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Bol. 55, Enero-Junio 2021

Este documento presenta el Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida, Tomo XVII N° 55 correspondiente a enero-junio de 2021. Incluye la portada, autoridades de la Arquidiócesis de Mérida, comité editorial, de arbitraje y traducción de resúmenes, y un homenaje al Cardenal Porras por sus 75 años de vida y 30 años como Arzobispo de Mérida. También presenta el inventario bibliohemerográfico del Archivo Arquidiocesano de Mérida como segundo artículo

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Bol. 55, Enero-Junio 2021

Este documento presenta el Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida, Tomo XVII N° 55 correspondiente a enero-junio de 2021. Incluye la portada, autoridades de la Arquidiócesis de Mérida, comité editorial, de arbitraje y traducción de resúmenes, y un homenaje al Cardenal Porras por sus 75 años de vida y 30 años como Arzobispo de Mérida. También presenta el inventario bibliohemerográfico del Archivo Arquidiocesano de Mérida como segundo artículo

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo V. Nº 16. Enero-Diciembre 1996.

Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173.

El Boletín del Archivo Arquidiocesano


de Mérida es el órgano oficial de divulga-
ción del Archivo y del Museo de la Arqui-
diócesis de Mérida y refleja las activida-
des y trabajos de dichas instituciones. Es
una publicación periódica, especializada,
arbitrada e indizada, abierta a la difusión
de cualquier material cultural o de impor-
tancia científica relacionada con los fines
propios del AAM y MAM. Es financiado
por la Arquidiócesis de Mérida a través de
colaboraciones que recibe de instituciones
públicas y/o privadas. Es editado por el
Archivo y por el Museo de la Arquidiócesis
de Mérida. Los artículos y trabajos son pre-
viamente seleccionados por el Comité Edi-
torial y evaluados por el Comité de Arbi-
traje.

Fue fundado en 1987 por el Obispo Auxi-


liar de Mérida, Mons. Baltazar E. Porras
Cardozo. Su primer número salió a la luz
pública en el segundo semestre de 1987 y
su publicación fue semestral hasta el nú-
mero 13 correspondiente a julio-diciembre
1993. A partir del número 14 (1994) hasta
el 26 (2006) su periodicidad fue anual y a
partir del número 27 enero-junio 2007 vuel-
ve a publicarse semestralmente.

Mantenemos canje con publicaciones afi-


nes nacionales y extranjeras. Se distribuye
en la sede del Archivo y se envía por co-
rreo a suscriptores.

1
Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173.

BOLETÍN DEL ARCHIVO


ARQUIDIOCESANO DE MÉRIDA
TOMO XVII ENERO-JUNIO 2021 Nº 55

1
Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173.

BOLETÍN DEL ARCHIVO ARQUIDIOCESANO DE MÉRIDA

Depósito Legal
pp 87-0310
ISSN 1316-9173

Portada Lema latino de la portada: Virtus semina fortunae geminat cum tempore.
Traducción: la virtud hace germinar con el tiempo, las semillas de la fortuna.

El fotograbado de la portada del Boletín ilustra la primera página impresa de la obra


de Agustín Barbosa, Summa apostolicarum decisionum (Suma de decisiones apos-
tólicas), en su primera edición publicada en Lyon en 1645, que se conserva en la
Biblioteca del AAM, cota X KJA 2002, B 37su, 1645.

Barbosa, Agustín (1590-1649): Prelado y jurisconsulto portugués, obispo de Ugento,


en el reino de Nápoles. Sus obras más sobresalientes fueron en el campo del Derecho
y se publicaron completas en Lyon, en 16 tomos a partir de 1712.

Diseño
Ana Hilda Duque
Raquel E. Morales S.

Diagramación
Raquel E. Morales S.

Arte final
Unidad de Informática del Archivo Arquidiocesano de Mérida

Dirección
Archivo Arquidiocesano de Mérida. Palacio Arzobispal. Av. 4 esquina calle 23.
Apartado 26. Mérida 5101-A. Teléfonos (0274) 2524307-2525786. Fax: 2521238.
Mérida-Venezuela. Correo electrónico: [email protected] / [email protected]

Indización
REVENCYT (Revistas Venezolanas de Ciencia y Tecnología), código RVB005.
CLASE (Citas Latinoamericanas en Ciencias Sociales y Humanidades). México
LATINDEX (Sistema regional de información en línea para revistas científicas de
América Latina, el Caribe, España y Portugal). México, código 15600.
Aceptada en el acervo REDALYC (Red de Revistas Científicas de América Latina y
el Caribe).
IMPRESO EN VENEZUELA / PRINTED IN VENEZUELA
ARCHIVO ARQUIDIOCESANO DE MÉRIDA-AAM

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173.

AUTORIDADES DE LA ARQUIDIÓCESIS DE MÉRIDA

Arzobispo Metropolitano de Mérida


SER Baltazar Enrique Cardenal Porras Cardozo
Obispo Auxiliar
Excmo. Mons. Luis Enrique Rojas Ruiz
Vicario General
Pbro. Lcdo. Alexander Rivera Vielma
Canciller-Secretario
Pbro. José Gregorio Méndez Sánchez
Rector del Seminario San Buenaventura de Mérida
Pbro. Lcdo. Reinaldo Muñoz Contreras

BOLETÍN DEL ARCHIVO ARQUIDIOCESANO DE MÉRIDA


Directora/Editora
Ana Hilda Duque

Personal Administrativo del Archivo


Raquel Eugenia Morales Soto
Graciela Marlene Sosa de Vera
María Lourdes Rangel Altuve
María Auxiliadora Cedeño Aristimuño
Reinaldo González Briceño
Oneiver Arturo Araque
Rebeca Marisina Pérez Arriaga
Benjamín Andrés Vega Hernández
Joel Francisco Mejía Barazarte

Personal Administrativo del Museo


Rosmary Urrea Pernía
Lino Eduardo Meneses Pacheco
Gladys del Carmen Gordones Rojas
ENTES FINANCIEROS
Arquidiócesis de Mérida
Fundación Archivo Arquidiocesano Padre Luis Eduardo Cardona
Fundación Museo Arquidiocesano de Mérida

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173.

EDITOR / FUNDADOR
Mons. Baltazar E. Porras Cardozo

DIRECTORA / EDITORA
Ana Hilda Duque

COMITÉ EDITORIAL
SER Baltazar E.nrique Cardenal Porras Cardozo
Ana Hilda Duque

COMITÉ DE ARBITRAJE
SER Baltazar E.nrique Cardenal Porras Cardozo
Arzobispo Metropolitano de Mérida
Pbro. Dr. Manuel Nieto Cumplido
Archivero de la Diócesis de Córdoba-España
Ana Hilda Duque
Archivo y Museo Arquidiocesano de Mérida-Venezuela
Catalina Torres Díaz
Escuela de Letras. Universidad de Los Andes. Mérida-Venezuela
Niria Suárez
Escuela de Educación. Universidad de Los Andes. Mérida-Venezuela
Oneiver Arturo Araque
Editor Histórico. Universidad de Los Andes. Mérida-Venezuela
Joel Francisco Mejía Barazarte
Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales.
Universidad de Los Andes. Mérida-Venezuela
Ricardo Rafael Contreras
Departamento de Química. Facultad de Ciencias
Universidad de Los Andes - Mérida - Venezuela

TRADUCCIÓN DE RESÚMENES AL INGLÉS


Joel Francisco Mejía Barazarte

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173.

HOMENAJE

A
SER Baltazar Enrique Cardenal Porras Cardozo
Arzobispo Metropolitano de Mérida
Administrador Apostólico
de la
Arquidiócesis de Caracas
Miembro de la Congregación del Clero
de la
Iglesia Universal
y
Miembro del Dicasterio
del
Consejo Pontificio de la Cultura
de la
Santa Sede

Homenaje
de la
Arquidiócesis de Mérida
a través del
Archivo y Museo Arquidiocesano
en su
septuagésimo quinto
aniversario de vida
(1944-2019)
y
trigésimo aniversario
Arzobispo de Mérida
(1991-2021)

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173.

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173.

SUMARIO

Editorial................................................................................... 13-16

EL ARCHIVO
INVENTARIOS, GUÍAS, ÍNDICES,
CATÁLOGOS, RESÚMENES
Inventario bibliohemerográfico del Archivo Arquidiocesano de
Mérida-Venezuela. Segunda Parte.
Presentación.
Ana Hilda Duque...................................................................... 21-22
Catálogo.
Marlene Sosa de Vera.............................................................. 23-34

DOCUMENTOS
Homenaje al Bicentenario del encuentro y entrevista entre
el Libertador Simón Bolívar y el Ilmo. Mons. Rafael Lasso
de la Vega,V Obispo de Mérida de Maracaibo.
Ciudad de Nuestra Señora de la Paz
de Trujillo-Venezuela, 1 de marzo de 1821

Mis Sentimientos. Illmo. Obispo Rafael Lasso de la Vega. Co-


mentario y Transcripción.
Rebeca Marisina Pérez Arriaga.............................................. 37-108

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173.

1826.
Texto escrito por el Illmo. Sr. Rafael Lasso de la Vega donde expresa,
como obispo de la Diócesis de Mérida de Maracaibo y senador del Con-
greso de Colombia, sus puntos de vista acerca de los asuntos políticos
entre la Iglesia y la República de Colombia. El documento está conforma-
do por siete (7) ensayos denominados sentimientos, cuyos principales
aspectos de reflexión fueron: el sacerdocio con respecto al Proyecto de
Voto Sacerdotal que se discutía en el Congreso de la República; la tole-
rancia religiosa; el tema de los diezmos en el contexto del Proyecto de
Decreto ‘acerca de pretenderse ser sueldos de Estado las rentas de los
Obispos’ y la defensa de la autoridad de la Iglesia; la acción de Lasso de
la Vega como obispo y senador ante el Congreso de la República de
Colombia para el establecimiento de las relaciones entre la República y la
Santa Sede a través de las correspondencias directamente elevadas a los
Papas Pío VII y León XII; acerca de la extinción de Conventos menores y
la defensa del obispo para mantener la norma establecida de los Conven-
tos basada en las Bulas Pontificias y, finalmente, los argumentos en
defensa de religión católica, la existencia de la Iglesia y la sanción de
conocimientos sobre causas de fe.
Rafael Lazo de la Vega. “Mis Sentimientos”. En, Antonio Ramón Silva
(Compilador). Documentos para la Historia de la Diócesis de Mérida.
Tomo Sexto Pontificado de Illmo. Señor Lazo de la Vega (Sus trabajos
en el orden político). Mérida-Venezuela: Imprenta Diocesana. 1922, pp.
345-433...................................................................................... 45-108

TRABAJOS, ARTÍCULOS
Formación de la Diócesis de Mérida y la erección de su Cabildo
Catedral.
José Ramón Márquez Ruiz..................................................... 111-142

Homilía en ocasión del Bicentenario de la Batalla de Carabobo


(1821-2021).
S.E.R Baltazar Enrique Cardenal Porras Cardozo................... 143-152

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173.

EL MUSEO
INVENTARIOS, GUÍAS, ÍNDICES,
CATÁLOGOS, RESÚMENES

Ingreso de piezas a la Colección del Museo Arquidiocesano de


Mérida, enero-junio 2021............................................................. 157-164

EXPOSICIONES

José Gregorio Hernández Cisneros. Nuestro Santo Andino. Expo-


sición temporal. Mayo-noviembre 2021...................................... 169-186

CRÓNICAS, EVENTOS, NOTICIAS

Trigésima paradura del Niño Jesús. Palacio Arzobispal de Mérida,


04 de febrero de 2021.
Raquel Morales Soto.............................................................. 189-198

Cardenal Baltazar Porras inauguró exposición sobre el Beato Dr.


José Gregorio Hernández Cisneros.
Freddy Criollo Villalobos...................................................... 199-202

NORMAS PARA LOS / AS AUTORES / AS........................... 203-205

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173.

SUMMARY

Editorial..................................................................................... 13-16

THE ARCHIVE

INVENTORIES, GUIDES, INDICES,


CATALOGUES, ABSTRACTS

Bibliohemerographic inventory of the Archdiocesan Archive,


Merida-Venezuela. Second part.
Introduction.
Ana Hilda Duque.................................................................. 21-22
Catalogue.
Marlene Sosa de Vera.......................................................... 23-34

DOCUMENTS
Tribute to the Bicentennial of the meeting and interview
between the Liberator Simon Bolivar and the Hon. Bishop
Rafael Lasso de la Vega, V Bishop of Mérida de Maracaibo.
City of Our Lady of Peace
Trujillo-Venezuela, the 1th of March, 1821

My feelings. Illmo. Bishop Rafael Lasso de la Vega.


Comment and Transcription.
Rebeca Marisina Pérez Arriaga.............................................. 37-108

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173.

1826.
The text was written by Illmo. Mr. Rafael Lasso de la Vega where he
expresses, as bishop of the Diocese of Mérida de Maracaibo and senator
of the Congress of Colombia, his views on political issues between the
Church and the Republic of Colombia. The document is made up by
seven (7) essays called feelings, whose main aspects of reflection were:
the priesthood with respect to the Project of The priestly vote that was
discussed in the Congress of the Republic; the tolerance religious; the
subject of tithes in the context of the Decree ‘About trying to convert
the income of the Bishops into state salaries’ and the defense of the
authority of the Church; The role of Lasso de la Vega as bishop and
senator before the Congress of the Republic of Colombia for the esta-
blishment of relations between the Republic and the Holy See through
correspondence directly raised to the Popes Pius VII and Leo XII; It
deals with the extinction of minor Convents and the defense of the bishop
to maintain the established norm of the Convents based on the Papal
Bulls and, finally, sets out the arguments in defense of the Catholic
religion, the existence of the Church, and the sanction of knowledge
about causes of faith.
Rafael Lasso de la Vega. “My feelings”. In, Antonio Ramón Silva
(Compiler). Documents for the History of the Diocese of Mérida. Volume
Sixth Pontificate of Illmo. Mr. Lasso de la Vega (His writtings in the political
order). Mérida-Venezuela: Diocesan Printing Office. 1922, pp. 345-433.... 45-108

PAPERS
Formation of the Diocese of Mérida and the erection of its
Cathedral Chapter.
José Ramón Márquez Ruiz....................................................... 111-142

Homily commemorating the Bicentennial of the Battle of Carabobo


(1821–2021).
SER Baltazar Enrique Cardenal Porras Cardozo................... 143-152

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173.

THE MUSEUM

INVENTORIES, GUIDES, INDICES,


CATALOGS, ABSTRACTS
Entry of pieces to the Collection of the Archdiocesan Museum of
Merida, January-June 2021...................................................... 157-164

EXHIBITIONS
José Gregorio Hernández Cisneros. Our Andean Saint. Temporary
Exposition. May-November, 2021.............................................. 169-186

CHRONICLES, EVENTS, NEWS

XXX Paradura del Niño. Archbishop’s Palace of Mérida, the 4th


of February, 2021
Raquel Morales Soto............................................................. 189-198

Cardinal Baltazar Porras inaugurated the exhibition on Blessed


Dr. José Gregorio Hernández Cisneros.
Freddy Criollo Villalobos........................................................ 199-202

RULES FOR AUTHORS…..................................................... 203-205

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Editorial pp. 13-16

EDITORIAL

El año 2021 ha sido particularmente difícil, no solo para nuestro país, sino
para la humanidad en general. Súbitamente, el avance de la pandemia del
COVID-19 ha impuesto innumerables desafíos al mundo moderno a lo largo
y ancho de la ecúmene, generando un replanteamiento y reconfiguración de
las actividades propias de la vida cotidiana en sus múltiples dimensiones.
En medio de este aciago contexto, un suceso trascendental ha traído al gen-
tilicio venezolano ventura y regocijo, al verse cristalizado el viejo anhelo de
ver la figura del Doctor José Gregorio Hernández Cisneros «El Siervo de
Dios» convertida finalmente en Beato. También se conmemora este año el
segundo centenario de la Batalla de Carabobo, gesta heroica que consolidó
el proceso independentista de nuestra nación; un tercer acontecimiento com-
pleta esta trilogía de júbilo y celebración: S.E.R Baltazar Enrique Cardenal
Porras Cardozo arriba a su XXX Aniversario como Arzobispo Metropolita-
no de Mérida.
Esta trilogía jubilar contextualiza el presente número del Boletín del Archi-
vo Arquidiocesano de Mérida, cuya estructura y contenido están impreg-
nados de matices escritos, documentales, artísticos, y de eventos celebrados
que, en su conjunto, hacen justo honor a tan trascendentales acontecimien-
tos.
A lo largo de su ejercicio sacerdotal, el Cardenal Arzobispo Porras Cardozo
ha cumplido una labor inmensamente rica y fecunda, quedando patente en
cada homilía, en cada discurso, en su prolífica producción intelectual, y en su
inquebrantable deseo de hacer de la sociedad venezolana un conglomerado
conciliado y regocijado espiritualmente con Dios. Gran parte del contenido
de este número constituye un reflejo de esta fecundidad y es la forma más
idónea de rendir homenaje a su dilatada trayectoria.
La obra intelectual del Cardenal Arzobispo Porras Cardozo y su esfuerzo
por promover y divulgar la cultura nacional, se dejan ver en la presentación
del Inventario Bibliohemerográfico del Archivo Arquidiocesano de
Mérida, en la sección «El Archivo». Esta colección bibliográfica no solo ha

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Editorial pp. 13-16

sido en gran parte donada por él, sino que entre los títulos se incluyen varias
de sus obras más destacadas.
La sección «Documentos» contiene la transcripción de Mis Sentimientos,
un ensayo argumentativo que fuera escrito en 1826 por el Illmo Sr. Rafael
Lasso de la Vega y de la Rosa, en el que queda manifiesta su visión personal
acerca del devenir de los asuntos religiosos y políticos en aquellos tiempos,
decantados en ocho aspectos críticos que el autor denominó: «Sentimien-
tos».
En la sección dedicada a «Trabajos, Artículos» se presentan dos documen-
tos de especial importancia histórica: el primero, sintetiza el proceso que
llevó a la conformación de la Diócesis de Mérida y los avatares e inconve-
nientes que enfrentó la erección definitiva de su cabildo central, entre los
años 1778 y 1792. El segundo, reproduce la Homilía ofrecida por el Carde-
nal Arzobispo Porras Cardozo en ocasión de la conmemoración del Bicente-
nario de la Batalla de Carabobo, celebrada en la Catedral de Valencia. Es un
texto esencialmente reflexivo que se enfoca en la analogía histórica de las
necesidades y retos de la sociedad venezolana en ambos siglos, clamando
por un replanteamiento y reconstrucción de la república, tan necesarios aho-
ra como en 1821.
La sección de «Inventarios» muestra un conjunto de piezas gentilmente do-
nadas al Museo Arquidiocesano de Mérida por el Cardenal Arzobispo Po-
rras Cardozo, que incluyen: tallas en madera, tejidos en fibra y tapetes, obras
esculpidas/pintadas en piedra, ente otros. En la Sección dedicada a «Expo-
siciones» se presentan los detalles de la Exposición temporal denominada:
José Gregorio Hernández Cisneros: nuestro Santo Andino, la cual permane-
ce expuesta en las instalaciones del Palacio Arzobispal de abril a noviembre
del presente año, mostrando piezas que van desde obras de arte, grabacio-
nes sonoras, indumentaria litúrgica, hasta obras publicadas acerca de la vida
y trayectoria de nuestro nuevo Beato. Algunas imágenes del acto inaugural
de esta exposición se muestran en la sección Crónicas, Eventos y Noticias,
junto con otros eventos celebrados recientemente.
Constituye esta una sencilla pero significativa manera de honrar estos tres
eventos que trascienden a la historia, a la espiritualidad y a la cultura nacio-
nal, en tiempos tan cargados de dificultades.

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Editorial pp. 13-16

EDITORIAL

2021 has been a complicated year, not only for our country but for humanity
in general. The advance of the COVID-19 pandemic has imposed challenges
to the modern world throughout the ecumene, leading to rethink and
reconfigure the daily activities in multiple dimensions. In this unfortunate
context, a momentous event has brought the Venezuelan people happiness
and rejoicing, as the old desire to see the figure of Doctor José Gregorio
Hernández Cisneros «The Servant of God» to be blessed became real. The
second centenary of the Battle of Carabobo is also commemorated this
year, a heroic feat that consolidated the independence process of our nation;
a third event completes this trilogy of joy and celebration: H.E.R Baltazar
Enrique Cardinal Porras Cardozo arrives at his XXX Anniversary as
Metropolitan Archbishop of Mérida.
This jubilee trilogy contextualizes the current issue of the Archdiocesan Ar-
chives Bulletin of Mérida, whose structure and content are impregnated
with written, documentary, artistic nuances, and celebrated events that, as a
whole, justly honor such momentous events.
Throughout his priestly practice, Cardinal Archbishop Porras Cardozo has
fulfilled a very rich and fruitful work, which is evident in each homily, in
each speech, in his lavish intellectual production, and in his unwavering desire
to make Venezuelan society a conglomerate reconciled and rejoiced spiritually
with God. Much of the content of this issue reflect this productivity and is
the best way to pay tribute to his long career.
The intellectual harvest of Cardinal Archbishop Porras Cardozo and his effort
to promote and disseminate the national culture can be found in the
presentation of the Bibliohemerographic Inventory of the Archdiocesan
Archive of Mérida, in the section «The Archive». This bibliographic collection
has not only been donated by him, but the titles include several of the most
outstanding books written by himself.
The «Documents» section contains the transcription of My Feelings, an
argumentative essay written in 1826 by the Illmo Mr. Rafael Lasso de la

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Editorial pp. 13-16

Vega y de la Rosa, in which his vision about the future of religious affairs
and politicians in those times is manifested, decanted in eight critical aspects
that the author called: «Feelings».
In the section dedicated to «Works, Articles» two documents of historical
importance are included: the first synthesize the process that led to the
formation of the Diocese of Mérida and the vicissitudes and inconveniences
faced by the ultimate erection of its central council, among the years 1778
and 1792. The second reproduces the Homily offered by Cardinal Archbishop
Porras Cardozo during the commemoration of the Bicentennial of the Battle
of Carabobo, held in the Cathedral of Valencia. It is an essentially reflective
text that focuses on the historical analogy of the needs and challenges of
Venezuelan society in both centuries to call for the rethinking and
reconstruction of the republic, as necessary now as in 1821.
The «Inventories» section shows a set of pieces graciously donated to the
Archdiocesan Museum of Mérida by Cardinal Archbishop Porras Cardozo,
which include: wood carvings, fiber fabrics, and rugs, sculptured/painted
stone works, among others.
In the section dedicated to «Exhibitions» the details of the temporary
Exhibition called: José Gregorio Hernández Cisneros: Our Andean Saint is
presented, which remains exposed in the facilities of the Archbishop’s Palace
from April to November of this year, showing pieces ranging from artworks,
sound recordings, liturgical clothing, even published texts about the life and
trajectory of our new Blessed. Some images of the opening act of this
exhibition are shown in the Chronicles, Events, and News section, along
with other events held recently.
This is a simple but significant way to honor these three events that transcend
history, spirituality, and national culture, in times so fraught with difficulties.

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Editorial pp. 13-16

EL ARCHIVO

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Editorial pp. 13-16

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Editorial pp. 13-16

INVENTARIOS, GUÍAS, ÍNDICES,


CATÁLOGOS, RESÚMENES

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Editorial pp. 13-16

20
Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Ana Hilda Duque. Inventario bibliohemerográfico... Presentación., pp. 21-22

INVENTARIO BIBLIOHEMEROGRÁFICO DEL


ARCHIVO ARQUIDIOCESANO DE MÉRIDA-VENEZUELA.
SEGUNDA PARTE

PRESENTACIÓN

Ana Hilda Duque *

Damos a conocer la segunda parte del inventario de la Bibliohemeroteca


del Archivo Arquidiocesano de Mérida, resultado del trabajo que lleva a
cabo el personal adscrito al Proyecto Marco Institucional de carácter per-
manente Inventario y catalogación de fuentes bibliográficas y docu-
mentales eclesiásticas, iniciado oficialmente en 1998 bajo el título Catalo-
gación, Clasificación y Automatización Bibliohemerográfica: coleccio-
nes Mons. Baltazar E. Porras Cardozo, Archivo Arquidiocesano y Centro
de Documentación del Museo Arquidiocesano de Mérida, con el fin de co-
nocer y difundir el patrimonio bibliohemerográfico de la Arquidiócesis.
La primera parte fue presentada la semana del 25 al 29 de septiembre de
2017 durante el V Encuentro Nacional de Archivos y III de Museos.
Eclesiásticos, en el marco de los actos programados con motivo del Jubi-
leo Arzobispal de SER Baltazar Enrique Cardenal Porras Cardozo: Bodas
de Oro Sacerdotales (30-7-1967/30-7-2017), Bodas de Plata
Arzobispales (5-12-1991/5-12-2016) y nombramiento Cardenalicio (19-11-
2016). El libro salió a la luz pública en 2017 en la Colección Inventarios y
Catálogos, del fondo editorial del AAM1.

*
Directora y Editora del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Coordinadora del Proyecto Inventario,
Catalogación, Clasificación y Automatización Bibliohemerográfica. Correo electrónico:
[email protected]
1
Marlene Sosa de Vera (Compiladora). Inventario Bibliohemerográfico del Archivo Arquidiocesano
de Mérida-Venezuela. Colecciones: Bibliohemeroteca / Dirección / Mons. Miguel Antonio Salas
Salas / Horacio López Guédez / Germán Briceño Ferrigni. Mérida (Venezuela): Arquidiócesis de
Mérida. Archivo Arquidiocesano. 2017, 691 páginas. (Colección Inventarios y Catálogos 1).

21
Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Ana Hilda Duque. Inventario bibliohemerográfico... Presentación., pp. 21-22

El presente inventario contiene 98 títulos y 144 ejemplares. Incluye los últi-


mos números editados por el Archivo Arquidiocesano en las colecciones
Crónicas y Fuentes para Historia Eclesiástica de Venezuela. Destacan
los títulos sobre Religión, Historia de Venezuela, Historia Eclesiástica gene-
ral y venezolana, publicaciones del Consejo Episcopal Latinoamericano-
CELAM-, Historia Católica, Evangelización de la Cultura, Mensajes de los
Papas Juan Pablo II y Francisco, Música, Decretos y acuerdos del Episco-
pado Venezolano, entre otros.
Su autores tenemos a: José del Rey Fajardo, Baltazar Enrique Porras Cardozo,
Luis Ugalde sj, Pedro Trigo sj, Juan de Dios Moreno, Jenaro Aguirre Elorriaga,
Francisco Javier Duplá, María García de Fleury, Mariano Picón-Salas, Ana
Henriqueta Terán, entre otros.
Más del 90 por ciento de los títulos fueron donados por nuestro Cardenal
Arzobispo Porras Cardozo. Expresamos especial agradecimiento por su
permanente apoyo a la promoción de la cultura del país, de la Arquidiócesis
y especialmente a las dependencias arquidiocesanas: El Archivo y El Mu-
seo.

Bibliohemeroteca del Archivo Arquidiocesano de Mérida.


AAM. Banco de imágenes.

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Marlene Sosa de V. Inventario bibliohemerográfico... Catálogo., pp. 23-34

CATÁLOGO

Marlene Sosa de Vera*


N° Tít. Cota / Título / Autor N° Ej.
AC75 P67
Crónicas menores merideñas : 1992-2015 / Baltazar Enrique
1 4
Porras Cardozo
Porras Cardozo, Baltazar Enrique, 1944-
AC75 P67s 2020
Senderos de la palabra : crónicas menores, 2011-2020 /
Baltazar Enrique Porras Cardozo ; prólogo Jóvito E.
2 4
Valbuena Gómez ; pórtico Baltazar Enrique Porras Cardozo
; Coordinadora académica y editora: Ana Hilda Duque.
Porras Cardozo, Baltazar Enrique, 1944-
AC75 P67sa 2020
Saber mirar, saber escuchar : crónicas menores, 2000-2010 /
Baltazar Enrique Porras Cardozo ; prólogo José Mendoza
3 4
Angulo ; pórtico Baltazar Enrique Porras Cardozo ;
Coordinadora académica y editora: Ana Hilda Duque.
Porras Cardozo, Baltazar Enrique, 1944-
AC75 P67u 2020
En el umbral del Tercer Milenio : crónicas menores : 1992-
1999 / Baltazar Enrique Porras Cardozo ; prólogo María
4 4
Teresa Delgado ; pórtico Baltazar Enrique Porras Cardozo ;
Coordinadora académica y editora: Ana Hilda Duque.
Porras Cardozo, Baltazar Enrique, 1944-
BR115 H5J6 2003
Iglesia y educación en Venezuela : Memorias III Jornadas de
5 1
Historia y Religión
Jornadas de Historia y Religión (3º : 2003 : Caracas, Venezuela)
BR115 H5J6 2007
Arturo Uslar Pietri : humanismo y americanismo : memoria
6 1
de las VII Jornadas de Historia y Religión
Jornadas de Historia y Religión (7º : 2007 : Caracas, Venezuela)
BR115 H5J6 2009
Las juntas, las cortes y el proceso de emancipación,
7 Venezuela, 1808-1812 : memoria de las IX Jornadas de 1
Historia y Religión
Jornadas de Historia y Religión (9º : 2009 : Caracas, Venezuela)

*
Especialista en Catalogación Bibliohemerográfica del Archivo Arquidiocesano de Mérida, hasta
junio 2021. Correo electrónico: [email protected].

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Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Marlene Sosa de V. Inventario bibliohemerográfico... Catálogo., pp. 23-34

N° Tít. Cota / Título / Autor N° Ej.


BT660 C6N8 1996
8 1
Nuestra Señora del Coromoto : Patrona de Venezuela
BX1378.5 C3M4 1996
9 Mensajes a los venezolanos / Juan Pablo II 1
Iglesia Católica. Papa (1978-2005 : Juan Pablo II)
BX1378.7 B479
Pueblo de Dios, inculturación y pobres : claves teológico-
10 1
eclesiales del Papa Francisco / Raúl Berzosa Martínez
Berzosa Martínez, Raúl, 1957-
BX1396.44 J48
11 1
Jesucristo, ¿fue socialista? / Oscar Reyes... [et al.]
BX1425 A1C3
12 Estatutos / Consejo Episcopal Latinoamericano -CELAM- 1
Consejo Episcopal Latinoamericano.
BX1425 A1C65 1994
Río de Janeiro, Medellín, Puebla, Santo Domingo :
13 1
conferencias generales del espiscopado latinoamericano
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano
BX1425 A3F4 v. 1
Evangelización de la cultura e inculturación del evangelio /
14 1
Dom Antonio Do Carmo Cheuiche, O.C.D.
Do Carmo Cheuiche, Dom Antonio, 1927-2009
BX1425 A3Q85a v. [2]
Política, economía y trabajo compromiso del Laico hoy :
Algunos elementos para el análisis y la reflexión en el camino
15 1
hacia la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano. /
Secretaría General del CELAM
Consejo Episcopal Latinoamericano
BX1425 A3Q85a v. [3]
Evangelización de la cultura hoy : oportunidades y amenazas
16 1
/ Secretaría General del CELAM
Consejo Episcopal Latinoamericano
BX1425 A3Q85a v. [4]
Por la vida de nuestros pueblos. / Secretaría General del
17 1
CELAM
Consejo Episcopal Latinoamericano
BX1425 A3Q85b v. 5
Discípulo de Jesús y discipulado : según la obra de San Lucas
18 1
/ Santiago Silva Retamales
Silva Retamales, Santiago

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N° Tít. Cota / Título / Autor N° Ej.


BX1425 A3Q85b v. [1]
Discípulos de Jesús : Relatos e Imágenes de vocación y misión
19 1
en la Biblia / Santiago Silva Retamales
Silva Retamales, Santiago
BX1425 A3Q85b v. [3]
El discipulado en el evangelio de Marcos / Hugo Orlando
20 1
Martínez Aldana
Martínez Aldana, Hugo Orlando, 1961-
BX1425 A3Q85h
Cien años de teología en América Latina : (1899-2001) /
21 1
Josep-Ignasi Saranyana
Saranyana, Josep-Ignasi, 1941-
BX1425 A3Q85r v.[2]
Católicos y Políticos una Identidad en Tensión : cuatro
hipótesis sobre los límites y alcances de la presencia de los
22 1
católicos en la política latinoamericana / Secretaría General,
Observatorio
Consejo Episcopal Latinoamericano
BX1425 C6P531
23 Plan global / Consejo Episcopal Latinoamericano 1
Iglesia Católica. Consejo Episcopal Latinoamericano
BX1426.2 T75
La Institución eclesiástica en la nueva novela latinoamericana
24 2
/ Pedro Trigo
Trigo, Pedro
BX1488 A3P47
Iglesia en misión : orientaciones y normas conciliares /
25 Concilio Plenario de Venezuela ; introducción teológico- 1
pastoral de Mons. R. Ovidio Pérez Morales
Iglesia Católica Concilio Plenario de Venezuela
BX1488 C3D4 1951
Decretos y acuerdos del Episcopado Venezolano en la
26 1
Conferencia Episcopal de Mérida, 1951
Iglesia Católica. Conferencia Episcopal de Mérida
BX1793 U47
27 Cristianismo y sociedad / Luis Ugalde 1
Ugalde, Luis

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N° Tít. Cota / Título / Autor N° Ej.


BX1972 M43o
Discípulos orantes : libro de oraciones del monaguillo / Hna.
Teresita Medina Gómez, PVM ; introducción +Baltazar
28 1
Enrique Porras Cardozo, Arzobispo Metropolitano de
Mérida
Medina Gómez, Teresita
BX2347.8 S8D6
Documentos de la Iglesia sobre Pastoral universitaria /
29 Conferencia Episcopal Venezolana 1
Conferencia Episcopal Venezolana, Departamento de juventud y
pastoral universitaria del S.P.E.V.
BX3714 V4R4en
Entre el deseo y la esperanza : los Jesuitas en la Caracas
30 1
colonial / José del Rey Fajardo
Rey Fajardo, José del, 1934-
BX4675 A48E3
Educador catequista Jenaro Aguirre : sacerdote educador y
31 1
animador espiritual
Aguirre Elorriaga, Jenaro, 1911-2003
BX4700 H4C38 2021
Rito de Beatificación del Siervo de Dios José Gregorio
Hernández Cisneros y Celebración Eucarística, 30 de abril de
2021, Iglesia del Colegio La Salle, La Colina, Caracas,
32 1
Venezuela
Iglesia Católica. Conferencia Episcopal Venezolana (CEV).
Comisión Nacional para la Beatificación del Dr. José Gregorio
Hernández
BX4700 H4D65
Hilos de Fé : José Gregorio Hernández / fotografía Mauricio
33 2
Donelli ; Socrates Serrano ; Textos: Miguel Issa
Donelli, Mauricio, 1964-
BX4700 H4D86 2019
Se llamaba José Gregorio Hernández : El Venerable Siervo
34 de Dios / Francisco Javier Duplá, S.J. Axel Capriles M. ; 1
prólogo +Baltazar Cardenal Porras Cardozo
Duplá, Javier
BX4700 H4D86fa
Favores de José Gregorio Hernández / Francisco Javier
35 Duplá, S.J. ; prólogo Laureano Márquez ; presentación 1
Mons. Tulio Ramírez Padilla ; Ilustraciones Onofre Frías
Duplá, Francisco Javier, 1940-

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N° Tít. Cota / Título / Autor N° Ej.


BX4700 H4G37j
José Gregorio Hernández, modelo a seguir : el médico que
36 hizo gala del servicio, lo científico y lo religioso / María 1
García de Fleury
García de Fleury, María
BX4705 A7P67c 2008
Bodas de plata episcopales Excmo. Mons. Dr. Baltazar
Enrique Porras Cardozo, Arzobispo Metropolitano :
37 celebración eucarística jubilar, Mérida, 20 de septiembre de 5
2008.
Arquidiócesis de Mérida. Basílica Menor Inmaculada
Concepción.
BX4705 C3F42
Beata Madre Carmen Rendiles : Santidad itinerante / Maria
38 1
Elena Febres-Cordero Briceño
Febres-Cordero Briceño, Marìa Elena
BX4705 C3R641
Ritual litúrgico : sagrada ordenación episcopal del Excmo.
Mons. Luis Enrique Rojas Ruíz, Obispo Títular de Unizibira
y Auxiliar de la Arquidiócesis de Mérida / consagrante
principal S.E.R. Baltazar Enrique Cardenal Porras Cardozo,
39 Arzobispo Metropolitano de Mérida - Venezuela ; 1
consagrantes: Excmo. Mons. José Luis Azuaje Ayala, 1er.
Vicepresidente de la CEV, Excmo. Mons. Alfredo Enrique
Torres Rondón, Obispo de la Diócesis de San Fernando de
Apure
Iglesia Católica. Arquidiócesis de Mérida
BX4705 C3T67e 2013
Ordenación episcopal de Mons. Alfredo Enrique Torres
40 Rondón : Obispo titular de Sassura y Auxiliar de la 4
Arquidiócesis de Mérida, Mérida, 13 de septiembre de 2013
Iglesia Católica. Arquidiócesis de Mérida
BX4705 G636P32 2019
41 Pedro José R. Godoy M., SDB : un discípulo y maestro de la 1
fe
BX4705 M63V52
Vida, tiempo y trascendencia de Monseñor Salvador Montes
42 1
de Oca / Marielena Mestes [i.e. Mestas] Pérez, Coordinadora-
Editora ; preámbulo Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo

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N° Tít. Cota / Título / Autor N° Ej.


BX4705 P67M45
Palabras y hechos de S.E.R. Baltazar Enrique Cardenal
43 Porras Cardozo en cinco estaciones desde nueve miradores / 4
José Mendoza Angulo ; prólogo R.P. Luis Ugalde, S.J.
Mendoza Angulo, José, 1937-
BX4705 R299G65f
Fray Juan Ramos de Lora, obispo insigne y sembrador de
cultura : documentos inéditos sobre su vida y actividad al
44 frente de la Diócesis de Mérida de Maracaibo : en el 250 1
aniversario de su natalicio, Los Palacios, Sevilla, (1722-1972) /
Odilo Gómez Parente, O.F.M.
Gómez Parente, Odilo
BX4705 S66S6
De Tinaco al cielo : crónicas sobre Mons. Sixto Sosa Díaz,
45 4
1870-1943 / Felix Enrique Sosa Moreno
Sosa Moreno, Felix Enrique
BX920 C3R49
El Seminario de Caracas y la restauración de la Compañía de
Jesús (1916) / José del Rey Fajardo, Carlos Rodríguez
46 1
Souquet ; prólogo Cardenal Baltazar Enrique Porras
Cardozo
Rey Fajardo, José del, 1934-
CD4101 G89
Pautas para el establecimiento de políticas y planes de
47 automatización de archivos / preparado por Leonardo 1
Guzmán Mora
Guzmán Mora, Leonardo David
CD959 H47m
Manual de instrumentos de descripción documental / Antonia
48 1
Heredia Herrera
Heredia Herrera, Antonia
CD959 V3p
Política de la administración de documentos y archivos /
49 2
Manuel Vázquez Murillo
Vázquez Murillo, Manuel
CD972 S35
Guía de conservación preventiva de nuevas tecnologías :
50 soportes documentales alternativos en archivos y centros de 1
información / Mario Javier Santander Suárez,
Santander Suárez, Javier

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N° Tít. Cota / Título / Autor N° Ej.


CS399 C4C4
Dalla Sicilia alle Ande : la storia delle nostre origini
51 venezuelane / di Mario Cerruti Massimo Cruciani ; progetto 1
grafico ed impaginaziones di Danilo Cerruti
Cerruti, Mario
F2308 V55
La Fe en la literatura y el arte de Venezuela / Pbro. Ramón
52 1
Vinke
Vinke, Ramón
F2320 V565
53 Visiones del oficio : historiadores venezolanos en el siglo XXI 1
/ José Angel Rodríguez (compilador).
F2324 R6M6
Juan Germán Roscio : la subversión de la palabra / Luz Ainai
54 1
Morales Pino
Morales Pino, Luz Ainai
F2327.52 M3V4
55 Dr. Ramón Mazzino Valeri : in memoriam / Paúl Valeri 1
Valeri, Paúl
F2331 M4T3
Santa Lucía de Mucuchíes, 1586-1986 / P.N. Tablante
56 1
Garrido
Tablante Garrido, Pedro Nicolás, 1917-
F2331 R5B5 v.1
Memorias de agua, barro y café / José Lubin Pulido
57 1
Chaparro
Pulido Chaparro Jose Lubin, 1941-
F2331 R5B5 v.2
El templo velado : historia de la Iglesia en San José de Bolívar
58 1
y Queniquea / José Antonio Pulido Zambrano
Pulido Zambrano, José Antonio, 1975-
F2331 R5B5 v.3
La historia de los Pérez en el Río Bobo / José Antonio Pulido
59 1
Zambrano
Pulido Zambrano, José Antonio, 1975-
F2331 T3B5 v.188.
60 Obra poética / Manuel Felipe Rugeles 1
Rugeles, Manuel Felipe
F2341 M4S6
61 Rastros y rostros de Aricagua / Ramón Sosa Pérez 1
Sosa Pérez, Ramón, 1963-

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N° Tít. Cota / Título / Autor N° Ej.


GF532 T6C6
Estudio geocultural de la ciudad de Tovar, estado Mérida /
62 Norelmi María Contreras Suárez ; tutora Rebeca Pérez ; 1
tutor adjunto Rocco Mangieri
Contreras Suárez, Norelmi María
GR133 V4P6
63 La medicina tradicional venezolana / Angelina Pollak-Eltz. 2
Pollak-Eltz, Angelina, 1932-
HD9114 V4S8 2001
Formación histórica del sistema cañamelero mérideño, 1600-
64 4
1900 / Niria Suárez de Paredes.
Suárez de Paredes, Niria
HN32 C83 N°213
65 Abrazos de vida : testimonios de fe y justicia / Centre 2
d'Estudis Cristianisme i Justícia.
HN32 C83 N°217
Por una (contra)cultura de la reconciliación / Galo Bilbao
66 1
Alberdi ; Izaskun Sáez de la Fuente Aldama.
Bilbao Alberdi, Galo
HN32 C83 Nº203
Cómo pensar el cambio hoy : apuntes y propuestas para el
67 1
compromiso / Jesús Sanz
Sanz, Jesús
HN32 C83 Nº205
68 Fiscalidad justa, una lucha global / Xavier Casanovas 2
Casanovas, Xavier
HN32 C83 Nº206
Hijos e hijas de un peregrino hacia una teología de las
69 2
migraciones / Alberto Ares
Ares, Alberto
HN32 C83 Nº207
Desarmar los infiernos : practicar la no violencia de
70 1
JesúsJoan Morera Perich
Morera Perich, Joan
HN32 C83 Nº208
El silencio y el grito : El budismo y los profetas de Israel /
71 1
José Ignacio González Faus
González Faus, José Ignacio, 1933-

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N° Tít. Cota / Título / Autor N° Ej.


HN32 C83 Nº209
¡Despertemos! : propuestas para un humanismo descentrado
72 / Jorge Riechmann, José Ignacio González Faus, Carmen 1
Magallón Portolés
Riechmann, Jorge, 1962-
HN32 C83 Nº210
Acogerse a sagrado : la construcción política de lugares
73 1
habitables / José Laguna.
Laguna, José
HN32 C83 Nº211
Transformar la Iglesia y la sociedad en femenino / Maria
74 1
Clara Lucchetti Bingemer
Lucchetti Bingemer, Maria Clara
HN32 C83 Nº212
Creer en la sostenibilidad las religiones ante el reto
75 2
medioambiental / Jaime Tatay
Tatay. Jaime
HN32 C83 Nº214
Vivir con menos para vivir mejor : superar la ideología del
76 crecimiento ilimitado / Joan Carrera i Carrera ; traducción, 1
Javier Rodrigo Zudaire
Carrera i Carrera, Joan, 1960-
HN32 C83 Nº215
Dios en tiempos líquidos propuestas para una espiritualidad
de la fraternidad : Seminario de Teología de Cristianisme i
77 1
Justicía / los autores del escrito han sido José Laguna, Manu
Andueza, Javier Vitoria, José Ignacio González Faus y
Joaquin Menacho
HN32 C83 Nº216
78 Mercancías ficticias : recuperando a Polanyi para el siglo 1
XXI / Guillermo Casasnovas (ed.)
HT1151 D38
La sociedad esclava en la Provincia de Venezuela, 1790-1800 :
79 (solicitudes de libertad-selección documental) / Dora Dávila 1
Mendoza
Dávila Mendoza, Dora
JL3894 E54
Elecciones en Venezuela : análisis de escenarios y resultados /
80 1
Eduardo Fernández... [et al.] ; Freddy Delgado Daló,
compilador.

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N° Tít. Cota / Título / Autor N° Ej.


LA2365 V4J68
81 José Miguel Monagas, 1921-1987 : in memoriam / autores, 1
Luis Beltrán Prieto Figueroa... [et al.].
LA606 J83
Educación laica o religiosa? : dos visiones y un desafío
82 educativo en la modernización de Venezuela entre 1936-1948 / 1
José Francisco Juárez Pérez
Juárez, José Francisco, 1969-
ML238 M6M8
Don Juan de Dios Moreno V., compositor merideño : álbum
83 1
musical
Moreno, Juan de Dios, 1857-1926
N6502.2 A74
84 El arte hispanoamericano / Fernando Arellano, S.J. 1
Arellano, Fernando
N910 M4G6
Colección Carl Sörensen : catálogo del Museo
85 Arquidiocesano de Mérida-MAMSG / Gladys del Carmen 2
Gordones Rojas, Lino Eduardo Meneses Pacheco
Gordones Rojas, Gladys, 1963-
P.P. BR11 L4R4
86 Legado : revista de la Fundación Casa de la Cultura Juan 5
Félix Sánchez de Mérida
P.P. BR7 V52
87 1
Vida Nueva
P90 O68
La comunicación humana : grandes temas contemporáneos
88 1
de la comunicación / Jeremiah O'Sullivan Ryan
O'Sullivan-Ryan, Jeremiah
PQ8538 P52
Formación y proceso de la literatura venezolana / Mariano
89 1
Picón-Salas
Picón-Salas, Mariano, 1901-1965
PQ8549 T4M8
90 Música con pie de salmo / Ana Enriqueta Terán 1
Terán, Ana Enriqueta, 1918-
PQ8549 V37R4
91 Retorno al ayer : notas autobiográficas / José Ignacio Varela 1
Varela, José Ignacio, 1893-

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N° Tít. Cota / Título / Autor N° Ej.


