Revista de Estudios Kantianos
Publicación internacional de la Sociedad de Estudios Kantianos en Lengua Española
Internationale Zeitschrift der Gesellschaft für Kant-Studien in Spanischer Sprache
International Journal of the Society of Kantian Studies in the Spanish Language
Número 6.1, año 2021
Dirección
Óscar Cubo Ugarte, Universitat de València
[email protected]
Julia Muñoz, Universidad Nacional Autónoma de México
[email protected]Secretaria de edición
Paula Órdenes Azúa, Universität Heidelberg, Chile
[email protected]
Secretario de calidad
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[email protected]
Editores científicos
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Claudia Jáuregui, Universidad de Buenos Aires
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Julio del Valle, Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima
Jesús Conill, Universitat de València
Gustavo Leyva, Universidad Autónoma de México, México D. F.
María Xesús Vázquez Lobeiras, Universidade de Santiago de Compostela
Wilson Herrera, Universidad del Rosario, Bogotá
Pablo Oyarzun, Universidad de Chile, Santiago de Chile
Paula Órdenes Azúa, Universität Heidelberg
Comité científico
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Miguel Giusti, Pontificia Universidad Católica del Perú
Dulce María Granja, Universidad Nacional Autónoma de México
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Dietmar Heidemann, Université du Luxembourg
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Claudio La Rocca, Università degli Studi di Genova
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Carlos Pereda, Universidad Nacional Autónoma de México
Gustavo Pereira, Universidad de la República, Uruguay
Ubirajara Rancan de Azevedo, Universidade Estadual Paulista, Brasil
Margit Ruffing, Johannes Gutenberg-Universität Mainz
Gustavo Sarmiento, Universidad Simón Bolívar, Venezuela
Sergio Sevilla, Universitat de València
Roberto Torretti, Universidad Diego Portales, Santiago de Chile
Violetta Waibel, Universität Wien
Howard Williams, University of Aberystwyth
Allen W. Wood, Indiana University
Editor de contenido y editor técnico. Diseño y maqueta
Josefa Ros Velasco, Universidad Complutense de Madrid
Entidades colaboradoras
Sociedad de Estudios Kantianos en Lengua Española (SEKLE)
Departament de Filosofia de la Universitat de València
Instituto de Humanidades, Universidad Diego Portales
Artículos
1 La intuición pura y la representación de conexión (Verbindung) en Kant
Anton Friedrich Koch
DOI 10.7203/REK.6.1.20682
13 Un océano vasto y tempestuoso. Kant y la mirada hacia las artes
Julio del Valle
DOI 10.7203/REK. 6.1.14282
30 La Metacrítica de Herder: Kant visto desde otra Ilustración
Pedro Ribas Ribas
DOI 10.7203/REK.6.1.13952
45 El concepto en Kant y en Hegel. La relación entre forma transcendental y forma absoluta
Pedro Sepúlveda Zambrano
DOI 10.7203/REK.6.1.20252
73 Kant, Hölderlin, Edipo, Deleuze
Soledad García Ferrer
DOI 10.7203/REK.6.1.13857
Recensiones
95 Pablo Moscón y Natalia Lerussi (Eds.): Estudios sobre Antropología Kantiana. Buenos
Aires, RAGIF, 2019, 279 pp. ISBN: 978-987-46718-9-9
Fiorella Tomassini
DOI 10.7203/REK.6.1.17000
100 Dennis Schulting: Apperception and Self-consciousness in Kant and German Idealism.
Londres, Bloomsbury, 2020, 256 pp. ISBN: 978-135-01514-0-6
Montserrat Rodríguez
DOI 10.7203/REK.6.1.20686
106 Robert B. Louden: Kant’s Anthropology. Cambridge, Cambridge University Press, 2021, 53
pp. ISBN: 978-110-85928-7-1
Héctor Pérez Guido
DOI 10.7203/REK.6.1.20668
111 Ina Goy: Kants Theorie der Biologie. Ein Kommentar. Eine Leseart. Eine historische
Einordnung. Berlín, Walter de Gruyter, 2017, 420 pp. ISBN: 978-3-11-047110-6.
Paula Órdenes
DOI 10.7203/REK.6.1.20803
Eventos y normas para autores
121 Normas para autores
DOI 10.7203/REK.6.1.20797
La Metacrítica de Herder: Kant visto desde otra Ilustración
PEDRO RIBAS RIBAS1
Resumen
Este escrito intenta resumir la crítica que Herder hace de la Crítica de la razón
pura en su Metacrítica de 1799. Para ello se analiza cuál es la tesis básica de
Herder frente a la obra de Kant poniendo de relieve la manera en que Herder
subraya el papel activo de los sentidos en el proceso cognitivo. Igualmente, se
esboza la posibilidad de que exista en la obra de Herder una propuesta alternativa
al criticismo kantiano, tal como muestra Marion Heinz en algunos de sus trabajos.
