Tecnologia Educativa
Tecnologia Educativa
1. introducción
La Tecnología Educativa (TE) ha evolucionado bastante en las últimas décadas, como podemos
observar por su presencia en diferentes estructuras (currículos) de formación de docentes y
profesionales de la enseñanza, el aumento de sus investigaciones, la proliferación de sus
publicaciones, y el crecimiento de sus Jornadas y Eventos. Por otra parte, ha sido una de las
disciplinas que más ha evolucionado como consecuencia de los cambios internos que han sufrido
las ciencias que la fundamentan, por la búsqueda de planteamientos más realistas para su
aplicación, y por las transformaciones que en líneas generales la tecnología está recibiendo desde
el movimiento de “Ciencia, Tecnología y Sociedad”.
Cabero (2001ª) señala que la TE nos ha presentado a lo largo de su historia como una disciplina
integradora, viva, polisémica, contradictoria y significativa. Aludiendo con ello a la importancia
que han tenido, las transformaciones en las que se ha visto inmersa y las diversas formas de
entenderla con las que nos encontramos. Integradora, en la medida en que en ella se insertan
diversas corrientes científicas, que van desde la física e ingeniería hasta la psicología y la
pedagogía, sin olvidarnos de la teoría de la comunicación. Viva por las sucesivas evoluciones que
ha tenido, debido a los avances conceptuales producidos en las diferentes ciencias que la sustentan
y a la progresiva introducción de otras en su armazón conceptual. Polisémica por los diferentes
significados que ha tenido a lo largo de su historia, significados que varían también en función del
contexto cultural, social y científico donde se utilice. Contradictoria, porque nos encontramos
propuestas en líneas de acción completamente diferentes. Y significativa por la importancia que
tiene como podemos observar por el volumen de congresos, revistas, publicaciones y asociaciones.
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2. Evolución histórica de la Tecnología Educativa
Efectuar una revisión histórica sin haber especificado el objeto de estudio, plantea una serie de
problemas, derivados de desconocer los límites en los cuáles nos vamos a mover. Pero en nuestro
caso, ofrece la ventaja adicional, que desde el principio podamos ver diferentes formas de
encuadrarla.
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Los comentarios realizados permiten obtener una serie de conclusiones:
Aunque la mayoría de los autores están de acuerdo en reconocer que la TE se desarrolla a lo largo
del siglo XXI, hay también una serie de autores (Saetler, 1991) que han rastreado sus raíces y
precursores. Como señala Schramm (1977, 12): "Hasta donde nosotros conocemos siempre ha
existido la tecnología instruccional"; aludiendo con ello, por una parte, a que siempre ha existido
la aplicación del conocimiento científico y la creación de diseños para resolver los problemas de
unos contextos específicos de enseñanza, y por otra, en la preocupación por incorporación de
diferentes medios y recursos a las situaciones de enseñanza.
Para Saetler (1991), los sofistas fueron los precursores de la TE, ya que fueron los primeros en
preguntarse por los problemas asociados con la percepción, motivación, diferencias individuales,
y evaluación y en reconocer que diferentes estrategias instruccionales producen diferentes
resultados. Preguntas que han formado parte de los interrogantes de la TE.
En estos momentos iniciales no podemos olvidarnos tampoco de los trabajo de Comenio (1592 –
1670), quién reclamó la viabilidad de utilizar en la enseñanza medios más amplios que los verbales
y la necesidad de crear medios específicos para la enseñanza. Otro autor que en esta línea
reclamaba la utilidad de las imágenes para la formación, era Campanella (1568 – 1639), quién en
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su "Ciudad del sol", comentaba que los niños aprendían a través de la observación de las imágenes
existentes en las torres que rodeaban a la ciudad.
También podríamos incorporar entre los precursores a Rousseau (1778), que con su propuesta del
paidocentrismo, reclama que el acto instruccional debe girar en torno al estudiante, así como las
estrategias que se apliquen, que deben adaptarse a las características psicológicas de los alumnos,
propiciando al mismo tiempo la participación activa de éste en su proceso formativo.
Para finalizar podríamos citar a Thorndike con su ley del efecto, como uno de los precursores de
la psicología conductista. Autor que fue también de los primeros en realizar investigaciones sobre
los medios, en concreto sobre el recuento de palabras en los textos escolares.
No podemos dejar de reconocer que desde los inicios y como consecuencia, por una parte de los
avances realizados en los medios de comunicación, tanto en su construcción, como diseño y
descubrimiento; y por otra, por la significación e impacto que estaban encontrando en la sociedad,
hay un fuerte intento de trasladar al mundo escolar los medios que se estaba utilizando en la
sociedad.
Un fuerte impulso para ello, como afirma Shrock (1991), lo encontramos en la necesidad que hubo
de formar en EE.UU. a miles de militares para su supervivencia y eficacia militar en la II Guerra
Mundial, lo que hizo que se crearan y distribuyeran miles de películas y otros materiales de
enseñanza. Ello repercutió para la fundación de diversas instituciones que recibieron fuertes
dotaciones económicas para el diseño y la producción de diferentes medios materiales como la
“División of Visual Aids for War Training”, la “Office of Education Traigning Films”, o “The
United States Armed Forces Institute”.
