0%(1)0% encontró este documento útil (1 voto) 187 vistas17 páginasBonete. Filósofos Ante Cristo (Selección. Schleiermacher-Kant-Nietzsche-Pascal) - Rotated
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ENRIQUE BONETE PERALES
FILOSOFOS
rN
CRISTODisoBo de cubirta:
Carlos Lasarte Gonzalez
Ledicién, 015,
2° edicién, 2016
Reimpresion, 2018
Reservados todos los derechos. I contenido de esta obra
esta protegido por la Les, que etablace penas de pion yo
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{alos y petjicios para quienes reprodujeren, plagiaren,
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tina obra Htrara, arta o centea, osu transformacion,
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‘precepts autonzasin,
(© EnRiqUs Bovets PeRaLes, 2016
© EDITORIAL TECNOS (GRUPO ANAYA, S. A.) 2018,
Juan Ignacio Luca de Tena, 15 -28027 Madrid
ISBN: 978-84-309-6841-1
‘Depésito Legal: M-36998-2015
Printed in Spain
En memoria de
Jestis Serrat
y Andrés Fuentes,
‘mas que amigos,
a quienes tanto debo
y tan poco agradeck4 FILOSOFOS ANTE CRISTO
ue se puede esperar de un hombre asi, que ya entonces cuan-
do vivia no bused su honor, sino el honor de aquel que lo habia
enviado.
[Versién original: 1806]
JOHANN Gorrises Ficute, La exhortacién a la vida bienaventurada
‘ola Doctrina de la Religién, Tecnos, Madrid, 1995, parrafos de la
Sexta Leccién, pp. 112-116 (estudio preliminar de Alberto Ciria;
traduceién de Alberto Ciria y Daniel Innerarity).
3, FRIEDRICH SCHLEIERMACHER (1768-1834)
Es uno de los méximos exponentes de la filosofia de la religion
de la época del Romanticismo aleman'. Mantuvo estrechas relacio-
nes con los idealistas (Fichte, Schelling, Hegel). Su pensamiento
‘eol6gico-filoséfico influyé en el modo de abordar las cuestiones
vitales de Kierkegaard y Dilthey, el existencialismo y la hermenéu-
tca, A él se remiten explicitamente no pocos pensadores contempo-
raneos como uno de los inspiradores de estas dos tltimas corrientes
intelectuales, resaltando su originatidad filoséfica’, Era hijo de un
pastor protestante. Estudié teologia en Halley lleg6 a ser predicador
en la Charité de Berlin, donde trabé amistad con diversos intelectua~
Jes roménticos de aquella dindmica ciudad. Fue profesor de materias
teoldgicas y filoséficas tanto en la universidad de Halle, donde se
formé, como en la de Berlin, de la que fue uno de sus principales
disefiadores y fundadores, junto con Humboldt y Fichte. En 1810
Tlegé a ser el primer decano de la Facultad de Teologia de esta ins-
‘itucién académica. Mostré siempre una clara actitud en defensa de
la independencia de la iglesia protestante (y de los estudios teologi-
cos) respecto del poder politico, promoviendo siempre la libertad
religiosa y civil como idoneas para el desarrollo de la actividad in-
telectual.
Por lo dicho, es explicable que en sus mis destacables obras estén
presentes reflexiones en tomo a la teligién, desde diversos puntos de
‘Vista. He aqui algunos de sus titulos: Estética (1842; péstuma); Dia-
7 Sobre sta faceta de su pensamento: M. SIMON, La philasophie dela religion dans
oeuvre de Sclelrmacher, Vin, Pais, 1978
+ Garbasn extudo sobs su aportaciénfloséia:L Lzuzoutzn, Armonia y gzdn: la
“flosofitdeFicrih DE Schleermacher, Premsas Universitaras de Zaragon, Zarago-
4, 1998.
I. CRISTO Y EL PROBLEMA DELA VERDAD 5s
léctica (1839; postuma); Etica (1836; postuma e incompleta); Mond-
Togos (1800); La fe cristiana expuesta coherentemente segi los prin-
cipios de la Iglesia protestante (1821/22) y Sobre la religion: discursos
‘a sus menospreciadores cultivados (1799). Las dos ‘iltimas son las,
‘mis importantes para enmarcar sus afirmaciones en torno a Jesu-
cristo.
En la voluminosa obra dedicada a la fe cristiana!® expone
‘1 autor, como punto de partida, que la base de la comunidad ecle-
sial es la comunicacién mutua en wn mismo sentimiento de «depen-
dencia absoluta» respecto de la divinidad, el Infinito. Para com-
render tal tipo de experiencia religiosa se requiere de un andlisis
de la autoconciencia humana. Es el monoteismo la més excelsa
expresiOn de este tipo de sentimiento. Por encima del judaismo y el
{slam se encuentra el monoteismo cristiano, que constituye una «e-
ligién teleol6gica» por cuanto acentia la posibilidad del perfeccio-
namiento moral en el hombre, gracias a la intervencién de Jesuecis-
to, La mayor prueba de que es posible una relacién arménica con
la voluntad de Dios, sin el peso del pecado, es el propio Jesis de
‘Nazaret, Esta extensa obra ofrece nuevos enfoques de los content:
dos doctrinales del cristianismo y distingue tres tipos de proposicio-
nes de fe: las que se refieren al hombre, al mundo y 2 Dios (los tres
objetos de la metafisica clasica tanto en el cartesianismo como en.
‘el kuntismo). Estudia en la parte principal de la obra ol significado
de la «autoconciencia piadosa cristiana», desde la cual analiza el
problema de la creacién, la omnipotencia y la omnisciencia de Dios,
asi como la perfeccién del mundo y del hombre. A continuacién
ofrece una densa reflexién sobre las implicaciones del pecado en el
hombre, en los males del mundo y cémo es posible, a pesar de ello,
Ja santidad de Dios, en la que se combina la misericordia con la
justicia, Sélo a través de la accién salvifica de Cristo es viable para
‘el hombre salir del pecado y alcanzar la santidad en el seno de
la Iglesia. Es bien conocida la repercusién histérica de esta gran
obra, Por ejemplo, Hegel la tild6, despectivamente, de «teologia del
sentimiento», mientras que Feuerbach vio en ella una confirmacién
de que la idea de Dios proviene de Ia capacidad imaginativa, pro-
‘yeetiva y emotiva del ser humano, La teologta dialéctica, Barth en
oncreto, también la catdlica, se hizo eco durante el siglo xx dela
sgrandeza y los limites de esta obra.
nist recente traduccin: F, Scretermacitn, La fe cristina, Siqueme, Sala-
smanca, 201% para un ands del inmpacto de esta obra en fa teologa, ai como de su
mart y Hints, puede consultarse In wPresentaciOn» de A. CORDOVILLA (pp. 725)56 FILOSOFOS ANTE CRISTO
El texto clegido en torno a Jesucristo procede de los célebres dis:
cursos de 1799, su obra més influyente en la filosofia de la religion"
(@unque corresponde a una primera etapa de su pensamiento, en
parte superada por La fe cristiana, de ia época madura). Son parra-
fos de la parte final dei quinto y titimo discurso, Fueron muy posi-
tivamente valorados como original enfoque en la comprensién de la
religion. ;
El primer discurso proclama la conveniencia de que la religién
sea considerada valida para la formacién intelectual de las personas.
‘Resalta la compatibilidad entre poseer altos conocimientos cultura-
les y afirmar creencias religiosas (no se olvide que el autor se dirige,
como apunta el subtitulo, a quienes siendo hombres cultivados mi
nusvaloran el hecho religioso). El segundo, sin duda el més impor-
tante, procura explicar cudl es la «esencian de la religion, a diferen-
cia de, por ejemplo, la metafisica o la ética. Esta versa sobre el hacer,
aaquélla sobre el saber, mientras que lo propio de la religidn es sentir,
fexperimentar una especie de «intuicidn» respecto del universo como
‘un todo y nuestro lugar en él. La autoconciencia individual es capaz
dde captar en su interior un sentimiento de dependencia respecto de
la Infinitud, Dios, el Absoluto con el cual nos sentimos unidos, Por
ello, la gratitud y la humildad son genuinas virtudes reigiosas, que
femanan de esta experiencia de depender de una realidad totalmente
Gistinta, Infinita, que nos abarea y nos da el ser. No es del todo ne-
cesario que sea concebida como realidad «personal». Lo relevante
en el hecho religioso es el sentimiento humano de depender de la
divinidad, de vivir unida a ella, no de cual es su esencia onnaturaleza,
que desconocemos por completo. :
En el iltimo discurso, el quinto reflexiona Schleiermacher sobre
et hecho de la multiplicidad de religiones desarrolladas a través de
Ia historia, Analiza de modo extenso tanto el judaismo como el cris-
tianismo. El primero, al parecer del filésofo, capta el universo y la
divinidad desde la perspectiva de la «retribucién». El segundo, el
cristianismo, acentua la reincorporacién continua del sujeto en el
todo, que es Dios, revelado en Jestis, como mediador de la relacién
de los hombres con la divinidad, aunque en ningtin caso el inico
mediador. La historia del cristianismo no ha concluido, de lo que se
deriva que la revelacién plena tampoco. Segin el filésofo, es posible
esperar nuevas manifestaciones del Infinito en la historia de la hu-
7 Ua bien documentada contextualizaién delos discarsos sl como desu dimen-
sib lotic, se ncaa el Esa pein de A Gio a, SEXES
{GueR, Sobre lareligidn,Teenes, Madrid, 1990, pp. IX-XCIX.
1. CRISTO Y EL PROBLEMA DE LA VERDAD 3
manidad, ademas de la acontecida en Jestis de Nazaret. En este con-
texto de! final del discurso se encuentran las paginas seleccionadas
en torno al fundador del cristianismo.
