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La Psicología Del Yo y El Problema de La Adaptación

El documento discute tres temas principales de la psicología del yo desde una perspectiva psicoanalítica: 1) La adaptación como problema del yo, meta terapéutica y consideración educativa, 2) La necesidad de considerar hallazgos de otras disciplinas como la biología y sociología para entender la adaptación, y 3) La distinción entre procesos de desarrollo del yo relacionados y no relacionados a conflictos.
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La Psicología Del Yo y El Problema de La Adaptación

El documento discute tres temas principales de la psicología del yo desde una perspectiva psicoanalítica: 1) La adaptación como problema del yo, meta terapéutica y consideración educativa, 2) La necesidad de considerar hallazgos de otras disciplinas como la biología y sociología para entender la adaptación, y 3) La distinción entre procesos de desarrollo del yo relacionados y no relacionados a conflictos.
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La psicología del yo y el problema de la adaptación

El psicoanálisis encara la cuestión de la adaptación en tres formas: como


problema de su psicología del YO, como meta terapéutica y como
consideración educacional.
El psicoanálisis solo no puede resolver el problema de la adaptación. Desde la
biología y la sociología tenemos derecho a esperar que todas las
investigaciones sobre el problema de la adaptación tomen en cuenta los
hechos y relaciones fundamentales descubiertos por el psicoanálisis.
Muy tempranamente el psicoanálisis se fijó un objetivo restringido y otro
más amplio, Empezó con el estudio de la patología. En esa época el trabajo se
centraba en el Ello y los impulsos instintivos. Pronto surgieron nuevos
problemas que fueron más allá apuntando a una teoría general de la vida
mental.
Anna Freud definió como meta del psicoanálisis la obtención del más
completo conocimiento posible de las tres instancias mentales.
La característica distintiva de una investigación psicoanálitica no consiste en
su tema sino en su metodología científica y en la estructura de los conceptos
que utiliza.
El psicoanálisis tiene la potencialidad de convertirse en una teoría general del
desarrollo mental, más amplia en sus supuestos y alcance que cualquier otra
teoría psicológica.
La psicología del yo constituye su punto de confluencia con la psicología no
analítica.
Para algunos psicoanalítias, esto demuestra que los hallazgos de la psicología
del yo no son válidos o carecen de importancia. Pero esa opinión no se
justifica.
La psicología psicoanalítica del YO difiere en forma radical de las “psicologías
de superficie”, aunque estará cada vez más interesada en los detalles de la
conducta, en todas la gradaciones de la experiencia consciente, en los pocas
veces estudiados procesos preconcientes, y en la relación entre el yo
inconsciente, el yo preconsciente y el yo consciente. Los puntos de vista
dinámico y económico, aunque son válidos para toda la vida mental, han sido
muy poco aplicados a tales materias.
No podemos simplemente hacer contrastar al YO, como parte no biológica de
la personalidad, con el ello como su parte biológica; el problema mismo de la
adaptación proviene de contra la división.
No obstante, es cierto y también natural que la pura descripción
fenomenológica de los detalles de la superficie mental, que pudimos
descuidar anteriormente, resulta esencial para la psicología del YO y alcanza
en ésta una importancia especial.
La meta de recoger un máximo de detalles descriptivos es por cierto la meta
de la psicología fenomenológica, pero no de la psicología psicoanalítica del
YO; allí reside la diferencia fundamental entre una y otra.
Las funciones del YO directamente involucradas en los conflictos entre las
instancias mentales determinaron nuestro interés antes que otras. También
explica por qué otras funciones del YO y el proceso de ajuste al medio no se
convirtieron en objetos de investigación hasta un estadio ulterior de nuestra
ciencia.
Creo que es un hecho empírico que estas funciones son menos decisivas para
la comprensión y el tratamiento de la patología que la psicología de los
conflictos que están en la raíz de toda neurosis.
Debemos reconocer que aunque el yo crece a partir de una serie de
conflictos, éstos no son la únicas raíces de su desarrollo. Debe abarcar a esas
raíces del desarrollo del YO.
No toda adaptación al medio, no todo proceso de aprendizaje y maduración,
es un conflicto. Me refiero al desarrollo libre sin conflictos de la percepción ,
la intención, la comprensión de objeto, el pensamiento, el lenguaje, los
fenómenos de recuerdo, la productividad, hasta las bien conocidas fases del
desarrollo motor, la prensión, el gateo, la marcha y hasta los procesos de
maduración y aprendizaje implícitos en todos esos aspectos y muchos otros.
No estoy dando por sentado que las actividades infantiles que enumeré, no
puedan ser alcanzadas por el conflicto mental; tampoco estoy suponiendo
que las perturbaciones en el desarrollo de estas actividades no den, a su vez,
origen a conflictos, ni que no queden involucradas en otros conflictos. Por el
contrario, quiero subrayar que sus vicisitudes desempeñan un papel
importante en los bien conocidos desarrollos y conflictos de impulsos
instintivos.
Propongo que adoptemos la expresión provisional esfera sin conflictos del yo
para designar ese conjunto de funciones que en cualquier momento dado
ejerce sus efectos fuera de la región de los conflictos mentales. Nos estoy
hablando de una región inmune a los conflictos, sino de ciertos procesos, en
cuanto ellos permanecen empíricamente fuera de la esfera del conflicto
mental del individuo.
Lo que todavía no tenemos es un conocimiento psicoanalítico sistemático de
esta esfera.
Es probable que el estudio de esta esfera sin conflictos del YO, aunque no
carece por cierto de significación técnica, en general aportará menos a la
técnica psicoanalítica que el estudio de los conflictos y defensas.
Podría aducirse que esa esfera abarca justamente esa parte del acaecer
mental que debe permanecer más allá del alcance del esfuerzo
psicoanalítico, y que es preferible dejarla a otras disciplinas psicológicas.
No están justificadas. Si tomamos en serio la afirmación de que el
psicoanálisis es una teoría general del desarrollo mental, también debemos
estudiar esta área de la psicología desde nuestros puntos de vida y con
nuestros métodos, mediante el análisis y observación directa del desarrollo
del niño.
La adaptación obviamente incluye tantos proceso vinculados con situaciones
de conflicto tanto procesos vinculados con situaciones de conflictos como
procesos que pertenecen a la esfera sin conflictos.
Nuestros conocimientos del yo empezó por sus funciones de defensa, como
lo muestra el estudio clásico. No obstante, hay problemas que hacen
necesarios que estudiamos otras funciones yoicas y también otros aspectos
de la actividad del YO. El desarrollo del YO puede ser descripto mediante el
rastreo de los conflictos que tiene que resolver en su lucha con el ELLO y el
SUPERYO, y si también incluimos los conflictos con el mundo externo,
tenemos el cuadro de una guerra en tres frentes.
Nuestra tarea consiste en investigar el modo en que el conflicto mental y el
desarrollo interno “pacífico” se facilitan y obstaculizan recíprocamente.
Para dar un ejemplo simple, aprender a caminar erecto es algo que combina
constitución, maduración del aparato , proceso de aprendizaje, con los
procesos libidinales, las identificaciones, los factores endógenos y exógenos
que pueden provocar conflictos y perturbaciones de función.
No obstante, sería un error suponer que el contraste de la situación de
conflicto y el desarrollo pacífico corresponde directamente a la antítesis de lo
patológico y lo normal. El ser humano normal no está libre de problemas ni
de conflictos. Los conflictos forman parte de la condición humana. Tienen
distinto alcance e intensidad distintos.
La antítesis patológico versus normal, nacido de la defensa versus no nacido
de la defensa, o entre el desarrollo que resulta del conflicto y el desarrollo sin
conflicto no coinciden.

