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Eudaldo Forment Ser Persona
Este libro analiza la noción de Dios como causa sui en Descartes y otros ensayos relacionados. El autor examina las doctrinas de varios filósofos sobre este tema a lo largo de la historia. El documento también menciona otros pensadores que sería útil que el autor analice en el futuro.
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Este libro analiza la noción de Dios como causa sui en Descartes y otros ensayos relacionados. El autor examina las doctrinas de varios filósofos sobre este tema a lo largo de la historia. El documento también menciona otros pensadores que sería útil que el autor analice en el futuro.
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BIBLIOCRAFIA
EUDALDO FORMENT, Ser y persona. Publicacions Edicions Universitat de Bar-
celona, 1982, 464 pp.
Inste libro de Eudaldo Forment, profesor de metafísica de la Universidad de
Balicelona y discípulo de Francisco ,Canals Vidal, es uno de los, aportes más .sustanciosos al esclarecimiento de la noción tomista de persona que hayamos leído últimamente; tal vez el más medular de todos cuanto han aparecido des- pués de la publicación de la monografía de Umberto de.gl'Innocenti O. P. (11 problema della persona nel pensliero di San Tommaga, Reina, 1967). Para su redacción, el autor ha recopilado los textos fundamentales del Doctor Angélico abocándose a cotejarlos con las interpretaciones de sus principales comentadores y seguidores, en particular los de la segunda escolástica y los neotornistas de nuestro siglo. El trabajo de Forment, sin embargo, no pretende exponer integral- mente la temática especulativa y práctica acerca de la persona, sino que, a par- tir de las determinaciolnes esenciales de lo envuelto en su concepto, concentra sus análisis en la más agitada de las cuestiones que suscitó la doctrina de Santo 'Tomás dentro de su escuela y aun fuera de ella, esto .es, el asunto que, a partir de la cláusura de la Edad Media, atrajo la atención unánime de los alumnos del Aquinate: el constitutivo formal del supPositum rationale. De más está recor- dar, por tanto, que la materia aquí considerada se halla inmersa en una polé- mica densa y prolongada, como que reclama de continuo una aguda sutileza. de la intelección metafísica y, al mismo tiempo, el conocimiento de laS incon- tables intervenciones de los tratadistas involucrados en esta controversia. Forment ha encarado el estudio del constitutivo formal de la persona con la convicción de que la auténtica solución tomista, la que corresponde al sentir Intimo del Doctor Común, es aquélla provista por el princeps thOnzistaruin Juan Capreolo de Toulouse (1388-1444) y expuesta en su apología de Santo Tomás confeccionada al modo de los comentarios medievales de las Sentencias de Pedro Lombardo. Las líneas inaugurales del libro, por consiguiente, bien pueden servir de síntesis de sus conclusiones: la opinión de Capreolo muestra el carácter 'tras- cendental" de la persona mediante la indicación del esse o acto de ser como su constitutivo formal, no obstante la actitud mayoritariamente sostenida por la escuela tomista, la cual, merced al poderoso influjo de Cayetana, entiende que dicho constitutivo no sería el ser, sino la subsistencia (p. 1). Pero Forment no ignora que dentro de ambas corrientes internas del discipulado aquiniano se han producido algunas subdivisiones a resultas de la tarea de ir precisando los alcances que cada tendencia otorgaba a sus respectivas afirmaciones. Destaca con nitidez, por ejemplo, que buena parte de las discusiones se han nutrido de una hermenéutica errónea de la tesis de Capreolo, a tal punto que ha sido frecuente hacer pasar a algunos de sus adictos por enemigos de su posición, dial el +caso del Ferrariense. De hecho, la misma postura del teólogo tolosano fue constantemente expresada en términos discordantes entre sus propios opo- nentes. Así, Mundano, Suárez, Báfilez, y más cerca de nosotros Billot, Muñiz. Febrer, Fraile, etc., no parecen hallarse de acuerdo en derreedor de la vera meas de Capreolo.
SAPIENTIA, 1990, Vol. XLV
78 BIBLIOGRAFIA
Forment asegura sin ambigüedades que a la base de toda esta formidable
batalla teorética resalta la concepción que los tomistas han desplegado acerca del ente y del ser, el corazón de la filosofía primera. En tal aspecto, es enérgico al afirmar que Santo Tomás no ha equiparado el esse y la existential, sino que confirió al acto de ser una primacía fundamental que la existencia de suyo no. posee, a pesar de la generalizada inclinación escolástica —tomista y no tomista- a identificarlos. Fárment adhiere en esto a la línea que en el neotomismo ha encabezado Cornelio Fabro con su denuncia de la heterodoxia histórica de la escolástica formalista que ocultó la eminencia del ser en la secundariedad del existir. Por tal motivo, el autor estima que la clave para comprender el meollo dle la noción tomista de persona continúa siendo la distinción real entre la esencia y el acto de ser de los entes finitos o compuesItos y, además, que el problema se complica e ingresa a una seria confusión con la transpolación de la díada essentila-esse en el plexo más vulgar essentia-existentla. Rechaza, por ende, la objeción de quienes inculpan a Capreolo de haber transgredido la distin- ción real, emblema de la escuela tomista, como ocurriera con Garrigou- Lagr ange.
Forment ha consagrado el grueso de las páginas del libro al examen de las
doctrinas que han resonado con más fuerza en la historia de este conflicto. Su, investigación se detiene singularmente en siete escolásticos de los comienzos de la Edad Moderna ('Cayetano, el Ferrariense, Báñez, Medina, Suárez, •Ledesma y Juan de Santo Tomás) y en ocho contemporáneos (Billot, Hugon, Garrigou- Lagrange, Muñiz, Fraile, Quarello, degl'Innocenti y Vicente). Si bien es com- prensible esta restricción, no lo es menos que su elección ha recaído en pensa- dores de sensible gravitación en la evolución de la disputa sobre el constitutivo formal de la persona. Pero esto mismo, a la luz de la competencia exhibida por Pormfent para explayarse en tan grave materia, nos obliga a invitarle a nuevas incursiones al respecto, ya que sería oportuno revisar el estado de la cuestión en la escuela tomista primitiva, que es anterior a la querella originada en la interpretación de las Defensiones theologiae, de (apreolo; en los tomistas rara- mente explorados de la segunda escolástica (Jamen', Soncinas, los Salmanticen- sets, Mohrenwalder, Silvio, Zumel, eta.), y en el debate aún inconcluso de lar cristología de las décadas recientes (Déodat de Basly, Parente, Galtier, Piolan ti). La enjundia del volumen de Forment nos mueve a solicitarle este ulterior servicio a la metafísica que, sin duda, está en sus manos obsequiarnos, tal como lo ha certificado a través de la obra qu'e acabamos de reseñar.
MARIO ENRIQUE SACCRI
JAVIER FERNANDFIL AGUADO, Dios causa sui en Descartes) y otros ensayos,
Bausa, /vIadrid, 1989.
"Sólo ahora llegamos propiamente a la filosofía del nuevo mundo, la que
empezaremos con Descartes. Con él entramos, en rigor, en una filosofía infle- pendiente, que sabe que surge substantivamente de la razón y que la conciencia de sí es un momento esencial de ja verdad. Ahora ya podemos sentirnos como en nuestra casa y gritar al fin como el marino, despu4 de una larga y difícil travesía por procelosos mares: ¡Tierra!" (HEcEL, Vorlesungen über die Geschichte der Philosophie).