ELEMENTOS DE LA CONSTRUCCIÓN, CIRCULACIÓN Y APLICACIÓN DE LAS
REPRESENTACIONES SOCIALES. SILVIA ABUNDIZ.
Las representaciones sociales han sido reconocidas como un objeto científico legítimo (Jodelet,
1989), después de la contribución germinal de Serge Moscovici (1961) a la psicología social, en
su investigación sobre la representación del psicoanálisis se centró en cómo las
representaciones sociales, en tanto que teorías ingenuas, son construidas y operadas
socialmente; éstas dando sentido a la construcción de una realidad cotidiana, compartida y
estructurada por los grupos, en el seno de los cuales son elaboradas.
Durkheim: la vida colectiva, al igual que la vida mental del individuo, está hecha de
representaciones; pero de distinto tipo. Las representaciones colectivas son producidas por las
acciones y reacciones intercambiadas entre las conciencias individuales y, al mismo tiempo, las
sobrepasan. Las representaciones colectivas necesitan de las individuales, pero no surgen de
los individuos tomados aisladamente, sino en su conjunto; hace falta la asociación para que las
representaciones de las personas se conviertan en cosas exteriores a las conciencias
individuales.
La psicología social encuentra en la teoría de las representaciones sociales un nuevo
acercamiento epistemológico. El pensamiento pragmático que entrevé las consecuencias
prácticas del conocimiento, considera los problemas humanos (salud, inseguridad,
marginalidad, desempleo, educación, economía, política, pobreza, etcétera) desde una
perspectiva integradora de lo individual y lo colectivo.
La teoría de las representaciones sociales ha hecho de la articulación entre el sujeto y lo social,
su campo de acción; así como de la articulación recíprocamente constitutiva que une lo
individual y lo social (Moscovici, 1984) y en la articulación entre los procesos psicológicos y los
procesos sociales. Además, los temas de la investigación fueron los individuos concretos, los
grupos y las comunidades, teniendo una existencia con sus objetivos y motivaciones,
esperanzas y miedos, su pasado y su futuro.
DE LA NOCIÓN A LA TEORIA DE LAS REPRESENTACIONES SOCIALES.
La noción de representación social tiene una doble característica: es producto y es acción.
Es un producto en la medida en que los sujetos le asignan un contenido y la organizan
en discursos sobre la realidad.
Es también una acción, un movimiento de apropiación de la realidad a través de un
proceso mental, pero en un contexto de producción colectiva, teniendo como medio
de transmisión las comunicaciones compartidas.
El conocimiento de los sujetos es comunicado a los otros por la intermediación de las
informaciones dadas a través de las imágenes o de los modelos, de las actitudes, de las
creencias, dentro de otras formas de expresión social compartidas por los grupos que, algunas
veces, no se conocen personalmente, sino que se ha heredado ese conocimiento colectivo. Se
trata de una forma de conocimiento socialmente elaborado y compartido, teniendo una visión
práctica y concurrente a la construcción de una realidad común a un conjunto social
“conocimiento del sentido común”, o incluso un “saber ingenio”, “natural.”
Jodelet describe las representaciones sociales como “formas de conocimiento social”, donde
los individuos aprehenden (mentalmente) la realidad:
La actividad mental desarrollada por los individuos y los grupos para fijar su posición
respecto de las situaciones, eventos, objetos y comunicaciones que les conciernen. Lo
social interviene ahí de muchas maneras: por el contexto concreto donde son situadas
personas y grupos, por la comunicación que se establece entre ellos, por lo marcos de
aprehensión que conforma su bagaje cultural, por los códigos, valores e ideologías,
ligadas a las posiciones o pertenencias sociales específicas.
Los intercambios comunicativos se establecen entonces entre individuos pertenecientes al
mismo grupo social o entre individuos de grupos diferentes. Los intercambios
comunicacionales participan no solamente en la transmisión de mensajes, sino que también
regulan las relaciones entre mentalidades y los individuos o grupos que los transforman
activamente acordándoles el sentido a sus conductas. Cuando los sujetos debaten sobre un
tema importante de la vida cotidiana, sea de política, economía o el último capítulo de una
telenovela, ellos intentan persuadir o disuadir a los otros sobre su punto de vista. En la
discusión ellos pueden llegar a un acuerdo (consenso) o no (disenso), pero las comunicaciones
utilizadas son ya un punto común entre ellos; ellas son las formas de apropiación de
contenidos simbólicos del objeto, son las representaciones sociales.
Las representaciones sociales, en tanto que conocimiento práctico, se nutren de
conocimientos previos, de creencias, de tradiciones, de contextos ideológicos, políticos o
religiosos, que permiten a los sujetos de actuar sobre el mundo y el otro, asegurando, al
mismo tiempo, su función y su eficacia sociales.
