LA FILOSOFÍA DE LA
EDUCACIÓN COMO
ALTERNATIVA DE PERSPECTIVA
EDUCATIVA
Edgar Alejandro Daniel Santiago
INIVERSIDAD INTERCONTINENTAL Maestría en Filosofía y Crítica de la Cultura
La filosofía de la educación como alternativa de perspectiva educativa
El presente texto se pretende desarrollar bajo el objetivo de recuperar los contenidos que
fueron de mayor impacto para el desarrollo educativo del semestre que finaliza, y que al
mismo tiempo han favorecido la reflexión del estudiante.
En la primera parte se pretenderá marcar una diferencia entre la pedagogía y la filosofía de
la educación. Se cree necesaria esta distinción porque en ocasiones se llega a pensar que la
ciencia encargada por completo del fenómeno educativo es la pedagogía, y que la labor
filosófica sobre dentro de este fenómeno. Sin embargo, se tratará de mostrar que la filosofía
de la educación es necesaria para la comprensión completa de los procesos educativos.
En la segunda parte se pretenden mostrar las aportaciones, de manera general, de tres
filósofos, en el campo de la filosofía de la educación. Nos referimos a Aristóteles, Kant y
Dewey. Se toman como referencias sus propuestas por la extensa y concisa reflexión que
generan en torno a la educación.
Para finalizar se comparte una breve reflexión respecto a la situación educativa actual, de
manera general, y dos puntos que se notan como deficiencias cruciales en la educación actual.
Distinción entre la Pedagogía y la Filosofía de la Educación.
La filosofía de la educación es una labor imprescindible para el ejercicio del proceso
educativo. Existen cuestiones controvertidas respecto a su labor y realización. No obstante,
no podemos dejar de lado u obviar lo necesario que este actuar resulta para los modelos y
aplicaciones pedagógicas. Poco se conoce a cerca de la labor de la filosofía de la educación,
y en ello, nos parece, radica su falta de uso y su realización como disciplina.
La filosofía de la educación es una labor que ha acompañado al proceso educativo y la
educación mucho antes de que existiese una disciplina específica para su estudio. A partir de
la segregación disciplinar y la especialización por objetos de estudio y fines, criterios
epistemológicos, la Pedagogía como disciplina y ciencia, se ocupó de las cuestiones en torno
a la educación. Sin embargo, aún con toda su especialización, la pedagogía requiere del apoyo
de las acciones de la filosofía de la educación.
No podría quedar agotado la construcción del conocimiento educativo desde el mero
planteamiento pedagógico, puesto la educación y los procesos educativos también son
objetos de estudios que se indagan desde las diferentes epistemologías y disciplinas. Todo
objeto susceptible de ser convertido en objeto de conocimiento, requiere de una
interdisciplinaridad, es decir, del trabajo interpretativo y operativo de múltiples disciplinas.
Como lo hemos dicho, cada disciplina nos ofrece vertientes epistemológicas sin las cuales
nos resultaría imposible la comprensión de la complejidad del conocimiento.
Mirar los objetos de estudio desde diferentes perspectivas epistemológicas, y por supuesto,
desde diferentes formas de acción disciplinar, nos brinda la posibilidad de encontrar detalles
en los procesos que pasarían inadvertidos si es que careciéramos de ese apoyo disciplinar.
Esto es lo que pasa con la filosofía de la educación empleada en el proceso educativo. La
filosofía de la educación nos brinda la aplicación del método filosófico para la comprensión
de lo que ocurre al interior del proceso educativo y de toda educación en general.
Esta aplicación del método filosófico lleva a cuestionar en torno a los procesos educativos y
sus respectivas sistematizaciones. Allí encontramos una de las distinciones entre la pedagogía
y la filosofía de la educación. La primera, analiza lo adecuado o inadecuado para el desarrollo
de todo proceso educativo; la segunda cuestiona todo, ya sea que esto sea aprobado como
adecuado o inadecuado por algún planteamiento teórico, y lo hace desde los principios
esenciales.
A menudo, al trabajo pedagógico pasa de forma inadvertida los modelos antropológicos,
¡Grave error!, afirmamos sin desvarío, puesto que, al trabajar con seres humanos, algo
prioritario, es dilucidar el planteamiento antropológico desde el cual se les concibe. Esto
ocurre porque la pedagogía tiende a centrarse más en la solución de la técnica, tal como
hemos podido observar en las últimas décadas, hay pedagogías que afirman que el desarrollo
educativo, y, por lo tanto, el futuro de la educación, encuentra su base en el desarrollo
tecnológico (extensión misma de la técnica).