Palabras clave: Metacrítica, oposición a Kant, epistemología alternativa
Herder’s Metacritique: Kant seen from another Enlightenment
Abstract
I try to summarize Herder’s criticism of the Critique of pure reason as expressed
in his Metacritique of 1779, analysing his basic thesis as opposed to Kant’s work
and emphasizing how Herder stresses the active role of the senses in the cognitive
process. I also outline the possibility that there exists in the Herder’s work an
alternative proposal to Kant’s criticism as Marion Heinz points out in some of her
works.
Keywords: Metacritique, opposition to Kant, alternative epistemology
Preámbulo
Cuando recibí de Claudio Guillén, que dirigía con Jaime Salinas la editorial
Alfaguara, el encargo de traducir a Herder, me puse manos a la obra, una
vez terminada la traducción de la Crítica de la razón pura. Claro, el
contraste con Kant me pareció brutal. Herder escribe con abundancia de
1 Universidad Autónoma de Madrid. Contacto: [email protected].
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Vol. 6, Núm. 1 (2021): 30-44 DOI 10.7203/REK.6.1.13952
Pedro Ribas Ribas La Metacrítica de Herder: Kant visto desde otra Ilustración
metáforas, interjecciones, interrogaciones y, sobre todo, con mucha pasión.
Mi primera impresión fue bastante negativa: aquello no daba la talla
filosófica que yo había visto en Kant. Un texto como Otra filosofía de la
historia, dirigido contra los ilustrados y reivindicando a los patriarcas
bíblicos y a los bárbaros de la Edad Media, me pareció la negación de
valores que había que reivindicar y defender para llegar a una sociedad justa,
una sociedad que reconociera la dignidad humana a base de desterrar la
ignorancia y promocionar el conocimiento y la ciencia. Pero, con los años,
he ido descubriendo en Herder aspectos nuevos en su obra. Lo más
importante, a mi modo de ver, es su enfrentamiento con la Ilustración de
Voltaire, enfrentamiento que constituye una interesante y original forma de
plantear otra Ilustración. Esta otra forma se enfrenta no solo a Voltaire, sino
también a Kant.
Al final de su vida, Herder escribió directamente contra Kant la
Metacrítica. Y a esto quisiera referirme hoy, a este enfrentamiento que sin
duda ha contribuido a que Herder haya pasado a la historia, no tanto por su
obra riquísima, la de un humanista de inmensa curiosidad y de gran cultura,
sino como perdedor de una batalla que no puedo calificar sino de
desafortunada. De hecho, en el mundo filosófico se le suele mencionar con
frases hechas, con tópicos no contrastados, normalmente referidos a este
enfrentamiento con Kant para dejarlo en la cuneta.
Quisiera dejar claro de entrada que no es mi propósito hacer leña del
árbol caído. No trato de defender ni a Kant, que no lo necesita, ni
propiamente a Herder, que sí lo necesita, pero que lo necesita dando a
conocer su circunstancia y su obra dentro de ella. Por supuesto, no pienso
emprender esta complicada tarea en este momento, sino recorrer de forma
breve los puntos básicos del enfrentamiento que comprende la Metacrítica
como libro dirigido contra la Crítica de la razón pura.
Quizá alguien piense que esta cuestión es algo superado y que hoy
es una antigualla carente de interés. Yo pienso que sí tiene interés, porque
es una lectura seria en la que queda resaltada una perspectiva distinta de la
kantiana. Independientemente de que sea una crítica afortunada, a menudo
resaltando la diferencia, en vez de buscar las coincidencias, es una crítica a
cara descubierta, en el estilo del Herder más polémico, pero a la vez el más
sincero. Una de las cosas que sorprende al lector de esta Metacrítica de
Herder es el descaro con el que él aborda la obra de Kant. En ese descaro se
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Pedro Ribas Ribas La Metacrítica de Herder: Kant visto desde otra Ilustración
han basado normalmente sus críticos (Kiesewetter, por ejemplo) para decir
que su tratamiento de la obra del regiomontano era una pataleta, un
desplante carente de sustancia filosófica seria, producto del resentimiento.
