Personalidad Autoritaria y Cultura Civica
Personalidad Autoritaria y Cultura Civica
Resumen Abstract
El objetivo central de este artículo es de- The central point of this article is to
mostrar que la teoría de la cultura políti- show that the theory of political culture
ca se desprende y se funda en buena me- follows and is based to a certain extent
dida sobre las teorías de la personalidad on the theories of the personality deve-
desarrolladas ampliamente en el campo loped widely in the field of social psy-
de la psicología social; más específica- chology; more specifically, the text aims
mente, el texto pretende mostrar que el to demonstrate that the concept of civic
Palabras clave: cultura política, sistema concepto de cultura cívica se despren- culture is the result, in a certain way, of
social e ideológico, instituciones, prác- de en cierto modo del de personalidad an authoritarian personality, introducing
ticas económicas y sociales, personali- autoritaria, introduciendo en la ciencia into political science some of the expli-
dad autoritaria, personalidad comunista, política algunas de las limitaciones ex- cative limitations that this concept has
personalidad y cultura, personalidad po- plicativas que en el terreno de la sicolo- in the field of psychology.
lítica. gía tiene dicho concepto.
*
Departamento de Política y Cultura de la
Universidad Autónoma Metropolitana, plan-
tel Xochimilco, Calzada del Hueso 1100, Col.
Villa Quietud, Delegación Coyoacán, C. P.
04960, D.F. México,
Perspectivas Teóricas 13
Introducción
La personalidad autoritaria
Una de las características más importantes y dis- más reconocidos, la ciencia política tradicional se
tintivas de la ciencia política estadounidense de había limitado a estudiar la realidad política me-
mediados del siglo XX fue su atención a los proce- diante el análisis de las instituciones públicas y las
sos individuales y grupales de la actividad política. leyes, por lo que se hacía necesario ampliar la pers-
Desde la perspectiva del conductismo, corriente de pectiva de estudio a las conductas políticas sociales
la cual Gabriel Almond es uno de los representantes e individuales.
1
Un recuento de la interacción entre las dos disciplinas y, de hecho, de la generación del subcampo de la psicología política puede encontrarse
en William F. Stone, “Political Psychology. A Whig History” en Samuel L Long The Handbook of Political Behavior, Nueva York, Plenum, 1981.
También puede encontrarse una alusión directa a los vínculos entre la teoría de la cultura política y la psicología en la introducción al texto
de Lucian Pye y Sydney Verba (eds.) Political Culture and Political Development, Princeton, Princeton University Press, 1965. Por otro lado, una
crítica muy interesante del enfoque psicológico de la política la ofrece John H. Bunzel, para quien se ha privilegiado el aspecto irracional e
involuntario del hombre reduciendo a la política a una conflicto emocional. Vid. Antipolitics in America Nueva York, Vintage Books, 1970.
2
Vid. los artículos “The official” y “The client” de Harold Lasswell y Gabriel Abraham Almond, reunidos bajo el título “The participant-observer:
a study of administrative rules in action”, en Harold Lasswell, The Analysis of Political Behaviour. An Empirical Approach, Londres, Routledge y
Kegan Paul, 1966 (1947).
3
G. Almond, R. Scott Appleby y Emmanuel Sivan, Strong Religion. The Rise of Fundamentalisms Around the World., Chicago, University of Chicago
Press, 2003.
4
G. Almond, The Appeals of Communism, Princeton, Princeton University Press, 1965 (1954).
5
G. Almond y Sydney Verba, The Civic Culture Princeton, Princeton University Press, 1963.
6
Theodor Ludwig Wiesengrund Adorno, Else Frenkel-Brunswik, Daniel J. Levinson y R. Nevitt Sanford, The Authoritarian Personality, Nueva York
Harper & Row, 1950. Para calibrar la repercusión de este libro, un recuento hecho apenas 6 años después de su aparición encontró más de 230
títulos de publicaciones alusivas a éste. Vid. Roger Brawn, “The Authoritarian Personality and the Organization of Attitudes” en John T. Jost y
Jim Sidanius (eds.), Political Psychology. Key Readings, Nueva York y Hove, Psychology Press, 2004.
