0% encontró este documento útil (1 voto)
172 vistas4 páginas

Los Cuatro Jinetes Del Apocalipsis Vision Escrita de Santa Hildegarda de Bingen

Este documento resume la primera visión de Santa Hildegarda de Bingen sobre el Apocalipsis de San Juan. Describe los cuatro caballos blanco, rojo, negro y pálido como representantes de los cuatro tiempos desde el origen del mundo hasta su fin. Cada caballo simboliza un período histórico con sus características particulares en términos de castigos, pruebas y juicios de Dios sobre la humanidad.

Cargado por

antonio solari
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (1 voto)
172 vistas4 páginas

Los Cuatro Jinetes Del Apocalipsis Vision Escrita de Santa Hildegarda de Bingen

Este documento resume la primera visión de Santa Hildegarda de Bingen sobre el Apocalipsis de San Juan. Describe los cuatro caballos blanco, rojo, negro y pálido como representantes de los cuatro tiempos desde el origen del mundo hasta su fin. Cada caballo simboliza un período histórico con sus características particulares en términos de castigos, pruebas y juicios de Dios sobre la humanidad.

Cargado por

antonio solari
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 4

SANTA 

HILDEGARDA DE BINGEN

LIBER DIVINORUM OPERUM

LIBRO DE LAS OBRAS DIVINAS

SEGUNDA PARTE
PRIMERA VISIÓN, EXTRACTO.

Palabras del Apocalipsis del apóstol Juan acordes con las materias descritas. El
simbolismo   ingenioso   de   los   cuatro   caballos,   blanco,   rojo,   negro   y   pálido.   Se
describen los cuatro tiempos y sus cualidades desde el origen hasta al final del
mundo.

VIII. “Y apareció a sus ojos un caballo blanco, el que lo montaba tenía un arco, se
le   dio   una   corona,   y   salió   vencedor   para   continuar   venciendo”   (Ap.   6,   2).   Se
interpreta así: el tiempo de los orígenes, que tuvo principio con Adán, fue como el
caballo blanco, ya que el hombre pecó por ignorancia, y Dios lo golpeó con la
cólera de su reprensión, que ocultaba también un castigo. Sin embargo le dio el
poder de vencer y la superioridad sobre el enemigo, para que en la suprema
batalla combatiera a la antigua serpiente. Y así castigó la inobservancia de la ley
que tuvo Adán, hasta que al acabar el diluvio hizo aparecer un arco sobre las
nubes del cielo. El tiempo de los orígenes duró desde la expulsión de Adán hasta
el diluvio, en el que Dios, en el arco de su cólera, sumergió a todas las gentes a
excepción  de  los   que  fueron   salvados  en   el  arca,  vertiendo   sobre  de  ellos   las
aguas   que   retumbaron   como   el   trueno.   Y   lo   mismo   que   en   el   tiempo   de   los
orígenes Dios enseñó el arco de su cólera para vengarse, así después del diluvio
donó   el   arco   iris   entre   las   nubes   del   cielo   señalando   que   no   tendría   jamás
sumergido el mundo entero con las aguas tronantes, y preanunció la salvación a
través del bautismo.

Y continúa así el texto: “Salió luego otro caballo rojo, y al que lo montaba se le dio
el poder de quitar la paz de la tierra, para que todos se mataran los unos a los
otros, y se le dio una gran espada”. (Ap 6,4). Se interpreta así: Este caballo es el
tiempo después del diluvio, cuando el juicio justo de la cólera de Dios privó de
paz a los que no buscaron la paz de Dios ni la dieron a los hombres. Por tanto el
juicio   de   Dios   permitió   que   se   mataran   los   unos   a   los   otros   con   crueldad   y
perecieran en grandes batallas, porque en su infidelidad se alejaron de él, como
el alma que provoca su propia muerte cuando no quiere unirse a Dios.

Y todavía escribe: “Entonces vi un caballo negro, y el que lo montaba tenía en la
mano   una   balanza”.   (Ap   6,5).   Y   más   adelante:   “Una   medida   de   trigo   por   un
denario y tres medidas de cebada por un denario, pero el vino y el aceite, no los
eches a perder”. (Ap 6,6). Esto se interpreta así: este caballo negro representa el
tiempo en que, después de la pasión del Hijo de Dios, surgieron en la iglesia los
perseguidores,   evidentemente   por   la   falta   de   fe,   ya   que   los   incrédulos   que
despreciaron la fe atrajeron las tinieblas de la infidelidad. Pero la cólera de Dios
tuvo   en   la   justa   consideración   los   tormentos   de   los   mártires,   e   infligió   a   los
verdugos   una   pena   adecuada,   y   los   mártires   obtuvieron   la   gloria   eterna.   En
efecto,   la   victoria   de   los   mártires   fue   raíz   fecunda   de   todas   las   virtudes   que
brotaron en ellos, ya que renunciaron a su voluntad propia y a las leyes de la
carne. Esta renuncia a la voluntad de la carne hecha por amor a la vida eterna,
es la fe que todos los fieles tienen dentro de sí. Así, la voluntad de la carne deja el
sitio a la santa hambre, por la cual los fieles tienen hambre y sed de justicia. Así la
balanza es señal de que el hombre, ayunando en espíritu, se alimenta de los frutos
de la tierra, gustando la patria celeste en una naturaleza virginal.

