La naturaleza corrosiva del lenguaje
Matias Meichtri Quintans
La tesis según la cual el sujeto autista se mantiene al margen, retirado y en una relación
de aversión respecto del uso del lenguaje tiene sus fundamentos en la naturaleza propia
del lenguaje que en algún momento Jacques Lacan denominó como chancro1.
Produce cierta consternación captar que ese mismo sistema, el lenguaje propio del ser-
hablante, capaz de producir con él las obras más elevadas del espíritu humano, sea
definido por Lacan como una llaga ulcerosa por donde el cuerpo se va infectando y que
implica –dice él- “desde el inicio una especie de sensibilidad”2
Efectivamente, al parecer el encuentro con el lenguaje debilita, en tanto nos separa de
cualquier saber instintivo para necesariamente tener que inventar una forma de sostener
la existencia. En este sentido, la clínica del autismo enseña sobre esa naturaleza
corrosiva del lenguaje.
En este trabajo, me propuse buscar aquellas referencias de la lingüística que abonan esta
tesis y con las que, de alguna manera, Lacan supo nutrir la doctrina psicoanalítica
respecto del problema de la subjetividad en el lenguaje.
Introducción
Significante es una palabra privilegiada en el campo del psicoanálisis porque a
él se asocia el concepto de sujeto. El privilegio radica en el hecho de que con
este par sujeto-significante, el psicoanálisis se separa de la psicología del yo
para sostener la idea de sujeto determinado por el significante.
Este cambio promovido por Lacan instala el paradigma estructural en el
psicoanálisis abriendo un período dentro de su enseñanza que se denomina
como el de la primacía del significante.
Esto fue posible por el impacto que cobró la ciencia del lenguaje a partir de
Ferdinand de Saussure quién pudo demostrar que la oposición elemental no se
encuentra entre palabra y cosa sino -dicho rápidamente- entre pensamiento y
sonido.
1
Lacan J. Conferencia en Ginebra sobre el síntoma en Intervenciones y Textos 2. Ed.
Manantial. (1993) Pág. 129.
2
Lacan J. op. cit. Pág. 129.
El concepto clave aquí es el de signo lingüístico que Saussure define como “el
total resultante de la asociación de un significante [=imagen acústica] y un
significado[=concepto]”3.
Jean Claude Milner explica el significante en estos términos: “no es en sí
mismo, por supuesto, el sonido material. Es la imagen acústica que
corresponde a esta sucesión de sonidos; dicho de otro modo, el representante
psíquico de la materialidad fónica”4.
La definición de Lacan del significante como lo que “representa a un sujeto
para otro significante”5 puede ser entendida entonces como la homologación
del sujeto al significante, es decir de un sujeto tejido entre significantes.
El lenguaje está en la naturaleza
Lacan se sirve de Saussure para extraer su concepción de significante y
pensar al inconsciente estructurado como un lenguaje, así como de su
contemporáneo Émil Benveniste, concretamente su Observaciones sobre la
función del lenguaje en el descubrimiento freudiano que cita en más de una
ocasión .
En ese texto, Benveniste comienza por ubicar el lugar en el que opera el
analista advirtiendo que en esta práctica el sujeto se sirve de la palabra para
representarse, del discurso como realidad transindividual y de la historia en la
que el sujeto se coloca; concluyendo que con estas tres patas -palabra,
discurso e historia- “la lengua suministra el instrumento de un discurso en
donde la personalidad del sujeto se libera y se crea, alcanza al otro y se hace
reconocer por él”6. Es decir que se subjetiviza, en el sentido de que las
palabras, mas allá servir a la comunicación y por estar dentro de un sistema
común (la lengua), son únicas. Esta cualidad de excepción de la palabra, se da
porque adquiere cada vez un sentido que es propio a cada sujeto.
3
Benveniste E. Problemas de lingüística general. Siglo veintiuno. (1973) Pág. 49.
4
Milner J-C. El periplo estructural. Figuras y paradigma. Amorrortu Ed. (2003) Pág. 31.
5
Lacan J. Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en Escritos 2. Ed. Siglo Veintiuno. Pág. 799.
El lugar del lenguaje en la exploración del inconsciente interesa a Benveniste por el hecho, creo yo, que
el psicoanalista al igual que el lingüista también trabaja con un texto -se podría decir- el texto que el
paciente le relata.