Los resultados demostrados con su utilización repercuten para que se desarrolle una tendencia para
su introducción en la escuela. La base y postulados del razonamiento se centran en la necesidad
que el profesor cuente con buenas herramientas audiovisuales para desarrollar su actividad
profesional docente, se pensaba que mejorando los instrumentos técnicos se mejorarían los
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productos a alcanzar por los estudiantes y los procesos a desarrollar. Esta introducción va a permitir
que el profesor amplíe los medios con los que tradicionalmente contaba, pizarra y el libro de texto,
con otros nuevos como son el cine, el retroproyector, o las diapositivas. Con unas características
dominantes sobre los anteriores, que era que reflejaban la realidad de forma lo más perfecta
posible, de manera que se pensaba que cuanto más fuera el isomorfismo entre la realidad y la
realidad mediada, mayores ganancias de aprendizaje se podrían conseguir con el medio.
La base teórica fundamental en la que se apoya su introducción, radica en asumir que la riqueza y
variedad de los estímulos elevaría la atención y la motivación de los estudiantes, de manera que se
facilitaría la adquisición y recuerdo de la información en los procesos de enseñanza-aprendizaje.
La significación de los medios en nuestro campo ha hecho que algunos autores diferencien entre
tecnología “en” la educación y “de” la educación. La primera se referirá al uso de medios
instrumentales para transmitir mensajes en la enseñanza; la segunda, que analizaremos en su
momento, implica posiciones más sistémicas, surgiendo en oposición a los planteamientos
exclusivamente centrados en medios, que no tienen en cuenta ni los participantes en el acto
instruccional, ni los contextos de aprendizaje, llamando la atención sobre el carácter simplista, de
las posiciones exclusivamente centradas en medios de enseñanza.
Inicialmente los medios son considerados como la unión de dos elementos: “hardware” y
“software”. El primero, referido a los componentes físicos y soporte técnico de los medios, y el
segundo a los sistemas simbólicos, códigos, contenidos transmitidos y al conjunto de programas y
procedimientos que controlan cualquier medio. El planteamiento que subyace en esta concepción
de la TE, es que el “hardware” con el “software” apropiado, pueden mejorar la calidad y eficacia
de la instrucción.
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En esta concepción de la TE como la aplicación de medios audiovisuales en el ámbito educativo,
se pueden diferenciar dos etapas: La primera, centrada en la creación de instrumentos ópticos,
electrónicos y mecánicos; es decir, en el diseño del “hardware”. La segunda, preocupada por el
diseño de los mensajes, apoyándose para ello en las teorías del aprendizaje de corte conductista, y
en los presupuestos que la psicología de la Gestalt, había formulado respecto a la atención y la
percepción; es decir, en el diseño del “software”.
Reiser (2001a) ha realizado una revisión de la historia de los medios instruccionales como parte
de la evolución histórica de la TE, identificando cronológicamente los medios que se han acercado
a ella. Pero a nosotros, lo que nos interesa resaltar aquí es una de las conclusiones a las que llega,
al señalar que el impacto de las TIC ha sido menor de lo que cabría esperar por los entusiasmos
iniciales expuestos, posiblemente por no haber contemplado más variables.
Aceptando estas críticas, no se puede olvidar, que una enseñanza que movilice diversos medios,
es decir diferentes posibilidades de codificar la realidad, tiene características potenciales de
convertirse en una enseñanza de calidad, pues al alumno se le ofrecen mayor variedad de
experiencias y mayores posibilidades de decodificar, y en algunos casos interaccionar, con la
realidad. Por otra parte, debemos tener en cuenta qué relaciones cognitivas que se establecen entre
los códigos de los medios y los internos del sujeto, propiciarán determinadas formas de entender
y codificar la realidad; sin olvidarnos que los medios no son meros instrumentos transmisores de
información, sino también instrumentos de pensamiento y cultura.
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Al mismo tiempo, diversidad de medios pueden sernos útiles para alentar los diferentes tipos de
inteligencia, en el sentido que: a) Diversidad de medios y por tanto la posibilidad de ofrecer una
variedad de experiencias; b) Diseño de materiales que movilicen diferentes sistemas simbólicos, y
que por tanto se puedan adaptar más a un tipo de inteligencias que a otra; c) Posibilidad de utilizar
diferentes estructuras semánticas, narrativas, para ofrecer perspectivas diferentes de la información
adaptadas a las IM de los diferentes discentes; d) El poder ofrecer con ellas tanto acciones
individuales como colaborativas, y en consecuencia adaptase de esta forma a las inteligencias inter
e intrapersonal; e) Creación de herramientas adaptativas/inteligentes que vayan funcionando en
base a las respuestas, navegaciones e interacciones, que el sujeto establezca con el programa o con
el material; f) Elaboración de materiales que permitan presentar información en la línea contraria
de la IM dominante del sujeto, de manera que se favorezca la formación en todas ellas, y g)
Registro de todas las decisiones adoptadas por el sujeto con el material, y en consecuencia
favorecer mejor su capacitación y diagnóstico en un tipo de inteligencia (Cabero, 2006).
