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García Rita Cynthia Noemi C. Banco Columbia (Jurisprudencia Sobre Daño Moral)

Este documento resume un caso judicial entre Rita Cynthia Noemi García y el Banco Columbia S.A. García demandó al banco por daños y perjuicios por una deuda que alegaba nunca haber tenido. El banco argumentó que la acción había prescrito y negó su responsabilidad. El juez determinó que la acción no había prescrito y que el caso debía seguir su curso para determinar si el banco tenía responsabilidad por los daños reclamados.

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García Rita Cynthia Noemi C. Banco Columbia (Jurisprudencia Sobre Daño Moral)

Este documento resume un caso judicial entre Rita Cynthia Noemi García y el Banco Columbia S.A. García demandó al banco por daños y perjuicios por una deuda que alegaba nunca haber tenido. El banco argumentó que la acción había prescrito y negó su responsabilidad. El juez determinó que la acción no había prescrito y que el caso debía seguir su curso para determinar si el banco tenía responsabilidad por los daños reclamados.

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Poder Judicial de la Nación

JUZGADO COMERCIAL 15 - SECRETARIA Nº 30

12185 / 2013 GARCIA RITA CYNTHIA NOEMI c/ BANCO COLUMBIA S.A.


s/ORDINARIO

Buenos Aires, 07 de julio de 2020.-

Y VISTOS:

Estos autos caratulados "GARCIA RITA

CYNTHIA NOEMI C/ BANCO COLUMBIA S.A S/ORDINARIO" para dictar

sentencia, de los cuales

RESULTA:

I. Que a fs. 30/36 se presentó RITA

CYNTHIA NOEMI GARCIA, por su propio derecho, e inició demanda

por daños y perjuicios contra BANCO COLUMBIA S.A por la suma

de $100.000 o lo que en más o en menos resultara de la prueba

a producirse en autos, con mas sus intereses y costas, según

la exposición de los hechos que efectuó y que seguidamente

sintetizaré.

Dijo que en el mes de febrero de 2010

ingresó a internet, colocó sus datos personales y se

anotició de que le adjudicaban una deuda con el Banco

Columbia S.A, con incorporación en la base de datos del

Banco Central de la Republica Argentina, con categoría 5

(moroso incobrable).

A pesar de ello, explicó, que nunca había

tenido vinculación comercial con la demandada. Y que, al

comunicarse con esta última, le informaron que la deuda se

había originado por un préstamo de GE MONEY S.A, extendido a

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través de la tarjeta de crédito -MASTER CARD/GE MONEY-.

En conocimiento de esto último, intentó

comprar un par de zapatillas a crédito en un comercio de

Almirante Brown, las cuales no pudo adquirir por encontrarse

informada como deudora en el Banco Central. Asimismo intentó

acceder a un préstamo en la firma Efectivo SI S.A, en

Cartasur S.A y en el Banco Santander Rio Sucursal 123

siéndole informado en todos los casos que los créditos se le

denegaban por una deuda crediticia pendiente con otra

entidad.

Tras ello, remitió una carta documento con

fecha 4/05/2012 a la demandada intimándola a que en el plazo

perentorio de 72 horas, rectificara su informe y asumiera el

error por ante el veraz.

De su lado la demandada, rechazó tal misiva,

negando su responsabilidad.

Tras el fracaso de las instancias previas

extrajudiciales, inició las presentes. Así, solicitó la suma

de $70.000 en concepto de daño moral y la suma de $30.000 en

concepto de daño material.

Ofreció pruebas y fundó en derecho su

accionar.

II. A fs. 37 se imprimió a las

actuaciones el trámite correspondiente al juicio ordinario y

se confirió el traslado de ley, diligencia cumplida mediante

la cédula de fs. 43.

A fs. 84/94, Banco Columbia S.A respondió

la acción, solicitando su rechazo, con costas.

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Planteo excepción de prescripción de la

acción en los términos del art. 4037 del Código Civil, con

fundamento en que la acción por daños que aquí pretende su

contraría deviene de una relación extracontractual con su

parte, habiendo transcurrido los dos años previstos para

interponerla.

En subsidio, contestó demanda, negó por

imperativo procesal los extremos basales del pleito, y dio su

versión de los hechos.