Cristo, gtinico mediador?
Asi es el cristianismo. No quiero encubrir sus deformaciones
y sus miltiples corrupciones, puesto que la corruptibilidad de
todo lo santo, tan pronto como se hace humano, constituye una
parte de su visién originaria de! mundo. Tampoco quiero haceros
penetrar ulteriormente en sus aspectos concretos; sus realizacio-
nes se hallan ante vosotros, y creo haberos proporcionado el hilo
{que os conduciré a través de todas las anomalfas y, sin preocupa-
ros por el desenlace, os facilitard la visién de conjunto mas exac-
ible. Sélo es preciso que lo mantengais firme y que desde
120 mismo no prestéis atencién sino a la claridad, a la
diversidad y a la riqueza con que se ha desarrollado aquella pri-
mera Idea fundamental Cuando considero, en los relatos tunca-
dos de su vida, la imagen sagrada de aquel que es el sublime
autor de lo ms grandioso que existe hasta ahora en la religién,
fo que admiro no es la puteza de su doctrina moral, que s6lo ha
‘expresado lo que todos los hombres que han tomado conciencia
de su naturaleza espiritual tienen en comtin con El y a lo cual no
puede conceder un mayor valor ni el haber dado expresién a di-
cha doctrina ni el hecho de haber sido el primero en hacerlo; no
admiro la indole peculiar de su cardcter, el emparejamiento fn
mo de una fuerza superior con una dulzura enternecedora —toda
alma simple, de una forma sublime, debe, en una situaciGn espe-
cial, manifestar en rasgos determinados un gran cardcter—; todo
esto no son més que cosas humanas: pero lo verdaderamente
divino es la grandiosa claridad que ha llegado a alcanzar en su
alma la gran idea que £ habia venido a expresar, la idea de que
todo Io infinito necesita de mediaciones superiores, para estar
unido con la Divinidad. Es temeridad vana querer apartar el
velo que oculta, y debe ocultar, el surgimiento de esta idea en El,
dado que todo'comienzo en la religién es misterioso. La frivo-
lidad impertinente, que ha osado hacerlo, s6lo ha sido capaz de
desfigurar lo divino como si Cristo hubiera partido de la antigua
idea de su pueblo, cuando en realidad no quiso sino anunciar su
destruccién, y de hecho la ha anunciado de una forma sumamen-
te gloriosa, en cuanto ha afirmado ser aquel que ellos esperaban.38 FILOSOFOS ANTE CRISTO
Consideremos solamente la intuicién viviente del Universo, que
enaba toda su alma, tal como la hallamos en El, llevada a su
perfeccién. Si todo lo finito necesita de la mediacién de una tea-
lidad superior, para no alejarse cada vez mas del Universo y di-
seminarse en la vaciedad y en la nulidad, para mantener su vin-
Culacién con el Universo y llegar a tomar conciencia de la misma,
fentonces e! elemento mediador, que no necesita él mismo, a su
ez, de mediacién, no puede ser en modo alguno meramente
finito; ese elemento debe pertenecer a ambos dmbitos, debe par-
ticipar también de la naturaleza divina y en el mismo sentido en
{que participa de la finita, Pero gqué vio en torno a sf sino lo fini-
to y lo necesitado de mediacin y dénde habia algin principia
mediador sino en El? Nadie conoce al Padte sino el Hijo y aquel
‘a quien El quiere revelarlo (Mt. 11, 27; Le. 10, 22). Esta concien-
‘cia del caracter tinico de su religiosidad, de la originariedad de
su concepcién, y de la fuerza que ésta posefa para comunicarse
y suscitar la religi6n, era a la vez la conciencia de su funcién
mediadora y de su Divinidad. No me quiero referir a cuando él
Se hallé confrontado a la ruda violencia de sus enemigos, sin es-
peranza de poder vivir por mas tiempo —esto es indeciblemen-
fe poco—, sino a cuando El, abandonado, en trance de enmude-
‘cer para siompre, sin ver organizada realmente ninguna instituci6n
relativa a la comunidad de los suyos, en contraste con la solemne
magnificencia de la antigua religién corrompida, que apare~
cfa fuerte y vigorosa, rodeada de todo lo que in‘undia veneracién
puede exigir sumisién, de todo lo que a El mismo se le habia
ensefiado a venerar desde la infancia, a cuando El, sin ningtin
‘otro apoyo que este sentimiento, y, sin dilaciones, pronuncié
quel Si, la més grande palabra que jamés haya pronunciado un
‘mortal (Mt. 26, 63 ss.; Mc, 14, 61 35. Lc. 22, 70); esto constituyé
la apoteosis més grandiosa, y de ninguna Divinidad podemos
estat més seguros que de la que se afirma asa s{ misma, Con esta
fe en sf mismo, quién puede admirarse de que El estuviera segu-
ro no s6lo de ser mediador para muchos, sino también de dejar
tras sf una gran escuela que derivar‘a su religion, de iguales ca-
racteristicas, de la que El profes6; tan seguro que establecié sim-
bolos para ella, antes de que ésta existiera, con la conviccién de
que esto serfa suficiente para hacerla existir, y que El ya con an-
terioridad hablé, con un entusiasmo profético, de la inmortali
zacién de los hechos memorables de su vida en el seno de esa
religidn. Pero nunca ha afirmado que El constituyera el tnico
objeto de la aplicacién de su idea, que El fuera el tinico media-
1, CRISTO YEL PROBLEMA DELA VERDAD 9
dor, y nunca ha confundido su escuela con su religin —por més
ve haya podio tlerar que se dejase en suspenso su dignidad
le mediador, con tal que no se profanara el espiritu, el principio
2 partir del que se desarrollé su religién en Ely en ottos—, y tam-
bién sus discipulos estuvieron lejos de esta confusién. Conside-
raron sin discusi6n como cristianos y los aceptaron entre los
miembros activos de la comunidad a los discfpulos de Juan (Bau-
tista), quien, sin embargo, s6lo muy imperfectamente compartia
la intuicién fundamental de Cristo. Y todavia ahora det
ast: quien pone esta misma intuicién como base de su religion es
un cristiano, sin gue se tome en consideracién la escuela, bien
haga derivar historicamente su religin de si mismo o bien de
cualquier otro. Cristo nunca ha considerado las intuiciones y sen-
timientos, que El mismo podia comunicar, como la plenitud del
contenido de la religin que habria de surgir de su intuicién fun-
damental; siempre ha remitido a la verdad que vendria después
de El. Asf actuaron también sus discfpulos; no pusieron fronteras
al Espiritu Santo, reconocieron por doquier su libertad ilimitada
1 !junided general de sus revelaciones,y s! més ade, cuando
la primera época de su esplendor habfa pasado y El parecfa des-
cansar de sus obras, estas obras, en la medida en que estaban
relatadas en las sagradas Escrituras, fueron proclamadas indebi-
damente como un cédigo cerrado de la religién, esto no ocurri6
sino por parte de aquellos que confundieron el suefio del espiritu
con su muerte, para quienes la religién misma habia muerto; y
todos los que todavia sentfan en sf su vida o la percibfan en otros,
siempre se han declarado contra este modo de proceder, opuesto
al espiritu del cristianismo. [..] Ast, se han manifestado otras in-
tuiciones y sentimientos, relativos al centro del cristianismo, acer-
ca de los que nada se encuentra en Cristo ni en los libros sagra~
dos, y ots varios se manifestardn en lo sucesivo, dado que
grandes zonas de la religin todavia no han sido acondicionadas
ara el cristianismo, y dado que éste todavia tendré una larga
storia, a pesar de todo lo que se dice acerca de su fin préximo
ya consumado.
[Version original: 1799}
Frrepaice D, B. ScHLEIERMACHER, Sobre la religién, Discursos a
‘sus menospreciadores cultivados, Tecnos, Madrid, 1990, parrafos
de las pp. 193-199 (estudio preliminar y traduecién de Arsenio
Ginzo Fernandez).142 FILOSOFOS ANTE CRISTO
‘Todo sabio desdefia el sentimiento vulgar; cada cual quiere tener
cl suyo propio. La orgullosa filosofia lleva al espfritu fuerte (esprit
fort: rautosuficiente», libertino, ateo (Nota del traductor)}, del mis-
mo modo que la ciega devocién conduce al fanatismo, Evita estos
Daremos, Permanece siempre firme en el camino de la verdad 0
de lo que te parezca serlo en la simplicidad de tu coraz6n; no te
partes jamés de ello por vanidad ni por debilidad. Atrévete a con
Hear a Dios entre los filésofos; atrévete a predicar fa humanidad a
Ios intolerantes. Quizé seas el nico de tu partido, pero llevarés
SS trmismo un testimonio que te permitira pasarte sin el de los
hombres. Te amen o te odien, lean tus escritos 0 los desprecien,
too no importa; di lo que es verdad, haz lo que es bueno; lo que
fmporta es cumplir con el propio deber en Ia Tierra, y, olvidéndo-
wee uno mismo, es como se trabaja por la propia causa. Hijo
So, el interés particular nos engatia; sdlo la esperanza del justo
no engafia.
[Version original: 1762]
{JEAN-TacQUES ROUSSEAU, Profesin de fe del vicario saboyano y otros
ritos complementarios, Trotta, Madrid, 2007, parrafos de las
fp. 130-133 y 137-138 (ntroduccién, traduccion y notas de An-
tonio Pintor-Ramos).
