Poesía Sobre La Violencia en Colombia
Poesía Sobre La Violencia en Colombia
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Diciembre 4 de 2020
Declaro que este trabajo de grado no ha sido presentado con anterioridad para optar a un
título, ya sea en igual forma o con variaciones, en ésta o en cualquiera otra universidad”.
Art. 92, parágrafo, Régimen Estudiantil de Formación Avanzada.
Me detengo en la letra inicial del nombre de mi madre y mi abuelo paterno, quienes aún
por su paciencia.
Dedicatoria
poesía y la historia, nuestro interés es identificar cómo puede entenderse la historia desde el
poemas escritos entre los años 1950 y 2010, los cuales permitirán reconocer los alcances y
las formas en que son representados e interpretados los conceptos de cuerpo y territorio en
la poesía testimonial.
Los poemas que serán analizados fueron identificados como el resultado de una
investigación que se preocupa por las formas en que la poesía colombiana testimonia la
violencia. Estos son: “A Cali ha llegado la muerte”, de Emilia Ayarza (1919-1966); “Yo
que iba para la fiesta”, de Horacio Benavides (1949); “De la muchacha asesinada” de Pedro
Arturo Estrada (1956); “He aquí el brazo”, de Gabriel Jaime Franco (1956); el poema
“Bar”; de Juan Carlos Galeano (1958); y “Al otro lado de la calle” de la poeta Liana Mejía
(1960). Cabe decir que todos, hacen parte de la segunda edición la antología La casa sin
sosiego (2018) recopilada por Juan Manuel Roca, y prologada por el poeta José Ángel
Leyva. Finalmente, el poema “La Masacre de Chengue”1 de José Ramón Mercado, autor
que ha sido publicado en diferentes revistas nacionales que se han preocupado por
1
Se desconoce la fecha de publicación del poema.
últimos en tanto, conceptos fundamentales para la comprensión y reflexión de los
Juan Manuela Roca genera una visión más amplia sobre la violencia y las diferentes
formas en que es representada desde la poesía. Para el poeta “[…] la lectura de la poesía
colombiana desde el ámbito de la violencia lleva (…) hacia un ejercicio de una reflexión
sobre su época” (24). La poesía, tal y como lo expresa el autor, se preocupa por las
diferentes situaciones que ha atravesado el país durante el siglo XX y principios del XXI,
además, establece la poesía como una forma particular de entender la violencia: articula los
testimonios que generan una nueva interpretación de los hechos. La casa sin sosiego
demuestra una preocupación por darle a la poesía espacios concretos que permitan
sobre la violencia se establece una tradición poética que plantea reconfigurar los
los cuales es posible articular las voces de esos sujetos olvidados por el discurso oficial.
Los poemas escogidos serán un vehículo que establezcan nexos entre poesía e historia,
redes comunicantes que constituyen una nueva dinámica al re-crear los acontecimientos
el análisis, nos permitirá identificar los rasgos testimoniales que se configuran en los
cuerpos que son retratados por medio de la poesía. Se examinarán las formas como se
configura el territorio que ha sido escenario de los acontecimientos violentos y, que fueron
El primer capítulo establecerá las nociones teóricas sobre las cuales se sustentan
testimonial, comprendida aquí como un medio de denuncia (Zambrano, Paz, Foffani) capaz
desarrollado desde los principios de otredad y alteridad que permiten una lectura e
los escenarios que configuran la totalidad de los testimonios, en ellos se pretende establecer
una nueva configuración e interpretación del territorio tras su vinculación con la violencia
testimoniales de la violencia. Los poemas que serán utilizados para comprender el cuerpo
como un vehículo testimoniante, nos permitirán identificar los rasgos violentos que
alegoría del Moderno Prometeo, en el cual, se busca reintegrar el cuerpo para dar origen a
alcance de la poesía como un ente que configura nuevos espacios, es decir, la violencia
nombra y reconfigura el territorio donde acontecieron los actos, dándoles una nueva
testimonios sobre la violencia e historia del país. Por medio del lenguaje poético se han
construido formas de recuerdo sobre acontecimientos traumáticos vividos a lo largo del
siglo XX y principios del XXI. La preocupación inicia desde la poesía modernista de José
Asunción Silva2 (1865-1896), pasando por los poetas del grupo Piedra y Cielo3 y el
movimiento Nadaísta4 a mediados de siglo, hasta llegar a la actualidad donde autores como
José Ramón Mercado (1937), Piedad Bonnett (1951), Juan Carlos Galeano (1958), entre
otros, se han preocupado por recrear los escenarios violentos en los que se desarrolló la
lucha fratricida que ha causado más de doscientas mil muertes, según indica el Centro
historia, ha creado escenarios, lugares de esperanza y encuentro para todos aquellos que
poseen un testimonio sobre esta eterna violencia. Al respecto, Armando Romero afirma
que:
ideológica. (16)
denuncia, alejando los preceptos platónicos que caracterizan la poesía como mentirosa e
2
El poeta construye una imagen de los diferentes actores de la violencia en su poema “El Recluta”.
En el poema refleja las diferentes formas en que se vivieron momentos de muerte y tensión durante
la estadía involuntaria de un joven cedido por sus padres a las fuerzas militares del país.
3
“Entre los poetas que señalaron su hora de violencias, Darío Samper (Guateque, 1909-1984),
miembro de la Generación de Piedra y Cielo, logró poema […] en ritmos cercanos a las coplas
populares, donde se rastrean huellas de la violencia” (Roca 22)
4
Jaime Jaramillo Escobar, por ejemplo, escribe “El callejón de los asesinos” (1968) un poema que
presenta otro de los lugares cotidianos donde se establecía la violencia urbana.
irreal5. Los poetas colombianos han encontrado en la poesía un lugar para darle vida a los
testimonios olvidados, permitiendo que, por medio de ella, sea posible reconocer la
referirnos a los poetas como forjadores del testimonio, indicamos que son ellos quienes
recuperan esos pequeños datos que son olvidados por el discurso oficial, luego de esto,
configuran todo el escenario histórico y estético que se dilucida en el poema. Los poetas no
son testigos directos de los eventos que narran, pero sí son quienes se han preocupado por
El análisis que se propone en este trabajo surge tras reconocer que aún existen
lugares en los cuales es posible establecer nuevas interpretaciones sobre la poesía que se
se mencionará aquellos estudios previos en los cuales se han establecido nuevas lecturas e
estudio de la poesía colombiana de 1940 a 1960. Su análisis se preocupa por mencionar los
recursos y estilos poéticos que hacían frente a las confrontaciones bipartidistas de la época.
Asimismo, Romero cuestiona el papel del poeta como un elemento fundamental para la
concluye que el poeta poseía una visión total de los acontecimientos y podía denunciarlos
con un propósito crítico. Este es un estudio que aún posee vigencia, pues el autor desarrolla
y aclara con inteligencia cuál debería ser la función del poeta en medio de las hostilidades
5
Libro X de la República de Platón, en el cual el filósofo acusa a los poetas de mentirosos y sensibles.
de la violencia pues para el autor “[…] el poeta ve con precisión la realidad cotidiana,
Juan Carlos Galeano, escritor y crítico literario, publica en el año 1997 Polen y
poesía de La Violencia en Colombia, y la forma en que esta fue comprendida por los
diferentes círculos poéticos del país. Dentro de dicho contexto, el autor realiza un rastreo de
la poesía que posee algún interés por el tema de la violencia, recurriendo a tres temáticas de
análisis: poesía esperanzadora, la noción de los héroes y una tercera que es vinculada
directamente a la poesía escrita durante el movimiento nadaísta. Galeano hace también una
mención al concepto del cuerpo, lo reconoce como una figura que representa esperanza, el
cuerpo violentado es también un abono para la naturaleza y para el poeta: desde él pueden
surgir imágenes que alienten a comprender e interpretar la muerte. El rastreo del autor es
quizás uno de los más completos y detallados que se le han realizado de la poesía
colombiana, pues al abordar tres temáticas y diferentes estilos de escritura, agrupa casi en
sobre La Violencia en Colombia. El texto es apoyado con un vasto estudio histórico, lo cual
nos permite comprender aún más la situación que se estaba viviendo en el contexto
colombiano.