Después de los medios audiovisuales y “mass media”, una de las corrientes que más impactó en el
desarrollo de la TE, provino de la aplicación de la psicología conductista. Como indica Engler
(1972, 59), la TE puede definirse de dos formas: “La primera, y más comúnmente, se define como
hardware... y la segunda, y más significativa, es definida como un proceso por medio del cual,
nosotros aplicamos los hallazgos de la investigación de las ciencias de la conducta a los problemas
de la instrucción”.
Desde la posición conductista ésta es considerada como la aplicación en el aula de una tecnología
humana, que en líneas generales pretende la planificación psicológica del medio, basado en las
leyes científicas que rigen el comportamiento humano, con unos modelos de conducta planificados
y que a priori se consideran deseables. Ello llevará a que la TE se apoye en una serie de principios,
como por ejemplo: la consideración del binomio estímulo-respuesta como la unidad básica de
análisis del comportamiento humano, el reforzamiento como elemento probabilístico para que la
respuesta se repita, la mínima utilidad del castigo, el asumir que la simple repetición de la
información sin el refuerzo no lleva al individuo a aprender, o que los refuerzos internos pueden
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ser más útiles para modificar la conducta que los externos. Todo ello girando alrededor de
establecer claramente la conducta terminal que debe de alcanzar el sujeto una vez finalizado el
proceso de instrucción.
Esta relación entre la psicología conductista y la TE, ha llevado a tal grado de identificación entre
las dos, que muchas de las críticas que ha recibido y está recibiendo, provienen de la asociación
de ambas, como se puede observar en la definición de la misma que se hace en la II Reunión
Nacional de Tecnología Educativa realizada en 1976, donde se la definía como: “una forma
sistemática de diseñar, desarrollar y evaluar el proceso total de enseñanza-aprendizaje en términos
de objetivos específicos basada en las investigaciones sobre el mecanismo del aprendizaje y la
comunicación, que aplicando una coordinación de recursos humanos, metodológicos e
instrumentales y ambientales conduzcan a una educación eficaz”.
En sus comienzos ésta se aplicará en las denominadas máquinas de enseñanza, para posteriormente
alcanzar otros medios, como el material impreso, o en la actualidad ciertos diseños de vídeos
interactivos, programas informáticos, hipertextos, hipermedias, y programas multimedia. La
importancia de la enseñanza programada fue de tal forma que algunos autores como Green (1965)
consideran que la TE es una extensión de la enseñanza programada.
La importancia de la corriente conductista fue tal que las primeras asociaciones y revistas de
difusión de la tecnología educativa, introdujeron rápidamente dicho término en sus siglas, como
la “Association for Programmed Learning Educational Technology” (APLET) y su revista de
difusión, denominada inicialmente, “Programmed Learnin”. También se crearon múltiples
asociaciones centradas en la simplicaciones de la enseñanza programada a la educación como la
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“National Society for Performance and Instruction” de EE.UU. Por otra parte, como señala Ely
(1992, 5394), en algunos países como el Reino Unido la enseñanza programada es la que marca el
nacimiento de la tecnología como marco de estudio.
Una de las bases de fundamentación de la TE con el paso del tiempo ha sido la teoría de sistemas
y el enfoque sistémico aplicado a la educación. Ello supuso un cambio en el foco central de la
misma, pasando al análisis de los diversos elementos participantes en el acto instruccional, y a su
organización para alcanzar objetivos previamente determinados. Considerar a la TE como una
aproximación sistémica, implica su abandono como la simple introducción de medios técnicos en
la escuela y la aplicación de estrategias instruccionales apoyada en las teorías conductistas del
aprendizaje. Por el contrario, implica un planteamiento más flexible, donde lo importante sería
determinar los objetivos a alcanzar, movilizar los elementos necesarios para su consecución y
comprender que los productos obtenidos no son mera consecuencia de la yuxtaposición de los
elementos intervinientes, sino más bien de las interacciones que se establecen entre ellos, siendo
éstas esenciales para su conceptualización y funcionamiento. En otros términos, considerarla como
un campo del diseño de situaciones de aprendizaje.
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En esta nueva concepción, la habilidad del aplicador de la TE no estará en el dominio instrumental
de técnicas y medios, sino en su capacidad para diseñar situaciones instruccionales, es decir
combinar los diferentes elementos que tiene a su disposición, con el objeto de que lleguen a
alcanzar los objetivos propuestos, analizando y evaluando las decisiones adoptadas y
comprendiendo el marco donde éstas se aplicarán, y las limitaciones que puede aportar. Desde
aquí se asume, que la educación no cambia con la mera introducción de medios, sino que es
necesario acoplar éstos dentro del sistema de instrucción, y además movilizarlos cuando el alcance
de los objetivos concretos lo requiera.
