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Steiner - La Sociología Económica

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COLECCION SINTESIS * ECONOMIA LA SOCIOLOGIA ECONOMICA Philippe Steiner Matilde Femndez-Cid Enriquez (Prologo y traduccién) ma cee rece det a Se EDITORIAL SINTESIS Consulte nuestra piigina web: wwwsintesis.com En ella encontraré el catilogo completo y comentado Matilde Fernéndes-Cid Enrique, (Piso ytrdcin) © Philippe Steinor © EDITORIAL SINTESIS, ‘Vallehermono 3, 28015 Mi “Telefono 9 583.20 98 upsivwnsintesscom ISBN: 978-84.9077-201-8 Depésito Legal: M 314002015 Impreso en Espafa, Printed in Spain Reservas toes los derechos. Fst prohiido, bajo Ia sanciones penal y el resrcimiento cl previstos en ls Leyes, produc, registrar o transmit esta publctién tera parialmente, por ‘ualquer sistema de reeuperaciony por cualquier medio, sa mecénico, cleaténicn, magnétien, elton, por fotacopia ‘o cualquier ara, sin la autorizacion previa por estrito de Editorial Sitesi, S. . Prélogo a la edicion espatola Introduccién Indice 1. De ta antigua a la nueva sociologia econémica 1.1. Origen de la sociologia econémica 1.1.1, Pareto: la necesaria complicacién de la economia, 1.1.2, Durkheim: la sustitucin de Ia economia por Ia sociologia econémica 1.1.3, Weber: la complementariedad de la economia y de la sociologia econémica... a 1.2. Instituciones y comportamientos econémicos 1.2.1. Divisién del trabajo e intereambio ...- 1.2.2. Consumo y comportamientos de compra 1.3. Teorias de la accién econémica. 11311. Las acciones econémieas racionales y sus sombras.... 1.3.2. Bl caso del empresario... 13 19 19 20 2 25 27 27 29 32 32 37 La sociologia econimica indice 1.4. La nueva sociologia econémica tao 3.15, Laconsrcsin de megamercades i 1.4.1. Definicién de la nueva sociologie de segurs.. econdmic: 39 3.2. El dinero y las finanzas como instituciones a sociales... 2 3.2.1. Los usos sociales del dinero B 2. La sociologia econémica de mercado ou. 43 3.22 Los mercados financiers. we porta r 7 2.1. Comportamiento racional y sistema de mercados.... 43 | eee ceaain aa 0 2.1.1. Abstracciones itiles.. 44 4 Como se ence i: titucién 212... peEO MO SuficieMECS nro 48 | 3.3.2. Elmereado de taboo come is _ 2.1.3. La aportacién de la sociologia econémica.. 49 aa det tencia. 85 2.2, La incrustacion social de las relaciones mercantiles 53 | ? eo come i 2.2.1. La incrustacién historica é ae Eoin om ag de las relaciones metcantles. 33 ae 88 2.2.2, La incrustacién estructural 3.5. Conclusiin de las relaciones mercantiles... 35 | 2.2.3. Diversas formas de incrustacién. 56 | 7 ‘iomamal 2.3. El enfoque de ta sociologia econémica... ms | 4. Redes soelales ¥ Funcnemicn fi 2.3.1. Origenes de las relaciones mereantiles...... 57 de los mercados : 23.2, Bl funcionamiento de las relaciones 4,1, Red social e inerustacién estructural... 92 ‘mercantile. . 38 4.1.1. {Qué es una red social? 92 2.3.3. El significado cultural de las relaciones 4.1.2, Inorustacién social y capital social 96 eras, 59 4.2, Red social, empleo y carrera... 99 | 42.1, Los amigos, a confianza y el empleo 99 3 - . | 4.2.2. Los colegas y la carrera. 104 La construccién social 4.2.3, {Fuerza de los vinculos débiles de las relaciones mercantiles cco 61 camaro eciactural?.. 107 3.1. La construccién social de los meread0$ censure OL 4.24, Confira, oponisno i. 3.1.1. Bl mercado de fresas en Sologne.serininme 62 y relaciones interindustrales. : 3.1.2. El sector de la industria eléctrica A. Hades pnt olde bs mercados..u.. 13 0 BE. UU. . 6 43.1. Tamatio de los mereados 3.1.3. El comercio al por menor: letras y volatilidad de los precios ee 13 Francia/Jepon, . 65 4.3.2. Equivalencia estructural y reproducciGn 3.1.4. Consiruecién social de las relaciones de la estructura del mercado... uy ‘mercantiles y neoinstitucionalismo 68 4.4. Conclusion ... 121 La sociologia econémica 5. La inerustacién cognitiva y ef mercado. 3.1. La performacién de la actividad econémica 5.2. (Qué conocimientos econémicos? 7 5.3. Creencias colectivas y mereados financieros... 5.4, Sociologia econémica y conocimiento econdmico 5.5. Conclusién Conclusion Bibliografia 123, 123, 124 128 131 132 135 139 PROLOGO A LA EDICION ESPANOLA Por Matilde Fernnder-Ci Enriquez Profesora de Sociologia Econémica, UCM Sociologia econdmica... ,Dénde esté el sujeto, dénde esté el predicado, ‘en esta propuesta nominativa? Cuando relato a mis alumnos los orige- ‘nes y motivos de la sociologfa, concluyo que su apellido, aunque laten- te, invocaba a la economia. Sin embargo, ha Hlegado un momento en el que la propuesta que asocia ambas disciplinas se plantea contradictoria; en su expresién mas Hana, la critica asegura que la economia analiza comportamientos racionales, mientras que la sociologia analiza los que no lo son. En respuesta a esa t6pica y polarizada imagen, Weber expli- cita, para tranquilidad de todos, que no dejamos de ser racionales cuan- do las pasiones, los valores, Ii estética 0 lo politico intervienen en la orientacién de accién; podriamos pensar asimismo, como correlato complementario, en ta reflexién de Freud, que amortigua esa tranquili- dad advirtiendo: también en nuestras decisiones mas medidas, fuerzas no racionales intervienen, nublando la precisién del calculo. ‘A pesar de la propuesta vincular, tendemos a destacar Ia polariza- cién de posiciones y perspectivas: la economia se presenta asociada a utilitarismo, a racionalidad mercantil y al céleulo previsor y hegeméni- co, que es orientador de comportamientos hacia la busqueda del propio -apropiado~ beneficio; por su parte, la sociologia considera que he- cchos, acciones y relaciones sociales ~incluido el comportamiento eco 10 solo tienen sentido en contextos culturales, estructurales y nt La sociologia econémica organizativos, aunque siempre con diversos grados de tensi6n. La rigi- da acotacién establecida en émbitos académicos avala, cuando no po- tencia, esta imagen polarizada. Philippe Steiner, profesor de Sociologia Econémica en la Universi dad de Paris-IV, nos recuerda que el t6pico no considera una historia de analisis y propuestas mis dialogantes: desde sus origenes, la sociologia los socidlogos~ considera los comportamientos, las acciones y las jones econémicas como elementos centrales de su estudio ¢ intervencién, asi como la economia —los economistas— se ocupa de cuestiones centrales como Ia desigualdad, los fundamentos del valor 0 los limites éticos de la accién econdmica. La historia de la relacién economia-sociologla muestra una trayectoria inestable ~a veces, con- flictiva; a veces, negadora, y, en acasiones, cémplice-. Los enfoques mis inclusivos nos recuerdan que el éngulo de mira resulta determinan- te del campo visual: el habitante de un mundo en transformacién que quiere intervenir en él debe, en un primer paso diagnéstico, aplicar una ida plural, holistica, y evitar censuras iniciales. Ese es el motivo por el que nuestros clisicos siguen apuntando claves analiticas y por el que también, hoy -ya hace unas décadas-, constatamos, de nuevo, la emer- zgencia de voces que se identifican con la propuesta de sociologia eco- némica. El profesor Steiner recuerda en este texto, con reflexiones y ejem- plos que nos sitiian en la realidad econdmica, social y politica mas i mediata, que la realidad socioeconémica es una consiruccién, Es deci que nada viene de la nada, que todo tiene origen, historia y proceso de negociacién-conflicto, Desde este convencimiento, podemos decir que también las disciplinas son realidad construida y tienen una légica en tiempo y contexto: nuestra disciplina exige su presencia a partir de objetos de estudio que no se dejan aprehiender con dpticas miopes. Tan- to el debate académico ~tedrico y empirico— como la practica profesio- nal y politica ~Ambitos de decisién e intervencién y ambitos de trabajo de muy diversas organizaciones sociales reclaman y/o ponen en pric- tica la perspectiva y el trabajo