(1920-1990), Juan Esteban Villegas Restrepo analiza la poesía colombiana que media entre
los años de 1920 y 1990. Su rastreo se preocupa por las formas en que se presentaban las
violencias y los recursos líricos usados por los autores para construir los testimonios de
Carlos Castro Saavedra (1924-1989), Héctor Rojas Herazo (1921-2002), Matilde Espinosa
(1910-2008), Mery Yolanda Sánchez (1956), entre otros. Dentro de este contexto, Villegas
narcotráfico y el sicariato.
estudio titulado Regiones en vía de extinción: El canto de las moscas de María Mercedes
Carranza publicado en el año 2011 y, en el cual, el autor se cuestiona sobre la forma en que
autores que podrían vincularse a nueve metáforas. 30 años de poesía colombiana: 9 metáforas y
bibliografías publicado en el año 2003, advierte de dos metáforas que poseen relación directa con la
poesía escrita sobre la violencia acontecida en el país, entre los autores se menciona a María
Mercedes Carranza (1945-2003), Juan Manuel Roca (1946) y Aurelio Arturo (1906-1974) quienes
demostraron una preocupación por las diferentes formas de entender las muertes en el país.
colombiana y las formas en que esta restaura los testimonios desde diferentes panorámicas
6
Entre sus estudios se encuentran ponencias y artículos creados con la preocupación de darle un lugar
de enunciación a todos los actores y víctimas de la violencia, entre ellos se encuentran: Poesía
testimonial escrita por mujeres: memoria de la violencia en Colombia publicado el año 2018. “’Para
no matarme digo’: poetas asesinados durante el conflicto armado y la poesía testimonial como forma
de sobrevivencia en Colombia”, ponencia presentada el año 2017 en el Tercer Coloquio de
doctorandos en literatura latinoamericana de la Universidad Andina Simón Bolívar en la ciudad de
Quito.
poetas muertos e incluso desde una visión femenina de la violencia, sus interpretaciones
En nuestra época es latente el interés por preservar la memoria, conservar los documentos
en todas sus dimensiones. Al respecto, Jorge Eduardo Suárez indica que “[…] la obsesión
por el recuerdo parece ser uno de los signos distintivos de las sociedades occidentales”
un constante juego analéptico que permite hacer uso de la historia para la configuración del
presente, siendo, además, el instrumento que hace posible reconocer las hazañas y horrores
de la condición humana.
En efecto, así lo afirma Maurice Halbwachs cuando plantea que esta “[…] es una corriente
de pensamiento continuo […] que no tiene nada de artificial” (81). La construcción de una
Ahora bien, es necesario vincular la memoria colectiva con la historia. Son términos
complementan para configurar una historia más asociativa, aquella que pretende establecer
puntos más completos sobre los acontecimientos sucedidos. En nuestro caso, la memoria
colectiva funge como un vehículo que permite reconocer algunos testimonios sobre la
violencia vivida en Colombia7. Por otro lado, la memoria colectiva se adquiere y se
construye socialmente, son recuerdos vivos, una serie de “[…] memorias individuales” (53)
Desde el campo de los Estudios literarios se han empleado diferentes métodos para
la apropiación de una memoria colectiva capaz de imaginar y crear espacios, que logren la
articulación de testimonios para una comprensión más holística del conflicto armado, y de
esta forma fortalecer los testimonios que consoliden una forma de entender la historia de
una manera más completa y exhaustiva, es decir, por medio de las aplicaciones e
Colombia, se pueden identificar rasgos y huellas que no han sido mencionados por la
historia oficial.
olvidado por el discurso oficial. Por medio de la literatura, hemos identificado algunos
de la violencia, los padecimientos de cada uno de los artífices y víctimas, los recuerdos y
enunciación a aquellos hombres y mujeres que dejaron su voz en el olvido tras el paso de la
7
En este trabajo no se abordará de manera específica y detallada las implicaciones de la noción de memoria
colectiva en el contexto del posconflicto colombiano. La delimitación elegida obedece al ejercicio reflexivo
enmarcado en el análisis literario.
historia que se escondía detrás de las cicatrices causadas por la violencia. La poesía
construcción de la historia.
Así pues, para la consolidación de este análisis es necesario demarcar las líneas
teóricas bajo las cuales se basarán los diálogos e interpretaciones. En primera instancia, es
armado vivido en las entrañas del país. Asimismo, el concepto de cuerpo será comprendido
sensaciones. El otro es posible reconocerlo tras ser representado por el lenguaje poético. El
testimonio.
Abordarlos desde esta perspectiva permite no alejarse de los puntos de reflexión que
guiarán cada una de las interpretaciones. Ambos conceptos son comúnmente enunciados en
la poesía testimonial colombiana, ya que hacen parte de los recursos que los poetas
construcción de la historia, ya que entre cada verso o estrofa se establecen relaciones con la
realidad.
1.1 Memoria
Las reflexiones sobre la literatura nos han dirigido a nuevos escenarios donde reconocemos
los alcances del lenguaje y la creación literaria. Entre hazañas, glorias y muertes, hemos
Durante siglos ha existido la preocupación por narrar los acontecimientos por el hombre,
extenso período de violencia, vivido durante la mitad del siglo XX y principios del XXI.
Composiciones literarias que reflejan la necesidad e interés por construir una memoria en la
cual se nombre y reconozcan los eventos que dejaron una huella o afección en la memoria
del país. Selnich Vivas afirma “la literatura transforma el lenguaje para inquietar al lector”
(394). Esta podría ser una de las consecuencias del acercamiento a la poesía sobre la
violencia: generar una inquietud histórica y no solo literaria, e incluso una preocupación
que agrupe ambas epistemes, generando un movimiento más crítico sobre lo sucedido en
Colombia. Esta preocupación propició que los poetas se convirtieran en los portavoces de la
impulsados por la afección que genera la muerte “cantar por las desgracias, pero también
Múltiples teorías sobre la memoria señalan que puede existir una recuperación
reflexiva (Dosser 62) de los acontecimientos. François Dosser tras realizar un análisis a la
obra de Paul Ricoeur y Michel de Certeau hace uso de dicha afirmación para demostrar las
posibilidades de memoria que existen tras un evento positivo o negativo, es decir, generar
introduzca múltiples escenarios tales como la escritura, la oralidad, entre otros. Es posible
esto, se realiza una labor memorística empleada desde el panorama del poema, su intención
otro, Paul Ricoeur y Maurice Halbwachs afirman que la memoria es una labor colectiva
fundada desde múltiples individualidades que poseen una afección generada por los sucesos
memoria colectiva, capaz de retratar los diversos escenarios violentos vividos en el país.
Para el filósofo francés, la memoria, además, está ligada a la escritura, es así como
adecuada para que el recuerdo sobreviva, desempeñando una función en la sociedad que
desea relatar y recordar. Reconocer la importancia y validez de los poemas que retratan la
violencia, puede considerarse como un método que nos impida olvidar, pero que, además,
de recuerdo e imagen (67) señalados por Ricoeur, pues son el paso de lo virtual a lo real, es
la condensación del recuerdo volátil, que luego se convierte en una idea al ser configurada
últimos siglos.
lenguaje metafórico y figurado (Díez Fischer 8). De tal manera que lo que se fija en esta
“[…] de muchas injusticias sociales, económicas, políticas, sexuales. Ellos […] opinan,
(preguntan) sobre lo que otros no se han atrevido siquiera a hablar” (Vivas 398). La poesía
conserva y resguarda los testimonios sobre la violencia, configura la memoria del hombre,
Paul Ricoeur inicia su investigación preguntándose “¿de qué hay recuerdo?, ¿de
conservadas en una conciencia o memoria individual que luego serán olvidadas, hasta
del recuerdo, pues la afección se crea, al ser testigo u oyente, se olvida, y luego es
y demás resultados de la violencia, crean afecciones que buscan ser mencionadas para no
situarse en el olvido; es allí donde resurge la voluntad del poeta, quien, con la intención de
representar cada evento, ayuda y aporta para la construcción de una memoria colectiva.
Ahora bien, con Ricoeur nos preguntamos sobre “¿de quién es la memoria”? (19). El acto
victimario, del poeta, del lector, todos aquellos articulan sus recuerdos o memorias
individuales, con la pretensión de crear una memoria colectiva capaz de agrupar, reconocer
y transmitir las diversas sensaciones creadas por la violencia; luego de esto, identificamos
Existen, además, otros recursos que posibilitan entablar un diálogo con expresiones
literarias que serán analizadas posteriormente. El historiador francés Pierre Nora reflexionó
establecen los recuerdos. Para el autor “son lugares […] en los tres sentidos de la palabra,
re-construir la historia. Nora plantea que la memoria debe ser espontánea, similar al poema
olvido.
un recuerdo que integra, pues es un pasado que busca una nueva forma de representarse,
corpus poético de esta investigación, serán reconocidos como diferentes lugares en los que
la memoria se ha depositado, los cuales, esperan con anhelo de una revitalización repentina,
que les permita configurarse como parte de la memoria colectiva. El poema configura parte
de esa historia aislada y olvidada, por lo tanto, la suma de ellos permite la generación de
histórico.
