10 Gramsc¡ y nosotros (rg8z)
Esta no es una exposición exhaustiva de las ideas de Antonio
Gramsci ni un análisis sistemático de ra situación política actual
de Gran Bretaña. Es un intento de pensar en uoz arta argunos
de
los dilemas más desconcertantes que afronta la izquierda araruz
-o desde la perspectiva- del trabajo de Gramsci.
No digo que, de ninguna forma sencilla, Gramsci tenga todas
las respuestas o guarde las claves de nuestros problemas actuares.
Sí creo que debemos pensar nuestros problemas de una forma
gramsciana, que es distinto. No debemos usar a Gramsci (como
durante tanto tiempo hemos abusado de Marx) como si fuera un
profeta del viejo Testamento que, en el momento necesario, ten-
&ála cita precisa que nos consuele. No podemos arrancar a este
sardo de su formación política especifica y única, trasladándolo a
finales del siglo xx, y pedirle que resuelva los problemas por no-
§otros; especialmente porque el sentido último de su pensamiento
eta rechazar la transferencia fácil de generalizacrones de una co-
yuntura, nación o época a otna.
Lo que encontré en Gramsci que fue capaz de transformar mi
propia forma de pensar la política es una cuestión que surge en
" Jus cuadernos de la cárcel.euien
lee los textos clásicos de Marx y
Lenin, espera identificar el desarrollo histórico de una época revo-
lucionaria desde finales de la primera Guerra Mundial en adelante.
r ,58 GRAMSCI Y NOSOTROS 5ll|ARI tlAl I .rrr()
I de hecho,los acontecimientos aportan evidencias considerables total para la izquierda, cuando todos los puntos rlt' ref'erettcirt y
de que tales acontecimientos tuvieron lugar. Gramsci pertenece a las predicciones han sido tiradas por tierra. El univcrso ¡rolítico,
este «momento proletario". Fue en Turín en los años zo y en otros en la forma en que lo has vivido, colapsa.
lugares, donde gente como Gramsci, en contacto con la vanguardia No quiero decir que la izquierda en Gran Bretañ¿r ersté e x¡tct¡t.
de la clase trabajadora industrial al frente de la pro- mente en el mismo punto; pero espero que se puedarr rcconocer
-entonces
ducción moderna-, pensaron que, si los gerentes y los políticos ciertos rasgos sorprendentemente parecidos, porque es la sirr¡ili'
se apartaran del camino, esta clase de proletarios podría dirigir el tud entre estas dos situaciones lo que hace que la cuestión cle l«rs
mundo, encargarse de las fábricas, controlar toda la maquinaria Cuadernos de la cárcel sea tan fecunda para aytdarnos a entencltrr
de la sociedad, transformarla materialmente y administrarla eco- cuál es hoy nuestra condición. Gramsci nos da, no las herramicn-
nómica, social, cultural y técnicamente. tas con las que resolver el rompecabezas, sino los medios con los
La verdad sobre los años zo es que el momento proletario estu- que formular las cuestiones correctas sobre la política de los 8o y
vo a punto de suceder. Justo antes y después de la Primera Guerra los 9o. Lo hace dirigiendo nuestra atención inflexiblemente a lo
Mundial era verdaderamente incierto si, bajo el liderazgo de una que es específico y lo que es diferente de este momento. Siempre
clase como esa, el mundo podría transformarse ocurrió insistió en esta atención a la diferencia. Es una lección que la iz-
-como
en r9r7 con la Revolución soviética. Fue el momento de la pers- quierda británica tiene que aprender. No solo pensamos que la
pectiva proletaria de la historia-. derecha está siempre con nosotros, también que es exactamente
Lo que he llamado la
"cuestión de Gramsci, en los Cuadernos igual: las mismas personas, con los mismos intereses, dando for-
surge como consecuencia de ese momento, tras el reconocimiento ma a los mismos pensamientos. Mientras, asistimos a la transfor-
de que la historia no iba a seguir ese camino, especialmente en mación del conservadurismo británicoj su adaptación parcial al
las sociedades capitalistas industriales avanzadas de Europa oc- mundo moderno á través de las revoluciones neoliberal y mone-
cidental. Gramsci tuvo que asumir el fracaso de ese momento: el tarista. El thatcherismo ha reconstruido el conservadurismo y el
hecho de que un momento así, una vez que había pasado, nunca Partido Conservador. El hombre de negocios adusto, utilitarista
regresaría en la misma forma. Aquí, Gramsci se enfrent1 cara a y pequeñoburgués es el que está ahora a cargo de todo, y no las
cara con el carácter revolucionario de la historia en sí. Cuando se clases quejicas y depredadoras. Y aun así, aunque estas transfor-
desarrolla una coyuntura, no hay vuelta atrás.La historia cam- maciones están cambiando el terreno político delante de nuestros
bia de marcha. El territorio cambia. Estás en un momento nuevo. propios ojos, pensamos que las diferencias no tiene ningún efec-
Tienes que atender, oviolentamente)), con todo el
"pesimismo del to real sobre nada. Todavía parece que es más izquierdista decir
intelecto, a tu servicio, a la disciplina de la coyuntura. que la política de la vieja clase dirigente sigue siendo de la misma
Además (y esta es una de las razones principales por las que su vieja manera.
