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Bonete. Filósofos Ante Cristo (Selección. Schleiermacher-Kant-Nietzsche-Pascal) - Rotated

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ENRIQUE BONETE PERALES FILOSOFOS rN CRISTO DisoBo de cubirta: Carlos Lasarte Gonzalez Ledicién, 015, 2° edicién, 2016 Reimpresion, 2018 Reservados todos los derechos. I contenido de esta obra esta protegido por la Les, que etablace penas de pion yo ‘mult, ademés de les colespondients ademaizaciones por {alos y petjicios para quienes reprodujeren, plagiaren, distriniveren ocomutiaren pblicamente, ch todo Oen parte tina obra Htrara, arta o centea, osu transformacion, lntespretacion o tecucon artistic ada en cualquicr tipo de soporte o comunieada a travs de cualquier medto, xn ia ‘precepts autonzasin, (© EnRiqUs Bovets PeRaLes, 2016 © EDITORIAL TECNOS (GRUPO ANAYA, S. A.) 2018, Juan Ignacio Luca de Tena, 15 -28027 Madrid ISBN: 978-84-309-6841-1 ‘Depésito Legal: M-36998-2015 Printed in Spain En memoria de Jestis Serrat y Andrés Fuentes, ‘mas que amigos, a quienes tanto debo y tan poco agradeck 4 FILOSOFOS ANTE CRISTO ue se puede esperar de un hombre asi, que ya entonces cuan- do vivia no bused su honor, sino el honor de aquel que lo habia enviado. [Versién original: 1806] JOHANN Gorrises Ficute, La exhortacién a la vida bienaventurada ‘ola Doctrina de la Religién, Tecnos, Madrid, 1995, parrafos de la Sexta Leccién, pp. 112-116 (estudio preliminar de Alberto Ciria; traduceién de Alberto Ciria y Daniel Innerarity). 3, FRIEDRICH SCHLEIERMACHER (1768-1834) Es uno de los méximos exponentes de la filosofia de la religion de la época del Romanticismo aleman'. Mantuvo estrechas relacio- nes con los idealistas (Fichte, Schelling, Hegel). Su pensamiento ‘eol6gico-filoséfico influyé en el modo de abordar las cuestiones vitales de Kierkegaard y Dilthey, el existencialismo y la hermenéu- tca, A él se remiten explicitamente no pocos pensadores contempo- raneos como uno de los inspiradores de estas dos tltimas corrientes intelectuales, resaltando su originatidad filoséfica’, Era hijo de un pastor protestante. Estudié teologia en Halley lleg6 a ser predicador en la Charité de Berlin, donde trabé amistad con diversos intelectua~ Jes roménticos de aquella dindmica ciudad. Fue profesor de materias teoldgicas y filoséficas tanto en la universidad de Halle, donde se formé, como en la de Berlin, de la que fue uno de sus principales disefiadores y fundadores, junto con Humboldt y Fichte. En 1810 Tlegé a ser el primer decano de la Facultad de Teologia de esta ins- ‘itucién académica. Mostré siempre una clara actitud en defensa de la independencia de la iglesia protestante (y de los estudios teologi- cos) respecto del poder politico, promoviendo siempre la libertad religiosa y civil como idoneas para el desarrollo de la actividad in- telectual. Por lo dicho, es explicable que en sus mis destacables obras estén presentes reflexiones en tomo a la teligién, desde diversos puntos de ‘Vista. He aqui algunos de sus titulos: Estética (1842; péstuma); Dia- 7 Sobre sta faceta de su pensamento: M. SIMON, La philasophie dela religion dans oeuvre de Sclelrmacher, Vin, Pais, 1978 + Garbasn extudo sobs su aportaciénfloséia:L Lzuzoutzn, Armonia y gzdn: la “flosofitdeFicrih DE Schleermacher, Premsas Universitaras de Zaragon, Zarago- 4, 1998. I. CRISTO Y EL PROBLEMA DELA VERDAD 5s léctica (1839; postuma); Etica (1836; postuma e incompleta); Mond- Togos (1800); La fe cristiana expuesta coherentemente segi los prin- cipios de la Iglesia protestante (1821/22) y Sobre la religion: discursos ‘a sus menospreciadores cultivados (1799). Las dos ‘iltimas son las, ‘mis importantes para enmarcar sus afirmaciones en torno a Jesu- cristo. En la voluminosa obra dedicada a la fe cristiana!® expone ‘1 autor, como punto de partida, que la base de la comunidad ecle- sial es la comunicacién mutua en wn mismo sentimiento de «depen- dencia absoluta» respecto de la divinidad, el Infinito. Para com- render tal tipo de experiencia religiosa se requiere de un andlisis de la autoconciencia humana. Es el monoteismo la més excelsa expresiOn de este tipo de sentimiento. Por encima del judaismo y el {slam se encuentra el monoteismo cristiano, que constituye una «e- ligién teleol6gica» por cuanto acentia la posibilidad del perfeccio- namiento moral en el hombre, gracias a la intervencién de Jesuecis- to, La mayor prueba de que es posible una relacién arménica con la voluntad de Dios, sin el peso del pecado, es el propio Jesis de ‘Nazaret, Esta extensa obra ofrece nuevos enfoques de los content: dos doctrinales del cristianismo y distingue tres tipos de proposicio- nes de fe: las que se refieren al hombre, al mundo y 2 Dios (los tres objetos de la metafisica clasica tanto en el cartesianismo como en. ‘el kuntismo). Estudia en la parte principal de la obra ol significado de la «autoconciencia piadosa cristiana», desde la cual analiza el problema de la creacién, la omnipotencia y la omnisciencia de Dios, asi como la perfeccién del mundo y del hombre. A continuacién ofrece una densa reflexién sobre las implicaciones del pecado en el hombre, en los males del mundo y cémo es posible, a pesar de ello, Ja santidad de Dios, en la que se combina la misericordia con la justicia, Sélo a través de la accién salvifica de Cristo es viable para ‘el hombre salir del pecado y alcanzar la santidad en el seno de la Iglesia. Es bien conocida la repercusién histérica de esta gran obra, Por ejemplo, Hegel la tild6, despectivamente, de «teologia del sentimiento», mientras que Feuerbach vio en ella una confirmacién de que la idea de Dios proviene de Ia capacidad imaginativa, pro- ‘yeetiva y emotiva del ser humano, La teologta dialéctica, Barth en oncreto, también la catdlica, se hizo eco durante el siglo xx dela sgrandeza y los limites de esta obra. nist recente traduccin: F, Scretermacitn, La fe cristina, Siqueme, Sala- smanca, 201% para un ands del inmpacto de esta obra en fa teologa, ai como de su mart y Hints, puede consultarse In wPresentaciOn» de A. CORDOVILLA (pp. 725) 56 FILOSOFOS ANTE CRISTO El texto clegido en torno a Jesucristo procede de los célebres dis: cursos de 1799, su obra més influyente en la filosofia de la religion" (@unque corresponde a una primera etapa de su pensamiento, en parte superada por La fe cristiana, de ia época madura). Son parra- fos de la parte final dei quinto y titimo discurso, Fueron muy posi- tivamente valorados como original enfoque en la comprensién de la religion. ; El primer discurso proclama la conveniencia de que la religién sea considerada valida para la formacién intelectual de las personas. ‘Resalta la compatibilidad entre poseer altos conocimientos cultura- les y afirmar creencias religiosas (no se olvide que el autor se dirige, como apunta el subtitulo, a quienes siendo hombres cultivados mi nusvaloran el hecho religioso). El segundo, sin duda el més impor- tante, procura explicar cudl es la «esencian de la religion, a diferen- cia de, por ejemplo, la metafisica o la ética. Esta versa sobre el hacer, aaquélla sobre el saber, mientras que lo propio de la religidn es sentir, fexperimentar una especie de «intuicidn» respecto del universo como ‘un todo y nuestro lugar en él. La autoconciencia individual es capaz dde captar en su interior un sentimiento de dependencia respecto de la Infinitud, Dios, el Absoluto con el cual nos sentimos unidos, Por ello, la gratitud y la humildad son genuinas virtudes reigiosas, que femanan de esta experiencia de depender de una realidad totalmente Gistinta, Infinita, que nos abarea y nos da el ser. No es del todo ne- cesario que sea concebida como realidad «personal». Lo relevante en el hecho religioso es el sentimiento humano de depender de la divinidad, de vivir unida a ella, no de cual es su esencia onnaturaleza, que desconocemos por completo. : En el iltimo discurso, el quinto reflexiona Schleiermacher sobre et hecho de la multiplicidad de religiones desarrolladas a través de Ia historia, Analiza de modo extenso tanto el judaismo como el cris- tianismo. El primero, al parecer del filésofo, capta el universo y la divinidad desde la perspectiva de la «retribucién». El segundo, el cristianismo, acentua la reincorporacién continua del sujeto en el todo, que es Dios, revelado en Jestis, como mediador de la relacién de los hombres con la divinidad, aunque en ningtin caso el inico mediador. La historia del cristianismo no ha concluido, de lo que se deriva que la revelacién plena tampoco. Segin el filésofo, es posible esperar nuevas manifestaciones del Infinito en la historia de la hu- 7 Ua bien documentada contextualizaién delos discarsos sl como desu dimen- sib lotic, se ncaa el Esa pein de A Gio a, SEXES {GueR, Sobre lareligidn,Teenes, Madrid, 1990, pp. IX-XCIX. 1. CRISTO Y EL PROBLEMA DE LA VERDAD 3 