Con el paso del tiempo la literatura, más concretamente la poesía, ha sufrido constantes
cambios. Con las vanguardias poéticas cada estilo o forma poseía un ismo, desde los cuales
permitieron el acceso de las voces reprimidas, aquellas que luchaban por dar a conocer su
historia. La poesía del siglo XX se estableció a partir de variaciones en las cuales el ingenio
del poeta fue siempre el artífice de esta, pero con nuevas implicaciones sociales e incluso
movimiento lírico más social, donde era posible escuchar al pueblo y lo que él tenía para
decir. El poeta prestaba su voz para dar mención a los acontecimientos que sucedían en su
país. Inspirados por lo acontecido en Europa, y tras el fin de la segunda guerra mundial, los
se sumaron a la lucha que afectó diferentes latitudes del continente. Un ejemplo de ello son
las dictaduras vividas en el Cono Sur durante los años de 1950-1980, donde los diferentes
su libertad de expresión. Pero, fueron los poetas quienes brindaron su voz para darle un
representación y creación lírica que cruzó las cercas de la poesía latinoamericana. Con la
necesidad que sugería nombrar y rescatar del olvido a quienes fueron víctimas de las
dictaduras, represión estatal y violencia. Poetas como Juan Gelman (1930-2014), Raúl
Zurita (1950), José Ángel Cuevas (1944) y Cristina Peri-Rossi (1941), se inscriben en el
subjetividad se alejan para dar paso a la realidad: todo aquello que es verídico, es
el hombre” (Paz 14), donde es posible evidenciar un diálogo más directo y cercano con la
realidad. Ahora bien, lo real —todo aquello que configura el recuerdo— permite reconocer
comprende la posibilidad de actuar sobre la memoria, el lector regresa sobre el suceso con
la necesidad de reconocer los hechos, actores, víctimas y lugares sobre los cuales se
revitaliza la memoria. François Dosse manifiesta que la historia está para ser recreada (62),
inmóvil, incapaz de ser manipulado. Tras este proceso, el poema se convierte en una
realidad capaz de generar una afección que suscita intriga ante la historia, promoviendo el
una cifra, como nos indica Piedad Bonnett en su poema “Cuestión de estadísticas”
Fueron veintidós dice la crónica
nueva historia, aquella que es olvidada en los diarios o anales de un país; es el lugar que
encuentra el poeta para darle voz al pueblo. Selnich Vivas, afirma que la poesía ha
poeta influye en el lector para apropiarse de los recuerdos que se aglomeran en las
dinámicas del país; asimismo, el autor es un sujeto que organiza cada una de las imágenes,
concentrándolas bajo una intención en la que configura “[…] el mundo establecido por la
entrelaza todo el panorama sangriento creado por los poetas en cada una de sus
representaciones.
verdadera aflicción al encontrarse con sujetos iguales a él. Desde la poesía testimonial se
realiza una puesta en marcha de un proceso de alteridad capaz de configurar al otro como
un ser ausente, “la historia implica una relación con el otro, en tanto alguien ausente”
de la misma. Selnich Vivas afirma que “para expresar lo que pasa en la guerra es necesario
históricas que conlleva la pretensión testimonial de la poesía que narra y testimonia los
durante un largo período de tiempo la violencia afectó a la población y puso en jaque a las
hacen parte de nuestra historia. Con ello, además, se gesta el olvido: nos convertimos en
sujetos de paso que hacen a un lado su historia, ignorando los acontecimientos que
confrontaciones civiles, políticas y militares. En cada una de ellas se nombran las causas y
consecuencias, se hace mención del discurso oficial, aquel que es necesario para la
historia de aquellos que fueron sumados como un cadáver o muerto más en la lista? ¿Cuál
las preguntas que conforman la poesía testimonial colombiana escrita entre los años de
1950 y 2010. El poeta adopta diferentes escenarios y construye un testimonio, un recuerdo,
cambio en sus configuraciones artísticas, ya que la poesía “[…] comienza a señalar nuevos
caminos para la creación poética y a participar hombro a hombro de las angustias de una
convivencia” (94). En su ensayo, menciona algunos autores que también nutren nuestra
investigación, una comunión que permite pensar en un ideal o propósito generacional que
necesitaba revelar la realidad del país, es así como podría pensarse que se configura una
posible reconocerla. Es necesario que aborde los lugares desconocidos, que explore con la
palabra, pues es una poesía que busca reivindicar la historia de los individuos olvidados por
el discurso oficial. Es, además, una representación que acentúa a diferentes sujetos en
testimonial es un nuevo estilo de poesía, el cual, para Octavio Paz, es consolidada por la
época en la cual se encuentra inscrita (18). En otras palabras, es la forma como se hace
evidente una necesidad. En el caso de la poesía colombiana publicada entre 1950 y 2010, la
necesidad se asentó en las palabras de los poetas que consideraron necesario darles un lugar
los lugares donde sucedieron los hechos. Este nuevo estilo de poesía permite configurar
gran parte de aquella historia que fue olvidada o pasada por alto en los documentos o
discursos oficiales.
De esta manera, la poesía testimonial será definida y comprendida bajo el rótulo de
podría decirse que la poesía testimonial es aquella poesía “(…) que se quedó a vivir en los
arrabales, arisca, desgarrada, diciendo a voz en grito todas las verdades inconvenientes”
(16). O, dicho de otro modo, el poema testimonial puede leerse como una representación
historia no contada y olvidada en los arrabales. Es, también, aquella que no se esconde, que
busca el recuerdo en el cuerpo que aún posee aliento e historia, pues ambos conforman el
Los testimonios creados por la poesía poseen la virtud de ser dispuestos desde la
comprender que los testimonios no poseen la voluntad de reavivar el dolor; son solo
nombramientos en los que el poeta deposita esperanza, amor o anhelo en el reencuentro con
la palabra. Los testimonios son diálogos generados por el cuerpo, es un encuentro que
suscita la necesidad del otro. Según Enrique Foffani, en el reconocimiento del otro como un
sujeto violentado se logra establecer un vínculo con la realidad, pues la poesía testimonial
(…) pensar el estatuto de verdad que la poesía pone en juego cuando se enfrenta a la
experiencia de lo real” (6). Tanto la poesía testimonial, como la historia oficial, son
definición de la poesía testimonial, se debe comprender que es un estilo de una época y que,
sintonía con ello, busca expresar las verdades inconvenientes. Es una forma de denuncia o
la historia, el lugar donde converge la realidad y el recuerdo tal como lo afirma Paul
recurso que compone la memoria, en ella habitan las huellas que conservan la historia de
quienes sucumbieron durante esta inacabable guerra que asedia a las diferentes latitudes del
impide la manipulación y el olvido. Recordemos que Paul Ricoeur y Pierre Nora sugerían
la escritura como una acción necesaria para la conservación de la historia, por medio de la
historia, en él se representan los sujetos y sus acciones. Por medio del lenguaje poético
frente a los documentos oficiales, aquellos que nombran las muertes como simples daños
reflejados diferentes recuerdos que articulan una memoria colectiva, la suma de estos,
1.3 El cuerpo
El hombre es situado o reconocido por su corporeidad. El espacio físico que ocupa permite
que posibilita anclarlo al recuerdo; por medio del cuerpo se reconocen sus acciones, sus
La configuración del cuerpo es un acto que se logra por medio del reconocimiento
humana.
