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Las Paradojas de La Libertad, La Desigualdad en El Río de La Plata

Este documento resume los resultados de investigaciones sobre los procesos económicos en Buenos Aires y la región del Río de la Plata luego de la independencia. Muestra que hubo un aumento dramático de la desigualdad regional a favor de Buenos Aires y algunas regiones costeras, en detrimento de las regiones interiores. También analiza la evolución de la desigualdad dentro de Buenos Aires entre fines de la colonia y mediados del siglo XIX, caracterizada por un crecimiento de la desigualdad entre personas y grupos sociales. Los resultados de la independencia fueron

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Este documento resume los resultados de investigaciones sobre los procesos económicos en Buenos Aires y la región del Río de la Plata luego de la independencia. Muestra que hubo un aumento dramático de la desigualdad regional a favor de Buenos Aires y algunas regiones costeras, en detrimento de las regiones interiores. También analiza la evolución de la desigualdad dentro de Buenos Aires entre fines de la colonia y mediados del siglo XIX, caracterizada por un crecimiento de la desigualdad entre personas y grupos sociales. Los resultados de la independencia fueron

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DOSSIER

Independencia y ruralidad en el Río de la Plata

Mundo vol. 17, nº 35, e018, agosto 2016. ISSN 1515-5994


Universidad Nacional de La Plata.
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Centro de Historia Argentina y Americana

Las paradojas de la libertad. La


Independencia en el Río de la Plata y la
desigualdad
The Paradoxes of Freedom. Independence and Inequality in the Río
de la Plata

Jorge Gelman *; Daniel Santilli **

* Instituto Ravignani, Universidad de Buenos Aires - Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y


Técnicas, Argentina; ** Instituto Ravignani, Universidad de Buenos Aires, Argentina |
[email protected] ; [email protected]

PALABRAS CLAVE RESUMEN


Este artículo plantea los principales resultados de las investigaciones que realizamos en los últimos
Buenos Aires años referidos a los procesos económicos en Buenos Aires y en el conjunto del Rio de la Plata luego de
Desigualdad la independencia. Por un lado se evalúa el comportamiento comparado de las economías regionales,
resaltando el desigual desempeño de las mismas y por el otro se presta especial atención a la evolución
Economía de la desigualdad entre las personas y grupos sociales en la provincia de Buenos Aires entre finales de
la colonia y la segunda mitad del siglo XIX, caracterizada en general por una desigualdad creciente. De
Regiones esta manera, en términos de equidad, los resultados de la independencia fueron desfavorables para los
más pobres.
Tierra
Siglo XIX

KEYWORDS ABSTRACT
Buenos Aires This paper brings forth the main results of our research from the last few years regarding the economic
Inequality processes in Buenos Aires and the Río de la Plata region altogether following the Independence. On
the one hand, it compares the different regional economies, underscoring their unequal performance;
Economy while on the other hand it pays special attention to the evolution of inequality amongst the people and
Regions social groups in the Buenos Aires province from the end of the colony to the second half of the 19th
century, with an overall growing inequality. Hence, in terms of wealth and income distribution, the
Land results of the Independence were unfavorable for the poorest.

Recibido: 19 de diciembre de 2015 | Aceptado: 9 de agosto de 2016 | Publicado: 22 de agosto de 2016

Cita sugerida: Gelman, J., Santilli, D. (2016). Las paradojas de la libertad. La Independencia en el Río de la Plata y la desigualdad. Mundo
Agrario, 17(35), e018. Recuperado de http://www.mundoagrario.unlp.edu.ar/article/view/MAe018

Esta obra está bajo licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional
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Mundo vol. 17, nº 35, e018, agosto 2016. ISSN 1515-5994

Introducción

En la cabeza de algunos líderes de la revolución, el fin del régimen colonial, de los monopolios y de las
pesadas gabelas impuestas por la metrópolis en su beneficio, debían promover con bastante rapidez el
crecimiento económico de la región, pero también la felicidad de sus súbditos, ahora convertidos en
ciudadanos, expresada entre otras cosas en una mejora de sus condiciones de vida y en una mayor equidad en
el reparto de los recursos.

