta diversidad de elementos lingüísticos en la toponimia local,
31 En esta región costeña encontré un nombre coincidente con el del telar de cintura de los apellidos y en el habla cotidiana de esta microrregión, donde se
San Miguel. constató la vigencia de sustratos de lenguas: den, mochica —tal vez
32 Es un carrizo delgado, que se coloca debajo del tejido —según avanza— para man-
tener el ancho constante de este.
el quingnam—, culle y quechua.
82 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 83

Otro elemento que apoya la presencia moche o yunga en la de manera casi inmediata a la caída de Atahualpa en manos de los
región es el registro comparativo que hacen Andrade y Ramón españoles.
(2014: 306) de las herramientas del telar de cintura para las provin- En síntesis, además del quechua, en la región se hablaban
cias sureñas de la región Cajamarca, denominaciones que se regis- varias lenguas, como también sucedía en toda la costa y la sierra nor-
tran en Cuzcudén (San Pablo) y Jangalá (San Miguel). Al respecto, peruana. Así lo señaló Torero en sus pioneros acercamientos y así lo
recordamos la mención de Rostworowski (1992: 22) a los paiay refieren investigaciones posteriores, como las de Pantoja Alcántara
yungas entre los pueblos de la guaranga de Chondal, San Joseph de (2001) y Andrade (2010, 2011 y 2014).
Chanchán, San Gregorio Mezique y San Miguel de Catamuche. Y A partir de la revisión de documentos y las investigaciones
como lo mencioné líneas antes, desde la etnografía se podría con- de varios autores (Waldemar Espinoza, José Dammert Bellido,
siderar como otro elemento significativo de la presencia mochica, Pilar Remy, María Rostworowski, Luis Andrade, Teodoro Hampe
la frecuencia de apellidos Monsefú y Farro en San Miguel y los y otros), sostengo la hipótesis de que en esta región se hablaba más
poblados circunvecinos. de una lengua porque, entre otras razones, convivían grupos que
Este conjunto de evidencias sirven para sustentar la hipótesis mantuvieron sus adscripciones étnicas y de tributo a sus lugares
de la presencia de grupos costeños asentados en regiones serranas, de origen durante muchos años. No se cuenta aún con evidencias
como expresiones de las «territorialidades discontinuas». Tal vez arqueológicas para saber con precisión qué otras etnias y desde
sería necesario matizar más aun las preguntas y respuestas como lo cuándo se vivían en «territorialidades discontinuas», a la que
propuesto por Andrade —desde los nombres del telar de cintura o aluden conceptualmente Rostworowski y Remy, pero, conforme
qallwa— para explicar la presencia de diversos sustratos de lenguas vayan surgiendo nuevos hallazgos arqueológicos, esta propuesta
en el habla norteña actual, tanto serrana como costeña. basada en crónicas y documentos coloniales —la más estructurada
Es momento de plantear la hipótesis que el área de la actual hasta el momento— podría tomar fuerza y ser concluyente. Creo
provincia de San Miguel y algunas otras de Cajamarca eran zonas que eran formas diferentes de negociación del poder, presencias e
de «fronteras porosas» con presencias de grupos multiétnicos que intercambios, ya que los grupos se necesitaban y por eso usaron la
arribaron mucho antes de la llegada de los incas a la región, y se reciprocidad. Tal vez hacemos preguntas con categorías inadecuadas
mantuvieron vigentes con el arribo de estos últimos. Además, la pensando «encontrar» evidencias de un reino, porque no tenemos
otros referentes empíricos y teóricos de formas distintas de organi-
diversidad se incrementó con la llegada de nuevos grupos de diversos
zación política, religiosa y territorial. Lo mismo para las fronteras
orígenes en calidad de mitimaes o mitmas 33 . Así lo comprueba el
lingüísticas asociadas a territorios continuos. La creación del caci-
registro que se hizo en las primeras visitas realizadas en Cajamarca,
cazgo de las Siete Guarangas, podría corresponder a la fase «breve»
33 Tal vez el modelo de mitimaes existió antes que lleguen los incas, pero los sentidos, de presencia inca y del posterior modelo colonial en la región. Pero
las pertenencias y las condiciones de los movimientos poblacionales se inclinaron
hacia los traslados forzados de grandes grupos poblacionales. veamos elementos adicionales.
84 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 85

1.2.1.1. agua, lenguas y saberes en «territorialidades


discontinuas»

El sustento del modelo analítico «territorialidades discontinuas»


planteado por Rostworowski (1992: 14) estaría asociado con la nece-
sidad básica de agua que tenían los habitantes de la costa —norte
en este caso— para regar y ampliar sus tierras de cultivo. Por la
ecología dependían del agua de los ríos que provienen de las partes
altas de sus valles, cuyo acceso resultaba fundamental. Ella proponía
que esto sería un punto de conf licto entre costeños y serranos. Sin
embargo, con las evidencias arqueológicas y lingüísticas pienso que
tal vez en esta región usaron otras formas de intercambio para tener
presencia y asegurarse el valioso líquido, como alianzas matrimo-
niales, intercambios de productos y también de tecnologías (al menos
en la cerámica y los textiles). También existe posibilidad de hacer
arreglos de presencias e intercambios distintos al dominio de uno
sobre los otros, dadas las mutuas dependencias, porque también
necesitaron metales, tintes, productos agrícolas, que no producían
en la zona yunga. Lo mismo sucedía con los andinos y con quienes
vivían en la alta Amazonía, al menos.
La arqueología, por otro lado, ha demostrado la gran extensión
de las culturas Moche y Lambayeque y luego del reino Chimor en
la costa. Sabemos del poderío alcanzado por los señoríos costeños,
de sus riquezas y no parece extraño que su influencia llegara a una
parte del territorio de Cajamarca en algún momento de su expansión.
Cabrían ciertos matices en los arreglos que se hicieron para satisfacer IMAGEN 2 Señora de Chornancap, Huaca Chotuna, Lambayeque. Fuente: Cortesía
del arqueólogo Carlos Wester.
la «necesidad de agua» y la arqueología refiere que estos eran más
bien una suerte de alianzas entre yungas y andinos.
Uno de los hallazgos arqueológicos de un contexto funerario más
impresionante, de lo que va del siglo XXI en la costa norte, se realizó
en 2011, en Chornancap (Huaca Chotuna, muy cerca de Lambayeque).
86 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 87

El descubrimiento estuvo a cargo de un equipo de arqueólogos diri- continuación, se observa la representación de la deidad mencionada
gido por Carlos Wester, con quien sostuve una interesantísima entre- (Wester, 2016: 286). Al agregar lo que señala el autor, se podría
vista 34 . Se trata del ajuar funerario en la tumba de la llamada «Señora pensar en la presencia simbólica yunga en lugares que se extendían
de Chornancap» o «Sacerdotisa Lambayeque», reconocida como una más allá de sus «fronteras» en la costa, y la importancia del hilado
deidad «tejedora de la vida». En razón de una serie de imágenes que y tejido como un principio de creación de vida, a base de alianzas/
plasman la actividad de hilar asociada con la creación de la vida y la tejidos que trascienden los modelos de dominación que usan la fuerza
fertilidad. Tras el análisis del contexto funerario y luego de establecer y la violencia.
una relación iconográfica con el vaso de plata 35 del Museo de Arte de Un elemento muy importante destacado por Wester (2015:
Denver, el propio Carlos Wester explica emocionado: 13-16) se refiere a la presencia de cerámica Cajamarca en la tumba de
«todo hace indicar que nuestro personaje de Chornancap es la la Señora de Chornancap, que sería la evidencia de las fluidas rela-
deidad femenina principal, la diosa de la Luna, la mujer tejedora, la ciones entre estas dos regiones, en este caso probablemente asociada
diosa del mar, la ola antropomorfa, la ola que sale y se convierte en
a una alianza matrimonial y relaciones de intercambio con algún per-
la cabeza de una mujer que entra a la profundidad y vuelve a salir
[...]. Finalmente hay algo que nos preguntamos: ¿para qué ponerle sonaje de los Andes cajamarquinos:
ojos en todas partes a esta mujer [...] su cuerpo está lleno de ojos, y
«En el oeste del corte se halló un agrupamiento de 35 vasijas de
es que esta es la mujer que lo ve todo [...] es la diosa, la única que cerámica de fina calidad artística y tecnológica, asociada al estilo
puede tener la capacidad para verlo todo, en la vida terrenal y fuera Cajamarca [...], caracterizada por elaborar cerámica con arcilla
de ella. Ese es otro rasgo que se destaca en su identidad, la visión conocida como caolín, pero que sobre todo muestra un indiscu-
de la deidad femenina; no sucede con las tumbas masculinas ni con tible sello de color, acabado y singular decoración. Estas ofrendas
las deidades masculinas, no tienen ojos por todos lados [...] esa es representadas por juegos de platos, cuencos, copas, sonajas y finas
una capacidad, más bien, de visión, en este caso solamente para las jarras revelan, a simple vista, la inconfundible identidad cajamar-
mujeres, y ahí tenemos, entonces, en vida la curandera, la sacerdo- quina, definida a partir de las imágenes pintadas, tanto en el inte-
tisa, la soberana y en la muerte la diosa lunar, la diosa del mar, que rior como exterior de las mismas y que corresponderían a lo que se
está en un territorio frente al mar: Chornancap. En este territorio conoce como estilo Cajamarca costeño.
del ave mítica, donde se vincula con grupos de Cajamarca, tiene [...].
acceso a productos que vienen de Ecuador, y se entienden con los
Hay que destacar que la ubicación de la cerámica lambayeque
grupos chimús, tiene la capacidad de establecer las relaciones más puede ser entendida por el ámbito donde se encuentra, pero las
allá de su ámbito autónomo». vasijas de estilo cajamarca podrían interpretarse como el afian-
Las relaciones entre la región yunga y la sierra cajamarquina se mues- zamiento de los vínculos y lazos que el personaje sepultado en la
tumba habría sostenido en vida con la región de Cajamarca. De
tran a lo largo del voluminoso libro Chornancap (2016), de Carlos existir estos vínculos, podrían considerarse como de índole fami-
Wester. En el contexto funerario de la Señora de Chornancap, a liar (matrimonios), de relaciones territoriales o probablemente
como circunstancias de intercambio de productos y recursos
34 Comunicación personal. Entrevista realizada al arqueólogo Carlos Wester el 21 de (comercio); pero estos confirman una estrecha e histórica relación
octubre de 2014. entre dos grupos étnicos contemporáneos, que reafirman sus vín-
35 Vaso producto del huaqueo. Se asocia con la Señora de Chornancap. culos no solo en la vida, sino en la muerte».
88 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 89

Agregando a lo enunciado por Carlos Wester, podría corresponder


a la expresión material de fuertes lazos de intercambio costa-sierra,
que, si bien tenía bases en la cerámica, expresaba también afectos,
saberes, estéticas y recursos materiales.
Es preciso anotar que la presencia de cerámica cajamarca en
los contextos Lambayeque y Moche también ha sido registrada por
otros investigadores (Castillo, 2003; Bernuy y Bernal, 2008). Pero
regresemos a la narrativa de Carlos Wester:
«hemos ref lexionado sobre la posibilidad de que la presencia de
este importante conjunto de cerámica de estilo foráneo forme
parte del afianzamiento de un vínculo más profundo que tiene
que ver con el tema del agua, recurso que genera fertilidad con
la tierra. Esta posibilidad se debe a que el agua de los valles de
Lambayeque se originan en la parte alta de las vertientes andinas
de Cajamarca, que f luyen y descargan a través de los ríos que
forman los valles de la región Lambayeque. Por lo tanto, este
recurso hídrico de vital significado constituyó históricamente
y hasta hoy el aporte de Cajamarca para que los campos de
Lambayeque sean fertilizados con éxito, lo que conlleva a una
relación que se afianza y fortalece a nivel político, religioso y
productivo, pero que se origina desde el aprovechamiento de la
expresa voluntad de la naturaleza».

Aquí también es necesario continuar con las investigaciones, no solo FOTO 11 Greca de olas geométricas. Área ritual de residencia, Huaca Chotuna,
Lambayeque. Fuente: Cortesía del arqueólogo Carlos Wester.
en la costa, sino en las regiones diversas que van hacia las partes altas,
para comprender la importancia del agua en la vida de los habitantes
de ambas regiones.
Además de la cerámica, Wester (2015: 23) señala que uno de
los símbolos encontrados en la tumba se asocia a una greca de «olas
geométricas» unida a una especie de escalera, que sería la represen-
tación del agua, indispensable para ellos, proveniente de los Andes
cajamarquinos (como se observa en la foto 11). Esto expresaría un
explícito reconocimiento de la complementariedad que tendrían
ambas regiones.
90 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 91

En contraposición con los valiosos trabajos que se realizan en encomendero Melchor Verdugo se aprovechó del sistema para
obligar a los indígenas a transportar el tributo que le debían —en
la arqueología norteña de la costa, tengo que mencionar que existen
sentido contrario— desde Cajamarca hasta la ciudad de Trujillo».
pocas referencias bibliográficas a momias cajamarquinas (Wiener,
1993: 688). En los trabajos arqueológicos realizados en Cajamarca Toda la evidencia que señala esta autora nos llevaría a relativizar la
no han hallado mayores evidencias de tejidos asociados al ajuar visión de que las etnias necesariamente estaban ligadas a determinados
funerario. Posiblemente por la dificultad de conservación debido al territorios, con fronteras definidas por diversos elementos, siendo la
clima o por el saqueo de los huaqueros, solo se encontraron restos lengua uno de los más importantes. Esto nos hace repensar si la región
de herramientas para hilar o tejer, como señala Shinya Watanabe que conocemos como Cajamarca estuvo poblada, además de los grupos
(2010: 223). Sin embargo, la evidencia arqueológica, lingüística e locales, por otros que llegaron por razones que todavía desconocemos y
histórica que da cuenta de viejas relaciones entre estas regiones nos que estaban asentados antes de la expansión cuzqueña.
hace pensar que lo que entendemos como fronteras étnicas no exis- Rostworowski (1992: 20) analiza presencias diferenciadas de las
tían tal como nosotros las concebimos, dado que algunas pachacas etnias de origen forastero halladas en la visita a Cajamarca, porque
(al menos de lo registrado en las visitas) de yungas, guayacundos los yungas al parecer estaban instalados en la región desde mucho
y chachapoyas tenían presencia permanente en lo que ahora cono- tiempo atrás como lo acabamos de ver en las referencias de Carlos
cemos como Cajamarca y viceversa. Esto nos podría llevar a repensar Wester. Menciona a un grupo llacuaz, etnia serrana que se podía
las categorías de territorios y fronteras, lo que también nos daría encontrar a lo largo de los Andes, pero de los que se tiene pocas
lecciones y luces que puedan ayudar en la generación de maneras de noticias. Y al final se menciona a la guaranga mitmaq, asociada con
vivir lo intercultural con relativa armonía y respeto por la diversidad, la dominación inca que incluía quechuas, cañaris, guayacóndores y
asociadas al buen vivir, del que se hablaba desde Guamán Poma. collas. Estos hallazgos nos ayudan a entender la complejidad y la evi-
En un giro analítico, Rostworowski (1992: 15) nos amplía la dencia de migraciones y movimientos de población de vieja data, que
visión que se estableció entre yungas y andinos, con la llegada de los requieren más investigación.
incas. Así como los probables y negativos cambios originados con el Las hipótesis de Rostworowski nos llevan a repensar las
modelo colonial: visiones estáticas con las que hemos construido las comprensiones
«la ocupación territorial chimú o mochica a ciertas zonas de de estos territorios. Ella propone «territorialidad discontinua» como
Cajamarca es diferente a la mención que se halla en la visita a categoría que da cuenta de estos procesos. Esta surge de la revisión y
Cajamarca realizada por Barrientos en 1540 (Espinoza, 1967) en
análisis de la visita a Cajamarca, expresada en su estructura sociopo-
la cual los señores de Pacasmayo, Saña, Collique, Chuspo, Cinto
y Túcume estaban obligados a servir al inca con su gente hasta lítica. No se trata de archipiélagos o de enclaves, como decían John
el tambo de Cajamarca y transportar productos destinados al Murra y Fernando Silva Santisteban, sino de todo un sistema espa-
soberano. En ese entonces solo se trataba de llevar la carga de cial de organización, que, si bien se ha observado en otros lugares,
la costa a la sierra de acuerdo con las órdenes impartidas por la
administración cuzqueña. Más adelante, durante la Colonia, el
no tiene como en Cajamarca una tan clara y generalizada presencia.
92 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 93

Rostworowski (1992: 20-21) recuerda que Pilar Remy, en su las que se vienen haciendo en arqueología, no solo en Cajamarca,
estudio sobre las visitas coloniales, confeccionó cuadros que ayudan sino de manera especial en la costa de Lambayeque y La Libertad,
a demostrar la distribución de la población por pueblos. En estos como veremos. También con elementos como intercambio de cono-
cuadros se observa que son pocas las aldeas ocupadas en su tota- cimientos y tecnologías que es adonde apunto en este texto. Sigamos
lidad por una sola guaranga. La de Guzmango o Cuismanco, por con la historia de la región.
ser la más importante, poseía cinco pueblos habitados tan solo por
sus propios miembros, sin la intromisión de otras etnias. La gua- 1.2.2. Cuismanco se reconoce como Cajamarca
ranga de Chondal contaba con un pueblo habitado solo por su propia
Como ya señalé, un aporte significativo para la reconstrucción de la
gente y era San Joseph de Chanchán. En cuanto a San Antonio de
historia de la región norteña, tanto de la zona andina como del área
Cajamarca, cabeza de la «provincia», todas las guarangas estaban
yunga o costa, así como de sus intrincadas relaciones, es el estudio
representadas en su capital. Sobre un total de 42 pueblos, solo 10
de Rostworowski y Remy (1992), a base de la revisión de las visitas 36
estaban poblados por los propios miembros de su guaranga sin la
a Cajamarca de 1571-1572 a 1578.
intromisión de otras, todas las restantes compartían sus aldeas y
Al analizar el documento de la visita 1571-1572 y su continua-
tierras.
ción, en 1578, Remy (1992: 50) afirma que la etnia de Cajamarca se
¿Qué podía motivar esta dispersión y entrelazamiento sociopo-
organizaba en siete guarangas: seis eran originarias (Bambamarca,
lítico de la población y de las tierras de cada pachaca? Es evidente
Pomamarca, Chondal, Cajamarca, Guzmango y Chuquimango) y
que no se trataba de archipiélagos verticales o de una complemen-
una de mitimaes. Cada una estaba a cargo de un curaca, además
tariedad ecológica, pero si bien los motivos podrían girar en torno
a conceptos similares, hallamos que la llamada «verticalidad» no había uno principal para las siete, que tenía su residencia en
explica los esquemas presentes en Cajamarca. Guazmango, siendo esta la más importante. También menciona dos
La práctica andina de la territorialidad discontinua respondía a parcialidades, Colquemarca y Malcadán. Las guarangas, a su vez, se
la necesidad de disminuir los riesgos presentes en la agricultura. En dividían en pachacas, a cargo de un principal. Era una estructura de
este caso, tenía que ver con el acceso al agua o manejar sus excesos. las líneas de poder.
Era una forma de asegurarse la dispersión del riesgo. La propuesta De estas afirmaciones nos queda la certeza de que la guaranga
metodológica de la autora combina esta constatación con la revisión de Guzmango, durante los primeros años de la presencia europea,
de los patronímicos en las visitas coloniales, y nos da cuenta de lo que continuaba siendo la más importante, incluso se aprecia que la pro-
sucedía en esta región de Cajamarca. Y no solo asociada a la expan- porción de población que contenía alcanzaba casi el 25 por ciento del
sión inca, sino preexistente y probablemente con reglas y acuerdos
distintos. Estas hipótesis se van confirmando y ajustando con las 36 Las visitas fueron una especie de censos de la población y de los recursos. En este
caso, fueron producto de un pleito entre dos ricas encomenderas viudas, que en su
investigaciones asociadas a la lingüística, como las de Andrade, y largo litigio necesitaron de un recuento de la población indígena que se disputaban.
94 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 95

total de la población de esta provincia 37. Otra vez, como se mencionó, explica por qué la propuesta de Murra y su modelo de verticalidad
la tendencia colonial fue seguir con los reajustes producto de la pre- y de pisos andinos no se aplicaría en el caso cajamarquino, debido
sencia inca en esta región, que al parecer «movió» la sede o centro a sus singularidades. Remy (1992: 62-64) sostiene que en este caso
de esta provincia hacia Cajamarca, donde ubicó un gran tampu o se debería a otros factores: porque la altura media en Cajamarca,
tambo e, incluso, «cambió» de nombre. No sabemos si detrás de esto donde se sitúan los principales núcleos habitados y habitables, oscila
se movía alguna idea de los cuzqueños de «borrar» la existencia de entre 2.300 y 2.800 metros sobre el nivel del mar. Entonces, pro-
viejos reinos que existieron antes de su arribo. ponen que la explicación es otra y, basándose en el análisis de los
Remy (1992: 62) examina la distribución geográfica de la pueblos y la composición de los mismos, señalan que podrían tener
las siguientes variantes:
población de Cajamarca organizada en torno a las Siete Guarangas
—ya mencionadas— y a sus respectivas pachacas, que estaban a su a) Aquellas compuestas por pachacas pertenecientes a la propia gua-
ranga. En este caso se podría pensar en clásico modelo de pobla-
vez distribuidas en 43 pueblos: 39 visitados en 1571-1572 y 4 reco-
ción territorio.
rridos en 1578, todos ellos localizados en la región central y sur del
actual departamento de Cajamarca y en las provincias de Cajamarca, b) Los pueblos compartidos por pachacas de distintas guarangas y con
desproporción entre el número de habitantes, lo que se asociaría a
Celendín, Contumazá, Chota, Hualgayoc y San Miguel.
la territorialidad discontinua.
Otro elemento que refiere Remy (1992: 62) para Cajamarca,
siempre basada en la información de la visita, es que las pachacas c) Las autoridades como curacas y principales están censados en lo
pertenecientes a diferentes guarangas ocupaban los mismos pueblos que podría ser el núcleo de central de la guaranga.
y que estos pueblos muchas veces estaban alejados del área concreta d) La población en cada pueblo es variable, podía ir de 400 a 500
de una guaranga. Es decir, en el «territorio» de otra guaranga. A habitantes. A excepción lo que sería la capital, esto se constató
este fenómeno, coincidiendo con Rostworowski, lo califica: «terri- en la visita de 1571-1572. Para la visita de 1578, se constató un
torialidad discontinua». La argumentación de Remy (1992: 62-64) número promedio que superaba los mil habitantes.
Este fenómeno parece deberse a la política de las reducciones. Es
37 Remy (1992: 68) recuerda que Guzmango era la guaranga más importante de la etnia y
que le daba su nombre. En esta zona se ubican las ruinas de Tantarica, que al parecer
decir, a la concentración de la población en pocos pueblos. En 1571
fue el centro «administrativo» del reino. Tantarica se sitúa en la cumbre de un cerro a y 1572 ya se empezaban a percibir las manifestaciones de este pro-
3.300 metros de altitud, que marca el límite entre los valles de la costa y la sierra. Si
bien Guzmango y Contumazá se sitúan a 2.700 metros de altitud, los demás pueblos
ceso, que en 1578 estaba prácticamente concluido. En seis años, la
se localizan a altitudes menores. Yo podría agregar la hipótesis que Tantarica tenía al- población de Cajamarca fue concentrada en reducciones, lo que nos
guna ubicación privilegiada y por esa altura estaría también resguardada de posibles
intrusiones, además la altura estaba asociada con las divinidades. Ubiqué un padrón
explicaría la gran variación que se registró donde antes se ubicó una
gran cantidad de pachacas por pueblo, así como el elevado número de
Padrones C1676). En este documento, Guzmango, todavía continuaba siendo la pri-
habitantes en cada uno, comparada con los patrones de poblamiento
mera guaranga, en el orden de presentación en el documento, y le Cajamarca —que
se convirtió en un centro de administración colonial— en densidad de población. tradicionales.
96 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 97

La autora aclara que la visita de 1571-1572 fue la base para la administrativo de origen occidental colonial y no indígena. Si
reconstrucción del área de dominio de cada guaranga en forma indi- bien, nos dice la autora, no podemos negar la relación entre una
vidual, así como para localizar su área de jurisdicción y sus pueblos guaranga y su territorialidad: cada una tiene un área más o menos
secundarios. Para las de Bambamarca, Pomamarca y Chondal, toma concreta de ocupación —y, por tanto, de jurisdicción— vinculada
información adicional de un fragmento de la visita del oidor Cuenca, sobre todo al acceso de tierras de cultivo; pero esto es muy distinto
pues los padrones de tributarios estaban ordenados no solo por gua- a identificarla con una demarcación administrativa o un pueblo
rangas, sino también por pueblos. Esto permite hacer una compara- determinado. Las pachacas integrantes de una guaranga se distri-
ción entre los visitados en la primera etapa 1571-1572 y los de 1576 buyen desigualmente en el territorio de su jurisdicción, incluso en
para establecer semejanzas y diferencias. toda el área que abarcaba la etnia. A través de la visita de 1571-
1572, vemos que no hubo emplazamiento fijo para una pachaca. Si
1.2.1.1. GUAR ANGASy PACHACAS, particulares formas fuera así, cada una sería un pueblo de los que se recorrieron en
norteñas de organización étnica la visita, y no fue así. Es más, había pachacas en «territorios» de
Remy (1992: 72-73) critica el empleo generalizado de algunos con- otras guarangas. Esta situación es muy importante para explicarnos
ceptos como aillu, hanan suyu, hurin suyu. Sugiere que, a partir de la cómo es que la pachaca —y la guaranga— mantenían su relación
investigación etnohistórica, sería necesario insistir en la individua- social más allá de la posesión territorial. El alejamiento físico del
lidad de las etnias, porque está demostrado que tanto el concepto núcleo central de la pachaca y de la guaranga no mermó en lo más
de aillu como la noción bipartita (hanan-hurin) no se aplicaban en mínimo la conciencia de «pertenecer» a tal o cual unidad sociopo-
todo el Tahuantinsuyo. En la zona norte, por ejemplo, las unidades lítica y la autoridad a la que se sometían seguía siendo la principal
sociopolíticas se articularon, más bien, a través de pachacas y gua- de su pachaca y curaca de su guaranga, independientemente del lugar
rangas como principios de organización de los grupos étnicos. donde se encontraran, porque las autoridades no se establecían por
En Cajamarca, los documentos del siglo XVI no mencionan el localidades, sino por unidades sociopolíticas. Estos son los procesos
término «aillu» cuando se refieren a unidades sociales (ni en ningún complejos asociados a la territorialidad discontinua, que nos cuesta
otro caso), sino que emplean el término pachaca. Lo que tendría que trabajo entender en la actualidad, porque tendemos a asociar grupo
discutirse, en todo caso, es hasta qué punto pachaca y aillu se corres- étnico, guaranga o pachaca necesariamente a un territorio delimitado
ponderían como sinónimos. Al respecto, cita a Rostworowski (1979: por fronteras fijas. Fue a partir del régimen colonial que se empezó
39) y Espinoza (1979), quienes señalan que pachaca sería el equiva- a alterar y construir un sistema de autoridades, y, yo agregaría, de
lente de aillu para la sierra norte. Yo agregaría que habría que inves- poblaciones, fronteras y territorios que no siempre correspondían
tigar si también era usado en este mismo sentido en la costa norte. a los viejos modelos ni necesariamente los tomaban en cuenta. El
Son también interesantes las críticas que hace Remy (1992: argumento ya señalado de Susan Ramírez (2002) —para el caso
74) a las denominaciones de provincia y/o distrito con el criterio de la costa norteña— del sentido de propiedad —tradicional— era
98 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 99

muy distinto al occidental, y que todavía se podía entrever en las discusión de la inserción de esos grupos en el modelo incaico, para
evidencias coloniales asociadas a los testamentos y juicios de los que más adelante ver los cambios que introdujo el modelo colonial.
se tiene noticia en este momento. En este caso, la propiedad no era El intercambio, trueque o lo que ahora podríamos denominar
permanente y se obtenía a través del trabajo o energía invertida en «formas de comercio», se produjo gracias a las especializaciones
determinada área, bien sea para volverla cultivable y/o cultivarla, lo que se fueron creando en los grupos étnicos y que se asociaban con
mismo que para irrigarla. los recursos que proporcionaba el medio ambiente en que vivían.
La aplicación indiscriminada de los términos nos puede llevar También hubo, al parecer, demanda de ciertos productos conside-
a confusiones. La responsabilidad de ello viene de la propia docu- rados con alto valor simbólico, como las conchas spondylus. Así,
mentación española, que, a veces por desconocimiento de la rea- se fue creando, desde tiempos muy antiguos, un complejo sistema
lidad o por exceso de generalización, emplea los conceptos en forma de demanda y de intercambio de productos entre los habitantes de
poco rigurosa. Por ejemplo, dice Remy, en la visita de 1540, a las regiones muy distantes. A todo esto se suma un grado complejo de
guarangas se las identifica con parcialidades (lo que en principio perfeccionamiento, de manera especial entre los yungas (costeños).
es correcto), y a las pachacas con pueblos 38 . Esta identificación de Estas especializaciones estuvieron vinculadas con la pesca, el
pueblos con pachacas se puede entender por desconocimiento de la procesamiento e intercambio de productos marinos, así como la pro-
organización de la etnia. Las visitas posteriores son más cuidadosas ducción de sal, collares y/o chaquiras de concha, y de metales y tex-
en este sentido. Otros elementos que señalan algunos de los investi- tiles, entre otros artículos. Por ello, revisaré de manera general estos
gadores son los grados de especialización que tenían algunos de los modelos de producción e intercambio para enmarcar la existencia de
grupos yungas, que reseñaré a continuación por su estrecha relación artesanos especialistas, hombres y mujeres, en la costa. Ellos traba-
con los tejidos de San Miguel. jaron bajo distintas organizaciones culturales, políticas, económicas y
religiosas, viviendo en territorios muy amplios e integrados que parti-
1.2.2.2. artesanos especialistas: ¿singularidades norteñas?
ciparon en complejos circuitos de circulación de personas y artículos.
En este apartado reviso algunas investigaciones respecto de las formas Esta diversidad cuestiona la existencia de patrones únicos y estanda-
de organización del trabajo y de los procesos de especialización en rizados. Como ejemplo de este contexto, Rostworowski (1970: 144)
algunas regiones andinas, con atisbos a la situación anterior a la con- menciona las especializaciones comerciales de Chincha que durante
quista inca y a los efectos o impactos que lograron, y luego retomo la su apogeo (siglo XV) registró seis mil mercaderes que realizaban
viajes de Chincha al Cuzco y todo el Collao por el sur, y al norte
38 Respecto de cómo nacieron los «nuevos pueblos» y «desaparecieron» otros, Remy
llegaban hasta Quito y Puerto Viejo, de donde traían chaquiras de
1540, 1567 y 1571-1572—, se denomina «curaca» a aquel que estaba al mando de una oro y esmeraldas
guaranga. Se le dio el nombre de principal a la autoridad de la pachaca. Esta diferen-
cia en los nombres lleva implícita la jerarquía: los principales están subordinados al La presencia de estos poderosos centros de especialistas comer-
curaca de su guaranga y todos ellos se someten al curaca principal, que es la máxima
ciales nos lleva a cuestionar los modelos estandarizados propuestos
autoridad de la etnia.
100 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 101

para la organización incaica. Por ello, Rostworowski (1970: 144- «En el valle de Chincha existieron, junto con los mercaderes,
otros grupos importantes de trabajadores, que ya hemos mencio-
145) sostiene: «El Imperio inca no era un bloque estático como les
nado; ellos eran los cultivadores y los pescadores. Esto indica un
gusta imaginar a muchos historiadores. Debido a lo tardío de su sistema de división de la población distinto al que habitualmente
gran expansión, sus leyes y costumbres no habían logrado impo- narran los cronistas, y que bien podía ser una peculiaridad, una
nerse totalmente en su amplio territorio». Uno de los argumentos costumbre de los habitantes de la costa, diferentes a la cuzqueña
[...]. Los pescadores vivían en un barrio aparte ‘en gran orden
que le sirve de base es el escrito denominado Anónimo de Chincha. A
y concierto’ (folio 271), en una larga calle que principiaba dos
partir de su revisión, discute la presencia de lo que podríamos deno- leguas antes de llegar a Chincha y continuaba hasta Lurinchincha
minar «actividad comercial de grupos de especialistas en el antiguo [...]. Si los pescadores vivían todos en una sola calle, quizá tam-
bién los mercaderes y los labradores tenían sus barrios separados.
Perú». Ella sostiene que, cuando se produjo la conquista española,
Aparte de estas divisiones mayores de la población, ‘Aviso’ hace
el Tahuantinsuyo estaba en plena evolución intentando implantar referencia a grupos de artesanos como carpinteros, olleros, zapa-
la administración cuzqueña, su idioma y el culto solar a los pueblos teros y plateros, que indican una preocupación por diferentes ofi-
recientemente dominados por ellos. La autora señala la supervivencia cios. ¿Habitarían ellos también en barrios, por gremios y no por
aillus? [...]. A similitud de los pescadores, los plateros y orfebres
de costumbres de épocas anteriores, sobre todo en las regiones más
chinchanos solo se ocupaban de su oficio [...]. Según la misma
alejadas del sur andino. Discute los argumentos de varios investi- ‘Relación’, los carpinteros y los alfareros no tenían otro tributo
gadores respecto de la presencia de actividades de intercambio y/o que los objetos manufacturados por ellos, pero, a diferencia de los
nombrados más arriba, labraban tierras para su sustento».
comerciales en los modelos preíncas e incas. Si bien no existe un
acuerdo entre los investigadores, hay muchos elementos entre quienes En varias de las regiones de lo que ahora es Ecuador, según
argumentan sobre el tema, que se deben considerar. Rostworowski, se encuentran también registros en diversas crónicas
Rostworowski (1970) menciona la presencia de «monedas de la existencia de especialistas. Y esto no se queda ahí. Ella men-
hacha» encontradas en las zonas costeras de los actuales países del ciona la importancia del comercio de la concha spondylus, que venía
Perú, Ecuador, Colombia y México. Aunque no presenta detalles de del Pacífico caliente de estas regiones, y de su valor simbólico en toda
las maneras de intercambio ni de las equivalencias, es claro que se la mitología andina. Otros productos importantes fueron la hoja de
cubrían amplísimos circuitos con la circulación de los productos. Es coca y el cobre. No voy a ampliar más estos argumentos porque mi
más, se difundían también las tecnologías gracias a los movimientos objetivo es solo destacar dos aspectos: la presencia de especialistas en
de personas en tan amplios territorios. Estas son razones que llevan a la costa 39, pero no solo allí, y la evidencia de amplios movimientos de
una abrumadora existencia de relaciones de intercambio y la presencia circulación de mercancías y personas.
de grupos de personas que trabajaban a tiempo completo en diver- Estas singulares dinámicas no corresponden a un modelo estan-
sidad de actividades. darizado, sino a un f luido intercambio de personas. Rostworowski
Volviendo al ejemplo de Chincha, Rostworowski (1970: 157-
39 Si había especialistas en la costa, en la sierra debió replicarse este modelo. Aún que-
159), a base de un documento que denomina «Aviso», refiere que: da mucho por investigar.
102 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 103

los detecta y explica con mayor claridad en el norte, en la revisión productiva, si bien la ejercían dentro de un grupo (parcialidad o
de las visitas de Cajamarca que ella y Remy (1992) definieron como pachaca), con miras a intercambiar artículos, mediante transacciones.
«territorialidades discontinuas». Aquí ampliamos la circulación a Espinoza 40 (1987) reitera que la comprensión del Tahuantinsuyo
productos y conocimientos. Aun cuando no se puede tener respuestas visto como unidad estandarizada no era tan certera. Muestra que la
certeras, todo apuntaría a repensar que existían estructuras y rela- organización económica de las distintas regiones que conformaban
ciones de intercambio en y entre los distintos territorios de la costa, este amplio territorio del Tahuantinsuyo eran bastante diversas y que
la sierra y la Amazonía. Lo que aún es difícil de responder es ¿qué recién la conquista inca había logrado una cierta unidad. Pero esto
pretendía el modelo inca en su afán expansivo? no implicaba un modelo único, sino una diversidad de matices de
Otro elemento que apunta en esta misma dirección es la exis- organización social, económica y religiosa a lo largo de lo que reco-
tencia de palabras que definían la actividad de intercambio en los nocemos como extensión o conquista inca. Como ejemplo, Espinoza
distintos idiomas prehispánicos. Al respecto, Rostworowski (1970: (1987: 1) señala que en la costa había grandes ciudades comerciales
148-149) menciona la existencia en los diccionarios de una serie de con grandes grupos de artesanos especialistas, en un contexto de
palabras que traducían la actividad de estos especialistas llamados valles con cierta autosuficiencia y el litoral marino que les proveían
«rescatadores», «mercaderes» o personas dedicadas al trueque en alimentos y proteínas sin la exigencia de cultivar parcelas. En la
la época preínca e inca. Cita el temprano Diccionario quechua, de sierra existían las ciudades eran más bien estatales, asociadas a ejer-
fray Domingo de Santo Tomás (Santo Tomás, 1951b: 252), donde cicio de poder.
registra catucamayoc (para designar al mercader), catucunígui (el Espinoza retoma parte de esta argumentación de Mosely
verbo mercadear) y catu (el mercado). En los diccionarios de lengua (1975) y de Rostworowski (1979 y 1981) para ampliar las propuestas
aimara existen también varias palabras relacionadas con el inter- de estos autores y lo hace agregando elementos y fuentes. Es decir,
cambio. El padre De la Carrera (1644: 183), en su diccionario de explica la existencia de una compleja división social del trabajo y de
lengua yunga o muchik registra un sufijo especial asociado con la especialistas teniendo en cuenta los recursos naturales que disfru-
contabilidad de la moneda, de la fruta y de los días. Al número que taban cada grupo étnico, en especial para la costa norcentral y la
querían indicar le agregaban ssop. Y la partícula napong, si querían sierra aledaña a la misma. Espinoza (1987: 51-52) detalla las comple-
contar cualquier cosa. jidades de la división del trabajo. Además de la clásica por sexo, se
Waldemar Espinoza (1987: 53-54) suma argumentos sobre la constata la especialización asociada con los recursos naturales. Los
existencia de artesanos especialistas en la producción de determi- que vivían en las playas podían ser pescadores y salineros, aquellos
nados objetos. Él afirma que el hecho fundamental de la vida eco-
40 Cabe señalar que Espinoza, como Silva Santisteban, aportan elementos de dis-
nómica costeña fue la «diferenciación o especialización profesional». cusión muy valiosos, aunque no estoy muy convencida de algunas de sus expli-
Esto es, una apreciable división de las personas por oficios, quienes caciones clasificatorias según los modelos de artesanía europeos. Sin embargo,
es imprescindible citar algunas de sus interpretaciones para retomar propuestas
en forma continua solo realizaban una determinada actividad matizadas de las mismas.
104 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 105

que tenían bancos de arcilla cercana producían ollas. Esta separación muy importante era el hecho de no poseer tierras de cultivo, lo que
se marcaba en la localidad y en los invididuos. Ya que si una persona los convertía en artesanos de tiempo completo. Ello se detalla en
tenía habilidades para el tejido, la pesca, la orfebrería, la cerámica esta cita del autor:
o la producción de sal, se podía dedicar según sus habilidades e «Un papel de 1579 dice: ‘Es notorio entre los naturales de este
inclinaciones. reino, que indios yungas plateros nunca labraron ni cultivaron tie-
Continua y afirma que fueron estas las condiciones que crearon rras algunas para comer, sino que comen de sus oficios de plateros’
[...]. Sus manufacturas en el campo de la metalurgia, textilería,
la necesidad de monedas. Ello se asocia a la densidad de la población,
cerámica, tintorería, etcétera, lanzadas por artesanos a dedicación
que ya no tenía cabida en la agricultura, y su producción necesitaba exclusiva, habían hecho de la costa centro-norte un mundo dife-
salir fuera de los ámbitos domésticos en los mercados. rente al sur costeño y serrano».
Espinoza (1987: 54) se basa en las revisitas que hizo
Es muy importante el hecho de haber dejado la agricultura y que
González de la Cuenca (AGI) al territorio del distrito de Trujillo,
solo pudieran vivir a partir del intercambio de los productos que
Chachapoyas, San Miguel de Piura y Huánuco, fechadas en 1566-
podían producir. Espinoza (1987: 57) refiere los autos de González
1567. Retoma el documento denominado Anónimo de Chincha, citado
de Cuenca, donde se constata que hasta la década de 1560 existían
por Rostworowski, y nos dice que los textos revisados demuestran:
aillus especializados en 22 ocupaciones diversas. Asociados a los
«Así sucedió con los pescadores, quienes hasta poseían en común tejidos, estarían los tintoreros, pintores de mantas, tejedores, cum-
sus playas, caletas y mar |aledaños [...] en las ciudades costeñas
biqueros (productores de tejidos finos). Suponemos que para otras
—la realidad era muy distinta a la imperante en la costa sur y la
sierra andina— la clientela permitía que cada artesano pudiera
especialidades la división era similar. Según Waldemar Espinoza, la
sustentarse ejerciendo una sola industria en la que estaba tecnifi- especialización de los costeños hizo que recurrieran al intercambio
cado, permitiendo que cada vez mejorara el trabajo. Por lo tanto, para conseguir sus alimentos. Razón que generó también los catus
de Chincha a Tumbes y de Tumbes a Paches [Manta, Ecuador
que reunían a mercaderes y navegantes que comerciaban a largas,
actual] bullían grupos de especialistas dedicados a la manufac-
tura de tejidos, plumería y artefactos de cobre; colectaban pie- medianas y pequeñas distancias. Con la expansión inca, Pachacútec,
dras semipreciosas y elaboraban una fina artesanía de caracolas Túpac Inca Yupanqui y Huayna Cápac movían grupos completos de
(chaquiras)». población artesanal especializada y la colocaron como dependiente
Espinoza (1987: 54-55) continúa su narración sobre el norte del del Estado inca.
Perú. Detalla que los habitantes de la costa norte lograron altos Al igual que Rostworowski, Espinoza (1987: 58) recupera las
grados de especialización. Existían, pues, albañiles, carpinteros, palabras que definían las actividades artesanales en los distintos
salineros, pescadores, chicheros, alfareros, tejedores, pintores, tinto- idiomas, tomando como base los vocabularios levantados por curas.
reros. También necesitaron quienes se encarguen de la distribución De no haber existido un alto grado de especialización, no se encon-
de los que ellos producían, es decir, los mercaderes. Un elemento trarían estas palabras en las lenguas tradicionales, dando cuenta de
106 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 107

estas actividades 41. Así, del Vocabulario, de fray Domingo de Santo Espinoza (1987) sostiene que estos grupos de especialistas se
Tomás, Espinoza presenta una lista de 43 oficios, de los que señalaré fueron desarrollando desde épocas tempranas en los emplazamientos
solo algunos por ser de interés: tintorero = tullpoccamayoc; tejedor = Nazca y Moche, pero en los tiempos tardíos de Chimor y de los
aguac, aguayguacin; sastre = ciragcamayoc; marineros = guambocamayoc. incas estaban tan desarrollados que trabajaban para lo que ahora lla-
También cita algunas palabras de la lista del padre Alonso de Barzana maríamos mercado nacional e internacional 42. Tal vez se tendría que
tomadas de su Arte y vocabulario (1586): costurero, costurera = cirac; ensayar otras miradas basadas en los recientes hallazgos arqueológicos
tintorero = tullpucyanuc. Del Vocabulario de la lengua general de todo y lingüísticos que permitirían abrir la hipótesis de las especialidades
el Perú, de Diego González de Holguín, con algunas coincidencias: artesanales como un fenómeno de la costa norte-centro, a pesar de
tintorero = tullpuycamayoc, tulpuy, hillpuycamayoc. De Guamán Poma que existen trabajos que cuestionan las estructuras sociales norteñas
cita los quehaceres serranos de bordadores, sederos (cumbicos), acllas. El y sus marcas distintivas respecto del sur andino. En este punto es
propio Espinoza dice: «Por ahora es imposible dar las cifras precisas pertinente preguntarse por qué este sería un fenómeno exclusivo de
sobre el porcentaje de artesanos especialistas, mercaderes y agricul- la costa, si se sabe que en el quechua existían palabras que daban
tores en el litoral norte». Para la costa central, algo ayuda la crónica de cuenta de una diversidad de oficios y especialistas. Es decir, se sabe
fray Reginaldo de Lizarraga en lo que toca a Chincha, donde registra que en estas regiones costeras se hablaban idiomas diversos, pero
las siguientes proporciones: 40 por ciento de agricultores, 33,3 por llama la atención la cantidad de expresiones en quechua (lengua aso-
ciento de pescadores, 20 por ciento de mercaderes y el 6,7 por ciento o ciada a la sierra), que daban cuenta de estos procesos.
restante dedicados a diversas artesanías: los especialistas. Insisto en que es indudable que hay mucho por conocer de estos
Espinoza (1987: 60) enfatiza las diferencias en el desarrollo procesos y que necesitamos continuar investigando sobre la diver-
de las especializaciones de las culturas de la costa frente a las del sidad de las sociedades andinas y sus matices. Debemos repensar
Imperio inca —de base serrana—, que tendía a la centralización de estas sociedades sin asumir generalizaciones para todos los territo-
la economía. Se desconocen las obligaciones o normas que tenían que rios. Al fin y al cabo, esta es una de las tareas de los investigadores
cumplir con sus propios gobernantes locales, porque tampoco eran de las diversas especialidades: arrojar nuevas luces e interpretaciones
sociedades con individuos autónomos que pudieran desplazarse libre- de los hechos y fenómenos. En este sentido, es probable que se
mente de un lugar a otro, sin lazos de pertenencia que los unieran a traten de formas preexistentes y que el modelo inca más centralista
una etnia, pachaca, guaranga u otras formas organizativas, datos que hubiera tratado de eliminar o absorber, pero al parecer este proceso
no fueron registrados porque no era interés de la Corona española que estaba en marcha no logró concretarse totalmente durante la
hacer estos registros.
42 En esta época posiblemente existían relaciones más complejas de las que imagina-
mos y con distintos equivalentes a lo que llamamos «mercados» o «ferias». Lo que
41 A diferencia del quechua y aimara, las lenguas norteñas carecen de diccionarios y ahora conocemos como límites territoriales o fronteras son construcciones occiden-
gramáticas especializados, salvo excepciones que citamos aquí. Quizá por ello no tales que debieron ser distintas a las concepciones prehispánicas que eran vigentes
tenemos registros de los especialistas. en la época.
108 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 1 | CAJA MARCA, GÉNESIS DE L A R EGIÓN 109

conquista incaica. Aunque podría jugarse con la hipótesis que no en proceso de franca desaparición. También existen grupos que se
querían ni podían eliminar este modelo de circulación de artículos, mantienen y cubren ciertos mercados que pueden ser asociados a
sino más bien ajustarlo en su provecho. tradiciones, como también existe una producción de objetos muy
Para explicar la pervivencia de estas especialidades, Espinoza refinados con nichos de mercado específicos que pagan por la singu-
(1987: 60) revela: laridad y belleza de estos productos.
Sin esta gama de posibilidades, no se puede entender el desa-
«los artesanos costeños [...] actuaban congregados según sus espe-
cialidades. Siempre aparecen aglutinados en parcialidades de sali- rrollo actual del conjunto de actividades artesanales en San Miguel
neros, pescadores, huseros, venaderos, chicheros, etcétera. Que, de Cajamarca, ubicándolas en el contexto de las estructuras agrarias
de acuerdo a la documentación fueron muy comunes y numerosos y de los cambios a nivel departamental, y considerar también a las
[...]. Lo que se sabe es que cuidaban de mantener en secreto las
técnicas y habilidades de sus quehaceres, transmitiéndolas a sus
regiones circunvecinas con las que han mantenido relaciones más
descendientes generación tras generación». estrechas de las que nos atrevíamos a pensar43 . Hasta hace muy poco
se creía que cada desarrollo particular se había dado de manera ais-
Respecto de la información y la interpretación que hace Espinoza lada y hasta autárquica, pero las evidencias basadas en los avances
de las listas de oficios, considero, por un lado, que sus exhaustivos y de la arqueología, la antropología, la lingüística y la historia obligan
detallados trabajos de investigación son muy valiosos para analizar la a repensar los procesos y a buscar nuevas y mejores explicaciones de
organización de una compleja y enredada división social del trabajo. los procesos detrás de estas actividades productivas.
Pero, por otro lado, se me hace difícil considerar toda esta informa- Otro elemento que aún no se ha trabajado desde la demografía
ción bajo filtros que se asocian a una visión del mundo muy distinta histórica es la drástica caída de la población en toda el área andina,
de la que se vivía en esa época. Cuando hacemos equivalentes estas particularmente en la costa norte. Tampoco tenemos detalles de lo
miradas, hay que insistir en un ejercicio de comprensión. sucedido al respecto en la sierra norte y se podrían barajar varias hipó-
Dependiendo de la época y de la región (norte-sur, sierra-costa, tesis, como que fueron zonas donde, gracias a las viejas alianzas entre
urbana-rural), para entender algunas peculiaridades de las dinámicas los antiguos señoríos, lograron refugiarse de la persecución colonial,
artesanales, ha sido necesario incorporar a los enfoques otras acti- usando sus habilidades para el trabajo como fuente de recursos para
vidades productivas, como la agricultura, la ganadería y el pequeño el pago del tributo y evitando integrarse en los modelos coloniales de
comercio. Esto, en general, se correspondería con los modelos cam- obrajes, haciendas y/o minas. Puede ser que se desplazaron a otras
pesinos —un poco más contemporáneos—, pero hay que considerar regiones o que cayeron víctimas de las enfermedades occidentales o
que en las ciudades, las prehispánicas, coloniales y actuales, existen de sus armas y abusos. Por ahora regresaremos a las fuentes históricas
también y existieron grupos de especialidades no siempre relacio- para continuar contextualizando el desarrollo artesanal.
nados con la tierra. Aunque a estas alturas del siglo XXI, algunos
de estos grupos cada vez están menos presentes o se encuentren 43 Esto se ampliará en el cuarto capítulo.
111

Capítulo 2
Encuentros y desencuentros en los territorios
de Cajamarca

Enlazar las perspectivas de varias disciplinas resulta


una labor compleja para intentar reconstruir las
dinámicas de la región donde habitan las hilanderas
y tejedoras de San Miguel. Sin embargo, es inelu-
dible presentar estos argumentos para comprender
sus matices locales. Es imposible responder todas
las preguntas que surgen en este proceso y, por ello,
algunas de ellas quedarán abiertas, retando a estu-
diosos y esperando respuestas futuras.
Este capítulo continúa con visiones crí-
ticas de las fuentes históricas como lo apunta
Karoline Noack (2001: 191), al poner como
ejemplo la diversidad nominativa de los criterios
coloniales que registran de diversas maneras el
mismo territorio. Es decir, el reino de Cuismancu
y Chuquimango. Después de su sometimiento al
FOTO 12 Torcedora Antonia Romero. Fotógrafo: Miguel Ugaz. Sayamud, 2015. Imperio incaico, se convertirá en una huamani
112 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 2 | ENCUENTROS Y DESENCUENTROS EN LOS TERRITORIOS DE CAJA MARCA 113

y, posteriormente, recibirá denominaciones de encomienda, reparti- Caruaraico, cacique de las Siete Guarangas 45 , de la provincia de
miento y provincia 44 . Cajamarca, que se trasladaban hasta la costeña ciudad de Trujillo
Noack (2001: 191-192) se enfoca en la epistemología de las para registrar notarialmente ciertos arreglos y contratos. Noak (2001)
formas de construcción del conocimiento. Propone centrar nuestra presenta el testamento de Caruaraico, quien afirmaba ser «señor prin-
atención en las fuentes, cómo se gestaron y quiénes participaron en cipal de la provincia de Cajamarca», ante el notario Juan de Mata de
estos procesos y las visiones que se tenían de la otredad. Aunque las la ciudad de Trujillo, fechado en junio de 1565. De las diversas lec-
autoridades coloniales y las andinas tradicionales utilicen el caste- turas del documento mencionado, la autora se inclina, por un lado, a
llano como lengua escrita, los sentidos que tiene para cada individuo pensar en un trasfondo político que buscaría mantener el orden social
responden a matices diversos que están signados por pertenencias que estaría legando el cacique. Por otro lado, señala el manejo com-
a mundos culturales diferentes, creando imaginarios distintos. Por plejo de los símbolos de poder indígena como la casa grande, el dúho
un lado, las palabras describen el mundo «hallado» y, por el otro, lo (o tiana), y la mocha 46 , que en esos primeros momentos del virreinato
«crean». La autora señala: eran «respetados» 47 por los españoles.
«De este ‘proceso de cocer y fermentar’, en los documentos parti- Noack (2001: 195-199) infiere que el cacique principal no solo
cipaban los españoles junto con los indígenas que representan el representaba a la provincia de Cajamarca, sino al mismo tiempo
mundo ‘encontrado’ por los españoles. La actitud de la población
a la guaranga de Chuquimango —supuestamente la de mayor
andina frente a la hegemonía del Estado colonial no ha sido nota-
blemente sumisa». prestigio—, de la que provenía el jefe de la etnia. Don Melchior
declaraba que si muriese en «su tierra», desearía ser enterrado en la
La mirada de la investigadora va al momento mismo de la produc- antigua iglesia de Contumazá, Guzmango. En documentos poste-
ción de los documentos y las tensiones que se pueden encontrar. Sería riores estas referencias desaparecerán. Sin embargo, esta autora pro-
—en un lenguaje más contemporáneo— una demostración de resis- pone la hipótesis que el pueblo de Chilete pudo haber sido la capital
tencia o resiliencia. Por ello, la propia Noack (2001: 192) afirma que o sede de esta provincia, llamada también de las Siete Guarangas,
este lado de la historia es aún difícil de relatar y desentrañar debido
a que los indígenas «emplearon diversos medios para generar ironía, 45

ambigüedad y útiles oportunidades destinadas a disputar los desig- o cabezas de familia. Una pachaca comprendía cien.
46 El duho o tiana era un mueble para sentarse que se asociaba al reconocimiento de
nios coloniales».
poder del cacique. La mocha era el saludo como reconocimiento del mismo. Noack
Noack analiza sutilezas. Por ejemplo, las razones por las cuales (2004: 120-121) dice que eran elementos indígenas asociados al poder, que se «man-
tuvieron y respetaron» durante cierto tiempo en el modelo colonial.
las autoridades étnicas del norte, y el caso concreto de don Melchior
47 Es claro que este «respeto» era manejado con intereses políticos del modelo colo-
nizador porque era conveniente, en principio, reforzar acuerdos con las autoridades
44 En el modelo colonial las denominaciones cambiaron entre varios términos para tradicionales, como enroques del poder y a quienes sistemáticamente les fueron re-
todo el territorio colonial, además las de criterios político y religioso no siempre cortando estos poderes. En este caso, la conquista no representó un cambio abrup-
coincidían. to, sino un proceso que se fue adecuando en forma paulatina.
114 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 2 | ENCUENTROS Y DESENCUENTROS EN LOS TERRITORIOS DE CAJA MARCA 115

y recuerda que en la primera visita que hizo don Cristóbal de 2.1. Cuismanco: dioses, ritos y lenguas
Barrientos (una de las más tempranas del periodo colonial), por Silva Santisteban (1985: 21) explica esta región con críticas a los pará-
órdenes de Francisco Pizarro en 1540, este visitador se ubicó en metros conceptuales, todavía compartidos por parte de la academia
Chilete, desde donde convocó a todos los caciques y principales de de ese momento. Afirma que no se podrían tener claros los límites
la provincia para que fueran a responder la encuesta preparada para del reino, debido a que eran otros los parámetros de lo que ahora
tal ocasión. Así describe: conocemos como «soberanía territorial», espacios con determinadas
«Casi 3.500 personas llegaron ahí y para celebrar un ‘ritual polí- fronteras, asociadas a un país. En cambio, en el modelo andino, la
tico’, el acto de registrar a los indígenas —los nombres de los prin- base organizativa debió relacionarse con el control de «cuencas». Es
cipales de las guarangas y de las pachacas, así como el número de
decir, valles y ambientes productivos, donde se asentaban grupos de
los ‘tributarios’. Para aquellos eso significaba ‘un fatídico sello que
por siempre marcó sus vidas y su estatus tributario’. Por cuanto lo población adscritos a etnias determinadas.
que hicieron los caciques y principales fue representar la organi- Algo similar sucede cuando nos proporciona detalles sobre la
zación y estructura de la sociedad indígena a su manera, mientras religiosidad e ideología de estos grupos, Silva Santisteban (1986: 22)
—posiblemente— fue representado el cacique principal don
Miguel Caruaraico como el principal de la guaranga de Guzmango.
anota acertadas críticas a las fuentes coloniales y los intereses —ses-
Si suponemos una representación de su organización indígena por gados— con los que se había levantado la información. Señalando
los caciques, entonces, lo que hizo Barrientos en Chilete fue esta- también la muy reciente conquista inca y los efectos en la cosmovisión
blecer el ‘orden tradicional’ indígena de manera artificial como
de los numerosos y diversos grupos que poblaban este complejo norte.
algo ‘real’» (Noack, 2001: 198).
Los escritos de los cronistas de los siglos XVI y XVII estuvieron
Por otro lado, Caruaraico no solo expresó en su voluntad testamen- enmarcados por sesgos de las mentalidades y la concepción religiosa
taria esta demanda de poder irresuelto a la llegada de los españoles. de los misioneros. Es decir, creencias en un único dios creador y las
Considero que este reclamo tuvo también relación con la serie de verdades universales, que también cubrían los intereses económicos
desajustes previos ocasionados por la llegada e imposición del poder de la Conquista y Colonia. A este conjunto se le agregó el descono-
cuzqueño, que impuso cambios en los modelos políticos —tradicio- cimiento de las lenguas locales. Por ello, habría que hacer lecturas
nales— vigentes en la región. Resulta interesante apreciar a través de críticas de la información allí contenida.
los documentos la existencia de otros elementos de manejo político Con estas aclaraciones, Silva Santisteban recurre a una nove-
usados por las autoridades tradicionales andinas en «alianza» con las dosa explicación metodológica, aunque sin proponer una categoría
instancias del «recién llegado» poder colonial, gracias al que lograron que dé cuenta del tipo de organización social al que se refiere. Para
«desplazar» a las élites cuzqueñas de la región. Sin embargo, en ese salvar este obstáculo, más bien, la describe. En la actualidad todavía
momento histórico no se podía «medir» las dimensiones futuras de no hemos elaborado conceptos ni categorías que den cabal cuenta de
estos acuerdos y los altísimos costos de la presencia europea en el estos procesos, y si bien la etnohistoriadora Rostworowski sugiere
Tahuantinsuyo. —como se vio en el primer capítulo— llamarlas «territorialidades
116 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 2 | ENCUENTROS Y DESENCUENTROS EN LOS TERRITORIOS DE CAJA MARCA 117

discontinuas», la afirmación de Silva Santisteban aún la describía En este caso, vale la pena comentar que el sitio arqueológico conocido
como un centro político con fuerte presencia y control militares, posi- como El Castillo, en Cochán, distrito de la provincia de San Miguel,
ción que ha encontrado reparos entre algunos arqueólogos. podría haber sido una edificación dedicada al dios del rayo. El mismo
Silva Santisteban (1986: 22) refiere que el conocimiento que se nombre del actual distrito sanmiguelino de Llapa, que figura en las
tiene de la religiosidad toma como base principal: «la relación de la visitas más tempranas a la región y que se ubica muy cerca de esta
religión y ritos del Perú, hecha por los primeros religiosos agustinos zona arqueológica, podría originarse en la deformación de Illapa
que por allí pasaron para la conversión de los naturales (Agustinos, (rayo), claro que esas son mis elucubraciones hipotéticas.
1865), escrita alrededor de 1560 48 como resultado de las experien- Silva Santisteban (1986: 24-25), además de nombrar a Catequil,
cias de los catequizadores de esa orden en Huamachuco». Por estas cuyo templo se ubica en el departamento de La Libertad en los límites
razones, es interesante ver cómo se registraron estos aspectos, los de las provincias de Santiago de Chuco y Huamachuco (Sánchez
cuales presentamos a continuación. Carrión), refiere varias huacas, entre ellas las dedicadas a deidades
femeninas:
Entre deidades y huacas
«Guajalmojon, probablemente Wachaymujo en quechua (wachay
Existía una deidad muy respetada, según los registros de las fuentes significa ‘parir’, ‘poner huevos’ o ‘dar fruto’, y mujo, ‘semilla’) era
una deidad femenina, símbolo de la fertilidad. Dice la Relación 49
coloniales. Silva Santisteban (1986: 23) no duda en afirmar: que este ídolo ‘mostraba descubiertas sus vergüenzas mujeriles
«la divinidad más importante fue Catequil. Todas las fuentes que y engendraba a los indios y los multiplicaba’. Tenía ropas muy
la mencionan (Sarmiento de Gamboa, agustinos, Cristóbal de galanas prendidas con tupus de plata y hacíanle grandes fiestas,
Molina, Polo de Ondegardo, Cristóbal de Albornoz, José Arriaga, pero los padres la quemaron porque no se engendrasen más hijos
Francisco de Ávila) señalan que fue la huaca principal de este de la perdición».
reino, la misma que fuera también honrada por los incas y condu-
cida al Cuzco en una de sus representaciones [...]. Catequil estaba Silva Santisteban (1986: 25) presenta un dato relevante a mi argu-
directamente relacionado con el poder vivificante de la lluvia, y mento. Son las huacas asociadas a los tejidos como las de: «Guallio,
al mismo tiempo con el aterrador de rayos, truenos y relámpagos huaca de los tejedores de ropa de cumbi. A esta le ofrecían cuyes y los
[...]. Todo parece indicar que fue la personificación regional de una
instrumentos con los que fabricaban los tejidos. Había otra huaca,
antigua deidad panandina, la más importante de la sierra desde
los tiempos del Formativo. La misma cuya representación es el para los cumbicos; muy importante y con mucha gente a su servicio».
personaje de los dos cetros de la piedra de Chavín, de la Portada Como se observa en las deidades, aquellas relacionadas con los
de Tiahuanaco y de otras representaciones similares. Es también tejidos eran muy importantes, lo cual quizá correspondía también con
Illapa de los incas, representado como un hombre con una porra en
una mano y una honda en la otra, y el Libiac de los llacuaces de la
el valor que tenían estos en la sociedad de esa época. Como vimos en
sierra central y norcentral». la introducción, donde se incluyeron las preguntas del cuestionario

48 La diferencia de las fechas proviene de la cita textual de Silva Santisteban. Se debe 49 -


referir al momento en que fue escrita y cuándo se publicó. mo autor.
118 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 2 | ENCUENTROS Y DESENCUENTROS EN LOS TERRITORIOS DE CAJA MARCA 119

de confesión que los curas debían hacer a las mujeres, era para saber comprender la concepción cosmogónica del tiempo en esta amplia área
si ellas adoraban a las huacas asociadas con los hilados y tejidos, y si cultural. Respecto de otros ritos de pasaje en la época prehispánica,
creían en estas y en su eficacia. Ávila no menciona ceremonia alguna de intercambio de textiles en
las uniones matrimoniales, a pesar de que continúan vigentes y que se
La muerte y sus prendas
detallarán en el apartado correspondiente de este libro.
La tradición de labrar «ventanillas» o nichos en las rocas es recordada
2.2. Su relación con el reino Chimor y los incas
por Silva Santisteban (1985: 19) como parte de los modelos de entie-
rros y ritos funerarios extendidos en Cajamarca y en otras regiones Dammert Bellido (1997: 10) es otro historiador que nos explica que
andinas del Perú. En este sentido, la presencia de un grupo de ven- Cajamarca era cabeza de provincia y su importancia data desde Túpac
tanillas en Jangalá, centro poblado cercano a la actual ciudad de San Yupanqui: «En Caxamarca dejó de la gente del Cuzco mucha, para
Miguel de Pallaques, aunque sin la extensión de las de Otuzco 50 , es que impusiesen a los naturales en cómo se habían de vestir y el tributo
la demostración más evidente de la presencia de asentamientos pre- que habían de dar, y sobre todo, cómo habían de adorar y reverenciar
hispánicos en el área, a pesar de que aún no se han realizado las por dios al Sol».
excavaciones ni estudios arqueológicos respectivos. Continuando con sus argumentos, Dammert Bellido (1997: 11)
Al referirse a la muerte, Silva Santisteban (1986: 26) remarca amplía la información relacionada con las estructuras político-admi-
que, como en todos los pueblos andinos, tuvo enorme significado nistrativas. Señala los vínculos que tendría Cajamarca con los chimor
tanto en el orden numinoso como en el plano social y familiar. Aún desde antes de la presencia inca. Refiere a Cieza de León, quien
sobrevive en la sierra norte peruana la costumbre de efectuar el rito la describía como un lugar de buenos pastos y abundante ganado.
de purificación de las prendas usadas por el difunto, último de los Indica que también Huamachuco le pertenecía, y era un espacio
ritos de transición hacia una nueva forma de existencia en el más allá. importante de producción textil en obrajes impuestos por el modelo
Este rito, frecuente en la actual región Cajamarca —y también en colonial, que conectaba otros espacios importantes que no se pueden
San Miguel—, se practica a los cinco días de fallecida una persona, y obviar.
se le denomina «el cinco», «el quinto» o «la lava». Como vemos, Dammert Bellido menciona los tejidos y su
Su origen se encuentra en un difundido patrón de creencias abundancia, así como relaciones con la costa, desde antes de la pre-
según el cual las almas de los muertos regresan a los cinco días des- sencia inca, y otras regiones hacia la sierra norte y sur.
pués de su fallecimiento. Este lapso simbólico de cinco días aparece Espinoza (1982: 39-45) contribuye en este sentido, cuando
también en los relatos recogidos en la sierra limeña de Huarochirí por analiza documentos de la pachaca de Pariamarca y los conflictos que
el padre Ávila, extirpador colonial de idolatrías, y resulta crucial para tuvieron, en razón de ser propietarios de llamas negras, cuya lana
debido a su color era altamente valorada, por estar asociada de una
50 Restos prehispánicos cercanos a la actual ciudad de Cajamarca. gran diversidad de usos medicinales y mágico-religiosos. Esto nos
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confirma los altos grados de especialización en la producción de lana que el Estado realizaba. Ello explicaría que después de conquistar
la zona serrana el paso siguiente fuera la violenta sumisión del
y también tejidos asociados a la misma.
reino Chimor, lo que permitió a los cuzqueños el control directo
Aquí se sugiere la existencia en esta región de un importante de aquellos aspectos productivos que más les interesaban de esta
centro de crianza de camélidos andinos y también de procesamiento zona».
de textiles en cuyos telares tradicionales de cintura aplicaban com-
Dammert Bellido (1997: 12) recurre a la descripción del cronista
plejas técnicas textiles. Sin embargo, se requieren de investiga-
Bernabé Cobo para señalar la existencia de dos caminos troncales
ciones multidisciplinarias que respondan a preguntas como ¿cómo
que atravesaban todo el imperio, uno por la costa y otro por la sierra,
se manejaban los hatos de camélidos andinos en la época preínca y
así como de vías transversales, como la que partía desde el valle de
qué sucedió después del arribo de los cuzqueños? ¿Qué llevó a su
Trujillo a las provincias de Cajamarca y Chachapoyas. Las redes de
casi desaparición con el modelo colonial, lo mismo con el cambio en
caminos facilitaban una f luida comunicación entre las diferentes
las reglas del pago de los tributos?, ¿la existencia de artesanos con
provincias.
tantas habilidades pudo ser producto del intercambio entre la costa y
En estas descripciones del norte peruano se aprecia una región
la sierra norte?, ¿ello originaba la presencia relativamente concentrada
productiva de artículos diversos que no solo cubría los requerimientos
de complejas técnicas textiles en ciertas regiones? En fin, aparecen
regionales, sino que, además, era capaz de generar «excedentes». Otro
nuevas dudas.
elemento que quizá consideraron los incas fue su estratégica ubica-
El propio Dammert Bellido (1997: 11) señala que sería espe-
ción, de tal manera que localizaron un centro administrativo o tampu,
cialmente útil estudiar:
donde se podían acumular parte de las contribuciones al imperio y se
«¿Cómo se estableció el Estado cuzqueño en la región norandina? efectuaban los repartos y dádivas propios del modelo inca, sin nece-
Es presumible que su dominio no alteró la producción agrícola
sidad de centralizar todo en el Cuzco, debido la amplitud del terri-
que permitía redistribuir excedentes en las regiones aledañas y
aprovisionar los depósitos. Esta región, en términos geográficos, torio que controlaban. La ubicación de un tampu en el actual valle
es la menos alta de la cordillera de los Andes y presenta el inicio de Cajamarca adquiere sentido en el modelo inca, como un nodo de
del páramo andino y el fin de la puna, con ecosistemas más cálidos circulación nororiental muy importante.
por su cercanía a Ecuador. Se debe tener en cuenta, por otro lado,
que a pesar del sistema de caminos incas, mejor conocidos como 2.3. La administración colonial de Cajamarca y los nuevos
Qhapaq Ñan, con depósitos escalonados (tampu), y la existencia «amos»
de grandes centros administrativos, como los mencionados, debía
resultar más caro al Cuzco el transporte de ropa, mullu, coca o Este apartado se estructura con las observaciones que hicieron los
maíz desde el sur lejano en algunos casos. Fue entonces empleado europeos a su arribo a Cajamarca y los cambios relacionados con la
un tercer modelo de colonización, similar en algo al de los lupaqas
reorganización social, económica, política, religiosa y geográfica a lo
del Altiplano sureño, aunque manteniendo un uso especial de
mano de obra especializada, destinado a proveer el área norte del largo de los siglos que duró el poder colonial, así como los que sur-
Tahuantinsuyo de los elementos necesarios para la redistribución gieron con la independencia.
122 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 2 | ENCUENTROS Y DESENCUENTROS EN LOS TERRITORIOS DE CAJA MARCA 123