De allí que, desde el plano filosófico, a menudo, se encasille la labor pedagógica como la
mera solución del ejercicio didáctico, planteado desde el plano curricular.
No obstante, como se mencionó en párrafos anteriores, la filosofía de la educación y la
pedagogía no son disciplinas que se encuentren en pugna. Al contrario, conociendo y
empleando lo que ambas tienen que ofrecer respecto a los procesos educativos, podemos
complementar y fortalecer la acción educativa.
En tanto la pedagogía se encarga de responder a las necesidades educativas del aprendizaje,
generando una integración del contexto, los planteamientos epistemológicos, el desarrollo de
contenidos, la cuestión y posicionamiento social – histórico, etc., la filosofía de la educación
se encargará de proporcionar los cuestionamientos desde los cuales se partan para lograr el
éxito educativo.
Y es que desde la filosofía de la educación es de donde se comienza a cuestionar una labor
crucial: ¿Por qué educar? ¿Para qué educar? ¿Cuáles son los fines de la educación? ¿Hay una
sola manera de educar? ¿Qué debe primar en le educación? …, estas preguntas, parece, para
la pedagogía y la sociedad algo trivial, que ya han sido resueltas, pero que a manera desde
un aspecto reflexivo muestran un profundo desconocimiento de las cuestiones.
Desde el inicio de las civilizaciones, es decir, de la humanidad, se ha hecho fehaciente el
hecho de que es necesaria la educación, pero ¿Por qué? En un inicio la educación
correspondía a cuestiones de sobrevivencia, es decir, se educaba para poder vivir. Y allí la
educación adquiría su sentido.1 En la medida en la que la complejidad de las civilizaciones
1
Con eso se nos muestra claridad respecto a que los sentidos de la educación no han sido uniformes, y que
como se sabe depende del contexto y sus necesidades.
aumentó, el sentido educativo cambió, y, pensando en la antigua Grecia, la educación ya no
solo funcionaba para la sobrevivencia, sino también para el desarrollo humano.
Desde la Grecia antigua se ha pensado en un desarrollo humano. Desde allí se plantean dos
tipos de educaciones la paideia y el areté. La primera, una educación destinada a lo necesario,
a lo útil, a lo que sirve para la vida. Ante ese tipo de educación todo griego, contemplado
como futuro ciudadano, tenía que someterse. Pero la práctica del segundo término: el areté,
se refería a aquellos valores agregados que obtenían como parte de su educación, algunos
ciudadanos, principalmente aquellos destinados a cuestiones que destacaban sobre el resto
de los ciudadanos como la política.
Dentro de la práctica del areté se incluían las ciencias contemplativas, aquellas que estaban
destinadas al desarrollo elevado del alma del individuo. Este punto podemos asemejarlo con
el desarrollo humano al que antes nos referimos. Las prácticas contemplativas son aquellas
que no muestran una completa funcionalidad, pero que enriquecen el propio conocimiento
del sujeto, así como su comprensión y experiencia del mundo.
Tres propuestas filosóficas hacia la educación.
Para la contemplación, Platón, propone el diálogo. Dialogar es al mismo tiempo contemplar
e interactuar con lo que se es, pero también con lo que el Otro es. Para Platón la educación
debía encargarse de desarrollar lo mejor del interior de sí para prepararle para la comprensión
de las ideas verdaderas del mundo. Esa forma de prepararse era a través del intercambio de
conocimiento.
Posteriormente aparecerá el pensamiento de Aristóteles, quien concuerda con la idea de que
la educación tiene como fin el desarrollo y el conocimiento de sí, pero que este puede hacerse,
además del diálogo, desde el estudio independiente de otras disciplinas y otros pensadores.
Para Aristóteles la educación debe de encaminarse hacia el acto y el cuidado de los actos, es
decir, hacia un sentido plenamente ético. No se puede obviar que la reflexión que de
Aristóteles se puede obtener hacia la educación, también encierra un carácter político. Pues
el acto, para el estagirita, es algo con lo que cada ciudadano se encuentra comprometido y no
puede eludirlo, puede no actuar, pero incluso con ello ya refleja su acto.
Para Aristóteles la educación mantiene una estrecha relación con la Felicidad. Al grado de
que, como nosotros podríamos afirmar, la Felicidad solo pueda verse lograda con la
educación. Y es que en el pensador griego la Felicidad consiste en un desarrollo de las
virtudes, y llegar a la Felicidad es la máxima de las virtudes, porque alcanza el mayor de los
bienes. Asimismo, la educación consiste en un desarrollo de las virtudes. Pero dentro de las
virtudes se puede aludir a muchas de ellas2, sin embargo, la educación deberá desarrollarse
solo en función de las mejores virtudes. Las mejores virtudes son las de mayor relevancia
2
Tal como en nuestros días podríamos aludir a muchos valores morales, y tratar de cimentar una educación
en valores morales, requeriría un examen que permitiera discernir entre los mejores valores morales, los
cuales se tomarían como la directriz de la educación.
política, es decir, aquellas que son deseadas por más personas debido a que causa un bienestar
o impacto positivo en la mayoría de las personas.
