Región y Sociedad
Revista de El Colegio de Sonora
El Colegio de Sonora
[email protected] ISSN 0188-7408
MÉXICO
1999
Bertha Palomino / Gustavo López Pardo
NOTA CRÍTICA: REFLEXIONES SOBRE LA CALIDAD DE VIDA
Y EL DESARROLLO
Región y Sociedad, enero-junio, vol. XI, número 17
El Colegio de Sonora
Sonora, México
pp.171-185
Red de Revistas Científicas de América Latina y El Caribe
Ciencias Sociales y Humanidades
http://redalyc.uaemex.mx
REGIÓN Y SOCIEDAD / VOL. XI / NO. 17.1999
Derechos reservados de El Colegio de Sonora, ISSN 0188-7408
Reflexiones sobre la calidad de vida
y el desarrollo
Bertha Palomino Villavicencio **
Gustavo López Pardo **
Las concepciones de calidad de vida comenzaron a difundirse en
Occidente a principios de los años setenta, a raíz de la preocupación
por entender y explicar el incremento de las patologías sociales en
los países desarrollados, en donde a pesar de los elevados niveles de
“bienestar”, se acentuaban los síntomas de descomposición social:
pérdida del sentido de la vida, incremento de suicidios, violencia,
drogadicción, etcétera.
La creciente insatisfacción mostrada por las poblaciones de las so-
ciedades de la abundancia y del consumo, llevaron a cuestionar la
idea de que la felicidad humana se encontraba exclusivamente en
la satisfacción de las necesidades materiales y a reconocer que exis-
tía otra faceta de los hombres no atendida o satisfecha. De hecho, se
iniciaba el cuestionamiento de la ideología dominante de lo efíme-
ro, del individualismo egoísta y materialista; de la idea de progreso
y de la sociedad de consumo.
En esa época, es la socialdemocracia alemana la que de manera
explícita empieza hablar de “Calidad de Vida” como un conjunto
* Profesora investigadora del Centro de Investigaciones Económicas,Administra-
tivas y Sociales del Instituto Politécnico Nacional (CIECAS-IPN). Se le puede enviar co-
rrespondencia a Lauro Aguirre #120, Colonia Agricultura, C. P. 11360, Delegación
Miguel Hidalgo, México, D.F. tel:57-29-60-00 ext.63118, fax:53-96-95-07.
** Investigador asociado “C” del Instituto de Investigaciones Económicas de la
UNAM. Se le puede enviar correspondencia a Torre II de Humanidades,tercer piso, cub.
307.Ciudad Universitaria, C. P. 04340,Delegación Coyoacán México, D.F.,tel:56-23-
00-84, fax: 56-23-01-29,correo electrónico:
[email protected]172 REGIÓN Y SOCIEDAD / VOL. XI / NO. 17. 1999
amplio de condiciones materiales y espirituales, que determinan el
bienestar efectivo de las personas, sus posibilidades y perspectivas
individuales, y su lugar en la sociedad. En su programa electoral de
Dortmund en 1972, se asentaba: “La calidad de vida presupone la
libertad, incluida la de no sentir miedo. Se trata, pues, de garantizar
la existencia que se logra gracias a la solidaridad humana; de la po-
sibilidad de coparticipar y autoexpresarse, del usufructo consciente
de las fuerzas propias de cada persona en el trabajo, en la recreación
y convivencias humanas, del aprovechamiento de la naturaleza y de
los valores culturales, de la posibilidad de mantener y recuperar la
salud. La calidad de vida significa enriquecer nuestra existencia en
el sentido no material ” (Programa de la Socialdemocracia Alemana,
1974:58).
