Cómo desarrollar las habilidades sociales en los niños
Desarrollar unas correctas habilidades sociales en los niños no solo les ayudará a
construir relaciones más positivas o a interaccionar mucho mejor con los demás. Lo que
pondremos a su alcance es el auténtico núcleo del aprendizaje social y emocional, ahí donde la
empatía y la asertividad constituyen por sí mismos dos tendones psíquicos indiscutibles.
El desarrollo de las habilidades sociales en los niños
Una de las estrategias más eficaces para enseñar habilidades sociales en los niños es
crear un «lenguaje social» desde etapas bien tempranas. Hablamos ante todo de un tipo de
lenguaje comprensible, básico y efectivo que incluso los pequeños de 2 años van a poder
comprender.
Recordemos que esta edad es un momento decisivo en el crecimiento del pequeño.
Ahora es cuando empieza a reclamar su temprana autonomía, a perfilar su carácter y a ser
mucho más receptivo a todo lo que acontece a su alrededor.
Este lenguaje social que favorecerá el desarrollo temprano de las habilidades sociales
en los niños se basa en las siguientes dimensiones:
Aprender a practicar una escucha activa. No podemos hablar mientras la otra
persona está diciendo algo, hay que respetar tiempos. Esto es algo que les cuesta, porque su
auto-control todavía es muy limitado. Por otro lado, la mejor forma de enseñarles es con el
ejemplo: si no les interrumpimos, aprenderán a no interrumpirnos.
Los pequeños deben aprender a mostrar gratitud, a saber, cuándo y cómo disculparse
y a incluir un «por favor» en sus demandas. Enseñémosles, ya sea por la vía implícita o por la
vía explícita, la diferencia entre una petición y una exigencia.
El lenguaje social adecuado también incluye diferentes «sabidurías»: la de darnos
refuerzos positivos, saber decir «gracias», saber tolerar, saber compartir, reconocer cuándo los
demás hacen algo bien y cuando soy yo el que se equivoca.
Ayúdales a formar una imagen positiva de sí mismos
Conseguir que desde pequeños nuestros niños aprendan a valorarse, a quererse y a
proteger sus derechos e identidad es invertir en su calidad de vida y es poner alas a su
potencial personal. Sin embargo, ¿cómo lograrlo? En ocasiones estamos tan inmersos en
favorecer en ellos las competencias curriculares y en lograr que sean buenos en matemáticas y
hábiles en el inglés que descuidamos por completo lo más esencial: favorecer una imagen
positiva de ellos mismos.
Claves para favorecer una buena autoestima en los niños
Sé su mejor modelo, sé su mejor referencia y una figura a imitar en el día a día.
Dedica tiempo de calidad a tus niños. No se trata solo de estar «presente», sino de
que tu presencia sea nutritiva, favorecedora e inspiradora.
Ofréceles oportunidades. El pequeño que se siente competente construye día a día
una correcta autoestima.
Evita a toda costa las etiquetas, no lo compares con otros niños ni con sus hermanos
ni con ninguna otra persona. Ese niño es único, es valioso y es capaz de hacer cosas increíbles
por sí mismo.
Valora siempre sus esfuerzos. Asimismo, antes de recurrir a la mera sanción o la crítica
negativa, enséñales cuál es el modo correcto de hacer las cosas.
La asertividad, clave de las relaciones sociales en los niños
Enseñar a nuestros niños el arte de la asertividad debe ser una de nuestras mayores
prioridades como padres o educadores. Esta dimensión se relaciona también con la
autoestima, pero va un poco más allá. Es la habilidad de saber proteger y reclamar mis
derechos, es entender que quien tengo en frente también merece el mismo respeto que yo. Es
al fin y al cabo, el sustrato más saludable de nuestra sociabilidad y ese puente que nos
permitiría caminar con confianza en todo escenario personal, escolar o laboral.
Claves para desarrollar la asertividad en nuestros niños
Debemos ofrecer a los niños adecuadas herramientas para que aprendan a gestionar
de forma temprana sus emociones. Solo así se darán cuenta de que la rabia o la ira, por
ejemplo, deben controlarse previamente para poder expresar un enfado, una decepción o una
contradicción de manera correcta e inteligente.
Apoya las iniciativas de los niños. Siempre que estas sean permisibles y seguras, es
necesario que se sientan cómodos a la hora de involucrarse en nuevas actividades, en nuevos
proyectos y nuevos sueños. Es muy saludable que nuestros niños y adolescentes se perciban a
sí mismos como dignos y capaces de tener sus propias metas y objetivos. Asimismo, no
importa si más tarde fracasan o se equivoquen, ese aprendizaje es clave para favorecer su
asertividad.