Dijo que su contraria adquirió de su

parte una tarjeta de crédito Mastercard, cuyo saldo nunca fue

cancelado. Y que, el mencionado producto se entregaba

cumpliendo ciertos requisitos y controles de seguridad, como

la presentación de documento nacional de identidad, facturas

de servicios a su nombre, todo ello con el fin de acreditar

la identidad, sosteniendo así su diligencia para el

otorgamiento del crédito y negando su responsabilidad.

Ofreció pruebas e hizo reserva del Caso

Federal.

III. A fs. 116 la actora contestó el

traslado de la excepción de prescripción y a fs. 118 se

difirió para esta instancia el tratamiento de la mencionada

defensa. A fs. 123 la causa se recibió a prueba,

designándose la audiencia preliminar que preceptúa el

cpr:360, sobre cuyo resultado instruye el acta de fs. 154

dónde fueron proveídos los medios probatorios oportunamente

ofrecidos, los que se produjeron en los términos del

certificado actuarial de fs. 155/156, y a fs. 324 se declaró

clausurado el período de prueba.

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Habiéndose expedido el Agente Fiscal (v.

fs. 342) y frente al fracaso de la instancia conciliatoria

fijada por el Tribunal (v. fs. 336), en fs. 397 se llamaron

los autos para dictar sentencia, providencia consentida a la

fecha.

Y CONSIDERANDO:

I.a) Se demandó para obtener el

resarcimiento por los daños y perjuicios ocasionado por la

demandada como consecuencia del otorgamiento de una tarjeta

de crédito MasterCard con un documento nacional de identidad

adulterado, que devino luego en la inclusión de la actora en

la Base de información crediticia del Banco Central de la

República Argentina.

Banco Columbia S.A, dijo que la acción se

encontraba prescripta. En subsidió, resistió la pretensión y

pidió su rechazo. En tal sentido, alegó que no le cabía

responsabilidad alguna por los hechos que motivan el reclamo,

postulando haberse conducido con la diligencia que el caso

imponía.

En estos términos genéricos quedó

planteado el conflicto que cabe decidir.

I.b) Expuestas bien que brevemente las

posiciones asumidas por los litigantes, resulta

imprescindible analizar en primer término la procedencia -o

falta de ella- de la defensa de prescripción de la acción

opuesta por el Banco Columbia S.A. Ello en tanto, de acogerse

la misma, el tratamiento de las restantes cuestiones

planteadas en autos devendrían abstractas.

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La excepción de prescripción es una

defensa que tienen quienes por el transcurso del tiempo y la

inacción del titular de la relación jurídica consiguen

impedir que progrese la pretensión al haberse liberado de la

obligación por ser tardío el reclamo (cfr. Gozaíni, “Defensas

y Excepciones”, Ed. Rubinzal- Culzoni, pag. 133).

Sabido es que la prescripción es de

interpretación restrictiva, por lo que en caso de duda, debe

estarse por la solución más favorable a la subsistencia del

derecho (cfr. CNCom. Sala A, "Pruzzo Diehl San Martín y Cía.

S.A. c/Perkins, Gladys", del 25.06.82; íd. Sala E, “Cordero,

Andrea Myriam c/La Segunda Cooperativa Limitada de Seguros

Generales”, del 15.12.09; íd. Sala B, “Costoya, Juan Carlos y

otro c/Coca Cola Femsa de Buenos Aires S.A. s/ordinario”, del

14.09.12, entre muchos otros).

Aduce la demandada que la responsabilidad

extracontractual que eventualmente le cabría, corresponde la

aplicación del plazo de prescripción de dos años. Ello, en

virtud de que la propia actora negaba la existencia de

contrato.

De su lado, la demandada adujo que desde

que se anotició del hecho en mayo de 2011, hasta la

interposición de la presente demanda, no transcurrió el

mencionado plazo.

Veamos.

No se encuentra controvertido que la

información de morosidad informada al Banco Central de la

Republica Argentina, corresponde al saldo deudor acaecido el

6/12/2010 en el contrato de tarjeta de crédito Mastercard a

nombre de la actora. Y, la propia demandada, si bien

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desconoce la totalidad de las cartas documentos adjuntadas

por la actora, al interponer su defensa de prescripción

reconoce haber sido intimada mediante carta documento

remitida en el mes de Julio de 2012, haciendo referencia a la

misiva agregada a fs. 5 en copia.