pensamiento es tan pertinente para nosotros todavía hoy) tuvo Gramsci, por otro lado, sabía que la diferencia y la especifici-
que enfrentarse a la capacidad de la derecha dad importaban. Así que, en lugar de preguntarn65 "¿qué diría
-específicamente,
del fascismo europeo- de hegemonizar esa derrota. Gramsci sobre el thatcherisms?", deberíamos limitarnos a prestar
Así que se dio un vuelco histórico del proyecto revolucionario, atención al énfasis que puso Gramsci en la noción de diferencia, en
una nueva coyuntura histórica, y un momento que la derecha, y no la especificidad de cada coyuntura histórica: cómo las diferentes
ln izc¡uicrdat era capaz de dominar. Parece un momento de crisis fuerzas se unen, coyunturalmente, para crear el nuerro territorio
z6E GRAMSCI Y NOSOTROS \ I l, IAI{I t lAt I .,('1
sobre el que tiene que organizarse una política diferente. Esa es la inglés se había construido en torno a la idea dc c¡uc ln riltinr¿r g,uerra
intuición que nos presenta Gramsci sobre la natrraleza de la vida había erigido una frontera entre los viejos malos clírls tle los uños
política y que puede servirnos de guía. 3oy el ahora: el estado del bienestarhabía venid«r para t¡uetlarse¡
Quiero exponer las que creo que son las lecciones de Gramsci, nunca volveríamos a usar el criterio del mercado corno l¿r tinic¿r
en primer lugar, para el thatcherismo y el proyecto de la nueva medida para calcular las necesidades de la gente o de la societl¡rd.
derecha; ¡ en segundo, en términos de la crisis de la izquierda. Siempre habría una fuerza adicional, crecentista, instituci«»lnl
Aquí pondré sobre la mesa solo el que considero el aspecto más Estado, representando el interés general de la sociedad- c«rn l¿r
-cl
notable de lo que entiendo por thalg}erismo. Quisiera referirme que modificar el mercado y resistir frente a é1. Soy perfectamcntc
a la aparición, desde mediados 70 enadelante, de un nue- consciente de que el socialismo no se inventó en 1945. Hablo dc
6ro1
vo proyecto político en la derecha. Por «proyecto» no me refiero la base popular asumida de la democracia asistencial, que form<i
(como Gramsci advirtió) a una conspiración, sino a la construcción el terreno real y concreto sobre el que cualquier socialismo inglés
de una nueva agenda y la constitubión de una nueva fuerza enla que mereciera tal nombre tenía que construirse. El thatcherismo
política británica. Margaret Thatcher siempre ha aspirado, no a un fue un proyecto para enfrentarse, para responder a ese proyecto y,
giro electoral breve, sino a una ocupación histórica y prolongada cuando fuera posible, para desmantelarlo y poner algo nuevo en
del poder. Esa ocupación del poder no consistía únicamente en el su lugar. Entró en el campo político en un combate histórico, no
control de los aparatos de Estado. De hecho, el proyecto estaba solo por el poder, sino por la autoridad popular, por la hegemonía.
organizado, en las primeras etapas, en oposición al Estado, que en Es un proyecto esto vuelve loca a la izquierda- simultá-
la visión thatcherista ha sido profundamente corrompido por el -y
neamente regresivo y progresista. Regresivo porque, en algunos
asistencialismo y el keynesianismo, que lo habrían así ayudado a aspectos cruciales, nos lleva al pasado. No puedes viajar a otro sirio
su vez a corromper al pueblo británico. El thatcherismo nació en que no sea el pasado si lo que quieres es sostener frente al pueblo
disputa con el viejo estado del bienestar keynesiano y el estatismo británico, a finales del siglo xx, que las mejores perspectivas de
socialdemócrata que, en su visión, había dominado los años 6o. futuro que pueden tener pasan por volver a ser, una segunda vez,
El proyecto del thatcherismo era transformar el Estado para rees- victorianos ilustres. Es profundamente regresivo, viejo y arcaico.
