DICKSON, Roger E. (1986) El Ocaso de Los Incrédulos. Clie
DICKSON, Roger E. (1986) El Ocaso de Los Incrédulos. Clie
Dickson
EL OCASO
DELOS
INCREDULOS
Roger E Dickson
EL OCASO
DELOS
INCREDULOS
ISBN: 8482674226
Depósito legal: SE-1329-2004
Impresión: Publidisa
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Indice
CAPÍTULO PRIMERO
CAPÍTULO SEGUNDO
EL CRISTIANO Y LA RAZÓN 35
Evidencia y creencia, 36
El cristiano y la razón, 36
La verdad, 38
Razonamiento inductivo, 39
Razonamiento deductivo, 40
La naturaleza de la evidencia, 42
La fuerza de la evidencia, 42
Resultado del razonamiento, 44
La fuerza de la fe, 4 7
Los límites de la razón, 48
El cristiano y la fe, 49
El ateo y la fe, 52
CAPÍTULO TERCERO
EL DILEMA DE LA DUDA . 55
Naturalismo desnaturalizado, 57
La materia. ¿Es un Mandarín?, 57
Materia y mente, 59
Lejos del materialismo, 62
Negociaciones de la deidad, 63
El hombre se marchita sin Dios, 65
Sin Dios, ni ley ni orden, 67
El dilema de la negación, 68
El camino de la negación es una vía muerta, 69
Deseo por la deidad, 70
CAPÍTULO CUARTO
CAPÍTULO QUINTO
CAPÍTULO SEXTO
CAPÍTULO SÉPTIMO
CAPÍTULO OCTAVO
CAPÍTULO NOVENO
CAPÍTULO DÉCIMO
GÉNESIS 1 173
Génesis y la oposición, 17 4
«El principio ... », 175
El estirado intervalo, 176
El qué y cómo de la Creación, 180
¿Siguen seis días siendo seis días?, 182
CAPÍTULO UNDÉCIMO
CAPÍTULO DUODÉCIMO
CAPÍTULO DECIMOTERCERO
CAPÍTULO DECIMOCUARTO
CAPÍTULO DECIMOSEXTO
CAPÍTULO DECIMOSÉPTIMO
CAPÍTULO DECIMOCTAVO
CAPÍTULO DECIMONOVENO
CAPÍTULO VIGÉSIMO
CAPÍTULO VIGESIMOPRIMERO
CAPÍTULO VIGESIMOSEGUNDO
CAPÍTULO VIGESIMOTERCERO
EL MILAGRO 397
Definición de los milagros, 397
Satanás y milagros, 400
Los milagros de la Biblia, 401
Ciencia y milagros, 407
Consecuencias de la negación, 410
El hecho de los milagros, 411
El propósito de los milagros, 412
CAPÍTULO VIGESIMOCUARTO
CAPÍTULO VIGESIMOQUINTO
Roger E. Dickson
White's Ferry Road School of Biblical Studies
WEST MONROE, Luisiana
Setiembre 1987
Prólogo a la edición
castellana
Hace años, cuando el autor me dedicó una copia de su libro en su lengua ori-
ginal, advertí la gran calidad del contenido de su obra, en la que hace un extenso e
intenso esfuerzo para organizar las diversas cuestiones que tienen que ver con lacre-
dibilidad epistemológica, científica e histórica de la Biblia como la Revelación e
Historia de la Revelación de Dios.
La mera consulta del índice hará consciente al lector del ambicioso plan de la
obra; y el contenido de cada capítulo demostrará al lector que su autor ha estudiado
pacientemente, sopesado y articulado cada uno de sus elementos con gran equili-
brio y erudición. El resultado es un todo orgánico, un verdadero manual de apolo-
gética moderna, que comenzando por la historia de la defensa de la fe a través de
los siglos pasa a la estructura del conocimiento, y las mútuas relaciones de la fe y
la razón, la evidencia y su naturaleza, la naturaleza del ser humano, los distintos
argumentos clásicos de la existencia de Dios, el problema del mal, las relaciones
entre la Biblia y la ciencia, tocando temas como la misma estructura del método
científico, la controversia creación/evolución, la naturaleza de los primeros capí-
tulos de la Biblia, la postura del evolucionismo teísta, los distintos modelos de la
historia geológica de la tierra, la controversia actualismo/diluvialismo, la estruc-
tura de la vida y del registro fósil, las investigaciones arqueológicas pertinentes al
registro histórico de los tiempos bíblicos, la naturaleza de la inspiración bíblica y
de la revelación divina, la naturaleza de la Biblia, la profecía y su cumplimiento,
la historia de la transmisión de la Biblia hasta la actualidad, la naturaleza de los mi-
lagros y su realidad, llegándose a la conclusión de la obra con sendos capítulos
acerca de la resurrección de Cristo y de la historicidad de la persona de Jesús de
Nazaret.
Así, esta obra afronta la escena moderna. Su título, El ocaso de los in-
crédulos, señala a un hecho que es evidente para los estudiosos de las evidencias
cristianas y de la historia de la controversia entre cristianismo y escepticismo: la
solidez y persuasividad de la realidad de la manifestación de Dios, muchas veces y
en muchas maneras, culminando con Su irrupción personal en la historia humana,
por la encarnación del Hijo eterno, y de Su muerte y resurrección. Ello pone a su
vez de manifiesto la endeblez de los fundamentos anti-teístas y escépticos en ge-
neral, que se mueven en las arenas movedizas de la contradicción y del absurdo, y
que llevan no a la muerte de Dios, como algunos filósofos ateos han llegado
atrevidamente a afirmar, sino a la alienación y muerte consiguiente del hombre, a
su perdición existencial en el presente y a su perdicióp eterna caso de persistir en
su actitud de rechazo de Dios y de la provisión que El le ofrece en Cristo por su
Palabra.
Deseo agradecer a la Editorial CLIE el gran interés mostrado en la edición de
esta obra y su lanzamiento al público hispanoamericano. Asimismo su acertada
elección del traductor, Santiago Escuain, que ha salvado las considerables difi-
cultades de traducción de una obra tan polifacética como ésta. El traductor, poli-
facético también, tiene una formación universitaria en el campo de la química, con
años de experiencia profesional; interprete jurado, con actividad en tribunales y con
años de experiencia en traducción de documentación técnico-científica, comercial y
legal, cuenta en su haber con la traducción de más de setenta obras de tamas
apologéticos, teológicos y doctrinales, incluyendo la adaptación del Diccionario
Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento, ha estado por gran
número de años estudiando personalmente la temática histórica y arqueológica del
Oriente Medio, cristalizando parte de la información adquirida en el Nuevo
Diccionario Bíblico Ilustrado como coautor del mismo. Todo ello, junto a
su actitud de identificación en general con el contenido y designio de esta obra, ha
posibilitado la transmisión con fidelidad de la obra original al lector hispano, tanto
en sus secciones científicas como históricas y conceptuales.
Me resta sólo recomendar vivamente esta obra a instituciones cristianas de
enseñanza, maestros y pastores, estudiosos y cristianos en general que tengan
interés en una visión de conjunto y a la vez penetrante de las bases para un defensa
de la fe una vez entregada a los santos. Una defensa que tiene la gentileza de aquel
que sabe en Quién ha creído, aquella gentileza que surge de una fortaleza proce-
dente del mismo Dios que nos ha hablado por el Hijo. Y desear que el Señor se
digne emplearla para el establecimiento de muchos sobre la roca inamovible de las
Sagradas Escrituras, que nos pueden hacer sabios para salvación.
Enrique Martorell
Director - Centro de Formación
de Líderes Cristianos
FUENLABRADA (Madrid)
Prefacio del editor
Personalmente, me siento más que complacido en poder publi-
car esta monumental obra del doctor Roger E. Dickson. Si nunca se
ha dado una época en la que se precise que los buenos hombres den
el paso al frente y tomen postura en público, es ahora. Con el evo-
lucionismo, modernismo, liberalismo e incredulidad lanzados de-
senfrenadamente por el país, y a través de todo el mundo, es cosa
urgente que salgan buenos hombres que alcen su voz en contra de
falsas teorías y prácticas. Es también de vital importancia que
obras de este tipo se pongan a disposición del público, a fin de que
se haga consciente de las falsas enseñanzas, de que hay una alter-
nativa en la verdad, y que por todo ello hay un camino mejor.
El mundo puede aparentar ser sabio en todo. Presenta su causa
de una manera tal que parece invencible, pero todo ello suena bien
sólo cuando no se ha dicho la otra parte. Cuando se dice, la incre-
dulidad se derrumba, cayendo sobre su rostro.
Uno no tiene por qué avergonzarse de reconocer su fe en Dios, en
Cristo y en la Biblia. No hay razones para tener que pedir excusas
por el relato de la creación. La adopción de esta postura es la cosa
más sensata y lógica que uno pueda hacer. Acéptalo y aboga por él.
Al final se demostrará que estás en lo cierto. No tienes nada que
perder actuando así. El que no cree tiene todas las de perder.
Por ello quisiera alentarte a examinar este libro con una mente
abierta. Léelo; ponlo en tela de juicio, si así lo quieres, pero inves-
tígalo y examínalo en profundidad. Una vez hayas quedado conven-
cido de su veracidad, compártelo con otros. Te sentirás satisfecho
de haberlo hecho.
J. C. CHOATE
Winona, Mississippi
10 de junio, 1982
7
Prefacio del autor
El escepticismo es siempre el enemigo de la fe. Cuando el escep-
ticismo asciende, la fe desciende. Pero cuando la fe sube, viene en-
tonces la caída de la incredulidad, la destrucción del escepticismo.
ha sido el propósito de este autor acelerar la caída de la increduli-
dad mediante la publicación de este libro. Así, a lo largo de las pá-
ginas que siguen se da un ataque implacable contra aquellas filoso-
fías que dan apoyo a la incredulidd y al escepticismo.
Hace diez años el autor emprendió una actividad de redacción
que ha dado origen a El ocaso de los incrédulos. El escepticismo tie-
ne que ser afrontado directamente. Este es el propósito de este li-
bro. Esta obra, por ello, es un intento de afrontar los argumentos
del escepticismo.
Son demasiadas las personas que han estado involucradas en la
redacción de este libro para darles las gracias a todas. Pero se debe
dar las gracias de una manera especial a Tom Gaumer, doctor Bert
Thompson y Wayne Jackson. La lectura del manuscrito por parte
de ellos y sus sugerencias fueron de gran provecho para el autor en
la redacción final.
El autor desearía también hacer mención del doctor James D.
Bales por su especial atención al manuscrito y sus útiles sugeren-
cias. El doctor Bales ha tenido una gran actuación en el área de la
apologética cristiana durante varios años. Sus libros, que han sido
dirigidos hacia la argumentación apologética, han sido de suma uti-
lidad para el autor así como para miles de otros lectores. De mane-
ra específica, sus obras en el área del materialismo ateo han cons-
tituido una significativa contribución para el mundo creyente. De-
bido a su valiente postura contra todas las formas de escepticismo
durante tantos años el autor creyó que tan sólo él debía escribir la
introducción. Y me siento verdaderamente agradecido de que el
doctor Bales consintiera tan gentilmente a ello.
Es la oración de este autor que El ocaso de los incrédulos halle
su lugar en las bibliotecas de aquellos que deseen mantener la fe.
Es su deseo que esta obra sea de ayuda a aquellos que tienen per-
9
sistentes dudas acerca de su fe. Y es también deseo del autor que los
esfuerzos manifestados por la aparición de este libro en el mercado
arranquen a muchos de las garras de la incredulidad. Sin tan sólo
un alma se salva eternamente mediante la lectura de este libro, en-
tonces todo el tiempo finito empleado en escribirlo habrá sido bien
recompensado.
ROGER E. DICKSON
St. John's, Antigua
Pequeñas Antillas
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Introducción
Cuando los apóstoles predicaban el evangelio comenzaban sobre
el terreno común que compartían ellos mismos y su audiencia, o
con algún punto de interés común. La gente no va a aceptar algo di-
ferente de lo que ellos creen a no ser que uno comience con una ver-
dad que ambos sostengáis en común y/o alguna necesidad que ellos
reconozcan tener. Si uno no tiene nada en común con otra persona,
no hay por donde comenzar y por ello no se llega a ninguna parte.
En Pentecostés tanto los apóstoles como la audiencia creían que el
Antiguo Testamento era la palabra de Dios, ambos sabían algo al
menos acerca de Jesús de Nazaret, y erigiendo sobre lo quemante-
nían en común los apóstoles procedieron a demostrar que Jesús es
el Cristo. En Atenas Pablo conectó con el interés que tenían en los
asuntos religiosos (Hechos 17:22-23), utilizó la verdad que mante-
nían en común, de que somos linaje de Dios (17:28-29), y luego pasó
a presentar una de las credenciales de Cristo, esto es, la resurrec-
ción (17:31).
Durante mucho tiempo en América y Europa el terreno común
que hemos mantenido con mucha gente, tanto religiosos como tam-
bién incluso con la mayor parte de las personas que no eran muy
religiosas, ha sido que la Biblia es la palabra de Dios. Erigiendo so-
bre este terreno común podíamos exponerles lo que la Biblia ense-
ña, y cuando sabían que era de la Biblia reconocían que era cierto,
aun cuando pudieran no obedecerlo. Sin embargo, en la actualidad
las termitas de la incredulidad han destruido la fe de muchas per-
sonas religiosas en la Biblia como la palabra de Dios. Cuando uno
demuestra que la Biblia enseña un cierto principio moral, o una
verdad particular con respecto a la Iglesia, ello no les convence de
que sea verdad ni que les obliga. Afrontamos un mundo que sepa-
rece más al mundo de los días de los apóstoles. De hecho, la mayo-
ría de los judíos, en la actualidad, no creen que el Antiguo Testa-
mento esté inspirado por Dios. Hay una tremenda cantidad de
ateísmo en el mundo, hoy en día. El comunismo es una filosofía
atea de la vida, y cuando llega a dominar un país hace todos los es-
11
fuerzos posibles para desalentar la religión e inculcar el ateísmo. Al
tratar con las muchas personas del mundo actual tenemos que ha-
cer como hacían los apóstoles, esto es, tenemos que comenzar con
una base común, y al razonar sobre ella llevar a las personas a la
fe en Dios y en Cristo.
¿Qué terreno común tenemos con los ateos? No compartimos
con ellos una fe común en Cristo ni en la Biblia. ¿Dónde podemos
empezar? Con diferentes ateos podemos comenzar por distintos lu-
gares, pero con todos ellos debemos comenzar con la convicción,
sostenida en común, de que la mente humana puede llegar a la ver-
dad. Si uno no cree que haya poder alguno en la razón y en el ra-
zonamiento sobre las evidencias, si uno no cree que haya posibili-
dad alguna de llegar a ninguna verdad, será imposible razonar con
tales individuos. ¿Cómo se puede razonar con alguien que niegue
que la razón tenga poder alguno para llegar a la verdad? Natural-
mente, hay algunas personas que han afirmado que nada existe,
que incluso si existiera no podríamos conocerlo, e incluso que si
uno pudiera conocerlo no podría transmitir este conocimiento a
otros. Evidentemente, estas personas se contradicen a sí mismas. Si
nada existiera, no habría nadie para afirmar ni negar que algo exis-
ta. Sin embargo, ellos niegan que exista. Si fuera imposible conocer
algo si este algo existiera, sería imposible afirmar la abrumadora
verdad, si verdad fuera, de que uno no puede conocer nada. Ten-
drían que aprender algo acerca de la naturaleza de la realidad en
orden a afirmar que uno no puede conocer la realidad en grado al-
guno. Si es imposible comunicar, ¿cómo podrían ellos comunicar su
conocimiento de que nada hay o que si algo hay este algo no puede
ser conocido? Es divertido y patético que estas personas se llamen
a sí mismas, por regla general, intelectuales que han llegado a co-
nocer por fin la verdad acerca de la vida, y que como hombres mo-
ralmente honrados están dispuestos a reconocer esta verdad. Natu-
ralmente, si están en lo cierto no hay nada que sea moral ni inmo-
ral, honesto o deshonesto. Estos pretendidos agnósticos se contradi-
cen a sí mismos y uno podría comenzar señalando que ellos cono-
cen lo suficiente como para dar alimento al cuerpo, que supuesta-
mente no existe, y hallan su camino a la mesa alrededor de tres ve-
ces al día. Una persona así no debería pretender que no sabe nada,
ni que está siendo razonable e intelectual al hacer tal pretensión.
Sin embargo, la mayor parte de la gente reconoce consciente-
mente, y todos reconocen por sus acciones, que existe algún poder
de la mente humana para llegar a la verdad. Comenzando desde
este terreno común razonamos con el ateo y le mostramos que la ra-
zón exige que uno acepte la existencia de Dios.
Como los apóstoles, no debemos ante todo enseñar a estas per-
sonas lo que deben hacer a fin de salvarse, sino que les tenemos que
mostrar que son pecadores y que Cristo es el Salvador. Entonces se
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abrirán a la enseñanza que les muestra lo que deben hacer a fin de
ser salvos a través de Jesucristo. Tenemos primero que tratar con el
hecho de que el pecado existe, que hay la ley moral, que Dios existe,
y que Jesucristo tiene suficientes credenciales. Las credenciales de
Cristo tienen que ser predicadas. Incluso cuando los apóstoles se
hallaron frente a una audiencia que creía en Dios y en el Antiguo
Testamento, les tuvieron que predicar a Cristo y Sus credenciales.
Esto fue hecho en Pentecostés. Pedro sacó una conclusión cuando
dijo: «Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este
Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cris-
to» (Hechos 2:36). Una conclusión se basa en lo que ha venido
antes. ¿Qué hubo antes de esto que justificara la conclusión de que
Jesús es el Cristo que mucho tiempo antes había sido profetizado
por los profetas del Antiguo Testamento? Pedro había expuesto cua-
tro líneas de evidencia que constituían el fundamento de esta con-
clusión. Primera, el cumplimiento de las profecías (Hechos 2:16-21,
25-28, 30-35). Segunda, los milagros de Cristo que habían sido pre-
senciados y reconocidos incluso por los enemigos de Cristo, que tra-
taron luego de dar cuenta de ellos como siendo obra del diablo.
«Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón apro-
bado por Dios entre vostros con las maravillas, prodigios y señales
que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mis-
mos sabéis» (Hechos 2:22). Tercera, la resurrección. «A este Jesús re-
sucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos» (Hechos 2:32).
Las dos características básicas de testigos fiables son: (a) Deben es-
tar en posición de conocer la verdad de la que dan testimonio. (b)
Tienen que ser suficientemente honrados como para decir la ver-
dad. Cuando sean probados en cualquier forma en que se deban
probar los testigos. Como testigos, los apóstoles cumplen a la per-
fección. Cuarta, los milagros en Pentecostés. «Así que, exaltado por
la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Es-
píritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís» (Hechos
2:33). Aquel día algo fue oído: «vino del cielo un estruendo como de
viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban
sentados» (Hechos 2:2). Algo fue visto: «y se les aparecieron lenguas
repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos»
(Hechos 2:3). Algo fue hecho: «y fueron todos llenos del Espíritu
Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu
les daba que hablasen ... cada uno les oía hablar en su propia len-
gua ... como, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra
lengua en la que hemos nacido ... les oímos hablar en nuestras len-
guas las maravillas de Dios» (Hechos 2:3, 6, 8 yll). A la gente se le
dieron razones para la fe; no se les pidió que creyeran sin razón de
por qué.
Por todo el libro de Hechos encontramos que Cristo es predica-
do, pero esta predicación de Cristo involucraba la presentación de
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evidencias, las credenciales, que demuestran que Jesús es el Cristo.
No sólo debemos ser agresivos en la proclamación de las razones
para la fe en Dios, Cristo y la Biblia, sino que cuando se nos pida
debemos dar razones para nuestra fe. «Santificad a Dios el Señor en
vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar de-
fensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande
razón de la esperanza que hay en vosotros» (1 Pedro 3:15). Esta no
es solamente la responsabilidad de los predicadores del evangelio,
sino de cada cristiano. Es cierto que algunos conocen más acerca de
las razones de la fe que otros, pero todos nosotros debemos persistir
en el estudio a fin de poder estar más y mejor equipados para pre-
sentar razones de la fe en Cristo a un mundo que carece de esta fe.
Hay muchos libros buenos sobre el tema de por qué creer. Algu-
nos tratan de un aspecto, otros de otro. Algunas personas quedan
más impresionadas por unas ciertas líneas argumentales que otras.
Sea donde sea que la gente se encuentre, y sea lo que fuere que las
pueda impresionar, es mi convicción de que en el vasto campo de
las evidencias cristianas hay material con el que comenzar y ense-
ñarles acerca de Dios, de Cristo y de la Biblia.
Necesitamos más hermanos que se familiaricen estrechamente
con los varios campos de las evidencias cristianas. También necesi-
tamos a más que examinen todo el campo de ellas. Estos hermanos
tienen que escribir libros, monografías y artículos que presenten los
frutos de sus investigaciones, meditaciones y razonamientos. Yo he
estado interesado en este tema desde mi adolescencia, por cuanto
los había que intentaron derribar mi fe en mis años primeros. Mien-
tras estaba en la universidad escribí a una cantidad de prominentes
predicadores apremiándoles a que escribieran más acerca de este
tema. Durante mis estudios superiores en tres universidades dife-
rentes pasé más tiempo dedicado a las evidencias cristianas que a
muchas de las materias lectivas. Creo que he tocado al menos el
borde del manto, pero son muchas las cosas que me invitan y apre-
mian a dedicar más tiempo que el que le he dedicado a la cuestión
de la tierra y del hombre y también al diluvio.
Doy la bienvenida a este libro del doctor Roger E. Dickson como
una valiosa contribución para la Iglesia y su obra de evangelización
del mundo incrédulo. Uno de sus valores es que trata de una varie-
dad de temas y asuntos pertinentes al conflicto entre el cristianis-
mo y el mundo hoy en día, el conflicto entre la fe en Dios como se
revela en Cristo, y la fe en la materia y en las filosofías de los hom-
bres que los incrédulos utilizan para intentar destruir el cristianis-
mo. Espero que tenga una amplia circulación y que sea de ayuda a
los cristianos para que den razones a aquellos que se las pidan de
la base de su esperanza en Cristo.
Este libro aparece en un mundo que está lleno de incredulidad,
como lo estaba en los días del obispo Joseph Butler en 1736 en In-
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glaterra, cuando dijo: «Ha venido, no se por qué, a ser dado por su-
puesto, por parte de muchas personas, que el cristianismo no es
tanto un tema en el que indagar, sino que, por fin, se ha descubierto
como ficticio. Y por todo ello lo tratan como si, en la presente épo-
ca, éste fuera un punto de acuerdo entre las personas con discerni-
miento, no quedando nada más que exponerlo como asunto princi-
pal de risa y ridículo, como represalia, por haber interrumpido du-
rante tanto tiempo los placeres del mundo. Al contrario, aquí, como
mínimo, se encontrará no dado por supuesto, sino demostrado, que
cualquier persona razonable que quiera considerar este asunto a
fondo puede quedar plenamente asegurada, como lo está de que
existe, de que no se trata empero de una cosa tan clara, que no haya
nada de ello. Hay, creo yo, una poderosa evidencia de su veracidad;
y lo cierto es que nadie puede, en base de los principios de la razón,
quedar convencido de lo contrario. Y la consecuencia práctica que
se debe sacar de ello no recibe atención por parte de todos aquellos
a los que les atañe» (The Analogy of Religion, 30." edición, 1858,
págs. 28-29).
Butler presentó sus argumentos en lo que uno pudiera denomi-
nar un enfoque suave en tanto que se contentaba con establecer un
elevado grado de probabilidad que él decía llegaba a la certidum-
bre moral. El libro del doctor Dickson muestra, aunque con una
más amplia serie de argumentos, que el cristianismo no está desa-
creditado ni destruido como lo han pretendido sus críticos en varios
períodos durante los últimos dos mil años.
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Prólogo
Muchos dirían que el mundo en el que vivimos está lleno de in-
credulidad. Esto puede ser exacto o no . Si fuéramos caritativos di-
ríamos al menos que el mundo es sumamente escéptico. La gente
no sabe qué o a quien creer ya más. Si no existe una total incredu-
lidad, al menos la duda se encuentra en todas partes. Los que du-
dan son una cantidad tan significativa que su fuerza debe ser toma-
da como indicación de que no estamos llevando a cabo el trabajo de
disipar la incertidumbre. ¿En quién se puede confiar acerca de
algo? Muchos dirían: «En nadie». Desde la jefatura del gobierno (lo-
cal, estatal o federal) hasta el ministro local, todos caen automáti-
camente bajo sospecha. Con frecuencia se hace la pregunta: «¿Pue-
do realmente creerme lo que dice esta persona?» O, «¿Cómo puedo
creerme esto?» O, también, «¿Por qué debiera yo creer esto?» Pero
las preguntas no se detienen ahí, porque muchos están interesados
en más. «¿Puedo creer en Dios?» «¿Puedo creer en Jesucristo como
Hijo de Dios?» «¿Puedo realmente creer la Biblia?» Nuestra falta de
fe en otros parece irónica, por cuanto creemos que otros nos crean
a nosotros. Sin embargo, la moralidad se encuentra en un vacío,
una vacuidad; está ausente tanto en nuestra nación como en el
mundo.
¿Por qué no nos preocupamos más acerca de la moralidad?
¿acaso la historia registrará nuestra época como una que ha descar-
tado la moralidad como anticuada y carente de valor para noso-
tros? Cuando alguien se siente preocupado por la moralidad (al es-
tilo de la «Mayoría Moral»), en lugar de sentirnos agradecidos por-
que alguien está intentando hablar por el bien, parece que sale un
rugido de lugares por lo general silenciosos. No estoy intentando ar-
gumentar acerca de lo acertado o desacertado de la Mayoría Moral,
sino que estoy diciendo que alguien tiene que decir algo en defensa
de la decencia. En un día y en una época en que la gente se siente
preocupada por los «derechos», ¿qué acerca de aceptar el DERE-
CHO de alguien para hablar en favor de la decencia, de la morali-
dad, de la ética? ¿Por qué aplaudir lo indecoroso y escarnecer lo de-
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coroso? ¿Hemos perdido la sensibilidad, y no podemos ya discernir
entre el bien y el mal? Quizá estamos cayendo en la culpa de «amar
las tinieblas más que la luz», y estamos llamando"ª lo malo bueno,
y a lo bueno malo».
En tanto que es cierto que muchos en nuestro mundo se encuen-
tran en la incredulidad, se debería observar que cada uno cree algo.
No hay nadie que no crea en nada. Esto es imposible a no ser que
alguien quiera negar la existencia de la realidad. Pero pregunta-
mos, si cada uno cree algo, ¿qué es lo que uno debe de creer? Esta
es una buena pregunta y merece una respuesta honrada.
El cristianismo existe. Hay personas por todo el mundo que son
cristianas. La existencia de la religión cristiana no puede ser nega-
da. Esencial para la existencia del cristianismo son las verdades
fundamentales que no pueden ser ignoradas y que le son básicas.
En primer lugar, hay un Dios. Parece más bien inútil que al-
guien pretenda ser cristiano, esto es, seguidor de Cristo (el Hijo de
Dios), si no hay Dios. Si Dios no existe, es ciertamente inútil creer
que Jesús es Su Hijo. Una creencia en Dios es curiosamente enfoca-
da por parte de algunos. No puedo argumentar en favor de la exis-
tencia de Dios tal como es percibida por varios grupos religiosos.
En demasiadas ocasiones Dios ha sido conformado en base de los
pensamientos humanos (cp. J. B. Phillips, Your God is Too small,
para una excelente co,nsideración acerca de los varios conceptos de
Dios). Para algunos, El es un Dios «muy, muy lejos» y no es cons-
ciente de las luchas que el hombre afronta. O, si está consciente de
estas luchas, no puede hacer nada debido a Su lejanía. Esto es una
negación de la obra sobrenatural de Dios en el mundo. En base de
esto se desarrolla la persuasión de que el hombre tiene que «»arre-
glárselas él mismo» si la vida ha de ser un éxito. Para otros, el he-
cho de que uno crea en la obra sobrenatural de Dios en la actuali-
dad debe ser clasificado como «sectario» (¿lleva esto a la memoria
a Jim Jones y el incidente de Guayana?) y por ello no es aceptable
para respetables intelectuales cristianos. Por ello no discurriremos,
como cristianos, en favor de la creencia en varios conceptos de
Dios, sino sólo en pro de la fe en el Dios del mundo que se ha re-
velado a Sí mismo en Su Hijo y en Su palabra, la Biblia.
En segundo lugar, al hombre se le pide que crea que Jesucristo
es el divino Hijo de Dios. Pero, ¿cómo puede el hombre creer esto?
¿No es más bien absurdo creer que Jesús sea un ser divino? Llamar-
le un buen hombre, un buen filósofo moral, un maestro por excelen-
cia, sí. Pero, ¿podemos aceptarlo como divino? ¿No es esto esperar
demasiado? ¡No! Personas responsables por todo el mundo aceptan
a Jesucristo como el Hijo divino de Dios. Y lo hacen basados en (1)
Su afirmación de ser el Hijo de Dios, y (2) la evidencia presentada
en apoyo de esta afirmación.
El testimonio de la deidad de Jesucristo viene de la voz de cua-
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tro hombres, esto es: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Estos hombres
aportan evidencias de la divinidad de Jesucristo, y piden a sus lec-
tores que sopesen la evidencia y tomen una decisión. Juan especí-
ficamente lo pone en claro en Juan 20:30-31. Fuera del testimonio
de lo que estos hombres aportan acerca de Jesús, nadie puede decir
que Jesús hiciera o dijera nada. Esto hace muy crucial nuestra de-
pendencia del testimonio de ellos. Atticus G. Haygood escribió un
pequeño tratado titulado El Hombre de Galilea (CLIE, reimpresión
1985). Allí presenta un excelente material acerca de cómo estos es-
critores presentan a Jesús tal como fue conocido por ellos. Cristo no
fue criatura de la imaginación de ellos, sino una persona en la ex-
periencia de sus vidas. Edward C. Wharton argumenta en Give Me
Historical Christian Evidences que la creencia en la historicidad de
Jesús como el divino Hijo de Dios no es un recurso de los cristianos,
sino más bien una conclusión obligada basada en el peso de una só-
lida evidencia.
En tercer lugar, la Biblia es la divina palabra de Dios. La vali-
dez de la Biblia está siendo puesta en tela de juicio desde cada sec-
tor de la sociedad. La aparición de nuevas traducciones (por útiles
que puedan ser) está causando que algunos lo utilicen en contra de
la Biblia, preguntando: «¿Qué Biblia debemos creer?» Entre los
creyentes surge la pregunta: «¿Cómo interpreto la Biblia?» Y, más
recientemente: «¿Es la Biblia la palabra inerrante de Dios?» Siem-
pre se han hecho preguntas similares. «¿Cómo debemos entender la
Biblia?» «¿Debería defenderse la Biblia, o necesita la Biblia ser de-
fendida?» «¿La Biblia contiene verdad?» «¿Qué clase de verdad?»
«¿Contiene verdades proposicionales?» «¿Es absoluta la verdad de
la Biblia?» Y, «¿Es la Biblia, hoy en día, la palabra de Dios? ¿Po-
demos confiar en ella?» «¿Cómo sabemos que la Biblia es la misma
hoy que cuando fue originalmente escrita?» «¿Fueron inspirados los
escritores de la Biblia?» «Si es así, ¿cómo?» «¿Significa esto que
cada palabra lo fue?» O: «¿Fue la inspiración tan sólo una parte de
sus procesos pensantes, siéndoles inspirado el pensamiento, en tan-
to que su puesta en palabras está abierta al error?» «La inspiración
(infalibilidad) ¿debe ser adscrita a los escritores o a los escritos?
¿Hay alguna diferencia en que sea una u otra cosa?»
Estas cuestiones, y muchas más, son tratadas con cuidado y pre-
cisión en este libro, El ocaso de los incrédulos, del doctor Roger E.
Dickson. He conocido personalmente al doctor Dickson durante va-
rios años. Hemos pasado mucho tiempo discurriendo acerca del
tema de las evidencias cristianas. Encuentro que es una persona
que está dispuesta a escudriñar a fondo el material acerca del que
habla y escribe. Ama la verdad y busca conocerla y llevar a otros a
un más pleno conocimiento de la divina revelación de Dios. Cual-
quiera que lea este material no se sentirá defraudado con lo que en-
contrará. Su estilo polémico está envuelto en· amor y es no obstante
19
intenso en la defensa de lo que cree. No hay ninguna nueva revela-
ción en estas páginas, porque lo que él dice se encuentra también
en otras partes. Pero merece ser repetido a una nueva generación y
debería ser cuidadosamente estudiado por todos y cada uno.
Edward P. Myers (*Ph.D., Candidato)
(Drew University, Madison, New Jersey)
38 Southern Blvd.
Chatham, New Jersey 07928
20
1
U na historia de defensa
Cada persona cree algo. Este algo que es creído es generalmente
creído porque el individuo ha quedado convencido de ello mediante
algún tipo de evidencia. Y, por lo general, podemos dar algún tipo
de defensa por creer en lo que creemos. Todas las personas norma-
les reflexivas tienen creencias y defensas para estas creencias.
No es distinto con el cristianismo. El cristianismo no es una re-
ligión carente de base. No es un sistema de pensamiento basado en
un deseo. Está basado en hechos que han sido demostrados y pro-
clamados por testigos fiables. Y la verdad de todo ello ha quedado
confirmada en los anales de la historia mediante la sangre de aque-
llos testigos que murieron en su defensa. El cristianismo es una
creencia de los hombre que puede ser defendida por cuanto está ba-
sada en hechos.
La defensa de la Biblia y del cristianismo no es un producto re-
ciente de los tiempos modernos. La defensa de la Biblia se origina
a partir de la misma Biblia. Esta acción simplemente ha tenido su
continuación a lo largo de los siglos. Cuando el apóstol Pablo se de-
tuvo en la Colina de Marte se enfrentó a las diversas filosofías con
el poder de la palabra y de la lógica. Y ha habido miles de «colinas
de Marte» desde su época. Siempre ha habido aquellos gigantes de
la lógica que han ascendido hasta la misma cumbre para hacer re-
sonar una defensa de Jesús y de Su vida y palabra. Es la opinión de
este escritor que cada cristiano debería abrirse camino hasta la
cumbre y defender lo que cree. Una religión que no pueda ser de-
fendida desde las cimas de los montes del mundo pensante no vale
la pena ser creída. Y aquellos que se postran atemorizados y no de-
fienden una creencia defendible deberían darse cuenta de que están
sólo estorbando su causa por su inactividad.
21
DEFINICIONES
FILOSÓFICA
Apologética
cristiana
TEOLÓGICA HISTÓRICA
l. Bernard Ramm, Protestant Christian Evidences (Chicago: Moody Press, 1971), pág. 13.
2. !bid.
22
DEFENSAS DEL SIGLO PRIMERO
La defensa del cristianismo tuvo su origen en los apóstoles ins-
pirados. Cuando Pablo marchaba valientemente sobre las llanuras
del mundo antiguo estaba listo para, en cualquier momento, hacer
resonar una defensa de la veracidad del cristianismo. Su defensa de
la verdadera religión contra los filósofos atenienses en Hechos 17
constituye sólo un ejemplo de ello (Hechos 17:22-31). Este hecho
será expuesto en el capítulo que sigue, pero desde el punto de vista
histórico debemos aquí reconocer que los primeros cristianos eran
defensores capaces y bien dispuestos de su fe (cp. Filipenses 1:7, 16;
Hechos 24:10-25; 1 Pedro 3:15; Judas 3). No eran remisos ni frente
al ·reto ni frente a la responsabilidad de defender el evangelio.
En base de 1 Pedro 3:15, entendemos que la defensa de la fe fue
un mandato dado por Dios. Pedro escribió que debemos «estar
siempre preparados para presentar defensa ... » Así, cada cristiano
debía estar preparado para dar una respuesta concerniente a su fe.
Y esto lo hacían los primeros cristianos.
23
blo romano como un todo, en su Apología. Reid dice que «comienza
con una instancia no para que se finalice el castigo contra los cris-
tianos, sino para que se examinen las acusaciones contra ellos». 4
Justino no estaba suplicando para que por misericordia acabara la
persecución. Estaba demandando un honrado examen del cristia-
nismo.
En su Diálogo con Trifón, Justino afirma que su propósito es «ex-
poner ante el público un fiel memorial de nuestra vida y doctrina,
a fin de que no tengamos que culparnos a nosotros mismos por
nuestros sufrimientos que, por falta de una debida información, po-
dáis inflingir sobre nosotros». 5
La principal tarea de Justino fue la de demostrar la superiori-
dad de la vida y moralidad de Cristo sobre las prácticas paganas.
En el Diálogo con Trifón emprende la defensa de la condición me-
siánica de Cristo mediante referencia a las profecías del Antiguo
Testamento.
B. Taciano (125-200):
Taciano es más bien conocido por ser autor del Diatessaron, una
armonía de los Evangelios. En su Discurso a los griegos argumenta
él que el cristianismo es superior al paganismo. «Emprende un ata-
que insólitamente intenso contra el mundo contemporáneo: No
puede hallar nada sino el mal en sus religiones, ética, filosofía y cul-
tura.» 6
C. Tertuliano (160-220):
El propósito de Tertuliano en su Apologeticus era también la de-
fensa de la superioridad del cristianismo sobre el paganismo. Es
bien conocido por la afirmación: «La sangre de los cristianos es la
semilla de la Iglesia.» Esta afirmación fue hecha en referencia a su
defensa del cristianismo, señalando al hecho de que la persecución
contra el cristianismo era injustificada e ilegal. En Apologeticus tra-
ta específicamente de aquellas injusticias practicadas contra los
cristianos.
En su obra Contra Marción Tertuliano pasó a una refutación
doctrinal de Marción. Marción acuñó la creencia gnóstica de que el
Dios del Antiguo Testamento era diferente del Dios de amor del
Nuevo Testamento. Así, la tarea de Tertuliano fue la de demostrar
que el Dios de la creación era el «buen» Dios del Nuevo Testamen-
to.
D. Ireneo (130-200):
Ireneo es reconocido como el primero en defender los princi-
24
pios o sistema qe argumentación apologética. 7 Su mayor obra fue
Contra herejías. Esta fue una obra apologética contra las extendidas
creencias de los gnósticos.
E. Orígenes (185-254):
Un hombre llamado Celso atacó al cristianismo alrededor del
177 al 180 en una obra llamada Discurso verdadero. En esta obra,
Celso negaba la condición mesiánica de Cristo y afirmaba que el pa-
ganismo era una alternativa válida frente al cristianismo. Básica-
mente, la obra de Orígenes, Contra Celso (230), es una respuesta a
Celso. En su obra, Orígenes expone, básicamente, una defensa com-
pleta del cristianismo. Sus razonamientos en este y otros escritos
afectaron el mundo religioso por muchos siglos.
A. Atanasia (296-373):
La principal obra de Atanasia fue la de luchar contra la herejía
arriana que negaba la divinidad de Cristo. Este fue en realidad un
25
debate doctrinal que vino a la confrontación abierta en sus años de
labor.
B. Agustín (354-430):
En su de Civitate Dei, Agustín defendió el cristianismo en contra
de los que le achacaban la caída del Imperio Romano. De Civitate
Dei fue escrito en dos partes entre el 412 y el 426. La primera parte
es una defensa del cristianismo. En la segunda parte Agustín pasa
de una defensa a un ataque contra aquellos que se oponían al cris-
tianismo.
C. Anselmo (1033-1109):
La más grande contribución que Anselmo de Canterbury hizo
para el campo de las evidencias cristianas fue la presentación for-
malizada del argumento ontológico de la existencia de Dios, que
será tratado en un capítulo posterior. Pero, desde el punto de vista
histórico que nos ocupa aquí, Anselmo afirmó que se podía presen-
tar evidencia de la existencia de Dios en base de la idea misma de
Dios. La misma idea de Dios asume la existencia de Dios.
D. Tomás de Aquino (1225-1274):
Como se ha sficho antes, el principal propósito de Aquino era el
de armonizar la razón y la revelación, la ciencia y la religión. Su
primer libro principal fue Summa Contra Gentiles (1259-1264). En
su segunda obra, Summa Theologica, 8 trata específicamente de la
existencia de Dios exponiendo sus cinco pruebas mayores: (1) Tiene
que haber habido un Primer Motor para dar comienzo a todo mo-
vimiento. (2) Cada efecto tiene que tener una causa «eficiente». Tie-
ne que haber habido una causa primera y eficiente para dar origen
a todas las cosas presentes. (3) Si nada hubiera existido en el pasa-
do, nada existiría ahora. Ello demanda la existencia de algo duran-
te todo el tiempo pasado. (4) Tiene que haber una norma de bien
moral. Sin tal cosa no podrían existir los conceptos de bien y de
mal. Esta norma tiene que ser infinita, y Dios mismo. (5) Aquino
afirmó que hay una inteligencia por la cual las cosas son dirigidas
hacia un objetivo. Su quinto argumento era su versión de lo que
hoy recibe el nombre de argumento teleológico.
E. Otros defensores de pasados siglos y épocas en su contexto
intelectual:
El espacio no nos permitirá tratar todos aquellos que se han le-
vantado tan valientemente para defender el cristianismo durante la
edad media. Pero debemos mencionar aquí de paso a algunos de los
mejor conocidos.
8. !bid., pág. 112.
26
Durante los días de la Reforma, Juan Calvino (1509-1564) publi-
có su obra Instituto Christianae Religionis (1536). En el mencionado
tratado él mantiene que Dios se presenta a Sí mismo al hombre por
medio de la naturaleza. Y del mismo modo que Anselmo, Calvino
creía que Dios ha puesto en las mentes de los hombres el concepto
de Dios. En 1627, Hugo Grotus escribió Conceming the True Chris-
tian Religion, que era una defensa frente a las enseñanzas del Islam.
Pocos años después, John Locke (1632-1704) contendía en pro de la
razonabilidad de la religión cristiana en The Reasonableness of
Christian Faith (1695). Locke creía que algunas cosas no podían ser
probadas por la razón, como, por ejemplo, la futura resurrección de
los muertos y las guerras angélicas.
Al llegar a este punto se debe tener una clara comprensión del
pensamiento filosófico general de estos siglos. Los siguientes puntos
nos dan una imagen de fondo general:
1. La era del escolasticismo: «El escolasticismo fue un intento
de proveer una base filosófica para la teología; un intento de redu-
cir la doctrina cristiana a una forma científica, de armonizar la re-
velación ¡::on la razón, la fe con la ciencia.» 9 Este sistema de pensa-
miento se originó en realidad en el siglo noveno, pero floreció entre
los siglos once y catorce. La espiritualidad no caracterizó este pe-
ríodo. A la gente sólo le interesaba la fría lógica. Los primitivos es-
colásticos trataban con la mera lógica en la defensa de las doctri-
nas, fuera que se basaran en la Biblia o no. Mucho del pensamiento
filosófico de estos años estaba centrado en esta manera de razonar.
Y muchos religionistas defendieron el cristianismo, durante este
época, mediante esta misma manera de razonar.
2. La era del pietismo: El pietismo se localizó más en el siglo
diecisiete. «Históricamenmte, el movimiento fue originado por Phi-
lipp Jakob Spener en Alemania, buscando un retorno al cristianis-
mo vital y evangélico frente al intelectualismo y formalismo de la
ortodoxia protestante del siglo diecisiete.H Indudablemente, este
movimiento surgió de la falta de concentración en el lado espiritual
del cristianismo durante los años del escolasticismo.
3. La era del racionalismo (la era de la Ilustración): Durante esta
época, la razón reinó como reina en las mentes de los hombres. La
espiritualidad se hallaba en un punto bajo, y la ignorancia de las
Escrituras en un punto muy elevado. Este período ha sido conside-
9. H. S. Miller, General Bíblica/ lntroduction (Houghton, New York: The Word-Bearer Press,
1960). pág. 325.
10. T. Almar Kantonen, •Pietism•, An Encyc/opedia o( Religion, Virgilius Ferm, ed. (New
York: Philosophical Library, 1945). pág. 585.
27
rado como la épica en la que los hombres aceptaron «La razón
como sustitutivo para la depresión espiritual». 11
Este período del pensamiento surgió a la vida a finales del siglo
diecisiete. Inglaterra fue su cuna, y su período de vida fue algo más
de cien años. «Esta Edad de la Razón o de la Ilustración comenzó
durante el reinado de Luis XIV y persistió sin o bien poca decaden-
cia hasta 3ue llegó a su punto culminante durante el reinado de
Luis XV.» 1 Filósofos como Rousseau, Voltaire, Descartes, Leibnitz
y Spinoza influenciaron de manera suma las mentes de los hombres
durante aquellos días de dominio de la razón.
Como se ha dicho antes, la razón vino a ser la solución para
todos los problemas; la razón vino a convertirse en un dios. Reid
explica:
La característica dominante que encarriló el pensamiento de la época y que
determinó la manera en la que los hombres hablaban acerca de la religión fue
una confianza fundamental en la omnicompetencia de la razón. Se trata de
una edad en la que no existen problemas irresolubles ni puertas cerradas a tra-
vés de la que no pueda pasar la razón. Las limitaciones sobre nuestro conoci-
miento son echadas a un lado, si no en la práctica si al menos en principio, y
nada queda esencialmente fuera del alcance de la razón. 13
28
taba separado del mundo; simplemente, no hace milagros. Como
resultado de tales creencias, se tendía a eliminar la posibilidad de
una revelación. Y esto, automáticamente, condujo a la negación de
la inspiración de la Biblia.
El deísmo también preparó un suelo fértil para la doctrina de la
evolución teísta. Dios creó el mundo y luego se retiró para dejar que
las leyes naturales tomaran su curso. Y cuando Charles Darwin se
presentó con el Origen de las Especies en 1859, ya se había dispuesto
el escenario en las mentes de muchos religionistas para un concepto
de los orígenes totalmente naturalista.
Pero muchos de los apologistas levantaron sus plumas en protes-
ta en contra del concepto deísta de la religión natural. Aunque hubo
algunos apologistas deístas -creían en Dios en oposición a los
ateos- fueron demasiado lejos en su sustitución de la razón y ra-
cionalismo en lugar de la obra trascendente de Dios. Por lo general,
los milagros, la profecía e inspiración eran dejados fuera de la re-
ligión del deísta. Por ello, otros que sí creían en la inspiración di-
vina de las Escrituras y en el hecho de los milagros y de la profecía
salieron en defensa del verdadero cristianismo.
Joseph Butler (1692-17 52) fue una de las principales figuras en
levantarse en protesta contra la religión deísta. En su Analogy of Re-
ligion (1736) da por sentada la existencia de Dios y razona que Dios
creó todas las cosas y rige todas las cosas. «Su argumento clave es
la incapacidad de la razón humana para ser juez de los asuntos re-
ligiosos.» 16
Otros hombres principales que se mantuvieron en contra de los
naturalistas y de los deístas durante este período fueron Richard
Baxter (The Reasons of the Christian Religion, 1667), Charles Leslie
(A Short and Easy Method with Deists, 1698), y Edward Stilling-Flee
(An Answer to the Modern Objections of Atheists and Deists, 1709).
F. William Paley (1743-1805):
Ningún estudio de las evidencias cristianas estaría completo sin
mencionar las obras de William Paley. Sus obras en esta área de es-
tudio han sido utilizadas durante muchos años. Han tenido un in-
mensa influencia en el área de las evidencias cristianas.
Inevitablemente, el racionalismo conduce al escepticismo. Y los
escépticos florecieron durante la Ilustración. Hombres como David
Hume negaron de plano la posibilidad de los milagros, este último
en su libro Treatise of Human Nature (1737). Y Thomas Paine, en su
libro Age of Reason (1794-1796) enseñó que la Biblia era indigna de
confianza. Como resultado de los ataques de los escépticos, hom-
bres como William Paley se levantaron en defensa de la Biblia y del
cristianismo.
16. Reid, Christian Apologetics, op. cit., pág. 151.
29
En View of the Evidences of Christianity (1794), Paley responde a
los ataques de Hume y Paine. Presenta allí una sana argumentación
filosófica en defensa de la existencia de Dios. Más tarde se dedicó a
demostrar la validez de los milagros, profecía y otros hechos del
cristianismo comúnmente negados por los escépticos.
17. En realidad hombres como Rousseau y Voltaire rechazaron la forma corrompida de re·
ligión que vieron en el mundo en aquel tiempo: el catolicismo romano. Sus ataques eran en con-
tra de la tal y no específicamente en contra del verdadero cristianismo de la Biblia, aunque no
reconocieron ninguna diferencia.
30
creían intensamente en la Biblia y no dudaban en enseñar a los <lemas a hacer
lo mismo. En el siglo diecinueve se dio un cambio. Al ir transcurriendo aquel
siglo, el control de la educación en Europa y América pasó gradualmente de
las manos de tales hombres a manos de hombres más o menos carentes de con-
vicciones religiosas, e incluso a manos de hombres secreta o abiertamente hos-
tiles a la Biblia. 18
31
turalismo procedentes del campo científico se introdujeron subrep-
ticiamente en el campo religioso para esparcir su falsa propaganda
con respecto a los milagros y profecías de la Biblia. Los religionis-
tas modernistas y existencialistas comenzaron a buscar otra autori-
dad que la de la Biblia. Y así, cuando se abrieron las puertas del si-
glo veinte, en él entraron toda suerte de ideas torcidas, tanto acerca
de ciencia como de religión.
Durante la primera parte de este siglo, la ciencia comenzó a con-
formar las mentes de muchos a una actitud opuesta a la religión.
Los religionistas estaban carentes de preparación para afrontar las
filosofías de la evolución y sus consecuencias. Después de todo -se-
gún pensaban los evolucionistas- si la evolución es cierta no tene-
mos necesidad de unos orígenes sobrenaturales. Muchos creyentes
en la Biblia aceptaron crédulamente las conclusiones de esta cien-
cia filosófica. Y así comenzó una incesante decadencia que minaba
los principios fundamentales de la Biblia.
Pero esto ha cambiado en las últimas décadas, no en el sentido
de que las destructivas y decadentes filosofías hayan sido extermi-
nadas, sino que se han desarrollado las vacunas para combatirlas.
Los creyentes en la Biblia están afrontando el ataque de la ciencia
filosófica, no afirmando que la ciencia sea mala, sino señalando la
diferencia entre ciencia falsa y verdadera. Y esta última no contra-
dice a la Biblia, en contra de lo que muchos habían sido conducidos
a creer. ¡La verdadera ciencia armoniza con la verdadera religión!
El cristianismo ha sido puesto bajo una rígida investigación, y
hallado verdadero. Los que conducen la ofensiva en contra de los
ataques filosóficos de la falsa ciencia en la actualidad no son sólo
predicadores sino hombres pertenecientes al campo científico. Este
ha sido uno de los aspectos más relevantes y entusiasmantes de los
estudios modernos de evidencias cristianas. Geólogos, antropólo-
gos, biólogos e incontables especialistas de otros campos en el mun-
do de la ciencia están aportando su contribución en el ataque con-
tra las falsas ciencias y filosofías contrarias a las enseñanzas de la
Biblia. Este es un desarrollo estratégico, y de un tipo que puede lle-
var eventualmente a la caída de las teorías científicas y filosóficas
erróneas.
RECAPITULACIÓN
32
Pero permítase que el autor dé aquí una advertencia que será
tratada más plenamente en el siguiente capítulo. No debemos caer
en la trampa del racionalismo. Hay mucho lugar para la fe en el
cristianismo. El problema con el deísta es que intenta hacer todo
razón del cristianismo.
Esto es lo que sucedió durante los siglos diecisiete y dieciocho.
La razón tiene desde luego lugar en el cristianismo. Nos llevará
hasta tal punto, y luego la fe «razonable» nos llevará el resto del ca-
mino. El verdadero cristianismo no es todo razón ni todo fe. Es una
saludable parte de ambas cosas. Esto es lo que los racionalistas de-
jaron de ver.
33
2
,,
El cristiano y la razon
Vivimos en un mundo en el que no hay suficiente con conocer
qué es lo que creemos, sino donde también debemos ser capaces de
explicar de una manera razonable por qué lo creemos así. Y así es
como debiera ser. Esta atmósfera, sin embargo, no ha existido siem-
pre en sociedades de años pasados. Pero siempre ha sido responsa-
bilidad del cristiano explicar su fe.
El apóstol Pedro expuso esta vibrante tarea al ordenar: «Sino
santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre
preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia
ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vo-
sotros» ( 1 Pedro 3: 15). El término griego apología, aquí traducido
«presentar defensa», significa literalmente «una respuesta de vuel-
ta, una defensa», 1 o «un discurso en defensa». 2 La frase en estepa-
saje podría también ser traducida «listos para hacer una defensa a
cualquiera». 3 Este mismo término se utiliza también en 2 Corintios
7: 11, donde tiene que ver con «justificarse uno mismo» de acusacio-
nes y cargos. En Filipenses 1 :7 Pablo escribió: «Os tengo en el co-
razón; y en mis prisiones, y en la defensa (apología) del evangelio»
(cp. Hechos 19:33; 22:1).
De estos pasajes podemos concluir que el cristiano tiene la gran
responsabilidad de defender su fe. Por lo que a esto se refiere, cada
uno debiera poder dar razón de sus creencias, o abandonarlas en
l. Archibald Thomas Robertson, Word Pictures in the New Tes/amen/ (Nashville, Tenn.,
Broadman Press, 1933), vol. VI, pág. 114.
2. G. Abbott-Smith, Manual Greek Lexicon of the New Tes/amen/ (Edinburgh, Inglaterra: T.
& T Clark, 1937), pág. 52.
3. William F. Amdt & F. Wilbur Gingrich, A Greek Lexicon of the New Tes/amen/ (Chicago
University Press, 1968), 11." edición, pág. 95.
35
caso contrario. Archibald Sydney Smith dijo: «Es siempre correcto
que una persona debiera poder dar razón de la fe que está en él.» 4
Y se ha dicho con verdad: «La vida no examinada no vale la pena
de ser vivida, y la fe no examinada no vale la pena de ser creída.» 5
EVIDENCIA Y CREENCIA
EL CRISTIANO Y LA RAZÓN
Por qué creemos lo que creemos? ¿Por qué creemos, sin ninguna
especie de dudas, cosas o sucesos que nunca hemos experimentado
personalmente? Ahí es donde el acto de la razón entra en nuestra
discusión.
En contra de lo que algunos creyentes religiosos han mantenido
en el pasado, es necesario para razonar que sea un proceso de pen-
samiento cristiano. «La razón es la actividad mental utilizada en la
búsqueda de la verdad, y ningún sistema filosófico evita su utiliza-
• , 6
CIOn.»
Muchos como Fred Denbeaux han afirmado que «el Nuevo Tes-
tamento no tiene una gran confianza en el poder de la razón huma-
4. Sydney Smith, Lady Holland's Memoirs, I, 1855.
5. Arlie J. Hoover, Fallacies of Unbelief (Abilene, Texas: Biblical Research Press, 1975), pág.
l.
6. J. D. Thomas, Facts and Faith (Abilene, Texas: Biblical Research Press, 1965), pág. 260.
36
na». 7 Pero esto, simplemente, ¡no es correcto! La actividad del cris-
tiano en el reino del razonamiento queda claramente evidenciada
por el ejemplo de los primeros cristianos. Lucas registra: «Por tres
días de reposo (Pablo) discutió con ellos ... por medio de las Escritu-
ras» (Hechos 17:2, 3). Y discutía (Pablo) en la sinagoga todos los
días de reposo, y persuadía a judíos y a griegos» (Hechos 18:4; cp.
v. 19). Y Pablo «al disertar ... acerca de la justicia, del dominio pro-
pio y del juicio venidero» (Hechos 24:25; cp. Filipenses 1:17; 1 Te-
salonicenses 5 :21).
De necesidad, el cristianismo utiliza la razón. Los cristianos de-
ben utilizar sus cabezas. Harvey Everest escribió:
No podemos creer a no ser que la creencia sea más racional que la incre-
dulidad. No podemos creer voluntaria, arbitrariamente, o en contra de la ra-
zón. La razón, significándose por ella todo el poder mental para la indagación
de la verdad, debe ser nuestra conductora. Nadie insiste más intensamente en
ello que el defensor del cristianismo. La razón y la fe no son antagonistas, sino
más bien coadjutoras. Ninguna fe vale la pena a no ser que quede justificada
por el más estricto uso de la razón. 8
7. Fred Denbeaux, The Arto( Christian Doubt (New York: Association Press, 1960), pág. 60.
8. Harvey W. Everest, The Divine Demo11stratio11 (St. Louis, Mo.: Christian Publishing Co.,
1884), pág. 13.
9. George Santayana, Scepticism and Animal Faith (Peter Smith, 1923), n.p.
10. Galileo, Carta a la Gran Duquesa de Toscana, 1615.
11. Willard O. Davis, Evolution and Revelation (Austin, Texas: Firm Foundation Publishing
House, s/f), pág. 35.
12. Everest, The Divine Demonstration, op. cit., pág. 108.
37
que la razón no tiene un lugar significativo en la fe religiosa son
ciertamente, en este punto, superficiales.» 13
LA VERDAD
Para mayor claridad aquí, el autor utilizará el término «verdad»
para referirse al verdadero conocimiento derivado de las evidencias
del cristianismo, entendiendo que estas evidencias incluyen hechos,
acontecimientos y testimonios históricos. Hay en realidad una dife-
rencia, empero, entre verdad y hecho. Alexander Campbell escribió:
Un hecho significa algo llevado a cabo. Verdad y hecho ... no son lo mismo.
Todos los hechos son verdades, pero no todas las verdades son hechos. Que
Dios existe es una verdad, pero no un hecho; que él creó los cielos y la tierra
es un hecho y una verdad ... La simple concordancia de los términos de cual-
quier proposición con el sujeto de aquella proposición, o la representación de
cualquier cosa tal como ella existe, constituye una verdad. Pero se tiene que
hacer o ejecutar algo antes de que tengamos un hecho."
Así que en realidad hay una diferencia entre los hechos del cris-
tianismo y las verdades del cristianismo. Argumentamos en base de
las evidencias, que incluyen hechos como descubrimientos arqueo-
lógicos y la existencia de la Biblia, para establecer la verdad del
cristianismo. Pero también establecemos verdades utilizando ideas
como evidencia. Tal evidencia se utiliza cuando argumentamos la
existencia de Dios. Para simplificar nuestra comprensión del lugar
de la razón en las evidencias cristianas y para evitar confusiones, el
autor elige utilizar el término verdad en un sentido literal. Todos
los hechos, conocimiento y acontecimientos del cristianismo son
verdades. Y por ello, en el mundo del conocimiento (la razón), estas
«verdades» específicas actúan juntamente para establecer la verdad
general del cristianismo.
En las evidencias cristianas nuestro razonamiento se centra en
la evidencia y en las verdades derivadas de nuestro examen de esta
evidencia. La evidencia y la verdad tienen una relación directa en-
tre sí. Si una posición es de verdad válida, la evidencia probará su
validez, aun cuando no hayamos considerado toda la evidencia. Si
la conclusión particular que aceptamos como verdad es inválida, la
evidencia no establecerá su validez, existencia o ser. La evidencia
consiste en aquellos fragmentos de información que dan testimonio
de y confirman la validez de la verdad. Si nuestra conclusión con
referencia a ciertas evidencias es cierta, no deberían darse entonces
38
contradicciones entre aquella conclusión y ninguna evidencia que
pueda descubrirse. ·
RAZONAMIENTO INDUCTIVO
A B
'_'..VIDENCIA ~ ? - - RAZÓN - - - - - - - - - - (HIPÓTESIS)
Fig. 1
En este proceso de razonamiento «el científico reúne muchos he-
chos que puedan ser pertinentes al problema. Luego erige una hipó-
tesis».16 Se trata de una «suposición informada» basada en lo que el
científico conoce acerca de la información que ya tiene disponible.
Luego se llevan a cabo varios ensayos y experimentos (Fig. 1, A) ba-
sados en la asunción de la hipótesis (Fig. 1, B). Si muchas pruebas
no revelan ninguna contradicción observada de la hipótesis, enton-
ces la hipótesis viene a ser una teoría. Después de mucho tiempo y
ensayos, la teoría puede venir a ser técnicamente clasificada como
una ley. Así, una ley es una hipótesis exhaustivamente comproba-
da.17 Pero si se consigue una evidencia contradictoria, entonces se
tiene que cambiar la hipótesis para que concuerde con la nueva evi-
dencia.
El descubrimiento del átomo y su función ilustra lo que aquí se
considera. Antes de que se confirmaran las «leyes atómicas», los
científicos tan sólo hipotetizaban acerca de la existencia y función
del átomo. Fue sólo después de una diligente experimentación que
el átomo fue descubierto y sus cualidades básicas determinadas.
Los científicos asumieron primeramente que existía y luego basa-
15. Lewis T. Oldam, Is There Real/y A God? (Murfreesboro, Tenn.: Denhoff Publishing, 1965),
pág. 19.
16. Biology: A Search far Order in Comp/exity, John N. Moore y Harold S. Slusher, editores,
(Grand Rapids, Mich.: Zondervan Publishing House, 1971), pág. 5.
17. !bid., pág. 5, 6.
39
ron sus experimentos en sus asunciones. Y todas las pruebas efec-
tuadas hasta el presente han demostrado la existencia del átomo,
aunque nadie lo ha visto realmente funcionar.
Pero si la experimentación arroja una nueva luz sobre la función
del átomo, entonces los científicos tendrán que revisar sus leyes
atómicas. Y tenemos que estar dispuestos a abandonar cualquier
«ley» si más tarde resulta errónea. Duane Gish señalaba un ejemplo
del efecto de un nuevo descubrimiento en el área de la misma in-
vestigación atómica. Escribe así: «En tiempos recientes, una teoría
que tenía que ver con las interacciones débiles de las partículas ató-
micas vino a ser tan extensamente aceptada por parte de los físicos
que consiguió la posición de ley, la Ley de la Paridad. En la década
de los cincuenta, dos brillantes científicos chino-americanos lleva-
ron a cabo una serie de experimentos que falsaron la teoría y depu-
sieron la "Ley".» 18
Sería de provecho aquí leer una advertencia dada en el libro de
texto de biología Biology: A Search far Order in Complexity. Cada
científico debería andar de puntillas en este punto, dándose cuenta
de que a menudo es difícil abandonar algunas creencias largamente
mantenidas al estilo de vacas sagradas:
La historia de la ciencia ha incluido la sustitución de conceptos general-
mente aceptados por conceptos novedosos. En el futuro, no sabemos cómo se-
rán cambiados nuestros presentes conceptos, pero podemos estar seguros de
que cambiarán. Por esta razón, tenemos que reconocer que todas las conclu-
siones científicas son provisionales. No constituyen respuestas finales ni debe-
rían ser consideradas como tales.' 9
RAZONAMIENTO DEDUCTIVO
18. Duane T. Gish, Evolution: The Fossils Say No (San Diego, Cal.: ICR Publishing Co., 1973),
pág. 10.
19. Biology: A Search far Order in Complexity, op. cit., pág. 13.
40
nocimiento científico, histórico u otros conocimientos ordinarios.» 20
El cristiano no puede esperar que el mundo examine sus creencias
sobre una base diferente de aquella sobre la que examinaría cual-
quier otra disciplina.
El siguiente diagrama nos dará una idea del proceso del razona-
miento deductivo:
A B
EVIDENCIA - - - - - - - - - - RAZÓN - - ?-----? VERDAD
Fig. 2
20. J. D.Thomas, Heaven's Window (Abilene, Tex.: Biblical Research Press, 1974), pág. 20.
21. «Deduction», Webster's New Twentieth Centurv Dictionarv (New York, N. Y.: The World
Publishing Co., 1971), pág. 474. · •
41
del crimen un hombre se entrega a la policía y confiesa haber co-
metido el crimen. La policía no sentencia de inmediato a este con-
feso a la cárcel, incluso a pesar de que puedan creer su confesión.
En primer lugar, se reúne evidencia para determinar si éste es el
verdadero hombre que cometió el crimen. Si to,da la evidencia le se-
ñala como culpable, entonces es sentenciado. Este sería un razona-
miento inductivo.
LA NATURALEZA DE LA EVIDENCIA
A B
EVIDENCIA E------ RAZÓN -----+ VERDAD
Fig. 3
Nuestras evidencias pueden ser clasificadas en dos áreas genera-
les: evidencias externas y evidencias internas. Las evidencias exter-
nas son aquellas evidencias fuera del campo de la revelación bíbli-
ca, como la antropología, arqueología, cosmología, biología y la his-
toria de la Biblia. Las evidencias internas tienen que ver con aque-
llas evidencias que se hallan dentro de las páginas de la Biblia que
confirman a la vez la Biblia como Palabra de Dios y la razonabili-
dad del cristianismo. Estas dos fuentes de evidencia, externa e in-
terna, suministran el material sobre el que actúa la razón en el es-
tudio de las evidencias cristianas.
El proceso total de razonamiento en las evidencias cristianas
examina la evidencia (Fig. 3, A) con el fin de exponer la veracidad
del cristianismo (Fig. 3, B). Lo razonable de la existencia de Dios
queda expuesto mediante razonamiento inductivo y deductivo. Una
vez se ha llegado a la conclusión de que es más razonable creer en
Dios, entonces se considera desde esta conclusión lo razonable que
sea que Dios se revele a Sí mismo al hombre. Y al considerar los he-
chos del cristianismo, se utilizan los procesos del razonamiento de-
ductivo. Deducimos en base de numerosas evidencias que el cristia-
nismo es razonable y verdadero.
LA FUERZA DE LA EVIDENCIA
42
Ninguna opinión, sea de quien fuere, que no esté apoyada por evidencia,
vale el papel en que esté escrita. No importa lo eminente que sea un hombre
en el campo de la lingüística o de la arqueología, sus opiniones acerca de las
Escrituras no valen un ápice a no ser que las apoye en evidencia. La Biblia
misma es evidencia, y una opinión en contra de ella basada en nada sino en
premisas antiteístas o evolucionistas, sin evidencia directa en apoyo de ella,
carece de valor."
43
RESULTADO DEL RAZONAMIENTO
CREENCIA
A jC B
Fig. 4
EVIDENCIA - - - - - - - - - - RAZÓN - - ?-----'> VERDAD
La Figura 4 representa un examen deductivo de la evidencia (A)
y una creencia en aquella evidencia para apoyar una verdad parti-
cular (C). Para producir creencia (Fig. 4, C) en la verdad, tiene que
haber primero suficiente evidencia para que el razonador considere
que justifica tal conclusión. Tiene que haber suficiente evidencia
para motivar de tal manera al razonador para tal respuesta. Una
evidencia insuficiente en apoyo de la supuesta verdad resultaría de-
finitivamente en lo siguiente:
A B
EVIDENCIA - - - - - - - - - - RAZÓN - - ?-----'> YERDAD
-- i D ---
INCREDULIDAD Fig. 5
No creemos en unicornios. Nuestra incredulidad no proviene de
nuestra mala disposición a creer, sino debido a que no hay eviden-
cia que dé apoyo a su existencia. Si el proceso (A) de la Figura 5 (ra-
zonamiento) no tiene suficiente evidencia con la que razonar, en-
tonces (B) seguirá estando en suspenso. O también puede que no
haya evidencia alguna sobre la que razonar. Por ello, la verdad nun-
ca habrá existido en primer lugar. Si por alguna razón alguien cree
en una «verdad» insostenible, deberíamos pedir una reevaluación
objetiva de ello si creemos que no hay suficiente evidencia o una ca-
rencia total de ella acerca del asunto. Es bien apropiado preguntar:
¿Cuál es tu evidencia? O, ¿cuál es tu razón para creer esto?
Todo esto parece sencillo hasta que consideramos las influencias
siempre presentes que gravitan sobre la mente del razonador. Fran-
cis Bacon (1561-1626), que es considerado como el padre del méto-
do inductivo de razonamiento, señaló cuatro problemas principales
que afectan a la objetividad del razonador: 1) razonamiento «volun-
tarioso»; 2) prejuicios personales; 3) negligencia en la definición de
los términos, y 4) la ciega aceptación de la tradición como autori-
dad.25 Bacon señaló tan sólo algunas de las necesarias advertencias
44
con respecto a su invención del razonamiento formalizado. Hay
muchos problemas que tenemos que reconocer aquí y que serán de
ayuda para explicar por qué algunas personas dejan de ver una ver-
dad específica incluso cuando hay suficiente evidencia para ella.
Hay el problema de la ignorancia, ignorancia de la evidencia. Y
también hay el problema de que se le dé a uno falsa evidencia.
Otros pueden tener prejuicios y estar dispuestos a no creer sin im-
portar lo poderosa que pueda ser la evidencia en favor de la verdad.
La Figura 6 podría representar este problema:
CREENCIA
c
EVIDENCI~ - - - - - - - - - - RAZÓN - - ? ~ VERDAD
---'"""'i_D_____ -
INCREDULIDAD
Fig. 6
La evidencia puede ser lo suficientemente poderosa como para
apoyar el hecho, pero debido a que el razonador no ha examinado
todas las evidencias o ha examinado falsas evidencias (o autorida-
des no cualificadas), puede llegar al punto (D), incredulidad. Es po-
sible que llegue a esta conclusión aunque la verdad sea válida. El
autor mantiene que éste es el caso con aquellos que no creen en la
total armonía de la Biblia. No creen en la armonía y exactitud del
texto bíblico debido a que de una u otra forma se han convencido
de que está lleno de contradicciones. El problema puede ser que no
hayan examinado enteramente el tema bajo consideración o que
hayan examinado autoridades no cualificadas que eran también
desconocedoras de la evidencia. Naturalmente, aquí la clave es la
objetividad.
La Figura 6 puede ser también el resultado del prejuicio, de jui-
cios preconcebidos o de una parcialidad de parte del razonador.
Thomas Paine afirma en la Parte I de su obra Age of Reason: «No
tenía ni Biblia ni Nuevo Testamento que poder examinar, aunque
estaba escribiendo contra ambos (énfasis mío, R. E. D.)». 26 Paine está
aquí diciendo que había estado criticando la Biblia, pero no tenía
una copia para examinarla de primera mano. Esta afirmación ma-
nifiesta patentemente su prejuicio contra la Biblia. Más tarde, en el
prefacio a Age of Reason, Parte II, afirmaba: «Me he proveído ahora
de una Biblia y Nuevo Testamento, y puedo decir que he descubier-
to que los dos son libros mucho peores que lo que había concebi-
do.»27 Esto es razonamiento con prejuicios.
26. Citado por J. W. McGarvey, Evidences ofChristianity (Nashville, Tenn.: Gospel Advocate
Co., 1956), pág. 4.
27. !bid.
45
Lo anterior no es un ejemplo insólito de hombres juzgando la
Biblia llenos de prejuicios y sin conocimiento alguno de su conteni-
do. Estos prejuicios tan injustificados siempre nublarán la visión
del indagador y resultarán siempre en conclusiones retorcidas. Una
vez más sale la objetividad a flote como la salvadora del rectora-
zonamiento. Pero, ¿es posible la objetividad plena?
Tenemos que confesar que la objetividad total en el examen de
la evidencia es casi imposible. Frank E. Wier decía:
La «objetividad» se debate mucho en ciencia. Los críticos afirman --correc-
tamente, me parece a mí- que ningún ser humano puede ser verdaderamente
objetivo. Los defensores del principio mantienen que a no ser que por lo menos
se haga un intento de objetividad, no hay esperanza alguna de que se pueda
extraer una imagen del mundo del potingue de sentimientos y voluntad."
28. Frank E. Wier, The Christian Views Science (New York: Abingdon Press, 1969), pág. 65.
29. McGarvey, Evidences of Christianity, op. cit., pág. 3.
46
CREENCIA
--
A ------- j C ---:B---- --
EVIDENCIÁ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ RAZÓN - - ?-------? VERDAD
D
INCREDULIDAD
Fig. 7
La creencia en la evolución teísta es un buen ejemplo de esta si-
tuación. El razonador en esta situación piensa que las teorías cien-
tíficas (técnicamente, «hipótesis» con referencia a la evolución) tie-
nen que ser armonizadas con la Biblia. Aunque la evidencia cientí-
fica no apoya la evolución, cree él que si ha ele salvar su fe en la Bi-
blia mientras que permanece fiel a lo que él cree ser evidencia cien-
tífica en apoyo de la evolución, tiene que hacer un compromiso en-
tre ambas. Así tenemos la evolución teísta. Es el resultado de su ig-
norancia acerca de la ausencia de evidencia en favor de la evolución
y también de su ignorancia acerca de lo irreconciliables de las en-
señanzas del evolucionismo orgánico y la Biblia. Una confianza ex-
cesiva en teorías no las hace verdad ni hecho demostrado, aunque
sean teorías de la ciencia. Pero aquí, en relación con la teoría de la
evolución, el celo con frecuencia ha producido evidencias allí donde
no las había. Estudiaremos este problema en los capítulos relacio-
nados con el tema de la evolución.
El razonador debería tomar un sumo cuidado en su examen de
las evidencias del cristianismo. Los prejuicios y las posturas pre-
concebidas, o incluso presiones sociales, afectarán al final las con-
clusiones que uno tome.
LA FUERZA DE LA FE
47
El método científico cae dentro del reino de la experiencia. Tie-
ne que ver con las cosas presentes empíricamente discernidas, no
con el pasado ni con el futuro. Tenemos que mantener esto bien
presente en nuestras mentes. Los historiadores utilizan el método
científico de estudio para determinar verdades históricas. Pero el
historiador está trabajando con el pasado mediante documentos de
la historia pasada. Y en el mismo sentido el científico histórico está
trabajando en el presente con «documentos» (fósiles y formaciones
geológicas) de la historia pasada. El científico trata con observacio-
nes, pero el historiador trata con testimonios. El historiador sólo
utiliza el método científico de razonamiento para determinar la
verdad del testimonio. En las evidencias cristianas tratamos con
testimonios y hechos. Y el testimonio y los hechos tienen que pre-
ceder a la fe. Por lo menos, es lo que normalmente sucede. Pablo es-
cribió: «¿Cómo creerán en aquél de quien no han oído?» (Romanos
10:14). En realidad, entonces, el propósito de los registros evangé-
licos es dar testimonio de Jesús, evidencia de Su deidad.
30. C. S. Lewis, Miracles, A Preliminary Study (New York: Macmillan Company, 1947), pág.
19.
31. T. Alee Burkill, God and Reality in Modern Thought (Englewood Cliffs, New Jersey: Pren-
tice-Hall, Inc., 1963), pág. 12.
32. Benjamin B. Warfield, The Inspiration and Authority of the Bible (Philadelphia, Pa.: Pres-
byterian and Reformed Pub. Co., 1970), e;;• ed., pág. 8.
48
cidir si es o no es razonable, y rechazarla si no es razonable (desde el punto
de vista humano). Podemos razonar acerca de la verdad enseñada, pero la ver-
dad o falsedad de cualquier doctrina bíblica no debe ser determinada median-
te el solo criterio de la razón. 33
EL CRISTIANO Y LA FE
49
se espera, la convicción de lo que no se ve.» La fe es a la vez certeza
y convicción. La palabra «convicción» podría también traducirse
como «prueba o demostración». 38 La fe cristiana es prueba o evi-
dencia de las cosas que no se ven. Pero ¿por qué se considera como
prueba de cosas no vistas? Obsérvese primero la figura 8:
«LO QUE SE ESPERA»
0.
0rt0
<'?.)
Fig. 8
La palabra griega traducida «certeza» se traduce también en la
Versión Estándar Americana, en el margen, «el dar sustancia a». En
este pasaje, la fe «es afirmada como siendo la subestructura de la
esperanza y la prueba de su realidad». 39 La Biblia dice que la fe es
evidencia de las cosas no vistas, pero es una evidencia debido a que
se basa en la evidencia. Thomas escribió: «Cuando la Biblia habla de
fe como evidencia, nos damos cuenta de que la fe misma está basa-
da en la evidencia, y que puede ser una fe válida sólo si está arrai-
gada en una evidencia válida.» 4 º
La fe cristiana está basada sobre una evidencia razonable y vá-
lida, o sería una fe irrazonable. Tenemos que entender claramente
que la fe es una evidencia sólo si está basada sobre evidencias.41 La
fe, o la creencia, sin evidencia es sólo superstición.
«LO QUE SE ESPERA» «NO SE VE»
~lFE7 T
1EVIDENCIA! Fig. 9
En las evidencias cristianas estudiamos hechos y verdades que
llevan a inferir cosas que no podemos experimentar (Fig. 9). Y« ... de
necesidad para la fe es el asentimiento intelectual a una afirmación
proposicional o hecho histórico, y que como condiciones previas
para el asentimiento tienen que darse hechos, evaluados por la ra-
zón y culminando en el conocimiento, al cual se da finalmente el
asentimiento.» 42 «Tanto el conocimiento como la razón tienen que
38. Arndt and Gringrich, A Greek-English Lexicon of the New Testament, op. cit., pág. 248.
39. Thomas, Facts and Faith, op. cit., pág. 261.
40. !bid.
41. !bid.
42. !bid., pág. 276.
50
ser anteriores a la entrega para una fe válida.» 43 Y esto es esencial-
mente lo que se afirma en Hebreos 11: 1. La fe es la evidencia de las
cosas que se esperan.
La fe cristiana nos lleva más allá de aquellas cosas que experi-
mentamos empíricamente. La fe válida puede llevarnos más allá de
aquellas cosas que nuestros sentidos pueden experimentar sólo si
está basada en evidencias razonables. Pero la prueba del conoci-
miento religioso, o de las cosas que no podemos verificar empírica-
mente, nunca es absoluta en el sentido de que puedan ser probadas
por el método científico. «Por fe andamos, no por vista».
Así que llega el momento en nuestro razonamiento con respecto
a la evidencia que la fe es producida en aquello que es sumamente
probable, pero, sin embargo, no experimentado. No podemos de-
mostrar empíricamente que Dios existe. Pero la evidencia es lo su-
ficientemente poderosa como para justificar esta conclusión. Tho-
mas añade que esta fe «lleva a alcanzar (por lo que al creyente in-
dividual respecta) los conceptos metafísicos que no pueden ser dis-
cernidos por medio de los sentidos físicos.» 44 En la indagación cris-
tiana la razón sólo llega hasta cierto punto. Allí donde se detiene,
la fe toma su lugar. Thomas explicaba que Hebreos 11: 1 «indica
que la razón (apoyada por la evidencia y los hechos empíricos) pue-
de llevarnos sólo hasta cierto punto, y luego debemos proseguir
para llegar a nuestras conclusiones por la fe. No es bíbilico por ello
pensar que las conclusiones de la fe están totalmente enmarcadas
por la razón.» 45 Con esto se dice que la sólida razón es siempre el
fundamento de la verdadera fe cristiana, pero que la fe cristiana no
es íntegramente razón. No es racionalismo.
«Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la
palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no
se veía» (Hebreos 11 :3). Esta fe no es una fe supersticiosa, carente
del apoyo de la razón. Pablo afirma que la persona razonable llega-
rá a deducir que la existencia de este presente cosmos la existencia
de un Creador. Y escribe: «Porque las cosas invisibles de él, su eter-
no poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación
del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas» (Ro-
manos 1 :20). Dios «no se dejó a sí mismo sin testimonio» (Hechos
14: 17), sino que proveyó suficiente evidencia para el hombre para
llevarlo más allá del mundo material a la fe en el espiritual. Nos
dejó justo con la suficiente evidencia como para hacernos saber que
este mundo material no es todo lo que hay.
51
EL ATEO Y LA FE
46. James D. Bales, «The Existence of God», Bales-Teller Debate (Arkansas: Old Paths Book
Club, 1947), pág. 18.
47. J. Noel Merideth, «Theism», Cospel Advocate (March 24, 1966), pág. 181.
48. Bales, Bales-Teller Debate, op. cit., pág. 15.
52
Lo que hacen es lanzar una ráfaga de preguntas, pero sin demostrar su propia
posición. Es fácil hacer preguntas. Es mucho más difícil demostrar evidencias.