manidad, ademas de la acontecida en Jestis de Nazaret. En este con- texto de! final del discurso se encuentran las paginas seleccionadas en torno al fundador del cristianismo. Cristo, gtinico mediador? Asi es el cristianismo. No quiero encubrir sus deformaciones y sus miltiples corrupciones, puesto que la corruptibilidad de todo lo santo, tan pronto como se hace humano, constituye una parte de su visién originaria de! mundo. Tampoco quiero haceros penetrar ulteriormente en sus aspectos concretos; sus realizacio- nes se hallan ante vosotros, y creo haberos proporcionado el hilo {que os conduciré a través de todas las anomalfas y, sin preocupa- ros por el desenlace, os facilitard la visién de conjunto mas exac- ible. Sélo es preciso que lo mantengais firme y que desde 120 mismo no prestéis atencién sino a la claridad, a la diversidad y a la riqueza con que se ha desarrollado aquella pri- mera Idea fundamental Cuando considero, en los relatos tunca- dos de su vida, la imagen sagrada de aquel que es el sublime autor de lo ms grandioso que existe hasta ahora en la religién, fo que admiro no es la puteza de su doctrina moral, que s6lo ha ‘expresado lo que todos los hombres que han tomado conciencia de su naturaleza espiritual tienen en comtin con El y a lo cual no puede conceder un mayor valor ni el haber dado expresién a di- cha doctrina ni el hecho de haber sido el primero en hacerlo; no admiro la indole peculiar de su cardcter, el emparejamiento fn mo de una fuerza superior con una dulzura enternecedora —toda alma simple, de una forma sublime, debe, en una situaciGn espe- cial, manifestar en rasgos determinados un gran cardcter—; todo esto no son més que cosas humanas: pero lo verdaderamente divino es la grandiosa claridad que ha llegado a alcanzar en su alma la gran idea que £ habia venido a expresar, la idea de que todo Io infinito necesita de mediaciones superiores, para estar unido con la Divinidad. Es temeridad vana querer apartar el velo que oculta, y debe ocultar, el surgimiento de esta idea en El, dado que todo'comienzo en la religién es misterioso. La frivo- lidad impertinente, que ha osado hacerlo, s6lo ha sido capaz de desfigurar lo divino como si Cristo hubiera partido de la antigua idea de su pueblo, cuando en realidad no quiso sino anunciar su destruccién, y de hecho la ha anunciado de una forma sumamen- te gloriosa, en cuanto ha afirmado ser aquel que ellos esperaban. 38 FILOSOFOS ANTE CRISTO Consideremos solamente la intuicién viviente del Universo, que enaba toda su alma, tal como la hallamos en El, llevada a su perfeccién. Si todo lo finito necesita de la mediacién de una tea- lidad superior, para no alejarse cada vez mas del Universo y di- seminarse en la vaciedad y en la nulidad, para mantener su vin- Culacién con el Universo y llegar a tomar conciencia de la misma, fentonces e! elemento mediador, que no necesita él mismo, a su ez, de mediacién, no puede ser en modo alguno meramente finito; ese elemento debe pertenecer a ambos dmbitos, debe par- ticipar también de la naturaleza divina y en el mismo sentido en {que participa de la finita, Pero gqué vio en torno a sf sino lo fini- to y lo necesitado de mediacin y dénde habia algin principia mediador sino en El? Nadie conoce al Padte sino el Hijo y aquel ‘a quien El quiere revelarlo (Mt. 11, 27; Le. 10, 22). Esta concien- ‘cia del caracter tinico de su religiosidad, de la originariedad de su concepcién, y de la fuerza que ésta posefa para comunicarse y suscitar la religi6n, era a la vez la conciencia de su funcién mediadora y de su Divinidad. No me quiero referir a cuando él Se hallé confrontado a la ruda violencia de sus enemigos, sin es- peranza de poder vivir por mas tiempo —esto es indeciblemen- fe poco—, sino a cuando El, abandonado, en trance de enmude- ‘cer para siompre, sin ver organizada realmente ninguna instituci6n relativa a la comunidad de los suyos, en contraste con la solemne magnificencia de la antigua religién corrompida, que apare~ cfa fuerte y vigorosa, rodeada de todo lo que in‘undia veneracién puede exigir sumisién, de todo lo que a El mismo se le habia ensefiado a venerar desde la infancia, a cuando El, sin ningtin ‘otro apoyo que este sentimiento, y, sin dilaciones, pronuncié quel Si, la més grande palabra que jamés haya pronunciado un ‘mortal (Mt. 26, 63 ss.; Mc, 14, 61 35. Lc. 22, 70); esto constituyé la apoteosis més grandiosa, y de ninguna Divinidad podemos estat més seguros que de la que se afirma asa s{ misma, Con esta fe en sf mismo, quién puede admirarse de que El estuviera segu- ro no s6lo de ser mediador para muchos, sino también de dejar tras sf una gran escuela que derivar‘a su religion, de iguales ca- racteristicas, de la que El profes6; tan seguro que establecié sim- bolos para ella, antes de que ésta existiera, con la conviccién de que esto serfa suficiente para hacerla existir, y que El ya con an- terioridad hablé, con un entusiasmo profético, de la inmortali zacién de los hechos memorables de su vida en el seno de esa religidn. Pero nunca ha afirmado que El constituyera el tnico objeto de la aplicacién de su idea, que El fuera el tinico media- 1, CRISTO YEL PROBLEMA DELA VERDAD 9 dor, y nunca ha confundido su escuela con su religin —por més ve haya podio tlerar que se dejase en suspenso su dignidad le mediador, con tal que no se profanara el espiritu, el principio 2 partir del que se desarrollé su religién en Ely en ottos—, y tam- bién sus discipulos estuvieron lejos de esta confusién. Conside- raron sin discusi6n como cristianos y los aceptaron entre los miembros activos de la comunidad a los discfpulos de Juan (Bau- tista), quien, sin embargo, s6lo muy imperfectamente compartia la intuicién fundamental de Cristo. Y todavia ahora det ast: quien pone esta misma intuicién como base de su religion es un cristiano, sin gue se tome en consideracién la escuela, bien haga derivar historicamente su religin de si mismo o bien de cualquier otro. Cristo nunca ha considerado las intuiciones y sen- timientos, que El mismo podia comunicar, como la plenitud del contenido de la religin que habria de surgir de su intuicién fun- damental; siempre ha remitido a la verdad que vendria después de El. Asf actuaron también sus discfpulos; no pusieron fronteras al Espiritu Santo, reconocieron por doquier su libertad ilimitada 1 !junided general de sus revelaciones,y s! més ade, cuando la primera época de su esplendor habfa pasado y El parecfa des- cansar de sus obras, estas obras, en la medida en que estaban relatadas en las sagradas Escrituras, fueron proclamadas indebi- damente como un cédigo cerrado de la religién, esto no ocurri6 sino por parte de aquellos que confundieron el suefio del espiritu con su muerte, para quienes la religién misma habia muerto; y todos los que todavia sentfan en sf su vida o la percibfan en otros, siempre se han declarado contra este modo de proceder, opuesto al espiritu del cristianismo. [..] Ast, se han manifestado otras in- tuiciones y sentimientos, relativos al centro del cristianismo, acer- ca de los que nada se encuentra en Cristo ni en los libros sagra~ dos, y ots varios se manifestardn en lo sucesivo, dado que grandes zonas de la religin todavia no han sido acondicionadas ara el cristianismo, y dado que éste todavia tendré una larga storia, a pesar de todo lo que se dice acerca de su fin préximo ya consumado. [Version original: 1799} Frrepaice D, B. ScHLEIERMACHER, Sobre la religién, Discursos a ‘sus menospreciadores cultivados, Tecnos, Madrid, 1990, parrafos de las pp. 193-199 (estudio preliminar y traduecién de Arsenio Ginzo Fernandez). 142 FILOSOFOS ANTE CRISTO ‘Todo sabio desdefia el sentimiento vulgar; cada cual quiere tener cl suyo propio. La orgullosa filosofia lleva al espfritu fuerte (esprit fort: rautosuficiente», libertino, ateo (Nota del traductor)}, del mis- mo modo que la ciega devocién conduce al fanatismo, Evita estos Daremos, Permanece siempre firme en el camino de la verdad 0 de lo que te parezca serlo en la simplicidad de tu coraz6n; no te partes jamés de ello por vanidad ni por debilidad. Atrévete a con Hear a Dios entre los filésofos; atrévete a predicar fa humanidad a Ios intolerantes. Quizé seas el nico de tu partido, pero llevarés SS trmismo un testimonio que te permitira pasarte sin el de los hombres. Te amen o te odien, lean tus escritos 0 los desprecien, too no importa; di lo que es verdad, haz lo que es bueno; lo que fmporta es cumplir con el propio deber en Ia Tierra, y, olvidéndo- wee uno mismo, es como se trabaja por la propia causa. Hijo So, el interés particular nos engatia; sdlo la esperanza del justo no engafia. [Version original: 1762] {JEAN-TacQUES ROUSSEAU, Profesin de fe del vicario saboyano y otros ritos complementarios, Trotta, Madrid, 2007, parrafos de las fp. 130-133 y 137-138 (ntroduccién, traduccion y notas de An- tonio Pintor-Ramos). 