4, IMMANUEL KANT (1724-1804)
Es el mas grande fildsofo de la modernidad. Su originalidad en
lcampo de la metafisica, teoria del conocimiento o ética esté fuera
Se tods duda, La estela de su influencia llega hasta nuestros dfas
Namerosos son los pensadores que se remiten a sus obras para pro-
Fundizar en nuestra situacién cultural, No resulta una exageracion
afirmar que e a
raiz de sus al os
Tnmites de la mera razén (1793), de la que se ha extrafdo el texto en
torne al «maestro del Evangeliov. Sin embargo, la preocupacion
Kantiana por la tematica religiosa, y especialmente por el problema
de Dios, ya se habia hecho presente en sus grandes obras anteriores:
Gh la Ciltca de la Razin Pura (1781), a le hora de analizar las defi
Slaneias de las demostraciones de la existencia de Dios, y en la Cr-
Sion de la Razén Practica (1788), cuando desarrolla los postulados
Ie4 etica: libertad, inmortalidad y existencia de Dios. Lo que ha
1, CRISTO Y EL PROBLEMA DEL BIEN 143
llevado a denominas @H)RMOEN, por parte de algunos estudiosos,
com: . E incluso el problema de Dios afl
tantemente en sus iltimos escritos recogi en Opus
aaa ‘ogidos en el volumen Opus
tismo mis ortodono. Este acercamento a a exigenci
eda ana eaten enemanc eel
Jamayora dss obras. Alo cual hay que air ua hecho bgt
ico que igualmente explica el modo en que el filésofo interprets el
cristianismo. Me refiero a la muerte de su madre, que tanto le im-
presioné, cuando contaba unos 14 afios, debida al contagio que le
produjo la enfermedad de una parienta, a la que cuidé con esmero
yearidad, Entregar la propia vida cuidando a un ser necesitado fue
para el pensador alemén el mayor ejemplo moral que recibié de su
‘madre, una devota cristiana a la que siempre admir6, y en la que
es enamada la mis sublime moral derivada del mensaje evan-
‘También se
especialmente t
en 1762, pocas semanas desp
Aa manifesta a obra de 1. Gone CArFAREN,
oomph watrae 25. Gomez CartaRens, £1 imo moral de Kany
Sobre la conpcn de Dis en ls tins exerts de Kat publi
‘muerte puede consultarse e] volumen de A. Conia, Dias en Loaf nascent
de Kant, Universidad Pontificia, Salamanca, 1981. ? ae ee
Aspects rlevants dela vida de Kant L, Boowsxs, Relat dela vida y el
cardeter de Inmaruel Kant, Tecnos, Mads
set imal Kan, esoen Madd, 98 y M, Rui, Kt Bf,144 FILOSOFOS ANTE CRISTO
trado alemén{ (Glia MimeniOn pEMeucOumOnal Meaivide, mis que
mn la liturgia, la oraciOn o fe en dogmas.
dae renre pretendia Kant con la obra La religidn dentro de los
(ifittesite [a mera razén? En primer lugar, €8 posible int
i ‘una dura critica a los ‘problemas mas clisicos de la teolo-
‘on erg hpecado, la cristofopa, 1 eclestologi, a eseatolo-
gia'*. En parte, la Feligion en dicho libro Wiene a ser una especie
Jegitimacion de la ley: moral tal como fue presentada en eh
feriores (por ejemplo, en ta” Fundamentacion de la —e a
Coslumbres, de 1785). Conviene recordar que la publicacién de este
texto estuvo precedida de cierta polémica, El ministro prusiano de
cultura de entonces, Von Walines, uiso prohibit el eserito e imponer
al fildsofo medidas disciplinarias por Sa ala luz un text
itico con Ja practica cristiana estable
ne rl de cuatro partes. El argumento principal a
referido al problema del mal: su origen, esencia y consecuencias Fy
realidad, cada parte puede ser interpretada como una especie di
transformacién racional y ética de la teologia cristiana en torno 2
‘pecado (primera), Jesucristo ‘(Gegunda), la escatologia (tercera) vie
Iglesia o eclesiologia (cuarta). A la hora de te rere eet
ne humane’ Kant elabora una compleja teoria del «in
Pesicab ‘Ya no se trata del pecado encel sentido de une disposicidn :
Jhereditatia, tal como To stele exporer’ ‘fa dogmatica, sino-mas'bien
‘como una tendencia imborrable del hombre que desdefia, por egois
mo, el imperativo ético. Esta tendencia no requiere de una gracia
‘especial, ‘otorgada por Cristo, para ser superada, sino que, desde =
perspectva del lustrado, es suficiente con I educacion y el eultivo
Sel bien que la propia razon auténoma dicta a todos los homiby's
Para Kant ef cristianismo-esfe-eliion moral por excelencia: Pso>
‘pugna una praxis fundada en principios éticos, ncarados a
fos por el xmaestro del Evangelion, plenamente compatibles con to
que expresa la raz6n practica. Eifo te ‘evar eens a aa
Sion biblica «Hijo de Diosy como un modo de mostrar ta dignidad
moral del hombre llamado Jesis, sin referencia a su. Ss
Rible «encarnaciOn» de Dios. Estamos ante ufijparadisna se
moral, de la moralidad perfecta, una especie de modelo regulative
de lo que es el bien; en ‘realidad, se podria decir que Jestis viene a ser
Wri ana lsc deta ba: DM. Gaon (8), Kan dea ten
a, 8
om pea te Beto pncorecB.3
Cae blend mal co Kany ui
Ba Be et Pesptcal eropation Pty Prey, Camb, 207-
M. CRISTOY EL PROBLEMA DEL BIEN Mas
la expresién excelsa de la ética desarrollada en los densos escritos de
Kant, eliminando asf el atributo de su divinidad, que desvirtuaria
su grandeza moral,
Por iltimo, no hay que olvidar que este escrito teolégico-filoss-
fico también pretendia, tal como manifesté la polémica que roded
su publicacion, defender lallibertad de pensamiento en lo referents
@cuiestiones feligiosas, en las que no ha de entrometerse el poder
politico. No se justifica bajo ningiin concepto limitar el uso piblico
della taz6p, incluso aunque de problemas teoldgicos se trate, que
forman parte de la capacidad humana de critica y ejercicio libre de
las convicciones més profundas. Es més/ha de sé, segin Kangjln
razén, y no la Iglesia con sus dogmas, la que ilustre en qué radica
la verdad de la religion; e, igualmente, es la razén, y no el Estado
‘con sus leyes, la que ha de establecer Ia credibilidad de las verdades
feligiosas en el Ambito social, Todo ello ¢s lo que expresa cl signifi-
cativo titulo del polémico escrito! S6lo la razén es consideradla aqui
{finstancia’suprema|ylamedida de toda verdad (también en lo re-
ferente al significado ético de Jestis de Nazaret, como se comprueba,
en el texto seleccionado).
EI Maestro del Evangelio como ideal de la perfeccién moral
Lo Gnico que puede hacer de un mundo el objeto det decreto
divino y el fin de la creacién es la humanidad (el ser racional del
mundo, en general) en su perfeccién total moral, de la cual, como
de condicién suprema, es la felicidad la consecuencia inmediata
en la voluntad del ser supremo. —Este hombre, Gnico agradable a
Dios, cestd en él desde la eternidady; la idea del mismo emana de
su ser; en esta medida no es él una cosa creada, sino su hijo uni
génito; «la palabra (el {hdgase!) por la que todas las otras cosas son
y sin la cual nada existe de cuanto ha sido hecho»; (pues por mor
de 61 —esto es: del ser racional en el mundo, tal como puede ser
pensado con arreglo a su determinacién moral— ha sido hecho
todo). —aEl es el reflejo de su magnificencia». —eEn él ha amado
Dios al mundo» y sélo en él y por adopcién de sus intenciones
podeios esperar vllegar a ser hijos de Dios», et
Pues bien, efevarnos a este ideal de la perfeccién moral, esto es:
al arquetipo de la intencidn moral en su total pureza, es deber hu-
‘mano universal, en orden al cual esta misma idea que nos es pro-
puesta por la Razn pare quelatmemas por modelo puede darnos
fuerza. Pero precisamente porque nosotros no somos los autores de146 FILOSOFOS ANTE CRISTO
ella, sino que ella ha tomado asiento en el hombre sin que com
jprendamos cémo la naturaleza humana ha podido simplemente ser
Eusceptible de ella, puede mejor decirse que aquel arquetipo ha
descendido del cielo a nosotros, que ha adoptado la humanided
(pues representarse cémo el hombre, malo por Naturaleza, depone
por si mismo el mal y se eleva al ideal de la santidad, no es igual-
Frente posible que representarse que el citimo adopteda hummanidadh
gue por si no es mala—y condesciend en ella) staunién eon
rnosotres puede, pues, ser considerada como un estado de rebaja-
Imiento del hijo de Dios, si nos representamos a aquel hombre de
Intenciones divinas como arquetipo para nosotros tal como, aun
siendo santo él mismo y como tal no sujeto a soportar ningiin pa~
ecimiento, sin embargo los toma sobre sf en la mayor medida para
jpromover el bien del’mundop por el contrario el hombre, que nun-
fa esta libre de culpa, ni siquiera cuando haya adoptado la misma
‘ntenci6n, puede considerar los padecimientos que por cualquier
camino puedan alcanzarle como algo de lo que él tiene la culpa,
{7 por lo tanto, ha de tenerse por indigno de la unién de su intencion
Zon una idea tal, aunque ésta le sirva de arquetipo.
