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Guía #2 de 4to Año III Lapso ETA

La literatura barroca se desarrolló en los siglos XVI y XVII, caracterizándose por un lenguaje ornamentado y figuras retóricas. Destacaron autores como Luis de Góngora y Francisco de Quevedo en España. El estilo barroco se contrapuso al renacentista y se plasmó también en otras artes como la pintura y la arquitectura, distinguiéndose por el uso exagerado de recursos ornamentales.

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Guía #2 de 4to Año III Lapso ETA

La literatura barroca se desarrolló en los siglos XVI y XVII, caracterizándose por un lenguaje ornamentado y figuras retóricas. Destacaron autores como Luis de Góngora y Francisco de Quevedo en España. El estilo barroco se contrapuso al renacentista y se plasmó también en otras artes como la pintura y la arquitectura, distinguiéndose por el uso exagerado de recursos ornamentales.

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AÑO ESCOLAR 2020-2021 Momento Pedagógico: 3er Lapso

Guía Pedagógica. CASTELLANO Lcda. Olga Márquez


Qué es Literatura barroca:
La literatura barroca es un estilo literario de la poesía, prosa, narrativa y teatro, en el cual se hace un uso
notable del lenguaje ornamental para describir imágenes, situaciones y sentimientos en los textos.
La literatura barroca se desarrolló durante el siglo VXII tanto en Europa como en Hispanoamérica, y es la
contraposición de la literatura renacentista, ambos estilos literarios formaron parte del Siglo de Oro, época en la
cual la creación literaria fue fructífera, especialmente en España.
No obstante, el estilo barroco se plasmó también en otras
expresiones artísticas como la pintura, escultura, arquitectura
y música. En todas estas ramas del arte, así como en la
literatura, el barroco se destaca por el uso desmedido de
recursos de ornamentación, recargando de manera exagerada
y extravagante todas las obras de arte.
El movimiento artístico del Barroco se caracteriza por su
libertad para distorsionar, recrear y exponer de forma
compleja los recursos literarios y artísticos. Por ello, se
contrapone con el Renacimiento, el cual había surgido como la renovación de la cultura clásica pero, a la que se
le contrapone más tarde el estilo Barroco.
La literatura barroca se centra en los temas como, la desilusión, la mentira, el pesimismo, lo efímero, la lucha,
sentimientos que son experimentados por los individuos a lo largo de la vida.
Pero, más allá del pesimismo temático, estos sentimientos e imágenes eran descritos con un rico y exagerado
uso de las figuras literarias pero, que a su vez resultan ostentosas.
Literatura barroca española
La literatura barroca española es la más destacadas ya que coincide con deferentes situaciones políticas, sociales
y económicas que afectaron a la sociedad en general.
Como resultado, la literatura barroca española abarca y exagera tanto temas de pesimismo y desilusión como, de
desigualdad social, miserias, pestes, sentimientos de grandeza, amor, religión, entre otros.
Poesía barroca
Asimismo, hubo una importante producción poética, igualmente recargada y exagerada de artificios. Sin
embargo, en la poesía barroca surgieron dos corrientes estilísticas denominadas Conceptismo (Francisco
Quevedo fue su principal exponente) y Culteranismo (expuesto en las obras de Luis de Góngora).
Características de la literatura barroca
Entre las principales características de la literatura barroca se pueden mencionar las siguientes:
 Los temas expuestos reflejan los acontecimientos más resaltantes del siglo XVII como el hambre, la
peste, la espiritualidad, el amor, la muerte, el pesimismo, el desencanto, entre otros. Varios de estos
temas se representaron a través de la comedia.
 La literatura barroca nace como contraposición de la literatura renacentista.
 Uso excesivo y recargo de los recursos literarios, por tanto aporta mayor complejidad para interpretar su
contenido.
 Fue enriquecido el lenguaje con la incorporación de los términos Conceptismo y Culteranismo.
 Se emplea el sarcasmo y la ironía para hacer frente a los sentimientos de desengaño y melancolía.
Barroco en literatura
La literatura barroca es un estilo de composición caracterizado por presentar un lenguaje muy ornamentado,
abundante en figuras retóricas y con una fuerte complejidad.
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Algunos de los más prominentes autores fueron Luis de Góngora (1561-1627), Francisco de Quevedo (1580-
1645), así como sor Juana Inés de La Cruz (1648-1695).