Comencemos nuestro estudio demandando que las posiciones de fe y de incre-
dulidad acepten una responsabilidad equitativa de presentar evidencias.' 9
Eran ciertas las palabras del salmista cuando dijo: «Dice el ne-
cio en su corazón: No hay Dios» (Salmo 14:1). Esta afirmación que-
dará justificada al irse desvelando las evidencias del cristianismo.
Pero que nunca se olvide que el ateo tiene fe. Las palabras de R. C.
Foster son de lo más apropiadas en este punto. «En la actu~lidad se
considera una chocante descortesía llamar a alguien ateo. El es sólo
un "humanista" -por lo general, un "humanista teísta", si se quie-
re, porque tiene un "dios", una idea, la imagen de su propio torcido
yo. ¡Un ateo teísta!» 5º
RECAPITULACIÓN
53
cluía: «Una persona busca la verdad mediante el esfuerzo solitario
de la razón y queda frustrado; le es ofrecida mediante la fe y acep-
ta; y, habiendo aceptado, encuentra que da satisfacción a su ra-
zón.» 53
54
3
El dilema de la duda
Todo el mundo tiene dudas en ocasiones. En el reino de los asun-
tos religiosos seríamos de lo más ingenuos si no admitiéramos que
muchas personas religiosas tienen algunas dudas con respecto a
muchas de sus creencias religiosas. ¿Es la Biblia verdaderamente la
palabra de Dios? ¿Existe Dios siquiera? ¿Es Jesús el Hijo de Dios?
Muchas personas sienten dudas acerca de estas verdades religiosas
básicas.
Pero muchas personas religiosas han dejado que sus dudas acer-
ca de estos temas queden tan fuera de control que han aceptado el
modernismo o incluso el escepticismo como filosofía de la vida. El
modernista o escéptico cree que Dios existe pero muchas veces tie-
ne varios vacíos de pensamiento que no pueden ser colmados con
evidencias empíricas. Por lo que sienten que esto es causa de duda.
No es innatural ni contradictorio el que la fe busque respuestas.
Nuestra búsqueda y adquisición de conocimiento en estas áreas
de duda no echan la fe a un lado. Es el propósito de las evidencias
cristianas sepultar las dudas, aunque siempre habrá aquellas áreas
que tienen que quedar cubiertas por la fe. Pero tenemos que hacer
algunas respuestas sobre las que fundamentar una sólida fe. Como
escribió James F. Coppedge: «Es importante que la filosofía que
uno tenga de la vida provea una fuerte base de certidumbre sin per-
sistentes dudas en los temas capitales.» 1 El ateísmo niega los prin-
cipales temas del cristianismo. El escepticismo pone la duda sobre
todos ellos. Y el modernismo se dirige en esta dirección. Así, es el
l. James Coppedge, Evolution: Possible or Jmpossible? (Grand Rapids, Mich.: Zondervan pu-
blishing House, 1973), pág. 25.
55
propósito de este y de los varios capítulos que siguen desafiar lapo-
sición de los dubitativos y fortalecer la posición teísta.
Al estudiar la existencia de Dios nuestro propósito es el de mos-
trar que un examen de la evidencia demanda Su existencia. Exami-
namos evidencias derivadas de varios campos de estudio que lógica
y razonablemente afirman la necesidad de la existencia de Dios. En
otras palabras, nuestra conclusión afirma: «Por ello, es más razona-
ble creer que no creer.»
Pero el inquiriente no puede llenar todos los vacíos de pensa-
miento en su estudio de la existencia de Dios. La mayor parte de las
cosas que estudiamos acerca de Dios no se derivan de evidencias
empíricas. Incluso la revelación divina no llena todos los huecos.
Hay algunas cosas que nuestras mentes finitas simplemente no
comprenden acerca de Dios. Dios es eterno. Pero ¿verdaderamente
entendemos y comprendemos la eternidad? Si lo entendiéramos
todo, seríamos dioses nosotros mismos. Hay mucho espacio para la
fe. Pero nuestra fe se basa en un razonamiento lógico que afirma la
existencia de Dios y que no es meramente un pensar voluntarioso,
supersticioso.
La Biblia no intenta demostrar la existencia de Dios. Afirma:
«En el principio creó Dios ... » (Génesis 1:1). Afirma que los cielos de-
claran Su gloria (Salmo 19: 1-6); que el cosmos revela Su inteligen-
cia (Romanos 1:18-22); que. Él no es de carne (Le. 24:39), sino
espíritu (Juan 4:24). La Biblia asume Su existencia, afirmando
que Su ex!stencia es totalmente evidente por el examen de las
cosas que El ha creado (Hechos 14:17; Romanos 1:20; Salmos 8:1;
50:6).
Sin embargo, existen hoy en día muchas escuelas de pensamien-
to de las cuales la metafísica niega el ser de Dios. El escepticismo
ha retorcido las mentes de muchos pensadores haciéndoles pasar
por alto evidencias que manifiestan lo razonable de la existencia de
la Deidad. El escepticismo es definido como el «método de la sus-
pensión de juicio, duda sistemática ... » 2 Pero no todos los que tienen
dudas son escépticos. Lo son sólo aquellos que «Sistemáticamente»
ponen en tela de juicio aquellas creencias que son, y siempre serán,
fundamentales para el cristianismo. 3 El verdadero escéptico es
aquel que hace de la duda un hábito.
El cristianismo es una institución positiva y ha tenido una existencia posi-
tiva en el mundo por más de dieciocho siglos. La incredulidad, como opuesta
al cristianismo, no es una institución, sino una mera negación de una institu-
ción y de los hechos y documentos sobre los que está basada. No tiene una
existencia formal esencial. No tiene hechos ni documentos y, por ello, carece
2. «Skepticism», Webster's Seventh New Collegiate Dictionary (Springfield, Mass.: G & C. Me-
rriam Company, 1965), pág. 815.
3. !bid.
56
de prueba. Simplemente, se dedica a asaltar el cristianismo, pero no ofrece
m1.da en su lugar, ni nada tiene que ofrecer.'
NATURALISMO DESNATURALIZADO
El naturalismo es una filosofía de que todas las cosas tienen que
ser explicadas mediante procesos físicos. Mantiene «que todo -en
el pasado, presente y futuro- tiene que ser explicado en términos
de procesos naturales como los del presente». 5 Enno Woltuis lo ex-
plica de la siguiente manera:
Es una filosofía de la vida que se contenta con limitar sus intereses a este
mundo. Intenta explicar todo lo que conocemos, incluyendo al hombre mismo,
en términos de procesos físicos que obedecen las leyes naturales, descubiertas
por las ciencias inductivas, experimentales. Lo que es real, dice, es aquello que
podemos describir científicamente; todo lo demás, si es que hay algo más, es
para siempre desconocido para nosotros, así que, ¿para qué ocuparse de ello? 6
57
ser explicados como manifestaciones o resultados de la materia».8
el materialismo mantiene que la materia en movimiento es lo único
que existe. 9 Mao Tse Tung dijo: «No hay nada en el mundo aparte
de materia en movimiento.» 0 «El materialismo mantiene que los
cambios químicos obrados en las células cerebrales arrojan una es-
pecie de efluvio que llamamos consciencia, pero tan pronto como el
cerebro deja de funcionar, la consciencia deja de existir y se desva-
nece para siempre.» 11 Julian Huxley, un evolucionista materialista,
expresaba su filosofía materialista en biología al afirmar lo siguien-
te acerca de la actividad del cerebro: «La complejidad de la orga-
nización del cerebro es casi infinitamente superior a la de cualquier
otra pieza de maquin,aria biológica en nosotns mismos o en cual-
quier otro animal... [Enfasis mío, R. E. D.].» 12 Y así es como la ma-
yor parte de evolucionistas materialistas consideran el cuerpo, sim-
plemente maquinaria. Para el materialista todos somos todos sim-
plemente maquinaria en movimiento.
El verdadero materialismo niega la existencia de la mente apar-
te de la materia. Sostiene que la materia es eterna. La materia sería
la única fuente de la que proviene el mundo presente. Niega a Dios
de plano, como también niega los milagros, la inspiración de la Bi-
blia o cualquier cosa relacionada con el sobrenaturalismo. De ma-
nera que en realidad «nadie que sea exclusivamente un materialista
puede tener fe cristiana. Como tampoco nadie que sea un naturalis-
ta pleno podría aceptar a Dios ni a Cristo, ni la Biblia como libro
divino en nigún sentido». 13 El materialismo estricto es necesaria-
mente ateo. El materialismo afirma que no hay Dios y que la ma-
teria es la única entidad eterna, o bien que la materia se creó a sí
misma evolucionando a la existencia procedente de la nada absolu-
ta. En este último caso se viene a decir que la materia posee los
atributos de un creador.» 14 «En la filosofía materialista no hay lu-
gar alguno para Dios. El materialista cree que la materia, las sus-
tancias físicas, es todo lo que hay en el universo, y que todos los fe-
nómenos, incluyendo la mente y la personalidad, son debidos a
agentes físicos.» 15 Y si ésta es la filosofía que uno tiene de la vida,
¿cómo puede quedar entonces lugar para Dios?
8. «Materialism», Webster's Seventh New Col/egiate Dictionary, op. cit., pág. 521.
9. James D. Bales, The Existence o(God (Searcy, Ark.: 1948), un debate, pág. 37.
10. Mao Tse Tung, On Contradiction (New York: lnternational Publishers, 1953), pág. 20.
11. Floyd E. Hamilton, The Basis o{ the Christian Faith (New York: Harper and Row Publis-
hers. 1964). pág. 18.
12. Julian Huxley, Evolution in Action (New York: The New American Library, 1964 edition),
pág. 73.
13. J. D. Thomas, Facts and Faith (Abilene, Tex.: Biblical Research Press, 1965), pág. 23.
14. Donald England, A Christian View o{ Origins (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House,
1972), pág. 18.
15. W. A. Criswel/, In Defense o( God (Grand Rapids, Mich.: Zondervan Publishing House,
1967), pág. 57.
58
MATERIA Y MENTE
A. MATERIALISMO
________ ..,.
La mente evolucionó
(
La materia es eterna
Fig. 1
B. TEÍSMO
La mente es eterna
~C..___ _ _ _J
La Materia fue creada
DUALISMO
La materia es eterna
La mente es eterna
Fig. 2
59
A. La materia prima no es eterna
Stoner escribió: «El argumento de que la materia es eterna y
que no ha podido haber creación, resultó ser totalmente falaz y ha
sido sustituido por el nuevo concepto probado de que la energía
puede ser transformada en materia, y ésta en energía. 16 La segunda
ley de la termodinámica es un concepto científico que declara que
«en cualquier transferencia o transformación energética, aunque la
cantidad total de energía sea inalterable, la cantidad de utilidad y
disponibilidad que la energía presente siempre disminuye». 17 La
evidencia científica actual ha rechazado el concepto de la «eterni-
dad de la materia». Muchos científicos ya no creen que la materia,
tal como la vemos en la actualidad, haya existido durante toda la
eternidad. Algunos científicos han pasado a la teoría del «plasma»,
que es la creencia de que los plasmas fueron los materiales origina-
les en base de los que fue formado el presente mundo de la materia.
Naturalmente, para la mayor parte de los científicos que aceptan
esto, se trata sólo de un cambio de una filosofía materialista a una
filosofía «plasmática». Ambas rechazan el sobrenaturalismo.
16. Peter W. Stoner, Science Speaks (Chicago: Moody Press, 1963), pág. 14.
17. Henry M. Morris, The Bible and Modern Science (Chicago: Moody Press, 1956). pág. 14.
18. Bales, The Existence ofGod, op. cit., pág. 37.
19. Bernard Ramm, Protestant Christian Evidences (Chicagro: Moody Press, 1971), pág. 61.
60
Si la mente es sólo la actividad y el resultado de la interacción
de la materia, entonces ¿por qué (la mente) determina que la rea-
lidad última es la materia? Ramm dijo: « ..•en los procesos natura-
les no hay ni bueno ni malo. No hay efectos erróneos que provengan
de causas correctas». La materia es amoral y carente de reflexión.
Pero nosotros somos seres morales y reflexivos. Trascendemos la
materia porque somos seres morales y reflexivos.
Si el materialismo fuera cierto no podría probarse a sí mismo
que es cierto sin trascender los conceptos materiales. Naturalmen-
te, ello destruye totalmente el concepto de materialismo. De mane-
ra que lógicamente el materialismo es una filosofía que no puede
explicarse a sí misma. ¿Cómo puede la materia explicar la forma en
que ella misma funciona? Evidentemente, el hecho de que podamos
explicar, al menos hasta cierto punto, es evidencia de que somos
más que meramente materia en movimiento.
2. La mente tiene los poderes de pensamiento, memoria, conscien-
cia y comprensión. ¿de dónde provinieron estas capacidades? ¿De
aquello que no puede hacer nada de ello, la materia? Hamilton pre-
gunta:
¿Cómo podría una fuerza impersonal producir un ser personal? ¿Cómo
aquello que ni piensa ni desea podría producir aquello que piensa y tiene vo-
luntad? El materialista afirma que en un universo de casualidad todo es po-
sible si se da suficiente tiempo para producirlo, pero ninguna combinación ca-
sual de átomos o moléculas podría producir algo que no consiste ni de átomos
ni de moléculas: ¡la consciencia y el alma! 21
61
Igualmente fenomenal es la capacidad de la mente para anticipar el futuro.
Porque es absurdo que un proceso sea consciente del proceso mismo. La afir-
mación «ven a verme mañana al mediodía» sólo puede ser hecha por una men-
te consciente del proceso, y que sin embargo lo trasciende."
62
sido y son continuamente minadas por la investigación científica.
La filosofía ya ha cavado su tumba; la ciencia está echando paleta-
das de tierra encima. En el reino de la física, la energía ha tomado
el lugar de la materia. 28 Rule añadía: «Si éstas son interpretaciones
adecuadas de la situación contemporánea, entonces el concepto
mismo de materialismo parecería pasado de moda y actualmente
carente de significado.» 2
Esto es al menos un paso en alejamiento del materialismo ateo
que ha dificultado muchas investigaciones científicas en el pasado.
Sin embargo, para muchos científicos se trata sólo de un desplaza-
miento hacia un «energismo» ateo, la creencia de que la energía, no
la materia, es la fuente primera. Lo cual sigue siendo un rechazo de
los orígenes teístas.
NEGACIONES DE LA DEIDAD
Como se ha dicho antes, el naturalista o materialista estricto no
puede lógicamente creer en Dios como originador del universo. Una
tal filosofía, para ser coherente, tiene que negar la existencia de
Dios. En el escenario religioso, el modernismo ha conducido al es-
cepticismo. El modernismo en el cristianismo es la resurrección de
la duda con respecto a los puntos básicos del cristianismo.
El modernismo es una negación muy sutil. Su insidia va fre-
cuentemente disfrazada bajo el ropaje de «Teología» moderna. Esta
es la razón de que sea tan peligroso. Pero tenemos que reconocerlo
como una negación: es escepticismo. Bales tenía razón al decir:
Cuando el modernismo no nos da un «Dios muerto», nos da un «Dios
mudo» que no ha hablado al hombre, o un «Dios tartamudo» cuyo mensaje en
la Biblia está tan lleno de incertidumbre que no podemos conocer cuando es
Dios quien habla, o cuando se trata de una piadosa presentación de la ignoran-
cia humana. 30
28. /bid.
29. /bid.
30. James D. Bales, Modernism: Trojan Horose in the Church (Searcy, Ark.: James D. Bales,
1971), pág. 30.
31. /bid., pág. 28.
63
El ateísmo es siempre una constante amenaza para la fe cristia-
na, no debido a su razonabilidad, sino a su agresividad. Es una
amenaza tanto desde dentro como desde fuera. Ataca a la fe cristia-
na desde cada rincón. Unas pocas afirmaciones lo pondrán en evi-
dencia. En uno de los primeros boletines de la Asociación America-
na para el Avance del Ateísmo se hizo este llamamiento: «Ha llega-
do la hora de derribar la Iglesia. ¡Levantáos, prisioneros de los
sacerdotes! ¡Golpead la superstición de Dios!. .. Levantáos, ¡Echad
fuera de vosotros la fe y el temor de lo sobrenatural! ¡Sed hom-
bres!» 32 Huxley dijo: «Tenemos que estar ahora dispuestos a aban-
donar la hipótesis de Dios y sus corolarios como la revelación divi-
na de verdades inmutables, y cambiar de una visión sobrenaturalis-
ta a una visión naturalista del destino humano.» 33 Friedrick Nietzs-
che, un filósofo ateo alemán y propagandista de la teología de «la
muerte de Dios» dijo en una ocasión: «Considero el cristianismo
como la mentira más fatal y seductora que jamás haya existido:
como la mayor y más impía mentira ... » Y David Hume escribió con
respecto a la existencia de Dios: «Todo aquello que podamos con-
cebir como existente, también podemos concebirlo como no exis-
tente.» 34 Nunca creamos que los ateos no han emprendido o no es-
tán llevando a cabo una batalla agresiva en contra de la religión en
general y contra la Biblia en particular.
Muchos filósofos y científicos han aceptado y propagado el ateís-
mo. Pero no debemos decir que sólo ellos sean culpables. Unos su-
puestos «teólogos» también anidan y propagan esta teología de ce-
menterio, especialmente la «teología de la muerte de Dios». Por
ejemplo, J. J. C. Smart dijo: «Nunca puede haber una contradicción
lógica en la negación de que Dios existe.» 35 Baier escribió: «Ya no
se discute con seriedad que el concepto de un ser lógicamente ne-
cesario es contradictorio en sí mismo. Todo lo que pueda ser con-
cebido como existente puede asimismo ser concebido como no exis-
tente.» 36 John A. T. Robinson, en Honest to God, escribió: «Pero los
signos es que estamos llegando al punto en que toda la concepción
de un Dios "que está ahí", que nos ha ido tan bien desde la caída del
universo de tres pisos, está ella misma viniendo a ser más un estor-
bo que una ayuda.» 37 Thomas J. J. Altizer, otro proponente de la
teología de la muerte de Dios, escribió: «Verdaderamente, el primer
axioma de una teología verdaderamente contemporánea es la acep-
64
tación de la muerte de Dios.» 38 Un profesor de un 'seminario de teo-
logía afirmó en la revista Time:
Para los teólogos contemporáneos, Dios es un concepto en progresivo enra-
recimiento. Los «ateos cristianos» están listos para redactar su necrológica ...
en el pasado, la religión ha dificultado, en lugar de ayudar, el auto-progreso
del hombre ... En el futuro, el cristianismo no podrá concebir a Dios como ser,
lo que literalmente significa que Dios no existe, por cuanto la existencia es sólo
la propiedad de seres ... Y, hasta allí donde la palabra «Dios» ha venido a ser
un símbolo de un ídolo sobrenatural pasado de moda, la Iglesia bien puede re-
signarse al silencio en cuanto al nombre del ser al que sirve y predica.3 9
Que nadie que crea en Dios se piense que sus creencias no están
siendo atacadas. ¡La po~ición del cristiano está sufriendo un ataque!
Y siempre ha sido así. Esta es la razón de que cada cristiano debie-
ra estar «Siempre preparado para presentar defensa ... ante todo el
que demande razón» con respecto a la esperanza que hay en él.
La Biblia afirma: «Dice el necio en su corazón: no hay Dios»
(Salmos 14:1; 53:1). También dice que hay aquellos que rehúsan
«tener en cuenta a Dios» (Romanos 1 :28). Siempre los hay que han
clamado: «¡No hay Dios!» Y en tanto que los haya que rehúsen so-
meter sus vidas a las leyes de Dios, estos inútiles clamores persis-
tirán. «El ateísmo es la lepra del corazón, maldad destilada, ente-
nebreciendo de manera total la esperanza, y entregando a cada uno
al olvido y a la nada.» 40 H. H. Farmer dijo: «No puede haber nin-
guna duda que muchas personas encuentran difícil creer en Dios
debido a que en sus mentes hay un prejuicio que les predispone en
contra de ello.» 41 Pero nunca deberíamos permitir que tal prejuicio
entenebrezca las evidencias ni distorsione nuestro pensamiento.
38. Thomas J. J. Altizer, «Nirvana and Kingdom of God», The Joumal of Religion, XLIII (April
1963), pág. 107.
39. Time (December 23, 1966) citado en Criswell, In Defense of God, op. cit., pág. 31.
40. J. Noel Merideth, «Theism», Cospel Advocate (March 24, 1966), pág. 181.
41. Herbert H. Farmer, Towards Belief in God (Londres: Student Christian Movement Press,
1942), Part 11, páf,. 129.
65
pero no lo he hallado. ¡Oh ubícuo eterno y presente; oh eterno au-
sente, oh eterna ilusión!» 42 Hume dijo también:
«¿Dónde estoy, o qué soy? ¿De qué causa recibí mi existencia, y a qué con-
dición volveré ... ? Me siento confundido con todas estas citas, y comienzo a
imaginarme a mí mismo en la más mísera condición imaginable, rodeado de
las más negras tinieblas, y totalmente privado de cada miembro y facultad:"
42. Frederick Nietzsche, Thus Spoke Zarathustra, traducido por John Common (New York: Boni
and Liveright, !ne., 1917), pág. 274.
43. David Hume, Treatise of Human Nature, Libro 1 (Green and Greses Edition). 1:548, págs.
4, 7.
44. Citado por Martín E. Marty en The varieties of Unbelief(New York: Rinehart and Winston,
1964), pág. 85.
45. Thomas J. J. Altizer, The Cospel of Christian Atheism (Philadelphia: The Westminster
Press, 1966), pág. 22.
66
arrodilla ante un ídolo de madera o de oro de un Dios imaginario ... son todos
idólatras y no ateos. Esto es lo que tendrían que ser llamados. 46
67
el hombre fuera Dios para sí mismo, ley para sí mismo. Nada si no el mal me-
rece una censura, y nada sería mal si no hubiera Dios, el gobernador del mun-
do, y en contra del cual, en sentido propio, se comete el mal. 52
La ley moral tiene que tener siempre una norma básica como
fundamento. Siempre debe haber una «Corte Superior» donde se
pronuncia la decisión última. Pero los ateos están intentando li-
brarse de esta «Corte Suprema». Thomas F. Heinze concluía:
Existe frecuentemente una verdadera diferencia entre la conducta de uno
que está convencido de que Dios existe y que es responsable ante Él, al tratar
de obedecer el mandamiento de Dios de amar incluso a sus enemigos y tratar-
los como él quisiera ser tratado, y la conducta de uno que no cree en Dios, sino
que cree que sería mejor para la raza eliminar todo aquello que él viene a con-
siderar inferior. 54
EL DILEMA DE LA NEGACIÓN
52. !bid.
53. James D. Bales, «The Denial of God and the Spirit of Lawlesness», Finn Foundation (May
27, 1975), pág. 324.
54. Thomas F. Heinze, Creation vs. Evolution (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1973),
pág. 101.
55. Thedore Christlieb, Modern Doubt and Christian Belief; trad. por W. U. Weitbrecht, T. L.
Kingsbury, Ed. (New York, Charles Scribener's Sons, 1878), pág. 143.
68
te que no hay Dios, porque si no se conociera todo, aquella misma
cosa que pudiera haber escapado a la detección es Dios». 56
El ateo, a fin de negar ló~icamente a Dios, tendría que investi-
gar cada rincón del universo. 7 Tendría que mirar detrás de cada es-
trella de manera simultánea, estar en todo lugar al mismo tiempo
y conocerlo todo. «Si hay una cosa que no sepa, aquella cosa podría
ser que Dios existe.» 58 El ateo tiene que estar familiarizado con
todas las fuentes de verdad, conocer todas las causas de la existen-
cia, y explicar todo lo que ha sucedido en el curso de la historia
antes que pueda decir que no hay Dios. «En conclusión», concluía
Christlieb, «para poder afirmar autorizadamente que no existe Dios
alguno, el que lo hace tiene que ser omnisciente y omnipresente,
esto es, él mismo tiene que ser Dios, y entonces, después de todo, ha-
bría uno». 59
69
DESEO DE LA DEIDAD
63. Citado por Paul Edwards, The Rationalist Annual far tlze Year, (1959). Este manuscrito
está en The Cosmological Arguments, Donald R. Burril, ed. (New York: Doubleday & Co., Inc.,
1967), pág. 122.
64. !bid., pág. 280.
65. Francis fl· • i, Of Atheism.
70
Cuando los hombres dan su atención fija a esta~ dificultades, pueden llegar
y llegan a quedar tan perplejos en sus mentes que pueden llegar a sentirse in-
capaces de creer que Dios existe, o que ellos mismos existen, o que existe un
mundo externo a ellos mismos. 66
RECAPITULACIÓN
66. Benjamin B. Warfield, The Inspiration and Authority of the Bible (Philadelphia: The Pres-
byterian and Reformed Pub. Co., 1970), pág. 128.
67. J. Oswald Dykes, «Abraham», 1877, pág. 257, citado por Warfield, !bid., pág. 128.
71
mismo tiempo el ateo no ofrece ningún sustituto para dirigir la
ética humana. No puede porque no puede haber otro código inmu-
table. El hombre sería ley par~ sí mismo si no existiera ningún pun-
to central de reflexión moral. El, el ateo, no podría argumentar que
el asesinato, el robo, el adulterio, etc., son malos si no hubiera una
norma de referencia. Lo que sería recto sería aquello que fuera rec-
to a los ojos de cada uno. Si no hubiera Dios este mundo sería un
mundo en el que no podría calificarse nada de malo. Y si no es así,
deberíamos preguntarle al ateo por qué no.
Si nuestro punto de arranque para la reflexión no se basa en la
creencia en la existencia de Dios, nuestro razonamiento llegará a
conclusiones erróneas. Sin la creencia en Dios, los razonamientos
que se hagan con respecto a orígenes, moral, propósito y vida serán
siempre mal conducidos meandros de pensamiento dirigidos en una
mala dirección.
Como conclusión tenemos que traer a la memoria que casi todos
han tenido dudas acerca de sus creencias. Pero estas dudas pueden
ser controladas mediante la fe. No se trata de una fe basada en pen-
samientos voluntariosos. Es una fe sólidamente basada en eviden-
cia. Un examen de las evidencias cristianas, sin dudas de ningún gé-
nero, da su apoyo al cristianismo. La duda no controlada conduce
al escepticismo. La duda controlada lleva a la verdad. Como dijo
Agustín: «Dudemos sin incredulidad de cosas que han de ser creí-
das.» 68
68. Citado por The World Treasury of Religious Quotations, Ralph L. Books, ed. (New York:
Garland Books, 1966), pág. 253.
72
4
~
73
s10n: Dios existe. Podemos conocer que Él exi~te mediante un exa-
men de las evidencias. Y podemos saber que sabemos.
Pero, ¿qué queremos decir por ~<conocer»? El cristiano puede sa-
ber que Dios existe de la misma manera en que puede conocer cual-
quier otra verdad no experimentada. Es asunto de deducir en base
de la evidencia. Cierto, no podemos conocer la existencia de Dios
mediante el uso del método científico. El método científico se ocupa
de las evidencias empíricas. El método científico es una vía para
«conocer», pero no la única. Al razonar acerca de la existencia de
Dios no estamos razonando con evidencias como las que son pre-
sentadas exclusivamente por el método científico. No podemos oler,
gustar, tocar, oír (al menos no en esta época), o ver a Dios.
«CONOCER»
/' "' Fig. 1
Método Testimonio
Científico
También trabajamos con testimonios, con el testimonio de aque-
llos que han oído a Dios y han experimentado Sus grandes obras
(Fig. 1). Sabemos que George Washington existió al examinar los
testimonios. De la misma manera podemos sab,er que Dios existe
examinando el testimonio y al ver las cosas que El ha hecho. Sí, po-
demos saber que Dios existe de la misma manera en que sabemos
y creemos la mayor parte del conocimiento que poseemos con res-
pecto a eventos históricos, la mayor parte de los cuales no hemos si-
guiera experimentado. · 0
Tenemos que recordar que no es la carga del creyente demostrar
la existencia de Dios. Es su tarea, sin embargo, examinar las evi-
dencias que siempre, lógica y razonaqlemente, han llevado a esta
conclusión: Dios existe. Es la carga del ateo demostrar queºlas evi-
dencias no dan apoyo a la existencia de Dios. Cuan~o un att;o afir-
ma que Dios no existe, tiene que explicar por qué las evidencias
teístas que utilizamos no deben llevar a uno a creer en una existen-
cia divina. La carga de la prueba reposa sobre las espaldas del ateo,
no del teísta.
No podemos pretender que los argumentos teístas en este y el si-
guiente capítulo no presenten ningún problema. Lo presentan. Pero
esto es cierto de casi cualquier argumento, filosófico. Pero querer sa-
.::.dr provecho de los problemas menores o insignificantes de cual-
quier argumento hasta el punto de pasar por alto el peso principal
de aquel argumento es de lo más ilógico y falso; esto es, es falso por
lo que respecta a la argumentación filosófica. Tales procedimientos
en la argumentación son generalmente engendrados por prejuicios
o conceptos preconcebidos que muchas veces se esconden tras una
74
cortina de humo como «tenemos que ser objetivos». Los problemas
menores que se presenten en una argumentacióq no militan en con-
tra de la validez de los argumentos en general. Este es un principio
de la argumentación filosófica. En otras palabras, las objeciones a
los argumentos teístas no son lo suficientemente poderosas como
para hacer que uno rechace la validez de los argumentos. Si se die-
ra algún defecto capital, sin embargo, nos veríamos forzados a re-
considerar el argumento, o incluso a descartarlo. Y los ateos han es-
tado retorciéndose las manos durante siglos para hacer que los teís-
tas hicieran precisamente esto con cada uno de los siguientes argu-
mentos teístas de la existencia de Dios.
Con esto en mente, los argumentos teístas que siguen afirman la
existencia de Dios. Estos argumentos no son originales de este au-
tor, sino que han sido válidos y proclamados a través de siglos. Hom-
bres históricos los han formulado en proposiciones, pero su origen
y manifestación fueron propuestos por su conclusión lógica, Dios.
Un argumento, por sí mismo, no conduce necesariamente a una
entrega total de fe. Pero, tomado como un todo, su abrumadora
conclusión es que Dios está ahí. El ateo no debe sólo destruir un ar-
gumento, sino que tiene que quebrar cada eslabón en esta cadena
de argumentos que ligan la fe a la existencia de Dios.
EL ARGUMENTO DE CAUSA
El argumento de causa, que comúnmente recibe el nombre de
argumento cosmológico, es la afirmación de que tiene que haber
una causa para el cosmos. Es «el argumento de que el cosmos es un
efecto producido por una Causa Primera, que, por la misma natu-
raleza del caso, tiene que ser una Persona». 1
Este argumento es uno de los argumentos formalizados más an-
tiguos de todos los argumentos teístas. El apóstol Pablo menciona
lo esencial de este argumento en Romanos 1:20: «Porque las cosas
invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente vi-
sibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de
las cosas hechas, de modo que no tienen excusa» (cp. Hechos 14:17).
Pablo destaca el hecho de que las cosas existentes en el presente
dan testimonio de la existencia de un Creador, una Causa Primera.
Así, el razonador puede, por medio de las cosas hechas, ver lo invi-
sible.
POR MEDIO DE PUEDE VER
RAZONADOR ------? LAS COSAS HECHAS ------? AL INVISIBLE
Fig. 1
1. Leander S. Keyser, A System of Natural Theism, 2." ed. (Burlington, lowa: The Lutheran
Literary Board, 1927), pág. 46.
75
O podríamos decir que el hombre, por medio de la creación de
Dios, puede ver a Dios.
2. Leer: David Hume, Dialogues Concerning Natural religion, Parte IX; Immanuel Kant, Cri-
tica de la Razón Pura, Dialéctica Trascendental, Libro 11, Capítulo III; John Stuart Mili, «Theims»,
Three Essays on Religion: Nature, the Utility of Religion, and Theism, Part l.
3. The Cosnzological Arguments, Donald R. Burrill, ed. (Garden City, New York: Doubleday
and Company, Inc. 1967), pág. 104.
4. !bid., pág. 54.
5. Stephen Charnock, The Existence and Attributes of God (Grand Rapids, Mich.: Sovereing
Grace Publishers, 1971), págs. 35, 36.
76
no porque sea ello demostrado por la lógica, sino porque es una ley
del ser. Es evidente. Esto son verdades axiomáticas. La afirmación
«Algo no puede provenir de la nada» es axiomática por cuanto no
precisa de prueba. Su verdad es inherente de una manera intrínseca
y se mantiene sin contradicción. Señalemos los aspectos básicos de
este concepto en relación con el argumento de causa como un todo.
A. ¿Algo de la nada?
Nuestra percepción sensorial afirma que algo existe. Nosotros
existimos. El universo existe. Pero, ¿de dónde venimos? ¿De un
limo primordial, como dicen los evolucionistas? ¿Cuál ha sido la
causa de la cosas que son? De las dos premisas, «algo no puede pro-
ceder de la nada» y «algo existe» podemos formar el siguiente sis-
tema silogístico de
t
rnB.Q
ALGO EXISTE
i
POR LO TANTO,
«ALGO HA EXISTIDO SIEMPRE»
6. Leander S. Keyser, Why Believe in God (Malverne, New York, Christian Evidence League,
1969), pág. 7.
7. !bid., pág. 14.
8. William H. Davis, Philosphy of Religion (Abilene, Tex.: Biblical Research Press, 1969),
pág. 15.
77
B. La materia no es suficiente
El materialista mantiene que la primera causa fue la materia,
un limo primordial. Pero aquello que causa tiene que tener las cua-
lidades de aquello que es causado, y más. Estamos hablando acerca
de cualidades del ser (personalidaµ), no de sustancia. Dios creó la
tierra, per9 esto no significa que El mismo está compuesto de tie-
rra. Pero, El creó la mente, la personalidd, la volición y el pensa-
miento. El mismo tiene que tener al menos estas cualidades que es-
tán por encima del mundo material. «La razón y la ciencia deman-
dan que la Causa original de todos los fenómenos que aparecen en
el cosmos tiene que haber tenido en sí mismo todas las cualidades
y poderes exhibidos en los fenómenos: en otras palabras, una causa
capaz.» 9
La Primera Causa tiene que ser infinita, independiente y adecua-
da. «Tenemos que venir a algo que es primero en cada clase», escri-
bió Charnock, «y este primero tiene que tener una causa, no de la
misma clase, sino infinita e independiente; de otra manera, los
hombres caen en inconcebibles laberintos y contradicciones». 10 La
primera causa tiene que haber sido adecuada: pero la materia no es
adecuada como causa primera debido a que si la materia hubiera
producido vida, consciencia y mente, tan distinto ello de la materia,
habría sido lo mismo que conseguir algo de nada; porque estas
cosas no se encuentran en la materia. 11
El mundo no se explica a sí mismo. La materia no puede dar ex-
plicación del cosmos. El universo precisa de más explicación que la
que pueda dar el materialista. Dios, sin embargo, es una explica-
ción suficiente, y que no tiene que ser explicada ella misma. 12 Si
Dios no es una explicación adecuada, tendremos entonces que bus-
car otra que se explicará a sí misma. 13 Si siguiéramos esta vía del
razonamiento, seguiríamos acabando con Dios como siendo una ex-
plicación adecuada para el universo, porque no se puede encontrar
ninguna otra explicación. Nuestra búsqueda en pos de una causa
suficiente siempre acabaría con el encu, utro con Dios.
78
gumento y aplicarlo a la mente y a la consdencia. Lo que sigue es
una prolongación válida de este razonamiento:
1. Un ser racional no puede provenir de una· cosa irracional. (Si pudiera,
sería equivalente a algo proviniendo de la nada.)
EL ARGUMENTO DE DESIGNIO
14. James D. Bales, The God-Killer? (Tulsa, Okla., Christian Crusade Publications, 1967).
pág. 121. •
15. J. K. S. Reid, Christian Apologetics (Grand Rapids, Mich.: William B. Eerdmans Publis-
hing Co. 1969), pág. 115.
16. «Teleology», Webster's Seventh Ne1v Collegiate Dictionary (Springfield, Mass.: G. & C. Me-
rriam Company, 1965), pág. 906.
17. Keyser, A System of Natural Theis111, op. cit., pág. 30.
18. Peter A. Bertocci, «Teleological Argument far God», An Encvclopedia ofReligion, Vergilius
Ferm, ed. (New York: Philosophical Library, 1945). pág . .(63.
19. Reid, Christian Apologetics, op. cit., pág. 116.
79
modo ordenado hasta Tomás de Aquino. En Summa Contra Gentiles,
Aquino dice: «Ahora vemos que en el mundo cosas de una natura-
leza distinta armonizan en un orden, no pocas veces o al azar, sino
siempre o en su mayor parte. Por ello, de esto sigue que hay alguien
por cuva providencia el mundo es gobernado. Y le llamamos
Dios.» 2«
Este argumento complementa y añade al argumento cosmológi-
co, el argumento de causa, en lo que llama «atención a la interre-
lación adaptiva de las varias partes o aspectos del universo de ma-
nera mutua y conducente a la producción y conservación de los va-
lores humanos». 21 El argumento cosmológico demanda una causa
del orden de cosas ahora existente. El argumento teleológico dice
que el «orden de cosas» fue designado con un propósito. Ambos ar-
gumentos son complementarios y se apoyan mutuamente.
El argumento de designio es uno de los más antiguos y podero-
sos de los argumentos teístas. En el siglo dieciocho, William Paley
expuso este argumento de manera competente. Pero en el siglo die-
cinueve este argumento sufrió en el mundo filosófico y se consideró
que había recibido respuesta por parte de aquellos que se enamo-
raron locamente de la teoría darwinista de la evolución. 22
Aunque muchos evolucionistas creen que la evolución es la res-
puesta a este argumento, el autor señalará más adelante que no
todos los evolucionistas piensan así. Hay muchos evolucionistas
que han sido forzados a la conclusión de que la Inteligencia está de-
trás del orden de los mundos. Aunque se trata en realidad de una
postura inconsecuente para cualquier evolucionista, constituye des-
de luego una demostración del poder del argumento. Examinemos
aquí tan sólo algunas de las muchas maravillas de la creación que
constituyen manifestación de designio.
80
che a otra noche declara sabiduría» (Salmo 19: 1, 2). «Y los cielos de-
clararán su justicia» (Salmo 50:6, cp. 139:14). Pablo añade: «(Dios)
no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos llu-
vias del cielo y tiempos fructíferos» (Hechos 14: 17). La Biblia afir-
ma que el hombre debería ser capaz de examinar las cosas del mun-
do y deducir mediante su examen de estas cosas que existe un Crea-
dor. Job 12:7-9 dice:
Y en efecto, pregunta ahora a las bestias, y ellas te enseñarán; a las aves de
los cielos, y ellas te lo mostrarán; o habla a la tierra, y ella te enseñará; los pe-
ces del mar te lo declararán también. ¿Qué cosa de todas éstas no entiende que
la mano de Jehová la hizo?
81
Si no hubiera orden en el universo, el hombre no podría existir, porque él
no es un arreglo deosrganizado de materia, y así no podría estudiar el univer-
so. Además, si no hubiera orden en el universo, el hombre no podría descubrir
orden, y sin embargo lo descubre allí donde se vuelve. 26
Sí, el hombre descubre orden sea donde sea que se dirija. Este
orden proclama la Inteligencia. Aquí se relacionan unos pocos
ejemplos de las maravillas de este ordenado mundo:
l. El mundo celular: Hay alrededor de 100 billones (108) de cé-
lulas en un cuerpo humano adulto .promedio. Algunas células son
tan pequeñas que se precisaría de 6.000 de ellas puestas en línea
para cubrir el espacio de 2,5 centímetros. Se estima que las células
nerviosas pueden vivir hasta 100 años. Los leucocitos viven alrede-
dor de 13 días, y los eritrocitos alrededor de 120 días.
Un solo eritrocito contiene alrededor de 280 millones de moléculas de he-
moglobina. Cada molécula tiene 64.500 veces el peso de un átomo de hidróge-
no y está constituida por alrededor de 10.000 átomos de hidrógeno, carbono,
nitrógeno, oxígeno y azufre, además de cuatro átomos de hierro, que son más
importantes que el resto. 27
82
La estructura y operación del cerebro siguen siendo una mara-
villa para el hombre. ¿Cómo funcionan las células del cerebro? Los
científicos han descubierto que unas pequeñas áreas de la corteza
cerebral contienen una memoria de todas las experiencias pasadas
de un individuo. Cuando estas áreas son estimuladas, el individuo
puede recordar y revivir experiencias pasadas y conscientemente
olvidadas.32 Un neurofísico, W. Grey Walter, afirmó que se necesita-
rían diez mil millones de células electrónicas, ocupando un espacio
de alrededor de 43.000 metros cúbicos, para construir un facsímil
del cerebro humano. 33
Las anteriores creaciones de nuestro mundo exigen un Diseña-
dor. Estas maravillas no pueden ser resultado del azar. No podrían
ser el resultado de un desorden.
83
de la materia ininteligente, sino de una Inteligencia eterna. El estu-
dio de la migración de las aves ha dado no pocos dolores de cabeza
de los peores a los evolucionistas mecanicistas. Simplemente, no
pueden dar explicación alguna.
3. El mundo de las anguilas: Otro ejemplo de la capacidad in-
nata de migración animal es la ilustrada en los viajes de las angui-
las americanas y europeas. Ambos tipos de anguilas migran a pro-
fundidades oceánicas al sur de las Bermudas para el nacimiento de
su progenie. Las anguilas hembras ponen sus huevos y mueren. Las
anguilas jóvenes, sin instrucción alguna de sus progenitores, em-
prenden su fantástica ruta de vuelta al hogar de sus padres. Las
crías de anguilas americanas vuelven a las aguas americanas. Las
crías de anguilas europeas siguen su ruta de retorno a las aguas eu-
ropeas (a las anguilas europeas les lleva casi un año de más llegar
a su hogar debido a la mayor distancia).
Otro hecho asombroso acerca de esta migración es que nunca se
ha encontrado una anguila americana en aguas europeas, como
tampoco se ha encontrado ninguna anguila europea en aguas ame-
ricanas. Esto es lo que uno puede llamar orden. ¿Puede un orden así
provenir del desorden? ¿Podría la materia producir esto en base de
un azar ciego? Naturalmente, es un brusco golpe a la teoría de la
evolución, que pretende que esta característica surgió por evolución
de una ausencia de orden.
4. El mundo de los peces: Uno de los ejemplos más asombrosos
de inteligencia otorgada en el mundo de los peces es el del pez ar-
quero. Este pez se encuentra desde las aguas de la India a las de
Australia. El pez arquero adquiere su alimento de una manera muy
singular. Cuando un insecto se posa en una hoja o ramita sobre la
superficie del agua, este buen tirador dispara una ráfaga de agua,
echando al infortunado insecto fuera de su sostén y sobre al agua.
Acto seguido, el pez arquero se come su trofeo.
Cuando esta técnica del pez arquero fue por primera vez divul-
gada en 1764 por un miembro de la Royal Society de Londres, In-
glaterra, nadie se lo quería creer. Todos pensaban que había algo
falseado en toda esta historia. No fue sino hasta cuarenta años des-
pués, y después de la captura y observación de muchos de estos pe-
ces, que finalmente se llegó a creer el fenómeno del pez arquero.
¡Después de todo se trataba de un buen tirador!
El pez arquero dispara y abre brechas en la teoría de la evolu-
ción como explicación del orden existente en el mundo. Esta histo-
ria de un pez elimina cualquier otra explicación del orden en el
mundo excepto que sea por creación por una Inteligencia. Otra vez
tenemos un ejemplo de designio, el designio de un Diseñador.
84
S. El maravilloso mundo en un fantástico universo: La ordena-
ción y complejidad del mundo manifiesta la señal de un Diseñador
inteligente.
A. Cressy Morrison, un anterior presidente de la Academia de la
Ciencia de Nueva York, y evolucionista él mismo, escribía lo si-
guiente con respecto a la precisión de la tierra:
Hemos encontrado que el mundo está en su sitio justo, que la corteza está
ajustada dentro de un margen de diez pies (3 metros), y que si el océano fuera
unos pocos metros más profundo no tendríamos ni oxígeno ni vegetación. He-
mos hallado que la tierra gira en veinticuatro horas y que si esta velocidad dis-
minuyera, la vida sería imposible. Si la velocidad de la tierra alrededor del sol
aumentara o disminuyera sensiblemente la historia de la vida, si la hubiera
habido, hubiera sido totalmente diferente. Encontramos que el sol es entre mi-
les el único que podría hacer posible la vida en la tierra; su tamaño, densidad,
temperatura y el carácter de sus rayos tiene que ser todo ello ajustado. Descu-
brimos que los gases de la atmósfera están ajustados entre sí, y que un cambio
muy pequeño sería fatal:'º
85
de: «No podemos comprender como el Orden de la Naturaleza pudo
surgir del caos y del azar.» 40 Y aunque Albert Einstein consideraba
a Dios como una fuerza o mente impersonal, dijo lo siguiente en re-
conocimiento de las maravillas que observaba en su trabajo:
Mi religión consiste en una humilde admiración por el ilimitable Superior
Espíritu que se revela a Sí mismo en los pequeños detalles que podemos per-
cibir con nuestras frágiles y débiles mentes. Esta convicción profundamente
emocional de la presencia de un poder razonador superior, que se revela en el
incomprensible universo, conforma mi idea de Dios.4'
86
RECAPITULACIÓN
44. Sir James Jeans, The Mysterious Universe (Dutton, 1958), págs. 186, 187.
45. Car! Wallace Miller, A Scientist's Approach to Religion (New York/The MacMillan Co.
1947). pág. 17.
87
5
,,,,
Dios vive El existe
Parte 11
En este capítulo queremos tratar los argumentos teístas que se
dan generalmente en el campo filosófico. Hay cuatro argumentos
teístas que están estrechamente interrelacionados aquí debido a
que tratan de la naturaelza mental del hombre. Estos cuatro argu-
mentos de la existencia de Dios son: 1) El argumento de la idea de
Dios; 2) el argumento de la naturaleza religiosa de Dios; 3) el argu-
mento de la moralidad, y 4) el argumento de la apreciación de la
belleza. Estos argumentos serán considerados en la primera parte
de este capítulo. Acabaremos dando el argumento de la revelación
que es el resultado y sumario irresistible de todos los argumentos
teístas. Este argumento no es filosófico y no debería ser clasificado
con los cuatro anteriores argumentos aquí relacionados.
89
argumento es probablemente el más ardientemente debatido de
todos los argumentos teístas, habiendo sido considerado por unos
como una broma verbal, y simplemente rechazado de plano por
otros. Sin embargo, para el creyente el argumento tiene fuerza.
Pero, al mismo tiempo, ¿puede el ateo realmente rechazarlo en bue-
na lógica?
Definamos ahora el argumento.
El argumento ontológico pretende demostrar simplemente a partir del con-
cepto de Dios como ser supremo que la existencia de Dios no puede ser puesta
en duda de manera racional por parte de nadie que tenga tal concepto de Él.
Así es un argumento puramente a priori, es decir, que no se apoya en ningún
hecho de la experiencia, sino que tiene que ver sólo con la implicación de con-
ceptos, en este caso el concepto de Dios.'
Davis explica:
Este argumento intenta demostrar la existencia de Dios en base de un exa-
men de qué queremos decir con la palabra «Dios». Intenta mostrar que la idea
de la existencia de Dios está necesariamente involucrada en la misma idea de
Dios, de manera que uno que comprenda claramente lo que quiere decir con
la palabra tiene que reconocer que Dios existe. 3
«Así, a fin de incluso pensar acerca este Ser, más grande que el
cual no puede concebirse, uno tiene que pens~ir en Dios como ver-
daderamente existente, porque si se concibe de El como no existente,
no se ha pensado en el más grande Ser concebible.» 4
En otras palabras, Dios es concebido como existiendo simple-
mente por la mera idea de Dios como siendo un ser perfecto, eterno
y omnisciente. O, como lo expresó Anselmo: «Nadie que comprenda
la realidad que Dios es puede pensar que Dios no existe.» 5 Knudson
explica: «La misma idea de un Ser supremo o perfecto, así, implica
su existencia.» 6
Es verdaderamente curioso considerar cómo el hombre hubiera
podido formular la idea de Dios si fuera sólo el resultado de la ma-
teria. El hombre no tiene capacidad para pensar ni imaginar más
allá de aquella información que le ha sido dada por los cinco sen-
tidos. Y, sin embargo, el hombre ha concebido un Ser que no depen-
de de la percepción de los sentidos. Dios está por encima de los sen-
2. Richard Taylor, •lntroduction•, The Ontological Argument, Alvin Plantinga, ed. (Garden
City, New York: Doubleday & Co., Inc., 1965), pág. VII.
3. William H. Davis, Phi/osophy o( Re/igion (Abilene, Tex.: Biblical Research Press, 1969),
pág. 7.
4. !bid., pág. 8.
5. Anselmo, The Proslogion.
6. Albert C. Knudson, •God•, An Encyclopedia o( Religion, Vergelius Ferm, ed. (New York:
Philosophical Library, 1945), pág. 301.
90
tidos. Campbell dijo: «La imaginación ... no tiene el poder de crear
ninguna nueva idea. Tiene el poder de analizar, combinar, acumu-
lar y modificar todas las diferentes ideas que se le presentan; pero
la imaginación no tiene poderes creadores.>/ En su debate con Ro-
bert Owen, un ateo, Campbell argumentó persuasivamente que la
imaginación del hombre es incapaz de concebir un ser mayor que
la información aportada por los sentidos. 8 Y el hombre no puede.
Está más allá de su poder pensante.
Un ejemplo de lo anterior sería la incapacidad del hombre de
concebir de un sexto sentido. 9 ¿Cuál sería? ¿Cómo funcionaría? Si
decimos que un sexto sentido del hombre podría ser como el que
posee el sistema de radar de un murciélago, nuestro argumento si-
gue estando apoyado por el hecho de que nuestra concepción se ha
basado sobre estudios sensorios sobre los murciélagos. Un buen
reto para la mente es intentar pensar en algo que el hombre haya
inventado o imaginado que no le haya venido de alguna observa-
ción anterior. ¿De dónde sacó el hombre su primera idea de un
bote? ¿de un avión? ¿de un tenedor? ¿de una rueda? Todas estas in-
venciones vinieron de objetos ya existentes. Son inventos sólo por-
que el hombre simplemente tropezó con cosas que ya existían o que
eran ya leyes. Pero, ¿de dónde sacó el hombre la idea de Dios? ¿No
tendríamos que responder que sacó esta idea de un Dios que se re-
veló a los sentidos del hombre en algún tiempo pasado?
Si el hombre no puede concebir de nada mayor que aquello que
le permite su propia experiencia, es ciertamente desconcertante que
haya formulado la concepción de un Ser Perfecto, Dios. Campbell
pregunta: «Ahora bien, si esto es cierto [que el hombre no puede
imaginar nada que vaya más allá de sus experiencias], y basado en
un análisis estricto de la mente humana, y predicado de la expe-
riencia universal, ¿cómo hubiera podido el hombre imaginarse un
Dios?» 1º «Es extraño que, si todo lo que existe es materia en movi-
miento, la materia haya llegado universalmente a la creencia en
Dios». 11
El argumento ontológico dice que si la idea de Dios es concebi-
ble, es que es cierta, real. 12 Si no existe ninguna contradicción lógi-
ca en el argumento, entonces éste no se derrumba. Spinoza añade:
«Si, luego, no se puede dar causa ni razón que impida la existencia
de Dios, o que destruya su existencia, tenemos que llegar a la conclu-
7. Alexander Campbell y Robert Owen, A Debate, (Nashville, Tenn.: McQuiddy Printing Co.,
1957), pág. 213.
8. !bid., pág. 123-127, 147-154.
9. !bid.
10. !bid .. pág. 125.
11. James D. Bales y Woolsey Teller, The Existence of God (un debate) (Searcy, Ark.: Harding
College, Oct. 6-9, 1947), pág. 98.
12. Para una consideración más completa de este pensamiento, leer: Charles Hartshorne,
Man's Vision o{God (New York: Harper & Row, Inc., 1941).
91
sión de que existe necesariamente [énfasis mío, R. E. D.].» 13 No hay
ninguna contradicción lógica en el argumento; por tanto, tiene que
ser considerado como significativo de la existencia de Dios.
Hay otros varios aspectos de este argumento que no podemos
tratar aquí por falta de espacio. Tenemos que reconocer que este ar-
gumento no es necesariamente concluyente por sí mismo. Es tan
sólo una adición a la cadena de argumentos teístas. Algunos le han
dado importancia en demasía. Pero, por otra parte, sus críticos no
le han dado suficiente reconocimiento. Aunque es criticado por mu-
chos, sigue teniendo alguna fuerza en el fundamento de la evidencia
que defiende la existencia de Dios. Sigue siendo un obstáculo válido
en el camino de negación del ateo.
92
en cada caso por igual, se tiene que confesar que en todo lugar y siempre,
el hombre tiene una religión. Esto es tan manifiesto, que la negación del he-
cho, que no era poco común en nuestros días, es ahora poco oída después de
haber tenido lugar una investigación más cuidadosa y extensa. Se admite co-
múnmente que la religión es un fenómeno universal, y que las excepciones, si es que
existe alguna, deben ser ,consideradas como anonnales [énfasis mío, R. E. D.]. 19
93
B. La creencia universal en un Ser Supremo
Junto con la naturaleza universalmente religiosa del hombre
viene la creencia universal del hombre en un Ser Supremo. 26 Esta
creencia puede verse fácilmente en una sociedad determinada, o
puede entreverse oscuramente en las historias de la sociedad. No
hay religión conocida de este autor cuyos objetos (seres) de adora-
ción no puedan seguirse en el pasado a un último y supremo ser ob-
jeto de adoración.
Todas las culturas han tenido religiones, y todas las relgiones
han tenido un Ser Supremo. William Schmidt escribió: «Este Ser
Supremo se encuentra entre todos los pueblos de cultura primitiva;
no ciertamente en todas partes en la misma forma o con el mismo
rigor, pero aún así en todas partes lo suficientemente destacado
como para hacer indudable su posición dominante.» 27 El himno 129
del décimo libro del Rig-Veda dice así:
En el principio no había ni nada ni algo.
Luego no había ni atmósfera ni cielo encima,
Ni muerte ni inmortalidad había,
No había día ni noche, ni luz ni tinieblas,
Sólo el Existente respiraba serenamente, en sí mismo completo.
Nada sino Él estaba ahí, nada más ni encima ni más allá.
94
Sea a donde sea que nos dirijamos en la historia de las religio-
nes del hombre vemos que él, el hombre, fue primero monoteísta y
no politeísta. Toda la evidencia da apoyo a este hecho. 30
Pero, ¿de dónde derivó el hombre su capacidad para la adora-
ción? ¿Por qué es religioso? ¿Por qué la idea de sólo un Dios? ¿Por
qué incluso la idea de un Dios en absoluto? Las respuestas a estas
preguntas llevan a uno a la conclusión de que hay un Ser Supremo
que creó dentro del hombre actitudes de ~doración. Y aquel mismo
Ser se reveló al hombre en el principio. El, aquel Ser, es el origen
de estas actitudes.
Al ver la evidente naturaleza religiosa del hombre esperaríamos
que la Biblia nos presentase una razón de este fenómeno. Y esto es
exactamente lo que hace. El apóstol Pablo escribió:
Y de una sangre ha hecho (Dios) todo el linaje de los hombres, para que ha-
biten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos,
y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera,
palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de no-
sotros. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos ... (Hechos 17:26-28).
EL ARGUMENTO DE LA MORALIDAD
El argumento de la moralidad del hombre puede ser dividido eri
dos áreas: (A) El hombre es un ser espiritual con necesidades espi-
rituales, y (B) el hombre tiene una conciencia moral que le apremia
a hacer lo que cree que es recto.
A. El hombre es espiritual
La afirmación que hizo Jesús: «.t'fo sólo de pan vivirá el hom-
bre», es cierta no sólo porque fue El quien la hizo, sino también
porque es un hecho demostrado cierto por la naturaleza humana
30. Algunos libros a estudiar acerca de este tema son: R. H. Nassau, Fetishism in West A/rica;
William a. P. Martin, Oriental Re/igions and Christianity; Principal Fairbaim, Studies in Philosophy
of Religion; James Orr, The Problem of the Old Testament; E. W. Hopkins, The History of Religions;
Frank Byron Jevons, An lntroduction to the History of Religion.
95
creada por Dios. El hombre es más que un ser físico. Por naturaleza
tiene hambre y sed de aquello que no es físico: lo espiritual.
El hombre es un ser dual, físico y moral o espiritual. En el mundo material
hay aquello que satisface y sacia a cada deseo físico del hombre. No hay nin-
gún apetito físico que no pueda ser saciado por el mundo de las cosas físicas.
Pero hay aquello en el hombre que todas las cosas físicas y materiales de la tie-
rra no püeden saciar. Hay un constante anhelar, un hambre por algo más allá
de lo meramente físico. Esto es lo que se reconoce como necesidades religiosas
o espirituales. 31
96
Lo que se quiere decir con la afirmación de que la conciencia es universal
para toda la humanidad es que hay una cierta característica innata en la men-
te que capacita a una persona que ha llegado a la edad de la razón a emitir
un juicio en cuanto a la bondad o maldad de cualquier curso de acción que se
le pueda presentar a la mente. Enfrentado a un curso de ación determinado,
la mente reacciona, instintiva, involuntaria, y con frecuencia inconscientemen-
te, con el juicio correspondiente: «Debería hacer lo que es recto.» 34
34. Floyd E. Hamilton, The Basis ofChristian Faith (New York: Harper and Row, 1964), pág.
47.
35. Roy Deaver, «Creation And Moral Consciousness», The Spiritual Sword (1511 Getwell
Road, Memphis, Tenn.: April 1971), Vol. 2, n.º 3, pág. 41.
36. Rubel Shelly, Simple Study in Christian Evidences (Memphis, Tenn.: Simple Studies Pub.
Co., 1970), pág. 13.
37. Batsell Barret Baxter, I Relieve Because... (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1971),
pág. 52.
97
EL ARGUMENTO DE LA APRECIACIÓN DE LA BELLEZA
98
EL ARGUMENTO DE LA REVELACIÓN
El argumento de la revelación se basa en la veracidad de los ar-
gumentos concernientes a la naturaleza religiosa y moralidad del
hombre. Si el hombre es un ser moral y espiritual que es inheren-
temente religioso (y lo es), ¿no es razonable entonces creer que su
Creador le revelaría por qué es de esta manera?
Evidentemente, este argumento supone que los anteriores argu-
mentos han defendido suficientemente la existencia de Dios. Dios
existe. Por ello, mantenemos que es razonable que Él se revelara al
hombre. Su existencia demanda la revelación. Podemos dividir este
argumento en dos áreas de interés: (A) la posibilidad, probabilidad,
necesidad y racionalidad de la revelación, y (B) la revelación misma.
A. Posibilidad, Probabilidad, Necesidad y Racionalidad
de la Revelación
¿Sería posible que una Inteligencia se revelara al hombre? ¡Cier-
tamente! Responder que no pondría de inmediato la carga de cono-
cer todas las imposibilidades sobre los hombros del contradictor.
¿Es probable que la Inteligencia se manifestara a sí misma a aquello
que fue creado? ¡Sí! Responder en sentido negativo sería decir que
el Creador sería cruel al haber creado un ser con anhelos religiosos
y espirituales y, sin embargo, dejando estos deseos sin satisfacción.
Por ello, ¿es necesario que Dios se revelara al hombre? ¡Totalmente!
Dios creó al hombre para ser llenado con Su alimento espiritual. La
amante naturaleza de Dios no le permitiría que Sus hijos ,murieran
de desnutrición espiritual. El hombre necesita de Dios. Esta es la
manera en que Dios lo creó. Es simplemente razonable creer que el
Creador completaría su Creación con la revelación.
Es razonable, por tanto, que el Creador se revelase a Su creación.
El cristiano afirma que Dios se ha revelado de tal manera al hom-
bre, tanto por las manifestaciones de Su presencia como por la re-
velación de Sus leyes.
El hombre es un ser moral y necesita una norma por la cual juz-
gar su vida. Si el ateísmo fuera verdad, no existe nada que pueda
tomarse como norma de moralidad. Cada persona podría hacer lo
que fuera recto delante de sus ojos sin decir lógicamente que era in-
correcto. La norma dominante sería «haz lo que te dé la gana».
Hay ateos que pretenden poder vivir vidas morales sin la norma
de los principios bíblicos. 38 Pero este autor pone en cuestión el ori-
gen de su moralidad. ¿De dónde sacaron su moralidad, qué morales
tienen, en primer lugar? Bales dice acertadamente:
Es cierto que hay ateos que viven buenas vidas morales bajo el prisma de
las normas generales de la sociedad. Por sus admirables vidas recomiendan su
38. John Reíd, Man Without God (New York: Corpus Instrumentorum, 1971), págs. ix, x.
99
ateísmo, y dan la apariencia de que el ateísmo es moralmene seguro y sano.
Sin embargo, tenemos que preguntar si acaso su moralidad está arraigada y
nutrida por su ateísmo. 39
39. James D. Bales, «Atheists and Admirable Lives», Firm Foundation (Austin, Tex.: March
4, 1975), pág. s.
100
misma señales de su divinidad. Así, su tema, su gloriosa doctrina del Dios vivo
y verdadero, Creador del cielo y de la tierra, de la caída del hombre en pecado
y de la maravillosa redención que Dios ha obrado para el hombre, da un tes-
timonio claro y convincente de su origen divino. Lo mismo es verdad que todas
sus otras «excelencias incomparables». Son sin paralelo en ningún otro escrito,
y muestran de una manera de lo más convincente que la Biblia es en un sen-
tido singular la Palabra de Dios.""
RECAPITULACIÓN
Hay muchas otras reflexiones que podrían ser presentadas junto
con la línea de argumentación teísta. Este capítulo y el precedente
son sólo un breve examen de los principales argumentos. Al conca-
tenarse esta cadena de argumentación, se puede ver que la existen-
40. Edward J. Young, An lntroduction to the Old Testament (Grand Rapids, Mich.: William B.
Eerdmans Publishing Co., 1969), pág. 27.
101
cia de Dios tiene un sustento abrumador. Tomados como un todo,
los argumentos teístas llevan a la conclusión de que la inteligencia
es la ordenadora y controladora de los mundos.
El materialismo se vuelve irracional e ilógico en comparación
con la fuerza de la conclusión de estos argumentos. Andrew Conway
Ivy dijo: «La creencia en la existencia de Dios provee el único sig-
nificado total, definitivo y racional de la existencia.» 41
No tenemos por qué bajar la cabeza avergonzados en esta era científica de-
bido a que creemos en Dios. Más bien, es el ateo quien debería bajar la cabeza
avergonzado, por cuanto su hipótesis niega la posibilidad de racionalidad; ello
debido a que hace de todo simplemente materia en movimiento respondiendo
a materia en movimiento. 42
102
6
l. David Elton Trueblood, Philosophy of Religion (New York: Harper & Row, Publishers,
1957). pág. 231.
2. Donald A. Wells, Gud, Man and the Thinker, pág. 112, citado por Wayne Jackson en Fortify
Your Faith in an Age of Doubt (Stockton, Calif.: Pledge Publications, 1974), pág. 4.
3. Thomas B. Warren, Have Atheists Proved There is No God (Nashville, Tenn.: Gospel Advo-
cate Co., 1972), pág. vii.
4. Paul E. Little, Know Why You Relieve (Wheaton, Ill.: Scripture Press Pub. Inc., 1967), pág.
73.
103
¿CUÁL ES EL PROBLEMA?
Así, ¿cuál es el problema? ¿Hay un problema o una contradic-
ción lógica entre la creencia en Dios y la existencia del mal? En pri-
mer lugar, definamos el problema. Epicuro (300 a.C.) plantea el
problema de esta manera:
O bien los dioses pueden quitar el mal del mundo y no quieren, o estando
dispuestos a ello no pueden; o bien ni quieren ni pueden, o, en último término,
tienen capacidad para ello, y están dispuestos. Si tienen voluntad de eliminar
el mal y no pueden, entonces no son'omnipotentes. Si pueden, pero no quieren,
entonces no son bevevolentes. Si ni quieren ni pueden, entonces no son ni om-
nipotentes ni benevolentes. Por último, si a la vez tienen capacidad para ello
y están dispuestos a aniquilar el mal, ¿cómo es que el mal existe?;
S. Epicurus, Aphorisms, citado por The World Treasury of Religious Quotations, Ralph L.
Woods, ed. (New York: Garland Books, 1966), pág. 298.
6. Trueblood, Philosophy of Religion, op. cit., pág. 231.
104
tiene que reconocer que el teísta tiene que explicar la cxistenci.l de
un Dios benevolente frente a la existencia del mal. Pero, por otra
parte, el ateo tiene que explicar la evolución de la idea de un Dios
benevolente en base de un ambiente de un universo y mundo su-
puestamente material en su totalidad. Estamos en una calle de dos
vías, y cada negador de la Deidad debería reconocerlo.
UN ANTIGUO PROBLEMA
Los profetas de la antigedad pedían incesantemente una explica-
ción de Dios acerca del sufrimiento, dolor y mal. Elías preguntó:
«Jehová Dios mío, ¿aún a la viuda en cuya casa estoy hospedado
has afligido, haciéndole morir su hijo?» (1Reyes17:20). «Si Jehová
está con nosotros», se preguntaba Gedeón, «¿por qué nos ha sobre-
venido todo esto?» (Jueces 6:13). Habacuc se quejaba: «¿Por qué ves
a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más
justo que él?» (Habacuc 1:13). Y luego Job, en su confrontación con
el mal, preguntaba angustiadamente: «Está mi alma hastiada de
mi vida; daré libre curso a mi queja, hablaré con amargura de mi
alma. Diré a Dios: No me condenes; hazme entender por qué con-
tiendes conmigo. ¿Te parece bien que oprimas, que deseches la obra
de tus manos, y que favorezcas los designios de los impíos?» (Job
10:1-3).
La presencia del sufrimiento, del dolor y del mal ha estado con
nosotros por un largo tiempo. Los teístas siempre han hecho la pre-
gunta de por qué Dios deja que los justos sufran. Los escépticos
como Hume han utilizado la existencia del mal como espada para
atacar la posición del teísta. 7 Hoy en día, el problema del mal es la
evidencia que alega el ateo en cpntra de la existencia de Dios. O así
se pretende.
El problema del mal ha estado dando vueltas por las mentes de
los filósofos durante muchos años. Cuando nombres como Belsen y
Auschwitz y Dachau le recuerdan a la humanidad los atroces sufri-
mientos inflingidos sobre la humanidad en campos de exterminio
nazis; cuando nombres como Hitler y Mussolini nos recuerdan las
maneras inhumanas de hacer que se pueden dar; cuando palabras
como Watergate y Vietnam nos traen recuerdos de corrupción po-
lítica y de guerras innecesarias, nos preguntamos por qué Dios per-
mite que todo ello exista. ¡Pero quizá la existencia de todo ello es
necesaria! ¿Podría ser que la existencia del mal fuera un «mal ne-
cesario»?
Al considerar este tema se hace por lo general una distinción en-
7. David Hume, «Dialogues Concerning Natural religion», Partes X, XI en God and Evil, Nel-
son Pike, ed. (Englewood Cliffs: Prentice Hall, loe., 1964), págs. 17-36.
105
tre tres tipos de «males». Estos son: (1) mal físico o sufrimiento
causado por cosas como tornados, inundaciones y nacimientos de-
formes; (2) mal moral, como asesinatos, codicias, pendencias, men-
tiras, y (3) el infiernf! eterno, un lugar de castigo eterno para los que
se rebelan contra Dios. Los ateos utilizan estas tres fuentes de mal,
como un todo, en contra de un Dios todopoderoso y absolutamente
bueno. ¿Por qué permite Dios que existan las primeras dos fuentes
de mal? Y, si es absolutamente bueno, ¿por qué va a sentenciar a
un ser humano a un infierno eterno?
CONSIDERACIONES PRELIMINARES
A. El problema de Dios
El ateo le dice al teísta: «Si hay un Dios absolutamente bueno
y todopoderoso, ¿cómo explicas la existencia del mal?» Pero el teís-
ta puede también preguntarle al ateo: «Si no hay Dios, ¿cómo ex-
plicas tú la presencia del bien?» Si todo lo que existe es materia en
movimiento, es ciertamente curioso que la materia haya desarrolla-
do el buen amor, la buena benevolencia, los buenos pensamientos
y buenos caracteres. ¿De dónde vino el bien? ¿Qué propósito hay en
el bien? El ateo tiene que dar respuesta a estas preguntas. 8 El teísta
tiene que tratar con el problema del mal, pero, por otra parte, el
ateo tiene que tratar con el problema del bien.
8. Leer James D. Bales y Woolsey Teller, The Existence of God, a debate (Harding College,
Searcy, Ark.), págs. 161, 162.
106
tianismo nunca ha pretendido quitar el aguijón del mal explicándo-
lo, sino dando la victoria sobre él.» 9 El cristianismo no quita el su-
frimiento ni el dolor de la vida de uno. Le ayuda a uno a soportarlo.
Debería eliminar el sufrimiento resultante del pecado al eliminar -
al menos en cierto grado- el pecado de la vida de uno. Segamos lo
que sembramos. Si sembramos el bien, segaremos el bien (Gálatas
6ó)). Así, el cristianismo es la medicina; el mal es el virus. Dios tan
sólo dice: «Tened pacieqcia hasta la venida del Señor» (Santiago
5:7). Y en aquel tiempo El dice que eliminará la existencia del mal
y de todo sufrimiento y dolor (Apocalipsis 21 :4). Esta es la esperan-
za del creyente.
D. Malas reacciones
Y también nuestra reacción ante el sufrimiento puede ser mala.
«En ocasiones es nuestra reacción ante el sufrimiento», explica Paul
Little, «más que el sufrimiento mismo, lo que determina si la expe-
riencia será una bendición o una pérdida. El mismo sol que derrite
la mantequilla endurece la arcilla». 12
Nuestra valoración de la situación puede no ser siempre objeti-
va. Una cierva madre que cargue para proteger a sus cervatos pue-
9. Herbert H. Farmer, Towards Belief in God (Londres: Student Christian Movement Press,
1942), pág. 231.
10. Batsell Barret Baxter, I Believe Because ... (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House Cu.,
1971), pág. 274.
11. /bid.
12. Little, Know Why You Believe, op. cit., pág. 80.
107
de ser mala para aquel que recibe el ataque. Pero la superviviencia
de los cervatos es buena, porque provee de alimento para los huma-
nos. El aguijón de una abeja puede ser considerado malo por algu-
nos, pero si las abejas no tuvieran con qué proteger su miel, los de-
predadores destruirían rápida y ciertamente su sustento vital. Si la
miel fuera destruida, morirían las abejas. Si las abejas murieran, la
polinización en el reino de las plantas se vería severamente dificul-
tada. Sin polinización las plantas mueren. Sin plantas, el suminis-
tro de alimentos para el hombre se ve rápida y drásticamente dis-
minuido. Así que algunas de las cosas que pueden al principio pa-
recer malas son en realidad, a largo plazo, buenas. Tenemos que va-
lorar cuidadosamente todas nuestras reacciones ante el dolor y el
sufrimiento.
SOLUCIONES
Dirijamos nuestra atención ahora a algunas explicaciones del
mal. Pronto se hará patente que casi todas las explicaciones tienen
13. Marv Baker Eddv, Science and Health With Kev to the Scriptures (Bastan: Trustees llnder
the Will af Mary Baker Eddy, 1908), n.p. -
14. William H. Davis, Philosaphy a( Religion (Abilene, Tex.: Biblical Research Press, 1969),
pág. 34.
108
huecos y problemas. Sin embargo, la fuerza de los argumentos para
la necesidad del mal son suficientes para satisfacer al indagador se-
rio en cuanto a la razón de la existencia del mal.
109
consecuencias si son violadas, el mundo sería caótico, y la vida no
podría subsistir.
Las discusiones acerca del problema del mal comienzan por lo
general con la consideración del dolor, sufrimiento, tornados e
inundaciones. Pero esto son trivialidades en comparación con el su-
frimiento que el hombre inflinge al hombre. ¿Por qué permite Dios
que el hombre sea dañino para el hombre? ¿Por qué permitió Dios
la existencia de hombres como Nerón y Hitler?
B. La libertad de elección es necesaria
Dios creó al hombre como un agente moral libre. Sin esta cua-
lidad el hombre sería un robot, una mera marioneta. Pero esta li-
bertad de elección tiene algunos inconvenientes necesarios. Los
hombres deben poder tener la libertad de elegir el mal así como el
bien. Y esta libertad de elección conduce a mucho mal.
La necesidad del libre albedrío del hombre da apoyo a la necesidad
de la existencia del mal. Para que el hombre fuera verdaderamente
libre, debía tener el poder de elegir el bien y el mal. «¿Por qué qo
nos hizo Dios de manera que no pudiérarµos pecar? Desde luego, El
hubiera podido, pero recordemos que si El lo hubiera hecho así, no
seríamos seres humanos, seríamos máquinas. ¿Te gustaría estar ca-
sado con una muñeca que habla?» 20 «Una persona que no es libre
de hacer el mal es una contradicción lógica.» 21 Y así tenemos que
entender que Dios «no puede dar al hombre el poder de elegir sin
darle la capacida de elegir el mal así como el bien». 22 «Si el hombre
debía tener libre albedrío, era inevitable que pudiera elegir el mal
así com0 el bien.» 23 Ramm dice acertadamente:
La hhertad, para ser una verdadera libertad, tiene que ser una libertad en-
tre opue~tos. Una libertad restringida o vallada, confinada, podría existir,
como quiz.:.. con un animal, pero ello no puede ser así con el hombre, hecho a
imagen de Dios. La libertad tiene que ser libertad entre opuestos radicales,
esto es, entre pecado y santidad, entre bien o mal, entre el diablo o Dios. Si se
pusieran argollas a la libertad humana, se destruiría cualquier sentido en que
el hombre fuera la imagen de Dios. Por ello, el mal tiene que ser una verdadera
posibilidad para el hombre, porque sólo esta posibilidad radical hace que sea
verdaderamente libre; y sólo en tanto que es verdaderamente libre es imagen
de Dios. 24
Para ser libre, el hombre tiene que poder hacer elecciones, inclu-
so malas elecciones. Tiene que poder elegir si va a hacer reactores
20. Little, Know Why You Believe, op. cit., pág. 73.
21. Farmer, Towards Belief in God, op. cit., pág. 244.
22. Fosdick, Dear Mr. Brown, op. cit., pág. 73.
23. Baxter, I Believe Because ... op. cit., pág. 276.
24. Bernard L. Ramm, The God Who Makes a Difference, (Waco, Tex.: Word Books Publisher,
1972), pág. 129.
110
atómicos o bombas atómicas. Al hombre se le debe permitir edifi-
car o destruir la situación. «Dios pudiera habernos hecho máqui-
nas, pero si lo hubiera hecho así nos habría robado de nuestra pre-
ciosa capacidad de elegir, y habríamos dejado de ser humanos. El
ejercicio del libre albedrío en dirección del mal, en lo que llamamos
la "caída" del hombre, es la razón básica del mal y del sufrimiento
en el mundo.» 25 Un agente moral verdaderamente libre sin la liber-
tad de elegir el mal es una contradicción. C. S. Lewis escribió lo si-
guiente:
Algunos piensan que se pueden imaginar una criatura libre pero sin la po-
sibilidad de actuar mal. Yo no. Si algo es libre para ser bueno es también libre
para ser malo. Y la libertad de la voluntad es lo que ha hecho posible el mal.
¿Por qué, entonces, les dio Dios libre albedrío? Porque el libre albedrío, aun-
que hace posible el mal, es también lo único que posibilita que valga la pena
disfrutar de cualquier amor o bondad o gozo. 26
111
de sus propios corazones, se granjean dolores más allá de lo que ha
sido ordenado.» 28
Los hombres no viven para sí mismos ni por sí mismos. El após-
tol Pablo escribió: «Porque ninguno de nosotros vive para sí, y nin-
guno muere para sí» (Romanos 14:7). «En un mundo en el que haya
algún libre albedrío es imposible ... que al~uien abuse de su libertad
sin en muchos casos hacer daño a otro.» 2 Los que están motivados
por incentivos egoístas tomarán decisiones que invariablemente
provocarán sufrimiento y dolor a otros. Pero esto no es culpa de
Dios, sino del hombre.
Sería bueno en este momento traer a la memoria el huerto del
Edén. Tenemos que tomar en consideración en esta discusión que
Dios creó al hombre, y era su propósito que allí prosperara, en una
situación edénica. Un ambiente así -del cual no conocemos plena-
mente sus beneficios y glorias- era ciertamente un amparo para
un agente moral libre. Este era el plan original de Dios. Pero el
hombre lo estropeó. Perdió su hogar original al elegir el pecado.
Como resultado del pecado de Adán y Eva, Dios lanzó Su maldición
sobre la tierra, para que el hombre se ganara el pan con el sudor de
su frente (Génesis 3:16-19).
«Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre ... »
(Romanos 5:12). Es el hombre que tiene que ser recriminado por el
pecado, no Dios. ¿Y cuánto mal en el mundo es consecuencia del pe-
cado del hombre? ¿De las decisiones malvadas del hombre? ¿Y de
los deseos egoístas del hombre? Recuérdalo, Dios lo comenzó todo
de una manera excelente. El hombre podría ser un agente moral li-
bre en un mundo edénico hoy. Pero la decisión mala de un hombre
lo cambió todo.
112
tas. Veremos que no hay contradicción en la enseñanza bíblica
acerca de la existencia del mal y la omnipotencia de Dios.
Dios puede hacer tod9 lo que puede ser hecho. La omnipotencia
de Dios no significa que El pueda hacer cosas que no pueden hacer-
se. Lewis escribió que omnipotencia «significa poder para hacer
todo aquello que es intr;ínsecamente posible, no lo que es intrínse-
camente imposible. A El se le pueden atribuir milagros, pero no
contrasentidos». 31 Davis escribió: «Pero decir que Dios es todopode-
roso significa sólo que Dios puede hacer todo lo que puede ser hecho,
no que pueda hacer cosas contradictorias como hacer círculos cua-
drados.» 32 «Nada que implique contradicción», contesta Aquino,
«cae bajo la omnipotencia de Dios». 33 Dios puede hacer lo que es
posible.
«No se trata de que no haya límites a lo que la omnipotencia
pueda hacer.» 34 Dios no puede hacer círculos cuadrados, cuadrados
redondos, triángulos de cuatro lados y rect~ngulos de tres lados.
Estas cosas no existen y no pueden existir. El no puede hacer que
algo exista y no exista al mismo tiempo. Warren dice con acierto:
En lugar de decir que Dios no puede hacer las cosas acabadas de mencionar
[como se han señalado más arriba], estaría más en armonía con la verdad de-
cir que tales cosas no pueden ser hechas en absoluto. Dios es infinito en poder,
pero el poder se relaciona sólo con aquello que puede ser hehco, con lo que es
de posible ejecución, ¡no con lo que es imposible! Es absurdo hablar de ningún
poder (incluso poder infinito) pudiendo (teniendo poder) de hacer aquello que
simplemente 110 puede ser llevado a cabo. Dios puede hacer todo aquello que es
posible de ser llevado a cabo, pero él querrá hacer sólo aquello que está en ar-
monía con Su naturaleza. 35
31. C. S. Lewis, The Problenz of Pain (N"w York: Macmillan, 1948), pág. 16.
32. Davis, Philosophy of Religion, op. 'i1., pág. 36.
33. Tomás de Aquino, Summa Theulr1girn, 1 a Q, XXV, Art. 4.
34. Warren, Have Atheists Proved T/1,,1-.· ¡,No God, op. cit., pág. 17.
35. /bid., págs. 27, 28.
