VENEZUELA CONTRA EL NEOLIBERALISMO Y SU IMPACTO EN LA
INTEGRACIÓN REGIONAL.
Venezuela, al igual que muchos de los países de la región latino – caribeña, no escapó de la
implementación, en la década de los ochenta y noventa, de la ejecución de una serie de
medidas tendientes a disminuir el papel del estado dentro de la dinámica económica de
nuestros países, así como de “facilitar” la incursión del sector privado en diversas áreas
estratégicas antes exclusivas del Estado (Monedero 2012).
Esa condición neocolonial que adquirimos tras la independencia de las coronas ibéricas,
primero con Inglaterra y mucho más fuerte y soterrada con los Estados Unidos, nos
disficultó crear un pensamiento que viabilice nuestro desarrollo de forma propia; y cuando
lo obtuvimos1, el mismo no logró concretar proyectos nacionales de desarrollo endógenos,
que respondieran a nuestras necesidades y lograran superar esas condiciones de
exportadores de materias primas que nos ha caracterizado como región y como países de
manera más particular.
Como se desprende del estudio de Suárez y García (2008), América Latina y El Caribe
siempre han estado a la sombra de los dictados de los Estados Unidos, no solo servimos
como su patio trasero, o su zona de seguridad exclusiva, sino que somos fuente confiable de
bienes naturales indispensables para sus manufacturas y para mantener su exclusivo estilo
de vida.
En las próximas líneas intentaremos realizar un recuento suscito de cómo la
implementación de las políticas neoliberales en Venezuela viabilizó la concreción de un
proyecto político diferente distinto a la dependencia neoliberal, la Revolución Bolivariana,
encabezada primero por el comandante Hugo Chávez y luego por el presidente Nicolás
Maduro.
Trataremos asimismo de comentar cómo fue posible ir gestando las condiciones para
profundizar los cambios dentro de Venezuela y cómo por las mismas dinámicas internas del
proceso político – económico – social no logramos superar las condiciones impuestas por el
mismo neocolonialismo económico imperante, es decir, el rentismo petrolero
constituyéndose en el principal problema a superar.
Y finalizaremos con un apartado sobre la integración regional; cómo fueron los cambios
generados y alcanzados durante la década ganada, en donde como región logramos avanzar
a pasos agigantados y donde indiscutiblemente la participación de la República Bolivariana
de Venezuela tuvo un papel estelar, para terminar en el estado de esa integración y los
“cobros” que la derecha regional le hace al proceso político venezolano asumiendo posturas
injerencistas e intervencionistas como las expresadas a través del Grupo del Lima.
NEOLIBERALISMO CASO VENEZUELA
1
Aquí hacemos referencia entre otros a la escuela creada por Raúl Présbich por ejemplo.
1
Si bien en el texto de Vila “Derrumbe neoliberal y protesta social” (2011) narra de forma
pormenorizada el descalabro del neoliberalismo en Argentina a finales de la década de los
noventa y principio del nuevo milenio, como un estudio de caso, fácilmente describe
muchos de los hechos que, una década anterior, vivió Venezuela con la implementación de
políticas neoliberales.
Venezuela gozó, durante la década de los años 70, de una bonanza petrolera inigualable que
la llevó a ser calificado como un país rico; no obstante, el fuerte endeudamiento captado en
esa década hizo que en la siguiente, en los años 80, comenzara de a poco, un proceso de
precarización social, política y económica que cronológicamente pudiéramos ubicarla en
febrero de 1983 con el llamado viernes negro, que inauguró un proceso de devaluación y de
inflación (hiperinflación en varios periodos) que sigue hasta nuestros días (con sus matices
y causas diferenciadas).
En 1989 gana las elecciones Carlos Andrés Pérez con un discurso y una propuesta de
regresar a la época de bonanza de los años 70, en la que él mismo había sido electo
presidente. No obstante, a días de haber ganado las elecciones presidenciales y luego de la
toma de posesión, aplicó una serie de políticas neoliberales (impuestas por el Fondo
Monetario Internacional – FMI) que iban desde el aumento de las tarifas de los servicios
públicos, privatización de empresas públicas hasta la liberalización de precios de artículos
de primera necesidad, aumento de la gasolina y congelamiento de salarios, por citar las más
recordadas.