Luis de Góngora y Argote


(Córdoba, España, 1561 - 1627) Poeta español. Nacido en el
seno de una familia acomodada, estudió en la Universidad de
Salamanca. Nombrado racionero en la catedral de Córdoba,
desempeñó varias funciones que le brindaron la posibilidad de
viajar por España. Su vida disipada y sus composiciones
profanas le valieron pronto una amonestación del obispo (1588).
En 1603 se hallaba en la corte, que había sido trasladada a
Valladolid, buscando con afán alguna mejora de su situación
económica. En esa época escribió algunas de sus más ingeniosas
letrillas, trabó una fecunda amistad con Pedro Espinosa y se
enfrentó en terrible y célebre enemistad con su gran
rival, Francisco de Quevedo. Instalado definitivamente en la
corte a partir de 1617, fue nombrado capellán de Felipe III, lo cual, como revela su correspondencia, no alivió
sus dificultades económicas, que lo acosarían hasta la muerte.
Aunque en su testamento hace referencia a su «obra en prosa y en verso», no se ha hallado ningún escrito en
prosa, salvo las 124 cartas que conforman su epistolario, testimonio valiosísimo de su tiempo. A pesar de que
no publicó en vida casi ninguna de sus obras poéticas, éstas corrieron de mano en mano y fueron muy leídas y
comentadas.
En sus primeras composiciones (hacia 1580) se adivina ya la implacable vena satírica que caracterizará
buena parte de su obra posterior.
Entre 1612 y 1613 compuso los poemas extensos Soledades y la Fábula de Polifemo y Galatea, ambos de
extraordinaria originalidad, tanto temática como formal. Las críticas llovieron sobre estas dos obras, en parte
dirigidas contra las metáforas extremadamente recargadas, y a veces incluso «indecorosas» para el gusto de la
época. En un rasgo típico del Barroco, pero que también suscitó polémica, Góngora rompió con todas las
distinciones clásicas entre géneros lírico, épico e incluso satírico. Juan de Jáuregui compuso su Antídoto contra
las Soledades y Quevedo lo atacó con su malicioso poema Quien quisiere ser culto en sólo un día... Sin
embargo, Góngora se felicitaba de la incomprensión con que eran recibidos sus intrincados poemas extensos:
«Honra me ha causado hacerme oscuro a los ignorantes, que ésa es la distinción de los hombres cultos».
El estilo gongorino es sin duda muy personal, lo cual no es óbice para que sea considerado como una
magnífica muestra del culteranismo barroco. La dificultad que entraña su lectura se ve acentuada por la
profusión de inusitadas hipérboles barrocas, hiperbatones y desarrollos paralelos, así como por la extraordinaria
musicalidad de las aliteraciones y el léxico colorista y rebuscado.
Su peculiar uso de recursos estilísticos, que tanto se le criticó,
ahonda de hecho en una vasta tradición lírica que se remonta
a Petrarca, Juan de Mena o Fernando de Herrera. A la manera del
primero, gusta Góngora de las correlaciones y plurimembraciones, no
ya en la línea del equilibrio renacentista sino en la del retorcimiento
barroco. Sus perífrasis y la vocación arquitectónica de toda su poesía
le dan un aspecto oscuro y original, extremado si cabe por todas las
aportaciones simbólicas y mitológicas de procedencia grecolatina.