Respecto a los medios la aplicación de la teoría general de sistemas, llamará la atención en dos
aspectos básicos: por una parte en cuanto al diseño de cada medio y las variables que deben ser
consideradas, y por otra, que en su utilización en el sistema educativo no debe efectuarse en la fase
de ejecución y utilización, sino más bien en la fase de planificación y diseño del sistema
instruccional.
Desde la perspectiva sistémica, no solamente se contemplan los objetivos, los medios, el profesor
y el alumno, sino todos elementos intervinientes en el proceso de enseñanza-aprendizaje, con el
fin de mejorar su eficacia. Entrando en consideración: la situación económica, la política, los
valores, el profesor,... Estos elementos son definidos como aspectos intangibles ("underwear"), por
oposición al "hardware" y "software". En una línea muy similar a la apuntada por estos autores, y
similar en el sentido de introducir entre el hardware y software un tercer componente, está la
propuesta de Muffoletto (1988), para quién el pensamiento y la enseñanza de la tecnología
educativa se puede hacer desde tres perspectivas: hardware, software y wetware. Entendiendo por
el último: “... conocimiento que conduce al hardware y software”; es decir, un constructo
ideológico que dirige el diseño y el desarrollo tecnológico, de manera que en él se incorporan los
valores y las creencias que directamente usa y evalúa la tecnología educativa.
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organización estructural, de manera que sin ella el diseño y componente tecnológico puede resultar
o inútil o perjudicial. Para su planteamiento Dobrov parte de los siguientes argumentos:
Diferentes acontecimientos han influido, para que por una parte se cambiara su forma de aplicación
y se establecieran nuevas maneras de definirla y conceptualizarla, entre estos acontecimientos nos
encontramos con los siguientes:
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La falta de fundamentación teórica con que se habían tomado algunas de las decisiones
dentro del campo de la TE.
La progresiva aparición de datos y hechos que eran difíciles de explicar exclusivamente
bajo el paradigma estímulo y la respuesta, y requerían para su interpretación el apoyo en
otras corrientes psicológicas como la cognitiva.
La significación que el contexto empieza a adquirir como determinante de los resultados
que se adquieren de las acciones educativas, y de la inserción de las TIC.
El olvido que anteriormente se había tenido de la dimensión organizativa para la
incorporación de las TIC.
El desplazamiento del interés científico que empieza a desprenderse más que por conocer
los productos obtenidos, por indagar sobre los procesos por los cuales éstos se alcanzan.
Además en lugar de centrarnos en conductas observables, surge el interés por abordar las
dimensiones internas de la persona. (Cabero, 2003).
Situación que lleva incluso a autores claramente defensores e impulsores de la TE, como
Chadwick, a replantearse el sentido de la misma. “Ha existido una gran cantidad de discusión,
exposición y esperanzas sobre la TE. Se han ofrecido muchas definiciones, se han realizado
numerosas propuestas y se han promovido muchos proyectos. Pero la TE todavía no ha tenido un
gran impacto; existe duda de si existirá ese impacto; y se encuentran dificultades para identificar
si un programa, proyecto o incursión entra dentro o no del denominado campo de la tecnología
educativa. Demasiados proyectos dicen ser de la tecnología educativa cuando no lo son, o son
reclamados por la tecnología educativa cuando no está claro el por qué” (Chadwick, 1977, 7).
A partir de la década de los ochenta, la TE se caracteriza por una serie de hechos, de los cuales el
más significativo es la crisis y cuestionamiento que desde ciertos sectores, algunos inclusos
internos al propio campo, que van a poner en duda la necesidad de su vigencia y su significación
para la solución y el tratamiento de los problemas educativos.
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Uno de los errores cometidos con la TE, viene de la excesiva significación y amplitud que se le ha
querido conceder, llegando incluso a presentarla como la posibilidad de organizar
“científicamente” el sistema completo de la instrucción, de manera que pudieran resolverse todos
los problemas educativos y alcanzar satisfactoriamente las metas pretendidas. No es suficiente con
decir y afirmar las cosas, sino después como la propia tecnología obliga, deben ser puestas en
acción.
Otros motivos que se pueden citar como consecuencia de su crisis, son las transformaciones
internas que han sufrido las ciencias y disciplinas que la sustentan, desde la pedagogía, hasta la
psicología y las teorías de la comunicación. En el caso de la psicología, es posiblemente donde
quizás con mayor trascendencia y significación se han producido éstos, entrando como elemento
medular de fundamentación la psicología cognitiva y del procesamiento de la información. Ello
permite afirmar que ha pasado por cuatro grandes corrientes de influencia: la psicología de la
Gestalt, la conductista, la psicología cognitiva, y la perspectiva constructiva. Estas últimas suponen
en líneas generales pasar de un modelo mecanicista a uno que contempla al sujeto como
participante activo en la construcción de su realidad, de manera que más que centrarse en los
estímulos y las respuestas, se centra en las transformaciones internas realizadas por el sujeto en su
estructura cognitiva. Siendo concebido el aprendizaje, no como la modificación de una conducta,
sino de una estructura cognitiva por medio de la experiencia.