PQ8550.13 A73S35
Salburua / Alejandro Cardozo Uzcátegui / Alejandro
92 1
Cardozo Uzcátegui
Cardozo Uzcátegui, Alejandro, 1978-
PQ8550.14 U54E5
93 El regalo del tiempo / Javier Duplá 1
Duplá, Javier
R AE61 E52le
94 7
Lexipedia Hispánica
R Z1015 I58
Inventario bibliohemerográfico Archivo Arquidiocesano de
Mérida-Venezuela : colecciones : Bibliohemeroteca,
95 1
Dirección, Mons. Miguel Antonio Salas Salas, Horacio López
Guédez, Germaán Briceño Ferrigni / Marlene Sosa de Vera,
compiladora
X BX1488 P474 1851
A vosotros cualesquiera que seáis : notables escritos sobre la
96 soberanía de Venezuela. La Ley de Patronato y actitudes del 1
Vaticano / Pbro. Doctor José Antonio Pérez de Velasco
Pérez de Velasco, José Antonio, 1777-1852
X BX4705 S5A6 1920
Apoteosis del Iltmo. I Rvdmo. Sr. Dr. Antonio Ramón Silva
97 en el XXV aniversario de su consagración episcopal / Antonio 1
Ramòn Silva.
Silva, Antonio Ramón, 1850-1927.
Z678.8 V4B48 2020
El Sistema Nacional de Servicios de Bibliotecas e Información
98 1
de Venezuela, 1974-1998 / Virginia Betancourt Valverde
Betancourt Valverde, Virginia, 1935-
98 Total ejemplares 144

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Sistema LIBRUM
Bibliohemeroteca del
Archivo Arquidiocesano de Mérida

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DOCUMENTOS
HOMENAJE AL BICENTENARIO DEL ENCUENTRO Y
ENTREVISTA ENTRE EL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR Y EL
ILMO. MONS. RAFAEL LASSO DE LA VEGA,
V OBISPO DE MÉRIDA DE MARACAIBO
Ciudad de Nuestra Señora de la Paz de Trujillo-Venezuela
1 de marzo de 1821

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Nota del Editor:


Desde la edición del primer número del Boletín del AAM en diciembre de 1987, hemos dado
curso a la publicación de documentos con el fin de dar a conocer el fondo de este valioso
Archivo, el primero creado en el occidente del país y pionero en la organización y difusión
de su contenido. A partir del número 12, año 1993, incluimos la Sección Documentos.
Esta iniciativa se formalizó en 1996 al constituirse la Fundación Archivo Arquidiocesano de
Mérida Padre Luis Eduardo Cardona. El Acta de Creación de este instrumento jurídico
contempla en el numeral tercero el compromiso de ...transcribir, reproducir, difundir y
fomentar la investigación de todo material documental [...] que contenga información histórica,
sea o no referido a la historia de la Iglesia Católica.

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Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Rebeca M. Pérez A. Mis sentimientos... Comentario y transcrip..., pp. 37-108

MIS SENTIMIENTOS
ILLMO. OBISPO RAFAEL LASSO DE LA VEGA
COMENTARIO Y TRANSCRIPCIÓN

Rebeca Marisina Pérez Arriaga*

El documento Mis Sentimientos1 fue escrito por el Illmo. Sr. Rafael Lasso
de la Vega y de la Rosa en el año 1826, siendo obispo de Mérida de Maracaibo
y senador del Congreso de la República de Colombia. Este es un texto que
podemos considerarlo un ensayo argumentativo en el cual el prelado, en su
doble misión de obispo y senador, expresó sus puntos de vista acerca de los
aspectos tratados en sus correspondencias entre 1821 y 1829, relacionadas
fundamentalmente con los asuntos políticos entre la Iglesia y la República
de Colombia.
Este ensayo consideró los aspectos tratados en los documentos sobre sus
trabajos en el orden político2 y su ‘sentir’ al respecto, de allí el título Senti-
mientos como lo expresó el obispo: porque soy más íntimamente agrava-
do, ningún otro título juzgo me expresará más vivamente, que el de
Sentimientos3. Los documentos que comprenden sus trabajos en el orden

*
Auxiliar de Investigación del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Profesora de la Facultad de
Ciencias Forestales y Ambientales de la Universidad de Los Andes. Mérida-Venezuela. Correo
electrónico: [email protected]
1
Rafael Lazo de la Vega. “Mis Sentimientos”. En, Antonio Ramón Silva (Compilador). Documentos
para la Historia de la Diócesis de Mérida. Tomo Sexto Pontificado de Illmo. Señor Lazo de la
Vega (Sus trabajos en el orden político). Mérida-Venezuela: Imprenta Diocesana. 1922, pp.
345-433.
2
Ibídem, pp. 345-435: la obra completa de documentos en orden político en, Antonio Ramón
Silva (Compilador). Documentos para la Historia de la Diócesis de Mérida. Tomo Sexto
Pontificado del Illmo. Señor Lazo de la Vega (Sus trabajos en el orden político). Mérida-
Venezuela: Imprenta Diocesana. 1922.
3
Ibídem., p. 345.

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político son: correspondencias entre 1821y 18294, y los ensayos Conducta-


1823, Protesta-1824, Voto-1824, Trabajos-1824, Mis Sentimientos-1826 y
Tu Prójimo- 1823 (el cual no está comentado en Mis Sentimientos).
Escribió el obispo Lasso de la Vega ocho sentimientos en los cuales se apre-
cia que defendió sus posturas a favor del obispado y sus fieles, apoyándose
en el método argumentativo y en fundamentos teológicos y filosóficos. Los
textos muestran la gran influencia que las filosofías de San Agustín y Santo
Tomás de Aquino tuvieron en el pensamiento y discurso del obispo de Mérida
de Maracaibo. Así mismo se valió del uso de pasajes y parábolas de las
Santas Escrituras para rebatir los planteamientos que llegó a hacer el Sena-
do de la República en su intento de tomar atribuciones en los asuntos ecle-
siásticos. Debemos aclarar que en este ensayo, el Quinto Sentimiento no
aparece posiblemente por error en la numeración de los textos originales.
Por ello nos encontramos en realidad con siete (7) sentimientos, siete textos
que juntos componen el ensayo en su totalidad; y como lo indicó el obispo
Rafael Lasso siguiendo la línea del que le antecede, Trabajos de 18245.
Para iniciar Mis Sentimientos, Lasso de la Vega expuso en una breve intro-
ducción su papel como senador de la República de Colombia6 sin que ello le
hiciera olvidar que era ante todo obispo. Ese mismo empeño de responsabi-
lidad ciudadana como senador le hizo justamente sentir más su obligación
moral como pastor, como obispo al cuidado de su diócesis y en pro de la
República, como lo dejó escrito: prescindir de su carácter en la dignidad

4
Las correspondencias y otros documentos están compilados en: Parte I Convenio Provisional
entre el Gobierno de Colombia y las Diócesis de la misma República, Parte II Proyecto de
Concordato de la República de Colombia con la Santa Sede y, Parte III Nuestra señora de
Chiquinquirá, publicados en Antonio Ramón Silva (Compilador). Documentos para la
Historia…Ob. Cit., pp. 3-130.
5
Rafael Lazo de la Vega. “Trabajos”. En, Antonio Ramón Silva (Compilador). Documentos para
la Historia de la Diócesis de Mérida. Tomo Sexto Pontificado de Illmo. Señor Lazo de la Vega
(Sus trabajos en el orden político). Mérida-Venezuela: Imprenta Diocesana.1922, pp. 275- 342.
6
El obispo Lasso fue el único senador, en calidad de obispo, elegido como representante ante el
Congreso de la República, citamos: …siendo el único Obispo, que ocurre; no obstante haya
algunos sacerdotes, y que a los seculares suponga de sana moral… (Rafael Lazo de la Vega.
«Mis Sentimientos». En, Antonio Ramón Silva (Compilador). Documentos para la Historia…Ob.
Cit., p. 345.); aunque se había planteado que todos los obispos deberían ser senadores natos del
Congreso, citamos: …Y acuérdome se tuvo en consideración convendría se declarasen Senadores
natos todos los Obispos de la República;… (Ídem.).

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del Obispo no me es debido7. Y es que como senador, sintió que el pueblo


le había depositado su confianza para el sostén de religión en la República;
incluso el mismo Congreso constituyente le reeligió.
Entre los aspectos expuestos en la introducción consideramos importante su
planteamiento acerca de lo que señala como los principios conocidos para la
justicia en la sanción de leyes: primero, la licitud moral y segundo la utilidad
común; agregando un tercero que añade como católico: la preeminencia del
sacerdocio en la Ley de Gracia sobre el natural y judaico. Otro de los aspec-
tos que nos parece relevante es su postura con respecto a lo que considera
deben ser las bases de la Constitución, cimentadas en las virtudes cardina-
les: prudencia como conocimiento de la verdad y las otras tres practicas
justicia, fortaleza y la templanza como alma de la política. De este modo
los soportes del espíritu de la Constitución son: la libertad, propiedad y la
igualdad; aspectos que se debaten en torno a los choques con la Iglesia.
Concluyó su breve introducción dejando la frase considerada premisa fun-
damental que guían sus sentimientos: …en lo moral nuestra voz debe
oírse; y lo moral es lo primero que debe suponerse en la sanción de las
leyes 8.
Antes de presentar el ensayo del Sr. Lasso de la Vega exponemos breve-
mente algunos aspectos que nos parecieron relevantes de cada sentimiento,
pues preferimos que sea el lector quien haga el recorrido por el pensamiento
del obispo y establezca sus propias reflexiones y conclusiones de tan intere-
sante ensayo para la historia de la Iglesia católica hispanoamericana y sus
relaciones políticas con la República de Colombia.
En el PRIMER SENTIMIENTO9, el obispo Rafael Lasso de la Vega plan-
teó el motivo que le impulsó a escribir el ensayo y a denominarlo Sentimien-
tos. Expuso el Ilustrísimo Lasso de la Vega que sentir es una reflexión del
entendimiento pero en este caso bajo el sentir del sufrimiento. Explicaba el
obispo de Mérida de Maracaibo sus pensamientos usando el juicio más re-

7
Rafael Lazo de la Vega. “Mis Sentimientos”. En, Antonio Ramón Silva (Compilador). Documentos
para la Historia….Ob. Cit., p. 345.
8
Ibídem., pp. 351-352.
9
Primer Sentimiento de “Mis Sentimientos”. En Antonio Ramón Silva (Compilador). Documentos
para la Historia…Ob. Cit., pp. 352-356.

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primido unido a la amargura de sus afectos. Siente el obispo porque expresa


lo que juzga y siente porque no vio logrado con provecho aquello que juzgó,
y que muchas veces, incluso, fue convertido en su contra. Solo diremos que,
los aspectos presentados se fueron hilando hasta tocar el tema del sacerdocio
de la Ley de Gracia …en que el llamamiento de Dios lo hace todo…10
SEGUNDO SENTIMIENTO11. Se continuó desarrollando el tema del sacerdocio,
específicamente con respecto al Proyecto de Ley que se discutió en el Se-
nado de la República. Planteó el obispo una disertación al respecto, argu-
mentación que efectuó en cuanto a su esencia; estableciendo como princi-
pios: primero, la esencia del voto; segundo, cómo la Iglesia interpreta a
Dios; y tercero, exponiendo la sentencia que ‘sana el que pierde en Dios’.
Con respecto al Proyecto de Voto Sacerdotal que se discutía en el Congre-
so de la República, presentó el obispo de Mérida la polémica entre los votos
sacerdotales y el matrimonio; así como el tema de la edad para la toma de
votos -que estaba intentado el Congreso regular a través de la Ley- y la
consideración de la religión como profesión en el Congreso. Con respecto a
este último punto, Lasso de la Vega desarrolló una argumentación acerca de
la religión como profesión religiosa fundamentada en el tema de los Nazareos
y Bautistas y su utilidad a la sociedad. Concluyó el obispo volviendo sobre el
problema central de la libertad de la Iglesia y su autonomía en las decisiones
de índole religiosa.
El interés velado, a nuestro parecer, de captar jóvenes para la milicia con-
trapuesto al voto sacerdotal en el fondo estaba dejando al descubierto un
conflicto de intereses entre lo civil y lo eclesiástico.
TERCER SENTIMIENTO12, el tema central es la tolerancia religiosa estrecha-
mente relacionado con las herejías. El obispo Lasso expuso acerca de la
prohibición de sectas usando por argumentación la interpretación de los evan-
gelios, específicamente Corintios. Efectuó una precisa y directa argumenta-

10
Ibídem., p. 355.
11
Segundo Sentimiento de “Mis Sentimientos”. En Antonio Ramón Silva (Compilador).
Documentos para la Historia…Ob. Cit., pp. 356- 371.
12
Tercer Sentimiento de “Mis Sentimientos”. En Antonio Ramón Silva (Compilador). Documentos
para la Historia…Ob. Cit., pp. 371- 388.

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ción partiendo de un corto e interesante análisis gramatical del término tole-


rancia13 unido a su significado teológico desde los Corintios, concretamente
la parábola de la cizaña de Jesucristo; entendida metafóricamente la ciza-
ña, según la interpretación del dulcísimo doctor Santo Tomás de Aquino,
como herejía.
Para tal exposición se fundamentó en la introducción al tema de la cizaña
utilizada en las parábolas del Nuevo Testamento en San Lucas, San Pablo
en el libro de Corintios y el libro del Apocalipsis. Luego entró de lleno en el
corazón del tema que es la sanción de la tolerancia religiosa con respecto al
matrimonio en el Senado de la República, y la presencia de extranjeros y su
influencia en las costumbres de la sociedad católica americana; y cómo ello
podía poner en peligro la unidad de la Iglesia. El obispo Lasso de la Vega
planteó su oposición a la tolerancia religiosa y presentó sus argumentacio-
nes finamente hiladas tomando algunos pasajes del antiguo testamento y
siguiendo la línea del angelical doctor Santo Tomás (Cuestión 10)14. Acerca
del mal que desata el tolerantismo, recordaba el obispo Rafael las palabras
del evangelista San Pablo; para luego retomar el tema de la herejía y el
matrimonio entre católicos y sectarios, sustentándose en las palabras de
Clemente XI citado por Benedicto XIV en el Sínodo Diocesano lib. 9 C315,
así como el Canon IV Sess. XXIV del Tridentino16 con respecto a los impe-
dimentos dirimentes en el matrimonio.
CUARTO SENTIMIENTO17, trata el tema de los diezmos cuyo motivo fue el
Proyecto de Decreto ‘acerca de pretenderse ser sueldos de Estado las ren-
tas de los Obispos, etc.’ (materia de diezmos), asunto que tenía que ver con
la defensa de la autoridad de la Iglesia. Como se apreciará el corazón del

13
Ibídem., p. 376.
14
Ibídem., pp. 380-381.
15
Ibídem., p. 385.
16
Ibídem., p. 386.
17
Cuarto Sentimiento de “Mis Sentimientos”. En Antonio Ramón Silva (Compilador). Documentos
para la Historia…Ob. Cit., pp. 389- 410.

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tema y este su sentimiento, son los diezmos y las rentas del Estado18 utili-
zando para su explicación y defensa de la autonomía de los diezmos de la
iglesia las cuatro causas aristotélicas: motiva, final, eficiente y formal. Ex-
puso con respecto a los diezmos que, es un derecho imponer, derecho for-
mal de percibirlo y el derecho material de percibirlos.
Su reflexión se fundamentó en el evangelio, argumentando y desarrollando
la frase de Jesucristo ‘al Cesar, lo que es del Cesar. Y a Dios, lo que es de
Dios’; frase que como dijo el mismo obispo, es el punto cardinal de donde
hemos de partir; y será también como la piedra de toque que nos mues-
tre cuál es la sana doctrina …19 El obispo Lasso de la Vega utilizó la
argumentación silogística (razón motiva y dispositiva o de esencia de las
cosas) afirmando que ‘los diezmos no son del Estado’, sosteniendo su afir-
mación en el diezmo eclesiástico referido en la Legislación de Indias, en el
Concordato y la usurpación de los bienes de la Iglesia. Para tal reflexión se
apoyó en la filosofía de Santo Tomás en Div. Tom. 2.2. Question 87, articulo
220, en el evangelio de Mateo 22 (como expresamos anteriormente: al Cesar
lo que es del Cesar) y en el Salmo 9 de David.
SENTIMIENTO SEXTO21, aquí su reflexión apunta a su intervención como
obispo ante el Congreso de la República de Colombia para el establecimien-
to de las relaciones entre la República y la Santa Sede a través de las co-
rrespondencias directamente elevadas a los Papas Pío VII y luego a León
XII, o como lo manifiesto el mismo obispo: ser ‘instrumento’ para hacer

18
En Gaceta de Colombia N. 25 del 7 de abril de 1822 se encuentra una amplia exposición que hizo
el Vicepresidente de la República de Colombia el general Francisco de Paula Santander en
defensa de la continuidad del derecho del diezmo (donación de diezmos) por transmisión
natural del mismo de los Reyes de España al nuevo gobierno de Colombia. Esta argumentación
en respuesta a la comunicación enviada por el Illmo. Obispo Rafael Lasso de la Vega, como
senador de Colombia, el 11 de septiembre de 1822 desde Rosario de Cúcuta, donde sesionaba el
Congreso Constituyente. En esta misiva el obispo argumentaba de manera corta pero
contundente: … la cesación con el Gobierno de la donación de los diezmos hecha por la silla
apostólica a los reyes de Castilla, sin duda se han devuelto todo a la iglesia inmediatamente…,
y planteaba: no obstante su partición ha sido justa, y creo debe subsistir con la diferencia que
aplicando y medio de hospital por ahora a los militares… Este comentario lo dejamos como
un complemento de lo que expuso el obispo en este Cuarto Sentimiento.
19
Ibídem., p. 390.
20
Ibídem., p. 396.
21
Sexto Sentimiento de “Mis Sentimientos”. En Antonio Ramón Silva (Compilador). Documentos
para la Historia…Ob. Cit., pp. 410- 412.

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puente entre la República y la Santa Sede …uniformando ideas en bene-


ficio de la República con el Supremo Poder Ejecutivo ha pulsado, o
tocado a la puerta con instancia humildemente ante la cátedra de San
Pedro 22 .
En este sentimiento el obispo Lasso presentó un extracto de la carta del
Papa León XII con las gracias concedidas. Esta como respuesta a su carta
emitida el 19 de marzo de 1823, con la cual había anexado la solicitud de
auxiliar para su Diócesis con el previo consentimiento del Ejecutivo de la
República de Colombia (cuya aprobación del Ejecutivo también presentó en
este sentimiento).
SENTIMIENTO SEPTIMO23. En este último sentimiento que cierra su ensayo,
el Illmo. Rafael Lasso de la Vega y de la Rosa argumentó con contundencia
la falsedad de que…las Religiones en el cuerpo político son como el
cangro en el hombre…24, es decir una especie de cáncer para la República
que deben echarse fuera para evitar su corrupción. Afirmaba al respecto el
obispo que desde el Congreso siempre abogó por defender la religión.
Manifestó el obispo de Mérida de Maracaibo como había sido muchas ve-
ces debatido el tema de la extinción de Conventos menores debido a la
regulación que intentaba imponer del Congreso acerca del número mínimo
de ocho sacerdotes para mantenerlos abiertos. En defensa de mantener la
norma establecida de los Conventos, como dice el obispo su voz y voto
constantemente apeló a las Bulas Pontificias; a la vez que expresó su dispo-
sición a hacer lo conveniente a favor de la República. Muy a pesar que el
Congreso parecía satisfacía lo pedido por el obispo; sin embargo, todos los
conventos de la diócesis gobernada por el obispo Lasso fueron extinguidos.
SENTIMIENTO OCTAVO25. Estuvo relacionado con las razones de divinidad
de la religión católica, la existencia de la Iglesia y la sanción de conocimien-

22
Ibídem., p. 410.
23
Séptimo Sentimiento de “Mis Sentimientos”. En Antonio Ramón Silva (Compilador).
Documentos para la Historia…Ob. Cit., pp. 412- 422.
24
Ibídem., p. 412.
25
Octavo Sentimiento de “Mis Sentimientos”. En Antonio Ramón Silva (Compilador). Documentos
para la Historia…Ob. Cit., pp. 422-433.

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tos sobre causas de fe. Como lo expresó claramente el Sr. Obispo Lasso:
Mi presente Sentimiento es ver desconocida la fuerza de la convicción,
que el sagrado texto del Evangelio nos manifiesta a favor de la inmu-
nidad de la Iglesia, y libertad de las personas eclesiásticas26
Sin más preámbulo, se presenta la transcripción27 del documento Mis Sen-
timientos extraído del Tomo VI de Documentos para la Historia de la
Diócesis de Mérida, compilados por Mons. Antonio Ramón Silva.

26
Ibídem., p. 426.
27
Nota de traductor: la transcripción que se presenta corresponde a la re-edición de la Colección
Documentos para la Historia de la Diócesis de Mérida, compilado por el obispo Antonio
Ramón Silva. En el caso del documento que se presenta está inserto en el Tomo Sexto Pontificado
de Illmo. Señor Lazo de la Vega (Sus trabajos en el orden político).
El tipo de transcripción utilizada es la tendencia modernizada definida por presentar el
documento histórico con las características de los impresos contemporáneos de manera que
sean comprensibles para el lector (María Mercedes Ladrón de Guevara. Manual de Paleografía.
Colombia: Archivo General de la Nación, 1996: p. 39). Presenta como características: desarrollo
de las abreviaturas en letra cursiva; uso de mayúsculas y minúsculas según las reglas actuales, en
este caso se siguen las pautas de la Real Academia Española; se actualiza la acentuación; la
ortografía original desaparece, sustituyéndose por la actual. Algunas salvedades establecidas: se
mantiene el uso de palabras que aunque estén en desuso, siguen siendo reconocidas por la Real
Academia Española; cuando se presentan citas textuales se respeta la ortografía original; no se
hacen correcciones estilísticas a la composición de las oraciones.
Con respecto a los signos tipográficos se siguen las pautas paleográficas expuestas en: María
Mercedes Ladrón de Guevara. Manual de Paleografía…Ob. Cit., p. 41; Manuel Romero
Tallafigo, Laureano Rodríguez Liáñez y Antonio Sánchez González, Arte de leer Escrituras
Antiguas. Paleografía de lectura. España: Universidad de Huelva Publicaciones.1995. (Serie
Instrumenta Studiorum, N° 2).

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1826.

Texto escrito por el Illmo. Sr. Rafael Lasso de la Vega donde expresa, como obispo de la
Diócesis de Mérida de Maracaibo y senador del Congreso de Colombia, sus puntos de vista
acerca de los asuntos políticos entre la Iglesia y la República de Colombia. El documento
está conformado por siete (7) ensayos denominados sentimientos, cuyos principales aspec-
tos de reflexión fueron: el sacerdocio con respecto al Proyecto de Voto Sacerdotal que se
discutía en el Congreso de la República; la tolerancia religiosa; el tema de los diezmos en el
contexto del Proyecto de Decreto ‘acerca de pretenderse ser sueldos de Estado las rentas de
los Obispos’ y la defensa de la autoridad de la Iglesia; la acción de Lasso de la Vega como
obispo y senador ante el Congreso de la República de Colombia para el establecimiento de
las relaciones entre la República y la Santa Sede a través de las correspondencias directamen-
te elevadas a los Papas Pío VII y León XII; acerca de la extinción de Conventos menores y
la defensa del obispo para mantener la norma establecida de los Conventos basada en las
Bulas Pontificias y, finalmente, los argumentos en defensa de religión católica, la existencia
de la Iglesia y la sanción de conocimientos sobre causas de fe.

Rafael Lazo de la Vega. “Mis Sentimientos”. En, Antonio Ramón Silva (Compilador). Docu-
mentos para la Historia de la Diócesis de Mérida. Tomo Sexto Pontificado de Illmo. Señor
Lazo de la Vega (Sus trabajos en el orden político). Mérida-Venezuela: Imprenta Diocesana.
1922, pp. 345-433.

//p. 345/

VIII
MIS SENTIMIENTOS
_______

Trabajos titulé a otro papel, y ahora bajo la misma consideración; pero por-
que soy más íntimamente agravado, ningún otro título juzgo me expresará
más vivamente, que el de Sentimientos. Prescindir de mi carácter en la
dignidad de Obispo no me es debido; dejar de hablar, menos: y no juntar mis
luces a las de mis compañeros en el Senado, ciertamente sería faltar de
todos modos. Por otra parte se proponen materias, que me son, puedo decir,
privativas; si no en general, por lo que es excluir a otros, muy especiales,
siendo el único Obispo, que ocurre; no obstante haya algunos sacerdotes, y
que a los seculares suponga de sana moral. Lejos por tanto la reconvención
de que otros debieran ser mis votos, o discursos.

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Soy Senador; mas ¿no es cierto ocurren puntos los más delicados también
para un Concilio? Y digo poco: también contra Concilios generales. Soy
Senador; mas, ¿no es constante, como ya desde el Congreso constituyente
manifesté, se me eligió por la confianza, que los pueblos ponían en mí para
sostén de la religión? No lo he dicho todo: el mismo Congreso constituyente
me reeligió. Y acuérdome se tuvo en consideración convendría se declara-
sen Senadores natos todos los Obispos de la República; porque aunque
para deberse oír nuestra voz acerca de la licitud de las acciones, no necesi-
temos /p. 346/ lo expresen así los fieles; pues el mismo Dios es quien nos ha
constituido tales; para lo político basta la conexión que esto regularmente
tiene con aquello. Por lo mismo vuelvo a decir, soy Senador; mas, ¿se ignora
cuan terriblemente estamos amenazados los pastores, si callamos? Hay tam-
bién tiempos, y circunstancias en que con el ejemplo debemos manifestar a
las ovejas la obligación, que respectivamente les incumbe de tampoco callar
por su parte. Sobre todo, soy Senador; ¿y quién dirá que este mismo empeño
no me recuerda soy Obispo? Dos principios bien sabidos son los que deben
suponerse para la justicia de la sanción de las leyes; y como católicos noso-
tros debemos añadir un tercero. Ellos mismos me justificarán en lo dicho.
1° La licitud moral de lo que se mande.
2° La utilidad no en particular sino en común.
3° Como he indicado, la preeminencia del sacerdocio en la ley de Gracia,
sobre el natural y Judaico aún establecido por Dios.
La honestidad sola no basta para lo primero, a menos que la extiendan a más
de lo exterior de las acciones, y la traspasen a lo interno o intrínseco de
ellas; porque entonces, ya es lo mismo que licitud moral. Prueba es aquel
proloquio tan sabido de que no todo lo que es lícito es honesto, como lo
vemos en el uso del matrimonio, que ofendería aún al pudor natural, si se
tuviese delante de la familia. Sin embargo tampoco debe pretenderse que la
cosa en sí sea buena positivamente; y mucho menos que sea necesaria.
Basta sea indiferente; porque si algunas veces las leyes humanas se dirigen
contra lo que es malo por sí, o a lo que es necesariamente bueno, por ejem-
plo a castigar el hurto, o a arreglar los deberes del hijo con sus padres,
únicamente son las leyes protectoras de lo mandado, para su más exacto
cumplimiento.
/p. 347/De consiguiente la licitud moral, de que hablo, mira precisamente a
lo que la ley eterna prohíbe, sus principios, y consecuencias, que se derivan

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de ella: y del mismo modo en lo que manda para facilitar más su observan-
cia. En breves palabras: la licitud o ilicitud moral consiste en la confor-
midad, o disconformidad de las acciones humanas con la ley eterna ya
sea inmediatamente, ya remota. ¿Y por ventura es el hombre el autor de
esa ley eterna? Luego aunque sean hombres los que hagan sus aplicaciones,
declaraciones, e interpretaciones, algo se ha de reconocer en ellos de auto-
ridad superior a la sola luz de razón. Y no nos detengamos buscando en otros
que en los Pastores de la Iglesia, como que únicamente a ella la dejó el
Legislador eterno su autoridad en la tierra. Sí por cierto; no a todos toca
juzgar la licitud de las acciones humanas, si se ha de buscar, como es debido,
ponernos sobre los juicios de meras opiniones. Que aún los seglares discu-
rran en hora buena, porque acaso muchas veces tendrán luces superiores a
las de los sacerdotes y obispos; pero esto jamás probará otra cosa que sim-
ple doctrina, y que debieran contentarse con ayudar, sin la arrogancia de que
se les tenga por Maestros. Ciertamente nada perderán sometiéndose a los
sacerdotes, principalmente cuando sean encargados de sus almas; como
que entonces son sus pastores, aunque de segundo orden. Y concluyo este
punto diciendo con el Tridentino Anathema a los que digan son todos los
cristianos Ministros de la palabra. Teman: teman mucho, puesto que en
ello a más de tan presuntuosa usurpación, es de tenerse presente no nos
desprecian a nosotros sino al mismo Dios; cuando de contrario pudieran
gozarse con todo en el ensanchamiento de su corazón de oír nuestra voz la
de Dios: qui vos audit me audit; qui vos spernit, me spernit [Luc. c. 10]
/p. 348/ Sobre esta licitud, pues, es que caminará la utilidad que promueva
la sanción de las leyes, dirigiéndose no a la de particulares, sino a la de la
comunidad: según principio que he propuesto, y que el Angélico Doctor
manifestó con el mayor convencimiento cuando dice: no es el fin de la
sociedad civil vivir bien como quiera, sino bien según la virtud para
por la vida virtuosa llegar a la fruición divina. Colombia gloríese en un
rasgo que sobre esto puede asegurar le es propio, a saber: la libertad de los
esclavos. Para vivir como quiera, y proporcionarnos las comodidades tem-
porales de la vida, acaso los esclavos serían los más útiles; pero son
indeliberantes. Y esa falta de deliberación por su obediencia servil hace que
sus acciones externas aparezcan como no niveladas al carácter de las virtu-
des. Y no es esto todo: el vivir según la virtud no hace el fin complejo de la
sociedad civil; es necesario se refiera a la felicidad eterna. Y de aquí es que
supuesta la utilidad, deben pesarse todas sus circunstancias. Ella en una

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época será conveniente, y en otra será dañosa. ¡Condición miserable de la


vida humana que obliga a confesar que solo Dios es eterno, y que solas sus
leyes pueden ser eternas! Por lo mismo también las circunstancias deben
regularse, y que no contraríen lo lícito. No nos preocupemos pues: la virtud,
la virtud digo, que es lo que es bueno por todos sus respectos: la virtud ha de
ser siempre la balanza en que se pese el fin de la sociedad civil. Pudiera
decirse por ejemplo que la abundancia en riquezas era cuanto más pudiera
desearse, teniéndolo con ellas conseguido todo; o de contrario que las osten-
tación y fama de engrandecimiento, siguiendo los impulsos del corazón hu-
mano, son los que ponen la corona a los gobiernos temporales; pero el mis-
mo Angélico Doctor reflexiona en tal caso en la primera suposición ninguno
haría mejor el papel de go-/p. 349/ bernante que un economista, así como en
la segunda un pródigo presuntuoso ¿Y qué se seguirá? El medio, pues, es lo
que se debe buscar: y esto es puntualmente obrar según la virtud. Sobre
todo jamás se pierda de vista que nada aprovecha al hombre lograrse (o
ganarse) todo el mundo, si su alma padece detrimento [Mathei C. 16]
Sean pues las materias de las leyes lo indiferente, y como más es debido, lo
que se incline a lo bueno, guardando los principios de la honestidad con
respecto al bien común. Si lo que ya estaba mandado de nuevo se manda, o
lo prohibido vuelve a prohibirse, la ley solo será protectora. Dichos princi-
pios son las virtudes que llamamos cardinales, y de que aunque la prudencia
parece solo mira al conocimiento de la verdad, quedando las otras tres para
lo práctico; con todo su indagación, y su descubrimiento debe ser el primer
cuidado de todo legislador. Un presupuesto falso ¡cuántas consecuencias
pésimas trae! De la justicia, de la fortaleza, y de la templanza baste indicar-
las; no obstante que de la última sea conveniente valernos con frecuencia,
en cuanto ella es como el alma de la política, si principalmente para relacio-
nes exteriores, no pocas veces para lo interior. Tales son los pensamientos
de Tulio en sus Oficios, y tal la consecuencia que con su misma letra deduz-
co: el error más perjudicial, que ha podido introducirse en la vida hu-
mana, es querer establecer que alguna cosa podía ser útil, que no
fuese honesta. Afortunadamente nuestra Constitución funda en ellas sus
bases de la libertad, propiedad e igualdad. Y desde luego resplandecen di-
chas todas cuatro virtudes en la misma Constitución. Por lo tanto nada he
dicho, que no debamos ratificar, y sostener. Léase empero la citada obra de
Tulio, que aunque gentil, la moral natural se nos presenta en sus con-/p. 350/
ceptos muy de bulto. Y vamos a manifestar por qué haya de tenerse también
como principio la preminencia de nuestro sacerdocio.

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Ello es, que nuestra moral sería crasa ignorancia, o desagradecimiento el


más vergonzoso, si solo la estableciéramos por la luz de la razón. Bien puede
esta razón decirse depurada de la corrupción de la voluntad, y que las nubes
de las pasiones no pervierten nuestros discursos. La divina revelación es de
absoluta necesidad al hombre creado para el cielo; y a quien por tanto
espera una felicidad, que por solas sus fuerzas no podrá jamás alcanzar. Por
tanto he dicho: porque es el argumento ineluctable para confesar la necesi-
dad de la revelación, pudiendo justamente reconvenírsenos así: «hombre, si
lo que has de trabajar, y que únicamente te puede en verdad hacer feliz, está
sobre ti ¿por qué pretendes poderlo alcanzar con solo lo que es en ti?» Otros
fundamentos ayudan también a este discurso, y concluyo; si tanta es la ne-
cesidad de la revelación, visto es (alejándonos, como debemos, de todo espí-
ritu privado) que la voz de la Iglesia va ya al alcance de esa misma necesi-
dad. No creería al Evangelio si la Iglesia no me la propusiera, es axioma que
nos dejó escrito San Agustín. En la Iglesia están entendidos no la masa
común de los fieles; (parte solo material) sino los pastores, y sobre todos el
Romano Pontífice sucesor de San Pedro, a quien, y no a otro dijo Jesucristo:
a tí daré las llaves del Reyno de los Cielos [Mat. 16]. Habló de futuro
reservado la entrega para después, cuando, probado su amor, le mandó apa-
centar sus ovejas, y sus corderos, pasce oves meas pasce agnos meos
[Joann, 17]. Apacentar no lo entendamos materialmente. Tampoco que solo
se contraiga a la administración de los sacramentos; por ser cierto que aún
para el bautismo precedió el encargo de la instrucción. Enseñad /p. 351/ a
todas las gentes bautizándolas es lo que leemos en San Mateo [C. 28]. Si
antes de entrar a la Iglesia, ¿por qué no después? Menos se negará la cons-
tante práctica de la misma Iglesia, en haber sido la corrección de costum-
bres, después del dogma, la primera materia, ya de los Concilios aún
Diocesanos, y ya de los decretos Pontificios en sus Bulas y Breves, y de las
pastorales de los Obispos. Bulas especiales tenemos prohibitivas de propo-
siciones erróneas, escandalosas &etcétera y aún de solas ofensivas a los
piadosos oídos; bastando para persuadir más lo justo de mi principio, recor-
dar el anathema fulminado por el Tridentino contra los que digan no tie-
nen los Obispos derecho de reservar algunos casos, sino en cuanto a
la policía externa. Can. 11 Sess. 14.
En efecto, ya no es sola aquella deferencia respetuosa de la Ley antigua de
deberse oír a los sacerdotes bajo penas las más graves. Menos la preemi-
nencia carnal, que sin duda la misma naturaleza daba a los primogénitos,

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para que los demás sus hermanos les oyesen como a sus ministros del culto.
Una autoridad suprema es la que anima a nuestra voz: y debe por tanto
venerarse siempre aunque no en todos casos haya infalibilidad. San Gregorio
dijo: la sentencia del pastor ha de temerse, sea justa o injusta. De con-
siguiente satisfecho queda lo que me parece ya oigo, de que la doctrina no
es propiedad innata de la autoridad. Si: los hijos del siglo sean enhorabuena
más prudentes, que los de la luz; pero por lo mismo, si la luz es lo que se
busca, mal podrá gozarse de ella, como es justo, apartándose de sus hijos.
Fuera de que no revela Dios sus misterios a los sabios del mundo, sino a los
pequeñuelos; y el auxilio divino, que debemos creer no nos faltará como
compañero de la autoridad, incomparablemente es de todos modos más dig-
no de apreciarse; y por lo mismo abrazarse y seguirse. Luego en lo moral
nuestra voz debe /p. 352/ oírse; y lo moral es lo primero que debe suponerse
en la sanción de las leyes:

PRIMER SENTIMIENTO
Qui vos audit, me audit: qui vos spernit, me spernit.
El que a vosotros oye, a mí me oye: y el que os desprecia, a mí me despre-
cia. (Luc. 10)
Trabajos, dije, titulé al otro mi impreso. Del presente repito la expresión
basta. A la verdad, mi entendimiento reflexiona, y discurre: y esto es propia-
mente sentir; pero como sea sufriendo, igualmente la voluntad siente. He
aquí pues, que explicaré mis pensamientos, usando en ellos del juicio más
reprimido con la amargura de mis afectos. Siento porque digo lo que juzgo;
y siento porque eso mismo que juzgo no lo veo logrado con provecho; y no
pocas veces convertido en su contra. Dígaseme, me consuele. ¿Y podrá
expresarseme por qué sin agravar ni pena? Ese por qué es porque no es
mi voz la que deja de oírse, ni que soy yo el despreciado. Y reflexiono: allá a
Samuel se le persuadía lo mismo cuando pidiéndosele Rey, como lo tenían
las demás Naciones, oyó que el mismo Dios era el despreciado. No quieren
que Yo reine sobre ellos: tú no eres el que los gobiernas. Yo soy el que me
he dignado gobernarlos por Mi mismo; a Mí pues es a quien desprecian. Y
ciertamente aquel profeta pruebas tenía de la inmediata intervención que el
Señor prestaba a su Pueblo, respondiéndole desde el Arca. Entre nosotros
sería temeraria presunción pedir nos estuviese hablando cara a cara; cuan-
do ya nos habló por su propio Hijo en nuestra misma carne mortal. Se quedó

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con nosotros; no lo niego: y está real y verdaderamente en el Sacramento de


su cuerpo y sangre; y permanecerá en él, sin /p. 353/ dejarnos hasta la
consumación de los siglos. Con todo, no es el fin de esa su presencia ense-
ñarnos con la palabra: Su Majestad se dignó ponerla en nuestros labios, con
el pacto más estrecho de obedecer nuestro llamado. ¿Quién lo duda? Con-
fúndase el mismo infierno.
Algo de esto pues, es lo que debemos con respetuosa admiración considerar
en las palabras de Jesucristo: a mí es a quien se oye, cuando a vosotros
se oye; a mí es a quien se desprecia, cuando a vosotros se desprecia.
Desde luego, sientan otros, cuánto más puedan sentirse los ultrajes. El me-
nor que se imagine, ya se me agrava sobre todo lo que pudiera padecer en
mi cuerpo, y en mi alma; y quisiera efectivamente padecerlo. Y es evidente.
Si Dios fuera Agustín (decía ese grande Doctor de la Iglesia): si Dios fuera
Agustín y Agustín fuese Dios, yo dejaría de ser Agustín para que Agustín
fuera Dios ¿Qué? ¿Cabrá en el corazón de la criatura sentir menos el pade-
cer de su criador que el de sí misma? Mientras más ensalzada se considere,
mayor debe ser su grato reconocimiento, encendiendo sus afectos para a
proporción corresponder a su amante Hacedor. No me consuelo, pues, no
me consuelo; y mis discursos son por este respecto más graves Sentimien-
tos. Así es, me olvido de aquel encargo del Tridentino, en que me advierte
que, aún a solo oírlo no podía la Santa Sínodo dejar de dolerse gravemente:
hubiese obispos que faltando en conservarse el decoro de su dignidad, deja-
sen de portarse siempre como Padres y Pastores. [C. 17 de ref. Ses. 25].
Con todo, mis deseos no impidan padezca en mi Jesucristo. Qui vos spernit,
me spernit. Ello es, que aunque más sensible se me haga, porque verdade-
ramente esto es, obrando de contrario, convertir la triaca en veneno; me
detendré algún tanto para persuadir más ese primer miembro de mi senti-
miento. Por lo menos será ocu- /p. 354/ pación que aunque vuelva vacía a
los ministros del Señor, sabremos por ella darla en nosotros el méri[t]o de su
justa consideración. Hable por tanto el mismo Padre de la mentira, y respon-
da a su pesar cómo es que ha atacado el culto. Arrostrar contra él negándo-
lo, está convencido le es imposible. Un medio opuesto es el que adopta:
multiplicarlo, digo, y que se peque por exceso, ya que no podría borrar del
entendimiento y corazón humano la obligación de deber tan natural. De aquí
la multitud de Dioses, con que ha engañado al paganismo: de aquí la supers-
tición, y otros vicios que no raras veces se ven entre los cristianos. Por lo
cual si consiguiente a esa veneración es el culto, y al culto el Ministerio, no

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es mucho haya hecho pecar también por exceso en multiplicar el número de


Ministros. ¿Cuántos fueron los diversos partidos, por no decir naciones en-
teras, que se arrastró a su adoración, desde que empezaron a multiplicarse
las hijas de los hombres? ¿Y a cuántos hijos de Dios precipitaron estas al
mismo desvarío, siendo para confundirlos que en todo lo malo se uniesen,
menos en tener un solo culto aún malo? Soberbio siempre, esclavo vil se ha
hecho del antojo vario y descontentadizo de esos sus mismos seducidos por
arraigarlos más en su seducción. Sin embargo, la naturaleza trabajaba en su
contra. Ella obligó a que por un instinto, como innato, fuese universal elegir
a los primogénitos para el sacerdocio. Obsérvolo así aquella porción, que de
la masa corrompida del género humano se escogió Dios para hacerla su
Pueblo. David lo canta: el Apóstol de la Gentes lo celebra; y esta es la
inteligencia del Salmo 109: dijo el Señor a mi Señor. Tú eres Sacerdote
para siempre según el orden de Melchisedec. San Pablo manifiesta pri-
mero no usurpó Jesucristo el Sacerdocio, sino que le era propio por su gene-
ración eterna en cuanto a hijo de Dios; /p. 355/ y después se conforma con
David en reconocerle sacerdote según el orden de Melchisedec. Nec
quisquam sumit sibi honorem, sed qui vocatur a Deo tanquam Aaron.
Sic et Christus non semetipsum clarificabit, ut Pontifex fleret, sed qui
locutus est ad eum Filius meus es tui ego hodie genui te. Quemadmodum
et in alio loco dixit. Tu es Sacerdos in aeternum secundum ordinem
Melchisedec. Que vale tanto como decir: Jesucristo no se hizo por sí mismo
sacerdote, sino por su Padre, cuando desde la eternidad le dijo: yo te he
engendrado hoy, y como el primero de mis hijos tu eres Sacerdote (Hebr.
C.5) Tal el estado de la naturaleza. Del establecido en la ley antigua sabe-
mos que la Tribu de Leví fue la escogida, recompensándose Dios de los
primogénitos de las demás tribus. Sin duda, ocurrió con esto a entresacarse
por sí mismo los que le debían servir; y que los judíos supiesen no tenían ya
parte en ello. Y hay todavía más: que si para el censo de las otras fijó la edad
de 20 años, los Levitas se contaban desde que tenían un mes. Ya no era pues
el impulso de la naturaleza quien obraba. Ya no había que buscar ni la sabi-
duría ni la virtud individual. Y si quedaba teniendo parte la generación de la
carne, y que a lo menos se recordase la honra de los mayores [para que
también esto se precaviese], he aquí entra el sacerdocio de la ley de gracia
en que el llamamiento de Dios lo hace todo Qui vocatur a Deo tanquam
Aaron, es la expresión del Apóstol: el que es llamado por Dios como Aarón.
Llamamiento de Dios, y contra el que en vano podrá alegarse otro juicio, que
el de la Iglesia; no obstante convenga que antes cada uno se pruebe a sí

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mismo. La falta de esto tiene remedio, hacer cierta la vocación, trabajando


con instancia, en buenas obras. El carácter ¿quién podrá borrarlo? ¿quién
impedir sus efectos? Obscurézcanlo cuanto quieran; que yo repetiré lo que
mandó decir a los /p. 356/ que confiero la Tonsura: Dios es la parte de mi
herencia: Dios es también la parte de mi Cáliz, de mi aflicción y senti-
mientos. Tú pues, Señor el que nos has de restituir esa tu misma herencia, a
que tan misericordiosamente nos has llamado, también y no tanto por noso-
tros mismos, sino en beneficio universal de todos los fieles [ibi]. Tus despre-
cios siento en los míos: y estos me conformo en sentirlos, porque los tuyos
en algo se mitiguen.

SEGUNDO SENTIMIENTO
Vovete, et reditte Domino Deo vestro: terribili, et ei qui aufert spiritum
Principum, terribili apud Reges terae. Haced votos, y pagadlos al Señor
vuestro Dios; que es terrible, y el que de raíz destruye el poder de los Prín-
cipes; terrible para con los Reyes de la tierra.- Salmo 75 v. 12 y 13.
Con pena suspendí el hilo de mi primer discurso; porque a lo menos aquel mi
sentimiento calmaba con mis afectos mi aflicción. Pudiera también haber
estimulado a otros con los respetuosos miramientos, que en todos tiempos, y
entre todas las naciones ha tenido el sacerdocio. En efecto, callé que sin él
no se permitía en Egipto subir al trono a sus reyes (Ambros. Serm. 18) que
lo de los Lacedemonios debían ser justamente sacerdotes: (Isidor. Lib. 7°
Etimol.) Y que de Melchisedec la misma Escritura dice era Rey de Salem
(Gen. 14). Sacerdotes los sabios del Areópago de Athénas; (Josehp, L.
14): sacerdotes los Druidas entre los antiguos Francos; y sacerdotes los
Augures de Roma (Ciceron L. 7° de Leg.). En Etiopia su autoridad era
sobre sus Reyes, y lo mismo entre los Persas; [Stravon L.17] siendo digno
de no olvidarse que Faraón después de haber sublimado a Joseph hasta
hacerle el segundo de su imperio, como para ratificarle unas sus /p. 357/
gracias, le dio por mujer a la hija del Sacerdote de Heliópolis [Genes, 41].
Pero omitámoslo todo; pues impondrá siempre perpetuo silencio a los que
contradigan, saber que el mismo Dios, después de haber hecho tributarios
de los hijos de Leví a todas las otras Tribus de Israel, expresamente, y termi-
nantemente a nuestro intento, mandó según se lee al capítulo 17 del
Deuteronomio lo que sigue: Si vieres ocurre juicio difícil y ambiguo de
sangre y sangre, causa y causa, lepra y lepra: y que varían los dictá-
menes de los jueces, levántate, y sube al lugar que eligiere el Señor tu

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Dios: y ve a los Sacerdotes de la generación Levítica, y al juez que en


aquel tiempo fuere, y de ellos sabrás la verdad del juicio. El que se
ensoberbeciere, no queriendo obedecer al imperio del Sacerdote, que
en aquel tiempo sirve al Señor tu Dios, y al decreto del juez, morirá: y
quitarás el mal de Israel. Y todo el pueblo, oyéndolo temerá, de suerte
que ninguno después se henchirá de soberbia.
Desde luego solo un escrúpulo pudiera haberme quedado, esto es, que no
pocos, entrando al Santuario por tales consideraciones, se atrajesen por lo
mismo la indignación divina, y que justísimamente conviértese el Señor en su
oprobio sus mismas honras. A la verdad, habían buscado lo suyo, y no lo
de Dios. Por los demás pecados yo siempre repetiré: quaecumque dixerint
vobis facite; secundum vero opera eorum nollite facere. Oír debe el
pueblo nuestra voz sin objetarnos de contrario nuestras obras; pues solo
nublándose con ellas el ministerio, todavía permanece su eficacia, mucho
mayor que la del sol entre las nubes. Más he aquí que un proyecto de ley se
me presenta, y todo me trastorno y me conmuevo. Es el que señala la edad
para el estado religioso. Reflexioné al instante, sin un estado de renuncia del
mundo, que cautiva la libertad, que iguala al hombre con los muertos /p. 358/
se contradice a pretexto de defecto de edad, que se presume inmatura,
¿dejará de ser justo estimular al sacerdocio por la preminencia que le es tan
debida? Son los religiosos las tropas auxiliares que tenemos los prelados en
las frecuentes angustias de falta de ministros, que más que nunca nos ro-
dean. Tampoco ignoran los pueblos, que con ellos habla aquel precepto del
Salvador: rogad al Señor de la mies mande obreros a su viña. No debo
pues sentir de otra suerte; sino exhortando al Clero considere su alta digni-
dad; y a los sacerdotes la obligación de instruirse más, y más, y que sepan
son los ministros de la palabra, los maestros de la moral. Insúltesenos con
exagerados atentados1 a que en nada han satisfecho los desagravios, por-
que hubo aún hechos muy culpables. Yo les estimo mayores, que el que se
ha juzgado: y en este las actas publiquen estuve por la negativa, sosteniendo
también era la sanción contraria a la constitución. Deus laudem meam ne
tacueris repitamos (Salmo 108). Es alabanza tuya Señor; porque tuyo fue
el motivo.