Para el Siglo XVII nos encontraremos con un filósofo que también causa una contribución
importante a la educación, hablamos de Kant. Para Kant la educación también se encuentra
plenamente relacionada al bien en general, y a los actos, es decir, al sentido ético. Pero para
Kant la educación tiene que cumplirse como deber, tal como lo deja mirar su teoría ética
conocida como deontológica. El deber es aquello que debe sobreponerse a todo; nada puede
ser más valorado que el deber. De tal forma que la educación que cada individuo deba recibir
tiene que encontrarse fundada en el deber.
El deber se refiere a aquello que el sujeto tiene que realizar, porque no puede ser de otra
forma, como parte de su proceso de ciudadano. El sujeto no puede renunciar al deber, tiene
que lograrlo porque desde él se constituye como ciudadano.
Para Kant, la educación forma el sentido del deber, porque el deber se forma desde el carácter.
La educación, será entonces, la encargada de contribuir a la construcción del carácter de
individuo. De allí que desde el pensamiento kantiano podamos afirmar que el gusto, que
forma parte también del carácter, será educable. El carácter se traduce en una categoría de
aplicación totalmente moral, y es en este plano en el que se encuentra el deber.
La educación, según Kant, tiene que cimentar el desarrollo moral. Una de las grandes
contribuciones de Kant a la educación es su forma de vincular el desarrollo moral con las
características antropológicas. Desde las características antropológicas puede advertirse el
desarrollo moral. Y, lo que ya decíamos al inicio, conocer las características de cada
individuo, nos dará la posibilidad de advertir la educación que puede funcionarle para su
desarrollo.
En Kant se advierten ya las aportaciones de una pedagogía diferencial, es decir, de una
pedagogía que no puede ser unívoca para cada uno de los individuos, sino que debe atender
al desarrollo de cada uno de los sujetos. Este planteamiento parece haber sido olvidado en
nuestro mundo contemporáneo.
Como parte de este recorrido propuesto llegamos al pensamiento educativo de Dewey, en
quien encontramos una pragmática altamente impactante. Dewey, aborda, no solo las
cuestiones educativas del contenido, sino también epistemológicas, puesto que nos propone
que la educación debe regularse estrictamente por contenidos plenamente científicos, es
decir, obtenidos desde la práctica científica. Para Dewey el fundamento de la educación se
encuentra en su método. Algo de contraste con los dos pensadores anteriores, puesto que para
ellos el fundamento de la educación se encuentra en su contenido y su práctica.
Sin duda alguna, el pensamiento de Dewey viene a renovar toda práctica educativa, puesto
que el desarrollo que propone no será solo ético, sino también, epistemológico. El individuo
tiene que desarrollarse, pero conocer científicamente, tiene que ver con ese desarrollo.
Esto no quiere decir que tanto a Aristóteles como a Kant no les importará la relevancia
epistemológica, lo que ocurre es para ellos dos la verdad está irremediablemente ligada al
conocimiento y al saber. En Dewey, el asunto parece un poco distinto, puesto que el filósofo
parece distinguir entre conocimiento no verdadero e infundado, y conocimiento verdadero y
fundado. Lo cual no podría ser admisible en los dos pensamientos anteriores, puesto que no
podría darse ocasión a un conocimiento no verdadero, justamente habría sido denominado
como conocimiento por fundarse en la verdad.
Dewey, con sus propuestas educativas, nos dio a conocer el ejercicio de la democracia al
interior de los procesos educativos. Si la nación pretendía lograr construirse como una
auténtica democracia, en donde cada uno de sus ciudadanos tomarán la responsabilidad de
participación, esto debería de forjarse como una práctica de la vida cotidiana. Es por ello,
que los espacios educativos deben ser los principales escenarios desde los cuales se fomente
la participación. Asimismo, la educación necesita ser democrática para ser auténtica, de lo
contrario, sino se hace por construcción de sus actores, termina recayendo en un sistema que
fomenta el control y el adiestramiento, pero ello lejos se encuentra de encontrar su
desemboque en un ejercicio democrático.