Perspectivas Teóricas 15
La significación y relevancia de The Authorita- odiaban todo lo débil, idealizaban a sus padres,
rian Personality se debieron fundamentalmente a creían en el individuo medio, valoraban en exceso
dos motivos, uno metodológico y otro teórico. En el éxito, eran desproporcionadamente optimistas,
términos metodológicos el libro representó un hito pensaban en términos rígidos y estereotipados, re-
en la historia de la ciencia política estadouniden- chazaban lo subjetivo y las opiniones críticas, etc.
se porque por primera vez se emprendía un amplio Por el contrario, los individuos que se encontraban
estudio que combinaba el método de la encuesta, en las posiciones bajas de la escala eran los que
las entrevistas a fondo y los tests proyectivos para habían obtenido una valoración baja en todos es-
probar una teoría política. Así, clínica psicológica y tos indicadores.
análisis político se combinaban para tratar de expli- Además de la escala F, los autores elaboraron
car y esclarecer este carácter social, la personalidad otras tres escalas: la escala A-S, que medía el grado
autoritaria, que por estos años resultaba más que de antisemitismo; la escala E, destinada a mesurar
preocupante. También se distinguía por la amplitud el etnocentrismo; y la escala PEC, la cual trataba de
del estudio, poco habitual por entonces, ya que se registrar el conservadurismo político y económico
aplicaron poco más de 2000 cuestionarios, lo que de los entrevistados. Sin embargo, de todas ellas,
produjo un volumen de información difícil de mane- la que despertó mayor atención fue la escala F que,
jar con las técnicas de procesamiento de datos dis- como se dijo antes, fue ideada para percibir la pro-
ponibles en la época. pensión al fascismo, tratando de identificar a los
Otra de las novedades metodológicas del libro fascistas potenciales a través de la articulación de
era la presentación de lo que sus autores denomi- sus respuestas al cuestionario respectivo.8
naron la escala F. Las escalas de medición de acti- La metodología para elaborar estas escalas, sobre
tudes sociales y psicológicas ya se habían comenzado todo la escala F, suscitó ciertamente un gran inte-
a difundir en los Estados Unidos desde la década rés, pero también atrajo una gran cantidad de críti-
de los 30, pero éste era el primer caso en que se cas. Uno de los problemas que ha propiciado mayor
utilizaban con el propósito de probar una teoría discusión en torno a las escalas de actitud es el de
política específica.7 Esta medida fue elaborada a colocar en un plano lineal a dos extremos conside-
partir de una serie de indicadores proporcionados rados opuestos, antagónicos incluso, cuando muy
por las respuestas de los entrevistados, cuya com- probablemente haya muchos casos en los que no
binación permitía atribuir a cada persona una pun- se produzca una polarización lineal. Esto significa,
tuación que lo colocaba en un determinado nivel en el caso específico de las actitudes políticas, que
de la escala del fascismo: entre más alto calificara los opuestos identificados como conservadurismo-
un individuo, se consideraba más próximo a esta liberalismo, izquierda-derecha, fascista-demócrata,
ideología; entre más baja fuera su nota, más demo- etc., no necesariamente son polos antagónicos, es
crática se consideraba su personalidad. Los indivi- decir, habrá casos en los que alguien que no sea de-
duos que se ubicaban más alto en esta medida eran mócrata no necesariamente se acerque al fascismo,
los que pensaban siempre en términos jerárquicos, o alguno que sin ser conservador no necesariamente
7
Vid. Daniel J. Levinson, “Political Personality. Conservatism and Radicalism” en David L Sills, (ed.) International Encyclopedia of the Social
Sciences vol. 12, Nueva York, The Macmillan Company, 1968.
8
En un trabajo publicado previamente, los colaboradores de Adorno se habían referido al síndrome de la personalidad fascista como la per-
sonalidad antidemocrática, es decir, no habían usado el término fascismo. Al parecer, fue con la incorporación de Adorno al proyecto con lo
que se adoptó este concepto, sin lo cual la escala F tal vez se habría llamado la escala A. El mismo Daniel Levinson afirmó posteriormente que
probablemente habría sido mejor llamar escala A a la F, aunque en este caso la denominación de la escala no aludiese al término antidemócrata,
sino al de autoritario. Vid. ibid y Else Frenkel-Brunswik, Daniel J. Levison y R. Nevitt Sanford, “La personalidad autoritaria (La personalidad
antidemocrática)”, en Harold Proshansky y Bernard Seidenberg (eds.), Estudios básicos de psicología social, Madrid, Tecnos, 1973.
