9 Las-Familias-Que-Elegimos-Kath-Weston Prefacio y Cap 2
9 Las-Familias-Que-Elegimos-Kath-Weston Prefacio y Cap 2
Apéndice, 271 Era una de esas noches tranquilas en el Medio Oeste, en que el cielo
Bibliografía, 279 de agosto está tan tranquilo o contenido que sientes el impulso de
apagar la televisión, o hundir las manos en la tierra humeante, o qui-
zá levantar la cabeza y echar a correr. Conversábamos en familia, y
yo me quedaría toda la noche.
«¿Dónde está el problema? Yo no lo veo por ninguna parte -dijo
mi padrastro, volviéndose burlonamente hacia mí-. Si eres gay, eres
gay. ¿Y qué? No hay que armar un escándalo por eso.»
La sinceridad de su afirmación me atrajo. Me incliné hacia atrás,
buscando apoyo en la pared. Luego me senté, tan silenciosa como la
noche que nos rodeaba, y recordé lo que había dicho alguien a quien
entrevisté para Las familias que elegimos: «No creo que los heterose-
xuales tengan idea de lo doloroso que puede ser el tema de la familia
para las lesbianas y los gays». 1
Mi padrastro había opuesto una especie de contrapeso liberal al
viejo mito de que quienes se sienten atraídos por personas de su mis-
mo sexo deben aprender a vivir sin familia. Cuando comencé el tra-
bajo de campo para este libro, a mediados de los ochentas, el criterio
general era que, al salir del armario, las lesbianas, los gays y los bise-
xuales ponían en riesgo los lazos de familia. Muchos temían que al
Hay otro modo de responder a la pregunta de mi padrastro. El vió a encarrilar mi plan de estudio. A mi alrededor la gente había empe-
tema de por qué los homosexuales siguen dándole «tanta importancia» zado a hablar de algo llamado «familia gay» y «las familia que elegi-
a la identidad sexual resulta inseparable de la frecuente interrogación mos». Meses después concluí que había dado con un discurso comple-
sobre por qué no pueden «mantener el asunto dentro del dormitorio, tamente nuevo en formación. Y aquí surge mi interés en la ideología:
que es a donde pertep.ece». 3 ¿Y por qué no es así? Porque la sexualidad no cesaba de preguntarme por la inesperada popularidad de un término
está incorporada al parentesco de un modo de sobras conocido pero del como «familia gay», antes de circulación tan escasa. ¿Por qué querían
que muchos vacilan en hablar. ¿De dónde, si no, vendrían los niños y las lesf>ianas y los gays reciclar a sus amigos íntimos como parientes?
los suegros? ¿Cómo conseguirían los editores un mercado para los ana- ¿Por qué todo el mundo hablaba de pronto de tener hijos o adoptar-
queles llenos de libros que aconsejan a las parejas devolver el masala* los? ¿La gente había estado siempre contando anécdotas sobre cómo
a sus matrimonios? De modo que la conminación a las lesbianas, bise- una madre aprendió a respetar al amante de su hijo cuando ambos se
xuales y gays para que «mantengan el asunto dentro del dormitorio» vieron obligados a unirse para superar la muerte de éste? ¿Podía ex-
nos pone en una tremenda desventaja. Es más fácil ahorrar a los com- plorar esas cuestiones de un modo que expresase hasta qué punto la
pañeros de trabajo los detalles de un flirteo o de una cita de fin de se- mayoría de los homosexuales comparten con sus vecinos heterose-
mana, que ponerse a inventar historias diciendo que tenemos que salir xuales algunas de las preocupaciones más «estadounidenses» con
unos minutos antes para recoger a un amigo de la familia, o para dejar respecto a la lealtad familiar y el amor? ¿Podría dar cuenta de las di-
a nuestra pareja en la estación de autobús, o para ir a buscar al niño al ferencias raciales y de clase al tiempo que recordaba a los lectores lo
entrenamiento de fútbol. Cuesta trabajo -un trabajo enorme, espiri- revolucionario que resultaba el reclamo de una familia en gente por
tualmente agotador- acordarse de no mencionar nunca sus nombres. tanto tiempo condenada a la tierra de nadie del parentesco perdido?
En Estados Unidos, una persona puede, si quiere, confinar sus relacio- Durante la pasada década los temas familiares pasaron a ocupar
nes sexuales al dormitorio; pero no puede hacer lo mismo con su fami- el centro de la vida de las lesbianas, gays y bisexuales de un modo
lia (o puede hacerlo sólo a un precio inimaginable). Y, sin embargo, de que nadie hubiera podido predecir cuando Las familias que elegimos
algún modo ambas cosas «tienen que ver» con la sexualidad. se publicó. Se ha vuelto habitual -incluso por parte de heterosexua-
Cuando emprendí la investigación para Las familias que elegi- les- preguntar a las parejas lesbianas: «¿Han pensado en tener hi-
mos no me propuse examinar la sexualidad. Ni siquiera la familia y el jos?». Las organizaciones de defensa de los derechos se han volcado
parentesco en sí mismos. Mi interés se centró en la identidad, la ideo- en los tribunales, en un esfuerzo por lograr que «nuestras familias»
logía y la justicia social. Como muchos otros estudiosos jóvenes, no sean reconocidas legalmente. Las ceremonias de bodas se han con-
lograba entender qué encontraba la gente en la arcana terminología del vertido en parte integral de los eventos por los derechos de las lesbia-
parentesco y en las genealogías reunidas minuciosamente por los in- nas, bisexuales y gays, como en la Marcha a Washington de 1993 y en
vestigadores de la generación anterior. Cuando llegué a la universidad, una ceremonia colectiva celebrada en 1996 en el City Hall de San
los estudios sobre el parentesco tenían el paradójico estatus de ser a la Francisco y presidida por el alcalde Willie Brown. Se han creado ca-
vez un tema canónico («el parentesco, eso sí es antropología») y un pítulos de la PFLG (Parents and Friends of Lesbians and Gays) en
área de estudio intelectualmente nula («visto, comprendido»). muchas localidades del país, y las personas de color han organizado
Tras comenzar mi trabajo de campo en San Francisco a mediados grupos similares para explorar las diferencias culturales en las rela-
de los ochenta, sucedió algo que primero hizo descarrilar y luego vol- ciones de familia. 4 El estudio de las familias de lesbianas y gays ha
ayudado incluso a rehabilitar el parentesco como un tema válido en la huesos debía transformarse en algo más. Y si este esfuerzo de trans-
investigación antropológica. 5 formación resultaba un fracaso -si la sangre resultaba ser más lige-
Estos cambios tienen una historia; hay un hilo de cambio social ra que el agua-, ¿por qué rechazar sin más el potencial de parentes-
y de organización que corre a través de las páginas de Las familias co de otros vínculos sociales: el tejido conectivo de la amistad,
que elegimos. A medida que el movimiento gay ganaba fuerza en los digamos, o un parentesco no biológico, o una relación gay seria?
años setenta, apelaba a los homosexuales «de toda la vida» para que No cometamos el error, sin embargo, de pensar que por el hecho
revelaran su identidad a la sociedad entera, o al menos a sus padres y de que las lesbianas y los gays quieran tener ahora sus familias se tra-
otros parientes cercanos. «Salir o no salir del armario» se volvió el ta una elección libre. La elección está sujeta a limitaciones. El color
lema del día. Encarar esa pregunta significaba contemplar la posibili- de la piel, la solvencia monetaria y las conexiones sociales limitan
dad de que el vínculo biológico no fuera suficiente para determinar el más a unos que a otros. Tanto propios como extraños someten cons-
parentesco o para hacer que éste perdurase. Aunque llegado el mo- tantemente a juicio las elecciones que las personas hacen e ignoran
mento las personas difícilmente perderían a sus tías o abuelos, sabían con frecuencia las condiciones de la elección. Piénsese en las conver-
muy bien que los lazos familiares podían verse dañados por la reve- saciones que se producen cuando alguien, sea cual fuere su identidad
lación. Todo el mundo conoce la anécdota del padre que reaccionó social, elige pareja. ¿Es el señor Fulano de Tal bueno o malo, es so-
diciendo: «Un hijo mío no será así. ¡Fuera de mi vista! ¡Nunca serás cialmente aceptable o irresponsable, respetará a los padres de ella o le
mi hijo!». El parentesco comenzaba a parecer más un problema de es- importará un bledo como la educaron? «Me gusta como trata a tu ma-
fuerzo y de elección, que un vínculo permanente e inamovible o un dre.» «¿Has visto sus orejas?» «Olvídate de las orejas. ¡Tiene un Mer-
derecho inalienable. La muda sustancia de los genes, la sangre y los cedes!» «Hiciste bien.» «¿Es de otra raza?» La raza y el racismo, la
clase y las pretensiones clasistas entran en la mezcla a la hora de ha-
cer una evaluación.