113
sibilidad de pecar. Ningún poder, ni siquiera un poder infinito, puede crear un
ser que sea un agente moral libre y que a pesr de todo esté más allá de la po-
sibilidad de pecar. 36
114
con la eliminación del dolor y del sufrimiento. Pero, ¿mejor para
qué? 39 En un mundo así, un mundo libre de sufrimiento y dolor, le
sería imposible al hombre ser un agente moral y libre. Sería impo-
sible que el hombre se desarrollara espiritualmente tomando deci-
siones rectas. Como escribió Agustín: «Porque Pedro estuvo en me-
jor condición cuando hubo llorado y estuvo insatisfecho consigo
mismo, que cuando atrevidamente presumía y se sentía auto-com-
placido.» 40
El sufrimiento forja mejores caracteres. El inspirado Santiago
escribió: «La prueba de vuestra fe produce paciencia» (Santiago
1:3). Sin pruebas, tentaciones y perturbaciones, no puede haber
hombres verdaderamente valientes y desarrollados en lo espiritual
y moral. T. B. Maston escribió:
Lo principal, desde nuestra perspectiva inmediata, es que Dios no quitó el
aguijón, sino que le dijo a Pablo: «Bástate mi gracia; porque mi poder se per-
fecciona en la debilidad» (2 Corintios 12:9). ¿Cómo hubiera podido Pablo co-
nocer el poder y la suficiencia de la gracia de Dios sin el aguijón en la carne?.,
Pensemos en esto.
Como se ha dicho antes, mucho de lo que en el mundo tiene cua-
lidad de bueno tiene también la cualidad de dañar si se violan las
leyes naturales. El agua tiene la cualidad de salvar al hombre de la
sed, pero también la de ahogarle. Un cuchillo tiene la cualidad de
cortar un delicioso pastel, pero también la de matar. El amor puede
dañar cuando es rechazado, pero gozo cuando es aceptado. Pero
Royce dijo: « ... es mejor haber amado y perdido que nunca haber
amado ... » 42
Así que si todo lo existente fuera bueno -y, en realidad, lo tal
no podría existir sin mal- ¿cómo entonces podría el hombre desa-
rrollar un carácter verdaderamente espiritual y moral? Tenemos
que aceptar las malas cualidades de las cosas que existen -y ello
incluye las malas elecciones del hombre- así como las buenas. Las
unas no pueden existir sin las otras. Precisamos de ambas cualida-
des para completar un ambiente adecuado para el desarrollo de los
verdaderos hijos de Dios.
«La cuestión crucial no es si el nuestro es el mejor de los mundos
posibles, sino si puede ser el único posible de los mundos.» 43 Para
el desarrollo del alma, parece que este es el único mundo posible.
115
Dios «no puede eliminar todas las dificultades, riesgos, dolor y di-
ficultad de la vida y seguir esperando caracteres valientes y mentes
aventureras desarrollándose en ella» .44 Y nosotros tampoco.
Pedro escribió: «Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su
gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de
tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca» (1 Pe-
dro 5:10). También: «En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora
por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en
diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más
preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se pnieba con fuego, sea
hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucris-
to» (1 Pedro 1:6, 7).
Así que hay beneficios en el sufrimiento por lo que a la erección
de un carácter se refiere. Esto puede explicar por qué Dios no inter-
viene para preservar a Sus hijos de todo sufrimiento. «Si Dios inter-
viniera en favor de Su hijo, el hijo vendría a ser lo que alguien ha
dado en llamar "una mascota cósmica", y un hijo mimado resulta
ser un hijo echado a perder. Nuestro Padre Celestial no tiene niños
mimados ni consentidos.» 45 Pedro no dijo que el cristiano se vería
exento de sufrimientos. Si explicó, empero, por qué existe en al vida
del cristiano. Existe con el propósito de hacer mejores cristianos.
B. El mal ejemplifica el bien
Al definir la «teoría de la definición» para explicar la presencia
del mal, Ramm escribe:
El hombre nunca conocería el bien si no conociera el mal. Un hombre crea-
do en bondad, eternamente protegido del mal, no tendría aprecio alguno hacia
el bien. Por ello el mal se introduce en el universo a fin de que el hombre pue-
da experimentar el mal y al hacerlo así venir a conocer el bien. Él así es eter-
namente mejor por haber experimentado el mal, porque ahora conoce el ver-
dadero carácter del bien.46
116
mos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo» (Génesis 50:20).
Desde una perspectiva global, las cosas ayudan a bien a aquellos
que obedecen a Dios (Romanos 8:28). Hay ocasiones en que no po-
demos ver el bien. Pero, ¿no deberíamos ser tan omniscientes como
Dios para ver el bien en tiempos de sufrimiento? Si viéramos todo
el bien que Dios ha prometido que vendrá, no quedaría entonces lu-
gar para la confianza, ni para la esperanza.
Así que no es malo que el mal exista. 48 Warren dijo que «lo que
sucede es que el mal existe realmente, no que es malo que exista» .49
En Enchiridion, Agustín dice: «Aunque el mal, en tanto que es
malo, no es un bien, sin embargo el hecho de que exista el mal así
como el bien es un bien. Porque si no fuera la existencia del mal un
bien, su existencia no sería permitida por el Dios omnipotente.» so
El pecado es el único verdadero mal porque es la voluntariosa
transgresión de la voluntad de Dios (1 Juan 3:4; Romanos 3:19;
4: 15). No es malo que Dios diera al hombre el poder de la libertad.
Pero es malo cuando el hombre abusa de este poder decidiéndose
por la rebelión en contra de Dios. Y una vez más, Dios no puede ser
hecho responsable de las decisiones pecaminosas del hombre.
117
voca la mayor parte de problemas. Maston exhortaba: « ... el sufri-
miento en general puede ser y será utilizado por Dios para profun-
dizar y enriquecer nuestras vidas si reaccionamos rectamente ante
él». 53 Y debemos reaccionar rectamente. Las reacciones correctas,
sin embargo, se encuentran sólo en la comprensión verdaderamente
bíblica de lo que realmente es el mal. Y las reacciones correctas
vendrán solamente a aquellos que se dan cuenta y comprenden la
gran recompensa preparada para aquellos que vencen.
Una vez más, tenemos que traer a la mente que Dios ha dado al
hombre el poder de elegir. Pero si abusa de este privilegio tendrá
que sufrir las consecuencias de sus malas acciones (Gálatas 6:7). La
acusación «¿Por qué un Dios absolutamente bueno iría a enviar a
nadie a un infierno eterno?» no se centra en el verdadero «envia-
dor». El hombre se destina a sí mismo al infierno debido a que así
decide su curso en una vida que conduce a tal lugar. Cuando viola
las necesarias leyes naturales existentes, tiene que pagar el precio.
Lo mismo sucede en el reino espiritual. Cuando el hombre viola le-
yes morales necesariamente existentes, tiene que pagar el precio.
A fin de que el hombre sea verdaderamente libre, tiene que tener
el poder de elegir entre el bien y el mal. Si elige el mal, tienen que
sobrevenir malas consecuencias. Si no, los hombres eligirían sólo
aquello que les complaciera. Cada uno haría entonces sólo aquello
que sería recto delante de sus ojos, sólo aquello que le diera placer.
Ello conduciría ciertamente a la aniquilación humana. Si los hom-
bres no fueran severamente advertidos en contra de la práctica del
pecado, es cierto que la sociedad se habría desvanecido ya hace mu-
cho tiempo. O al menos habría degenerado hasta la animalidad. El
hombre no puede dañar a sus semejantes sin recibir castigo. Así es
como tiene que ser a fin de que el hombre pueda sobrevivir.
RECAPITULACIÓN
A Dios no le da ningún placer ver sufrir a Sus hijos. Dios no es
un anciano sádico. Es un Padre amante que conduce a Sus hijos ha-
cia el cielo (Ezequiel 18:31 y ss.). Así como un padre amante disci-
plina a su hijo, así Dios disciplina a Sus hijos para mantenerlos en
el camino recto (Hebreos 12:6, 7). Así es como tiene que ser. Y así
es como debería ser.
53. Ver: Wallace l. Matson, The Existence ofGod (Ithaca, New York: Cornell University Press.
1965).
118
Dios tiene un propósito eterno para aquellos que le obedecen. Es
indudable que no podríamos comprender totalmente Sus propósi-
tos aun si nos los revelara. Algunas respuestas tienen que ser deja-
das a la fe. Si tuviéramos todas las respuestas, no quedaría lugar
para la fe.
Se debe admitir que quedan preguntas sin respuesta por lo que
respecta al problema del mal. Pero estas cuestiones menores no eli-
minan la existencia de Dios. 54 Illtyd Trethowan escribió: «Si recha-
zamos a Dios sobre esta base (que el mal existe), aceptamos el caos
en lugar de la oscuridad, y caemos en una oscuridad aún más tene-
brosa -porque en un mundo supuestamente sin propósito nos en-
contraríamos con el problema aún más irresoluble, el problema del
bien-.» 55 ¿Apagaremos la luz que tenemos? ¿Cambiaremos esta luz
por las tinieblas del ateísmo? El ateo ofrece el caos. El teísta ofrece
esperanza. ,
Dios respondió a Job revelándole que El era infinitamente ma-
yor que Job y que tenía un propósito. En resumen, la respuesta de
Dios fue: «Confía en mí; yo sé lo que estoy haciendo.» Incluso des-
pués de considerar todos los problemas de la vida tenemos que con-
fesar que sigue valiendo la pena vivirla. Después de sernos presen-
tado el alegato de Dios, tenemos que admitir que no podemos con-
cebir un mejor ambiente en el que el hombre pudiera ser moldeado
para su propósito designado -la glorificación de Dios en la tierra
y un hogar eterno con El en el cielo. Después de todo, tenemos que
estar de acuerdo con Habacuc en lo que dijo:
Aunque la higuera no florezca,
Ni en las vides haya frutos,
Aunque falte el producto del olivo,
Y los labrados no den mantenimiento,
Y las ovejas sean quitadas de la majada,
Y no haya vacas en los corrales;
Con todo, yo me alegraré en Jehová,
Y me gozaré en el Dios de mi salvación.
Habacuc 3:17, 18
119
7
• •
La Biblia y la c1enc1a
¿Por qué hay siempre un conflicto entre la Biblia y la ciencia?
¿Cuál es la base de este conflicto? ¿Acaso el desarrollo por parte del
hombre de una nueva verdad científica ensancha el abismo entre la
ciencia y la religión? Estas son preguntas que debieran llevarnos a
estudiar más estas dos grandes áreas de verdad. Evidentemente, de-
bemos reconocer que existe un conflicto entre estos dos grandes po-
deres. Pero para comprender este conflicto tenemos que visualizar
el problema real. El problema real es el de separar la verdadera
ciencia y la verdadera religión de la falsa ciencia y la falsa religión.
Nuestra comprensión del problema puede ayudarnos a darnos
cuenta de que en realidad no hay conflicto alguno entre las verda-
deras áreas de la ciencia y de la religión, después de todo.
EL CONFLICTO
La gran separación entre la ciencia y la religión en el día de hoy
se ha visto alentada en un grado elevado por las acusaciones proce-
dentes de cada campo en contra del otro. H. Holmes Harshorne
echa la culpa del conflicto a aquellos que consideran que la Biblia
es la palabra infalible de Dios. Escribe él: «Aunque, por ello, el fun-
damentalismo depende en gran parte de las presuposiciones que in-
forman la ciencia moderna, en su dogmatismo está irreconciliable-
mente opuesto a la ciencia.» 1 Harshorne comete el fallo de contem-
plar la Biblia desde una perspectiva modernista en un esfuerzo por
l. M. Holmes Hartshorne, The Promise of Science and the Power of Faith (Philadelphia: The
Westminster Press, 1958), pág. 78.
121
armonizarla con la ciencia. Hace de la Biblia la esclava y de la cien-
cia la dictadora de la verdad.
También los hay que presentan toda religión como opuesta a la
ciencia. José Stalin presenta el credo del comunismo de la siguiente
manera: «El Partido [esto es, el comunista] no puede ser neutral ha-
cia la religión, y lleva a cabo propaganda antirreligiosa en contra
de cada uno y todos los prejuicios religiosos debido a que se man-
tiene en favor de la ciencia, en tanto que los prejuicios religiosos
van en contra de la ciencia, debido a que toda religión es algo
opuesto a la ciencia.» 2
Los pensadores religiosos no están totalmente exentos de ino-
cencia en este conflicto. A comienzos de este siglo, F. Bettex afirma-
ba en su libro Science and Christianity:
Desafortunadamente, la respuesta tiene que ser que en general los cristia-
nos toman una posición, con referencia a la ciencia y a la investigación cien-
tífica, indigna de su profesión de fe, una postura que, si no es antagonística, es
sin embargo desconfiada, inclinada a ridiculizar o al menos a evitar el tema. 3
2. Joseph Stalin, Leninism, Vol. 1, pág. 386, citado por James D. Bales, Communism: Its
Faith and Fallacies {Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1962), pág. 164.
3. F. Bettex, Science and Christianity (New York: The Abingdon Press, 1901), pág. 107.
4. Ibid., pág. 112.
122
suficiente acerca de la ciencia a fin de poder ser un crítico válido de
la ciencia. Clark explica más acerca de este problema:
Desde que el mundo empezó, y mientras duren los cielos y la tierra, nunca
ha habido ni habrá un hecho demostrativo de que no hay Dios, o de que el
alma no es inmortal, o de que Jesucristo no vino a la tierra como Dios-hombre
para morir por nuestros pecados; y no hay ningún hecho que demuestre que
no hay resurrección de los muertos, y de que los enfermos no puedan ser sa-
nados por la oración, por la razón de que los hechos no tienen poder de prueba
negativa.•
S. Gordon H. Clark, The Philosophy of Science and Belief in God (Nutley, New Jersey: Craig
Press, 1964), pág. 8.
6. Bettex, Science and Christianity, op. cit., págs. 117, 118.
123
«Guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláti-
cas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada
ciencia» (1 Timoteo 6:20). Hay una falsa ciencia. Es esta falsa cien-
cia la que entra en conflicto con la Biblia. Pablo advirtió a los co-
losenses: «Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y hue-
cas sutilezas» (Colosenses 2:8). El problema aparece cuando la cien-
cia se convierte en una filosofía. Son las filosofías de los hombres
las que provocan todo el problema. Pero, por otra parte, hay tam-
bién falsas religiones. Y estas falsas religiones entran también en
colisión con la verdadera ciencia y con el verdadero cristianismo.
Nunca deberíamos permitir que se nos haga creer que toda ciencia
y toda filosofía son verdaderas. Hay cosas como falsa ciencia y fal-
sas filosofías y religiones.
EL PROBLEMA
7. Paul E. Little, Know Why You Believe (Wheaton, Ill.: Scripture Press Pub. Inc., 1967), pág.
63.
8. Jack Wood Sears, «lntroduction», Conflict and Hannony in Science and the Bible, intro-
ducción de Merrill C. Tenney (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1969).
124
parte de uno o de ambos bandos, y la historia es pródiga en ilustraciones de todas
estas formas de desconcertantes contradicciones [énfasis mío, R. E. D.].» 9
9. Thornton Whaling, Science and Religion Today (Chapel Hill: University of North Carolina
Press, 1927), pág. 21.
10. Little, Know Why You Believe, op. cit., pág. 64.
11. C. S. Lewis, Mere Christianity (New York: MacMillan Publishing Co., Inc., 1976), pág. 47.
12. George A. Klingman, God Is (Cincinnati: F. L. Rowe Pub., 1929), pág. 126.
13. Whaling, Science and Religion Today, op. cit., pág. 10.
125
Durante los Siglos Oscuros, muchos de los que se mantenían por
la Biblia enseñaban que la tierra era plana. Los que estaban discon-
formes con esta enseñanza eran considerados herejes. Pero la Biblia
jamás enseñó esta falacia. En Isaías 40:22 se afirma: «El está sen-
tado sobre el círculo de la tierra.» En contra de esta clara afirma-
ción, ha habido teólogos modernos, como Harry Emerson Fosdick
-Fosdick era modernista en sus interpretaciones de la Biblia- que
negaban que la Biblia enseñara que la tierra era redonda. 14 Pero la
Biblia siempre ha sostenido que la tierra es esférica.
Las falsas religiones de los Siglos Oscuros enseñaban que la tie-
rra reposaba sobre l~ espalda de un buey. La Biblia enseña que
cuelga sobre nada. «El extiende el norte sobre el vacío, cuelga la
tierra sobre nada» (Job 26:7).
Las falsas interpretaciones de la Biblia dadas por falsas religio-
nes han contribuido al conflicto ente ciencia y Biblia en los tiempos
modernos. Pero al examinar esta hostilidad entre la Biblia y la cien-
cia, el autor cree que la ciencia tiene que soportar la carga más pe-
sada de la causa del conflicto, que en realidad tuvo comienzo en los
Siglos Oscuros.
Pero se tiene que entender aquí que muchas de las falsas ense-
ñanzas científicas sustentadas por los religionistas de aquellos si-
glos habían sido aceptadas procedentes del campo científico de
tiempos anteriores. El concepto ptolemaico del universo, que fue
originado alrededor del año 150 d.C. por Ptolomeo, afirmaba que la
tierra era el centro del universo. Esta teoría fue posteriormente
aceptada por la Iglesia de Roma como un todo. Cuando Galileo, en
el siglo diecisiete, adoptó la teoría copernicana de que el sol era el
centro de nuestro sistema solar, se encontró con una vigorosa opo-
sición religiosa que tuvo como resultado el que tuviera que renun-
ciar a sus creencias copernicanas. Así que en realidad el conflicto
tuvo lugar entre dos enseñanzas de la ciencia, una que había sido
aceptada por el mundo religioso y otra que era más reciente en el
tiempo. Resultó que Galileo había aceptado la creencia menos po-
pular basada en estudios más recientes.
Pero en la actualidad la mayor parte del problema proviene de
dejar de distinguir entre hecho y teoría en el campo de la ciencia.
Muchos científicos han llegado a confundir los hechos con las teo-
rías. Los hechos, sin embargo, no contradicen las verdades de la Bi-
blia. «Toda la verdad es armónica, y toda la ciencia verdadera está
en perfecta armonía con la verdad.» 15 La causa real de este conflicto
reside en el área de la teoría científica, no de los hechos. En el pa-
sado se creía que las moscas eran generadas espontáneamente por
la carne. Naturalmente, esto estaba en contradicción directa con el
14. Harry Emerson Fosdick, Dear Mr. Brown (New York: Harper & Row, 1961), pág. 58.
15. Klingman, God Is, op. cit., pág. 13.
126
relato de la creación en Génesis. Al finalizar el siglo diecisiete un
hombre llamado Francesco Redi (1626-1698) comenzó el derrumba-
miento de esta teoría de la generación espontánea, tan largamente
mantenida. El colapsamiento final de la teoría de la generación es-
pontánea fue logrado por Louis Pasteur (1822-1895) en el siglo die-
cinueve.
Así, en lo referente a las teorías científicas, es probable que
Klingman diera en el clavo cuando escribió: «Con toda probabili-
dad nuestros nietos se preguntarán cómo fuimos tan insensatos
como para creernos algunas de las teorías que en la actualidad son
consideradas científicas. La morgue científica está "repleta" de ca-
dáveres de teorías difuntas y refutadas.» 16
Albert Wells, un evolucionista, reconoció que las suposiciones
científicas están en cambio continuo. «La ciencia es un infatigable
proceso sostenido de investigación», dijo, «y los que emplean sus
objetivos y métodos tienen que estar dispuestos a abandonar presu-
posiciones básicas cuando la nueva información lo exige.» 17 El ver-
dadero problema en el conflicto entre la Biblia y la ciencia surge
cuando la ciencia pretende que una teoría es un hecho demostrado.
La historia de la ciencia muestra claramente que lo que es considerado
cierto hoy puede no serlo maáana. Las teorías vienen y van. Incluso algunas le-
yes naturales han visto ya su día. El cuerpo de conocimiento llamado científico
no es un algo estático, sino un sistema dinámico que sufre constantes revisio-
nes y cambios. Y ello no se debe sólo a que no todos los hechos han sido to-
davía examinados, sino debido a que las mentes pueden ser en ocasiones sin-
gularmente acientíficas. 18
EL RESULTADO
127
Muchos científicos han excluido totalmente todo pensamiento
religioso de sus investigaciones científicas. Un ejemplo de ello po-
dría ser Harlow Shapley, que escribió:
Las ideas de una intervención sobrenatural en las operaciones de la natu-
raleza y de la revelación procedente de fuentes sobrenaturales son por lo ge-
neral dejadas a un lado como no probadas y objetables ... se tiene que eliminar
el concepto de cualquier interferencia «sobrenatural» arbitraria con los proce-
sos naturales, y cualquier aparente evidencia de tales eventos milagrosos tiene
que ser debida a imperfecciones en nuestro conocimiento de la ley natural.'°
128
los hechos para aventurarse en la biblioteca de la filosofía. Y tam-
bién tenemos que recordar que ésta es sólo una definición superfi-
cial. (Revísese de nuevo el capítulo 2 para una explicación más
completa del método científico.)
Aquí necesitamos tratar las limitaciones del método científico.
Está limitado en al menos cinco áreas. Cunado uno se aventura fue-
ra de estas áreas, o deja de tomarlas en consideración, el conflicto
entre la ciencia y la Biblia se desata en toda su fuerza.
INTERPRETACIÓN
HECHOS ~ CIENTÍFICO ~ COMUNICADA ~ PÚBLICO
DEL CIENTÍFICO
Fig. 1
24. Biology: A Search far Order in Complexity, John N. Moore y Harold S. Slusher, eds. (Grand
Rapids, Mich.: Zondervan Publishing House, 1971), pág. 7.
25. !bid.
26. Sears, Conflict and Hannony in Science and the Bible, op. cit., pág. 93.
27. Rita Rhodes Ward, In The Beginning (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1965),
pág. 10.
28. !bid., pág. 8.
129
que el científico puede formular y formula una hipótesis en base de
los hechos acumulados, tenemos que estar conscientes de que sus
deducciones no son los hechos mismos. Estas deducciones son sólo
sus interpretaciones de los hechos. Y su objetividad es puesta a
prueba por su acto de interpretación. La objetividad total, sin em-
bargo, es imposible. 29 Todos trabajamos a partir de preconcepcio-
nes y prejuicios. Un científico ha escrito: «La meta de la objetividad
científica es muy noble. En realidad, raras veces se alcanza, pero si-
gue valiendo la pena luchar por ella.» 3º
130
Al expandirse el conocimiento del universo y hacerse más central y más
crítica la posición del hombre dentro de él, así aumenta la demanda de signi-
ficado, así como de medios eficaces de control moral y espiritual de los logros
que ha hecho posible la ciencia. La ciencia no puede darlos. La tarea científica
impulsa la integridad y da crecimiento al carácter. Una devoción persistente
y apasionada por la verdad no puede dejar de erigir credibilidad en la persona
que se dedica a esta búsqueda. Pero la ciencia no es en absoluto suficiente por
sí misma. Después de todo, está bastante limitada en cuanto a poder dar re.s-
puesta a las verdaderas cuestiones. 35
Así, las definiciones científicas del origen de las cosas es sólo es-
peculación. No puede decirnos cómo las cosas vinieron a ser. «Todo
el reino de la ciencia es el estudio de las cosas como son. La ciencia
puede examinar y analizar los procesos y materiales presentes, pero
35. Wells, The Christian Message in a Scientific Age, op. cit., pág. 72.
36. Bettex, Science and Christianity, op. cit., pág. 238.
37. Wolthius, Science, God and You, op. cit., pág. 50.
38. Sears, Conflict and Hamzony in Science and the Bible, op. cit., págs. 22, 23.
131
la ciencia no está en posición de decir cómo las cosas realmente lle-
garon a existir.» 39 Cuando la ciencia mira al futuro o al pasado, pue-
de sólo especular con respecto al pasado y al futuro mediante la ob-
servación de hechos conocidos del presente. Whitcomb y Morris des-
tacan esto al escribir: «Ya que la geología histórica, a diferencia de
otras ciencias, no puede tratar con acontecimientos actualmente
observables y reproducibles, es manifiestamente imposible llegar
realmente a demostrar mediante el método científico ninguna hipó-
tesis relacionada con la historia anterior a la humanidad.» 40 Por
ello, la historia del pasado está fuera del campo del método cientí-
fico. Tenemos que mantener esto en mente cuando estudiemos la
historia de la tierra. Con respecto a ello, «debería ser suficiente afir-
mar que si no conocemos (y no podemos conocerlo de cierto) cuáles
eran las condiciones de la tierra primitiva, no podemos esperar en-
tonces ser capaces de simular aquellas condiciones en un laborato-
rio moderno. No podemos simular lo que no conocemos» .41
132
todo científico que se ha relacionado en este capítulo. Esta es una
suposición que el científico debe hacer. En segundo lugar, hay la su-
posición de la uniformidad. Cualquier estudiante de ciencia de hoy
en día reconoce que casi toda la investigación científica está basada
en la doctrina del actualismo, esto es, la creencia de que las cosas
siempre han acontecido de la misma manera en el pasado como es-
tán teniendo lugar en la actualidad. (Más acerca de esto en un ca-
pítulo posterior.) En tercer lugar, el científico tiene que suponer
que la materia ha estado siempre constituida de la misma manera
que en la actualidad. De nuevo tenemos aquí la doctrina del actua-
lismo. En cuarto lugar, muchos científicos suponen también que la
teoría de la evolución es cierta. En realidad, la teoría de la evolu-
ción es una filosofía, y, por tanto, no forma parte del verdadero mé-
todo científico. Pero debido a que tantos científicos la aceptan como
un hecho, ha estorbado la investigación científica objetiva.
Las filosofías y prejuicios del investigador no deberían nunca
entrar en sus investigaciones. Pero lo hacen. En asuntos de induc-
ción y deducción las creencias preconcebidas del científico influen-
cian hasta cierto punto sus observaciones y establecimiento de hi-
pótesis. Por ello, éste sería otro límite a reconocer y poner sobre la
utilización del método científico, así como otros procesos del pen-
samiento.
Ninguna observación está libre de interpretaciones debidas a su-
posiciones preconcebidas. El científico tiene que mirar a través de
una nube de suposiciones para interpretar los hechos dados por el
método científico (Fig. 2). En ocasiones no puede ver los hechos
mismos debido a esta nube. En ocasiones la nube de las suposicio-
nes distorsiona los hechos.
CIENTÍFICO ~ SUPOSICIONES~ MUNDO FÍSICO
Fig. 2
133
Se tiene que añadir que el problema con las suposiciones es que
están siempre cambiando, al menos las que tratan con las filosofías
de los hombres. Las teorías e hipótesis científicas están siempre en
un estado de cambio. Y cualquier científico honrado lo reconoce y
acepta. Como lo dijo Edward Teller en una conferencia en la Uni-
versidad de California: «De hecho hay sólo una afirmación que me
atrevería ahora a hacer de una manera decidida: No hay nada en
absoluto que sea más veloz que la velocidad de la luz ... quizá.» 46
EL DIOS CIENCIA
Son muchos los que le han atribuido a la ciencia más respetabi-
lidad y autoridad para determinar verdad que la que se merece o
que la que puede soportar. Muchos han pretendido que la ciencia es
nuestra única fuente de verdad. Louis Cassels dijo: «Cada era ha te-
nido sus supersticiones, y la nuestra es el concepto de que la ciencia
es un guía infalible y todo-suficiente hacia la verdad.» 47 En un dis-
curso hecho en Washington el 17 de febrero de 1966, el difunto
Wemher von Braun señaló esto al decir:
Debido a las maravillosas cosas que ha conseguido para la sociedad, nos ve-
mos tentados a exagerar el valor de la ciencia. Tendríamos que recordar que
la ciencia existen sólo porque existen personas, y sus conceptos existen sólo en
las mentes de los hombres. Detrás de estos conceptos se halla la realidad que
se nos está revelando, pero sólo por la gracia de Dios.
Karl Pearson dijo que el científico a menudo «afirma que el mé-
todo científico es la única puerta de entrada a toda la región delco-
nocimiento».48
El «hombre de la calle» ha sido engañado a pensar que la cien-
cia es la única fuente fiable para adquirir verdad.
Es un error muy extendido el concepto de que el gran cuerpo de conoci-
miento científico reposa sobre un sólido fundamento de experimentos sólida-
mente establecidos en laboratorio y que está ligado por principios inexorables
de la lógica. Arrancando desde este erróneo concepto, el hombre de la calle ar-
gumenta con frecuencia que solamente la ciencia tiene que ser la fuente última
de todo verdadero conocimiento, y mira desconfiadamente a los pronuncia-
mientos de profetas, poetas y sabios. El científico honrado reconoce la falacia
de esta posición, pero puede sentirse demasiado halagado por sus implicacio-
nes o demasiado sumergido en su propia tarea particular para molestarse en
protestar .49
134
Bacon dijo en cierta ocasión: «Saber es poder.» Ciertamente, te-
nemos que confesar que esta observación tiene cierto mérito. Parece
que en esta era se ha puesto demasiado énfasis sobre la ciencia. «La
ciencia ha jugado en nuestro tiempo un papel mesiánico: la gente
ha esperado en ella para la solución de las persistentes perplejida-
des y de los males de nuestra época.» 50 Muchos han hecho de la
ciencia un dios. «En el mundo moderno el enfoque científico goza
de una autoridad muy semejante a la del dogma, y presenta impre-
sionantes logros para apoyar su reclamación de competencia para
ello.» 51 Richard H. Bube expresaba la falacia del «dios ciencia»
cuando hizo la afirmación: «Una de las más perniciosas falsedades
que jamás haya sido aceptada, y ello de un modo casi universal, es
que el método [el método científico] es el único camino fiable hacia
la verdad.» 52 Y esta es una buena definición del cientificismo, que la
ciencia sea el único camino a la verdad.
Muchas personas cándidas han recibido un lavado de cerebro
que les ha llevado a creer de todo corazón que el camino a la ver-
dad está sólo en el método científico. Pero esto es un craso natura-
lismo. Wier destaca este hecho cuando escribe: «Conocer es tan sólo
una parte del amar -a menudo la parte menor-. Pero para algu-
nos conocer es una pasión. En lo más extremo, el científico es una
persona totalmente absorbida por la sed de conocimiento.» 53 Mu-
chos científicos, como consecuencia, se han visto atrapados por el
cientificismo. Edward David, consejero científico del anterior presi-
dente Nixon, nos advierte diciendo: «Ni la ciencia ni los ingenieros
son omnipotentes.» 54 Y no lo son. «La deificación de la ciencia no es
ciencia y va en realidad en detrimento de la verdadera ciencia. En
ocasiones incluso los científicos se ven atrapados en la exaltación
de la ciencia hasta el punto de olvidar sus limitaciones y las limi-
taciones de sus mismos métodos.» 55 Nunca debiéramos caer en la
trampa filosófica que dice que la ciencia es el único camino al co-
nocimiento. Du Nouy afirmó acertadamente: «Aunque debemos
mantener toda nuestra confianza en nuestra ciencia, no debemos
creer ciegamente en su real omnipotencia.» 56
135
inclinado hacia el destronamiento del dios ciencia. Algunos están
perdiendo la fe en la ciencia como respuesta definitiva. Parece que
se está incrementado el sentimiento de desconfianza en lo que ha
sido una vaca sagrada durante varios años. El dios de la ciencia
está perdiendo füS fundamentos en las mentes de los hombres. Sus
adoradores están dudando más y más de su existencia. Samuel Sil-
ver destacaba esto al escribir:
Hay un sentimiento, que está en auge en los Estados Unidos, y en otros
países occidentales, de que los avances efectuados en ciencia y tecnología han
incumplido, de una u otra manera, sus promesas; que las esperanzas que la
humanidad había puesto en ellas para alcanzar un mundo más satisfactorio,
feliz y más sosegado han sido repentinamente traicionadas. Como consecuen-
cia hay un creciente sentimiento de desaliento y frustración acerca de la cien-
cia y de la tecnología ... 57
57. Samuel Silver, «Reaching Beyond the Rational», Time, (April 23, 1973). pág. 83.
58. !bid.
59. Science (May 28, 1971).
60. Frank Trippett, «Science: No Longer a Sacred Cow», Time (March 7, 1977), pág. 38.
136
sentido, ha quedado destronada de sus condiciones de semidiosa [én-
fasis mío, R. E. D.].» 61
Ésta ha sido y es una buena tendencia. Es la tendencia a poner
la ciencia más en su verdadero papel en nuestras vidas. No es el
dios de la verdad. Como dijo Hans J. Morgenthau: «El monopolio
del científico de las respuestas a las preguntas del futuro es un
mito.» 62
61. Jbid.
62. Hans J. Morgenthau, Science: Servant or Master, citado por /bid.
63. Wolthius, Science, God and You, op. cit., pág. 113.
64. Kenneth N. Taylor, Creation and the High School Student (Wheaton, Ill.: Tyndale House
Pub., 1969), pág. 16.
65. Miller, A Scientist's Approach to Religion, op. cit., pág. 19.
66. Wernher von Braun, The Cleveland Plain Dealer, An Associated Press Dispatch (Cleveland,
Ohio, July 19, 1969), pág. S.
137
CIENCIA BÍBLICA
138
La ciencia moderna nos dice que el movimiento general de nues-
tra atmósfera es desde los polos (norte y sur) hacia el ecuador. La
atmósfera es calentada en el ecuador. Se levanta, enfría y es llevada
de nuevo a los polos. No es insólito que este hecho se cite en la Bi-
blia desde hace miles de años. El sabio Salomón escribió: «El vien-
to tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus
giros viene el viento de nuevo» (Eclesiastés 1:6).
Matthew Fountaine Maury es reconocido como descubridor de
las corrientes oceánicas. Las descubrió leyendo la Biblia. Su fe en
la Biblia lo llevó a creer lo que David había dicho en Salmos 8:8.
Allí David dice: «Todo lo que pasa por los senderos del mar.» Des-
pués de oír la lectura de este pasaje, Maury descubrió muchas de
las corrientes marítimas que los marinos usan en la actualidad.
¿Quién determinó las dimensiones exactas de la tierra? Para vol-
ver al pensamiento de Israel otra vez hacia Dios, Isaías hace una
pregunta: «¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los
cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y
pesó los montes con balanza, y con pesas los collados?» (Isaías
40:12). Dios le hizo a Job una pregunta similar: «¿Quién ordenó sus
medidas, si lo sabes? ¿O quién exte~dió sobre ella cordel?» (Job
38:5). Dios creó los cielos y la tierra. El determinó las medidas del
universo.
La tierra misma está girando a una velocidad de 1000 millas por hora en
el ecuador (alrededor de 1600 kilómetros -N. del T.). Si girase a 100 millas
por hora, la noche y el día se prolongarían diez veces, las plantas se abrasarían
de día y los sembrados se destruirían por las heladas por la noche ... Si la luna
sólo estuviera a 50.000 millas (algo más de 80.000 kilómetros -N. del T.) de
distancia de la tierra, las mareas inundarían todas las tierras, incluyendo las
montañas ... Si los océanos fueran más profundos, el anhídrido carbónico y el
oxígeno serían absorbidos del todo, y no podrían existir las plantas. Si la at-
mósfera fuera más liviana que la actual, millones de meteoritos que son que-
mados en el aire caerían en la tierra y provocarían terribles incendios.••
139
RECAPITULACIÓN
Podemos comprender ahora que la gran batalla entre la ciencia
y la Biblia es tan sólo una batalla de acusaciones y teQrías de la
ciencia contra la Biblia. El engaño de la ciencia está en realidad ba-
sado sobre las teorías del hombre. Los cristianos no deberían temer
el cientificismo de muchos científicos sino sentirse alentados por la
verificación científica factual del Santo Libro de Dios. Hay verdad
en la siguiente afirmación de W. R. Inge:
Una religión que no toque la ciencia y una ciencia que no toque la religión
están mutiladas y son infructíferas. No que la religión pueda nunca ser una
ciencia o que la ciencia pueda ser una religión. Pero podemos esperar un tiem-
po en el que la ciencia de un hombre religioso será científica y en que la re-
ligión del hombre científico será religiosa. 69
69. W. R. Inge, Science, Religion and Reality, Joseph Needham, ed. (New York: The Macmillan
Co. 1925), pág. 348.
70. James Reid, God, the Atom, and the Universe (Grand Rapids, Mich.: Zondervan Pub. Hou-
se, 1968), pág. 26.
71. Wier, The Christian Views Science, op. cit., pág. 76.
140
del manto de la naturaleza.» 72 Nunca debemos creer que la ciencia
sea un fin por sí misma. Es sólo un medio para un fin. El fin es
Dios.
Cuando se asiente toda la humareda de la batalla entre la Biblia
y la ciencia, como ha sucedido en el pasado, la Biblia seguirá estan-
do sólidamente fortificada por la verdad. La batalla entre la ciencia
y la Biblia ha sido para provecho del fuerte de la Biblia. Como alguien
ha dicho: «Después de más de dos siglos de afrontar los más potentes
cañones científicos que se pudieron emplazar, la Biblia ha sobrevivi-
do -y está posiblemente en mejor posición gracias al asedio.» 73
72. Virgil R. Trout, Christian Evidences (Austin, Tex.: R. B. Sweet Co., Inc., 1963), pág. 48.
73. «The Bible: The Believers Gain», Time (December 30, 1974), pág. 39.
141
8
El ataque de la evolución
La palabra «evolución» viene en realidad del término latino evo-
lutio que significa «evolucionar, girar hacia adelante o cambiar». El
autor utiliza este término en este libro para referirse al cambio en
la vida orgánica. El tipo de cambio será explicado más adelante en
este capítulo. Y, naturalmente, tenemos que saber exactamente a
qué tipo de cambio nos estamos refiriendo antes de que podamos
comprender qué es lo que se significa por evolución orgánica. Tene-
mos la necesidad de definir qué es lo que se significa por evolución
orgánica. con unos términos más específicos.
Los siguientes capítulos tratarán de un antiguo campo de con-
flicto, el de la evolución orgánica de la vida. La evolución de la vida
es una de las más potentes filosofías de nuestro tiempo y, sin em-
bargo, es una de las menos estudiadas -esto es, estudiadas seria-
mente- por la persona de la calle. Es una filosofía crucial debido
a que se entremete con algunos de los más preciosos valores de la
vida, la naturaleza religiosa del hombre. Es un área dialéctica de-
bido a que los evolucionistas -esto se explicará plenamente más
adelante-han levantado sus estandartes en una ofensiva, emplean-
do lo que para muchos se trata de una evidencia «demostrativa»
dudosa. Allí donde la evidencia es dudosa, prevalecen las opiniones.
Y siempre hay lugar para la discusión en el área de las opiniones.
Como escribió G.C. Brewer: «Cuando alguien habla en contra de la
teoría de la evolución orgánica en nuestros días, se le considera, por
parte de todos los evolucionistas y de muchas otras personas que se
encuentran bajo la influencia de la propaganda evolucionista, como
estando en contra de la ciencia y de los científicos.» 1 Pero tenemos
143
que comprender que no se está contra la ciencia ni los científicos
cuando se ponen en duda algunas teorías dudosas. Siempre hay lu-
gar para la reevaluación.
Pero la evolución como filosofía es un socialismo pseudointelec-
tual que está intentando abrumar toda oposición. Francis H. C.
Crick, un firme evolucionista, dijo: «Creo que es difícil enfatizar en
exceso la importancia de enseñar la selección natural, tanto en las
escuelas como en las universidades, de manera que cada miembro
de nuestra cultura tenga una clara y firme comprensión de este
principio.» 2 Afirmaciones de este tipo parecen ser indicativas de
que, para muchos evolucionistas, la evolución es lo principal: es la
única correcta visión del mundo. Pero esta manera de pensar es pe-
ligrosa. Chester Lehman dio un buen ejemplo de este sentimiento al
escribir acerca de la teoría de la evolución:
... probablemente el aspecto de más interés es su creciente influencia (de la
evolución), su avance aparentemente impetuoso sobre todo nuestro pensa-
miento, hasta el punto de demandar el derecho a ser el principio fundamental
de la visión del mundo ... En resumen, la evolución exige el lugar supremo en
nuestra manera de pensar. Quisiera imponerse sobre el sitial como la verda-
dera visión del mundo -el pensamíento todo inclusivo unificador del univer-
so--.'
144
mente sencillos, significa que la vida progresó desde organismos
unicelulares hasta su estado más elevado, el ser humano, por medio
de una serie de cambios biológicos que tuvieron lugar a lo largo de
millones de años.» 5 O algunos han definido la evolución diciendo
que «en un largo ayer, en términos de tiempo geológico, un animal
pisciforme salió reptando del agua y aprendió a reproducirse sobre
la tierra, iniciando un nuevo ciclo de vida sobre la tierra». 6 Loren
Eiseley, un antropólogo evolucionista, describe poéticamente la
evolución de la siguiente manera: «El ave ya no es más un ave, sino
que se la puede hacer saltar mágicamente de vuelta a un reptil; el
hombre está escondido en el lemur, el lemur en la musaraña, la mu-
saraña en el reptil; el reptil pasa finalmente a ave.» 7 Theodosius
Dobzhansky da una definición más detallada:
La teoría de la evolución afirma que (1) los seres ahora viviendo han des-
cendido de diferentes seres que vivieron en el pasado; (2) los cambios evoluti-
vos fueron más o menos graduales, de manera que si pudiéramos reunir todos
los seres individuales que han vivido sobre la tierra en todas las épocas, con-
seguiríamos una formación bastante continua de tipos; (3) los cambios fueron
predominantemente divergentes, de manera que los antecesores de las formas
ahora vivientes eran mayormente menos diferentes entre sí que las formas
ahora existentes lo son; todos estos cambios han surgido de causas que ahora
siguen estando en marcha, y que por ello pueden ser estudiadas experimental-
mente.'
145
La afirmación de Huxley de que la teoría de la evolución es «la
totalidad de la realidad» manifiesta el fuerte atenazamiento que
esta filosofía ha impuesto en las mentes de algunas personas. Pero,
al examinar la idea de la evolución descubrimos una multitud de
serios problemas. En los capítulos siguientes se mostrará cómo la
evolución orgánica, como se ha definido arriba, es científicamente
insostenible.
146
Ante todo, hay el acuerdo general de que los eventos de que estamos ha-
blando tuvieron lugar ¡hace entre mil y dos mil millones de años! Entre otras
cosas, ello significa (1) que no sabemos de cierto cómo era la tierra en aquel
entonces (2) que estamos erigiendo hipótesis que no pueden ser verificadas de ma-
nera directa, y (3) que hay una gran diferencia entre afirmar lo que pudiera haber
sucedido y lo que realmente sucedió [énfasis mío, R.E.D.] 13
Y LA LLAMAN UN HECHO
¿Creen los científicos que la evolución es un hecho establecido?
Ciertamente que sí. Para muchos, la evolución es más que una teo-
ría o hipótesis. Muchos científicos creen que es una ley de la natu-
raleza ya demostrada y establecida.
Muchos evolucionistas fervorosos creen que los que no aceptan
la evolución como un hecho son acientíficos, o incluso anticientífi-
cos. Richard Goldschmidt, un evolucionista, afirmó: «La evolución
del mundo animal y vegetal es considerada por parte de todos los
que están calificados para juzgarla como un hecho del que no se pre-
cisan de más pruebas (énfasis mío, R.E.D.).» 14 Lo siguiente es un
ejemplo de afirmaciones arrasadoras que se hacen muchas veces en
textos de biología: « .. .los modernos biólogos, casi sin excepción, es-
tán convencidos del hecho de la evolución». 15 Estas dulzonas afir-
maciones son falsas en dos aspectos: (1) Desde luego, no todos los
biólogos son evolucionistas, y (2) la evolución no es, en absoluto, un
hecho demostrado. El estudiante de ciencia no debería ser engaña-
do a creer que la evolución es un hecho demostrado leyendo unas
afirmaciones tan temerarias. La emisión de atrevidas afirmaciones
que dicen que la evolución orgánica ha sido demostrada cierta no
la hacen cierta. Tan sólo oscurecen las mentes de los inocentes. Pero
esta misma puede ser la razón de que se hagan.
Tampoco deberíamos dejarnos engañar a pensar que la mayor
13. William S. Beck, Modern Science and the Nature ofLife (New York: Doubleday & Co. Inc.,
1961), págs. 260.
14. Richard B. Goldschmidt, American Scientist (1952), Vol. 40, pág. 84.
15. Johnson, Laubengayer, DeLanney and Cole, Biology (New York: Holt Rinehart & Winston,
1961), pág. 268.
147
parte de los científicos destacados no son evolucionistas. Muchos lo
son. Y son ardientes propagandistas de su doctrina. Simpson dijo,
con referencia a la obra de Darwin, que Darwin «estableció la evo-
lución de una manera final y definitiva». 16 Carl Henry, también
evolucionista, escribió: «Sean cuales fueren las inclinaciones subje-
tivas de uno, un enfoque objetivo debería detectar la lógica circular
del consabido argumento: Nadie familiarizado con los hechos duda
que la evolución haya tenido lugar: por ello la evolución es un he-
cho.» 17 La Collegiate Encyclopedia hace esta atrevida afirmación:
«La evolución ha venido a ser establecida como hecho por medio de
evidencias demostradas en muchos campos especializados de la
biología: la taxonomía, anatomía, embriología, ecología y paleonto-
logía.» 18 El famoso evolucionista Julian Huxley afirmó: «La prime-
ra observación a hacer acerca de la teoría de Darwin es que ya no
se trata de una teoría, sino de un hecho. Ningún científico serio ne-
garía el hecho de que la evolución ha tenido lugar, del mismo modo
que no negaría el hecho de que la tierra gira alrededor del sol». 19
« .. .la evolución persiste como hecho, sea que haya operado a través
de líneas separadas de descendencia, o en una sola». 20 Así, no son
pocos los científicos en posiciones prominentes que son ardorosos
evolucionistas.
Este autor está en desacuerdo con el presente c;oncepto de evo-
lución orgánica aceptado por algunos científicos. Este es el propó-
sito de estos capítulos, expresar y explicar este desacuerdo. El evo-
lucionismo es una filosofía de la vida a la vez engañosa y destruc-
tiva. Las palabras del profeta Jeremías al falso profeta Hananías se-
rían apropiadas para los evolucionistas, «Jehová no te envió, y tú
has hecho confiar en mentiras a este pueblo» (Jeremías 28:15).
148
propagandizan la evolución orgánica y atea: que toda la vida ha-
bría surgido a partir de una forma de vida unicelular para formar
las formas de vida más complejas que existen en la actualidad.
Como es patente, los humanos producen humanos, y los peces pro-
ducen peces. Decir que los humanos surgieron de los peces a lo lar-
go de inmensas eras de tiempo es algo totalmente falso. Decir, como
decía Darwin, que el hombre surgió de los simios -y él desde luego
enseñaba esto- es también un paso carente de toda prueba. 21 Tene-
mos que creer en los cambios, pero la cantidad de cambio que se
observa en la naturaleza está lejos del que el evolucionista precisa
para confirmar su teoría.
149
el hombre a existir. Henry Osborn escribió que «desde el período de
las más primitivas etapas del pensamiento griego el hombre ha es-
tado ansioso por descubrir algunas causas naturales de evolución y
abandonar la idea de la intervención sobrenatural en el orden de la
naturaleza». 23
Algunos de los conceptos básicos de los antiguos han sido perpe-
tuados hasta nuestros días. Y en algunas áreas han sido presentados
de manera más sofisticada para armonizar con la jerga de la cien-
cia moderna. Es interesante señalar que las primeras teorías de la
evolución existieron no en las mentes de los biólogos, sino en las
mentes cuestionadoras de los filósofos. Sigue a continuación una
lista de personas y sus papeles particulares en la historia del pen-
samiento evolucionista:
150
hombre se encontraba en el punto superior de un ascenso largo y
continuo».29 En contraste a la creencia mecanicista de Empédocles,
Aristóteles creía que un Diseñador inteligente era responsable de la
planificación del mundo. 30 Davidheiser cita a G. T. W. Patrick di-
ciendo: «Aristóteles no sólo enseñaba las doctrinas de la evolución,
sino ~ue tenía lo que le faltaba a Darwin, una teoría de sus· cau-
sas.» 3
29. Klotz, Genes, Genesis and Evolution, op. cit., pág. 22.
30. Davidheiser, Evolution and Christian Faith, op. cit., pág. 40.
31. !bid, pág.41.
32. Osborn, From the Greeks to Darwin, op. cit., págs. 105, 106.
33. Eldon J. Gardner, History of Life Science (Minneapolis, Min.: Burgess Pub. Co., 1960),
pág. 93.
34. «Kant», Funk & Wagnalls Encyclopedia (New York: Unicorn Press, 1947), pág. 26.
151
tes de formas más simples». 35 Así, Kant era evolucionista, un evolu-
cionista teísta.
F. Jean-Baptiste Lamarck (1744-1829):
Lamarck era un zoólogo francés. Era un evolucionista que hacía
desenfrenadas especulaciones y que es más bien conocidos por su
teoría de la herencia de las características adquiridas. Escribió:
Ciudadanos, id de lo más simple a lo más complejo y tendréis el verdadero
hilo que conecta toda la producción de la naturaleza; tendréis una idea exacta
de su progresión; seréis convencidos de que los seres vivos más simples han
dado origen a todos los demás. 36
152
Por otra parte, las características germinales son determinadas por
los genes y cromosomas. Estas características, de las que Lamarck
no tuvo conocimiento, son heredadas. Y estas características no son
influenciadas por el medio, para producir el cambio evolutivo exi-
gido por los evolucionistas.
Con respecto a la teoría de Lamarck, Davidheiser presenta otro
problema.
Ni la teoría de Lamarck ni la de Darwin explican cómo los animales que
no eran jirafas sobrevivieron con sus cortos cuellos, ni como las hembras so-
brevivieron con sus cuellos alrededor de un pie más corto (30 centímetros, N.
del T.) que los machos, ni como las jirafas jóvenes, con sus cuellos mucho más
cortos, se las arreglaron para sobrevivir hasta la edad adulta. 40
40. Davidheiser, Evolution and Christian Faith, op. cit., pág. 26.
41. Klotz, Genes, Genesis and Evolution, op. cit., pág. 26.
42. Moore, Evolution, op. cit., pág. 40.
43. Citado por Robert E. D. Clark, Darwin: Before and After (Chicago: Moody Press, 1967),
pág. 51.
153
Fue esta obra de Lyell la que popularizó e hizo aceptable a los hombres de
ciencia la postura de que todas las agencias que produjeron cambios geológi-
cos en le pasado fueron las mismas que observamos en la actualidad, tales
como inundaciones locales, terremotos, corrimientos de tierra, y similares. De
manera concreta, el actualismo de Lyell negaba el diluvio de la época de Noé. 44
44. Davidheiser, Evolution and Christian Faith, op. cit., pág. 60.
45. More Letters o( Charles Danvin, Francis Darwin, ed. (Londres, Inglaterra: D. Appleton y Co.,
1903), Vol. 2, pág. 115.
154
das y extremadas interpretaciones, a fin de hacer que los hechos observados
armonizaran con la teoría darwinista. 46
155
débiles son eliminados. «Darwin asumió que estas variedades que
de alguna manera habían adquirido una característica favorable se-
rían seleccionadas sobre otros miembros de la misma especie.» so
Como resultado de la supervivencia de los más aptos, Darwin
creía que se desarrollaban nuevas especies. La supervivencia de las
mejores cualidades de una especie específica conduciría finalmente
a otra especie. Durant lo define: «El darwinismo significa, presum~
blemente, el origen de nuevos órganos y funciones, nuevos organis-
mos y especies, por la selección natural de variaciones favora-
bles.» 51 Así que de tal herencia de variaciones surgen nuevas espe-
cies, nuevas formas de vida.
S. Herencia de las características adquiridas o favorables: Como
ya se ha sugerido en el punto anterior, Darwin creía que las carac-
terísticas favorables de una especie específica proveían el material
para el mejoramiento de aquella especie. Davidheiser define las
conclusiones de Darwin diciendo:
Charles Darwin propuso ... que los animales y las plantas estaban siendo
mejorados en el sentido de que aquellos mejor ajustados al ambiente sobrevi-
vían y reproducían su tipo a costa de aquellos que no estaban tan bien ajus-
tados al ambiente. Así, al ir transcurriendo el tiempo, las criaturas se fueron
adaptando más y más al medio. 52
156
ral» de Darwin diciendo: «Una dificultad importante que presenta
la teoría de la selección natural es el hecho de que muchas carac-
terísticas útiles serían dificultades en lugar de ventajas mientras se
hallasen en un estado de desarrollo incompleto.» 54 Añade: «Las eta-
pas intermedias en la evolución de una estructura tienen que tener
valor adaptativ,o, pues en caso contrario, la estructura nunca se de-
sarrollaría.» 55 Estas son sólo unas pocas críticas contra los concep-
tos de «selección natural» de Darwin.
Otra crítica a la teoría de Darwin es que la «supe111ivencia de los
más aptos no nos dice nada acerca del origen de los más aptos y no
es por tanto, en absoluto, una explicación del origen de las diversas
formas de vida». 56
La selección natural tiene la capacidad de elegir aquellas características
que se encuentran dentro de la capacidad de un animal o planta, tal como es-
tán determinadas por los genes, pero esta teoría no tiene la capacidad de dar
origen a nuevas características. Es esta necesidad la que tiene que cumplir la
teoría de la evolución si ha de ser demostrada cierta. La supervivencia de los
más aptos puede ser demostrada, pero el problema es la aparición de los más
aptos."
54. Davidheiser, Evolution and Christian faith, op. cit., págs. 192, 193.
55. /bid, pág. 193.
56. Robert S. Camp, «A General Guide», A Critica/ Look at Evolution, Robert S. Camp, ed. (Re-
ligion, Science and Communication Research and Development Corporation, 1972), pág. 15.
57. Batsell Barre! Baxter, l Belive Because ... (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1971),
pág. 152.
58. Jack Wood Sears, Confiict and Harmony in Science and the Bible (Grand Rapids, Mich.: Ba-
ker Book House, 1971), pág. 152.
59. Life, vol. 2, pág. 162.
157
El 30 de junio de 1860, Huxley debatió con el obispo Wilberforce
acerca del tema de la evolución. Debido a que Wilberforce no esta-
ba preparado para afrontar la poderosa retórica de Huxley, las teo-
rías evolucionistas ganaron una cabeza de puente en las mentes de
los hombres como resultado de este debate. Y fue debido a la mi-
litante postura de Huxley en el campo de la evolución que se poten-
ció mucho la aceptación de la teoría durante la última parte del si-
glo diecinueve.
K. Herbert Spencer (1820-1903):
Herbert Spencer hizo probablemente más que nadie para impul-
sar las creencias evolucionistas en los tiempos modernos. Spencer
era un gran orador, y gozaba de respeto en el campo científico. Sus
presentaciones públicas acerca de la evolución sirvieron de mucho
para el establecimiento de tales creencias en las mentes de todos
sus oyentes.
L. Hugo DeVries (1848-1935):
, DeVries es más bien conocido por su teoría de las mutaciones.
El creía que cuando tenía lugar una mutación en una especie, esta
mutación pasaba a la descendencia. Como resultado de ello, se for-
maban nuevas características y capacidades en la especie. Final-
mente, se formaban nuevas especies.
60. Dampier & Whettham, A History of Science, pág. 445, citado por Gordon H. Clark, The Phi-
losophy of Science and Belief in God (Nutley, New Jersey, 1964), pág. 51.
158
Pero la escena ha cambiado rápidamente en las últimas déca-
das. La evolución ya no reina. Está siendo destronada por muchos
nuevos hechos que la llevan bajo un severo censor. En la última dé-
cada, numerosos científicos han publicado libros que son ciudade-
las en contra del pensamiento evolucionista tradicional. La obje-
ción del cristianismo contra la evolución, en la actualidad, no se da
necesariamente en la arena teológica o en la filosófica. Se da en la
arena científica. Y al ir entrando los hechos, la posición del creacio-
nista va fortaleciéndose más y más en el campo de la ciencia.
RECAPITULACIÓN
Decir que la teoría de la evolución es algo que se creen sólo al-
gunos científicos, o que no hay problemas para los que defienden
que el registro del Génesis es factual, sería ciertamente una falacia.
Las teorías evolucionistas han estado con el hombre durante un lar-
go tiempo. Y aparentemente, en tanto que haya personas que recha-
cen la revelación divina, estarán con el hombre durante algún tiem-
po en el futuro. La evolución, como filosofía, tiene un fuerte asidero
en las mentes de algunas personas.
La evolución ha sido desarrollada por algunos grandes hombres
de la ciencia, pero ello no quiere decir que sea verdad. Tampoco
significa ello que todos los científicos se la crean. No todos los cien-
tíficos creen en la evolución y la cantidad de los que no la creen va
en progresivo aumento. Las razones de su rechazo estan siendo pu-
blicadas en no pocas revistas científicas, boletines y libros. Cierta-
mente, la historia del pensamiento evolucionista en los siguientes
cincuenta años será de lo más interesante. ¿Qué le sucederá a esta
teoría que tan constantemente se enfrenta con hechos que le son
hostiles?
159
9
Evidencias de la evolución
Este capítulo es una introducción a la consideración de los mu-
chos problemas que afronta la teoría de la evolución. En cualquier
estudio de evolución se tienen que considerar las evidencias que se
utilizan para apoyar la evolución. El autor señalará, sin embargo,
que hay muchos problemas que muestran la insuficiencia de estas
evidencias como prueba.
Ya que la evolución es aceptada por tantos, incluso por muchos
científicos de mucho conocimiento, a veces se nos hace creer que las
evidencias en favor de la evolución son sólidas y están más allá de
toda duda. Y por las afirmaciones que algunos hacen somos lleva-
dos a creer que no se precisa de más evidencia. Pero esto no es así.
Se pretende que la teoría de la evolución está asentada sobre
una evidencia fuera de toda duda. Pero cuando se examinan estas
evidencias, es sorprendente descubrir que muchas de ellas quedan
muy lejos de lo que es necesario para probar la teoría de la evolu-
ción orgánica. Un problema aún mayor para los evolucionistas es el
hecho de que muchas de las evidencias que se dice son prueba de
la evolución pueden ser utilizadas con la misma presteza para apo-
yar el creacionismo -que toda la vida fue creada por Dios-. Esto
quedará claro cuando estudiemos las pretendidas evidencias en fa-
vor de la evolución.
Hay algunas evidencias que pueden apoyar el registro de la
creación tan bien como, o mejor que, la teoría de la evolución. Todo
depende de la creencia del indagador. ¿Se trata de un evolucionis-
ta? ¿O de un creacionista, de alguien que cree que la tierra y todas
las cosas que contiene fueron creadas por Dios? La concepción que
del mundo tenga el indagador será crítica para sacar conclusiones
de algunas de las evidencias utilizadas en apoyo de la evolución.
161
Así que examinemos ahora detenidamente algunas de las evi-
dencias que se supone apoyan la evolución orgánica. La mayor par-
te de estas evidencias caen en las siguientes categorías: clasifica-
ción, similaridad, embriología, órganos vestigiales, distribución
geográfica, paleontología, mutaciones y reproducción.
Las anteriores son las áreas generales de evidencia. ¿Dan estas
áreas una prueba concluyente de la evolución? ¿Constituyen evi-
dencia en absoluto? ¿No queda lugar para una investigación adicio-
nal? Al examinar estas pretendidas pruebas veremos cuánto dejan
que desear por lo que respecta a poder demostrar que la evolución
sea un hecho.
162
vor del creacionista. Que la vida pueda ser clasificada en tales dis-
posiciones como las anteriormente mencionadas es también eviden-
cia de designio por parte de un Creador.5 ¿No podría acaso un Crea-
dor haber creado todas las cosas para que estuvieran adaptadas a
sus nichos ecológicos? 6 Rusch concluye: Ya que esto es una eviden-
cia subjetiva (los animales y las plantas no llevan etiquetas de cla-
sificación), se podría seguir ad infinitum con esta discusión sin que
se pudiera hacer ningún progreso.» 7 Así que, en realidad, la clasi-
ficación es una evidencia tanto o más buena para el creacionismo
que para el evolucionismo.
SIMILARIDAD: NO LA SUFICIENTE
163
Este argumento de que la similaridad constituye evidencia de descendencia
de un antepasado común representa en realidad un giro en lógica. Es cierto,
naturalmente, que los individuos que descienden de un antecesor común tien-
den a parecerse entre sí, pero no es cierto que individuos que se parezcan entre
sí estén necesariamente relacionados de manera estrecha y que hereden estas
similaridades de ·..m antepasado común. Así, todos los miembros de la familia
felina poseen colmillos largos, pero ello no significa que cualquier animal con
colmillos largos sea miembro de la familia de los felinos. 13
13. John W. Klotz, •Evolution: An Overview and Examination of Evidence», Creation, Evolu-
tion and God's Wor4, op. cit., pág. 25.
14. Biology: A Search for Order in Complexity, op. cit., pág. 422.
15. Thomas F. Heinze, Creation vs. Evolution (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1973),
págs. 17, 18.
16. J. Howard Trull, «Life-Comparative Anatomy», The Spiritual Sword, Thomas B. Warren,
ed. (Memphis, Tenn.: Getwell Church of Christ, April 1971), vol. 2, n.º 3, págs. 9, 10.
17. Robert S. Camp, •Theistic Evolution», A Critica/ Look at Evolution, Robert S. Camp, ed.
(Religion, Science, and Communications Research and Development Corporation, 1972), pág. 195.
164
EMBRIOLOGÍA: EVIDENCIA ABORTADA
El estudio de la embriología como evidencia en favor de la evo-
lución ha pasado por muchas etapas de desarrollo y revisión. Para
empezar, los evolucionistas del pasado han afirmado que «los em-
briones de los animales superiores repiten muchas de las etapas por
las que pasan los embriones de animales inferiores». 18 A esto se le
da el nombre de recapitulación y este concepto fue formulado por
vez primera por un hombre llamado Karl von Baer. Pero en 1866
Emst Haeckel revisó la teoría presentando su ley biogenética. Haec-
kel afirmó que el embrión pasa a través de las etapas evolutivamen-
te adultas en su desarrollo. Pero la mayor parte de científicos actua-
les están en desacuerdo con este concepto, y más bien darían su
asentimiento a Julian Huxley, que afirmó: «El individual no pasa a
través de las etapas adultas de sus antecesores.» 19 En la actualidad
los evolucionistas afirman que «la versión de Haeckel es errónea ...
el conocimiento actual de los mecanismos de la herencia tiende a
apoyar la postura de von Baer».20
Huxley define lo que muchos evolucionistas creen hoy acerca del
desarrollo embriónico. Dice: «Lo que a menudo hace es pasar a tra-
vés de etapas de desarrollo ancestral. Las hendiduras branquiales
del embrión humano se corresponden con las del embrión del pez, en
el que persisten (con una ligera transformación), para devenir las hen-
diduras branquiales del pez adulto.» 21 Darwin consideraba que el de-
sarrollo embriónico y la similaridad de embriones de diferentes ani-
males eran «uno de los más importantes temas en todo el desarrollo
de la historia». 22 Y así es con muchos evolucionistas en la actualidad.
Sin embargo, para muchos biólogos modernos, la ley de la reca-
pitulación ha caído al borde del camino, aun a pesar de que se la
siga abrigando en algunos textos de biología. G. H. Waddington
afirma: «El tipo de pensar analógico que conduce a teorías de que
el desarrollo está basado en la recapitulación de etapas ancestrales
o cosas similares no parece ya más convincente en absoluto y tampo-
co es muy interesante para los biólgos [énfasis mío, R.E.D.].» 23 Esto
representa el pensar de muchos biólogos con respecto a la validez
de la hipótesis de la recapitulación.
18. Johnson, Laubengayer y otros, Biology, op. cit., pág. 685.
19. Julian Huxley, Evolution in Action (New York: Signet Science Library Books, 1964),
pág. 17.
20. Johnson, Laubengayer y otros, Bilogy, op. cit., pág. 685.
21. Huxley, Evolution in Action, op. cit., pág. 17, también: Raul Baily, An lntroduction to Mo-
dern Biology (Intemational Book House, 1969), pág. 342.
22. Charles Darwin, The Origin of Species (New York: New American Library of World Lite-
rature, Inc., 1958), pág. 408.
23. G. H. Waddinton, Principies of Enbryology (George Allen and Unwin, 1959), pág. 10, citado
por Bolton Davidheiser, Evolution and Christian Faith (The Presbyterian and Reformed Publishing
Co., 1969), pág. 242.
165
En un tiempo pasado algún científico creyó que un estudio del desarrollo
embriónico de una especie daría claves de su ancestro y desarrollo de organis-
mos de diferentes clases. Muchos libros de texto siguen enseñándonos esto,
aunque los expertos, mayormente, han abandonado este punto de vista. Se ha
encontrado una gran cantidad de excepciones, y hay también casos donde los
eventos en el desarrollo embriónico aparecen en orden inverso. 24
24. Biology: a Search for Order in Complexity, op. cit., pág. 136.
25. Davidheiser, Evolution and Christian Faith, op. cit., pág. 136.
26. Julian Huxley, The Living Toughts of Darwin (Greenwich, Conn.: Fawcett Pub., Inc., 1959), .
pág. 50.
166
Se está haciendo más y más evidente que la «evidencia» de los órganos ves-
tigiales es de poco uso. Incluso si se pudiera demostrar que ciertos órganos han
degenerado. Y las estructuras degeneradas tenderían a indicar un proceso regre-
sivo y no evolutivo, lo cual no es exactamente lo que los evolucionistas necesi-
tan para demostrar su teoría. 27
167
El aislamiento y la adaptación a un cierto medio pueden produ-
cir cambios, pero tales cambios pequeños como los que se pueden
observar en la actualidad se hallan muy lejos de los cambios capi-
tales que exige la evolución. El cambio para adaptación sí tiene lu-
gar. Pero un cambio suficiente como para provocar la evolución de
un animal en una forma enteramente diferente es sólo una suposi-
ción por parte de los evolucionistas. No tenemos evidencias que ni
tan siquiera insinúen un apoyo a tal suposición en la actualidad. A
fin de cuentas, todo lo que tenemos para determinar qué es lo que
sucedió en el pasado es lo que vemos y examinamos hoy. Y lo que
vemos y examinamos hoy no es que la distribución geográfica haya
servido de ayuda para la evolución de diferentes formas de vida.
Con respecto a la manera en que lo,s animales llegaron a las islas
de los Mares del Sur o migraron al Artico, la desconocemos. Pero
Davidheiser señala:
Ya que los científicos expertos tienen problemas en intentar explicar la dis-
tribución de los animales sobre la tierra, difícilmente se puede esperar que los
creyentes en la Biblia puedan dar todas las respuestas. Pero ya que los evolu-
cionistas ponen la distribución de los animales sobre una base natural, es de exi-
gir que ellos den las respuestas a todas las cuestiones involucradas o que sigan
buscándolas [énfasis mío, R.E.D.]. 30
168
de los organismos simples a los más complejos. Ésta es una buena
reflexión; esto es, si la evolución fuera cierta. Pero la cosa no es así.
El registro geológico está abrumado con incoherencias desde el
punto de vista evolucionista.
El registro fósil, simplemente, no apoya la teoría de la evolu-
ción, tal y como lo quisieran los evolucionistas. Coppedge escribió:
«Pocos son los que se dan cuenta de lo realmente lejos que está d.e
ser convincente la interpretación evolutiva de la historia de los fó-
siles.» 33 Duane T. Gish afirmó también: «Por ello, tanto si la tierra
tiene una antigüedad de diez mil, diez millones o diez mil millones
de años, el registro fósil no apoya la teoría general de la evolu-
ción.» 34 Y Rusch añade: «En realidad pienso yo que si el tipo de
orígenes de nuevas formas sugerido por el registro fósil conocido
debiera recibir un nombre, tendría que ser necesariamente un ori-
gen por creación.» 35
Los evolucionistas suponen que hay una progresión gradual en
el registro fósil desde las formas más simples de vida a las más
complejas. Al suponer esto, se cree teóricamente que existen formas
de vida transicionales -«eslabones perdidos»- entre los grupos de
vida formados de manera definida. Pero en realidad no es así. «No
importa cuánto nos adentremos en el registro fósil de las formas de
vida anteriores sobre la tierra, no encontramos ni rastro de ninguna
forma animal que sea intermedia entre los varios grupos mayores
o filums.» 36 Y por lo que respecta a las aves, W. E. Swinton, un evo-
lucionista, afirmó: «No hay evidencia fósil de las etapas a través de
las que se logró el notable cambio de reptil a ave.» 37
Los evolucionistas no están sólo a la búsqueda del «eslabón per-
dido» para demostrar su teoría, sino que están buscando la cadena
entera. Las formas transicionales de vida no existen. Y el registro
fósil como evidencia de evolución resulta totalmente insuficiente
para que los evolucionistas puedan probar su teoría. (El autor tra-
tará este tema de los fósiles con mayor extensión en el siguiente ca-
pítulo.)
33. James J. Coppedge, Evolution: Possible or Impossible (Gran Rapids, Mich.: Zondervan Pu-
blishing House, 1975), pág. 43.
34. Duane T. Gish, Evolution, the Fossils Say No (San Diego, Calif.: ICR Publishing Co., l 973),
pág. 43.
35. Rusch, «Analysis of So-Called Evidences of Evolution», Evolution and God's Word, op. cit.,
pág. 59.
36. A. H. Clark, The New Evolution: Zoogenesis, A H. Clark, ed. (Baltimore, Md.: Williams and
Wilkins, 1930), pág. 189, citado por Gish, Evolution: The Fossils Say No, op. cit., pág. 118.
37. W. E. Swinton, Biology and Comparative Physiology of Birds, A. J. Marshall, ed. (New
York: Academic Press, 1960), vol. l, pág. 1, citado por Gish, !bid, pág. 64.
169
MUTACIONES Y CRIANZA: EVIDENCIA BASTARDA
38. George G. Simpson y William S. Beck, Life, An lntroduction to Biology (New York: Har-
court, Brace & World, Inc., 1965), pág. 143.
39. Gish, Evolution: The Fossils Say No, op. cit., pág. 23.
40. André de Cayeux, Three Billion Years of Life (New York: Stein and Day, 1969), pág. 200.
170
siempre, de hecho, causarán la muerte del órganismo o de la célu-
la ... » 41
RECAPITULACIÓN
Como se puede ver con claridad, las muchas evidencias que se
anuncian como constituyendo pruebas definitivas de la evolución
dejan mucho que desear como evidencias en absoluto. El argumen-
to de la similaridad puede igual ser utilizado para demostrar la
creación por un Creador. Dios no nos dejó sin evidencias. Su dedo
diseñador dejó marcas por todo el universo.
El cambio es evidente en las formas de vida. Pero la cantidad de
cambio que el evolucionista necesita no se ve en la actualidad por
ninguna parte. Los grandes cambios que los evolucionistas han pre-
tendido están basados estrictamente en suposiciones. No hay evi-
dencias empíricas de un cambio de tal magnitud.
Y los órganos vestigiales -si es que existen- serían más un ar-
gumento en contra de la creación que a su favor. Lo que destaca-
rían serían regresión, no evolución.
41. Jalm C. Dendrew, The Thread of Life (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 196),
págs. 106, 107.
42. Walter E. Lammerts, «Critique of E• olutionary Theory», Creation, Evolution and God's
Word, op. cit., pág. 169.
43. Coppedge, Evolution: Possible or Im;' JSsible, op. cit., pág. 89.
44. Encyclopedia Britannica (Chicago: V.; .liam Benton, Publisher, 1967), citado por Coppedge,
/bid, 88.
171
Al ir adelantando nuestro conocimiento del registro fósil, al irse
descubriendo más y más fósiles, tanto mejor se comprende que los
fósiles simplemente no ofrecen ninguna prueba en favor de la evo-
lución. Se supone que ésta es la evidencia real de evolución. Pero
existen demasiadas incoherencias en el registro. Hay demasiados
eslabones perdidos.
La mayoría de las «evidencias» en favor de la evolución son con-
sideradas tales sobre la suposición de que la evolución es verdad.
Pero ésto es un método erróneo. La supuesta evidencia proviniente
de la distribución geográfica, por ejemplo, es considerada como una
evidencia de evolución porque se supone que la evolución es un he-
cho. Pero sobre la misma base esta evidencia específica podría ser
considerada con la misma facilidad como evidencia de un Creador
común. Para que algo sea considerado una evidencia tiene que con-
cluir en aquello que evidencia. Tiene que ser una evidencia por sí
misma. Lo que no se puede hacer es suponer la conclusión, y pro-
clamar luego que la evidencia específica es una evidencia. Además,
no se demuestra que sea evidencia en base de otras evidencias. Para
que la distribución geográfica fuera una evidencia en favor de la
evolución, tendría que apuntar a una evolución. La suposición de
que la evolución sea cierta no demuestra que ésta, la evolución, sea
una respuesta para la distribución geográfica, ni que la distribución
gográfica sea una evidencia de la evolución.
172
10
Génesis 1
El conflicto entre la teoría de la evolución y Génesis 1 represen-
ta el área principal de conflicto entre la ciencia y la Biblia. Aquí es
donde las únicas dos filosofías del origen (evolución y creación) se
enfrentan directamente. Muchos científicos evolucionistas preten-
den que su concepto de los orígenes está probado con hechos. Los
que creen que el mundo y la vida fueron creados por el dedo de
Dios mantienen asimismo que su postura está apoyada por los he-
chos -hechos científicos-. Pero ambos lados piden fe con respecto
a estos hechos. Así que, en realidad, se trata de un conflicto entre
fes. Es la batalla entre las fes en los orígenes.
Este capítulo tratará específicamente de lo que la Biblia real-
mente enseña acerca de los orígenes. También trataremos de la
gran componenda --evolución teísta- que algunos creyentes en la
Biblia han hecho con la teoría de la evolución atea. No podremos,
sin embargo, tratar plenamente toda el área de problemas que exis-
ten en este conflicto entre Génesis 1 y la ciencia filosófica. Pero se
tratará de algunos hechos concretos concernientes a la enseñanza
bíblica de los orígenes y cómo entran en conflicto con algunas de
las filosfías de la ciencia.
Se tiene que poner en claro que el conflicto entre Génesis 1 y la
teoría de la evolución es 9-onde tiene lugar la verdadera acción en
la batalla Biblia/ciencia. Este es el más fragoroso de los campos de
batalla. Algunos creyentes en la Biblia no han podido resistir la in-
tensidad del conflicto y han desertado de las filas. Otros han hecho
componendas con el enemigo mediante la evolución teísta. Y aún
otros han arrojado la toalla, diciendo que no hay diferencia alguna.
¡Pero sí que hay una diferencia involucrada! ¡La credibilidad de la
Biblia está en juego! ¡Y por esto vale la pena luchar!
173
GÉNESIS Y LA OPOSICIÓN
Para destruir la oposición de un testigo, uno tiene primero que
destruir su credibilidad. Esto ha sido y es lo que está teniendo lugar
con respecto a la batalla del escéptico en contra del primer capítulo
de Génesis. Los hombres de los tiempos modernos -incluso teólo-
gos- han gritado «mito», «parábola» y «figurativo» cuando se han
encontrado frente. al relato de la creación en la Biblia. William
Keen expresó esta negación del hecho del Génesis de la siguiente
manera:
En esta era de educación general, me cuesta mucho creer que el más sin-
cero literalista pueda insistir que mientras se ponía a Adán en un estado de in-
consciencia, le era sacada una costilla para hacer de ella una mujer, y que Eva
y una serpiente conversaron realmente entre sí en un lenguaje inteligible. Para
los que están familiarizados incluso de una manera general con la literatura
oriental, esto debe ser entendido evidentemente de una manera figurativa y no
literal. 1
174
nas de la Palabra de Dios han conducido a muchos al escepticismo.
Muchos científicos han aclamado la teoría como un hecho, y esto ha
llevado a muchos a dudar y a cuestionar la validez de Génesis 1 y
del relato de la creación. Debido al actual dogma teórico de la evo-
lución, muchos han tratado de «quitarse de encima» Génesis como
un mito de los antiguos. El problema es que demasiados teólogos
modernos quieren ser considerados científicos. Así, aceptan las filo-
sofías evolucionistas, pensando que la evolución es un hecho de-
mostrado de la ciencia. Pero lo que en realidad demuestran es que
no son científicos. Cometen el error de confundir los hechos con la
filosofía.
Se tiene que recordar que la filosofía de la evolución no puede
ser establecida pretendiendo que la otra alternativa a los orígenes
-la creación divina- es falsa. Y esto es lo que muchos están inten-
tando. El hecho de negar que Génesis 1 sea verdad no hace que la
evolución sea verdad.
La verdad de que Génesis no es un mito, sino una revelación ins-
pirada de Dios, como lo es toda la Biblia, se tratará con más exten-
sión en un capítulo siguiente. Nuestro propósito inmediato aquí es
el de examinar el contenido de Génesis l en relación con falsas es-
peculaciones religiosas y científicas.
6. Patríck M. Huxley, How Old Is the Universe? (Garden City, New York: Doubleday and Co.,
1959), pág. 12.
7. Richard M. Pearl, 1001 Answers to Questions About Earth Science (New York: Gros-
set & Dunlop Pub., 1962), pág. 37.
175
A. C. B. Lovel admitía que está más allá de los límites de la cien-
cia dar una respuesta adecuada al origen de las cosas. Dice: «Pero
cuando indagamos cómo era el átomo primigenio, cómo se desinte-
gró y por qué medios y en qué tiempo, pasamos del campo de la fí-
sica al de la filosofía y teología.» 8 Con respecto al origen de la vida,
Simpson y Beck afirman en su texto de biología: «No hay nada que
sea directamente conocido acerca del origen de la vida.» 9 Y ésta es
la verdad desde el punto de vista científico. Cualquier evolucionista
que diga otra cosa está simplemente «arrimando el ascua a su sar-
dina».
Muchos evolucionistas se encuentran aquí con un dilema. Afir-
man solemnemente que todas las cosas materiales y orgánicas que
observamos en la actualidad han venido a ser a través de un dila-
tado proceso de evolución; y sin embargo, no pueden confirmar sus
afirmaciones mediante el método científico. Cuando consideramos
cómo las cosas vinieron a ser, hemos dejado el campo de la ciencia
empírica y nos aventuramos a las suposiciones filosóficas. Las
creencias que uno tenga con respecto al origen de las cosas se basan
en la fe. Pero al examinar la teoría de la evolución uno se queda im-
presionado por el hecho de que precisa de más fe que el relato de
la creación en Génesis l. Y debido a la falta de conocimiento de lo
que realmente representa la teoría de la evolución, muchos han
sido innecesariamente llevados a posturas de compromiso. Muchos
han pensado que por cuanto la evolución debe ser verdad, un hecho
demostrado, tenemos que encontrar alguna armonía entre ella y la
Biblia. Así es como ha evolucionado la doctrina de la evolución teísta.
EL ESTIRADO INTERVALO
176
MILLONES
CREACIÓN RECREACIÓN
~DE
(Génesis 1 : 1) (Génesis 1:2)
AÑOS
Fig. 1
Durante este período los animales y la vegetación prosperaron
en la tierra. También fue durante este período que se formaron
todas las indicaciones de la aparente edad de la tierra.
La «Teoría del intervalo» ha sido generalmente basada sobre el
verbo hebreo hayetha, que en unos pocos pasajes del Antiguo Testa-
mento se traduce como «vino a ser». La Teoría del intervalo man-
tiene que Génesis 1:2 debería leerse: «Y la tierra vino a ser desor-
denada y vacía.» Así, esta teoría asume que hubo una creación ori-
ginal antes de la creación que se registra a partir de Génesis 1 :2.
Mucha de esta confusión ha resultado de una mala comprensión
de lo que en realidad se dice en los primeros versículos. La tierra
no fue creada como una masa sólida en Génesis 1: 1.
Los eruditos bíblicos cometen uno de sus mayores errores, en su compren-
sión de la creación de la tierra, en este punto. Suponen que debido a que Gé-
nesis 1: 1 dice que en el principio Dios creó la tierra, que ésta fue creada sólida.
La palabra «tierra» aprece comunicar de modo automático a la mente el con-
cepto de un globo sólido, como conocemos que la tierra es en la actualidad.
Pero esto no es lo que la Biblia dice. Génesis 1 :2 dice que la tierra original no
tenía forma -por lo que no hubiera podido ser sólida y redonda-."
11. Otis Gatewood, There is a God in Heaven (Abilene, Tex.: Contact Inc., 1970), págs. 163, 164.
12. !bid, pág. 164.
177
siblemente invisible. Aunque el concepto de informe parece el significado más
probable del hebreo, la traducción «invisible» está apoyada por la LXX, aora-
tos (no visto) y por Josefo y varios escritores cristianos ... las dos palabras, to-
madas juntas, implican «informe y vacía». 13
178
tha) ambos desnudos. ¿Significa esto que «llegaron a ser» desnu-
dos? ¡No!