multidisciplinar como éptica necesaria de aproximacién a lo compleju. La sociologia econémica es un libro digno de convertirse en ma- tual de referencia por su ambicioso contenido, por su cuidada estructu- 10 Prélogo a la edicién espafiola ra y orden de presentacién y por su empefio pedagdgico, al tiempo, riguroso y accesible. Convoca a los autores clésicos y contemporéneos, analiza situaciones y presenta casos ejemplares en nuestro mundo ac- tual, muestra la riqueza del anilisis de redes sociales como herramienta explicativa del funeionamiento de Ios mercados, etc, El texto es resul- tado de un trabajo de afios de cuidadosa seleccién, prictica docente y contraste dialégico con sus alumnos de la Universidad de la Sorbona y esta pensado, escrito y contrastado para la prictica docente de Ia asig- natura Sociologia Econémica. La personalidad modesta y préxima de su autor no oculta, sino, mas bien, pondera, la calidad de un profesor que, entre otros méritos profesionales y académicos, es uno de los refe- rentes mundiales en el estudio de Emile Durkheim. En la formacién de nuestros jévenes estudiantes, jes posible man- tener [a ilusién de una economia no social, de una sociedad al margen de formas concretas de produccién e intercambio? En una carta enviada hace unos afios por el profesor Luis Abad, director de la Seccién de Sociologia, al decano de la Facultad de Ciencias Econémicas y Empre- sariales de la Universidad Complutense de Madrid, aquel fundamentaba su defensa de la sociologia en los planes de estudios para esas licencia- turas asegurando que “las estructuras econémicas guardan una estrecha relacién con las estructuras sociales de las que forman parte; las ten- dencias sociales y los procesos de transformacién y cambio sociocultu- rales son determinantes en Ia explicacién de las tendencias y los cam- econémicos; las motivaciones psivosociales y de grupo explican el comportamiento econdmico individual... las instituciones econdmicas son, en si mismas, instituciones sociales... Por otto lado, esta profunda interrelacién entre economia y sociologia cuenta con una mis que vene- rable tradicién historica y académica. Asi ha sido a lo largo de la histo- ria y, como es bien sabido, muchos padres fundadores de ambas disci plinas fueron economistas tanto como socidlogos...”. En Espatia y en los paises latinoamericanos, también conocemos in- teresantes aportaciones a esta perspectiva convergente, Y también, co- ‘mo no podia ser de otra manera, se explican y sitiian en concretos con- brat algunos ejemplos que forman rextos de produccién, Podemes 1 parte de nuestra historia reciente: como Ia experiencia de la editorial Ruedo Ibérico, que, nacida en 1961 y con sede en Paris, publica ya en " La sociologia econémica sa década ~Coleccién Espafia Contemporénea— trabajos sobre Ia reali- dad espafola que todavia son ejemplos de referencia; la apuesta forma- tiva que supuso CEISA, Escuela Critica de Ciencias Sociales (1965- 1969); ¢1 nacimiento y la evolucién de la llamada Escuela Cualitativista de Madrid ~que contribuye de forma decisiva al desarrollo de la socio- logia del consumo y a la investigacién de mercados en Espafia~; mas recientemente, la ttayectoria de la revista Sociologia del Trabajo; el grupo de investigacién Charles Babbage; los trabajos ~tedricos y empi ricos— en tomo al andlisis de redes, etc. La verdad es que resultaria muy interesante transitar el recorrido espafiol de forma més pausada en una publicacién monografica. Como profesora de la asignatura Sociologia Econémica en la Uni- versidad Complutense de Madrid, me animé a la traduccién de este texto de Phillipe Steiner en cuanto cay6 en mis manos, pues estoy con- vencida de que contribuira de forma decisiva a facilitar su aproxima- cién a nuestros estudiantes y también a su difusién entre otros lectores de lengua espafiola La editorial francesa La Découverte, responsable de la publicacién de este libro en su lengua original, ha sido extraordinariamente gencro- sa facilitando a la editorial Sintesis su publicacién en espafiol, por lo que queremos hacer piblico nuestro reconoci INTRODUCCION La sociologia econémica estudia los hechos econémicos considerando- los como hechos sociales. Se dirige a economistas y socidlogos para que estudien estos hechos considerando la dimensién de relacién social que comportan sin descuidar la dimensién de interés, central en ellos (Swedberg, 2003). A contracorriente del movimiento que leva a las cciencias sociales a dividir el trabajo intelectual y a especializar la inves~ tigacién, la sociologia econémica sugiere que es necesario y itil procu- rar el encuentro de las teorias econémicas y sociolégicas, de tal modo ‘que proporcionen mejores explicaciones de los hechos econsmicos que las que aportan uno y otto de estos dos saberes cuando se hace que trabajen de forma aislada 0, peor, contrapuesta. Tal idea no es propia de finales del siglo XX. El primer movimiento de envergadura que condujo a diferentes tedricos hacia la sociologia econémica tuvo lugar en los decenios de 1890 a 1920. Este periodo no carece, por otra parte, de algunas particularidades interesantes para comprender el presente. En efecto, la teorfa econémica marginalista no se impuso sin violencia a partir de 1870 para desembocar en Ia teor econémica mainstream contempordnea, E] marginalismo ha encontrado grandes dificultades, puesto que tenfa que hacer frente a lo que perma- necia de la escuela clisica inglesa y a los numerosos economistas que reclamaban una aproximacién més histérica y mas institueional (la Escuela Histérica Alemana), pero tenia también que hacer frente a los limites de su programa de investigacién. La sociolugta econdbmnica pave~ cia entonces necesaria a un gran te6rico del marginalismo como Wi- Iliam Stanley Jevons; después, algunos economistas (Vilfredo Pareto, B La sociologia econémica Joseph Schumpeter, Thorstein Veblen y Max Weber) y sociélogos (Emile Durkheim) darn cuerpo a esa idea. La pregunta que se plantea es, por tanto, :no hay que considerar que la renovacién de la sociologla econémica, evidente desde 1980, tiene como objeto la incertidumbre que asalta de nuevo a la teoria eco- en su capacidad de dar cuenta de la situacién econémica? Sin querer llevar demasiado lejos un paralelismo cuya explicitacién exigirfa ‘una vasta fundamentacién, valdria con enunciar la pregunta para hacer entender que la ereacién de la sociologia econémica, por una parte, y si resurgimiento desde mitad de los afios setenta, por otra, tienen relacién directa con la insatisfaccién experimentada por la teoria econdmica cuando se aista de las otras ciencias sociales. Cuando la primera sociologia econdmica se difumina progresiva- mente a partir de 1930, se evidencia una divisién entre quien atribuye a la teoria econémica el estudio de los comportamientos racionales de los individuos ~incluyendo la eleccién bajo coaccién- y a la sociologia los comportamientos no racionales ~incluyenda la exploracién de los moti- vos por los que esas elecciones racionales no estén tan desarrolladas como la teoria econmica podia pensar-. El resurgimiento de la socio- logia econémica no puede darse sin volver a cuestionar tal separacién los comportamientos econémicos no son totalmente racionales y los Procesos sociolégicos lo son frecuentemente. En efecto, el interés de la sociologia econémica contemporénea provicne de su capacidad de in. dagar el émbito de hechos econémicos para explicarlos de forma pert nente, es decir, de forma que sea mas pertinente que la que oftece la teoria econémiea de forma aislada, Sin contar las numerosas ocasiones en las que existe un esfuerzo de aproximar economia y sociologia o de desplegar una sociologia de la vida econdmica, los conceptos de sociologia econdmica, de socioeco- nomia y de economia social son utilizados corrientemente. {Cuil es, pues, la especificidad de la sociologia econémica? Los enfoques de economia social o de socioeconomia, de