Ante ello, sabido es que, el CCiv: 3986

dispone que la prescripción liberatoria se suspende, por una

sola vez, por la interpelación fehaciente al deudor. Esta

suspensión sólo tendrá efecto durante un año o el menor

término que pudiere corresponder a la prescripción de la

acción.

Consecuentemente, siendo que el inicio

de las presentes actuaciones acaecieron el 27/05/2013 -v.

cargo de fs. 36 vta-, sin adentrarme en complicados cálculos

aritméticos, se desprende que no transcurrió el plazo bienal

previsto por el CCiv: 4037.

Por tanto, corresponde el rechazo de la

excepción de prescripción opuesta por el banco demandado.

I.c) Del Fondo del asunto.

Sentado ello, he de recordar que, conforme

la directiva del cpr: 377 recae sobre quien alega hechos la

carga de la demostración de que efectivamente ocurrieron, ya

que las meras alegaciones procesales resultan insuficientes

para proporcionar al juzgador los instrumentos que necesita

para emitir su pronunciamiento (CSJN, "Kopex Sudamericana

SAIC c/ Buenos Aires, Provincia de y otros", 19-12-95).

La carga señalada no se traduce en una

obligación de probar, sino que importa estarse a las

consecuencias derivadas de que la prueba se produzca o no.

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Por ello, la actividad probatoria es una circunstancia de

riesgo: pierde el juicio quien no acredita aquellos hechos

que invoca como fundamento de su derecho (CCom:A, "G.V. y

otros c/ Canteras Argentinas S.A.", 23-4-97 y doc. cit.).

En otros términos, los justiciables deben

acreditar los presupuestos que sustentan su pretensión,

defensa o excepción, sin que dependa ello de la condición de

actor o demandado sino de la posición que asuman en el

juicio. De ahí que el actor debe probar los hechos

constitutivos de esa pretensión, y el demandado los

extintivos, impeditivos o modificativos que oponga a aquellos

(Sala B, 15-12-89, LL 1990-C-102; id. Sala A, 5-3-80, ED 87-

703; Carnelutti F., "La Prueba Civil", Depalma, pág. 219).

Cabe también poner de resalto que el juez

no tiene la obligación de ponderar todas las pruebas

colectadas en la causa, sino sólo aquéllas que juzgue, según

su criterio, pertinente y conducentes para resolver el caso

(fallos 274:113; 280:320; entre otros).

Asimismo, tampoco tiene el deber de

tratar todas y cada una de las argumentaciones de las partes,

sino tan sólo aquéllas que estimen que posean relevancia para

sustentar sus conclusiones (fallos 258:304; 262:222; 265:301;

272:225; 308:2172; 310:267) (cit. por CNCom. Sala A, "José

Lozano S.A. c/Banco Río de la Plata S.A. s/ordinario", del

21.11.00).

De modo que habré de circunscribirme al

análisis de aquéllas que resultan conducentes para dirimir la

controversia.

La pericia caligráfica producida en autos

da cuenta de que el informe de morosidad informado por la

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demandada resultó improcedente. Es que –al requerírsele al

experto que determine si las firma suscriptora del contrato

de tarjeta de crédito base de la presente demanda corresponde

en autenticidad con la firma de la actora- este dictaminó:

“las firmas en cuestión no pertenecen al patrimonio

escritural de la Sra. Rita Cynthia Noemi García” (v.

conclusión al informe en fs. 291-vta-).

Sentado lo anterior, corresponde

verificar si dicho obrar importa antijuridicidad imputable a

la accionada. Recuérdese que mientras la actora le atribuyó

culpa en el otorgamiento de un préstamo, aquella pretendió

deslindar todo tipo de responsabilidad arguyendo haber

cumplido todos los recaudos a tal fin.

En este sentido, cabe señalar que

lamentablemente es un hecho muy común que delincuentes

usurpen la identidad de otras personas a través de documentos

apócrifos para cometer estafas y defraudaciones (v. Palazzi,

"Informes Comerciales", Ed. Astrea, 2007, pág. 225 y ss. y

jurisprudencia allí citada).