intimidad que se reconoce luego como una totalidad que hará parte de una esfera social, y
conformar una población, el hombre empieza un proceso de reconocimiento del otro que es,
al igual que sí mismo, un individuo único. Este otro individuo es un reflejo que permite
reconocer la similitud con el otro. Tras verse reflejado en el otro, es posible establecer
muta al otro. El reconocimiento de un sujeto similar permite que el hombre reconozca que
por ser configurado y representado de manera correcta y es, además, la forma de conservar
la condición del otro: primero se es un reflejo, una imagen que padece, siente y sufre por
individuo. Es una transpolación del cuerpo que implica ser el otro desmembrado y
instrumentos usados por los poetas para consolidar el recuerdo; por medio de este, se logra
entre el espacio, las cosas y los sujetos que conforman el testimonio. La poesía testimonial
concibe el cuerpo como un recurso lírico, en el sentido de que en este se centran las
imágenes, los recuerdos y la memoria; es, además, una figura que permite enlazar las
imágenes y los recuerdos de la violencia. El cuerpo puede ser considerado como la imagen
necesaria para la consolidación del testimonio, pues es una construcción del otro que
abandonó lo terrestre para situarse en el espacio del recuerdo y la memoria. Para el poeta la
representación del otro es la configuración del recuerdo que logra la consolidación del
representar el cuerpo. Existen otros cuerpos, entre los cuales se puede situar el cuerpo como
entonces como un cuerpo, puede ser interpretado como víctima y victimario, además de ser
el testigo, el herido, es el cuerpo abandonado que necesita del poeta para darle origen y voz
a su testimonio. Para Octavio Paz “(…) el poema es (…) el lugar de encuentro entre la
poesía y el hombre” (14), ante este encuentro se hace posible la corporeidad del poema, es
una extensión más del cuerpo, es un músculo, una extremidad o un pensamiento que desafía
al olvido para situarse en la historia humana. Entender el poema como un cuerpo, implica
reconocerlo como un documento real, es un texto que permite descifrar la historia. Desde el
accionar violento del hombre. Finalmente, el lector, reconoce y experimenta el dolor del
testimonio, pues el cuerpo se convierte en documento que conserva la memoria, cada verso
escenifica o representa a un individuo que desea darle un lugar de enunciación a su
testimonio.
decir, al situarse la poesía en el otro, se crea un reflejo que permite reconocer una historia
real y comprobada, en la cual el poeta usa el lenguaje para crear un testimonio que alimente
relaciones con la realidad. La otredad del poema realza el encuentro con el otro, el cuerpo
autónomos, nuestras representaciones corporales, son hechas por alguien que nos observa,
aquel que se convierte en nosotros mismos durante un lapso de tiempo. El cuerpo mutilado,
en un testimonio, es este caso, el poeta, se hace acreedor del cuerpo, con la intención de no
medio o recurso que impide el olvido, el poeta emplea imágenes en donde se reconoce una
lugar donde el tiempo se escribe a través de la memoria” (Haddazi párr. 5). En el cuerpo
evidenciamos el paso del tiempo, cada experiencia crea una huella y es por ello la
aliado para configurar los recuerdos y testimonios sobre las muertes y consecuencias de la
violencia, el cuerpo se ha convertido en “[…] uno de los motivos literarios más frecuentes
en la literatura colombiana de las últimas dos décadas es el del “cuerpo inerte”, que ha sido
Giraldo,150), esto nos refiere la creación de una huella estética, aquella que es recurrente
testimonial colombiana nos aproxima al otro, y esto implica reconocerlo y reflejarse en él.
De esta forma se construye un testimonio que hará posible comprender cuáles fueron las
necesidad de reconocer al otro para representarlo de manera puntual. El poeta debe situarse
como víctima o testigo de la historia colombiana, logrando de esta manera hacer del poema
como una extensión del cuerpo que es capaz de dar testimonio y situar la historia.
junto con los lugares construye el testimonio, configurando las huellas que hacen posible
1.4 El territorio
Los territorios en la poesía testimonial colombiana son lugares creados por imaginarios
colectivos, siendo, además, “(…) un lugar preciso con límites y con características
específicas según (…) intereses de los diferentes agentes sociales dispuestos al «juego» de
universo creado por el poeta en el devenir del poema donde su margen o límite es
preocupa por darles mención y reconocerlos como víctimas o testigos. De tal modo que, por
violencia.
Los territorios poseen una identificación espacial, pero son ocupados por hombres y
mujeres que establecen relaciones afectivas con los escenarios que habitan. El territorio
con el pasado. Para Nelson Vergara “(…) el territorio es un escenario de la vida plural,
colectiva, social o cultural” (235); es en el territorio dentro del cual se adquiere una
identidad que luego es reconocida por el otro. Los lugares son un espacio apropiado donde
habitaron, e incluso re-crea los escenarios dándoles utilidad en la construcción del recuerdo.
Dichos territorios son de demarcados y regidos por un estado, en ellos gobiernan ideologías
que los consideran como parte de una nación unificadora y agremiante, tal como lo
establece la constitución política colombiana de 1991, pero dichos territorios son móviles,
Pierre Nora nos indica que, todos estos lugares son construcciones connotados de un
valor que significa y prevalece en la memoria de quienes los configuran “lugares entonces,
lo inmutable y lo móvil” (34). Es decir, cada uno de los escenarios mencionados por la
poesía colombiana que narra la violencia, configuran una memoria que a la vez es móvil,
espacios que no se detienen, continúan caminando con víctimas y victimarios, con quienes
conservan el recuerdo, pero, además, su memoria está situada y se conserva pues posee una
conflictos sociales, ideológicos y políticos que, atentan contra un individuo, una población
realidad, pues queda en el olvido y situada a miles de kilómetros. Sin un destino fijo los
desplazados o apátridas viajan con su historia entre los dedos o las uñas, como dictan los
8
Estos versos son tomados del poema “Los desplazados” publicado en el año 1959.
La mujer con su esposo entre las uñas.
de la siembra quemada,
un terrible silencio
la poesía testimonial debe ser comprendido como aquellos lugares de enunciación donde el
poeta reconoce las implicaciones de la violencia, según Nora, “en ese sentido, el lugar de
configuración particular, a la cual, se le suman todos aquellos testimonios que articulan los
actos violentos sucedidos en él, es así como se logran entender las múltiples significaciones
pues son reconocidos e identificados tras una serie de muertes o sucesos violentos. Un
ejemplo para esta afirmación es el poemario El canto de las moscas (1997), de María
Mercedes Carranza (1945-2003). En esta obra la poeta explora y sitúa algunos de los
lugares donde aconteció un suceso violento en el margen del conflicto social desatado en
Necoclí, Ituango9 y Soacha10 son territorios que poseen una soberanía y control nacional,
trágico que enmarca cada escenario. El testimonio de María Mercedes Carranza crea el
poéticas: el cuerpo y el territorio. Al ser hija de una época, la poesía testimonial vincula
participación al cuerpo y los territorios. Para decirlo más claramente, en ellos se afirma la
liminar “(…) la liminalidad es el único concepto que nos permitiría captar aquello que es
9
En los municipios de Mapiripán, Necoclí e Ituango se presentaron masacres por parte de diferentes
grupos paramilitares en los años de 2002, 1990 y 2000 respectivamente. Dichas masacres dejaron un
alto número de muertos e impulsaron el desplazamiento de más de 200 personas.
10
La poeta representa el escenario del asesinato del candidato presidencial Luis Carlos Galán
Sarmiento en el municipio de Soacha en el año 1989.
poesía testimonial que dice a gritos las verdades inconvenientes (Zambrano 16), y lo móvil
la sociedad colombiana.
violento poseen una singularidad que es denominada como huella, es decir, en ellos se
encuentra y evidencia una eventualidad que continúa configurándose aún con el paso del
tiempo, en ella se conserva el testimonio y emplea una función capaz de impedir el olvido,
violenta. En el prólogo de la antología La casa sin sosiego, compilada por Juan Manuel
Roca, José Ángel Leyva indica que “[…] Colombia en el exterior no era sino una fiesta de
Latinoamérica.