Esta elección no-tan-libre que configura la familia incorpora
cación ha liderado el cambio de enfoque en los litigios, seguida de cerca por organi-
zaciones como el Centro Nacional para los Derechos de las Lesbianas (NCLR), con también las circunstancias materiales, la cultura, la historia, los hábi-
sede en la Costa Oeste. En 1995 (diez años después del trabajo de campo inicial para tos y la imaginación. Hay razones que explican por qué algunos her-
La familias que elegimos), el Informe Anual de la NCLR dio a conocer una estadísti-
ca en que los pleitos familiares tenían un gran peso: las causas de custodia ocupaban
manos darían inmediatamente a criar un niño a su hermano homose-
el24,1 por 100 del total; Jos de adopción, el22,2 por 100; los de pareja, el 13,3; los xual. Hay razones que explican también por qué las líneas telefónicas
de derecho de reproducción, el 9,2 por 100; y los de violencia doméstica, el 0,5 por de la calle Castro no están saturadas de llamadas de padres que quie-
100. Lambda, una organización que tiene como clientes tanto a gays como a lesbia-
nas, ha seguido causas de segundos padres y adopción conjunta, de derechos de pa- ren apoyar el matrimonio homosexual de sus hijos organizando la
dres no biológicos a la custodia o visita, de oposición a la deportación de inmigrantes boda. Concertar un matrimonio o dar a criar un hijo a un hermano son
que han sido parejas de ciudadanos estadounidenses durante mucho tiempo, de dere- prácticas comunes en algunas sociedades. Y ambas introducen un ele-
chos de parejas a la seguridad social y al permiso por fallecimiento y del derecho de
un miembro sobreviviente a permanecer en un apartamento alquilado después de la mento de elección en el parentesco. Pero no son ésas las prácticas fa-
muerte de su amante, así como del prominente caso de matrimonio homosexual Baehr miliares comunes que han estado llevando a cabo los gays y las les-
contra Miike (anteriormente Baehr contra Lewin) en el estado de Hawai. Por supues-
to, las listas de esas organizaciones no se limitan solamente a Jos casos familiares sino
bianas en Estados Unidos.
que se extienden, por ejemplo, a la elaboración de un informe suplementario (amicus Hay otras prácticas del parentesco que caen dentro de la elec-
brief) en apoyo a la suspensión de la ejecución en el caso Burdine contra Scott, en que ción y la posibilidad, y cuya ausencia, sin embargo, es notoria. Los
el fiscal urgió al jurado a sentenciar a Calvin Burdine a muerte afirmando que <<enviar
a un homosexual a la cárcel no era castigo suficiente para él>> (The Lambda Update, años ochenta podían haber sido testigos de un montón de causas le-
13 [3], p. 19). gales en que unos vecinos reclamaran el privilegio de visitar a un
5. Véanse los comentarios de David Schneider sobre las complejidades del estudio
del parentesco, en: Richard Handler, ed., Schneider on Schneider: The Conversion of
niño en razón de los servicios informales prestados en el cuidado de
the Jews and Other Anrhropological Stories, Durham, Duke Universty Press, 1995. éste. Pero no sucedió. ¿Y por qué no apareció en la prensa gay algu-
18 Las familias que elegimos Prefacio 19
na anécdota acerca de la adopción del amante del primogénito por O bien, piénsese en la «elección» de la ilustración de portada
parte de un padre que quería mantener el nombre de la familia y el ne- para esta nueva edición de Las familias que elegimos. Examiné una
gocio familiar? ¿Cómo es que ni siquiera Oprah Winfrey ha produci- serie de opciones para la portada, preguntándome todo el tiempo a mí
do un show de televisión en el que aparezcan mujeres lesbianas que misma con qué serían asociadas las imágenes en las diferentes men-
tengan la costumbre de entregar el cheque del sueldo a sus parejas? tes. La fotografía* elegida, que se titula «Revlon Boys» fue tomada
¿Por qué el debate nacional sobre los matrimonios homosexuales no por el fotógrafo Chantal Regnault, y retrata a tres jóvenes negros pro-
se centra en el «servicio de la esposa» o en la dote? 6 ¿La nueva ten- cedenres de una de las casas de moda de Nueva York. Los miembros
dencia en la vida de familia de los gays y las lesbianas será la popu- de la casa Revlon hacían espectáculos de travestis que invitaban a re-
larización de las familias multigeneracionales en las cuales los hijos flexionar acerca de lo que hay de engaño y de parodia, de teatro y de
traigan a su parejas a casa para vivir todos juntos con sus hermanos y verdad, de libre y de obligatorio en el encuentro entre los géneros/ra-
Mamá y Papá? Lo dudo. Debido a que las diásporas traen gente de zas/clases/sexualidades. Las casas de moda se convirtieron en hoga-
todo el mundo a Estados Unidos algunas de esas prácticas de paren- res cuyos miembros se sentían vinculados por lazos de parentesco.
tesco han pasado de una familia a otra, de una comunidad a otra, de Pero incluso el modo en que se describe a una familia gay resulta ine-
un lugar a otro, pero ninguna se ha convertido en el centro de las ba- vitablemente polémico y objeto de polémica.
tallas públicas que reflejarían las preocupaciones familiares de los Soy muy consciente de que la elección de esta fotografía espe-
gays. Si las elecciones que dan forma a las familias gays fueran tan li- cífica, tomada en un lugar específico, puede ser tachada de no repre-
bres o de un espectro tan amplio como a la gente le gusta pensar, hu- sentativa. Después de todo, la mayoría de las personas que aparecen
biéramos visto mayor variedad en ellas. en las páginas de Las familias que elegimos no son afronorteamerica-
No sólo entran en juego la cultura y la economía, sino también nos. Aunque hay afronorteamericanos en el libro, la elección de esta
las instituciones. Pensemos en la multitud de «opciones» que nos sa- imagen podría perpetuar la noción de lo racial como un asunto pura-
len al encuentro cada vez que tomamos el carrito de la compra para mente de «blancos y negros»; una noción que los latinos, asiáticos,
recorrer los pasillos dedicados al cereal en un supermercado nortea- norteamericanos nativos y miembros de otros grupos han luchado
mericano. Las compañías de cereales limitan la imaginación en el mucho por cambiar. Dado que el libro abarca un segmento muy di-
momento mismo en que parecen ampliarla mediante un seductor des- verso de San Francisco, ninguna imagen extraída de una sola raza o
pliegue de cajas de colores. Sin duda, hay otras posibilidades que las clase podría aspirar a una preponderancia dentro de las personas es-
que nos ofrecen para la primera comida del día. Lo mismo sucede con tudiadas.7 ¿Cómo podría una sola imagen dar cuenta de la compleja y
el limitado reconocimiento otorgado hasta la fecha a las familias cambiante población homosexual?
gays. Resulta más fácil para las corporaciones otorgar reconocimien- Al elegir la fotografía me vi también obligada a sopesar el tema
to a las parejas homosexuales llamándolas «parejas domésticas», y de la apropiación. ¿Se trataba de otra joven investigadora blanca que
tratándolas como esposos honorarios, que a sus directores corporati-
vos cambiar las políticas para que se adapten a algunos de los esce- * La fotografía a que se hace referencia corresponde a la_ publicada en la cubierta de
narios culturalmente diversos descritos más arriba. Es más fácil (aun- la edición de Columbia University Press (1991), en rústica. Aunque en la presente edi-
ción no incluimos dicha fotografía, al no disponer de los derechos, hemos decidido
que no resulta fácil) ir al tribunal a defender a algunos matrimonios mantener el siguiente texto porque en él, la autora analiza y critica los estereotipos con
homosexuales, que luchar porque se otorgue reconocimiento legal a los que se construyen los diferentes modelos de familia homoparentales. (N. del E.)
7. Teniendo en cuenta la historia de la política de identidad en Estados Unidos, la
una familia de amigos, dado que no existen precedentes legales. imagen de una mujer blanca judía de clase media no puede usarse para representar de
un modo simplista a un hombre WASP de clase media. Del mismo modo, tampoco
6. <<Servicio de la esposa>> es un juego con la expresión etnológica «servicio de la puede usarse la imagen de los miembros de una casa de moda para sustituir a la de los
novia>>, referida a un arreglo matrimonial en el cual el esposo debe trabajar para los miembros de una «familia antigua» de la clase media negra. Lo mejor es no caer en
padres de la novia u otros familiares, o bien servirles. ese tipo de representaciones.
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usaba la imagen de los afronorteamericanos para vender libros? Una La fotografía de Regnault es una bofetada visual a la generaliza-
pregunta legítima, que no se podía despachar con la sensata idea de da estrategia de litigio que dice que las lesbianas y los gays deben te-
que los lectores blancos (o asiáticos o chicanos o ... ) que cruzan la ca- ner derechos porque, excepto por ese pequeñito detalle llamado se-
lle cuando ven venir a un hombre negro probablemente no se senti- xualidad, todos prácticamente somos blancos heterosexuales de clase
rían cómodos llevando a casa un libro con ese tipo de imagen para media. 9 Pero ¿lo somos? Las batallas por la custodia de los hijos que
«explicarles» las cosas a Mamá o Papá. ¿Subirían o bajarían las ven- invocan los estándares de parentesco entre blancos de clase media ha-
tas? Sólo el tiempo podría decirlo. cen p<rco en favor del padre negro y homosexual desempleado o de
¿Cuáles eran las alternativas? Elegir una imagen con homose- la latina desempleada que trabaja duro pero carece de dinero para la
xuales de otra raza y encarar más o menos los mismos retos. Elegir la guardería, los juguetes, los pañales y el cuarto propio que todo niño
imagen de un blanco y alimentar la noción popular de una homose- «debe» tener. (¿Los estándares de quién, el «debe» de quién? Algunos
xualidad anglosajona protegida por una excesiva riqueza. (Tómese grupos condenarían al padre que «fríamente» relegase a su hijo a un
cualquier libro que prometa contar una historia, una película o una re- cuarto aparte para que duerma solo.) Del mismo modo, el derecho de
lación gay, y diecinueve veces de veinte aparecerá en la portada una transmitir bienes materiales a una pareja, sin que medie un documen-
imagen blanca en representación de la vida de lesbianas, bisexuales y to probatorio, pierde importancia cuando no hay mucho que heredar.