1
Libelo contra el clero cuando el suceso del celoso Sr. Mendez.

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Pero volvamos. El proyecto indicado es el que excita mi presente segundo


Sentimiento. Yo le considero no tanto en sus efectos cuanto en su misma
esencia, que confieso aún no alcanzo a comprenderla toda. Dios es terrible
he dicho con David: Dios es terrible para arrancar el poder de los Prín-
cipes; y no como quiera el poder, sino cuanto animarlo pueda: (Spiritum, el
Espíritu, que es la voz de que usa el mismo Real Profeta). Y terrible para
con los Reyes de la tierra. Por tanto terrible proyecto; porque preguntaré
¿contra quiénes se nos presenta esa terribilidad de Dios? ¿Contra los que no
cumplan los votos que le hayan hecho? Sí; pero antes, y sin duda con mayor
propiedad, terrible es contra los que
/p. 359/ se opongan a que se le hagan eso mismos votos. Vovete, et reddite.
Y es la razón: de que un particular no cumpla lo que ha ofrecido, solo remo-
tamente puede traerse a consideración dicha terribilidad; puesto que la cul-
pa se toma de la voluntad propia del vovente, a quien las pasiones contribu-
yen también a hacer infiel. Al contrario la voluntad del que quiere hacer
votos, si es impedida, absolutamente dice respecto a causas exteriores, que
mientras más fuertes fueren, ese su mayor abuso hace más grave la culpa.
Peque pues el príncipe que impida pagar los votos; siempre será más enor-
me pecado impedir que se hagan: vovete et reddite. Y acordémonos que
aun hablando de materia del todo inferior, a la que constituye la profesión
religiosa, cuando se nos refiere en el libro primero de los Reyes el pecado de
los hijos de Heli, cuasi faltaron las palabras para ponderarlo. Erat peccatum
Puerorum grande nimis quia retrahebunt homines á sacrificiis Domini
(Cap. I v.17).
Bajo este concepto, pero cuasi todavía sorprendido a sola la lectura, yo lo
objeté por los errores dogmáticos, que contenía con referencia a sus
considerandos. Ellos decían era el negocio materia de la disciplina exterior
de la Iglesia; y es herejía sostener que la sanción de esa disciplina no
sea privativa a la autoridad de la misma Iglesia. Decían también que no
estando la edad determinada por la revelación, y habiendo sido varia,
podía decretarse &etcétera; y ya se ve que pedir precisamente revela-
ción determinada es lo mismo que no admitir la tradición, lo cual igual-
mente es herejía: y aún por sola la expresión de determinada revelación
infiérase no se conviene en el principio dogmático, de que al aparecer nue-
vos errores se han desenvuelto nuevos dogmas, que no estaban determina-
dos en la letra terminante de las Escrituras. A la verdad, eterna es la palabra
de Dios y jamás será nueva en sí; pero lo ha si-/p. 360/ do, y puede serlo

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para nosotros, como ha sucedido, y confesamos, teniendo por de fe católica


puntos aún de los principales de nuestra religión. Sea ejemplo la pureza
virginal de María después del parto, que solo es por tradición. Por otra parte
no ignoramos que, si antes del Tridentino no era herético negar el Purgato-
rio, lo es ya después de su sanción. Decían por último [en cuanto toda con-
secuencia se envuelve en sus premisas] que la profesión que se hiciere sin
la edad del decreto era nula: y de esto ¿quién dudará no ser herejía? Nulo
entonces dejaría de ser el matrimonio, que por tales profesos sin la edad
proyectada se contrajese, contra el anatema del Canon 9, sesión 24 del
Tridentino; cuando de contrario es cierto que la profesión religiosa dirime
aún el ya contraído, con tal que no haya sido consumado. [Can. 6 allí]
Mucho más expuse, y establecí principios, que, si deben tenerse como pre-
supuestos, son incontestables. ¿Qué cosa es voto? dije: es un pacto de
cosa mejor, que la criatura hace con su criador. Son dos las partes
contratantes; y si a la primera no puede quitársele su libertad, ¿quién sobre
la tierra, sin la más horrenda temeridad se pretenderá ser superior a la se-
gunda? Primer principio: la esencia del voto. La Iglesia sola es el intérpre-
te de la voluntad divina en sus casos, y quien haciendo sus veces acepta,
o desecha, según lo juzga más conforme a los principios de la moral. Segun-
do principio: ser la Iglesia intérprete de Dios. Pretendan, pues, tener parte
los discursos a favor de la flaqu<e>za humana: dígase conviene ocurrir con
anticipación, para que después no pese lo que no ha lugar a arrepentimiento.
Gana el que pierde con Dios: y este es el tercer principio digno de
reflexionarse sin preocupación, por lo mismo que contra los votos de la pro-
fesión religiosa se pondere la gravedad de sus materias. Así es que si a vista
de él des- /p. 361/ aparece, cuanto se alegue por lo inmaturo de la edad, el
segundo (a no pretenderse habernos Dios dejado abandonados en su nueva
Ley de gracia) convencerá siempre que la Iglesia es aquella su Arca miste-
riosa, a donde debemos ocurrir por sus respuestas: y que el primero ratifica
y confirma sus dos consiguientes referidos. Por mi parte jamás convendré
en otra cosa; ni engastaré margarita tan preciosa, como los votos religiosos
en razonamientos de mera política, que consideraré metal poco digno de
piedra tan rica. ¿Quieren convencerse? Recuerden que, si igualmente ful-
minó el Tridentino sus anatemas contra los que violentasen el matrimonio y
la profesión religiosa, no así para disuadir dichos dos estados. Nada dispone
para el matrimonio; y ratifica su anatema contra los que de cualquier modo
impidan no solo el profesar, sino también entrar de novicias a las Santas

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vírgenes, u otras mujeres. Similis quoque anathemati subjicit eos qui


Sanctam virginem, vel aliarum mulierum voluntatem veli accipiendi, vel
voti emitendi impedierint (Ses. 25 C. 18). En general la perfección del
estado religi[o]so sobre el matrimonio es la causa: y el contraerse a las
mujeres, es por ser lo más frecuente. Todo es claro: quien disuade de la
religión se opone a estado más perfecto; no así quien disuade del matrimo-
nio, porque anathema al que dijere que el estado conyugal es de ante-
ponerse al de virginidad, o celibato, y que no es mejor, y más feliz [o
seguro] permanecer en la virginidad, o en el celibato que juntarse en
matrimonio.
Volvió pues a discutirse el proyecto, y ya en nada me detuve para rechazarlo
absolutamente. Era su fundamento, como he indicado, por la protección que
el gobierno debe a la conservación de la disciplina exterior, abrogarse su
sanción. Me introduje por tanto comprobando que la vez primera que se oyó
aquel sagrado fallo vísum /p. 362/ est Spiritui Sancto, et Nobis, de que
después han usado los Concilios generales, fue precisamente sobre la mis-
ma disciplina exterior. No se puede decir que los Santos Apóstoles usurpa-
sen la autoridad civil. Carnes inmoladas a los dioses, sangre, y animales
sofocados fueron las cosas que a bien tuvieron prohibir. Y si se inquiere la
causa, veremos lo hicieron solo llevados por motivos del cristianismo. Luego
a la Iglesia y no a otro alguno corresponde la autoridad en materia de dicha
disciplina. Error pues dogmático lo contrario: Visum est Spiritui Sancto, et
nobis [Act. 15.]. Por lo mismo, si ya la Iglesia ha establecido la edad de 16
años en lo común, y concurriendo con ella las demás circunstancias ha de-
clarado, y declara válidas las profesiones religiosas, anatema decirlas nulas.
Ciertamente lo contrario sería imputarla a más de usurpación, haber faltado
a las consideraciones debidas que siempre se quedarían muy cortas, no pe-
sándoles con toda la escrupulosidad de la balanza del Santuario. Y no hay
duda; ella ha seguido la conducta más celebrada en las Sagradas Escrituras,
y en la Historia. Desde la infancia ofrecíanse a Dios los Nazareos, que
corresponden a la ley de gracias a los religiosos: el Bautista desde niño se
retiró al desierto; y sobre todo, cuando Jesucristo propuso la observancia del
consejo evangélico de pobreza, un joven fue a quien lo propuso [Mathei 19]
Jeremías pues continué mis sentimientos; bueno es, dijo: bueno es al varon
llevar el yugo desde su juventud. Ahora de contrario se pretextan males:
luego el espíritu de Dios, que animaba a aquel Profeta, se habrá de decir
pudo engañarse, o engañarnos. Por igual discurso dígase que los elogios de

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los Nazareos y del Bautista envuelven esos mismos engaños. Y para con-
cluir con prueba más de bulto, y que mueva por su enorme escándalo de im-
/p. 363/ piedad [que no es de olvidarse] argúyasele a Jesucristo su conduc-
ta; puesto que a su imitación es que la Iglesia admite a los jóvenes el estado
religioso. Todos son errores dogmáticos: se niega la misma palabra de Dios:
se contradicen las alabanzas de la Escritura: se censura la conducta de
Jesucristo. Repetiré, pues, en llanto con Jeremías: Bonum est viro cum
portaverit jugum ab adolescentia sua (Jer. Tren. C.3) ¡Ah! y ¡hay tam-
bién! ¡cuántos y cuántas jóvenes dejarán de lograrse para Dios por seme-
jante proyecto! Así fue que en la misma discusión, o ya en la tercera me valí
de aquel dilema del Crisóstomo que verdaderamente ocurre a cuanto de
contrario ha podido alegarse. O han de ser santos los jóvenes (hombres o
mujeres) que abracen el estado religioso; o han de ser después malos. Si
santos ¿por qué prohibirles se consagren a Dios desde la juventud? Si malos
¿por qué anticipar contra ellos la sentencia? Si autem peccatoris futuri
sunt, ut quid sententiam condemnationis profetis, antequam culpam
videatis? Cualquiera cosa con que se pretenda eludir este argumento, será
ilusión de vana adivinanza; porque no poder ser buenos en el mismo centro
de la perfección moral, aún es más que morir de sed, quien estuviere cubier-
to de aguas. De aquí es que ya pregunta el Angélico Doctor: ¿Si para abra-
zar el estado religioso deba proceder larga deliberación, y el consejo de
muchos? Y responde que no. [2.2 quest. 189 artic 10] Sus fundamentos
concluyen; porque o se entiende, dice, al estado religioso en sí, de cuyo
mejor bien no puede dudarse sin injuriar a Jesucristo, que lo aconsejó; o se
atiende a las fuerzas del que lo abraza: y tampoco hay duda; porque más
debe el hombre esperar en la ayuda divina que en sí mismo, pues está escri-
to: los que esperan en el Señor tendrán fortaleza, tomarán alas, vola-
rán como las águilas, no trabajarán, caminarán y no se cansarán,
[Isai 40] /(p. 364/ Fuera de que el tiempo del noviciado, sobrado espacio da
para probarse, y ser probado.
¡Ojalá que otras entradas, que contra las prohibiciones de la Iglesia tanto se
prodigan (sino es que la fuerza, aunque sea solo moral, a ellas también arrastra)
se tomase en justo discernimiento para que se viese si hay verdadera ilustra-
ción: cur tan varié. El hombre sensato de ninguna cosa otra cosa debe dar
pruebas que de su uniforme modo de proceder, arreglada siempre su con-
ducta por unos mismos principios. Por otra parte, sin manifestarse la bondad
de las obras, a sola la simple aseveración de no ser malas, no se debe proce-

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der, enseñándonos los brutos, aunque brutos, a examinar como se dice, an-
tes el vado. Y en efecto para obrar racionalmente no basta que el operante
se proponga fin provechoso personal de su obra, sino también que el fin de la
misma obra sea en sí bueno. Un contrabandista [para que asemejemos se-
mejantes con semejantes símiles cum similibus comparantur] un contra-
bandista no hay duda que se propone grandes ganancias. ¡Qué fin tan pare-
cido! Pero como el contrabando ofende al común de la sociedad; ya dejó de
obrar racionalmente, y solo podrá salvarse su conducta por quienes al fin
vengan a conceder, es también el hombre un mero bruto. ¿Por ventura hay
algo de esto en la profesión religiosa? Su perpetuidad no obsta; y se sabe
que en lo que censuro se hacen gravísimos juramentos de imprecaciones y
execraciones las más horribles. A más de esto el religioso, según me he
expresado, hace un pacto con Dios, que es a gana pierde, o que por lo
mismo que pierde, gana; y que tanto más gana cuanto más pierde. Consagra
a Dios por la pobreza todos sus bienes exteriores, y entra en posesión de la
Divina Providencia, bajo la vigilancia de sus prelados. Consagra a Dios, las
pasiones y afectos de su carne por la castidad; /p. 365/ y se convierte nada
menos que en semejanza de ángeles; y aún en más, por el mérito, siendo
cierto que si los ángeles no se casan, también lo es que no tienen carne. Se
consagra finalmente por el voto de obediencia; y he aquí que su libertad, sin
destruirse pasa a ser verdaderamente toda espíritu, pudiendo repetir con el
Apóstol: vivo yo, mas no soy yo el que vivo, sino que Jesucristo es que
vive en mí [Ad.Gal. 2]. Ni por esto, ni por su castidad, ni por su pobreza deja
el religioso de ser útil a la sociedad. Calcúlese solam[e]nte lo que contribu-
yen los fondos de sus comunidades; y no se nieguen los servicios persona-
les. Aún sin fomentarse los estatutos religiosos y proporcionales aumento de
sus individuos, tengo para mí que, aún con respecto al clero, por el pasto
espiritual, que se advierte en sus conventos, pueden decir aquello mismo del
Apóstol: nam si decem millia pedagogorum habeatis in Cristo, sed non
multus Patres (1 Cor. 4.) ¿Hay algo de esto, o a favor de la sociedad, o de
la religión en aquellos? [§]2 Lo niegan sus obras, para ni aún siquiera du-
darlo por lo que hace a la religión; y hombres muy sabios y políticos como
Benedicto XIV ya nos lo han ratificado por lo que mira a la sociedad civil.

2
[§] Son los infelices masones hijos desobedientes de la Iglesia

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Dígase pues [para que concluyamos] que a lo menos no podrán los religio-
sos ser ya de provecho para la milicia. Y pregunto ¿si esto será por no poder
servir de capellanes, de enfermeros, de proveedores? Cuando para todo ello
no se confiese son lo más útiles, constante es que la fuerza física poco vale,
si falta la moral. Y recuérdese aquella célebre carta de San Gregorio el
Grande al Emperador Mauricio, que bien puede decirse nos la conserva la
Divina Providencia al intento en todas sus partes. Mauricio contrajo su ley a
solo los que eran militares, y se hizo cargo de que eran /p. 366/ tantos en
aquel tiempo los abrazaban la vida monacal, que el ejército se menoscababa
en grande manera. Estableció que los soldados no pudiesen ser monjes an-
tes de concluir el término de su milicia. San Gregorio las recibe, y dice
haberse sorprendido vehementemente vehementer expavi; porque por ella
se cerraba a muchos el camino de los cielos, y porque lo que hasta allí había
sido lícito, ya se prohibía que lo fuese. Su humildad le abate al reconocimien-
to de polvo, y ceniza, pero que no podía callar, porque la ley era contra Dios
autor de todos. Le hace ver que el Señor le había dado potestad, no para
impedir el camino del cielo a sus súbditos, sino para ayudarlos; debiendo el
reino terrestre servir como en calidad de fámulo al reino celestial. Que por
lo que hacía a su persona, considerase igualmente que de Notario lo había
hecho Capitán, o Conde de guardias; de Conde de guardias: Cesar de Cesar,
Emperador y padre de Emperadores. E introduce a Jesucristo,
reconviniéndole de este modo: Yo he sometido a tu mano mis Sacerdotes
¿y tú apartas de mi servicio a tus soldados? Responde: Pero acaso se
creerá (sigue) que ninguno de ellos se convierta con ánimo recto. Más yo sé
[afirma el Santo] cuantos soldados convertidos en estos mismos días han
hecho milagros, prodigios y virtudes. Finalmente pregunta ¿quién de los
emperadores que te han precedido han dado tal ley? Y juzga con toda re-
flexión, si debió darse. Justamente calló lo mismo que quería se inquiriese;
porque remitida esta carta [que es la centésima del libro 2° de su registro]
por mano del médico Teodoro, le instruye que de quien se decía haber dado
otra tal ley, era Juliano Apóstata; y añade todos sabemos cuan contrario fue
al mismo Dios.
Se continuará y nótese que los artículos en el primer proyecto son los
siguientes:
Art. 1°. Ninguna persona sea del sexo que fuere, podrá profesar u obligarse
con los votos de o-/p. 367/ bediencia, pobreza, y castidad, y cualesquiera

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otros que sean perpetuos, en convento, monasterio, hermandad o casa de


recolección, antes de tener la edad de 30 años cumplidos.
Art. 2°. Para acreditar esta edad es indispensable que el novicio o novicia
presente certificación de la partida de bautismo, comprobada por el alcalde
parroquial en que asegure haberla confrontado con el libro respectivo, y que
el escribano del cantón dé certificación de que las firmas son del párroco, y
alcalde de la parroquia.
Art. 3°. La profesión que se haga en contra de los artículos anteriores, es
nula y no debe ligar al que la haya practicado.
Reflexionar pues sobre cosas que se tocan como con la mano, sin duda es
ocioso: y ya todos también habremos advertido, a cuanto más se extiende el
proyecto, puesto no se contrae a solo los soldados. Tampoco habremos olvi-
dado la diferencia grande de ciudadanos libres para con vasallos poco me-
nos que esclavos. Y por ser tiempo de concluir este punto no neguemos que
el cálculo de los que, cuando más entre nosotros puedan hacerse religiosos,
no digo, no menoscabará el ejército ya formado, pero ni aún el que en doble
número pudiéramos mantener. Por tanto yo insisto en las terminantes pala-
bras, con que me introduje, considerando a Dios terriblemente airado, si
contra los que impidan cumplir los votos ya hechos, mucho más contra los
que impidan hacerlos; y que su indignación se dirige principalmente hacia los
príncipes, y reyes. San Gregorio no omitió recordar a Mauricio el día tre-
mendo último de los siglos, y le advierte que si otros pecados le podrían ser
perdonados, contra su tal ley, no tendría excusa alguna; porque ella habría
hecho desaparecer, o que se obscurecieren las lá-/p. 368/ grimas, las oracio-
nes, los ayunos de tantos, que pudieran haberse interpuesto por él ante la
divina justicia: así como no dudase confesar de plano que la extensión de su
Imperio hasta la Persia más debida era a los monjes en el retiro de los
claustros que a los soldados en el campo de batalla. Mi reflexión no espera
a aquel día. Manifiestamente habla David del trastorno de los Reinos, y
Principados que deban hacer volver en sí a los mismos príncipes y reyes; y
esto claro es debe tener lugar aún desde ahora. Volvete et reddite Domino
Deo vestro terribili; et ei qui aufert Spiritum principum; terribili apud
Reges terrae. Haced votos, y no temáis; porque yo me molestaré terrible
contra los príncipes y reyes que os lo impidan. De consiguiente, si nada ha
perdido el proyecto en su substancia con la modificación de reducir la edad
de 30 a 25 años, así como en contraerse al noviciado, cuando antes hablaba

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de la profesión, todo está concluido. La edad canónica de presente es en


general la de 15 años para vestir el hábito de novicios; pudo pues muy bien
haber quedado suspendida la profesión hasta los 30 o 25. Pero habiéndose
sustituido el mismo noviciado en lugar de la profesión, los niños comprende-
rán que la mejora ha sido recargar uno o dos años más. El segundo artículo
sobre que el alcalde certifique la confrontación de la partida con la del libro,
y después que el escribano lo compruebe todo ha quedado como proyecta,
en descrédito, a mí ver, de la fe debida al ministerio parroquial. ¿Si firma de
cura, es la estampada en el libro, por qué se da menos crédito a la del otro
cura que la copie? No nos cansemos. Llórese deshonrado el sacerdote como
se expresaba Job. Ducit Sacerdotes inglorios [Cap. 12]. Y témase ya que
a otros que al mismo sacerdocio se atribuye el gobierno del santuario, aque-
llo que leemos escrito en los Números: Tu autem, et Filii tui cus-/p. 369/
todite Sacerdotium vestrum, et omnia quae ad cultum Altaris pertinent,
et intra velum sunt, per Sacerdotes administrabuntur. Si quis extraneorum
acceserit, occidetur. Job antes de lo referido había dicho hablando del po-
der de Dios: apud ipsum est fortitudo, et sapientia: ipse novit et
decipientem, et eum, qui decipitur. Adducit Consiliarios in stultum finem,
et judices in stuporem. Balteum Regum dissolvit et praescingit fune renes
corum. Ducit Sacerdotes inglorios. La España con respecto a nosotros
ha visto lo penúltimo. (Balteum Regum dissolvit) a mi entender por haber
antes contribuido a lo último: (Ducit Sacerdotes inglorios) y así lo he publi-
cado, y publicaré sin rebozo.
Cual pues sea el resumen de todo lo que he dicho; ya que tan íntimamente
conexo se haya el principio con el fin, no es por demás lo manifieste, redu-
ciéndolo como a un punto de vista. Pacto entre la criatura y el Criador, y
de mejor bien, dije, es el voto. En cuanto a la materia explicada por el bien
mejor indudable que la profesión religiosa forma la corona en la clase de los
votos personales, que por sí son de más mérito que los reales: y no obstante,
su grandeza no tiene por qué acobardarnos, porque por lo mismo, fija nues-
tra confianza en Dios, todo lo debemos esperar contra la desconfianza de
nuestras propias fuerzas. Luego no debe de modo alguno la heroicidad de
los votos religiosos retorcerse en motivo de impedimento. Es la juventud la
edad más expuesta para el mal; ¿y por qué no ha de servir con la gracia para
el bien? ¿Por qué se le han de cerrar los caminos hacia él? ¿Por qué se le
han de cerrar los caminos hacia él? Primero es conservar la inocencia que
confiar en la penitencia para después de la caída.

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De aquí reflexiónese ya lo segundo, que es la libertad de la criatura: y que


bastaría que la que es suficiente para ofender a Dios, lo fuese igualmente
para consagrársele de todos modos. Cier-/p. 370/ tamente el hombre en
esto lo que trata es el único negocio, que privativa, y exclusivamente puede
decir le es propio. Quid mihi est un Caelo, et á te quid volui super terram
Dens cordis mei et pars mea Deus in aeternum (Salm. 72). Y se convence
sabiéndose que si la patria potestad, dominio que da la naturaleza, solo ha
podido tener algún derecho por la equidad natural que envuelve, conviniendo
en ello la Iglesia, únicamente se ha extendido hasta llegar a los años de
pubertad 12 en las hembras, y 14 en los varones. De allí adelante recordárseles
debe con San Gerónimo a su amado Nepociano: ¿qué haces dilicado sol-
dado en la casa de tus Padres? Solo es género de piedad en este caso
ser cruel. Aunque tu Madre pues se te presente sueltos y desgreñados
los cabellos, mostrándote los pechos, con cuya leche te alimentó: y
aunque tu Padre derramando lágrimas se arroje al humbral de la puerta,
como impidiéndote el paso, vuelve las espaldas á tu Madre y pasa por
la garganta de tu Padre. La historia está llena de estos ejemplos, y no sin
fruto de la mayor santidad. Luego solamente la potestad dominativa para
con los esclavos será a la que podrá acogerse de contrario, como por deses-
perado recurso. ¡Infeliz República! ¡Miserables Colombianos! y todavía el
esclavo, o con el sudor de su frente, o por extraña mano piadosa pudiera
redimir su cautiverio.
Todo es claro, y es ya lo tercero que debe reflexionarse, porque de la auto-
ridad paterna es de la que toma su fuerza, y semejanza la autoridad civil. Y
dejémonos de farragos presentando casos en que aún la vida debamos dar
por la Patria. Tal obligación no depende entonces, sino del principio natural
de deber primero perecer un miembro que todo el cuerpo, ya sea para de-
fenderlo, o ya para que no se corrompa, como en los delitos de pena de
muerte. Por lo que es la autoridad que puede el hombre dar /p. 371/ a otro
sobre sí, que es en lo que se funda la esencia de la autoridad civil, no se
ignorará, que siendo el pacto de sociedad, como medio para vivir en tranqui-
lidad, jamás han entrado en él, ni toda la propiedad, ni toda la libertad de los
ciudadanos. Antes bien una y otra debe quedar a salvo; y aún obligado el
Gobierno cualquiera que sea, a conservarlas. Pruébalo nuestra constitución
en sus bases. Luego la libertad de la criatura, no puede ser impedida para
hacer pactos con su Criador, por haberlos hecho antes con la sociedad,
como de menor potestad en esto, que los padres.

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Ya no resta, pues, otra cosa que volver sobre mi principio fundamental, y


único en la materia, a saber la aceptación divina. Muéstrenseme otro poder-
habiente de Dios, que la Iglesia. Lo vemos a toda luz manifiesto, ya en las
comutaciones, y ya en las dispensaciones de los mismos votos: siendo este
uno de los puntos, en que según la regla del gran Padre San Agustín precisa-
mente ha de reconocerse la tradición divina. Lo que desde el principio,
donde quiera, y siempre se ha observado, no puede ser otro origen que
la tradición divina, dice este Santo Doctor de la Iglesia, y con él lo tienen
por proloquio todos los teólogos. Sean pues en hora buena vicegerentes de
Dios también los príncipes seculares; pero acerca de lo que tratamos, mu-
cho más que lo que es quemar el incienso en el santuario, debe decírseles lo
que el pontífice Azarías a rey Ozías: non es tui officii Ozias ut adoleas
incensum, sed Sacerdotum (2 Paralip. 26). De la Iglesia sola: de sola la
Iglesia es el señalar las edades para el noviciado, para su duración, y para
las profesiones religiosas. Así hablé, y dije en el Senado.

SENTIMIENTO TERCERO
Domine ¿nonne bonum semen seminasti in agro tuo? ¿Unde ergo habet
zizania? et ait illis: inimi- /p. 372/ cus homo hoc fecit. Señor ¿por ventura
no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde pues tiene cizañas? y
les dice: el hombre enemigo hizo eso [Mat. c. 13].
Tolerancia, tolerancia. Y qué, ¿no nos confundimos? ¿No nos llenamos de la
mayor vergüenza y temor? Quiera pues Dios que este mi sentimiento cause
en todos los que habitamos, y habitaren en la República iguales efectos. De
habitantes hablo; porque no excluyo a los señores extranjeros aunque sean
de las sectas que fueren. La parábola de donde he tomado las palabras, con
que intento persuadirlo, es el símil más propio para todo, y que no quede
efugio alguno. Se asemeja dijo Jesuchristo, el Reyno de los Cielos, a un
hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero durmiendose los
hombres, vino su enemigo, y resembró en medio del trigo zizañas, y se
fue Habiendo, pues, crecido en yerba, y graneándose, aparecieron
también las zizañas. Entonces los ciervos del Padre de familia se le
acercan, y dixeron: Señor, ¿por ventura no sembraste buena semilla en
tu campo? ¿De dónde, pues, tiene zizañas? Y les dice: el hombre ene-
migo hizo eso.
En ello ya desde primera vista se nos presentan particularidades que debe-
mos muy detenidamente considerar. Tenemos una causa, que aunque moti-

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va, es lo mismo que debe llamar la atención, para que no se disculpe la


obligación, que en general nos asiste a todos para oponernos respectiva-
mente más o menos según el estado o grado en que nos hallamos. Hombres
que se durmieron nos presenta el sagrado texto cum dormirent homines: y
siervos del padre de familia, a quienes como más de cerca incumbía preca-
ver los daños de lo sembrado. Servi Patris familias dixerunt. Por mi parte
confieso no puedo dejar de considerarme en este número; del anterior nin-
guno de los fieles se excluye. Siervo soy del /p. 373/ padre de familia; los
fieles, hombres de la casa. El campo sabemos es la Iglesia, y precisamente
entendida por la circunscripción del terreno. A la verdad de Dios es la tierra,
y cuanto la ocupa, y toda su redondez: [Salm. 23]. Pero ahora como que se
divide, y se señala parte especial in agro suo. ¿Qué mayor motivo para
estimular nuestra obligación? Nos ha hecho el Señor porción privilegiada
suya. La semilla es la palabra de Dios, y no como quiera, la que ya ha hecho
raíces, y crecido en yerba, sino también la que ya tiene fruto: cum crevisset
herva, et fructum fecisset. Por lo cual no puede propiamente entenderse,
sino de la misma palabra de Dios en cuanto está ya arraigada en nuestros
corazones, y lleva frutos, que es lo mismo que decir, es la fe viva y con
obras. De contrario encontramos cizañas superseminavit zizania, crevissent
zizania; que si se interpretan por algunas otras especies de pecados, el
común de los padres las entienden por las herejías [Div. Tom 2.2 Quaest. 11
art. 3] No: no son los herejes miembros de la Iglesia en cuanto a lo formal, y
constituir su cuerpo; sin embargo están en la Iglesia. Últi<ma>mente un
hombre enemigo se nos presenta, que aprobándose del sueño de los demás
es quien siembra la cizaña: inimicus homo hoc fecit, lo cual ciertamente
convencerá como lo dicho, y con lo que la historia nos recuerda, haber bro-
tado las herejías de la perversidad de los mismos cristianos. De nosotros
salieron dijo San Juan, pero no eran de nosotros [1 c.2]. Y en efecto, ¿quién
más en verdad merecerá el ignominioso epíteto de hombre enemigo, que el
que habiéndose incorporado con Jesucristo por el bautismo, trate de
sembrarnos lo que directamente se contraría a la raíz de la vida espiritual,
que en él se nos dio reengendrándonos a la gracia? Enemigo cruel. Sin
embargo no temamos: él podrá matar el cuerpo; al que debemos temer /p.
374/ es al que puede arrojar el alma a los infiernos. Este es Dios; pero su
justicia no se ejerce sino por el pecado, y contra el pecador.
Dígase, pues, que debe haber tolerancia, y que sea aquella que llaman reli-
giosa; y dándose un paso más, dígase que pueden los de las sectas casarse

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con las de la religión católica. Mi obligación a la defensa, oponiéndome en


todo, está indicada, creo que no necesita comprobarse. Oh Timoteo, decía el
Apóstol, a este su discípulo: guarda el depósito, evitando las novedades
profanas de voces, y las oposiciones de falso nombre de ciencia, la
que prometiéndose algunos, cayeron de la fé (1a c. 6). Y en el Apocalip-
sis tenemos reprendido el obispo de Pérgamo por permitir en su Diócesis los
nicolaítas (c.2). En breves palabras, somos los obispos los pastores de la
casa de Israel, a quienes sobre todos corresponde la vigilancia; y no como
quiera sino la de ver: frase de que usó Jesucristo encareciendo más esa
nuestra vigilancia: videte, vigilate: Quod autem vobis dico, omnibus dico,
vigilate. A todos, velar; a los pastores, también ver. Esto se nos repite anual-
mente en la misa de aniversario de nuestra consagración: y quede advertido.
Por lo que hace a la inteligencia del campo, nada más tengo que decir, con
tal de que no se olvide la recta inteligencia de su división, sin propasarse a
dividirse más, como me acuerdo haber oído pretendiendo pluralidad de Igle-
sias, y aturdirnos las orejas con la cantinela de que la Iglesia esté en el
estado. Es locución peligrosa y como se trata de aplicarla, error contra el
dogma. Está el alma en el cuerpo [comparación todavía muy diminuta] ¿Se
sigue por ventura que el alma sea cuerpo? Hasta allá se han de precipitar.
Pero concluyamos este presupuesto; y lo mismo el de la semilla y el de la
cizaña. De semilla arraigada y con frutos es de la que hablo; y cizaña que
todavía, gracias a Dios, por lo que /p. 375/ hace al punto a que me contraigo,
cuando más podemos considerarla, como esparcida al aire, y péndula en él.
El hombre enemigo llame toda nuestra atención. Y en primer lugar, por lo
que me consta, nada me detiene afirmar no lo son los Señores extranjeros a
quienes he tratado, ni otros de quienes tengo noticia. Muchos se han casado
en mi Diócesis, abjurando antes sus errores con la mayor sinceridad, y sumi-
sión de la Iglesia. Tampoco me persuadiré hayan aceptado el convite de su
inmigración con el perverso ánimo de pagarnos con el mayor de los males,
que sobre Colombia pudiera venir. A más de esto por su instrucción y buena
crianza nos han reconocido, y reconocen por una nación ilustrada; no gentil
ni salvaje. Semejante infamia de salvaje cual leí en su equivalente de que la
República no tiene Religión es part[e] del atolondramiento, que no perdo-
na sofisterías, con tal que ilumine, como dicen, sus errores. ¿Y qué adelan-
tan? Comprobar que ni aún discurso tienen para reflexionar; puesto que la
cuestión supone que la Colombiana ha de ser católica: y que más vale no
tener religión, que plantearnos las sectas. No: no piensan así los señores

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extranjeros. La industria, el comercio, y la mayor fraternidad en lo económi-


co y político, es lo que todos vemos nos han traído. Otros pues son hombre
enemigo, y a quienes por tal deben tener también nuestros extranjeros. Y es
claro. Estos señores comprenden cuál es el verdadero espíritu de las doctri-
nas, con que declamándose tolerancia, mal entendido, se les hace convertir
en su mayor daño. Dicen que la religión católica es tolerante; que lo fue
Jesucristo; y que lo fueron los Apóstoles, enarbolando la bandera de la vic-
toria con repetir aquello de San Pablo: el varon infiel es santificado por la
muger fiel y la muger infiel por el varon fiel (1a Cor. 7) Callan lo demás,
esto es, que el /p. 376/ apóstol hablaba de matrimonios ya contraídos, y de
solos los infieles: Si qua mulier fidelis habet virum infidelem&. y lo que
es del todo importante, a saber que fuese sin ofensa del Criador y con la
condición de que sus hijos se bauticen: alioquin filii vestri inmundi essent,
nune autem mundi sunt. Luego, más que evidente es, que el fin de la per-
misión era de que el infiel se convirtiese, precavido en lo posible del peligro
de la perversión el fiel, o la fiel. Y respóndase ¿No es cierto que declarada la
tolerancia, como se pretende, el peligro se aproxima, y se aleja la esperan-
za? Luego contra los mismos nuestros extranjeros discurren, y es cuanto
alegan, cerrándole la puerta a la divina gracia, y franqueándola a la iniqui-
dad: no una sola, sino cuantas son sectas, que se introdujesen.
Esta gracia divina no se compadece con el pecado, y su delicadeza nos
obliga a no aproximarnos a las ocasiones de perderla; ya que las remotas no
podemos evitarlas todas, viviendo en este mundo, mar de tantas borrascas y
tempestades. ¿Qué concordia puede haber de Cristo con Belial? dijo el
Apóstol. ¿O qué participación del fiel con el infiel? (2 Cor.) En cuyo
testimonio ya vemos de contrario que ni la religión católica, ni Jesucristo, ni
sus Apóstoles pueden, como se quiere, decirse tolerantes. Como se quiere
digo, porque el intento es deducir debe sancionarse la introducción de los
cultos de cualesquiera sectas. La voz tolerante más bien explica el que pa-
dece, que el que hace. Es un verbo, cuya significación es pasiva, no obstante
que su pronunciación suene activa. De este modo me explicaba en el con-
greso constituyente. Así fue que en la ley sobre el modo de proceder en el
conocimiento de las causas de fe, se determinó que no inquiriéndose por la
religión, o secta que los extranjeros pudiesen tener, mientras no se inscribie-
sen en los libros /p. 377/ parroquiales; con todo supiesen no podían perturbar
de modo alguno nuestros sagrados cultos. En las discusiones se propuso allí
la misma parábola con que habló, y que el padre de familia viendo ya junta-

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mente las cizañas con el trigo, prohibió a sus siervos las arrancasen: sinite
utraque crescere usque ad messen. ¿Podrá decirse que el mismo padre de
familias fue el hombre enemigo, que sembr[ó] las cizañas? ¡Torpe atolon-
dramiento! ¡Blasfemia sacrílega! y sin embargo tolerante podrá concebirse,
en cuanto sufrió la permanencia de tan mala yerba con la buena semilla;
aunque intolerante en improbar, juzgar y condenar el hecho del hombre ene-
migo: inimicus homo hoc fecit. Manda se reserven hasta el tiempo de la
mies y que se quemen: he aquí la condenación. Declara quien hizo el mal: he
aquí el juicio. Le da a este hombre, que tal hizo, el nombre de enemigo: he
aquí el improperio. Porque cierto será eternamente, y todos confésamoslo
agradecidos, que Jesucristo ese nuestro amante padre de familia, lo que hizo
entre nosotros, fue lo que su misma Majestad dijo con las más enfáticas
expresiones. Yo vine á poner el fuego y no quiero sino que arda: ¿Juzgais
vine a dar la paz? No: Yo os digo vine á dar la separación?¿Pacem?
Non, dico vobis, sed separationem. De cinco que haya en una casa, tres
se dividirán contra dos, y dos con tres: el padre contra su hijo, y el hijo
contra su padre; la madre contra su hija, y la hija contra su madre; la
suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra (Lucae 12). Todo
esto ya se ve, que es enseñarnos el aborrecimiento santo que debemos tener
aún respecto a nosotros mismos, por no incurrir en separarnos de Dios por
el pecado; y aun cuando todavía no nos hallásemos unidos a su Majestad por
la gracia, no detenernos en aborrecernos, y aborrecer a nuestros padres, y
deudos por lograrlo, según se expresa el mismo /p. 378/ San Lucas más
adelante en el 14: Si quis venit ad me, et non odit patrem suum et matrem,
et filius et fratres, et sorores adhuc autem, et animan suam, non potest
meus ese discipulus.
Entremos pues ya en la cuestión. Es de sancionarse, dicen, la tolerancia
llamada religiosa, y que se declare puedan casarse con los de la secta pro-
testante las de la religión católica. ¿Pero no está convencido se supone lo
que todavía no existe? Luego ni aún a la voz de tolerancia ha lugar. Todo es
evidente. Lo que hasta de presente hemos tenido, y teníamos también desde
antes de ahora era el trato y comercio en lo económico, y político. Puede
también decirse más [para que se vea nada omito de lo que quiera alegarse]
y es, que íbamos a los países extranjeros, y en ellos sin duda alguna estába-
mos en medio de la tolerancia religiosa, como por dos veces me ha aconte-
cido en la Isla de Jamaica, puerto de Kingston. Allí no solo oía la voz, sino
que palpaba la misma tolerancia especialmente cuando me aturdían los oí-

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dos los judíos con sus clamores, y cantos descompasados. Riesgo hay en
ello: y ojalá según es de providenciarse, no se permitiesen semejantes viajes
a los débiles en la fe. Con todo, la desproporción de esto con lo que se
pretende es sin límites, excediéndose aún a sí mismo. Aquello es la sombra,
esto es el propio cuerpo. Veámoslo claro. Ya se alejó de nosotros el que así
es viajante; no era sino un miembro de nuestra sociedad: y va no a influir a
que se erija el mal, sino absolutamente a sufrirlo. Yo vuelvo pues mi re-
flexión sobre la República, llamando con particularidad la atención a los
padres de familia ¿Qué nos enseña la experiencia de muchos, muchos jóve-
nes, y también hombres mayores a la vuelta de la extranjería? Vengan en
hora buena ricos e ilustrados; pero si al mismo tiempo corrompidos: ¡Qué
dolor! Y fórmese ya la comparación. Es toda la República la que va a expo-
nerse con el proyecto: niños y vie-/p. 379/ jos y aun los que están por nacer,
sabios e ignorantes; fuertes y tímidos; poderosos y necesitados; y el sexo
femenino, que por lo mismo que es devoto, debía compadecernos por esa su
piedad. Por la otra parte, la República no hay duda se resiste según es
público, y notorio. Ella sin poder salir de sí misma no tiene la esperanza de
volver, y gozar el bien que una vez se la haya alejado. Depositada su sobe-
ranía, en cuanto al ejercicio, en los que a sus votos la representan, ella esen-
cialmente la conserva en sí, y es de todo el lleno de la expresión, la sobera-
na. Luego obra de sus manos se dirá lo que sus mismos representantes
sancionaren: y de consiguiente que influye en su mal ¡Triste suerte! No
hago el bien, que quiero, repetirá con el apóstol; sino el mal que abo-
rrezco: non quod volo bonum hoc ago; sed quod odi malum, illud facio.
¿Dejará de ser una tolerancia que se exceda a la misma tolerancia, que se
pretende? Bien pudiéramos todos seguir con la exclamación con que allí
sigue San Pablo: ¡Infelix Ego homo! ¿Quis me liberabit de corpore mortis
hujus? Muerte no como quiera, sino que palparse puede, como se palpa el
cuerpo, oyendo y viendo tan diferentes cultos.
Pero yo me detengo. No ha lugar a la tolerancia decía, porque, en efecto, a
la misericordia del Señor debemos conservarnos hasta ahora en la Santa
Religión católica apostólica Romana, infiriéndose de ello, por lo mismo, es
de nuestra obligación defenderla en esa su santidad. ¿Y qué, no basta la
ofendamos en las materias morales con la corrupción de costumbres? He
aquí un nuevo poderoso argumento, que insinuaré, como de paso. ¿Podrá,
digo, sancionarse las más pequeña corrupción de costumbres? En las mate-
rias de fe no hallan los teólogos parvedad: todo es pecado grave, si no discul-

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pa la ignorancia (que rara vez deja de ser vencible) o la falta de pleno cono-
cimiento. Dicha santidad presupone la unidad de la mis-/p. 380/ ma iglesia.
Un Dios, una fe, un bautismo, y una su cabeza visible en la tierra. Por
tanto, si siendo santa, es y ha sido una entre nosotros ¿de dónde viene que la
hagamos sufrir lo que hasta ahora no ha sufrido? No lo neguemos. Este es
argumento ineluctable, que convencerá siempre: solo puede hacerle ineficaz
el hombre enemigo, que se introduzca a sembrarnos la cizaña; y tanto más
enemigo, cuanto a la luz del día, despiertos y velando, nos violente, cuando
no podemos de otra suerte resistirle, sino con la voz, y exhortaciones.
A la verdad, esa unidad de la Iglesia se resiente, atacada su santidad del
modo pues se proyecta. Primero, por el peligro de perversión en la fe: y en
segundo lugar por la oposición abierta, que se hace a los sagrados cánones.
Para ello supongo antes lo que en vano es se gloria oír los contrarios, esto
es: que la tolerancia de cultos no es por su naturaleza mala, sin embargo de
que los cultos siempre sean malos. Concurrir a ciertos pecados, hay casos
en que deja de ser culpa. A Naaman curado de la lepra por Eliseo, le dijo
este profeta, ve en paz, vade in pace, contestándole al ruego que le había
hecho, que le encomendase a Dios para cuando entrase su Señor a adorar al
Templo de Remon, y estribando sobre su brazo, hiciese también él alguna
inclinación [4 Reg. Cap. 5. ] Solamente los actos internos son los que no
pudiendo padecer fuerza no tienen disculpa. Los externos tampoco la ten-
drán, si son demostrativos de dichos actos internos, y principalmente dándo-
se causa de escándalo, como de contrario se convence en la heroica resis-
tencia de Eleazaro cuando se negó a comer las carnes prohibidas, por no dar
mal ejemplo a la juventud [2 Machab. 6] Por lo mismo para que no haya
culpa, como he dicho, solo ha de ser un mero concurso material, sin influjo
alguno directo en lo malo. Así se entiende al Angélico Doctor en la cuestión
10 /p. 381/ art. 11 parte segunda de su segunda parte de su suma; sirviendo
esto de gobierno contra charlatanes. La comparación de que se vale es la de
la divina permisión para los pecados, no ignorándose que Dios solo concurre
a lo material. Y hay todavía algo de menos respecto de los hombres porque
nosotros no sabemos de los males morales sacar bienes. Por ejemplo permi-
te Dios el pecado de Pedro, para que se convierta; y Pedro, nunca puede sin
pecar consentir en ese su pecado. Últimamente como nuestro concurso no
es aquel general, y universal de Dios con la criatura, sino que unas veces lo
presentamos, otras no, solo una necesidad absoluta será la que nos disculpe;
nunca directamente influyendo, sino solamente permitiendo. Vuelvo sobre

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mi discurso. No se trata de tolerar, sino de introducir la tolerancia. Luego


inimicus homo hoc fecit, debe ser la conclusión. Y sigamos.
Del peligro, con repetición celosamente se ha escrito en nuestros días, y no
faltan obras magistrales antiguas y modernas, donde se beba la sana doctri-
na. Ciertamente en uno y otro Testamento se leen sentencias, que son de
temerse aun para la comunicación solo política. A la verdad puede en ella
haber peligro, y a proporción pecado. En lo religioso con dificultad deja el
mismo peligro de ser muy activo. Tal es pues en primer lugar el fundamento,
que debemos escrupulosamente reflexionar; porque si el comercio, la indus-
tria, lo económico, y político es lo que se busca, y queremos no se traspase
su línea. Haciendo otra cosa, dígase ¿cuál sea el fin, que para ello se pro-
ponga? No puede ser el perverso, que he refutado, de que nuestros extran-
jeros sean tan tenaces en sus cultos, que quieran ser el hombre enemigo.
Hacerles decir que no pueden por más tiempo privarse de esos sus mismos
cultos, tampoco carece de tenacidad: y entonces ya algo tendría de activo su
/p. 382/ influjo; porque más debía pesar en su consideración, nuestro daño.
Yo no convendré con que desconozcan la atracción, que env<u>elve en sí
todo acto religioso falso o verdadero. Siendo público precisamente se carac-
teriza de convite: el convite impele a la ostentación: la ostentación obliga a la
curiosidad: y la concurrencia, que a lo menos por esa curiosidad se haga,
pasa a las alabanzas, y a los aplausos. Nada de esto está fuera del orden,
convenciéndose por lo mismo la actividad del peligro. Más no sean dichos
señores extranjeros los que hablen; otros lo hagan por ellos a pretexto de
complacernos en la materia, aunque repito es injuriarlos; puesto que el resul-
tado ha de ser nuestro daño. Dígase es debido correspondiendo a sus fran-
quezas, para más congratularlos, permitirles el libre ejercicio de sus cultos; y
que se casen con nuestras colombianas. ¿Congratularnos con que ofendan
a Dios? Los falsos cultos siempre son pecados. No se entrega el cuchillo,
aunque sea propio, al hombre que con él se ha de matar; y esto sin que valga
decir que era un loco, y que solo se quitaría la vida del cuerpo.
Otro es el peligro que debo manifestar. En lo dicho no es peligro lo que hay,
sino el mismo mal; y ya se ve que la reflexión comprende a cuántos presten
influjo, puesto que es más que consentir. Considerémoslo, pues, también
como meramente concurso pasivo. De los escándalos dice el Evangelio, es
necesario que los haya, ya por una necesidad de la naturaleza corrompida, y
ya como se explica San Pablo, hablando de las herejías, para que los buenos
se prueben, y manifiesten (I Cor. C. 11). Pero ¡hay de aquel por quien viene

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el escándalo: vae homini illi, per quem scandalum venit! (Math. 18) y
desgraciados también aquellos que hayan incurrido en el escándalo. No ha-
brá, pues, quien salga de fiador de que no se corromperán en la religión
muchos /p. 383/ de nuestros conciudadanos; ya que en prudencia es imposi-
ble no sea así, con solo lo que indiqué de los viajantes a los países extranje-
ros. A estos, que pueden escandalizarse, se refieren los testimonios de la
Escritura, que dejó a las plumas de los que han precedido con sus impresos.
El del Apóstol San Pablo sea el único, que alegue en aquel pasaje de haber
entregado a satanás, o excomulgolo a cierto corintio incestuoso; pues da la
razón al intento, diciendo nescitis quia modicum fermentum totam massam
corrumplt? Una pequeña parte de levadura corrompe toda la masa. Si pues
la benignidad de la Iglesia hacia el común de los fieles ha tenido a bien
decretar no sean vitandos todos los excomulgados, y tolera en efecto la
comunicación con ellos, por lo cual los llamados tolerados [restringida la
privación a solos los que han vitandos] por demás será que el peligro, [medio
de que me valgo], se interprete el de la excomunión. Sépase no obstante que
al principio del cristianismo, así como los pecadores ni eran tantos, ni tan
graves, así la excomunión era rara, y se temía santamente; y bastaba para
que los demás fieles se separasen del que la había incurrido. Multiplicáronse
los pecados, y aun con mayor enormidad: y multiplicáronse también las
[ex]comuniones con el crece de algunos efectos más, y solemnidad. Pero
como de una, y otra multiplicación se seguía que la parte sana padeciese,
retrocediéndose en cierto modo contra ella la pena, Martino V sancionó la
célebre extravagante Ad evitanda; y resultó la dicha división de tolerados.
Sobre el peligro intrínseco de la comunicación, por lo que hace a poderse
corromper los fieles buenos con los malos, especialmente en pecados que
traen consigo la corrupción, nada se dispuso, ni pudo disponerse de contra-
rio: porque esto es de ley de la naturaleza precaverlo. No sean, pues, en
hora buena los sectarios /p. 384/ excomulgados vitandos, como no lo son los
judíos de modo alguno, supuesto que no hayan recibido el bautismo. ¿Pero
hay aquel peligro natural a que he querido únicamente contraerme? ¿Qué se
me dice? Mientras se me responde, adviértase de paso que ya esto va a ser
un argumento tal que, si de presente estuviésemos sufriendo todo el peso de
la tolerancia, debiéramos trabajar por sacudirla, y deshacernos enteramente
de ella. Dicho peligro es el de la perversión, en que no hay otras reglas para
medirlo, que la menor, o mayor capacidad, instrucción y firmeza en la fe del
que comunica; y mayor o menor tenacidad, seducción, y falsa ilustra-
ción de aquel, con quien se comunica.