Esta situación detonó en el llamado “Caracazo” protesta que cerró con un saldo de 3000
muertos en las poblaciones de lo que se denomina la Gran Caracas (Distrito Capital y
sectores del estado Miranda) los días 27 y 28 de febrero en 1989. Saqueos, disturbios
estudiantiles y enfrentamientos entre militares y policías de un lado y ciudadanía de los
barrios (sectores marginados y empobrecidos de la ciudad) del otro lado caracterizaron la
jornada.
El establishment político, económico y comunicacional calificó a los manifestantes como
vándalos y delincuentes, ocultando que lo que se había desbordado era el descontento social
por el hambre, el desempleo y en definitiva la precarización de la vida, producto de un plan
y una política impuesta al país con anuencia de la clase política y económica dominante
venezolana.
Si bien las protestas generaron un retraso en la aplicación de las políticas del FMI, las
mismas siguieron su marcha de forma silenciosa y sostenida. De igual manera el
descontento social no paró ni disminuyó y por el contrario la convulsión social siguió en
aumento.
Tres años después del Caracazo, en febrero de 1992, componentes de la oficialidad de las
Fuerzas Armadas Venezolanas (hoy Fuerza Armada Nacional Bolivariana) junto con
sectores universitarios y sindicales protagonizaron la primera rebelión cívico – militar
frustrada de ese año 1992, donde irrumpe en la escena política el comandante Hugo Chávez
(Teniente Coronel en el momento de la rebelión).
2
La segunda rebelión acaecida el 27 de noviembre de 1992 y que estuvo centrada en
componentes de la aviación y la armada también fue frustrada, pero ambas desnudaron la
descomposición institucional y política en la que se había sumergido no solo el estado
venezolano, sino la clase política y empresarial del país.
Un año después, tras escándalos de corrupción, es enjuiciado y separado del cargo el
presidente Pérez asumiendo interinamente el presidente del Congreso mientras se designaba
al intelectual Ramón J. Velásquez como presidente para que finalizara el periodo
presidencial hasta 1994.
En las elecciones de 1994 gana los comicios Rafael Caldera quien a finales de los 60 y
principios de 70 había ocupado la primera magistratura del país. Con un discurso2 de
reconocimiento de las fallas del sistema político y económico del país (se le recuerda por su
intervención en el Congreso la mañana del 04 de febrero de 1992 tras la captura y derrota
de los militares y civiles en rebeldía) y acompañado de una plataforma multipartidista (el
chiripero) logró, tras escándalos de fraude, ganar la presidencia para el período 1994 –
1999.
Este periodo se caracterizó por la privatización de empresas y la apertura comercial del
país, una profunda crisis bancaria que precarizó la situación social de los sectores medios
del país y una continua y sostenida pérdida del poder adquisitivo de las y los venezolanos.
La década iniciada en 1989 y finalizada 1999, desnudó lo que eran las políticas
neoliberales, sus consecuencias en las grandes mayorías de los y las ciudadanas que seguían
condenadas a la exclusión, marginación y pobreza. Esa década cerró con niveles de pobreza
por encima del 70%, según cifras de la CEPAL, una desigualdad escandalosa y un país
entero fragmentado e incrédulo en sus instituciones y en la misma estructura del estado.
Pobreza en la Década neoliberal
60.0
50.0
40.0
30.0
20.0
10.0
0.0
1990 1992 1994 1997 1999 2000
Indigencia Nacional ... Pobreza Nacional ...
Fuente: Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL).