Entre los campos estudiados o influidos por el psicoanálisis, es probable que


la educación y la sociología, por ejemplo, se beneficien con la ampliación de
nuestro horizonte en la dirección de la esfera sin conflictos y la adaptación.
Anna Freud demostró también que una comprensión psicoanalítica más
precisa del YO tenía que cambiar la educación, tanto su dirección general
como en su manejo los casos individuales.
Hasta ahora la psicología psicoanalítica del YO ha sido predominantemente
una psicología del conflicto, las vías libres de conflicto de un desarrollo
adaptado a la realidad no dejaron de ser periféricas en este estudio.
Por lo tanto un enfoque educacional sólo es socialmente viable si toma en
cuenta todas las facetas del desarrollo, su estructura, su jerarquía biológicaa
y su valor para el logro y adaptación.
Por ejemplo sabemos cómo los conflictos y tabúes relacionados con impulsos
instintivos pueden obstaculizar el desarrollo intelectual.
Anna Freud, ha mostrado que la intelectualización puede servir como
defensa contra el peligro instintivo en la pubertad, y representa un intento
de dominar el impulso instintivo por medios indirectos.
En este sentido, ANNA FREUD dice “ El peligro instintivo hace inteligentes a
los seres humanos”.
Podemos suponer sin riesgo la existencia de un factor autónomo de
inteligencia que, como variable independiente, codetermina la elección y el
éxito del progreso defensivo.
El aprender a pensar y el aprendizaje en general son funciones biológicas que
existen junto a impulsos instintivos y defensas, siendo en parte
independientes que existen junto a impulsos instintivos y defensas, siendo en
parte independientes de ellos.
El pensamiento ordenado está siempre directa o indirectamente orientado
hacia la realidad. Una defensa contra impulsos instintivos que resulta en
logros intelectuales elevados, demuestra que ciertas formas de solución de
conflictos pueden involucrar garantías biológicas de un proceso de
adaptación a la realidad externa. No es válido para todos los procesos de
defensa.
“Esta intelectualización de la vida instintiva, el intento de dominar los
proceso instintivos, vinculándolos con ideas adorables en la conciencia, es
una de las más generales, más tempranas y más necesarias adquisiciones del
yo humano. No la consideramos una actividad del yo, sino uno de sus
componentes indispensables”.
En términos generales, nos interesa de qué manera y en qué medida la
defensa es indirectamente regulada por las funciones yoicas que no están
habitualmente involucradas en el conflicto. Después de todo, el desarrollo
mental no es simplemente el resultado de la lucha con impulsos instintivos.
Por ahora diremos que la memoria, las asociaciones, etc, son funciones que
posiblemente no pueden derivarse de las relaciones del YO con los impulsos
instintivos u objetos de amor, sino que se trata más bien de prerrequisitos de
la concepción que tenemos de tales relaciones y su desarrollo.
Para juzgar el éxito de una defensa indagaremos no sólo el destino del
impulso instintivo y la protección deparada al yo, sino también, sus efectos
en las funciones Yoicas no involucradas directamente en el conflicto. Los
conceptos de fuerza del YO, debilidad del YO, restricción del YO, están todos
relacionados con este ámbito, pero seguirán siendo nebulosos en tanto las
funciones YOICAS específicas que están comprometidas no sean estudiadas
en detalle.
La fuerza del YO, no puede definirse exclusivamente en los términos de la
zona fronteriza del YO involucrada en el conflicto.
Podremos entonces comparar la fuerza YOICA, de diferentes individuos, pese
a que la relación entre dominio de la realidad y logro, por una parte, y fuerza
del yo por la otra, es muy compleja. Tales observaciones establecen
descriptivamente la interacción de la esfera conflictiva con otras funciones
yoicas. Esta es una interacción real.
Según sea el modo en que encaramos estos fenónemos podemos asimismo
hablar acerca de dos aspectos del proceso YOICO, en su relación con el
conflicto interno y después en su dependencia respecto de los aparatos de
dominio de la realidad.
En cierto punto podemos interesarnos en la patología de un proceso, en su
relación genética con las perturbaciones de la adaptación, y en otro punto en
el valor de adaptación positiva que adquiere en otro contexto.
Otro ejemplo que tomo es el de la fantasía que nos llevará a la misma
conclusión. No necesito recordar el papel de la fantasía en la formación de la
neurosis. El niño rehusándose a aceptar un segmento desagradable de la
realidad, puede, en ciertas condiciones, negar su existencia y reemplazarla
por formaciones de la fantasía.
Esto está dentro del desarrollo normal.
Desde el punto de vista de la economía mental es algo muy diferente el que
una fantasía reemplace una pieza importante de la realidad en el adulto, o
que ello ocurra en un niño.
Debemos estudiar la función y desarrollo de los aparatos yoicos a los que nos
hemos referido, porque sin conocimientos sobre ellos nuestro interrogante
no tiene respuesta.
¿Cuáles son los elementos adaptativos de la fantasía?
Varendock, sostuvo que la significación biológica de dicho pensamiento, en
contraste con el trabajo del sueño, reside en que intenta resolver problemas
de la vida de vigilia.
La fantasía, puede ser fructífera incluso en el pensamiento científico, que se
supone es el dominio indisputado del pensamiento racional.
La vida mental adulta sana probablemente nunca está por complento exenta
de la negación y el reemplazo de alguna realidad por formaciones de la
fantasía.
Hay vías de la adaptación a la realidad que al principio sin duda apartan de la
situación real. La función del juego es un buen ejemplo. La fantasía puede
llenar una función sintética al vincular provisionalmente nuestras
necesidades y metas con modos posibles de satisfacerlas y alcanzarlas.
Debo señalar que conocimiento de la realidad no es sinónimo de adaptación
a la realidad.
Desde el primer punto de vista, prevención de la neurosis desde el segundo,
quiere decir promoción general de la adaptación.
Durante mucho tiempo el psicoanálisis no tuvo oportunidad de tratar con ese
otro aspecto de estos procesos, que pertenecen al ámbito de la psicología
normal, pero que, naturalmente, no son entendidos por la psicología normal
no psicoanalítica.
La negación se basa en la fuga, y también lo hace la evitación, aún más
claramente. Anna Freud, nos ha mostrado cómo una y otra dan por resultado
una restricción del YO. Pero la evitación del ambiente en el que se
encuentran dificultadas es también un proceso sumamente eficaz de
adaptación.
A la búsqueda de un ambiente favorable entre los que están al alcance del
individuo probablemente deba asignársele una posición mucho más central
en el seno de los procesos de adaptación.

Lo que en este sentido vale para las fantasías, vale también para la acción
afectiva. Desde el punto de vista de la psicología de la neurosis, la acción
afectiva suele aparecer como un residuo deplorable de las condiciones
mentales primitivas y como una desviación respecto de lo normal.
Vemos claramente que la acción afectiva suscita dificultades terapéuticas y
concernientes al desarrollo, pero no advertimos que también impulsa el
dominio de la realidad.