"ahora bien, el ideal de la humanidad agradable a Dios (por lo
tanto, de una perfeccién moral tal como es posible en un ser del
mundo, dependiente de necesidades y de inclinaciones) no pode-
Tnos pensatlo de otro modo que bajo la idea de un hombre que
testarfa dispuesto no sélo a cumplir él mismo todos los deberes de
hombre y a extender a la vez alrededor de si por la doctrina y el
ejemplo el bien en el mbito mayor posible, sino también —aun
tentado por las mayores atracciones— a tomar sobre sf todos los
sultimientos hasta la muerte més ignominiosa por el bien del mun
do e incluso por sus enemigos. —Pues el hombre no puede hacer-
fe ningtin concepto del grado y el vigor de una fuerza tal como es
ja de tna intencién moral, a no ser que se la represente luchando
contra obstéculos y, sin embargo, venciendo aun en medio de las
tentaciones mayores posibles,
‘Pues bien, en la fe practica en este hijo de Dios (en cuanto es
representado como habiendo adoptado la naturaleza humana)
‘el hombre esperar hacerse agradable a Dios (y mediante ello
fambién bienaventurado); esto es: el que es consciente de una in-
tencidn moral tal que puede creer y poner en s{ mismo una funda-
‘da confianza en que permaneceria, en medio de tentaciones y
jpenas semejantes (asi como de ellas se hace pledra de toque de
Equelia idea), invariablemente pendiente del arquetipo de 1a hu-
faanidadl y semejante —en fie! imitacion—saisu ejemplo, un hor
IL. CRISTOY ELPROBLEMA DEL BIEN 147
bre tal, y s6lo é!, esté autorizado a tenerse por
bye no indgno de a complacencia _e
‘Si en una cierta época hubiese descendido en cierto modo del
Gielo ala tierra un hombretal, de intencicn verdaderamente divina,
‘que mediante doctrina, conducta y sufrimiento hubiese dado en si
el ejemplo de un hombre agradable Dios en la medida en que se
puede pedir de la experiencia externa (en tanto que el arquetipo de
lun hombre tal no ha de buscarse en ninguna otra parte que en nues-
tra Raz6n), si hubiese producido por todo eso un bien moral inmen-
samente grande en el mundo mediante una sevolucicn.en el géncs
1umano; aun asf no tendrfamos motivo para aceptar en él otra
Cosa que un hombre engendrado de modo natural (pies cl homie
naturalmente engendrado también se siente obligado a dar 6 mis-
mo en sf un ejemplo semejante), si bien no por ello se negarfa ab-
folutamenta die, pudiese ser un hombre engendrado de modo so-
ral. Pues en una mira préctica no puede proporcionarn«
ninguna venta suponer lo ino, ya que arquetpo que nosotos
ponemos por base a ese fendmeno ha de ser buscado siempre en
nosotros mismos (hombres naturales) y su existencia en el alma
humana es ya por si misma lo bastante inconcebpble para que no
haya necesidad de, ademas de aceptar su origen sobrenatural, acep-
tarlo también hipostasiado en un hombre particular. Elevar a un
santo tal por encima de toda la fragilidad de la naturaleza humana
Seria mas bien, segin todo lo que pademos entender, un obstaculo)
para la aplicacién préctica de la idea del mismo a su seguimiento
Por nosotros. Er efecto, aunque la naturaleza de aquel hombre gra-
toa Dios fuese pensada como humana hasta tal punto que a él se
le pensase como afectado por las mismas necesidades yen conse
‘cuencia, también por los mismos padecimientos, por las mismas
inclinaciones y, en consecuencia, también las mismas tentaciones
de transgresién que nos afectan @ nosotros, pero, por otra parte,
fuese pensada como sobrehumana hasta el punto de que una pure
za inmutable de la voluntad, no adquirida sino innata, hiciese ab-
solutamente imposible para él toda transgresiGn,entoncesila dita
cia respecto al hombre natural se harfa tan inmensamente grande
‘que aquel hombre divino ya no podria ser puesto como efemplo
para éste. €! Ultimo podria decir: que se me dé una voluntad ente-
Famente santa, y entonces toda tentacién al mal autométicamente
fracasaré contra mf; que se me dé la més perfecta certeza interior
de que tras una corta vida terrena debo llegar a ser (a consecuen-
cia de aquella santidad) participe en seguida de toda la eterna mag-
nifcencia del cielo, y entonces soportaré todos los padecimientos,148 FILOSOFOS ANTE CRISTO
por duros que sean, hasta fa muerte més ignominiosa, no s6lo d6-
Eilmente, sino también con alegrfa, porque veo ante mi con fos ojos
el desenlace espléndido y préximo. Ciertamente el pensamiento de
que aquel hombre divino estaba desde la eternidad en posesién
efectiva de esta grandeza y beatitud (y no tenia que merecerla pri-
mero mediante tales padecimientos), que se desposey6 de ella d6-
cilmente en pro de puras gentes indignas, incluso de sus enemigos,
para salvarlos de la perdicién eterna, tendrfa que disponer nuestro
Snimo a la admiracién, el amor y la gratitud hacia él; gualmente la
idea de un comportamiento segtn una regla de moralidad tan per-
fecta podria desde luego para nosotros ser representada validamen-
te como precepto a seguir, pero no él mismo como ejemplo a imitar,
¥, Pot lo tanto, tampoco como prueba dela apilidad yaleanzabi-
e a alto. |.
El maestro del Evangelio ha mostrado
no de Dios sobre la tierra s6lo del lado magnifico, que eleva el
alma, del lado moral, a saber: del lado de la digntdad de ser ciu-
dadano de un Estado divino, y les ha indicado lo que tendrian que
hhacer no sdlo para llegar ellos mismos a ello, sino para unirse en
ello con otros de la misma intencién y en lo posible con todo el
género humano. Pero por lo que toca a la felicidad, que constituye
Ta otra parte de los inevitables deseos del hombre, les dijo de an-
temang que no podrfan contar con ella en su vida terrena, Los
preparé més bien para estar dispuestos alas mayores tribulaciones
‘sactificios; sin embargo (porque una renuncia total a lo fisico de
la felicidad no puede exigirse al hombre en tanto que existe) afia-
dié: cEstad alegres y confiados, lo que hagais os seré recompensa-
do en el cielo». La mencionada adicién a la historia de la iglesia,
CRISTO Y EL PROBLEMA DEL BIEN 149
que toca al destino venidero y tiltimo de ella, la rey
, la representa como
triunfante, esto es: como coronada aun aqui en la tierra de felici-
dad tras haber superado todos los obstéculos,
[Version original: 1793]
IMMANUEL KANT, La religién dentro de los limites de la mera razén,
Alianza, Madrid, 1981, fragmentos de las pp. 65-70, 131; 136
(traduccién, prélogo y notas de Felipe Martinez Marzoa).
5. ARTHUR SCHOPENHAUER (1788-1860)
Este fil6sofo, convencido durante afios de que su gran obra, El
‘mundo como voluntad y representacién (819) habia devvelado tos
grandes misterios de la hurnanidad, a pesar del fracaso editorial que
supuso y que tantas penalidades y amarguras le ocasioné durante
dtcadas®, es considerado hoy uno de los autores ms leidos allen-
de las fronteras de la academia. Tras el suicidio de su rico padre
(en 1808), y las desavenencias con su madre, entregada a una vida
un tanto disoluta y literaria (1814), recibir Schopenhauer una cuan-
tiosa herencia que le permitira vivir holgadamente, dedicindose a
leer, escribic y viajar. Empezason a sex valuradus sus escrilos, es-
pecialmente opiisculos recogidos en Parerga y Paralipémena (1851)
ppocos afios antes de su muerte, acaecida en 1860. Desde entonces,
Jos libritos que componen este extrafio volumen, sobre todo los re-
feridos al arte de vivir, a la felicidad, se siguen difundiendo todavia
entre el piblico no especializado®., El resentimiento contra la vida
académica, y de modo llamativo contra Hegel, a quien acudian nu-
rmerosos alumnos en Berlin, mientras poquisimos elegian las clases
del desconocido Schopenhauer en aquella misma universidad, se
refleja en numerosos escritos insultantemente eritices con el idealis-
mo aleman de aquellos afios, y enos de desprecio a la actividad
univesiari en general
$i bien estamos ante un pensador explicitamente ateo, sus
fossicos extn rpltos ds rete al estanfamo albedo
3 Datos bigrcossumementeatreants pars conoct I tata persona
‘dad del filésofo, asi como Ia gestacién ¢ impacto de su obra: L. F, Moni "
awe. Mea logis Tata, ‘Madrid, 2014, . dha
jmpo: A. SeHOPENRAUER, Afri sabre el art de vr Alianza, Max
ti 2013. Soe siaind de cna bra pars compensa gu rad nia er
BS wee, Tra eld mort, Cadre Mad 2015, ep.168 FILOSOFOS ANTE CRISTO
sus obras hasta el mismo Dios es honrado y que su propia perfec-
ibn ensalza al Seftor de la creacién (uan 15, 8)%
Por consiguiente, la unién con Cristo nos otorga elevaci6n inte~
rior, consuelo en el dolor, sosiego y un corazén que se abre a todo
Jo humano, a todo lo noble, a todo lo grande. Y esto no por orgullo,
ni por apetito de fama sino sélo por Cristo. La unin con Cristo nos
dat en efecto, un gozo que los epiciireos inctilmente buscan en su
frivola filosoffa y que tampoco el intelecto més preclaro encuentra
en lo recondito del saber. Es la alegrfa que sdlo conoce el alma es-
ponténea y tierna, unida a Cristo y, por él, a Dios. Es la alegria que
fensalza y hace més bella la existencia Quan 15, 11).
[Version original: 1835]
KARL MARx, «Composicién escrita sobre religion para el examen
‘de madurez», en K. Marx y F. Engels, Sobre religién J, Salaman-
ca, Sigueme, 1979, pp. 39-42 (edicién preparada por Hugo
‘Assmann y Reyes Mate).