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Vuelvo pues a preguntar ¿hay peligro? No se ocurra a que ni remotamente


se ha pensado en permitir conferencias públicas, u otras concurrencias, en
que la voz de la disputa tenga lugar. También hablan los objetos materiales,
y todo lo que sea ceremonial. Muchas veces una simple lectura pone en
cuestión al entendimiento; y si ha entrado por el oído oyendo a otros, trabaja
también todo el adorno de la oratoria. No lo dudemos. Hay peligro muy
activo y eficaz. Los ministros de los cultos serán sin duda maestros, y como
tales a quienes no falte, ni la adhesión a las sectas que es la tenacidad; ni la
destreza en practicarlos junto con la verbosidad, que es la seducción; ni la
erudición, y conocimientos vastos aunque, sin solidez, que es la falsa ilus-
tración. Por el contrario como lo dicho habría de hacerse, a presencia de
todo nuestro pueblo [de que uno entre mil, me atrevo a asegurar, apenas se
hallará, que por su capacidad, instrucción, y firmeza en la fe, pueda
contraponérseles] forzoso es, sea raro el que no quedase seducido. Lo cier-
to es que lloramos en general la falta de ilustración; y yo hallo que la que se
decanta, aunque de talentos naturales, /p. 385/ por lo mismo de haberlos
embotado con doctrinas menos sanas, ya no se puede decir tengan la capa-
cidad bastante, cual era de desearse. Los instruidos no son pocos; pero si
esa instrucción se ridiculiza, lo mismo es que si no lo hubiera. ¡Cuánto cues-
ta se la oiga! ¡Cuánto se padece a solo manifestarla! De consiguiente aun-
que de la firmeza en la fe es de lo que más es de confiarse, siendo esto en el
común del pueblo, y aun en otros, por solo afección piadosa, muy arriesgada
y expuesta es, Jesucristo no contó con ella, caso de perseguirse al pastor.
Dispergentur Oves Gregis, fue lo que infirió: (Math. 8). ¿Y entre nosotros
no hay mucho de esto de un modo el más sensible? Yo debo, pues, concluir,
sosteniendo que el peligro es activo y eficaz; grande y el mayor de cuanto
puedan temerse.
En él se fundan los sagrados cánones: [Cap. 13 de Haeret]. Y condenadas
todas las herejías, si el leer sus libros es crimen a causa de dicho peligro,
igualmente debe serlo cualquiera otro camino, que produzca el mismo efec-
to. Y desde luego contrayéndome al matrimonio entre sectarios y católicas,
o al contrario, hable por mi Clemente XI escribiendo al obispo Erbipolence:
Nos, le dice, aunque por la grandeza del peligro, que, propicio Dios,
confiamos pueda evitarse, intimamente nos conmovamos; con todo de
mayor momento juzgamos son las reglas de la Iglesia de Dios, de la
Silla Apostólica, de nuestros Predecesores, y de los sagrados cánones,
que aborrecen al matrimonio de los católicos con herejes: Sacrorum

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Canonum a Catholicorum cum haereticis conjugio abhorrentium.


Benedicto XIV de Sínodo Diocesana lib. 9 C.3 es quien le cita, y de quien
desde antes de ahora me he valido. Yo lo repito para que se confunda la
calumnia, no como quiera sino intolerable (expresión del mismo Benedicto
XIV Bula Magnae Nobis) intolerabilem /p. 386/ calumniam, que ha resul-
tado en estos días3. Y llamo la atención. Tenemos sanciones canónicas, que
si en general ven el peligro, ya quebrantándolas, después es peligro mayor.
Está bien que nuestra disparidad de culto no sea en primera especie de
católicos con paganos, o gentiles, que por falta del bautismo en uno de los
dos, es impedimento dirimente. Ella es la disparidad de culto en segunda
especie impedimento solo impediente por ser ambos cristianos, pero sin duda
alguna el peligro de poderse pervertir el católico está más próximo. Por otra
parte siendo el matrimonio un contrato natural, aunque elevado a sacramen-
to, evidente es que es cosa más fuerte dirimirlo, que impedirlo, y que para lo
último no hay por qué alegar ofensa ni de la justicia ni de la verdad; cuando
más de la conveniencia. Y concluyo: si alguno dijere que la Iglesia no ha
podido establecer impedimentos dirimentes del matrimonio o que en
ello ha errado anthema sit, dice el Canon IV Sess. XXIV del Tridentino.
Es así que la Iglesia ha establecido la disparidad de culto de que hablo: luego
anathema del que dijere que no obstante dicho impedimento pueden casarse
dichos extranjeros que no son católicos con nuestras colombianas, que lo
son ¿Habrá podido errar en lo impediente que es menos, y no anula, ni
ofende la justicia, ni la verdad del matrimonio, y solo /p. 387/ será herejía
decirlo para lo dirimente? ¡Qué insensatez!
De todo ello se sigue, es por demás cansar la erudición presentando las
ventajas, que trajo a la religión el matrimonio de Clotilde con Clodoveo, y
otros de iguales o mayores resultados. Del mismo modo haber sido casadas

3
[*] Alude al periódico Cometa N. 15 Trim. 5 en que citándose la Bula 34 tom. 1. se comete la
depravada inteligencia, y torpe aplicación cual el mismo Sor. Benedicto trató de contener, y en
efecto contuvo por la otra bula Magnae nobis 19 de junio de 1748. Léase toda acompañándole
en los sentimientos de tan grandes imposturas y teniéndose presente insiste una, y otra vez en
que las dispensas deben entenderse abjurata prius haereci: y que caso de que por alguna
gravísima causa no preceda esto, el conyugue católico promete trabajar por la conversión de
su consorte, y que los hijos se eduquen en nuestra santa Religión. Ruego pues encarecidamente
a semejantes escritores sean despreocupados, y que conozcan que si imputan fanatismo, quinta
esencia de él es la que muestran, pretendiendo se les tengo por maestros en lo moral, cuando
por dondequiera arrastran aun los testimonios sagrados, según se convence del dicho periódico
Cometa en el texto con que se introduce, heréticamente traducido.

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con paganos las santas Mónica, y Cecilia, y que ya desde el testamento


antiguo se nos presentó una Ester casada con Azuero. Mucho más ocurre, y
lo omito no obstante, pues sabemos que la humilde Ruth es recibida por su
deudo Booz para esposa y que Jesucristo no se dedignó[sic: dignó] hacerla
tener parte en la generación de sus progenitores.[Math. 1] Ciertamente
todo ello no prueba otra cosa que aquel principio cardinal necesario en la
materia que señala el citado Benedicto XIV, a saber: que igual injuria se
hace a la Silla Apostólica en decir pueden celebrarse semejantes ma-
trimonios sin su licencia, que en negar pueda la misma Silla Apostóli-
ca dispensar en sus casos [Ibi. Sin. Dioc.] Ciertamente los ojos del Supre-
mo Pastor que la ocupe, confortados con la ayuda divina serán perspicaces
más que los del águila para examinar los peligros. Como al principio decía,
no es de todos el ver, ni aunque también veamos los obispos, puede de ello
inferirse que nuestra autoridad sea sobre las disposiciones generales de los
cánones. Anathema al que digere que los ritos recibidos, y aprobados
de la Iglesia Católica, acostumbrados en la solemne administración de
los Sacramentos pueden, ó despreciarse ú omitirse, ó mudarse en otros
por cualquier Pastor de las Iglesias. (Can. 13 de Sac. Ses 7° del
Tridentino). Tales matrimonios si se celebrasen, no pueden bendecirse, ni
hacerse dentro de la Iglesia. Todo pues está convencido. Y es evidente;
porque si en lo último, de que he hablado, lo que hay es peligro evitable en
sus casos, véase si siendo ello como un rasguño, podremos decir otra cosa,
que lo del /p. 388/ adagio común ex ungue leonem.
No nos detengamos. Una pretendida tolerancia que todavía por la miseri-
cordia del Señor no se ha visto en Colombia, campo fértil sembrado con
buena semilla, es lo que tenemos contra el derecho y propiedad, que no
hemos enajenado ni queremos enajenar de nuestra santa religión. Luego
solo un hombre enemigo pudiera traernos tan grave mal de resembrarnos
las cizañas de cultos sectarios. Lo señores extranjeros no es creíble nos
sean ingratos, ni nosotros debemos dejar de corresponderles, sino con pro-
porcionarles, al paso que más, y más nos estrechemos en lo político, el ma-
yor de todos los bienes. Ya lo han comenzado a ver así, y sería por tanto
hombre también enemigo a ellos, quien en cualquier modo abusase de su
urbanidad, e ilustración. Otros serán pues el hombre enemigo que si fuesen
(lo que no espero) los mismos que llevan la voz del pueblo, intolerable
tolerancia, será la que resulte como contra la misma voluntad de los mis-
mos pueblos. En efecto su religión Una y Santa resiste la multiplicidad de

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cultos, y su impiedad. Ella nos enseña que, si en lo exterior puede la voluntad


del hombre padecer fuerza, no así en lo interno, cuyo consentimiento queda
muy expuesto a peligro tan activo y eficaz, en que no meramente padecerá
sino que habrá de consentir cuasi en general. Contra esto no basta que la
excomunión esté como en suspenso, y no haga vitandos a nuestros extranje-
ros, que sean sectarios. Subsiste todavía el peligro y las prohibiciones canó-
nicas que en todo caso deben temerse. Prueba es la pretendida libertad para
los matrimonios, prohibida a menos de intervenir dispensa apostólica. Ella es
como un rasguño, que nos da a c[o]nocer cuán grande es león que nos
amenaza.

/p. 389/ SENTIMIENTO CUARTO


¿Quid me tentais hipocritae? ostendite mihi numisma census: Et ait illis
Jesus ¿cujus est imago haec, et superscriptio? Dicunt ei: Caesaris.
Tunc ait illis: reddite ergo quae sunt Caesaris, Caesari: et quae sunt
Dei Deo. Hipócritas, ¿sobre qué me tentáis? Mostradme la moneda del
Censo: y les dice Jesús: ¿Cuya es esta imagen e inscripción? Le responden:
del Cesar. Entonces les dice: dad, pues, al Cesar las cosas que son del
Cesar: y a Dios las que son de Dios [Mat. 22]
Basta: Sí, basta oír la increpación con que llama Jesucristo a juicio la con-
ducta de los que le consultaban, para comprender desde luego que no quie-
ren oír lo que oyeron. Maestro, sabemos eres veraz, le dijeron, y que en
verdad enseñas el camino del Cielo, sin cuidarte de nadie ni mirar
respetos: dinos: ¿es lícito dar al Cesar el censo ó no? Querían la nega-
tiva, y que el Señor les excusase; ya por falta de legitimidad del Imperio
Romano sobre la Judea; (pues le juzgaban tirano o usurpador) y ya por lo
grave de la contribución en su cuota, y ser personal. Con todo, ellos llevando
consigo la moneda, se tendieron, sin comprenderlo, un lazo en que efectiva-
mente cayeron, cumpliéndose a la letra lo que dijo David: In laqueo illo
quem absconderunt, comprehensus est pes eorum. [Salmo 9]. La misma
moneda, de cuya contribución se quejaban, les fue prueba contra su resis-
tencia; y para que se convenciesen era llegado el tiempo prescrito en los
arcanos de la divina sabiduría, de que serían dominados por extraños, cesan-
do el cetro, y los capitanes de la casa de Judá; y que sufrirían un yugo
tributario de que hasta allí se gloriaban ser libres. La imagen y la inscripción
del Cesar sirvieron al Señor, como de antecedente, para deducirles la conse-
cuencia más precisa. Es-/p. 390/ ta imagen e inscripción, decís que es del

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Cesar: luego debéis pagar al Cesar el censo. Tal fue el argumento, conciso
y lacónico. Yo, pues, sin usar de la increpación de hipócrita, (aunque no es
de olvidarse) voy a valerme de este mismo pasaje evangélico, y redargüir
las falsas, y poco religiosas doctrinas, con que se pretenden hacer rentas
del Estado a los diezmos. Acaso ni se gustará oír mi voz, y sin duda habré
enfadado mucho, cuando sobre ello he hablado. ¿Callaré? No por cierto;
porque aunque el interés de los diezmos, por lo que valen, no me anime, la
defensa de la autoridad de la Iglesia me obliga más que a otros; y no dejaré
también de servir al Estado, manifestando al público lo que más le importa a
la República. Si era lícito o no dar al Cesar el censo, fue lo que a Jesucristo
preguntaban, como prescindiendo de lo obligatorio: licet. Y el Señor les res-
ponde con toda la fuerza del convencimiento, que lo deben pagar. ¿Licet
censum dare Caesari, an non? Reddite. Pagadlo; no como quiera, sino
por modo de restitución: reddite. Por lo mismo, como ya de todo ese sagra-
do texto haya oído se valen, y vea que la magistralidad con que lo alegan, es
al mismo tiempo no comprendiendo toda su expresión, haberse tendido otro
igual lazo; necesario es demostrarles, quedan en él ya atados; mas no en su
daño, sino para su bien, si saben aprovecharse.
Dad al Cesar lo que es del Cesar, y a Dios lo que es de Dios, es el punto
cardinal de donde hemos de partir; y será también como la piedra de toque
que nos muestre cuál es la sana doctrina. Dad al Cesar lo que es del Cesar,
y a Dios lo que es de Dios. ¿Luego hay cosas que son de Dios? Eso no se
niega, me dirán: ya lo sabemos todos: y es pregunta que ofende aun a la
misma luz de la razón. Todo es de Dios, la tierra y cuanto la ocupa.
¿Todo es de Dios? Luego ¿nada es del Cesar? Paréceme que con solas /p.
391/ estas preguntas, como consecuencias forzosas y necesarias, vamos ya
volviendo dentro de nosotros mismos. De consiguiente, a pesar de cualquie-
ra que sea la preocupación contra este mi papel, algo habrá de indulgencia,
para que no se tenga en todo por discurso cansado. Yo celebro, y no niego la
instrucción de otros; aunque me compadezco del mal aprovechamiento que
se le da. Puede ser castigo de Dios. Por lo cual, conténtome con rogarles
seamos sabios sobrios, y no queramos saber más de lo que conviene.
(ad. Rom. 12) A aquellas preguntas todavía se siguen otras igualmente muy
claras, a saber: si hay cosas que son de Dios, y otras del Cesar; siendo el
Cesar el que señala las que se le han de pagar, ¿quién señalará las que a
Dios se paguen? ¿A quién primero? ¿Por cuáles estará más declarado el
consentimiento de los pueblos? No quería tan de pronto haber descubierto el

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plan de mi discurso; mas ya está hecho, y he logrado con ello librarme de


toda imputación de disimulo. Arguyo, pues en forma silogística. Primero
somos deudores a la religión que al Estado; es así que para el sostenimiento
de uno y otro es de obligación que contribuyamos con nuestras propiedades;
y no a nuestro libre arbitrio: luego, si al Estado ha de ser con lo que la ley
civil disponga; a Dios, con lo que disponga la Iglesia. Mas, aquello son las
contribuciones y otros pechos; esto, los diezmos y oblaciones; luego, los
diezmos no son rentas del Estado, ni el Estado puede quitarlos. Reddite,
ergo, quae sunt Caesaris; et quae sunt Dei, Deo.
Para probarlo, no me valdré de la Cédula 18 de abril de 1777, que corre al
número 19 de las agregadas a la Instrucción de Intendentes hecha para
México. Su cláusula a la letra es esta: aunque el ramo de diezmos, no se
puede, ni debe denominar de real hacienda, ni tratarse /p. 392/ como
los otros de ella, conservo yo &.&. Se le objeta el artículo 198 de la
misma instrucción, en qu[e] se dice pertenecen los diezmos á la corona
con dominio, absoluto é irrevocable, bajo la precisa, y perpetua cali-
dad de asistir á las Iglesias con dote suficiente&. Quiérese que esto sea
contradictorio; y arguyese con que la data de la instrucción es posterior; a
saber 4 de diciembre de 1786, ¡Vano efugio! Ya no estamos en tiempos de
hablar despóticamente. Si lo dispositivo de las leyes admiten malamente sic
volo, sic jubeo, no así lo fundamental de ellas. Nosotros distinguimos parte
motiva y dispositiva, separándolas también materialmente.
Motivamos las leyes dando la razón de su disposición, que es lo mismo que
prevenir no se nos impute arbitrariedad. ¿Es acaso pues la razón juguete de
la voluntad? Precisamente convendremos en que no; y yo de ello ya deduz-
co que si en las expresiones de la cédula citada, y en lo de la instrucción que
se alega no aparece otra cosa que una especie de parte motiva, necesario es
nos ceguemos, para alegar posteridad de data. Sic volo sic jubeo, dícese
de la voluntad: sic etiam sentiré volo, no lo dirá sino el que como Pilatos
insista en aquello de quod scripsi, scripsi. El entendimiento no es veleido-
so; aunque puede obstinarse en negar. Véase pues ahora si la razón, que
siempre es una misma, podrá entre sí ser contradictoria, no ocurriendo cir-
cunstancias que la muden. Y estemos en que hablo no de una razón política,
sino de una razón, que se toma, de la esencia de las cosas. Por tanto, o
convengan conmigo en que los diezmos no son rentas del Estado; o con-
vénzanse que sin que valgan proloquios, debe la instrucción entenderse de
otra suerte, que como han querido hacerla hablar. Por amor de Dios,

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destiérrese el despotismo más que refinado, de que tanto se abusa, hablando


muchos contra lo /p. 393/ mismo que sienten disfrazando las cosas, disimu-
lándolas, o callándolas. En lo que expongo es manifiesto; porque la claridad
de la expresión de la cédula no puede ser mayor, y siendo más antigua, por
lo mismo más ha de manifestar la verdad, que siempre aparece más patética
y sencilla a proporción de lo que se acerca a su principio y origen.
Recórrase la legislación llamada de Indias, y se verá se conserva aún el
nombre de Diezmos Eclesiásticos, repitiéndose una y otra vez la gracia de
la Concesión Apostólica. La Ley 23 título 16 libro 1°, puede decirse es la
cardinal, y en ella consta que las erecciones son las que han hecho las distri-
buciones, y aplicaciones. Supone esto lo que antes como notorio no se duda-
ba, es decir: que los mismos Reyes, reconociendo, en quién estaba el domi-
nio, los redonaron; y que aun la parte, que les quedaba, no era reserva que
ellos se hubiesen hecho, sino donas de los prelados, señaladas en sus citadas
respectivas erecciones para estimular su protección. Voy, pues, a manifes-
tar lo que sin duda ha ocurrido. Abusándose de expresiones, y dejándose
llevar la pluma por adulación, quisieron algunos autores decir temporalizados
los diezmos, a semejanza de lo que oían de la Iglesia, cuando espiritualiza
los bienes temporales para fundaciones piadosas. ¿Y qué se siguió? Están
ya temporalizados dijeron: luego téngase por temporales, córtense como se
quiera y hagamos tajadas. Así lo han hecho. Por lo que aunque sea ridícula
comparación ya que lo exigen semejantes doctrinas, permítase decir, preci-
so es confiesen, haremos el papel de los micos, que viendo a su amo ponerse
la casaca cuando este se la quita y la deja, va el mico y se la pone: la
ensucia, rompe, y para nada ya vale. Ojalá no venga a suceder lo mismo con
los diezmos. Si no se desiste, así será; y sobrecargaremos con /p. 394/ la
nota de aduladores de la misma España. Sepan por tanto que cuando se
espiritualizan los bienes temporales, es porque se aplican a un fin religioso; y
ya sabemos que, aunque la sustancia física de las cosas no se muda, el fin en
el concepto moral las hace reputar por otras cosas. ¿Se mudó el fin de los
diezmos? No se atolondren. No se ha mudado, y debe permanecer mientras
seamos católicos, romanos. Los diezmos no han sido, ni son del Estado ha-
blando en propiedad y en castellano puro. El Estado no los erigió, y su san-
ción fue para el mantenimiento del culto. Si quieren más comprobante sobre
lo dicho del concepto de moral, acuérdense de lo que sucede en las mismas
cosas temporales, y que por ejemplo es lo mismo media arroba de pólvora
en la tienda de un particular, que en el almacén de la República, en un cas-

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tillo, o en un cuartel. Aquí se ofende con su robo a la soberanía, como que


dicha su colocación la ha hecho sagrada. Valga pues el símil para lo que se
también confesar la circunstancia del sacrilegio, que es anexa a la usurpa-
ción de los diezmos, y sigamos.
Si la Silla Apostólica hizo donación de los diezmos fue solo del material
derecho de percibirlos con cargo perpetuo de mantener las iglesias, que vale
tanto como haber hecho solamente a los Reyes de España una mano media,
o conducto para su mayor eficaz distribución. La ley primera del citado libro
y título, lo da a entender muy claramente. Que cobren, dice que cobren los
oficiales de nuestra real hacienda todos los Diezmos: y de ellos se
provéan las Iglesias de personas de buena vida, é idóneas, que las
sirvan, y de todos los ornamentos y cosas necesarias para el servicio
del culto. Lo mismo en substancia se repite en otras muchas. En buena
hora sea la donación de la Silla Apostólica irrevocable; e imprescriptible: sea
absoluta sin /p. 395/ excepción de diezmo alguno: y sea directa del Supremo
Pastor de la Iglesia al Monarca, que antes era de esta América. Con todo,
decirse ser del Estado solo abusivamente tendrá lugar. La razón es, porque
se distinguen esencialmente el derecho de imponer diezmos; el derecho for-
mal de percibirlos, y el derecho material también de percibirlos. Lo último no
excluye los contratos de compra, arriendo &etcétera, ni hay simonía; pues
más bien se considera el efecto, que el mismo derecho. En lo segundo tiene
lugar la simonía, como que es cosa, que está anexa a lo espiritual, esto es, al
oficio. Y finalmente, en lo primero, solo se mira ya la autoridad, que absolu-
tamente es de la Iglesia. Desconocer estos principios es la causa de todo el
embrollo de las doctrinas de los políticos a la moda, inclusos en primer lugar,
y como maestros los españoles, de medio siglo a esta fecha. Dígase es
mucha metafísica; pero si los objetos lo hacen palpar, no se nieguen. ¿Se
rematan los diezmos? ¿Son rentas? ¿Son si así se quiere decir, contribución?
Como el que los remata queda obligado a dar el valor del remate, ya deja a
salvo lo de renta; y considerándolo como una cosa del todo temporal, ya su
derecho no es más que un derecho puramente material. El cura, canónigo, u
obispo aunque parezca que también se dirige a eso material, como que nin-
gún derecho tiene sino llena su oficio, dicho derecho formalmente mira al
desempeño del oficio. Y en cuanto a establecerlos basta saber que esto es
propio solo de autoridad soberana.
De aquí ya se infiere que el raciocinio, que se hace de las disposiciones
civiles, sea por el señalamiento de cuota en algunos efectos, sea por decla-

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rar exentos, o sea para el mejor arreglo en la administración y cobros, todo


ello nada tiene que ver con lo que se pretende. De contrario será argumento
que convenza que si hasta ayer, como pue- /p. 396/ de decirse, la autoridad
eclesiástica era la que procedía en todo, convencido fárrago será que no
mudándose las cosas por circunstancias tan accidentales, ya se sostenga
que los diezmos son del Estado. No nos cansemos. La falsa nueva política
es la que embrolla con la más vil adulación sus principios, y con la mayor
malicia de callar verdades, de que no dudo estar sus entendimientos conven-
cidos. ¿No dice la misma instrucción que aquel dominio pleno, absoluto, e
irrevocable es bajo la precisa y perpetua calidad de asistir a las Iglesias
con dote suficiente? ¿Dónde, pues, está ese mío mío [sic] para que se le
dé a dicho dominio, más fuerza de la que le he dado? Haber sobras en el
culto es pensamiento irreligioso, y de sola ambiciosa arbitrariedad. Nos fal-
tan ministros, y lo más están mal rentados, y rara será la iglesia que tenga lo
muy preciso de ornamentos. Tales eran las consideraciones en lo antiguo, de
suerte que ni aún los dos novenos se eximían, de contribuir a ello;4 siendo
desconocido el especioso derecho de vacantes5 y las repetidas nuevas pen-
siones. Compruébelo, pues todo, no negar que los Diezmos son la dote del
sacerdocio en la ley de gracia, y por lo mismo mucho más debidos que en la
de la naturaleza, y escrita. Radix solutionis decimarum dice Santo Tomás
est debitum, quo seminantibus spiritualia, debentur carnalia [2.2 Quaest,
87 artículo 2]. Infiriendo de aquí /p. 397/ el siguiente artículo que es un
derecho espiritual. Luego si el marido, solo en el nombre, y cuanto algunos
efectos civiles es que se dice Señor; permaneciendo siempre el dominio
natural de la dote de la mujer; déjese de embrollar, repito, abusando de las
voces, dominio pleno, absoluto e irrevocable mal entendido, y pésimamente
aplicado.

4
La ley 24 titulo 16 Literal 1° de Indias. Y nótese que en ella y en las siguientes nada más aparece
reservado que los dos novenos, por cuya seguridad es la asistencia de los Ministros de la Hacienda.
5
Las vacantes de Canonjías sufrían el jus acrescendi, por la razón natural de aumentarse el trabajo
a los Existentes, y en consideración a que su primera aplicación era el Cabildo, y no a sus
miembros en particular. Las de los Obispados se miraban como de igual naturaleza que los
Espolios, siendo la causa de que las recogiesen los oficiales reales, el patronato y la protección
a la Iglesias. (Ley 37, titulo 7 Literal 1, citado). Véase si de ello se infiere ser Señor, y poder
disponer para otros fines que los de su innato destino. A la verdad lógica propia sola de la
atolondrada falsa política. Pero si esto entonces: ¿ahora que estamos más ilustrados, por qué lo
mismo?

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Añádase ahora, que tampoco hay cosa más sabida que haber redonado los
Reyes de España los diezmos a las mismas iglesias. Véase especialmente el
Fraso. de Mérida puedo asegurarlo, y que la bula de su erección absoluta-
mente deja a la disposición del prelado, a quien se cometió, hacer todas las
aplicaciones que a bien tuviese, con exclusión de otras manos. La práctica
cuasi general comprueba lo mismo; porque vemos que los prelados y cabil-
dos, son los que lo administran, y a ello alude la Ley 29, título, y libro que ya
he citado. De la República no podrá negarse haber sido hasta ahora igual el
concep<to> y sobreabundante, y más recto. Como materia de Concordato
se tuvo el negocio en Guayana. Por la misma razón se reservó en Cúcuta.
Y sobre todo las leyes del presente Constitucional, en los años pasados han
mirado sus rentas para lo de contribuciones, como eclesiásticas: y otro tanto
para no reputarlas sueldos del Estado en los Representantes y Senadores.
Si: ayer, ayer en todo el día se me iban a pagar las dietas del mes de enero,
y tuve que repetir, que desde Cúcuta había hecho gracia en beneficio de la
Hacienda. ¿De dónde pues, la novedad? ¿Se desenrolla acaso más la ilus-
tración? ¿Por qué no se confiesa se enciende más el detestable impío pro-
yecto de usurpar los bienes de la Iglesia en ruina de la misma República?
Ojos de carne no ven esto. Sapientiam loquimur non hujus saeculi, neque
principum hujus sacculi qui destruetur. Ciertamente animalis homo non
percipit ea quae sunt Spiritus. [1a Cor. 2]. Por tanto permítaseme que /p.
398/ siguiendo el consejo del mismo Apóstol, cuyas son las palabras referi-
das, cumpla con aquellas otras: vos qui spirituales estis, hujus modi
instruite in spiritu laenitatis. [ad Galat. 6]. Y voy a ejecutarlo presupo-
niendo lo que aunque me faltan expresiones, deseo se conciba en toda su
fuerza. El oro, plata, piedras preciosas, y metales no pagan diezmos, por
estar reservados en las Bulas Apostólicas; (Ley 14 ibi) y son no obstante,
como por derecho de Gentes, propios de la soberanía temporal. ¿Para qué,
pues, preguntará alguno, esa reserva apostólica, si el derecho pontificio no
se extiende hasta allá? Empero Carlos V, nieto de la Reina Católica es quien
de ello nos reserva la memoria: los que saben discurrir comprendan su justa
reflexión.
Ciertamente, necesario es nos remontemos hasta el principio, o creación del
Universo. Dios crio todas las cosas, dándoles a las que se reproducen una
virtud seminal: (Gen.1) y Jesucristo dijo que su Padre obra hasta ahora (Joan.
5) Son comunes todas aún a los animales, ¿cómo, pues, decía al tiempo de la
discusión, cómo puede ser el hurto contra el derecho natural? La razón es

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porque al criar Dios al hombre, dióle una naturaleza racional para que por su
industria pudiera cooperar a la conservación y aumento de las cosas. Y he
aquí que esa su cooperación se las hace naturalmente propias. Este es el
quebrantamiento del derecho natural en el hurto. Más no preguntaremos el
mismo tiempo ¿cuán grave sea el que se cometa contra Dios, si de esa doble
dádiva no le tributa el hombre alguna cosa? Al César se ha de dar lo que es
del César. Luego también a Dios, lo que es de Dios. Tal fue la consecuencia
segunda que dedujo Jesucristo. Vio en la moneda igualmente la sustancia
del metal; y si para lo primero bastó la imagen e inscripción del César, para
/p. 399/ lo segundo con mayor razón dicha sustancia. No por un dominio
alto, o supremo, pues por él también es dueño de lo que tengan los Césares,
sino por la producción natural del metal acompañándola a lo de la industria
humana. Tan cierto es esto que muchas veces dándole a Dios, lo que tene-
mos, puede cometerse injusticia, como lo notó el mismo Señor en el hijo, por
ejemplo, que faltase al socorro de sus padres, por ofrecer sus bienes en
sacrificio. (Marc. 7). Síguese por tanto no dedujo Jesucristo, ni que toda la
plata acuñada la dábamos dar al César, ni tampoco a Dios todo lo que nos ha
dado. Una parte sola es la que le es debida; pero con la precisa diferencia de
que esto es por derecho natural, y aquello de derecho civil: primera conse-
cuencia que deduje, reddite ergo quae sunt Dei Deo.

PRODIGIO INTERESANTE
Apenas acabaron de murmurar contra Aarón Sumo Pontífice, Coré, Datán
y Abiron, cuando se abrió la tierra, y fueron sepultados vivos en los infiernos
con sus familias, y cuanto poseían. Ahora la Miscelánea número 25 murmu-
ra contra el Señor León XII, aun ridiculizándolo también en el punt[o] acaso
el más grave que la moral católica reconoce, la infalibilidad, digo, de la cabe-
za visible de la Iglesia: y llama igualmente a su juicio a Paulo III, a quien
debemos la primera congregación del Tridentino. No es esto solo, sino que
su fundamento es decir abolida la Bula de la Cena por Clemente XIV, false-
dad que aun los menos instruidos conocen muy bien; sin que valga la tortura
capciosa, y falta del piadoso sentimiento de la extinción, que se junta de la
Compañía de Jesús.
Admirémonos pues, de la paciencia de Dios en estos nuestros tiempos, no
perdiendo de vista la excelencia del Sumo Pontificado en la Ley de /p. 400/
gracia, sobre el de la ley antigua. Y témase, témase, mucho y mucho. Yo
comprendo algo más, y es lo que con nueva admiración voy a decir. Veo en

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lucha los auxilios divinos, combatiendo los corazones de los autores de dicho
papel, y que la impiedad los hace tartamudear, y se confunden. Ignorancia
tanta no me parece tengan que a lo menos no hayan oído que los pecados
son los que se reservan, no las personas. Solo del cómplice venéreo se
pudiera de algún modo decir eso. Y es de fe confesar la autoridad que tene-
mos también los obispos para reservar pecados. Véase cuan delicado es el
punto; y primera cabezada que dan.
Del mismo modo si es derecho natural el recurso de fuerza, ¿a qué viene
discurrir sea, o no la jurisdicción de la Iglesia, que llaman temporal, delega-
da? En el ejercicio de la espiritual también se ha reconocido en sus casos el
recurso de fuerza. Segunda cabezada. No es absolutamente de derecho
natural, siendo principalmente introducido para ocurrir a la apelación, que no
siempre tiene lugar. Tercera cabezada. Sobre todo, no habiendo Clemente
XIV, derogado la Bula de la Cena, sino solo convenido en que se dejase de
publicar anualmente, su infalibilidad no es contraria a la de sus antecesores.
Cuarta cabezada, y torpe confusión. Por tanto no resistan más a la divina
gracia y aprovéchense con auxilios tan fuertes, que así atormentan sus dis-
cursos, por otra parte de provecho. Y ya que citan la extinción de la Compa-
ñía de Jesús y alaban al Belarmino, no negando a esta dicha Compañía
restituida, cooperen a sostener las religiones que tenemos y lean a dicho
sabio cardenal, con espíritu despreocupado.
___________
Cual sea determinadamente la cuota digo que esto es de derecho eclesiásti-
co (Div. Tom. 2.2. /p. 401/ quest. 87 Artículo 1.) Que la décima, compruéba-
lo Abraham, desde el tiempo de la ley natural, habiendo ofrecido a
Melchisedec el diezmo de los despojos de aquellos cinco Reyes, a quienes
venció en Hoba [Gen. 14]. De la ley escrita todos saben fue expreso man-
dato pagarse la misma décima parte, no obstante que siendo doce las Tribus,
y una sola la exceptuada, parecía debiera ser la undécima porción la que se
contribuyese; y tanto más, cuando había otras contribuciones para el mismo
Santuario. En la de gracia un Fariseo se le presentó al Señor, exponiéndole
entre otras cosas que pagaba los diezmos; y leemos por San Mateo debe
nuestra justicia, sobreabundar a la de los Escribas y Fariseos. Sobre todo
considérese cuanto excede nuestro sacerdocio; sin que embarace no hubo
de ello tal imposición determinada en el principio. Los primeros cristianos
ofrecían espontáneamente sus bienes; y para las colectas, de que nos instru-

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ye San Pablo, se prestaban con franqueza. Enfriada, pues, la caridad, debió


revivir la obligación. Mucho había ya de uso y de costumbre: observóse
pues su moderación; y entró la autoridad a sancionar la ley. Santo Tomás
cita el testimonio de San Agustín, que habla como de cosa ya establecida.
Decimae ex debito requiruntur, et qui eas date nolluerint, res alienas
invadunt. Poco importa sea de San Cesario. Precisamente la época ha de
fijarse en el siglo V. Conviene en ello San Gerónimo: y conviene también
San Juan Crisóstomo, cuyas palabras citaré para confusión de maldicientes:
¡quanto est hoc plenum probo, et dedecore! ¿Si quod apud Judaeos
non habebatur in admiratione hoc apud christianos factum est
admirabile? Que se cobren pues sin deducir expensas; que se hayan acos-
tumbrado los personales; y que se emplee la excomunión, todo es muy justo.
A más de lo dicho, el mismo Santo Tomás se hace cargo, de la defrau- /p.
402/ dación, y consumo antes de diezmar: la industria del hombre, he dicho,
entra a darle propiedad en las cosas, y de aquí también su débito particular
personal hacia Dios. Luego siendo una deuda tan de justicia con todo el
interés de la religión, más debido era nos admirásemos como es que no se
temen las censuras. Yo omito otros textos canónicos, porque debe bastarnos
el Tridentino Non sunt ferendi qui varijs artibus decimas Eclesiae
obvenientes substrahere moliuntur: aut qui ab alijs solvendas temere
ocupant, et in rem suam vertunt; cum decimarum solutio debita sit Deo,
et qui eas dare nolluerint aut dantes impediunt res alienas invadunt. Y
concluye, qui vero eas aut substrahant aut impediunt, excomunicentar
[Ses 25 C. 12. D. ref]
Luego vuelve mi consecuencia: reddite ergo quae sunt Dei, Deo. Que no
debiera ser la Iglesia quien los estableciese, porque esto sería usurpar la
autoridad temporal, es imputación que se retuerce contra el dominio preten-
dido del Estado. La Silla Apostólica fue quien donó los diezmos a la España.
Luego si el que mantiene una cosa, que sabe es robada, reagrava el pecado
del hurto, semejante alegato es contra la República. Sin embargo dígaseme
aun extendiendo la vista a todo el cristianismo: ¿Cuál ha sido el Soberano,
que ha establecido diezmos eclesiásticos? más; estando a los límites del
pacto social, ningún gobierno tiene derecho sobre las propiedades de los
particulares sino en cuanto sea necesario para el sostén de la misma socie-
dad en lo civil. Cometeríase de contrario una manifiesta tiranía. Luego tam-
poco han podido los Soberanos temporales establecerlas. Vae vobis
Legisperitis qui oneratis homines oneribus, quae portare non possunt,

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et ipsi uno digito vestro non tangitis sarcinas: decía Jesucristo hablando
de impuestos: (Lucae 11) más ya antes había también dicho: Vae vobis
quia estis ut monumenta quae non apparent, et homines ambulan- /p.
403/ tes supra nesciunt. (Ibi) No estaremos, pues tan soterrados, cubrién-
donos de lo temporal, que al modo de los que están en los sepulcros, ignoran
caminan otros hombres sobre ellos. La Iglesia es visible: visible su culto y
sacramentos, y mal podría habérsele encargado conducirnos a la felicidad
eterna con dichos sacramentos, en que se comprende el culto y los minis-
tros, sino la fuese concedido proporcionar los medios con el establecimiento
de las rentas. Ellas son las cosas exteriores que nos rodean y por lo mismo
de orden subalterno a nuestro cuerpo. Este se considera también subalterno,
o como esclavo del espíritu. Por lo cual, a no negarse justos los preceptos de
la comunión, confesión y misas, que la doctrina desde niños nos enseña en
los tres primeros mandamientos de la Iglesia, y en el cuarto el ayuno, ciega
obstinación ha de ser la que se resista a los diezmos. Sin duda, menos es lo
que el hombre tiene, que lo que el hombre es, según se explica San
Gerónimo confundiendo la vanagloria de desinterés o deshacimiento de Crates
y otros filósofos, y ensalzando el de los Apóstoles y en ellos el del cristianis-
mo [In Matheum hom. 19]. Precepto es pues de la Iglesia, y esto basta,
debiendo antes bien por lo dicho estar más alerta; porque comprendiéndose
el peligro de minarla, destruido este su último precepto, se caminará hacia
los que le anteceden, por lo mismo que nos obliga contra lo a que más apego
tenemos. Despiértese el espíritu. Nuestro cuerpo aunque descanse debajo
de la tierra después de la muerte, por virtud divina será resucitado a estado
de gloria. Y entonces, ese nuestro espíritu le merecerá no solo por el des-
prendimiento de sí mismo, sino también por el de las cosas exteriores que le
rodean, haber logrado con la tierra ganar el cielo. Y concluyo: luego a la
Iglesia es a quien corresponde señalar lo que se ha de dar a Dios. Segunda
consecuencia que deduje.
/p. 404/ La pretendida vigilancia del Patronato, y protección hacia la Iglesia
solo será efugio, que más nos avergüence. Ya a la pronunciación de sus
voces no se concibe otra cosa que el celar por la conservación y a[u]mento;
y ciego llámese el que no advierta en nuestra materia de diezmos, cuánto se
ha tratado de lo que se la haya de desapropiar, aunque el culto se menosca-
be. Los patronos, edifican y dotan: los protectores auxilian y defienden. Nada
de esto es aquella autoridad que erige o cría; sanciona o manda el pago de
los diezmos: y yo siempre tendré a la Iglesia por madre y no por hija. Y si

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hubo tiempos, en que su edad fue reputada por la infancia, ya en verdad es


la que por su moral y religión únicamente puede conservar estables los Im-
perios. Por otra parte, a cuanto se me proponga sobre derechos, y costum-
bres en el conocimiento de sus causas, y como haya extendido sus manos la
autoridad temporal bien en el juicio posesorio, o bien en el petitorio, bástame
repetir con Benedicto XIV, es una de aquellas usurpaciones, que la Iglesia
sufre por adversa fortuna; (Syn. Dioc. L. 9. C.9.). Pero si lo consiente,
aunque solo sea de un modo pasivo ya no hay cuestión. De lo que se usa en
la Francia, Martino V se dice haberlo concedido. De la España no era así al
principio, y entre otros autores véase el Cobarrubias en sus cuestiones prác-
ticas (Cap; 35). Yo no diré lo del Apóstol saecularia judicia si habueritis;
contepmtibiles qui sunt in ecclesia, illos constituite ad judicandum (1
Cor. 6.) La contraposición de que allí se vale, de que si juzgáremos a los
ángeles cuanto más las cosas seculares, jamás podrá responderse. Lo mis-
mo que la suposición del caso posible, con que sigue, de lo indecoroso que
sería ocurrir a un juez pagano.
¿Por ventura llegando a tal desgracia, diríamos que a los príncipes paganos,
o protestantes correspondían los juicios que se defienden? Por el /p. 405/
Patronato, o protección, ya es visto, que no. Si se pretende, pues sea por la
defensa debida al vasallo, es imposible hallar disparidad. Fuera de que
ta[m]poco es esta la cuestión. Ahora no se trata de semejantes casos, en
que pueda tener entrada la tuición de la sociedad; y precisamente nos con-
traemos al ejercicio de la soberanía de la Iglesia, en donde solo entran la
súplica y la concordia. Por tanto paréceme haber concluido, y que desde
luego, y por lo mismo la última consecuencia queda notoriamente compro-
bada, y es evidente, esto es: ¿por qué contribución están más los pueblos?
por los diezmos.
La otra, de, ¿a quién primero, si a la religión o al Estado? va a ser ya motivo
de resumen. Ello es evidente, porque Dios nos crio, elevándonos justamente
al ser sobrenatural de la gracia para una felicidad eterna, que sin la religión
católica no conseguiremos. Y si primero es lo natural que lo civil, y preferen-
te a lo natural, lo sobrenatural, confiésese es primero la religión que el Esta-
do. Fuera de que, si solo hubiese o solo quedase un hombre, religión debiera
tener: y vivir en sociedad le era imposible. También puede dejar la sociedad,
y sepultarse en los desiertos: del mismo que separarse e ir a buscar otro
gobierno, como más cuenta le tenga; puesto que su pacto no la ha destruido
la libertad de buscar cómo hacerse más cómoda la vida, fin a que dirigen

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las sociedades. En todo se han fundado mis reflexiones, y ruego encarecida-


mente no se olvide dicha consecuencia: La Religión es primero que el
Estado. Ella nos será como efectivamente es el freno para la rectitud en lo
moral, y esa moralidad para sostener el Estado, cual alma que únicamente le
puede conservar con vida. Yo lo hallo todo insinuado así por Jesucristo en el
mismo pasaje, con que he hablado. En efecto deduciendo el Señor la obliga-
ción de pagar el censo al César, presupuesto el /p. 406/ antecedente de su
imagen e inscripción, sacó una segunda consecuencia, a que solo la materia
de la moneda pudiera haberle servido, para que no se le imputase ilegítimo
modo de discurrir. Si la materia pues es primero que lo que sobre ella era
grabado, dicha segunda consecuencia es, y será sin duda alguna: luego si os
mando que paguéis al César lo que es del César, sabed que primero debéis
pagar a Dios lo que es de Dios. Reddite quae sunt Caesaris; et quae sunt
Dei, Deo. Por tanto ya tenemos aquí descubierto el lazo, en que forzosa-
mente deben confesar los falsos políticos haber caído, y hallarse con él ata-
dos; pero para su bien, si saben aprovecharse. Así es que no pruebo mi
sentimiento con cláusulas, ni de cédulas, ni de leyes; aunque todo ello con-
venza no se había pensado antes de ahora de otra suerte. Me entretengo no
obstante en responder objeciones que he oído, y que prevengo, para evitar
lleve adelante la falsa política sus fascinaciones. De aquí es que en caridad
explico cómo se entienda el proloquio de posteridad de datos; y que no se
apropian expresiones de espiritualización para temporalizar lo que no muda
de fin: y que conociéndose los diversos conceptos del derecho de diez-
mar, se vea que el que se pretende, solo en el nombre podrá llamarse domi-
nio, semejante, no en todo, al del marido en la dote. Por lo mismo ya se ha de
inquirir quien la dio; y vuelve la fuerza de mi argumento, de que no aparte-
mos, digo, los ojos de la religión católica. La Silla Apostólica es verdad los
concedió a la España (esto es el derecho material de percibirlos) pero con la
precisa, y perpetua calidad de asistir a las iglesias, como no se niega, aunque
se olvida. Luego precisamente resulta una doble convicción: esto es que la
Iglesia fue quien los impuso, y ser perpetúa esa su imposición. Una y otra
recuerda su motivo y principio, o raíz como /p. 407/ habla Santo Tomás, que
precisamente es la misma religión en cuanto al culto. ¿Pero cómo? Del
modo más justo, acomodándose a lo que vio practicado en la ley natural,
mandado en la escrita, y persuadido en la de gracia: todo con la mayor
benignidad, sin desatender las costumbres, ni dejar de dispensar como en el
oro, plata y piedras preciosas. Podía haberlos comprendido, a pesar del alto
dominio que da a los soberanos el derecho de gentes: porque sobre ese

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mismo derecho es el de la religión, que en nuestra materia camina siguién-


dole los pasos al natural. Por lo demás, el Crisóstomo se avergüenza que
entre los cristianos se tenga por admirable lo que entre los judíos no era de
admiración. Confundamos pues, confundámonos trayendo a la memoria los
primeros días del cristianismo, las oblaciones y colectas que siguieron, y la
costumbre piadosamente observada, y que al fin fuese necesaria la sanción.
Confundámonos con que la Iglesia, aunque tan piadosa madre, se haya visto
precisada a conminar para ello con sus censuras. Y confundámonos por
último como es no omitió comprender entre los que con varias artes se
substraen de pagarlos, a los que temerariamente ocupan los que otros han
de pagar, y los convierten en su substancia. Mucho podrá haber de esto en
tiempo de Tridentino. Del presente, y oyéndonos, yo no sé qué pudieran
haber hecho tan venerables y sabios Padres. Acaso condolidos nos hubieran
despertado con doctrinas, que nos levantasen del sepulcro, en que se pre-
tende hacernos soterrar por la consideración de solo lo exterior o temporal,
no mirando que otros caminan por encima, y nos ofrecen sin duda mejor
vida. Vae vobis, quia estis, ut monumenta quae non apparent, et homines
ambulantes supra nesciunt.
Yo lo repito porque ya concluyo. La religión es la que exige la imposición y
contribución de los /p. 408/ diezmos, como dote del sacerdocio y del Santua-
rio. Exígelo, fundada en el mismo derecho natural, y a que es de añadirse el
grato reconocimiento de los dones de la gracia, que por medio del mismo
sacerdocio, y misericordioso llamamiento a la Iglesia se nos comunica. A
esta nuestra buena madre que está encargada del culto, corresponde del
mismo modo, que el mismo culto proporcionar los medios para su perma-
nencia y aumento. Ella, pues, ha determinado la cuota, acomodándose, y
aun siguiendo el mismo impulso de la piedad de los fieles, y sus costumbres;
no obstante que para contener la caridad resfriada haya sancionado el pago
también con censuras. Pero sino ha dejado de cumplir ese su deber, tampo-
co podrá decirse ha podido dejar de considerar su esencia, digámoslo así, de
ser verdadera dote; y por lo mismo que cualesquiera que sean las gracias de
sus donaciones, no han otra cosa que buscar en sus hijos manos fieles, que
le ayuden al más eficaz efecto de su cobro, y distribución. Luego los diez-
mos aun prescindiendo de su redonación (que es constante) de modo alguno
pueden ser renta del Estado. No lo son, porque su causa motiva es la reli-
gión; su causa final el culto de la misma religión; su causa eficiente la natu-
raleza, y la autoridad de la Iglesia; y la formal el desempeño del Ministerio.