LA ADAPTACIÓN

La consideración de la esfera libre de conflictos del YO nos conduce a las


funciones relacionadas más o menos estrechamente con las tareas de
dominio de la realidad, con la adaptación.
La adaptación es un concepto central del psicoanálisis ya que muchos de los
problemas del mismo, si se los explora lo suficiente, convergen en ella. EL
concepto de adaptación implica numeroso problemas.
En términos generales, consideramos bien adaptados a un hombre si su
productividad, su capacidad para disfrutar de la vida y su equilibrio mental no
están perturbados. Algunas veces nos econtramos con planteos que
atribuyen cualquier fracaso a una falta de adaptación pero tales planteos
carecen de sentido.
El grado de adaptación sólo puede determinarse con referencia a las
situaciones ambientales.
El concepto de adaptación posee las más variadas connotaciones en biología,
y tampoco en psicoanálisis tiene una definición precisa.
La observación que subyace en este concepto es que los organismos vivos
“armonizan” con su ambiente. Así la adaptación es primordialmente una
relación recíproca entre el organismo y su medio.
Podríamos distinguir entre un estado de adaptabilidad que se establece entre
el organismo y su ambiente, y el proceso de adaptación que genera dicho
estado.
Un estado de adaptabilidad puede remitir tanto al presente como al futuro.
El proceso de adaptación siempre implica la referencia a una condición
futura, y con esto no queremos significar el denominado límite negativo de la
adaptación, debido a la selección natutal, o cosa parecida.
El darwinismo, el LamarCkismo y sus teorías no tienen gravitación directa en
el problema.
El psicoanálisis nos permite discernir quellos procesos que, mediante el
cambio directo y activo del ambiente o de la persona, generan un estado de
adaptación entre el individuo y su ambiente.
La adaptación está asegurada, tanto en sus aspectos más groseros como en
los más delicados por una parte por la dotación primaria del hombre y la
maduración de sus aparatos, y por la otra por aquellas acciones reguladas
por el yo que contrarrestran las alteraciones de la persona con él. La relación
existente entre el hombre y el ambiente codetermina cuál de las reacciones
de las que aquél es capaz será empleada en este proceso, y también cuál de
ellas habrá de predominar.
La función de una conducta al servicio de la adaptación debería diferenciarse
de sus otras posibles funciones e incluso a menudo de su propia génesis.
Aquí debemos tener también presente el fenómeno del “cambio de función”.
La concepción de cambio de función es bien conocida en psicoanálisis: una
forma de conocida que se origina en cierto dominio de la vida puede, en el
curso de desarrollo, aparecer en un dominio y en un papel enteramente
distintos. Una actitud que originalmente surgió al servicio de la defensa
contra un impulso instintivo, con el curso del tiempo puede convertirse en
una estructura independiente, en cuyo caso el impulso limita a activar ese
aparto automatizado pero, en la medida en que la automatización no sea
contrariada, no determina los detalles de su acción. Un aparato tal como
estructura relativamente independiente, puede empezar a cumplir otras
funciones a través de un cambio de función, dejar de ser un medio y
convertirse en una meta por derecho propio.
El problema de cambio de función tiene también un aspecto técnico.
La adaptación puede producirse en virtud de cambios apropiados en su
sistema psicofísico.
Hay una amplia gama de adaptaciones aploplásticas que sólo están al alcance
del hombre.
Puede haber involucrados aquí dos procesos: Las acciones humanas adaptan
al ambiente a las funciones humanas, y después el ser humano se adapta al
ambiente que él ayudó a crear.
Sin embargo, la acción aloplástica en realidad no es siempre adaptativa. Con
frecuencia es una función superior del yo que decide si una acción aloplástica
o autoplástica resulta o no adecuada para una situación dada.