los que la Revue du Mauss ~impulsada por Alain Caillé- proporciona una exce- lonte ilustracién, se caracterizan por Ia atenciGn que vturyat x los lazos entre lo politico y 1o econémico. Se examinan y se sugieren proposicio- nies como las que, por ejemplo, conciernen a la ciudadania econémica, 4 Bee eC Introduceién el rol de las asociaciones en la lucha contra el paro y la adaptacién a las sociedades contemporineas de las medidas sociales impuestas en el proceso de transformaciones econdmicas. La sociologia econémica ‘asume plenamente la dimensién politica de la mayor parte de los obje- tos concretos sobre Jos que interviene, pero no implica necesariamente tun compromiso politico. Su objetivo principal es el de la claridad que la ‘encia social puede aportar sobre los fenémenos estudiados. Puede lamentarse de que la aportacién de la sociologia econémica sea todavia débil en materia de politica social (Swedberg, 2003), pero es honesto atenerse al imperativo de neutralidad axiolégiea weberiana. Critica respecto a una teoria econdmica fundada sobre el comportamiento de tun agente econémico asocial, omnisciente y movido por la sola béis- queda de ganancia maxima (el famoso Homo aeconomicus), se desarro- lia alrededor de tres dimensiones vinculadas, pero que pueden distin- guirse para hacer mas clara la presentacién. En primer lugar, estudios sociolégicos reinvisten el campo econd- mico, abandonado durante el periodo 1930-1970, aplicando unas u otras herramientas del andlisis sociolégico para mostrar cémo intervie- nen las relaciones sociales en el desenvolvimiento de las regularidades econémicas, lo que se llama ahora construccién social de las relaciones econémicas. Por ejemplo, se muestra cémo las relaciones sociales (do- mésticas especialmente) modifican sensiblemente el uso de la moneda segiin el origen de la renta, En segundo lugar, la dimensién analitica caracteriza los trabajos consagrados a la explicacién socioldgica de la formacién de las magni- tudes mercantiles (precios, ingresos, volumen de empleo, etc.). Por ejemplo, se muestra cémo la consideracién de las relaciones sociales (familiares, amistosas y profesionales) explica la forma en que los indi viduos encuentran un empleo 0 por qué ciertas redes étnicas son més impactantes que otras cuando se trata de crear empresas. En tercer lugar, la sociologia econémica comporta una dimension cultural y cognitiva. Los hechos econémicos no pueden ser percibidos independientemente de un conjunto de formas de clasificar los hechos sociales que Sun resultados cognitives especificos: precisamente, uno de los mas destacables hoy es Ia tendencia a aislar el hecho econémico de los otros hechos sociales. La sociologia econémica tiene también en Is La sociologia econémica cuenta el hecho de que la economia no es solo una préctica, puesto que es una representacién cultural largamente difundida bajo Ia forma de pricticas de gestién y que es objeto de una habil claboracién bajo la forma de teoria econémica. En lo que sigue, el trabajo se centra en las aportaciones del nuevo conocimiento que aporta 1a sociologia econémica contemporinea a ropésito del mercado. E] mercado se ha convertido en una institucién situada en el corazén de la vida econémica de las sociedades modernas y de la teoria econémica, por este motivo, es tomado como hilo conduc tor en esta obra. Para el economista, el mercado designa una institucién cen la cual actores caracterizados por la racionalidad instrumental (la relacién medio-fin) se coordinan gracias a la informacién (escasez rela- tiva) dada por los precios. Estos precios estén formados de manera au- tonoma, en el sentido de que no dependen de reglas o de normas politi- cas, religiosas, morales o esiéticas. Para el socidlogo economista, el mercado es una institucién en la cual los actores no pueden llegar a coordinarse asi por las incertidumbres en torno a la calidad de los pro- ductos o Ia situacién futura de la sociedad, En consecuencia, el merca- do se vuelve opaco para los actores, que deben encontrar el medio de reducir sus incertidumbres para que ese mercado juegue su papel de vinculacién entre personas y bienes. Asi, el socidlogo economista toma en cuenta las mediaciones sociales que hacen posible orientarse en una situacién de incertidumbre, como las redes interpersonales 0 todo un conjunto de dispositivos, como guias, peritajes, marcas, etc. La socio- logia econémica del mercado offece la ventaja de reunir algunos de los trabajos més potentes ¢ innovadores. Esto permite mostrar que cicrtos desarrollos de Ia teoria econdmica (los de teorias llamadas heterodoxas, como la teoria de la regulacién o Ia economia de las convenciones, pero no {inicamente estas) estan vineulados a los de la sociologia econdmica de los socidlogos. Esta eleccién tiene por inconveniente mayor no ofte- cer una visién completa del dominio abarcado por la sociologia econé- mica. Por ejemplo, los estudios sociolégicos recientes sobre el consumo © las transferencias en el interior de la familia (herencia, servicios mu- ‘tos, regalos, sostén econémico en easo de desempleo, ctc.) ufiecen unt enfoque apasionante sobre aquello que la teoria econémica deja en segundo plano del mercado. Lo mismo puede decirse de la sociologia 16 Iniroduecién de las organizaciones y de las empresas y de la sociologia del trabajo y de las relaciones profesionales, que son muy eficaces en dmbitos in- timamente vinculados al mercado. Sin descuidar otras aportaciones de estos trabajos, la atencidn se ha concentrado aqui sobre el mercado, sin dejar al margen qué es y qué incluye, central en la organizacién eco- némica moderna, para afirmar claramente que la sociologia econémica es algo més que un reagrupamiento heterdclito de investigaciones anti- ‘uas, Asi, ser posible destacar lo que hay de innovador en Ia sociolo- gia econdmica contempordnea. Para trabajar de forma metédica, el primer capitulo presenta las aportaciones analiticas y empiricas de la sociologia econémica de prin- cipios del siglo Xx. No se trata tanto de una vuelta sobre Ia historia como de recordar elementos que constituyen, todavia hoy, una parte importante del campo tedrico de la sociologia econémica, como mues- tra la definicién operativa propuesta al fin del capitulo. El segundo capitulo justifica el Iugar central concedido al mercado € indica cémo se sittia la sociologia econdmica en este dominio. Apoydndose sobre numerosos trabajos empiricos centrados en mercados de naturaleza diversa, el tercer capitulo explicita la nocién de construccién social de las relaciones mercantiles, es decir, explica como las telaciones sociales contribuyen de manera decisiva a la creacién y a la evolucién de las instituciones y de las relaciones mercantiles. El cuarto capitulo continéia la reflexién mostrando e6mo los recursos proporcionados por una he- rramienta reciente del andlisis sociolégico (el anélisis de redes sociales) permiten explicar el funcionamiento de ciertos mercados (mercado financicro y mercado de trabajo). El quinto capitulo muestra finalmente que la dimensién cognitiva de la sociologia econdmica desemboca en tuna sociologia del conocimiento econémico cuyas aportaciones son necesarias para estudiar el impacto de la economia, como forma de saber, sobre la manera en la que nos representamos el mundo moderno, su evolucién, y en la que actuamos en él. No ¢s la menor de las aporta- ciones de la sociologia econémica estudiar sociolégicamente los efectos de la difusién del conocimiento econdmico, tanto en la forma de su Uifusi6u formativa como en la materializacién (indices de precios, pro gramas de cotizacién, algoritmos de rendimiento de ofertas y deman- das, etc.) del conocimiento econdmi 7 eee ec ree eee errr Me eeeeceeeeeeeec ee eeeeee eee eerecreec 1 DE LA ANTIGUA A LA NUEVA SOCIOLOGIA ECONOMICA La aparicién de la sociologia econémica data del periodo situado en el cambio del siglo XIX al XX (Swedberg, 1987, y Gislain y Steiner, 1995) Algunos de los autores que estin en el origen de la sociologia econémi- ‘ca (Durkheim, Pareto y Weber) son también los fundadores de la soci Iogia clisica y sus aportaciones estin siempre en conexién con Ia so- ciologia econémica contemporénea (Swedberg, 1998, y Steiner, 2005). {Cuéles son los elementos estructuradores de estas aportaciones y qué filiacién los liga a la sociologia econémica contemporinea? 