Éste fue pues el tiempo de los mártires, oscuro como el viento del Norte, cuando
los mártires fueron asesinados por los malvados como los lobos a los corderos. Y
por esto el juicio de este tiempo viene dado por una balanza en cuyos platos se
pesan dos cosas, la abstinencia y el amor de la patria celestial, que son propias
de los mártires, como se ha dicho. Los mártires mortificados en el cuerpo con la
abstinencia, dirigen la mirada a los deseos celestiales como el águila fija sus ojos
en el sol. Esto significa la medida de trigo que vale un dinero, comparada con la
vida. Y los que siguiendo los preceptos de la ley con la mortificación se abstienen
del   pecado,   se   alejan   de   las   relaciones   carnales,   y   abandonando   los   propios
bienes se hacen pobres, eligiendo opciones que son muy duras y difíciles, por las
tres medidas de estas dificultades se unen en el amor con aquel  único denario
que es la patria celeste. Esto es obra de la sabiduría, que pesa todas las cosas
según   la   justicia   en   la   misericordia,   porque   Dios   es   misericordioso   más   que
cualquier otro. De este modo no se desperdician el vino ni el aceite, ya que con
el arrepentimiento y la misericordia el hombre es liberado por sus pecados.

“Y   he   aquí   un   caballo   de   color   pálido,   el   que   lo   montaba   tenía   por   nombre


Muerte. Y el infierno lo seguía. Y se le dio el poder sobre la cuarta partes de la
tierra para matar con la espada y el hambre y la peste y por las fieras de la tierra”.
(Ap 6,8). Esto se interpreta así: el caballo descrito de este modo es el tiempo en
que   todas   las   cosas   conformes   con   la  ley   y   llenas   de   la   justicia   de   Dios   serán
consideradas nada, como las cosas sin color, y entonces los hombres dirán: “No
sabemos lo que hacemos y los que nos han dado estas órdenes no sabían lo que
decían”.   Y   así,   sin   miedo   ni   temor   por   el   juicio   de   Dios   despreciarán   todos   los
bienes, persuadidos por el diablo de hacer estas cosas.

Pero   Dios   en   su   cólera   juzgará   estas   obras   y   se   vengará   destruyéndolas


completamente,   porque   dará   la   muerte   a   los   que   no   se   arrepientan   y   los
condenará   al   infierno.   En   ese   tiempo,   habrá   sobre   tierra,   por   todas   partes,
combates   a   la   espada,   los   frutos   de   la   tierra   desaparecerán,   y   los   hombres
morirán de muerte repentina o por los mordiscos de las fieras.

El   antiguo   enemigo,   envidiando   al   hombre   por   la   gloria   perdida,   sufre   para


siempre sus penas y por esta causa procura ardientemente que el hombre sea
contaminado por los horrorosos crímenes del odio, del homicidio, de la sodomía y
de todos los demás vicios.

IX. La antigua serpiente se regocija con todos estos castigos con que el hombre se
ve castigado en alma y cuerpo. No quiere, él, que tiene perdida la gloria celeste,
que el hombre la alcance. Efectivamente, cuando se percató que el hombre hizo
caso de su consejo, empezó a planear de hacer guerra a Dios diciendo: “A través
del hombre llevaré a cabo todos mis propósitos”.

Pues,   en   su   odio,   inspiró   que   todos   los   hombres   se   odiaran   con   el   mismo   mal
sentimiento,   para   que   se   mataran   los   unos   a   los   otros.   Y   dijo:   “Haré   que   los
hombres mueran, los perderé más que a mí mismo que ya estoy perdido, porque
yo estoy vivo, pero ellos no lo estarán”. Y mandó su soplo para que la sucesión de
los hijos de los hombres se extinguiera, y entonces los hombres se encendieron de
pasión por otros hombres, perpetrando actos vergonzosos. Y la serpiente gozando
de eso, gritó: “Esta es la suma ofensa para el que ha dado el cuerpo al hombre,
que la forma de éste desaparezca, por haber evitado la relación natural con las
mujeres”.

Es pues el diablo el que los persuade a convertirse en infieles y seductores, para
odiarse y matarse convirtiéndose en bandoleros y ladrones, porque el pecado de
la homosexualidad lleva a las más vergonzosas violencias y a todos los vicios. Y
cuando   todos   estos   pecados   se   hayan   manifestado   al   mismo   tiempo   en   el
pueblo, entonces la constitución de la ley de Dios se quebrantará y la iglesia será
perseguida   como   una   viuda.   Y   los   príncipes,   los   aristócratas   y   los   ricos   serán
echados de sus posesiones por la gente de menor rango y serán puestos en fuga
de ciudad en ciudad, y su nobleza será aniquilada y los ricos se verán reducidos a
la pobreza. Todas estas cosas ocurrirán cuando la antigua serpiente insinúe en el
pueblo   la   voluntad   de   cambiar   vestidos   y   costumbres.   Los   hombres   le
obedecerán, añadiendo allí un detalle, quitando en otra parte otro, deseosos de
novedades y de cambios constantes.

El antiguo enemigo y todos los otros malos espíritus, que perdieron su belleza pero
no el soplo de la racionalidad, por temor de su Creador no enseñan a ninguna
criatura mortal la forma de su perdición tal como es. Pero con sus sugerencias
infunden insidias en todos los hombres, a cada uno de modo diferente, porque en
todas las criaturas hallan algo de su malicia.  Sin embargo, Dios ha emprendido
una gran batalla contra su impiedad a través de la razón del hombre que resiste a
la razón diabólica y los confunde. Esta lucha durará hasta al final de los tiempos,
cuando sean confundidos en todo y por todo y el hombre que los haya vencido
tendrá como recompensa la vida eterna.

También podría gustarte