Favorece que el niño aprenda a ser asertivo desde edades tempranas en diferentes
escenarios. Permite que sea él, por ejemplo, quien compre ese billete de tren, él quien junto a
ti haga esa compra en la tienda. Anímale a que vaya a jugar con esos niños que no conoce del
parque, a que pida ayuda a su maestro cuando no entiende algo…
Asimismo, siempre es útil que les demos ciertos «guiones» sobre cómo protestar o
defenderse cuando algo no les parece justo. Una buena forma de lograrlo es favoreciendo el
diálogo democrático y constante en el propio hogar, ahí donde todos tenemos derecho a
hablar, a ser escuchados y a ser respetados.
Aprendiendo a convivir y a disfrutar de las relaciones sociales
Pocos regalos son tan valiosos para una persona que disfrutar de una infancia en
compañía de esos primeros amigos, de esos primeros aliados de aventuras, de esos cómplices
maravillosos de travesuras y fabulosos descubrimientos. Favorecer estos vínculos tempranos y
la calidad de los mismos, también es responsabilidad nuestra, potenciando así el desarrollo de
las habilidades sociales en los niños.
Debemos enseñarles modelos de relaciones respetuosas, ahí donde la cooperación, el
respeto, la empatía y la complicidad les ayudará a construir vínculos más positivos.
Asimismo, para saber convivir en armonía con sus iguales y el resto de personas,
deben identificar y saber reaccionar frente a esos aspectos que deterioran la convivencia. Un
ejemplo de ello es sin duda el lenguaje agresivo, el desprecio, la ofensa, la burla, hacer el vacío
a los demás y criticar.
Por otro lado, como padres o educadores debemos apoyar también las amistades
construidas por los niños. Debemos ser esa persona siempre cercana a la que pueden
consultar cuando surge un problema, un conflicto, una duda, una preocupación relacionada
con sus amigos.
Aprendiendo a resolver los conflictos
La vida no siempre es en línea recta, no es fácil, a veces duele y es tremendamente
confusa. Algo que sin duda nos gustaría es poder retirar una a una toda dificultad, todo
problema y posible conflicto que pueda aparecer en la vida de nuestros pequeños. No
obstante, en caso de hacerlo no estaríamos educando a un niño para vivir en sociedad,
estaríamos modelando a una persona para vivir en un entorno aséptico e irreal.
Puesto que en algún momento de sus vidas se verán frente a frente ante esas
contradicciones tan habituales en el ser humano donde surge la semilla del conflicto, es
necesario que les demos estrategias para que, de ese desencuentro, surja siempre algo bueno
para todas las partes. Estas serían algunas claves.
Ayúdale a que desarrolle una buena autoconfianza. Debe sentirse seguro a la hora de
expresar, de actuar, de interaccionar ante alguien que está en desacuerdo con él.
Incentivemos una actitud de no-violencia. La agresión el grito o cualquier tipo de
expresión que conlleve la violencia no soluciona nada. Al contrario, la incrementa.
Facilitémosle algunas pautas sencillas para que empiece a controlar sus emociones.
Asimismo, dimensiones como la asertividad, la tolerancia y una buena toma de
decisiones son estrategias que el niño debe ir consolidando con el tiempo para sentirse más
eficaz a la hora de resolver conflictos.
Por otro lado, aptitudes como el sentido del humor o la creatividad son herramientas
muy efectivas para aplacar conflictos y llevarlos por salidas mucho más enriquecedoras.
Para concluir, algo que también deberíamos tener en cuenta sobre las habilidades
sociales en los niños es que no solemos dar excesiva importancia a esta dimensión durante la
primera infancia. Sin embargo, al llegar a los últimos cursos de primaria y sobre todo en la
adolescencia, aparecen de pronto los problemas de socialización, los sufrimientos y los
conflictos.
No todos los niños son iguales, unos tienen mayores habilidades de autocontrol,
otros tienen mayores problemas para comunicarse de forma asertiva y otros ven en la
violencia la única forma de expresar lo que sienten.