8, FRIEDRICH NIETZSCHE (1844-1900)
Hijo de pastor protestante de alta sensibilidad musical. Su padre
murié cuando Friedrich contaba con cinco afios. Se edueé en un
ambiente familiar muy religioso, rodeado de mujeres (abuela, madre,
tia, hermana), lo que en parte origin6 su rechazo a un cristianismo
agobiante» durante la adolescencia y para siempre, A sus veinti-
‘cuatro afios lleg6 a ser catedritico de Filologia Clisica de la Univer-
sidad de Basilea, Se vio a si mismo como un profeta de siglos ven
dderos, y acabé sus dias sumido en tna profunda enfermedad mental
(probablemente originada por una sifilis contraida décadas antes).
(A partir de 1889, tras intensos afios de trabajo y agotadoras enfer~
‘edades, con slo cuarenta y cinco afios, cayé la mente de Nietzsche
fen una total oscuridad, en un estado de aletargamiento del-que ya
no logré salir. Vivid en completa ausencia y ajeno al impacto cultu-
ral de su obra durante los casi dove afios anteriores a su muerte,
‘acaecida en 1900. Este final trigico ha hecho del filésofo uno de los,
personajes ms intrigantes y legendarios del siglo x0x; precursor de
Jos avatares demenciales de la tltima centuria.
‘Aunque su obra es compleja, aforistica, y trata diversos temas,
una tesis resulta del todo nuclear, no solo por expresar de la forma
‘mis grifica su rechazo a la filosofia occidental del pasado, sino so-
1, CRISTO Y EL PROBLEMA DEL BIEN 169
bre todo por apuntar la cultura del porvenir: «Dios ha muertot»**
El elato més estremecedor que contextualiza sus pretensiones des-
tructivas de la metafisica y del cristianismo se encuentra en los pa-
ragrafos 125 y 343 de La gaya ciencia. En aquellas desgarradoras
palabras del foco que buscaba a Dios con una linterna en pleno dia,
encontramos la mas tremenda representacién metaférica de las con-
secuencias culturales de la muerte de Dios.
Desde tal constatacién filoséfica Nietzsche rechaza toda la meta-
fisica occidental, en tanto que se ha sustentado en el concepto y en
la realidad ontolégica de Dios. El ser de las cosas es dado y mante-
nido por Dios. Gran parte de la historia de la metafisca, hasta fina-
les del siglo xrx, es una onto-teologia. Pensar el ser desde la razin ha.
consistido en pensar a Dios como garante y fndamento del ser. Pero
Dios no es mas que una palabra que crea el hombre como reaccién
+ defensa conceptual ante el imparable devenir de la vida, de la rea-
lidad y de la muerte. El hombre necesita establecer algo fijo, durade~
10, eterno, Esta es la raiz psicolégica de la metafisica que ha levado
alos grands fldsofosa dar entidad onflogia. «un coneptoinven-
ado,
‘También encontramos en la muerte de Dios el rechazo explici-
to de toda moral, y mas en concreto de la moral judeo-cristiana. EL
bien, desde Platén y atravesando toda Ia filosofia, ha estado casi
siempre ligado a Ia existencia de Dios, ya sea como fundamento en
el pensamiento cristiano, ya como postillado en el pensamiento kan
tiano. La muerte de Dios lleva consigo desenmascarar los intereses
que subyacen en la genealogia de los criterios morales. Para Nietzs-
che las virtudes cristianas como la humildad, la obediencia, Ia com-
pasidn, el servicio... en el fondo provienen de fos hombres del reba-
fio, que incapaces de crear valores superiores se autodesprecian
como fracasados y se someten a instintos gregarios y antivitales”
Lo cristiano es hostil alo natural y a la vida de este mundo, el tinico
existente, Pero con la muerte de Dios no s6lo carecen de sentido las
pretendidas virtudes cristianas, sino la supuesta objetividad, univer-
salidad y racionalidad de los principios éticos. Por eso es explicable
‘que Nietzsche rechace también el socialismo y la democracia al con-
—W Sesion tan de cast tate cea a
intrpetaclen deh Huipnoten: aha fede Neuse Dios ha mutta" ea Cant:
SP Re fan Ma ST
«fade Meso Mus i, ted
es Bie Tre 176 Baaowre Meche,
SRIVALADIER, Messe yl tea al erstlanismo, Cistandad, Madi 1982170 FILOSOFOS ANTE CRISTO
siderarlos secularizacién de los valores cristianos y, por eso mismo,
exponentes politicos de una moral del rebafio™.
°Y, por iltimo, la muerte de Dios ha de ser el punto de partida de
‘una nueva antropologia: el superhombre. El hombre que asume has-
ta las tltimas consecuencias que estamos sin Dios, que vive para la
tierra, que da un eterno y alegre si a esta vida tal como es. Aquel
hombre que erea valores, que es capaz de no quedarse en Ia nada
aque ha desencadenado la ausencia de Dios, sino que se erige desde
$n yo en superador del nihilismo™, Si Dios ha muerto, todo carece
de sentido, no hay valores morales fundamentados, y el hombre es
el dios de su historia y su destino. He aqui la gran misién del super
hombre: salir del nihilismo destructivo y crear algo nuevo sin Dios,
empezar a navegar, como espiritus libres, por un mar sin rumbos
hhacia una nueva aurora,
‘Estas tres lineas argumentativas (sobre Dios, la moral y la antro-
pologia) han sido desarrolladas 0 esbozadas de modo reincidente en
Fas escritos de mayor calado filoséfico: Humano, demasiado huonano
(1880), La Gaya Ciencia (1882), Asi habld Zaratustra (1885), Més ald
Mel bien y del mal (1886), La geneatogia de la moral (1887) y El ocaso
de los Idolos (1888). En este mismo aio, seguramente el mis fecundo
del pensador alemin, eseribié también EI Anticrsto, del que se ex-
Gian tnos Tragnientos en tomo a Joris, y Bece Homo, relato auto-
‘Biogrdfico en el que se comenta el significado de algunas de sus obras
redactado frenéticamente unos meses antes de su derrumbe mental,
como si supiera el autor que poco le restaba de vida intelectual.
"No es una exageracién afirmar que EI Anticristo es la obra de
Nietzsche que mayores y apasionadas polémicas ha suscitado. El
titulo podria sugerir que estamos ante un ataque a la figura histori
ta de Jestis de Nazaret, el Cristo; sin embargo, nada mis lejos de la
pretension de su autor, Lo que’si se critica en este breve libro es
{a institucionalizacion del cristianismo, y sobre todo la manipula
Gdn de textos (también de las conciencias) que han llevado a térmi-
tno durante siglos Ia casta de sacerdotes, influyendo de modo lamen-
table en la moral de la civilizaciOn occidental. Mas bien el titulo de
Ja obra nos remite al nombre de su autor, el filésofo que pretende
personificar y encarnar la figura dela que habla el evangelista San
Juan, que se hard patente antes de la segunda venida de Cristo. Es
Las implicacones politica del ensamiento de Nietzsche han sido bien revisudas
por 4 Com Bt pader de lament etc ya pon del tranrorectn, Teens,
4, 1997.
SF oe ins repercusiones antopolégicas de esta flosfin; D, SAwcuEz MBCA,
“Nletasche, lx experencia dons del mundo, Teen0s, Madi, 2003
Tl. CRISTOY EL PROBLEMA DEL BIEN an
el subtitulo del libro, Maldicion sobre el cristianismo, el que refleja
‘mejor su contenido y objetivo: sacar a Ia luz aquellas vertientes 1e-
chazables de la cultura cristina, derivadas de la perversa influencia
de San Pablo, maximo manipulador de la personalidad de Jess, de
sumodo de vivir y morit.
Conviene sefialar que en El Anticristo no hallamos afirmaciones
especialmente originales, que no hayan sido explicadas con mayor
precision en fragmentos de sus anteriores escritos, arriba sefialados.
Da la impresiéa de ser una repeticiOn en clave panfletaria de sus cri
ticas a la moral cristiana, a la compasién, ala casta de sacerdotes, a
ln cobard tic, sep el iso, de os eritinoe que nsgan a
‘inica realidad existente, esta vida, y se refugian en la esperanza de
otra vida mds lela muerte En cabad el iegdston de Neus
che en esta obrita es tan simple como injusto: en el cristianismo se
concentra la suma de todos los males modernos, constituye el para-
digma del «idealismo» (en el sentido peyorativo del vérmino que ma-
neja el autor aleman), por lo que contra él se ha de lanzar toda la
critica més aguda para eliminar su permanencia histérica y su influ
jo en todas las manifestaciones culturales. So el Jesis historico, el
originario, el que vivié y murié ejemplarmente, queda 2 salvo del
rechazo visceral a todo fo cristiano que refleja esta obra entre las
‘iltimas que redacté Nietzsche cuando su mente iba precipitindose
hacia la locura, El texto seleccionado nos ofrece una imagen de la
ddimensi6n ética de Jess, que si bien no puede ser aclamado como
«edentor de nada ni de nadie, sil instaurador de una mueva praxis,
‘de un modo de vivir tinico, sélo encamado por aqueljudio.
Jestis y la psicologia del redentor
29
Lo que a mi me interesa es el tipo psicolégico del reden
tipo pba cor cortendo, en eee on es Sang apesar de
los evangelios, aun cuando muy mutilado o sobrecargado con rasgos
extrafios: como el de Francisco de Asis esté contenido en sus leyen-
das, a pesar de ellas. No la verdad acerca de lo que é! hizo, de lo
uel, dela manera coma en realidad mur sno el problema
les su tipo es todavia imaginable en absoluto, si estd ctransmitidos.