En todo el Antiguo Testamento, la palabra hayetha se utiliza
1.522 veces. En todos los textos utilizados, sólo se traduce «se vol-
vió», «vino a ser», u otras traducciones con este sentido, veintidós
veces. Así, no es sorprendente señalar que todas las traducciones
normatiyas de la Biblia traducen la palabra hayetha «era» en Géne-
sis 1:2. Esta es la traducción correcta.
El término regular para «devenir», «venir a ser», «volverse»,
«convertirse», es haphak. ¿Por qué no utilizó Moisés esta palabra en
el texto en lugar de hayetha? La razón es que Moisés quería comu-
nicar el hecho de que los acontecimientos del versículo dos siguen
de inmediato a los del versículo uno. Moisés no creía en ninguna
Teoría del Intervalo.
15. «Fundamental Christianity and Evolution», Modern Science and the Christian Faith (Whea-
ton, Ill.: Van Kampen Press, 1950), pág. 59.
180
critor hebreo afirma que Dios creó los cielos y la tierra de la nada.
«Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por lapa-
labra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se
veía» (Hebreos 11 :3). La creación tuvo lugar al mandato de la pala-
bra de Dios, no por ningún proceso evolutivo. Y tampoco ordenó
Dios que un proceso evolutivo creara las cosas. Por la palabra de
Dios cosas inexistentes adquirieron el ser.
Las cosas creadas fueron hechas de las cosas que no se ven. Las
afirmaciones de la Biblia acerca de la creación del universo dan
una clara presentación del poder y la autoridad del Creador (Apo-
calipsis 4: 11, Juan 1:3; Isaías 44:24; 40:28; Romanos 11 :36; Colo-
senses 1: 16, 17). Estas afirmaciones bíblicas acerca del origen del
universo y de la vida no pueden ser armonizadas con la teoría de la
evolución.
B. La Biblia dice cómo Dios creó
Como ya se ha dicho antes, la Biblia afirma con claridad que las
cosas observables en el presente fueron creadas de la nada (Hebreos
11 :3). Pero hay alguna confusión acerca del significado de las pala-
bras hebreas bara (crear), asah (hacer) y yatsar (formar). Tenemos·
que entender que es muy difícil distinguir entre estas tres palabras
por vía de definición. Las tres palabras se aplican a la creación de
las cosas vivientes.
En Génesis 1:27 la Biblia dice que «Dios creó (bara) al hombre».
Pero en Génesis 1:26 Dios dice: «Hagamos (asah) al hombre a nues-
tra imagen». Y en Génesis 2:7 Dios formó (yatsar) al hombre del
polvo de la tierra. En Génesis 1 :21 Dios creó (/;ara) los grandes
monstruos marinos y en el versículo 25 dice que El hizo (asah) ani-
males de la tierra. Génesis 1: 1 afirma ql!e Dios bara los cielos y !a
tierra, y en cambio, en el Salmo 33 :6 y Exodo 20: 11 se dice que El
asah los cielos. En el Nuevo Testamento, Hebreos 11 :3 afirma que
las cosas fueron hechas, pero en Colosenses 1: 16 se dice que las
cosas fueron creadas. (Consultar el texto griego en estos dos pasa-
jes.) Y en Apocalipsis 10:6 se dice que Dios creó la ti,erra y las cosas
que hay en ella, pero en Génesis 1: 16 se dice que El las asah.
Así que en realidad no hay ninguna clara definición léxica para
ninguna distinción entre las palabras bara, asah y yatsar. Whitcomb
concluye diciendo: «Está particularmente claro que sea cual fuere
el matiz de significado que pueda tener el flexible verbo hacer
(asah) en otros contextos del Antiguo Testamento, en el contexto de
Génesis 1 es un sinónimo de crear (bara).» 16
Sabemos que Dios creó de la nada las cosas ahora existentes. La
afirmación en Hebreos 11 :3, «de modo que lo que se ve fue hecho
de lo que no se veía», afirma claramente este hecho y decide el
16. !bid, pág. 129.
181
asunto. Sólo el intento de retorcer Génesis 1 para que encaje en una
concepción filosófica preconcebida de las teorías evolucionistas po-
dría cambiar su significado.
182
narios si no fuera por el hecho de que los hay que están empeñados
en conciliar Génesis con la evolución.» 18 Pero lo que sigue son ra-
zones que apoyan la postura de que los días de creación en Génesis
fueron días solares de 24 horas y no largos períodos geológicos.
18. John W. Klotz, Genes, Genesis and Evolution (St. Louis: Concordia Publishing House,
1955), pág. 89.
19. Henry M. Morris, Bib/ical Cosmology and Modern Science (Nutley, New Jersey: Craig Press,
1970), pág. 58.
183
8:3; Números 13:25; Éxodo 20:11; Jonás 1:17). Arthur F. Williams
enfatizó esto al decir: «No hemos podido hallar un solo ejemplo del
uso de la palabra "día" en las Escrituras donde signifique otra cosa
que un período de 24 horas cuando es modificado por el uso de un
adjetivo numérico.» 20 ¿Por qué ha de ser nuestra comprensión de
esta palabra en Génesis 1 diferente en absoluto de todo el resto del
Antiguo Testamento? Williams añade: «La evidencia que surge de
una consideración seria del significado cultural del término yom
utilizado por Moisés y entendido por los israelitas está totalmente
del lado de un día de 24 horas en el relato de Génesis de la crea-
ción.» 21 Éste es uno de los más poderosos argumentos para el sig-
nificado natural de 24 horas de la palabra yom en Génesis 1.
D. Yom en plural siempre significa un día de 24 horas
Cuando se utiliza la forma plural de yom, yamin, en el Antiguo
Testamento, siempre se refiere a un día de 24 horas. Yamin nunca
se refiere a un largo período de tiempo.
El término hebreo para «día» puede ser utilizado ocasionalmente para sig-
nificar un período indefinido, pero nunca significa un período de tiempo cir-
cunscrito de una manera concreta (tal como el que se define con «tarde» y
«mañana», o como queda implicado por el día «primero?', «segundo», etc.), a
no ser que aquel período de tiempo sea un día literal. De manera similar, el plu-
ral hebreo para «días» (yamin) no se utiliza nunca en las Escrituras para ningún
período de tiempo excepto de días literales [énfasis mío, R.E.D.].''
20. Arthur F. Williams, «The Genesis Account of Creation», Why not Creation?, Walter E. Lam-
merts, ed. (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1973), pág. 32.
21. !bid, págs. 27, 28.
22. Henry M. Morris, Evolution and the Modem Christian (Grand Rapids, Mich.: Baker Book
House, 1969), págs.60, 61.
23. Morris, Biblical Cosmology and Modem Science, op. cit., pág. 59.
184
La palabra hebrea olam significa un largo período de tiempo.
¿Por qué no utilizó Moisés esta palabra tan comprensible si quiería
comunicar el significado de que la creación tuvo lugar a lo largo de
períodos de tiempo geológico? Es evidente que no quería que enten-
diéramos Génesis de esta manera.
185
l. La creación fue acabada en el día sexto
Génesis 2:1 dice: «Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra,
y todo el ejército de ellos.» Dios acabó su creación en el día sexto
(cp. Hebreos 4:3). Si estos fueron largos períodos geológicos, y el
medio de la creación fue la evolución, ¿por qué dice la Biblia que
el proceso evolutivo acabó en el sexto período?
Ni los dilatados períodos de tiempo ni la teoría de la evolución
armonizan con Génesis 1 . Los seis días no fueron seis eras geológi-
cas, ni tuvo lugar la creación mediante el proceso de la evolución.
VIDA DE ADÁN
186
para establecer una pauta eligió seis días de trabajo y uno de re-
poso.
RECAPITULACIÓN
Al considerar los anteriores once puntos, uno no puede dejar de
insistir en que los días creacionales fueron días solares de 24 horas.
Afirmar algo en sentido diferente sería contradecir la armonía de la
palabra de Dios. La filosofía de la evolución, tal como se muestra
hoy día, necesita tiempo a montones. Génesis no puede dar la can-
tidad de tiempo preciso para el desarrollo de la vida por evolución.
No se pueden encontrar intervalos ni largos períodos de tiempo en
Génesis l. Por ello, la evolución como proceso para explicar el ori-
gen de la vida no armoniza con el tiempo y orden de Génesis 1 .
No sabemos cuándo tuvo lugar la creación. La Biblia dice que la
creación tuvo lugar en seis días de veinticuatro horas. Pero la Biblia
no nos dice cuándo tuvieron lugar estos días. La creación tuvo lugar
en un corto período de tiempo en algún tiempo del pasado.
187
11
189
penosa ascensión hasta su estado presente.» 1 Frederick C. Grant
afirmó:
La historia del origen de la raza es incluso más sublime relatado en Evo-
lución que en la Biblia, si alguien tiene oídos para oírlo. No por los dedos an-
tropomórficos de un Dios semítico, y sacado de barro babilónico, sino a través
de largos evos de un lento y progresivo desarrollo, conducido por una Mente
y Propósito Supremo, fue finalmente formado el hombre, hecho en «imagen»
de la Mente espiritual que lo creó -esto es, por el lado de su capacidad interna
para una naturaleza intelectual y espiritual, que es realmente lo que le hace
hombre. 2
l. Car! Wallace Miller, A Scientist's Approach to Religion (New York: Macmillan Co., 1947),
pág. 88.
2. Frederick C. Grant, New Horizons of the Christian Faith (Milwaukee: Morehouse Publishing
Co., 1928), The Hales Lectures 1927, 28, pág. 81.
3. John A. T. Robinson, Honest to God (Philadelphia, Penn.: The Westminster Press, 1963),
pág. 32.
4. Theodosius Dobzhansky, San Francisco Symposium (Biology Teachers of America, 1972), n.
p. Ver también: James Hauncy, Science Retums to God (Grand Rapids, Mich.: Zondervan Publis-
hing House, 1972), pág. 20.
S. James F. Coppedge, Evolution: Possible or lmpossible? (Grand Rapids, Mich.: Zondervan
Publishing House, 1975), pág. 177.
190
por fíat todas las forrv.as de vida, pero que lo hizo a lo largo de seis
períodos geológicos. Este es otro esfuerzo de aquellos que intentan
aferrarse a la Biblia, y a pesar de ello, creer en los millones de años
demandados por los geólogos evolucionistas. Es un esfuerzo en es-
tirar los seis días de veinticuatro horas de Génesis 1 para armoni-
zarlos con la escala de tiempo geológico.
Si hay alguna diferencia entre los evolucionistas teístas y los
creacionistas progresivos es que los evolucionistas teístas quieren
abrazar la teoría de la evolución como un todo, y los creacionistas
progresivos quieren abrazar sólo el tiempo geológicos exigido por
los evolucionistas. Los creacionistas progresivos tratan aún de creer
en algún tipo de creación. Pero aún no han andado todo el camino
en que se encuentran. Y este camino -los evolucionistas teístas es-
tán sólo un poco más adelantadados- conduce hacia el evolucio-
nismo ateo. La creación progresiva es en realidad una aceptación
progresiva de la teoría del evolucionismo ateo.
Así que ¿cuáles son los problemas que hay con el evolucionismo
teísta o con cualquier otra filosofía mestiza acerca de los orígenes?
Aquí se presentan algunos de los problemas que hacen que el evo-
lucionismo teísta sea una componenda totalmente insatisfactoria
entre Génesis 1 y la teoría de la evolución. Estos son problemas con
los que más tarde o más temprano se tendrá que enfrentar cada
evolucionista teísta.
191
EL PROBLEMA DE LA CONFIRMACIÓN
EL PROBLEMA DE LA INTERVENCIÓN
192
tas como la Yuca dependen de la polinización, que es posibilitada
sólo por la Pronuba o polilla de la Yuca. Y la hembra de la Pronuba
depende de la planta Yuca en la que puede incubar sus huevos. Nin-
guna puede sobrevivir sin la otra. Pero los insectos fueron creados
el día 6 (Génesis 1:24) y las plantas el día 3 (Génesis 1:11, 12).
¿Cómo pudieron la planta de la Yuca u otras como ella, sobrevivir
dos períodos geológicos hasta la creación de la polilla Pronuba?
Hay numerosos animales y plantas que se necesitan mutuamente
para sobrevivir. Y los evolucionistas teístas tienen que enfrentarse
con cada una de estas situaciones.
Para escapar a este serio problema que se enfrenta al evolucio-
nismo teísta muchos han afirmado que el relato de Génesis no es
cronológicamente correcto. Así, tenemos las primeras señales de
que los evolucionstas teístas están tratando de reescribir la Biblia
para hacerla concordar con su teoría naturalista.
Pero Génesis 1 es cronológicamente correcto. «Los seis días de-
ben ser comprendidos en un sentido cronológico, esto es, que un día
sigue al anterior en sucesión. Este hecho queda enfatizado por la
designación de los días como un, segundo, tercero, etc.» 6 Génesis
2:4 afirma: «Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando
fueron creados.» Génesis 6:9 se refiere a las generaciones de Noé (el
mismo término hebreo que orígenes en Génesis 2:4 -N. del T.-).
Esta terminología es utilizada en muchos casos en el libro de Géne-
sis (Génesis 10:1; 11:10, 27; 25:12, 19; 36:1, 9; 37:2). Y ello se utiliza
para denotar una relación histórica. 7 Y Génesis 1 es una relación
histórica. No es una historia cronológicamente desordenada.
Los hay también que interpretan Génesis 1 como un paralelismo
hebreo. 8 Dicen que los seis días de creación forman una tríada. Los
días 1, 2 y 3 se corresponden con los días 4, 5 y 6. En otras palabras,
el día 4 es una reafirmación del día 1, el 5 una reafirmación del día
2, y el 6 es una reafirmación del día 3.
Pero hay algunos problemas con esta teoría de la tríada. El pri-
mer día, con la creación de la luz, podría desde luego ser paralelo
con la creación de las lumbreras del cuarto día. Pero el sol, la luna
y las estrellas fueron situadas en la expansión en el día 4, en tanto
que la expansión no fue creada hasta el día 2. Y el día 2 se debería
corresponder con el 5, no con el 4. Además, los peces fueron creados
el día quinto, pero el relato supuestamente paralelo da la creación
de los mares en el día 3. El día correspondiente al 5 debería ser el
2. ¿Acaso los peces se estuvieron debatiendo sobre el suelo hasta
193
que los mares fueron creados en la siguiente era geológica? Me pa-
rece que esta teoría carece de toda coherencia.
Así, no son pocos los problemas consustanciales a esta teoría de
interpretación con cualquier intento de llevar Génesis 1 a concor-
dar cronológicamente con la teoría de la evolución. Simplemente,
no se puede hacer.
Génesis 1 enseña que todos los seres vivos tenían que reprodu-
cirsse «según su género» (o tipo) (Génesis 1: 11, 12, 24, 25). No hay
ninguna definición clara de la palabra «tipo» en el libro de Génesis.
Sería un error identificar este término con lo que los biólogos deno-
minan «especie». Pero el principo que aquí se presenta es estricta-
mente antievolucionista. Génesis 1 dice que Dios ordenó que cada
tipo se reprodujera según él mismo. Y Pablo dice que Dios da a cada
semilla su propio cuerpo, y que no toda carne es la misma carne (1
Corintios 15:38, 39). Hay una carne de los hombres, otra carne de
las bestias, otra de los peces, y otra de las aves. No son iguales ni
procedieron unas de otras. Se reproducen según su propio tipo.
La enseñanza de la Biblia de que la vida debía reproducirse sólo
en conformidad a su propio tipo es ciertamente contraria a la teoría
de la evolución. Los evolucionistas dicen que una forma de vida ha
evolucionado de otra. Pero la Biblia afirma que cada forma de vida
reproduce otro individuo conforme a su propio tipo. (En la versión
de Reina, de 1569, se traduce uniformemente que la reproducción
de los seres vivos debía hacerse «Según su naturaleza», Génesis
1:11, 12, 21, 24, 25, en lugar de la traducción dada por las revisio-
nes modernas, que vierten «según su género» y «según su especie»,
términos que pueden llevar a equívocos con las actuales clasifica-
ciones científicas, por cierto no bien delimitadas ni aceptadas uni-
versalmente por los taxonomistas; evidentemente, la traducción de
Reina, 1569, es mucho más adecuada que las que se dan en las re-
visiones modernas. -N. del T.-).
194
El primer hombre fue creado totalmente desarrollado según el
relato del Génesis. Pero el evolucionista teísta tiene un animal de-
sarrollándose hasta el punto en que Dios finalmente lo llama hom-
bre. Sí, cuando el polvo se asienta, sigue estando claro que Dios
creó un hombre original, totalmente completo en el principio. Fue
hecho desde el polvo, no desde una forma inferior de vida prehu-
mana.
EL PROBLEMA DE LA IMAGEN
Génesis enseña que el hombre fue hecho en la imagen de Dios
(Génesis 1:26, 27; 5: 1; 9:6). El hombre está hecho a la imagen espi-
ritual de Dios. El hombre es un ser espiritual, un alma eterna (Ma-
teo 10:28; Eclesiastés 12:7). Pero, ¿en qué punto en la supuesta pro-
gresión evolutiva del hombre otorgó Dios un alma eterna a un ani-
mal llamando hombre al animal? Esta es una pregunta que los evo-
lucionistas teístas no pueden responder. Dios no considera a los ani-
males como considera al hombre. Pero si el hombre evolucionó,
¿cuándo entonces cambió Dios su consideración sobre los animales,
y les dio almas eternas?
Cuando Dios pronunció la frase «Hagamos al hombre», la impre-
sión s::oncreta que uno recibe es que Dios consideró que el hombre
que El iba a hacer iba a ser una creación muy singular. Esta frase
no es utilizada en ningún otro lugar del registro de Génesis. Este
pensamiento se manifiesta también en el cambio de referencia que
Dios hace a los animales en Génesis 1:24, 25 con respecto a la re-
producción, que cada animal se debería reproducir «según su natu-
raleza» (Reina). Pero, con referencia al hombre, Dios dice «confor-
me a nuestra semejanza» (v. 26). Aquí se muestra una relación entre
Dios y el hombre en el principio, que no existió entre Dios y los ani-
males.
Para resaltar más la singularidad y diferencia del hombre y los
animales, Génesis 3:21 afirma que Dios hizo túnicas para Adán y
Eva de pieles de animales. Es evidente que la muerte de algunos ani-
males fue la consecuencia de esta obra de confección. Y en Génesis
4, Abel, hijo de Adán y Eva, ofreció un sacrificio animal. Pero más
tarde vemos a Caín dando muerte a Abel. Si no hay distinción entre
los animales y Adán, Eva y sus hijos, que se supone evolucionaron
de un antecesor animal común, ¿por qué entonces Dios condena el
asesinato de Abel? Si Abel era simplemente otro animal, ¿por qué
se le da tanta importancia acerca de su muerte, y no se da a la
muerte de los animales que proveyeron sacrificios y vestidos?
195
EL PROBLEMA DE LA COSTILLA
EL PROBLEMA MACHO-HEMBRA
9. Zimmerman, «The Word of God Today», Creation, Evolution and God's Word, op. cit.,
pág. 114.
10. John C. Whitcomb, The Early Earth (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1972),
pág. 103.
196
17:26). Y Génesis 3:20 afirma que la primera mujer fue llamada
Eva porque ella era la madre de todos los vivientes. Pero los evolu-
cionistas teístas quisieran hacernos creer que hubo primero una
«mujer-simia» que fue la madre de todos los vivientes. Quisieran
hacernos creer que diferentes razas humanas evolucionaron de di-
ferentes razas de seres prehumanos que tuvieron un antepasado co-
mún.
Los evolucionistas teístas tienen que afirmar o bien que Adán y
Eva -los originadores de la actual raza humana- fueron mutantes
iniciales que los apartaron de su familia prehumana, o que todos los
descendientes de la especie prehumana de Adán y Eva se extinguie-
ron inmediatamente después de que Dios les otorgara su naturaleza
espiritual y los llamara humanos. Los evolucionistas teístas tienen
que responder a la pregunta de qué es lo que sucedió a los herma-
nos, hermanas, madre y padre prehumanos de Adán y Eva. ¿Qué su-
cedió a los descendientes de ellos después que estos últimos se vol-
vieran «humanos»? ¿Acaso Dios los devolvió al estado de simios?
Se podría hacer aquí una multitud de preguntas que ningún evolu-
cionista teísta podría ni comenzar a responder. En realidad, lama-
yor parte de los evolucionistas teístas ni siquiera han dado conside-
ración a las anteriores cuestiones ni para empezar.
Génesis enseña que el hombre fue creado con una mente. Podía
decidir, razonar y pensar. Podía hablar y comunicarse (Génesis 3:1-
7). Y Pablo dice que el hombre podía percibir la grandeza de Dios
desde el principio (Romanos 1:20). Esto es bien diferente de los
mudos hombres-simios en que los evolucionistas querrían hacernos
creer.
EL PROBLEMA DE LA ARMONÍA
198
incluso aunque los evolucionistas teístas intenten con todas sus
fuerzas llegar a compromisos lógicos. Thomas Huxley, un evolucio-
nista, dijo acertadamente: «Está claro que la doctrina de la evolu-
ción es directamente antagonista a la de la creación ... La evolución,
si se acepta de manera coherente, hace imposible creer en la Biblia
[énfasis mío, R.E.D.].» 12 Zimmerman, un creacionista, añade:
«Cualquiera que esté familiarizado con la teoría de la evolución
sabe que es imposible reconciliar unos Adán y Eva históricos con
ninguna teoría de la evolución ... » 13 Riegle, también un creacionista,
afirma con acierto: «Es difícil entender cómo alguien puede creer
honradamente en Dios y también aceptar muchas de las ideas pro-
movidas por los evolucionistas. Una creencia genuina en Dios exige
la aceptación de su palabra, la Biblia, y su enseñanza.» 14 Y esta pa-
labra no enseña nada acerca de ningún concepto de evolución.
La verdadera creencia en la teoría de la evolución no deja nin-
gún lugar para la Biblia. Huxley estaba en lo cierto en este punto.
Y la verdadera creencia en la Biblia no deja lugar alguno a la evo-
lución. Simpson escribió: «El intento de erigir una teoría de la evo-
lución entremezclando misticismo y ciencia sólo ha tendido a viciar
la ciencia. Sospecho intensamente que ha sido igualmente dañino
para el campo religioso [énfasis mío, R.E.D.].» 15 Si Simpson, un evo-
lucionista, puede ver esto, ¿por qué no pueden verlo algunos su-
puestos creyentes en la Biblia? «La introducción de Dios no hace la
evolución más firme en lo científico y, si acaso, lo que sí hace es ha-
cerla menos científica.» 16 Bales dijo: « .. .los evolucionistas coheren-
tes consideran incoherentes a los evolucionistas teístas» . 17 «Estas
personas», dice Lewis Oldam con respecto a los evolucionistas teís-
tas, «no son ni buenos cristianos ni buenos evolucionistas, porque
tienen que rechazar de continuo partes de ambos sistemas». 18
12. Thomas Huxley, citado por Fred John Meldau, Why We Belive in Creation, Not in Evolution
(Denver, Colo.: Christian Victory Publishing Co., 1959). pág. 8.
13. Zimmerman, «The Word of God Today», Creation, Evolution and God's Word, op. cit.,
pág. 119.
14. David D. Riegle, Creation ar Evolution? (Grand Rapids, Mich.: Zondervan Publishing Hou-
se, 1971), pág. 23.
15. George Gaylord Simpson, This View of Life (New York: Harcourt, Brace & Co., 1964),
póg.232.
16. Donald England, A Christian View of Origins (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House,
[ 972). pág. 111.
17. James D. Bales, «Theistic Evolution and Genesis», Gospel Advocate (Nashville, Tenn.: 24
enero, 1974), pág. 52.
18. Lewis T. Oldham, Is There Really a God? (Murfreesboro, Tenn.: Dehoff Publications, n.d.),
pág. 109.
199
RECAPITULACIÓN
19. J. D. Thomas, Facts and Faith (Abilene, Tex.: Biblical Research Press, 1965), pág. 180.
20. !bid, póg. 183.
200
12
La datación:
un grave problema
¿Cuál es la antigüedad de la tierra? ¿Cuánto tiempo ha estado la
vida orgánica sobre la tierra? ¿Es precisa la escala de tiempo geo-
lógico? ¿Tene,mos realmente un medio preciso para medir la edad
de la tierra? Estas son preguntas que todos se han hecho una u otra
vez.
En este capítulo debemos ocuparnos de algunos problemas rea-
les para el evolucionista, esto es, el problema de la asignación de fe-
chas o datación de antiguos restos de materia orgánica y de rocas,
y el problema asociado a la escala de tiempo geológico. Cuanto me-
jor comprendamos los métodos de datación actuales (y pretéritos)
mejor entenderemos que los métodos de datación no son tan con-
cluyentes como algunos evolucionistas quisieran hacernos creer. Lo
mismo sucede con la escala de tiempo geológica. No existe tal cosa
como una fecha absoluta y concluyente para alguna cosa antigua.
Esto se constatará cuando estudiemos los múltiples problemas de
los actuales métodos de datación.
¿Qué antigüedad tiene la tierra? Los evolucionistas están csi tan
divididos acerca de este asunto como se pudiera. Holmes afirma
que «la tierra tiene 3.350.000.000 años de antigüedad». 1 Simpson y
Beck son más fluidos en su suposición diciendo que el sistema solar
-incluyendo la tierra, naturalmente- tiene entre tres y diez mil
millones de años. 2 Algunos afirman que la tierra tiene cinco mil mi-
l. Arthur Holmes, «A Revised Estimate of the Age of the Earth», Nature, (1947), CLIX, págs.
127 y SS.
2. George Gaylord Simpson y William S. Beck, Life: An Introduction to Biology (New York:
Harcourt, Brace & World, Inc., 1965), pág. 750.
201
llones de años. 3 Otros, que tiene seis mil millones. 4 E incluso los hay
que estiman que el sistema solar, incluyendo nuestra buena tierra,
tienen más de dieciséis mil millones de años. 5 Como se puede ver,
los evolucionistas están ciertamente divididos acerca de este tema.
Cuando llegamos al problema de la datación de los restos fósi-
les, la confusión es igual de grande. Louis S. B. Leakey descubrió el
Zinjanthropus. Afirmó que este «hombre-simio» tenía 1.750.000
años de antigüedad. 6 Pocos años más tarde su hijo, Richard Leakey,
descubrió otro hombre antiguo que, afirmó él, tenía 2.800.000 años
según los actuales métodos de datación. 7 Y así sigue y sigue la com-
petición entre los que anhelan descubrir el fósil de hombre-simio
más antiguo.
Como se puede ver, la edad de la tierra y de los restos orgánicos
es un problema desconcertante. ¿Cómo llegan los evolucionistas a
estas fantásticas edades? ¿Son los actuales métodos de datación tan
precisos como algunos afirman? ¿Tiene la tierra miles de millones
de años de antigüedad? ¿Ha estado el hombre sobre la tierra duran-
te millones de años en lugar de miles de años? ¿Cuán concluyentes
son los actuales métodos de datación?
Para empezar, examinemos brevemente algunos de los métodos
de datación que han sido utilizados para determinar fechas anti-
guas. Hay problemas con cada método. De hecho, como veremos,
no hay ningún método verdaderamente exacto de datación. Melvin
A. Cook dijo con razón: «En realidad no hay ningún cronómetro fia-
ble, a pesar de una opinión contraria casi abrumadora.» 8 Y Gish
añade: «Se debería estar consciente de que no hay ningún método
directo para determinar la edad de ninguna roca ... Los radiocronó-
logos tienen que recurrir a métodos indirectos que involucran cier-
tas suposiciones básicas.» 9
En el uso de los métodos científicos para determinación de fe-
chas hay problemas. Hay problemas en los métodos mismos, y hay
problemas con aquellos que utilizan los métodos. Sería bueno aquí
leer atentamente la siguiente advertencia que hace R. H. Brown:
3. Biological Science: An Inquiry into Life, Don E. Meyer y Virginia M. Dryden, eds. (New
York: Harcourt, Brace and World, !ne., 1963), pág. 243.
4. En un discurso ante la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, Dallas, Texas
(diciembre 30, 1947).
5. Time (December 30, 1974), pág. 42.
6. L. S. B. Leakey, «Exploring 1,750,000 Years Into Man's Pastn, National Geographic (Oc-
tober, 1961). Vol. 120, N." 4, pág. 564.
7. Richard E. Leakey, «Skull 1470», National Geographic (June 1973). Vol. 143, N.º 6, págs.
819-829.
8. Melvin A. Cook, Prehistory and Earth Mode/s (London: Max Parrish and Co., Ltd., 1966),
pág. xi, citado por James F. Coppedge, Evolution: Possible ar Impossible? (Grand Rapids, Mich.:
Zondervan Publishing House, 1975), pág. 184.
9. Duane T. Gish, Evolution: The Fossi/s Say No (San Diego, Calif.: ICR Publishing Co.,
1973), pág. 42.
202
Al dirigirse a consultar cualquier cuerpo de literatura científica es bueno
tener en mente la inevitable tendencia de un investigador a armonizar la in-
formación disponible para él con su visión general de las cosas. La mente hu-
mana está diseñada para integrar y sumarizar sus observaciones en principios
y posturas generalizadas. Esta característica es necesaria para el desarrollo del
entendimiento y capacidad. Como consecuencia de sus antecedentes culturales
y educativos, la mayor parte de los especialistas en radiocarbono tienen una
visión general del mundo basada en el desarrollo actualista y evolutivo progre-
sista de la vida.'º
LA CRONOLOGÍA DE USSHER
Aunque no se trate específicamente de un método científico de
datación como los que estudiaremos en este capítulo, la cronología
de Ussher del Antiguo Testamento tiene que ser considerada aquí.
Es un método de datación y muchos se han apoyado en él en el pasado.
El Obispo Ussher (1581-1656) era un obispo anglicano que deter-
minó la edad de la tierra apoyándose en las cronologías del Nuevo
y Antiguo Testamento. En sus dos volúmenes de Annales Veteris et
Novi Testamenti (1650-1654), estableció que la tierra fue creada el
4.004 a. C.
Añadiendo las edades de los patriarcas del Antiguo Testamento,
Ussher intentó establecer una línea genealógica hasta Adán, y, así,
hasta la creación. Pero se sabe que Ussher cometió algunos errores.
Y al utilizar las genealogías de Mateo 1, Lucas 3, Génesis 5 y Géne-
sis 11, se tiene que reconocer que algunos de los descendientes pue-
den estar ausentes de estas listas. Por ejemplo, Cainán es intercala-
do entre Sela y Arfaxad en Lucas 3 :36 pero no aparece en la crono-
logía de Génesis 11. Si las genealogías de Génesis 5 y 11 tenían
10. R. H. Brown, «Radioactivity Dating Indicates A Young Earth», Why Not Creation?, Walter
E. Lammerts, ed. (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1973), pág. 80.
11. Coppedge, Evolution: Possible or lmpossible? op. cit., pág. 184.
203
como objeto establecer un número determinado de años, es extraño
que Moisés nunca añadiera las edades de estos hombres. Por ello, se
puede llegar a la conclusión de que el propósito de las cronologías de
Génesis no fue el de establecer fechas absolutas de acontecimientos.
La Biblia no señala una fecha de la creación, como algunos pre-
tenden. Y sería inútil intentar hacerlo, aunque en la actualidad
nuestra referencia histórica más exacta para la datación -que aún
ha de ser demostrada inexacta- es la Biblia. Pero aquí estamos ha-
blando acerca de sólo unos miles de años. La datación de la Biblia
hasta alrededor del 1000 a. C. es bastante precisa. Cuanto más uno
se aleja de esta fecha tanto más difícil es fijar una fecha para un
acontecimiento dado de la historia.
EL MÉTODO METEORÍTICO
12. John W. Klotz, Genes, Genesis and Evolution (St. Louis, Mo.: Concordia Publishing House,
1955), pág. 109.
13. Rita Rhodes Ward, In The Beginning (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1973),
pág. 41.
14. Klotz, Genes, Genesis and Evolution, op. cit., pág. 109.
15. Ward, In The Beginning, op. cit., pág. 41.
204
EL MÉTODO DE LA SAL
Se han hecho diferentes intentos para medir la edad de la tierra
determinando varias soluciones que se hallan en los océanos. Uno
que se ha abandonado casi por completo es el de la medición del
cloruro sódico (sal) en las aguas oceánicas.
Se creía que los océanos contenían agua dulce en el principio. A
través de millones y millones de años, la sal fue arrastrada hacia los
mares por los ríos. Suponiendo que éste fuera un proceso inmuta-
ble, se utilizó la presente velocidad de aportación de sal hacia los
océanos para calcular la cantidad de años que este proceso ha esta-
do en marcha. Algunos creían que este método de datación ponían
la edad de la tierra en alrededor de 50.000.000 años. 16 Pero Whit-
comb y Morris afirman: «Los modernos biólogos marinos y oceanó-
grafos están, por otra parte, convencidos de que la salinidad de los
océanos ha sido siempre aproximadamente la misma que en la ac-
tualidad.» 17 Y así los científicos ya prácticamente han abandonado
este método de datación.
16. Harold F. Blum, Time's Arrow and Evolution (Princeton: Princeton University Press, 1951),
pág. 10.
17. John C. Whitcomb, Jr. y Henry M. Morris, The Genesis Flood (Philadelphia, Pa.: The Pres-
byterian and Reformed Publishing Co., 1970), pág. 386.
18. Coppedge, Evolution: Possible or Impossible?, op. cit., pág. 196.
19. !bid., ver también C. C. Delwiche, «The Nitrogen Cycle», Scientific American (September
1970), pág. 146.
20. Coppedge, Evolution: Possible or lmpossible?, op. cit., pág. 197.
205
EL MÉTODO DE LA FLUORINA
21. David D. Riege, Creation or Evolution? (Grand Rapids, Mich.: Zondervan Publishing Hou-
se, 1972), págs. 62, 63.
22. Klotz, Genes, Genesis and Evolution, op. cit., pág. 99.
23. Willis H. Johnson, Richard A. Laubengayer y otros, Biology (New York: Holt, Rinehart
and Winston, 1961), pág. 693.
24. Klotz, Genes, Genesis and Evolution, op. cit., pág. 100.
206
sintegración de lo que originalmente era uranio.» 25 Simpson y Beck
dan la siguiente fórmula:
Fig. 1
207
C. La suposición de la «velocidad constante de desintegración»
Se tiene que suponer que la velocidad de desintegración ha sido
constante a través de los supuestos miles de millones de años. 31 Mo-
rris afirma que «la velocidad de desintegración puede haber dismi-
nuido al disminuir gradualmente la incidencia de radiaciones cós-
micas y de otro tipo en el ambiente». 32 Es imposible determinar la
longitud original de una vela observando ahora su velocidad de
acortamiento. Uno podría llegar a una aproximación de la longitud
de la vela mediante una evaluación de sus restos. Pero, ¿ha estado
quemando la vela a la misma velocidad todo el tiempo del pasado?
No hay ninguna respuesta segura para esta pregunta. Y ésta es una
pregunta referente al reloj radiactivo que no puede recibir respuesta.
31. Klotz, Genes, Genesis and Evolution, op. cit., pág. 102.
32. Morris, Biblical Cosmology and Modem Science, op. cit., pág. 70.
33. Michael H. Day, Fossil Man (New York: Bantam Books, 1971), pág. 50.
34. Acworth, Creation, Evolution and the Christian Faith, op. cit., págs. 25, 26.
35. Gamiss H. Curtís, «A Clock for the Ages Potassium-Argon», National Geographic (October
1961), Vol. 120, N.º 4, págs. 590.
208
Y luego hay el problema de determinar la edad del fósil por el
suelo en que se encuentra. El método del potasio-argón se utiliza
para datar el sedimento, y luego el fósil es datado indirectamente
por los sedimentos en que se encuentra. Pero Michael H. Day, un
evolucionista, advierte diciendo: «A fin de conseguir resultados pre-
cisos y coherentes en base de este método se tiene que ejercer un
gran cuidado en la selección de muestras para asegurar que el es-
pecimen utilizado en esta estimación sea contemporáneo con el de-
pósito.»36
¿Pero cómo se puede datar con precisión un fósil mediante la
datación del sedimento en el que yace? ¿Puede acaso un animal que
cayó muerto en el suelo que se supone tiene mil millones de años,
y que luego fue cubierto por una tormenta de arena, una inunda-
ción, un volcán, un terremoto o un movimiento de tierra, ser datado
con precisión datando el suelo en el que yace? La verdad es que la
precisión del método del potasio-argón se encuentra oculta en una
nube de suposiciones.
En muchos lugares del mundo hay áreas en las que se encuen-
tran sedimentos más antiguos encima de otros más recientes. Este
tipo de formaciones recibe el nombre de sobrecorrímíentos. Y, en
base de los presentes métodos de datación, estos sedimentos están
en orden inverso. Se han encontrado cientos de millas cuadradas de
terreno más antiguo reposando sobre lo que se ha datado como es-
tratos más recientes. Esto será tratado más tarde cuando tratemos
de la escala de tiempo geológico. Pero se tiene que reconocer que
esto presenta un serio problema para la datación de los fósiles me-
diante el método del potasio-argón.
Con referencia a los métodos de uranio-plomo y del potasio-ar-
gón, Simpson y Beck dicen: «En la actualidad, sin embargo, la pre-
cisión de los métodos y la cantidad de fechas obtenidas de ellos no
son suficientes para justificar nuestra confianza en fechas absolutas
sólo en tal estudio.» 37 El método del potasio-argón está abrumado
de suposiciones. Por ahora, n,o se debería poner tanta fe en ello
como un medio de datación. Esta parece ser la conclusión de mu-
chos científicos. 38
209
Los átomos de nitrógeno en la atmósfera superior son bombardeados por
neutrones producidos por la radiación cósmica resultando en la producción de
una proporción conocida de carbono radiactivo (C 14 ) que viene a ser incorpo-
rado en dióxido de carbono atmosférico. A su vez, este dióxido de carbono es
absorbido por la vegetación y pasa a los tejidos animales cuando las plantas
son comidas. Cuando el animal muere no se absorbe más carbono radiactivo,
y la emisión de rayos beta va reduciendo gradualmente la radiactividad de los
restos a la mitad después de un período de 5.730 años, lo que recibe el nombre
de «vida media» del isótopo:'°
210
dad por debajo de los 30.000 años.46 La exactitud de fechas en las
edades más altas se encuentra ciertamente en tela de juicio por par-
te de muchos científicos. Pero con todo ello, 30.000 es sólo un punto
de tiempo para lo que los evolucionistas necesitan para su teoría.
Hay también contradicciones entre el método del C-14 y el mé-
todo del potasio-argón. Por ejemplo, en una localidad de estudio es-
pecífica, el método del argón-potasio asignaba una fecha a un estra-
to rocoso de 1.750.000 años. Pero dentro de los estratos se encontra-
ron huesos de mamíferos que por el método de C-14 fueron datados
en sólo 10.000 años. 47 ¿En qué método de datación debemos creer?
En realidad, la datación por C-14 ha dejado perplejos a algunos
evolucionistas. En base de la datación por C-14, muchas cosas no
son tan antiguas como se había creído originalmente. Heinze afir-
maba: «Las fechas que han sido establecidas por datación radiocar-
bónica han sido publicadas en Science hasta 1959, y en la revista
anual Radiocarbon desde entonces. Al examinar estas fechas, uno se
queda impresionado al principio por el hecho de que la inmensa
mayoría de las muestras datadas son muy recientes, con un porcen-
taje muy pequeño apareciendo con más de diez mil años.» 48 Con
respecto a esto, Brown añade: «La datación radiocarbónica de abe-
tos sepultados por el avance glacial en Wisconsin ha forzado a los
geólogos a reducir el tiempo supuesto que ha transcurrido desde el
principal avance glacial desde 25.000 años solares a 11.400 años ra-
diocarbónicos.»49 Así, la datación por C-14 ha disminuido la canti-
dad de años que la vida ha estado en la tierra.
Hay ciertos problemas que se tienen que considerar al utilizar la
datación por C-14. El mayor problema es que hay evidencia de que
la cantidad de C-14 en la atmósfera no ha sido la misma que en la ac-
tualidad. En Geochronicle Libby afirma: «Quizá la suposición más
importante por sí sola del método de radiocarbono sea la de que la
velocidad de producción de C-14 por los rayos cósmicos en la at-
mósfera superior ha sido constante.» so No hay prueba absoluta de
que la cantidad de C-14 en la atmósfera haya sido constante a lo largo
de los millones de años de evolución. Esto nos llevaría a suponer tam-
bién que la cantidad de C-14 en la atmósfera no ha sido constante.
46. !bid., pág. 53, y Whitelaw, «Radiocarbon Confirms Biblical Creation», Why Not Creation,
op. cit., pág. 95.
47. Wayne Jackson, Fortify Your Faith in an Age of Doubt (Stockton, Calif.: Pledge Publica-
tions, 1974), pág. 31.
48. Thomas F. Heinze, Creation vs. Evolution (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1973),
pág. 43.
49. R. H:Brown, «Radioactivity Dating Indicates a Young Earth», Why Not Creation, op. cit.,
pág. 85.
50. Willard F. Libby, «On the Accuracy of Radiocarbon (C-14) Dates•, The Geochronic/e (Geo-
chron Laboratories, Inc., June 1966), Vol. 2, N.º 2, pág. l.
51. Para una buena descripción de este extremo, leer: R. H. Brown: « Radioactivity Dating In-
dica tes a Young Earth», Why Not Creation, op. cit., págs. 80-89.
211
Se tiene que entender que la mayor parte de los trabajos primi-
tivos con el método del C-14 estaban basados en la visión actualista
del mundo, esto es, que todas las cosas han seguido siendo desde el
principio tal como las observamos ahora. Los primeros cálculos
fueron hechos con la idea de que la tierra tiene miles de millones
de años de antigüedad. No se consideró ninguna idea como la de
que haya tenido lugar un diluvio universal en la época de Noé. Y
tampoco se considera en la actualidad por parte de los evolucionistas.
Tenemos que considerar también el hecho de que se ha ido aña-
diendo C-14 a la atmósfera desde 1850, desde la revolución indus-
trial. La utilización de combustibles fósiles -carbón, petróleo, gas,
etc.- ha añadido C-14 a la atmósfera y ha complicado el método de
datación por C-14. 51 Acworth explica:
.. .incluso hoy, el carbono 14 (radiocarbono) no está en equilibrio en la at-
mósfera. Libby, el autor del método del radiocarbono, descubrió que la velo-
cidad de formación del radiocarbono era de 18,8 contajes por gramo por mi-
nuto, y que la velocidad de desintegración era sólo de 15,3 contajes. En otras
palabras, descubrió que la velocidad de desintegración era de de sólo 0,81 de
la velocidad de producción. Posteriores cálculos efectuados por Hess, Suess y
Lingenfelter dan ese valor como de 0,72. De hecho, por tanto, bien lejos de es-
tar en equilibrio, el radiocarbono estó siendo acumulado constantemente en la
atmósfera en este momento."
52. Acworth, Creation, Evolution and the Christian Faith, op. cit., págs. 26, 27.
53. !bid., pág. 27.
212
por muy razonable que ello gueda ser, tenemos que clasificar esto
como una pura suposición.» 4
Hay todavía mucho trabajo que hacer en el área de la datación
con C-14. El principal punto como conclusión de esta discusión es
tener presente que todos los métodos de datación están basados en
ciertas suposiciones. Sólo alguien que esté anhelante de justificar
su ideología ya prejuzgada aceptaría los resultados de los métodos
de datación sin un estrecho escrutinio y examen.
Se utilizan varios métodos para fechar las rocas y los fósiles.
Estos métodos de datación han sido utilizados para mantener la va-
lidez de la escala de tiempo geológica. Pero, ¿dónde se originó la es-
cala de tiempo geológico? ¿Cuál es su propósito? Y, ¿se trata de
algo real?
Tenemos que recordar que la escala de tiempo geológico fue es-
tablecida antes del surgimiento de los modernos métodos de data-
ción. Fue establecida sobre una asunción evolucionista. Y hoy mu-
chos evolucionistas la utilizan como instrumento de datación para
situar cualquier fósil que descubran.
213
ESCALA DE TIEMPO GEOLÓGICO
ERA ÉPOCA AÑO IDEAS EVOLUCIONISTAS ACERCA
(millones) DEL DESARROLW
Terciario
Plioceno 12 Desarrollo del hombre primitivo.
Mioceno 25
Oligoceno 35 Desarrollo de las plantas más elevadas y
mamíferos. Bosques extendidos.
Eoceno 60
Paleoceno 70
Fig. 2
214
otras palabras, ha sido simplemente supuesto, no demostrado. El
catastrofismo ha sido simplemente negado, no refutado.» 57
Que capas de estratos hayan sido depuestos gradualmente a lo
largo de millones de años de una manera regular y sin perturbacio-
nes es sólo una suposición. Aunque algunos evolucionistas se afe-
rran esforzadamente a la doctrina del actualismo con uñas y dien-
tes, 58 la evidencia en contra de ella es abrumadora. Esta evidencia
será considerada con mayor detalle en el capítulo siguiente.
La escala de tiempo geológico que se presenta aquí (Fig. 2,pág. 214)
dará al lector una cierta idea de lo que se está tratando. Las fechas
varían de uno a otro geólogo, pero, por lo general, se trata de una
buena representación de la postura evolucionista acerca de la his-
toria de la tierra.
Hay algunos problemas sumamente severos que hacen que la es-
cala de tiempo geológico sea extremadamente dudosa. En opinión
de este escritor, se trata de problemas que exigen que se la relegue
a los archivos de la ciencia. Los evolucionistas no tienen pocos pro-
blemas con ella. Por lo general, lo que se hace es ignorarlos. Lo que
sigue es una consideración de estos problemas.
A. El problern,a de los «fósiles»
El problema de los fósiles es más que meramente un punto de
discordia. Se trata de una fractura múltiple de la escala de tiempo
geológico. «Hace más de 150 años William Smith, de Inglaterra, de-
terminó que cada estrato está caracterizado por ciertos fósiles indi-
cadores; así, es posible identificar estratos similares en diferentes
partes del mundo.» 59 Esto es lo que afirman los evolucionistas. En
otras palabras, se supuso en primer lugar la evolución de formas de
vida más simple a formas de vida más complejas. Se supuso que los
estratos con organismos más simples eran más antiguos que las for-
maciones con organismos más complejos. Aquí se puede ver con
claridad que la escala de tiempo geológico se originó con la supo-
sición de que la evolución era un hecho.
Miremos esto más estrechamente. La escala de tiempo geológico
está en realidad basada en un razonamiento en círculos. La siguen-
te figura lo ilustrará:
• ):»))))~
~SE FECHAN LOS FÓSILES POR LAS ROCAS~
Fig. 3
57. Whitcomb and Morris, The Genesis Flood, op. cit., pág. 137.
58. Simpson and Beck, Life: An Introduction to Biology, op. cit., pág. 757.
59. Johnson, Laubengayer y otros, Biology, op. cit., pág. 693.
215
La edad de los estratos se determina fechando los fósiles que se
encuentran en ellos. Pero, por su parte, los fósiles son fechados por
los estratos en los que se encuentran. Sears escribió: «Pero a mí me
parece que el mayor error se ha introducido en el método de datar
los estratos geológicos mediante la utilización de fósiles clave. Y a
su vez determinando la edad de los fósiles por el estrato en que se
encuentran .» 6º En la Encyclopedia Britannica (ed. 1956) R. H. Ras-
tall señala con claridad esta falacia de establecer fechas:
No se puede negar que desde un punto de vista estrictamente filosófico los
geólogos están aquí discurriendo en círculos. La sucesión de organismos ha
sido determinada mediante un estudio de sus restos sepultados en las rocas y
las edades relativas de las rocas han sido determinadas por los restos de los or-
ganismos contenidos en ellas."
60. Jack Wood Sears, Conflict and Harmony in Science and the Bible (Grand Rapids, Mich.:
Baker Book House, 1972), pág. 21.
61. R. H. Rastall, •Geology», Encyclopedia Britannica (1956), Vol. X, pág. 168, citado por
Sears, !bid., pág. 5 l.
62. Biology: A Search for Order in Complexity, John N. Moore and Harold S. Slusher, eds.
(Grand Rapids, Mich.: Zonderva\} Publishing house, 1971), pág. 417.
63. G. A. Kerkut, lmplications of Evolution (Oxford, Pergamon Press, 1960), pág. 134.
216
El registro fósil está vacío de las formas de enlace evolutivas in-
termedias. Charles Darwin ponderaba: «Pero como por esta teoría
tienen que haber existido innumerables formas de transición, ¿por
qué no las encontramos sepultadas en cantidades incontables en la
corteza de la tierra?» 64 La ausencia de las formas intermedias del
desarrollo evolutivo en las formaciones geológicas acosó sin fin a
Darwin. 65 Y sigue acosando a los evolucionistas en la actualidad. Éste
es uno de los más serios problemas para la teoría de la evolución.
Los evolucionistas precisan de formas- intermedias de vida, «es-
labones perdidos», pero no existen tales evidencias de desarrollo en
los estratos geológicos. A. Cressy Morrison escribió: «Parece, sin
embargo, que la búsqueda en pos del "eslabón perdido" va proba-
blemente a resultar inútil.» 66 La mayor parte de evolucionistas ad-
miten que «aunque los fósiles proveen mucha evidencia para apo-
yar nuestras teorías evolucionistas, sigue habiendo "eslabones per-
didos" no hallados.» 67 T. N. George añade: «Ya no hay más necesi-
dad de pedir excusas por la escasez del registro fósil. En ciertos as-
pectos ha venido a ser casi inmanejablemente rico, y los descubri-
mientos están yendo más rápidos que la integración ... Sin embargo,
el registro fósil sigue estando compuesto principalmente por dis-
continuidades.» 68
Los fósiles no dan apoyo a la escala de tiempo geológica como
les gustaría a los evolucionistas. Julian Huxley admite acerca de los
fósiles: «Desafortunadamente, durante quizá tres cuartas partes del
tiempo geológico, las rocas están casi vacías de ellos [fósiles]; cua-
lesquiera que estuvieran allí han sido quemados o aplastados hasta
ser irreconocibles, mientras que la mayor parte de los animales no
pudieron ser fosilizados en absoluto, al ser todavía de cuerpos blan-
dos.» 69 Jarman escribió: «El registro fósil del hombre es incomple-
to.» 70 Y ciertamente lo es. A.M. Winchester concluye así: «El regis-
tro no es en absoluto completo -hay grandes discontinuidades que
cubren millones de años en los que no se han encontrado absoluta-
mente ningún tipo de registros. Es en cierto modo como si se nos
permitiera ver fotogramas aislados de una gigantesca película de la
vida en movimiento a través de las edades.» 71
64. Charles Darwin, The Origin of Species (New York, New American Library edition, 1958).
pág. 159.
65. !bid., págs. 287-312.
66. A. Cressy Morrison, Man Does Not Stand Alone (Westwood, New Jersey: Fleming H. Revell
Co., 1954), pág. 70.
67. The Illustrated Encyclopedia of the Animal Kingdom, Herbert Kondo, ed. (New York: Gro-
lier Enterprises, Inc., 1972), pág. 142.
68. T. N. George, «Fossils in Evolutionary Perspective•, Science Progress (January 1960),
págs. 1, 3.
69. Julian Huxley, Evolution in Action (New York: The New American Library, 1964), pág. 26.
70. Jarman, Evolution of Life, op. cit., pág. 146.
71. A. M. Winchester, Biology and Its Relation to Mankind, pág. 849.
217
D. El problema de «Un orden no completo»
Otro problema con la escala de tiempo geológico es que no hay
ninguna localidad en la tierra donde se encuentren todos los estra-
tos de la escala juntos. En realidad, se monta como un complicado
«rompecabezas» a partir de diferentes estratos situados a miles de
kilómetros entre sí. Y si se colocaran todas las piezas de los estratos
de la escala de tiempo geológico una sobre otra en sucesión, como
a los evolucionistas les gustaría, el grosor total sería de más de cien-
to cincuenta kilómetros. ·
El hecho de que no exista ningún orden sucesional completo de
todos los estratos geológicos en ningún lugar de la tierra complica
de una manera grandiosa los problemas para los evolucionistas.
Debido a que no hay ninguna área donde quede representada toda la serie, se
disponen piezas de áreas diferentes sobre la suposición de que las menos com-
plicadas deberían ser las más antiguas. Los evolucionistas deciden en qué or-
den deben ser dispuestas las rocas mediante el orden en que ellos creen que
evolucionaron los organismos. 72
72. Biology: A Search For Order in Complexity, op. cit., pág. 415.
73. Johnson, Laubengayer y otros, Biology, op. cit., pág. 693.
218
La explicación que se da comúnmente para estos «fenómenos
geológicos» es lo que se llama un proceso de sobrecorrimiento. Este
sobrecorrimiento habría tenido lugar a lo largo de un período de
millones de años. A lo largo de evos, se pretende que los estratos
más antiguos fueron empujados por enormes presiones a deslizarse
por encima de los más recientes. Pero no hay evidencia en estas
áreas ni de sobrecorrimientos ni litificación. Whitcomb y Morris
afirman: «Parece casi fantástico concebir tales inmensas áreas y
masas de rocas realmente comportándose de tal forma ... » 74 Y desde
luego parece increíble que miles de kilómetros cuadrados pudieran
ser «empujados» por encima de miles de kilómetros cuadrados de
otras rocas. Pero esto es lo que los evolucionistas están pidiendo a
los científicos que crean. Whitcomb y Morris concluyen:
Nada de lo que conocemos de los actuales movimientos de tierra, de esfuer-
zos compresivos y de cizalladura, del flujo plástico de materiales rocosos, o de
otros modernos procesos físicos, da ninguna base de observación para creer
que tales cosas estén sucediendo en la actualidad ahora o que hubieran podido
suceder jamás, excepto bajo unas condiciones extremadamente insólitas. 75
74. Whitcomb y Morris, The Genesis Flood, op. cit., pág. 180.
75. !bid., pág. 181.
76. N.A. Rupke, •Prolegomena to a Study of Cataclysmal Sedimentation», Creation Research
Society Annual (1966), Vol. 3, n.º 1, pág. 17.
77. !bid.
219
G. El problema de la «huella»
El 1 de junio de 1968 William Meister encontró cerca de Delta,
Utah, unas pisadas humanas fosilizadas en las que había unos fósiles
de trilobites. 78 Pero los evolucionistas mantienen que «los restos fó-
siles de estos organismos (trilobites) son abundantes en las rocas del
período Cámbrico, que queda a 550 millones en el pasado, aproxi-
madamente. Eran las formas animales dominantes durante la parte
primitiva de la era Paleozoica, pero ... se extinguieron ... hace unos
200 millones de años (énfasis mío, R.E.D.)». 79 Esto es lo que los evo-
lucionistas afirman. pero en Utah tenemos evidencia de pisadas hu-
manas en un estrato asignado a una época de hace más de 200 mi-
llones de años.
Consideremos también el río Paluxy cerca de Glen Rose, Texas.
Lo que esta localidad -y muchas como ésta- demuestra es que el
hombre y los dinosaurios fueron contemporáneos.
En este lecho de río se descubrieron pisadas humanas en estra-
tos del Cretáceo.80 En la misma capa se descubrieron también pisa-
das bien conservadas de dinosaurios. El período Cretácico está da-
tado, supuestamente, en 135 millones de años antes del presente.
Pero se supone que el hombre no evolucionó hasta finales del perío-
do Terciario. Los dinosaurios se extinguieron (así se supone) duran-
te el período Cretácico. No es pequeño el problema que aquí afron-
tan los evolucionistas. Se han descubierto, repetidas veces, huellas
humanas en estratos que supuestamente tienen millones de años de
antigüedad. Albert C. Ingalls hizo la siguiente interesante afirma-
ción en relación con esto:
Si el hombre, o incluso su antecesor simio, o incluso el antiguo antecesor
mamífero de este simio, existieron en época tan remota como el período Car-
bonífero [períodos Pennsylvánicos y Missisippianos en la notación americana]
en cualquier forma, entonces toda la ciencia de la geología está tan equivocada
que todos los geólogos se darán de baja y se dedicarán al transporte. Por esto,
al menos por ahora, la ciencia rechaza la atractiva explicación de que el hom-
bre hizo estas misteriosas pisadas en el barro del período Carbonífero con sus
propios pies. 81
220
blema no insignificante para los evolucionistas por dos razones. Pri-
mero, se da el hecho de la aparición repentina de la vida en la es-
cala misma de tiempo geológico. Y en segundo lugar hay la ausen-
cia de explicación por parte de cualquier geólogo evolucionista.
Simpson y Beck afirman: « .. .los fósiles se vuelven variados y abun-
dantes sólo al principio del Cámbrico ... » 82 Y prosiguen para admi-
tir: «El repentino contraste entre las rocas del precámbrico, donde
los fósiles son raros o dudosos, y el Cámbrico, donde son abundan-
tes, plantea un serio interrogante: ¿por qué? Un buen científico tie-
ne que estar dispuesto a decir, "no lo sé", y por ahora esta es la res-
puesta correcta.» 83 Richard M. Pearl, un evolucionista, afirmó: «La
pobre evidencia de la vida del Precámbrico es asombrosa en vistas
a la abundancia de vida que se registra en las rocas del Cámbrico
y de otras eras posteriores.» 84 Darwin afirmó: «A la pregunta de por
qué no encontramos ricos depósitos fosilíferos pertenecientes a
estos pretendidos períodos anteriores al sistema Cámbrico, no pue-
do dar ninguna respuesta satisfactoria.» 85 Y tampoco pueden darla
los evolucionistas actuales.
Todas las formas principales de vida invertebrada han sido des-
cubiertas en las rocas del Cámbrico. Gish escribe: «¡No se ha encon-
trado ningún fósil multicelular indiscutible en rocas del precámbri-
co!,, 86 «Por todas las apariencias, entonces, basándonos en los he-
chos conocidos del registro histórico, tuvo lugar una gran explosión
de vida a un alto nivel de complejidad. El registro fósil no da evi-
dencias de que estos animales del Cámbrico se derivaran de formas
ancestrales precedentes.» 87
Esto parece ser característico de todas las formas de vida; esto
es, que hay una repentina aparición de cada forma de vida, planta
o animal, sin evidencia alguna de desarrollo evolutivo. R. B. Golds-
chmidt escribió: «Cuando aparece un nuevo filum, clase u orden, si-
gue una diversificación rápida, explosiva (en términos de tiempo
geológico) de manera que prácticamente todos los órdenes o familias
conocidos aparecen repentinamente y sin ninguna transición aparen-
te.» 88 Klotz señala esto en el mundo de las plantas:
Uno de los grandes problemas de la evolución de las plantas, y especial-
mente de la evolución de las plantas con flores, es el hecho de que las últimas
aparecen tan repentinamente en el registro geológico. Como hemos señalado
antes, aparecen en gran variedad y abundancia en la última parte del período
82. Simson and Beck, Life: An lntroduction to Biology, op. cit., pág. 760.
83. /bid.
84. Richard M. Pearl, /001 Answers to Questions About Earth Science (New York: Grosset-
Dunlap Publishers, 1962), págs. 46.
85. Darwin, The Origin of Species, op. cit., pág. 309.
86. Gish, Evolution, The Fossils Say No, op. cit., pág. 45.
87. /bid., págs. 46, 47.
88. R. B. Goldschmidt, American Scientist, Vol. 40, pág. 97, citado por Gish, !bid., pág. 119.
221
Cretácico. Darwin llamó su origen un «abominable misterio», y la mayor parte
de los evolucionistas siguen estando de acuerdo. 89
RECAPITULACIÓN
222
que uno tenga de la vida. Si el investigador es un evolucionista, tie-
ne que tener tiempo. Por ello, su filosofía se revelará en sus conclu-
siones. Si sus experimentos no le dan el tiempo suficiente, entonces
lo atribuye a error experimental, y vuelve a comenzar desde cero.
La escala de tiempo geológico es un sueño de los evolucionistas.
Pero es un sueño distorsionado. Al irse conociendo las nuevas evi-
dencias, el desorden de las pretendidas épocas viene a hacerse más
y más prominente. Darwin creía que cuando se descubrieran más
fósiles en el futuro, se rellenarían los huecos en su geología. Esto
era un mero deseo. Desde aquel entonces lo que ha sucedido ha sido
lo contrario. El actualismo de Lyell está siendo aplastado y los «es-
labones perdidos» de Darwin siguen estando perdidos. Pero los evo-
1ucionistas siguen cavando y cavando, esperando que sus picos y
palas golpearán algún día el anhelado eslabón perdido. Pero no está
ahí. Nunca lo estuvo. Así, podemos dejar que el polvo siga volando.
223
13
225
saban sus estudios geológicos sobre el hecho del diluvio de Génesis. 1
Central a los estudios paleontológicos y geológicos era el hecho de
que un diluvio universal había sido la causa de los actuales fenóme-
nos geológicos.
Pero entonces surgieron las doctrinas de la evolución y del ac-
tualismo. Darwin, Hutton y Lyell introdujeron estas suposiciones
en el mundo geológico. Y como resultado de sus teorías, nació un
nuevo ser. Y siendo criado por muchos proponentes, este nuevo ser
rechazó todo lo que tuviera que ver con un diluvio universal. Esta
es la postura de la mayor parte de los geólogos en la actualidad.
La geología diluvial no puede introducirse en estancias vacías
del pensamiento evolucionista. «La existencia del diluvio es negada
por el evolucionista, no tanto por la ausencia de evidencia, sino de-
bido a la necesidad de mantenerse como estricto actualista a fin de
dar más tiempo a la evolución.» 2 Pero, como ya se ha considerado
en anteriores capítulos, así como lo que se tratará en este capítulo,
el actualismo es una suposición y una explicación inadecuada de
los fenómenos geológicos. Ha sido pesado en las balanzas y hallado
falto. «Hemos visto que el principio del actualismo es totalmente
inadecuado para explicar los fenómenos geológicos, incluso en su
aspecto más importante -¡el de los depósitos fósiles sobre los que
se erige toda la estructura de la geología histórica evolucionista!».
Como nota introductoria a nuestro estudio, tenemos que tener
presente que cualquier estudio del pasado se encuentra fuera del
campo del método científico.
Es saludable mantener constantemente ante nosotros, al descifrar la histo-
ria geológica, el hecho de que estamos fuera del dominio de la verdadera cien-
cia. El punto de vista que aquí se favorece es, naturalmente, el del catastrofis-
mo. Los depósitos pueden ser comprendidos de una manera totalmente ade-
cuada en este contexto, pero esto no es lo mismo que decir que el catastrofismo
pueda ser demostrado científicamente (lo que significa experimentalmente).
De la misma manera, se debería reconocer con claridad que tampoco el actua-
lismo puede ser demostrado científicamente.•
Y recordemos también que no son los hechos los que causan tan-
ta confusión en la geología histórica. Son las varias interpretado-
3. Duane T. Gish, Evolution: The Fossils Say No (San Diego, Calif.: ICR Publishing Co.,
1973), pág. 41. Ver.también: John C. Whitcomb, Jr. y Henry M. Morris, The Genesis Flood (Phi-
ladelphia, Pa.: The Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1970), 13." ed., pág. 91. Hay edi-
ción en castellano, El Diluvio del Génesis (Terrassa, España: CLIE, 1982).
2. Thomas F. Heinze, Creation vs. Evolution (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1973).
págs. 106, 107.
3. Whitcomb and Morris, The Genesis Flood, op. cit., pág. 169.
4. Henry M. Morris, •Sedimentation and the Fossil Record: A Study in Hydraulic Enginee-
ring», Why Not Creation?, Walter E. Lammerts, ed. (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House,
1970), pág. 119.
226
nes de los hechos. En realidad, hay sólo dos explicaciones para los
actuales fenómenos geológicos: el actualismo y el catastrofismo.
Pero en un actualismo estricto no puede haber lugar para el catas-
trofismo.
Cuando los hechos comienzan a contradecir nuestra filosofía bá-
sica de los orígenes geológicos, deberíamos ponerla bajo un severo
escrutinio, e incluso abandonarla si no se puede encontrar ninguna
solución para las contradicciones. Esto es lo que la evidencia exige
de la doctrina del actualismo. Tiene que ser abandonado.
Ya que la doctrina del actualismo ha producido tantas canas en
las cabezas de los evolucionistas, el autor ofrece otra alternativa, el
diluvio del Génesis. Es una respuesta adecuada. Aquí tenemos que
considerar la narración bíblica del diluvio.
EL REGISTRO BÍBLICO
El diluvio del Génesis ha sido atacado desde los cuatro costados.
Algunos dicen que no fue un diluvio universal, sino una inundación
limitada a la región de Mesopotamia. Otros mantienen que el arca
no habría podido contener dos de cada tipo de animal en el mundo
en la actualidad. Y otros, incluso algunos profesos creyentes en la
Biblia, echan el relato del diluvio a un lado como un mito de los an-
tiguos. Se dice que el registro del Génesis no es literal. «Es un
mito», dicen. Pero un entendimiento pleno del relato bíblico del di-
luvio revela que fue universal y que las fuerzas geológicas produci-
das por él son explicaciones adecuadas para la mayor parte de los
fenómenos geológicos. Señalemos ahora algunos puntos clave del
diluvio del Génesis en relación con la geología. ¿Qué es lo que tiene
que decir la Biblia acerca del diluvio?
A. Un Diluvio Universal, no una inundación local
Muchos han afirmado, en años recientes, que el diluvio del Gé-
qesis fue una inundación local que cubrió sólo el valle del Tigris-
Eufrates. Pero este ataque se enfrenta con numerosos problemas.
Aquí relacionamos unos pocos:
1. Se hace un énfasis definido en el relato mismo en una inunda-
ción universal cubriendo toda la tierra. La siguientes citas de Génesis
6 y 7 lo muestran con claridad:
Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está
llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra ...
Y he aquí que yo traigo un diluvio de aguas sobre la tierra, para destruir toda
carne en que haya espíritu de vida debajo del cielo; todo lo que hay en la tien·a
morirá ... Porque pasados aún siete días, yo haré llover sobre la tierra cuarenta
227
días y cuarenta noches; y raeré de sobre la faz de la tierra a todo ser viviente que
hice ... Y sucedió que ... las aguas del diluvio vinieron sobre la tierra. Y subieron
las aguas, y crecieron en gran manera sobre la tierra ... y las aguas subieron mu-
cho sobre la tierra; y todos los montes altos que había debajo de todos los cielos,
fueron cubiertos ... Y murió toda carne que se mueve sobre la tierra ... todo rep-
til... y todo hombre ... Todo lo que tenía aliento de espíritu de vida en sus narices,
todo lo que había en la tierra, murió ... fue destruido todo ser que vivía sobre la faz
de la tierra ... fueron raídos de la tierra, y quedó solamente Noé, y los que con él
estaban en el arca (Génesis 6:13, 17; 7:4, 10, 18-23).
228
de un diluvio local es algo inconcebible.» 5 ¿Por qué migraron Noé
y los animales a otro lugar? «Todo el procedimiento de construir
una nave de este tipo, involucrando más de 100 años de planifica-
ción y trabajo, simplemente para escapar de una inundación local
apenas si se puede describir de otra manera que como algo absolu-
tamente insensato e innecesario.» 6 Parece que si el diluvio fue sólo
local, Noé y su familia hubieran podido huir de aquella zona, de la
misma manera en que Lot y su familia huyeron de Sodoma y Go-
morra.
Si el diluvio del Génesis, entonces, fue local y no universal, te-
nemos que llegar a la conclusión de que el registro no quiere decir
lo que claramente dice; que Dios actuó insensatamente con Noé al
ordenarle que construyera el arca; que Jesús y los escritores de la
Biblia entendieron mal el registro del diluvio en Génesis; y que el
pacto del arco iris no es válido en la actualidad.
Pero si el diluvio del Génesis fue universal, ¿cómo podría la Bi-
blia haberlo afirmado con más claridad? «Tan frecuente es la uti-
lización de los términos universales y tan tremendos son los puntos
de comparación ("montes altos" y "todos los cielos"), que es impo-
sible imaginar qué se pudiera haber dicho más de lo que se dijo
realmente para expresar el concepto de un diluvio universal.» 7 Y,
con respecto a lo que realmente tuvo lugar, Frederick A. Filby afir-
ma que sólo podemos comprender el diluvio como teniendo impli-
caciones universales .
... la tremenda y continua precipitación de lluvia, las convulsiones eviden-
temente violentas del lecho oceánico -las fuentes del abismo- y no unos ríos
meramente crecidos, la dirección de la deriva del arca, y el lecho de que se
asentó en una región montañosa y no en una llanura fangosa cerca del Golfo
Pérsico, y el largo período de tiempo para el abatimiento de las aguas, todo
ello pone perfectamente en claro que ninguna inundación del valle del Tigris-
Éufrates cumplirá jamás las condiciones exigidas por el relato del Génesis.'
229
da una idea de que el diluvio no fue una tranquila lluvia. El poder
de arrastre del agua es inmenso. Desatada en una magnitud como
la del diluvio del Génesis, podemos asumir que el divino Cirujano
Plástico rehizo la tierra mediante las aguas. Como lo dijo Pedro:
«El mundo de entonces pereció anegado en agua» (2 Pedro 3:6).
«Evidentemente, por tanto, la Biblia pone muy en claro que los
acontecimientos asociados con el diluvio fueron de una inmensa po-
tencia geolófcica y tienen que haber provocado profundos cambios
geológicos.» 0
Aquí tenemos una breve descripción gráfica de lo que la Biblia
implica con respecto a la acción del diluvio del Génesis.
1. Lluvias de extensión universal: Hubo una fantástica lluvia de
extensión universal que duró cuarenta días y cuarenta noches. La
tremenda cantidad de agua liberada por esta lluvia hubiera sido
enorme.
2. Actividad artesiana global: La apertura de las fuentes del
gran abismo es claramente indicadora de actividad volcánica y sís-
mica. Se derramaron grandes reservas de agua subterránea. Se de-
sató la actividad volcánica. La tierra gimió con convulsiones tectó-
nicas.
3. Erosión universal. La erosión cortó, trabajó y reformó el
mundo antiguo. Inmensas cantidades de roca, tierra y fango fueron
transportadas, redepositadas y vueltas a depositar (Génesis 8:3).
4. Agrandamiento global de los mares: Las cuencas oceánicas
fueron agrandadas y Dios estableció sus límites (Isaías 40:12).
5. Fosilización global: Todos los seres vivos, plantas, animales
y hombres, fueron ahogados, sepultados y muchos de ellos fosiliza-
dos. Otros quedaron comprimidos para formar capas de carbón.
Las fuerzas combinadas de los puntos anteriores indudablemen-
te cambiaron la estructura geográfica del mundo antiguo. Y vemos
evidencia de ello hoy en día en las grandes cantidades de sedimen-
tación, cañones, yacimientos fósiles, océanos y montes. Whitcomb
describe la acción del diluvio de la siguiente forma:
Las abundantes «aguas sobre la expansión» se precipitaron a través de lo
que es gráficamente expresado en las Escrituras como «las cataratas de los cie-
los», hinchiendo los ríos y avenidas de aguas e iniciando la erosión y el trans-
porte de vastas cantidades de sedimentos continentales. Al mismo tiempo,
10. Whitcomb and Morris, The Genesis Flood, op. cit., pág. 122.
230
aguas y probablemente magmas estabari abriéndose paso explosivamente a
través de las rotas fuentes del gran abismo subterráneo. En los mares estas
«fuentes» no sólo hicieron surgir sus aguas y materiales volcánicos, sino que
los correspondientes desplazamientos de tierra tienen que haber generado de
continuo poderosos tusnamis (olas de aguaje).
Esta tremenda combinación de fuerzas, diastróficas e hidrodinámicas, tie-
ne que haber alterado profundamente, sin duda alguna, la topografía antedi-
luviana y la geología de la corteza terrestre."
D. El invernadero universal
Al estudiar el relato bíblico del diluvio uno se queda impresio-
nado de inmediato por el hecho de que el diluvio armoniza con ha-
llazgos científicos. Aunque la Biblia no da explicación de muchos
aspectos del diluvio ni de las condiciones del mundo antes del di-
luvio, podemos hacernos una imagen bastante coherente a partir de
lo que sí se dice. Y ciertamente las condiciones de la tierra antedi-
luviana eran muy distintas de las que observamos en la actualidad.
Muchas personas cualificadas creen que las condiciones anterio-
res al diluvio eran muy diferentes de las que experimentamos en la
actualidad. Se cree que entonces el clima era mucho más benigno.
Estas condiciones benignas son atribuidas a lo que se llama «el
efecto de invernadero».
Indudablemente, antes del diluvio la tierra estaba cubierta por
11. lbid., pág. 265.
231
una cubierta de vapor de agua. 12 Génesis 1:6, 7 indica que Dios creó
tal capa al principio -«las aguas que estaban sobre la expan-
sión»- (cp. Job 38:9).
Antes del diluvio, Génesis 2:6 parece indicar que no había pre-
cipitación de lluvia, sino una neblina que subía de la tierra. Esto
puede explicar en parte por qué muchos no creyeron a Noé cuando
él les predicaba acerca de un gran diluvio que había de venir. Y
esto explicaría también la aparición del arco iris después del dilu-
vio (Génesis 9:14).
La cubierta de vapor de agua sobre la tierra habría inducido un
efecto de invernadero sobre la tierra. Esto es, la tierra capturaría y
retendría el calor del sol de la misma manera como queda encerra-
do dentro de un automóvil cerrado puesto al sol. Donald W. Patten
afirma que la atmósfera antediluviana contenía entre 6 y 8 veces
más de dióxido de carbono que la actual. 13 Al afirmar esto, llega a
la conclusión de que la tierra tenía una atmósfera compuesta de
una elevada cantidad de agua y de dióxido carbónico. Una atmós-
fera de este tipo capturaría y retendría mucho más calor que la at-
mósfera actual. 14
Esta cubierta habría actuado también como un escudo filtrando
los rayos ultravioletas. Coppedge explica:
Se hipotetiza que esta [cubierta] habría filtrado los rayos ultravioletas, al-
gunos de los cuales ahora llegan a pasar a través del escudo de ozono y que pu-
dieran estar involucrados en el proceso de envejecimiento. Esto explicaría las
largas vidas de las personas que vivían antes del diluvio, según la Biblia. In-
mediatamente después del diluvio, la duración de la vida fue disminuyendo
gradual, pero rápidamente, hasta el nivel actual. 15
Por ello, «la disminución del período de vida después del diluvio
parece concordar perfectamente con nuestro concepto de la disipa-
ción de la cubierta protectora de la tierra durante el diluvio». 16
«Después del diluvio, la cubierta había sido precipitada, sus efectos
protectores mayormente eliminados, y comenzó una larga decaden-
cia en salud y longevidad generales, sólo parcialmente neutralizada
en décadas recientes gracias a los avances médicos y de ingeniería
sanitaria pública.» 17
Como se ha dicho antes, esta cubierta produciría un clima cáli-
do. El clima cálido sería de extensión universal. No habrían existí-
12. Donald W. Patten y otros, A Symposium on Creation, No. II (Minneapolis, Minn.: Bethany
Fellowship, Inc., 1970), págs. 11-41.
13. !bid., págs. 14, IS.
14. !bid., pág. !S.
IS. James F. Coppedge, Evolution: Possible or lmpossible (Grand Rapids, Mich.: Zondervan
Publishing House, 1973), pág. 193.
16. Whitcomb y Morris, The Genesis Flood, op. cit., pág. 399.
17. !bid., pág. 404.
232
do zonas glaciales en los polos. Y esto es exactamente lo que afir-
man los registros arqueológicos y geológicos. Michael W. Ovenden,
evolucionista, dijo: «En las eras geológicas del pasado una lujuriosa
vegetación crecía en Groenlandia, y se ha sugerido que este hecho
fue resultado de una excesiva actividad volcánica que lanzó dióxido
carbónico a la atmósfera, aumentando así la temperatura en la su-
perficie al aumentar la eficacia de la acción de invernadero de la at-
mósfera.» 18 V. L. Westberg añade: «Como ya se ha señalado en los
estudios sobre los pinos gigantes Redwood, el hallazgo de huellas
de helechos y palmas en carbón incluso en los polos es indicación
de que un clima cálido prevaleció por todo el mundo antes del di-
luvio.» 19 La evidencia es poderosa en apoyo de este clima cálido
antes del diluvio, y de que era de extensión mundial. W. J. Miller,
refiriéndose al pasado, escribió: «La distribución general y el carác-
ter de las rocas y sus contenidos fósiles señalan unas condiciones
climáticas más uniformes que las que vemos en la actualidad.» 20
La vida prosperaba florecientemente antes del diluvio. Los ani-
males crecían hasta mayores tamaños. Génesis 6:4 afirma que el
hombre era de mayor tamaño. Y los fósiles demuestran que los gi-
gantes existieron. Pero el diluvio cambió todo esto. La cubierta pro-
tectora fue condensada para producir los cuarenta días de lluvia del
diluvio. Las cuentas oceánicas se agrandaron para contener el exce-
so de aguas. Y así hemos llegado a las actuales condiciones.
E. Datación y el diluvio del Génesis
Las condiciones de invernadero antediluvianas afectarían en
alto grado los actuales métodos de datación. Tomemos por ejemplo
el método del C-14. Brown afirma que la atmósfera antediluviana
tuvo probablemente un contenido más elevado de dióxido carbóni-
co. En relación a esto, afirma él:
Una planta o animal que hubiera vivido en una época en la que la biosfera
contuviera la misma cantidad de carbono-14 pero ocho veces la cantidad de
carbono no radiactivo característico de condiciones nuevas tendría a su muer-
te una edad radiocarbónica de 17.190 «años» en comparación con nuestros
materiales contemporáneos. 21
233
nor que en la actualidad. Era menor debido a la cubierta protecto-
ra. Y así, al ser menor en proporción al carbono no radiactivo, me-
nos cantidad entraba a formar parte de los organismos vivos. Por
ello, cualquier edad de fósiles antediluvianos determinada median-
te el contenido actual de C-14 establecería una edad mucho mayor
que la real. Si la fecha de un fósil de un organismo que murió en
el diluvio fuera comparada con un organismo fosilizado que murie-
ra un año después del diluvio, la fecha del organismo muerto en el
diluvio daría un resultado de miles de años más. Esto daría cuenta
del hecho de que las dataciones de más de 4.000 años mediante el
C-14, según Libby (el inventor del método) son muy susceptibles de
error.
F. La edad de la civilización y la fecha del diluvio
Al negar el diluvio del Génesis uno se encuentra ante el proble-
ma poblacional. Para el tiempo del diluvio, se ha calculado pruden-
temente que la población del mundo debía estar alrededor de los
mil millones de personas.22 Así, alrededor de mil millones de perso-
nas murieron en el diluvio. La tierra fue repoblada por la familia de
Noé.
Según todos los registros históricos que podemos examinar en la
actualidad, la evidencia de estos registros muestra que la historia
de hombre se remonta hasta alrededor del 3.000 a.C. 23 Si el hombre
hubiera estado en la tierra durante cientos de miles de años, es de
preguntarse por qué ha registrado la historia sólo desde el 3.000
a.c.
Si el hombre, tan inteligente como es hoy, ha estado aquí durante 100.000
ó 200.000 años, ¿por qué todas las evidencias de civilización y de lo que lla-
mamos un período genuinamente «histórico» surgen repentinamente, y tan
tardíamente como los años 5.000 ó 6.000 a.C.? ¿Qué ha estado haciendo este in-
teligente hombre durante todos estos miles de años, si es que ha estado aquí? 24
234
No tenemos aquí espacio para considerar este tema a fondo. Ha
sido estudiado capazmente por parte de otros. 25 Pero utilizando ci-
fras prudentes del actual crecimiento demográfico, incluyendo en-
fermedades y guerras, muchos que han estudiado este asunto llegan
a fechas de un poco más de 3.300 a.C. como fecha de nacimiento de
la actual población mundial. 26 Morris presenta la fecha de 4.300 en
la siguiente cita:
Así, llegamos a la conclusión de que lo que se conoce actualmente acerca
de las poblaciones presentes o pasadas puede ser explicado muy razonable-
mente sobre la base de un comienzo hace sólo 4.300 años, admitiendo amplia-
mente los efectos de guerras y de catástrofes naturales. Sin embargo, la supo-
sición hecha por los evolucionistas de que el hombre apareció por primera vez
hace un millón de años o más se hace totalmente absurda cuando se examina a
la luz de la estadística demográfica. 27 [Énfasis mío, R.E.D.]