El nombre de «Cajamarca», según Horacio Villanueva Urteaga Habría que señalar que los enfrentamientos de la conquista
(1975: 1-2) aparece en los primeros relatos y crónicas de la conquista fueron protagonizados por los recién llegados europeos, que hicieron
del Perú como «Caxamarca», estuvo asociado con los fabulosos alianza con algunos curacas de distintas regiones —porque los incas
tesoros del rescate y con la muerte injusta y trágica del último inca eran sus conquistadores más recientes—, y las huestes del inca.
del Tahuantinsuyo la tarde del 16 de noviembre de 1532. El autor Espinoza ha escrito y analizado las alianzas que posibilitaron la caída
afirma que en razón de estos hechos no tuvo una fundación española. del Tahuantinsuyo. Él desmitifica parte de la «superioridad europea»
Villanueva Urteaga (1975: 19-23) cita varias fuentes para sus- asociada a los caballos y las armas. Nos recuerda también que los
cribir que la huamani 51 inca de Cajamarca pasó a convertirse en una curacas locales nunca midieron que estos conflictos llevarían a sus
de las primeras encomiendas, que fue otorgada a Melchor Verdugo pueblos a condiciones de trabajo y explotación nunca antes vistas.
directamente por Pizarro, en 1535. Describe los grandes cambios en Villanueva Urteaga (1975: 2) menciona que existían numerosos
las estructuras coloniales que impactaron en las esferas socioeconó- grupos en esta región, pero sus asentamientos eran singulares y dis-
micas, políticas, religiosas e incluso en los ecosistemas. Años más persos. También describe los efectos que tuvo la conquista y los cam-
tarde, después de varios ajustes, esta gran encomienda se dividió, bios asociados a esta:
como lo han señalado otros autores.
«la población indígena de la comarca [...] siempre fue numerosa
Al referirse a los sucesos de Cajamarca, Dammert Bellido
[...] hacia la segunda mitad del siglo XVI, cuando realiza su visita
(1997: 204-210) menciona que después del «sangriento enfrenta- el oidor D. Gregorio Gonzales de la Cuenca, los pobladores de los
miento» entre occidentales y andinos hubo una serie de elementos 38 primitivos aillus de Cajamarca se hallaban dispersos en más
de 500 pequeños pueblos que, hacia 1571, se redujeron a 17, por
que complicaron la situación. Lo describe como algo doloroso, en
mandato del visitador D. Francisco Álvarez de Cueto. Entonces la
especial para los dominados, a quienes se les dificultaba la compre- población total se aproximaba a 50.000 habitantes».
sión de los valores de la cultura occidental. También, sitúa los juegos
de poderes y alianzas entre las élites locales con Pizarro, al que se La mirada de Dammert Bellido incide sobre la conquista y la impo-
unieron en contra de los incas. Sin medir el significado y la tras- sición de los modelos coloniales, que se vivieron de maneras diferen-
cendencia que estos hechos tendrían hacia el futuro. En un primer ciadas por las élites indígenas y la población en su conjunto. Si bien
momento, la aristocracia y la burocracia cuzqueñas —asentadas en la para Dammert Bellido (1997: 207) hubo cambios radicales, tanto en
región norteña— perdieron poderes y fueron sustituidas por los enco- los que ejercían el poder como en las masas de indígenas, ya que eran
menderos, corregidores. El gran cambio serían las reglas jurídicas que visiones abismalmente diversas. Detalla, por ejemplo, que los servicios
eran mucho más opresoras. Las élites locales hicieron alianzas con personales que cubrían para el inca, los caciques y principales incluía
los recién llegados y, en algunos casos, lograron ciertos privilegios, a participación de sus pueblos en el ejército, el pastoreo y el trabajo
cambio de explotar y oprimir a sus pueblos de origen. para actividades artesanales. A estas obligaciones, con la dominación
51 Palabra que se podría traducir como «provincia incaica». hispana, se les agregó el tributo en dinero o especies que deberían
124 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 2 | ENCUENTROS Y DESENCUENTROS EN LOS TERRITORIOS DE CAJA MARCA 125

entregar al encomendero, corregidor y doctrinero. Además, hacer ser- casi todos hacendados y obrajeros, y con una multitud de hijos.
vicio en las casas de estas nuevas autoridades, que no cumplían con Muchos de ellos poseían tiendas de mercaderías: unos verdaderos
las viejas reglas de reciprocidad con sus súbditos, en casos de desastres tratantes en un asentamiento urbano comercial por estar ubicado
naturales (inundaciones, sequías). Tampoco impulsaban obras de man- en un punto donde irradiaban y convergían, al mismo tiempo,
tenimiento y/o construcción colectiva de caminos y canales de riego. los caminos reales de sur a norte y de este a oeste: Quito-Cuzco
Fue evidentemente un cataclismo, en especial para quienes y Trujillo, Moyobamba-Chachapoyas. De ahí que el cabildo y
prestaban servicios personales y/o pagaban tributo. Los cambios y la comunidad de indígenas tenían en funcionamiento, bajo su respon-
pérdida de poder de las élites tradicionales fueron de manera mucho sabilidad y dominio, dos amplios mesones u hospederías con sus
más gradual. Pero ambos grupos se vieron sometidos a situaciones respectivos alguaciles (policías) y servicio de mitayos; el primero era
extremas de dominación. para alojamiento de arrieros y mercaderes de tránsito de poca monta,
y el segundo para los pasajeros y negociantes de alta talla económica
2.3.1. Indígenas y españoles
y social.
Durante muchos años y hasta muy avanzada la centuria, Cajamarca El tema de la propiedad es también abordado por Espinoza
fue un pueblo de indígenas sumido en un periodo de languidecimiento (2002), quien detalla cómo en 1644 los españoles asentados en
y olvido en el que, por extraño contraste, se sembraban las semillas Cajamarca buscaban, entre los resquicios de la legalidad y burocracia
de su futura prosperidad. Se debe considerar que ya había pasado el colonial, acogerse a la figura jurídica de «composición de las pro-
primer shock traumático que causó la llegada de los europeos con sus piedades». Fue mediante esta treta que adquirieron «legalmente» las
secuelas de muertes por las guerras y enfermedades que trajeron. propiedades —de los indígenas— que habían usurpado o comprado
Espinoza (2002: 511-513) sostiene que, desde 1565, se percibía en condiciones muy ventajosas. Esto originó que paulatinamente cre-
la presencia de españoles residentes en la villa hispano-indígena de ciera el número de españoles en la villa, especialmente en la segunda
facto, aunque legalmente estaba prohibida la presencia de españoles mitad del siglo XVII e incluso más en el siglo XVIII.
en Cajamarca, por ser oficialmente un pueblo de indígenas. La villa Al respecto se cuenta con el registro del obispo Martínez
constituía un fuerte atractivo para la migración española por cuatro Compañón hecho a fines del siglo XVIII, que nos sirvió de fuente
motivos: 1) por ser una tierra de buen clima y no estar en extremas para mostrar la composición poblacional de la villa de Cajamarca y
altitudes, 2) por la abundancia de tierras fértiles baldías, 3) por la también de su composición étnica.
fertilidad de los suelos para semillas y pastos de ovejunos y 4) por Se observa en la gráfica 1 que a fines del siglo XVIII la pobla-
albergar una gran cantidad de pobladores nativos, cuya mano de obra ción de Cajamarca se distribuía en españoles (14,23 por ciento),
podría ser utilizada y explotada. mestizos (25,06 por ciento) e indígenas (45 por ciento), claramente
Esto explica por qué en 1615 el carmelita Antonio Vásquez de segmentada en los barrios de San José y San Pedro. Y también figura
Espinoza halló solo en la villa de Cajamarca más de cien españoles, un significativo 15 por ciento de población parda y negra (población
126 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 2 | ENCUENTROS Y DESENCUENTROS EN LOS TERRITORIOS DE CAJA MARCA 127

«fueron religiosos de la orden seráfica los primeros sacerdotes lle-


gados a la región; que estos frailes, al llegar con Pizarro, convir-
Villa de Cajamarca y sus barrios por castas, 1789 tieron el templo del Sol de la ciudad incaica en la primera iglesia
cristiana del país conquistado y que, por consiguiente, desde el año
1532 la comarca quedó en poder de dichos religiosos».
Indígenas-San Pedro Españoles-Sta. Catarina
23% 14% Luego de analizar diversos materiales encuentra que fue el pacifi-
cador Pedro de la Gasca quien les otorgó la catequización de esta
provincia recién en 1549, fecha en que se establecen los franciscanos
en este valle y narra como ellos también participaron en el despojo de
las élites locales:
«Al llegar a Cajamarca, los primeros franciscanos fueron alojados
Mixtos-Sta. Catarina
25% en la casa del cacique don Pedro Angasnapón, de cuyo generoso
Indígenas-San José albergue gozaron varios años hasta que, luego de sonado pleito,
23%
fueron arrojados el año de 1562 por el dueño de la casa, pues, no
obstante de haber edificado la propia, se negaban a devolver la
ajena. Años después dícese que nuestros religiosos se marcharon
de Cajamarca, pero que, en atención al reclamo de los vecinos,
Negros-Sta. Catarina Pardos-Sta. Catarina volvieron hacia el año de 1570, por orden del virrey don Francisco
2% 13%
Toledo [...]. Solo a partir de esta fecha puede decirse que se hace
efectiva la tarea catequizadora de los franciscanos en Cajamarca».

Fuente: Códex Martínez Compañón. Elaboración propia. Villanueva Urteaga (1975) transcribe parte de la visita que hizo Toribio
de Mogrovejo en 1593, cuando los frailes ya se encontraban estable-
de origen africano). Sin duda, un cuadro interesante de composición cidos en la villa de Cajamarca y en 12 pueblos más de la provincia.
multiétnica poco reconocido. Menciona San Miguel así: «Al convento de San Pablo de Chalaques
están sugetas las de Santiago de Nepos, y la de S. Miguel».
2.3.2. Los franciscanos y el monopolio evangelizador Sin embargo, para Villanueva Urteaga (1975: 38-41) los inte-
Evidentemente la diversidad étnica se explica también por un con- reses franciscanos no eran tan espirituales, ya que tener el mono-
junto de intereses en sectores de la población, en especial la ibérica, polio de la evangelización se asociaba a las riquezas y abusos que se
para permanecer en este espacio urbano. Los religiosos, en parti- generaban en los curatos y parroquias, de las cuales era responsable y
cular los franciscanos, tenían una significativa presencia. Villanueva beneficiaria esta orden religiosa. Así los territorios y las poblaciones
Urteaga (1975: 33-38) propone una revisión crítica de la permanencia de diversas regiones fueron parte de las disputas entre los religiosos
de la orden franciscana en Cajamarca. Afirma: de distintas órdenes con los soldados, aventureros, administradores
128 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 2 | ENCUENTROS Y DESENCUENTROS EN LOS TERRITORIOS DE CAJA MARCA 129

y otros que llegaron para beneficiarse del dominio colonial. El inte- 2.3.3. Miradas de los cronistas a la agricultura, ganadería, textilería
resante y valioso aporte de este autor ayuda a dar una visión más y minería
clara del papel de la Iglesia vinculado con sus intereses económicos
Son varios los cronistas que abordaron temas relacionados con los
y políticos 52.
aspectos productivos en esta región. A continuación se incluyen aque-
Más adelante, Villanueva Urteaga (1975: 19-23) describe los
llos que registraron sus observaciones en temporalidades distintas y
cambios en la Iglesia, como efecto de la visita del arzobispo Toribio
fueron incluidos en la historia de Cajamarca, obra compilada por
de Mogrovejo al Obispado de Trujillo en agosto de 1613, a cuya
Fernando Silva Santisteban, Waldemar Espinoza y Rogger Ravines
jurisdicción eclesiástica perteneció Cajamarca. En la siguiente rela-
(1986). Entre los cronistas de principios del siglo XVII, destaca
ción de la visita arzobispal se señala que los primeros frailes en
Antonio Vásquez de Espinoza (1986: 143-144), quien, en el apartado
arribar a lo que ahora es San Miguel fueron los franciscanos, en el
«Cajamarca y su distrito: 1615», que forma parte de su compendio y
siglo XVII:
descripción de las Indias Occidentales, anota:
«Corregimiento de Caxamarca.- veinte y quatro Curas: Uno
«La villa de Caxamarca es muy grande y tendida la población con
clérigo en Condebamba; treze frayles Franciscos, en S. Marcos,
sus calles muy bien hechas y derechas, y a mi ver es el mayor
Jesús, Zelendín, La Assención, Caxamalca, Contumazá, Cascas,
pueblo de indios que hay en todo el Reino del Piru [...]. Hay en
Cuzmango, La Trinidad, Cota (Chota?), S. Pablo. S. Miguel,
él muchos obrajes, donde se labran paños y cordellates, que son
Niepos; y siete Agustinos, en Guamachuco, Otusco, Obraje de
de los encomenderos, y los indios lo trabajan todo. Viven en esta
Carabamba, Usquil, Chusgón, Caxabamba, Obraje de Sinsicapa; y
villa más de 100 españoles; hay muchas tiendas de mercaderes
de la Merced tres, en Llamaquera, Coto, Zócota».
y tratantes, por ser el lugar grande y de mucho trato, y camino
De manera paralela, hubo grupos que pugnaron por la creación real de la sierra para todos los que vienen del Nuevo Reino y de
Quito con mercaderías para el Cuzco, Potosí, y toda la tierra de
de una doctrina e iglesia para españoles. Entre estas razones, que
arriba, y así tiene la comunidad y cabildo de los indios de esta
eran más de índole económica que religiosa —la conversión de sus villa un mesón muy grande y capaz y bien hecho, para que en
almas—, se incluía también la disputa con los franciscanos por su él se aposenten todos los arrieros y mercaderes, con mucho ser-
parroquia de indígenas y por la mano de obra indígena. Esto explica vicio de indios, tambero y alguaciles para el servicio de los espa-
ñoles que allí llegan [...] luego está la casa del corregidor donde
que la edificación de la iglesia de Santa Catalina 53 se produjera mucho
tiene muchos indios que le hacen y labran paños de cumbe muy
después que la iglesia de San Francisco. curiosos con figuras de pincel montería y otras cosas curiosas de
mucha estima y valor que hacen de lana unos de vicuña, y otros
52
de lana de carneros de la tierra con muchas labores muy curiosas
como estadista y administrador que como religioso. Muestra de ello es el acucioso
y de muchos colores y labran muchachos indios pequeños, y los
hizo para todos los recursos de su amplio obispado, el de Truxillo (Trujillo), cuya ju- instrumentos con que hacen estas labores del cumbi tan tupida
risdicción, para esa época, abarcaba varios de los actuales departamentos del norte y perfecta son con huesos de gallina y de carnero muy amolados
del Perú. y afilados, que causa notable admiración el verlos labrar estos
53 Iglesia para residentes españoles, actual catedral de Cajamarca. cumbes y otras cosas que hacen».
130 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 2 | ENCUENTROS Y DESENCUENTROS EN LOS TERRITORIOS DE CAJA MARCA 131

Este cronista enfoca parte de su mirada en las prácticas textiles y toponímica oficial ni con una gramática. Este fenómeno era muy
la finura de los trabajos que manufacturaban los pobladores locales común en las relaciones oficiales de las colonias.
para los encomenderos, a quienes tenían que pagar onerosos tributos. Villanueva Urteaga (1975: 225-226) reproduce la Descripción
Pero nos sugiere también que aplicaban una serie de conocimientos geográfica del partido de Cajamarca (1790), de José Ignacio Lecuanda 54 ,
textiles, si se tiene en cuenta que el cumbi o cumbe era la forma de quien, después de describir la ciudad, señala los cambios que hubo
nombrar a los tejidos más finos que usaban el inca y los miembros de después de la creación de los nuevos partidos de Huamachuco (1756)
su alta nobleza. y de Huambos (1786). La creación de Huambos fue a causa del des-
En La provincia de Cajamarca, de 1766, Cosme Bueno (1986: cubrimiento del cerro mineral de Chota, conocido como Hualgayoc o
177-179) señala: Gualgayoc. Refiere Lecuanda (1975: 226):
«se reputa esta provincia como de sierra, porque es bastantemente «vuelvo a decir que Cajamarca es un país muy abundante y ameno,
quebrada. Por lo general es de buen temperamento [...]. Es abun- y uno de los que mantiene y cría más ganado, principalmente de
dantísima de todo género de frutos y ganados de toda especie. lana y cerda, con que hace crecido comercio en el ámbito de su
Se fabrica en algunos obrajes bayetas, paletes, frazadas, sayales jurisdicción, especialmente en el mineral.
y jergas. También se labran ropas de algodón, y algunas muy Si es abundante en ganado, no lo es menos en granos y
finas y exquisitas [...] [Más adelante Cosme Bueno menciona que semillas, que después de abastecer la crecida población de cerca de
la provincia comprende 17 curatos:] El IX, es el del pueblo de 70.000 habitantes derramados en su extensión, le quedan algunos
San Pablo de Chalaque, con tres anexos que son: San Luis de sobrantes que distribuye en otros partidos.
Tumbaden, San Bernardo de Nice y San Juan de Llallán. El X es [...] Sus naturales son muy laboriosos y aplicados a todo
el del pueblo de Ñepos, con un anexo nombrado Tinguis. El XI es género de trabajo que impenden, ya de pastores, ya de fabricantes,
el del pueblo de San Miguel de Palláquez». mineros, canteros y agricultores».

En este caso destaco los nombres de tres curatos: el que se refiere a Referido carácter de la población trabajadora, Lecuanda (1975: 227-
San Pablo de Chalaques (como se tenía registrado en las primeras 228) señala que, en 1790, había 9.532 españoles, 31.906 indígenas,
visitas de 1571) y sus anexos no presentan grandes variaciones en las 23.085 mestizos, 5.033 pardos y negros, lo que hacía un total de 69.556
maneras de escribir los nombres nativos. Luego sigue el que ahora pobladores. Respecto de las fuentes de ingreso económico, afirma:
se conoce como Niepos, que en las primeras visitas se registra como
«los recursos de que pende la subsistencia principal de estos mora-
Nipos y luego Ñepos, y el tercero que se refiere a San Miguel de dores de que voy hablando son el primero el de las haciendas [...]
Pallaques, que aparecía registrado como Polloques y, en el siglo que siendo la tierra fértil les produce con abundancia todo lo
necesario para la vida. Los obrajes son crecidos, y en ellos labran
XVIII, como Palláquez. Como se observa, en varios casos existen
leves variaciones nominales de una visita o de un recuento a otro y
54 Recordemos que Ignacio Lecuanda era un seguidor —algunos decían que era sobri-
eran atribuibles a la manera como se escuchaba el nombre del topó- no— del obispo Martínez Compañón. Tal vez heredó de este hacer registros de las
nimo, quien hacía el registro, más aun si no contaba con una relación poblaciones, aunque no logró nunca igualar en minuciosidad y amplitud el trabajo
de su «maestro».
132 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 2 | ENCUENTROS Y DESENCUENTROS EN LOS TERRITORIOS DE CAJA MARCA 133

muchas frezadas, pañetes, lonas y pabellones con que cubren Cuzco (200 leguas de camino). La diferencia era que antes eran ali-
camas allí y en otros lugares del reino: son considerables las de
mentados —probablemente en los tambos asociados al gran camino
ganado mular, de cerda y lanar, tanto que no necesitan mendigar
esta ni la vegetable para sus manufacturas, y en ellas y en las minas inca— y este sistema desapareció con la dominación colonial, por
consisten sus principales utilidades, cultivando como lo hacen por ello fue prohibido porque se prestaba a abusos extremos. También
medio de indios sus campos, y expidiendo sus obrajes con estos la mano de obra andina fue empleada en la costa, en contra de la
y no con esclavos; así son más felices los hacendados, logrando
opinión del cura Rubiños y Andrade. Al respecto, Cieza de León
ventajosos ahorros respecto de los de los valles».
observa que en 1548:
Otros elementos que ayudan a entender el conjunto de tareas que
«Los indios serranos abajan de sus provincias a servir a los espa-
empleaban mano de obra indígena en Cajamarca son proporcionados ñoles que sobre ellos tienen encomienda, y proveen la ciudad [de
por Dammert Bellido (1997: 195-196), quien indica que la labor textil Trujillo] de las cosas que ellos tienen en sus pueblos. Resumiendo,
se había industrializado en los obrajes del corregidor. Así da cuenta también los usaban en la construcción y arreglo de caminos, la
reconstrucción de viviendas después del terremoto de 1619 [...].
que el arzobispo Toribio de Mogrovejo encontró: Claro que estos protagonistas dejaron las marcas de su visión y
estilo artístico en las fachadas de los templos y casonas, de manera
«un obraje dentro del pueblo que es de doña Jordana [Mejía] que
especial.
tiene en él 10 telares y 75 tornos y 8 indios tejedores y 78 hiladores
También se hicieron cargo del cuidado y pastoreo de los
que por todo son 87 indios y se las da a los tejedores a medio real
vacunos, ovejuno, el ganado de cerda, cuyas crecidas ganancias
cada día y a los muchachos un cuartillo cada día».
favorecen a propietarios y comerciantes y la mano de obra indígena
El propio autor cita la historia Betlemítica, en que describe: duramente explotada».

«hay en Cajamarca gran copia de telares, en que se fabrican paños


Dammert Bellido (1997: 199-201) enfatiza: «La bajada de los caja-
y bayetas y lienzos de algodón, que en el idioma del país llaman marquinos a las haciendas costeñas no es una invención republicana,
‘tucuyos’, y de todo esto tienen grandes intereses; porque es con- sino que se encuentran antecedentes también coloniales». Describe
tinua su saca para otras provincias [...]. Don Antonio de Ulloa,
también: «Al puerto de Chérrepe en el siglo XVI se traía [...] bayetas
a mediados del siglo XVIII, comprueba que ‘los indios de este
corregimiento hacían tejidos de algodón, tales como lonas para y cordellate de Cajamarca, telas muy coloridas con las que se vestían
velas de buques, colchas etcétera [...]. Junto a la industria textil los guineos esclabos, y quesos de Chota y Contumazá».
se menciona también la explotación de minas de plata, cobre y En esta cita de Dammert Bellido es posible constatar la cons-
azufre según el citado cronista franciscano’, la producción de plata
tante circulación no solo de personas, sino también de mercancías
se incrementará notablemente con el descubrimiento del mineral
de Hualgayoc». entre la sierra y la costa norteñas. Además de textiles, este circuito
incluía productos agropecuarios y, no es un dato menor, que una
Dammert Bellido (1997: 196-197), más adelante, recoge una narra- parte de la producción se dirigía a la mano de obra esclava de las
ción de la vejez de Pedro Pizarro, quien decía que los indígenas haciendas azucareras del norte, cuyo país de origen era Guinea. Para
estaban acostumbrados a llevar la contribución de esta región hasta el los años siguientes, se agregarán el transporte de ganado vacuno y de
134 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 2 | ENCUENTROS Y DESENCUENTROS EN LOS TERRITORIOS DE CAJA MARCA 135

cerda desde Cajamarca 55 . Un señalamiento importante de Dammert 2.4. Cajamarca colonial


Bellido (1997: 201) es la estrecha vinculación hacia el norte, en espe-
Hugo Pereyra Plasencia (1996: 179) sostiene que en un momento
cial con la zona de Cuenca. Para sustentar esta afirmación, detalla
tan temprano como enero de 1566 ya estaba definida la formación
que se ha publicado, por ejemplo, la «última y postrera voluntad»
del corregimiento de Cajamarca, porque ya había noticias de los pri-
de Sebastiana, hija legítima de Diego, indígena de Cajamarca, y de
meros corregidores de indígenas. En tiempos del gobernador Lope
Francisca, natural de Cimanbea, a 7 de octubre de 1601, y de Inés,
García de Castro, un tal Joan de Fuentes aparece mencionado en la
indígena, natural de Cajamarca a 6 de junio de 1610», ambas radi-
documentación como «corregidor destas provincias», residente en el
caban en Cuenca, actual territorio del sur ecuatoriano.
«asyento de Sant Antonio de Caxamarca».
Es conveniente acentuar que esta constatación de la existencia
Pereyra Plasencia (1996: 193) concluye que el proceso que sufrió
de una red de circulación, originada 56 a partir del desarrollo de la
Cajamarca representó un cambio apreciable reflejado en la consoli-
ganadería vacuna, es notable en pocos decenios y que, a principios
dación del sistema colonial, cuyo periodo de gestación ocurrió en el
del siglo XVII, Cajamarca, con Loja y Cuenca, abastecían el mer-
momento de tránsito entre los siglos XVI y XVII. En efecto, entre
cado de Lima. Este fenómeno era muy pronunciado, no solo se tra-
1570 y las dos primeras décadas del siglo siguiente, aproximada-
taba de circulación de personas y mercancías de la sierra a la costa
mente, se verificaron cuatro procesos que tuvieron decisiva influencia
norte, sino también a la sierra sur de Ecuador, en este caso Cuenca 57,
en esta modificación de la «personalidad territorial» de la región que
base importante del reino Cañar luego de la conquista inca de la
estudiamos: 1) la gradual disolución del patrón andino de ocupa-
ciudad de Tomebamba.
ción «discontinua» del suelo, 2) la consecuente consolidación de la
Estas referencias de Dammert Bellido me hacen pensar en las
red de reducciones o pueblos de indígenas (a la manera de Castilla),
aún vigentes relaciones con Ecuador, país que sigue abasteciendo —a
3) la afirmación de la autoridad del corregidor de indígenas frente
pesar de todos los conflictos y las nuevas redes de comunicación— de
a los encomenderos y 4) la formación de una estructura productiva
la paja para la elaboración de sombreros, en casi todo el departamento
especializada en el área cajamarquina, centrada principalmente en la
de Cajamarca, en especial en San Miguel, claro está.
ganadería y en los obrajes.
55
Villanueva Urteaga (1975: 3) amplía la visión del asentamiento
de los campesinos serranos hacia los valles de la costa para la cosecha del arroz y la
zafra de caña de azúcar hasta el presente. Estas bases de desigualdad colonial a las del modelo colonial, con una visión singular de desarrollo:
que se ven sometidos continúan vigentes, no obstante haya ido variando el producto
o la actividad. «hacia principios del siglo XVII Cajamarca ingresa a una etapa de
56 Creo que esta circulación de personas, mercancías y saberes viene desde la época notable acrecentamiento económico y demográfico. Así, el año de
prehispánica. 1619, en razón de sus notables progresos, es elevada justamente
57 En una visita de reconocimiento a Cuenca que realicé en enero de 2015, pude cons- a la categoría de villa y, poco después, hacia el primer tercio del
tatar, además de la vigencia de la técnica tradicional del ikat en Bulcay de Gualaceo siglo, logra el renombre de rica y bien poblada, con características
(zona aledaña a la ciudad de Cuenca), que una artesana, interlocutora local, se ape-
llidaba Rodas, apellido frecuente en San Miguel provincia, distritos y caseríos.
urbanas claramente sobresalientes».
136 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 2 | ENCUENTROS Y DESENCUENTROS EN LOS TERRITORIOS DE CAJA MARCA 137

El autor basa esta afirmación en que en 1632 aparecían registradas 114 podría dar otras interpretaciones, como que la presencia colonial
casas de españoles, claro indicio de que Cajamarca iba camino a su se afirmó con el despojo sistemático 60 de las tierras de las guarangas
progresivo engrandecimiento. A pie de página, señala que Cajamarca, y pachacas, en muchos casos en alianza con las mismas autoridades
a principios del siglo XVII, exportaba grandes cantidades de ganado. indígenas: curacas o caciques y mandones, a quienes el nuevo modelo
Lo prueban las entregas de ganado lanar y vacuno procedente de los de dominación los mantuvo como cobradores de tributos a cambio
campos cajamarquinos a Huamachuco y al tambo real de Conchucos. de ciertos privilegios, no obstante que simultáneamente se observa la
Otra interpretación que podría recibir esta imagen de «progreso y lenta y progresiva pérdida de la propiedad de sus casas, tierras y poder
adelanto» de un pequeño grupo de españoles blancos es la creación de político de la élite indígena 61.
abismos de desigualdad, como producto del despojo de tierras indí- Por lo tanto, la pintura presentada de una ciudad y región con
genas que favoreció la expansión de grandes haciendas y obrajes. La vigoroso desarrollo económico era, en realidad, la afirmación del nuevo
mita y la explotación de la mano de obra indígena asentada en este poder colonial que se iba concentrando entre los españoles, como fruto
estratégico territorio fueron las herramientas de esa política. de condiciones de trabajo y explotación de la mano de obra indígena
Villanueva Urteaga (1975: 4-5) afirma: «Hacia mediados del en circunstancias muy desfavorables y de gran desigualdad. Hay que
siglo XVII la región había alcanzado la plenitud de su progreso recordar que la presencia de españoles no estaba permitida en los
logrado sobre la firme base de la racional 58 explotación de sus riquezas pueblos de indígenas, pero, en el caso de Cajamarca, instalaron, man-
naturales». Esta argumentación se sostiene más adelante con el tes- tuvieron e incrementaron su presencia —con cierta anuencia de las
timonio de un prelado en 1678 que «ratifica en lo principal las afir- autoridades coloniales—, por las condiciones ya señaladas y porque
maciones de García Zurita, es el del obispo, también de Trujillo, don era un punto estratégico de comercio entre varias regiones. Todo esto
Antonio León [...], quien escribe al rey así: ‘Las familias, Señor, de coincide con las razones que los incas tuvieron para escoger este lugar
españoles son 362, con mucho número de gente y lo más de ellas de y ubicar un tambo en la ruta del camino inca hacia el nor oriente.
sangre ilustre [...] El número de indios es tanto que no pude en veinte Otro impacto que no ha sido considerado debidamente, pero
días averiguarlo, aunque de lo que vi y confirmé pasan de 4.000 fami- que es importante para conocer la amplia y sofisticada producción de
lias y es sentir común de todos los que han visto el pueblo ser cierto textiles desde tiempos previos a los incas, fue la caída y desaparición
el cómputo que tendrán hasta 20.000 personas’». 60 Espinoza (2002: 513-517) denuncia las formas de despojo empleadas por los españo-
Lo señalado por Villanueva Urteaga 59, que cita a Vargas Ugarte, les, como la apropiación ilícita de espacios que les habían prestado a los curas, las
compras a bajos precios y en algunos casos fraudulentas. También se apropiaban de
es una lectura desde la historia oficial. A estos argumentos se les tierras que decían habían sido del Sol y del inca en el Tahuantinsuyo. Legalmente los
españoles no tenían derecho a adquirir propiedades en este pueblo de indígenas.
58 Se llama «racional» a la explotación de algunos pocos sobre la mayoría indígena. 61 Véanse los trabajos de Karoline Noack (2001 y 2002), que sugiere ciertos matices
59 No se trata de restar valor a los distintos investigadores. A ellos debemos ubicar- respecto de las relaciones que establecía la élite colonial con la que consideraron
los en sus contextos históricos de discusión. Intento ensayar otras explicaciones una élite de segunda, con matices interesantes, debido a que previa a la llegada de
cuzqueños y españoles, existió otra clase gobernante con privilegios y derechos,
desde la colonia. pero también con obligaciones para con sus pueblos.
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del ganado tradicional, denominado por los españoles como ganado pasaron por este territorio. Uno importante 63 es el de Pedro Cieza de
de la tierra o camélidos: llamas, alpacas y vicuñas. ¿Qué sucedió con León (tomado de Crónica del Perú, 1533) al describir esta provincia:
el ganado tradicional?, ¿fue exterminado para implantar el ganado «Todos andan vestidos con mantas y camisetas ricas, y traen por
vacuno y lanar venido de Europa, que se adaptó rápidamente a estos señal en la cabeza, para ser conocidos dellos, unas hondas, y otros
pisos ecológicos?, ¿cómo este ganado tradicional fue reemplazado y unos cordones a manera de cinta muy ancha.
[...].
cómo se vio afectado por la competencia y preferencia que se dio al
Ganada y conquistada esta provincia de Caxamalca por los
ganado que venía del Viejo Continente? Aún quedan muchas pre- ingas, afirman que la tuvieron en mucho y mandaron hacer en ella
guntas por resolver. sus palacios, y edificaron templo para el servicio del sol, muy prin-
cipal, y había número grande de depósitos. Y las mujeres vírgenes
2.4.1. Los registros de cronistas y viajeros que estaban en el templo no entendían en más que hilar y tejer
ropa finísima y tan prima cuanto aquí se puede encarecer, a las
Además de los aspectos un tanto sociodemográficos, del anterior cuales daban las mejores colores y más perfectas que se pudieran
dar en gran parte del mundo [...]. Había en este provincia de
apartado, Silva Santisteban (1986: 27) explica algunos detalles acerca
Caxamalca gran cantidad de indios mitimaes, y todos obedecían
de la vida y costumbres, basado en la descripción de los cronistas, al mayordomo mayor, que tenía cargo de proveer y mandar en los
como Cieza de León, al que cita: términos y destrito que le estaba asignado».

«los moradores de Cajamarca fueron muy estimados por sus comar- Cieza de León (1975: 206) continúa describiendo a los habitantes de
canos, que sus señores eran muy obedecidos por sus súbditos y que
estas tierras:
tenían muchas mujeres, de las cuales una era la principal... [con-
signa también que] era costumbre ancestral que cuando fallecía un «Los indios son de buena manera, pacíficos, y unos entre otros
señor lo enterraban con gran pompa y junto con él a sus mujeres y tienen entre sus costumbres algunas buenas para pasar la vida sin
tesoros 62 [...] sus fiestas eran muy concurridas y con grandes borra- necesidad; y danse poco por honra; y así, no son ambiciosos por
cheras... todos andaban vestidos con mantas y camisas ricas... Para haberla; y a los cristianos que pasan por su provincia los hospedan
distinguirse, llevaban en la cabeza unas hondas y unos cordones a y dan bien de comer, sin les hacer enojo ni mal aunque sea uno
manera de tocado». solo el que pasare [...]. Y son de grande ingenio para sacar ace-
quias y para hacer casas y cultivar las tierras y criar ganados, y
Todo esto refuerza aún más la importancia que en esta región tenían los labrar plata y oro muy primamente. Y hacen por sus manos tan
textiles durante la época prehispánica. Ello se proyecta hasta el presente. buena tapicería como en Flandes, de la lana de sus ganados, y tan
de ver, que parece la trama della toda seda, siendo tan solo lana.
Villanueva Urteaga (1975: 204), otro de los clásicos autores
Las mujeres son amorosas y algunas hermosas. Andan vestidas
sobre la región, incluye textos completos de cronistas y viajeros que muchas dellas al uso de las pallas del Cuzco. Sus templos y guacas
ya están deshechos, y quebrados los ídolos; y muchos se han vuelto
62 Si bien no se ha hallado alguna evidencia arqueológica, por comparación con las
culturas yungas costeñas, es probable que compartieran estas costumbres, como 63 De este cronista y de los viajeros que incluye Horacio Villanueva Urteaga, presentaré
se ha evidenciado en los hallazgos de Sipán, Sicán y otros de las culturas moche y
lambayeque. los textiles.
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cristianos; y siempre están entre ellos clérigos o frayles dotrinán- a población española colonizadora —en proporciones considerables
dolos en las cosas de nuestra santa fé católica. Hubo siempre en
para la época—, por lo menos desde inicios del siglo XVII. Se trató
la comarca y término de esta provincia de Caxamalca ricas minas
de metales». de un caso paradójico para toda el área andina: hacia 1766, la loca-
lidad de Cajamarca no tenía cabildo de españoles, pero concentraba
Como se observa, en los primeros reportes que se hace de la región,
quizá más población europea que la ciudad de Trujillo. En general,
los hechos que concitaron la admiración de los europeos fueron las
a fines del siglo XVIII, la población española de los ámbitos com-
formas de generosidad existente entre los pobladores, la ropa que
binados de Huambos, Cajamarca y Huamachuco superaba 10.000
usaban, sus templos y creencias religiosas, así como la existencia de
personas.
minas. El propio cronista se admira y señala la desestructuración
Otro elemento destacado por Pereyra Plasencia (1996: 198)
que implantó el modelo de dominación colonial. Otro elemento que
se refiere a que la villa de Cajamarca, desde inicios del siglo XVII,
es admirado es la habilidad artesanal para la producción de diversos
parece haber sido punto activo de tránsito de arrieros y comerciantes,
tejidos y objetos de orfebrería.
cuyas operaciones y puntos de origen y destino estaban a veces fuera
Pereyra Plasencia (1996: 194) sostiene que, de la década de del ámbito de la Audiencia de Lima, incluso fuera del mismo virrei-
1560 a 1759, el corregimiento de Cajamarca estuvo constituido por nato del Perú. Por lo menos un testimonio, ubicado cronológica-
los ámbitos combinados de Huambos, Cajamarca y Huamachuco. mente de 1615 a 1619, menciona a la villa de Cajamarca como punto
De 1759 a 1784, Huamachuco pasó a ser un corregimiento sepa- importante en los itinerarios de arrieros que unían el Nuevo Reino
rado de Cajamarca (que retuvo a Huambos). De 1784 a 1787, con los de Granada y el de Quito con Cuzco y Potosí. A esta afirmación
mismos territorios de la época de los corregimientos, Cajamarca y podríamos agregar la persistencia de viejos lazos comerciales hacia
Huamachuco pasaron a integrar la intendencia de Trujillo en calidad Ecuador hasta mediados del siglo XX (que se interrumpieron por las
de «subdelegaciones» o «partidos». Finalmente, en 1787, el auge de guerras de esa época) y que aún se pueden observar en la actualidad
las minas de plata de Hualgayoc condujo a la creación de Huambos con el comercio de la palma para manufacturar sombreros.
como subdelegación independiente de Cajamarca. Esta situación, Dammert Bellido (1997) trabajó en y por Cajamarca durante
que entrañó la división del viejo espacio cajamarquino en tres subde- largo tiempo en la segunda mitad del siglo XX y, además de su labor
legaciones, se mantuvo hasta el fin de la época colonial. pastoral, cuenta con una prolífica producción sobre la historia de
Es verdaderamente revelador que, durante los siglos XVII y la región. Precisamente en su libro sobre la región en el siglo XVI
XVIII, el curacazgo de las Siete Guarangas haya estado en pose- (1997) recorre con datos históricos desde la Cajamarca incaica. Pasa
sión del condado de Altamira, cuyo titular cobraba un considerable por la llegada de los conquistadores, la ejecución de inca y el reparto
tributo desde España. También es significativo observar que tanto del botín que se cobró por su rescate. Luego trata el abandono que
la localidad de San Antonio de Cajamarca —residencia del corre- sufrió y la desaparición del reino de Cuismancu, detiene su mirada en
gidor— como otras localidades de la región atrajeron constantemente los procesos de evangelización, las encomiendas y tributos, las guerras
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civiles, los indígenas, sus protectores, los españoles residentes, las distribución de los altares, los arcos y las luminarias para la mencio-
visitas, los corregidores, la visita del arzobispo de Trujillo, la reduc- nada fiesta. Estos elementos deberían ir colocados por grupos, orden
ción de las pachacas y Jaén de Bracamoros. y sitios siguiendo un estricto orden:
En estos relatos, el mismo autor hace una mención excepcional «En la puerta del cementerio de la iglesia de San Francisco, la gua-
ranga de Guzmango, por ser el sitio donde solían hacerlo ‘siempre’.
a los indígenas como actores sociales, enfoca la problemática que
Frente a la puerta de la casa del comisario Alonso de Cortegana,
soportaron y algunas estrategias de resistencia y rechazo al modelo los Carpinteros. En la puerta del obraje de la comunidad, la gua-
colonial. Sin embargo, debo mencionar también, que Dammert ranga de Culquimarca y los Huamachucos. En la esquina de la
iglesia de Santa Catalina, los Sastres, Barberos y Sombrereros.
Bellido (1997: 127-148), debido a su origen y adscripción religiosa,
En la del alférez D. Juan Ruiz Bravo de Bustamante, la guaranga
hace escasa mención a los intereses de la Iglesia, a pesar de conocer de Cajamarca. En la esquina de la Cruz de Piedra, la guaranga
y citar los trabajos de Villanueva Urteaga —quien critica muy fuer- de Bambamarca y las pachaquías de Zambad y Cayao. En la de
los herederos del capitán D. Baltazar Hurtado, los forasteros
temente la presencia y los intereses eclesiásticos en relación con las
del Hanansaya. En la esquina de las casas del capitán Eugenio
pugnas económicas de que eran parte—. Hurtado, los forasteros del Urinsaya, los Ingas y los Alvarados.
Sin embargo, Dammert Bellido revela las acciones de algunos En la de Francisco García Lozano, los Ingas de Pomamarca y
integrantes de la Iglesia en «favor de los indígenas». Como todos Chonta. En la de las casas de Da. Ana Enríquez, las guarangas
de Chuquimanco y Malcaden. En la puerta de la iglesia de San
y cada uno de quienes han hecho o hacemos historia, las miradas Francisco, ‘la guaranga de mitma’, con los Guambos, los Sañas y
tienen enfoques «situados». Estos comentarios no pretenden qui- los Tabaconas. Y el último altar en la esquina del campanario, por
tarle valor a ninguno de los autores citados. Solo quiero señalar que los Zapateros y los Silleros».

todos tenemos marcas de los modelos coloniales, así como nuestras De manera más o menos parecida se hizo la distribución de los arcos,
pertenencias de clase, género, generación y lugar de nacimiento y que se acotan en pares, y algo similar con las luminarias. Es sobre
que, a lo largo del tiempo, vamos naturalizando todo este conjunto esta descripción que Zevallos Quiñones analiza la organización de
de elementos. En algunos casos, son estos aprendizajes los que nos los indígenas de Cajamarca a fines del XVII y puede creerse que
impiden o permiten observar ciertos matices que pueden mostrar una también en el XVIII: la población indígena de Cajamarca perma-
historia más procesual con actores diversos e intereses encontrados. necía asociada en el modelo estructural que más de dos siglos antes
impusiera Túpac Yupanqui, su primer conquistador. Las unidades
2.4.2 . La fiesta del Corpus de 1684
concurrentes a la fiesta del Corpus son las guarangas, pachaquías
Presento la lectura que hace Jorge Zevallos Quiñones (1986: 165-176) y mitimaes. Las guarangas mantienen sus nombres originarios:
a un documento sobre la fiesta del Corpus de 1684 celebrada en la Guzmango, Cajamarca, Bambamarca, Chuquimango, Malcadén,
ciudad de Cajamarca. A partir de este material, el autor propone una Pomamarca y Chonta. Siete en total.
mirada etnohistórica de las permanencias de la organización andina Aunque lo que comenta Zevallos Quiñones más adelante sigue
y toma como base la descripción hallada en un documento sobre la siendo sugerente respecto de que si la guaranga incaica estaba formada
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por diez pachaquías, o sea, un millar de indígenas tributarios, su Zevallos Quiñones sugiere que ellos debieron ser el núcleo políti-
continuación bajo el régimen colonial no mantuvo esa rigidez esta- co-social conductor de la provincia antes de la llegada del inca Túpac
dística. En 1684 era imposible que en Cajamarca existieran setenta Yupanqui. Menciona también la existencia de los mitimaes de privi-
pachaquías debido a la despoblación de los naturales, cuyo número legio y castigo. En este primer grupo se encontrarían —para esta pro-
de integrantes se había reducido considerablemente. Es probable, sos- vincia— los «ingas», descendientes de la sangre imperial cuzqueña,
tiene el autor, que las pachaquías con menores integrantes se incor- quienes para el Corpus de 1684 ya habían perdido privilegios al vivir
poraran a las otras mejor compuestas. Si bien el régimen colonial en una sociedad que de por sí les fue adversa y quienes, luego de
heredaba el esquema y se beneficiaba con la mecánica del recojo de cien años de dominación europea, vivían por mérito de sus fuerzas
tributos mediante los caciques y mandones grupales, no pudo man- propias, no obstante estuvieran exceptuados del pago de tributo por
tener el concepto numeral debido a la catástrofe demográfica del siglo su calidad de nobleza de sangre. Ellos concurrían a la celebración
XVI. En esta provincia el fenómeno se nota desde 1543, cuando, a de esta importante fiesta al lado de otros indígenas plebeyos. Otro
pesar de estar reunidos en las Siete Guarangas, ya no eran más de elemento que se podría añadir es la presencia de artesanos especia-
3.500 los tributarios. En este documento se mencionan las pacha- listas como sastres, zapateros y sombrereros, producto de una urbe
quías de Chim-Chim, Guacas, Namora, Julcamarca y Zambac, per- que demandaba estos grados de especialización novedosos, que pro-
tenecientes a la guaranga de Cajamarca, y la de Ñalep, de Malcadén. bablemente cubrían la demanda de los españoles.
Estas pachaquías de 1684, seudocentenales por el hecho de asumir a También señala Zevallos Quiñones (1986: 169) la importantísima
presencia del cuerpo edil, pero hace notar las significativas ausencias,
título nominal determinados gastos para la fiesta del Corpus, parece
en este caso del cacique principal y gobernador de las Siete Guarangas,
que mantuvieron una mejor capacidad económica y poblacional. Las
que era el personaje con más alto rango comunal. Esto lo infiere en
demás quedaron en el anonimato o fueron incluidas en sus respectivas
contraste con los registros de la costa norte revisados por él mismo:
guarangas. Ya entonces había grupos con mejor o peor tener.
Zevallos Quiñones insiste en la relevancia de la guaranga de «El contraste costa-sierra del que hablamos podría entenderse mejor
si aceptáramos que en el trasfondo de su externa manifestación ordi-
Guzmango, que por sí sola se hace cargo de un altar. El primero de
naria laten dos tradiciones de mando distintas y muy viejas. En la
la lista y junto a la iglesia parroquial de los indígenas, así como de 18 sierra norteña, y antes de la conquista incaica, el ápice del gobierno
pares de arcos. Y nos recuerda que de su particular aristocracia había regional pudo haber estado en manos de un consejo o grupo
surgido, antes de la conquista incaica, la dinastía de los señores natu- colegiado de poder; y en la costa, antes de la formación del reino
Chimor, hubo señores absolutos por valle o valles, comunalmente
rales de la región, los célebres Carguaraico (Caruaraico o Carhuaraico), aceptados. La irrupción de la conquista europea rompe los esquemas
los que durante el Virreinato continuaron sucediéndose el título de chimú e inca, por cierto tardíos, en beneficio de las subyacentes tra-
caciques principales y gobernadores de las Siete Guarangas. diciones locales que, de nuevo y en parte, volvieron a aflorar».

Entonces, a partir de la condición especial de los guzmangos Estos señalamientos son muy importantes para comprender los
en el festejo del Corpus, en que aparecen como «primus inter pares», matices entre la costa y la sierra a partir de la revisión de solo un
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documento. Con una metodología comparativa y gracias al conoci- «Damos por indios a los integrantes de tales gremios, y no mes-
tizos, porque el cabildo de naturales obra sobre ellos categórica-
miento de las regiones vecinas, el autor propone establecer la hipó-
mente, enlistándolos y acotándolos para la celebración de la fiesta;
tesis de modelos de poder diferenciados, más o menos centralizados. de haber sido artesanos criollos, mestizos o de castas el mandato
En este caso habría que considerar que Cajamarca no fue un correspondía exclusivamente al corregidor de Cajamarca, su parti-
viejo espacio urbano preínca o inca, sino un espacio importante, un cular autoridad».

gran tambo. Tal vez por eso no se encontró esta separación en los Este dato también se puede resaltar desde otro ángulo. Es decir,
registros más tempranos, pero, cuando fue formándose como un en esta región los indígenas podían aparecer y figurar oficialmente
modelo urbano, esta separación arriba-abajo (hanan-hurin) que per- como maestros artesanos, lo que nos indica una posición en cierto
manecía en la memoria histórica aflora con naturalidad para clasifi- sentido privilegiada. Esto se explicaría por la capacidad y altos
carse en la cosmovisión regional. niveles de especialización registrados por diversos cronistas para la
Otro elemento considerado en la organización social de esta región en especial, y para la costa norte en general. En su examen
época que marca Zevallos Quiñones (1986: 170) es el surgimiento de de la revisita del oidor Cuenca, Espinoza señala también los altos
nuevas categorías, como los «indios forasteros», que no pertenecían a grados de especialización existentes en el norte a diferencia de los
las guarangas ni mitimaes de la zona. Más bien fueron producto de los registrados en el sur andino.
cambios poblacionales del modelo colonial. Por ejemplo, aquellos que Las inquisidoras hipótesis de este autor generan muchas inte-
llegaron a residir en esta villa por efectos del comercio, arrieraje o su rrogantes y asociaciones que aún quedan por explorar o continuar
trabajo artesanal y arreglos matrimoniales. Estas personas registradas —como el origen y carácter de las vestimentas indígenas usadas en
como «indios forasteros» tenían que pagar tributo y ser registrados en la celebración del Corpus— y propone nuevos enfoques que contri-
sus padrones locales. Su conformación es interesante: buyen a repensar la pérdida de las tradiciones en toda la región de
«Los nueve gremios que concurren en el arreglo de la procesión del Cajamarca: ¿esta «pérdida» de tradiciones se asoció a la desapari-
Corpus en 1684 representan una importante actividad económica:
ción de las lenguas nativas y a la imposición del castellano o a los
carpinteros, sastres, barberos, sombrereros, zapateros, silleros,
curtidores, pintores y sederos. Vale decir que este artesanado caja- impactos económicos que sobrevinieron? ¿Qué sutiles procesos de
marquino no era reciente, pues ya en 1610 el cronista Vásquez de sincretismos, resiliencias o permanencias aún se pueden observar si
Espinoza testimoniaba ahí la existencia de ‘muchos oficiales de
ponemos extremo cuidado en las fuentes y en las manifestaciones
todos los oficios, muy buenos’».
culturales ancestrales que de alguna manera sobreviven?
Pero uno de los aspectos importantes de la acuciosa mirada 64 de
Zevallos Quiñones (1986: 170-171) es que: 2.4.3. Visitas y tributos, mutaciones y permanencias

64 Estos señalamientos tan pertinentes, producto de un conocimiento amplio de la re- Las visitas fueron una de las expresiones de la dominación colonial
gión, nos enfocan en detalles que son de gran importancia. El trabajo de Zevallos y de sus intereses económicos, políticos y religiosos. Un propósito
Quiñones, como toda su obra, es muy cuidadoso y minucioso y logra una lectura
trascendente del documento. fue tratar con las autoridades indígenas tradicionales para conocer la
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cantidad de personas que estarían obligadas a tributar y luego hacer transformándolo en un sistema decimal con miras a facilitar el
cómputo demográfico y el ordenamiento de la fuerza de trabajo:
efectivo el cobro de tributos. En este proceso se dictó una serie de
las pachacas serían en el Incario agrupaciones de cien familias,
disposiciones que fueron cambiando por presiones, tanto de los con- mientras que las guarangas serían conjuntos de diez pachacas».
quistadores —que se sentían con derecho a que se les reconozca sus
La perspicaz mirada de Hampe Martínez mediante los detalles de
servicios a la Corona— como de los indígenas encabezados por sus
la tributación por guaranga y mitmas nos permite observar ciertas
autoridades tradicionales llamadas curacas o caciques.
tendencias y hallar explicaciones respecto de la producción de deter-
Estos procesos aclaran ciertas realidades de las regiones o pro-
minados productos, así como de la presencia de grupos foráneos
vincias existentes antes de la conquista, así como de los ajustes que
que buscaban acceder a artículos o a zonas de producción que no
se fueron haciendo como producto de esta y el poder colonial. En
tenían en sus lugares de origen. Hampe Martínez coincide con la
estos análisis destacan los trabajos de Teodoro Hampe Martínez,
quien dirige su mirada a detallar qué productos se entregaban como propuesta 66 de John Murra para el sur andino, a diferencia de Remy
tributo y cómo esta carga impositiva fue cambiando de productos y Rostworowski, que sostienen una interpretación distinta conocida
a dinero en efectivo. Este cambio tuvo impacto significativo en la como patrones de «territorialidad discontinua». Hipótesis con la que
mayoría de la población indígena, que se vio conminada a insertarse concuerdo más, debido a que para esta región se cuenta con mayores
en las mitas y obrajes para cubrir los pagos que les exigía el poder elementos para sustentarla.
colonial. Sin embargo, la revisión de este proceso arroja también Hampe Martínez 67 (1986) sostiene que el sistema de enco-
otros elementos. Me interesa presentar el aporte de Hampe Martínez miendas en Cajamarca se inició con el conquistador Melchor
(1986: 66), quien, al enfocarse en la población y el tributo indígena Verdugo (1540), a quien Pizarro le otorgó las Siete Guarangas.
de Cajamarca, muestra los cambios que se fueron dando desde la Verdugo era vecino de la ciudad de Trujillo y no de Cajamarca,
llegada de los europeos y los efectos de este proceso. Señala: porque la villa cajamarquina carecía de cabildo a la manera española
y, por lo tanto, estaba legalmente impedida de servir como residencia
«Luego de su incorporación al Tahuantinsuyo, la comarca recibió
el nombre de Cajamarca y se convirtió en uno de los mayores de encomenderos.
centros de redistribución de bienes estatales. Por tratarse de un Hampe Martínez (1986: 67) señala que estos primeros repartos
lugar obligado de paso en el camino que conducía desde Quito sufrieron cambios a los pocos años. Vaca de Castro separó de este
hasta Cuzco, el llamado ‘ombligo del mundo’ incaico, creció
notablemente la importancia del poblado de Cajamarca (núcleo
repartimiento las guarangas de Chondal 68 , Bambamarca y Pomamarca
de funcionarios, mitmas, yanas, artesanos, etcétera) y se ins-
66
talaron allí grandes depósitos de tejidos, maíz, papas y otros Control vertical de un máximo de pisos ecológicos, que para el sur andino segura-
productos. Además, existe la impresión 65 que los soberanos cuz- mente es muy válida.

queños —particularmente el inca Túpac Yupanqui— adoptaron el 67 De manera coincidente con otros autores.
modelo cajamarquino de organización de las guarangas y pachacas, 68 Como se señaló, Chondal sería la guaranga que abarcó casi el total de territorios que
originaron lo que ahora conocemos como provincia de San Miguel de Cajamarca,
65 donde se incluye su capital, San Miguel de Pallaques.
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para formar con ellas una encomienda en beneficio de Hernando de que el encomendero suministrase la materia prima); además
dicha tasa contemplaba el aporte de otros productos agropecuarios y
de Alvarado, vecino de Chachapoyas. Tras la muerte de Alvarado,
de objetos de algodón, paja, madera, barro cabuya, etcétera».
fueron otorgadas al capitán Diego de Urbina, radicado en Trujillo.
En estos años se hizo una tasación general de las encomiendas del Más adelante el propio Hampe Martínez (1986: 68) señala que a la
Perú, pues el grado de explotación al que habían sido sometidos los muerte de Verdugo la encomienda queda a su esposa, Jordana Mejía,
nativos era extremo. En el documento que analiza Hampe Martínez, quien después contraerá nupcias con Álvaro de Mendoza Carbajal.
el tributo que cobraba de Urbina en 1550 era: Pero, en 1576, el oidor González de Cuenca efectuó una visita a la
«explícita la sorprendente variedad de productos que habían de
provincia cajamarquina y dispuso una nueva tasa de tributos para las
componer su tributo: cada año los indios debían brindar al enco- Siete Guarangas en conjunto. Este documento, dirigido a lograr una
mendero 2.100 pesos en plata, 75 vestidos de algodón, 25 cumbis 69, mayor eficacia en la recaudación tributaria, incluía únicamente el
500 fanegas de maíz y 200 de trigo, 600 aves, 75 ovejas, 15
aporte de 14.780 pesos en plata corriente, 3.823 aves y 2.584 fanegas
puercos, 12 personas para servicio doméstico y otras 12 para
guarda de ganados y cultivo de huertas; todo ello sin contar cre- de maíz cada año. El gran cambio al que se refiere Hampe Martínez
cidos volúmenes de papa, cebada, sal, ají y huevos, además de era la definitiva monetización de la renta encomendera. Es decir,
sábanas, manteles y pañuelos de algodón, petacas de paja, muebles de obligaba a la población a pagar tributo en moneda y a insertarse
madera, sogas, costales y otras piezas de cabuya».
en algún sistema de producción asalariado (hacienda u obraje) para
Como se observa, desde esa temprana época colonial ya se incluía una obtener dinero y cumplir con esta carga impositiva.
significativa porción de textiles como parte del tributo al que estaban Hampe Martínez (1986: 68-69) afirma que en 1571, durante
obligadas las guarangas de esta región, que seguramente estuvo aso- el gobierno del virrey Toledo, se había efectuado otra visita, para
ciada con la tradición. Era muy difícil imponer como tributo artículos afrontar el litigio entre Jordana Mejía y Beatriz de Isasaga, viuda
que no se producían con anterioridad. de García Holguín y poseedora del repartimiento de las Tres
Hampe Martínez70 (1986: 67-68) dice que, en cambio, para el Guarangas. Poco después se realizó otra visita general, esta vez a
repartimiento de las cuatro guarangas, se muestra una notable mode- cargo del corregidor Álvarez de Cueto, que originó la imposición
ración en la exigencia tributaria, motivada por peticiones de los indí- de nuevas tasas de tributo y la constitución de reducciones o pueblos
genas. Y nos lo detalla: indígenas de planta cuadricular.
«Los encomendados a Verdugo tenían la obligación de entregarle Las formaciones urbanas que surgieron así en la década de
anualmente 2.000 pesos en plata, 200 fanegas de maíz y 80 de trigo,
1670 fueron: San Antonio de Cajamarca (actualmente es la capital
400 aves, 34 puercos y 70 vestidos de lana (esto último a condición
del departamento), Asunción, Casal, Contumazá, Chota, Guzmango,
69 Las cursivas son mías. En adelante, las haré asociadas con la presencia de textiles Jesús, Niepos, San Marcos, San Miguel, San Pablo y Trinidad. Este
como obligación tributaria para entender que se producían en la región previo a la
presencia colonial.
podría ser el momento en el que podemos ubicar a San Miguel de
70 De manera coincidente con otros autores. Pallaques, que quizá se originó con las reducciones toledanas, sobre
152 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 2 | ENCUENTROS Y DESENCUENTROS EN LOS TERRITORIOS DE CAJA MARCA 153

lo que abundaré en el cuarto capítulo. Es interesante la tabla com- Dejemos abierta esta pregunta. Lo que parece interesante es
parativa de las tasas impositivas que hizo Hampe Martínez y que señalar que, en el caso de las Tres Guarangas, después del monto
refiero a continuación: tributado en plata, se tributaba también en ropa 71. Otro elemento por
Tabla 3 considerar es la comparación con las cuatro guarangas, en las cuales
Comparativo de las tasas de los virreyes Montesclaros y Mancera, la merma de población tributaria fue del 15,62 por ciento. En el caso
y proporción de disminución de población tributaria de las Tres Guarangas (en las que se incluye San Miguel dentro del
territorio de Chondal), fue casi el doble, 31,16 por ciento.
Tasas Montesclaros Mancera Merma
A inicios del siglo XVII aparecieron los repartimientos de
Objeto Año 1616 Año 1651 Porcentaje
indígenas foráneos llamados mitmas como grupos separados. Hampe
Plata 5.637 pesos 4.106 pesos 21,16% Martínez (1986: 74) señala que en el señorío de Cuismanco —tierra
Ropa 419 vestidos 313 vestidos 25,30%* muy apreciada por su riqueza ecológica— se ubicaron varios grupos
mitmas de origen foráneo. Ellos residían temporalmente, sin perder
Trigo 214 fanegas 188 fanegas 12,15%
adscripciones a su curacazgo de origen, para cumplir con tareas deter-
Maíz 256 fanegas 186 fanegas 27,34%
minadas. Por ejemplo, en los tambos incas establecidos en Cajamarca,
Aves 1.783 aves 1.612 aves 9,59% adonde trasladaban los productos que sus comunidades debían tributar.
Hampe Martínez explica que se pueden distinguir hasta seis
Número de total de tributarios 1.104 indígenas 760 indígenas 31,16%
agrupaciones de mitmas tributarios, según su diversa procedencia
* Las cursivas son mías. étnica: Sañas 72, Huambos, Chilchos, Leimebambas, Bracamoros y
Chachapoyas.
Hampe Martínez (1986: 72) menciona que los cambios en las
71 Al parecer —por las referencias de Zevallos Quiñones—, esta compleja situación se
tasas entre el gobierno de Motesclaros y Mancera afectaron en
habría originado por la demanda de una clase comercial que consideró a los tejidos
forma diferenciada a la población nativa, según el encomendero como artículos de generación de riqueza. Sobre este modelo de tributación y los
cambios que se dieron trataré más adelante.
al que fueron «repartidos». Los de las cuatro guarangas resultaron
72 Hampe Martínez (1986: 74-75) detalla: «Los mitmas sañas eran pobladores yungas
aliviados porque el monto de sus pagos resultó menor que su caída originarios del valle de Saña que estaban adscritos al repartimiento de Mocupe (ju-
risdicción de la ciudad de Trujillo). En la primera mitad del siglo XVII, fueron sucesi-
demográf ica. Por el contrario, los de las tres guarangas vieron
vamente titulares de esa encomienda Juan Delgadillo, su heredero Pedro Delgadillo
recargado su trabajo, pues la disminución de la tasa no alcanzó el y, luego, D. Lorenzo Dávila y Herrera. Interesa explicar, por cierto, cómo es que los
habitantes costeños decidieron asentarse en la sierra [...]. María Rostworowski, pro-
porcentaje de la caída de varones aptos para pagar tributos. funda conocedora de las etnias yungas, sugiere que la presencia de mitmas de Saña
Sin embargo, el investigador se pregunta: ¿es cierto que desa- en la región cajamarquina, desde mucho antes de la conquista inca, se habría debi-
do esencialmente al manejo de los recursos hídricos; vale decir, a la necesidad de
parecieron todos esos indígenas que dejaban de registrarse en los controlar las bocatomas de los ríos serranos y, con ello, todo el sistema de irrigación
padrones oficiales? ¿No habría acaso un trasiego humano entre los
-
pueblos que formaban las guarangas de Cajamarca? tiene la etnohistoriadora».
154 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 2 | ENCUENTROS Y DESENCUENTROS EN LOS TERRITORIOS DE CAJA MARCA 155

Para Hampe Martínez (1986: 75), hay valiosos datos acerca de Al parecer, se trataba de un trabajo especializado de los miembros de
la tributación de los mitmas Sañas según las tasas oficiales impuestas dicha comunidad étnica, condición que fue aprovechada por los colo-
por los virreyes Toledo, Montesclaros y Mancera. Los detalles al res- nizadores para instalar obrajes dedicados a esta selecta manufactura.
pecto van así: Queda como interrogante: ¿la población de Tacabamba, que al
«Bajo el régimen toledano se f ijó una carga global de 759 parecer pertenecía a Huambos, podría ser incluida en la guaranga de
pesos anuales para dichos indios. A su turno, el gobierno de Chondal?, ¿había un reconocimiento de sus habilidades textiles por
Montesclaros estableció una contribución integrada de siguiente haber pertenecido a la etnia de los Huambos, debido a su cercanía
forma: 365 pesos en plata, 62 vestidos de algodón, 69 fanegas de
trigo, 69 fanegas de maíz y 105 aves de castilla (gallinas, patos,
geográfica o a raíces más viejas previa la llegada de los incas? Por
gansos, pavos). Después, al hacerse la necesaria rebaja durante el aquí dejamos estas dudas que podrían llevarnos a encontrar lazos
virreinato de Mancera, la tasa de este repartimiento quedó for- entre estos grupos que tenían el conocimiento de la técnica ikat en el
mada por 206 pesos en plata, 35 vestidos de algodón, 39 fanegas
territorio ahora conocido como Cajamarca, la región de Chachapoyas
de trigo, 33 fanegas de maíz y 117 aves de castilla, lo cual supone
una considerable reducción en las exigencias tributarias». y la sierra de Piura, donde he levantado evidencias contemporéneas
(2018) de su vigencia.
El autor asocia esta merma con la baja en el número de tributarios,
No deja de ser importante, según Hampe Martínez (1986:
que, en 1581, eran 219, y, en 1651, solo 60 tributarios, lo que significó
76-77), que mitmas Chilchos y Leimebambas mantuvieran vigente
una caída de un 72 por ciento en apenas setenta años. Sin embargo,
—durante la primera mitad del siglo XVII— la tasa impuesta por
parece que las cargas tributarias no bajaron en la misma proporción,
el capitán Francisco de Cañizares, corregidor de la provincia de
como se observa por las cantidades señaladas.
Cajamarca, quien en 1592 realizó un empadronamiento de los habi-
En el caso de los mitmas Huambos, Hampe Martínez (1986:
tantes nativos. Queda constancia que en la revisita de 1611 —durante
76) confirma que hay escasa información:
el gobierno de Montesclaros— ambas colectividades de «ceja de
«en la visita general de Toledo se contabilizó 64 tributarios con montaña» sumaron 40 tributarios, los cuales pagaban 49 pesos y 7
la obligación de brindar anualmente una renta de 220 pesos a
tomines como renta líquida a sus encomenderos. Se sabe que la tasa
su encomendero. Más tarde, en 1616 —cuando estaba vigente la
retasa del marqués de Montesclaros—, se registró en dicho enclave de Cañizares fijaba para los indígenas Chilchos la siguiente contribu-
una población de 58 tributarios, que aportaron en los siguientes ción: 43 pesos en plata, 7 vestidos, 7 fanegas de trigo, 7 fanegas de
rubros: 203 pesos en plata, 19 vestidos de algodón, 14 cumbis, 16 maíz y 19 aves. Por su parte, los indígenas Leimebambas se hallaban
fanegas de trigo, 28 fanegas de maíz y 58 aves de Castilla».
obligados a entregar 81 pesos en plata, 12 vestidos, 9 fanegas de
Sin embargo, Hampe Martínez (1986: 76) hace unos señalamientos trigo, 9 fanegas de maíz y 48 aves.
relevantes: A pesar de los pocos datos existentes, vale destacar la Respecto de los mitmas Bracamoros y Chachapoyas, Hampe
exclusividad de su aporte en cumbis, o sea, finas prendas de vestir Martínez (1986: 78) destaca el hecho de que su contribución incluía
generalmente de varios colores y hechas con lana de vicuña o alpaca. solo un metal precioso (la plata) y ningún producto agrícola, textil o
156 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 2 | ENCUENTROS Y DESENCUENTROS EN LOS TERRITORIOS DE CAJA MARCA 157

animal. Tal vez porque los mitmas de la selva alta abandonaban sus Miguel de Estete encontró en «las casas del cacique Atabilipa,
pueblos fundamentalmente con la intención de laborar en las minas que estaban llenas de mujeres que hacían chicha para el real de
de plata de la cordillera, como en el rico asiento de Chilete, situado Atabilipa». El citado Jerez los alaba como albañiles: «las casas son
hoy en la provincia de Contumazá. muy bien hechas [...] unos aposentos repartidos en ocho cuartos muy
El aporte de Hampe Martínez, además de indicar con detalle mejor hechos que ninguno de los otros [...] dentro en los patios sus
la tributación (en dinero y en especie), ofrece información de los artí- pilas de agua traída de otra parte por caños para el servicio destas
culos que cada grupo guaranga o mitma de diversos lugares. También casas». Añade el cronista: «Las paredes dellos son de piedra de can-
ayuda en un paisaje de la composición de una compleja red de diver- tería muy bien labradas».
sidad étnica y de mitmas, anteriores y posteriores a la llegada de los Estas relaciones muestran las habilidades de los indígenas en
incas, así como las existentes en esta región mucho antes del arribo una diversidad de áreas de especialización, como construcción de
de los españoles. Igualmente, en todos los casos se muestran los inte- viviendas, manejo de agua y metalurgia. Para los textiles Dammert
reses coloniales económicos y políticos sobre la producción de ciertos Bellido (1997: 38) recoge las descripciones del cronista Jerez:
artículos considerados valiosos, como los textiles y los metales. «la ropa es la mejor que en las Indias se ha visto; la mayor parte de
ella es de lana muy delgada y prima, y otra de algodón de diversas
2.4.4. Las habilidades indígenas observadas por los cronistas colores y bien matizadas [...] los hombres visten camisas sin mangas
y unas mantas cubiertas. Todos en sus casas tejen lana y algodón; y
Dammert Bellido (1997: 189-190) es de los pocos autores que hacen la ropa que es menester y calzado para los hombres de lana y
reflexiona en cómo los indígenas de Cajamarca, siendo protagonistas algodón, hecho como zapatos».
de su historia, pasaron desapercibidos para la mayoría de los histo- Como se observa en estos registros, la ropa y los atuendos cajamar-
riadores. Como ejemplo, cita al Inca Garcilaso: «Cassamarca [...] era quinos concitan la atención de los cronistas. Durante los siglos del
una gran provincia, rica, fértil, poblada de mucha gente belicosa [...] dominio colonial, Dammert Bellido (1997: 195-196) refiere que los
como de gente valiente y belicosa que se opuso a la conquista con viajeros se quedaban impresionados por la belleza de los textiles. El
todo ánimo y bizarría». carmelita Vásquez Espinoza registra:
Estas cualidades de los cajamarquinos son confirmadas por
«dice que en las casas del corregidor hay muchos indios que le
Cabello Balboa, cuando narra que tuvieron «por capitán a un ani-
hacen y labran paños de cumbe muy curiosos ‘con figuras de pincel,
moso mancebo [...] que hizo en defensa de los caxamarcas suertes montería y otras cosas curiosas de mucha estima y valor que hacen
maravillosas». Otros cronistas señalan más cualidades de los indí- de lana, unos de vicuña y otros de lana de carneros de la tierra
genas cajamarquinos, así el secretario Francisco de Jerez cuenta que con muchas labores muy curiosas y de muchos colores y labran
muchachos indios pequeños y los instrumentos con que hacen estas
la fundición de las piezas de oro y plata del rescate de Atahualpa se
labores del cumbe tan tupida y perfecta son hueso de gallina y de
hizo rápidamente porque «fue hecha por los indígenas, que hay entre carnero muy amolados y afilados, que causa notable admiración al
ellos grandes plateros y fundidores». verlos labrar estos cumbes y otras cosas que hacen’».
158 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 2 | ENCUENTROS Y DESENCUENTROS EN LOS TERRITORIOS DE CAJA MARCA 159

Estos testimonios de los cronistas confirman la presencia en la diferentes perspectivas. Cabe mencionar que los datos arqueológicos
región de un importante grupo de productores textiles y evidencian sitúan al centro preínca de Kuntur Wasi, provincia de San Pablo,
la existencia de una zona productora de fibra de camélidos andinos, como uno de los más antiguos de América en elaboración de finos
aunque sobre esto último aún esta pendiente de investigación. Como objetos de oro y plata.
se mencionó, las explicaciones de por qué estas especies casi desapa- Kuntur Wasi no fue conocido por incas ni españoles. Muchos
recieron del paisaje norteño podrían deberse a que en estos territo- siglos después, el descubrimiento del cerro mineral de Hualgayoc (o
rios, que fueron los primeros en los que se asentó el sistema colonial, Gualgayoc), en 1771, representó un verdadero cambio en las formas
los españoles encontraron condiciones climáticas favorables para de vida y en las relaciones económicas coloniales en la región. El
impulsar con éxito la ganadería europea y probablemente todas las Virreinato del Perú perdería en 1776 la administración y explota-
tierras donde antes pastaban llamas, vicuñas y alpacas fueron usadas ción de las ricas minas de Potosí en el Alto Perú, que pasaron al
para la crianza de vacunos y lanares. Virreinato del Río de la Plata. Para encontrar nuevas alternativas
En síntesis, para cerrar este apartado, se puede colegir que en de extracción en el Perú, la Corona española apostó por impulsar la
esta región norperuana coexistieron diversos grupos locales y forá- explotación de las minas de Huancavelica y abrir la de Hualgayoc.
neos, aunque por falta de documentación no queda muy claro qué En la segunda mitad del siglo XVIII, es decir, en los años pre-
tipos de arreglos hubo entre ellos en épocas preíncas. No obstante, vios al descubrimiento y explotación de Hualgayoc, el territorio de
se cree que se manejaron mediante singulares acuerdos que Remy y Cajamarca empezaba a fraccionarse. Villanueva Urteaga (1975: 19-23)
Rostworowski han definido como «territorialidades discontinúas». recuerda que el extenso territorio sufre en 1759 una separación impor-
Otro elemento singular de esta región norperuana se vincula con las tante debido a la creación del corregimiento de Huamachuco73 , que:
capacidades técnicas y artesanales, y la especialización de hombres «están indicados por don Cosme Bueno en su célebre Descripción de
y mujeres en diversas áreas productivas. Si bien se conoce poco de las provincias y en la forma siguiente: ‘Comprende esta provincia,
la organización social de los grupos y de sus redes de intercambio, dice, 17 curatos [...]. El 9 es el del pueblo de S. Pablo de Chalique
con tres anexos que son: S. de Tumbadén, San Bernardo Nice, y
todo parecería indicar que algunas zonas de la región fueron centros
S. Juan de Llallán [...]. El 11 es el del pueblo de S. Miguel de
de intercambio de productos y de encuentro de habilidades técnicas Pallaquez’».
y artesanales, zonas en las que hubo f luidas comunicaciones entre
En el siglo XVIII San Miguel es mencionado como curato. Tiempo
los grupos que habitaban esta región e incluso de grupos costeños y
después se desmembró otra parte del territorio cajamarquino como
de regiones vecinas como los Chachapoyas. Un estudio adecuado de
producto de las ordenanzas, según Villanueva Urteaga (1975: 23), del
estas relaciones deberá arrojar mejores luces al respecto.
virrey Agustín de Jáuregui de enero de 1782. Ello generó una impor-
2.5. El gran cambio: la minería tante transformación del sistema de demarcación política colonial.