Una tercera forma de adaptación, no totalmente independiente de las


formas autoplásticas y aloplásticas ni idéntica a ellas, consiste en la elección
de un nuevo ambiente ventajoso para el funcionamiento del organismo.
La adaptación individual puede chocar con la adaptación de la especie. De
modo que, la adaptación del individuo y de la especie son con frecuencia,
anque no siempre, incompatibles.
Para nosotros las diferencias entre el animal y el hombre son relativas.
Examinaremos algunas de esas diferencias relativas y consideremos si
gravitación en el problema de la adaptación. Freud realizó un significativo
aporte a la respuesta cuando enumeró los tres factores sobresalientes que
“desempeñan un papel en la causación de las neurosis y han creado las
condiciones en las cuales las fuerzas de la mente son enfrentadas entre sí. La
prolongada indefensión y dependencia del niño, el período de latencia y el
hecho de que el yo daba tratar ciertos impulsos instintivos como peligros.
Freud caracterizó a uno de tales factores como biológico, a otro como
filogenético y tercero como puramente psicológico.
El antagonismo intrínseco del yo en relación con los impulsos instintivos,
descripto por ANNA FREUD así como el hecho de que sea generalmente
posible que los impulsos, una vez inhibidos, ayuden a la adaptación, también
pueden ser temas pertinentes para este estudio.
Para nosotros tiene una particular importancia que la prolongada indefensión
del niño este relacionada con el hecho de que el hombre adquiere por la vía
del aprendizaje una parte escencial de sus procesos adaptativos.
En comparación con otros animales, la dotación instintiva que el recién
nacido tiene lista para su uso es extremadamente pobre.
Los procesos de adaptación son influidos tanto por la constitución como por
el ambiente externo, y más directamente determinados por la fase
ontogenética del organismo. Este histórico-evolutivo del proceso de
adaptación ha sido particularmente subrayado por el psicoanálisis.
La expresión “base relacional histórico” parece aquí repudiable. Su relación
con el ambiente está asegurada por una evolución peculiarmente humana,
especialmente por la influencia de la tradición y la supervivencia de las obras
de la humanidad.
Freud ha señalado el importante papel que el superyó desempeña en este
proceso él se convierte en el vehículo de la tradición y de todos los valores de
larga data, y los transmite de generación en generación.
¿Cuál es la estructura del mundo externo a la que se adapta el organismo
humano?
Las primeras relaciones sociales del niño son asimismos decisivas para el
mantenimiento de su equilibrio biológico. Por esta razón las primeras
relaciones objetales del hombre constituyen nuestro principal interés en
psicoanálisis. Así, la tarea del hombre de adaptarse al hombre presente está
desde el inicio mismo de la vida.
El hombre no sólo se adapta a la comunidad sino que también participa
activamente a la comunidad sino que también participa activamente en la
creación de las condiciones a las cuales debe adaptarse.
La adaptación crucial del hombre es la adaptación la estructura social, y
debe colaborar en su construcción. Aquí nos estamos centrando en el hecho
de que la estructura de la sociedad, el proceso de la división del trabajo, y el
lugar social del individuo codeterminan las posibilidades de adaptación y
también regulan parcialmente la elaboración de los impulsos instintivos y el
desarrollo del yo. La estructura de la sociedad decide qué formas de
conducta contarán con las mayores probabilidades adaptativas.
La estructura social determina, por lo menos en parte, las probabilidades
adaptativas de una forma particular de conducta, utilizando la expresión
“complacencia social”. La complacencia social es una forma especial de
“complacencia” ambiental que se desprende implícitamente del concepto de
adaptación.