9
Las escalas de medición de actitudes ideológicas han proliferado notablemente desde la publicación de The Authoritarian Personality, en un
recuento que sólo hace mención de las aportaciones recientes, se llegan a listar hasta 16 de estas escalas de medición. Vid. Knight, Kathleen,
“Liberalism and Conservatism” en John P. Robinson, Phillip R. Shaver y Lawrence S. Wrightsman (eds.), Measures of Political Attitudes, vol. 2,
San Diego, Academic Press, 1999. Vid. también Bob Altemeyer, “The Other ‘Authoritarian Personality’”, en John T. Jost y Jim Sidanius (eds.),
Political Psychology. Key Readings, Nueva York y Hove, Psychology Press, 2004; Friedrich Funke, “The Dimensionality of Right-Wing Authoritari-
anism: Lessons from the Dilema Between Theory and Measurement”, en Political Psychology, vol. 26, núm. 2, abril de 2005 y Detlef Oesterreich,
“Flight into Security: A New Approach and Measure of the Authoritarian Personality” , en Political Psychology vol. 26, núm. 2, abril de 2005.
10
Vid. John J. Ray, “Conservatism, Authoritarianism, and Related Variables: A Review and Empirical Study”, en Glenn D. Wilson, The Psychology
of Conservatism, Londres/Nueva York, Academic Press, 1973 y Michael Billig, Fascist. A social Psychological View of the National Front., Londres,
Academic Press, 1978.
11
Algunos otros problemas metodológicos son señalados en el artículo de Herbert H. Hyman y Paul B. Sheatsley, “‘The Authoritarian Personal-
ity’: A Methodoligical Critique”, en Richard y Marie Jahoda Christie, (eds.), Studies in the Scope and Method of “The authoritarian personality’”
Glencoe, Free Press, 1954.
Perspectivas Teóricas 17
La personalidad comunista
12
G. Almond, The Appeals of Communism, Princeton, Princeton University Press, 1954.
13
Véase Hans Jürgen Eysenck, Psicología de la decisión política, Barcelona, Ariel, 1964 y Milton Rokeach, The Open and Closed Mind, Nueva York,
Basic Books, 1960.
14
Almond explica esto en “The Appeals of Communism and Fascism” en Ventures in Political Science. Narratives and Reflections, Boulder, Lynne
Rienner, 2002. La crítica de Shils puede verse en “Authoritarism: ‘Right’ and ‘Left’”, en R. y M. Jahoda Christie, op. cit.
15
“Podría sugerirse que algunos tipos particulares de desajuste emocional o algunos patrones únicos de desarrollo psicológico están en la base
de la susceptibilidad neurótica al comunismo.” G. Almond, The Appeals of Communism…, op. cit., p. 258.
16
“Una de las ironías más ominosas de la historia es que el movimiento comunista, el cual tomó su primer impulso como protesta contra los
males del siglo XIX, se convertiría él mismo en el más grave mal del siglo XX. La historia del comunismo puede ser contada en términos de la
degradación de su ética política.” Ibid. p. 370.
17
También Lewis Alfred Coser, en su libro Instituciones voraces (México, Fondo de Cultura Económica, 1978), llega a considerar al partido co-
munista como un ejemplo de éstas.