Esas expectativas corrieron suertes diversas. El crecimiento económico tardó en llegar, afectado por las
continuas guerras y la crisis de la minería altoperuana que jugaba un papel central como mercado de
consumo de los bienes que producían las economías regionales de este espacio. Por el otro lado, el despegue
de una nueva economía mundial espoleada por la revolución industrial significó un estímulo importante,
gracias a la mejora de la competitividad de ciertos productos primarios de periferias como la del Río de la
Plata, los cuales se podían vender en el mercado atlántico a buenos precios a cambio de manufacturas cada
vez más baratas. Esta mejora en los términos de intercambio podía actuar ahora de manera directa en la
región por el final de las trabas comerciales que imponía la administración colonial. Sin embargo, dicho
estímulo sólo pudo actuar en las primeras décadas que siguieron a la revolución en los lugares que, además
de disponer de los factores productivos adecuados al momento –especialmente tierra barata, ya que el capital
y el trabajo fueron muy escasos por bastante tiempo– se encontraban muy cerca de los puertos que permitían
realizar el intercambio de materias primas como el cuero por las manufacturas que proveían los países
industrializados del norte. El costosísimo flete terrestre se convertía en una barrera casi infranqueable para
este tipo de bienes demandados por las metrópolis industriales europeas, con bajo valor unitario y alto
volumen físico. En una situación favorable se encontraba sobre todo Buenos Aires por su ubicación, su
dotación de recursos, y la capacidad de incrementar la oferta de tierras al expandir la frontera de manera
rápida y radical. En segundo término, algunas regiones del litoral, especialmente Entre Ríos, pudieron
beneficiarse del mismo proceso una vez superados los aspectos más costosos de las guerras. Pero muy
difícilmente lo pudieron aprovechar las regiones interiores del territorio, aquellas que sufrieron más
agudamente la decadencia de los mercados mineros sin poder reemplazarlos eficazmente por este nuevo
mercado atlántico.

De esta manera el primer fruto del fin del orden colonial fue un incremento dramático de la desigualdad
regional en el espacio rioplatense. Si durante el siglo XVIII casi todas las regiones conocieron procesos
económicos similares, primero de dificultades y luego de crecimiento, pero mantuvieron un cierto equilibrio
entre ellas, después de la revolución se producirá un gran desequilibrio regional a favor de Buenos Aires y de
ciertas regiones del litoral y en desmedro de la mayor parte de los territorios interiores, proceso que no
hemos dudado en llamar como la gran divergencia1.

Si esto era así en lo que se refería a los equilibrios y desequilibrios interregionales tras la independencia,
¿qué sucedía con la desigualdad en el interior de las mismas?

Para analizarlo nos vamos a referir aquí básicamente al territorio de Buenos Aires que hemos estudiado
intensamente en los últimos años (especialmente, aunque no únicamente, a su sector rural), pero diversos
autores han abordado temáticas similares referidas a otras provincias del territorio 2.

Los trabajos que hemos realizado han considerado en primer lugar la evolución en la distribución de la
riqueza entre las personas del sector rural de Buenos Aires, especialmente de la tierra y la propiedad
inmueble. Para ello, hemos utilizado unos censos económicos levantados a efectos del cobro de un impuesto
a la riqueza denominado Contribución Directa (en adelante CD), que inicialmente se aplicaba sobre el
conjunto de los bienes poseídos, pero luego sólo a los inmuebles, condicionando así nuestros resultados. Para
nuestra suerte, hasta 1839, cuando el peso del ganado era central en el patrimonio rural, su valor era

2
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considerado en las fuentes y así pudimos medir la desigualdad incluyéndolo. Luego de mediados del siglo,
cuando el ganado ya no era incluido, se trataba de un momento en el que el peso de la tierra y los inmuebles
se volvieron mayoritarios en el capital total. De este modo los datos que estudiamos reflejan bastante bien los
capitales totales de los propietarios rurales 3.