El haber criticado a Kant, pero siguiendo casi servilmente su texto,
en lugar de construir una crítica distante de este, lo justifica Herder como
prueba de que no se inventa las ideas y argumentos de Kant, sino que los
indica fielmente:
Tales pasajes [de la Crítica de la razón pura] han tenido que distinguirse en la
escritura, con el fin de que nadie pueda decir que se atribuye al autor una
comprensión falsa o que se le roban sus pensamientos, ya que aquí habla él mismo
y, además, en contexto, sin intercalados. Destacar su escrito ha sido la mayor
preocupación de la Metacrítica (Herder 1880: 8-9).
Aparte de que esto no es del todo cierto, pues Herder no siempre cita
literalmente, ese atenerse al texto de Kant provoca lo que dice Rudolf Haym
(1885: 665):
a pesar de esta relación de mera contraposición y contradicción frente a Kant, la
apariencia de orden sistemático la toma Herder enteramente del libro que quiere
destruir; viste su teoría antikantiana con formas que ha encontrado preformadas en
ese libro, de manera que esta teoría se convierte, sin querer, en una paródica
contrafigura de la teoría kantiana.
Sin duda pertenece Haym a los que han visto en la Metacrítica una obra en
la que Herder emborrona su grandeza como autor. En el caso de Haym hay
que decir, sin embargo, que su obra sobre Herder, independientemente de lo
que se opine sobre esta faceta herderiana, la de la Metacrítica, es
seguramente la menos prescindible de cuantas se han escrito sobre él. Yo
mismo tengo que corregirme respecto de lo que escribí en 1982 en el prólogo
de Obra selecta, prólogo en el que afirmaba que la Metacrítica había sido
escrita “en unos pocos meses” (Herder 1982: XXXIV). La obra fue escrita
a lo largo de varios años, como lo documenta Bernhard Suphan en su edición
de las obras de Herder y como puede comprobarse en su correspondencia
con Hamann y con Jacobi.
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Pedro Ribas Ribas La Metacrítica de Herder: Kant visto desde otra Ilustración
El intento de Herder de poner a Kant contra las cuerdas es algo que
atraviesa todos los capítulos de la Metacrítica. Los argumentos que usa para
ello son quizá más importantes como muestra de una perspectiva muy
distinta de la de Kant que como argumentos adecuados al objetivo de rebatir
a este.
Por supuesto, tampoco se trata aquí de hablar de Herder como el
crítico de Kant, siendo así que este encontró tantos críticos, lo que sin duda
contribuyó a que el regiomontano reformulara o ampliara sus
planteamientos, como se ve en los cambios que va introduciendo al reeditar
sus obras del período crítico, cuando él es ya una figura egregia dentro de la
filosofía alemana. Remito al trabajo de Rogelio Rovira sobre la aetas
kantiana. Lo que expongo aquí es un acompañamiento a la traducción que
de la Metacrítica acabo de realizar.
Lo básico de la Metacrítica
Esta obra, en la que Herder se enfrenta directamente a Kant, es tardía, nada
menos que de 1799, cuatro años antes de su muerte. La publicó en dos
partes: la primera lleva el título de Verstand und Erfahrung. Eine Metakritik
zur Kritik der reinen Vernunft [Entendimiento y experiencia. Una
metacrítica sobre la Crítica de la razón pura]; la segunda, Verstand und
Sprache. Eine Metakritik zur Kritik der reinen Vernunft [Entendimiento y
lenguaje. Una metacrítica sobre la Crítica de la razón pura]. En la edición
de B. Suphan de las obras completas de Herder, 33 volúmenes, forma el
volumen 21.2 El manuscrito de la Metacrítica se conserva intacto, a
diferencia de lo que ocurre con la mayoría de sus obras.
1. Quizá no está de más recordar que Herder fue alumno de Kant y
admirador suyo. No es el momento de desarrollar ahora este tema, que ha
sido tratado por Rudolf Haym, el gran investigador de Herder en el siglo
XIX, por Bernhard Suphan, el editor de esa obra, y por algunos
investigadores de ella, Hans Dietrich Irmscher, en primer lugar, pero
2Hay una edición más reciente de las obras completas de Günter Arnold, Martin Bollacher, Jürgen
Brunmak, Christoph Bultmann, Ulrich Gaier, Günter E. Grimm, Hans Dietrich Irmscher, Rudolf
Smend, Rainer Wisbert y Thomas Zippert (2000). En esta edición la Metacrítica se halla en el vol. 8.
Como norma, cito la Metakritik de Herder por la edición de Suphan, en la que figura como volumen
XXI (1899).
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Pedro Ribas Ribas La Metacrítica de Herder: Kant visto desde otra Ilustración
también Wilhelm Dobbeck Marion Heinz, Hans Adler y tantos otros.