Colombia. Piedad Bonnett refleja la crudeza de las muertes “[…] un solo miedo, un odio
que crepita, y un millar de silencios extendiendo sus vendas sobre el alma mutilada” (82)11 .
ella para consolidar los testimonios que permitirán establecer y realizar un diálogo con la
historia, haciendo particular énfasis en los cuerpos y las posibilidades de testimonio que
Los testimonios consolidados por los poetas colombianos poseen un primer lugar de
poesía que desea configurar los testimonios. En el cuerpo es posible encontrar todos los
11
Fragmento extraído del poema “Cuestión de estadísticas” publicado el año de 1995, el cual hace
parte del poemario El hilo de los días.
poetas reconozcan y expresen la sucesión de un acontecimiento, construyen el testimonio y
se sitúan en la fatalidad de la muerte como último escenario. A la par con ello, en el cuerpo
palabras, la única prueba que da veracidad y credibilidad al testimonio. Por medio del
cuerpo se reconocen las huellas que permiten enunciar y crear una memoria colectiva que
memoria colectiva, lo cual, según Maurice Halbwachs “[…]hay una historia viva —
testimonial— que se perpetúa y renueva a través del tiempo” (66), tesis que es apoyada por
Paul Ricoeur cuando habla de la necesidad del diálogo para la comprensión de los
acontecimientos, pues las acciones colectivas tejen los recuerdos y estabilizan la memoria,
siendo esta, una de las funciones primordiales de la memoria colectiva. En el marco de este
análisis, dicha memoria es el resultado de la labor testimonial que se logra por medio de la
poesía. La poesía testimonial es móvil y se renueva gracias a los diferentes recursos líricos
desarrollados por los poetas, es así como se establece una relación y operatividad para la
encontrar memorias que son móviles, apoyados en los planteamientos de Pierre Nora,
entendemos que los recuerdos habitan en escenarios híbridos, los cuales pueden configurar
Así pues, para el progreso y continuidad de este análisis será necesario detenerse en
desarrollado de diferentes formas según los recursos líricos de los poetas. Existen
expresiones que optan por denunciar y reflejar las muertes de forma cruda y desmesurada,
Otro de los recursos que será motivo de análisis es la interpretación del poema como
ensamblaje del cuerpo. Para lograr esto, es necesario acudir a la metáfora del moderno
Prometeo, como una forma de alusión y comprensión para este planteamiento. La poesía
colombiana es un Prometeo desencantado por la vida, sus extremidades son algunas piezas
articulado por sí mismo; para desplazarse “[…]se precisa estar vestido de madera y haber
dado la cuota al artesano experto que hace cruces” (Hernández 57). Es un cuerpo inerte. La
metáfora de la vida en este nuevo Prometeo será entendida tras la solidificación testimonial
La poesía colombiana permite reconocer los horrores de la violencia, por medio de ella se
colombiana? Esto se logra tras la configuración del cuerpo y los territorios como lugares
Chengue” el poeta José Ramón Mercado12 (1937) expresa con crudeza los hechos
El poema muestra las implicaciones que tuvo la violencia en los cuerpos de quienes
de enero del año 2001. La construcción del poema constata un verso libre que se encamina
hacia un estilo prosaico, que es posible comparar y asemejar con un testimonio creado en la
disposición del testimonio. A manera de juglar, el poeta presenta una construcción que
12
Debe diferenciarse del poeta y periodista José Ramón Mercado Vega (1863-1911) procedente de
Puerto Rico.
puede entenderse como un himno lleno de horror que hace recordar los acontecimientos
El lenguaje es explícito y crudo pues, aunque la poesía tiene la facultad de ser la expresión
de la poesía testimonial. Dicha crudeza suple la necesidad propia del estilo que rige a los
poetas de la época, los cuales configuraban sus poemas desde la armonía de la muerte, aun
Villegas expresa que la poesía de Castro Saavedra posee “[…] un lenguaje crudo y
descarnado, sin reserva alguna a la hora de testimoniar los vejámenes a los que fueron
expuestos los cuerpos de hombres, mujeres y niños de la época” (48-49). Aunque la poesía
pretenda alejarse del horror y la reencarnación de los sucesos violentos de forma dolorosa,
debe acudir a ellas para de esta forma construir y representar el testimonio más cercano a la
realidad, pues es esta una de las pretensiones de la poesía testimonial. De esta forma, hace
posible que el lector se identifique con los acontecimientos, haciendo posible una
comprensión por medio de la experiencia del otro. Dentro de este contexto, las imágenes
explícita, constatando la atrocidad de los hechos. José Ramón Mercado indica que aún
después de la muerte cada cuerpo o rostro evidenciaban dolor “[…] los muertos tenían el
miedo en el rostro” (verso 2). Esta imagen demuestra la labor del poeta al querer configurar
uno a uno los rostros de la violencia, pues no es sólo el rostro de las víctimas, sino también
de los testigos.
Esta rememoración del dolor permite situar al poema como un documento que
navega entre lo bello y lo terrible, tal como lo expresa Rilke en una de sus elegías “[…] La
belleza no es sino el principio de lo terrible” (202). El poeta indica que por medio del
poema se establece una visión cruda y cruenta de la realidad, pero que transita por la
José Ramón Mercado recrea la forma como se configuraron los hechos: “llegaron al
final de la noche, entre la sombra ciega y los ladridos de los perros” (párr. 1). Estos versos
constatan la incursión de los asesinos en el pueblo de Chengue. Tras esto, los versos
les amarraron las manos y les taparon la boca, luego les pusieron sus cabezas sobre el
tronco […] y uno por uno fueron despescuezando”. Es así como el poeta establece, por
medio de los cuerpos, una relación directa con el testimonio, en ellos se encuentra reflejado
objeto o documento que articula una nueva comprensión del acontecimiento violento.
según informa el CNMH en su página oficial, el cual cobró la vida de 28 personas, entre
ellos Néstor Meriño y Manuel Mendoza, a quienes el poeta nombra y eterniza, pues sus
denominador lo incita a alejarse del dolor, apartándose de la tortura, pero es ya una víctima
bandos del conflicto armado. El cuerpo de Manuel Mendoza, dividido como en otro tiempo
sustentado en su cuerpo.
Por otra parte, el cuerpo de Néstor Meriño no fue dividido, pero sí apilado junto a
como una parte de sí mismo. El poeta expone sensaciones que hacen posible reconocer o
Los cuerpos de Manuel Mendoza y Néstor Meriño son los antecedentes del
testimonio construido por el poeta. En ellos y al igual que en la “[…] montaña alta de
despojó poblaciones enteras con la pretensión de generar dolor entre sus pobladores, pues
condenación de los hechos. El sujeto lírico del poema pide al lector visualizar los muertos;
es una voz que interpela al lector para que no desconozca ni obvie los hechos. Se hace
evidente la preocupación del poeta por narrar o poetizar aquel evento traumático sucedido
(verso 5)
arrumado en el que todos se postran con el mismo rostro. Existe un vacío, es un instante
único factor que condena el acto. Es por medio del lenguaje penetrante que el poeta facilita
la comprensión del acontecimiento, demostrando que los cuerpos crearon una historia en
forma de montaña, en la que es posible re-configurar los hechos, construyendo una nueva
comprensión de la historia.
que es creada con rigurosidad por parte del poeta. Es en las mujeres donde es posible
reconocer de manera más exacta una construcción poética mediada por características de
otredad
desaforado del corazón, la nostalgia de una mirada y la fertilidad femenina. José Ramón
Mercado acude a la figura femenina para exponer un testimonio que es capaz de confrontar
emocionales más fuertes. Las mujeres a las que el poeta acude muestran la barbarie de los
actos con sus expresiones y sensaciones: la mirada de María Martínez que “[…] los
muertos pálidos”, la fecundidad de Sixta Andrades Sequea que “[…] volvió a menstruar/
tiempo para despedirse/ una pasta gruesa en la saliva le atacó la voz” (párr. 1) constatan un
escenario lleno de horror, rostros que se ocultan e incluso divagan por las calles de
Chengue esperando ser evocados por el testimonio de quienes luchan contra el olvido.
espacios y escenarios del municipio de Chengue. Los gritos y la sangre pasan a habitar los
lugares de los vivos, convirtiéndose en los huéspedes de la noche, de las casas e incluso de
permiten establecer, evidenciar y vivificar los hechos, haciendo posible una reinterpretación
Este recorrido por el poema de José Ramón Mercado revela que la poesía es un
de manera puntual y verdadera. No se debe olvidar que, aunque la poesía testimonial tenga
facultad ficcional, aquella que debe ser desprendida en ningún caso del lenguaje o recurso
poético del autor, ya que son representaciones logradas o creadas desde los escenarios del
conceptos “[…] son modalidades llenas de historicidad” (Castillejo 62) que permiten
que este puede asociar los versos a la cotidianidad o experiencia de su día a día. Es de esta
las guerrillas y los grupos paramilitares. Cada lectura es una interpretación única del
poema, es así como para Octavio Paz se configura la poesía “[…]cada poema es único”
(17), pero, la individualidad reflexiva del poema a la intencionalidad con la cual se acerca
posible entender que el cuerpo es un medio que comunica y reproduce los acontecimientos;
se representan por medio del cuerpo, el hombre es un individuo que necesita de alguien más
para representarse, en este caso, el poeta expone los cuerpos, es él quien los configura,
reconstruye y expone, además de esto, demuestra las huellas que se encuentran en cada uno
el municipio de Chengue.