18
“Así, hemos visto que el comunismo puede atraer a personas abiertamente hostiles y resentidas hacia su entorno, a personas neuróticamente
pasivas y dependientes, y a personas apartadas y aisladas de su entorno. Parecería que el comunismo puede atraer a personas que se sienten
rechazadas o son rechazadas por su entorno...Estos aspectos del comunismo tienen una atracción obvia para personas que albergan en sí mismas
sentimientos de debilidad y subestima como consecuencia de experiencias infantiles tempranas, así como para personas que han sido objetiva-
mente rechazadas por su entorno.” G. Almond, The Appeals of Communism…, op. cit., p. 279
Perspectivas Teóricas 19
Atendiendo a la explicación dada posteriormente por llamar la atención sobre los aspectos metodoló-
por Almond, The Appeals of Communism pretendía gicos y científicos de la disciplina, para no mencio-
mostrar que no eran los individuos con ideología de nar que él mismo es identificado como uno de los
izquierda, o no sólo éstos, los que se caracterizaban máximos exponentes del conductismo, una corriente
por afecciones de su personalidad integral, sino más que criticaba a la ciencia política tradicional preci-
bien que los desórdenes psíquicos podían conducir a samente por su falta de rigor metodológico.20
posturas políticas extremistas ya fueran de derecha Las deficiencias metodológicas más evidentes de
o de izquierda. Explícitamente, Almond planteaba la obra se refieren sobre todo a la muestra, tanto
que la personalidad normal, modal, generalmente se por lo que concierne a su tamaño como a su sesgo.
dirigía a una ideología normal, modal. El tamaño de la muestra que usó Almond contrasta
The Appeals of Communism nunca alcanzó la no- notoriamente con la utilizada en The Authoritarian
toriedad de The Authoritarian Personality. Una de las Personality: en tanto el primero se basó apenas en
razones probables de ello es que mientras la primera 221 casos, la segunda utilizó poco más de 2,000.
se interpretó como una defensa de la sociedad es- Además, mientras Almond reunió a cuatro países en
tadounidense, sumándose a una caudalosa corriente su estudio, lo que da una media de 55 casos por
en este sentido, la segunda fue interpretada como país, el estudio de Adorno concentró sus esfuerzos
una crítica, como un ataque y, sobre todo, como una en un área de Estados Unidos más o menos acotada,
advertencia, lo cual provocó múltiples y encendidas la bahía de San Francisco, lo que si bien anuló las
reacciones. Además, debe considerarse que mientras posibilidades de ampliar las conclusiones a todo el
el proyecto de investigación de Adorno y asocia- país, impidió que la muestra se dispersara como en
dos se concibió a finales de los cuarenta, cuando el estudio de Almond que, por ejemplo, elaboró sus
todavía la sensación amenazante del fascismo no conclusiones para el caso de Gran Bretaña basándo-
desaparecía del todo de la mentalidad de las socie- se tan sólo en 50 casos.
dades occidentales, la investigación de Almond se En lo que se refiere al sesgo de la muestra, esta
desarrolló a principios de los años cincuenta, cuan- falla resulta mucho más seria. Por un lado, es muy
do el comunismo dejaba ya de verse como un aliado probable que su reducido tamaño se haya debido a la
y comenzaba a percibirse como una amenaza para limitación de recursos, pero por el otro, la falla del
Occidente similar a la del fascismo.19 sesgo no se puede explicar sino como una deficien-
No obstante, seguramente otra de las razones cia en la concepción del proyecto. Almond realizó su
que explican la menor proyección del estudio de Al- estudio y análisis basándose sólo en las respuestas
mond fue su congénita debilidad metodológica. Esta e historias clínicas de exmilitantes comunistas, de
debilidad es notable no sólo porque él mismo criticó personas que por una u otra razón habían dejado de
acremente las fallas metodologías del texto de Ador- pertenecer a este partido en el momento de respon-
no y sus colegas, sino porque su propia carrera pro- der al cuestionario o la entrevista. Atendiendo a las
fesional y su obra intelectual se han caracterizado propias conclusiones de Almond, y considerando so-
19
Vid., por ejemplo, el libro de Samuel A. Stouffer, Communism, Conformity and Civil Liberties. A Cross-Section of the Nation Speaks its Mind,
Nueva York, John Wiley & Sons, 1955, en donde uno de los motivos más importantes de la investigación es mostrar hasta qué grado la sociedad
estadounidense consideraba una amenaza real al comunismo.