Posteriormente, otros partidos políticos afines o no a la socialde-
mocracia alemana, científicos sociales de distintas disciplinas y po-
siciones ideológicas retoman esta idea. Sin embargo, la noción de
calidad de vida fue rápidamente deformada al ser utilizada como un
elemento más de la apología de los logros alcanzados por el desarro-
llo en los países del mundo capitalista, como lo presenta el econo-
mista norteamericano John K. Galbraith en su trabajo “La sociedad
de la abundancia”, en donde introduce este concepto para designar
a la sociedad norteamericana como el ideal a alcanzar, pues según él,
ésta había logrado un gran desarrollo económico que garantizaba el
bienestar social, elevando la calidad de vida de todos sus habitantes,
creándose así el modelo a conseguir de la american way of life (Rodrí-
guez, 1987:9).
Otro uso de la noción de calidad de vida fue como instrumento
de crítica a la situación de los países socialistas que en esos años, ase-
guraban cubrir las necesidades materiales de la población. Desde oc-
cidente se argumentaba que en esas sociedades no se satisfacían ni
podrían satisfacer las necesidades ligadas con las dimensiones psico-
lógicas,espirituales y las relacionadas con la libertad de disentir y ex-
presar las diferencias. La calidad de vida se presentaba como un ideal
a alcanzar a través del perfeccionamiento del mercado y del acceso a
él de cada vez más amplios sectores de la población.
Sin embargo, la nueva medida del desarrollo también se consti-
tuyó en un elemento central de la crítica a la sociedad capitalista,
NOTAS CRÍTICAS 173
materializada y consumista, que se convirtió en una aspiración so-
cial, en una nueva demanda, primero de las poblaciones de las so-
ciedades de la abundancia y después, de aquellas denominadas po-
bres, en desarrollo o subdesarrolladas.
Lo que no cabe duda es que a pesar de sus diversos enfoques,
la noción de la calidad de vida, implicaba, ya desde entonces, un
profundo cuestionamiento al modelo de sociedad y al estilo de de-
sarrollo que habían convertido a la riqueza material en expresión
del progreso alcanzado por la acción social y que nada más atendían
los elementos materiales de la existencia humana, y se olvidaba de
las condiciones necesarias para el desarrollo de su potencialidad.
La noción de calidad de vida evidenciaba que la orientación del
desarrollo, lejos de alcanzar el bienestar social humano, sólo había
generado profundos problemas sociales y ambientales, expresados
en la exclusión creciente de grandes grupos poblacionales a los mí-
nimos satisfactores para la vida, en pobreza material y espiritual en
aumento y en el deterioro planetario de nuestro entorno natural y
social.
No obstante que el cuestionamiento no era nuevo, ya que desde
Aristóteles se proponía que la acción social concertada para satisfa-
cer las necesidades colectivas, el desarrollo, tenía que expresarse en
logros cuantitativos y cualitativos en la vida de la sociedad y de los
individuos y no sólo en la riqueza material obtenida en este proce-
so. La racionalidad económica dominante había establecido como
preocupación central del desarrollo, alcanzar el éxito material, ex-
presado en un primer momento en variables económicas, y des-
pués, en forma más amplia, en otro tipo de satisfactores materiales,
expresados en el nivel de vida.
Así, desde mediados de los años treinta y principios de la déca-
da de los años cuarenta, el interés de los gobernantes por medir el
“desarrollo” o “progreso social” se fortalece, con el objeto de com-
parar entre los diferentes países los logros alcanzados, evaluar los
impactos de la recesión económica, el subempleo y la baja produc-
tividad de la época y para hacer una primera ordenación y clasifi-
cación internacional de ellos.
La primera herramienta analítica que se propuso para que los
economistas y dirigentes políticos determinaran las tendencias eco-
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nómicas nacionales e internacionales fue el Producto Nacional Bru-
to (PNB), que mide el valor monetario de toda la riqueza generada
en una nación en un determinado momento. Posteriormente, se
agregó otro indicador económico, el ingreso per capita, resultado de
dividir el PNB entre el total de la población de un país. Sobra decir,
que se ha demostrado el significado tan limitado que tienen estos
dos indicadores para determinar el bienestar social alcanzado por las
diversas estrategias de desarrollo económico. El PNB, sólo compren-
de aquellas actividades sociales que tienen un valor económico y el
ingreso per capita es, como medida de tendencia central, la cifra hipo-
tética que le corresponde a cada individuo de la riqueza de su país
y de ninguna manera refleja el ingreso y los satisfactores reales a los
que tiene acceso, que estarían mas cercanos al bienestar alcanzado.