Seguidamente, y dado que estos estudios sólo podían seguir de cerca a aquellos que poseían un mínimo de
capital4, se nos planteamos la necesidad de acercarnos al estudio de la desigualdad por otras vías que nos
permitieran incluir a la mayoría de la población no propietaria. Es por ello que desarrollamos un estudio,
todavía en curso, sobre lo que se denomina la distribución funcional del ingreso que trata de calcular la
evolución comparada de los ingresos de los distintos sectores sociales. Dado que las fuentes de que
disponemos no nos permitían medir esto con la rigurosidad con que se hace para sociedades contemporáneas,
adoptamos formas de acercarnos indirectamente a ello utilizadas en la bibliografía internacional. Por un lado,
realizamos un primer estudio sobre la evolución comparada de diversas categorías de asalariados –
especializados y no especializados–, de manera de observar la evolución de la desigualdad en el interior del
ámbito laboral (Gelman & Santilli, 2014a). Sin embargo, era necesario abordar la desigualdad entre éstos y
aquéllos que habíamos estudiado inicialmente, a saber, los propietarios de los medios de producción. Para
ello, nos abocamos a construir series de precios, especialmente de los principales factores productivos de esta
economía (en este caso la tierra y el ganado) que pudiéramos cotejar con los salarios para considerar cómo
fueron evolucionando de manera comparada. El presupuesto principal es que, si los salarios subieran más
que los otros factores, ello indicaría una mejora en la distribución del ingreso a favor de los asalariados,
mientras que lo contrario sucedería si subieran más los precios del ganado y la tierra. Aunque esto parezca
relativamente sencillo desde el punto de vista conceptual, en la práctica, en el caso estudiado la situación se
complica bastante. Uno de los problemas, pero no el único, es que una porción no menor de la población
bonaerense tenía ingresos salariales, pero a la vez poseía algunos bienes, como ganados y quizás algo de
tierra de los que obtenían algún ingreso. Entonces, ¿cómo interpretar esos movimientos de precios y salarios
para estos sectores? No podemos detallar aquí los pormenores de esta discusión, pero en definitiva
consideramos que, con todas las prevenciones necesarias, la evolución comparada de estas variables nos
acercaba a la evolución de la desigualdad en los ingresos 5. Al menos es razonable considerar que ello es así
para ambos extremos de la distribución (los propietarios y los asalariados que sólo o esencialmente hacen
perciben un salario, aunque sea más difícil de precisar para aquellos que se encuentran en las franjas
intermedias.

¿Qué observamos entonces sobre la distribución de la riqueza?

Una primera aproximación la realizamos comparando los muy sólidos y completos datos de la CD de 1839
con los menos seguros de 1825. No es casual que dispusiéramos de censos económicos para esos años, ya
que en ambos casos se trata de relevamientos realizados al calor de penurias fiscales del Estado bonaerense
que buscaba paliar la caída de sus ingresos aduaneros mejorando la fiscalización y el cobro de este impuesto
a la riqueza.

La comparación de estos años nos mostró varias cuestiones interesantes. Por un lado, un proceso de
ruralización creciente de los capitales especialmente visible en ciertos sectores de las elites más ricas. Si bien
no se trataba de una transformación radical o completa, el sentido del cambio económico aparecía claro y
mostraba cuál era entonces el sector más dinámico de la economía porteña. Si en la primera fecha los
capitales rurales de los propietarios –tomando en cuenta tanto la ciudad como la campaña– no alcanzaban al
20% del total, en la segunda fecha sobrepasaban por poco el 30%. La segunda cuestión importante era la
conformación de un grupo de grandes, muy grandes propietarios rurales, que en 1839 se destacaba
claramente del resto de los propietarios por el tamaño de sus estancias y por los enormes stocks ganaderos
que poseían. Sin embargo, una tercera conclusión fundamental a la que llegamos fue que el crecimiento de

3
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este segmento de muy grandes propietarios no implicaba un incremento desproporcionado de la desigualdad


en la distribución de la riqueza en el sector rural. Esto era así porque al lado del incremento de la riqueza de
los grandes propietarios creció más rápidamente la cantidad de pequeños y medianos propietarios de tierras y
ganados. En términos técnicos, esto se ponía de manifiesto en un incremento del índice GINI si se
consideraba el universo de los propietarios –porque entre ellos se había incrementado en 1839 el peso de los
más ricos–, pero si se construía el GINI tomando en cuenta al conjunto de las familias rurales éste no
aumentaba porque había aumentado la proporción de familias propietarias en la población rural y eso
compensaba por demás el incremento de la riqueza de la elite 6. Este resultado mostraba que, por un lado, el
crecimiento económico del período se acompañaba de una tendencia hacia una mayor desigualdad expresada
en el enriquecimiento del sector más concentrado de la economía, pero que la fuerte expansión de la frontera,
la coyuntura política, y la continuidad de prácticas que habilitaban un acceso muy amplio a la tierra a los
sectores humildes de esa población constituían un freno claro a dicho proceso, y podían incluso compensarlo.