20
Los escritos que Almond ha dedicado a las cuestiones históricas y metodológicas de la disciplina son numerosos. Algunos de los más impor-
tantes son: “Politics, Science and Ethics”, en American Political Science Review vol. 40, núm. 2, abril de 1946; “Political Theory and Political
Science”, en Ithiel de Sola Pool (ed.), Contemporary Political Science: Toward Empirical Theory. Nueva York, McGraw-Hill, 1967; “Ciencia política:
la historia de la disciplina”, en Robert Goodin y Hans-Dieter Klingeman (eds.), Nuevo manual de ciencia política, Madrid, Istmo, 2001 (1996) y
el conjunto de ensayos reunidos en G. Almond,Una disciplina segmentada. Escuelas y corrientes en las ciencias políticas, México, Fondo de Cultura
Económica, 1999 (1990).
Personalidad y cultura
21
El primer párrafo de la introducción de The Authoritarian Personality lo plantea así: “La investigación que se reporta en este volumen estuvo
guiada por la siguiente hipótesis fundamental: que las convicciones políticas, económicas y sociales de un individuo a menudo forman un
modelo amplio y coherente, como si estuvieran unidas por una ‘mentalidad’ o un ‘espíritu’, y que este modelo es una expresión de profundas
tendencias en su personalidad”, op. cit., p. 1.
22
En este sentido, una hipótesis fundamental de la influyente teoría de la cultura política de Ronald Inglehart es que la aprobación de la de-
mocracia depende más de la conformidad de los individuos hacia las condiciones y perspectivas de su vida cotidiana que de la aceptación hacia
el desempeño y funcionamiento de las propias instituciones políticas. Vid. Ronald Inglehart, El cambio cultural en las sociedades industriales
avanzadas, Madrid, CIS, 1991.
Perspectivas Teóricas 21
La segunda hipótesis teórica se encuentra tam- No obstante, a diferencia de la primera hipótesis
bién en The Authoritarian Personality y en varias de teórica, Almond no le da a ésta continuidad en The
las obras de Almond de esta época, incluida The Ap- Civic Culture, sino que la abandona o, más bien, la
peals of Communism. En estas obras se partía de la transforma. Si en sus primeros trabajos Almond ha-
hipótesis de que la personalidad política de los in- bía considerado a la familia y la etapa infantil del
dividuos estaba altamente condicionada por la ex- individuo, particularmente la relación de autoridad
periencia que tuvieran con la autoridad paterna en con el padre, como el factor determinante de la per-
la etapa infantil. Rindiendo tributo a la influencia sonalidad política, o bien, en términos colectivos,
que sobre él ejercía Freud, ya sea directamente, a de la cultura política, en The Civic Culture plantea
través de Lasswell, o de los intelectuales alemanes que no son la infancia y la familia los factores de-
exiliados, Almond consideraba que el modelo de la terminantes de la socialización política. Ahí explica
relación de autoridad padre-hijo determinaba la per- que existen tres agentes y etapas de socialización
sonalidad integral del individuo, incluida obviamen- política fundamentales para el individuo: la familia
te la parte política. y la relación de autoridad con el padre; la escuela
Así, tanto para Adorno como para Almond, el factor y los modelos de autoridad educativa; y las organi-
personal determinante en la elección de las opcio- zaciones sociales de la vida adulta, particularmente
nes políticas autoritarias era la experiencia de haber los modelos de autoridad y participación en el tra-
tenido un padre tiránico, opresivo e intolerante. Pa- bajo.25 Sin embargo, enfatiza que la más importante
ra ambos, el uso abusivo de la autoridad por parte no es la primera de ellas, sino la última. Más aún, la
del padre, o de la madre, en ciertos casos de la cul- infancia y la familia no quedan en la segunda posi-
tura tradicional estadounidense, condicionaba a los ción, sino en la tercera.26
individuos para convertirse en personas agresivas, Una de las conclusiones más importantes de The
hostiles y autoritarias.23 A la inversa, haber creci- Civic Culture es que cuando un individuo ha tenido
do en una familia en donde hubiera consideración la oportunidad de participar en las decisiones que
hacia los deseos y motivaciones de los hijos gene- se toman en la familia, la escuela y el trabajo tiene
raba condiciones para que éstos desarrollaran una mayores posibilidades de sentirse a sí mismo capaz
personalidad democrática, liberal, tolerante. La di- y competente en las decisiones políticas, es decir,
ferencia entre ambos, ya referida, era que mientras de tener mayor influencia, y por lo tanto, mayor
Adorno advertía que un padre autoritario generaba participación política. Los efectos de cada una de
las orientaciones fascistas de los hijos, Almond lo estas tres estructuras son acumulativos: tiene mayor
asociaba con el comunismo.24 oportunidad de participar y de sentirse competente
23
Para ver la función que se atribuye a la madre en algunos casos de socialización de la autoridad familiar en Estados Unidos vid. Erik H. Erikson,
Infancia y sociedad, Buenos Aires, Lumen-Hormé, 1993 y al mismo Almond, The Appeals of Communism… op. cit. p. 293.