Lag Himitaciones del bro ET Anterisio eatin bi tas on E. Low
val jon expuestas en E. Loemz CaS-
eLLON, Leyendo a Metarhe, Ediciones UAM, Madrid, 2008, cap. X, pp 237-252.im FILOSOFOS ANTE CRISTO
—Las tentativas que yo conozco de leer en los evangelios incluso la
historia de un ealma» parécenme pruebas de una aborrecible lige-
reza psicolégica. El sefior Renan, ese bufén in psychologicis [en
cuestiones psicol6gicas|, ha aportado a su aclaracién del tipo Jestis
los dos conceptos mas inapropiados que para esto puede haber: el
oncepto geno el concept hoe heros). Pero si hay algo no
evangélico es el concepto héroe. Cabalmente la antitesis de toda
pugna, de todo sentirse-a-s(-mismo-en-lucha se ha vuelto aut ins-
tinto: la incapacidad de oponer resistencia se convierte aqui en una
moral («no resisas al mal, la frase més honda de los evangelios, su
clave, en cierto sentido), la bienaventuranza en la paz, en la afabili-
dad, en el no-poder-ser-enemigo. ;Qué significa la «buena nueva»?
La vida verdadera, la vida etema esté encontrada —no se la prome-
te, estd aht, esté dentro de vosotras: como vida en el amor, en el
amor sin sustraccién ni exclusién, sin distancia. Todo hombre es hijo
de Dios —Jests no reclama nada para sf solo— en cuanto hijo de
Dios todo hombre es idéntico al otro... jHacer de Jestis un héroe!
iY qué malentendido es sobre todo {a palabra sgenios! Nada de
‘nuestro concepto, de nuestro concepto cultural wespfritue tiene sen-
tido alguno en el mundo en que Jests vive. [.]
33
En la psicologfa entera del evangelio falta el concepto culpa y
castigo; asimismo, el concepto premio. El «pecado», cualquier re-
lacién distanciada entre Dios y el hombre, se halla eliminado
justo eso es la cbuena nuevas—. La bienaventuranza no es pro-
metida, no es vinculada a unas condiciones: ella es la nica reali-
dad —el resto es signo para hablar de ella.
La consecuencia de semejante estado se proyecta en una nueva
practica, la practica propiamente evangélica. No es una «fe» lo que
distingue al cristiano: el cristiano obra, se distingue por un-obrar
diferente. El no opone resistencia, ni con palabras ni en el coraz6n,
a quien es malvado con él. EI no establece ninguna diferencia en-
tte extranjeros y nativos, judios y no judios (cel projimo» es pro-
piamente el que tiene la misma fe, el judio). £1 no se encoleriza
‘con nadie, ni menosprecia a nadie. El no se deja ver en los tribu-
rales, ni se deja citar ante ellos (eno jurars). El no se separa de su
‘mujer en ninguna circunstancia, ni siquiera en el caso de una in-
fidelidad demostrada de aquélla. —Todo esto es, en el fondo, un
nico principio, todo, consecuencias de un Gnico instinto—.
UL CRISTO YEL PROBLEMA DEL BIEN 13
La Vida del Redentor no fue otra cosa que esa prictica —tam-
poco su muerte fue otra cosa... El ya no necesitaba, para su trato
‘con Dios, férmula ni ritos— ni siquiera la oracién. Ha roto con la
entera doctrina judfa de penitencia y reconciliacién; sabe que Gni-
camente con la préctica de la vida es como uno se siente edivino»,
«bienaventurado», cevangélicon, chijo de Dios» en todo tiempo.
Nila epenitencia» ni la «oracién en demanda de perdin» son ca-
minos que conducen a Dios: sélo la practica evangélica conduce
a él, ella precisamente es «Dios». —Lo que con el evangelio que-
dé eliminado fue el judafsmo de los conceptos «pecado», eremi-
sidn del pecado», «fe», eredencién por la fe-— la entera doctrina
eclesidstica judia qued6 negada en la «buena nuevas.
__E! instinto profundo de cémo hay que vivir para sentirse een el
ciclo», para sentirse «eterno», mientras que con cualquier otra con-
ducta uno no «se siente en el cielo»: éa es la Unica realidad psi-
ccolégica de la eredencién». —Una nueva forma de vida, no una
nueva fe.
38
Este ebuen mensajeror murié tal como vivi6, tal como ensefié
—no para «tedimir a los hombres, sino para mostrar cémo se ha
de vivir—. Lo que él leg6 a la humanidad es la practica: su com-
Portamiento ante los jueces, ante los sayones, ante los acusadores
ante toda especie de calumnia y burla —su comportamiento en
la cruz—. El no opone resistencia, no defiende su derecho, no da
ningtin paso para apartar de sf lo més extremo, més atin, lo provo-
ca.« ¥ él ora, sufte, ama con quienes, en quienes le hacen ral.
Las palabras dichas al ladrén en la cruz contienen el evangelio en-
tero: «€ste ha sido en verdad un hombre divino, un “hijo de Dios"s,
dice el ladrén, «Si ta sientes es0 —responde el Redentor— entonces
estés en el paraiso, entonces también ti eres un hijo de Dias...». No
defenderse, no encolerizarse, no hacer-responsable a nadie... Por el
contrario, no oponer resistencia ni siquiera al malvado, amarlo,
39
__ —Voy a volver atrés, voy a contar la auténtica historia del cristia-
rnismo, —Ya la palabra «cristianismon es un malentendido—, en el
fondo no ha habido més que un cristiano, y ése murié en la cruz. El14 FILOSOFOS ANTE CRISTO
«evangeliox murié en la cruz. Lo que a partir de ese instante se Ila-
rma eevangelio» era ya la antitesis de o que él habia vivido: una «mala
‘nuevas, un disangelio. Es falso hasta el sinsentido ver en una «fe»,
en Ia fe, por ejemplo, en la redencién de Cristo, el signo distintivo
del cristano: solo a prdtica cristina, una vida fal como la viié-
{que murié en la cruz, es cristiana... Todavia hoy esa vida es posible,
para clertos hombres es incluso necesaria: el crstianismo auténtico,
el originario, serd posible en todos los tiempos... No un creer, sino
tun hacer, sobre todo un no-hacer-muchas-cosas, un ser distinto...
Los estados de consciencia, una creencia cualquiera, un tener-algo-
pestwerdadero, po ejemplo todo pscilogo lo sbe— so, en ef.
to, estados completamente indiferentes y de quinto orden compara-
dos con el valor de los instintos: dicho con mayor rigor, el concepto
entero de causalidad espiritual es falso. Reducir el ser-cristiano, ki
cristiandad, a un tener-algo-por-verdadero, a una mera fenomenali
dad de consciencia, significa negar la crisiandad. De hecho no ha
habido en absoluto cristianos. El «cristiano», lo que desde hace dos
milenios se llama un cristiano, es meramente un auto-malentendido
psicoldgico, Miradas las cosas con mayor exactitud, en él han do-
minado, a pesar de toda «fe», meramente los instintos —y que ins-
tintos!—, En todos los tiempos, por ejemplo en Lutero, la «fe» ha
sido Gnicamente un manto, un pretexto, una cortina tras la cual los,
instintos jugaban su juego, una inteligente ceguera acerca del domi-
rio de clertos instintos... La «fer —ya antes la llamé la auténtica
fisteza cristiana—, se ha hablado siempre de la «fer, pero se ha
‘obrado siempre tan s6lo por instinto... En el mundo de representa-
ciones del cristiano no aparece nada que roce siquiera la realidad:
por el contrario, nosotros hemos reconocido en el odio instintivo a
{oda realidad el elemento impulso, el iinico elemento impulsor exis-
tente en la ratz de cristianismo,
{[Versién original: redactada en 1888 y publicada en 1895]
Frurpric Nierzscite, El Anticristo, Alianza, Madrid, 1988, pp. 56s.
(ntroduccién, traduccién y notas de Andrés Sénchez Pascual).
9. GEORGE SANTAYANA (1863-1952)
‘Habiendo nacido en 1863, concretamente en la calle San Bernar-
do de Madrid, y vivido su infancia en Avila, fue enviado por su pa-
dre a Estados Unidos (Boston) cuando contaba 8 afios, donde vivia
ML CRISTOY EL PROBLEMA DEL BIEN 175
su madre con varias hijas de su primer matrimonio", Al realiz6 sus
studios, tanto en el nivel secundario como en la prestigiosa univer-
sidad de Harvard. Adquirié alta formacién filoséfica y dominio del
inglés (también del latin y griego), legando a ser incluso catedratico
de tan oélebre institucién académica. Fue discipulo, compaiiero y
amigo de los pensadores J. Royce y W. James. Su amplia obra filo-
séfica, ensayistica y literaria (poesia y novela) fue escrita y publica~
da en lengua inglesa, aunque el castellano era su lengua materna (se
desenvolvia bien con el francés, italiano y alemén). Sin embargo,
hnunca renuncié a la nacionalidad espatiola, y mantuvo bien presen,
tela inspiracién de nuestra cultura a la hora de plantear los proble-
mas filos6ficos. Por ello, ademiés del revival que esta experimentando
su obra en el contexto norteamericano®, igualmente la cultura his.