Seguidamente, nos abocamos a extender el lapso de estudio hacia adelante, a partir de la reconstrucción de la
información de la CD para 1855 y 1867, dos años con buenos censos impositivos y cercanos a recuentos
poblacionales que nos sirvieran de control y referencia. Pero, como ya dijimos, aquí sólo pudimos evaluar la
evolución en la distribución de la tierra y otros inmuebles, porque el ganado y demás bienes muebles ya no
pagaban dicho impuesto luego de la caída de Rosas7.

En este caso, al comparar 1839, 1855 y 1867, aparecieron también varios temas interesantes sobre la
desigualdad. Por un lado, si se tomaba solamente el universo de los propietarios rurales, no parece haber
habido cambios sustantivos en la desigualdad. Apenas se detecta una muy leve mejora en la distribución en
el primer lapso (el que corresponde sobre todo a la última etapa rosista) y un leve empeoramiento de la
desigualdad en los doce años que siguen de gobierno liberal. El GINI, que resume de manera estilizada esa
desigualdad global entre propietarios, era en 1839 de 0,667, para bajar a 0,659 en 1855, y subir a 0,674 doce
años después. Esta leve mejora de 1855 se explica centralmente por una mejora bastante destacada del sector
de los propietarios más humildes entre esas dos primeras fechas (ello se puede ver en la tabla 1 en el
incremento del % de riqueza del 20% más pobre, lo que a su vez modifica de manera sustantiva la relación
20/208). Mientras que el aumento de la desigualdad en el segundo lapso se explica sobre todo por un
incremento relativo de los más ricos. Pero insistimos que lo notable aquí es la estabilidad del índice.

Sin embargo, si se considera la desigualdad en la riqueza del conjunto de la población propietaria o no, las
cosas cambian bastante. Durante todo el período estudiado –entre 1839 y 1867– la desigualdad no dejó de
incrementarse. Esto fue así porque si bien el número de propietarios creció de manera marcada a lo largo de
estos años (2,8% anual), mucho más creció la población (el 4,3% anual) y por ende el sector de los no
propietarios. De esta manera, el análisis del universo total de la población muestra que el sector propietario
era cada vez menor en términos relativos, y manifiesta el incremento de la desigualdad en el conjunto de la
misma.

Veamos estos datos en la tabla 19.

4
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Además de lo ya señalado, de esta tabla surge otro hecho verdaderamente notable: el incremento
extraordinario del valor de la tierra (el rubro ‘Monto’ que expresa el valor total de los inmuebles rurales en
pesos fuertes). Retomaremos este punto en el desarrollo que sigue.

Como ya señalamos, estos vaivenes en la desigualdad sólo reflejan de manera bastante certera lo que ocurre
con aquellos que tienen algún mínimo de propiedades para ser censadas por los funcionarios. Para ampliar el
arco de la mirada debíamos buscar la forma de estudiar] ese porcentaje creciente de no propietarios. Como
dijimos, esto lo abordamos a través de los precios de los principales factores de producción, tierra, trabajo y
ganado (el capital principal de las explotaciones rurales porteñas).

En este caso, las series de precios que pudimos reconstruir hasta el momento nos permitieron evaluar un
período bastante más largo, que se inicia con la creación del virreinato del Río de la Plata; esto fue posible
gracias a las series construidas por Lyman Johnson para ese período 10, y también a otros autores, que
seguimos a lo largo de la etapa republicana hasta la octava década del siglo XIX. De esta manera, pudimos
observar la evolución de la desigualdad a lo largo de un siglo, atravesando] momentos bien diferenciados de
la historia política, social y económica de la región.

Las conclusiones más fuertes a las que hemos llegado utilizando este método diferencian de manera rotunda
el período colonial del independiente 11.

Como se puede observar en la figura 1, durante el período virreinal, la evolución del salario que hemos
tomado como testigo, el del peón rural mensual, no empeora en relación a los precios de la tierra, inclusive
conoce algunos momentos de mejora relativa sobre todo hacia finales del período, cuando la demanda de
trabajo parece haberse incrementado o su oferta disminuido, al calor del proceso de militarización
prerrevolucionaria. Al incluir la consideración de los precios del ganado que sin duda era el capital principal
5
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de los propietarios tardo coloniales, las cosas se moderan un poco, ya que los precios del ganado conocen
entonces algunos ciclos ascendentes, que reducen el incremento relativo de los salarios en algunos
momentos. En cualquier caso, parece bastante claro según los datos que hemos podido relevar que se trata de
un período en el cual no parece haber habido un incremento en la desigual distribución del ingreso y que, si
comparamos al menos algunos sectores sociales importantes como los peones mensuales rurales y los
propietarios de tierra puede haber habido unas reducciones temporales en esa desigualdad.