gays.) O bien elegir una fotografía variopinta que retratase a personas El valor de la colectividad doméstica desciende dramáticamente si
de distintas razas, e incitar al tipo de peligrosa fantasía utópica acerca ninguno de los asociados recibe una pensión o tiene seguridad social.
de la armonía que Las familias que elegimos intenta socavar. La ar- Y si pasar el tiempo con nuestra familia de amigos es importante para
monía no es algo que se alcance fácilmente, y las personas no siem- nosotros pero tenemos que mantener dos trabajos para llegar a fin de
pre aprenden sobre otras viviendo juntas. Las familias, como las «co- mes, todos los valores familiares del mundo no nos servirán de mucho.
munidades», son a la vez sitios de conflicto y de ayuda, de violencia Una vez que el proceso de creación de un libro ha terminado,
y de amor. Los mejores encuentros familiares que recuerdo de mi tra- ¿qué hace uno? Aquí tampoco hay libre elección, sino una necesaria-
bajo de campo se expresaban en actos de una exquisita cotidianidad: mente incómoda selección constreñida por el legado de desconfianza,
el gesto de quitar unos macarrones de la boca de un niño, las puntas de esperanza, violación, fantasía y muerte que a veces se llama «consi-
unos dedos rozando tímidamente un hombro, una pistola tirada con deraciones políticas». Tal como sucede con las relaciones entre las ra-
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despreocupación sobre una mesa, voces susurrando, voces gritando, zas y las clases, así sucede con las familias que elegimos. Y tal como
el cartón de leche dejado para mí en la entrada. sucede con las familias que elegimos, así también sucede con la re-
ill!i Al final, me decidí por la fotografía que ven en la portada. No son presentación de lo elegido.
hombres a quienes entrevisté para el libro, sino hombres reunidos en
una familia propia. Me gusta la imagen porque, al contrario de muchas Abril de 1997
otras fotografías que celebran explícitamente <<nuestra familia», mues- Boston, Massachusetts
tra el potencial que tiene la elección del parentesco para expandir la no-
ción de la familia más allá de la pareja y los hijos. Una portada como 9. Cfr. el argumento de Darren Rosenblum de que las estrategias legales seguidas en
ésa sirve también para recordarnos que no debemos leer el libro a tra- la lucha por los <<derechos gays>> han desplazado la lucha por !ajusticia social hacia la
vés del cuerpo del autor, ni suprimiendo la diversidad de las personas clase media blanca, ignorando las necesidades de los homosexuales pobres, negros,
gender bending o <<sexualmente subversivos>> (<<Queer Intersectionality and the Fai-
entrevistadas, ni viéndolo únicamente como un libro sobre lesbianas. 8 lure ofRecent Lesbian and Gay "Victories">>, Law and Sexuality, 4, 1994, pp. 83-122).
Antes de que el litigio comenzase, antes de que llegasen las organizaciones de defen-
sa de los derechos, una amplia variedad de asociaciones familiares había empezado a
8. De creer en los informes de los lectores, ese tipo de <<lectura creativa>> tiene lugar surgir en la base. (El establecimiento de casas de moda podría ser una de ellas.) Tales
con demasiado frecuencia. familias no siempre son legitimables bajo las leyes actuales.
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50 Las familias que elegimos
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La San Francisco lesbiana y gay de los años ochentas ofrecía una fas-
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cinante oportunidad para aprender cómo surgen y cambian las ideo-
; 11¡ logías a medida que las personas entran en conflicto, trabajan por la
reconciliación, reorganizan las relaciones, establecen o rompen lazos
: ,l y coinciden o dejan de estar de acuerdo. En un apartamento de Valen-
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cia Street, una joven lesbiana aseguraba a su amiga que la reacción
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negativa inicial de sus padres cambiaría. En Polk Street, un adoles-
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cente de dieciséis años buscaba un lugar donde pasar la noche porque
les había dicho a sus padres que era homosexual y ahora no tenía don-
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de ir. Mientras una pareja de amantes se atareaba organizando una
11]¡1.1\1! fiesta de aniversario que reuniría a sus parientes consanguíneos con
sus familiares gays, en el otro extremo de la ciudad una mujer no lo
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comunicó en el trabajo como de costumbre temiendo que perdería el
trabajo si su jefe descubría que había estado llorando la muerte de su
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pareja, fallecida la noche anterior. A cada lesbiana que pensaba en te-
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ner un hijo le salían al paso varios amigos preocupados por el cambio
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que introduciría el niño en su relación de pareja. Por cada ocho o nue-
1''1 ve personas que hablaban con entusiasmo de crear una familia de
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amigos, una o dos rechazaba a las familias gays como una opresiva
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acomodación a la sociedad heterosexual.
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52 Las familias que elegimos Exiliados del parentesco 53
todia, habían presentado sus parejas a sus padres, habían entablado Las representaciones que excluyen a las lesbianas y los gays
demandas contra las pólizas de seguros discriminadoras y habían lu- de la «familia» parten de lo que Blance Wiesen Cook (1977, p. 48)
chado por mantener los vínculos con sus familiares consanguíneos o ha llamado «la presuposición de que los homosexuales no aman ni
adoptivos. Pero lo que dio a este discurso un lugar único fue su énfa- trabajan»: la reducción de los gays y lesbianas a su identidad se-
sis en el carácter de parentesco de los vínculos que los homosexuales xual, y la identidad sexual exclusivamente al sexo. En Estados Uni-
habían forjado con sus amigos íntimos y sus parejas. Su demanda de dos, el sexo fuera del matrimonio heterosexual introduce un factor
que esos vínculos fueran reconocidos social y legalmente, y el hecho de imp~nderabl en las relaciones sociales que remite al deseo
de que desvinculase la crianza de los hijos y la creación de la familia desenfrenado y los límites del individualismo. Si la relación hetero-
de las relaciones heterosexuales. Por primera vez, los gays y lesbia- sexual lleva a las personas a una relación duradera a través de la
nas reclamaban de un modo sistemático su derecho a tener una fami- creación de lazos de parentesco, en esas descripciones la condición
lia propia. En los capítulos siguientes, se exploran las circunstancias homosexual aísla a los individuos en lugar de introducirlos en el te-
sociohistóricas y las condiciones materiales que han dado forma a jido social. Afirmar que las personas heterosexuales acceden de un
este discurso. Aquí examinaré la transformación ideológica que hizo modo «natural» a la familia en tanto que los homosexuales están
que las palabras «gay» y «familia» pasaran de ser categorías mutua- condenadas a un futuro de soledad y aislamiento es no solamente
mente excluyentes a términos cuya combinación describía un forma vincular estrechamente el parentesco con la procreación, sino tam-
específica de parentesco. bién ver a los gays y las lesbianas como miembros de una especie
incapaz de procrear, separada del resto de la humanidad (cfr. Fou-
cault, 1978).
Se está a solo un paso de colocarlos en algún lugar más allá de
¿Lo «hetero» es a lo «gay» lo que la familia a la ausencia «la familia» -libres de las relaciones de parentesco, responsabilidad
de familia? y afecto-; de definirlos como una amenaza para la familia y la so-
ciedad. Una persona o grupo debe estar primero fuera y ser distinto
Durante años, y en una asombrosa variedad de contextos, el decla- para que pueda invadir, amenazar o poner algo en peligro. Mis pro-
rarse lesbiana o gay ha sido considerado como un rechazo a «la fa- pias impresiones del trabajo de campo corroboran la observación de
milia» y un abandono del parentesco. Simon Watney (1987, p. 103) Frances Fitzgerald (1986) de que muchos heterosexuales creen no
observa que las descripciones que hacen del sida los medios «nos sólo que los homosexuales han adquirido un considerable poder polí-
invitan a imaginar una especie de línea de demarcación absoluta en- tico, sino también que el número de lesbianas y gays se ha incremen-
tre la "vida gay" y la "familia", como si los homosexuales crecie- tado en los últimos años. La retórica inflamada que explota los temo-
ran, fueran educados, trabajaran y vivieran sus vidas totalmente ais- res a una «expansión» de la homosexualidad y el sida guarda una
lados del resto de la sociedad». Dos presupuestos que desacreditan perturbadora similitud con las imágenes usadas por las fascistas para
esa imagen: la creencia de que los gays y las lesbianas no tienen hi- describir la sífilis a mediados del siglo xx, cuando los «sanos» se en-
jos ni establecen relaciones duraderas y estables, y la creencia de frentaron a los «degenerados» y pusieron en la balanza el destino de
que invariablemente se separan de sus parientes adoptivos o con- la humanidad (Hocquenghem, 1978).
sanguíneos cuando se revela su identidad sexual. Al presentar a la En Estados Unidos existe una larga tradición de estudiar la «fa-
«familia» como un objeto único, esas descripciones suponen tam- milia» como una institución sitiada o en diferentes estados de disolu-
bién que todas las personas participan de las mismas relaciones de ción, que avala el criterio de que debe ser protegida de la «amenaza
! . parentesco y se suscriben a una sola definición de la familia, uni- homosexual». La propuesta número 6 (la iniciativa Briggs), sometida
versalmente aceptada. a votación en California en 1978, sólo fue derrotada después de que
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54 Las familias que elegimos Exiliados del parentesco 55
se organizara una campaña masiva en que tomaron parte una cifra re- miliar. Aquí no hay lugar para estilos de vida alternativos» (Menden-
cord de gays y lesbianas. El texto de la iniciativa, que hubiera prohi- hall, 1985).
bido a los homosexuales dar clases en las escuelas públicas (así como El tratamiento académico rara vez está exento de esta tendencia
a los profesores heterosexuales que hablaran a favor de la homose- a colocar a los gays y lesbianas más allá de los límites del parentesco.
xualidad), fue presentado como una defensa de la «familia» (en Ho- Incluso cuando los investigadores simpatizan con las inquietudes de
llibaugh, 1979, p. 55): los homosexuales, hacen corresponder el parentesco con las relacio-
nes ent;ndidas de un modo genealógico. El estudio de Manuel Cas-
Uno de los intereses más fundamentales del Estado es el estableci- tells y Careo Murphy (1982) sobre la «organización espacial de la co-
miento y la preservación de la unidad familiar. En consonancia con ese
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munidad gay de San Francisco», por ejemplo, construye su análisis
11/11 interés, el Estado tiene el deber de proteger a su impresionable juven- sobre la base de considerar al «territorio gay» y el «terreno de la fa-
tud de las influencias contrarias a sus intereses vitales.
milia» como.categorías mutuamente excluyentes.