2
El discurso puede ser revisado en el siguiente enlace: https://goo.gl/MZYkmR
3
El neoliberalismo en Venezuela profundizó el rentismo petrolero que caracterizó y sigue
caracterizando la estructura económica del país y fomentó una economía de puertos que ha
garantizado la apropiación de esa renta por los monopolios importadores que han formado
y creado en torno a la actividad petrolera en el país, condenando nuestro aparato productivo
a una exposición sin precedentes del comportamiento del sector externo.
Por otro lado, el neoliberalismo terminó por destruir el sistema político, económico y social
que había surgido tras el derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez en 1959, las bases con las
que se fundó el sistema democrático se hicieron pedazos (sobre todo el bipartidismo que
caracterizó esos años) con la implementación del neoliberalismo por lo que la propuesta de
refundación del Estado que traía un “outsider” de la política tradicional venezolana como
Hugo Chávez caló de forma tan abrumadora en la sociedad venezolana.
Pensar que él llegó como un paracaídas al escenario político venezolano es ignorar el
descontento social que venía germinando desde mediados de la década de 1980 y que tuvo
sus puntos de inflexión en los sucesos del Caracazo y las rebeliones cívico – militares de
1992. Chávez y posteriormente el movimiento político que se consolidó con su liderazgo es
producto de esa insurrección popular en contra del neoliberalismo que de diferentes modos
y en diferentes momentos expresó la sociedad venezolana, sin una ideología específica,
pero sí con un objetivo claro, desmontar las políticas neoliberales andamiadas en la década
de los noventa.
MÁS ALLÁ DEL NEOLIBERALISMO: PROGRESISMO
La llegada del siglo XXI trajo consigo un descontento acumulado con la forma como se
venía gestionando el sistema político – económico y en consecuencia social gestado durante
toda la década de los noventa – con la implementación del consenso de Washington y los
principios neoliberales hegemónicos desde la caída del muro de Berlín y el bloque
Soviético.
El descontento que ya era evidente en los distintos levantamientos populares y
manifestaciones civiles en contra de la implementación de políticas recesivas para los
derechos sociales (privatizaciones de servicios públicos, flexibilización laboral, por solo
citar algunos), se fue materializando en el surgimiento de movimientos sociales y políticos
de nuevo tipo, de carácter nacional y popular, que más allá de las consignas ideológicas de
décadas pasadas propugnaban la lucha contra la pobreza, la desigualdad y contra del
neoliberalismo.
En este contexto y cercanos a este movimiento de carácter continental – por lo menos en
América del Sur (y respetando las diferencias en cada uno de los países) – surgen
liderazgos que logran cohesionar y aglutinar esas demandas en proyectos nacionales que
coinciden (insistimos manteniendo sus características y particularidades) sobre todo en las
políticas de desarrollo, la visión sobre las relaciones internacionales y fundamentalmente
sobre la integración regional, como lo menciona García (2008).
4
Dado el contexto con el que surgió el proceso político venezolano, a partir de 1998 con la
victoria del comandante Chávez, así como de las peculiaridades que han particularizado a la
revolución bolivariana y al chavismo como movimiento político y tomando en cuenta la
caracterización realizada por Arkonada y Klachko (2018), el mismo se presenta como
rupturista aunque con ciertos matizajes tanto en el cómo se ve el proceso venezolano (desde
una perspectiva mediática y exterior) y lo que ocurre verdaderamente en el acontecer
nacional.
En 1999 Venezuela inauguró el ciclo de procesos constituyentes que se dieron durante la
primera década del siglo XXI en América Latina y el Caribe (le siguieron Bolivia y
Ecuador). No obstante, el proceso lucía inédito porque incorporaba la participación de la
ciudadanía tanto en la elección de sus constituyentes (no dejando la responsabilidad de la
redacción constitucional al congreso y rompiendo de manera evidente con la
representatividad de este), como en la aprobación del texto final.
En ambos casos se consultó al pueblo venezolano iniciándose un denso camino
plebiscitario que ha caracterizado el proceso político venezolano hasta nuestros días (hasta
enero de 2019 se han realizado 25 elecciones de diversos grados y niveles) e inaugurando
también una de las banderas que más ha enarbolado la Revolución Bolivariana, la de la
participación ciudadana/poder popular.