Desde entonces y ahora mismo, tenemos ejemplos en los que eleva-
das cifras en el PNB y el ingreso per capita de un país no tienen corres-
pondencia con las condiciones reales de existencia, materiales o sub-
jetivas de los habitantes de esa nación, como es el caso de algunos
países del Medio Oriente productores de petróleo o latinoamerica-
nos en los que los niveles de polarización social llegan a ser insul-
tantes.
En los años cincuenta, la ONU creó un grupo experto encargado
de elaborar una propuesta mundial para determinar el “nivel de vi-
da”, esto es, las condiciones materiales de vida de una persona, cla-
se social o comunidad para sustentarse y disfrutar de la existencia.
Después de algunas vicisitudes, este grupo integrado por diferentes
agencias especializadas como la OMS, la OIT y la UNESCO, presentaron
en el año de 1961 su informe en donde proponían nueve compo-
nentes del nivel de vida: salud, alimentación y nutrición, educación,
vivienda, empleo y condiciones de trabajo, vestido, recreo y esparci-
miento, seguridad social y libertades humanas (ONU, OIT, FAO, 1961).
A cada uno de estos componentes correspondía un grupo de indi-
cadores para su determinación, y aunque en todos ellos influyen as-
pectos culturales y psicológicos en el proceso de su satisfacción, al-
gunos fueron desarrollados metodológicamente con más facilidad
como salud, alimentación y nutrición.Otros como vestido, recreo y
esparcimiento, y seguridad social, presentan una mayor variabilidad
cultural y valorativa en sus satisfactores, eran prácticamente imposi-
NOTAS CRÍTICAS 175
bles de cubrir de manera homogénea. La variable menos desarrolla-
da fue la de libertades humanas de la cual sólo se hizo un esbozo, ya
que tenía demasiadas implicaciones de carácter político y valorativo.
El índice de nivel de vida, creado por esa comisión internacio-
nal, aunque era un avance significativo en el intento de medir el bie-
nestar social, únicamente permitía conocer la dimensión material
de la calidad de vida y sólo expresaba las tendencias centrales en la
satisfacción de las necesidades humanas consideradas y no su dis-
persión, es decir, cómo se distribuían entre los diversos grupos que
integran la sociedad.
A fines de los años setenta, la Organización de Cooperación y
Desarrollo Económicos (OCDE) elaboró, a través de un proceso par-
ticipativo de definición de necesidades y satisfactores sociales, un ín-
dice para determinar el bienestar alcanzado en las 24 naciones más
industrializadas del mundo que agrupa. El trabajo realizado produ-
jo una lista de “preocupaciones sociales compartidas”, identifican-
do 8 áreas de preocupación “primaria” y 15 áreas de “subinterés”,
que incluye salud, educación y aprendizaje, empleo y calidad de vi-
da en el trabajo, tiempo dedicado al trabajo y tiempo libre, control
sobre los productos y servicios, entorno físico, entorno social y se-
guridad personal. Esta lista de preocupaciones se concretó en un sis-
tema de 33 indicadores que se pretendía registrar periódicamente
en los países miembros de la OCDE, con el objeto de establecer rela-
ciones entre las condiciones de bienestar con estrategias, programas
y acciones prácticas de desarrollo económico.
La situación económica crítica, las modificaciones en la orienta-
ción predominante del desarrollo y de las políticas sociales y la co-
habitación necesaria de diversas y muchas veces antagónicas posi-
ciones políticas en el poder, hicieron difícil para la OCDE continuar
con el registro permanente de datos e influenciar para qué, en for-
ma creciente, se designaran recursos económicos al mejoramiento
del bienestar social de los ciudadanos (Estes, 1993). Además, este
índice no podía convertirse en un patrón universal de bienestar, ya
que el resto de países en desarrollo y pobres no pertenecientes a es-
ta organización, 75% de la población mundial, se enfrentan a con-
diciones sociales y económicas radicalmente distintas a los estados
miembros de la OCDE.