Precisamente, las medidas que afirma

haber adoptado la demandada antes del otorgamiento del

préstamo en cuestión a quien simuló ser la aquí actora, son

la muestra más cabal de que un hecho de tales características

podría acontecer -y que, de hecho, aconteció-.

Resulta pues evidente entonces que no

puede considerarse ese hecho -usurpación de la identidad de

la Sra. García con un documento falso- como imprevisible,

inevitable o fortuito.

Un primer acercamiento a la cuestión

suscitada podría llevar a sostener que la demandada arbitró

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razonablemente los medios a su alcance para verificar la

identidad y domicilio de la accionante (v. fs. 59/61).

Sin embargo, ello no es así.

Por de pronto, las pruebas producidas

revelan que las medidas adoptadas resultaron ineficaces.

Y si bien no es posible imponerle que

lleve a cabo una investigación de índole policial a los fines

indicados (cfr. CCom:E, "Luis Federico Bullrich y Hnos. S.A.

c/Banco Río de la Plata S.A. s/ordinario", del 11.05.92), lo

cierto es que resulta un deber legal a su cargo "conocer" a

la persona determinada que es o va a ser su cliente.

En el caso particular, no existen

constancias de constatación del domicilio informado por la

impostora y no parece razonable sostener que a la demandada,

en su calidad de agente especializado del mercado, le sea

imposible verificarlo.

Desde esta perspectiva conceptual, sólo

cabe encuadrar el obrar de la entidad financiera en el ámbito

del error inexcusable por falta de diligencia pues habría

tenido a su alcance -o debió tener- elementos para advertir

alguna anomalía y obrar en consecuencia, evitando el ilícito

cometido.

La conducta de la entidad financiera no

puede ser ponderada con los mismos parámetros aplicables a un

neófito pues su actividad profesional lo obliga a ajustarse a

un standard de responsabilidad agravada. El proveedor de

bienes o servicios no puede escudarse en su falta de

intención maliciosa dado que la celebración de un contrato de

mutuo exige en oportunidad de su otorgamiento la mayor

estrictez, no sólo en cuanto al cumplimiento de los

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requisitos de su procedencia sino también en la comprobación

de su veracidad.

Constituye obligación a su cargo el obrar

con prudencia y diligencia a fin de evitar que se ocasionen

perjuicios (cfr. CCom:B, "Manfredi, Juan c/Banco Mercantil

Argentino s/ordinario", del 08.02.94) y esta obligación

resulta agravada por la propia naturaleza del ente, lo que

incrementa su grado de responsabilidad por las consecuencias

posibles de los hechos (cfr. CCiv:902 y 909). Caso contrario,

de eximirla de responsabilidad, se facilitaría que personas

inescrupulosas recurran al sistema bancario para cometer

delitos, que sólo podrían consumarse merced a la desatención

o incumplimiento de las obligaciones a su cargo (cfr. CNCom.

Sala A, "Tuñez, Verónica c/Banco Itaú Buen Ayre S.A. s/

sumario", del 20.10.04).

En el marco descripto, es evidente que la

conducta de la demandada resulta merecedora de reproche por

desatender su obligación de verificar acabadamente el

cumplimiento de los recaudos para el otorgamiento de un

préstamo a su nombre. La falta de diligencia apuntada resulta

tanto más relevante en el caso de una entidad financiera que

supone una organización profesional dedicada a la actividad

específica que lleva a cabo.

Juzgo pues que ello importa una actuación

culposa que constituye factor de atribución de

responsabilidad (CCiv:1109 y 902).

I.d) Si bien este contexto otorga adecuado

soporte a la responsabilidad imputada por la actora y revela

que cuenta con un genérico derecho de ser resarcida, cabe

ahora precisar la extensión del daño. Veamos.

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La pretensora reclamó un resarcimiento en

concepto de daño material en la suma de $30.000.

En tanto la falta de determinación del

mismo obsta a la posibilidad de tener acreditada su efectiva

causa, el presente ítem será rechazado.