Por último, respecto al pensamiento de Dewey, podemos rescatar un método que se convierte
en algo esencial para la pedagogía: el método por descubrimiento. Dewey afirma que todo
aquello que se evita sea descubierto, termina siendo algo que no se aprende. De allí que,
como método educativo esencial, Dewey propone la investigación científica, y esta llevará a
descubrimientos, mismos que se van a traducir en aprendizajes. Lo ya mencionado en un
gran pasó para lo que conoceremos como el aprendizaje significativo, pues este viene de la
experiencia del conocimiento, y como Dewey menciona, la experiencia es siempre un
encuentro con las cuestiones del saber y del conocer que el sujeto toma de forma inadvertida,
pero le conducen a descubrimientos.
La precariedad educativa del mundo contemporáneo.
Al voltear la mirada a nuestro mundo contemporáneo, encontramos que en nuestros sistemas
y prácticas educativas hay una carencia notable de la labor de la filosofía de la educación,
misma que vemos reflejada en cada una de las prácticas educativas que tienen lugar en
nuestro contexto.
Es lamentable que nuestros sistemas educativos y por ende, nuestras autoridades educativa,
no se realicen estás preguntas fundamentales que devienen de la reflexión educativa, que no
se repare en las necesidades de aprendizajes y conocimientos de los individuos; que no se
preocupen por la formación de ciudadanos y se le imposibilite, al ciudadano en formación,
de su capacidad política.
Tristemente, nuestros sistemas educativos, en México, tienden a la reproducción y
adiestramiento de habilidades; al mercado y al escenario laboral, y dejan de lado la labor
humana y de su desarrollo. Los sistemas educativos públicos, que se encuentran a cargo de
nuestras autoridades representativas, mantienen la idea de unificar el proyecto de educación,
olvidando y desencarnando la experiencia de cada individuo. La pregunta por la educación,
en el mundo contemporáneo, no se orienta por la calidad educativa, ni por el desarrollo
humano, sino por la aceptación de los individuos en el mundo capitalista que
experimentamos.
Conclusiones
El fenómeno educativo es un evento tan complejo y necesario para el ser humano que ha sido
objeto de estudio de múltiples disciplinas y ciencias. Dentro de ellas encontramos tanto a la
pedagogía como a la filosofía de la educación. La filosofía ha reflexionado en torno a la
educación desde los orígenes de la civilización.
En la actualidad sigue siendo necesario que la filosofía trabaje directamente con la educación,
puesto que lo que ofrece, por su método y su forma sistemática de poner en cuestión las cosas,
brinda aperturas para la renovación de perspectivas y de métodos en función del ejercicio
educativo. Además, la forma analítica que nos brinda posibilita la relación de lo educativo
con el contexto social – político.
Dentro de la filosofía de la educación tenemos, porque eso se ha trabajado en este escrito,
tres grandes aportaciones, la de Aristóteles, la de Kant y la Dewey.
La aportación de Aristóteles nos permite relacionar el desarrollo educativo con el desarrollo
de la virtud. Desde tal planteamiento la educación serviría para el desarrollo de la virtud, y
en la virtud se encontrará el desarrollo humano. El fin es alcanzar la felicidad, esta solo puede
lograrse desde la virtud misma. La educación es importante porque represente una posibilidad
de alcanzar la máxima realización del individuo.
Por su parte Kant mantiene a la educación cercana de los procesos de moralización. El punto
importante de la educación es la contribución que esta realiza para lograr el carácter moral
del individuo, y con ello reafirmar la importancia del deber de cada ciudadano. Su
planteamiento es totalmente ético – político, y su fundamento es el deber. El deber en la
acción tiene que ser elegido por encima de cualquier cosa.
Dewey nos indica que la finalidad de la educación es la construcción política democrática,
hacia ese punto caminan todos los esfuerzos educativos. La democracia posibilita una
participación de cada uno de los ciudadanos que integran una nación.
Asimismo, nos propone como método para el alcance de los objetivos educativos el
descubrimiento, Este deberá desarrollarse mediante la acción de la investigación científica.
De tal forma que nos dice que cada espacio educativo debe ser un espacio de investigación y
de ciencia, pues solo de ello podrá emanar la educación y su desarrollo.
Finalmente es triste notar en la historia de la humanidad se encuentren grandes teorías y
pensamientos en torno a lo educativo, y que en la actualidad de nuestra nación (México) solo
se toma como referencia la educación capitalista, capaz de producir obreros con títulos y
renombres educativos.
Fuentes de información
Frnakena, William, Tres Filosofía de la Educación en la Historia. México: Unión Gráfica.
1963.
Vilanou,Conrad. De la Paideia al Bildung: Hacia una pedagogía de la hermenéutica. Revista
Portuguesa de Educación.Vol.14,núm.2,2001.UniversidaddeMinho,Braga,Portugal.