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Otro intento destacado por medir y cuantificar los logros alcan-
zados por el desarrollo es el Índice de la Calidad Física de Vida (ICFV)
de Morris D. Morris y el Consejo de Desarrollo de Ultramar, puesto
en práctica desde la década de los cuarenta y hasta principios de los
setenta. Este es un modelo más sencillo que los anteriores, debido a
que sólo contempla tres indicadores: la tasa nacional de mortalidad
infantil, la esperanza de vida al nacer y la tasa de alfabetismo en adul-
tos. Estos indicadores se eligieron porque son de mayor acceso que
otros más complicados, prácticamente en todos los países existe la
infraestructura estadística para su registro cotidiano y los tres ponen
su atención en logros sociales y no en los medios para alcanzarlos.
La idea de los autores era hacer un análisis en el tiempo, ya que de
esta manera puede evaluarse realmente el impacto de la orientación
y los éxitos de los estilos de desarrollo elegidos por los diferentes
países, y no sólo contar con una imagen fotográfica del bienestar al-
canzado. Este índice se determinó en 74 países y evidenciaron la in-
suficiencia del PNB como indicador primario de los cambios en el ni-
vel de desarrollo social nacional al encontrar una débil correlación
entre éste y el ICFV. Aunque sus autores no pretendían establecer una
medida de bienestar total de la sociedad, sino crear un complemen-
to al PNB, las limitaciones del ICFV son obvias al no contemplar otros
aspectos importantes del desarrollo social, como la mejoría en la si-
tuación de mujeres y niños, la protección de los derechos humanos
o la participación en la toma de decisiones políticas (Estes,
1993:139).
Otra propuesta de determinación del bienestar alcanzado es el
Índice de Progreso Social (IPS) presentado por Richard Estes en la dé-
cada de los ochenta y que retoma algunos trabajos realizados con
anterioridad por otros grupos de expertos. Este índice está integra-
do por 44 indicadores agrupados en 11 variables: educación, salud,
condición de la mujer, esfuerzo de defensa, economía, demografía,
geografía, estabilidad política, participación política, diversidad cul-
tural y esfuerzos de bienestar social.
En contraste con los intentos anteriormente presentados de de-
terminar objetivamente el grado de satisfacción de las necesidades,
se desarrolla paralelamente otro enfoque de la calidad de vida, que
busca determinar sus aspectos subjetivos. La teoría de la jerarqui-
NOTAS CRÍTICAS 177
zación de necesidades de Abraham Maslow de fines de la década
de los sesenta, sirve como base para el desarrollo de esta corrien-
te psicologista de la calidad de vida. Su representación más común
es a través de su famosa pirámide de calidad de vida presentada en
1968, en la que se localizan ordenadamente de la base a la cúspi-
de cinco tipos de necesidades que se van cubriendo por niveles o
etapas, y a cada lado de las necesidades, se presentan sus respecti-
vos satisfactores. Las necesidades basales corresponden a las fisio-
lógicas, que aseguran la supervivencia biológica y se cubren con
alimento, vivienda, abrigo, la ausencia de dolor, etcétera.El segun-
do nivel está representado por aquellas ligadas a la seguridad físi-
ca y emocional, obtenida a través de la protección y un ambiente
libre de amenazas y factores de riesgo. El tercer nivel ascendente
corresponde a las llamadas necesidades sociales, satisfechas por el
afecto, la aceptación, la pertenencia a grupos, etcétera. En el cuar-
to nivel se encuentran las necesidades de estima, comprende el
respeto a uno mismo, la aprobación, la autoestima, el status, el re-
conocimiento y atención. Por último, las necesidades de autorrea-
lización, representadas por la libertad y el logro de ambiciones.