Este hecho (la nueva constitución) que pudiera parecer inocuo, marcó el rompimiento
formal y en la práctica con el estado neoliberal que caracterizó la década de los 90´ en
Venezuela; si bien la constitución que se derogaba era del año 1961, la redacción de esta
última posibilitó que desde finales de los años 80´y durante toda la década de los 90´se
implementaran un conjunto de medidas económica y políticas que andamiaron el
neoliberalismo en el país3
De allí que el principal logro que tiene esa constitución aprobada en el año 1999 fue la de
romper con ese estado neoliberal y garantizar las bases para el surgimiento de un nuevo
estado, capaz de garantizar las mínimas condiciones de pago a la enorme deuda social
acumulada durante décadas. Y así fue, luego de la aprobación del nuevo texto
constitucional y a través de una “Ley Habilitante” entraron en vigor un paquete de 43 leyes
que iniciaban la implementación de ese nuevo estado social, de derecho y de justicia que
caracterizaría al nuevo estado venezolano.
Estas leyes no hacían más que reforzar el papel del Estado, durante mucho tiempo ausente,
en el procesos económico, productivo y financiero del país; se aprobó una ley de tierras,
una ley de hidrocarburos, de pesca, de turismo, de comunicación, por solo citar algunas,
que como mencioné antes, buscaban en un primer momento devolverle su rol principal al
Estado y comenzar a hacer justicia social con las poblaciones (campesinas, pesqueras,
obreras) históricamente excluidas.
3
Entre ellas la llamada apertura petrolera y el proceso de privatización que alcanzó al sector eléctrico,
telecomunicaciones, industria siderúrgica, por solo citar algunos.
5
Esa constitución y el conjunto de leyes que paulatinamente fueron apareciendo en el
espectro político del país posibilitaron las transformaciones (quizá no tan radicales para
algunos, pero sí novedosas para todos) que se verían y se siguen viendo en el país luego de
casi 20 años de proceso político.
A mediados de la primera década del siglo XXI el estado venezolano nacionalizó las
principales industrias del país, petróleos, siderúrgica, telecomunicaciones, electricidad,
logró una participación importante en el sistema bancario existente en el país (40%
aproximadamente) y logró incorporarse como actor en otros sectores (cemento, puerto,
aviación civil, etc.) del que estaba ausente.
Se fomentó (quizá no con la fuerza debida o querida) nuevas formas de propiedad que
rompían con la lógica público/privada y exigían mayor impulso a nuevas formas de
organización social tendientes a empoderar a la población y materializar la tan mencionada
democracia participativa y protagónica, no lográndose los objetivos esperados (bien altos,
por cierto).
Aunque en honor a la verdad la organización comunitaria logró solucionar de forma
decisiva problemas relativos a accesos a servicios públicos (agua potable, electricidad,
titulación de tierra, etc.) de forma eficiente a través de las llamadas mesas técnicas de
servicios públicos. En cuanto a la organización productiva bajo esquemas innovadores de
propiedad no dieron, como mencioné, los resultados esperados.
El estado logró ampliar los derechos sociales (salud, educación, vivienda, alimentación,
etc.) de la población a través de una nueva redistribución de la renta petrolera lo que
posibilitó la reducción de la pobreza y las brechas de desigualdad en el país, la población
durante esa primera década del siglo XXI y los primeros años de la segunda década, logró
una mejoría sustancial en los niveles de vida como nunca lo observó generación alguna en
Venezuela, como lo menciona Monederos (2012).
Pobreza en la década ganada
60.0
50.0
40.0
30.0
20.0
10.0
0.0
2000 2001 2002 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013
Pobreza extrema Pobreza
Fuente: Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL).
6
Estos cambios que se comenzaron a observar en Venezuela generaron importantes recelos y
en consecuencias resistencias (a veces irreconciliables) en la tradicional élite política,
económica y social de Venezuela que se oponía a cualquier posibilidad de cambio a sus
privilegios y a la forma en que concebían (ellos) el proyecto de desarrollo del país
(neoliberal) y a nivel internacional nos enfrentó irremediablemente con los Estados Unidos.