24
Almond desarrolla esta idea en el capítulo 10 de The Appeals of Communism… op. cit.; en “The Participant-Observer…” op. cit., p. 267; y en
“The Political Attitudes of Wealth”, en The Journal of Politics, vol. 7. núm. 3, agosto de 1945, pp. 232, 253.
25
Aunque en The Civic Culture Almond menciona a tres agentes de socialización política fundamentales, en Política comparada aumenta la
lista a cinco: 1) la familia, 2) la escuela; 3) los grupos de amigos y compañeros; 4) el trabajo; y 5) los medios de comunicación. Mas tarde, en
Comparative Politics Today, este listado se expandió considerablemente, llegando a enumerar a 9 agentes: 1) la familia; 2) las escuelas; 3) las
instituciones religiosas; 4) los grupos de amigos y compañeros; 5) el género y la clase social; 6) los medios de comunicación; 7) los grupos de
interés; 8) los partidos políticos; y 9) las estructuras gubernamentales. Vid. G. Almond y G. Binham Powell, Política comparada. Una concepción
evolutiva, Buenos Aires, Paidós, 1978 (1966), pp. 63-66 y G. Almond, G. Bingham Powell, Kaare Strom y Russell J. Dalton, Comparative Politics
Today. A World View, Nueva York Longman, 2000, pp. 56-62.
26
A pesar de que no queda del todo claro en The Authoritarian Personality, Max Horkheimer señaló posteriormente que una de las principales en-
señanzas de esta investigación fue que la socialización política no se concentra en la niñez, como creían, sino que continúa en la adolescencia
y más allá. Vid. Max Horkheimer, “La familia y el autoritarismo”, en Erich Fromm, et. al. La familia, Barcelona, Península, 1970.
27
Vid. el capítulo 12, “Political Socialization and Civic Competence” de The Civic Culture… op. cit.
28
Vid. Erich Fromm, El miedo a la libertad, Buenos Aires, Paidós, 1971 y Karen Horney, El nuevo psicoanálisis, México, Fondo de Cultura Económi-
ca, 1979. Por cierto, tal vez sea pertinente señalar que Adorno nunca estuvo de acuerdo con esta orientación, lo que puede verse en su ensayo
“La revisión del psicoanálisis”, en Theodor Adorno y Max Horkheimer. Sociológica, Madrid, Taurus, 1966.
29
Véase la nota número 5 del mismo capítulo 12 de The Civic Culture… op. cit.
30
Harry Eckstein , “A Theory of Stable Democracy”, Research Monograph #10, Princeton, Center for International Studies, Princeton University,
1961.
31
Eckstein expone esta teoría en Division and Cohesion in Democracy. A Study of Norway, Princeton, Princeton University Press, 1966. Vid.
particularmente el Apéndice B de “A Theory of Stable Democracy”… op. cit.
Perspectivas Teóricas 23
tructuras de autoridad política y laboral tienen mu- muchos de los rasgos de su personalidad se perfi-
chas cosas en común; a que se asemejan, y a pesar lan en ese momento y en ese espacio, sin embargo
de que relegó a la familia y las experiencias infanti- ¿qué tan definitorios son?32 O, haciendo una pregun-
les con la autoridad a la tercera posición, no le negó ta mucho más puntillosa ¿qué tan factible es inferir
importancia. La instancia familiar y la etapa infantil la conducta política de un individuo mediante la ti-
son experiencias importantes del individuo porque pificación de sus rasgos de personalidad?