6
Benveniste É. El lenguaje en el descubrimiento freudiano en Problemas de lingüística general. Ed. Siglo
Veintiuno. (1973) Pág. 79.
1
Benveniste se vuelve indispensable, no solo porque cuenta entre los
representantes del programa estructuralista sino porque sus contribuciones
consiguen poner en el centro del lenguaje al sujeto.
Al decir de Roland Barthes “Benveniste fundamenta lingüísticamente, es decir,
científicamente la identidad del sujeto y de su lenguaje (…) señalando hacia la
salida de una antigua antinomia mal resuelta: la de lo subjetivo y objetivo, el
individuo y la sociedad, la ciencia y el discurso.” 7
¿Cómo resuelve Benveniste estas antinomias?, sosteniendo que se trata de
una realidad dialéctica en la que ambos términos se definen por su relación.
Para explicar este punto el autor parte de una advertencia: “el lenguaje está en
la naturaleza del hombre, que no lo ha fabricado” 8. Esto supone que el lenguaje
no es un mero instrumento que fue desarrollado, sino que lo que hay es el
hombre que habla.
La tendencia, ingenua –dice Benveniste- es que nos figuramos al lenguaje
separado del hombre o el lenguaje como instrumento de la comunicación. La
comunicación mas bien sería una función derivada.
La subjetividad en el lenguaje
La verdadera función del lenguaje reside en que el hombre se constituye como
sujeto a través de lenguaje que funda en su realidad “el concepto de ego” 9. Es
desde este ego que se apropia del lenguaje construyendo al otro en el tú, o
incluyéndose en el nosotros.
La fórmula con la que Benveniste señala el fundamento de la subjetividad ‘es
ego quién dice ego’ es interpretada por Milner como un énfasis que viene a
señalar que el decir “es un decir en acto” 10 donde lo que se pone en evidencia
7
Barthes R. Por qué me gusta Benveniste en El susurro del lenguaje. Ed. Paidós. (1987) Pág. 207.
La referencia a la dialéctica hegeliana es desarrollada por Milner en El periplo estructural. Allí sostiene
que esa referencia marcaba su posición filosófica y política “Al fin de cuentas (sostiene Milner) el texto
de Hegel (…) constituye una verdadera matriz de las reflexiones que Benveniste llevó a cabo a partir de
1946 a propósito de la subjetividad en el lenguaje”. Si resulta interesante rescatar esta fuente es por el
hecho de que también advierte que hay que medir el peso de la palabra dialéctica que en esos años no
formaba parte del lenguaje usual y fuera de la universidad solo se utilizaban en textos marxistas .
8
Benveniste É. De la subjetividad en el lenguaje en Problemas de lingüística general. Ed. Siglo
Veintiuno. (1973) Pág. 180
9
Benveniste É. De la subjetividad en el lenguaje en Problemas de lingüística general. Ed. Siglo
Veintiuno. (1973) Pág. 180
10
Milner J-C. El periplo estructural. Figuras y paradigma. Amorrortu Ed. (2003) Pág. 98.
2
no es solamente el lenguaje como una superestructura sino también la
infraestructura de la subjetividad.
Los pronombres tienen una gran participación en esta elucidación. Por ejemplo:
al dirigirme a alguien lo hago como yo a la vez que construyo un tú que es a
quien me dirijo. Pero en el mismo movimiento soy un tú para el yo que me
habla: “el lenguaje no es posible sino porque cada locutor se pone como sujeto
y remite a sí mismo como yo en su discurso”11.
Testimonio de ello lo dan los siguientes principios:
No hay lengua sin que se pueda expresar la persona. Aunque haya
lenguas que omitan algunos pronombres por reglas de cortesía, se trata
igualmente de su existencia.
Estos pronombres se distinguen en todas las lenguas por el hecho de
que no remiten ni a un concepto ni a un individuo.
El yo se refiere al acto individual de discurso en que es pronunciado. En
consecuencia la realidad a la que remite es la realidad del discurso.
Pero no solamente en la reflexión sobre los pronombres se apoya la tesis de
Benveniste, sino que también es posible vislumbrarla en su relación con la
temporalidad.