25. Henry M. Morris, Bib/ical Cosmology and Modern Science (Nutley, New Jersey: Craig
Press, 1970), págs. 72-83.
26. Whitcomb y Morris, The Genesis Flood, op. cit., págs. 397, 398.
27. Morris, Biblical Cosmology and Modern Science, op. cit., pág. 77.
235
tros (Génesis 6:15). 28 Esto sería lo mismo que 522 vagones estándar
de carga de un tren. Los hay que han calculado que no habría más
de 35.000 vertebrados individuales que llevar en el arca. 29 Y una su-
posición justificable es que el tamaño medio de los animales fuera
el de una oveja; al menos éste es el tamaño medio en la actualidad.
Y, naturalmente, se hubiera podido tomar a los animales jóvenes de
cada especie, en lugar de tomar a los animales adultos. Así, estos
35.000 animales habrían cabido frobablemente en 75 vagones de la
capacidad total de 522 del arca. 3 Y habría habido capacidad de so-
bras para la comida. Tenemos que considerar también la posibili-
dad de que estos animales hubieran podido hibernar durante su es-
tancia en el arca.
Al considerar el arca, podemos ver de cierto que era capaz de
llevar todo lo que Génesis dice que llevó. No hay aquí ningún pro-
blema entre lo que el registro afirma y la posibilidad de que ello
fuera así.
EL REGISTRO HISTÓRICO
Si el diluvio del Génesis no hubiera tenido nunca lugar, no es-
peraríamos encontrar leyendas históricas o registros de ello. Pero si
realmente ocurrió sería de esperar que un acontecimiento tan es-
pectacular no fuera fácilmente olvidado por la humanidad. Espera-
ríamos encontrar alusiones acerca de este acontecimiento en las
historias de los distintos grupos humanos. Y al estudiar las anti-
guas civilizaciones es esto precisamente lo que hallamos.
Casi todas las civiljzaciones han tenido algún tipo de relato di-
luvial en su historia. Este es un fenómeno de la antropología. Nel-
son escribía: «La existencia entre todas las razas de historias otra-
diciones de un gran diluvio que destruyó toda la humanidad ha
sido cosa conocida dese hace largo tiempo y considerado por aque-
llos familiarizados con ellas como una notable confirmación de la
verdad del relato del diluvio en Génesis. 31 Y ciertamente es eviden-
cia de ello.
Uno de los relatos más destacables ~el diluvio que se dan ,en la
corrompida historia pagana es el de la Epica de Gilgamés. La Epica
de Gilgamés es un producto de los babilonios semitas. Se remonta
hasta una fecha entre 1700 y 2000 a.C. 32
Este relato, que fue hallado en la biblioteca de Assurbanipal, ha-
28. Whitcomb y Morris, The Genesis Flood, op. cit., págs. 65 y ss.
29. !bid., pág. 69.
30. Ver también: Filby, The Flood Reconsidered, op. cit., págs. 88 y ss.
31. Nelson, The Deluge Story in Stone, op. cit., pág. 165.
32. Ancient Near Eastern Texts Relating to the Old Testament, James B. Pritchard, ed. (Prince-
ton: Princeton University Press, 1950), pág. 73.
236
bla de las aventuras de Utnapistim. El dios Ea le ordenó que cons-
truyera una nave para salvarse él mismo y «la simiente de todas la
cosas vivientes». Esta nave tenía que tener 120 x 120 x 120 codos.
Tenía nueve cubiertas. Cuando Utnapistim hubo terminado la em-
barcación, él, su familia, parientes y los animales entraron. La puerta
fue cerrada y llovió durante seis días. Cuando la lluvia hubo cesado,
fue soltada una paloma, después una golondrina, y a continuación
un cuervo. Y después de la prueba, Utnapistim ofreció un sacrificio.
Este relato del diluvio está más cercano a los acontecimientos
reales de Génesis que cualquiera de las otras historias diluviales pa-
ganas. Es notablemente similar en los aspectos generales de ambas
narraciones.
Nuestro interés no es aquí considerar las antiguas tradiciones
del diluvio, sino llamar la atención al hecho de su existencia. ¿Qué
dirían los escépticos si no hubieran relatos del diluvio del Génesis
a excepción sólo del registro bíblíco? Los escépticos podrían creer
que ello sería un punto fuerte para su argumentación, aun a pesar
de que la Biblia es un documento histórico fiable. Pero tenemos
estos relatos. ¡Existen! Y este autor demanda una explicación de
parte de los escépticos acerca de la existencia de estas historias di-
luviales. ¿De dónde provinieron?
Los escépticos tienen que dar respueta al fenómeno de la exis-
tencia de leyendas acerca del diluvio. Pero en cuanto a esto están
enfrentándose con una evidencia abrumadora. Briggs Dengman
afirmó: «Las tradiciones acerca de un diluvio cataclísmico que tuvo
lugar mucho ha son transmitidas por muchos pueblos. Se ha descu-
bierto la existencia de tribus aisladas en todas partes del mundo pose-
yendo estas tradiciones [énfasis mío, R.E.D.].» 23 «Miremos en el con-
tinente que miremos», dijo Daniel G. Brinton, «hallaremos el mito
de una Creación o construcción primordial, de un Diluvio o destruc-
ción, y de una esperada Restauración». 34
237
EL REGISTRO PALEONTOLÓGICO
El diluvio del Génesis es una explicación adecuada para los fe-
nómenos paleontológicos. De hecho, mucha parte del registro pa-
leontológico sólo puede explicarse en términos de catastrofismo. No
hay ninguna otra explicación, ninguna otra respuesta. Los siguien-
tes puntos son hechos que demandan catastrofismo. Por ello, se le-
vantan en apoyo del diluvio del Génesis.
238
que pudieran descomponerse. Los árboles que atraviesan varias
capas de roca tuvieron que ser sepultados en un lapso de tiempo
muy corto. Rupke añade: «Personalmente, soy de la opinión que los
fósiles poliestráticos constityen un fenómeno crucial tanto en rela-
ción con la realidad como con el mecanismo de deposición cataclís-
mica. » 38
239
giones habían tenido una vegetación lujuriante. El clima era mucho
más cálido que en la actualidad. Pero algo sucedió. Algo cambió el
medio escénico de estos grandes animales. Henry Howorth, que no
cree en el diluvio del Génesis, dijo:
Un cataclismo de una enorme magnitud abrumó una gran parte de la su-
perficie terrestre. Una inmensa inundación sepultó grandes cantidades de ani-
males bajo capas de limo y grava y hubo un repentino cambio climático en re-
giones como Siberia y Alaska. 42
240
muertos y rápidamente sepultados, sin descomposición alguna.
Leakey expresó correctamente el pensamiento de los evolucionistas
al decir: «Estas son cosas que hacen que un paleontólogo se frote
los ojos de asombro ... » 46
Ningún actualista estricto puede dar respuesta alguna para tales
fenómenos paleontológicos. Pero el diluvio del Génesis es una res-
puesta adecuada. Naturalmente, no estábamos allí cuando sucedió.
Pero cuando el diluvio llegó, es indudable que millones de animales
fueron sepultados repentinamente. Muchos se vieron repentinamen-
te congelados en las abrumadoras aguas. Desconocemos los meca-
nismos que Dios utilizó para provocar esta repentina congelación.47
Pero «el sepultamiento de tales cantidades de tan gran número de
criaturas demanda literalmente alguna forma de acción catastrófi-
ca».48 Y desde luego ello va en contra de la doctrina del actualismo.
E. Deposición de evidencia
El registro paleontológico está por lo general compuesto de or-
ganismos más simples en los estratos inferiores y de organismos
más complejos en los estratos superiores, aunque hay muchas ex-
cepciones a esta norma. Pero por lo general el registro muestra una
aparente pr9gresión desde las formas de vida más simples a las más
complejas. Este ha sido uno de los grandes argumentos que los evo-
lucionistas han utilizado para proteger su teoría.
Pero esto es también lo que sería de esperar si tales organismos
fueron sepultados por un diluvio.
241
Así, esta evidencia que se utiliza comúnmente en apoyo de la
evolución puede ser igualmente utilizada en apoyo del diluvio del
Génesis.
EL REGISTRO GEOLÓGICO
¿Cómo apoya el registro geológico el diluvio del Génesis? Hay
muchos fenómenos en la geología del mundo que pueden ser mejor
explicados en términos de catastrofismo que de actualismo. Consi-
deremos algunos de ellos.
A. La sedimentación y la evidencia estratificada
Casi toda la sedimentación que se encuentra en el mundo ha te-
nido lugar en el seno del agua. Ello es, superficialmente, evidencia
de aguas de inundación. El autor no intenta atribuir toda la sedi-
mentación y todos los estratos al diluvio del Génesis. No se trata de
esto. Es indudable que se formaron estratos debido a la obra de
Dios durante la creación inicial del mundo (Génesis 1:1, 2) y por la
obra de Dios durante los seis días de la creación cuando formó y se-
paró las aguas de la tierra (Génesis 1:6-13; Salmo 104:6-9).52 Aun-
que mucha de la sedimentación del mundo actual fue causada por
las anteriores obras, tenemos que atribuir la mayor parte de la apa-
riencia geológica de la tierra al diluvio del Génesis.
B. Cañones
Los actualistas pretenden que los cañones fueron cortados por
los ríos durante millones de años. Pero la existencia de cañones,
como el Gran Cañón mismo, puede ser explicada más adecuada-
mente por la geología bíblica. El libro de texto de biología, Biology:
A Search far Order in Complexity, explica:
Una mejor explicación según los creacionistas es que (el Gran Cañón) fue
formado rápidamente al cortar las aguas a través de un material no consoli-
dado que había sido depositado por el diluvio de la época de Noé. Esta expli-
cación es superior debido a que se conforma a los principios de la hidrodinámi-
ca. Estos principios afirman que el agua no puede formar meandros al mismo
tiempo que está formando un canal profundo. El canal del río Colorado es a
la vez profundo y serpenteante.53
52. Considerar el estrato de dos metros y medio encontrado por Sir Leonard Wooley, Exca-
vations at Ur (Londres: Emest Benn, Ltd., 1954}, págs. 27-36. Este estrato fue hallado en Mesopo-
tamia. Wooley afirmó que sus hallazgos eran evidencia del diluvio del Génesis. Pero hallazgos re-
cientes contradicen esta afirmación. G. E. Wright, Biblical Archaeology (Philadelphia: Westmins-
ter Press, 1957), pág. 119.
53. Bio/ogy: A Search or Order in Complexity, op. cit., pág. 412.
242
Morris y Whitcomb añaden:
Parece mucho más probable que los sedimentos fueron todos ellos deposi-
tados más o menos rápida y continuamente, lo que fue seguido de un gran y
único levantamiento regional. Siguió a continuación una rápida modelación
del cañón, la excavación de sus canales, mientras los sedimentos eran aún re-
lativamente blandos y los ríos transportaban mucho más caudal. 54
C. Petróleo y Carbón
Los geólogos se han dividido acerca de cómo se formaron las
capas de carbón. Algunos mantienen que la vegetación creció local-
mente a lo largo de millones de años y que fue cubierta por estra-
tos. Otros mantienen que la vegetación fue depositada por aguas di-
luviales. La evidencia parece apoyar este último punto de vista.
Las vetas de carbón se encuentran casi siempre en depósitos es-
tratificados; ello da así evidencia de aguas diluviales. Los fósiles po-
liestráticos, extendiéndose a través de muchos metros de carbón,
exigen también esta conclusión.
Estudios recientes han demostrado que no se precisa de grandes
eras de tiempo para formar carbón, a pesar de lo demandado por
los geólogos actualistas. George R. Hill, del Instituto Superior de
Minas e Industrias Mineras de la Universidad de Utah, demostró
experimentalmente que el carbón se podía formar en muy poco
tiempo.ss Naturalmente, los evolucionistas necesitan millones de
años para su teoría, de manera que no aceptan experimentos que
digan que el carbón se puede formar en unos pocos miles de años.
Los geólogos nunca han encontrado una explicación adecuada
para los depósitos de petróleo. Estos depósitos se encuentran en
prácticamente todas las eras geológicas. Y ello significa que los de-
pósitos de petróleo por todo el mundo deben haber sido formados
por un fenómeno universal. Así, ¿qué del diluvio de la época de
Noé? ¿No podría ser él la respuesta adecuada?
D. Actividad volcánica
Con la rotura de las fuentes del gran abismo durante el diluvio
del Génesis es indudable que hubo actividad volcánica. Ello expli-
caría el hecho de que casi todos los estratos geológicos contienen
depósitos volcánicos.
Y la actividad volcánica daría cuenta de la mayor parte de las
formaciones geológicas que vemos en la actualidad. Nunca debería-
mos subvalorar los cambios geológicos que fueron causados por los
volcanes en el pasado. Por ejemplo, el volcán Paricutín de México
S4. Whitcomb y Morris, The Genesis Flood, op. cit., pág. IS3.
SS. Duane T. Gish, Acts and Facts (San Diego, Calif.: Institute for Creation Research, n.c.),
Vol. 1, n.º 4. Ver también Melvin Cook, Prehistory and Earth Models (London: Max Parrish & Co.,
Ltd., 1966), págs. 23S-237.
243
entró en erupción en 1943, y siguió su erupción hasta 1952. Como
resultado se formó un monte de alrededor de 500 metros de altura.
También se formó la nueva isla, llamada Surtsey, frente a las costas
de Islandia, debido a la actividad volcánica, en 1963.56 Lo asombro-
so acerca de esta isla es que fue formada en sólo unos pocos meses.
Y sólo después de otros meses adicionales presentaba la apariencia
de una gran antigüedad, con playas arenosas, vida, y todo. Estopa-
recería desafiar cualquier interpretación actualista de formaciones
similares a través del mundo.
RECAPITULACIÓN
56. Samuel W. Matthews, «This Changing Earth», National Geographic (January 1973), pág. 5.
57. Filby, The Flood Reconsidered, op. cit.
244
14
Graves problemas
para la evolución
Tenemos que examinar ahora algunos problemas básicos de la
teoría de la evolución. Se trata de problemas que invalidan la teo-
ría. Así, en este y el siguiente capítulo se señalaran algunas de las
contradicciones fundamentales entre los hechos de la ciencia y la
teoría de la evolución.
Muchos evolucionistas quisieran hacernos creer que la evolución
orgánica es un hecho armónico y demostrado, exento de cualquier
tipo de dificultades y contradicciones importantes o incluso meno-
res. Otros mantendrían la filosofía de la evolución orgánica pero
admitirían que hay al menos algunas dificultades y contradicciones
en el camino de hacer que sus evidencias la demuestren cierta. Pero
al salir a la luz más hechos --0 al irse afinando más y más los he-
chos conocidos- las contradicciones entre la filosofía general de la
evolución orgánica y los hechos básicos de la ciencia se hacen más
patentes.
Así, en este capítulo se considerarán algunos hechos básicos que
asestan un contundente golpe contra la teoría de la evolución. No
se trata de problemas menores, sino de importantes piedras de tro-
pieza sobre las que ha caído la teoría de la evolución. Si la evolu-
ción orgánica debe ser probada cierta, tiene que armonizar con
estos problemas principales. Tiene que afrontarlos todos con éxito.
Pero, como se verá, no hay ninguna posibilidad de que la teoría de
la evolución armonice con los siguientes hechos. Por esta razón, tie-
ne que ser descartada. La ciencia y la filosofía tienen que liberarse
de las garras del estancado pensamiento evolucionista.
245
LAS DINÁMICAS LEYES DE LA TERMODINÁMICA
246
La primera ley de la termodinámica afirma que no hay creación
de nueva materia, sino que la creación está en suspenso. Es cientí-
ficamente cierto que la materia puede ser transformada en energía.
Pero en esta transformación no se pierde energía. Sin embargo, la
disponibilidad de esta energía sí que disminuye.
La energía aparece en varias formas: calor, energía cinética, trabajo mecá-
nico, energía qúímica, etcétera. La energía puede cambiar su forma pero no su
cantidad -ésta es una afirmación de la primera ley de la termodinámica, que
hasta recientemente podía ser aceptada sin limitaciones. Ahora sabemos que
la materia es otra forma de la energía, pero ello no altera el principio funda-
mental que recibe también el nombre de ley de la conservación de la energía. 3
3. Harold F. Blum, Time's Arrowand Evolution (New York: Harperand Brother, 1962),pág. 14.
4. Henry M. Morris, Evolution and the Modern Christian (Grand Rapids, Mich.: Baker Book
House, 1969), pág. 44.
247
temente. La energía utilizable en una secuencia de transferencias tiende a ago-
tarse, y todo el proceso llegará a su final a no ser que haya una entrada con-
tinua de energía de otro lugar. 5
5. George Gaylord Simpson y William S. Beck, Life: An Introduction to biology (New York:
Harcourt, Brace & World, Inc., 1965), pág. 640.
6. Cressy A. Morrison , Man Does Not Stand Alone (Westwood, New Jersey: Fleming H. Re-
vell Co., 1964), págs. 37-44.
7. Henry M. Morris, Biblical Cosmology and Modern Science (Nutley, New Jersey: Craig
Press, 1970), pág. 122.
8. Henry M. Morris, John W. Klotz y otros, A Symposium on Creation (Grand Rapids, Mich.:
Baker Book House, 1969), pág. 14.
9. Blum, Time's Arrow and Evolution, op. cit., pág. 15.
10. Robert E. D. Clark, Darwin: Befare and After (Chicago, Ill.: Moody Press, 1967), pág. 163.
248
La ciencia muestra claramente que el universo no pudo haber existido des-
de toda la eternidad. La ley de la entropía afirma que hay un contínuo fluir de
calor desde los cuerpos más calientes a los más fríos ... Por ello el universo está
dirigiéndose a un momento en el que la temperatura será universalmente unifor-
me, y en el que no habrá más energía útil (énfasis mío, R. E. D.). 11
249
Ocasionalmente tendrá lugar un cambio accidental en la consti-
tución química de un gene, y como consecuencia, tendrá lugar una
mutación. 17 Y tenemos que recordar que cuando Darwin formuló su
teoría de la selección natural no sabía de la existencia de genes o
mutaciones de este tipo. La investigación moderna ha producido
una inmensa cantidad de conocimiento acerca de este asunto, sien-
do la mayor parte de ello contrario a la «teoría de la selección na-
tural» de Darwin. Pero Darwin sí se dio cuenta de la existencia de
las mutaciones. Y las tomó como parte de su teoría, suponiendo que
las mutaciones pasan a las generaciones sucesivas.
Tenemos que damos cuenta aquí de algunas cosas con respecto
a la variación. Las variaciones sí tienen lugar ~n las «clases» de ani-
males creados por Dios. Cuando tiene lugar un cambio anormal en
un animal, fuera del campo normal de variación, se le da el nombre
de mutación. 18 Y las mutaciones sí tienen lugar. Y muchas de estas
mutaciones son también hereditarias. 19 Se cree que las mutaciones
son «cambios repentinos, discontinuos, pero heredables en el códi-
go el ADN. Podría tratarse simplemente de un solo cambio en la se-
cuencia de las bases, o podría ser más extenso». 20 Pero se tiene que
señalar que la estructura del ADN es sumamente resistente al cam-
bio y que todo cambio es sumamemnte anormal.
Los evolucionistas mantienen que la mutación es el medio por el
cual ha tenigo lugar la evolución. Beck afirmó: «La mutación al
azar produce las variaciones que Darwin menciona, y la mutación
es, hasta allí donde sepamos,)a única fuente de variabilidad genética
y por ende de la evolución». 21 Esta es la razón de que los evolucionis-
tas se aferren con uñas y dientes a la teoría de la mutación. Es la
única respuesta que tienen. Oigamos a Huxley:
La mutación es el resultado de inexactitudes ocasionales en las varias zo-
nas de la constitución hereditaria, hasta llegar a las unidades esenciales que
llamamos genes -fallos en mantener algún detalle de su complicada estructu-
ra química y física; y estas inexactitudes son después fielmente reproducidas
por el proceso de auto-copia, de manera que la mutación original viene a ser
una cadena de genes mutantes ... las ventajas o variaciones favorables irán in-
troduciéndose gradualmente en la población, y las desventajas o variaciones
desfavorables serán progresivamente eliminadas. 22
17. John W. Klotz, Genes, Genesis, and Evolution (St. Louis, Mo.: Concordia Publishing Hou-
se, 1955), pág. 39.
18. Morris, Evolution and the Modern Christian, op. cit., pág. 26.
19. !bid.
20. Jack Wood Sears, •The Prohlem of Mechanism•, A Critica/ Look At Evolution, Robert S.
Camp, ed. (Religion, Science and Communication Research and Development Corporation, 1972),
pág. 125.
21. William S. Beck, Saturday Evening Post (May 19, 1958), pág. 92.
22. Julian Huxley, Evolution in Action (New York: The New American Library, 1964), págs. 33,
34.
250
Sinnott, Dunn y Dobzhansky prosiguen: «Ya que la mutación es
el único método de origen de la nueva variabilidad hereditaria, el
proceso mutativo es considerado como la fuente primaria de los
materiales de la evolución.» 23 En otras palabras, se supone que el
proceso mutativo produce los materiales brutos para el proceso de
la evolución. Así que si damos muerte al proceso mutativo en rela-
ción con la evolución, la evolución misma morirá.
Huxley, al igual que otros evolucionistas, afirma que las muta-
ciones son transmitidas a la descendencia y a las futuras generacio-
nes. Las características desfavorables se desvanecen, pero las venta-
josas o favorables son retenidas, hasta llegar a su tiempo a la for-
mación de nuevas especies. Se afirma que la gran variedad obser-
vada en la actualidad en la vida es el resultado de una serie de re-
producciones y desarrollo de mutaciones. Pero, como veremos, los
hechos no apoyan la proposición del mecanismo mutativo de los
evolucionistas. De hecho, lo cierto es lo contrario.
Las mutaciones tienen lugar, pero ello no da la evidencia que los
evolucionistas necesitan para mantener su teoría. «Sin embargo,
aunque se han estudiado muchos miles de mutaciones, no se ha en-
contrado ni un solo caso claro en que una mutación haya hecho
más complejo a un animal, haya hecho surgir una estructura o haya
siquiera llevado a efecto cualquier nueva adaptación de una natu-
raleza radical.» 24 Casi todas las mutaciones son recesivas en la re-
producción.
Y luego, casi sin excepción, cuando el mutante es cruzado con
un no mutante, la mutación desaparece de la especie. Pero esta «de-
saparición» no es lo que necesita el evolucionista. «Las mutaciones
de los genes, como las conocemos, los cambios cromosómicos, la se-
lección natural y la deriva genética están en marcha, pero no pro-
veen el mecanismo preciso para la teoría general de la evolución ...
Por lo que respecta a la genética, no provee el mecanismo necesario
para la evolución.» 25 Richard Acworth dijo:
Así, puede tener lugar una variación considerable dentro de una especie;
puede que haya menos «clases» o «tipos» básicos de criaturas que lo que han
pensado en ocasiones los creacionistas. Pero los cambios que tienen lugar se
encuentran siempre dentro de la herencia genética dada de la especie de que
se trate. Todos los genes de un tipo determinado de criatura dan sólo expre-
siones variantes de la misma pauta básica. Es esta pauta, basada en los prin-
cipios estructurales de la célula, la que define la especifidad de un tipo; no
emerge nada esencialmente nuevo.' 6
23. Sinnott, Dunn y Dobzhansky, Principies ofGene tics (New York: Macmillan, 19 50). pág. 315.
24. Clark, Darwin: Befare and After, op. cit., pág. 131.
25. Sears, «The Problem of Mechanism•, A Critica/ Look At Evolution, op. cit., pág. 137.
26. Richard Acworth, Evolution and the Christian Faith (London: Evangelical Press, 1969).
págs. 20, 21.
251
El mayor problema para la teoría de las mutaciones del evolu-
cionista es que casi todas las mutaciones son dañinas. He aquí un
ejemplo. En 1791 apareció una oveja mutante con patas cortas en
el rebaño de un granjero de Nueva Inglaterra. Como resultado de
este mutante, se desarrolló una nueva raza de ovejas, llamada ove-
jas Ancon. Pero las patas cortas de las ovejas Ancon serían cierta-
mente un perjuicio para la superviviencia de esta especie. Estas
pátas cortas no serían una característica favorable debido a que en
la lucha por la superviviencia las ovejas no podrían huir fácilmente
de los depredadores.
Otro ejemplo de este tipo de mutación sería la naranja nave/ de
California. Esta naranja es resultado de una mutación. Produce po-
cas semillas. Esta característica puede ser favorable para el hombre
-para sus dientes, en todo caso-- pero es evidentemente mortal
para la superviviencia de la naranja. ¿Cómo podría reproducirse?
«Las tasas de mutación han sido estudiadas en una amplia va-
riedad de plantas y animales experimentales, y en el hombre. Hay
un resultado general que emerge con claridad: Casi todas las muta-
ciones son dañinas.» 27 Dobzhansky, un evolucionista, reconoce este
hecho de una forma clara: « ...una mayoría de mutaciones, tanto de
las que surgen en laboratorios como de las almacenadas en las po-
blaciones naturales, producen deterioros en la viabilidad, enferme-
dades hereditarias y monstruosidades. Tales cambios, parece, difícil-
mente pueden servir como elementos constitutivos de la evolución [én-
fasis mío, R. E. D.].» 28
Así, «biológicamente, todas las mutaciones son defectuosas», 29
según ha afirmado Lammerts. Huxley admite que persiste la difi-
cultad de que la mayor parte de las mutaciones investigadas hasta
el día de hoy son deletéreas. 30 H. J. Muller escribía en Scientific
American: «En más del 99 por ciento de los casos la mutación de un
gene produce algún tipo de efecto dañino, alguna perturbación fun-
cional.»31 Y en Time Magazine, Muller afirmaba: «La mayor parte
de las mutaciones son malas, de hecho las buenas son tan raras que
podemos considerarlas todas como malas.» 32
Así que «la principal dificultad en el camino de la evolución me-
diante mutaciones es el hecho de que la mayor parte de las muta-
ciones son o bien letales o bien semi-letales. O bien causan directa-
27. James J. Crow, «Genetic Effects of Radiation», Bulletin of Atomic Scientists (January
1958), Vol. 14, págs. 19, 20.
28. Theodosius Dobzhansky, Genetics and the Origin of Species (New York: Columbia Univer-
sity Press, 1951), pág. 16.
29. Walter E. Lammerts, Journal of the American Scientific Affiliation (March 1961), pág. 6.
30. Huxley, Evolution in Action, op. cit..
31. H. J. Muller, «Radiation and Human Mutation», Scientific American (November 1955).
pág. 58.
32. H. J. Muller, Time (Novemb_er 11, 1946), pág. 96.
252
mente la muerte del organismo -en cuyo caso se dice que son le-
tales- o son dañinas de una u otra forma, por lo que en el curso or-
dinario de los acontecimientos serían eliminadas». 33 Y luego, «in-
cluso si una mutación confiere alguna cualidad favorable, es eleva-
da la probabilidad en contra de su permanencia en la especie». 34
H. Douglas Dean escribe: «Fuerzas como las de los rayos-x [y] la
energía atómica pueden causar cambios, pero todas nuestras obser-
vaciones parecen indicar que estos cambios son detrimentales para
la supervivencia del organismo.» 35 Por ello afirmaríamos confiada-
mente que las mutaciones «son evidencias notoriamente deficientes
para la evolución. Algunas de ellas son, indudablemente, meras ca-
racterísticas recesivas ya presentes en la compleja estructura gené-
tica de la célula germinal, pero sin haber tenido anteriormente
oportunidad para expresarse». 36
Hay también otro problema para la teoría de las mutaciones
que deberíamos reconocer aquí. Este problema es que las mutacio-
nes no producen la variedad necesaria para cambiar las especies ni
desarrollar nuevas especies. Hampton L. Carson destacó esto al es-
cribir: «Uno de los grandes dilemas que la moderna teoría evolucio-
nista ha tenido que afrontar es el hecho de que la mayor parte de
las mutaciones que se encuentran en repetidas ocasiones ... no cons-
tituyen la clase de diferencias que hacen distinción entre las espe-
cies.»37 Este es un problema con la filosofía básica de las mutacio-
nes -la teoría de la selección natural. En realidad, los hechos dicen
que las mutaciones no producen los materiales necesitados por la
evolución. Y no producen los materiales correctos.
Se debe llegar a la conclusión de que las mutaciones no produ-
cen los materiales precisos o correctos para el proceso evolutivo.
Las mutaciones tienen ciertamente lugar, pero están muy lejos de
lo que demanda el evolucionista. Las mutaciones pueden ser here-
ditarias. Pero al considerar que la mayor parte de ellas son deletéreas,
apoyar:_ía!l más bien la teoría de «la supervivencia de los inaptos».
33. Klotz, Genes, Genesis and Evolution, op. cit., pág. 282.
34. /bid, pág. 294.
35. H. Douglas Dean, «ldentifying the Problem», A Critica/ Look At Evolution, op. cit., pág. 107.
36. Morris, Biblical Cosmology and Modern Science, op. cit., pág. 20.
37. Hampton L. Carson, «Genetic Conditions Which Promote or Retard Species», Cold Spring
Harbar Symposia on Quantitative Biology, Vol. 24, pág. 95, citado por John W. Klotz, «The Philo-
sophy of Science in Relation to Concepts of Creation vs. the Evolutionary Theory•>, Why Not Crea-
tion, Walter E. Lammerts, ed. (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1970), pág. 18.
253
esta sobreproducción existe dentro de cada especie una lucha por la
supervivencia, (3) que esta lucha por la supervivencia conduce a la
selección natural de los más aptos, y (4) que las características fa-
vorables de los más aptos son heredadas por la descendencia. 38 La
teoría de Darwin de la selección natural ha sido reformulada, cos-
metizada y potenciada por muchos científicos modernos. Pero, tal
como señalaremos en el resto de este capítulo, ha sido puesta seria-
mente en tela de juicio por muchos evolucionistas modernos.
Los evolucionistas ligan la mutación con la selección natural
para dar una explicación de las especies del mundo actual. «Un
problema básico que afrontan los evolucionistas es el de hallar al-
gún medio, o mecanismo, que pudiera producir los cambios necesa-
rios de las formas o tipos vegetales y animales que son precisados
por la doctrina de la evolución.» 39 Para la teoría de la evolución, la
respuesta al problema es la teoría de las mutaciones y de la selec-
ción natural. Se cree que las mutaciones proveen los materiales
brutos y que la selección natural produce la variedad en las espe-
cies.40 Huxley mantiene «que la reprodución más la mutación pro-
duce la selección natural; y ... que la selección natural más el tiem-
po producen los varios grados de mejora biológica que encontramos
en la naturaleza». 41 Huxley sigue explicando el mecanismo de la si-
guiente manera:
La mutación es el resultado de inexactitudes ocasionales en las varias zo-
nas de la constitución hereditaria, hasta las unidades que llamamos genes
-fallos en mantener algún detalle de su complicada estructura física y quí-
mica; y estas inexactitudes son después fielmente reproducidas por el proceso
de auto-copia, de manera que la mutación original viene a ser una cadena de
genes mutantes. 42
38. Gordon Alexander, Biology (New York: Bames & Noble, Inc., 1961), pág. 187.
39. Biology: A Search for Order in Complexity, John N. Moore y Harold s. Slusher, eds. (Grand
Rapids, Mich.: Zondervan Publishing House, 1971), pág. 441.
40. Simpson and Beck, Life: An Introduction to Biology, op. cit., pág. 440.
41. Huxley, Evolution in Action, op. cit., pág. 33.
42. !bid., págs. 33, 34.
254
aparentes designios, el azar en una pauta organizada. Las mutaciones
meramente proveen de nuevos materiales a la evolución; es un pro-
ceso al azar, y tiene lugar en todas direcciones.» 43 Pero Reid afirma:
Incluso en la actualidad algunos de los principios de Darwin parecen diver-
gir de los hechos científicos. Consideremos, por ejemplo, el argumento de la
«selección natural», un punto mayor de la «teoría». Darwin supuso que el pro-
greso tiene lugar siempre hacia arriba de la escala, que las cosas mejoran. Esto
va en contra de muchos hallazgos científicos en el mundo material en el que
las cosas siempre tienden a buscar el nivel inferior, un estado de mínima ener-
gía ....
255
ciones ambientales. Pero esto no debería sorprendernos. Dios puso
en las células de cada ser viviente la capacidad de sobrevivir, la ca-
pacidad de existir. Pero Walter Lang nos recuerda:
Se sabe que las mutaciones son en realidad dañinas para la célula viva.
Hay variaciones incorporadas que no son dañinas, y éstas son deliberadamente
confundidas por los evolucionistas con las mutaciones. Ello no es científico,
porque esta capacidad de variación intrínseca fue diseñada y creada por Dios
en el principio, y esta capacidad pasa de generación en generación mediante
la herencia. Debido a esta variación incorporada encontramos una gran can-
tidad de adaptación al ambiente, pero no hay evidencia en absoluto de que
esta adaptación fuera producida por el ambiente.47
47. Walter Lang, «Creation in Six Days», Bible-Science Newsletter (December 1973), Vol. XI,
n.º 12, pág. l.
48. Evolution, Science False/y So-Called (Ontario, Canada: International Christian Crusade,
1970), pág. 38.
256
tructura ya existente. En base de ello, la selección natural tiene que
hacer elecciones. El pez B ya tenía la capacidad de sobrevivir. Y po-
siblemente podría pasar esta capacidad a su descendencia. Pero te-
nemos que recordar que la mutación y la selección natural no pro-
dujeron originalmente la capacidad del pez B.
La vida tiene la capacidad de adaptarse, pero no de transfor-
marse. Y en ello hay una inmensa diferencia. Algunas razas huma-
nas se han adaptado a severas condiciones de frío, pero no se han
transformado en personas peludas. Dios permite lo primero. Los
evolucionistas desean lo segundo. Así, Camp concluye acertadamen-
te: «La supen;iviencia de los más aptos no explica en absoluto la lle-
gada de los más aptos». 49
B. La selección natural no puede explicar la utilidad
de las estructuras a medio desarrollar
Michael W. Ovenden, un evolucionista, admite este segundo pro-
blema de la selección natural en su libro Life in the Universe. «Es
cierto que hay algunas dificultades en la aplicación directa de la
"selección natural" - por ejemplo, ¿cómo puede explicar el desa-
rrollo por etapas de un órgano que no parece dar ninguna ventaja
para la supervivencia en sus etapas primitivas, sino sólo cuando
está plenamente desarrollado?» 50 Ovenden no da respuesta a esta
pregunta en su libro. No la da porque no puede darla. Ningún evo-
lucionista puede darla. Es un problema principal de la teoría de la
evolución.
Las etapas intermedias en el proceso evolutivo tienen que tener
un valor adaptivo o nunca se podrían desarrollar. 51 ¿De qué serviría
un tímpano medio desarrollado para la supervivencia de una espe-
cie? ¿Qué beneficio se derivaría de un ojo a medio desarrollar?
Unas alas parcialmente desarrolladas serían un estorbo para la su-
pervivencia de las aves, y por ello quedarían eliminadas por el mis-
mo proceso de la selección natural. Tenemos que estar conscientes
de que éste es un serio problema para los evolucionistas.
49. Robert S. Camp, «Theistic Evolution», A Critica/ Look At Evolution, op. cit., pág. 197.
50. Michael W. Ovenden, Life in the Universe (Garden City, New York: Doubleday & Co., Inc.,
1962), pág. 101.
51. Bolton Davidheiser, Evolution and Christian Faith (Philadelphia, Pa.: The Presbyterian
and Reformed Pt.blishing Co., 1971), pág. 193.
257
merosas las variedades, y más pocas las especies. Cuanto menos in-
tensa sea la selección, tanto más numerosas son las variedades y es-
pecies que se desarrollan.» 52 Klotz da el ejemplo de Julian Huxley
de que en los lagos donde hay abundancia de depredadores hay me-
nos especies de peces que en los lagos donde hay pocos predado-
res.53 Concluye así: «Esto es simplemente lo que es de esperar, por-
que una selección intensa debería eliminar a todos menos a los más
favorecidos de los individuos. Pero este papel refrena la evolución
y derrota el proceso que supuestamente tiene que conducir.» 54
258
probabilidades en contra de conseguir que una cantidad de muta-
ciones favorables se introdujera en un grupo gracias a la mera ca-
sualidad. »58
259
casi igual que la imposibilidad. Pierre du Nouy, en su libro Human
Destiny, afirmaba: «Si la probabilidad de un acontecimiento es in-
finitamente pequeña, ello equivale a la imposibilidad práctica de
que suceda dentro de ciertos límites temporales.» 62 Emile Borel, un
experto francés en probabilística, afirma con referencia al azar:
«Los acontecimientos cu,xa probabilidad es extremadamente peque-
ña nunca tienen lugar.» 3
Cuando examinamos las vastas complejidades de la vida -áto-
mos, moléculas, genes, ADN, etc.-, uno se queda lleno de asombro
por lo intrincado de todo ello. ¿Cómo hubieran podido evolucionar
estas complejidades al azar? ¿Acaso hubiera podido evolucionar
algo como el ojo si se le hubiera dado el suficiente tiempo y azar?
Los evolucionistas dicen que sí. Pero en base de la improbabilidad
de que los genes adecuados se yuxtapusieran para producir tal cosa,
el estudioso crítico tiene que responder que no. «La casualidad no
puede crear sistemas complejos, ordenados, operativos. Tampoco
puede dar cuenta de la belleza. La atribución al azar ciego del per-
fume de una rosa o de las actitudes juguetonas de un corderito es
ignorar toda lógica.» 64 «Ninguna teoría de la casualidad puede ex-
plicar la creación del mundo ... No tiene sentido decir que la casua-
lidad puede dar cuenta de la creación del ser.» 65
La evolución con su teoría de la selección natural es una filoso-
fía basada en el azar. Y la probabilidad de que todo ello sucediera
es sumamente pequeña. Coppedge escribió: «Pero sin un Diseñador
el materialista se queda con una sola fuente, esto es, la casualidad,
para hacerlo todo.» 66 Pero la casualidad no es suficiente. Realmen-
te, «Se precisa de más fe para creer en el azar que la que se precisa
para creer en la creación por un Dios todo sabio y todopoderoso». 67
Para concluir este tema, se tiene que decir que las esperanzas
del evolucionista en la teoría de la selección natural son de cierto
vanas y vacías. Ovenden confiensa: «Cien años después de la obra
de Darwin, sigue habiendo discusiones acerca de si la hipótesis de
la selección natural es plenamente suficiente para explicar la gran
diversidad de la vida en la tierra.» 68 Huxley también confiesa: «Un
pequeño cálculo demuestra cuán increíblemente improbables pue-
62. Pierre Lecomte du Nouy, Human Destiny (New York: Longmans, Green & Ca., 1947), pág. 38.
63. Emile Borel, Elements of the Theory of Probability (Englewood Cliffs, New Jersey: Prentice-
Hall Inc., 1965), pág. 57.
64. James F. Coppedge, Evolution: Possible or lmpossible? (Grand Rapids, Mich.: Zondervan
Publishing House, 1973), pág. 123.
65. Claude Tresmontant, «lt is Easier to Prove the Existence of God Than It Used To Be»,
Réalités (Paris, Francia: April, 1967), pág. 46, citado por Coppedge, !bid., pág. 37.
66. Coppedge, !bid., pág. 156.
67. John W. Klotz, «Evolution: An Overview and Examination of Evidence», Creation, Evo-
lution and God's Word, Paul A. Zimmerman, ed. (St. Louis, Mo.: Concordia Publishing House,
1972), pág. 19.
68. Ovenden, Life in the Universe, op. cit., págs. 100, 101.
260
den ser los resultados de la selección natural cuando hay suficiente
tiempo a disposición.» 69 Al reseñar el libro de Robson y Richard ti-
tulado The Variation of Animals in Nature, Klotz dice: «Llegan ellos
a la conclusión de que en tanto que la selección natural no puede
ser echada a un lado como un posible factor en la evolución, hay
poca evidencia positiva en su favor, hari mucha en contra de ella, y
mucha que sigue sin ser concluyente.» 0
Así, la prueba de la teoría de la evolución no puede encontrarse
en la teoría de la selección natural sustentada por el evolucionista.
Suponer que nada de esto -suponer que los átomos y las moléculas poseen
un poder de caer naturalmente en formas de animales y plantas, completas
con todas las intrincadas estructuras asociadas a la vida- es hacer los átomos
y las moléculas mismas de una complicación casi infinita. En realidad, con
ello sólo se agranda cien veces más el milagro de la creación. 71
RECAPITULACIÓN
261
mutación con la selección natural no produce nuevas característi-
cas. Las características para la supervivencia están ya presentes en
las especies. La poca selección natural que tenga lugar sólo preser-
va una capacidad ya existente. Y esta capacidad se originó en pri-
mer lugar en los genes creados por Dios.
262
15
263
EL PROBLEMA DE «LOS ORÍGENES»
«Y, ¿de dónde vino la vida?» Los únicos que pueden dar respues-
ta a esta pregunta son los creyentes en la. Biblia. La ciencia no pue-
de dar ninguna respuesta empírica. Pero tampoco puede el creyente
en la Biblia dar ninguna respuesta empírica. Sí puede, empero, pre-
sentar un testimonio, el testimonio de aquellos que realmente expe-
rimentaron las obras de Aquél que es el Hacedor de la vida. Este tes-
timonio se halla en la Biblia. El científico objetivo tiene que exami-
nar este testimonio para ver si es válido.
Los evolucionistas han batallado durante años en vano para ex-
plicar el origen de la vida. El discutir las teorías evolutivas de Teil-
hard de Chardin, Bernard Delffauw nos introduce en el problema
diciendo:
Sin embargo, el desarrollo de la vida procedente de la materia inerte sigue
siendo una hipótesis, porque no podemos, naturalmente, atrapar este desarro-
llo con las manos en la masa, por así decirlo, en un momento posterior de la
historia de la tierra; ni todavía se ha reproducido jamás en un laboratorio.'
l. Bemard Delfgaauw, Evolution: The Theory of Teilhard de Chardin (New York: Harper &
Row, 1961), pág. 69.
2. Paul Amos Moody, lntroduction to Evolution (New York: Harper & Row, 1970), pág. 117.
3. William T. Keeton, Elements of Biological Science (New York: W. W. Norton & Co. Inc.,
1969). pág. 429.
264
es un imposible.» 4 Y Morrison añade: «El origen de la vida misma
es tan maravillosa, y los resultados posteriores tan divergentes, y
tan más allá del entendimiento, que incluso el más erudito biólogo
se queda atónito.» 5
Así, ¿con qué se quedan los evolucionistas para explicar los orí-
genes? Se quedan sólo con suposiciones -especulaciones. Los evo-
lucionistas afirman que podemos «Suponer» que ciertos pasos fue-
ron tomados por la naturaleza para eroducir y diversificar la vida,
y que podemos hacer «Suposiciones~razonables» acerca de cómo
todo ello se desarrolló. 6 Se ha afirmado con candor que «Aunque el
hombre nunca pueda ser capaz de probar que la vida surgió de una
manera específica, es ahora posible, con la información disponible,
formular una hipótesis de trabajo acerca de las condiciones y cir-
cunstancias bajo las cuales la vida pudiera haber surgido [énfasis
mío, R. E. D.].» 7 Pero, «incluso aunque los evolucionistas son atre-
vidos para decir cómo se desarrolló la vida, simplemente han de de-
cir que no saben cómo se originó. Ningún evolucionista estaba allí,
en el principio, para ver como sucedió.
Se tiene que añadir aquí que tampoco hubo ningún creacionista
en el principio. El origen de la vida es asunto de fe tanto para los
que creen el relato de la Biblia acerca de los orígenes como para los
evolucionistas. Ninguno de ellos estaba en la escena cuando todo
ello tuvo lugar. Así que en realidad todo se reduce a quién posee la
evidencia más convincente. Este escritor mantiene que la evidencia
está más en favor de la posición creacionista.
Naturalmente, la explicación favorita de los evolucionistas es la
generación espontánea. Aunque esta teoría de los orígenes fue pro-
bada falsa por Pasteur, Tyndall y otros en el siglo diecinueve, algu-
nos evolucionistas actuales tratan de resucitarla de los archivos.
Huxley escribió: «El hecho de que la generación espontánea no ten-
gci lugar en la actualidad no constituye evidencia de que no sucedie-
ra en alguna etapa anterior en el desarrollo de este planeta, cuando
las condiciones ..en el tubo de ensayo cósmico eran extremadamente
diferentes.» 9
Pero la mayor parte de los científicos hoy estarían en desacuer-
do con Huxley y otros que siguen aferrándose a la hipótesis de la
4. Citado por W. L. Oliphant, Oliphant-Smith Debate (Nashville, Tenn.: Gospel Advocate Co.,
1952). pág. 19.
S. Cressy A. Morrison, Man Does Not Stand Alone (Westwood, New Jersey: Fleming H. Revell
Co., 1964). pág. 37.
6. Moore, Glass y otros, Biological Science: An Inquiry Into Life, Don E. Mayer y Virginia M.
Dryden, eds. (New York: Harcourt, Brace & World, lnc., 1963). pág. 637.
7. Johnson, Laubengayer, DeLanny & Cole, Biology (New York: Holt Rinehart and Winston,
1966), pág. 731.
8. Moore, Glass y otros, Biological Science: An Inquiry /nto Life, op. cit., pág. 663.
9. Julian Huxley, Evolution in Action (New York: The New American Library, 1953), pág. 21.
265
generación espontánea. Un texto de biología dice: « ... no hay razón
para creer que la generación espontánea pueda darse en la actuali-
dad.»'º Y no la hay. Como tampoco hay evidencia alguna de que ja-
más ocurriera en el pasado.
266
pauta o modelo para sintetizar la proteína. El otro tipo de ARN, el
ARN de transferencia, atrae los aminoácidos y los monta en base de
la pauta del ARN mensajero. Se forma una nueva cadena polipep-
tídica. Las moléculas polipeptídicas se enlazan para formar molé-
culas mayores de proteína. 16 Así es como se forma la proteína.
Se ha llevado a cabo mucha investigación en las últimas pocas
décadas en el campo de la biología molecular. Como resultado,
nuestro entendimiento del proceso de la reproducción ha adelanta-
do mucho. Los evolucionistas han afirmado que este proceso común
en todos los seres vivientes constituye evidencia del concepto del
«antecesor común». Todos hemos comenzado de la misma manera,
y la manera en que hemos comenzado tiene que manifestarse en la
constitución química de la célula. Esto es lo que los evolucionistas
pretenden. Pero ahí es donde los evolucionistas se encuentran con
problemas con el ADN. Lo que sigue es una breve relación de estos
problemas:
A. El ADN es evidencia de un Creador común
Cuanto más estudiamos la vida tanto más comprendemos que
está compuesta básicamente por los mismos compuestos químicos.
Ello constituye una buena evidencia de un Creador común de todas
las cosas. La estructura del ADN de todas las células vivientes es
sorprendentemente semejante en toda la vida. Pero el hecho de es-
tar cerca de las serpientes, bichos y cerdos no es necesariamente lo
que desean los evolucionistas. John G. Grebe escribía acerca de
esto: «Sería muy chocante para el pensar pasado de moda de los
evolucionistas basado en observaciones alrededor de un millón de
veces más rudimentarias que las actuales, conocer cuáles son sus
parientes más cercanos en base del ADN.» 17
Por ello, la utilización de la estructura del ADN para demostrar
que todos hemos surgido de varios antecesores comunes puede lle-
gar a demostrar demasiado. Y también los evolucionistas tienen
que descubrir cómo un sistema de tal complejidad pudo jamás ha-
ber surgido por evolución.
B. La complejidad del proceso del ADN es un argumento contra
la evolución
La reproducción del ADN es un proceso fantásticamente compli-
cado. ¿Cómo hubiera podido surgir al azar? El ADN contiene el có-
digo de cada característica del cuerpo. Cada intrincado detalle se
encuentra almacenado en este maravilloso ordenador. Su trabajo
de reproducción no es cosa sencilla. Al considerar la complejidad de
267
los genes, Wallace dijo: «¿Hay alguna solución más sencilla al pro-
blema de la reproducción? No creo que la haya.» 18 Cuanto más
complicada sea la vida -y cada día estamos descubriendo que es
sumamente complicada- tanta menos posibilidad hay de que hu-
biera podido haberse originado al azar, mediante generación espon-
tánea.
C. La resistencia del ADN al cambio es un argumento en contra
de la Evolución
«Los científicos saben que las moléculas de ADN son sumamen-
te inmutables y que resisten la conversión de un tipo a otro, a pesar
de las mutaciones observadas debido a la radiación y a la variación
siguiendo las leyes de Mendel.» 19 «Numerosos estudios ... indican
que el mecanismo del ADN es sumamente específico e integrado. Al
igual que con un costoso reloj suizo, cualquier manipulación con el
ADN conduce a códigos carentes de sentido y a un organismo infe-
rior.»20 Aunque el código genético del ADN puede producir una gran
cantidad de variación, no se producen nuevas características que no
estuvieran originalmente «en el registro» en el ADN. Cualesquiera
alteraciones provocadas por irradiación o por otras fuerzas externas
provocarán mutaciones. Y estas mutaciones son casi siempre letales,
como ya se ha descrito en el capítulo anterior. Lammerts añade:
Al duplicarse, el ADN no siempre da una copia perfecta de sí mismo. En al-
gunos casos sabemos exactemente lo que ha sucedido. Así, en la anemia falci-
forme la secuencia normal de aminoácidos en la hemoglobina de los eritrocitos
ha sufrido una sustitución. Esto es suficiente para provocar un mecanismo de-
fectuoso.21
268
D. El ADN no es el dictador de la vida
Algunos evolucionistas quisieran hacernos creer que todos los
procesos de la vida están controlados y manipulados por el ADN de
la célula. Esto, afirman algunos, incluye también la parte emocio-
nal del hombre y sus acciones. Estos sociobiólogos están diciendo
que la vida es una reacción mecánica de los compuestos químicos
en el cuerpo. Pero hay muchas evidencias que apoyan la postura de
que el ADN es el sirviente de la célula. 23
Los sociobiólogos han forzado los hechos para decir que el ADN
domina totalmente la función y el destino de los organismos indivi-
duales. Muchos científicos están disconformes con este concepto de
que el ADN es el agente controlador absoluto. «Deberíamos recono-
cer que el ADN, y su ácido nucleico derivado de azúcar ribosa ARN,
son meramente los instrumentos mediante los que se llevan a cabo
funciones similares.» 24 Harold Armstrong mantenía que «Cualquier
teoría mecanicista que haga que la herencia dependa de informa-
ción almacenada mecánicamente no funcionará, simplemente». 25
Algunos evolucionistas, sin embargo, creen que toda la vida funcio-
na como resultado de sólo fuerzas y procesos mecánicos. Armstrong
dice: «Se han dado argumentos teóricos y evidencia experimental
para mostrar que el ADN no es la causa total de la vida y de la he-
rencia.»26 No podemos concluir que el proceso y la función de la
vida sean totalmente mecanicistas. No hay hechos acerca del pro-
ceso del ADN que exijan tal conclusión.
23. Biology: A Search far Order in Complexity, op. cit., pág. 116.
24. !bid., pág. 105.
25. Harold Armstrong, •Is DNA Only a Material Cause?» Why Not Creation?, op. cit. pág. 293.
Ver también: Barry Commoner, Nature (June 6, 1964), 202:960-968 (August 1, 1964), 203:486-491.
26. !bid., pág. 297.
269
en la naturaleza para formar, describir y prescribir todas las formas conocidas
de vida. Y sólo una pequeña proporción de cada célula individual de cada or-
ganismo viviente está constituida por la molécula de ADN. 27
270
tienen que haber pasado a través de un estado similar al del anfio-
xus [énfasis mío, R. E. D.].» 31 Y luego concluyen: «Aunque los fósiles
proveen mucha evidencia para apoyar nuestras teorías evolucionis-
tas, sigue habiendo "eslabones perdidos" aún desconocidos.» 32 Creo
que éste es un buen ejemplo de como la mayor parte de los evolu-
cionistas afrontan este problema de los «eslabones perdidos».
El problema reconocido es que no hay «eslabones perdidos»; en
primer lugar jamás existieron. Los evolucionistas se dan cuenta de
que tienen que rellenar estos huecos entre las principales formas de
vida con formas de transición. La International Wildlife Encyclope-
dia afirma:
Durante la segunda mitad del siglo 19 el mundo científico se sintió entu-
siasmado por la nueva teoría darwinista de la evolución, pero se vio que había
un gran hueco entre los vertebrados y los invertebrados. Por ello comenzó la
búsqueda en pos de o bien una teoría con la que ofrecer una explicación o bien
un eslabón perdido para cubrir el vacío.
271
niendo lugar constantemente en las especies. De hecho, sin cambio
no hay evolución, porque la evolución es cambio. Todas las especies
tienen que cambiar -tienen que desarrollar una mayor organiza-
ción- si van a evolucionar.
Pero aquí es donde surge el problema. ¿Qué hay acerca de las
muchas especies animales -y son numerosas- que no han eviden-
ciado ningún cambio anatómico a lo largo de los pretendidos millo-
nes de años de su existencia? ¿Por qué estas especies no han desa-
rrollado una mayor organización? ¿Por qué dejaron de evolucionar?
Hay varios ejemplos de organismos vivientes que ilustran esta
«vía muerta evolutiva». Los evolucionistas expresan sorpresa -y
así debería ser- acerca de este evidente hecho. Señalemos la si-
guiente afirmación de un evolucionista:
Una de las cosas más interesantes acerca del apus (un animal similar en es-
tructura a un trilobite) es que ha sobrevivido virtualmente sin cambios desde el
período Triásico hace unos 180 millones de años. Ciertamente, algunos cientí-
ficos consideran que la especie que conocemos en la actualidad es en realidad
la mismísima especie que vivía en aquella remota era. Éste es un tiempo sumamente
largo para que una especie real sobreviva sin cambios [énfasis mío, R. E. D.]. 38
272
Lo notable es que esta criatura tan aparentemente fuera de lugar en el
mundo moderno y que aparentemente tiene tan poco valor selectivo en la lu-
cha por la existencia, pudiera haber sobrevivido las incontables vicisitudes de
los millones de años que se supone transcurrieron desde que se extinguieron
todos sus parientes. Podrían ser posibles unos pocos miles de años de supervi-
vencia bajo circunstancias adversas, ¡pero difícilmente millones! 40
Hay también el ejemplo del celacanto. Antes de 1939 este pez era
conocido sólo a través del registro fósil. Se pensaba que era una es-
pecie extinguida de los tiempos primigenios. Pero hace pocos años
fue pescado cerca de la costa de Madagascar. Catherine Jarman,
una evolucionista, reconocía: « ... el asombroso descubrimiento en
1939 de un celacanto cerca de East London, África del Sur, dio evi-
dencia de que por más de 70 millones de años los celacantos han so-
brevivido relativamente sin cambios [énfasis mío, R. E. D.].». 41 Pero,
¿cómo es que ha sobrevivido sin cambios?
Hay otros ejemplos que podrían señalarse y que ilustran esta au-
sencia de cambios en la vida. 42 El problema aquí es de lo más evi-
dente. Si la evolución fuera verdad, esperaríamos cambios en las es-
tructuras de los animales al ir haciendo la selección natural su elec-
ción de los más aptos. Las condiciones cambiantes exigirían formas
cambiantes de vida. Pero aquí tenemos ejemplos de animales que
no han sufrido cambios en sus supuestos millones de años de exis-
tencia. ¿Cómo podremos conciliar este hecho con la teoría de la
evolución? Williams concluye:
En la base del registro fósil (período Cámbrico, que los evolucionistas dicen
fue depositado hace alrededor de 500 millones de años) se encuentran miles de
animales que no son diferentes de su descendencia viva actual. En vistas de
este testimonio uno se ve obligado a preguntar: «¿Han estado los animales su-
jetos alguna vez al cambio orgánico demandado por la evolución?» 43
273
¿Han existido realmente los hombres-simios? Los problemas
con que se encuentra la llamada teoría de los hombres-simios ¿o si-
mios-hombres? de los evolucionistas no son precisamente pocos.
Cualquier estudiante que haya examinado la investigación de los
evolucionistas en pos del eslabón perdido se ve inmediatamente im-
presionado por la gran cantidad de suposiciones e imaginación in-
volucradas en esta búsqueda. No hay precisamente mucha eviden-
cia involucrada. Los evolucionistas han llenado los huecos con ima-
ginación y un deseo de apoyar una teoría imposible. Y, desfortuna-
damente, muchos han atrapado su fiebre de «buscar y buscar».
Aquí vamos a examinar algunos de los descubrimientos básicos
que los evolucionistas han utilizado en su teoría de los hombres-si-
mios. Y tenemos que reconocer los problemas envueltos en tales
descubrimientos.
A. El problema de los restos
Una de las principales cosas a recordar al examinar las ilustra-
ciones coloreadas en los libros de texto de los supuestos hombres-si-
mios es que mucha parte de la ilustración o ilustraciones ha sido
suplida por la imaginación del artista que, por lo general, es evolu-
cionista. Cuando un organismo viviente, como un hombre, muere,
todo se descompone, con excepción de los dientes y de los huesos
duros. Por ello, no tenemos ni idea de qué tipo de cabello aquella
persona tenía, si es que tenía algo. No se puede determinar la forma
de la nariz ni de los oídos. No se puede saber ni el color de la piel
ni la forma de los labios. Todas estas cosas quedan para la imagi-
nación del artista. Y el artista hará que el hombre primitivo parez-
ca aquello que él cree que tenía que parecer el hombre primitivo.
Si es un evolucionista, hará un dibujo que parezca un hombre si-
mio, un animal prehumano que se parezca a un hombre.
B. El problema de los «pocos fósiles»
Cuando consideremos los varios hombres-simios, como en el úl-
timo punto se señala, es sorprendente descubrir que existen relati-
vamente pocos fósiles. Y además uno se queda atónito al ver lo frag-
mentario de la evidencia de los que han sido descubiertos. Algunos
hombres-simios han sido reconstruidos en base de una mera calota
craneana, o de un solo diente, o de un fémur. Aquí no estamos tra-
tando con una gran colección de huesos. En realidad no hay dema-
siada evidencia.en base de la que podamos hacer juicios acertados.
C. El problema del «cementerio»
El hombre ha tenido siempre el hábito de sepultar a sus muer-
tos. Y cuando datamos un espécimen específico podemos estarlo da-
tando mediante el estrato en el que fue sepultado, no aquel en el que
murió. También, cuando intentamos datar restos tenemos el proble-
274
ma de la sedimentación. Fósiles que se suponen de varios cientos de
miles de años de antigüedad son datados en base de la sedimenta-
ción en la que se encuentran. Pero, si han sido sepultados bajo va-
rias capas estratigráficas, ¿cómo podemos datarlas con exactitud?
Y además todas las suposiciones y problemas relacionados con los
varios métodos de datación utilizados para determinar la edad de
los fósiles también se aplican aquí.
Y estos problemas de la datación no son pocos. Por ejemplo,
cuando se utilizó el método del Potasio-Argón para datar el estrato
en el que se encontró el «Cascanueces» de Leakey, se dijo que tenía
1.750.000 años. Pero cuando el especimen fue datado mediante el
método del carbono 14 resultó tener sólo 10.000 años. 44 ¿En cuál de
estas fechas tenemos que creer?
275
en el tamaño del cerebro como medida de la inteligencia. Se creía
que los tamaños menores de cerebro constituían evidencias de an-
tigüedad así como una medida de baja inteligencia. Pero este argu-
mento ha sido abandonado en los últimos años, y con toda la razón.
Bozo Skerlj explica: «El tamaño del cerebro no parece ser una me-
dida adecuada, por cuanto sabemos que en el hombre moderno la
variabilidad oscila entre 800 y 2.000 e.e. y cubre todo el margen en-
tre el hombre de Java hasta el hombre moderno.» 47 El tamaño me-
dio de un varón adulto actual es de 1.200 a 1.500 ce. El hombre de
Neanderthal tenía un tamaño de cerebro alrededor de 100 e.e. más
que el hombre moderno. Y el hombre de Cro-Magnón tenía un ce-
rebro que presentaba una media entre 1.550 y 1.750 ce. Esto es, en-
tre 250 a 350 e.e. más que el hombre moderno. De manera que la
inteligencia o antigüedad de cualquier fósil no puede ser determi-
nada por el tamaño del cerebro.
Si el tamaño del cerebro fuera una señal de inteligencia, el hom-
bre primitivo debiera haber sido mucho más inteligente que el
hombre moderno. Y tenemos que preguntar:
Si el hombre tenía ya un cerebro mayor que el nuestro hace sesenta mil
años (el cerebro del hombre de Neanderthal era mayor que el del hombre mo-
derno), y estaba tan adelantado en su capacidad como para dejar dibujos que
serían dignos de un pintor moderno en una época asignada como 20.000 ó
30.000 a.C., ¿por qué habría de esperar a tanto para desarrollar las ciudades
y los métodos agrícolas que van junto con la civilización? 48
G. El problema de la evidencia
El mayor problema asociado con la teoría de los hombres-simios
es la decidida ambigüedad de los descubrimientos. Ahí es donde
sale a la luz el celo excesivamente entusiasta y lleno de prejuicios
del evolucionista. Para él, todo fragmento puede ser el del eslabón
perdido, cada diente una nueva especie. Dobzhansky admitió hon-
radamente: «Una dificultad menor pero bastante irritante para el
biólogo es el hábito que tienen los paleontólogos antropólogos de
adular sus propios egos asignando cada hallazgo a una nueva espe-
cie, si no a un nuevo género.» 49
Algunos paleontólogos han llegado a tal grado de confianza que
han llegado a aceptar fraudes. Algunos han erigido enteros seres hu-
manos, incluso nuevas «especies» humanas, en base de un sólo pu-
ñado de huesos fragmentados. Una consideración de algunas de
estas «especies» dará una idea de la confusión envuelta en todo ello.
47. Bozo Skerlj, «Discussion», Cold Spring Harbor Symposia on Quantitative Biology, Vol. 24,
pág. 215, citado por Klotz, «Philosophical and Theological Background», Why Not Creation?, op.
cit., pág. 19.
48. Heinze, Creation vs. Evolution, op. cit., pág. 62.
49. Theodosius Dobzhansky, Mankind Evolving (New Haven: Yale University Press, 1962),
pág. 171.
276
1. El hombre de Piltdown: El hombre de Piltdown (Eoanthropus
dawsoni) fue un fraude. Se suponía que había sido un fósil de hom-
bre-simio. Fue descubierto en 1912 cerca de Sussex, Inglaterra, por
Charles Dawson. 50 Muchos afirmaron que se trataba del «eslabón
perdido». Una gran parte del mundo científico creyó esto durante
casi cuarenta años después del descubrimiento. Pero cuando se des-
cubrieron modernas técnicas para examinar fósiles, el Hombre de
Piltdown tuvo que retirarse. En 1953 se anunció que el Hombre de
Piltdown era un fraude.
El realidad, el Hombre de Piltdown había sido montado con un
cráneo humano y una mandíbula y dientes de un orangután. Los
dientes habían sido limados para darles apariencia de desgaste.
Cuando fue descubierto, se anunció que tenía entre 200.000 y
1.000.000 de años de antigüedad. Se dijo que la capacidad cerebral
era de alrededor de 1070 e.e. Pero las modernas técnicas de data-
ción y examen de los fósiles han desvelado que el Hombre de Pilt-
down era un fraude. En verdad, el Hombre de Piltdown siempre se
levantará en el campo de la ciencia como recordatorio a aquellos
que son siempre lo suficientemente entusiastas como para aceptar
cualquier nuevo hallazgo sin un riguroso examen.
2. El Hombre de Nebraska: En 1922 Harold Cook descubrió un
solo diente y lo envió a Henry Fairfield Osborn, que lo aclamó como
siendo «el primer simio antropoide de América ... » 51 Otros afirma-
ron que era una especie más cercana al hombre que al simio. Y
siendo que había sido hallado en el estado de Nebraska, recibió el
nombre de Hombre de Nebraska. (Osborn lo denominó Hesperopit-
hecus H aroldcookii).
Al irse acumulando el entusiasmo, fue proclamado como uno de
los más primitivos miembros de la familia humana. El entusiasmo
creció, y anhelantes paleontólogos iniciaron las excavaciones donde
había sido descubierto el diente. Más tarde se encontró que el dien-
te pertenecía a una especie extinta de cerdos, y la historia del Hom-
bre de Nebraska pronto llegó a su fin.
3. El Hombre de Java: El Hombre de Java (Pithecanthropus erec-
tus) fue descubierto en un lecho de un río cerca de Trinil, Java. Este
descubrimiento fue llevado a cabo por Eugene Dubois en 1891 y
1892. En realidad, todo lo que Dubois encontró fue una calota cra-
neana, tres molares y un fémur izquierdo. Estos restos estaban dis-
persos en un área de alrededor de 15 metros de radio.
Pero en el mismo estrato del Hombre de Java, Dubois encontró
SO. Bolton Davidheiser, Evolution and Christian Faith (Philadelphia, Pa.: Presbyterian and
Reformed Publishing Co., 1971), pág. 340.
51. Henry Fairfield Osborn, «Hesperopithecus, the First Anthropoid Primate Found in Ameri-
ca», Science (May 5, 1922). 60:1427:463.
277
también los restos de un hombre moderno totalmente desarrollado
(Hombre de Wadjak). Debido a que era un evolucionista tan lleno
de prejuicios, Dubois tomó los restos del Hombre de Wadjak de
vuelta con él, y los escondió en un armario. No fueron revelados a
nadie durante veinte años. Los huesos del Hombre de Wadjak eran
evidencia cierta en contra del Hombre de Java, y él lo sabía.
Los cráneos del tipo de Wadkjak eran muy similares al hombre australiano
de épocas recientes. Por ello, tal evidencia no podía ser utilizada para apoyar
la evolución del hombre (cambio de una forma a otra) y por ello la evidencia
era contraria a lo que el doctor Dubois intentaba demostrar ... 52
278
en 1912 y formalmente declarado fraude en 1953. Es interesante y quizá sig-
nificativo que el principal patrocinador de la investigación en Pequín, Teihlard
de Chardin, estuviera también implicado en el descubrimiento de Piltdown.
En todo caso, siendo que la evidencia ha desaparecido y que los testigos han
muerto, el Hombre de Pequín ha venido a ser una etapa hasta cierto punto
mítica en la supuesta evolución del hombre. 57
57. Robert E. Kofahl y Kelly L. Segraves, The Creation Explanation (San Diego, Calif.: Crea-
tion-Science Research Center, 1975), pág. 128.
58. Davidheiser, Evolution and Christian Faith, op. cit., pág,. 331-334.
59. Jacob W. Bruber, «The Neanderthal Controversy: 19th Century Version», Scientific Mon-
,hly (December 1948), 67:6; 436, pág. 436.
60. Delfgaauw, Evolution: The Theory ofTeilhard de Chardin, op. cit., pág. 79.
61. Ver William L. Staus, Jr., y A. J. E. Cave, «Paleontology and the Posture of Neanderthal
Man», Quarterly Review of Biology (December 1957), 32:4:348, págs. 351, 352.
62. Biology: A Search for Order in Complexity, op. cit., pág. 407.
63. Heinze, The Creation vs. Evolution Handbook (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House,
1972), pág. 51.
279
El libro de texto, Biology, A Search far Order in Complexity, ad-
vierte con razón: «Uno debería sentir prevenciones antes las restau-
raciones del pasado basadas en las fértiles imaginaciones de los pa-
leontólogos.» 64
6. El Hombre de Cro-Magnon: Este hombre ha sido aclamado
por los evolucionistas como el primero de los Horno sapiens. Los
machos tenían una altura de más de 1,80 metros y las hembras de
1,67 metros. El tamaño promedio del cerebro estaba entre los 1.500
1.750 ce., lo que es entre 200 y 400 e.e. más que en el hombre mo-
derno.65 M. F.Ashley Montagu escribió: «El hombre de Cro-Magnon
es un hombre moderno en todos los sentidos de la palabra, pero no
tenemos ni la más ligera idea ni de su procedencia ni de su ascen-
dencia.» 66
7. Zinjanthropus: En 1959, L. S. B. Leakey afirmó haber descu-
bierto otro hombre-simio en la Garganta del río Olduvai en Tanga-
nica.67 Le di a este descubrimiento el nombre de Zinjanthropus. Su
conclusión se basaba únicamente en la cresta de un cráneo. Para
añadir a la ambigüedad de su descubrimiento, más tarde se le dio
el nombre de Australopithecus.68 Se pensaba que este hombre había
vivido hacía 1.750.000 años. Pero, pocos años después del descubri-
miento, Leakey mudó de parecer, o de imaginación, y dijo que su
descubrimiento era de un simio, no de un hombre. 69
8. El cráneo 1470: En el número de junio de 1973 de la revista
National Geographic, Richard E. Leakey, hijo de L. S. B. Leakey,
provocó una sacudida en el confuso mundo de las teorías de hom-
bres-simios anunciando que había descubierto un hombre que da-
taba de casi tres millones de años. 70 El hijo Richard afirmaba que
este Cráneo 1470 «simplemente no se ajusta a modelos previos de
los comienzos humanos». 71 Y está en lo cierto en base de las preten-
siones de los evolucionistas.
Leakey cree que la gran caja cerebral del cráneo «deja en ruinas
el concepto de que todos los fósiles antiguos pueden ser dispuestos
en una secuencia ordenada de cambio evolutivo».72 «Parece», dice
64. Biology: A Search far Order in Complexity, op. cit., pág. 406.
65. O. G. Campbell, «Cro-Magnon Man», Encyclopedia Britannica (Chicago, Ill.: William Ben-
ton, 1965), Vol. 6, pág. 792.
66. M.F. Ashley Montagu, Man: His First Mil/ion Years (World Publishing Co., 1957), pág. 73.
67. L. S. B. Leakey, «Explorii:ig 1.750.000 Years Into Man's Past», National Geographic (Oc-
tober 1961), Vol. 120, n." 4, págs. 564-589.
68. Davidheiser, Evolution and Christian Faith, op. cit., pág. 337.
69. !bid.
70. Richard E. Leakey, «Skull 1470», Nationa/ Geographic (June 1973), Vol. 143, n." 6, pgs.
819-829.
71. !bid., pág. 819.
72. /bid.
280
él, «que hubo diferentes clases de hombre primitivo, algunos de los
cuales desarrollaron grandes cerebros antes de lo que se había su-
puesto.» 73
El hallazgo de Leakey era sumamente fragmentario. Cuando
Leakey hubo «completado» su Cráneo 1470 con una concepción ar-
tística de cómo podía haber sido, parecía casi exactamente igual a
cualquier otro género africano moderno. 74 Esto realmente deja a
todos los implicados en un estado de confusión en cuanto a cuándo
realmente evolucionó el hombre. Si el hombre parecía un hombre
moderno hace tres millones de años y un hombre-simio hacia un
millón de años, entonces debió evolucionar desde la apariencia
«moderna» a la de «hombre-simio», para volver a evolucionar a la
apariencia «moderna».
Leakey concluía así: «Tengo confianza en que un día podremos
seguir la pista del hombre fósil en el este del lago Rodolfo (ahora
Lago Turkana -N. del T.) hasta los cuatro millones de años de an-
tigüedad.»75 Y si él se siente confiado acerca de ello, este autor cree
que más pronto o más tarde exhumará algún hueso y le asignará
esta fecha.
9. Mujer 333 (Lucy): En Etiopía, Donald C. Johanson no podía
dejar que Leakey le ganara a descubrimientos sensacionales. Así,
afirmó haber descubierto una famVia de hombres-simios que data-
ba de más de 3.000.000 de años. 76 El y sus colaboradores afirmaron
que todos los linajes evolutivos debían ser «revisados». Se afirmó:
«Todas las anteriores teorías del origen del linaje que lleva al hom-
bre moderno tienen que ser ahora revisadas del todo.» 77 Parece que
ahora la palabra clave en el campo :de estudio de los hombres-si-
mios es «revisión».
Johanson afirmó que su hombre-simio caminaba erguido.78 Dijo,
acerca de su hallazgo de un fósil de hembra: «Desde luego, presenta
similaridades con los especímenes de Australopithecus de Sudáfrica,
pero los aspectos primitivos de sus dientes, mandíbula, pelvis y
otras partes sugieren que Lucy puede estar más estrechamente re-
lacionada con las formas homínidas más antiguas.» 79 Pero Johanson
afirma también que su espécimen presenta una semejanza muy no-
table con el hombre moderno. Dice él: «Pasando a través de los mi-
73. !bid.
74. !bid., págs. 822-825.
75. !bid., pág. 829.
76. Donald C. Johanson, «Ethiopia Yields First "Family" of Early Man•, National Geographic
(December 1976), Vol. 150, n.º 6, pág. 791.
77. Taieb, Maurice y Johanson citados en Scientific American (December 1974), pág. 64. Ver
también: Kofhal y Segraves, The Creation Explanation, op. cit., pág. 127.
78. Johanson, «Ethiopia Yields First "Family" of Early Man•, National Geographic, op. cit.,
pág. 802.
79. !bid., pág. 805.
281
lenios, los huesos duros de 333, dispuestos como un par compuesto,
presentan un arcano parecido a los nuestros - en tamaño, forma y
función [énfasis mío, R. E. D.].» 80 ·
Los evolucionistas se burlan de la afirmación de Génesis de que
Dios hizo a la mujer de la costilla de un hombre. Pero no es ni la
mitad del milagro que intentan ejecutar los evolucionistas de tratar
de reconstruir los hombres primitivos a partir de un solo diente, o
un fémur o un pequeño fragmento de cráneo. Nos viene a la mente
lo dicho por Dobzhansky acerca de los paleontólogos, que están an-
helantes de poner a cada hallazgo el nombre de un nuevo género. Y
desde luego ello ha añadido a la confusión centrada alrededor de la
teoría evolucionista de los hombres-simios. N~ngún estudioso serio
debería permitirse ser arrastrado por la entusiasta búsqueda de los
evolucionistas en pos de sus antecesores. Este entusiasmo ha des-
truido mucha objetividad en el campo de la paleontología. Y des-
truirá la objetividad de cada persona que acepte ansiosamente cada
pronunciamiento de los paleontólogos evolucionistas.
RECAPITULACIÓN
Tenemos que recordar que los evolucionistas no pueden darnos
una respuesta al origen de la vida. Fuera de la revelación bíblica no
hay respuesta alguna. Y al estudiar la complejidad de la célula viva
y la probabilidad de que ciertos compuestos químicos se unan para
formar la primera célula únicamente por azar, tenemos que confe-
sar que la generación espontánea, como explicación de los orígenes,
está totalmente muerta. La vida es la evidencia de plan y designio,
no de azar.
Para que la evolución fuera cierta, el registro fósil debería reve-
lar fósiles de transición -fósiles que muestren que varias estructu-
ras fueron cambiando gradualmente a otras estructuras. Pero el re-
gistro fósil está vacío de tales formas de transición. El problema
mayor es que no hay fósiles de transición entre los invertebrados y
los vertebrados. Si la evolución fuera cierta, sería de esperar que
aparecieran numerosos fósiles que mostraranla transición entre las
primeras formas de vida invertebradas y las posteriores formas ver-
tebradas de vida. Pero estos fósiles de transición, simplemente, no
existen.
Otro hecho que muestra que la evolución no ha tenido lugar es
la naturaleza sin cambios de animales supuestamente prehistóri-
cos. Algunos fósiles animales han sido hallados en estratos que se
suponen de millones de años de antigüedad. Y estas mismas espe-
cies de animales han sido halladas viviendo en la actualidad. El
80. /bid., pág. 808.
282
problema que presentan estas especies sin aparente cambio en su
estructura es, para los evolucionistas, un problema importante.
¿Por qué dejaron estas especies de evolucionar?
Y luego, la supuesta poderosa evidencia acerca del hombre fósil
proviene en realidad de huesos fragmentarios. No es sorprendente
llegar a saber que todo el concepto de los hombres-simios fue basa-
do al principio sobre la suposición de que la filosofía de la evolu-
ción es verdad. Luego, cada pequeño fragmento de fósiles supuesta-
mente humanos se interpretó bajo esta luz. Pero los recientes des-
cubrimientos de los evolucionistas parecen arrojar toda la imagen
de los hombres-simios fuera de lugar. Parece que cada evolucionista
tiene sus propias opiniones acerca de estos hallazgos, dejando toda
la teoría de los hombres-simios en una nube de confusión. Pero ello
sólo es evidencia de que la teoría de los hombres-simios está en rea-
lidad basada en opiniones, no en hechos reales. Así escribía el evo-
lucionista Michael H. Day:
Si has estado examinando este libro en busca de una explicación clara y
sencilla de los detallados cambios evolutivos que han tenido como resultado la
producción del hombre moderno, es probable que te sientas frustrado. En rea-
lidad, no hay ninguna explicación sencilla disponible. El registro fósil nos ofre-
ce sólo un vislumbre de la estructura del hombre primitivo en unas pocas e in-
ciertas épocas a lo largo de la historia evolutiva. Los anatomistas hacen lo que
pueden con los pocos y· preciados hallazgos que consiguen mediante un estre-
cho examen y análisis; cada hallazgo trae nuevos conocimientos y muy a me-
nudo nuevos problemas, pero así es el camino de la ciencia.
Lo que se sabe de la evolución del hombre es aún sólo una fracción de lo
que queda por conocer."'
81. Michael H. Day. Fossil Man (New York: Bantam Books. 1971). pág. 155.
82. Robert S. Alley. Revo/t Against the Faithful (New York: J. B. Lippincott Company. 1970),
pág. 88.
283
16
El fin de la evolución
Una de las verdaderas pruebas de cualquier filosofía social de la
vida es el fruto que produce una sociedad determinada. Nuestras fi-
losofías individuales de la vida -nuestra manera de entender el
mundo-- son siempre nuestros directores subconscientes. Nos con-
ducen. Controlan la dirección de nuestras vidas, y, la mayor parte
de las veces, nuestras acciones individuales. Esta es la causa de que
nuestras filosofías particulares de la vida sean tan importantes. Y
ahí es donde la filosofía de la evolución hace su daño.
Los hay que suponen que la filosofía de la evolución es un gato
doméstico manso. Pero cuando se pone a la práctica en el terreno
social, como lo hizo Adolf Hitler, se ve en su verdadera naturaleza,
un rugiente león social.
Las buenas filosofías pueden separarse de las malas examinando
su fin lógico, sus consecuencias últimas. Es fácil para el cristiano
hacer distinciones entre filosofías buenas y malas. Puede consultar
una normativa que ha resistido la prueba del tiempo: la Biblia.
Pero, para el no cristiano, la tarea cae dentro del reino de la razón
humana. Y los humanos son falibles. Pero para algunos la razón es
lo único que tienen para conducirse. Sin embargo, tenemos que
mostrar la sinrazón del evolucionismo mediante la razón humana.
No hay contradicción entre razón y revelación. Y si la filosofía de
la evolución no puede pasar la prueba de la razón, ciertamente no
podrá graduarse en la escuela de la revelación. Si no funciona ra-
zonablemente bien en la sociedad, no puede tampoco funcionar ra-
zonablemente en el ámbito del cristianismo.
285
DESDICHADAS CONSECUENCIAS DEL PENSAMIENTO
EVOLUCIONISTA
Los siguientes puntos arrojarán luz sobre algunas de las princi-
pales consecuencias que resultan del pensamiento evolucionista.
Bajo estos puntos principales se podrían relacionar numerosos pun-
tos secundarios. Pero estos dan una imagen básica del carácter des-
tructivo de la filosofía de la evolución. Se trata de algo más que de
una teoría de laboratorio. Es un horripilante monstruo sociológico.
Todos deberían reconocerla como tal.
A. El evolucionismo destruye la objetividad poniendo prejuicios
en la mente
Se proclama muchas veces (por parte de los evolucionistas) que
los científicos evolucionistas son investigadores objetivos y de am-
plias miras. Este escritor cree que éste no es necesariamente el caso .