Esta resistencia no siempre (por no decir nunca) desembocó en un dialogo político
civilizado que permitiera el avance de la sociedad venezolana, por el contrario, ha generado
toda clase de situación desestabilizadora que en mayor o menor grado ha complicado la
situación país: golpes de estado, sabotaje petrolero, protestas altamente violentas
(guarimbas), paros empresariales, intentos de magnicidios, incursiones paramilitares y más
recientemente promoción de bloqueos y sanciones económicas – financieras contra la
totalidad del país.
Al respecto y a la luz de lo que hoy sucede en la República Bolivariana vale la pena
rescatar lo mencionado por Juan Carlos Monedero: “cualquier análisis del desarrollo de
América Latina que ignore la presión imperialista de Estados Unidos sobre el continente se
invalida por su inanidad” (2012, p.398), y agregaría que cualquier análisis que se haga
sobre Venezuela y la Revolución Bolivariana que ignore la presión imperialista de los
Estados Unidos durante los últimos 20 años estaría sesgado e incompleto.
En este sentido, el accionar de esta clase política – económica que se opone a los cambios
surgidos desde 1999, está más en consonancia con intereses foráneos que con los intereses
del estado – nación, lo que les ha permitido contar con una fuente de apoyo político y
financiero que ya hoy nadie duda.
Si a esta situación se le suma errores profundos en materia de gestión económica, casos de
corrupción inocultables que carcome las nuevas instituciones creadas por la revolución y la
falta del liderazgo y carisma que con la muerte del comandante Chávez se evidencio en las
filas del chavismo, pero fundamentalmente en las fuerzas que apoyaban y apoyan la
revolución, podremos darle explicación a parte de la crisis actual por la que transita la
República Bolivariana de Venezuela, que con sus matices es expuesto por Lander en
“1Venezuela: ¿crisis terminal del modelo petrolero rentista?” (2014)
Crisis en parte que tiene su explicación en lo interno – como lo explicamos con anterioridad
– pero que no puede negar el componente externo como uno de los que mayores
afectaciones ha traído a la situación financiera del país. Sobre todo desde 2016 con la
victoria electoral de Donald Trump
VENEZUELA Y LA INTEGRACIÓN REGIONAL EN LA DÉCADA GANADA.
Uno de los ámbitos de acción que, con la llegada de la Revolución Bolivariana, se
fortaleció y rindió mayores frutos (y en el caso venezolano sigue rindiendo) fue el relativo a
las relaciones internacionales en general y, en consecuencia, de la integración regional en
particular. Al igual que la mayoría de los países en América Latina y El Caribe, el espectro
de sus relaciones internacionales estuvo circunscripto siempre a el mundo occidental
(Estados Unidos y Europa).
7
Tal como lo refiere Malamud (2009), en 200 años de historia republicana, nuestros líderes
gubernamentales (específicamente en Suramérica) nunca se habían reunido en el marco de
una cumbre regional específica para tratar temas que nos interesasen exclusivamente a
nosotros. Eso cambió con la llegada de gobiernos progresistas y de izquierda que desde
1999 comenzaron a dirigir a nuestros países.
En el caso venezolano, la redacción de la nueva constitución daba prioridad a las relaciones
internacionales con los países latinoamericanos y del Caribe (artículo 153), esto constituía
una muestra inequívoca del rumbo hacia donde se dirigiría los esfuerzos en materia
internacional, siendo uno de los primeros pasos la profundización y robustecimiento del
intercambio a todo nivel con la República de Cuba.
A partir del fortalecimiento de las relaciones bilaterales con Cuba iniciará un proceso
inédito de integración regional que sentará las bases para la creación en 2004 de la Alianza
Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos
(ALBA TCP) y con ella de otras iniciativas cooperación conexas como es el caso de
PETROCARIBE.