Es que, manifestó la actora en su

demanda que luego de enterarse de su mal informada morosidad,

intentó adquirir ciertos productos financieros que le fueron

rechazados por su situación de incobrable.

Pero, su actitud omisiva a fin de

demostrar la procedencia del presente rubro sellan la suerte

adversa que deberá correr el presente rubro.

Ello conllevará –reitero- a desestimar lo

reclamado por daño material.

Por último, solicitó la actora el

reconocimiento de la suma de $70.000 en concepto de daño

moral.

La promoción de un pleito y como

consecuencia de ello la inclusión errónea de la actora en los

registros respectivos, con los públicos y notorios efectos

nocivos que se generan en el plano anímico y espiritual del

damnificado, tornan innecesaria una mayor acreditación del

daño, tratándose de lo que se denomina una prueba in re ipsa

(Sala B, "Fecit, Liliana Mónica y otro c/ Bank Boston N.A.

s/ordinario", 8-11-04; id. "Derderian, Carlos c/ Citibank NA

s/ sumario", del 12/9/02; en el mismo sentido, Sala D,

"Girassolli, Alejandro Oscar c/ Banco Bansud S.A. s/

ordinario", 11-2-04).

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No resulta dudoso que la conducta

descripta produce una seria afectación en el ánimo de quien

ve injustificadamente amenazados su prestigio y buen nombre.

Más aún cuando el proceso que se promovió y el embargo que se

trabó nunca debieron existir, de modo que el error deriva en

una mayor angustia al evidenciar una situación

intrínsecamente injusta (Sala B, "Domínguez Alvarez, Eloy c/

Banco Río de la Plata S.A. s/ ordinario", 30-12-02; id.

"Parro Valenzuela, María Cecilia c/ Banco de Galicia y Buenos

Aires S.A. s/ sumario", 15-11-02).

Para la fijación del monto han de tenerse

en consideración diversos elementos como la forma pública del

agravio, personalidad del ofendido, desempeño profesional,

medio en el que se desenvuelve, etc. (Kemelmajer de Carlucci,

en "Código Civil y Leyes Complementarias, comentado, anotado

y concordado" dirigido por Belluscio Augusto, T° V, pág.

252); es por ello que la determinación del quántum no deriva

de un cálculo matemático estricto sino de juicios de valor

que atienden a circunstancias personales (Sala A, "Fernández

Alejandra c/ Empresa de Transportes Fournier S.A. s/ daños y

perjuicios", 23-5-05).

Es que si bien la cuantificación queda

librada al prudente criterio del juez, debe el magistrado

tener en consideración la entidad y magnitud de la lesión en

función de las proyecciones de la persona en su esfera

psíquica, atendiendo a sus padecimientos, miedos, angustias y

sufrimientos. Y la reparación integral sólo puede ser

aproximada ya que el monto que se fije no puede representar

ni traducir el perjuicio, ni sustituirlo por un equivalente

(CCiv:F, “Amarillo María c/ Dombrowsky Félix”, 15-9-07).

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De ahí que la admisión del rubro debe

prosperar por el monto de $70.000, prudencialmente evaluado

en los términos del cpr:165.

A la suma precedentemente indicada se le

aditarán intereses calculados según la tasa activa BNA sin

capitalizar (cfr. Com, en pleno: "Calle Guevara Raúl (fiscal

de cámara) s/ revisión de plenario", 25/08/03 y Com, en

pleno: "Sociedad Anónima La Razón s/quiebra s/inc. pago

profesionales", 27/10/94) desde la mora, que tendré por

acaecida en el caso el 06/12/2010, fecha en la cual se generó

el infundado saldo deudor en contra de la actora y hasta su

efectivo pago.

II. En síntesis, se hará lugar

parcialmente a la demanda interpuesta por RITA CYNTHIA NOEMI

GARCÍA respecto de BANCO COLUMBIA S.A, en tanto la condenare a

pagar en el plazo de 10 días de consentida o ejecutoriada la

presente la suma de $70.000 según la tasa activa BNA sin

capitalizar (cfr. Com, en pleno: "Calle Guevara Raúl (fiscal

de cámara) s/ revisión de plenario", 25/08/03 y Com, en

pleno: "Sociedad Anónima La Razón s/quiebra s/inc. pago

profesionales", 27/10/94) desde la mora, que tendré por

acaecida en el caso el 06/12/2010, fecha en la cual se generó

el infundado saldo deudor en contra de la actora y hasta su

efectivo pago.