Las siguientes páginas recogen los puntos de vista de algunos investi- 73 Causado por una revuelta indígena en uno de los obrajes que pertenecían a Florencia
gadores que han abordado el tema de la minería en Cajamarca desde de Mora.
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Esta reforma trajo consigo el establecimiento de las intendencias y como tocuyos y otros para sus gastos [...]. Hoy está en estado
de que las provincias de Conchucos, Huamachuco y Cuenca, les
partidos —bases de los actuales departamentos, regiones y provin-
vengan de la misma especie de ropa que fabricaban; como que
cias—. Sin embargo, todavía se acercaba otra gran transformación de así sucede, y se ha formado un grueso comercio por esta parte,
índole económica antes que de fronteras políticas. Según Villanueva a causa del mucho consumo que tiene, por los laboreadores de
Urteaga (1975: 6), luego de una primera etapa de progresos en la Minas e Ingenios. Que de la dicha ciudad de Lima le introduzcan
considerables números de botijas de vino y aguardiente y crecidas
industria agropecuaria, crecimiento de obrajes (concentración de memorias de ropa de Castilla [...]. Que así mismo de la provincia
riquezas en los nuevos grupos dominadores), la mayoría de la pobla- de Huamachuco le provean ganado de cerda para el consumo de
ción indígena tenía condiciones de vida cada vez más precarias y des- aquel cerro; cuando antes era aquella provincia el más abundante
criadero de este ganado. Antes del descubrimiento del cerro, valía
iguales. A ello se sumaba el gran cambio que experimentó Cajamarca,
en la plaza pública un carnero de tres a cuatro reales, una gallina
en 1772, con el inesperado descubrimiento del mineral de Hualgayoc, a satisfacción un real, un pollo por el mismo tenor, medio, y por
que impactó negativamente en la economía de la región. medio real se daba veinte huevos; por medio real veinte panes
por la mañana y por la tarde cuatro más [...] por fines del año de
Al respecto, Villanueva Urteaga (1975: 240) refiere a Ignacio
setenta y cinco, ya valía un carnero y malo ocho reales, la gallina
Lecuanda, quien centra su mirada en el comercio del entonces de tres a cuatro según su tamaño, el pollo por el mismo tenor, y
Partido de Cajamarca por efecto de la migración de gente forastera, ya solo se dan en la plaza de cuatro a cinco huevos, y lo mismo de
que muchas veces gastaba más de lo que ganaba. Narra cambios panes por medio real».

en la producción que cubría la demanda de Cajamarca. Ahora se En estas descripciones se observa el alza rápida del costo de vida
veía incrementada en tal dimensión, que había que «importar» todo como efecto de la apertura de las minas —conocidos ahora como
tipo de artículos. En lenguaje contemporáneo, se generó una ola inflacionarios—. A fines del siglo XX y lo que va del XXI se repite
inf lacionaria. este fenómeno. ¿Será que son reiterativos y la memoria histórica es tan
Como se aprecia, los efectos negativos de la explotación minera frágil que no recordamos todos los desastres que se registraron desde
fueron registrados y difícilmente se podían ocultar, aunque cada vez el inicio de estos modelos extractivos? Las ganancias que se generaron
que surge o resurge la actividad minera los procesos se tornan muy en la época colonial, como en la actualidad, se concentraron en pocas
parecidos, desde el Virreinato hasta la actualidad. En este sentido, manos. Así, los más afectados fueron la mayoría de pobladores.
las noticias de 1776 consignadas por Juan Ramón Iturralde y repro- Sobre los cambios bruscos que acarreó la minería, Villanueva
ducidas por Villanueva Urteaga (1975: 6-7) permiten conocer ciertos Urteaga (1975: 7-8) remarca detalles de cómo los agricultores caja-
efectos asociados con el impacto de la minería en la región: marquinos vieron en la explotación minera la posibilidad de un rápido
«Antes del descubrimiento de aquel cerro, dice Iturralde, se enriquecimiento. Así, abandonaron sus campos de cultivo y labores
hallaba la provincia de Caxamarca con varias haciendas de obrajes,
tradicionales:
en los que labraban la copiosísima porción de lana, que produ-
cían los muchos ganados menores, convirtiéndola en pañetes, «No obstante, sabemos que Hualgayoc provocó tan considerable
y bayetas que llaman de la tierra, y varios tejidos de algodón, concentración humana, pese a su clima rígido y sus notorias
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incomodidades para la vida, que, mineros, azogueros, buscolines centro-sur andino debido a que «no gozó» de la mita minera 74 . Este
o pallaqueros, comerciantes y aventureros de toda calaña con-
fue un «privilegio» para incentivar la minería y a los dueños de los
virtieron el mineral en lugar de enriquecimiento ilícito y des-
enfrenado desorden, alcanzándole el merecido sobre nombre de asientos mineros y una carga que impuso la Corona. Sin embargo,
Curazao chiquito. Todo esto agregado a la poca o nada racional la población indígena de esta región no tenía que verse obligada a
explotación de los metales, y a la nula acción de las desapren- trabajar en condiciones desfavorables e inhumanas.
sivas autoridades coloniales, dio lugar a gravísimos problemas
Para el periodo 1770-1825 de Hualgayoc, Contreras (1995: 96)
que el ilustrísimo obispo de la diócesis D. Baltazar Jaime
Martínez Compañón, en su histórica visita a la provincia rea- concluye que la población indígena del norte solo sufrió la obligación
lizada en 1783, pretendió remediar en infructuoso esfuerzo [...]. del pago de la mita agraria 75 . Las necesidades de dinero se podían
Hualgayoc siguió siendo el centro de la codicia y de la pasión
cubrir con la opción que tenían los pobladores rurales de Cajamarca,
humanas; allí se hicieron y se perdieron las más grandes fortunas
cajamarquinas, y cuando pasó la fiebre colectiva al agotarse la para vender parte de su producción (artesanías, quesos o bienes agro-
plata de sus ricos veneros, no quedó sino el recuerdo de tantas pecuarios) en mercados locales o foráneos. Sin embargo, esto nos deja
riquezas [...]. Así fue cómo la región, pocos decenios antes de algunas dudas, ya que muchos de los pobladores nativos estaban ya
la independencia nacional, volvió a españolizarse. Por eso fue
insertos en condiciones muy adversas en las grandes haciendas de la
que, hacia 1782, la provincia, llamada entonces partido, poseía
una población de 7.835 españoles, además de 22.299 mestizos región.
sobre 29.692 indios, es decir, la cifra de pobladores peninsulares Una mayor claridad al respecto dependerá de estudios compara-
se había acrecentado considerablemente y la comarca se había
tivos que incluyan las relaciones económicas entre la sociedad terrate-
acrecentado notablemente y la comarca se había amestizado en
inigualada proporción». niente y campesina con la minería76 . Más adelante se presentarán los
argumentos de Carmen Diana Deere y Lewis Taylor para fines del
Es una descripción de los efectos de la explotación de Hualgayoc, y XIX e inicios del siglo XX.
los cambios en la economía local regional, así como el incremento de Pero veamos cómo Contreras (1995: 97-98) concluye que, en
la población en general y aquella considerada mestiza, en particular. comparación con la región centro sur:
El historiador Hugo Pereyra Plasencia (1996: 196) nos aporta
«Cajamarca en cambio careció de tradición, porque la minería no
un matiz sobre el asiento minero de Hualgayoc, porque —según él existió en ella hasta la segunda mitad del siglo XVIII, y también
afirma— se trató de un crecimiento significativo, pero no de una
74
súbita explotación de la minería en Cajamarca, que parece haber las minas o cobradores de impuestos, porque para la población, que debía pagar la
sido conocida por sus yacimientos de materiales preciosos desde el mita minera o agrícola, esta era una carga de trabajo obligatoria que conllevaba mu-

temprano siglo XVI. Supongo que se refiere a Chilete. Claro que la edad por las condiciones extractivas.
dimensión de la explotación fue descomunal. 75 Contreras insiste en las supuestas «ventajas» de tener solo el «gozo» de la mita agra-
Otra mirada contemporánea es la de Carlos Contreras (1995) ria, cuando en realidad no habría razón para incluir en esta «ventaja» a los indígenas
y a la población de origen africano traída en calidad de esclava.
que sostiene que la minería del norte fue un caso diferente de la del 76 Estos estudios comparativos son una tarea pendiente para los investigadores.
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de ‘escuela’, porque jamás cursó la ‘asignatura’ de la mita. Por ello, la producción de productos artesanales o en el trabajo asalariado de
la carencia de trabajadores se sintió ahí más agudamente. La solu-
carácter temporal en distintos espacios.
ción residía en un proceso de modernización agraria que concen-
trara la propiedad de la tierra y volviera más productivo el trabajo Por todo esto, Contreras (1995: 92) señala el problema del
agrario, o en la instauración de la mita minera. La primera alter- acceso a la mano de obra, para los dueños de minas, pues la pobla-
nativa no pasó por la cabeza de los mineros. Para ella, conspiraba ción de la región era especialmente campesina. Además, basado en
además la disponibilidad de una frontera agraria abierta, así como
Lecuanda, señala que hubo un importante proceso de mestizaje:
la existencia de una mita agraria que ofrecía trabajo más o menos
barato para los terratenientes». «La antigua provincia de Cajamarca se caracterizó por un rápido
y en cierta medida exitoso proceso de mestizaje desde el momento
Como se observa, son también productos de los intereses de grupos de de la conquista española. Según el censo de 1791, el 48 por ciento
poder y sus pugnas que todavía no han sido suficientemente analizados. de los habitantes eran indígenas y el 36 por ciento, mestizos. A su
lado existía un significativo 7 por ciento de ‘pardos y negros’ [...].
Contreras (1995) analiza también el viaje, la descripción y las
No solo el proceso de mestizaje físico había avanzado de modo
soluciones que había propuesto Martínez Compañón 77 a la proble- importante, sino también el cultural. El idioma quechua apenas
mática minera, así como la imposibilidad socioeconómica para que sobrevivía [...]. Difícilmente podríamos hablar entonces de una
estas soluciones se apliquen. De sus afirmaciones se corrobora que la ‘resistencia étnica’ frente a la moneda o el trabajo minero. En cual-
quier caso, ella no existiría en la misma medida que en las regiones
mayoría de la población de esta región estaba inserta en un modelo del Alto Perú y Huancavelica».
económico dependiente de las grandes haciendas, donde tenía que
Sería pertinente recordar que el quechua no era una lengua local,
soportar una mita agraria en condiciones muy desfavorables. Pero
más bien se la asociaba a la conquista inca. Como lo han señalado
también, hasta donde les era posible, muchos grupos y pueblos se
los especialistas hubo una diversidad de lenguas que coexistieron
mantuvieron «al margen» del modelo a partir de la producción arte-
o se sobrepusieron. Ello nos llevaría a afirmar que adoptar el cas-
sanal y los modelos campesinos. Otro elemento que seguramente
tellano tendría matices diferentes, producto de contextos previos
estaba asociado eran los juegos de poder político mediante los cuales
con una diversidad de lenguas y grupos que probablemente eran al
los terratenientes locales y regionales buscaban disponer de la mano
menos bilingües, que señalé en apartados previos y que ampliaré mas
de obra en condiciones casi gratuitas de la mita agraria. Sin embargo,
adelante..
el poder terrateniente asociado a la minería no estaba tan asentado
Basado también en descripciones hechas por los viajeros,
en esta región. Por ello, muchos indígenas o campesinos —para
Contreras (1995: 92-93) refiere que:
evitar la explotación— se «refugiaban» en sus pequeñas parcelas y en
«La provincia de Cajamarca, anotaba Iturralde hacia 1775,
77 Martínez Compañón, obispo de Trujillo, realizó largos viajes para conocer todo el ‘aunque fértil ha sido tan escasa de dinero’. El auge minero
territorio de la provincia y registró el conjunto de recursos humanos, agropecuarios, cambió préstamente esta situación: ‘Toda la pobreza de la Villa
mineros y forestales en un monumental trabajo que es una valiosísima fuente de in-
—señalaba Lecuanda (1794: 184)— [...] se ha elevado á opulencia:
variedad de recursos con que contaba la región y cómo mejorar la administración de sus humildes trages son ya ostentosas galas y cuesta triplo todo
estos. comestible con el descubrimiento del famoso Mineral de plata y
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Cerro de Gualgayoc distante 16 leguas, felizmente conseguido el también hubo otros grupos que se insertaron de otra manera en la eco-
año de 1770. Este poderoso manantial de riqueza —añadía— no
nomía local-regional. Es decir, bajo un marco de cierta «autonomía»,
solo ha hecho feliz á Cajamarca, sino á los demás Partidos de este
gobierno’. Con la progresiva mercantilización de la economía, las si cabe la palabra. Esta situación habría sido una continuación de los
oportunidades que tenía la población para captar moneda crecieron modelos previos a la conquista que fueron registrados por Waldemar
y se diversificaron. La minería en este sentido creó su propia com- Espinoza, en los que se observa que todo el norte, tanto costa como
petencia en relación al mercado laboral».
sierra, mantenían y soportaban grupos de especialistas con diversos
Como vemos, la interpretación que retoma este autor sugiere que la oficios que en varios casos estaban desligados de su lugar de origen.
minería impulsó el proceso de la monetarización y mercantilización Si bien este modelo no es precisamente campesino, es posible que
en beneficio de pocos y detrimento de campesinos. Entonces hubo la pequeña producción artesanal de diversos artículos y la agrícola
quienes salieron muy beneficiados con este crecimiento del mercado de autoconsumo pudieron formar parte importante de las estrategias
interno y el consumo. de resistencia y resiliencia de los pobladores. Pero veamos cómo los
Al lado de esta crecida demanda laboral, las cargas fiscales que procesos continuaron su desarrollo en las siguientes centurias. 
afectaban a la población campesina eran bajas. En otras regiones del La nota a pie de página puede ser una constatación de que efec-
virreinato la presión del tributo indígena así como los repartos mercan- tivamente había que «buscar» mano de obra en distintos poblados
tiles de los corregidores habían funcionado como eficaces mecanismos más o menos cercanos a este gran centro minero, como se aprecia en
de estímulo para el enrolamiento laboral campesino (Golte, 1980). En los textos presentados.
Hualgayoc algunos mineros consiguieron que tales mecanismos se
transformaran en una suerte de presión directa, pero ello difícilmente
pudo generalizarse dada la debilidad social general de los mineros78 .
Entonces, se puede afirmar que si bien hubo un grueso de la
población inserta en unmodelo que se ha tendido a calificar como
«feudal», o el mercantil, monetarizado de la minería y el comercio,

78 «Ya se mencionó el pedido de la diputación, en los inicios de 1793, para que los

Hacia 1773, cuando recién se iniciaba la historia de Hualgayoc, los hermanos Marcos
y Mateo Caballero encargaron al recaudador de tributos del pueblo de San Miguel,

adelantaron 62 pesos». Los peones serían destinados para el ingenio de Comuche


(ADC, Corregimiento, Minas, legajo 4). Un sistema de enganche nacido de la posición
ventajosa y de poder de que gozaban los recaudadores sobre la población indígena.

San Miguel como lugar de donde se podía reclutar mano de obra para estas minas].
169

Capítulo 3
Cajamarca en los siglos XIX y XX

En el siglo XIX y las primeras décadas del XX


la investigación histórica y antropológica a nivel
nacional estuvo influida por enfoques descriptivos y
en muchos casos exotizantes, cuyos objetivos estu-
vieron centrados en los Andes del centro y del sur.
Los pobladores de estas zonas se convirtieron en
imágenes estereotipadas de lo andino y del «Perú
profundo». De manera proporcional, es notoria la
ausencia de investigaciones y proyectos dedicados al
norte, tanto en la costa como en la sierra, lo mismo
que la Amazonía. Fueron espacios/regiones a las que
se les prestó menor atención y se puede afirmar que
estuvieron descuidados, ya que las consideraciones
históricas de la época se centraron en esencialismos
asociados a la presencia de la lengua y el manteni-
miento de estructuras comunitarias indígenas, como
sinónimo de presencia cultural.
Bajo estos parámetros y dada la casi inexis-
FOTO 13 Tejedora Juana Montenegro Villoslada.
San Miguel, 2015. tencia de grupos con estas características en el norte
170 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 3 | CAJA MARCA EN LOS SIGLOS XIX Y X X 171

—donde casi todos hablaban castellano, es decir, habían «perdido» Espinoza (2007: 179) discute sobre cómo la población criolla
sus culturas y arraigos ancestrales—, la conclusión fue una escasa de la ciudad de Cajamarca, por sugerencia e invitación del marqués
producción de investigaciones. Sin embargo, hay excepciones —que de Torre Tagle, intendente de Trujillo, juró su independencia el 8 de
confirman la regla— y son las que me han sido muy útiles en los enero de 1821. La nobleza indígena de la localidad —al enterarse—
apartados previos. concurrió a dicho cabildo para plantear que el gobierno del nuevo
A partir de la década de 1970 volvió el interés hacia lo rural Estado le correspondía a un descendiente de Atahualpa que vivía en
en el norte. Y ello se refleja en las investigaciones producidas. Ya en el vecindario. Y aunque se «escuchó y transmitió» su pedido a Torre
la década de 1990, con el descubrimiento del Señor de Sipán y el Tagle, nadie respondió a esta petición.
consecuente boom de la arqueología norteña, empezaron excavaciones Esto evidencia de manera muy clara que, para la oligarquía
en la costa y sierra norteñas. Mención especial merece la Cooperación y la aristocracia criolla de la intendencia de Trujillo, los sucesores
Japonesa, que desarrolló el proyecto arqueológico de Kuntur Wasi de los incas o de los gobernantes preíncas no constituían ninguna
(provincia de San Pablo, Cajamarca). En general, en las tres últimas alternativa de gobierno y no se molestaron en proponer alguna forma
décadas se ejecutaron proyectos arqueológicos, se crearon museos, y de incluirlos. En definitiva, esto no es un hecho menor y conocerlo
se han realizado investigaciones históricas y lingüísticas que gene- puede ayudar a repensar en nuestra historia, en quién la escribe, a
raron materiales esenciales. quién releva y a quiénes muestra.
En este capítulo me concentraré en los últimos doscientos años. Como se vio en el capítulo anterior, según lo planteado por
Si bien existen pocos trabajos sobre la situación socioeconómica de Noack (2001) y Ramírez (2002), al inicio del modelo colonial los euro-
Cajamarca en general, y de San Miguel en particular, intentaré peos hicieron un proceso de ajuste. Al principio, mantuvieron a los
seguir la trama de algunas investigaciones informadas y con miradas representantes de los curacas o caciques locales y regionales, además
que suenan divergentes para que los lectores evalúen y saquen sus de sobreponer otros personajes en el ejercicio de su poder colonial y, de
conclusiones. manera paulatina, les fueron quitando poder, tierras y prestigio.
Por ello, presentaré una larga transcripción de la narración que
3.1. La independencia, ¿para quién o para quiénes? hace Waldemar Espinoza (2007: 179) de este suceso:
«El coronel, que tenía a su cargo la plaza de Cajamarca, hizo un
Uno de los hechos más importantes de principios del siglo XIX es el llamamiento a los vecinos terratenientes y obrajeros residentes en la
que nos enseñan —en las escuelas— y que convencionalmente lla- ciudad del Cumbe para que hiciese lo mismo, al lado de los miem-
bros del cabildo de españoles, al que súbitamente le transmudaron
mamos «independencia». Cabe mencionar que fueron los criollos y
de membrete —como al de la capital de la intendencia—, titulán-
mestizos quienes realmente se beneficiaron con este proceso, «acomo- dole ayuntamiento patriótico. Y no por error o amnesia, no cursó
dándose» a los cambios en detrimento de los indígenas y de su cada ninguna invitación a don Manuel Soto Astopilco, cacique principal
vez más débil élite dirigente. de las Siete Guarangas de la provincia, ni a don Manuel Anselmo
172 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 3 | CAJA MARCA EN LOS SIGLOS XIX Y X X 173

Carhuaguatay, curaca de la guaranga de Cajamarca, personajes de del Tahuantinsuyo y su derecho a la Corona. No hay noticias de
notoria distinción en la población rural y aldeana; y tampoco a que hubiese hecho alusión a posibles vínculos con los lejanos y
los dos alcaldes del cabildo de naturales, restablecido a raíz de la extenuados incas del Cuzco [...]. En medio de un silencio que les
abolición de la Constitución de Cádiz en 1814 [...]. Lo hecho por escarnaba la piel, la alta jefatura criolla, flanqueada por la adusta
Antonio Rodríguez de Mendoza prueba la falta de interés entre élite terrateniente y obrajera, escuchó con aparente serenidad dichas
los criollos por la población indígena, sin ninguna propuesta para pretensiones, y sin permitir que Astopilco terminara su explicación,
resolver la exclusión en que transcurría esta parte mayoritaria de la el coronel Rodríguez de Mendoza cortó la alocución, prometiendo
población. Por el mismo lapso moraba en Cajamarca otra prosapia transmitir tales planteamientos a Torre Tagle, para que este eva-
perteneciente a la rancia nobleza norserrana: los Astoquipán, des- luara y definiera el reclamo. Frente a tan contundente y evasiva
cendientes de los Carguarayco, y estos de los reyes Chuquimancu contestación, los señores étnicos abandonaron la sala consistorial.
y Cuismancu, entroncados con Túpac Inca Yupanqui y Huayna Y acto seguido, la independencia fue jurada por la empingorotada
Cápac. La parentela de los Tito Uscamayta, caciques de la pachaca concurrencia, dejando —de manera tácita— entrever su abierta
de los mitimaes incas, ya se había extinguido en las postrimerías intención de que se avenían y se plegaban al movimiento libertario
del siglo XVIII. Por cierto que Astopilco ya no era indígena puro, que podía concluir en un gobierno de tipo monárquico o tal vez
sus rasgos físicos e indicios de barba revelaban su mezcla con sangre republicano, pero en cualquiera de los casos comandado por criollos
hispana, pero en Cajamarca nadie ponía en duda su consanguinidad y no por indígenas por más señoriales y de regias prosapias que
con Atahualpa por línea femenina, lo que anuncia que evocaban pudiesen hacer ostentación. Y ahí quedó todo, porque el marqués
el pasado y especulaban sobre las contingencias del presente. Por de Torre Tagle no examinó ni contestó nada; ni a los patriarcas
consiguiente, la ceremonia cívica y solemne fue señalada para el 8 criollos de Cajamarca —como es lógico— les importó dar respuesta
del citado enero de 1821. Y, justo, cuando la selecta concurrencia al asunto».
de la mayor porción de la oligarquía criolla se encontraba reunida
en pleno en la sala principal del novel ayuntamiento patriótico, Lo que patentiza esta narración, según Espinoza (2007), es que ni
por tener noticias de lo que iba a acontecer, hicieron acto de pre- en el discurso de los ideólogos de la intendencia de Trujillo, ni en sus
sencia ambos personajes étnicos —Astopilco y Carhuaguatay—, propuestas políticas, los descendientes de las noblezas de los grupos
acompañados de un escogido grupo de hombres pertenecientes a
originarios o de los incas, constituían siquiera alguna proporción alter-
la nobleza indígena del lugar. Unos y otros solicitaron su ingreso
que, al ser permitido, aprovecharon el citado par de caciques, pero nativa de gobierno. Esta fue una primera comprobación, por lo menos
principalmente Astopilco, para —ante el gobernador provincial— para el norte del Perú, de cómo la «independencia» fue un movimiento
dejar sentada su posición de descendiente de Atahualpa y, por lo eminentemente criollo colonial de nuevo tipo, con nulos y mejor dicho
tanto, con facultad para ocupar el gobierno del flamante Estado
sin los más opacos visos de participación para la población indígena.
en tales circunstancias. Quería hacer valer su opción como sucesor
de los soberanos incas por la rama materna. Raudamente bosquejó Los líderes indígenas de la provincia quedaron desengañados, ni
sus ideas sobre la devolución del poder a los herederos de la direc- Astopilco ni Carhuaguatay se sintieron animados a volver pública-
ción imperial andina, y no ocultó sus osadas intenciones de arribar mente sobre esta cuestión. Comprendieron que las «reformas liberales»
a algunos acuerdos con las autoridades criollas con el objetivo de
no eran para ellos. Tanto Astopilco como Carhuaguatay eran bilin-
liberar a los indígenas comunes de la explotación llevada a cabo
a través de la prestación de servicios y tributo [...]. En tal sen- gües, quechua y castellano hablantes, relativamente acomodados eco-
tido, dejó oír su parecer proponiendo la restauración del Estado nómicamente y por ello tildados de «hábiles ladinos». Se podría decir
174 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 3 | CAJA MARCA EN LOS SIGLOS XIX Y X X 175

que eran mestizos, sin embargo, simbolizaban la defensa del mundo Probablemente, tener un espacio de cierta equidad para ellos y para
más abusado por el virreinato. Tenían un amplio conocimiento de sus los grupos indígenas mayoritarios que representaban.
genealogías familiares, guardaban expedientes demostrativos de sus En efecto, las élites indígenas eran bilingües y conocían las
respectivos linajes. Como expertos lectores y escribientes, consultaban leyes del modelo colonial y las de las Cortes de Cádiz, normas que
a menudo las leyes de Indias, libros de historia, cédulas, ejecutorias colocaban a todos en un plano de cierta equidad como ciudadanos
y provisiones reales, lo mismo que las resoluciones de las Cortes de (ahí radica su mestizaje). A lo largo de toda la colonia, habían hecho
Cádiz y otros pliegos a los que podían acceder. También habían cap- suyos muchos recursos 79 del conquistador para usarlos a su favor o
tado la emocionada retórica política de igualdad y libertad ciudadana en defensa de los indígenas que tenían a su cargo. Sin embargo, des-
que difundían los patriotas de Trujillo y, sobre todo, el general José de pués de 1821, ni siquiera a las autoridades indígenas tradicionales se
San Martín y sus voceros en sus comunicaciones y proclamas, textos les concedía —en la práctica— la calidad de ciudadanos. Y es con
que les gustaba reunir y coleccionar. la independencia criolla que la élite de ancestros indígenas queda
A la situación de Carhuaguatay, además de lo ya dicho, hay que mucho más excluida aún.
añadir su carácter expansivo, expresivo y contestatario, cualidades En la narración se demuestra que era un grupo ilustrado,
demostradas desde 1811. Precisamente por eso, sus coterráneos lo conocían las leyes que los amparaban e intentaban que les hicieran
habían elegido años antes alcalde y, más tarde, regidor y procurador un espacio en el nuevo modelo liberal y neocolonial, pero las nuevas
en el cabildo de naturales, es decir, defensor de los derechos de los élites no tuvieron el mínimo interés en escucharlos, mucho menos
indígenas de distintas jerarquías sociales de la ciudad y provincia de incluirlos. Aunque ellos estaban conscientes de que tenían dere-
Cajamarca. Espinoza (2007) deja claro que, hasta entonces, esta cada chos y que debían ser ciudadanos del país que estaba naciendo,
vez más débil nobleza originaria poseía un extraordinario conoci- el grupo de criollos y mestizos se encargaron de dar la estocada
miento de ambos mundos, una suerte de bilingüismo cultural. Estaba final a estos viejos representantes de la presencia del poder andino
al tanto de las ideas independentistas «modernas» y tenía informa- regional. Seguramente habría grupos de mestizos identificados con
ción respecto de lo que sucedía en las Cortes de Cádiz y el resto del la élite criolla, que negaban sus raíces indígenas, frente a aquellos
mundo, al que podían tener acceso. que representaban al poder andino regional, pero ambos eran mes-
A través de esta extensa narración de lo sucedido durante la tizos más allá de las apariencias 80 . No sería raro que los primeros
declaración de independencia en Cajamarca, que quizá se repitió en
otros lugares —con ciertos matices—, de lo que ya se reconocía como 79 Como las leyes de Indias, las nuevas especies y tecnologías, así como las ideas más
avanzadas de la época.
el Perú, Espinoza nos muestra que las autoridades indígenas, que
80 -
habían mantenido ciertos espacios de presencia y poder durante todo ción absoluta. Más bien, era una forma de aceptar en parte el modelo colonial, pero
el periodo colonial, sufrieron en esos momentos uno de los efectos todavía en otros aspectos correspondían al modelo de curaca o cacique de vieja
raigambre, aquellos que se preocupaban por el bienestar de los grupos que tenían
totalmente contrarios a las expectativas que se habían generado. a su cargo.
176 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 3 | CAJA MARCA EN LOS SIGLOS XIX Y X X 177

carecieran de los conocimientos que detentaban los segundos. A los 3.2. Consideraciones contemporáneas a la segunda mitad del
mestizos subyugados por el poder de la élite criolla no era necesario siglo XIX y primera del XX
excluirlos, ya tenían un rol muy funcional. En cambio, los otros sí
Tras referir las descripciones acerca de Cajamarca hasta principios
podían estorbar los planes de la élite ya colonialista.
del siglo XIX, estudios más recientes dan cuenta de procesos que se
Esto de alguna manera se ve ref lejado en la narración que
gestaron durante los casi trescientos años de imposición colonial y
pocos años después de estos sucesos hizo el viajero Julián Alvarado
de República, que —como vimos en la referencia de Espinoza— no
—citado por Villanueva Urteaga (1975: 256)—, quien ya bien entrada
cambiaron radicalmente. Hasta parece que la situación de los indí-
la independencia publicó en el Boletín de la Palanca, de 1833, una
genas en muchos casos empeoró en casi todo el país, y el norte no
descripción de la provincia de Cajamarca en que muestra que quizá
fue la excepción. Este territorio, además, era tendencialmente rural.
la vida cotidiana de los habitantes de Cajamarca no presentaba cam-
Carmen Diana Deere (1992) hace un análisis del campesinado
bios significativos. En este texto menciona la abundancia de diversos
y los terratenientes en la sierra norte del Perú, que va desde inicios
frutos y ganados, además de tejidos como bayetas, pañetes, frezadas,
de siglo XX a 1980. Si bien su trabajo se refiere solo a la provincia
sayales y jergas que se fabricaban en obrajes de las vecinas haciendas.
de Cajamarca, en el contexto aporta información muy relevante de
Menciona también que usan algodón para las prendas y que algunas
todo el departamento. En la primera parte discute cómo se pro-
de ellas son muy finas. La producción porcina es la que disminuyó
dujo la integración de Cajamarca en la economía regional del norte
cuando este viajero registró su descripción.
del país, de fines del siglo XIX a las primeras décadas del X X.
Otro elemento significativo asociado a la zona de estudio es Pasó de ser una fuente de alimentos o de textiles, a mediados del
que cuando Julián Alvarado, citado por Villanueva Urteaga (1975: siglo XIX, a convertirse en un importante proveedor de ganado
256), menciona los 12 curatos que comprende la provincia, ya no y de mano de obra migrante estacional para la costa. Esto en el
menciona el de San Miguel, que en la mayoría de los registros colo- contexto de la integración de la costa norte, en un modelo de agri-
niales era citado. Esto se podría explicar porque Julián Alvarado cultura capitalista, en especial, de exportación de azúcar. Deere
señala: Chota ya era una provincia independiente y, para esos años, (1992: 44-45) afirma que las haciendas de esta región eran muy
San Miguel pertenecía a esta provincia y no a Cajamarca. Lo cual grandes. Araqueda, ubicada en la provincia de Cajabamba, por
explica también la dificultad de hacer una secuencia comparativa de ejemplo, en 1850, abarcaba 100 mil hectáreas. Un ref lejo de la
la población de esta región. Las fronteras y demarcaciones políticas destrucción y despojo de las comunidades indígenas, que se inició
fueron cambiando a lo largo de los gobiernos y también en función desde el periodo colonial, pero que no se detuvo en la época repu-
a los intereses de los terratenientes, mineros y comerciantes, que casi blicana. A diferencia del resto de los departamentos de la sierra,
siempre tenían representación política «propia». Esto les permitía donde la expansión de las haciendas es un fenómeno centrado en
hacer cambios según sus intereses. el siglo XIX, Cajamarca tenía una historia más larga de despojos,
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asociados probablemente al papel que ocupó en la Colonia como un esta problemática, o que tendenciosamente han repetido, sin inquirir
centro lanero, textil y, más tarde, minero. con detalle, en que era una zona de haciendas con modelos feudales
Aquí, Deere nos ayuda a revelar por qué en esta región hay un o semifeudales, lo que en cierto sentido es la apuesta de Deere. El
número significativamente menor de comunidades campesinas reco- trabajo de Taylor, sobre las estructuras agrarias y cambios sociales en
nocidas frente a otros departamentos de la sierra. Esto se sumaría Cajamarca, es un acercamiento cuidadoso a este tema y hace plan-
a lo visto en los anteriores apartados, respecto a la singularidad del teamientos provocadores a partir del análisis de información histórica
norte en general y a sus altos niveles de especialización por oficios, que, según lo propone, no se había revisado con cuidado.
y los lazos de intercambio y presencias mutuas entre la costa y la Taylor (1994: 5) se planteó como objetivo principal el estudio
sierra —en este caso lo que ahora serían las regiones (departamentos) de las estructuras económicas y relaciones sociales en el campo caja-
de La Libertad, Lambayeque y Cajamarca— y a cómo se dieron los marquino, abarca el periodo de 1870 a 1940. Si bien coincide en
procesos de expansión inca primero y colonial después, generando temporalidad con Deere, cada quien lo hizo con enfoques y análisis
singulares formas de enfrentarlos. distintos. Deere trabaja en la provincia de Cajamarca y Taylor en las
Más adelante, Deere (1996: 47-49) señala que en 1876 el de Hualgayoc y Contumazá. Ambos tomaron estos espacios como
departamento de Cajamarca tenía solamente 6,6 personas por kiló- estudios de caso para cuestionar las generalizaciones hechas para
metro cuadrado. Esta cifra aumentó a 10,3 en 1906 y llegó a 15,2 en todo el Perú y, de manera especial, para las relaciones entre la costa
1940, lo cual produjo mayor presión sobre la tierra, pero esta relativa y la sierra.
escasez fue ciertamente un problema para los campesinos libres, no Por ejemplo, Taylor, debate con la idea, «muy aceptada», de que
así para la clase terrateniente. La propia Deere (1996: 49) señala que, la sociedad peruana en la segunda mitad del siglo XIX tendría una
al final de la Colonia, el control de las haciendas sobre la tierra (usada economía fragmentada entre la sierra y la costa, con una existencia
tendencialmente para ganadería expansiva) era estable. El saqueo al de regiones espaciales distintas y con muy poca articulación entre
que se vieron sometidas se inició en el siglo XVI. Con ello se asegu- ellas. Taylor cuestiona la afirmación que en la sierra el mercado
raban mano de obra barata. Si bien los terratenientes norteños eran interno casi no existía, fuera de ciertas zonas restringidas, donde se
diferentes a los del sur andino, el despojo sistemático tuvo una fuerte sintió la presencia de la inversión extranjera (minería en el centro y
base colonial, usando una diversidad de argucias y estrategias legales. lana en el sur).
El caso de la comunidad indígena de San Miguel de Payacques no Se nos había hecho creer que el resto de la población serrana
fue la excepción, como se verá en el cuarto capítulo. vivía en una economía natural basada en el autoconsumo. Esta imagen
Otra mirada a la situación cajamarquina de fines del siglo XIX «idílica» había sido aplicada para toda la sierra, sin hacer estudios de
e inicios del XX es la de Lewis Taylor (1994), quien afirma salirse de caso que la sustenten. Si bien la crítica de Taylor, en general, puede
los lugares comunes para la investigación de las problemáticas agra- ser acertada, considero que sería más adecuado constatar y revisar
rias. En principio, señala que existen pocos trabajos que den cuenta de los avances previos (ubicándolos en sus contextos temporales y en
180 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 3 | CAJA MARCA EN LOS SIGLOS XIX Y X X 181

las discusiones asociadas a sus épocas), para señalar sus limitaciones. mente a esta. Taylor confirma que aun antes de la Guerra del Pacífico
Porque es sobre estas bases que se puede avanzar y sugerir nuevos existían importantes lazos comerciales entre la costa y la sierra, que
caminos que enriquezcan el conocimiento, en búsqueda de nuevas se intensificaron después de la ya mencionada conflagración. Por otra
categorías en marcos decoloniales. Estamos, nos dice Quijano (2014), parte, la población andina estuvo integrada a la economía regional
frente al reto constante de repensar la realidad y las miradas como las más de lo que se había pensado. En pos de subsistir, se dedicaban a
habíamos registrado y explicado, asociadas a fuertes marcas coloniales. una diversidad de ocupaciones. Muchos campesinos no eran solo agri-
Como lo expliqué en apartados anteriores, desde tiempos pre- cultores, también eran artesanos, arrieros y trabajadores temporales
hispánicos existían relaciones muy fluidas entre la costa (La Libertad en las haciendas de la costa. De manera similar, la élite provincial se
y Lambayeque), la sierra (Cajamarca), así como con las regiones ama- dedicaba también a varias actividades en su afán de acumular riqueza.
zónicas (Chachapoyas) y la sierra del sur ecuatoriano. Tal vez, con En esta línea, Taylor propone analizar, además de los intereses de
variantes en las formas y los énfasis, que pasaron de ser relativamente los poderosos «los de arriba», las maneras de resistencia, unas veces
horizontales y de intercambios mutuos a las de dominación y explo- más sutiles, otras más abiertas, que desarrollaban los campesinos y las
tación. Esto viene desde tiempos anteriores a los incas, pero, definiti- clases populares, que podríamos llamar «los de abajo».
vamente, el fenómeno se acentuó con su presencia: se ha evidenciado Constata el autor que para la época colonial se había estu-
la presencia yunga en la sierra y la existencia de una diversidad étnica diado muy poco los modelos de haciendas norteñas, tanto de la
en distintas épocas, nediante intercambios o presencias permanentes costa como de la sierra. Esta tendencia se mantiene después en la
de grupos de mitmas. República. Para sustentar sus argumentos, examina casos y regiones
En este sentido, Taylor (1994: 6) presenta elementos que con- al interior del departamento y propone evitar las generalizaciones,
tradicen la supuesta imagen de aislamiento 81. Analiza varias pro- presentando matices microrregionales con ejemplos diversos. Si se
vincias de Cajamarca como ejemplo. Aquí retomo la provincia de contara con más investigaciones, quizá sería posible ver la historia
Hualgayoc 82, ya que San Miguel para entonces pertenecía política- de manera más diversa. Este argumento es, en parte, similar a la
lectura que hace Contreras cuando analiza las minas de Hualgayoc
81 Imagen aceptada por las miradas de algunos intelectuales. y los procesos mineros insertos en un modelo colonial que nunca
82 Si bien Taylor coincide parcialmente con Deere (1992) en la temporalidad, cada quien
impuso políticas de mita minera en todo el país, al menos no en el
analiza regiones diversas, y sus conclusiones más que excluyentes tendrían que ser
complementarias. Cajamarca no era un todo uniforme, había regiones (como la es- norte. Gracias a estas diferencias, para Hualgayoc se lograron ciertas
tudiada por la autora, que ahora se conoce como provincia de Cajamarca) con un
predominio de grandes haciendas y modelos «premodernos» de explotación. Pero
negociaciones, ligeramente distintas de la situación que se vivía en el
como también se menciona en el texto, la ampliación y la expansión de la industria sur andino, donde tenían que cubrir, además de la mita agrícola, la
azucarera de la vecina costa norte tuvieron algunos impactos en la falta de incentivos
para le explotación «moderna» de las haciendas serranas. La migración de la mano de minera. También apoyarían estos replanteos la existencia de los arte-
obra fue una de las salidas por las que optaron muchos campesinos de esta región, sanos especialistas en la costa norte, estudiados por Rostworowski y
pero durante el Virreinato y antes de esta también se detectaron fuertes evidencias
de esta interacción entre la costa y la sierra. Espinoza, a quienes citamos en el capítulo anterior. Estos artesanos
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lograron ciertos arreglos de inserción en la economía colonial, con Cajamarca y sus provincias en relación con San Miguel, mientras se
pequeños ajustes, gracias a sus habilidades productivas. tiene en cuenta el enfoque propuesto: profundizar en esta provincia y
De manera independiente y para temas distintos, Contreras y sus complejas relaciones.
Taylor proponen equilibrar los acercamientos de visiones cerradas.
Pero cuando se las revisa con más calma, cada quien se inclina hacia 3.2.1. La provincia de Hualgayoc: entre la ganadería y la minería
un lado, y siempre estos extremos dejan muchas preguntas abiertas.
Uno de los casos que analiza Taylor (1994: 17-18) es el de la eco-
Tengo la impresión de que muestran una sobrevaloración de las acti-
nomía y sociedad en la provincia de Hualgayoc (San Miguel por
tudes «positivas» de «los de arriba», frente a la resistencia y resiliencia
estos años era uno de sus distritos) en el periodo 1780-1900. Afirma
de los actores sociales de los sectores mayoritarios. Pero los aportes
que aunque gran parte de sus moradores subsistían en base al tra-
de cada uno, en todos los casos, amplían la visión de los procesos y
bajo no remunerado de sus propias chacras, las familias campesinas
diversifican las miradas. Esto amplia la discusión y evita las perspec-
desarrollaron varios tipos de actividades no agrícolas. Es decir, no
tivas maniqueas: víctimas-victimarios, buenos-malos, héroes-villanos.
estaban insertos en la economía mercantil de tiempo completo: el
En efecto, los autores nos proponen repensar el carácter estandari-
zado de los sucesos y procesos para todo el departamento. En general, trabajo asalariado era un fenómeno bastante común entre numerosas
se pensaba al departamento de Cajamarca como productor de leche, familias campesinas. Para lograr una subsistencia adecuada, tenían
lugar de grandes latifundios, con ciertos matices mineros y, en parte, que participar en una variedad de actividades dentro de la unidad
como abastecedor de mano de obra para las haciendas de la misma agrícola familiar y fuera de ella, pero de manera «itinerante». Esto
región y de la costa. sería lo que Chayanov (1974) describía metodológicamente como
Sin embargo, no sabemos casi nada de lo que pasaba, por «unidad económica campesina», y que podría ser una expresión de
ejemplo, en las provincias del norte de Cajamarca conocidas ahora unidades domésticas con actividades diversas o «pluriactividad»,
como Jaén y San Ignacio. Es obvio que aún hay muchas tareas pen- como algunos autores más contemporáneos como Grammont (2010)
dientes y por eso resulta interesante la propuesta de Deere (1992) y han redefinido.
Taylor (1994) de estudiar las provincias de manera más individual Taylor (1994: 18-22) detalla que la provincia de Hualgayoc fue
(Cajamarca, Hualgayoc y Celendín). Cada uno 83 alcanza conclusiones fundada en 1870, cuando la antigua provincia de Chota se dividió
que parecen muy distintas, pero que podrían ser más bien comple- en dos partes. La del sur se formó con siete distritos: Bambamarca,
mentarias, ya que en realidad nos muestran las microrregiones en Hualgayoc, Llapa, Niepos, San Gregorio, San Miguel y Santa Cruz.
el departamento con realidades bastante diversas como se verá a Este investigador sostiene que la actividad económica de este con-
continuación. En interesante ver el crecimiento de la población de junto estuvo condicionada por la altura de sus territorios, jalcas deso-
83
ladas que cubren la mayoría del distrito de Hualgayoc y de una parte
Sin que ello le reste valor a sus aportes, solo impulsa a seguir buscando nuevas for-
mas para entender los complejos procesos de los que venimos. de Bambamarca, Llapa, San Miguel y Santa Cruz. En estas jalcas
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crecen pastos naturales adaptables al frío nocturno y sobreviven en


suelos pobres y ácidos.
Población urbana y rural por distritos de Hualgayoc, 1876
La crianza de ganado, tanto vacuno como lanar, fue la ocupa-
ción más importante de sus pobladores. Los cultivos eran escasos y POBLACIÓN URBANA
POBLACIÓN RURAL
los animales pastoreaban en tierras que a veces sobrepasan los 4.600 100 %
metros. En las partes menos frías sembraban papas y quinua. 90 % 88 % 85 %
83 %
La densidad demográfica era baja y el único centro urbano 80 %
74 %
76 %
78 %

era la capital provincial: Hualgayoc, un escuálido pueblo minero a 70 %

3.508 metros sobre el nivel del mar. Por otro lado, entre 2.000 y 60 % 58 %
51%
2.800 metros de altitud, había una serie de pequeños valles donde 50 %
42 %
49 %

se asentaba casi el 70 por ciento de la población de la provincia, 40 %

30 %
correspondientes a los distritos de Bambamarca, Llapa, Niepos, San 26 %
24 % 22 %
20 %
Gregorio, San Miguel y Santa Cruz. En estos valles se sembraban 12 %
17%
15 %
10 %
cereales (maíz y cebada), legumbres, tubérculos y verduras. También 0% 0%
0%
se criaba todo tipo de animales. Solo un 10 por ciento de la pobla- Bambamarca Hualgayoc Llapa Niepos San Gregorio San Miguel Santa Cruz Total

ción se ubicaba en la zona de clima subtropical que permite cultivar


arroz, yuca, palta, mango y cítricos. Esto hace pensar en cuáles Fuente: Elaboración propia a base de los datos del censo de 1876.

serían las razones para que este alejado pueblo minero se convierta
Taylor pone, a manera de ejemplo excepcional, el funcio-
en la capital de una provincia, cuya población total (urbana y rural),
namiento de esta explotación en los distritos aledaños a la capital
según el censo de 1876, era menor que la de San Miguel, como
de la provincia durante 1873: cuatro minas de plata ubicadas en
se observar en la gráfica 2, en la cual se ref lejan las proporciones
Cushuro, distrito de San Miguel. Pero a esta crisis que ya venía de
de población para toda la provincia. Aquella que se definió para la
época como población urbana sumaba solo el 22 por ciento, mientras atrás, se sumó la Guerra del Pacífico (1879-1884) y el estancamiento
que la rural un abrumador 78 por ciento. El distrito de San Miguel se mantuvo hasta 1890, momento en que se introdujo la tecnología
alcanzaba un 15 por ciento de urbana y un 85 por ciento de rural. de lixiviación, que permitió el aumento de la producción. Con
Taylor (1994: 22-24) menciona la situación de Hualgayoc, y su estos cambios, se dio un nuevo impulso a la industria minera de
importancia en las décadas finales de la colonia y su posterior declive Hualgayoc, caracterizada por una gran cantidad de pequeñas con-
durante casi todo el siglo XIX. Debido a que la base de su economía cesiones (500), a la gran mayoría les faltaba el capital necesario para
era la minería, tenían problemas permanentes de capital para moder- hacer que fueran rentables. El resultado fue que un alto porcentaje
nizar esta industria —con una tecnología antigua y altos costos de de la producción estuvo controlado por un pequeño núcleo de capi-
transporte—, lo que llevó a su cierre. talistas. En esto coincide con Carlos Contreras, citado previamente.
186 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 3 | CAJA MARCA EN LOS SIGLOS XIX Y X X 187

Taylor (1994: 24-27) señala también que la propiedad de la de trabajo regional se caracterizó por la «abundancia» de oportu-
tierra en 1870 estaba formada por un grupo reducido de haciendas nidades de trabajo. Consecuencia de esto fue el debilitamiento de
muy extensas que coexistían junto a un número grande de fundos cualquier control que los hacendados serranos pudieran ejercer sobre
medianos y a una multitud de pequeñas unidades agrícolas en manos las opciones de trabajo de la población rural local: como los cam-
del campesinado. Es importante anotar que el tamaño de los lati- pesinos tuvieron varias alternativas, escogieron el trabajo que más
fundios era engañoso porque solo el 25 por ciento de sus tierras se les convenía. El arrendamiento era un sistema de trabajo importante
podía arar. Lo demás se destinaba a pastos naturales y a la crianza de en el sistema latifundista. Además, según Taylor, esto les dio a los
ganado de campo abierto. Sin embargo, las haciendas en Hualgayoc campesinos mejores condiciones para negociar y el pago en efectivo
practicaron constantemente la compra y la venta de productos sobre era más frecuente de lo pensado. Para reclutar la mano de obra, se
la base de transacciones monetarias que incluían la compra de fuerza les adelantaba una parte del pago anual, de manera similar a lo que
laboral. Aun en la época de decaimiento económico, la minería se hacía en las haciendas costeñas, adelanto conocido como «sistema
fomentó la demanda de productos agrícolas. Por ejemplo en 1873, de enganche». Todo esto se sumó a la venta de artesanía, nos dice el
cuando la minería llegó a uno de sus puntos más bajos el distrito autor. Pero como se verá, no se limitaba a la venta, sino también a la
de Hualgayoc, consumía 2.600 carneros, 300 ovejas, 150 reses y producción y comercialización de la producción doméstica.
más de 2.000 arrobas de carne salada. Las haciendas de Quilcate y Otro elemento importante, señala Taylor, es que los hacen-
Combayo, con los pequeños agricultores de San Miguel, vendieron dados no eran simples rentistas. Ellos vivían en la región y con fre-
620 arrobas de queso y 1.240 libras de mantequilla a los campos cuencia conocían bien sus recursos, tierras y la mano de obra, con
mineros. Además, la minería demandaba cantidades muy altas de la que buscaban establecer relaciones de paternalismo. Asimismo,
madera, leña, carbón de madera, que ha dejado su marca depreda- constata la diversidad de actividades que ejercían los hacendados,
dora en los Andes de esa región 84 . que combinaban los ingresos de las actividades agropecuarias con la
La industria minera, argumenta Taylor (1994: 28-32), ocasio- minería y el comercio. Se podría pensar que esta estrategia —casi
naba también una demanda regular de mano de obra, al igual que
campesina— les daba diversidad y mayores posibilidades de acumu-
la agricultura costeña. Esto tuvo como resultado que, para fines del
lación, en dimensiones mayores claro está.
siglo XIX, se desarrollara un mercado de trabajo bastante competi-
Taylor (1994: 33) afirma también que, si bien los latifundios
tivo. Mineros, hacendados locales y sus contrapartes de la costa se
tendían a monopolizar el suelo, una amplia mayoría de gente del
quejaban de la escasez de mano de obra. Aunque un número apre-
campo se ubicaba en terrenos fuera de los linderos de las haciendas.
ciable de familias campesinas estaban semiproletarizadas, el mercado
Hacia mediados de la década de 1870, los pequeños agricultores cam-
84 Este comentario es mío. Frecuentemente se dice que son los campesinos quienes pesinos que vivían en sus propias tierras (no existían comunidades
depredaron los cerros. Olvidan, así, la demanda minera de madera y carbón desde
épocas coloniales.
campesinas en la provincia) formaban más de dos terceras partes
188 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 3 | CAJA MARCA EN LOS SIGLOS XIX Y X X 189

de la población rural (superó el 69 por ciento). Claro que esto fue


evolucionando por el crecimiento poblacional, fenómeno que incidió Proporción de población ubicada en haciendas y caseríos Hualgayoc, 1876
en las condiciones de estos campesinos y en la fragmentación de la
Población Haciendas Población caseríos
propiedad —cada vez más minifundista—. Desde entonces, tendían
a trabajar fuera de sus unidades campesinas y se insertaban en la
100%
minería o en las haciendas azucareras de Tumán, Cayaltí, Pucalá, 100%
90%
Pátapo y Pomalca. Después de la Guerra del Pacífico, el movimiento 80% 75%
71% 71%
migratorio de peones hacia la costa creció porque se produjo un des- 70%
60%
69%
60%
49% 51% 52%
barajuste económico. 50% 48%
40% 40%
Para completar el panorama, en 1876 era muy significativa la 30% 29% 29% 31%
25%
composición de la población rural, en las haciendas y fuera de ellas. 20%
10%
Dado lo relevante de esta información para mi argumento general, 0%
Bambamarca Hualgayoc Niepos San San Santa
revisé directamente el censo de 1876. Esto se puede observar en la Llapa
Gregorio Miguel Cruz
Total

gráfica 3, en que la excepción es San Gregorio, con 71 por ciento de


población en las haciendas. Le siguen Bambamarca (49 por ciento), Fuente: Elaboración propia a partir del Censo General de la República del Perú, tomo III (1876).