Quizá no resulte superfluo mencionar de nuevo que por adaptación no


entendemos sólo la sumisión pasiva a las metas de la sociedad, sino también
la colaboración activa basada en ellas, y el esfuerzo por cambiarlas.
¿Tenemos derecho a excluir de la biología el proceso de la adaptación? Las
funciones biológicas y las relaciones ambientales no son antitéticas. Me
parece que en lo tocante a este punto los hechos no pueden dividirse en
biológicos y sociológicos, aunque es lícito estudiarlos ahora más en el
contexto de la sociología.
En nuestra opinión, lo psicológico no es “antítesis” de lo biológico, sino más
bien una parte esencial suya.
La ambigüedad está sin duda relacionada con la posición que la teoría
psicoanalítica asigna al impuesto instintivo. Freud lo definió como un
concepto limítrofe entre lo psicológico y lo orgánico. Consecuentemente, a
veces oponemos el concepto de impulso instintivo al de soma, y otras
describimos los cambios somáticos como procesos que involucran impulsos
instintivos.
Rechazamos la forma habitual de esta pregunta ¿Qué es biológica y qué es
psicológico en el proceso de desarrollo? Preguntamos en cambio qué parte
del desarrollo es congénita, qué parte es resultado de la maduración, y que
parte está determinada por el ambiente ¿Qué cambios fisiológicos y
psicológicos se producen? Nuestro método psicológico abarca más que los
procesos del desarrollo mental. Precisamente porque lo psicológico es un
parte de lo biológico, en ciertas condiciones nuestro método ilumina los
desarrollos fisiológicos, en particular los concernientes a los impulsos
instintivos. Rastrear el curso de esos desarrollos utilizando fenómenos
psicológicos como indicaciones o síntomas.
La relación de lo “psicológico” con lo “biológico” está adicionalmente
complicada por su interacción con lo endógeno y lo exógeno.
Nos preguntamos si, y hasta qué punto, un cierto curso de desarrollo puede
depender de estimulaciones en promedio esperables y si, en que medida, y
en que dirección, será desviado por influencias ambiantales de una clase
diferente. He distinguido dos tipos de factores exógenos.
Aquí querría solamente oponer dos formas de adaptación que con frecuencia
difieren considerablemene en su premisas y consecuencias.
Me refiero a lo que podría denominarse adaptaciones progresivas y
regresivas. La expresión adaptación progresiva se explica por sí misma, es
una adaptación cuya dirección coincide con el desarrollo.
Pero hay adaptaciones que transitan la senda de la regresión. Aquellas
realizaciones bien adaptas de personas sanas que para su logro requieren de
un rodeo a través de la regresión, el rodeo a través de la fantasía.
Aunque la fantasía siempre está enraizada en el pasado, vinculando el
pasado con el futuro puede convertirse en el fundamento de metas realistas.
Están las imágenes simbólicas, la poesía y todas las otras formas de la
actividad y la experiencia artísticas. Es una regresión al servicio del yo.
CAP 5
Estamos familiarizados con él (mundo interno) en los adultos como uno de
los factores reguladores del yo. Pero aquí no nos interesa el mundo interno
como tal, sino más bien su papel en las relaciones funcionales objetivas.
Esa proximidad del mundo interno a los impulsos instintivos, no obstante,,
posee también un signo positivo para la adaptación.
En el hombre, esta ventaja es contrarrestada por la relación equívoca entre
impulso instintivo y utilidad biológica, pero ese mismo hecho realza la
significación de las regulaciones objetivantes.
La utilidad biológica del mundo interno en la adaptación, en la diferenciación
y en la síntesis, resulta obvia incluso en una simple ojeada a la significación
biológica de los procesos de pensamiento. La percepción, la memoria, la
imaginación, el pensamiento y la acción son en relación con esto los factores
importantes.
El mundo interno y sus funciones hacen posible un proceso de adaptación
que consta de dos pasos: Retirada del mundo externo y retorno a Él con un
dominio perfeccionado. El hecho de que no se llegue a las metas
directamente, sino que se las alcance a través de rodeos interpolados,
constituye un paso decisivo en la evolución. Esta retirada respecto de la
realidad no es idéntica a la “adaptación agresiva”.
El desarrollo de la conciencia no coincide por completo con el desarrollo del
mundo interno.
Stern sostiene que la conciencia surge como expresión de conflictos; de que
el peligro instintivo hace inteligente al ser humano.