tructurar la sociedad: descentrar y desplazar toda la formación de Pero no se me malinterprete. Es también un proyecto de mo-
posguerra; revertir la cultura política que se había formado sobre dernizaciín Una especie de modernización regresiua. Porque, al
la base del acuerdo político acuerdo histórico entre trabajo mismo tiempo, el thatcherismo tiene sus ojos luminosos fijados en
-el
y capital- vigente desde r945 en adelante. uno de los hechos históricos que afectan más profundamente a la
La profundidad de este giro era inmensa: un vuelco en las reglas formación social británica: que nunca jamás llegó a entrar como
básicas de ese acuerdo, de las alianzas sociales que lo apuntalaron tal en la era de la civilización burguesa moderna. Nunca hizo ese
y de los valores que lo hicieron popular. No me refiero a los valores tránsito a la modernidad. Nunca institucionalizí, en un sentido
y las posturas de la gente que escribe libros. Me refiero a las ideas estricto, la civilización y las estructuras del capitalismo avanza-
de la gente que, simplemente, en su corriente vida diaria,tiene que do que Gramsci denominó
-lo "fordismo"-. Nunca transformó
calcular cómo sobrevivir, cómo cuidar a los que tiene más cerca. sus viejas estructuras industriales y políticas. Nunca llegó a ser
Eso es lo que quiere decir que el thatcherismo aspirab a a darle una potencia capitalista dela Segunda Revolución Industrial, de
la vrrclt¿r al sentido cemún popular. El sentido común del puehl«r la forma en que lo fue EEUU, y, por otravía (la vía prusiana),lo
\ I
¿ti2 GRAMSCI Y NOSOTROS
\ltlAltl llAl I /(r1
fueron también Alemania y lapón.Inglaterra nunca emprendió esa
Los escritores burgueses producen novelas burgucsns. l,ll lrnrtirllr
transformación profunda que, a finales del siglo xrx, rehízo tan-
conservador es la clase dirigente arrodillada. Etcétcr¡1, cteétero.
to el capitalismo como a las clases trabajadores. En consecuencia,
Esto es el marxismo como teoríade lo obvio. La preguntir rro npor,
Margaret Thatcher, a su manera regresiva, recurriendo al pasado,
ta un conocimiento nuevo, solo la respuesta que ya sabírrrlrs, l,ls
rebuscando en él las glorias pasadas antes que proyectando las
una especie de juego: la teoría política como Trivial pursuit. t)e
de una nueva época, ha inaugurado el proyecto de la moderniza-
hecho, una buena razónparahacer la pregunta es que en rc¿rlirlarl
ción reaccionaria.
no sabemos la respuesta.
No hay nada más expresivo , .ry'. ,.rp..ro que la identificación
En realidad, es confuso dilucidar, de una forma directa, a quiórr
que hizo Gramsci de toda crisis cofno un momento de reconstruc-
representa el thatcherismo. He aquí el fenómeno desconcertantc
ción; que no hay destrucción que ñ sea, también, una recons-
de la ideología pequeñoburguesa que representa, y está ayudando
trucción; que históricamente nada se desqrantela sin que haya un
a reconstruir, el capital nacional tanto como el internacional. sin
intento de poner algo nuevo en su lugar; que ninguna forma de
embargo, en el proceso de representación del capitar corporativo,
poder se limita a excluir, siempre produce algo.
consigue el consentimiento de sectores muy sustanciales de las
Esta es una concepción completamente nueva de una crisis y del
clases subordinadas y dominadas. ¿cuál es la naturaleza de esta
poder. Cuando laizquierdahabla de crisis, todo lo que vemos es al
ideología que puede albergar en su interior un rango tan amplio
capitalismo desintegrarse y a nosotÍos avanzando y haciéndonos
de posiciones e intereses diferentes y que parecen capaces de repre-
con el mando. No entendemos que la perturbación del funciona-
sentar un poco de todo el mundo? porque, no nos equivoquemos,
miento normal del orden económico, social y cultural, provee la
una parte diminuta de todos y cada uno de nosotros está también
oportunidad de reorganizarlo de nuevas formas, reestructurarlo,
en algún lugar en el interior del proyecto thatcherista. por supuesto,
remodelarlo, modernizarlo y seguir adelante. Si es necesario, por
todos estamos comprometidos contra él al cien por cien. pero de
supuesto, al coste de permitir que un número importante de per-
vez en cuando domingos por la mañana, qtizás,iusto antes
sonas
-en
el noreste, el noroeste, en Gales y en Escocia, en las -los
de la manifestación- vamos a los supermercados sainsbury's y
comunidades mineras y en los feudos industriales devastados, en
somos en una parte diminuta de nosotros sujetos thatcheristas...
las ciudades del interior y en otras partes- sea relegada al cub«r
¿Cómo dotar de sentido a una ideología que no es coherenre,
de basura de la historia. Esa es la ley de la modernización capita-
que nos habla a un oído con la voz del hombre de mercado inde-
lista: desarrollo desigual, desorgan izaci1n organizada.