4, IMMANUEL KANT (1724-1804) Es el mas grande fildsofo de la modernidad. Su originalidad en lcampo de la metafisica, teoria del conocimiento o ética esté fuera Se tods duda, La estela de su influencia llega hasta nuestros dfas Namerosos son los pensadores que se remiten a sus obras para pro- Fundizar en nuestra situacién cultural, No resulta una exageracion afirmar que e a raiz de sus al os Tnmites de la mera razén (1793), de la que se ha extrafdo el texto en torne al «maestro del Evangeliov. Sin embargo, la preocupacion Kantiana por la tematica religiosa, y especialmente por el problema de Dios, ya se habia hecho presente en sus grandes obras anteriores: Gh la Ciltca de la Razin Pura (1781), a le hora de analizar las defi Slaneias de las demostraciones de la existencia de Dios, y en la Cr- Sion de la Razén Practica (1788), cuando desarrolla los postulados Ie4 etica: libertad, inmortalidad y existencia de Dios. Lo que ha 1, CRISTO Y EL PROBLEMA DEL BIEN 143 llevado a denominas @H)RMOEN, por parte de algunos estudiosos, com: . E incluso el problema de Dios afl tantemente en sus iltimos escritos recogi en Opus aaa ‘ogidos en el volumen Opus tismo mis ortodono. Este acercamento a a exigenci eda ana eaten enemanc eel Jamayora dss obras. Alo cual hay que air ua hecho bgt ico que igualmente explica el modo en que el filésofo interprets el cristianismo. Me refiero a la muerte de su madre, que tanto le im- presioné, cuando contaba unos 14 afios, debida al contagio que le produjo la enfermedad de una parienta, a la que cuidé con esmero yearidad, Entregar la propia vida cuidando a un ser necesitado fue para el pensador alemén el mayor ejemplo moral que recibié de su ‘madre, una devota cristiana a la que siempre admir6, y en la que es enamada la mis sublime moral derivada del mensaje evan- ‘También se especialmente t en 1762, pocas semanas desp Aa manifesta a obra de 1. Gone CArFAREN, oomph watrae 25. Gomez CartaRens, £1 imo moral de Kany Sobre la conpcn de Dis en ls tins exerts de Kat publi ‘muerte puede consultarse e] volumen de A. Conia, Dias en Loaf nascent de Kant, Universidad Pontificia, Salamanca, 1981. ? ae ee Aspects rlevants dela vida de Kant L, Boowsxs, Relat dela vida y el cardeter de Inmaruel Kant, Tecnos, Mads set imal Kan, esoen Madd, 98 y M, Rui, Kt Bf, 144 FILOSOFOS ANTE CRISTO trado alemén{ (Glia MimeniOn pEMeucOumOnal Meaivide, mis que mn la liturgia, la oraciOn o fe en dogmas. dae renre pretendia Kant con la obra La religidn dentro de los (ifittesite [a mera razén? En primer lugar, €8 posible int i ‘una dura critica a los ‘problemas mas clisicos de la teolo- ‘on erg hpecado, la cristofopa, 1 eclestologi, a eseatolo- gia'*. En parte, la Feligion en dicho libro Wiene a ser una especie Jegitimacion de la ley: moral tal como fue presentada en eh feriores (por ejemplo, en ta” Fundamentacion de la —e a Coslumbres, de 1785). Conviene recordar que la publicacién de este texto estuvo precedida de cierta polémica, El ministro prusiano de cultura de entonces, Von Walines, uiso prohibit el eserito e imponer al fildsofo medidas disciplinarias por Sa ala luz un text itico con Ja practica cristiana estable ne rl de cuatro partes. El argumento principal a referido al problema del mal: su origen, esencia y consecuencias Fy realidad, cada parte puede ser interpretada como una especie di transformacién racional y ética de la teologia cristiana en torno 2 ‘pecado (primera), Jesucristo ‘(Gegunda), la escatologia (tercera) vie Iglesia o eclesiologia (cuarta). A la hora de te rere eet ne humane’ Kant elabora una compleja teoria del «in Pesicab ‘Ya no se trata del pecado encel sentido de une disposicidn : Jhereditatia, tal como To stele exporer’ ‘fa dogmatica, sino-mas'bien ‘como una tendencia imborrable del hombre que desdefia, por egois mo, el imperativo ético. Esta tendencia no requiere de una gracia ‘especial, ‘otorgada por Cristo, para ser superada, sino que, desde = perspectva del lustrado, es suficiente con I educacion y el eultivo Sel bien que la propia razon auténoma dicta a todos los homiby's Para Kant ef cristianismo-esfe-eliion moral por excelencia: Pso> ‘pugna una praxis fundada en principios éticos, ncarados a fos por el xmaestro del Evangelion, plenamente compatibles con to que expresa la raz6n practica. Eifo te ‘evar eens a aa Sion biblica «Hijo de Diosy como un modo de mostrar ta dignidad moral del hombre llamado Jesis, sin referencia a su. Ss Rible «encarnaciOn» de Dios. Estamos ante ufijparadisna se moral, de la moralidad perfecta, una especie de modelo regulative de lo que es el bien; en ‘realidad, se podria decir que Jestis viene a ser Wri ana lsc deta ba: DM. Gaon (8), Kan dea ten a, 8 om pea te Beto pncorecB.3 Cae blend mal co Kany ui Ba Be et Pesptcal eropation Pty Prey, Camb, 207- M. CRISTOY EL PROBLEMA DEL BIEN Mas la expresién excelsa de la ética desarrollada en los densos escritos de Kant, eliminando asf el atributo de su divinidad, que desvirtuaria su grandeza moral, Por iltimo, no hay que olvidar que este escrito teolégico-filoss- fico también pretendia, tal como manifesté la polémica que roded su publicacion, defender lallibertad de pensamiento en lo referents @cuiestiones feligiosas, en las que no ha de entrometerse el poder politico. No se justifica bajo ningiin concepto limitar el uso piblico della taz6p, incluso aunque de problemas teoldgicos se trate, que forman parte de la capacidad humana de critica y ejercicio libre de las convicciones més profundas. Es més/ha de sé, segin Kangjln razén, y no la Iglesia con sus dogmas, la que ilustre en qué radica la verdad de la religion; e, igualmente, es la razén, y no el Estado ‘con sus leyes, la que ha de establecer Ia credibilidad de las verdades feligiosas en el Ambito social, Todo ello ¢s lo que expresa cl signifi- cativo titulo del polémico escrito! S6lo la razén es consideradla aqui {finstancia’suprema|ylamedida de toda verdad (también en lo re- ferente al significado ético de Jestis de Nazaret, como se comprueba, en el texto seleccionado). EI Maestro del Evangelio como ideal de la perfeccién moral Lo Gnico que puede hacer de un mundo el objeto det decreto divino y el fin de la creacién es la humanidad (el ser racional del mundo, en general) en su perfeccién total moral, de la cual, como de condicién suprema, es la felicidad la consecuencia inmediata en la voluntad del ser supremo. —Este hombre, Gnico agradable a Dios, cestd en él desde la eternidady; la idea del mismo emana de su ser; en esta medida no es él una cosa creada, sino su hijo uni génito; «la palabra (el {hdgase!) por la que todas las otras cosas son y sin la cual nada existe de cuanto ha sido hecho»; (pues por mor de 61 —esto es: del ser racional en el mundo, tal como puede ser pensado con arreglo a su determinacién moral— ha sido hecho todo). —aEl es el reflejo de su magnificencia». —eEn él ha amado Dios al mundo» y sélo en él y por adopcién de sus intenciones podeios esperar vllegar a ser hijos de Dios», et Pues bien, efevarnos a este ideal de la perfeccién moral, esto es: al arquetipo de la intencidn moral en su total pureza, es deber hu- ‘mano universal, en orden al cual esta misma idea que nos es pro- puesta por la Razn pare quelatmemas por modelo puede darnos fuerza. Pero precisamente porque nosotros no somos los autores de 146 FILOSOFOS ANTE CRISTO ella, sino que ella ha tomado asiento en el hombre sin que com jprendamos cémo la naturaleza humana ha podido simplemente ser Eusceptible de ella, puede mejor decirse que aquel arquetipo ha descendido del cielo a nosotros, que ha adoptado la humanided (pues representarse cémo el hombre, malo por Naturaleza, depone por si mismo el mal y se eleva al ideal de la santidad, no es igual- Frente posible que representarse que el citimo adopteda hummanidadh gue por si no es mala—y condesciend en ella) staunién eon rnosotres puede, pues, ser considerada como un estado de rebaja- Imiento del hijo de Dios, si nos representamos a aquel hombre de Intenciones divinas como arquetipo para nosotros tal como, aun siendo santo él mismo y como tal no sujeto a soportar ningiin pa~ ecimiento, sin embargo los toma sobre sf en la mayor medida para jpromover el bien del’mundop por el contrario el hombre, que nun- fa esta libre de culpa, ni siquiera cuando haya adoptado la misma ‘ntenci6n, puede considerar los padecimientos que por cualquier camino puedan alcanzarle como algo de lo que él tiene la culpa, {7 por lo tanto, ha de tenerse por indigno de la unién de su intencion Zon una idea tal, aunque ésta le sirva de arquetipo. "ahora bien, el ideal de la humanidad agradable a Dios (por lo tanto, de una perfeccién moral tal como es posible en un ser del mundo, dependiente de necesidades y de inclinaciones) no pode- Tnos pensatlo de otro modo que bajo la idea de un hombre que testarfa dispuesto no sélo