La personalidad política
Almond, así como Adorno, Fromm, Eckstein, Greens- evidenció en The Civic Culture. La prueba palmaria
tein y muchos otros que han escrito sobre el tema, de ello fue la colocación de la familia y las experien-
estaban conscientes de que uno de los problemas cias infantiles con la autoridad en el tercer lugar de
más importantes de la teoría de la personalidad po- prelación en la importancia de las estructuras de la
lítica es precisamente encontrar correlaciones claras y socialización política. No obstante, en realidad, lo
precisas entre tipos de personalidad y conductas po- que Almond abandonó, fue la idea de que hubiera
líticas específicas. A pesar de ello, varios de estos alguna vinculación causal directa entre las experien-
autores, como Almond en algún momento, trataron cias infantiles y el carácter de la vida adulta, o al
de establecer ciertas conexiones, encontrándose con menos la posibilidad de probarla empíricamente. Es-
una serie de dificultades para desprender inferencias to no significa que haya abandonado del todo la idea
congruentes en estos cuatro sentidos: 1) de la in- de que existe alguna conexión, sobre todo la co-
fancia a la vida adulta; 2) de la personalidad básica nexión del modelo de autoridad padre-hijo y el sen-
a la conducta real; 3) de la vida privada a la vida tido de competencia política.
social; y 4) de la convicción personal a la decisión Sin embargo, sigue siendo un problema comple-
institucional.33 jo el establecimiento de la conexión entre estas dos
La primera de estas cuatro correspondencias, el etapas del individuo. No sólo hay que tener en cuen-
nexo causal entre las experiencias infantiles y el ca- ta que entre ambos momentos media una cantidad
rácter adulto, es un postulado básico de la teoría de tiempo significativa, difícil de comprimir, sino
psicoanalítica, que Almond asumió plenamente en que además los recuerdos de la niñez se encuentran
sus primeros escritos, como se ha mostrado, pero sometidos a un proceso de adaptación y ajuste des-
que posteriormente abandonó, como también se de la situación emocional y afectiva del adulto: lo
32
Algunos autores han identificado la etapa que va de los 7 a los 13 años como el período más importante de la socialización política de los
individuos. Vid. David Easton y Jack Dennis, Children in the Political System. Origins of Political Legitimacy, Nueva York, McGraw Hill, 1969 y
Fred I. Greenstein, Children and Politics, Nueva Haven y Londres, Yale University Press, 1965. Vid. también Stanley Allen Renshon, “The Role
of Personality Development in Political Socialization”, en David and Sandra Kenyon Schwartz (eds.), New Directions in Political Socialization,
Nueva York, The Free Press, 1975.
33
De manera similar, Greenstein ha identificado 5 problemas básicos para conectar la personalidad con la conducta política: 1) los actores
políticos están distribuidos azarosamente en diferentes roles y de ahí que sus personalidades estén “bloqueadas”; 2) la acción política está
más determinada por los ambientes políticos de los actores que por sus propias características; 3) el estrato particular de la psique que muchos
científicos políticos equiparan a la personalidad, la psicodinámica, y las defensas del yo, no tienen mucho impacto político; 4) las características
sociales de los actores políticos son más importantes que sus características psicológicas; y 5) generalmente los individuos son incapaces de
ejercer una gran influencia en las decisiones políticas. Vid. Fred I. Greenstein, “Can Personality and Politics Be Studied Systematically?”, en
John T. Jost y Jim Sidanius (eds.), Political Psychology. Key Readings, Nueva York y Hove, Psychology Press., 2004.
34
Vid. Christian Bay, La estructura de la libertad, Madrid, Tecnos, 1961.
35
Sobre el concepto de personalidad política véase Robert E. Lane, “Personality, Political. The Study of Political Personality”, en David L Sills,
(ed.) International Encyclopedia of the Social Sciences, vol. 12, Nueva York, The Macmillan Company, 1968. Además, para el concepto específico
de la estructura de la personalidad básica puede verse Abram Kardiner, El individuo y su sociedad, México, Fondo de Cultura Económica, 1975.
Vid. también Clyde Kluckhohn, Mirror for Man, Nueva York, Premier Book, 1963.