... los científicos tienen las debilidades de los otros seres humanos, y por al-
guna razón se comportan más emocionalmente ante el tema de la evolución
que acerca de cualquier otra cosa que venga bajo el manto de la ciencia. Al es-
cribir acerca de la evolución, los científicos hacen extravagantes afirmaciones
del tipo que los químicos y físicos jamáas harían en sus campos. Una cantidad
de ellos creen deseable o necesario hacer afirmaciones menospreciativas acer-
ca de la Biblia. En clase, los biólogos han amenazado con dar bajas notas o sus-
pender a los estudiantes que no profesaran aceptar la teoría de la evolución.'
l. Bolton Davidheiser, Evolution and Christian Faith (Philadelphia, Pa.: Presbyterian and
Reformed Publishing Co., 1969), pág. 161.
2. Theodosius Dobzhansky, Science (1958), Vol. 127, pág. 1091.
3. Bernard Delfgaauw, Evolution, The Theory of Teilhard de Chardin (New York: Harper &
Row, Publishers, 1961), pág. 10.
286
Si esto es objetividad, entonces lo que sucede es que ellos han cam-
biado el significado de la palabra.
Para los evolucionistas ateos, la evolución es más que una mera
teoría: es una ley de la naturaleza. Y cuando se presenta evidencia
conflictiva que viola esta pretendida ley, esta evidencia tiene que
ser reexaminada, o echada a un lado, o ignorada. La evidencia con-
tradictoria tiene que ser retorcida hasta que se adapte.
Con lo anterior no se quiere pretender que todos los creacionis-
tas sean objetivos. No lo son. Los creacionistas tienen también una
visión del mundo. Pero su visión del mundo se basa en la revela-
ción. Y si esta revelación es verdaderamente inspirada, entonces
cualquier tipo de teorías científicas que entren en conflicto con ella
tienen que estar en error. No se trata de ser objetivo. Es asunto de
creer si la Biblia es o no es la palabra de Dios. Y, naturalmente, hay
evidencias que los creacionistas utilizan para demostrar este extre-
mo.
Los evolucionistas, sin embargo, son en ocasiones los científicos
más poco objetivos en el área de los orígenes. Calvin S. Hall, un
evolucionista, manifestó esto: «Uno, naturalmente, puede poner en
tela de juicio si la inteligencia es o no es lo mismo que la inteligen-
cia humana, pero si uno plantea la cuestión no es realmente un evo-
lucionista, y por ello sus puntos de vista no merecen una considera-
ción seria [énfasis mío, R.E.D.].» Ciertamente, esto no es objetivi-
dad científica. Y cualquier verdadero científico reconoce esto.
W. R. Thompson escribió acertadamente: «El éxito del darwinis-
mo fue conseguido mediante una decadencia de la integridad cien-
tífica.» 5 Pero sin objetividad la ciencia queda severamente lisiada.
Los científicos tienen que tener una mente abierta. Pero la manera
de pensar de los evolucionistas ha convertido el mundo científico en
un niño impedido. Morris escribió acerca de la influencia de la evo-
lución: «Ella (la evolución) ha contribuido probablemente más a la
filosofía secularista y materialista prevalente hoy en día que cual-
quier otra influencia.» 6 Y tal filosofía en el campo de la ciencia ha
rebajado la objetividad que tan desesperadamente se necesita en
ella.
287
Dios, y hace del hombre otro animal, sujeto sólo al instinto animal
para la supervivencia o la reproducción.» 7 Naturalmente, todos los
evolucionistas negarían esto de plano. Pero este es el corazón de la
filosofía de esta teoría.
La teoría de Darwin de la supervivencia de los más aptos formó
decididamente la base de las posturas filosóficas de Karl Marx y de
Fredrich Nietzsche. Nietsche aceptó la lucha por la existencia e
hizo de ella el fundamento de su pensamiento.
Inmediatamente después de la publicación del Origen de las Es-
pecies, un profesor de Cambridge, Sedgwick, afirmó que si se acep-
taban las enseñanzas de Darwin, la humanidad «sufriría un daño
que la podría brutalizar, y hundir a la raza humana en el grado
más hondo de degradación que ninguno en el que haya caído desde
que sus registros escritos nos cuentan de su historia. 8
Cualquier filosofía que elimine a Dios, la norma moral última,
arruinará la sociedad. Naturalmente, el evolucionista se verá sobre-
saltado por esto. Pero este autor va a presentar una evidencia con-
vincente de ello en los dos puntos siguientes. Lo único que ha pre-
servado a la mayor parte sociedades ha sido lo arraigado de los
principios morales de la Deidad. Y si dependiera de los evolucionis-
tas, ellos no atribuirían -y muchos de ellos no lo hacen- tales
principios a un Creador todopoderoso.
El hombre vivirá en un plano más elevado si se da cuenta de que
está sometido a Dios. Pero quitemos a Dios del con,texto, y elimine-
mos todo sentimiento de responsabilidad hacia El por parte del
hombre, y se introduce el caos en el acto. Esto es lo que hace la fi-
losofía de la evolución. Tenemos que recordar que si la evolución es
verdad, no hay nada que pueda considerarse como un código moral
absoluto. La evolución no precisa de Dios, y sin Dios no puede ha-
ber ninguna norma absoluta y última de moralidad.
288
Cuando la filosofía de la lucha por la existencia se inserta en una
sociedad, «mata o muere» llega a ser el lema. En sus negocios, John
D. Rockefeller manifestó este tipo de pensamiento cuando dijo: «El
crecimiento de un gran negocio es meramente la supervivencia del
más apto ... » 10 La lucha por la supervivencia dice que el fin justifica
el medio. No importa lo que uno haga, lo que debe hacer es salir a
la superficie. Haz trampas, hurta, miente, sobrevive. Paul Raubic-
zak concluía:
Sin embargo la evolución ha sido hecha la base de una filosofía total. Pro-
veyó a los filósofos con un sistema metafísico y ético, influenciando así profun-
damente sus ideas acerca de la naturaleza y comportamiento del hombre. De
hecho, la filosofía basada en el darwinismo ha ejercido una influencia extre-
madamente fuerte, mucho más allá del reino de la ciencia y de la filosofía, so-
bre todo el desarrollo del pensamiento europeo. La implacable lucha a vida o
muerte por la supervivencia ha sido traducida a una nueva moralidad, como com-
petencia implacable en una sociedad capitalista, como guerra implacable en el
mundo comunista y como un implacable nacionalismo en todas partes [énfasis
mío, R.E.D.]. 11
289
de los animales superiores. Hay grandeza en esta concepción de la
vida ... » 14
Adolf Hitler quedó también cautivado por las enseñanzas evolu-
cionistas. Sir Arthur Keith, un evolucionista, dice con razón: «Hit-
ler es un evolucionista decidido, y tenemos que buscar una explica-
ción evolutiva si queremos entender sus acciones.» 15 El libro Mein
Kampf (Mi lucha) de Hitler está saturado del pensamiento evolucio-
nista. Sus discursos eran ejercicios de oratoria acerca de la lucha,
la supervivencia y la guerra. En un discurso pronunciado en Nu-
remberg en 1933 afirmó:
Así resulta el sometimiento de una cantidad de personas bajo la voluntad
a menudo de sólo unas pocas personas, sometimiento basado simplemente en
el derecho del más fuerte, un derecho que, como hemos visto en la Naturaleza,
puede ser considerado como el único derecho concebible, debido a que está ba-
sado en la razón. 16
También dijo: «El que puede vivir tiene que luchar. El que no
desee luchar en este mundo en el que la lucha permanente es la ley
de vida, no tiene derecho a existir.» 17 Y el exterminio de los judíos
por parte de Hitler, así como su guerra, serán siempre el epítome de
la «evolución en acción».
En su libro Evolution in Action, Huxley dijo: «El dolor y el su-
frimiento forman una parte del desperdicio involucrado en la ac-
ción del proceso selectivo. No podemos esperar hallar valores hu-
manos en funcionamiento en las operaciones diarias de la natura-
leza.» 18 Es chocante oír a algunos evolucionists hacer afirmaciones
justificando la guerra en el proceso evolutivo. Por ejemplo, leamos
la siguiente afirmación de Carl Wallace Miller, que es un evolucio-
nista teísta:
Así la guerra, con su evidente violación de la santidad de la vida humana,
puede ser una necesidad inescapable para la corrección de males presentes en
el cuerpo político, y puede tener como resultado el bien último de la sociedad.
En ocasiones puede ser considerada como la mejor de dos alternativas, como
una operación drástica pero esencial para la eliminación de obstáculos intole-
rables del camino del progreso humano. 19
14. Jacques Barzun, Darwin, Marx, Wagner (New York: Doubleday & Co., Inc., 1958), pág. 65.
Ver las últimas frases en el Origen de las Especies.
15. Arthur Keith, Evolution and Ethics (1947), pág. 14, citado por Thomas F. Heinze, Creation
vs. Evolution (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1973), pág. 100.
16. De la traducción inglesa de Mein Kampf(Mi lucha) (Hutchinson, 1947) y Hitler's Speeches
(Discursos de Hitler) (1942).
17. !bid.
18. Julian Huxley, Evolution in Action (New York: The New American Library, 1964), pág. 72.
19. Car! Wallace Miller, A Scientist's Approach to Relit?ion (New York: Macmillan Co., 1947),
págs. 92, 93.
290
Sería interesante saber quiénes piensa Miller que deberían ser
los que determinen cuándo la guerra debe ser utilizada como la
« ...operación drástica pero esencial para la eliminación de obstácu-
los intolerables ... » ¿Recordamos la Alemania Nazi?
20. Julian Huxley, «At Random: A Television Preview», Evolution After Darwin (Chicago: Uni-
versity of Chicago Press. 1960), Vol. Ill, pág. 41.
21. Huxley, Evolution in Action, op.cit., pág. 20.
22. Julian Huxley, Fortune Magazine (February 1965), pág. 101.
23. John R. Howitt, Karl Marx as an Evolutionist (Hants, Inglaterra: E. P. M., s/f), pág. 4.
24. The Autobiography ofCharles Darwin, Nora Barlow, ed., (Collins, 1958), pág. 87.
291
te, Dios está comenzando a parecer no un gobernante sino la última y evanes-
cente sonrisa de un Gato de Chesire. 25
292
orígenes humanos actualmente disponible». 32 Esto es una represen-
tación de la postura de aquellos que se han lanzado a la obsesión
evolucionista, y que sin embargo tratan de aferrarse a un poco de
la Biblia en un esfuerzo para que su religión secularista tenga un
poco de «teología».
La Biblia es vaciada de su inspiración por el modernista. Cada
evolucionista teísta debería levantar atentamente los oídos ante las
palabras de estos evolucionistas. El pensamiento evolucionista
coherente no tiene lugar para la Biblia. Thomson y el grupo que él
representa dejan la Biblia a merced de la evolución. Y más tarde o
más temprano cada evolucionista teísta tendrá que afrontar el pro-
blema de o bien aceptar de todo corazón la teoría de la evolución
o de aceptar -de todo corazón- la Biblia. No puede haber compo-
nendas entre estos dos campos de pensamiento. El diligente respeto
hacia y deseo de aceptar y creer una postura llevará al rechazo de
la otra.
La postura de compromiso de la evolución teísta no es lógica. Es
tan sólo una progresión desde el terreno bíblico hacia el de la evo-
lución. Davidheiser estaba en lo cierto al decir: «No importa cuál
sea el enfo'\ue, el evolucionismo teísta conduce lógicamente al mo-
dernismo.» 3 Y el evolucionismo es modernismo.
«La aceptación de la evolución va seguida lógicamente por el re-
chazo de una concepción elevada de la inspiración bíblica, luego
por el rechazamiento de la doctrina de la Caída y de la Maldición,
y finalmente por el rechazamiento de la expiación vicaria.» 34 Y las
consecuencias siguen y siguen. Si la evolución entra, la religión, ló-
gicamente, tiene que salir.
32. Robert S. Alley, Revolt Against the Faithful (New York: J. B. Lippincott Company, 1970),
pág. 88. Ver también: John A. T. Robinson, Buth That I Can't Believe (New York: New American
Library, 1967), pág. 39.
33. Davidheiser, Evolution and Christian Faith, op. cit., pág. 172.
34. Henry M. Morris, The Twilight of Evolution (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House,
1963). pág. 23.
35. Thomas F. Heinze, The Creation vs. Evolution Handbook (Grand Rapids, Mich.: Baker
Book House, 1972), pág. 84.
293
lagros. La evolución es un proceso de eliminación, una eliminación
total de la religión.
Sin una norma de moralidad, la sociedad se deteriora. El hom-
bre ha demostrado que es incapaz de establecer ninguna norma
real de vida recta. Tiene que haber algo más elevado. Tiene que te-
ner una autoridad superior a la suya propia. Si quitamos la Biblia
de la escena, ¿con qué ajustará su vida? No quedaría nada con lo
que pudiéramos regir nuestras vidas de una manera coherente. Y
muchos evolucionistas ateos desean precisamente esto. «La historia
del siglo pasado ha mostrado una y otra vez», advierte Davidheiser,
«que al ser aceptada la teoría evolucionista por la sociedad, la fe
cristiana se deteriora». 36 Y cuando la fe cristiana se deteriora, se in-
troduce el caos. «Tal como se siembra, así se segará. Y el hombre
ha sembrado un viento evolucionista. Por ello, está cosechando un
devastador torbellino, y seguirá cosechándolo hasta que abandone
esta falsa filosofía.» 37 Acworth presenta correctamente al hombre
moderno de la siguiente manera:
Los modernos psicólogos tienden a tratar las tendencias del hombre hacia
la concupiscencia, agresión, crueldad, cobardía y todo el resto como cosas «na-
turales», y en base de la suposición de que se trata simplemente de partes de
la naturaleza animal del hombre; y en ello están totalmente en lo cierto, si la
teoría de la evolución es cierta. 38
294
ción es un hecho demostrado, muchos estudiantes, por respeto a los
científicos, simplemente aceptan estas afirmaciones crédulamente y
por las buenas. «Desafortunadamente, la historia de la evolución ha
recibido tanta publicidad de parte de científicos, enciclopedias, li-
bros de texto y otras fuentes de información por lo general fiables
que la persona promedio de la actualidad la ha aceptado como ver-
dad sin poner en tela de juicio la fuente o naturaleza de la informa-
ción.» 39 Esto es cierto no sólo de aquellos que están relativamente
faltos de instrucción en los campos científicos, sino también de
aquellos que son científicos en otros campos que los centrados es-
pecíficamente alrededor del estudio de la evolución.
Los científicos especializados no tienen tiempo de ser especialis-
tas en campos de estudio ajenos al propio. Simplemente, tienen que
aceptar por las buenas los resultados de otros. Y esto ha llevado a
muchos eruditos científicos a aceptar las conclusiones evolucionis-
tas de biólogos, paleontólogos y otros que trabajan directamente en
base de presunciones evolucionistas.
Esto explica ... por qué muchas personas brillantes han sido conducidas a
aceptar alguna forma de evolución. No teniendo acceso a toda la supuesta evi-
dencia por sí mismos, han sido barridos por el abrumador coro de afirmacio-
nes de parte de otros que tienen más fe que hechos. 40
39. David D. Riegle, Creation or Evolution? (Grand Rapids, Mich.: Zondervan Publishing
House, 1972). págs. 79, 80.
40. James F. Coppedge, Evolution: Possible or lmpossible? (Grand Rapids, Mich.: Zondervan
Publishing House, 1975), pág. 184.
41. Paul E. Little, Know Why You Believe (Wheaton, Ill.: Scripture Press Publications, Inc.,
1968), pág. 64.
42. F. Bettex, Science and Christianity (New York: The Abingdon Press).
295
B. Apremiados a complacer
Muchos estudiantes son presionados a aceptar la filosofía de la
evolución debido a su deseo a conformarse a la norma del pensa-
miento. «Todos los demás lo creen, ¿y por qué yo no?» Pero este es
un enfoque peligroso para la verdad, y destructor de la objetividad.
Uno puede fácilmente involucrarse en lo que parece ser una filosofía de
moda, la cosa «in» entre sus compañeros. El factor decisivo es la presión a
adaptarse, tanto si está bien como si está mal. Siempre se precisa de valor y
de honradez intelectual para buscar la verdad frente a la obligación a ser con-
siderado «in» debido a ser «Ígual». 43
296
sonas instruidas creen en la evolución es simplemente porque se les ha dicho
¡que la mayor parte de las personas instruidas creen en la evolución! Muy po-
cas veces puede tal persona hacer mucho más que repetir unas pocas de las
«evidencias de la evolución» normativas y casi nunca ha dado ninguna seria
consideración a la cuestión de sus verdaderas implicaciones. 48
297
hombres que deseaban eliminar la idea de Dios, y que no sabían
nada, o muy poco, acerca de las Escrituras.» 53 Muchos evolucionis-
tas lo son no debido a que han sido científicamente llevados a creer
en la evolución, sino debido a que han querido creer en la evolución.
298
posición.» 57 Y, con referencia al fraude del Hombre de Piltdown y
a otros «fraudes científicos», Gish añadía: «El éxito de este fraude
monumental sirvió para demostrar que los científicos, lo mismo
que todos los demás, son muy susceptibles a encontrar lo que bus-
quen, sea que esté allí o no.» 58 Sí, nunca debemos olvidar que los
científicos son humanos. Y ser humano significa que uno funciona
dentro de ciertas presuposiciones y prejuicios. Ser científico no le
libra a uno de estas emociones y actitudes vitales.
F. Presuposicionismo
«Sean cuales fueren las posturas que se tengan acerca del origen
de la humanidad, nadie duda seriamente que el hombre haya des-
cendido de los animales ... » 59 Esto es lo que los evolucionistas dicen.
Ellos presuponen que la evolución es un hecho ya demostrado, y
que· por ello tenemos que aprender más para hacer que concuerden
nuestras teorías evolutivas de los orígnes. Pero la verdad es que los
evolucionistas meramente suponen que la evolución es cierta. Y a
partir de aquí llevan a muchos a creer que su presuposición es un
hecho. Pero esto, naturalmente, no la convierte en un hecho.
Arrastrados por el entusiasmo evolucionista, muchos científicos
confunden sus filosofías con los hechos. Luego, presentan sus filoso-
fías al público como si fueran hechos demostrados. Little escribió:
Algunos científicos se dan a hacer afirmaciones que van más allá de los he-
chos. Estas afirmaciones son, en realidad, interpretaciones filosóficas de los
hechos que no tienen el mismo peso de autoridad que los hechos mismos. De-
safortunadamente, pocas veces se distingue entre los hechos y la interpreta-
ción en las mentes de los oyentes.6°
299
Muchos estudiantes de universidad que creen en la creación leen
afirmaciones como la anterior, sólo tragan saliva, y esperan lo que
salga. Es desafortunado que tales enseñanzas tengan tan a menudo
el campo libre sin ningún reto ni refrenamiento. Deberían ser repu-
diadas, especialmente en libros que se supone son documentaciones
científicas de los hechos de la biología.
Cuando alguien levanta la mano para poner en cuestión tales
afirmaciones, con frecuencia se enfrenta con el más intenso ridícu-
lo. Una afirmación en el Saturday Evening Post acerca de los evolu-
cionistas y aquellos que critican la teoría dice: «La crítica (contra
la evolución) es en ocasiones considerada, y quizá dirigida, como un
profundo insulto personal.» 62 Quizá los evolucionistas se sientan in-
sultados porque saben que no pueden demostrar su teoría. Saben
que estas críticas son un ataque en contra de su carácter científico,
no en contra de su insostenible teoría. Es un ataque en contra de su
religión, el evolucionismo.
300
compañero científico la pone en tela de juicio.» 65 Ello explica las
reacciones de los evolucionistas ante cualquiera que quiera criticar
su religión.
La creciente evidencia en contra de la evolución obligará al final a los evo-
lucionistas americanos a afrontar el hecho de que su posición es insostenible.
Algunos entonces explorarán con apertura de miras la idea de la creación, en
tanto que otros indudablemente persistirán en el materialismo a cualquier
precio, y se volverán a formas del lamarckismo o seguirán a Oparín en la
creencia comunista de que la materia se desarrollará intrínsecamente por su
propia acción.6 6
65. Henry M. Morris, Carta al Director, JASA (March 1970), pág. 36, citado por John C. Whit-
comb, The World that Perished (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1973), pág. 122.
66. Coppedge, Evolution: Possible or lmpossible?, op. cit., pág. 180.
67. Henry M. Morris, «Revolutionary Evolutionism», /CR Impact Series (San Diego, Ca.: Ins-
tituye for Creation Research, 1979), pág. i.
301
lucionistas se indignaron, pero ahora sus propios colegas están emitiendo la
misma acusación.6 8
302
lagos están solamente diciendo que nuestro comportamiento ha
evolucionado junto con nuestros cuerpos. La conducta y el cuerpo
se hallan bajo el control del ADN. Robert Trivers, uno de los más
importantes promotores de la sociobiología en América, dijo:
Una vez aprendí lo que era la selección natural, resultó claro que durante
cien años desde Darwin no se había hecho casi ningún trabajo para aplicar sus
razonamientos a la conducta social. Era una increíble oportunidad poderse
mover dentro de este enorme vacíb. 72
RECAPITULACIÓN
Los frutos de la evolución son abundantes. Pero están todos po-
dridos. La sociobiología es sólo una reciente extensión de los prin-
cipios evolucionistas. La guerra, el crimen, robos, asesinatos y odio
constituyen parte integrante de la lucha evolutiva por la supervi-
vencia. Nada hay que sea malo. Nada hay que vaya en contra de
ninguna ley moral, porque no hay ninguna ley moral en base de la
filosofía de la evolución. Haz lo que te dé la gana. Vive tu propia
vida. Consigue todo lo que puedas. Haz todo lo que puedas en la
vida para conseguir placer. Toda la vida es una lucha, una lucha
para sobrevivir por encima de nuestro hermano. Este es el fin real
del pensamiento evolucionista. Este es el verdadero sabor de este
amargo fruto.
303
17
Arqueología y Biblia
La arqueología es el estudio de los objetos antiguos. Es un exten-
so campo de estudio que incluye la excavación y desempolvamiento
de cualquier reliquia del pasado. Este capítulo tratará acerca de
una sola área del campo de la arqueología. Aquí, nuestra atención
se centrará en la arqueología bíblica, o el estudio de los objetos an-
tiguos en su relación con las Escrituras. Podemos definir la arqueo-
logía bíblica como «un examen de objetos antiguos que se perdie-
ron y han vuelto a ser hallados, en cuanto estos objetos recuperados
se relacionan con el estudio de las Escrituras y la ilustración de la
vida en los tiempos bíblicos». 1 Este será el principal propósito de
este capítulo.
Nuestra indagación en el campo de la arqueología bíblica dará
evidencias que verifican la historicidad de la Biblia. Los críticos,
tanto del presente como del pasado, han dirigido constantemente
sus ataques contra la precisión histórica de las Escrituras. Pero al
irse desenterrando artículos del mundo bíblico, ¡va enterrándose el
concepto de cualquier contradicción entre la Biblia y la historia!
El universalmente famoso arqueólogo Nelson Gluek hizo en una
ocasión la siguiente afirmación: «Nunca se ha hecho ningún descu-
brimiento arqueológico que contradiga o contravenga las afirma-
ciones históricas de las Escrituras.» 2 Los críticos se han visto silen-
ciados en más de una ocasión por el golpe de una piqueta contra un
monumento recién descubierto. Una vez tras otra los acontecimien-
tos de las Escrituras han sido demostrados como exactos mediante
l. Howard F. Vos, An lntroduction to Bible Archaeology (Chicago, 111.: Moody Press, 1959),
pág. 8.
2. New York Times (October 28, 1956).
305
hallazgos arqueológicos. Así que ¿no sería razonable admitir la
exactitud de aquellos acontecimientos que no tienen respaldo ar-
queológico? Si cien pasajes han sido demostrados ciertos mediante
la evidencia externa, ¿podemos dudar con justicia de un pasaje que
pueda carecer de apoyo externo? En años recientes, la arqueología
bíblica se ha dirigido más hacia el campo de la crítica textual. Se
han hecho incontables descubrimientos que arrojan luz sobre el sig-
nificado de palabras griegas y hebreas. Estos estudios ayudan en
gran manera a los estudiosos de la Biblia en la comprensión del tex-
to de la Biblia.
La arqueología bíblica como un todo es una evidencia externa
en el estudio de las evidencias cristianas. Y es una de las más po-
derosas evidencias que apoyan la veracidad de la Biblia -de toda
la Biblia-.
Es imposible en este breve capítulo examinar la totalidad de las
evidencias arqueológicas que apoyan la historicidad de la Biblia. El
autor citará solamente unos pocos descubrimientos arqueológicos,
esperando que el lector se sienta estimulado a examinar la abun-
dancia de evidencias en este campo de estudio que confirman la
exactitud de las Escrituras. La mayor parte de los descubrimientos
que serán relacionados en este capítulo pueden encontrarse en casi
cualquier enciclopedia. Cada estudioso de la Biblia debería poseer
un libro de arqueología bíblica. El campo es extenso, y también es
extensa la selección de libros acerca de este tema.
Cada año se hacen nuevos descubrimientos que nos dan un pe-
queño atisbo de edades pretéritas. De manera especial, siguen aflo-
rando a la superficie pequeños fragmentos de información que arro-
jan nueva luz sobre las costumbres y lenguajes de los tiempos bí-
blicos. La importancia de estos temas no puede ser destacada en ex-
ceso. Tampoco pueden los escépticos ignorar aquellos descubri-
mientos que confirman las afirmaciones bíblicas.
Examinemos algunos de los principales descubrimientos que se
han hecho en el pasado. Se trata de descubrimientos que han silen-
ciado la mayor parte de los ataques de los escépticos. De hecho, es
en raras ocasiones que se oye en la actualidad a nadie negar la
exactitud histórica de la Biblia. Se ha desarrollado tal atmósfera
centrada sobre la historia de la Biblia gracias a los descubrimientos
arqueológicos que se ha acallado la boca de cada escéptico.
LA ESTELA MOABITA
306
centímetros. 3 En aquel tiempo Klein no tenía ni idea de la verdade-
ra importancia de esta piedra ni del significado de su preciadísima
inscripción. Pero sentía curiosidad por saber de qué se trataba.
Klein volvió a Alemania para conseguir dinero para comprar la
piedra a los árabes. Durante el tiempo que estuvo en Alemania, un
erudito francés llamado Clermont-Ganneau, que estaba trabajando
en Jerusalén, oyó del descubrimiento del misionero alemán y en el
acto emprendió la marcha hacia Dibón, Moab, donde había sido
descubierta la piedra.
Rodeado de árabes hostiles, Clermont-Ganneau consiguió un re-
calco (esto es, una reproducción facsímil) de la inscripción. (Somos
afortunados de que la consiguiera. Después de haber conseguido el
recalco, los árabes calentaron la piedra y echaron agua fría sobre
ella para romper en pedazos lo que ellos creían eraun ídolo supers-
ticioso.) Cuando Clermont-Ganneau volvió para ofrecer a los árabes
alrededor de dos mil dólares (unas cinco veces el precio que les
ofrecía Klein), la piedra ya había desaparecido. Después de muchos
meses de búsqueda sólo se descubrieron alrededor de dos terceras
partes de la inscripción. Pero seguía existiendo el recalco de la ins-
cripción completa que había hecho Clermont-Ganneau.
Este monumento fue tallado durante el reinado de Mesa, rey de
Moab (alrededor del 850 A.C.). Se trataba de un tributo a Quemós,
la deidad moabita. Este Mesa es el mismo Mesa de 2 Reyes 3:4, 5.
El mensaje básico de la inscripción cuenta como Quemós, la deidad
moabita, se enojó contra Moab y los entregó a servidumbre bajo los
israelitas. Habla de cómo las ciudades y tierras de Moab fueron de-
vueltas a Mesa en sus días. Revela también cómo Mesa se rebeló
contra Acab, rey de Israel.
La inscripción contiene treinta y nueve líneas de escritura en
moabita, un lenguaje estrechamente relacionado con el hebreo bí-
blico. El alfabeto es el antiguo o paleohebreo, como el utilizado
para la Inscripción de Siloé y las Cartas de Laquis». 4 Melvin Kyle
destaca la importancia de lo avanzado del escrito de esta inscrip-
ción al escribir:
Siendo su excelente y sumamente desarrollado alfabeto superior en aquella
importantsima combinación de legibilidad y simplicidad a cualquiera incluso
de los pretendidos alfabetos científicos de hoy, les ha parecido a muchos que
señala a un desarrollo literario que bien podría cubrir todo el período pasado
de la historia nacional de Israel hasta el mismo Éxodo. El posterior descubri-
miento de la inscripción de Siloé, de la tableta del Calendario de Gezer, y otros
fragmentos de menor importancia, en tanto que no añaden demasiado, si algo,
3. A. H. Sayce, «Moabite Stone•, lnternational Standard Bible Encyclopedia, James Orr., ed.
(Grand Rapids, Mich.: Eerdmans Publishing Co., 1939), Vol. 3, pág. 2.071.
4. «Moabite Stone», The Biblica[ World, Charles Pfeiffer, ed. (Grand Rapids, Mich.: Baker
Book House, 1966), pág. 396.
307
a la evidencia proveída por la estela moabita, sí que sirven uniformemente
para fortalecer y confirmar esta previsión de información acerca del carácter
literario de la era precedente.;
5. Levin G. Kyle, The Deciding Voice of the Monuments in Biblical Criticism (Ohio: Bibliot-
heca Sacra Co., 1912), págs. 275, 276.
308
EL OBELISCO NEGRO DE SALMANSAR III
En 1846 un joven abogado llamado Henry Layard, de Constan-
tinopla, hizo un descubrimiento que abrió las puertas del conoci-
miento de la antigua historia de Asiria. 6 Se podría decir que fue uno
de los más valiosos descubrimientos hechos por la menor inversión
jamás pagada. Cuando Layard dejó Constantinopla tenía sólo 120
dólares para gastos. Parece casi asunto de suerte que llegara siquie-
ra a sobrevivir, no ya a llevar a cabo un descubrimiento que atrae-
ría el interés de todo el mundo.
Mientras llevaba a cabo sus excavaciones de aficionado en Nim-
rod, situada en la región alta de Mesopotamia, se encontró un mo-
numento memorial u obelisco hecho por Salmansar III, rey de Asi-
ria. El obelisco era un pilar cuadrado de limolita negra de dos me-
tros de altura. Presentaba cinco hileras de burdos bajorrelieves ins-
critos en sus lados. 7 Arriba y abajo de las inscripciones había expli-
caciones de los relieves escritas en cuneiforme.
Este obelisco era una conmemoración de las victorias de Sal-
mansar III. Las inscripciones de este monumento nos son de gran
valor en la actualidad por su mención de Jehú, rey de Israel. Estas
inscripciones representan a Jehú inclinándose ante Salmansar III.
Esta es, de pasada, la única figura que tenemos representando a un
rey de Israel. Jehú reinó en Israel desde el 841 hasta el 814 a.C. Sal-
mansar III reinó en Asiria desde el 859 hasta el 824 a.c. El monu-
mento verifica que estos dos reyes fueron contemporáneos. Werner
Keller escribe así tocante a este obelisco:
El pilar, u obelisco como se le llama, fue erigido en un lugar público cerca
del palacio de Salmansar para conmemorar los logros de los primeros treinta
y un años de su reinado. Los relieves muestran representantes de cinco regio-
nes sometidas a Salmansar trayéndole tributo. En la segunda hilera de relieves
delante del obelisco vemos a Jehú rey de Israel arrodillándose ante Salman-
sar.8
309
ner la alianza con Hazael, rey de Damasco. El obelisco menciona a
«Acab, rey de Israel» como teniendo los más poderosos ejércitos del
grupo militar que luchó contra Salmansar en Karkar. Esto consti-
tuye una confirmación del reinado de Acaben el siglo IX a.C. Cuan-
do Jehú vino a ser rey de Israel decidió pagar tributo en vez de lu-
char contra Salmansar. La inscripción dice: «Tributo de Jehú hijo
de Omri; plata, oro, tazones de oro, cálices de oro, ánforas de oro,
plomo, un cetro real, estacas, yo recibí de él.»
Salmansar utiliza la expresión «hijo de Omri» en referencia a
Jehú como sucesor de Omri, no como hijo literal de Omri. Ococías
y Joram reinaron después de Acab y antes de Jehú. Omri reinó
antes de Acab. Elmer Mould escribió lo siguiente acerca del tributo
pagado por Jehú:
Durante unos cinco años Jehú permaneció a salvo en la protección pagada
a Asiria. Luego, en el 839 a.c., Salmansar volvió al ataque sobre el reino de Da-
masco. En esta ocasión pudo conquistar cuatro ciudades sirias, aunque no
pudo tomar Damasco. Tomó tributo de Tiro y Sidón pero no se hace ninguna
mención de exacción alguna a Jehú, quizá debido a que Jehú estuviera pagan-
do con regularidad, o quizá debido a que Salmansar se retiró antes de que pu-
diera cobrar.'º
LA INSCRIPCIÓN DE SISAC
Tenemos que examinar ahora otro significativo descubrimiento
acerca de la relación de Israel con Egipto en el siglo x a.C. En mo-
numentos erigidos en Egipto se atribuye a Sisac la fundación de la
22.ª Dinastía de faraones egipcios. Al final de la 21.ª Dinastía, que
quedó marcada 1?ºr la muerte de Pasebkhanu II, Sisac accedió al
trono de Egipto. 1 Su reinado se extendió desde el 945 hasta el 924
a.c.
En 1 Reyes 11 se registra que cuando Salomón se enemistó con
Jeroboam, éste se vio obligado a huir a Egipto. Este acontecimiento
10. Elmer Mould, Essentials of Bible History (New York: Ronald Press Co .. 1951), pág. 239.
11. T. Nicol, «Shishak», lnternational Standard Bible Encyclopedia, op. cit., Vol. 3, pág. 2.777.
310
tuvo lugar durante el reinado de Sisac. Así, Jeroboam estuvo en
Egipto mientras Sisac era faraón. Cuando Salomón murió, Jero-
boam volvió a Palestina para gobernar sobre las diez tribus del nor-
te de Israel. Esto fue en cumplimiento de una profecía hecha por
Ahías (1 Reyes 11:31 y ss.). Al mismo tiempo, Roboam reinó sobre
las tribus meridionales de Israel. Roboam había estado en el trono
de Judá durante unos cinco años cuando Sisac comenzó su saqueo
de Palestina. En 1 Reyes 14:25 leemos:
Al quinto año del rey Roboam subió Sisac rey de Egipto contra Jerusalén,
y tomó los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa real, y lo sa-
queó todo; también se llevó todos los escudos de oro que Salomón había hecho
(cp. 2 Crónicas 9:1-5).
311
rey de Asiria, y peleó contra Asdod y la tomó.» En este pasaje Sar-
gón es llamado rey de Asiria. Los críticos decían que la Biblia era
inexacta en este punto. Pero era poco lo que se sabía acerca del im-
perio de Asiria cuando se hizo esta crítica. La crítica estaba basada
en el hecho de que no se encontraba el nombre de Sargón entre los
reyes de Asiria.
Pero a mediados del siglo XIX todo ello cambió. Fue en este pe-
ríodo que Paul-Emile Botta, un cónsul francés, descubrió las ruinas
del palacio de Sargón II en Korsabad, situada en el extremo septen-
trional del río Tigris. 14 Sus expediciones condujeron más tarde al
descubrimiento de muchos y valiosos documentos que relataban las
campañas de Sargón a lo largo de su reinado. Se descubrieron un
total de 22.000 tabletas en Korsabad y regiones a su alrededor.
Estas tabletas han dado una gran cantidad de conocimiento con
respecto a los tiempos bíblicos. Examinemos algunos detalles rele-
vantes.
El 725 a.C. Salmansar V puso sitio a Samaria, la capital de Is-
rael. Luchó en contra de la ciudad durante un tiempo de aproxima-
damente tres años. Al acabar el sitio, Salmansar desapareció mis-
teriosamente de la escena y Sargón II terminó la tarea de destruir
la ciudad. En 2 Reyes 17:3 se atribuye a Salmansar el comienzo del
asedio contra Israel. En el versículo seis se afirma simplemente que
«el rey de Asiria» acabó el asedio de Samaria. En sus registros per-
sonales, Sargón afirma la victoria final.
No hay contradicción aquí entre la Biblia y la historia secular.
Los anales de Sargón simplemente prosiguen allí donde la Biblia
acaba. Salmansar comenzó la guerra contra Israel y su capital, y
Sargón II, que más tarde vino a ser rey de Asiria, acabó la tarea.
Después de haber capturado la ciudad, los registros de Sargón afir-
man que se llevó a 27.290 prisioneros al cautiverio. «Asedié y cap-
turé Samaria, llevándome a 27 .290 prisioneros que vivían allí. SO
carros recogí de entre ellos ... » 15
Comentando acerca de la guerra de Asiria contra Israel, D. J.
Wiseman dice: «Sargón deportó a algunos de los prisioneros de Sa-
maria a Gozán o Guzana (Tell Halab), donde las excavaciones han
mostrado evidencia de la presencia de los exiliados judíos. También
registra el reasentamiento en la ciudad de gentes traídas de partes
distantes de su imperio.» 16 Esto es exactamente lo que la Biblia
dice en los siguientes pasajes:
14. Henry Halley, Halley's Bible Handbook (Grand Rapids, Mich.: Zondervan Publishing Co.,
1956), págs. 287, 288.
15. R. K. Harrison, The Archaeology o( the Old Testament (New York: Harper & Row Publis-
hing, 1966), pág. 78.
16. D. J. Wiseman, Illustrations From Bib/ical Archaeology (Grand Rapids, Mich.: Eerdmans
Publishing Co., 1958), pág. 60.
312
En el año nueve de Oseas, el rey de Asiria tomó Samaria, y llevó a Israel
cautivo a Asiria, y los puso en Halah, en Habor junto al río Gozán, y en las ciu-
dades de los medos (2 Reyes 17:6).
Y trajo el rey de Asiria gente de Babilonia, de Cuta, de Ava, de Hamat y de
Sefarvaim, y los puso en las ciudades de Samaria, en lugar de los hijos de Is-
rael; y poseyeron a Samaria, y habitaron en sus ciudades (2 Reyes 17:24).
313
Se puede decir con seguridad que uno que no esté bien familiarizado con
Sargón II y sus tiempos difícilmente está en una posición para apreciar plena-
mente ni la historia religiosa ni la política de la Monarquía Dividida, ni el mi-
nisterio anterior y los mensajes del gran profeta Isaías. 21
314
el occidente de la ciudad de David» (2 Crónicas 32:30). Ezequías cu-
brió entonces el estanque de Gihón a fin de que los asirios no tuvie-
ran agua durante el asedio de Jerusalén. La última información que
tenemos de este túnel en la Biblia está al final del reinado de Eze-
quías: «Los demás hechos de Ezequías, y todo su poderío, y cómo
hizo el estanque y el conducto, y metió las aguas en la ciudad, ¿no
está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?» (2 Re-
yes 20:20).
Irónicamente, este túnel se perdió con el transcurrir de la histo-
ria. La última mención que se hace de él es en el libro apócrifo de
Eclesiástico (Eclesiástico 48: 17 - escrito alrededor del 200 a.C.). 23
Es evidente que el túnel era desconocido durante la época de Josefa
(37-115 d.C.) por cuanto él no hace ninguna mención del tal en sus
escritos ni en su descripción de Jerusalén. 24 El redescubrimiento del
túnel fue hecho por Edward Robinson, un erudito americano, y Eli
Smith, un misionero en Siria. Hacia el principio del siglo diecinue-
ve anduvieron toda la longitud del conducto y vieron que tenía una
longitud total de 533 metros. 25 Otras características del túnel era su
curso en zig-zag y su altura media de alrededor de 1,80 metros.
El descubrimiento más significativo acerca del túnel fue hecho
accidentalmente por un jovencito en 1880. Mientras jugaba cerca
del estanque de Siloé, resbaló y cayó. Desde donde estaba tendido
se dio cuenta de la existencia de unas marcas hechas burdamente
en el lado de la pared. 26 El jovencito le dijo a su maestro, Conrad
Schick, lo que había descubierto. Cuando Schick investigó esta ins-
cripción vio que las marcas cubrían una área aproximadamente del
mismo tamaño que un diario, de alrededor de 75 centímetros de
longitud. Después de más investigación se descubrió que la inscrip-
ción estaba escrita en hebreo clásico.
Para la erudición mundial, esta inscripción «constituye un im-
portante artículo en la colección más bien escasa de material dispo-
nible para el paleógrafo hebreo». 27 G. Ernest Wright dijo, acerca de
la importancia de la inscripción, que «ha sido durante muchos años
la pieza más monumental de escritura en palestino israelita, y otras
inscripciones hebreas han sido datadas ~or comparación de las for-
mas de las letras que aparecen en ella». 8 La inscripción fue escrita
en caracteres cursivos. Esta escritura era contemporánea de los
días de Ezequías, alrededor del 700 a.C. 29 La inscripción dice así:
23. T. Witton Davies, «Sirach», lntemational Standard Bible Encyclopedia, op. cit., pág. 2.813.
24. Ver la descripción que hace Josefo de Jerusalén, Guerras de los Judíos, Libro V, Capítulo IV.
25. «Siloam Inscription», The Bíblica[ World, op. cit., pág. 531.
26. Mould, Essential of Bib/e History, op. cit., pág. 54.
27. Harrison, The Archeology of the Old Testament, op. cit., pág. 80.
28. G. Ernest Wright, Bíblica/ Archaeology (Philadelphia: Westminster Press, 1957), pág. 169.
29. «Siloam Inscription», The Biblical World, op. cit., pág. 532.
315
El túnel está acabado. Esta es la historia del túnel. Mientras que los pica-
dores levantaban el pico, cada uno hacia su vecino (desde los extremos opues-
tos), y mientras estaban aún a una distancia de tres codos, se oía la voz del uno
llamando al otro; y después de esto pico chocó contra pico: y las aguas fluye-
ron desde la fuente al estanque, 1.200 codos, y 100 codos era la altura de la
roca encima. 30
316
En cuanto a Ezequías, el judío, él no se sometió a mi yugo, puse sitio a 46
de sus ciudades fuertes y a las incontables aldeas de su vecindad, y las con-
quisté mediante rampas de bien apisonada (tierra), y arietes traídos cerca (de
los muros) (en combinación con) el ataque de soldades de infantería, (utilizan-
do) minas, brechas así como con trabajos de zapa. Expulsé (de ellos) 200.150
personas, jóvenes y viejos, varones y hembras, caballos, mulas, asnos, came-
llos, ganado mayor y menor incontable, considerándo(los) botín. A él mismo lo
hice prisionero en Jerusalén, su residencia real, como un pájaro en una jaula .35
35. Ancient Near Eastern Texts Related to the Old Testament, J. E. Pritchard, ed. (Princeton:
Princeton University Press, 1969), pág. 287.
36. Keller, The Bible as History, op. cit., pág. 269.
317
contra la ciudad de Jerusalén, y le puso sitio. La ciudad cayó el 15/
16 de marzo. Un relato babilónico de este acontecimiento dice así:
En el año séptimo, el mes de Kisleu, el rey de Addad movilizó sus tropas,
marchó hacia la tierra de hatti, y acampó contra (esto es, asedió) la ciudad de
Judá y en el segundo día del mes de Adar capturó la ciudad y tomó preso al
rey. Señaló allí a un rey de su propia elección (lit.: corazón), recibió su pesado
tributo y (los) envió a Babilonia.37
37. D. J. Wiseman, Chronic/es ofCha/dean Kings (London: British Museum, 1956), pág. 73.
38. «Jeioiachin», Zondervan Pictorial Bible Dictionary, Merrill C. Tenny, ed. (Grand Rapids,
Mich.: Zondervan Publishing House, 1968), pág. 406.
39. John C. Whitcomb, Old Testament Kings and Prophets (chart) (Winona Lake, Ind.: Grace
Theological Seminary, 1966).
40. Keller, The Bible as History, op. cit., pág. 285.
41. !bid., pág. 286.
318
Judá». Las tabletas le identifican como «Yaukin, rey de la tierra de
Yahud». 42 Era evidente que Weidner había encontrado los recibos
de las raciones del rey de Babilonia, que daban testimonio de que
el rey de Babilonia había dado alimento con regularidad al rey de Ju-
dea. Esto es exactamente lo que Jeremías y 2 Reyes habían afirmado.
De pasada, mencionados como raciones en las tabletas aparecen
artículos como cebada y aceite pagados a ciertos cautivos que vi-
vían cerca de Babilonia. También se mencionan los países de Egip-
to, Asia Menor, Elam, Media, Persia, Fenicia, Filistea y Judea. 43 Un
descubrimiento de tal calibre fue una confirmación maravillosa de
la Biblia y de su precisión histórica.
EL CILINDRO DE CIRO
Isaías profetizó durante los años 739 a 695 a.C. 44 Durante este
tiempo dio una profecía concerniente a un hombre llamado Ciro.
«Así dice Jehová a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano
derecha, para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de re-
yes; para abrir delante de él puertas, y las puertas no se cerrarán»
(Isaías 45: 1). Esta profecía se dio aproximadamente 200 años antes
de su cumplimiento.
Veamos ahora cómo se cumplió esta profecía. Ante todo, consi-
deremos Daniel 5:25-28. Aquí Daniel está hablando acerca de la
caída de Belsasar.
Y la escritura que trazó es: MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN. Ésta es la
interpretación del asunto: MENE: Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin. TE-
KEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto. PERES: Tu reino ha
sido roto, y dado a los medos y a los persas.
319
se apoderó de Babilonia. Una parte de la inscirpción acerca de la
caída de la ciudad de Babilonia dice lo siguiente:
Marduk ... miró por todo el país buscando un conductor religioso ... Él pro-
nunció el nombre de Ciro, rey de Ansán, y lo declaró el gobernante de todo el
mundo ... lo puso de camino a Babilonia, caminando a su lado como un verda-
dero amigo. Sus numerosas tropas -su cantidad, como la del aguá de un río,
no podía ser calculada- paseaban al lado, con sus armas enfundadas. Sin nin-
guna batalla, él (esto es, Marduk) le hizo (Ciro) entrar en su ciudad (de Mar-
duk), Babilonia, ahorrando ninguna calamidad a Babilonia. Entregó en sus
manos a Nabunaid, el rey que no le adoraba.••
46. «Cyrus Cylinder», The Bíblica/ World, op. cit., pág. 178.
47. Whitcomb, Old Testament Kings and Prophets, op. cit.
48. Keller, The Bible as History, op. cit., pág. 310, 311.
49. «Cyrus Cylinder», The Bíblica/ World, op. cit., pág. 178.
320
La política de Ciro era exactamente la opuesta a la de los reyes
asirios y babilónicos. Ellos tomaban a los pueblos de las tierras que
conquistaban y los dispersaban por todo el imperio. En cambio,
Ciro dejaba que los exiliados--volvieran a sus propias tierras para
morar en ellas en paz. Esto es exactamente lo que afirma la Biblia.
E Isaías había profetizado estos eventos 200 años antes de su cum-
plimiento.
CONFIRMACIÓN ILIMITADA
Hay docenas de artefactos arqueológicos que iluminan la histo-
ria de la Biblia así como los lenguajes y costumbres de los tiempos
bíblicos. Hay las tabletas de Mari que fueron escrituras primaria-
mente a partir del siglo decimoctavo a.c. por semitas norocciden-
tales. Estas tabletas explican muchas tradiciones israelitas.
Y hay también los textos de Nuzu. Estos textos proveen una in-
mensa cantidad de información con respecto a las costumbres so-
ciales y legales durante las épocas de los patriarcas. En estos textos
se halla el hecho de dar una muchacha esclava a un esposo por par-
te de la esposa si la esposa no podía dar a luz hijos. ¿Recuerda esto
a Abraham, Sara y Agar? Estos textos explican además las leyes de
la primogenitura. Estas leyes fueron las seguidas en el caso de Esaú
y Jacob.
Los textos execratorios pertenecen a finales del siglo veinte y el
siglo diecinueve a.C. Estos textos están escritos en hierático. Contie-
nen una valiosa información acerca de la historia política y étnica
de Palestina en el más temprano período patriarcal.
Las tabletas de Amarna explican numerosas actividades del an-
tiguo imperio babilónico. Las tabletas alfabéticas cananeas de Uga-
rit nos dan una gran cantidad de historia secular contemporánea
con la época de Moisés. Y hay pequeñas cosas como monedas, do-
cumentos de tiesto o de piedra que relacionan los nombres de Pon-
cio Pilato, Sergio Paulo, Herodes el Grande, Herodes Antipas, Agri-
pa I y 11, Berenice e incontables más que añaden a la tesorería de
la arqueología bíblica. Los descubrimientos se han acumulado has-
ta tal punto en las últimas décadas que se han tenido que escribir
libros nuevos cada año acerca de la arqueología bíblica para man-
tener la situación al día. En 1958, W. F. Albright, uno de los más
grandes arqueólogos conocidos en tiempos modernos, dijo:
Gracias a la moderna investigación ahora reconocemos su historicidad sus-
tancial [esto es, de la Biblia]. Las narraciones de los patriarcas, de Moisés y del
Éxodo, de la conquista de Canaán, de los jueces, la monarquía, exilio y restau-
ración, ha quedado todo ello confirmado e ilustrado hasta un punto que yo hu-
biera considerado imposible hace cuarenta años. 50
50. W. F. Alb:ight, The Christian Century (November 19, 1958), pág. 1.329.
321
RECAPITULACIÓN
322
18
Inspiración y revelación
¿Es la Biblia realmente la palabra de Dios? ¿O es meramente
una invención de santos escribas de años pasados? Si es la palabra
inspirada de Dios, ¿cómo entonces obró Dios por)nspiración? ¿Cuál
es la diferencia entre inspiración y revelación? Estas son sólo algu-
nas de las preguntas que nos introducen a este campo de batalla
frecuentemente caliente entre los teólogos modernistas y aquellos
que no concuerdan con su charlatanería teológica.
Parece ser norma entre algunos teólogos modernos poner en tela
de juicio cualquier cosa que haya sido tenida por sagrada durante
tantos años.' Los ataques son etiquetados como «erudición» para
justificar su existencia, pero en realidad el término «erudición» se
utiliza en muchas ocasiones para disfrazar las retorcidas actuacio-
nes de teólogos que desean una religión existencialista sin autori-
dad divina. Por ejemplo, Alley argumentaba: «Históricamente, así,
toda autoridad es instituida por el hombre.» 2 Y continuaba este
pensamiento existencial diciendo: «Podemos llegar a la conclusión
de que todos los intentos de descubrir una autoridad religiosa ob-
jetiva están condenados (al fracaso).» 3
Con frecuencia se hace burla de la inspiración de la Biblia en
nuestros tiempos modernos. Se escarnece el concepto de una reve-
lación dada a los profetas y apóstoles por un Ser divino. Se afirma
la paternidad humana de la Biblia y el hombre se queda a oscuras,
poseyendo sólo su falible racionalismo como guía. Las filosofías
l. Robert S. Alley, por ejemplo, pretende que Jesús no afirmó la inspiración del Antiguo
Testamento y que Pablo no pretendió inspiración, Revolt Against the Faithful (New York: J. B. Lip-
pincott, 1970), págs. 27, 28, 30, 46, 78.
2. /bid., pág. 50.
3. /bid., pág. 52.
323
existencialistas humanas han hecho su juego y han atrapado las
mentes incautas de los no instruidos. Incrédulos bajo el nombre de
«teología» han lisiado y estancado las mentes de sus aturdidas ove-
jas. De las oficinas de muchos intelectuales han salido afirmaciones
como: «No hay ninguna norma establecida», «no podemos conocer
la verdad», y «no hay ninguna autoridad final». Afirmaciones como
la que se cita ilustran este pensamiento acerca de la Biblia como
siendo un documento falible salido de manos humanas:
Si Dios no se ha avergonzado de hablar a través de las Escrituras con sus
falibles palabras humanas, con sus errores históricos y científicos, sus contradic-
ciones teológicas, con su incertidumbre en el asunto de su transmisión y enci-
ma de todo su carácter judaico, sino que lo aceptó con toda su falibilidad para
hacer que ello le sirviera a Él, nosotros no deberíamos avergonzarnos de ella
cuando con toda su falibilidad quiere ser una vez más un testigo ante nosotros;
sería voluntariosidad y desobediencia querer hallar en la Biblia elementos infali-
bles [énfasis mío, R. E. D.]. 4
Fuller está en lo cierto. Este autor afirma que tenemos una re-
velación completa e inerrante de nuestro Creador mediante la cual
podemos conocer la verdad y mediante la cual podemos conducir
nuestra vida diaria a fin de complacer a este Creador.
Para entender mejor la Biblia como Palabra de Dios, se tiene
que comprender el acto de la revelación y de la inspiración. Se tie-
ne que entender que la revelación y la inspiración no se refieren a
4. Karl Barth, Kirchliche Dogmatik, I, 2, pág. 590, citado por Edward J. Young, Thy Word is
Truth (Grand Rapids, Mich.: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1974), pág. 232.
5. Clark H. Pinnock, A Defense of Biblical Infalibility (Grand Rapids, Mich.: Baker Book Hou-
se, 1972), pág. 5.
6. Which Bible?, David Otis Fuller, ed. (Grand Rapids, Mich.: Grand Rapids International
Publications, 1973), pág. l.
324
la misma manera en que Dios nos dio Su Palabra. Nuestro enten-
dimiento de ello sustanciará también el hecho de que Dios ha ac-
tuado en el pasado en Su manifestación de Sí mismo al hombre.
Así, consideremos ahora en primer lugar el aspecto de la revelación,
y luego veremos su relación con la inspiración.
A. La revelación natural
La revelación natural es Dios revelándose a sí mismo al hombre
por medio del mundo natural. La Biblia afirma la revelación natu-
ral afirmando que la existencia y la presencia de Dios pueden ser
deducidas del orden y de la belleza de la naturaleza. «Los cielos
cuentan la gloria de Dios» (Salmo 19:1, 2). «Porque las cosas invi-
sibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles
desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las
cosas hechas ... » (Romanos 1:20). A los paganos de Listra, Pablo les
dijo que Dios no se ha dejado a Sí mismo «Sin testimonio, haciendo
bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos» (Hechos 14: 17).
Pero la revelación natural necesita la revelación especial.
B. La revelación especial
La revelación especial es Dios revelándose a Sí mismo mediante
la palabra. La naturaleza declara la necesidad de un Ser creador,
pero no puede explicar los atributos de aquel Ser. Hay, entonces, la
necesidad de que aquel Ser se revele a Sí mismo a aquellos creados
y sustentados por Su poder. Gerstner pregunta con razón:
¿Nos permitirá Él (Dios) saber que existe sólo para ocultar de nosotros todo
conocimiento de cómo existe y de cuáles son Sus propósitos eternos? ¿Nos
abriría el apetito sólo para matarnos de hambre? No es así como hemos apren-
dido de Dios. «Buscad y hallaréis», parece estar escrito en grandes palabras so-
325
bre el universo. ¿Nos pondrá Dios a la búsqueda para que al final no encon-
tremos? ¿Jugaría él a un juego tan cruel? 9
AFIRMACIÓN DE REVELACIÓN
La Biblia afirma dar revelación. Pablo afirma que él no recibió
el evangelio de parte de hombres sino que le vino «por revelación
de Jesucristo» (Gálatas 1:11, 12; cp. Apocalipsis 1:1). Pablo mantie-
ne que el misterio del Evangelio «ahora es revelado» a los apóstoles
y profetas (Efesios 3:5, cp. 3:3). «Y al que puede confirmaros según
mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del
misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero
que ha sido manifestado ahora ... » (Romanos 16:25, 26). «Pero Dios
nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo
escudriña, aun lo profundo de Dios» (1 Corintios 2: 10).
Así, la Biblia afirma claramente contener una revelación de
Dios. Estos hechos y verdades que no habrían sido nunca conocidos
aparte de la revelación especial de Dios están en la Biblia. Y ade-
más fueron inspiradas para ser allí registradas con exactitud.
REVELACIÓN ¿CÓMO?
9. John H. Gerstner, Reasons Far Faith (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1967), pág.
62.
10. H. Leo Boles, The Holy Spirit, His Personality, Nature, Works (Nashville, Tenn.: Gospel Ad-
vocate Co., 1967), pág. 70.
326
l. Dios se reveló por medio de sueños y visiones (Daniel 2: 19;
Números 12:6; Jeremías 38:21; Lamentaciones 2:14; Isaías 29:10,
11; Génesis 20:3; Ezequiel 1:3, 4; 11:24; 13:3; Amós 1:1).
2. Dios dio revelación a Moisés cara a cara (Números 12:8).
3. En ocasiones Dios puso las mismas palabras que Él quería
que fueran pronunciadas en la boca de los profetas (Deuterono-
mio 18:18; Jeremías 1:9; Ezequiel 3:4).
4. La más grande revelación de Dios fue en la persona de Su
Hijo (Juan 14:9; Colosenses 2:9).
5. En numerosas ocasiones Dios ha revelado Su voluntad por
medio de ángeles (Génesis 16:10-12; 18:13, 14; 22:11ss; 32:1, 2; He-
chos 7:38).
6. En ocasiones singulares, Dios también se reveló a Sí mismo
por varios medios como: «un silbo apacible y delicado» (1 Re-
yes 19:12), la boca de una asna (Números 22:28), y una nube res-
plandeciente (Mateo 17:5).
11. Guy N. Woods. The Case far Verbal Inspiration (tratado) (Shreveport, La.: Lambert Book
House, si!), pág. f ..
327
aquellas visiones reveladas hasta que también le fue dada la inter-
pretación de las mismas (Daniel 2:19; 7:13; 8-lSss). Las visiones e
interpretaciones fueron dadas por revelación; el registro inerrante
de estas visiones e interpretaciones fue por inspiración.
Toda la profecía es revelación. Los hombres no pueden conocer
el futuro a no ser que Dios se lo revele. La proclamación y registro
escrito de la profecía revelada de una manera inerrante fueron lle-
vados a cabo por la guía inspirada del Espíritu Santo.
Por ello, hay diferencia entre inspiración y revelación. No debe-
mos confundir entre ambas cosas. Así, «es bueno mantener en men-
te la distinción fundamental de que, en tanto que la revelación es
esencialmente la comunicación del conocimiento o información, la
inspiración tiene como designio asegurar la infalibilidad en la en-
señanza» .12
INSPIRACIÓN
A. Inspiración parcial
La inspiración parcial es la afirmación de que solamente seccio-
nes de la Biblia han sido inspiradas. Una postura acerca de la ins-
piración parcial mantiene que las enseñanzas morales y doctrinales
de la Biblia son inspiradas por Dios, pero que las secciones cientí-
ficas e históricas son solamente el resultado de la mente humana;
por ello, estas secciones no son fiables.
El problema con este tipo de inspiración es que precisaríamos
de un intérprete inspirado para determinar qué es lo que es inspi-
rado y qué es lo que no es inspirado. Y tenemos también que pre-
guntar: ¿Escondería Dios Su verdad en un laberinto de pensamien-
tos humanos, dejando la determinación de esta verdad al razona-
miento y juicio falible del hombre? Si tan sólo una parte de la Bi-
blia es inspirada, entonces, en buena lógica, no es de utilidad para
el hombre por cuanto el hombre no puede determinar lo que está
inspirado y lo que no está inspirado (cp. Jeremías 10:23). Sobre esta
base se tiene que descartar este concepto de inspiración.
12. Young, Thy Word is Truth, op. cit., pág. 42.
328
B. Inspiración natural (universal)
La enseñanza de la inspiración natural es un esfuerzo para hu-
manizar totalmente la Biblia. Esta «teoría se reduce a la simple
postura de que los escritores de la Biblia fueron inspirados sólo en
el sentido en que los escritores de la actualidad son inspirados». 13
Se afirma que los escritores de la Biblia simplemente concibieron
una buena idea y un buen sentimiento, y luego escribieron buena li-
teratura. Los escritores de la Biblia no tenían ningunas mayores as-
piraciones al escribir la Palabra de Dios que hombres como Shakes-
peare, Dante o Cervantes. Se afirma que en un momento de éxtasis
sólo ascendieron por encima de la normalidad del pensamiento
para redactar las Escrituras.
Pero esta enseñanza pone a los escritos de la Biblia dentro del
alcance y del poder del hombre. Hace bajar la Biblia a la paterni-
dad humana. El problema con esta teoría es que no puede explicar
la naturaleza divina de la Biblia. No puede explicar la unidad que
une Génesis y Apocalipsis con un tema central: la salvación del
hombre. Y en realidad, ¿cómo habrían podido unos simples seres
humanos conseguir una obra como la Biblia a lo largo de un perío-
do de 1.500 años? Es evidente que tenemos que descartar esta en-
señanza.
D. Inspiración de pensamientos
La postura de esta teoría es que el Espíritu Santo simplemente
dio a los escritores de la Biblia el pensamiento, o la idea, y les dejó
13. Boles, The Ho/y Spirit, His Personality, Nature, Works, op. cit., pág. 77.
329
expresar aquel pensamiento a su propia manera sin ninguna con-
ducción bíblica. Los escritores de la Biblia pudieron elegir de su
propio vocabulario. Se les permitió expresar el pensamiento divino
en sus propias palabras, libres de toda interferencia divina.
Esta teoría suena bien vista superficialmente, debido a que las
características personales se evidencian en los libros escritos por
los autores especificados. Pero esto es sólo verdad a medias. Cae
muy lejos de lo que se precisaría para una Biblia verdaderamente
dada por Dios.
En primer lugar, es imposible pensar sin utilizar palabras. El
pensamiento y las palabras no pueden ser separados. Que Dios ins-
pirara un pensamiento y dejara que el pensamiento fuera transcrito
liberalmente con palabras elegidas por un escriba carente de con-
ducción haría que el proceso de inspiración quedara diluido. «Acep-
tar la inspiración de los pensamientos y no de las palabras de los
escritores bíblicos no solamente va en contra de las afirmaciones
bíblicas sino que intrínsecamente es algo carente de significado
(¿qué es un pensamiento inspirado expresado en un lenguaje no ins-
pirado?).»14
En segundo lugar, el significado de una gran cantidad de pasajes
depende del tiempo o significado de una sola palabra. En Juan 8:58
Jesús dijo: «Antes que Abraham fuese, yo soy» (cp. Lucas 20:37). Je-
sús estaba intentando mostrar a los judíos que El existía antes que
Abraham. Uno puede ver que el tiempo verbal correcto del término
traducido «Yo soy» era vital para el concepto que Jesús estaba en-
señando. El sentido de Génesis 22:18 y Gálatas 3:16 depende asi-
mismo del hecho de que la palabra «Simiente» es singular, y no plu-
ral. La palabra «todas» en Hebreos 2:8 y las palabras «Aún una vez
más» en Hebreos 12:26, 27 son críticamente importantes para el
sentido de lo que se está comunicando. ¿Cómo podrían los intrinca-
dos conceptos de la Deidad haber sido transmitidos si el Espíritu
Santo no hubiera tenido un cierto control sobre las palabras utili-
zadas por el escritor? (cp. Juan 10:30). Es difícil imaginar cómo
Juan hubiera podido escribir el primer capítulo de su Evangelio sin
una cuidadosa conducción del Espíritu.
Y luego hay aquellas situaciones en que el escritor no compren-
día la verdad revelada (1 Pedro 1: 10, 11). Esto es especialmente
cierto con respecto a los detalles de las profecías (cp. Daniel 12:8,
9: Salmo 22:16-18; Isaías 53). ¿Cómo hubiera podido ser dada nin-
guna profecía sin la cuidadosa guía del Espíritu Santo?
Así, es evidente que el Espíritu Santo ejercía un cierto control
sobre la selección de las palabras. Pero al mismo tiempo le daba al
autor la libertad de estilo.
330
Si las mismas palabras de las Escrituras no fueron elegidas por Dios, en-
tonces toda el área del estudio crítico de las palabras viene a ser inútil. ¿Para
qué estudiar la forma exacta de una palabra en el lenguaje original de las Es-
crituras si aquella palabra es el resultado de una mera elección humana?
Como más, todo lo que el lector podría esperar conseguir de un pasaje deter-
minado sería el pensamiento general que Dios quería comunicar. 15
331
los manuscritos, como estudiaremos en un capítulo posterior, lleva
ciertamente a la convicción del hecho de que tenemos en la actua-
lidad la Palabra de Dios de una manera exacta. Nuestro texto de la
Biblia actual es fiable y digno de confianza. En realidad, el ataque
modernista, que dice que la Biblia ha sido mal copiada, es tan sólo
un espantapájaros para atemorizar a aquellos que no conocen el
arte de la transmisión del texto de la Biblia. Pero este espantapája-
ros no es nada a temer. Y cualquier estudio serio del linaje del texto
de la Biblia lo demuestra.
18. Benjamín B. Warfield, The Inspiration and Authority of the Bible (Philadelphia, Pa.: Pres-
byterian and Reformed Publishing Co., 1970), pág. 133.
332
inspiración parcial, el autor no cree que éste sea el significado que
querían comunicar los traductores de la ASV.) Conjuntamente con
el significado literal de theopneustos y la fraseología de la oración
griega, Benjamín Warfield da una adecuada traducción y explica-
ción en la siguiente afirmación:
Globalmente, parece que la construcción a preferir es, «Cada escritura,
viendo que es exhalada por Dios, es también provechosa». En este caso, lo que
el apóstol declara es que las Sagradas Escrituras en cada uno de sus pasajes
-porque es precisamente «pasaje de las Escrituras» lo que significa «Escritu-
ra» en esta utilización distributiva- es el producto del aliento creador de
Dios, y, debido a este origen divino que tiene, es de valor supremo para todos
los propósitos de santidad. 19
B. 2 Pedro 1 :20, 21
Pedro escribió: «Entendiendo primero esto, que ninguna profe-
cía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la
profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hom-
bres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.» Pe-
dro afirma que hemos recibido la «palabra profética» no como re-
sultado de una invención humana, sino como resultado de hombres
«inspirados (lit.: llevados) por el Espíritu Santo». Young explica:
«No se trata, dice él, de una interpretación privada, y por esta frase
significa que la Escritura no vino a ser el resultado de la investiga-
ción de unos individuos que luego escribieron sus hallazgos. Las Es-
crituras no son el resultado de la investigación y razón humana.» 20
La palabra griega pheromenoi, que se traduce aquí como «inspi-
rados», significa literalmente «llevados a lo largo». Por ello, los es-
critores inspirados fueron «llevados a lo largo», o «conducidos»,
por el Espíritu Santo. La Biblia afirma claramente esta operación
19. /bid .. pág. 134.
20. Young, Thy Word is Truth, op. cit., pág. 24.
333
del Espíritu Santo en pasajes como el siguiente: «El Espíritu Santo
habló antes por boca de David» (Hechos 1:16); «El Espíritu de Jeho-
vá ha hablado por mí, y su palabra ha estado en mi lengua» (2 Sa-
muel 23:2); «¿Pues cómo David en el Espíritu le llama Señor ... »
(Mateo 22:43); «El mismo David dijo por el Espíritu Santo» (Mar-
cos 12:36). Muchas veces se atribuye directamente lo dicho al Espí-
ritu Santo, dejando de lado al autor humano, como en Hebreos 3:7:
«Por lo cual, como dice el Espíritu Santo ... » (cp. 9:8; 10:15). Pasajes
de este tipo indican claramente que se trataba del Espíritu Santo
obrando en y con los escritores humanos en el proceso de la inspi-
ración. Los escritores no actuaron por su propia cuenta. Fueron
«conducidos» por el Espíritu.
C. 1 Corintios 2:4, 7, 10, 13
Probablemente el pasaje más explicativo acerca de la obra del
Espíritu Santo en la inspiración esté en el siguiente pasaje de Pa-
blo: «Y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasi-
vas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de
poder ... Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría
oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra glo-
ria ... Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el
Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios ... lo cual tam-
bién hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana,
sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo
espiritual.»
Si cualquier pasaje de las escrituras en la Biblia enseña inspira-
ción verbal, es ciertamente esta escritura. Pablo dice que el miste-
rio del evangelio fue revelado. Fue hablado no por la sabiduría del
hombre, sino por la sabiduría de Dios. Fue expresado no en una
elección humana de palabras sino mediante palabras conducidas
por el Espíritu Santo. La traducción de Weymouth del versículo 13
refleja un buen significado: «Esto también pronunciamos, no en
lenguaje que enseñe la sabiduría del hombre, sino en aquel que en-
seña el Espíritu, adaptando palabras espirituales a verdades espiri-
tuales.»
La inspiración de pensamientos y 1 Corintios 2: 13 se contradi-
cen entre sí. «Si la inspiración que los escritores bíblicos ejercita-
ron estuvo limitada a los pensamientos que comunicaban, pero sin
incluir las palabras, la selección de las palabras para expresar los
pensamientos hubiera precisado de la "sabiduría humana".» 21 Y en
1 Corintios 2 el Espíritu Santo argumenta en contra de la utiliza-
ción de la sabiduría humana en revelación e inspiración.
21. Woods, The Case far Verbal lnspiration, op. cit., pág. 21.
334
INSPIRACIÓN: ¿CÓMO?
¿Cómo inspiró Dios a los hombres? ¿Cómo inspiró Dios a los
hombres de manera que no deformara sus características humanas
y personalidades en sus escritos? Hay muchos factores que uno tie-
ne que comprender para poder entender la esencia de la inspira-
ción. Ya hemos discutido el hecho de que los autores humanos fue-
ron «conducidos» por el Espíritu. Fueron guardados de error. Pe·ro
aquí el autor desearía sugerir algunos otros importantes factores in-
volucrados en el proceso de la inspiración bíblica.
A. Preparación espiritual
Dios preparó espiritualmente a los escritores bjblicos antes de
permitirles que escribieran verdades espirituales. Esta es una ma-
nera en que Dios preservó los escritos inspirados. Refiriéndose a Je-
sús, el escritor de Hebreos dijo: «Me preparaste cuerpo» (Hebreos
10:5). Así como Dios preparó un cuerpo humano para)a revelación
de Jesús, de la misma manera, en un sentido similar, El preparó los
corazones y las mentes de aquellos que irían a transcribir Su Pala-
bra. No se aceptaban individuos viles. Dios utilizó caracteres y co-
razones buenos. Y cuando los hubo preparado del todo, entonces el
Espíritu Santo los utilizó para escribir los escritos sagrados.
Una vez que los escritores hubieran sido preparados espiritual-
mente, entonces eran vasos dispuestos para ser utilizados por el Se-
ñor. Su preparación espiritual aseguraba el carácter espiritual del
autor, que indudablemente se manifestaría en cada libro o letra que
escribiera. El Espíritu Santo iba a poder influenciar a los escritores
estando al mismo tiempo cierto de la naturaleza espiritual de los
escritos.
B. Un esfuerzo conjunto
La inspiración fue un esfuerzo conjunto entre el Espíritu Santo
y los escritores humanos. Warfield define esto afirmando que
.. .la Biblia es la Palabra de Dios en un sentido tal que sus palabras, aunque
escritas por hombres y llevando indeleblemente impresas sobre ellas las mar-
cas de su origen humano, fueron sin embargo escritas bajo tal influencia del
Espíritu Santo como para ser también las palabras de Dios, la adecuada expre-
sión de Su mente y voluntad. (La iglesia) ha reconocido siempre que esta con-
cepción de co-paternidad implica que la supervisión del Espíritu se extiende
hasta la elección de las palabras por los autores humanos (inspiración verbal),
y que preserva su resultado de todo lo que sea inconsecuente con una pater-
nidad divina - asegurando de esta manera, entre otras cosas, aquella veraci-
dad total que se presupone en todos lugares de las Escrituras y afirmada para
la Escritura por parte de los escritores bíblicos (inerrancia). 22
22. Warfield, The Inspiration and Authority of the Bible, op. cit., pág. 173.
335
Warfield sigue explicando que el Espíritu Santo trabajó con los
autores humanos de una manera que garantizaría la total inerran-
cia. Al mismo tiempo, sin embargo, los autores fueron dejados a sus
propios estilos de escritura. Escribe él:
No se puede concebir del Espíritu como permaneciendo afuera de las capa-
cidades humanas empleadas para el objetivo propuesto, dispuesto a suplemen-
tar toda incapacidad que puedan mostrar y a suplir deficiencias que puedan
manifestar, sino como obrando confluentemente en, con y mediante ellos, con-
trolándolos, energizándolos, de manera que, como Sus instrumentos, ellos se
levantan a sí mismos y bajo Su inspiración hacen Su obra y alcanzan Su ob-
jetivo.23
C. Dictado
En ocasiones Dios dictaba las mismas palabras que debían ser
pronunciadas o escritas. Lo que sigue es sólo una pequeña cantidad
de ejemplos de la Biblia que ilustran esto: « ...pondré mis palabras
en su boca» (Deuteronomio 18:18). «He puesto mis palabras en tu
336
boca» (Jeremías 1:9; cp. 5: 14). «Toma un rollo de libro, y escribe en
él todas las palabras que te he hablado contra Israel y contra
Judá ... » (Jeremías 36:2). «Y en tu boca he puesto mis palabras»
(Isaías 51:16; cp. 59:21). «Pero la palabra que yo te diga, ésa habla-
rás» (Números 22:35; cp. 23:5, 12, 16). «Hijo de hombre, vé y entra
a la casa de Israel, y habla a ellos con mis palabras» (Ezequiel 3:4).
«Les hablarás, pues, mis palabras ... » (Ezequiel 2:7). «Hijo de hom-
bre, toma en tu corazón todas mis palabras que yo te hablaré, y oye
con tus oídos» (Ezequiel 3:10). «El Espíritu de Jehová ha hablado
por mí, y su palabra ha estado en mi lengua~> (2 Samuel 23:2).
«Estas son las cosas que Jehová h~ mandado» (Exodo 35:1). «Y ha-
bló Dios todas estas palabras» (I;.xodo 20: 1). «Y Moisés escribió
todas estas palabras de Jehová» (Exodo 24:4; cp. 17: 14; 34;27).
De las anteriores afirmaciones llegamos a la definida impresión
de que en ocasiones la inspiración era un verdadero proceso de dic-
tado. Los profetas hablaron las mismas palabras de Dios; escribie-
ron las mismas palabras de Dios. Por ello, tenemos que aceptar que
lo que escribieron es la mismísima Palabra de Dios.
D. Inerrante, y sin embargo humana
El mero hecho de que el Espíritu Santo utilizara vasos humanos
para comunicar las verdades de Dios no significa que automática-
mente ello dé falibilidad. Ciertamente, los varios libros de la Biblia
tienen el elemento humano del estilo de escritura. Pero el Espíritu
Santo lo permitió. No entraba en los planes de Dios crear de la
nada una Biblia para conducir la vida del hombre. No, sino que Su
plan era conducir (inspirar) al hombre para producir la Biblia. Esto
es evidente tanto en lo que Dios hizo realmente como en el produc-
to de Su inspiración, la Biblia.
Aquí tenemos que señalar el proceso. Jesús prometió a los apósto-
les que el Espíritu Santo vendría a ellos c9n poder para conducirlos a
toda verdad (Juan 14:26; 16:12, 13). Y El les dijo que no ter,nieran
cuando estuvieran ante gobernantes y jueces, porque, dijo El: «en
aquella hora os será dado lo que habéis de hablar» (Mateo 10: 19).
Esto es inspiración. Pablo escribió: «Y pienso que también yo tengo
el Espíritu de Dios» (1Corintios7:40). Estaban hablando acerca de la
inspiración. Y todos los apóstoles y profetas tuvieron el mismo Espí-
ritu. Por la influencia del Espíritu Santo, la Palabra de Dios fue ha-
blada y escrita inerrantemente por los apóstoles y profetas.
Pablo escribió también: «Leyendo lo cual podéis entender cuál
sea mi conocimiento en el misterio de Cristo, misterio que en otras
generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como
ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu»
(Efesios 3:4, 5). Esto es revelación registrada por inspiración. Pablo
afirma también en 1 Tesalonicenses 2: 13: «Por lo cual también no-
sotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibísteis la
337
palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibísteis no como pa-
labra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la
cual actúa en vosotros los creyentes.» También: «Si alguno se cree
profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son manda-
mientos del Señor» (1 Corintios 14:33).
Es revelación escrita no por la sabiduría del hombre sino por
inspiración de Dios (1 Corintios 2:13). El Espíritu Santo conectó
verdades divinas con palabras humanas y al hacerlo así rev~ló la
mente de Dios al hombre. Esto es inspiración verbal. Pero El no
destruyó el elemento humano en el proceso. Permitió que quedaran
patentes los estilos y caracteres espirituales de los escritores.
RECAPITULACIÓN
Las Escrituras afirman ser la palabra inspirada de Dios. La Bi-
blia es la palabra exhalada de Dios a autores humanos a los que se
les permitió retener sus propias personalidades y rasgos de redac-
ción al escribir. Cada pensamiento y palabra de la Biblia, sin em-
bargo, es de Dios como resultado de la inspiración de Su Espíritu.
Así, los autógrafos originales fueron inerrantes, infalibles e inspira-
dos. Pinnock escribe:
La Biblia en su integridad es la Palabra escrita de Dios para el hombre, li-
bre de error en sus autógrafos originales, totalmente fiable en historia y doc-
trina. Su inspiración divina ha dado como resultado que el Libro sea «infali-
ble» (incapaz de enseñar nada engañoso) e «inerrante» (no susceptible de ser
probado falso ni equivocado). Su inspiración es «plenaria» (extendiéndose por
igual a todas partes), «verbal» (incluyendo la misma forma del lenguaje), y
«confluente» (producto de dos agentes, humano y divino). La inspiración invo-
lucra la infalibilidad como una propiedad esencial, y a su vez la infalibilidad
implica inerrancia. Esta triple designación de la Escritura se halla implícita en
la tesis básica de la autoridad bíblica.25
338
19
La Biblia es la Palabra
de Dios
Hay dos áreas de las que conseguimos información para demos-
trar el origen divino de la Biblia: las evidencias internas y las evi-
dencias externas. Las evidencias internas se derivan del texto de la
Biblia. ¿Cómo manifiesta la inspiración el texto por sí mismo? Ésta
es nuestra principal cuestión en el área de las evidencias internas.
Muchos, sin embargo, mantienen que la Biblia no puede ser uti-
lizada como testigo para confirmar su propia inspiración. pero esta
pretensión no es realmente ni justa ni válida. ¿Tiene alguien dere-
cho a negar la autenticidad de un documento sin consultar el docu-
mento mismo? ¿Negaría alguien las obras de Shakespeare sin pri-
mero considerar su texto? La Biblia debería ser tratada al menos
como cualquier otro libro. Pero incluso esta demanda es rechazada
por las mentes llenas de prejuicios de algunos. Pinnock escribió:
«En tanto que insisten en su derecho de tratar la Biblia "como cual-
quier otro libro" (esto es, un libro producido sólo por el hombre), al-
gunos críticos pasan entonces a tratarla como a ningún otro libro,
sumergiéndola en la solución ácida del escepticismo y pesimismo
histórico con el que se enfrentan a ella.» 1 Con frecuencia, cuando la
Biblia contradice a Josefo, Herodoto, Orígenes o a cualquier otro de
los historiadores antiguos, se le achacan a ella los errores, y Josefo
y los otros quedan exentos de toda duda. Estas injustas críticas no
son objetividad erudita, sino una irracional incredulidad. Y no se
podría atrapar a ningún estudioso serio dando abrigo a tal tipo de
raciocinio.
1. Charles H. Pinnock, A Defense o{ Biblical lnfalibility (Grand Rapids, Mich.: Baker Book
House, 1972), págs. 22, 23.
339
La segunda área de evidencias de la inspiración de la Biblia es
clasificada como evidencias externas. Ya hemos examinado la ar-
queología. Ésta era una evidencia externa. Pero el cumplimiento de
las profecías, la exactitud histórica de la Biblia e incluso la indes-
tructibilidad de la Biblia tiene que ser, todo ello, considerado como
evidencias externas. Estas evidencias serán consideradas al final de
este capítulo.
Un breve examen de las evidencias internas y externas de la Bi-
blia muestran que la Biblia no hubiera podido tener un origen hu-
mano. Los pensadores humanos, sencillamente, no hubieran podido
llegar a redactarla. Y, en realidad, si se rechaza la inspiración de la
Biblia, uno se ve obligado a decir que la razón humana lo hizo todo.