pendiente y utilitarista,y al otro, con lavoz del hombre burgués
Cara a cara con esta nueva y peligrosa formación política, lrr
respetable y patriarcal? ¿cómo estos dos repertorios pueden fun-
tentación siempre es, ideológicamente, desmantelarla, forzarla rt
cionar a la vez? Estamos perplejos ante Ia naturaleza contradicto-
paralizarse haciendo la clásica pregunta marxista: ¿a quién rc
ria del thatcherismo. como intelectuales, creemos que er mundo
presenta en realidad? Ho¡ lo más normal es que cuando la iz
colapsará como resultado de una contradicción lógica: esa es la
quierda hace la vieja y clásica pregunta marxista, en realidad no
ilusión del intelectual la ideología riene que ser coherenre,
está haciendo una pregunta, sino una afirmación. Ya sabemos lit -que
que todo en ella tiene que encajar, como una investigación filosó-
respuesta. Por supuesto, son los representantes de la derecha tlc
fica-. Cuando, de hecho, el propósito último de lo que Gramsci
ln clase dirigente en el poder. Representa la ocupación, por pilr
denominó una ideología orgánica (es decir, históricamente efecti-
te rlel crtpitnl, dc un Hstado quc no cs rliis (¡ttc su herr¿unicllt;r.
va) es que se articula en torno a una configuración de diferentes
164 GRAMSCI Y NOSOTROS sl r,rARI t"tAt.t
suietos, diferentes identidades, diferentes proyectos y diferentes de que la abuela le regañe y le mande a la cam¿r sin conrerse el
aspiraciones. No refleja una unidad, sino que la construye a par- pudding. El cómputo por el que cada buen veran«l tiene que ser pa-
tir de la diferencia. gado con veinte inviernos malos. El espíritu de Dunqucrquei cu¿ln"
Hemos estado sufriendo el proyecto thatcherista, no desde 1983 to peor estemos, mejor nos comportamos. No prometiír unn sr¡cie-
o 1979, como dice la doctrina oficial, sino desde r97 5. r97 5 es el dad obsequiosa. Dijo, «tiempos de hierro"; manos atadirs; lrrbir¡s
momento crítico de la política británica. En primer lugar, por el sellados; sigue adelante; sube a la bici; toma posición. Sostenccl corr
aumento del precio del petróleo. En segundo, por el comienzo de las viejas y probadas verdades la sabiduría de la vieja Inglaterrn.
la crisis capitalista. En tercero, por la transformación del conser- La familia ha mantenido a la sociedad unidad; mantened su ejcrn-
vadurismo moderno tras el ascenso ,fuI liderazgo thatcherista. Ese plo. Enviad a las mujeres de vuelta al hogar. Poned a los hombres
es el momento de cambio en el
fue, como dijo Gramsci,los facto- a defender la frontera noreste. Tiempos difíciles, a los que, algún
res nacionales e internacionales\e unifican. No comienza conla día, seguirá el regreso de los buenos tiempos. Os pido que os atéis
victoria electoral de la señora Th4tcher, pues la política no es una el cinturón, no durante un tiempo, sino dos y tres. Al final, dijo,
cuestión únicamente de eleccionel. Aterriza en r975,justo en el podré redefinir la nación de tal manera que todos vosotros, otra
medio del plexo solar político de Callaghan. Partió en dos a James ve4 por primera vez desde que el imperio empezó a irse por el
Callaghan, que tampoco podía ejercer mucha resistencia. Una mi- desagüe, sentirá cómo es ser parte de una Gran Bretaña sin lími-
tad siguió siendo paternalista, tutelar y socialmente conservadora. tes. Seréis capaces, una vez más, de enviar a nuestros chicos ahí
La otra se puso a bailar al ritmo de la nueva música. fuera, de ondear la bandera, de recibir de vuelta a la flota. Gran
Una de las voces de sirena, que le cantó la nueva canción al Bretaña será grande otrayez.
oído, era la de su yerno, Peter Ja¡ uno de los arquitectos del mo- En mi opinión, la gente no vota al thatcherismo porque se
netarismo en su papel de evangelizador como editor económico crean la letra pequeña. En su interior, la gente no cree que Gran
de The Times. Primero vio las fuerzas del nuevo mercado, del Bretaña sea ahora una economía maravillosamente floreciente y
nuevo consumidor soberano, subiendo a lo lejos la colina como exitosa. Nadie cree que, con casi cuatro millones de parados, la
los marinos al volver de la guerra. Y, atendiendo a estos indicios economía se esté recuperando. Todo el mundo sabe que las cifras
del futuro, el viejo abrió la boca, ¿y qué dijo? Se acabaron los be- de David Young son tacañas con la verdad. Lo que hace el that-
sos. El juego ha terminado. La socialdemocracia está muerta. El cherismo como ideología es dirigirse a los miedos,las ansiedades
estado del bienestar no va a regresar. No podemos permitírnoslo. y las identidades perdidas de la gente. Nos invita a pensar en la
Nos hemos estado pagando demasiado, concediéndonos trabajos política a través de imágenes. Se dirige a nuestras fantasías colec-
falsos, viviendo en una alegría inmerecida. tivas, a Gran Bretaña como una comunidad imaginada,a su ima-
Puedes ver la psique británica colapsar bajo el peso de los pla- ginario social. Thatcher ha conseguido dominar plenamente ese
ceres ilícitos que ha estado disfrutando: la permisividad, el con- lenguaje, mientras que la izquierda trata tristemente de affastÍaÍ
sumo,los caprichos. Es todo falso, oropel y bagatelas. Los árabes la conversación hacia nuestras políticas.