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Y si aún todavía se busca la meritoria, esta no puede ser el Estado, sino el


piadoso efecto de los particulares contribuyentes, que con el espíritu de re-
ligión, que profesan, y deseamos conservar, los pagan, considerando ante
todo la obligación en conciencia, y que de Dios es de quien esperan la repro-
ducción, y conservación de los frutos. ¿Por ventura hay otra especie de
causas? Aún la motiva se reduce a la final; y de la material no hago recuer-
do, por haber dicho lo bastante para que nos dejemos de ser tan apegados a
la materia. Que el diezmo /p. 409/ sea de trigo o de maíz; que lo pague
Pedro, o Juan: o que sea a este obispo o al otro, nada de ello hace al dominio
o derecho de que se trata. Todo es pura materialidad, Yo mostraba el anillo
que llevo en mi mano, y decía: ¿Si me preguntan, de quién es? No respon-
dería bien, si dijese era de oro: y ahora añado, tampoco hablaría, sino con
mayor desconcierto, contestando era de mi mano, porque la mano sea quien
lo carga. La sencilla pureza del castellano debería contraerse, o al artífice
que lo hizo, que es el primer concepto del artículo de, nota de posesión; o al
dueño o poseedor, que es lo que más comúnmente está recibido, por con-
traerse a la propiedad que forma también dicha nota; o con relación al fin
para que se hubiese hecho, o porque se usase de él. Es, respondería del
Maestro fulano, de fulano de tal, o del obispo; porque de ningún modo debie-
ra presumirse se me había preguntado acerca de la materia. Reddite ergo
quae sunt Dei Deo. Y páguese también por la misma obligación de con-
ciencia, lo que al Estado por sus contribuciones o pechos corresponda; que
es lo que decía ser de importancia a la República, mucho más que cuantas
penas se reagraven; porque de faltarnos la moralidad dificultosamente el
hombre se contiene en sus deberes. ¿Da la religión este freno al Estado?
¿Por qué, pues, mirásele a solos discursos, preocupados de la falsa política
que en verdad la atacan en sus fundamentos? Reddite ergo quae sunt
Caesaris Caesari; et quae sunt Dei Deo.
NOTA
El motivo de este sentimiento, sobre la materia de Diezmos, fue el proyecto
de Decreto, acerca de pretenderse ser sueldos del Estado las rentas de los
obispos, canónigos &etcétera &etcétera que los gozan: y que estando dis-
puesto no deber contribuirse a ninguno en la República a un mismo tiempo
dos sueldos, los Senadores y Representantes, Obispos, Canónigos &etcéte-
ra &etcétera se contentasen, o con /p. 410/ lo de diezmos, o dando estos
para el Estado llevasen sus respectivas dietas de asistencias a las sesiones.
El Poder Ejecutivo le ha objetado, como se acredita por la gaceta Número

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229. El Senado ha insistido; no así la Cámara: luego no hay la ley. La cons-


titución es clara, y después publicaré la certificación que he pedido; advir-
tiendo sobre todo, que siendo la razón de las leyes (que en Colombia se
expone en sus considerados) el distintivo de nuestra gloria contra el despo-
tismo de sic volo, sic jubeo, permanecen los fundamentos del Ejecutivo,
tanto más, cuanto no ha insistido la Cámara.

SENTIMIENTO SEXTO
Sic luceat lux vestra coram hommibus, ut videant opera vestra bona, er
glorificent Patrem vestrum, qui in caelis est.
Vuestra luz de tal suerte luzca delante de los hombres, que vean vuestras
obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre celestial.
(Mat. 5.)
No es otro el fin que me propongo en este mi sentimiento: la gloria de
Dios; si, la gloria de Dios, como deuda que por obras aunque mías, confieso
no tengo en ellas otra parte, que haber sido un instrumento, que uniformando
ideas en beneficio de la República con el Supremo Poder Ejecutivo, ha pul-
sado, o tocado a la puerta con instancia humildemente ante la cátedra de
San Pedro. El público vio la primera contestación que tuve del Señor Pío
VII, la primera también del Señor León XII y últimamente con la segunda, la
tercera relativa a mi respuesta 19 de marzo de 1823. Esta mi carta, pues, es
la que voy a publicar.
(Véase dicha carta en este mismo tomo pág. 59).
/p. 411/ Cuando llegó a Roma esta carta, ya había muerto el Señor Pío VII,
y es de tenerse presente su data de 19 de marzo de 1823, día en que aún no
se había instalado el primer Congreso Constitucional. A ella añadí por sepa-
rado, la solicitud de Auxiliar, obtenido antes el siguiente consentimiento del
Ejecutivo.
República de Colombia.-Secretaría de Estado y del Despacho del Inte-
rior y de Justicia.- Palacio de Gobierno en Bogotá a 15 de marzo de
1823.-13.
Enterado S.E. el Vice-Presidente de la República, de la consulta que
V.S.I. le hace, de si su Excelencia tiene, o no inconveniente en que

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S.S.I. pisa a su Santidad un Auxiliar, sosteniendolo con la tercera


parte de sus rentas, por falta de Prelados en los Obispados limítrofes
de Mérida, y temor de su muerte; proponiendo para ello a los Doctores
Juan Marimon, Buenaventura Arias, y Ramon Ignacio Mendez, ha re-
suelto que por parte del Gobierno no hay impedimento ni inconvenien-
te y que aun por medio de su Agente en Roma lo solicitará también. Lo
que comunico a V.S.I. para su satisfacción. &c.
Bendito sea Dios, está esto ya conseguido, y el Proceso Canónico, para la
confirmación siguió desde el 9 de enero, con arreglo a su nota. Pende única-
mente, como lo he pedido declare el Gobierno, el uso del sombrero verde, y
demás ínfulas que, con el tratamiento, han sido siempre usados. Acerca de
las demás gracias, baste repetir ha dicho su Santidad me están concedidas.
Sin embargo, las expresaré, trasladadas al castellano en substancia. 1a Para
dispensar sobre la falta de tiempo en los Regulares, á fin de que obten-
ga sus honores y Grados, previo consentimiento de los Provinciales. 2a
Para facultar á los provinciales compongan y concluyan (como Vica-
rios Generales) las causas de sus súbditos; reservada al Obispo /p.
412/ con dos Padres antiguos la de la nulidad de Capítulos y de injus-
ticia notoria. 3a Para prorrogar por un Biennio mas la Bula de Cruza-
da, aplicando su limosna en favor de las Misiones, con dependencia
de la Congregacion de Propaganda Fide. 4a Para conceder a los Pre-
fectos quadragenarios, y de diez años de servicio en dichas Misiones,
la facultad de administrar la Confirmación en sus districtos.
Por lo que hace a nuestra Señora de Chiquinquirá, con recibo posterior a mi
Pastoral, está ya concedido se celebre su memoria en su Iglesia el día que
asigne el Ordinario, con el Oficio común y trabajo sobre el propio, con ex-
tensión a toda la Metrópoli de Santa Fe. Ayúdeseme a dar gracias a Dios.

SENTIMIENTO SÉPTIMO
Si oculus tuus fuerit simplex, totum corpus tuum lucidum erit: si autem
nequam fuerit, etiam corpus tuum tenebrosum erit.-Si tu ojo fuere senci-
llo todo tu cuerpo será resplandeciente: pero si malo, también tu cuerpo será
tenebroso. Mira pues no sean tinieblas la luz, que hay en ti. [Lucae 11].
Ya he oído, no sin grande pena, que las religiones en el cuerpo político son
como el cangro en el hombre: y que así se han de echar fuera; o tarde o

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temprano vendrán a corromper la República. Desde el Congreso constitu-


yente hablé cuanto me fue posible por sostenerlas, procediendo siempre con
sencillez: qué otras cosas haya hecho, acaso se ignora: y sobre todo deudor
soy a manifestar que semejante tenebrosa ilustración nos es el mayor mal:
vide ne lumen, quod in te est, tenebrae sint. Tal es mi presente sentimien-
to, y vea la tierra lo que delante de los cielos con an-/p. 413/ sia he deseado,
y creo desean todos los pueblos. Puntualmente lo último, que ha ocurrido,
me es impulso irresistible en conciencia, y no tanto por mí, cuanto en gene-
ral; y que nos convenzamos por quién está la razón desnuda de preocupa-
ciones. Es la solicitud de este Muy Reverendo Padre Provincial de San
Juan de Dios, en que insta al Senado con decorosa circunspección por el
remedio, que antes también había pedido al Ejecutivo, y este pasado al mis-
mo Senado, sobre quien se deba sucederle en el Provincialato caso de
muerte; respecto a que la Bula de creación de provincia llamaba al
Prior de Panamá cuyo Convento habían suprimido los Españoles. El
Ejecutivo dijo que provisionalmente fuese el Prior más antiguo, que siguiese;
más esto no aquieta la conciencia del Provincial; porque como se explica:
los Estados tienen facultad para admitir, ó cerrar las puertas de las
Comunidades Religiosas; pero en el caso de haber abrigado dentro de
su seno á alguna, su constitución es obra de la Iglesia y exige aproba-
ción de ella. El negocio pues, pasó a la comisión Eclesiástica, y fuimos de
parecer debía declararse restablecido en el Convento Hospitalario de Pana-
má, como remedio radical, y honroso también a Colombia por comprobarse
con ello más y más su decidida inclinación por la humanidad, que tiene san-
cionada en la excepción de los Hospitalarios. ¿Quién pues creyera contra-
dicciones? sin embargo apenas se logró se difiriese tal proyecto. Suspendo
por tanto en esta parte, dejándolo para lo último, y comienzo mi discurso.
Mucho se dificultó en Cúcuta la extinción, que llaman de Conventos meno-
res, esto es aquellos que no tengan ocho sacerdotes. Fueron tales los deba-
tes que yo diré con un célebre católico orador se verificó aquello de San
Juan por Jesucristo: Murmur multum erat in turba de eo: quídam enim
dicebant, quia bonus est: alij autem dicebant non sed ceducit Turbas.-
(Joan 7). Léanle aún los más /p. 414/ preocupados: es el Sermón Panegírico
de Señeri titulado la causa de los Religiosos en el fuero de los Legos. Mi
voz y voto fue constante, y que no pudiendo ser otra la fuerza de la ley, que
las Bulas Pontificias que para ello se alegaban, porque las leyes españolas
eran meramente auxiliatorias, nada podía sancionarse sino el cumplimiento

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de las mismas Bulas. Añadí que estas estaban cometidas a los obispos, y
que por la misericordia del Señor no me negaría hacer cuanto más conve-
niente hallase en favor de la República. Tampoco, decía, es conforme a ellas
pedirse que los ocho todos sean sacerdotes. A todo se me pretendió satisfa-
cer con expresarse en la sanción, que el procedimiento debía ser de acuerdo
con los prelados. En fin menos era ya el mal, aunque las manos se trocaban.
Yo creí por lo mismo que no tendría otras consecuencias, que lograrse acaso
el bien de la reforma, reuniéndose por ejemplo dos Conventos Franciscanos
en un lugar, y en otro dos de Santo Domingo, para que así los pueblos se
contentasen.
Esperaba me invitaran para el acuerdo, y lloraba a mis solas; pero lleno
siempre de la buena fe del proceder del Congreso. Cuando he aquí me
avisan de Pamplona, lo mismo de Maracaibo, y de Trujillo, después de Coro;
y últimamente vengo de Barinas a Mérida, y me hallo con que ya estaban
todos los Conventos situados en mi Diócesis extinguidos. Los Vicarios, y
aún el mismo Provisor de dicho Mérida protestan habérseles solo llamado
como por testigos; y en verdad como a la fuerza, habiendo algunos de ellos
evitado concurrir por si, y manifestado en general no eran el prelado, ni que
en lo gubernativo tenían facultad alguna; pues sus funciones me son por
derecho reservadas, mientras exista en cualquier lugar de mi Diócesis. Solo
para el Convento de Santo Domingo que se halla en Mérida me ofició el
Gobernador; pero contes-/p. 415/ tándole estar pronto, y que me expusiese
su acuerdo para darle el mío, como dijese carecía de facultades, le respondí
no teníamos entonces caso; y que podía comunicar al Ejecutivo hallaba yo
de absoluta necesidad, quedase dicho convento para casa escala de Misio-
nes al cuidado de un religioso sacerdote y algún lego con lo necesario [p]ara
su sustentación, y de uno u otro misionero huésped, lo del culto, y lo que
prudencialmente se regulase para la conservación del edificio: pendiente al
mismo tiempo la observancia de la Bula particular de Misiones, que declara
deberse detener los Misioneros como conventuales existentes; (a)6 y que
así por este principio aquel Convento de ningún modo era comprendido en la
Ley, pues había con ellos sobre diez sacerdotes.

6
[a] Breves de Clemente VII; conforme aún con la razón natural: “respecto a que si las Misiones
son encargo de estos ó los otros Religiosos hechos por la Silla Apostólica, aunque no hnya
precedido voto no debe imputarsele en su contra la ausenccia, de los conventos. Vease a Solorzano
4 c. 17 y 18 refleccionándose sobre el servicio en otros curatos cuando es por necesidad. Lo
justo, lo racional deben ser las materias de las leyes”.

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¿Será proceder con arreglo a las disposiciones Pontificias no tomarse en


consideración tan graves motivos? Menos lo será pues si no negamos que-
remos proteger las Misiones. El mismo objeto de la Ley, que se dice ser la
enseñanza públ[i]ca, desaparece cuando se compara aún con sola la ins-
trucción de gentiles recién convertidos a la fe: y de consiguiente si se mira la
conversión de dichos gentiles infieles todavía: y siempre que el acuerdo es
lo principal para llevar a cabo lo esencial de la extinción; pues que lo de la
instrucción de la juventud es solo un objeto secundario, y supletorio. Sin
duda esto se expondría a vicios muy graves en su raíz, no precaviéndose las
responsabilidades de conciencia. ¿No son las fundaciones de Conventos
fundaciones piadosas, ya por disposiciones tes-/p. 416/ tamentales, ya por
limosnas directas a ello de los fieles, ya por trabajo acaso también material
de los mismos religiosos? ¿No está dispuesto en derecho, pidiéndolo así la
razón natural, que unos Conventos se socorran con lo de los otros: o se
junten, o se aumenten con lo de las casa grandes? Todo esto pudo haberse
hecho sin contravenir a las fundaciones, que siendo como he dicho piadosas,
no se mostrará ni disposición legal ni razón, que lo atribuya a la potestad
secular. Sus propiedades se arraigan en la de la Iglesia universal; no care-
ciendo de peligro aun cuando por delito se ocupan como temporalidades. Si
fueron por limosnas, tanto más; porque entra en parte sobre la piedad co-
mún la diligencia particular de los individuos recaudadores, que no pudiendo
por sí tener propiedad, sus conventos no están inhabilitados. Y si lo último,
que es lo que en la mayor parte ha acontecido, sépase no son esclavos los
religiosos; y que es la mayor ignominia decir que una República libre, que
trabaja por libertar a los mismos esclavos, sujete a hombres libres de cali-
dad, y beneméritos, a lo más duro, pues tiene la esclavitud, esto es a la
desapropiación del mismo trabajo personal.
¡Qué conjunto mayor de contradicciones! A un blasfemo favorito (b)7 no
parece bien se acometa contra las rentas de los Conventos; que se protejan
sí los díscolos y apóstatas; y que así ellos mismos los irán dejan[d]o, de
suerte que con la absoluta prohibición de recibir otros nuevos, en breve se
logrará lo deseado; y el cancro desaparecerá sin sacarlo. Medio inicuo; pero

7
[b] Constitución Religiosa discurso 11. Donde se añade “debe favorecérseles proporcionandoles
destinos lucrativos. Y nótese desde ahora que su sentencia irrefragable es, que extinguido una vez
un Convento no se permita su restitucion. Ya se le acallará su lenguaje blasfemo que vierte contra
el Espíritu Santo”

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que no choca con la justicia. Yo siempre insistiré en que sola la reforma ha


sido el fin inten-/p. 417/ tado por la Iglesia. Inocencio X así lo propuso para
el Estado Pontificio. Con todo, como puede verse en Benedicto XIV, si al
principio señaló doce, después se contrajo a seis; y de estos bastará, dijo,
sean cuatro los sacerdotes (de Sinod. Dioc. Lib. 3. c. 3). Las Bulas poste-
riores, y únicas de que debemos valernos, indistintamente piden ocho con la
libertad de poderse proporcionar su completo, atendidas las circunstancias,
y siempre obrando en todo el juicio de los Obispos [c]8 Por mi parte confieso
no me hubiera detenido la falta de fundos. Es expreso el Tridentino en aque-
llas sus palabras: In praedictis Monasteríjs inmobilia posidentibus vel
non posidentibus, is tantum numerus &c. qui vel ex consuetis eleemosinis
commode possit sustentari; [De Reg. C. 3 Sess 25], y esto aun hablando
de monjas. Hubiera también traído a la vista las Bulas de sus establecimien-
tos; porque no siempre se han erigido con los dichos ocho religiosos. Mu-
chas casas solo han sido hospicios en que basta uno solo. Hay igualmente
entre nosotros Curatos escalas de misiones. Y póngase ya, si se quiere aquel
dicho memorable del Angélico Doctor Monge solo, Diablo suelto. Antes
debiera haberse inquirido si esto se entiende en la calle, o en el convento.
(d)9. Pero no quiero distraerme. Ello es que en los extinguidos en mi Dióce-
sis han permanecido, y permanecen sus pobres sacerdotes sujetos a vivir en
miserables casillas; y como nada se les contribuye expuestos más al tráfico,
sino es que se les haya juzgado al propósi-/p. 418/ to para Capellanes, titula-
res de ejército. Procuro no obstante favorecerlos, y a los más he destinado
al servicio de Curatos.
Ahora, pues, véase, si se contraían las citas de las Bulas a su mismo espíritu
y letra. Yo no encuentro en ninguna extinción de hecho y sin esperas. Véase
cual sea la parte, que debiéramos tener los prelados. Aún se nos concede
incorporar los bienes de unos conventos en otros. Véase si puede

8
[c] Cítalas Solórzano Polit. Ind. Lib. 4 c. 23 y la original asegura «se halla en el Archivo de esta
Curia, dada por Paulo V. á 20 de Diciembre de 1611 expresando que fué para sí los Arzóbispos de
l
Lima y México lo tuviesen por conveniente, aplicando las casas y alhajas r Convento mas
cercano; y donde no lo tuviesen por conveniente, mudasen los Religiosos de unos á otros
Conventos, de suerte que se completasen los ocho.
9
[d] Si el Convento solo tuviera uno, la imposibilidad de compañeros disculparía, y au[n] tendría
a su favor la presunción de que habría sido escogido por su prelado para vivir así solo. Donde hay
muchos corríjase c[o]n santo celo el mal.

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co[m]pletarse los ocho religiosos con los de otras casas, aunque legos. Yo y
todos preguntaremos, ¿dónde se halla la precisión de que en general sean
sacerdotes? Lo de Italia es argumento para que entren en número los legos.
Véase en fin, si se llegó a poner en práctica la disposición para las Indias; o
si por el contrario, como refiere el mismo Solórzano que he citado, la piedad
abrió lugar para la suspensión, y que se impetrasen nuevos breves de sólo
dos religiosos. Y no obstante lo que sobre todo me aturde, es que estando ya
extinguidos, nada se arguya, ni remedie de los males que se suponían incal-
culables, y que en efecto de contrario muchos estén aunque solos dando
pruebas de su utilidad; y beneficencia política. Para Pamplona, el mismo
Poder Ejecutivo nombró a uno maestro de primeras letras, y estableció en
aquel Seminario la escuela Lancasteriana. Otro tengo en Maracaibo de pre-
fecto en la Casa de estudios, que con no pocos trabajos conservo. Otro se
aplica, aunque privadamente, a enseñar latinidad en Trujillo. Y otro en Mérida,
que sin faltar a las obligaciones del claustro, sirve dentro y fuera en conce-
sionario y púlpito, y de presente y antes una de las cátedras de Teología. Por
el tiempo anterior nada podré decir que no sea reclamar los votos de los
pueblos, presentando sus lágrimas igualmente de presente. Malos habrá
habido; pero con frecuencia he dicho que, si mucho debemos a la incredu-
lidad de Santo Tomás, según la ex- /p. 419/ presión de San Gregorio: Plus
nobis Thomae infidelitas ad fidem, quam fides credentium discipulorum
profuit; [Thomas 27.] por Judas, aunque solo ocasionalmente; más deudo-
res somos a la misericordia de Dios, porque nos ha dejado en él, y con su
enorme crimen de haber vendido a su divino Maestro, la contestación más
patética contra las lenguas impugnadoras de las corporaciones piadosas a
causa de que en ellas haya malos. Y comprendámoslo: la Iglesia Santa (obra
del amor divino, para reunir hacia sí a los hombres) necesario es conmueva
las furias del infierno, y entre ellas la blasfemadora. Pero valga este argu-
mento, que es directo contra nuestros sabios: ¿no es cierto que la ciencia
hincha? scientia inflat, como decía San Pablo? [1. ad. Cor. 8] Acabase,
pues, su ilustración, ya que es también blasfemadora.
Sí: así hablé, y he seguido hablando desde el Congreso Constituyente, siendo
a más de esto cierto, que, si son de absoluta necesidad las religiones en las
circunstancias que nos rodean, por el auxilio del clero secular, por el fomen-
to de la piedad, y por la conversión de los infieles en las misiones, semejante
modo de raciocinar peca contra toda lógica. A la verdad, vuelve al argumen-
to: ¿Se encuentran malos entre nuestros ilustrados? fuera, pues, repito, tal

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ilustración; tanto más cuanto en esto el vicio nace de la cosa, y no de la


persona y que bien puede decirse es crecido el número, y que de muchos
debe preguntarse ¿dónde han cursado las ciencias? Recuérdese en hora
buena, lo de Judas; pero que fue en el Apostolado: y si más se quiere, lo de
aquellos siete primeros desertores del cristianismo; pero entre los setenta y
dos discípulos: todo obra de la divina sabiduría, no de las tinieblas; y que ya
había corrido algún tiempo después de la Ascensión de Jesucristo a los Cie-
los. Por lo cual, para que no se me reponga /p. 420/ hay también crecido
número en lo nuestro, haré esta otra reflexión, y es: que así como la consti-
tución del hombre va a menos en lo físico, así en lo moral su corazón camina
a lo malo, en términos que de tal suerte se resfriará la caridad, según San
Mateo [C. 24] que apenas se hallará fe en el mundo cuando venga a juzgar-
nos Jesucristo, según San Lucas [C.13] ¿por qué, pues, se insiste sea recto
juicio, que solo el entendimiento haya de ir a más ilustración en nuestros
días? Lo contradice también el mismo Evangelio: Multi Pseudo Prophetae
surgent, et seducent multos. [Math]. Y que ello sea así con respecto a
nuestros falsos políticos, confírmalo el Eclesiástico en aquellas palabras,
aplicadas al oficio de los Santos Doctores: Sapientiam omnium antiquorum
exquiret sapiens; [39] sin que pueda negarse que, lo que únicamente hoy
se hace, ocurriendo a la antigüedad, es resucitar herejías, buscar doctrinas
que apoyen sus blasfemias. ¿Quieren por tanto les diga lo que hay de religio-
nes en los tiempos antiguos? De los ocho principales Doctores de la Iglesia
los tres de los cuatro griegos son los Santos Monjes San Basilio, el Niceno,
y el Crisóstomo, y otros santos de los cuatro latinos, San Gregorio, San
Gerónimo y San Agustín: y no se olvide, que aunque omita los demás, solo
aunque nombre a un Santo Tomás, y a un San Buenaventura, he dicho lo que
nunca podrá ni articularse de contrario, sino es vomitando aquellas blasfe-
mias, que notaba contra la Constitución, titulada Religiosa, parto del impío
herético Sínodo de Pistoya, e hija adoptiva, sino es que sea neutral, del He-
resiarca Llorente. El con su capcioso estilo pretende ridiculizar al mismo
Espíritu Santo por causa de la diversidad de las religiones. Lo hace siguien-
do la sátira, y solo abriendo los ojos hacia el mal, que se finge. Y se olvida,
del todo que la Iglesia militante, aunque tenga malos, es justa-/p. 421/ mente
asemejada al cielo; y que de consiguiente en ella hay también diversidad de
estrellas, que una a otras se diferencian en claridad. Stella difert a Stella in
claritate [1. ad Cor. 15] Regnum Caelorum praesentis témporis Ecclesia
dicitur, según comprueba San Gregorio con diversos pasajes del Evangelio.
(Hom. 12).

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Y hay todavía más. La Providencia celosa de nuestra salvación ha observa-


do constantemente contraponer a las nuevas herejías nuevas religiones, y
multiplicarlas. Contra los Arrianos de Oriente los Antonios y Basilios; y con-
tra los de Occidente, los Benitos: contra los Enriquianos, a un San Sabas y
sus monjes en sus diversas Lauras: contra los Pelagianos a los Agustinos, y
Jerónimos: contra los Iconoclastas, después del Damasceno, los Norbertos,
y Jannicios: contra los resucitados Nicolaístas, los Brunos y Bernardos: con-
tra los Albigenses, y demás sectarios, los Domingos y Franciscos y contra
Lutero y Calvino a un San Ignacio. ¿Qué esperan? Ya han pronunciado San
Francisco de Paula: «levantará Dios en su Iglesia una Religión, que
reuniendolas todas, no con la palabra, sino con la espada en la mano, acaba-
rá con la impiedad» Lo digo con harto temor, y comprendo que acaso no
será necesario darle el sentido literal, sino que baste la reunión del celo de
los buenos por la religión católica para que se vea verificado el pronóstico.
Vos me coegistis repetiré, con el Apóstol San Pablo (2 ad Cor. , 12). Y
confiemos muy mucho no nos abandonará la misericordia del Señor. Pida-
mos pues y roguemos, ojalá sea de tal suerte, que antes vuelvan convertidos
sobre si, porque lo que ganan es solo intentos de hacer tenebroso a todo el
cuerpo de la República; y no lograrán: su ojo aunque haya renunciado por
malicia la sencillez, mucho se ha dejado preocupar, y no es ya aquel sencillo,
que deseaba Jesucristo: Si oculus tuus fuerit simplex &c. Es el malo, si
autem nequam totum cor- /p. 422/ pus tuum tenebrosum erit.
Pero avergoncémonos. Se ha de arrancar el cangro, aunque su cicatriz sirva
de modelo para fracción de otras leyes. Por lo mismo añado es de exponer-
se el estado de principales, y alhajas vendidas. Nada se me ha aplicado al
Seminario de Mérida; tampoco a la Casa de estudios de Maracaibo, ni por
vía de perjuicios que he reparado en no corta cantidad; y en Coro todavía
está por ver la entrega de la casa o edificio, aunque maltratado. Las escue-
las Lancasterianas desaparecen como nubes que solo han tronado, desen-
gañados los pueblos por sí mismos. Las cargas de fundaciones no se cum-
plen. Sea pues resumen: extinción de hecho desde la sanción; aplicaciones
para después; cumplimientos de cargas nunca. Solo he logrado algo en
Pamplona como puesto el Rector por mí, y estimulándole la conciencia.
Quiera Dios que la orden del Ejecutivo de estos días nos encalle como otra
anterior al Intendente. Pídolo pues por la Sangre de Jesucristo: no triunfe
más la Constitución Religiosa. Aquel su principio irrefragable que un
Convento una vez extinguido no vuelva á reestablecerse: es impío y a

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más de clamar la humanidad por el de Panamá, el punto de restitución, o


canónica aplicación de bienes, y rentas grava las conciencias con responsa-
bilidad, y si ahora lo hecho tiene enmienda, precavamos que en el día de la
cuenta se nos diga: ya está hecho no hay remedio.

SENTIMIENTO OCTAVO
¿Reges terrae á quibus accipiunt tributum vel censum? á filiis sui san
ab alienis? Et dixit ille (Simon) ab alienis. Dixit illi Jesus: Ergo liberi
sunt filij.-Los Reyes de la tierra de quienes reciben tributo, o censo? ¿de
sus hijos, o de los extraños? Y le dijo Simón: de los extraños. Dijole Jesús:
luego los hijos son libes. (Math. 17).
¡Oh Religión Santa! ¿Cuándo te tributará la /p. 423/ razón humana el sacri-
ficio, que te es debido? El vaso de elección, y Apóstol de las gentes San
Pablo clamaba ser razonable el obsequio que rendimos á la fé (Rom.
12.) y ya veo que un principio tal se convierta en tu contra, protestándose
que la razón sea quien te arregle, y no tu a la razón. No debe ser así. Razo-
nable se dice (lo mismo que amable &etcétera.) aquello que tiene a su favor
motivos bastantes para que, por más que nuestro discurso lo repugne, nos
sometemos si necesario fuere a confesarlo ciegamente. De lo contrario se-
mejante verbal razonable se convertiría en participio amante el que ama,
amado aquello que se ama; siendo así que puede alguno amar lo que no
merece ser amado. ¿Pero amable? solo puede serlo aquello que en sí tiene
motivos bastantes para que todos lo amen. Diga pues un Arriano: yo no
encuentro razón para tener al Hijo de Dios por consustancial a su Padre;
pero la religión católica, acerca de la cual halló fundamentos, así lo enseña:
luego yo debo creer la consustancialidad del Hijo de Dios. Este obsequio
sería razonable y basta.
Así lo demostraré, suponiendo antes otro principio, y es que también los
fundamentos, que persuaden la credibilidad de nuestra Santa Religión, le son
extrínsecos del todo. En efecto la creemos y confesamos, persuadidos de
que es obra divina; y que no pudiendo Dios engañarse ni engañarnos, una
religión tal no puede dejar de ser verdadera. Y he aquí mi reflexión. Lo más
que puede pedírseme para lo que voy a decir, es que mi pensamiento sea
razonable. ¿Cómo? En sí no precisamente necesario, según lo dicho. Si se
me niega, dígaseme enhorabuena que soy fanático; porque me contentaré
con que otros vean triunfa<r> la preocupación, desgraciadamente ciega por

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solo un obstinado acaloramiento o sin razón para que lloremos el clero


nuestra desgracia; /p. 424/ bendiciendo por otra parte al Señor, que nos
presenta en medio de tanta tempestad algunas vislumbres de luz. En verdad
esto es lo que ha acontecido. La última vez que hablé, fue cuando,
sancionándose el código penal (en que se difunden diversos artículos contra
el fuero) se llegó a su total abolición por lo personal, habiéndose antes dicho
que los encubridores de sus deudos padres, hijos, esposos, parientes hasta
de cuarto grado, no debían ser castigados a causa de la veneración, amor
e interés de la sangre. Yo tomé motivo de aquí, e hice ver que si esto se
tenía por bastante así en general para con toda clase de casos y cosas,
mayor era la fuerza del argumento para nuestra excepción; cuando siempre
es cierto que los sagrados cánones no dejan sin su juicio y castigos a los
eclesiásticos. Ignoro lo que se me contestó: la ley todavía se discute; y en lo
presente más que las otras cosas mi conciencia se grava con el silencio.
Sigo por tanto fundando mi discurso.
Las razones con que se convence la divinidad de nuestra religión son las
siguientes: Primera ser sus misterios sobre el alcance de nuestro entendi-
miento: como un Dios en tres personas, un Dios hecho hombre, un Dios que
ha de juzgar aún lo más secreto de nuestros corazones. Segunda haber sido
anunciado, y prefigurado Jesucristo por los profetas y justos desde el princi-
pio del mundo, como si hubieran estado viendo de presente; pues un conoci-
miento tal solo es propio de la Divinidad, que igualmente comprende lo pasa-
do y lo futuro; Tercera los milagros con que ha sido establecida, y difundida
por todo el universo; porque sobrepujándose con ellos las leyes de la natura-
leza y de la muerte, los mismos demonios a la fuerza han confesado que el
dedo de Dios era, quien destruía su Imperio. Cuarta los obstáculos grandes
que el mundo todo opuso a sus triunfos, /p. 425/ y aún opone; cumpliéndose
que la flaqueza vence a la fortaleza, y lo que parecía necedad abata la
soberbia de la ciencia: Quinta la sangre de los Apóstoles con que fue rega-
da en el principio, no pudiéndoseles atribuir impostura, porque esta no llega a
tanto como a sostener con la muerte verdades, que se desconozcan; ni se-
ducción en los mártires, que siguieron después, cuando a morir por Jesucris-
to se ofrecían no solo tiernos inocentes, sino los mismos que antes habían
sido sus perseguid[o]res, si con la fuerza del brazo, más con sus plumas y
discursos: Sexta la dispersión de los judíos, y que por donde quiera se vea el
castigo de su deicidio; siendo al mismo tiempo los testigos de nuestras San-
tas Escrituras, y que nos conserven sus testimonios con su misma obstina-

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ción: Séptima, (y última para no dilatarme más) la pureza, y austeridad de su


moral, que compendiando todas las virtudes, comienza por el cimiento de la
humildad, enseñándonos a amar los desprecios, sufrir los trabajos, gozarnos
de las penas, y no dejarnos engañar de las honras, contentos y alegrías; y
que sea siempre el testimonio de la conciencia el mayor gozo, que pueda
presentársenos. Luego nuestra Santa Religión obra es de la divinidad.
Que la expusiese Dios al consejo de los hombres es un delirio, cuasi incom-
prensible. Ella no es una gracia del individuo, sino general, y común, perma-
nente y estable para todo el género humano. Es el alma, digámoslo así, del
pueblo escogido de Dios, que con sobreabundancia al de los judíos atrae al
redil no sólo las ovejas propias, sino a las demás que aún todavía no hayan
entrado a formar solo una manada, bajo un solo pastor. De consiguiente ya
tenemos el más evidente convencimiento para confesar la existencia de la
Iglesia, y de que en ella haya también autoridad que la gobierne.
Discurro de esta suerte por tener comprendido /p. 426/ no es raro oír, aún
entre católicos, valerse de raciocinios contrarios, que impugnan verdades
hasta ahora confesadas por dogmáticas. Es de fe no ser el Romano Pontí-
fice cabeza ministerial de la Iglesia: esto es, que son los fieles quienes le
dan su autoridad, la cual tiene en toda la Iglesia como sucesor de San Pedro:
(Bula Auctorem fidei Pío VI contra el Sínodo de Pistoya,) sin que de con-
trario obste el abuso que se hace en las palabras de San Pablo Rationabile
obsequium nostrum. Gustosamente, pues, me extendería: pero no es nece-
sario. El común de los fieles, que compone la Iglesia, por lo mismo que es
cuerpo moral, más razonable es reciba el influjo; y que proteste que la reli-
gión no es obra suya, sino de la Divinidad sobre las mismas fuerzas de su
Constitución, o naturaleza humana. De aquí, es deberse confesar igualmen-
te: que mi Padre San Pedro fue vicario puesto por Cristo Señor nuestro,
para que en la tierra hiciese sus veces; y que no se niegue la sucesión de los
romanos pontífices. ¿A qué fin, pues, la diferencia de cuerpos físicos, y
morales? Habría de defenderse que ni a San Pedro debiera habérsele obe-
decido. Y digo poco, ni aún al mismo Jesucristo, antes de convencernos lo
razonable de sus preceptos. Y sigamos.
Mi presente Sentimiento es ver desconocida la fuerza de la convicción, que
el sagrado texto del Evangelio nos manifiesta a favor de la inmunidad de la
Iglesia, y libertad de las personas eclesiásticas. El Tridentino usó de la pri-
mera; pero inmunidad es para las cosas, y libertad para las personas:
Ecclesiae et Ecclesiasticarum personarum inmunitatem Dei Ordinatione,

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et canonicis sanctionibus constitutam Saeculares Principes admonendos


esse censuit sancta Synodus, quos Deus Protectores esse voluit. (Sess.
25. C. 20. de reform.) Yo también solamente la llamaré inmunidad, aunque
siempre sostendré, que de las personas es de quienes se hace la comunica-
/p. 427/ción a las cosas. Creo haber llenado sus deseos, hablando cuantas
veces se me ha presentado la ocasión, teniendo la honrosa suerte en el
mismo nuestro Senado Saeculares Principes monendos esse censuit. E
igualmente haberlo hecho, inculcando claramente que el mismo Dios es quien
nos ha constituido protectores: quos Deus Protecto esse voluit. Y no en fin,
para establecer, sino para sostener lo que la ordenación divina, y las sancio-
nes c[a]nónicas han constituido, esto es, Ecclesiae et Ecclesiasticarum
personarum inmunitatem Dei Ordinatione et canonicis sanctionibus
constitutam. ¿Será, pues, de derecho divino? No faltan sabios Teólogos, y
Canonistas que lo sostienen con más poderosos principios que lo que la
impugnan hasta hacerla de mero privilegio de Gobiernos seculares. Ello es
cierto que estos políticos solo proceden relacionando hechos, que ya sabe-
mos no prestan legítimo convencimiento para deducir un derecho tal, que
pueda decirse ser en efecto riguroso privilegio. El perjurio, el hurto, el falso
testimonio generalmente se encuentran prohibidos por las leyes civiles; y no
son ellas las que constituyen su maldad, pues es intrínseca. Lo más que
podrá decirse es lo, que he insinuado con el Tridentino, ser leyes de protec-
ción: Quos Deus Protectores esse voluit. Lo mismo en cuanto a los pre-
ceptos afirmativos en la santificación de las fiestas, y honra a los padres. Se
probará protección, pero no constitución propiamente dicha: y que si a ello
se falta, a la voluntad de Dios es a quien se falta; no a la ambición del clero,
ni a su honra, que aunque la exijan justamente, en tanto es suya, en cuanto
es de la divinidad: Sancta Sinodus monendos esse censuit.
Otra objeción hay previa, que por demasiadamente convencida en sí misma,
convendría omitirla a saber, lo que se hacía al principio, o mejor diré, lo que
se sufría; y la condescendencia, aun de los mismos romanos pontífices. /p.
428/ ¿No vemos exaltado el madero de la cruz, (patíbulo antes de ignominia)
sobre los tronos de lo más grandes Imperios? Ese mismo abatimiento, pues,
de que Jesucristo nos dio ejemplo en su pasión, es igualmente la mayor
prueba de convencimiento en cuanto a lo segundo que se objeta. Y cuando
todo esto no fuera tan de bulto, yo no tendría que ir muy lejos a buscar
doctrinas, que comprobasen mis asertos. A continuación de la misma letra
evangélica, con que hablo, leemos aquellas terminantes palabras: sed ne

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scandalizemos eos, redde pro me et te. Pagó el Señor el tributo sin ser
deudor: tampoco lo era San Pedro, dice San Ambrosio (in Exod 31). Pero
lo pagó para no dar escándalo. Ese mismo escándalo continuaba en los
primeros siglos de la Iglesia, en cuanto a todas aquellas sumisiones. Des-
pués, y ya difundida por toda la tierra con su debida exaltación, escándalo es
de contrario pretendérsela abatir. Fuera de que, ¿será justo considerarla
igualmente bajo la Constitución de príncipes paganos que cristianos? El Após-
tol San Pablo, que nos dejó el hecho de haber apelado al Cesar, es el mismo
que no muy poco después recomendaba a Timoteo no admitirse acusación
contra el presbiterio, sino apoyada a lo menos con dos testigos, adversus
Praesbíterum acusationem noli accipere nisi sub duobus aut tribus
testibus. Nótese bien. Fue mero hecho apelar al Cesar, puesto que la causa
era sobre la religión que predicaba: lo que sí no se negará no ser negocio de
la autoridad temporal, menos tener en ella conocimiento un gentil, cual lo era
el Cesar. Y en cuanto a la acusación de los presbiterios lejos esté de pensar-
se, pudo aconsejarle, o mandarle a su discípulo una usurpación de autoridad,
que no le correspondiese.
Es pues ya mi sentimiento manifiesto. Libres declaró Jesucristo a los hijos
por i[n]ducción la más legítima: ergo liberi sunt Filii. Se valió pa-/p. 429/ ra
ello de lo que entre las naciones se observaba. Y adviértase, era cosa tan
sabida que no dudó mi padre San Pedro un momento para responderle no
eran los hijos de los que pagaban el tributo, o censo, sino los extraños: Reges
terrae a quibus accipiunt tributum vel censum? á Filiis suis an ab alienis?
Et ait ille; ab alienis, Interprétese como se quiera. La reflexión es tan
precisa, y terminante, que sin necesidad de ocurrir al hecho, clama por su
evidencia la misma locución. Habiánle preguntado los que cobraban el
didragma si lo pagaba Jesús: Pedro, ¿vuestro Maestro no paga los
didrágmas? Respondió el Santo Apóstol: Si. Y entrándose a avisarle, su
Majestad le previno con aquella pregunta de mi presente tema antes que le
hablase cosa alguna. ¡Oh sabiduría infinita! ¡Cuán descubiertos te son aún
los más ocultos pensamientos! Pedro te juzga obligado, y ya que así yerra, tú
le haces ver debe convencerse de todo lo contrario, y que ni aún él lo estaba.
Un milagro así lo confirmó. Mandole Jesús fuese al mar, y echase el anzuelo
y que en el primer pez que sacase hallaría un estatero, [moneda que equiva-
lía a dos didragmas] y que con ello pagase por entrambos. Tanto como esto
quiso nuestro divino Salvador manifestar, para que se admire la íntima co-
municación de nuestra inmunidad con su persona.

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Cuando se conteste sin ambajes satisfaré gustoso. Más lo cierto es, que el
golpe de luz de esta reflexión (divina, a la verdad,) es tan grande, que no
dudo solo se propongan efugios vanos, preguntas ajenas de sinceridad, e
inconvenientes pretextados. Dicen por ejemplo, y esto es lo más luminoso
que declaman: que el clero es porción de la masa común de la sociedad,
goza de sus ventajas, es defendido por el Gobierno, y que no han de trabajar
los demás por su bien, y él solo disfrutar de esos trabajos ajenos; siendo por
otra parte imposible conservarse la unidad /p. 430/de la soberanía, mientras
tenga entre sus miembros una corporación particular, que se repute inde-
pendiente. Respondo: Todo esto es multiplicar ambajes; de que se deberían
avergonzar mucho. Así lo repito y repetiré por más a la letra sea lo que dice
el favorito libro Constitución Religiosa. Y véanlo claro: lo que ahora in-
quiero es, si declaró Jesucristo debía ser o no libre el clero. Si lo declaró,
digan abiertamente por lo que dijo Jesucristo. Si no lo declaró, ociosa es esa
aglomeración de sentencias sin principios, que ni para otras corporaciones
pueden valer. El clero es porción muy íntima de nuestra sociedad: trabaja en
el culto: y por lo mismo se merece toda ventaja. Los demás deben serle
agradecidos, y considerar siempre que, si se les siembra en lo espiritual,
como se explicaba el Apóstol, no es mucho que seguemos, ó cojamos lo
temporal. ¿Quieren religión invisible? Tal es la fingida de Lutero y Calvino.
La de Jesucristo, teniendo sacramentos visibles, debe también tener minis-
tros visibles que si forman porción distinta, no por eso es de decirse indepen-
diente. ¿Lo es el alma del cuerpo? No: pero es distinta del cuerpo. ¡Qué
lástima, pues, es que el hombre no reflexione primeramente sobre sí mismo!
El, como por un impulso ciego, y más de la parte animal que de la racional,
es naturalmente sociable, buscando en los demás la defensa contra todo lo
que le puede ofender, y el socorro para todo lo que le falta, o que por sí solo
no puede adquirirse. Pero si comienza ya a usar de su racionalidad, ¿creere-
mos no se dirija a Dios antes todas las cosas, y trate de arreglar primero los
deberes de su culto? Esto es lo que en efecto debe hacer con preferencia a
su bienestar político, o Constitución para gobernarse con los demás hom-
bres. Y digámoslo todo: su religión aunque graciosa no puede ser otra que la
que así tan misericordiosamente le ha dado /p. 431/ Dios. De consiguiente
llenará su obligación convirtiéndosele; y por la obediencia que le debe, no
está ya en su arbitrio (si ha de obrar con justicia), ni buscarse, ni tener otros
cultos; y por tanto, ni venerar otros ministros, que los que el mismo Dios le
ha dado.