1.1. Origen de la sociologia econémica A finales del siglo XIX, Ia economia politica se encuentra en una situa- cién incémoda. Los iiltimos representantes de Ia economia politica clisica se oponen a las diferentes variantes de la Escuela Historica, pero estos dos grupos se oponen a una pequefta minoria de economistas que desarrollan la teoria de Ia utilidad marginal (Jevons, Menger y Walras) y que se apoyan muy frecuentemente en una matematizacién de Ia eco- nomia politica. El porvenir les reserva un lugar predominante, pero, de ‘momento, su posicién es dificil por su escaso némero y las dificultades {que encuentran para justificar el comportamiento del agente econdmico y por el cardcter estitico del anilisis. De estas dificultades y de la valo- racién que de ellas se han realizado, se derivan tres formas de concebir 19 La Sociologia econémica la sociologia econémica en relacién con la economia politica. Con Pa- reto, puede buscarse complicar el enfoque econémico afadiéndole las dimensiones caracteristicas de lo social; con Durkheim, Ia sociologia econémica es considerada como el modo de reemplazar la economia politica, juzgada cientificamente inadecuada, y, con Weber y Schumpe- ter, la sociologia econémica tiene vocacién de completar la economia politica ofreciendo ¢l medio de tomar en cuenta la historia. 1.1.1. Pareto: la necesaria complicacién de la economia Pareto destaca, por una parte, las ventajas asociadas al estudio del com- Portamiento humano expresado en la bisqueda de la ganancia méxima: esto posibilita un mayor rigor del razonamiento econémico gracias a que la formalizacién matematica ¢s relacionada con la teoria de Ia elec- cién y el estudio de sistemas de interdependencia, que, siguiendo a Walras, desarrolla y ampli, Por otra, es extremadamente sensible a los limites y a las dificultades de tal apuesta. La teoria econémica matemé- tica es desesperadamente estética: “No sabemos nada en materia de dindmiea”, escribié en 1909 en su Manual de economia politica, mien- tras que los hechos que tratan de analizarse estén marcados por evolu- ciones, lineales 0 ciclicas; el comportamiento del agente econémico, tal Y como se supone por la teoria, es mucho mas simple y se basa en hip6- tesis muy burdas, sobre todo, cuando se supone que el agente escoge, conscientemente y segin un saber casi infinito, las consecuencias de sus aceiones. {Cémo resolver estas dificultades? ;Cémo justificar tales hipétesis, y tales limites? Pareto propone una jerarquia entre los diferentes domi- nios de Ia economia politica: la economia pura, muy abstracta, es com- pletada por Ia economia aplicada y, después, por la sociologia, de tal manera que, por complejidad progresiva, se obtiene una explicacién satisfactoria del fenémeno concreto. Hacienda esto, Parein introduce Ia idea de que la vinculacién de la ‘tworia econémica y de la teoria sociolégica es un ingrediente indispen- sable para reconocer la nueva teoria econémica, su lugar y su plena 20 De la antigua a ta mueva sociologia econémica difusién, El seguimiento de Pareto fue escas~ la sociologia econémica como combinacién englobante de Ia economia y de Ia sociologia no tuvo continuidad en el siglo Xx. Las aproximaciones sucesivas en Pareto Sin duda, por su formacion de ingeniero, el método de aproxima- ciones sucesivas es defendido sin descanso por Pareto. Es imposi- ble, dice, estudiar el fenémeno concreto en todas sus dimensiones, puesto que estas existen en numero infinito; en consecuencia, el mé- todo ciantifico pide que sean seleccionadas una o algunas de estas dimensiones para permitir un analisis preciso del fenémeno abstracto. Esto ocurre, por ejemplo, cuando se suponen cuerpos perfectamente lisos y movimientos sin friccién en mecdnica y también cuando se hace abstraccién del individuo concreto, de la pluralidad de sus moti- vos de accion, de sus pasiones, etc., para no hablar mas que del Homo ceconomicus. La economia pura estudia entonces las propie- dades de sistemas de interdependencia oreados por la presencia de un gran numero de agentes econémicos en mercados, sean 0 no competitivos. Es necesario proceder en seguida a una complejidad progresiva de esta primera aproximacion (de la economia pura) y reconocer que, aun movido por consideraciones econdmicas, el Homo aeconomicus tiene pasiones: esta segunda aproximacién corresponde a la economia apli- cada. Esta se apoya en los resultados de la economia pura, pero pro- duce resultados que pueden ser sensiblemente diferentes porque con- templa la existencia de otras formas de accién en el seno del sistema de interdependencia (por ejemplo: el lobbying, la corrupcion, etc.). Fl nalmente, Pareto hace intervenir una tercera aproximacion, la sociolo- gia, que esta encargada de sintetizar las aportaciones de los diferentes saberes especiales (las diferentes primeras aproximaciones) para acercarse todo lo posible al fenémeno concreto haciendo intervenir las diferentes dimensiones (religiosa, politica, militar, sexual, etc.) de la _vida social. a] 21 La sociologla econémica 1.1.2. Durkheim: la sustitucién de la economia por la sociologia econémica Para Durkheim (1858-1917) y los miembros de su escuela, entre los que hay que destacar a Frangois Simiand (1873-1935), Marcel Mauss (1872-1950) y Maurice Halbwachs (1873-1945), el punto de partida es la gran insatisfaccién que experimentan ante el método seguido por la ‘economia politica; su actitud es critica en la misma proporcién. Aunque rho sugicren, como Auguste Comte habia sido inducido a hacer, una liminacién pura y simple de la teoria econémica, si que proponen re- fundar este saber. La sociologia econémica 0 economia positiva debe, Por tanto, reemplazar a la economia ‘Simiand fustiga a los economistas porque invierten la marcha positi- va del conocimiento colocando el comportamiento racional del Homo ezconomicus en el punto de partida de sus reflexiones. La teorfa econd- mica, dice, estudia posibles y no tos hechos mismos, es decir, estudia lo que los hombres deberian hacer si fueran tan racionales como sc supone para, en seguida, elaborar teorias susceptibles de dar cuenta de los he- chos observables. El aspecto metodoldgico de la critica no nos concierne aqui, pero Simiand ve con gran claridad un punto esencial de la tarea: la economia pura se pone por objeto el estudio de las consecuencias del ‘comportamiento interesado racional y, por Io tanto, se dediea a exponer sus diferentes formas y sus consecuencias sin preocuparse del entorno social, histérico, en el que este comportamiento es puesto en escena, La sociologia econémica no hace lo mismo: procede a investigaciones his- tricas y sociolégicas precisas, de forma que muestra que el comporta- miento interesado —asociado a otras formas de comportamiento~ varia segtin el contexto historico y social para producir tal o cual efecto. Siguiendo a Durkheim (1895: 5), que definié los hechos sociales como “maneras de actuar, de pensar y de sentir exteriores a los indivi- duos y que estén dotados de un poder de coercién”, Simiand considera que la sociologia econémica parte de las instituciones y de las represen- taciones sociales de los agentes para estudiar los comportamientos eco- nomicos. Ast, definio cuatro modalidades de accién interesada (por orden de importancia: mantener la ganancia nominal, mantener el es- 2 De la antigua a la nueva sociologia econsmica fuerzo, acrecentar la ganancia y disminuir el esfuerzo). Cuando los precios aumentan, los agentes ven aumentar sus ingresos nominales (primero, los patronos y, después, los obreros y los poseedores de capi: tal) y disminuyen su esfuerzo (de organizacién, de rendimiento en el trabajo y de inversién). En la fase siguiente del ciclo, mareada por la baja de los precios, el mantenimiento de las ganancias nominales exige un esfuuerzo acrecentado en la produceién (mecanizacién y rendimiento més elevado del trabajo) y en el sector financiero: si los prestamistas anticipan una ereacién mas grande de riqueza, invertirén las ganancias del periodo anterior. Esta confianza, cuyo soporte es la moneda, relanza la actividad y los precios al alza. En la aproximacién durkheimiana, la existencia y el funcionamien~ to del mercado no pueden ser explicados sin hacer referencia a las insti- tuciones y representaciones sociales. Esto conduce a los durkheimianos 1 interesarse en Ia imbricacién estrecha que existe entre los comporta~ ‘micntos interesados y los comportamientos fundados sobre normas sociales (por ejemplo, la representacién del mercader o del arrendador cen las clases obreras), puesto que tanto unos como otros constituyen ‘elementos indispensables para dar cuenta de las regularidades sociales ‘observadas (la multiplicidad creciente de intercambios, el rendimiento del trabajo, la estructura de los presupuestos obreros y su evolucién). La institucion y la sociologia econdémica durkheimiana La sociologia, dice Mauss (1901), es la ciencia de las instituciones, 8 decir, la ciencia de los actos y de las ideas que los individuos en- cuentran instituidos y que se imponen mas o menos a ellos. La institu- cién es otro nombre dado al hecho social durkheimiano para designar tanto acuerdos sociales fundamentales (una constitucién politica) co- mo fenémenos como la moda o los prejuicios. Mauss se apresura a » afadir que, situando la institucion en el centro de la sociologia, no se trata de interesarse solo en el pasado: las instituciones evolucionan y ‘se transforman. puesto que los fenémenos instituidos no son com- prendidos y puestos en practica por todos de la misma forma. La so- ciologia economica americana, mas conocida con el nombre de inst La sociologia econdmica tucionalismo, se basa en una concepcién de la institucién muy proxima (Gislain y Steiner, 1995), ya que, segin Thorstein Veblen (1899: 125), se trata de "hébitos mentales dominantes, formas muy extendidas de Pensar las relaciones particulares y las funciones particulares del indi vviduo y de la sociedad’ ‘Simiand construye una clasificacion de los hechos socioeconémi- cos a partir de las instituciones: los tipos econémicos segin un criterio de tamafio (economia familiar, urbana, regional, nacional, etc.) 0 de forma de intercambio (con 0 sin moneda); los regimenes econdmicos sseguin un criteria juridico (servidumbre, artesanado, cooperativas, sala- fiado, etc.) y las formas econémicas segin un criterio tecnol6gico. Por otra parte, bajo el nombre de representaciones sociales, lo que hay de mas intangible en las instituciones sirve para definir la dimensién cog- nitiva de los comportamientos cuando estan fundados sobre las nacio- nes de valor, precio y moneda. Haciendo esto, indaga en la perspectiva , de Mauss para tener en cuenta la interaccién entre la institucion y el comportamiento de los agentes (lo instituido): estos estan condiciona- dos por aquella, pero la hacen evolucionar. Con Simiand, la sociologia econémica durkheimiana afronta direc- tamente los hechos sociales econémicos de la sociedad modema, en tanto que, con Mauss, se interesa esencialmente en las sociedades ar- caicas y en las dimensiones simbélicas y religiosas de la economia, Esta divisién no tiene, sin embargo, nada de estereotipada. En Ensayo sobre el don, Mauss (1925) admite que, en las socieda- des arcaicas, el comportamiento interesado va de la mano del sistema de dones/contra-dones; reciprocamente, las relaciones altruistas eoexi ten con los comportamientos interesados en la sociedad moderna, como han demostrado otros autores més tarde estudiando ese hecho ejemplar que es la donacién de sangre (Titmuss, 1970). Por su parte, Simiand (1934) desarrolla una teorfa de la moneda que hace de ella una institu- ccidn en la cual cristalizan las expectativas y las previsiones de los agen- tes econémicos, pero esta institucién es deudora, segin él, de un enfo- que tomado de la sociologia de la religién. 4 De la ontigua a la nueva sociologia econimica 1.13. Weber: la complementariedad de la economia de la sociologia econémica Weber (1864-1920) no muestra Ia distancia de los durkheimianos ante la teoria econémica abstracta: sin duda, es necesario recordar que fue profesor de economia politica durante la mayor parte de su carrera pro- fesional y que fue, en el seno de la Escuela Historica Alemana, un de~ fensor de las aportaciones del marginalismo (Swedberg, 1998). Weber considera el hecho econdmico como un hecho social en la medida en que la busqueda de bienes escasos obliga al agente a tener en cuenta Comportamientos de otros agentes econémicos y el sentido que estos dan a su accién, La concepcién weberiana de lo social Por razones de método, Weber (1921) considera que lo que hay de especifico en el estudio de lo social se centra en la existencia de ac- ciones individuales en las que el actor da un sentido a su acto y tiene en cuenta acclones de los otros individuos. La sociologia weberiana \ pone asi en primer plano los motivos de los actores situados en situa- | cién de interaccién, el socidlogo se estuerza en comprender estos mo- tivos -por medio de encuestas estadisticas, de experiencias psicolégi- cas de laboratorio o de reconstrucciones racionales— para explicar las regularidades sociales observadas. En el caso del hecho econdmico (ib.), el motivo de la accion es la satisfaccion de las necesidades en situacién de escasez. El desarrollo de la accion esta marcado por el caracter pacifico de la interaccién, lo que excluye el empleo de la violencia, legal 0 no, que caracteriza las relaciones politicas o militares que, por otra parte, pueden tener tam- bien una dimensién econémica. La consideracién del comportamiento ajeno no supone en general un problema, puesto que la accion econémica pacifica supone, por una parte, que los actores respetan mutuamente los derechos de propiedad Y; Por otra, que, en raz6n do la interdependencia en la que se enciien= tran los productores 0 los librecambistas, unos y otros se atienen a los _que sean considerados deseos expresados asumibles, ay 25 La sociologia econémica Esta concepcién de la accién pone a la sociologia econémica de Weber en posicién de completar la teoria marginalista. Por ejemplo, comentando Ia teoria del interés del economista austriaco Eugen von Bohm-Bawerk, Weber explica que el sociélogo economista deberd considerar la explicacién econémica de la existencia de una tasa de interés positivo; segiin esta, los bienes futuros tienen una utilidad mar- ginal menor que los bienes presentes y, en consecuencia de estas eva- luaciones subjetivas, ciertos agentes estén dispuestos @ pagar para dis- poner ahora de bienes de los que no habrian disfrutado hasta més tarde. Addmitido esto, dice Weber (1921: 97): El sociélogo querria entonces saber en qué acto humano se ex- Presa esta pretendida relacién y cémo los agentes econémicos pue- den introducir las consecuencias de esta evaluacién diferencial bajo forma de intereses. En este caso, la sociologia econdmica busca las relaciones sociales fen las cuales se expresa concretamente lo que presuponen los andi abstractos del comportamiento interesado desarrollados por los econo- mistas Esta opinién ha sido retomada por Joseph Schumpeter (1883- 1950), para quien la sociologia econémica se vincula al estudio del ‘marco institucional en el que se desarrotlan las acciones econémicas. Una historia modelizada a la manera de los tipos weberianos puede cconvertirse en el soporte de la teoria econémica por Ia intermediacién de la sociologia econémica. Weber (1904) propone tres lineas de tra- bajo: (1) estudio de la estructura de las relaciones socioeconémicas presentes, (2) examen de su formacién histérica y (3) estudio de su significacién cultural. Se encuentra ahi el origen de las tres dimensio- nes (analitica, histérica y cognitiva) de la sociologia econémica con- temporinea. Esta triparticién heuristica seré utilizada para presentar la sociologia econémica contempordnea (véase cuadro 2.1 en el siguien- te capitulo). Sin embargo, el andlisis propio de la sociologia econémi- ca, tanto ayer como hoy, reclama que hay que insistir en las institu- ciones y las acciones econémicas, 26 FF De la antigua a la nueva sociologia econémica 1.2. Instituciones y comportamientos econdmicos ido Las instituciones, en el sentido durkheimiano del término, han aplicadas muy pronto en el marco de la sociologia econdmica. Dos ejemplos pueden mostrar Ia fecundidad de tal aproximacién: el primero conciere a la fundamentacién sociojuridica del mercado, mientras que el segundo se apoya en las representaciones presentes en el consumo ‘mercantil; en los dos casos, se trata de teorias siempre vivas en la socio- logia econémica contemporinea. 