han acabado'con todo. Y ahora tenemos que seguir por una nueva Se trata de un proyecto histórico trascendental: la moderniza-
clirección. Margaret Thatcher habla para este «nuevo camino,. Le ción regresiva de Gran Bretaña. Para ganarse a la gente corriente
hahl¿¡ a otra cosa, a algo profundamente arraigirdo en la psique para ese proyecto no hace falta que sean bobos o estúpidos, o que
irtglcsrt: su lnirsocluisrt«r. L¿r lrcccsidacl (luc todo irr¡Elés prrece tener estén cegadas por la falsa conciencia. De hecho, ya que el carácter
r ¡6( GRAMSCI Y NOSOTROS Sll,lAR'f IlAl I )tt¡
político de nuestras ideas no está garantizado por nuestra posición luchas en torno a nuevos puntos de antagonismo, qut: rrl ¡rrirrci¡rio
de clase o por el modo de producción, la derecha es capaz de cons- parecían ajenos al núcleo tradicional de la política britiiniea. l,¿r
truir una política que le hable a la experiencia de la gente, que se izquierda esperó, a menudo y pacientemente, a quc sc rcnrrucln-
inscriba a sí misma en lo que Gramsci llamó la naturaleza nece- ran los viejos ritmos de la lucha de clases, cuando dc hcch«r er¡ttt
sariamente fragmentaria y contradictoria del sentido común, que las formas mismas de la lucha de clases las que estab¿ln sicnd«r
toque algunas de sus aspiraciones comunes, y gue, en ciertas cir- transformadas. Solo podemos entender la diversificaciírn cle las
cunstancias, puede recuperarlos como sujetos subordinados para luchas sociales alaluz de la insistencia de Gramsci en que, cn lns
el proyecto histórico que hegemoniza aquello que, erróneamente, sociedades modernas, la hegemonía tiene que ser construida, dis-
pensábamos que eran sus intereses de clase necesarios. Gramsci putada y ganada en lugares muy diferentes, en la medida en quc
es uno de los primeros marxistas modernos en reconocer que los las estructuras del Estado moderno y la sociedad se hacen más
intereses no vienen dados, sino que siempre tienen que ser política complejas, y los puntos de antagonismo social proliferan.
e ideológicamente construidos. Así que una de las cosas más importantes que Gramsci ha hecho
Gramsci nos advierte en los Cwadernos de que una crisis no por nosotros ha sido ofrecernos una concepción profundamente
es un acontecimiento inmediato, sino un proceso; puede durar expandida de cómo es la política misma, y así también el poder
mucho tiempo, y puede resolverse de formas muy diferentes: por y la autoridad. No podemos, después de Gramsci, volver a la no-
restauración, por reconstrucción o por transformismo pasivo. A ción que confunde la política electoral, o los partidos políticos
veces más estable y a veces más inestable, en un sentido profundo, en sentido amplio, o incluso la ocupación del poder del Estado,
las instituciones británicas, la economía británica, la sociedad y con lo que constituye el fundamento de la política moderna mis-
la cultura británicas hln estádo sumidas en una profunda crisis ma. Gramsci entiende que la política es un campo mucho más
social durante la grayor parte del siglo xx. extenso; que, especialmente en sociedades como las nuestras, los
Gramsci nos advierte de que las crisis orgánicas de este tipo no lugares en los que se constituye el poder son enormemente varia-
solamente explotan en el terreno político y en las áreas tradiciona- dos. Tenemos que afrontar la proliferación de lugares de poder y
les de la vida industrial y económica, y no solamente en la lucha de antagonismo en las sociedades modernas. La transición hacia
de clases en el viejo sentido; sino a través de una amplia gama de esta nueva fase, decisiva para Gramsci, coloca directamente en la
polémicas y debates sobre cuestiones básicas sexuales, morales e agenda política las cuestiones de liderazgo moral e intelectual, el
intelectuales, en una crisis en las relaciones de la representación papel educativo y formativo del Estado,las trincheras y fortifica-
política y los partidos un amplio rango de asuntos que no ne- ciones de la sociedad civil, el asunto esencial del consentimiento de
-en
cesariamente, en primera instancia, se diría que se articulan a tra- las masas y la creación de un nuevo tipo o nivel de civilización,
vés de la política en un sentido estrecho-. Eso es lo que Gramsci de una cultura nueya. Dibuja la línea decisiva entre la fórmula de
llama una crisis de autoridad, que no es nada más que la ,,revolución permanente» y la fórmula de la "hegemonía civil".