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56 Las familias que elegimos Exiliados del parentesco 57
plantean una amenaza a la «familia» (y, junto con ella, a la especie) adulto antes de la actual discusión acerca de las familias gays, cen-
depende de un concepto de la familia basado en las relaciones hetero- trada en la redefinición del parentesco y en la creación de nuevas for-
sexuales, junto a la convicción de que los gays y las lesbianas son in- mas de paternidad.
capaces de procrear, criar a sus hijos y establecer lazos de parentesco.
Algunos homosexuales del Área de la Bahía han aceptado esta No quería renunciar a la posibilidad de ser parte de una familia. De te-
generalizada identificación de su condición sexual con la renuncia al ner mis propios hijos para que sostuviesen lo que había construido ...
parentesco, especialmente al declarar su homosexualidad por prime- Mi madre decía siempre que esperaba el momento de llevar a sus hijos
ra vez. «Pensaba en la vida homosexual como una vida muy solitaria ante el altar del matrimonio. Nunca le pasó por la cabeza que yo no me
casaría. Y probablemente a mí tampoco.
y extraña; sin familia -recuerda Rafael Ortiz-. Asumí que ya no te-
nía familia. Sí: así era.» Después de declararse homosexual, Bob Kor-
kowski comenzó a escribir una serie de poemas en los que el perso- Los conceptos mismos de «buen miembro de la familia» y «buen pa-
naje central era un huérfano. Bob dijo que los poemas expresaban su dre de familia» le parecían a Bernie intrínsecamente opuestos a la ho-
miedo «a tener que abandonar la familia por ser gay». Cuando hablé mosexualidad. Stephen Richter -en la cincuentena cuando lo entre-
visté- atribuía el no haber sido padre a que «nunca había tenido
con Rona Bren, que se había quedado en casa con la gripe, me dijo
relaciones con una mujer». Dado que siempre había visto la paterni-
que cada vez que enfermaba revivía los antiguos miedos. Ese día se
dad y la procreación en el marco de las relaciones heterosexuales, y a
había acordado de la sombría predicción de su madre: «Siendo les-
ambas estrechamente vinculadas entre sí, nunca había pensado en los
biana, vivirás sola el resto de tu vida. Y ni siquiera un perro debe vi-
vir solo». hijos como una opción.
Pero la vidas de los gays y lesbianas de más edad no fueron las
Mirando tanto hacia delante como hacia atrás en el ciclo vital,
únicas vidas adultas moldeadas por ideologías que desterraban a los
las personas que identifican su adopción de la identidad homosexual
homosexuales de los dominios del parentesco. Al explicar por qué se
con la renuncia a la familia lo hacen por una razón doble: el temor a
sentía incómodo en las «reuniones de familia», un joven que no tenía
ser rechazados por la familia en que han crecido y la falta de espe-
interés en tener hijos comentó: «Cuando las familias se reúnen, ¿de
ranza de casarse y tener hijos. Aunque pocos en número, están tam-
qué hablan? De quién se va a casar o a tener un hijo y de quién no.
bién los que consideran la posibilidad de «volverse heterosexuales» o
¿No es así? Pues bien: yo soy el que no». Algunas de las lesbianas y
casarse sólo con objeto de «tener una familia». A Vic Kochifos lepa-
reció comprender por qué: de los gays que conocí pensaban que la declaración de la homosexua-
lidad suponía automáticamente la renuncia al parentesco. En algunos
casos, describían esta identificación como un punto de vista anticua-
Es muchísimo más fácil vivir como hetera que como gay ... Tienes pa-
rientes que ya existen: esposa, esposo, niños, una familia extensa. Todo do que contrastaba agudamente con los nuevos conceptos de lo que
funciona mucho mejor. Y cuando piensas en algo que requiere la pre- significa una familia.
sencia de niños, o quieres teneda certeza de que habrá alguien cerca de Los defensores bienintencionados de la homosexualidad a veces
ti que te quiera cuando tengas ochenta y cinco años, hay muchas cosas consideran que las lesbianas y los gays no son intrínsecamente «anti-
que te pasan por la cabeza, sin duda alguna. Tiene que haberlas. Hay un familia», pero continúan considerando a la condición heterosexual
modo gay de vivir todo eso, pero es mucho más difícil, y menos seguro. como el único acceso al parentesco. Charles Silverstein ( 1977), por
ejemplo, sostiene que las lesbianas y los gays dan más importancia
Bernie Margollis ha tenido relaciones con hombres desde la adoles- que los heterosexuales al mantenimiento de los lazos de familia porque
cencia, pero ha estado casado durante años con una mujer y ha tenido no se casan ni tienen hijos. Con lo cual la afirmación de que los ho-
varios hijos. A los sesenta y siete años se lamenta de haberse hecho mosexuales son capaces de mantener lazos de parentesco duraderos
)
58 Las familias que elegimos Exiliados del parentesco 59
sirve para reforzar la suposición de que no pueden crear «familias unificado de parentesco frente al cual los homosexuales definirían su
propias», presumiblemente porque el autor ve el parentesco como propia práctica y concepto de la familia. En Estados Unidos la raza,
algo indefectiblemente ligado a la unión y procreación heterosexual. la clase, el sexo, el origen étnico o regional y el contexto entran en la
En contraste con ello, el discurso de la familia gay va más allá de la composición de las diferencias dentro de la organización familiar,
oposición políticamente motivada entre «profamilia» o «antifamilia», así como en el concepto de familia y en lo que significa llamar pa-
que coloca a los homosexuales en una posición intrínsecamente anta- riente a alguien. 3
gónica al parentesco únicamente sobre la base de que la suya es una E'n toda definición relacional, la yuxtaposición de dos términos
sexualidad no procreativa. «No es la homosexualidad lo que está des- confiere significado a ambos. 4 Así como la luz no tiene significado
truyendo a la familia negra, sino la homofobia», declaró Barbara sin cierta noción de oscuridad, las familias gays o elegidas no pueden
Smith (1987), una escritora, activista y portavoz homosexual negra, comprenderse sin las familias que los homosexuales llaman «biológi-
durante la Marcha Gay y Lesbiana sobre Washington en 1987. «Mis ca», «de sangre» o «hetero». Como el resto de la sociedad, los homo-
hermanos gays negros y mis hermanas lesbianas negras pertenecen a sexuales del Área de la Bahía consideran lo biológico como un «he-
familias negras. Son, a la vez, las familias en que nacimos y las que cho de la naturaleza». Pero cuando aplican los términos «de sangre»
creamos.»
y «biológico» al parentesco suelen describir una familia organizada
En el apogeo de la liberación gay, los activistas intentaron desa- de un modo más sistemático en torno a la procreación, más rígida-
rrollar alternativas a la «familia», mientras que en los ochenta mu- mente enraizada en la genealogía y más uniforme en el concepto que
chas lesbianas y gays luchaban por legitimar las familias gays como aquella que conocen los antropólogos. Para muchos gays y lesbianas,
una forma de parentesco. Cuando Armistead Maupin habló en una la familia consanguínea no representa una entidad natural que pro-
reunión en Castro Street* para dar la bienvenida a dos gays que ha- porciona la base de todas las formas de parentesco, sino más bien un
bían sido tomados como rehenes en el Medio Este, y que habían per- principio de procreación que organiza un solo tipo posible de paren-
manecido abrazados hasta su liberación, los felicitó no sólo por haber tesco. En sus descripciones, sitúan a las familias gays en el extremo
vuelto sanos y salvos, sino por representar un nuevo tipo de familia. opuesto al de la determinación, no sujetas a otra limitación que la ló-
Las familias gays o de elección pueden incorporar amigos, amantes e gica de «libre» elección que regula su pertenencia. Dado que los gays
hijos, en cualesquiera combinaciones. Organizadas a partir de una y las lesbianas asignan lo «biológico» y lo «electivo» a entidades ya
ideología del amor, la elección y la creatividad, se han definido por opuestas (lo hetero y lo gay, respectivamente), polarizan ambos tipos
oposición a lo que muchos gays y lesbianas del Área de la Bahía lla- de familia a lo largo de un eje de identidad sexual. 5
man familia «hetero», «biológica» o «de sangre». Si las familias ele-
gidas eran las que las lesbianas y homosexuales habían creado por sí 3. Sobre la distinción entre la familia y el hogar, véanse Rapp (1982) y Yanagisako
mismos, las familias hetero eran aquellas en que habían crecido y se (1979).
habían convertido en adultos. 4. Sobre la definición relacional y la arbitrariedad del signo, véase Saussure ( 1959).