Partiendo del hecho que las diversas lenguas marcan una referencia al tiempo,
distinguiendo pasado presente y futuro, el autor se percata que la línea
divisoria siempre se hace desde el presente y que este presente se establece
en función del tiempo en el que se está ya que no hay otra forma de tomarlo
como “el tiempo en el que se habla”12. Dicho de otro modo: ningún locutor
puede hablar en el pasado o en el futuro, pero sí en el presente.
Se podría decir entonces que desde el presente el sujeto construye su realidad
pasada y futura, a la vez que designándose como yo, cada locutor se apropia
de la lengua.
Palabras y acciones
Hay otro indicador de la manifestación de la subjetividad a destacar dentro de
las formas verbales que se adquieren en el cambio de las personas (yo - tú -
11
Benveniste É. De la subjetividad en el lenguaje en Problemas de lingüística general. Ed. Siglo
Veintiuno. (1973) Pág. 182
12
Benveniste É. De la subjetividad en el lenguaje en Problemas de lingüística general. Ed. Siglo
Veintiuno. (1973) Pág. 183.
3
él). Concretamente, cuando se dice yo como, tú comes, él come, no parece
haber diferencia entre una persona y otra, todas apuntan a una descripción de
la acción. Pero existen algunos verbos que escapan a esta “permanencia del
sentido”13 por ejemplo yo creo que… en este caso no hay una descripción de
mí persona creyendo, lo que hay es una actitud indicada.
Benveniste llega un poco más lejos advirtiendo que hay situaciones en las que
“la enunciación se identifica con el acto mismo”: por ejemplo yo juro.
En este caso el acto de enunciarlo me compromete y esto no lo posibilita la
presencia del verbo sino la subjetividad del discurso. Es decir que al pronunciar
ciertas expresiones se lleva a cabo una acción (jurar) que va mas allá del acto
de decirlo (enunciarlo).
En este punto es interesante hacer mención al análisis que John Austin realiza
de las denominadas expresiones realizativas.
En su texto Cómo hacer cosas con palabras presenta toda una teoría de los
actos lingüísticos que resuena con la descripción que se venía haciendo del
valor que adquieren algunos verbos según lo asuma un sujeto o se ponga por
fuera de la persona.
Si bien Austin no habla de subjetividad encuentra que hay ciertas expresiones
que al pronunciarlas generan el acto mismo que expresa. Decir ‘te prometo
que’ me implica como sujeto que se hace responsable. Esto es una expresión
realizativa.
Al insultar, por ejemplo, hago algo con una expresión, pero no existe la fórmula
realizativa te insulto.
“Prometer, advertir, afirmar, felicitar, bautizar, saludar, insultar, definir,
amenazar”14 son actos que implican una fuerza que está determinada por una
convención social.
¿es posible pensar la idea de subjetividad en el lenguaje desde la perspectiva
de los actos de habla?.
Si el haber injuriado a alguien no tendría que ver con la formación y emisión de
ciertos sonidos, sino con la fuerza propia del acto que cobra relevancia en
determinada situación, de ello se deduce que la acción de ofender responde al
uso que cada quien hace de las convenciones del lenguaje. Podríamos agregar
13
Ibíd. Pág. 184.
14
Ibíd. Pág. 32.
4
que en ese uso hay una decisión que es propia a cada sujeto. Podríamos
aventurar la hipótesis que esa decisión implica un goce y es allí donde el sujeto
autista se retira.
El enfrentamiento de las subjetividades
La subjetividad despunta entonces porque hay alguien que se apropia de las
formas que contiene el lenguaje en un discurso que es único.
Con el análisis que hace Oswald Ducrot sobre el uso de las presuposiciones,
se logra despejar el terreno en el que estas subjetividades se vinculan.
En un apartado que titula Presuposición y sobrentendido, sostiene lo siguiente:
“cuando un enunciado implica presupuestos, el hecho mismo de haber elegido
ese enunciado implica ya sea una hipótesis sobre lo que piensa el interlocutor.
Ya sea un esfuerzo para limitarlo, para situarlo de entrada dentro de un
determinado universo intelectual”15.
Lo primero que se desprende de esta aseveración es que el uso del lenguaje y
de los presupuestos que el locutor elige descartar o enunciar, pone de
manifiesto el lugar que el interlocutor tiene para él.