Volveré después sobre este Herder discípulo de un Kant precrítico.
2. Veamos cuáles son los puntos básicos de su crítica de la Crítica de la
razón pura. En primer lugar, afirma que se trata de un libro, de la Crítica de
la razón pura, no de un autor. No es, pues, una crítica ad hominem, sino a
una obra. Lo primero que critica es el título. ¿A qué viene decir “crítica de
la razón pura”? Criticar la razón es como criticar la vista o el oído, dice
Herder. Y ya se puede indicar aquí que no acierta de lleno, pues lo que critica
Kant no es la razón, sino su uso, para lo cual señala las condiciones y los
límites. Sí que hay que darle la razón a Herder en el sentido de que el título
de Kant sería más correcto si fuese no Crítica de la razón pura, sino “Crítica
del uso de la razón pura”.
Herder quiere tratar la Crítica de Kant críticamente, como indica la
palabra “metacrítica”. Pero, dice él, si la razón ha de ser criticada, ¿por quién
puede serlo? Tiene que ser ella misma la que critique. En consecuencia, ella
es juez y parte. Difícil papeleta para llegar a un resultado justo desde
semejante juzgado. Por de pronto, Herder establece tres puntos para
proceder:
i. Hablamos de la razón humana. No conocemos otra.
ii. Aunque podemos, mediante palabras y pensamientos, separar la razón de
otras facultades, esta no existe separada de ellas. Es la misma alma la que
piensa, la que quiere y siente.
iii. El alma3 humana piensa con palabras.
Aquí, en el punto iii, acude Herder a un terreno que le es favorito, el
lenguaje, terreno en el que supera ampliamente a Kant por la sencilla razón
de que este apenas se ocupa de él. Comparado con Herder, Kant carece de
conciencia lingüística.4 En términos muy generales puede decirse que este
3
Herder usa a menudo “alma” para indicar lo que Kant llamará el yo, el entendimiento, la mente, el
sujeto humano, etc. Aunque no hay duda de que Herder, pastor protestante, está más cerca que Kant de
la teología, el uso de la palabra “alma” no tiene por qué llevarnos de inmediato a un terreno teológico,
sino que él habla del alma, especialmente en la Metacrítica, en el sentido de principio vital, por lo que
también los animales tienen alma. Es más, para Herder el alma no tiene origen sobrenatural, sino que
es producto de la unión de dos seres vivientes que dan lugar un nuevo ser viviente. Véase a este respecto
Karl Siegel (1907: 156s).
4 Kant justifica su uso de terminología latina “contraviniendo el estilo de buen gusto”. Y añade: “He
preferido sacrificar la elegancia del lenguaje que dificultar el idioma pedagógico” (KrV, A334/B402
[2017: 330]).
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Pedro Ribas Ribas La Metacrítica de Herder: Kant visto desde otra Ilustración
considera el lenguaje simplemente como un medio para comunicar
contenidos, no como algo que sea más que mero medio, que conlleve por sí
mismo contenido. Vayamos ahora al primer punto básico, el a priori y el
horror al vacío.
Herder niega que haya conocimiento independiente de la
experiencia, por lo que rechaza de plano el apriorismo kantiano. Y esta es
en realidad la discrepancia básica entre los dos, que subyace de alguna forma
en multitud de aspectos laterales. Sí que admite Herder que “el alma” conoce
a priori la verdad de enunciados y conclusiones en las matemáticas. Lo que
él subraya es que la expresión ‘a priori’ solo se refiere, en el lenguaje
ordinario, a algo previo a aquello que sigue, y solo en este sentido se llama
a priori, ya que de lo vacío no se sigue nada. Y conviene anotar esta palabra
en el vocabulario de Herder, el vacío, pues para él todo el sistema kantiano,
tiempo y espacio como formas a priori de la sensibilidad, las categorías del
entendimiento, sin experiencia, son rechazados como algo vacío de
contenido. Herder tiene horror al vacío. En Calígona llama a la Crítica de
la razón pura “crítica de la razón vacía” (Herder 1881: 7).
En definitiva, Herder no admite el empleo de a priori como separado
de la experiencia ni el empleo de síntesis, o más exactamente, de juicios
sintéticos a priori que lo sean separados de la experiencia. Admitir esto sería
para él como admitir una razón que existiría antes de existir. Su posición de
empirista queda muy clara cuando acude en apoyo de ella a Bacon (Herder,
1799: 42), como acude también a menudo a Locke o a Hume y a Berkeley.