"la crisis
de la hegemonía o la crisis general del Estado". Es el punto exacto en que se pasa de la guerra de movimientos a
Estamos exactamente en ese momento. Hemos estado progre- la guerra de posiciones: el punto el que el mundo de Gramsci se
sando hacia ese tipo de crisis de autoridad en la vida social y la encuentra con el nuestro.
cultr¡r¿t inglesas desde mediados de los 6o. En estos años, la cri- Eso no significa, como alguna gente lee en Gramsci, que por
sis rle lrt socicclad irrglesa quedír evidenciada en varios debates y eso cl Estado haya dejado de importar. El Estado es absolutamente
268 GRAMSCI Y NOSOTROS \Il.,Alll llAl Lr(rt¡
central en la articulación de las diferentes zonas en disputa y los El buen sentido de la gente existe, pero es solt¡ cl prirre ipio, uo
diferentes puntos de antagonismo de un nuevo régimen. El mo- el fin de la política. No garantiza nada. De hecho, (irirrrrsci dijo
mento en el que se puede acumular el suficiente poder en el Estado que "las nuevas ideas tienen una posición extremircliulrclrte illes
para organizar un proyecto político central es decisivo, porque table entre las masas populares". No hay un sujeto unitirrio rlr la
entonces el Estado se puede usar para planificar, urgir, incitar, so- historia. El sujeto está necesariamente dividido; es un c«rrrjurrtor
licitar y castigar, hasta conformar los diferentes lugares de poder una mitad prehistóricalla otra,capaz de contener «prirrci¡rios rle
y consentimiento como un único régimen. Ese es el momento del ciencia avanzada, prejuicios de todas las fases pasadas dc ln his
populismo autoritario; el thatcherismo simultáneamente arriba (en toria, intuiciones de una filosofía futura». Ambas partes luchirrr
el Estado) y abajo (junto al pueblo). dentro de las cabezas y los corazones del pueblo para encontrilr
Incluso entonces, Thatcher no comete el error de pensar que una forma de articularse políticamente. Por supuesto, es posiblc
el Estado capitalista tenga un carácter político único y unificado. reclutarlas para proyectos políticos muy diferentes.
Ella es perfectamente consciente, algo que no se puede decir de la Especialmente ahora, vivimos en una época en la que están co-
izquierda, de que, aunque el Estado capitalista está articulado de lapsando las viejas identidades políticas. Ya no somos capaces de
tal forma que queden garantizadas las condiciones históricas a lar- imaginar que el socialismo llegará a desarrollarse a través de la
go plazo parala acumulación y la rentabilidad del capital, aunque imagen de ese sujeto único y singular que llamábamos el hombre
es el guardián de cierto tipo de civilización y cultura burguesa y socialista. El hombre socialista, con una visión, un conjunto de
patriarcal, es, y sigue siendo, un escenario en disputa. intereses y un proyecto, está muerto. Y de buena nos hemos libra-
¿Esto significa que el thatcherismo es, después de todo, única- do. ¿Quién lo necesita a él ahora, con su inserción en un periodo
mente la expresión de la clase dirigente? Por supuesto, Gramsci histórico particular, con su particular sentido de la masculinidad,
siempre le da un lugar central a las cuestiones de clase, a las alian- apoyando su identidad en una serie particular de relaciones fami-
zasyla lucha de clases. Por lo que Gramsci se aleja de las versiones liares, un tipo particular de identidad sexual? ¿Quién 1o necesita
clásicas del marxismo es porque él no piensa que la política sea un como la identidad singular a través de la que la gran diversidad
escenario que se limita a refleiar identidades políticas colectivas ya de seres humanos y culturas étnicas de nuestro mundo deberían
unificadas o formas de lucha ya constituidas. La política no es para entrar en el siglo xxI? Este él está muerto: acabado.
él una esfera dependiente. Es la esfera en la que hay que trabajar Gramsci tenía ante sus ojos un mundo que se hacía cada vez
constantemente, sobre las fuerzas y las relaciones en la economía, más complejo. Vio surgir la pl:uralización de las identidades cultu-
en la sociedad y en la cultura, para producir formas particulares rales modernas entre las líneas de un desarrollo histórico irregular,
de poder y de dominación. Esta es la producción de la política: la y formuló la pregunta: ¿cuáles son las formas políticas por medio
política como producción. Este concepto es fundamentalmente de las cuales un nuevo orden cultural podría construirse a partir
coyuntural, fundamentalmente abierto. No hay ley histórica que de esta "multiplicidad de voluntades dispares, de objetivos hete-
pueda predecir cuál será el resultado ineludible de una lucha poli rogéneosr? Dado que así es como la gente es en realidad, dado
tica.La política depende de las relaciones de fuerzas en cualquier que no hay ley que pueda hacer que el socialismo se haga realidad,
momento particular. La historia no está esperando entre bamba- ¿podemos encontrar formas de organización, formas de identidad,
linas para ponerse al día con tus errores y conseguir otro éxito formas de lealtad, concepciones sociales, que puedan conectar con
ittevitirblc. Pierdes porquc pierdes porque pierdes. la vida popular ¡ en el mismo momento, transformarla y renovarla?