1.2.1. Divisién del trabajo e intercambio En De la divisién del trabajo social, Durkheim explica que los econo- mistas se han aproximado de una manera demasiado restrictiva al fe- némeno cuya importancia habla magnificado Adam Smith en La rigue- za de las naciones (1776). Este no se habia planteado una vision limitada de la divisi6n del trabajo, ya que, si los aspectos productivistas y utilitarios eran valorados, Smith les habfa affadido consideraciones morales (aunque no sea igualitarista, Ia sociedad mercantil debe mejo- rar la situacién de todos, también de los mas pobres), geohistéricos (la sociedad mercantil 0 el mercado general reine el conjunto de zonas accesibles por el transporte maritimo y fluvial, a diferencia de las re- giones interiores) y politicos (el intercambio generalizado con el que deben contar los individuos especializados libera a estos tiltimos de las presiones politicas feudales). De la misma forma, Smith habia tenido en cuenta aspectos sociales de la divisién del trabajo cuando explicaba que, a causa de la multiplicacién de los bienes producidos por indivi- duos especializados que no pueden satisfacer el conjunto de sus necesi- dades, ya no era posible hacer circular los bienes por la intermediacién de relaciones politicas (redistribucién de las riquezas recaudadas por el poder politico) o afectivas (asignacién de los bienes en el seno de la familia), Una vez que la divisién del trahajo se ha generalizado, los individuos no pueden establecer suficientes vinculos politicos 0 afect vvos para aprovisionarse de todos los bienes de los que quieren disponer, 27 La sociologia econémica puesto que tales relaciones exigen mucho tiempo. En consecuencia, el intercambio mercantil, afectiva y politicamente neutro, esta funcional- mente adaptado a la circulacién de riquezas producidas en mayor canti- dad como resultado de la divisién del trabajo. Por tanto, dice Durkheim, autores como Herbert Spencer han pro- puesto una visin de la sociedad fundada sobre el modelo de! intercam= bio. El intercambio seria un contrato libremente negociado entre las partes y las obligaciones sociales no serian nada mas que el resultante de estas convenciones libremente establecidas entre los agentes. Durkheim rechaza esta explicacién y hace valer un argumento socio- econémico similar al de Smith, Analizando la tesis de Spencer, Durkheim muestra fécilmente su punto débil. Supongamos que el lazo social corresponda a la relacién econdmica libremente acordada entre las partes contratantes: la multiplicacién de los intereambios impone a cada uno negociar sin fin, tanto para las transacciones cuyo efecto es inmediato como para aquellas cuyos efectos se prolongan en un largo periodo de tiempo (préstamo a interés, por ejemplo). En consecuencia, el tiempo social empleado en negociar las relaciones contractuales, sobre todo, aquellas complejas y durables, resulta considerable; tan considerable, dice Durkheim, que los individuos estarfan literalmente paralizados si debieran, a cada instante, negociar libremente las condi ciones de sus relaciones contractuales. En resumen, Ia ventaja socio- econémica que Smith habia encontrado en el intercambio mercantil, en comparacién con la existente en la circulacién politica o afectiva de los bienes, desaparece. Se sabe la conclusién que de ello extrae Durkheim: el contrato libre no es posible més que en razén de elementos no contractuales, es decir, apoyndose en instituciones sociales y en tipos preestablecidos de con- trato que se imponen a los agentes. Esta solucién, conviene anotarlo, ‘esté muy préxima a la idea de base de la teorfa econdmica de los costes de transaccién desarrollada por Ronald Coase y, después, por Oliver © Williamson, En efecto, segin estos autores, las transacciones tienen un coste (en tiempo, en informacién, etc.) y la minimizacién de tales cos- tes estd en Ia base de la explicacidn de lus acuerdos jonales que aparecen en la economia de intercambio, sobre todo, ta existencia de ‘empresas (Coase, 1937) 0 de derechos de contrato de naturaleza dife~ 28 De la antigua a la nueva sociologia econimica rente segtin el tipo de bien intercambiado (Williamson, 1981). Si existe una similitud entre las dos aproximaciones cuando hay que tener en ‘cuenta el coste de las transacciones mereantiles, hay, sin embargo, una importante diferencia en cuanto a Ia solucién aportada. En la teoria econdmica de costes de transaccién, los acuerdos institucionales son seleccionados segin un criterio de maximizacién idéntico al que se encuentra en el principio de comportamiento del Homo economicus; en otros términos, la empresa y su organizacin interna minimizan los costes de transaccién, por lo que estas suplantan localmente el mercado. Este tipo de explicacién no tiene cabida en el marco de la sociologia econdmica durkheimiana: la institucién social que es el contrato no es @ fruto de un célculo optimizador, sino el resultado difuso de la evolucién social. Durkheim subraya a este propésito cudnta importancia tiene considerar las representaciones sociales de la justicia para explicar la emergencia del contrato. Esta justicia no es la justicia del mercado en el sentido de que es suficiente respetar las reglas mercantiles para que el intercambio sea declarado justo; la representacién social de In justicia en la que se basa Durkheim es la que asegura a cada grupo social una remuneracién adecuada a su contribucién y a su rango social, En el lenguaje del autor, estas representaciones son instituciones; lo mismo puede aplicarse al lenguaje de la teoria econémica moderna cuando John K. Arrow (1974: 28) asegura que hace mucho caso a las “institu ciones invisibles” como la confianza o los principios éticos y morales cuando se trata de analizar las organizaciones que acompafian o palfan el funcionamiento del mercado. Las representaciones sociales intervienen, pues, en la sociologia econdmica durkheimiana cuando se trata del contrato de intercambio en general; intervienen también a propésito del comportamiento de los consumidores (Miller, 1998). 1.2.2. Consumo y comportamientos de compra A partir de investigaciones estadisticas sobre presupuestos obreros, Halbwachs plantea la cuestién siguiente: ;c6mo explicar que los hoga- 29 La sociologia econémica res obreros tengan una estructura de gasto diferente de otros hogares que disponen de un mismo poder de compra por unidad de consumo? 