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Estos ministros son la porción del clero, parte y suerte del Señor, como cantó
David [Psal. 8.] y que los tonsurados en protestación de agradecimiento
repiten para con Dios. Así es que no es del carácter del orden, que se halla
en él degradado y no le tienen las monjas, lo que nos constituye tales. Es
precisamente la dedicación al culto hecha por la autoridad de la Iglesia se-
gún nos dejó escrito San Gerónimo: Duo sunt genera Cristianorum unum
divino officio mancipatum contemplationi et orationi ut sunt clereci;
aliud ut sunt laici. Laos enim graece est populus [Can. 70, 12,9,] Lo cual
no es otra cosa que seguir las huellas del mismo Dios allá para con los
levitas. Ego tuli Levitas a filiis Israél (decía el Sr.) eruntque Levitae
mei: tradidique dono eos Aaron. ¿Cuál otra expresión, pues, desearíamos
de mayor convencimiento? Si la persona de mi padre San Pedro la vemos
unida con la de Jesucristo participando de la libertad de hijo, digamos que
por esta libertad del Santo Apóstol, libre es toda su familia. Ciertamente sin
comparación excede el sacerdocio de la ley de gracia al de la antigua mucha
más que el cuerpo a su sombra, o la realidad a la figura. Era aquel un
sacerdocio carnal, y así no fue mucho que algunas veces se le viese some-
tido al brazo secular.
Con esto está dicho todo, y es de concluirse; luego libre es el Clero por
ordenación divina y por las sanciones Canónicas, Dei ordinatione, et
Canónicis Sanctionibus. Esto último sería lo que restase por probar: pero
habló la misma letra del Tridentino, y él con argumento fácilmente puede
formarse de este modo. La religión santa, convencida su divi-/p. 432/ nidad
con prueba de toda demostración, nos obliga a confesar la existencia de la
Iglesia, y en ella los santos sacramentos, que necesariamente piden el orden
de sus ministros, y todo lo demás del culto; es así que en la persona de San
Pedro oímos de la boca del mismo Jesucristo declarada su libertad del tribu-
to, o censo, lo cual es lo menos de que pudiera haberse eximido; porque el
juico en cuanto a lo personal es más; y en cuanto a los actos, y acciones
todavía es mucho más: luego con todo el lleno de la expresión, puesto que
ella es de un hombre Dios nuestro legislador y nuestro maestro, la inmuni-
dad de la Iglesia, y de las personas eclesiásticas está constituida por
ordenación divina, y por las sanciones canónicas. Nieguen sea esto
razonable. Ya dije que ser una cosa razonable no pedía el conocimiento, ni
del que disputa, ni de la cosa en sí; sino que basta concurran razones de
fuera y estas no precisamente persuadidas al opinante.

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En nuestra materia las tenemos muy de cerca, y fue Jesucristo quien las
manifestó: la comparación, digo, que hizo de lo que los Reyes de la tierra
observan para con sus hijos. Compárese bien lo uno con el otro, discurriendo
hasta donde más alcancemos, porque jamás podremos comprenderlo. El
hijo de Dios asocia a su persona a mi padre San Pedro: este es el que queda
haciendo sus veces en la tierra; y de este son sucesores los romanos pontí-
fices. Y habrá quien no repita: ergo liberi sunt filii? Luego ¿libre es el
clero? Si: tal es el goce en la [f]amilia de los hijos de los Reyes. Cuál el de la
familia de San Pedro, la autoridad de la Iglesia lo declara, si para el tributo,
más para sus p[er]sonas hechos o acciones, y todo lo del culto. Por lo espi-
ritual, aunque nunca debe espiritualizarse, o hacerse invisible, separándolo
de la materia, jamás puede haber disputa; y es muy peligroso, aun remota-
mente ofenderle; según lo hice ver en el Congreso /p. 433/ Constituyente
cuando la sanción del conocimiento en las causas de fe, sobre que dije sería
cismática la ley a no dejárseme libre como obispo el procedimiento ya en los
hechos, y ya en las palabras aún contra extranjeros; y ya en los escritos,
hasta llevar a efecto su prohibición. Y se me contestó que así debía ser, y se
entendía. Después cuando la del papel sellado noté proporcionalmente que,
si de ningún modo podía decirse nulo lo que en otro papel actuase, dicha
sanción quedaba por lo demás muy expuesta. He sido desgraciado:
conténtome con sentir. Por lo mismo, no obstante omita lo que he hablado
sobre contribuciones y donativos, considerándolos como polilla del erario,
sea manifiesto que contra el Código penal me opuse fuertemente a la dero-
gación del asilo de las Iglesias, y del mismo modo por obligarnos a penas sin
distinción de clases, ni dignidad. ¡Oh igualdad, exclamé, te ha negado el
mismo Código por la veneración, amor e interés de la sangre en los encubri-
dores de sus deudos! ¿Y no se confesará esa misma, o mayor veneración,
ese amor y ese interés de la sangre, no de un hombre puro, sino de todo un
hombre Dios Jesucristo, que con ella plantó la Iglesia? Yo me confundo:
razonable se dice es que el clero no tenga fuero: que vayan los sacerdotes
a la cárcel pública, tenebrosa ilustración.
NOTA: El que sin espíritu de contradicción, y con sinceridad quiera saber,
como es que aun habiéndolo declarado Jesucristo, no es dogma de fe ni que
sea necesario sostenerlo como derecho divino, lea entre otros autores al
eximio Suarez De fide catholica adversus Anglicanae Sectae errores.

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Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Rebeca M. Pérez A. Mis sentimientos... Comentario y transcrip..., pp. 37-108

Rafael Lazo de la Vega. “Mis Sentimientos”. En, Antonio Ramón Silva (Compilador).
Documentos para la Historia de la Diócesis de Mérida. Tomo Sexto Pontificado de
Illmo. Señor Lazo de la Vega (Sus trabajos en el orden político). Mérida-Venezuela:
Imprenta Diocesana. 1922, p. 345.

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. José Ramón Márquez R. Formación de la Diócesis de Mérida..., pp. 111-142

TRABAJOS, ARTÍCULOS

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FORMACIÓN DE LA DIÓCESIS DE MÉRIDA Y LA


ERECCIÓN DE SU CABILDO CATEDRAL *

José Ramón Márquez Ruiz**

Resumen
El 17 de febrero de 1778 es expedida la Bula de erección de la Diócesis de
Mérida de Maracaibo, con el fin de brindar mejor atención espiritual a las
poblaciones alejadas de Caracas y de Santa Fe. Por razones geográficas,
fue escogida la ciudad de Mérida como sede episcopal, y el Rey Carlos III
presenta a Fray Juan Ramos de Lora como obispo de esta nueva diócesis.
Su consagración como obispo se produce en 1783, emprendiendo luego su
viaje desde Veracruz hasta Maracaibo, y posteriormente hacia Mérida, ciu-
dad a la cual arribó el 26 de febrero de 1785. Al año siguiente a su llegada,
Fray Juan Ramos de Lora se encargó de erigir el cabildo catedral, quedando
la nueva catedral merideña bajo el patrocinio de la Inmaculada Concepción
de María Santísima Nuestra Señora. No obstante, el proceso de instalación
del cabildo se retrasó por unos seis años, hasta 1792, debido a diversas
dificultades relacionadas con la demarcación de límites de la diócesis y la
definición de las rentas de la silla episcopal. Se presenta en este trabajo una
síntesis del proceso histórico de conformación de la Diócesis, y se describe
además la estructura establecida para el Cabildo por parte de la autoridad
eclesiástica de la Diócesis.
Palabras clave: Diócesis de Mérida, erección, cabildo, catedral

*
Nota de los editores: Recibido en septiembre de 2019, arbitrado y aprobado para su publicación
en mayo de 2021.
**
Licenciado en Historia por la Universidad de Los Andes. Mérida-Venezuela.

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FORMATION OF THE DIOCESE OF MÉRIDA


AND THE ERECTION OF ITS CATHEDRAL CHAPTER

Abstract
On February 17, 1778, the Bull of Erection of the Diocese of Mérida de
Maracaibo was issued, in order to provide better spiritual care to the remote
populations of Caracas and Santa Fe. For geographical reasons, the city of
Mérida was chosen as the episcopal seat, and King Carlos III presented
Fray Juan Ramos de Lora as bishop of this new diocese. His consecration
as bishop took place in 1783, then he undertook his journey from Veracruz to
Maracaibo, and later to Mérida, arriving to that city on February 26, 1785.
One year after his arrival, Fray Juan Ramos de Lora was in charge of
erecting the cathedral chapter, being assigned the new cathedral under the
patronage of Our Lady Immaculate Conception of Mary. However, the
process of installing the council had to be delayed for about six years, until
1792, due to various difficulties related to the demarcation of the diocese’s
boundaries and the definition of the income of the episcopal chair. A synthesis
of the historical process of formation of the Diocese is presented in this
paper, and the structure established for the chapter by the ecclesiastical
authority of the Diocese is also described.

Keywords: Diocese of Mérida, erection, chapter, cathedral

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1. La Diócesis de Mérida de Maracaibo (1778)


El 17 de febrero de 1778 el Papa Pío VI1 expide la bula2 Magnitudo Divinae
Bonitatis, por medio de la cual erige el Obispado de Mérida de Maracaibo.
Concluye así un largo período de gestación de una diócesis que era necesa-
ria por múltiples razones de carácter eclesiástico y civil que no es del caso
analizar. Se enumera dentro de las políticas reformistas del Rey Carlos III3.
A partir de ese momento la nueva jurisdicción eclesiástica comienza su pro-
ceso de consolidación, teniendo como uno de sus problemas principales la
delimitación del territorio que le correspondía, situación que no se resolverá
sino bien entrado el siglo XIX.
Una de las razones por la que se erige la Diócesis fue para brindar mejor la
atención espiritual a las poblaciones alejadas de las capitales de la diócesis
(Caracas) o arquidiócesis (Santa Fe), por ser: ... obispados muy extensos,
caminos fragosos, poblaciones pequeñas y aisladas. Se veían, pues,
privados del consuelo de la visita pastoral y de los beneficios de una
buena atención y supervisión de la jerarquía4.
Ante la necesidad de erigir un obispado que solventase dicho problema, se
expidieron en 1766 cartas reales al obispo de la Diócesis de Caracas y

1
Pío VI (Juan Angel Braschi). Nació el 27 de diciembre de 1717, en Cesena, ciudad de la Romaña;
era hijo del Conde Marco Aurelio Braschi, perteneciente a una de las más nobles familias de la
ciudad y de la Condesa Antan Teresa Bandi, dama ilustre de aquella provincia. El 26 de abril de
1773 Clemente XIV le creó cardenal y el 15 de febrero de 1775, por unanimidad de votos fue
elegido al trono pontificio, (...) tomó el nombre de Pío VI; el 22 de febrero fue consagrado
obispo y coronado enseguida. Gozaba de muestras de simpatía por los partidarios de los jesuitas
por haber desaprobado el proceder seguido contra los miembros de la Compañía de Jesús (...)
Gobernó hasta su muerte el 29 de agosto de 1799, contaba con ochenta y un año, ocho meses y
dos días, después de un pontificado de veinticuatro años, seis meses y catorce días el más largo de
todos, excepto el de San Pedro. ENCICLOPEDIA UNIVERSAL ILUSTRADA EUROPEO-
AMERICANA. Tomo XLIV, pp. 1.211 -1.214.
2
Es una letra apostólica o documento expedido por el papa para determinados asuntos de
importancia e interés con carácter de perpetuidad. Las bulas tienen la particularidad de llevar un
sello de oro o plomo que cuelga del documento lo que garantiza la autenticidad del mismo.
ALONSO PERUJO, Niceto y Juan Pérez Angulo. Op. Cit. Tomo. 2, p 369.
3
Véase: RUBIO MERINO, Pedro. La erección de los obispados de Mérida y Guayana.
4
PORRAS CARDOZO, Baltazar. El ciclo vital de Fray Juan Ramos de Lora, p. 55.

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Venezuela5, al gobernador de la Provincia de Venezuela6, al virrey y al arzo-


bispo del Virreinato de Santa Fe7, para que informasen sobre la situación de
sus respectivas jurisdicciones.
Después de recabada toda la información sobre la necesidad de erigir un
nuevo obispado en esta región de la Indias, se pidió asesoría al Consejo
Real, quien manifestó como apropiada la determinación de la nueva erec-
ción. Por ello el Papa manifiesta en la Bula que ... queriendo seguir el
grande zelo del/ predicho Rey Carlos y sus religiosos deseos con/ pro-
pio movimiento, y de cierta ciencia y plenitud/ de la Apostólica potes-
tad con la autoridad Apos/tólica perpetuamente dismembramos, y se-
para/mos del Arzobispado de Santa Fe y Obispado de Ve/nezuela lla-
mado de Caracas, los territorios que al/ precente respectivamente per-
tenecen a nuestros ve/nerables modernos hermanos el Arzobispo de
San/ta Fe, y el Obispo de Venezuela nombrado de Ca/racas en la an-
tedicha Provincia de Maracaybo,/ así como las precitadas dos Ciuda-
des de Coro, y de Truxillo, juntamente con los lugares subordinados/a
las mismas dos ciudades., (...) que aparecerá por plenitud de la/ Apos-
tólica potestad en Yglesia Catedral de/ Mérida en las Yndias, que ha
de llamarse/ bajo la invocación y título, que se señalaren por/ el mismo
Rey Carlos, según su devoción, y como/ le pareciere, pero que siempre
será sufragánea al/ Arzobispo de Santa Fe8.
Señala además la bula de erección de la Diócesis de Mérida de Maracaibo
que la sede de la silla episcopal es la Ciudad de Mérida. El prelado de la
nueva diócesis podrá ejercer y administrar toda la potestad episcopal en su
jurisdicción eclesiástica, tendrá los honores, privilegios, inmunidades y gra-

5
Para el momento de expedición de la carta era Obispo de la Diócesis de Caracas y Venezuela, Don
Diego Antonio Díaz Madroñero. Véase: AAM. Sección 45B Libros Varios. Libro 1º Registro de
la Erección, estatutos y oficios de esta nueva Catedral de Mérida de Maracaibo; y de las
Presentaciones y Posesiones de sus Prebendas. Año 1791, f. 34.
6
José Solano y Bote fue el Gobernador y Capitán General de la Provincia de Venezuela desde 1763
hasta 1771.
7
Para 1766 era Arzobispo de Santa Fe, Don Antonio de la Riva Mazo.
8
AAM. Sección 45B Libros Varios. Libro 1º Registro de la Erección, estatutos y oficios de esta
nueva Catedral de Mérida de Maracaibo; y de las Presentaciones y Posesiones de sus Prebendas.
Año 1791, ff. 38-39.

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cias tanto espirituales como temporales igual que en el resto de las catedra-
les del Nuevo Mundo9.
Queda pues, constituida la Diócesis de Mérida de Maracaibo con: …los
pueblos de Maracaibo, Gibraltar, La Grita, Mérida, Barinas, Pedraza,
Perijá, San Cristóbal y San Jayme, agregándosele las ciudades de
Trujillo y Coro de la Provincia de Venezuela, y el pueblo de Pamplona
y Parroquia de San José, perteneciente a Santa Fe10.
Para hacerse cargo del nuevo obispado el Rey Carlos III, presentó a Fray
Juan Ramos de Lora, Franciscano y Misionero Apostólico del Colegio de
Propaganda Fide de México; una vez despachadas sus bulas, se procedió a
dar parte al Consejo de Indias para que, de un todo de acuerdo a lo acostum-
brado se procediese a expedir el correspondiente despacho, a los fines de
que se encargase del obispado y nombrase a los provisores, vicarios y otros
oficiales para que realicen los preparativos necesarios para el juramento de
acuerdo a lo que estipula la ley11.
En una Real Cédula expedida el 15 de enero de 1783, dirigida al Capitán
General, oidores y regentes de la Real Audiencia de la Isla La Española, y a
los jueces de la Provincia de Maracaibo, el Rey manifiesta que todos están
obligados a cumplir con lo establecido en la bula pontificia y velarán para
que Fray Juan Ramos de Lora tome posesión de su obispado, sin retrasar la
cobranza de las rentas reales, de los novenos12. Señala además que se debe
respetar todo lo establecido en la bula de erección de la diócesis, por tanto,
corresponde a los ministros velar por su ejecución y así permitir al obispo
que nombre a sus vicarios, al igual que la distribución de la gruesa de los
diezmos, en un todo de acuerdo a los privilegios apostólicos correspondien-
tes a su jerarquía13.

9
Ibídem., f. 40 r.
10
SILVA, Antonio Ramón (Recopilador). Documentos para la historia de la Diócesis de Mérida.
T. I, p. 18.
11
AAM. Sección 45B Libros Varios. Libro Nº 2 Lora-Milanés. Oficiales (1777-1815), p. 10.
12
Ibídem., p. 11.
13
Idem.

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Sin embargo, la delimitación exacta de tan vasto territorio quedaba por ha-
cerse. Prácticamente se llegó al momento de la independencia sin la fijación
detallada y oficial de los límites14.
Habida cuenta que en el período que historiamos desde la muerte de Ramos
de Lora hasta la llegada de Santiago Hernández Milanés, hubo sedevacancia
(con los pocos meses de Torrijos), le correspondió al cabildo llevar el peso
de los asuntos de la diócesis.

2. Erección del Cabildo Catedral de Mérida de Maracaibo (1786)


Definido el espacio geográfico del recién creado obispado y de erigirse la
iglesia catedral, donde se le deja al Rey según el Patronato Regio la potestad
de establecerla bajo la advocación que él crea conveniente, se establece
que la sede sea en la ciudad de Mérida de la Provincia de Maracaibo por
estar ubicada en el centro del obispado lo que beneficiaría a todos por igual15.
La Bula Magnitudo Divinae Bonitatis contemplaba también la erección
del cabildo catedral -objeto de nuestro estudio-: ...se erigirá,/ e instituirá
en Yglesia Cathedral, un Deanato, que/ allí sea la mayor dignidad,
después de la Pontifical,/ y quatro Canongías, otras tantas Prebendas
y dos/ Raciones 16.
De igual manera se expresa que tanto el obispo como el cabildo tendrán los
diezmos correspondientes a los territorios anexados a la nueva diócesis, y
los pertenecientes a la mesa episcopal, en un todo de acuerdo a las leyes
escritas para tal fin: ...los supradichos diezmos provenientez, como se ha
dicho/ de los referidos territorios dismembrados y separa/dos, y res-
pectivamente concedidos y asignados según que/da relacionado y res-

14
RUBIO MERINO, Pedro. La erección de los obispados de Mérida y Guayana, pp. 36-38.
15
AAM Sección 45B Libros Varios. Libro 1º Registro de la Erección, estatutos y oficios de esta
nueva Catedral de Mérida de Maracaibo; y de las Presentaciones y Posesiones de sus Prebendas.
Año 1791, f. 39v.
16
Ibídem., 40v.

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pectivamente locarlos, dislocar/los, arrendarlos, percivirlos, exigirlos,


aliviarlos/ y recobrarlos y convertirlos en uso y utilidad suia,/ y de la
citada Mesa Episcopal erigida como queda di/cho y de los futuros
Cavildo, Canónigos, Racioneros 17 y demás Oficiales y Ministros
precitados de la/memorada Yglesia Cathedral de Mérida18.
De acuerdo a lo establecido en el patronato regio, el rey tiene la potestad de
presentarle al sumo pontífice a la persona que su majestad tenga a bien para
que sirva a la silla episcopal emeritense; de igual manera puede presentar...
ante el ordinario del lugar personas/ también idóneas para el dicho
Deanato, Canon/gías, Prebendas y Raciones, erigido, y erigidas por
Nos, como queda dicho y los demás bene/ficios y oficios Eclesiásticos,
que en el tiempo hayan/ de eregirse en la misma Yglesia de Mérida eri/
gida e institutida, como está mencionado...19.
El Papa establece que el cabildo puede hacer y expedir estatutos, decretos
y capítulos, siempre que estén bajo los preceptos que exige la Iglesia y en un
todo de acuerdo a lo que expresa el Santo, Sacro y Ecuménico Concilio de
Trento. Hace especial referencia a los estatutos establecidos en la Iglesia
de la Catedral del Arzobispado de Santa Fe, los cuales deberán servir de
guía mientras el obispo de la nueva diócesis constituya los estatutos corres-
pondientes, a los fines de poder realizar: la celebración de las misas, las
horas canónicas, los oficios divinos (bautismo, matrimonio y sepultura), y
todos aquellos beneficios para su buen funcionamiento20.
El Papa estipula que tanto el cabildo como el obispo podrán hacer uso de los
diezmos sin necesidad de solicitar licencia, al igual que podrán usar libre y
de manera lícita durante todo el año, los vestidos correspondientes a sus
investiduras, privilegio que tienen para la asistencia a actos públicos y priva-

17
Son las personas que gozan de una prebenda en alguna iglesia, catedral o colegiata, inmediata a
los canónigos y que tienen sus rentas en la mesa canonical. ENCICLOPEDIA UNIVERSAL
ILUSTRADA EUROPEO AMERICANA. Tomo XLIX, p. 87.
18
AAM Sección 45B Libros Varios. Libro 1º Registro de la Erección, estatutos y oficios de esta
nueva Catedral de Mérida de Maracaibo; y de las Presentaciones y Posesiones de sus Prebendas.
Año 1791, f. 42.
19
Ibídem., f. 43 v.
20
Ibídem., ff. 48-49r.

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dos de la ciudad del obispado como fuera de ella, ... y en qualesquiera


lugares y en los Concilios Sy/nodales, Provinciales, Generales y Uni-
versales/ y lo mismo en la presencia de los Cardenales de la/ Santa
Yglesia Romana (...) Arzobispos, Obispos y de otros ...21.
Puede además el cabildo gozar de algún privilegio, indulto o gracia como
cualquier otro cabildo de América. Al Rey de España se le otorga la potes-
tad de aumentar el número de canónigos, prebendas y raciones si así lo
permitiesen los réditos de la gruesa decimal22.
En las instrucciones dadas por Don José Antonio Cornejo23 en 1783, se
establece que el obispo... adjudique a la precitada Yglesia/ todo el cú-
mulo de los diezmos que se adeuden en el asigna/do territorio
exeptuando los dos novenos, que por justos títu/los y derechos corres-
ponden a Su Majestad, distribuyendo la masa/ decimal, con aplicación
de su mitad para la Mitra y dota/ción de las Canongías y Raciones y la
otra mitad a los/ dos Reales Novenos, fábrica de la Yglesia, hospitales,
salario del cu/ra o curas, que según erección se asignen a la Yglesia y
el/ de los demás sirvientes que se consideraren precisos...24, señalamiento
que se debe acoger a las leyes registradas en la Recopilación, además de lo
que estipula el plan elaborado por la Contaduría General el 7 de noviembre
de 1775, que manifiesta ... que la gruesa de diez/mos de aquel nuebo
obispado puede ascender a 400 [sic] (40.000) pesos en cada/ año apli-
cará a la Mitra 100 [sic] (10.000) pesos, al Deán 2[0]173, (2.173) a
cada canon/gía 1[0]443(1.443) y a cada ración 1014, cuyas dotacio-
nes se con/sideraran suficientes a la decente sustentación del Obispo
y/ prevendados, con arreglo y proporción al actual producto de los/
diezmos y que en quanto a ministros subalternos y sirvientes de/ la
Yglesia, establesca aquellos, que jusgue necesarios para/ la servidum-
bre, asistencia y decencia de ella, pero que por/ ahora abilite unicamente
los que se consideren más precisos/ y puedan dotarse comodamente

21
Idem.
22
Ibídem., f. 43r.
23
Don José Antonio Cornejo, Secretario del Consejo del Rey y Oficial Mayor de la Orden de
Santiago del mismo Consejo.
24
AAM. Sección 45B Libros Varios. Libro Nº 2 Lora-Milanés. Oficiales (1777-1815), p. 108.

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con el producto de la renta de/cimal, en el modo que queda preveni-


do 25 .
Están dadas las condiciones para que comenzase a andar la nueva Diócesis
de Mérida de Maracaibo, pero no será sino hasta finales de 1786 cuando
Fray Juan Ramos de Lora hace la erección oficial del cabildo eclesiástico.
Las razones las exponemos seguidamente:
El nuevo obispo es designado por el Rey Carlos III el 21 de septiembre
178026, pasando a finales de mes la carta al Virreinato de Nueva España
para que Fray Juan Ramos de Lora aceptase o no el nombramiento. Luego
de varios meses en espera de la contestación, en marzo de 1781 se despa-
cha hacia Madrid la tan esperada respuesta27.
... los asuntos que debían arreglarse en la Corte eran numerosos, se
acostumbraba nombrar un procurador que se encargaba de darle curso
a todas las exigencias de rigor. Así, el 12 de diciembre de 1781, el
apoderado de Fr. Juan Ramos, Alejandro Freile, presentó ante la Cámara
una petición para las llamadas ayudas de costa. Siendo el nuevo obispo
electo miembro de un instituto religioso no podía poseer bienes de
fortuna ni costearse los gastos que acarreaba dicho nombramiento28.
Como ya hemos mencionado en páginas anteriores, que Fray Juan Ramos
de Lora pertenecía a los Misioneros franciscanos del Colegio de Propaganda
Fide de San Fernando de México29.
Al aceptar el obispado Fray Juan Ramos de Lora, la Cámara de Indias
comienza a solicitar por ante la Santa Sede las Bulas Pontificias a favor del
nuevo prelado. Corría el año de 1782, cuando se inicia el procedimiento
canónico que permitiese la aceptación por parte del Papa Pío VI del candi-

25
Ibídem., p. 109.
26
PORRAS CARDOZO, Baltazar E. Op. Cit., p.57.
27
Ibídem., p. 59.
28
Ibídem., p. 60.
29
Fundado en 1733, ... pertenecía a la Provincia del Santo Evangelio, fundada en los albores
mismos de la evangelización de la Nueva España y su extensión coincidía con los límites de los
obispados de México y Puebla. Ibídem., p. 25.

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dato presentado. Las bulas fueron expedidas el 3 de octubre de 178230,


llegando a Madrid a mediados de dicho mes.
Como todo documento pontificio, también las bulas de Fr. Juan Ramos
pasaron por el severo tamiz del Fiscal del Consejo de Indias. Este se
pronunciaba sobre ellas en informe que llevaba la fecha de 6 de di-
ciembre del mismo año [1782]. En él, el fiscal declara que ha examina-
do las bulas y que su contexto es el normal...31.

Expedido el pase real a las bulas era responsabilidad de la Corte de Madrid,


el hacer llegar a Fray Juan Ramos de Lora, ... el nombramiento que le
capacitaba para poder recibir la consagración episcopal32. Paralelo a
esto, se debía resolver la solicitud realizada por ante la cámara sobre las
ayudas de costa, que consistían en una ayuda económica para el nuevo
prelado, a los fines de poder cubrir los gastos que acarreaba la ceremonia de
consagración episcopal y el traslado a su nuevo hogar, la Diócesis de Mérida
de Maracaibo.
Las ejecutoriales y las bulas fueron enviadas al virrey de la Nueva España,
encargado de hacerlas llegar al regente y oidores de Santo Domingo y a
otras autoridades y justicias de la Provincia de Maracaibo, con la intención
de presentarles al nuevo obispo de la diócesis e indicar lo concerniente a la
recaudación de los diezmos correspondientes a la Corona33.
El 22 de junio de 1783, Fray Juan Ramos de Lora es consagrado obispo por
el Arzobispo de México Don Alonso Núñez de Haro y Peralta, ceremonia
realizada en la Capilla del Palacio Arzobispal34. (Ver Figura 1).

30
Ibídem., p. 63.
31
RUBIO MERINO, Pedro. Op. Cit., p. 46.
32
Ibídem., p. 47.
33
Vid infra., p. 58. Véase también: AAM. Sección 45B Libros Varios. Libro Nº 2 Lora-Milanés.
Oficiales (1777-1815), pp. 9-13.
34
PORRAS CARDOZO, Baltazar E. Op. Cit., p. 66.

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Ilmo. Sr. Fray Juan Ramos


de Lora
Anónimo
Siglo XVIII
Óleo sobre tela
210 x150 cm
Galería Salón Rojo.
Edificio del Rectorado.
Universidad de Los Andes*

· Este óleo fue localizado en 1988, por el entonces Obispo Auxiliar de Mérida Mons. Baltazar
Porras Cardozo en el ex Convento de San Fernando (Ciudad de México). La reproducción
que reposa en el Salón Rojo del Rectorado de la Universidad de Los Andes, fue realizada por
el pintor merideño Francisco Lacruz Ruiz. Ilustra la portada del libro El ciclo vital de Fray
Juan Ramos de Lora, escrito por Mons. Porras, publicado en el Boletín del Archivo Histórico
de la Universidad de Los Andes, Nº 1 y en Pinceles y pinturas. Galería de retratos del Rectorado,
libro editado por la Secretaría y el Archivo Histórico de la Universidad de Los Andes, en la
Colección la ULA y su Historia, Nº 2, p.177.
Tomado de: Ana Hilda Duque. Entre la monarquía y la república. Vida cotidiana en la Diócesis de
Mérida de Maracaibo desde la documentación del Archivo Arquidiocesano de Mérida 1801-1829.
Mérida (Venezuela): Universidad de Los Andes. Ediciones del Rectorado. Arquidiócesis de
Mérida. Archivo Arquidiocesano de Mérida. 2013, p. 69. (Fuentes para la Historia Eclesiástica
de Venezuela, 20).

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Nueve meses con veinticuatro días tardó Fray Juan Ramos de Lora desde el
Puerto de Veracruz hasta Maracaibo; el mal tiempo y las dolencias de salud
que padecía el prelado hicieron del viaje una penosa travesía que culminó el
16 de marzo de 1784. Por fin, al cabo de seis años y un mes de la erec-
ción canónica de la diócesis de Mérida de Maracaibo, tres años y seis
meses de su nominación real como prelado de la nueva diócesis, tres
años exactos de su aceptación, nueve meses de su consagración
episcopal, y seis meses de accidentado viaje, Ramos de Lora pisaba
por vez primera territorio de su jurisdicción episcopal. Comienza la
más breve, apasionante y fecunda etapa del franciscano sevillano,
misionero en la Nueva España. Ahora es obispo y fundador35.
Casi un año duró la permanencia de Fray Juan Ramos de Lora en Maracaibo,
tiempo en el cual pudo recuperarse de su maltratado estado de salud. Mien-
tras, se encargó de estrechar relaciones con las autoridades civiles, respon-
der correspondencia, enviar circulares a sus vicarios foráneos sobre la re-
colección de los diezmos y sobre el comportamiento que debían tener los
clérigos. La labor social no estuvo alejada de su preocupación. Reactivó el
Hospital de Santa Ana36. Todo ello le permitió sentar las bases de la admi-
nistración episcopal en esa ciudad.
Un hecho interesante que creemos conveniente mencionar fue la intención
de la gente de Maracaibo de convertirse en capital del obispado, aunque en
la bula de erección se contemplaba claramente que la capital era y sería la
ciudad de Mérida. Fueron muchas las solicitudes realizadas, en donde se
ponía en tela de juicio la situación geográfica y económica de Mérida. Pero
como todo proceso también hubo manifestaciones a favor de que se cum-
pliese lo establecido en los documentos de erección. En tal sentido, el Cabil-
do secular de la Villa de San Cristóbal dirige una comunicación a Fray Juan
Ramos de Lora, de fecha 19 de mayo de 1784, donde le plantea el apoyo a
la comunicación enviada por el cabildo de Mérida en el que manifiestan que
... noticioso ese Cabildo de la repre/sentación que el de Mérida passo
a las superiores/ manos de Vuestra Señoría Ylustrísima de fecha 30 de
abril últi/mo, con la ocassión de estar impuesto, que el de essa/ capital

35
Ibídem., p. 71.
36
Sobre el tema véase PUENTES, María Elena y Rosalina Mendoza. Los hospitales coloniales:
una aproximación al tema.

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pretenda, que la Silla Episcopal de Vuestra Señoría Ylustrísima/ se


establesca y perpetue en essa dicha ciudad; pos/trado este Ayunta-
miento a los pies de Vuestra Señoría Ylustrísima con/ el más profundo
rendimiento, humilde, suplica a la/ justificassión de Vuestra Señoría
Ylustrísima, se digne atender al/ justo clamor de Mérida, por ser con-
forme a la/ verdad y conveniente al servicio de ambas Magesta/des,
utilidad espiritual y temporal de todo el reba/ño, que se ha recomenda-
do al Báculo Pastoral/ de Vuestra Señoría Ylustrísima37.
La carta expresaba, además, que a los habitantes aledaños a Mérida se les
hacía más fácil recurrir a Santa Fe que a Maracaibo por los peligros del
Lago y por las enfermedades de todos conocidas que se propagaban por los
caminos hacia la ciudad marabina, razón por la cual la Corona y el Sumo
Pontífice habían establecido la capital del obispado en Mérida, además de
encontrarse en el centro del mismo38.
Este conflicto culminó el 26 de febrero de 1785 cuando Fray Juan Ramos de
Lora llega a la capital del obispado donde permanecerá hasta el 9 de no-
viembre de 1790, día de su fallecimiento39. Lo anteriormente expuesto pone
en evidencia que hasta tanto el obispo no llegase a la sede del obispado y no
erigiese el templo que fungiría de catedral, no podía proceder a erigir cabil-
do. Sería el 4 de diciembre de 1786, a un año y diez meses, cuando Fray
Juan Ramos de Lora, haciendo uso de sus facultades erige el cabildo cate-
dral40.
En tal sentido manifiesta que en uso de sus atribuciones ... se erigirá,/ e
instituirá en Yglesia Cathedral, un Deanato, que/ allí sea la mayor
dignidad, después de la Pontifical,/ y quatro Canongías, otras tantas
Prebendas y dos/ Raciones...41.

37
AAM. Sección 45B Libros Varios. Libro Nº 2. Lora – Milanés. Oficiales (1777-1815), p. 15.
38
Idem.
39
Para mayor información sobre Fray Juan Ramos de Lora, véase: RUBIO MERINO, Pedro. La
erección de los obispados de Mérida y Guayana y PORRAS CARDOZO, Baltazar E. El ciclo
vital de Fray Juan Ramos de Lora.
40
AAM Sección 45B Libros Varios. Libro 1º Registro de la Erección, estatutos y oficios de esta
nueva Catedral de Mérida de Maracaibo; y de las Presentaciones y Posesiones de sus Prebendas.
Año 1791, ff. 31-63.
41
Ibídem., f. 40v.

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A la iglesia que serviría de catedral, hasta entonces bajo la advocación de


San José, se denominará de ahora en adelante como catedral bajo el patro-
cinio de la Inmaculada Concepción de María Santísima Nuestra Señora42.

2.1. Obligaciones, oficios y ministerios del Cabildo Catedral.


Fray Juan Ramos de Lora haciendo uso de su potestad y teniendo como
finalidad hacer cumplir lo establecido en la bula de erección de la diócesis
expresa que: Nos, pues, aunque sin mérito, como Obispo,/ y Comisario
Apostólico, fuimos debidamente/ requeridos por Nuestro Católico Rey
Carlos Ter/cero, para que a consequencia de la recepción de/ las men-
cionadas Letras Apostólicas, procedié/semos a su execución y cumpli-
miento, y en su/ virtud asignaremos las obligaciones, que en/ Nuestra
Yglesia Cathedral de Mérida de Ma/racaybo, creada bajo el título de
la Inmaculada/ Concepción de María Santísima Nuestra/ Señora, han
de observar las Dignidades, Cano/nicatos y Raciones, que se hallan
erigidos y/ Su Magestad nos insinuó y erigiéremos y creásemos/ los
demás oficios y beneficios eclesiásticos, que/ nos pareciere convenir,
así en la Ciudad, como en/ toda Nuestra Diócesis y atendiendo a lo
justo y conforme que nos es el Real requerimiento y a que he/mos de-
seado siempre dar a Nuestro Soberano evi/dentes pruebas de nuestra
sincera y pronta voluntad en cumplir sus regios encargos, al paso/ que
nos gloriamos de executar los A/postólicos preceptos dirigidos a Nos,
he/mos aceptado esta comición usando, pues,/ de la Apostólica
Authoridad, de que en esta/ parte gozamos a solicitud de la Mages/tad
Cathólica, según la Real instrucción/ que tuvo a bien dirigirnos43. Crea-
do, pues, el Cabildo Catedral de Mérida de Maracaibo, el obispo le adjudicó
las siguientes obligaciones, oficios y ministerios:

42
Ibídem., f. 52 r.
43
AAM Sección 45B Libros Varios. Libro 1º Registro de la Erección, estatutos y oficios de esta
nueva Catedral de Mérida de Maracaibo; y de las Presentaciones y Posesiones de sus Prebendas.
Año 1791, f. 52.

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2.1.1. Deán
Se erige el cargo de deán quien será después del prelado la dignidad a la
cual se le debe prestar extrema obediencia en todo lo concerniente al cabil-
do. Deberá proveer y mantener todo lo relativo al oficio y culto divino en el
coro, las procesiones, altar y en todos los lugares en donde estuviere el
cabildo reunido, ... cuidará se proceda recta y religio/samente, con silen-
cio, honestidad y modestia:/ debe llevar el lugar preferente después de
Nos/ en el gobierno, coro y altar: deve asistir en este/ quando celebra
el prelado de pontifical: se le/ ha de tratar con reverencia y obedien-
cia 44 .
El deán puede dar licencias para ausentarse siempre y cuando tengan justi-
ficación aquellos que deban estar fuera del coro y convocará al cabildo
cuando sea necesario, para resolver los asuntos propios de la corporación.
El cabildo se reunirá los días martes para resolver los negocios y los viernes
para tratar todo lo concerniente a las obligaciones, costumbres, …y de lo
que pertenesca a la recta celebraci/ón del Culto Divino, y a la clerical
honestidad, así/ en la Iglesia, como fuera de ella, con que deben ser/
exemplo y modelo a los demás45.

2.1.2. Canónigos
De acuerdo a la potestad real y pontificia se erigen cuatro canonicatos: el
Canónigo Doctoral, que es la dignidad de los capítulos catedrales instituida
para aconsejar y dar su parecer en las causas y negocios de la iglesia cate-
dral y del cabildo. Debía ser una persona graduada en Derecho Canónico46.
El Canónigo Lectoral es el maestro en cada iglesia catedral, su misión es
enseñar la Sagrada Escritura y principalmente lo que concierne a la direc-
ción de las almas; se confiere a licenciados, doctores o maestros en Sagrada
Teología47. El Canónigo Magistral es la persona encargada de predicar y

44
Ibídem., f. 53r.
45
Idem.
46
DICCIONARIO DE DERECHO CANÓNICO, p. 460.
47
Ibídem., p. 706.

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enseñar la Sagrada Escritura, esta dignidad se confiere, previo concurso a


los graduandos de doctores y licenciados en Teología o Derecho Canónico48
y el Canónigo Penitenciario que es el vicario del Obispo para los asuntos
canónicos y los casos reservados. Es el confesor general con licencias para
absolver los asuntos reservados de sacerdotes y fieles49.
Las obligaciones comunes de los canónigos eran: cantar la misa mayor to-
dos los días; en las festividades solemnes el prelado será el único que podrá
cantarlas. Deben participar en las misas manuales, asistir al coro en las
horas diurnas y nocturnas, siendo el más antiguo el que lo presidirá.

2.1.3. Racioneros
Se erigen dos raciones. Deberán ser sacerdotes y de no serlos están obliga-
dos a solicitar la sagrada orden del presbiterado dentro de un año a partir de
su nombramiento. Sus oficios y obligaciones eran: cantar el evangelio y las
epístolas en las misas diarias (siempre y cuando no se hayan creado las
medias raciones), asistir al coro en las horas diurnas y nocturnas, cantar las
misas manuales, o aquellas que se deban celebrar antes de las misas mayo-
res.
Tanto los racioneros como las demás dignidades erigidas deberán acompa-
ñar al prelado a los oficios o funciones en los días que estuviese fuera y
dentro de la catedral.
Mandamos que así los Racioneros ente/ros como los medios Racioneros
tengan voto/ en Capítulo, en lo espiritual y temporal/ más no en las
elecciones y cosas prohibidas por/ derecho50.

48
Ibídem., p. 776.
49
Ibídem., p. 932
50
AAM Sección 45B Libros Varios. Libro 1º Registro de la Erección, estatutos y oficios de esta
nueva Catedral de Mérida de Maracaibo; y de las Presentaciones y Posesiones de sus Prebendas.
Año 1791, f. 54 v.

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2.2. Normas Generales.


Una vez asignadas las dignidades y manifestar el Obispo Fray Juan Ramos
de Lora, las funciones que cada uno de los miembros del cabildo debían
cumplir para beneficio de la Iglesia y de sus fieles, procedió a dar las nor-
mas generales para todos los prebendados. Estas fueron:
Todos los prebendados sin excepción están obligados a permanecer en la
catedral por nueve meses, ya sean continuos o interpolados según las nece-
sidades de cada uno. En ese lapso de tiempo servirán en la catedral en
cuanto a las obligaciones de cada cargo, según lo convenido por el Sacro-
santo y Ecuménico Concilio de Trento.
Durante los tres meses restantes del año y de acuerdo a la forma en que se
establezca el cumplimiento de los nueve meses, todos los prebendados de-
berán tener presente las celebraciones de ... los días de Qua/resma, Se-
mana Santa, Pasqua, Natividad/ del Señor, Corpus Christi, días de la
Puri/ficación y Asunción de Nuestra Señora, Fes/tividad de su
Inmaculada Concepción y Pa/trón de esta Ciudad de Mérida...51; cere-
monias a las cuales deberán asistir todos por igual y en un todo de acuerdo
a sus obligaciones.
Se establece que cuando un prebendado no asistiese a las festividades co-
rrespondientes, podrá el prelado dar la licencia para que otro ocupe su lugar,
excepto en caso de legítima enfermedad, encarcelamiento injustificado u
otro caso establecido en derecho.
Se asigna todos los días del año para que se canten en la catedral las víspe-
ras, tercia y misa mayor. El primer lunes de cada mes se destinará la hora
prima para la celebración de una misa por las almas del purgatorio. Todos
los primeros viernes de cada mes ha de ser considerado de aniversario, en la
cual se realizará una misa solemne por las almas de los difuntos reyes de
España, y todos los sábados con la solemnidad correspondiente una misa
por la salud de los reyes reinantes. Y/ mandamos que el oficio divino,
diurno y noc/turno en la misa y en las oras, se diga con/ arreglo a la

51
Ibídem., 57v.

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Yglesia Metropolitana de Santa/ Fe del Nuevo Reyno de Granada, con


la/ innovación, que según las ocurrencias tuvié/semos a bien expre-
sar 52 .
Se dispone que todos los diezmos de la Diócesis de Mérida de Maracaibo se
dividan en cuatro partes iguales. Una para el prelado y sus futuros suceso-
res, lo que le permitirá mantener la dignidad correspondiente y costearse los
gastos personales; la otra parte le corresponde al deán y al cabildo, la cual
se deberá dividir entre los prebendados erigidos y en los que en un futuro se
nombrasen; las otras dos partes restantes se deberán dividir en nueve par-
tes, según lo establecido en el Sínodo de Caracas.
Las nueve partes se distribuirán de la siguiente manera: dos para el monarca
y sus futuros sucesores, en un todo de acuerdo al patronato regio; tres se
dividirán en dos partes iguales, una para la fábrica de la catedral y la otra
para el hospital de la ciudad; tres partes se deberán dividir entre los curas de
la catedral y de las demás ciudades y villas de la jurisdicción eclesiástica y la
última novena parte será para el sacristán mayor de su respectivo partido.
Declaramos y mandamos, que de la quarta parte de todos los diezmos
que corres/ponde a los Prebendados de nuestra Cathedral, si/ según la
calculación hecha asciende la renta/ a quarenta mil pesos, pertenece
en cada año al/ Deán, dos mil ciento setenta y tres pesos, seis reales
diez maravedis. A cada uno de los quatro Canóni/gos mil quatrocientos
quarenta y nueve pesos/ dos reales, seis maravedis; a cada ración mil
catorce pesos,/ tres reales, treinta y dos maravedis. Lo que deberá ser/
vir de pauta, para que se disminuya, o aumen/te la renta, caso que la
cantidad de los remates/ de los diezmos acresca o decresca, que enton-
ces/ se deberá prorratear, según la mencionada asigna/ción y esto mis-
mo se deberá observar, quando el/ Rey nuestro Señor, o sus legítimos
succesores,/ quisiere presentar y crear más Dignidades y Pre/bendas53.

52
Ibídem., f. 58v.
53
Ibídem., f. 60r.

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Al mayordomo de la catedral le corresponderá el cuatro por ciento del dine-


ro que entre a la fábrica, así como de las rentas eventuales y fijas de la
catedral. El notario deberá recibir el sueldo establecido según los aranceles
existentes y será decisión del prelado aumentar las rentas. El Cuadro Nº 1
resume las rentas y/o prebendas de las dignidades del Cabildo Catedral de
Mérida. Las rentas y/o prebendas menores se especifican en el Cuadro Nº
2.
Se establece que solo recibirán los ingresos arriba mencionados, todos y
cada uno de los prebendados que cumpliesen con sus obligaciones y ejerzan
sus oficios, vale decir, asistir al coro, altar, etc., por lo qual, mandamos,/
que desde el Deán, hasta los Monacillos deban/ asistir a los divinos
oficios y todas las vezes que/ faltasen sin justa causa aprobada por el
Prela/do, serán multados á rata por cantidad en/ su salario54.

Cuadro Nº 1
Rentas y/o prebendas de las dignidades del
Cabildo Catedral de Mérida (1786-1800)

Cargo Pesos Reales Maravedíes


1 Deán 2.163 6 10
4 Canónigos 1.449 c/u 2 6
2 Racioneros 1.014 c/u 3 32

Cuadro elaborado con los datos que aparecen en el folio 60 del Libro 1º Registro de la
Erección, estatutos y oficios de esta nueva Catedral de Mérida de Maracaibo; y de las
Presentaciones y Posesiones de sus Prebendas. Año 1791. Fuente: AAM Sección 45B
Libros Varios.

54
Ibídem., f. 61r.

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Cuadro Nº 2
Rentas y/o prebendas de los oficios menores del
Cabildo Catedral de Mérida (1786-1800)
Cantidad en pesos fijada Cantidad en pesos pagada
Cargos según cálculo de renta del según actas del Cabildo
obispado Catedral
1 Maestro de Ceremonias 150 -
Sochantre 150 100
Sacristán Mayor 125 125
4 Capellanes 125 c/u. 80
Organista 80 70
2 Sacristanes Menores 50 c/u 40
Pertiguero 50 40
4 Monaguillos 20 c/u 16
Notario - -
Campanero - 20
Perrero - 10

Cuadro organizado a partir de la información encontrada en los folios 107-108 del Libro 1º
Registro de la Erección, estatutos y oficios de esta nueva Catedral de Mérida de Maracaibo;
y de las Presentaciones y Posesiones de sus Prebendas. Año 1791. Fuente: AAM. Sección
45B Libros Varios.