Tanto el espacio como el tiempo son resultado de un aprendizaje
logrado a lo largo de repetidas experiencias con el sentido del tacto y de la
vista en el caso del espacio, y de la sucesión de estaciones, de años, de días,
de horas en el caso del tiempo. Herder rechaza de plano el concebir espacio
y tiempo como formas a priori de la sensibilidad. Y, por cierto, en la
Metacrítica dedica a ambos, a espacio y tiempo, muchas más paginas que
Kant, quien les dedica en realidad, no voy a decir poca atención, sino que
les dedica poco espacio en la Crítica de la razón pura.
En cuanto a las categorías, tampoco las admite como producto de la
espontaneidad del entendimiento. No es que Herder no sostenga la
distinción entre entendimiento y sensibilidad. Lo que defiende es que
sensibilidad y entendimiento actúan conjuntamente. En este sentido habla
de homología entre ambos. Pero, a diferencia de Kant, que habla mucho de
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Pedro Ribas Ribas La Metacrítica de Herder: Kant visto desde otra Ilustración
la sensibilidad, pero apenas de los sentidos, Herder se explaya en los
sentidos, la vista, el oído, el tacto. Sentir es recibir, dice Herder, esto es
apropiarse de un uno a partir de muchos. En este separar un rasgo o una
característica el entendimiento actúa, ciertamente, pero los sentidos no son
simplemente pasivos, sino también activos. Existe una homología entre el
objeto y su apropiación. Nuestros órganos están adaptados o son apropiados
para esa captación. Herder entiende el conocer como una selección de
características del objeto para distinguirlo de otro. Así, de la rosa que tengo
a la vista tomo aquello que la diferencia de cualquier otra cosa, o sea, tomo
su unidad característica, la convierto en uno de muchos. Es decir, el órgano,
o los órganos, la vista, el olfato, intervienen aquí no en términos pasivos,
sino como fuerzas de la naturaleza, como interviene el vaso que lleva la
savia a la higuera. Herder contempla la naturaleza como un actuar a través
de fuerzas que operan en distintos niveles, pero que, en su conjunto, forman
el gran lazo de la naturaleza. De manera que el entendimiento entiende
porque los órganos, la vista, el oído, el tacto, preparan, le preparan el objeto.
Esto es lo que él llama homología entre el sentido y el entendimiento. Para
Herder el entendimiento ve a través del ojo y oye a través del oído en una
interacción tan directa entre entendimiento y órganos que diluye las
mediaciones que establece Kant en el proceso cognitivo. No quiero decir
que Herder no hable también de mediaciones, de esquematismo 5 y, por
supuesto, de conexión. La diferencia fundamental se halla en que para él el
conocimiento es un proceso en el que el entendimiento conoce en
dependencia de un objeto o, dicho de otra manera, la organización corporal
del hombre hace que la conexión entendimiento-sentidos sea no solo una
referencia para dar contenido al entendimiento, sino algo más orgánico y
que parte de bases distintas. La elaboración kantiana de ese proceso, para
mostrar su estructura lógica, su funcionamiento, con todas sus condiciones,
principios, campos de aplicación etc., es para Herder una pretensión que
desconoce, por un lado, las adquisiciones logradas a través del lenguaje y,
por otro, el papel de los sentidos, algo tan resaltado por Heder desde primera
hora (1799: 96-97).
5 En Metakritik (1799: 100) habla de un esquema orgánico, además de las conexiones de conceptos.
Pero obsérvese también que quien conforma todo ello es el entendimiento omniabarcante, esto es, el
ser divino: “ha sido únicamente y por sí solo el entendimiento omniabarcante del universo el que le ha
preparado [al entendimiento humano] esa conformación”.
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Pedro Ribas Ribas La Metacrítica de Herder: Kant visto desde otra Ilustración
En una obra muy anterior a la Metacrítica, en Escultura (1778),
alude Herder al papel de los sentidos en el arte. En concreto resalta el papel
del tacto, al que llama sentido de la profundidad, a diferencia de la vista que
es el sentido de la superficie o el oído que es el sentido de la sucesión,
sucesión de sonidos:
Tenemos un sentido que percibe las cosas en el exterior las unas junto a las otras;
un segundo sentido que las percibe unas tras otras, y un tercero que las percibe en
profundidad: la vista, el oído y el tacto. Las cosas que aparecen unas junto a otras
nos dan una superficie; las percibidas unas tras otras, de la manera más pura y más
simple, son los sonidos; las que se perciben en profundidad son cuerpos o formas
(2006: 55).