Y rechazándola por el resto.

III. Las costas se impondrán a la

demandada, por aplicación del principio objetivo de la

derrota que emerge del cpr:68, sin que se adviertan

configurados en el caso eximentes que permitan decidir de

otro modo.

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En consecuencia, por las consideraciones

expuestas FALLO:

I) Haciendo lugar parcialmente a la

demanda promovida por GARCIA RITA CYNTHIA NOEMI contra BANCO

COLUMBIA S.A. e intimando a esta última para que en el plazo

de diez (10) días de consentida o ejecutoriada la presente

pague a la primera la cantidad de PESOS SETENTA MIL ($

70.000), en concepto de capital con más los intereses

indicados en el considerando II) desde la fecha allí prevista

hasta su pago efectivo, bajo apercibimiento de ejecución. Y

rechazándola por el resto.

II) Imponiendo las costas a la demandada

(cpr:68).

III) Atento la naturaleza, calidad y

extensión de la labor desarrollada en el presente juicio hasta

la fecha, corresponde regular los honorarios de los

profesionales intervinientes en autos.

Así, regulo en $24.000 los honorarios de

la representación letrada de la parte actora, discriminado

conforme el siguiente detalle la suma de $13.000 en forma

conjunta y por partes iguales a los letrados patrocinantes de

la parte actora Dres. Patricia Estela Zoni y Dr. Guillermo

Aparicio Mareco. Regulo en la suma de $4.000 el honorario del

Dr. Alberto Sebastián Ubertalli por su representación como

letrado patrocinante de la actora a partir de fs. 323. Regulo

en la suma de $7.000 el honorario del Dr. Diego German Ianni

por su representación como letrado patrocinante de la actora a

partir de fs. 350.

Asimismo, regulo en $15.000 el honorario

correspondiente a la representación letrada de la parte

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demandada, discriminada conforme el siguiente detalle, regulo

en la suma de $11.000, en conjunto y por partes iguales, el

honorario correspondiente a los Dres. María Florencia D`angelo

y Roberto Ariel Vilella por sus actuaciones como letrados

apoderados de la parte demandada durante el proceso. Y, la

suma de $4.000 en conjunto y por partes iguales, los

honorarios correspondientes los Dres. Eduardo Maggiora,

Victoria Di Girolamo, Mariano Vedoya y Gimenez Zapiola

Gerónimo por sus actuaciones como letrados de la demandada en

el proceso.

Regulo en $2.000 los honorarios del perito

contador Mario José Mazzeo.

Regulo en $2.500 los honorarios del perito

calígrafo Gustavo Alberto Etcheto.

Ello así, en los términos de lo dispuesto

por arts. 6, 7, 9, 19, 22, 33, 37 y 39 de la ley 21.839 y

modif. introducidas por la ley 24.432; Com en pleno, 29.12.94,

Banco del Buen Ayre c/ J. Texeira Mendez SA s/ ordinario s/

inc. de honorarios por Bindi Gustavo Alberto; Dec. ley

16.638/57:3-; y Dec. 1467/2011 –Reg. ley 26.589, anexo III

art. 1º pto. g.).

Regulo en $7.800 los honorarios de la

mediadora Adriana Darriba (Decreto Nacional 1.467/2011 –

sustituido por Decreto Nacional Nº2536/2015, reglamentación de

la ley 26.589 de mediación y conciliación).

Déjase constancia que el monto de los

honorarios regulados no incluyen la alícuota del I.V.A. y que,

una vez firmes, deben abonarse en el término de cinco días.

#23969700#261581467#20200707105651115
IV) Notifíquese a las partes por

Secretaría con copia de la presente, y al Sr. Agente Fiscal

mediante remisión de las presentes a su despacho. Cúmplase,

regístrese, oportunamente glósese la documentación, y

archívese.

Máximo Astorga

Juez Nacional

Signature Not Verified


Digitally signed by MAXIMO
ASTORGA
Date: 2020.07.07 12:04:47 ART

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