Niepos (48 por ciento), Santa Cruz (40 por ciento), Llapa (25 por
3.2.2. Campesinos y artesanos
ciento) y San Miguel (29 por ciento). Si nos acercamos a los números
absolutos, se puede visualizar que el distrito con mayor población Ahora retomaré la sugerencia de Taylor (1994: 35), quien afirma que
total es San Miguel, con 12.946 habitantes frente a 9.004 habitantes es muy probable que a nivel provincial el 80 por ciento o más de los
para la capital de la provincia que entonces era Hualgayoc 85 . Con habitantes obtuvieron la mayor parte de su subsistencia mediante el
este cuadro, se reconstruye la presencia de un modelo más «cam- cultivo de sus chacras, con variantes según cada zona. Como vimos,
pesino» y menos integrado a las haciendas. Este dato solo es válido aquellos que vivían en las capitales de los distritos muchas veces
para esta microrregión, cuya población rural se afincaba fuera de las estaban fuertemente asociados y dependían de sus actividades agro-
haciendas en 69 por ciento en promedio 86 . pecuarias en combinación con artesanías.
Antes de 1880, los campesinos de los caseríos y haciendas
85 El cálculo que se hace en el censo es por distritos separados y, como vemos, incluso ubicados en los distritos de Santa Cruz, Niepos, San Miguel y San
Hualgayoc como capital no era la más poblada. Por ello, creo que la zona tenía un
modelo campesino más extendido como forma de vida y menos integrado a una sola Gregorio habían mostrado mayor tendencia a migrar a la costa en
fuente de ingresos. busca de trabajo, dada la expansión rápida de la producción azu-
86 Cuando en 1965, muchos años más tarde, con la creación de la nueva provincia de carera y la demanda de obreros, que continuó en las dos siguientes
San Miguel se incluyeron los distritos de Llapa, Niepos y San Gregorio del territorio
que originalmente perteneció a la provincia de Hualgayoc. décadas. En 1900, trabajar por temporadas en la costa llegó a ser una
190 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 3 | CAJA MARCA EN LOS SIGLOS XIX Y X X 191

práctica muy común entre campesinos minifundistas acantonados en mismo que al vecino departamento de Lambayeque— engendró un
todos los rincones de Hualgayoc. campesinado con altos índices de movilidad.
Taylor (1994: 37) relata la migración temporal: Taylor (1994: 40) cita la memoria subprefectural de diciembre de
«Así, en octubre de 1883 el gobernador de San Miguel notificó 1859, donde señala que, desde el distrito de San Miguel, «la estracción
al subprefecto que ‘casi todos los ciudadanos contribuyentes resi- [sic] que se hace de ganado para la costa es considerable». Algo similar
dentes en la campiña de este distrito se hallan ausentes trabajando describe para Llapa, Niepos y San Gregorio. El ganado iba de la sierra
en diversos lugares de la costa’».
a la costa. Este es el contexto mayor en el que se realizaban los movi-
Esta tendencia se mantuvo incluso a fines de la década de 1970 —cuando mientos del gran sistema económico, en el cual los campesinos, con su
realizaba trabajo de campo en la zona— y continúa en la actualidad. pequeña producción y las estrategias que usaban, se tienen que replan-
Más adelante, Taylor (1994: 37-39) explica cómo, a fines del tear. Como se observa en la gráfica 3, la concentración de la población
siglo XIX e inicios del XX, se produjeron grandes cambios en los de toda la provincia estaba mayoritariamente en los caseríos y no en
modelos de producción y consumo. Esta parte de la sierra que no solo las haciendas. Este dato muestra a esta región como tendencialmente
era productora de la mayor parte de sus alimentos y también exporta- campesina, con una pequeña producción agropecuaria y artesanal.
dora de otros productos, inversamente, empezaba a importarlos de la También participaba en los trabajos mineros y agroindustriales de la
costa. Un proceso parecido —tal vez mucho más lento— se dio con costa como las haciendas azucareras (Tumán, Cayaltí, Pucalá, Pátapo
la ropa. El dinero para cubrir las nuevas necesidades era producto de y Pomalca). Obviamente esta condición fue evolucionando, como
la venta de la fuerza de trabajo campesina a los hacendados costeños efecto del crecimiento poblacional, que incidió en las condiciones de
y mineros serranos. Pero también se generó un movimiento muy estos campesinos y en la fragmentación de su propiedad.
intenso de mercancías que eran transportadas, en ausencia de carre- Taylor (1994: 37) refiere que, después de la Guerra del Pacífico,
teras, por medio de arrieros. Santa Cruz, Bambamarca y Hualgayoc el movimiento migratorio de peones a la costa creció, impulsado por
eran los distritos donde vivía un número significativo de arrieros. el desbarajuste económico producido por la guerra en Cajamarca, las
Transportaban alimentos, licores, material para las minas y mercade- continuas parcelaciones de los minifundios, el crecimiento demo-
rías importadas de Europa de la costa a la sierra, y de regreso venían gráfico y la necesidad de dinero para pagar los impuestos. Dada la
cargadas sus acémilas de lingotes de plata o de alimentos como papas expansión rápida de la producción azucarera y la demanda de obreros
y productos lácteos. Aunque Niepos, San Gregorio y San Miguel en las dos siguientes décadas, en 1900 el trabajo por temporadas en
no tuvieron arrieros registrados que trabajaban a tiempo completo la costa fue una práctica común entre los campesinos minifundistas
como en los demás distritos, aquí los campesinos ofrecían sus servi- acantonados en todos los rincones de la provincia de Hualgayoc.
cios de forma irregular, cobrando el precio normal de 0,30 soles por Taylor (1994: 38) amplía esta visión con algunos argumentos
legua. Todo este gran movimiento al interior de varias provincias de respecto de los cambios en el modelo de producción y consumo hacia
Cajamarca —que incluían algunas del norte y de la ceja de selva, lo fines del siglo XIX e inicios del XX. Esta parte de la sierra que era
192 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 3 | CAJA MARCA EN LOS SIGLOS XIX Y X X 193

productora y exportadora de la mayor parte de sus alimentos empezó Un punto de interés para Taylor (1994: 39-43) es el de las ocu-
a importarlos de la costa: paciones más cotizadas de la población de la provincia. Da cuenta,
«Las condiciones que se daban en el distrito de Niepos durante los por ejemplo, del oficio de arriero, que generaba ingresos monetarios
primeros años de la década de los setenta son una prueba. Según el
a los varones. A pesar de que el censo no los registra de manera tan
subprefecto Romero, las siembras de cereales ‘no son abundantes
[...] las harinas se traen de la costa y se venden a 17 soles la carga significativa, tendría que pensarse que no existían los vehículos moto-
de ocho arrobas’. También fue necesario comprar otra mercadería rizados y la región estaba cubierta por una red de trochas o caminos
fundamental, la sal, que se adquirió en Chiclayo y se transportó de herradura que, de alguna manera, permitían la integración entre
a lomo de mula a Niepos, para venderse en las tiendas distritales.
Lo mismo ocurrió por los años setenta con el arroz 87, un pro-
diversas regiones, como Lambayeque y la capital del departamento.
ducto no andino que ya formaba parte de la dieta campesina. El Tenían que transportar alimentos y carbón hacia el campamento
distrito de Santa Cruz nos muestra esta tendencia general, ya que minero, además de leña y alimentos para uso doméstico. También
había sido un exportador neto de trigo a los distritos inmediatos
hojas de coca y chancaca de la ceja de selva. El cacao y tabaco prove-
en 1859, pero que en 1873 se vio en la necesidad de comprarlo de
la costa o en la provincia de Cajamarca. Una situación parecida se nían de Jaén y Bagua, en el norte.
daba en Llapa, San Miguel y San Gregorio». La explicación de esta ausencia de arrieros la da, en parte, el
Como demuestra el autor, fue una suma de procesos internos y propio Taylor (1994: 40), cuando menciona la necesidad de migrar
externos que modificaron paulatinamente los modelos relativamente (hacia la costa) en busca de trabajo asalariado. Con respecto de
autosuficientes de esta región, cuyos habitantes pasaron a convertirse Llapa, el subprefecto escribía que «el ganado vacuno y ovejero tiene
poco a poco en consumidores de productos «importados» de fuera expendio en la costa a muy buen precio: los demás ganados poco».
de la región, que a su vez incrementaba la necesidad de dinero. Otro Todo esto ayuda a imaginar los perfiles rurales campesinos de esta
ejemplo de este proceso es el que Taylor (1994) menciona que algunas microrregión y sus singulares relaciones con el modelo económico en
familias campesinas adquirían ropa en la hacienda Chala —donde el que también se inserta la producción textil.
funcionaba un pequeño obraje— o también en tiendas situadas en
3.3. Los tejidos: una expresión de resistencia
Hualgayoc y San Miguel. Los grupos más acomodados adquirían
telas inglesas que se vendían en las casas comerciales más grandes de Grandes interrogantes marcaron mi «regreso» al tema de los tejidos
las capitales distritales. Además de estos productos, también había de San Miguel de Pallaques. Si bien es cierto que algunas cuestiones
artículos de importancia social considerable como el aguardiente, la habían quedado pendientes desde mi primer estudio en 1977, otras
chicha o la coca. se fueron generando como producto de mi propia experiencia de vida
y a partir de diálogos con amistades, parientes y colegas. Tengo la
87 La migración temporal de los campesinos hacia las haciendas azucareras de la costa
fue probablemente una de las razones de la inclusión del arroz en la dieta de los sensación de que a partir de agosto de 2014 casi me volví monotemá-
andinos de esta parte norte. Debemos recordar la presencia de chinos y japoneses tica. No hablaba sino de los tejidos de San Miguel y del conjunto de
en estas haciendas tras la abolición de la esclavitud. Las relaciones entre orientales y
andinos podrían ser un tema de investigación especial. elementos asociados a estos, que formaban un complejo abanico. Por
194 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 3 | CAJA MARCA EN LOS SIGLOS XIX Y X X 195

ejemplo, ¿qué relaciones tuvieron y tienen con la costa norte y con la


sierra sur de Ecuador, en especial con Cuenca y los poblados vecinos?
Por ello, al releer un valioso artículo de Zevallos Quiñones,
reflexioné sobre las historias de los tejidos sanmiguelinos y las viejas
conexiones que tuvieron desde hace muchos años con la costa vecina.
Retomaré algunas afirmaciones de este investigador y propondré
ciertas hipótesis que podrían ampliar la compresión del tema. Si bien
en un apartado inicial se hizo una presentación de los tejidos y la
importancia que estos tuvieron en la época prehispánica, lo que se
ha trabajado menos son los cambios que se produjeron en este rubro
a partir de la imposición del modelo colonial, ya que esta producción
tenía gran importancia económica, social, religiosa, política, simbó-
lica y de intercambio. Sin embargo, merecen una mención especial las
técnicas que se manejaban y el grado de abstracción y conocimiento
matemático y químico que su producción implicaba. En los siguientes
apartados explicaré algunos de estos temas. No resistí la tentación de
incluir esta imagen de una mujer con su telar de cintura de nuestro
clásico autor Guamán Poma. Cualquier tejedora del país se puede
identificar con esta imagen y eso le da más valor.
Si a partir de la Conquista y el Virreinato el mundo andino
se volvió al revés, como lo señala el título de un texto de Susan
Ramírez (2002), fue a partir de la revisión de la bibliografía asociada
directa o indirectamente al tema de los textiles que propongo que
las indígenas y mestizas de esta región pudieron usar la producción
de tejidos como un arma de resistencia y resilencia, en su cotidiana
y sistemática lucha en contra del sistema colonial. Para explicar mi
hipótesis, analizaré las variaciones que estos atravesaron partiendo
de la mirada de los historiadores.
Este «mundo al revés» se reflejó en cambios de sentido asociados
con la cosmovisión en general, expresados en las formas de auto-
IMAGEN 3 Mujer tejiendo, Guamán Poma (1980). ridad, de poder, y en la relación con el territorio, la tierra, el agua, los
196 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 3 | CAJA MARCA EN LOS SIGLOS XIX Y X X 197

parentescos, el trabajo, la religión, la familia y la reciprocidad, por men- «ropa tejida» constituyó un fenómeno de interés, tanto por su estable-
cionar algunos. En este caso enfocaré mi argumento en los tejidos. En cimiento como por los procesos comerciales que se generaron desde
un artículo sobre la ropa como tributo en las encomiendas trujillanas en los primeros años de la Conquista. Esto trajo como consecuencia la
el siglo XVI, Zevallos Quiñones (1973: 209) señala que las mudanzas incorporación activa y directa de los grupos importantes de población
de sentido se iniciaron en los años más tempranos de la invasión. indígena al juego económico traído por los europeos. El autor señala
Por ejemplo, en marzo de 1535, a los pocos meses de haber que sus apuntes se refieren al circuito geográfico de la ropa de algodón
llegado a la recién fundada ciudad de Trujillo (Truxillo), Francisco de la costa norte, dejando como tareas pendientes los circuitos de la
Pizarro repartió encomiendas como premio al grupo de capitanes lana —es decir, de la sierra— para completar una visión histórica del
conquistadores. Pero ¿en qué radicó este premio? Se les otorgaba un conjunto. A pesar de estas consideraciones sobre el ámbito geográfico
«repartimiento», que consistía en un determinado ámbito geográfico de su trabajo 89 —la costa norte—, quisiera reiterar algo que he señalado
y humano asociado a un cacicazgo principal, cuyos indígenas, al ser en el libro: la presencia permanente de muchos grupos yungas o cos-
encomendados, debían «procurar» a su encomendero, bajo la forma teños en la sierra cajamarquina en general y, en particular, en la región
de tributo, servicios personales y una renta vitalicia en especies. que hoy pertenece a las provincias de San Miguel y San Pablo. Estas
Si bien la tributación no era un fenómeno nuevo, lo que cambió presencias fueron comprobadas por Remy y Rostworowski (1992) con
fue que se convirtió en una carga sin retribución 88 alguna por parte la revisión y transcripción de una de las primeras visitas a Cajamarca
de los ahora encomenderos. Incluso, en ciertos casos, las viejas auto- de 1571-1572 y 1578, así como las razones por las cuales la región
ridades locales empezaron a abusar y a exigir cantidades mayores que que abarca la provincia de San Miguel produjo y produce textiles de
la asignada. Además, se incluyeron los servicios personales que antes algodón. En un inicio se afirmó que la producción era para el con-
no existían. Este pago en especies duró aproximadamente ochenta sumo interno y el intercambio, posteriormente para el pago de tributos
años. Poco a poco se comprobó que generaba muchos abusos, y ante y, después, para el comercio. Esta temprana circulación de mercancías,
las reiteradas quejas de los indígenas y de sus autoridades tradicio- podría pensarse, habría estado orientada a cubrir demandas locales o
nales en contra de esta onerosa carga se sustituyó por la moneda. de las regiones cercanas. Sin embargo, según la evidencia histórica y
Zevallos Quiñones (1973: 109-110) señala que de las especies etnohistórica, los productos tuvieron circulación interregional: sierra
que el indígena norcosteño tuvo que entregar durante el siglo XVI, la y costa norte; así como internacional, Cuenca (Ecuador90). Es aquí en
que el texto de Zevallos Quiñones llena varias interrogantes.
88 En los modelos prehispánicos a las élites que ejercían el poder se les tenía que dar
tributos en el trabajo, como lo han reportado varias investigaciones. Pero en este 89 Cuando se publicó el texto de Zevallos Quiñones, aún no se conocían los trabajos
caso existía como parte del modelo la obligada reciprocidad de los poderosos, quie- sobre las visitas de Cajamarca, que complejizan la visión sobre la organización del
nes debían «retribuir» con una serie de «servicios» (podríamos llamarlo así desde una -
mirada muy actual). Si había escasez, hambruna o desastre, se contarían con apoyos cripciones vigentes a sus lugares originarios.
de ropa y comida; si se tenía que realizar un trabajo colectivo, el curaca o cacique
90
estaba obligado a darles comida, música, danzas y chicha para asegurar que la reali-
zación del trabajo fuera exitoso. mantuvo.
198 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 3 | CAJA MARCA EN LOS SIGLOS XIX Y X X 199

Zevallos Quiñones (1973: 110) afirma que la masa indígena en dinero pagado «per cápita». Después de hacer estas aclaraciones,
de las encomiendas costeñas —de Piura a Lima—, durante el siglo y para entender los lazos que quizá unían a toda esta región, el autor
XVI, entregaba como tributo una variedad de especies obligatorias: explica que quienes se beneficiaron de toda esta situación fueron los
maíz, trigo, ropa tejida, aves y, en pocos casos, pescado salado. La comerciantes. La mayoría absoluta de encomenderos vendía el monto
novedad era la inclusión de trigo y de aves, productos europeos. El de la ropa que recibían como tributo, por «adelantado» 93 , proceso que
propio autor dice que la ropa tejida entregada en cantidades fijas y favorecía significativamente al que hacía la compra.
periódicas fue otro «gran cambio», pues sus antiguos señores no las Zevallos Quiñones (1973: 213) revela al gran beneficiario, que
necesitaron en sobreproducción. Esto debe tomarse como invención ha sido poco estudiado en este proceso colonial: el mercader, quien
de la mentalidad europea, ni siquiera atribuible a los encomenderos, obtenía buenos réditos, era creador del mercado, vendedor y reven-
hombres de espuela y de espada, sino a los mercaderes, afirma dedor. También explica que, después de la prohibición de la entrega
Zevallos Quiñones. Estos personajes llegaron detrás de los conquis- del tributo en ropa, el mercader se encargó de hacer contacto directo
tadores, pero terminaron por sacar las mayores ventajas de la situa- con los productores para que continuaran tejiendo para ellos. Las
ción. Esto ya se había probado en el régimen tributario mexicano, prendas eran comercializadas en sus tiendas, como lo prueba el autor
que nos llevaba unos años de ventaja 91. a partir de fuentes revisadas. El éxito del negocio era tal que hasta se
Los «nuevos» modelos tributarios se prestaron a grandes abusos constituyeron compañías de comercio especiales para este fin.
y seguramente a reclamos, además en muchos casos se encerraba a Zevallos Quiñones (1973: 215) detalla también que hubo un
los indígenas en los obrajes para obligarlos a trabajar en condiciones «negocio adicional» que pesaba sobre el indígena tributario:
deplorables. Como las autoridades quizá se alarmaron por la gravedad «hay algunos indicios de que entre 1540 y 1616 los indios tejían
de la caída de la población, entonces pusieron ciertos límites en los más cantidad de la ropa obligatoria, y esto fue, en parte, por abuso
ánimos desmedidos de explotar a los indígenas hasta su casi exter- de sus propios caciques quienes a beneficio personal las pasaban a
los mercaderes. Por otro lado, cabe suponer el ingenio mercantil
minio. Por ello, se fueron negociando de manera paulatina algunas
de estos en todo capaz de conseguir de los mismos indios tejedores
conmutaciones de especies por dinero. Zevallos Quiñones (1973: 212) más ropa, adquiriéndosela directamente; o que los tributarios ven-
concluye que los encomenderos trujillanos92 recibieron de sus indígenas dieran excedentes a otros indios instalados con tienda pública en la
tributarios ropa tejida durante unos ochenta años (1540-1620). Recién más próxima ciudad».

en la década de 1610 desaparecieron las especies y se impuso el tributo Pero agudo como era Zevallos Quiñones (1973: 216) continúa pre-
guntándose sobre quién o quiénes consumían estas ropas. Y ensaya
91 Esta referencia es mía. como respuesta que de ninguna manera serían españoles o esclavos,
92
tampoco los indígenas nobles (quienes usaban ropas muy finas: cumbe,
en esa ciudad. Recordemos que Trujillo era la capital de toda la región norte que,
como mostraba Martínez Compañón, abarcaba los actuales departamentos de Piura,
Lambayeque, Cajamarca Amazonas y La Libertad. Como se sabe, Melchor Verdugo 93

menos del valor de lo que se iba a recibir.


200 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 3 | CAJA MARCA EN LOS SIGLOS XIX Y X X 201

y en muchos casos abandonaron sus prendas para seguir la moda textil fuera de los obrajes en diversos lugares del Perú, no solo de la
española). Esta ropa era producida para un mercado indígena popular región norte, e insinuar que parte de los pobladores serranos podrían
y adquirida directamente. También la compraban peninsulares o crio- haberse insertado en este circuito.
llos —que poseían mano de obra— y estaban obligados, entre otras Respecto de la costa norte, Zevallos Quiñones (1973: 219-220)
ayudas y estipendios, a proporcionarles un vestido de manta y camisa sostiene:
a sus mitayos cada cierto tiempo. «una buena parte de la población indígena, tras la extinción del
tributo en especies, ocurrida al acabar el siglo XVI, mantuvo la
Zevallos Quiñones (1973: 217) afirma que probablemente
tradición tejedora y salió directamente al mercado con estimulante
quienes adquirían estas prendas, desde el siglo XVI en las ciudades, éxito. Los productos no tuvieron que ser ya mantas y camisetas,
serían los indígenas que figuraban en calidad de «forasteros», ya que anacos y llicllas; la oferta y la demanda hicieron crear nuevas
formas de productos. Es el caso de los pueblos de Lambayeque,
migraban de sus sedes étnicas o reducciones para establecerse en cen-
fenómeno registrado por Lecuanda en el siglo XVIII y por Emilio
tros urbanos y ejercían oficios o se dedicaban al pequeño comercio. Romero en nuestro tiempo. Durante la época colonial y todo el
Zevallos Quiñones (1973: 219-220) presenta pruebas de que siglo XIX los indios lambayecanos tejieron en hilo y algodón
estas prendas no solo tenían demanda local, pues una parte era lle- mantas decoradas y bordadas, capuces de varios tipos, mantelería
en rica y variada gama, cintas, fajas, rebozos, pañuelos y, en paja
vada a Lima y otra habría ido hacia Panamá, Guayaquil y Chile. fina, sombreros, sandalias, estuches, cajetas y juguetería. Esta
Este autor constata con diversas fuentes que el comercio de la ropa manufactura, bien hecha y original, consolidó un mercado vasto
indígena persistió en los siglos posteriores. Aunque se sabe poco al en el consumo peruano y alcanzó a integrar los renglones de la
exportación».
respecto, menciona que en el análisis del comercio colonial de expor-
tación correspondiente al siglo XVIII, entre los productos salidos A pesar de los muchos vacíos en las investigaciones de este comercio,
del puerto del Callao (Perú) figura el rubro «ropa de la tierra», que, cabe preguntarse si la guaranga de Chondal y algunas otras se inser-
según aclara el autor, no podía ser ropa de los obrajes, ya que fardos taron en este circuito. Hay un detalle muy específico que Zevallos
de paños, tocuyos, frazadas, lona y jerga, productos típicamente Quiñones (1973: 222) incluye en su texto al describir la ropa que se
obrajeros, se exportaban de manera específica. producía para el tributo, se refiere a los capuces:
Un destino muy frecuente era Chile. En un informe del gober- «[El capuz] era una capa o capote con su capucha. Ignoramos si
nador se indicaba que, entre las importaciones entradas a la capi- esta descripción del diccionario corresponde a las piezas manufac-
turadas por los indios norcosteños, aunque cabe darla como tal, si
tanía general de Chile en 1780, los tocuyos y otros tejidos peruanos
capuces eran las prendas femeninas con que aparecen cubiertas las
y «hechizos» 94 cubrieron las sumas de 228.016 pesos, y de 1785 a representaciones de mujeres en la cerámica de la cultura moche,
1789 se introdujeron al Perú 471.428 pesos por «tejidos indígenas». pues coinciden con la def inición apuntada. Es posible que el
capuz regional provenga de tan remota antigüedad. Hubo capuces
Con estas pruebas, se puede afirmar que hubo una producción
blancos y pintados, y estos un tanto más caros que aquellos [...].
94 Tejidos hechizos: Se referiría a los que no eran producidos en los obrajes. Como prenda femenina, el capuz se perennizó en la costa y no
202 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 3 | CAJA MARCA EN LOS SIGLOS XIX Y X X 203

son pocas las referencias documentales que lo acreditan (en espe- ido glosando —nos dice el autor—, aparecen algunas señales de
cial en los testamentos)». la existencia de detalles que suponen una variada personalidad,
las mismas que deben entenderse como tradición prehispánica. En
Por mi parte, agregaría que los paños, pañones, chales y mantas que
los repartimientos de Piura, Túcume, Chuspo-Callanca, Cinto,
formaron parte de la indumentaria femenina de una significativa Ferreñafe y Chérrepe era costumbre tejer ropa de tres y de cuatro
parte de la población andina costeña y serrana fue, para esta región hilos, sin que ellos se refiera a tres o cuatro colores porque aparece
a la vez señalada como blanca; en el de Túcume y algunos más se
al menos, producto de una «feliz coincidencia», ya que existía un
hacía blanca y de colores; en los de Túcume y Jequetepeque, de
atuendo femenino europeo muy parecido. Como se observa en las color negro. En Lambayeque y Chiclayo, los indios vestían ropa
imágenes de Guamán Poma, el atuendo de las mujeres mochicas con franjas, y capuces pintados y teñidos, además de blancos. En
plasmado en la cerámica, al que hace referencia Zevallos Quiñones, Íllimo, Motupe, Collique, Callanca y Jayanca se hacían con puntos
amarillos y colorados».
era similar, así que no costó gran trabajo que se mantuviera su uso y
difusión. En este párrafo nos señala también elementos de la ropa (técnicas,
Martínez Compañón registra en sus acuarelas algunos detalles diseños y colores) del pueblo, asociados con adscripciones étnicas, que
de la ropa. Se puede observar que eran prendas rectangulares que habían sido reseñados por los cronistas para el caso de Cajamarca.
cubrían la cabeza, pero podrían también haberse usado para el trans- Con el trabajo de Zevallos Quiñones, se constató que uno de
porte de los hijos o de alguna carga, como aún se usa en algunas los efectos del establecimiento de los repartimientos y la imposi-
regiones. Siglos más tarde —fines del XIX e inicios del XX—, las ción de la obligación del pago de tributos 97 fue la aparición de «los
fotografías de Enrique Brüning señalarían otra evidencia del uso de comerciantes», un nuevo grupo de actores privilegiados, pero poco
esta prenda. Dado que no se puede justificar esta vestimenta refi- visualizados. Este hecho también impactó —indirectamente— en la
riéndose solo como una influencia proveniente de ultramar, queda continuación-impulso del trabajo artesanal de textiles al interior de
pendiente la investigación sobre la relación entre la prenda europea las pachacas y guarangas. Es probable que muchos de los indígenas,
y la local95 . durante los primeros años del sistema de tributo en especie, tuvieran
Otro elemento que señala Zevallos Quiñones (1973: 223) en que tejer para cumplir con esta obligación y más tarde continuaran
este valioso trabajo es el cambio cultural en el vestuario indígena: con este mismo trabajo para obtener dinero en efectivo —gracias a la
venta de sus productos—, para cubrir los onerosos pagos tributarios
«los cronistas e historiadores del siglo XVI concuerdan en señalar a
los hatun runa 96 de la costa como pobres de vestuario, limitados al a los que estaban obligados. Situación que les permitió evitar inser-
uso común de la camiseta y manta y del anaco y la liquilla, apenas tarse en obrajes, el trabajo de haciendas o minas.
diferenciada la gente por ciertas maneras de peinar y en tocar la Este conjunto de situaciones creó cierta «independencia» frente
cabeza. Sin embargo, a través de la documentación que hemos
al durísimo modelo colonial. Si bien es cierto la investigación de
95 El tema de la indumentaria amerita también una investigación más profunda y Zevallos Quiñones tenía como eje las encomiendas trujillanas, hay
acuciosa.
96 Pobladores comunes. 97 Primero en especie y luego en dinero en efectivo.
204 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 3 | CAJA MARCA EN LOS SIGLOS XIX Y X X 205

que recordar también que entonces Cajamarca se encontraba en lo tiempo, nos encontramos con esta tapada limeña de 1862-1865 98 ,
político y religioso adscrita a Trujillo. Es posible pensar que esta que luce un pañón en técnica de reserva o ikat, similar a los que se
condición no fue un hecho privativo de la costa, sino también que producían en San Miguel y Tacabamba (Chota). A pesar de que no
habría sido compartido en Cajamarca, donde existían condiciones de es posible afirmar dónde fue confeccionado, a partir de la imagen
especialización artesanal que sí eran compartidas. En forma para- se puede creer que fue hecho en telar de cintura, con los acabados
lela continuaba una producción que cubría las demandas de abrigo anudados, en alguno de los pueblos de la sierra norte. En la actua-
y cobijo de cada unidad doméstica o grupo familiar, como se puede lidad se conservan paños o pañones parecidos al que porta la tapada
verificar en la actualidad. de la fotografía que forman parte de colecciones textiles del Perú y
Ecuador. Pañones similares continúan usándose cotidianamente en
3.4. La actividad textil norteña en los registros gráficos
Bambamarca y Tacabamba (Cajamarca) y en algunos poblados de
No podemos seguir avanzando sin recorrer antes por las obras de Cuenca (Ecuador), donde este tipo de tejido ha sido declarado patri-
otros autores, quienes mediante la pintura, la descripción o la foto- monio cultural intangible. Actualmente, en Trujillo y Lambayeque
grafía plasmaron evidencias que se pueden analizar y permiten ima- forma parte del vestuario de los bailes de marinera tradicional.
ginar algunos aspectos de la vida en esos siglos. En un salto temporal
a información que diese cuenta de las actividades textiles, encontré 3.5. Brüning, etnógrafo y fotógrafo del norte
las acuarelas de la visita que hizo el obispo Martínez Compañón a
El etnógrafo y coleccionista alemán Enrique Brüning (1848-1928),
todo el obispado de Trujillo, a fines del siglo XVIII. Producto de
establecido en el norte peruano en 1875, registró fotográficamente a
esta visita, Compañón hizo un registro etnográfico que describe la
mujeres mochicas en diversas actividades. Aquí sugiero observar las
región con detalles, sus pueblos, curatos, haciendas, iglesias, con-
que están usando el pañón. Esto evidencia que la prenda —llamada
ventos. También levantó un censo de población clasificado por sexo
también «paño», «paño de leche» o «chal»— era parte del atuendo de
y castas, así como la existencia de escuelas. Se acompaña con un
diversas clases sociales en contraste con las usadas en Lima.
conjunto de acuarelas ilustrativas de las actividades económicas:
Brüning no se limitó al registro fotográfico. Hizo también
pesca, artesanía y agricultura, así como de las fiestas, la música, las
anotaciones del idioma y descripciones de las imágenes que corres-
danzas y una diversidad de actores sociales.
ponden a fines del siglo XIX e inicios del XX. Brüning fue un estu-
En estas imágenes se presentan dos formas de procesar la
dioso aficionado que vivió en diversas partes del norte del Perú de
lana: la primera, a la usanza europea, con el torno para hilar y, la
1875 a 1925. Aunque llegó como especialista en trabajos de índole
segunda, del modo tradicional, con la rueca y el huso, que aún se
emplea en muchos lugares de Cajamarca y San Miguel. En ambos 98 Fotografía de la Biblioteca Nacional, incluida en el libro Del olvido a la memoria.
2003), editado por Nancy Elmore, edi-
casos, las mujeres usaban como complemento de su vestuario algún ción de la Biblioteca Nacional y el Movimiento Manuela Ramos, Lima. Es posible que
tipo textil que les cubría las espaldas. Con otro gran salto en el la fotografía pertenezca a la colección Courret.
206 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 3 | CAJA MARCA EN LOS SIGLOS XIX Y X X 207

técnica para algunas de las haciendas agroazucareras de esta región,


demostró una alta sensibilidad con las poblaciones de la costa norte,
que se ref leja en sus detallados registros etnográficos y fotográficos
de elementos socioculturales de esta región, en especial de los depar-
tamentos de Lambayeque y La Libertad. También visitó poblados
de Cajamarca y Amazonas. Brüning fue uno de los primeros en
interesarse en el registro de los vestigios arqueológicos norperuanos,
así como de sus habitantes entre los que se encontraban los últimos
miembros de la etnia muchik e incluso hizo algunos registros de esta
lengua en pleno proceso de extinción.
El antropólogo Richard Paul Schaedel (1988) revisó las foto-
grafías y apuntes de Brüning en la región norcosteña. De las inter-
pretaciones de Schaedel quiero destacar dos aspectos importantes. El
primero es el lingüístico: describe y señala elementos de la flora y
fauna con nombres en lengua muchik. Gracias a estas anotaciones,
he ubicado algunas palabras de origen muchik que permanecen en el
lenguaje coloquial de San Miguel y de zonas aledañas. Por ejemplo,
joque: pato semental o macho; chisko: tordo (ave); mish(o): gato; tongo:
atado de ocho tapas de chancaca, y poña: pajitas del trigo o de las
cosechas. Estas palabras comprueban los sustratos lingüísticos muchiks
presentes en la actual provincia de San Miguel. El segundo aspecto
se refiere a la ropa que se usaba en la costa. Al respecto, Schaedel
(1988: 95-98) refiere un dato muy importante:
«Aunque el mercado para los textiles de algodón era la pobla-
ción indígena, la tecnología, básicamente casera, alcanzaba, en
términos globales, cierta envergadura. Brüning hace mención
de que la elaboración de ponchos, que ha sido en los años 1880-
1920 el traje fino para la mayoría los hombres muchik en el norte,
ha sido una especialización de las tejedoras serranas y el pueblo
muchik compraba o hacía trueque en las ferias regionales [...].
Los muchiks adoptaron algo del traje serrano, primero, porque
IMAGEN 4: Tapadas limeñas. Biblioteca Nacional del Perú, 1862-1865.
208 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 3 | CAJA MARCA EN LOS SIGLOS XIX Y X X 209

artesanos de allí fueron los primeros que abastecieron a la pobla- Las notas de Brüning y su correlación fotográfica refuerzan la
ción costeña cuando abandonaron la fabricación de tocuyo de
hipótesis de una sostenida y amplia circulación de personas, idiomas,
algodón [...]. [Brüning] da a entender que adquiridos en la feria
de Guadalupe eran fabricados en la serranía de Cajamarca. En tecnologías, herramientas y productos. Cabe preguntarse si el uso de
este caso, aunque no está aclarado, se supone que se tejían de lana determinadas prendas —ponchos en los hombres y paños o pañones
de oveja». en las mujeres— mostraban pertenencias diferenciadas para costeños
Nos encontramos otra vez con pruebas de las relaciones de intercam- y serranos. Pero es claro que se trataba de prendas de gran difusión y
bios comerciales y de la adquisición de productos serranos producidos presencia en distintos lugares de la costa y sierra peruanas.
para los costeños. Por otro lado, las fotos de Brüning corresponden Lo que se observa hacia fines del siglo XIX e inicios del XX
a varios lugares de los departamentos de Lambayeque, Piura, La era tal vez parte de los efectos de las tempranas reformas del virrey
Libertad y la sierra de Cajamarca. En general, son valiosos docu- Toledo, particularmente el control de las tributaciones y el reordena-
mentos para analizar una diversidad de temas, aquí solo insistiré en miento obligatorio de la población indígena en «reducciones», influ-
los atuendos y su probable asociación al estatus social y adscripción yeron en la creación de pueblos de indígenas. Estos nuevos pueblos
étnica o generacional. reunieron a varios grupos étnicos que vivían dispersos. Muchas de
En principio los ponchos, prendas masculinas, son efectiva- estas reducciones devinieron, con los años, pueblos mestizos que aún
mente muy parecidos en la costa y la sierra. Algo análogo sucede se mantienen en esta región.
con los atuendos femeninos. Aunque desconocemos los nombres que Aquí cabe sumar al sólido argumento de Zevallos Quiñones
recibían en la costa y en la sierra, sabemos que en San Miguel se la compleja descripción de los artesanos especialistas, quienes,
les llama «pañones» a las prendas que porta al menos una de las según Espinoza y Rostworowski —citando la revisita del oidor De
mujeres en cada foto de Brüning. Desconocemos si el uso de este la Cuenca—, señalaban que cada quien tenía un oficio, al que se
atuendo que se observa en muchas de las mujeres retratadas por dedicaba de manera exclusiva. Al relacionar estos argumentos, se
Brüning pudiera ser un marcador de algún grupo étnico especial. puede pensar de manera hipotética que aquellos especializados en
En los ponchos, se observan algunos con rayas diversas y otros de producir objetos textiles de diversas calidades lo siguieron haciendo,
color entero. No contamos con la evidencia suficiente para analizar aunque la demanda respondiera a otras lógicas, a las que se fueron
estos detalles, pero es probable que muestren ciertas permanencias adaptando y tuvieron que aceptar, sin dejar de buscar vías que les
y pertenencias. Por ejemplo, en la actual provincia de San Miguel permitieran mantener una cierta independencia para no insertarse
la gente local puede reconocer de qué caserío o centro poblado pro- en los modelos de obrajes, haciendas o estancias. Fueron espacios
vienen las mujeres tras observar sus arreglos y adornos en el cabello, que les permitieron reproducir, hasta donde les fue posible, modelos
sus alforjas, las rayas de las mantas o pullos que usan como prendas más «autónomos» como especialistas artesanales. De ser así, esto no
de vestir. En las imágenes de Brüning se puede ejemplificar lo habría podido generarse sin las condiciones preexistentes en estas
anotado. regiones del país.
210 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 3 | CAJA MARCA EN LOS SIGLOS XIX Y X X 211

3.6. Trenzando un nuevo siglo lo que hasta hace poco se creía que correspondía a desarrollos o
Según los argumentos señalados a lo largo de esta investigación, para modelos particulares que se habían producido de manera aislada e
el departamento de Cajamarca en general y para sus vecinos en la incluso autárquica. Los aportes multidisciplinarios actuales obligan a
costa norte, la producción de tejidos fue —desde tiempos prehispá- repensar con renovadas bases estos temas y señalan nuevos caminos
nicos— una especialidad mencionada de manera reiterada en las cró- que enriquecen el conocimiento y la búsqueda de nuevas categorías
nicas coloniales. La actividad textil era una de las más importantes en de interpretación, como los marcos decoloniales, que, como afirma
el pago de tributos y generó significativas ganancias a los dueños de Aníbal Quijano, nos enfrentan al reto constante de repensar la rea-
obrajes y a los comerciantes de todo el territorio. Por otro lado, sirvió lidad y cuestionar las miradas que, consciente o inconscientemente,
como una especie de «refugio» a ciertos grupos 99 que encontraron en arrastran los enfoques colonialistas.
la producción de tejidos artesanales espacios de «independencia rela- A lo largo del presente libro y a partir de un tema muy com-
tiva» para escapar del trabajo en las haciendas, obrajes o minas. Y, plejo, insisto en conectar estos procesos históricos a la luz de los
cuando lo hicieron, fue de manera muy eventual. avances multidisciplinarios para evitar enfocarlos en forma aislada.
Sin embargo, considero que el desarrollo, la complejidad y la Para el caso de la producción artesanal textil, intento desarrollar
finura de los tejidos no hubieran sido posibles de no haber existido en enfoques enlazados a procesos históricos y socioeconómicos que han
esta región los niveles de especialización que refieren las crónicas y marcado esta actividad. Unos corresponden a tiempos más lejanos
otras fuentes, de manera abrumadora, desde los años más tempranos históricamente y otros son más contemporáneos, pero todos terminan
previos a la invasión europea. Por ello, para entender la producción cruzándose, potenciándose y/o limitándose.
artesanal, en muchos casos es necesario asociarla a otras actividades Conocer el contexto socioeconómico de la actual provincia de
productivas de la población, como la agricultura, la ganadería o la San Miguel, de fines del siglo XIX a las primeras décadas del XX,
minería, y también a los modelos campesinos existentes, a pesar de posibilita la comprensión de la producción artesanal asociada a una
que actualmente no sean muy visibles o se encuentren en extinción. diversidad de actividades que desarrollaban el resto de actores eco-
Es decir, no se puede pensar el desarrollo actual de este conjunto nómicos. Para Taylor (1994), aun en periodos de depresión, como en
de actividades en San Miguel si antes no entendemos el contexto de las décadas de 1860 y 1870, todas las clases sociales involucradas en
las estructuras laborales y agropecuarias, así como los cambios en la economía agrominera de Hualgayoc estuvieron muy integradas a la
Cajamarca y en las regiones circunvecinas con las que ha mantenido economía regional y nacional a través de la compra y venta de merca-
relaciones más estrechas de las que nos atreveríamos a pensar. derías, o de la venta de su fuerza de trabajo. Con el conjunto de sin-
A manera de recapitulación metodológica, las evidencias de la gularidades de esta región relevado por Taylor, el siguiente capítulo
antropología, la arqueología, la lingüística y la historia desbaratan lo enfocaré de manera específica a la producción artesanal.

99 No es un modelo generalizado y solo se da en algunos distritos. Esto se observa en


el primer censo republicano, 1876.
213

Capítulo 4
Los tejidos multicolores de San Miguel

Es mi tierra San Miguel


muy hermosa y amada,
entre montañas encantada
con fragancia de clavel*.

En este capítulo, uno de los más complejos en ela-


borar, me propongo dar cuenta de los diferentes
procesos que ocurrieron y nos permiten comprender
la peculiar producción de tejidos en San Miguel a
lo largo de su historia. La dificultad radica en que,
en algunos casos, los procesos de los que doy cuenta
aquí fueron registrados o escritos desde puntos de
vista etnocéntricos, como —en parte también— lo
hice en mi tesis de licenciatura.
Romper con los modelos coloniales y sus
miradas asociadas no es fácil. Es claro que mis
propios sesgos y pertenencias continúan a pesar de
hacer el ejercicio de «ref lexibidad» (como lo sugieren
varios autores, en especial Rosana Guber, 2005).
Nací en este pueblo, es mi tierra, y reconozco que mi
investigación antropológica ha recibido una lluvia
FOTO 14 Tejedoras Carmen Romero y Martina Hernández. Fotógrafo: Óscar Chambi,
San Miguel, 2006. * Fragmento de Demetrio Quiroz Malca, poeta sanmiguelino.
214 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 215

de sentimientos que inevitablemente manif iestan misorígenes, Estas técnicas, todas para telar de cintura o qallwa como se
afectos, inclusiones y exclusiones. Es un proceso difícil y asumo que reconoce en la región, abarcan desde las más sencillas, como aquella
al abordarlo llevo bagaje subjetivo, que se mantiene como limitación. conocida técnicamente como «tejido plano», que en nuestra región
Sin embargo, estos vínculos también me han permitido lograr se denomina «tejido llano». La variante más frecuente de esta téc-
la empatía necesaria, desde los inicios de la investigación, para dis- nica es la combinación de diversos colores de los hilos y el grosor
frutar del privilegio de conocer y reencontrar a muchas personas en de las líneas rayadas que decoran los pullos o mantas para llevar a
San Miguel, con quienes rápidamente restablecí lazos de cariño, los hijos en la espalda, bultos o carga. El uso de estos pullos, por las
de sangre o simbólicos en mis estancias de campo. El entusiasmo mujeres, son indicadores identitarios y de pertenencias a alguno de
con que hago este tejido de palabras no está exento, obviamente, de los distritos y caseríos de San Miguel101. También son expresiones
vacíos. Pero mi intención, como lo he manifestado, es abrir puertas a de estéticas singulares plasmados en la sola combinación de colores,
nuevas investigaciones, enfoques y discusiones. El tema de los telares asociada a la diversidad y la dimensión de las rayas. Denise Y.
y los tejidos es apasionante y servirá no solo para conocer y reconocer Arnold (2012) analiza este tema para varias comunidades bolivianas
sus procesos, sino como pretexto para reconstruir y recuperar los y lo refiere con una diversidad de simbologías, que al parecer en
vínculos y la memoria histórica que une los norteños pueblos de la San Miguel desaparecieron. Queda todavía vigente la alusión a la
costa, sierra y montaña del Perú y del sur de Ecuador, como hemos «pampa», para referirse a la franja, generalmente de color oscuro y
visto en los capítulos previos. más ancha que el resto de listas que se incluyen en el tejido.
Otras técnicas más complejas102 son las variantes asociadas con
4.1. Una madeja de hilos y colores la urdimbre que puede ser a dos colores o pata, llamada también de
Desde siempre me gustaron los tejidos, pero durante muchos años «doble faz» o «de dos caras». Aquella asociada con la urdimbre es
solo pensaba en lo bellos que eran y en lo complejo de su elabora- la conocida como cuchiñahu (cuchuñahui). El cordoncillo o azargado
ción. Incluso, después de haber registrado esta actividad en la tesis y/o empalmado se usaban para dar texturas y ligeras variantes en
los ponchos que eran para los varones y solo tenían un color. Una
de licenciatura de 1976, no fui consciente de la variedad de técnicas
variante en estas técnicas se relacionan con los tramados que salen
que se desplegaban en la región, las tenía naturalizadas. Quien me
a la superficie y generan figuras. Había otra —que se ha dejado de
hizo reparar en esta riqueza fue Beatriz López Tovar, diseñadora
hacer—, conocida como felfa o felpa (la trama se jala hacia arriba y
textil mexicana y entrañable amiga, quien visitó San Miguel en 2004
se generaban cuadros alternos que combinados eran parecidos a un
y quedó admirada100 de la diversidad de variantes técnicas en telar de
tablero de ajedrez). Existía una técnica, que era muy importante y que
cintura, todavía vigentes, en un territorio relativamente pequeño.
101 No es un proceso exclusivo de la región y viene desde épocas prehispánicas. Es ge-
100
neral, pero quiero señalar la permanencia.
Esta visita me hizo adquirir la conciencia de la diversidad que para mí era «natural»
por haber nacido ahí. Era una singularidad a la que debía prestar atención. 102 En el capítulo 5 se hace una explicación detallada de los aspectos técnicos.
216 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 217

ha sido desplazada, es la conocida como ikat o «teñido de reserva», y otras de inserción en mercados de trabajo temporales en la costa
que era usada para los pañones103 . Se realizaba después del urdido, (agroproductora-agroexportadora). Un elemento que debemos con-
previo al tejido. También se conocían en San Miguel las técnicas siderar es la ausencia de grandes obrajes coloniales, y haciendas en
del telar vertical, para hacer alfombras anudadas y pelloneras para la microrregión. La evidencia prehispánica, colonial y etnográfica
los caballos, que se dejaron de producir a mediados del siglo XX104 . muestra un amplísimo legado de técnicas textiles en las mujeres de
Al parecer, se puede afirmar que el manejo de esta diversidad de estas tierras, que generó un crisol de conocimientos compartidos.
técnicas fue producto —como explicamos en capítulos anteriores— Como uno de los efectos de la conquista y de la colonia, el
de las presencias, permanencias y contactos que se establecieron con aprendizaje de la lengua castellana fue una manera de enfrentar —
grupos étnicos provenientes de las distintas guarangas que «compar- como antes lo hicieron, con la presencia huari e inca— a los recién
tían» —en diversos aspectos— estos territorios. llegados. Creo que aprender la lengua no fue algo novedoso en un
En este capítulo incidiré en una diversidad de factores. En territorio con marcada presencia intercultural, en una suerte de
principio, en aquellos más históricos, como reconocer que la pachaca fronteras porosas. Este hecho se constata en la actualidad con los
de Chondal, a la que perteneció San Miguel, estuvo compuesta por registros de la diversidad de términos o sustratos lingüísticos en la
indígenas provenientes de grupos con elementos culturales diversos, región de San Miguel, que son la evidencia de los legados y huellas
a quienes se agregaron, en la época colonial, algunos europeos y un culturales de etnias y lenguas, ya desaparecidas.
menor número de población de origen africano. Distintas raíces son Con estos argumentos se rompe la imagen de que la región
las que nos han dado origen y nos han forjado. Hoy esas raíces han perdió rápidamente sus expresiones culturales, como efecto de la
crecido y tienen como frutos una serie de identidades y, sobre todo, imposición del castellano como lengua franca. Más bien, refuerzan
expresiones de conocimientos, alegría, creatividad y generosidad. la hipótesis de que San Miguel fue quizá una región de núcleo den, a
Reconocer esta multiplicidad y sus riquezas nos ayudará a respe- la que, en ciertos momentos de su historia, se sumaron hablantes de
tarnos en las diferencias, en el respeto de la alteridad. lenguas muchik, culle y quechua, más tarde el castellano. Incluso tal
vez algo de cat, quingnam y otras que desconocemos.
4.1.1. Revisión de algunos aspectos históricos
Más bien, han ido incluyendo y sumando conocimientos, per-
Empezaré por una revisión histórica. En el registro del censo de 1876 sonas y culturas diversas. Un estudio etnolingüístico y comparativo
figura San Miguel como distrito, tendencialmente campesino. En él de la región norperuana sería ideal para confirmar o refutar estas
destacaban diversas actividades agrícolas, artesanales, comerciales afirmaciones hipotéticas. Sin embargo, los efectos del modelo colo-
103 Sobre el ikat, se hará una explicación detallada. Debo señalar que luego de urdir, se
nial y la progresiva imposición de la lengua española fueron borrando
sometía a un proceso complejo de tintes y después se hacía el tejido en sí mismo, que la diversidad de lenguas de la región norperuana. Si recurrimos a la
es más sencillo, llamado «plano».
etnografía, se constatan las huellas de la diversidad cultural, par-
104 Prendas elaboradas con estas técnicas aún se conservan en San Miguel y pueblos
ticularmente en toponimia, zoonimia, fitonimia y patronímicos de
218 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 219

lenguas originarias, así como en la mayoría de nombres de los ins- Mapa 2


trumentos componentes del telar de cintura. Norte del Perú

Según las investigaciones, crónicas y fotografías, es evidente


la diversidad técnica y estética de los tejidos de esta región. Hubo
grupos que se especializaron en tareas determinadas, desde la pro-
ducción y la obtención de la materia prima, la producción de hilos,
la elaboración de tejidos, hasta la distribución, la comercialización
o el intercambio de las prendas resultantes. Enfatizaré aquí el grado
de especialización alcanzado por las artesanas de la provincia de San
Miguel, cuyos saberes textiles implican un conjunto muy grande de
abstracciones.
Por ejemplo, prever la cantidad de materia prima que necesi-
tarán para elaborar un tejido, según el ancho y largo del mismo, lo
que se asocia a un elevado nivel de conocimientos y cálculos mate-
máticos, que difícilmente podría resolver cualquier persona que no
esté familiarizada con estos procesos. Estos saberes tradicionales
relacionados con la práctica textil no han sido considerados en su
real magnitud. El descuido en valorar la complejidad de los cono-
cimientos transmitidos de generación en generación se enmarca en
una forma de dominación asociada con una visión colonialista que
debemos develar primero para proponer cambios en las miradas.
Proceso que tiene distintos niveles. Puede ir de la academia a los
espacios públicos y privados, y así lograr el amplio reconocimiento
valoración social de las artesanas y sus saberes ancestrales.

4.1.2. San Miguel como eje prismático

Desde las alturas del sitio arqueológico conocido como Ventanillas


de Jangalá, a poca distancia de la ciudad de San Miguel, se aprecia
en toda su magnitud el valle que forma el río Puclush, larguísimo Fuente: Shaedel (1989).
220 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 221

como un tejido de qallwa o telar de cintura. Este río desciende más 4.1.3. Usos ceremoniales del tejido
de mil metros para encontrarse con otro af luente y formar el río
El uso de ciertas prendas tejidas marcó básicamente algunas formas
Jequetepeque. Al norte de San Miguel, en las alturas del distrito de
de distinción o pertenencia. Desde los inicios de la textilería en el
Calquis, empezarán a bajar las aguas que formarán el río Zaña y que
mundo, los tejidos, además de servir para cubrir y abrigar el cuerpo,
se abrirán paso entre los Andes Occidentales. Estos dos ríos son los
se usaron para señalar las diferencias entre las jerarquías al interior
corredores naturales por los que, miles de años atrás, personas, semi- de las etnias, como marcas de pertenencia y fueron un soporte de
llas, textiles y productos varios circularon en diversas direcciones. algunas ideas religiosas. En este sentido, Lumbreras y Rowe afirman
Unos bajaron de la sierra y subieron de la costa, transportados en lo que también se emplearon para la difusión de las divinidades y como
que ahora conocemos como Qhapac Ñan, luego por arrieros y dife- parte del culto durante el Periodo Formativo.
rentes grupos de personas. No está claro si estas prendas se elaboraban como parte de una
Conforme descienden las aguas y la mirada, el verdor de los tributación (tal como hacían los hatunrunas durante el Imperio inca)
paisajes va desapareciendo para dar paso a la aridez de las tierras y si eran fabricadas por especialistas o maestros y maestras artesanas
yungas. San Miguel tiene una suerte de «relación natural» con la (como las acllas de los templos). ¿Quién las ordenaba y administraba?
cuenca del río Jequetepeque y con los territorios que hoy pertenecen ¿Quién las atesoraba?
a las provincias de Chepén y Pacasmayo de la región La Libertad, Durante el Imperio inca, los orejones cuzqueños eran los
así como con la cuenca del río Zaña y las provincias de Chiclayo y únicos que usaban ropa como los tuqapus (tocapus), simbólicos
Ferreñafe de la región Lambayeque (ver mapa 2). La geografía ofrece diseños que fungían como un claro marcador de jerarquía. Por otro
una mirada importante de la formación de los valles interandinos, lado, si se quería halagar a alguien, había que regalarle ropa de los
pero son los tejidos de San Miguel el elemento prismático que per- depósitos que tenían los incas, como parte de un complejo sistema de
mitirá reunir las miradas de algunas ciencias, incluidas la geografía intercambios recíprocos. En la etnográfica actual se constata la pre-
y la hidrografía. sencia de hombres y mujeres en el trabajo artesanal textil en diversas
A través de los textiles, me interesa acercarme a las personas regiones del país. Para San Miguel de Pallaques105 , esta actividad
que los producen, comercian y utilizan. Describir cómo los elaboran fue y es mayoritariamente femenina, si bien no excluyente, ya que
y señalar qué saberes guardan sus productoras, usuarios o quienes
105 Al poco tiempo de haber terminado mi carrera universitaria, fui en 1979 a trabajar
los intercambian, saber en qué condiciones se dan estas dinámicas,
al Proyecto Silvoagropecuario de la Universidad Técnica de Cajamarca (UTC), ahora
descubrir cuál es el «saber hacer» (el know-how) y si —como en el
yo tenía la certeza de que el telar de cintura era «femenino», y, en mi tarea de organi-
caso de los salineros mencionados en la introducción— les agrega zar un taller de textiles en Pariamarca, me costó trabajo entender que en Cajamarca
algún prestigio o valor a las artesanas. Veamos ahora qué otros usos provincia, que está cerca de San Miguel, quienes tejían el telar de cintura, como el
de pie, eran los varones, aunque el resto de las actividades asociadas al tejido las
tienen los tejidos. desarrollaban tendencialmente las mujeres.
222 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 223

muchos de los infantes, jóvenes y hombres apoyan106 la producción ciclo vital: los parientes regalaban ropa en el primer corte de pelo y
de tejidos con ciertas tareas precisas. en el warachikuy [conjunto de pruebas que marcaban el paso de la
Cabe señalar que se sabe poco sobre la extinción de los camé- adolescencia a la juventud] (Polo 1940: 181; 1916: 200-201)». Por
lidos andinos en la sierra norte y si los hubo en la costa. Entre los evidencias actuales también se conoce el uso de elementos mágicos
trabajos pendientes, queda por realizar el estudio de las formas de relacionados con en el hilar y el vestir ropa nueva ceremonial. Murra
producción de las materias primas para la elaboración de tejidos afirma, con base en Murúa (1946: libro III, capítulo XXXIII, página
durante la época prehispánica, porque con la invasión europea y 240) y Guaman Poma (1936: 87), que los matrimonios tuvieron
sus modelos colonialistas se inició otro gran cambio: las especies sanción real. En el nivel local, parte de las ofrendas matrimoniales
originarias, tanto animales como vegetales, se alteraron. Por un institucionalizadas incluían tejidos.
lado, algunas desaparecieron y, por otro, se adoptaron las especies Lo mencionado por Murra y los cronistas citados podría
foráneas. hacernos creer que estas ofrendas ya no son vigentes. Sin embargo,
Entre las nuevas especies vegetales introducidas, el cultivo en varios pueblos de San Miguel, Cajamarca y Lambayeque, así
del nogal permitió incrementar los recursos tintóreos y matizar los como en muchas áreas rurales (y algunas zonas urbanas), los inter-
colores de los tejidos de manera natural. La llegada —también inva- cambios rituales siguen vigentes en las ceremonias de bautizo, corte
siva— de ganado vacuno y ovino107 fue ocupando paulatinamente de pelo y matrimonio.
las grandes áreas de pastizales, mientras los camélidos de la región
Más adelante, Murra (1975: 163) remarca la complejidad de
norte eran desplazados hasta el grado de su desaparición. Esta ocu-
los ritos que acompañaban el rito de pasaje de los jóvenes, según
pación se asoció con los despojos de tierras, como se mencionó en el
los cronistas Molina, (1943) y Betanzos (1968). En especial para la
apartado de las guarangas y las «reducciones», y fue más visible en los
corte y las panacas reales, la ceremonia duraba más de un mes y el
primeros años coloniales, pero se mantuvo desde esas fechas hasta
tejido era elemento muy importante. Durante este rite de passage, el
después de la independencia. Hoy continúa con diversas formas.
joven cambiaba de ropa y cada prenda era regalo de un determinado
Murra (1975: 151-152) fue uno de los primeros en señalar, para
pariente. La finura del tejido, así como los adornos y colores, estaba
la región andina, que las funciones del tejido iban mucho más allá
definido por reglas culturales. Esto que se menciona para el paso
de cubrir las necesidades de abrigo y jugaban papeles muy significa-
de muchacho a varón estaba también presente en otras crisis de los
tivos en las ceremonias: «Por ejemplo, las prendas de vestir aparecen
ciclos vitales, como el matrimonio o la muerte.
como el regalo principal y preferido en todo momento de crisis del
El propio Murra (1975: 152-153) señala que los registros
106 Estas participaciones no tienen mucho reconocimiento público y se ejecutan solo en etnológicos en el Cuzco no solo confirman tales asociaciones, sino
el interior de las unidades domésticas. además sirven para aclarar la identificación simbólica entre la per-
107 -
lidos andinos por lana de oveja.
sona y la prenda. Esto se observa cuando una persona muere:
224 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 225

«Dentro de los ocho días después de la muerte, los parientes y hecho madejas para ovillarlas y urdir el tejido. El proceso de tejido
amigos celebran el p’acha-t’aqsay, es decir, el lavado ceremonial
se inicia con la disposición de los hilos y del urdidor o estacas. Se
de toda la ropa del finado para salvar el peligro de que el muerto
regrese si alguna se queda sin lavar. En la hacienda Sallaq [Urcos, miden y calculan los pesos y según se quiera el producto: poncho,
Cuzco], el lavado lo hacen personas que no son parientes y la frazada, chalina, colcha, pullo, servilletas, individuales u otros.
ceremonia se lleva a cabo al día siguiente después del entierro. En También he escogido los colores en un ensayo mental de las com-
esa zona el octavo día se dedica a la apertura pública del bulto de
prendas de vestir».
binaciones. Sin embargo, queda claro que, al empezar a tejer, puede
que falten hilos de un color o que se rompan al urdirlos, o que se
En Cajamarca y en muchas de sus provincias, entre ellas San Miguel,
enreden tanto que ya no se puedan usar. En todos los casos, siempre
se realiza también un lavado ceremonial de las prendas de una per-
habrá que buscar una solución.
sona que acaba de fallecer. La diferencia es que en este caso se llama
Los hilos desenredados me condujeron desde la definición de
«lava» o «quinto» y se realiza a los cinco días de la muerte. Esto es
Rostworowski y Remy (1998) sobre las «territorialidades disconti-
una etapa del duelo y luego es posible ya repartir la ropa personal y de
nuas», que dan cuenta de cómo los asentamientos de la población o
cama de la persona fallecida. Todavía pude registrar entrevistas con
grupos con pertenencias o adscripciones étnicas distintas compartían
las mujeres que recordaban la preparación de tejidos, que mostraban
territorios, y probablemente —intercambiaban— saberes y oficios109.
la capacidad de una joven mujer para contraer matrimonio.
Es decir, diversas pachacas, tanto originarias como las que se asen-
Lo que es bastante claro es que el valor simbólico de los tejidos
taron en esta región desde zonas yungas, guayacundas y tal vez otras
tiene una larga historia y diversidad de sentidos, en la civilización
andina, en San Miguel y en otras provincias de la región Cajamarca más lejanas como los Chachapoyas, lograron convivir y compartir
continúa vigente. Hay una gran variedad de trabajos e investiga- los territorios de esta microrregión en una suerte de convivencia
ciones para la región sur y centro andina108 . Sin embargo, tanto la intercultural110 .
costa como la sierra norte continúan rezagados en los estudios, con Estos grupos se adaptaron y aportaron a procesos locales, pero
honrosas excepciones, de arqueología, historia y lingüística. Ahora mantuvieron sus singularidades, como lo evidencian la pervivencia
veamos qué pasa en San Miguel. de sustratos lingüísticos, creencias, conocimientos, tradiciones y
saberes diversos. Todos estos elementos están registrados en los estu-
4.2. San Miguel en la historia: los ovillos listos para el urdido dios arqueológicos, lingüísticos, históricos, etnográficos ya citados,
e incluidos en la bibliografía más importante. Sobre estas bases gran
Avanzando con la apuesta inicial, reúno en esta parte los hilos de parte de los territorios de la actual provincia de San Miguel y otros
varias historias que tal vez aparecían como madejas sueltas. En los del departamento de Cajamarca fueron ocupados así, desarrollando
capítulos previos he presentado argumentos, desenredado nudos,
109 Este es un agregado mío, a base de los argumentos que desarrollaré.
108 Se incluyen en la bibliografía, y se los aludirá para hacer comparativos cuando sea
pertinente. 110 Como la base de lo que ahora reconocemos como la provincia de San Miguel.
226 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 227

formas de convivencia intercultural, en sus actividades productivas por colonos de distinta procedencia. Nada más alejado de la noción
como la agricultura, la ganadería de camélidos andinos, la textilería, española de «provincia» que este peculiar patrón andino de ocu-
la cerámica, la orfebrería y otras. pación del suelo, cuyo objetivo no era otro que el de optimizar la
La conexión y convivencia de lenguas en San Miguel se con- producción mediante el aprovechamiento de la mayor variedad de
firma gracias al estudio de los sustratos lingüísticos, que perviven entornos étnicos y ecológicos. Este patrón fue característico de la
en las singulares formas del habla cotidiana que tenemos los pobla- región cajamarquina en su conjunto. Como ya señalé, desde antes
dores de San Miguel111. Los topónimos, los apellidos, los nombres de los incas y hasta bien entrado el periodo colonial, conf luyeron en
de herramientas o de tareas, en muchos casos, son las únicas pruebas este territorio grupos de distinta procedencia geográfica y étnica.
para esgrimir la presencia o ausencia de determinados idiomas ya En cuanto a la producción de tejidos, quizá en cada guaranga
extintos, como se observa en el mapa que propone Alfredo Torero preínca existieron grupos de especialistas textiles (personas que solo
(2005: 50) de las áreas probables de lenguas mesoandinas hacia 550 hilaban, tejían, teñían, cosían o bordaban) que producían no solo para
d. C. (ver mapa 3) y que continúa trabajando Luis Andrade. El el autoconsumo, sino también para el intercambio. En efecto, desti-
lingüístico es otro de los elementos que se agrega a la tesis de las naron una serie considerable de prendas de alta calidad para las cere-
«presencias multiétnicas» en esta región como efecto de las «terri- monias rituales, en las que seguramente estos especialistas participaron
torialidades discontinuas» y de la posterior presencia de mitimaes de manera activa. Cuando llegaron los incas, en su expansión hacia el
incas en la región. Respecto de estas etnias, Hugo Pereyra Plasencia norte, es probable que el modelo se repitiera. Es decir, se intercam-
(1996: 176) menciona: biaron saberes e incorporaron otros con nuevos grupos étnicos.
«Antes de la llegada de los españoles, el área que estudiamos tuvo Esta propuesta hipotética considera al tejido como núcleo
tres ámbitos étnicos relativamente diferenciados. Hacia el norte se o eje paradigmático y entrelaza fuentes disciplinarias. La arqueo-
encontraba Huambos. El centro estaba poblado principalmente por lógica basada en varios autores; la histórica, en los estudios de
habitantes de las Siete Guarangas, de Cuismanco, Chuquimango,
Rostworowski, Remy, Espinoza, Noack y Ramírez; la lingüística,
Chondal, Bambamarca, Cajamarca, Pomamarca y Mitmas. Hacia
el sur se encontraba la etnia huamachuco. Estos ámbitos étnicos en Torero y Andrade. También reseño con cuidado la presencia en
darán posteriormente origen a las ‘provincias’ coloniales de nuestras formas lingüísticas del habla castellana de palabras que
Huambos, Cajamarca (propiamente dicha) y Huamachuco».
corresponden a diversos estratos lingüísticos. Me refiero a topó-
Pereyra Plasencia (1996) hace una acotación importante al referirse nimos como Sunudén, Llagadén, Tumbadén, Campodén, Lipoj,
a ámbitos «relativamente diferenciados» debido al espinoso pro- Paiaj, Lipiaj, Llapa, Calquis, Lives, Chulis, Ñihuilán, Yamalán,
blema de la «territorialidad discontinua» de la época prehispánica, Chiapón, Catamuche, Chuad, Niepos, Tongod, Lauchamud,
en particular de las llamadas «islas multiétnicas», que eran habitadas Sayamud, Canchán, Cochán y muchos otros. También apellidos,
como Llique, Farro, Malca, Monsefú, Quispe, Lingán, Yeckle,
111

de Pallaques. Chuquilín, Chuquicajas, Tucto, Terán, Páucar, Cóndor y Quiliche.


228 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 229

Mapa 3 Así como a palabras de habla cotidiana, como ushun (para referirse a
Lenguas mesoandinas un insecto), cusao (la papa más grande en la cosecha, cuya propiedad
es de quien la encuentra); a interjecciones como achachay, achichín,
alalay, atatay, para expresar calor, miedo, frío y asco, respectiva-
mente. Y particularmente a algunos nombres de los instrumentos del
telar de cintura local regional, como kungallpo, putij, chamba, qallwa,
siquicha, hillahua y chana, en que se constata la armoniosa presencia
del den, culle, quechua y muchick.
Cajamarca abarcó el territorio conocido como las Siete
Guarangas, y la actual provincia de San Miguel se ubicaba en
Chondal. Después de los primeros años de conquista, el reparti-
miento original se dividió en dos, según Pereyra Plasencia (1996:
177-178): el 19 de octubre de 1542, Vaca de Castro separó del repar-
timiento original asignado a Melchor Verdugo guarangas de Chondal,
Bambamarca y Pomamarca, como lo detallamos adelante. Esto ori-
ginó un juicio entre Jordana Mejía y Beatriz de Isasaga, viudas de
los encomenderos originales. Luego, en 1630, por decisión real, se
«reunificaron», al ser otorgadas al conde de Altamira, que vivía en
España. En 1630 este repartimiento ofrecía 11.000 pesos de renta y
fue gozada por tres vidas más, hasta que en 1720 se debía incorporar
a la Corona.
Como se vio en el capítulo anterior, la región no solo tuvo una
gran población indígena, sino que también atrajo una considerable
población europea. Pereyra Plasencia (1996) sostiene que la caída
demográfica en la región Cajamarca fue menor112, en comparación con
el resto de las provincias. En especial, al inicio de las etapas deno-
minadas Conquista y Virreinato. Ello la volvía más atractiva todavía.