Finalmente se ordena que el día ocho de diciembre de cada año se realicen


las fiestas, procesiones y misas cantadas en honor al misterio de la Divina
Concepción, en cada una de las parroquias de la diócesis, y por llamarse la
catedral Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen, en ella se deberán
realizar con mayor solemnidad, pasando al mayordomo las cuentas que oca-
sione tal ceremonia.

2.3. Otros cargos para el servicio de la Catedral.


En los estatutos de erección del cabildo catedral, Fray Juan Ramos de Lora
designa varios cargos para el buen funcionamiento de la catedral. El aumen-
to de los mismos lo definirán las necesidades y el criterio del propio prelado

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y sus sucesores55. A continuación, presentamos los cargos o servicios infe-


riores instituidos.

2.3.1. Curas
Se establece que en la catedral haya dos curas rectores, los cuales deberán
hacerse cargo del curato de El Sagrario y se encargarán de la cura de almas
de la feligresía de la jurisdicción eclesiástica correspondiente. El cargo de-
berá obtenerse por oposición, bajo la presentación del vice patrono regio y la
canónica colación del prelado56.

2.3.2. Sacristán mayor


Se erige el sacristán mayor para El sagrario de la iglesia catedral; deberá
ser sacerdote, será el encargado de mantener todos los menages y utensilios
que permitan el buen funcionamiento de la sacristía. Su ofi/cio debe ser
conforme se ordena en la Synodo/ Diocesana, celebrada en la Ciudad
de Caracas/ año de mil setecientos ochenta y siete,/ aprobada por su
Magestad, el de mil seis/cientos noventa y ocho. Y mandamos que/ así
en lo mencionado, como en todo su demás/ contenido, se observe, cum-
pla y execute según su tenor57.

2.3.3. Sochantre
Se crea e instituye un sochantre que deberá ser sacerdote y tener buen
conocimiento del canto llano, debe asistir al facistol en el coro a todas las
horas diurnas y nocturnas. Siempre que se vaya a cantar el oficio divino y la
misa será su deber disponer y proveer la música correspondiente a la solem-
nidad del coro. Deberá cuidar y corregir los defectos que se pudiesen pre-
sentar en el coro cuando se ejecuta la música.

55
Véase: RUBIO MERINO, Pedro. Op. Cit., pp. 61-63.
56
ALONSO PERUJO, Niceto y Juan Pérez Angulo. Op. Cit. Tomo 1, p. 312.
57
AAM Sección 45B Libros Varios. Libro 1º Registro de la Erección, estatutos y oficios de esta
nueva Catedral de Mérida de Maracaibo; y de las Presentaciones y Posesiones de sus Prebendas.
Año 1791, f. 61r.

131
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El sochantre ... en la celebración de los oficios divinos./ Tomará lugar


en el Coro, o fuera de él, después del cura/ menos antiguo. Su provi-
sión toca a Nos y nuestros succesores58.

2.3.4. Maestro de ceremonias


Se erige en la catedral un maestro de ceremonias que deberá ser sacerdote
y especialista en ritos, ceremonias, y demás artes relativas a la recta cele-
bración de los oficios divinos.
Deberá asistir día y noche al coro, siempre y cuando se realicen funciones
pontificales dentro o fuera de la catedral. Asistirá a las misas cantadas,
aunque no sean presididas por el prelado, dado que deberá vigilar por la
buena celebración de la ceremonia.
También deberá asistir a las procesiones fuera o dentro de la catedral y a
los entierros donde asista el cabildo y a todas las funciones pontificales pú-
blicas o privadas del mismo.
Está obligado a realizar u ordenar la tablilla de los santos y fiestas religiosas
movibles que se deban rezar durante todo el año, procurando que se fije la
información todos los meses o al principio del año en el coro. La/ provisión
de persona, que exersa este Mi/nisterio pertenece a Nos y nuestros
succeso/res, a quienes reservamos el derecho de asig/nar otro, siempre
que lo juzgasemos conveni/ente59.

2.3.5. Capellanes
Se establecen cuatro capellanes, cuyo número podrá crecer en un todo de
acuerdo a las necesidades y a la voluntad de los prelados sucesores.

58
Ibídem., f. 55r.
59
AAM. Sección 45B Libros Varios. Libro 1º Registro de la Erección, estatutos y oficios de esta
nueba Catedral de Mérida de Maracaibo; y de las Presentaciones y Posesiones de sus Prebendas.
Año 1791, f. 55r.

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Deberán asistir día y noche al facistol -atril grande de cuatro caras- en el


coro y a todas las procesiones en las que asistiera el cabildo, deberán cantar
y rezar con los prebendados, podrán reemplazar los vestuarios de los diáconos
y subdiáconos, siempre y cuando los racioneros y medio racioneros estén
incapacitados para ello.
... quedará obligado cada uno a cele/brar en cada un año doce misas,
resadas, seis/ por la felicidad y salud de los reyes cathó/licos de Espa-
ña y su Real familia, tres por las/ almas del purgatorio y las tres restan-
tes/ por los bien-hechores de nuestra Cathedral. Su/ provición pertenese
a Nos y nuestros sucesores60.

2.3.6. Sacristanes menores y monaguillos


Se establece para el cuido y limpieza de la catedral y sacristía tres sacrista-
nes menores, los cuales podrán ser sacerdotes, siendo uno de los tres el
sacristán mayor al cual se le entregará un inventario en libro de los orna-
mentos y vasos sagrados con los que cuenta la sacristía. Deberán velar por
suministrar a los sacerdotes o canónigos los vasos sagrados, vestuarios y
ornamentos necesarios para la celebración de las misas rezadas o cantadas.
Se nombran igualmente cuatro monaguillos los cuales deberán estar al ser-
vicio del sacristán mayor; el número de monaguillos podrá aumentar en un
todo de acuerdo a lo que crea conveniente el prelado.

2.3.7. Organista
Se erige un organista para la catedral; podrá ser seglar con un conocimiento
aceptable en el arte del órgano y de las ceremonias. Su obligación es tocar
en todas las misas que se cantaren, ... prohibiéndole severamente to/car
minuetes, contradanzas y otras so/natas theatrales y profanas, pena
de ser/ separado perpetuamente del oficio por estar/ así ordenado en
el Santo Concilio Tridentino61.

60
Ibídem., f. 56r.
61
Ibídem., f. 56v.

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2.3.8. Pertiguero
Con la misma potestad se erige un pertiguero, cuyo oficio será ordenar las
procesiones; deberá ir por delante del prelado, sacerdotes, diáconos o de-
más miembros del altar cuando van o vienen de la sacristía con el prelado.
Este oficio tuvo su origen en la necesidad de que alguien espantase los
animales, los mendigos y locos que se metían entre los asistentes a las pro-
cesiones.
Le pertenece/ hacer el oficio de Alguacil de vara para nues/tro Tribu-
nal de Justicia, poniendo en execución/ las priciones [procesiones] y
demás que se le ordenare por Nos, o nuestro Vicario General. Debe ser
de limpio li/nage y aprobadas costumbres, mayor de veinte y/ cinco
años; y el proveerlo toca a Nos y nuestros succesores62.

2.3.9. Mayordomo
Se erige un mayordomo o procurador de la fábrica de la catedral. Tendrá
entre sus obligaciones vigilar al personal que trabaje en la catedral, tales
como mecánicos, artesanos, etc. Sus labores diarias serán las estipuladas en
el Sínodo de Caracas63.

2.3.10. Notario
Se asigna un notario que podrá ser uno de los miembros públicos de la curia.
Deberá hacerse cargo de todos los escritos que tengan que ver con el fun-
cionamiento de la catedral.
El Cuadro Nº 3 contiene una lista de personajes que ostentaron cargos en el
Cabildo Catedral de Mérida durante el período 1792–1800.

62
Ibídem., f. 57r.
63
Idem.

134
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Cuadro Nº 3
Lista de personajes que ostentaron cargos en el
Cabildo Catedral de Mérida durante el período 1792-1800
Apellidos Nombres Cargos Nombramiento Posesión

Irastorza Francisco Javier Deán 30-01-1791 24-01-1792

Villamizar Luis Dionicio Canónigo de 30-01-1791 28 01-1792


Merced
Mas y Rubí Mateo José Racionero 30-01-1791 30 01-1792(?)

Uzcátegui Francisco Canónigo Interino 30 01-1792 31-01 1792

Villarreal Ignacio Secretario 30 01-1792 30 01-1792

Rodríguez Picón Antonio Ignacio Mayordomo de 16-01-1792 Se notificó


Fábrica 30-011792
Aliso Diego Antonio Sochantre Interino 30-01-1792 Aceptó el
mismo día
Aliso Enrique Capellán Interino 30-01-1792 Aceptó el
mismo día
Cote Fermín Capellán Interino 30-01-1792 Aceptó el
mismo día
Palacio Francisco Capellán Interino 30-01-1792 Aceptó el
mismo día
Benegas Juan Nepomuceno Capellán Interino 30-01-1792 Aceptó el
mismo día
Sanjust Fernando Sacristán Mayor 30-01-1792 Aceptó el
Interino mismo día
Alarcón Santiago Monaguillo 30-01-1792 Aceptó el
Interino mismo día
Gutiérrez Juan Agustín Pertiguero 30-01-1792 Aceptó el
mismo día
De la Cruz Matías Sacristán Menor 31-01-1792 Aceptó el
mismo día
Lamos José Organista Interino 31-01-1792 Aceptó el
mismo día
Aranguren Rico Campanero y 31-01-1792 Aceptó el
Perrero mismo día
Volcán Santiago Capellán Interino 04-02-1792 No aceptó el
07-02-1792
Márquez Gabriel Capellán Interino 07-02-1792

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Apellidos Nombres Cargos Nombramiento Posesión

Ramírez Antonio Capellán Interino 10- 02-1792

González Hipólito Elías Canónigo 22-06-1792


Doctoral
Marimón y Juan Canónigo 04-12-1792
Enriquez Magistral
Benegas Juan Nepomuceno Maestro de 08-01-1793
Ceremonias
Pérez Bernardino Monaguillo 25- 02-1794

Uzcátegui Bernardino Sacristán Mayor 29 10-1794

Díaz José Rafael Capellán en 18-11-1794


propiedad
Ruiz Juan de Dios Sacristán Mayor 17-03-1795

Osuna José Esteban Pertiguero 14-04-1795


Interino
Fernández José Francisco Monaguillo 14-04-1795

Cruz Rafael Monaguillo 19-04-1795

Hernández José Campanero y 30-06-1795


Perrero
Uzcátegui Bernardino Apuntador 15-12-1795

Naveda Vicente Sochantre Interino 15-12-1795

Subiaga Juan Antonio Monaguillo 12-01-1796

Costa Ramón Sochantre Interino 01-05-1796

Pacheco Domingo Capellán 24-07-1797

Cangas Agustín Capellán 01-08-1797

Vargas Lorenzo Racionero 16-08-1797

Monsant Bartolomé Maestro de 06-11-1798


Ceremonias

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Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. José Ramón Márquez R. Formación de la Diócesis de Mérida..., pp. 111-142

Apellidos Nombres Cargos Nombramiento Posesión

González Hipólito Elías Juez Hacedor 18-03-1800

Uzcátegui Francisco Antonio Racionero 19-04-1800

Aliso Enrique Sacristán Mayor 06-05-1800

Cuadro elaborado a partir de las siguientes fuentes:


AAM. Sección 1 Actas Capitulares. Libro 2º de Actas de Cabildo (1795-1800). Caja Nº 1,
ff. 1,2,3,6,8,9,17,18,20,21,28,29,39,40,43,44.
AAM. Sección 45B. Libros Varios. Libro de Cronología de los Yllmos Obispos, Venerables
Deanes y Canónigos de la Catedral de Mérida año de 1843, ff. 19,33,47,61,90.
AAM. Sección 45B Libros Varios. Libro 1º Registro de la Erección, estatutos y oficios de
esta nueva Catedral de Mérida de Maracaibo; y de las Presentaciones y Posesiones de sus
Prebendas. Año 1791, ff. 106,107,108,114,115,116,117,162,168,185,191,192.
CHALBAUD CARDONA, Eloi. Historia de la Universidad de Los Andes. Mérida (Vene-
zuela): Ediciones del Rectorado. Universidad de los Andes; 1966. Tomo I, pp. 230-233.
PORRAS CARDOZO, Baltazar E. Torrijos y Espinosa: Dos breves episcopados merideños.
Mérida (Venezuela): Arquidiócesis de Mérida. Universidad de Los Andes. Vicerrectorado
Académico; 1994, pp. 22-25.

3. Instalación del Cabildo Catedral de Mérida (1792)


Como se recordará el rey a través del Consejo de Indias elegía las preben-
das y canonjías de las iglesias catedrales de América en un todo de acuerdo
al patronato regio; el prelado podía sugerir algunos candidatos, pero en nin-
gún momento esa asignación era definitiva, a menos que el Consejo aproba-
se los nominados.
Fray Juan Ramos de Lora se encargó de hacer varias comunicaciones al
Consejo de Indias para que nombrasen los prebendados correspondientes al
Cabildo Catedral de la Diócesis de Mérida de Maracaibo, con el fin de
poner en marcha todo el sistema administrativo de su jurisdicción eclesiásti-
ca, dado que para el cabal cumplimiento de sus obligaciones episcopales
debía solicitar la asesoría del cabildo.

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Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. José Ramón Márquez R. Formación de la Diócesis de Mérida..., pp. 111-142

En tal sentido el 13 de julio de 1790 recibe una comunicación del Fiscal de la


Cámara de Indias en donde le expresa que el expediente de la erección del
obispado está en espera, debido a los atrasos en la demarcación de los lími-
tes de la diócesis y la situación de las rentas de la silla episcopal. Por tanto,
no había resuelto el Consejo de Indias el nombramiento de los prebendados.
Además manifiesta el fiscal, que se decidió consultar al Consejo el 5 de
noviembre de 1789, ... y Su Magestad se sirvió resolver como parecía/ y
que la Cámara le proponga para las prebendas/ hasta ahora erigidas
los eclesiásticos más dignos y a pro/pósito, teniendo consideración a
los informes del/ Obispo a favor de algunos de aquella Diócesis; de/
forma que ha llegado el caso de proveer las nuebe/ referidas de Deán:
cuatro Canónigos, dos Racioneros y/ dos medios, sin que asta aora se
haia designado/ que sea de oficio alguna de ellas, siendo sin dudas
las/ más útiles en qualquiera Yglesia y por lo mismo/ mui recomendada
su erección por las canónicas y con/ciliares disposiciones64.
De las cuatro canonjías erigidas por Fray Juan Ramos de Lora, el Consejo
de Indias manifestó que de acuerdo a las situación de las rentas y a conside-
ración del rey se prevé que parece,... que el medio más/ adecuado de
hacer compatible la disposición municipal/ con el citado actual de la
citada Yglesia seria dis/poner que de las quatro Canongías eregidas,
ya sean/ las dos de oficio, a saver la de Doctoral y la de/ Penitencia-
rio, como más importantes, la primera/ por la utilidad que resulta de la
Yglesia de tener/ un individuo letrado que dirija y sobstenga sus/ dere-
chos y la segunda por la que reportarán aquellos/ vasallos con un
prebendado dedicado todo a oirles/ en confesión y dirigir sus concien-
cias en donde suele/f. 2r./haber tanta escasez en este ramo; quedando
las/ otras dos Canongías de gracia y merced con el Deanato/ y racio-
nes expresadas, a cuia probisión se puede/ proceder inmediatamente
en cumplimiento de la Real resolución y verificada prevenir que se
formalice la/ oposición y concurso correspondiente para la de las dos/
de oficio recordadas 65.

64
AAM. Sección 32 Gobierno Eclesiástico. (Capítulo Episcopal y Santa Sede). Caja Nº 1 (1683-
1790). Doc. s/n., f. 1r.
65
Ibídem., ff. 1v-2r.

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Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. José Ramón Márquez R. Formación de la Diócesis de Mérida..., pp. 111-142

Morirá Fray Juan Ramos de Lora sin ver instalado el cabildo y en espera por
resolver muchos asuntos para bien de la feligresía a su cargo. El prelado
fallece según consta en la partida de entierro el 9 de noviembre de 1790 a
las ... seis y tres quartos de la/ mañana, recivido los santos sacramen-
tos/ con todas las demás prevenciones christianas y con/forme a la
disposición de su Señoría Ylustrísima fue sepultado/ su sagrado cuer-
po en medio del presbyterio de la Ygle/sia del Colegio Seminario Con-
ciliar (que fundó)/ con missa, vigilia y demás ritualidades que/ prescri-
be el ceremonial de Obispo, asistiendo/ a todo, el Clero Secular y Re-
gular, el Cavildo/ Secular con un crecido número de feligreses66.
No será sino a partir de 1791 cuando el Consejo de Indias comenzó a dicta-
minar sobre los candidatos para el deanato y las dos canonjías del Cabildo
Catedral de Mérida de Maracaibo. El Consejo resolvió nombrar el 30 de
enero de 1791 a Don Francisco Javier Irastorza67 (Figura Nº 2), como el
primer deán de la catedral68. El 30 de enero de 1792 el Provisor y Vicario
General del Obispado de Mérida de Maracaibo, el Señor Antonio Ventura le
confiere la colación o institución canónica de deán en un todo de acuerdo a
la representación real69.

66
AAM. Sección 45B Libros Varios. Libro Nº1 Lora-Milanés. Oficiales (1777-1812), p. 313.
67
Oriundo de la península, fue el segundo capitular que tomó posesión y uno de los tres fundadores
del Cabildo, promovido al deanato el 24 de febrero de 1791, tomó posesión del cargo el 24 de
enero de 1792 duró de deán 25 años y 5 meses y murió en Maracaibo el 1 de mayo de 1817.
AAM. Sección 45B Libros varios. Libro de Cronología de los Yllmos. Obispos, Venerables
Deanes y Canónigos de la Catedral de Mérida. 1843, f. 19. Véase también: CHALBAUD
CARDONA, Eloi. Historia de la Universidad de Los Andes. Tomo I, pp. 230 – 237.
68
RUBIO MERINO, Pedro. Op.Cit., p. 69.
69
AAM. Sección 45B Libros Varios. Copiador de Oficios y otros Asuntos del Cabildo (1808-
1814), f. 15.

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Nº 2.
Francisco Lacruz.
Dr. Francisco Javier de Irastorza.
S/F.
Óleo sobre lienzo.
70x56 cm.
Galería Paraninfo. Fundadores y Rectores.
Edificio del Rectorado de la Universidad de
los Andes70.

El mismo día el Consejo de Indias resolvió nombrar al Licenciado Hipólito


Elías González71 para la canonjía doctoral y a Don Ignacio de Moya y Portela
para la canonjía magistral, ambos prebendados tendrían una dotación de
1.499 pesos, 2 reales y 6 maravedíes72. Como racionero fue nombrado Don
José Rafael de Torrijos73.
Queda pues constituido el Cabildo Catedral de Mérida de Maracaibo, cuya
instalación se hará oficialmente un año después; suponemos que los proble-

70
Véase: ARCHIVO HISTÓRICO DE LA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES, Op. Cit., p. 70
71
Nació a mediados del siglo XVIII, en España, posiblemente en la Villa de Soto en Castilla la Vieja.
Se traslado a América con un hermano, José Luis González y un sobrino, Vicente Campo Elías,
figura importante en la guerra independencia. El 28 de marzo de 1792 llega a Mérida. El 22 de
junio tomó posesión de la Canongiá Doctoral de la nueva catedral de Mérida. El Padre Villamizar
renunció a la Vicaria Capitular a los pocos días de la toma de posesión de la Canongía. El 3 de julio
se hizo la elección y se convirtió en el nuevo Gobernador sede vacante de la Diócesis. El 27 de
diciembre de 1792 tomó posesión del obispado con poder del Ilustrísimo Señor Fray Manuel
Cándido Torrijos. El 6 de noviembre de 1793 toma provisiones, aumentó en dos las cátedras del
Real y Conciliar Seminario de San Buenaventura. A la llegada del Obispo Torrijos a Mérida, en
agosto de 1794, es nombrado Provisor y Vicario General de la diócesis. Murió en Mérida el 22 de
noviembre de 1804 en ejercicio de la canonjía doctoral. PORRAS CARDOZO, Baltazar E.
Torrijos y Espinosa: Dos breves episcopados merideños, pp. 22-25.
72
RUBIO MERINO, Pedro. Op.Cit., p. 71.
73
Ibídem., p. 73.

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mas de orden administrativo demoraron las comunicaciones entre el Conse-


jo de Indias y el Vicario y Provisor General de la diócesis.

Epílogo
La vastedad y complejidad territorial de la nueva jurisdicción episcopal, sus
consecuentes dificultades para la demarcación y los inconvenientes logísticos
en la definición de la estructura y las finanzas fueron dos inconvenientes que
signaron el origen de la diócesis de Mérida de Maracaibo y retrasaron nota-
blemente la erección de su Cabildo Catedral, el cual se produjo finalmente
posterior a la muerte de Fray Juan Ramos de Lora. La localización geográ-
fica de Mérida en pleno corazón de los Andes venezolanos, y su lejanía con
respecto a Maracaibo, generó un movimiento de oposición a la designación
de la sede de la Diócesis, pero al final prevaleció la decisión inicialmente
establecida por el sumo pontífice y por la corona española de que fuese
Mérida y no Maracaibo la capital episcopal, por ser el centro geográfico de
la jurisdicción episcopal.

Fuentes documentales y bibliohemerográficas


Documentales
Manuscritas:
Archivo Arquidiocesano de Mérida (Venezuela) – AAM –
Sección 32 Gobierno Eclesiástico (Capítulo Episcopal y Santa Sede).
Sección 45B Libros Varios.
Libro 1º Registro de la Erección, estatutos y oficios de esta nueva Ca-
tedral de Mérida de Maracaibo; y de las Presentaciones y Posesiones
de sus Prebendas 1791, 196 ff.
Libro Nº 1 Lora-Milanés. Oficiales 1777- 1812, 787 ff.
Libro Nº 2 Lora-Milanés. Oficiales 1777-1815, 829 ff.
Libro Copiador de Oficios y otros asuntos del Cabildo 1808-1814, 85
ff.

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Libro de Cronologías de los Yllmos Obispos, Venerables Deanes y Ca-


nónigos de la Catedral de Mérida 1843, 122 ff.

Impresas:
SILVA, Antonio Ramón (comp.). Documentos para la Historia de la Dió-
cesis de Mérida. Mérida (Venezuela): Imprenta Diocesana. 1909. Tomos
I-VI.

Bibliohemerográficas:
ALONSO PERUJO, Niceto y Juan Pérez Angulo. 1885. Diccionario de
ciencias Eclesiasticas. Valencia. Imprenta de Domenech, pp. 782. Tomo.
2, p 369.
Boletín del Archivo Histórico de la Universidad de Los Andes. Mérida (Ve-
nezuela): enero-diciembre 1999. Año I. Nº 1, 126 p.
CHALBAUD CARDONA, Eloi. Historia de la Universidad de Los An-
des. Mérida (Venezuela): Universidad de Los Andes. Ediciones El Rectorado;
1966. Tomo I. 427 p.
DICCIONARIO DE DERECHO CANÓNICO. París: Librería de Rosa y
Bouret; 1854. 1110 p.
ENCICLOPEDIA UNIVERSAL ILUSTRADA EUROPEO-AMERICA-
NA. Barcelona (España): José Espasa e Hijos Editores; 1925. Tomo XLIV.
RUBIO MERINO, Pedro. 1992. La erección de los obispados de Mérida
y Guayana. Mérida (Venezuela): Arquidiócesis de Mérida; 1992. 168 p.
(Ediciones El Archivo, 1).
PORRAS CARDOZO, Baltazar E. El ciclo vital de Fray Juan Ramos de
Lora. Mérida (Venezuela): Ediciones del Rectorado. Universidad de Los
Andes; 1992, 173 p.
_________________________. Torrijos y Espinosa: Dos breves epis-
copados merideños. Mérida (Venezuela): Arquidiócesis de Mérida. Uni-
versidad de Los Andes. Vicerrectorado Académico; 1994, 197 p.
PUENTES, María Elena y Rosalina Mendoza. Los hospitales coloniales:
una aproximación al tema. Mérida (Venezuela): Universidad de Los An-
des. Facultad de Humanidades y Educación. Escuela de Historia; 2002. 141
p. (Memoria de Grado).

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HOMILÍA EN OCASIÓN DEL


BICENTENARIO DE LA BATALLA DE CARABOBO (1821- 2021)*

S.E.R. Baltazar Enrique Cardenal Porras Cardozo**

Resumen
La Homilía conmemorativa del año Bicentenario de la Batalla de Carabobo,
gesta crucial y culminante en el proceso independentista de Venezuela, re-
presenta una magnífica oportunidad para promover en el seno de la ciuda-
danía una profunda reflexión, acerca de la imperativa necesidad de recrear
en nuestro tiempo la inspiración histórica que condujo al devenir de la lucha
independentista, refrendada en Carabobo aquel 24 de junio de 1821. Nos
separan ya dos siglos de aquel acontecimiento, pero aún persisten las nece-
sidades de paz, progreso y unidad republicana, tan necesarias ahora como
en aquel entonces. Tan importante efeméride debe servir como esencial
inspiración para el replanteamiento y la recomposición de nuestra república,
proceso que ha de sustentarse en cinco puntos focales retratados en este
trascendental discurso.

Palabras clave: año Bicentenario, Batalla de Carabobo, independencia,


república, homilía.

*
Homilía de la misa en conmemoración del Bicentenario de la Batalla de Carabobo, celebrada en
la Catedral de Valencia, estado Carabobo, el día 24 de junio de 2021. Recibido el 24 de junio de
2021 y arbitrado y aprobado para su publicación el 30 de junio de 2021.
**
Cardenal Arzobispo de la Arquidiócesis de Mérida, Administrador Apostólico de la Arquidiócesis
de Caracas y Presidente de la Fundación Archivo Arquidiocesano de Mérida. Correo electrónico:
[email protected]

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HOMILY COMMEMORATING THE BICENTENNIAL OF THE


BATTLE OF CARABOBO (1821–2021)

Abstract
The homily commemorating the Bicentennial year of the Battle of Carabobo,
a crucial and culminating epic in the independence process of Venezuela,
represents a magnificent opportunity to promote a deep reflection within the
public, about the imperative need to recreate in our time the historical
inspiration that led to the evolution of the independence struggle, endorsed in
Carabobo that June 24, 1821. Two centuries separate us from that event,
but the needs for peace, progress, and republican unity persist, as necessary
now as then. Such an important anniversary must serve as an essential
inspiration for the rethinking and recomposition of our republic, a process
that must be based on five focal points portrayed in this transcendental
speech.

Keywords: Bicentennial year, Battle of Carabobo, independence, republic,


homily.

Reencuentro no significa volver a un momento anterior a los conflic-


tos. Con el tiempo todos hemos cambiado. El dolor y los enfrentamientos
nos han transformado…Los que han estado duramente enfrentados
conversan desde la verdad, clara y desnuda (Fratelli tutti 226).

Queridos hermanos:
Con la venia del Sr. Arzobispo de Valencia, Mons. Reinaldo del Prette, agra-
dezco el honor de presidir esta solemne eucaristía, para conmemorar el bi-
centenario de la segunda batalla de Carabobo. El sol de Carabobo iluminó el
camino de la patria naciente, con dolores de parto y sangre derramada, para
que la libertad y el bienestar colectivo, hicieran posible la paz.
Hace hoy exactamente cincuenta años que el Episcopado nacional se con-
gregó en esta misma majestuosa catedral para concelebrar la eucaristía, la
más perfecta acción de gracias al Dios de la historia con motivo del

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Sesquicentenario de la gloriosa Batalla de Carabobo. En esa ocasión, el


Obispo diocesano, el siempre recordado y afable amigo Mons. José Alí Lebrun
Moratinos dijo en su homilía: En este célebre santuario, en el que Dios
habita en medio de los hombres, resuena plena, jubilosa, sonora esta
acción de gracias por los 150 años del Triunfo de Carabobo. Venezue-
la entera estuvo presente en la llanura inmortal para crear definitiva-
mente la patria. Hoy, agradecida, concurre de nuevo por el ministerio
sagrado de sus Obispos para ofrendar al Dios de las naciones la hos-
tia pura, santa e inmaculada. Y en sus palabras evocó …la decisión
inquebrantable que Bolívar proclama en Angostura en el Discurso de
Instalación del Consejo de Estado: ‘Somos un pueblo cristiano que
nada puede segregar de la Iglesia Romana’.

El Bicentenario de la Batalla
Es sin duda motivo de especial celebración nacional, conmemorar el bicen-
tenario de la batalla de Carabobo, considerada como la gesta más importan-
te para la independencia de Venezuela. Se llega a Carabobo, después de una
larga década de guerras y asonadas, la más larga y cruenta del continente,
que diezmó los recursos humanos y naturales que se habían fraguado en las
últimas décadas coloniales. Hubo la convicción en ambos bandos de que la
regularización de la guerra y la necesidad de un armisticio o salida a la crisis
tenían que conducir a un final más humano y racional que superara la absur-
da guerra a muerte que sacrificó a hombres y mujeres, a niños y ancianos,
sembrando el pánico, la muerte y el éxodo forzado.
Si bien la guerra de Independencia proseguiría hasta 1823, esta batalla mar-
có el debilitamiento de las fuerzas realistas en Venezuela y dio oportunidad
para el inicio de la Campaña de Occidente, una expedición militar comanda-
da por Páez entre 1821 y 1823 para el completo control del territorio vene-
zolano, y el comienzo de la Campaña del Sur liderada por el Libertador
Simón Bolívar que condujo a la liberación de los territorios de Ecuador, Perú
y Bolivia.
Seamos conscientes de que la libertad y la paz de buena parte del continente
estuvo siempre en la mira de nuestros libertadores, sin mezquindades ni
prebendas. Fuimos y debemos ser fautores de entendimiento, de fraternidad
y solidaridad con nuestros hermanos latinoamericanos y no piedra de escán-

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dalo, de división y de exclusiones que no conducen al bienestar sino a la


discordia, mayor pobreza y desigualdad.
Esta vocación de sensatez y unidad se hizo presente desde los inicios
alertando no dar pie …a los supersticiosos satélites de la discordia, sa-
liendo al paso a la permanente tentación de actuar individualmente, sin to-
mar en cuenta tanto la realidad como a los otros miembros de la sociedad.
Hacemos nuestras las palabras del Cura y Vicario Eclesiástico de Coro,
Josef Perfecto Fernández de Lugo, quien después de la batalla escribió: …
derramando vuestras almas en la presencia del Señor bendecidle sin
cesar, porque se ha dignado concederos esta venturosa paz, que mira-
bais tan lejos de vosotros; una paz que no ha sido de la victoria, ni del
combate; una paz que trae su origen de la santidad y dulzura de las
leyes de Colombia, y que está apoyada en la magnanimidad del modes-
to General que conduce ese exército de hermanos, de amigos y
libertadores de vuestro país. (…) la segunda vida que os concedió el
Cielo…Que en fin no haya entre vosotros [habitantes y defensores de
Colombia] sino un solo lenguaje, una sola opinión, un solo sentimien-
to, como que ya pertenecéis á la nación de los héroes, á la nación
Colombiana: no oigáis las voces seductoras de los enemigos de vues-
tro reposo. Unidos constantemente al gobierno, obedeced sus órdenes:
esta es la voluntad divina: Dios os manda á vosotros a que la cumpláis,
y á mi que las intime. Inalterables en el sistema que habéis adoptado,
decid á los supersticiosos satélites de la discordia, que vuestra causa
es la del género humano, y que el cielo no se opone jamás a su libertad
y felicidad natural. («Pastoral del Sr. Vicario de la Ciudad de Coro…».
En, Correo del Orinoco, n°114, 29-09-1821).
El Bicentenario de Carabobo es, debe ser, pues, ocasión propicia para hacer
memoria viva. No es una efeméride del pasado, tiene vigencia y actualidad
si nos preguntamos si la batalla de la libertad, la igualdad y la fraternidad
está ganada, o es materia pendiente, para que Carabobo sea signo de libera-
ción de los males que aquejan a la sociedad venezolana.

Un proceso eminentemente civil


La Independencia no fue solo un hecho de armas sino un proceso político
que comenzó el 5 de julio de 1811 con la firma de la declaración de Indepen-

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dencia en el Congreso. Un hecho eminentemente civil y republicano, a partir


del cual, y como definición del proyecto político se desarrolló, y terminó
incurriendo en el enfrentamiento armado para afirmar y conquistar la prác-
tica de los principios republicanos que se plantearon en 1811. Tanto el triun-
fo de la batalla de Carabobo como toda la gesta de nuestra Independencia
son mucho más que un hecho de armas ejecutado exclusivamente por mili-
tares.
La tradición gubernamental venezolana ha privilegiado casi siempre, las gestas
militares, dejando en la penumbra o en el olvido el aporte del mundo civil.
Una nación se construye y consolida con el trabajo y la participación de
todos los estratos civiles de la sociedad. El progreso material y espiritual es
fruto de lo que se edifica en la paz: el marco legal que garantiza la igualdad
ciudadana, la investigación, la educación integral, el emprendimiento de per-
sonas e instituciones privadas, el desarrollo de políticas armónicas que gene-
ren bienestar colectivo. Es la obra mancomunada de la pluralidad de acto-
res, protagonistas, no simples ejecutores de las iniciativas o caprichos de los
que conducen un país. La democracia es el arte de unir la diversidad, asu-
miendo las necesidades y anhelos de la sociedad. Somos ciudadanos libres,
no soldados ni esclavos sin voz ni voto.
Debemos recrear la política y el ejercicio del poder en clave de servi-
cio para que nuestra democracia basada siempre en la soberanía po-
pular y en la división de poderes, sea auténtica y representativa de los
intereses del pueblo. El poder siempre es servicio, de lo contrario se
corrompe (Episcopado Argentino 18). Es la permanente tarea de la socie-
dad para que el poder no se convierta en el único referente y dueño de vidas
y bienes.

Más allá de la batalla, la construcción de la República


Luego del episodio militar de Carabobo, quedó pendiente el proceso de for-
mación y construcción de la República; primero en el contexto de la unidad
colombiana y luego de 1830 con la formación de la República de Venezuela.
Se desdibujó en el resto del siglo XIX, entre asonadas y guerras fratricidas
que generaron mayor pobreza y exclusión de los vencidos. El triunfo militar
en Carabobo debe servirnos a todos los venezolanos para entender que es el
momento del encuentro para consolidar las exigencias del proyecto repu-

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blicano con el apoyo de todos: ciudadanos, civiles, hombres y mujeres, pue-


blo y soldados, letrados e iletrados.
Quien tiene los medios para vivir una vida digna, en lugar de preocuparse
por sus privilegios, debe tratar de ayudar a los más pobres, para que puedan
acceder también a una condición de vida acorde con la condición humana,
mediante el desarrollo de su potencial humano, cultural, económico y social.
Es la obligación de todo el que pretende erigirse en ductor social.
Hay que librar muchas batallas en la vida cotidiana de nuestros pueblos. Las
guerras dejan heridas y generan divisiones difíciles de sanar. Pero las bata-
llas de cada día, pasan por la superación de los problemas que impiden la
convivencia. Todo indica que la actual crisis que vive Venezuela es la mayor
de toda su historia, más exigente que la que nos condujo a la república inde-
pendiente. Es una batalla ética y espiritual que tenemos que librar. El Papa
Francisco nos recuerda la necesidad de cultivar la fraternidad, reconocien-
do la dignidad de cada persona humana, haciendo renacer entre todos el
deseo mundial de hermandad.
Tenemos sed de reencontrarnos como hermanos. Reencuentro no signifi-
ca volver a un momento anterior a los conflictos. Con el tiempo todos
hemos cambiado. El dolor y los enfrentamientos nos han
transformado…los que han estado duramente enfrentados conversan
desde la verdad, clara y desnuda…sólo desde la verdad histórica de
los hechos podrán hacer el esfuerzo perseverante y largo de compren-
derse mutuamente y de intentar una nueva síntesis para el bien de to-
dos. La realidad es que el proceso de paz es un compromiso constante
en el tiempo. Es un trabajo paciente que busca la verdad y la justicia,
que honra la memoria de las víctimas y que se abre, paso a paso, a una
esperanza común, más fuerte que la venganza (Fratelli tutti 226).
De la pandemia debemos salir, no para volver atrás, sino para ser mejores o
peores de como estábamos antes. El bicentenario podemos celebrarlo como
un aniversario más, sin consecuencias en la vida de nuestra sociedad. Sería
un pecado que clama al cielo, pues la fragilidad y debilidad de la condición
humana y del entorno ecológico tiene que ser mimado y cuidado en extre-
mo. Necesitamos recomponer de raíz la vida ciudadana, para que los princi-
pios republicanos de libertad, igualdad y fraternidad, sean algo más que un
simple eslogan vacío. La democracia es tarea pendiente e inconclusa en
nuestro entorno vital.

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El Bicentenario de Carabobo nos lleva a replantear


1. La unidad: 1821, fue un tiempo en que se buscaba la paz y la unidad
nacional en torno a la república. Quedaban casi allanadas todas las opinio-
nes contrarias, los satélites de la discordia. Fue la tarea titánica que en-
contró los escollos de las apetencias parciales de quienes querían apropiarse
la exclusividad de la conducción del país. Hoy, en 2021, esa paz y unidad
están ausentes. Dialogar y negociar, dar pasos concretos globales en esa
dirección, son materia irrenunciable y urgente.
No hay unidad, cuando millones de compatriotas sólo encuentran un alivio
temporal a su desasosiego en el silencio obligado, el exilio y la emigración,
que rompen la unidad familiar, y deshace los vínculos naturales de sociabili-
dad. No hay unidad cuando la integridad territorial está en entredicho por el
dominio de poderes fácticos. No hay unidad, cuando se excluye de la delibe-
ración pública a una porción mayoritaria de la opinión, sometiéndola a una
unanimidad intolerable o a un tácito avenimiento. No hay unidad cuando se
impone la discordia, confundiéndose la calma con una imposición parcial
desde el poder y no con la concordia compartida por todos.
Dar signos concretos nos llevarán a renovar la esperanza y allanar las opi-
niones de los satélites de la discordia. La ayuda humanitaria que pasa en
estos momentos por la vacunación masiva y la atención alimentaria y sanita-
ria de todos, con preferencia por los más pobres, no puede esperar. Es un
primer paso que no excluye una visión más englobante de la necesidad de
cambios radicales.

2. Recuperar la justicia y la paz: La justicia se define con la imagen de


una figura con los ojos vendados para que no haya preferencias sino equi-
dad. Nuestra historia está plagada de buenos y malos ejemplos. Los tiempos
que corren muestran muchas grietas que hay que corregir. El deterioro ac-
tual del poder judicial y moral, por su dependencia del ejecutivo, genera
desigualdades y abusos, dejando a las personas desasistidas de sus dere-
chos. El Concilio Plenario de Venezuela señalaba que Hay una apariencia
de paz, una pretensión de estabilidad que se mantiene por la represión
y el miedo. La emigración y la desigualdad exacerbada por la pandemia
son, en buena parte, consecuencia de esta situación. No hay paz ni
justicia, la deficiencia en la administración de justicia, la crisis del

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sistema penitenciario y la ineficiencia de los organismos de seguridad,


son aspectos innegables de la crisis social (CPV. La contribución de la
Iglesia a la gestación de una nueva sociedad, 27). La violencia
delincuencial hace de las suyas, no sólo en las zonas fronterizas, sino en
todo el territorio, dejando en el desamparo a los más vulnerables. No hay
paz ni justicia donde persisten situaciones estructurales de pobreza, de mise-
ria y de explotación, ante la mirada indiferente de la autoridad. No hay paz
ni justicia, cuando las violaciones a los Derechos Humanos permanecen
impunes, y sólo se alega ante ellas una defensa de la soberanía del Estado
por encima de la soberanía popular.
La autonomía e independencia de los poderes públicos es el mejor antídoto
para evitar los abusos. Por ello, la reforma del Estado de derecho es una
prioridad para que la igualdad reine y la seguridad anide en los corazones y
mentes de la gente.

3. Libertad y felicidad natural: Esa fue la lucha de prelados, juristas, mili-


tares. En el campo de Carabobo y en los salones deliberantes de los Con-
gresos Constituyentes de Angostura y Cúcuta.
se reconocían unos derechos, desde una visión ilustrada pero también
iusnaturalista, de la vida y la libertad, derivándose de ella la propiedad, la
expresión la asociación. Derechos originales de nuestra vocación republica-
na, que se proyectan hasta el presente como Estado Social de Derecho y de
Justicia.
Necesitamos hoy día, diputados deliberantes que representen los intereses
del pueblo antes que los de cualquier parcialidad política, social, económica
o religiosa. Es la manera de devolverle al pueblo la credibilidad y la confian-
za en la dirigencia. No basta el alivio de algunas penurias materiales para un
reducido sector de la sociedad; los datos objetivos sobre la pobreza, la des-
nutrición, la crisis social, sanitaria y humanitaria, reflejan que aún las mayo-
rías viven fuera de la paz. No puede haber república cuando se ha disuelto la
cosa pública; cuando millones de personas se encuentran incapacitadas de
su meta trascendente por el agobiante peso de las desigualdades.
Desde todas sus voces, la Iglesia venezolana ha buscado conciliar, abrir
espacios, tender puentes. Se asoman nuevas oportunidades para ello, pero

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han de hacerse a conciencia, deponiendo actitudes extremas, ya en la pro-


longación de un statu quo intolerable, o en la invocación a una guerra que no
desean las mayorías venezolanas. Como señalamos al inicio los caminos de
reencuentro comienzan desde la verdad. En efecto, la verdad es una com-
pañera inseparable de la justicia y de la misericordia. Las tres juntas
son esenciales para construir la paz y, por otra parte, cada una de
ellas impide que las otras sean alteradas… Cada violencia cometida
contra un ser humano es una herida en la carne de la humanidad;
cada muerte violenta nos disminuye como personas. La violencia en-
gendra violencia, el odio engendra más odio, y la muerte más muerte.
Tenemos que romper esa cadena que se presenta como ineludible
(Fratelli tutti 227).

4. ¿Quiénes son los responsables?: No podemos eludir responsabilidades.


Todos somos responsables, pero unos más que otros. Como ciudadanos te-
nemos la obligación y el derecho de participar en el debate público, en el
ofrecimiento de nuestras capacidades, en la presentación de alternativas.
Siempre en la búsqueda de soluciones pacíficas y racionales, desechando
toda violencia indebida.
Los libertadores de la república intentaron, en los límites de su humanidad,
darnos ejemplo de servicio, de sacrificio, y de abnegación. No vivían en un
ambiente de lujo y distancia que pusiese en entredicho su vocación republi-
cana; más al contrario sufrieron múltiples calamidades. Rechazaron la injus-
ticia donde era evidente, y buscaron la concordia cuando era posible, tal
como era la responsabilidad que asumían. Aquello que no lograron instituir,
quedó como proyecto para un país que sigue pendiente, tras dos siglos de
búsqueda. Los que perdieron el rumbo y sucumbieron en la búsqueda de
privilegios, trastornaron la convivencia. Por ello, la alternancia en el poder
es el mejor antídoto para que el soberano decida en conciencia su futuro. Es
una de las diferencias esenciales entre la democracia y la dictadura.
Hay líderes populares capaces de interpretar el sentir de un pueblo, su
dinámica cultural y las grandes tendencias de una sociedad. Pero de-
riva en insano populismo cuando se convierte en la habilidad de al-
guien para cautivar en orden a instrumentalizar políticamente la cultu-
ra del pueblo, con cualquier signo ideológico, al servicio de su pro-
yecto personal y de su perpetuación en el poder (Fratelli tutti 159).

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5. Invocación: En el marco de esta acción de gracias eucarística por los


retos y beneficios del bicentenario de Carabobo, elevemos nuestra mirada a
lo alto. Como bautizados, tenemos la obligación de hacer discernimiento de
las exigencias de la fe en la vida pública. El compromiso cristiano exige
construir el Reino de Dios, y ése pasa también por las estructuras tempora-
les.
Sigamos el ejemplo del segundo Obispo de Valencia: El Excmo. Mons. Dr.
Salvador Montes de Oca, el de la mitra centelleante de heroísmo y
resplandeciente de martirio, fue así mismo un fervoroso devoto de lo
que ese Campo (Carabobo) significa y simboliza. Al día siguiente de su
consagración episcopal, como si ello fuese un rito complementario,
fue a visitarlo. Una vez allí, descubierta la cabeza, guardó silencio y
oró emocionado. Es sabido que cuantas veces pasó por ese afortuna-
do sitio, y fueron muchas por exigencias de su apostolado, se detuvo,
guardó silencio respetuoso y musitó una plegaria.
Madre Amantísima del Socorro, patrono de esta iglesia que peregrina en
Valencia, aquí a tus pies ponemos el presente y el futuro de nuestra patria.
Danos la fortaleza que nace de la cercanía con tu Hijo Jesús, para que
seamos luz y sal. Que seamos acogedores de todos sin distinción. Que ten-
gamos la apertura y anchura de corazón para que el Campo de Carabobo
sea signo de liberación y serio compromiso de reencontrar la Venezuela que
soñamos. Que tu bendición nos dé la paz y la ternura que te hizo grande y
madre de todos. Que así sea.

Fuentes documentales y bibliohemerográficas


CONCILIO PLENARIO DE VENEZUELA (CPV). La contribución de
la iglesia a la gestación de una nueva sociedad. Documento conciliar
Nº 3. Caracas: 4 de agosto de 2001.
Recuperado de: https://conferenciaepiscopalvenezolana.com/wp-content/
uploads/2019/11/doc-3-cignsla-contribucic3b3n-de-la-iglesia-a-la-
gestacic3b3n-de-una-nueva-sociedad-ii04-08-2001.pdf
FERNANDEZ DE LUGO, Josef Perfecto. «Pastoral del Sr. Vicario de la
Ciudad de Coro». Correo del Orinoco, n°114, 29-09-1821.
PAPA FRANCISCO. Carta Encíclica Fratelli tutti del Santo Padre Fran-
cisco sobre la fraternidad y la amistad social. 03 de octubre de 2020.

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EL MUSEO

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INVENTARIOS, GUÍAS, ÍNDICES,


CATÁLOGOS, RESÚMENES

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INGRESO DE PIEZAS A LA COLECCIÓN DEL


MUSEO ARQUIDIOCESANO DE MÉRIDA. ENERO-JUNIO 2021*

Custodia
Talla / madera
50 x 12 x 7 cm.
NI 01-2021-01
Actualmente resguarda la reliquia
del Beato José Gregorio
Hernández Cisneros en el Palacio
Arzobispal de Mérida.

Custodia
Talla / madera dorada
49 x 28 x 11 cm.
NI 01-2021-02

*
Estas piezas fueron entregadas en calidad de donación al Museo Arquidiocesano de Mérida, por
SER Baltazar Enrique Cardenal Porras Cardozo, quien las recibió en calidad de obsequio el 04 de
enero de 2021, en la fiesta patronal de la Parroquia San Antonio de Padua de Mucutuy, estado
Mérida-Venezuela. Nota de ingreso N° MAMSG-001/2021.