a cumplir él mismo todos los deberes de hombre y a extender a la vez alrededor de si por la doctrina y el ejemplo el bien en el mbito mayor posible, sino también —aun tentado por las mayores atracciones— a tomar sobre sf todos los sultimientos hasta la muerte més ignominiosa por el bien del mun do e incluso por sus enemigos. —Pues el hombre no puede hacer- fe ningtin concepto del grado y el vigor de una fuerza tal como es ja de tna intencién moral, a no ser que se la represente luchando contra obstéculos y, sin embargo, venciendo aun en medio de las tentaciones mayores posibles, ‘Pues bien, en la fe practica en este hijo de Dios (en cuanto es representado como habiendo adoptado la naturaleza humana) ‘el hombre esperar hacerse agradable a Dios (y mediante ello fambién bienaventurado); esto es: el que es consciente de una in- tencidn moral tal que puede creer y poner en s{ mismo una funda- ‘da confianza en que permaneceria, en medio de tentaciones y jpenas semejantes (asi como de ellas se hace pledra de toque de Equelia idea), invariablemente pendiente del arquetipo de 1a hu- faanidadl y semejante —en fie! imitacion—saisu ejemplo, un hor IL. CRISTOY ELPROBLEMA DEL BIEN 147 bre tal, y s6lo é!, esté autorizado a tenerse por bye no indgno de a complacencia _e ‘Si en una cierta época hubiese descendido en cierto modo del Gielo ala tierra un hombretal, de intencicn verdaderamente divina, ‘que mediante doctrina, conducta y sufrimiento hubiese dado en si el ejemplo de un hombre agradable Dios en la medida en que se puede pedir de la experiencia externa (en tanto que el arquetipo de lun hombre tal no ha de buscarse en ninguna otra parte que en nues- tra Raz6n), si hubiese producido por todo eso un bien moral inmen- samente grande en el mundo mediante una sevolucicn.en el géncs 1umano; aun asf no tendrfamos motivo para aceptar en él otra Cosa que un hombre engendrado de modo natural (pies cl homie naturalmente engendrado también se siente obligado a dar 6 mis- mo en sf un ejemplo semejante), si bien no por ello se negarfa ab- folutamenta die, pudiese ser un hombre engendrado de modo so- ral. Pues en una mira préctica no puede proporcionarn« ninguna venta suponer lo ino, ya que arquetpo que nosotos ponemos por base a ese fendmeno ha de ser buscado siempre en nosotros mismos (hombres naturales) y su existencia en el alma humana es ya por si misma lo bastante inconcebpble para que no haya necesidad de, ademas de aceptar su origen sobrenatural, acep- tarlo también hipostasiado en un hombre particular. Elevar a un santo tal por encima de toda la fragilidad de la naturaleza humana Seria mas bien, segin todo lo que pademos entender, un obstaculo) para la aplicacién préctica de la idea del mismo a su seguimiento Por nosotros. Er efecto, aunque la naturaleza de aquel hombre gra- toa Dios fuese pensada como humana hasta tal punto que a él se le pensase como afectado por las mismas necesidades yen conse ‘cuencia, también por los mismos padecimientos, por las mismas inclinaciones y, en consecuencia, también las mismas tentaciones de transgresién que nos afectan @ nosotros, pero, por otra parte, fuese pensada como sobrehumana hasta el punto de que una pure za inmutable de la voluntad, no adquirida sino innata, hiciese ab- solutamente imposible para él toda transgresiGn,entoncesila dita cia respecto al hombre natural se harfa tan inmensamente grande ‘que aquel hombre divino ya no podria ser puesto como efemplo para éste. €! Ultimo podria decir: que se me dé una voluntad ente- Famente santa, y entonces toda tentacién al mal autométicamente fracasaré contra mf; que se me dé la més perfecta certeza interior de que tras una corta vida terrena debo llegar a ser (a consecuen- cia de aquella santidad) participe en seguida de toda la eterna mag- nifcencia del cielo, y entonces soportaré todos los padecimientos, 148 FILOSOFOS ANTE CRISTO por duros que sean, hasta fa muerte més ignominiosa, no s6lo d6- Eilmente, sino también con alegrfa, porque veo ante mi con fos ojos el desenlace espléndido y préximo. Ciertamente el pensamiento de que aquel hombre divino estaba desde la eternidad en posesién efectiva de esta grandeza y beatitud (y no tenia que merecerla pri- mero mediante tales padecimientos), que se desposey6 de ella d6- cilmente en pro de puras gentes indignas, incluso de sus enemigos, para salvarlos de la perdicién eterna, tendrfa que disponer nuestro Snimo a la admiracién, el amor y la gratitud hacia él; gualmente la idea de un comportamiento segtn una regla de moralidad tan per- fecta podria desde luego para nosotros ser representada validamen- te como precepto a seguir, pero no él mismo como ejemplo a imitar, ¥, Pot lo tanto, tampoco como prueba dela apilidad yaleanzabi- e a alto. |. El maestro del Evangelio ha mostrado no de Dios sobre la tierra s6lo del lado magnifico, que eleva el alma, del lado moral, a saber: del lado de la digntdad de ser ciu- dadano de un Estado divino, y les ha indicado lo que tendrian que hhacer no sdlo para llegar ellos mismos a ello, sino para unirse en ello con otros de la misma intencién y en lo posible con todo el género humano. Pero por lo que toca a la felicidad, que constituye Ta otra parte de los inevitables deseos del hombre, les dijo de an- temang que no podrfan contar con ella en su vida terrena, Los preparé més bien para estar dispuestos alas mayores tribulaciones ‘sactificios; sin embargo (porque una renuncia total a lo fisico de la felicidad no puede exigirse al hombre en tanto que existe) afia- dié: cEstad alegres y confiados, lo que hagais os seré recompensa- do en el cielo». La mencionada adicién a la historia de la iglesia, CRISTO Y EL PROBLEMA DEL BIEN 149 que toca al destino venidero y tiltimo de ella, la rey , la representa como triunfante, esto es: como coronada aun aqui en la tierra de felici- dad tras haber superado todos los obstéculos, [Version original: 1793] IMMANUEL KANT, La religién dentro de los limites de la mera razén, Alianza, Madrid, 1981, fragmentos de las pp. 65-70, 131; 136 (traduccién, prélogo y notas de Felipe Martinez Marzoa). 5. ARTHUR SCHOPENHAUER (1788-1860) Este fil6sofo, convencido durante afios de que su gran obra, El ‘mundo como voluntad y representacién (819) habia devvelado tos grandes misterios de la hurnanidad, a pesar del fracaso editorial que supuso y que tantas penalidades y amarguras le ocasioné durante dtcadas®, es considerado hoy uno de los autores ms leidos allen- de las fronteras de la academia. Tras el suicidio de su rico padre (en 1808), y las desavenencias con su madre, entregada a una vida un tanto disoluta y literaria (1814), recibir Schopenhauer una cuan- tiosa herencia que le permitira vivir holgadamente, dedicindose a leer, escribic y viajar. Empezason a sex valuradus sus escrilos, es- pecialmente opiisculos recogidos en Parerga y Paralipémena (1851) ppocos afios antes de su muerte, acaecida en 1860. Desde entonces, Jos libritos que componen este extrafio volumen, sobre todo los re- feridos al arte de vivir, a la felicidad, se siguen difundiendo todavia entre el piblico no especializado®., El resentimiento contra la vida académica, y de modo llamativo contra Hegel, a quien acudian nu- rmerosos alumnos en Berlin, mientras poquisimos elegian las clases del desconocido Schopenhauer en aquella misma universidad, se refleja en numerosos escritos insultantemente eritices con el idealis- mo aleman de aquellos afios, y enos de desprecio a la actividad univesiari en general $i bien estamos ante un pensador explicitamente ateo, sus fossicos extn rpltos ds rete al estanfamo albedo 3 Datos bigrcossumementeatreants pars conoct I tata persona ‘dad del filésofo, asi como Ia gestacién ¢ impacto de su obra: L. F, Moni " awe. Mea logis Tata, ‘Madrid, 2014, . dha jmpo: A. SeHOPENRAUER, Afri sabre el art de vr Alianza, Max ti 2013. Soe siaind de cna bra pars compensa gu rad nia er BS wee, Tra eld mort, Cadre Mad 2015, ep. 168 FILOSOFOS ANTE CRISTO sus obras hasta el mismo Dios es honrado y que su propia perfec- ibn ensalza al Seftor de la creacién (uan 15, 8)% Por consiguiente, la unién con Cristo nos otorga elevaci6n inte~ rior, consuelo en el dolor, sosiego y un corazén que se abre a todo Jo humano, a todo lo noble, a todo lo grande. Y esto no por orgullo, ni por apetito de fama sino sélo por Cristo. La unin con Cristo nos dat en efecto, un gozo que los epiciireos inctilmente buscan en su frivola filosoffa y que tampoco el intelecto més preclaro encuentra en lo recondito del saber. Es la alegrfa que sdlo conoce el alma es- ponténea y tierna, unida a Cristo y, por él, a Dios. Es la alegria que fensalza y hace més bella la existencia Quan 15, 11). [Version original: 1835] KARL MARx, «Composicién escrita sobre religion para el examen ‘de madurez», en K. Marx y F. Engels, Sobre religién J, Salaman- ca, Sigueme, 1979, pp. 39-42 (edicién preparada por Hugo ‘Assmann y Reyes Mate). 