Francisco de Quevedo
(Madrid, 1580 - Villanueva de los Infantes, España, 1645) Escritor
español. Los padres de Francisco de Quevedo desempeñaban altos
cargos en la corte, por lo que desde su infancia estuvo en contacto con
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el ambiente político y cortesano. Estudió en el colegio imperial de los jesuitas, y, posteriormente, en las
Universidades de Alcalá de Henares y de Valladolid, ciudad ésta donde adquirió su fama de gran poeta y se hizo
famosa su rivalidad con Góngora.
Siguiendo a la corte, en 1606 se instaló en Madrid, donde continuó los estudios de teología e inició su
relación con el duque de Osuna, a quien Francisco de Quevedo dedicó sus traducciones de Anacreonte, autor
hasta entonces nunca vertido al español. En 1613 Quevedo acompañó al duque a Sicilia como secretario de
Estado, y participó como agente secreto en peligrosas intrigas diplomáticas entre las repúblicas italianas.
De regreso en España, en 1616 recibió el hábito de caballero de la Orden de Santiago. Acusado, parece que
falsamente, de haber participado en la conjuración de Venecia, sufrió una circunstancial caída en desgracia, a la
par, y como consecuencia, de la caída del duque de Osuna (1620); detenido, fue condenado a la pena de
destierro en su posesión de Torre de Juan Abad (Ciudad Real).
Sin embargo, pronto recobró la confianza real con la ascensión al poder del conde-duque de Olivares, quien
se convirtió en su protector y le distinguió con el título honorífico de secretario real. Pese a ello, Quevedo
volvió a poner en peligro su estatus político al mantener su oposición a la elección de Santa Teresa como
patrona de España en favor de Santiago Apóstol, a pesar de las recomendaciones del conde-duque de Olivares
de que no se manifestara, lo cual le valió, en 1628, un nuevo destierro, esta vez en el convento de San Marcos
de León.
Pero no tardó en volver a la corte y continuar con su actividad política, con vistas a la cual se casó, en 1634,
con Esperanza de Mendoza, una viuda que era del agrado de la esposa de Olivares y de quien se separó poco
tiempo después. Problemas de corrupción en el entorno del conde-duque provocaron que éste empezara a
desconfiar de Quevedo, y en 1639, bajo oscuras acusaciones, fue encarcelado en el convento de San Marcos,
donde permaneció, en una minúscula celda, hasta 1643. Cuando salió en libertad, ya con la salud muy
quebrantada, se retiró definitivamente a Torre de Juan Abad.
La obra de Francisco de Quevedo
Como literato, Quevedo cultivó todos los géneros literarios de su época. Se dedicó a la poesía desde muy
joven, y escribió sonetos satíricos y burlescos, a la vez que graves poemas en los que expuso su pensamiento,
típico del Barroco. Sus mejores poemas muestran la desilusión y la melancolía frente al tiempo y la muerte,
puntos centrales de su reflexión poética y bajo la sombra de los cuales pensó el amor.
A la profundidad de las reflexiones y la complejidad conceptual de sus imágenes, se une una expresión
directa, a menudo coloquial, que imprime una gran modernidad a la obra. Adoptó una convencida y agresiva
postura de rechazo del gongorismo, que le llevó a publicar agrios escritos en que satirizaba a su rival, como
la Aguja de navegar cultos con la receta para hacer Soledades en un día (1631). Su obra poética, publicada
póstumamente en dos volúmenes, tuvo un gran éxito ya en vida del autor, especialmente sus letrillas y
romances, divulgados entre el pueblo por los juglares y que supuso su inclusión, como poeta anónimo, en la
Segunda parte del Romancero general (1605).
En prosa, la producción de Francisco de Quevedo es también variada y extensa, y le reportó importantes
éxitos. Escribió desde tratados políticos hasta obras ascéticas y de carácter filosófico y moral; una de sus
mejores obras es La cuna y la sepultura (1634), un tratado moral de fuerte influencia estoica, a imitación
de Séneca.
Sobresalió con la novela picaresca Historia de la vida del Buscón,