Esta homología de la que habla Herder creo que se aparta mucho de
la visión que encontramos en Kant sobre analogías y sobre la mediación con
la que las categorías se refieren a los objetos de los sentidos, a los
fenómenos, mediación desempeñada por el esquematismo. Las analogías de
las que habla Herder tienen poco que ver con lo que presenta Kant como
analogías, que son reglas lógicas del entendimiento, mientras que para
Herder son descubrimientos de los sentidos. Kant habla, efectivamente, de
analogías en varios lugares, por ejemplo, en la analítica de los principios,
cuando expone las analogías de la experiencia y presenta tres reglas, la de
la permanencia de la sustancia, la de causa y efecto y la de acción recíproca
entre las sustancias. Estas reglas son reglas del entendimiento, es decir,
reglas lógicas, es decir, en palabras de Kant, “todo aquello sin lo cual la
experiencia de los objetos sería imposible constituye algo necesario en
relación con tales objetos de esa misma experiencia” (B259 [2017: 237]).
En Kant está muy claro quién lleva la batuta en el conocimiento. No son los
sentidos, que es precisamente donde Herder carga mucho el acento.
Kant habla también de homogeneidad y en este caso es la razón la
que propone al entendimiento principios como el de la homogeneidad, que
indica cierto parentesco entre los géneros en que dividimos cuanto
conocemos, el de la variedad, que indica la diferencia entre esos géneros y
especies y el de la afinidad, que indica que, a pesar de las diferencias, nunca
se rompe el lazo que une todo lo existente; no hay vacío entre las especies o
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Pedro Ribas Ribas La Metacrítica de Herder: Kant visto desde otra Ilustración
grupos que descubrimos. ¡Vaya, ahora resulta que también Kant tiene horror
al vacío!
La diferencia con Herder se halla en que este no quiere usar la lógica
para hablar de homogeneidad, sino que quiere descubrir tanto la
homogeneidad como las diferencias partiendo de los sentidos. En la segunda
parte de la obra que estamos comentando (Herder 1799: 248) dice que los
maestros hablan de unidad en la naturaleza, pero no entienden esa unidad
como una idea trascendental que el sujeto le impone, sino, al contrario, como
una unidad que descubre en ella. Herder suele apoyarse en Lambert sobre
esta cuestión. Para el autor de la Metacrítica es incomprensible que
condiciones subjetivas, condiciones impuestas por el sujeto, sean las que
tengan validez objetiva, las que dicten las condiciones de validez objetiva
del conocimiento.
Creo que tiene razón Marion Heinz cuando dice que la tesis de
Herder sobre la relación sujeto-objeto, entre entendimiento y sentidos, no es
explicable en términos de lógica clásica, en términos de causa y efecto, sino
más bien en términos de una relación que es la de homología. El mundo
viviente sería el referente que haría comprensible el planteamiento
herderiano. El dinamismo de fuerzas en relación, ya que de fuerzas se trata,
tanto en el caso del entendimiento como en de los sentidos, no tendría como
núcleo explicativo una relación ni mecánica ni meramente lógica, sino
orgánica. De ahí la relevancia del mundo viviente con su fuerza, una fuerza
cuya característica principal no es la de vencer resistencias, ni la de cumplir
una estricta coherencia lógica, sino la de generar vida y movimiento. Por
eso es tan relevante en Herder lo genético, el nacimiento y desarrollo que
observamos en la historia de la humanidad y el nacimiento y desarrollo de
cuanto ha producido y produce el lenguaje, el arte, la cultura como algo
generado por la humanidad entera.
3. No puedo seguir aquí todo el desarrollo de las sugerencias de Heinz sobre
la epistemología que, según ella, se encontraría en Herder como alternativa
a la epistemología kantiana. Esta epistemología alternativa se basaría como
punto de partida en el ser, en el existente como ser viviente dotado de fuerza,
que se abre espacio por sí mismo y que se hace oír. En esta epistemología
herderiana la relación entendimiento-sentidos ya hemos dicho que es una
relación de homología en la que el entendimiento tiene el papel determinante
en cuanto a jerarquía, pero una jerarquía en la que los sentidos actúan como
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Pedro Ribas Ribas La Metacrítica de Herder: Kant visto desde otra Ilustración
sus órganos, por tanto, en perfecta sintonía con el entendimiento. Los
sentidos son análogos de este en los que se conoce y se forma a sí mismo.
4. Creo que vale la pena explorar esta vía propuesta por Heinz que me parece
bastante más productiva que analizar simplemente lo que siempre se ha
acentuado, la incompatibilidad entre Kant y Herder. Esta autora afirma que
la epistemología de Herder arrancaría del Kant precrítico, el más cercano a
Wolff y a Baumgarten.