8, FRIEDRICH NIETZSCHE (1844-1900) Hijo de pastor protestante de alta sensibilidad musical. Su padre murié cuando Friedrich contaba con cinco afios. Se edueé en un ambiente familiar muy religioso, rodeado de mujeres (abuela, madre, tia, hermana), lo que en parte origin6 su rechazo a un cristianismo agobiante» durante la adolescencia y para siempre, A sus veinti- ‘cuatro afios lleg6 a ser catedritico de Filologia Clisica de la Univer- sidad de Basilea, Se vio a si mismo como un profeta de siglos ven dderos, y acabé sus dias sumido en tna profunda enfermedad mental (probablemente originada por una sifilis contraida décadas antes). (A partir de 1889, tras intensos afios de trabajo y agotadoras enfer~ ‘edades, con slo cuarenta y cinco afios, cayé la mente de Nietzsche fen una total oscuridad, en un estado de aletargamiento del-que ya no logré salir. Vivid en completa ausencia y ajeno al impacto cultu- ral de su obra durante los casi dove afios anteriores a su muerte, ‘acaecida en 1900. Este final trigico ha hecho del filésofo uno de los, personajes ms intrigantes y legendarios del siglo x0x; precursor de Jos avatares demenciales de la tltima centuria. ‘Aunque su obra es compleja, aforistica, y trata diversos temas, una tesis resulta del todo nuclear, no solo por expresar de la forma ‘mis grifica su rechazo a la filosofia occidental del pasado, sino so- 1, CRISTO Y EL PROBLEMA DEL BIEN 169 bre todo por apuntar la cultura del porvenir: «Dios ha muertot»** El elato més estremecedor que contextualiza sus pretensiones des- tructivas de la metafisica y del cristianismo se encuentra en los pa- ragrafos 125 y 343 de La gaya ciencia. En aquellas desgarradoras palabras del foco que buscaba a Dios con una linterna en pleno dia, encontramos la mas tremenda representacién metaférica de las con- secuencias culturales de la muerte de Dios. Desde tal constatacién filoséfica Nietzsche rechaza toda la meta- fisica occidental, en tanto que se ha sustentado en el concepto y en la realidad ontolégica de Dios. El ser de las cosas es dado y mante- nido por Dios. Gran parte de la historia de la metafisca, hasta fina- les del siglo xrx, es una onto-teologia. Pensar el ser desde la razin ha. consistido en pensar a Dios como garante y fndamento del ser. Pero Dios no es mas que una palabra que crea el hombre como reaccién + defensa conceptual ante el imparable devenir de la vida, de la rea- lidad y de la muerte. El hombre necesita establecer algo fijo, durade~ 10, eterno, Esta es la raiz psicolégica de la metafisica que ha levado alos grands fldsofosa dar entidad onflogia. «un coneptoinven- ado, ‘También encontramos en la muerte de Dios el rechazo explici- to de toda moral, y mas en concreto de la moral judeo-cristiana. EL bien, desde Platén y atravesando toda Ia filosofia, ha estado casi siempre ligado a Ia existencia de Dios, ya sea como fundamento en el pensamiento cristiano, ya como postillado en el pensamiento kan tiano. La muerte de Dios lleva consigo desenmascarar los intereses que subyacen en la genealogia de los criterios morales. Para Nietzs- che las virtudes cristianas como la humildad, la obediencia, Ia com- pasidn, el servicio... en el fondo provienen de fos hombres del reba- fio, que incapaces de crear valores superiores se autodesprecian como fracasados y se someten a instintos gregarios y antivitales” Lo cristiano es hostil alo natural y a la vida de este mundo, el tinico existente, Pero con la muerte de Dios no s6lo carecen de sentido las pretendidas virtudes cristianas, sino la supuesta objetividad, univer- salidad y racionalidad de los principios éticos. Por eso es explicable ‘que Nietzsche rechace también el socialismo y la democracia al con- —W Sesion tan de cast tate cea a intrpetaclen deh Huipnoten: aha fede Neuse Dios ha mutta" ea Cant: SP Re fan Ma ST «fade Meso Mus i, ted es Bie Tre 176 Baaowre Meche, SRIVALADIER, Messe yl tea al erstlanismo, Cistandad, Madi 1982 170 FILOSOFOS ANTE CRISTO siderarlos secularizacién de los valores cristianos y, por eso mismo, exponentes politicos de una moral del rebafio™. °Y, por iltimo, la muerte de Dios ha de ser el punto de partida de ‘una nueva antropologia: el superhombre. El hombre que asume has- ta las tltimas consecuencias que estamos sin Dios, que vive para la tierra, que da un eterno y alegre si a esta vida tal como es. Aquel hombre que erea valores, que es capaz de no quedarse en Ia nada aque ha desencadenado la ausencia de Dios, sino que se erige desde $n yo en superador del nihilismo™, Si Dios ha muerto, todo carece de sentido, no hay valores morales fundamentados, y el hombre es el dios de su historia y su destino. He aqui la gran misién del super hombre: salir del nihilismo destructivo y crear algo nuevo sin Dios, empezar a navegar, como espiritus libres, por un mar sin rumbos hhacia una nueva aurora, ‘Estas tres lineas argumentativas (sobre Dios, la moral y la antro- pologia) han sido desarrolladas 0 esbozadas de modo reincidente en Fas escritos de mayor calado filoséfico: Humano, demasiado huonano (1880), La Gaya Ciencia (1882), Asi habld Zaratustra (1885), Més ald Mel bien y del mal (1886), La geneatogia de la moral (1887) y El ocaso de los Idolos (1888). En este mismo aio, seguramente el mis fecundo del pensador alemin, eseribié también EI Anticrsto, del que se ex- Gian tnos Tragnientos en tomo a Joris, y Bece Homo, relato auto- ‘Biogrdfico en el que se comenta el significado de algunas de sus obras redactado frenéticamente unos meses antes de su derrumbe mental, como si supiera el autor que poco le restaba de vida intelectual. "No es una exageracién afirmar que EI Anticristo es la obra de Nietzsche que mayores y apasionadas polémicas ha suscitado. El titulo podria sugerir que estamos ante un ataque a la figura histori ta de Jestis de Nazaret, el Cristo; sin embargo, nada mis lejos de la pretension de su autor, Lo que’si se critica en este breve libro es {a institucionalizacion del cristianismo, y sobre todo la manipula Gdn de textos (también de las conciencias) que han llevado a térmi- tno durante siglos Ia casta de sacerdotes, influyendo de modo lamen- table en la moral de la civilizaciOn occidental. Mas bien el titulo de Ja obra nos remite al nombre de su autor, el filésofo que pretende personificar y encarnar la figura dela que habla el evangelista San Juan, que se hard patente antes de la segunda venida de Cristo. Es Las implicacones politica del ensamiento de Nietzsche han sido bien revisudas por 4 Com Bt pader de lament etc ya pon del tranrorectn, Teens, 4, 1997. SF oe ins repercusiones antopolégicas de esta flosfin; D, SAwcuEz MBCA, “Nletasche, lx experencia dons del mundo, Teen0s, Madi, 2003 Tl. CRISTOY EL PROBLEMA DEL BIEN an el subtitulo del libro, Maldicion sobre el cristianismo, el que refleja ‘mejor su contenido y objetivo: sacar a Ia luz aquellas vertientes 1e- chazables de la cultura cristina, derivadas de la perversa influencia de San Pablo, maximo manipulador de la personalidad de Jess, de sumodo de vivir y morit. Conviene sefialar que en El Anticristo no hallamos afirmaciones especialmente originales, que no hayan sido explicadas con mayor precision en fragmentos de sus anteriores escritos, arriba sefialados. Da la impresiéa de ser una repeticiOn en clave panfletaria de sus cri ticas a la moral cristiana, a la compasién, ala casta de sacerdotes, a ln cobard tic, sep el iso, de os eritinoe que nsgan a ‘inica realidad existente, esta vida, y se refugian en la esperanza de otra vida mds lela muerte En cabad el iegdston de Neus che en esta obrita es tan simple como injusto: en el cristianismo se concentra la suma de todos los males modernos, constituye el para- digma del «idealismo» (en el sentido peyorativo del vérmino que ma- neja el autor aleman), por lo que contra él se ha de lanzar toda la critica més aguda para eliminar su permanencia histérica y su influ jo en todas las manifestaciones culturales. So el Jesis historico, el originario, el que vivié y murié ejemplarmente, queda 2 salvo del rechazo visceral a todo fo cristiano que refleja esta obra entre las ‘iltimas que redacté Nietzsche cuando su mente iba precipitindose hacia la locura, El texto seleccionado nos ofrece una imagen de la ddimensi6n ética de Jess, que si bien no puede ser aclamado como «edentor de nada ni de nadie, sil instaurador de una mueva praxis, ‘de un modo de vivir tinico, sélo encamado por aqueljudio. Jestis y la psicologia del redentor 29 Lo que a mi me interesa es el tipo psicolégico del reden tipo pba cor cortendo, en eee on es Sang apesar de los evangelios, aun cuando muy mutilado o sobrecargado con rasgos extrafios: como el de Francisco de Asis esté contenido en sus leyen- das, a pesar de ellas. No la verdad acerca de lo que é! hizo, de lo uel, dela manera coma en realidad mur