Desde estas posiciones deberemos tener en cuenta una serie de aspectos a la hora de realizar los
diseños instruccionales, como son:
Ofrecer a los estudiantes múltiples representaciones de la realidad, para que de esta forma
puedan percibir su complejidad. Representaciones que deben de corresponder con tareas
auténticas y veraces, es decir contextualizadas en ambientes realistas.
La enseñanza debe partir de experiencias y situaciones reales que permitan tanto su
posterior transferencia como la percepción de la complejidad del mundo real. El
aprendizaje se construye a partir de la experiencia.
Establecer como principio de referencia no la reproducción del conocimiento, sino su
construcción, y en este sentido la motivación se convierte en un elemento de alto valor para
alcanzar el aprendizaje significativo.
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Negociar las metas y objetivos instruccionales, no imponerlas. Lo que nos lleva a asumir
que pueden darse interpretaciones diferentes de la realidad, en función de las
construcciones individuales que puedan realizar los propios estudiantes. Por otra parte, el
profesor más que ser el presentador siempre experto, se convierte en colaborador y
estudiante.
Fomentar el desarrollo de prácticas reflexivas, de manera que las tareas de aprendizaje y el
análisis de los contenidos, se centren en identificaciones y principios únicos por parte de
los estudiantes. Frente a la memorización de los hechos se persigue la conexión entre los
mismos, mediante su investigación por los estudiantes.
Asumir como principio de trabajo la construcción colaborativa del conocimiento a través
de la negociación social de los participantes en el proceso de la instrucción.
La tecnología no sólo desempeña funciones de presentación y ejercitación o práctica, sino
una diversidad de funciones que van desde la comunicación, a la posibilidad de expresión
y elaboración de documentos expresivos, siendo su papel más significativo la creación de
entornos diferenciados y específicos para el aprendizaje.
El error se convierte en un elemento significativo para la autovaloración del proceso
realizado, permitiendo al mismo tiempo la reflexión para la mejora de los resultados.
Al igual que la instrucción, la evaluación debe basarse en múltiples perspectivas.
Los criterios de evaluación que se asuman deben de responder menos a principios de
criterio-norma o criterio-referencia, ya que no todos los objetivos serán interpretados de la
misma manera por los estudiantes, en consecuencia la evaluación y las técnicas e
instrumentos que se utilicen en ella deben de percibirse menos como elemento de control
y más como elemento de autoanálisis. Frente a la utilización de instrumentos de
denominados objetivos, se utilizan otros instrumentos como la elaboración de trabajos por
los estudiantes y otras ejecuciones (Cabero, 2003).
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alcanzando la TE otro nuevo marco de trabajo: el diseño de situaciones instruccionales y elementos
adaptados a las características cognitivas del alumno.
Otra causa de la crisis anunciada, proviene de la falta de fundamentación teórica con que en el
momento actual se está reclamando superar los planteamientos simplistas desarrollados durante
un cierto período de tiempo, y considerar no sólo los elementos operativos sino también, los
componentes normativos y filosóficos.
Otro cambio que ha sufrido la TE, viene a partir de asumir que no es algo monolítico y aplicable
a cualquier situación, sino por el contrario asumir que el ambiente es un elemento claramente
diferenciador y determinante de las aplicaciones que se realicen. En otras palabras, no se asume y
se critica abiertamente los planteamientos indiscriminados de transferencia de TE que se realizaron
en momentos anteriores, que más que resolver problemas crearon abiertamente otros, como por
ejemplo el de la dependencia tecnológica de los países que transfirieron la tecnología.
En esta situación no podemos olvidarnos el fuerte papel que están adquiriendo las TIC en la
sociedad del conocimiento. TIC digitales, que frente a las tradicionales analógicas, nos permiten
crear entornos flexibles para la interacción del sujeto con la información, la selección de los tipos
de códigos con los que desea interaccionar, comunicarnos independientemente del espacio y el
tiempo en el cuales se encuentren emisor-receptor.
Para finalizar esta breve revisión histórica bien nos pueden ser útiles, los comentarios que realiza
Area (2004, 57) respecto a ejes conceptuales que para él marcan en la actualidad la TE:
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La Tecnología Educativa posmoderna asume que los medios y tecnologías de la
información y comunicación son objetos o herramientas culturales que los individuos y
grupos sociales reinterpretan y utilizan en función de sus propios esquemas o parámetros
culturales.
La Tecnología Educativa debe partir del análisis del contexto social, cultural e ideológico
bajo el cual se produce la interacción entre los sujetos y la tecnología.
Los métodos de estudio e investigación de la Tecnología Educativa son eclécticos, en los
que se combinan aproximaciones cuantitativas con cualitativas en función de los objetivos
y naturaleza de la realidad estudiada.