Naturalmente, la conclusión lógica de tal manera de pensar es la
negación del cumplimiento de toda profecía y la negación de que
Jesús sea verdaderamente el Hijo de Dios. De hecho, la negación de
la inspiración de cualquier sección de la Biblia llevará lógicamente
a una negación de que Jesús sea el Cristo, el Hijo de Dios. ¡Y ésta
es una negación ciertamente capital! Así que aquí nos es preciso co-
menzar un estudio del mismo texto de la Biblia. ¿Cómo concuerda
con la inspiración?
2. John H. Gerstner, Reason for Faith (Grands Rapids, Mich.: Baker Book House, 1967),
págs. 69, 70.
341
tos, Antiguo y Nuevo, no pueden ser separados. La mayor parte de
la gente se da cuenta de esto. La negación de la inspiración del uno
demanda la negación del otro. Ambos están tan estrechamente re-
lacionados con confirmaciones entrelazadas que no hay manera de
separar entre ambos.
Los cuatro registros evangélicos (Mateo, Marcos, Lucas y Juan)
tienen aproximadamente 400 citas del Antiguo Testamento. Hay
278 diferentes versículos del Antiguo Testamento citados en el Nue-
vo. La epístola a los Hebreos cita 88 veces de 16 libros diferentes
del Antiguo Testamento. «Los escritores del Nuevo Testamento
eran inspirados, y cuando citaban del Antiguo Testamento eviden-
ciaban la inspiración de los libros de los que citaban o, al menos,
de las citas que hacían.» 3 Esta yuxtaposición de inspiración entre
los dos Testamentos, el Antiguo y el Nuevo, es ligada por la confir-
mación por parte de los escritores del Nuevo Testamento de los es-
critores del Antiguo Testamento. Siguen a continuación unos ejem-
plos de esta confirmación unificadora:
A. El testimonio de Jesús
Jesús reconoció el Antiguo Testamento como palabra de Dios.
Su afirmación de la inspiración y autoridad del Antiguo Testamen-
to se puede ver en afirmaciones como: «Escrito está» (Mateo 4:4, 6,
7; Lucas 20: 17), y «¿Nunca leísteis en las Escrituras?» (Mateo
21 :42; cp. Marcos 12: 10, 11). En Juan 10:34 Jesús dijo: «¿No está es-
crito en vuestra ley ... ?» (cp. Salmo 82:6). Y luego en el versículo 35
se refiere a aquella ley diciendo: «La Escritura no puede ser que-
brantada» (cp. 5:39). En Lucas 20:42 Jesús dijo: «Pues el mismo Da-
vid dice en el libro de los Salmos», citando a continuación el Salmo
110: l. Pero en Marcos 12:36 Jesús citó el mis~o Salmo y dijo: «El
mismo David dijo por el Espíritu Santo». Así, El afirma la inspira-
ción de David y de los Salmos.
Jesús afirmó también la inspiración y autoridad de Moisés (Ma-
teo 8:4; Marcos 7:8-11; Juan 5:45-47), los milagros de Elías al pro-
veer para la mujer de Sarepta (Lucas 4:25, 26), la curación de Naa-
mán (Lucas 4:27), el episodio de Jonás tragado por un gran pez
(Mateo 12:39-41), las enseñanzas proféticas de Daniel (Mateo 24:15),
la destrucción de Sodoma y Gomarra (Lucas 17:28-32), el diluvio
del Génesis (Lucas 17:26, 27), la muerte de Abel (Mateo 23:36) y
muchos otros episodios del Antiguo Testamento.
Algunos enredan su teología alrededor de falsas teorías científi-
cas. Al hacerlo así o bien han distorsionado Génesis 1 hasta hacerlo
irreconocible o han tratado de resolver sus problemas --o al menos
creen que lo han conseguido- llamando Génesis 1 un mito. Pero Je-
3. H. Leo Boles, The Holy Spirit, His Personality, Nature, Works (Nashville, Tenn.: Gospel Ad-
vocate Co., 1967), págs. 95.
342
sús afirma la genuinidad de Génesis (Mateo 19:4-6). Y Pablo utiliza
los hechos de Génesis en sus escritos (Romanos 5:14; 1 Corintios
11:8, 12; 2 Corintios 11:3; 1 Timoteo 2:13). Así que o bien Jesús y
Pablo estaban errados en su postura acerca de los orígenes, o bien
el primer registro de los orígenes (Génesis 1) es cierto y verdadero.
Y por cuanto no había ningún ser humano allí cuando todo ello
tuvo lugar, Génesis 1 tiene que ser considerado como un registro
inspirado de los acontecimientos. Después de todo, esto es lo que
Jesús y :pablo pensaban acerca de este asunto. Y Jesús tiene que sa-
berlo. ¡El estaba allí! (Juan 1 :lss).
Así que la negación de cualquier sección del Antiguo Testamento
pondría en tela de juicio, desde luego, la afirmación de que Jesús es
el Hijo de Dios. ¿Acaso Jesús malentendió, citó mal o mal aplicó el
Antiguo Testamento? ¿Fue engañado por los líderes judíos a pensar
que el Antiguo Testamento era verdaderamente la Palabra de Dios?
Si es así, entonces él no era el perfecto Hijo de Dios.
B. El testimonio de Pablo
Pablo cita de veinticinco de los treinta y nueve libros del Anti-
guo Testamento en sus epístolas.4 En 2 Timoteo 3:16, con referencia
primaria al Antiguo Testamento, Pablo escribió: «Toda la Escritura
es inspirada por Dios ... » Pablo afirma que el Espíritu Santo habló
por medio de Isaías (Hechos 28:25). Reconoce asimismo la inspira-
ción y autoridad de Moisés y de los profetas al citar de ellos y re-
ferirse a sus leyes inspiradas (Hechos 26:22, 23; 1 Timoteo 5:18;
Deuteronomio 25:4). Si Pablo se equivocó en su entendimiento de
que «toda la Escritura es inspirada por Dios», entonces tenemos
que llegar a la conclusión de que tampoco él era un escritor inspi-
rado por Dios. Y si esto es así, ¿cómo podemos fiarnos de él con res-
pecto a las otras enseñanzas en el Nuevo Testamento? Esto resulta
crítico cuando se considera que Pablo escribió las dos terceras par-
tes del Nuevo Testamento.
C. El testimonio de Pedro
Pedro escribió: «Porque nunca la profecía fue traída por volun-
tad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo
inspirados por el Espíritu Santo» (2 Pedro 1:21). Pedro también cla-
sificó los escritos de Pablo como «escritura» (2 Pedro 3:15, 16). Re-
cordemos, Pablo dijo que «toda la Escritura es inspirada por Dios»
(2 Timoteo 3:16). ¿También se equivocó Pedro en su entendimiento
de que todas las Escrituras fueron traídas por el Espíritu de Dios?
Dios habló durante la dispensación del Antiguo Testamento ~n
diversas maneras a los padres y a los profetas (Hebreos 1:1). pero El
4. W. Graham Scroggie, Is the Bible the Word ofGod (Chicago, Ill.: Moody Press, 1922), pág.
52.
343
nos ha dado Su revelación hoy por medio de Jesús, los apóstoles y
profetas (Hebreos 1 :2; Efesios 3:3-5). Negar la inspiración de los re-
gistros escritos de los profetas y apóstoles es negar a Jesús como
hijo de Dios, porque Jesús prometió que el Espíritu Santo guiaría
a los apóstoles a toda verdad (Juan 14:26; 16:13). Sería también
una negación de la inspiración del Antiguo Testamento. Y los que
mantienen que la Biblia se contradice a sí misma están en realidad
diciendo que no está inspirada. 5
UNIDAD INSEPARABLE
A. Unidad de escritores
La Biblia es una recopilación de sesenta y seis libros y epístolas,
todo ello escrito a lo largo de un período de alrededor de 1.500 años
por aproximadamente cuarenta autores. Estos hombres escribieron
en diferentes períodos históricos y en diferentes localidades. Y, sin
embargo, sus obras presentan una armonía total, con ausencia de
contradicciones. Muchos escritores confirman la inspiración de
otros. Pedro reconoce a Pablo como un escritor inspirado (2 Pedro
3:15, 16). Los libros Primero y Segundo de Crónicas y Primero y Se-
gundo de Reyes se confirman mutuamente en cuanto a episodios
históricos. Josué 1 verifica Deuteronomio 34. Jueces 1: 1 verifica Jo-
sué 24:27-33. Jeremías 52:31-34 verifica 2 Reyes 25:25, 27-30. Es-
dras 1 verifica 2 Crónicas 36:22, 23. Daniel se refiere a Jeremías
(Daniel 9:2) y Ezequiel se refiere a Daniel (Ezequiel 28:3). ¿No tes-
tifica esta unidad que la Biblia tuvo que tener una divina mano
conductora durante los muchos años en los que fue escrita? ¿Cómo
hubieran podido tantos escritores haber tenido una tal armonía en
su redacción?
B. Unidad orgánica
Homer Hailey escribió: «La unidad orgánica implica tres cosas:
En primer lugar, que todas las partes son necesarias para un todo
completo; en segundo lugar, que todas son necesarias para comple-
mentarse entre sí; y en tercer lugar, que todas estén impregnadas de
un mismo principio vital.» 6 Examinemos de cerca estos conceptos.
5. Harry Emerson Fosdick, así como muchos otros, pretendió y pretende, que la Biblia se
contradice. Dear Mr. Brown (New York: Harper & Row, Publishers, 1961), pág. 59.
6. Homer Hailey, Interna/ Evidences ofChristianity (Bowling Green, Ky: Evidence Quarterly,
1964). pág. 17. .
344
1. Todas las partes completan el todo. Todas las partes y libros
de la Biblia son esenciales. Todos agregan a la plenitud de la reve-
lación de Dios al hombre. Libros como Rut, Ester, Cantar de los
Cantares, Filemón y Apocalipsis tratan de áreas singulares de la re-
velación total de Dios. Ester nos relata la condición de Israel duran-
te el cautiverio. Rut presenta la práctica del levirato hebreo y relle-
na un enlace vital en la genealogía de Jesús (Mateo 1:5; Lucas 3:32).
Así que cada sección de la Biblia nos presenta con verdades nece-
sarias y esenciales para la comprensión del todo.
2. Todas las partes se complementan. Todos los libros y epístolas
son necesarios para completarse o complementarse entre sí. Mateo,
Marcos, Lucas y Juan destacan distintos aspectos de la vida de Cris-
to a fin de relacionar el evangelio bien con el judío o con el gentil.
También cada uno de ellos destaca un aspecto específico de la mi-
sión y ministerio de Jesús. Marcos destaca las obras de Jesús. Juan
escribió para generar fe (Juan 20:30, 31). Mateo dirigió su registro
del evangelio primariamente al pueblo judío. Juntos, los registros
evangélicos nos dan una visión completa de la genealogía, humani-
dad, divinidad, vida, muerte, resurrección y ascención de Jesús.
3. Todas las partes completan un único principio vital. Todos los
libros se centran en un solo principio vital - la existencia de Dios
y el deber del hombre de servirle. Salomón llegó a esta correcta
conclusión: «El fin de todo el discurso oído es éste: Teme a Dios, y
guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre»
(Eclesiastés 12:13). Y cada libro de la Biblia es una llamada de Dios
al hombre para que reconozca este principio.
C. Unidad de enseñanza
El tema evidente de la Biblia es: «El plan de Dios para redimir
al hombre.» Desde Génesis a Apocalipisis este tema es puesto en
primer plano por los escritores bíblicos. Toda la revelación y acti-
vidad de Dios se centran alrededor de este tema. Lo asombroso
acerca de este aspecto de unidad es que no hay contradicciones en-
tre los escritores bíblicos acerca de este tema ni en ninguna otra en-
señanza, aun a pesar de que escribieron a cientos de años y a cien-
tos de kilómetros de distancia entre sí. Hamilton escribió: «Si se
pudiera probar claramente la existencia de contradicciones, el
asunto se habría resuelto ya hace siglos, y no habría ya lugar para
discusiones.» 7
Si existieran contradicciones, los críticos las hubieran manteni-
do delante de la vista del pueblo de Dios a lo largo de cada siglo
desde el registro de una contradicción específica. Pero no lo han he-
cho. Y ello demuestra que las pretendidas contradicciones procla-
7. Floyd E. Hamilton, The Basis of Christian Faith (New York: Harper & Row Publishers,
1964), pág. 160.
345
madas por parte de algunos simplemente no existen en la Biblia.
¿No es esto prueba de una paternidad divina? ¿Cómo hubieran po-
dido los escritores armonizar sus enseñanzas a lo largo de los 1.500
años en que la Biblia estuvo siendo redactada, sin ayuda divina? Ja-
mes ()rr escribió:
Pero la mente imparcial no puede ignorar el hecho de que en los escritos
que constituyen nuestra Biblia hay una unidad y progresión, un propósito con-
ductor, culminando en Jesucristo y Su redención, una plenitud y poder de ver-
dad religiosa, que los sitúa en una categoría y que llevan al reconocimiento de
un origen singular correspondiente con su singular carácter. 8
PERMANENCIA INDUDABLE
En Mateo 24:33 Jesús dijo: «El cielo y la tierra pasarán, pero
mis palabras no pasarán.» Pedro escribió: «La palabra del Señor
permanece para siempre» (1 Pedro 1:25). Hay un principio de dura-
bilidad aquí que rodea la palabra de Dios que tenemos que recono-
cer.
El canon completo de la Biblia ha estado en manos ,de los hom-
bres durante casi 2.000 años. El Pentateuco (Génesis, Exodo, Leví-
tico, Números y Deuteronomio) ha estado disponible para el hom-
bre casi por 3.600 años. ¿Cómo, o por qué, han estado estos libros
tanto tiempo en circulación?
Siguiendo esta misma línea de raciocinio, es interesante señalar
que hubo otros libros escritos por los judíos que eran contemporá-
neos con los libros de Josué, Números y Crónicas (Números 21 : 14;
8. James Orr, Revelation and Inspiration (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1969),
págs. 12, 13.
346
Josué 10: 13; 1 Crónicas 22:29). Pero estos libros no han sobrevivido
hasta el día de hoy. Es evidente que los judíos no los consideraban
sobre la misma base que a la Biblia. Los libros de la Biblia fueron
confirmados como inspirados por las poderosas obras de Dios y
eran por ello cuidadosamente guardados por los judíos. Ello cons-
tituye evidencia de que fueron verdaderamente confirmados y con-
siderados inspirados hace miles de años. Y esta consideración los
ha seguido desde el día en que fueron escritos hasta el presente.
El intento de Joacim de destruir la palabra de Dios cortándola
con un puñal y arrojándola a las llamas constituye una ilustración
de cómo los malvados han intentado destruir la Biblia a través de
los siglos (Jeremías 36:22, 23). Durante las Edades Tenebrosas se hi-
cieron muchos intentos de mantener la Biblia fuera del alcance del
hombre de la calle. Las «quemas de Biblias» vinieron a ser una
práctica común de la iglesia de Roma. Los que eran atrapados en
posesión de una copia de las Escrituras eran sometidos a tortura y
muerte. Sí, la Biblia ha sobrevivido sin daños e invicta.
Voltaire dijo en una ocasión: «Dentro de cincuenta años la Bi-
blia ya no será considerada entre las personas instruidas.» Voltaire
hizo esta afirmación hace 200 años. Parece que se equivocó. Cuando
Robert Ingersoll corría por las carreteras de América a principios
de este siglo, dando conferencias en contra del cristianismo y de la
Biblia, hizo esta afirmación en uno de sus discursos refiriéndose a
la Biblia: «En quince años tendré este libro en el depósito de cadá-
veres.» Pero en quince años él estaba en el depósito de cadáveres y
la Biblia sigue en pie. Un escritor desconocido escribió en cierta
ocasión el siguiente poema ilustrativo que hace referencia a la ma-
ravillosa durabilidad de la Biblia a través de los siglos:
Frente a un herrero pasando anoche,
El batir sobre un yunque oí resonar,
Viejos martillos sobre el suelo yacían.
Gastados, usados, cansados de golpear.
«¿Cuántos yunques rotos van» -inquirí-
«para así dejar tantos martillos?»
«Uno solo», el artesano dijo;
«El yunque al martillo puede, ¿no sabías?»
Pensé, pues: Sobre las Palabras de Dios
De la incredulidad fuertes golpes han caído;
Pero en medio del fragor de tal batir
Indemne el yunque queda ... rotos los martillos.
E. S. Bates dijo, y dijo bien: «ningún individuo, ningún César ni
Napoleón, ha tenido una parte tan grande en la historia humana
347
como este libro ... Si sólo quedaran fragmentos y trozos de nuestra
civilización, entre ellos todavía encontraríamos la Biblia, entera y
sin daños. El libro que sobrevivió al Imperio Romano sobrevivirá a
cualquier destrucción que pueda sobrevenir.» 9
348
versales y adaptables para los hombres en todas las épocas? Los
inútiles esfuerzos humanos para conseguirlo, desde el cierre del ca-
non del Nuevo Testamento y en la antigüedad antes de ello, cons-
tituyen prueba de que esta tarea está más allá de su alcance. La Bi-
blia tiene que ser de origen divino debido a la incapacidad humana
para producir una manera de vivir como la que se expone en las Sa-
gradas Escrituras.
Varios hombres principales de todas las épocas han reconocido
el asombroso efecto que la Biblia ha tenido sobre las vidas de los
hombres y su valor para conformar una manera de pensar y de vi-
vir correctas. Jean Jacques Rousseau, un escritor francés escéptico,
admitió: «Tengo que confesar que la majestuosidad de las Escritu-
ras me deja atónito ... si hubiera sido invención humana, el inventor
sería más grande que el más grande de los héroes.» El general U. S.
Grant dijo: «Aferraos a la Biblia como el ancla firme de vuestras li-
bertades, escribid sus preceptos en vuestros corazones y practicadla
en vuestras vidas. Todos estamos en deuda hacia la influencia de
este libro por todo el progreso hecho en la verdadera civilización, G
a él tenemos que mirar como nuestro conductor en el futuro.» 2
John Quincy Adams también escribió: «He hecho mi práctica habi-
tual durante varios años leer la Biblia entera una vez al año. Por lo
general me dedico a su lectura durante la primera hora después de
levantarme por la mañana.» 13 Abraham Lincoln escribió en 1864:
«Toma este libro todo lo que puedas con la razón, y el resto con la
fe, y vivirás y morirás un hombre más feliz y mejor.» 14 Woodrow
Wilson dijo en un discurso en 1911, con referencia a la Biblia: «Un
hombre se ha encontrado a sí mismo cuando ha encontrado su re-
lación con el resto del universo, y aquí está el Libro donde se expo-
nen estas relaciones.» 15 «Si permanecemos en los principios enseña-
dos en la Biblia», advirtió Daniel Webster, «nuestro país prospera-
rá, pero si nosotros y nuestra posteridad descuidamos su instruc-
ción y autoridad, nadie puede decir cuán repentina catástrofe pue-
de abrumarnos y sepultarnos a nosotros y nuestra gloria en una
profunda oscuridad». 16
PRUEBA DE LA PROFECÍA
349
capítulo siguiente a ello. Aquí sólo consideraremos brevemente el
tema en cuento a su aportación como evidencia de la inspiración de
la Biblia.
En Deuteronomio 18:22 se da un cualificación necesaria para un
profeta: «Si el profeta hablare en nombre de Jehová, y no se cum-
pliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová no ha ha-
blado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de
él» (cp. Jeremías 28:9). Israel podía probar a sus profetas mediante
la profecía del profeta. Si se cumplían las profecías de un cierto
profeta, era un profeta de Dios. Si sus profecías se incumplían, es
que era un falso profeta. Era así de sencillo. Dios desafiaba a pro-
fetizar a los falsos profetas de la época de Isaías, sabiendo que sus
profecías se incumplirían. Y el pueblo podí~ saber así que estos pro-
fetas eran falsos (Isaías 41:22, 23; 45:21). Esta es una prueba para
los profetas de todo tiempo.
Pero los verdaderos profetas de Dios fueron probados ciertos en
todas las profecías. Cuando hablaban de acontecimientos futuros,
las palabras que habían pronunciado se cumplieron. No se trataba
aquí de prueba y error. La Biblia contiene literalmente cientos de
profecías que fueron cumplidas. Profecías como la de Isaías, capí-
tulos 13 y 14, acerca de la caída de la gran ciudad Babilonia, han
sido indudablemente cumplidas. Las naciones y las ciudades de
Tiro (Ezequiel 26), Egipto (Isaías 19: Ezequiel 29, 30), Edom (Ab-
días), Nínive (Nahum), y una gran cantidad más oyeron la profecía
de su destrucción y posteriormente fueron destruidas. ¿Hubieran
podido saber estos profetas estas cosas cientos de años antes de que
tuvieran lugar? La probabilidad de que estas profecías se cumplie-
ran por mera casualidad está más allá de la razón y de la lógica.
El Antiguo Testamento contiene más de trescientas profecías
acerca de Jesús. Todas estas profecías se cumplieron. Peter W. Sto-
ner calculó matemáticamente que la probabilidad de que un hom-
bre cumpliera la profecía de Miqueas 5:2, acerca del hecho de que
Jesús nacería en Belén de Judá, en relación con las otras ~rofecías
acerca de su vida, sería de 1 en 2,8 x 105 (ver referencia) 7 Stoner
calculó que la probabilidad de que se cumplieran todas las profe-
cías acerca de Jesús justo en el momento adecuado de la historia sería
de 1 en 1,7 X 10245 , lo cual es un número fantásticamente grande. 18
Podemos comprender por qué Dios dijo a Sus discípulos: «¡Oh
insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas
han dicho ... ! Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los
profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían»
(Lucas 24:25, 27). ¡Y cuán tardos de corazón son algunos hoy en
creer en la precisión profética de la Biblia!
17. Peter W. Stoner, Science Speaks (Chicago Ill.: Moody Press, 1963), págs. 101, 102.
18. !bid., pág. 113.
350
ACLAMACIÓN COETÁNEA
Otro argumento en favor de la divinidad de las Escrituras, y que
es muchas veces pasado por alto, es la aceptación de la inspiración
de las Escrituras por parte de la Iglesia Primitiva. Aquellos que fue-
ron testigos del poder divino de que se había investido a Pablo, Pe-
dro y el resto de los obreros de Dios en manifestación de milagros
no arrojaron dudas a su palabra como siendo de Dios. Cuando Dios
por mano de Pablo cegó a Barjesús, la Biblia dice que Sergio Paulo,
que había sido testigo del hecho, creyó (Hechos 13: 12). Y así creye-
ron una cantidad innumerable que fueron testigos del poder de
Dios. Cuando los profetas de Israel mostraron pruebas de haber
sido enviados por Dios por el poder de los milagros y de la profecía
que les había sido dado por Dios, el pueblo aceptó lo que dijeron o
escribieron como procedente de Dios. Pocos fueron los que dudaron
o negaron su credibilidad o sus escritos inspirados. La Iglesia del
Nuevo Testamento en los primeros siglos de su existencia aceptó
plenamente los escritos de los apóstoles y profetas sobre la misma
base.
Los documentos del Nuevo Testamento vinieron a ser puestos en
duda siglos después de la muerte de aquellos primeros testigos.
Sólo después de que se desvaneciera el efecto de la confirmación
milagrosa de la palabra de Dios proclamaron sus pretensiones los
escépticos. Pero los padres apostólicos citan las epístolas del Nuevo
Testamento como Escritura, aceptándolas sin ningún género de
dudas. Warfield afirma este extremo de la siguiente manera:
Está meridianamente claro, entonces, que la crítica moderna no ha demos-
trado que la Iglesia coetánea resistiera la afirmación de los escritores del Nue-
vo Testamento ni que se enfrentara a su afirmación de inspiración: es bien pre-
cisamente lo contrario. Cada migaja de evidencia en este caso exhibe a la igle-
sia apostólica no rechazando, sino reconociendo de manera clara la autoridad
absoluta de los escritos del Nuevo Testamento. En el breve período de los frag-
mentos de la literatura cristiana de las dos primeras décadas del siglo segundo
tenemos a Mateo y Efesios citados claramente como Escritura, los Hechos y las
Epístolas de Pablo nombrados específicamente como parte de la Santa Biblia,
y el Nuevo Testamento como consistente en registros evangélicos y escritos
apostólicos formando una colección sagrada de libros junto con el Antiguo Tes-
tamento. Tengamos presente que la creencia de la iglesia primitiva en la ins-
piración del Antiguo Testamento está fuera de discusión, y veremos que el sig-
nificado de todo aquello es simplemente éste: La iglesia apostólica ciertamente
aceptaba los libros del Nuevo Testamento como inspirados por Dios. Estos son
los resultados de la indagación crítica acerca de las opiniones que de este tema
tenían los escritores de la Iglesia que vienen inmediatamente a continuación
de los Apóstoles. 19
19. Benjamin B. Warfield, The Inspiration and Authority of the Bible (Philadelphia, Pa.: Pres-
byterian and Reformed Publishing Co., 1970), págs. 428, 429.
351
RECAPITULACIÓN
Al observar las evidencias internas y externas que acaban de ser
examinadas, uno es llevado a la conclusión de que la Biblia es más
que una mera colección de epístolas y libros escritos por autores
humanos. Es más que esto. ¡Tiene que ser el Libro de Dios!
Este autor cree que el rechazo de la inspiración de la Biblia ex-
presado por muchos críticos es en parte el resultado de hombres que
intentan rehuir las responsabilidades de una vida recta. Los hom-
bres que no quieren que se les gobierne o que se les tenga como res-
ponsables ante un juez y legislador llegarán al final a negar la au-
toridad y credibilidad del juez y de su ley. Hacer esto con la Biblia
es dejar al hombre sin un fundamento sobre el que erigir una fuerte
sociedad. Es dejar al hombre errando sin rumbo a través del tiempo
sin esperanza ni promesa. Pinnock concluye diciendo:
Ponerse fuera de la sombra de las Escrituras no es un privilegio de la liber-
tad cristiana; es el poner la cabeza debajo de la arena del racionalismo. Porque
ello no le pone a uno en la luz más clara de la revelación directa, sino en la
densa tiniebla de la total ausencia de revelación. Esta tiniebla reduce al final
todo el universo a una máquina inhumana sin orígenes personales, y condena
la vida humana a un trágica futilidad.'º
352
20
El poder de la profecía
En Isaías 41:23 Jehová Dios pide la verdadera prueba de cual-
quiera y todos aquellos que fueran a pretender inspiración divina.
«Dadnos nuevas de lo que ha de ser después, para que sepamos que
vosotros sois dioses.» En Isaías 46:9 y 10 Dios se aplica la prueba
a Sí mismo: «Yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante
a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la anti-
güedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanece-
rá.»
Dos argumentos principales que prueban con gran fuerza que la
Biblia es inspirada y que el cristianismo es cierto son la resurrec-
ción de Cristo y el cumplimiento de las profecías. 1 La descripción de
los acontecimientos y actividades de naciones y pueblos muchos
años antes de que realmente acontecieran es la verdadera prueba
de la inspiración divina. Esta sería una confirmación total de la ins-
piración de las Escrituras.
l. Floyd E. Hamilton, The Basis o( Christian Faith New York: Harper & Row Publishers,
1964), pág. 305.
2. James Orr, Revelation and Inspiration (Grand Rapíds, Mích.: Baker Book House, 1969),
pág. 88.
353
ganas. 3 Ramm dijo: «La profecía no constituye parte de la misma fi-
bra de las religiones no cristianas, y es creída porque el sistema ya
es creído.» 4
Pero sólo en Israel tenemos el espectáculo de una sucesión de hombres, ha-
blando con plena consciencia en nombre de un Dios santo y justo, mantenien-
do un testimonio elevado y continuo de Su voluntad y propósito y, entre las
más grandes revoluciones en asuntos exteriores, interpretando inerrantemente
Su providencia en su relevancia acerca de los fines de Su Reino -hallando su
cumplimiento en el testimonio y la predicción en la venida, obra y Reino es-
piritual del Redentor del Nuevo Testamento. 5
EL VERDADERO PROFETA
3. C. P. M'Ilvaine, The Evidences of"Christianity (New York, Harper and Brother, 1847), págs.
191, 192. Para un ejemplo a este respecto leer: Joseph Smith, Doctrine and Covenants (Salt Lake
City, Utah: The Church of Jesus Christ of Latter Day Saints, 1956), Sec. 57:1-3. Smith profetizó
que la Guerra Civil americana «Se derramaría sobre todas las naciones». Pero no sucedió. Ver
también: Doctrines and Covenants, Sec. 101 :20 y secciones 84:4, 5; 84:31.
4. Bernard Ramm, Protestant Christian Evidences (Chicago, Ill.: Moody Press, 1971), pág. 84.
5. Orr, Revelation and Inspiration, op. cit., pág. 88.
6. George Simpson, A Book About the Bible (New York: Harper & Brother Publishers, 1945),
pág. 114.
7. H. S. Miller, General Bíblica/ Introduction (Houghton, New York: The World Bearer Press,
1960), pág. 18.
354
miento de las innumerables contingencias de los asuntos humanos,
lo cual pertenece exclusivamente a la omnisciencia de Dios; de ma-
nera que en base de su misma naturaleza la profecía tiene que ser
una revelación divina». 8
Hay una diferencia entre las predicciones de autoproclamados
profetas y las verdaderas profecías de los antiguos profetas de Dios.
«En predicción hay circunstancias existentes sobre las que pode-
mos basar una premisa y de aquella premisa llegar a una conclu-
sión.» 9 La mayor parte de las profecías de la Biblia involucran cir-
cunstancias y acontecimientos muy separados del profeta. No había
ni claves ni pistas sobre las que el profeta pudiera basar su profe-
cía. En lo esencial, entonces, una profecía de acontecimientos futu-
ros era un milagro.w
El pronunciamiento y cumplimiento de una profecía es un tema
clave de secciones principales de la Biblia. Debido a esto podemos
suponer que Dios considera la profecía como una evidencia proba-
toria de gran importancia para la inspiración divina de la Biblia.
Hay designio detrás de los pronunciamientos divinos de cosas futu-
ras. Aquí se dan algunas de las razones que estaban detrás de la uti-
lización de la profecía por parte de Dios en el pasado.
A. Para demostrar la presencia de Dios ,
En Isaías 42:9 Dios recordaba a Israel que las cosas que El había
revelado con respecto al futuro habían acontecido. Al mismo tiem-
po les decía que les iba a hablar de cosas aún futuras. «He aquí se
cumplieron las cosas primeras, y yo anuncio cosas nuevas; antes
que salgan a luz, yo os las haré notorias.» Esto era siempre una ma-
nifestación de la presencia divina. La profecía estaba fuera del al-
cance de la mera inteligencia humana, e Israel lo sabía.
Sólo un poder sobrenatural podría declarar acontecimientos fu-
turos. La Biblia afirma y demuestra por su propia declaración de
cosas futuras que sólo Dios podía ser su autor (Isaías 44:6-8). Dios
está dispuestoa apoyar Su causa en el cumplimiento de Su profecía
(Isaías 48:3-5). Aquellas profecías demostraron en el pasado la pre-
sencia de Dios, y lo mismo hacen en la actualidad.
Toda la profecía vino por inspiración de Dios por medio del Es-
píritu Santo (2 Pedro 1:20; Lucas 1 :70). La profecía y el cumpli-
miento están de tal manera entretejidas por toda la Biblia que sería
ciertamente una inconsecuencia aceptar unas partes de la Biblia
como inspiradas y al mismo tiempo rechazar otras partes como no
inspiradas. No podemos aceptar las secciones que contienen profe-
355
cías y rechazar aquellas que contienen su cumplimiento. Hulen
Jackson escribió: «Si cr;ees que el Nuevo Testamento es la palabra
de Dios, inspirada por El, entonces crees que los profetas de la épo-
ca del Antiguo Testamento predijeron de parte de Dios el futuro con
una sabiduría que no aprendieron mediante el estudio sino que les
vino directamente de Dios [énfasis mío, R.E.D.] 11 Así, la profecía
constituye una prueba de la presencia divina en la Biblia y la Biblia
constituye una prueba de la presencia divina en la actualidad.
La Biblia, con sus numerosas profecías, es hoy un testimonio de
la presencia de Dios. ¿De qué otra manera vamos a explicar las pro-
fecías de la Biblia? Están más allá de la inteligencia humana. Están
más allá de un cumplimiento por azar. Tienen que venir de Dios.
Charnock concluye así:
Aquel poder que descubre las cosas futuras, que toda la previsión humana
no puede discernir ni conjeturar, está por encima de la naturaleza. Y la pre-
dicción de ellas con tanta certidumbre como si ya existieran, o como si hubie-
ran existido mucho tiempo ha, tiene que ser el resultado de una mente infini-
tamente inteligente, por cuanto es el tipo más elevado de conocimiento, no pu-
diéndose imaginar otro más elevado: y Aquél que conoce las cosas del futuro
de esta manera tiene que conocer las presentes y las pasadas. 12
11. Hulen L. Jackson, «Did the Prophets Really Prophesy?» Finn Foundation (May 17, 1966),
pág. 307.
12. Stephen Charnock, The Existence and Attributes of God (Grands Rapids, Mich.: Sovereign
Grace Publishers, 1971), pág. 58.
13. Orr, Revelation and Inspiration, op. cit., pág. 95.
356
hablado, era un falso profeta. Esta prueba debería ser aplicada a
aquellos que hoy en día pretenden ser profetas.
2. La prueba de~ cumplimiento: La profecía de un profeta verda-
dero se cumpliría. Esta es ciertamente la prueba última y definiti-
va, y ha hecho que se aplique el calificativo de «falso» a muchos
hombres a través de la historia que han pretendido ser profetas de
Dios. 14 Jeremías escribió: «Cuando se cumpla la palabra del profeta,
será conocido como el profeta que Jehová en verdad envió» (Jere-
mías 28:9). Este fue ciertamente el caso con Samuel. Dios demostró
plenamente que se trataba de un profeta. 1 Samuel 3:19, 20 afirma:
«Y Samuel creció, y Jehová estaba con él, y no dejó caer a tierra
ninguna de sus palabras. Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, co-
noció que Samuel era fiel profeta de Jehová.»
Por otra parte, si la profecía de un profeta no se cumplía, Israel
sabía que aquel profeta era falso (Deuteronomio 18:21, 22). Dios
afirma que el cumplimiento de la profecía constituye evidencia de
su inspiración; es una evidencia que no puede ser refutada (Isaías
34:16; 41:22 y ss.; 42:9; 43:9).
C. Para acreditar la Palabra de Dios
Como ya se ha dicho, la profecía es la prueba final y definitiva
de la inspiración. Si las profecías de la Biblia no se hubieran cum-
plido sabríamos de cierto que la Biblia no es la palabra de Dios
(Isaías 46:9, 10: 48:3). Una Biblia llena de profecías cumplidas es
una poderosa evidencia de su inspiración como una Biblia llena de
profecía incumplida y errada lo sería de no estar inspirada. Si res-
tamos divinidad a la Biblia no nos queda ninguna otra explicación
de la profecía cumplida. La inspiración divina es la única explica-
ción para las profecías cumplidas.
D. Para preparar hacia el cristianismo y acreditarlo
Probablemente el principal propósito de la profecía fue la prepa-
ración para la venida de Cristo y la prueba de que el cristianismo
es de origen divino. Jesús dijo a Sus discípulos antes de Su ascen-
sión: «Estas son las palabras que os hablé, estando aún con voso-
tros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de
mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos» (Lucas
24:44). El Antiguo Testamento está repleto de profecías con respec-
to a Cristo. (Estas serán relacionadas más tarde.) El Nuevo Testa-
mento se refiere en cientos de ocasiones a las profecías del Antiguo
Testamento. Sólo en el libro de Mateo aparecen cuarenta y cuatro
referencias a profecía del Antiguo Testamento. 15
14. Hulen L. Jackson, «Who Fulfilled the Prophecy», Firm Foundation (December 10, 1968),
pág. 790.
15. Wallace, God's Prophetic Word, op. cit., pág. 62.
357
Los profetas profetizaron con respecto a muchos aspectos del
cristianismo. Profetizaron con respecto a la naturaleza espiritual
del cristianismo (1Pedro1:9-12). Wallace escribió que «los profetas
prepararon el mundo para la distinción entre el concepto temporal
y el espiritual». 16 Los profetas profetizaron de Cristo y de Su pala-
bra (Hechos 26:22, 23; Juan 5:37-39; Lucas 24:25-27; 1 Pedro 1: 10-
12) y de un gran número de otras cosas.
El Antiguo Testamento quedó demostrado como inspirado .al
cumplir Jesús sus profecías con respecto al Mesías. Jesús fue igual-
mente demostrado como divino cuando Sus profecías de aconteci-
mientos fueron cumplidas poco después que El muriera. La caída
de Jerusalén fue uno de estos acontecimientos profetizados. La caí-
da de Jerusalén fue prueba de que Jesús era un verdadero profeta,
por cuanto la caída cumplía sus profecías de Mateo 24, Marcos 13
y Lucas 21. «además de todas las otras pruebas que se dan en el
Nuevo Testamento de la deidad de Cristo, la caída de Jerusalén es
la respuesta final a la pregunta: "¿Qué pensáis del Cristo? ¿De
quién es hijo?"» 17
Así como las profecías del Antiguo Testamento y su cumplimiento por Cris-
to son pruebas de la inspiración del Antiguo Testamento, de la misma manera
el cumplimiento de la profecía pronunciada por Cristo de la caída de Jerusalén
es la apelación y argumento finales de Dios para la aceptación de la inspira-
ción del Nuevo Testamento."
358
rehúsan examinar y dar el crédito debido a las profecías cumplidas
en la historia. El prejuicio ha empañado las gafas de muchos inda-
gadores de las profecías bíblicas.
Pero, al examinar la naturaleza de la profecía válida, el estudio-
so honrado tiene que admitir que la profecía bíblica no admite
comparaciones con las predicciones de las falsas religiones y de los
adivinos. 19 Una comprensión clara de lo que realmente es la verda-
dera profecía la ampliará ciertamente como verdadera prueba de la
inspiración. A continuación se dan algunas de las características de
las profecías bíblicas. Estas son características que quitan la profe-
cía de cualquier campo de crítica. 20
359
Naturalmente, hubo aquellas profecías que se cumplieron den-
tro de la vida y de la situación geográfica del profeta. Estas demos-
traban que el profeta era un verdadero profeta de Dios. Pero aque-
llos que eran testigos del cumplimiento de la profecía del profeta
podían saber también de primera mano si el profeta había tenido
algo que ver con el hecho de que la profecía se hubiera cumplido.
Y cada una de las indicaciones que recibimos de los registros nos
muestra claramente que los observadores que rodeaban al profeta
conocieron la presencia divina en el profeta.
C. Tiene que haber claridad
Las profecías tienen que ser lo suficientemente claras como para
que el observador pueda relacionar el anuncio con el cumplimiento.
Si una profecía no es lo suficientemente clara para permitir que el
observador pueda seguir su cumplimiento, ¿de qué serviría la pro-
fecía? Con esto no se quiere decir que no hubiera profecías en la Bi-
blia que no fueran oscuras para los oyentes inmediatos. Lo eran.
Pero el cumplimiento de la profecía clarificó la profecía misma
como para poder dar prueba de inspiración. En muchas ocasiones
una profecía fue entendida sólo cuando se llegó a su cumplimiento.
360
tenían que salir avergonzados por la puerta trasera cuando Dios po-
. nía Su aprobación sobre Sus profetas al dar cumplimiento a las
profecías por ellos pronunciadas.
Si cualquier profeta puede cumplir los criterios anteriores cum-
plidos por las profecías de la Biblia, entonces es ciertamente un
profeta de Dios. Pero un hombre así no ha pisado esta tierra desde
hace unos 1900 años. Un examen de las profecías de la Biblia y de
sus cumplimientos da evidencias suficientes y abrumadoras para
acreditar el origen divino de la Biblia. Ningún ser humano podría
en absoluto dar tales atisbos del futuro como los que los profetas
dieron en la antigüedad. Para definir la magnífica precisión con la
que fueron dadas las profecías en la Biblia, consideremos algunas
profecías específicas en el resto de este capítulo.
NACIONES EN LA PROFECÍA
En Isaías, capítulo 34, Dios llama a las naciones a oír los desti-
nos de su existencia. «Acercaos, naciones, juntaos para oír; y voso-
tros, pueblos, escuchad. Oiga la tierra y cuanto hay en ell51, el mun-
do y todo lo que produce» (Isaías 34:1; cp. 41:1; 43:9). Este es un
llamamiento de Dios en todo tiempo para todos los que quieran
considerar la certeza de Su palabra.
Numerosas profecías del Antiguo Testamento dan una descrip-
ción detallada del surgimiento y caída de naciones, pueblos y ciu-
dades. Tales relatos pictóricos se mantienen como un baluarte de la
conducción divina de los profetas. La profecía es imposible para el
hombre a solas. Pero es natural para un Dios omnisciente.
Muchas profecías son tan detalladas y exactas que críticos mo-
dernos han afirmado que no podían ser realmente profecías. Dicen
ellos que tales registros tienen que ser historia. Por ello han afirma-
do que la profecía fue en realidad registrada después de su cumpli-
miento. Así, los detalles fueron registrados por un historiador. De
manera que en realidad estos críticos hacen de la profecía una his-
toria y no una predicción del futuro.
Pero tal exégesis es estéril a los ojos de un estudio profético ob-
jetivo. Las siguientes son algunas de las muchas vívidas profecía
que en la Biblia se encuentran con respecto a las naciones. ¿Cómo
hubieran podido los profetas haber conocido tantos años ante los
detalles de estas naciones, ciudades y pueblos?
A. Egipto en la profecía
El antiguo Egipto era una de las más ricas naciones del musndo
antiguo. Su conocimiento científico estaba mucho más avanzado
que el de sus naciones contemporáneas antes del siglo V a.c. En los
días de Ezequiel (593-561 a.C.), Egipto tenía astrónomos y matemá-
361
ticos que estudiaban princ1p1os que estudiamos nosotros hoy en
día. 24 Tenían hermosas pinturas, templos maravillosos, una arqui-
tectura sin competencia y materiales hilados no superados por na-
die en el mundo antiguo. 25
Pero en lo más alto de la gloria de Egipto los profetas de Dios
pronunciaron para esta nación un oscuro futuro. Ezequiel profetizó
que Egipto sería disminuido. Ya no regiría más sobre las naciones
(Ezequiel 29:12-15). Ya no habría más un príncipe de la tierra (Eze-
quiel 30: 12, 13). Egipto era una nación económicamente poderosa
cuando profetizaron Ezequiel e Isaías. Pero sus proclamaciones con
respecto al futuro de Egipto prefiguran una caída de su poderío eco-
nómico y de su gloria (Ezequiel 30: 12; Isaías 19:5-8; 20; Jeremías
46: 13-26).
Se podrían señalar otras profecías acerca de Egipto, pero éstas
son suficientes para mostrar que la historias iba a tratar desfavora-
blemente a una de las grandes naciones del mundo antiguo. En
cumplimiento de estas profecías es asombroso ver cómo realmente
ha disminuido el poder de Egipto. Después del cautiverio babilóni-
co de Israel y de las profecías de Ezequiel e Isaías, Egipto no ha
sido regido por su propio príncipe a lo largo de la historia. Ha sido
regido por persas, griegos, romanos, árabes, turcos, franceses e in-
gleses.26 Ya no es la capital económica del mundo, sino una de las
principales naciones empobrecidas del tercer mundo. 27
B. Babilonia en la profecía
En los día de Isaías (739-690 a.c.) Babilonia era sólo una nación
en su infancia. Al llegar el tiempo de las profecías de Jeremías (627-
575 a.C.) era el mayor imperio del mundo. No se puede hablar de
la grandeza del imperio de Babilonia sin utilizar como ejemplo el
esplendor de su capital, Babilonia.
Babilonia era la Nueva York del mundo antiguo. Los arqueólo-
gos nos dicen que sus murallas se levantaban a más de noventa me-
tros de altura y que tenían un grosor de alrededor de dos metros y
medio, extendiéndose entre sesenta y cinco y ochenta kilómetros al-
rededor de la ciudad.28 Babilonia tenía calles adoquinadas. 29 Mu-
chas de sus casas tenían agua corriente. Tenía una hermosa arqui-
tectura, como se evidencia por la existente puerta de Ishtar. 30 Y sus
24. Hamilton, The Basis of Christian Faith, op. cit., pág. 113.
25. John Urquart, The Wonders of Prophecy (Boston: Hamilton Brothers, 1925), pág. 57.
26. John H. Gerstner, Reasons far Faith (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1972), pág.
111.
27. Hamilton, The Basis of Christian Faith, op. cit., pág. 313.
28. !bid., pág. 317.
29. Roland Kenneth Harrison, « Babylon», Zondervan Pictoria/ Bible Dictionary, Merril C. Ten-
ney, ed. (Grand Rapids, Mich.: Zondervan Publishing Co., 1968), pág. 92.
30. !bid.
362
jardines colgantes eran una de las siete maravillas del mundo. 31 Se
podría hacer no poco énfasis sobre la grandeza de Babilonia. Era
una ciudad verdaderamente magnífica y fuerte.
Pero cuando Babilonia era una ciudad en la infancia y encabe-
zaba una nación insignificante entre los poderes mundiales, Isaías
se levantó para decir que los medos subirían en contra de ella
(Isaías 13:17). Babilonia sería destruida (Isaías 13:19). Nunca será
habitada, proclamó Isaías (Isaías 13:20). El árabe no plantará allí
su tienda (Isaías 13:21). Será arrasada al nivel del suelo (Isaías
14:12; cp. 14:4-28). Cuando Babilonia vino a ser un imperio mun-
dial, Jeremías clamó: «perpetuo asolamiento serás» (Jeremías
51:26). Iba a ser un lugar donde nadie moraría (Jeremías 51:43; cp.
25:12-14; 50; 51). Era un tenebroso futuro para una ciudad y un rei-
no tan poderoso.
Así, ¿podrían cumplirse estas profecías? Se precisaría de una
sola visita a la antigua localidad de Babilonia para convencer a los
críticos de que estas profecías han sido cumplidas hasta su último
detalle. Babilonia es un montón de ruinas. Es la morada de la de-
solación y el epítome de la gran presciencia de Dios. ¡Babilonia ha
desaparecido!
C. Los reinos de Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma en la
profecía.
El capítulo 2 de Daniel es una de las más notables profecías en
la Biblia con respecto a las naciones del mundo antiguo. Nabucodo-
nosor, rey de Babilonia, tuvo un sueño con respecto a una gran ima-
gen con una cabeza de oro (v. 32), pecho y brazos de plata (v. 32),
vientre y muslos de bronce (v. 32) y piernas de hierro con los pies
en parte de hierro y en parte de barro cocido (v. 33). ¿Qué signifi-
caba esta profecía?
Daniel interpreta este sueño como referido a cuatro grandes rei-
nos mundiales (vv. 39 y ss.). Babilonia era el primer reino, con Na-
bucodonosor como su cabeza de oro (v. 38). Después de este reino
iba a surgir otro, el reino de Medo-Persia (Daniel 5:31). Seguiría
después otro reino, el reino griego de Alejandro Magno. Y finalmen-
te surgiría un cuarto imperio mundial, el Imperio Romano. Sería
en los días del cuarto reino, el reino de Roma, que Dios iba a esta-
blecer Su reino, la iglesia (v. 44).
Cualquiera que tenga el más ligero conocimiento de historia
universal sabe que estos fueron los cuatro principales imperios del
mundo antiguo, comenzando con Babilonia y acabando con Roma.
Esta profecía, además de otras detalladas profecías del libro de Da-
niel, han sido tan precisas que muchos críticos han afirmado que
este libro fue en realidad escrito en los días del Imerio Romano jus-
31. /bid.
363
to antes de la venida de Cristo. Así, el libro de Daniel sería un libro
histórico y no profético. Pero la indagación honrada no permite este
punto de vista. Daniel vivió en la época del reino babilónico (Daniel
1:1-6), no en los días del reino de Roma. Y cualquier intento de ha-
cerlo pasar a él y al libro de su profecía a los días del Imperio Ro-
mano es tan sólo un esfuerzo modernista para dar cuenta de la na-
turaleza detallada de sus profecías.
CIUDADES EN LA PROFECÍA
Hay numerosas ciudades, como Babilonia, que han sufrido una
suerte similar. Las profecías y cumplimientos con respecto a estas
ciudades se levantan también como una ciudadela en contra de los
ataques del escepticismo.
A. Tiro en la profecía
En el capítulo veintiséis de Ezequiel, éste profetizó que la ciu-
dad de Tiro sería hecha como una roca desnuda (v. 4). Sería un lu-
gar para tender redes (vv. 5, 14). Nabucodonosor, rey de Babilonia,
la destruiría (v. 7). Sus piedras y vigas de madera serían arrojados
al mar (v. 12).
En el 586 a.C., Nabucodonosor puso sitio a Tiro y le hizo guerra
durante trece años. Finalmente consiguió tomarla en el 573 a.C. 32
Nabucodonosor destruyó la ciudad principal de Tiro, situada en tie-
rra firme, pero no pudo vencer la sección fortificada de la ciudad,
situada en una isla a algo menos de un kilómetro de la costa.
No fue sino 241 años más tarde que las profecías de Ezequiel se
cumplieron totalmente. En el 332 a.C., Alejandro Magno puso sitio
a la isla fortificada. Para capturar la pequeña ciudadela, tuvo que
construir un dique desde el continente hasta la isla. ¿De dónde con-
siguió las piedras y cascotes para construir el dique? Tomó las pie-
dras y restos de la ciudad original y los arrojó al mar a fin de cons-
truir el dique. Hoy en día, los pescadores secan sus redes sobre las
ruinas de la vieja Tiro. ¿Cómo sabía Ezequial todo esto?
B. Nínive en la profecía
Otra metrópolis del mundo antiguo era la ciudad de Nínive, que
fue fundada por Nimrod (Génesis 10: 11, 12). Nínive estaba situada
en las riberas del río Tigris y fue la capital del belicoso Imperio Asi-
rio. Las excavaciones del siglo XIX revelaron que Nínive no había
sido una ciudad pequeña, sino que tenía una población que sobre-
pasaba los 600.000. Muchos arqueólogos creen que las murallas de
la ciudad tenían alrededor de cien kilómetros de longitud, forman-
32. Peter W. Stoner, Science Speaks (Chicago, Ill.: Moody Press, 1963), pág. 74.
364
do un paralelogramo alrededor de la ciudad misma. 33 La ciudad te-
nía muchos grandes palacios, específicamente el palacio de Sargón.
Se descubrió una de las mayores bibliotecas del mundo antiguo en
las ruinas de Nínive. Ciertamente, ésta era también una magnífica
ciudad del mundo antiguo.
Pero en medio de su grandeza, Sofonías proclamó que Dios con-
vertiría «a Nínive en asolamiento y en sequedad como un desierto»
(Sofonías 2:13). Nahum profetizó que Nínive sería asolada (NahuÍn
3:7).
Estas profecías fueron cumplidas literalmente. En el año 612
a.C. Nínive cayó en manos de los babilonios. Después de esto, vino
a ser un montón de ruinas. Acerca de la destrucción de esta gran
ciudad dice un escritor: «La destrucción fue tan total que esta loca-
lidad fue pronto olvidada por casi todo el mundo.» 34
PERSONAS EN LA PROFECÍA
A. Ciro en la profecía
El profeta Isaías profetizó desde el 739 a.C. hasta alrededor del
691 a.c. En Isaías 44:28 dio una profecía que dejó perplejos a los ju-
díos por más de 200 años: «Que dice de Ciro: Es mi pastor, y cum-
plirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: Serás edificada; y
al templo: Serás fundado.» Esta profecía fue pronunciada antes de
la destrucción de Jerusalén por Babilonia, mientras el templo esta-
ba aún en pie. Los judíos no podían creer que su sagrada ciudad se-
ría destruida. De cierto es que cualquier profecía referente a su re-
construcción debe haber sido considerada como carente de sentido
por parte de muchos judíos escépticos en la época de Isaías.
No fue sino hasta después de la destrucción de Jerusalén y del
Templo por parte de Nabucodonosor en el 586 a.C. que esta profe-
cía comenzó a tener sentido. Nabucodonosor llevó cautivos a los ju-
díos a Babilonia durante un período de setenta años después de la
destrucción del 586. Allí se quedaron, preguntándose que sucedería
con la bienamada ciudad.
Pero en el 550 a.C. un hombre llamado Ciro accedió al trono de
Persia. Uno puede imaginarse el entusiasmo que se agitaría en el
pecho de cada judío que hubiera. creído en la profecía de Isaías.
Después de que los persas hubieran conquistado Babilonia, Ciro
promulgó un decreto por el que los judíos podían volver a su tierra
y reconstruir el templo y la ciudad de Jerusalén (2 Crónicas 36:22
y ss.; Esdras 1: 1 y ss.). Así se cumplió la profecía de Isaías.
33. «Niniveh». The Biblical World, Charles E. Pfeiffer, ed. (Grand Rapids. Mich.: Baker Book
House. 1966), pág. 416.
34. !bid .. pág. 417.
365
B. Los judíos en la profecía
Cuando Federico el Grande preguntó por una sola palabra que
demostrara la veracidad de la Biblia, la respuesta que le fue dada
fue: «Judíos». 35 Las profecías con respecto a los judíos son demasia-
do numerosas para podernos referir a todas ellas. Deuteronomio,
capítulo 28, afirma que si lo judíos no obedecían los mandamientos
de Dios (v. 15), serían dispersados entre las naciones (vv. 64, 65; cp.
Levítico 26:33; Ezequiel 22:15; Jeremías 9:16; 24:9); soportarían di-
ficultades incluso hasta el punto de comerse a sus progios hijos e
hijas (v. 53); y serían llevados en naves a Egipto (v. 68). 6 Pero en la
tierra de sus enemigos Dios dijo que no serían totalmente rechaza-
dos y aborrecidos (Levítico 26:44). Numerosas otras profecías refle-
jan las desdichadas consecuencias de la desobediencia de Israel.
Estas profecías han sido cumplidas a través de los siglos en
todos los detalles, comenzando con los cautiverios asirio y babiló-
nico y extendiéndose a la matanza, cautiverio y destrucción de los
judíos y Jerusalén en el año 70 d.C. Historiadores como Josefo nos
revelan detalles horrendos de la destrucción de Jerusalén en el 70
d.C. Los padres devoraban a sus hijos debido a lo atroz de la esca-
sez. Miles morían de hambre. Más de un millón de judíos murieron.
Los judíos fueron vendidos en Egipto hasta que los compradores ya
no querían más. Millones de judíos se encuentran dispersados por
todo el mundo en la actualidad, y, con todo, como raza, han man-
tenido su identidad.
CRISTO EN LA PROFECÍA
Son pocos los críticos en la actualidad que pretenden que los li-
bros del Antiguo Testamento fueran escritos después de la vida de
Jesús de Nazaret. Aún menos, si es que hay alguno, afirman que un
hombre llamado Jesús no vivió en la tierra hace unos 1.900 años.
Jesús fue un verdadero personaje histórico.
Ya que Jesús es un verdadero personaje de la historia, y ya que
el Antiguo Testamento fue escrito antes de su vida, es de lo más
asombroso que tantas profecías se cumplieran en este hombre en
los cortos treinta y tres años de Su vida. Nada menos que la decla-
ración de que Jesús era ciertamente el Hijo de Dios puede darnos
una respuet~ satisfactoria a este fenomenal cumplimiento de la pro-
fecía en Su vida.
Se admite que una o dos o tres de los cientos de profecías po-
drían ser cumplidas accidentalmente por cualquiera de los hom-
bres de la historia. Pero sería verdaderamente un contrasentido
366
pensar que todas ellas, hasta el último de los detalles, fueran a ser
cumplidas por un hombre de manera accidental. pero ¡Jesucristo
las cumplió todas! ¿Cómo vamos a explicar este hecho?
A continuación se relacionan sólo algunas de las principales pro-
fecías que se cumplieron en Cristo. Estas profecías y sus cumpli-
mientos dan poderoso testimonio de que Jesús era el Cristo, el Hijo
de Dios. Jesús dijo a los jupíos que escudriñaran las Escrituras, por-
que ellas testificaban de El (Juan 5:39). Juan escribió que Jes4s es
el «espíritu de la profecía» (Apocalipsis 19: 10), y ciertamente El lo
es. Aquí damos algunas de las profecías que fueron hechas en el An-
tiguo Testamento y que fueron cumplidas en la vida de Jesús:
RECAPITULACIÓN
37. Ver Hamilton, The Basis ofChristian Faith, op. cit., pág. 322 y Gerstner, Reasons far Faith,
op. cit., pág. 112.
38. Un libro muy interesante y documentado para estudiar este tema es Peter W. Stoner: La
ciencia habla (Editorial Moody, s/f, Chicago, Ill.).
368
han fracasado miserablemente. Si uno pretende inspiración, Dios
dice que se le permita probar suerte con la profecía. Si sus profecías
no se cumplen, es un fraude. Y muchos son los que lo han intenta-
do, y fracasado, en estos tiempos que corren ahora.
Así que la profecía viene a ser la nota alta de la inspiración. De-
mostró la inspiración de los profetas mientras ellos vivían. Demos-
tró la inspiración de sus escritos después de la muerte de ellos. La
profecía bíblica se mantiene firme sobre el cumplimiento. Siempre
tendremos el registro de estas antiguas profecías. Y siempre tendre-
mos el registro del cumplimiento de ellas. Esta combinación de
profecías y cumplimientos constituirán siempre una sólida eviden-
cia para demostrar la inspiración de la Biblia.
369
21
Historia de la Biblia
Parte 1
La historia de la Biblia es indudablemente uno de los más ma-
ravillosos y entusiasmantes estudios de todas las historias. El minu-
cioso examen de las varias fases del desarrollo de las Sagradas Es-
crituras ciertamente suscitará fe en el corazón del estudiante since-
ro. Jesús dijo: «El cielo y la tierra pasarán, pero mi palabra no pa-
sará» (Mateo 24:35). Es electrizante examinar cómo Dios ha
guardado providencialmente Su palabra de escépticos y críti-
cos para proveer para los hombres en todas las edades Sus leyes
escritas.
Son varios los temas que uno tiene que estudiar para poner en
perspectiva la grandeza de la historia bíblica. Se tienen que exami-
nar cosas como los escritos materiales, lenguajes de la Biblia, im-
portantes manuscritos griegos y hebreos, y los libros apócrifos. En
este y el siguiente capítulo estudiaremos estas áreas de pensamien-
to. Neil R. Lightfoot dijo: «Toda la historia de la Biblia queda con-
dicionada por (1) la historia de la escritura, y (2) la historia de los
materiales utilizados en la manufactura de los libros antiguos.» 1 Te-
nemos que examinar estas áreas de estudio. En primer lugar, exa-
minemos los materiales de escritura involucrados en la transmisión
del texto de la Biblia.
1. Neil R. Lightfoot, How We Got the Bible (Austin, Tex.: R. B. Sweet Co., Inc., 1962), pág. 4.
371
MATERIALES DE ESCRITURA
Había al menos siete materiales básicos de escritura en la anti-
güedad: piedra, arcilla, tiesto, madera, cuero, papiro y vitela. Los
antiguos cronistas utilizaban estos materiales de diversas maneras
y en varias épocas. El antiguo escriba parece haber utilizado siem-
pre el principio de utilizar aquellos materiales que tenía más a
mano, los mejores a disposición y más duraderos en aquella época:
Lo que sigue es una breve descripción de estos materiales:
A.Piedra
Algunas de las más antiguas inscripciones que tenemos en la ac-
tualidad fueron escritas sobre piedra. El código de Hammurabi (un
rey de la antigua Babilonia) es una inscripción en una piedra que
data de alrededor del 2.000 a.C. Las inscripciones de piedra de
Egipto son anteriores al 3.000 a.C. Las primeras leyes escritas da-
das al pueblo de Dios fueron inscripciones hechas por Dios sobre ta-
blas de piedra. «Y dio a Moisés ... dos taqlas del testimonio, tablas
de piedra escritas con el dedo de Dios» (Exodo 31:18; cp. 34:1, 28).
Así que la piedra es realmente uno de los materiales de escritura
originales.
B. Arcilla
La utilización de la arcilla como material de escritura fue de
gran importancia en los imperios de Asiria y Babilonia. La Biblio-
teca Real de Asiria en Nínive, que data del 650 a.C., consistía en mi-
les de tabletas de arcilla. La utilización de la arcilla para la escri-
tura se remonta hasta el 3.100 a.C. 2 Como material de escritura, la
arcilla era trabajada y hecha flexible, y luego se utilizaba un estilo
para grabar la varias formas de escritura. La arcilla era entonces
cocida o secada al sol, asegurándose así la inscripción para un tiem-
po indefinido de tiempo.
C. Tiesto
Los tiestos eran trozos rotos de cerámica. Este material de escri-
tura era generalmente utilizado por los pobres, o durante épocas de
crisis en las que había apremio para encontrar un material. Un
buen ejemplo de ello es la correspondencia de Laquis durante la in-
vasión de Palestina por parte de las fuerzas babilónicas entre el 589
y el 587 a.c.
D. Madera
La madera no era utilizada como material de escritura con tan-
ta profusión como otros materiales. Debido a su poca durabilidad
372
no se utilizaba como material para preservar leyes y códigos sagra-
dos. Números 17:2 es un ejemplo de la madera utilizada para la es-
critura. Algunos también sugieren que Isaías 30:2 y Habacuc 2:2
son ejemplos en los que se utilizaba la madera para la escritura. 3
E. Cuero
El cuero era un material más avanzado para la escritura, aun-
que su uso data de fecha temprana. E. C. Richardson escribió: «La
utilización de pieles preparadas para la escritura en un lado (piel)
fue temprano y general, remontándose al menos a la IV dinastía de
Egipto. Los Anales de Tutmose 11 en Palestina fueron escritos en ro-
llos de cuero.» 4 William LaSor dice que «el cuero fue ciertamente
utilizado como material para la escritura desde el siglo veinte a.C.
y hasta el tiempo de la invención de la imprenta mediante tipos
móviles». 5 Miller data su origen alrededor del 2.900 ó 2.750 a.C. 6
Los judíos utilizaban el cuero principalmente como material de es-
critura para la transmisión del Antiguo Testamento. Es probable
que Moisés inscribiera las primeras palabras de la Ley de Dios so-
bre hojas de cuero.
F. Papiro
El papel de papiro se hacía de la planta de papiro que crecía a
lo largo del río Nilo en Egipto. El tronco de esta planta era cortado
a tiras, entretejido, prensado, y dejado secar al sol. «El papiro fue
utilizado en Egipto ya en época tan temprana como la Quinta Di-
nastía (2.500-2.350 a.C.), y siguió siendo utilizado hasta la época de
los árabes.» 7 Durante el siglo primero d.C. éste fue el material de es-
critura más popular. Es muy probable que los autógrafos originales
de los escritores del Nuevo Testamento se hicieran sobre papiro. A
través de los siglos se escribieron muchas copias del Antiguo y Nuevo
Testamento sobre papiro, de las cuales existen aún muchas copias.
G. Vitela
La utilización de la vitela (pergamino) como material de escri-
tura se cree que proviene de un desacuerdo entre el rey Eumenes II
de Pérgamo (197-158 a.C.) y Ptolomeo IV, rey de Egipto. Cuando
Eumenes estaba tratando diligentemente de preparar su biblioteca
en Pérgamo, el material de escritura entonces más popular era el
papiro. Y el papiro venía sólo de Egipto. Así, cuando se dio un de-
373
sacuerdo entre estos dos reyes, los egipcios detuvieron el suministro
de papiro. Como resultado, Eumenes se vio obligado a desarrollar
otro material para la escritura. El resultado de este desacuerdo fue
el desarrollo de la vitela, que era un cuero de alta calidad prepara-
do para su escritura en ambos lados. Este material fue utilizado ex-
tensamente por los cristianos primitivos y su uso persistió durante
más de mil años después de su invención. En la actualidad hay mu-
chas copias de la Biblia que fueron escritas en pergamino.
LENGUAJES DE LA BIBLIA
374
Koiné significa «común». Los manuscritos del Nuevo Testamento
fueron originalmente escritos en griego koiné, el lenguaje común de
la gente el mundo del primer siglo.
No hay evidencias de que los manuscritos originales del Nuevo
Testamento fueran escritos en ningún otro lenguaje, excepto por pe-
queñas secciones en arameo como las que hemos mencionado algo
más arriba. Así, cuando hablamos de los manuscritos del Nuevo
Testamento, como el Codex Sinaítico, Codex Vaticanus y Codex Ale-
xandrinus, nos estamos refiriendo a manuscritos que fueron escri-
tos en griego koiné.
EL CANON
La palabra canon significaba originalmente una «regla de medi-
da». Con referencia a la Biblia se utiliza para referirse a una nor-
mativa por la que los libros son considerados autorizados. Miller
afirma: «Es la regla de medir, el gálibo, la norma de prueba, o nor-
ma crítica, por la que cada libro de la Biblia tiene que ser probado
antes de ser admitido como parte integrante de las Sagradas Escri-
turas.»12 Los libros canónicos son aquellos que fueron aceptados
como inspirados por los antiguos judíos y por los primitivos cristia-
nos. «Así, si uno habla de los escritos canónicos, está refiriéndose a
aquellos libros que son considerados como poseedores de autoridad
divina y que constituyen nuestra Biblia.» 13
375
La alta crítica es esencialmente un examen del texto con el pro-
pósito de determinar la paternidad, fecha y redacción del documen-
to examinado.
La alta crítica tiene por lo general una mala connotación para el que cree
en la historicidad de la Biblia, pero el nombre puede referirse a diferencias
críticas de la Biblia así como a ataques vertidos contra ella. El nombre se uti-
liza principalmente en contraste a «baja crítica», que es la crítica del texto
mismo de la Biblia con el fin de establecer cuál fue el texto que fue redactado
por los escritores originales. La alta crítica es el estudio de los documentos con
vistas a dilucidar cuál es su edad, carácter, paternidad, fuentes, naturaleza
simple o compuesta, y valor histórico. 14
CRÍTICA TEXTUAL
PRUEBA DE LA CANONICIDAD
Antes que un libro viniera a formar parte del canon de las Es-
crituras, tuvo que pasar a través de varias pruebas. Tenemos que
tener en mente que si un libro formaba parte del canon del Nuevo
o del Antiguo Testamento, era considerado como inspirado y con
autoridad divina. Por ello, la alta y la baja crítica examinan la ca-
nonicidad de los libros de la Biblia haciendo algunas de las pregun-
tas que siguen:
14. Floyd E. Hamilton, The Basis ofChristian Faith (New York: Harper & Row, 1964), pág. 21S.
IS. Willard O. Davis, Evolution and Revelation (Austin, Tex.: Firm Foundation Publishing
House, s.f.). págs. S4, SS.
16. Ernest Cadman Colwell, The Study of the Bible (Chicago, Ill.: University of Chicago Press,
194S), pág. 39.
17. /bid., pág. 41.
376
1. ¿Aceptaron los judíos como inspirado el libro específico del
Antiguo Testamento que se considera?
2. ¿Es el libro respaldado por otros escritores inspirados?
3. ¿Aceptaron los cristianos primitivos como inspirados el do-
cumento específico del Nuevo Testamento bajo consideración?
4. ¿Fue el libro del Nuevo Testamento bajo consideración es-
crito en el primer siglo?
5. ¿Fueron estos libros reconocidos por Jesús y los apóstoles
como de origen divino?
6. ¿Encuadra bien el libro específico del Antiguo Testamento
en la cadena divina de los profetas?
7. ¿Habla el libro específico con autoridad de inspiración?
8. ¿Contradice el documento bajo examen las enseñanzas de
otros documentos aceptados como inspirados?
9. ¿Tiene el documento bajo inspiración una impronta de ins-
piración?
Éstas son sólo unas pocas de las áreas que se examinan en el es-
tudio de la canonicidad de antiguos documentos en su relación con
aquellos libros que llamamos la Palabra de Dios. No se puede con-
siderar cualquier documento de la antigüedad como inspirado y
parte de la Biblia. Cada libro tiene que pasar al menos las pruebas
anteriores.
EXACTITUD COHERENTE
Una de las críticas más injustas que se hace en contra del texto
de la Biblia es que contiene muchos «errores» como resultado de su
proceso de copia a lo largo de los siglos. Al considerar esta crítica
se tienen que admitir que varias variantes de lectura se han introdu-
cido en el texto de los documentos hebreos y griegos al ser copiados
por los escribas.
Una lectura variante es allí donde la evidencia de los manuscri-
tos puede producir una variación de palabras o de fraseología en un
pasaje específico. Por ejemplo, Marcos 4:24 se lee en algunos: «Mi-
rad bien lo que oís; porque con la medida con que medís, os será
medido ... » En otros documentos se lee: «Mirad bien lo que oís, con
la medida con que medís os será medido ... » La diferencia entre la
utilización de las palabras «porque» y «con» constituye una varian-
te de lectura.
Una comparación de 2 Reyes 8:26 y 2 Crónicas 22:2 revela otro
ejemplo de una variante de lectura. Se trata de un error con respec-
to a la edad de Ocozías cuando éste accedió al trono. 2 Reyes 8:26
dice que tenía veintidós años y 2 Crónicas 22:2 dice que tenía cua-
renta y dos años. Pero esto tiene fácil explicación. Los judíos utili-
zaban letras para expresar números. Y siendo que las letras para
377
cuarenta eran muy similares a las de veinte es evidente que algún
copista transcribió una letra equivocadamente. El relato de 2 Reyes
da indudablemente la edad correcta. Si Ocozías hubiera tenido cua-
renta y dos años al acceder al trono, como se dice en 2 Crónicas, hu-
biera nacido dos años antes del nacimiento de su padre, que murió
a la edad de 40 (2 Reyes 8:17, 24).
Los orígenes de las lecturas variantes son numerosos. Muchas
son el resultado de un involuntario despiste del copista. Algunas
fueron el resultado de que los copistas intentaran hacer que pasajes
paralelos concordaran allí donde había una supuesta contradicción.
Algunos manuscritos tenían notas explicativas en los márgenes.
Estas notas fueron posteriormente incorporadas en el texto por un
escriba que pensó que constituían parte del texto que había queda-
do afuera por error de un escriba anterior.
Pero lo importante a tener presente aquí acerca de las lecturas
variantes es que tienen sólo un efecto mínimo sobre la lectura de un
texto. Ninguna lectura variante afecta a ningún asunto doctrinal en
toda la Biblia. La mayor parte son variaciones de preposiciones,
nombres de lugares, caracteres y cosas, y listas de pesos y fechas.
Acerca del texto del Nuevo Testamento, Vos destaca lo mínimo del
efecto que tienen las variantes de lectura en todo el Nuevo Testa-
mento diciendo: «Cuando uno se da cuenta de que el texto griego
publicado por Westcott y Hort tiene unas 500 páginas y que las pa-
labras más dudosas caben en media página, su fe en la fiabilidad
del Nuevo Testamento queda materialmente fortalecida.» 18 Se han
hecho afirmaciones injustificadas de que el texto del Nuevo Testa-
mento contiene más de 200.000 «errores». Pero, una vez más, tene-
mos que considerar esto como 200.000 lecturas variantes. Y además,
tenemos que comprender la naturaleza de esta cantidad de lecturas
variantes. Norman Geisler y William Nix explican, en su libro A Ge-
neral I ntroduction to the Bible:
Hay ambigüedad en la afirmación de que hay unas 200.000 variantes en los
manuscritos existentes del Nuevo Testamento, por cuanto estas representan
sólo 10.000 lugares del Nuevo Testamento. Si una sola palabra recibe diferen-
tes errores ortográficos en 3.000 diferentes manuscritos, esto se considera
como 3.000 variantes o lecturas. Una vez se comprende este procedimiento de
contaje, y se han eliminado las variantes mecánicas (ortográficas), las varian-
tes restantes, significativas, son sorprendentemente pocas en cantidad.' 9
378
Podemos ahora estar seguros de que los copistas trabajaron con sumo cuidado
y precisión sobre el Antiguo Testamento, incluso hasta la fecha del 225 a.C. En
aquel entonces había dos o tres tipos de texto disponibles para la copia. Estos
tipos diferían entre sí tan poco, sin embargo, que podemos inferir que unos co-
pistas aún anteriores habían transmitido fiel y cuidadosamente el texto del An-
tiguo Testamento. En verdad, sería un escepticismo temerario el que negara que
tenemos nuestro Antiguo Testamento de una manera muy cercana al utilizado por
Esdras cuando enseñaba la Ley a aquellos que habían vuelto del cautiverio babi-
lónico [énfasis mío, R. E. D.].'º
20. R. Laird Harris, «How Reliable is the Old Testament Text?» Can I Trust the Bible? (Chica-
go, Ill.: Moody Press, 1963), pág. 124.
21. Citado por John W. Haley, Alleged Discrepancies of the Bible (Nashville, Tenn.: Gosped Ad-
vocate Co., 1951), pág. 44.
22. Millar Burrows, The Dead Sea Scrolls (New York: The Viking Press, 1955), pág. 305.
23. Yigael Yadin, Masada: Hero's Fortress and the Zealot's Last Stand (Random House Inc.,
1966), págs. 171, 172.
379
un maravilloso testimonio de la precisión con la que los antiguos
escribas copiaron la Biblia.
El descubrimiento de manuscritos separados en fechas por unos
pocos años tan sólo de la inscripción del autógrafo original da un
gran convencimiento de que tenemos en la actualidad la Palabra de
Dios de una manera adecuadamente pura. Muchos han sido enga-
ñados a creer que tenemos solamente manuscritos separados por
cientos de años de la época de los autógrafos originales. Pero, para
el estudioso bien introducido en la historia de la Biblia éste es un
error de bulto. Sir Frederic Kenyon, uno de los más renombrados
eruditos acerca de manuscritos antiguos, concluía diciendo:
Así, el intervalo entre las fechas de la redacción original y la evidencia exis-
tente más antigua se hace tan pequeño como para ser despreciable, y queda
eliminado el fundamento para cualquier duda de que las Escrituras nos hayan
venido sustancialmente tal como fueron escritas. Tanto la autenticidad como
la integridad general de los libros del Nuevo Testamento pueden considerarse
como definitivamente establecidas. 24
RECAPITULACIÓN
Para concluir, tenemos que recordar algunos factores principa-
les para volver a destacar este tema. En primer lugar, la creencia de
que el Pentateuco no hubiera podido ser escrito en fecha tan tem-
prana como el 1.500 a.C. debido a que la escritura no había sido
aún perfeccionada en aquel tiempo, ha quedado refutada por la an-
tigüedad del origen de la escritura, miles de años antes que la re-
dacción del Pentateuco por Moisés. Los hay que creen que el oriren
de la escritura se remonta a fecha tan remota como el 8.000 a.C. 2
Además, la acusación de que la Biblia tal como la tenemos hoy
en día no puede ser una copia exacta debido a la gran cantidad de
veces que se han hecho copias de copias, ha quedado deshecha por
la existencia de antiguos manuscritos que se hallan muy cercanos
en el tiempo a los autógrafos originales. Tenemos hoy la Biblia en
una forma exacta.
Con respecto a la inspiración y al canon de las Escrituras, tene-
mos que recordar que no se debe considerar inspirado cualquier li-
bro antiguo. Cada libro había de ser considerado inspirado por
aquellos para quienes fue primeramente escrito. Los libros de la Bi-
blia fueron considerdos inspirados y autorizados ya en el momento
en que fueron escritos. Y ello constituye evidencia de que debería-
mos considerarlos hoy como inspirados y autorizados. Sí, éstas y otras
evidencias nos convencen de que sí tenemos hoy la Palabra de Dios.
24. Sir Frederick Kenyon, The Bible and Archaeology, 1940, págs. 288ss., citado por F. F. Bru-
ce, The New Testament Documents (Grand Rapids, Mich.: 1965), pág. 20.
25. «The Roots of Writing», Time (August, 1, 1977), pág. 47.
380
22
Historia de la Biblia
Parte 11
El propósito de este capítulo es examinar la evidencia textual de
nuestra Biblia. ¿Puede uno confiar en el texto de nuestra Biblia?
¿Podemos tener certidumbre de que tenemos las palabras de los es-
critores originales? ¿Cuáles son algun9s de los documentos sobre
los que basamos nuestro texto actual? Estas son unas pocas pregun-
tas que tenemos que considerar en este capítulo.
Muchos críticos bíblicos creen hoy que hay muy poca evidencia
textual para apoyar el texto de la Biblia. Y la evidencia que tene-
mos, dicen ellos, es inexacta. Pero, bien al contrario, la cantidad de
versiones antiguas y manuscritos que tenemos en nuestro poder hoy
en día para la comparación textual y la investigación es abrumado-
ra. En la actualidad existen muchas antiguas versiones, manuscri-
tos y citas de antiguos escritores, tanto procedentes del Antiguo
como del Nuevo Testamento, que, colectivamente, establecen un
fundamento sobre el que reposa sólidamente el texto de nuestra Bi-
blia. Examinemos alguna de esta evidencia.
381
539 a.C., muchos de ellos sólo podían hablar arameo, el lenguaje de
sus conquistadores. Siendo ello así, era necesario que se tradujeran
o parafrasearan porciones del Antiguo Testamento al arameo (cp.
Esdras 4:7). Taml?ién surgió la necesidad de escribir comentarios
del texto hebreo. Este fue indudablemente el comienzo de la redac-
ción de los Targumes.
Al principio el trabajo se hacía oralmente, pero las traducciones fueron gra-
dualmente reducidas a un elaborado sistema, se fijaron y finalmente quedaron
escritas. Los Targumes escritos parecen haber sido preparados por diferentes
hombres en diferentes épocas, desde el siglo 1 hasta el siglo 10 u 11 d.C., aun-
que algunos de ellos contienen materiales remontándose a los siglos a.C.'
Los Targumes son valiosos debido a sus citas del Antiguo Testa-
mento así como por su traducción o paráfrasis de muchos versícu-
los del Antiguo Testamento. Su antiguo origen y carácter son una
valiosa fuente para la determinación del exacto texto del Antiguo
Testamento. De sus citas del texto podemos conseguir lecturas para
pasajes del Antiguo Testamento. En base de estos comentarios po-
demos vislumbrar cómo los antiguos judíos interpretaban el Anti-
guo Testamento.
B. Los Talmuds
«El Talmud es una colección de dichos de varios escribas, que fue-
ron transmitidos oralmente durante varios siglos y que al fin fueron
fijados por escrito alrededor del 200 d.C., aunque muchos fueron
añadidos posteriormente.» 2 Los Talmuds eran conocidos por dife-
rentes nombres según su origen, como el Talmud Palestino y el Tal-
mud Babilónico.
Lo importante a recordar con respecto a los Talmuds es que dan
citas de todos los libros del Antiguo Testamento, aclamándolo como
de origen divino. Dan mucha evidencia para el texto del Antiguo
Testamento tal como lo tenemos hoy. Explica P. B. Wells: «Los Tal-
mudistas no se ocupaban tanto de fijar el texto como de explicarlo.
Sus citas de las Escrituras son, sin embargo, generalmente concor-
dante con el texto hebreo recibido.» 3
C. Los Rollos del Mar Muerto
En los montes del extremo noroccidental del Mar Muerto, alre-
dedor de comienzos del mes de marzo de 1947, dos pastores bedui-
l. H. S. Miller, General Biblical lntroduction (Houghton, New York: The Word-Bearer Press,
1960), pág. 216; leer también; Norman L. Geisler y William E. Nix, A General Introduction to the
Bible (Chicago, 111.: Moody Press, 1970), págs. 249-266.
2. Floyd E. Hamilton, The Basis o( Christian Faith (New York: Harper & Row, 1964), pág.
205.
3. Preston B. Wells, The Story o( the English Bible (Louisville, Ky.: Pentecost Publishing Co.,
1911), pág. 36.
382
nos hicieron accidentalmente uno de los descubrimientos más sig-
nificativos y entusiasmantes de toda la historia. Descubrieron lo
que más tarde llegó a conocerse como los Rollos del Mar Muerto.