sno el problema les su tipo es todavia imaginable en absoluto, si estd ctransmitidos. Lag Himitaciones del bro ET Anterisio eatin bi tas on E. Low val jon expuestas en E. Loemz CaS- eLLON, Leyendo a Metarhe, Ediciones UAM, Madrid, 2008, cap. X, pp 237-252. im FILOSOFOS ANTE CRISTO —Las tentativas que yo conozco de leer en los evangelios incluso la historia de un ealma» parécenme pruebas de una aborrecible lige- reza psicolégica. El sefior Renan, ese bufén in psychologicis [en cuestiones psicol6gicas|, ha aportado a su aclaracién del tipo Jestis los dos conceptos mas inapropiados que para esto puede haber: el oncepto geno el concept hoe heros). Pero si hay algo no evangélico es el concepto héroe. Cabalmente la antitesis de toda pugna, de todo sentirse-a-s(-mismo-en-lucha se ha vuelto aut ins- tinto: la incapacidad de oponer resistencia se convierte aqui en una moral («no resisas al mal, la frase més honda de los evangelios, su clave, en cierto sentido), la bienaventuranza en la paz, en la afabili- dad, en el no-poder-ser-enemigo. ;Qué significa la «buena nueva»? La vida verdadera, la vida etema esté encontrada —no se la prome- te, estd aht, esté dentro de vosotras: como vida en el amor, en el amor sin sustraccién ni exclusién, sin distancia. Todo hombre es hijo de Dios —Jests no reclama nada para sf solo— en cuanto hijo de Dios todo hombre es idéntico al otro... jHacer de Jestis un héroe! iY qué malentendido es sobre todo {a palabra sgenios! Nada de ‘nuestro concepto, de nuestro concepto cultural wespfritue tiene sen- tido alguno en el mundo en que Jests vive. [.] 33 En la psicologfa entera del evangelio falta el concepto culpa y castigo; asimismo, el concepto premio. El «pecado», cualquier re- lacién distanciada entre Dios y el hombre, se halla eliminado justo eso es la cbuena nuevas—. La bienaventuranza no es pro- metida, no es vinculada a unas condiciones: ella es la nica reali- dad —el resto es signo para hablar de ella. La consecuencia de semejante estado se proyecta en una nueva practica, la practica propiamente evangélica. No es una «fe» lo que distingue al cristiano: el cristiano obra, se distingue por un-obrar diferente. El no opone resistencia, ni con palabras ni en el coraz6n, a quien es malvado con él. EI no establece ninguna diferencia en- tte extranjeros y nativos, judios y no judios (cel projimo» es pro- piamente el que tiene la misma fe, el judio). £1 no se encoleriza ‘con nadie, ni menosprecia a nadie. El no se deja ver en los tribu- rales, ni se deja citar ante ellos (eno jurars). El no se separa de su ‘mujer en ninguna circunstancia, ni siquiera en el caso de una in- fidelidad demostrada de aquélla. —Todo esto es, en el fondo, un nico principio, todo, consecuencias de un Gnico instinto—. UL CRISTO YEL PROBLEMA DEL BIEN 13 La Vida del Redentor no fue otra cosa que esa prictica —tam- poco su muerte fue otra cosa... El ya no necesitaba, para su trato ‘con Dios, férmula ni ritos— ni siquiera la oracién. Ha roto con la entera doctrina judfa de penitencia y reconciliacién; sabe que Gni- camente con la préctica de la vida es como uno se siente edivino», «bienaventurado», cevangélicon, chijo de Dios» en todo tiempo. Nila epenitencia» ni la «oracién en demanda de perdin» son ca- minos que conducen a Dios: sélo la practica evangélica conduce a él, ella precisamente es «Dios». —Lo que con el evangelio que- dé eliminado fue el judafsmo de los conceptos «pecado», eremi- sidn del pecado», «fe», eredencién por la fe-— la entera doctrina eclesidstica judia qued6 negada en la «buena nuevas. __E! instinto profundo de cémo hay que vivir para sentirse een el ciclo», para sentirse «eterno», mientras que con cualquier otra con- ducta uno no «se siente en el cielo»: éa es la Unica realidad psi- ccolégica de la eredencién». —Una nueva forma de vida, no una nueva fe. 38 Este ebuen mensajeror murié tal como vivi6, tal como ensefié —no para «tedimir a los hombres, sino para mostrar cémo se ha de vivir—. Lo que él leg6 a la humanidad es la practica: su com- Portamiento ante los jueces, ante los sayones, ante los acusadores ante toda especie de calumnia y burla —su comportamiento en la cruz—. El no opone resistencia, no defiende su derecho, no da ningtin paso para apartar de sf lo més extremo, més atin, lo provo- ca.« ¥ él ora, sufte, ama con quienes, en quienes le hacen ral. Las palabras dichas al ladrén en la cruz contienen el evangelio en- tero: «€ste ha sido en verdad un hombre divino, un “hijo de Dios"s, dice el ladrén, «Si ta sientes es0 —responde el Redentor— entonces estés en el paraiso, entonces también ti eres un hijo de Dias...». No defenderse, no encolerizarse, no hacer-responsable a nadie... Por el contrario, no oponer resistencia ni siquiera al malvado, amarlo, 39 __ —Voy a volver atrés, voy a contar la auténtica historia del cristia- rnismo, —Ya la palabra «cristianismon es un malentendido—, en el fondo no ha habido més que un cristiano, y ése murié en la cruz. El 14 FILOSOFOS ANTE CRISTO «evangeliox murié en la cruz. Lo que a partir de ese instante se Ila- rma eevangelio» era ya la antitesis de o que él habia vivido: una «mala ‘nuevas, un disangelio. Es falso hasta el sinsentido ver en una «fe», en Ia fe, por ejemplo, en la redencién de Cristo, el signo distintivo del cristano: solo a prdtica cristina, una vida fal como la viié- {que murié en la cruz, es cristiana... Todavia hoy esa vida es posible, para clertos hombres es incluso necesaria: el crstianismo auténtico, el originario, serd posible en todos los tiempos... No un creer, sino tun hacer, sobre todo un no-hacer-muchas-cosas, un ser distinto... Los estados de consciencia, una creencia cualquiera, un tener-algo- pestwerdadero, po ejemplo todo pscilogo lo sbe— so, en ef. to, estados completamente indiferentes y de quinto orden compara- dos con el valor de los instintos: dicho con mayor rigor, el concepto entero de causalidad espiritual es falso. Reducir el ser-cristiano, ki cristiandad, a un tener-algo-por-verdadero, a una mera fenomenali dad de consciencia, significa negar la crisiandad. De hecho no ha habido en absoluto cristianos. El «cristiano», lo que desde hace dos milenios se llama un cristiano, es meramente un auto-malentendido psicoldgico, Miradas las cosas con mayor exactitud, en él han do- minado, a pesar de toda «fe», meramente los instintos —y que ins- tintos!—, En todos los tiempos, por ejemplo en Lutero, la «fe» ha sido Gnicamente un manto, un pretexto, una cortina tras la cual los, instintos jugaban su juego, una inteligente ceguera acerca del domi- rio de clertos instintos... La «fer —ya antes la llamé la auténtica fisteza cristiana—, se ha hablado siempre de la «fer, pero se ha ‘obrado siempre tan s6lo por instinto... En el mundo de representa- ciones del cristiano no aparece nada que roce siquiera la realidad: por el contrario, nosotros hemos reconocido en el odio instintivo a {oda realidad el elemento impulso, el iinico elemento impulsor exis- tente en la ratz de cristianismo, {[Versién original: redactada en 1888 y publicada en 1895] Frurpric Nierzscite, El Anticristo, Alianza, Madrid, 1988, pp. 56s. (ntroduccién, traduccién y notas de Andrés Sénchez Pascual). 9. GEORGE SANTAYANA (1863-1952) ‘Habiendo nacido en 1863, concretamente en la calle San Bernar- do de Madrid, y vivido su infancia en Avila, fue enviado por su pa- dre a Estados Unidos (Boston) cuando contaba 8 afios, donde vivia ML CRISTOY EL PROBLEMA DEL BIEN 175 su madre con varias hijas de su primer matrimonio", Al realiz6 sus studios, tanto en el nivel secundario como en la prestigiosa univer- sidad de Harvard. Adquirié alta formacién filoséfica y dominio del inglés (también del latin y griego), legando a ser incluso catedratico de tan oélebre institucién académica. Fue discipulo, compaiiero y amigo de los pensadores J. Royce y W. James. Su amplia obra filo- séfica, ensayistica y literaria (poesia y novela) fue escrita y publica~ da en lengua inglesa, aunque el castellano era su lengua materna (se desenvolvia bien con el francés, italiano y alemén). Sin embargo, hnunca renuncié a la nacionalidad espatiola, y mantuvo bien presen, tela inspiracién de nuestra cultura a la hora de plantear los proble- mas filos6ficos. Por ello, ademiés del revival que esta experimentando su obra en el contexto norteamericano®, igualmente la cultura his. ana esta reivindicando cada vez mas su pensamiento como algo Propio, que merece ser traducido, estudiado y difundido, dada su originalidad y creatividad®, tan alta, o incluso mas, que la de Una- ‘muuno y Ortega (murié un par de aiios antes que el fildsofo madrile- fio, en Roma, a punto de cumpli los 90), Se ha de resaltar un momento clave en la vida del filbsofo abu- lense trasterrado» a América: a sus cuarenta y ocho aiios decide abandonar la cétedra de flosofia de Harvard, para dedicarse a via- Jar por