112 Una especie de «espacio de refugio» frente a la caída estrepitosa que en el resto de
todo el Tahuantinsuyo registró, evidentemente esto también se tendría que conti-
Fuente: Torero (2005). nuar investigando.
230 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 231

4.2.1. Chondal, la guaranga madre Este caso no puede pasar desapercibido por varias razones:
a) Es la única oportunidad que se nombra dicho pueblo en toda la
Por su parte, Pilar Remy (1992: 40) analiza un documento que visita, y que, además, queda fuera del área de jurisdicción, no
forma parte del litigio entre dos encomenderos, mejor dicho, entre solo de Chondal, sino de la etnia de Guzmango. Santa Cruz
sus viudas113 . En el texto aparece la guaranga de Chondal y aclara está cerca de Lambayeque. Cuando el visitador, después de
visitar Tacabamba y hacer un alto en Chota, descendió hacia
un poco sobre su origen. Los territorios del norte habían sido entre- el sur, el primer pueblo que visitó fue San Matías de Payaca,
gados en calidad de encomiendas así: la «provincia» de Cajamarca ‘primero pueblo de Chondal’, y de allí pasó a Santa Cruz de
era la denominación hispana para el territorio ocupado por el reino Succhabamba. Es probable que la pachaca de Payaca, a la cual
pertenecían los pobladores de esta aldea hayan controlado tie-
de Guzmango, que comprendía las actuales provincias de Cajamarca,
rras al norte de la jurisdicción de su guaranga.
Celendín, Contumazá, Chota, Hualgayoc y San Miguel. b) Hay que considerar la situación de mitimaes. Se denominó así
Al norte se hallaba la provincia de los Huambos, encomienda a aquella población movilizada de su lugar de origen a otra
de Lorenzo de Ulloa. Al sur, la de Huamachuco, cuyo encomendero zona, sea por razones económicas, políticas o militares. Los
Guzmango tenían mitimaes en otras provincias, así como en
fue Juan de Sandoval. Ambos contemporáneos de Melchor Verdugo. Cajamarca había mitimaes de otras etnias.
Estas «tres provincias» hispanas correspondieron, cada una, a una c) Son mitimaes yungas, o sea, habitantes de las zonas bajas y
encomienda en los primeros repartos que hizo Francisco Pizarro. cálidas cercanas a la costa. Es probable que estos mitimaes que
En tiempos prehispánicos parecen haber sido grupos con muchas poblaron la zona de Santa Cruz de Succhabamba fueran asimi-
lados por Chondal e incorporados a la pachaca de Payaca».
relaciones entre sí, como se explicó en los apartados previos.
Remy (1992: 67) describe las guarangas (huarangas) y señala su En la descripción que hace Remy114 de la guaranga de Chondal se
aprecian también las relaciones de esta con Tacabamba (límite con la
ubicación en los actuales territorios. En este caso, cito en extenso
provincia de Huambos y los Chachapoyas), así como en la mención al
la descripción de Chondal, porque al parecer fueron sus pachacas y
pueblos los que habrían formado la actual provincia de San Miguel: 114 Con el ánimo de mostrar la intensidad de relaciones e intercambios, incluyo también

«La guaranga de Chondal era la segunda en número de habitantes nunca guaranga hasta los documentos del siglo XVII. Malcadán se desprendió de la
en el reino de Guzmango. Estaba localizada en la actual provincia guaranga de Chuquimango en un proceso semejante al anterior (Colquemarca). Se
de San Miguel de Pallaques, alrededor del distrito de Niepos. Es localiza en el área comprendida entre la guaranga de Chondal y la de Chuquimango,
la zona occidental del departamento de Cajamarca, bastante cerca con la que compartía la mayoría de los pueblos. El más importante era el de San
Lorenzo de Malcadán. También tuvo pobladores en San Pablo de Chalaques, San
del límite con los departamentos de Lambayeque y la Libertad.
Esteban de Chitilla y San Bartolomé de Tacabamba». Uno de los caciques de las Siete
Los pueblos más importantes de esta guaranga y que no aparecen Guarangas apellidaba Malcadán/Malcaden. En la actualidad es muy frecuente el ape-
compartidos son: San Juan de Pingomarca, San Rafael de Nipos, llido Malca (que pudiera haber sido originalmente más largo y que en los procesos
San Miguel Catamoche y San Matías de Payaca [...]. coloniales de cambios en los apellidos pudo haberse quitado la terminación -dan o
Es importante destacar que, en el pueblo de Santa Cruz de -den). Las narraciones orales, como las que contaba mi abuelo materno Secundino
Succhabamba, la pachaca de Payaca tenía visitados mitimaes yungas. Malca, repetía que descendíamos del cacique de las Siete Guarangas (que era un
título indígena) de nombre Capistrano Malca (personaje que no he ubicado). También
debo señalar que las terminaciones -dan y -den serían otra evidencia de que eran
113 Jornada Mejía, viuda de Melchor Verdugo, y Beatriz Isásaga, viuda de Garcia Holguín. hablantes de la vieja lengua mencionada por Torero.
232 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 233

pueblo de Santa Cruz, muy cercano a Lambayeque, que correspon- de Chuquimango y Malcadán (que se orientan hacia el sur) y la de
dería a ciertos lazos e intercambios asociados con la producción textil Cajamarca (hacia el este). A partir de San Esteban Chitilla, hacia
y que se reflejan en la presencia de conocimientos comunes (teñidos el sur, empiezan Guzmango y Colquemarca. Asimismo, este pueblo
de reserva o ikat). Técnicas y lazos que en los casos de San Miguel y está muy próximo a San Antonio de Caxamarca y frente a San
Tacabamba continuaron hasta la primera mitad del siglo XX. Pablo Chalaques. Ambos son espacios de convergencia. Los pue-
Sobre la distribución geográfica de las guarangas y parciali- blos visitados en 1578 tuvieron más importancia para la guaranga de
dades, Remy (1992) llama la atención de cuatro pueblos compartidos Pomamarca que para cualquier otra, aunque todas las demás tienen
por todas las guarangas: San Bartolomé de Tacabamba, San Gabriel pobladores en ellos. Sin embargo, ya hemos advertido que parecen
de Cascas, San Pablo de Chalaques y San Esteban de Chitilla tener el carácter de reducciones. Vemos, pues, que a pesar de que la
(Chetilla). Remy sugiere reparar en el hecho de que San Bartolomé administración hispana había empezado a realizar modificaciones en
de Tacabamba y San Gabriel de Cascas constituían las localidades las estructuras andinas con la aplicación de las reducciones, la visita
más extremas de la etnia, y, por tanto, se encontraban muy alejadas de 1571-1572 aún nos permite apreciar los patrones de poblamiento
de la «sede» de su respectiva guaranga. tradicionales y su ubicación original, insiste Remy.
San Bartolomé de Tacabamba se ubicaba en el extremo Si tuviéramos algunas otras evidencias etnográficas e his-
noreste de la etnia, correspondiendo a la jurisdicción de la guaranga tóricas, tal vez podríamos desentrañar la singular lógica que guía
de Bambamarca. San Gabriel de Cascas se encontraba en la región la «territorialidad discontinua» con presencias multiétnicas en los
bordes fronterizos de estos territorios, pero también en los espacios
suroeste, en la jurisdicción de Guzmango y en límite con Huamachuco
centrales de las guarangas, con el ánimo de comparar y temperar las
y los Yungas. A partir de esto afirma: es probable que la concentra-
relaciones sociales y sus espacios de intercambios con presencia de
ción de población en estos pueblos se deba a razones estratégicas y
varias lenguas.
políticas, para mantener el vínculo con las poblaciones vecinas. A esto
Remy (1992: 70) menciona que, en la visita de Barrientos de
se podría agregar que también en las cuatro posiciones estratégicas se
1540, hay una referencia muy clara de grupos de mitimaes, no sujetos
comparten los territorios o pueblos. La excepción, según Remy (1992),
a Guzmango, entre los que mencionan a los Chachapoyas, Huambos
serían San Pablo de Chalaques y San Esteban de Chitilla, pues ambos
y Yungas sirviendo en los tambos de Cajamarca por orden del inca.
estaban situados en el centro del territorio de la etnia. La caracterís-
Pero además de estos, que serían los de última imposición, estaban
tica de estos, por su ubicación geográfica, es la de ser límites entre
los otros grupos que Rostworowski (1992) alude en el apartado ante-
los territorios de las guarangas, a excepción de la de Bambamarca.
rior, que no eran considerados forasteros. También Dammert Bellido
En San Pablo Chalaques115 termina el área de Chondal y empieza la
(1997) nombra estas presencias de yungas y Chachapoyas alrededor
del tampu116 de Cajamarca.
115 El importante complejo arqueológico de Kuntur Wasi se encuentra en San Pablo, lo
que indica una presencia muy antigua de asentamientos preíncas, como se señaló en
el apartado de arqueología. 116 Tampu o tambo era centro de acopio de alimentos y ropas, asociado al Camino Inca.
234 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 235

La extensa cita de Remy hace ref lexionar sobre los pueblos que San Matías de Payaca127. Algunos de estos nombres tendrían relación
fueron reducidos y cómo en la actualidad seguimos encontrando una con el muchik, por ejemplo, Chanchán, Mezique, Catamoche.
diversidad y riqueza de técnicas asociadas al clásico telar de cintura117 Si se observa con cuidado el anexo de la visita y los cuadros
en San Miguel y en la mayoría de sus actuales distritos y caseríos. de Rostworowski y Remy (1992: 88-90), podríamos ver en detalle la
Esto nos llevaría a repensar esta riqueza de técnicas como uno de guaranga de Chondal, sus pachacas y la composición de los pueblos.
los efectos de la presencia de diversos grupos adscritos a los viejos Se observa que San Miguel de Catamoche tenía 163 integrantes de
modelos de asentamientos territoriales discontinuos desde épocas la pachaca de Pingomarca, 213 de Nipos, 168 de Polloques y 226 de
preíncas, los que siglos después se enriquecieron con los aportes de Payaca, en total, 770. Supongo que, según el levantamiento que se
los mitimaes incas y, décadas más tarde, se combinaron gracias a las hizo en la visita, eran el total de las personas asentadas en este centro
políticas reduccionistas del virrey Toledo. poblado. El otro pueblo en el quiero poner atención es San Matías de
Payaca, que tenía 14 integrantes que provenían de Pingomarca, 17 de
4.2.2. Una antigua pachaca con especialistas textiles
Polloques, 345 de Payaca. A esto se agrega los grupos mitimaes: se
Al revisar el apéndice 1 de Rostworowski (1992: 22-24), encontré mencionan 72 cañaris en San Matías Payaca y 4 del mismo grupo en
que, para la guaranga de Chondal118 , se mencionan las siguientes San Miguel de Catamoche.
pachacas: Pingomarca, Polloques, Nipos, Paiay 119, Yungas y Paiaca, De la etnia Guayacóndor 56 en San Matías Payaca, y 29
así como los pueblos de San Rafael de Nipos 120 , San Juan de oriundos de Collasuyo en el mismo poblado. Serían estos los dos pue-
Pingomarca, San Joseph de Chanchán, San Gregorio Mezique 121, blos que hipotéticamente se «redujeron» en San Miguel de Catamuche
San Miguel Catamoche122 , San Pedro de Livie123 , San Bartolomé —inicialmente—, y por —todavía— desconocidas razones se trasla-
Tacabamba124 , Santa Cruz125 de Sochabamba, San Andrés de Llapa126 , daron a su actual ubicación128 , conservando solo el primer nombre del
117 También habría que preguntarse si las técnicas de la cerámica, por ejemplo, son tan arcángel católico San Miguel, pero y otra vez —es una suposición
diversas como la tradición textil.
mía— tomó el «apellido» inicial de Payacques, debido a la mayor
118 Ya se explicó que abarcaba los actuales territorios de la provincia de San Miguel.
proporción poblacional —payaca— que esta pachaca tenía, como se
119 Las cursivas son mías.
señaló líneas antes.
120 Distrito de San Miguel, en la actualidad Niepos.
121
También debo mencionar que en el pueblo de San Andrés de
Distrito de San Miguel. Mezique podría tener origen muchik
122
Llapa (que continúa perteneciendo a la provincia de San Miguel), se
Era una hacienda y ahora es el pequeño centro poblado de Catamuche.
123 Existe el centro poblado Lives, que fue hacienda.
registraron 58 personas que provenían de Pingomarca, 3 de Nipos,
124 Tacabamba es un distrito de Chota, donde hasta la actualidad la técnica ikat es vi- 4 de Polloques y 372 de Payaca. Mi insistencia es señalar que el
gente para los paños o chales que se usan en Bambamarca.
125 Actual provincia que colinda con San Miguel. 127 Existe un centro poblado llamado Payaj o Payac.
126 Llapa es un distrito de San Miguel. 128 Como acertadamente lo explicó José Rodríguez Villa (2015 y 2016).
236 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 237

«apellido» Payaques que nos identifica tendría un probable origen en El recorrido de la visita, que empezó en octubre de 1571, arroja
esta presencia mayoritaria del grupo de Payaca o Payac129. una lista de los pueblos de la región: San Lucas de Manchapampa de
No hubiera podido plantear esta hipótesis sin los valiosos Celendín, Todos los Santos de Llaucán, Santa Clara de Yanabamba,
aportes del colega José Rodríguez Villa (2015), que encontró y San Bartolomé de Tacabamba, Chota, San Matías Payaca (primer
publicó un documento en que se menciona que existió un pueblo pueblo de Chondal131), Santa Cruz de Succhabamba, San Agustín
viejo de San Miguel que pudiera ubicarse en Catamuch o Catamux Cataxa, San Rafael Nipos, San Juan de Pingomarca, San José
(ahora conocido como Catamuche). Así, constatamos que en esta de Chanchán, San Gregorio de Mozique, San Pedro Livie, San
«reducción» existían diversas pachacas y grupos de mitimaes de otros Miguel Catamuche, San Andrés de Llapa, San Bernardo de
grupos étnicos. Se ponía poca atención en Catamoche, que se registra Chumbil, Nuestra Señora de la Concepción de Llamadén, San Pablo
también como Catamuche. Así, las dos últimas sílabas de la palabra Chalaques y otros más. Por este recorrido, podríamos afirmar que
podrían asociarse a moche. En los poblados Chanchán y Mozique existían senderos o ramales del Camino Inca o Qhapac Ñan132 que
(que también figura como Mezique), el primero sería coincidente con unían los pueblos mencionados siguiendo ese orden, más aun cuando
el nombre de la capital del gran reino Chimor (en San Miguel existe sabemos que en momentos tan tempranos de la Conquista (fines del
hoy un centro poblado llamado Canchán) y el segundo sería una siglo XVI) el modelo colonial habría continuado usando los caminos
variante de muchik o mochica o, tal vez, originalmente fue Mozique, prehispánicos.
lo que ahora llamamos mochica. Sobre el origen de la población sanmiguelina, en el texto
Recapitulando, la guaranga sería una especie de provincia
de Rostworowski y Remy (1992: 106) se menciona la distribución de
o etnia, y la pachaca sería sinónimo norteño de aillu. La singular
las pachacas y sus respectivas autoridades. En Chondal, el curaca era
presencia de una diversidad étnica en los pueblos se reflejó tam-
Sancho Tantachanon, que era también el principal de Pingomarca,
bién en las guarangas, como «territorialidades discontinuas» según
y estaba Francisco Tantaxaxas en Nipos, Martín Guacchapayco de
Rostworowski y Remy. Es probable que estos grupos repartidos en
Polloques y Gómez Chuquinchanchas de Payaca. Estos elementos rela-
territorios diversos hayan originado grupos multiétnicos. El ejemplo
cionados nos llevan a pensar que se pudieron unir los nombres de las
de la presencia yunga, desde mucho antes de la llegada de los incas,
dos pachacas mayoritarias, es decir, Polloques y Payaca en San Miguel
resulta fundamental. Posteriormente, ya como efecto de la presencia
de Catamuche o Catamoche, que tal vez tendrían una cierta relación, y
de los cuzqueños, arribaron otros grupos mitmas130 , como los cañaris,
luego serían trasladados al actual pueblo de San Miguel.
guayacondores y collasuyos.
No se tienen certezas. Quedan las inquietudes para seguir
129 uniendo algunos hilos que quedarán sueltos. Se necesitaría hacer un
este caso, podría referirse a especialistas que se agruparon y cuyo nombre fue ajus-
tado por quienes tomaban los registros en el castellano del momento. En el quechua 131 El paréntesis y la información viene en el anexo 2, que Remy (1992: 103) menciona
qallwa. como el itinerario de la visita de Cajamarca.
130 Con un sentido más del modelo inca: asociado a presencia y dominio. 132 Tarea que bien podría ser una investigación conjunta de arqueólogos y antropólogos.
238 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 239

seguimiento de los apellidos y también un recorrido por los poblados pero podrían haber tenido un antiguo origen común en los grupos
para ubicar algunos puntos, así como observar los cambios de nom- de especialistas que se habrían desplazado por rutas que se dejaron
bres que se registraron en 1571. Por ejemplo, existe en esta microrre- de utilizar. También sería necesario conocer algunos detalles de la
gión el apellido Chuquicajas, que podría tener ciertas variaciones y producción artesanal de las actuales provincias de Cutervo y Santa
haberse originado en el de Chuquinchanchas. También hay poblados Cruz que por las referencias históricas y etnográficas compartieron
que se llaman Paiaj, Chuad y otro que mantiene la denominación de esta técnica de teñido. Lo mismo en Piura, específicamente Ayabaca.
Catamuche, que podrían estar marcados por presencia de especia- Todo esto nos deja muchas interrogantes por resolver para desen-
listas en tejidos finos, llamados en el quechua sureño pallay, porque redar nuestras madejas.
siempre había variaciones de los nombres en diversas regiones. Más El tráfico de personas y productos por las rutas de intercambio
adelante ampliaré estos elementos para continuar golpeando la era —al parecer— muy f luido desde antes de la llegada de los incas a
qallwa y avanzar el tejido. la región. Así continuó bajo su dominio. Estas rutas se mantuvieron
En este momento solo enfatizo aquellos nombres que perte- tras la llegada de los conquistadores, a pesar de la desestructura-
necen a la guaranga de Chondal, que fue una parte que se redujo en ción severa que sufrió este complejo sistema de caminos e intercam-
el pueblo de San Miguel y algunos de los actuales caseríos o centros bios. Por otro lado, la «aparente rápida integración» al castellano
poblados, que podemos reconocer, y que han mantenido sus nombres de los indígenas norteños, entendida por los conquistadores como
casi originales como Catamuche, Niepos, Llapa, Paiaj, Lives. aceptación de su modelo (y por los antropólogos como «pérdida,
Tacabamba merece un comentario aparte porque geográfica- aculturación y ausencia de identidades propias»), podría haber sido
mente está en la actual provincia de Chota, a una considerable dis- —contrariamente a lo que se cree— una estrategia colectiva de per-
tancia de San Miguel133 . Sin embargo, debo señalar que en ambos manencia en la diferencia a lo largo del tiempo, una singular forma
pueblos se producían los pañones o paños de leche en la técnica ikat de resistencia que mezcla una aceptación aparente con la rebeldía, lo
de teñido de prendas. San Miguel dejó de producirlos hacia la década que ahora se llama «resiliencia».
de 1950134 porque se crearon y fomentaron otras prendas para la venta Algo parecido a cómo la cerámica cajamarca se mantuvo en su
al exterior (ver siguiente capítulo). En cambio, en Tacabamba todavía singularidad de caolín, a pesar de las presencias huari, inca e his-
en 2019 se continuaban produciendo los paños con teñido ikat, pánica. Se podría pensar que, cuando llegaron los europeos, varias
como prendas orientadas a un mercado local-regional. Lo menciono etnias norteñas se habrían «aliado» con ellos como forma de libe-
porque, si bien están ubicados en Cajamarca, no son circunvecinos, rarse de la opresión del poder cuzqueño, pero, cuando se percataron
133 Es probable que si las primeras visitas que se hicieron siguieron el orden registrado,
de que el hispánico era un fenómeno colonial de peores dimensiones,
entonces estos poblados habrían estado unidos por una red de caminos, que en buscaron las estrategias para resistir y luchar por sus derechos, cono-
algunos casos se mantuvo y en otros se fue descuidando, producto de los cambios
originados con la Conquista y el Virreinato. ciendo y usando —en la mayoría de casos— la legislación colonial.
134 Quiroz y otros (1978). Para esto, el manejo del castellano era indispensable. Insisto en que
240 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 241

los procesos son mucho más complicados de cómo los habíamos Un complemento a los argumentos de los autores ya señalados
observado o explicado. Lo que nos prueba, una vez más, que somos fue la revisión de los diccionarios tempranos que registraron un gran
nosotros quienes tenemos dificultades para comprenderlos. número de palabras relacionadas con la actividad textil: tejedores
La tradición textil de Cajamarca, en general, y de San Miguel, de algodón, cumbicamayos o sederos135 , sastres, tintoreros, teje-
en particular, ha quedado suficientemente registrada en las crónicas dores, bordadores, entre otras. A estos términos se suma el trabajo
coloniales que admiraban la calidad y cantidad de los tejidos alma- de Hampe Martínez, citado en el capítulo anterior, que presenta
cenados en el tambo que los incas habían edificado en Cajamarca. la destacada proporción que tuvieron los tejidos en la composición
del tributo de las guarangas al integrarse al modelo colonial en las
Recordemos que la producción no solo cubría las necesidades de
«encomiendas».
los pobladores, sino que además se intercambiaban los excedentes.
Las razones expuestas, en especial la de Remy (1992), me
Aunque no contamos con evidencias directas, solo las colaterales
llevan a suponer que San Miguel fue un pueblo que surgió de la
que mostraron Rostworowski y Espinoza en el estudio de la visita
política de reducciones impuestas por Toledo sobre las antiguas gua-
de González de la Cuenca en 1566-1567.
rangas y pachacas de San Miguel de Catamoche y San Matías de
En el documento se daba cuenta que diversos curacas de
Payaca, que más tarde pudieron haberse unido y convertido en San
pachacas y guarangas de especialistas reclamaban por la manera como Miguel Catamux o Catamuche, primero, y después en Payaques,
les habían asignado el tributo y solicitaron algunos privilegios para reducción que habría combinado los nombres de San Miguel con
cumplir con su papel de recaudadores de impuesto. Sin embargo, Payaques. Esto no deja de ser una suposición, porque no se cuenta
Espinoza (1987) dedica dos tomos a probar la existencia de arte- con ninguna evidencia sobre una fundación colonial del pueblo, ni
sanos especialistas, transacciones y formas de pago durante los siglos otros documentos.
XV y XVI, aunque Franklin Pease (1992) matice estas propuestas. El texto de Remy incluye también los nombres de las autori-
El trabajo pionero de Waldemar Espinoza cambia el estereotipo de dades de cada guaranga. Por ejemplo, para la guaranga de Chondal
sociedades autárquicas y poco integradas entre la costa, la sierra y y la pachaca de Pingomarca, se menciona como curaca a Sancho
la ceja de selva. Demuestra la complejidad de la división social del Tantachanon. En Nypos, a Francisco Tantaxaxas; en Polloques,
trabajo en las etnias norteñas en especial, así como la existencia a Martín Guacchapayco, y en Payaca, a Gómez Chuquichanchas.
en estos grupos de unidades domésticas o pachacas (para el norte Menciono estos nombres porque es interesante compararlos con
no se mencionan aillus, término cuzqueño, al menos al inicio del los obtenidos por José Rodríguez Villa (2015) en su estudio que
Virreinato) con altos grados de especialización técnica. da cuenta de un documento que se ref iere a una escritura de
También debieron existir «especialistas en intercambios»
135
porque llamarlos «comerciantes» o «mercaderes» no daría cuenta -
jado: la seda no se producía en esta parte de América en esos años, ya en el virreina-
cabal de las labores del oficio que desempeñaron estos personajes.
242 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 243

compra-venta, fechado en 1606, otorgado por cuatro caciques y prin- «viernes 8-XI-1532 se inicia el ascenso y penetración de la cordi-
llera, travesía que duró una semana y se cumplió por Niepos, San
cipales del pueblo de San Miguel: Cristóbal Supaicaca, Cristóbal
Gregorio, San Miguel, Llapa, Tambo Antiguo, El Empalme, Inga
Chuquichanchas, Bernabé Chuquixaxa y Alonso Chumpi, a favor de Tambo, Yanahorco, Porcón, y Huambocancha; viernes 15-XI-
Alonso Sánchez de Sotomayor, encomendero de Cajamarca, quien 1532, Pizarro y sus hombres avistan Cajamarca desde las alturas
ocupaba unas tierras de la comunidad para la cría de ganado. Aquí de Shicuana; al noreste del valle y se aposentan en la ciudad».

se constata la permanencia del apellido de uno de los principales Dammert Bellido (1997: 27-30) cita también a Del Busto (1967) en
(Chuquichanchas) con menos de cuarenta años de diferencia. relación con las jornadas de Piura a Cajamarca. Extraigo unos frag-
mentos que señalan la ruta que tomaron para llegar a la sede actual de
4.2.3. Consideraciones para urdir su historia
esta provincia y las razones por las que habría tomado esta decisión:
Para acercarme a los registros históricos coloniales de San Miguel, «toda esta ruta andina de Pizarro debió hacerse por la orilla
tomaré de manera complementaria136 parte de la narración del viaje izquierda del río Saña, pasando seguidamente a Niepos, San
de Francisco Pizarro de Tumbes a Cajamarca. Empezamos con el Gregorio, San Miguel y otros lugares de esta región que llevan a
Cajamarca».
cronista Cristóbal de Mena cuando ubica a Catamuch como el lugar
donde los españoles se detuvieron en su avance hacia Cajamarca. Según lo señalado, no queda duda de que San Miguel estuvo en
Transcribimos un fragmento de la publicación que hizo Barrenechea la ruta de la conquista. El mapa 1 sobre las rutas del Qhapac Ñan,
(1967: 82) de la relación hecha por el cronista: nos da una idea general de la cobertura y los diversos ramales de
esta compleja red de caminos que, como se observa, atravesaba no
«llegamos a una fortaleza cercada que está encima de una sierra
en un malpaso; está cercada de piedra, acentada sobre una sierra solo el Perú, sino Ecuador, Bolivia, Chile y Argentina. Otro viajero
cercada de peña tajada [...] el gobernador subió a la sierra: aquel importante que también registró la probable ruta de Pizarro hacia
día fue a dormir a un pueblo a una legua de distancia de aquella
Cajamarca fue Antonio Raimondi (1965: 26), quien sigue lo narrado
fortaleza: a donde está una casa fuerte, de cal y canto, donde
solía aposentar el señor de aquellas tierras y la retaguardia vino por los cronistas:
a dormir a la fortaleza. El otro día por la mañana quedava otra «En este punto dejaron el camino que seguía por la costa y conti-
sierra muy alta que estaba arriba del pueblo y el camino yva por nuando hacia arriba por la quebrada de Saña, llegaron [...] al pie de
ella». la sierra, donde reposaron un día antes de empezar la subida. Este
punto correspondería con las ruinas de un pueblo que se observa
Según José Antonio del Busto (1967: 32), estos son lugares por los a una legua antes de la hacienda Nanchó. Desde allí empezó la
que pasaron los españoles cuando tomaron la ruta hacia la sierra de áspera subida a la fortaleza ubicada en media cuesta; allí paró el
Cajamarca: gobernador a descansar y comer; de allí fue a dormir a otro pueblo.
El gobernador se aposentó aquella noche en aquel pueblo en una
136
casa fuerte, cercada de piedra labrada [...].
Parte de esto ya se incluyó en las descripciones del curacazgo de las Siete Guarangas
y sus pachacas correspondientes, y en el modelo colonial conocido como corregi- Desde este punto ya no es posible seguir con precisión el
miento de Cajamarca y de sus provincias. camino recorrido por los españoles en su marcha a la ciudad de
244 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 245

Cajamarca, pues los antiguos historiadores no nombran un solo Mapa 4


punto o lugar que pueda arrojar luz y servir de guía para trazar Camino seguido en la ruta de Pizarro, de Tumbes a Cajamarca
el itinerario [...] desde aquí siguió Pizarro subiendo hacia la parte
más alta en las cumbres de la cordillera, donde pernoctaron.
El intenso frío de la noche obligó a que los viajeros armen sus
toldos de algodón para protegerse. Continuaron al siguiente día
el camino para ir a dormir en un pueblo situado en un valle. No
es difícil comprender que el lugar frío donde pernoctan los espa-
ñoles corresponde con las cumbres altas que dividen las hoyas de
los ríos Saña y Puclush [...] y que el pueblo donde fueron a dormir
al otro día debía quedar en la quebrada de este último río, tal
vez en el mismo punto donde se halla la actual población de San
Miguel».

Ya para el siglo XX incluyo parte de la crónica del viaje que hizo


Alejandro Miró Quesada Garland (1986), periodista y propietario
del diario El Comercio 137. Con ocasión del cuarto centenario de la
muerte de Francisco Pizarro en 1941, el director del mencionado
diario y su equipo se propusieron seguir la ruta, a pie y caballo,
desde Tumbes hacia Cajamarca. Para esta misión, revisaron, pre-
viamente, las crónicas del viaje a Cajamarca que Francisco de Jerez
y Pedro Pizarro hicieron como acompañantes de Francisco Pizarro,
encargados oficiales de la tarea y responsables de los puntos de vista
occidentales vertidos en sus escritos. No existen otros testimonios138 .
Como producto de esta experiencia periodística, se publicó
un libro en España y en el Perú. En este, Miró Quesada (1982: 5)
incluye un mapa en que señala los lugares por donde habrían pasado
los españoles (ver mapa 4). Un breve resumen de parte de la ruta
ratifica que un ramal del Camino Inca o Qhapac Ñan atravesaba
lo que en la actualidad es San Miguel de Pallaques y otros lugares

137 Diario decano de Lima.


138 No es mi objetivo la discusión del registro de la Conquista, sino el paso que hicieron
por San Miguel. Fuente: Elaboración propia a base de Miró Quesada Garland (1986: 5).
246 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 247

aledaños. Este camino partía de Saña139 a la sierra. En el capítulo A continuación inicia el décimo capítulo: «San Miguel, una pinto-
«Dos jornadas», Miró Quesada (1986: 95-103) escribe: «De Trigal a resca ciudad.- Llapa, la más hospitalaria población de la ruta.- Don
San Miguel de Cajamarca.- Restos incaicos en lo alto de la puna.- Carlos Becerra, el bandolero poeta.- Vigésima jornada.- Llegada a la
Catorce horas a caballo por sobre la áspera sierra.- La familia cono- ciudad imperial de Cajamarca». Miró Quesada (1986: 105-106) des-
cida que no conocimos». En esta parte se refiere a la dificultad del cribe así la entrada de estos viajeros:
camino de Saña a la sierra, que va ascendiendo lentamente por el «Con el sol en alto y envueltos en ese maravilloso frescor de la
cerro Quillón, desde donde divisan San Gregorio y Miravalles, pero serranía, entramos a San Miguel por una larga calle, en cuyo
tosco empedrado señalan triunfantes nuestras cabalgaduras el fin
siguen subiendo al imponente cerro. Superaron así los 3.500 metros de la jornada [...] torcemos a la derecha, pasando bajo los largos
de altitud, hasta llegar a la cima, donde ya es puna, y hacía mucho y castizos aleros, que nos defienden del sol, para penetrar luego
frío y viento. a la ancha y bien trazada plaza de la ciudad [...] la antigüedad de
San Miguel parece deducirse del trazado de su plaza, que corres-
Miró Quesada (1986: 101) describe la vista maravillosa que
ponde al que en la época colonial diera Carlos V al fundarse las
tiene desde este lugar, donde puede divisar tres caminos. A la nuevas ciudades de ultramar. Es por ello que, a pesar de que no
izquierda, el que viene del valle Jequetepeque. Al centro, el de San existe en la actualidad ninguna construcción de los tiempos de
la conquista, se presume, por la población indígena situada a la
Gregorio, donde no se divisan vestigios de pueblo o camino inca. Y
vera del río y por el trazo de su plaza mayor, que allí dejaron
a la derecha, el de Saña, que deciden tomar, porque coincide con las su huella hispánica las gentes del extremeño [...]. Aquella tarde,
descripciones que hicieron los cronistas. en ceremonia especial, el Concejo Municipal tuvo la gentileza
Más adelante, Miró Quesada (1986: 104) señala que partieron de nombrarnos huéspedes ilustres de la ciudad. En los agasajos
que organizaron en nuestro honor, tuvimos ocasión de apreciar el
al amanecer: ritmo de progreso de la población y sobre todo el bello panorama
«Bordeamos los cerros, cruzándonos con alegres arrieros que que ofrecen los aledaños de blancas casitas, rodeadas por bien cui-
vienen de celebrar alguna fiesta. Abajo corre el río San Miguel. dados huertos, sembradas de f lores y de gracia».
Al otro lado de la quebrada se ve la población de San Pablo [...].
Se despierta la quebrada con la música de los pájaros, interrum- De la narración transcrita enfatizo la orientación del lugar por donde
pida por el monótono y chasqueante sonido del trote de nuestros entra esta expedición. Por toda la descripción, sin duda, los expedi-
caballos criollos. Encerrada en la quebrada, entre el verde arbolado
cionarios entraron a San Miguel por el barrio de Saña, así llamado
que la sombrea y le da color, florece a lo lejos la plácida y bella
ciudad de San Miguel de Cajamarca; fue sin duda este lugar donde porque se alojaban en ese barrio los sañeros que llegaban desde su
descansó Pizarro, pues, según Jerez, luego de llegar a la cumbre, lugar de origen en la costa para vender dulces en las fiestas patro-
‘otro día por la mañana tomó el camino todavía por la sierra y en nales140 . Al parecer, por este barrio pasaba el ramal del Qhapac Ñan,
unos pueblos que en un valle halló, fue a dormir aquella noche’».
que unía esta parte de la sierra con el viejo señorío costeño de Saña,
139 Ya hemos visto las fuertes relaciones que unían estas regiones. La presencia del quedando el nombre como marcador de la vieja ruta o camino real.
Qhapaq Ñan sería otro elemento más. En la actual ciudad de San Miguel el camino
con dirección a la costa es conocido como el «Camino a Saña», en el barrio de Saña, 140 Esto además refuerza la evidencia de las viejas relaciones que siempre tuvimos con
que considero otra evidencia de esta vieja relación con la costa. las zonas yungas de la costa.
248 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 249

A mediados del siglo X X, con la llegada de la carretera «es probable que por esa fecha existiera aquí una llacta significa-
tiva y organizada que llamó la atención de Pizarro por el número
moderna, se fue olvidando este indicador y solo quedó la referencia
de sus pobladores y las buenas condiciones que ofrecía para el
al barrio que alojaba sus visitantes. Bien pudo llamarse camino de
descanso de él y su gente, pero también para la vida de los indios
Chepén, porque esta ciudad costeña fue el destino de las primeras que la poblaban. Sobre la base de esta llacta o en un área contigua
rutas carrozables; San Miguel y Chepén también tuvieron una f luida a ella es que Pizarro forma un nuevo pueblo, antes de acometer el
relación comercial y esta vía era, además, la usada por los campesinos último tramo del viaje que lo conduciría hasta Cajamarca. En el
nuevo nombre de San Miguel de Catamuche sucede lo mismo que
durante las migraciones temporales rumbo a las haciendas azucareras
en el caso de muchos pueblos y ciudades que fundan los españoles
de la costa. Sin embargo, permaneció como camino de Saña. Esta en el Perú. Al topónimo original se le antepone un nombre his-
toponimia se complementa con el nombre de la calle Cajamarca, que pano que fija por lo general su advocación a algún santo cristiano
se encuentra en el otro extremo del pueblo y señalaba el viejo camino y se le completa luego con la designación del lugar o de la etnia
que lo ocupaba».
de herradura que bajaba hacia el río y continuaba hacia Jangalá
(donde se ubica el sitio arqueológico Ventanillas de Jangalá), luego a En el texto de compra-venta aludido por Rodríguez Villa (2015), se
Llapa y, así, hasta Cajamarca, la capital del departamento. Es decir, menciona que la pachaca, representada por sus autoridades el cacique
en estas rutas, tal vez importantes ramales del Qhapac Ñan141, se Juan Payaq y los principales, se iba a ceder o vender en parte —que,
habría mantenido el mismo criterio de nombrar, tanto para la entrada suponemos, se gozaba de forma colectiva o comunitaria—. Está
como para la salida, los nombres de los lugares de origen y destino: fechado el 20 de septiembre de 1606 en favor del encomendero de la
Saña y Cajamarca. villa de Cajamarca, Alonso Sánchez de Sotomayor. Rodríguez Villa
Ningún estudio refiere el pueblo viejo de San Miguel, hasta (2015: 9-10) explica:
que José Rodríguez Villa presentó, en 2015, el documento de 1606. «En compensación, el encomendero entrega a los indios 50 pata-
Con este valioso hallazgo, se podría probar que San Miguel se cones o pesos de a ocho reales como una suerte de ayuda para
que los mismos puedan completar el pago por la hechura de dos
habría ubicado originalmente cerca de lo que fue la antigua hacienda
imágenes destinadas a la iglesia del pueblo de San Miguel; una de
San Juan de Catamuche, en la explanada del cerro Gentil (el término ellas es un crucifijo y la otra una virgen. Hay que acotar aquí el
«gentil» hace referencia a pobladores prehispánicos en el imaginario hecho de que si por ese tiempo aún se están habilitando imágenes
popular). El propio Rodríguez Villa (2015: 24-25) señala algunas para el templo, indicaría que la población era en ese momento
relativamente reciente; situación que favorece nuestra argumen-
evidencias arqueológicas que ubicó en dos recorridos de la zona. Sin
tación de la existencia de otro pueblo de San Miguel anterior al
embargo, este estudio se tendría que complementar con excavaciones
actual».
arqueológicas, como él lo sugiere:
Considero que el trabajo arriba citado es el más serio y riguroso que
141
se tiene sobre el origen de San Miguel con evidencias del Archivo
250 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 251

Departamental de Cajamarca. Rodríguez Villa142 señala que en el paz cura y bicario del dicho pueblo de san miguel y diego artux de
quiros y pedro de salçedo quien firmo ut supra».
documento se insiste en que la presencia y explotación de ganado que
hacía el encomendero en las tierras comunales no afectaba a los indí- Retomo las afirmaciones de Rodríguez Villa sobre la actual ubica-
genas. Se cuidaban de que el despojo de tierras —iniciado desde muy ción del pueblo de San Miguel no es la que tuvo en 1532, cuando
temprano— aparezca bajo la figura de «donación» en el documento ocurrió el primer paso de los españoles por estas tierras. Es probable
inicial y en el posterior figuraba como «compra-venta. También es que cuando llegaran los conquistadores a la llacta de Catamux, la
muy relevante el uso que se le daría al dinero que ingresó. Es decir, podrían haber nombrado San Miguel, y luego, ya como producto
los 50 patacones. Transcribo una parte: de las reducciones (en los años posteriores al paso de Pizarro y sus
«En el pueblo de san miguel en catorce diaz del mes de febrero huestes), se la reubicó como efecto del modelo colonial a su actual
de mil y seisçientos y sinco años don juan payaque gobernador
deste pueblo de san miguel y don cristovalrupay y don alonsso
locación. Me explico: parte de los grupos que fueron reducidos en el
chumvi y don christoval chuquinchanchas y don antonio chancha pueblo de San Miguel de Pallaques vivía en Catamuche, y es pro-
y alonsso caxtanta y don christoval chuquisajuar y don lorensso bable que fuera ahí donde Pizarro descansó.
lachos y don miguel cajinsan y don sancho quispys prinçipales
por nosotros y en nombre de nuestros indios dezimos que atento a
San Miguel fue la advocación con la que se nombró a este
que alonsso sanchez de sotomaiora puesto una estançia de ganado poblado, sería pues San Miguel Catamuche. Sin embargo, faltarían
de todo genero la qual estançia era pegada con el pueblo biejo evidencias arqueológicas del Camino Inca o Qhapac Ñan para ubicar
de san miguel y las tierras se llaman catamux las quales somos
contentos que el dicho alonso sanchez de sotomayor las tenga y los puntos con mayor exactitud, lo mismo sugiere Rodríguez Villa
posea para el dicho su ganado y que agora ni a ningún tiempo por para el asentamiento prehispánico en el cerro Gentil. La orientación
nosotros ni por ningún otros indios hijos ni erederos no les pon- de las rutas de comunicación que se tenía desde entonces con Saña
dremos demanda como no se la emos puesto ante el señor bisorrey
ni audiençia ni corregidor que es juez en este corregimiento sino son casi las mismas a pesar del traslado a la actual ubicación de San
que de nuestra boluntad libre y espontanea le hazimos la dicha Miguel, lo mismo pasa con la ruta hacia Llapa y más adelante hacia
donaçion y el dicho alonso sanchez de sotomaior por hazernos Cajamarca. Solo nos faltaría conocer las razones de la reubicación.
buena hobra nos da para ayuda de la paga de las ymagenes del
santo crusifijo y de nuestra señora sinquenta patagones los quales Otro elemento importante de este documento es el destino que
nos damos por contentos y los resivimos y nos damos por con- se dio a los 50 patacones con que se cerró el trato por las mencionadas
tentos y pagados y lo mismo aremos delante del señor corregidor y
tierras. Este dinero serviría para cubrir los gastos de la «paga de las
del protector y porque es verdad lo firmamos de nuestros nombres
y los que no savemos firmar rrogamos a los que savian firmar ymagenes del santo crusifijo y de nuestra señora». Aquí se pueden
firmasen por nosotros siendo testigos el padre fray francisco de tejer hipótesis sobre cómo se construían y mantenían las iglesias.
La comunidad o el colectivo del pueblo de San Miguel empleó143 el
142 Documento transcrito y publicado por José Rodríguez Villa, que cita como fuente el
dinero de la venta de estas tierras para el pago de un crucifijo y la
Archivo Regional de Cajamarca. Expediente «Protocolos notariales. Pérez Aguirre,
Martín de. 1601-1609». Legajo 73, folios 757v-761r. Venta 346, los caçiques del pueblo
de san miguel a Alonso sanches de sotomaior». 143 Seguramente a sugerencia del cura encargado.
252 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 253

pintura de la imagen de Nuestra Señora del Arco, advocación que


nos proporcionará otra evidencia documental.
A continuación, incluyo algunos datos complementarios sobre
la historia de San Miguel. En algunos momentos me referiré a la
provincia en general y en otros a la ciudad capital, que conocemos
como San Miguel de Pallaques. Cuando preparábamos la tesis
(Quiroz, Rivas y Guerra, 1977: 7), consultamos sobre la existencia
de un acta de fundación colonial. El reconocido historiador Jorge
Zevallos Quiñones144 nos señaló:
«Pocas las ciudades del Perú que tuvieron fundación española;
San Miguel de Pallaques debe haber seguido el mismo patrón de
fundación que la mayoría de pueblos existentes en la actualidad.
Significa que no hubo una ceremonia especial, ni acta de funda-
ción; simplemente donde encontraban un lugar que les gustaba
y ya existían precedentes de agrupación (aillu) dejaban un grupo
de españoles, quienes alrededor de una iglesia se agrupaban. Para
darle nombre, tomaban en primer lugar el de un santo, que luego
pasaba a ser el patrono del pueblo y le agregaban el nombre del
aillu existente en la zona.

Por otro lado, gracias al señor Arístides Ortega, fue que en San
Miguel encontramos otra referencia escrita sobre la existencia del aillu
de Payac. Él nos facilitó algunos documentos145 de la propiedad de la
hacienda San Juan de Catamuche (página 232, año 1632). A partir de
IMAGEN 4 Portada del libro . Cortesía:
esto, constamos que se mencionaba San Miguel de Payacques. Con Archivo Arístides Ortega.
el paso del tiempo, se pudo haber cambiado la «y» por «ll». En docu-
mentos posteriores, se extendió así. Cuando se hicieron los trámites
para el reconocimiento como provincia, lo escribieron como San
Miguel de Pallaques.

144 Comunicación personal. Esta consulta fue hecha al doctor Zevallos Quiñones en
1976, quien fue mi profesor en la Universidad Nacional de Trujillo (UNT).
145 Archivo facilitado por Arístides Ortega, expropietario de la mencionada propiedad
y que vivía en San Miguel.
254 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 255

Para esta etapa de mi trabajo, tuve acceso privilegiado a otros Aprobada y confirmada por el Rl151 Gobierno de estos R.nos
documentos del archivo de la familia Ortega, facilitados por Ercilia con deslinde y amojonamiento de los limites de la Red.n
de todas las tierras y Pastos, Montes, Mojas y
Ortega y Arístides Alvarado Ortega146 , en los que se encuentran
Colpos y chacras de sembrar todas semillas
referencias asociadas a la disputa por tierras de la hacienda San Juan y de las del Anexo de san Juan de
de Catamuche y a las tierras del Común y Xipe, correspondientes al Chuyapan, con otros títulos es ins-
siglo XVII. Este pleito duró muchos años. Por ello, podrían ser la trumentos pertenecientes al
comun de Yndios de
continuación de un larguísimo expediente que se inició en los pri-
dicho Pueblo.
meros años del siglo XVII (1605 en el documento encontrado por
Devese a la diligencia y solicitud del Ayudante general de esta
Rodríguez Villa: 2015) y habría continuado hasta fines del XIX. Provincia Don juan Nume, siendo cacique y governador de
No he podido hacer una transcripción completa del mencionado dho152 Pueblo.
archivo, solo incluyo la imagen del folio de la carátula, su vuelta y las En primero de Enero de Mil setecientos y doze Años=
Contie[ne] cint[o] y un foxas.
transcripciones de estas. En el interior de este documento se alude a
[Foja 1v]
la composición de tierras de 1632, hecha por el padre Francisco de Provicion confirmatoria y su obedecimito153 ,
Huerta y Gutiérrez y se menciona que pertenece a la guaranga de tocante en los sitios y tierras que pertenecen A la Co,
Chondal147. munidad de los principales y comun de YndiosNa
turales del Pueblo de san Miguel de esta provincia
[PORTADA]
Obtenida
[Al margen superior] N. a instancia
Libro del Archivo y
de Don Juan Nume Cacique y Govr154 actual
De la Caxa de Comun.d148
deldho Pueblo
Del Pueblo de san Miguel de Payacques, de la Prov.a149
Juez
De Caxamarca, la grande=
El ssor.155Govr. Dn156 Juan Antonio de ArozteguiCorregr.157
En que esta la Repartision de tierras del P.e150 Maestro
ytheniente de capitan General de estas Provincias por
Huerta
suMagestad=
151 Reinos.
146 Hija y nieto, respectivamente, de Arístides Ortega, a quienes expreso mi agradeci- 152 Dicho.
miento de manera especial.
153 Obedecimiento.
147 Este valioso dato suma evidencias para esta reconstrucción de la historia de San
Miguel de Payacques. 154 Governador (gobernador).
148 Comunidad. 155 Señor.
149 Provincia. 156 Don.
150 Padre. 157 Corregidor.
256 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 257

Según documentos coloniales y republicanos sobre alegatos de situa- legado, porque los sanmiguelinos somos producto de esta compleja
ciones de despojo en contra de la población indígena, se observa que diversidad que nos ha dado mayor amplitud de experiencias y tam-
han sido procesos bastante comunes a lo largo de la historia. Sin bién de saberes.
embargo, la usurpación de tierras se enfrentó con una reiterada y Una lectura general de los documentos permite entender cómo
notable resistencia por parte de los indígenas. En San Miguel, duró aún en el siglo XVII se continuaba mencionando a la guaranga de
más de tres siglos, desde las tempranas épocas coloniales y se prolongó Chondal y a sus principales y comunes. Sin embargo, se mantuvo
hasta la República. Este no es un señalamiento menor y reclama un como grupo estructurado con una organización colectiva diferente
estudio por separado, pues muchas veces creemos erróneamente que a las etnias del centro y sur andino, con sus tradiciones y singulari-
los procesos de despojo no encontraron resistencia de los indígenas. dades. Recordemos que siempre tuvimos pertenencias muy diversas
El problema de tierras que se mantiene por casi tres siglos, como lo que se fueron marcando con la llegada expansiva de los huaris e
prueba el documento que presentamos en la página previa, es una incas, más tarde con los europeos el modelo colonial y finalmente la
de las muestras de esta persistencia y resilencia, que recurre a los República. Las viejas «territorialidades discontinuas» son las que ori-
sistemas legales oficiales y sus resquicios. ginaron una pluralidad étnica enriquecida que se expresa en espacios
El documento de 1605-1606 aportado por Rodríguez Villa es de trabajo especializado que podemos reconocer actualmente en casi
la única evidencia de que San Miguel tuvo una ubicación diferente a toda la provincia de San Miguel (y de regiones aledañas). Conocer
la actual y que esta parte muy importante de nuestra historia se había nuestra historia es asumirnos como activos portadores de ese legado
borrado de la memoria. Tal vez mover a este grupo tuvo también que engloba el pasado, el presente y el futuro, por lo que trabajamos
algún interés de las autoridades coloniales de legalizar, poco a poco, en su reconocimiento, respeto y amplia revaloración.
el sistemático despojo de tierras. Aún quedan ciertas evidencias, Para fines del siglo XVIII, sobre la composición sociodemo-
como la existencia de un centro poblado Catamuche, también existe gráfica del obispado de Trujillo es el trabajo de su obispo, Martínez
otro al que sencillamente le llamamos «La Comunidad», que cons- Compañón, que nos muestra una detallada descripción de la región.
tituye un remanente de nuestros orígenes colectivos como pachaca En 1789 la villa de Cajamarca era capital de provincia y se encon-
indígena. Un elemento que no había reparado es que casualmente traba bajo la jurisdicción del obispado de Trujillo. En su formación
el documento que refiere el libro de la caja del común del pueblo de poblacional, la villa se dividía en barrios. El de Santa Catarina
San Miguel esté integrado al expediente de la vieja hacienda de San (Catalina), habitado por españoles (14 por ciento), mixtos (25 por
Juan de Catamuche, de donde al parecer fue trasladado a su actual ciento), pardos (13 por ciento) y negros (2 por ciento). Los barrios
ubicación. de San José y San Pedro eran solo de indígenas (46 por ciento), ver
La riqueza de conocimientos elaborados desde tiempos preíncas, gráfica 1, capítulo 2.
paradójicamente enriquecidos y desaparecidos siglos más tarde con A diferencia de Cajamarca, en San Miguel, según la gráfica
la presencia europea y afrodescendiente, forman parte de nuestro 4, el registro de españoles arrojaba la cifra de 55 personas (1,71 por
258 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 259

Obispo de esta Diócesis por S.M. los que tengo notados para su arreglo
son los Siguientes:
Población total de San Miguel por castas, 1789
1º. Primero, que haviéndome hecho eCargo de esta Doctrina de San Miguel
0% 0,77% 1,71% de Payaques, he observado una particular devoción, y aun general a la
Negros Pardos Españoles
prova con la Soberana Ymagen de la Madre de Dios, con la Advocación
del Arco, Pintada de Ymmemorial tpo en un Arco de Pared de cuyo
Patrosinio diariamente se experimenta n portentosos milags y espe-
siales favores, con los que ocurren a su Patrosinio. Han eregido la una
53,6% 43,92% Capilla, en reconosimiento de Gratitud, y en ella se hallan pintados
Mixtos Indígenas
varios Milagros, que siendo tan notorios los omito: porqe siendo Madre
de Dios, y hermosísima sobre manera, es toda portentos, y favores con
todos sus Devotos.

2º. Segundo; Tengo meditado, y he hallado por conveniente, así Para el


Cura, como para los vecinos, el que los comunes concurran con la quota,
Fuente: Códex Martínez. que contribuyen a sus respectivas cofradías, para que de el producto
que mensualmente dieren, se hagan y se pagen los Drs de entierros, y
ciento), seguida por 1.716 mixtos (53,6 por ciento), 1.406 indígenas Matrimonios, a fin de que no se hagan por los Contrayentes, o herederos
(43,92 por ciento), 21 pardos y una sola persona negra. La llamada de los difuntos en particular, sino por los mismos comunes. Cuyo pen-
población mixta o mestiza era mayoritaria, seguida de la indígena, samiento tengo insimado a todos los vecinos y responden, que embiaran
y un reducido grupo de europeos. Más escasa era la población de Procuradores instruidos a esa Ciudad p.a su efectiva conclusion.
origen africano. Ello todavía se ref leja en la actualidad, donde la 3º. Tercero: haviendo examinado aserca de los Ranchos que se obligarn a
población se reconoce mayoritariamente mestiza, porque poco a poco construir los que vivian distantes de esta Doctrina, todos tienen verifi-
«sacaron» de nuestra memoria nuestra ascendencia indígena. cada esta obligación; yaunqe los que asisten en las Haziendas, no tienen
Transcribimos a continuación el acta158 detallada que fray Ranchos, pero tienen parientes en el Pueblo en donde se hospedan, asi
para las festividas como para la Santa quaresma. Yasi mismo, tienen
Toribio Molina presenta como contribución al informe de la visita de
fabricadas sus alcobas, aunqe no todos; pero los mas para la desición
Martínez Compañón. Aunque se centra en lo religioso, nos muestra de los Varones, y las hembras, acuyo cumplimiento, he propendido, a
ciertas evidencias valiosas: solicitud de la buena educación y crianza, de honestidad y utilidades
Memoria, ó Índice, que tengo formado, acerca de Puntos, o Capítulos que en uno y otro resultan.
de la Acta General de visita que hizo y dexó recomendado el Yllmo.
4º. Quarta. Haviendo puesto todo mi cognato en asumpto a la Escuela
Señor Doctor D n Baltazar Jayme Martines Compañon, Dignísimo
de primeras letras, averificar tan devida obligación y que contribuyan
158 Documento encontrado y proporcionado por el doctor Ricardo Morales (Universidad
con la cuota, aque se obligaron, no he podido verificarla, a causa de
Nacional de Trujillo), en el AGN, Bogotá, Historia Civil, SC, 8, D. 20. responderme, que Su Sta . Yllma, quedo aembiarles, un Maestro, que
260 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 261

verificado esto estan prontos a la contribución, aqe se obligaron, que cobraban por todos estos servicios, pero eran los grupos de pobladores
para este asumpto, y otros, nombraran Procuradores instruidos, para quienes, de manera colectiva —y tal vez poco a poco individual—,
que en esa Ciudad ante V.S. Yma de duscan, equid. y merced que pro-
pagaban estos gastos.
testan alcanzar.
En el registro de las escuelas existentes en los pueblos de la
Todos los Capítulos y Puntos recomensados en la Acta general de Visita provincia de Cajamarca, según Martínez de Compañón, San Miguel
del año de mil Setecientos Ochenta y sinco por el Yllmo Señor Dr.
registra 1.526 almas (pobladores) tenía una escuela y el pago al
Dn. Baltazar Jayme Martinez Compañon, se han observado, y cumplido
exactamente como se tiene mandado y paraque, los que no sean cum- maestro debía ser de 125 pesos de la época. En Nepos (o Nipos y
plido, tengan su devido remedio van aquí insertos y notados, que es este ahora Niepos), con 750 almas, el pago era de 150 pesos al maestro.
dhoYndice en este Pueblo de San Miguel de Payaques en sinco de Junio Estos datos reflejan la larga historia de las grandes y pequeñas aspira-
de Mil Setescienos Ochenta y nueve años. ciones y luchas de los pobladores para tener acceso a la educación y a
Fray Toribio Molina los servicios de matrimonios y entierros.
presidente La importancia de la iglesia se constata en la descripción deta-
llada que se hace de la misma y de la capilla de la Virgen del Arco,
A partir de la lectura de este documento, se constata la gran devoción cuyo techo, que resultaba tan significativo, no era de paja como la
a la Virgen, así como la probabilidad de que esta imagen religiosa primera, sino de teja.
sea la misma con la que se explicó o sustentó la venta —más pare-
cido a un acto de despojo— de las tierras del común que figura en el Inventario de esta Santa Iglesia de San Miguel de Payaques de sus
Altares Santos que la adornan, y sus Respectivas alajas, así de
documento de 1606, mencionado antes. La comunidad debía correr
Hornamentos, como de Plata y Oro, las que se hallan, presentes, y
con los gastos del cura, además pagar por bautizos, matrimonios y seme entregaron, qe es fecho en este dicho Pueblo en seis dias del mes
entierros. Se organizaba para el pago de cuotas mensuales —a través de Junio, año del Señor de mil setecientos ochenta y nueve...................
de las cofradías— para crear un fondo que los cubriera. Por estos ................................................... a saber //.

años se mantenía un fuerte sentido colectivo entre los comunes (per- Primeramente la Yglesia tiene de Largo 66 varas de Ancho 53 y de Alto
tenecientes a la comunidad indígena de San Miguel de Pallaques). 35 toda ella Pintada en la Pared la Pación del Señor, su cuvierta de paja.
Para la celebración de las festividades y la cuaresma, los pobla- El retablo del Altar mayor solo cubre el medio, con su sagrario en
dores estaban organizados por lazos de parentesco, lo cual les per- donde está colocado su Magestad, su Deposito en donde está el Copon
de Formas, tiene dho retablo, quatro Nichos, en que estan colocados
mitía alojar en el pueblo a aquellos feligreses con quienes tenían
San Francisco, Santo Domingo, San Lucas y San Juan Evangelis ta
vínculos y que provenían de lugares cercanos. tienen de Alto una Bara de Madera, Y sobre el Sagrario tiene un
Respecto de la escuela de primeras letras que se menciona en Nicho en donde está colocado San Miguel Patron de este pueblo tiene de
este valioso registro de Martínez Compañón, era la comunidad la que Alto una vara y de madera. Todo lo descuvierto del altar mayor esta
se hacía cargo de los gastos originados por este servicio. Las cofradías pintado curiosamente, con algunos santos, y santas que le adornan y
262 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 263

dos espejos de tercia con sus Molduras de Madera doradas. En el lado Dicha Iglesia tiene su Pulpito de Madera.
del Evangelio esta el Altar de la Purísima, tiene su retablo dorado,
Ym. Tiene dies y seis Casullas de todos los colores, entre buenas y
en partes, y pintado, con quatro Nichos el Principal en donde esta
malas, sinco capas de Coro, dos Negras, dos de color y una Morada.
colocada la Purisima de vara y quarta de alto de madera, en los demas
nichos estan N.S. del Rosario tiene vara y tres quartas de alto de Ym. DiesAlvas, entre buenas y usadas: Dies Manteles, siete de Lienzo
Madera, S. Juan de Dios de tres quartas de alto y, San Juan Bautista y tres de Manta: Seis Palios, quarto de Manta, una de Lienzo y otra
poco menos de vara de madera todos. de tesu, todas usadas.

En el mismo lado el Evangelio ay un retablo pequeño de madera Seis arrobas, beinte libras de Plata labrada, Perteneciente de esta santa
dorada, [ilegible] en donde esta colocada N. Señora de los Dolores, de Iglesia, y a sus respectivas cofradias, supeso entrando las Almas de
una vara de alto de madera. Fierro de los Candeleros, las Almas de Palo, de las baras del palio y las
Armasones de los atriles.
En D ho lado ay un Altar, y en el retablo, con algunos Dorados,
con dos nichos, el Principal en donde está colocado el Señor de Ym. Ocho Acheros de Madera pintados al Oleo.
las Animas, de dos baras de Alto, de madera, y al otro lado, Jesús
Nazareno en Lienzo de vara y media. Inventario de la Capilla de N. S. del Arco
En dho lado ay un retablito, con algunos dorados y Pinturas del sor de la La Capilla tiene Alto once baras, y media, de Ancho diez baras y una
Misericordia, con dos Nichos, en el Principal esta dha efigie de madera quarta, y delargo, las mismas dies varas y una quarta.
de vara, y quarta, y en el otro está San Isidro de madera de avara.
Ym. tiene de Plata labrada tres arrobas dies, y ocho libras, entrando, las
En dho lado, ay otro retablito, en donde está Santa Rosa de madera Almas de los Candeleros, que son de Fierro.
de una bara no tiene dho retablo pintura alguna.
Ym Media Corona de Plata dorada, que tendra dos marcos poco mas o
Al lado de la Epistola esta un altar con su Retablo Pintado con algunos menos.
Dorados, en el que ay quatro Nichos, en el Principal está colocado Sõr
Ym una Maria de oro, que tendra dos onzas, con sus Perlas finas
San If. de vara y quarta de madera, y en los otros San Matheo, Santa alrededor.
Catalina, y el Señor de la Presentación, todos de Madera de avara.
Dicha capilla es de Texa, tiene su retablito de Madera pintado al Oleo
En dho lado ay otro Retablo Dorado con dos Nichos, en el principal y dorado, esta Pintada en pared, tiene su arco de Plata, su Altar esta
esta colocado San Antonio de Madera de avara, y en el otro el S r de formado en dos pilares de Madera, Pintados al Oleo, su tabladillo de
la Oración del Huerto de una bara de madera. tablas con su balaustreria, toda pintadas al Oleo, con sus escalas, auno y
otro lado asimismo de Madera, con su balaustreria toda pintada al Oleo.
En dho lado ay otro retablo sin pintura ninguna tiene dos Nichos
en el principal esta Jesús Nazareno de madera de avara, y en el otro Ym. Tiene dos Coritos, a los qeDivide la Puerta, que cae a la Plaza,
Santa Lusia de Madera, y de vara y quarta. Esta fielmente sacado, aque en lo necesario me remito, que es [ilegible]
En la sacristía ay Dos cajones en donde se guardan los Hornamentos, en este dho Pueblo de San Miguel en 5 de junio de 1789.
en el Cajon Principal esta un Nicho, en donde esta una Imagen de la Fray Toribio Molina
Purísima. presidente
264 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 265

Este detalle nos muestra que la devoción de la imagen de la Virgen Para la celebración de las festividades de la Virgen del Arco,
del Arco, era muy difundida, lo que hizo que se acumularan joyas y se realizaba una feria religiosa y comercial muy importante para San
toda la parafernalia que se detalla en este documento. Era un espacio Miguel y los pueblos aledaños. Se celebraba todos los años160 —y
de celebración (quizá asociado al comercio) que gozaba de gran pres- sigue celebrándose— cada 28 de diciembre. En el anexo 2 se adjunta
tigio en la región. Como vimos en el capítulo anterior, para estos la historia que al respecto narra el profesor Antonio Goicochea
años se mencionaba un convento en San Miguel. Es probable que Cruzado.
estos inventarios hayan sido de las edificaciones y detalles internos Se incluye a continuación una copia del acta del traslado del
de sus espacios. Estos fueron derribados a fines del siglo XIX, para muro de la vieja iglesia a la nueva, donde actualmente se puede
construir la actual iglesia de adobe y barro. observar. Debo agradecer al doctor Ricardo Morales, por enviarme
Esperamos que con el tiempo aparezcan documentos que ayuden la transcripción del acta del traslado de la imagen de la Virgen del
en la reconstrucción de la historia de San Miguel. En este apartado he Arco:
incluido lo que he podido localizar hasta la fecha. Debo mencionar, Acta de colocación del muro con la imagen de la Virgen patrona de la
para la época republicana, la existencia de una vieja foto compartida ciudad con el título de «Madre de Dios del Arco»
por varios paisanos y que se encuentra en la Biblioteca Nacional del
En esta Santa iglesia parroquial de San Miguel, a los 8 días del mes de
Perú como parte del archivo Alfonso Barrantes Lingán159.
Octubre de 1904, yo el infrascrito cura y vicario de la doctrina en el
En varias fuentes citadas en los apartados previos se menciona año del jubileo santo; mandado por el padre santo León X con motivo
un convento colonial en San Miguel de Pallaques. La foto que se del quincuagésimo aniversario de haberse pronunciado el Gran Dogma
incluye a continuación constituye, hasta el momento, la única evi- de la Inmaculada Concepción, habiéndose trasladado de la iglesia
dencia visual de su existencia. Con una mirada actual, se observa que antigua, cortando la pared en cuadrilátero proporcional a la estatura
una puerta lateral miraba hacia lo que ahora es la plaza de Armas, y de la Virgen patrona de la ciudad con el título de «Madre de Dios del
la entrada principal se encontraba por la calle conocida como jirón Arco» por la circunstancia de haber aparecido sobre un arco de uno de
los claustros del convento de Mercedarios de la Localidad, habiéndose
Pedro Novoa, área que se derruyó para construir la actual iglesia,
trasladado, digo, a la nueva iglesia, a los 6 años de su reconstrucción;
pero se conserva el acta de traslado de la imagen de la Virgen del
bendije a la Venerable Imagen con toda Solemnidad y Pompa, cantando
Arco del convento a la nueva iglesia. En la foto se constata que ya después el tedeum para solemnizar este acto cantando en seguida en la
existía la pileta, que hasta casi fines del siglo XX se conservaba en Misa mensual de la Virgen y su trisagio en la noche, en presencia de
la plaza de Armas. Este espacio ha sufrido algunos cambios con la gran concurrencia, a los dos actos.
nueva iglesia y una remodelación de los jardines y pisos.
Fueron padrinos de la ceremonia de la bendición el Sr. Alcalde del
Distrito don Roberto Serrano y la Sra. Cristina Quiróz de Ríos.
159 Imagen que hace parte de toda la biblioteca de este valioso personaje y que gene-
rosamente fue donada a la Biblioteca Nacional, por Susana Lingán Celis, según los
deseos de su hijo Alfonso Barrantes. 160 Si bien empezó a decaer hacia la primera mitad del siglo XX.
266 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 267

La Virgen fue retocada por don Melchor Incháustegui, artista traído de


Lima para este fin, contratado por 500 soles de plata Nacional.

Con el Solemne Acto de Bendición queda autorizada por la Iglesia para


la Veneración de los fieles y para celebrarse sus fiestas del Año muy
especialmente la memoria el 28 de Diciembre a la que concurre gran
parte de fieles de los Departamentos del Norte.

Para la debida constancia firmo.


Juan B. Quiroz

Por el documento citado se sabe que el traslado del muro con el


fresco de la imagen de la Virgen del Arco ocurrió el 8 de octubre de
1904, seis años después de terminarse la construcción de la nueva
iglesia, erigida en el mismo lugar ocupado por el antiguo templo y
claustros del convento de Mercedarios. Lo que significa que la foto
que incluimos a continuación de la actual iglesia debe ser de 1897-
1898. En esta se observa la complejidad de esta construcción hecha
en adobes de barro y los recursos tecnológicos usados en el anda-
miaje para construir el frontis y la torre, donde es posible observar a
una persona.
FOTO 15 San Miguel de Pallaques, su plaza, la antigua iglesia y el convento mercedario.
Más adelante, en la foto 16, se muestra el frontis de la nueva
Hacia 1890. Dominio público.
iglesia en el año de su inauguración, escrito a mano en el marco
de la foto, solo se alcanza a leer «28 de diciembre de 19...». Los
dos últimos dígitos son ilegibles. Se puede observar a los hombres
con ponchos y a las mujeres con faldas largas, todos con los típicos
sombreros.
Como se señala en el recuadro que rodea la imagen, esta foto
fue tomada el 28 de diciembre en la inauguración de la iglesia nueva,
el mismo día de la celebración de la fiesta de la Virgen del Arco. A
esta ceremonia acudieron devotos de los departamentos del norte y
feligreses de los pueblos vecinos.
268 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 269

4.2.4. San Miguel finisecular

Para hablar de San Miguel de Pallaques durante la época republi-


cana, debemos partir de la referencia que señala que el 28 de enero
de 1871, por ley del Congreso, el pueblo pasó a ser ciudad y capital
del distrito del mismo nombre. Casi un siglo después, el 29 de sep-
tiembre de 1964, por Ley 15152, los distritos de San Miguel, Niepos,
San Gregorio, Nanchoc y Llapa pasaron a integrar la provincia de
San Miguel, con la ciudad homónima como capital. Estos distritos
hasta entonces se encontraban bajo jurisdicción de la provincia de
Hualgayoc.
Un importante estudio de una región de Cajamarca, en que se
incluye a la provincia de Hualgayoc de 1870 a 1940, fue realizado por
Lewis Taylor (1994: 17-18) para conocer aspectos de sus pobladores,
así como algunos elementos de su economía y sociedad. Este autor
afirma que, si bien gran parte de sus moradores subsistían en base al
trabajo no remunerado de sus propias chacras, las familias campe-
sinas desarrollaron —de manera complementaria— varios tipos de
actividades no agrícolas.
Aun cuando no se insertaban en una economía monetaria de
tiempo completo, el trabajo temporal asalariado era un fenómeno bas-
tante común entre numerosas familias. Para lograr una subsistencia
adecuada, tenían que participar en una variedad de actividades dentro
de la unidad agrícola familiar y fuera de ella. Según los datos, San
Miguel era un distrito de Hualgayoc, tenía 15 por ciento de población
urbana y 85 por ciento rural. Su composición llama la atención, pues
5.143 eran hombres y 7.421 mujeres. En total, 12.564 habitantes. Aquí
se constata un desequilibrio significativo en la población femenina del
que no tenemos aún una explicación. Podría ser la migración de los
varones hacia las haciendas azucareras de la costa y/o su integración FOTO 16 Nueva iglesia de San Miguel de Pallaques. Hacia 1904. Cortesía: Archivo
como arrieros. Nos queda pendiente la interrogante. Arístides Ortega.
270 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 271

El censo republicano de 1876 resultó una valiosa fuente des-


criptiva que permite analizar varios procesos. Por ejemplo, incluye el
registro detallado de la población por profesiones (lo que ahora sería
la PEA), por sexo y por distrito. En números absolutos los hombres
que registra el censo alcanzan 2.965 y las mujeres llegan a 4.974. En
la gráfica 5 se muestra el desequilibrio marcado que proviene de los
datos de la población en conjunto.
Si bien es imposible negar la relevancia del trabajo de las
mujeres, específicamente en el distrito de San Miguel, se necesita
conocer también las razones de los bajos porcentajes de población
masculina en general. En este registro se constata la importancia del
trabajo de las mujeres en estas zonas tendencialmente rurales, donde
su número (63 por ciento) supera en cifras totales al de hombres (37
por ciento), asociados a la agricultura, a la ganadería y a diversos ofi-
cios artesanales, dentro del total de actividades económicas. Aunque
no tengo una explicación certera, quizá el trabajo de hilar registrado
para las mujeres como un oficio —que generaba ingresos— sería
parte de la explicación del desequilibrio, pero aún quedan tareas
pendientes al respecto.
Si revisamos estos datos de hombres y mujeres de manera
desagregada, observamos, en la gráfica 6 de las profesiones de los
varones, que casi un 74 por ciento se dedican a las labores agrícolas,
a las que le siguen un casi 10 por ciento de jornaleros y alfareros,
criadores de ganado, carpinteros, herreros, sastres, talabarteros.
Estas actividades nos pintan un paisaje de modelo campesino, que
tiene como ocupación básica la agricultura, a continuación el tra-
bajo de jornalero (que suponemos estaba asociado al campo, dentro y
fuera de la región) y le siguen oficios artesanales, dado el modelo del
contexto de la sociedad de fines del siglo XIX.
En los datos referidos a las mujeres, gráfica 5, los porcentajes
FOTO 17 Detalle de la renovación de la actual iglesia. Hacia 1940. Cortesía: Archivo
Arístides Ortega. resultan muy reveladores de la avasalladora presencia femenina en la
272 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 273

Distribución de profesiones entre varones y mujeres, censo de 1876,


distrito de San Miguel Profesiones de varones, censo de 1876, distrito de San Miguel

37,35%
(2.965) 1,01%

0,94% 1,18%
1,01%
0,74%
0,84%
9,37%
Mujeres 0,67%

62,65% 1,28%
Hombres
(4.974) 1,92%
1,48%

1,14%
Fuente: Censo 1876. Elaboración propia.
2,15%
73.49%
actividad económica, en general, y en la textil, en particular. En este
censo se registra un significativo 78 por ciento de hilanderas, más del
14 por ciento de tejedoras, a las que le siguen las costureras. Todo
este grupo estaba probablemente asociado a la producción de tejidos
que se vendían fuera de la región, como lo veremos. También figuran
las cocineras, comerciantes y tintoreras. En general, son cifras consi-
derables por haber incluido las actividades productivas femeninas en
Agricultures Albañiles Alfareros Calígrafos
el siglo XIX.
Carpinteros Cerero Cigarreros Coheteros
La metodología de registro usada en este censo capta y toma Comerciantes Criaderos de ganado Chocolateros Domésticos
en cuenta el valioso y específico trabajo de las mujeres. Las cifras Eclesiásticos Empleados públicos Escribanos Escultor
Estudiantes Herreros Jornaleros Maquinaria
revelan el significado económico de las actividades textiles que quizá Médico Mineros Músicos Pastores
correspondían también con los equilibrios de poder en el manejo de Pelloneros
Pintores Plateros Sacristanes
Sombreros Talabarteros
Sastres Tejedores
sus respectivas unidades domésticas. Trenzadores Zapateros
Tintoreros
La producción textil artesanal en San Miguel era tan signifi-
cativa que fue imposible pasarla por alto. Además, llama la atención
que entre los oficios de mujeres figuren las comerciantes y criadoras Fuente: Censo 1876. Elaboración propia.
274 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 275

de ganado, profesiones u oficios que la sociedad contemporánea con-


sidera actividades asociadas a lo masculino.
Profesiones de mujeres, censo de 1876, distrito de San Miguel
En el la gráfica 8, al cruzar las profesiones de varones y mujeres,
se observa que la mayor parte de la población masculina del distrito
0,40% 1,06%
0,28%
de San Miguel se dedicaba a labores agrícolas. En menor proporción 0,60%
2,05%
1,28%
aparecen registrados los jornaleros, alfareros, criaderos de ganado, 0,86%

carpinteros, talabarteros, sastres y músicos, entre los más sobresa- 0,06%


0,64%
lientes. Ello nos pinta una población bastante rural y una diversidad 14,31%
0,42%
de oficios. También se marca la relevancia del trabajo femenino. Se
consideraban el hilado y el tejido oficios que generaban ingresos.
Estos criterios metodológicos de registro se fueron borrando poco a
poco en los censos subsecuentes. Supongo que por la metodología de
registro que se consideraba en el levantamiento de la información.
Taylor (1994: 42) confirma también la importancia del trabajo
artesanal femenino en el ámbito campesino, rural, y su participación 78,00%

económica en la búsqueda de la subsistencia familiar. Señala, además,


que muchos minifundistas se empleaban como carpinteros, sastres,
zapateros y otros oficios, pero las mujeres campesinas en especial
se dedicaban al tejido, cuya actividad representaba una importante Cocineras Comerciantes Costureras
fuente de ingresos. En síntesis, en los distritos de San Miguel, Santa Criadoras de ganado Domésticas Hilanderas
Lavanderas Panaderas Pastoras
Cruz, Llapa y Bambamarca la producción de textiles jugaba un papel
Tejedoras Tintoreras Vivanderas
clave en la reproducción de la economía campesina (ver gráfica 8).
El elevado nivel de desarrollo, complejidad técnica y finura Fuente: Censo 1876. Elaboración propia.