5. Me parece muy importante esa perspectiva que abre Heinz porque
contrarresta o, si se quiere, pone en términos positivos algo que ha
constituido una carga muy negativa para Herder en su valoración como
filósofo. Me refiero a que, por un lado, al imponerse Kant con su criticismo,
Herder quedó desplazado como un autor anacrónico en filosofía. Y si Heinz
quiere recuperar a un Herder que, encima, toma como punto de arranque de
su epistemología a un Kant precrítico, el anacronismo parece todavía más
acentuado.
6. Lo cierto es que Heinz documenta muy pormenorizadamente el itinerario
de Herder para construir esa epistemología alternativa. Recogiendo
sugerencias que se hallaban ya en la imponente obra de Rudolf Haym, ella
alega que Herder ha tenido un recorrido que parte, efectivamente, de lo que
escribió ya siendo alumno de Kant. Y es innegable que ha visto con
perspicacia que la epistemología en Herder es inseparable del lenguaje. No
quiero decir que ella incida especialmente en la faceta lingüística, pero la
señala como un elemento fundamental en el pensamiento de Herder. Los
análisis realizados por Heinz presentan a Herder desde una perspectiva que
lo desliga de las controversias que normalmente sirvieron para enterrarlo
como filósofo y exploran, en cambio, una trayectoria que va del escrito de
la época en que fue alumno de Kant, Versuch über das Sein [Ensayo sobre
el ser], de 1763, pasando por Plastik [Escultura], Vom Erkennen und
Empfinden [Sobre conocer y sentir], de 1778, Gott [Dios], también de 1787,
hasta la Metacrítica, de 1799, obras en todas las cuales se ve una continuidad
basada en la tétrada ser, espacio, tiempo, fuerza. Y estos análisis son,
además de novedosos, enriquecedores, ya que Heinz muestra cómo Herder
se presenta como un ilustrado sobrio y modesto, que se conforma con la
certeza que proporcionan los sentidos humanos y no necesita la certeza
apodíctica, que es el terreno en que quiere moverse Kant. Esta perspectiva
herderiana apunta a una ontología basada en la ya mencionada tétrada ser
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espacio, tiempo, fuerza para construir una filosofía de la vida que Herder
desarrolla de forma no sistemática, pero coherente en toda su obra.
7. Quizá esta perspectiva más modesta ayuda a entender la resistencia de
Herder a aceptar la revolución copernicana propuesta por Kant. El
enfrentamiento de Herder a esa revolución es tan diametral que puede servir
como modelo de los contraargumentos con que Kant se tropezó de parte de
críticos como Hamann.6 Y Herder no se conformó con enfrentarse a la
Crítica de la razón pura, sino que, al año siguiente, en 1800, escribió
Kallígone, para enfrentarse a la Crítica del Juicio que Kant había publicado
en 1790. Pero volviendo a la perspectiva destacada por Heinz, Herder no
queda ya situado como un filósofo anacrónico (incluso si su punto de partida
es un Kant precrítico), sino como un escrutador de la condición
antropológica vista como un juego de fuerzas en que la acción humana
humaniza la naturaleza, mientras esta naturaliza al hombre en un
planteamiento filosófico que conjuga el monismo de Espinosa con el
dinamismo de Leibniz. Heinz destaca precisamente el paralelo e incluso el
estímulo que la posición de Herder tiene para algunas de las corrientes
actuales, como la filosofía del lenguaje, la antropología, el arte, etc.
Kant no respondió a este ataque a su Crítica de la razón pura. Ya en
el prólogo a la segunda edición de la Crítica de la razón pura, en 1787,
escribía:
Por mi parte, no puedo, de ahora en adelante, entrar en controversias, aunque
tendré cuidadosamente en cuenta todas las insinuaciones, vengan de amigos o de
adversarios, para utilizarlas, de acuerdo con esta propedéutica, en la futura
elaboración del sistema. Dado que al realizar estos trabajos he entrado ya en edad
bastante avanzada (cumpliré este mes 64 años), me veo obligado a ahorrar tiempo,
si quiero terminar mi plan de suministrar la metafísica de la naturaleza, por una
parte, y la de las costumbres, por otra, como prueba de la corrección tanto de la
crítica de la razón especulativa como de la crítica de la razón práctica. Por ello
tengo que confiar a los meritorios hombres que han hecho suya esta obra la
6 Hamann, con el que Herder compartía tantos puntos de vista, escribía a su amigo Christian Jacob
Krauss, en 1884, que estaba indignado con el texto de Kant “¿Qué es la Ilustración?” por reclamar la
mayoría de edad de los hombres, pero al mismo tiempo poniéndole límites muy estrictos, ya que el
ciudadano tiene que obedecer a la autoridad, pero sobre todo afirma en este escrito que “todo el bello
sexo”, es decir, la mitad de la humanidad, tiene miedo a la libertad, a ser mayor de edad. Por ello dice
Hamann que espera que sus tres hijas no sigan esta “burla” (apúd Canterla 2008: 337).