ana esta reivindicando cada vez mas su pensamiento como algo
Propio, que merece ser traducido, estudiado y difundido, dada su
originalidad y creatividad®, tan alta, o incluso mas, que la de Una-
‘muuno y Ortega (murié un par de aiios antes que el fildsofo madrile-
fio, en Roma, a punto de cumpli los 90),
Se ha de resaltar un momento clave en la vida del filbsofo abu-
lense trasterrado» a América: a sus cuarenta y ocho aiios decide
abandonar la cétedra de flosofia de Harvard, para dedicarse a via-
Jar por el mundo y concentrarse en la redaccién de su rica obra. Las
azones de tan exirafia decision son complejas. Seguramente in luyd
2o poco su cansancio dela cultura cientificista norteamericana y el
protestantismo calvinista dominante, siendo Santayana mucho mas
Proclive, por talante y raices, al humanismo latino y al espiritu del
atolicismo, a pesar de su escepticismo y carencia de fe. Nunca mis
volvi6 a Estados Unidos. Vivié en Londres y Paris; decidid, en sus
liltimos afios, afincarse en Roma, concretamente en una residencia
de monjas catélicas, que le atendieron hasta su muerte. En aquel
ambiente redact6, tras la Segunda Guerra Mundial, una importan-
‘ey densa obra de pensamiento politico, su iltima publicacion en
7 So eats fis ese epi et ni
Jorg: Santayana «Boston sn nga Consemicns de Ges a te
eee rie enamine en no is
Nando i ssn fox rsa, te
wise inne nbbatasig Aeon den ee
ee Rats ada eS
tran P Pe nc gn se
Se Or Donn, Pid
2 Bu lt! meaile 8 LSS Gunmeyy ome en
ga fs acta ra Ae ca hy
Pp. 175-1 .Ill. CRISTO Y EL PROBLEMA
DE LA MUERTE
1. BLAISE PASCAL (1623-1662)
El nombre de Pascal remite al de un genial matemético francés,
més que al de un filésofo en sentido estricto. Sin embargo, la ma-
yoria de las historias de filosofia lo incluyen como un pensador
igno de estudio, en parte como contraste de otro genio de su mis-
ma lengua y época: Descartes. Es bien sabido que dio muestras ya.
en su nifiez de poseer una mente privilegiada', Su padre, de nombre
Etienne, era nada menos que el presidente del Tribunal de Cuentas
en la ciudad francesa de Clemont, Su madre murié cuando el pe-
quefio Blaise contaba apenas tres afios. Al quedarse viudo se
tregé en cuerpo y alma a la educacién moral y cristiana, también
a la formacion intelectual, no solo de Blaise, sino de sus dos her-
manas, Gilberte y Jacqueline, que tanto influyeron en el alma
sensible del inteligente muchacho. La primera se convirtié en la
bidgrafa «oficial» de su hermano, tras su prematura muerte, offe-
cigndonos interesantes detalles de su inteligencia prodigiosa, mien-
tras que la segunda, autora de poemas y actriz, estuvo muy vineu-
Jada a la experiencia cristiana del monasterio de Port Royal’, que
procuré transmitir de modo perseverante a Pascal, para evitar su
perdicién.
‘Cuando el pequeiio Blaise estaba cerca de cumplit los diez.afios,
su padre se desplazé con la familia a Paris, con el objetivo de com-
pletar la formacién intelectual y religiosa de sus retofios. Aquella
‘ciudad se encontraba en pleno apogeo. Estamos en los afios de una
" Referencis biogrificas de sumo intexts para comprender su contribucin centii-
cay loséfca en L MEsNAano, Pascal BT hombre y su obra, Teenos Madrid, 1973,
* Para conoce In influncia de Port Royal en Pacal través desu hermana puede
consultarse la ya lejana obra de F. MAURIAG, Blake Pascal st hermana Jacpuelne,
Sands, Barelona, 1953,
[209]210 FILOSOFOS ANTE CRISTO
impresionante renovacién religiosa (también econémica) en Paris.
Se fundan diversos monasterios, entre ellos el de Port Royal, tan
influyente en esta particular familia, El pequefio Blaise daba prue~
bas de poseer una mente matematica brillante, al descubrir por su
cuenta la proposicién 32 de Euclides. Inventé en 1646, cuando
contaba con 23 afios, la primera calculadora de la historia, una
maquina aritmética?, para ayudar 2 su padre a resolver problemas
de contabilidad en su cargo de presidente del Tribunal de Cuentas.
Pascal constaté en su propia vida la constitucién contradictoria,
de los seres humanos: por un lado somos capaces de construir for-
mulaciones matematicas y fisicas claras, leyes inmutables, experi-
‘mentos para verificar y superar las dudas, pero, por otro lado, el
Centifico o matemético (como él mismo) se percata de su debilidad,
fragilidad, vulnerabilidad, finitud, mortalidad. Si bien es capaz de
aleanzar lo mas grandioso gracias a la ciencia y poder téenico, est
al mismo tiempo repleto de miserias, dudas existenciales,frustracio-
nes, suftimientos y temores, especialmente a la muerte. Y esta cons-
tatacion de la finitud levara a Pascal a plantearse a fondo cuestiones
filoséficas, teoldgicas y cristol6gicas, que le iran apartando poco @
‘poco de las tareas maiematicas. Todo ello le condujo, sin olvidar la
strecha relacién con la Abadia de Port-Royal, a una mayor inten-
Sidad en la oraciOn y on la caridad para con los pobres, ademés de
provocar en su espiritu sensible meditaciones constantes en torno a
Ta muerte, que le acercaron a Cristo, tal como lo reflejan sus iltimas
reflexiones filosoficas y teologicas tecopiladas por sus familiares y
amigos bajo el titulo de Pensamientos'. ;
‘Pascal, por sus propias experiencias vitales (y por la mencionada
jnfluencia de su hermana), fue poco a poco centrando su espiritu en
ta bisqueda de Dios, que no es comprensible ni demostrable desde
ja pura razén, Se requiere de una nueva dimension humana (le
coeur) excesivamente marginada tanto por el pensamiento escolés-
tico como cartesiano, para acceder a la divinidad, explicacién tiltima
el universo y de nosotros mismos, seres mortales que ansiamos 1a
felicidad. La realidad de Dios es lo tinico que ofrece explicacién a la
inteligiblidad de! mundo, por un lado, pero igualmente ofrece sen-
J Sobre su genialidad matemética y filosifica: G. ALBtAc, Pascal, Barcanova, Bar
cn es Race Laman de asar «Dis Una atl de Psa,
‘eogon Madi, 214
20h Madi 2016 qatan in composi, crostur y contenido deta ze
ace canta tagunns Ler Pomer de Pave de a anhroplogl To
Fain oe tree ars 19729 A buck, The compotion of Pascal Apolo, Uk
eg Roma Pres, Trento, 1986
MIL, CRISTO Y EL PROBLEMA DE LA MUERTE aun
tido y plenitud a nuestra frustrante vida. La enfermedad (que asi-
duamente visitaba el cuerpo y la mente de Pascal) genera ansiedad,
temor, fatiga, debilidad, envejeciéndonos antes de tiempo y llevan-
donos pronto o tarde a la tumba, Ser consciente de esta miseria que
acompatia a Ia existencia es ya un sintoma de la lucidez. que puede
alcanzar el ser humano, a diferencia de los animales. Aquel esprit de
{finesse que impulsaba 4 Pascal a comprender con rapidez el micleo
‘de un problema cientific, igualmente le conduce a afirmar de modo
{ntuitivo que Dios existe y que la constatacién aguda de nuestra fi-
nitud constituye una de las mejores vias para, desde el corazén,
encontrarnos con Dios, y especialmente con Jesucristo, quien nos
revela en la cruz el sentido del sufrimiento. Si bien la razén puede,
hasta cierto punto, mostrar la coherencia de que Dios exista, no por
ello alcanzamos la conviccién profunda de que nos salva de la con-
denacién y de la muerte, que es lo que en el fondo mas le preocupa
Pascal’.
Desde esta perspectiva han de ser leidas las siguientes piginas
seleccionadas en torno a Jestis, que fueron encontradas en los ar-
chivos de Pascal después de los papeles que componen Pensamien-
tos (redactados para una especie de «Apologia del Cristianismo»
«que estaba preparando el fildsofo-cientifico cuando le alcanzé la
muerte). Fueron escritas un afio después de que Pascal gozara de
‘una experiencia un tanto «mistican, una fuerte sensacién de pleni-
tud y certidumbre, con inmensa alegria y paz, acontecida durante
la noche del 23 de noviembre de 1654, Redactd tras tan vivida ex-
periencia religiosa una especie de Memorial, que mantuvo coside
durante afios hasta su muerte en el interior de su chaqueta, copiin-
dolo varias veces, segtin cambiaba de prenda de abrigo. De este
modo tenia siempre cerca de si corazén el recordatorio de aquel
extraiio evento. Entre otras cosas dejé escrito: «Dios de Abra-
ham, Dios de Isaac, Dios de Jacob”, no de los filbsofos y de los
sabios. Certeza. Certeza. Sentimiento. Alegria. Paz. Dios de Jesu-
ctisto». Con el impacto duradero de aquella alegre sensacién espi-
ritual de la que gozé Pascal, el genial matematico y hicido analista
dela frigil humanidad, escribié las paginas aqui recogidas. Es po-
sible captar en ellas Ia vivencia que del sufrimiento de Jesucristo
+ Para un andisis minucioso dels convicciones cristiana de Pascal: L. KOLAKOWS-
1a, Dios no nos debe nada Un breve comentario sobre la ligt de Payal ye esprit del
Janzenome, Hetdes, Bucelona, 1996, tambien sobre este aspecto puede consularse:
SEL, ARANGUREN, «Prolog alas Obras de Pascal escrito recopilo en Obras Comple-
fas, vlumen 6, Totta, Madd, 1997, pp. 583-613212 FILOSOFOS ANTE CRISTO
nos transmite la pluma de un hombre sabio, un genio matemético,
{que no lleg6 a cumplir cuarenta afios de vida.
Sufrimiento de Jess,
449. Blasfeman de lo que ignoran. La rel
siste en dos puntos. Importa a los hombres conocerlos y es igual~
‘mente peligroso ignorarlos; y proviene igualmente de la misericor-
dia de Dios haber dado sefiales de ambos. [J
Por lo tanto, ensefia a los hombres estas dos verdades unidas: que
existe un Dios del que los hombres son capaces y que hay una co-
trupci6n en su naturaleza que les hace indignos de El. Importa a los
hombres conocer uno y otro de estos dos puntos; yes peligraso para
Jos hombres conocer a Dios sin conocer la propia miseria 0 conocer
Ja propia miseria sin conocer al Redentor que pueda curarlos de ella.