5. Para Lévi-Strauss ( 1963b, p. 88), las oposiciones más simbólicas se estructuran a
¿Qué significa la afirmación de que estos dos tipos de familia partir de un tercer término que hace de mediador. Los elementos aparentemente con-
se hayan definido por contraste? Lo que ciertamente no significa es flictivos incorporan un eje oculto que hace posible su relación. Aquí la identidad se-
xual es el término oculto que liga lo <<hetero>> y lo <<gay>>, en tanto que las oposiciones
que los heterosexuales formen parte de una sola y coherente forma en la parte inferior de la tabla están mediadas por el parentesco. Esta especie de rela-
de familia (aunque algunos de los homosexuales que la definen ción triádica otorga dinamismo a la relación y facilita las transformaciones ideológi-
creen que sí). No postulo aquí la existencia de un sistema central y cas al tiempo que asegura una relación regulada o estructurada entre lo viejo y lo nue-
vo. Mi análisis en conjunto parte del estructuralismo de Lévy-Strauss, situa estas
relaciones históricamente, descarta toda presuposición de que constituyan un sistema
y evita el aislamiento arbitrario de las categoóas por el que se criticó justamente el es-
* Castro Street y Castro District: la calle Castro y el Distrito de Castro. Zonas gays tructuralismo en el pasado (véanse Culler, 1975; Fowler, 1981; Jenkins, 1979). Las
emblemáticas de la ciudad de San Francisco. (N. del T.) oposiciones simbólicas estudiadas en este capítulo incorporan categoóas autóctonas
60 Las familias que elegimos Exiliados del parentesco 61
La siguiente tabla describe la transformación ideológica que se De arriba hacia abajo, la tabla representa el período histórico
produjo cuando los homosexuales comenzaron a inscribirse en el do- que dio comienzo al discurso gay sobre el parentesco. Lo «hetero»
minio del parentesco. pasa de ser una categoría que designa un solo tipo de parentesco, a es-
tar vinculado a una forma específica de familia simbolizada por lo
biológico o la sangre. Las lesbianas y los gays, relegados en el origen
al estatus de personas sin familia, reivindicaron luego una forma par-
ticular'de familia que definieron como elegida o creada. En tanto las
representaciones culturales dominantes habían postulado que hetero
era a gay lo que la familia era a la ausencia de familia (líneas 1 y 2),
en un momento dado de la historia los homosexuales comenzaron a
[ Familia biológc~/de sangre ~ [Familias que elgimos/~a[
sostener que lo hetero era a lo gay lo que las familias consanguíneas
(= familia hetera) (= familias gays)
eran a las familias que elegimos (líneas 1 y 3).
¿Qué proporcionó el impulso para este cambio ideológico? Los
cambios en la relación de las lesbianas y los gays con el parentesco
Lo que tabla representa no es una serie de sustituciones estáti- son inseparables de los cambios sociohistóricos: las transformacio-
cas, sino un cambio acaecido por razones históricas. 6 Moverse hacia nes en el contexto en el que se produce la revelación de la identidad
abajo o diagonalmente en ella es moverse en el tiempo. Si se va de iz- homosexual, las tentativas de constituir una «comunidad» gay urba-
quierda a derecha el tiempo aparece como proceso, dividido a partir na, los supuestos culturales en torno a las relaciones de parejas del
de la experiencia de la revelación de la identidad sexual. En el primer «mismo sexo», así como el boom de la natalidad lesbiana asociado a
par de opuestos, la revelación define la transición de la identidad he- la inseminación artificial (o alternativa). En capítulos posteriores ex-
tero a la homosexual. Para quienes tienen un concepto exclusivamen- ploraremos el significado de cada uno de estos cambios en el surgi-
te biogenético del parentesco, el declararse homosexuales puede sig- miento del discurso de la familia gay. Si la afirmación de Pierre
nificar la renuncia al parentesco, pasar de tener una «familia», a estar Bourdieu ( 1977) es correcta, y el parentesco es algo que las personas
«sin familia», tal como se muestra en el segundo par de opuestos. En usan tanto para actuar como para pensar, entonces los cambios pro-
la tercera línea, los individuos que aceptaron la posibilidad de crear ducidos en él deben haber tenido lugar no sólo en la «gran pantalla»
una familia gay tras revelar su homosexualidad pudieron experimen- de la historia, sino también en la escena más modesta de la vida dia-
tar el proceso de ir de la familia biológica o de sangre, en la que ha- ria, donde los individuos han abrazado activamente concepciones
bían crecido, a la elección de sus propias familias. ideológicas nuevas y cuestionado las representaciones que los ex-
cluían del parentesco.
en toda su especificidad (por ejemplo hetero versus gay). Aparece expuesta aquí la
crónica de una transformación ideológica fiel a la historia, al proceso y a las opinio-
nes de los gays y lesbianas que identificaron por sí mismos las oposiciones incluidas Adornen los salones
en la tabla. En cuanto al despliegue de esas categorías en la vida diaria, continúese le-
yendo.
6. Obsérvese cómo los contrastes en la tabla trazan una relación de diferencia (he- Los días festivos, las reuniones familiares y otras celebraciones cul-
tero/gay) primero como negación lógica (familia/ no familia, o A/NA) y luego como turales definidas como ocasiones familiares son el caldo de cultivo en
otra relación de diferencia (familia biológica [de sangre]/ familia de elección [crea-
da]), o A:B). Sobre el poder generativo de las dicotomías que se constituyen como
que las personas del Área de la Bahía elaboran cada día su discurso
A/B en lugar de A/NA, véase N. Jay (1981, p. 44 ). sobre el parentesco. Asistir a ellas significa echar un vistazo al pro-
~.
...
1111 1' '~1[ i1
l ;~:r¡l
Las familias que elegimos
111 !111 ceso histórico que da vida las contradicciones ideológicas. En la épo- los días festivos. Cuando Chris Davidson pensó en volver al hogar de
ca en que el Hanukkah, las Navidades, el Año Nuevo y el solsticio de su infancia en el Área de la Bahía a pasar las vacaciones, le preocu-
1!111 invierno coinciden, abundan las oportunidades de observar oposicio- paba volver a verse atrapada en el «viejo tira y afloja» entre pasar el
lr1,¡~ nes de doble sentido como las que se producen entre las familias he-
terosexuales y las gays. Los significados y las transformaciones se
tiempo con sus padres o pasarlo con sus amigas íntimas lesbianas.
Ese año escribió con antelación una carta a sus padres pidiéndoles que
/ll!i: convierten en algo mucho menos abstracto cuando las personas los afrontaran su «posesividad» y reconocieran la importancia de esas
aplican y reinterpretan en el curso de sus discusiones y actividades otras r6laciones en su vida. Otra mujer consideró la decisión de sus pa-
11111
concretas. Su poder emocional se vuelve de pronto obvio e insosla- dres de permitirle traer a su amante a casa para celebrar el Año Nue-
11111
yable, revelándose claramente central en relaciones ideológicas que vo junto con la «familia» como signo de una creciente aceptación.
111
''11''
fueron vistas en el pasado de un modo demasiado conceptual. Algunas personas deciden celebrar los días festivos con sus familias
il!i1l , 1
de elección, invitando ocasionalmente a familiares de sangre o adop-
En San Francisco, las organizaciones de la comunidad gay han
1' 1
habilitado líneas telefónicas directas especiales durante los días festi- tivos a que se unan a la celebración. Un hombre se mostró orgulloso
111 111"'111
·¡:,llllll
1
1rl vos para ayudar a los gays y lesbianas a lidiar con la soledad y la de- de haber «creado nuestro entorno, nuestro entorno íntimo. Tengo una
1,¡¡ 1111111¡11
presión. En esa época del año, tales sentimientos son comunes en la extensa familia [gay]. Tengo un montón de amigos con quienes com-
11111/11111/1
población en general, debido a la agotadora y trabajosa preparación de parto las Navidades, el Día de Acción de Gracias, los cumpleaños.
Exactamente como lo haría cualquier otra familia grande».
1
111.111 1
los días festivos y a la presión de las normativas culturales, que exigen
1 ,
reunirse con los familiares en un ambiente tranquilo de felicidad y ar- Durante el trabajo de campo, celebré la Nochebuena con mi pa-
monía. Pero muchos homosexuales consideran que la «depresión de reja y otras seis lesbianas. Las dos mujeres que nos invitaron nos co-
nocían a todas, pero ni yo ni mi pareja conocíamos a las demás. A
los días festivos» es un problema mucho más agudo para ellos que
principios de año, mi pareja y yo habíamos comenzado a desarrollar
para los heterosexuales, porque la revelación de su identidad a menu-
una relación familiar multilineal con nuestras huéspedes, Marta Ro-
do deteriora las relaciones con sus familiares hetera. La mayoría de los
sales y Toni Williams.
gays inmigrantes del Área de la Bahía se asegura de que la decisión
Esa noche nos habíamos reunido las ocho para combinar la ce-
sobre el lugar donde pasar los días festivos constituye una declaración
lebración con el apoyo en un momento particularmente difícil del
espacial con respecto a los lazos familiares y la lealtad familiar.
año, objetivo que cada mujer veía de un modo diferente en razón de
Como lo expresó Terri Burnett, que creció en la Costa Este:
su situación con respecto al parentesco. Todas éramos conscientes
de cómo se suponía que debía transcurrir el día festivo: la «gran fa-
La mayoría se muda aquí para que no puedan encontrarlos. Y luego sa-
len y están por todas partes, pero nunca regresan a casa. Ésa es una de
milia» se reuniría en algún lugar y pondría momentáneamente a un
las razones por las cuales se ve a tanta gente deprimida en el Día de lado las preocupaciones de cada día en favor de la comida, los re-
Acción de Gracias y en las Navidades. Porque no pueden ser ellos mis- cuerdos, el disfrute, el intercambio de regalos y la cháchara fami-
mos. Tienen que volver a casa y fingir que son como los demás. Es una liar. También nos dábamos perfectamente cuenta de que esas reu-
existencia esquizofrénica. Y hay mucha gente aquí en San Francisco niones contribuían a definir la pertenencia a la familia, del mismo
que vive en una mentira total. Y se supone que esto es el cielo de la li- modo que la exclusión voluntaria en los días festivos podía destruir
beración. los lazos familiares.