Las definiciones que se han realizado de la TE van desde las que se pueden considerar desde una
microperspectiva tecnológica o reduccionista, que indican que es la simple utilización de ciertos
medios como la televisión, los ordenadores y la enseñanza programada en el ámbito educativo.
Hasta definiciones situadas en una macroperspectiva o globalistas, como la de Gagné (1974, 6),
que la entiende como: “... el desarrollo de un conjunto de técnicas sistemáticas y conocimientos
prácticos anexos para diseñar, medir y manejar colegios como sistemas educacionales”. Si las
primeras definiciones la asemejan al audiovisualismo, la segunda la contempla como una
macrociencia, que incluiría a la Didáctica y Organización Escolar.
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Por su parte Davies (1978, 13-15), identifica tres orientaciones básicas:
En nuestro contexto Blázquez (1995, 74) diferencia tres grandes formas de entenderla:
Como proceso de diseño y aplicación del acto didáctico, que la identificaría con la
didáctica.
Con la función operativa y sistemática dirigida a la instrumentalización del currículum, es
decir, al diseño, desarrollo y control de los procesos de enseñanza-aprendizaje.
Con la pretensión de optimizar los procesos comunicativos que implican el acto didáctilos
medios, sobre todo los audiovisuales, ocupó una parte significativa de la misma.
Concepción que fue aceptada, como señala Saettler (1991), inicialmente por los prácticos
de la imagen y lo audiovisual, y apoyada por los sectores industriales que encontraron en
ella un buen argumento para introducir en la escuela los descubrimientos técnicos
audiovisuales que se fueran produciendo en la industria. Además en función de ella se
organizó una modalidad investigadora donde todo medio, era contrastado y comparado con
su antecesor, para demostrar que el nuevo era mucho mejor y eficaz, y que en consecuencia
debería de ser rápidamente introducido en la escuela por las excelencias que podría tener
para los alumnos y las ayudas que podría ofrecer al profesor. Ello llevó a una búsqueda
constante por el supermedio.
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Aquí los medios eran exclusivamente percibidos como elementos transmisores de información, y
a lo sumo motivadores para el estudiante, y con una fuerte tendencia a suplantar la actividad
práctica del profesor en el contexto educativo.
Definición, que con matices será adoptada en España por el Seminario Nacional de Tecnología
Educativa en su II Reunión Nacional, como ya señalamos en el apartado anterior.
Estas posiciones, aunque superan las concepciones audiovisuales anteriores, poseen una serie de
limitaciones, como en su momento apuntó Rodríguez Diéguez (1982), ya que viene a considerarla
como un campo similar a la Didáctica, con un planteamiento tan amplio que resultaría imposible
su aplicación, y entraría en contradicción con ella.
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Desde esta perspectiva las competencias que se le suponen que deben dominar los especialistas
del campo, son las siguientes: 1) Determinar proyectos apropiados para el desarrollo instruccional;
2) Conducir la evaluación de necesidades; 3) Valorar las características de los
profesores/estudiantes; 4) Analizar las características estructurales de trabajo, tareas y contenidos;
5) Informes escritos de productos de los estudiantes; 6) Analizar las características de un escenario
(contexto de aprendizaje); 7) Secuenciar los productos de aprendizaje; 8) Especificar la estrategia
instruccional; 9) Secuenciar las actividades de aprendizaje; 10) Diseño de materiales
instruccionales; 11) Evaluar la instrucción/formación; 12) Crear cursos, paquetes de formación y
talleres de sistemas organizados; 13) Planificar y controlar proyectos de desarrollo instruccional;
14) Comunicar efectivamente en forma, visual, oral y escrita; 15) Demostrar apropiadas conductas
interpersonales, procesos de grupo y consulting; y 16) Promover la difusión y adopción de
procesos de desarrollo instruccional.
Además de estas posiciones, se identifica otra vía, que la asemejan con el diseño de estrategias de
acción basadas en el conocimiento científico; en otros términos, aquellos que afirman que el campo
de la TE es el del diseño de la instrucción y de situaciones de aprendizaje. Una revisión de los
diferentes diseños instruccionales puede encontrarse en el trabajo de Reiser (2001b) y Cabero
(2001a).
Desde aquí, se han ofrecido diversas definiciones que, como llama la atención Rodríguez Diéguez
(1982), se relacionan directamente con el diseño de la instrucción y de la enseñanza; es decir, la
instrumentalización de la teoría curricular, comportando actividades como el establecer objetivos,
su relación con tareas de aprendizaje, métodos y estrategias docentes, condiciones de aprendizaje
y la evaluación.
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desde una perspectiva sistemática estamos incidiendo en lo que se denomina diseño de
instrucción”.
