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3-La Situación de La Mujer

La mujer griega tenía una función reproductiva y un papel social secundario, confinada principalmente al hogar. Recibía poca educación y sus roles se limitaban a tareas domésticas. Solo en raras excepciones como en Esparta o entre poetisas de Lesbos tenían más libertades. En Atenas, las mujeres estaban siempre bajo tutela masculina, el matrimonio era una transacción económica y no podían participar en la política o la vida pública.
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3-La Situación de La Mujer

La mujer griega tenía una función reproductiva y un papel social secundario, confinada principalmente al hogar. Recibía poca educación y sus roles se limitaban a tareas domésticas. Solo en raras excepciones como en Esparta o entre poetisas de Lesbos tenían más libertades. En Atenas, las mujeres estaban siempre bajo tutela masculina, el matrimonio era una transacción económica y no podían participar en la política o la vida pública.
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3.

LA SITUACIÓN DE LA MUJER
La mujer griega tenía una función primordial: la reproducción de hijos que
perpetúen la familia. Su papel social era secundario. Se la excluía del mundo
masculino y permanecía encerrada en el gineceo (estancias de la casa reservadas
para el sexo femenino), del cual no salía excepto para participar en los festivales
religiosos de su demos y de su ciudad. Pero se le permitía acudir a los festivales
teatrales.

De su escasa educación se ocupaban la madre, la abuela o la criada. Aprendía


tareas domésticas: cocinar, tejer, bordar e hilar la lana. Eran muy pocas las
mujeres que sabían algo de cálculo, lectura y música.

En definitiva, la mujer griega, y en particular la ateniense, no solo no participaba


de la vida social, política y jurídica, sino que no podía acceder al mundo de la
cultura.

En el ámbito del mundo griego encontramos escasas excepciones:

En Esparta: las mujeres, libres de la cura de los hijos, de los cuales se hacía
cargo el estado, no estaban recluidas en casa y tenían más libertad para
participar en la vida social. Podían acudir a las fiestas públicas y a las
competiciones atléticas.
Las poetisas griegas: en la isla de Lesbos existe una escuela para jóvenes
mujeres aristocráticas, en la cual estudiaban música, canto, danza, etc. En
este contexto se desarrolla la poetisa Safo, que escribe una poesía amorosa
llena de sensibilidad, dirigida a otras mujeres (amor sáfico o lésbico). De
otras poetisas griegas solo conocemos el nombre de algún fragmento.
Mujeres legendarias: el nombre de las mujeres con una marcada
personalidad que conocemos por la mitología y la literatura (Helena,
Penélope, Medea, Lisítrata...).

En cuanto a Atenas, la ley las trataba como menores de edad: estaba siempre bajo
la custodia de su padre o tutor legar hasta que se casaban y, desde este momento,
pasaban a estar bajo la tutela de su marido. El matrimonio, la única fórmula legal
para tener hijos legítimos, era visto como una transacción económica, y sentido
por los hombres como un “mal necesario”. Se celebraba a una edad temprana; no
olvidamos que mientras el hombre se casaba, la mujer era casada (en griego se
utiliza la voz activa γαμεῖν para el hombre y la voz pasiva γαμεῖσθαι para la
mujer).
La esposa legítima transmite a sus hijos la propiedad de los bienes familiares y el
status de ciudadano, ya que solo la hija y mujer de un ciudadano ateniense podía
reproducir auténticos ciudadanos. Pero las mujeres atenienses, por muchos hijos
y esposos de ciudadanos que tuvieran, no podían intervenir en los organismos
públicos ni votar. La participación en política de la mujer era visto como una cosa
inconcebible. Así, cuando Aristófanes en su comedia La Asamblea de mujeres
imagina un gobierno femenino, este se presenta como una gran extravagancia,
dando a entender como si fuera el summum de la declaración de las instituciones
democráticas el que la mujer pudiera participar en los asuntos públicos.

La mujer rica permanecía en casa recluida en el gineceo y no participaba en


fiestas, banquetes o actos públicos. Pero la inmensa mayoría trabajaba, aunque
eran pocos los trabajos, en comparación a los hombres, a los cuales podían
dedicarse (vendedoras, nodrizas, comadronas…).

Un caso aparte eran las bailarinas y prostitutas, mal consideradas, pero con un
grado de libertad superior al del resto de mujeres, y heteras1, generalmente
extranjeras, únicas mujeres cultas que abrían sus salones a los intelectuales y
artistas, discutían con ellos, abrían academias para enseñar a las jóvenes, asistían
a las fiestas y banquetes, etc. Mal vistas en general por las “virtuosas”, muchas
de ellas llegarán a conseguir una merecida fama. La más conocida en la época de
esplendor ateniense fue Aspásia de Mileto, compañera de Pericles durante
muchos años, famosa por su inteligencia y belleza.

1 ἡταίραι

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