El mundo del pensamiento y el mundo de la percepción no necesitan
coincidir siempre.
Estos dos mundos tienen un relación específica con la acción. No sólo el
pensamiento implica una tendencia a la acción, también la imagen implica
una tendencia aunque sea primitiva a la acción. La relación de la función del
pensamiento representante principal del proceso de internalización, con las
tareas de adaptación, síntesis y diferenciación.
Freud afirma que el yo, mediante la interpolación de procesos de
pensamiento, logra una demora de la descarga motriz. Describe el
pensamiento como una acción experimental que emplea pequeñas
cantidades de energía.
El pensamiento causal, la creación y empleo de relacione entre medios y
fines, y particularmente la reflexión del pensamiento sobre el sí-mismo,
libera al individuo de verse compelido a reaccionar al estímulo inmediato.
No siempre podemos separar las diversas funciones del intelecto, tampoco
podemos examinar su desarrollo, su relación con la percepción, con el
lenguaje, etcétera.
Es indudable que la totalidad de esta amplia área de funciones pertenece al
yo. No obstante, vacilaría en equipararla con él. Sin embargo sería un grave
error dar por supuesto que la adaptabilidad de una persona es proporcional a
su inteligencia.
No nos concierne aquí el problema filogenético sino el hecho de que una vez
que existe, sirve a la adaptación. La aparición de la inteligencia es un paso
decisivo en el desarrollo de la conducta propositiva. Las etapas del desarrollo
son instinto, hábito e inteligencia. Nuestra presentación esquemática
muestra que la inteligencia, efectúa, en parte tareas que en estadios
anteriores se encarnaban por otros medios, y en parte introduce funciones
nuevas. Esta articulación de las formas conductuales en estas etapas no
implica líneas divisorias tajantes. Inclusos las acciones instintivas presentan
cambios adaptativos y no son absolutamente rígidas.
En el curso del psicoanálisis las funciones de la inteligencia aparecen bajo una
luz diferente de la de este intento de aislarlas.
Consideramos que las vicisitudes tanto típicas como individuales de los
impulsos instintivos son potencial y límite del conocimiento. Vemos las
realizaciones intelectuales tanto como instrumentos para lo solución de
conflictos como para la racionalización, y las consideramos en relación con
las exigencias del mundo externo y del superyó, y, desde luego, en su
interacción con otras funciones del yo. El análisis de las inhibiciones,
neurosis, y en particular de las psicosis, nos ha familiarizado con los
diferentes grados de trastorno en la diversas funciones de la inteligencia, y
aunque los deterioros severos sólo aparecen en la psicosis, las formas más
suaves, en su mayoría temporarias y reversibles.
Cada una de las funciones mencionadas puede ser perturbada, el control
selectivo, la perspectiva temporal, la prueba de realidad, la objetivación, la
abstracción, la capacidad para posponer. Al trastorno de cada una de estas
funciones le corresponde un fracaso específico en la adaptación.
Permítaseme una digresión acerca de la naturaleza del pensamiento en la
situación psicoanalítica. El pensamiento presta básicamente el mismo
servicio en la situación psicoanalítico que cuando está dirigido al mundo
externo. EL trabajo psicoanalítico demuestra que la comprensión de la propia
conducta depende de la asimilación de tendencias inconscientes.
Las interpretaciones no sólo ayudan a recuperar el material enterrado, sino
que también deben establecer relaciones causales correctas, es decir las
causas, la amplitud de la influencia y la eficacia de esas experiencias en
relación con otros elementos. Subrayo esto aquí porque el estudio teórico de
la interpretación a menudo se limita los casos que tienen que ver con
recueros emergentes o con las correspondientes reconstrucciones.
Pero para la teoría de la interpretación son más importantes lo ejemplos en
los cuales se establecen las conexiones causales de los elementos y los
criterios de esas conexiones.
CURSO 88
En el curso del proceso psicoanalítico uno aprende a enfrentar los propios
contenidos mentales como objetos de experiencia y pensamiento y a verlos
como partes de una red causal. De ahí que el psicoanálisis sea el desarrollo
más elevado del pensamiento dirigido hacia la vida interior, en tano corrige y
regula la adaptación y el ajuste conjunto.
En la medida en que también utilizamos la conducta adaptada como meta y