Sin querer ahondar en lo logros, para lo que sugerimos la lectura de Maribel Aponte (2014)
que fueron muchos sobre todo en los primeros años de implementación del ALBA – TCP,
lo importante que queremos traer a la discusión es que en un contexto regional en donde se
apelaba a la reducción del Estado como promotor del desarrollo nacional/regional, dos
países relativamente pequeños Cuba y Venezuela dieron el primer paso hacia la
consolidación de una nueva forma de hacer y entender los acuerdos internacionales y la
integración regional.
Ambos gobiernos comprendieron que partiendo de las fortalezas de cada uno de los países
y entendiendo que, solo incorporando a la ciudadanía, al pueblo en general y atendiendo sus
problemas inmediatos se lograrían no solo avanzar en la agenda nacional sino también en la
agenda regional.
Es así como en el año 2004, la República Bolivariana de Venezuela y la República de Cuba
realizan una declaración conjunta4 en donde delinean las bases, fundamentos y líneas de
acción de lo que se denominó en ese momento la Alternativa Bolivariana para las Américas
(ALBA) destacando la necesidad que tienen nuestros pueblos de materializar la integración
regional pero dejando claro que el camino a esa integración debía estar alejado de fórmulas
neocoloniales representas en ese momento por el ALCA y de las políticas neoliberales que
profundizaban los problemas sociales, económicos y políticos de nuestros países.
Con esta misma fuerza Venezuela se sumó 5 a la negativa de los países del MERCOSUR
que denunciaban la iniciativa del ALCA, y a partir de ese momento, con lo que se
denominó el eje Caracas – Brasilia – Buenos Aires se fue diseñando una nueva arquitectura
4
Ver la declaración en https://goo.gl/R56ZKi
5
Desde el mismo año 2001 en la cumbre de las Américas de Quebec – Canadá, Venezuela fue la única en
negarse a firmar la declaración.
8
integracionista que avanzó a pasos acelerados durante 10 años, llegando a consolidar una
institucionalidad que se vislumbraba como vigorosa.
Como lo menciona Sanahuja (2017) la UNASUR logró institucionalizarse como un foro de
gobernanza regional, que a través de consejos sectoriales abordaba diferentes problemáticas
sensibles a la realidad suramericana: energía, defensa, migración, narcotráfico, pobreza y
desigualdad entre muchos otros.
Ahora bien, los elementos diferenciadores y que a su vez se constituyen en elementos
aglutinadores (compartidos) de los distintos movimientos políticos que asumieron la
conducción de estos países y que marcaron el rompimiento con la ortodoxia neoliberal
predominante fueron:
Respeto a la institucionalidad democrática: los nuevos movimientos apostaron por
la profundización de las reglas democráticas que se habían institucionalizado
recientemente (con los países que estaban saliendo de las férreas dictaduras
militares, sobre todo en el cono sur) y con una ampliación del espectro democrático
desacralizándola, acercándola y dándole contenido social.
Fortalecimiento del Estado: el Estado asume un rol y un papel mucho más activo y
dinamizador que el que había estado cumpliendo en el marco del consenso de
Washington. Se destaca en este punto los procesos de nacionalización de industrias
estratégicas en distintos países (sobre todo la de hidrocarburos) y su papel como
generador de redistribución de la riqueza nacional a través de la promoción del
consumo interno y de la creación de nuevos derechos y garantías sociales, por
ejemplo.
Fortalecimiento del mercado interno y creación de empleo (cambio de la matriz
productiva): Si bien el desarrollo del potencial exportador es un rasgo importante en
la región (la balanza comercial en la mayoría de los países durante 2002 - 2012 fue
positiva), no es menos cierto que se amplió el acceso a servicios y productos de las
poblaciones. La gente comía mejor, tenía oportunidad de gozar de salud y
educación, empleos mejores pagados, etc.
Lucha contra la pobreza y la desigualdad a través de la ampliación de derechos y
garantías sociales: la política economía está centrada en la búsqueda del bienestar de
la población, reducción de la pobreza, pero fundamentalmente de la desigualdad, el
crecimiento ya no es un fin en sí mismo sino un medio para garantizar
redistribución de la riqueza.