El poeta nos transporta a un escenario sangriento y doloroso, pero, ejerce como guía
para quienes nos preocupamos por el ejercicio de la memoria, aquellos cuerpos son
sinónimos del recuerdo: historias, testimonios y huellas que se unen para configurar una
articulaciones que construyen una memoria colectiva, huellas y rasgos que demuestran la
pluralidad de la historia, Paul Ricoeur anunciaba que de esta forma sería posible
planteamiento, podría vincularse con lo establecido por Pierre Nora al fijar la importancia
de los lugares donde se instaura la memoria, los cuerpos son acreedores de la historia, ellos
espacios que se vinculan con la historia, el cuerpo es el instrumento ideal para la memoria,
pues conserva, a pesar del paso del tiempo, las huellas y cicatrices ocasionadas por el
hombre.
cual los cuerpos huyen con las esperanzas en las manos. Ahora bien, es posible encontrar
representaciones donde la crudeza se refleja de manera armoniosa. El poema “yo que iba
medio de una escena sangrienta en donde el amor establece un vínculo más allá de lo
afectivo:
Y la sangre de mi hermano
Benavides recurre a la crudeza por medio de los colores, es el rojo el color que
sobresale al realizar un recorrido por las líneas del poema. El acontecimiento posee mayor
realce al reconocer la hermandad entre el sujeto enunciado. Para quien es testigo existe un
dolor más allá de las manchas rojas sobre cada una de sus prendas blancas, aunque este
demuestre cotidianidad ante la muerte y preocupación solo por su vestimenta “[…]es muy
tarde para volver al almacén// y no tengo ropa limpia en la casa” (78). Existe algo más en el
Horacio Benavides hace un juego con la entonación de los colores; “como salta el
rojo sobre el blanco” (78). El poeta señala que la muerte es una situación que debe
violencia impide una reflexión e “[…]insensibiliza al espectador ante el dolor real” (19), y
es por esto por lo que en ocasiones se contempla la muerte violenta como un acto cotidiano
y no como un suceso que necesite de reflexión. El testimonio del poeta debe afectar al
lector, haciendo que este reflexione sobre el acontecimiento que representa el poema.
La intención del poeta es no situar en el olvido al hermano del sujeto lírico. Lo que
desea es convertir aquella sangre en la tinta que construya el testimonio, y las prendas
Y para colmo
La sangre de mi hermano
muerte rapta a los seres amados y la memoria impide su olvido. Horacio Benavides sitúa la
mancha de sangre en el lugar más cercano al corazón, las fibras del testimonio son creadas
con la ilusión de impedir el olvido. El poema es una metáfora que permite la construcción
la historia.
El poeta oriundo del departamento del Cauca, construye un testimonio donde es
cuerpo del hermano como un ente que muta y conserva las huellas o rastros del evento
Aunque el sujeto lírico del poema quiera hacer notar la muerte como un acto de la
cotidianidad “y ya es muy tarde para volver al almacén/ y no tengo ropa limpia en mi casa”
en el pecho”. Es él mismo quien reconoce las pulsiones y afecciones que trae consigo la
cercanía de la sangre con el lugar donde idílicamente reposan, nacen o surgen los
una construcción mediada por la otredad, ya que el otro se ha integrado en un cuerpo ajeno
pues se logra comprender que la violencia y las muertes fueron quizás un tema de segundo
plano para la población colombiana que se acostumbró a ellas, reconociéndolas como parte
de su identidad. Vale recordar que en la actualidad hay quienes niegan la violencia y acusan
estadísticas causadas por el daño colateral, asimismo, identificadas como registros que
detenimiento para reflexionar sobre las causas y consecuencias que trae consigo un
fallecimiento violento, en cambio, la fiesta siguió ardiendo y logra ser comparada como con
una patria sangrienta y desinteresada que es manejada por un Dios borracho como lo indica
planteamientos de María Zambrano cuando propone que la poesía debe tener la objetividad
planteado por Zambrano, la poesía debe revelar y al mismo tiempo transmitir la historia no
contada para que luego, su interpretación sea articulada como parte de la historia (16).
Mercado, se está ante el hecho de que la poesía testimonial escrita en Colombia durante los
años en que se desarrolló “La Violencia” y conflicto armado, posee un estilo dado por las
desencanto por la vida, en el cual se formula la muerte por medio de los dolores e incluso
del padecimiento del otro. Todo esto permite el diálogo con lo planteado por Octavio Paz al
preocupaciones que coinciden con las pretensiones de la poesía testimonial, la cual busca
13
Miré los muros de la patria mía/ojos de piedra, esfinges de oro, /mierda en las rendijas. /País usado
por un dios borracho/que delira eternamente/con una puerta que jamás existió. (verso 1-5)
agrupar e integrar los matices más descarnados de la violencia, demostrando su
preocupación por situarse en los lugares más vulnerables y sangrientos que permiten la
entendemos que en la corporeidad busca establecer vínculos que nos hagan artífices de los
eventos que se narran, es un reflejo de nosotros mismos que restaura y escenifica la historia
recuerdos y son huellas que apoyan la construcción de la historia. El poeta suma su voz y
construye un imaginario colectivo, donde nos encontramos todos quienes topamos con el
poema, siendo así, cada una de nuestras interpretaciones se vincula con el ejercicio de
recordar, impidiendo el olvido y situándonos como quienes nos preocupamos por el otro,
por la historia.
afecten sus emociones y experiencias, pues de esta forma se reconocen y vivifican las
XIX por Mary Shelley en su novela Frankenstein o el moderno Prometeo. Dicha alegoría
Dios. Es el rapto, nuevamente, de los fuegos sagrados que iluminan la comprensión del
mundo; a partir de dichos fuegos, se crea un nuevo hombre o monstruo que es consciente
de estar condenado a la soledad, pero que encuentra valor en la vida, en la unidad del
Amale Hadazzi afirma que “[…] el poema se convierte en una extensión […], en otro
cuerpo” (párr. 5). Es así como se establece la preocupación de la poesía por representar
nuevos espacios donde sea posible instaurar la historia y los diferentes testimonios que
articulación y reflexión del poema, pues es el medio que comunica el acontecimiento y, tal
vida se extingue con la intención de articular la historia, es decir, aquellos fuegos que
brindan al hombre conciencia y vida, abandonan el cuerpo permitiendo una reflexión sobre
los sucesos o acontecimientos que los llevaron a este lugar sin vitalidad y conciencia.
que configuran la totalidad de este, es decir, el poema se convierte en una unidad doliente
que busca integrar cada sensación producida por la violencia, las muertes y los
considerar el poema como una totalidad hace posible la comprensión e identificación del
interior del poema. Es una transformación que permite reconocer la poesía como un
de memoria individual en el cual se hace un reconocimiento del pasado, en este caso, al ser
aquellas que son construidas por el entorno, los testigos y todo aquello que se configura en
el escenario poético. Nuevamente, se debe aclarar que, aunque el poema tenga la pretensión
dos poemas que permiten configurar y reconocer el poema como un cuerpo, en cada uno de
ellos es posible registrar una extensión, miembro o extremidad, que configuran identidades
XXI.
Gabriel Jaime Franco (1956), en el poema “He aquí el brazo”, permite comprender
el poema como un cuerpo, pues construye una figura infantil que fue desmembrada en
He aquí el brazo,
anticipada, en la cual el poema busca integrar ese cuerpo que se encuentra fragmentado por
el dolor y las emociones que genera la violencia. El brazo y la pierna son dos extremidades
presentado ante una figura divina, pero, para el poeta, la fragmentación del cuerpo impedirá
ni la quieta cruz.
dirigen las almas y los cuerpos tras la muerte. En la antigua Grecia se brindaban ofrendas al
barquero para cruzar el Leteo y habitar el mundo de los muertos. La cultura cristiana
siempre acusó de un paraíso edénico en el cual se lograría un eterno descanso. En este caso
es posible preguntarse ¿existe un lugar al cual acuden los cuerpos en los cuales no es
posible reconocer una identidad? Para el poeta no existe ese lugar de ensoñación, para
aquella niña “[…]no hubo ni habrá cielo” (92), su cuerpo está destinado a divagar por entre
las líneas del poema, convirtiéndolo en su único lugar de refugio. El poema es el encargado
de darle unidad y una identidad a ese cuerpo fragmentado, es su sitio de reposo y único
lugar de enunciación. Es un cuerpo dividido en cuatro partes que hace coincidir las
cuerpo, pues en este se establecen relaciones e interacciones con la cotidianidad del actuar
desmembrado que solicita o desea un lugar de descanso que no es concedido por el autor;
violencia.
como un moderno Prometeo, esto es, como un sujeto que se configura como un cuerpo
deshabitado y no posee vida sino nostalgia y deseo de memoria, será necesario fijar la
mirada en el poema de la muchacha asesinada del poeta Pedro Arturo Estrada (1956), en el
cual una mujer pide restitución o información alguna de su cuerpo que fue violentado y
luego desmembrado sin razón alguna. Es ella misma quien interpela al lector, es decir, es
ella misma tomando vida, aclamando explicación por sus extremidades y órganos
abandonados y olvidados.