alcanzado por los textiles elaborados en esta región no hubiera sido


posible sin las especializaciones que se registran, de manera abruma- artesanal (en especial la textil) de San Miguel se mantuvo en el
dora, en las crónicas y otras fuentes documentales. Recordemos que Virreinato y ya entrada la República. Por sus singulares elementos,
estos grados de especialización surgieron en épocas prehispánicas y fue registrada en el primer censo republicano a fines de siglo XIX.
persistieron durante la invasión europea, a lo largo del tiempo. Este La gráfica 8 sobre las profesiones —que en nuestro len-
desarrollo se asocia también con modelos regionales de tenencia de guaje sería población económicamene activa (PEA)—, vista al
la tierra (ver gráfica 2). Por ello, debo señalar que la producción detalle, muestra que, si comparamos números absolutos, el total de
276 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 277

solo 10 eran varones. En el rubro criadores de ganado hay también


Actividades económicas por sexo, censo de 1876, distrito de San Miguel un número de mujeres muy cercano al de los varones161. Sin embargo,
ya se empiezan a vislumbrar diferencias. Por ejemplo, en el rubro
de estudiantes no aparece ninguna mujer, indicador que incidirá, en
Hombres Mujeres
los años venideros, en las desigualdades sociales y su agudización
entre varones y mujeres. También se constata que en las categorías
100%
empleados públicos, eclesiásticos, escribanos, mineros, médicos,
90% 3,26%
80% 1,28% músicos, sastres, sombrereros, talabarteros, pelloneros y estudiantes
70% el 100 por ciento eran varones.
60% 1,06%
50% 73,49% 9,37% 2,15% 1,48% 2,05%
14,31% 78% En conjunto, estas evidencias coinciden con los grandes cam-
40% 11,50% bios que surgieron, a fines del siglo XIX e inicios del XX, con la
30% 1,92%
modernidad capitalista que trajo sistemáticas diferencias y acentuó
20%
10% 0,33% las desventajas para la población femenina, que había mantenido una
0,74%
0% significativa presencia desde la época prehispánica. Por ejemplo, se
Agricultores Otros Jornaleros Alfareros Carpinteros Comerciantes Criadores Costureras Tejedores Hilanderas
de ganado empieza a marcar en la ausencia de mujeres en el acceso a la escolari-
zación, en contraposición con las actividades de artesanía textil, aso-
Fuente: Censo 1876. Elaboración propia.
ciadas a las mujeres como generadoras de vida y también de ingresos
agricultores alcanzaba a 2.179 hombres, mientras que el número de económicos.
hilanderas era de 3.880 y el de tejedoras era de 712. Sumadas, alcan- Su inclusión económica generó exclusión en la escuela y fue
zaban 4.592 mujeres. Al número de mujeres asociadas a los tejidos gestando cambios muy desfavorables, cuando en los siguientes años
también se les agregarían las 102 costureras, cuya actividad se rela- la educación se convirtió en una fuente de ascenso social y económico
cionaba al trabajo textil. La cifra total es muy significativa de la para los varones y dejó de lado a las mujeres. Agregado a esto, los
participación femenina registrada en el censo y representa más del varones continuaron concentrando las actividades político-religosas
doble de la registrada para los agricultores en una región tendencial- de prestigio y poder. Estas distancias generadas por la expansión
mente rural. Tendríamos que pensar qué sucedía con la agricultura de la modernidad, en las sociedades más tradicionales son aquellas
y la ganadería, ocupaciones que captaban la mayor parte de la mano que Rita Segato (2015: 21) califica como «patriarcado de baja inten-
de obra masculina. sidad». Conforme avanza la expansión del capitalismo en la moder-
Una constatación importante es que la presencia femenina en nidad, crean o inciden en acentuar las condiciones desventajosas
las actividades económicas de esta región no se limitaba a los tex- 161 Quedaría pendiente cruzar estas cifras con los efectos que produjo la Guerra del
tiles. Del total de 63 comerciantes registrados, 53 eran mujeres y
278 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 279

para las mujeres y nos llevan al «patriarcado colonial moderno» o un sinnúmero de familias campesinas en forma complementaria a
la agricultura».
«patriarcado de alta intensidad». En suma, estos procesos minaron y
agudizaron las desigualdades en perjuicio de las mujeres. En esta conjunción de elementos, lo que describe Taylor es una eco-
La información cuantitativa del censo de 1876 se complementa nomía campesina que seguramente estaba asociada a una serie de
con la información cualitativa que levantó Lewis Taylor (1995: 42-43), complejos intercambios locales-regionales. Después de presentar
basado en su revisión de archivos. Transcribe parte de los informes estos elementos para la provincia de Hualgayoc, Taylor (1995: 43)
del subprefecto Romero de San Miguel, que refiere lo siguiente sobre concluye: «Aun en periodos de depresión, como en las décadas de
la producción de textiles: 1860 y 1870, todas las clases sociales involucradas en la economía
«La industria dominante en el distrito es la fabricación de paños y agro-minera de Hualgayoc estuvieron muy integradas a la economía
ponchos, en que se ocupaban mujeres [sic], cuyos maridos no tienen regional y nacional a través de la compra y venta de mercaderías, o
más trabajo, que llevar a vender a la costa en las ferias de Guadalupe de la venta de su fuerza de trabajo».
y Monsefú, y comprar hilos y demás útiles para las nuevas fábricas,
Constata así la importancia del trabajo artesanal de la región y
cuya ocupación les produce ocho mil soles al año».
de su integración en el modelo económico mayor, así como la rela-
Para Santa Cruz, la situación es parecida: ción que se tenía con otras áreas, como la costa particularmente.
«Las señoras se ejercitan en hacer randas desde diez hasta ochenta Sin embargo, como la mirada y propuesta analítica de Taylor era
centavos, y un sol veinte centavos. Se labraran cuando menos diferente, descuidando el valor del trabajo de las mujeres. Según mi
40.000 varas. Se ocupan también en hacer pañones de hilo, y pon-
enfoque, en la revisión del censo de 1876 se puede verificar la rele-
chos de lo mismo, en número de ciento aquellos, y mil de estos».
vancia de la participación económica femenina, así como la posición
Igual sucede en el caso de Llapa: que tuvo y aún mantiene en el modelo económico de la región.
«Se fabrican ponchos y polainas de lana y pañones de hilo que se
4.3. Otras voces sobre su origen
venden en la costa y Hualgayoc; un poncho fino vale 2 soles, un par
de polainas por un sol sesenta centavos, y un pañón por 8 soles».
El camino y la reconstrucción de la información recabada hasta la
actualidad han sido más complicados que desenredar una madeja,
Taylor (1995: 42-43) continúa con la descripción en otros distritos:
porque la historia ha sido y es mucho más compleja. Los años y los
«Bambamarca fue otra zona que producía textiles dentro de la
siglos no pasan sin dejar huella, aunque tampoco se pueden explicar
economía familiar, y, como ya hemos mencionado, fue centro de
un obraje en decadencia, localizado en la hacienda Chala. Los todos los procesos de manera completa, no obstante, las fuentes
distritos de San Gregorio y Niepos no tuvieron importancia como que se dispongan en el momento, porque cada época tendrá nuevas
productores de textiles. En Bambamarca, Santa Cruz y San Miguel
miradas sobre el pasado y sus procesos.
vivía un número significativo de mujeres que se dedicaban a la cos-
tura, mientras en el primer distrito la fabricación de sombreros de Por ello, volveremos nuestra mirada a los orígenes de San
paja ocupaba alrededor de noventa personas a tiempo completo, y Miguel, agregando a la información de archivos las historias
280 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 281

contadas en el pueblo162 . ¿Cómo nos bautizaron con el nombre de en gargantas serranas,


San Miguel? a voz y eco, respondieron:
Se atribuye, al parecer, a una supuesta aparición de la imagen «Pallaqueando, pallaqueando...».
del arcángel a los españoles (historia muy común en las advocaciones Y el viento, haciendo olas
religiosas) en su recorrido a Cajamarca. O, tal vez, fue que durante con las nubes,
la marcha de los conquistadores sintieran temor, por lo que clamaron compuso una canción.
protección al santo, a quien Francisco Pizarro tenía devoción. El cielo, coronado de oro,
Existen muchas historias y relatos que refieren estos temas y se esa tarde lloró...
narran en San Miguel desde hace muchos años. Tienen en común Más preguntas y
una mezcla de tradición oral y religiosidad, pero es imposible men- pocas respuestas la historia escribió.
cionarlas a todas porque resultaría extenso y tedioso. De todas ellas163 , Era setiembre,
escogí un poema narrativo del profesor sanmiguelino Jorge Medina seguro era setiembre,
Díaz (1992: 4): «Pallaqueando», que, de una manera muy bella y sen- y el sol de los Cuismango
sible, refiere a la creación del pueblo, basado en las historias que se pintó las sementeras
escuchan en San Miguel: con colores de abril y
el genio Castellano
Pallaqueando
—en farras y en vicios—
Subiendo por la cuesta, recordó que en España
al otro lado del río de Pallaques, hay fiesta en San Miguel y
hombres sin mundo y a caballo, hay toros y hay gallos y todo...
a toda diestra, divisaron El sol miró celoso al cerro Nihuilán.
la muchedumbre. Subieron más arriba las nubes y las gentes.
Ama quella, ama sua, ama llulla. Fijáronse en el pueblito de barro
Buscándole a la tierra un corazón, y, con su fe cristiana,
preguntaron: le llamaron «San Miguel» y,
«¿Qué hacéis allí?». en honor a su gente,
Y las voces peruanas, fielmente le asignaron
el grito de «¡pallaques!»; y así,
162 Llamadas también «tradiciones orales» o «mitos de origen».
con nombre y apellido, mi pueblo
163 Hay muchas historias y cada sanmiguelino puede contar algunas muy parecidas en el
fondo, pero con diferentes matices. Por ello, escogí este poema narrativo. se durmió.
282 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 283

Esta lectura se puede complementar con otros elementos mencio- se ref lejaría en la diversidad de técnicas textiles y cerámicas165 , que
nados en apartados anteriores, como los de Remy. Si reflexionamos encontramos ahora, asociados a una multiplicidad de sustratos lin-
un poco sobre las afirmaciones de esta autora y de los otros investiga- güísticos (de las lenguas quechua, mochica o yunga, culle, cat y den)
dores que han trabajado la región, puede resultar bastante claro que en el habla castellana actual. Por todo esto, pensamos que estas
la política de reducciones —aplicadas de manera más estricta durante pachacas, con orígenes diversos y tal vez de guarangas y etnias dis-
el gobierno del virrey Toledo— tuvieron un fuerte impacto en todos tintas, no solo mantuvieron sus fidelidades políticas de pertenencia
los modelos andinos (preíncas y posteriores). Este impacto dependía étnica, sino también sus lenguas y sus saberes relacionados a especia-
de las formas organizativas preexistentes a las reducciones coloniales. lidades productivas.
Por ello, la documentación analizada para el caso de Cajamarca nos Uno de los aspectos más interesantes es considerar que el cono-
cimiento y manejo de ciertas técnicas probablemente se mantuvo, y
matiza las miradas que desde ciertos centrismos habían sido utili-
hasta les sirvió como una especie de protección, contra la —casi—
zadas en la observación de los procesos locales y regionales.
obligada inclusión dentro de los modelos coloniales (la mita y los
Podríamos agregar más fuentes para corroborar la hipótesis
obrajes), donde tendrían que generar el dinero para pagar los tributos
de que San Miguel fue producto de las reducciones toledanas. Una
que les impusieron.
de las preguntas que guiaron este trabajo, respecto de las razones
Sin embargo, gracias a que estos grupos producían artículos,
por las que se utilizaba tanto lana como algodón en la produc-
que distribuían en circuitos propios —inicialmente— y fomentados
ción de prendas para usos domésticos y festivos, se respondería al
por el modelo colonial después, pudieron lograr ingresos que les per-
entender que en esta región —no podemos decir exactamente los mitieron «liberarse» de los sistemas de hacienda y peonaje, así como
límites— existieron asentamientos marcados por modelos de «terri- de los obrajes y las minas. Esta idea no puede generalizarse a todo el
torialidad discontinua», espacios donde las presencias de grupos periodo colonial por la ausencia de otros registros censales. No obs-
locales se reunieron, por razones que ya explicamos, con aquellos tante, se pudo observar, en los datos del primer censo republicano,
provenientes de la costa (llamados yungas) y de otros lugares de la censo de 1876, la ausencia en esta microrregión de grandes haciendas
sierra del norte y del sur. y obrajes. Además, la inserción en los trabajos de explotación minera
Probablemente también con los chachapoyas, a los que se agre- era temporal. Preferían producir quesos o trigo para venderles a las
garon los mitimaes164 asociados a la llegada de los incas. Este modelo minas. Otra opción era laborar en las agrohaciendas de la costa por
temporadas o trabajar como arrieros, típico modelo campesino.
164 Las presencias de diversas etnias en esta región, como ya he señalado, son preíncas.
Este modelo singular de asentamientos andinos es llamado «territorialidad discon-
Dando un salto en el tiempo, a fines de la primera mitad del
tinua» por Rostworowski y Remy. Es a mí parecer el concepto que mejor da cuenta siglo XX, como lo mencioné, tuvimos la presencia de Miró Quesada
de la complejidad organizativa de estos grupos norteños. Cuando llegaron los incas
Garland como parte de un viaje que evocaba la ruta de Pizarro hacia
del sur, respetaron estas formas e incrementaron la ya existente diversidad étnica.
En algunos casos, como el de los cañaris, corresponderían a asentamientos forzados
por el poder central inca. 165 Las relaciones entre ambas amerita una investigación independiente.
284 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 285

Cajamarca. Aquí solo quiero presentar un fragmento de la narra-


ción que hizo después de recibir el saludo de las autoridades en la
Municipalidad de San Miguel:
«Hacemos luego una visita a las tejedoras. Viejas arrugadas y
socarronas que conservan en sus manos el secreto de los bellos
tejidos de San Miguel. Trabajan aún en forma primitiva y lenta.
Para hacer una manta tardan más de 15 días y no ganan ni 15
soles. Sin embargo, doña Agustina, pegada a su tradición, teje
hace cuarenta años y parece deleitarse en su minuciosa mezcla
de colores. A la mañana siguiente tomamos el camino hacia la
población de Llapa».

Miró Quesada Garland solo reporta la visita a la casa de doña


Agustina, una de las tejedoras sanmiguelinas. Aunque la descripción
tenga cierto tono despectivo, es bastante probable que la presencia de
estas mujeres artesanas y sus tejidos haya sido tan fuerte y relevante
que era imposible dejar de visitarlas, señalando el tipo de actividades
FOTO 18 Tejedoras sanmiguelinas Amparo Malca, tejiendo, y Rosalía Castañeda, de
que hacían, el tiempo que les tomaba confeccionar una pieza y los
pie. San Miguel, 1950. Colección personal de la autora.
precios.
En el libro del viaje incluye dos fotos, una en la plaza de San
de que los viajeros tenían otras preocupaciones y su mirada estaba
Miguel con las autoridades locales y la otra de doña Agustina, de
puesta en la ruta, las artesanas lograron su atención y registro.
quien no menciona el apellido. Aunque podría tratarse de Agustina
Lara, lo relevante es que en ella estuvieron representadas todas las 4.4. Cambios de pertenencia política
artesanas sanmiguelinas, sus bellos tejidos y el conjunto de conoci-
mientos que continuaban transmitiéndose de una generación a otra. Érase una vez la guaranga de Chondal que tenía muchas pachacas...
Al observar la foto, se puede suponer que fue «preparada o produ- Llegó un virrey que ordenó que las pachacas no estuvieran tan dis-
cida», hasta cierto punto, porque se colocaron tejidos, frazadas y persas por el campo, porque quería reducir a las personas en un solo
pullos en los corredores de la casa para enmarcar a la mujer artesana espacio para obligarlas a trabajar para los encomenderos o hacen-
y su trabajo. dados, cobrarles tributos en especie primero y en dinero después. El
Llama la atención que no haya merecido ninguna mención la pretexto fue la religión, los reunían en las reducciones para adoc-
actual iglesia de adobe tan llamativa por su altura y dimensiones, y de trinarlos en las nuevas creencias. Producto de esta necesidad colo-
la que todos los sanmiguelinos nos sentimos tan orgullosos. A pesar nial surgieron nuevos pueblos, crecieron algunos de los antiguos y
286 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 287

desaparecieron otros. Como efecto de la política de reducciones se


creó primero San Miguel de Catamuche y luego de su reubicación se
le llamó San Miguel de Payacques.
En estos tiempos, San Miguel era parte del corregimiento de
Cajamarca, luego del de Chota. En el siglo XIX, con la República, se
creó Hualgayoc como provincia y San Miguel fue uno de sus distritos.
En el censo de 1876, San Miguel figura como distrito perteneciente
a la provincia de Hualgayoc. Recién en 1964, San Miguel se con-
virtió en provincia. Todos estos cambios estuvieron asociados, de una
manera, al conjunto de relaciones sociales, políticas y económicas que
empezaron a tejerse desde tiempos inmemoriales. Y siempre estuvo
integrada por redes de comunicación: caminos, carreteras, trochas.
En la foto 19 que se presenta a continuación —quizá a
mediados del siglo XX por la presencia del camión—, se observa las
obras de remodelación de la plaza de Armas realizadas como trabajo
colectivo o minga, como le llamamos en esta región. San Miguel aún
era distrito de Hualgayoc. FOTO 19 Trabajo colectivo de remodelación de la plaza de Armas, mediados del
siglo XX. Dominio público.
4.5. Breve revisión histórica de la población del distrito y
provincia de San Miguel proporción de población masculina tan significativa. Descartamos
la explicación que vincula esta diferencia con la Guerra del Pacífico,
En la tabla 4 se presenta la evolución de la población desde el censo porque fue posterior a este censo.
de 1876, cuando el total de habitantes del distrito sumaba 12.564 De los 12.564 habitantes registrados, 1.864 personas, corres-
personas. Llama la atención que la proporción de varones en este año pondiente al 14,84 por ciento de la población, se concentraban en
sea inferior a la de mujeres en 18 puntos. Entre las explicaciones ensa- la zona urbana de San Miguel y la mayoría (85,16 por ciento) lo
yadas para explicar esta diferencia se encuentra la migración mas- hacía en la zona rural. Al comparar estas cifras con las del total
culina hacia las haciendas azucareras. También podría tratarse del del departamento de Cajamarca, que para el censo de 1876 tenía un
reclutamiento de varones hacia las minas y la actividad del arrieraje. total de 212.746 habitantes, es interesante observar que solo el 3,56
Sin embargo, estas explicaciones no son concluyentes porque resulta por ciento vivía en las áreas urbanas y el 96,44 por ciento en áreas
difícil aceptar que estas actividades hubieran podido absorber una rurales. Después de 117 años, ya con la categoría de provincia, San
288 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 4 | LOS TEJIDOS MULTICOLORES DE SAN MIGUEL 289

Miguel registró en el censo de 1993 un total de 61.160 habitantes, de Mapa 5


los cuales 7.291 (11,9 por ciento) vivían en el área urbana y 53.869 El departamento de Cajamarca y la provincia de San Miguel167
(88,1 por ciento) en la zona rural.
Por otro lado, la población total del distrito aumentó del siglo
XIX a inicios del XXI casi cinco veces. Son crecimientos que se
vieron impactados por el fenómeno migratorio regional y nacional a
diversos lugares de la costa, Chiclayo y Trujillo, en particular, y al
departamento de Lambayeque, en general.

Tabla 4
Evolución de la población de San Miguel, 1876-2017166

Año Hombres Porcentaje Mujeres Porcentaje Total


1876 5.143 41% 7.421 59% 12.564
1940 7.379 48% 7.859 52% 15.238
1972 25.119 48% 26.723 52% 51.842
1981 27.862 49% 29.540 51% 57.402
1993 30.029 49% 31.131 51% 61.160
2007 27.819 49,5% 28.327 50,5% 56.146
2017 22.298 48,4% 23.745 51,6% 46.043

Fuente: Elaboración propia a base de censos nacionales del Perú.

Toda esta información general del contexto de la región, tanto de


Cajamarca como de las regiones vecinas, con las que San Miguel
siempre mantuvo estrechas relaciones comerciales, sociales, cultu-
rales, de parentescos y demás, sirve de marco general para abordar el
siguiente capítulo, dedicado a los tejidos de San Miguel. Se incluye
también un cuadro de Cajamarca del que resaltan San Miguel y sus
distritos.

166 En todos los casos, estos datos corresponden solo al distrito de San Miguel con sus 167 Tomado de http://sanmiguelcajamarca.blogspot.mx/ (consultado el 30 de junio de
caseríos y centros poblados. 2016).
291

Capítulo 5
La artesanía textil en San Miguel

Tejedora 100
[Décimas]

Para ti, gran tejedora, En tu mundo la siquicha


tengo décimas de paz, sabe dar seguridad,y la chana de verdad,
desde mi poder fugaz a la kallwa brinda dicha,
con la pluma rimadora, el cungallpo juega ficha,
en la tierra ganadora, por illawa, por tramero,
del tejido resurrecto, con el putij forastero,
con espíritu perfecto y la chamba con perfil,
en los aires de tu lar, más el palo de marfil,
en tu santo trabajar, en el sol sanmiguelero.
de tu mundo predilecto.
En el suelo fiel y justo,
Servilletas y manteles, con el guango te va bien,
hablan de tu vocación, y la rueca cuenta cien,
y tus pullos en acción, con el huso tan robusto,
dan honor a los migueles; el hilar con mucho gusto,
es el quid de mi reseña,
has subido más niveles,
que la tierra desempeña
con tus ponchos agitados,
en el tiempo superior,
y tus chales trabajados
con el rol del urdidor,
con talento de mujer,
que más églogas diseña.
que la gente sabe ver,
FOTO 20 Tejedora y su obra. Fotógrafo: Óscar Chambi. San Miguel, 2006. Tito Pérez Quiroz, 2019
con orgullos aclamados.
292 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 293

Quise iniciar este capítulo con unas décimas escritas por un es posible afirmar que los tejidos nos introducen en la cosmovisión y
poeta sanmiguelino, quien da cuenta de esta actividad ancestral. Para la cultura de sus productoras, usuarios y consumidores. Con autoría
San Miguel, el tejido estuvo y está dedicado a cubrir necesidades de conocida o sin ella, estos objetos pueden utilizarse para analizar las
abrigo y cobijo de las unidades domésticas donde se producen, así funciones mencionadas. Por último, son patrimonio cultural de los
como a satisfacer las demandas del mercado local, regional y nacional. pueblos. En San Miguel, Cajamarca, así como en otros espacios, se
Cumple un significativo papel económico, porque a través de su generan elementos identitarios y de afirmación positiva para las arte-
comercialización se generan ingresos económicos, que permitirán, a sanas, pero también para los pobladores en general.
quienes se dedican a tejer, adquirir los materiales necesarios para la En este capítulo, me propuse dialogar con los tejidos y sus ges-
continuación del ciclo productivo, generalmente obtenidos fuera del toras. Es decir, las artesanas. Gracias a su decidido apoyo, conté con
entorno de la producción. Esta profesión se asocia a una importante sus narraciones y enseñanzas como herramientas que dieron sustento
fuerza laboral representada por un significativo grupo de personas que a observar, describir, analizar y relacionar procesos más amplios. Mi
se dedican a las diferentes etapas del proceso productivo. Aunado a punto de partida ha sido la etnografía, que me llevó a la arqueología,
esto, generan satisfacciones, por la calidad y la belleza de los artículos la historia y la lingüística para explicar antiguas relaciones, presen-
que producen, a las participantes de esta actividad artesanal. cias, ausencias y permanencias entre lugares que parecían estar sepa-
Los tejidos en telar de cintura o qallwa , como se conocen en rados y hasta incomunicados.
San Miguel y en otras regiones del norte peruano, son una demos- Con estas bases fue posible identificar las diversidades étnicas
tración de las técnicas empleadas, de las habilidades desplegadas y de asociadas a la producción textil y sus complejas redes de relaciones y
la capacidad de abstracción matemática de las mujeres que los elabo- mutuos enriquecimientos. En una de mis hipótesis sostengo que esta
ran. Resultado de procesos y saberes que se han ido transmitiendo y producción pudo servir a ciertos grupos étnicos como una suerte de
recreando de generación en generación. Los tejidos cumplen también «refugio» que los mantuvo a distancia de los obrajes, las haciendas y
funciones expresivas y artísticas: las mujeres sienten que «necesitan» los sistemas de trabajo cuyas condiciones laborales eran serviles y su
tejer para realizarse como tales y para expresar estéticamente diver- libertad de movimiento era restringida.
sas emociones vinculadas con la vida personal y las celebraciones en A lo largo del tiempo y de la historia, en algunas regiones la
la región. permanencia y el sentido de los tejidos ha ido «olvidando» sus oríge-
Otra función es la simbólica, demostrada en los regalos o pre- nes y sus vinculaciones con las tradiciones ancestrales. Esto es uno
sentes. Los tejidos se intercambian también para cumplir con los de los efectos de la colonialidad del poder y del saber, como señala
compromisos de reciprocidad y con los ritos de pasaje asociados al Aníbal Quijano. Estas formas de dominio procuran la «aceptación y
nacimiento, matrimonio y muerte. De manera similar a lo que suce- naturalización» de la producción artesanal como devaluada, sinónimo
de con diversos grupos tradicionales, el uso de ciertas prendas en la de atraso y con menor valor real y simbólico en comparación con la
vida cotidiana o en las festividades expresan pertenencias. Por ello, industrial.
294 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 295

Ante esto, la recuperación de la memoria histórica que tienen 5.1. Categorías analíticas
los tejidos para quienes los producen, comercian y consumen intentan
recobrar las narrativas y valores que deberían ser una herramienta de Para entender la producción artesanal, se han planteado acercamien-
afirmación y de reconocimiento de saberes, poderes y formas dignas tos distintos. Uno de ellos es el de María Luisa Horcasitas de Barros
de trabajo, entre otras. Esto no significa dejar de lado que —en la (1974: 335-336), quien define a la artesanía como «la producción de
mayoría de casos— la comercialización de la artesanía está cada vez objetos manufacturados, que denotan la creatividad personal del ar-
más atada, dependiente del papel de los comerciantes y también de tesano. Su obra no alcanza la categoría de creación artística, pero su
los diseñadores. Ambos actores se quedan con la mayor parte de las valor estriba en la originalidad personal y técnicas empleadas». La
utilidades que esta actividad genera, situación que refuerza la exclu- autora centra su definición en la obra misma que, parcialmente, po-
sión, en detrimento de las artesanas, que son quienes la trabajan. dría aplicarse a la producción textil de San Miguel.
También soy consciente de que hay muchas dudas e interrogan- Otro acercamiento se enfoca en el contexto de la producción
tes que quedarán pendientes a la espera de investigaciones o de aná- artesanal y fue planteado por Lenin (1974: 2), quien señala que la
lisis multidisciplinarios. Por ejemplo, la simbología de los textiles, la artesanía es una primera forma de industria que se va separando de
semiótica de los diseños y la combinación de colores. Al respecto, la la agricultura y que produce artículos por encargo. La materia prima
revisión de documentos en archivos, la inclusión de puntos de vista de usada puede ser de propiedad de quien la hace o de quien la solici-
otras especialidades, nuevas visitas a la sierra norperuana y la del sur ta, el pago generalmente es en dinero y se puede complementar con
ecuatoriano deberían arrojar luces sobre la producción de la compleja algunos productos alimenticios. Se halla difundida en las aldeas y
técnica del teñido de reserva: ikat. Aquí solo están delineadas las sirve como complemento a los ingresos campesinos. Estas referencias,
relaciones entre San Miguel, Tacabamba y el sur del Ecuador. Mien- aunque son muy clásicas, sirven todavía para describir parcialmente la
tras tanto, es necesario observar qué sucede, para dar cuenta de cómo producción artesanal en San Miguel. Porque una parte de las artesa-
estos grupos sociales que viven alrededor de los textiles reconfiguran nas viven en un contexto de unidades domésticas campesinas, donde
sus expresiones para continuar con esta tradición, haciendo parte de se combinan ingresos de la agricultura, de la artesanía y del trabajo
la diversidad cultural de la región y del país. asalariado en los valles costeños para el trasplante del arroz.
Antes de continuar con la producción textil sanmiguelina, es Robert Ebersole (1968: 10), tras una pesquisa hecha en el sur
necesario hacer una brevísima revisión de definiciones clásicas y con- del Perú entendía a la artesanía como «un proceso mediante el cual,
temporáneas de la actividad artesanal168 , asociada tendencialmente materiales en bruto o parcialmente procesados son convertidos en ob-
con modelos campesinos para, sobre esta base conceptual, proponer jetos de uso para la venta. Según esta definición, los productos arte-
el marco analítico de esta investigación. sanales confeccionados para uso doméstico de sus productores fueron
excluidos en la investigación». La primera parte se podría retomar,
168 Porque se producen también artesanías en contextos más urbanos donde varían las
condiciones.
aunque, de aplicar esta definición a San Miguel, dejaría fuera a los
296 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 297

artículos producidos para el autoconsumo y los regalos, que juegan un marcan en los cambios de los contextos socioeconómicos, culturales
papel social y simbólico que no se debe descuidar. y políticos. Las actividades artesanales son espacios de generación
Con una mirada nacional, Martin Scurrah (1974: 7) afirma- de ingresos y reproducción cultural, para sus protagonistas. También
ba: «La artesanía, por su propia naturaleza, es una tarea artística de son útiles al sistema económico vigente, porque esta producción tiene
creación manual que no se presta a la división del trabajo. Una mayor nichos de mercado, en donde lo «hecho a mano y con sello personal»
especialización y división del trabajo cambia la naturaleza de la acti- tiene demanda y genera ingresos importantes. En especial, a diseña-
vidad artesanal, transformándola en industrial». Este autor insiste en dores y comerciantes-intermediarios.
aspectos artísticos, presentes en los textiles de San Miguel, pero no
siempre cada prenda es una creación única, por otro lado, se puede
5.2. San Miguel ante los grandes cambios coloniales
constatar una cierta división del trabajo al observar las condiciones La creación artesanal sanmiguelina no ha sido producto solo de la
de las artesanas y la organización de su producción. Más aun cuando creatividad de las artesanas, sino también de las modificaciones del
en algunos casos se fracciona o se acentúa la realización de cada fase entorno histórico y económico, de la región en particular y, de la so-
de la producción. Sin embargo, no creo que esto le reste valor a la ciedad peruana en general. Es decir, la producción de textiles se rela-
prenda ni que por ello deje de ser artesanal. ciona con los procesos más amplios de las sociedades local, regional,
Si revisamos con cuidado cada definición, veremos que en el nacional e internacional. Por ello, es necesario explicar la organización
fondo se asocia a determinados contextos históricos y económicos de la producción y los roles que han cumplido estos tejidos, así como
del desarrollo de las sociedades, en los cuales las funciones que cum- considerar las voces de las artesanas, sus principales protagonistas.
plen los objetos artesanales van cambiando. Por ejemplo, en la época Uno de los grandes cambios en la historia de los tejidos en el
prehispánica los artesanos cumplían una diversidad de roles. Con la Perú se asocia al proceso colonial y a la modernidad que conllevó.
llegada de los europeos y el dominio colonial, algunos permanecieron Con la imposición de la mita y el pago de tributo, en especies primero
y otros se modificaron. Así lo han manifestado Murra (1975), Ramos y en efectivo después, el sistema de producción de tejidos se integró
(2010) y Przadka-Giersz (2015), quienes recalcan la trascendencia de al sistema colonial, donde estos llegaron a expresar la sujeción a un
los textiles en las etapas históricas de nuestras sociedades, cuyos roles nuevo actor, el encomendero. En los modelos andinos prehispánicos,
han registrado permanencias, así como dialécticos cambios. como lo ha señalado Susan Ramírez (2005), las élites existentes les
Otro elemento es la posición social de las personas vinculadas exigían también que aportasen su fuerza de trabajo para una diversi-
a este proceso. Las relaciones serán distintas dependiendo de si uno dad de actividades, aunque bajo una suerte de compromiso mutuo o
es productor, consumidor, comerciante o si recibe una determinada reciprocidades. Por ejemplo, el curaca o cacique exigía a cada pachaca
prenda como regalo. Por ello, los ejes analíticos del presente estudio, o aillu su mano de obra para trabajar sus tierras, las del inca y las
a diferencia del primer trabajo presentado en 1978, tienen bases más de los dioses, para realizar obras de irrigación, caminos, producir
amplias que no se limitan a la producción artesanal, sino que se en- textiles o ceramios. A cambio tenía la «obligación» de proporcionar
298 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 299

comida, bebida e incluso música a esta mano de obra. Muchas de Esta situación produjo, en parte, un tipo de artículos más es-
estas actividades productivas se desarrollaban en un ambiente festivo. tandarizados, los que fueron destinados a mercados del sur del vi-
Con el régimen colonial, este sistema de contraprestaciones169 rreinato, hacia lo que ahora es Bolivia y Chile, pero también hacia el
mantuvo la obligación solo para los indígenas, quienes desde entonces norte, a Panamá. En el norte del Perú se continuó con la producción
debían trabajar en condiciones bastante desfavorables, y el benefi- de tejidos artesanales, algunos muy finos, que respondían a las de-
cio era solo para el encomendero. Inicialmente, los indígenas fueron mandas del consumo local y regional, como lo señaló Zevallos Qui-
obligados a pagar tributos con su fuerza de trabajo y con productos. ñones, citado en capítulos anteriores.
Después, debido a las quejas por los excesivos abusos, se modificó En una investigación sobre los obrajes, Silva Santisteban (1964:
esta última obligación por el dinero170 . Esto incidió en la necesidad 7) afirma que alcanzaron un gran auge, porque había mucha carestía
que tuvieron los indígenas de insertarse en las haciendas, obrajes o de ropa y la industria española no tenía capacidad para cubrir la de-
minas171 para obtener un salario en efectivo que les permitiera pagar manda creciente de sus colonias. Por otro lado, con el modelo de los
el tributo. Es probable que, algunos grupos de indígenas continuaron repartimientos de indígenas, los encomenderos abusaban de la mano
con la producción artesanal de ciertos artículos que podían vender de obra que tenían a su disposición, los obligaban a trabajar en con-
para cubrir el pago del tributo. diciones inhumanas con pagos miserables.
Paralelamente, el caos y la desestabilización generalizada pro- Choy (1979: 288-289) explica que, inicialmente, fueron los
ducida por el sistema colonial afectaron también la producción de Habsburgo quienes impactaron negativamente —de manera indirec-
tejidos, impactando la demanda mercantil. Es decir, si antes de los
ta en su propia industria metropolitana— con la prohibición de las
españoles toda la producción excedente era controlada por el Estado
Cortes de Valladolid para adquirir telas de la Península. Esta medida
inca o por los señoríos regionales, bajo el régimen colonial se crea-
impulsó la manufactura textil de las colonias.
ron las condiciones para establecer obrajes, donde —como lo señaló
Por otro lado, Silva Santisteban (1964: 160) manifiesta que
Emilio Choy (1979: 287)— el encomendero se sentía dueño de los
cuando la metrópoli —un poco más tarde— se dio cuenta del efecto
indígenas y los obligaba a trabajar en la artesanía textil durante la
negativo y como «la economía americana estaba destinada a servir a
mayor parte del tiempo. El autor nos dice que esto podría parecer un
la Península y para tal fin no se vaciló en sofocar toda manifestación,
método inca. Sin embargo, se adueñaban del trabajo de la población
diríamos más bien, toda acción que en el tiempo pudiese representar
nativa. Con otra visión, algunos encomenderos instalaron obrajes con
un paso hacia el desarrollo industrial y que, a la postre, presuponía la
telares y tornos, en un proceso que los hizo transitar de artesanos a
independencia económica de la Colonia». A estas alturas, los obrajes
jornaleros, con pagos miserables.
ya se habían convertido en un comercio y negocio muy lucrativo para
169 encomenderos y comerciantes en el continente americano, quienes, a
170 Como se vio en el capítulo 2. pesar de todas las prohibiciones de que fueron objeto, lograban por
171 En la región norte del Perú la mita minera no fue obligatoria. todos los medios burlar las disposiciones.
300 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 301

Se puede observar que los obrajes tuvieron una expansión bas- circuito económico y comercial, fueron de otra manera. Un elemento
tante diversa a lo largo del virreinato peruano. Para Silva Santisteban importante registrado, a través de la historia oral, se refiere a que esta
(1964: 124), en Cajamarca existieron de distinta magnitud. Uno de actividad ha sido y es considerada culturalmente femenina. No creo
los más importantes fue el de la hacienda Porcón, donde hasta la que San Miguel sea un caso excepcional, es probable que, en Chota,
actualidad se puede apreciar en uso el telar de pie de tipo colonial ac- Tacabamba y algunos otros lugares pudieran haber pasado por pro-
cionado por los varones. Para la región de San Miguel, solo menciona cesos similares.
la presencia de un obrajillo en la hacienda Quindén, que funcionaba a
5.2.1. Los tejidos
mediados del siglo XVII con dos tornos y dos telares, sus peines y sus
lizos, además de dos tinajas para el tinte. La existencia de este obraji- Cuando en 1977 preguntamos a las artesanas por la historia de los
llo, afirmamos172 Quiroz y otros (1978: 22), no tuvo mayor influencia tejidos en San Miguel, no encontramos respuestas precisas respecto
en la región, ni impactó en los aspectos técnicos organizativos, por- de los orígenes de esta actividad. A pesar de ello, todas coincidieron
que el telar colonial no tuvó aceptación. en afirmar que aprendieron viendo a sus madres o abuelas tejer, una
Cuando hicimos la investigación en la década de 1970, no ob- habilidad que heredaban las nuevas generaciones. Narraron que «an-
servamos la conexión entre la ausencia de grandes haciendas y obra- tes» tenían que hilar173 la lana de carnero o el algodón para después,
jes con la permanencia del telar de cintura o kqallwa en la región. utilizando el telar de cintura o qallwa, confeccionar ponchos, fondos,
Al regresar en 2014, repensando en las condiciones de este entorno sobrecamas, pullos de cama y de cargar, alforjas y manteles. La activi-
y con el conocimiento de otros materiales históricos y nuevos puntos dad textil se desarrollaba en las zonas urbanas y rurales.
de vista, concluí que sería precisamente la ausencia de estos sistemas Nos dijeron que las técnicas usadas en la confección de las pren-
de trabajo —como los obrajes—, al que se agrega grupos de espe- das eran muy antiguas, que se transmitieron por generaciones como
cilistas en esta región, algo que podría explicar, en gran parte, la parte de su herencia cultural. No obstante, algunas fueron «descu-
persistencia del tejido en telar de tradicional cintura o qallwa (o telar briendo» e intercambiando técnicas, había mucho celo por compar-
tradicional), cuyo uso se mantiene en la provincia de San Miguel de tir algunos conocimientos. Las novatas tejían a veces a escondidas,
Cajamarca. mirando cómo lo hacían las expertas y «aprendían» los procesos más
El hecho de no haberse adecuado a las técnicas españolas no complejos. Entre las variantes técnicas mencionaron el cordoncillo,
significó el abandono de la actividad textil, sino todo lo contrario: el asargado, el cuchiñahui o cuchucñaui174 , el de dos caras o dos ases
gracias a la presencia de grupos de especialistas en tejidos y la au- 173 Implicaba la trasquila, el lavado, el escarmenado, el hilado, el torcido y el teñido,
sencia de grandes haciendas y obrajes, se explica, que la reproduc- como se detalla más adelante.

ción y permanencia de esta artesanía, así como su inserción en el 174


-
dríamos pensar que cuchucñahui, antes que «ojo de gato», podría traducirse como
172 «ojo doble», porque forma cocos dobles.
302 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 303

(doble faz), los tramados y el de labor. Hasta mediados del siglo XX, 23

ciertas personas, en especial varones, hacían alfombras anudadas con


telar horizontal175 y producían también pellones para los caballos.
Muestra de estas técnicas se observa en las fotos 21, 22 y 23:

21

22

FOTO 21: Alfombra anudada elaborada en telar horizontal a principios de siglo XX.
San Miguel, 1985.
FOTO 22: Alfombra de lana y algodón, técnica de tramado con ribete agregado en
175 Jiménez Borja (1999: 21) señala que había telares horizontales antes de la llegada de cuchiñahui, mediados de siglo XX. San Miguel, 1985.
los europeos. En este caso, habría que preguntarse qué tanto era un modelo andino
que se adaptó a la producción de alfombras, cuya fabricación responde a la tradición FOTO 23: Celina Quispe illahuando técnica cuchiñahui. Fotógrafo: Miguel Ugaz. San
Miguel, 2015.
304 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 305

Las artesanas recordaron reiteradamente los paños o pañones, A partir de la etnografía, se puede afirmar que en algunos de
que producían en grandes cantidades y les dejaban ingresos conside- los productos elaborados en San Miguel —en especial, los destinados
rables. Los cuales eran llevados para venderse fuera del pueblo, a la al autoconsumo— se usaban algodón para la urdimbre y lana para la
costa, Monsefú y Ecuador. Estos circuitos de comercialización fueron trama, tal como en los tejidos de Túcume. Si bien el algodón ya era
descritos por el subprefecto Romero (Taylor: 1995) a fines del siglo industrializado desde principios del siglo XX, en algunos casos ob-
XIX, época en que la ocupación de la mayoría de las mujeres de San servé que la trama aún era de lana de ovino e hilada y torcida a mano.
Miguel y Llapa era la producción casi exclusiva de paños. También Aunque no contamos con evidencias de que estos trabajos fueran ta-
aparecen registrados en el censo de 1876. Estos testimonios eviden- reas compartidas entre costeñas y serranas, como en Huaca Larga,
cian que la actividad textil es muy antigua y muestra permanencias se puede pensar en algunas reminiscencias a manera de cooperación
—como señalé en los capítulos 1 y 2— del conocimiento de teñido artesanal en aspectos técnicos y en materias primas.
de reserva conocidos por los grupos locales, probablemente por in- El problema que tenemos para Cajamarca en general —que re-
tercambios con artesanas moche-lambayeques, incas y chachapoyas. ferí al inicio de este texto— es la escasez de investigaciones y de
La investigación de Bernarda Delgado Elías (2005) sobre Tú- evidencias de tejidos arqueológicos. Existen pocas excepciones, como
cume desde la evidencia arqueológica afirma la presencia de grupos las piezas del museo de la Universidad Nacional de Cajamarca o de
con alta especialización artesanal, en general, y textil, en particu- algunas colecciones privadas. Falta analizar estas evidencias tal como
lar. Pone como ejemplos las miniaturas halladas y un conjunto de se ha procedido en la arqueología costeña para entender los procesos.
finas telas, mantos, paños y prendas personales en la tumba del últi- Pese a no tener referencias publicadas sobre el teñido de reser-
mo gobernador inca de Huaca Larga. Este hallazgo se complementa va (ikat) de la región de Chachapoyas, en el museo de Leimebamba
con el entierro de 19 mujeres tejedoras, ubicadas en una habitación observé textiles prehispánicos con esta técnica. En trabajo de campo
contrariamente oblicua al recinto donde fue enterrado el persona- (2016-2017) pudé comprobar que aún se maneja y que hay piezas re-
je principal. Delgado Elías detalla que los tejidos encontrados en el cientemente elaboradas en lana de ovino, con el teñido ya menciona-
do. Menciono ello porque a fines de la década de 1970, según regis-
Complejo Arqueológico de Túcume son 562 piezas, de las cuales el
tramos en la publicación, se pensaba que podría ser un procedimiento
65 por ciento son lambayeques y el resto incas. Recalca la diversidad
que vendría de Asia siendo introducido por las rutas coloniales176 ,
de técnicas y diseños textiles de las piezas halladas, lo mismo que los
como lo sugería Jiménez Borja en 1976, cuando lo entrevistamos y
colores y los teñidos. Un dato importante que la autora (2005: 179-
nos mencionó técnicas similares usadas para la elaboración de los
180) menciona:
«los tejidos encontrados en este complejo evidencian el trabajo paños de Indonesia.
compartido de tejedoras locales costeñas y foráneas serranas. Ya Desde finales del siglo pasado, gracias a los avances en la ar-
que en un mismo tejido la urdimbre está hecha en algodón con
una torsión del hilado en ‘S’ y la trama en lana con la torsión ‘Z’,
queología (Rowe: 1996), se puede afirmar que la técnica ikat fue co-
que son marcas asociadas a cada una de las regiones (costa y sierra
respectivamente)». 176 La Nao de China, que recorría desde Filipinas hasta México y Perú.
306 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 307

nocida en la región andina desde épocas prehispánicas y las eviden- de reserva se usaba en Ecuador y Asia. Ello nos dejó interrogantes
cias se concentran sobre todo en la costa. Al parecer, las mujeres de respecto a cómo había llegado a nuestra región. En esa época aún
la costa norte utilizaban un atuendo que les cubría la cabeza y los no se habían hecho todos los hallazgos arqueológicos que acabamos
hombros, y que además tenía otros usos como cargar a los hijos y de mencionar. Ahora tenemos acceso a otros materiales, como los de
transportar algunos objetos no muy pesados. Este uso tendencial- Brüning, pero veamos cómo se fue desenredando este nudo.
mente costeño (Lambayeque y Piura) se mantuvo hasta mediados del En 2014 hice una breve visita a la costa norte del Perú (Monse-
siglo XX, como lo señaló Jiménez Borja en la entrevista mencionada, fú, Ciudad Eten y Puerto Eten en la región Lambayeque) para buscar
complementado con la evidencia visual de Brüning. Algo parecido las evidencias de los nombres de los palitos del telar y también del
nos contaban las artesanas de San Miguel, quienes afirmaban que el uso del pañón. Todo esto fue complementado con evidencias etno-
ikat era el trabajo antecedente a los tejidos actuales, cuya venta les históricas, que ya expuse en capítulos previos. Precisamente en estas
generaba significativos ingresos. El uso de estas prendas se sostiene imágenes captadas por Enriqe Brüning, precursor de la etnografía
en la sierra de Cajamarca y el sur ecuatoriano. norteña, se puede observar el uso cotidiano de estas prendas en las
mujeres norteñas en una región de habla muchik y solamente una en
5.3. Los pañones sanmiguelinos: una hebra importante la sierra: Cutervo178 .
de la historia Brüning fue testigo de una época de grandes cambios socioe-
conómicos que se iniciaron a fines del siglo XIX y continuaron en la
Para entender la producción de paños o pañones, debo mencionar que
primera mitad del siglo XX. Uno de estos fue la modificación radical
en 1977 nos preguntábamos cómo empezó este tipo de artesanía (Qui-
de los atuendos femeninos, en especial, el de las mujeres de la cos-
roz, Rivas y Guerra, 1978: 23). Habíamos encontrado en las fuentes
ta, tanto de las ciudades como de los pueblos, lo que nos hizo notar
que técnicamente se la conocía como ikat, combinada con el tejido en
Jiménez Borja. La ropa, en general, y los atuendos femeninos, en
qallwa y el complejo amarrado de los flecos en ambos extremos. Al
particular, evidentemente no estaban aislados de los grandes cambios
respecto, hicimos una consulta al doctor Arturo Jiménez Borja 177,
por efecto de la expansión de la modernidad.
quien opinó que esta técnica era una corriente que venía del norte. En
Otro de los impactos más directos de la expansión de la Re-
sus viajes, él había observado los pañones en Huancabamba (Piura),
volución industrial europea se vinculó con la reestructuración de las
Tacabamba (Chota) y San Miguel. En Piura, en 1925, era una prenda
redes de caminos y la introducción de los ferrocarriles, primero, y
de uso común entre las mujeres. Cuando regresó en 1950, esta prenda
de los vehículos automotores, después. Las carreteras modificaron la
ya no estaba en uso. También nos informó que esta forma de teñido
red de comunicación vial del país. Muchos de los nodos o centros
177 En esos años era difícil conseguir información y éramos jóvenes estudiantes pro- serranos de convergencia de caminos transversales y horizontales se
vincianas con pocos recursos. Sin embargo, viajamos a Lima para buscar bibliogra-
fía e información. En este proceso tuvimos el privilegio de conversar con el doctor
reajustaron, pero se cortaron viejas rutas paralelas entre los Andes,
Jiménez Borja, amplio conocedor sobre los tejidos antiguos del Perú. Parte de la
entrevista que le realizamos se incluye en esta cita. 178 Donde se observa al alcalde local y una mujer usando la prenda mencionada.
308 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 309

por necesidad del sistema económico. Las trochas solo bajaban de las narraciones de historia oral y las entrevistas a las ancianas de San
manera perpendicular como las aguas de los ríos, de la sierra a la cos- Miguel, quienes mencionaron que la confección de paños se había
ta. Como efecto secundario se cortaron muchas vías de comunicación convertido en un oficio del pueblo180 . El proceso de elaboración de
entre los pueblos de la sierra y parte de la región oriental, por donde esta prenda era muy complicado y demandaba mucho tiempo. Por
habían circulado grandes flujos de mercancías y personas. Ahora todo ello, no todas las artesanas del pueblo lo conocían en su totalidad.
estaba orientado hacia la costa, cuyos puertos importaban y exporta- Muchas se especializaban en una fase del mismo.
ban diversas mercancías. Otro aspecto que señalaban era el económico, porque la produc-
Taylor señala (1994) que con el impulso de las haciendas agroex- ción era parte importante de sus economía, ya que los productos es-
portadoras de la costa (azúcar) se empezaron a gestar las condiciones taban destinados a la venta181. Por el movimiento y la gran demanda,
que impactaron en el consumo. Pasaron paulatinamente de la ali- integraron artesanas de las zonas rurales para realizar una parte de
mentación tradicional (maíz, papa, trigo) a la introducción del arroz las tareas que implicaba hacer un paño. Es decir, amarrado, teñido o
como parte importante de la dieta en la sierra (también por efecto ya el tejido del cuerpo.
de la inmigración china a la costa norte). Cajamarca dejaba poco a La mayoría de las artesanas mayores, cuando les preguntamos
poco de ser un nodo importante de comunicación y producción agrope- desde cuándo se hacían, respondían: «Yo ya recordé a los paños».
cuaria de la región norperuana (costa, sierra y oriente), para ocupar el papel Es decir, sus madres o abuelas ya desempeñaban el oficio. Esta in-
de productora de minerales y depender de los productos que venían de formación concuerda con la evidencia citada en el capítulo previo,
fuera: arroz, fideos, harina de trigo, hortalizas. el dedicado a los registros que hizo el subprefecto Romero, en que
Este cambio debió tener un gran efecto en la producción artesa- describía que había un significativo número de mujeres trabajando en
nal de exportación que tenía San Miguel porque, inicialmente, reem- esta ocupación. El censo de 1876 registra también el oficio de hilan-
plazó la materia prima, el algodón hilado a mano, de los pañones por deras, tejedoras y tintoreras.
hilo de algodón industrial. Paralelamente, fue bajando la demanda Las entrevistas y conversaciones que se recopilaron nos remiten
de estos artículos en mercados costeños. Otro evento asociado fue el nuevamente a la existencia de especialistas y división de tareas, de
conflicto armado ocurrido a mediados del siglo XX con el vecino país manera similar a los registros existentes para la costa prehispánica.
de norte, que impactó en la baja de la demanda, pues un porcentaje Unas urdían y preparaban los tejidos, otras amarraban para preparar
importante de los paños eran vendidos en el sur de Ecuador. los diseños o espacio de reserva que dejarían sin teñir. Ciertas muje-
Para esto, propongo revisar el trabajo que hicimos179, a finales
de la década de 1970, Quiroz, Rivas y Guerra (1978: 23), basado en 180 Como vimos en el capítulo anterior, los datos del censo de 1876 y la descripción del
subprefecto Romero coinciden con los recuerdos de las mujeres ancianas de San
179
Miguel recogidos casi un siglo después.
Las referencias que hago son parafraseos del texto original. Me permito esta licencia
por ser coautora de la tesis publicada en 1978, de manera casi artesanal, gracias al 181 Supone la existencia de una sólida demanda que consumía la producción. En pági-
apoyo del doctor Pablo Macera del Seminario de Historia Rural Andina (UNMSM), nas anteriores se explicaron por qué un grupo de personas, más o menos amplio, se
dedicó a la elaboración de un determinado producto artesanal.
310 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 311

res solo se dedicaban a la ejecución del teñido en sí mismo. Incluso 24

había aquellas que se encargaban del anudado de los flecos o randas.


Es decir, la producción de estos paños tenía una compleja división so-
cial del trabajo en especialidades. Para el caso de San Miguel, todas
las tareas eran desarrolladas por mujeres.
Recién en 1985 me di cuenta de que existían prendas de uso
cotidiano elaboradas en técnica de reserva, usando como materia pri-
ma lana de oveja para hacer frazadas. Lo que centró mi atención fue
que en estas frazadas amarradas, así llamadas localmente, se obser-
vaban complejos diseños que cubrían casi la totalidad de las piezas.
Si nos enfocamos en los diseños que se reservan para no teñir así
como en las dimensiones de estas, tenemos que imaginar que hubo
un alto dominio de esta técnica para producir tejidos de gran tamaño.
Debían tejerse en dos lienzos, llamados «kallos», unidos en la parte
25
central. Lo que implica que se debe duplicar el diseño, pero en espejo
(ver fotos 24 y 25). Cabe resaltar la inclusión de las iniciales de la
persona que usaría el tejido. Parece ser que estos productos eran de
autoconsumo e intercambio familiar, siendo, excepcional, los pedidos
especiales. No he tenido ninguna referencia que estos tejidos con ikat
en lana se pusieran a la venta.
El uso de la técnica de amarado en la región amerita un estudio
particular, debido a que, por un lado, se continúa aplicando en la
confección de paños para la venta, así como para elaborar prendas de
uso cotidiano. Un estudio detallado de sus diseños brindaría mayo-
res evidencias de la complejidad de los conocimientos y habilidades
artesanales de las mujeres del norte peruano, profundizando en la
antigüedad y origen de esta técnica182.

182 En una entrevista con Doris Robles (2016), curadora del Museo Amano, ella sugiere
que una técnica compleja como el ikat se podría haber originado en esta región y FOTOS 24 Y 25: Frazadas en amarrado reserva (ikat) de la maestra artesana Elisa
luego expandido a otros lugares. Caballero Malca. San Miguel, 1985.
312 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 313

Gail Silverman (1998), relata que los pobladores q’eros del fleco o randa. El cuerpo era la parte más grande y era tejido a qallwa,
Cuzco utilizan los pictogramas de los textiles para mostrar sus cono- la urdimbre se hacía en hilo de algodón industrial y originalmente era
cimientos culturales y su cosmovisión. El hecho de haber permaneci- de color blanco.
do aislados les permitió mantener saberes e ir transmitiendo códigos Mencionaban que las materias primas utilizadas se adquirían en
y significados de una generación a otra, mediante un complejo nivel el pueblo. Eran llevadas desde Lima, por los comerciantes del lugar,
de abstracción en los tejidos que ellos llaman pallay, equivalentes al quienes eventualmente les daban créditos y les compraban sus productos
cumbe. para revenderlos fuera. La cantidad total de hilo empleado en la confec-
Al igual que esta valiosa herencia de los andinos del sur, pro- ción de un paño era de dos libras (calibre fino).
pongo que las artesanas del norte, en general, y de San Miguel, en El proceso de amarrado o reserva de una parte de los hilos con
particular, plasmaron también diseños en los tejidos con la intención diseños determinados iniciaba luego de urdir el cuerpo del paño. Después
de comunicarse. Tal vez de manera paulatina empezaron a usar có- se colocaba en una especie de madera llamada «templador», donde se
digos «occidentales», como iniciales de letras, frases y hasta versos extendían los hilos de la urdimbre. Y se los agrupaba en «miñecos» que
completos. El valor comunicativo del tejido permanece, aunque se se formaban con tres o cuatro hebras de hilo, según el diseño que se
usen esos códigos, no pierde el sentido. planeaba hacer. A continuación, se colocaba un peine de madera que era
Un ejemplo de lo arriba mencionado son los versos escritos183 en la base para atar y se procedía a amarrar los hilos, según el diseño que
los flecos anudados de los paños, básicamente productos destinados a llevaría. Se usaba un patrón similar al de los libros de punto cruz. Los
un mercado externo. Con los tejidos de consumo interno sucedería algo amarrados se hacían con pabilo y se tenía que ajustar para lograr que
parecido, muestran en sus diseños elementos de comunicación. No se la parte anudada se mantuviera sin teñir. Se lograban labores o figuras
limitarían a ser portadoras de mensajes, sino que señalarían pertenen- sin teñir en color blanco (el color original de la urdimbre) y el resto se
cias: las letras las singularizan, llevan las iniciales de quien será su pro- teñía en azul oscuro. En otros casos, el fondo podría ser blanco y los
pietario(a), portan mensajes de cariño entre una pareja, así como de las diseños en azul, lo que resultaba en una prenda de mayor valor, por su
madres o tías hacia sus hijos, nietos y sobrinos, los mismo que para una complejidad.
persona muy apreciada. Nuestro registro de 1977 coincidió con lo que años más tarde pude
Continúo con la descripción del pañón que hicimos en nuestra observar y confirmar en Tacabamba (provincia de Chota), distrito que
tesis (Quiroz, Rivas y Guerra, 1978). Es un chal rectangular, —según visité en 1985. La única diferencia en ese momento era el uso de cabu-
las artesanas de San Miguel— consta de un cuerpo que luego de urdi- ya184 , para la reserva, en vez de pabilo como lo hacían las artesanas en
da debe ser teñida y a continuación tejida. En ambos extremos va un San Miguel. Es decir, la fibra que se extrae de la penca azul y que se usa
para elaborar sogas.
183 Muchas artesanas no sabían leer ni escribir, pero copiaban los versos de algún escrito
- 184 Coincide también con lo señalado para Gualaceo (Ecuador) por Laura Martin Miller
dos, era una forma de abstracción que ellas conectaban con un sentido diferente. (1996), Dennis Penley (1988) y Marguerite Pfyffer (2002).
314 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 315

En visitas realizadas a Tacabamba, en 2014 y en 2017, observé que


casi todo el proceso se mantenía con el mismo patrón, salvo el cambio
de la cabuya (de origen vegetal) a la rafia (fibra sintética), usada para la
reserva. Para conseguir paños más atractivos se han hecho variantes en
los tintes: si antes se usaban combinaciones solo de blanco con azul o
al revés, ahora presentan hilos rojos, celestes, verdes y marrones como
base y sobre estos el azul. Estas prendas van dirigidas a otro público,
que no es el local regional, tradicional, quienes continúan adquiriendo
paños con fondo blanco o azul.
Dennis Penley (1988), Laura Martin Miller185 (1996) y Marguerite
Pfyffer (2002), quienes investigaron en Ecuador, mencionan las coin-
cidencias de la producción de los paños ikat con uno conocido como
«paño peruano». Afirman que esta tradición pudo ir del norte del Perú
hacia el sur de Ecuador. Ubican a Loja como un importante eje comer-
cial de intercambio por ser allí donde se celebra la feria de la Virgen del
Cisne, espacio al que acudían muchos comerciantes del sur ecuatoriano
y del norte peruano.
En San Miguel, los materiales empleados en la década de 1970
eran distintos de los utilizados a inicios del siglo XX (1910), época en FOTO 26 Petronila Vásquez muestra sus paños. Tacabamba, 2014.

que se usaban hilos importados de Inglaterra, de las marcas Glasgow,


Alexander y Tijera. También se usó el hilo pabilo que servía para la De manera similar a los actuales tejidos de San Miguel, había
confección de paños para el consumo personal de las artesanas. En cada que mantener mucho cuidado con la limpieza, durante todo el proceso,
pañón se empleaban dos libras de hilo fino. porque los pañones después de tejidos no se lavan.
Mencionaban que todos los hilos utilizados eran adquiridos en el Quiroz, Rivas y Guerra (1978: 24-25) registran aspectos técnicos
pueblo y eran ofrecidos por los comerciantes del lugar. Ellos algunas ve- de la preparación del complejo proceso del teñido, descrito así:
ces les daban créditos a las artesanas, eventualmente, les compraban sus «Una vez que se terminaba con el amarrado, todo el tejido era
productos para revenderlos fuera. La cantidad total de hilo empleado en colocado en un recipiente con tinte. Al preparado del tinte le lla-
la confección de un paño era de dos libras (calibre fino). maban ‘cocimiento’, que se hacía con alfalfa, guarmi-guarmi (yerba
del campo), lejía, chancaca, cal, añil (este era tinte azul importado
185 Martin Miller visitó también Tacabamba. Las referencias a San Miguel las toma de que les vendían en las tiendas del pueblo y que venía granulado
Quiroz, Rivas y Guerra (1978). y ellas se encargaban de molerlo). La lejía utilizada era preparada
316 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 317

por ellas mismas: mezclaban ceniza y cal para destilarlas. Para


estos casos, utilizaban una olla de barro rota en la base (sin fondo),
donde se colocaba paja que servía como filtro y luego la ceniza
mezclada con la cal. Sobre esto se agregaba agua poco a poco para
que la lejía caiga en un recipiente que ponían debajo de la olla
sin base. Esto era un proceso lento. Toda esta mezcla para teñir
se calentaba al fuego agregando agua. Cuando estaba caliente, se
echaba en ella el cuerpo del paño (previamente urdido y amarrado
según la labor que se quería teñir), pero a la vez teniendo cuidado
con las puntas de los extremos del cuerpo del paño porque estas
constituían la randa que iba sin teñir. Una vez puesto el paño en
la mezcla, se hacía hervir hasta que echaba espuma, lo que signi-
ficaba que ‘agarraba colorcita’. En este instante era sacado el paño
y puesto a secar sin enjuagar. Si el paño demoraba dos o tres días
en secar, según el clima, todo este tiempo el cocimiento se tenía
que conservar en el fuego, caliente. Cuando el paño estaba seco,
se echaba nuevamente en el cocimiento repitiéndose la operación
ocho veces o más según el criterio de la ‘tintorera’ (especialista
en teñido, solo se dedicaba a teñir). En la última vez que se rea-
lizaba esta operación se enjuagaba el paño en agua limpia y se
ponía a secar. Luego se tenían que desanudar los pabilos con los
que habían sido amarrados, se entablaba en un telar y se tejía,
teniendo mucho cuidado de que al hacerlo salga la ‘labor puestita’
(no desigualar los hilos al tejer para que el dibujo que había sido
teñido antes del tramado no se deforme)».

La etapa siguiente era el tejido, al parecer, una práctica sencilla. La


habilidad estaba asociada, justamente, a que las labores teñidas de la
urdimbre se conserven, según los diseños plasmados en los hilos. Razón
FOTO 27 Artesana tejiendo pañón en Ayaque. Tacabamba, 2014. de poner sumo cuidado al momento de tejer. Para la confección del
cuerpo del paño, se utilizaba el telar nativo tradicional y tomaba máxi-
mo una semana.
Según Quiroz, Rivas y Guerra (1978: 26), se continuaba con el
amarrado del fleco llamado localmente «randa». En su realización se
usaba una mesita muy angosta, nombrada «amarrador» (ver imagen 5).
Ahí se colocaba el paño envuelto en un kungallpo grande. Se dejaba
318 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 319

libre un lado de los hilos que conformarían los flecos. La encargada


de realizar el proceso se llamaba «amarradora», quien se sentaba en un
banco bajito (a unos 18 centímetros del piso) para ejecutar la tarea. El
amarrado del fleco o randa, les demandaba más tiempo que el cuerpo,
entre 15 días a un mes.
Los costos del tejido variaban según sus dimensiones y tiempo de
elaboración. Al respecto, Quiroz, Rivas y Guerra (1978: 25) explicaron
que había dos tipos de diseño. Uno para el cuerpo, que eran figuritas de
flores, caracoles, pajaritos, jarritas y que se distribuían uniformemente
en todo el cuerpo del paño. En ambos extremos, entre 15 y 20 centíme-
tros del fleco se hacía una cenefa, que podía llevar figuras combinadas a
veces rombos. Todo esto era hecho a partir de la reserva antes de teñir.
El fleco o la randa, extremo del cuerpo del paño, iba en el color de fon-
do. Es decir, blanco. Era trabajado a mano, a base de nudos, formando
figuras diversas: igualmente podían ser pajaritos, paisajes, letras, versos
completos, escudos de armas (algunas veces del Perú y Ecuador). En
una de las fotos que se incluye a continuación se aprecia el escudo del
Perú, confeccionado en 1959. Debemos suponer que fueron esos años
cuando comenzó a perderse esta técnica.
Algunos de los diseños mencionados coinciden con los registrados
en Tacabamba, todavía vigentes. Donde los amarrados de las randas o
flecos de los paños se hacen de manera muy sencilla, debido a que el
precio del mercado no cubre el tiempo que se emplea en su producción,
salvo casos excepcionales. No existe una alta demanda comercial y tu-
rística que tal vez pudiera darles mejores ingresos y fomentar una mejor
calidad. En cada línea artesanal hay productos más refinados que van a
nichos de mercado mejor pagados.
La diversidad de la producción de paños fue señalada por Quiroz,
Rivas y Guerra (1978: 25-26). Acorde con las dimensiones y teñido
FOTO 28 Escudo de armas del Perú, en técnica de anudado, colección de Esperanza
del cuerpo, así como el amarrado y dimensiones del fleco (inclusión Díaz Sánchez. San Miguel, 1985.
320 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 321

30

31

FOTO 29 Artesana amarra pañón. Tacabamba, 2014.

de versos). Transcribo un verso y se incluye una foto, que nos ayuda a


imaginarlo:

Al pie de la lima verde,


donde nace el agua clara,
entregué mi corazón
a quien no lo merecía».

Estos versos son expresiones amorosas, aunque no tengo referencias


etnográficas. Es probable que estas prendas hayan sido entregadas
como parte de los compromisos de reciprocidad asociados a los matri-
monios, pues prendas actuales tejidas o bordadas, se asocian con estos FOTOS 30 y 31 Detalle del pañón sanmiguelino. San Miguel, 1985.
322 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 323

intercambios. Se pueden leer frases como: «amor mío», «mi vida te


amo» o las iniciales de la persona a quien se le entregará como regalo.
Las prendas en sí mismas nos proporcionan evidencias etnográ-
ficas claves, como se explicó en capítulos anteriores, de las relaciones
con el sur de Ecuador, que eran mucho más antiguas y fluidas de lo que
suponíamos. En la foto anterior se lee el verso que iba en un pañon pro-
ducido en San Miguel, muestra de las rutas seguidas por las prendas,
con destino al vecino país, y el simbolismo del que estaban cargadas:

«Águila del valle andino,


parte para el Ecuador
llevando esta labor del
pueblo sanmiguelino».