36
Sobre el concepto de personalidad modal véase el estudio clásico de Alex Inkeles y Daniel J. Levison, “National Character: The Study of Modal
Personality and Sociocultural Systems”, en Gardner Lindzey y Elliot Aronson (eds.), The Handbook of Social Psychology, vol. IV, Reading , Mass.,
Addison Wesley Pub., 1969 (1954).
37
Vid. Aaron Wildavsky, “Choosing Preferences by Constructing Institutions: A Cultural Theory of Preference Formation”, en American Political
Science Review, vol. 81, núm. 1, marzo de 1987 y Robert E. Lane, “Rescuing Political Science From Itself”, en David O. Sears, Leonie Huddy and
Robert Jervis (eds.), Oxford Handbook of Political Psychology, Oxford, Oxford University Press, 2003.
Perspectivas Teóricas 25
trata de establecer entre las actitudes no políticas ticas al estado de derecho, además de su colocación
y las políticas hacen que inevitablemente se plan- bajo la supervisión y vigilancia de una considerable
tee el problema clásico de la ética pública y la ética cantidad de entidades públicas y privadas.39
privada. A pesar de que Almond está consciente de algu-
Almond toma el partido de equiparar la signifi- nas de estas restricciones, al grado de que ha lle-
cación de ambos campos valorativos. Así, se pro- gado a rechazar el mismo concepto de personalidad
duce un escenario en el que las actitudes políticas política, sobre todo cuando trata de atribuírsele el
positivas del ciudadano pueden rastrearse en la fa- rango de explicación causal en el cual él mismo cre-
milia, el vecindario, la empresa, la ciudad o el país, yó alguna vez, las bases de su teoría están cons-
es decir, podría así sugerirse la deducción de que truidas en una buena parte sobre muchos de estos
un buen ciudadano es un buen padre de familia, o supuestos, lo cual la hace susceptible de una cuida-
un buen marido, o un buen compañero de trabajo, dosa revisión.
o un buen miembro del sindicato, y a la inversa. La En este artículo se ha tratado de mostrar que el
proposición de Almond deja, ciertamente, un mar- concepto y la teoría de la cultura cívica de Almond
gen suficiente para no tratar de extraer una relación y Verba se encuentran estrechamente vinculados
causal entre las conductas del ámbito privado y del con las teorías de la personalidad desarrolladas en
público, pero asume una correlación positiva entre el campo de la sicología social. Este señalamiento
los valores de uno y otro terreno. tiene relevancia en tanto que muy frecuentemente
Esta relación puede conducir a lo que Robert La- se usa y asume el concepto de cultura cívica sin re-
ne llamó la despolitización del ciudadano, es decir, parar en estas vinculaciones, las cuales una vez de-
el enjuiciamiento de éste a partir de los valores no notadas podrían dar una idea más amplia del terreno
políticos, de principios morales que corresponden a teórico que se está pisando.
la ética privada.38 Haciendo explícito este nexo, es probable que se
Finalmente, para la cuarta correspondencia, es caiga en la cuenta de que algunas de las limita-
conveniente tener presente que siempre hay una se- ciones explicativas de la teoría de la cultura cívica
rie de restricciones que impiden convertir la con- obedecen en buena medida a limitaciones similares
vicción personal en decisión institucional. Esto es de los estudios sobre la personalidad, algunas de las
mucho más claramente perceptible en el caso de las cuales han sido enumeradas en la última sección de
élites políticas encargadas de tomar las decisiones este artículo y permiten ilustrar la dificultad para
más importantes de un Estado, quienes no siempre inferir pautas del comportamiento político a partir
pueden imponer su voluntad pasando por encima de de los rasgos de la personalidad.
costumbres, leyes o la oposición de otras institucio-
nes o autoridades. En este sentido, tal vez uno de
los rasgos más notables de la modernización política Recibido el 21 de febrero del 2006
sea precisamente el sometimiento de las élites polí- Aceptado el 10 de septiembre del 2006
38
Vid. Robert E. Lane, Political Man, Nueva York, Free Press, 1972. Para este tema particular, puede consultarse especialmente la parte V “The
Good Citizen”.
39
Sobre la relación entre los líderes políticos y las masas que los siguen véase Charles Lindholm, Carisma. Análisis del fenómeno carismático y
su relación con la conducta humana y los cambios sociales, Barcelona, Gedisa, 2001.
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