Moscovici ha insistido que el valor de las representaciones es más importante por su
elaboración en el curso de los procesos de intercambio y de interacción, que por sus soportes
individuales o grupales. Ahora bien, en la transmisión de un concepto o de una cosa no hay
sólo la elaboración de una imagen o de una idea, sino también la transmisión de un producto
progresivamente elaborado en el curso de una historia específica, donde la idea o la imagen,
es su substituto o su equivalente; ella le hereda a la vez ciertos rasgos y ciertos poderes
(Moscovici, 1989). Las representaciones sirven, así, para regular la vida de los hombres y de las
mujeres, marcando los códigos de nuevos intercambios e interacciones. Por ejemplo, los
matrimonios de antaño, aquellos que eran arreglados por los padres o la comunidad, otros.
REPRESENTACIONES SOCIALES VS. CIENTIFICIDAD.
En la práctica, el conocimiento social trasmitido, sin estar sometidos a una sistematización
científica, pero que sigue las reglas de la producción de los procesos sociales en vigor, así como
los códigos de comunicación establecidos propios a los intercambios e interacciones
institucionalizadas en un universo consensual, se ha transformado, guardando, no obstante,
los elementos siempre válidos. En consecuencia, el objetivo social del matrimonio, ese de ser
el medio de la estabilidad y regulación social, se mantiene invariable, sostenido por los actos y
comportamientos de los sujetos involucrados.
FACTORES QUE ORIGINAN UNA REPRESENTACIÓN SOCIAL:
Según Moscovici, las representaciones sociales nacen determinadas por las condiciones en que
son pensadas y constituidas, teniendo como principal factor el hecho de surgir en momentos
de crisis y de conflictos. Tres condiciones de emergencia:
Dispersión de la información: la información que se tiene nunca es suficiente y
generalmente está desorganizada: los datos de que disponen la mayor parte de las
personas para responder a una pregunta, para formar una idea o propósito de un
objeto preciso, son generalmente limitados y muchas veces abundantes.
Focalización: Una persona o una colectividad se focalizan porque están involucradas
en la interacción social como hechos que alteran las ideas y opiniones. En palabras de
otros investigadores, la focalización es señalada, en términos de implicación o
atractivo social de acuerdo a los intereses particulares que se mueven dentro del
individuo perteneciente a los grupos sociales. La focalización será diversa.
Presión a la inferencia: socialmente se da una presión que reclama opiniones,
posturas y acciones acerca de los hechos que están focalizados por el interés público.
En la vida cotidiana, las circunstancias y las relaciones sociales exigen del grupo social o
de los miembros que lo integran, que sean capaces, en todo momento, que estén en
situación de responder. Las exigencias grupales para el conocimiento de determinado
evento u objeto aumentan a medida que su relevancia crezca.El propósito está en no
quedar excluido de las conversaciones sino poder realizar inferencias rápidas,
opiniones al respecto y un discurso más o menos elaborado.
Mecanismos y componentes esenciales de una representación social (proceso de
formación de las representaciones sociales)
Si una representación social es una “preparación para la acción”, ella no lo es solamente en la
medida en que guía el comportamiento, sino sobre todo en la medida en que ella remodela y
reconstituye los elementos del medio ambiente donde [este] debe tener lugar. Estos
mecanismos, sirven para la definición de los grupos sociales al tiempo que guían su acción;
así como también, explican cómo lo social transforma un conocimiento en representación y
cómo esta representación transforma lo social.
Examinaremos a continuación, brevemente, los elementos constitutivos de una representación
social a partir de dos procesos mayores, a saber: la objetivación y el anclaje.
Dos procesos esenciales: a objetivación y el anclaje.
La objetivación: (lo social en la representación): este proceso va desde la selección y
descontextualización de los elementos, ideas o conceptos hasta formar un núcleo figurativo
que se naturaliza enseguida; es decir, los conceptos abstractos, relaciones o atributos son
transformados en imágenes concretas. La objetivación lleva a hacer real un esquema
conceptual, ésta puede definirse como una operación formadora de imagen y estructurante.
Es decir, mediante este proceso se materializan un conjunto de significados, se establece la
relación entre conceptos e imágenes, entre palabras y cosas. Así, la objetivización reconstruye
el objeto entre lo que nos es familiar para poder controlarlo. En la objetivación de una
representación social intentan se explica el paso de un conocimiento científico al dominio
público. La actividad discriminativa y estructurante que se va dando por medio de la
objetivación, se explica precisamente por sus tintes normativos:la representación social
adquiere un armazón de valores.
Este proceso pone en evidencia cómo está compuesta la representación social, es decir, los
elementos que resumen o caracterizan el objeto que ella aprehende, transformándola en un
nuevo pensamiento. Este proceso de objetivación permite a una colectividad o conjunto social
edificar un saber común sobre la base de los intercambios y de las opiniones compartidas. La
objetivación se caracteriza como uno de los aspectos de la construcción representativa y se
desarrolla en tres fases: “la construcción selectiva, la esquematización estructurante y la
naturalización”.
La fase de la selección o construcción selectiva implica la depuración de la información
disponible sobre el objeto de la representación, dando lugar a las alteraciones (distorsiones,
inversiones, reducciones, ajuste, adiciones, evaluaciones) o los sesgos cognitivos, resultantes
de los modos de pensamiento, de ideologías, de un sistema de valores o cultura de aquellos
quienes reciben un objeto o un fenómeno nuevos.