Que tuviéramos procedencias y orientaciones políticas diferen-
1
Para aquellos cuya identidad sexual era conocida por sus familiares tes no impidió que nos planteásemos cuestiones similares con respec-
1
ll'[lll!/111 11
1 biológicos o adoptivos, el conflicto por el reconocimiento y la legiti- to a los días festivos. Si tus padres y hermanos te rechazan porque
¡: mación de sus relaciones de pareja nunca era tan evidente como en eres homosexual, ¿celebrar los días festivos con una familia gay ofre-
11:1111[1
1111111
1.111111111:1]"!1"
1
1
11
,1,1, 1111[111 111111:
¡~ 1 1¡~ ce una alternativa similar, de segundo orden o mejor? ¿Qué extrañas Un sentimiento de experiencia común se extendió entonces por
11
¡,111¡·'1¡''111 1 cuando celebras las fiestas con una familia gay? ¿Hay algo que ex- la habitación con el breve silencio, acercando al grupo de relativas
11,¡ '¡1['¡1
trañar? ¿Es buena idea llevar a nuestra pareja a casa de los familiares desconocidas.
1
,1111111111¡111111 biológicos o adoptivos los días de fiesta? Si tienes una pareja y tienen Después de poner la comida en el horno, Toni y Marta se nos
111
1 la suerte de que los padres heteros de ambos los acepten, ¿con qué fa- unieron y añadieron sus propias anécdotas sobre la frustración en an-
[11:1: 111111!! 1!1
milia pasarías el día festivo? ¿Qué grado de aceptación deben mostrar teriores Navidades, cuando iban de un lado a otro para visitar a sus
para que los invites a pasar el día festivo en tu casa? familiares del sur del estado. La mayoría de los familiares de Marta
111.1111
111 Era la primera Navidad que Marta y Toni pasaban «solas jun- sabían que eran pareja y a menudo las invitaban a visitarlos, pero los
1
1 1111
tas», frase que repetían sin cesar, como si no acabaran de creérselo. familiares de Toni le habían prohibido entrar en la casa años antes,
1111111
Otros años habían viajado al sur de California, donde ambas tenían cuando se enteraron del carácter homosexual de su relación. Marta se
11¡11
parientes consanguíneos. Planeaban pasar una tranquila mañana de sentía orgullosa de su pareja por haberse «enfrentado» a sus padres de
•'¡1 Navidad en su apartamento, pero querían compartir el sentimiento una vez por todas:
1,11
mezcla de entusiasmo y pérdida de la noche anterior con un grupo de -Dijo: «No voy a casa, porque Marta y yo queremos pasar las
1
111111
1: 1
1'' 1'11'1
1111
amigas íntimas. Como contrapunto a los sentimientos de Toni y Mar-
ta, una de sus invitadas se fue a~tes de la comida para tomar el avión
Navidades juntas. El día que podáis recibirla en casa para las Navi-
dades, iré».
11¡, 1111 a Nueva York, donde vivían sus padres. Aunque sólo podría estar una -¿No siguen extrañando estar con ellos? -preguntó Toni diri-
1 1 l. noche, ya que tenía compromisos laborales, quería pasar el día festi- giéndose al grupo-. ¿Con sus padres y todos los demás?
1
vo con su familia. -Sin duda -dijo una mujer que salía con su familia biológica y
'
''li.,, Su partida desencadenó un apasionado debate acerca de por qué a la que pasar el tiempo con ellos le resultaba relativamente cómodo.
l ili lo había hecho. -Como loca -replicó enseguida otra que estaba sentada en
-Su madre está loca, absolutamente loca -dijo una de las mu- una esquina, cerca de la chimenea.
1¡1¡: jeres, que la conocía-. No lo va a pasar bien allí. No entiendo por -Olvídenlo y comamos -dijo otra-. ¡Y luego abramos los re-
'11
1 l; qué se ha ido. galos!
Otra se quejó de que los padres esperaban que sus hijos gays hi- Mientras el grupo se dirigía a la habitación situada en el fondo
1i:llll
cieran el viaje. Seguían tratándolos como solteros, tuvieran una pa- del apartamento, donde había sido preparada una mesa grande, la
1' 1
reja o no. conversación giró hacia el olor a cinamomo y a pavo que venía de la
111,1 !:
-Si fueran comprensivos les pedirían que trajesen a su pareja cocina. Momentos después, estábamos sentadas, y teníamos los vasos
-comentó alguien. alzados para brindar.
-Sí, pero de todos modos hay que ir allí. Es difícil lograr que -Por nosotras, que estamos aquí juntas.
sean ellos los que vengan. Y el estribillo:
Una tras otra, las mujeres hablaron de cómo habían «ido a -Juntas.
casa» con grandes esperanzas (de amor, de comprensión, de tener Cuando en las celebraciones se reúne a los familiares elegidos
una «buena relación» con sus familiares), y cómo se les habían he- con los biológicos o adoptivos, en ocasiones devienen un puente ha-
cho pedazos en las primeras horas. Alguien preguntó retóricamente cia una mayor integración de las familias heteros y gays. No obstan-
por qué seguíamos intentándolo, por qué seguíamos regresando. te, aquellos que se sienten rechazados por su condición sexual pueden
Otra mujer intervino y trajo a colación la tendencia a seguir llaman- ver los días festivos como acontecimientos que les obligan a aliarse
1¡ 1,
do «hogar» al lugar donde uno ha crecido. con una u otra de estas categorías opuestas. Existía el criterio genera-
-En lo que a mí respecta -dijo-, mi hogar es éste. lizado de que, como dijo Diane Kuning, «las personas [gays] tenían
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66 Las familias que elegimos Exiliados del parentesco ·(/ 67
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111 11
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que afrontar decisiones realmente terribles, que otras personas no te- ciedades angloeuropeas ha subordinado la comprensiów,del modo en
.lllrl nían que afrontar». Debido a que los días festivos traían a primer pla- que una cultura específica crea los lazos sociales al proyecÍQ,:d~Ja com-
no el nivel más inclusivo de la oposición entre los dos tipos de fami- paración intercultural. Pero supongamos por un instante qtiá•l4 8-angr'e
1111
lia, rara vez suscitaban el sentido positivo de elección y creatividad no es más espesa que el agua. Para desbiologizar el modelo, genealó-
asociado con las familias gays. En lugar de ello, las personas seguían gico es necesario dejar de postular la procreación como la base, el te-
·111
afrontando el desagradable dilema de una elección excluyente, cuan- rreno o el eje del parentesco.
1'11
do hubiesen preferido unir ambas opciones. Los antropólogos no son los únicos dentro de las sociedades oc-
cidentales que han sometido el modelo genealógico -implícita o ex-
111
1
plícitamente- a un nuevo escrutinio. Al reelaborar los materiales
1111/1 simbólicos familiares en el contexto de las relaciones no procreativas,
El parentesco y la procreación las lesbianas y gays en Estados Unidos han formulado una crítica del
1111 parentesco que cuestiona los supuestos sobre de la incidencia de la
Desde la época de Lewis Henry Morgan, la mayoría de los estudios biología, la genética y la unión heterosexual en el significado de la fa-
ljlli'
académicos sobre las relaciones familiares han entronizado la pro- milia. Y lo han hecho dentro de su propia cultura. A diferencia de
creación humana como el referente último del parentesco. De acuer- Schneider, no se han propuesto deconstruir el parentesco como un do-
¡11'
do con el saber antropológico tradicional, las relaciones de sangre minio privilegiado, o discrepar de las representaciones culturales que
,, (consanguinidad) y de matrimonio (afinidad) de cualquier cultura presentan lo biológico como un «hecho» material independiente del
¡ pueden trazarse según un modelo genealógico universal. Generacio-
nes enteras de investigadores de campo se dieron a la tarea de desa-
significado social. Lo que la ideología del parentesco gay desafía no
es el concepto de procreación que informa el parentesco en Estados
rrollar tablas de parentesco para multitudes de «egos», conectando a Unidos, sino la creencia de que únicamente la procreación instituye el
fl¡
11 los sujetos a una red social externa compuesta por una serie de otros, parentesco, y que los lazos «no biológicos» deben ser legitimados se-
en representación del agente (el genitor o la genitora) y el producto gún un modelo biológico (como el de la adopción), o bien debe aban-
(el hijo) de la procreación física. En general, los estudiosos se dedi- donarse toda aspiración al estatus de parentesco.