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Copón
Talla / madera dorada
11 x Ø 13 cm.
NI 01-2021-03

Símbolo eucarístico
Tejido / fibra vegetal
49,5 x 33 x 13 cm.
NI 01-2021-04

Símbolo eucarístico
Tejido / fibra vegetal
54 x 33 x 14,5 cm.
NI 01-2021-05

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Estola
Costura mecánica, sublimación / tela
100 x 28 cm.
NI 01-2021-06

Estola
Costura mecánica, sublimación / tela
100 x 28 cm.
NI 01-2021-07

Oración a San Antonio de Padua


Manuscrito / papel vegetal
16 x 20 cm.
NI 01-2021-08
2020

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Placa de reconocimiento
Corte láser, sublimación / vinil
37 x 47,2 cm.
NI 01-2021-09
Zona Pastoral Pueblos del Sur

Reconocimiento
Impresión / papel
27 x 22,3 cm.
NI 01-2021-10
Aldea Mucutuicito

Tarjeta
Manuscrito / papel; tejido /
fibra vegetal
12 x 20 cm.
NI 01-2021-11
Mucurizá

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Tapete
Tejido, bordado / algodón
33 x 55 cm.
NI 01-2021-12
Promeseros de San Antonio de
Mucutuy

Franela (Camiseta)
Costura mecánica, sublimación
/ poliéster
85 x 100 cm.
NI 01-2021-13

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Franela (Camiseta)
Costura mecánica, sublimación /
poliéster
85 x 100 cm.
NI 01-2021-14
Obsequio a Mons. Luis Enrique
Rojas Ruiz, Obispo Auxiliar de la
Arquidiócesis de Mérida

Rostro
Esculpido / piedra
35 x 22,5 x 10 cm.
NI 01-2021-15
Comunidad Santo Cristo La Veguilla

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San Isidro Labrador


Óleo / piedra
31 x 74 x 1,7 cm.
NI 01-2021-16
Mijará, 2020

Cesta y vasija
Tejido / fibra vegetal;
modelado, policromado /
arcilla
20 x 49 x 27 cm.
NI 01-2021-17
Aldea Mucuribá

San Miguel Arcángel


2020
Talla / madera
102 x 60 x 60 cm.
Aldea San Miguel

Trapiche
Talla / madera; tejido / algodón
32,5 x 54 x 10 cm.
NI 01-2021-18
Mijará

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Trapiche
Talla / madera; tejido / algodón
17,5 x 23 x 7,5 cm.
NI 01-2021-19
Mijará

Cabezada (rienda)
Cuero crudo
33 x 14 x 10 cm.
NI 01-2021-20

Cinta
Trenzado / fibra vegetal
6 x 127 cm.
NI 01-2021-21

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Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Ingreso de piezas a la colección del Museo Arquidiocesano..., pp. 157-164

EXPOSICIONES

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Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Ingreso de piezas a la colección del Museo Arquidiocesano..., pp. 157-164

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Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Ingreso de piezas a la colección del Museo Arquidiocesano..., pp. 157-164

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Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Ingreso de piezas a la colección del Museo Arquidiocesano..., pp. 157-164

Muestra de: Arte. Exposición temporal José Gregorio Hernández Cisneros: Nuestro Santo
Andino. Palacio Arzobispal, mayo-noviembre 2021.
Foto: MAMSG. Banco de imágenes.

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Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Exposición temporal: José Gregorio Hernández Cisneros..., pp. 169-186

EXPOSICIÓN TEMPORAL
JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ CISNEROS: NUESTRO SANTO ANDINO

En el marco de su Beatificación
Palacio Arzobispal
Mayo – noviembre 2021

I. Arte
Sígueme que yo te seguiré malpone
Carlos
2020
Modelado / mortero policromado
25,5 x 21 x 12 cm.
Mérida, Venezuela
Colección BEPC

José Gregorio Hernández


Zotti
2021
Talla / madera policromada
100 x 23 x 2,8 cm.
Cumaná, Sucre, Venezuela
Colección BEPC

El beato trujillano
Richard Villegas
2021
Óleo / tela
100 x 80 cm.
Isnotú, Trujillo, Venezuela
Colección BEPC

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Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Exposición temporal: José Gregorio Hernández Cisneros..., pp. 169-186

Venerable José Gregorio Hernández: modelo de santidad


María R. Plaza Peña
2021
Tiza, carboncillo / madera
80 x 28 cm.
Mérida, Venezuela
Colección MRPP

José Gregorio Hernández


Loyo
2014
Talla / madera, acrílico
87 x 30 x 25 cm.
Mérida, Venezuela
Colección MAMSG

José Gregorio Hernández


José Isaac Lacruz
1992
Talla / madera, esmalte
20 x 6 x 5 cm.
Mérida, Venezuela
Colección MAMSG

Dr. José Gregorio Hernández


Desconocido
2011
Moldeado / yeso
33,3 x 8,6 x 8,2 cm.
Isnotú, Trujillo, Venezuela
Colección MAMSG

Capilla anexa al Santuario del Niño Jesús (réplica)


Desconocido
2011
Ensamblaje / Madera, yeso
29 x 22 ,5 x 22 cm.
Isnotú, Trujillo, Venezuela
Colección MAMSG

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Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Exposición temporal: José Gregorio Hernández Cisneros..., pp. 169-186

Muestra de: Arte. Exposición temporal José Gregorio Hernández Cisneros: Nuestro Santo
Andino. Palacio Arzobispal, mayo-noviembre 2021.
Foto: MAMSG. Banco de imágenes.

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Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Exposición temporal: José Gregorio Hernández Cisneros..., pp. 169-186

José Gregorio
Wilmer Rivas
2020
Carboncillo / papel
46 x 41 cm
Mérida, Venezuela
Colección BEPC

Nuestro beato bueno


Marisol Armao
2021
Acrílico / madera
55,5 x 19,5 cm.
Carora, Lara, Venezuela
Colección BEPC

José Gregorio
María del Pilar Quintero-Montilla
2019
Creyón / cartulina (reproducción)
30 x 12 cm.
Mérida, Venezuela
Colección MPQ
«Jovencito recién graduado
tiene en sus manos un ramo
de flores para todos los venezolanos»

José Gregorio
María del Pilar Quintero-Montilla
2020
Creyón / cartulina (reproducción)
30 x 22 cm.
Mérida, Venezuela
Colección MPQ
«José Gregorio va a visitar a un
enfermo y le lleva un ramo de flores
para alegrarle el corazón»

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Exposición temporal: José Gregorio Hernández Cisneros..., pp. 169-186

José Gregorio
María del Pilar Quintero-Montilla
2020
Creyón / cartulina (reproducción)
30 x 22 cm.
Mérida, Venezuela
Colección MPQ
«José Gregorio está en su estudio revisando
los libros y estudiando para sanar a un
pacientico que lo tiene preocupado»

Muestra de: Arte. Exposición temporal José Gregorio Hernández Cisneros: Nuestro Santo
Andino. Palacio Arzobispal, mayo-noviembre 2021.
Foto: MAMSG. Banco de imágenes.

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Exposición temporal: José Gregorio Hernández Cisneros..., pp. 169-186

José Gregorio
María del Pilar Quintero-Montilla
2020
Creyón / cartulina (reproducción)
30 x 22 cm.
Mérida, Venezuela
Colección MPQ
«José Gregorio está ante el pabellón nacional
como símbolo de sabiduría y libertad»

José Gregorio
María del Pilar Quintero-Montilla
2020
Creyón / cartulina (reproducción)
30 x 22 cm.
Mérida, Venezuela
Colección MPQ
«José Gregorio está de pie ante un girasol
gigante por su amor a la naturaleza»

José Gregorio
María del Pilar Quintero-Montilla
2020
Creyón / cartulina (reproducción)
30 x 22 cm.
Mérida, Venezuela
Colección MPQ
«José Gregorio está en la ciudad y
lleva en la mano una pipeta de laboratorio
para sus investigaciones sobre la salud
en la Universidad»

José Gregorio
María del Pilar Quintero-Montilla
2020
Creyón / cartulina (reproducción)
30 x 22 cm.
Mérida, Venezuela

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Exposición temporal: José Gregorio Hernández Cisneros..., pp. 169-186

Colección MPQ
«José Gregorio está en el campo
protegiendo la salud de los labradores
que producen nuestra comida»

José Gregorio
María del Pilar Quintero-Montilla
2020
Creyón / cartulina (reproducción)
30 x 22 cm.
Mérida, Venezuela
Colección MPQ
«El árbol de Venezuela retorna»

José Gregorio Hernández


Rosalía Valero
2010
Pintura/ madera
27,5 x 21 x 1 cm.
Escuque, Trujillo, Venezuela
Colección MAMSG

José Gregorio Hernández


Dana
2021
Hilorama / estambre, clavos
14,5 x 10 x 3 cm.
Mérida, Venezuela
Colección LERR

José Gregorio Hernández


Desconocido
2021
Costura a mano/ tela
39 x 20 x 5 cm.
Carora, Lara, Venezuela
Colección BEPC

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Exposición temporal: José Gregorio Hernández Cisneros..., pp. 169-186

Un doctor andino nos cuida


José Abrahan Rangel Dugarte
2020
Pintura / madera
66 x 40 cm.
Mérida, Venezuela
Colección JARD

José Gregorio
Chiquinquirá Quintero
2021
Creyón, acrílico / cartulina (reproducción)
2021
45 x 36 cm.
Mérida, Venezuela
Colección BEPC

Muestra de: Arte. Exposición temporal José Gregorio Hernández Cisneros: Nuestro Santo
Andino. Palacio Arzobispal, mayo-noviembre 2021.
Foto: MAMSG. Banco de imágenes.

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Exposición temporal: José Gregorio Hernández Cisneros..., pp. 169-186

II. Documentos. Estampas Novenas y Guiones litúrgicos:


1949, julio 2. Caracas.
Oración para pedir la beatificación del Siervo de Dios Doctor José Gregorio
Hernández Cisneros.
AAM. Sección 39. Impresos. Serie Novenas y oraciones. Papel, 12 x 8
cm. Original. Díptico impreso.

1954, mayo 29. Caracas.


Oración diaria al Siervo de Dios Dr. José Gregorio Hernández.
AAM. Sección 39. Impresos. Serie Novenas y oraciones. Cartulina, 9 x 6
cm. Original. Estampa impresa.

1957, mayo 1. Caracas.


Novena. Oración y datos biográficos del Doctor José Gregorio Hernández
Cisneros.
AAM. Sección 39. Impresos. Serie Novenas y oraciones. Papel, 11 x 8,5
cm. Original. Folleto impreso, 12 pp.

Muestra de: Documentos. Estampas novenas y guiones litúrgicos. Exposición temporal José
Gregorio Hernández Cisneros: Nuestro Santo Andino. Palacio Arzobispal, mayo-noviembre
2021.
Foto: MAMSG. Banco de imágenes.

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Exposición temporal: José Gregorio Hernández Cisneros..., pp. 169-186

III. Grabaciones sonoras


Siervo Digno y Bueno
Ministerio de Música de la Basílica de Santa Teresa
Caracas, Venezuela
1 CD 18’ 26’’

De Mérida al Beato
Mario Dávila, MCC
Mérida, Venezuela
1 CD 4’ 55’’

IV. Indumentaria
Chaleco
Comisión Nacional Arquidiócesis de Caracas
2020
Costura, bordado mecánico / tela
62 x 70 cm.
Caracas, Venezuela
Colección BEPC

Franela
2020
Costura, sublimación / tela
100 x 80 cm.
Caracas, Venezuela
Colección BEPC

Gorra
2020
Costura, sublimación / tela
14 x 18 x 26 cm.
Caracas, Venezuela
Colección BEPC

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Exposición temporal: José Gregorio Hernández Cisneros..., pp. 169-186

Tapaboca
Secretariado de Catequesis
2020
Costura, sublimación / tela
12 x 23,5 cm.
Mérida, Venezuela
Colección MAMSG

Chapa
2020
Manufactura industrial
0,5 x Ø5,5 cm
Caracas, Venezuela
Colección BEPC

Muestra de: Grabaciones sonoras e indumentaria. Exposición temporal José Gregorio Hernández
Cisneros: Nuestro Santo Andino. Palacio Arzobispal, mayo-noviembre 2021.
Foto: MAMSG. Banco de imágenes.

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Exposición temporal: José Gregorio Hernández Cisneros..., pp. 169-186

Casulla
Creaciones Isabelita
2021
Costura, sublimación / tela
142 x 154 cm.
Tovar, Mérida, Venezuela
Colección LERR

Mitra
Creaciones Isabelita
2021
Costura, sublimación / tela
24 x 34 cm. Ínfulas 52 x 8 cm.
Tovar, Mérida, Venezuela
Colección LERR

Casulla
2021
Costura, bordado mecánico / tela
145 x 150 cm.
San Cristóbal, Táchira, Venezuela
Colección LERR

Escapulario
2021
Costura, bordado mecánico / tela
140 x 30 cm.
San Cristóbal, Táchira, Venezuela
Colección LERR

Estola
2021
Costura, bordado mecánico / tela
146 x 30 cm.
San Cristóbal, Táchira, Venezuela
Colección LERR

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Exposición temporal: José Gregorio Hernández Cisneros..., pp. 169-186

Estola
2021
Costura, bordado mecánico / tela
140 x 33 cm.
Mérida, Venezuela
Colección LERR. Obsequio por su 4° aniversario como obispo

Muestra de: Indumentaria. Exposición temporal José Gregorio Hernández Cisneros: Nuestro
Santo Andino. Palacio Arzobispal, mayo-noviembre 2021.
Foto: MAMSG. Banco de imágenes.

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Exposición temporal: José Gregorio Hernández Cisneros..., pp. 169-186

V. Publicaciones del Archivo Arquidiocesano de Mérida-AAM


Autor: Núñez Ponte, José Manuel
Título: Estudio crítico biográfico del Dr. José Gregorio Hernández
Publicación: Caracas, Venezuela : Tip. Vargas, 1924
Descripción: 184 p.; 24 x 16 x 1,5 cm.
Autor: Carvallo, Temístocles
Título: Sinopsis de la obra científica del Doctor José Gregorio
Hernández : fundador de la medicina experimental en Venezuela
Publicación: Caracas, Venezuela : Millán , 1951
Descripción: 16 p.; 22 x 16

Autor: Domínguez de Gema, P.


Título: El Siervo de Dios Dr. José Gregorio Hernández : Biografía
Publicación: Valencia, Venezuela : Ediciones Clima , 1957
Descripción: 269 p.; 16,5 x 11,5 x 1,2 cm.

Autor: Cacua Prada, Antonio


Título: José Gregorio Hernández : Venerable Siervo de Dios, médico
y santo
Publicación: Caracas, Venezuela : Bogotá, Colombia : Planeta , 1987
Descripción: 221 p.; 20,5 x 13,5 x 1,5 cm.

Título: Homenaje a la memoria del Dr. José Gregorio Hernández


Cisneros : En el primer centenario de su natalicio y XLVII
aniversario de su muerte
Publicación: Caracas, Venezuela : Palacio Arzobispal, 1996
Descripción: 84 p.; 22 x 16 x 1 cm.

Autor: Izaguirre Ramírez. Luis Enrique


Título: José Gregorio Hernández Cisneros : médico del alma
Publicación: Mérida, Venezuela : Arquidiócesis de Mérida : Archivo
Arquidiocesano de Mérida-AAM , 2019
Descripción: 210 p.; il., retrs.; 21 x 15,5 x 2 cm.

Autor: Duplá, Javier


Título: Se llamaba José Gregorio Hernández : el Venerable Siervo de
Dios
Publicación: Caracas, Venezuela : Bloque De Armas , 2019
Descripción: 210 p.; il., retrs.; 21 x 15 x 1 cm.

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Exposición temporal: José Gregorio Hernández Cisneros..., pp. 169-186

Autor: Duplá, Javier


Título: Favores de José Gregori Hernández
Publicación: Caracas, Venezuela : Bloque De Armas , 2020
Descripción: 192 p.: il., retrs.; 22 x 15 x 1 cm.
Autor: Iglesia Católica, Conferencia Episcopal de Venezuela
Título: Rito de Beatificación del Siervo de Dios José Gregorio
Hernández Cisneros y Celebración Eucarística, 30 de abril de 2021,
Iglesia del Colegio La Salle, La Colina, Caracas, Venezuela
Publicación: Caracas, Venezuela : Arquidiócesis de Caracas , 2021
Descripción: 42 p.; 20,5 x 10 x 0,5 cm.

Muestra de: Publicaciones. Col. Archivo Arquidiocesano de Mérida-AAM. Exposición tempo-


ral José Gregorio Hernández Cisneros: Nuestro Santo Andino. Palacio Arzobispal, mayo-
noviembre 2021.
Foto: MAMSG. Banco de imágenes.

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Exposición temporal: José Gregorio Hernández Cisneros..., pp. 169-186

VI. Publicaciones de SER Baltazar Enrique Cardenal Porras Cardozo


Autor: Castellanos, Rafael Ramón, 1932
Título: El milagroso médico de los pobres en Isnotú
Publicación: Caracas, Venezuela : Ediciones «La Vichu» , 1991
Descripción: 222 p.: ilus., fotos ; 22 x 15,5 x 1,5 cm.

Autor: Carvallo Ganteaume, Marcel


Título: José Gregorio Hernández: un hombre en busca de Dios
Publicación: Caracas, Venezuela : Ediciones Trípode , 1995
Descripción: 300p. ; 20,5 x 13,5 x 2cm.

Autor: Caldera, Rafael, 1916-2009


Título: Tres discursos sobre José Gregorio Hernández
Publicación: Caracas, Venezuela : Ediciones de la Presidencia de la
República, 1996
Descripción: 67p. ; 28 x 18,5 x 2 cm.

Autor: Contreras Andrade, Floreal Vicente


Título: Vida del Doctor José Gregorio Hernández
Publicación: Maracay, Venezuela : Universidad de Carabobo , 1997
Descripción: vi, 202 p. ; 21,5 x 15,5 x 1,3 cm.

Autor: Yáber, Miguel


Título: José Gregorio Hernández
Publicación: Caracas, Venezuela : Ediciones Trípode , 1997
Descripción: 238 p. ; 19 x 12 x 1,5 cm.

Autor: García de Fleury, María


Título: José Gregorio Hernández : un venezolano ejemplar
Publicación: Caracas, Venezuela : Ediciones Universidad Nueva Esparta ,
2004
Descripción: 57p. ; 14 x 22,5 x 0,5 cm.

Autor: Crespo, Nelson Ramón


Título: Dr. José Gregorio Hernández: médico, científico y docente,
1864-1919
Publicación: Mérida, Venezuela: Universidad de Los Andes. Publicaciones
del Vicerrectorado Administrativo , 2011
Descripción: 168 p. ; 22 x 15 x 1,2 cm.

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Exposición temporal: José Gregorio Hernández Cisneros..., pp. 169-186

Autor: García de Fleury, María


Título: José Gregorio Hernández : hombre de fe y de ciencia
Publicación: Caracas, Venezuela : Academia Internacional de Hagiografía,
2013
Descripción: 155 p. : il ; 21 x 21 x 1 cm

Autor: Ignacio Moreno León


Título: José Gregorio Hernández, el médico de los pobres
Publicación: Caracas, Venezuela : CELAUP , 2013
Descripción: 45 p. ; 22 x 14 x 0,2 cm.

Autor: Díaz Castañeda, Raúl, 1934


Título: José Gregorio Hernández : un milagro histórico
Publicación: Mérida, Venezuela : Universidad del Valle del Momboy , 2014
Descripción: 287 p. ; 20,7 x 15 x 1,7 cm.

Autor: Pérez Pérez, Orlando Valdemar


Título: José Gregorio Hernández: el médico que cura desde el cielo
Publicación: Caracas, Venezuela : Academia Internacional de Hagiografía,
[2013]
Descripción: 92 p. ; 15,5 x 10,5 x 0,6 cm.

Autor: Pérez Pérez, Orlando Valdemar


Título: José Gregorio Hernández el médico que cura desde el cielo
Publicación: Caracas, Venezuela : Últimas Noticias , 2014
Descripción: 79 p. ; 23 x 18 x 0,3 cm.

Autor: Yáber Pérez, Miguel F.


Título: José Gregorio Hernández: hombre de Dios y siervo de los
enfermos
Publicación: Caracas, Venezuela : Ediciones Trípode , 2014
Descripción: 79 p. ; 21 x 13,5 x 0,5 cm
Autor: Blandenier Bosson de Suárez, Claudia
Título: San Giuseppe Moscati y El Venerable José Gregorio
Hernández : anatomopatólogos, médicos de los pobres
Publicación: Caracas, Venezuela : abediciones , 2020
Descripción: 302 p.; il. ; 23 x 16 x 2 cm.

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Exposición temporal: José Gregorio Hernández Cisneros..., pp. 169-186

Autor: García de Fleury, María


Título: José Gregorio Hernández, modelo a seguir: el médico que hizo
gala del servicio, lo científico y lo religioso
Publicación: Caracas, Venezuela : Academia Internacional de Hagiografía
, 2020
Descripción: 120 p.; 21,5 x 14 x 1 cm.

Autor: Luzardo, María Andrea


Título: Yo soy José Gregorio: historia del Dr. José Gregorio
Hernández, médico de los pobres y cristiano ejemplar
Publicación: Maracaibo, Venezuela : Impresión Litografía Altolitho , 2020
Descripción: 128 p.; principalmente il. a color; 15 x 17,5 x 1 cm.

Autor: Vinke, Ramón


Título: El Dr. José Gregorio Hernández : una historia documentada
Publicación: Caracas, Venezuela: [s.n.] , 2020
Descripción: 143 p.; il., retrs.; 21,5 x 14 x 0,9 cm.

Título: Santa palabra: José Gregori Hernández por sí mismo


Publicación: Caracas, Venezuela : Dahbar , 2021
Descripción: 128 p.; principalmente il. a color; 15 x 17,5 x 1 cm.

Autor: Palacios, Álvaro


Título: ¿Quién es José Gregorio?
Publicación: Caracas, Venezuela : Meollo Criollo , 2021
Descripción: 38 p.; il.; 22 x 22 x 0,7 cm.

Muestra de: Publicaciones. Col. SER Baltazar Enrique Cardenal Porras Cardozo. Exposición
temporal José Gregorio Hernández Cisneros: Nuestro Santo Andino. Palacio Arzobispal, mayo-
noviembre 2021.
Foto: MAMSG. Banco de imágenes.

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Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Exposición temporal: José Gregorio Hernández Cisneros..., pp. 169-186

CRÓNICAS, EVENTOS,
NOTICIAS

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Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Exposición temporal: José Gregorio Hernández Cisneros..., pp. 169-186

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Raquel Morales Soto. Trigésima paradura del Niño Jesús..., pp. 189-198

XXX PARADURA DEL NIÑO JESÚS


DEL PALACIO ARZOBISPAL DE MÉRIDA
Mérida, 04 de febrero de 2021

Raquel Morales Soto *

El jueves 04 de febrero de 2021 a las 11:30 am, tuvo lugar en el Palacio


Arzobispal de Mérida, la tradicional Paradura del Niño Jesús, presidida por
Mons, Luis Enrique Rojas Ruiz, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de
Mérida, Pbro. Alexander Rivera Vielma, Vicario General de la Arquidiócesis
de Mérida, y del Pbro. Ricardo Vielma Martínez, Secretario Privado del
Cardenal Arzobispo Porras Cardozo y de su Obispo Auxiliar. Por medidas
de bioseguridad ante el Covid-19, fue celebrada únicamente con la presen-
cia del personal de planta de la Institución.
Se dio inicio a la celebración con la entrega de la vela, la designación de los
padrinos, en las personas del Dr. Lino Eduardo Meneses Pacheco, la Dra.
Gladys Gordones Rojas, el Lcdo. Oneiver Arturo Araque y la Prof. Rebeca
Marisina Pérez Arriaga.
Luego Mons. Luis Enrique Rojas Ruiz, se comunicó vía WhatsApp con
SER. Baltazar Enrique Cardenal Porras Cardozo, Arzobispo de Mérida y
Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Caracas, quien sostuvo unas
breves palabras animando a continuar con esta bella tradición. Bendijo la
vela de Candelaria y Mons. Luis Enrique, impartió el agua bendita.
Alegres en Navidad. Ese es el título del CD cuya producción ejecutiva
estuvo a cargo de Mons. Luis Enrique Rojas Ruiz, Obispo Auxiliar de la
Arquidiócesis de Mérida, en homenaje a SER. Baltazar Enrique Cardenal

*
Secretaria del Departamento de Informática del Archivo Arquidiocesano de Mérida-AAM. Correo
electrónico: [email protected]

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Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Raquel Morales Soto. Trigésima paradura del Niño Jesús..., pp. 189-198

Porras Cardozo, en su Año Jubilar y como preparación a los actos de la


Beatificación del Dr. José Gregorio Hernández Cisneros. El CD consta de
15 interpretaciones, la número 13 lleva por título Tradicional Paradura del
Niño Jesús en los Andes (Incluye el relato del Cardenal Porras Cardozo). En
él se narra entre muchas curiosidades, el origen de esta tradición que forma
parte de nuestras navidades y en la que se mezcla lo religioso con lo cotidia-
no. Con esta hermosa narración que a continuación transcribo, se inició la
paradura.

Tradicional Paradura del Niño Jesús en los Andes (Relato de SER


Baltazar Enrique Cardenal Porras Cardozo)
La Paradura del Niño Jesús es una de las tradiciones más bellas y hermosas
que tiene su origen en el occidente venezolano y en concreto en la población
de Ejido del estado Mérida. Ya desde finales del siglo XVII, es esta celebra-
ción formaba parte de la navidad. Recordemos que, en el calendario ante-
rior, en el Concilio Vaticano II 1962-1965, el tiempo del adviento y navidad,
iba desde finales de noviembre o comienzos de diciembre con el primer
domingo de adviento, hasta el 2 de febrero, con la fiesta de la presenta-
ción, cuarenta días después del nacimiento del Señor. Ya desde la colonia
los misioneros fueron dando rienda suelta a la creatividad y sobre todo a la
participación laical.
La Paradura del Niño es una celebración mezcla de lo religioso y de la vida
cotidiana. El Niño una vez que nace y comienza a crecer, primero gatea y
cuando ya está un poquito más grande y empieza a caminar, el Niño se
pierde, el Niño se para, de ahí paradura, es decir, ponerse de pie, que es
expresión de esa fe sencilla, de nuestra gente y que busca como honrar el
misterio de la navidad, haciéndolo muy cercano y parte de la vida familiar.
Tiene unas características muy especiales y muy bellas. En primer lugar, es
una celebración comunitaria, una celebración de vecindario; no es solo en
una casa o una institución, sino que se busca unir a varias familias o varias
instituciones y por eso tiene entonces carácter comunitario en el que partici-
pa pues, mucha gente.
Es una celebración laical. No está presidida por un sacerdote, sino por laicos
en el que hay diversas formas de hacerlo. Tiene como característica que

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Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Raquel Morales Soto. Trigésima paradura del Niño Jesús..., pp. 189-198

cuando el Niño comienza a caminar, hay que estar muy pendiente porque no
se sabe para donde se va. El Niño se pierde y entonces en primer lugar, se
recogen de las casas de las familias o de las instituciones que participan, los
Niños que tienen en el pesebre y se esconden digamos así, en algunas de las
casas contiguas, donde hay que ir a buscar al Niño y traerlo a la casa donde
se celebra la tradicional paradura.
Hay dos momentos que podemos llamar que como de procesión: la búsque-
da del Niño y después el paseo del Niño, que se hace siguiendo un ritual
bello y hermoso en el que, los que son nombrados padrinos, tienen que car-
gar al Niño, van cumpliendo con el ritual, siguiendo al pie de la letra, los
versos del Niño que entonan los músicos.
El Niño, se saca de paseo, por los alrededores de la casa, de la calle, la
plaza, por la aldea, la comunidad, en fin, tiene ese sentido y que normalmen-
te es acompañado también de algunos cohetes, y morteros que indican esa
celebración.
Entre sus versos está ese que todos sabemos: Dulce Jesús mío / mi niño
adorado / ven a nuestras almas / ven no tardes tanto / y así van desgra-
nando en los distintos versos elementos que tienen que ver con textos de los
evangelios de la infancia, y con el misterio de la encarnación y que tienen
que ver también con la vida cotidiana. Hay personas que son expertas en
esta bella tradición. Es una celebración que en la zona andina y en concreto
en la Arquidiócesis de Mérida, tiene una enorme popularidad. Después del
25 de diciembre, en fecha ya más bien cercana al fin de año o comienzo de
enero, hasta la fiesta del 2 de febrero de la presentación del Niño Dios en
el templo, de la Candelaria, pues se va celebrando en muchísimos sitios.
A mí en lo personal, me causó una enorme impresión recién llegado a Mérida,
porque había conocido -pero muy esporádicamente- la Paradura del Niño.
Ver la multiplicidad de paraduras que hay en la ciudad y en nuestros pueblos,
es realmente una celebración hermosa, que permite, además, el compartir.
Tiene ese sentido de celebridad y como toda celebración de religiosidad
popular, terminan pues con ese compartir en el que se degustan lo que pre-
paran: el bizcochuelo, ese pan típico también que se produce normalmente
en las panaderías y que la gente lo compra para poder repartirlo con el
«vinito pasita». En algunos casos se obsequia dulce de lechosa o arroz con
leche, sobre todo para los chiquillos. En otros sitios de la zona rural, se

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Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Raquel Morales Soto. Trigésima paradura del Niño Jesús..., pp. 189-198

reparte comida: carne rellena, ensalada, yuca o pan de banquete o también


hervido de gallina, de res o cruzado acompañado de agua de panela con
limón, manjar que comparten los niños, los muchachos y las personas mayo-
res. En las zonas altas del páramo merideño, se obsequia paledonias hechas
en casa con la tradicional Malta Polar y según la época, hallacas.
Es como digo, una de las celebraciones, que se ha extendido desde la zona
merideña a los Andes y que muchos andinos, que han salido de su tierra y
que están en otras partes del país, han ido difundiendo esta celebración que
tiene cantidad de aspectos que dan con la creatividad y que insinúan y fo-
mentan ese sentido que tanta falta hace poder compartir con los vecinos,
con la familia, con los amigos, le dan ese sentido familiar, ese sentido de
fiesta, ese sentido de gran alegría: Al portal no vamos / con gran alegría
/ a cantarle al niño / el hijo e María / Al portal no vamos / con gran
devoción / a visitar el niño / es nuestra intención. Hay allí de verdad, un
contenido religioso y doctrinal muy profundo, hay también esa capacidad de
nuestra gente de versificar, de tener esa rima con los versos y con las distin-
tas tonalidades que varían un poco de un sitio a otro y en el que se reza pues
también el rosario.
La adoración al Niño es también, uno de los momentos muy bellos de la
paradura. En esa sábana en la que se lleva el Niño, los padrinos lo ofrecen
para que, todos los asistentes se acerquen y lo besen. En muchos de nues-
tros pueblos y de nuestras aldeas, la gente, pone su ofrenda en dinero, cola-
boración para la gente de la casa, como contribución para ayudar al pago del
gasto, que siempre supone el ofrecimiento de esa merienda, que se hace al
terminar la celebración y que permite se pueda estar allí un rato compartien-
do en familia y con los músicos que continúan tocando otras melodías popu-
lares, sacando versos que le da un carácter muy bello y hermoso.
A mí me alegra enormemente esta devoción, esta tradición tan extendida
que no hay en nuestras tierras merideñas, no hay casa ni hay institución
pública o privada que no celebre, aunque sea de una manera muy sencilla, la
paradura del Niño, expresión de la encarnación, del amor a Dios, en la debi-
lidad del Niño Dios y en el que hay la alegría del canto, de la música, de los
morteros y del compartir, algo que nos alimenta y nos alegra el corazón.
Que no desaparezca, sino que multipliquemos de forma muy bella y hermo-
sa esta manera de orar, de rezar, de ayudarnos los unos a los otros y verda-
deramente de compartir.

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Raquel Morales Soto. Trigésima paradura del Niño Jesús..., pp. 189-198

Que el Señor y la Virgen Santísima sigan bendiciendo a nuestra tierra por-


que la paradura del Niño es expresión del cuidado que debemos tener los
unos para con los otros y sobre todo con nuestros niños, para que crezcan
sanos con la ternura y el amor de todos los que los rodeamos. Que así sea.
Terminado el relato del Cardenal y continuando con el evento se escuchó la
melodía número 14 del CD titulada Canto de los versos del Niño (Grupos
Antil y Alaba de la Catedral), con dicha interpretación se realizó el paseo del
Niño, por los pasillos de la planta baja y patio central del Palacio Arzobispal.

Versos del Niño (Folklore Popular Merideño)


Solista: Dilia Rodríguez

Dulce Jesús mío Se ha llegado el tiempo


mi niño adorado se ha llegado el día
ven a nuestras almas de estar adorando
ven no tardes tanto al hijo e María

Al portal nos vamos Prendan ya las velas


con gran alegría para que haya luz
adorar al niño vamos al pesebre
al hijo e María a ver a Jesús

Al portal nos vamos Paseo del Niño


con veneración Levanten padrinos
adorar al niño vámonos pa´ fuera
nuestro redentor a pasear al niño
Dios de cielo y tierra
Vengan los padrinos
repartan las velas Saquen al niñito
que hoy se va a parar sáquenlo a pasear
San José y la Virgen
el rey de la tierra
lo han de acompañar
El niño Jesús Miren al niñito
al mundo ha venido cómo está paseando
y por enseñarnos ahí con sus padrinos
la vela ha encendido que lo van llevando

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Raquel Morales Soto. Trigésima paradura del Niño Jesús..., pp. 189-198

Miren al niñito Al niño Jesús


cómo está paseando váyanlo besando,
San José y la virgen lo San José y la Virgen
están aguardando lo están esperando.

Miren al niñito San José y la Virgen


en su procesión Se están admirando
en el esperamos De ver a su niño
nuestra redención Que lo están besando

Entrada del Niño Parada del Niño


Vengan los padrinos Al niño Jesús
vamos para dentro váyanlo subiendo
han paseado al niño San José y la Virgen
bello sacramento lo están recibiendo

Miren al niñito Paren ese niño


cómo va entrando párenlo ligero
San José y la Virgen que llegó el momento
lo están esperando. de subirlo al cielo

Dichosos padrinos Dichosos padrinos


que dicha han tenido que dicha han tenido
han paseado al niño han parado el niño
tan recién nacido. con amor rendido

Vengan ya mis ojos Hoy a los padrinos


oigan ya su llanto le damos las gracias
Besen ya tus pies han parado al niño
Besen ya tus manos. al rey de la casa

Todos reunidos Señores padrinos


ante el altar con todo permiso
besen al niñito dejen la velita
sí lo han de besar. pegada en el piso

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Raquel Morales Soto. Trigésima paradura del Niño Jesús..., pp. 189-198

Miren al niñito Alabar a Dios


parado en la cuna en primer lugar
todo iluminado y después al niño
del sol y la luna que está en el portal

Adoración Culminación del rito


En este año nuevo Esto dijo Cristo
te pido un favor al pie de la cruz
sáquenos con bien se acaban los versos
Divino señor se apaga la luz

El niño nos pide Esto dijo Cristo


una canastilla al pie del calvario
un corazón limpio se acaban los versos
y un alma sencilla se sigue el rosario

Acto seguido, el rezo del Santo Rosario previo ofrecimiento del Sr. Obispo
Auxiliar Mons. Luis Enrique Rojas Ruiz.
Jaculatorias para el rosario del Niño Jesús
1.- L.- Jesús, José y María
T.- Os doy el corazón y el alma mía.

2.- T.- Niño Jesús que naciste en Belén


L.- Bendice esta casa y a nosotros también.

3.- L.- A Jesús adoro, a Jesús contemplo


T.- Alabado sea el Santísimo Sacramento.

4.-T.-Bienvenido sea el Niño, al trono del Portal


L.- y la Virgen María, sin pecado original

5.-L.- Mi niño bendito, mi niño adorado


T.- En Belén perdido y en el templo hallado

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Raquel Morales Soto. Trigésima paradura del Niño Jesús..., pp. 189-198

El primer misterio fue rezado por el Pbro. Alexander Rivera Vielma, Vicario
General de la Arquidiócesis de Mérida, el segundo estuvo a cargo del Pbro.
Ricardo Vielma Martínez, Secretario del Cardenal Arzobispo Mons. Porras
Cardozo y del Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Mérida, el tercer
misterio Mons. Luis Enrique Rojas Ruiz, el cuarto la Arquitecto, Rosmary
Urrea Pernía, Auxiliar de Investigación del Museo Arquidiocesano de
Mérida. El quinto misterio estuvo a cargo del Sr. Ramón Ontiveros y las tres
Avemarías la señora María Auxiliadora Cedeño, Ayudante de la
Bibliohemeroteca del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Finalizó el Santo
Rosario Mons. Luis Enrique Rojas con la oración de la Salve y el Bendito.
Culminó el evento, con un compartir de arroz con pollo, agua de panela y
bizcochuelo servido en los mesones del pasillo en planta baja del Palacio
Arzobispal.

Mons. Luis Enrique Rojas Ruiz, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Mérida, en el


ofrecimiento del Santo Rosario. En primera fila los padrinos designados, de izquierda a
derecha: el Lcdo. Oneiver Arturo Araque, la Prof. Rebeca Marisina Pérez Arriaga, el Dr.
Lino Eduardo Meneses Pacheco y la Dra. Gladys del Carmen Gordones Rojas.
Foto: AAM. Banco de imágenes.

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Siguiendo los versos del Niño, se realizó Paseo por los pasillos de la planta baja y patio central
del Palacio Arzobispal.
Foto: AAM. Banco de imágenes.

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La Doctora Ana Hilda Duque, Directora del Archivo y Museo Arquidiocesano de Mérida, adoran-
do el Niño, en sustitución del beso, debido a las medidas de bioseguridad.
Foto: AAM. Banco de imágenes.

El Niño es colocado en el portal por uno de sus padrinos.


Foto: AAM. Banco de imágenes.

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CARDENAL BALTAZAR PORRAS INAUGURÓ EXPOSICIÓN SOBRE EL


BEATO DR. JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ CISNEROS *

Freddy Criollo Villalobos**

El acto se realizó este jueves 13 de mayo en el Palacio Arzobispal, como


marco de las actividades que realiza la Arquidiócesis de Mérida por la Bea-
tificación del Dr. José Gregorio Hernández.
El Cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo Arzobispo de Mérida
y Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Caracas dijo en sus pala-
bras de inauguración que esta exposición es un trabajo de años realizado por
el Museo Arquidiocesano que preside la Dra. Ana Hilda Duque quien junto
a su equipo ha podido recopilar imágenes, folletos, estampas, pinturas,
carboncillos, esculturas, libros y cartas, tanto de data reciente como de hace
muchos años.
Dijo el Cardenal que esta es la primera exposición formal que realiza una
diócesis en el país pero que son muchas las iniciativas que se están
estructurando en muchas diócesis. Está pendiente una exposición itinerante
sobre el Dr. José Gregorio Hernández Organizada por la Embajada de Fran-
cia que recorrerá todo el país y que se exhibe actualmente en la sede de la
Embajada en Caracas, se aspira que antes de fin de año dicha exposición
pueda ser presentada en nuestra ciudad.
Entre las distintas obras expuestas está una carta del Dr. José Gregorio
Hernández dirigida a Mons. Antonio Ramón Silva Obispo de Mérida, me-
diante la cual le ofrece uno de sus libros «Elementos de Filosofía» para que
además le hiciera sus comentarios a la obra como conocedor de la Filosofía.

*
Artículo publicado en Comunicación Continua
**
Periodista, reportero.

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Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Freddy Criollo Villalobos. Cardenal Baltazar Porras inauguró..., pp. 199-202

Llamó la atención un dato expresado por el Cardenal Porras Cardozo, José


Gregorio Hernández fue confirmado por Mons. Juan Hilario Boset durante
una de sus visitas pastorales por Escuque, en aquel entonces la Diócesis de
Mérida abarcaba los tres estados andinos, por esa razón José Gregorio se
consideraba hijo de esta Diócesis.
Después de sus palabras de inauguración, el Cardenal Baltazar Enrique
Porras, acompañado del Vicario General de la Arquidiócesis,
Pbro. Alexander Rivera, Dra. Ana Hilda Duque Directora del Museo
Arquidiocesano, sacerdotes, seminaristas e integrantes de la Comisión
Arquidiocesana para la Beatificación, hizo un recorrido por toda la ex-
posición explicando detalles referidos a la mayoría de las obras expues-
tas.
Esta exposición estará abierta al público de 9:00 a 11:30 durante las sema-
nas de flexibilización, se exigirá el cumplimiento de las normas de bioseguridad
durante la visita.

Dra. Ana Hilda Duque, Directora del Museo Arquidiocesano de Mérida, dirigiendo sus palabras al
público presente, en la inauguración de la Exposición temporal José Gregorio Hernández
Cisneros: Nuestro Santo Andino. Palacio Arzobispal, 13 de mayo de 2021.
Foto: AAM. Banco de imágenes.

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SER Baltazar Enrique Cardenal Porras Cardozo, Arzobispo de Mérida y Presidente del Museo
Arquidiocesano de Mérida, dirigiendo sus palabras, en la inauguración de la Exposición temporal
José Gregorio Hernández Cisneros: Nuestro Santo Andino. Palacio Arzobispal, 13 de mayo de
2021.
Foto: AAM. Banco de imágenes.

SER Baltazar Enrique Cardenal Porras Cardozo, Arzobispo de Mérida y Presidente del Museo en
su recorrido por la Exposición temporal José Gregorio Hernández Cisneros: Nuestro Santo
Andino. Palacio Arzobispal, 13 de mayo de 2021.
Foto: AAM. Banco de imágenes.

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SER Baltazar Enrique Cardenal Porras Cardozo, Arzobispo de Mérida y Presidente del Museo,
junto a la Dra. Ana Hilda Duque, Directora del Museo en el recorrido por la Exposición temporal
José Gregorio Hernández Cisneros: Nuestro Santo Andino. Palacio Arzobispal, 13 de mayo de
2021.
Foto: AAM. Banco de imágenes.

202
Arquidiócesis de Mérida. Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo XVII Nº 55. Enero-junio 2021.
Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Normas para los/as autores/as pp. 203-205

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2. Los artículos no deben exceder las 20 páginas y los trabajos las 50, inclu-
yendo notas, citas, gráficos, figuras, mapas, planos, fotografías, fuentes do-
cumentales, bibliohemerográficas, orales y en línea.
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Times New Roman punto 12, a doble espacio, con márgenes superior e
izquierdo de 3,5 cm., e inferior y derecho de 3,0 cm. Los párrafos separados
por una línea y sin sangría. Las páginas numeradas en el borde superior
derecho.
7. Los autores/as deben enviar los artículos y/o trabajos vía correo electró-
nico y tres copias impresas vía postal, una con los datos del autor y dos sin
identificación, a los fines de enviarlas al comité de arbitraje. Los artículos y/
o trabajos serán evaluados por árbitros calificados en la materia, cuyos nom-
bres permanecerán en estricta reserva, con el objeto de mantener una situa-
ción de riguroso anonimato mutuo con el autor (pares ciegos).
8. Los artículos y/o trabajos recibidos no serán devueltos, independiente-
mente de su evaluación.
9. Los autores/as deben enviar carta indicando que el artículo y/o trabajo no
ha sido ni será enviado a otra revista para su publicación.
10. Los gráficos, figuras, mapas, planos y fotografías, deben ser entregados
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leyenda, siguiendo los modelos:
Vista panorámica de Bodoque. Bailadores, Estado Mérida-Venezuela 2010.
Foto: José Rojas Maldonado. Colección: AAM. Banco de Imágenes.

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Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Normas para los/as autores/as pp. 203-205

Tomado de: Pedro Cunill Grau. Geografía del poblamiento venezolano


en el siglo XIX. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República. 1987,
lámina 2.
11. Las notas y/o citas de fuentes bibliohemerográficas, documentales y en
línea deben ir a pie de página, siguiendo los modelos:
Gianni Vattimo. Creer que se cree. 1996, p. 34.
Antonio Ramón Silva. Documentos para la historia de la Diócesis de
Mérida. 1908. Tomo II, p. 84.
Ídem.
Ibídem, p. 86
Fernando Campo del Pozo. Los agustinos en la Evangelización de Vene-
zuela. 1979, p. 101.
Antonio Ramón Silva. Ob. Cit., pp.88-89.
AAM. Sección 22 Curatos. Caja 18, doc. 22-10.368-A, f. 3r.
AAM. Sección 45B Libros Varios. Documentos Oficiales Lora-Milanés
II. Libro Nº 199, pp. 600-603.
Gloria Carrero. "La cofradía de la Inmaculada Concepción de la Parroquia
El Sagrario de la ciudad de Mérida (1815-1941)". En: Boletín del Archivo
Arquidiocesano de Mérida. Mérida (Venezuela): Arquidiócesis de Mérida.
Archivo Arquidiocesano de Mérida. Tomo III, Nº 13, julio-diciembre 1993,
pp. 28-48.
De aquí en adelante lo abreviaremos NT (Nuevo Testamento). Asimismo,
para referirnos al Antiguo Testamento utilizaremos AT.
12. Las fuentes documentales, bibliohemerográficas, orales y en línea deben
ir al final del texto, y citadas de la siguiente manera:
Documentales:
Archivo Arquidiocesano de Mérida. Sección 17 Cementerios. Caja 1 (1788-
1932), doc. 17-033, 3 ff.

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Mérida-Venezuela. ISSN: 1316-9173. Normas para los/as autores/as pp. 203-205

Archivo Arquidiocesano de Mérida. Sección 45A Libros Parroquiales.


Ejido. Entierros 1º (1781-1821), 189 ff.
Archivo Arquidiocesano de Mérida. Sección 62 Visitas Pastorales. Caja
4, doc. s.n., 17 ff.

Bibliohemerográficas:
Libro: RUBIO MERINO, Pedro. Archivística Eclesiástica. Nociones Bási-
cas. Bogotá: Consejo Episcopal Latinoamericano. 1998, 268 pp. (Colección
Documentos CELAM, 151)
Artículo de revista: PORRAS CARDOZO, Baltazar Enrique. "Santiago
Hernández Milanés. Un obispo olvidado". En: Boletín Arquidiocesano.
Mérida (Venezuela): Arquidiócesis de Mérida. Nº 60, abril-junio 2001, pp.
113-123.

Orales (opcional)
Ana María Peña. Maestra, 32 años. Tabay. Estado Mérida, 10 de marzo de
1997.
Agricultor, 50 años. Mococón Alto. Mucurubá. Estado Mérida, 26 de mar-
zo de 2004

En línea
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13. Los artículos y/o trabajos que cumplan con estas normas deben hacerlos
llegar con una carta dirigida al Director/a Editor/a del Boletín del Archivo
Arquidiocesano de Mérida, a la siguiente dirección:
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quina calle 23 frente a la Plaza Bolívar. Apdo. 26. Mérida 5101-A. Telfs. 58
274 2525786-2524307. Fax 58 274 2521238. Mérida-Venezuela.
Correo electrónico: [email protected] / [email protected]
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