el mundo y concentrarse en la redaccién de su rica obra. Las azones de tan exirafia decision son complejas. Seguramente in luyd 2o poco su cansancio dela cultura cientificista norteamericana y el protestantismo calvinista dominante, siendo Santayana mucho mas Proclive, por talante y raices, al humanismo latino y al espiritu del atolicismo, a pesar de su escepticismo y carencia de fe. Nunca mis volvi6 a Estados Unidos. Vivié en Londres y Paris; decidid, en sus liltimos afios, afincarse en Roma, concretamente en una residencia de monjas catélicas, que le atendieron hasta su muerte. En aquel ambiente redact6, tras la Segunda Guerra Mundial, una importan- ‘ey densa obra de pensamiento politico, su iltima publicacion en 7 So eats fis ese epi et ni Jorg: Santayana «Boston sn nga Consemicns de Ges a te eee rie enamine en no is Nando i ssn fox rsa, te wise inne nbbatasig Aeon den ee ee Rats ada eS tran P Pe nc gn se Se Or Donn, Pid 2 Bu lt! meaile 8 LSS Gunmeyy ome en ga fs acta ra Ae ca hy Pp. 175-1 . Ill. CRISTO Y EL PROBLEMA DE LA MUERTE 1. BLAISE PASCAL (1623-1662) El nombre de Pascal remite al de un genial matemético francés, més que al de un filésofo en sentido estricto. Sin embargo, la ma- yoria de las historias de filosofia lo incluyen como un pensador igno de estudio, en parte como contraste de otro genio de su mis- ma lengua y época: Descartes. Es bien sabido que dio muestras ya. en su nifiez de poseer una mente privilegiada', Su padre, de nombre Etienne, era nada menos que el presidente del Tribunal de Cuentas en la ciudad francesa de Clemont, Su madre murié cuando el pe- quefio Blaise contaba apenas tres afios. Al quedarse viudo se tregé en cuerpo y alma a la educacién moral y cristiana, también a la formacion intelectual, no solo de Blaise, sino de sus dos her- manas, Gilberte y Jacqueline, que tanto influyeron en el alma sensible del inteligente muchacho. La primera se convirtié en la bidgrafa «oficial» de su hermano, tras su prematura muerte, offe- cigndonos interesantes detalles de su inteligencia prodigiosa, mien- tras que la segunda, autora de poemas y actriz, estuvo muy vineu- Jada a la experiencia cristiana del monasterio de Port Royal’, que procuré transmitir de modo perseverante a Pascal, para evitar su perdicién. ‘Cuando el pequeiio Blaise estaba cerca de cumplit los diez.afios, su padre se desplazé con la familia a Paris, con el objetivo de com- pletar la formacién intelectual y religiosa de sus retofios. Aquella ‘ciudad se encontraba en pleno apogeo. Estamos en los afios de una " Referencis biogrificas de sumo intexts para comprender su contribucin centii- cay loséfca en L MEsNAano, Pascal BT hombre y su obra, Teenos Madrid, 1973, * Para conoce In influncia de Port Royal en Pacal través desu hermana puede consultarse la ya lejana obra de F. MAURIAG, Blake Pascal st hermana Jacpuelne, Sands, Barelona, 1953, [209] 210 FILOSOFOS ANTE CRISTO impresionante renovacién religiosa (también econémica) en Paris. Se fundan diversos monasterios, entre ellos el de Port Royal, tan influyente en esta particular familia, El pequefio Blaise daba prue~ bas de poseer una mente matematica brillante, al descubrir por su cuenta la proposicién 32 de Euclides. Inventé en 1646, cuando contaba con 23 afios, la primera calculadora de la historia, una maquina aritmética?, para ayudar 2 su padre a resolver problemas de contabilidad en su cargo de presidente del Tribunal de Cuentas. Pascal constaté en su propia vida la constitucién contradictoria, de los seres humanos: por un lado somos capaces de construir for- mulaciones matematicas y fisicas claras, leyes inmutables, experi- ‘mentos para verificar y superar las dudas, pero, por otro lado, el Centifico o matemético (como él mismo) se percata de su debilidad, fragilidad, vulnerabilidad, finitud, mortalidad. Si bien es capaz de aleanzar lo mas grandioso gracias a la ciencia y poder téenico, est al mismo tiempo repleto de miserias, dudas existenciales,frustracio- nes, suftimientos y temores, especialmente a la muerte. Y esta cons- tatacion de la finitud levara a Pascal a plantearse a fondo cuestiones filoséficas, teoldgicas y cristol6gicas, que le iran apartando poco @ ‘poco de las tareas maiematicas. Todo ello le condujo, sin olvidar la strecha relacién con la Abadia de Port-Royal, a una mayor inten- Sidad en la oraciOn y on la caridad para con los pobres, ademés de provocar en su espiritu sensible meditaciones constantes en torno a Ta muerte, que le acercaron a Cristo, tal como lo reflejan sus iltimas reflexiones filosoficas y teologicas tecopiladas por sus familiares y amigos bajo el titulo de Pensamientos'. ; ‘Pascal, por sus propias experiencias vitales (y por la mencionada jnfluencia de su hermana), fue poco a poco centrando su espiritu en ta bisqueda de Dios, que no es comprensible ni demostrable desde ja pura razén, Se requiere de una nueva dimension humana (le coeur) excesivamente marginada tanto por el pensamiento escolés- tico como cartesiano, para acceder a la divinidad, explicacién tiltima el universo y de nosotros mismos, seres mortales que ansiamos 1a felicidad. La realidad de Dios es lo tinico que ofrece explicacién a la inteligiblidad de! mundo, por un lado, pero igualmente ofrece sen- J Sobre su genialidad matemética y filosifica: G. ALBtAc, Pascal, Barcanova, Bar cn es Race Laman de asar «Dis Una atl de Psa, ‘eogon Madi, 214 20h Madi 2016 qatan in composi, crostur y contenido deta ze ace canta tagunns Ler Pomer de Pave de a anhroplogl To Fain oe tree ars 19729 A buck, The compotion of Pascal Apolo, Uk eg Roma Pres, Trento, 1986 MIL, CRISTO Y EL PROBLEMA DE LA MUERTE aun tido y plenitud a nuestra frustrante vida. La enfermedad (que asi- duamente visitaba el cuerpo y la mente de Pascal) genera ansiedad, temor, fatiga, debilidad, envejeciéndonos antes de tiempo y llevan- donos pronto o tarde a la tumba, Ser consciente de esta miseria que acompatia a Ia existencia es ya un sintoma de la lucidez. que puede alcanzar el ser humano, a diferencia de los animales. Aquel esprit de {finesse que impulsaba 4 Pascal a comprender con rapidez el micleo ‘de un problema cientific, igualmente le conduce a afirmar de modo {ntuitivo que Dios existe y que la constatacién aguda de nuestra fi- nitud constituye una de las mejores vias para, desde el corazén, encontrarnos con Dios, y especialmente con Jesucristo, quien nos revela en la cruz el sentido del sufrimiento. Si bien la razén puede, hasta cierto punto, mostrar la coherencia de que Dios exista, no por ello alcanzamos la conviccién profunda de que nos salva de la con- denacién y de la muerte, que es lo que en el fondo mas le preocupa Pascal’. Desde esta perspectiva han de ser leidas las siguientes piginas seleccionadas en torno a Jestis, que fueron encontradas en los ar- chivos de Pascal después de los papeles que componen Pensamien- tos (redactados para una especie de «Apologia del Cristianismo» «que estaba preparando el fildsofo-cientifico cuando le alcanzé la muerte). Fueron escritas un afio después de que Pascal gozara de ‘una experiencia un tanto «mistican, una fuerte sensacién de pleni- tud y certidumbre, con inmensa alegria y paz, acontecida durante la noche del 23 de noviembre de 1654, Redactd tras tan vivida ex- periencia religiosa una especie de Memorial, que mantuvo coside durante afios hasta su muerte en el interior de su chaqueta, copiin- dolo varias veces, segtin cambiaba de prenda de abrigo. De este modo tenia siempre cerca de si corazén el recordatorio de aquel extraiio evento. Entre otras cosas dejé escrito: «Dios de Abra- ham, Dios de Isaac, Dios de Jacob”, no de los filbsofos y de los sabios. Certeza. Certeza. Sentimiento. Alegria. Paz. Dios de Jesu- ctisto». Con el impacto duradero de aquella alegre sensacién espi- ritual de la que gozé Pascal, el genial matematico y hicido analista dela frigil humanidad, escribié las paginas aqui recogidas. Es po- sible captar en ellas Ia vivencia que del sufrimiento de Jesucristo + Para un andisis minucioso dels convicciones cristiana de Pascal: L. KOLAKOWS- 1a, Dios no nos debe nada Un breve comentario sobre la ligt de Payal ye esprit del Janzenome, Hetdes, Bucelona, 1996, tambien sobre este aspecto puede consularse: SEL, ARANGUREN, «Prolog alas Obras de Pascal escrito recopilo en Obras Comple- fas, vlumen 6, Totta, Madd, 1997, pp. 583-613 212 FILOSOFOS ANTE CRISTO nos transmite la pluma de un hombre sabio, un genio matemético, {que no lleg6 a cumplir cuarenta afios de vida. Sufrimiento de Jess, 449. Blasfeman de lo que ignoran. La rel siste en dos puntos. Importa a los hombres conocerlos y es igual~ ‘mente peligroso ignorarlos; y proviene igualmente de la misericor- dia de Dios haber dado sefiales de ambos. [J Por lo tanto, ensefia a los hombres estas dos verdades unidas: que existe un Dios del que los hombres son capaces y que hay