No obstante, sin lugar a duda uno de los principales logros de este mecanismo fue que
inauguró una época en donde los países suramericanos discutirían y solucionarían sus
diferencias sin la intromisión de potencias extraregionales, fundamentalmente de los
Estados Unidos que con la llegada de gobiernos progresistas y de izquierda vio mermada su
influencia en la región.
Sin embargo, el retorno de gobiernos de derecha/conservadores a través de elecciones y
golpes de estados parlamentarios, lograron una nueva correlación de fuerza que entre otras
cosas rompieron el equilibrio que se había desarrollado en la región, en donde gobiernos de
extrema derecha como los de Chile y Colombia, podían convivir y discutir sobre política
9
regional con los de Bolivia o Venezuela sin mayores problemas en el marco de un foro
regional que los agrupaba a todos.
Una de las principales tareas que se han propuestos estos nuevos gobiernos es el desmonte
de todo el andamiaje integracionista que durante esta década ganada la región alcanzó y
como lo menciona Serrano (2018), cada uno de los países está transitando un camino
individual de inserción internacional despreciando la opción colectiva/regional bien sea del
tipo regionalismo abierto (neoliberal) o post – neoliberal (progresista).
Esta desactivación y autoexclusión como lo menciona Giordana García Sojo (2018)
representa indiscutiblemente un duro golpe a la integración suramericana que logró avanzar
a pesar de la diversidad ideológica presente en los 10 años de construcción del mecanismo,
y no solo busca, como lo mencionamos arriba, socavar estos nuevos mecanismo de
integración sino que pretenden fortalecer espacios hemisféricos de dependencia como la
Organización de Estados Americanos (OEA) donde participa EEUU y Canadá y la creación
de foros ideológico antibolivariano como el Grupo de Lima 6 que se constituyen en espacios
que contravienen y desprecian el derecho internacional público y sus bases fundacionales:
el respeto a la soberanía, la autodeterminación de los pueblos y la no injerencia en asuntos
internos de otros países.
Es aquí en este grupo donde se gestiona, sin lugar a duda 7, el intento de cerco diplomático
regional y se instrumentaliza toda la ofensiva en contra del gobierno venezolano a nivel
internacional, con el aval y aprobación de los Estados Unidos quienes toman un rol
dirigente: la conducción directa de esta estrategia, que el gobierno venezolano no ha
dudado en calificar de golpe de estado y que ha llevado a algunos gobiernos de la región al
reconocimiento de un gobierno autonombrado y fuera de toda legalidad/legitimidad que
otorga la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Es así como, Venezuela y la Revolución Bolivariana está hoy en medio de la disputa
geopolítica que se muestra cada vez más evidente en América Latina y El Caribe como bien
lo menciona Alfredo Serrano (2015), la disputa más allá de ser entre proyectos ideológicos
distintos, al estilo guerra fría, se muestra entre un proyecto (o unos proyectos) nacionales –
populares que apuestan por un desarrollo soberano y autónomo y otro proyecto que sigue
apelando a las recetas elaboradas desde Estados Unidos (occidente) de renovación
neoliberal.
En Venezuela se está jugando el retorno de la región al redil de los Estados Unidos, es un
conflicto que indiscutiblemente adquiere dimensiones geopolíticas y geoeconómicas porque
el imperio se ha auto exigido recuperar el control sobre su “patio trasero”.
6
Definir a este grupo no es complicado, su interés único y exclusivo es el ataque permanente contra la
República Bolivariana de Venezuela y al gobierno que soberanamente decidieron darse las y los
venezolanos.
7
Un seguimiento de las declaraciones del grupo desde el mismo 08 de agosto de 2017 cuando se crea hasta
la del 04 de enero de 2018 avala tal afirmación
10
Bibliografía.
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del ALBA-TCP. 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: CLACSO. Recuperado en
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Lanús.
11
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12