Aunque las pretensiones iniciales de la pirámide de calidad de
vida no iban más allá de ser aplicadas a nivel individual o en pe-
queños grupos ligados sobre todo a la producción, pronto se uti-
lizó para tratar de explicar el proceso social de la satisfacción de
necesidades, con múltiples dificultades para ello. Asimismo, se re-
conoce que si bien existe un núcleo básico de necesidades que tie-
nen que ser satisfechas, éstas no se van cubriendo por estratos, si-
no que los diferentes niveles representados de ellas tienen una es-
trecha relación entre sí para su cobertura y valoración individual y
social, y que son interdependientes. Por ejemplo, en la actualidad,
para satisfacer algunas de las necesidades llamadas fisiológicas co-
mo la alimentación y la vivienda, se requiere la acción coordina-
da de la grey sostén y la pertenencia a grupos que permitan en
tiempos de escasez de recursos económicos establecer estrategias
sociales de sobrevivencia.
Quizás el esfuerzo más completo para medir el desarrollo, incor-
porando los elementos materiales y subjetivos del ser humano lo
constituye la propuesta del desarrollo humano, elaborada por el Pro-
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grama de las Naciones Unidas en 1990. En su último informe de
1996, el PNUD ha intentado medir en forma integral el grado de bie-
nestar alcanzado por el desarrollo, tomando en cuenta aspectos ejes
como la potenciación, referida no sólo a la cobertura de necesida-
des humanas sino al aumento de la capacidad de la gente, que en-
traña una ampliación de sus opciones personales y grupales y con
ello una mayor libertad de elección. La potenciación manejada así, ha-
ce gran énfasis en la participación de las personas en las decisiones
que estén íntimamente relacionadas con sus vidas, esto es convertir-
se en “agentes activos de su propio desarrollo“(PNUD, 1996:62).
Otro aspecto eje es el de la cooperación, indispensable por constituir
una intrincada red de estructuras sociales, que constituyen el sostén
de la comunidad desde el núcleo familiar hasta las instituciones gu-
bernamentales y los organismos no gubernamentales; permitiendo
a los sujetos desarrollar el sentido de pertenencia, indispensable pa-
ra el bienestar material y subjetivo, y el despliegue de manifestacio-
nes culturales, artísticas y espirituales. La equidad, otro eje del desarro-
llo humano, está dirigido a asegurar las oportunidades de todos ha
acceder a diversos satisfactores, poniendo especial atención a secto-
res de la población como los niños, las mujeres, los discapacitados,
los pobres, etcétera.
Otra orientación central del desarrollo humano es la sustentabilidad
que permita satisfacer las necesidades de la generación actual sin
comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer
las suyas; se debe asegurar la oportunidad de la población presente
y futura de desarrollar sus potencialidades integralmente, previnien-
do la pobreza y las carencias materiales, de espacio, el deterioro del
ambiente natural y social.
Por último, la seguridad, que ha sido manejada desde el informe de
Desarrollo Humano de 1994 (PNUD, 1994:25-38) como una dimen-
sión básica del desarrollo del hombre, que contemple el poder ga-
narse el sustento y estar libre de amenazas agudas y crónicas, como
la enfermedad, la represión, las alteraciones en su vida cotidiana, los
desastres naturales, etcétera. Se identifican siete categorías esenciales
de la seguridad: la económica, la alimentaria, en materia de salud, la
ambiental, la personal, de la comunidad y la política.
NOTAS CRÍTICAS 179
Con el tiempo, los citados informes han incluido un número
creciente y cada vez más complejo de variables e indicadores para
determinar la satisfacción de necesidades en la población en general
y en diversos grupos como las mujeres, los niños, las etnias y diver-
sos espacios como el rural y el urbano, con el objeto de dar conte-
nido a su propuesta de desarrollo humano sostenible que es “el de-
sarrollo que no sólo suscita un crecimiento económico, sino que
también distribuye equitativamente sus beneficios, que regenera el
medio ambiente en lugar de destruirlo, que fomenta la autonomía
de las personas en lugar de marginarlas. Es un desarrollo que otor-
ga prioridad a los pobres, que amplía sus opciones y oportunidades
y que prevé su participación en las decisiones que afectan sus vidas.