Los individuos o el conjunto social asocian y/o construyen una imagen que encuentra un
sentido y es, para ellos, coherente con el objeto de la representación. Ellos construyen
entonces una esquematización estructurante o un esquema figurativo. Se trata de una suerte
de materialización y de simplificación de un fenómeno representado, rindiendo la complejidad
conceptual accesible y comprensible a los sujetos.
La naturalización es la fase en la que los sujetos utilizan la imagen-representación como una
herramienta (mediador) de comunicación entre ellos. En otras palabras, la naturalización es
una forma de adaptación del lenguaje común de la información, a través de la imagen-objeto a
la vida cotidiana o, más bien, a la realidad de los sujetos que utilizan o se sirven de esa
representación.
El anclaje: El proceso del anclaje corona el mecanismo de objetivación. La integración de la
novedad es completada cuando la interpretación de lo real, y la orientación de las conductas y
de las relaciones sociales son cubiertas; la meta esencial de una representación social es así
alcanzada. Si objetivar es “reabsorber un exceso de significaciones materializándoles”. Anclar
una representación consiste en su enraizamiento en el espacio social para utilizarlo
cotidianamente. En el anclaje se le dota al objeto de sus raíces en la representación y en la
imagen (objetivada) del individuo con una proyección (del objeto de la representación)
eminentemente social. El anclaje testimonia de lo social con un sentido unificado, donde la
utilidad que porta concierne tanto al objeto como el contexto social donde se produce.
Ese proceso testifica cómo se efectúa la construcción de una representación social con relación
a los valores, a las creencias y a los conocimientos preexistentes propios al grupo social de
donde ella ha salido. Se trata de un proceso concerniente a echar raíces o enraizar la
información-objeto-imagen-representación, recientemente objetivada por los individuos, a
partir de su campo de conocimientos adquiridos, permitiendo al mismo tiempo la articulación
mental y afectiva de lo nuevo con lo antiguo. De esta manera, la representación se integra a
una red de significaciones creadas a partir de una jerarquía de valores impregnados de la
sociedad y de sus diferentes grupos.
EJEMPLO: En 1996 un fenómeno comenzó a llamar la atención de la población, de los medios
de comunicación de masas y de los investigadores. En muchas pequeñas poblaciones de
México, los animales domésticos fueron encontrados sin gota de sangre en su cuerpo.
Evidentemente, las autoridades de las poblaciones implicadas buscaron el apoyo de las
autoridades federales para realizar las investigaciones necesarias. Por su parte, los habitantes
de estos poblados, la opinión pública y el público en general, comenzaron a elaborar sus
propias hipótesis. La más frecuente fue la asociación del fenómeno con las leyendas de los
vampiros. Como los animales que fueron los más atacados fueron las cabras, los medios de
comunicación y los habitantes (no fue claro quiénes fueron los primeros) bautizaron esta
“cosa” con el nombre del “chupacabras”. Este caso continúa durante algunos meses más,
hasta que el programa de televisión conocido como “24 Horas”, de la cadena nacional Televisa,
difundió un dibujo de la supuesta “cosa” que causaba la muerte a los animales. Ese dibujo
(curiosamente) mostraba una suerte de murciélago gigante y la población adoptó esa imagen,
asociándola inmediatamente al sobrenombre de “chupacabras”. Pero el fenómeno no se
detuvo ahí. La población mexicana incorporó la imagen y la idea (el chupacabras) en dos
dimensiones, acogiendo el hecho de forma maniqueísta. Por una parte, una dimensión
negativa, donde situaban a los malos políticos, los ladrones o los corruptos, conviniéndoles el
sobre nombre de chupacabras. Poco a poco el término se expandió a todas las personas que
“se enriquecieron a expensas de otros”, siendo entonces bautizados (socialmente) como el
chupacabras. Por otra parte, una dimensión positiva, el chupacabras fue asociado (sobre todo
en la población del Distrito Federal), con los militantes políticos que trabajaban por la defensa
de los más desprotegidos. Estos últimos podían identificarse por usar una máscara con la
imagen del chupacabras (evidentemente con las características de la imagen trasmitida por
Televisa); esto casi siempre en el curso de una protesta, en las marchas o en cualquier otra
manifestación pública. El término también fue utilizado para insulta o agredir a otra persona.
En términos generales, la asociación entre la imagen (el murciélago gigante) y la información
tomaron una nueva significación (positiva o negativa) pasando al lenguaje común, y sirviendo
para asignar a los actores sociales ciertas características según fueran los patrones de su
comportamiento. O bien en palabras de Moscovici:
La sociedad cambia el objeto social en un instrumento del cual ella puede disponer, y ese
objeto es ubicado sobre una escala de preferencias en las relaciones sociales existentes […] Los
procesos de anclaje transforman la sociedad [o la información] en un saber útil a todos. La
objetivación transfiere la ciencia [o la información] en el dominio del ser y el anclaje la delimita
en ese hacer, para enmarcar lo prohibido en la comunicación.