A la hora de intentar ofrecer una definición de diseño de la instrucción, hay que asumir con Eraut
(1989, 317) que no existe una definición universalmente aceptada debido a dos factores
fundamentales: hay una considerable coincidencia con otros términos como por ejemplo diseño
del currículum, planificación de lecciones y producción de materiales de aprendizaje, y que el
término está fuertemente influenciado por el contexto en el cual trabaja el autor. Otra limitación
se encuentra en el paralelismo establecido en nuestro contexto entre los términos programación,
planificación y diseño, los cuales son utilizados como sinónimos por diferentes autores y
administraciones oficiales.
Asumiendo las limitaciones apuntadas, se puede considerar con Richey (1986, 8), que el diseño
instruccional es una disciplina de estudio, así como una serie de destrezas bien definidas que está
relacionada especialmente con el campo de la tecnología instruccional, donde sirve como cuerpo
y fundamentación de conocimiento. Este autor llega a definirlo como una ciencia creativa para “...
producir especificaciones detalladas para el desarrollo, evaluación y mantenimiento de situaciones
que facilitan el aprendizaje de grandes y pequeñas unidades de contenidos” (Rickey, 1986, 9).
Por tanto, se puede hablar del diseño instruccional, como un proceso tecnológico que especifica,
organiza y desarrolla, los distintos elementos de la situación de enseñanza-aprendizaje de cara a la
consecución de una serie de objetivos. Como especifica Hernández (1989, 1): “El diseño es el
medio tecnológico que mejor puede garantizar una enseñanza eficiente, perfeccionable, fruto de la
reflexión y de los logros de la ciencia psicopedagógica.”
Proceso que para Glasser (1982), vendrá configurado por cuatro componentes esenciales: análisis
de la competencia que debe alcanzarse, descripción de la situación inicial de la que parten los
alumnos, establecer las condiciones necesarias para que se produzca el cambio previsto, y criterios
de valoración para determinar el resultado de lo efectuado.
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Este diseño instruccional incluye no sólo el proceso de planificación del marco instruccional, del
sistema de distribución, sino también el diseño, la planificación y la estructuración de los
materiales didácticos. En este sentido, el diseño es entendido como el proceso por el que tanto el
hardware, como el software instruccional, son diseñados, desarrollados, producidos,
implementados y evaluados. Implicando esta perspectiva el diseño de las situaciones de enseñanza
y aprendizaje donde los medios entran en funcionamiento.
En consecuencia, dentro del diseño de situaciones instruccionales se puede identificar una tarea
particular, la del diseño y elaboración de materiales didácticos (Escudero, 1979). Parcela que ha
adquirido un lugar importante de desarrollo y estudio de la enseñanza, y que progresivamente va
desempeñando un papel de mayor trascendencia, con la incorporación de nuevas tecnologías de la
información y comunicación en nuestra cultura escolar, formar e informar, y de la enseñanza y el
aprendizaje, y en nuestros centros educativos.
Rodríguez Diéguez (1994, 20), sin dejar de reconocer el amplio campo de la intervención didáctica
como elemento de actuación de la TE, apunta que su centro de gravedad gira en torno al diseño, la
estructuración, la presentación y la optimización de medios e instrumentos didácticos.
En esta línea también se puede encuadrar la propuesta de Streibel (1993) cuando llama la atención
respecto a que frente a las propuestas de diseños formalizados y cerrados, elaborados desde una
perspectiva técnica, desde la práctica se le presentan al profesor tres aspectos básicos que deberían
ser tenidos en cuenta por los diseñadores: contemplar la experiencia de los profesores y los juicios
previos, realizar diseños que apoyen los procesos que desarrollan los profesores para actuar de un
modo significativo en una situación determinada, y crear recursos o ambientes que apoyen a los
profesores en sus decisiones y juicios para mejorar la práctica educativa. Estas indicaciones “...
implican la transformación de un diseñador didáctico tradicional, cuyos conocimientos y prácticas
están influenciadas por los intereses humanos tecnológicos, en un diseñador de recursos y de
entornos de aprendizaje cuyos conocimientos y prácticas están influenciados por los intereses
humanos prácticos.” (Streibel, 1993, 204).
Por su parte Ely (1991, 39) al efectuar un análisis de contenido sobre las publicaciones del ERIC,
señala que hay un dominio y un incremento: “... en el reconocimiento de la importancia del diseño
de material y las estrategias utilizadas para distribuir la información.”
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Como ya señalamos nosotros en otro trabajo (Cabero, 2001a), el diseño de situaciones de
aprendizaje, y más concretamente de situaciones mediadas, es el campo de acción de la TE. Pero
asumimos que tal diseño debe referirse no a productos finalistas, sino fundamentalmente a los
procesos seguidos. Desde este sentido, la tecnología no es transferible como producto lineal, sino
lo que podría transferirse son los procesos tecnológicos de diseño, procesos que en todo momento
deberán revisarse y adaptarse a los contextos concretos en los que quiera aplicarse, de forma que
sirva para "resolver", o por lo menos replantear, los problemas allí surgidos.