como vara de medición, su relación con la acción racional nos resulta
importante.
Damos por sentado que necesario conocer, asimilar e influir en la realidad
con finalidades deliberadas.
Ningún período histórico ha parecido un exceso perjudicial de conocimientos
o inteligencia.
Por otro lado tenemos la relación entre acción racional, adaptación y
síntesis. El conocimiento de la realidad debe estar subordinado a la
adaptación a la realidad, así subordinamos a la adaptación al ajuste conjunto.
El conocimiento de la realidad no puede simplemente equipararse con la
adaptación a la realidad; su relación tiene que ser examinada.
Cuando decimos que un pensamiento o un sistema de pensamientos es
sintónico con la realidad, tenemos en mente uno de dos significados
diferentes. Primero, que el contenido teórico de esos pensamientos es
verdadero. Segundo, que la traducción de estos pensamientos a la acción
social conduce a la conducta adaptada. Es claro que el segundo significado
posee la mayor y más inmediata significación biológica. Así, para juzgar si una
acción es sintónica con la realidad o no, no basta sólo el criterio de que se
base en una buena comprensión de la realidad.
Una acción basada en una buena comprensión puede tener consecuencias
sociales que de ningún modo “favorezcan la supervivencia”. En tal sentido
existen incontables ejemplos económicos y sociales.
El conocimiento está ligado a la existencia y el lugar. La palabra “racional”
tiene muchos significados. La acción racional tiene metas y medios. En este
punto nos interesan particularmente los dos tipos de acción que Max Weber
a diferenciado como “racional con arreglo a fines” y “racional con arreglo a
valores”.
Las metas de la acción no son relaciones en el sentido habitual a menos que
sean metas parciales en un complejo habitual menos que sean metas
parciales en un complejo más amplio de medios y objetivos. Es decir que sólo
la elección de medios apropiados para una meta dada puede considerarse
racional. Ese hecho con frecuencia se pasa por alto, por ejemplo, cuando la
perspectiva se reduce a los intereses del yo, podría denominarse un egoísmo
racional es aceptado sin disputa como la actitud humana básica; en términos
más generales, siempre que cualquier meta se “da por supuesta” se pierde
de vista su carácter de meta. Nosotros, por el contrario, destacamos la
complejidad de las necesidades y exigencias humanas, y la amplia gama de
metas que debe aceptarse como normal. Así, en lo que llamaríamos la
conducta racional, las metas, se aceptan como dadas y la cuestión consiste
exclusivamente en saber cuáles son los medios adecuados para alcanzarlas.
Cuando hablamos de “metas razonables” entendemos por ello algo por
completo distinto de lo que aquí llamamos “metas racionales”.
No obstante, lo que nos interesa es que, mientras que la acción racional así
definida puede, dentro de ciertos límites, servir como patrón de medida,
obviamente nos dice muy poco acerca de la condición mental general de una
persona, que juzga la acción sólo en los términos de la relación entre medios
y metas.
También tenemos que admitir que el ámbito de las acciones estrictamente
racionales es bastante más estrecho de lo que algunos de nosotros
esperaríamos.
El hecho de no reconocer el papel limitado de la inteligencia en la
personalidad total ocacionalmente ha llevado ha una descripción del hombre
totalmente racional como el ideal, el paradigma de salud.
Este ideal del hombre racional es el de un “hombre sin cualidades”. La
experiencia demuestra que el hombre sano y el hombre analizado son
totalmente distintos de ese “ideal”.
La imagen se vuelve mucho más humana si pensamos que la inteligencia
organiza a todas las otras funciones, y no que ocupe el lugar de las mismas.
Sólo después que esa percatación ha sido puesta a disposición de la acción, la
inteligencia entra al servicio de las más elevadas funciones sintéticas y
diferenciadoras del yo.
Esta inclusión de otras funciones mentales en el plan de pensamiento y
acción del yo es un ejemplo de su función anticipatoria general, que involucra
el conocimiento tanto de las relaciones del hombre con su ambiente como de
su vida interior.
El funcionamiento de la inteligencia puede tener dos tipos de efectos en este
nivel. Dominio del ambiente y lo que es particularmente importante,
conducir a un mejor control de la propia persona.
Aparatos yoicos. Desarrollo autónomo del yo.