Es un desarrollo que favorece a los seres humanos, favorece a la na-
turaleza, favorece la creación de empleos, favorece a las mujeres, a
los niños y a las minorías” (PNUD, 1996:1).
Sin embargo, este desarrollo humano sostenible que considera al
hombre en forma más integral que otros intentos de medir los al-
cances del desarrollo, se queda corto cuando establece su Índice de
Desarrollo Humano (IDH), ya que lo reduce a tres variables: la lon-
gevidad determinada por la esperanza de vida al nacer (EVN), los co-
nocimientos expresados en el alfabetismo en adultos y los niveles de
vida a través del poder adquisitivo (PPA), debido a la ausencia de da-
tos sobre todos los aspectos ya mencionados y a que el IDH consti-
tuye un instrumento rápido de medición y comparación del desa-
rrollo alcanzado.
En la actualidad, una vez reconocido que el bienestar humano no
sólo tiene que ver con los aspectos materiales de su existencia, sino
también con los aspectos espirituales, se ha procurado medir el pro-
greso y desarrollo utilizando el concepto de calidad de vida.
Ahora bien, el que la noción de calidad de vida se empezara a
utilizar en los países desarrollados y que apuntara a aspectos no ma-
teriales, llevó a que se le considerara como una preocupación exclu-
siva de estos países, como expresión de las sociedades de la posmo-
dernidad, de la posmaterialidad.
Sin embargo, la conjugación de la llamada crisis de civilización
(pérdidas de valores), la crisis económica y la ambiental, llevaron a
que surgieran nuevos movimientos sociales en todo el mundo (eco-
180 REGIÓN Y SOCIEDAD / VOL. XI / NO. 17. 1999
logistas, de crecimiento personal, de diálogo entre culturas, de me-
dicinas suaves, de transformación del orden patriarcal, etcétera) que
tuvieran como objetivo de una u otra manera mejorar su calidad de
vida, fuera esto referido a la salud, a la utilización del tiempo libre,
a la seguridad, a un ambiente sano, en fin, a distintos aspectos que
si bien implicaban un cierto nivel material para garantizar la exis-
tencia, estaban referidos a aspectos que apuntaban a un mayor desa-
rrollo de la potencialidad social humana.
Por ello, la preocupación por una mejor calidad de vida no es
exclusiva de las sociedades desarrolladas, también constituyen una
demanda central para los países subdesarrollados. En estos, cual-
quier lucha por mejorar las condiciones materiales de existencia
(niveles de vida) tiene en germen la demanda de una mayor segu-
ridad, de un mayor acceso en la conducción de los asuntos públi-
cos y en la gestión de los procesos socioambientales. En estos paí-
ses, se trata de alcanzar una mejor distribución económica, pero
también una mejor distribución ambiental y política, en otros tér-
minos, mejores condiciones materiales, mayor seguridad social,
mas participación política y social y mejor ambiente. Es decir, una
mejor calidad de vida.
En la actualidad, la calidad de vida constituye el objetivo y la
nueva medida del desarrollo. Sin embargo, ¿cómo se mide la calidad
de vida?, ¿qué debemos entender por calidad de vida? ¿cuáles son
sus componentes?, ¿hay una sola calidad de vida, que sirva como
medida para todos las culturas y seres humanos?
Como hemos visto a lo largo de este documento, hasta hoy no
existe un método que nos permita medir la calidad de vida, y lo más
probable es que no exista. De hecho, tampoco hay un solo concep-
to de calidad de vida, por el contrario, es entendida de diversas ma-
neras que responden a intereses opuestos, estrategias divergentes y
visiones diferentes del sentido y fin del desarrollo.