Ante quién
víctima de una acción desmesurada donde la mujer sufre al no reconocer el lugar en que se
encuentra su cuerpo, pues ha sido arrojado, sepultado o incinerado para luego ser
los hechos, con el deseo de encontrar las palabras que clamen restitución. A diferencia del
poema de Franco, Estrada construye un cuerpo que se integra. En cada verso se logra
reconocer una articulación, miembro o característica del cuerpo. Se identifican otros rasgos
del cuerpo que se componen por medio la sonrisa, los gritos e incluso los sueños, el poeta
Ante quién
palabras al igual que cada miembro de su cuerpo para dar origen o lugar al testimonio, pues
su cuerpo posee una historia capaz de retratar el instante en que se perpetúo la violencia. En
Ante quién
De la vida
La palabra configura al poema como un cuerpo que busca ser integrado en cada
acontecimiento. En los cuerpos se logran reconocer sucesos pues poseen huellas o rasgos
que buscan vivificar el hecho y el acontecimiento violento. Las huellas que se comprenden
por medio del cuerpo permiten crear una memoria que es configurada por el otro que se
representaciones que pueden ser comprendidos como documentos en los cuales es posible
durante la época del conflicto armado vivido durante tantos años en Colombia. María
Zambrano indica que “[…]en la poesía encontramos directamente al hombre” (15). Dicho
más humana posible, de esta forma se emplea un juego de sensaciones donde el lector
Los análisis sobre la poesía testimonial colombiana constatan una preocupación por
entablar un diálogo que la aproxime a los discursos oficiales, además, que le permita ser un
espejo de la realidad, aquella que es esquiva al pensar las composiciones retóricas como
siendo compuesta por la imaginación del poeta. Son testimonios que poseen la facultad de
llenar los espacios vacíos establecidos en la historia que es contada de forma lineal, en la
aquellos que son construidos por los cuerpos abandonados, por los testigos e incluso por los
diferente sobre los hechos violentos perpetuados en el país. Desde la construcción de este
capítulo fue posible comprender las formas en que se realizaron los actos violentos,
además, se establecieron nuevos nuevas lecturas sobre la violencia que puede ser
perspectivas académicas y disciplinarias, pues son eventos que han marcado la historia del
convirtieron en una víctima más de los eventos traumáticos vividos a lo largo del siglo XX
escenarios del país, naciones independientes como Marquetalia, lugar de origen del primer
alzamiento de armas de las FARC-EP, el Urabá y las regiones de las cordilleras donde se
instauraron los grupos paramilitares; las principales ciudades del país y municipios como
humana que hizo posible la construcción de testimonios que permiten comprender otros
desarrolló la violencia deba ser comprendido como una entidad o individuo que posee un
testimonio, pues en ellos se perpetuaron los hechos y, además, poseen huellas que al igual
también los lugares, se establecerán los lugares como partes que conforman el territorio. Lo
anterior se puede afirmar al reconocer “[…] el territorio [como un] conjunto de objetos y
acciones, sinónimo de espacio humano, espacio habitado” (Santos 124). Para Milton Santos
las formas espaciales no son pasivas, sino activas” (35). Esto indica que los territorios
pueden ser reinterpretados constantemente, pues son los individuos que los habitan quienes
Al reconocer los lugares como una red que conforma el territorio, será posible
municipios e incluso lugares como un bar, un puente o una casa, son fuentes testimoniales
capítulo entenderá la poesía colombiana como un instrumento que representa, dando origen
y espacialidad a esos lugares donde aconteció la violencia. Es decir, por medio de la poesía
se reconocen nuevos espacios que logran ser vinculados como individuos o entidades que
“Bar” de Juan Carlos Galeano (1958), la violencia crea una nueva interpretación sobre un
configurar una nueva lectura sobre los lugares, conociendo desde ellos los alcances de la
cual pronto sucederá una acción violenta e incluso mordaz. La introducción y mención de
estos tres agentes dentro del poema permiten reconocer el contexto del lugar. Un bar es un
lugar al cual se acude con constancia, aunque en el poema de Galeano se comprende como
un lugar diferente al cual acuden hombres y mujeres con una intención desconocida, es
quizás un lugar encuentro donde las pasiones sostienen los objetos, ocultando los rostros de
quienes lo habitan. Pero ¿qué marcas o huellas son posibles reconocer en aquellos lugares
cotidianos cuando aún no han sido creados o imaginados por la poesía? Podría decirse que
son lugares comunes que poseen una historia lineal, pero que, al ser representados por la
lugar que posee un testimonio capaz de dar solidez a la configuración de una memoria
alterna. La poesía testimonial revitaliza los espacios, recrea y reconstruye las acciones,
contada; aquellos espacios son cómplices del poeta, pues este identifica el paso de la
muerte y reconoce la necesidad de introducirse en las huellas y cicatrices que generó dicho
evento, luego de esto, emplea el lenguaje como su mayor instrumento, concede significados
crear los lugares que fueron habitados por la violencia. Anteriormente se dijo que en el
Canto de las moscas se da origen a los lugares en que se vivió la violencia, para los lectores
de su obra será posible reconocer a Soacha, Mapiripán e Ituango, pues la poesía ha mediado
cual llegaron hombres de blanco armados y con la capacidad de “[…] conquistar mucha
belleza” (99). El poema recrea el suceso, da vida a los objetos, creando un escenario en el
cual sea posible reconocer un testimonio que originará una nueva espacialidad y
Por medio de las muertes es que se configura un escenario violento que da paso a la
necesidad de testimonio. Ahora no son solo los cuerpos los señalados para dar una versión
de los hechos, sino que también es posible reconocerlos por medio de la red de lugares
donde acontecieron. En cada lugar se conserva una huella o marca al igual que en los
cuerpos, en los territorios se conservan cicatrices que permiten el diálogo con los
testimonios, de esta manera se crea y se articula un testimonio más amplio que permite
El poema de Galeano concluye con una imagen que es recurrente en la poesía sobre
visitan los cuerpos, los recogen o acechan para darle continuidad a la historia. El trasegar
de esta imagen la podemos ver, por ejemplo, en Fernando Charry Lara (1920-2004) en el
poema “Llanura del Tuluá” publicado en el año 1963, menciona a las aves “[…] y ahora, ya
de cerca contemplados, ocasión de voraces negras aves” (49), el poema consolida la muerte
sino también de quienes se nutren por medio de la historia y el testimonio. Asimismo, José
Manuel Arango (1937-2002), habla de quienes limpian las calles, lavan “[…] un día y otro,
regueros de sangre” (64) impidiendo “[…] que los primeros transeúntes la pisoteen” 14.
figura de quienes visitan los cuerpos, limpiando cada escenario de guerra y moviendo los
14
La mención a los poemas de Fernando Charry Lara y José Manuel Arango se hace con el propósito
de ampliar la imagen de los cuerpos que son removidos o visitados tras la muerte. No se pretende
enlazar al cuerpo del análisis, sino, mostrar una imagen recurrente en la poesía colombiana que data
sobre algún acontecimiento de la violencia.