En la acción, el yo emplea tanto aparatos mentales como somáticos. En la


medida que implica estructura y forma, como sucede noción de aparato,
difícilmente se la puede aplicar a lo que se denomina ocasionalmente el
carácter de automático del ELLO.
Por lo tanto las acciones siempre implican, por una parte, intenciones, actos
de voluntad, motivos, etcétera, y por la otra aparatos. Si tomamos en
consideración la esfera libre de conflictos del yo, el estudio de estos aparatos
se vuelve imperativo, porque de otro modo todas nuestras afirmaciones
acerca de la acción incluirían algo desconocido.
Estas funciones pertenecen al ámbito , que denominamos desarrollo
autónomo del yo. Es obvio que estos aparatos, somáticos, y mentales,
influyen en el desarrollo y las funciones del yo que los utilizan; sostenemos
que estos aparatos constituyen una de las raíces del yo.
Un ejemplo de alcance más amplio, es el efecto del desarrollo del lenguaje en
el pensamiento.
Resulta innecesario decir que los aparatos congénitos y adquieridos,
requieren para funcionar una fuerza impulsora, y que la psicología de la
acción es inconcebible sin la psicología de los impulsos instintivos.
El individuo no adquiere todos los aparatos puestos al servicio del yo en el
curso del desarrollo. La percepción, la motilidad, la inteligencia, descansan en
una dotación consitucional. El yo como agente regulador tiene también
raíces constitucionales. Para el psicoanálisis, la constitución del yo, aparece
en su aspecto negativo.
Sabemos que muchas funciones del yo están modeladas sobre las pautas de
los impulsos instintivos. Esto es así en el caso “dar” y el “tomar” y
parcialmente también en el caso de los mecanismos yoicos de introyección y
proyección, pero probablemente no en el de la percepción y la motilidad.
En algunos casos será aconsejable asumir el supuesto de que tanto los
procesos impulsivos como los mecanismos yoicos surgen de una raíz común
anterior a la diferenciación del yo y el Ello; aunque después de haberse
estructurado pueden secundariamente entrar en las más diversas conexiones
recíprocas.
Estrictamente hablando, no hay yo alguno antes de la diferenciación de yo y
ello, pero también hay ello, puestos que ambos son productos de la
diferenciación. Podemos considerar que son aparatos yoicos innatos aquellos
que después de esa diferenciación, están inequívocamente al servicio del yo.
La adaptación sólo en parte es adquirida de nuevo por cada generación, y por
cierto no toda ella proviene de los impulsos instintivos.
Los procesos de maduración no están completos en el momento del
nacimiento y que también hay crecimiento en el sentido de maduración fuera
del cuerpo de la madre.
Debe ser reconocida como un factor independiente, junto el aprendizaje, la
memoria, la ejercitación, la identificación y otros mecanismos. La maduración
y los proceso de aprendizaje se pueden diferenciar experimentalmente por
medio del “método de control con el gemelo”.
Puede ser útil distinguir tres clases de proceso de desarrollo. Los que se
pueden se producen sin ninguna influencia esencial y específica del mundo
externo, los que están coordinados con experiencias típicas y finalmente, los
que dependen de experiencias atípicas.
Este es un hecho bien establecido en lo que concierne a la maduración
orgánica.
También hemos reconocidos siempre la influencia de los proceso de
maduración en la sucesión de las fases de la organización libidinal.
En muchas circunstancias las funciones del yo sin duda dependen
directamente de procesos de maduración fisiológicos. Pero continuar esta
línea de pensamiento nos introduciría en el problema psicofísico, lo que aquí
prefiero evitar.
Sabemos que los procesos de maduración no son enteramente
impermeables a las influencias ambientales. Pero hay factores
independientes, tanto antes como después del nacimiento, ponen en juego
de manera sucesiva los apratos innatos, y determinan por lo menos en forma
global el ritmo de los procesos del desarrollo. De modo que no todos los
logros en la adaptación provienen de la experiencia. Pero debemos tener en
cuenta que la lenta maduración del hombre relacionada con la prolongación
de los cuidados parentales.
Las diferencias típicas el ritmos de la maduración de diferentes funciones
conducen en el hombre a conflictos típicos.
La capacidad para aprender parece también estar determinada por
disposiciones constitucionales, que han sido descriptas como flexibles, en
contraste con las disposiciones no alterables por el aprendizaje.
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