FF
270 GMMSCI Y NOSOTROS STUART HALL 2-t:.
El socialismo no nos será concedido por la trampilla de la historia más avanzada y moderna de conciencia social. No está buscando
gracias a w deus ex machina. activamente ni trabajando sobre la enorme diversidad de fuerzas
Gramsci siempre insistió en que la hegemonía no era exclusi- sociales de nuestra sociedad. No ve que está en la naturaleza misma
vamente un fenómeno ideológico. No puede haber hegemonía sin de la civilización capitalista moderna que proliferen los centros de
nel núcleo decisivo de lo económicor. Pero tampoco podemos caer poder y que cada vez más áreas de la vida sean atraídas hacia el
en la trampa del viejo economicismo mecánico y creer que, si so- antagonismo social. No reconoce que las identidades que la gente
mos capaces de controlar la economía, podremos moyer todo lo tiene en su cabeza subjetividades, su vida cultural, su vida
demás. Está en la nattraleza del poder en el mundo ser construi-
-sus
sexual, su vida familiar y sus identidades étnicas- son siempre
do en relación con las cuestiones políticas, morales, intelectuales, parciales y han sido enormemente politizadas.
culturales, ideológicas y sexuales. La cuestión de la hegemonía es Yo, sencillamente, no creo, por ejemplo, que el actual liderazgo
siempre la cuestión de un nuevo orden cultural. La cuestión que laborista entienda que su destino político depende de si puede o
afrontó Gramsci en relación a Italia nos apela a nosotros en re- no construir una política, en los próximos veinte años, capaz de
lación a Gran Bretaña: ¿cuál es la naturaleza de esta nueva civi- dirigirse, no a uno, sino a una diversidad de puntos de antagonismo
lización? La hegemonía no es un estado de gracia instalado para diferentes de la sociedad; unificándolos, en sus diferencias, dentro
siempre. No es una formación que incorpore a todo el mundo. La de un proyecto común. No creo que hayan entendido que la ca-
idea de un bloque histórico es diferente ala de una clase dirigente pacidad del laborismo para crecer como fuerza política depende
pacífica y homogénea. por completo de su capacidad pafa captar las energías populares
Implica una visión bastante diferente de cómo las fuerzas y los de movimientos muy diferentes; movimientos fuera del partido
movimientos sociales, en su diversidad, pueden articularse en una que no puso en juego, porque no lo consiguió, y que ahora no
serie de alianzas estratégicas. Para construir un nuevo orden social, sabe administrar. Conserva una concepción de la política absolu-
no necesitas reflejar una voluntad colectiva ya formad4 sino dise- tamente burocrática. Si una palabra no sale nunca de los labios del
ñar una nueva, inaugurar un nuevo proyecto histórico. liderazgo laborista, es que tiene que tener algo de subversiva. Si la
He estado hablando de Gramsci alaluz,o como consecuencia, política impulsa a la gente a desarrollar nuevas demandas, es una
del thatcherismo: usando a Gramsci para captan la naturaleza y señal clara para que los laboristas de toda la vida se inquieten: hay
la profundidad del reto para la izquierda que el thatcherismo y la que expulsar o destituir a unos cuantos. Hay que volver a aquella
nueva derecha representan en la vida y la política inglesas. Pero ficción: el votante laborista tradicional; a aquella noción sosegada
a la vez, inevitablemente, he estado hablando de la izquierda. O y fabiana de la política,enla que las masas secuestran a los exper-
más bien, no he podido hablar de la izquierda, porque, en su for- tos en el poder y, entonces, los expertos hacen algo por las masas:
ma organizada laborista, no parece tener Ia más mínima idea de después... mucho después. La concepción hidráulica de la política.
lo que implica poner en marcha un nuevo proyecto histórico. No La concepción burocrática de la política no tiene nada que ver
entiende la naturaleza necesariamente contradictoria de los su- con la movilización de una variedad de fuerzas populares. No tiene
jetos humanos y las identidades sociales. No entiende la política idea alguna de cómo la gente consigue empoderarse haciendo algo,
como una producción. No ve cómo es posible conectar con los en primer lugar, respecto a sus problemas inmediatos. Después, el
sentimientos comunes y las experiencias que la gente tiene en sus poder expande sus capacidades y ambiciones políticas de tal for-
virlits clitrias, y además articularlos progrcsivirnrcntc en un forma ma que empiezan a pensar otra vez cómo podría ser dominar el
FET"'
272 GRAMSC| Y NOSOTROS
STUART HALL )11
mundo... La política burocrática del laborismo ha dejado de tencr cstá hoy cerrada. Está agotada. Nadie sigue creyendo en clla. Sus
cualquier conexión con la más moderna de todas las revoluciones:
condiciones materiales han desaparecido. La gente británicrt c«r-
la profundización en la vida democrática.
mún no votará por ella porque saben en lo más profundo c¡tttt la
Sin profundizar en la participación popular en la vida cultural
vida ha dejado de ser así.