caron a investigar los diferentes modos en que las culturas componían La noción de lo biológico como un sustrato indeleble está tan
y subdividían el esquema, y consideraron el vínculo consanguíneo arraigada en Estados Unidos, que a las personas les resulta difícil dar
como la base material subyacente al conjunto de variaciones multi- un paso antropológico hacia atrás para examinar lo biológico como
culturales en la organización del parentesco. símbolo y no como sustancia. Para muchos, en la sociedad norteameri-
Más recientemente, sin embargo, los antropólogos han comen- cana, lo biológico es el rasgo determinante del parentesco: creen que
zado a reevaluar el estatus del parentesco como concepto analítico y los vínculos de sangre convierten a las personas en parientes, desplie-
como tema de investigación. ¿Qué pasaría si los investigadores cesa- guen o no el amor y la duradera solidaridad que se supone que caracte-
sen de privilegiar la genealogía como un constructo sacrosanto u ob- rizan a las relaciones familiares. Y la procreación física, a su vez, pro-
jetivo y considerasen, por el contrario, los lazos biogenéticos como el duce vínculos biológicos. Colectivamente, los atributos biogenéticos
modo occidental de ordenar y dar significado a las relaciones socia- están destinados a delimitar el parentesco en cuanto dominio cultural,
les? Tras practicar durante mucho tiempo este tipo de catalogación, ofreciendo un patrón para determinar quién es o no es un pariente «ver-
1¡
David Schneider (1972, 1984) concluyó que existían serias dudas dadero». Al igual que sus contrapartidas heterosexuales, los gays y las
1
acerca de si las culturas no occidentales reconocían el parentesco lesbianas también naturalizan lo biológico de este manera.
como un constructo o dominio único. El uso excesivo y no meditado Pero no todas las culturas dan a lo biológico esta importancia en
del simbolismo biogenético para jerarquizar las relaciones en las so-
1
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111111'111
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11 1111
68 Las familias que elegimos Exiliados del parentesco 69
1111111
1
1 símbolo es instituirlo como un constructo cultural y como una cate- estas familias elegidas por oposición a los lazos biológicos encarga-
lllll¡l¡ goría lingüística más que como un «hecho de la naturaleza», eviden- dos de la constitución de la familia hetero, las lesbianas y los gays co-
1
l! 111 te en sí mismo. Lo que está en juego aquí es el valor cultural otorga- menzaron a reformular el significado y la práctica del parentesco en
1
1
1[1 1¡1 do a los lazos originados en la procreación, y el significado que el el interior de las mismas sociedades que habían creado el concepto.
1!1111¡¡:
vínculo biológico confiere a las relaciones en un contexto dado. En La suya no fue una propuesta para clasificar las familias gays dentro
este sentido, el vínculo biológico es tan simbólico como el que se eli- de las variaciones del «parentesco norteamericano», sino un ataque
11:!111
ge o se crea. No es en sí mismo, desde el punto de vista cultural, más más globáÍ al privilegio otorgado al modo biogenético de determinar
111/111
«real» o válido que el otro. qué relaciones eran de parentesco.
1111,
En Estados Unidos, arguye Schneider (1968), el «intercambio Es importante hacer notar que algunos gays y lesbianas del Area
111/:111
sexual» es el símbolo que une en las relaciones de matrimonio y de de la Bahía consideraban los vínculos de sangre como la única forma
111111:11
sangre, proporcionando los rasgos distintivos mediante los cuales se auténtica y legítima de parentesco. Con frecuencia quienes discutían
lllil\1
definen y diferencian las relaciones de parentesco. Lo que une la ma- la validez de las familias que elegimos poseían una noción del paren-
111111111' dre a la hija, el hermano a la hermana, etc., categorizándolos como tesco limitada a su propio origen racial o étnico. «Tenemos una sola
,¡111111 genitor o genitora, hijo o hija, o miembro de un grupo de hermanos, familia, la familia biológica», insistía Paul Jaramillo, un mexicano- 1
h es una relación mediada por la procreación. Para una lesbiana o un norteamericano que no creía que su pareja o sus amigos fueran fami- 1
'1111 gay se hace enseguida evidente que de lo que se trata aquí en realidad liares suyos. 1
11111
es de la unión heterosexual de dos personas de sexo diferente. Y aun-
que no todas las relaciones sexuales entre heterosexuales concluyen Son muy buenos amigos y los quiero, pero no los llamaría mi familia.
con el nacimiento de un hijo, el aislar y convertir el intercambio he- La familia para mí es la sangre ... Pienso que la cultura caucásica occi-
111
terosexual en un símbolo central orienta los estudios sobre el paren- dental está mucho más fraccionada, y que ellos pueden ver a sus ami-
'li tesco hacia una lectura dominante de la sexualidad desde el punto de gos y sus vecinos como su familia. Pero, al menos de donde yo proce-
l li./:11 vista procreativo. En una sociedad como Estados Unidos, el reclamo do, no es así.
11111 de Sylvia Yanagisako y Jane Collier (1987) de analizar el género y el
1\1111 parentesco como constructos que se presuponen mutuamente debe Dado que muchos de los que se expresaban de este modo percibían
extenderse al análisis de la identidad sexual. claramente la yuxtaposición entre la familia de sangre y la familia
1111¡
La noción misma de una familia gay dice que las personas que elegida, solían cuestionar directamente la ideología de la familia gay.
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asumen una identidad sexual no procreativa y buscan relaciones no Como explicaba Lourdes Alcántara:
procreativas pueden establecer sus propios lazos familiares sin recu-
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rrir al matrimonio, la maternidad o la crianza de los hijos. 7 Al definir Conozco muchas lesbianas que piensan que eligen a su familia. Yo no
11 lo creo. Porque, como mujer latina, tengo vínculos con mi familia que
¡111 son irreemplazables. No puedo sustituirlos. Así que mi familia es mi
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7. Véase Foucault (1978) sobre la práctica de agrupar la homosexualidad junto con familia y mis amigos son mis amigos. Puede que mis amigos sean más
otros actos sexuales no procreativos, cambio histórico que suplantó la antigua clasifi- importantes que mi familia, pero eso no significa que sean mi familia ...
il cación de la homosexualidad junto al adulterio y las ofensas contra el matrimonio.
Porque, sea como fuere, son sólo mis amigos (no llevan mi sangre). No
Según Foucault, hasta fines del siglo xvndos actos <<Contrarios a la naturaleza» eran
vistos como formas extremas de actos «Contra la ley>> y no como algo de un tipo dife- tienen la misma relación conmigo. No han pasado por lo que yo he pa-
rente. Más adelante se colocó a lo <<antinatural>> aparte, en el dominio emergente de la sado. Por ejemplo, yo he pasado hambre junto con mi familia un mon-
sexualidad, diferenciándose del adulterio o la violación. Véase también Friedman
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tica) y la reproducción no surgió hasta el siglo xx, el proceso en sí mismo comenzó pero nunca podrán sentir lo mismo.
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mucho antes>>.
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70 Las familias que elegimos Exiliados del parentesco 71
Lo que Lourdes describía tan emotivamente era el sentimiento dura- historial de atribuciones racistas de «debilitamiento» de los lazos fa-
dero de solidaridad surgido de la experiencia compartida y simboli- miliares a ciertos grupos (por ejemplo, los negros) o a cualquier cosa
zado por el vínculo consanguíneo. Pero quienes sostenían que una que pareciera amenazar la herencia de «fuertes» lazos de parentesco
historia compartida era prueba fehaciente de una solidaridad durade- atribuidos a veces a otra categoría de personas (por ejemplo, los lati-
ra y que podía proporcionar la base para crear vínculos familiares ele- nos o los judíos). La descripción de la homosexualidad como una
gidos o no biológicos seguían la misma línea de razonamiento (aun- amenaza a la identidad racial o étnica se basaba siempre en la ubica-
que sin el significante biológico). ción culfural de los homosexuales fuera de las relaciones familiares. El
En un ensayo acerca de la revelación de la identidad homose- grado en que los individuos construyen su identidad racial a través de
xual ante los familiares, Betty Berzon (1979, p. 89) afirmaba que su noción de la familia sigue siendo un aspecto relativamente inexplo-
«desde la antigüedad se ha asociado la homosexualidad con el recha- rado de por qué algunos heterosexuales de color rechazan la identidad
zo a la familia». Muchas personas del Área de la Bahía veían la fami- homosexual como un signo de asimilación; como algo «blanco».
lia como el principal mediador de la raza o el origen étnico, apoyán- No todos los homosexuales de color o blancos con una identidad
dose en teorías populares de la transmisión cultural según las cuales étnica desarrollada se oponen al concepto de familia elegida. Muchos
los padres pasaban las «tradiciones» y la identidad (del mismo modo afronorteamericanos, por ejemplo, creen que las comunidades negras
que los genes) a sus hijos. 8 Si tener una familia era parte de lo que nunca se han basado en una interpretación exclusivamente biogenéti-
significaba ser chicano o cherokee, o japonés-norteamericano, enton- ca del parentesco. «Los negros nunca les han dicho a sus hijos: "A
ces la revelación de la identidad homosexual podía fácilmente inter- menos que tengas una madre, un padre, una hermana, un hermano, no
pretarse como la pérdida o traición de esa herencia cultural si el suje- tendrás familia"». (Height, 1989, p. 137).9 El discurso y la ideología
to concebía el parentesco en términos genéticos (cfr. Clunis y Green, no han sido en absoluto determinados de modo uniforme por las iden-
1988, p. 105; Tremble et al., 1989). Kenny Nash temió al principio tidades, las experiencias y los cambios históricos. Los distintos pun-
que la revelación de su identidad homosexual lo aislara del resto de tos de vista acerca de la relación entre los lazos familiares y la raza o
los afronorteamericanos: el origen étnico indican una situación de flujo ideológico, en la cual
las interpretaciones procreativa y no procreativa compiten entre sí por
Porque tengo mucha relación con la comunidad negra, incluso en la el privilegio de definir el parentesco. Cuando Estados Unidos entraba
política ... pero, por desgracia, la política sexual no está muy bien en al- en el década final del siglo xx, homosexuales pertenecientes a un am-
gunas zonas del movimiento negro, del mismo modo que existe una plio espectro de identidades étnicas y raciales aceptaban la legitimi-
continua polémica acerca q~l feminismo y las mujeres negras en el mo- dad de las familias gays.
vimiento feminista. Pienso que es un vestigio de [conceptos] sobre los
homosexuales, tanto gays como lesbianas. Porque hay algunas perso-
nas que piensan que [ser gay] es la antítesis de construir instituciones
familiares fuertes, y que es eso lo que necesitamos: modelos de roles
De lo biológico a la elección
para las personas, criar niños y todas esas cosas.