4Cémo explicar que los presupuestos obreros no siguen las leyes plan- teadas por el estadista Emst Engel en cuanto a la estabilidad relativa de la parte consagrada al vestido y a la vivienda? La respuesta se apoya en el concepto de representacidn: este designa “el mecanismo cognitive por el que los agentes conciben el mundo econdmico y acttian en con- secuencia”. En tanto que institucién, estas representaciones confieren ‘una permanencia a ciertos comportamientos, incluso cuando estos diti- mos ya no corresponden a la situacién de los agentes, como puede ser el caso en una situacién de movilidad econémica ascendente. En otros términos, un hogar obreto puede conservar una estructura de gasto que ‘ya no corresponde a su nuevo estatus econémico 0 a una nueva relacién entre poder de compra familiar y nimero de unidades de consumo, Halbwachs amplia de forma pertinente el uso de la nocién de represen- ) tacién sugiriendo la existencia de diferencias en la representacién en el seno del mismo grupo social segiin el tipo de gasto efectuado, Cuadro 1.1. Efectos de la estimulacién de los sistemas ergotrépico y trofotrépico nnn Baja Elevada Vestido: ‘Comida: Incertidumbre sobre la Debit calidad: no ser demasiado coi ingemuo” Vivienda Fuerte “Renta siempre demasiado clevada, que no es ilegitimo no pagar”. * Los gastos frecuentes de elevada cuantia estin ausentes de esta tipologia en las clases abreras 30 De la antigua a ta nueva sociologia econémica Halbwachs distingue los gastos segtin el importe (débil/fuerte) y la frecuencia (baja/elevada) y les asocia representaciones distintas. Cuan- do se trata de comida, gasto cotidiano que no supone gran importe, el precio aparece como una caracteristica mas del propio producto y no ¢s ‘cuestionado mientras se mantenga en limites de variacién admitidos ‘como naturales. Sin embargo, el precio fuera de lo comiin despierta suspicacia cuando el importe es muy débil. Como recuerda Michéle de La Pradelle (1996), el mercader en el mercado de Carpentras no llega a agotar el producto que ha obtenido de su proveedor a un precio excep- cionalmente bajo y del que quiere beneficiar a sus clientes mientras la calidad sea la misma, Segin la explicacién ofrecida por Halbwachs, la representacién del comprador es la siguiente: si el precio es bajo (en referencia al precio natural), es porque alguna caracteristica material del producto tiene defecto, por lo tanto, no hay que comprarlo. Se tiene ahi_un mecanismo del tipo de los que los economistas denominan la seleccién adversa: la bajada del precio es interpretada en términos de baja de calidad y el comprador racional rechaza dejarse guiar simple- mente por a sefial emitida por el bajo precio (Akerlow, 1970). Cuando cel vendedor restablece (al alza, pues) el precio habitual, el producto se vende como de costumbre. En el caso del vestido, siendo més baja Ia frecuencia de compra, el conocimiento de Ia relacién calidad/precio falta: se trata de ser lo menos ingenuo posible en el mercado, asi, la compra estara guiada por el interés de comprar a buen precio. No obs- tante, Halbwachs introduce un principio de visibilidad social extraido del estudio que Veblen (1899) consagré al consumo ostentoso, es decir, el consumo que se realiza para satisfacer la necesidad de mostrar a sus vvecinos que “se tienen medios”. A diferencia de la comida tomada en el seno del hogar, el gasto en ropa depende de este principio de visibilidad social, Lo que conduce a un gasto més elevado (compra de ropa de bue- rna calidad) que la que resultaria de la desconfianza del comprador fren- te al mercado. Finalmente, el gasto de vivienda, de cuantia clevada y de frecuencia baja, (Halbwachs, habilmente, no la considera en su regula ridad semanal 0 mensual, sino en el momento del cambio de vivienda, momento en el que dcben ser tomadas las decisiones psicoldgicumente fuertes) es considerado como una renta siempre desproporcionada res- pecto al servicio prestado. 31 La sociologia econémica Insistiendo sobre estos aspectos de la sociologia econémica durkhei- miana y, sobre todo, sobre la. aproximacién que parte de las representa- ciones sociales para explicar los comportamientos de los agentes y mos- tar las razones de las regularidades empiricas observadas, trata de lamarse la ateneién sobre el peligro de oponer simplemente la propuesta durkheimiana a la weberiana. Con Halbwachs, el sociélogo economista durkheimiano se encuentra muy préximo a la propuesta weberiana, la que Weber (1904: 170) expone diciendo: “Llamamos fin a la representa- cidn de un resultado que se vuelve causa de una accién. Y la tomamos en consideracién en la misma medida en que cualquier otra causa que con tribuye o puede contribuir a un resultado significativo”. 1.3. Teorias de la accién econémica La teoria de Ia accién ha recibido una atencién continua por parte de la sociologia econémica. {Cémo mejorar la comprensién del comporta- miento econémico? La respuesta ha sido offecida por teorfas de la ac- cidn que abren la puerta a otras formas de racionalidad y a otros moti- ‘vos més alli de la racionalidad instrumental, Curiosamente, se ha olvidado este origen en el cruce de la economia y de la sociologia y ha llegado a creerse que se trata de reflexiones propias de la sociologia y exteriores al ambito de la economia. 1.3.1. Las acciones econémicas racionales y sus sombras Con el siglo Xx, se impone Ia idea de que Ia teoria econdmica se ocupa de los comportamientos racionales interesados: considerando las prefe- rencias como datos estables, la teoria econémica modeliza los compor- tamientos de agentes que buscan obtener el mayor bienestar posible cediendo una parte de los bienes de los que disponen para adquirir otros hasta cl punto en el que ninguna transaccién libremente consentida ‘mejore la situacién de un par cualquiera de agentes. Esta accién racio- 32 De la antigua a la nueva sociologia econémica nal instrumental, cuyo caracter es més normativo (lo que haria el agente si fuera perfectamente racional) que descriptivo (Io que hace el agente realmente), se convierte en la piedra de toque de la teoria econdmica. Su fuerza reside en que se apoya en una sola forma de aceién y ofrece Ja ventaja decisiva de ser fécilmente comprensible (basta con aplicar las reglas de la logica para comprender el sentido de Ia accién para el ac- tor) y susceptible de una formalizacién matemética (optimizacién bajo constriccién). Frente a este esquema interpretativo, los socislogos eco- nomistas se esfuerzan en mostrar que es necesario afiadir otras formas de accién, Pareto ocupa un lugar principal en la medida en que su aportacién se sitia a la vez en los registros de la teorfa econémica y de la sociolo- ‘gia econdmica. Por un lado, retomando la referencia a la utilidad y a Ia filosofia utilitarista, formaliza el comportamiento econémico en térmi nos de teoria de Ia eleccién racional. La parte social o no racional del individuo esta centrada en sus gustos, representados por curvas de indi- fetencia (el conjunto de las cesfas de bienes ante las que el individuo se muestra indiferente) jerarquizadas segin nimeros indice. La teoria del ‘equilibrio general) offece sus resultados en términos de equilibrio y coptimizacién sobre la base de las eleceiones racionales de individuos considerados como independientes unos de otros. Por un lado, Pareto se niega a extender esta teoria de la eleccién racional fuera de un circulo bastante estrecho de fendmenos ~econémicos sobre todo y rehiisa a opcién propia del imperialismo econémico segin la cual todo acto que implica medios escasos (aunque no sea mas que el tiempo) es suscepti- ble de ser estudiado por los procedimientos del anilisis econdmico, En efecto, segtin Pareto, las acciones racionales (/égicas en su vocabulario) no forman més que un tipo de accién al lado de acciones no racionales (vio ldgicas)Ademés, piensa que las acciones no légicas son las mas importantes cuando tratan de explicarse los fenémenos sociales, es decir, cuando se pasa de la primera aproximacién, que aporta la eco- nomia pura, a la sociologia. ‘Tomemos el ejemplo del proteccionismo, frecuentemente abordado por el aulut. La teuria pura del comercio internacional expliea la venta {ja mutua que las naciones (y'los individuos que las componen) pueden esperar del libre