Al decir de Ducrot, la polémica no se sería un efecto secundario del lenguaje
por los contenidos del mismo. No es por hacer sonar una mala palabra que se
abriría un conflicto, sino que éste “se funda en la naturaleza misma del
enunciado lingüístico, que pone a cada momento a disposición del locutor, bajo
la forma de presupuestos, una red en la que podrá envolver a su adversario” 16.
Con semejante afirmación uno puede tentarse y recurrir a la ironía diciendo:
Hablemos! que dialogando se solucionan los conflictos…
Sin embargo esto tampoco se le escapa a Ducrot que distingue en el uso de la
ironía una forma de discurso referido en la que es preciso hacer coincidir a dos
agentes diferentes “el locutor de la enunciación y el enunciador de los actos
que tienen a esta enunciación como soporte” 17.
Con esa estructura se entiende que recurrir a la ironía es poner en marcha un
mecanismo por el cual el locutor presenta la enunciación como un acto absurdo
del enunciador, aunque en ese mismo instante se des-responsabiliza de esos
15
Ducrot O. El decir y lo dicho. Ed. Hachette. (1984). Pág. 26.
16
Ibíd. Pág. 27.
17
Ibíd.. Pág. 263.
5
actos. Para él saldo de este movimiento no es otro que la burla como acto
derivado.
Para Jacques-Alain Miller la ironía, debe distinguirse del humor en el sentido que este
último requiere del Otro, se inscribe en su perspectiva. La ironía, por el contrario, va
contra todas aquellas formas en las que se hace existir al Otro: las instituciones, el orden
público, la salud mental, la familia, el trabajo.
"La ironía dice que el Otro no existe" 18 y la clínica del autismo y las psicosis nos lo
muestra bajo esa forma aparentemente irracional que implica saber que el Otro no sabe.
En ese punto puede entenderse mejor la definición del síntoma dada por Lacan en RSI,
no como una manera de dirigirse al Otro buscando interpretar, sino como un modo de
gozar del inconsciente.
Ahora bien, ese inconsciente, es definido por Lacan en Radiofonía como un "término
metafórico para designar el saber que solo se sostiene por presentarse como
imposible"19.
Se trata de una desnaturalización del cuerpo respecto del saber. Allí está lo subversivo
del descubrimiento freudiano.
Conclusión
¿Puede decirse entonces que la naturaleza del lenguaje es corrosiva, o se trata
más bien del habla?
El habla posibilita que el sujeto se libere y que esa subjetividad entre en tensión
con otra, como en una partida de ajedrez. Por otra parte, hablar es un acto
lingüístico que limita el espacio del otro.
El psicoanálisis sostiene que la agresividad “lejos de ser un instinto como algo
biológico vivo, es algo que está marcado por el significante” 20.
Sabemos que es por la experiencia de la palabra que se evidencia la intención
del que quiere hablar. Se trata -en el querer decir- de una “intención de
significación”21. Esta intención de significación, en la que se ubica la
18
Miller, J.A- Ironía. Disponible en http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/007/template.php?
file=arts/alcances/Ironia.html#notas
19
Lacan, J. Otros Escritos. Ed Paidos. p 448
20
Miller, J.-A. et al. Agresividad y pulsión de muerte, Fundación Freudiana de Medellín, Medellín 1991,
pág. 36.
21
Miller, J.-A y col. Agresividad y pulsión de muerte, Fundación freudiana de Medellín, Medellín, 1991,
pág 15.
6
agresividad, es capturada en el juego dialéctico que ofrece la experiencia
analítica.
Al leer estas formulaciones del psicoanálisis lacaniano uno no puede dejar de
vincularlas a algunas reflexiones sobre la subjetividad en el lenguaje, los actos
del habla o el concepto de sujeto de la enunciación.
Estas referencias a la lingüística estructural, permiten entrever los actos
derivados propios de habitar el lenguaje que toma al interlocutor como un
adversario, por ejemplo. Sin embargo la audacia de Lacan nos empuja a
pensar un tiempo primero en el que podamos dilucidar por qué es necesario
contar con el consentimiento subjetivo para estar “predispuesto a adquirir el
significante”22 mas allá de cualquier diagnóstico.
22
Lacan J. Conferencia en Ginebra sobre el síntoma en Intervenciones y Textos 2. Ed. Manantial. (1993)
Pág. 135