nacional, la gente corriente no tiene ninguna experiencia de domi Lo que plantea el thatcherismo, desde su forma radical, no ers
nio sobre realmente nada. Necesitamos recuperar la idea de que la «¿a qué podemos regresar?", sino más bien, "¿por qué canrirttr
política trata de ampliar las posibilidades populares, las posibilida
vamos a seguir adelante?". Frente a nosotros está la decisión his-
des de la gente común. Y para hacer eso, el propio socialismo tienc
tórica: rendirse al futuro thatcherista o encontrar otra forma dc
que hablar a la gente a la que quiere empoderar con palabras que
imaginarlo. No os preocupéis por la propia Thatcher; se retirarii
les pertenezcan en cuanto personas comunes del siglo xx.
en Dulwich'"'. Pero hay más de una tercera, cuarta y quinta gene-
Habréis notado que no estoy hablando de si el Partido Laborista ración de thatcheristas, secos como el polvo, esperando a ponerse
ha hecho una buena política sobre este u otro asunto. Estoy ha- en su lugar. Se sienten ahora mismo en la cresta de la ola. Están
blando sobre una concepción rotal de la política: la capacidad al frente de lo que consideran una nueva expansión mundial del
de captar en nuestra imaginación política las enormes decisiones
capitalismo. Están convencidos de que eso acabará para siempre
históricas que el pueblo británico tiene hoy por delante. Estoy ha-
con el socialismo. Y a medida que el socialismo declina lentamente,
blando de nuevas concepciones de la nación misma: si crees que una nueva era nacerá y estos nuevos tipos de hombres posesivos
Gran Bretaña puede entrar en el próximo siglo sin una idea de lo estarán a su cargo. Sueñan con el poder cultural real. Y el laboris-
que es ser inglés que no esté enteramente constituida a partir de
mo, con sus formas cautelosas esperando-que-las-encuestas-mejo-
su marcha imperialista ,larga y desastrosa, a lo largo y ancho de
ren y su miedo a molestar, tiene realmente ante sí la elección entre
la tierra. Si de verdad crees eso, es que no has entendido la profun-
convertirse en una fierza históricamente irrelevante o empezar a
da transformación cultural que se necesita para rehacer lo inglés. esbozar una forma completamente nueva de civilización.
Ese tipo de transformación cultural es precisamente de lo que va
No hablo de socialismo, porque quizás la palabra sea tan fa-
el socialismo hoy en día. miliar para ti que pienses que hablo de traer de vuelta el mismo
Ho¡ un partido político de la izquierda, por mucho que esté viejo programa que todos conocemos. Estoy hablando de una re-
centrado en el Gobierno y en ganar elecciones, tiene, desde mi novación de todo el proyecto socialista en el contexto de la vida
punto de vista, este tipo de decisión ante é1. La razón por la que social y cultural contemporánea. Me refiero a cambiar las relacio-
no soy optimista sobre si el partido de masas de la clase trabaja- nes de fierza. Noes que esa utopía pueda llegar el día después
dora será capaz de entender alg:úndíalanaturaleza de la decisión de las elecciones generales, pero las tendencias sí pueden errrpezar
histórica que tiene por delante es, precisamente, que sospecho que a tomar otra dirección. ¿Quién necesita un paraíso socialista en
el laborismo todavía cree secretamente que queda algo de margen
el que todo el mundo esté de acuerdo con todo el mundo, donde
en el viejo juego keynesiano económico-corporativo y crecentis- todo el mundo sea igual entre sí? Dios nos libre. Hablo de un lugar
ta. De verdad cree que puede volver atrás) a tna pizca de keyne- en el que podamos iniciar un debate histórico sobre qué tipo de
sianismo por aquí, un poco más de asistencialismo por allá, otro
poco del viejo aroma fabiano... Realmente, aunque no tengo un¿l
r,oz El barrio, a las afueras de Londres, en el que Thatcher se compró una casa
visi«in cat¿rstrofista clel futuro, cre<¡ honcst¿lnrcntc (luc esa opciíln
para su retiro. (N. delT.)
r 274 GRAMSCI Y NOSOTROS
civilización queremos. De eso se trata. ¿Es posible que esas nuevas 3, PARTS
e inmensas posibilidades materiales, culturales y tecnológicas, que
superan los sueños más osados de Marx y que están ahora mism<¡
en nuestras manos, vayan a ser políticamente hegemonizadas por
la modernización reaccionaria del thatcherismo? ¿O podremos sa-
Crisis y renovación
car partido de esas formas de hacer historia, de construir nuevos
sujetos humanos y empujarlos en dirección a una nueva cultura?
de La izquie rda
Eso es lo que tiene que decidir la izquierda.
"Hay que destacarr, escribió Gramsci, "la importancia que, en
el mundo moderno, tienen los partidos políticos a la hora de ela-
borar y difundir concepciones del mundo, porque esencialmente
lo que hacen es extraer la ética y política que corresponden a esas
concepciones y actuar, digamos, como si estuvieran en stt labora-
torio histírico... ".