Uno de estos conocimientos causa la soberbia de los fildsofos, co-
nocedores de Dios pero no de la propia miseria; o de la desespera-
‘cién de los otros, conocedores de la propia miseria sin Redentor.
‘Al hombre le es igualmente necesario conocer estos dos puntos;
y es misericordioso por parte de Dios habémnoslos hecho conocer.
Lateligién cristiana lo hace, y en eso consiste,
Examinese atendiendo 2 esto el orden del mundo, y véase si
todas las cosas no tienden al establecimiento de los dos puntos
capitales de esta religidn: Jesucristo es el fin de todo y el centro al
que todo tiende. Quien lo conoce, conoce la razén de todas las
cosas.
‘Los que se extravian lo hacen porque no ven una de estas dos
cosas, ya que se puede conocer bien a Dios sin conocer la propia
mmiseria y a la propia miseria sin Dios; pero no se puede conocer a
Jesucristo sin conocer al mismo tiempo a Dios y a la propia mi-
seria. ;
i Bias de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob! Dios
de los cristianos, es un Dios de amor y de consolacién; es un
Dios que llena el alma y et corazén de los que El pose, es un Dios
{que les hace sentir interiormente su propia miseria, y su misericor-
dia infnita; que se une a fondo de su alma; que f lena de con,
fianza, de gozo, de humildad, de amor; que la hace incapaz de
‘otro fin que no sea él mismo. -
“Todos los que buscan a Dios fuera de Jesuctisto y que se detie-
nen en la naturaleza, 0 no hallan ninguna luz que les satisfage, 0
se llegan a forjar un medio de servir a Dios sin mediador; y por ahf
ML CRISTO Y EL PROBLEMA DELA MUERTE 213
ccaen en el atefsmo o en el defsmo, que son dos cosas que la reli-
gin cristiana aborrece casi por igual.
Sin Jesucristo el mundo no subsistiria; harfa falta que fuera des-
truido 0 que fuera como un infierno.
Si el mundo subsistiera para instruir al hombre de Dios, su di-
vVinidad reluciria por todas partes de una manera incontestable;
ppero como no subsiste sino por Jesucrsto, y para Jesucristo y para
instruir a los hombres tanto de su corupcién como de su reden-
Cién, todo brilla con las pruebas de estas dos verdades. Lo que de
41 aparece no apunta ni a una exclusin total, ni a una presencia
manifiesta de la divinidad, sino a la presencia de un Dios que se
esconde. Todo lleva este cardcter.
919. Jest sufre en su pasién los tormentos que los hombres
le aplican, pero en la agonia sufre los tormentos que El mismo se
impone. Turbare semetipsum (n., XI, 33: «Se estremeci6 en su
espiritu y se conmovids) Es un suplicio de una mano no humana,
sino todopodeross, y es preciso ser todo poderoso para sopor
taro.
Jestis busca alguna consolacién al menos entre sus tres amigos
més queridos, y ellos duermen; les ruega que permanezcan un
poco con fi, y ellos le abandonan con total negligencia, teniendo
fan poca compasién que ni siquiera les impide dormir un momen-
to. ¥ asf Jestis se quedé solo, abandonado a la célera de Dios.
Jesis estd en un jardin, no de delicias, como e! lugar donde se
perdié el primer Adan y todo el género humano con él, sino en uno
de sus suplicios, donde se salv6, y con El todo el género humano.
Et sufre esta pena y este abandono en el horror de la noche.
Yo creo que ésta ha sido la tinica vez en que Jestis se ha queja-
do. Pero entonces se queja como si no pudiese contener ya mds su
excesivo dolor. Mi alma esté triste hasta la muerte,
Jess busca comparita y abrigo de parte de los hombres.
Me patece que esto resulta Gnico en toda su vida; pero no es
recibido por sus discpulos, pues ellos duermen.
Jess estard en agonfa hasta el fin del mundo, Es preciso no
dormir durante ese tiempo.
Jests, en medio de ese abandono universal y de sus amigos es-
cogidos para velar.con Ei, se disgusta con ellos al enconivales
dormidos, a causa del peligro al que se exponen ellos mismos, no
El, y les advierte acerca de su propia salvacién y de su bien con
tuna ternura cordial hacia ellos, a pesar de su ingratitud. Y les ad-
vierte que el espiritu estd listo y la came impedida.24 FILOSOFOS ANTE CRISTO
Al encontratlos otra vez dormidos sin que su consideracién ni
la de ellos los haya retenido, Jesis tiene la bondad de no desper-
tarlos y los deja reposar.
Jesis ruega en la incertidumbre de la voluntad del Padre y teme
a la muerte. Pero, habiéndola conocido, se adelanta y se Ohece a
cella, Eamus processit (n., XVIII, 4-5: «Se adelant6>).
Jestis ha rogado a los hombres y no ha sido escuchado,
Mientras sus discipulos dormfan, Jess ha obrado su salvacién.
Lo ha hecho con cada uno de los justos mientras dormfan, en la
nada anterior a su nacimiento, y en los pecados posteriores a su
nacimiento.
‘S6lo una vez ruega que el céliz se le aparte, y lo hace con su-
isin, y dos veces que venga si es necesario.
Jesis en la pesadumbre. Al ver dormidos a todos sus amigos y
a todos sus enemigos vigilantes, Jess se encomienda por entero a
su Padre.
Jess no ve en Judas su enemistad, sino una orden del Dios que
ama, y tan poco la ve que le llama amigo.
Jésts se aparta de sus discipulos para entrar en agonfa; es nece-
satio separarse de los mds pr6ximos y los mas fntimos, para imitare.
‘Alestar Jess en la agonia y en los mayores sufrimientos, oremos
més tiempo. [1
‘Los médicos no te curarén, pues ti morirds finalmente; pero soy
yo quien cura y hace al cuerpo inmortal.
Sufre las cadenas y la servidumbre corporal. Yo sélo te libero
momenténeamente de la espirtual..
(Al dorso) La falsa justicia de Pilato sélo sirve para hacer sufrir
J.C... Porque por su falsa justcia le hace azotar y luego lo mata.
Mas wala haberlomatado al principio, As os alos justos, Ha
cen buenas y malas obras para complacer al mundo y mostrar que
ro estén del todo con J.C., pues sienten verglienza; y, finalmente,
en las grandes tentaconesy ocasones le matan
Veo mi abismo de orgullo, de curiosidad, de concupiscencia,
No tengo ninguna relaci6n con Dios, ni con J.C. justo. Pero El ha
sido convertido en pecado por mi. Todas vuestras plagas han cafdo
sobre El. Es més abominable que yo, y, lejos de aborrecesme, se
siente honrado de que yo vaya hasta El y le socorra, Pero El se ha
curado a sf mismo y, con mayor razén, me curaré a
Es menester agregar mis heridas a las suyas y unirme a El, y sal-
vandose me salvara.
Hacer las pequefias cosas como si fueran grandes a causa de la
ajestad de J.C. que las hace en nosotros y que vive nuestra vida,
HL CRISTO Y EL PROBLEMA DELA MUERTE as
y las grandes como si fueran pequefias y féciles a causa de su om-
nipotencia.
[Versién original: meditacién redactada en 1655 y publicada
‘por primera vez en 1844]
BLAISE PASCAL, Pensamientos, Cétedra, Madrid, 1998, segtin la enu-
‘meracién definitiva de Lafuma, parrafos de las pp. 183-185 y
339-343 (edicién y traduccién de Mario Parajén).
2. BARON DE HOLBACH (1723-1789)
Elnombre de pila de este fildsofo es Paul Henri Thiry®, Fue bau-
tizado como catélico. Cuando contaba sélo siete afios murié su ma-
dre, lo que impulsé a su tio Franz Adam Holbach, que habia ama-
sado una gran fortuna en Francia y a quien se le habia otorgado un
titulo nobiliario, adoptar al pequefio Paul Tras la muerte de su tio
heredé sus bienes y su nobleza, siendo conocido como Barén de
Holbach. Estudié Derecho y acumulé una gran biblioteca, especial-
mente de autores deistas ingleses. A los cuatro afios de su matrimo-
nio, celebrado en 1750, con una hermosa y adinerada mujer, muri
ésta, Basile-Genevieve, sin haber cumplido los 25, tras una grave
enfermedad, Le causé esta tragedia una profunda crisis de fe, segin
algunos bidgrafos, sobre todo al comprobar los temores que padecia
su esposa ante la posible condenacién eterna segin se acercaba el
fin de sus dias Si bien antes de su matrimonio ya se habfa manifes-
tado el escritor como deista y materialsta, fue tras la muerte de su
‘mujer, yal poco de conocer a Diderot y sus escritos sobre el atefsmo,
cuando se «onvirti6» en un ferviente ateo. El trauma que aquella
terrible adversidad le produjo le marcé de por vida. Culpaba a los
clérigos de su época de haber envenenado Ja mente y el corazén de
bu bella expos con miedosatroes a Dios, igura mds cerca aun
monstruo cruel que a un padre benevolente. Dos afios después
tragedia, en 1755, se cass con a herman desu mujer, Chatlote:
Suzanne.
Es sabido que organizaba grandes cenas. Duraban varias horas
en as que hombres de letras discutian de asuntos filos6ficos, religio-
Tear de ns efron bogs sobre st pensar dtd han
extraidat de A HuNWicE, Epilogo a BARON DE HOLuACH, Historia rca de Jsucisto,
Laetoli, Pamplona, 2013, pp. 235-279, ee
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BALTHASAR, V. H. U., Solo El Amor Es Digno de Fe, 4a. Ed., Sígueme, Salamanca 1995
BALTHASAR, V. H. U., Solo El Amor Es Digno de Fe, 4a. Ed., Sígueme, Salamanca 1995
137 páginas