Pero las cosas van a cambiar de modo bastante radical luego de la revolución.

La incorporación más franca de la región en la economía atlántica y las oportunidades de colocar los bienes
rurales en ese mercado a precios muy competitivos provocan una demanda fuerte y creciente de tierra, cuyo
precio sufrirá un incremento notable y casi constante, bastante por encima de los salarios y aun del ganado.

De esta manera, los propietarios rurales vieron incrementado su patrimonio de manera extraordinaria y
suponemos que también sus ingresos, por lo que la imagen que se dibuja al comparar la evolución de los
salarios con dichos precios nos muestre un progresivo empobrecimiento relativo de los trabajadores.

En la figura se indica entonces la relación de los salarios del peón mensual con los precios de la tierra (la
línea negra), y dicha relación con un índice combinado de precios de la tierra y el ganado que, como se
puede observar, modera el movimiento de suba de los salarios en la etapa virreinal y su caída posterior, pero
no altera esas dos tendencias, especialmente la caída relativa vertiginosa de los salarios en la etapa
independiente. Por lo demás, dicha caída se continúa al menos hasta 1880, aunque no está incluida en la
figura.

Fuente: (Gelman & Santilli, 2015).

Es necesario remarcar que hablamos siempre de empobrecimiento relativo y no absoluto de los asalariados.
Estas cifras que mostramos no nos dicen nada sobre la evolución de la capacidad de compra de dichos
salarios en términos de bienes de consumo cotidiano, sino solamente en términos relativos a los ingresos de
los estancieros y especialmente al crecimiento de su patrimonio. Es decir que lo que esto nos muestra es que
los frutos del crecimiento notable de la economía porteña del período que sigue a la crisis del orden colonial
se repartieron de forma crecientemente desigual entre los propietarios y los trabajadores. Pero esto bien
puede haber sido compatible con una mejora (o no, se trata de otro tema fundamental que estamos
estudiando en la actualidad) en las condiciones de vida de esos trabajadores. Aunque obviamente, de ser así,

6
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mucho más mejoraron las condiciones de vida de los más ricos.

Por otra parte, estos datos ponen claramente de manifiesto la creciente dificultad de los trabajadores de
acceder a la propiedad de la tierra, que en comparación con sus salarios se encarecía cada vez más durante
esta etapa. Esta cuestión de la movilidad social a través del acceso a la tierra es algo que hemos estudiado
otra ocasión y que aquí no podemos detallar por razones de espacio. Pero la conclusión de ese estudio era
que las posibilidades de movilidad social ascendente se fueron reduciendo entre 1839 y 1867, al menos en lo
concerniente al acceso a la propiedad (Gelman & Santilli, 2013).

En el trabajo que publicamos con los datos de la distribución funcional del ingreso se pueden observar
algunas diferencias en diversos tramos de dicho período, ya sea que se incremente de manera radical la
desigualdad –como sucede en la década del 20, especialmente luego de iniciado el proceso de inflación
fiduciaria en 1826–, o se frene –como a mediados de los años 30–. Pero la tendencia general entre 1810-15 y
1880 es muy clara en favor de los propietarios y en detrimento de los asalariados.

Esta evolución es compatible con lo que sabemos de la coyuntura, y también con un modelo 12 que ha
postulado que la apertura comercial y la globalización producen una demanda en cada lugar del factor
productivo más abundante, lo que implica un incremento de su precio relativo. Como en el caso de Buenos
Aires dicho factor es la tierra, ello conlleva un incremento en la desigualdad. Si bien los vaivenes de
coyuntura que señalamos indican que este modelo simplifica los factores que aceleran o frenan la
desigualdad, el caso estudiado parece confirmarlo en general.