llamado don Pablos, obra ingeniosa y de un humor corrosivo, impecable en
el aspecto estilístico, escrita durante su juventud y desde entonces publicada
clandestinamente hasta su edición definitiva. Más que su originalidad como
pensador, destaca su total dominio y virtuosismo en el uso de la lengua
castellana, en todos sus registros, campo en el que sería difícil encontrarle
un competidor.
Sor Juana Inés de la Cruz
(Juana Inés de Asbaje y Ramírez; San Miguel de Nepantla, actual
México, 1651 - Ciudad de México, id., 1695) Escritora mexicana, la mayor
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figura de las letras hispanoamericanas del siglo XVII. La influencia del barroco español, visible en su
producción lírica y dramática, no llegó a oscurecer la profunda originalidad de su obra. Su espíritu inquieto y su
afán de saber la llevaron a enfrentarse con los convencionalismos de su tiempo, que no veía con buenos ojos
que una mujer manifestara curiosidad intelectual e independencia de pensamiento.
Niña prodigio, aprendió a leer y escribir a los tres años, y a los ocho escribió su primera loa. En 1659 se
trasladó con su familia a la capital mexicana. Admirada por su talento y precocidad, a los catorce fue dama de
honor de Leonor Carreto, esposa del virrey Antonio Sebastián de Toledo. Apadrinada por los marqueses de
Mancera, brilló en la corte virreinal de Nueva España por su erudición, su viva inteligencia y su habilidad
versificadora.
Pese a la fama de que gozaba, en 1667 ingresó en un convento de las carmelitas descalzas de México y
permaneció en él cuatro meses, al cabo de los cuales lo abandonó por problemas de salud. Dos años más tarde
entró en un convento de la Orden de San Jerónimo, esta vez definitivamente. Dada su escasa vocación religiosa,
parece que Sor Juana Inés de la Cruz prefirió el convento al matrimonio para seguir gozando de sus aficiones
intelectuales: «Vivir sola... no tener ocupación alguna obligatoria que embarazase la libertad de mi estudio, ni
rumor de comunidad que impidiese el sosegado silencio de mis libros», escribió.
Su celda se convirtió en punto de reunión de poetas e intelectuales, como Carlos de Sigüenza y Góngora,
pariente y admirador del poeta cordobés Luis de Góngora (cuya obra introdujo en el virreinato), y también del
nuevo virrey, Tomás Antonio de la Cerda, marqués de la Laguna, y de su esposa, Luisa Manrique de Lara,
condesa de Paredes, con quien le unió una profunda amistad. En su celda también llevó a cabo experimentos
científicos, reunió una nutrida biblioteca, compuso obras musicales y escribió una extensa obra que abarcó
diferentes géneros, desde la poesía y el teatro (en los que se aprecia, respectivamente, la influencia de Luis de
Góngora y Calderón de la Barca), hasta opúsculos filosóficos y estudios musicales.
Perdida gran parte de esta obra, entre los escritos en prosa que se han conservado cabe señalar la Respuesta a
Sor Filotea de la Cruz. El obispo de Puebla, Manuel Fernández de la Cruz, había publicado en 1690 una obra de
Sor Juana Inés, la Carta athenagórica, en la que la religiosa hacía una dura crítica al «sermón del Mandato» del
jesuita portugués António Vieira sobre las «finezas de Cristo». Pero el
obispo había añadido a la obra una «Carta de Sor Filotea de la Cruz», es
decir, un texto escrito por él mismo bajo ese pseudónimo en el que, aun
reconociendo el talento de Sor Juana Inés, le recomendaba que se dedicara
a la vida monástica, más acorde con su condición de monja y mujer, antes
que a la reflexión teológica, ejercicio reservado a los hombres.
En la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (es decir, al obispo de Puebla), Sor Juana Inés de la Cruz da cuenta
de su vida y reivindica el derecho de las mujeres al aprendizaje, pues el conocimiento «no sólo les es lícito, sino
muy provechoso». La Respuesta es además una bella muestra de su prosa y contiene abundantes datos
biográficos, a través de los cuales podemos concretar muchos rasgos psicológicos de la ilustre religiosa. Pero, a