Al reconocer las categorías que forman la ideología del parentesco
Las condenas a la homosexualidad describen la raza o el origen étni- gay, los heterosexuales mencionan a veces la adopción como una es-
co y la identidad homosexual como antagónico's, en respuesta a un
9. Véanse también Joseph y Lewis (1981, p. 76), Kennedy (1980), McAdoo (1988)
8. Véase Di Leonardo (1984 ), quien critica el modelo de la transmisión por su falta y Stack (1974). Para una refutación y contextualización histórica de las acusaciones
de atención al contexto socioeconómico más amplio que conforma el modo en que las de que los afronorteamericanos han desarrollados familias <<disfuncionales>> o que no
personas interpretan la relación del parentesco con el origen étnico. poseen familias, véase Gresham (1989).
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pecie de caso límite que ocupa un territorio fronterizo entre la biolo- difieren. En el período posterior al movimiento gay, la tendencia ha
lilli!l sido alejarse de la obsesión de las primeras décadas por la cuestión
gía y la elección. En Estados Unidos, la adopción de un niño es hasta
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cierto punto algo electivo, aunque los hijos biológicos también pue- etiológica de cuál era la «causa» de la homosexualidad. Al darse cuen-
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den planificarse y elegirse, dado que hay una amplia disponibilidad ta de que nadie somete a la heterosexualidad al mismo escrutinio, mu-
chos dejaron de hacerse la pregunta. Algunas feministas lesbianas pre-
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11111111 adoptados deciden, después, buscar a sus padres «verdaderos»), y las rrolla en edades muy tempranas. Actuar o no según un impulso ya
relaciones adoptivas -al contrario que las familias gays- no supo- presente se volvía entonces un asunto estrictamente personal. «La
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nen un desafío fundamental, ni para la interpretación procreativa, ni disyuntiva no radicaba para mí en estar con un hombre o ser lesbiana :j
para la imagen estandarizada de la familia constituida a partir de un
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-explicaba Richi Kaplan-, sino en estar con una mujer o ser ase-
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núcleo formado por los padres y el hijo. xual.»
Describir la familia biológica y la de elección en términos de se- '11
En contraste con ello, los padres que desaprobaban la homose-
xualidades contrarias (hetera y gay, respectivamente) coloca a ambos xualidad expresaban su actitud crítica tratando la identidad sexual
tipos de familias en una relación de oposición, pero dentro de esa re- como algo electivo, sobre todo porque en Estados Unidos se acostum-
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lación existe ya un determinismo que diferencia implícitamente lo bra a responsabilizar a las personas de las consecuencias negativas que 1
biológico de lo electivo y la sangre de la creación. Cargada con las se deriven de su «libre elección». Un hombre describía consternado la
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nociones antagónicas de la libre elección y de la fijeza atribuida a me- reacción de su padre cuando le confesó su condición sexual. «Le dije:
nudo a lo biológico en nuestra cultura, la oposición entre la familia "Soy gay", y me contestó: "Ah, bueno. Supongo que has tomado una
hetera y la gay repite viejas dicotomías, como naturaleza versus decisión"». Según otro: «Mi padre me dijo: "Bueno, tendrás que vivir
aprendizaje y realidad versus ideal. En la frase «las familias que ele- de acuerdo con la decisión que has tomado. Es una responsabilidad
gimos», la apropiación representada por el «elegimos» subraya el pa- tuya". ¿De qué tenía que ser responsable? Eso era lo que soy». Cuan-
pel de cada persona en la creación de las familias gay, del mismo do Andy Wentworth le reveló a su hermana que era gay:
modo que la ausencia de apropiación en el término «familia biológi-
ca» refuerza el sentido de la consanguinidad como un factor inmuta- Ella me preguntó cómo había decidido serlo ignorando los riesgos
ble sobre el que la individualidad ejerce poco control. Asimismo, el para la salud ... implicando con ello que era algo consciente, una elec-
sujeto colectivo de las familias que elegimos invoca una identidad co- ción del tipo: «Üh, tengo ganas de ir al cine hoy». Y yo le dije: «Na-
lectiva (¿quién es ese «nosotros» sino los gays y las lesbianas?). Para die en su sano juicio pasaría por el infierno de ser gay sólo para satis-
poder identificar el «nosotros» asociado al «yo» del hablante, el que facer un capricho». Y le expliqué que había sido como ir madurando;
escucha deber reconocer primero la correspondencia de la oposición como ir conociendo esa parte de ti mismo de la que no puedes hablar
sangre/elección con la relación entre lo hetera y lo gay. a nadie y que, si la conociera alguien de tu familia, se disgustaría y
·Resulta significativo que las familias elegidas no se hayan cons- mortificaría.
tituido directamente sobre la creencia de que la identidad gay o les-
biana está sujeta por elección. Entre los homosexuales mismos, las Otro hombre insistía en que no podría olvidar nunca el período subsi-
opiniones sobre si los individuos eligen o heredan su identidad sexual guiente a su salida del armario, cuando comprendió que se sentía bien
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74 Las familias que elegimos Exiliados del parentesco
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consigo mismo y que no iba camino de convertirse en «el tipo de per-
sona que se dice que los homosexuales son».
por sí solo por qué debe considerarse la elección como el principio
organizador de las familias gays. Únicamente la historia, las condi-
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-¿Qué clase de persona es ésa? -pregunté. ciones materiales y el contexto pueden dar cuenta del contenido es-
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-Bueno, ya sabes. Gente perversa y maligna que ha decidido pecífico del concepto de parentesco gay, de su surgimiento en una de-
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1¡ 1 11111 ser malvada y maligna. terminada época y lugar, y de los diversos modos en que las personas
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111111/11; En lugar de reclamar una identidad gay electiva como su ante- lo han pu~sto en práctica en su vida diaria. En sí mismas, las familias
cedente, el concepto de «familias que elegimos» aporta la importante gays constituyen sólo un segmento en la secuencia de transformación
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diferencia de ser el producto de la elección y de lo biológico entendi- histórica que traza el contraste entre la familia hetera y la gay, cen-
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dos como términos definitorios de las relaciones. Si bien muchos trada primero en la polaridad «familia 1 no familia» y luego en la opo-
1111111.1)
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1 gays y lesbianas interpretaban los lazos consanguíneos como una for- sición «familia biológica 1 familia de elección». Han pasado los días
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111111 ma de interconexión social organizada a través de la procreación, so- en que ser lesbiana o gay parecía requerir la renuncia al parentesco.
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lían asociar la elección y la creatividad con una ausencia total de di- El trabajo simbólico preparatorio de la familia gay, realizado en una
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1111111
·¡1 rectrices en el ordenamiento de las relaciones en las familias gays. época en que la revelación de la identidad sexual ante los familiares
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Aunque los heterosexuales del Área de la Bahía tenían también la experimentó una suerte de institucionalización, hizo posible reivindi-
rl
sensación de estar creando algo cuando establecían sus propias fami- car una identidad sexual no vinculada a la procreación, encarar la po-
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lias, esa creatividad estaba a menudo firmemente ligada a la materni- sibilidad de un rechazo por parte de los familiares de sangre o adop-
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dad y la crianza de los hijos; al «pro» de la pro-creación. En ausencia tivos y pensar en el establecimiento de una familia propia.
11¡1
del referente de la procreación, el criterio personal regulaba quién de-
1111 bía ser considerado pariente. Para aquellos que las habían creado, las
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familias evocaban visiones utópicas de autodeterminación en medio
de una ausencia de restricciones sociales. Desde luego, la contextua-
1111(
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ponen la misma crítica cultural cuando hablan de las familias con-
sanguíneas y las electivas. Los contrastes ideológicos utilizados y re-
conocidos por todos no necesariamente poseen para todos el mismo
significado. 10 Ni puede tampoco el análisis de la ideología explicar
la ideología refleja mecánicamente la esfera, más fundamental, de las condiciones
materiales, véanse Jameson (1981), Lichtman (1975) y R. Williams (1977). Para tener
10. Abercrombie et al. (1980) expusieron muchas de las objeciones que se puede diferentes enfoques en el examen de la influencia del contexto, la forma concreta y las
hacer al concepto de «cultura>> como un cuerpo común de valores y conocimiento de- relaciones de poder en la formulación e interpretación de las categorías culturales, véan-
terminado por la relaciones sociales. Para una formulación teórica del supuesto de que se Rosaldo (1989), Volosinov (1973) y Yanagisako (1978, 1985).
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