una co- trupci6n en su naturaleza que les hace indignos de El. Importa a los hombres conocer uno y otro de estos dos puntos; yes peligraso para Jos hombres conocer a Dios sin conocer la propia miseria 0 conocer Ja propia miseria sin conocer al Redentor que pueda curarlos de ella. Uno de estos conocimientos causa la soberbia de los fildsofos, co- nocedores de Dios pero no de la propia miseria; o de la desespera- ‘cién de los otros, conocedores de la propia miseria sin Redentor. ‘Al hombre le es igualmente necesario conocer estos dos puntos; y es misericordioso por parte de Dios habémnoslos hecho conocer. Lateligién cristiana lo hace, y en eso consiste, Examinese atendiendo 2 esto el orden del mundo, y véase si todas las cosas no tienden al establecimiento de los dos puntos capitales de esta religidn: Jesucristo es el fin de todo y el centro al que todo tiende. Quien lo conoce, conoce la razén de todas las cosas. ‘Los que se extravian lo hacen porque no ven una de estas dos cosas, ya que se puede conocer bien a Dios sin conocer la propia mmiseria y a la propia miseria sin Dios; pero no se puede conocer a Jesucristo sin conocer al mismo tiempo a Dios y a la propia mi- seria. ; i Bias de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob! Dios de los cristianos, es un Dios de amor y de consolacién; es un Dios que llena el alma y et corazén de los que El pose, es un Dios {que les hace sentir interiormente su propia miseria, y su misericor- dia infnita; que se une a fondo de su alma; que f lena de con, fianza, de gozo, de humildad, de amor; que la hace incapaz de ‘otro fin que no sea él mismo. - “Todos los que buscan a Dios fuera de Jesuctisto y que se detie- nen en la naturaleza, 0 no hallan ninguna luz que les satisfage, 0 se llegan a forjar un medio de servir a Dios sin mediador; y por ahf ML CRISTO Y EL PROBLEMA DELA MUERTE 213 ccaen en el atefsmo o en el defsmo, que son dos cosas que la reli- gin cristiana aborrece casi por igual. Sin Jesucristo el mundo no subsistiria; harfa falta que fuera des- truido 0 que fuera como un infierno. Si el mundo subsistiera para instruir al hombre de Dios, su di- vVinidad reluciria por todas partes de una manera incontestable; ppero como no subsiste sino por Jesucrsto, y para Jesucristo y para instruir a los hombres tanto de su corupcién como de su reden- Cién, todo brilla con las pruebas de estas dos verdades. Lo que de 41 aparece no apunta ni a una exclusin total, ni a una presencia manifiesta de la divinidad, sino a la presencia de un Dios que se esconde. Todo lleva este cardcter. 919. Jest sufre en su pasién los tormentos que los hombres le aplican, pero en la agonia sufre los tormentos que El mismo se impone. Turbare semetipsum (n., XI, 33: «Se estremeci6 en su espiritu y se conmovids) Es un suplicio de una mano no humana, sino todopodeross, y es preciso ser todo poderoso para sopor taro. Jestis busca alguna consolacién al menos entre sus tres amigos més queridos, y ellos duermen; les ruega que permanezcan un poco con fi, y ellos le abandonan con total negligencia, teniendo fan poca compasién que ni siquiera les impide dormir un momen- to. ¥ asf Jestis se quedé solo, abandonado a la célera de Dios. Jesis estd en un jardin, no de delicias, como e! lugar donde se perdié el primer Adan y todo el género humano con él, sino en uno de sus suplicios, donde se salv6, y con El todo el género humano. Et sufre esta pena y este abandono en el horror de la noche. Yo creo que ésta ha sido la tinica vez en que Jestis se ha queja- do. Pero entonces se queja como si no pudiese contener ya mds su excesivo dolor. Mi alma esté triste hasta la muerte, Jess busca comparita y abrigo de parte de los hombres. Me patece que esto resulta Gnico en toda su vida; pero no es recibido por sus discpulos, pues ellos duermen. Jess estard en agonfa hasta el fin del mundo, Es preciso no dormir durante ese tiempo. Jests, en medio de ese abandono universal y de sus amigos es- cogidos para velar.con Ei, se disgusta con ellos al enconivales dormidos, a causa del peligro al que se exponen ellos mismos, no El, y les advierte acerca de su propia salvacién y de su bien con tuna ternura cordial hacia ellos, a pesar de su ingratitud. Y les ad- vierte que el espiritu estd listo y la came impedida. 24 FILOSOFOS ANTE CRISTO Al encontratlos otra vez dormidos sin que su consideracién ni la de ellos los haya retenido, Jesis tiene la bondad de no desper- tarlos y los deja reposar. Jesis ruega en la incertidumbre de la voluntad del Padre y teme a la muerte. Pero, habiéndola conocido, se adelanta y se Ohece a cella, Eamus processit (n., XVIII, 4-5: «Se adelant6>). Jestis ha rogado a los hombres y no ha sido escuchado, Mientras sus discipulos dormfan, Jess ha obrado su salvacién. Lo ha hecho con cada uno de los justos mientras dormfan, en la nada anterior a su nacimiento, y en los pecados posteriores a su nacimiento. ‘S6lo una vez ruega que el céliz se le aparte, y lo hace con su- isin, y dos veces que venga si es necesario. Jesis en la pesadumbre. Al ver dormidos a todos sus amigos y a todos sus enemigos vigilantes, Jess se encomienda por entero a su Padre. Jess no ve en Judas su enemistad, sino una orden del Dios que ama, y tan poco la ve que le llama amigo. Jésts se aparta de sus discipulos para entrar en agonfa; es nece- satio separarse de los mds pr6ximos y los mas fntimos, para imitare. ‘Alestar Jess en la agonia y en los mayores sufrimientos, oremos més tiempo. [1 ‘Los médicos no te curarén, pues ti morirds finalmente; pero soy yo quien cura y hace al cuerpo inmortal. Sufre las cadenas y la servidumbre corporal. Yo sélo te libero momenténeamente de la espirtual.. (Al dorso) La falsa justicia de Pilato sélo sirve para hacer sufrir J.C... Porque por su falsa justcia le hace azotar y luego lo mata. Mas wala haberlomatado al principio, As os alos justos, Ha cen buenas y malas obras para complacer al mundo y mostrar que ro estén del todo con J.C., pues sienten verglienza; y, finalmente, en las grandes tentaconesy ocasones le matan Veo mi abismo de orgullo, de curiosidad, de concupiscencia, No tengo ninguna relaci6n con Dios, ni con J.C. justo. Pero El ha sido convertido en pecado por mi. Todas vuestras plagas han cafdo sobre El. Es més abominable que yo, y, lejos de aborrecesme, se siente honrado de que yo vaya hasta El y le socorra, Pero El se ha curado a sf mismo y, con mayor razén, me curaré a Es menester agregar mis heridas a las suyas y unirme a El, y sal- vandose me salvara. Hacer las pequefias cosas como si fueran grandes a causa de la ajestad de J.C. que las hace en nosotros y que vive nuestra vida, HL CRISTO Y EL PROBLEMA DELA MUERTE as y las grandes como si fueran pequefias y féciles a causa de su om- nipotencia. [Versién original: meditacién redactada en 1655 y publicada ‘por primera vez en 1844] BLAISE PASCAL, Pensamientos, Cétedra, Madrid, 1998, segtin la enu- ‘meracién definitiva de Lafuma, parrafos de las pp. 183-185 y 339-343 (edicién y traduccién de Mario Parajén). 2. BARON DE HOLBACH (1723-1789) Elnombre de pila de este fildsofo es Paul Henri Thiry®, Fue bau- tizado como catélico. Cuando contaba sélo siete afios murié su ma- dre, lo que impulsé a su tio Franz Adam Holbach, que habia ama- sado una gran fortuna en Francia y a quien se le habia otorgado un titulo nobiliario, adoptar al pequefio Paul Tras la muerte de su tio heredé sus bienes y su nobleza, siendo conocido como Barén de Holbach. Estudié Derecho y acumulé una gran biblioteca, especial- mente de autores deistas ingleses. A los cuatro afios de su matrimo- nio, celebrado en 1750, con una hermosa y adinerada mujer, muri ésta, Basile-Genevieve, sin haber cumplido los 25, tras una grave enfermedad, Le causé esta tragedia una profunda crisis de fe, segin algunos bidgrafos, sobre todo al comprobar los temores que padecia su esposa ante la posible condenacién eterna segin se acercaba el fin de sus dias Si bien antes de su matrimonio ya se habfa manifes- tado el escritor como deista y materialsta, fue tras la muerte de su ‘mujer, yal poco de conocer a Diderot y sus escritos sobre el atefsmo, cuando se «onvirti6» en un ferviente ateo. El trauma que aquella terrible adversidad le produjo le marcé de por vida. Culpaba a los clérigos de su época de haber envenenado Ja mente y el corazén de bu bella expos con miedosatroes a Dios, igura mds cerca aun monstruo cruel que a un padre benevolente. Dos afios después tragedia, en 1755, se cass con a herman desu mujer, Chatlote: Suzanne. Es sabido que organizaba grandes cenas. Duraban varias horas en as que hombres de letras discutian de asuntos filos6ficos, religio- Tear de ns efron bogs sobre st pensar dtd han extraidat de A HuNWicE, Epilogo a BARON DE HOLuACH, Historia rca de Jsucisto, Laetoli, Pamplona, 2013, pp. 235-279, ee

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