Esta concreción que hacemos, tiene en nuestro contexto más sentido que otras perspectivas y
tendencias más globalizadoras, como se puede observar en el estudio llevado a cabo por Alonso y
Gallego (1993), sobre la bibliografía existente en este campo, o los trabajos realizados por Alba y
otros (1994) y Bartolomé (1988), sobre los planes de estudio de esta asignatura en las universidades
españolas. El último de los profesores mencionados los expresa con claridad en los siguientes
términos: “... el núcleo fundamental de un programa de Tecnología Educativa gira alrededor del
Diseño, como elemento de fundamentación científica y estudio de medios específicos”
(Bartolomé, 1988, 55).
Posición que es también defendida por diferentes profesores de las universidades españolas que
imparten esta asignatura (Bautista y Alba, 1997), que hacen hincapié en que el campo del uso,
diseño y producción, selección, organización de las TIC, es el específico de la TE.
Ahora bien, queremos dejar claro que esta posición del diseño de medios y de situaciones mediadas
de aprendizaje, no significa para nosotros volver a las posiciones instrumentales iniciales centradas
en las características técnicas y estéticas de los medios. Algunas veces, parece que al hablar de los
medios y recursos de aprendizaje se piensa exclusivamente en sus referencias electrónico-
magnéticas y otros aspectos de la ferretería técnica. Sin embargo, hablar de medios desde una
perspectiva didáctica, es centrarnos en aspectos como sus lenguajes y sistemas simbólicos
movilizados, su pragmática de uso, su diseño, su utilización como instrumentos emancipatorios,
su investigación, sus posibilidades para la comunicación, su potencial para crear entornos de
aprendizaje colaborativos,... Sin olvidarnos de las necesidades educativas, las características y
peculiaridades de los contenidos a transmitir, y el contexto organizativo donde se introduce.
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Serán los dominios del diseño, el desarrollo, la utilización, la organización y la evaluación de los
medios y materiales de enseñanza, el campo de aplicación de la TE. Ahora bien, esta relación
debemos percibirla desde una perspectiva abierta como nos señala García Valcárcel (2003, 161-
162): “... se ocupa no sólo de aspectos aplicados (diseño de medios y materiales, diseño curricular,
propuestas que permitan resolver los problemas a los que se enfrentan los docentes), sino también
de reflexionar teorizar sobre lo que representan para la enseñanza los medios desde un punto de
vista didáctico, comunicativo y social. La Tecnología Educativa se configura como una disciplina
que pretende dar respuestas a preguntas como las siguientes: ¿qué pueden significar y aportar las
tecnologías en el mundo en que vivimos?, ¿qué significa vivir en la sociedad de la información
desde el punto de vista educativo?, ¿qué lectura escolar procede hacer de todo esto?, ¿para qué y
cómo puede ser procedente su integración en el currículum y la enseñanza?, ¿cómo puede influir
en el quehacer de los docentes y los discentes? ¿Y en la organización de los centros escolares?".
Aspectos sobre los que también se manifiesta de acuerdo Area (2004, 57) cuando nos habla que
ello “... supone ampliar el ámbito de acción de la TE en una doble dimensión. Por una parte,
ampliar, en el sentido de estudiar, no sólo los medios didácticos o medios de enseñanza, sino
también los efectos educativos de los medios y tecnologías de comunicación social, y, por otra,
ampliar el campo de acción analizando no sólo cómo funcionan los medios y tecnologías en la
educación escolar, sino también a otros ámbitos pedagógicos, como la educación no formal e
informal. En consecuencia, desde nuestro punto de vista, la Tecnología Educativa debe
reconceptualizarse como ese espacio intelectual pedagógico cuyo objeto de estudio serían los
medios y las tecnologías de la información y comunicación en cuanto formas de representación,
difusión y acceso al conocimiento y a la cultura en los distintos contextos educativos: escolaridad,
educación no formal, educación informal, educación a distancia y educación superior.”
Por otra parte, hablar de medios, o referirnos a la TE desde la parcela del diseño, no tiene por qué
tener un paralelismo, con sistemas videográficos, técnicas de iluminación, velocidad de la película
fotoquímica, velocidad de diafragma, grabación por componentes en la tecnología vídeo. Estos no
pertenecen al campo de estudio y profesionalización del tecnólogo educativo como estudios
encuadrados dentro de las ciencias de la educación y la didáctica, sino más bien al terreno de la
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formación profesional en su rama de imagen y sonido, y los licenciados en Bellas Artes y
posiblemente también de Ciencias de la Información.
Desde esta perspectiva es lógico encontrarnos con autores para los cuales su campo operativo sea
el proceso total del diseño de la instrucción y del aprendizaje. Sin embargo, pensamos que
deberíamos restringir en nuestro contexto su espacio de intervención al diseño de medios y
situaciones mediadas de aprendizaje; entre otros motivos, para que no ocurra como decía
Romiszowski (1981), que puede significar "todo" y "nada", o como decía Clarke (1982) los
tecnólogos educativos han perdido demasiada credibilidad por querer ir demasiado lejos; y por
otro, porque parece ser que se muestra con mayor sentido dentro de nuestra tradición cultural.
Bibliografía
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