Así, podríamos distinguir las siguientes visiones de calidad de
vida:
a) Aquellas que responden a la racionalidad económica dominante
que pretende valorizar, mediante la asignación de precios por el
mercado, la naturaleza y la vida misma. Esta visión centra su in-
NOTAS CRÍTICAS 181
terés en los aspectos materiales de la existencia humana, y en los
valores asignados por el mercado a los satisfactores, expresando
una concepción unidimensional en la que la calidad de vida, la
cual es interpretada y valorada únicamente en función de nece-
sidades, aspiraciones o exigencias de naturaleza material y efica-
cia inmediata. Se empeñan en cuantificar la calidad de vida.
b) Las que priorizan en el bienestar humano los aspectos espiritua-
les propios de las religiones fundamentalistas o de las filosofías
endosomáticas.
c) Las que consideran al ser humano desde una perspectiva integral,
en tanto su materialidad (existencia) y su espiritualidad (poten-
cialidad de desarrollo).
d) Las que centran su atención sólo en uno de sus componentes, co-
mo es el caso del trabajo y que ha servido tanto para constituir
una corriente crítica de las condiciones laborales como para con-
formar toda una línea de máxima eficiencia en el trabajo y de la
llamada calidad total.
e) Otra corriente particular es la que toma como eje exclusivo la sa-
lud y de la que se han hecho un gran número de trabajos rela-
cionados con las condiciones de vida de enfermos crónicos con
patologías metabólicas, discapacitados, enfermos terminales,
etcétera.
f) También destaca el intento de introducirse al estudio de la cali-
dad de vida utilizando uno de sus elementos, relacionarlo con
otros y tratar de abordar sus diferentes dimensiones objetivas y
subjetivas.
A nosotros nos interesa reflexionar sobre la calidad de vida des-
de una perspectiva integral que incluye todas las dimensiones que
conforman al ser humano: su racionalidad y libertad; su sensibili-
dad; su intimidad y su impulso hacia la comunicación con los de-
más, su impulso hacia la vida, su inserción en la naturaleza material
y su aspiración hacia la trascendencia.
La calidad de vida es la expresión del grado de concreción de los
presupuestos básicos o tareas que una sociedad debe de cumplir. Es
decir, la efectividad de la organización social para garantizar la exis-
tencia de los seres humanos, en tanto especie, y el grado en que per-
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mite el desarrollo de su potencialidad. Consiste en la satisfacción de
las necesidades humanas: objetivas y subjetivas, individuales y so-
ciales, en función del medio ambiente donde se vive. En donde sa-
tisfacción no sólo se refiere al acceso a los objetos materiales para sa-
tisfacer la necesidad, sino que también a la participación social del
sujeto en la creación de sus propias condiciones de vida. En donde
la satisfacción de la necesidad no sólo tiene el sentido de cubrir ca-
rencias, sino que implica la potenciación de la acción social en la
búsqueda permanente de su cobertura y de otras afines o asociadas.
En estos términos, la noción de participación social en la deter-
minación y satisfacción de las necesidades humanas es un elemento
central de la calidad de vida. De hecho, esta situación hace referen-
cia a los procesos de reapropiación de la gestión y dirección social
de los asuntos colectivos, comunes y públicos, monopolizados por
el estado, pero también a la apropiación de los recursos y a la rea-
propiación social del poder, en otros términos, se trata de la recupe-
ración del sentido del futuro social humano.
El concepto de calidad de vida se refiere a la satisfacción de nece-
sidades materiales y subjetivas del hombre. En dicha satisfacción no
se trata de privilegiar unas sobre otras ni satisfacerlas separadas o por
etapas, puesto que constituyen un sistema de elementos interdepen-
dientes e interrelacionados.
La categoría de calidad de vida tiene dos dimensiones, una espa-
cial y otra temporal, ya que las necesidades humanas y los satisfac-
tores de éstas son definidos en cada sociedad y evolucionan históri-
camente. Es decir, cada sociedad humana a lo largo de su historia va
construyendo su cultura, busca dar respuestas a los problemas que
se le presentan a los individuos en su existencia cotidiana y de esta
manera va produciendo satisfactores de las necesidades fundamenta-
les, esto es, las formas, técnicas, procedimientos, destrezas y habili-
dades que dan cuenta de la satisfacción de la necesidad. Las necesi-
dades humanas, así como los satisfactores de éstas son históricos,
pero además, dependen de la valoración que en ese momento se
tenga de ellos.