intercambio; sin embargo, se constata que las politicas 33 La sociologia econémica ‘econémicas proteccionistas son numerosas y que ciertos paises ven aerecentar su riqueza aplicando tal politica. ;Debe concluirse que la teoria pura de la eleccién racional es falsa, desmentida por los hechos? Es un reduccionismo que Pareto no comparte. La teoria no es falsa, pero es incompleta, puesto que no puede explicar ella sola el fenémeno concreto; es necesario afiadirle otras explicaciones para dar cuenta de 1. La idea de Pareto es entonces la siguiente: el proteccionismo es el resultado de las demandas de proteccién dirigidas a los gobernantes por los empresarios que buscan evitar la presién competitiva y enriquecerse asi mas faicilmente. Las barreras aduaneras desembocan en una menor produccién de riqueza que la que permitria el libre intercambio (efecto econémico de primer rango); como revancha, el proceso de creacién de rentas proteccionistas favorece a los empresarios astutos y cuestiona los valores de la prosperidad econémica. EI proteccionismo tiene, pues, efectos sociales de segundo rango, pero la reflexién no se queda ahi ) Los tipos de individuos favorecidos y los cambios de mentalidades ‘econ6micas inducidas por el proteccionismo pueden tener el efecto de incrementar durante un tiempo ta produccién de riquezas (efecto eco- ‘némico de tercer rango) al punto de contrabalancear el impacto negati- vo del efecto econémico de primer rango del proteccionismo. Fundada ‘en una mezcla de acciones I6gicas y no légicas, la sociologia econém ca de Pareto no es una concha vacia y produce efectos de conocimiento especificos, de la mano de la teoria de Ia accién de Weber, Acciones logicas y no légicas segin Pareto Pareto (1917) exige tres condiciones para que una accion sea log ca: (1) el actor tiene un sentido subjetivo a su accién (es una accion significativamente orientada, en el sentido de Weber) y organiza cons- cientemente su desarrollo, (2) el observador exterior, dotado del con- junto de conocimientos cientificos del momento, determina el sentido ‘objetivo (la direccién en la que va a transcurrir efectivamente la accion) ¥ (8) los dos sentidos san idéntiens 11a accién econémica, por la que el Homo aeconomicus busca obtener (sentido subjelivo) de cada franco a su disposicién la utilidad mayor en comparacién a la utllidad marginal 34 De la antigua a ta nueva sociotogia econémica de los diferentes bienes a su aleance, es considerada por el observa- dor (el teérico de! equilibrio general) como una accién que permite alender ese mismo fin. La accién es, pues, légica Cuando una de estas tres condiciones no es respetada, la accion ‘cae en el vasio dominio de las accianes no légicas. No logica, en Pare- to, no quiere por otra parte decir ilégica: una accién no ldgica puede ser esa que Se pondera en una época y cultura dadas. Las acciones sin sentido subjetivo son extremadamente raras; Pareto retoma en este punto la perspectiva de Weber: las acciones sin sentido objetivo'son ‘més numerosas (la magia constituye un ejemplo: los hechizos no ha- ran caer la lluvia). El caso mas interesante es el de una accién en la cual los dos sentidos, subjetivo y objetivo, existen, pero no concuerdan: veremos mas abajo un ejemplo muy importante con la accion del em- presario en competencia perlecta. La tipologia de 1a accién de Weber es ciertamente la mas conocida y la mas utilizada en nuestros dias. Fl autor distingue entre cuatro tipos e acciones: tradicional, afectiva, racional respecto a valores y racional respecto a fines. Si se dejan de lado las acciones rutinarias (fundadas en os impulsos y los afectos del momento o, incluso, atendiendo al sentido de las propuestas de Jon Elster [1998], en las emociones), las acciones son racionales, ya se planteen en términos de valores o de adaptacién medios-fin ‘La cuestién del origen del comportamiento econémico racional va a permitir mostrar la imbricaciOn existente entre las dos formas de accién racional. En La ética protestante y el espiritw del capitalismo, Weber (1905) muestra que el comportamiento econdmico racional, soporte esen- cial de toda la civilizacion moderna, es una construccién social especifica. Segin Weber, antes de la época moderna (siglo XVI), la imposicién de la religién era tal que ninguna transformacién de los comportamientos legi- timos podia tener lugar sin su consentimiento. La accién econémica es ‘entonces tradicional en dos sentidos: o se trata de una accién en la que ‘sti ausente Ia bissqueda sistemitica del beneficio (el campesino busca satisfacer sus necesidades y, hecho esto, deja de trabajar), o se trata de tuna accién en la que el deseo de beneficio se ejerce al limite, sin eseripu- Io, sin consideracién de una rentabilidad a largo plazo. El efecto de la 35 La sociologia econémica Reforma protestante, en su acepcién calvinista, es difundir en la comun dad de creyentes un comportamiento aseético y una concepcién del traba- jo como deber. En virtud def decreto divino que hace que cada uno, no importa lo que haga, sea condenado o elegido, los creyentes buscan met6- dicamente los signos de su eleccién. haciendo fructificar el mundo que Dios ha creado para su gloria, Este comportamiento religioso (busqueda de salud y confirmacién ante el otro de Ia condicién de elegido) produce acciones racionales respecto a valores cuyas consecuencias econémicas son evidentes (sistematicidad del comportamiento, bisqueda de la mayor creacién de riqueza no para disfrutarla, sino para reinvertirla, ete.), pero que no habrian podido ser socialmente aceptables sin él. Este comporta- ‘miento racional respecto a valores (religioso, puesto que se trata de asegu- rar la salud ctema) tiene finalmente como consecuencia no deseada, un sistema econdmico en el que el mévil religioso de la accion ya no es ne- cesario: es, sin embargo, obligatorio escozer segin la racionalidad eco- nomica si no quiere exponerse a consecuencias lamentables en la lucha (la ‘competencia) para el acceso a la disponibilidad de la riquezs. Las racionalidades de la accion segin Weber La accion racional se presenta en primer lugar como racionalidad instrumental 0 adaptacion racional de los medios a los fines persegui- dos. La definicion, muy fuerte, esta directamente asociada por el autor al comportamiento econémico tal como lo describe la teoria marginalis- ta: “acta de forma racional respecto a fines, lo que orienta su actividad segin fines, medios y consecuencias subsidiarias, y confronta, al mis- ‘mo tiempo, racionalmente los medios ¥ el fin, el fin y las consecuencias subsidiarias y, por tltimo, los diferentes fines posibies entre si” (Weber, 1921: 28). La definicién ideal-tipica de la accién instrumental presenta Un nivel de abstraccién que no tiene nada que envidiar a la de la accion interesada del Homo ceconomicus. No obstante, Weber toma en cuenta una segunda forma de accion racional, la accién racional respecto a valores: “actua de manera pura- mente racional respecto a valores el que actua sin tener en cuenta las consecuencias previsibles de sus actos, entregado al servicio de su conviccion centrada en lo que le aparece dirigido por el deber, la digni- 36 De la antigua a la nueva sociologia econsmica dad, la belleza, los precepios religiosos, la piedad o la grandeza de una causa, cualquiera sea su naturaleza” ib.) Esta segunda forma de racionalidad, la racionalidad axiolégica se- gin la terminologia de Raymond Boudon (1998a y 1998b). supone que fa acci6n no busca una adaptaci6n medios-fin para product las conse- cuencias preferidas por el actor, sino que hace prevalecer un principio axiologico, un valor, a los que el individuo se adhiere, sea cual sea la consecuencia material que resulte para el autor (por ejemplo, en el juego del uimatum, donde trata de repattitse entre dos agentes una suma de dinero, un jugador puede rechazar una ganancia en nombre

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