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aclaración de sus oscuridades –casi inevitables al comienzo- y la defensa de la
misma como conjunto (BXLIV [2017: 34]).
Esta defensa la hicieron discípulos suyos como Kiesewetter, Schulz,
Reinhold y otros. Se podría decir que, en cuanto al papel de la filosofía y su
status académico dentro de la universidad, la oposición de Herder al
criticismo kantiano tiene un capítulo muy importante en otra obra de Kant,
El conflicto de las Facultades, como se ve de forma patente en las páginas
322-339 de la Metakritik (edición de Suphan), páginas que van encabezadas
con el expresivo título “Última noticia de una Facultad crítica de la razón
pura” y en las que Herder rechaza frontalmente las atribuciones que Kant
reclama para la Facultad filosófica en dicha obra. Pero esto es tema para ser
tratado específicamente, tema que quizá revela de modo muy especial la
diferencia entre la Ilustración defendida por Herder y la que propugna Kant.
Lo indudable es que en este enfrentamiento con la posición de Kant en El
conflicto de las Facultades Herder aparece como más anacrónico de lo que
era y, curiosamente, como defensor de la autoridad del Estado en asuntos
que, como defiende Kant, deberían ser de competencia universitaria. Quizá
Kant se excede en el papel que atribuye a la filosofía como árbitro que juzga
sobre todas las Facultades y sobre cualquier tema, como representante de la
libertad y del pensamiento imparcial. Creo que acierta Rodríguez Aramayo
al señalar, en su edición de El conflicto de las Facultades, la coincidencia
de algunos argumentos de Kant en este último libro y en su ensayo
“Contestación a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración?” (Kant 2003: 25).
No hay duda de que Kant tiene una confianza inmensa en la fuerza
de la razón y, teniendo en cuenta la preeminencia de que gozaba la teología
en la Europa cristiana y lo que esta teología significaba en su lazo con el
poder político, la defensa kantiana de la filosofía en cuanto árbitro racional
representaba una actitud tan valiente como necesaria. Ante esta “rebelión”
de la filosofía kantiana, que Herder identificaba con la “revolución
copernicana”, el autor de la Metacrítica no se encontraba nada cómodo, y
menos después de que Kant dedicara su libro El conflicto de las Facultades
al teólogo Stäudlin, de Göttingen. Fue una inteligente jugada de Kant esta
dedicatoria, primero porque, al ser Stäudlin un teólogo, ponía cierto dique a
los recelos de los teólogos y, segundo, se franqueaba un portillo que parecía
ofrecerle tierra libre para tratar cuestiones religiosas desde un punto de vista
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filosófico. Ya sabemos que, históricamente, Kant tuvo verdaderos
problemas con la censura prusiana tras publicar en 1794 La religión dentro
de los límites de la mera razón. Una vez muerto Federico el Grande, el rey
“ilustrado”, y redoblada la censura sobre escuelas y universidades con el
ministro Wöllner, Kant no tuvo las cosas fáciles para publicar sus últimas
obras, que fueron precisamente El conflicto de las Facultades y
Antropología en sentido pragmático. Sin entrar a fondo en el asunto de la
censura sufrida por Kant a causa de su obra La religión dentro de los límites
de la mera razón, señalaré simplemente que este “conflicto de las
facultades” es parte del enfrentamiento con Herder. Este acusa a Kant de
encerrar la ciencia en la universidad, olvidando que quienes más la han
hecho progresar han sido sabios y academias extraños a la universidad, y a
menudo incluso contra ella. En el papel de sabios y academias que
propugnaron el saber y fomentaron la ciencia al margen de las universidades
hay que darle la razón indudablemente a Herder, que aduce bibliografía
sobre el tema. Pero no estoy seguro de que la acusación sea correcta. Kant
no trata esta cuestión históricamente, sino que reivindica el papel de la
filosofía como crítica, como uso de la razón por encima de cualquier
autoridad. Esta reivindicación merece aplauso, pero que Kant atribuya a la
Facultad de filosofía, además de búsqueda y defensa críticas de la verdad,
la misión de “controlar a las otras Facultades” (2003: 76), me parece una
arrogancia que Herder le recrimina con razón. Como diría Manuel Sacristán,
es tema para tesina.
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