Aunque la calidad de vida comprende un conjunto de aspectos
difíciles de determinar en indicadores precisos, de acuerdo a los tra-
bajos realizados sobre el tema, es posible hacer una propuesta de va-
NOTAS CRÍTICAS 183
lores constitutivos: la salud de los individuos, el grado de riqueza
material o de satisfactores materiales con los que se cuenta, la liber-
tad, la seguridad, la justicia, el conocimiento, el uso del tiempo li-
bre, la autorrealización y las condiciones ambientales propicias pa-
ra el desarrollo humano. No obstante que dichos valores puedan
constituir un patrón universal, estos se expresan en sistemas parti-
culares de valores que se modifican en el tiempo y en el espacio. Por
lo cual no puede existir un modelo único de calidad de vida, sino
que éste se construye en sociedades y momentos definidos. Esta no
puede ser homogénea, abstracta,uniforme, sino por el contrario, es
singular, heterogénea y diversa.
A manera de conclusión
La calidad de vida está compuesta de un alto nivel de vida (recur-
sos económicos, hábitat adecuado, tiempo libre, etcétera) acompa-
ñado de un elevado índice de satisfacción individual. Es el ajuste en-
tre las características objetivas de la calidad ambiental y las expecta-
tivas, capacidades y necesidades del individuo tal como las percibe
él mismo y el grupo social al que pertenece.
Se pretende una calidad de vida, lo más satisfactoria posible,
para el mayor número de gente, en la mayor parte del mundo, al
más largo plazo, teniendo como requisito que las necesidades bá-
sicas para la supervivencia estén cubiertas para todos, sin degra-
dar el medio ambiente o haciéndolo mínimamente y nunca en
forma irreversible.
De tal forma que la determinación de la calidad de vida de una
sociedad sólo podrá definirse a través de un modelo construido ad
hoc, utilizando una combinación de métodos cuantitativos para de-
terminar expresiones materiales de satisfacción de necesidades y
métodos cualitativos para detectar los niveles de satisfacción psico-
lógica y espiritual de los individuos, y se tienen que diseñar los ins-
trumentos específicos para este fin, a través de encuestas, historias
de vida, etcétera.
184 REGIÓN Y SOCIEDAD / VOL. XI / NO. 17. 1999
El estudio de la calidad de vida no borra los conflictos y contra-
dicciones sociales, para su mejoría estos deberán ser considerados
para establecer estrategias para su alcance.
La calidad de vida es una categoría profundamente crítica, ya que
cuestiona las orientaciones desarrollistas pasadas y presentes basadas
en una racionalidad económica y aun a aquéllas, como el desarrollo
sustentable, que aunque discursivamente consideran al hombre co-
mo centro de atención, en la práctica, están orientadas al desarrollo
de las cosas y no del ser humano, al dirigirse fundamentalmente al
tener y no al ser. Debe ser entonces, una expresión de un delicado
equilibrio entre el tener, el ser y el hacer.
La calidad de vida es una categoría pluridimensional, presupone
el reconocimiento de las dimensiones materiales, culturales, psico-
lógicas y espirituales del hombre, combate el concepto del hombre
unidimensional y uniforme y nos obliga a desplegar nuestra creati-
vidad para aprehender la diversidad humana.
La calidad de vida, en tanto objeto, fin y medida del desarrollo,
direcciona la práctica social, no hacia el lucro, el egoísmo, el domi-
nio, etcétera, bases fundamentales de la modernidad, sino en la ne-
cesidad de regenerar la vitalidad y la salud, de desarrollar las capaci-
dades humanas frente a las tecnologías, de ensayar las cualidades del
pensamiento global y no las parciales de la vida común. En resu-
men, nos coloca en el camino de construcción de una nueva civili-
zación, sustentada en una racionalidad alternativa cuyo centro sería
el bienestar social y el desarrollo de las capacidades humanas.
Recibido en marzo de 1999
Revisado en mayo de 1999
NOTAS CRÍTICAS 185
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