Los territorios buscan ser restaurados, en ellos se precipitó la muerte
concediéndole al poeta un suceso que busca ser testimoniado para evitar el olvido. La
poesía restaura el acontecimiento, crea los lugares e integra los cuerpos desmembrados. Su
función es prestarle o cederle las palabras a quienes aún no han sido reconocidos por la
historia oficial, de esta forma, se crea una memoria que integra y reconoce los alcances o
actos de la violencia vivida durante décadas en Colombia. En la figura de quien limpia las
calles, recoge la basura o acecha los cuerpos, se posesiona la poesía, es un agente invisible
líneas atrás. Para Nelson Vergara el territorio es además un espacio o lugar del otro “[…]
es, entonces, mi espacio o el espacio del otro” (235). Es por lo que la poesía testimonial
implica reconocer a los diferentes sujetos que son nombrados en la construcción aledaña de
los territorios y lugares. Al mencionar los lugares, se plantea la intención de resignificar los
necesario evidenciar y reconocer actos en los cuales el lector pueda depositar sus
acudirá a la poeta Liana Mejía (1960), quien expone la violencia como un suceso común
dentro de las grandes ciudades. En el poema, Mejía representa los sicarios como ciertos
animales que se ocultan dentro de las alcantarillas, mientras observan silenciosamente a sus
cobradores de viejos
errores
violencia, pues para el lector, es fácil y posible reconocer un asalto o robo e incluso una
muerte en esos espacios oscuros que son cercados por “[…] sicarios […] cobradores de
ciudad, callejones fronterizos en los cuales se esconden los rostros de quienes transportan la
multiplica los parásitos de la violencia —simulando a las ratas que propagaron la peste
negra durante el siglo XIV. El asesino implanta su odio en los diferentes lugares del
territorio, de esta manera acrecienta el temor de quienes actúan, sin saberlo, en el escenario
de la muerte.
gobierna la muerte, convirtiendo las calles en un escenario final para quien, sin saberlo, fue
parte de un acto sin libreto. Su muerte quizás fue entendida como parte del daño colateral
propio de la violencia, pero debe explorarse más a fondo las causas del acontecimiento,
reconociendo que en aquella calle se encuentra un testimonio que puede establecer una
Al otro lado
de la calle
cotidianidad y, además, entra en sintonía con la acción común de desplazarse sin sospechar
concepción que hacían entenderla como un evento o problemática meramente rural. Con el
establecimiento del narcotráfico tanto la violencia como los muertos acudieron a las
grandes ciudades del país, la delincuencia común afectó y agrandó las cifras y estadísticas
Para comprender aún más la forma como la poesía representó la violencia que se
instauró en las grandes ciudades, será necesario detenerse en el poema “A Cali ha llegado la
diferentes factores y medios por los cuales se propagó la violencia en la ciudad de Cali.
muertes como la violencia ingresaron sin el aval o permiso de los hombres y mujeres, pues
se introdujo en los diferentes rasgos que permitían reconocer la identidad de la ciudad. Las
palabras, sueños y mucho menos imágenes que detuvieran su acceso. Ayarza manifestó el
No.
15
Publicado en el año de 1957 en el poemario Voces al mundo.
Ni la dignidad
No.
De esta forma se empieza a construir un territorio total que será definido por las
muertes, aquellas que fue imposible negarle el acceso a la ciudad de Cali. Es necesario
No
reconocer la armonía entre sus habitantes, que sentían el folclor y la alegría en cada lugar
de las muertes fue deteriorando ese “[…] monólogo amarillo de sol” y la transparencia
“[…] del rio que se hunde en los muslos de Cali” (42). Aunque la poeta expresa con belleza
ciudad:
No.
Nada pudo detener la muerte.
Llegó […]
tonalidades de la ciudad y las diversas formas por las cuales involuntariamente se introdujo
mencionar cada lugar, pues son “[…] lugares contiguos y lugares en red” (125) como lo
afirma Milton Santos al conceptualizar las formas en que se construye un territorio. Para
objetos y acciones, sinónimo de espacio humano, espacio habitado” (124). De esta manera,
se puede reconocer y entrelazar una parte del testimonio que es creado a partir de los
lugares y, además, permite la formulación de una historia o memoria colectiva sobre los
acontecimientos de la violencia.
Para demostrar los cambios y las formas como las muertes afectaron el territorio, el
poema acude a denunciar un acceso sin permiso, en el cual se afecta a la población entera,
incluyendo a los muertos que ya descansaban en algún lugar de la ciudad. El poema enlaza
El sexo que nacía “[…] en la lengua de los niños” (42) se transforma en un miedo
sobre el cual caminan los muertos, de la misma manera, el sol que cubría las mariposas, los
escarabajos y los geranios (42-43), empezó a golpearse con los hombres, impidiendo el
equilibrio y la armonía sobre el cual se sostenía la caña. De esta manera continua el poema:
[…]
violencia que les supondría mayor compañía, la presencia de estos anula el colorido y los
aromas dulces de ese primer territorio descrito por la poeta. No existe paz ni trasparencia el
rojo y lo sombrío pintan un nuevo territorio desolador, en el cual, incluso las flores pasan a
deterioro del territorio, en el cual debe considerarse plantar y reconocer nuevos testimonios
que permitan entrelazar la totalidad de los acontecimientos, para de esta forma darle un
[…]
Emilia Ayarza reconoce que “la historia de Cali dejó de ser un rio deliberadamente puro por
cuyas ondas los días eran barcos de cristal” para convertirse “[…] en un racimo de plomo
reconocer e identificar los cambios que ocurren en aquellos lugares golpeados por la
violencia. El poema crea un nuevo territorio que debe ser identificado y comprendido por la
dimensión de los hechos que ocurrieron en él. Aquel bar, el callejón de los asesinos y la
ciudad de Cali, poseen una nueva connotación tras ser configurados bajo el estilo de la
poesía testimonial, pues en ellos se empiezan a reconocer nuevas facciones o sucesos de la
violencia, siendo, además, entendidos como lugares diferentes en los que habitan los
testimonios.
en la lectura de los poemas, son lugares habitados por el hombre en los cuales se reconocen
sucesos particulares que configuran una memoria individual, pero, al ser nuevamente
imaginario del lector, pues cada lugar tendrá nuevas atribuciones que configuran distintos
cuerpos y los lugares donde se estableció la violencia, es posible afirmar que se lograron
reconocer y comprender los aportes hechos desde la poesía para la construcción de una
Desde los testimonios establecidos por la poesía, se logró percibir que la literatura es
discurso sobre el cual, comúnmente, se apoya la historia para construir y reconocer los
diferentes rasgos y alcances de la violencia, pues los testimonios poéticos inducen a leer e
Este análisis permite afirmar que los cuerpos golpeados por la violencia poseen una
interpretación y versión de los hechos. Por medio de estos fue posible reconocer que el
testimonio se sitúa en los cuerpos, estableciendo una identidad con el lector e intérprete.
Tras ser analizados los poemas “La masacre de Chengue” de José Ramón Mercado y, “Yo
que iba para una fiesta” de Horacio Benavides, desde los principios de otredad y alteridad,
se reconoce que por medio de la representación del cuerpo se pueden reinterpretar los
poemas “De la muchacha asesinada” de Pedro Arturo Estrada y “He aquí el brazo” de
Gabriel Jaime Franco, inducen a que el lector sienta los daños que ocasiona la violencia en
poema; por medio del concepto de otredad se realiza un intercambio de roles en los cuales
testigo de la misma.
Asimismo, en el cuerpo descarnado se encuentra y refleja un lenguaje visceral que
permite reconocer y padecer más fácilmente las atrocidades de la violencia. Este fue un
recurso adoptado constantemente por los poetas de la época, lo cual nos permite afirmar y
validar la postura de Octavio Paz, quien ve a la poesía como hija de una época, en la cual
existen lineamientos lingüísticos, retóricos y reflexivos, que son compartidos por los
autores.
creativa que se desarrolla en la poesía testimonial. El antecedente para esta afirmación fue
el poemario El canto de las moscas de María Mercedes Carranza, pues ella instauró en los
lugares una nueva visión de los acontecimientos. A lo largo del análisis se establecieron los
lugares y territorios de la violencia como espacios que poseen una nueva connotación
traumáticos. En el territorio se ubica una memoria que constatan las muertes como principal
motivo de la memoria, es decir, tras el análisis de los poemas “Bar”, de Juan Carlos
Galeano; “A Cali ha llegado la muerte”, de Emilia Ayarza; y “Al otro lado de la calle”, de
Liana Mejía, fue posible determinar una nueva interpretación de aquellos lugares que
configuran el territorio nacional, esta reinterpretación se logra por las implicaciones que
discursos para la obtención de una memoria o historia que agrupe y articule la totalidad de
los acontecimientos. Por medio esto, se encuentran vínculos que definen la poesía como un
articulación de una memoria más amplia que permita el diálogo entre las voces olvidadas
Es importante esclarecer que la poesía hace parte los medios de enunciación que
permiten dialogar con la historia, pues sus recursos optan por representar la realidad en la
cual se encuentra inmersa. Por medio de la poesía pudimos comprender que la historia se
posiciona como un instrumento que dialoga entre los saberes, las palabras, las imágenes y
los recursos que emplea el poeta, es, además, uno de los métodos que permite reconocer el
convierte en una forma de leer la poesía bajo una perspectiva metahistórica, dónde los
lugar a quienes no hicieron parte del documento oficial: es una memoria alternativa creada
desde distintos imaginarios, que permite entender la poesía como un recurso que integra la
historia.
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