Se sabe que a los paños en Ecuador les llaman macanas o chales, son
parte del atuendo tradicional de las mujeres mestizas, llamadas «cholas
cuencanas». Por ello, realicé en enero de 2015 un breve recorrido por el
poblado ecuatoriano de Bullcay, ubicado en el cantón Gualaceo, cerca
de la ciudad de Cuenca, capital de la provincia del Azuay. Esta visita
sirvió para conocer in situ las características de la producción de tejidos
en hilo de algodón usando la técnica de reserva o ikat.
En Bullcay noté que el hilo materia prima de sus tejidos era un
poco más grueso que el usado en San Miguel y Tacabamba. Conversé
con las artesanas y, tras explicarles las razones de mi visita, les mostré
un chal sanmiguelino a rayas, en hilo fino. La prenda que yo portaba
no era teñida186 , el diseño se asociaba básicamente a la combinación de
colores y a la dimensión de las rayas. El comentario de ellas fue de ad-
miración positiva187. Expresaron que era un trabajo muy delicado y que
seguramente tomaba mucho tiempo producirlo. Sugerieron que debía

186 Proceso y trabajo adicional previo al tejido. FOTO 32 Artesano ejecuta un tejido en técnica de reserva, en Bullcay, Gualaceo.
187 «Finísimo el trabajo, aquí no va a encontrar usted trabajos de esos...». Cuenca, Ecuador, 2015.
324 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 325

Se pudo constatar que son los varones quienes tejen el cuerpo


de los chales, a diferencia de las zonas productoras de ikat tradicional
del Perú (San Miguel y Tacabamba), donde las mujeres realizan esta
actividad. Los productos se venden en esta región y también en tiendas
de artesanías para turistas en Cuenca, ciudad declarada Patrimonio
Cultural de la Humanidad por la Unesco.
En una zona aledaña al mercado del centro histórico de Cuenca,
me detuve en un local donde vendían paños o macanas. A la dueña del
local le comenté que era de Cajamarca, Perú, y que estaba interesaba en
la historia de estos paños y su producción. Ella recordó que, hace mu-
chos años, su abuelo le contaba que iba al Perú a comprar paños para
luego revenderlos en su ciudad. Incluso me sugirió que, si en mi pueblo
continuaban haciéndolos, se pusieran de acuerdo entre los artesanos
puesto que ella estaba interesada en adquirirlos para comercializarlos.
Con esta breve narración, se constata que aún hay memoria y evidencia
de las viejas relaciones comerciales entre estas regiones.
Al comparar los pañones de San Miguel con las macanas de
FOTO 33 Macanas en exhibición en Bullcay, Gualaceo. Cuenca, Ecuador, 2015.
Cuenca, vemos mucho parecido. Lo mismo sucede entre los que se si-
guen produciendo en Tacabamba (Chota) con los de Bullcay (Gualaceo,
ser más caro que el que ellas producían por la calidad del tejido y el
Azuay). Los tejidos con las combinaciones de colores azul y blanco tie-
calibre tan fino del hilo.
nen similitudes. No se han hecho adecuaciones que incorporen otros
Cuando le pregunté su nombre a una de ellas, me contestó: Blanca
colores y diseños para satisfacer la demanda del mercado turístico.
Rodas, lo que me sorprendió gratamente porque, como se sabe188 , este
Cabe señalar que, en la producción sí hay algunas diferen-
es un apellido bastante común en San Miguel. Por estas coincidencias
cias, acorde con Laura Martin Miller (1989) en un valioso artículo
e intercambios de antigua data, tendríamos que continuar trabajando
comparativo entre los pañones de Gualaceo y los de San Miguel y
para profundizar las relaciones históricas entre el sur de Ecuador y el
Tacabamba. Una de las más notorias en su producción es el hecho de
norte peruano. Esta coincidencia de apellidos podría evidenciar inter-
que en Gualaceo la ejecución del tejido es realizada por varones, a
cambios matrimoniales entre ambas regiones, ahora pertenecientes a
diferencia de Tacabamba y las referencias de cómo se hacían en San
países distintos.
Miguel, lugares donde era y es una actividad femenina en todas sus
188 Para quienes somos de San Miguel y de la región. etapas.
326 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 327

Por otro lado, las investigaciones en arqueología189 han encontrado Para la confección de los paños, existían dos modalidades. Ambas
textiles prehispánicos en ikat en los valles norperuanos de Pacasmayo, se organizaban en función a una especie de líder, a la que nombraban
Virú y Chicama (región La Libertad). Evidentemente aún queda mucho obrajera. Era una mujer que contaba con cierto capital para invertir en
por investigar, puesto que, la mencionada técnica de reserva esta pre- la compra de materia prima y pago a las artesanas que podían trabajar
sente, además en Guatemala, México, Indonesia, India, Japón y China. en su casa o llevarse la tarea.
Evidencias que llevan a relativizar la sugerencia de Jiménez Borja res- a) Trabajo en casa de la obrajera. Allí se reunían de 5 a 20 artesanas,
pecto a que esta técnica pudo haber llegado por la ruta de la Nao de quienes trabajan en horario corrido de ocho de la mañana a cinco de
China —que venía de Filipinas— a Acapulco, que fue camino de una la tarde. Solo interrumpían sus labores a la hora que tomaban sus ali-
diversidad de elementos culturales del continente asiático. No obstante, mentos, los que eran proporcionados por la obrajera, pues el trabajo
como lo señalé, la arqueología recientemente nos ha dado cuenta de su lo realizaban en su casa. Ella solo controlaba y supervisaba el trabajo
existencia en diversos lugares de la costa peruana antes de la llegada de de sus «ayudantas», que realizaban las tareas de ovillado, urdido,
los europeos. amarrado, teñido (ikat), tejido y amarrado de flecos. La modalidad
de pago era por día, en dinero y/o especies.
b) Trabajo a domicilio. La obrajera encargaba la realización de alguna
fase del proceso (teñido, amarrado o tejido) a las artesanas. En este
caso, lo hacían en sus propias casas. La modalidad de pago era a
destajo, por la parte de la obra que le tocaba.
Cuando se acercaba alguna fiesta, ya sea en el pueblo (San Miguel
Arcángel en septiembre, San Juan en junio y la Virgen del Arco en
diciembre) o fuera de este (Cajamarca, Monsefú y San Pablo), se orga-
nizaban mingas191 en casa de la obrajera para avanzar con el trabajo del
amarrado de la randa de los paños. Estas reuniones eran de siete de
la noche a una de la madrugada. Las artesanas que asistían recibían a
cambio de su trabajo «dulce de chiuche », chocolate, roscas, etcétera. En
este caso, los instrumentos con los que trabajaban eran de propiedad de
la obrajera.
IMAGEN 5190 El amarrador Aparte de las tareas que realizaban las artesanas en casa de la
obrajera confeccionando paños, «todo el pueblo hacía paños» para la
189 Pollard Rowe (1977, 1996), Cases y Agüero P. (2004).
190 - 191 Minga es una forma de trabajo colectivo que se realiza aún, para sacar adelante ta-
didas gentilmente, para este libro, por el profesor Antonio Goicochea Cruzado. reas como limpia de acequias, construcción de casas o techos.
328 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 329

venta (significaba que cada artesana, por su cuenta, hacía aunque sea
uno en forma personal para poder venderlo).
Como se ve, la organización del trabajo iba de lo individual a
lo colectivo. Además, la presencia generalizada de mujeres era indis-
cutible: algunas de ellas eran líderes de producción y comerciantes, a
quienes las nombraban y recordaban como «obrajeras» hasta la segunda
mitad de la década de 1970 (época en la que hice el trabajo de campo
para la tesis de licenciatura).
Por otro lado, en los testimonios recogidos se aprecia que existía
una fluida comunicación con el exterior, bien sea por la materia prima
(importada192) o por los paños que salían de la localidad para ser comer-
cializados en el departamento de Cajamarca, en algunos lugares de la
costa norte y en ciertas partes de Ecuador. Era, pues, una región bas-
tante integrada, a partir de la producción artesanal, en los circuitos
económicos y mercantiles.
En Tacabamba se continúa con la producción de paños. En este
caso, dirigidos a un mercado local y regional, entre los que se incluye
las vecinas ciudades de Bambamarca, Celendín y Cajamarca. Asi como
provincias un poco más distantes: Jaén, San Ignacio, incluso Nuevo
Cajamarca (región San Martín), zonas de migración interna. Una parte
de los paños es comercializada hacia la costa. Los adquieren porque
forman parte del atuendo femenino del tradicional baile de marinera y
tondero en el norte (Piura, Lambayeque y La Libertad). La tendencia a
producir atuendos para el mercado turístico se ha iniciado, aunque no
es muy marcada.
Hasta aquí he querido dejar la descripción de los paños o pañones
que se hacían en San Miguel y en Tacabamba, con mención a los de

192 La materia prima actual ha sido traída de la costa, porque el algodón no se produce
en San Miguel de Pallaques ni en sus poblados aledaños, pero sí en los vecinos valles
cálidos de la costa y en ciertas zonas del departamento de Amazonas, entre los que FOTO 34 Pañón sanmiguelino con fondo de frazada amarrada. Fotógrafo: Antonio
se ha producido desde épocas prehispánicas una serie de intercambios. Goicochea Cruzado. San Miguel, 1985.
330 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 331

Bullcay, Gualaceo. Como vimos, en los dos primeros lugares quizá se que —según nos contaban— llegaban a San Miguel en tiempo de fies-
han producido de manera paralela, pero en San Miguel se dejaron de tas. Ellos compraban toda la producción que ellas tenían y la llevaban a
hacer hacia la década de 1950 por diversas razones. Incluyo la foto 34, vender en otros lugares de la costa norte de Perú y también en Ecuador.
en que se aprecia la dimensión de un paño. Debido a que cada lugar Los comerciantes provenían de Piura y Monsefú, a su vez, traían artí-
tenía y tiene un mercado distinto para sus tejidos, la producción de San culos para vender (telas, sombreros, mercería y zapatos).
Miguel —como se detallará a continuación— se reorientó hacia nuevos Entre las obrajeras había algunas que realizaban viajes a Chiclayo,
productos, mientras que en Tacabamba y Bullcay, se continúa con los Monsefú, Guadalupe y San Pablo, adonde llevaban paños para vender.
mismos. En 1902 se inició un cambio, la señora Cristina de Ríos fue la mayor-
La demanda ha estado orientada, además del autoconsumo, al doma de Semana Santa. Ella era una persona de gran fe y muy devota,
mercado local regional, en los dos lugares donde se sostiene esta pro- teniendo una buena posición económica. Sumado a su habilidad en el
ducción. Si bien en el vecino país del norte también se ha orientado arte textil y su visión comercial, considerada obrajera mayor de paños de
hacia un mercado turístico con innovaciones en los diseños y colores, en armas. Ese año, como expresión de su devoción, decidió confeccionar
Tacabamba empieza una transformación similar, que espero les permita un manto para el Jesucristo del Santo Sepulcro, confeccionado a qallwa,
continuar con su tradición y tener ingresos justos. San Miguel siempre con hilo Alexander y labores de crucecitas. Realizó una innovación,
se orientó al mercado externo, y cuando a principios de la pasada cen- porque hasta ese momento no se había usado este material para tejidos
turia, ocurrió una baja en la demanda, buscó crear nuevos productos y diferentes a los pañones.
mercados. La innovación no era la técnica en sí misma, se trató de un cam-
bio en la materia prima. Lo que tiene valor aquí es el tipo de obra
5.3.1. Los circuitos comerciales de los paños tan fina que tuvo como resultado su gran inventiva. Antes se hacían
En este apartado ensayo una reflexión sobre cómo actores sociales, sobrecamas, combinando algodón para la urdimbre y lana de ovino para
materias primas, diseños, técnicas e innovaciones en la producción del la trama (denominada tapicería corriente). El cambio del que se habla
tejido se concatenan con movimientos sociales, económicos y políti- para inicios del siglo XX en San Miguel fue usar trama y urdimbre con
cos en una suerte de configuraciones culturales. En resumidas cuentas, algodón de calibres muy finos. Y, tal vez, lo más relevante fue la labor
registro la fluida comunicación que se «lee» a partir de los tejidos en formada por urdimbre flotante de 4 a 5 hilos.
qallwa, que va de la introdución de los hilos de algodón industriales, Se incluye la foto de un tejido llamado «paño de cara» (toalla),
asociados con la expansión de la modernidad. artículo que se vendía todavía en la década de 1970. En este artículo se
La protagónica presencia femenina en la actividad artesanal observan algunos cambios, ya no se usa el teñido de reserva o ikat, las
y comercial, así como las «innovaciones técnicas» que nos narraron labores se hacen en los extremos del tejido con trama vista, y se man-
(Quiroz, Rivas y Guerra, 1978: 27-28) en esos años, sumado a la circula- tiene la randa sencilla con pajaritos anudados, similares a las figuras que
ción de los paños estaba a cargo de especialistas llamados «corredores», se incluían en los flecos de los pañones.
332 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 333

otros hechos en lino que, así como fueron llegando al mercado tam-
bién desaparecieron, quedando al final el Tijera y el pabilo, hasta
que se empezaron a ofertar hilos de algodón similares de la indus-
tria nacional.
Otro elemento fue que la protagonista de la innovación per-
tenecía a una clase social acomodada: «Era la primera del pueblo».
Así, difundió sus tejidos en exposiciones y concursos fuera del país
(Turín y Milán, en Italia, lo mismo en Quito, Ecuador). Obtuvo
premios por las obras que presentaba. Tenía por estrategia regalar
tejidos a sus parientes y amigos fuera de la localidad. Le daba presti-
gio y creaba demanda para los tejidos. Cuando este posicionamiento
fue creciendo, se fue desplazando a los paños, desapareciendo de
la producción local. A todo esto, se aunaron las mutaciones en los
atuendos de las mujeres de la costa, de donde provenía la mayor
demanda.
La nueva materia prima posibilitó la producción de servilletas,
manteles de mesa, telas para vestidos de mujeres, chalecos para varo-
nes, pañuelos, toallas, cuellos y pecheras. Se continuaron haciendo
ponchos para chalán (atuendo tradicional de los jinetes de caballos
FOTO 35 Paño de cara tejido en qallwa, con fleco amarrado en la misma técnica del
pañón. San Miguel, 1985. de paso) que se utilizan en la costa. En 1977, cuando trabajamos,
solo Úrsula Rojas recordaba todo el proceso, a sus aproximadamente
Revisando los textos de 1978 (Quiroz, Rivas y Guerra), hago 80 años, todavía se dedicaba a hacer los amarrados de las randas.
ajustes de algunas afirmaciones hechas en esa época, particular- En la narrativa actual de las artesanas mayores, se sigue
mente referidas a la innovación. Lo novedoso se asoció a la materia emulando el valor de la señora Cristina, quien cambió el giro de
prima, los tipos de productos, colores, diseños e incluso la reorien- la producción. Es decir, dejó los paños, pero mantuvo las antiguas
tación del mercado. Es decir, la técnica se ajustó a la labor, pasando formas de trabajo en las nuevas obras. Requería mano de obra para
de escoger uno o dos hilos para formarlas (debido a la finura de la sus nuevos tejidos, aunque evitaba que sus ayudantas aprendieran
materia prima), a escoger tres, cuatro, hasta cinco hilos. Esto per- el escogido y este se difundiera. Pese a sus deseos, las ayudantas
mitió que el diseño luzca mejor. Para la confección de los tejidos, la descifraron los secretos de esta técnica y repitieron el modelo inte-
señora Cristina de Ríos utilizó el hilo Alexander o Tijera, incluso grando un mayor número de ayudantes en la aventura. Lograron
334 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 335

independizarse, manteniendo, al igual que su maestra, la tendencia a


ocultar sus saberes por miedo a la competencia. El trabajo se pagaba
al destajo. Sin embargo, los conocimientos se fueron difundiendo y
las artesanas aprendieron solas, con la observación. Una frase que
resume la situación en esos tiempos sería: «Antes casi nadie escogía,
hoy hasta las del campo saben escoger».
Poco a poco se fueron innovando detalles en los «nuevos teji-
dos». Estos requerían menor tiempo de trabajo que un paño.
Así también la moda fue mostrando variaciones, permitiendo
la creación de nuevas obras. Los individuales y sus caminos de mesa
se empezaron a hacer en 1960, si al principio los segundos eran pe-
queños, ahora estos cubren de un extremo a otro la mesa. Se han
abandonado algunas piezas, como las pecheras de camisa, pañuelos,
así como telas para chalecos y corbatas.
Otros cambios que se experimentaron estaban relacionados con
la oferta y la calidad de la materia prima. En las décadas de 1940 y
1950 se empezó a vender el hilo sin brillo de fabricación nacional,
denominado «hilo cono». Hacia 1955 fue desapareciendo el hilo im-
portado, pero junto al cono apareció el hilo brilloso nacional, que es
con el que se encontraban laborando, cuando a fines de la década de
1970, hicimos el primer trabajo de campo. Para la segunda década
del siglo XXI, refieren la entrada de hilos de procedencia china.
La imagen 6 corresponde a una carta de 1922, del archivo de
la familia Novoa, proporcionada gentilmente por el ingeniero Enri-
que Novoa en una de mis visitas a San Miguel. Ilustra cómo ciertas
personas notables del pueblo hacían de enroque con los clientes po-
tenciales que se ubicaban en otras regiones, en este caso en Lima. La
carta ejemplifica la conexión de San Miguel con el mercado externo
y confirma ciertos cambios que se iban gestando, producto de la
IMAGEN 6 Carta dirigida a Jacobo Novoa por José Barreda Bustamante (1922).
baja demanda de los pañones en esta región, donde los ingresos que Fuente: Archivo de la familia Novoa Rojas. Cortesía del ingeniero Enrique Novoa.
336 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 337

producían eran importantes para diversos actores como las artesanas


y los comerciantes.
Sobre la base de este documento epistolar se puede discernir
que a partir de la producción textil se evidencia una serie de fac-
tores involucrados, que van desde la obtención/producción de ma-
terias primas, los cambios en la moda, las comunicaciones hasta el
consumo en general. Esta artesanía aparentemente «tradicional» ha
sido, por un lado, un elemento de conexión entre las artesanas y
sus unidades domésticas a la vez que nexo conector con el mercado
exterior. En esta dualidad, a veces paradójica, funciona el sistema
todavía vigente.

5.4. De la Virgen del Arco al patrón San Miguel

Otra permuta, aparentemente sin mayor relación, la constituyen las


celebraciones religiosas. En las entrevistas de 1977, nos refirieron
que a mediados del siglo XX se produjo el paso de una devoción a
otra. Muchas personas recordaban que la fiesta más importante en
San Miguel hasta la década de 1950 era la celebración de la Virgen
del Arco, a la que acudían muchos feligreses de diversos lugares de
la región y fuera de ella para venerar la imagen, además de realizar
intercambios comerciales. Como vimos en el capítulo anterior, es un
fresco colonial de alto valor, muy reverenciada por los sanmiguelinos
y parte de nuestra historia.
Esta fiesta fue decayendo mientras se impulsaba la del patrón
del pueblo, San Miguel Arcángel. Según el profesor Jorge Díaz 193 ,

193 El profesor Jorge Díaz Sánchez lo expresó así: «Según mi tío Alejandro, que va a cum-

lomo de bestias [...] y él cuando era niño llevaba caballos, burros, mulas a los potreros
de mi abuelo que tenían en Pabellón [...] llegaban los comerciantes de Cajamarca,
trayendo petates, bizcochos, abanicos en burros [...] y se hospedaban en mi casa [...] FOTO 36 Virgen del Arco, fresco colonial que se encuentra en la iglesia matriz.
y donde la señora Aurora Malca». Fotografía de Sofía Velázquez. San Miguel, 2018.
338 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 339

acentuaron gracias a la expansión de este nuevo capitalismo asociado


a la modernidad194 .
En 2014-2015, me narraron algunas historias de éxito empre-
sarial, como la de Isabel Malca Castañeda, ocurrida en las primeras
décadas del siglo XX. Con 16 años, su padre le dio 20 soles como
herencia para que se pusiera a «hacer sus obras». Con este dinero,
ella, quien se había quedado huérfana de madre recientemente, com-
pró materiales, empezando a producir y a vender paños exitosamente.
En estas referencias se observa el protagónico papel de las mu-
jeres como impulsoras de la artesanía textil y el comercio. Así como
cambios en las materias primas: hasta finales del siglo XIX e inicios
del XX se trabajaba con algodón (cultivado en la costa y tal vez en
Chachapoyas), era hilado artesanalmente por las mujeres en las lo-
calidades acorde a las cifras de la gráfica 7. Fue reemplazado por el
hilo industrial de algodón importado, que años más tarde se fabricó
en el Perú. Continuó vigente la técnica del amarrado de los extre-
mos de los paños. Aunque los trabajos eran diferentes, se siguieron
elaborando adornos en los extremos, donde se usaban —y se siguen
FOTO 37 Arcángel San Miguel, hacia 1960. Dominio público. usando— los nudos de la vieja tradición, de una manera más senci-
lla, pero no deja de ser bella y creativa.
sería de 1935 a 1938 cuando el señor Carlos Villanueva Novoa, al-
calde distrital, decidió dar mayor realce a la festividad del patrón
5.5. El proceso de producción de los tejidos
San Miguel Arcángel (incluyendo corridas de toros y otros elemen- Para conocer la producción textil en San Miguel y las personas invo-
tos atractivos). El paso del culto de una deidad femenina a una mas- lucradas en este proceso, citaré la descripción que hecha por Quiroz,
culina va asociado a procesos de modernidad y de género, se tendría Rivas y Guerra (1978: 34). Ellas referían la actividad como artesa-
que estudiar con mayor detenimiento. nal, se usaba (todavía continúa vigente) el telar tradicional conocido
Este cambio paulatino en las devociones religiosas problemente como de cintura o tejido a qallwa . Es una herramienta, desde la
impactó en la posición de las mujeres tejedoras, quienes, después de visión de las artesanas, fundamental para su labor. Consta de ele-
haber tenido ciertos niveles de independencia económica y gozar de
194 Tal como lo sugiere Rita Segato (2015), se pasó de un patriarcado comunitario de baja
estatus social, se vieron afectadas por las formas patriarcales que se intensidad a un patriarcado moderno de alta intensidad.
340 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 341

mentos que parecerían simples palitos de diversas formas. Luego de


realizar el urdido de los hilos se convierte en una pequeña máquina
portátil capaz de producir tejidos, gracias al accionar manual que
realizan las artesanas.
Si comparamos el telar de San Miguel con otras provincias del
Perú, las imágenes registradas por Guamán Poma o algunos regis-
tros prehispánicos, veremos muchos elementos en común. Ello nos
lleva a pensar que fue utilizado desde tiempos prehispánicos. Lo
que se ha hecho en San Miguel, en diálogo con los carpinteros ha
sido pulir y perfilar las formas para evitar que los hilos se enreden,
se le agregaron palitos illahuaqueros y qallwas auxiliares para evitar
contar cada vez que la labor se repite. Este sistema ha sido y es una
herramienta f lexible, haciendo cambios en la urdimbre o en alguna IMAGEN 7 Telar a qallwa.
de las etapas del inicio del tejido (entablado y escogido), posibilita la
producción de técnicas diversas. verdes y los secan para que les puedan servir. Hasta la década de
Desde tiempos prehispánicos, las actividades artesanales, en 1970 muchas mujeres de la zona urbana y rural tenían sus propias
especial el tejido, pueden realizarse de manera individual desde el herramientas, aunque solo las usaran para tejer para la venta o para
inicio hasta el final, pero también son susceptibles de cierta división el autoconsumo. Eventualmente, tienen más de un juego, según el
del trabajo. Siempre y cuando la producción se oriente a la venta fue- tamaño de los tejidos que realizan. Si tienen ayudantas o tejedoras,
ra de la unidad doméstica de pertenencia. Es decir, se emplea mano tendrán un número proporcional de juegos de palitos.
de obra de otras mujeres para la realización de algunas etapas por Esta situación se mantiene vigente, lo que ha variado es que ya
separado o todas las fases del tejido. Si este fuera el caso, la dueña no todas las mujeres de San Miguel tejen, debido a una diversidad de
de la materia prima debe pagar el trabajo de la persona que le «ayu- factores, si bien se mantiene la división del trabajo y se han integrado
da» o trabaja para ella. Este puede ser en efectivo y/o especie, según más artesanas de la zona rural que rodea la capital de la provincia.
arreglos previos de ambas partes.
Tendencialmente, cada artesana es dueña de sus herramientas 5.5.1. Materias primas: la lana y el algodón
de trabajo, debido a que el precio es accesible y tienen larga dura- Los hilos usados en los tejidos para la venta y, cada vez más, para
ción. Son parte de su patrimonio básico. Por ejemplo, los palitos el autoconsumo son industriales, de algodón y lana acrílica. Esto no
illahuaqueros los pueden buscar en las zonas aledañas a San Mi- es un fenómeno nuevo. Al respecto, Quiroz, Rivas y Guerra (1978:
guel o, si viven en el campo, en su entorno inmediato. Los cortan 35-36) lo referían desde la década de 1960 para San Miguel. El clá-
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sico estudio de Robert Ebersole (1968: 40) para el sur del Perú, daba hace cuando alcanza entre los seis meses y un año. Se cree que
cuenta de un proceso similar: «De la cantidad total de materiales era mejor hacer cortes anuales para obtener fibra más larga y de
usados por los artesanos entrevistados, el 8 por ciento fue materia mejor calidad. Luego, se la debe orear al menos dos días. A con-
agrícola prima; el 2 por ciento, materia prima rural; y el 90 por tinuación, se lava con agua tibia y jabón o detergente, se enjuaga y
ciento, productos manufacturados, total o parcialmente sometidos a se seca. Se hace con el objetivo de retirar la grasa natural y evitar
proceso de transformación». que se pegue al hilar.
A partir de esta evidencia, considero que lo fundamental para • Escarmenado: Es necesario limpiar las pajas e impurezas, para
la actividad artesanal no es con qué se trabaja, sino cómo se ejecuta. ello se estira la fibra con cuidado, evitando que se rompan. Se
El uso que se hace en San Miguel del hilo de algodón o de la fibra arman los «guangos» (porciones de lana), amarrándose en la parte
acrílica industrializada no le resta valor al trabajo manual plasmado superior de la rueca (vara de madera).
en las prendas. Ref leja la estética y gustos locales regionales presen-
• Hilado: Para esta labor, se inserta la rueca, con el «guango» en
tes en los colores, labores o diseños de cada tejido.
la parte superior, a un costado de la falda de la artesana. Con la
La materia prima utilizada (hilo de algodón y acrílico) en la
otra mano, la empieza a estirar y torcer, enrollándola en el huso.
década de 1970, era ofrecida en las tiendas del pueblo por los co-
Esta es una labor que se puede realizar de manera paralela a otra
merciantes, que la adquirían en las fábricas textiles de Lima. El hilo
actividad. Ellas pueden ir caminando o conversando y continuar
de algodón podía ser brilloso o sin brillo, y se usaba para el urdido
con el hilado. Para una cuatronza necesitan, dedicándole ocho
del tejido. También para la trama se empleaba el hilo de algodón
horas al día, una semana. Este tiempo puede variar de acuerdo al
industrializado, que se conoce como «crudo». Esto significa que tie-
grosor de la hebra.
ne menor torcido y no tiene brillo, viene en al menos dos calibres,
• Teñido: La lana de carnero u oveja, como también se la conoce,
según la obra que se producirá. Situación que se mantiene en lo que
tiene de manera natural color blanco (excepcionalmente negra o
va del siglo.
gris), por ello, es necesario teñirla, casi siempre se la tiñe cuando
Preparación de la lana ya está hilada. Se pueden usar plantas como el aliso ( Alnus acu-
minata), el nogal ( Juglans nigra), la raicilla, la penea, la andanga.
Se presenta a continuación las etapas de transformación de la lana,
También el insecto llamado cochinilla que crece en las paletas de
observadas, hacia fines de 1970. Permite entender las razones del
las tunas en algunas regiones de la sierra peruana.
progresivo abandono de este largo y laborioso proceso por la fibra
acrílica. Asimismo, se usan tintes industriales conocidos como anilinas, que
• Trasquila: Implica cortar la lana del carnero, dependiendo del ta- se combinan con limón, cañazo, alumbre, sal, mordientes para fijar
maño y edad del animal, rendía en promedio entre 1 a 4 cuatron- los colores. En algunos casos se puede combinar plantas con la ani-
zas (medida local equivalente a 14 onzas). La primera trasquila se lina o usarlas de manera separada.
344 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 345

IMAGEN 8 Madejador.

Por ejemplo, con dos o tres días de anticipación, se debe re-


mojar la corteza o las raíces de la andanga. A esta agua se le agrega
anilina verde. Se mezcla bien y se la coloca en el fuego en un re-
cipiente grande. Cuando esté hirviendo, se agregan las madejas de
lana hilada y se las dejan en el fuego hasta que se vea que los hilos
toman color o el agua se aclare.
Las artesanas lo explican: «Cuando el agua está chuyita195 , ya está
listo el teñido». Luego, se sacan las madejas para secarlas. A veces se en-
juagan previamente. Otro elemento importante para el teñido es esperar
que «la luna esté madura», es decir, luna llena. Esto influye para que
agarre o no el tinte. Lo mencionado es una receta general, puede tener
matices de una a otra artesana.
Después de estos procesos, la lana estaría lista para ser urdida.
FOTO 38 [IZQ.] Campesina hila lana de oveja. Fotógrafo: Antonio Goicochea Cruzado.
San Miguel, 1985. Cuando se usa como trama, se necesita un torcido adicional para unir dos
FOTO 39 [DER.] Octavila Gamarra hila lana de oveja. Nitisuyo, San Miguel, 2003. hebras. La carga de trabajo que implica el uso de lana natural se alivió
mucho con las fibras sintéticas. Si alguien quiere un tejido en lana de
oveja, tendrá que hace un pedido especial, a un precio distinto.

195 El agua está casi transparente.


346 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 347

Para teñir la lana de oveja, era necesario hacer madejas. Al parecer,


esta herramienta se podía usar también para la técnica de reserva. Por
ello, incluyo la imagen que se registró en la década de 1970.
En 2014-2015, pude constatar que continúa la tendencia de traba-
jar con hilos de algodón industrializados, lo mismo que hilos acrílicos,
incluso en ciertos casos con la fibra de alpaca ya hilada de fábrica. A las
prendas que se tejen con hilo acrílico industrial se les agrega el torcido
manual para darle mayor duración y fuerza. En la foto que inicia el ca-
pítulo 2, se observa a una señora con su huso, pero ella no está hilando,
sino torciendo la lana acrílica para que sus tejidos sean más resistentes.

5.5.2. Las herramientas del telar de cintura o qallwa

En 1978, Quiroz, Rivas y Guerra (1978: 36-40) describieron las he-


rramientas empleadas tanto en el telar de cintura como en los procesos
previos. El uso de estos instrumentos refleja los saberes tradicionales
y las continuas adaptaciones que experimentó el telar de cintura hasta
convertirse en el telar actual.
Describiré todas las que se usan en el telar y después las herramien-
tas auxiliares que se emplean para operaciones anteriores o posteriores al
tramado. Las que forman el primer grupo son kungallpos, qallwa, palito
laborero, putij, palitos de illahua (cuyo número varía según la labor), cha-
na, siquicha y chamba (las dos últimas hechas de soga). Las del segundo
grupo son el urdidor, el ovillador y el mate-peso. Desde entonces se han
producido obvias variaciones. Para tener una idea más o menos clara de
las herramientas, se acompañan de sus respectivas ilustraciones.
• Kungallpos: Siempre van en pareja y sirven de marco al telar. Con el
apoyo de un palito auxiliar, se le fijan los hilos ya urdidos. Estos son
semejantes a una regla gruesa de madera, cuyos extremos tienen una
FOTO 40 Señoras de Calquis en la plaza de Armas de San Miguel. Fotógrafo: Antonio
hendidura en forma de «V». En el primero, se coloca la siquicha, que
Goicochea Rojas. San Miguel, 2019.
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cruza la cintura de la artesana para templar el tejido. En el otro, se


fija la «chamba», para templar el telar en un árbol o en un pilar de los
pasillos de las casas.
Los carpinteros de la zona urbana los fabrican con cuidado de
lijarlos para que su superficie esté pulida. El precio varía según el ta-
maño. Pueden tener una vida útil de al menos 25 años.
• Qallwa: Es la herramienta que se considera principal en el telar tra-
dicional. Cada vez que se cruzan los hilos de la urdimbre y se pasa la
trama, este madero que tiene la forma de un machete trapezoidal, tie-
ne que bajar para ajustarlos. Las dimensiones de largo, ancho y espe-
IMAGEN 9 Kungallpos.
sor están condicionadas por el tejido que se ha planeado confeccionar.
Incluso para hacer colchas y manteles que tienen un ancho similar al
de los ponchos, se tiene que usar una qallwa de una dimensión similar,
pero de peso diferente. Ello porque los ponchos de lana requieren que
se golpee con mayor fuerza. Para esta herramienta, se usa una madera
especial llamada «lanche», que es dura y resistente. Debe estar en bue-
nas condiciones porque alguna falla impactará en la calidad del tejido.
Su duración es similar a los kungallpos.
• Qallwa laborera: Tiene la misma forma que la anterior, pero es más
delgada. Se usa para separar las illahuas del tejido, cuando hay que ir
formando la labor. Si el tejido es angosto, puede reemplazarse por un
carrizo o palito, pero deben estar muy pulidos. La vida útil es de al
menos 25 años.
• Illahua mama: Es una vara larga, un poco más gruesa que las demás y
sirve para dividir las hebras del tejido. Marca el cruce de estas, también
se la conoce como lizo, o eje del accionar del telar. Hay que levantarla
para que pueda «bajar» el awua o cruce de hilos de la urdimbre que
ajustaran la trama, y serán golpeadas por la qallwa. Así se va avan-
IMAGEN 10 Qallwas diversas.
zando con el tejido. La medida varía de manera proporcional a los
350 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 351

kungallpos, según el tipo de tejido y el ancho del mismo. Esta parte del
telar es una suerte de madre o núcleo, por lo cual, se le da el nombre
de mama, sin acento, coincidiendo con varias zonas del sur peruano y
boliviano, como señala Arnold (2012).
• Palitos de illahua o illahuaqueros: Son similares a la illahua mama,
aunque más delgados. Se requieren solo cuando un tejido lleva un di-
seño o labor. Separan las hebras del hilo de la urdimbre correspon-
dientes a cada fila de la labor, con la misma lógica del punto cruz. El
número de estos depende de la cantidad de filas que tenga el dibujo,
puesto que sirve como memoria para repetir la labor a lo largo del
tejido. Hay labores que tienen hasta 70 illahuas (filas) o más. Esto sig-
nifica que deben ir necesariamente 70 palitos illahuaqueros.
Tanto los palitos de illahua y la illahua mama se hacen de varitas de
plantas llamadas judíovarilla, garrocha, amarrajudío y melico. Las ra-
IMAGEN 11 Putijs de varias dimensiones.
mas se recogen verdes. La corteza se pela y se deja secar. Si los palitos
no están derechos, cuando están verdes, se les amarra a otro más grue-
cho del cuidado que se le dé, pero aproximadamente es de siete años.
so, que esté derecho, para que al secarse se enderecen. Una vez secos,
El putij es utilizado para separar las filas de hilos que van en forma
ya se pueden utilizar. Con el uso, se van poniendo brillosos y muy
paralela, los cuales no se deben juntar. Luego de levantar la illahua se
lisos. Estos arbustos mencionados se encuentran a los costados de los
forma un cruce de hilos, denominado awua (palabra quechua que signi-
caminos y al alcance de cualquier persona. Hay residentes de la zona
fica «tejido»). Esta herramienta ayuda en esta operación. Debo señalar
rural que recogen un buen número y los venden por tercios (de 15 a
que a 2015, casi todas las artesanas han reemplazado esta herramienta
20 pares). Su duración depende del cuidado que se les dé, porque fá-
de origen vegetal por tubos plásticos, usados para conexiones de agua,
cilmente pueden romperse por descuido y deben guardarse en lugares
según los requerimientos.
secos para que no se piquen.
• Chana196: Es una varilla semejante a un palito illahuaquero, pero hecha
• Putij: Es un palo largo de forma circular, hecho de maguey o penca,
de carrizo. Se utiliza como medida y marcador del ancho del tejido.
por lo liviano del material. A este palo después de cortado, se le saca la
Se coloca en la parte inferior, usando unos clavitos o alfileres. Ello
corteza, se deja secar y se le quitan todas las asperezas de su superficie.
En caso que el tejido sea muy angosto, por ejemplo un ribete de pon- 196 Por sugerencia del lingüista Luis Andrade y en mi visita a Lambayeque, comprobé que
este pequeño carrizo se denomina de la misma manera en la costa de Lambayeque.
cho, se le puede reemplazar por un carrizo. Su vida útil depende mu- chana tendría origen muchik.
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• Siquicha: Es hecha de cabuya, confeccionada y vendida por los arte-


sanos de la zona que se dedican a producir sogas. Esta herramienta
se emplea para templar el telar. Para ello, es necesario que la artesana
tenga amarrado uno de los extremos con la chamba en algún pilar o
árbol. Después desenrolla su tejido, se sienta y coloca un extremo de la
siquicha en un lado del kungallpo inferior. La siquicha debe pasar alre-
dedor de la cintura de la artesana para unirse al otro extremo del kun-
gallpo. Así, el telar queda templado según la comodidad y necesidad
de la artesana. Todo es producto de aprendizajes paulatinos, porque
al tejer los hilos del telar no deben quedar flojos, pero tampoco muy
templados. La siquicha tiene la forma de un rombo alargado, con unos
ojales en cada extremo para encajar en cada lado del kungallpo. Tiene
una duración aproximada de 10 a 15 años.
IMAGEN 12 Chamba.

permite controlar que el tejido se mantenga uniforme, evitando que se


desiguale. Cada cierto trecho de avance es removido para que siempre
vaya cerca de la parte recién tejida.
• Chamba: Es una soga que se coloca en los extremos del kungallpo su-
perior (extremo del telar) y que sirve para sujetar el tejido a un palo
fijo en el suelo o bien a un árbol o pilar. Esta soga es de una sola pieza
de 2,40 metros de longitud, por 0,069 metros de espesor (medidas que
varían mínimamente, según el artesano que las confecciona y el precio
que tendrá). Va amarrada al pilar o árbol que servirá de templador, y
se bifurca en dos partes, más o menos en la mitad. Esta herramienta es
confeccionada de cabuya (soga) por los artesanos de la zona y su dura-
ción aproximada es de 10 a 12 años. En visita al campo, en 2018, com-
probé que en la zona de Cajabamba y Huamachuco se le denomina
también así. Por consultas con los lingüistas, esta palabra provendría
de la lengua culle. IMAGEN 13 Siquicha.
354 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 355

Al revisar los nombres de los palitos que componen el telar de


cintura usado en San Miguel, constaté la presencia de cuatro len-
guas distintas. Esto se confirmó con una comunicación personal con
Luis Andrade, quien señala que los nombres para kungallpos y putij
provendrían del léxico indígena cajamarquino reconocido como den;
la illahua, qallwa y siquicha del quechua; la chamba de la lengua culle
o culli; y chana del muchik o mochica197. Se agrega la palabra awua,
procedente del quechua (Quezada, 1976).
Esta constatación nos remite al telar de cintura como una evi-
dencia de la presencia pluricultural. Espacio que nos permite, gra-
cias a la memoria de las artesanas en diálogo con la lingüística y la
historia, una lectura distinta de la región. El telar condensa real y
simbólicamente la integración cultural y el entrecruzamiento de sa-
beres, para dar vida a un tejido nuevo, que nos transmite viejísimas IMAGEN 14 Urdidor de madera.

presencias. Su permanencia nos habla de resistencias y resilencias


culturales singulares. Podríamos decir que el castellano se incluyó dar facilidad al momento de sacar los hilos urdidos, evitando que se
como el quinto componente lingüístico, en la palabra tramero que enreden o estiren.
designa al ovillo o palito que lleva el hilo de la trama. Lo mismo su- Esta herramienta es muy importante para que la urdimbre del
cede con las herramientas auxiliares, cuyos nombres son de la lengua tejido se haga de manera pareja, evitando que se desigualen o «chu-
castellana. llen». Es posible reemplazarlo por estacas que van clavadas en el
suelo, aunque esto último no es recomendable para los tejidos finos
Herramientas auxiliares de colores delicados, pues se pueden ensuciar.
Las artesanas de la zona rural en algunos casos utilizan estacas
• Urdidor: Es un grueso marco de madera, hecho por un carpintero,
para reemplazar el urdidor, pero solo para prendas de lana y de colo-
cuyas dimensiones varían según el gusto y la comodidad de la arte-
res que casi no se ensucian, también porque en sus casas (zona rural)
sana que lo emplea, si son muy grandes les cansa mucho los brazos.
tienen espacio para ubicar las estacas a la distancia adecuada, esto no
La medida más común es de un metro de largo por cincuenta cen-
es posible hacer con los tejidos finos. De ensuciarse, «el comprador
tímetros de ancho, semejante a una mesa invertida con varias patas
puede pensar que los tejidos son usados».
o estacas, de las cuales, al menos, una o dos son removibles, para
• Tramero: Puede ser un ovillo, pero es necesario que tenga una for-
197 Comunicación personal con el doctor Luis Andrade, 2018. ma redonda para que pueda correr de un extremo del tejido al otro,
356 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 357

para cuando se usa algodón. En el caso de las frazadas y los ponchos,


el hilo de lana para la trama se envuelve en un palito similar a los
illahuaqueros, de menores dimensiones. Ello otorga mayor facilidad
en su tarea. Como la lana es gruesa, si se utilizan ovillos, estos salen
demasiado grandes y toscos. No podrían pasar con facilidad entre los
hilos y a cada rato se tendría que arrancar la lana.
• Mate-peso: Es una balanza sencilla hecha con una tira de madera
alargada en la que se cuelgan un mate (calabaza) en cada extremo.
Se usa para pesar los hilos: en un lado se colocan los hilos y en el
otro, las pesas (piedras con pesos previamente determinados por las
tejedoras). Esta herramienta es muy útil, permite hacer cálculos para
determinar la cantidad de hilo según la obra.
• Ovillador: Como su nombre lo dice, se utiliza para ovillar el hilo
o la lana cuando viene en madejas, dando mayor facilidad a las ar-
tesanas. Está hecho de madera y en la parte superior tiene un aspa
IMAGEN 15 Ovillador-madejador.
en cuyos extremos van prendidas estacas perpendiculares, que son
movibles según el tamaño de la madeja. Todo este conjunto va unido
La fuerza de trabajo es proporcional al esfuerzo de cada ar-
en la parte central sobre un eje (perpendicular poliédrico) fijo en una
tesana en la realización de las diversas tareas requeridas. Igual-
base de madera también cuadrada. En la actualidad, no es indis-
mente, la habilidad es adquirida por las experiencias acumuladas
pensable porque la presentación de los hilos ha ido variando: antes
por cada tejedora, fundamentalmente en sus respectivos hogares.
venían en madejas, pero ahora vienen en forma de conos y el ovillado
Es allí donde socializan, desde pequeñas ven a sus mamás o abue-
se hace directamente.
las realizar diversas tareas y van aprendiendo e integrándose a
Las herramientas auxiliares son mayormente de madera, su
diversas labores, desde las sencillas a las complejas.
producción está en manos de los artesanos regionales y su tiempo
Cuando les preguntábamos cómo aprendieron, todas con-
de vida útil está en relación directa con el cuidado y uso que se
testaban: «mirando», pero en realidad podrían decir: «haciendo»,
les da: «Cuando se cuidan bien, duran años; si no, no duran ni
pues las destrezas son adquiridas mediante la socialización de ni-
un día» o «las herramientas duran hasta que se acaban». Acorde
ñas y jóvenes, quienes ayudan a sus madres y/o abuelas. Asimis-
a lo expresado por las artesanas cuando les preguntamos por su
mo, intercambian estrategias que van aplicando y perfeccionando
duración.
con la práctica en cada una de las prendas que tejen.
358 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 359

Es importante mencionar que, de 1999 a 2003, el proyecto • Ovillado: Es la primera etapa. Hay dos formas de ovillas: 1) Con
«Capacitación técnica empresarial para incrementar la producción llihuas, cuando el ovillo va a ser utilizado para realizar el urdido. La
y rentabilidad de tejidos textiles en comunidades andinas»198 , eje- llihua es la agrupación de hilos (especie de caminos que circundan el
cutado por especialistas del Servicio Nacional de Adiestramiento ovillo, facilitando el urdido). 2) El ovillado debe ser redondo, porque
en Trabajo Industrial (Senati) con la cooperación financiera del servirá de trama. Se trata de formar una pelota en la que los hilos van
Fondoempleo, dio un impulso que impactó positivamente en el repartidos en forma pareja para que en el momento de hacer correr la
trabajo de las artesanas, en especial en los acabados de sus tejidos. trama facilite esta labor. Los hilos o lanas que se emplean vienen en
Las capacitaron en costos de producción, concientizándolas en va- conos o madejas cuando las adquieren en las tiendas y requieren del
lorar el tiempo de trabajo invertido en cada etapa. ovillado para ser utilizados con mayor facilidad. Igual sucede con las
En el siguiente apartado detallaremos las tareas que ejecu- fibras acrílicas (imitación lana). Ver imagen 15, fotos 41 y 42. Los hilos
tan las artesanas, lo mismo que las horas de trabajo necesarias, las industriales vienen en conos, con una base de cartón, si carecen de esta
que, lamentablemente, no guardan relación con la remuneración base, se colocan sobre una botella para que se sostengan y el ovillado
que reciben. sea más fácil200 . El ovillado se hace según la cantidad de materia prima
necesaria para cada tipo de obra. Se divide la cantidad total de hilos
5.6. Las etapas del tejido en qallwa en dos o cuatro ovillos, en forma proporcional. Esto depende de los
Si observamos el proceso de la producción de los tejidos en San Mi- colores de la obra, si es de color entero, o si es a rayas.
guel, en la segunda década del siglo XXI, respecto de fines de la El ovillado es realizado, por lo general, por las ancianas y a ve-
década de 1970, no encontramos grandes variaciones, las etapas se ces por los niños o niñas que no pueden realizar otra etapa del tejido
mantienen tendencialmente con las mismas estructuras en 2018, por debido a su edad. A cambio de esta ocupación reciben un pago201 que
lo que me permito parafrasear nuevamente la descripción hecha por no siempre está de acuerdo con el tiempo y el desgaste que realizan.
Quiroz, Rivas y Guerra (1978). En caso de que sea pertinente, haré Por ejemplo, por ovillar una libra 202 de hilo fino les pagaban 10 soles,
comentarios sobre esta descripción: aprovechando su edad. Las ancianas vivían añorando tiempos pa-
Las tareas para hacer un tejido son: ovillado, urdido, entablado, sados y en algunos casos creyendo que el pago que recibían por su
illahuado, escogido, tejido, o tramado propiamente dicho, y amarrado. trabajo estaba bien y no debían pedir más. Ovillar una libra de hilo
Todas estas operaciones pueden ser realizadas por una artesana o frac-
200 En la década de 2010, observé que en muchos casos se urde del cono directamente,
cionarse199. pero en otros casos es necesario ovillar para urdir con mayor facilidad.
198 201 Los pagos que se mencionan en este texto no corresponden al valor adquisitivo de
Sara Pait Volstein (2005) realizó la evaluación del mencionado proyecto que se desa-
rrolló en varias comunidades andinas. San Miguel fue una de estas.
actividad del tejido se mantienen a lo largo del tiempo.
199 El proceso de producción de un tejido requiere de la realización de diversas tareas.
202 Es la medida de peso y equivale a 16 onzas, medida que se utilizaba en la zona de
Esto facilita que en la producción artesanal textil de San Miguel se organice una di-
visión simple del trabajo, basada principalmente en factores como la edad. estudio. Por ello, la tomamos para todos los cálculos que hemos realizado.
360 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 361

FOTO 42 Detalle del ovillado.

fino les llevaba dos días, ellas decían: «Lo hacemos como conversar
y así no se siente»203 . El horario que preferían para ovillar era entre
siete a diez de la noche. Esta etapa, a pesar de ser sencilla, requiere
de esfuerzo y, en varios casos, de mucha paciencia en el caso que los
hilos se enreden.
• Urdido: Consiste en organizar los hilos en el urdidor o en estacas
(poco usual). Esta operación la realiza la tejedora sentada en el suelo
(sobre un petate o un pellejo), como puede ser sentada en un banco
igualmente bajo y con el urdidor colocado frente a ella, de acuerdo
con su costumbre y comodidad. El urdido es una labor que requiere
de esfuerzo físico, habilidad y destreza por parte de la artesana para
que los hilos de la urdimbre tengan la misma tensión (ni flojos, ni
ajustados). De lo contrario, el tejido saldrá «chulla» o desigual. Como
FOTO 41 María Obdulia Montenegro Díaz ovillando en su casa. vemos, el urdido es la base del tejido y si no se tiene cuidado, al
203 Era la opinión que recogimos en el trabajo de campo (1977) respecto del pago que
se les hacía a las ovilladoras. Si bien algunas condiciones han cambiado, aún se man-
tenía en 2015 el pago inequitativo a las artesanas.
362 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 363

momento de tejer, aparecerán los problemas y podrá salir mal. Esta


primera fase influye en toda la calidad del tejido.
Cuando el tejido lleva rayas de diferentes colores, al momento
de urdir se contarán las vueltas de hilo de cada color para que salgan
uniformes. Por ejemplo: si lleva rayas rojas, blancas y azules, se urdi-
rán diez vueltas de hilo rojo, diez de hilo azul y diez de hilo blanco.
El arte se expresa en la combinación adecuada.
La cantidad de hilo dependerá de las dimensiones de la obra
que se planee. Se asocia al peso de la misma y al grosor del hilo, este
cálculo se va aprendiendo en forma práctica.
Al comenzar esta tarea, se mide el largo conveniente para la
obra deseada, marcándolo con un nudo. Se le debe dar un margen
calculando que durante la realización del tejido habrá una merma y
un adicional, para el extremo llamado punta, parte final del tejido
donde ya no es posible tejer. Los hilos que quedan servirán para los
flecos si es el caso. El primer hilo es pasado por entre las estacas del
urdidor, cruzándolo dos veces en forma especial, entre la primera y
segunda estaca, formando un ocho —este cruce de hilos es lo que se
llama «awua 204 del tejido»— y, al final, antes de llegar a la última, se FOTO 43 Karina Marisela Hernández, Monsefú. Sayamud, 2014
los vuelve a cruzar.
Es necesario tener mucho cuidado de que los hilos pasen por la los cruces de hilos para que un color quede encima (rosado) y el
estaca movible del urdidor para tener facilidad al momento de sacar- otro abajo (blanco). En el rosado se formarán las labores del tejido.
lo. Cuando la obra que se va a urdir, es de dos colores (quedando un Terminado el urdido, se saca la estaca movible del urdidor para que
color como fondo y las labores en el otro color),el urdido debe llevar aflojen los hilos que están templaditos. En seguida se extrae un ex-
un cruce especial llamado «pata de gallo». tremo del tejido, se coloca en un kungallpo y entre el «awua» un palito
La forma de urdir los tejidos llanos o de labor es la misma, que sirva para ajustar y colocar la illagua. En el otro extremo, que
siempre y cuando sea un mismo color. Cuando el tejido es combi- viene a ser el comienzo del tejido (parte inferior), se coloca también
nado, por ejemplo, blanco y rosado, hay que tener cuidado en hacer otro kungallpo.
204
Para el tejido de doble faz, la urdimbre tiene que hacerse de
este cruce de hilos horizontales que con los verticales van dando el cuerpo al lienzo. manera diferente y requiere destreza. El tejido que se llama cuchiñaui
364 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 365

La habilidad que tienen las artesanas se expresa cada vez más,


en especial ahora que las diseñadoras les requieren tejidos con textu-
ras y dimensiones diversas. Siempre logran cumplir con los pedidos,
gracias a la experiencia para recalcular la cantidad de hilo según el
largo, ancho y grosor. Es ahí donde demuestran la maestría de sus
saberes acumulados.
• Entablado e illahuado: Son actividades casi paralelas. Consiste en
armar el tejido, integrando los palitos, luego de sacar los hilos del ur-
didor. Los kungallpos se colocan primero, con los hilos de la urdimbre
para completar el armado del telar. Luego, se comienza a illahuar,
con el tejido ya templado. Es una operación que consiste en colocar
la illahua mama separando hilos superiores e inferiores, a manera de
lizo. Así, al terminar quedan como un rastrillo. Los hilos de la ur-
dimbre se van separando uno a uno con los dedos, por medio de un
hilo grueso y fuerte porque deben conservarse en buenas condiciones
hasta que se termine con el tejido.
La illahua mama debe ir amarrada, de un extremo a otro, por
un hilo de pabilo grueso que va paralelo a ella. Todos los hilos deben
ir ordenados de manera que no estén montados unos sobre otros ni
tampoco muy unidos o muy separados. Al igual que las anteriores,
FOTO 44 Julia Mendoza Medina urdiendo. Fotógrafo: Miguel Ugaz. San Miguel, 2014. esta tarea puede ser realizada por una persona, a veces mayor y que
no siempre es dueña del tejido.
requiere de una manera especial de urdir, si no se hace bien, lo tienen • Escogido: Era la etapa más difícil de todas, porque en la década de
que repetir; no se puede corregir después de esta primera tarea. En 1970, esta habilidad no estaba tan difundida entre las artesanas. Es
todos los casos, hay algunas artesanas que se especializan en cada necesaria, si el tejido lleva alguna labor o diseño especial, (tramado,
etapa del trabajo. urdimbre flotante, doble faz, cordoncillo y cuchiñahui). Requiere
Son las mujeres mayores, que no tienen fuerza suficiente para te- paciencia y habilidad por parte de quien la realiza. Se precisa que
jer, quienes se dedican a esta etapa. Por esta labor reciben un pago que tenga buena vista, porque debe contar las hebras de una en una para
no compensa el esfuerzo ni la energía invertida. Urdir un mantel de separarlas e ir colocándolas, convenientemente, en cada illahua acor-
comida les llevaba cuatro horas de trabajo y recibían a cambio 15 soles. de con el patrón que se va a ejecutar.
366 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 367

Para el escogido en su primera fase, se tiene que separar los


hilos en grupos de tres o cuatros hebras, acorde con el grosor del hilo
y el dibujo, esto se llama hacer el «peine». Esta es la base del resto
del escogido. El diseño se toma de un libro de punto cruz, una hoja
cuadriculada o un tejido. Cada línea horizontal de la cuadrícula debe
ir separándose por medio de las illahuas auxiliares, que toman el pa-
pel de memorias. Si el diseño es simétrico, se escoge205 solo la mitad,
continuando la otra parte del tejido en forma descendente.
En el caso de creaciones nuevas, ellas se las ingenian para plas-
mar el modelo en una hoja cuadriculada, que le servirá como base
para trasladarlo al escogido. Estos diseños se hacen por pedido espe-
cial, tratando que no se difundan rápidamente para mantener cierta
exclusividad.
En esta etapa es indispensable calcular como se va a distribuir
el diseño, de acuerdo con la dimensión del tejido. Si la prenda —una
colcha, por ejemplo— tiene dos partes que se unirán, hay que hacer
los cálculos para que en el momento de unir ambos lienzos (callos),
las labores queden repartidas equitativamente y al mismo nivel. En
algunos casos, si en los extremos se incluye una cenefa, agrega difi-
cultades en la escogida y la ejecución del trabajo.
La ejecución de esta fase genera cierta especialización. En
1970, el pago variaba desde un sol hasta tres soles por illahua de es-
cogido; si el escogido de un tejido era de 12 illahuas, se podía pagar
en total 24 soles. Esto podía variar, según los arreglos que se hagan.
Aquí entraban elementos, desde la amistad hasta el ancho del tejido:
mientras más ancho y fino sea el tejido, su escogido costará más.
Se prefería trabajar con la luz solar, ubicándose en el lugar más
iluminado de su casa. Muchas veces era posible hacerlo por las no-

FOTO 45 Clotilde Alvitez de Lingán. Fotógrafo: Antonio Goicochea Cruzado. San 205 illahuas auxiliares con el
Miguel, 1985. diseño.
368 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 369

• Tramado o tejido propiamente dicho: hace referencia a la acción de


tejer, no a la tela que se produce, a la que también llamamos tejido. Es
la operación de pasar la trama entre los hilos de la urdimbre y luego
bajar el awua (cruce de hilos), ajustando los hilos con la qallwa, de esta
manera se va formando la tela. Cuando el tejido lleva labor al tejer se
deben ir alzando las illahuas en forma ordenada (ascendente hasta la
mitad de la labor, y luego descendente). Para que el tejido acabado se
presente uniforme se debe tener un ritmo parejo de ajuste de los hilos,
que solo se adquiere con la práctica. Las artesanas dicen: «Para tejer
se necesita más maña que fuerza». Esta etapa es realizada, frecuente-
mente, por artesanas que no son dueñas del tejido. El pago que se le
da a la artesana que solamente teje está en relación directa al tamaño,
tipo de obra y al dibujo o labor que lleva. En 1970, por tejer un pon-
cho de hilo fino que no llevaba labor, cuya confección demoraba tres
días, recibían como pago 150 soles, suma que no estaba de acuerdo ni
siquiera al sueldo mínimo vital establecido para la zona.
En la zona urbana, la realizan en la habitación de su casa que
cuenta con puerta a la calle, en muchos casos sirve al mismo tiempo
de sala. A un costado, hacen una pequeña división para el dormito-
FOTO 46 Haydée Cerna produce una alforja. Fotógrafo: Miguel Ugaz. Jangalá, 2014.
rio. En la puerta se puede colocar una mesa, para la venta de algunos
productos (huevos, quesillos, pan, entre otros). Extienden su tejido
ches con luz de vela o lámpara 206 . Su duración está en relación directa hacia el lado de la habitación que tenga mayor claridad. Cuando
al número de illahuas y la habilidad de quien lo realice. En compara- trabajan varias en la misma casa, tienden sus tejidos en la misma ha-
ción con las otras tareas, esta era la mejor pagada. bitación de extremos diferentes cruzándolos, cuando no tienen más
En el presente siglo, este conocimiento se ha expandido. Son espacio donde trabajar. En otros casos pueden trabajar extendien-
pocas las artesanas que dicen no saber escoger. Las alforjas que ellas do el tejido hacia la calle, cuando es muy largo. Si tienen corredor,
portan como parte de su atuendo tradicional, se convierten en una pueden tejer allí; siempre tratando de habilitar un lugar donde sea
forma de prestigio y demostración pública de sus habilidades. factible trabajar.
En la rural, a veces lo hacen en su patio, o en el corredor. Ellas,
206 Hasta las décadas de 1970 y 1980 no existía un servicio de luz eléctrica de mínima al igual que las del pueblo, tienen problemas cuando llueve muy se-
calidad. En la actualidad, la mayoría de casas de la capital de la provincia cuenta con
este servicio, pero en los caseríos y centros poblados aún es irregular. guido y no les es posible tejer, dedicándose a los acabados.
370 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 371

• Acabados: Al terminar la tela tejida, se tienen que hacer tareas adi-


cionales como corte, cosido y limpieza de las prendas (recortar hilos
que hayan quedado sueltos en las labores previas). En esta etapa,
dependiendo de lo que se hace se cose a mano, a máquina o se une a
crochet las partes, sea el caso, poncho, frazada o mantel. Hay obras
que requieren dos lienzos porque el máximo ancho para la qallwa no
puede ser mayor de un metro. Estos se unen cosiéndolos a mano, a
crochet o con máquina de coser. Cuando es necesario agregar ribe-
tes, se tejen aparte. Si llevan flecos, hay que amarrarlos acorde con el
acabado deseado.
El amarrado es un acabado opcional, tendencialmente sería la
última etapa de la confección de un tejido. Las artesanas en su mayo-
ría saben hacer un amarrado simple que no necesita mayor habilidad,
pero hay algunas que saben hacer labores anudadas y trabajan para
otras personas. Si bien esta tarea en una época determinada fue la

FOTO 47 Martina Hernández. Fotógrafo: Alois Eichenlaub. San Miguel, 1989. FOTO 48 Artesana detalla un chal. Fotógrafo: Óscar Chambi. San Miguel, 2006.
372 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 373

5.6.1. Condiciones de trabajo

Gracias al registro levantado a fines de la década de 1970, y en diver-


sas temporadas de campo, de manera especial en 2014-2015, constaté
que casi todo lo relacionado con las condiciones de trabajo, tendencial-
mente, se ha mantenido, aunque con ciertos matices. En este sentido,
seguiré con citas del texto de 1978, señalando las variaciones que he
registrado.
En cuanto al ritmo de producción de obras, en los meses que pre-
ceden a algunas fiestas o feria, dentro de la localidad o fuera de ella,
se dan prisa para avanzar con sus tejidos y poder llevarlos a vender.
En estas épocas el pago que dan a las artesanas que les ayudan es algo
mayor que el acostumbrado. Las obrajeras, en la década de 1970, lo
referían así: «estas chinas se valen». Sobre la influencia de las fiestas en
la producción artesanal, tenemos referencias que esto ocurre con otras
artesanías.
FOTO 49 Barbarita Mendoza Hernández, Premio Nacional de Artesanía. Fotógrafo: Las ferias religiosas y las Fiestas Patrias o las del fin de año, en
Óscar Chambi. San Miguel, 2006. distintos lugares de la región y fuera de ella, siguen siendo espacios
de comercialización a los que acuden las mayoristas. La imposibilidad
ocupación de muchas de las artesanas del pueblo, ahora son pocas de contar con capital para producir una cantidad que justifique viajes
quienes conocen como hacerlo con dibujos especiales. El tiempo de- indivivuales y los gastos que esto implica siguen siendo una limitación
pende de la destreza de la artesana. En el presente siglo, para algu- para las pequeñas productoras. Por esta razón, grupos de artesanas or-
nas prendas que se han introducido (chales y pashminas), se vuelven ganizadas tanto en San Miguel como en caseríos cercanos: Sayamud,
a usar flecos y amarrados sofisticados, que las hacen más vistosas y El Cedro, Jangalá, Chuad y Calquis, se reúnen con el fin de que, al
valiosas. menos, dos de ellas lleven a vender el trabajo de todas fuera del ámbito
Para las etapas del tejido, que no han sufrido grandes modifi- provincial. Van a las ferias de Cajamarca, Lima y Lambayeque.
caciones, tomé lo descrito en 1978, que amplié, recorté y actualicé. La mayoría de las unidades domésticas artesanas comparten las
Algo parecido referiré a continuación, detallando la organización tareas del trabajo. Por ejemplo, una madre viuda y tres hijas solteras,
del trabajo y cómo se producen los arreglos entre las artesanas de donde la primera quien organiza y reparte el trabajo. Las labores do-
diversos niveles para hacer sus obras, así como los encargos a otras mésticas se pueden turnar o una de ellas se hace cargo permanentemen-
mujeres para realizar una o más etapas de la producción de un tejido. te. De manera que el resto pueden dedicarse casi exclusivamente a los
374 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 375

tejidos. La mamá se encarga de la venta de las obras, el dinero obtenido


va a un fondo común, destinado a cubrir las necesidades del colectivo.
Este modelo puede tener muchos matices, si hubiera un varón (jefe de
familia) puede estar dedicado a una diversidad de tareas: su peque-
ña parcela, manufactura de sombreros de paja, trabajo como migrante
temporal para la cosecha de arroz en la costa, o, trabajo asalariado en el
mantenimiento de la carretera. La esposa y las hijas, se encargarían de
los tejidos y el trabajo doméstico.
Este es el marco que les permite organizar sus ingresos y conjun-
tarlos con los del resto de los integrantes de sus unidades domésticas.
Así, pueden sacar adelante su economía. Muchos tienen pequeños te-
rrenos, donde pastan de tres a seis vacas, siembran maíz, papas, ocas,
alverjas. Además de su pequeño huerto, crían aves de corral, cuyes.
Es decir, es un modelo campesino que se va recreando según se
mueva el entorno local y regional. Sería una suerte de unidad doméstica
donde cada unos de sus miembros colaboran en la reproducción. Los
domingos son los días en que las artesanas descansan de sus labores
del tejido, de las zonas aledañas se trasladan a San Miguel, llevando
FOTO 50 Luz Villoslada Romero e Hilda Romero Romero.
los tejidos acabados para entregar y también adquieren arroz, azúcar,
fideos, entre otros. En la actualidad, la mayoría de los caseríos y centros nes y posiciones entre ellas. Diferencias relacionadas con la realización
poblados que se encuentran cerca cuentan con carreteras —trochas ca- de las tareas del tejido, contar con capital para la materia prima, y en
rrozables— que permiten la llegada de vehículos automotores, con uno especial, con su comercialización. Esta desigualdad es producto de una
o dos servicios diarios. serie de condiciones de larga data. También reflejan estrategias de resis-
Las artesanas que viven en el área urbana, pertenecientes al grupo tencia que desarrollan de manera individual o colectiva para enfrentar
«C» han empeorado su situación. Esto se constata a partir de la ob- la situación.
servación de sus viviendas, sus narrativas y las condiciones en las que Quiroz, Rivas y Guerra (1978: 45-47) propusieron una clasifi-
tienen que trabajar. cación para las artesanas de San Miguel, en respuesta a la mirada de
En general, cuando se menciona el término «artesanas», se parte tendencia marxista de la época dando cuenta de la diferenciación exis-
del supuesto de que todas son iguales y comparten la misma situación. tente. Se decidió usar letras, para evitar etiquetarlas y adjudicarles sig-
Pero, si nos acercamos un poco, veremos que existen distintas condicio- nificados positivos, negativos o victimarios. Se levantó una encuesta,
376 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 377

en 1977, con 80 artesanas, de las cuales el 68,75 por ciento vivían en la obligada a trabajar para la obrajera, o venderle sus obras a un precio
ciudad de San Miguel y el 31,25 por ciento en las zonas rurales. Treinta menor. Otras condicionan su producción. Hay también otro tipo de
años después, se realizó otra encuesta, y la proporción era invertida. Es «enganche» que ellas usan, que consiste en hacer pequeños regalitos
decir, la mayoría de artesanas habitaban las zonas rurales y una menor a las artesanas que trabajan para ellas, estos pueden ser cosméticos,
proporción en el área urbana. aretes (cuando las artesanas son jóvenes), ropa usada, comestibles
Con las letras y la descripción de sus actividades, se pensó dar (cuando las artesanas tienen una familia que mantener). Hacen estas
cuenta de la diversidad de características de las artesanas. Así, clasi- adulaciones con las artesanas que realizan mejor las tareas que les
ficaron como tipo «A», a las artesanas que tenían independencia en encargan y en forma más rápida. La obrajera decía: «Para tenerlas
lo económico y en la comercialización de los tejidos. Las de tipo «B» contentas a las chinas hay que darles pue’ sus pinturas, colorantes y
trabajaban a veces de forma independiente y a veces para la obrajera de ellas contentas trabajan, dasito lo aumentan el tejido».
tipo «A». Las de tipo «C» trabajaban siempre para otras, no realizaban Las artesanas «obrajeras» se encontraban ubicadas en su tota-
obras por su cuenta, salvo para satisfacer sus necesidades de consumo. lidad en la zona urbana, representando el 14,54 por ciento del total
Existiendo la posibilidad de que haya movilidad estos tipos, según las encuestadas en la zona urbana y del total general el 10 por ciento.
circunstancias, bien para mejorar su ubicación o para empeorar. Lo de- Las obras que producían eran para la venta, de la que se encargaban
tallaron así: directamente, razón por la que cada cierto tiempo viajaban, sea a una
• Artesana tipo «A». Denominadas localmente: «obrajeras», comer- feria o exhibición. Ellas conocían los mercados, ferias y las fiestas de
ciantes, recaudadoras, rescatadoras y revendonas. Son las que tienen las diferentes ciudades o pueblos a los que se trasladaban, qué obras
capital y se dedican a la confección de obras por su cuenta, pudiendo debían llevar según el lugar. En caso de pedidos especiales, eran ellas
hacer ellas mismas todo el proceso completo. Emplean mano de obra las que confeccionaban los tejidos (puesto que su prestigio estaba en
para que les ayuden, en su casa y/o en el domicilio de quien realiza juego), acorde con lo solicitado por el cliente (diseño, combinación de
la tarea. Poseen dinero que les permite comprar ciertas cantidades colores, tamaño), por lo que el precio era distinto.
de materia prima y preparar varios tejidos simultáneamente. Acu- • Artesanas de tipo «B». Trabajan de manera independiente, en me-
mulando obras en un stock permanente, para la ocasional venta local nor escala que las primeras, compran su material con su propio ca-
o espacios fuera de ella, arriba mencionados. Antes trabajaban con pital y los tejidos que hacen los venden a cualquier cliente que se les
préstamos del Banco Industrial. presente, o acuden a la obrajera para venderle su obra terminada.
El pago (dinero y/o especie) se hace al destajo, por la obra com- En algunos casos cuentan con la ayuda de otras artesanas para que
pleta o parte de ella. Algunas veces, pueden dar dinero adelantado laboren una parte del proceso del tejido.
o en calidad de préstamo a otra artesana (tipo B o C) ya sea por una Poco a poco van juntando sus obras para venderlas por su cuen-
necesidad urgente o porque esta no cuenta con dinero para la com- ta o encargarlas a sus familiares para que las vendan en Lima o en
pra de su materia prima. En este caso, quien recibe el dinero está otros lugares del país. Aquí están incluidas también las que en algu-
378 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 379

nos casos reciben dinero adelantado de la «obrajera». Las artesanas,


antes como hoy, combinan el tejido con sus quehaceres domésticos
(como el resto de las que trabajan en sus casas y son madres de fami-
lia) se dedican a los tejidos generalmente en las tardes de dos a seis:
«Tejemos hasta que se vaya el sol», dicen.
Esto no significa que las mañanas sean libres, lo hacen solo de
nueve a once de la mañana, cuando sus labores hogareñas se lo per-
miten. En las noches se dedicaban a hacer tareas asequibles debido
a la baja luz con la que trabajan (vela o lámpara de querosene). En la
actualidad, ya cuentan con luz eléctrica en San Miguel y la mayoría
de los centros poblados, esto ha mejorado las condiciones de trabajo
de todas las artesanas.
• Artesanas tipo «C». Están consideradas aquellas que por lo general
se dedican a realizar alguna de las tareas del proceso del tejido para
las artesanas de tipo «A» o «B». En su mayoría se encargaban del
tramado, etapa que demora más tiempo.
Las artesanas que incluimos en este grupo eran tanto de la
zona urbana como de la rural. Sin embargo, las obrajeras preferían
contratar a las segundas. Señalaban que tejen más rápido, y son más
ingenuas que las del pueblo, pudiendo explotarlas con mayor facili-
dad. Lo expresaban así: «Las del campo tejen dasito, y rápido se con-
tentan con lo que se les da». Estas artesanas realizan el trabajo que
les encargan ya sea en su casa o en casa de la obrajera que las emplea.
Por ejemplo, si el pago por la labor de una colcha en casa de la arte-
sana era de 300 soles, en casa de la obrajera se pagaba 250. Prefieren
evitar los gastos de cuatro o cinco días de alimentación. Cuando es
un tejido nuevo y especial, la obrajera prefiere que trabajen en su
casa, para supervisar el tejido y cuidar que no lo dañen.
Dependía también del estado civil. Entre las obrajeras existe
FOTO 51 Señora con alforja. Fotógrafo: Miguel Ugaz. Santa Rosa, 2015. un tácito acuerdo acerca del pago que hacen por cada etapa del tejido.
380 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 381

Cuando se va a realizar el tramado o tejido de una prenda determi-


nada y la artesana que lo va a hacer lo lleva a su casa, esta tiene que Lugar de procedencia de las artesanas encuestadas, 2005
poner sus herramientas como por ejemplo la qallwa, y las que no
70%
tienen que ir obligatoriamente unidas al telar (siquicha, chamba). El 60%
60%
horario de trabajo cuando lo hacen en casa de la obrajera es de nueve
50%
de la mañana a cinco de la tarde. En su propia casa trabajan más
40%
horas, a veces madrugan para tejer o tejen por las noches».
30%
En 2005, con el apoyo de las líderes 207 de los grupos de artesa-
16,52% 13,91%
20%
nas organizadas, se levantó un cuestionario para actualizar la infor- 9,56%
10%
mación sobre la problemática de los tejidos en San Miguel. Incluyo
0%
un cuadro con los lugares de residencia que se basa en el menciona-
do instrumento aplicado con artesanas del área urbana (San Miguel San Miguel El Cedro Santa Rosa Sayamud

de Pallaques) y rural (Sayamud, Santa Rosa —también conocida


Fuente: Encuesta levantada en 2005 en San Miguel y caseríos. Elaboración propia.
Ushindú— y El Cedro). El 87,48 por ciento de artesanas, de un
total de 115 que aceptaron participar en la encuesta, vive en la cam- respecto al tejido de qallwa, en especial en los acabados. De ma-
piña cercana. El 16,52 por ciento habita, en cambio, en la ciudad de nera complementaria, introdujeron telares de pie modelo colonial 209
San Miguel. La proporción frente a lo que registramos a fines de la mejorado, que no tuvieron mayor aceptación. También afinaron sus
década de 1970 se ha invertido. La mayoría de artesanas vive en las habilidades en los cálculos de costos, tiempos, precios de su trabajo
zonas rurales que rodean la capital de la provincia. y precio final del tejido. Con base en esta experiencia, se fueron for-
Entre los factores que han impactado en los cambios referidos, mando las primeras asociaciones de artesanas.
esta el proyecto208 ejecutado por un equipo de Senati, en coordina- Cuando regresé, en 2014-2015, se mantenían muchas limi-
ción con Fondoempleo, a fines de la década de 1990. Su objetivo fue taciones y problemáticas para las artesanas, aunque, considero, en
apoyar a las artesanas con capacitación técnica y acabados. Para ello, comparación a la situación anterior, podría verse una mejora. La
las organizaron en un grupo. Esto originó que las artesanas en con- conjunción de estos elementos, aunados al manejo del mercado, la
junto desarrollaran y perfeccionaran las capacidades que ya tenían comercialización, y sus conocimientos ancestrales, lograron acceder
y ampliar sus potenciales consumidores. Las artesanas que estaban
207 Agradezco a Lorena Medina Díaz, Nery Cubas Castañeda (Asociación Sabine Vess)
y Doris Quiroz Quiroz (Kuskaya), que me apoyaron en el levantamiento de 115
209 Se formó un grupo que se reunía por las tardes en un local que les facilitaba el mu-
encuestas.
nicipio y usaban estos telares para hacer algunos trabajos, pero no se difundió esta
208 Pait Volstein (2005) evaluó el impacto del mencionado proyecto en las comunidades tecnología de manera extensa. En los años 2014-2015 casi no se usan, se mantiene el
donde se desarrolló. tradicional telar de cintura.
382 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 383

clasificadas en el grupo «C» mejoraron su capacidad de negociación, 5.7. Tejidos entre la vida y la muerte: intercambio ritual
en el pago al destajo con las mayoristas. Pese a esto, se generaron y/o
De las prendas descritas, ponchos, alforjas, frazadas y sobrecamas, se
fomentaron condiciones de desigualdad. Paradójicamente, las arte-
usaban como regalos asociados con las distintas etapas de la vida de las
sanas están organizadas en, al menos, siete asociaciones, dos de las
personas, nacimiento, bautizo, corte de pelo y muerte. Una proporción
cuales están en San Miguel, las demás se localizan en Sayamud,
de los tejidos continúa jugando un papel importante en el intercambio
Calquis, Santa Rosa y El Cedro.
ritual, especialmente, en el matrimonio. Tradición «compartida» con
Otra factor, fue la aparición de nuevas actoras: las diseñado-
muchas zonas rurales de Cajamarca y poblados del departamento de
ras o dueñas de tiendas/boutiques de Lima, que pudieron contactar a
Lambayeque212. Estos elementos culturales no son exclusivos de esta re-
las artesanas mejor capacitadas en acabados y diseños. Se iniciaron
gión, puesto que se comparten con otras áreas del país. Es significativo
pedidos de piezas con determinados diseños y acabados de altísima
que se mantengan a pesar de los procesos de modernización y globali-
calidad, que se venden en la capital o se exportan a precios que se
zación. Son todavía expresión de viejas memorias que se niegan a morir.
podrían considerar justos. El problema es que la mayoría de estas
ganancias no llegan a las artesanas que laboran los tejidos. Los me- 5.7.1. El casorio
jores ingresos se quedan en Lima con las diseñadoras que usan a las
Como demostración de los intercambios matrimoniales, incluyo un frag-
artesanas como mano de obra de alta especialización.
mento (en el anexo se adjunta la versión completa) de un poema escrito
Es una situación estructural, que ningún proyecto de apoyo
por el profesor Elden Rojas Mestanza (1985213), quien da cuenta de la
artesanal logra superar. Se asocia con el acceso a espacios de venta,
«obligación» de la mujer de tejer prendas para el marido.
puesto que las artesanas continúan viviendo en sus comunidades,
mientras que los lugares y el público al que acceden las diseñadoras Señores, hoy día hay casorio.
son exclusivos y distantes. En este contexto, Meche Correa, Kuska- Hoy se amarra el Cholo Pancho
ya 210 o cualquier otra diseñadora o empresa similar de este nivel logra con la Jovita Tenorio.
La fiesta será en don Juancho.
colocar los tejidos —sanmiguelinos en este caso— como productos
exclusivos, en sus propias tiendas u otras boutiques especializadas en Hace justo los tres meses
Lima, también lo pueden exportar al extranjero211. que Pancho hizo el pedido.
La prueba ha sido con creces,
210 Este comentario no va en contra de las diseñadoras ni de sus innovadoras propues-
tas. Se cuestionan las condiciones en las que se relacionan con las artesanas, porque
el mozo ya es marido.
el comercio juega un papel importante. Sin esta conexión, las mujeres no tendrían
trabajo ni reconocimiento.
212 Otro elemento más a considerar es la cercanía que tenían estos grupos desde épocas
211 El tema de la venta de artesanías, en general, y los tejidos de San Miguel, en particu-
prehispánicas.
Sin esto, será muy difícil romper con este círculo vicioso. Esto será motivo de un 213

futuro estudio. de un matrimonio de la región.