pesar de la contundencia de su réplica, la crítica del obispo de Puebla la afectó profundamente; tanto que, poco
después, Sor Juana Inés de la Cruz vendió su biblioteca y todo cuanto
poseía, destinó lo obtenido a beneficencia y se consagró por completo a
la vida religiosa.
Murió mientras ayudaba a sus compañeras enfermas durante la epidemia
de cólera que asoló México en el año 1695. La poesía del Barroco
alcanzó con ella su momento culminante, y al mismo tiempo introdujo
elementos analíticos y reflexivos que anticipaban a los poetas de la
Ilustración del siglo XVIII. Sus obras completas se publicaron en España
en tres volúmenes: Inundación castálida de la única poetisa, musa
décima, Sor Juana Inés de la Cruz (1689), Segundo volumen de las
obras de Sor Juana Inés de la Cruz (1692) y Fama y obras póstumas del
Fénix de México (1700), con una biografía del jesuita P. Calleja.
Juana Inés a los quince años de edad,
antes de tomar los hábitos
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La poesía de Sor Juana Inés de la Cruz
Aunque su obra parece inscribirse dentro del culteranismo de inspiración gongorina y en ocasiones en el
conceptismo de Quevedo, tendencias características del barroco, el ingenio y originalidad de Sor Juana Inés de
la Cruz la han colocado por encima de cualquier escuela o corriente particular. Ya desde la infancia demostró
gran sensibilidad artística y una infatigable sed de conocimientos que, con el tiempo, la llevaron a emprender
una aventura intelectual y artística a través de disciplinas tales como la teología, la filosofía, la astronomía, la
pintura, las humanidades y, por supuesto, la literatura, que la convertirían en una de las personalidades más
complejas y singulares de las letras hispanoamericanas.
En la poesía de Sor Juana Inés de la Cruz hallamos numerosas y elocuentes composiciones profanas
(redondillas, endechas, liras y sonetos), entre las que destacan las de tema amoroso, como los sonetos que
comienzan con "Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba" y "Detente, sombra de mi bien esquivo". En "Rosa
divina que en gentil cultura" desarrolla el mismo motivo de dos célebres sonetos de Góngora y de Calderón, no
quedando inferior a ninguno de ambos. También abunda en ella aquella temática ascética y mística que desde el
renacimiento español había cuajado en obras cimeras como las de Fray Luis de León y San Juan de la Cruz; en
este grupo, la fervorosa espiritualidad de Juana se combina con la hondura de su pensamiento, tal como sucede
en el caso de "A la asunción", delicada pieza lírica en honor a la Virgen María.
Sor Juana empleó las redondillas para disquisiciones de carácter psicológico o didáctico en las que analiza la
naturaleza del amor y sus efectos sobre la belleza femenina, o bien defiende a las mujeres de las acusaciones de
los hombres, como en las célebres "Hombres necios que acusáis". Los romances se aplican, con flexibilidad
discursiva y finura de notaciones, a temas sentimentales, morales o religiosos (son hermosos por su emoción
mística los que cantan el Amor divino y a Jesucristo en el Sacramento). Entre las liras es célebre la que expresa
el dolor de una mujer por la muerte de su marido ("A este peñasco
duro"), de gran elevación religiosa.
Mención aparte merece Primero sueño, poema en silvas de casi mil
versos escritos a la manera de las Soledades de Góngora en el que Sor
Juana describe, de forma simbólica, el impulso del conocimiento
humano, que rebasa las barreras físicas y temporales para convertirse
en un ejercicio de puro y libre goce intelectual. El poema es
importante además por figurar entre el reducido grupo de
composiciones que escribió por propia iniciativa, sin encargo ni
incitación ajena. El trabajo poético de la monja se completa con varios
hermosos villancicos que en su época gozaron de mucha popularidad.
El teatro y la prosa
En el terreno de la dramaturgia escribió una comedia de capa y espada de estirpe calderoniana, Los empeños