De todos modos, hay una pregunta que no se contesta de manera completa con esta forma de evaluar la
distribución funcional del ingreso: la evolución de los precios relativos de los factores indica de manera
aproximada la evolución de los ingresos medios de los trabajadores y la de los propietarios o capitalistas,
pero no aclara cómo evoluciona la porción de la renta total que se quedan unos y otros sectores de la
sociedad. Para conocer esto último necesitamos saber también cómo cambian las proporciones de unos y
otros en una sociedad dada. En otras palabras, puede suceder que los propietarios sean en promedio cada vez
más ricos en relación a los trabajadores, pero en el reparto de la renta global si el número de trabajadores se
incrementa mucho en relación al de los propietarios, puede ser que aquéllos se queden con una porción
mayor de la renta pese a que sus ingresos medios individuales sean más pequeños que el de los otros. En el
caso de Buenos Aires durante la etapa que estamos considerando esto es lo que parece estar sucediendo, dado
el crecimiento vertiginoso de la cantidad de trabajadores asalariados por sobre un grupo de capitalistas que,
si bien crece, lo hace en mucho menor proporción que los primeros. Se trata de un tema importante y que
todavía debemos indagar con mayor detalle y precisión, pero que puede completar –y quizás matizar algo–
nuestra visión sobre la evolución de la desigualdad en este espacio 13.

De cualquier manera, parece posible concluir que el fin del orden colonial y el acceso a la libertad (al menos
a la del comercio…) tuvieron el efecto paradojal de favorecer un proceso de creciente desigualdad en Buenos
Aires y en buena parte del territorio que luego integra la Argentina, ya sea que consideremos el desequilibrio
en el desarrollo de las distintas regiones, como la distribución de la riqueza y de los ingresos en el interior de
muchas de ellas, aunque ello –como decíamos con anterioridad– no implique necesariamente un
empeoramiento de las condiciones de vida de los más pobres. Este es un tema fundamental que debemos
estudiar todavía con detalle. Esa Es la tarea que estamos acometiendo.

7
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Notas

1 Utilizamos un concepto desarrollado para definir un movimiento de diferenciación entre los países que
comenzaron a industrializarse entonces frente al resto del mundo y que llevó a un alejamiento radical e
inédito entre las regiones del planeta. Este proceso de divergencia rioplatense lo hemos tratado en varios
trabajos en (Gelman & Santilli, 2010) (Gelman (comp), 2011) (Gelman, 2010).

2 Ver algunos ejemplos en (Gelman (comp), 2011), pero también se han publicado varios trabajos más en la
forma de artículos en diversas revistas.

3 Algunos de los trabajos que hemos publicado con estos resultados se encuentran en el libro recién citado.
Anteriormente publicamos un estudio detallado para 1839, en comparación con el período previo en (Gelman
& Santilli, 2006)

4 Es necesario señalar, con todo, que el porcentaje de población propietaria considerada no era nada
despreciable, ya que una característica de la campaña de Buenos Aires de entonces y aún más de la ciudad,
era la de tener un porcentaje bien alto de propietarios. Para dar un ejemplo en 1839 en la campaña algo más
del 30% de las familias fue incluido en el censo de la CD y en la ciudad alrededor del 60%.

5 Una primera aproximación con esta metodología en (Gelman & Santilli, 2015).

6 Es verdad que de todos modos se trata de niveles de desigualdad muy elevados. Con otros supuestos el
coeficiente de 1825 se reducía a 0.8844, mientras que el de 1839 era 0.8576, siempre algo más bajo en la
segunda fecha. Ver todo esto con detalle en el capítulo 3 de nuestro libro, (Gelman & Santilli, 2006)

7 No deja de ser curioso que un gobierno señalado como defensor intransigente de los intereses estancieros
haya gravado también la riqueza ganadera de los propietarios y los que le siguieron no…Es verdad que, por
otro lado, en esta nueva etapa empezaron a cobrar más impuestos a las exportaciones que provenían de ellas.

8 Es decir, las veces que la riqueza del 20% más pobre está incluida en la del 20% más rico

9 La tabla está tomada de nuestro trabajo (Gelman & Santilli, 2011)

10 Incluidas ahora en su magnífico libro (Johnson, 2013)

11 Todo lo que sigue proviene de (Gelman & Santilli, 2015)

12 Denominado Heckscher-Ohlin por quienes lo propusieron inicialmente, aunque luego sufrió


modificaciones. Un autor que ha utilizado mucho este modelo es Jeffrey Williamson en diversos trabajos
sobre desigualdad comparada (O’Rourke & Williamson, 2006) (Williamson, 1998).

13 Intentamos una muy primera aproximación a este tema en (Bértola, Gelman, & Santilli, 2015)

Bibliografía

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