El correcto desarrollo de las habilidades sociales en los niños no se limita solo a
«ofrecer estrategias» como quien les ofrece vitaminas, un libro de instrucciones o un regalo
que uno no sabe muy bien cómo usar. Se trata ante todo de intuir necesidades, y es ahí donde
necesitamos de la colaboración de todos los colectivos. Es por tanto imperativo que las
familias estén en contacto con los profesores y a la inversa para favorecer el desarrollo de las
habilidades sociales en los niños. Necesitamos ser más sensibles a su mundo interno donde a
menudo, las carencias más profundas terminan expresándose del modo menos apropiado…
Juegos para conseguir que el niño sea asertivo
1. El buzón de sentimientos: Este juego ayuda al niño a expresar sus sentimientos de
forma adecuada. ¿Por qué no poner un buzón de sentimientos en casa dónde expresemos
cómo nos ha hecho sentir una situación? En el fin de semana podemos leer todos los
mensajes, y así nuestro hijo podrá entender cómo les hizo sentir esa situación en concreto. Por
ejemplo: 'Yo me sentí mal cuando mi hermano no me dejo jugar con sus amigos'. En caso de
que no pueda escribirlo, puede dibujarlo. El objetivo es que todos empecemos diciendo: Yo me
sentí…. Cuando….
2. Cinco minutos buenos o malos: Otra forma de poder expresar nuestros sentimientos
es hacer el juego de los 5 minutos buenos y malos. Es tan sencillo cómo reunir a la familia un
ratito cada día para que todos podamos hablar de cómo nos ha ido el día: Una cosa que nos ha
gustado y otra que no nos ha gustado nada en absoluto. El único requisito será que nos
miremos a los ojos.
3. El cuento encadenado: Este juego ayuda a la resolución pacífica de conflictos. No
hay nada mejor para aprender que un cuento, así que además de fomentar la creatividad y la
lectura, podrás mejorar su asertividad jugando al cuento encadenado. Para jugar, escribe tus
propios cuentos donde entre todos penséis en formas de resolver conflictos, el único requisito
será que el protagonista enfrente los problemas de forma no violenta. Para conseguir que
fluya mejor la imaginación prueba con iniciar tú el cuento: 'Aquella fría mañana de invierno,
Marco no quería ir al cole. Tenía mucho miedo de Germán porque…' Será un cuento
encadenado dónde todos darán forma a esos personajes y sus problemas.
4. El debate: Plantea una cuestión en la que todos tengamos que ponernos de
acuerdo. Las reglas serán escuchar todos los puntos de vista, respetar el turno de los demás y
hablar sin herir al resto. El juego puede ser proponiéndoles cosas. Por ejemplo: '¿Qué 3 cosas
salvarían si la casa ardiera?' '¿Qué Superponer escogerías?' Una vez planteada la pregunta,
dales una lista con diferentes cosas que deban elegir. En el caso de la casa podrías poner su
juguete favorito, Tablet, fotos, televisión…. Haz una lista de 10 cosas, que escojan 3 cada uno y
luego todos deberéis llegar a un acuerdo como familia. Si quieres añadir dificultad, prueba con
dar a cada uno un estilo (asertivo, pasivo y agresivo) y durante todo el debate tengan que
actuar según el estilo que les haya tocado. O si quieres ser aún más práctica, prueba a hacerlo
con cosas que debamos elegir todos: dónde nos vamos de viaje, escoger el menú de la
semana….
5. Haz tu propio teatro. Lo mejor para aprender a actuar de una determinada forma
es simularlo. Repetir una y otra vez lo mismo puede ser aburrido, pero ¿y si fuera parte de ua
historia? ¿Y si nos disfrazamos? Para hacer una obra de teatro siempre tenemos que partir de
un guion, de un dialogo entre los personajes. Si no se os ocurre ninguno, recrear cuentos que
resuelvan los conflictos de forma asertiva. Lo bueno de eso es que cualquier historia nos puede
servir de inspiración: desde libros de 3 años en adelante. Sólo necesitamos una historia que
nos enganche, la complejidad de los diálogos corre a cuenta de nuestra imaginación.
6. Qué harías si…? Prepara tarjetas con situaciones que a todos nos costaría
reaccionar. Por ejemplo: ¿Qué harías si… te toca hacer un trabajo con alguien que te cae mal?
O ¿si alguien se cuela?. Cada uno deberá escenificarla, los demás deberán acertarla y la
persona que acierte deberá dar una respuesta de cómo lo resolvería.
7. Concurso a la originalidad del conflicto. Fotos en las que tenemos que imaginar
que sucede y que podrían decirse uno y otro para resolverlos. Se reúnen todas las respuestas y
uno será el juez que decida quién es el lo que ha resuelto de forma más original y es el que
gana.