de una casa, que incluye una loa y dos sainetes, entre otras intercalaciones, con predominio absoluto del
octosílabo; y el juguete mitológico-galante Amor es más laberinto, pieza más culterana cuyo segundo acto es al
parecer obra del licenciado Juan de Guevara. Compuso asimismo tres autos sacramentales: San
Hermenegildo, El cetro de San José y El divino Narciso; en este último, el mejor de los tres, se incluyen
villancicos de calidad lírica excepcional. Aunque la influencia de Calderón resulta evidente en muchos de estos
trabajos (como la de Lope de Vega en su compatriota Juan Ruiz de Alarcón), la claridad y belleza del desarrollo
posee un acento muy personal.
La prosa de la autora es menos abundante, pero de pareja brillantez. Esta parte de su obra se encuentra
formada por textos devotos como la célebre Carta athenagórica (1690), y sobre todo por la Respuesta a Sor
Filotea de la Cruz (1691), escrita para contestar a la exhortación que le había hecho (firmando con ese
seudónimo) el obispo de Puebla para que frenara su desarrollo intelectual. Esta última constituye una fuente de
primera mano que permite conocer no sólo detalles interesantes sobre su vida, sino que también revela aspectos
de su perfil psicológico. En ese texto hay mucha información relacionada con su capacidad intelectual y con lo
que el filósofo Ramón Xirau llamó su "excepcionalísima apetencia de saber", aspecto que la llevó a interesarse
también por la ciencia, como lo prueba el hecho de que en su celda, junto con sus libros e instrumentos
musicales, había también mapas y aparatos científicos.
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De menor relevancia resultan otros escritos suyos acerca del Santo Rosario y la Purísima, la Protesta que,
rubricada con su sangre, hizo de su fe y amor a Dios y algunos documentos. Pero también en la prosa encuentra
ocasión la escritora para adentrarse por las sendas más oscuras e intrincadas, siempre con su brillantez
característica, como vemos en su Neptuno Alegórico, redactado con motivo de la llegada del virrey conde de
Paredes.
A causa de la reacción neoclásica del siglo XVIII, la lírica de Sor Juana cayó en el olvido, pero, ya mucho
antes de la posterior revalorización de la literatura barroca, su obra fue estudiada y ocupó el centro de una
atención siempre creciente; entre los estudios modernos, es obligado mencionar el que le dedicó el gran poeta y
ensayista mexicano Octavio Paz. La renovada fortuna de sus versos podría adscribirse más al equívoco de la
interpretación biográfica de su poesía que a una valoración puramente estética. Ciertamente es desconcertante la
figura de esta poetisa que, a pesar de ser hermosa y admirada, sofoca bajo el hábito su alma apasionada y su rica
sensibilidad sin haber cumplido los veinte años. Pero la crítica moderna ha deshecho la romántica leyenda de la
monja impulsada al claustro por un desengaño amoroso, señalando además como indudable que su silencio final
se debió a la presión de las autoridades eclesiásticas.

RESPONDE EN HOJAS DE EXAMEN CON SU RESPECTIVA PORTADA DE IDENTIFICACIÓN Y


ESCRITO EN BOLÍGRAFO.
1. ¿En qué siglo se da el movimiento artístico del Barroco?
2. ¿Cómo ve el mundo y la vida el hombre del barroco?
3. ¿Cómo es el lenguaje del barroco?
4. ¿Qué temas son los que tratan los autores en sus obras?
5. ¿Qué es lo que pretende el escritor del Barroco?
6. CULTERANISMO:…
7. CONCEPTISMO:…
8. Explica la diferencia que hay entre culteranismo y conceptismo.
9. ¿Quién fue Góngora?
10. A qué corriente literaria pertenecía
11. ¿Qué recurso estilístico utiliza mucho?
12. Escribe sus obras más importantes
13. A parte de escritor, a ¿qué otra cosa se dedicó Quevedo?
14. Di sus obras más importantes
15. A qué corriente literaria pertenecía
16. Dónde se representaban las obras teatrales
17. ¿Cuáles fueron las obras más representadas?

NOTA: Entrega para el miércoles 23 de junio de 2021, misma fecha en que se entregará la tercera evaluación. Ambas
actividades serán recibidas en físico.

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