384 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 385

Tres meses de prueba han sido —¿La novia sigue poniendo o ya no pone los tejidos?
que a ella la han sometido, —Yo cuando he tenido, será eso de los 16 años...
de todo le han exigido —¿A qué edad te casaste?
para que tenga marido. —A los 22 años...
—¿Entonces ya hiciste poncho?
La china ha tejido un poncho,
—Sí, todos, todos mis cositas tenía yo...
también ha tejido alforja
—Ustedes lo van preparando, ¿aunque no haya novio?
para ese cholo rechoncho
que se llama Pancho Borja. —Aunque no haya novio… acá en la sierra es así. Hacemos ya nuestras
cositas... poco a poco.
En Jangalá, poblado cercano a San Miguel, la señora Haydée Cerna —Porque una se demora, ¿no?
Hernández, de 31 años, en septiembre de 2014, explicaba cual era la —Claro, una se demora. Por ejemplo, yo no salí de mocosa. Salí de mis
años. Yo tenía... mis cositas de la mujercita... su mantel, todo lo que se necesita
costumbre para los matrimonios:
cuando ya salemos con la gente ya...
«A las mujeres cuando se van a matrimoniar tienen que ponerlo a su no-
vio un poncho, dos alforjas, una sobrecama, una alfombra, eso se le pone
la novia al novio... claro también para caballo, porque... cuando es para
matrimonio adentro no se va nada, solamente se va encimita... se apareja
el caballo con dos alforjas... primero es la alfombra, después las dos alforjas
y después la sobrecama y encima el poncho... si cuando salen de la iglesia
ya para que se vayan a su casas... mmm, mas antes era bien bonito así pos
pero ya no ya, todo en carro ya lo hace ya no, pero antes era así todo del
matrimonio, toda la, la novia tenía que poner todo eso... Claro, si... ya
no hay caballos pero... también si se matrimonian y hacen sus alfombritas
pero alforjas ya no pues... como lo va poner al carro solamente las alfom-
bras no más al carro ya no, las alforjas ya..., pero a la moto ya viuste que
ahora le pone a la moto».

Además de referir las obligaciones de las mujeres, también da cuenta de


ciertos elementos que se han dejado de lado. Cuando le pregunté por
las obligaciones del varón: «¿Y el novio qué pone?». Ella contestó: «El
novio no pone nada, solamente el vestido y el sombrero». Cabe señalar
que el sombrero de regalo de matrimonio puede costar tres mil soles,
monto cercano a los mil dólares estadounidenses. Nuestra conversación FOTO 52 Pareja de regreso a su lugar de residencia se traslada en moto en reem-
continúo con mis dudas: plazo del caballo. Fotógrafo: Antonio Goicochea Rojas. San Miguel, 2019.
386 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 387

Además de las obligaciones o compromisos que cada contrayente


asume con el matrimonio, quisiera señalar que esta tradición —para el
caso de San Miguel se mantiene en zonas rurales— así se registra etno-
gráficamente en localidades de Lambayeque, como lo señala Quevedo
Pereyra (2015). En una entrevista que hice en Ciudad Eten (Lamba-
yeque, octubre de 2014), la señora Juana Sartan de Cumpa comentaba
que ella se dedica a tejer y bordar paños, alforjas y servilletas para el
«regalo» que las novias y sus familias, debían entregar en la ceremonia
de matrimonio. Las «obligaciones» rituales de las novias incluye la en-
trega de regalos (paños labrados, alforjas y servilletas) para el novio y
sus parientes.
Doña Juana Sartan explicaba que las mujeres jóvenes ahora no
siempre saben tejer y bordar, por lo que, mandan hacer los regalos (te-
jidos —en telar de cintura— y/o bordados) con algunas artesanas. Esto
también se acostumbra en Monsefú, Puerto Eten y otros poblados de
Lambayeque, pero volvamos a San Miguel, donde he sido testigo de
que en la mayoría de las familias las madres, abuelas, tías y madrinas
que tenían una especial relación con los hijos, nietos, ahijados hacían o
mandaban a hacer, como pedido especial, una prenda tejida.
De preferencia una colcha, cubrecama o frazada. Si era un niño
recién nacido, sería una colcha para bebé. En todos estos casos era y
sigue siendo muy importante —como en las prendas de intercambio
matrimonial— que tuvieran frases de afecto o las iniciales de la persona
que sería dueño o dueña. Queda demostrado que los tejidos transmiten
y establecen comunicación entre las personas, lo que evidencia su alto
valor simbólico.

5.7.2. Los tejidos de los santos

De manera similar a como se vestían a las huacas, se mantiene la cos-


tumbre de vestir a los santos católicos. La imagen de San Isidro Labrador FOTO 53 Procesión del Ashuquito con su alforja, Fotógrafo: Miguel Ugaz. Jangalá, 2018.
388 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 389

tiene una chalina, un poncho y una alforja, confeccionados, por una o cinco días de fallecida una persona, momento en que se reúnen los pa-
varias devotas, especialmente para el patrono. Además, en sus pies tiene rientes más cercanos. Se alistan cosas para preparar la comida en un río
otra alforja. Por su lado, El Señor de la Ascención, mejor conocido como cercano, adonde irán llevando la ropa del difunto.
«Ashuquito» tiene una alforja al hombro y un sombrero en la cabeza. Antes de salir, se esparce ceniza por la puerta principal para ase-
En diciembre, cuando se hacen los preparativos para Navidad se gurarse de que el espíritu pase y deje sus huellas, signo de que ya se ha
ponen las «peñas», forma local de referirse a los nacimientos. En estos, ido y descansa en paz. Víctor Hugo Alvítez, en una comunicación per-
además de poner las figuras clásicas que incluye la Iglesia católica, una sonal: «Se cree que el agua corriente del río lava el carácter del difunto
parte importante de los adornos son los cordeles donde va colgada la y aleja la pena. Después, estas prendas de vestir serán distribuidas a
ropa, en miniatura, del niño Jesús, que año a año se confecciona e incre- parientes o personas necesitadas».
menta. Si pensamos en las miniaturas textiles registradas por Bernarda La tradición de la lava y la celebración del Día de los Difuntos,
Delgado (2005: 177-179), encontradas en el Templo de la Piedra Sa- en noviembre, muestra su visión del mundo, relacionada con la vida y
grada en Túcume, se podría proponer como otro ejemplo de las perma- la muerte, aún vigentes en esta y otras regiones del país. Hasta aquí
nencias de las tradiciones artesanales textiles, preparadas especialmente llega nuestro recorrido con los tejidos que se insertan en el uso ritual y
para las imágenes sagradas. Por último, quisiera recordar que una de las festivo. Ahora enfoquemos nuestra mirada en los que van dirigidas al
pocas danzas tradicionales que sobrevive en San Miguel es la llamada autoconsumo y al mercado.
«Pallas», que es ejecutada por niñas, con pañuelos en mano, en honor
al niño Manuelito durante las celebraciones por Navidad. Es decir, la 5.8. Destino de los tejidos
danza, la música y el canto se entrelazan con los tejidos.
En la década de 1970, Quiroz, Rivas y Guerra (1978: 50-51) afirmaban
5.7.3. La muerte y sus rituales: la lava o el quinto que la producción artesanal textil sanmiguelina estaba dirigida tanto al
autoconsumo como a la venta, con materiales y productos claramente
Murra describía (1975: 152-153) las ceremonias asociadas a los ocho diferenciados. Las prendas que se producen para la venta son hechas
días después de la muerte, donde los parientes y amigos celebran el con material especial, colores y diseños que no se usan en la zona, exis-
p’acha-t’aqsay. Es decir, el lavado ceremonial de toda la ropa del finado, tiendo una gran diferencia entre los dos tipos de producción. En algu-
para evitar que el alma del muerto regrese si alguna se queda sin lavar. nos casos se pudo constatar que los tejidos de autoconsumo salían a la
Confirmado en un trabajo etnográfico reciente de Betsalí Curi Noreña venta, de manera excepcional.
(2014), quien da cuenta de estas en Cuzco, Ayacucho y Cajamarca.
Todavía en 2018, en Cajamarca y en sus provincias, entre ellas Autoconsumo: Abarca prendas que usaban lana de carnero e hilo de
San Miguel, se realiza el lavado ceremonial de las prendas de una per- algodón como materia prima, separadas o combinadas, dependiendo
sona que acaba de fallecer. Comparadas con el sur andino, la diferencia del tipo de tejido y del uso que le darían. En la década de 1970 se
estaría en el nombre: lava, quinto, pichka, y el tiempo. Se efectúa a los inició la introducción de fibras acrílicas o lana industrializada, como
390 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 391

FOTO 54 Escolares con pullos FOTO 55 Otros estudiantes con pullos y alforjas. Santa Rosa, 2014.

se le conoce en la región. La ventaja en ese momento era el ahorro • Ponchos: La mayoría se hacían en lana de ovino, hilada a mano,
de tiempo en el hilado, así como los colores vivos y firmes preferidos tejido llano, a veces cordoncillo o azargado. Eran tendencialmente
entre la población local regional. para los varones, las medidas variaban según la persona (1,70 por 1,50
En lo que va del siglo XXI, el uso del hilo de algodón y acrílico casi metros), mientras que los colores preferidos, eran tonos de marrón,
ha desplazado a la lana de oveja. Se puede afirmar que los tejidos para de claro a oscuro, así como el granate. El uso y la demanda de esta
la casa o regalos se distinguen de los destinados a la venta por el uso prenda ha bajado significativamente.
de colores variados, con singulares composiciones, en tonos fuertes y • Sobrecamas: Combinan el algodón en la urdimbre y la lana para la
suaves. Esto responde a razones de estética (combinación de colores) trama. Son de plaza y media: 1,80 metros por 1,50 metros. Se con-
y condiciones climatológicas (uso de lana por el clima frío). Señalaban tinúan produciendo, usando lana acrílica.
que las obras más comunes eran los ponchos (de uso común entre los
pobladores de la zona), alforjas, pañolones, pullos de cama y de cargar. • Alforjas: Son prendas de uso cotidiano de diversos tamaños y dise-
Quiroz, Rivas y Guerra (1978: 52-53) las describían así: ños, se confeccionan tendencialmente en algodón y, en menor me-
392 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 393

dida, combinados con fibras acrílicas. Por lo general, asocian dos • Pullos: De variados colores, los destinados a cargar muestran un co-
colores, como blanco con azul, marrón o rojo oscuro con blanco, lor oscuro de fondo y hacia los extremos, rayitas de colores. Por otro
amarillo con rojo oscuro, entre otros. Si son destinadas a llevarse so- lado, los de cama van con rayas gruesas, en dos colores, también
bre el hombro tendrán labores más sofisticadas, pueden incluir frases pueden ir a cuadros.
de cariño y las iniciales de su propietario o propietaria. Son evidencia
• Pañolones: Tejidos en forma rectangular, servían como una prenda
de la habilidad de quien las teje (ver fotos 39 y 40). Su tamaño es
de abrigo en especial a las mujeres de la zona urbana.
variado, acorde al uso, las que se llevan al hombro miden 1 metro
por 0,40 metros, mientras que, las llamadas «cameras» que van sobre Venta: Se dirige a un mercado diverso, la materia prima es hilo de
una bestia de carga, miden 1,50 por 0,80 metros. Las alforjas eran algodón industrializado de finos calibres. En lo que va del siglo XXI
indispensables, servían para transportar granos, fruta, harina y otro se han introducido diversos colores, acorde con la demanda, impac-
tipo de productos. Aún en ellas se puede colocar todo lo que necesi- tando la presencia de diseñadoras de la capital, quienes hacen o man-
tan movilizar bien al hombro o sobre la bestia/moto. dan a hacer prendas con especificaciones definidas.
Las alforjas de hombro se continúan empleando, indistinta- En realidad, es difícil saber exactamente cuándo se empeza-
mente para hombres y mujeres, en la zona rural. Aquellas para ani- ron a vender214 los textiles, así como que tipo de productos y a que
males de carga han ido cambiando, se les usa de la misma manera, mercados se dirigían. Las referencias en capítulos previos dan cuenta
pero ahora sobre motocicletas, cuidando equilibrar el peso. que, hasta la década de 1950, el artículo con mayor demanda en el
mercado era el paño o pañón y el poncho chalán. Cuando la demanda
de la primera prenda empezó a bajar, diversificaron su oferta.
La calidad de las prendas, sus delicados colores y texturas ha-
cían creer a algunas personas que eran artículos industriales, dudaban
que fueran manufacturados en telares de cintura o qallwa. Incluso
llegaron a elaborarse telas para camisas, ternos o trajes masculinos.
Parte de estos productos se mantuvieron vigentes hasta las décadas
de 1970 y 1980. Como pedidos especiales se producían otro tipo de
tejidos, con combinaciones de colores más fuertes: negro, marrón,
rojo, verde y rosado. Eventualmente, se vendían y venden obras con-
sideradas de autoconsumo.

214 Es probable que la región se insertara en algún tipo de sistema comercial casi inme-
diatamente después de la Conquista, como lo argumenté en los capítulos previos,
FOTO 56 Frazada con frases de cariño. Fotógrafo: Miguel Ugaz. Jangalá, 2014. en especial en el segundo.
394 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 395

Quiroz, Rivas y Guerra (1978: 51) las describieron así las prendas que se
producían a finales de la decadá de 1970:
• Mantel de té y comida: El primero mide 2 por 1,25 metros, el segun-
do 3 por 1,60 metros. Ambos van acompañados de una docena de
servilletas (de 20 por 20 centímetros). Llevan diseños diversos, flecos
en los cuatro lado y generalmente van en un solo color (blanco, beige,
celeste, rosado bajitos.

• Individuales: Miden 35 por 40 centímetros, el juego consta de 12


piezas y un camino de mesa que, inicialmente, medía 80 por 40 cen-
tímetros, y en la actualidad puede llegar a medir 1,50 metros por 40
centímetros. Estas obras cuentan con colores diversos, a veces con
adornos de rayitas o una cenefa tramada de color diferente, como
tambien de un solo color con diseño en urdimbre flotante.

• Colchas: Las más comunes son de plaza y media (1,70 de largo, por
1,40 metros) y la de dos plazas (2,30 de ancho por 1,90 metros de
largo), que se hacen a pedido. Pueden ser en uno o dos colores, casi FOTO 57 Mujer con alforja. Fotógrafo: Miguel Ugaz. Santa Rosa, 2015.

siempre el fondo es blanco; llevan labores según el gusto de la artesa-


na, con flecos a lo largo de los dos costados. también los precios. Cuando algún visitante llega a San Miguel, debe
preguntar dónde puede conseguir «obras», como también se conoce a
• Poncho chalán: Mide 2,10 por 1,70 metros, para hombre y de mujer
los tejidos. A veces, en las tiendas de ropa confeccionada por la indus-
1,70 por 1,50 metros; son de variados colores (de preferencia blanco y
tria textil, se pueden encontrar chalinas, chales, ponchos, individuales
crema). Llevan rayas finitas a los costados de color azul oscuro o ma-
tejidos en qallwa. En estos casos, son encargos que dejan las artesanas
rrón. Como acabados, el poncho de hombre lleva ribete (cinta tejida
—que no tienen un espacio de venta— buscando un contacto directo
por separado) que lo cubre por los cuatro extremos, mientras que el
con potenciales consumidores.
de mujer lleva flecos por los cuatro lados; puede variar las rayas por
En lo que va de este siglo se han introducido nuevas prendas,
alguna labor.
como chalinas para mujer y varón; lo mismo que chales y pashminas;
En la actualidad, las casas de algunas artesanas que podríamos incluir todos con una diversidad de labores, colores y medidas. También se
en el tipo «A», sirven también como tienda, contando con un stock de hacen alfombras para el piso, una diversidad de caminos de mesa. Los
tejidos diversos para la venta. La cantidad y calidad varían, según esto, tejidos sirven para confeccionar carteras, monederos y otros artículos.
396 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 397

Se vuelven a usar telas a qallwa para la confección de faldas, chalecos


y sacos.

5.8.1. Diseños
Como decíamos (Quiroz, Rivas y Guerra, 1978: 53), los diseños han
cambiado porque los artículos lo han hecho también. En ciertos casos
se hicieron ajustes a los clásicos, por lo que presento la descripción de
los diseños de la época en que hicimos la tesis. De los diseños de los
tejidos para la venta, los más antiguos son las llamadas «dalia» y la «ro-
sita», que se presentan con mucha frecuencia y que tienen variaciones;
el resto de los diseños varían muchas veces con el tiempo surgen nuevas
creaciones y se van haciendo comunes. Estos pedidos especiales son con
la mejor calidad del hilo y siempre son hechos en su totalidad por la ar-
tesana a quien le hacen el pedido. Los diseños que se hacen por pedidos
especiales no vuelven a repetirse, por ejemplo, una vez mandaron hacer
un poncho con el rostro del Che Guevara, también se hizo servilletas
con la insignia de club de leones, estas obras no se han repetido. Las
artesanas han sido sensibles y se han atrevido a hacer grandes cambios
en su producción, para mantener esta tradición y su fuente de trabajo.
Quizá ello es parte de sus fortalezas y ejemplo de su resilencia, la capa-
cidad de cambio y adaptación a las nuevas circunstancias.
También se han registrado nuevas prendas, como se observa en
las fotos del collage Por ejemplo, chales, servilletas, individuales con
innovadores diseños y gama de colores.

5.8.2. La ruta de los hilos y tejidos

En la década de 1970, Quiroz, Rivas y Guerra (1978: 66) sostuvieron:


«El ciclo de producción artesanal está determinado por la comer-
cialización del producto terminado, de acuerdo a como vendan este
[…]van nuevamente comprando más materia prima para hacer nuevos FOTO 58 Collage. Fotógrafo: Miguel Ugaz, San Miguel, 2015
398 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 399

artículos; [...]. Una expresión de las artesanas no da una idea de su registrado grandes cambios, pues los dos extremos de la producción de
realidad: ‘De lo que vendemos, parte lo comemos, parte lo volvemos a sus tejidos están «amarrados». Por un lado, la venta de la materia prima.
comprar en hilitos para hacer nuestras obras, vamos haciendo, vamos Por otro, la comercialización de las obras acabadas.
viviendo, así siempre estamos, lo mismo no podemos salir de nuestra Se genera un abismo entre el pago que recibe la artesana por su
pobreza’». trabajo —casi siempre subvaluado— y el precio de venta en el mercado.
La materia prima era adquirida por las artesanas en dos moda- Desde que lo registramos en la década de 1970, en que se realizó el pri-
lidades: el 95 por ciento en forma individual, con su dinero. De este mer trabajo, no hay grandes cambios. Solo se han afinado las maneras
primer grupo, los comerciantes les daban crédito al 5 por ciento, ya que de obtener mayores ganancias por parte de quienes comercializan. En
producían en mayor cantidad y podían pagar con seguridad los compro- la década de 1970 sugeríamos (Quiroz, Rivas y Guerra, 1978: 61) que la
misos. Estas facilidades se daban en fechas cercanas a ferias importan- artesanía textil sanmiguelina se enfrentaba al mismo problema que casi
tes, para que la artesana pudiera preparar más obras para la venta. Las todas las ramas de producción artesanal en el Perú: esta era la comer-
que compraban en forma colectiva (5 por ciento del total), se juntaban cialización de las materias primas que eran necesarias para los tejidos,
dos o tres, unidas por vínculos de familia o amistad, a veces trabajaban así como del producto ya terminado. Claro que, así como en la década
juntas y compartían sus ganancias. Casi siempre trabajaban en forma de 1970 se organizaban en pequeños grupos, ahora lo hacen desde aso-
independiente, pero se unían para comprar los hilos en cantidad, que ciaciones más inclusivas, buscando opciones de apoyo para vender sus
les permitía obtener descuentos en los precios. trabajos y participar de manera organizada en los nuevos mercados.
Quiroz Rivas y Guerra (1978: 67) ya describían desde esos años: Quiroz, Rivas y Guerra (1978: 68-69) describieron algunas formas
«la adquisición de la materia prima [...] salen beneficiadas […] las arte- de la comercialización de los tejidos fuera de San Miguel para esa época:
sanas que producen mayor cantidad […] (obrajeras) y pueden comercia- a las obrajeras se les conocía como rescatadoras y eran quienes viajaban
lizarlos en forma personal: en cambio, a la mayoría, como lo indican los a distintos lugares del país para vender las obras. En esos tiempos seña-
porcentajes presentados, no les es posible. Esto acentúa más la separa- laban que Chiclayo era un buen mercado, contaba con tiendas de arte-
ción entre las mismas artesanas al dar más ventajas a las de tipo ‘A’, que sanías, que no les regateaban los precios («lo que llevamos lo compran al
van adquiriendo mayores ganancias. Son ellas también las que pueden precio que pedimos»). Tenían una clienta importante que les compraba
obtener crédito en la localidad, para la compra de hilos, y en lo que se manteles, servilletas y ponchos chalan, para, a su vez, llevarlos a la fron-
refiere a préstamos de entidades oficiales son las beneficiadas». tera con Ecuador, de donde traía cosas. Como vemos, la relación con
Este es un círculo constante que se repite y que dificulta la mejora el vecino país aún seguía vigente. Otro mercado importante era el de
de la condición económica de las artesanas, tal como alude Reygadas Monsefú, que, en palabras de las artesanas, «es un pueblo chico don-
(2008), a la situación de desigualdad como un proceso que se alimenta de hay muchas tiendas de artesanía de tejidos de San Miguel, también
de diversos elementos, es acumulativo y se da en situaciones relaciona- tejidos de paja». Decían que los comerciantes de ese lugar compraban
les, se genera desde las etapas más básicas. En estos aspectos no han sus tejidos y después los vendían como hechos en Monsefú. Las ferias
400 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 401

y fiestas eran otro espacio sustancial en la actividad comercial, como la


del Corpus, la de 28 de julio, en Cajamarca; la fiesta de San Sebastián,
en Chepén; y la feria de la Virgen de Guadalupe, en la vecina localidad
del mismo nombre. En Lima, la venta podía ser en cualquier fecha; en
el aeropuerto, en los hospitales, a los turistas o de casa en casa. En tanto
que, asistían a las ferias de la Universidad de la Molina y a la del Señor
de los Milagros. Además, se trasladaban a otras ciudades como Trujillo,
Ica, Tacna. No todas viajaban a la vez ni a todos los lugares, dependía
de las redes que tuvieran, y la cantidad de tejidos que iban preparando.
Las artesanas prefieren vender sus obras afuera de su localidad: ‘Por-
que aquí pagan muy poco, como aquí todas sabemos tejer no le ven
el mérito’. Aunque ellas se dan cuenta de que sus obras son mejor
pagadas fuera, en la mayoría de los casos no pueden viajar por no
tener suficiente dinero y una cantidad de obras que justifique el viaje
viéndose obligadas a vender sus obras a las obrajeras o rescatadoras.
Algunas alivian en parte su problema encargando sus obras a fami-
liares que viven fuera de San Miguel. De todas maneras, tienen que
ver la forma de vender sus obras: ‘Si no no tendríamos como vivir,
obrita que hago ahí mismo le hecho fuego, porque viene la rescata-
dora y rápido lo compra’, expresan las artesanas.
La venta directa al consumidor ocurre muy ocasionalmente
en fechas especiales como: la fiesta patronal del pueblo a la que acude
mucha gente y otras más. Algunas obras son llevadas al extranje-
ro (Estados Unidos, Inglaterra, Alemania); esto gracias a contactos
obtenidos por las obrajeras en sus viajes a las ferias organizadas en
Lima.
Aquí merece una especial mención la intervención de Aco-
muc [Asociación de Cooperación con la Mujer], que durante los años
1972-1973 brindó apoyo a las artesanas para salir a exhibir y vender
sus obras en diferentes ferias que organizaba esta entidad; les pro-
porcionaba movilidad, stand en la feria, facilidades de alojamiento
y en caso de ser clasificadas (ganadora de concurso) podían viajar a
otros lugares con las mismas facilidades».

En la actualidad, además de lo señalado en la cita, se han abierto nuevas


opciones de venta. Hay más ferias artesanales en Lima, Cajamarca, y en
FOTO 59: Mujer campesina torciendo. Fotógrafía de Miguel Ugaz. Sayamud, 2015. los lugares mencionados, aunque estructuralmente no se detectan gran-
402 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 403

des cambios, salvo el surgimiento de boutiques artesanales, orientadas


a determinados nichos de mercado que pueden pagar mejores precios,
ganancia que no impacta, necesariamente, en las mujeres que tejen.
Esto se enmarca en el crecimiento general de la economía del
país, así como el incremento del turismo. En 2006, se creó una feria es-
pecializada para artesanos de alta calidad: Ruraq Maki, espacio al que
acuden. Con el apoyo de diversas ONG, Mincetur, la municipalidad
provincial y otras instituciones, han ampliado su participación, acer-
cándose a los consumidores finales. Esto les ha permitido abrir otras
ventanas, donde logran colocar sus tejidos y continuar su trabajo. Ya
empezaban a usar redes sociales como el Facebook, que les ha sido be-
neficioso.

Los comerciantes y las materias primas

Hoy, como ayer, el algodón viene de afuera. Si hace muchos años venía
de la costa, de los valles interandinos y de Chachapoyas; hilándose lo-
calmente. Ahora lo procesa la industria ubicada en Lima, mientras que,
por otro lado, la lana de oveja local, escasea.
Quiroz, Rivas y Guerra (1978: 64) presentaron otros actores de
esta historia: Los comerciantes de hilos. Quienes viajaban, con frecuen-
cia mensual o quincenal, a las fábricas de Lima como Fijesa, Colonial,
Santa Josefa, Cromotex, Sitex, donde adquirían la materia prima. En
cada viaje podían traer cargas que variaban de los 500 a 1.500 kilos entre
hilos de algodón y lana acrílica. Usaban transporte de carga entre Lima
y Chepén, desde donde el flete hacia San Miguel era de 3 soles por kilo.
Observamos, gracias a las artesanas, que los hilos no traían eti-
quetas ni marcas de la fábrica. En razón de evitar una posible compe-
tencia de otros comerciantes, así como la posibilidad de que ellas pudie-
ran comprar directamente. Otra explicación era que parte de los hilos
FOTO 60 Camino de mesa. San Miguel, 2019. se adquirían como saldos. Estos hilos, de fabricación nacional, eran de
404 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 405

variados calibres, utilizados215 , según el tipo de tejido que se planeaba les daban crédito, con fechas acordadas por ambas partes. En esos años,
hacer. En la cita se incluye un resumen de los detalles técnicos de cada la población apenas llegaba a dos mil habitantes en la zona urbana.
hilo por tipo de prenda. Narraban que algunas veces llegaban a San Miguel vendedores de
Más que una exhaustiva descripción, esto se detalla para hacer- Chota (cada tres o seis meses). Ellos les vendían hilos a mejores precios, pero
nos una idea de la complejidad y diversidad de materiales que se usa en de inferior calidad. Por ello a las artesanas no les atraía tanto esta oferta.
la producción de tejidos de San Miguel. Y el alto grado de precisión «[…] En opinión de los […] comerciantes, para todos hay clien-
matemática que se requiere para que una prenda determinada alcance tela. Los precios entre ellos varían en algunos casos 20 y 30 soles
la medida y dimensión requerida. Se tienen que hacer cálculos muy en libra. El precio de los hilos ha ido variando lentamente hasta
1960-1965, allí las artesanas compraban los hilos más fácilmente
exactos entre el peso, el calibre, la dimensión. El grosor de la trama, en y en cantidades regulares, a partir de 1965 los precios de los hilos
combinación con el urdido, nos dará una prenda de muy alta calidad. han ido cambiando en un 10 por ciento anual. En 1976 […] subió
En cada caso se usan distintos tipos de hilos como trama. Puede darse el 20 por ciento y las alzas son más frecuentes (cada seis meses);
[…] no se compensan con los mínimos aumentos en el precio
el caso que en obras muy finas y cuando es un pedido especial, se uti-
del objeto artesanal terminado; una expresión nos hace ver este
lice hilo fino en la urdimbre y en la trama. El resultado es una tela de problema «hoy no se puede hacer nada porque los hilos cuestan
extrema finura y calidad. mucho, mucho suben».
Existían dos comerciantes que tenían una gran oferta en variedad El problema no es solo para las artesanas. Si los precios de los hilos va-
y cantidad de hilos. Uno de ellos tenía un espacio de su tienda exclusivo rían en esas proporciones, los comerciantes tienen que subir los precios
para este comercio. Existían otros, en menor proporción. Algunas veces de los hilos. Si a ellos las fábricas les otorgaban crédito, ahora les obligan
a pagar de inmediato, a veces hasta les piden adelantado. El comerciante
215 En resumen,
se indica el número de hebras que tiene el hilo (número superior) y el grosor y la
antes les daba facilidades a las artesanas en el pago de la materia prima.
- Podían sacar una cantidad de hilo fiado, que pagaban en un plazo de
rizado viene en conos, en blanco y beige. Se utiliza en la confección de servilletas,
manteles, poncho de chalán, individuales. El de color blanco cuesta 360 soles la libra
tres a cuatro meses, luego de vender su obra, esto ya no es posible. En la
y el beige 300 soles. El hilo brilloso grueso (2/16) gaseado mercerizado viene en segunda década del siglo XXI, se mantiene más o menos parecida a la
blanco y colores. Se utiliza especialmente en la confección de colchas, individuales.
Su precio es de 300 la libra. Uno similar sin brillo era conocido como cono. Se usaba
situación descrita en los párrafos previos. La oferta de materia prima ha
en la confección de colchas alforjas, manteles. Viene en blanco y colores. En algunos ido cambiando. Se innovan los colores, cambian los precios. Los calibres
casos se emplea como trama de colchas, cuando se quiere que salga bien hecha.
Cuesta 250 soles la libra. Hay un hilo (1/8) que se usa para la trama de las colchas,
de los hilos tanto de trama como de urdimbre han variado. En algunos
casos, que en realidad no son frecuentes, se incluye la lana de alpaca in-
Por eso, lo llaman hilo crudo. No tiene ningún tratamiento especial. El hilo 3/16, hilo
dustrializada con alguna mezcla de acrílico que les permita ser manejada
«crudo», usado como trama en la confección de alforjas, algunas veces se usa como
en el telar de cintura.
hilo pabilo. Se utiliza como trama en la confección de sobrecamas, alforjas y otras
prendas gruesas. También es empleado para la urdimbre cuando se hacen obras para
La excepción es la presencia de diseñadoras, quienes mantienen
autoconsumo. Por ejemplo, manteles para la cocina. relaciones «estables» con algunos grupos de artesanas en San Miguel,
406 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 407

entregándole a las encargadas responsables que tienen su casa u oficina Cuando se hizo la encuesta en esos años, constatábamos que la
en el pueblo, los hilos pesados desde Lima, buscando asegurar calidad mayoría de artesanas al poner el precio a sus obras no toman en cuenta
y singularidad, los mismos que las artesanas deben devolver, pero en todos los factores que intervienen para la obtención del costo de pro-
tejido listo. ducción; solamente consideran la cantidad y el precio de la materia
prima utilizada. Muchas veces el precio a que se ven obligadas a vender
Los ingresos de los tejidos sus obras no justifica ni siquiera el gasto hecho en materia prima. En
Sin duda, el trabajo de las artesanas es valorado por sus unidades do- los cuadros de costos de producción que elaboramos se consideraba la
mésticas y entorno social, debido al prestigio que poseen quienes son cantidad de materia prima utilizada, el precio de la misma, así como
mejores y más hábiles tejedoras. Es una característica que las posiciona el tiempo empleado en la realización de la obra (dándole su valor en
en el mercado de venta, aunque se pueda preferir una prenda por su me- dinero), lo que nos arrojaba un monto que consideramos debería ser
nor costo (de menor calidad o acabado). Más allá de esto, las artesanas el precio de venta, diferente al real. Para aclarar esto, tomemos como
venden sus trabajos un poco más caros por su calidad, pues siempre hay ejemplo una docena de servilletas de té, en las que se invierte seis onzas
un cliente que los pueda valorar y esté dispuesto a pagar bien. de hilo, que costaban 112,50 soles. La artesana vende la docena en 180
La mayoría de artesanas, afirma que lo obtenido por los tejidos soles, teniendo una ganancia aparente de 67,50 soles. Si se calculara el
ha servido para apoyar la educación de sus hijos. Existe una tendencia valor de su trabajo el precio de este sería 152,50, lo cual daría un costo
a salir de la provincia para encontrar un mejor espacio de educación real de 275 soles. Que en comparación con el precio de venta da una
superior: Cajamarca, apostando por carreras universitarias o ingresando subvaloración de 95 soles. Este es el caso de las artesanas tipo «B».
a la escuela de policía. Cabe señalar que, las jóvenes artesanas afirman Comprobamos que había diferencias entre la artesana «A» para
que dedican parte de sus ingresos a cubrir sus gastos como estudiantes. determinar el precio de venta de las obras. Aunque no lo haga con el
Con estas ganancias, las mujeres adquieren una mejor posición conocimiento técnico necesario, pone precios que se ajustan mejor al
ante sus parejas, ya que se valora que ambos generen ingresos económi- valor real de la obra; esto influye para que ellas en algunos casos paguen
cos para sus unidades domésticas, sea en la capital de la provincia o en por la realización de todas las tareas necesarias para la producción de
las zonas rurales. un tejido y además su contacto con mercados es más amplios (ferias y
Pero ¿cúal es el precio de sus obras? fiestas fuera de la localidad).
El cálculo del precio de los tejidos ya era complicado en la década Cuando la artesana «B» vendía su producción, el precio de sus
de 1970, como lo registraron Quiroz, Rivas y Guerra (1978: 70-71), obras dependía de la situación en que se realizaba la venta; por ejemplo,
muchas de las artesanas cuando hacen el cálculo para poner precio a sus si ella tenía algún apuro de dinero por una urgencia, llevaba sus obras
obras, no toman en cuenta todos los factores que deberían intervenir a ofrecer a la obrajera. Esta aprovechaba de la necesidad de esta artesa-
para la obtención del costo de producción. La urgencia de dinero agrava na y le pagaba un precio que muchas veces no justificaba ni siquiera el
esta situación. gasto de materia prima.
408 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 409

Por otro lado, al vender sus obras, las artesanas tenían —tal vez no paga alquiler por el espacio donde las exhibe. Probablemente, ella
hasta ahora tengan— en cuenta el aspecto externo del comprador, de haga una parte de las tareas del mencionado juego. En cualquier caso,
acuerdo a lo cual piden un precio más justo y pueden obtener algo de ninguna de las dos mujeres obtendría un pago relativamente justo por
ganancia. Como ellas mismas dicen: «Cobran de acuerdo al marchan- su trabajo.
te». Además, se toman en cuenta para el precio de sus obras, el grado de Situaciones parecidas a esta describimos en 1978 con mayor de-
amistad o parentesco con el comprador, lo que no solo determina una talle. Los modelos no han cambiado radicalmente. El problema es-
variación en el precio, sino que la obra se haga con más esmero y mejor tructural del escaso valor que se le da a la mano de obra se mantiene.
calidad. Debemos tomar en cuenta que no es posible que ellas suban En los lugares donde se producen artesanías, bien sean tejidos, cerámi-
los precios de sus obras de acuerdo a las alzas del costo de vida, porque cas o la línea artesanal que se escoja, se mantiene la baja retribución al
temen que sus obras no sean aceptadas. Al menos esa era la situación trabajo manual, plasmado en cada prenda u objeto.
que se reportaba hacia finales de la década de 1970, algunos rasgos que El sistema económico global siempre limita las justos reconoci-
se describían en ese entonces se mantienen todavía como la narración mientos y, asociado a este, un precio comercial más justo. Con estas
que presento a continuación. reflexiones intento cerrar parte de este tejido, sabiendo que quedan mu-
En una visita a San Miguel de Pallaques, en diciembre de 2016, chos retos para comprender la vida de las artesanas tejedoras, donde
constaté que la dificultad de la valoración de los tejidos en relación con ellas puedan expresar el sentido que esta actividad le da a sus vidas
los precios se mantiene. Encontré una joven de 18 años tejiendo en la tanto en lo individual, como para sus familias. Al igual que cualquier
puerta de su casa hacia la calle. Me acerqué y conversé con ella. Me investigación nos queda siempre nuevas preguntas y caminos.
contó que por tejer media docena de individuales y un camino para el
Reflexiones finales
centro de la mesa le pagaban 25 soles. Ella hacía esta tarea en una se-
mana. Le pagaban muy poco, su reclamo es justo. Con ese dinero, era ¿Acaso es posible proponer conclusiones? Tal vez la única sensación
imposible sostener la economía de su hogar, y comprar hilo para hacer que me deja este tejido es que nos falta mucho por trabajar, registrar,
obras propias. La posibilidad de independizarse era lejana. aprender y repensar.
Más adelante, una artesana que tenía un pequeño stock en su ca- Sin embargo, a manera de resumen, quisiera recordar que varios
sa-tienda me dijo que el precio de un juego de individuales, de caracte- pueblos preíncas de la región norandina no estuvieron organizados por
rísticas similares a los que hacía la joven en la puerta de su casa, era de medio de un sistema político centralizado. Es decir, no tuvieron equi-
50 soles, el doble de lo que pagarían por el tejido. Mi duda era si, con valente a una sede principal o ciudad capital, sino que se constituyeron
este monto, se cubría el costo de la materia prima, el urdido, el illahua- en diversos núcleos para integrarse a territorios complejos donde desa-
do, el escogido y los acabados. Con un rápido cálculo, se podría pensar rrollaron, como estrategia, los intercambios de productos y saberes. La
que la utilidad para esta artesana, que podríamos clasificar de tipo «B», actual provincia de San Miguel formó parte de este grupo de pachacas,
sería entre 7 y 8 soles, pues ella vende sus obras en el pueblo mismo y enclavada en la región ahora conocida como Cajamarca. Gracias al in-
410 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 411

FOTO 61 Artesanas reunidas. Fotógrafo: Óscar Chambi. San Miguel, 2006.


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tercambio de productos, saberes, devociones y creencias, se conjugaron pelo, conocido como landaruto o rutuchicuy, así como la lava, quinto
aquí en un singular y armónico tejido social y cultural. De manera o pichka, los regalos que se entregan en los matrimonios, los bollos y
similar a los hilos de colores que mantienen su brillo. los toritos de todos los santos, continúan vigentes en Cajamarca y sus
Estos hilos, a la vez, se integran estéticamente en un sencillo te- provincias. Los tejidos en telar de cintura, no solo los de San Miguel
jido —rayado— que se basa en su adecuada combinación. Si pensamos provincia, sino los del resto de la región, son también expresiones de la
en verde, rojo, naranja, azul, rosado, morado, negro o granate, atreverse persistencia cultural.
a combinarlos sería difícil. Cuando los vemos perfectamente integrados La investigación de los tejidos, tejedoras y telares sanmiguelinos
en los pullos de esta región, admiramos la capacidad y el arte de quienes me ha llevado por varias encrucijadas. Una de ellas ha sido consta-
sí lo hacen. Esto podría ser un símil de lo que al parecer sucedió en estas tar que en los apellidos, topónimos, zoónimos, además de los términos
regiones desde hace muchos años. quechuas, se mantienen huellas de lenguas extintas, como el muchik, culle
Tejer los saberes ha sido y es una labor ardua. Hay que aprender y den, cuya simple mención en el habla cotidiana comulga con nuestro
a desenredar, para ovillar y responder las madejas de preguntas que sentido de pertenencia e identidad local/ regional.
impulsan el motor de las investigaciones. Admirar la calidad de un te- Esto todavía se evidencia en los nombres de los palitos que com-
jido de colores es también admirar la habilidad y arte de sus tejedoras. ponen el telar en San Miguel, donde se registran las cuatro lenguas
Los tejidos en qallwa son la expresión de la persistencia de tradiciones originarias, ya señaladas, a la que se suman algunas denominaciones en
y de la organización colectiva de las comunidades andinas de esta parte castellano. Razones que nos permiten vislumbrar la posibilidad de que
del país. Sus tradiciones ancestrales se han recreado con el paso de los los miembros de estos grupos precolombinos fueran, al menos, bilin-
siglos, sin desaparecer. gües y aprendiendo, como segunda lengua, la de alguna de los grupos
Unir grupos con distintos idiomas, creencias, conocimientos y con los que mantuvieron intercambios y/o compartieron territorios.
tecnologías en una creativa e interactiva relación los llevó a una convi- Por ello, adoptar el castellano como una lengua más, durante el
vencia positiva. Incluso pareciera que fue gracias a las diferencias y a los periodo colonial, no les significó una tarea nueva ni difícil. El problema
aportes de cada grupo (aillu, pachaca, guaranga) que se alcanza este teji- surgió cuando esta lengua se fue imponiendo como única, avalada por
do cultural. Son otras formas de hacer política, de organizar el poder, el el modelo político colonial que, después, fomentó la desaparición de los
territorio y la cultura en general, que nos retan a continuar en su com- otros idiomas. Pero, en respuesta, nos «ingeniamos» para quedarnos
prensión. Los avanzado de mi tejido me ha permitido una explicación con algunas palabras (sustratos lingüísticos) de cada lengua, que ahora
—parcial— de la casi «desaparición» de las comunidades indígenas, la nos dan sentido de pertenencia y generan un conjunto de identidades
diversidad de las lenguas y otros elementos con los que siempre hemos locales y regionales.
estado buscando explicar y comprender las civilizaciones. Así, los pañones y las frazadas amarradas, usando la técnica de
Las expresiones culturales pueden variar y la organización co- reserva, que se confeccionaban en San Miguel, hasta la primera mitad
lectiva también, pero no significa que hayan desaparecido. El corte de del siglo XX, fueron una de las expresiones de la continuidad cultural
414 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca CAPÍTULO 5 | LA ARTESANÍA TEXTIL EN SAN MIGUEL 415

prehispánica. Igualmente, la distribución de estos productos fuera de socioeconómico que las mujeres han desempeñado. Las artesanas, sus
la región, hacia la costa de La Libertad, Lambayeque, Piura y el sur de tejidos, los comerciantes, las ferias y ahora las diseñadoras nos han mos-
Ecuador demuestran los lazos de intercambios que existieron con los trado en el texto la complejidad de este mundo de producción textil,
pueblos de estas regiones. Además de estos legados, muchos de los ac- que a la vez de ser patrimonio cultural y fuente de ingresos económicos,
tuales tejidos siguen transmitiendo mensajes y códigos culturales como también lo es de satisfacciones de diversa índole para quienes participan
formas simbólicas de comunicación que, a diferencia de los tejidos del directa o indirectamente en ella.
sur andino, son portadores de frases, letras y versos en castellano. La Ellas y los varones tejedores de sombreros, carpinteros, sastres
diferencia estaría en que en el norte (no solo tejidos de San Miguel) se y campesinos de la región y también los que migraron a la costa para
optó por colocar frases, letras y/o versos con los códigos del alfabeto trabajar eventualmente desarrollaron habilidades motoras y de cálculos
castellano. Si bien el sentido simbólico de los tejidos se mantiene tanto complejos que se iniciaron en épocas precolombinas con los antiguos
en el norte como en el sur andinos. especialistas artesanales de la sierra y costa norperuanas.
A la pregunta inicial de por qué se trabaja con algodón y no con El reconocimiento como patrimonio inmaterial de la nación reci-
lana en este lugar más bien frío, creo que la agudizaría un poco más: bido recientemente da cuenta de la presencia de las mujeres artesanas y
¿por qué se usaba y se usa la lana para las prendas de consumo como del importante papel que juegan y jugaron en la reproducción sociocul-
frazadas, pullos de cargar y de cama? Y, el algodón, en cambio, sirve tural y económica. Una tarea pendiente es la descripción más detallada
como materia prima para la mayoría de artículos dirigidos a un mer- de la situación actual de este grupo de mujeres conocedoras y portado-
cado fuera del pueblo, tendencialmente, en la costa. Sin embargo, esta ras de saberes ancestrales.
fibra vegetal se usa para las alforjas, a veces sola o combinada con lana Hay que cerrar este tejido para continuar con los que vienen, para
de ovino o fibra acrílica. los que tenemos listos los ovillos, para los que vendrán cargados de re-
La respuesta más abrumadora fue —como con las lenguas— que cuerdos, historias, afectos y valoraciones.
se debe a la presencia de grupos provenientes de la costa de Lambaye-
que, La Libertad y de Chachapoyas. La materia prima usada para el
tejido ha sido, tal vez, el elemento más visible, pero evidentemente esta
argumentación proviene desde la arqueología, la historia (crónicas y vi-
sitas revisadas) y la lingüística: topónimos y apellidos de las personas
que habitan en la región.
Una muy importante cuestión que me deja esta pausa es la consta-
tación del valor y aporte del trabajo de las mujeres artesanas en distintos
niveles, debido a que en esta provincia el trabajo del telar o tejido de qa-
llwa es tendencialmente femenino. Es un ejemplo del importante papel
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teres relevantes, con un convento de la Orden de los
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llanas en el siglo XVI-1973». Revista del Museo de Arqueología, Antropología
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pintaban el crepúsculo en el horizonte de El
ZEVALLOS QUIÑONES, J. (1986). «Consideraciones sobre la fiesta del Corpus
Pabellón. De repente, las campanas del convento
en Cajamarca el año 1684», pp. 165-176. En: SILVA SANTISTEBAN, F.;
ESPINOZA, W. y RAVINES, R. (compiladores), Historia de Cajamarca,
tocaron a arrebato. Sus sones invadieron las calles
vol. III , siglos XVI-XVIII. Cajamarca: Instituto Nacional de Cultura (INC) y casas del pueblo, por todos los rincones, y se
de Cajamarca. esparcieron por los campos aledaños, por Nihuilán,
434 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca ANEXOS 435

Cruzpampa y Chulis, por Jangalá, La Banda y Sayamud. Como las fragantísima azucena
campanas solo eran tocadas así cuando acontecía un hecho extraor- del jardín azul de Dios.
dinario en el pueblo, presurosos los señores citadinos, olvidando su Vuelve siempre tu mirada...
habitual acicalamiento, se dirigieron al recinto religioso. Las señoras Imagen de singular belleza, bella María, bello el Niño Jesús. Todo el
quedaron en casa, intrigadas, pues tenían que esperar el retorno de conjunto, estéticamente proporcionado. No se mentiría si se afirmara
sus esposos, ya que ellas, motu proprio, no podían asistir. Los campe- que incluso la serpiente, bajo inmaculados y virginales pies, adquiría
sinos y sus mujeres, en cambio, juntos, como lo hacían cada vez que extraña y bella prestancia.
echaban a vuelo las campanas, con sus linternas de regador tomaron Por haber aparecido sobre el arco de la puerta de entrada, fue
camino del pueblo. llamada «Virgen del Arco». La actitud de los religiosos fue imitada
Con las puertas del convento abiertas de par en par, eran reci- por los sanmiguelinos presentes, que no eran pocos y no sin impor-
bidos los intrigados sanmiguelinos que acudían al urgente llamado. tancia social. Eran los «notables» del pueblo los que ocuparon los
Hincados de rodillas, dirigidos por el prior, los mercedarios primeros lugares y también los que entablaron respetuoso diálogo al
elevaban plegarias. Por momentos cánticos, por momentos oraciones término de las oraciones.
brotaban de boca de los religiosos. Los religiosos convidaron copas de un licor elaborado con
Los pueblerinos se unieron a la plegaria, los campesinos que aguardiente, huevos, café, leche y canela. Sirvieron queso, manjar
iban llegando imitaron la religiosa actitud. El sacristán recibió el blanco, rosquitas, panecitos de maíz y bizcochuelos.
encargo de llamar a las mujeres del pueblo a que se acercaran y pre- Fue al calor del «agasajo», de los bocaditos y del licor que, sin
senciaran la buena nueva. En efecto, con mantilla y reclinatorio iban saber de dónde, surgió la idea de la realizacion de un novenario en
llegando las damas. honor a la virginal aparición. Y así fue, durante nueve noches, se
Cuando le preguntaron al prior por tan singular manifesta- cantó y se rezó.
ción de alegría, este les dijo que, mientras la comunidad religiosa se Era 28 de diciembre. Desde entonces todos los 28 de diciembre
encontraba en su diaria oración vespertina, súbitamente, vieron apa- se festejó en San Miguel de Payacques la aparición la la Virgen del
recer sobre el arco del portón de ingreso al convento la imagen de la Arco. Hoy sin embargo se realiza los 29.
Virgen María. Ello incitó a que elevaran preces:
Fuente oral
Reina de cielos y tierra,
Virgen del Arco bendita, La fuente oral que sirvió de base al relato fue Arístides Ortega
foco de luz infinita, Cruzado, quien refirió al que escribe que los mercedarios trajeron
fuente de amor y de fe. desde España, a ocultas del pueblo, un eximio pintor. Premunido
Salvación de los mortales, de pinturas y pinceles, el artista pintó con mucho cuidado a la
lenitivo de mis penas, Inmaculada Concepción de María.
436 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca ANEXOS 437

Concluido el encargo, también oculto, dejó San Miguel. Con cuadro, tal como ahora se ve. Los gastos fueron subragados por su
la intención de generar una preferente devoción a su patrona, los devota Adocinda Contreras de Torres.
religiosos idearon una aparición. Conocedores que una sociedad sin
símbolos es poco unida, conocedores también que los símbolos y los
La festividad
actos de masas, como los ritos religiosos, integran, los mercedarios Hasta la década de 1960, la feria de la Virgen del Arco se celebraba
vieron la necesidad de dar una «imagen símbolo» a San Miguel y el con acendrada devoción y con presencia multitudinaria. Se congre-
consiguiente rito. gaban en San Miguel de Payacques (del aillu de los Payac, no de
Pallaquear) devotos y comerciantes de Cutervo, Chota, Santa Cruz,
En el templo actual
Hualgayoc, Cajamarca, Contumazá, San Pablo, Chepén, Reque,
El convento de los mercedarios se ubicaba en el terreno que hoy Saña y Chiclayo.
ocupa la Institución Educativa 82736 Manuel Sánchez Díaz, antes Los de Hualgayoc, Cajamarca y de la costa lo hacían por
Centro Escolar de San Miguel y Escuela Prevocacional de Varones medio de camiones pequeños, con llantas unitarias posteriores y con
73, a espaldas del actual templo. cadenas de hierro, para salvar los charcos de nuestras carreteras en
Cuando los mercedarios dejaron San Miguel, la capilla conven- lluvias. Los restantes lo hacían a lomo de acémila. Los etenanos (de
tual fue conocida como capilla del Sagrario. Cuando se construyó el Eten), los «dulceros de Saña» y otros costeños daban colorido y un
hermoso templo que ahora conocemos, el señor Victoriano Saravia sabor muy especial a la fiesta.
Ríos, al realizar el diseño, reservó en el ala izquierda del recinto reli- Ello al punto que por varios años estos comerciantes reu-
gioso un espacio para ser ocupado por la imagen de la Virgen del nidos se devotaban la celebración de las «vísperas», en las que había
Arco. Esta idea la respetó el arquitecto Héctor Castro. derroche de cohetes, bombardas, fuegos artificiales y globos aeros-
Para el día del traslado fueron convocados los más fornidos táticos. También música, ejecutada por la banda de Eten, Reque,
sanmiguelinos. Premunido de arneses, lazos y poleas, el arquitecto Jayanca y de otras ciudades. A falta de hoteles suficientes, las amas
Castro ideó un ingenioso aparato con el que trasladaron, con extremo de casa preparaban habitaciones para albergar, a precios módicos, a
cuidado, el trozo de pared de adobe que contenía la venerada imagen. los visitantes.
En la década de 1900, se contrató a un pintor limeño, quien Todos ganaban con la festividad. Las cocinerías, como se llama
colocó en el cielo el sol y la luna. Además, los ángeles que circundan en San Miguel a los pequeños restaurantes, vendían sus mejores
a la Virgen. Se cuenta que este pintor tomó como modelo angelical viandas. Las tiendas comerciales y bodegas aumentaban sus ventas.
a un niñito del lugar, Enrique Quiroz Quiroz. Muchos años des- César Cruzado, conocido por sus amigos como Don Venadito, como
pués, en la década de 1970, el pintor y ebanista Eduardo Huangal lo hacía antes su padre, Miguel Cruzado, preparaba centenares de
Castro, Paluyo, confeccionó el marco de madera del cuadro. En 1984, velas y cirios mediante de la fundición de arrobas de parafina. Los
el pintor sanmiguelino Juan Villanueva Novoa, Pandoro, restauró el bautizos y matrimonios de importancia eran reservados para estas
438 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca ANEXOS 439

fechas. En varias festividades, el obispo de la diócesis de Cajamarca


realizaba la confirmación de centenares de niños.
Destacaba la presencia de comerciantes ecuatorianos que lle-
gaban a comprar los siempre hermosos y nunca bien ponderados
tejidos sanmiguelinos.
Los potreros de Chulis y el Pabellón, que albergaban a las acé-
milas, se llenaban de ellas tanto que a lo lejos se veían como alfom- ANEXO 2
bras plenos de puntos negros. Varios niños se ganaban unos centavos
por llevar los animales a los potreros.
Esta festividad religioso-comercial era de mayor prestancia que
la del Arcángel San Miguel, patrono del pueblo, tanto que la fiesta se
extendía hasta el 6 de enero, día de los Reyes Magos. Los merceda-
rios y los religiosos que les sucedieron lograron en la población una
acendrada devoción a la Virgen del Arco. Muchas mujeres en San El casorio
Miguel se llamaban y se llaman María o María del Arco.
Señores, hoy día hay casorio.
En la década de 1900 llegó a San Miguel una distinguida y Hoy se amarra el Cholo Pancho
pudiente señora, hacendada de Chongoyape (Lambayeque), que via- con la Jovita Tenorio.
jaba acompañada de un esclavo negro, para agradecer favores reci- La fiesta será en don Juancho.
bidos como consecuencia de una advocación a la Virgen del Arco.
Hace justo los tres meses
Como muestra de su agradecimiento regaló al esclavo para ser- que Pancho hizo el pedido.
vicio de la Virgen. Hasta su muerte, este la sirvió con dedicación. La prueba ha sido con creces,
Limpiaba el altar, recogía flores y las colocaba para la Virgen. Barría el mozo ya es marido.
el tempo, limpiaba y conservaba los ornamentos sacerdotales. El
Tres meses de prueba han sido
sacerdote y las «beatitas» del pueblo le proporcionaban alimentación que a ella la han sometido,
y cobijo. No se le conocía nombre. Todos le llamaban solo «El Negro de todo le han exigido
de la Virgen del Arco». para que tenga marido.
Hoy se sigue con esta celebración, pero ella, según calificación
La china ha tejido un poncho,
de los mayores, «no es ni la sombra de lo que fue».
también ha tejido alforja
para ese cholo rechoncho
que se llama Pancho Borja.
440 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca ANEXOS 441

Al yerno le han dado arado el grupo ya se encamina


y así prueban al muchacho, a la casa de don Juancho.
que su honor hoy se ha jugado,
Se han tendido los manteles
demostrando que es bien macho.
es hora del rebanado.
Eso fue al día siguiente Queso, bizcocho, pasteles,
que Pancho pidió a Jovita. pasan de uno a otro lado.
No crean que es solamente
La gente ansiosa ya espera
conseguir su mujercita.
que toque la banda de quenas,
Los familiares han criado para bailar la marinera
los cuyes y las gallinas. y alegrar así las penas.
Ayer ya los han matado,
Los cholos pican el diente
ahora se asan en la cocina.
bailando alegres huainitos.
Trajes nuevos han comprado Dicen: «Somos hermanitos»,
tanto el hombre y la mujer. como tomar su aguardiente.
Este día han estrenado,
Los caballos a montar
ahora los van a ver.
y regresar pronto a casa,
Ya viene el cholo delante. hoy van a ver lo que pasa
La china sigue detrás, ¡recién se empieza a gozar!
camina tras de su amante,
Los novios van adelante
orgullosa hasta nomás.
en sus corceles briosos,
Ellos ante el taita cura el cholo desafiante
se van a matrimoniar, reluce ante los faitosos.
esperan con su fe pura
Los taitas sirven un plato
la bendición del altar.
a los solteros difuntos,
Los padrinos son testigos y con ello han enseñado
de quienes se han de casar. desde ahora a comer juntos.
Los invitados y los amigos
La fiesta dura tres días.
también van a acompañar.
Hay comida y hay bebida,
La ceremonia termina, con alegres melodías
se casó ya el Cholo Pancho,
442 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca ANEXOS 443

comienza una nueva vida.

¡Cholo!, la lampa vas a agarrar


y a sudar la gota gorda,
hoy tienes que trabajar
porque la china ya «engorda».

Y este es el matrimonio
ANEXO 3
del Pancho con la Jovita,
milagro hizo San Antonio
a esa linda cholita.

Amigos, así es el casorio


en todo mi Cajamarca,
así cayó este tenorio Técnicas textiles
a quien le pusieron marca.
Quiero explicar las diversas variantes técnicas
Elden Rojas Mestanza, El Pajarito (usando el telar de cintura) que se conocen y
manejan en San Miguel para apuntalar la hipótesis
de un espacio con altos niveles sde especialización
artesanal textil. Para este apartado, se consultaron
los textos de Emery (1966) y D’Harcourt (2002).
Asimismo, se contó con la asesoría especializada de
Patricia Landa Cragg, experta en textiles peruanos
antiguos.
1. Tejido llano cara de trama.
2. Tejido llano, listado vertical, cara de trama.
Solo cambia por las listas en colores y dimen-
siones diversas (se usa para los pullos de cargar
y, a veces, de cama).
3. Tejido llano con diseño de urdimbre f lo-
tante (de uno hasta cinco hilos) mismo color.
Llamado localmente tejido de labor.
444 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca ANEXOS 445

4. Tejido llano listado horizontal de dos colores. A esta urdimbre se genera una gran variedad de diseños (aparece como positivo
la llaman ‘pata’ en San Miguel. Es una asociación de tejido llano en una cara y negativo en la de atrás).
de urdimbre flotante, usando dos colores que contrastan, para
10. Una variante del diseño de trama, que casi ha desaparecido era
hacer los diseños. La decoración está marcada por el diseño de
uno que se llamaba felpa o felfa, para el diseño (que eran cua-
la urdimbre flotante, que varía entre uno a cinco hilos.
dros alternos como el del ajedrez). Había que levantar la trama
5. En cualquiera de las variantes anteriores se puede alternar el (en lana y color distinto de la urdimbre), quizá con carrizos y se
calado. Se coloca una qallwa de 2 a 3 centímetros, se deja de alternaba con llano sin mostrar la urdimbre, que era siempre de
tejer este tramo, según determinados diseños y prendas. Esto ya algodón.
puede ser en sí mismo un adorno. Cuando el tejido ya está ter-
11. La última y ya casi extinta era la técnica de reserva, conocida
minado, como parte del acabado, se va haciendo un diseño cru-
como ikat, que se usaba tendencialmente en algodón. La reserva
zando por los hilos de la urdimbre —cada dos centímetros—,
se hacía con cabuya, ahora se hace con rafia. La parte reservada
un hilo de trama formando un diseño estético.
queda con el color original. La singularidad de San Miguel es
6. La otra variante es el diseño de trama, que puede ser del mismo la evidencia de esta técnica en lana y con diseños altamente
color de la urdimbre o de colores diversos que hasta se pueden complejos.
alternar, además del calibre de los hilos o la materia prima. Es
decir, para el diseño se puede usar el mismo hilo, pero de dos
o tres hebras, que además agregan textura, Lo mismo se puede
combinar lana en la trama sobre algodón de urdimbre. Es cono-
cido localmente como tramado.

7. También se conoce el tejido de sarga con sus variantes, que en


la región es llamado cordoncillo y espiga. Se usaba mucho para
los ponchos en lana de ovino.

8. Otra variante es el denominado localmente ocuchi-ñahui o


cuchoñahui. La decoración de rombos está dada por rombos eje-
cutados en diseño de urdimbres flotantes con colores distintos.
En este caso es muy importante la urdimbre porque se tienen
que hacer listados verticales que se alternan.

9. Tejido de doble faz. Como su nombre lo indica, tiene colores


distintos en cada cara del tejido. Con la habilidad de las mujeres,
RESOLUCIÓN V ICEMINISTERIAL 447

Resolución viceministerial
por la que se declara patri-
monio cultural de la nación
a los conocimientos, téc-
nicas y prácticas asociados
a la producción de tejidos
en qallwa en la provincia de
San Miguel, departamento
de Cajamarca, publicada en
el diario El Peruano, el 17 de
noviembre de 2019.
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450 Mujeres de qallwa | Haydée Quiroz Malca

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