Descubiertos en cuevas cercanas a la comunidad de Qumrán en el
Mar Muerto, estos rollos y fragmentos se contaban por miles. «En
total, los fragmentos de manuscritos constituyen más de 400 libros,
unos cuantos de ellos casi intactos, y más de 40.000 fragmentos. No-
venta de estos libros pertenecen a la Biblia, encontrándose repre-
sentados en ellos cada uno de los libros del AT (Antiguo Testamen-
to) excepto el de Ester.» 4
Lo asombroso acerca de estos fragmentos y rollos es lo antiguo
de su fecha. «A la luz de toda la evidencia, escribía William S. La-
Sor, la mayor parte de los eruditos están convencidos de que los
materiales de Qumrán deben ser datados en el período entre el 175
a.C. y el 68 d.C., probablemente con varias décadas dentro de estos
márgenes límite en cada caso.» 5 Ya que nuestros manuscritos más
antiguos del texto del Antiguo Testamento antes del descubrimien-
to de los Rollos del Mar Muerto se remontaban al 800 o 900 d.C., es
muy grande la importancia de este descubrimiento. Cuando los ro-
llos de las cuevas del Mar Muerto fueron comparados con los de los
siglos noveno y décimo, sólo se constataron diferencias mínimas.
Ello da testimonio de la exactitud con que se ha copiado la Biblia.
D. La Septuaginta
La Septuaginta es una de las ayudas de mayor valor que tene-
mos en el campo de la crítica textual. Fue la primera traducción
completa del Antiguo Testamento en otro idioma. Esta traducción
del hebreo al griego fue iniciada alrededor del 280 a.C., con la tra-
ducción del Pentateuco por unas setenta perssonas en Alejandría,
Egipto. El resto del Antiguo Testamento fue traducido a lo largo de
los siguientes cien años. Es comúnmente denotada con los números
romanos LXX, indicando los setenta hombres que la tradujeron. La
palabra Septuaginta es un término latino que significa «Setenta».
Hay algunos hechos muy intere~antes que rodean a la Septua-
ginta y que tenemos que recordar. Esta era la versión utilizada por
los judíos en la época de Cristo y fue un importante factor para pre-
parar al hombre para la venida del Redentor. Jesús y los apóstoles
citaron de la Septuaginta. Los más antiguos fragmentos que tene-
mos de la Septuaginta en la actualidad se encontraron sobre una
momia egipcia, y se remontan a alrededor del 150 a.C. Así, tenemos
una traducción de porciones del Antiguo Testamento que se remon-
4. Guy B. Funderburk, «Text and Versions», Pictorial Bible Dictionary, Merrill C. Tenney, ed.
(Grand Rapids, Mich.: Zondervan Publishing House, 1968), pág. 840.
S. William Sanford LaSor, Amazing Dead Sea Scrolls (Chicago, 111.: Moody Press, 1959), pág.
64.
383
ta a unos pocos cientos de años del cierre del canon del Antiguo
Testamento.
E. La Hexapla
La Hexapla contenía una traducción del Antiguo Testamento
efectuada por Orígenes además de otras cinco traducciones dispues-
tas en seis columnas. La distribución era: el texto hebreo corriente,
una transliteración del texto hebreo, traducciones de Aquila (128
d.C.), Símaco (200 d.C.) y Teodoción (180 d.C.). Incluía también la
'Septuaginta. Este trabajo fue llevado a cabo en Cesarea y fue fina-
lizado alrededor del 240 d.C. La Hexapla, debido a su gran exten-
·sión, nunca fue copiada como un todo. La copia de Orígenes fue
,guardada en la Biblioteca de Cesarea. Jerónimo la vio y estudió en
el siglo cuarto d.C. La quinta columna, que era la revisión de la
Septuaginta llevada a cabo.por Orígenes, fue copiada en muchas
ocasiones, pero sólo porciones de ella existen en la actualidad.
F. El Papiro Nash
, El Papiro Nash consiste en cuatro fragmentos de los diez man-
damientos y de Deuteronomio 6:4-9. Está datado entre el siglo se-
gundo a.C. y el siglo primero d.C. Y, de pasada, era la parte más an-
tigua conocida del Antiguo Testamento antes del descubrimiento de
los Rollos del Mar Muerto.
G. La Vulgata Latina
La Vulgata es una traducción del hebreo al latín hecha por Je-
rónimo alrededor del 382 d.C. La Vulgata fue traducida con una es-
trecha consideración a la Septuaginta y a la Hexapla de Orígenes.
En la actualidad existe una antigua copia de la Vulgata en la Bi-
blioteca Vaticana en Roma. Es considerada como el texto oficial de
la iglesia católica.
H. Los Códices
Originalmente, «Codex» significaba «un canon de ley». Pero este
término se aplica comúnmente a los antiguos manuscritos de la Bi-
blia que contienen en forma de libro bien la totalidad o grandes
secciones del texto del Antiguo y Nuevo Testamento. Lo que sigue
son algunos de los más importantes códices de los dos Testamentos,
el Antiguo y el Nuevo, junto con sus respectivas fechas, lugar de
descubrimiento y contenido. Contienen traducciones del Antiguo
Testamento al griego.
UN EXAMEN DE LA EVIDENCIA
6. F. F. Bruce, The New Testament Documents (Grand Rapids, Mich.: Wm. B. Eerdmans Pu-
blishing Co., 1965), pág. 27.
386
1. 81 papiros: Casi todos estos se originaron en Egipto. Estos
manuscritos sobre papiro datan entre los siglos segundo y octavo y
representan a todos los veintisiete libros del Nuevo Testamento.
2. 267 Unciales (escritos en mayúsculas, sin espaciado entre las
letras o párrafos): Muchos de los unciales sobreviven sólo en frag-
mentos. La mayor parte de ellos datan entre los siglos cuarto o un-
décimo.
3. 2.764 Cursivos (escritos en minúsculas): La mayor parte de
los cursivos datan entre el siglo noveno y diecisiete.
4. 2.143 Leccionarios:7 Los leccionarios son formas u órdenes
escritas de culto que contienen varias citas de las Escrituras. La
mayor parte de estos leccionarios data de entre los siglos tercero y
diecisiete.
5. 30 Óstraca: Los óstraca son trozos rotos de cerámica con
porciones o citas de las escrituras escritos en ellos.
7. Esta y las anteriores cifras han sido tomadas de Kurt Aland: •The Greek New Testament:
Its Present and Future Editions», Journal of Biblical Literature (June 1968), LXXXVII, pág. 184.
387
torce capítulos de Juan. Desde los capítulos 15 al 21 en
fragmentos.
4. Papiro Bodmer Vil, VIII:
a. Fecha: Principios del siglo tercero.
b. Contenido: Fragmentos de Lucas y de Juan.
5. Chester Beatty:
a. Fecha: Alrededor del 200 d.C.
b. Contenido: Partes de las epístolas de Pablo.
6. Barcelona:
a. Fecha: Alrededor del 200 d.C.
b. Contenido: Partes de los registros evangélicos.
7. Oxford y Barcelona:
a. Fecha: Alrededor del 200 d.C.
b. Contenido: Partes de los registros evangélicos.
388
2. Vieja Siríaca: Es probable que partes del Nuevo Testamento
fueran traducidas al siríaco (estrechamente relacionado con el ara-
meo) alrededor de mediados del siglo segundo. Se atribuye a Tacia-
no la traducción de partes de los registros evangélicos, obra que re-
cibe el nombre de Diatessaron, alrededor del 160 d.C. La Peshitto
(nombre que significa «correcta» o «Sencilla») fue traducida en el
siglo tercero. La Peshitto es una traducción todavía utilizada por
muchos en el Medio Oriente.
3. i:ersión Gótica: Fue traducida por Ulfilas alrededor del siglo
cuarto. Esta es la primera versión que representa al texto bizantino.
4. Versión Copta: Al extenderse el cristianismo por Egipto, sur-
gió la necesidad de traducir las Escrituras a la lengua de los egip-
cios. Así, el Nuevo Testamento fue probablemente traducido al dia-
lecto sahídico en el siglo tercero. Fue traducido a otros dialectos en
años posteriores al surgir nuevas necesidades.
Son muchos más los manuscritos del Nuevo Testamento que son
traducciones a otras lenguas de la antigüedad. La versión armenia
tuvo su origen alrededor del 400 d.C., la georgiana a alrededor de
mediados del siglo quinto, la etiópica alrededor del 600 d.C., y la es-
lava en el siglo noveno.
La evidencia textual conseguida en base de las muchas versiones
antiguas que poseemos para su examen en la actualidad dan un
apoyo indestructible para la fidedignidad de nuestro texto del Nue-
vo Testamento. Cada estudioso de la Biblia debería darse cuenta de
esto. La crítica de que nuestro Nuevo Testamento es impreciso, in-
completo e indigno de confianza cae ciertamente ante la luz de tal
evidencia. En realidad, tales críticas se basan sólo en la ignorancia
de la evidencia misma.
C. Citas de los «Padres de la Iglesia»
Los «padres de la iglesia» o líderes que vivieron durante los si-
glos segundo y tercero d.C. escribieron cartas de aliento para las
iglesias desalentadas y perseguidas así como defensas apologéticas
ante los gobernantes romanos. En sus escritos aparecen más de
36.000 citas del Nuevo Testamento. Pero muchas de estas citas se
escribieron de memoria. J. Harold Greenlee escribió: «Si cada ms.
[manuscrito] del NT [Nuevo Testamento] mismo fuera destruido, el
NT podría ser virtualmente reconstruido en base de otra fuente sig-
nificativa, esto es, los miles de citas de pasajes del NT en los escri-
tos de los antiguos Padres de la Iglesia, principalmente en griego,
latín y siríaco.» 9 Los siguientes puntos relacionan sólo unos pocos
de los principales nombres en este campo de estudio:
9. /bid.
389
l. Clemente de Roma (30-100 d.C.): Clemente escribió una carta
a la iglesia en Corinto alrededor del 97 d.C. (Algunos creen que pue-
de tratarse del Clemente mencionado por Pablo en Filipenses 4:3).
«Esta epístola contiene 150 citas del Antiguo Testamento así como
numerosas referencias a escritos del Nuevo Testamento.» 10 Clemen-
te cita y muestra su familiaridad con Romanos, 1 Corintios, Efesios,
1 Timoteo, Tito, Hebreos y 1 Juan. Las citas de Clemente y de otros
escritores apostólicos dan evidencia de la temprana aceptación de
los libros del Nuevo Testamento así como de su canonización.
2. Justino (100-165 q.C.): Justino «nació como pagano en Sa-
maria, se convirtió en Efeso (quizá), y fue maestro cristiano en
Roma: es el más importante de los apologistas del siglo segundo;
conocido como "Mártir" por la manera en que murió.» 11 En sus es-
critos Justino se refiere muchas veces al Nuevo Testamento y de-
fiende muchas enseñanzas del Nuevo Testamento como el culto en
domingo. Escribió: «Y en el día llamado Domingo, todos los que vi-
ven en ciudades o en el campo se reúnen en un lugar, y se leen las
memorias de los apóstoles o los escritos de los profetas, hasta allí
donde el tiempo lo permite.» 12 Justino cita unas cuarenta y tres ve-
ces de Mateo y diecinueve veces de Lucas. Numerosas otras citas
son tomadas de Juan y Marcos. Parece que citó mayormente de los
registros evangélicos.
3. Ireneo (125-192 ?): Ireneo fue obispo de Lyon y escribió ex-
tensamente en defensa del cristianismo. La mayor parte de sus es-
critos se han perdido, pero una de sus más grandes obras sigue dis-
ponible: Contra herejías (escrita alrededor del 185). Cita del Nuevo
Testamento más de 1.800 veces, utilizando los cuatro evangelios,
Hechos, las trece epístolas de Pablo, 1 Pedro, 1 Juan y Apocalipsis.
Consideraba inspirados y autorizados todos los libros del Nuevo
Testamento.
Algo importante a recordar acerca de los escritos de los antiguos
Padres Apostólicos es que mencionan todos los veintisiete libros del
Nuevo Testamento como de origen divino. Esto refuerza el hecho de
que el canon del Nuevo Testamento quedó concluido con la redac-
ción del último de los veintisiete libros: Apocalipsis. Ninguno otro
de los escritos del siglo primero era considerado inspirado por los
cristianos primitivos. Lighfoot escribió: «Si no es más tarde que a
medidados del siglo segundo que comienzan a ser extensamente
leídas en reuniones públicas las cartas de los apóstoles, no es más
tarde que a fines del siglo segundo que aparecen listas sustanciales
10. F. W. Mattox, The Eternal Kingdom (Delight, Ark.: Gospel Light Publishing Co., 1961), pág.
57.
11. Everett Ferguson, Early Christians Speak (Austin, Tex.: Sweet Publishing Co., 1961), pág.
241.
12. Justin Martyr, Apology, Capítulo 67.
390
de los libros del Nuevo Testamento.» 13 Y estas listas contienen sólo
los veintisiete libros del Nuevo Testamento.
LA CONTROVERSIA
391
inspiración para estos libros que tienen un carácter dudoso y mu-
chas afirmaciones históricas erróneas en su texto. Los pseudoepí-
grafos han tenido siempre muy poco soporte para su inclusión en el
canon. Los siguientes puntos constituyen razones para rechazar los
apócrifos y pseudoepígrafos del canon del Antiguo Testamento:
392
sólo veintidós [los 39 libros de nuestro Antiguo Testamento], que contienen los
registros de todos los tiempos pasados; y que con justicia son aceptados como
divinos; ... y cuán firmemente hemos dado crédito a estos libros de nuestra pro-
pia nación queda evidente por lo que hacemos; porque durante tanto tiempo
como ya ha transcurrido, nadie ha sido tan temerario como para añadir nada
a ellos, ni quitar nada, ni hacer ningún cambio en ellos. 16
393
Otros puntos detallados podrían ser presentados para rechazar
los apócrifos. Estos serán suficientes para nuestra argumentación
en contra de la inspiración de estos libros y de su adición en el ca-
non del Antiguo Testamento. Se dan para familiarizar al estudioso
con las muchas dificultades que tienen que afrontarse al tratar de
añadir los apócrifos al canon del Antiguo Testamento. En cuanto a
la fecha de redacción de estos libros, o por quién fueran escritos, no
se sabe con certeza. Pero es evidente que no son escrituras inspira-
das. Tenemos que mantener esto en claro. Pero sí que tienen un
cierto valor, como lo señala Miller más abajo:
Aunque debido a su falta de inspiración contienen inexactitudes, contradic-
ciones, elementos absurdos y enseñanzas que entran en conflicto con las Escri-
turas, dan sin embargo una valiosa información acerca de la vida externa e in-
terna del judaísmo, un atisbo al pensamiento, sentimiento, filosofía, carácter
e historia del judaísmo dentro del período de tiempo en que fueron escritos. 17
394
acerca de Jesús y de los apóstoles. No fueron aceptados como ins-
pirados cuando fueron escritos, y por esta razón tampoco debieran
ser aceptados hoy en día como inspirados. Evidentemente, no son
libros inspirados.
También hay libros pseudoepigráficos del Nuevo Testamento
como los del período del Antiguo Testamento. Hay alrededor de
veinte de estos libros que pretenden ser registros evangélicos, o
epístolas, o apocalipsis, que datan de tiempos muy tempranos. Pero
«alrededor del siglo noveno, Fotino relacionó unos 280, y posterior-
mente se han descubierto aún más». 19 Pretenden haber sido escritos
por personajes neotestamentarios. Pero ninguno de estos libros fue
aceptado como inspirado por los más antiguos escritores. Su evi-
dente carácter deja mucho que desear por lo que a la inspiración
respecta.
RECAPITULACIÓN
Se tiene que concluir, en base del análisis de los muchos anti-
guos documentos bíblicos que existen en la actualidad, que la evi-
dencia está abrumadoramente en favor de la exactitud de nuestra
Biblia actual. Sólo un mal conocimiento de los hechos puede pro-
ducir la duda de un escéptico en la exactitud de nuestra Biblia. Y
solamente el deseo de buscar un apoyo antiguo para errores religio-
sos le llevaría a uno a añadir a la autorizada colección de la auto-
rizada Palabra de Dios cualquier tipo de documentos no inspirados,
como los libros apócrifos o pseudoepígrafos.
La lista de documentos antiguos en este capítulo es solamente
un puñado representativo de la enorme cantidad de evidencia ofre-
cida en apoyo de nuestro texto bíblico. Se podrían presentar pági-
nas llenas de listas mencionando documentos del Antiguo y Nuevo
Testamento utilizados en la crítica textual. Sólo se han mencionado
unos pocos con el propósito de familiarizar al estudioso con el tipo
y calidad de los documentos que el crítico textual tiene en su cam-
po de recolección, cotejo y traducción.
Aquellos libros que no tienen lugar en el canon tienen antiguos
documentos que apoyan su antigüedad. Pero las pruebas de la ins-
piración excluyen con claridad su adición a los sesenta y seis libros
inspirados de la Biblia. Los apócrifos tienen su lugar entre los an-
tiguos documentos históricos, pero en absoluto pueden compararse
ni ocupar un mismo lugar con la redacción, carácter y contenido de
las Sagradas Escrituras.
395
23
El Milagro
El área más controvertida del cristianismo y la evidencia que
ante todo niegan muchos científicos así como los modernistas reli-
gosos es el hecho de los milagros-. Para el continuo asombro de este
escritor muchos siguen siendo religiosos y basan su fe en la existen-
cia de Dios, y sin embargo, niegan el hecho histórico de los mila-
gros. Muchos científicos, tanto si son religosos como agnósticos,
afirman tener pruebas y evidencias sustanciales que contradicen el
hecho de los milagros. Dicen que los milagros no podrían haber su-
cedido en un mundo regido por leyes naturales. Pero, cuando se po-
nen a prueba, gran parte de esta objeción es tan sólo reflexión me-
tafísica basada en la teoría y no en los hechos. De hecho, tal como
veremos, todo se basa en filosofía y no en hechos derivados del mé-
todo científico.
Mucho de la controversia sobre los milagros es el resultado de
un malentendido acerca de qué es lo que un milagro es en realidad.
Muchos han ido hasta el extremo de dar el nombre de milagro a
cualquier hecho inexplicable. Por otra parte, muchos han conside-
rado a verdaderos milagros como episodios meramente naturales.
¿Qué son los milagros tal como son definidos por su acontecer en la
Palabra de Dios,? ¿Sucedieron en realidad, los milagros? ¿Tenemos
milagros, hoy? Estas son cuestiones que tienen que ser examinadas.
Determinemos en primer lugar una definición adecuada de un mi-
lagro. Esto clarificará mucho la atmósfera de confusión.
1. Richard C. Trench, Notes on the Mirac/es of Our Lord (Grand Rapids, Mich.: Baker Book
House, 1968), pág. 4.
2. George Park Fisher, Manual of Christian Evidences (New York: Charles Scribner's Sons,
1903), pág. 10.
3. Gus Nichols, «Jesus as a Miracle Worker», Spiritual Sword (Memphis, Tenn.: Getwell
Church of Christ, 1970), Vol. 1, n." 3, pág. 15.
399
D. Obras (Griego: ergon)
El término «obras» se utiliza muchas veces en el libro de Juan
para significar los milagros llevados a cabo por Jesús (Juan 5:36;
7:21; 10:25, 32, 38; 14:11, 12; 15:24). Este término parece comuni-
car el pensamiento de que estos milagros, como maravillosos actos
hacia el hombre, eran sólo manifestaciones del medio natural en el
que Jesús vivía antes de Su encarnación. La obra de Jesús era con-
vencer a los hpmbres de que Él era el Hijo de Dios. Las obras mi-
lagrosas que El llevaba a cabo daban testimonio de Su filiación di-
vina. «Las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mis-
mas obras dan testimonio de mí, que el padre me ha enviado»
(Juan 5:36).
SATANÁS Y MILAGROS
Los milagros erqn pruebas del ejecutante, de que era Dios (cp. Deu-
teronomio 13: 1-4; Exodo 7: 10-17; Mateo 12:24-27; Apocalipsis 13: 15;
16:14; 19:20). Los milagros de Dios no eran,prodigios mentirosos.
Con los milagros venía también el mensaje. Este era también prue-
ba del portador. Constituía prueba sólo si armonizaba con la ante-
rior verdad revelada. Pablo da a los cristianos una prueba adecua-
da. «Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro
4. Darrel Conley, The Cospel Versus Occultism (Shreveport, La.: Lambert Book House, 1975),
pág. 19.
400
evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema» (Gá-
latas 1:8). Ya que Satanás ha manifestado prodigios mentirosos,
cada cristiano debería también poner todas las enseñanzas de los
hombres a la prueba de la Palabra de Dios (Jeremías 23:25-32; Ma-
teo 7:21-23; 2 Corintios 11:13-15; 2 Tesalonicenses 2:7-11).
Las grandes maravillas obradas por los profetas, Cristo y los
apóstoles fueron muy superiores a cualquier obra engañosa de Sa-
tanás. Jesús dijo: «Aunque no me creáis a mí, creed a las obras,
para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Pa-
dre» (Juan 10:~8). Debido a que nadie podía hacer unas obras mi-
lagrosas como El, Jesús dijo que estas obras constituían una prueba
sustancial de Su filiación divina. Si no lo eran, o si Satanás podía
también llevar a cabo milagros iguales y válidos, entonces ¿por qué
utilizó Dios milagros como prueba de Sus mensajeros delante de los
hombres? El hecho de que Jesús hiciera algo que estuviera más allá
de la capacid5ld de Sus contemporáneos constituye evidencia de
que había en El algo que era singular. ¿Era simplemente otro hom-
bre como los demás?
5. Floyd E. Hamilton, The Basis ofChristian Faith (New York: Harper & Row, 1964), págs.
102, 103.
401
Un milagro tiene unas características básicas que tienen que ser
comprendidas. Hay tres áreas definitorias que nos ayudan para
comprender la verdadera naturaleza de los milagros.
402
suspende la ley natural; en providencia, Él obra mediante la utili-
zación de las leyes naturales. Así, «podemos definir un milagro bí-
blicamente como un fenómeno observable llevado a cabo por la
operación directa del poder de Dios, una desviación sorprendente
de las ordinarias consecuencias de la naturaleza, desviación que tie-
ne el propósito de suscitar una maravilla engendradora de fe, una
irrupción divina que autentica a un agente revelacional.» 7 Así que
hay una diferencia decidida entre este curso de actividad divina y
el exhibido en providencia.
B. Una exhibición sobrenatural
La presencia de lo sobrenatural tiene que ser claramente visible
en un milagro. De acuerdo con el primer punto se tiene que decir
también que la ocurrencia de un milagro no deja dudas en las men-
tes de los espectadores acerca de quién o qué es lo que está obran-
do. Elías oró por una manifestación de Dios en el monte Carmelo.
Dios dio respuesta a aquella oración con un milagro que daba clara
evidencia de Su presencia (1 Reyes 18: 17-46). Cuando Lázaro salió
de la tumba al mandato de Jesús, el pueblo conoció la presencia de
lo sobrenatural (Juan 11 :43-45). No había dudas en la mente de Ni-
codemo acerca de cuál era el poder que se manifestaba en los mi-
lagros de Jesús (Juan 3:2). Estos milagros evidenciaban poderosa-
mente la presencia de lo sobrenatural. Esta es una característica de
un verdadero milagro.
C. Un acontecimiento no ordinario
Un milagro es un acontecimiento diferente del ordinario aconte-
cer de la ley natural. Para determinar el significado verdadero de
un milagro, uno tiene que comprender plenamente su relación con
la ley natural. Un malentendido común es que un milagro es una
«Contradicción» de la ley natural. Hume, en su Essay on Miracles,
mantenía que un milagro era una contradicción de la ley natural.
¿Es cierto?
La ley tiene referencia al acontecer ordinario de las cosas. La ley
natural es el acontecer ordinario de los principios que gobiernan al
universo material. No sería lógico afirmar que la ley natural existió
antes que la naturaleza. Dios creó todas las cosas. Para regir las
cosas creadas, las leyes naturales fueron creadas. Pero con ello no
se afirma que Dios dejó a Su creación para que funcionara a ~olas
como pretende el deísta. Dios trasciende Sus leyes naturales. El da
a conocer Su presencia manifestando Sus «más elevadas leyes».
Dios «sustenta todas las cosas con la palabra de su poder» (Hebreos
1:3). Jesús dijo: «Mi Padre hasta ahora trabaja» (Juan 5:17). Las le-
403
yes naturales fueron creadas y son sustentadas por Dios para con-
trolar Su creación.
Aún más, ¿no sería razonable creer que una razón por la que
Dios instituyó leyes naturales fue para poderse revelar al hombre
mediante la utilización de leyes superiores, comúnmente llamadas
milagros? Si las más elevadas leyes de Dios estuvieran siempre en
vigor en la historia del mundo no habría manera por la que Dios se
pudiera revelar por medio de milagros, porque las leyes más eleva-
das son los milagros. Por ello fue necesario que Dios creara las leyes
naturales inferiores para poderse revelar a Sí mismo mediante los
milagros. (Sería bueno aquí que el lector repasara el capítulo titulado
«El problema del mal». En aquel capítulo se explica porqué fue nece-
sario que Dios creara un mundo donde están en acción las leyes natu-
rales. Para que el hombre fuera verdaderamente un agente moral li-
bre tenía que vivir en un medio que produjera verdaderos caracteres
morales. Y este ambiente no podría existir sin las leyes naturales).
Pero un milagro no es una contradicción de la ley natural. Es un
dejar aparte las leyes inferiores para que aparezcan las superiores.
Trench elabora en este punto diciendo:
Una extraordinaria causalidad divina, y no aquella causalidad ordinaria
que reconocemos en todas partes y en todos lugares, pertenece entonces a la
esencia del milagro. La actividad incesante de Dios, que en otras ocasiones se
oculta y esconde detrás del velo que denominamos ley natural, se desvela en
el milagro, sale de su ocultamiento,y la mano que obra queda patente. 8
Un milagro es la suspensión temporal de lo natural para revelar
lo sobrenatural. «Un milagro, cuando es una interposición de la di-
vina voluntad, no es antinatural, sino sobrenatural.» 9 «Pero, en tan-
to que el milagro no es, por tanto, naturaleza, tampoco va en contra
de la naturaleza. Está más allá de la naturaleza, más allá y por en-
cima de la naturaleza que conocemos, pero no es contrario a ella.
El milagro no es innatural.» 10 Se tiene que entender que «los mila-
gros exceden a las leyes de la naturaleza, pero n J por ello se tiene 1
8. Trench, Notes on the Miracles of Our Lord, op. cit., págs. 10, 11.
9. Fisher, Manual of Christian Evidences, op. cit., pág. 13.
10. !bid., pág. 12.
11. !bid., pág. 13.
12. Hamilton, The Basis of Christian Faith, op. cit., pág. 102.
404
secundarias quedarán eliminadas con la destrucción de este mísero
mundo material. Será entonces que Dios nos permitirá vivir en un
medio controlado por las leyes primarias. Este medio será el cielo.
Otra definición que conduce a un equívoco de qué es lo que un
milagro es, se da en el Webster's Dictionary. Allí un milagro es de-
finido como «Un acontecimiento o efecto que aparentemene contra-
dice las leyes científicas conocidas y que por tanto se atribuye a cau-
sas sobrenaturales, especialmente a un acto de Dios.» 13 Esta defini-
ción comunica lo que Alfred Walton intentó hacer inútilmente hace
varios años en su libro This I Can Believe. Walton -hay muchos
Waltons en la actualidad que hacen la misma afirmación- preten-
día que los milagros de la Biblia «tienen explicaciones razonable-
mente claras» en base de las leyes que conocemos en la actualidad,
pero que eran desconocidas durante los períodos en que se llevaron
a cabo los milagros. 14 Albert Wells hizo también el intento de expli-
car los milagros mediante lo que podríamos llamar «la teoría de la
ley natural desconocida». Escribe él: «El estudio de los milagros de
sanidad de Jesús revelará que sus obras de sanidad eran llevadas a
cabo mediante la aplicación de leyes y métodos de curación aún
desconocidos, leyes y métodos que en parte han sido descubiertos
independientemente por la ciencia moderna.» 15
Walton y Wells representan a aquellos que pretenden que los
acontecimientos sobrenaturales de la Biblia fueron llamados mila-
gros por aquellos que los experimentaron, porque ignoraban las le-
yes naturales que fueron utilizadas para llevar a cabo tales mara-
villas. Dicen que en la actualidad conocemos estas leyes y que po-
demos explicar estos milagros. En sus libros intentan, contra toda
esperanza, dar una explicación naturalista de los milagros bíblicos.
Naturalmente, se trata sólo del naturalismo disfrazado de teología.
Y esto es de lo más peligroso. Esta teología naturalista ha invadido
el mundo religioso con una velocidad asombrosa. Con respecto a
este naturalismo, R. Hooykaas dijo certeramente: «La deificación
de la naturaleza sigue estando bien viva, y el hecho de que esta dei-
dad no tenga un culto especial no demuestra nada en sentido con-
trario. No se daba ningún culto especial a la Naturaleza en la An-
tigüedad, y no se erigieron templos a ella, pero se la adoraba bajo
los nombres de otros dioses.» 16 En la actualidad, hoy es adorada
bajo el nombre de «teología».
13. «Miracle», Webster's New Twentieth Century Dictionary (Cleveland, Ohio: World Publis-
hing Co., 1971), pág. 1147.
14. Alfred Grant Walton, This I Can Believe (New York: Harper S. Brothers, 1953), págs. 204,
205, Alley también hace un ataque similar en Revolt Against the Faithful (New York: J. B. Lippin-
cott Co., 1970), págs. 151-154.
15. Albert N. Wells, The Christian Message in a Scientific Age (Richmond, VA: John Knox
Press, 1962), pág. 80.
16. R. Hooykaas, Religion and the Rise of Modem Science (Grand Rapids, Mich.: William B.
Eerdmans Publishing Co., 1974), pág. 19.
405
Pero el problema con los razonamientos de los naturalistas es
que tenemos los hechos registrados acerea de estos milagros y que
siguen sin poder ser explicados por las leyes de la naturaleza que se
conocen en la actualidad. La curación del ciego poniendo sobre sus
ojos fango hecho con polvo y saliva no puede ser explicada median-
te las leyes naturales (Juan 9:6, 7). ¿Qué poder médico hay en lasa-
liva y en el barro? ¡Ninguno! «Un milagro es una obra que sale de
la secuencia normal de causas y efectos secundarios, que no puede
recibir explicación mediante la acción ordinaria de estas causas.» 17
Los milagros de la Biblia no pueden ser explicados por las causas
ordinarias y los efectos de las leyes naturales conocidas que expe-
rimentamos en la actualidad. Fisher escribe: «En el caso de un mi-
lagro, el efecto es diferente debido a que las causas no son las mis-
mas. La variación en el efecto es lo que tiene que tener lugar, supo-
niendo una tal alteración de los antecedentes. Si irrumpe una nue-
va causa, es irracional esperar el mismo efecto que antes. .
Cualquier esfuerzo en explicar los milagros por intervención de
leyes naturales desconocidas es un ataque en contra del carácter so-
brenatural de la Biblia. Es un bofetón en el mismo rostro de la di-
vinidad de Cristo. F. Bettex respondió a estos modernos «exposito-
res teológicos» años antes de que llegaran a «la verdad» cuando es-
cribió:
La misma esencia de un milagro es su intangibilidad mediante pruebas y
razonamientos, su incomprensibilidad e imposibilidad de prueba. El que in-
tente explicar y comprender un milagro, abarcar o fijar tal resplandor de po-
der ilimitable y divino, demuestra que no sabe lo que es un milagro, y en su
intento de explicarlo solamente consigue demostrar su insensatez, tanto desde
una perspectiva científica como cristiana. Un milagro demostrado científica-
mente y científicamente explicado sería una contradicción lógica. 19
17. William M. Taylor, The Gospel Miracles in their Relationship to Christ and Christianity,
pág. 173.
18. Fisher, Manual of Christian Evidences, op. cit., pág. 11.
19. F. Bettex, Science and Christianity (New York: The Abingdon Press, 1901), pág. 143.
406
cosas desconoocidas en Egipto. Es evidente que Dios no utilizó le-
yes naturales en estos milagros. Pero el argumento es que Dios ha
utilizado leyes naturales para manifestarse.
Un milagro, entonces, no es una contradicción de las leyes natu-
rales sino un poner estas leyes a un lado para permitir que el poder
eterno de Dios sea liberado en este mundo. O, Dios puede utilizar
una ley natural en una forma intensa o innatural para llevar a cabo
una gran maravilla. Los milagros en la Biblia no pueden ser expli-
cados por el decurso ordinario de las leyes naturales, conocidas o
desconocidas. James Buswell concluye que un milagro «es
(1) un acontecimiento extraordinario, inexplicable en términos de
fuerzas ordinarias naturales; (2) un acontecimiento que causa que
los observadores postulen una causa personal super-humana; (3) un
acontecimiento que constituya evidencia (una «señal») de implica-
ciones más amplias que el acontecimiento mismo». 2º
CIENCIA Y MILAGROS
La ciencia ha estado constantemente intentando acogotar los
milagros. Esto no es el resultado de hechos demostrados, sino de su-
posiciones carentes de base de parte de algunos científicos. Ramm
menciona dos bases sobre las que la ciencia se opone a los milagros:
(1) «Sobre la base de que lo sobrenatural es contradictorio a la ley
natural», y (2) «los milagros no caben en el universo en el que tra-
bajan los científicos». 21 Estas pueden ser las dos principales áreas
de oposición, por lo que procede a considerar cada una de ellas por
separado.
20. James O. Buswell, «Miracles», Zondervan Pictorial Bible Dictionary, Merrill C. Tenney, ed.
(Grand Rapids, Mich.: Zondervan Publishing House, 1968), pág. 544.
21. Bernard Ramm, Protestant Christian Evidences (Chicago, Ill.: Moody Press, 1971), pág. 47.
407
origen.» 22 Esta es la postura de muchos científicos. Y, naturalmente,
no hay lugar para los milagros en tal comprensión de la naturaleza.
Pero parece haber aquí una gran suposición que los científicos tie-
nen que reconocer como tal.
Si algunos científicos rechazan los milagros sobre la base de la
uniformidad de la naturaleza, entonces han presentado este rechazo
sobre la base de una suposición metafísica. La suposición de que
todas las cosas en el pasado y en el futuro han seguido y seguirán
como son ahora en el presente es una filosofía imposible de demos-
trar. Sí, se trata de una filosofía. Y la filosofía tiene un persistente
hábito de no tomar todos los hechos en consideración. En ocasiones
erige su sistema metafísico, antes de hacer una investigación y ve-
rificación de la evidencia. Esta parece ser la situación con respecto
a la objeción de la ciencia a los milagros. Pero una objeción impo-
sible de prueba en contra de aquello que se cree improbable cons-
tituye un burdo error de lógica. Se trata frecuentemente de una ob-
jeción estimulada por los prejuicios y no por la evidencia factual.
Ningún científico puede demostrar que la naturaleza haya sido
siempre uniforme. Y por ello, se sigue que lógicamente ningún cien-
tífico puede utilizar la uniformidad de la naturaleza como argu-
mento en contra de los milagros.
Al considerar la segunda objeción podremos comprender mejor
el argumento de aquellos que objetan a los milagros.
B. Rechazo debido a que los milagros no caben en el mundo
del científico
Los científicos se oponen a los milagros sobre la base de que los
milagros no caben en el mundo en el que trabajan. El científico tra-
baja en el presente. Está rodeado por las actuales leyes naturales.
Le cuesta aceptar cualquier cosa contraria a este medio en que se
encuentra. Manford G. Gutzke, que era antes un científico escéptico
pero que es ahora un firme creyente en los milagros y en la resu-
rrección de Cristo, admite que cuando era un escéptico «mi mente
había sido tan condicionada a creer en la ley natural que encontra-
ba difícil creer en los milagros». 23
Lo anterior es una representación bastante ajustada del pensar
de la mayor parte de los científicos. El mundo de ellos es un mundo
de leyes naturales. Estas leyes son ordenadas -así las hizo Dios-.
Cualquier cosa que insinúe siqviera una desviación de este orden es
rechazado por los científicos. El puede ver el orden en la naturale-
za. Sobre esto es sobre lo que erige su obra. Pero no puede ver al
Ordenador. Es algo parecido a no poder ver el bosque a causa de los
árboles.
22. Peter Eckler, Searching Far Truh (New York: Peter Eckler Publisher, 1902). pág. 136.
23. Manford G. Gutzke, Plain Talk of the Resurection (Grand Rapids, Mich.: Baker Book Hou-
se, 1974), pág. 48.
408
Pero, ¿podemos negar los milagros sobre la base de que no son
parte de nuestra experiencia actual? Esto suscita la cuestión: ¿tiene
alguien que experimentar algo antes de creerlo? ¡Desde luego que
no! Nadie tiene que experimentar un terremoto para creer que su-
ceden. No se tiene que experimentar el poder de una bomba atómi-
ca para comprender que existe la energía atómica. Este autor no ha
tenido el privilegio de ver un ángel, como sí lo vio María, la madre
del Señor (Marcos 1:26-28). Pero esto no me da derecho a negar que·
un ángel se le apareciera a ella. Mi falta de experiencia no me jus-
tifica para negar la experiencia de otros. «Conocer» no necesaria-
mente significa «experimentar». Tenemos que recordar que el cono-
cimiento viene por los dos caminos de la experiencia y el testimo-
nio, o por la lógica basada sobre este testimonio. Ramm puso las
cosas en su sitio al decir:
Ahora bien, si un hombre afirma que no se va a creer nada que no esté den-
tro de lo común, ha encegado la ciencia. Es evidente que no se puede hacer
ninguna objeción válida contra los milagros sobre la base de que los milagros
sean tan diferentes de lo que generalmente experimentamos sin, al mismo
tiempo, apremiar la misma objeción contra las novedades de la ciencia. 24
Tenemos que aceptar que los milagros eran mucho más acepta-
dos en los tiempos de Cristo y de los apóstoles. Los escribas y fari-
seos preguntaron a Jesús: «Deeamos ver de ti señal» (Mateo 12:38).
«Otros, para tentarle, le pedían señal al cielo» (Lucas 11:16).
Concediendo que los milagros eran más fáciles de creer entonces que ahora,
con todo nadie iba diariamente por Palestina restaurando la vista a los ciegos,
sanando a leprosos, levantando muertos, como lo hacía Jesucristo. Aunque
aquella gente creía más bien dispuesta en los milagros, los de Cristo no pudie-
ron dejar de tener un destacable efecto en sus mentalidades.2 ;
409
y experimenta en su propio tiempo y sólo aquello que ocurre de acuerdo con
lo que en su tiempo sabe que es la ley natural. 26
CONSECUENCIAS DE LA NEGACIÓN
Si se admite la existencia de Dios se tiene que admitir la posi-
bilidad de los milagros. Es de pura lógica. Si se admite lo sobrena-
tural se da a la vez lugar para los milagros. La negación de los mi-
lagros es en realidad una negación de lo sobrenatural, una negación
de Dios. Si Dios es un Dios que no se pued~ revelar a ~í mismo al
hombre, ¿qué clase de ser sobrenatural es El? ¿Tiene El algún po-
der? ¿Es él un ser débil e impotente? Si elirpinamos la manifesta-
ción de Su presencia, ¿no lo eliminamos a El? Bettex escribió:
El que permite que su fe en los milagros sea eliminada o siquiera pertur-
bada por razonamientos de pretendidos argumentos científicos, carece, para
hablar suavemente, de perspicacia, y haría bien en probar su concepción de un
Dios Todopoderoso, y en descubrir qué es lo que cree realmente. Dios es mila-
gro, y el que no cree en milagros no cree en Dios, aunque crea que cree en él;
es decir, es mentalmente demasiado débil para poder asirse de ambos.28
410
des de los escépticos. Pero la Biblia no sabe de un Dios de impoten-
cia. Si negamos los milagros, tanto daría negar a Dios. ¿De qué sir-
ve un Dios impotente? ¿De qué les sirvió Baal a los profetas de
Baal?
Las consecuencias de la negación de los milagros son enormes.
Si negamos los milagros tenemos que negar la autenticidad de la
Biblia. «El Nuevo Testamento sin los milagros», escribió John Ma-
chen, «sería mucho más fácil de creer. Pero el problema es: ¿valdría
la pena creerlo?» 29 Y también, si negamos los milagros de la Biblia
negamos el repentino crecimiento de la Iglesia primitiva. Un creci-
miento tan asombroso hubiera sido imposible sin la mano activa de
Dios. Si negamos los milagros negamos el inexplicable cambio en
las vidas de los apóstoles y la repentina realidad del cristianismo.
E. V. Zollers dijo que «es inútil intentar echar los milagros por la
borda y seguir sosteniendo el cristianismo. Como sistema está ba-
sado en milagros. Si sus milagros son genuinos, su afirmación está
claramente respaldada; si son falsos, su pretensión queda totalmen-
te desacreditada y sus fundamentos quedan barridos». 30
La negación de los milagros, entonces, no es el comienzo del es-
cepticismo, sino que es el mismo escepticismo. Y, en realidad, se
trata del ateísmo aferrándose a un Dios impedido. Al menos, esto es
lo que algunos «teólogos ateos» intentan hacer. Pero la carga de la
negación es demasiado pesada para soportarla. El autor está con-
vencido de que muchos modernistas no se dan cuenta de las conclu-
siones finales de su escepticismo. ¡El «teólogo» que no cree en mi-
lagros tiene que ser el extremo último de la contradicción y de la
incoherencia!
29. John G. Machen, Christianity and Liberalism (New York: Macmillan, 1923), pág. 103.
30. E. V. Zollars, The King of Kings (Cincinnati, Ohio: Standard Publishing Co., 1911), pág.
105.
411
también muchos incrédulos que fueron testigos del acontecimiento
(Juan 11 :45, 46). Los milagros de los apóstoles fueron «manifiestos
a todos los que moran en Jerusalén» y los incrédulos no podían ne-
garlos (Hechos 4: 16). La validez de los milagros de Jesús nunca de-
pendió de su ocultamiento de los ojos de los escépticos.
31. John William McGarvey, Short Essays in Biblical Criticism (Nashville, Tenn.: Gospel Ad-
vocate Co., 1956), pág. 354.
413
2:9-12; Lucas 5:26). Pedro se levantó en el día de Pentecostés y pre-
dicó: «Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón
aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y se-
ñales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros
mismos sabéis ... » (Hechos 2:22).
Reflexionemos un momento. Si iba a haber algo como un «Hijo
de Dios», ¿no es de lo más razonable creer que este «Hijo de Dios»
llevara a cabo milagros? Los milagros como prueba de autenticidad
hubieran sido necesarios a fin de que los crédulos no siguieran en
pos de cualquier pretendido mesías que se aventurara a salir en la
escena de la historia. Y verdaderamente la historia ha demostrado
lo correcto de que Dios hiciera de los milagros la prueba de Sus
mensajeros. ¿Acaso alguien, en ningún momento de la historia, ha
llevado a cabo obras tan grandes como las de Jesús de Nazaret?
Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera de-
monios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebie-
ren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos,
y sanarán ... Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor
y confirmando la palabra con las señales que la seguían (Marcos 16:17, 18, 20).
414
gistrado para nuestros días? ¿Acaso Pablo, Pedro y Juan no son tes-
tigos fiables? ¿Quién puede hallar falta o defecto en la vida de Jesús
de Nazaret? Los milagros demostraban la fidedignidad de los testi-
gos. La Palabra de Dios ha quedado confirmada por milagros. Los
hechos han quedado establecidos. Aquello que fue utilizado para la
confirmación ya no se necesita más. Tenemos el registro del testi-
monio con el que tomar nuestra decisión de obedecer a Dios o al
hombre. Ya ha pasado la era de los milagros de la Biblia. Aquellos
fueron verdaderos milagros que dieron testimonio de la veracidad
de la Biblia, de que es la palabra inspirada de Dios.
RECAPITULACIÓN
Los milagros tienen que ser definidos en relación con su acaecer
en la Biblia. Cualquier otra fuente utilizada para su definición pro-
duciría una definición a la vez falsa e injusta. Los milagros no fue-
ron resultado de la operación de leyes naturales desconocidas ni
una contradicción de las leyes naturales. Fueron la manifestación
de la mano activa de Dios poniendo a un lado las leyes naturales.
Esta manera en que Dios obró en los tiempos pasados cae fuera del
campo de investigación del método científico. Por ello, los cientí-
ficos no pueden negar la existencia de milagros en el pasado sobre
una base científica.
Los milagros de la Biblia eran hechos, pero no hechos repetibles
que puedan ser examinados hoy mediante el método científico. Con
esto no se significa que Dios no se pudiera dar a conocer en el pre-
sente de la misma manera que en varias ocasiones en el pasado,
sino que El ha elegido no hacerlo así. Tenemos en las páginas de la
Biblia el registro de aquellas evidencias necesarias para satisfacer
a aquellos que tienen hambre y sed por la verdad.
415
24
La resurrección de Jesús
El milagro de los milagros del cristianismo es la resurrección de
Jesús. Sobre este acontecimiento descansa la validez de la Biblia, la
validez del cristianismo. Podríamos decir que este es el gran mila-
gro sobre todos los milagros, la gran conclusión del ministerio per-
sonal de Jesús.
Numerosos escépticos han negado de plano la resurrección. Con
frecuencia se han suscitado teorías naturalistas en contra de los
cristianos para dar explicación de ella. Algunas negaciones se han
extinguido. Algunas de las que eran reliquias de pasados pensado-
res modernistas han resucitado con nuevos ropajes en recientes dé-
cadas. El cristiano es bombardeado con no pocas cantidades de es-
cepticismo con respecto a la resurrección de Jesús de entre los
muertos.
Algunos cristianos han esquivado este escepticismo sin demasia-
do esfuerzo defensivo. En demasiadas ocasiones hemos dejado el
hecho de la resurrección a la sola fe sin ninguna investigación real
de la evidencia. Naturalmente, ello es una equivocación, porque
cualquier fe real tiene que reposar en la evidencia. Es la convicción
de este escritor que tal práctica no es correcta -la práctica de no
investigar los hechos- tanto por parte del escéptico como por parte
del que acepta la resurrección. Dios dejó mucha evidencia para con-
firmar el acontecimiento real. Espera que examinemos esta eviden-
cia. Con un poco de razonamiento sobre los hechos, la fe de uno en
este acontecimiento queda fortalecida. Y es injusto que cualquier
escéptico remita una creencia a los libros de mitología sin ningún
examen estrecho de los hechos. Cualquiera que niegue -y ello in-
cluye a todos los escépticos- tiene que examinar laboriosamente la
evidencia ut'..lizada para respaldar aquello que él está negando.
417
Así, estudiaremos ahora algunos hechos preliminares acerca de
la resurrección. Después tendremos que examinar las teorías que se
han propuesto para dar una explicación racional de ellas. Al exami-
nar estas teorías se puede abrir ampliamente el sólido fundamento
sobre el que reposa la resurrección. En el último capítulo tratare-
mos de la resurrección desde una perspectiva histórica.
PROFECÍA DE LA RESURRECCIÓN
418
Bien lejos de ser un mero apéndice o accesorio del mensaje apostólico, un
acontecimiento aislado añadido a la vida y enseñanza de Jesús para dar cer-
teza a los discípulos de Su supervivencia sobre la muerte y de la verdad de Sus
afirmaciones, en ella (la resurrección) existía germinalmente y como en una se-
milla todo el evangelio que tenían que predicar; de manera que la predicación
de Cristo es para los apóstoles la predicación de Su resurección, y siendo su
función primaria la de testigos del hecho. 2
IMPORTANCIA DE LA RESURRECCIÓN
419
tra justificación (Romanos 4:25). Somos reconciliados con Dios por
la resurrección (Romanos 5:10). Conocemos el poder de Dios por la
resurrección (Efesios 1: 18-20). Los cristianos tienen una esperanza
viviente de la vida eterna, posibilitada por la resurrección (1 Pedro
1 :3, 21). Sin la resurrección la obra de Cristo sería vana (1 Corintios
15: 17). Sin la resurrección es vana la predicación de Cristo, nuestra
fe es vana, «Somos los más dignos de conmiseración de todos los
hombres» (1 Corintios 15:12-19).
John S. Whale dijo: «La creencia en la resurrección no es nues-
tro apéndice a la fe cristiana, es la fe cristiana.» 6 Y es una afirma-
ción bien cierta. «Este milagro de la resurrección es un elemento
principal en el plan de la redención, en tanto que los otros milagros
del Señor y Sus discípulos eran elementos secundarios y auxiliares
del plan de la redención.» 7 «Por ello, parece que la credibilidad de
la totalidad del testimonio apostólico tiene que mantenerse o caer
según la postura que tomemos acerca de la resurrección.» 8
Así, la resurrección de Jesús de entre los muertos es importante,
sumamente importante. Cada cristiano debería comprender con
claridad los hechos asociados con este acontecimiento. Y es la opi-
nión de este escritor que cuanto mejor uno comprenda los hechos
reales del acontecimiento, tanto más vigorosa se vuelve su fe en él.
Es totalmente necesario que investiguemos la evidencia.
TEORÍAS MUERTAS
6. Citado por Doan Eleanor, The New Speaker's Sourcebook (Grand Rapids, Mich.: Zonder-
van Publishing House, 1969), pág. 312.
7. Bernard Ramm. Protestan! Christian Evidences (Chicago, Ill.: Moody Press, 1971), pág.
185.
8. J. N. D. Anderson, Christianity: The Witness of History (London: Tyndale Press, 1969), pág.
85.
9. Ver Robert S. Alley, Revolt Against the Faithful (New York: J. B. Lippincott Co., 1970),
pág. 154-158 para una típica negación modernista de la resurrección física de Jesús.
420
teoría. No es nueva. Lo parece. Son pocos los escépticos de hoy con
ideas originales. La mayor parte de ellos escudriñan los archivos en
pos de alguna interesante reliquia del pasado que poder revestir de
pensamiento moderno para pensadores «modernos».
Pero, en realidad, el intento modernista para negar racional-
mente la resurrección ha ayudado para respaldar la evidencia de la
resurrección. Así, un estudio exaustivo de estas falsas teorías posi-
bilita que uno se quede convencido de que la resurrección desde
luego tuvo lugar. Cada golpe del martillo modernista sólo ha resul-
tado en potenciar la estabilidad del yunque de la resurrección. Las
teorías que se han utilizado para negar el acontecimiento sólo han
servido para acerar y dar temple a la evidencia en su favor. Así que
al examinar las varias teorías que se han presentado, nuestra fe en
este acontecimiento se fortalece aún más. Estas son las teorías:
A. La teoría simoniana
Algunos han llegado tan lejos en su intento de negar la resurrec-
ción que han afirmado que Simón de Cirene, que fue obligado a lle-
var la cruz de Jesús (Lucas 23:26), fue realmente crucificado en lu-
gar de Jesús. Los recientes textos de Nag Hammadi, o Textos Gnós-
ticos, promovían esta creencia. 10 Estos textos datan de los primeros
siglos y explican varias creencias de la secta gnóstica.
En realidad, no se tiene que dar ninguna explicación acerca de
esta teoría si se tiene algún conocimiento de los registros históricos
de la cruficixión. Había demasiados testigos para que pudiera suce-
der tal cosa. Y, además, ¿desapareció así de simplemente Jesús des-
pués de que Simón fuera accidentalmente crucificado en Su lugar?
Ciertamente, uno u otro de los discípulos habría dado publicidad al
hecho si los primitivos cristianos hubieran tratado de engañar al
mundo con una falsedad tal.
B. La teoría de la tumba equivocada
Los hay que han afirmado que cuando las mujeres fueron a la
tumba de Jesús temprano en el primer día de la semana, fueron a
dar en medio de la oscuridad a una tumba equivocada. Cuando Je-
sús fue sepultado, los ojos de ellas estaban bañados en llanto y no
sabían con exactitud donde, tres días después, estaba situada la
tumba. Cuando llegaron a lo que ellas creían era la tumba correcta,
y estando en expectación de la resurrección, simplemente se entu-
siasmaron en demasía. Corrieron a contar a los otros discípulos que
Jesús no estaba allí, sino que había resucitado. y desde entonces los
discípulos comenzaron a predicar la resurrección. Kirsopp Lake es
probablemente el que primero imaginó esta teoría. 11
10. «The World Haters», Time (June 9, 1975), págs. 35, 36.
11. Kirsopp Lake, The Historical Evidence for the Resurrection of Jesus Christ (New York: G.
P. Putnam's Sons, 1907), págs. 250-253.
421
Hay una serie de hechos que revientan esta hipótesis. Los regis-
tros evangélicos afirman que las mujeres se encontraban en la ver-
dadera tumba cuando Jesús fue sepultado (Mateo 27:61; Marcos
15:47; Lucas 24:55). Marcos registra que las dos Marías vieron
«donde era puesto» (Marcos 15:47). ¿Acaso estuvieron estas dos mu-
jeres tan poco tiempo que no hubieran podido reconocer la misma
tumba cuando volvieron? ¿Acaso esta tumba -la tumba de un
hombre rico que la había cavado de una roca para su propia sepul-
tura- tan indistinguible de las otras tumbas? Y, ¿había tantas
tumbas en aquella área?
Una vez más, tenemos que interrogar al escéptico preguntando:
¿Qué acerca de Pedro y de Juan, que fueron corriendo para compro-
bar el relato de las mujeres? ¿Fueron también ellos a la tumba que
no era? Cuando Pedro y Juan llegaron a la tumba, vieron los lienzos
sepulcrales yaciendo en la tumba (Juan 20:6, 7). Y los lienzos sepul-
crales serán siempre el hacha taladora de la teoría de la tumba
errónea. Pedro y Juan fueron a la verdadera tumba. No había error
posible. Estos lienzos sepulcrales serán siempre el primer proble-
ma, como dice Herschel H. Hobbs, para los escépticos acerca de la
resurrección. 12 Los lienzos sepulcrales eran la indicación de la tum-
ba correcta.
Si los discípulos eran tan entusiastas en predicar la resurrec-
ción, (más acerca de esto a continuación), ¿por qué esperaron en-
tonces siete semanas para predicar la resurrección por vez primera
en Pentecostés? (Hechos 2). De la misma manera, cuando los enemi-
gos de Jesús oyeron a los discípulos predicando la resurrección, hu-
bieran podido refutar fácilmente su pretensión exhibiendo el cuer-
po de Jesús. ¿O es que los enemigos de Jesús tampoco pudieron en-
con):rar la tumba correcta? También es ridículo creer que los discí-
pulos se hubieran atrevido a emprender tal aventura sobre el débil
testimonio de unas mujeres sobreexcitadas. Al arreciar el ardor de
la persecución, parece probable que al menos uno de los discípulos
se hubiera quebrantado y confesado los verdaderos hechos, o al me-
nos vuelto a Jerusalén para investigar la tumba y ver si estaba real-
mente vacía. No, no hubo cola ante la tumba para volver a compro-
bar la tumba. Todos sabían que estaba vacía, incluso los judíos es-
cépticos.
Y luego hay el problema de José de Arimatea. Después de todo,
¡era su tumba! Es evidente que de todos, él podría haber encontra-
do la tumba correcta. ¿Y qué del Sanhedrín? Ellos ciertamente sa-
bían donde habían puesto a los guardias y hubieran podido detener
«el rumor de la resurrección» de una vez por todas. Sí, la teoría de
la tumba equivocada provoca más problemas que los que resuelve.
12. Herschel H. Hobbs, Messages on the Resurrection (Grand Rapids, Mich.: 1959), pág. 17.
422
B. La teoría del desmayo
Frank Morison, un abogado que había sido escéptico acerca de
la resurrección de Jesús, pero que cambió de opinión cuando exa-
minó la evidencia, explica: «Empujado por la inmensa fuerza y con-
vicción de la realidad de la tumba vacía, el racionalista alemán
Venturini propuso la sugerencia de que Cristo no murió verdadera-
mente en la cruz, sino que sufrió un desmayo, y que revivió con el
frescor de la tumba, y que se apareció posteriormente a los discí-
pulos.» 13 Así, Jesús nunca murió en la cruz. En realidad, sólo sufrió
un desmayo y se recuperó más tarde. 14
No son pocos los problemas que afronta esta teoría. Los regis-
tros evangélicos afirman decididamente que Jesús murió en la cruz
(Mateo 27:50; Marcos 15:37; Lucas 24:46; Juan 19:30). Y los solda-
dos romanos presentes en aquella escena se cercioraron de la muer-
te de Jesús atravesando Su costado con una lanzada (Juan 19:34).
De allí salió sangre y agua, una señal cierta de Su muerte. Los sol-
dados se aseguraron de la muerte de Jesús.
Una vez más, tenemos que hacer algunas preguntas. ¿Hubiera
podido Jesús ser azotado, colgado de una cruz, traspasado por una
lanzada, privado de alimento y agua durante tres días, y sin embar-
go haber ido andando a Galilea para alentar a Sus discípulos? ¿Aca-
so los soldados romanos a los que se les había confiado la cruxifi-
xión habrían cometido un error tan estúpido como el de no cercio-
rarse de que había muerto? Y también, ¿cómo habría podido Jesús
deslizarse entre los guardianes de Su tumba sin que ellos lo supie-
ran? ¿Por qué dejó Jesús Sus lienzos sepulcrales en la tumba? ¿Qué
le sucedió a Jesús después de la supuesta reanimación? ¿Cómo
pudo desaparecer de la escena histórica? ¿A dónde se fue?
Ramm ha dicho con acierto: «La teoría del desmayo es una eva-
sión pura y simple para escapar del registro histórico de una mane-
ra voluntariosamente intencionada y sin ninguna validez histórica
para ello.» 15
D. La teoría de la alucinación
Aquellos que abrazan la teoría de la alucinación pretenden que
Jesús desde luego nunca resucitó de entre los muertos. Los discípu-
los simplemente sufrieron una alllcinación.
Fue debido a que estaban tan impresionados por Él que llegaron a tener ta-
les alucinaciones. Así, según dicen los que abogan por la hipótesis de la visión,
las alucinaciones fueron meramente la forma temporal necesaria en aquel día
13. Frank Morison, ¿Quién movió la piedra? (Caribe, Miami, 1977) (cita sacada de la edición
inglesa, Who Moved the Stone?, Faber & Faber Ltd., 1967, pág. 96).
14. !bid., pág. 96. Hugh J. Schonfield reavivó la teoría del desmayo con un matiz algo dife-
rente en The Passover Plot, 1965.
IS. Ramm, Pr9testant Christian Evidences, op. cit., pág. 186.
423
y entre hombres de aquel tipo de educación a fin de que la influencia de Jesús
continuara haciéndose sentir .16
16. J. Gresham Machen, The Christian Faith in the Modern World (Grand Rapids, Mich.: Wm.
B. Eerdmans Publishing Co., 1970), pág. 205, 206.
17. R. D. Johnson define adicionalmente esta teoría en Resurrection: Myth ar Miracle (Great
Britain: John Ritchie, LTD., s.f.), pág. 36.
18. Albert L. Roper, Did Jesus Rise From the Dead? (Grand Rapids, Mich.: Zondervan Publis-
hing House, 1965), pág. 39.
19. Anderson, Christianity: The Witness of History, op.cit., pág. 98.
424
Tomás, que dudaba de la resurrección, no puso sus manos sobre
una alucinación, como tampoco tocó las huellas de los clavos de
una alucinación (Juan 20:24-29). Si Jesús no hubiera resucitado cor-
poralmente, entonces Su cuerpo hubiera seguido en la tumba cuan-
do estaba teniendo lugar toda esta conmoción pública después de la
resurrección. Morison dijo: «La tumba vacía misma tiene que haber
sido el testimonio final e irefutable.» 20 Y el testimonio de los discí-
pulos no se hubiera sostenido ni un día si el cuerpo de Jesús hubie-
ra seguido estando en aquella tumba.
Tenemos que preguntar también: ¿Qué del testimonio de los sol-
dados que guardaban la tumba? (Mateo 27:62-66; 28:1-4). ¿Acaso
también ellos sufrieron una alucinación? Es evidente que los enemi-
gos de Jesús no lo pensaban así, sino que sobornaron a los guardias
para hacerles callar acerca de los acontecimientos que habían teni-
do lugar en la tumba en el tercer día (Mateo 28:11-15).
425
guntamos una vez más, ¿puso Tomás sus manos dentro de una vi-
sión? ¿Comieron los discípulos con el espíritu de Jesús, o con una
visión? (Hechos 10:40, 41). ¿Y por qué cesaron las visiones repenti-
namente? El principal problema con esta teoría es el cuerpo de Je-
sús. Si apareció sólo en espíritu, o por medio de visiones, ¿qué su-
cedió con Su cuerpo? La refutación de la predicación de los após-
toles en el día de Pentecostés se encontraba sólo a unos pocos cien-
tos de metros de allí si el cuerpo de Jesús seguía estando en la tum-
ba.25 Los que creen que Jesús resuc,itó sólo espiritualmente tienen
que pasar de puntillas sobre lo que El dijo en Lucas 24:39 acerca de
Su resurrección: «Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy;
palpad y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como véis
que yo tengo.»
F. La teoría del cuerpo robado
Al proponer la Teoría del Cuerpo Robado los críticos dirigen por
fin su atención al cuerpo de Jesús. Algo sucedió con él. Si permane-
ció en la tumba, ciertamente las afirmaciones de los apóstoles po-
dían haber quedado refutadas. Algunos críticos dicen que los discí-
pulos organizaron las profecías acerca de la resurrección y luego
engañaron a todos los involucrados robando el cuerpo. Después que
sus manejos hubieran triunfado comenzaron atrevidamente a pre-
dicar que Jesús había resucitado de los muertos. También los hay
que pretenden que José de Arimatea cambió secretamente el cuerpo
de lugar. Examinemos algunos problemas devastadores para estas
teorías.
En primer lugar se tiene el problema presentado por el verdade-
ro carácter de Jesús y de Su discípulos. El robo del cuerpo de Jesús
y la predicación intencional de una falsedad se enfrenta totalmente
a todas las enseñanzas de Jesús y de los apó~toles. Ellos, los após-
toles, nunca creyeron, en primer lugar, que El fuera a resucitar de
los muertos. ¿Sobre qué base habrían ellos maquinado este plan?
En segundo lugar, hay el problema de los guardas romanos y del
sello oficial del Emperador. ¿Cómo esquivaron los discípulos a los
guardias? ¿Habrían arriesgado sus vidas para romper un sello ro-
mano? La mayor parte de los discípulos huyeron durante la cruci-
fixión. ¿Cómo habrían reunido el suficiente valor para hacer tal
cosa? (Mateo 26:26.) El mismo hecho de los guardias y enemigos de
Jesús intentaron ocultar el acontecimiento diciendo que los discí-
pulos habían robado el cuerpo constituye evidencia de que sabían
que Jesús había resucitado (Mateo 28: 11-15). Y demuestra que ellos
mismos no habían sustraído el cuerpo. Si José de Arimatea lo quitó,
ciertamente los guardias lo habrían sabido e informado a los judíos.
Si las autoridades romanas hubieran sido las que lo hubieran he-
25. Morison, Who Moved The Stone?, op. cit., pág. 135.
426
cho, lo hubieran afirmado cuando los discípulos comenzaron a pre-
dicar .26
En tercer lugar, está el problema de que los discípu~os no espe-
raban la resurrección, no comprendían a Jesús cuando El se refería
a ella. «El impacto inicial del rechazamiento de Jesús por parte de
los sacerdotes y del pueblo, la frustración ocasionada por el de-
rrumbamiento de los planes para un reino, y la incertidumbre de us
perspectivas personales dejaron a los discípulos totalmente aturdi-
dos y anonadados.» 27 Cuando los primeros informes de la resurrec-
ción llegaron a sus oídos se comportaron críticamente, con escepti-
cismo y dudas (Lucas 24:11, 23, 24, 41; Juan 20:25). Tenney escribe:
«Estaban mal dispuestos para aceptar por sí mismos el testimonio
de la tumba vacía. Sólo fue cuando la evidencia material quedó su-
plementada por el contacto directo con el Señor viviente que reco-
nocieron el hecho de que verdaderamente había resucitado.» 28
«Aquella sorpresa no fingida e interés de los discípulos son una bue-
na prueba de que ni habían esperado una sustracción ni tampoco
eran parte de ella.» 29
Toda la evidencia muestra que carecían enteramente de todo motivo, que
no esperaban una resurrección, que no tenían manera de llevar a cabo tal em-
presa, y que carecían penosamente, tanto individual como colectivamente, de
valor para una aventura tan osada y peligrosa.'º
427
RECAPITULACIÓN
La resurrección es un verdadero acontecimiento histórico. Al in-
tentar negar esto de una manera racional los modernistas han ayu-
dado, en realidad, a la creencia al sustanciar su factualidad. No se
ha inventado ninguna explicación que dé cuenta de los hechos. Ello
constituye una manifestación de la solidez de la evidencia.
No podemos dejar este asunto a un lado. La resurrección de Je-
sús es el centro del cristianismo. Pretender un contacto con Dios y
sin embargo negar la resurrección como lo hacen tantos «teólogos»
tiene que ser una de las mayores contradicciones espirituales y teo-
lógicas de todas las épocas. Si Dios es de la manera que nosotros
afirmamos y queremos que sea, ¿por qué queremos entonces despo-
seerlo de Su poder? ¿Por qué algunos desean destruir la validez del
gran Maestro que dio instrucciones divinas en Palestina?
La resurrección era el corazón de la predicación apostólica. Im-
pregnó la totalidad de sus vidas. Y también debería significar lo
mismo para nosotros. En verdad, «si Cristo no hubiera resucitado»,
nuestra fe es vana; estamos aún en nuestros pecados. ¡Y cuán desa-
lentador es este pensamiento! Pero podemos dar gracias a Dios de
que Su hijo «fue declarado Hijo de Dios con poder ... por la resurrec-
ción de entre los muertos ... » (Romanos 1:4).
428
25
El Jesús histórico
¿Fue Jesús un verdadero carácter histórico? ¿Existió realmente?
Si fue un carácter histórico verdadero, ¿resucitó entonces de entre
los muertos? En el capítulo anterior se ha considerado la resurrec-
ción examinando teorías que se han explicado para negarla racional-
mente. En este capítulo final es imperativo considerar el aspecto his-
tórico tanto de la resurrección como del mismo Jesús. Se afirma aquí
que Jesús fue realmente un hombre histórico y que resucitó de entre
los muertos. Esta es una discusión crucial en una era de agnosticismo.
Los hay que mantienen que «los evangelios no son biografías de
Jesús escritas con un propósito histórico por los discípulos origina-
les de Jesús ... » 1 Se mantiene que los registros evangélicos son el re-
sultado de la tradición. Los cristianos primitivos solamente habrían
registrado las tradiciones de un carácter ficticio llamado Jesús para
satisfacer sus deseos de un Mesías y Salvador. En su libro Jesus and
the Word, Rudolf Bultman afirmó: «Ciertamente creo que ahora no
podemos saber nada acerca de la vida y personalidad de Jesús, de-
bido a que las antiguas fuentes cristianas no muestran ningún inte-
rés en ninguna de las dos cosas, y además son fragmentarias y con
frecuencia legendarias; no existen otras fuentes acerca de Jeús.» 2
Otros son más temerarios que Bultman al afirmar que Jesús fue
s,ólo un invento de la imaginación de celosos cristianos. Ante todo,
El nunca existió.
l. Ver, Edgar V. McKnight, What is Form Christianity (Philadelphia, Pa.: Fortress Press,
1969). pág. 2, Floyd V. Filson, Originsofthe Gospels (New York, N.Y.: Abingdon Press, 1938), pág. 95,
Alfred Wikenhauser, New Testament lntroduction, trad. de Joseph Cunningham (Freiburg, West
Germany: Herber and Herber, 1958), págs. 255, 256.
2. Rudolf Bultman, Jesus and the Word, trad. de Louise Pettibone Smith y Erminie Huntress
Lautero (New York, N.YH., Charles Scribner's Sons, 1958), pág. 8.
429
Para dar respuesta a este ataque escéptico contra el mismo fun-
damento del cristianismo, examinemos ante todo la historicidad de
Jesús.
430
la resurrección. Allí es donde la evidencia presenta todo su poder.
Jesús, fue una persona real y realmente resucitó de entre los muer-
tos. Esta es la única conclusión que podemos sacar de la informa-
ción que tenemos disponible. Que Jesús y Su resurrección fueran
acontecimientos verdaderos e históricos es la única respuesta razo-
nable a las cuestiones suscitadas por los hechos que tenemos ante
nosotros. ¿Cómo podemos explicar los registros de los evangelios
sin un Jesús real? ¿Cómo podemos explicar la existencia del cristia-
nismo sin una resurrección de Jesús?
Las narraciones históricas y el efecto de la resurrección no pue-
den ser pasados por alto en ningún estudio histórico. La resurrec-
ción corporal real de Jesús es la única respuesta adecuada de la
existencia de las evidencias históricas que rodean al cristianismo.
Clark H. Pinnock escribió en cierta ocasión: «La resurrección es la
única hipótesis que sigue concordando con todos los hechos.» 4 Aquí
tenemos que examinar algunas de las evidencias.
A. La evidencia de la integridad
Como se ha dicho anteriormente, el escéptico tiene que destruir
la precisión e integridad de los registros evangélicos, del libro de
los Hechos y del. Nuevo Testamento como un todo en su esfuerzo
para desacreditar la resurrección y la historicidad de Jesús. Pero
ello no es un procedimiento fácil. No hay ningún registro histórico
-si consideramos el Nuevo Testamento sobre la misma base que
cualquier otro registro histórico-- que sobrepase al Nuevo Testa-
mento en precisión e integridad. Todavía se ha de encontrar en él
alguna inexactitud en su relación de hechos históricos. Bruce afir-
mó:
La evidencia en favor de nuestros escritos del Nuevo Testamento es muchí-
sima mayor que la evidencia para muchos de los escritos de autores clásicos,
cuya autenticidad nadie ni sueña en poner en tela de juicio. Y si el Nuevo Tes-
tamento fuera una colección de escritos seculares, su autenticidad sería por lo
general considerada como más allá de toda duda. 5
4. Clark, H. Pinnock, Set Forth Your Case (Chicago, Ill.: Moody Press, 1972), pág. 99.
5. F. F. Bruce, The New Testament Docwnents (Grand Rapids, Mich.: Wm. B. Eerdmans Pu-
blishing Co., 1965), pág. 15.
6. H. G. Wells, The Outline o(History (New York: Garden City Publishing Co., s/O, pág. 497.
431
de los numerosos relatos de la resurreción que se encuentran en los
escritos de los Padres Apostólicos y otros antiguos registros históri-
cos.7 Se admite que estos son testimonios secundarios de la resu-
rrección y vida de Jesús, esto es, su testimonio se basa parcialmente
sobre el Nuevo Testamento. Pero estos testimonios aportan pruebas
de que la creencia en Jesús y en Su resurrección fue presentada a
miles de personas en los primeros siglos. No se trataba de la creen-
cia de una pequeña y oscura secta cristiana.
B. La evidencia de las apariciones
No debemos pasar por alto la evidencia de aquellos que vieron
a Jesús después de Su resurrección. Lo que sigue es una lista de
aquellas apariciones:
7. Ver: 1 Clemente XLII; IX; Policarpo, A los Filipenses, IX, 2; V, I; Epístola de Bernabé V;
Josefo, Antigüedades de los Judíos XVIII, 3:3 y muchos otros.
8. R. C. Foster, The Final Week (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1966), pág. 259.
432
de Jesús. Examinaron cuidadosamente la tumba (Lucas 24:24; Juan
20:6, 7). Jesús no estaba allí. Las apariciones dieron respuesta a sus
preguntas. Jesús había resucitado.
Los hay que han lanzado la acusación de que la resurrección es
una leyenda o mito que se desarrolló a lo largo de un período de
años. Pero este no puede ser el caso. La resurrección no fue algo que
se desarrolló durante un período de muchos años. Los discípulos
quedaron convencidos por las apariciones de la noche a la mañana.
Anderson dijo con razón: «Por ello parece carente de significado ha-
blar de leyendas, cuando estamos hablando no de historias pasadas
de generación en generación, sino de relatos dados por los mismos
testigos oculares o atribuidos a ellos mientras ellos todavía vivían
para poderlos confirmar o negar.» 9
Cuando Pablo afirmó que Jesús había aparecido a más de 500
personas a la vez sabía que algunos de ellos todavía vivían que po-
dían refutar su afirmación (1 Corintios 15:6). Si hubiera sido una le-
yenda, sabía que la llamarían leyenda y que así refutarían su testi-
monio. Pero ninguno de ellos lo hizo.
Y también ¿para qué necesitaríamos testigos de una leyenda?
Una leyenda es una leyenda debido a que es aceptada como tal por
todos los que la conocen. «La total sencillez de las predicciones y de
los registros del cumplimiento ponen unas y otros aparte de todos
los esfuerzos de invención por parte de un falsificador. Nadie que
escribiera un cuento de hadas se habría quedado satisfecho nunca
con unos detalles tan escuetos y factuales.» 10
Si la historia de la resurrección es una leyenda, entonces los más
antiguos documentos informando de ella serían bien incompletos. 11
Pero ello no es el caso. Los documentos más antiguos son los más
completos con referencia a los hechos. Son los que dan los detalles.
C. La evidencia del encubrimiento
La negación por parte de los sacerdotes y su soborno de los
guardias es también evidencia en favor de la resurrección (Mateo
28:11-15). Si este fuera el único registro superviviente que relatara
los acontecimientos alrededor de la tumba en el tercer día, de cierto
sería de sospechar que se habría dado un encubrimiento de los he-
chos.12 ¿No se nos suscitarían sospechas si uno de los guardias nos
dijera que los discípulos robaron el cuerpo de Jesús?
El mismo hecho de que los funcionarios romanos no intentaran
vengar el quebrantamiento de las muchas leyes procesales, y de
manera especial el quebrantamiento del sello romano sobre la tum-
9. J. N. D. Anderson, Christianity: The Witness ofH istory (London: Tyndale Press, 1969), pág. 91.
10. Foster, The Final Week, op. cit., págs. 258, 259.
11. Frank Morison, Who Moved the Stone? (London: Faber and Faber Ltd., 1967), pág. 137.
12. Stanley Sayers, For This Cause (Austin, Tex.: R. B. Sweet Co., Inc., 1957), pág. 135.
433
ba, constituye evidencia de que alguien estaba intentando «Silen-
ciar» el incidente.' 3 Es evidente que los acontecimientos del tercer
día serían embarazosos para el gobierno romano y para los guar-
dias de manera específica. No habían podido guardar un cuerpo
muerto en una tumba, ni siquiera con una pesada piedra cubriendo
su entrada, con un sello romano sobre ella y con guardias prote-
giendo la entrada. No es de asombrarse que no existan relatos ro-
manos acerca de la crucifixión. Los judíos, indudablemente, tomaron
todas las precauciones para mantener en silencio los acontecimientos
de la resurrección. Pero ello sólo añade a la evidencia en apoyo de la
realidad del acontecimiento. Como Fairbairn dijo: «El silencio de los
judíos es tan significativo como la predicción de los cristianos.» 14
D. La evidencia de la transformación
¿Cómo vamos a explicar el repentino cambio en las vidas de Pe-
dro, Saulo y el resto de los discípulos sin la resurrección? «Algo pe-
netró en las vidas de estas personas tan sencillas y ordinarias», es-
cribe Morison, «que las transformó más allá de toda semejanza.» 15
W. H. Thomas prosigue:
El mero hecho de haber quitado el cuerpo de la tumba no hubiera podido
en ningún caso haber transformado sus espíritus y carácteres. Tres días no son
suficientes para que surja una leyenda que les pudiera afectar de tal manera.
Se precisa de tiempo para un proceso de crecimiento legendario. No hay nada
más notable en la historia del cristianismo primitivo que este maravilloso
cambio obrado en los discípulos por la creencia en la resurrección de su Señor.
Es un hecho psicológico que demanda una plena explicación.' 6
434
Pero se expandió como un incendio desenfrenado. En unas pocas décadas
como mucho estaba firmemente arraigado en las principales ciudades del
mundo civilizado y en la misma Roma. Después de un lapso de menos de tres
siglos conquistó el Imperio Romano. Y su influencia ha sido incalculable sobre
la historia del mundo. 25
25. J. Gresham Machen, The Christian Faith in the Modern World, op. cit., pág. 202.
26. Anderson, Christianity: The Witness of History, op. cit., pág. 85.
27. Tenney, The Reality of the Resurrection (Chicago, Ill.: Moody Press, 1972). pág. 140.
28. George W. Forrell, The Protestant Faith (Englewood Cliffs, New Jersey: Prentice-Hall Inc.,
1960), págs. 177, 178, citado por Tenney, ibid., pág. 141.
29. Beet, The Credentials of the Cospel, op. cit., pág. 125.
30. Fredrick John Foakes-Jackson, The Rise ofthe Gentile Church (New York: George H. Doran
Co., 1927), n.p.
31. Machen, The Christian Faith in the Modern World, op. cit., pág. 214.
32. C. M. Mead, Supernatural Revelations (London: Anson D. F. Randolph & Son Co., 1890),
págs. 196, 197.
436
Tenemos que llegar a la conclusión de que Dios dejó evidencias
más que suficientes para apoyar la historicidad de Jesús y de Su re-
surrección de entre los muertos. «Verdaderamente, reuniendo toda
la evidencia», dice Brocke Foss Westcott, «no es decir demasiado
que no hay ni un solo acontecimiento histórico mejor o más varia-
damente apoyado que la resurrección de Cristo.» 33 Jesús fue real. Su
resurrección fue real. La evidencia es suficiente; es lo suficiente-
mente convincente para el observador carente de prejuicios. Tene-
mos los registros; son precisos. Tenemos el testimonio de los testi-
gos; la credibilidad de ellos está más allá de toda duda. Tenemos la
historia de los que creyeron; la multiplicación de los convertidos es
inexplicable sin Jesús y la resurrección. Thomas Arnold concluye:
La evidencia de la vida, muerte y resurrección de nuestro Señor puede ser,
y con frecuencia ha sido, demostrada satisfactoria; esto es, buena en base de
las reglas comunes para distinguir la buena evidencia de la mala. Miles y de-
cenas de miles de personas la han examinado minuciosamente, tan cuidadosa-
mente como cualquier juez pueda preparar el sumario de un caso de gran im-
portancia ... No conozco de ningún hecho de la historia que esté demostrado
por una evidencia mejor y más plena de todo tipo, para el entendimiento de
un indagador imparcial, que la gran señal que Dios nos ha dado de que Cristo
murió y resucitó de entre los muertos. 34
Por la resurrección quedó demostrado que Jesús es más que un
mero maestro bueno y moral d~l primer siglo. Si la resurrección de-
muestra algo, demuestra que El estaba por encima de esto -más
allá de lo meramente humano. Y debido a esta prueba, cada perso-
na tiene que elegir su posición justo en este punto. O bien uno se li-
bera de las cadenas del escepticismo y se inclina en humilde obe-
diencia, o rehúsa reconocer la evidencia. La evidencia es simple-
mente demasiado poderosa para que pueda ser considerada como
insuficiente o no fiable. Nadie puede dejar de lado a Jesús. Uno tie-
ne que tomar su decisión ante los hechos. Lewis lo expresó bien:
Un hombre que fuera meramente un hombre y dijera las cosas que Jesús
dijo no sería un gran maestro moral. Sería o bien un lunático -al mismo nivel
que un hombre que afirma que es un huevo duro- o bien era el mismo diablo
del infierno. Tienes que elegir. O bien este hombre era, y es, el Hijo de Dios,
o bien un loco o algo peor. Puedes encerrarlo como si se tratara de un loco, puedes
escupir sobre Él y darle muerte como a un demonio; o bien puedes postrarte ante
Sus pies y llamarlo Señor y Dios. Pero que nin~uno de nosotros se ponga en
un absurdo plan condescendiente diciendo que El era un gran maestro huma-
no. Él no nos ha dejado abierta esta posibilidad. Nunca tuvo esta intención. 35
33. Brocke Foss Westcott, The Cospel of the Resurrection (London: Macmillan & Co., 1884).
pág. 137.
34. Thomas Arnold, «lts Hopes, lts Fears and Its Close», Sermons on Christian Life (London:
1959), pág. 324.
35. C. S. Lewis, Mere Christianity (New York: Macmillan Publishing Co., Inc., 1976), pág. 56.
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